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I.- Lee el siguiente cuento, contesta las preguntas e ilumina los dibujos.
Sapo y Sepo quieren un helado
Un caluroso día de verano, Sapo y Sepo estaban sentados junto a la charca.
–¡Sería estupendo tener ahora unos helados bien fríos y dulces! –dijo Sapo.
–Qué buena idea –dijo Sepo–. Espérame aquí, Sapo. Volveré enseguida.
Sepo fue a la tienda. Compró dos grandes conos de helado de chocolate. Sepo lamió
uno de los conos.
–A Sapo le gusta el de chocolate –dijo Sepo–. Igual que a mí.
Sepo volvió por el camino.
Una gran gota blanda de helado se escurrió por su brazo.
–Este helado se está derritiendo con el sol –dijo Sepo.
Sepo caminó más aprisa.
Muchas gotas de helado derretido volaron por el aire. Caían en la cabeza de Sepo.
–¡Tengo que volver corriendo hasta donde está Sapo! –exclamó.
El helado se derretía más y más.
Chorreaba por el saco de Sepo. Salpicaba sus pantalones y sus pies.
–¿Dónde está el sendero? –gritó Sepo– ¡No veo nada!
Sapo seguía sentado junto a la charca esperando a Sepo.
Un ratón pasó corriendo.
–¡Acabo de ver algo terrible! –gritó el ratón–. ¡Era grande y café!
–¡Algo cubierto de ramas y hojas avanza hacia aquí! –gritó una ardilla.
–¡Ahí viene una cosa con cuernos! –voceó un conejo–. ¡Sálvate! ¡Huye!
–¿Qué podrá ser? –preguntó Sapo.
Y aquella cosa con cuernos gritó su nombre:
–¡Sapo! ¿Qué podrá ser esa cosa tan extraña? Arnold Lobel, “Sapo y Sepo quieren un helado” en
Sapo y Sepo,
Romeo y Julieta
Había una vez un enorme elefante, grande como una montaña: su nombre era Romeo y era feliz.
Bueno, casi…
Solamente tenía un pequeño problema. Un problemita de nada, pero que le molestaba mucho.
Era tímido, muy, muy tímido. Por nada se ponía rojo, se ruborizaba de la cabeza a los pies.
Era terriblemente molesto. Sus amigos le llamaban “Tomate” y eso le hacía enrojecer aún más.
A su alrededor veía al flamenco rosa, la cebra blanca y negra, la jirafa amarilla y el cocodrilo
verde. Eso era normal.
Pero un elefante rojo, ¡eso es ridículo! Un elefante siempre es de color gris.
Había adoptado la costumbre de salir cuando la sombra pinta de negro todos los colores y viste
las formas de misterio.
En uno de los paseos nocturnos, escuchó una vocecita que le susurraba en las orejas: “Eh,
despistado, vigila dónde pisas. No estás solo en el mundo. A mí también me gusta la calma de
la noche”.
Las nubes se alejaron y la luna aclaró la escena. “Hola, me llamo Julieta, ¿y tú?”
“Yo, Romeo, pero todos me llaman Tomate porque me ruborizo constantemente…”
Romeo es un nombre muy bonito y el rojo es mi color preferido. Así estás muy bien”.
Romeo estaba encantado: nunca le habían hablado así.
Se sentía ligero como una pluma. La vida era bella.
“Llévame a ver el océano”, dijo Julieta.
“¡Con tus enormes patas, seguro que no está lejos!”.
Contemplaron el continuo movimiento de las olas que mueren en la orilla de la playa. Allí
donde abarcaba su vista se extendía un enorme tapiz azul. Se quedaron largo tiempo fascinados
por la infinita línea del horizonte.
“Ves, el cielo, a veces, también es rojo”, dijo Julieta.
“Estoy muy bien contigo”, suspiró Romeo.
“Yo también”, le confesó Julieta
Romeo estaba impaciente de ver a los suyos para contarles su dicha.
“¡Salud, Tomate!”, gritaron los elefantes a coro.
