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DAÑOS EN LOS HOGARES

1 Samuel 17.1-11

Israel dejó que Goliat lo atemorizara, el gigante vino a ser más poderoso que la confianza en
su Dios. Sorprendentemente, las familias cristianas, están acorraladas por el temor, su apuro en la
seguridad física. El temor da lugar a la idolatría. Tememos al hombre y lo que esto puede hacer es
bajar a Dios de su trono y poner al hombre en ese lugar. Creemos que Dios es omnipotente capaz
de cuidarnos de todo mal o ¿dependemos de nuestras fuerzas? Si, cierras tus puertas, ponle el
seguro a las ventanas, pero no dejes que Satanás te engañe poniendo en duda el cuidado de Dios
”si Jehová o cuidare la ciudad…”; sólo Dios nos puede cuidar y liberar de todo mal.

¿Tienes un Goliat en tu vida?

El lesbianismo, homosexualismo, igualdad de género, las tradiciones, mentiras, el chisme, la


infidelidad, las injusticias y el desorden invaden a casi toda la sociedad a través del mundo. Estas
tormentas diabólicas están incontrolables y son las que debilitan la influencia del amor de Dios en
nuestros hogares. Miramos dentro de las iglesias y pocos son las personas que se encuentran
tranquilos y en paz. Porque La paz no solo es un estado que buscamos porque allí encontramos
tranquilidad, no, la paz es un mandato de Jesús que debemos buscar por muchas razones bastante
obvias. Mediten Sobre estos versículos, sobre el deber de buscar la paz: Salmo 34:14 “ Apártate del
mal, y haz el bien; Busca la paz, y síguela.”, Col 3:15 “Y la paz de Dios gobierne en vuestros
corazones...” y Hebreos 12:14 “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al
Señor.” Filipenses 4 .7 “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros
corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” No podremos encontrar sanidad en el hogar a
menos que busquemos la paz en la vida hogareña. Esa es la Paz, pero Son los líderes del hogar los
que tienen que cambiar el ritmo del ambiente familiar, buscando la paz y decidiéndose a ejercer la
paz y no dar lugar a seguir en la discusión o el conflicto.

¿Hay Un Gigante Que Te Quita La Paz?

Porqué los hogares cristianos están sufriendo, viviendo en conflicto y sin paz, es porque hay
un enemigo que nos ataca y es Satanás. No podemos ignorar el impacto de nuestra vida
pecaminosa, nuestra falta de atención al matrimonio y a los hijos. No podemos ignorar ni dejar de
tomar o tener en cuenta la herencia de las raíces de amargura de nuestro pasado, que aún nos
agobian. No atendemos apropiadamente las necesidades emocionales y espirituales de nuestra
familia. Ignoramos los mensajes emocionales en la conversación, muchos son subliminales, están
navegando tormentosamente en los sentimientos de cada uno de la familia. El dolor relacional corta
la comunicación efectiva como lo hace una cuchilla afilada. La mayoría de las personas que viven en
conflicto no saben expresar sus emociones y sentimientos sin estar criticando a otros, atacando,
destruyendo, insultando, deteriorando la relación.

La mente es el primer campo de batalla, No siempre estamos conscientes de las sutilezas del
enemigo, de cómo se fomenta el crecimiento de barreras y la separación y de cómo por medio de los
pensamientos negativos nos cohibimos y nos refrenamos de la comunicación sincera entre las
personas más cercana a nosotros y aun a las que más amamos. A menos de que vivamos en plena
consciencia de las sutilezas de la tentación, viviremos como víctimas; esto es difícil al principio, pero
aprenderemos especialmente si vamos a salvar a la familia de dolor y crisis.

El enemigo tiene su manera y es sutil, pero efectiva. Parece que de cualquier experiencia
estresante o alguna comunicación negativa comienzan a desarrollan sentimientos y pensamientos
malos, dañados. El enemigo mentiroso no solo utiliza pensamientos auto-destructivos por medio del
auto-habla “que no sirvo, que hipócrita, otros”, sino que también son la semilla que crea paredes de
separación entre los miembros de la familia.

¿Por Dónde Entra Los Gigantes En El Hogar?

