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1. Daleben. Vamos a analizar lo más lejano y lo más cercano al ser humano, lo que
supone la conciencia de que el ser humano es ante todo Daleben. La mejor
definición del Daleben es la constitución propia de todo ser vivo y consiste en
que “todo lo vivo está genéticamente conectado a través de raíces evolutivas
compartidas” [Nurse, 191]. La estructura de Daleben constituye nuestro tiempo
profundo. Esto es algo más que un enunciado filosófico. Sabemos que el gen
cec2 de la levadura es idéntico al gen humano [Nurse, 80]. Esa innovación
biológica por tanto ha permanecido intacta en los últimos mil millones de años.
Para saber qué raíces compartimos como seres humanos vivos necesitamos
identificar qué es la vida que portamos en sus momentos fundamentales,
aquellos que fueron acercándonos a lo que somos hoy. Para ello utilizaremos
los argumentos de Dennet. [De las bacterias a Bach, 2017] En cada paso de este
proceso se dio una contingencia extrema que podría haber detenido la
evolución al enderezarnos hacia un callejón sin salida. En todas nuestras
explicaciones dejaremos de lado tanto como sea posible el uso de términos
técnicos, o de los elementos bioquímicos que dan soporte a nuestros
enunciados. En este sentido, expresamos conceptualmente los desarrollos
científicos, pero lo hacemos desde un punto de vista fenomenológico que solo
se implica en un minimalismo científico, que se niega a ignorar los resultados
de la ciencia, pero los integra en argumentos de más largo plazo, relativamente
independientes del avatar concreto del progreso científico. Ese argumento de
más largo plazo es el de la filosofía, pues orienta en el autoconocimiento de
nosotros mismos, no de la ciencia.
2. Vida es acción, no reacción. Podemos partir de una idea de la vida que procede
de Kant. En la KpV dijo que la vida se mostraba en la “capacidad de un ser de
actuar según las leyes de su deseo”. [AK, V, 9n]. Podemos reducir esta
expresión antropocéntrica de deseo y traducirla a mera orientación de
autoconservación. Hoy seguimos diciendo que “si hay algo que distingue a los
seres vivos es la acción”. [Nurse, 85] Pero la acción básica de un ente vivo es la
acción que se orienta a la autoconservación. Esto es así porque la vida, en tanto
resultado improbable, tiene que ser asegurada por ella misma, por lo que sea
capaz de hacer, y esta es su acción. La vida no puede ser reacción mecánica o
mera pasividad. No es mera reacción físico-química. Es acción orientada. Esa
aspiración a asegurarse es lo que se vive en nosotros como deseo. La
improbabilidad propia de todo ser vivo se manifiesta como carencia y el intento
de superarla y autoconservarse es el sentido de lo que llamamos deseo.
2.1. Vida es riesgo. Para Kant, el deseo era la condición subjetiva de la
vida, la condición de la vida vista desde el mismo ser vivo. Por su parte, el
placer es la concordancia de la acción emprendida con estas condiciones
subjetivas, según dice en la misma nota de la KpV. Placer es el resultado de la
acción cuando se mantienen las condiciones de autoconservación del ser vivo.
El deseo sin embargo no es ciego, sino que se rige por noticias diferenciadas
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que orientan la acción, tanto respecto del estado interno de carencia cuanto
respecto de la realidad ambiental en la que el ser vivo intenta superar esa
misma carencia. Estas noticias y la acción que sigue pueden o no producir
placer, porque las acciones que inspiran pueden o no responder al deseo y
cubrir la falta. En este sentido, todo acto de autoconservación está sometido a
un riesgo, que es la huella de la improbabilidad de la vida.
2.2. Acción orientada. Para Kant, por tanto, lo propio del ser vivo es
orientarse a través de noticias que desencadenan una fuerza orientada capaz
de provocar una acción de la que se deriva una estabilidad de la conservación,
que subjetivamente en momento evolutivos superiores se traduce en
sentimiento de placer como deseo calmado. El deseo es la noticia de la carencia
que promueve una orientación activa. Para Kant, estas noticias internas, que
como deseo guían las acción, se relacionan con alguna noticia del ambiente que
funda la orientación de la acción. Esta conexión entre noticia o
representaciones de la realidad ambiental y deseo como representación del
estado interior es entendida por Kant como “reflexionar” [reflektieren], y para
él sucede tanto en los animales como en los seres humanos. Por eso se puede
hablar de orientación, porque un estado interno es el fundamento de la
dirección de la acción.
