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Bibliografía: Las Lógicas colectivas. / A.

M Fernández

TERCERA PARTE: LÓGICAS COLECTIVAS DE MULTIPLICIDAD.

Pensar las potencias de invención de un colectivo en acción implica dos fuertes cauciones metodológicas: no psicologizar lo
social, y no sociologizar lo psíquico y en segundo lugar, tomar el recuado señalado por Foucault con relación al universal
antropológico.

Esto implica tomar el desafío de trabajar desde un lugar incómodo. La incomodidad radica en que deberá desplegarse en
una permanente operatoria de desdisciplinamientos disciplinarios, es decir, situarse más de una vez en el límite de lo que no
se sabe.

Cap. 1 – Cuerpos, pasiones y políticas.

- multiplicaciones dramáticas. Cuando se implementan en un dispositivo psicoanalítico grupal, a partir de aquello más
propio de cada quien que pone de relevancia la multiplicación dramática, el trabajo grupal indagará privilegiadamente en
tales posicionamientos.Allí, este recurso psicodramático habrá operado como provocador de las operaciones específicas de
la “cura”en situación de grupo y entonces se volverá imprescindible pensar cómo articular las lógicas fantasmático-
identificatorias y las lógicas colectivas.

Trabajar con dispositivos donde lo que importa es indagar el cómo la experiencia fue producida implica distinguir y puntuar
insistencias, indagar las prácticas y alojar lo inesperado. Un dispositivo no puede prever o prevenir los efectos, sino que sólo
garantizará la habilitación de las condiciones de posibilidad para que un agrupamiento despliegue su accionar.

- cartografiar una instancia de sentido: Implica distinguir la presencia de un mismo significante que desliza a través de
diversas escenas en diferentes universos de significación.

Lacan: “lo colectivo es el sujeto de lo individual”. Se trata de indagar como ciertas configuraciones colectivas, y no lo social
en general, crean condiciones de posibilidad de una producción de subjetividad. Captar, por ejemplo, como un colectivo a
contramano de biopolíticas de subjetivación instala otras modalidades de acción, de imaginación, de afectación, de
vinculación y establece a través de otros agenciamientos sus experiencias singulares.

La problemática del cuerpo ha sido objeto de históricas controversias filosóficas, religiosas, morales, médicas, etc. Han
cambiado las significaciones imaginarias que cada época ha construido con relación al cuerpo. Cada cuerpo se produce y
reproduce en el complejo anillado de múltiples marcas. Marcas deseantes pero también histórico-sociales, políticas,
biológicas, pulsionales pero también de lenguaje. Se trata del cuerpo como producción de una legalidad metafórica, en
tanto sólo se hace presente a partir de encarnar como síntoma, como estructura de lenguaje, como articulación gramátical.

Los régimenes del cuerpo son presencia abrupta de otro modo de devenir cuerpo, de corporalizar, que en los márgenes de
las formas institucionales de hacer cuerpo organizan como pueden sus formas de vivir, adaptarse, revelarse, enfermarse,
sobrevivir, morir. En realidad están atravesados por las marcas de saberes y prácticas sociales que exceden la
territorialización disciplinaria. Los hábitus se inscriben en el cuerpo. Los hábitus dan forma, modelan, distinguen la posición
social de un sujeto singular. Se abre el desafío de pensar cómo se instalan hoy, caídas las disciplinas, las nuevas y sutiles
técnicas de los micropoderes haciendo y deshaciendo cuerpos. Toda economía política es economía política del cuerpo
(Foucault). Transversalizar la problemática del cuerpo, es abrir la reflexión a la dimensión política del cuerpo.

Pareciera que el antiguo ordenamiento platónico alma-cuerpo despliega sus efectos, renueva sus eficacias, renaciendo de
pequeñas muertes que nuestro ingenuo positivismo creyó inflingirle.

- dimensión deseante: “deseamos lo que nos falta”. El deseo es carencia. El deseo pensado como carencia daría cuenta del
anhelo imposible de los humanos por alcanzar la perfección – completud de la idea (Dios.)

Freud: El deseo no estaba circunscripto a la procreación ni a la genitalidad. Eje corporal se pone en visibilidad con las
nociones de pulsión y libido.

Se hace necesario deconstruir estas naturalizaciones por las cuales el deseo es carencia y señalar algunas de sus
consecuencias: si el deseo carece de algo, su accionar es realizado por un sujeto que opera desde una intencionalidad
inconsciente orientada hacia aquello de lo que carece. Se define entonces en función de una trascendencia al deseo mismo
y este es medido en función de una unidad que no es la suya, que sería el placer o el orgasmo que le aseguraría su descarga.
El capitalismo hoy agudiza una de sus estrategias de reproducción biopolítica: la producción de soledades. Para ello es
estratégica la producción y reproducción de cuerpos que arman y reiteran sus rutinas cotidianas pero no logran encontrar
intensidades de afectación que no sean la apatía, el tedio, el aburrimiento.

