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EL PAPEL DE LA MUJER EN LA CONQUISTA DE

AMÉRICA: «LA MALINCHE» COMO SÍMBOLO DE LA


NACIÓN MEXICANA

ÁNGEL GARCÍA MARTÍNEZ


MÁSTER EN ESTUDIOS LATINOAMERICANOS
ÍNDICE

1. Introducción ............................................................................................ 1
2. Contextualización ................................................................................... 2
3. La vida de La Malinche .......................................................................... 3
4. Misoginia y mito ..................................................................................... 5
5. La Malinche como símbolo de una nación ............................................. 7
6. La situación de La Malinche en la actualidad ........................................ 9
7. Conclusión ............................................................................................ 11
8. Bibliografía ........................................................................................... 12
1. Introducción

Va a ser en el tejido histórico de la conquista de América donde surja la figura


tan paradigmática y controvertida como la de La Malinche, también conocida como
Malintzin o Doña Marina. La presencia de doña Marina tanto en la conquista como su
papel como intérprete y consejera de Cortés han dejado una enorme huella en la
narrativa de la conquista.

A lo largo de este trabajo exploraremos parte de la vida y el legado que ha


dejado La Malinche para la posteridad y la historia de América latina, más
concretamente para México. Abarcaremos un recorrido desde sus inicios como esclava
hasta su transformación mítica de la mujer que traiciona a su pueblo.

Parte de esta disertación tratará de vislumbrar su papel como intermediaria


cultural en el que se involucra directamente como traductora entre los caciques
indígenas y los conquistadores. A su vez, indagaremos en la transformación de su
imagen a lo largo del tiempo y algunos de los comentarios más importantes que de su
figura se han hecho para terminar con la imagen actual que emana su persona.

La Malinche, se erige como una figura emblemática, símbolo de traición para


muchos, pero también de femineidad y revolución para muchas otras. ¿Fue realmente
una víctima de su tiempo o una mujer astuta que navegó por las complejidades de una
época tumultuosa?

En este breve trabajo daremos algunas pinceladas acerca de estas opiniones que
tanto discrepan entre sí, pero que han hecho un enorme esfuerzo, sobre todo en los
últimos años por transformar la imagen de un personaje tan importante para la historia
de la humanidad como ha sido doña Marina.

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2. Contextualización

La historia que nos ha llegado de la conquista y la colonización de América ha


sido gracias a través de la figura de los llamados cronistas de indias, los cuales, por lo
general, llevaban a cabo narraciones oficiales del estado, es decir, que en muchas
ocasiones ni llegaban a estar presentes en el continente americano, sino que hablaban en
boca de los reyes católicos. Estos son los denominados cronistas oficiales, que producen
la crónica oficial del estado, que no real ya que paralelamente a los cronistas de indias,
surgen una gran cantidad de conquistadores, misioneras e indígenas, que toman la
iniciativa de escribir la gesta de la conquista de primera mano, sin intermediarios reales
de por medio, lo que clarifica y apoya la veracidad de los hechos que acontecieron en
fechas posteriores a 1492, que son los denominados cronistas no oficiales y productores
de la crónica no oficial, valga la redundancia, que es más veraz que la anterior (López
de Mariscal, 1997: 15).

Uno de los problemas que conllevaban estos testimonios de los testigos de la


conquista, es que en la mayoría de las ocasiones pasaban sus descripciones por el tamiz
de la divina providencia, «explicando la marcha del hombre sobre la tierra como un
camino continuo hacia la salvación» (1997: 16) siendo la conquista una herramienta
para la divulgación de la palabra de Cristo, con las complejidades que ello entraña, ya
que se enfrentaban a poblaciones indígenas con una estructura mental y social
totalmente diferente a la europeizada produciéndose un choque de civilizaciones
complejo para ambas partes. Muchos de los acontecimientos que narraron los cronistas
misioneros estaban estrechamente relacionados con pasajes de la biblia debido a que
«todo adquiere sentido en la medida en que puede encontrarse una explicación paralela
en el texto sagrado» (López de Mariscal, 1997: 17).