2.3. Vida es ajuste entre estado interno y externo. La diferencia para
Kant entre el animal y el ser humano es que en el primero se aprecia una
univocidad del vínculo que pone en relación la noticia del deseo con la noticia
del entorno, mediante una orientación determinada. [AK, XX, 210] Univocidad
no es automatismo y en general no lo hay en la medida en que se tienen que
poner en relación noticias de dos realidades. Placer en todo caso es la
sensación de que una acción tiene eficacia causal para la autoconservación del
ser vivo. La orientación de la existencia mediante representaciones que
producen placer no es sino la de asegurar la autoconservación del estado del
ser vivo. [Cf. Reinhardt Löw, Philosophie ds Lebendigen, der Begriff des
Organischen bei Kant, sein Grund und seine Aktualität, Suhrkamp, Frankfurt,
1980. Eduardo Molina, “Sentimiento de la Vida y Autoconciencia en Kant”,
Diálogo Filosófico, 2015, 48/3, 493-514]. El planteamiento de Kant implica que
el ser vivo tiene alguna noticia [representación, Vorstellung] de sí y de lo que le
rodea, y que produce acciones orientadas destinadas a conservar su estado, de
tal manera que distingue de algún modo entre aquellas que lo consiguen y
aquellas que no, produciendo movimientos destinados a ajustarlas.
Reflextieren es la compleja actividad de ese ajuste.
2.4. Bioenergética. Vida es un ajuste externo e interno que se sustancia
en un intercambio selectivo de energía que tiende a mantener la diferencia
entre el el ser vivo de su entorno. En este sentido la vida es un proceso
bioenergético que niega la segunda ley de la termodinámica, no de la primera,
que postula la conservación de la energía. Ahora bien, la energía no se
mantiene bajo la misma forma. Se degrada en calor, que es una energía
altamente disipada que no puede ser reconducida a trabajo ni a energía
térmica de un sistema. Este proceso no es reversible. Si esta segunda ley
postula una igualación calórica cada vez mayor entre dos ámbitos relacionados,
hasta que se iguala el calor como energía disipada, entonces se produce un
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desorden cada vez mayor en el universo, pues no se puede volver a estados de
equilibrio. Entropía es una medida del grado de homogeneización de ámbitos
en calor. Así que al segunda ley prevé un aumento de entropía que debe
conducir a la muerte del universo por exceso de calor. Pues bien, frente a esto,
la evolución de la vida prevé un aumento de la diferencia entre dos ámbitos en
relación, una mayor complejidad y orden en los organismos. Eso implica que los
seres vivos están dotados de un capacidad de producir diferenciación. Esto se
llama neguentropía y es una medida de la información de un sistema.
Información así es la orientación codificada y estable de resistir la entropía, de
rechazar la homogeneización entre el ámbito interno y el externo. Hay así dos
tiempos: el más profundo, que es el de la termodinámica, el del universo, que
es el que conduce a la muerte térmica, el ser para la muerte, y el profundo del
Daleben, que es el tiempo que produce neguentropía, diferenciación, orden.
2.5. Schrödinger. Debemos estas ideas fundamentales al físico
Schrödinger, especialista en física cuántica que en su conferencia Qué es la
vida, desarrolló estas percepciones acerca de la vida en 1943, justo mientras
Heidegger impartía su curso sobre El Parménides. Su tesis es que metabolismo
es aquél proceso “en el que el organismo consigue liberarse de toda la entropía
que no puede dejar de producir mientras está vivo” [¿Qué es la vida? Tusquest,
1983, 112] Así que la vida no va del orden al desorden, sino del orden al orden.
El trabajo de la vida es producir neguentropía, diferencia calórica con el entorno.
¿Cómo lo hace? Básicamente porque el ser vivo selecciona y se orienta a la
captación de la energía del exterior (exergía) en el gradiante adecuado de calor,
integrando la energía menos disipativa, mientras logra exportar los restos
disipativos y degradados al medio. Por eso, la exergía debe tener gradientes (el
sol, las chimeneas volcánicas) y no un medio entrópicamente homogéneo como
el mar. [San Miguel de Pablos, 14] 1 Así se reduce la entropía del entorno a favor
de una energía menos disipativa en el interior del ser vivo y una exportación de
sus menores restos entrópicos. Este proceso se orienta por conjunciones
moleculares extraordinariamente estables, que son los genes, la clave del orden y
de la orientación de este orden.
