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Introducción

Hoy día vivimos en una sociedad cada vez más hostil, donde la mayoría de cristianos
que llegan a la universidad se ven expuestos a espacios donde su fe es puesta a
prueba y donde la mayoría de estos, no aguantan la presión. Sucumben a las
fuerzas de los no creyentes que invaden cada pensamiento del cristiano con
preguntas que doblegan aquel que vive de la fe y se desaniman al no saber cómo
navegar en estos océanos. La conclusión de todos estos tipos es que la religión es
mala y que el no creer en Dios, fomenta la inteligencia y la libertad.
Esta situación debe hacer reflexionar al pueblo de Dios y sobre todo a nosotros
como líderes de jóvenes donde deberíamos de preguntarnos ¿qué hemos hecho
mal?, ¿cómo es que no sabemos dar razones de nuestra fe con seguridad? ¿cómo
podemos revertir esta realidad?
Por eso la importancia de la apologética cristiana; no es el evangelio, pero prepara
el camino para la predicación del mismo. Muchos creyentes se sienten inseguros
cuando están en presencia de alguien que no cree en Dios. Esto se debe a la poca
preparación doctrinal o teológica, ya que tienen fe, pero no saben dar razones de la
misma porque carecen de argumentos lógicos y de la capacidad de expresarlos
claramente. Esta deficiencia es la que viene a suplir la apologética cristiana. Ofrece al
creyente evidencias y argumentos a favor del cristianismo y, a la vez, procura
responder a todas aquellas objeciones contra la fe, formuladas desde la increencia.
Argumentos sobre la existencia de Dios
Argumento cosmológico kalam:
A lo largo de la historia, los diversos filósofos y teólogos han venido desarrollando
argumentos lógicos a favor de la existencia de Dios; pero hay que decir una realidad
y es que ninguna de estas reflexiones pretende demostrar definitivamente la
existencia de Dios ya que, si ese fuera el caso, no habría ateos ni agnósticos.
No habría agnósticos, así como no lo hay de la ley de la gravedad o el teorema de
Pitágoras; lo que está comprobado empíricamente, lo está definitivamente y debe
aceptarse universalmente. El problema con la existencia de la divinidad es que no
podemos contrastarla experimentalmente porque Dios al no ser materia que cambia
en el tiempo y espacio, no es susceptible de verificación por los sentidos
humanos. Asimismo, todo lo contario también es cierto; es imposible demostrar que
Dios no exista.
Si esto es así, ¿qué sentido tienen todos los argumentos racionales elaborados hasta
el presente?
Aunque la razón humana no pueda demostrar a Dios de manera irrefutable, sí
puede examinar los distintos argumentos y determinar cuáles se acomodan mejor a
la existencia de Dios. Algunos autores proponen como ejemplo el zapato de cristal
del famoso cuento de cenicienta; al evaluar las diferentes cosmovisiones, veremos
cuál de todas ellas “introduce el pie en tan singular zapato”.
Ahora sí, puesto en manifiesto lo anterior, ¡comencemos con el argumento!