Lo realmente interesante de esta investigación llevada a cabo por los cronistas


no oficiales y los misioneros es que se alejaron totalmente de lo que dictaba el monarca,
era que añadía un factor por el cual creer lo que escribían y es gracias a este alejamiento
por el cual nosotros, como receptores de sus escritos, tenemos la enorme suerte de ver el
papel de una de las mujeres que más impacto tuvo en la conquista y la colonización de
América latina, doña Marina, más conocida como «La malinche» la cual jugó el

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importante papel de mediadora e intérprete entre ambas comunidades, la española por
un lado, y la indígena por otro. Algo importante a tener en cuenta es que las crónicas de
las que hablamos no tienen ni por asomo, narrar los sucesos históricos que realizaron los
roles femeninos en la conquista de América, sino que siempre aparecen como un rol
secundario «fueron seres sobre los cuales el hombre tuvo derecho de uso y abuso que
aceptaron pasivamente su condición de inferioridad y que se dejaron manipular por los
verdaderos protagonistas del drama americano, los hombres» (López de Mariscal, 1997:
22). No obstante, muchas de estas mujeres participaban en las guerras ya fuera
auxiliando a los heridos o apoyando a los ejércitos españolas en sus guerrillas contra los
imperios aztecas.

3. La vida de La Malinche

El sobrenombre de «Malinche» proviene de su nombre original indígena


Malinagi, derivado posteriormente a Malitzin y finalmente, por adaptación fonética al
castellano adoptó el nombre de Marina. La historia de esta indígena es la de una esclava
entre otras veinte que fueron parte de un regalo de los indios indígenas a Cortés.
Marina, por ser vivaracha y atrevida fue entregada por Hernán Cortés a Alonso
Hernández Puertocarrero, primo del Conde de Medellín. (Díaz del Castillo, 2016: 100).
Cortés utilizaba a La Malinche como intérprete, de puente de relación entre los
indígenas y los conquistadores hasta el punto que los propios indígenas apodaron a
Cortés como Malinchi, al ir siempre acompañado de doña Marina. El conocimiento de
las lenguas indígenas, así como el rápido aprendizaje fueron algunas de las facultades
más interesantes que hicieron decidirse a Cortés en favor de su compañía.

Tres son los poblados donde se considera el nacimiento de La Malinche, Oluta,


Painala o Jaltipan, correspondientes al sur de Veracruz, cerca de Coatzacoalcos (López y
Vivas, 2021: 60) así como dos fechas probables para su nacimiento, entre 1501 o 1505.
Ciertamente, no son muchos los datos biográficos que se conservan de doña Marina, y
menos aún antes de la llegada de Cortés. Lo que si nos queda claro es el papel decisivo
que tuvo en la conquista de los aztecas:

«Una mujer indígena como él, Marina fue quien en realidad venció a Moctezuma, desde su
tierra, aunque con dos lengas. Fue ella la que reveló a Cortés que el imperio Azteca estaba
dividido, los pueblos sujetos a Moctezuma lo odiaban, pero también se odiaban entre sí y los

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españoles podían pescar en el río revuelto; fue ella la que entendió el secreto que unía a
nuestras dos tierras (…)» (Fuentes, 30 en López y Vivas)

La rápida «españolización» y devoción de doña Marina por los españoles,


especialmente Cortés, la muestra Cervantes de Salazar en la siguiente cita:

«Repartió Cortés estas esclavas entre sus capitanes para el servicio dellos, y cupo Marina a
Puerto Carrero. Esta india se aficionó en tanta manera a los nuestros, o por el buen
tratamiento que le hacían, visto cuánto convenía regalarla, o porque ella de su natural
inclinación los amaba, alumbrada por Dios para no hacerles traición, que aunque muchas
veces fue persuadida, unas veces por amenazas y otras por promesas de muchos señores
indios, para que dixese unas cosas por otras, o diese orden cómo los nuestros paresciesen,
nunca lo quiso hacer (…)»

Considero que realmente los conquistadores españoles debieron tratar


correctamente a Marina ya que Cortés sabía que gran parte de la carga de la conquista
del territorio Azteca corría de la sangre de doña Marina por lo que les convenía
mantenerla sana y salvo. Del mismo modo, tal es la fuerza con la que la religión
cristiana arraiga en el corazón de Marina lo cual permite a la india sobrellevar los
designios de la esclavitud, así como la descripción que de ella hace Bernal Díaz del
Castillo al describirla como «entremetida y desenvuelta». Fue un arma letal para
enseñar a Cortés el camino a la conquista de Tenochtitlan al desentramar «secretos,
rivalidades, magias, rituales, costumbres, creencias, fracturas, temores de los pueblos
indígenas» (Avalos, 2021: 9).

