Está en la página 1de 48

UNA LUNA PARA LOS MALDITOS (Eugene O´Neill)

PERSONAJES:

JOSIE HOGAN
PHIL HOGAN, su padre
JAMES TYRONE

La acción se desarrolla en una granja norteamericana en el año 1.923, durante la mañana y la


noche de un día y el amanecer del siguiente.

ACTO 1
(Por la mañana)

En escena, delante de la entrada a la cabaña, Josie observa, mientras barre, a una persona alejarse
por la carretera. Sonríe con tristeza. Entra Phil por un lateral muy enfadado y agitado.

PHIL: ¿Dónde está Mike? ¿Se oculta en la casa? ¡Limpiaré los pisos con ese bribón holgazán!
(Volviendo su ira contra ella) ¿No tienes lengua, grandísima perra?

JOSIE: (Con provocadora calma) Cuidado con esas palabrotas, vieja avispa malhumorada, porque
yo también podría perder la paciencia.

PHIL: ¡Al diablo con tu paciencia, vaca grandota!

JOSIE: Prefiero ser una vaca a ser un feo chivo. Más vale que te sientes y te enfries. Los viejos no
deben corretear por ahí, furiosos bajo el sol del mediodía. Sufrirás una insolación.

PHIL: ¡Al diablo con la insolación! ¿Lo has visto?

JOSIE: ¿Que si lo he visto? ¿A quién?

PHIL: ¡A Mike! ¿A quién quieres que busque, al papa? Estaba en el prado, pero apenas le volví la
espalda desapareció. (Ve su horquilla) ¡Ahí está su horquilla! ¡No me mientas!

JOSIE: No dije que no lo hubiera visto.

PHIL: Entonces no trates de ayudarle a que se esconda de mí o … ¿Dónde está?

JOSIE: ¡Donde nunca lo encontrarás!

PHIL: ¡Pronto lo veremos! ¡Apostaría a que el muy cobarde está en tu cuarto, debajo de la cama!
(Avanza hacia la entrada)

JOSIE: No, no está ahí. Se marchó, como Thomas y Jhon, para que no lo siguieras esclavizando.

1
PHIL: (Mirándola con aire incrédulo) ¿Quieres decir que se ha escapado para abrirse camino solo?

JOSIE: Así es. Conque acostúmbrate a esa idea y siéntate. (Phil se sienta y se quita el sombrero
con involuntario gesto de respeto)

PHIL: Nunca creí que Mike tuviera tanto coraje. (Su ira reaparece) ¡Y sé perfectamente que no lo
habría hecho sin tu estímulo y ayuda, gran imbécil de corazón tierno!

JOSIE: Vamos, vuelves a enfurecerte, papá.

PHIL: ¿Supongo que me habrás robado dinero para dárselo, como lo hiciste con Thomas y Jhon?

JOSIE: ¿Y qué? Era también mío. ¿Acaso no te ayudé a vender el caballo a los Crowley? Me pasé la
noche curándole las patas delanteras para que no se le aflojaran las rodillas durante sus primeros
días en poder de los compradores.

PHIL: (Olvida su ira y sonríe con aire evocador) Tienes una mano maravillosa para los animales,
Dios te bendiga. ¿Y recuerdas cómo volvieron los dos Crowley para zurrarme y cómo les di una
paliza?

JOSIE: (Con calculadora lisonja) Por cierto que sí. Eres un magnífico luchador. Podrías darle un
disgusto a cualquiera.

PHIL: (Muy receloso) Podría hacerlo, pero no intentes cambiar de tema y endilgarme lisonjas.

JOSIE: Está bien. Entonces diré la verdad. Estabas en apuros hasta que entré yo y derribé a uno de
ellos contra la pocilga.

PHIL: (Agraviado) ¡Mientes! ¡Me pedían misericordia cuando entraste! (Con furor) ¡Ladrona,
robaste mi dinero para dárselo a ese inútil! Y apostaría a que eso no es todo. Apostaría a que lo
hiciste también cuando Thomas y Jhon se escaparon. (Se levanta, con aire amenazador)
Escúchame, Josie. Si me robaste dinero para dárselo a ese monaguillo piojoso, yo…

JOSIE: (Levantándose con el mango de escoba en la mano) Pues sí que lo hice. Bueno… ¿Qué
piensas hacer ahora? No me amenaces. Ya sabes que puedo meterte ideas más razonables en la
cabeza si me pones la mano encima.

PHIL: Nunca le puse la mano encima a una mujer… por lo menos, no estando borracho… pero si
no fuera por ese palo… (Con amargura) ¡Qué maldición me echó Dios al darme una hija grande y
fuerte como un toro! ¡Y tan maligna e irrespetuosa! (De repente cambia: sonríe con admiración) ¡Qué
aspecto tienes ahí, palo en mano! ¡Que me condenen si no eres la hija más endiablada de todo
Connecticut! (Ríe burlonamente y vuelve a sentarse)

JOSIE: (Ríe y se sienta en la escalinata, dejando el palo) ¡Y que me condenen si no eres el padre
más endiablado de todo Connecticut!

PHIL: (Saca una pipa y la prepara. Luego, sin rencor) ¿Cuánto me robaste, Josie?

JOSIE: Seis dólares, solamente.

PHIL: ¡Solamente! (Gruñón) Lo que me importa no es el dinero, Josie. Me importa Mike, mi hijo.
JOSIE: Ya lo sé. ¡Claro! ¿Qué te importa el dinero? ¡Le darías tu último centavo al primer mendigo
que encontraras… si te apuntase al corazón con una escopeta!

2
PHIL: No te burles. Bien sabes qué quiero decir. Lo que me enloquece es la idea de que ese
estúpido devoto tenga mi dinero. No me extrañaría que lo dejara en el platillo de la colecta en la
iglesia el domingo próximo, tan asno es.

JOSIE: Yo estaba segura de que, cuando te calmaras, comprenderías que vale la pena perder seis
dólares con tal de no verlo más.

PHIL: Quizá sea así. A decir verdad, Mike nunca me gustó. Y tampoco me gustaron nunca Thomas
ni Jhon.

JOSIE: (Divertida) Has tenido tanta mala suerte con tus hijos como yo con mis hermanos.

PHIL: (Lanzando una bocanada de humo, cavilosamente) Todos han salido a la familia de tu
madre. Ella fue la única con riñones de todos ellos, que en paz descanse. Los demás sólo eran unos
inmundos beatos. No se atrevían a ponerse la comida en la boca sin decir antes una plegaria en
acción de gracias. Estaban demasiado ocupados predicando la templanza para tener tiempo de
echar un trago. Y perdían tanto tiempo confesando sus pecados que no tenían la menor oportunidad
de pecar. (Escupe asqueado) ¡Qué morralla! Gracias a Dios,tú te pareces a mí y a tu madre.

JOSIE: No sé si debo agradecerle a Dios mi semejanza contigo. Todos dicen que eres una vieja
garrapata maligna, retorcida como un tirabuzón.

PHIL: Lo sé. Son unos envidiosos. Dios los perdone. (Ambos ríen. Phil aspira su pipa con aire
pensativo) Apostaría a que Mike no te agradeció mucho tu ayuda.

JOSIE: ¡Oh, me la agradeció muchísimo! Y luego empezó a sermonear sobre mis pecados… y los
tuyos.

PHIL: ¡Ajá! ¿De veras? (Estallando) ¡Por amor de Dios! ¿Por qué no lo detuviste para que yo
pudiera darle una buena paliza como bendición paternal de despedida?

JOSIE: Poco faltó para que se la diera yo misma.

PHIL: ¡Cuando pienso que tu pobre madre murió al alumbrar a ese ternero flojón! (Con aire
vengativo) Desde entonces nunca pisé una iglesia ni volveré a hacerlo. (Pausa. Con triste dulzura)
Fue una mujer encantadora. ¿La recuerdas, Josie? Eras muy pequeña cuando murió.

JOSIE: La recuerdo muy bien. (Con burlona sonrisa, algo melancólica) Era la única capaz de
ponerte en vereda cuando volvías borracho y querías echar abajo la casa nada más que para
divertirte.

PHIL: (Admitiendo con admiración) Sí, era capaz de hacerlo, Dios la bendiga. Sólo le levanté la
mano una vez… Le di una bofetada porque me dijo que dejara de cantar. Anochecía. Al cabo de un
momento yo estaba en el suelo… ¡Creí haber recibido la coz de una mula! (Ríe) Desde que creciste
tropiezo con las mismas dificultades. No hay libertad en mi hogar.

JOSIE: Lo cual es una suerte… o ese hogar no existiría.

PHIL: (Después de una pausa y de haber aspirado su pipa) ¿Sobre qué te sermoneó ese asno de
Mike?

3
JOSIE: ¡Oh, lo de siempre! Me dijo que yo era el escándalo de estos lugares porque andaba con
hombres sin una licencia matrimonial.

PHIL: (La mira de un modo extraño y con malestar. Luego aparta los ojos de ella y, sin mirarla más,
le habla de un modo negligente) ¡Que su alma se tueste en el infierno por haberlo dicho! Pero eso no
deja de ser cierto.

JOSIE: (Desafiante) Lo es… ¿Y qué? El escándalo me importa un cuerno.

PHIL: Claro. Haces lo que se te ocurre y al diablo con todos.

JOSIE: Sí. Y eso reza contigo, también, aunque seas mi padre. De manera que no empieces a
sermonearme tú igualmente.

PHIL: ¿A sermonear, yo? ¡Vaya, el diablo se moriría de risa…! No me metas en eso. He aprendido
desde hace tiempo a dejarte seguir tu camino porque no hay manera de fiscalizarte.

JOSIE: Hago mi trabajo y me gano el pan y tengo derecho a ser libre.

PHIL: Lo tienes. Nunca lo he negado.

JOSIE: Sí. Nunca lo has negado. A menudo me pregunto por qué un hombre tan aficionado a las
peleas como tú no aprovechó el pretexto de mi deshonra para romperles la cabeza a los culpables.

PHIL: ¿Acaso yo no pasaría por un perfecto imbécil si obrara así? Los hombres que trataran de
tomarse libertades contigo contra tu voluntad, todos lo saben, irían a parar al hospital. De todos
modos, no quiero pelear con un ejército. Has tenido demasiados galanes.

JOSIE: (Irguiendo con orgullo la cabeza y con tono jactancioso) Eso se debe a que me canso pronto
de los hombres y les doy pasaporte.

PHIL: Temo que has nacido para ser una desaforada libertina. Pero, a decir verdad, estoy
satisfecho de que lo seas, aunque me esté mal el decirlo, porque si fueras una muchacha decente te
habrías casado desde hace tiempo con algún estúpido y yo me habría quedado sin tu compañía y tu
ayuda en la granja.

JOSIE: (Con un deje de amargura) Si quieres pensar en tu propio interés, allá tú.

PHIL: (Aspirando el humo de su pipa) ¿Qué otra cosa te dijo mi hermoso hijo Mike?

JOSIE: Me dijo que debía casarme y sosegarme… si lograba encontrar a un hombre decente que me
aceptara, pero estaba seguro de que no lo hallaría. Opinó que mi única posibilidad era pescar a un
hombre indecente a quien pudiera robarle el dinero que iba a recibir.

PHIL: (Con una rápida mirada de sondeo y aire negligente) ¿Se refería a Jim Tyrone?

JOSIE: Precisamente. Y esa repulsiva garrapata nos acusó a ti y a mí de haber urdido una astuta
treta para pescar a Jim. Yo debía sorprenderlo a solas cuando estuviese borracho perdido e inducirlo
a casarse conmigo. (Con tono duro y desdeñoso) ¡Como si eso diera resultado alguna vez! ¡No cabe
duda de que todas esas bonitas ramerillas de Broadway lo intentaron, y de mucho les valió!

