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CUENTOS POR TELÉFONO


Gianni Rodari

Érase una vez … el señor Bianchi, de Varese. Su profesión de


viajante de comercio le obligaba a viajar durante seis días a la
semana, recorriendo toda Italia, al este, al oeste, al norte, al sur y
al centro, vendiendo productos medicinales. El domingo regre saba a
su casa y el lunes por la mañana volvía a partir. Pero antes de
marcharse, su hija le recordaba :

–Ya sabes, papá: un cuento cada noche .

Y así cada noche, estuviera donde estuviese, el señor Bianchi


telefoneaba a Varese a las nueve en punto y le contaba un cuento a
su hija.
CUENTOS POR TELÉFONO. 2º Pag 1
A enredar los cuentos
- Érase una vez una niña que se llamaba Caperucita Amarilla.
- ¡ No, Roja !
- ¡ Ah !, sí, Caperucita Roja. Su mamá la llamó y le dijo: “Escucha,
Caperucita Verde…”
- ¡ Que no, Roja !
- ¡ Ah !, sí, Roja. “Ve a casa de tía Diomira a llevarle esta piel de
papa”.
- No: “Ve a casa de la abuelita a llevarle este pastel”.
- Bien. La niña se fue al bosque y se encontró una jirafa.
- ¡ Qué lío ! Se encontró al lobo, no una jirafa.
- Y el lobo le preguntó: “¿ Cuántas son seis por ocho ?”
- ¡ Qué va ! El lobo le preguntó: “¿ Adónde vas ?”
- Tienes razón. Y Caperucita Negra respondió…
- ¡ Era Caperucita Roja, Roja, Ro ja !
- Sí. Y respondió: “Voy al mercado a comprar salsa de tomate”.
- ¡ Qué va !: “Voy a casa de la abuelita, que está enferma, pero no
recuerdo el camino”.
- Exacto. Y el caballo dijo…
- ¿ Qué caballo ? Era un lobo.
- Seguro. Y dijo: “Toma el tranvía número
setenta y cinco, baja en la plaza de la
Catedral, tuerce a la derecha, y
encontrarás tres peldaños y una moneda
en el suelo; deja los tres peldaños, recoge
la moneda y cómprate un chicle”.
- Tú no sabes contar cuento s en absoluto,
abuelo. Los enredas todos. Pero no
importa, ¿ me compras un chicle ?
- Bueno, toma la moneda.

Y el abuelo siguió leyendo el periódico.

CUENTOS POR TELÉFONO. 2º Pag 2


Brif, bruf, braf
En un tranquilo patio, dos niños
estaban jugando a inventarse un
idioma especial para poder
hablar entre ellos sin que nadie
más los entendiera.
- Brif, braf - dijo el primero.
- Braf, brof - respondió el
segundo.
Y soltaron una carcajada.

En un balcón del primer piso había un buen viejecito leyendo el


periódico, y asomada a la ventana de enfrente había una viejecita ni
buena ni mala.
-¡ Qué tontos son esos niños ! - dijo la señora.
Pero el buen hombre no estaba de acuerdo:
- A mí no me lo parecen.
- No va a decirme que ha entendido lo que han dicho…
- Pues sí, lo he entendido todo. El primero ha dicho: “Qué bonito
día”. El segundo ha contestado: “Mañana será más bonito todavía”.

La señora hizo una mueca, pero no dijo nada, porque los niños se
habían puesto a hablar de nuevo en su idioma.
- Maraqui, barabasqui, pippirimosqui - dijo el primero.
- Bruf -respondió el segundo.
Y de nuevo los dos se pusieron a reír.
- ¡ No irá a decirme que ahora los ha entendido ! - exclamó
indignada la viejecita.
- Pues ahora también lo he entendido todo - respondió sonriendo el
viejecito. El primero ha dicho: “Qué felices somos por estar en el
mundo”. Y el segundo ha contestado: “El mundo es bellísimo”.
- Pero ¿ acaso es bonito de verdad ? - insistió la viejecita.
- Brif, bruf, braf - respondió el viejecito.

CUENTOS POR TELÉFONO. 2º Pag 3


El país con el “des” delante
Juanito Pierdedía era un gran viajero.
Viaja que te viaja, llegó al país con el
“des” delante.
- ¿ Pero qué clase de país es este ? -
preguntó a un ciudadano que
tomaba el fresco bajo un árbol.
El ciudadano, por toda respuesta,
sacó del bolsillo una navaja y se la
enseñó bien abierta sobre la palma
de la mano.
- ¿ Ve esto ?
- Es una navaja.
- Se equivoca. Esto es una “desnavaja”, es decir, una navaja con el
“des” delante. Sirve para hacer crecer los lápices cuando están
desgastados, y es muy útil en los colegios.

- Magnífico - dijo Juanito -. ¿ Qué más ?


- Luego tenemos el “desperchero”.
- Querrá decir el perchero.
- De poco sirve un perchero si no se tiene un abrigo que colgarle.
Con nuestro “desperchero” todo es distinto. No es necesario colgarle
nada, ya está todo colgado. Si tiene necesidad de un abrigo, va allí y
lo descuelga. El que necesita una chaqueta no tiene por qué ir a
comprarla: va al desperchero y la descuelga. Hay el desperchero de
verano y el de invierno, el de hombre y el de mujer. Así nos
ahorramos mucho dinero.

- Una auténtica maravilla. ¿ Qué más ?


- Luego tenemos la máquina “desfotográ fica”, que en lugar de hacer
fotografías, hace caricaturas, y así nos reímos. Luego tenemos el
“descañón”.
- ¡ Brrrrr, qué miedo !

