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La insuficiencia cardiaca (IC) es un sindrome clínico en el que existe una reducción del rendimiento
miocárdico y una progresiva activación del sistema neuroendocrino, conduciendo a la insuficiencia
circulatoria y la congestión. La concepcion actual de la IC es que tras la acción de una noxa
etiológica (ej. infarto de miocardio) se desencadena una respuesta neurohormonal que es la
responsable de los signos y síntomas así como de la progresión de la enfermedad. Para definir
dicho sindrome no basta con la presencia de signos y síntomas típicos de IC, sino que es preciso
demostrar la existencia de una alteración estructural o funcional del corazón en reposo.
– Enfermedad coronaria.
– Hipertensión arterial.
– Valvulopatia.
– Transgresión dietética.
– Isquemia miocárdica.
– Crisis hipertensiva.
– Miocarditis aguda.
– Bradi o Taquiarritmias.
– Embolismo pulmonar.
– Taponamiento cardiaco.
– Clase I. Sin limitación: la actividad física habitual no causa fatiga, disnea ni palpitaciones.
– Clase II. Limitación ligera de la actividad física: normal en reposo pero la actividad ordinaria
desencadena fatiga, palpitaciones, disnea o angina.
– Clase III. Limitación marcada de la actividad física: sin síntomas en reposo pero aparecen
síntomas con una actividad física inferior a la habitual.
– Clase IV. Los síntomas de disfunción ventricular están presentes incluso en reposo y se
exacerban con cualquier actividad física.
– Estadio D: IC refractaria.
1. Congestión pulmonar: disnea de esfuerzo (síntoma más precoz), ortopnea, disnea paroxística
nocturna, tos no productiva, diaforesis, crepitantes pulmonares, sibilancias y tercer tono cardiaco.
PRUEBAS COMPLEMENTARIAS
3. Laboratorio. Se deberá realizar hemograma, perfil renal y hepático a todo paciente con
sospecha de IC. Según la gravedad y la sospecha etiológica se añadirá una gasometría arterial,
coagulación, hormonas tiroideas, niveles de digoxina plasmáticos o enzimas de daño miocárdico
(las troponinas pueden elevarse ligeramente en pacientes con IC grave o en IC descompensada,
en ausencia de sindrome coronario agudo, siendo un dato de mal pronóstico). La determinación en
plasma de los niveles del péptido natriurético tipo B (BNP) son útiles tanto en el diagnóstico, por
su alto valor predictivo negativo, como en el manejo de la IC crónica, indicando un mal pronóstico
la existencia de niveles elevados pese a un tratamiento óptimo. Niveles de BNP <100 pg/ml o NT-
proBNP <400 pg/ml hace el diagnostico de IC improbable; en el otro extremo, niveles de BNP >400
pg/ml o NT-proBNP >2.000 pg/ml tienen una alta sensibilidad para el diagnóstico de IC. Es preciso
destacar que en eventos hiperagudos pueden encontrarse valores normales y que sus niveles
pueden elevarse en otras situaciones clínicas (hipertrofia ventricular izquierda, sobrecarga del
ventrículo derecho, hipoxemia, taquicardias, insuficiencia renal, cirrosis hepática, edad avanzada,
bronconeumopatia crónica, infecciones y sepsis).
Clínica: Según la presentación clínica de la ICA se puede clasificar el episodio en seis categorías,
que con frecuencia contienen elementos de superposición:
a) Empeoramiento o descompensación de la IC crónica (ICC): ICC ya establecida y tratada,
con aparición progresiva de congestión sistémica y pulmonar.
d) Shock cardiogénico: caracterizado por hipoperfusión tisular, tensión arterial sistólica (TAS) <90
mmHg o caída de la tensión arterial media (TAM) >30 mmHg y diuresis < 0,5 ml/Kg/h a pesar de
una precarga adecuada, con rápido desarrollo de isquemia tisular y congestión pulmonar.
b) Oxígeno. Lo antes posible en pacientes con hipoxemia, para alcanzar una saturación arterial de
oxigeno >95% (en torno a 90-92% en pacientes con EPOC, para evitar la hipercapnia).