PHIL: (La mira de nuevo de soslayo rápidamente, con negligencia) Claro que debieron de hacerlo.
Pero eso sucede en la ciudad, donde Jim desconfía. No se sabe cómo obraría aquí, en el campo,

4
donde es un ingenuo, cuando hay una luna que lo llena de poesía y tiene un par de litros de pésimo
whisky en el buche.

JOSIE: (Volviéndose hacia él, airada) ¿Estás tomando en serio el plan de MIke, viejo chivo?

PHIL: No. Sólo creí que querías conocer mi opinión.

JOSIE: (Lo mira desconfiada, pero el semblante de Phil no le revela nada. Luego se vuelve) Y Mike
también dijo que, si eso no daba resultado, trataríamos quizá de que Jim se acostase conmigo y tú
vendrías con testigos y una escopeta y lo sorprenderías así.

PHIL: ¡Demonios, mi amado hijo no puede haber aprendido eso en un devocionario! Habrá estado
mejorando su inteligencia a escondidas.

JOSIE: Esa garrapata inmunda.

PHIL: No lo llames garrapata. No me gustan las garrapatas, pero nunca me quité de encima una
sola que fuese hipócrita.

JOSIE: ¡Pensar que Mike se atrevió a acusarnos de planear una treta tan repulsiva contra Jim!

PHIL: (Como si hubiera interpretado erróneamente su intención) Sí, es algo tan viejo como las
colinas. Todos han oído hablar de eso. Pero dicen que todavía suele dar resultado y, a veces, la treta
vieja es la mejor, porque nadie sospecharía que uno pudiera intentarla… Pero, a mi entender, lograr
que Jim te tome por esposa no es una mala idea.

JOSIE: ¡Dios mío! ¿Vuelta a lo mismo?

PHIL: Bueno, la verdad es que me has metido en la cabeza el matrimonio y no puedo dejar de
valorar los argumentos existentes en favor del asunto, como dicen. Por cierto que vosotros sois tal
para cual, un par de desvergonzados, cosa que contribuiría a lograr un matrimonio feliz, porque
ninguno de los dos podría mirar con desdén al otro.

JOSIE: (Con exasperación) ¡Bah! Esta mañana debe haberte dado una coz alguna mula.

PHIL: Ni siquiera pensaría en eso si no supiera que tienes cierta debilidad por él.

JOSIE: (Con resentimiento) ¡Pues no es así! Jim me gusta, si te refieres a eso, pero sólo para hablar
con él, porque es educado y no dice palabrotas y es cortés hasta cuando está ebrio, y no blasfema ni
canta a gritos como alguno a quien yo podría nombrar.

PHIL: ¡Si vieras el fulgor de tus ojos cuando te lisonjea…!

JOSIE: (Con aspereza) ¡Al diablo con ese fulgor! (Con desdén) ¡Un momento más y dirás que estoy
enamorada de él!

PHIL: (Haciendo caso omiso de estas palabras) Otro argumento a favor de la boda es que tú le
gustas a Jim.

JOSIE: ¿Porque insiste en venir aquí, últimamente? Sólo viene cuando le aburren los muchachos de
la hostería, y lo hace más para bromear contigo que para verme.

PHIL: Pienso en tu felicidad cuando te recomiendo que uses tu ingenio para atraparlo, si puedes.

5
JOSIE: (Burlonamente) ¡Si puedo!

PHIL: ¡Quién sabe! Con tantos galanes que has tenido, debes haber aprendido a conquistar
fácilmente a los hombres.

JOSIE: (Fanfarrona) Puede ser. Pero eso no significa que…

PHIL: Si lo tuvieras a solas contigo esta noche… Habrá una linda luna que lo llenará de poesía y
soledad y…

JOSIE: Ese es uno de los cochinos proyectos de Mike.

PHIL: ¡Al diablo con Mike! Es el proyecto de todas las mujeres desde que el mundo es mundo. Sin
él no habría población. (Con tono persuasivo) De todas maneras, nada se perdería con probar.

JOSIE: Ni falta que hace. (Con amargura) ¡Vamos, papá! No hagas el idiota conmigo. Tú sabes, y
también lo sé yo, que soy una mujerona fea y demasiado grandota y que los hombres que me
desean sólo son unos estúpidos toros. Jim puede conseguir a todas las muchachas bonitas y
pintadas de Broadway que se le antojen… y bailarinas del teatro también… cuando entre en
posesión de su herencia. Esas son las mujeres que le gustan.

PHIL: No veo que se haya casado con ninguna de ellas. Quizá le guste, por variar, una mujer de
figura hermosa y recia, una mujer de hermosos ojos y cabellos y dientes y agradable sonrisa.

JOSIE: (Complacida, pero burlona) Te agradezco afectuosamente tus cumplidos. Ahora ya sé sin
lugar a dudas que una mula te ha asestado una coz en la cabeza.

PHIL: Si crees que Jim no ha apreciado tus méritos, eres una tonta.

JOSIE: ¿Insinúas que has notado eso? (Furiosa de repente) ¡Basta de mentiras!

PHIL: No te irrites. Sólo digo que eso podría ser para ti una oportunidad de prosperar.

JOSIE: (Desdeñosamente) ¿De prosperar, ligándome a un hombre que está borracho todas las
noches de su vida? ¡No, gracias!

PHIL: No me dirás que no te enamorarías de la herencia que recibirá Jim.

JOSIE: (Con resentimiento) ¡Oh, esperaba que me dijeras eso! También me lo dijo Mike. Ahora
hemos llegado a la verdad oculta detrás de toda esa palabrería tuya de que él me gusta o yo le
gusto.

PHIL: Tú podrías reformar a Jim. Cuando se quiere, se encuentra la solución.

JOSIE: (Con ira) Pues no pienso hacer nada de eso. Y tú guárdate tus descabellados planes. No
quiero escucharlos.

PHIL: (Como si él también se sintiera irritado) Perfectamente. ¡Que el diablo te lleve! No te diré
nada más. (Se interrumpe y añade con gravedad, volviéndose hacia ella) Salvo una cosa… (Con
aspereza, al ver que su hija se dispone a hacerle callar) Hablo en serio y más vale que me escuches
porque se trata de esta granja, que es nuestro hogar.

6
JOSIE: (Sorprendida, le mira absorta) ¿Qué pasa con la granja?

PHIL: No olvides que, aunque hayamos vivido veinte años en ella, sólo somos sus arrendatarios y
que Jim, que heredó estas tierras de su padre, podría sacarnos de aquí a empujones en cualquier
momento. (Rápidamente) Fíjate que no digo que Jim lo hiciera , con o sin atrasos en el alquiler.

JOSIE: ¿Qué te preocupa, pues?

PHIL: Últimamente, temo que venda la granja, apenas haya recibido su herencia..

JOSIE: (Exasperada) ¡Claro que lo hará! ¿Acaso no nos dijo y prometió que podrías comprarla con
fáciles cuotas al bajo precio que ofreciste?

PHIL: Jim promete todo lo que quieras cuando está lleno de whisky. Y con la misma facilidad es
capaz de olvidar una promesa cuando está suficientemente ebrio.

JOSIE: (Con indignación) ¡Jim no haría eso! ¿Y quién querría la granja, salvo nosotros? Nadie se ha
interesado por ella en tantos años…

PHIL: Hace poco apareció un candidato. El mes pasado, al apoderado le hicieron una oferta mayor
que la mía. Me lo dijo Jim.

JOSIE: ¡Bah! A Jim le gusta exasperarte. Se burló de ti.

PHIL: No se burló. Te lo aseguro. Dijo que había dado orden de contestar al interesado, sea quien
fuese, que la propiedad no estaba en venta.

JOSIE: Naturalmente. ¿Te reveló quién había hecho la oferta?

PHIL: No lo sabía. He tratado de adivinarlo, pero no se me ocurre ninguno lo suficientemente loco


para eso, salvo que sea un estúpido millonario que está comprando tierras para formarse una
propiedad rural, como lo hizo hace años nuestro gallardo vecino Harder, ese ladrón de la Standard
Oil. (Con mayor fervor) ¡Ojalá se tueste en el infierno y su administrador inglés con él!

JOSIE: Amén. (Desdeñosamente) ¿Estas tierras para una propiedad rural? Y si hubo realmente una
oferta, Jim la ha rechazado y se acabó. No aceptaría ninguna después de habernos dado su palabra.

PHIL: ¿Dije acaso que lo haría en su sano juicio? Lo que temo es que lo induzcan a hacerlo cuando
está borracho perdido y habla como si fuera uno de esos bribones de Broadway y dice que el dinero
es lo único que existe en el mundo y que todos y todo puede comprarse si se paga un precio
suficientemente alto. Ya se lo has oído decir.

JOSIE: Lo he oído, sí. Pero Jim no me engaña con eso. Sólo obra como un hombre duro y
desvergonzado para vengarse de la vida cuando la vida lo atormenta… ¿y quién no hace otro tanto?
PHIL: (Phil la observa de soslayo con una mirada escrutadora que ella no advierte) O tomemos la
otra especie de extraña borrachera que suele padecer Jim cuando, sin razón visible, se muestra
repentinamente extravagante y triste y abstraído, como si llorara a algún fantasma que tuviese dentro
y…

JOSIE: Creo saber qué le pasa cuando se pone así. Recuerda a su madre y el dolor que le causó su
muerte. (Compasivamente) ¡Pobre Jim!

7
PHIL: (Como si no hubiera oído) Y el whisky parece surtir tan poco efecto sobre él como el agua
sobre el lomo de un pato. Sigue obrando con naturalidad y se diría que no ha bebido, pero al día
siguiente su cerebro está tan paralizado que no recuerda ni jota hasta que uno se lo menciona. En
ese estado ha cometido muchas locuras que ha lamentado después.

JOSIE: (Desdeñosamente) ¿Qué borracho no ha hecho otro tanto? Pero Jim nunca… (Con
resentimiento) ¡No te permitiré que desconfíes de Jim sin motivo! ¿Me entiendes?

PHIL: No desconfío de él. Lo que quiero decir es que cuando un hombre se emborracha como Jim,
él mismo no sabe qué sería capaz de hacer y seríamos unos imbéciles si no temiéramos esa
posibilidad por vaga que fuese y no hiciésemos todo lo posible para precavernos de ella.

JOSIE: ¡No hay tal posibilidad! ¿Y cómo precavernos de ella si la hubiese?

PHIL: ¡Por lo pronto podrías tratar de ser muy amable con él!

JOSIE: ¿Hasta dónde debe llegar la amabilidad cuando una es muy amable?

PHIL: Eso lo sabrás tú. Pero puedo decirte algo confidencialmente. He notado que, cuando le
hablas con la misma brutalidad y desvergüenza que a los demás hombres, Jim sonríe como ellos,
pero en realidad no le gusta. Conque… ¡cuidado con la lengua!

JOSIE: (Irguiendo la cabeza, desafiante) ¡Hablaré como se me antoje, y si a Jim no le gusta, tendrá
que tragárselo! (Desdeñosamente) ¿Debo fingir que soy la más pura de las vírgenes? Eso lo
engañaría… a pesar de que oye todo lo que dicen de mí los hombres de la hostería…¿verdad? (Se
levanta, cambiando bruscamente de tema) Perdemos el tiempo con charlas inútiles.

PHIL: (Al ver que su hija se vuelve para irse, se dirige a ella con aire repentinamente belicoso) ¿Me
abandonas? ¿A la hora de almorzar? ¿Dónde está mi almuerzo, vaca haragana?

JOSIE: En el hornillo hay guisado, enano de mal genio. Ve y sírvete. Yo no tengo hambre. Tu charla
me ha revuelto la cabeza. Voy a despejarme. (Se dispone a salir)

PHIL: (Mirando la carretera) Más vale que esperes. A la verja se acerca un visitante… y, si no me
equivoco, es la luz de tus ojos.

