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Antipsiquiatría y Antidiagnóstico-1
Antipsiquiatría y Antidiagnóstico-1
A un servicio de medicina llegó una joven que salía del servicio de locos peligrosos, la
división Henri-Colin, del hospital de Villejuif, en Inglaterra, donde había permanecido
varios meses. Su peligrosidad estaba ampliamente comprobada por la observación y los
certificados médicos con los que la trasladaron. De todo esto no se informó al cuerpo de
médicos y enfermeros que cuidarían a la joven. La paciente pudo permanecer ahí largo
tiempo sin el menor incidente. Las autoridades del nuevo hospital pensaron que si hubieran
informado a los médicos y enfermeras de esta condición de la joven, ella se habría
convertido nuevamente en su diagnóstico.
Allí, donde la Psiquiatría no existe, la locura no es enfermedad, sólo una desviación de las
normas.
En los Mundugumor, estudiados por Margared Mead, en 1935, el loco es aquel que carece
de agresividad y que se rehúsa a cortar cabezas. En la Edad Media, algunos locos eran
arrojados de las ciudades, las brujas quemadas, los poseídos exorcizados; pero el “loco en
Dios”, portador de verdad y milagros, era halagado y respetado.
La agresividad de los unos es admitida, pero no la de otros. La prensa también ha decidido
quien está loco y quien no.
Felizmente, cada época ve nacer ciertos individuos poco preocupados por estos criterios,
capaces de impugnar las verdades establecidas, de desafiar las normas y rehusar la
conformidad, hablamos de estos desviados que son los sabios, filósofos y artistas de toda
clase, de los que un gran número han sido o podían haber sido clasificados en alguna
especie de locura.
Sólo el Psiquiatra parece beneficiarse del diagnóstico que él ha establecido, y este beneficio
es inmenso. Establecer un diagnóstico es crear una utilidad -la enfermedad-, nombrándola y
clasificándola. Desde que el diagnóstico se establece, el psiquiatra trata con la enfermedad,
no con el paciente, ¿no se nombra a los pacientes por su diagnóstico?
Con el diagnóstico también se cierra la puerta a las miles de preguntas del paciente acerca
de su realidad, arrojándolo a la incertidumbre de tener que soportar un diagnóstico del que
él es un ignorante y su psiquiatra un experto, así que el “doc”, será quién tenga la razón
siempre. ¡Vaya condena!, ¡Vaya forma de arrebatar el control de la vida! A final de cuentas
se puede decir que, para el médico de locos, el diagnóstico no es más que un tratamiento
preventivo que él se administra.
Suprimiendo el diagnóstico suprimimos al culpable que el doctor debe eliminar con sus
drogas.
Apenas marcado, etiquetado, el loco queda encerrado en un pronóstico del cual le será muy
difícil salir, aunque llore y sufra, o se retuerza de rabia, los locos no lloran, demuestran su
locura, no están enojados con razón, sino desquiciados. El paciente no puede nunca rebasar
el diagnóstico.
Psiquiatría = Medicina = Ciencia = Sanación
Locura = Peligro
Desde el nacimiento hasta nuestra muerte los psiquiatras nos vigilan. La psiquiatrización de
la sociedad debía, tarde o temprano, engendrar su antídoto: la antipsiquiatría.
No debemos nunca:
Desconfirmar: Negar la presencia de alguien, hacer como que no estás, frases como
“creo que alguien habló, ¿no?, no es nadie”. Se ofende a la persona.
Descalificar: Negar o invalidar el pensamiento o idea de alguien. Como decir “está
mal lo que dices, yo soy el que tiene la razón, no hables de esa manera, ya cállate”. Se
ofende a las ideas de las personas.
Thomas Szasz
(Nacido el 15 de abril de 1920 en Budapest, Hungría – Muerto el 8 de septiembre de 2012
en Nueva York)
Argumentos de Szasz
Derecho a morir: En una analogía del derecho a la vida, Szasz arguye que el individuo
debe ser libre de escoger cuándo morir sin interferencia de la institución médica o el
Estado. Szasz cree que el suicidio es uno de los derechos más fundamentales.
En la formación médica de los psiquiatras se les enseña a pegar etiquetas en la frente de los
pacientes, y es un placer repartir etiquetas, es la demostración de cuanto se sabe.
La Antipisiquiatría es una ciencia que antepone la persona al diagnóstico.
Sobre la vieja psiquiatría hay que construir otras formas de tratamiento, que, a su vez, otros
se encargarán de destruir.