CUENTOS POR TELÉFONO. 2º Pag 4


- ¡ Qué va ! El “descañón” es lo contrario al cañón, y sirve para
deshacer la guerra.
- ¿ Y cómo funciona ?
- Es sencillísimo; puede ma nejarlo incluso un niño. Si hay guerra,
tocamos la destrompeta, disparamos el descañón y la guerra queda
deshecha rápidamente.
- Qué maravilla el país con el “des” delante.

Historia universal

Al principio, la Tierra estaba llena de fallos y fue una ardua tarea


hacerla más habitable. No había puentes para atravesar los ríos. No
había caminos para subir a los montes. ¿ Quería uno sentarse ? Ni
siquiera un banquillo, ni sombra. ¿ Se moría uno de sueño ? No
existían las camas. Ni zapatos, ni botas pa ra no pincharse los pies.
No había gafas para los que veían poco. No había balones para jugar
un partido; tampoco había ni ollas ni fuego para cocer los
macarrones. No había nada de nada. Cero tras cero y basta.
Solo estaban los hombres, con dos brazos par a trabajar, y así se
pudo poner remedio a los fallos más grandes. Pero todavía quedan
muchos por corregir: ¡ arremánguense, que hay trabajo para todos !
CUENTOS POR TELÉFONO. 2º Pag 5
Vamos a inventar los números
- ¿ Por qué no inventamos los números ?
- Bueno, empiezo yo. Casi uno, casi dos,
casi tres, casi cuatro, casi cinco, casi
seis.
- Es demasiado poco. Escucha estos: un
remillón de billonazos, un ochete de
milenios, un maravillar y un maramillón.
- Yo entonces me inventaré una tabla:
tres por uno, concierto gatuno
tres por dos, peras con arroz
tres por tres, salta al revés
tres por cuatro, vamos al teatro
tres por cinco, pega un brinco
tres por seis, no me toquen
tres por siete, quiero un juguete
tres por ocho, crema con bizcocho
tres por nueve, hoy no llueve
tres por diez, lávate los pies
- ¿ Cuánto vale este pastel ?
- Dos tirones de orejas.
- ¿ Cuánto hay de aquí a Milán ?
- Mil kilómetros nuevos, un kilómetro usado y siete bombones.
- ¿ Cuánto pesa una lágrima ?
- Depende: la lágrima de un niño caprichoso pesa menos que el
viento, y la de un niño hambriento pesa más que toda la tierra.
- ¿ Cuánto mide este cuento ?
- Demasiado.
- Entonces inventémonos rápidamente otros números para terminar.
Los digo yo, a la manera de Módena: unchi, doschi, treschi, cuara
cuatrischi, mi mirinchi, uno son dos.
- Yo entonces voy a decirlos a la manera de Roma: unci, dusci,
trisci, cuale cualinci, mele melinci, rife rafe y diez.
CUENTOS POR TELÉFONO. 2º Pag 6
Uno y siete
He conocido un niño que tenía siete años. Vivía en Roma, se ll amaba
Paolo y su padre era un tranviario. Pero vivía también en París, se
llamaba Jean y su padre trabajaba en una fábrica de automóviles.

Pero vivía también en Berlín, y allá arriba se llamaba Kart y su padre


era un profesor de violonchelo. Pero vivía también en Moscú, se
llamaba Yuri, como Gagarin, y su padre era albañil y estudiaba
matemáticas.

Pero vivía también en Nueva York, se llamaba Jimmy, y su padre


tenía una gasolinera.

¿ Cuántos he dicho ya ? Cinco. Me faltan dos:

Uno se llamaba Ciú, vivía en Shan ghái y su padre era un pescador;


el último se llamaba Pablo, vivía en Buenos Aires, y su padre era
escalador.

Paolo, Jean, Kart, Yuri, Jimmy, Ciú y Pablo eran siete pero siempre
el mismo niño que tenía ocho años, sabía ya leer y escribir y andaba
en bicicleta sin apoyar las manos en el manillar. Paolo era trigueño,
Jean era blanco y Kart, castaño, pero eran el mismo niño. Yuri tenía
la piel blanca, Ciú la tenía amarilla, pero eran el mismo niño. Pablo
iba al cine en español y Jimmy en inglés, pero eran el m ismo niño, y
reían en el mismo idioma.

Ahora han crecido los siete, y no podrán


hacerse la guerra, porque los siete son una
sola persona.

CUENTOS POR TELÉFONO. 2º Pag 7


Las monas de viaje
Un día las monas decidieron hacer un viaje de aprendizaje. Camina
que camina, se pararon y una preguntó:
- ¿ Qué es lo que se ve ?
- La jaula de un león, el estanque de las focas y la casa de la jirafa.
- Qué grande es el mundo y qué instructivo es viajar.

Siguieron el camino y se pararon solo al mediodía.


- ¿ Qué es lo que se ve ahora ?
- La casa de la jirafa, el estanque d e las focas y la jaula del león.
- Qué extraño es el mundo y qué instructivo es viajar.

Se pusieron en marcha y se pararon solo a la puesta del sol.


- ¿ Qué hay para ver ?
- La jaula del león, la casa de la jirafa y el estanque de las focas.
- Qué aburrido es el mundo: se ven siempre las mismas cosas. Y
viajar no sirve precisamente para nada.

Claro: viajaban, viajaban, pero no habían salido de la jaula y no


hacían más que dar vueltas en redondo como los caballos del tiovivo.

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