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El
reformismo de los primeros Borbones
(1700-1788)
- Introducción
- Causas: Problema sucesorio
- Conflicto internacional
- Guerra civil en España
- Bando borbónico-bando austracista: Quién apoya a cada uno de
los candidatos y el porqué del apoyo
«[...] El Rey cristianísimo, pretendiendo la misma sucesión para su Nieto el Duque de Anjou, y
alegando tocarle de derecho, en virtud de cierto Testamento del expresado Rey difunto, se ha
puesto inmediatamente en posesión de toda la herencia y Monarquía de España, por el dicho
Duque de Anjou; y se ha hecho dueño, a mano armada, de las Provincias del País Bajo Español,
y del Ducado de Milán, y que tiene en el Puerto de Cádiz una Flota en estado de hacerse luego a
la vela a cualquiera parte; y ha enviado también muchos navíos de guerra a las Indias, del
Dominio de España; y que de esta forma los Reynos de España y Francia se hallan tan
íntimamente unidos que no pueden considerarse en adelante sino como uno mismo, solo, idéntico
reino [...]; los franceses y españoles, con semejante unión, llegarán sin duda dentro de poco
tiempo a tan formidable grado de poder que fácilmente podrán reducir toda la Europa a su
mísera sujección y obediencia [...]. Todas estas graves razones han obligado a su Sacra
Majestad Imperial, a su sacra Majestad el Rey de la Gran Bretaña y a los Altos y Poderosos
señores los Estados Generales de las Provincias Unidas [a] hacer entre sí una estrecha
Confederación y Alianza para evitar tan grande y manifiesto común peligro.»
Díaz-Plaja, F., La Historia de España en sus documentos. Siglo XVIII, Cátedra, 1986, pp. 29-30
Comenzó así la Guerra de Sucesión (1701-1713), que fue
primeramente un conflicto internacional entre el bloque franco-
español, que apoyaba a Felipe V, y la Gran Alianza que apoyaba al
archiduque Carlos. En ella se iba a dirimir la hegemonía en Europa,
pero se convirtió también en una guerra civil en España.
«Tratado de Paz entre el Católico Monarca Don Felipe Quinto y la serenísima Princesa Ana
Stuarda, Reina de Inglaterra.
[...] X. El Rey Católico cede a la Corona de la Gran Bretaña la propiedad de la ciudad y castillo
de Gibraltar [...], conviniendo su Majestad británica, en que no se permita, por motivo alguno,
que judíos, ni moros habiten ni tengan dominio en la dicha ciudad de Gibraltar, ni que se dé
entrada ni acogida en su puerto a los navíos de guerra de moros, que a los habitadores de la
ciudad se les conceda el uso libre de la religión Católica Romana
XI. El Rey Católico cede también a la Corona de la Gran Bretaña la Isla de Menorca [...].
XII. Concede su Majestad Católica a la de la Gran Bretaña y a la Compañía de sus vasallos, la
facultad de introducir negros en sus dominios de la América por el espacio de treinta años, que
habrían de empezar desde primero de mayo de 1713, con las mismas condiciones que gozaban lo
franceses [...]
XIII. Que por cuanto la Reina de la Gran Bretaña insta, para que a los naturales del Principado
de Cataluña se les conceda el perdón y la posesión y goce de sus privilegios y haciendas, no sólo
lo concede su Majestad Católica, sino que también pudiesen gozar en adelante aquellos
privilegios que gozan los habitadores de las dos Castillas.»
Fray Nicolás de Jesús Belanda, Historia civil de España y sucesos de la guerra y tratados de la
paz; desde el año de mil setecientos hasta el de mil setecientos treinta y tres, Madrid, 1740 [cit.
Díaz-Plaja, F., op. cit., pp. 89-90]
Gran Bretaña fue la principal beneficiada y España la gran
perjudicada, pues tuvo que ceder sus dominios europeos,
territorios peninsulares e insulares, además de los mencionados
derechos comerciales concedidos a Inglaterra.