JOSIE: (Irritada) ¡Cállate! (Mira en la misma dirección) ¡Seguramente le duran todavía los vapores de
una borrachera! (Con resentimiento) No quiero encontrarme con él. Que bromee contigo.
Representad juntos esa vieja farsa con el whisky que os divierte tanto. Después de todo, Jim viene
para eso. (Se dispone a salir de nuevo)

PHIL: ¿Huyes de él? Claro. Seguramente temes haberte enamorado. (Josie se detiene de
inmediato y vuelve, con aire desafiante. Él prosigue) Ahora entra en la casa y lávate la cara y aséate
el vestido y componte el cabello. Debes presentarte decorosamente ante él.
JOSIE: (Irritada) Entraré en la casa, pero sólo para cuidar de que no se queme el guisado, porque
supongo que serás lo bastante astuto para invitarlo a comer un bocado.

PHIL: ¿Por qué habría de invitarlo? Sé muy bien que a esa hora no tiene apetito, sino sólo sed.

JOSIE: ¡Vamos! ¡Me enfermas, viejo tacaño! (Entra en la casa y cierra la puerta dando un portazo.
Phil aguarda a Jim fumando su pipa. Durante el siguiente diálogo, ambos parecen jugar a un viejo
juego que les es familiar y previsible, pero que a pesar de todo, les divierte. Jim se acerca con aire
de sardónica fruición. Phil finge no verlo. Jim recita, con sentimiento)

8
JIM: “Fortunate senex, ergo tua rura manebunt, et tibi magna satis, quamvis lapis omnia nudus”.

PHIL: (Murmura) Es el propietario de estas tierras que vuelve por aquí, y mi escopeta no está
pronta. (Mira a Jim) ¿Dijiste la misa, Jim? Eso estaba en latín. Lo conozco de oídas. ¿Qué demonio
de … insulto significa?

JIM: Traducido muy libremente al inglés de Irlanda, algo así como esto: (Imita el acento irlandés
de Phil) “Tienes suerte de poseer esta hermosa granja, viejo bribón, aunque esté llena de rocas
peladas”.

PHIL: Me gusta lo que dices de las rocas. Si las vacas pudieran comerlas, estos lugares serían una
magnífica heladería. (Escupe) Se nota fácilmente que tienes una buena educación universitaria.
Debe serte muy útil en tus tratos con rameras y taberneros.

JIM: Sí, es un bien terrenal muy valioso. (Se sienta en la escalinata, cambiando de actitud)
Bueno… ¿Cómo está el duque de Donegal en este hermoso día?

PHIL: Nunca estuve mejor.

JIM: Trabajando como un esclavo, por lo visto. Como siempre.

PHIL: ¿No tiene derecho un pobre a su descanso del mediodía sin que se burle de él su rico
arrendador?

JIM: Eso de rico me suena bien. Yo lo sería si me pagaras los arriendos atrasados.

PHIL: Eres tú quien debería pagarme por habitar este roquedal, que llaman equivocadamente
granja. (Le brillan los ojos) Pero puedo darte buenos informes sobre una cosecha promisoria. El
vencetósigo y el abrojo están muy lozanos y nunca vi tan exuberante y bella a la hiedra venenosa.
(Jim ríe. Josie aparece en el umbral, pero ellos no la ven. Se ha adecentado y sonríe al oír reír a Jim.
Su expresión se suaviza)

JIM: Tienes razón. ¿Adónde se ha ido Josie, Phil? La vi aquí…

PHIL: Entró corriendo en la casa a embellecerse por ti.

JOSIE: (Interrumpiéndolos con rudeza) Mientes. (A Jim con desenvuelta familiaridad) ¡Hola, Jim!

JIM: (Empezando a levantarse) ¡Hola, Josie!

JOSIE: (Poniéndole una mano sobre el hombro y obligándole a sentarse) No te levantes. Bien sabes
que no soy una dama. (Sentándose un peldaño más arriba, con tono zumbón) ¿Cómo está mi guapo
Jim en este hermoso día? No tienes tan mal aspecto. Debes haberte detenido en la hostería a beber
una copa… o diez.

JIM: Suelo sentirme peor. (La mira y pregunta sardónicamente) ¿Y cómo está mi reina virgen de
Irlanda?

JOSIE: ¿Tuya? ¿Desde cuándo? Y no me agravies llamándome virgen. Estropearías mi reputación


si propalas esa mentira sobre mí. (Ríe. JIm la mira absorto. Ella prosigue, rápidamente) ¿Cómo se
explica que vagabundees tan temprano? Creí que nunca te levantabas antes de la tarde.

9
JIM: No pude dormir. Fue una de esas noches atormentadas en que el licor lo desvela a uno en
vez de… (Sorprendiendo una mirada compasiva de Josie, irritado) Bueno… ¿y qué?

JOSIE: Quizá no hayas tenido a una mujer en tu cama, esta vez. Es tremendo apartarse de un hábito
de años.

JIM: (Encogiéndose de hombros) Quizá.

JOSIE: ¿Qué les pasa a las mujerzuelas del pueblo? ¿Te dejan hacer eso? Apostaría a que las que
conoces en Broadway no descuidarían su oficio.

JIM: (Fingiendo bostezar con fastidio) Puede que no. (Irritado) Basta de bromas, Josie. Es
demasiado temprano.

PHIL: (Quien ha estado escuchando todo sin que lo parezca) Te dije que no fastidiaras al caballero
con tu tosco lenguaje.

JOSIE: Creí cumplir con mi deber de dueña de la casa al procurar que Jim se sintiera a sus anchas.

JIM: (Volviendo a mirarla fijamente) ¿A qué se debe tu interés por las profesionales, Josie?

JOSIE: ¡Oh! Estoy pensando en ingresar en su sindicato. Seguramente eso permite vivir con más
facilidad que la agricultura. (Con resentimiento) Como te gustan las mujeres delicadas, crees que en
esa forma me moriría de hambre, ¿verdad?

JIM: (Repentinamente asqueado) ¡No sigas hablando así, Josie! ¡Por amor de Dios! Tus palabras
me hacen sufrir.

JOSIE: (Mirándolo sobresaltada, con resentimiento) ¡Ah! ¿De veras? (Con risa forzada y desdeñosa)
Te estoy escandalizando… ¿no es eso? (Phil asiste a la escena sin perder detalle, ocupado con su
pipa)

JIM: (Algo confuso e irritado consigo mismo a causa del interés revelado) No. No me
escandalizas. Olvídalo. (Sonríe burlonamente) Por lo demás… ¿quién te ha dicho que me gustan las
muñecas delicadas? Todo eso pertenece al pasado. Ahora me gustan las mujeres altas y fuertes y
voluptuosas, de grandes y hermosos pechos. (Josie se sonroja, y parece azorada y furiosa por esta
flaqueza suya)

PHIL: Ya lo ves, querida Josie. Jim no podría hablar más razonablemente.

JOSIE: (Recobrándose) Claro que no. (Dándole una palmadita en la cabeza a Jim, con aire grave)
Eres un endiablado charlatán y adulador, pero gracias de cualquier modo. (Jim vuelve su atención a
Phil, le guiña un ojo a Josie, y comienza con aire exageradamente negligente)

JIM: No lo culpo por tomar las cosas con tanta despreocupación, señor Hogan. ¡Hace mucho
calor!

PHIL: (No lo mira. Le brillan los ojos) ¿Calor, dice usted? Pues a mí el día me parece fresco.
Quítese la chaqueta si tiene calor, señor Tyrone.

JIM: Uno de los día más sofocantes que yo haya visto… ¿verdad, Josie?

JOSIE: (Sonriendo) Espantoso. Sé que usted se debe estar muriendo.

10
PHIL: Yo no diría que es sofocante, ni mucho menos.

JIM: Le reseca a uno las membranas de la garganta.

PHIL: ¿Las qué? ¡Bah, tanto da! Yo no debo tenerlas, porque mi garganta no está reseca. Si la
suya lo está, señor Tyrone, tiene un pozo lleno de agua a sus espaldas.

JIM: ¿Agua? Eso es algo con que se lava la gente… ¿verdad? Quiero decir cierta gente.

PHIL: Eso he oído decir. Pero también a mí me cuesta creerlo. Es una mala costumbre. Esos
deben ser extranjeros.

JIM: Como decía, mi garganta está reseca después del largo paseo entre el polvo que di por el
solo placer de ser su huésped.

PHIL: No recuerdo haberle invitado. El camino es de grava con apenas una pizca de polvo y desde
la hostería hasta aquí hay apenas medio kilómetro.

JIM: En la hostería no bebí. Esperé a llegar aquí, sabiendo que usted…

PHIL: ¿Sabiendo que yo qué?

JIM: Conociendo su reputación de generoso dueño de casa…

PHIL: Por lo visto, en el mundo abundan los embusteros. ¿Conque no bebió en la hostería, señor
Tyrone? Supongo, entonces, que habrá resuelto abandonar el alcohol… ¿no es así? Bueno, me
parece una buena idea y le ruego que me perdone por haberlo juzgado mal.

JIM: Quiero dejarlo desde hace veinticinco años, pero los médicos me han prohibido severamente
que lo abandone. Eso podría serme fatal… dado mi corazón débil.

PHIL: ¿Conque tiene el corazón débil? ¡Y pensar que yo culpaba de todo a su cabeza! Me alegro
de que me lo haya dicho. Precisamente me disponía a ofrecerle un trago, pero el whisky es lo peor…

JIM: El médico dice que es cuestión de vida o muerte. Necesito un estimulante… un gran trago,
por lo menos, siempre que fatigo mi corazón caminando bajo un sol agobiante.

PHIL: Entonces vuelva a la hostería y sométalo a un esfuerzo intenso, para poder pagarse dos
grandes vasos de whisky.

JOSIE: (Riendo) ¡Qué tontos sois los dos! ¡Es la enésima vez que jugáis a lo mismo y siempre estáis
encantados de hacerlo!

JIM: (Delatándose con una risotada) ¿No hay noticias de que él se haya ablandado alguna vez,
Josie?
JOSIE: Tú debieras saberlo. Si necesitas un trago, tendrás que comprarle el whisky o morirte de sed.

JIM: Bueno, apuesto a que esta vez me convidará.

PHIL: ¡Deminios, acepto la apuesta!

11
JIM: Cuando hayas oído la noticia que te traigo, te alegrarás tanto que correrás a sacar esa vieja
botella.

PHIL: MI alegría será propia de un demente.

JIM: (Muriéndose de curiosidad) Cállate, papá. ¿Qué noticia es ésa, Jim?

PHIL: Sé de buena fuente que cierto encumbrado personaje no tardará en visitaros.

PHIL: Será el sheriff, de nuevo. Lo adivino en el aire complacido de tu jeta.

JIM: Esta vez no. (Se detiene, haciendo una pascua torturante)

JOSIE: ¡Maldito seas! ¿Nos dirá de una vez de quién se trata?

JIM: De un prevaricador más eminente que el sheriff… (Con tono de burla) Un destacado
aristócrata de nuestro País de los Libres y de los Enriquezcámonos Pronto…, uno de los reyes de
nuestro reino por el Derecho Divino del Robo Heredado. En suma, me refiero a vuestro buen vecino,
Stedman Harder, el hijo más sustancioso de la Standard Oil, a quien, lo sé, amáis tanto. (Tras esta
revelación hay una pausa. Padre e hija quedan rígidos y empiezan a brillarles los ojos. En un primer
momento, no pueden creer en su buena suerte)

PHIL: (Con siniestro murmullo) ¿Dijiste que Harder venía a vernos, Jim?

JOSIE: Es algo demasiado bueno para ser cierto.

JIM: (Mirándolos, con aire divertido) Nada de bromas. El gran señor Harder se propone detenerse
aquí al volver de almorzar después de un paseo a caballo.

JOSIE: ¿Cómo lo sabes?

JIM: Me lo dijo Baker. Nos encontramos en la hostería.

PHIL: ¡Ese administrador inglés! ¡Esa morralla!

JIM: Baker estaba enfermo de risa. Dijo que le había sugerido la idea a Harder… asegurándole
que sentirías pánico si se dignaba visitarte personalmente.