2.6. El coste ecológico de la vida. Por eso la bioenergética lleva
ineludiblemente a la ecobiología. Dos investigadores, Schneider y Kay, extraen
las consecuencias de estos planteamientos subrayando un concepto inevitable de
la concepción bioenergética de la vida: el desequilibrio ecológico que
inevitablemente produce la vida, pues solo puede aumentar la entropía del
entorno. La vida es un dispositivo de reversibilidad interior, pero de aumento de
entropía en el exterior, pues mantiene su nivel de organización local en
desequilibrio de ámbitos a expensas de producir entropía en el entorno. Este
planteamiento genera la especificidad de la Tierra como espacio, como el Da del
Daleben. La vida concierne a la Tierra como sistema termodinámico abierto. Y
concierne a una captación de la energía solar como gradiente. Desde cierto punto
de vista, se puede ver el proceso como una reducción de ese gradiente, según la
segunda ley de la Termodinámica, y un avanzar hacia estados homogéneos. Pero
que los sistema vivos cumplan la segunda ley de la termodinámica no quieren
decir que se orienten a cumplirla, como a veces sugiere Prygogine y otros
filósofos. La Tierra está sometida a la tendencia a la homogeneidad del sistema
1
“¿Qué es la vida? La pregunta de Schrödinger”,
https://www.fcnym.unlp.edu.ar/catedras/ecocomunidades/SANMIGUELvida.pdf
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solar, pero no produce la vida para optimizar su sometimiento a esta ley.
Podemos asumir que “Los sistemas vivos son sistemas disipativos lejos del
equilibrio, con un gran potencial para reducir gradientes de radiación
planetarios”. [Schneider & Kay; La biología del futuro, 229] Pero esta estructura
es autorreferencial. El concepto clave de estructura disipativa no permite
entender los elementos básicos de la vida, pero no el curso de la evolución.
Tiene que ver con realidades que están en desequilibrio calórico y que inducen
en determinado umbral de diferencia (gradiante) procesos químicos de flujo de
conducción de calor que aumenta por convección, por el propio proceso de
transporte. Si se logra mantener la fuerte de energía, el movimiento producirá la
constancia del movimiento y podrá producir procesos de autoorganización. Si
una célula se orienta hacia esa fuente energía conservará su organización.
[Prigogine, ¿Tan sólo una ilusión?, Editorial Tusquets, Barcelona, 1983] Pero esto,
que puede darnos ideas de los procesos químicos-calóricos que se dan en el
inicio de la vida, no dota a la vida de la aspiración de someterse a la segunda ley
de la termodinámica. Para estos sistema especulativos, la vida sería un
dispositivo para mejorar la disipación de la energía calórica del sol. Tomaría
energía disipada y la transformaría en energía no degradada. En este sentido,
retardaría el cumplimiento de la entropía, la forma en que la Tierra se encamina
a la muerte térmica. La evolución probaría a los actores eficaces en captar calor
solar y mantener el desequilibrio con él. La bioesfera no sería sino un inmenso
dispositivo anti-disipativo que retardaría la muerte térmica de la Tierra. Esta
estaría regida por un retraso para el cumplimiento de la segunda ley de la
termodinámica. Este es el fundamento de la ecología y de la hipótesis Gaia, de
James Lovelock y Lynn Margulis en 1972. ["Gaia as seen through the
atmosphere”] Para ellos, la vida sería una condición planetaria, no individual. La
manera en que se produce una relación entre las células que luchan por su
autoconservación y la autoconservación de la Tierra entera, sin embargo, no ha
sido identificada. Obviamente forma parte de una teleología inconsciente y no se
necesita una teoría de la autoorganización de la Tierra como planeta.
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3.1. Circularidad. Como dice Nurse, “las reacciones por sí solas, no
pueden considerarse vivas. La vida solo se abre paso cuando los cientos de
reacciones necesarias para crear una nueva célula trabajan coordinadamente
para formar un sistema completo que cumple un propósito”. [Nurse, 49] Es
importante entender estas reacciones conectadas entre sí, en una cadena que
se repliega, generando una acción que muestra una intencionalidad de
estabilidad, no de expansión sin límite; de producción de energía interna (y no
de disolución de la misma) destinada a la conservación y a la duplicación, pero
que engloba a todas las partes que entran en reacción.
3.2. Organismo. Es lo que Kant llamaba organismo y consiste en la
concreción de la idea de Vida. Su contenido específico reside en considerar un
conjunto de reacciones físico-químicas integradas en su causalidad recíproca, y
entenderlas en su conexión recíproca, como si configuraran un todo.
