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Construcción del otro, liberación de si mismo

Maritza Montero
Entre los autores de la Psicología de la liberación: aportes a la ps social que
plantean cuestionamientos al orden socio histórico, la realidad
latinoamericana, el sujeto, etc.
El texto inicia cuestionando a las sc sociales y planteando el lugar del sh en
las sc sociales o humanas. Cuestiona el hecho de que el ser humano es
reducido al lugar de caso (clínico), como un objeto sobre el cual cae la
mirada e interpretación al otro.
Que más hay después de ese caso clínico, que sabemos de la historia de
ese sujeto más allá.
En qué medida la intención de comprender y descubrir puede ser
peligrosa en las ciencias sociales tomando a los sujetos como un medio
para llegar al saber. Donde queda ese sujeto?
En la investigación los sujetos quedan reducidos a una tabla o gráfico. Y se
debería dar justo lo contrario: en vez de reducir al sh a una categoría, el
objetivo debería ser la liberación: sacando a la luz las realidades del sujeto
deberíamos poder ayudarlo en el proceso de mostrar y visibilizar
realidades, hacer evidente muchas cosas. Eso debería ser el objetivo
último de la investigación, que debe ser aplicada (“bajada al terreno”)
Liberación antes que categorización o armados de teorías. No está mal la
investigación, pero cuando esto último termina siendo más importante
que liberar al ser humano e invertimos el orden de prioridades,
encontramos toda esta crítica.
Cuando hablamos de la gente, los otros, el sh, y no individualizamos. En el
coloquio de las sc se generaliza, y perdemos al sujeto real inmerso en un
contexto.
Es un cuestionamiento amplio para repensar la posición ética del
profesional.

¿Para que aumentamos nuestro saber y aumentamos la teoría? Debería


ser para ayudar al otro, darle algo a alguien y mejorar la vida de los seres

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humanos. No podemos perdernos de esto porque solo estaríamos
haciendo teoría cruda.
La teoría es el medio, no el fin.

La autora se plantea que el ser humano a las preguntas como ¿Quién soy?
¿Quiénes somos? Responde con el concepto de “si mismo” o “self”
(introducido por el funcionalismo). Cuestiona ¿Qué entendemos por si
mismo? Y como históricamente fuimos asumiendo que el self tiene que
ver con lo interno, algo interno que se distingue de lo externo. (Si mismo =
lo interno).
Hablamos de un “si mismo” distinto y diferente del otro. Pero en qué
medida el ser humano, lo que el sh es, realmente reside en el si mismo?
Introduce tres modos de ver al otro que derivan de esta concepción
normativa de unidad del ser:
- Como complemento: un otro que existe en medida que puede
completar, resolver, cubrir algo que me falta. Existe en medida que
me ayuda a completar la falta.
- Como negativo: el otro como proyección, el lugar donde se deposita
en el otro todos aquellos aspectos negativo de uno: defectos, lo que
no me gusta, lo que está mal. El otro como espacio en el que puedo
sacar fuera las características que no puedo aceptar en mí mismo.
- Como ajeno: otro que no tiene nada que ver con mi realidad, lo que
le pasa a los otros. Plantea la diferencia entre el nosotros y los otros
(que viven distinto y no tienen nada que ver con nosotros).
No podemos pensar que el otro sh no tiene nada que ver con migo.
Pensar al otro como algo que no tiene nada que ver con migo, es un
“artificio”.

Habla sobre la ontología del egoísmo y la ontología de la relación. Por un


lado tenemos el despliegue de una dialéctica; y por el otro se refiere a una
anadialectica.