PHIL: Pánico no es la palabra exacta. ¿Verdad, Josie?

JOSIE: Claro que no, papá.

JIM: Por una vez en su vida, Baker te alienta a ti. No le gusta su patrón. En realidad, te manda
decir por mi intermedio que confía en que lo matarás.

PHIL: (Desdeñosamente) ¡Al diablo con los buenos deseos del inglés! ¡Ojalá vengan ambos!

JOSIE: ¡Bueno, no se puede tener todo! (A Jim) ¿Por qué se habrá decidido el señor Harder a fijarse
en una gentuza tan pobre y humilde como nosotros?

JIM: (Sonriendo) Eso me parece bien, Josie. Sé humilde. Sin duda, el señor Harder confía en que
sepas el lugar que te corresponde.

12
PHIL: ¿De veras? Vamos, vamos. (Con un gran suspiro de dicha) Este día será muy hermoso,
creedme.

JOSIE: Pero… ¿a qué viene, Harder, Jim?

PHIL: Te diré… Al parecer, tiene un estanque en su finca.

JOSIE: ¡Ajá! ¡Conque era eso!

JIM: Sí. Era eso. Le gusta respetar las viejas costumbres solariegas. Conserva su estanque a
todo trance. Y vuestra pocilga no está lejos de su estanque.

PHIL: Un lindo paseíto para los lechones, eso es todo.

JIM: Y, no sé por qué, la cerca de Harder, que está próxima al estanque, acostumbra romperse.

PHIL: Las cercas son unas cosas raras. No se puede confiar en ellas.

JIM: Baker dice que Harder ha hecho reparar la suya una docena de veces, pero que siempre
vuelve a romperse a la noche siguiente.

JOSIE: ¡Qué curioso! Deben de ser los duendes. No se me ocurre qué otros podrían hacerlo. ¿Y a ti
qué te parece, papá?

PHIL: Tampoco a mí se me ocurre qué otros podrían ser.

JIM: Pues a Baker sí que se le ocurre. Sabe que eso lo hiciste tú y así se lo ha dicho a su amo.

PHIL: (Con desdén) “Amo”: esa es la palabra. Naturalmente: los ingleses no pueden vivir sin
besarle el trasero a algún amo. ¡Esclavos inmundos!

JIM: El resultado de esas roturas de cercas es que tus lechones se pasean - usaré tu elegante
giro- por la finca de Harder, después de entrar por la brecha, y se revuelcan alegremente junto a las
orillas del estanque.

PHIL: Y bien… ¿por qué no? Claro, son unos hermosos y ambiciosos lechones norteamericanos y
no se pierden una sola oportunidad. Se parecen al padre de Harder, quien amasó la fortuna de que
disfruta éste.

JIM: Lo admito, pero, no sé por qué, a Harder no le hace sonreír la perspectiva de sentir sabor a
lechón en el agua helada del estanque durante el verano próximo.

PHIL: Debe de ser un individuo delicado. Recuerda que es delicado, Josie, y deja tu palo en la
casa. (Estalla en una risotada alegre y amenazadora) Desde hace años me muero por echar una
parrafada tranquilamente con el señor Harder cuando lo veo pasar en su automóvil grande y
reluciente, con su hocico levantado. ¡Vaya con la bienvenida que le haré!

JOSIE: Que le “haremos”, querrás decir. Claro… Lo adoro tanto como tú.

PHIL: Yo te besaría por esa magnífica noticia si no fueras tan feo, Jim. Quizá Josie lo haga por mí.
Su estómago es más resistente.

13
JIM: (La mira, con expectación. Al ver que Josie no se mueve, se vuelve a Phil) Bueno… ¿Y ese
whisky, Phil? Si en la casa no hay nada que beber, dejaré el asunto en manos de Josie.

PHIL: Yo no lo dejaré en manos de Josie. Está enamorada y por lo tanto es parcial.

JOSIE: (Irritada) ¡Cállate, viejo embustero! (Con risa culpable y forzada) No digas tonterías para
rehuir tu deber de convidar a Jim.

PHIL: (Suspira) Está bien, Josie. Ve por la botella y un vasito, o Jim me seguirá fastidiando. (Josie
entra sonriendo en la casa. Phil escudriña la carretera) ¿Cuando Harder vuelva a almorzar,dijiste?
Entonces ya es hora… (Con fervor) ¡San José, no permitas que ese bribón cambie de idea!

JIM: Oye, Phil. No te entusiasmes demasiado. Harde tiene mucha influencia por aquí,y te hará
arrestar si le das una paliza. No lo dudes.

PHIL: Por supuesto, sólo queremos sostener una tranquila conversación con él…

JOSIE: (Saliendo de la casa y tendiendo a Jim la botella y un vaso) Eso es todo… de vecino a
vecino. Aquí tienes, Jim. Bebe todo lo que quieras.

PHIL: (Con tono plañidero) ¡Vaya una hija! ¡Te dije un vasito y le das un balde! (Mientras Jim se
sirve una buena cantidad de whisky sonriendo a Phil, éste se aparta y finge un escalofrío) Ese trago
me cuesta cincuenta dólares, por lo menos.

JIM: A tu salud, Phil.

PHIL: Confío en que te ahogues.

JIM: (Jim bebe y hace una mueca) El mejor medicamento para pollos que yo haya bebido en mi
vida.

PHIL: ¡Y esa es tu gratitud! Vamos, pásame la botella. Un trago le dará calor a mi bienvenida a Su
Majestad. (Bebe un enorme trago de la botella)

JOSIE: (Mirando a la carretera) Ahí vienen dos jinetes por la carretera.


PHIL: ¡Dios sea loado! Son él y un caballerizo. (Deja la botella sobre la piedra)

JOSIE: El caballerizo es McCabe. Un ex galán mío. (Mira con aire provocativo a Jim, con tono
repentinamente protector) ¡Quédate aquí, Jim! Si Harder te ve, te culpará de todo.

JIM: ¡Caramba, Josie! No creerás que me voy a perder esto… ¿eh?

JOSIE: Puedes quedarte sentado aquí y verlo y oírlo todo. Vamos, vamos, no seas terco conmigo. O
puedes entrar en mi hermosa alcoba. Es un lindo lugar para ti.

JIM: (Bromeando) Es precisamente lo que estoy pensando desde hace tiempo, Josie.

JOSIE: (Audazmente) Pues nunca me lo diste a entender. Ven esta noche y podrás hacerme el amor
a la luz de la luna y confiarme tus pensamientos.

JIM: Convenido. No olvides la cita.

14
JOSIE: Eres tú quien lo olvidará. Vamos, papá. (Salen ambos. Jim se sienta y se sirve un whisky.
Durante esta escena, Jim oye murmullos fuera de la escena, voces airadas y al final un par de tiros
de escopeta. Luego, entran Phil y Josie con aire feliz).

JIM: ¿Ya está? ¿Ya se han marchado los ilustres visitantes?

PHIL: Ya está. Ha sido una conversación breve y amistosa, en la que mi escopeta ha terminado por
decir la última palabra. (Ríen padre e hija, ante el asombro de Jim)

JOSIE: Es hora de almorzar. ¿Quieres comer un bocado con nosotros, Jim? Te freiré un poco de
bacon.

PHIL: ¡Oh! ¿Para qué tenías que mencionar el bacon? ¿No sabes que es lo único que Jim puede
comer? Bueno, hoy todo puede perdonarse. (Aferra la botella de whisky) Vamos, Jim. Echaremos un
trago mientras Josie prepara la comida. (Van a entrar en la casa. Phil va delante)

JIM: (De improviso, con aire burlón) Un momento. Detengámonos a echarle una ojeada a esta
valiosísima finca. ¿No adviertes el cambio, Phil? Todas las rocas de la propiedad se han convertido
en oro macizo.

PHIL: ¿Qué diablos…? MI whisky no te habrá causado el delirium tremens, eso lo sé.

JIM: Nada de delirium tremens. Esta granja, repentinamente, se ha trocado en una mina de oro.
¿Recordáis la oferta de que te hablé? Pues bien: el apoderado hizo una pequeña pesquisa y
descubrió que provenía de Harder. El caso es que Harder no necesita esta maldita finca, pero le
disgustas como vecino y cree que la mejor manera de librarse de ti sería ser tu casero.

PHIL: ¡Esa repugnante garrapata! ¡Lamento haber disparado al aire y no a su cochina barriga!

JIM: Bueno, de todos modos, te portaste brillantemente. Espero que, gracias a tu bonita
recepción, Harder duplicará o triplicará su oferta inicial. En realidad, apostaría a que ahora el límite
del precio es el cielo.

PHIL: (Mirando a Josie con aire significativo) ¡Comprendo tu intención! Pero estamos seguros de
que no olvidarás la promesa que nos hiciste por ningún precio.
JIM: ¿Mi promesa? ¿Qué promesa? Ya sabéis lo que dijo Kipling. (Recitando) “Nunca puede
creerse en una promesa de Dios o del hombre cuando se trata de diez mil dólares”.

PHIL: ¿Lo oyes, Josie? No podemos confiar en él.

JIM: ¡Bah, bien sabes que bromea!

PHIL: No lo sé. Estoy empezando a dudar.

JIM: (Con un deje de amargura, bajo su tono divertido) Eso es un rasgo de sabiduría, Phil. Confía
y te tomarán por tonto. Yo que tú me sentiría muy preocupado. Siempre he querido poseer una mina
de oro… para poder venderla.

JOSIE: (En un arranque) ¿Quieres callarte? ¡Basta ya de repulsivas charlas propias de Broadway!

JIM: (Mirándola absorto y con sorpresa) ¿Por qué estás tan seria e indignada, Josie? Acabas de
decirle a tu indigno padre que yo bromeaba. (A Phil) Por fin te tengo acorralado, Phil. Tenemos que
hablar seriamente. ¿Cuándo me pagarás esos arriendos atrasados?

15
PHIL: (Gruñendo) ¡Un casero extorsionista! ¡Santo Dios! ¿Qué no me deparará la suerte luego?
(Ahora Josie sonríe, aliviada)

JIM: Y tú, Josie, no olvides, por favor, cuando yo acuda esta noche a la cita a la luz de la luna,
que espero verte muy dulce conmigo!

JOSIE: (Con aire audaz) Naturalmente. No hace falta que me extorsiones. Lo seré de todos modos.

PHIL: ¿Urdes planes en mi presencia para seducir a mi única hija? (Con filosofía) Bueno… ¿Qué
puedo hacer? En la hostería estaré borracho, de manera que… ¿cómo podría impedirlo? (Sube los
peldaños) Comamos, por amor de Dios. Me muero de hambre. (Desaparece dentro de la casa)

JOSIE: (Con gesto travieso y torpe, tomando de la mano a Jim) Ven conmigo, Jim.

JIM: (Sonriendo festivamente) ¿Temes perderme? ¡Es una buena oportunidad para ti! (Jim clava
su vista en los pechos de Josie, con tono sincero) Tienes los pechos más hermosos del mundo,
Josie… ¿Lo sabías?

JOSIE: (Complacida, tímidamente) No… pero me hace feliz el que pienses… (Con rapidez) Ahora no
tengo tiempo de escuchar tus bromas, porque el viejo chiflado de mi padre espera el almuerzo. Ven,
pues. (Se muestra inquieta y solícita) Prométeme comer algo, Jim. Tienes que comer. No puedes
seguir así, bebiendo siempre y sin comer casi nunca. Te estás matando.

JIM: (Sardónicamente) Eso es. Cuídame, Josie. Me gusta.