Manejo terapéutico: El tratamiento debera ser individualizado segun el perfil clinico del paciente:
– Pacientes con tratamiento crónico para la IC: los betabloqueantes, los inhibidores de la
enzima convertidora de angiotensina (IECAs) y los antagonistas de los receptores de
angiotensina II (ARA II), deben mantenerse a las dosis habituales en las formas leves de
descompensacion, sobre todo cuando domina la congestion. Si hay datos de hipotension
sintomatica y signos de mala perfusion periferica, deben suspenderse.
– Diuréticos de asa: en caso de un paciente estable con signos de congestion leve, administrar
uno o dos comprimidos de furosemida (Furosemida EFG comp 40 mg, amp 250 mg/25 ml y 20
mg/2 ml) al dia durante varios dias. En un paciente con importantes datos de congestion, iniciar con
un bolo intravenoso de 20-40 mg de furosemida. La dosis total de furosemida debe ser menor de
100 mg en las primeras 6 h y de 240 mg durante las primeras 24 h. No se ha demostrado mayor
eficacia con la infusion continua en comparacion con bolos intermitentes intravenosos. Se
controlara la diuresis, si es necesario mediante sonda vesical, para valorar rapidamente la
respuesta al tratamiento. Las dosis altas de diuretico de asa pueden producir (hipotension arterial,
hiponatremia, hipopotasemia, hiperuricemia, hipovolemia y deshidratacion.
– Ventilación mecánica no invasiva (VMNI): se considerara su uso en los pacientes con EAP
cardiogenico o con ICA hipertensiva que no mejoren con el tratamiento diuretico. Se tomaran
precauciones especiales en caso de shock cardiogenico e insuficiencia ventricular derecha.
– Agentes inotrópicos: han sido tradicionalmente usados en pacientes con IC severa; sin
embargo, no son farmacos inocuos ya que aumentan la frecuencia de arritmias auriculares y
ventriculares. Por ese motivo, se deben reservar para situaciones de IC con datos de hipoperfusion
periferica o cuando, aunque domine la congestion, la situacion es refractaria a vasodilatadores y/o
diureticos. Se interrumpiran tan pronto como se restablezca una perfusion organica adecuada o se
reduzca la congestion.
• Dobutamina (Dobucor® amp 250 mg/5ml). Iniciar la infusion diluyendo 500 mg de dobutamina
en 500 ml de SG al 5%, a 2-3 μg/kg/min (8-12 ml/hora para un paciente de 70 kg) sin dosis de
carga, pudiendose incrementar hasta 15 μg/kg/min, dependiendo de los sintomas, la respuesta
diuretica y el estado clinico. En pacientes en tratamiento cronico con bloqueadores beta, puede ser
necesario incrementar la dosis hasta 20 μg/kg/min para restaurar su efecto inotropico. Es un
agente inotropico y cronotropico positivo que actua mediante la estimulación de los receptores beta
1. Se debe monitorizar la TA y la frecuencia cardiaca. Tras la interrupción de la infusion, el farmaco
se elimina rapidamente.
• Dopamina (Dopamina Fides® amp 200 mg/10 ml). Iniciar la infusion con 250 mg de dopamina
en 250 ml de SG al 5%. La infusion a dosis bajas, ≤2-3 μg /kg/min (8-12 ml/hora para un paciente
de 70 kg), estimula los receptores dopaminergicos, aunque esta en entredicho su efecto sobre la
diuresis. Entre 5-10 μg/kg/min (21-42 ml/hora para 70 Kg), presenta mayor efecto inotropico
positivo, apareciendo asimismo efecto vasoconstrictor. A dosis mayores el efecto vasoconstrictor
es intenso, aumentando el riesgo de taquicardias, arritmias y resistencia vascular sistemica
elevada por estimulacion alfa-adrenergica.
• Dopamina y dobutamina. Frecuentemente se combinan dosis bajas de dopamina con dosis mas
altas de dobutamina. Estimulan directa e indirectamente los receptores beta-adrenergicos, con el
consiguiente aumento de la contractilidad miocardica y el gasto cardiaco.
• Noradrenalina (Norages® amp 2 mg/ml 4 ml). Empleado en el shock refractario a dopamina y
dobutamina. Para ello se debe diluir 8 mg de noradrenalina en 250 ml de SG al 5% a 8-12 mcg/min
(15-22 ml/hora), con dosis de mantenimiento de 2-4 mcg/min (3-7 ml/hora). Debe administrarse a
traves de una via central.
