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TEMA: REYES CON MENTALIDAD DE ESCLAVOS

TEXTO: NÚMEROS 14:1-4

Pastor; José Manuel Alfonzo Avila

INTRODUCCION

La mentalidad de esclavo te impide entrar a la tierra prometida y te impide disfrutar de las promesas de
Dios. Esto determina tus actitudes ante la vida y ante los demás. Aunque Dios los saco de Egipto, ellos
nunca fueron libres.

DESARROLLO

Esclavo: Persona que, por estar bajo el dominio jurídico de otra, carece de libertad:

- Completamente sometido a un deber, pasión, afecto, vicio, etc., del que es incapaz de
independizarse

Sinónimos: cautivo, prisionero, siervo, sometido, dominado, subyugado, oprimido, tiranizado,


entregado, fascinado, rendido, seducido.

1. Vive para trabajar: no trabaja para vivir. Ósea es esclavo de su trabajo, el


trabajo en vez de ser una bendición se convierte en un faraón que no le deja ir a adorar a Dios.

- Dice no voy a ir a la iglesia porque mi trabajo me lo impide, no voy a la iglesia porque estoy cansado
del trabajo.

2. Sin visión: tiene una mente limitada, no planea, no suena, no presupuesta, no puede ver
más allá de lo que sus ojos ven. Todo el tiempo añora, desea lo que Egipto y los egipcios tiene y ofrecen.
No tiene aspiraciones, ni para él ni para sus hijos.

3. Carece de identidad propia, de valores, principios y voluntad propia. Es


Israelita, pero se siente egipcio. Nacían esclavos, crecían esclavos, se casaban esclavos, daban a luz
esclavos, morían esclavos, por 400 años.

4. Piensa como pobre: mentalidad de pobreza, conformista. Nada es suyo, nunca tiene. Hay
gente con dinero que

piensa como pobre… ¿Quien? El tacaño.

5. Depende de lastima del amo y lo que le dé: Números 11:1-6. El maná había que
colectarlo y no era racionado si no que cuanto más colectaran más comían. Depende de lo que le dan o
pide, no tiene nada que ofrecer. VICTOMISMO.
6. Se queja por todo: nada le parece bien, nunca está conforme, se queja y murmura todo el tiempo.
La primera etapa del viaje del Sinaí hasta Parán se vio interrumpida por tres quejas: 1) queja contra la
adversidad (11:1–3); 2) queja por la comida (11:4–35), y 3) queja del mando de Moisés (12:1–16).
Siempre tiene excusas, siempre se enfoca en el problema y no en la solución, porque solo hace lo que se
manda.

Juan 8:31-32

La huida de Egipto y la mentalidad del esclavo


«Y dijeron a Moisés: ¿Acaso no había sepulcros en Egipto para que nos sacaras a morir en el desierto?
¿Por qué nos has tratado de esta manera, sacándonos de Egipto? ¿No es esto lo que te hablamos en
Egipto, diciendo: ‘Déjanos, para que sirvamos a los egipcios? Porque mejor nos hubiera sido servir a los
egipcios que morir en el desierto’. Pero Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes y ved la salvación
que el SEÑOR hará hoy por vosotros; porque los egipcios a quienes habéis visto hoy, no los volveréis a
ver jamás».

Éxodo 14:11-13

Si estás arrepentido de tus pecados y has venido al Señor, el Señor ya te ha sacado de Egipto. Ahora, con
su ayuda, tienes que sacar a Egipto de dentro de ti, es decir, tienes que hacer «morir las obras de al
carne» (Romanos 8:13).

Cuando Israel salió de Egipto al desierto en busca de la Tierra Prometida, constantemente se enfrentó
con la tentación de volver atrás. Vencer toda tentación de construir un becerro de oro y volver a la
esclavitud de Egipto y el pecado. A pesar de que los
israelitas eran esclavos del Faraón, en Egipto tenían abundancia.

Tener un río como el Nilo, que permitía que las tierras estuvieran fértiles y que no hubiera falta de agua
ni de comida, era un privilegio que no todos los pueblos de alrededor tenían. De hecho, Jacob envió a
sus hijos a Egipto como consecuencia de la sequía y el hambre.

Egipto era una de las grandes potencias militares de la época. Como esclavos de Faraón, viviendo en
tierras egipcias, no tenían necesidad de luchar contra otros pueblos para sobrevivir. Para destruirlos
tendrían que haber destruido a Egipto primero.

Más de una vez, viendo las dificultades a las que se enfrentaban, los israelitas pensaron que era mejor
para ellos morir en Egipto como esclavos que hacerlo en el desierto.