Organismo y circularidad van de la mano. Esto implica que las reacciones
químicas producen energía para mantener el equilibrio interno que a su vez es
empleada para otras acciones de mantener el equilibrio. En cierto modo,
intencionalidad y todo son formas de considerar esas reacciones en su
relaciones recíprocas entre sí presididas por la autoconservación.
3.3. Mantener desequilibrio. Solo porque algo hace posible esta
consideración de circularidad o reversibilidad (que contiene el desorden), y algo
rige la secuencia de todas las reacciones en un orden repetible (y no lineal
expansivo), cabe hablar de información y de acción, y no de una mera reacción.
Se trata de que esas reacciones no forjan una secuencia indefinida que llevaría
a estados homogéneos, sino desequilibrio que permite un recurrir: se produce
energía para iniciar un movimiento para obtener energía que pueda producir
ese movimiento de nuevo y eso en un ciclo continuo, sin el cual la idea de todo
no puede identificarse. El placer tiene aquí su traducción en un estado de
equilibrio interno pero de desequilibrio con el entono, que pronto se romperá
por una nueva carencia.
3.4. Todo. Esta idea de todo implica que una diferencia entre el entorno
y el ente vivo es necesaria para identificar ese todo y para que ese todo actúe
como tal. A toda vida le es necesario un umbral, una membrana que posibilita
una lógica homeostática que rige la totalidad de las reacciones internas, frente
a un ambiente que está entregado a reacciones abiertas sin límite. Por
supuesto, de este conjunto de reacciones se deriva una transformación de
energía que permite actuar al ser vivo, del que se deben desprender formas
residuales derivadas de ese gasto de energía.
4. Reduplicación. Kant no podía saber que la estructura básica de la vida es la de
una reduplicación de conjuntos de aminoácidos sin pérdida de información
para orientarse en la conquista de energía capaz de garantizar la
autoconservación. El logro de la estabilización es la reduplicación sin pérdida de
información y la traducción proteínica para orientarse en la existencia,
información que regula la totalidad de las reacciones físico-químicas internas y
las acciones con el ambiente, para discriminar significativamente la energía
disipada de gradiante adecuado y emprender las acciones destinadas a la
conservación y a la reduplicación.
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4.1. La vida es así un mantenerse y multiplicarse de repeticiones
celulares. Como dice Dennet: “Un ser vivo debe capturar la cantidad necesaria
de energía y de materiales y esquivar su propia destrucción mediante el tiempo
suficiente como para poder construir una réplica de sí mismo lo
suficientemente buena”. [38] No es una promesa divina a Abraham ni un
mandato. Fue una improbable estabiliziación de estructuras disipativas. Es la
estructura que está ahí en toda vida, desde la célula al organismo más
complejo. Que sea potencialmente conciencia está inscrito en el hecho de que
tiene que orientarse en un desequilibrio y en energía disipada, y en ese medio
identificar sus carencias y discriminar para orientarse a resolverla. Este
elemento ya sucede en la vida originaria, se mantiene en cada célula y en todo
grupo de células, que ha de recibir la información de otras células como su
medio endógeno.
4.2. Improbabilidad y big data. Que en el origen de la vida, y antes de
ella, hubo muchas reacciones que no pudieron replicarse en una mínima
estabilidad capaz de dar tiempo a su duplicación; conjuntos físico-químicos no
estables que agitaban un medio interno, es seguro. Que solo con que una de las
infinitas reacciones diera lugar a la formación de una membrana con la
posibilidad de estabilizar un interior que, dotado de energía suficiente, pudiera
mantener su diferencia, desequilibrio y heterogeneidad en tiempo suficiente
para duplicarse, sería suficiente para que se iniciara un proceso de
irreversibilidad que ya no podía confundirse con el despliegue infinito de los
meros procesos químicos-físicos. Bastaría con que esas realidades químicas con
membrana (clave de la diferencia o desequilibrio interno/externo) produjeran
una carga eléctrica capaz de moverse captando energía de su entorno, para
que se diera esa recursividad.
4.3. ¿Pulsión de repetición? No necesitamos poner en la célula originaria
una pulsión de repetición. Sólo necesitamos suponer un medio suficientemente
estable de exergía para que la célula pudiera repetir su captación de elementos
para producir energía interna. Eso daría un tiempo de estabilización. Usar el
tiempo de estabilidad para duplicarse es algo cercano a una pulsión de
repetición, pero puede ser resultado del tiempo de duración de las reacciones
estabilizadas. De la Daleben sólo la información crece, en tanto que para
soportar conjuntos celulares más complejos se requiere más noticias del
ambiente y más ordenes de cómo orientar la acción. Así la vida se informa a sí
misma acerca de su propia complejidad. La vida es un continuo aumento de
reduplicación sin pérdida de información creciente y compleja.