Romeo empezó a enrojecer, enrojecer, enrojecer…
“¡Hola!”, dijo Julieta muy educadamente.
“¡Ahhh Una ratita”, gritaron los elefantes verdes de miedo.
“Parecen un grupo de ensaladas”, pensó Julieta.
Así fue como Romeo reencontró el placer de pasearse tranquilamente al sol.
Por supuesto todavía se ruborizaba a menudo, pero sabía que era encantador.
Julieta y Romeo todavía dan numerosos paseos a la luz de la luna. Nunca se separan porque
están muy bien juntos. Así de simple.
Mario Ramos, Romeo y Julieta. México, SEP-Celistia, 2006
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I.- LEE EL CUENTO Y CONTESTA LAS PREGUNTAS, LUEGO HAZ UN DIBUJO DEL TEXTO.
El Manchas
Javi es un niño que tiene un perro que se llama El Manchas. En la parte de la historia que
vamos a leer hoy, el niño y el perro están separados.
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Javi se siente como si se hubiera quedado manco, cojo, sin su sombra. Así era como se sentía
sin su perro El Manchas. Era cierto que el nuevo país era bueno y más saber dos idiomas, pero
estar sin El Manchas, era como estar sin su alma.
Por su parte, El Manchas tenía como dueño a alguien que pretendía ser su amigo y quien se veía
buena persona; aún así, El Manchas, que estaba en un buen lugar, al menos con un espacio más
grande que el que tenía con Javi, extrañaba de la misma forma a su antiguo dueño.
Y como Javi no resistió más tiempo la ausencia de su amigo El Manchas, decidió romper el
cochino [su alcancía] para poder ir en busca de él. Sabía que su madre se preocuparía al no
encontrarlo en casa, pero el regaño valía la pena.
Javi sacó las monedas y venciendo sus miedos de salir solo, tomó el autobús y después de tanto
buscar y sudar por los nervios de andar solo en la ciudad, encontró la dirección. Al tocar la
puerta le abrió una señora que al verle el aspecto tan cansado, le invitó una limonada, pero del
perro no decía nada. Después de una gran insistencia por parte de Javi, la señora le dijo que, en
efecto, su hijo había tenido al perro, pero que lo había vendido.
Mientras tanto El Manchas, después de haber bebido un poco de agua para aguantar el viaje,
decidió escapar de su actual dueño, por bueno que fuera. El Manchas no hallaba una salida; no,
al menos, la que lo obligaba a pasar por unos perros igual o más furiosos que él. Corrió y corrió
y saltó la cerca, pero al hacerlo, su pata se lastimó. La ciudad parecía muy grande.
Javi fue a buscar al nuevo dueño. El señor lo vio y reconoció por quién venía pero,
desgraciadamente, El Manchas, ya no estaba. Tanto viaje para nada.
El teléfono sonó. Al principio la tristeza no permitió a Javi poner atención a la llamada, pero
pronto entendió que quien llamaba era su mamá. Muerto de miedo y tristeza comenzó a llorar y
escuchó lo que su madre le dijo:
–¡Hijo! El susto que me has dado. No debiste marcharte así, sin avisarme. Pero mira, te voy a
poner a alguien en el teléfono, alguien que ha hecho un largo viaje y que está loco por verte.
A través del teléfono, Javi oye un raro jadeo y después un ladrido, un ladrido largo, impaciente,
conocido.
¿De quién era ese ladrido?
4.- ¿Crees que Javi hizo lo correcto, de salir sin avisar? _________________________________
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I. Lee el siguiente cuento, contesta las preguntas y elabora un dibujo de lo que pasó.
La borreguita negra
Había un pastor que vivía en las montañas. Tenía un perro, Polo, que vigilaba a los borregos
mientras el pastor tejía, sentado en una roca cubierta de musgo.
El pastor tejía calcetas, bufandas, suéteres y cobijas de lana, y los vendía en el pueblo.
Cuando notaba que una oveja se alejaba, sacaba un silbato y daba un chiflido. Era la señal para
que Polo corriera tras la oveja y la llevara con las otras.
Polo se sentía muy importante.