• Levosimendán (Simdax® vial 2,5 mg/ml 5 ml). Indicado en la IC con disfuncion sistolica grado
III/IV de la NYHA refractaria a tratamiento con vasodilatadores y diureticos sin signos de
hipotension. Se trata de un sensibilizador al calcio, por lo que su mecanismo de accion es
independiente de la via adrenergica; por este motivo tiene el valor añadido de ser el inotropo de
eleccion en pacientes tratados cronicamente con betabloqueantes. Es fundamental monitorizar la
TA. Se puede administrar un bolo inicial (3-12 μg/kg/min) durante 10 min, pero si no es preciso un
efecto inotropico inmediato se debe evitar, con lo que se reduce el riesgo de hipotension arterial.
Posteriormente se continua en infusion continua (0,05-0,2 μg/kg/min) durante 24 horas. La tasa de
infusion puede aumentarse cuando se alcance la estabilidad. En pacientes con una TAS <100
mmHg, hay que iniciar la infusion sin dosis de carga para evitar la hipotension.
Medidas no farmacológicas.
– Ensenar a monitorizar y reconocer los signos y síntomas, e informar sobre cuando contactar con
los profesionales médicos.
– Controlar el peso diariamente, y formar para un uso flexible, cuando este indicado, de los
diuréticos (aumentar la pauta si ↑2 kg de peso en 3 días).
– Mostrar las indicaciones, las dosis y los efectos secundarios más comunes de cada fármaco e
insistir en la relevancia del cumplimiento terapéutico. Evitar los fármacos que puedan empeorar la
insuficiencia cardiaca.
– Restricción de la ingesta de sodio (<2-3 g de sodio al día), evitar una ingesta excesiva de líquidos
en pacientes con síntomas graves, especialmente en presencia de hiponatremia (<1,5-2 l al día) y
moderar el consumo de alcohol (<10-20 g de alcohol al día).
– Evitar la obesidad y prevenir la caquexia cardiaca (pérdida del 6% de peso en <6 meses).
Recomendar ejercicio físico aeróbico de forma regular y moderada.
– Solicitar ayuda psicologica cuando este indicado y discutir los problemas que puedan aparecer
en la esfera sexual.
Medidas farmacológicas.
a) Pacientes con función sistólica deprimida.
– Bloqueadores beta. En pacientes con una FEVI ≤40% e IC sintomática, con dosis optima de
IECAs y/o antagonistas de los receptores de la angiotensina II (ARA II) y de antagonistas de la
aldosterona (cuando este indicado), mejoran la función ventricular y el bienestar, reducen el
número de ingresos y aumentan la supervivencia. Se encuentran contraindicados en pacientes con
asma, bloqueo cardiaco de segundo o tercer grado, sindrome del seno enfermo (en ausencia de un
marcapasos permanente) o bradicardia sinusal (<50 lat/min). Siempre que sea posible, en
pacientes hospitalizados se iniciara el tratamiento antes del alta. Entre los efectos secundarios
potenciales destacan la hipotensión transitoria, el empeoramiento de la IC y la bradicardia
excesiva.
– Antagonistas de los receptores de la angiotensina (ARA II). Indicados en pacientes con una
FEVI ≤40%, como tratamiento alternativo en pacientes con síntomas leves a graves (clase
funcional II-IV de la NYHA) que no toleran tratamiento con IECAs, o en pacientes con síntomas
persistentes a pesar de recibir tratamiento con un IECA y un bloqueador beta. Mejoran la función
ventricular, el bienestar y reducen los ingresos por empeoramiento. Están contraindicados en
pacientes con estenosis bilateral de las arterias renales, potasio sérico >5 mmol/l, creatinina sérica
>2,5 mg/dl, estenosis aortica grave o tratados con IECAs y antagonistas de la aldosterona. En
pacientes hospitalizados se recomienda iniciar el tratamiento antes del alta. Entre los efectos
secundarios potenciales destacan el deterioro de la función renal y la hiperpotasemia,
especialmente en tratamiento combinado con IECAs, así como la hipotensión transitoria.