El término “cosmos” es una palabra griega que significa, “todo aquello que existe”.
Es decir, el universo y todos los seres que este contiene. El fundamento de este
argumento es que todo lo que existe se debe a la acción divina porque nada puede
existir sin una causa previa anterior. El creador es capaz de existir sin el universo,
pero el universo es incapaz de existir sin el creador.
La cuestión fundamental que plantea este argumento es ¿Por qué existe algo en
lugar de nada? Es evidente que esta pregunta no puede responderse desde la
ciencia, pero, ¿puede responderse desde la filosofía?
El filósofo norteamericano y teólogo cristiano William Lane Craig cree que sí y para
responderla plantea tres premisas.
1.Todo lo que comienza a existir tiene una causa.
2.El universo comenzó a existir (porque es parte del todo).
3.El universo requiere una causa,
Por lo general la primera premisa se acepta de cajón, pero no hay más de algún
“crack” que quiera negar este principio.
Pueden afirmar, así como lo hace Lawrence Krauss que es “la estrella de rock en la
física del ateísmo” y decir “todo lo que comienza a existir puede tener una causa”,
solo para llevarnos la contraria; pero el puede tener una causa dice mucho de su
forma errónea de ver la realidad.
Si el Dr. Krauss o algún otro arroja dudas sobre el principio de causalidad, entonces
arroja dudas sobre la disciplina de la que tanto hablan y se apoyan: la ciencia.
La ciencia se basa en el principio de causalidad, van de la mano; es como mínimo
una búsqueda de causas (eso es lo que los científicos intentan hacer, descubrir la
causa de un efecto). Si todo lo que comienza existir puede tener una causa y se
acepta que habrá efectos cuyas causas no se encontrarán, entonces ¿cómo puede
haber alguien haciendo ciencia si habrá causas que no tendrán explicación? ¿No es
pérdida de tiempo hacer ciencia? Es por eso que negar esta primera premisa es
pegarse un tiro en el pie porque es evidente que todo lo que comienza a existir,
requiere de una causa.
Vamos a donde radica el verdadero problema y es en la segunda premisa: el
universo comenzó a existir. El problema radica ya que algunos creen que el universo
es eterno y que no tuvo un comienzo.
Para esta parte vamos a necesitar hacer un par de aclaraciones y definir algunos
términos.
Existen dos clases de infinitos, los infinitos potenciales y los reales.
Los infinitos potenciales es un conjunto de números que pueden crecer
incesantemente al agregarle otro número a la serie (los segundos en un
cronómetro). Al presionar el botón del cronómetro empieza la serie (1,2,3, etc.) por
lo que se pueden estar acumulando, al menos por siempre, pero jamás llegarán al
límite de su finitud (es decir, jamás será infinito).
Los infinitos reales no se le puede agregar un número a la secuencia e ir creciendo
incesantemente porque, ya contienen a todos los números; no hay elementos qué
agregarse. Si esto dificulta entenderlo se debe a una buena razón; no existen en la
vida real.
Por ejemplo, imaginemos que se tiene una colección infinita de CD´s y cada CD
tiene un número infinito de melodías. Si escuchara un solo CD, escucharía tantas
melodías como si escuchara todos los CD´s de la colección (una cantidad infinita) y,
sin embargo, son infinitos de diferente tamaño; un concepto absurdo.
Si esto comienza a ser difícil de comprender, ya sabe porqué los infinitos reales no
pueden tener cabida en la realidad. Nadie querría cruzar un puente, subirse a un
auto o vivir en una casa donde el ingeniero es incapaz de reconocer lo absurdo de
los infinitos reales,
Esta demostración de la no existencia de los infinitos reales puede aplicarse a dos
aspectos del mundo real: tiempo y causalidad. La mejor manera de probar que el
tiempo no es infinito, que tuvo un comienzo, es señalar que existe un «ahora». Si el
ahora existe, el tiempo no puede ser infinito. Para demostrarlo, piense en el «ahora»
como un lugar de destino, como una estación de ferrocarril. Luego imagine el
tiempo como vías del ferrocarril que se extienden hasta el infinito. Si usted fuese un
pasajero que espera la llegada del tren, ¿cuánto tiempo debería esperar?
Eternamente. No es posible llegar al final de algo infinito, por ende, no es posible
recorrer vías de ferrocarril cuya longitud es infinita; no hay punto final al cual llegar,
no hay estación. Pero el punto es que hay un presente, el tren llega con seguridad
por lo que las vías del tren no pueden ser infinitas y necesariamente el tiempo debe
tener un comienzo.
No obstante, el tiempo mismo no fue causa y origen de su existencia. Si tuvo un
comienzo, hubo algo que lo inició. Aquí es donde la causalidad entra en escena. No
existe efecto que no haya sido causado. Todo ser humano es efecto de un proceso
biológico causado por sus padres. Pero nuestros padres no solo son causa de
nuestra existencia, sino también efecto de sus padres, que antes fueron efecto de
sus padres, y así sucesivamente; pero, como lo prueba la inexistencia de un infinito
real, la cadena de causas no puede extenderse en una regresión infinita. En este
caso, la estación de ferrocarril consiste en causas presentes; si ahora tenemos
causas, es porque hubo un inicio de la secuencia. Por lo tanto, debe haber una
causa que no sea efecto, una causa no causada o causa primera. Dado que el
universo es un efecto, debe haber tenido una causa que lo originara.
El argumento kalam explica que el universo tuvo un comienzo y que ese comienzo
fue causado por una causa. no causada. Ante este planteo, solo hay dos
posibilidades: que la causa haya sido personal o impersonal.
Al reflexionar sobre las características de la causa que no fue causada, no tardamos
en llegar a una conclusión.
La causa debe de:
 Existir sin que su existencia dependa de nada ni nadie.
 Tener el poder de crear de la nada: sin esto nada podría ser creado.
 Tener voluntad para hacerlo o no: de nada sirve tener un carro con todas las
condiciones para funcionar sin que exista un agente externo al carro que
tenga la voluntad para encenderlo. De lo contrario el carro quedaría estático
(algo que la materia inanimada no puede hacer).
 Tener la característica de existir fuera de la creación.
Al ver todas las características de voluntad, terriblemente poderoso y que exista por
sí solo, la única causa que encaja correctamente es la de Dios.
Jamás habrá una causa diferente a Dios, es decir, una causa natural que explique la
naturaleza.
Dado que la naturaleza tuvo un comienzo, la causa no puede ser algo natural
porque la naturaleza no existía. La naturaleza fue el efecto, por lo que no puede ser
la causa. La causa debe de ser algo más allá de la naturaleza, algo sobrenatural.
Y así es como llegamos al final del argumento, mostrando que la única causa que
encaja con todas las características que se concluyeron con lógica es Dios.

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