JOSIE: (Con jactancia) Entonces lo haré. Necesitas a alguien que te cuide. (Desaparecen ambos
dentro de la casa)

TELÓN

ACTO 2
(Noche de luna)

(Josie está sentada en la escalinata, abrazando sus rodillas. Muestra una mezcla de tristeza, soledad
y humillación. Se ha puesto el traje de los domingos. Lleva una flor sobre el pecho. Lleva mucho
tiempo en esa postura. Consulta la hora, tristemente) Las once y cinco y dijo que estaría aquí a las
nueve. (En un arranque de humillada ira se arranca la flor y la tira) ¡Vete al diablo, Jim Tyrone! (A lo
lejos se oye a Phil cantando a gritos una canción irlandesa) ¿Por qué volverá una hora antes de que
cierren la hostería? Debe de estar más atontado por el whisky que nunca. (Escuchando ceñuda) ¡Ahí
vienes, ahito como una garrapata! ¡Si te pones a hacer cabriolas, te daré una bonita bienvenida! No
estoy de humor para aguantarte. (Entra en la casa y vuelve con el mango de la escoba. Phil aparece
entre cantos y bramidos. No es posible saber hasta qué punto está verdaderamente borracho)

PHIL: ¡Hurra! ¡Abajo todos los tiranos, hombres y mujeres! ¡Al diablo con Inglaterra y maldita sea la
Standard Oil!

JOSIE: (Replicándole, a gritos) ¡Basta de alboroto, viejo chivo loco!

16
PHIL: (Ofendido y lastimero) Una hija amable y una amable bienvenida al hogar, en plena noche.
(Enfureciéndose) ¡Viejo chivo! ¡Linda prueba de respeto! (Enojado y dando unos pasos hacia ella)
Conque viejo chivo loco… ¿eh? ¡Por Dios que te enseñaré buenos modales! ¿Es esa la manera de
hablarle a tu padre?

JOSIE: No. Es tratarlo demasiado bien, todavía.

PHIL: Es hora de que te dé una lección. ¡Por Dios que te pondré sobre mis rodillas y te daré una
paliza en las posaderas, aunque seas más grande que una vaca! (Se lanza hacia ella, intentando
cogerla)

JOSIE: ¿Crees poder hacerlo? ¡Toma, entonces! (Le golpea hábilmente con el mango de la escoba)

PHIL: (Con exagerado aullido de dolor) ¡Ay! (Su ira se disipa, se frota la parte lastimada y dice, con
amargura) ¡Dios te perdone! ¡Me avergüenza haber criado a una hija tan cobarde que necesita usar
un palo!

JOSIE: (Soltando el palo) Ahora ya no tengo palo.

PHIL: (Rehuyendo el desafío) Nunca creí que una hija mía amenazaría cobardemente a su viejo
padre cuando está borracho e impotente y no puede devolver el golpe. (Se desploma sobre una silla)

JOSIE: ¡Ah, eso está mejor! Ahora ese juego ha terminado. (Airada) ¡Escúchame, papá! ¡Ya se me
ha acabado la paciencia! Así que levántate de esa silla y entra en tu cuarto y acuéstate, o te arrojaré
ahí al lado, entraré en casa y cerraré la puerta con llave. (Al borde de unas lágrimas de furor) ¡Esta
noche he soportado todo lo imaginable y quiero un poco de paz y de sueño, y no escuchar a un viejo
borracho!

PHIL: ( Parece más ebrio. Tiene la voz ronca y divaga) Eso es. Pelea conmigo. Mi propia hija no
tiene sentimientos ni piedad para mí. ¡Como si no me bastara con lo sucedido esta noche!

JOSIE: (Con curiosidad e irritación a la vez) ¿Qué ha pasado? Me imaginé que sucedía algo raro al
verte volver de la hostería antes de la hora de cerrar.
PHIL: (Sombrío) No tiene importancia. No tiene importancia. Déjame en paz.

JOSIE: He ahí un buen consejo. ¡Vete al diablo! Conozco tu juego. No ha pasado nada. Lo que
quieres es que me desvele escuchando tu charla. Vete a tu cuarto, te digo, antes de que…

PHIL: No, no iré. No podría dormir, ahora que mis pensamientos me atormentan así. Me quedaré
aquí, en esta silla. Vete a tu cuarto y déjame estar aquí.

JOSIE: (Con un bufido) Y dentro de un momento volverás a cantar y empezarás a destrozar los
muebles… ¿Qué te ha sucedido, papá?

PHIL: ¡Oh, no me ha sucedido nada, nada! ¡Una tontería, simplemente!

JIM: (Enojada) ¡Vamos, viejo tonto! Estoy harta de ti. Duerme la mona hasta que recobres un
poco del sentido común. (Hace ademán de marcharse)

PHIL: ¿Que duerma la mona? Ya veremos si duermes tú cuando sepas… (Farfulla)

JOSIE: (Mirándolo con fijeza) ¿Cuando sepa qué, papá?

17
PHIL. (Murmura) ¡Ese hijo de perra!

JOSIE: (Ensayando un tono frívolo) Hombre, hay muchos en la vecindad. ¿A cuál te refieres?
¿Piensas nuevamente en Harder?

PHIL: (Sombrío) Harder es uno de ellos y de los más selectos, pero no me refiero a él.
(Murmurando) ¡Y finge ser nuestro amigo! ¡El muy embustero bribón!

JOSIE: (Irritada y resentida) ¿Es a Jim Tyrone a quien aplicas esas palabrotas?

PHIL: Sí, a él. ¡Defiéndelo, gran tonta de corazón tierno! ¡Eres una estúpida como hay pocas!
Creíste en su palabra y lo esperaste durante horas enteras, engalanada con tu mejor ropa, como una
pobre oveja sin amor propio ni coraje…

JOSIE: ¡Cállate! Yo misma lo llamé embustero bribón antes de que vinieras y me juré no volver a
hablarle. Y nunca dudé de que olvidaría su cita cuando se emborrachara.

PHIL: Jim no está tan ebrio como para olvidar sus negocios. (Murmura de nuevo) Es demasiado
tarde.Todo está arreglado. No podemos hacer nada.

JOSIE: (Realmente inquieta ahora) ¿Que todo está arreglado, dices? Si tú no puedes hacer nada, yo
sí. (Espera ansiosamente a que Phil vuelva a hablar)

PHIL: (Con tono monótono y abatido) Jim y yo fuimos a la hostería y empezamos a beber whisky. Y
me emborraché.

JOSIE: ¡No hace falta que lo jures! (Con exasperación) Y luego… ¿qué?

PHIL: (Con voz abatida) ¡Quién sabe hasta dónde llegó la borrachera de Jim! Tuvo uno de esos
extraños accesos en que resulta imposible conocerlo. (Con repentina ira) ¡Maldito sea! ¡Apuesto a
que se está riendo en este preciso momento, al pensar en que nos ha hecho la broma más graciosa
del mundo al tomarnos por tontos! Por lo menos yo tenía mis sospechas, pero tú… Es demasiado
tarde. Es inútil hablar, ahora… Es inútil… Inútil…

JOSIE: (Lo zarandea) ¡Serénate o te daré unas buenas bofetadas! ¿Dejarás de desvariar como una
vieja y me dirás de una vez con claridad qué ha hecho Jim?

PHIL: ¡Ha consentido en vender su granja, eso es lo que hay! Baker fue a verlo a la hostería con
una nueva oferta de Harder. Diez mil, al contado.

JOSIE: (Abrumada) ¡Diez mil dólares! A lo sumo, vale tres…

JIM: ¿Qué es el dinero para Harder? Después de lo que le hicimos, sólo quiere vengarse. Y es en
eso en donde radica su astucia. Jim no tendrá que esperar a que se concluya la sucesión para recibir
su dinero, Harder le ofrece un préstamo de cinco mil dólares sobre la herencia apenas se haga la
venta. Y, entonces, Jim puede tomar el primer tren a Nueva York.

JOSIE: (Con voz tensa, al borde de las lágrimas) ¿Y ha aceptado? ¡No lo creo!

PHIL: No lo creas. ¡Te aseguro que lo creerás mañana! Harder propuso reunirse con Jim por la
mañana y solucionar el asunto, y Jim le prometió hacerlo.

JOSIE: (Con desesperación) Quizá se emborrache tanto que no recordará…

18
PHIL: No hará tal cosa. Harder vendrá a buscarlo en su automóvil para que no se le escape. De
todas maneras, no creas que si olvidó que lo esperabas a la luz de la luna, Jim faltará a su cita con
cinco mil dólares.

JOSIE: (Con angustia) ¿Quieres callarte? (Irritada) ¿Y dónde estabas tú cuando sucedió todo eso?
¿No pudiste hacer algo para impedirlo, viejo imbécil?

PHIL: (Con tristeza de ebrio) Estaba demasiado borracho… demasiado borracho… demasiado
borracho… ¡Dios me perdone! (Hace una pausa pensativa) Supongo que la tentación era demasiado
grande. Jim está débil,el whisky le ha dejado con un pie en la tumba. Quizá no deberíamos culparlo.

JOSIE: (Los ojos centelleantes) ¿Que no? ¡Pues yo lo culpo, maldito sea! ¡Y tú lo excusas, viejo
tonto!

PHIL: Yo no. ¡Es una víbora inmunda! (Con risa de ebrio) Acabo de recordar algo… ¡A pesar de
toda su sabiduría de Broadway en materia de mujeres, lo has hecho quedar como un idiota, y eso ya
es algo!

JOSIE: (Perpleja) ¿Qué quieres decir?

PHIL: Te parecerá imposible. Tampoco lo creía yo, pero él insistió, hasta que comprendí que
hablaba en serio.

JOSIE: ¿Hablaba en serio de qué?

PHIL: Fue cuando se mostró extraño… en las primeras horas de la noche. Empezó a hablar de ti,
como si asediaras sus pensamientos, desasosegándolo. No hacía más que hablar de su gran
admiración por ti.

JOSIE: ¡Oh, el muy embustero!

PHIL: Dijo que tenías grandes bellezas que sólo él apreciaba.

JOSIE: (Con voz quebrada) Mientes.

PHIL: También dijo que tenías muchas fuerzas y un gran orgullo… ¡y una gran bondad, nada
menos! Pero aquí fue donde le hiciste pasar por un asno, como dije. (La mira de soslayo) Escúchame
ahora, querida, y no te mueras de asombro. (Se inclina hacia ella) ¡Cree que eres virgen! (Josie se
queda rígida como si la hubiesen insultado) ¡Sí que lo cree, Dios me ayude! ¡El pobre imbécil habla
en serio! ¡Te cree una pobre virgen inocente! Supone que todas tus afirmaciones de que eres una
mujerzuela son mera jactancia y simulación. (Se ríe) ¡Una virgen, nada menos! ¡Tú!

JOSIE: (Furiosa) ¡No me lo vuelvas a repetir! Conque jactancia y simulación… ¿eh? ¡El repulsivo
embustero!

PHIL: Te aseguro que no necesitas decírmelo. (Mirándola con sorpresa de borracho,


sombríamente) ¿Lo tomas por un insulto? ¿Por qué diablos no te ríes? ¡Si vieras con qué aire de
estúpido borrego lo decía!

JOSIE: (Con risa forzada) Me parece verlo.

19
PHIL: (Con risa ebria) Y sé por qué no acudió Jim a la cita contigo. No la había olvidado, no. La
recordaba perfectamente, porque hablaba de ella…

JOSIE: ¿Quieres decir que Jim, deliberadamente, sabiendo que yo lo esperaba…? (Con acento
salvaje) ¡Que se vaya al infierno!

PHIL: Prácticamente me dijo su motivo, aunque no quiso expresarlo con claridad por ser yo tu
padre. Lo atormentaba su conciencia. Te dejará en paz y no volverá a verte… ¡por tu bien, porque te
ama! (Ríe)

JOSIE: (Impresionada y afligida, con voz trémula) ¿Que me ama, dices? Eso es un invento tuyo.

PHIL: No. Sé que parece un disparate, pero…

JOSIE: ¿Qué quiso decir con eso de que lo hacía por mi bien?

