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Eclesiastés 12:1-4 La urgencia de una decisión

El segundo resumen de las conclusiones se presenta en forma de una alegoría sobre la


vida (vv. 2–5) y la muerte (vv. 6, 7), destinada a mostrar cuán pasajera es la vida y por
qué debemos acordarnos de Dios mientras somos jóvenes. Establece relaciones con
Dios mientras eres joven, antes que los desengaños de la vida endurezcan tu corazón.
La humanidad debe mirar no sólo a la vida de alegría sino también a su Creador. Para
hablar de la muerte el Predicador se vuelve poeta, porque la muerte se hace plenitud
cuando la vida se ha vivido en la presencia de Dios. Y hay un momento propicio y
adecuado para buscar a Dios y es el momento de la juventud que es el momento de las
grandes decisiones de la vida. Si la decisión por Dios ha sido la correcta, toda la vida es,
no vanidad, sino plenitud. Y en esto desemboca el peregrinaje que nos ha conducido el
Predicador en su obra.
Si en la vejez hay menos fuerzas para servir al Señor que en la juventud (12:1–5), toda
posibilidad de hacerlo desaparece en el momento de la muerte
12: 1 lleva a una sentencia sencilla (en heb.) que contiene una descripción pintoresca
de la ancianidad y la muerte. Las figuras han sido diversamente interpretadas, pero un
posible acceso es el siguiente. La disminución de la luz. Acuérdate. Acordarse implica
más que “tener memoria de”; significa que se permite que la recordación forme la
conducta de uno. Creador. La forma hebrea es plural, sugiriendo la majestad de Dios.
Los días malos. No se refieren a la muerte, sino a los días difíciles en la vejez. El
Predicador continúa la descripción de este período en los vers 2–5. Una vida sin Dios
produce una persona vieja amargada, solitaria y sin esperanza. Una vida centrada en
Dios es plena, hace que los «años malos» —cuando las incapacidades, las
enfermedades y los impedimentos pueden ser barreras que nos impiden disfrutar de
la vida— nos satisfagan debido a la esperanza de la vida eterna. Ser joven es
emocionante. Pero la emoción de la juventud puede convertirse en un obstáculo para
acercarse a Dios si hace que la gente joven centre su atención en los placeres
pasajeros en lugar de en los valores eternos. Ponga sus capacidades al servicio de Dios
cuando todavía sean suyas: durante la juventud. No las desperdicie en actividades
malas o sin significado que pueden volverse malos hábitos y hacerlo insensible.
Busque a Dios ahora.
12:2 es la capacidad decadente para la alegría. El regreso de las nubes (2b) se refiere a
la sucesión de perplejidades que vienen al aproximarse la ancianidad. Los guardias de
la casa se refiere a los brazos, los hombres valerosos a las piernas, las muelas a los
dientes, los que miran por las ventanas a los ojos. Se oscurezcan el sol. El contraste
entre la luz y la oscuridad representa el goce efímero de la vida. Las nubes vuelvan tras

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la lluvia. Las nubes que aparecen de nuevo, simbolizan la continua sucesión de las
penas.
Antes que se oscurezcan el sol... la luna... las estrellas (v. 2). Justo J. Serrano cita aquí
el Targum: “El sol es la cara; la luz, los ojos; la luna las mejillas y las estrellas, la niña de
los ojos.” Y las nubes vuelvan tras la lluvia. Después de la lluvia, no sale el sol, se
acumulan nuevas nubes. Es una figura patética de los continuos achaques de la
senectud.
“Luz,” “sol”, etc., expresan la prosperidad, la “oscuridad,” dolor y calamidad (Isaías
13:10; 30:26). Nubes … lluvia—para después de la lluvia se puede esperar el sol
(consuelo), pero tras breve vistazo vuelven las lúgubres nubes (dolor).
12:3 Temblarán los guardas de la casa: Las manos de los ancianos, que cuidan la casa
(el cuerpo), tiemblan. Cesarán las muelas: La pérdida de la dentadura acompaña casi
siempre a la vejez. Esto ocurría especialmente en el mundo antiguo. Los guardas de la
casa. Es decir, los brazos. los fuertes. Es decir, las piernas, que simbolizan la fuerza (cp.
Sal 147:10; Cnt 5:15). Los que muelen. Es decir, los dientes, que son pocos en la vejez.
Los que miran por las ventanas. Esta frase simboliza el oscurecimiento de la vista en la
vejez. El v. 3 contiene figuras poéticas, y no todas son de fácil interpretación, de hecho
el Talmud presenta distintas formas de hacerlo. El Predicador va describiendo un
organismo humano que poco a poco va perdiendo sus fuerzas hasta llegar a la misma
muerte. Los guardianes de la casa se interpreta generalmente como los brazos y las
manos. Otros los interpretan como las ijadas y las costillas. Los hombres valerosos son
las piernas que sostienen el cuerpo que se debilitan con la edad. Cuando estén
inactivas las muelas. Las muelas se refiere a los dientes, y es una alusión a la falta de
apetito del anciano si se compara con su juventud. Los que miran por las ventanas se
refiere a los ojos que pierden su visión con la edad. Se cierran las puertas de la calle, o
sea, los labios, o quizá mejor la dureza de oído típica del anciano. Y se debilite el ruido
del molino. El ruido del molino, motivo de alegría (Jer. 25:10; Apoc. 18:22) que deja de
oírse por alguna calamidad o por la sordera progresiva del anciano. Se levanta ante el
gorjeo de un pajarito, es referencia al sueño liviano del anciano, y dentro de esto, el
insomnio que lo hace despertar temprano. Todas las hijas del canto sean abatidas es
referencia a las notas musicales “hijas del canto” que apenas se oyen por la sordera.
Ver la nota de nuestra versión.
12:4 La imagen que aquí se presenta es la de una persona de edad avanzada que
apenas sale, come poco, se despierta fácilmente ante cualquier ruido, y no oye bien.
Se refiere sucesivamente al oído deteriorado, la disminución de la comunicación con el
mundo exterior y el dormir errático. Se cierren las puertas de la calle. En la vejez, los
labios se adentran en la boca por la pérdida de los dientes. Por ser bajo el sonido.