5. Eva Celular. La célula originaria, el ancestro común, la Eva celular, por hablar en
el lenguaje de Goethe, ya era un proceso formador de orden interno capaz de
diferenciar entre interior y exterior, capaz de recibir información del medio, de
procesarla y determinar un movimiento. No sabemos muy bien cómo se formó
esa célula originaria, ni sabemos cómo los ladrillos prebiótico se dieron, algo
que ya era suficientemente complejo, pero sí que se formó hace unos 3.800
millones de años en espacios marinos en que podían existir lípidos usando la
energía de los medios sulfurosos marinos.
5.1.El medio marino. Sabemos lo que fue: una membrana que separó un
interior ordenado de moléculas grasas del desorden del ambiente acuoso
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[Campillo, 67]. Fue una delimitación, una emergencia de diferencia en medio
de la homogeneidad marina por la irrupción de un gradiente calórico, quizá
consecuencia de las chimeneas volcánicas subacuáticas. Ahí pudo darse una
estructura disipativa de las que describió Prygogine. Su composición se debió a
una doble capa de fosfolípidos con un interior hidrofóbico con superficie
hidrofílica. Así se formó una diferencia entre interior y exterior con intención
homeostática, en el sentido de la estructura disipativa de Prygogine. No
sabemos muy bien como pasó eso. Eso produjo una diferencia de potencial
eléctrico entre exterior e interior: un interior como polo negativo que podía
moverse inicialmente de forma azarosa en el medio.
5.2.Célula como batería. Una célula es una minibatería y las más
complejas son en cierta forma una turbina. En suma, es un medio de producir
reacciones químicas catalizadas por enzimas (metabolismo) que pueden
producir energía eléctrica. Este proceso es de una complejidad extrema, pero
se basa sobre la química de polímeros, que solo necesita átomos de carbono,
hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y fósforo, unificados por el carbono en
macromoléculas (el carbono permite enlaces a cuatro átomos) que forman las
proteínas. Estas forman aminoácidos con cargas positivas o negativas,
atractivas o repulsivas, ácidas y alcalinas, hidrofóbicas o hidrofílicas y por tanto
con posibilidades complejas de uniones tridimensionales, con formas físicas.
Estas interactuaciones son programadas o aleatorias, puntuales o continuas.
Pero en todo caso generan una energía menos degradada que la calórica, y
exportan muy poca energía disipativa.
5.3. Ese medio eléctrico interior genera a su vez ingentes reacciones
químicas. Las que fueron más estables y se movieron en una dirección que
mantuvo las reacciones iniciales estables durante un tiempo dieron lugar a
duplicaciones. Las que no, desaparecieron. La evolución es constante desde la
primera célula. Desde la primera, duplicada en cantidades que siguen las leyes
de los big data, se pudo estabilizar la evolución sobre una base muy ancha de
duplicaciones.
5.4. Proceso algorítmico. Esto ha hecho decir a Dennet que “la selección
natural es un proceso algorítmico, un conjunto de algoritmos de ordenamiento,
formado, a su vez, por algoritmos de tanteo (también llamados de generación y
prueba) que aprovechan la aletoriedad (pseudoaletoriedad, caos) en la fase de
generación y algún tipo de control de calidad ciega en la fase de prueba, en el
cual los ganadores siguen adelante con más descendencia que los otros” [50].
Todo es resultado de estas sucesos de grandes cifras que hacen probable lo
improbable. Solo tiene que suceder una vez para que la mayor capacidad de
reproducción haga más probable cada vez lo que ocurrió al inicio de forma
radicalmente improbable. El algoritmo resume la transformación de lo no
funcional en funcional mediante un mero proceso de repeticiones. El algoritmo
no conoce tiempo. Por eso una transformación algorítmica puede esconder un
tiempo inmenso.
5.5. Eva celular es un sistema dotado de sensores. El dispositivo motor
de la célula no es sino un sistema de proteínas [microtúbulos y
microfilamentos] [Campillo, 61]. En células simples es un sistema nervioso
unicelular. Nuestro cerebro alberga trillones de ellas. Es una proteína tubulina y
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es la clave de sensibilidad de los organismo más sencillos. Pura motilidad
contráctil, permite el movimiento de la célula capaz de dirigirla a la fuente
energética o de alejarla del elemento tóxico [Campillo, 74]. Está en el origen del
sistema de sensibilidad.