PHIL: ¿No lo comprendes? Para él eres una virgen pura, pero, de todas maneras, hay cosas que le
atraen fuera de tu hermosa alma, como tu bella cabellera, tus ojos y…

JOSIE: (Acongojada) ¡Oh, no digas eso, papá! Bien sabes que sólo soy una gran…

PHIL: (Como si Josie no hubiese hablado) ¡Por lo tanto, Jim se apartará de la tentación porque no
confía en sí mismo y para él sería un pecado seducirte! (Con risa ebria) ¡Oh, Dios mío! ¡Sí que tiene
gracia!

JOSIE: (La voz trémula) Conque era ese el motivo… (Irritada) ¡Y Jim cree que le bastará con
hacerme una seña y me moriré de amor por él! ¿Verdad? ¡El vanidoso bribón de Broadway!

PHIL: ¡Qué diablos! ¡Fue absurdo verlo disparatar sobre ti como un imbécil reblandecido!

JOSIE: (Enojada) Pero… ¿qué hay de común entre toda su descabellada y mentirosa charla y la
traición que nos hizo al vender esta propiedad?

PHIL: (Abatido de nuevo) Nada, absolutamente nada. ¡Sólo pensé que te gustaría saberte tan
vengada!

JOSIE: (Irritada) ¡Vaya una venganza! Prefiero hacerle algo mejor que eso…¡o lo intentaré, por lo
menos! Hay una posibilidad y buena. Pero necesito tu ayuda…¿Puedo confiar en ti?

PHIL: Sí que puedes, si esa posibilidad existe. (Con abatimiento) Pero… ¿qué puedes hacer ahora,
querida? Ni siquiera lo has traído aquí. Jim está en la hostería, solo, bebiendo y soñando con las
ramerillas de Broadway con quienes se divertirá mañana por la noche.

JOSIE: ¡Lo haré venir aquí! ¡Humillaré mi orgullo e iré a buscarlo a la hostería! El papel que te
corresponde en este ardid es venir al alba con testigos y sorprendernos en… (Desfallece)

PHIL: ¿En la cama, quieres decir? (Ante el silencio de Josie) Pero… ¿cómo lo atraerás a la cama si
él tiene todos esos honrosos escrúpulos y te cree virgen?

JOSIE: (Con voz tensa) Lo emborracharé a tal punto que se quedará dormido y lo traeré aquí en
brazos y lo acostaré en la cama…

20
PHIL: ¡Esa es la manera, qué diablos! Tendrás que llenarlo de whisky. Lo mejor que puedes hacer
es beber con él y no dejar de mirarlo cada vez que bebe como si le oraras a Dios Todopoderoso. Eso
lo pondrá a sus anchas sin que sospeche nada.

JOSIE: (Mira a su padre con amargura y resentimiento) De pronto desbordas astutos consejos…
¿eh? ¡Garrapata inmunda! (Irritada) No necesito tus consejos. ¿Acaso no he traído aquí a todos los
hombres que se me antojaron?

PHIL: ¡Así se habla! Pero, déjame poner las cosas en claro. Llego al alba con mis testigos,
entramos y te vemos con él en la cama y yo armo la de San Quintín y lo amenazo con que, si no se
casa contigo…

JOSIE: ¿Casarme con él? ¿Después de lo que nos ha hecho? ¡No me casaría con Jim aunque fuese
el último varón del mundo! Sólo necesitamos que nos firme un documento con testigos de que te
venderá la granja al precio que le ofreciste, en vez de vendérsela a Harder…

PHIL: Bueno, eso sería un acto de justicia, pero nada más. ¡Creí que querías hacerle pagar a ese
inmundo bribón la negra traición que nos hizo!

JOSIE: ¡Sí que lo quiero! (Se vuelve a mirarlo con resentimiento) ¿Estás pensando en el dinero de la
herencia… ¿eh? ¡Pues yo también! ¡Si he de hacer el papel de ramera, merezco que me paguen! ¡Le
haremos firmar un documento en que Jim reconozca deberme diez mil dólares apenas se haya
resuelto su herencia! (Bruscamente y con decisión) ¡Ya hemos hablado más de la cuenta!

PHIL: (Le da una palmada en el hombro, con aire de aprobación) ¡Vaya, tienes el espíritu altivo y
belicoso de los que no se acobardan nunca! ¡Que me condenen si no pienso, casi, que te alegras del
pretexto!

JOSIE: (Envarada) ¿El pretexto para qué, viejo…?

PHIL: Para probarle que no hay hombre que pueda dominarte, como ya se lo probaste a los demás.

JOSIE: ¡Se lo probaré, mal que le pese! Vamos, no tenemos tiempo que perder. Espera. Más vale
que me mire un poco en el espejo. (Descaradamente) ¡Naturalmente! Las de mi oficio tienen que
estar seductoras! (Entra en su habitación. Phil la observa y ya no parece ebrio) ¡Ha ido a mirarse en
el espejo y ha olvidado encender la lámpara.(Con remordimiento) El medicamento es amargo, Dios
me perdone, pero creo que ahora es el único medio con posibilidades de éxito. (Sale Josie, y es
evidente que ha estado llorando. Phil vuelve a ser el de antes)

JOSIE: (Con descaro) Veamos ahora. ¿No valgo diez mil dólares para cualquier borracho?

PHIL: ¡Vales un millón, querida!

JOSIE: Vamos, pues. (Da unos pasos, pero se detiene) ¡Mira! Hay alguien en la carretera.

PHIL: ¡Caramba, es él! No creí que…

JOSIE: (Para sí) Conque él no olvidó…

PHIL: (Con rapidez) Bueno, eso prueba que no puede vivir lejos de ti, lo cual te facilitará las
cosas…

21
JOSIE: ¡Márchate ahora! No debe verte. Y no olvides todo lo que hemos planeado. ¡Vamos, vete ya!
(Empuja a su padre, que sale de escena casi al tiempo en que entra Jim. Después, se dirige a éste
con aire travieso) Creo que si fueras un caballero te disculparías conmigo. ¿No sabes que llegas con
dos horas y media de retraso? Yo no debería hablarte si tuviese un poco de amor propio.

JIM: (Mirándola con curiosidad) Eres demasiado orgullosa, Josie. Eso es lo malo.

JOSIE: ¿Qué quieres decir con eso, Jim?

JIM: (Encogiéndose de hombros) Nada. Olvídalo. Te presento mis excusas, Josie. Lo lamento
muchísimo. No tengo disculpa posible. No se me ocurre ninguna mentira. ¡Oh! Ahora que lo pienso,
pude tener una buena y honrosa excusa, pero… Tonterías. Olvídalo.

JOSIE: ¡Dios mío, esta noche estás muy enigmático! Bueno. No necesito excusas. De todos modos
te perdono, ya que estás aquí. (Tomándole de la mano) Ven y sentémonos en la escalinata y
mostrémonos románticos a la luz de la luna, como lo habíamos planeado. (Se sienta en un peldaño y
Jim en el de más abajo)

JIM: (Empieza a hablar de improviso, de manera mecánica) Tenía que irme de aquella maldita
hostería. Enloquecía allí a solas. ¡Los recuerdos! Por esa razón vine a verte. (Con vacilante
sinceridad) Realmente, estoy empezando a quererte mucho, Josie.

JOSIE: (Con brusca amargura) Bueno. Lo has probado esta noche… ¿no es así? (Retomando su
aire juguetón) Pero no importa. Dije que te perdonaría tu demora. Conque sigue hablándome de
amor. Soy toda oídos.

JIM: (Como si no hubiese escuchado a Josie) Creí que habías renunciado a verme. Recuerdo que
tuve la descabellada idea de acostarme contigo… nada más que para descansar mi cabeza contra tu
pecho.

JOSIE: (Conmovida a su pesar, pero conservando su tono travieso) Bueno, quizá yo te permita…
(Con precipitación) Más tarde, quiero decir. La noche acaba de empezar y será toda para nosotros.
(Audaz de nuevo) Pero aquí tienes algo, por lo pronto. (Lo rodea con los brazos hasta que la cabeza
de Jim reposa sobre su pecho) Eso es.

JIM: (Con sencillez y gratitud) Gracias, Josie. (Cita unos versos, con sentimiento) “¡Ahora, más
que nunca, parece dulce morir, dejar de ser a medianoche sin dolor, en semejante éxtasis!” (Con
sarcasmo ahora) ¡Dios mío! ¡Una oda! Debo de tener el delirium tremens.

JOSIE: (Con amargura) Quizás eso sólo se deba a tu conciencia sucia.

JIM: (Con sobresalto culpable, se vuelve para mirarla con fijeza) ¿Quién te ha sugerido esa idea?
¿Sucia por qué?

JOSIE: ¿Cómo puedo saberlo si tú no lo sabes? (Con tono forzadamente travieso) Por el pecado de
querer acostarte conmigo. Quizá sea eso.

JIM: (Con extraño alivio) ¡Ah! (Un poco avergonzado) Olvídalo, Josie. Yo estaba un poco chiflado.

JOSIE: (Con amargura) ¡Oh, por amor de Dios! No te disculpes como si te avergonzaras de… (Se
contiene)

22
JIM: (Tras mirarla rápidamente) Perfectamente. No me disculparé… si no te quejas. Temí haber
escandalizado tu pudor.

JOSIE: (Con rudeza) ¿Mi pudor? ¡Caramba! No sabía que me quedara algo de eso.

JIM: (Apartándose, irritado) ¡Vamos, Josie! No hables así, por lo menos esta noche. (Agrega
lentamente) Me gustaría que esta noche fuera distinta.

JOSIE: ¿Distinta de qué? (Él no contesta. Ella adopta con esfuerzo un tono frívolo) Está bien. Seré
todo lo distinta que quieras.

JIM: (Con sencillez) Gracias, Josie. Simplemente, sé tú misma. (Negligentemente, con temor por
haber revelado alguna debilidad) Por lo demás, no me disgusta estar a la luz de la luna en vez de
pasarme la noche en esa asquerosa hostería. No sé por qué frecuento semejante tugurio, salvo que
sea porque me aburro aún más en los llamados buenos hoteles de la ciudad.

JOSIE: (Escudriñando su rostro con disimulo) Bueno… Pronto volverás a Broadway… ¿verdad?

JIM: Así lo espero.

JOSIE: Entonces tendrás a todas esas lindas ramerillas para que te consuelen cuando estás
melancólico.

JIM: ¡Oh, al diablo con ese lenguaje tan rudo, Josie! Prometiste olvidarlo por esta noche.

JOSIE: (Con voz tensa) ¡Bueno eres tú para hablar de promesas!

JIM: (Vagamente sorprendido por su tono) ¿Qué pasa? ¿Sigues enfadada por mi retraso?

JOSIE: No. Me burlaba de ti. Para probarte que no te guardo rencor… ¿te gustaría echar un trago?
Pero no necesito preguntártelo. (Se levanta) Traeré una botella de su mejor whisky.

JIM: (Mecánicamente) Bueno. Puede ser que ese alcohol contenga un poco de pólvora. Esta
noche, el de la hostería no servía para nada.

JOSIE: Pues éste sí que servirá. (Jim permanece sentado con aire ausente. Josie lo contempla con
dulzura antes de entrar. Luego, se pierde en el interior de la casa. Jim se muestra inquieto y empieza
a temblar) ¡Maldito cerdo! (Se levanta, pasea y trata de encender un cigarro para calmarse, pero el
temblor de sus manos se lo impide. Al fin lo consigue, aspira el humo e intenta calmarse. Lanza una
blasfemia, intentando ahuyentar sus pensamientos) ¡Al diablo! Un momento más y llorarás sobre tu
cerveza. (Empieza a canturrear, pero desfallece) ¡Dios mío! ¡Basta, estúpido borracho! (Josie
regresa con una botella y dos vasos) ¡Gracias a Dios! ¡Mi bebida favorita! ¡Por fin! (Le arrebata la
botella y los vasos)

JOSIE: (Con sonrisa envarada) Se diría que me fui por varios años. No creo que te mueras por un
trago.