Cap. 2 – Lógicas colectivas y producción de subjetividad.

Tomar la advertencia foucaultiana del universal antropológico implica encontrarse permanentemente con el tope de la
amalgama moderna, es decir, las invisibilizaciones que genera un modo de naturalización por el cual pensamos que la
realidad será efectivamente compuesta de sujetos, objetos, representaciones. En tal sentido, repensar la propia noción de
subjetividad tiene significativas implicancias filosóficas y políticas.

La noción moderna de sujeto es inseparable de la noción de representación y de un modo particular de pensar la


diferencia como negativo de lo idéntico. Por lo tanto, una reformulación del sujeto cartesiano implica poner en discusión la
noción de representación y de relación identidad-diferencia. Lo que no es sujeto (el objeto) sólo puede ser abordado
mediado por las representaciones. El hombre se constituyó como sujeto y el mundo como imagen, en esta producción
representadora él será “la medida de todo lo entre y pondrá todas las normas” (mujeres, homosexuales, clases, étnias y
religiones no hegemónicas fueron considerados como inferiores, peligrosos o enfermos). El rasgo propio de la modernidad
radicará en que el hombre se convierte en sujeto. El propio hecho de que el mundo pueda convertirse en imagen es lo que
caracteriza a la Época Moderna.

Siglo XIX – Pensadores trabajaron sobre los impensados de tal amalgama: Los maestros de la sospecha, Freud, Marx y
Nietzsche. Trabajaron sobre cómo los modos de constitución de la verdad moderna habían instituido como tales. La
invención del inconsciente freudiano como el sujeto barrado lacaniano operaron discontinuidad y ruptura respecto al
sujeto de la consciencia y abrieron nuevos campos de saberes y prácticas. Igualmente, mantienen en muchos de sus tramos
la noción de diferencia como negativo de lo idéntico).

Castoriadis: Su noción de imaginario social, habilitó el pensamiento de lo colectivo como un campo de heterogeneidad. Se
trata de pensar la diversidad, la multiplicidad en tanto categoría. (no que no es idéntico ni diferente)

En el mismo movimiento en que se distingue la diferencia se instituye la desigualdad. De ahí la importancia de pensar en
multiplicidades y no la diferencia, producciones de subjetividad y no sujeto. No se trata de negar identidades ni
totalizaciones, sino de pensar totalizaciones que no subsuman las partes.

En los momentos de invención imaginante, se desborda la representación y el agrupamiento trabajan en lógica de


multiplicidad.

En la tarea de descencializar la noción de sujeto han sido valiosos los aportes de Foucault con su noción de modo de
subjetivación. Trabajó en la historia de los modos de subjetivación a través de la indagación de los dispositivos de saber-
poder que instituye, las estrategias biopolíticas que despliega, las prácticas institucionales y prácticas de si que habita, en la
construcción de sus habitantes, en cierto momento histórico. Los modos de subjetivación se articulan con los modos de
objetivación que establecen relaciones de saber y legitiman las distribuciones de poder y los espacios (público y privado)
legitimados para la circulación de cada colectivo. Siguiendo a Foucault, los modos de subjetivación, no sólo darán cuenta de
los modos de sujeción, toda instancia de análisis de los poderes tendrá que establecer las múltiples formas de resistencia a
éstos, de enfrentar también de muy diversas maneras a los aparatos de dominio. Siempre hay un resto o un exceso que no
puede disciplinarse, que resiste a la inclusión en lo instituido.

Algunas puntuaciones que estas nociones foucaultianas han permitido para pensar en el campo de la subjetividad:

· El referir a lo histórico ha sido un elemento estratégico para desesencializar la cuestión de la subjetividad. Mucho
de lo pensado como un sujeto universal, al desesencializarse, puede pensarse como uno de los modos de
subjetivación de un período histórico o un grupo social particular.

· Pensar la subjetividad exige desandar un sentido común disciplinario, que ha ubicado la cuestión del sujeto en la
interioridad, en oposición a un mundo o realidad pensados como exterioridad.

· Se inscribe en aquellos linajes de pensamiento que trabajan en la deconstrucción de oposiciones binarias clásicas:
interioridad-exterioridad, profundidad-superficie, sujeto-objeto, individuo-sociedad, consciente-inconsciente, etc.

