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UNIDAD I

SEIDMANN – HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL


La psicología social
Lo que caracteriza a la Psicología Social es el concepto de relación, interdependencia,
interacción, influencia. Modificación de la conducta y creencias de una persona debido
a la presencia de otros. La psicología social enlaza la conducta a fenómenos micro y
macro sociales. La psicología Social implica una perspectiva –no individual – para
enfrentar la problemática humana.
La psicología social aborda la experiencia subjetiva de las personas, tal como se
construye en la interacción social. Las personas intentan explicar sus experiencias de
vida, atribuyendo significados intersubjetivamente a las circunstancias vividas. La
psicología social se desarrolló en un terreno empírico al ritmo de las demandas de la
sociedad.
Cartwrigth - define a la psicología social como “una rama de las ciencias sociales que
intenta explicar cómo la sociedad influyó en la cognición, motivación, desarrollo y
comportamiento de los individuos y a su vez es influenciada por ellos.” Hay una
relación recíproca entre sociedad e individuo, a través de dos constructos básicos: el
ambiente social (normas, roles, grupos, organizaciones, redes sociales) y
comportamiento social (en actuar un rol, ejercer poder, votar, liderar)
El contexto social en el surgimiento de la psicología social.
Allport considera que las raíces de la Psicología Social yacen en el terreno intelectual
de la tradición occidental europea, y en cambio, su florecimiento más reciente es un
fenómeno característicamente americano, en el período inmediatamente posterior a la
Segunda Guerra Mundial.
El contexto histórico social de desarrollo de la Psicología Social estuvo
fundamentalmente signado por los avatares de la Segunda Guerra Mundial en Europa
y por la gran cantidad de problemas y necesidades que produjo (combatir la
desmoralización de la población, estudios de actitudes, relaciones internacionales,
adaptación de los soldados a la vida en el ejército y el combate, problemas
psicológicos acarreados por una economía de guerra).
Cartwright identifica a la Segunda Guerra Mundial como la influencia más poderosa en
el desarrollo de la Psicología Social y a Hitler como la persona que mayor impacto tuvo
tanto en el surgimiento de problemas humanos como en la búsqueda de soluciones.
Su marcado anti intelectualismo y anti semitismo contribuyó al importante flujo
migratorio de científicos europeos a Estados Unidos, con el consiguiente retraso de la
psicología social europea, como al crecimiento de focos de desarrollo de psicólogos
sociales en Estados Unidos que adhirieron al paradigma conductista.
Los precursores
Los comienzos de la Psicología Social se remontan a fines del siglo XIX, en Francia
con los trabajos de Gabriel Tardé. Gabriel Tardé fue reconocido tardíamente como un
precursor de la Psicología, asociado a la figura de Emile Durkheim, con quien
polemizó acerca de la influencia fundante del ser humano: lo individual vs. lo social.
Así como Durkheim afirmaba que lo social, las normas sociales son exteriores al
individuo y ejercen sobre él una coerción que le es extraña, Gabriel Tardé enfatizó en
el papel del individuo, de sus innovaciones y sus invenciones sobre el desarrollo
social. La persona, según Tardé, interioriza las normas que se transforman en lo más
íntimo del sujeto. La conciencia colectiva no tiene una existencia independiente de los
individuos.
Es a través del estudio de la imitación por lo que se incorporó la figura de Gabriel
Tardé a la historia de la Psicología Social. Tardé subraya la figura el carácter dinámico
y selectivo de la imitación. Somos el resultado de la combinación de una multiplicidad
de otros. Tardé preanuncia así la posterior teoría del rol y la perspectiva social del sí
mismo que deriva de “asumir el rol del otro”.
El estudio del individuo puede aplicarse al conocimiento del grupo, ya que éste está
compuesto por individuos y la consideración de las relaciones sociales
(interpsicología). Está asociada con un claro énfasis en lo interaccional. La
interpsicología se refiere en Tardé, a la reciprocidad de imitaciones. En el proceso
social, los individuos se influyen recíprocamente, construyendo una conciencia
colectiva.
En Alemania por otro lado, se destaca la figura de Wilhem Wundt y su Psicología de
los pueblos. Wundt estudia las formas de comportamiento colectivo, los procesos
mentales que trascienden a los individuos y que surgen por asociación en una
comunidad cultural y son importantes para la comprensión de procesos cognitivos
superiores no cognoscibles por introspección. Estudia la relación entre lenguaje y
pensamiento. El aborda la mente del pueblo, buscando aquello que hace de varios
individuos un solo pueblo, cómo la diversidad se transforma en comunidad. Wundt
apunta a mostrar los espíritus y mentes de diferentes pueblos, razas y comunidades.
Wundt analiza la mente en sus manifestaciones externas, es decir, en términos de
cultura que se halla más allá del percatamiento individual consciente. Wundt busca
develar los procesos mentales superiores, producto de creaciones sociales, culturales
y artísticas únicamente explicables a partir de un punto de vista histórico.
Así, los aportes de Wundt serán el germen de una de las dos tradiciones históricas de
la psicología social: la Psicología Social Sociológica, que estudiará la conciencia
individual como resultado de la creación de significados en la interacción social.
Francia es también la cuna de algunos pensadores cuyos aportes fueron cruciales
para la psicología social. Durkheim enfatizó en la primacía de lo social por encima de
lo individual. Lo social es irreductible a una explicación psicológica individual; posee
características peculiares y es anterior a la existencia del individuo. Este fue el punto
sobre el cual polemizó con Tardé acerca de la primacía fundante de los fenómenos
humanos: lo social vs. lo individual. Durkheim diferencia las representaciones
individuales, estudiadas por psicólogos, de las representaciones colectivas, que los
sociólogos estudian tomando objetivamente los hechos sociales. Esta es el área que
más tarde Moscovici retomará más adelante en su teoría de las representaciones
sociales, que indica el punto de síntesis de la anterior antítesis durkheiniana entre la
primacía de lo individual vs lo social, una perspectiva más sociológica de la Psicología
Social.
Es también en Francia que surge la consideración de la conducta de las masas, en la
figura de Gustavo Le Bon, un noble preocupado por la irrupción de las masas a partir
de la Revolución Francesa. Se hacía necesaria una disciplina que explicara el
comportamiento social, conocer los mecanismos del control social frente a una Europa
convulsionada, signada por cambios drásticos y acelerados, movimientos políticos
revolucionarios. Para Le Bon los fenómenos de masas eclipsan todas las
características humanas individuales positivas. El ascenso de las masas coincide con
la declinación de la civilización, ya que el “alma colectiva”, propende una conducta
inconsciente e irracional. La masa se transforma así en una entidad psicológica
distintiva e independiente de los miembros que la componen.
Los estudios precursores sobre psicología de las masas y psicología colectiva
sentarán las bases para la moderna psicología social europea, que tanto peso e
importancia le otorga a los condicionamientos sociales de la conducta humana.
Historia de la psicología
En Estados Unidos la Psicología Social hace su aparición en 1908 con la publicación
de dos manuales: Edward Ross (Social Psychology) y William McDougall (Introduction
to Social Psychology).
Edward Ross postula una psicología social que estudia las conductas resultantes de
las influencias interindividuales, de las interacciones sociales, tales como se dan en las
situaciones de invención-combinación original de ideas en la mente individual- y
sugestión e imitación –acción de unas mentes sobre otras-.
Ross inscribe así a la Psicología Social como parte de la sociología, estudiando las
uniformidades en la conducta humana debido a causas sociales, tales como el
lenguaje, los mitos, las costumbres, una psicología de las modas colectivas.
William McDougall considera a los instintos como origen o causa de la conducta
humana individual o social. Cada instinto se corresponde con una conducta específica
a la que explica y su correspondiente expresión emocional, como, por ejemplo, el
instinto de huida corresponde con el temor. Para McDougall existen instintos sociales
que determinan la conducta social. Sin embargo, la producción posterior de McDougall
incursiona en la psicología colectiva, con una perspectiva genética y más social de la
mente humana que “está moldeada por la sociedad en la que se desarrolla”, siendo el
producto de la interacción humana. El grupo tiene poder de influencia sobre las
consciencias individuales, aboga por la existencia de una consciencia colectiva, un
espíritu de grupo que se impone sobre las conciencias individuales a través de la
sugestión.
En la historia de la Psicología Social prevalecieron dos corrientes: La Psicología
Social Psicológica y la Psicología Social Sociológica, cada una como derivación
de una tradición de pensamiento.
La Psicología Social Psicológica deriva de la psicología general y surgió a principios
del siglo XX, fundamentalmente en EEUU, vinculada al conductismo, en tanto éste fue
una reacción al introspeccionismo de Wundt, al instintivismo y a las teorías sobre la
mente de grupo (de McDougall). La psicología dejó de ser la ciencia de la mente para
transformarse en la ciencia de la conducta.
Desde esta posición epistemológica (positivismo lógico) se enfatizó la posibilidad de
estudiar la conducta observable, desde una aproximación externa a la gente. Se utilizó
el método experimental en el trabajo en los laboratorios, intentando formular leyes
generales sobre la conducta social. Desde esta perspectiva, la psicología social se
desarrolló como una disciplina empírica y experimental. Lo importante era observar y
medir lo que la gente hacía. La unidad de estudio y conceptualización fue el individuo y
su forma de relacionarse con el medio circundante.
Allport definirá a la Psicología Social como el estudio de la conducta social,
“estimulaciones y reacciones que surgen entre los individuos y la parte social de su
medio”. Su posición en Psicología Social es de corte individualista, biologista, incluso
para la explicación de fenómenos grupales. Plantea que los mecanismos
comportamentales y la conciencia son un fenómeno individual, fundamentales para la
comprensión de la interacción entre individuos. No hay psicología de grupos que no
fuera esencial y completamente una psicología de individuos.
La Psicología Social Sociológica, más emparentada con la sociología, estuvo
vinculada al interaccionismo simbólico. Las influencias más importantes sobre la
conducta son las simbólicas, que derivan del uso del lenguaje en la interacción y que
impregnan de significado la conducta social. La persona se va conformando a través
de la internalización de los significados plasmados en la interacción social e
incorporada al sí mismo. Esto le posibilita ver el mundo tal como lo ven los demás. El
proceso de convertirse en “persona” implica, de este modo, un desarrollo evolutivo.
El conductismo en Psicología Social.
El conductismo fue la forma que asumió el positivismo en el desarrollo histórico de la
psicología. Basado en el dualismo mente/cuerpo, desarrolla sus consideraciones a
partir del segundo término de la dualidad y particularmente acerca del
comportamiento. Esta corriente está interesada en el estudio de las respuestas de la
persona frente a los estímulos del medio en el proceso de aprendizaje de las
conductas sociales. Se centró en el estudio de conductas observables asociadas a
situaciones de aprendizaje, con la aspiración de darle a la psicología un status
científico. Toda conducta humana es, para el conductismo, producto de la influencia
moldeadora del ambiente, que deja su impronta en el sujeto. En esta perspectiva se
destacaron el estudio de fenómenos como la adquisición del lenguaje, de los valores y
de las actitudes de una persona en diferentes ambientes sociales. Se buscó
comprender la naturaleza social del hombre, su surgimiento en la interacción social,
distanciándose de conceptos mentalistas tales como sensación, percepción, imagen,
voluntad, atención. Su mayor exponente e s J.B. Watson.
El movimiento de la teoría de la Gestalt a la Psicología Social.
La psicología de la Gestalt (Psicología de la Forma), sostiene que la realidad está
organizada y la ciencia funciona como un sistema integrador y comprensivo. Introduce
el concepto de isomorfismo (semejanza de forma, correspondencia entre realidad y
conocimiento, entre los procesos físicos, los psicológicos y los procesos fisiológicos
cerebrales. La mente representa la organización de los objetos del mundo externo, así
como los procesos fisiológicos. Existe un paralelismo entre las estructuras de los
fenómenos del mundo natural y las estructuras y dinámicas mentales. La persona
reacciona frente a una pauta organizada de estímulos que constituye la experiencia.
La Gestalt enfatizó la consideración del campo, la totalidad de los elementos
presentes, como principio explicativo. Es el todo, la organización, el que da sentido a
las partes, las que forman configuraciones o esquemas, y presenta características de
tendencia al equilibrio, simetría y regularidad. K. Lewin destacó la idea del espacio vital
y el ambiente psicológico, para referirse a todos aquellos hechos que ejercen
influencia psicológica sobre una persona en un momento determinado, con lo cual
preanuncia la psicología cognitivista y la perspectiva constructivista en psicología
social.
El PSA en Psicología Social.
Los aportes psicoanalíticos en Psicología Social son un producto netamente europeo y
derivan en primer lugar de los propios aportes de Sigmund Freud quien, con la
influencia de la lectura de Gustavo Le Bon, modifica su teoría del aparato psíquico
para dar cuenta de los fenómenos de masa, de lo social.
El interaccionismo simbólico.
Es expresión prioritaria de la tradición de la psicología social sociológica. Como
precursor de esta corriente encontramos pensadores como William James quien
sostuvo desde una posición de un empirismo radical que la razón tiene base en la
experiencia concreta. Concibió a la conciencia como proceso, transcurso, siempre
cambiante, como sucesión continua de vivencias subjetivas y personales. La
conciencia es conciencia de alguien, es personal, lo psíquico, es incesante fluir, le
ocurre a alguien. Mead fue un pragmatista, siguiendo las huellas de su maestro,
James. La psicología Social de Mead establece la superación de la controversia que
agitaba a las ciencias sociales acerca de la prioridad del individuo o de la sociedad,
desde la conocida polémica entre Durkheim y Tardé.
Mead propone que el individuo es un producto de la interacción recíproca, a través de
la cual surge la mente. Esta constituye también un producto social. Mead enfatiza la
naturaleza social del self en el hombre que surge de la experiencia humana. Mead
plantea la anterioridad histórica de la sociedad sobre la persona individual. La mente
surge en el devenir de la comunicación humana y en la experiencia social de las
personas, siendo el lenguaje un fenómeno básicamente social. Enfatiza la naturaleza
dialéctica de la relación individuo/sociedad en una clara posición anti reduccionista.
La psicología Social Europea
La Psicología Social Europea presenta un interés más pronunciado por lo social. La
psicología social en Francia hunde sus raíces en las ideas de los padres fundadores
de la sociología, en particular E. Durkheim. Las representaciones sociales:
Se trata de un concepto desarrollado por Moscovici en su investigación sobre la
representación social del psicoanálisis, en la cual retoma la idea de Durkheim acerca
de las representaciones colectivas. Estas se refieren a la forma en que el grupo piensa
acerca de sus experiencias. Son las formas en que la sociedad se representa a sí
misa, diferente de las representaciones individuales, estudiadas por la Psicología.
Moscovici se refiere a las representaciones sociales como “entidades casi tangibles,
que circulan, se cruzan, se cristalizan, están en la encrucijada de conceptos
sociológicos y psicológicos.” La representación social es una “preparación para la
acción”, que guía al comportamiento, son conjuntos dinámicos de acciones que
producen comportamientos y relaciones con el medio. Le permiten a las personas
orientarse en su entorno material y social y controlarlo, ordenando sus significados.
Son un puente entre la vida social y la subjetividad. Son sistemas cognitivos
compartidos por los miembros de una comunidad, explicaciones de sentido común que
les permiten evocar objetos ausentes, pasados o futuros, portando una condensación
de significados que conllevan emociones, imágenes e ideas.
Se crean y transforman en la comunicación de la vida cotidiana. Moscovici señala que
cuando una teoría científica se difunde entre el público lego se hace saber común,
representación social que cambia la visión que la gente tiene del mundo y de sí
misma. El mundo no vuelve a ser como antes, porque la representación tiene
repercusiones sociales poderosas. Tiene la función de hacer familiar lo desconocido y
prescribe así conductas. Moscovici señala que el surgimiento del concepto de
representación social implica una conformación única entre el sujeto cognoscente y el
objeto conocido, ambos surgen en el mismo proceso. Una representación social
representa un objeto y es, al mismo tiempo, representación social de un sujeto.

CORREA – “NOTAS PARA UNA PSICOLOGÍA SOCIAL”