5.6. Recursividad. Llamamos recursividad la capacidad que tienen los
seres vivos de usar como energía los propios productos vivos o sus resultados.
Esto significa la capacidad de la vida de posibilitar nuevos seres vivos, por
ofrecer los seres vivos o un nuevo medio químico como energía menos
degradada para la posibilidad viva de otros. Esta capacidad de la vida de utilizar
sus propios éxitos, la recursividad, tiene su mejor muestra en la producción
masiva de oxígeno por la utilización del calor solar mediante la función de
fotosíntesis. El éxito de las plantas en utilizar la luz solar, mantener la
temperatura de la Tierra estable, generar una atmósfera de oxigeno, permitió
que el oxígeno fuera una nueva condición para generar reacciones química en
los organismos, dando lugar a una nueva línea evolutiva animal centrada en la
respiración.
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estaba más adaptada (más competente en algunos aspectos relevantes) que
cuando iba a solas, sin ninguna carga” [Dennet, 18].
6.3. Tenemos aquí una endosimbiosis. Dennet comenta que de este tipo
de sucesos raros que no se producen casi nunca depende la evolución. Sólo
sobre una base enormemente amplia de casos, estas improbabilidades pueden
darse. Tienen que darse por azar y tienen que ser más aptas para captar
energía de su medio. Por tanto tiene que estabilizarse con más facilidad
(almacenar energía dentro) y reproducirse con más competencia. Al ser más
compleja, fue más versátil. La evolución continuó su camino cuando estas
células, dotados de una membrana más fuerte, pudieron escindirse
manteniendo la escisión en su seno y generando conjuntos celulares más
amplios. Eso ocurrió en la explosión del Cámbrico, de hace 500 millones de
años.
6.4. Funcionalismo. Así surge una célula que concentra la información en
el núcleo, donde se albergan las instrucciones genéticas de los cromosomas, y
entre la membrana y el núcleo tenemos los mitocondrias o fuentes de energía
que hay que reponer. Otros elementos regulan el intercambio, bien
introduciendo, bien expulsando materiales. Este momento, el metabolismo, es
decisivo para mantener el orden estable, produciendo energía y expulsando los
restos entrópicos no consumidos en la combustión ni reutilizables en el trabajo
celular.
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producido por la propia vida, lo que representa una mejora respecto de la
energía solar, térmica o química. Y esto significa la capacidad de captar energía
en estado más entrópico y mejorarla o procesarla y transformarla a estados
ordenados de energía electromagnética, sin producir un resto de entropía
inhabilitadora.
7.3. Máquina antientrópica. En efecto, la vida ha mostrado una extraña
capacidad de utilizar elementos disipados de energía para transformarlos en
energía de orden superior, desprendiéndose de los restos energéticos de
inferior calidad. La vida es una máquina antientrópica por supuesto finita, pues
todo es cuestión de tiempo y en este sentido se somete a la irreversibilidad en
último extremo. La aspiración básica de la vida parece ser cíclica y recursiva,
mientras que la dinámica propia de la energía es la irreversibilidad, según la
segunda ley de la termodinámica. Tarde o temprano la estructura diferente de
estos dos procesos debe converger. Retrasarlo al máximo es la aspiración de la
ciencia de la ecología. Ese es el problema de la emisión de gases invernadero:
anuncia una irreversibilidad que no puede someterse a ciclo.
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discriminan, perciben, tienen memoria, aprenden. En efecto, la información
genera señales cognitivas que se transmiten mediante sistemas interiores
ordenados y coordinados de producción de proteínas, la forma básica en que se
organiza la complejidad funcional en tejidos.
8. 3. Los principales tejidos son conjuntivo, del sistema endocrino que
reúne a los mensajeros, las hormonas, que circulan por todo el organismo
llevando información a distancia, o del sistema nervioso. Con su órgano central,
el cerebro, y sus nervios, es la forma más evolucionada porque transporta
información a distancia y velocidad porque transciende la reacción química en
eléctrica.