La prerrogativa que tenían los conquistadores acerca del conocimiento de los


indios americanos era la de unos seres poco inteligentes que poco o nada tenían que ver
con la cultura que ellos traían desde la desconocida Europa. Doña Marina va a destacar
con una inteligencia y una capacidad adaptativa a los conquistadores sublime, gracias a
la facilidad para aprender lenguas y saber comunicarse con los pueblos Aztecas.
Muchos defienden, o más bien, maldicen esta habilidad de traductora pues fue la que
permitió que la conquista se perpetuara con más facilidad, pero obvian y pasan por alto
que salvó miles de vidas indias al permitir que Cortés negociara con pueblos indios en
lugar de aniquilarlos (Melchor, 2007: 163). Fue además una gran ayuda a la hora de
transmitir la religión cristiana a través de los pueblos indígenas.

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4. Misoginia y mito

La imagen que nos ha llegado del mito de Adán y Eva desde la tradición
medieval hasta la contemporánea es la de una Eva insolente y desobediente con Dios y
«al ser la mujer la causa del pecado, el mito de la Eva Bíblica se usará así como
referente simbólico de construcciones ideológicas que reducirán a las mujeres a su
función reproductora, incapacitándolas para el acceso a la sabiduría» (Avalos, 2021: 5)
lo que indudablemente condenará al resto de mujeres a vivir bajo el yugo de la función
de ser madres reproductoras, incapacitándolas para acceder al conocimiento del que
disfrutaban los varones. Esto es lo que comúnmente se ha denominado como «el
paradigma de la mujer mala» frente a la antítesis de «la mujer buena» que sería la figura
de la Virgen María asociada en todo momento desde el siglo XIII hasta ahora a la figura
de lo maternal, lo eterno y lo puro (Avalos:6) así como una imagen de lo desexualizado
y lo antitético de Eva que es lo impuro y transgresor.

De la misma manera que para nosotros, los occidentales, la figura mítica del
pecado mortal y de expulsión del paraíso divino es la figura de Eva, algo parecido
ocurre en México con la figura de Malinalli o más bien conocida por los españoles
como doña Marina, la cual, como hemos comentado antes, pasa de una condición social
buena dentro de su poblado indígena a una condición de esclava que la denigra hasta
llegar a un punto de misoginia que poco a poco «va adquiriendo connotaciones
despectivas como resultado de los recorridos de la misoginia: la Malinche» (Avalos: 6).
La Malinche pasa a formar parte de la pérdida del paraíso terrenal de los mexicanos a
modo de símil a la pérdida del paraíso cristiano.

Como bien garantiza la profesora Antonia Avalos Torres la figura de Malinalli,


en cuanto que es historia viva de la conquista de América también es memoria de un
pueblo y por lo tanto también es un mito llegando incluso a una metáfora arraigada en la
cultura popular, por lo tanto, la figura y el último nombre asociado a Malinagi, «la
Malinche» está arraigado a esa metáfora de traición a la patria. No obstante, la situación
de Marina no ha sido siempre la misma ya que no parece haber sido siempre un
personaje pasivo sino que «adquiere forma de personaje femenino poderoso y elegante,
que aparece junto a Cortés como una figura heroica del triunfo de la cristiandad
(Karttunen, 1997 en Avalos: 10).