El campo de conocimiento psico-social de la vida cotidiana es un campo que se
recorta por el interés en el entendimiento, la comprensión y explicación de la relación
entre el sujeto y la realidad, cuyas coordenadas teóricas de múltiples atravesamientos
históricos, han permitido diversas y diferentes formulaciones del “lazo” psicológico y
social entre el individuo y una sociedad determinada.
El campo de la psicología social es un conjunto de saberes y producciones teórico-
prácticas que posibilitan lecturas sobre la relación/tensión entre individuo y sociedad
en la realidad de la vida cotidiana. De esta manera el estudio en psicología social
define problemáticas o reconstrucción de “problema/s” a la luz de diversos cuerpos
teóricos, en contextos socio históricos. Teorías que aportan instrumentos que
funcionan como caja de herramientas y aportan a la reflexión de la dimensión histórica
de las situaciones que analiza. De este modo entendemos que la relación entre
individuo-sociedad es una problemática abierta, una trama, que implica una
construcción conceptual o elaboración provisoria de conocimiento, en función de las
herramientas conceptuales y metodológicas utilizadas en un contexto singular.
Principales antecedentes.
La psicología social construye explícitamente una encrucijada entre la psicología y la
sociología, permitiendo de esta forma la articulación de sus miradas. La psicología
social se afirma resueltamente ambigua, en donde la mayoría de las formas de
conocimiento y de investigaciones científicas de la época trabajan incansablemente
para depurar sus campos de las taras de la subjetividad, de la equivocidad, de la
polisemia. Hay que entender que, con la perspectiva abierta de esta disciplina, la
psicología social, se esboza de hecho, en el campo de las ciencias del hombre y de la
sociedad, más que una distinción de campo, de objeto o de métodos es una revolución
copernicana, plantea otra problemática epistemológica.
Los antecedentes de la disciplina nos muestran las vicisitudes para definir el objeto de
estudio, desde las preguntas iniciales que los hechos empíricos le plantean a la
disciplina hasta la identificación de los componentes conceptuales. El recorrido en la
trayectoria de una disciplina nos permite comprender como se construyó y desde ese
lugar como podrá reconstruirse la realidad. Proponemos aproximarnos a: la relación
individuo-sociedad, referentes teóricos de la psicología social (referencias del
pensamiento psicológico, sociológico, de la antropología y de la lingüística, la
psicología social en Latinoamérica y algunas particularidades de la psicología social en
Argentina y derrumbes y construcciones en Psicología Social.
La relación individuo-sociedad:
A lo largo de la historia de la psicología social y de las ciencias sociales, distintas
teorizaciones han planteado e intentado explicar la constitución de la relación individuo
sociedad. No estamos ante un cuerpo de conocimientos homogéneos sino en lucha,
en tensión y, por lo tanto, en confrontación, cuyos resultados son diversas maneras de
articulación posible de teoría-práctica-teoría, según el modelo o paradigma que
constituye un campo de conocimientos en psicología social. El recorrido está orientado
por los problemas que enfrenta la disciplina para enunciar el objeto de estudio, como
asimismo por las resoluciones provisorias y las prácticas sociales de conocimiento que
se pusieron en juego. Interesa en la historia recuperar una línea de sentido de las
teorizaciones en psicología social, desentrañando las demandas sociales y
reconociendo la posición de la psicología social en relación al campo científico.
Entendemos que la relación entre individuo y sociedad es una problemática
abierta que implica una construcción conceptual provisoria de conocimiento, en
función de las herramientas conceptuales y metodológicas que se elaboran y utilizan
en condiciones y situaciones concretas. La fórmula individuo-sociedad plantea el
requerimiento a ser retrabajada desde su misma complejidad, histórica y social.
Principales referentes del recorrido por los antecedentes de la Psicología Social.
La denominación Psicología Social surge como tal en el mundo anglosajón, en
el siglo XIX bajo el signo de las nuevas clases sociales producto de la revolución
industrial de fines del siglo pasado y reconoce como antecedentes, pensadores de
otros campos disciplinares, como la filosofía, la política y la economía. El modelo
capitalista transformó las relaciones de producción e instauró nuevas condiciones de
trabajo y consecuentemente, nuevas clases sociales como asimismo cambió las
concepciones de organizaciones sociales. Se constituye la sociedad moderna, y en la
búsqueda de justificaciones y explicaciones a este nuevo orden de cosas, surgen
entonces, las llamadas ciencias sociales y entre ellas la Psicología Social. Su fecha de
nacimiento es en la modernidad y según la mayor preocupación por lo psicológico o
por lo sociológico se puede pensar a la psicología social como más psicológica o más
sociológica.
Referencias principales del pensamiento psicológico.
En los primeros momentos los estudios denominados de Psicología Social, se
caracterizaron por su carácter biologicista-instintivista e individualista cuyos
intereses marcadamente pragmáticos, plantearon una forma reduccionista de lectura
acerca de la conducta social, el entorno y/o medio ambiente y transformó los objetos
de estudio tradicionales de la psicología como el espíritu, el alma, los instintos.
Inciden principalmente, los referentes teóricos del estudio de la conducta y en sus
orígenes mencionamos los aportes remarcables del “conductismo”. Asimismo,
destacamos que el estudio de la conducta excede el conductismo de raigambre
pragmática y funcionalista pues se reconocen en este eje del concepto, con las
necesarias crisis, confrontaciones y rupturas, los aportes de la Gestalt, del
psicoanálisis y del cognitivismo.
El concepto de conducta pervive como núcleo central en las teorías de la Psicología
Social. “La psicología social puede definir como el estudio científico de las conductas
de los individuos influidos por otros individuos” (Germani). “Todo enunciado que
vincule la conducta del funcionamiento de un organismo, el cual a su vez está
vinculado al medio social, es un enunciado psico-social” (Newcomb)
Referentes del pensamiento sociológico.
El pensamiento sociológico, en las figuras de los clásicos: Durkheim, Marx, Weber,
entre otros, generaron líneas de pensamientos y teorizaciones en psicología social.
Luego incluso aparece el interaccionismo simbólico con Mead. Aportan al
conocimiento de “lo social” y al comportamiento humano, puntualizando principales
conceptos que son: relación social-condiciones concretas de existencia-normas-
instituciones-producción y reproducción, la dimensión simbólica de la vida social, entre
otros.
Durkheim nos aporta desde el interrogante por las formas en que el individuo se
integra a la sociedad. La sociedad, para este autor, es como una fuerza real, que
imparte a través de sus instituciones, el sentido de una autoridad moral que sobrepasa
los individuos porque ejerce coerción, como también es fuente de legitimación para el
accionar humano. Marx considera al hombre indisociable de la sociedad y se pregunta:
¿Qué es la sociedad? Respondiendo: La sociedad es el producto de la acción
recíproca de los hombres según el estado de desarrollo de las fuerzas productivas, a
un determinado desarrollo de las fuerzas productivas de los hombres, corresponde
una determinada forma de comercio y de consumo”, y es lo que determina la
conciencia.
En el interaccionismo simbólico, su principal objeto de estudio son los procesos de
interacción (acción social que se caracteriza por una orientación recíproca) y la
investigación de estos procesos se basan en un particular concepto de interacción que
subraya el carácter simbólico de la acción social. Mead enfatiza la importancia del
proceso social de intercambios y los mecanismos de interiorización de la conversación
de gestos (símbolos significantes) y la incorporación del “otro generalizado” en el
surgimiento de la consciencia de sí mismo.
Psicología social en Latinoamérica.
Argentina se ha caracterizado históricamente por la coexistencia de diversos
paradigmas y desarrollos teóricos. En Latinoamérica la trayectoria de las ciencias
sociales particularmente la psicología social se institucionaliza y profesionaliza a partir
de la II Guerra Mundial.
Se presentan características que asume el populismo, el modelo económico y las
ideas de cambio social que construye y define los procesos organizativos,
comunitarios y grupales que redunda en la confusión y trastrocamiento de lo político a
lo económico.
Psicología social en Argentina
En la década de los 50 se puede ver el enfoque Weberiano de Mafud, en “Psicología
de la viveza criolla” que aborda las relaciones sociales, el amor, las costumbres, los
valores, la cultura nacional en la confluencia de visiones, gauchesca-indígena-
europeísta.
En la década de los 60-70, particularmente a partir de los 60 cuando en argentina se
multiplican los intereses, y lecturas, comienza un periodo que trae repercusiones para
el campo de la Psicología, la corriente institucionalista. Un hecho particular en esto
es la separación del bloque de analistas de la IPA.
El contexto socio político era caliente, resonaba la revolución cubana, el mayo francés.
Hubo dos posiciones en la teoría psicoanalítica, una, apolítica, otra con Pichon
Riviere, Bleger, Pavloski, Langer quienes armaron una perspectiva de trabajo
psicoanalítico con marcada incidencia en pos de la transformación social.
Enrique Pichon Riviere el padre de la psicología social en Argentina, funda en los 70
la primera escuela de Psicología Social Argentina, comenzó con un pensamiento
psiquiátrico, luego psicoanalítica y luego social. Incursiona en el proceso creador, en lo
grupal, en el ECRO.
El ECRO como el Esquema Conceptual Referencial y Operativo.
“La psicología social como disciplina que indaga la interacción en sus dos aspectos,
intersubjetivo e intersubjetivo es significativa, direccional y operativa. Se orienta a una
praxis, de donde surge su carácter instrumental”
En la década de los 80 se ve una marcada reconstrucción política de los Estados,
luego de periodos de dictaduras militares. Se fortalecen las corrientes institucionalistas
y grupalistas en el país y desde las posiciones menos legitimadas del poder, se
continuó formulando ensayos, teorizaciones, en pos de pensar con sentido crítico la
trama socio-cultural en donde se construye la subjetividad.
En la década de los 90 se instala las nominaciones de fin. Fin de la historia, de las
ideologías, del estado benefactor. La psicología social profundiza estudios sobre
diversos campos de aplicación o usos, rescatando y profundizando las elaboraciones
en torno a las representaciones sociales, estas, son un proceso que resulta de la
naturaleza social del pensamiento.

MONTERO – CONSTRUCCIÓN Y CRÍTICA DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL.


La noción de paradigma.
Para Mumné los paradigmas en la psicología social específicamente derivan de
modelos del hombre, los cuales se ubican a su vez en las concepciones de la ciencia o
metaparadigmas, cuyo referente último es el ámbito disciplinario entendido como un
marco epistemológico sustantivo.
Un paradigma es un conjunto coherente y relativamente autónomo de premisas
referentes a un determinado modelo del hombre. Lo propio del paradigma será su
carácter fundamentalmente, su condición de modelo organizador y suministrador de
una orientación epistemológica, a la cual Mumné considera como un producto histórico
en cuanto es acumulativo.
Entendemos entonces como paradigma un modelo constituido por un conjunto
sistemático de ideas que presenta relaciones e interpretaciones acerca de la actividad
humana, de sus productores, de su génesis, de sus efectos sobre los seres humanos y
sobre la sociedad, señalando modos preferentes de hacer para conocerlos.
El paradigma DOMINANTE en la psicología.
La posición intermedia de la psicología, ubicada entre el estudio del organismo, el
estudio de los individuos en sociedad y el estudio de los procesos psicológicos que
median entre la actividad interna y externa de la persona, la llevan por una parte a
adoptar el modelo o paradigma metodológico que había conducido a las ciencias
naturales a obtener grandes logros y hacer rápidos avances, y por otra, a adoptar
simultáneamente modelos o paradigmas de explicación de la actividad humana
provenientes del campo de la filosofía y que ya a inicios del siglo XX desembocaran en
creaciones estrictamente psicológicas, ligadas sin embargo a corrientes filosóficas y
sociológicas.
Ese modelo, con el espaldarazo del círculo de Viena, será definitivamente adoptado
por la psicología como paradigma de ciencia y campeará en la disciplina haciendo
sentir de manera dominante su influencia.
Hasta principios de la década de los 80, si bien ya a mediados de los 70 se comienzan
a sentir los atisbos de malestar e inconformidad, debido a que en diversas ramas de la
psicología la visión del ser humano y las vías para estudiarlo son insuficientes para dar
respuestas a las preguntas de investigación.
Ya en 1976, en un congreso científico internacional, colegas provenientes de
Venezuela y de Brasil, coincidíamos en considerar que la psicología social que hasta
ese momento veníamos haciendo, ajustada a los cánones de ese paradigma
dominante, resultaba estrecha, pobre y limitada en sus respuestas alejadas de la
realidad bajo estudio. En 1978 y 1979 proponíamos la necesidad de hacer una
psicología social histórica.
El paradigma que ha dominado en la psicología se caracteriza de la siguiente manera:
 Predominio del método hipotético-deductivo, considerado como el método
científico por excelencia, descalificando a otros como ilegítimos.
 Atemporalidad, expresada en el predominio de los estudios sincrónicos.
 Predominio de un modelo metodológico experimentalista como vía adecuada,
segura, objetiva, válida y confiable para producir conocimiento.
 La relación entre investigador y sujeto de conocimiento supone una distancia
paradigmática: debe hacerse una clara separación ente el uno y el otro. El
investigador es activo, controla y dirige. El sujeto es esencialmente pasivo y
manipulable.
 Se supone la existencia de una estructura de equifinalidad. Los fenómenos
psicosociales se rigen por procesos causales que actúan seleccionando pautas
de comportamiento de acuerdo con sus consecuencias (naturalmente,
previstas).
 Se supone la existencia de variables homeostáticas responsables de la
tendencia a mantener una consecuencia o finalidad, en un hecho o fenómeno,
y que funcionan como causas de comportamiento u origen de una estructura a
ser aplicada.
Cambio de paradigma: el surgimiento de la psicología comunitaria
latinoamericana, esta rama, se inicia en los años 70, a partir de cambios
paradigmáticos provenientes de la sociología y de la educación popular. Otro tanto va
a suceder con la psicología política en la cual se da una evolución del paradigma
dominante a un paradigma coincidente con el que venía desarrollando la psicología
comunitaria. Finalmente, la crisis de la psicología social, expresada por Wexler en
1983, por fin da frutos en el sentido de estructurar un nuevo paradigma, que como
veremos luego coincide con los postulados que se venían proponiendo en América
Latina.
El paradigma EMERGENTE:
El nuevo paradigma construido durante las dos últimas décadas está constituido por
los siguientes postulados:
1. Carácter histórico de la psicología. Su objeto de estudio debe ser ubicado en el
devenir y está constituido por hechos culturales. Esto supone:
a) La impredictibilidad de la conducta humana.
b) No se puede hablar de verdad. La psicología busca el conocimiento y este
es histórico y transitorio.
2. La realidad social como orientadora fundamental de los estudios psicológicos,
lo cual indica que:
a) La realidad es una construcción cotidiana.
b) La realidad social debe ser entendida en una perspectiva dialéctica. Persona
y sociedad se construyen mutuamente.
c) La naturaleza de la realidad social supone un carácter simbólico que permite
la construcción subjetiva de esa realidad y que se expresa en la comunicación,
la cual permite la construcción intersubjetiva de la realidad.
d) La psicología debe reflejar los problemas de la realidad en que se hace,
ubicar la conducta en su contexto social.
3. La psicología no es una ciencia –objetiva- y tampoco tiene por qué serlo. Esto
significa que:
a) El principio fundamental es que el método sigue al objeto y no viceversa.
b) No existe –neutralidad-.
c) Se abre la posibilidad y se reconoce la necesidad de producir métodos
alternativos.
d) Se reconoce un nuevo rol para el psicólogo: el de agente y facilitador del
cambio social, lo cual supone una toma de conciencia de su inserción social y
los intereses históricos a los que sirve.
4. Reconocimiento del carácter activo de los seres humanos, que son
considerados como actores y construcciones de su realidad. Por lo tanto:
a) Quienes van a ser estudiados y –beneficiados- o –ayudados- deben
participar en la formulación de los objetivos de la investigación, así como en
otras fases de la misma.
b) Los sujetos de la investigación tienen derecho a conocer sus resultados en
tanto que coproductores de conocimiento.
c) Se debe incluir la autogestión y participación en los modelos metodológicos
(IAP).
d) La investigación psicosocial tiene dos sujetos: uno investigador externo y
otro investigador-investigado interno. Debe darse una relación horizontal.
Ambos poseen conocimientos que deben ser objeto de intercambio.
5. Necesidad de incluir el punto de vista de los oprimidos y no hacer solamente
psicología desde la perspectiva del –hombre promedio-. De aquí se deriva que:
a) Los resultados de la investigación deben ser evaluados en función de sus
efectos sobre la realidad y no en función de lo que manifiestan sus
realizadores.
b) La investigación está mediada por significados compartidos socialmente y
construidos culturalmente.
c) El estudio de las formas de conciencia y saber popular es parte del objeto de
la psicología social.
d) La psicología puede y debe incluir en su objeto formas de intervención
psicosocial que le den relevancia social y mediante las cuales pueda fortalecer,
rescatar y potenciar las virtudes y potencialidades de los desfavorecidos.
6. El conflicto es parte de la acción humana. Incluir la perspectiva de la
resistencia.
a) Inclusión del estudio de la rebeldía y desviación y no sólo del conformismo.
b) No privilegiar la –normalidad-. Admitir las disparidades.
c) Reconocer e incluir en las teorías el interés político y la resistencia que se
dan fuera de la psicología.
7. Estudio psicológico de la ideología como fenómeno humano y producto
psicosocial.
8. Estudio del cambio social en tanto producto de grupos y comunidades.
9. La psicología debe trabajar porque sus sujetos adquieran conciencia y control
sobre sus vidas y circunstancias vitales. se debe entonces estudiar los
procesos mediante los cuales las víctimas pueden devenir en dueños de su
destino.
10. Inclusión de los estudios sobre la relación entre individuos y vida cotidiana. De
aquí se deduce:
a) Se reconoce el carácter generador de conocimiento del sentido común.
b) Los hallazgos y teorías de la psicología contienen datos contradictorios y
conflictivos.
11. Carácter engañoso de la percepción, la cual se organiza dentro de
interpretaciones mediadas y mantenidas por el lenguaje.
12. Rechazo de la noción de progreso como elemento básico del paradigma de la
psicología.
Evolución, erosión y cambio de paradigmas:
La tesis de Kuhn sobre el avance de las ciencias mediante revoluciones que suponen
el abandono de un paradigma por otro, postulaba: 1) el carácter monopólico del
paradigma dominante; 2) el carácter brusco, casi cataclísmico del cambio; 3) el
carácter inconmensurable e incompatible de los paradigmas. Esta tesis ha logrado
gran popularidad, no sin críticas, por supuesto. De todas maneras, montero considera
que ésta no puede explicar el panorama paradigmático de la disciplina que nos
concierne. Ni tampoco de las ciencias sociales y probablemente de la ciencia en
general.
Si analizamos las características del paradigma emergente, podemos observar que
algunas de ellas se inician o tienen fundamento inicial por lo menos treinta o cuarenta
años atrás. Surgen ante la dificultad o incapacidad del paradigma dominante para
explicar satisfactoriamente ciertos fenómenos bajo estudio.
Un buen ejemplo es el de lo que hoy llamamos Investigación-Acción Participativa,
participante o participatoria. En la investigación tradicional ante un problema se
prepara cuidadosamente un diseño, se lo lleva a cabo, se procesan los datos
obtenidos, se obtienen conclusiones y de ellas se extraen, si es posible, formas de
aplicación que modifiquen o intervengan de alguna manera en el objeto de estudio.
Pero entre formulación del problema y aplicación final, un buen lapso puede haber
transcurrido, y como la sociedad y los individuos que la crean son dinámicos, cambian,
se mueven, se transforman, la aplicación se hace en un ambiente, grupo o fenómeno
que ya es otro, reduciéndose o desapareciendo la efectividad y la utilidad esperada.
A Kurt Lewin no se le escapó esta brecha entre estudio y acción y propuso hace una
investigación-acción. Un procedimiento en el cual se fuese interviniendo a medida que
se fuese investigando, acortando así la distancia.
Particularmente la psicología fue bastante indiferente ante la innovación y es más bien
la sociología quien la acoge primero. Al mismo tiempo el paradigma metodológico
dominante coexiste en perfecta salud, si bien en pie de guerra. Los propugnadores de
la IAP buscan conexiones con la ciencia establecida, con teorías filosóficas y
sociológicas reconocidas, pero sin abandonar sus postulados de base. A la vez
señalan las diferencias e inoperancias del método tradicional.
En la búsqueda de nuevos métodos se han seguido los siguientes pasos:

➢ Rechazo de las explicaciones y métodos tradicionales de ineficacia verificada.


Conciencia de la distancia entre investigador e investigado como un factor de
distorsión y de pérdida de legitimidad y significación.

➢ Revisión de la literatura psicológica y ciencias afines rastreando modos alternativos


de operar.

➢ Introducción de nuevos conceptos y modos de actuar, bajo denominaciones


existentes, pero dando definiciones y sentidos diferentes.

➢ Ausencia de claridad respecto de la existencia o inicio de un nuevo paradigma.

➢ Adquisición gradual de la conciencia de estar planteando una interpretación


alternativa para la realidad y sus actores y para la acción de la psicología en su
estudio.

➢ Reconocimiento y adopción claros del nuevo modelo.