JIM: (Con aire burlón) Me muero por ti. La soledad me ha estado consumiendo…

JOSIE: Algún día te morirás de tanto mentir. Pero me alegro de que estés vivo de nuevo. Al
separarnos creí que realmente te morías por culpa mía.

JIM: No tuve tanta suerte.

23
JOSIE: ¡Vamos, no hables así! Ven a beber. Usaremos la roca a modo de mesa y yo seré el
tabernero. (Descorcha la botella y se sobresalta al ver el rostro de Jim) ¿Qué te pasa ahora, Jim? Se
diría que has visto a un espectro.

JIM: (Rehuyendo la mirada de Josie, secamente) Así es. El mío. Es mala compañía.

JOSIE: Sí, es el peor de los espectros: el de uno mismo. ¿Acaso no lo sé? (Le sirve un vaso) Toma.
Pero espera a que te acompañe. (Llena el otro vaso)

JIM: (Sorprendido) ¡Vaya, creí que tú nunca probabas el alcohol!

JOSIE: (Con locuacidad) Lo hago en ocasiones. Y esta es una de ellas. No quiero que me dejen al
margen cuando se celebra nuestra victoria sobre Harder. (Lo mira con amargura. Al contemplarla Jim
con asombro, ríe forzadamente) No me mires como si me dispusiera a tramar algo y ayúdame a
disfrutar de la luna y la noche contigo. ¡Buena suerte! (Chocan sus vasos)

JIM: (Se encoge de hombros) Perfectamente. ¡Buena suerte! (Beben, pero Josie se atratanga y le
da una arcada, ante el asombro preocupado de Jim)

JOSIE: Parte de ese whisky se fue por otro camino.

JIM: Ya lo veo. Eso te enseñará a no servirte baldes de whisky en vez de vasos.

JOSIE: Soy la hija de mi padre. Tengo la cabeza firme. Conque no temas que me desmaye y tengas
que acostarme… (Con risa atrevida) Oye, esa es una buena idea… Habré de fingir que soy…

JIM: (Con irritación) Nada de palabras fuertes, Josie. Recuerda que dijiste…
JOSIE: (Resentida, a pesar de su jovialidad) ¿Que sería distinta? Es cierto. Olvidaba que esta noche
te place verme fingir que soy una inocente virgen.

JIM: (Con tono extraño, casi amenazador) Si no andas con cuidado, pondré a prueba esa
fanfarronada, Josie. (La desnuda con la mirada) Me gustaría hacerlo. Tú lo sabes…¿verdad?

JOSIE: (Audazmente) No. Eres tú quien fanfarronea.

JIM: (La toma en sus brazos con pasión) ¡Josie! (En forma igualmente repentina, la suelta)
Dejemos eso. (El rostro de Josie refleja temor, pasión y resentimiento. Jim continúa, en brusca
transición) ¿Qué te parece si bebiéramos otro trago? Este whisky es añejo, palabra. ¿Cómo diablos
lo consiguió Phil?

JOSIE: Tom Lombardo, el contrabandista de licor, le regaló un cajón por haberle dejado esconder un
camión cargado en nuestro granero cuando lo perseguía la policía. (Sirve de beber medio vaso para
él y una pequeña cantidad para ella) Ahí tienes. (Sonríe, un poco achispada) Sentémonos en un
lugar donde la luna se refleje en nuestros ojos y veamos lo romántico. (Se sientan en diferentes
peldaños de la escalinata) Brindo por la esperanza de que, antes de que termine la noche, tengas
más valor y me beses, por lo menos.

JIM: (Zumbonamente) Prometido. Así se bebe. (Vacía su vaso y lo deja en el suelo. Vuelve a
parecer preocupado. Ella bebe un poco)

JOSIE: Vamos, no te quedes soñando como antes, entre vivo y muerto.

24
JIM: (Con presteza) No haré tal cosa. Tuve una buena dosis final de recuerdos cuando estabas
ahí dentro. Por esta noche me bastan. (Agrega, algo ebrio) Que el muerto pasado entierre a sus
muertos.

JOSIE: Así se habla. Ahora sólo están esta noche y la luna y nosotros… y el whisky de centeno
añejo. Bebe otro trago y no me esperes.

JIM: Ahora no, gracias. Estoy bebiendo demasiados whiskies. (La mira con aire cínico y divertido)
¿Tratas de emborracharme, Josie?

JOSIE: (Sobresaltada, pero con presteza) No. Sólo procuro que te sientas feliz, para que olvides
todas tus tristezas.

JIM: (Jovialmente) Podría olvidar todas mis intenciones honestas, también. Conque…¡ten
cuidado!

JOSIE: Esperaré eso… y confío en que sea otra promesa tuya. Si sospechas que trato de
emborracharte… ¡Ahí va! (Bebe el resto del whisky) Eso es. Creo que también yo me propongo
emborracharme.

JIM: Quizá ya estás ebria.

JOSIE: (Resentida) Si lo estuviese, sería para que te sintieras a tus anchas. ¿No se emborrachan
contigo acaso todas esas lindas ramerillas de Broadway?

JIM: (Irritado) ¡Vuelves a esa cantinela!

JOSIE: ¡Bueno, bueno, no lo haré! (Con risa forzada) Supongo que me consumen los celos al pensar
en ellas. Debe ser eso.

JIM: No hay motivo. Aquí, ésas nada tienen que hacer.

JOSIE: ¿Y yo sí?

JIM: Tú, sí.

JOSIE: Sólo por esta noche, ¿no es así?

JIM: Ya hemos resuelto que sólo existe esta noche… y que debe ser distinta de todas las
anteriores… para nosotros dos…

JOSIE: Yo sólo soy una mujer grande y tosca, una fea vaca.

JIM: Para mí eres hermosa.

JOSIE: (Con acento sardónico, pero la voz trémula) ¡Dios se apiade de los ciegos!

JIM: Para mí, eres hermosa.

JOSIE: Debe de ser el whisky de centeno…

JIM: Eres algo real y una muchacha sana y limpia y buena y tibia y fuerte y…

25
JOSIE: ¿Quieres decir que mi alma es hermosa?

JIM: Bueno, confieso que no sé gran cosa sobre las almas de las damas… (Le toma la mano)
Pero sé que eres hermosa. (Le besa la mano) Y te quiero mucho… a mi manera.

JOSIE: (Balbuciente) Jim…

JIM: También tienes un cuerpo hermoso… y unos bellos ojos y cabellos… y una linda sonrisa…
(La suelta, con irritación culpable) ¡No! ¡No! No seas estúpida, Josie. No me dejes decir esas
tonterías.

JOSIE: ¿Lo dijiste en serio? ¡Sé que lo dijiste en serio! (Con amargura) ¡Tienes razón! ¡Soy una
estúpida al olvidar que eres el embustero más grande del mundo! (Con rapidez) Digo,el más grande
de los bromistas. Y ahora… ¿quieres otro trago?

JIM: (Con aire ausente) Tú no me entiendes, Josie. No sabes… y confío en que nunca sabrás…

JOSIE: (En un arranque de amargura) Quizá sepa más de lo que supones.

JIM: (Como si no la hubiese oído) Lo que ocurre luego es lo que siempre nos envenena. No
quiero que te envenenes…

JOSIE: Quizá sepa de qué estás hablando…

JIM: (Reanudando, casi sin pausa) Y tampoco quiero envenenarme yo… de nuevo… sobre todo
contigo. (Se interrumpe y luego sigue, lentamente) Ha habido demasiadas noches… y auroras. Esto
debe ser distinto. Quiero… (Su voz se apaga)

JOSIE: (Escudriñando su rostro con inquietud) Vamos, no vuelvas a ponerte raro. (Lo sacude por los
hombros, con frivolo tono forzado) Sí, creo que no sabes lo que quieres. Salvo que quieras otro
whisky. Estoy segura de que deseas beber. Y yo también.

JIM: (Dominándose) ¡Magnífico! Gran idea. (Se levanta a por la botella que está en la piedra. Se
sirve un vaso de whisky. Josie le tiende el suyo, pero él simula no verlo)

JOSIE: No eres cortés al servirte antes que a mí.

JIM: Dije que un trago era una buena idea… para mí. No para ti. Sáltate este whisky, Josie.

JOSIE: (Con resentimiento) ¡Ajá! ¿Me estás dando órdenes?

JIM: Sí. Bebe, más bien, un gran trago de luz de luna.

JOSIE: (Con enojo) Sírveme un whisky, por favor, Jim Tyrone, porque de lo contrario…

JIM: (Asombrado y encogiéndose de hombros) Si quieres tomarlo así, allá tú. Peor para ti. (Le
sirve un trago)

JOSIE: (Ceremoniosamente) Muchísimas gracias. (Alzando su vaso, con tono burlón) Brindo por
esta noche.

JIM: (La mira con extraña repulsión. Le golpea la mano, haciendo caer el vaso. La voz tensa de
asco) ¡He dormido demasiadas noches con vagabundas borrachas!

26
JOSIE: (Lo mira absorta, muy sorprendida para enfadarse. Cuando habla, denota una sorprendente
docilidad) Muy bien, Jim. Si no quieres que yo…

JIM: (En apariencia, tan sorprendido como ella por su propia forma de actuar) Perdóname, Josie.
No sé qué me ha hecho el whisky. (Recoge el vaso del suelo) Aquí tienes. Te serviré otro.

JOSIE: (Dócil aún) No, gracias. Me saltaré este whisky. (Pone el vaso en el suelo) Pero bebe tú.

JIM: Gracias. (Apura su vaso. Mecánicamente, sin saber qué hace, se sirve otro. De pronto,
exclama, con culpable repulsión) ¡Esa gorda marrana rubia del tren! ¡La emborraché!... Es por eso
que… (Se interrumpe con aire culpable)

JOSIE: (Con inquietud) ¿De qué estás hablando? ¿Qué tren es ése?

JIM: Ninguno. No me hagas caso. (Apura el whisky y se sirve otro, con el mismo aire mecánico.)
Quizá te lo diga… luego, cuando yo… Eso te curará… ¡para siempre! (De pronto se da cuenta de lo
que está diciendo. Se encoge de hombros y agrega, con cinismo) ¡Pamplinas! Vuelven a hablar los
muchachos de Brooklyn. Creo que estoy más borracho de lo que suponía. (Con aire abatido) Más
vale que vuelva a la hostería y me meta en cama y deje de molestarte, Josie.

JOSIE: (Con aire fanfarrón y compasivo) Pues no harás tal cosa, aunque yo tenga que agarrarte
para impedirlo. Vamos, bebe tu whisky y siéntate como antes. (Jim así lo hace) Así me gusta. Y yo no
beberé más whisky. Ya me ha hecho el efecto que buscaba. Todo está lejos y no tiene importancia,
salvo la luna y sus sueños, y yo formo parte de los sueños… y tú también. Sigo olvidando lo que
tengo que recordar. Sigo confiando en que es una mentira, aunque sé que soy una estúpida.

JIM: (Soñoliento) ¿Una estúpida? ¿Por qué?

JOSIE: Tanto da. Quizá yo pueda adivinar lo que crees saber… (Con risa desdeñosa) Si es eso, que
Dios te ayude. Eres un pobre imbécil.

JIM: ¿De qué se trata? No he dicho nada.

JOSIE: Más vale que no lo digas, porque me moriría de risa. (Cambiando bruscamente de tema)
¿Por qué no bebes eso de una vez? Me exaspera verte con un vaso en la mano, como si no supieras
que lo tienes ahí.

JIM: En realidad, no lo sabía. (Bebe)

JOSIE: Y bebe otro.

JIM: (Algo ebrio, evidentemente) ¿Iría una ramera a un picnic? Esto es whisky de centeno del
bueno. Mi favorito. (Se acerca a la piedra. Se mantiene de pie, con tanta firmeza que parece
despejado)

JOSIE: (Con tono frívolo) Trae la botella para tenerla a tu alcance y no necesitarás abandonarme. Te
echo de menos.