9. Procesos vivos. Los procesos por los que se mantiene el orden, información,
cognición y movimiento son fundamentalmente la nutrición y la reproducción,
la exportación de entropía de nuevo al medio. Los movimientos fundamentales
son la defensa, la huida y el agrupamiento. Estas son funciones de todos los
seres vivos.
a. El metabolismo capta materia y energía del entorno, alimenta los
procesos químicos de las células, disipa energía en forma de calor y
debe exportar desechos de ese proceso.
b. La reproducción se rige por la posibilidad de transferir a las células el
ADN, que ha de ser duplicado antes de la propia separación celular. Esta
reproducción asexual es la que multiplicó las bacterias.
c. La huida fue el primer movimiento celular, azaroso y sin finalidad paa
escapar a un entorno. En el origen se trata del movimiento browniano
que caracteriza cualquier sólido suspendido en un líquido. El azar lleva
aquí a una lotería dinámica [Campillo, 79]. Sólo con el tiempo, esa
movilidad fue direccional mediante cilios o flagelos como se ve en el
espermatozoide. Pero no es el único dispositivo de defensa. Los
estromatolitos de Australia son exportaciones entrópicas calizas
defensivas producidas por bacterias que siguen vivas en su interior y se
pueden detectar mediante biomarcadores. Tienen tres mil quinientos
millones de años y son el fósil más antiguo que existe. Son una huella de
la precocidad biológica de la Tierra. [Campillo, 80]
d. La agrupación celular es una pulsión general de la vida y es el ancestro
de la socialización.
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10. 1.Darwinismo es historia natural. Este es el tipo de la explicación
histórica: cómo es que fue así y no de otra manera. Responder la pregunta de
para qué se puede hacer en cada ente vivo pues no se puede describir su
existencia sin orientación y por tanto usando un lenguaje teleológico preparado
a ello. Pero es una teología inconsciente porque el ser vivo no necesita saberlo.
“El reconocimiento de las razones es un producto posterior y más avanzado de
la evolución que las razones mismas” [Dennet, 49]
10. 2. Es lo que se llama ingeniería inversa, que analiza algo que no fue
diseñado, como si lo hubiera estado, que permite sintetizar el para qué de la
lógica interna del ser vivo en el proceso histórico de cómo es qué. Eso es lo que
hace el darwinismo, que rastrea las motivaciones flotantes de la evolución. Se
representa como diseñado algo que no lo fue.
10.3. Esto rehabilita la técnica inconsciente de Kant y la mente
inconsciente de Freud. Se trata en ambos casos de una competencia sin
comprensión. Se explica a posteriori por razones, según el para qué, pero esas
razones son completamente ajenas a los actores en cada fase de la evolución.
Cuando Dennet dice que “las bacterias hacen cosas por razones, incluso los
virus hacen cosas por razones; pero ninguno de ellos posee estas razones, no
necesitan poseerlas” [57], esta elaborando un argumento muy similar al de
Kant al decir que el organismo supone una técnica inconsciente, y que por eso
el investigador no puede dejar de representárselo como si fuera intencional y
dirigido por un fin. La técnica inconsciente es parecida al diseño sin diseñador.
En este sentido, la naturalización de la teleología, propia de Darwin, se puede
fundamentar en la KU del juicio de Kant [Villacañas, 1986]
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sigue. Esto es así porque ofrece formas de energía que facilitan la
transformación y elaboración en energía superior, con menos disipación.
11.3. Ontología. La significatividad espacial relativa a la vida implica
siempre una ontología y no podemos entender la vida sin atribuírsela a todo
ser vivo. La ontología atribuida es siempre local. Consiste en ofrecer el conjunto
de elementos que la vida puede identificar y en medio de los que puede actuar.
Esta ontología es lo que Sellars llamó “imagen manifiesta” y hace referencia al
conjunto de elementos que pueden afectar a un ser vivo, que este puede
reconocer, en medio de los que puede orientarse, desear, repudiar, manipular
y transformar, huir y defenderse, con los que puede interactuar. Es lo obvio, lo
que facilita o dificulta, resiste o se pliega. Es la circunstancia de Ortega. No se
requiere autoconciencia para moverse por la localidad ni se necesita
autoconciencia para controlar la ontología, pero todo sucede con un cierto
nivel de noticia inmediata, de seguridad, de cierto automatismo.
11.4. Ontología y adaptación. Cada tipo de ser vivo, con su información
genética y su forma de orientarse en la espacialidad, tiene su ontología, en la
que ejercen su nivel de noticia, sin necesidad de explicitarla como ontología. De
esa ontología se derivan relaciones orientadas con el entorno que explican el
hecho de su conservación. Estabilidad y reduplicación son los beneficios de
disponer de una ontología, conjunto de sensores que se puede organizar desde
los códigos genéticos y sus traducciones proteínicas capaces de producir
órganos y tejidos. Dado que la ontología es el resultado de un largo proceso de
prueba, implica ese control espacial que caracterizamos como adaptación. Una
ontología es siempre fruto de un proceso de adaptación.