El pastor las iba contando cuando entraban al corral. Todos eran blancos, menos una, la
borreguita negra. Cuando Polo ladraba ―Vuelta a la derecha, todos hacían lo que se les
ordenaba. Todos menos una. La negrita daba vuelta a la izquierda cuando debía dar vuelta a la
derecha.
–Esta oveja negra no me obedece –se quejaba Polo con el pastor–, y piensa demasiado. Las
borreguitas no necesitan pensar. ¡Yo pienso por ellas! La ovejita negra soñaba con ser como las
otras. –¿Podrías tejerme una chaquetita blanca? –le dijo al pastor.
–Claro que no –contestó el pastor–, tú eres una borreguita muy especial.
Una tarde, estalló una tormenta terrible, con granizo, rayos, nieve y viento.
–¡Corre, Polo! –exclamó el pastor– Por los borregos no te preocupes; ellos tienen sus abrigos de
lana. El pastor corrió con Polo a su cabaña, y prendió fuego para secar su ropa. Mientras tanto,
los borregos se estaban poniendo nerviosos. –¿Dónde está Polo? –balaban. –¿Qué hacemos?
–Tenemos que buscar un refugio –dijo la borreguita negra–. ¡Síganme! Yo sé dónde hay una
cueva. Cuando amanezca yo buscaré al pastor.
A la mañana siguiente ya no estaba nevando, pero todo estaba cubierto de nieve. El pastor y
Polo se asomaron y vieron una mancha negra en la cima de la colonia.
–¡Polo! –gritó el pastor–. ¡Nuestra borreguita negra! –y fueron corriendo hacia ella.
Bajo la saliente de la roca encontraron a todo el rebaño. ¡Cómo se alegraron!
–¡Mi borreguita negra! Si no fuera por ti no habría hallado mi rebaño. Siempre dije que tú eras
muy especial –le dijo.
Elizabeth Shaw, La ovejita negra. México, SEP-FCE, 2003
Un día, un hombre quiso ver las fieras. Entonces, atrapó un perrito callejero y lo llevó a La
Casa de las Fieras. Lo dejaron entrar, recibieron en pago al perrito y lo soltaron dentro de la
jaula del león, para que se lo comiera.
Apenas estuvo adentro, el perrito metió el rabo entre las piernas y se hizo un ovillo en la
esquina de la jaula. El león se le acerco despacio y lo olfateo.
En seguida, el perrito se volteó, levantó las patitas y empezó a mover la cola.
El león lo toco con la garra y le dio la vuelta.
Después, el perrito se levantó de un salto y se sentó sobre las patas traseras, mirando al león.
El león le hizo una caricia, movió la cabeza de un lado para otro y lo dejo sin hacerle daño.
Cuando el amo le dio carne a la fiera, el león la compartió con el perrito. Más tarde se acostaron
a dormir, el perrito puso la cabeza sobre la garra del león y se quedó enroscado.
Desde entonces, el perrito vivió en la misma jaula del león. El león no le hacía daño y
compartía con él sus alimentos, dormía a su lado y a veces, jugaba con él.
Pero un día el señor regreso a La Casa de las Fieras y reconoció a su perrito. Comentó que se
trataba de un perro de su propiedad, y le pidió al dueño de La Casa de las Fieras que se lo
devolviera.
El dueño quería devolvérselo, pero, apenas se acercaba para tomar al perrito y sacarlo de la
jaula, el león se erizaba y gruñía.
León Tolstoi, El león y el perrito y otros cuentos. México, SEP-Panamericana, 2002.
1.- Si una persona quería ir a la exposición de fieras salvajes, ¿Qué debía llevar para poder
entrar?_________________________________________________________
2.- ¿Qué llevó el hombre para que lo dejaran pasar?__________________________
3.- ¿Por qué crees que el león no se comió al perrito?_________________________
4.- ¿Por qué crees que el hombre quería que le regresaran a su perrito?