El término subjetividad suele tener un uso un tanto impreciso, a veces como todo aquello referido a un sujeto o bien como
subjetivo, opuesto a objetivo. Presenta el desafío de pensar la articulación entre los modos sociales de sujeción y su resto o
excedente no sujetado. Que no parta de un origen indiviso “interior” que luego habría que relacionarlo con “el afuera”. En
ese linaje se trata de construir herramientas conceptuales que no circunscriban la subjetividad a un plano estrictamente
mental. Se trata de pensar una dimensión subjetiva que se produce en acto, que produce sus potencias en un accionar, es
decir, pensar básicamente en un campo de inmanencia y no trascendental, singular y no universal. Más que a una sustancia
que subyace, refiere a un accionar, a procedimientos de producción de un tipo particular de singularidad, de potencia en
acto, en este campo de inmanencia la subjetividad es producida en instancias colectivas institucionales-comunitaria, en
instancias colectivas de pequeño grupo o grupo amplio.

Éstas producciones de subjetividad remiten a las lógicas de multiplicidades. Es esta idea de producción en situación, en
acto y por tanto inmanente, lo que quiere resaltarse.

Cap. 3 – Las máquinas colectivas en acción.

En la implementación de la multiplicación dramática se constataron desde un principio dos formas muy diferenciadas de
multiplicar. Puede decirse que se constituyen allí dos operaciones colectivas bien diferenciadas a las que he denominado
multiplicaciones reiterantes y mutantes.

En éstos procedimientos operan distintas lógicas colectivas. Se distinguen tres dimensiones en el funcionamientos de las
máquinas colectivas:

1- Dimensión de representación 2- Dimensión de multiplicidad 3- Dimensión de cuerpos, silencios y afectaciones.

Se despliegan en permanente interacción, se mezclan y se superponen, operan las tras pero en diferentes combinatorias. La
predominancia de una u otra establece lógicas diferenciales.

1- Dimensión de representación.

Tienen la particularidad de que se desarrollan en un único universo de sentido. En realidad, en esta modalidad operatoria
las escenas se escenifican para mostrar, para ilustrar, un argumento; en tal sentido desarrollan escenas ilustrativas de una
idea pensada previamente y que tiene como objetivo mostrar las alternativas de la complejidad, las variantes o soluciones
respecto del conflicto o problema que ha dejado planteada la primera escena. Instalan una operatoria que frecuentemente
trata de transmitir un “mensaje”. Se instala una marcada diferenciación entre representantes y público. No ha habido de
parte de la coordinación ninguna consigna o indicación, la consigna que insista a lo largo de todo el taller es que dramaticen
lo primero que se les ocurra.

Se establece un régimen muy diferente de afectaciones entre el subgrupo de representantes, más dinámico y entusiasta, y
el de los espectadores que suele poner en evidencia algún aburrimiento o malestar, los que han quedado como público
expresan disconformidad con lo producido.

2- Dimensión de multiplicidad.

A diferencia de las multiplicaciones dramáticas con predominancia de la dimensión representacional donde se pone en
escena una idea pensada previamente, aquí se arma máquina y a velocidad van produciéndose agenciamientos múltiples.

En éstos talleres la unidad de análisis no será la escena, tampoco necesariamente el elemento que desliza e insiste, sino el
agenciamiento. Este tiene la potencialidad de desconectar lo que estaba unido y conectar lo que estaba disyunto. Por más
minimal que sea el elemento que se agencia, el propio agenciamiento configura una multiplicidad. Puede decirse que
cuando un colectivo arma máquina, los participantes no pueden parar de multiplicar, son momentos de invención
imaginante en los cuales el registro de esta potencia instala muchas veces un clima de júbilo. Se estarían allí creando
condiciones de invención imaginante.

Las multiplicidades puedes considerarse en las estabilidades relativas de sus agenciamientos, o según las líneas de fuga que
les atraviesan. Aquí no se trata de comprender o re-presentado sino de experiencias la situación que se instala, esta
frecuentemente rodea sin decir y en algunas oportunidades a algunos podrá forzarlos a pensar, es decir que el paso por esa
experiencia podría suscitar algún pensamiento.

Aquí es necesario desnaturalizar dos a priori:

- Se trata de poner en elucidación crítica el a priori por el cual una significación siempre precede a la acción.

- Se trata de desnaturalizar el a priori que ubica la imaginación como función mental y por ende, como una función
individual de la interioridad psíquica.
3- Dimensión de los cuerpos, los silencios y las afectaciones.