Los gigantes no entra de un solo paso en el hogar, sino que permite que las cosas pequeñas
se paseen en el hogar (Cantares 2:15…. las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas). Una
zorra pequeña, es por ejemplo la mentira “blanca”, creemos que no es tan dañina porque tiene sus
lados buenos; esto es mentira del gran padre de la mentira, Satanás. Jesús es verdad, y sólo por la
verdad entra lo bueno en la vida. Nada medio bueno abre la puerta a la sanidad espiritual, a lo
bueno, si no que abre la puerta a más pecado porque el pecado solo engendra pecado. El pecado
hace muchas promesas, pero no cumple ninguna.

Otra razón prevalente, pero que ignoramos por la cual los gigantes entran en el hogar es
porque los padres son permisivos con los hijos, no corrigen la rebelión ni se enfrentan seriamente a
la continua desobediencia. Por colaborar en la maldad de sus hijos a escondidas de su fe e intentar
justificarlo ante Dios. Por la muy mal usada y dolorosa mentira blanca que decimos para quedar bien
o creer que la verdad dolería más, por aplaudir la maldad de otros, por robar o aun mandar a robar
tonterías en los mercados tal como chicles, dulces, etc.

El pecado de la mentira son como una semilla de una enredadera silvestre que su fruto es
malo y la planta dañina, que crece y atrapa a todos de una manera u otra; unos escondiendo la
verdad, otros dejándose llevar por caminos falsos que no existen. “La creación permanente de
historias falsas, haciéndolas pasar como verdaderas, y creyéndolas como tal, pueden ser el inicio de
una enfermedad psicológica o patológica. Las personas, que basan su modo de vida en las mentiras,
pueden generar serias consecuencias en su familia y en su entorno social. Precisamente el objetivo
de la persona mentirosa es desvirtuar la realidad, añadiendo hechos que no existen, y que cada vez
requiere incrementar una falsedad para hacerla más creíble”. Muchos hogares se han visto
desmembrados al ser descubiertas las mentiras de la pareja. Una prueba de ello son los casos de
infidelidad, cuando el hombre o la mujer oculta que sostiene una relación paralela a la de su hogar.
Este pecado es contagioso, en el sentido que los hijos o hijas podrían copiar más adelante ese modo
de vida que ven en sus padres o madres. Aunque puede oírse mal, la realidad es que la mentira aún
está presente y prevalente en los hogares cristianos, es precisamente por aquí que viene la maldad
a nuestras familias.

Abre Puertas Al Gigante…

La rebeldía entra en una persona por el dolor que causan las mentiras que almacena
en su alma, dolor por causa de insultos, desprecios, abandonos, maltrato, y la crítica
constante que no ayuda, sino enfurece. Cuando somos niños, no sabemos interpretar
estas cosas en forma manejable o en relación a las circunstancias si no se asimilan
como verdades de la persona cuando realmente no es cierto según la verdad de Dios
en la vida de un niño. Este dolor se guarda en la memoria escondida, la mentira sigue
presente y cada vez que un gatillo emocional lo desata se manifiesta en rebeldía,
peleas, escapes a las cosas destructivas (drogas, vicios, homosexualismo, etc.) y viene
a ser una puerta que da lugar a la tragedia en la familia. La culpabilidad y la vergüenza
mueven a algunos a la defensiva y a otros al ataque aun a sus propios hijos. Las
emociones dolidas mantienen mensajes con los cuales luchamos, intentando
adaptarnos a nuestras circunstancias, pero el dolor vence y se desata en
comportamientos que causan dolor y pecado.
La Amargura, donde la persona y la familia es la vergüenza, la carga de culpa y
vergüenza genera baja autoestima. La maldición afecta a la personalidad de la familia y
crea una consciencia negativa que proyecta un aura o fama negativa. Es como en la
escuela, los muchachos abusivos le ponen sobrenombre a los más débiles; así es la
familia en conflicto, proyecta su debilidad resultando en un sello o un sobrenombre que
adoptamos inconscientemente. Lamentablemente otros se dan cuenta y nos clasifican
como la familia conflictiva, maldecida, u otras crueldades despectivas que afectan
nuestra salud espiritual, emocional y relacional.