No tenían la mentalidad ni la nueva identidad de un pueblo libre, cuya confianza está en Dios, puesto
que eso suponía hacer un cambio profundo en ellos y dejar la vieja mentalidad del esclavo.
Egipto y la mentalidad del esclavo
Ahora tenían que aprender a ser libres en el Señor y dejar atrás la «mentalidad del esclavo».
Desaprender todas las malas costumbres que pudieran haber aprendido en Egipto. Dejar de pensar
como un pueblo que dependía del Faraón y la riqueza de Egipto para subsistir, y empezar a confiar en
Dios. Tenían que salir a buscar el maná, en lugar de poder disponer de la falsa seguridad y cobertura de
Egipto.

El viejo hombre ha sido crucificado con Cristo. Hemos muerto al pecado (Romanos 6:6). Hemos salido de
Egipto, del mundo. Pero tenemos que liberarnos de la vieja mentalidad del esclavo, que amenaza con
llevarnos de vuelta a la esclavitud. Tenemos que luchar contra la carne, contra «el pecado que mora en
mí». Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero,
ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que
el mal está en mí.

(Romanos 7:19-21) Aunque todavía erramos, ya no somos nosotros el viejo hombre de pecado, sino que
el pecado es como un ente extraño que vive dentro de nosotros, como un parásito, y que hay que
eliminar por completo en el proceso de santificación, que durará hasta que estemos con el Señor.

Por eso tenemos que pasar por el desierto. Para que muera nuestra vieja mentalidad y subsista el
remanente de fe, que representan Josué y Caleb, para entrar a la Tierra Prometida. Por eso tenemos que
tomar nuestra cruz y seguir a Cristo, porque todo lo malo de Egipto que hay en nosotros tiene que morir
en el desierto. La mentalidad del pueblo libre, sin embargo, no es para vagar por el mundo por nuestra
propia cuenta. Por el contrario, nuestro objetivo es dejar de servir a Faraón para empezar a servir a Dios.

«Y el SEÑOR dijo a Moisés: Levántate muy de mañana y ponte delante de Faraón cuando vaya al agua, y
dile: `Así dice el SEÑOR: `Deja ir a mi pueblo para que me sirva‘» (énfasis mío).

Éxodo 8:20

La conquista de la Tierra Prometida


Los israelitas aparentemente estaban en desventaja con respecto a los demás pueblos. Cuando llegaron
a Canaán, vieron que en aquella tierra había gigantes. Se sentían en inferioridad, a pesar de todas las
maravillas que Dios había hecho con ellos. A pesar de que aquellos pueblos habían oído las cosas que
habían pasado en Egipto, y eran ellos los que estaban asustados. Curiosamente, cuando llegan a Jericó,
cuarenta años después de que Israel vagara por el desierto, Rahab les dice:

Sé que el SEÑOR os ha dado la tierra, y que el terror vuestro ha caído sobre nosotros, y que todos los
habitantes de la tierra se han acobardado ante vosotros.
Porque hemos oído cómo el SEÑOR secó el agua del mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de
Egipto, y de lo que hicisteis a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón
y a Og, a quienes destruisteis por completo.

Y cuando lo oímos, se acobardó nuestro corazón, no quedando ya valor en hombre alguno por causa de
vosotros; porque el SEÑOR vuestro Dios, Él es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra.

Josué 2:9-11.

Esta situación no se parece en nada a la de aquellos espías que enviaron a la Tierra, cuarenta años antes,
y volvieron asustados, pensando que no tenían ninguna posibilidad. Resulta que eran los habitantes de
Canaán los que estaban asustados y temiendo que algún día llegaran.

Esto nos debe llevar a la confianza de que Dios está con nosotros. De que el problema son nuestras
debilidades y nuestra falta de fe.

«¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?»

Ro 8:38.

Deja tu mente de esclavo


Muchos creemos que somos libres, cantamos y adoramos declarando que lo somos, cuando en realidad
vivimos como esclavos. Esclavo es aquel que es totalmente responsable hacia otra persona y
dependiente de ella; legalmente, un esclavo no tenía derecho alguno, es una persona que perdía su
personalidad, identidad e incluso su nombre, esta persona no tenía vida propia, dependiendo en todo
momento de su dueño que lo tenía esclavizado.