En los talleres de multiplicación dramática se ha distinguido tres formas en las que operan los cuerpos:

- como unidad, como cuerpos enteros; son personas que representan personajes.

- cuerpos o partes de cuerpos se automatizan de “su dueño” y deslizan a modo de significantes. Son cuerpos que
dicen, cuerpos letrados. (Ejm una mano con gesto de amanerado en un personaje gay).

- cuerpos masa, que hacen peso, cuerpos que afectan y se afectan sin demasiada distinción de individualidades y
que operan en crescendos de júbilo o angustia. Son cuerpos que experimentan intensidades.

En una modalidad similar suelen operar algunas formas de silencio, generando frecuentemente crescendos angustiosos e
instalando singularidades. Son producciones de vacíos de palabras y no carencia de ellas que accionan como materias no
formadas de la expresión que actúan sobre otros elementos de la máquina colectiva.

En tanto diversidades de energía sin forma, basamento libidinal, redundan, no deslizan, sino que redundan para afectar.

Lo fragmentario al desarticularse de sus unidades y desplegarse en sus producciones múltiples, tanto puede potenciar como
puede producir derrumbes y colapsos, sea en instancias colectivas, sea en la experiencia de si mismo. Afectan a todos pero a
ninguno de igual manera, estos cuerpos sin organismo afectan redundando y producen subjetividad.

Se trata de producciones imaginantes en la inmanencia de partes de cuerpos en acción, sin pasar por una idea o imagen
previa, sino que a velocidad, en ritmos de intensidades producidos, van agenciando y así mutan y fugan potenciando
máquinas de accionar.

Eficacia de las estrategias biopolíticas de fragilización, en cada uno de nosotros donde el cada vez mayor aislamiento y
fragmentación sólo puede producir pasiones tristes; estas no constituyen un mero estado de ánimo sino que se configuran
como piezas clave en las estrategias biopolíticas de vulnerabilización por las cuales, al escindir a los actores del registro de
sus potencias posibles, éstos cada vez pueden menos, imaginan y anhelan menos, reduciendo sus mundos, transitando sus
existencias con angustias y desinvestimientos de todo orden.

Para que un nuevo sentido se figure es necesario que una significación se desconecte de un sentido previo o que el
colectivo anónimo invente un nuevo universo de significación. Se plantea la importancia de no hacer sinónimos producción
de sentido y producción de subjetividad, en tal caso las producciones de sentido son un modo de producción de
subjetividad.

En síntesis, para que un colectivo invente nuevos modos de acción, es necesario que desborde la lógica representacional en
la que transcurre la representación de lo instituido y que en crescendos de intensidad, en el entre-algunos o en el entre-
muchos, se desconecte lo que estaba unido y se agencien conexiones impensadas, que hayan posibles líneas de fuga a las
territorializaciones establecidas y rizomáticamente inventen, imaginen, deseen y configuren otros extistenciarios. Cuando
las lógicas colectivas operan en multiplicidad, establecen redes que multiplican acciones colectivas.

Las prácticas que se configuraron en las asambleas de sostener las tensiones hacían estallar la lógica de lo Uno, siempre
disyuntiva, y pusieron a operar lógicas colectivas de la multiplicidad. Comienza la tendencia a preferir estrategias de acción
que sostuvieran la tensión de las diferencias de las distintas propuestas a implementar, en vez de jerarquizar en una opción
disyuntiva alguna de ellas. Estos modos de acción y de organización dicen en acto de la existencia de otra lógica colectiva.
Ya no una lógica de lo Uno que uniformiza, que homogeniza, que encolumna detrás de una sola bandera, sino lógicas
colectivas de la multiplicidad.

Trabajar desde este criterio de producción de subjetividad implica, a su vez, habilitar las herramientas conceptuales que
ponen en juego los cuerpos en tanto impensados del lenguaje y las intensidades en tanto impensados de la
representación. Puede decirse que cuando un colectivo arma máquina en horizontalidad autogestiva y actúa en lógica de
multiplicidad, sus capacidades de invención y de acción pueden ir mucho más allá de lo que sus integrantes hubieran
podido calcular.

La multiplicación de estas experiencias, las mutaciones a diversos microemprendimientos autogestivos, ha delimitado


espacios ni prividados ni estatales sino social-comunitarios que dan cuenta de una singular inveción de otro modo de lo
común: lo público no estatal. Este común público no estatal, en permanente tensión con el Estado, genera formas de
producción de subjetividad que abren sendas, pequeñas sendas, por donde ha sido posible restituir dignidad en la vida de
aquellos que han apostado a no resignarse en lo ya dado.

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