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Va a ser posteriormente al siglo XIX, después de la independencia cuando la
imagen positiva de Marina se va a ir tornando en una fuerza opuesta y «su figura
empieza a difundirse como el paradigma de la traición, convirtiéndose en el imaginario
de la Malinche como anti heroína nacional (Arcocha, 2012: 104). Es así como va a
surgir el término «malinchismo» como una concepción simbólica de la nacionalidad y
aludiendo a la amante de Hernán Cortés como la primera mujer traidora de tiempos
antiguos que favoreció la conquista (Núñez, 2019: 11 en Avalos 2021). Más
concretamente, el término hace referencia a un tipo de comportamiento asociado a esta
persona y que define una entrega demasiado incondicional a lo que viene de fuera, así
como una incapacidad para valorar las verdaderas raíces de uno mismo en detrimento de
las extranjeras. (Melchor, 2007: 162)

Otro de los términos con los que se ha asociado la figura de La Malinche es el


acuñado por Octavio Paz como «hija de la chingada» donde el plano de lo sexual cobra
un enorme protagonismo. El término de «La chingada» es «la contraposición a
Guadalupe, que es la Madre virgen, la Chingada es la Madre violada. Se trata de figuras
pasivas. Guadalupe es la receptividad pura, la Chingada es más pasiva aún» (Paz, 1050).
Es por lo tanto la contraposición de lo bueno, la Virgen de Guadalupe y lo malo, el
prototipo de la traición mexicana, la Malinche. Para Octavio Paz, esta denominación de
los chingados persiste en la realidad mexicana con la opresión de los estadounidenses
sobre el pueblo mexicano. Fue La Malinche la que abrió la puerta al mundo moderno y
que por ella sobreviene todo lo malo (Abrams, 2011: 12). No obstante, Octavio Paz va
más allá y va a referirse a todas aquellas personas que al igual que La Malinche se van a
vender a los americanos mediante tratados económicos y acuerdos transnacionales como
NAFTA (Abrams:12). Con la violación de Malinagi sobreviene la mutilación de la
individualidad del pueblo mexicano y por lo tanto entra a formar parte del mundo
capitalista de sus vecinos del norte, convirtiéndose en «objetos con una función
específica en vez de personas con naturaleza humana» (Abrams:13). La idea que
enarbola Nicolás Abrams extraída del Laberinto de la soledad de Octavio Paz va a verse
refutada por Fanny del Río como la idea de una mujer víctima, incapaz de sobreponerse
ni enfrentarse a los designios de Cortés, impotente y marcada por el fuerte determinismo
que traía consigo la conquista de América.

En mi opinión, el personaje de doña Marina se ha ido transformando en torno a


los intereses que han ido dominando la historiografía nacional mexicana de los últimos

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años, ayudada en gran parte por el fuerte patriarcalismo dominante en la mayoría de los
países de América latina, los cuales, han permitido que se envilezca aún más la figura de
este personaje sin duda tan importante para la conquista de México. De manera similar a
lo ocurrido con el mito de Eva y sus constantes reinterpretaciones y transformaciones
sin duda alguna con innumerables tintes misóginos, el mito de La Malinche se ha
arraigado en la conciencia colectiva de México como si hubiera existido desde siempre
cuando realmente apareció con los revolucionarios liberales que luchaban por la
consecución de un País-Estado en el XIX. Coincido con la autora y con Pierre Bourdieu
en la necesidad de estudiar y redescubrir la historicidad y las acciones de doña Marina
en oposición a la construcción discursiva de poder que presenta la dominación
masculina como ley natural, que lo único que hace es acrecentar la reproducción de las
relaciones de dominación y de las desigualdades que perpetúan el orden establecido.

Más allá de culpar a Malinagi como única culpable de la derrota mexicana frente
a los españoles, considero que la derrota era inminente. Nada tenían que hacer frente a
las cañonadas, arcabuces o las bayonetas españolas. El desarrollo tecnológico fue el
verdadero culpable de la derrota mexicana y no la mujer.

Bajo mi punto de vista, considero que la decisión de doña Marina de pasarse al


bando contrario, al de los españoles, tiene varias motivaciones en su ser. En primer
lugar, ella ya era conocedora del gran poder que la incipiente tecnología de los
españoles tenía sobre el pueblo mexicano por lo que no le rentaba mostrarse desafiante
ante el hecho de ser un mero objeto en la conquista de su pueblo. En segundo lugar y
con motivo de la enorme inteligencia que los textos atribuyen a su personaje, ella misma
era conocedora que permanecer del lado del caudillo mayor de la tropa, Hernán Cortés,
le beneficiaría a largo plazo estatus social y bienestar económico para alimentar y criar a
su hijo, Martín Cortés. No podemos obviar que ella es regalada como una esclava, por
lo que vivir junto a Cortés le permite cierta autonomía que de la manera anterior no
podía ser. Los españoles prometen la libertad si ella les ayuda, un condicionante más en
la traición al pueblo mexicano, así como una decisión muy humana por su parte a tener
en cuenta.