Pero no es el caso de –a rey muerto, rey puesto-. La psicología social y en particular la


psicología comunitaria y la psicología política, desarrolladas, a partir de ella,
demuestran cómo formas alternativas vienen coexistiendo aún bajo la férula de un
paradigma dominante. Hablemos pues de erosión, agotamiento y cambio, no de
revolución; pero aceptemos, sí, la crisis y aun saludemos su existencia y
reconocimiento como problema, pues de la conciencia de ella, de sentirla es que no
sólo surgen nuevas ideas, nuevos problemas, sino que los modelos emergentes
obtienen reconocimiento.
UNIDAD II
FREUD – PSICOLOGÍA DE LAS MASAS
En este texto se explica la psicología de las masas sobre la base de los cambios
que tienen lugar en la psicología de la mente individual; por otro lado, Freud avanza
un paso más en la investigación de la anatomía estructural de la psique, la cual
había sido representada en el “Más allá del principio de placer” (1920) y que fue
desarrollada en “El Yo y el Ello” (1923)
I- INTRODUCCIÓN
La oposición entre psicología individual y psicología social o de las masas:
Masa: “Masse” en Freud, “Group” en McDougall y “Foule” en Le Bon.
La PSICOLOGÍA INDIVIDUAL es el ser humano singular y estudia los caminos por los
cuales busca alcanzar la satisfacción de sus mociones pulsionales.
En la vida anímica del individuo, el OTRO cuenta regularmente como modelo, objeto,
auxiliar y como enemigo, y por eso desde el comienzo mismo, la psicología individual
es, simultáneamente, PSICOLOGÍA SOCIAL.
La relación del individuo con sus padres, hermanos, con su objeto de amor, su
maestro y su médico, y otras relaciones, se consideran como fenómenos sociales.
Así entran en oposición con los procesos narcisistas, en donde a la satisfacción
pulsional se sustrae del influjo (de la influencia) de otras personas o renuncia a estas.
(nos cerramos en nuestro Yo)
Entonces, la oposición entre actos anímicos sociales y narcisistas se encuentra en el
campo de la psicología individual y no habilita la separación con la psicología
social o de masas.
El individuo, en todas sus relaciones sociales, experimenta la influencia de una
persona única o un número muy pequeño de ellas, donde cada una adquirió una gran
importancia para él.
Ahora bien, en la psicología social o de masas se suelen ver este tipo de vínculos y
distinguir al objeto que influencia simultáneamente ejerciendo sobre el individuo por un
gran número de personas con las cuales está ligado por algo que le es ajeno.
Entonces, en la psicología de las masas se trata del INDIVIDUO como miembro de
un linaje, pueblo estamento, institución o como integrante de una multitud
organizada en forma de masa durante cierto lapso y para determinado fin.
Los fenómenos bajo estas condiciones, es decir en masas, tienen una exteriorización
de una pulsión social, que no tendrían en una situación individual.
Freud dice que no le interesa el factor numérico, sino que se inclina hacia factores de
2 posibilidades:
- Que la pulsión social no sea originaria e irreducible.
- Que los comienzos de su formación puedan hallarse en un círculo estrecho,
como el de la familia.
Se van a abordad solo algunas cuestiones que en la investigación profunda (propia del
psicoanálisis) cobra un interés particular.
II- Le Bon y su descripción del alma de las masas.
Fenómenos de masas (Le Bon)  el motivo de que los individuos se encuentren
dentro de una masa es por el alma colectiva, es decir, los individuos en masa sienten,
piensan y actúan de manera muy distinta de como sentiría, pensaría y actuaría cada
individuo de manera aislada. Hay ideas y sentimientos que sólo emergen o se
convierten en actos en los individuos ligaos en masas. La masa psicológica es un
ente provisional que consta de elementos heterogéneos (diferentes); estos se han
unido entre sí durante un cierto lapso, tal como las células del organismo que forman,
mediante su unión, un nuevo ser que muestra propiedades muy diferentes que sus
células aisladas.
Freud dice que, si los individuos dentro de la masa están ligados en una unidad, tiene
que haber algo que los una y que es característico de la masa. Pero Le Bon no da
respuesta a esto, solo habla de la alteración del individuo en masa.
Psicología moderna: los fenómenos Icc desempeñan un papel preponderante no solo
en la vida orgánica, sino también en el funcionamiento de la inteligencia.
Nuestros actos conciente derivan de un sustrato inconsciente creado
fundamentalmente por influencias hereditarias. La mayoría de nuestras acciones
cotidianas son efecto de motivos ocultos, que escapan de nuestro conocimiento.
Le bon  en la masa desaparecen las adquisiciones de los individuos y, por lo
tanto, sus peculiaridades. La estructura psíquica desarrollada tan diversamente en
los individuos (dentro de la masa) es desmontada, despotenciada, y se pone al
desnudo (se vuelve operante) el fundamento inconsciente, uniforme en todos ellos. Le
Bon encuentra que también muestran nuevas propiedades que no habían poseído
antes y que las obtuvieron dentro de la masa; él va a buscar la razón de ello en
diferentes factores.
1ra causa: dentro de la masa, el individuo adquiere, por el solo hecho del
número, un sentimiento de poder invencible que le permite entregarse a instintos
que, si estuviese solo, habría sujetado forzosamente. Y tendría menos motivo para
controlarse, ya que la masa es anónima y, por ende, irresponsable, desaparece
totalmente el sentimiento de la responsabilidad que frena de continuo a los
individuos.
Freud dice que el individuo al entrar en masa, queda sometido a condiciones que le
permiten echar por tierra las represiones de sus mociones pulsionales inconscientes.
El individuo muestra propiedades en apariencias nuevas que son exteriorizaciones
de eso inconsciente que sin duda contiene toda la maldad del alma humana; en
estas circunstancias, la desaparición de la conciencia moral o del sentimiento de
responsabilidad no ofrece dificultad alguna para nuestra concepción.
2da causa: el contagio contribuye a hacer que en la masa se exterioricen rasgos
especiales y, al mismo tiempo, a marcar la orientación de estos. En la multitud, todo
sentimiento y todo acto son contagiosos, y en grado tan alto que el individuo
sacrifica muy fácilmente su interés personal al interés colectivo. Esto es contrario
a su naturaleza, y el ser humano sólo es capaz de ella cuando integra una masa.
3ra causa: la sugestionabilidad; hoy sabemos que, por diversos procedimientos, un
ser humano puede ser puesto en un estado tal que, tras perder por entero su
personalidad conciente, obedece a todas las sugestiones de quien le ha quitado
aquella y cometa los actos más contrarios a su carácter y costumbres. Ahora bien,
observaciones cuidadosas demuestran que el individuo en masa, en un cierto lapso
de tiempo se encuentra en un estado singular, muy similar a la fascinación en que
cae el hipnotizado bajo la influencia del hipnotizador. La personalidad conciente
ha desaparecido por completo, la voluntad y el discernimiento quedan abolidos.
Sentimientos y pensamientos se orientan en la dirección que les imprime el
hipnotizador. el individuo ya no tiene conciencia de sus actos, sus aptitudes se
encuentran neutralizadas, otras pueden elevarse hasta un grado extremo de
exaltación. Bajo la influencia de una sugestión, un impulso irresistible lo llevará a
ejecutar ciertos actos.
(Le Bon) Los principales rasgos del individuo en masa son:
- La desaparición de la personalidad consciente, de los sentimientos e ideas en
el mismo sentido por sugestión y contagio.
- La tendencia a transformar inmediatamente en actos las ideas sugeridas.
- El individuo deja de ser el mismo, se convirtió en un autómata carente de
voluntad.
Freud no va a contradecirlo, pero va a decir que el contagio y la sugestionabilidad
acrecentada no se encuentran en pie de igualdad, ya que el contagio ha de ser
también una exteriorización de la sugestionabilidad. Tampoco nos parecen nítidamente
separados, en el texto de Le Bon, los efectos de ambos factores.
La mejor interpretación consistiría en referir el contagio al efecto que los miembros
singulares de la masa ejercen unos sobre otros, mientras que los fenómenos de
sugestión en la masa remitirían a otra fuente que Le Bon no menciona, lo cual sería la
pieza principal de esta comparación.
(Le Bon) El mero hecho de pertenecer a una masa organizada, el ser humano
desciende varios escalones en la escala de la civilización. Aislado, era quizás un
individuo culto; en la masa es una criatura que actúa por instinto. Posee la
espontaneidad, la violencia, el salvajismo y también el entusiasmo y heroísmo
de los seres primitivos.
Le bon se detiene en la disminución del rendimiento intelectual experimentado por el
individuo a raiz de su fusión con la masa.
Atendiendo a la descripción del alma de las masas tal como lo dice Le Bon. Él mismo
nos indica el camino apuntando la conciencia con la vida anímica de los primitivos
y de los niños.
La masa es guiada por lo inconsciente. Los impulsos a que obedecen son
imperiosos y que nunca se impone lo personal, ni siquiera el interés de la
autoconservación. Abriga un sentimiento de omnipotencia; el concepto de lo imposible
desaparece para el individuo inmerso en la masa.
La masa piensa por imágenes que se evoca asociativamente unas a otras, tal como
sobrevienen al individuo en los estados del libre fantaseo; ninguna instancia racional
mide su acuerdo con la realidad. Los sentimientos de la masa son siempre muy
simples y exaltados, por eso no conoce la duda ni la incerteza.
Para juzgar correctamente la moralidad de las masas es preciso tener en cuenta
que, al reunirse los individuos de la masa, desaparecen todas las inhibiciones y son
llamados a una libre satisfacción pulsional, todos los instintos crueles, brutales,
destructivos, que dormitan en el individuo como relictos del tiempo primordial. Pero
bajo la sugestión, las masas son capaces de elevadas muestras de abnegación,
desinterés, consagración a un ideal. Mientras en el individuo aislado la ventaja
personal es el móvil exclusivo y que rara vez predomina en masas. El rendimiento
intelectual de la masa es siempre inferior al del individuo.
Otro rasgo de la caracterización de Le Bon es la de identificar el alma de las masas
con el alma de los primitivos. En las masas, las ideas opuestas pueden coexistir y
tolerarse sin que su contradicción lógica dé por resultado un conflicto. Lo mismo ocurre
en la vida anímica inconsciente de los individuos, de los niños y de los neuróticos,
como el psicoanálisis lo ha demostrado hace tiempo.
[En el niño pequeño, por ejemplo, durante un largo tiempo coexisten actitudes
afectivas ambivalentes hacia quienes lo rodean, sin que una de ellas perturbe la
expresión contraria. Si llegase a haber conflicto, tiene el siguiente trámite_ el niño
cambia de vía el objeto, desplaza una de las mociones ambivalentes sobre un objeto
sustitutivo. En la Adultez, la fantasía se tolera durante todo un periodo, hasta que de
pronto, nos encontramos con la consecuencia de su investidura afectiva, estalla el
conflicto entre ella y el Yo, con todas sus consecuencias.
El proceso del desarrollo del niño en adulto, sobreviene en general una integración
cada vez más amplia de la personalidad, una síntesis de las diversas mociones
pulsionales y aspiraciones de meta que han crecido en ella independientemente unas
de otras.]
Por último, las masas nunca conocieron la sed de la verdad. Piden ilusiones, a las que
no pueden renunciar. Lo irreal siempre prevalece sobre lo real.
Hemos demostrado que el predominio de la vida de la fantasía y la ilusión
sustentada por el deseo incumplido comanda la psicología de las neurosis.
Hallamos que para los neuróticos no vale la realidad objetiva, corriente, sino la
realidad psíquica. un síntoma histérico se funda en una FANTASÍA, y no en la
repetición de un vivenciar real.
Entonces, lo mismo que en el sueño y la hipnosis, en la actividad anímica de la
masa, el examen de realidad retrocede frente a la intensidad de las mociones de
deseo afectivamente investidas.
La masa es un rebaño obediente que nunca podría vivir sin un SEÑOR. Tiene tal
sed de obedecer que se subordina instintivamente a cualquiera que se designe su
señor.
Si la necesidad de la masa solicita un conductor, éste tiene que corresponderle con
ciertas propiedades personales. Para incitar la creencia de la masa, él mismo
tiene que estar fascinado por una intensa creencia en una idea; debe poseer una
voluntad poderosa, imponente, que la masa sin voluntad lo acepte.
Le Bon enumera las diversas clases de conductores. Él entiende a los conductores
como los que adquieren su predicamento por las ideas que lo fanatizan a ellos
mismos.
Le Bon atribuye a los conductores un prestigio. El prestigio es una suerte de imperio
que ejerce sobre nosotros un individuo, una obra o una idea. Paraliza por
completo nuestra capacidad de crítica y nos llena de asombro y respeto. A su juicio,
provocaría un sentimiento semejante al de la fascinación en la hipnosis.
Le Bon distingue entre prestigio:
- Adquirido o artificial  es el que el hombre, la riqueza, la posición social
prestan a las personas, y la tradición presta a las opiniones, obras de arte, etc.
Es un prestigio que remonta al pasado.
- Personal  es el que adhiere a pocas personas, que en virtud de él se
convierten en conductores, y hace que todos les obedezcan como por obra de
un ensalmo (hechizo) magnético. No obstante, todo prestigio depende del
éxito y se pierde por el fracaso.

III- Otras apreciaciones de la vida anímica colectiva.


Le Bon – mientras en el individuo aislado la ventaja personal es a menuda el móvil
exclusivo, rara vez predomina en las masas.
McDougall  la masa no posee organización alguna, o la tiene ínfima. Así designa a
la multitud. La condición que se requiere para que los miembros de una multitud de
seres humanos, agrupados por casualidad, formen una masa en sentido psicológico
es porque esos individuos tienen algo en común, un interés común por un objeto
y, en consecuencia, con cierto grado de capacidad para influirse recíprocamente.
Mientras más fuertes sean estas relaciones de comunidad, más fácil se forma a
partir de los individuos de una masa psicológica, y tanto más llamativas son las
manifestaciones de un “alma de la masa”.
Freud ve que el fenómeno más notable de la formación de la masa es el incremento
de la afectividad que provoca en cada individuo.
Puede afirmarse, según McDougall, que los afectos de los hombres difícilmente
alcanzan, bajo otras condiciones, la intensidad a que pueden llegar dentro de una
masa; y en verdad es una sensación gozosa para sus miembros entregarse, sin
barreras, a sus pasiones y, de ese modo, perder su individualidad.
Dougall explica este “ser-arrastrado” del individuo por lo que llama el contagio de
sentimientos que ya conocemos (sentimientos primitivos de simpatía).
Los signos percibidos de un estado afectivo son aptos para provocar
automáticamente el mismo efecto en quien lo percibe. Esta compulsión automática
se vuelve más fuerte cuando hay más personas en las que se nota el mismo efecto.
Entonces, se acalla (tranquiliza) la crítica del individuo, y él se deja deslizar hacia el
idéntico afecto. Pero con ello aumenta la excitación de esos otros que habían
influido sobre él, y de tal suerte se aumenta, por inducción recíproca, la carga
afectiva de los individuos.
Entonces, opera ahí una compulsión a hacer lo mismo que los otros, a ponerse en
consonancia con los muchos. Las mociones afectivas más groseras y simples son
las que tienen mayores responsabilidades de difundirse de tal modo en una masa.
Freud dice que no es tan asombroso que los individuos de las masas hagan o
aprueben cosas a las que habrían dado la espalda en su vida ordinaria, y hasta
podemos abrigar la esperanza de despejar así parte del oscuro problema que suele
abarcarse con la enigmática palabra “sugestión”.
McDougall dice que las inteligencias inferiores hacen descender a sus niveles
superiores. El quehacer de los niveles superiores resulta inhibido porque el
incremento de la afectividad crea en general condiciones desfavorables para un
trabajo mental correcto; además, porque los individuos son amedrentados por la masa
y su trabajo de pensamiento no es libre.
Entonces, según McDougall, el individuo en masa se porta como un niño
malcriado o como un salvaje apasionado y desenfrenado en una situación que le
fuera extraña; en los peores casos, la conducta de la masa se asemeja más a la de
una manada de animales salvajes que a la de los seres humanos.
Como McDougall dice que la masa es desorganizada, dice que hay 5 condiciones para
que sea organizada:
1. Cierto grado de continuidad en la persistencia de la masa. Puede ser:
- Material: cuando las personas permanecen un tiempo prolongadas en la masa.
- Formal: cuando dentro de la masa se desarrollan ciertas posiciones que
pueden asignarse a personas que se releven unas a otras.
2. Que haya creado en los individuos de la nada una determinada
representación acerca de la naturaleza, función, operación y exigencias
de aquella, de donde pueda surgir un vínculo afectivo con la masa en su
conjunto.
3. Que la masa entre en relación con otras masas que tengan puntos diferentes.
Por ejemplo, que rivalice con estas.
4. Que posea tradiciones, usos e instituciones, que unan las relaciones entre
sí.
5. Que exista, dentro de la masa, una articulación expresada en la
especialización y diferenciación de las operaciones que corresponden al
individuo.
El modo de protegerse de la disminución colectiva de la inteligencia es sustraer de la
masa la solución de las tareas intelectuales y reservarla a algunos individuos que
forman parte de ella.
Freud dice que a la condición que McDougall llama “organización” de la masa puede
describirse de otro modo. La tarea consiste en procurar a la masa las mismas
propiedades que eran características del individuo y se le borraron por la
formación de masa. En efecto, el individuo fuera de masa, poseía su continuidad, su
contingencia de sí, sus tradiciones y usos, su trabajo e inserción particulares, y se
mantenía separado de otros con quienes rivalizaba.
IV- Sugestión y libido.
La nivelación con los otros individuos implica las inhibiciones pulsionales propias de
cada individuo y por la renuncia a las inclinaciones que él se ha plasmado.
La explicación alternativa que nos ofrecen los autores que escriben sobre sociología y
psicología de las masas siempre es la misma: la palabra ensalmadora “SUGESTIÓN”.
Le Bon  reconduce todo lo extraño de los fenómenos sociales a 2 factores: a la
sugestión reciproca de los individuos y al prestigio del conductor. Pero el
prestigio, a su vez, no se exterioriza sino por su efecto, que es provocar sugestión.
McDougall  podríamos tener por un momento la impresión de que su principio de la
inducción primaria de afecto excusa la hipótesis de la sugestión. ¿Por qué cedemos
regularmente a ese contagio cuando formamos parte de la masa? Es el influjo
sugestivo de la masa el que nos esfuerza a obedecer a esa tendencia imitativa e
induce en nosotros el afecto.
No se dio esclarecimiento alguno sobre la naturaleza de la SUGESTIÓN y, por
esto, se producen influjos sin una base lógica suficiente.
LIBIDO  es la energía de aquellas pulsiones que tiene que ver con todo lo que
puede sintetizarse como “amor”.
El amor tiene como meta la unión sexual. pero no apartamos el amor a sí mismo, por
el otro, el amor filial y el amor a los hijos, la amistad y el amor a la humanidad. la
indagación psicoanalítica nos enseñó que todas esas aspiraciones son la expresión
de las mismas mociones pulsionales que entre los sexos esfuerzan en el sentido de la
unión sexual; son esforzadas a apartarse de esta meta sexual primera o la
suspenden, pero siempre conservan algo de su naturaleza originaria como para que
su identidad siga siendo reconocible.
Las pulsiones de amor remiten a Eros, son pulsiones sexuales. El VÍNCULO DE
AMOR constituye, también, la esencia del alma de las masas; pero este vínculo
esta oculto tras la sugestión.
2 reflexiones:
1. La masa se mantiene unida en virtud de algún poder.
2. Si el individuo se deja sugerir por otros, vemos que lo hace porque siente la
necesidad de estar de acuerdo con ellos y no oponérseles, quizás, “por amor a
ellos”

V- Dos masas artificiales: iglesia y ejército.