De la Paz de Westfalia (1648) a la de Utrecht
Ducado de Parma
Carlos III
- Tercer Pacto de Familia (1761): obligó a España a luchar al
lado de Francia en la Guerra de los Siete Años (1756-1763)
frente al Reino Unido y Portugal. Se trataba de intentar frenar la
expansión británica en América del Norte. El resultado fue un
auténtico desastre: la Habana y Manila cayeron en manos de los
británicos, aunque en el Tratado de París (1763) fueron
cambiadas por Florida que pasó a manos del Reino Unido.
Francia compensó a España con la Luisiana.
La Guerra de Independencia de los EE.UU. (1775-1783), en
la que se apoyó a los rebeldes americanos, fue la oportunidad
para recuperar frente a los británicos Florida y Menorca
aunque no se pudo recuperar Gibraltar.
Ayuda española a la independencia de los EE.UU.
Durante los primeros años de la Guerra de la Independencia de los
Estados Unidos, el apoyo de España a los insurgentes fue prudente y
basado principalmente en ayuda económica para poder comprar
material de guerra, una ayuda que continuaría durante todo el
conflicto. No fue hasta el Tratado de Aranjuez de 1779, cuando se
produjo la declaración oficial de guerra por parte de Francia y España
a Gran Bretaña.
Una figura vital en las relaciones entre España y las Trece Colonias
fue Juan de Miralles, que ejerció de diplomático de España ante el
Congreso Continental, manteniendo una muy buena relación con
George Washington. También fue decisiva la participación del
empresario Diego de Gardoqui, que medió de forma extraoficial entre
España y los nuevos Estados Unidos. Fue a través de su empresa
“Gardoqui e hijos” como llegaron a las colonias gran cantidad de
dinero en efectivo, además de material militar, que ayudarían a los
insurgentes a vencer en Saratoga en 1777.
Otra aportación importante fue la del español Bernardo de Gálvez,
gobernador de Luisiana, que defendió toda la cuenca del Mississippi,
impidiendo que llegasen los refuerzos ingleses necesarios a la
Batalla de Yorktown (1781). Además consiguió la rendición de Mobila
(1780) y Pensacola (1781), emplazamientos estratégicos para los
ingleses. Granaderos españoles y el batallón de
La Habana en Cuba fue el centro operativo de la ayuda española a
La Habana en la batalla de Pensacola
los colonos. Allí se reparaban y equipaban los barcos de guerra
estadounidenses y se adiestraban las milicias para la guerra.
El estallido de la Revolución Francesa en 1789 provocó la crisis
de los Pactos de Familia (ya que Carlos IV rompió con la Francia
revolucionaria y se alineó con las potencias que luchaban contra
ella) al tiempo que trastocó por completo unas relaciones
internacionales en Europa que en lo sustancial no se habían visto
alteradas desde la Paz de Utrecht.
Primer Pacto
de Familia
(1733)
Define qué fueron los Decretos de Nueva Planta y explica su
importancia en la configuración del nuevo Estado borbónico.
Felipe V
Una nueva administración territorial
Se impuso una nueva administración territorial en todo el reino
generalizando las instituciones castellanas.
Los virreinatos desaparecieron (a excepción de los americanos y
Navarra, que también mantuvo su virrey).
El territorio se dividió
administrativamente en
capitanías generales e
intendencias.
Las capitanías generales cumplían funciones estratégicas y
militares.
Aunque se mantuvieron el
Consejo de Indias y la Casa
de Contratación, cada vez
vieron más reducidas sus
competencias, en el primer
caso al ser asumidas por las
Secretarías correspondientes
y en el segundo por la
progresiva liberalización del
comercio con América.
Se mantuvieron los
virreinatos.
A los dos existentes -Nueva
España y Perú- se añadieron
dos más dividiendo el del
Perú: primero se creó en 1717
el virreinato de Nueva
Granada (con capital en
Santa Fe de Bogotá) y,
posteriormente, el del Río de
la Plata en 1776 (con capital
en Buenos Aires).
Se estableció también el sistema de intendencias y capitanías
generales.
2.2 LA HACIENDA REAL
Problemas crónicos de la Hacienda de los Austrias:
Fernando VI
Retrato del marqués de la Ensenada,
por Jacopo Amigoni, c. 1750
Para ello, en 1749 ordenó realizar el conocido como Catastro
de Ensenada, que fue un amplio y detallado estudio de los
pueblos y ciudades de Castilla para hacer una evaluación
de la riqueza existente y recaudar los impuestos en
consonancia.