11.4. Hábitos y creencias. Este Umgebung es el que permite que
emerjan hábitos, representaciones selectivas firmes, repetidas, constante,
capaces de generar identificaciones y proyecciones, lo que Ortega llama
creencias en tanto sensores habituales. Las creencias son representaciones que
se tienen en el mismo proceso vivo, no que se forman ni se eligen en él.
Implican trabajo habitual de los órganos. No implican tener autoconciencia de
ellas. Pueden ser implícitas, inconscientes, que generan acciones competentes
sin comprensión, pues en ellas lo decisivo es el proceso por el que se han
estabilizado, que ha sido de largo plazo y no entregado a la decisión, elección o
procesos semejantes. La comprensión es un emergente tardío de la acción.
11.5. Esto significa que el Umgebung tiene que ser Umwelt, como ya
sabía Jakob Johhan von Üxküll, quien ya lo definió en su libro de 1909, aunque
su mejor exposición será en Streifzüge durch Umwelten von Tier und Menschen,
de 1934, traducido al francés como Mondes animaux et monde humaine, en
1956. Pero sabemos que von Üxküll tomó su perspectiva de Kant. Lo que hizo
fue expandir y generalizar la propuesta kantiana de que el objeto es una
proyección de la subjetividad y distribuir la dignidad de la subjetividad
trascendental a todo ser vivo en la medida en que todos ellos son cuerpo. Esta
universalización del Giro Copernicano es la decisiva aquí. Con ello, realidad es
lo que aparece a un ser ordenado y suficientemente estabilizado. Fue von
Üxküll quien definió la vida como un ciclo funcional y el que mostró la
recursividad. Y fue él quien elevó la noción de significado a la forma en que se
relaciona el ser vivo con el medio. El mundo entorno es significativo para el ser
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vivo. Para él un significado es una señal verdadera en nuestra exploración de
los Umwelten. [Ostachuk, 53]
11.6. Significado. Por eso, la cuestión del significado es la función central
de la información de la vida y sólo desde ella se puede realmente entender la
evolución darwinista. Pues las variaciones genéticas, las anomalías de
Canguilhem, trastornan y alteran las señales significativas del Umwelt,
facilitando o no la información, la orientación y la adaptación.
11.7. Resonancia. El significado es la clave para identificar por qué se
produce la resonancia, la experiencia de acuerdo con la realidad, de adaptación
experimentada con el medio como si fuera por primera vez. Los dispositivos
para registrar cambios en el Umgebung están condicionados por la
significatividad, que siempre repercute en la repetición que garantiza la
autoconservación. Esta discrimina lo relevante, los ofrecimientos, las
oportunidades relevantes, define el campo de problemas y el campo de
soluciones, con cierto nivel de automatismo, de sencillez, fruto de la
adaptación ya logrado sobre la que reposan. Es el ambiente en el que el ser
vivo es competente sin comprensión.
11.8. Pues bien, los Umwelten son espacios significativos estabilizados
en el tiempo dotados de una ontología con la que nos relaciones mediante
creencias, hábitos de orientación, expectativas capaces de producir resonancia
cuando se cumplen, un placer no accidental. Sin esta doble condición espacio-
temporal no hay evolución. Sólo en el seno de estos mundos de la vida es
posible el hábito, la repetición, la selección, las rutinas, las expectativas, las
creencias, las formas baratas de explotar los éxitos conseguidos; sólo en ellos
se permite una cierta plasticidad y se permite ciertas exploraciones de ensayos
y error y seleccionar las mejores. Solo en ellas las anomalías pueden generar
efectos von Üxküll variados e innovaciones. Pues bien, esto que sucede entre el
ser vivo y su Umwelt así descrito es lo que podemos llamar Lebenswelt. Existe
en todos los seres vivos. En los humanos también. Nos movemos en nuestro
medio mediante procesos inconscientes de inferencias perceptiva, de
automatismos de memoria. Todo ser vivo tiene un Lebenswelt. Y esto es lo que
hace que el Daleben tenga esta estructura: implica no solo que los seres vivos
comparten el legado genético, sino que sus mundos de la vida están
inevitablemente unidos en su significatividad relativa a ese legado.
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