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Matthieu Ricard, considerado el hombre más feliz del mundo, comenta que
ninguno de nosotros se levanta por la mañana preguntándose si podrían
pasarse el día sufriendo, sino que conscientemente o no, en el largo o
corto plazo, directa o indirectamente, todo lo que hacemos, pensamos o
soñamos, lo realizamos en búsqueda de bienestar y felicidad.
El especialista argentino en capacitación, Darío Mantei, me comentaba al
momento de enterarse de esta obra, que no podía hablar de la felicidad
sin tener en cuenta una profunda enseñanza de nuestra literatura universal.
Aristóteles, en su libro “Ética a Nicómaco” realiza una exquisita descripción
de la realidad que nos rodea en referencia a la felicidad y quiero
compartírselas. El gran filósofo dice lo siguiente:
“El placer depende del tiempo, el objeto y el lugar. Es algo que cambia de
naturaleza. Un sabroso pastel de chocolate, la primera porción es deliciosa,
la segunda no tanto, comemos más y nos da asco. Esa es la naturaleza de
las cosas, nos cansamos. Si tienes frio, te acercas al fuego y es algo
maravilloso; después de un rato, te haces para atrás porque comienza a
quemar. En cierta forma (el placer) se consume asimismo conforme lo
experimentas. (…) ¿Pues entonces que es la felicidad? Creo que la mejor
definición, según la visión budista, es la de que el bienestar no es
meramente una sensación de placer, sino una sensación profunda de
serenidad y realización; un estado que impregna y subyace en todos los
estados emocionales, y todas las alegrías y penas que se atraviesen en el
camino.” Concluye Ricard.
La vida placentera
Esta tipología se caracteriza por tener todas las emociones positivas que
podamos tener y las habilidades para amplificarlas.
La vida significativa
Este es el tercer camino que se plantea en psicología positiva y quizás la
mejor ponderada de todas las maneras de buscar la felicidad.
La nota del diario Clarín dice lo siguiente respecto al tema: “Los principales
factores que construyen la felicidad de un país en este ranking de la ONU
son el PIB per cápita (es decir, el valor monetario de la producción de
bienes y servicios del país de un año dividido el número de sus habitantes),
la esperanza de vida saludable, el apoyo social percibido por sus
habitantes (¿creen que tienen con quién contar en momentos difíciles?), la
confianza que sienten los habitantes (medida por su convicción acerca de
la ausencia de corrupción en el Gobierno y los negocios), la libertad para
decidir sobre sus vidas percibida por las personas y la generosidad
(medida en función de las donaciones que hace la población).
Por otro lado, tenemos la segunda manera de ver la felicidad, que por
cierto es la forma en la que todos caemos, que es percibirla con el yo de
los recuerdos.
Me parece importante aclarar esto para que tengamos otro elemento para
abordar este estudio. La misma no deja de tener su componente relativo,
sin embargo hay factores que podemos estudiar juntos en términos
generales. Sea cual sea el tipo de búsqueda que estemos haciendo para
alcanzar nuestro bienestar, es importante concluir que ni la vida de placer,
compromiso y significado son excluyentes la una de la otra. Sin embargo,
empezar por buscar una vida con significado y compromiso da mejores
dividendos que la del placer inmediato.
Es por esto que antes Matthieu Ricard dice: “El bienestar no es meramente
una sensación de placer, sino una sensación profunda de serenidad y
realización”.
Te animo a que empecemos la búsqueda de la felicidad por esa senda.
Es muy gratificante hablar de la felicidad y de aquellos momentos sublimes
y de bienestar que podemos experimentar, sin embargo ¿Qué pasa cuando
las cosas no salen bien? Problemas que nos superan, situaciones precarias,
malas relaciones, pobreza, soledad, entre tantas otras cosas que podemos
experimentar a lo largo de nuestra vida. ¿Podemos ser felices?
“Para decirlo de forma franca, yo sé solo de un factor que separa a los que
se distinguen en forma consecuente de los que no: La diferencia entre las
personas que se estancan y las personas que siguen avanzando es su
percepción del fracaso y su reacción al mismo. Ninguna otra cosa tiene la
clase de impacto en la capacidad de las personas de alcanzar y llevar a
cabo cualquier cosa que se propongan y deseen”.
Davidson declara lo siguiente con respecto a esto: “No es que las personas
que son felices no respondan a la adversidad. Lo hace, muestran una
respuesta adecuada a la adversidad, pero se estabilizan con rapidez. Como
diría la escritora china Ding Ling: “Encontramos la felicidad luchando en el
medio de una rabiosa tormenta, no tocando el laúd a la luz de la luna, o
recitando poesías en medio de la flores.”
Como relata la investigación: “La clave está por tanto en ser capaces de
ver el resultado desde la perspectiva que nos haga ser más felices”. No es
sencillo, pero es una actitud que vale la pena intentar.
Las adversidades, como los fracasos, son parte de la vida. Ninguno escapa
a ellos, pero cada uno de nosotros elige de qué manera afrontarlos.
Aunque no existe una técnica para identificar qué objetivos son realistas y
capaces de inspirarnos, el psicólogo Richard Hackman sugiere que "la
medida adecuada para tener una motivación máxima se encuentra donde
tengas un 50 % de probabilidad de éxito"
Ben Shahar explica: “Si bien puede ser bueno presionarse para conseguir
objetivos más ambiciosos, existe un punto por encima del cual la presión
puede tener un efecto negativo. Tenemos que aceptar que nuestros límites
son reales. Encontrar un equilibrio entre las montañas altas y las
expectativas ambiciosas por un lado, y la cruda realidad por otro, supone
una parte fundamental de una definición de objetivos adecuada
generalmente hablando. El perfeccionista tiene expectativas de sí mismo y
se marca objetivos que no puede cumplir; el optimista se marca objetivos
ambiciosos que son difíciles pero factibles.”
“Un optimista es un pesimista mal informado”
“No soy pesimista, soy realista”
Estos son pensamientos que existen y en muchos casos, los tenemos
enraizados en el seno de nuestra cultura.
“Si vemos una misma realidad es muy probable que lo que para uno sea
un problema, para otra persona no lo sea, lo que preocupe a unos, sea
motivo de relajación para otros, lo que irrite a una parte del equipo de
trabajo, sea causa de indiferencia del resto, como comparte el psicólogo
Carl Jung “El zapato que va bien a una persona es estrecho para otra: no
hay receta de la vida que vaya bien para todos”. En pocas palabras,
percibimos distinto, y es en esta variedad de criterios en la que tenemos
que vivir.”
Adquirir una actitud optimista frente a la vida nos protege de los efectos
nocivos de los infortunios que podamos atravesar. Ser realistas es la clave
para tener una base sólida frente a las adversidades, y tener un
pensamiento optimista es un impulsor fundamental.