La contribución única fracasó en su objetivo y no pudo ser
aplicada por la oposición que mostraron los privilegiados (que no
colaboraron en el registro de sus propiedades por miedo a verse
obligados a pagar impuestos).
Pero, a pesar de ello, el Catastro constituye una fuente histórica
fundamental para conocer la economía y la sociedad de la época.
Carlos III
La implicación en este conflicto provocó un fuerte
endeudamiento. Se recurrió entonces a la emisión de vales
reales (que eran títulos de deuda pública por los cuales el
Estado se comprometía a pagar, en un plazo de veinte años, el
capital más un 4% anual, y que podían ser guardados o
utilizados como medio de pago).
Blas de Lezo
Óleo del siglo XVIII, Museo Naval de Madrid. Representa la fragata española
del capitán Blas de Lezo en 1710 remolcando un navío británico capturado.
2.4 LAS RELACIONES IGLESIA-ESTADO.
EL REGALISMO
La Iglesia tampoco quedó al margen de las pretensiones
absolutistas de los Borbones.
Clemente XI
Papa nº 243 de la Iglesia católica entre 1700 y 1721
La Corona trato de ejercer un control político y económico
sobre la Iglesia.
- Se reivindicó el Patronato
Universal, extendiendo el
Patronato Regio que la
Monarquía ya había conseguido
sobre Canarias, Granada y las
Indias, por el que el rey
presentaba al papa sus
candidatos a obispo y otros
cargos.
- El Estado pretenderá ingresar
en sus arcas las rentas de los
obispados que quedasen
vacantes en lugar de enviarlas al
papado y que determinados
bienes eclesiásticos tributasen.
En 1737 se firmó un Concordato que normalizaba las
relaciones y trataba de solucionar los problemas, aunque sin
conseguirlo completamente ya que dejaba aplazado el tema del
Patronato Universal.
«Habiéndome conformado con el parecer de los de mi Consejo Real [...] y de lo que me han
expuesto personas del más elevado carácter, estimulado de gravísimas causas relativas a la
obligación en que me hallo constituido de mantener en subordinación, tranquilidad y justicia mis
pueblos, y otras urgentes, justas y necesarias que reservo en mi real ánimo; usando de la suprema
autoridad económica que el Todopoderoso ha depositado en mis manos para la protección de mis
vasallos y respeto de mi corona, he venido a mandar se extrañen de todos mis dominios de España
e Indias, Islas Filipinas y demás adyacentes, a los religiosos de la Compañía, así sacerdotes, como
coadjutores y legos que hayan hecho la primera profesión, y a los novicios que quisieren seguirles,
y que se ocupen todas las temporalidades de la Compañía de mis dominios. Y para su ejecución
uniforme en todos ellos os doy plena y privativa autoridad, y para que forméis las instrucciones y
órdenes necesarias, según lo tenéis entendido y estimareis para el más efectivo, pronto y tranquilo
cumplimiento. Y quiero que no sólo las justicias y tribunales superiores de estos reinos ejecuten
puntualmente vuestros mandatos, sino que lo mismo se entienda con los que dirigiereis a los
virreyes, presidentes, audiencias, gobernadores, corregidores, alcaldes mayores y otras
cualesquiera justicias de aquellos reinos y provincias, y que, en virtud de sus respectivos
requerimientos, cualesquiera tropas, milicias o paisanaje den el auxilio necesario sin retardo ni
tergiversación alguna, so pena de caer, el que fuere omiso, en mi real indignación [...]
Yo, el Rey, 27 de febrero de 1767».
La expulsión, en realidad, parece ser que se debió más a los
recelos que provocaba el enorme poder que acumulaba la
Compañía de Jesús (por sus enormes propiedades, su papel
en la educación y su influencia política) y por el hecho de que
obedeciesen directamente al Papa, algo inaceptable para los
monarcas absolutos y su política regalista.
Fue restaurada
Sello de la Compañía de Jesús, fundada en 1814
en 1534 por San Ignacio de Loyola