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LA VIDA
DEFINICIÓN DE LA VIDA
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\ c r n . Hninlírc 2
Filosofía del hombre
los seres en los que la vida es manifiesta, ya que sería un mal mé-
todo empezar por aquellos de los que no se sabe de cierto si viven
o no, su caso sólo puede dilucidarse si previamente se tiene una
noción precisa de la vida.
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II
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b) El mecanicismo.
El mecanicismo puede ser una hipótesis de trabajo y un mé-
todo puramente científico: se intenta aplicar a los vivos los métodos
que han tenido éxito en el campo de la materia. En este caso, el
filósofo no tiene nada que decir; corresponde a los sabios ver por
sí mismos el valor de su procedimiento. De hecho, la ciencia meca-
nicista ha encontrado unas dificultades que han conducido a la re-
acción del neovitalismo, muy cercano en el plano científico al vi-
talismo aristotélico.
El mecanicismo puede ser una doctrina filosófica. Fue sostenido
en la antigüedad por Demócrito y Epicuro, en los tiempos modernos
por Descartes, con su teoría de los animales-máquina, y en el si-
glo xix por cierto número de semisabios filósofos como Le Dantec,
Haeckel, Huxley.
Su tesis genera' es que todo, en un ser vivo, es reductible a las
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c) El vitalismo aristotélico.
Ha sido rehabilitado por Claude Bernard y el neovitalismo con-
temporáneo, cuyos principales representantes son, en Alemania,
H. Driesch y, en Francia, Cuénot. Sus principales tesis son las si-
guientes 1:
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III
ORIGEN DE LA VIDA
1. T e o r ía d e l a g e n e r a c ió n e s po n t á n e a .
Durante mucho tiempo se ha admitido como creencia popular,
e incluso ha estado incluida en la física aristotélica como un hecho
resultante de una observación superficial. Por ello santo Tomás no
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rior». Esto es evidente, pero hay que precisar más. El primer prin-
cipio es sólo verdadero si existe una diferencia de orden; dicho de
otro modo, si nos colocamos en un punto de vista ontológico y no
cuantitativo. En cuanto al segundo, toma el término «explicar» en
su sentido intenso de causar, producir, o inversamente, reducir, ya
que lo inferior puede muy bien proporcionar cierta explicación de
lo superior en la medida en que es condición de su existencia.
Puede parecer muy osado por parte del filósofo poner a priori
límites al progreso de la ciencia. Pero es cierto que la metafísica
proporciona unas certezas que son absolutas y rebasan teda certeza
científica. Sus principios son intemporales y conciernen al futuro
solamente porque expresan las leyes del ser.
2. T e o r ía de l a p r e e x is t e n c ia .
Es la que Bergson ha desarrollado en La evolución creadora.
La han continuado el padre Teilhard du Chardin y E. Leroy en
forma de la hipótesis de la «biosfera». La idea directriz de estas
teorías es que la Vida, como realidad indeterminada, es anterior a la
aparición de los seres vivos, que son, en cierto modo, sus conden-
saciones o concreciones.
En Bergson, lo que es primitivo, es la Vida. Es un movimiento,
un impulso, un brotar espontáneo. La materia es la recaída de este
movimiento. Las especies vivas aparecen en el encuentro de estos
dos movimientos de sentido contrario.
La primera observación que hay que hacer, es que se trata de
hipótesis no verificables; no son de orden científico, sino de orden
filosófico. Y deben discutirse desde este punto de vista.
La doctrina de Bergson de la Vida se refiere a una metafísica
general en la que no hay ser, sino solamente movimiento. Habría,
pues, que hacer una crítica de esta metafísica. En pocas palabras,
se reduce a lo siguiente: el movimiento supone un ser que cambia,
que, aun cambiando, permanece idéntico a través de las diversas
fases; de lo contrario, no hay movimiento, sino una serie de apari-
ciones y desapariciones inconexas.
En cuanto a la concepción misma de la Vida, realidad indeter-
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3. T e o r ía de l a c r e a c ió n
Queda aún que la vida haya sido creada por Dios cuando el
universo ha proporcionado las condiciones de su posibilidad. Nada
obliga por lo demás a admitir que Dios haya creado a la vez todas
las especies vivientes, ni tampoco que haya creado directamente a
cada una en momentos diferentes de la historia del mundo. No existe
razón metafísica que prohíba admitir una evolución de las especies
partiendo de un germen primitivo, entendiendo siempre que Dios
dirige la evolución por medio de su providencia y que el hombre
está excluido de ella porque tiene un alma espiritual que puede pro-
ceder solamente de una creación directa de Dios, no solamente para
el primer hombre, sino para cada hombre en particular.V I
IV
LA VIDA VEGETATIVA
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