Otras puertas abiertas al mal y a la oscuridad en el hogar son objetos que son malos
(imágenes diabólicas, ídolos, pornografía) o dan entrada al mal (películas y revistas
inmorales, literatura en contra de la fe, artefactos que nos recuerdan los tiempos de
comportamientos ilícitos). Por mantener objetos que representan maldad en los
hogares, permitimos a que Satanás use a alguien de la familia para seguir
incrementando el mal y dañar a la familia. Aun cuando una persona en la familia se
envuelve en actividades detestables, la protección divina puede perderse y entristecer
el Espíritu Santo. Visité a una familia que su hijo padecía de una enfermedad
paralizante y el padre al no poder sobrevivir el dolor buscando alivio, confesó que había
sido adicto a la pornografía por muchos años. No sabemos qué harán las fuerzas
demoniacas cuando le abrimos las puertas dejándolas zarandear a nuestra familia.

Un pecado que muchos de nosotros aceptamos tal vez porque nos criamos bajo tal
influencia es el padre o la madre DOMINANTE al punto de intimidarnos, de no dejar
que los sentimientos verdaderos se expresen. Ser dominante es feo, una cualidad que
es impulsada por temores profundos en la personalidad. Dominio de un padre muchas
veces se mueve al abuso verbal emocional y físico. Al otro extremo es el esposo que
no acepta su rol divino en el hogar siendo la cabeza y se esconde siendo débil,
alejándose de los problemas, alejándose de las responsabilidades. También la esposa
puede o ser dominante por su naturaleza, su personalidad o porque necesita serlo
porque el esposo es muy débil. La mujer dominante tirana con sus hijos y esposo está
sembrando cizaña, competencia entre hijos, temor y más odio. Muchas mujeres creen
que tienen que tomar el liderazgo y tal vez sea cierto, pero no siendo dominante
intimidante.
Otro gran gigante, ahora mismo hay una gran cantidad de suciedad navegando en los
hogares a través del Wi-Fi. La pornografía es peligrosa y destructiva a la salud
emocional y relacional, especialmente a las generaciones futuras. Todo nivel de
pornografía promueve la cultura de violación sexual. La desnudez, exhibicionismo, la
sexualidad en el entretenimiento y el afán de vestir sensualmente ha penetrado más
allá de las pautas aceptables y hoy en día para muchos la lascivia en la comunidad ha
comenzado a ser algo normal, aceptable aun en las familias cristianas; esto ha ocurrido
en parte por las actitudes degeneradas sobre los géneros y la sexualidad en la
sociedad de hoy. La mayoría de las películas modernas muestran algún grado de
desnudez, hasta la totalidad del cuerpo expuesto categorizándolo como pornografía
liviana en el cine, revistas, internet, redes sociales ya es aceptada en la sociedad
secular y ha infectado y dañado la moral de la vida social entre los géneros. Nuestros
jóvenes usan lo que aprendieron de la pornografía en los medios de comunicación para
experimentar con otros. La pornografía ha eliminado la inocencia de los
adolescentes.
No podemos negar que las relaciones con Dios de los padres de familia están en crisis, no
están donde deberían estar. No es suficiente el devocional diario (orar y estudiar la Palabra), sino el
elemento efectivo para ponernos en posición de batalla contra los ataques, es vivir la fe en armonía
con la persona de Jesús y nuestra familia, Josué 24.15 “…pero yo y mi casa serviremos a Jehová.”,
OBEDECER, tomando ventaja de los momentos que Dios no da para reflejar en su verdad y su
juicio. Estar alertas y escuchar lo que Él está tratando de comunicarnos para poder reaccionar
obedientemente dentro de los parámetros de su voluntad.

Necesitamos confesar más, arrepentirnos más y decidir a obedecer cada vez que nuestro
Dios nos redarguya a través de su Palabra. Hebreos 4:12 “Porque la palabra de Dios es viva y
eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las
coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” Si no
respondemos en humildad, si no vivimos nuestro arrepentimiento, estamos perdiendo oportunidades
que van a ser valiosas para prepararnos para la batalla espiritual y vencer.

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