Éxodo 1:7-10 dice:

“Y los hijos de Israel fructificaron y se multiplicaron, y fueron aumentados y fortalecidos en extremo, y


se llenó de ellos la tierra. Entretanto, se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José; y dijo
a su pueblo: He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es mayor y más fuerte que nosotros. Ahora, pues,
seamos sabios para con él, para que no se multiplique, y acontezca que viniendo guerra, él también se
una a nuestros enemigos y pelee contra nosotros, y se vaya de la tierra”.

Faraón no quiere que el pueblo de Dios crezca, el miedo de Faraón era que el pueblo creciera, lo mismo
ocurre con el Faraón de este mundo, tampoco quiere que el pueblo de Dios se multiplique.

Versículos 11-14: “Entonces pusieron sobre ellos comisarios de tributos que los molestasen con sus
cargas; y edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés. Pero cuanto más los
oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de manera que los egipcios temían a los hijos de Israel.
Y los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel con dureza, y amargaron su vida con dura servidumbre,
en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del campo y en todo su servicio, al cual los obligaban con rigor”.
Éxodo 5:1 dice:

“Después Moisés y Aarón entraron a la presencia de Faraón y le dijeron: Jehová el Dios de Israel dice
así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto”.

El Faraón de este siglo actúa con opresión, poniéndote carga y la intención de Dios, aparte de liberarnos
es que nos gocemos y hagamos fiesta en Su Presencia.

Versículos 17-19 “Y él respondió: Estáis ociosos, sí, ociosos, y por eso decís: Vamos y ofrezcamos
sacrificios a Jehová. Id pues, ahora, y trabajad. No se os dará paja, y habéis de entregar la misma tarea
de ladrillo. Entonces los capataces de los hijos de Israel se vieron en aflicción, al decírseles: No se
disminuirá nada de vuestro ladrillo, de la tarea de cada día”

Faraón siempre logra poner de rodillas al pueblo de Dios y su meta es oprimir nuestra mente, su
objetivo es esclavizarnos poniendo carga con la familia, el trabajo, los hijos y la salud, una vez logra
oprimirnos, nuestro espíritu se derrumba y quebranta nuestra mente; lo primero que hace es ponernos
productivos en su sistema, el faraón de este mundo es opresivo y excesivo, es por esta razón que en
todo lo que haces, él triunfa delante de Dios. El pueblo egipcio prosperó gracias a los hijos de Dios,
empezando por José, quien puso de rodillas al pueblo egipcio y los puso a depender de los hijos de Dios,
cuando murió, el pueblo de Dios continuó prosperando a los egipcios por 430 años.

El pueblo egipcio fue bendecido a causa de José y a causa del pueblo de Dios esclavizado.

Como hijos de Dios, prosperamos cuando nos ponemos en la posición correcta delante de Dios y el
mundo prospera de 2 maneras, o poniéndote a ti, en la posición correcta como hijo de Dios o lo hace
oprimiendo tu mente y apagando tu espíritu.

Si como hijo de Dios, el Señor te coloca en una empresa, ese lugar debe prosperar a causa de ti. Sin
embargo, el mundo, nunca estará satisfecho con lo que haces, cuando dentro de ti, opera el espíritu de
faraón, nunca estás satisfecho con los demás, no lo estarás con tus hijos, ni con lo que la Iglesia hace
contigo.

Dentro de la Iglesia, este sistema nos usa esclavizando nuestra mente y haciendo prosperar a Faraón y lo
logra apagando nuestro espíritu. Cuando estás oprimido, no escuchas la Palabra, por eso tantas
personas, dentro de la Iglesia quejándose, con sus mentes, emociones y sentimientos esclavizados.
Aunque estés pasando por una dificultad, tienes que hacerle fiesta a Dios, ahí donde estás, en medio de
tu circunstancia.

Cuando llegas a la Iglesia y empiezas a orar, alabarle y adorarle, Faraón no se va a quedar tranquilo y
traerá más opresión a tu vida, lo hace para que no seas libre y no se quedará tranquilo sabiendo que
buscas tu libertad; lo que resulta de beneficio para él, es que permanezcas como esclavo, por esto
mismo, pelea por las almas.

Faraón siempre te hará sentir que tienes la razón, cuando tienes un espíritu de independencia, ya estás
dentro de su sistema. El que tiene un espíritu de Faraón te mantiene en el lugar y te hace creer que
espiritualmente estás bien y abre un canal de comunicación contigo a través del orgullo, te hace creer
que Dios es el que te habla. Todo aquel que es independiente, tiene un espíritu de Faraón.

Cuando Faraón tiene tu mente, tu alabanza y adoración son vanas porque están basadas en una
necesidad. En el desierto, el pueblo de Dios clamaba por una necesidad, no lo hacía por gratitud o
porque simplemente quisieran hacerlo.