Con respecto a la morfología de las masas, pueden distinguirse muy diferentes clases
de masas y orientaciones en su conformación, las hay efímeras y en extremo
duraderas, homogéneas y no homogéneas, naturales y artificiales. Masas con
conductor, y sin conductor. Los ejemplos, La iglesia y el ejército.
Estas, son masas artificiales, no se pregunta, por regla general, al individuo si quiere
ingresar en una masa de esa índole, en estas masas de alto grado de organización, se
disciernen muy nítidamente ciertos nexos particulares.
En la iglesia y en el ejército, rige idéntico espejismo, hay un jefe que ama por igual a
todos los individuos de la masa. De esta ilusión depende todo, si se la deja disipar, al
punto se descomponen. En estas dos masas artificiales cada individuo tiene una doble
ligazón libidinosa: con el conductor, y con los otros individuos de la masa.
El principal fenómeno de la psicología de las masas es la falta de libertad del individuo
dentro de ellas. Si todo individuo está sujeto a una ligazón afectiva tan amplia en dos
direcciones, no nos resultará difícil derivar de ese nexo la alteración y restricción
observadas en su personalidad.
Otro indicio sería que la esencia de una masa consistiría en las ligazones libidinosas
existentes en ella, nos lo proporciona el fenómeno del pánico. El pánico se genera
cuando una masa de esta clase se descompone. Lo caracteriza el hecho de que ya no
se presta oídos a orden alguna de jefe, y cada uno cuida por sí sin miramiento por los
otros. Cuando los individuos dominados por la angustia pánica, se ponen a cuidar de
ellos solos, atestiguan comprender que han cesado las ligazones afectivas que hasta
entonces les rebajaban el peligro. En un individuo, la angustia será provocada por la
magnitud del peligro o por la ausencia de ligazones afectivas, esto es lo que ocurre en
la angustia neurótica.
La ocasión típica de un estallido de pánico es cuando un soldado grita que el general
ha muerto. De inmediato todos los asirios se dan a la fuga. Al desaparecer la ligazón
de los miembros de la masa con el conductor, por la pérdida de este, desaparecen las
ligazones entre ellos, y la masa se destruye.
En el fondo, cada religión es de amor por todos aquellos a quienes abraza, y es
intolerante a quienes no son sus miembros.
VI- Otras tareas de trabajo.
Una multitud de seres humanos no es una masa hasta que no se establecen en ella
los mencionados lazos, pero debería admitirse que en cualquier multitud se manifiesta
con harta facilidad la tendencia a la formación psicológica.
El conductor o la idea conductora podrían ser negativos, el odio a determinada
persona o institución podría producir igual efecto unitivo y generar parecidas ligazones
afectivas que la dependencia positiva. Cabe preguntarse si el conductor es realmente
indispensable para la esencia de la masa.
De acuerdo con el testimonio del psicoanálisis, casi toda relación afectiva íntima y
prolongada entre dos personas contiene un sedimento de sentimientos de
desautorización y hostilidad que sólo en virtud de la represión no son percibidos. Toda
vez que dos familias se alían por matrimonio, cada una se juzga la mejor o la más
aristocrática, a expensas de la otra. Cuando la hostilidad apunta a personas a quienes
se ama, llamamos a esto sentimiento de ambivalencia.
La intolerancia desaparece, por la formación de masa y en la masa. Mientras esta
perdura, los individuos se comportan como si fueran homogéneos, toleran la
especificidad del otro, e consideran como su igual y no sienten repulsión hacia él. El
amor por sí mismo no encuentra más barrera que el amor por lo ajeno, por los objetos.
En las relaciones sociales entre los hombres, esta se apuntala en la satisfacción de las
grandes necesidades vitales, y escoge como sus primeros objetos a las personas que
participan en dicho desarrollo. Y en el de la humanidad toda, solamente el amor ha
actuado como factor de cultura en el sentido de una vuelta de egoísmo en altruismo.
Por tanto, si en la masa aparecen restricciones del amor propio narcisista, he ahí un
indicio concluyente de que la esencia de la formación de masa consiste en ligazones
libidinosas recíprocas. En la masa, encontramos pulsiones de amor que, están
desviadas de sus metas originarias.
Por el psicoanálisis averiguamos que existen otros mecanismos de ligazón afectiva:
las llamadas identificaciones.
VII- La identificación
La identificación conocida como la más temprana exteriorización de una ligazón
afectiva con otra persona. Desempeña el papel en la prehistoria del complejo de
Edipo. El varoncito manifiesta un particular interés hacia su padre, querría crecer y ser
como él, toma a éste, como su ideal.
Contemporáneamente a esta identificación con el padre, y quizás antes, el varoncito
emprende una cabal investidura de objeto de la madre según del tipo de
apuntalamiento anaclítico.
La identificación, reemplaza a la elección de objeto, la elección de objeto ha
regresado hasta la identificación. Esta, es la forma primera y la más originaria, sucede
a menudo que la elección de objeto vuelva a la identificación, es decir, que el yo tome
sobre sí las propiedades del objeto, en estas identificaciones el yo copia a la persona
amada, o a la persona no amada.
La identificación es parcial, limitada, toma prestado un único rasgo de la persona
objeto.
Hay un caso de formación de síntoma, en que la identificación prescinde de la relación
de objeto con la persona copiada, el mecanismo es el de la identificación sobre la base
de poder, o querer ponerse en la misma situación. Aquí, uno de los yo ha percibido en
el otro una importante analogía en un punto.
*La identificación es la forma más originaria de ligazón afectiva con un objeto
*Pasa a sustituir una ligazón libidinosa de objeto por la vía regresiva, mediante
introyección del objeto en el yo.
*Puede nacer a raíz de cualquier comunidad que llegue a percibirse en una persona
que no es objeto de las pulsiones sexuales, y, mientras más significativa sea esa
comunidad, tanto más exitosa podrá ser la identificación parcial.
Ejemplo de la Homosexualidad:
La génesis del homosexualismo es, con gran frecuencia: El joven ha permanecido fijado a su
madre, en el sentido del complejo de Edipo, durante un tiempo mayor del ordinario y muy
intensamente. Con la pubertad llega luego el momento de cambiar a la madre por otro objeto
sexual, y entonces se produce un súbito cambio de orientación, el joven no renuncia la madre,
sino que se identifica con ella, busca objetos susceptibles de reemplazar a su propio Yo y a los
que amar y cuidar como el ácido amado y cuidado por su madre. El Yo queda transformado en
un orden importantísimo, conforme al modelo de aquel otro que hasta ahora constituía su
objeto, quedando entonces perdido o abandonado el objeto, sin que de momento podamos
entrar a discutir si el abandono total o permanente conservado el objeto en lo inconsciente. La
sustitución del objeto abandonado o perdido, por la identificación con él, o sea la introyección
de este objeto en el Yo, son hechos que ya conocemos, habiendo tenido ocasión de observar
los directamente en la vida infantil.

Ejemplo en la melancolía:
El análisis de la melancolía, afección que cuenta entre sus causas más frecuentes la pérdida
real o afectiva del objeto amado, nos ofrece otro ejemplo de esta introyección del objeto.

Uno de los principales caracteres de estos casos es la cruel auto-humillación del Yo, unida a
una implacable autocrítica y a los más amargos reproches. El análisis ha demostrado que estos
reproches y estas críticas se dirigen en el fondo contra el objeto y representa la venganza del
Yo sobre él. Como he dicho en otro lugar, la sombra del objeto ha caído sobre el yo. La
introyección del objeto es aquí de una evidente claridad”. Ahora bien, estas melancolías nos
muestran además otra cosa que puede llegar a ser importante para nuestras ulteriores
consideraciones. Nos muestran al yo dividido en dos partes, una de los cuales arroja su furia
sobre el otro. Esta otra es la que ha sido transformada por la introyección, que incluye al objeto
perdido.

Pero tampoco la parte que tan cruel se muestra con la anterior nos es desconocida. Encierra en
sí la conciencia moral, una instancia crítica localizada en el Yo y que también en épocas
normales se ha enfrentado críticamente con el mismo, aunque nunca tan implacable e
injustamente. En nuestro Yo se desarrolló una tal instancia que puede separarse del otro Yo y
entrar en conflicto con él. A esta instancia le dimos el nombre de ideal del yo y le transcribimos
como funciones la auto-observación, la conciencia moral, la censura onírica y la influencia
principal en la represión. Como así también el ejercicio de la prueba de la realidad.

Dijimos también que era la heredera del narcisismo primitivo, en el cual el Yo infantil se bastaba
a sí mismo, y que poco a poco iba tomando, de las influencias del medio, las exigencias que
éste planteaba al Yo y que él mismo no siempre podía satisfacer, de manera que cuando el
hombre llegaba a hallarse descontento de sí mismo podía encontrar su satisfacción en el ideal
de Yo, diferenciado del Yo.

VIII- Enamoramiento e hipnosis.


En una serie de casos, el enamoramiento no es más que una investidura de objeto de
parte de las pulsiones sexuales con el fin de alcanzar la satisfacción sexual directa y
con el fin de conseguir que se extinga. La certidumbre de que la necesidad que acaba
de extinguirse vuelva a despertar tiene que haber sido el motivo de que se volcase al
objeto sexual una investidura permanente y se lo amase aun en los intervalos de
apetito ausente.
Con la pubertad se inician aspiraciones, intensas, dirigidas a metas directamente
sexuales. El hombre se inclina a embelesarse por mujeres a quienes venera, que
empero no le estimulan al intercambio amoroso, y solo es potente con mujeres a
quienes no ama, a quienes menosprecia
En este marco, nos ha llamado la atención el fenómeno de la sobreestimación sexual
esto es, el hecho de que el objeto amado queda sustraído en cierto modo a la crítica,
siendo estimadas todas sus cualidades en un más alto valor que cuando aún no era
amado. Dada una represión o retención algo eficaz de las tendencias sensuales surge
la ilusión de que el objeto es amado también sensualmente a causa de sus
excelencias psíquicas, cuando, por lo contrario, es la influencia del placer sensual lo
que nos has llevado atribuirle tales excelencias.
El objeto, ha devorado al yo, rasgos de humillación, restricción del narcicismo,
prejuicios del sí. La situación puede resumirse en que el objeto se ha puesto en el
lugar del ideal del yo.
La diferencia entre la identificación y el enamoramiento en sus desarrollos más
elevados, conocido con los nombres de fascinación y servidumbre amorosa, resulta
fácil de describir. En primer caso, el Yo se enriquece con las cualidades del objeto, se
lo “introyecta”; en el segundo, se empobrece, se entrega por entero al objeto y
sustituyendo por él su más importante componente. O, mejor dicho, en el caso de la
identificación el objeto desaparece o queda abandonado, y es reconstituido
luego en el Yo, que se modifica parcialmente, conforme al modelo del objeto perdido.
En el segundo, el objeto subsiste, pero es dotado de todas las cualidades por el
Yo y a costa del Yo.
Del enamoramiento a la hipnosis no hay gran distancia, siendo evidentes sus
coincidencias. El hipnotizado da, con respecto al hipnotizador, las mismas pruebas de
humilde sumisión, docilidad y ausencia de crítica que el enamorado con respecto al
objeto de su amor. Compruébese asimismo en ambos el mismo renunciamiento a toda
iniciativa personal. Es indudable que el hipnotizador se ha situado en el lugar del ideal
del Yo. El hipnotizador es para el hipnotizado el único objeto digno de atención; todo lo
demás se borra ante él.
El hecho de que el Yo experimente como en un sueño todo lo que el hipnotizador exige
y afirma, nos advierte que hemos omitido mencionar, entre las funciones del ideal del
Yo, el ejercicio de la prueba de la realidad. No es de extrañar que el Yo considere
como real una percepción cuando la instancia psíquica encargada de la prueba de la
realidad se pronuncia por la realidad de la misma. La relación hipnótica es un
abandono amoroso total con exclusión de toda satisfacción sexual, mientras que en el
enamoramiento dicha satisfacción no se halla sino temporalmente excluida y perdura
en segundo término, a título de posible fin ulterior.
El amor sensual está destinado a extinguirse con la satisfacción; para perdurar tiene
que encontrarse mezclado desde el comienzo con componentes puramente tiernos,
vale decir, de meta inhibida, o sufrir un cambio en ese sentido. Ahora bien, las
elucidaciones anteriores nos han preparado acabadamente para indicar la fórmula de
la constitución libidinosa de una masa; al menos, de una masa del tipo considerado
hasta aquí, vale decir, que tiene un caudillo y no ha podido adquirir secundariamente,
por una «organización» demasiada perfecta, las propiedades de un individuo. Una
masa primaria de esta índole es una multitud de individuos que han puesto un
objeto, uno y el mismo, en el lugar de su ideal del yo, a consecuencia de lo cual
se han identificado entre sí en su yo. Esta condición admite representación
gráfica:

Síntesis:
1º IDENTIFICACIÓN. el objeto es tratado como el propio Yo.
2º ENAMORAMIENTO (postergación de la relación sexual directa): el objeto ha
devorado al Yo.
3º HIPNOSIS (ausencia de satisfacción sexual directa). El objeto ha ocupado el lugar
del ideal del Yo
4º MASA (Ausencia de satisfacción sexual directa). El objeto ha ocupado el lugar del
ideal del Yo. Identificación con otros individuos a partir de la misma actitud con
respecto al objeto
IX- El instinto gregario
Los numerosos lazos afectivos dados en la masa bastan para explicarnos uno de sus
caracteres, la falta de iniciativa del individuo, falta de autonomía, la identidad de su
reacción con la de las demás, su descenso, en fin, a la categoría de unidad integrante
de la multitud.
Pero la masa, considerada como una totalidad, presenta otros caracteres: la
disminución de la actividad intelectual, desinhibición de los efectos, de incapacidad de
moderarse y retenerse, la tendencia trasgredir todo límite en la manifestación de los
afectos y la completa descarga en sus actos. Todos estos caracteres representan, sin
duda alguna, una regresión de la actividad psíquica una fase anterior en la que no
extrañamos encontrar al salvaje o a los niños.
Así recibimos la impresión de un estado en que la moción afectiva del individuo y su
acto intelectual personal son demasiado débiles para hacerse valer por sí solos, sin el
apoyo de manifestaciones afectivas e intelectuales análogas, de los demás individuos,
viéndose obligados a aguardar su potenciación por la repetición uniforma de parte de
los otros. El enigma de la influencia sugestiva se hace aún más oscuro cuando
admitimos que es ejercida no sólo por el conductor sobre todo los individuos de la
masa, sino también por cada uno de éstos sobre los demás.
W. Trotter deriva los fenómenos psíquicos de la masa antes descritos de un instinto
gregario innato al hombre. El individuo se siente incompleto cuando está solo.
Oponerse al rebaño equivale a separarse de él y por eso se lo evitara con angustia. El
rebaño desautoriza todo lo nuevo, lo inhabitual. El instinto gregario sería algo primario.
Para Trotter no se requiere derivar de otra cosa la pulsión gregaria, pues la define
como primaria y no susceptible de ulterior descomposición
Freud critica aquí la idea de Trotter a partir de 2 argumentos:

a) La esencia de la masa no puede concebirse descuidando al conductor. El instinto


gregario no deja sitio alguno al conductor. Este se añade al rebaño solo de
manera contingente.
b) También puede refutarse la tesis de Trotter con ayuda de argumentos ecológicos.

El miedo que el niño pequeño experimenta cuando lo dejan solo, y que Trotter
considerarse como una manifestación del instinto gregario, es susceptible de otra
interpretación más verosímil. Es la expresión de un deseo insatisfecho, cuyo objeto
es la madre, y más tarde otra persona familiar, deseo que el niño no sabe sino
transformar en angustia. Esta angustia del niño que ha sido dejado solo es
intensificada por la aparición un hombre cualquiera “del rebaño”, por la llegada de
uno de tales “extraños”. Además, el niño no muestra durante mucho tiempo signo
ninguno de un instinto gregario o un sentimiento colectivo.
Ambos comienzan a formarse poco a poco los como efectos de las relaciones entre
los niños y sus padres y precisamente a título de reacción a la envidia con la que el
hijo mayor recibe al más pequeñito.
Freud expone “Rivales al principio, han podido luego identificarse entre sí por el amor
igual que profesan al mismo objeto”.
Todas aquellas manifestaciones de este orden que luego encontramos en la sociedad
–así el compañerismo, el espíritu de cuerpo, etc.- se derivan también,
incontestablemente, de la envidia primitiva. Nadie debe querer sobresalir, todos
deben ser y obtener lo mismo.
Así pues, el sentimiento social reposa en la transformación de un sentimiento
primitivamente hostil en un enlace positivo de la naturaleza de una
identificación. Creemos que se efectúa bajo la influencia de un enlace común, a
base de ternura, a una persona exterior a la masa.
Pero la exigencia de igualdad de la masa solo vale para los individuos que la forman,
no para el conductor. Todos los individuos deben ser iguales entre sí, pero todos
quieren ser gobernados por uno. Muchos iguales, que pueden identificarse entre si, y
un único superior a todos ellos.
Esto refiere a los individuos que la constituyen y no al jefe. Más que un “animal
gregario” el hombre es un “animal de horda” esto es, un elemento constitutivo de una
horda conducida por un jefe”.
X- La masa y la horda primordial
Psicología del jefe.
Las masas humanas vuelven a mostrar la imagen familiar del individuo hiperfuerte en
medio de una cuadrilla de compañeros iguales, se producía una orientación de
pensamientos y sentimientos en las mismas direcciones.
Las masas responden a un estado de regresión a una actividad anímica primitiva, ya
que la voluntad del individuo era demasiado débil, no se atrevía a la acción. No
sobrevenían otros impulsos que los colectivos, existía solo una voluntad común.
Así como el hombre primordial se conserva virtualmente en cada individuo, de igual
modo la horda primordial se restablece a partir de una multitud cualquiera de seres
humanos. En la medida en que estos se encuentran de manera habitual gobernados
por la formación de masa, se reconoce la persistencia de la horda primordial en ella.
La psicología individual tiene, en efecto, pesar por lo menos tan antigua como la
psicología colectiva, pues desde un principio debió de haber 2 psicologías:
- La de los individuos en la masa (con su ilusión del jefe que ama a todos por igual)
- La del jefe primitivo, el conductor. (Que amándose sobre todo a sí mismo, sólo
amaba los demás en tanto en cuanto le servían para la satisfacción de sus
necesidades)
La ilusión del jefe que ama por igual a todos los individuos es, sino la transformación
idealista de las condiciones de la horda primitiva, en la que todos los hijos se saben
igualmente perseguidos por el padre, que les inspira a todos el mismo temor.
El carácter inquietante y compulsivo de la formación de masa pude reconducirse hasta
la horda primordial. El conductor de la masa sigue siendo el temido padre primordial.
La masa quiere siempre ser gobernada por un poder ilimitado, tiene un ansia extrema
de autoridad, de sometimiento. El padre primordial es el ideal de la masa, que
gobierna al yo en remplazo del ideal del yo