5. La Malinche como símbolo de una nación

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Para analizar el recorrido simbólico de La Malinche a través de la historia de la
conquista de América, concretamente el territorio de México es necesario decir, como
argumenta Fernanda Núñez que el personaje de Marina evoluciona desde los albores del
siglo XVI con las crónicas de Bernal Díaz del castillo en el que a través de una crónica
muy influenciada por la novela de caballerías trata de poner a Marina como la dama que
acompaña a su caballero, Hernán Cortés, hasta los historiadores posteriores del siglo X
como XVIII Francisco Javier Clavijero o la del mestizo Fernando de Alba, el cual va a
poner fin a la historia bernaldiana para situarla en un entorno clerical y por consiguiente
aminorando el impacto real que tuvo doña Marina en la conquista.

Va a ser con Clavijero con quien ella «se yergue ya como una auténtica heroína,
como la igual a Cortés y sin quien él nada habría logrado» (Spinoso, 2012: 105), ya que
aunque gran parte, por no decir la mayoría de la memoria colectiva que se tiene sobre
La Malinche es la de una traidora a la patria, muchos olvidan que fue gracias a su papel
de mensajera de paz el que evitó desenlaces menos cruentos de los acontecimientos de
la conquista española en México (Melchor, 2007: 161)

Conviene apuntar que la maldición que recae sobre doña Marina es fruto del
concepto de los nacionalismos mexicanos que entran en juego a través de los
denominados mentores intelectuales de la nación mexicana, los cuales tenían como
objetivo construir un panteón cívico que reuniera lo mejor y lo peor para efectos de
ejemplificación nacional (Spinoso, 106). No obstante, hay autores que defienden que los
elementos que conforman el nacionalismo mexicano se remontan a las colonias de los
siglos XV previos a la llegada de los españoles a América. Comparto la idea de Gellner
que dice que los nacionalismos anteceden a las naciones y no al revés, explotando «la
inversión emocional de los individuos en los elementos de la cultura, criando así una
identidad común entre los miembros de un grupo» (Spinoso:107).

Alberro, por su parte, defiende que mientras iba transcurriendo el tiempo, ellos
continuaban desarrollando una identidad propia fuera de los arquetipos heredados, junto
a una necesidad de admitir su diferencia en relación a los europeos. Poco a poco, el
rencor y el rechazo a la cultura imponente conjugarán el caldo de cultivo que dará pie a
un odio sin precedentes hacia la persona de Marina. Como bien dice la profesora Rosa
María Espinoso Arcocha la dialéctica femenina, al servicio del nacionalismo de larga
duración, misógino y rencoroso, transformó a la Malinche en traidora cuando así lo
requirió la arquitectura del estado; se trata por ende de un mito creado por los
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intelectuales mexicanos que atribuye y delega la culpa y las frustraciones nacionales en
la figura de doña Marina.

En el año 1887, José María Marroquí va a escribir un pequeño libro didáctico


titulado La llorona, con el objetivo de instruir a su hija en los peligros de incurrir en las
frivolidades propias del que mucho sabe. Como protagonista de este libro se encuentra
doña Marina, apodada la llorona, ya que deambula por el campamento de Moctezuma
contando historias de la conquista y de buenas prácticas civiles y cristianas a Papantzin,
la hermana de Moctezuma. (Spinoso, 2012: 116). El eterno deambular de la llorona se
va a explicar como símbolo de la traición y la entrega carnal hacia Cortés, lo que la
condena para siempre. El libro repite una y otra vez que el modelo de conducta de doña
Marina es reprobable y que no se debe seguir. Marroquí temía que su hija sucumbiera a
las desdichas que le ocurrieron a doña Marina, por pensar que la mujer tenía más
facilidad para caer en el pecado de la ingratitud y la soberbia. Considera a las mujeres
más frágiles que los hombres y por lo tanto es necesario instruirlas en el campo de la
civilidad.