– Diuréticos. Al inicio del tratamiento se comprobaran la función renal y los electrolitos séricos. La
dosis se ajustara a las necesidades de cada paciente y deberá monitorizarse clínicamente,
comenzando con una dosis baja y aumentándola gradualmente hasta restaurar el peso seco, que
deberá mantenerse posteriormente con la mínima dosis posible (se educara al paciente para
controlar la dosis de diuréticos, basándose en el peso diario y en otros signos clínicos de retención
de líquidos). Dado que, en los pacientes con síntomas leves, los diuréticos activan el sistema
renina-angiotensina-aldosterona, deben prescribirse en combinación con un IECA/ARA II, en cuyo
caso la reducción de volumen y la hiponatremia por diuresis excesiva, pueden aumentar el riesgo
de hipotensión y disfunción renal. Deben evitarse los diuréticos ahorradores de potasio no
antagonistas de la aldosterona.
Diuréticos de asa
Tiazidas
Hidroclorotiazida 25 mg 12,5-100 mg
– Digoxina. En pacientes con fibrilación auricular (FA) con respuesta ventricular rápida (frecuencia
ventricular >80 lat/min en reposo y >110-120 lat/min durante el ejercicio) ayuda al control inicial de
la frecuencia ventricular en caso de descompensación, antes de iniciarse tratamiento con
bloqueadores beta. A largo plazo, los bloqueadores beta, solos o combinados con digoxina, son el
tratamiento de elección para el control de la frecuencia cardiaca en pacientes con una FEVI ≤40%,
ya que la digoxina sola no ejerce un control suficiente de la frecuencia cardiaca durante el ejercicio.
En pacientes en ritmo sinusal, con síntomas de leves a graves (clase funcional II-IV de la NYHA),
FEVI ≤40% y dosis optima de IECAs y/o un ARA II, bloqueador beta o antagonista de la
aldosterona (cuando este indicado), mejora la función ventricular y el bienestar del paciente y
reduce los ingresos hospitalarios por empeoramiento, pero no tiene ningún efecto en la
supervivencia. Está contraindicada en pacientes con bloqueo cardiaco de segundo o tercer grado,
sin marcapasos permanente (se puede usar con precaución ante la sospecha de sindrome del
seno enfermo), síndromes de preexcitación o evidencia previa de intolerancia a la digoxina. En
pacientes estables en ritmo sinusal no se requiere dosis de carga. Se iniciara el tratamiento con
0,25 mg al día (0,125 o 0,0625 mg al día en ancianos y pacientes con insuficiencia renal). Se
revisaran las concentraciones de digoxina al poco tiempo de iniciarse el tratamiento (rango
terapéutico entre 0,6 y 1,2 ng/ml). Periódicamente se determinaran la función renal y los electrolitos
séricos. Entre los efectos secundarios potenciales destacan el bloqueo auriculoventricular y
sinoauricular, arritmias auriculares y ventriculares (especialmente en presencia de hipopotasemia),
confusión, nauseas, anorexia y alteración de la percepción de los colores. Algunos fármacos
pueden aumentar la concentración plasmática de digoxina (amiodarona, diltiazem, verapamilo,
algunos antibióticos, quinidina).
– Hidralazina y dinitrato de isosorbida. En pacientes sintomáticos con una FEVI ≤ 40%, como
tratamiento alternativo cuando haya intolerancia a IECAs y ARA II, o con síntomas persistentes a
pesar del tratamiento con IECAs, bloqueadores beta y ARA II o antagonistas de la aldosterona,
reduce el riesgo de muerte, los ingresos hospitalarios por empeoramiento y mejora la función
ventricular y la capacidad de ejercicio. La evidencia es más convincente en pacientes
afroamericanos. Estan contraindicados en pacientes con hipotensión sintomática o sindrome
lupico. Hay que reducir la dosis en insuficiencia renal grave. Se iniciara el tratamiento con
hidralazina 37,5 mg y dinitrato de isosorbida 20 mg tres veces al día, considerando el aumento de
dosis tras 2-4 semanas de tratamiento, hasta una dosis optima de hidralazina 75 mg y dinitrato de
isosorbida 40 mg tres veces al día, o la dosis máxima tolerada. Entre los efectos secundarios
potenciales destacan la hipotensión transitoria, artralgias/ dolor muscular, dolor o inflamación de
articulaciones, pericarditis/pleuritis, erupción o fiebre (descartar sindrome lupico por fármacos).
b) Pacientes con función sistólica conservada. La mayoría de los ensayos clínicos se han
dedicado al estudio de pacientes con disfunción sistólica, no disponiéndose de suficiente evidencia
en cuanto a las poblaciones con IC sintomática y fracción de eyección conservada. En estos
pacientes, ningún tratamiento ha demostrado reducción de la morbimortalidad. Los diuréticos se
utilizan para el control del sodio y de la retención de líquidos disminuyendo la disnea y el edema.
