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SEGURIDAD SOCIAL Y ECONOMÍA COMPETITIVA: SOBRE LAS

REFLEXIONES DEL DOCTOR FRANCISCO JAVIER ROMERO MONTES EN


1996

Augusto Lostaunau Moscol

En el marco del VI Congreso Peruano de Derecho del Trabajo y de la Seguridad


Social realizado en la Facultad de Derecho y Ciencia Política de la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos en setiembre de 1996, el doctor Francisco Javier
Romero Montes presentó su ponencia La Seguridad Social en una Economía
Competitiva, la cual formó parte del Tema IV: Una Seguridad Social de Base para
Todos.

El doctor Francisco Javier Romero Montes sostiene que:

“La seguridad social, entendida como sistema, no es sino un conjunto de medios,


mecanismos o estrategias para prevenir las contingencias sociales o afrontar las
consecuencias de las mismas en el caso que sobrevengan. Esas contingencias a
las que están sujetos todos los seres humanos son entre otras, la enfermedad, la
maternidad, el accidente, la invalidez, la vejez, la muerte, el desempleo, las cargas
de familia o simplemente el estado de pobreza, etc.“(1996:621).

El doctor Romero Montes planteó la necesidad de inaugurar, mantener y sostener


un sistema de seguridad social ya que, existiendo la posibilidad latente de una
contingencia social, será el medio por el cual, el Estado podrá enfrentar y dar
solución a esa contingencia, favoreciendo a quienes sólo cuentan con ese sistema
o medios para enfrentar con éxito, por ejemplo, una enfermedad o invalidez.
También, es un mecanismo efectivo para enfrentar cualquier tragedia social o
fenómeno que se presente en el país. Pero, la década de los 90´s fue de grandes
contrarreformas en el país y en toda América Latina. En el 2004, el economista
argentino Víctor Tokman sostenía que:

“El seguro social con cobertura universal presenta ventajas importantes de costos
sobre los seguros basados en la competencia privada y la intervención del
gobierno se hace necesaria desde una perspectiva de eficiencia económica,
debido a las fallas que existen en este tipo de mercados” (2004: 163).

Un seguro privado no abarca ni cubre los mismos beneficios o sectores laborales


que el seguro social administrado por el Estado. No se trata ni de populismo ni
paternalismo. Simplemente, el seguro privado -como cualquier inversión privada-
busca conseguir la mayor cantidad de beneficios económicos. Entonces, existen
muchos sectores sociales y laborales que por su propia condición no tendrían
accesos a contar con un seguro privado, particular o individual. Lo que significa la
participación directa del Estado en la protección de estos grupos que el mercado
margina o que no le son atractivos. Pese a ello, el sistema de Seguridad Social en
el Perú se encontró en una fuerte crisis estructural e institucional. Por ello, el
doctor Francisco Romero M. señaló que:

“Las causas visibles del problema tienen que ver con las transformaciones
estructurales de la economía y los cambios producidos en el ámbito social. Se
piensa que la magnitud de recursos dedicados a la seguridad social, es una de las
causas principales de la crisis económica y que la generosidad de sus
prestaciones desmotiva a sus beneficiarios a una plena participación en el
desarrollo de la economía. Estas consideraciones han dado lugar a un conflicto
entre el crecimiento económico y la protección social” (1996:622).

Mejor dicho, se dijo que la Seguridad Social en el Perú estaba en crisis porque los
aportantes lo hacían con muy poco dinero; mientras que, la institución tenía que
prestar servicios mucho más caros, entonces, era el Estado el que tenía que
sufragar los mayores aportes para mantener la institución. Aunque, los críticos
olvidaban que era el propio Estado el mayor deudor que tenía el Seguro Social.