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5.- ¿Crees que realmente el hombre quería al perrito?_______¿Por qué?________
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6.- ¿Qué crees que pasó con el perrito?_____________________________________
Tolola estaba sentada en la mesa, esperando la cena y dijo: ―Yo no como chícharos, ni
zanahorias, ni papas, ni champiñones, ni espagueti, ni huevos, ni salchichas. Yo no como
coliflor, ni col, ni frijoles, ni plátanos, ni naranjas. Y no me gustan las manzanas, ni el arroz, ni
el queso, ni las barritas de pescado. Y desde luego nunca jamás comeré jitomates. (Mi hermana
detesta los tomates.)
Y yo le dije:
―Es una suerte, porque no tenemos ninguna de esas cosas. No vamos a cenar chícharos, ni
zanahorias, ni papas, ni champiñones, ni espagueti, ni huevos, ni salchichas.
Tampoco queda coliflor, ni col, ni frijoles, ni plátanos, ni naranjas. Se nos acabaron las
manzanas y el arroz y el queso y las barritas de pescado. Y, por supuesto, no hay jitomates.
Entonces Tolola, mirando hacia la mesa dijo:
―¿Y qué hacen aquí estas zanahorias, Juan?
Y yo le contesté:
―Tú crees que eso son zanahorias pero no son zanahorias. Son varitas mágicas de Júpiter.
―Pues a mí me parece que son zanahorias,dijo ella.
―Pero cómo van a ser zanahorias –le dije–, si en Júpiter no crecen zanahorias.
―Eso es verdad, dijo Tolola.
―Bueno, ya que vinieron de Júpiter voy a probar una, dijo dando un bocado.
A continuación Tolola vio los chícharos.
―Yo no como chícharos, dijo.
Y yo le contesté:
―Pero si no son chícharos; son copos verdes de Groenlandia.
Están hechos de hierba y caen del cielo.
―Pero yo no como cosas verdes, replicó Tolola.
―Qué bien –le dije–. Me comeré los tuyos. Los copos verdes de Groenlandia son una autentica
exquisitez.
―Bueno, probaré dos o tres. Umm... Qué rico..., dijo Tolola. Luego vio la papa.
―Yo no voy a comer papas, ni siquiera puré de papa.
―Ah no, esto no es puré –le dije–. Es lo que la gente cree. Pero no, es un trocito de nube del
monte Fuji.
―Ah bueno, me encanta comer nubes –dijo Tolola–, pero eso otro NO. Yo no voy a comer
jamás barritas de pescado.
―Por supuesto que no –le dije–, pero eso no son barritas de pescado. Son bocaditos de mar del
supermercado. La comida favorita de las sirenas.
―¡Ah! sí, yo fui una vez al supermercado, con mamá –dijo Tolola mientras se comía un
bocadillo de mar. Y entonces fue cuando dijo:―Juan, ¿me puedes pasar uno de esos?
―¿Qué...? ¿Uno de esos?
Yo no podía creer lo que estaba viendo porque Tolola señalaba los jitomates.
―¿Estás segura? ¿Uno de estos?, le pregunté. Y dijo:
―Sí, por supuesto, los pompalunas son lo que más me gusta en el mundo. Porque no son
jitomates, ¿eh, Juan?
El lobo valiente
1.- ¿Por qué todo el mundo tenía miedo? _________________________________________________
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2.- ¿Cómo se llamaba el jefe de la manada?______________________________________________
3.- ¿Por qué querían los lobos atacar la casa? ____________________________________________
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4.- ¿Quiénes cuidaban la casa? _________________________________________________________,
5.- ¿Cómo recibieron al lobo los animales? _______________________________________________
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6.- Explica lo que creyó el lobo valiente al final del cuento.
¡Gracias! por su apoyo en casa.
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I.- Lee el cuento, contesta las preguntas y elabora un dibujo de lo que más te gustó.
El avestruz enamorado
El domingo, el avestruz vio a una señorita que paseaba por el parque. Se enamoró de ella a
primera vista. La siguió a cierta distancia, posando las patas allí donde ella había pisado.
El lunes, el avestruz cogió violetas para ofrecérselas a su amada. Era demasiado tímido para
dárselas personalmente, así que se las dejó en la puerta de casa y se marchó corriendo. Pero el
corazón le daba brincos de felicidad.