También es importante tratar la HTA y la isquemia miocárdica, así como el control de la frecuencia
ventricular en pacientes con FA, en los que se puede usar verapamilo o diltiazem, solos o en
combinación con digoxina. El verapamilo parece mejorar la sintomatología y la capacidad de
ejercicio. El candesartan y el perindopril podrían reducir los ingresos por IC y este último reducir la
mortalidad cardiovascular. En estos casos, la evidencia científica debe ser ampliada.
Estatinas. En pacientes ancianos sintomáticos, con disfunción sistólica causada por cardiopatía
isquémica, reducen el número de hospitalizaciones por causas cardiovasculares.
Cirugía y dispositivos médicos.
Trasplante cardíaco. En pacientes con IC terminal que estén motivados, con síntomas graves, sin
comorbilidad importante y sin otras alternativas de tratamiento, podría aumentar significativamente
la supervivencia, la capacidad de ejercicio, la reincorporación a la vida laboral y la calidad de vida
(siempre que se apliquen criterios adecuados de selección) comparado con el tratamiento
convencional. Está contraindicado en caso de abuso de alcohol o drogas, falta de cooperación,
enfermedad mental grave que no esté adecuadamente controlada, menos de 5 años de
seguimiento tras un cáncer en remisión, enfermedad sistémica con afección multiorganica,
infección activa, insuficiencia renal significativa (aclaramiento de creatinina <50 ml/min), resistencia
vascular pulmonar elevada irreversible (6-9 unidades Wood y gradiente transpulmonar medio >15
mmHg), complicaciones tromboembólicas recientes, ulcera péptica sin resolver, evidencia de
afección hepática significativa y otras comorbilidades importantes con mal pronóstico. El reto
fundamental del trasplante cardiaco es la prevención del rechazo del injerto, que causa un gran
porcentaje de muertes durante el primer año del postoperatorio. El pronóstico está limitado
fundamentalmente por las consecuencias del tratamiento inmunosupresor indefinido (infecciones,
HTA, insuficiencia renal, tumores y enfermedad coronaria).
a) Ivabradina. Inhibidor selectivo del nodo sinusal que ha mostrado una reducción de las
hospitalizaciones y, aunque en menor medida, de la mortalidad por IC frente a placebo, en
pacientes con FEVI ≤35% y ritmo sinusal con una FC ≥70 lpm, durante una media de 23 meses
(estudio SHIFT). Sin embargo no se puede apoyar el uso de la ivabradina como sustituto parcial o
total del bloqueo beta en la IC con la evidencia científica disponible, aunque si podría ser
beneficiosa en pacientes que no responden a dosis máximas de beta-bloqueo.
b) Prednisona y azatioprina. Son inmunosupresores que han mostrado reducción del tamaño del
ventrículo izquierdo, aumento de la FEVI y mejoría clínica frente a placebo, en pacientes con
miocardiopatía dilatada con evidencia de inflamación crónica en la biopsia durante 100 días,
aunque no hubo diferencias en el objetivo primario (reducción de la mortalidad, la necesidad de
trasplante o reingreso), por lo que se precisan más estudios.
e) Interferón. La terapia antiviral podría ser beneficiosa en pacientes con miocardiopatía dilatada
crónica, con reducción del tamaño y un aumento significativo en la función del ventrículo izquierdo,
en relación con la presencia de genoma viral en biopsias endomiocardicas.
f) Tolvaptán. Antagonista del receptor de vasopresina V2 que ha mostrado disminución del peso
corporal, mejoría de la disnea en el primer día y corrección de la hiponatremia frente a placebo, en
pacientes hospitalizados por IC con FEVI ≤40%, durante una mediana de seguimiento de 10
meses, pero no hubo diferencias en mortalidad ni en hospitalización por IC y la mejoría de la
hiponatremia tendía a reducirse con el tiempo.
g) Adrenomedulina. Péptido aislado a partir de células de feocromocitoma, que ha mostrado un
aumento del índice cardiaco y reducción de la presión capilar pulmonar en pacientes con IC frente
a placebo.