Ontología del egoísmo

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Se basa en un método dialectico en el cual la constitución del otro está
determinada por la tesis respecto de la cual el otro presenta argumentos
contrarios a aquellos definidos por el uno en la tesis. Esta ontología reside
en la individualidad y construye al otro como opositor, depositario de
atributos negativos, alguien del que se debe tomar distancia y
diferenciarse.
Le corresponde a esta ontología, una epistemología del individualismo en
donde el sujeto es cognoscente e individualmente definido: por un lado se
necesita del orto para diferenciarse, pero cada uno es visto aisladamente,
esto produce que el otro sea desincorporado de la totalidad y su propia
identidad se vea distorsionada por una imagen definida por el yo
dominante.
La libertad en esta concepción se entiende como la capacidad de
mantearse a si mismo contra el otro a pesar de la relación con ese otro,
asegurando la autarquía del yo. Esto fomenta una perspectiva en la cual el
ideal no es recibir nada del otro sino contentarse con lo que está dentro de
uno. La libertad del uno reside en la supuesta ausencia del otro, en su
desaparición o subordinación.
Esta epistemología del egoísmo es muy prototípica de la ciencia: un sujeto
que conoce, que desmenuza procesos; y un objeto que es conocido y
estudiado.
Bajo esta premisa de la ontología del egoísmo, la autora plantea el
pensamiento dialectico: por un lado está la idea de una tesis (ej: la vida
debe ser defendida desde la concepción), ante esta se desdobla una
antítesis (ej: la mujer tiene derecho sobre su cuerpo). Con tesis y antítesis
se nos obliga a construir una síntesis (para resolver) entre tesis y antítesis,
en donde se debe consensuar. Pero en ese consensuar alguna parte va a
perder algo de si para poder hacer una síntesis. La única forma de convivir
es que alguien ceda algo, punto en donde se agudiza el conflicto por la
puja entre quien debe ceder que y en qué cantidad.

Ontología de la relación
La anadialectica

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Ante esto, la autora plantea otra forma de definir al ser: una anadialectica,
que implica que el ser no reside en el sí mismo, no está en la interioridad.
El ser existe en la relación con otro, allí el ser es, si no existe esa relación
con el otro, no hay ser. El sh solamente es en un vínculo con otro, sino no
existe como ser humano.
La interioridad se comunica y transforma en una ida y vuelta con el otro. El
ser de despliega y se conoce en el medio entre el ser y el otro. El ser
conoce (epistemológicamente) en una relación.
La liberación se produce en el aceptar al otro en su otredad. El uno se
libera así de la pobreza de la exclusión que disminuye la totalidad, que
empobrece las relaciones y que las controla. La anadialectica es entonces
el momento afirmativo de la alteridad. Y la liberación en consecuencias
opera en dos vías: liberando al exclusor al construir al otro como ser
diferente pero igual a su mismo; y liberando al otro al incluir su diferencia,
aceptando su condición de actor social y constructor de la vida.
Desde esta postura, no existe la necesidad de la síntesis entre tesis y
antítesis, pueden convivir porque no hace falta que nadie pierda nada y
nadie aniquile a nadie. Cada parte puede ser. El otro pasa a ser la
oportunidad de que el si mismo se despliegue: me despliego en medida
que ese otro existe, necesite que ese otro sea otro, si lo aniquilo me
repliego sobre mí mismo.
En esto se enmarca una epistemología de la relación en donde el ser se
constituye en la relación.
Por relación entendemos la conexión, correspondencia o asociación que
existen entre personas o entre personas y cosas, de tal poco que las unas
no pueden ser sin las otras.
El si mismo y el otro se hacen en las relaciones que crean y los crean, cada
uno constituye al otro el proceso de autoconstrucción: la relación es el
ámbito de construcción del yo.
Toda nuestra vida ocurre en relaciones, no somos ni existimos fuera de
estas relaciones. Solo en la relación sabemos que somos y nadie puede ser
sin el otro. El ser reside en la relación. La unidad social básica no es el
sujeto individual sino la relación.

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Consecuencias éticas y políticas
Todo esto trae muchas consecuencias a nivel ético y político. En términos
de garantizar la participación de todos en las decisiones y políticas
comunitarias (ej: nosotros los científicos decimos que los otros tienen que
hacer esto porque nosotros decimos que es bueno).
-Consultar sobre esto y la posición de la autora-

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