El martes, el avestruz compuso una canción para su amada. La cantó una y otra vez. La
encontraba la música más hermosa que jamás hubiese oído.
El miércoles, el avestruz miró comer a su amada en un restaurante. Se le olvidó pedir su propia
cena. Era tan feliz que había perdido el apetito.
El jueves, el avestruz escribió un poema para su amada. Era el primer poema que escribía, así
que no tuvo valor para leérselo.
El viernes, el avestruz se compró un par de zapatos nuevos. Se los puso y se sintió elegante y
guapo. Esperaba que su amada lo notara.
El sábado, el avestruz soñó que bailaba un vals con su amada en un salón de baile enorme. La
sostenía firmemente mientras daban vueltas y más vueltas al ritmo de la música. Se sentía
dichoso de estar vivo.
El domingo, el avestruz regresó al parque. Cuando vio a la señorita que paseaba, el corazón le
dio un vuelco, pero se dijo: “Bueno, me parece que soy demasiado tímido para cortejarla. Otra
vez será. Aunque, no me cabe duda, esta semana no he perdido el tiempo”. El amor por sí
mismo es una recompensa.
Arnold Lobel, “El avestruz enamorado” en Fábulas. México, SEP-Celistia, 2006.
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6. ¿A quién crees que se parece el avestruz? ______________________________
3 ° “A”
8.- Ilumina el dibujo y explica que te gusto más del cuento.
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El príncipe sapo.
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I.- Lee cada una de las palabras y escribe la respuesta correcta a cada una de las adivinanzas
El higo, la guayaba, el aguacate, la granada, el plátano, la cebolla.
En una cajita amarilla Yo que te digo, En un cuarto muy oscuro
tengo un gusano sin hueso, tú que no me entiendes: moradores vi entrar,
aquel que lo adivine tienes la panza todos en grande apretura
le doy un taco de queso. llena de liendres. y cada quien en su lugar.
( ) ( ) ( )
En agua puse mi nombre, Blanca es desde pequeña Una niña estaba en el balcón,
en agua se me quedó la adoran con verdes lazos, pasó un perro, le dijo: ”Gua gua”
para que cate no sepa lloro con ella de ver y la niña le contestó “Allá va”.
cómo me llamo yo. que la hacen mil pedazos. ( )
( ) ( )
La B La Ch La C
Soñaba, sí, ser un día Con la Ch, lo que sucede, La C estará en la comida
buena, bella y bondadosa, es que no siendo chismosa, de quien la coma con coles,
pero también otra cosa o chocarrera o chistosa, coliflor o caracoles,
–y no era una bobería–: quiere ser seria, y no puede. cruda, con caldo, o cocida.
Deseaba, yo bien lo sé, Pues por más que se le busca, Y mejor, si se cocina
ser de grande muy delgada, en palabras como “chasco”, –con un poco de buen tino–
alta, larga y estirada, “chisgarabís” o “chubasco”, con un clavo, con comino,
la B cuando era bebé. no dejará de ser chusca. cilantro y canela fina.
Mugre de bruja,
El perro brinca la tranca, Al saltar la malla bruja mugrosa.
trepa la rampa y con la trompa, la llama se talla ¡Mugrebruja
rompe la trampa. y al brincar brujimugrosa!
la tabla, la cabra
se traba.
Nombre:________________________________________________________________________. 3°”A”
5. ¿Qué es un jorongo?__________________________________________________.
6. Escribe palabras que inicien igual que jorongo y escríbelas en el recuadro y escribe al
reverso 5 oraciones.
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1.- LEE LOS SIGUIENTES POEMAS, CONTESTA LAS PREGUNTAS E ILUMINA EL DIBUJO.
1.- ¿Qué hace la ardilla? 3.- ¿Cuál es el problema del segundo poema?
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4.-¿Cómo hace el reloj? _________________
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2.- ¿Qué lugar prefiere la ardilla?
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¿Por qué? ___________________
2: 30 horas