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Algunos ejemplos que podemos citar de estudios descriptivos, serían los estudios
de incidencia, de prevalencia, de evaluación de riesgos, de encuestas poblacionales,
por citar los más corrientes, y constituyen, en su mayor parte, el modelo de estudio
más frecuente con el que nos encontremos dentro de nuestro ámbito de actividad
sanitaria, lo que no quita que con relativa frecuencia podamos encontrarnos, o nos
interese diseñar algún otro tipo de estudios.
En numerosas ocasiones, por ejemplo al realizar una encuesta en la que se ha
recogido gran cantidad de variables, el investigador, queda abrumado por el exceso
de información. Así, en la fase de análisis a veces olvida que se trata de un retrato
y comienza a interpretar las asociaciones estadísticas entre una exposición o factor
y un estado de salud, como si de relaciones causa-efecto se tratase. En otras
palabras, una característica que define estos estudios es la falta de secuencia
temporal entre la medición de un factor de riesgo y un hipotético efecto, por tanto,
es extremadamente complicado corroborar hipótesis causales.
Esto se suele agravar dada la facilidad con que actualmente pueden realizarse
análisis estadísticos. En general, y en los estudios descriptivos en particular, uno
puede obtener cientos de asociaciones estadísticamente significativas sin que
esto, desde el punto de vista científico, signifique nada en absoluto.
Nuestra intención podría ser asociar los hallazgos y establecer relación entre ellos,
por el hecho de que se encuentran presentes en la misma población, determinando
una relación causal entre el elevado nivel de estrés de los trabajadores y la alta
proporción de accidentes detectados en la empresa, pero si así lo hiciéramos,
estaríamos cometiendo un grave error metodológico.
Existen diversas técnicas de muestreo que comentaremos más adelante. En cualquier caso, y
sea cual sea la técnica de muestreo empleada, es preciso que se defina con precisión la
población de referencia sobre la que se extrapolarán los resultados, la población susceptible
de pertenecer al estudio y sus criterios de inclusión, así como la selección y definición de las
variables que van a medirse en el estudio y las escalas de medida que van a utilizarse. Todos
estos aspectos, junto con la calidad de los datos recogidos y el número y motivo de los datos
perdidos, condicionarán la calidad del estudio y su validez.
En ocasiones, los estudios transversales se diseñan para estudiar la relación entre dos o más
variables en una población en un momento dado. Reciben entonces el nombre de estudios de
asociación cruzada.
De todas formas, aunque las características de la variable puedan cambiar a lo largo del
tiempo, este tipo de diseños no permite establecer una clara relación temporal ni de causa-
efecto.
Las ventajas de los estudios transversales, además de en su sencillez, radican en que se puede
controlar bien la selección de los sujetos y las variables a medir, no existen pérdidas durante el
seguimiento, no hay que esperar a que se desarrolle la enfermedad y son de realización más
rápida y económica que otros estudios. Por todo esto, son útiles para generar hipótesis que,
una vez más, habrá que comprobar posteriormente con estudios más complejos.
Los estudios longitudinales son aquellos que recogen datos sobre un grupo de sujetos, siempre
los mismos (la muestra), en distintos momentos a lo largo del tiempo. En los estudios
transversales, en cambio, se trabaja con los sujetos de una o varias muestras, en un solo
momento. Los estudios transversales pueden realizarse de forma repetida con distintas
muestras en distintos momentos a lo largo de un período determinado de tiempo, los
individuos estudiados son distintos en cada ocasión por lo que aunque para algunos autores
este modelo equivaldría al longitudinal para Loeber y Farrington (1995), no es así. Los estudios
longitudinales pueden ser retrospectivos, prospectivos, combinados y acelerados, según el
momento del tiempo en que se realicen y la técnica que empleemos en ello. Los datos de los
estudios longitudinales deben completarse con el estudio de los factores de riesgo y de
protección que influyen en el desarrollo tanto normal como patológico; lo que permitirá
planificar de forma adecuada la evaluación, la prevención y el tratamiento.