Pero, la última década del siglo XX fue testigo de grandes cambios en la


producción y el trabajo. Así lo dejó sentado Romero Montes cuando indicó que:

“Hoy, la economía, gracias a esa transformaciones tiene una nueva dimensión: se


ha internacionalizado, se ha globalizado, se ha mundializado. El perfil de la nueva
estructura de la economía está marcada por la apertura de las fronteras que
permite un aumento en el comercio mundial de bienes y servicios y de
movimientos de capitales, por la importancia creciente de las inversiones
extranjeras, por la interconexión de los mercados financieros y por el rol
preponderante de las empresas multinacionales” (1996:623).

Es decir, las grandes transformaciones económicas que sufrió el sistema


capitalista a fines del segundo milenio, determinó un cambio sustancial en la
estructura productiva y de circulación de bienes y servicios a nivel mundial. Los
mercados nacionales fueron vencidos por las tendencias que propugnan borrar las
barreras arancelarias –y las soberanías nacionales- con el único objetivo de
intervenir directamente en el destino político de los países productores de recursos
naturales y materias primas. Exacerbar el rol extractivista de las antiguas
economías ya ligadas a esta etapa de la producción mundial capitalista. Así, en el
Perú, la llamada globalización es simplemente la misma fase imperialista existente
desde inicios del siglo XX.

En el mismo evento, el doctor Jorge Rendón Vásquez presentó su ponencia


Derecho del Trabajo y Empleo Global, donde sostiene que:
“En el mercado de fuerza de trabajo, las condiciones de la prestación laboral y la
remuneración deben fijarse, en principio, como en cualquier otro mercado, por la
oferta y la demanda. Así, cuan mayor es la oferta de fuerza de trabajo sobre su
demanda, las condiciones de trabajo tenderán a ser más duras para los
trabajadores y sus remuneraciones cada vez menores hasta llegar a los límites de
subsistencia. Al contrario, si la oferta de puestos de trabajo es mayor que la oferta
de mano de obra, el precio de ésta tenderá a subir y las condiciones de trabajo
serán más favorables para los trabajadores” (1996:25-26).

De esta manera, el Dr. Rendón explica la idea paradigmática que se impuso en el


Perú de la década de 1990: el mercado es el único espacio donde todo se debe
solucionar. Así, “la mano invisible” es la que imparte justicia. Este nuevo
paradigma, se convirtió en un discurso dogmático a favor de los sectores
empresariales que de manera directa o indirecta se encontraban en el poder.
Además, logró ser “académico” al momento de ingresar a las universidades
peruanas. Para ello, sólo se necesitó de la intervención directa de la dictadura a
través de comisiones que impusieron nuevas cátedras exclusivas para docentes
convencidos del discurso dogmático y fundamentalista. Pero, el Dr. Jorge Rendón
Vásquez es muy crítico de este dogma, por ello explica que:

“Sin embargo, no se ha dado casi nunca tal automatismo debido a un exceso


permanente de fuerza laboral en relación a los puestos de trabajo disponibles, o,
lo que es lo mismo, las empresas y el Estado han creado puestos de trabajo, en
menor número que los necesarios para emplear a los trabajadores con aptitud
para ocuparlos, desequilibrio que ha conferido a los empleadores una permanente
supremacía en el establecimiento de los términos de la contratación laboral, pues
como propietarios de las empresas gozan del poder de emplear o no emplear, y
de escoger los trabajadores que habrán de incorporar a sus empresas” (1996:26).

Es decir, más allá de la teoría de libro y salón, el modelo neoliberal que se


sustenta en la reducción infinita del Estado para dejar que la sociedad sea
gobernada desde el mercado (y su “mano invisible”) no tiene ninguna correlación
con la realidad social. El poder económico y político que acumulan los
empresarios les permite manejar el mercado laboral a su libre albedrío. No
necesitan del mercado para imponer salarios; por el contrario, sólo necesitan de
comprimir la demanda de contratación laboral para –inmediatamente- poder
imponer condiciones laborales y salariales. En el Perú lo han hecho de manera
histórica. Entonces, el discurso neoliberal de modelo de mercado es simplemente
una forma de alienación que buscan desarrollar en los propios empleados y
trabajadores con la intención de un “no-cuestionamiento” de la realidad laboral y
salarial. Un trabajador explotado y defensor de los empresarios es el objetivo
político de esta política del fujimorato. Y de sus empresarios amigos. El doctor
Romero Montes lo explica:

“Dentro de este proceso de globalización de la economía, tal como afirma la OIT


la liberalización de los mercados nacionales es el elemento central de la nueva
estrategia de desarrollo, con la que se sustituye a la política de proteccionismo
que imperó durante los últimos cincuenta años. Así por ejemplo, en Europa
Occidental, durante los decenios de 1980 y 1990, la opinión de que el
estancamiento económico podía atribuirse a las gastos sustanciales del estado de
bienestar, fue prevalente” (1996:623-624).

Así es. Se pensó que el denominado estado de bienestar (política utilizada para
enfrentar el miedo al socialismo real) gastó mucho dinero de las reservas
nacionales y de los impuestos de las empresas, lo que no permitió realizar las
grandes obras estructurales que el país exigía para enfrentar los grandes cambios
en la producción. Los países que controlan el poder económico del sistema
capitalista, vieron en el modelo Neoliberal y en la etapa Globalizante de la fase
Imperialista, la salida más rápida a su estancamiento. De esta manera, desde la
década de 1990, el mundo empezó a ser percibido como un todo económico. La
globalización económica generó nuevas formas de control y dominación. Una de
ellas fue la llamada competitividad internacional. En 1993, el sociólogo argentino
Julio Godio planteó que:

“La revolución tecnológica, la reconversión productiva y la globalización del mundo


se han realizado en los países industrializados de economía de mercado con
regímenes políticos democráticos. En esos países, la cultura política
predominante es el liberalismo político, que combina el respeto por los derechos
individuales, la iniciativa individual y privada y el funcionamiento de regímenes
democráticos y pluralistas” (1993:38).

Pero, rápidamente el nuevo modelo se extiende y llega a países que tienen otras
tradiciones políticas donde el individualismo y el consumismo prima sobre lo
colectivo y la planificación económica. Empezó una fuerte lucha por el control de
los mercados internacionales sin dejar de lado la supremacía absoluta sobre el
mercado interno. Las relaciones comerciales entre mercado interno e internacional
se volvieron muy tirantes. De esta manera, se ha generado la llamada
competitividad internacional, que –según el doctor Francisco Romero Montes-:

“Los países utilizando la competitividad internacional tienen como reto no sólo la


defensa de sus mercados internos, ante el acecho de bienes y servicios
extranjeros, sino también el ocupar espacios más allá de sus fronteras. En el
cumplimiento de estos propósitos, se piensa que los gastos en seguridad social
constituyen un problema que impide ser más competitivos. DE aquí se
desprendería, a su vez, que la competitividad es un obstáculo para el
mantenimiento de la seguridad social” (1996:624).

Mejor dicho, para asegurar el “desarrollo económico de un país” se debe ser


competitivo internacionalmente; y, para serlo, es necesario reducir o eliminar la
seguridad social. Aquella seguridad social que como medio, mecanismo o
estrategia ha sido diseñado para atender al individuo en caso de una contingencia
o una catástrofe. Son los más pobres y la clase trabajadora los que deben pagar el
precio de la competitividad que exigen los empresarios y los dueños del capital.
Por ello, desde los organismos financieros internacionales –Fondo Monetario
Internacional y Banco Mundial- y con el beneplácito de las organizaciones políticas
de la derecha peruana, el gobierno de Alberto Fujimori inició un conjunto de
contrarreformas laborales que lo único que han logrado es abaratar el precio de la
mano de obra en el Perú, convirtiéndola en una de las más bajas de la región. Y,
no contentos con ello, han privatizado el sistema de pensiones y generado una
cultura de la seguridad particular: los llamados seguros de salud.