Nosotros, cuando oremos y ayunemos, debemos hacerlo como una muestra hacia Dios por quién es Él y
no impulsados por la necesidad. Dios sabe lo que necesitamos, pero Él quiere que lo adoremos por lo
que Él es.

Nadie que esté en el sistema del mundo puede multiplicarse o ser bendecido, ellos solamente
obedecen, no se hacen ricos ellos mismos, más bien enriquecen al dueño del circo, así te encuentras
obedeciendo a tu mente, emociones y sentimientos, creyendo que estás en una Iglesia y sólo estás en
un circo, en la Iglesia están los que tienen la mente de Cristo.

Hoy en día hay personas sentadas en las Iglesias pensando en las personas que los hirieron en el pasado,
hoy tienen una nueva pareja pero siguen pensando en la última que tenían, de la misma manera, hay
otras cosas que reflejan que Faraón te está dominando:

No tienes ganas de ir a la Iglesia, tampoco de escuchar Palabra, es cuando dices que hoy prefieres
quedarte en casa. El pueblo estaba de tal manera que no quería escuchar ni a Moisés que era su
libertador, lo mismo hace Faraón contigo, poniéndote una opresión tan fuerte que te quita las ganas de
escuchar la Palabra de Dios y de venir a Su casa a alabarle y adorarle.

Tienes que salir de esa esclavitud mental porque Dios envió a Su hijo a morir en la cruz del calvario por ti
y por mí, no puedes venir a la Iglesia a escuchar un hombre predicar, sino más bien a escuchar Palabra
de Dios.

Una Iglesia es apostólica cuando toda la congregación apoya a su pastor, mientras este viaja llevando a
las naciones lo que Dios está haciendo.

Cuando las cosas no están bien, ahí es que debes demostrar tu sacrificio al Señor, si criticas y murmuras
en medio de la opresión, sólo estás poniendo ladrillos, mientras sigas haciendo las cosas que desagradan
a Dios, seguirás buscando paja y poniendo ladrillos, cuando esto sucede, pierdes el deseo de darle
sacrificio a Dios y Faraón te quita la identidad porque sólo los hijos son los verdaderos adoradores.

Llegó un momento en que los egipcios ya querían que el pueblo de Dios se marchara, porque el tenerlos
ahí era muerte para ellos, el precio de todo lo que habían trabajado les fue pagado en oro y plata, pero
Faraón es tan fuerte que se mete en los huesos, los hijos de Dios no habían llegado bien al desierto
cuando le hicieron una vaca con todo lo que el Señor les había dado y empezaron a adorar esta vaca.

Lo mismo hacemos nosotros, Dios nos bendice pero Faraón se mete en nuestra cabeza y olvidamos lo
que Dios ha hecho por nosotros y todo lo que nos ha dado, el Señor nos bendice y no le damos nada.
Cuando eres libre, levantas tus manos y adoras porque sabes a quién estás adorando; Dios no tiene
problema alguno de identidad, nosotros sí lo tenemos.

Cuando criticas y murmuras todo lo que pasa en la Iglesia, sin aportar nada para que mejore, tienes una
mente faraónica. Ocurre cuando tienes un problema personal o en tu matrimonio y lo primero que
haces es buscar al psicólogo o psiquiatra, buscando primero la ayuda del hombre en vez de buscar a
Dios, que es el que te hace libre.

Hay personas con una mente faraónica por el dinero, los que saben que están en Dios, viven cada día
con una expectativa y una aventura porque conocen a su Dios y están esperando su milagro.

Aquellos con mente de faraón son los menos ayudados por Dios, dentro de las iglesias, como dependes
de Faraón, Dios no usa a nadie para bendecirte

Los que tienen mente de Faraón viven aburridos todo el tiempo con su cuenta llena en el banco, lindo es
saber que tu Dios te va a proveer, el que tiene la mente de Cristo tiene la adrenalina arriba.

Otros también tienen su mente faraónica pero son más maduros, no le echan la culpa a Dios ni a nadie
más, sino que aceptan la situación diciéndose a sí mismos que si es la voluntad de Dios, que así sea, y
Faraón es tan astuto que los hace conformistas, pensando que es un proceso cuando realmente no lo es,
porque en un hijo de Dios, nada puede estar por encima de la palabra Jesucristo, no hay proceso ni
nada; lo que sí hay es una mente faraónica que te mete en el proceso, cuando lo que debemos de
recordar es que Su Palabra dice, que todo lo podemos en Cristo que nos fortalece.

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