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Como la persona mayor mastica su comida con pocos dientes, el sonido de masticar es
bajo. Se levante uno al canto del ave. Aquí tal vez se describe a personas ya mayores
paseándose en la madrugada. Las hijas del canto. Es decir, canciones melodiosas. Sean
abatidas. La vejez tal vez traiga más y más sordera.
12:5 Las personas de edad avanzada temen las alturas porque ya no son capaces de
mantener el equilibrio y percibir las distancias. Florecerá el almendro: Las flores del
almendro son blancas, y así sucede con el cabello de los viejos. Langosta... carga: Algo
tan ligero como una langosta constituye una carga; o la langosta es una carga para sí
misma cuando se aproxima la muerte, lo cual prefigura a una persona de avanzada
edad que apenas puede moverse. (Dejando brevemente a un lado las figuras) se
refiere al temor a las alturas. Cuando florezca el almendro se refiere al cabello
volviéndose blanco. La langosta pinta un caminar desgarbado. Se pierda el deseo
significa el apetito sexual debilitado. La muerte (su morada eterna) y el duelo siguen.
La altura…los terrores en el camino. El temor a las alturas y a viajar a veces es típico de
la vejez. Florezca el almendro. Al igual que las flores blancas florecen en la primavera,
el pelo tiene canas en la vejez. Se arrastre la langosta. La idea aquí es la dificultad de
andar en la vejez. La alcaparra pierda su efecto. La alcaparra era afrodisiaca. En la
vejez, los estimulantes de los deseos corporales pierden su eficacia. El hombre va. La
muerte es el fin inevitable de la vida. Los del duelo andan por la calle. La tristeza de un
funeral no permite que nadie se olvide de la muerte.
12:6 La muerte se representa aquí como la ruptura de una cadena de plata, la rotura
de un cuenco de oro, o el quebrar un cántaro junto al pozo.
Tiene dos cuadros de la muerte. En uno, un tazón de oro está atado a un cordón de
plata; la muerte es el romperse del cordón. En el segundo cuadro, un cántaro es
bajado a un pozo. La muerte es cuando la rueda se rompe, el cántaro se estrella, y las
aguas de la vida ya no se renuevan. El hilo de plata…el cuenco de oro. La idea
presentada aquí es la de un cuenco de oro atado con hilo de plata. Si se rompiera el
hilo, el cuenco caería al suelo y se estrellaría. La rotura repentina del hilo recuerda el
aspecto inesperado de la muerte. El cántaro…la rueda. El cántaro es bajado al pozo
sujeto a una rueda por una cuerda. Si se rompiera la cuerda, el cántaro se estrellaría
contra el agua. Otra vez, se toma en cuenta el aspecto inesperado de la muerte.
12:7 La imagen que aquí se ofrece de la muerte como la separación del cuerpo y el
espíritu (aliento) se repite en 3.21; 8.8; Job 34.14, 15; Salmo 104.29 y, como tal, ofrece
un cuadro antitético frente a la creación de la vida, según la describe Génesis 2.7;
Ezequiel 37.9, 10. Abandona las figuras. La muerte es el regreso del cuerpo al polvo. El
espíritu (el principio de la vida responsable, inteligente) tiene un destino diferente. El
Predicador está señalando a la vida después de la muerte. Volverá el polvo a la tierra.

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Este último, dramático recuerdo de la muerte, alude a Gn 2:7 y 3:19. El espíritu volverá
a Dios. El ascenso del espíritu humano a Dios sugiere que a los muertos les espera un
juicio (cp. 3:17; 8:12; 12:14). En aquel momento, la cuestión de la ventaja que uno
tiene (1:3) será resuelta para siempre. La vida del hombre es una dádiva de Dios (cp.
Gn 2:7b; Sal 104:29, 30).

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