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SIN LAS RAÍCES CRISTIANAS EUROPA NO ES UNA CIVILIZACIÓN, SINOI SOLO UN

MERCADO
Diario ABC, jueves 31 marzo de 2011 por Sergi Doria.

El filósofo francés Comte-Sponville reúne sus cien mejores artículos en “El placer de vivir”.

Lo proclamó Ortega: la claridad es la cortesía del filósofo. Y si se escribe en revistas y


diarios, ser inteligible ya no es una cuestión de cortesía sino razón de ser. Ortega lo
demostró al publicar “La rebelión de las masas” por entregas en el diario “El Sol” y
Andrés Comte-Sponville sigue los pasos de su maestro Alain. Escribir en la prensa,
advierte, “es una tradición muy francesa. En el XVIII Voltaire, Diderot y Rousseau
publicaban en las gacetas y en el siglo XX, lo hicieron Camus, Sartre, Foucault…La
tradición alemana es otra cosa: los filósofos escriben para que les lean sus colegas”. De
los centenares de artículos que llegaron al gran público en los últimos veinte a ños,
Comte-Sponville reúne un centenar con un título que resume su filosofía: “El placer de
vivir” (Paidós). Una suma “bio-lógica” de Montaigne, Spinoza y Epicuro destilada con
amenidad: “El placer no lo es todo, pero nada, sin el placer, podría valer todo”, apostilla.
Para empezar el diálogo con el filósofo abordemos esa felicidad obligatoria que tiraniza
nuestra sociedad del espectáculo y crea tanta frustración humana. Y el filósofo advierte
que no hay que confundirla con el desarrollo personal de los manuales de autoayuda:
“Spinoza y Epicuro han envejecido menos que una revista de hace seis meses”, ironiza.
La felicidad, prosigue, “preocupa a la Filosofía desde sus orígenes, pero existe el peligro
de priorizarla sobre el sentido de la realidad, la verdad. Y entre felicidad y verdad, el
filósofo opta por la verdad”.
Filósofo de guardia
Nos encontramos ante un filósofo de guardia, tan capaz de explicarnos los presocráticos
como de ayudarnos a sobrellevar el reto existencial de una tarde de domingo: “Esperamos
toda la semana el descanso y cuando llega el domingo nos aburrimos y deprimimos.
Schopenhauer decía que se desea lo que no se tiene y se sufre; y, cuando ya se tiene, ya
no se desea…Es el péndulo entre el sufrimiento y el aburrimiento. Mi consejo sería
desear lo que tenemos: el sabio ama lo que es real y no necesita soñar con lo que no
tiene, ¡hay que pasar de Schopenhauer a Spinoza!”.
En una buena conversación, no todo son acuerdos. Y este cronista pone reparos a un
escrito de Comte-Sponville sobre el relativismo de Montaigne, a quien considera “el
escritor más singular y universal que ha dado Francia”. ¿Montaigne relativista?,
inquirimos…”No confundamos”, replica el filósofo, consciente del sentido peyorativo del
relativismo tras la orgía posmoderna: “Afirmar que todo es relativo se refiere a que los
valores morales, según cada civilización, son diversos. Pero la verdad objetiva no es
relativa: estamos aquí hablando usted y yo, la tierra es redonda y no plana, eso no está
sujeto a ningún relativismo…” Conclusión: relativismo de los valores, no de la verdad
demostrada: “Nietzsche era relativista en valores y en verdad y Spinoza solo respecto a
los valores. Por eso, hay que diferenciar relativismo de nihilismo. Lo primero es decir que
los valores son relativos; lo segundo, que no hay valores y no hay nada que defender”.
El placer de vivir -el título original del libro era “El gusto por la vida”- no equivale a la
“ataraxia” de la filosofía griega. La ataraxia, subraya, “excluía el sentido trágico de la
vida, una visión, por cierto, muy española y que admiro de Unamuno. El sentido de la
Filosofía es amar la vida, y no porque la vida no sea atroz para muchas personas, sino en
la medida de que sea buena. Y volvemos al relativismo de Spinoza: No deseamos una
cosa porque es buena, la deseamos en la medida en que la juzgamos buena”. O sea que
el valor de la vida depende del deseo, objetamos: “El valor de la vida depende del amor a
la vida”, apostilla Comte-Sponville.

Ateo no dogmático
Un filósofo que se declara ateo y mantiene entre sus lecturas de cabecera el “Eclesiastés”.
“Soy ateo no dogmático” -aclara- “porque el ateísmo es una creencia más, no un saber. Y
un ateo fiel, porque asumo valores morales de las tres grandes religiones, sobre todo la
judeocristiana”. En plena Cuaresma, Comte-Sponville lamenta que es esta sociedad se
hable más del Ramadán y muchos cristianos se pasen al budismo…”El islam no será un
problema si se integra en la sociedad laica y respeta la separación entre Iglesia y Estado.
En cuanto al budismo, me merece mucho respeto. Para un ateo como yo puede resultar
atractivo porque no hay Dios, pero no me voy a afeitar la cabeza ni ponerme hábito
azafrán…Es mejor profundizar en el surco de la civilización que define Occidente: la
judeocristiana”. Una tradición que Francia y Bélgica no quisieron incorporar a la
Constitución. Comte-Sponville lo ve como una forma “estrecha” de laicidad: “El origen
cristiano de Europa es una evidencia histórica. Si Europa ignora sus raíces cristianas
dejará de ser una civilización para ser solo un mercado”.

¿Existen guerras justas?


“Sí. Las dos guerras mundiales son reveladoras. La de 1914 se desencadenó por
rivalidades imperialistas y tenían razón los pacifistas. En la de 1945 tenían razón los que
entraron en guerra contra Hitler para combatir la barbarie. Pero si me va a preguntar por la
de Libia, no estoy en contra ni a favor. Más bien perplejo: Occidente no puede intervenir
contra todas las dictaduras. Es imposible”.
Verdaderos sabios: “Los verdaderos sabios, como Montaigne, no creen en la sabiduría y
continúan filosofando”
La culpa de los profetas: “Los profetas siempre tienen la culpa, incluso cuando parecen
tener razón”.
El arte de hacer actuar: “La política no es el arte de hacer soñar, sino el de hacer
actuar”.
¿Qué es filosofar?: “Filosofar es pensar la propia vida y vivir el propio pensamiento”.
Desconfianza de lo bueno: “Si todo vale lo mismo nada vale. ¡Desconfiemos de lo
políticamente correcto, del consenso blando, de la tiranía de los buenos sentimientos!”.

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