XI- Un grado en el interior del Yo


Cada individuo es miembro de muchas masas, tiene múltiples ligazones de
identificación y ha edificado su ideal del yo según los más diversos modelos. Cada
individuo participa, así, del alma de muchas masas: su raza, su estamento, su
comunidad de credo, su comunidad estatal, etc., y aun puede elevarse por encima de
ello hasta lograr una partícula de autonomía y de originalidad. Estas formaciones de
masas duraderas y permanentes. Le Bon diseño su brillante caracterización
psicológica del alma de las masas. Estas masas ruidosas, efímeras, desaparece sin
dejar huellas, si bien sólo temporariamente, justo aquello que hemos reconocido como
el desarrollo individual.
El individuo resigna su ideal del yo y lo permuta por el ideal de la masa corporizado en
el conductor. En muchos individuos, la separación entre su yo y su ideal del yo ha
llegado muy lejos. Ambos coinciden todavía con facilidad, el yo ha conservado a
menudo su antigua vanidad narcisista. La elección del conductor se ve facilitada por
esta circunstancia. Muchas veces solo le hace falta poseer las propiedades típicas de
estos individuos, y hacer la impresión de una fuerza y una libertad libidinosa mayores.
Entonces transige con él la necesidad de un jefe fuerte, revistiéndolo con el hiperpoder
que de otro modo no habría podido tal vez reclamar. Los otros, cuyo ideal del yo no se
habría corporizado en su persona en otras circunstancias son arrastrados después por
vía sugestiva, por identificación.
La estructura libidinosa de una masa se reconduce a la diferenciación entre el yo y el
ideal del yo, y al doble tipo de ligazón así posibilitado: identificación, y sustitución del
ideal del yo por un objeto exterior. El Yo entra, a partir de este momento, en la relación
de un objeto con el ideal del Yo por él desarrollado, y que probablemente todos los
efectos recíprocos desarrollados entre el objeto exterior y el Yo total, se producen
ahora dentro del Yo.
Cada una de las diferenciaciones psíquicas descubiertas representa una dificultad más
para la función anímica, aumenta su inestabilidad y puede constituir el punto de partida
de un fallo de la misma, esto es, una enfermedad. Así, el nacimiento representa el
paso desde un narcisismo que se basta por completo a sí mismo a la percepción del
mundo exterior variable y al primer descubrimiento de objetos. Esta transición,
demasiado radical, resulta que no somos capaces de soportar durante mucho tiempo
el nuevo estado creado por el nacimiento y nos evadimos periódicamente de, pasar de
nuevo, en el sueño, nuestro anterior estado de impasibilidad y aislamiento del mundo
exterior. Éste retorno al estado anterior resulta, ciertamente, también de una
adaptación al mundo exterior, el cual, con la sucesión periódica del día y la noche,
suprime por un tiempo determinado la mayor parte de las excitaciones que sobre
nosotros actúan.
Podemos admitir que la separación entre el Yo y el ideal del Yo no puede tampoco ser
soportada durante mucho tiempo y al experimentar, de cuando en cuando, una
regresión. A pesar de todas las renuncias y restricciones impuestas al Yo, la regla es la
infracción periódica de las prohibiciones. El ideal de yo abarca la suma de todas las
restricciones que el yo debe obedecer, y por eso la suspensión del ideal no podría
menos que ser una fiesta grandiosa para el yo, que así tendría permitido volver a
contentarse consigo mismo. El ideal del Yo engloba la suma de todas las restricciones
a las que el Yo debe plegarse, y de este modo retorno del ideal al Yo tiene que
constituir para éste, que encuentra de nuevo el contento de sí mismo, una magnífica
fiesta.
Siempre se produce una sensación de triunfo cuando en el yo algo coincide con el
ideal del yo. el sentimiento de culpa (y el sentimiento de inferioridad) puede
comprenderse como expresión de la tensión entre el yo y el ideal.
XII- Apéndice
La diferencia entre identificación del yo con un objeto y remplazo del ideal del yo por
este encuentra una interesante ilustración en las dos grandes masas artificiales que
son el ejército y la Iglesia cristiana. El soldado toma por ideal a su jefe, en rigor al
conductor del ejército, al par que se identifica con sus iguales y deriva de esta
comunidad del yo los deberes de la ayuda mutua y el reparto de bienes, que la
camaradería implica. Se pone en ridículo cuando pretende identificarse con el general.
La situación es diferente en la Iglesia católica. Todo cristiano ama a Cristo como su
ideal y se siente ligado a los otros cristianos por identificación. Pero la Iglesia le pide
algo más: debe identificarse con Cristo y amar a los otros cristianos como Él los ha
amado. En ambos lugares, por tanto, la Iglesia exige completar la posición libidinal
dada por la formación de masa.
La identificación debe agregarse ahí donde se produjo la elección de objeto, y el amor
de objeto, ahí donde está la identificación. Este complemento rebasa la constitución de
la masa. Uno puede ser un buen cristiano aun siéndole ajena la idea de ponerse en el
lugar de Cristo, y abrazar con su amor a todos los seres humanos. No hace falta que
uno se atribuya la inmensidad del alma y la fuerza de amor del Salvador.
Las aspiraciones sexuales directas son desfavorables para la formación de masa. En
la historia evolutiva de la familia, el amor sexual conoció vínculos de masa, pero a
medida que el amor sexual iba adquiriendo valor para el yo, y se desarrollaba el
enamoramiento, se hacia el reclamo de la limitación a dos personas. Las dos personas
comprometidas entre sí con el fin de la satisfacción sexual se manifiestan contra la
pulsión gregaria, contra el sentimiento de masa, en la medida en que buscan la
soledad. Aun para el individuo que en todos los otros aspectos está sumergido en la
masa, las aspiraciones sexuales directas conservan una parte de quehacer individual.
Donde se vuelven hiperintensas, descomponen toda formación de masa.
Apreciación comparativa, desde el punto de vista de la teoría de la libido, de los
estados del enamoramiento, la hipnosis, la formación de masa y la neurosis:
*El enamoramiento se basa en la presencia simultánea de aspiraciones sexuales
directas y de meta inhibida, al par que el objeto atrae hacia si una parte de la libido
yoica narcisista. Solo da cabida al yo y al objeto.
*La hipnosis comparte con el enamoramiento el circunscribirse a esas dos personas,
pero se basa enteramente en aspiraciones sexuales de meta inhibida y pone al objeto
en el lugar del ideal del yo.
*La masa multiplica este proceso. Coincide con la hipnosis en cuanto a la naturaleza
de las pulsiones que la cohesionan y a la sustitución del ideal del yo por el objeto, pero
agrega la identificación con otros individuos, la que quizá fue posibilitada
originariamente por su idéntico vínculo con el objeto. Hipnosis y formación de masa,
son sedimentaciones hereditarias que provienen de la filogénesis de la libido humana:
la hipnosis como disposición, la masa además como relicto directo. La sustitución de
las aspiraciones sexuales directas pro las de meta inhibida promueve en ambas la
separación entre el yo y el ideal del yo, de la que ya en el enamoramiento hay un
comienzo.
*La neurosis cae fuera de esta serie. Se basa también en una propiedad del
desarrollo libidinal humano: la acometida en dos tiempos (interrumpida por el periodo
de latencia) de la función sexual directa. Tiene como la hipnosis y la formación de
masa el carácter de una regresión, que falta en el enamoramiento. Aparece
dondequiera que el pasaje de las pulsiones sexuales directas a las de meta inhibida no
se ha consumado felizmente, y responde a un conflicto entre las pulsiones acogidas
en el yo, que han recorrido aquel desarrollo, y las partes de las mismas pulsiones que,
desde lo inconsciente reprimido, aspiran a su satisfacción directa. La neurosis abarca
todos los vínculos posibles entre el yo y el objeto. De igual modo los vínculos
conflictivos entre el yo y su ideal del yo.
UNIDAD III
MOSCOVICI – INTRO. AL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL.
A- ¿Qué es la psicología social?
El psicoanálisis se ocupa del individuo y el marxismo de la sociedad. Semejante
convención clarifica las ideas y contribuye de manera eficaz a la coexistencia pacífica
entre las diversas ciencias y teorías.
Resulta banal reconocer que el individuo solo existe dentro de la red social y que toda
sociedad se compone de una multitud de individuos diversos, cuando decimos que
existe el individuo y existe la sociedad, dejamos a un lado la experiencia compartida
por casi todo el mundo.
La psicología social se ha ocupado y sigue haciéndolo de un único problema ¿por qué
se produce un conflicto entre individuo y sociedad?
Una primera fórmula, sería que la psicología social es la ciencia del conflicto entre el
individuo y la sociedad, de la sociedad externa y la que lleva dentro. Ahora bien, ¿Cuál
es su objeto? En este punto no existe unanimidad, pero formularía, como objeto
central exclusivo de la psicosociología, todos los fenómenos relacionados con la
ideología y la comunicación, ordenados según su génesis, estructura y función.
Su rasgo común es que expresan una representación social que individuos y grupos
se forman para actuar y comunicar. Lo que hace a los fenómenos de comunicación
social, se trata de medios empleados para transmitir una información determinada, se
relaciona con los signos que circulan en la sociedad, con la semiología.
La psicología social es la ciencia de los fenómenos de la ideología (cogniciones
y representaciones sociales) de los fenómenos de comunicación. A los diversos
niveles de las relaciones humanas, sean entre individuos, entre individuos y grupos, y
entre grupos.
B- La visión psicosocial
Hay que reconocer su particularidad, saber lo que la distingue de las otras ciencias,
una cosa es cierta, ningún límite preciso separa a la psicología social de otros campos
de la psicología. Posee en común un buen número de conceptos, entonces, ¿Cómo se
distingue la psicología social de estas disciplinas? Existe una visión psicosocial.
El psicólogo a menudo utiliza la clave binaria, corresponde a la separación entre
SUJETO y OBJETO, en sociología encontramos un esquema muy similar, la
diferencia radica en que el Sujeto ya no es un individuo sino una colectividad, por lo
que se refiere al objeto éste también posee un valor social, representando un interés o
una institución, el objeto a veces está constituido por otras personas, por otros grupos.
Más allá de esto, existe una visión psicosocial que se traduce por una lectura ternaria
de los hechos y las relaciones. Consiste en sustituir la relación a dos términos (S – O)
por una relación de tres términos: SUJETO INDIVIDUAL (EGO) – SUJETO SOCIAL
(ALTER) – OBJETO.

Podemos distinguir dos mecanismos que ilustran esta distinción: la facilitación social
de una parte y la influencia social. La primera consiste en que la simple presencia de
un individuo o grupo haga que un individuo prefiera o aprenda con mayor facilidad las
respuestas más familiares y las menos originales (Ejemplo el caso Milgram donde una
persona obedece a la autoridad y da descargas eléctricas)
Otras corrientes de investigación consideran un alter sin más, marcado por una
diferencia precisa. Me refiero a las investigaciones sobre la innovación, donde la
minoría, por ejemplo, el individuo, expresan una opinión y un juicio que le son propios.
Están confrontados a una mayoría con sus opiniones, y esta minoría busca hacerse
reconocer una identidad particular y una diferencia evidente.
El estudiante que, durante sus estudios, pasa de la psicología o la sociología a la
psicología social debe hacer un esfuerzo para interiorizar esta visión, dado que se
presentan ciertos obstáculos. El primero de ellos consiste en la opinión difundida
según la cual hay que agregar un suplemento espiritual a los fenómenos sociales, que
se debe explorar el aspecto subjetivo de los acontecimientos de la realidad objetiva. El
segundo obstáculo guarda una simetría con el primero, es sabido que la psicología
estudia una suma importante de fenómenos, como la percepción, el razonamiento.
Pero los estudia en el individuo aislado. Sabemos que el individuo, por estar aislado,
en realidad no deja de pertenecer al grupo, a una clase social, y sus reacciones son
influenciadas por esta pertenencia.
Así, el psicólogo se cree obligado a volver a estudiar los mismos fenómenos en el
seno de la sociedad, después de haberlos estudiados en el vacío social. Encarga a la
psicología social que añada una dimensión objetiva a los fenómenos subjetivos, que
vuelva a situar en el contexto de la sociedad aquello que ha sido analizado fuera de
dicho contexto.
Vemos, en la psicología social, el medio de satisfacer una carencia, llenar al sujeto
social de un mundo interior y, resituar al sujeto individual en el mundo exterior, es
decir, social.
Desde una lectura Freudiana, el Otro interviene con gran frecuencia en tanto que
modelo, apoyo y adversario, y por ello la psicología individual es ante todo y
simultáneamente una psicología social en este sentido amplio, pero plenamente
justificado.
La psicología social analiza y explica los fenómenos que son simultáneamente
psicológicos y sociales. Este es el caso de las comunicaciones de masas, del
lenguaje, de las influencias que ejercemos, de las imágenes, etc.
La psicología social, nos enseña a observarlos, permaneciendo fiel a su vocación
entre las ciencias.
C- Las diversas teorías que nos ocupan.
Retomando el enfoque psicosocial, este se guía por las teorías y observaciones
precisas de las relaciones entre individuos y los grupos en un medio social
determinado. Los psicosociólogos tratan de explicar la naturaleza de dichas relaciones
y de inventar prácticas para cambiarlas.
Podemos definir una teoría como un conjunto de proposiciones ligadas lógicamente
que clasifican y explican un conjunto de fenómenos, las reconocemos porque tienden
hacia la coherencia y a la correspondencia con una serie de hechos que luego
podemos observar o comprobar.
La psicología social es la diversidad desde el punto de vista lógico, esto significa que
no podemos emplear un mismo criterio para compararlas.
Las teorías paradigmáticas cuyo papel consiste en proponer una visión global de las
relaciones y comportamiento humano. Ejemplo: La teoría del campo de Lewin, que
parte de la idea de que el mundo psicológico puede ser considerado como un medio
en cuyo seno los individuos constituyen singularidades, concentraciones de fuerzas
que actúan por proximidad. Lewin sostenía que con ayuda de componentes como el
espacio vivido, la persona, el medio ambiente físico y social, podemos analizar la
manera psicológica con las que las personas se representan su mundo y actúan unos
sobre otros.
Las teorías fenomenológicas intentan describir y explicar una familia de fenómenos
conocidos y muy conocidos. Unas se ocupan de los fenómenos fundamentales, por
ejemplo, la influencia, otras se ocupan de fenómenos que no lo son tanto. Cada teoría
responde a dos preguntas ¿Cómo? Y ¿Por qué? Ejemplo la teoría del sheriff, que
busca comprender por qué individuos autónomos provistos de un juicio propio
convergen hacia un juicio común al hallarse en grupo.
Las teorías operatorias tratan de llegar a un mecanismo elemental, desconocido
hasta entonces, y que explica un conjunto de hechos. También prevén hechos nuevos
y sorprendentes. Ejemplo, la teoría de la disonancia cognitiva de Festinger, que dice
que cuando una persona dispone respecto a un objeto de dos cogniciones acordes
entre sí, hay consonancia y la persona en cuestión siente satisfacción, en caso
contrario siente disonancia y es víctima de la ansiedad.
Los tres tipos de teorías coexisten dentro de la psicología social. Ninguna de ellas
constituye un tipo puro y cada una podría incluso ser clasificada en varias rúbricas.
Pero, en su conjunto, podemos reconocer fácilmente su especificidad lógica y su
función en el estudio de los fenómenos.

D- Los métodos de verificación de las teorías y de observación de las


realidades.
Dos métodos tendrán nuestra atención: el método de observación sistemática y el
método experimental. Cada uno plantea problemas éticos y sociales que interesan de
manera especial a nuestra disciplina.
El método de observación – La mejor manera de aprender algo sobre la vida del
individuo y del grupo consiste en una investigación llevada a cabo sobre el terreno. El
psicosociólogo que trabaja sobre el terreno, intenta registrar de manera precisa y
sistemática las actividades realizadas por las personas dentro de su marco normal. La
investigación sobre terreno representa el mejor método para comprender la vida del
individuo y del grupo simultáneamente en varios campos y sus conexiones. El
inconveniente es que las personas sometidas a estas investigaciones generalmente
saben que son observadas, por ende, no hablan ni se comportan como lo harían
normalmente.
Una de las formas de observación más corriente es la encuesta donde utilizan el
procedimiento de entrevista para estudiar sentimientos, preferencias,
representaciones, acciones. Con esta técnica podemos interrogar a amplias muestras
representativas de las poblaciones, pero la interpretación de los resultados de una
observación constituye la parte más delicada.
El método experimental – Vemos las cifras, sentimos su rigor y sentimos temor de
éste. La hipótesis del experimentador define las condiciones y la serie de reacciones
esperadas, por una parte, delimita las causas y por otra prevé los efectos.
La investigación experimental requiere dos factores: el factor que el experimentador
varía sistemáticamente variable independiente y el comportamiento resultante que es
llamado variable dependiente.
Algo particular en la psicología social, es que se utilizan cómplices, individuos
parecidos a los que participan en la experiencia y que deben hacer lo que hacen los
otros, pero fueron instruidos antes. Ejemplo el caso Milgram.
Las experiencias de laboratorio pueden completarse mediante experiencias sobre el
terreno en las que el investigador intenta manipular la variable independiente, aunque
trabajando en un marco normal. Dichas experiencias sobre el terreno son difíciles de
organizar y ejecutar.
La psicología social es la única ciencia social probablemente que recurre de manera
predominante a la experimentación.
JODELET – LA REPRESENTACIÓN SOCIAL: FENÓMENOS CONCEPTO Y
TEORÍA.
Introducción
Representación social: un término que encontramos en todas las ciencias sociales,
constituye la designación de fenómenos múltiples que se observan y estudian a
variados niveles de complejidad, individuales y colectivos, psicológicos y sociales.
A menudo en la ciencia, primero aparece un concepto, se dice lo que es. Luego se
observa cómo está hecho y lo que hace, pero para ver cómo está hecho y lo que hace
es necesario pasar del concepto a la teoría.
El concepto de representación social aparece en sociología, pero su teoría va a ser
esbozada en psicología social, no sin antes haber realizado una desviación por la
psicología infantil.
A- De los fenómenos representativos a la noción de representación social.
En la experiencia que nos interesa, el simple hecho de que el experimentador haga
intervenir una definición de la tarea que sea o no congruente con su naturaleza, basta
para afectar el rendimiento de los grupos y para implicar diferentes procedimientos
cognitivos y diversas comunicaciones. Los sujetos comprenden y no se comportan de
manera similar ante un procedimiento que se mantiene idéntico. Su rendimiento es
mayor cuando su representación concuerda con el ejercicio que deben realizar y
menor cuando no concuerda con él.
Los sujetos se organizan según su representación: de forma jerárquica cuando la
tarea de creatividad es vista como resolución de problema y de forma no jerárquica
cuando la tarea de resolución de problema es vista como tarea de creatividad.
La representación que elabora un grupo sobre lo que debe llevar a cabo, define
objetivos y procedimientos específicos para sus miembros. Aquí descubrimos una
primera forma de representación social: la elaboración por parte de una colectividad,
de una concepción de la tarea que no toma en consideración la realidad de su
estructura funcional. Esta representación incide sobre el comportamiento social y la
organización del grupo y llega a modificar el propio funcionamiento cognitivo.
La noción de representación social.
Las representaciones sociales se presentan bajo formas variadas. Imágenes que
condensan un conjunto de significados, sistemas de referencia que nos permiten
interpretar lo que nos sucede, e incluso, dar un sentido a lo inesperado, categorías que
sirven para clasificar las circunstancias, fenómenos y a los individuos.
Lo social interviene de varias maneras, a través del contexto concreto en el que se
sitúan individuos y grupos, a través de la comunicación que se establece entre ellos, a
través de los marcos de aprehensión que proporciona su bagaje cultural.
La noción de representación social nos sitúa en el punto donde se interceptan lo
psicológico y lo social. Concierne a la manera como nosotros, sujetos sociales,
aprehendemos los acontecimientos de la vida diaria, las características de nuestro
medio ambiente, las informaciones que en él circulan. El conocimiento espontáneo que
tanto interesa, ese que se denomina de sentido común o natural, se constituye a partir
de nuestras experiencias, pero también de las informaciones, conocimientos y
modelos de pensamiento que recibimos y transmitimos, se trata de un conocimiento
práctico.
Este conocimiento, según Moscovici constituye el eje central de una psicología del
conocimiento. El concepto de Durkheim recubría esta forma de pensamiento social sin
circunscribirlo en su especificidad. Para explicarlo era necesario establecer un modelo
que revelase los mecanismos psicológicos y sociales de su producción, operaciones y
funciones.
Los fenómenos aislados, los mecanismos puestos de manifiesto se sitúan a diversos
niveles que van desde lo individual hasta lo colectivo, dificultando así una comprensión
global del pensamiento social.
El hecho de que la representación social constituya una forma de conocimiento,
implica el riesgo de reducirla a un acontecimiento intraindividual, donde lo social tan
sólo interviene de forma secundaria.
[Estos desarrollos, pueden alinearse dentro de un modelo teórico unitario que desarrolle el
concepto de representación social: El concepto de representación social designa una forma
de conocimiento específico, el saber de sentido común, cuyos contenidos manifiestan la
operación de procesos generativos y funcionales socialmente caracterizados. En sentido más
amplio, designa una forma de pensamiento social. Estas representaciones sociales, constituyen
modalidades de pensamiento práctico orientados hacia la comunicación, la comprensión y el
dominio del entorno social, material e ideal.