En definitiva, podemos observar como la simbología transmitida en nombre de


La Malinche se asocia en términos generales a lo negativo, lo que no hay que hacer, y se
la sigue condenando en todas las lenguas «como la puta madre de todos los mexicanos»
(Spinoso, 2012: 120)

6. La situación de La Malinche en la actualidad

La formación de la personalidad de los jóvenes en América Latina tiene mucho


que ver con la socialización infantil y la manera en que los jóvenes reciben la
información, especialmente de sus progenitores y especialmente de sus profesores ya
que aquellos códigos simbólicos que ellos captan del exterior los integran directamente
a su personalidad para conformarla (Fernández, 2006: 352).

Tomamos pues como punto de partida el trabajo de la profesora Anna María


Fernández, la cual ha llevado a cabo una investigación a través de distintos centros de
enseñanza mexicanos, desde educación primaria hasta Eso y bachillerato, pasando por
centros públicos, privados y religiosos. Las preguntas planteadas a los alumnos son las
siguientes. ¿Qué te sugiere a ti la palabra «Malinche»? ¿Qué significa para México el
término «Malinche»?

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Los resultados obtenidos por la profesora son cuanto menos interesantes, aunque
en cierta medida obvios. Para la primera pregunta la respuesta más generalizada en
primaria fue la de «no sé», lo que indica el fuerte desconocimiento de los más jóvenes
hacia La Malinche. Más interesantes resultan las respuestas de los grupos de
bachillerato, ya que debido a su bagaje académico pudieron ofrecer más información
que los alumnos de niveles educativos más bajos. Los alumnos la definen como «la
mujer de cortés, traductora, novia, esposa y compañera del mismo». Las respuestas van
a cambiar y van a tomar un tono negativo cuando se formula la segunda pregunta,
siendo la respuesta más común la de «traidora a su pueblo y a su patria».

Podemos atisbar por lo tanto una enorme diferencia entre el significado personal
y el significado colectivo. No obstante, más alumnos ofrecen adjetivos positivos que
negativos a la figura de la Malinche, siendo los varones los que se fijan más en el
aspecto físico y las mujeres las que destacan más su inteligencia

En los libros de texto, como bien manifiesta la profesora Fernández, se la


presenta de manera bastante objetiva, aduciendo que fue una esclava entregada a Cortés,
al cual ayudó en labores de traducción y de intérprete entre las diferentes culturas que se
interponían entre los españoles y los mexicanos. Se la califica de inteligente,
coincidiendo con la mayoría de respuestas de los alumnos, por lo que se nota la
influencia de los libros de texto en ellos.

En la actualidad, y especialmente partir de la segunda mitad del siglo XX, son


muchas las escritoras que han tratado de dignificar el papel de La Malinche a través del
género de la novela histórica, desmitificando y dando voz a lo que verdaderamente fue
la vida de una esclava vendida a unos conquistadores extranjeros y que falleció a la
edad de veinticuatro años. Laura Esquivel es una de estas autoras que mejor define y
trata a doña Marina justificando el por qué de sus acciones y con el objetivo de
«reconstruir las versiones oficiales de la historia para poder recuperar su origen y
justificar una identidad marginalizada de los textos oficiales» (Prieto, 2019: 6)

En definitiva, a nivel personal, La Malinche es percibida como la mujer de


Cortés, destacando su papel como traductora. (Fernández, 2012: 372) En el contexto
nacional, su significado toma un giro negativo al ser etiquetada como traidora. Es
evidente que, como individuo femenino, puede ser valorada hasta cierto punto; no
obstante, en su función mítico-simbólica, no supera la prueba y es descalificada. Por lo

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tanto, tenemos que distinguir entre el significado como símbolo nacional y el símbolo
como personaje histórico. Es obvio que va a existir un gran número de opiniones
diversas sobre esta mujer y que ninguna es unánime sobre las otras, lo que sí es cierto es
que es considerada más como símbolo negativo de la nación a positivo.

7. Conclusión

Al finalizar esta breve exploración de la figura de doña Marina, nos


sumergimos en un océano de complejidades y contradicciones que definen su legado
en la historia de América Latina. Desde sus orígenes como desheredada princesa
hasta la demonización y la reinterpretación negativa en la historia mexicana, la
Malinche ha pasado por una metamorfosis más que cuestionable.