En el Perú, el sistema de salud se ha privatizado en forma escandalosa y sin


mayor vergüenza. Se ha impuesto la idea que los servicios de salud particulares
son superiores a los que administra el Estado. El trabajador gasta gran parte de su
salario pagando los seguros que le permitirán ser atendidos en clínicas. Las
clínicas gastan ingentes cantidades de dinero en publicidad en medios de
comunicación privados. Los medios de comunicación privados informan en forma
escandalosa el maltrato que sufren los pacientes en los hospitales administrados
por el Estado. Así, el círculo se cierra a favor de las empresas privadas de salud y
de pensiones. Ya que, el trabajador asustado –y alienado- por los medios, sólo
piensa en pagar para asegurar a su familia. El doctor Romero Montes indica que:

“Ante semejante dilema, la solución debería pasar por la búsqueda de una


economía competitiva manteniendo una protección social adecuada. Ese debería
ser el reto del futuro. Creemos que no es imposible” (1996:624).

La propuesta del doctor Francisco Javier Romero Montes es muy simple: a) No


niega la posibilidad de desarrollar una economía que busque la competitividad
económica internacional; b) pero, ello no significa sacrificar a los trabajadores y
sus derechos laborales.

Aunque, en el Perú, no se tomó en cuenta jamás el segundo aspecto. Por el


contrario, se exacerbo y naturalizó el discurso que sostiene la idea de atraer
inversiones a costa de reducir los derechos laborales. Incluso, el mismo sistema
de Seguridad Social y el Sistema de Pensiones se privatizaron. La idea neoliberal
extremista y sectaria se impuso. El Estado debe dejar todo en manos de privados.
Aunque, los casos de funcionarios del Estado que tienen intereses particulares en
esa política son muchos. Y para que todo fuese legal, se determinó el cambio de
la Constitución Política del Perú de 1979, por otra que garantice y legalice el
discurso político extremista. El doctor Héctor Béjar (2019) sostiene que:

“La Constitución de 1993 fue una columna fundamental del edificio neoliberal que
se estaba construyendo. En su capítulo sobre el régimen económico prohibía de
manera explícita y terminante, que el Estado realice actividades económicas. Era
apenas un subsidiario de las empresas privadas” (2019: 730).

De esta manera, cualquier intervención directa que realice el estado en materia


económica es considerado anticonstitucional e ilegal. Todas las decisiones
económicas del Perú se toman en las oficinas de los gerentes y directores de las
empresas. El Ministerio de Trabajo se convirtió en una agencia de empleos. Y, el
Ministro de Trabajo es simplemente un secretario de los empresarios agremiados
en la CONFIEP. El doctor Francisco Romero Montes plantea una variable
demográfica al problema del sistema de Seguridad Social. Anotó que:

“Uno de los cambios más generalizados en la mayoría de los países es de


carácter demográfico. La mayoría de las condiciones de vida por diferentes
factores tales como la evolución de la medicina, dietas alimentarias adecuadas,
suministros de agua potable y demás mecanismos sanitarios, han disminuido las
tasas de mortalidad y han prolongado la expectativas de vida” (1996:625).

Éste argumento también es utilizado por aquellos que buscan prolongar la edad
laboral y de jubilación. Se supone que desde la aplicación del modelo neoliberal a
nivel mundial, la economía ha mejorado en todos los países y, con ella, los niveles
de vida de los trabajadores han mejorado. Lo que les permite vivir más y mejor.
Esto último no es cierto. Y, en el Perú, las pensiones no forman parte del grupo de
las más elevadas en la región. Docentes universitarios con más de 30 años de
servicios se jubilan con un sueldo mínimo mensual. Además:

“No puede dejar de señalarse, el pago de la deuda externa como elemento que
incide profundamente en la agudización de la desprotección social, en los países
deudores. Una gran cantidad de recursos deben destinarse prioritariamente al
pago del servicio de la deuda externa, postergando el desarrollo económico y la
protección social de la gente. Lo grave es que, en este aspecto, no se vislumbra
una salida al problema, sino por el contrario un agravamiento, lo que determina
que las generaciones futuras estén ya condenadas a vivir dentro de un marco de
pobreza cada vez más preocupante” (1996:627).
A lo dicho anteriormente, es decir, reducir o eliminar los derechos laborales a los
trabajadores con el objetivo de “atraer” inversiones, se debe unir la idea de ser
muy “eficientes” en el pago de la deuda externa. Para esto último, se recurre a re
direccionar los recursos del Estado. Se reduce el gasto público. Se eliminan los
derechos sociales –y a cambio sólo se desarrollan programas sociales
coyunturales-. Se “ajustan” salarios y pensiones. Todo por pagar la deuda externa.
De esta forma, se demuestra nuestro cumplimiento con las obligaciones
contraídas con organismos financieros mundiales como el Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial. Así, el país recibe “certificaciones” de
instituciones; mientras que, nadie certifica las pésimas condiciones en las que
viven las familias obreras y de jubilados. Entonces, todo se reduce a cifras y
estadísticas. Números fríos donde los rostros de las personas son invisibles.

Romero Montes sentencia que:

“Friedman, postula el criterio que el bienestar social sólo puede venir de una
productividad más alta, la inversión de más capitales y una más difusión de
habilidades. Sólo así habrá más para el trabajador, para el inversor, el consumidor
y sobre todo para el Estado a través de los impuestos” (1996: 629)

Las teorías de Friedman; Von Hayek y Von Mises son sólo eso: teorías políticas.
No han surtido ningún efecto positivo su aplicación en los países periféricos con
una economía primaria extractivista. Son muy perjudiciales para las clases
trabajadoras. Lo único que han consolidado es el control del Estado en forma
directa por empresarios que sólo buscan sus beneficios personales. Los gobiernos
de Trump; Macrón; Macri; Bolsonaro; Piñera, etc. son producto de estas
elucubraciones políticas planteadas desde los centros de poder financiero. Incluso,
son un atentado contra las burguesías nacionales.

BIBLIOGRAFÍA

Béjar, Héctor. (2019) Vieja Crónica y Mal Gobierno. La otra historia, la que nos
ocultan. Achebe ediciones. Lima-Perú.

Godio, Julio. (1993). Los sindicatos en las economías de mercado en América


Latina. Fundación Friedrich Ebert de Colombia FESCOL. Bogotá-Colombia.

Lostaunau Moscol, Augusto. (2019a) Francisco Romero Montes y la Importancia


de la Seguridad Social. En: Diario UNO. Sábado 17 de agosto de 2019. Lima-
Perú.

Lostaunau Moscol, Augusto. (2019b) Jorge Rendón Vásquez: El derecho al trabajo


y empleo global en 1996. En: Diario UNO. Miércoles 14 de agosto de 2019. Lima-
Perú.
Lostaunau Moscol, Augusto. (2018) El IV Congreso Peruano del Derecho del
Trabajo y de la Seguridad Social. UNMSM 1996. En. Revista de Derecho del
Trabajo y Seguridad Social. Año IV N°5. Taller de Investigación de Derecho del
Trabajo y de la Seguridad Social Dr. José Matías Manzanilla. Facultad de Derecho
y Ciencia Política. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima-Perú.

Rendón Vásquez, Jorge, (1996) Derecho del Trabajo y Empleo Global. En:
Ponencias para el VI Congreso Peruano de Derecho del Trabajo y de la Seguridad
Social. 9-13 setiembre de 1996. Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Facultad de Derecho y Ciencia Política. Lima-Perú.

Romero Montes, Francisco Javier. (1996) La Seguridad Social en una Economía


Competitiva. En: Ponencias para el VI Congreso Peruano de Derecho del Trabajo
y de la Seguridad Social. 9-13 setiembre de 1996. Universidad Nacional Mayor de
San Marcos. Facultad de Derecho y Ciencia Política. Lima-Perú.

Tokman, Víctor. (2004) Una voz en el camino. Empleo y equidad en América


Latina: 40 años de búsqueda. Fondo de Cultura Económica. Santiago-Chile.

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