La caracterización social de los contenidos ha de referirse a las condiciones y a los contextos


en los que surgen las representaciones, a las comunicaciones mediante las que circulan y a las
funciones a las que sirven dentro de la interacción con el mundo y los demás .]

B- Elementos para acotar la noción de representación social.


Por una parte, la representación social se define por un contenido: informaciones,
imágenes, opiniones, etc. Este contenido se relaciona con un objeto: un trabajo a
realizar, un acontecimiento. Por otra parte, es la representación social de un sujeto en
relación con otro sujeto.
Toda representación social es de algo y de alguien. No es el duplicado de lo real ni el
duplicado de lo ideal.
Del hecho a la representación
El acto de representar constituye el nivel elemental para abordar la representación
social. El acto de representación es un acto de pensamiento por medio del cual un
sujeto se relaciona con un objeto. Representar es sustituir a, estar en lugar de. La
representación es el representante mental de algo, sea objeto, persona,
acontecimiento.
Representar es re-presentar, hacer presente en la mente, en la conciencia.
La representación mental, social, conlleva igualmente este carácter significante. No
solamente restituye de modo simbólico algo ausente, sino que puede sustituir lo que
está presente, no es simple reproducción, sino construcción y conlleva en la
comunicación una parte de autonomía y de creación individual o colectiva con las
siguientes consecuencias
1. El aspecto de imagen, figurativo de la representación es inseparable de su
aspecto significante: la estructura de la representación aparece desdoblada,
tiene dos caras poco disociables, la cara figurativa y la cara simbólica.

REPRESENTACIÓN = FIGURA/SENTIDO.
Lo que significa que la representación hace que a toda figura corresponda un sentido,
y a todo sentido corresponda una figura.
2. La representación no es un puro reflejo del mundo exterior, una huella que se
imprime e integra mecánicamente en el espíritu. No es la reproducción pasiva
de un exterior en un interior.
3. El propio concepto de representación social fue introducido en psicología social
debido a las insuficiencias de los modelos clásicos a fin de explicar nuestras
interacciones significativas con el mundo.
4. Esto implica que siempre haya una parte de actividad de construcción y
reconstrucción en el acto de representación
5. Al decir que la representación tiene un carácter creativo y autónomo, no sólo
nos situamos respecto al objeto. Incluso en las representaciones muy
elementales tiene lugar todo un proceso de elaboración cognitiva y simbólica
que orientará los comportamientos.
Cinco características fundamentales de la representación
- Siempre es la representación de un objeto
- Tiene un carácter de imagen y propiedad de poder intercambiar lo sensible y la
idea, la percepción y el concepto
- Tiene un carácter simbólico y significante
- Tiene un carácter constructivo
- Tiene un carácter autónomo y creativo La representación siempre conlleva algo
social, las categorías que la estructuran y expresan, categorías tomadas de un
fondo común de cultura
… a la construcción de una representación social.
Estas ópticas constituyen diversas maneras de formular cómo se elabora la
construcción psicológica y social que es una representación social. Las principales
son:
Una primera óptica se limita a la actividad puramente cognitiva a través de la cual el
sujeto construye su representación. Esta, tiene dos dimensiones, una de contexto
donde el sujeto se halla en situación de interacción social, y una de pertenencia siendo
el sujeto un sujeto social, hace intervenir en su elaboración ideas, valores y modelos
provenientes de su grupo de pertenencia o ideologías transmitidas.
Un segundo enfoque pone el acento sobre los aspectos significantes de la actividad
representativa. Se considera que el sujeto es productor de sentido, que expresa en su
representación el sentido que da a su experiencia en el mundo social. La
representación también es considerada la expresión de una sociedad determinada.
Una tercera corriente trata la representación como una forma de discurso y desprende
sus características de la práctica discursiva de sujetos situados en la sociedad. Sus
propiedades sociales provienen de la situación de comunicación, de la pertenencia
social de los sujetos que hablan y de la finalidad de su discurso
En la cuarta óptica es la práctica social del sujeto la que es tomada en consideración.
Actor social inscrito en una posición o lugar social, el sujeto produce una
representación que refleja las normas institucionales derivadas de su posición.
Para el quinto punto de vista, el juego de las relaciones intergrupales determina la
dinámica de las representaciones. El desarrollo de las interacciones entre los grupos
modifica las representaciones que los miembros tienen de sí mismos, de su grupo, de
los otros grupos y miembros.
Una última, la sexta perspectiva, hace del sujeto el portador de determinaciones
sociales, basa la actividad representativa en la reproducción de los esquemas de
pensamiento socialmente establecidos.
Estas ópticas se vuelven a encontrar en el interior del campo de estudio de las
representaciones sociales.
C- Construir lo real, encarnar el pensamiento.
Moscovici puso de manifiesto dos procesos principales que explican cómo lo social
transforma un conocimiento en representación y como esta representación transforma
lo social. Estos dos procesos, la objetivización y el anclaje se refieren a la
elaboración y al funcionamiento de una representación social.
La objetivización: lo social en la representación
En este proceso la intervención de lo social se traduce en el agenciamiento y la forma
de los conocimientos relativos al objeto de una representación, articulándose con una
característica del pensamiento social, la propiedad de hacer concreto lo abstracto, de
materializar la palabra
1. El proceso de la objetivización. La representación permite intercambiar
percepción y concreto, hace corresponder cosas con palabras, da cuerpo a
esquemas conceptuales.
La objetivización implica varias fases:
a. Selección y descontextualización de los elementos de la teoría. Estas
informaciones son separadas del campo científico al que pertenecen, del grupo de
los expertos que las ha concebido y son apropiadas por el público que consigue
dominarlas.
b. Formación de un núcleo figurativo: una estructura de imagen reproducirá de
manera visible una estructura conceptual. Las nociones claves que configuran
dimensiones existenciales, la CC, el ICC, son visualizados en el núcleo a través de
su posición por encima y debajo de una línea de tensión en la que se encarna el
conflicto, la contradicción, el rechazo, que da lugar al complejo.
c. Naturalización: el modelo figurativo permitirá concretar al coordinarlos cada uno de
los elementos que se transforman en seres de naturaleza.
2. Implicaciones del paradigma de la objetivización: El modelo de la objetivización
en su triple carácter de construcción selectiva/esquematización
estructurante/naturalización
a. Este modelo revela la tendencia del pensamiento social a proceder por medio
de construcción estilizada, gráfica y significante.
b. Este aparece, con la evicción del a libido en el caso del psicoanálisis como una
construcción selectiva subordinada a un valor social. Un juego de
enmascaramiento y de acentuación de los elementos que constituyen el objeto
de la representación produce una visión de este objeto marcada por una
distorsión significante.
Si se pasa de la sociedad general a grupo y situaciones socialmente definidos, el
modelo de construcción o reconstrucción de la realidad permite comprender la génesis
de los contenidos representativos. La intervención de lo social como determinación
interna de las operaciones de construcción de la representación puede especificarse
derivando los procesos cognitivos movilizados por las condiciones normativas o de
vital interés para la colectividad o el individuo
c. La aparición del CC y el ICC se debe a su resonancia existencial. Estos se
hacen eco de una experiencia conflictiva íntima, en la que no están ausentes ni
la dimensión imaginaria ni la dimensión mítica.
d. No es necesario demostrar la generalidad de la naturalización ni su importancia
en contextos sociales reales. Ya se trate de relaciones étnicas, intergrupales o
bien de juicios sociales, no faltan los ejemplos en que la imagen, la palara,
bastan para inmovilizar al otro en un status de naturaleza.
El anclaje: la representación de lo social
Este proceso se refiere al enraizamiento social de la representación y de su objeto. La
intervención se lo social acá se traduce en el significado y la utilidad que les son
conferidos.
El anclaje implica otro aspecto cuya gran importancia ha sido puesta de manifiesto por
recientes investigaciones en el campo de las representaciones. Este aspecto refiere a
la integración cognitiva del objeto representado dentro del sistema de pensamiento y a
las transformaciones derivadas de este sistema.
Ya no se trata como en el caso de la objetivización, de la constitución formal de un
conocimiento, sino de su inserción orgánica dentro de un pensamiento constituido.
1- El anclaje como asignación de sentido. La jerarquía de valores impuesto en la
sociedad y sus diferentes grupos contribuye a crear una red de significados
desde la cual son situadas socialmente y evaluadas como hecho social.
2- El anclaje como instrumentalización del saber. Esto, permite comprender como
los elementos de la representación no solo expresan relaciones sociales, sino
que también contribuyen a constituirlas. Este proceso tiene lugar
inmediatamente después de la objetivización.
3- Anclaje y objetivización. La relación existente entre la cristalización de una
representación en torno a un núcleo figurativo y un sistema de interpretación de
la realidad y de orientación de los comportamientos queda ilustrada en la
relación establecida con los enfermos mentales por parte de los habitantes de
la comunidad rural (ejemplo) La situación experimental a la que se enfrenta un
sujeto moviliza un trabajo de apropiación cognitiva que permite comprenderla,
anticipar lo que se producirá, preparar la interacción con el compañero y dar
sentido al propio comportamiento. Todas las interpretaciones se organizan en
función del núcleo central de la representación de la situación experimental.
4- El anclaje como enraizamiento en el sistema de pensamiento. Así como no
surge de la nada, la representación no se inscribe sobre una tabla rasa, sino
que siempre encuentra algo que ya había sido pensado, latente o manifiesto. El
contacto entre la novedad y el sistema de representación preexistente se halla
en el origen de dos órdenes de fenómenos, opuestos de cierta manera que dan
a las representaciones una dualidad en ocasiones sorprendente.
D- Conclusión
Al aislar los mecanismos socio-cognitivos que intervienen en el pensamiento social, el
estudio de las representaciones sociales ofrece una poderosa alternativa de los
modelos de la cognición social. Su alcance en la psicología social no se detiene ahí,
ya que debido a los lazos que las unen al lenguaje, las representaciones sociales
constituyen objetos cuyo estudio devuelve a esta disciplina sus dimensiones históricas,
sociales y culturales. Su teoría debería permitir unificar el enfoque de toda una serie
de problemas situados en la intersección de la psicología con otras ciencias sociales.
UNIDAD IV
Gonzales Rey – La crítica a la Psicología social Latinoamericana y su impacto en
los diferentes campos de la psicología.
Se presenta un análisis de los diferentes aspectos que se combinaron en la
emergencia de una psicología social crítica en América Latina, a partir de los años 70;
las tendencias que aparecieron dentro de aquella orientación y sus consecuencias
para el desarrollo posterior de la psicología latinoamericana.
Congreso de Psicología social de la Liberación, este movimiento crítico de la
psicología social, no ha sido analizado de una perspectiva histórica por ninguno de sus
protagonistas.
En diferentes momentos históricos y en diferentes contextos, la psicología social ha
presentado una orientación crítica relacionada con la vocación y el compromiso social
de algunos de los sectores comprometidos con este campo de la psicología. En
América Latina este carácter crítico ha sido estimulado por la especificidad del
contexto socioeconómico de América Latina y los conflictos que históricamente han
marcado las aspiraciones de independencia de los países de la región, y que tomaron
una connotación muy particular en la década de los años sesenta.
En el desarrollo de la crítica en el campo de la psicología social pienso que el impacto
del marxismo tuvo un importante papel, que primero se manifestó en Argentina, en los
brillantes trabajos de autores como Bleger y Pichon Riviere, y que después, de una
forma u otra, y desde perspectivas diferentes, influyó el desarrollo de la psicología
social crítica en América Latina de una forma general.
Las diferentes posiciones del pensamiento crítico en la Psicología Social
Latinoamericana: La confrontación con el modelo aséptico e individualista de la
Psicología Social Dominante.
Todos los modelos de pensamiento que se institucionalizan pierden el carácter creativo
y revolucionario que en algún momento pudieron tener, se dogmatizan y generan un
culto a patrones universales.
Una primera ruptura importante con las instituciones dominantes fue la que
hicieron Bleger y Pichón Riviere, fueron capaces de enfatizar el carácter social de la
formación del inconsciente y su relación con la condición social compleja del sujeto,
crítica que desarrollaron a partir de una apropiación creativa del marxismo, evitando
los dogmas de la objetivación de la psique que caracterizaba al marxismo
institucionalizado de la época.
Pichón expresa (1987): “La psicología social que postulamos tiene como objeto el
estudio y transformación de una realidad dialéctica entre formación y estructura social
y la fantasía inconsciente del sujeto, asentada sobre sus relaciones de necesidad.
Dicho de otra manera, la relación entre estructura social y configuración del mundo
interno del sujeto, relación que es abordada a través de la noción de vínculo… El
sujeto no es solo un sujeto relacionado, es un sujeto producido. NO hay nada en
él que no sea la resultante de la interacción entre individuos, grupos y clases.”
Aparece, tanto en pichón como en Bleger, el desafío de integrar el mundo psíquico del
sujeto a través de la complejidad de los espacios sociales en los que este sujeto se
produce, presentando la psique y lo social dentro de una visión dialéctica que, de
forma semejante, aparecerá más tarde en autores como Castoriadis, Guattari, Deleuze
y Elliot dentro de una perspectiva psicoanalítica crítica. Tanto Bleger como Pichón
integraron en su perspectiva de la psicología social el desarrollo de una teoría general
sobre el sujeto, integrando así el tema del sujeto y su organización psíquica con las
condiciones sociales en que éste se desarrolla, cuestiones que hasta hoy constituyen
un problema para la psicología.
Sus producciones se caracterizaron por la marca creativa de ambos como sujetos,
como autores, y su forma de asumir el marxismo y el psicoanálisis no se presentó
como una suma ecléctica entre ambos marcos de referencia, sino como la producción
de una psicología cualitativamente diferente, a partir de principios cosmovisivos
incorporados desde ambos referentes en una noción de hombre y de psique. Este
esfuerzo crítico desarrollado en Argentina, que rompía con las formas dominantes de
la institución psicoanalítica de la época, tampoco tuvo impacto en el campo de la
psicología social en el resto del continente, donde la crítica tomó otras formas. Una de
las tendencias fuertes en el rumbo de esta psicología social crítica, aparece dentro de
los marcos metodológicos de la psicología social dominante y se expresa a través de
sus propias categorías, pero con una orientación hacia temas que muy pronto
comienzan a revelar diferencias con la forma en que aparecían en aquella psicología.
Un pionero y fundador de esta dirección fue José Miguel Salazar, quien desde su
posición social crítica y comprometida, comenzó a desarrollar desde finales de los
cincuenta trabajos sobre las actitudes políticas en estudiantes venezolanos. Los
trabajos sobre el nacionalismo iniciados por él, alcanzan un carácter trasnacional en
las investigaciones conjuntas que José Miguel desarrolla junto con Marín en que se
estudian poblaciones venezolanas y colombianas. Ambos grupos de evaluaban como
flojos, siendo la pereza un rasgo recurrente en las autopercepciones de los
latinoamericanos en las investigaciones hechas en la época. Toda la línea desarrollada
en el tema de nacionalismo, permitieron visualizar la imagen negativa que los
latinoamericanos expresaban con relación a los norteamericanos, lo que evidenciaba
la necesidad del desarrollo de una identidad latinoamericana como opción al dominio
ideológico, político y económico de los norteamericanos en el continente.
Algo que ha caracterizado la posición crítica de la psicología social latinoamericana es
un compromiso con la realidad compleja que está asociada a los procesos psíquicos
que caracterizan a la población y a los latinoamericanos. La emergencia de una visión
socio-histórica de la psique comienza a aparecer desde diferentes perspectivas. Martín
Baró, representante de esta generación de psicólogos y en quien se evidenció siempre
una tendencia a la búsqueda de alternativas teóricas y metodológicas facilitadoras de
esta psicología crítica, expresó: “una forma más sutil de atribuir el fatalismo al carácter
o a la personalidad de los individuos se encuentra en quienes lo vinculan con una baja
motivación de logro. Decir, por ejemplo, que el obrero o el campesino
latinoamericanos, a diferencia de los norteamericanos, no progresan porque carecen
de esa ambición y empuje, es una forma aparente más “técnica”, pero no por ello
menos psicologista, de cargar a la víctima con la culpa de la situación.”
El compromiso ideológico y una forma alternativa de producir psicología que diera
cuenta de las evidencias que las investigaciones comenzaban a aportar en relación
con los latinoamericanos, fueron llevando a una conciencia teórica y metodológica
crítica que, en lo metodológico, se separaba del positivismo, y en lo teórico enfatizaba
el origen histórico y cultural de la psique, rompiendo con la naturalización de la psique
en la psicología social dominante. El estudio de los procesos sociales y de sus formas
de organización e institucionalización pasó a tener un lugar central para la crítica que
se desarrollaba.
Una tercera tendencia en el desarrollo de una posición crítica dentro de la psicología
social latinoamericana aparece a través de la sunción explícita y directa del marxismo
como referente, y de la incorporación de autores marxistas del campo de la psicología.
La psicología social no era dentro de la psicología soviética un área fuerte, sin
embargo, la represión alrededor de los temas de naturaleza social que se heredó del
estanilismo, fueron elementos que impidieron el desarrollo de una psicología social
fecunda, así como el desarrollo de otras ciencias sociales en la antigua URSS. En
Cuba, la visión histórica- cultura de la psique, muy influida por el marxismo, facilitó el
tránsito de temas básicos a la psicología social. Durante los años ochenta aparece en
el continente una tendencia a la crítica de las posiciones tradicionales que dominaban
los escenarios académicos de la enseñanza de la psicología. Todos los autores y
tendencias mencionados convergían en un conjunto de aspectos, como fueron:
1) La necesidad de desarrollar una psicología con posiciones propias frente a los
problemas específicos de nuestro continente, y el reconocimiento de una
realidad social que definía los aspectos psicológicos de los diferentes grupos y
clases de América Latina.
2) La necesidad de intervenir en la realidad estudiada y facilitar procesos
libertadores que contribuyeran al cambio social en la región, o sea, de hecho,
la implicación política y ciudadana en los procesos sociales que eran objeto de
estudio. El carácter participativo de muchos de los estudios desarrollados en
los diferentes países de la región llevó a una implicación del investigador con la
realidad que, de hecho, facilitó estrechos vínculos con la población, los que se
tradujeron en la producción de conocimiento.
3) La conciencia creciente de la necesidad de desarrollos teóricos y
metodológicos que facilitaran una psicología social de orientación crítica en el
continente.
El desarrollo de los marcos institucionales de crítica en la psicología social
latinoamericana
La crítica en la psicología social latinoamericana se comienza a articular a través de
las relaciones entre los investigadores, y en la organización de foros y congresos en
que la mayoría de los psicólogos antes referidos eran convidados. El Congreso
Interamericano de Perú tuvo una fuerte repercusión en algunos sectores de la
psicología social latinoamericana. Después de este congreso se organizaron en el
Brasil una serie de encuentros y seminarios entre psicólogos sociales que condujeron
a la formación de la Asociación Brasilera de Psicología Social, que hasta hoy
representa uno de los escenarios más fructíferos de reflexión crítica en la psicología
social de América Latina. En Venezuela, José Miguel Salazar y Maritza Montero,
fueron organizadores entusiastas y activos de diferentes encuentros y cursos en
Caracas. A partir de los Congresos y encuentros entre psicólogos, se va produciendo
un movimiento organizado de producción y reflexión compartida entre psicólogos
latinoamericanos que va ganando fuerza a nivel continental. Como parte de este
movimiento crítico de corte latinoamericano, también están los encuentros que se
organizaron en la Habana entre psicoanalistas y psicólogos marxistas, que se
inscribían en el esfuerzo de abrir nuevos espacios de discusión y reflexión superando
cualquier tendencia al dogma.
Las alternativas teórico-metodológicas en el desarrollo de la crítica a la
psicología social en América Latina
El desarrollo de las posiciones críticas en la psicología social latinoamericana se
alimentó de marcos de referencia muy diferentes, mostrándose la importancia del
sujeto en el ejercicio de la crítica, toda vez que los diferentes marcos empleados
sirvieron para complementar un cuerpo de conocimientos responsable por nuevas
representaciones que permitieron un desarrollo crítico alternativo y productivo. En nivel
metodológico, existe un consenso mayor entre nosotros, que se define por una opción
cualitativa de investigación.
En la psicología social latinoamericana el ejercicio de la crítica se ha producido desde
diferentes posiciones, sin embargo, también ha existido la tendencia a acompañar las
teorías de turno, las que se han constituido como la última moda, sin madurar un
pensamiento propio con relación a sus límites y a la forma particular de adoptarlas.
Los diferentes modelos que estuvieron presentes en las reflexiones críticas de los
psicólogos latinoamericanos en los setenta y los ochenta, se van enriqueciendo con la
crítica al paradigma tradicional que e presenta desde la psicología social sociológica
en América Latina, de forma muy particular a través de los trabajos de Fernández, a
partir de los cuales la cuestión del lenguaje y la producción de significados gana fuerza
en el espacio crítico de la psicología latinoamericana en los años ochenta, lo que se
refuerza en los noventa como expresa Montero en su libro “construcción y critica de la
psicología social.” Maritza nos presenta una interesante síntesis de lo que ella
denomina como paradigma emergente en la psicología social, donde además de
destacar que la realidad es una construcción cotidiana, destaca el carácter complejo
de los sujetos que se relacionan en la realidad social, así como el propio carácter
complejo de la realidad social, dónde “la psicología debe reflejar los problemas de la
realidad social en que se hace; tomar en cuenta la estructura económica y social y sus
efectos en la formación del ser social: ubicar la conducta en su contexto social, sin por
ello reducirla a particularidades.”
La integración de lo simbólico como dimensión fundante de la realidad social tiene un
papel importante en la desnaturalización de esta realidad. El construccionismo social,
sin dudas atractivo en su crítica a la psicología tradicional, en sus reflexiones creativas
sobre la construcción del conocimiento y con relación a las diferentes prácticas de la
psicología que se apoyan en la naturalización de la psique a través de su
representación estática en entidades individuales y universales, va, en la psicología
social, a extremos que, crean una nueva ideologización sobre los límites absolutos de
la producción del conocimiento: los criterios legitimadores de las prácticas discursivas.
En América Latina el construccionismo en la década del noventa tuvo un papel
importante en la crítica a la psicología tradicional.
El autor ve al sujeto en esa capacidad humana de ruptura, a un sujeto que tiene esta
capacidad por ser capaz de procesos de subjetivación que tienen una historia, y que
no se diluyen en el momento actual. Se refiere a esta historia como configuración de
sentidos subjetivos, y no como acumulación de hechos, y tampoco como evolución
teleológica hacia un final que tiene leyes inherentes. En este punto retoma el marco de
referencia que ha marcado su evolución histórica dentro de esta ruta de producción
crítica, y que tiene importantes puntos de coincidencia con autores con los que hemos
compartido la trayectoria de esta crítica en la psicología social, se refiere a las
categorías de sujeto y subjetividad, las que desde sus primeros trabajos en la
psicología social ha como temas inseparables en la construcción de una psicología
social crítica.
Martín Baró escribió en relación al tema de la cultura de la pobreza: “la cultura de la
pobreza es algo más que la pobreza; es un estilo de vida que florece en un
determinado contexto social (…) Representa un esfuerzo para manejar los
sentimientos de impotencia y desesperación que se desarrollan ante la comprobación
de que es improbable tener éxito siguiendo los valores y fines de la sociedad más
amplia”.
En esta cita Baró nos está conduciendo por el camino de los efectos de la pobreza en
nivel subjetivo que, en este caso, el ejemplifica a través de uno de esos posibles
efectos, pero que en nivel de la subjetividad social e individual de los protagonistas de
la pobreza, toma formas múltiples e impredecibles, donde la producción simbólica se
expresa en una unidad inseparable con la emocionalidad producida, sin que una sea
causa de la otra, aunque dentro de esta unidad psicológica una siempre evoque la
otra. Esta compleja producción subjetiva es lo que hemos definido en nuestro trabajo
como sentido subjetivo, un concepto clave para el desarrollo de una concepción
histórico-cultural de la subjetividad.
Los sentidos subjetivos en nivel individual son constituidos en la relación permanente
de la historia del sujeto y los contextos sociales dentro de los que expresa sus
acciones sociales. En nivel social, esta producción de sentidos se da dentro de los
espacios en que los individuos comparten historias socialmente institucionalizadas,
espacios que tienen memorias, códigos, cargas emocionales, que aparecen en la
producción de sentido diferenciada de los individuos que comparten estos espacios,
institucionalizándose estos procesos en los sistemas de relaciones que caracterizan
esos espacios y que, a su vez, están constituidos por elementos de sentido de otros
espacios sociales. Este complejo sistema de producción subjetivo social es lo que
hemos denominado subjetividad social. Esta diferencia de escenarios de la producción
de sentidos subjetivos está en la base de los conceptos de subjetividad individual y
social, a través de los cuales hemos intentado superar una de las dicotomías más
arraigadas de la psicología: lo individual y lo social.
La categoría de sentido subjetivo nos permite explicar una configuración subjetiva
individual, cualquiera que esta sea, la profesión, el padre, la sexualidad, etc., que
toman forma en la historia de la vida cultural y social del sujeto, a partir de elementos
de sentidos socialmente producidos en tiempos y espacios diferentes de una historia
individual.
El sujeto no se define como sujeto social por la inmediatez de alguna influencia
actual sobre su comportamiento, todo comportamiento se expresa en la
organización compleja entre sentidos subjetivos actuales e históricos, por tanto, el
sentido subjetivo es una categoría que nos permite integrar en su real complejidad lo
social y lo individual, que son momentos que permanentemente se constituyen y
reconstituyen entre sí dentro de una perspectiva histórica e inmediata.
El poder puede influir en el comportamiento de las personas de madera inmediata,
imponiendo una dirección, o mediata, configurando el mundo de las personas y
determinando los elementos constitutivos de esa propia acción.
La subjetividad representa un macroconcepto que nos permite articular esta compleja
relación de lo individual, lo histórico y lo social, a través de categorías que, como el
sentido subjetivo, tienen la flexibilidad suficiente para acompañar la procesualidad de
estos momentos de subjetivación, integrando sus dimensiones simbólicas
emocionales. Lo social y lo individual como momentos simultáneos de un sistema
complejo, en el que ambos mantienen una relación recursiva que toma diferentes
formas, y cada uno de estos sistemas, mantienen formas propias de organización en
desarrollo que enfatizan su especificidad histórica, y que impiden, aunque cada uno
está constituido por el otro y es constituyente del otro, que uno diluya en otro, como ha
ocurrido en las tendencias reduccionistas.
Presentamos una perspectiva de la subjetividad dentro de un marco histórico-cultural,
y que apoyado en la categoría de sentido subjetivo como unidad constitutiva de su
especificidad ontológica, nos permita articular la subjetividad social, la individual y el
sujeto concreto, en lo que pensamos que representa una alternativa legítima en la
construcción de referentes teóricos capaces de acompañar los desafíos críticos de la
psicología social.
La categoría de sentido subjetivo nos permite conocer las formas singulares que
adquieren los sentidos socialmente producidos en la historia de los sujetos singulares
concretos, lo que permite usar la categoría de personalidad, comprendida como
sistema de configuraciones subjetivas, en la construcción de la psicología social. El
sujeto individual, a través de su producción de sentidos subjetivos nos permite
visualizar y significar espacios de lo social que no son visibles en nuestro contacto con
esos espacios sociales desde la condición objetiva y de externalidad en la que nos
aproximamos a ellos como investigadores. La realidad representa una compleja
organización subjetiva que Castoriadis nos presenta de forma muy sugerente con el
concepto de imaginario social y que el autor conceptualiza como subjetividad social.
Reflexiones finales
La psicología social latinoamericana está comprometida de forma simultánea en el
desarrollo de un camino crítico con la producción de modelos teóricos y metodológicos
que acompañen sus prácticas y diversidad.
Intentar retomar publicaciones conjuntas como la de los años 80 y 90 y renovar
espacios de discusión.
Romper con la esclavitud de la psicología. – Martín Baró
MONTERO – INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA COMUNITARIA
CAP. 2
Definición de psicología comunitaria.
La mayoría de los autores define a la psicología comunitaria como aquella que trata de
la comunidad y que es realizada con la comunidad. Esta definición permite delimitar lo
comunitario y lo asistencial, si se excluye el rol activo de la comunidad, podrá tratarse
de aplicaciones psicológicas concernientes a la salud, la educación, que bien siendo
del territorio de la comunidad, no implican un trabajo comunitario.
Esto supone una característica, la esencial de la psicología comunitaria: lo
comunitario incluye el rol activo de la comunidad, su participación como agente
activo con voz, voto y veto. Otra característica sería el énfasis puesto en el
desarrollo de las fortalezas y capacidades más que en las debilidades y carencias. El
cambio social es una condición presente en la mayor parte de las definiciones lo cual
le otorga un carácter político, en el sentido que quienes trabajan en psicología
comunitaria producen intervenciones para lograr el fortalecimiento y el cambio.
Rappaport precisa tres aspectos más específicos: relatividad cultural, diversidad y
ecología, entendiendo por ecología adecuación entre las personas y el medio
ambiente. Otra característica sería el énfasis puesto en el desarrollo de las fortalezas y
capacidades, más que en las debilidades y carencias. El cambio social es una
condición presente en la mayor parte de las definiciones, quienes trabajan en la
psicología comunitaria producen, junto con las comunidades, intervenciones para
lograr el fortalecimiento y el cambio.
Sarason define esta subdisciplina en función de un tema central de estudio: el sentido
de comunidad y su fortalecimiento y producción. Otros lo hacen en función de la
relación entre individuos y medio ambiente, o entre el estrés psicosocial y su efecto
sobre la salud.
La definición de Rappaport dice que la psicología comunitaria es la disciplina que:
“acentúa la importancia de la perspectiva ecológica de la interacción, sosteniendo la
posibilidad de mejorar la adaptación entre las personas y su ambiente mediante la
creación de nuevas posibilidades sociales y a través del desarrollo de recursos
personales en vez de hacer hincapié exclusivamente en la supresión de las
deficiencias de los individuos o de sus comunidades.” Esta definición muestra el
énfasis en la relación individuo-medio ambiente (cultural, social, físico), coloca su
objetivo en la producción de una mejor relación entre ambos y sitúa la posibilidad de
lograrlo en ambos polos conjuntamente.
En 1982 Montero define por primera vez a la psicología comunitaria como la rama de
la psicología cuyo objeto es el estudio de los factores psicosociales que permiten
desarrollar, fomentar y mantener el control y poder que los individuos pueden ejercer
sobre su ambiente individual y social para solucionar los problemas que los aquejan y
lograr cambios en esos ambientes y en la estructura social. Esta definición implica:

1) Un rol diferente para los profesionales de la psicología: el de agentes de


transformación social, que comparten su conocimiento con otros actores
sociales, provenientes de la comunidad, poseedores de un saber y orientados
por los mismos objetivos, con los cuales trabajan conjuntamente.
2) La subdisciplina como un campo interdisciplinario, al plantear cambios sociales
asume un objetivo igualmente planteado en otras ciencias sociales.
3) La detección de potencialidades psicosociales y el estímulo de las mismas.
4) Un cambio en el modo de enfrentar la realidad, de interpretarla y de reaccionar
ante ella.
5) Hacer psicología para la transformación positiva, social e individual.
6) Cambios en el hábitat, en el individuo, en las relaciones individuo-grupo-
sociedad. Los cambios en el individuo llevan a cambios en los grupos a los
cuales pertenece, entre ellos la comunidad.
Características de la psicología comunitaria

1. Se ocupa de fenómenos psicosociales producidos en relación con procesos de


carácter comunitario, tomando en cuenta el contexto cultural y social en el cual
surgen.
2. Concibe a la comunidad como ente dinámico compuesto por agentes activos,
actores sociales relacionados constructores de la realidad en que viven.
3. Hace énfasis en las fortalezas y capacidades, no en las carencias y
debilidades.
4. Incluye la diversidad.
5. Asume las relaciones entre las personas y el medio ambiente en que viven.
6. Tiene una orientación hacia el cambio social dirigido al desarrollo comunitario.
7. Incluye una orientación hacia el cambio personal en la interrelación entre
individuo y comunidad.
8. Busca que la comunidad tenga el poder y el control sobre los procesos que la
afectan
9. Tiene una condición política en tanto supone formación de ciudadanía y
fortalecimiento de la sociedad civil
10. La acción comunitaria fomenta la participación y se da mediante ella
11. Es ciencia aplicada, produce intervenciones sociales.