Esta mujer inteligente, hábil, intérprete, se convierte en un símbolo ambivalente


en la narrativa de la conquista ya que como hemos podido observar gracias a sus
distintas reinterpretaciones a lo largo del tiempo, su imagen ha sido moldeada por mitos
que la han etiquetado como traidora, desde el mito de Adán y Eva como hemos visto
hasta su posición antitética con la figura de Guadalupe.

Como nos han demostrado los datos ofrecidos en la investigación de la profesora


Fernández son muchos los jóvenes estudiantes que no conocen de la figura de doña
Marina, son los más adelantados los que la califican en numerosas ocasiones como
traidora a la patria, aunque, no obstante, muchos reconocen también el papel positivo
que tuvo como una mujer de la conquista.

En última instancia, La Malinche nos desafía a cuestionar nuestras percepciones


preestablecidas y a abrazar una comprensión más matizada de su papel en la historia.
¿Fue víctima de un contexto histórico complejo o simplemente una estratega que
sucumbió a los fuertes vientos de la conquista? Lo cierto es que perdura en el corazón
de muchos mexicanos de una manera influyente, y cuya historia sigue evocando
numerosos debates sobre si lo que hizo fue traicionar o simplemente sobrevivir.

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8. Bibliografía

-Alberro, S.: El águila y la Cruz. Orígenes religiosos de la conciencia criolla. México,


siglos XVI-XVII,
-Avalos Torres, A. La Malinche, una Eva indígena: asociaciones misóginas y
subversiones simbólicas. (2021) Asparkía : Investigación Feminista, 39, 277–
289.

Bourdieu, Pierre. La dominación masculina, Madrid: Paidós, 1998, p. 35.


-Cervantes de Salazar, F., Magallón, M., & Millares Carlo, A. (1971). Crónica de la
Nueva España. Atlas. En L

-Díaz del Castillo, Bernal. Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. (2019)

-Fernández Poncela. A. La Malinche: mujer, nación y género. Versión 17. Universidad


de México. 2006. Pp. 345-379

https://doi.org/10.6035/asparkia.4582

https://www.wattpad.com/124611600-el-laberinto-de-la-soledad-octavio-paz-4-los-
hijos
-Karttunen, Frances. «Rethinking Malinche», en SCHROEDER Susan, Stephanie
WOOD y Robert HASKETT (eds.), Indian Women of Early Mexico, Norman:
University of Oklahoma Press, 1997, pp. 291-312. En Avalos Torres, A. (2021) La
Malinche, una Eva indígena: asociaciones misóginas y subversiones simbólicas

-López de Mariscal, Blanca. La figura femenina en los narradores testigo de la conquista.


El colegio de México. 1997. Pp. 171

Consultado en: https://doi.org/10.2307/j.ctvhn0c9w

-López Yepes, José y Vivas Moreno, Agustín. La mujer en la conquista de la América Hispana
en el siglo XVI. Doña Marina, La india Catalina e Inés Suárez. Universidad
Panamericana. 2021. Primera edición

-Melchor Íñiguez, Carmen. La Malinche y la mujer chicana de hoy. Cuando ceda el


llanto. Acciones e investigaciones sociales, Nº24, 2007. Pp. 151-172

México, COLMEX/FCE, 1999, p. 88.

12
-Núñez, BECERRA, Fernanda. La Malinche: De la Historia al Mito, México: Secretaría
de Cultura, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2019, p. 12.

-Paz, Octavio. Los hijos de la Malinche en «El laberinto de la soledad». México: Fondo
de Cultura Económica, 1950, pp. 27-36. Consultado en:
-Prieto Rodríguez, Rocío. Malinche, dos caras y una misma moneda: estudio de la novela
Malinche de Laura Esquivel. Trabajo Fin de Grado. 2019 Universidad de Coruña,
Facultad de Filología. Director: Eva Valcárcel.

-Spinoso Arcocha, Rosa María. Nación, mito y control social en México. La Malinche y
el proceso de construcción de una antiheroína nacional en Alcores: revista de
historia contemporánea, Nº. 13, 2012, pp. 103-121.

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