El origen pluridisciplinario de la psicología comunitaria


Sanchez Vidal considera que las definiciones de psicología comunitaria pecan en
vaguedad e imprecisión, denuncia el carácter utopista y señala ciertas imprecisiones
que llevan a la psicología comunitaria a ser confundible con otros campos aplicados,
se caracterizan por la multidisciplinariedad
Es esta una psicología que debe definirse por la inclusión y la integración. Si
revisamos la génesis de la psicología comunitaria, vemos que deriva de varios campos
que la marcan profundamente: el psicosocial, el clínico, el educativo, y en particular, el
movimiento de salud mental en la comunidad, con el cual parecía estar unida a fines
de los años sesenta y entrados los setenta. Como señala Cook, la diferenciación debía
hacerse porque la psicología comunitaria “va más allá de la salud mental en la
comunidad, por su interés en problemas que no son de salud mental, por ejemplo, el
funcionamiento de los individuos en las unidades sociales, las organizaciones y las
comunidades”.
Psicología comunitaria y psicología social comunitaria.
Es significativo el hecho de que la psicología comunitaria surja en América en un
momento de crisis que obliga a muchas ramas de la psicología y sobre todo a su rama
social, a repensarse críticamente. El surgimiento de la psicología social comunitaria, o
comunitaria a secas, como un producto y una expresión de la crítica a las formas
establecidas y de la necesidad de producir una disciplina eficaz en el tratamiento de
los problemas sociales, es una de las manifestaciones del cambio paradigmático que
estaba ocurriendo. ¿Por qué las dos denominaciones? Se debe a que en sus orígenes
en esta parte del continente fue en el campo de la psicología social donde se gestó la
nueva práctica; es de ella de donde se toman muchos de sus métodos, estrategias y
técnicas, así como algunos conceptos y explicaciones teóricas iniciales.
La psicología social comunitaria, tiene como centro el desarrollo de comunidades
autogestoras para la solución de sus problemas; estudia para ello las relaciones de
poder y de control sobre las circunstancias de vida, su efecto sobre procesos
psicosociales y, en el ámbito latinoamericano, se orienta hacia la intervención
crítica para la transformación social, facilitando y fortaleciendo los procesos
psicosociales que posibilitan el desarrollo de comunidades autogestoras para la
solución de sus problemas.
El objeto de la psicología comunitaria
La definición antes citada (Montero, 1982) señala el poder y el control sobre las
circunstancias de vida por parte de las personas que integran las comunidades, así
como el cambio social como objeto de esta rama de la psicología. En efecto, el primer
señalamiento coloca a la comunidad como ámbito y sujeto del quehacer psicosocial
comunitario. Pero no como espacio delimitado, sino autodelimitado por la comunidad
misma, y no como sujeto sujetado, sino autodefinido desde la propia comunidad.
Hablamos de un sujeto activo de las acciones que en ella se llevan a cabo; como actor
social, constructor de su propia realidad.
El cambio o la transformación social tiene que ser precisado nuevamente. No se trata
de cambios señalados desde afuera de la comunidad. La positividad de esa
transformación está definida desde la situación de la comunidad, y la incorporación de
aspectos externos provenientes de consideraciones de salud mental, salud
comunitaria, avances de la ciencia, aspectos culturales, religiosos, políticos o
económicos, por ejemplo, debe ser conocida, discutida, reflexionada y aceptada por la
comunidad. El trazado de las líneas de transformación se hace desde la propia
comunidad y, sobre todo, desde las aspiraciones, los deseos y las necesidades de la
comunidad.
Psicología comunitaria y desarrollo comunal.
Para definir su objeto de estudio, la psicología comunitaria necesitó, en sus primeros
años de existencia, deslindar la naciente rama de la psicología de otras prácticas ya
existentes en las ciencias sociales, relativas a la comunidad: el desarrollo comunitario
o comunal. Casi cuatro décadas más tarde tal distinción ya no es necesaria, puesto
que la práctica ha mostrado las diferencias, a la vez que ha señalado la conveniencia
multidisciplinaria cuando se trata de trabajar en la organización y el desarrollo de una
comunidad.
El desarrollo comunal ha sido definido como el producto de la acción comunal,
acción que se produce cuando la comunidad se hace cargo de sus problemas y se
organiza para resolverlos, desarrollando sus propios recursos y potencialidades y
utilizando también los ajenos. Se basa en la autogestión y en la autodeterminación.
Factores económicos y políticos ponen a menudo barreras difícilmente franqueables
por la acción comunitaria de manera inmediata. El desarrollo comunal deberá, por lo
tanto, involucrar estrategias para la superación de tales obstáculos, a largo plazo,
manteniendo siempre la comunidad el control de la situación. El desarrollo comunal
debe partir de los siguientes principios: catálisis social, consistente en la presencia de
un agente propulsor del desarrollo, perteneciente o no al grupo (su rol no es directivo),
provisto de los recursos técnicos necesarios, así como de la motivación y las actitudes
claras respecto de su rol y el de la comunidad; autonomía, que significa la
centralización en el grupo inicial, quien tiene a su cargo el control, la dirección y la
realización del desarrollo; prioridad, que consiste en el señalamiento por el grupo de
las necesidades a atender, estableciendo su jerarquización; realización, es decir, la
obtención de logros concretos inmediatos que permitan alcanzar la meta última: el
cambio social.
Sobre el método en la psicología comunitaria.
Respecto del método de la psicología comunitaria, tal como sucedió al comienzo con
su objeto, la naciente subdisciplina debió apoyarse en algunos de los métodos y las
técnicas existentes, los cuales provenían principalmente de la psicología social. La
experiencia de Montero fue la de encontrarse, a mediados de los setenta, ante
problemas sociales que no podían ser estudiados ni resueltos mediante la aplicación
de las formas usuales de tratamiento desarrolladas hasta el momento por la
psicología. A esto se agregaba la convicción de que tales problemas debían ser
enfrentados no sólo por los psicólogos interesados en ellos, sino también por las
personas afectadas, ante la ineficiencia o inutilidad social de los procedimientos de los
cuales se disponía. Estos permitían diagnosticar en términos psicosociales (lo que ya
era sabido), pero establecían una brecha entre ese diagnóstico y las formas de
intervención, planificadas externamente al ámbito del problema, que generaba un
continuo desajuste entre los acontecimientos de la vida social, los procesos
psicosociales ligados a ellos y las respuestas de la disciplina.
De la psicología social tomamos las técnicas y los procedimientos propios de la
dinámica de grupos, ya que sabíamos que debíamos trabajar con grupos comunitarios
y dichas técnicas nos permitían establecer intercambios productivos, vivaces, en los
cuales todos los miembros del grupo pudiesen tener la oportunidad de expresar sus
puntos de vista, sus preocupaciones, sus opiniones. Tomaron técnicas de observación
y les añadieron enfoques participativos.
La unión entre teoría y práctica es uno de los principios fundamentales de la psicología
comunitaria y, junto con la consideración del carácter activo de los participantes
provenientes de las comunidades y la redefinición del rol de los psicólogos
comunitarios, contribuyó al desarrollo de la perspectiva metodológica participativa que
caracteriza al método en la psicología comunitaria.
El carácter participativo de muchas de las técnicas empleadas en la psicología
comunitaria, así como el lugar central que en ella ocupa la investigación-acción
participativa, se han afirmado y extendido, pero, existe lo que puede considerarse una
forma de pluralismo metodológico. Otro aspecto característico es el uso de métodos
tanto cualitativos como cuantitativos.
El método de la psicología comunitaria se rige por los siguientes principios:
1. El principio científico de que el método sigue al objeto, este método está
inseparablemente unido a los aspectos epistemológicos y oncológicos.
2. El carácter participativo de ese método
3. El carácter activo del método
4. El carácter continuo de su aplicación
5. El carácter heurístico de este método, en su necesidad de responder a las
exigencias debe generar modos sistemáticos de responder a sus
características.
6. El carácter contextualizado, que se expresa en la adaptación del método, de
las técnicas
Resumen
Esta rama de la psicología, marca su carácter orientado hacia la transformación social
y personal, dinámico, contextualizado, participativo, político, preventivo generador de
una praxis que al intervenir produce resultados concretos y reflexión teórica,
consciente de la diversidad de carácter temporal y espacial, proveniente del
relativismo cultural. Se señalan asimismo las relaciones y diferencias con otras formas
de aproximación a las comunidades, tales como el desarrollo comunal, al igual que sus
puntos de contacto con otras ramas de la psicología y con otras ciencias sociales con
las cuales mantiene vasos comunicantes y que, además, estuvieron presentes en su
surgimiento y le han aportado conceptos y métodos, luego modulados y transformados
en el campo psicológico comunitario.
CAP. 4 influencia y desarrollos teóricos en la psicología comunitaria.
Influencias teóricas tempranas en la psicología comunitaria.
Una de las preocupaciones internas y a la vez objeto de críticas externas en la
psicología comunitaria, durante sus primeros veinte años de existencia, fue la aparente
ausencia de teorías propias o de teoría en general. Ambas posiciones eran
explicables, puesto que en los 70 y los 80 se trataba de una subdisciplina naciente.
En primer lugar, está unido al descontento con las prácticas habituales a
principios de la segunda mitad del siglo XX por parte de ciertas ramas de la
psicología ligadas a la transformación de las personas y de la sociedad: la
psicología de la educación, la psicología social, la psicología clínica. Ramas éstas que
se ocupan, por definición, de procesos en los cuales las personas cambian, ya sea por
adquirir conocimientos, por desarrollar comportamientos o por recibir tratamientos y
pautas socializadoras que las definen como miembros específicos de determinadas
categorías sociales.
En sus inicios, la psicología comunitaria analizó los procesos psicosociales que
conducen a las transformaciones sociales, ambientales y personales requeridas para
satisfacer las necesidades comunitarias y fomentar el desarrollo de la comunidad.
Estudió también aquellos procesos que pueden bloquear, impedir o disminuir esos
esfuerzos. Para la época, las teorías de la desesperanza o la indefensión aprendida,
las teorías de la autoeficacia y su bloqueo, para mencionar sólo las más relevantes en
esa corriente, describían comportamientos en los cuales las personas podían caer en
la pasividad y la apatía, considerando que entre sus acciones y el resultado o la
consecuencia de las mismas no habría relación de causalidad. La persona llega a
considerar que nada de lo que haga tendrá efectos sobre lo que ocurre o pueda
ocurrir. Más aún, esto va acompañado de la creencia en lo que fue llamado otros
poderosos (el gobierno, Dios), quienes tendrían el control de las circunstancias, frente
a la impotencia y la debilidad de las personas.
Esas teorías aportaron a la psicología social comunitaria descripciones conductuales
que coincidían con el comportamiento que esa nueva rama de la psicología se
proponía cambiar a fin de lograr procesos de fortalecimiento o potenciación basados
en la afirmación, la participación, el compromiso, la creatividad, el diálogo y la
confianza en la capacidad de la comunidad como grupo organizado, y en la de sus
miembros, para transformar el ambiente y al grupo.
En la psicología comunitaria que se desarrollaba tanto en América Latina como en
EEUU se tomaron las descripciones, pero se les dio una explicación muy diferente, al
señalar que la pasividad, la desesperanza y la externalidad no son la causa, sino la
consecuencia de ciertas condiciones sociopolíticas y económicas. Los conceptos que
esas teorías crearon se refieren a lo que pasa en los individuos, pero centran en ellos
la causa de sus problemas sin buscar qué fue lo que originó la pasividad, la
desmotivación o el bloqueo de la eficacia, considerando al mismo tiempo que su
conducta sumisa y apática es la que excluye del éxito y el progreso. Las personas se
encuentran ante circunstancias socioeconómicas y políticas adversas, fuera de su
control, aprenden a no confiar en sus propios esfuerzos a través de las experiencias
de fracasos socialmente establecidas.
En el nivel psicológico esto supone efectos de orden cognoscitivo, afectivo y
conductual. En el campo comunitario, se expresa la desconfianza y la aprehensión
respecto de las intenciones y las acciones de los agentes externos, en el desinterés y
en el esperar que otros hagan lo que haya que hacer, o en la esperanza de que sin
que los ciudadanos hagan nada, algún día toque la suerte o haya un gobierno que
haga lo que promete
La influencia de la fenomenología
La fenomenología, aporta a la naciente psicología comunitaria la búsqueda de la
totalidad, la visión holista y la necesidad de abandonar la idea de separación entre
investigador e investigado fundamentada en la supuesta “neutralidad” del primero y
“no contaminación” del segundo. Gergen, dirá que la psicología comunitaria se basa
principalmente en asumir la comunidad como una totalidad en la cual se da una
transformación social a partir de la vida diaria y la concepción del ser humano como
actor y constructor de la realidad. Esa relación con los supuestos fenomenológicos y
construccionistas es evidente en los escritos iniciales de investigadores en psicología
comunitaria puertorriqueños
El aporte de Marx y de las corrientes de influencia marxiana.
Las ideas de Marx, de forma explícita implícita, son la base de gran parte de la
psicología comunitaria latinoamericana. La relación con esta teoría nos permitió
comprender los problemas comunitarios en el plano de totalidad económica, social,
política en la cual se producen, superando la tendencia psicologista a hacer del sujeto
el universo de estudio, descontextualizándolo. Para definir el rol que los psicólogos
comienzan a jugar en este naciente campo, se acude a la concepción gramsciana de
intelectual orgánico, que va a producir en algunas interpretaciones ad hoc una figura
que es vista como la de un agente “iluminador”, pues sugiere la figura de
intermediarios conocedores de una forma de verdad que debía ser transmitida al
pueblo engañado, alienado y mantenido en la ignorancia, a fin de que pudiera liberarse
y desarrollar sus capacidades para producir transformaciones sociales. Se partía, de
alguna manera, de “abrir” o “desarrollar” la conciencia oscurecida por ciertas
circunstancias de vida y por las carencias de ellas derivadas.
Hacer de necesidad, virtud.
Se trataba de encontrar explicaciones e hipótesis que nos permitiesen comprender
mejor lo que observábamos, realizar un trabajo que nos condujera, junto con las
personas involucradas en él, a las transformaciones buscadas. Un trabajo que de
alguna manera diera sentido a lo que estábamos generando, permitiendo a la vez
elaborar sentidos nuevos que sustituyeran a aquellos que nos sirvieron de palanca
para mover el mundo en construcción, y que explicara cómo lo individual se hace
comunitario y como lo comunitario afecta a lo individual, construyéndose a sí mismo.
Primeras respuestas teóricas de la psicología comunitaria.
El enfoque ecológico
Este enfoque ha dominado la escena psicosocial comunitaria en los Estados Unidos.
Mencionaremos tres manifestaciones de esta tendencia, que han marcado
especialmente la psicología comunitaria estadounidense.
En los años setenta, Newbrough y sus colaboradores comenzaron a generar una
concepción de la psicología comunitaria que denominaron psicología ecológica
transaccional, la cual parte de la idea de que se debe reajustar el ámbito social antes
de intentar “curar” a los individuos que presentan desajustes en la comunidad. Aquí se
refleja la concepción lewiniana de que la personalidad es función del espacio vital y,
por tanto, se debe actuar sobre el medio ambiente para logar así transformaciones en
los individuos y a la vez generar relaciones de equilibrio entre unos y otro.
Simultáneamente, Rappaport desarrollaba una línea ecológico-cultural, en lo que se
puede considerar como una forma de romper las barreras de clase que dominaban el
ámbito científico de su país en ese momento y que determinaban los modos de
aproximación a los fenómenos comunitarios.
Por otra parte, Dohrenwend usa la noción de tensión social (social stress) para crear
un modelo conceptual según el cual la psicología comunitaria debe plantearse como
tarea disminuir la tasa de psicopatología en la comunidad, reduciendo las condiciones
que producen tensión en el ambiente o en los individuos. De acuerdo al enfoque
ecológico, se hace énfasis en la responsabilidad del sujeto, en su flexibilidad y su
carácter activo y constructor de la realidad. Esta corriente se caracteriza por señalar e
incluir la diversidad cultural; propugnar la sustitución del modelo médico de tratamiento
de los problemas sociales por modelos psicosociales comunitarios; unir la teoría y la
praxis; considerar a los psicólogos comunitarios como agentes de cambio social
comprometidos con ese cambio; creer necesario el establecimiento de una relación
igualitaria, dialógica y de enriquecimiento psicológico con las personas de las
comunidades; considerar a esas personas como seres históricos, activos y creadores;
y fomentar su desarrollo y fortalecimiento.
Una teorización temprana en América Latina: La Psicología para el desarrollo.
La primera propuesta integradora de una psicología comunitaria hecha en América
Latina fue presentada por Escovar a fines de los setenta. Para él, la psicología
comunitaria, muy ligada a la psicología social, sería una psicología para el desarrollo
que debería estimular las potencialidades de la comunidad a través de sus integrantes,
para así transformar el sistema social. La idea básica de su modelo establecía la
relación entre factores estructurales (situaciones de carácter socioeconómico, político
y cultural generadoras de desigualdad), y esa combinación de factores estructurales y
alienación produce consecuencias conductuales y actitudinales: apatía, pasividad,
indiferencia, desinterés político, las cuales han caracterizado las descripciones que
durante más de un siglo se han hecho sobre los pueblos latinoamericanos. Esta
alienación general tendría según Escovar consecuencias conductuales y actitudinales
específicas: falta de iniciativa, apatía, pobre participación, falta de interés político y
actitudes negativas, en especial hacia el cambio. Entonces, para lograr la
transformación, este autor planteaba la necesidad de actuar en el nivel de los factores
estructurales y de la alienación conjuntamente, modificando así la práctica usual de los
programas de desarrollo, los cuales tradicionalmente solo atacan los problemas
estructurales, olvidando el factor alienante de nivel psicosocial. Una psicología
comunitaria con tal orientación debería concentrar sus esfuerzos en lograr ese cambio
en el foco de control, lo que acarrearía cambios conductuales y actitudinales, a la vez
que transformaría los factores estructurales.
Relaciones e influencias teóricas actuales
La psicología comunitaria ha mantenido un interesante diálogo con otros movimientos
y tendencias de las ciencias sociales y también de la psicología. Mencionaremos tres
tendencias cuya expresión es no sólo evidente, sino distintiva en la psicología
comunitaria latinoamericana actual: la perspectiva de la psicología de la liberación, el
enfoque de la psicología crítica y la tendencia sistémica.
La perspectiva de la psicología de la liberación
La psicología de la liberación anunciada en el campo psicopolítico en 1986 por Martin
Baró, es un movimiento inspirado en la teología de la liberación y en las mismas
fuentes de la psicología social comunitaria. La liberación es entendida como
emancipación de aquellos grupos sociales que sufren opresión y carencia, de aquellas
mayorías populares marginadas de los medios y los modos de satisfacer dignamente
las necesidades tanto básicas como complementarias, y de desarrollar sus
potencialidades para auto determinarse. Y esa liberación también abarca “la
emancipación de los grupos opresores respecto de su propia alienación y dependencia
de ideas socialmente negativas”. Se trata entonces de un proceso complejo que
involucra conjuntamente a agentes externos e internos de los grupos oprimidos. Este
aspecto dual dentro de la unidad del proceso corresponde a lo que en la Psicología
comunitaria se definió desde sus inicios en Latinoamérica, como la relación dialógica
entre psicólogos y personas de la comunidad, así como una concepción de comunidad
y de sus miembros que no considera a éstos como individuos débiles, enfermos, sin
capacidad de acción, sino, por el contrario, como portadores de recursos y fuerzas de
algún tipo que pueden movilizar y que se pueden fortalecer para lograr
transformaciones.
El enfoque crítico
Por crítica se entiende a la posición que denuncia, demuestra y rechaza el
mantenimiento y la justificación de las condiciones injustas de vida y de modos de
conocer insatisfactorios. En el caso de la Psicología comunitaria, puede decirse que
ella es hija de la crítica, pues surge como una respuesta a la insatisfacción con los
modos de hacer predominantes de hace treinta o cuarenta años. Si bien desde sus
inicios la psicología social comunitaria asumió el carácter activo y constructor de lo
social de las personas, perspectiva que provenía de la reflexión en contacto con las
circunstancias en las cuales se trabajaba, al mismo tiempo generó una perspectiva
crítica y dialógica para la reflexión que comenzaba a producir, influida por los
postulados de la Escuela de Frankfurt, del marxismo. Esta combinación llevó a la
psicología comunitaria a centrarse no sólo en el aspecto constructor de la acción, sino
también en su aspecto deconstructor, en cuanto exige un análisis de causas y de
consecuencias, de sentidos y contrasentidos. Se construye la realidad, y al hacerlo se
le da significado, y ciertas construcciones y significados se imponen a otros, influyen y
sirven a ciertos intereses. Por eso es necesario incorporar nuevos actores a la acción
y reflexión, oír las voces de aquellos que viven los problemas y a quienes se destinan
los programas sociales
La tendencia sistémica
Esta tendencia parte de la concepción de que las sociedades constituyen sistemas
abiertos en constante transformación; por lo tanto, la labor de la psicología comunitaria
será generar fuentes que faciliten armoniosamente esas transformaciones en beneficio
de los diferentes niveles societales, yendo de lo microsocial a lo macrosocial, pasando
por lo mesosocial.
La perspectiva conductual
El énfasis de esta corriente coloca el foco de la praxis comunitaria sobre conductas
específicas de las personas en las comunidades con las cuales se trabaja, usando
sistemas confiables de medición y prefiriendo diseños experimentales.
El modelo iterativo-reflexivo-generativo
Este modelo parte de una práctica en la cual se comparan reiteradamente los
desarrollos y experiencias provenientes de otros ámbitos, con las diferencias
producidas en distintos contextos locales. Las ideas fundamentales son:
1- La consideración del peso que tienen las perspectivas mundiales dominantes
sobre el desarrollo de la subdisciplina y como ellas pueden restringir la
capacidad de ver las grandes fuerzas que operan en cada contexto
2- La necesidad de reconsiderar el rol profesional de los psicólogos comunitarios
en función del contexto en que trabajan, incorporando la incertidumbre,
ambigüedad e inestabilidad en su labor.
3- La reflexión, permite entender que el conocimiento va más allá de los
fundamentos de una disciplina científica

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