JIM: (Volviendo con la botella y con sonrisa cínica) ¿Tratas aún de emborracharme, Josie?

JOSIE: No soy tan tonta… ¡Con tu capacidad de bebedor!

27
JIM: Más vale que andes con cuidado. Eso podría dar resultado… y entonces, piensa en el asco
que sentirías cuando yo estuviese tendido a tu lado, probablemente roncando, mientras esperas la
llegada del amanecer. No sabes…

JOSIE: (Desafiante) ¡Vaya si lo sé! ¿Acaso no me he sentido así después de estar con cada uno de
ellos?

JIM: (Como si no la hubiese oído, con amargura) Pero yo sí lo sé, créeme. He visto insinuarse con
su luz grisácea a demasiadas auroras… ¡malditas sean!... a través de demasiadas ventanas sucias.

JOSIE: Pero conmigo eso podría ser distinto. El amor podría hacerlo distinto. Y yo estoy loca de
amor por ti. (Jim no da señales de haber oído, y ella añade, con resentimiento) No te quedes ahí
como un idiota, cavilando sobre el pasado. ¿Por qué no te sirves un whisky y te sientas?

JIM: (Mira su vaso como si lo hubiese olvidado) Claro. Un whisky de centeno del bueno. (De
pronto, la mira a los ojos y advierte) Más vale que lo recuerdes, Josie… Dije que tenías unos bellos
ojos… y cabellos… y pechos.

JOSIE: Sí, lo recuerdo. (Calculadoramente seductora) Conque siéntate y te dejaré apoyar la cabeza.

JIM: No. Si no quieres tener precaución con lo que haces, yo sí debo hacerlo. (Se sienta, pero no
se reclina contra ella) Y no dejes que me salga con la mía simulando que estoy tan ebrio que no sé lo
que hago. Siempre lo sé. O por lo menos una parte de mí lo sabe. Eso es lo malo. (Se interrumpe,
con tono amenazador) Más vale que tengas cuidado, Josie. A ella le divertía mucho verme con unas
copas de más. Creo que esperaba fascinarme a su antojo. Eso no la divirtió tanto… más tarde.

JOSIE: ¿Quién es ella? (Como Jim no responde, Josie adopta un tono ligero) Confío en que no creas
que proyecto fascinarte.

JIM: (Con indecisión) ¿Qué? (Reflexionando, irritado) Claro que no. ¿De qué me estás hablando?
¡Por amor de Dios! Tú no eres una mujerzuela.

JOSIE: (Con rudeza) No. Soy una tonta. Lo revelo a cada paso.

JIM: (Airado) De nuevo esa sucia fanfarronada… ¿eh? ¡Mientes! ¡Basta de repulsivas patrañas!
¿Quieres?

JOSIE: (Picada) ¡Escúchame, Jim! Borracho o no, no debes hablarme así o…

JIM: ¿Qué te parece si fueras tú la que no me hablaras más de esas cosas tan repulsivas? Me
prometiste ser tú misma. (Pausa, con tono indeciso) Tú no lo comprendes, Josie. Te diré… Era una
de las marranas parlanchinas más bonitas que yo haya visto.

JOSIE: ¿Quién? ¿Te refieres a la rubia del tren?

JIM: ¿El tren? ¿Quién te dijo…? (Con rapidez) ¡Ah, es verdad!... Fui yo… (Con indecisión) ¿Qué
rubia? ¡Tanto da! Sucedió hace mucho tiempo. Pero parece que fuera esta noche. No hay presente ni
futuro… Sólo el pasado que se repite… ahora. No se puede huir de él. (Con brusquedad) ¡Tonterías!
¡Al diablo con esa bazofia!

JOSIE: Volviste de la costa, poco más o menos, al año de… (Se domina)

28
JIM: (Con voz apagada) Sí. De la muerte de mamá. (Con precipitación) Pero estuve muchas
veces allí durante mi carrera de comicastro de tercer orden. No recuerdo cuándo sucedió eso… y sí
tan sólo que me pasé los cuatro días borracho en un compartimiento del tren.

JOSIE: ¿Quieres estropear nuestra hermosa noche de luna? No me hables de trenes ni de tus
amoríos de antaño, sean rubias o no. Podría sentir celos.

JIM: (Con un escalofrío de asco) ¿De esa marrana? (Bebe un trago para borrar un sabor
desagradable y toma una mano de Josie entre las suyas) ¡Qué tontería sentir celos! Eres la única
mujer que me importa.

JOSIE: (Emocionada, contra su voluntad) Jim, no digas eso… (Con una risita forzada) Bueno, trataré
de creerlo… por esta noche.

JIM: (Con sencillez) Gracias, Josie.(Pausa. Con displicente curiosidad) ¿Por qué dijiste hace poco
que yo no tardaría en irme a Nueva York?

JOSIE: (Rígida y severa) ¿Y acaso no tenía razón? (Escudriña el rostro de Jim mientras retira su
mano) Mañana por la noche tomarás un tren para volver a tu querido Broadway, ¿verdad?

JIM: (Encendiendo un cigarro con una cerilla, absorto) ¿Mañana por la noche? ¿De dónde has
sacado eso?
JOSIE: Me lo contó un pajarito.

JIM: (Soplando la cerilla) Más vale que no creas a ese pajarito. Di el fin de semana y acertarás.
Phil ha confundido las fechas.

JOSIE: (Con rapidez) Él no me lo dijo. Cuando volvió de la hostería estaba demasiado borracho para
recordar algo. Lo eché de aquí, así que aún estará por ahí cantando o durmiendo la mona.

JIM: Estaba despejado cuando se lo dije. Al llegar a la hostería telefoneé a los albaceas y me
dijeron que la sucesión estaría terminada a los pocos días. Le anuncié a Phil la grata nueva y le
pagué una copa a todo el mundo. Fue lo que se dice un festejo. Y, entonces, recuerdo que traté de
irritarlo. Baker se sentó con nosotros. Venía de parte de Harder. ¿Sabes que me ofreció de su parte?
¡Diez mil dólares! Palabra de honor, Josie.

JOSIE: ¿De manera que aceptaste?

JIM: Sí. Le dije que le comunicara a Harder que estaba de acuerdo. Pensé que era la mejor
manera de engañarlo. Mañana por la mañana, cuando venga a buscarme con su coche para
llevarme a la oficina del albacea, le diré adónde se puede ir con sus billetes de banco y sus pozos
petrolíferos. (Josie adivina que Jim dice la verdad. Balbucea con alivio)

JOSIE: Conque… la verdad era ésa.

JIM: (Sonríe) Naturalmente, también lo hice para engañar a Phil. Él estaba allí, escuchando. Pero
yo sabía que no lo engañaba.

JOSIE: (Débilmente) Quizá lo hayas engañado, por esta vez. Pero no estoy segura.

JIM: (Ríe) Bueno. Si es así, peor para él. (Con creciente resentimiento) De todas maneras, eso
me fastidia, Josie. Prometí venderle sólo a él esta propiedad. ¿Por quién diablos me toma Phil?
¡Debiera saber que yo no te traicionaría ni lo traicionaría a él ni aun por diez millones de dólares!

29
JOSIE: (Abandonándose a su alegría) Crees que yo nunca… porque nadie quiso… porque soy una
gran vaca fea…

JIM: ¡Pamplinas! Podías haber conquistado a cualquiera de ellos. Te burlaste de todos hasta
convencerte de que te deseaban.

JOSIE: ¡No hables así, Jim!

JIM: Finges demasiado. Y también los muchachos. Los oí en la hostería. Todos se mienten
mutuamente. Ninguno de ellos quiere reconocer que sólo consiguió una bofetada porque cree que
muchos otros lo lograron. Y ellos saben que a ti te importa un rábano cómo mienten. Por eso…

JOSIE: (Molesta) ¡Por amor de Dios, Jim! ¡No hables así!

JIM: No tienes por qué irritarte. Es Phil quien debería estar furioso. ¿No adviertes la repugnante
situación en que lo has puesto al representar tu papel de mujerzuela descarada?

JOSIE: (Con voz tensa) No. A él no le importa, salvo para usarme en sus maquinaciones. Él…

JIM: No seas estúpida. Claro que le importa. Y a mí también. (Pausa) A mí me importa, Josie. Te
amo…

JOSIE: (Apenada) ¿De veras, Jim? ¿De veras que me amas? (Con forzada sonrisa) Entonces te
confesaré la verdad. He sido una estúpida. Soy virgen. (Se echa a llorar, con vergüenza y
humillación) Y ahora, tú ya no… y yo quiero que tú… ahora más que nunca… porque te quiero más
que nunca después de lo sucedido… ¡Pero lo harás! ¡Te obligaré! ¡Al diablo con tus honrosos
escrúpulos! ¡Sé que me deseas! No pude creerlo hasta esta noche… pero ahora lo sé. (Murmura
tiernamente) Ven, ven conmigo. (Se pone de pie, tirando de Jim) Pero tendré que obligarte a que te
vayas antes del amanecer. No debo olvidarlo.

JIM: (Extrañamente transformado, ebrio de deseo) Claro, chica. ¿Para qué diablos he venido,
entonces? Yo mismo he estado representando una comedia. (La abraza con violencia) Tú eres lo que
yo quiero, chica. Siempre te he deseado. ¿El amor? ¡Tonterías! Yo te mostraré qué es el amor. Yo sé
qué te hace falta, Ojos Claros. (Josie lo contempla con horror, mientras Jim la tira al suelo) Ven,
muñequita, echémonos aquí mismo, en el suelo.

JOSIE: (Peleando para librarse de él) ¡Jim! ¡No, no! ¡Jim! ¡Yo no soy una ramera!

JIM: (Caído en el suelo, turbado, como si no supiera qué ha pasado) ¿Qué diablos…? ¿Acaso he
tratado de violarte, Josie? Olvida eso. Estoy borracho… e irresponsable. (Se pone penosamente de
pie)

JOSIE: (Se cubre el rostro y llora) ¡Oh, Jim!

JIM: (Con vaga piedad) No llores. No ha pasado nada. ¿Acaso no me lo impediste? (Como
hablando consigo mismo) Debo de haber estado inconsciente durante algún tiempo. ¡Tonterías!
Basta de farsas. Yo sabía qué estaba haciendo. (Con aire ausente) Pero es extraño… ¡Yo veía
cosas! Eso es lo cierto, Josie. Por un momento creí que eras esa marrana rubia… (Con precipitación)
Los recuerdos de siempre. (Busca a tientas la botella y el vaso) Beberé otro trago…

JOSIE: (Con aire salvaje) ¡Bébete toda la botella si quieres! ¡Pero cállate! (Se cubre el rostro y
solloza)

30
JIM: (La mira con aire herido y triste) No puedes perdonarme… ¿eh? Debieras hacerlo y
agradecerme que te haya hecho ver… (Se interrumpe esperando que ella diga algo, pero Josie
guarda silencio. Jim se encoge de hombros y se sirve mecánicamente otro whisky) Bueno, así se
hace. (Con voz apagada) Este fue el trago de la medianoche para dormir bien. Nuestro romance a la
luz de la luna parece haber fracasado, Josie. Será mejor que me vaya.

JOSIE: (Con tristeza) Sí. Más vale que te vayas. Buenas noches.

JIM: Buenas noches, no. Adiós.

JOSIE: ¿Adiós?

JIM: Sí. No volveré a verte antes de tomar el tren para Nueva York. Fui un imbécil al venir esta
noche. Esperaba… Pero tú no lo comprendes… ¿Cómo podrías comprenderlo? Entonces… ¿para
qué…? (Se encoge de hombros de nuevo, impotente, y se vuelve hacia la carretera)

JOSIE: ¡Jim!

JIM: (Volviendo, con amarga acusación en la voz) ¿Ramera? ¿Quién dijo que eras una ramera?
Pero yo te advertí que si insistías… ¿verdad? ¿Por qué tenías que obrar como una ramera,
invitándome a la cama? Eso no era lo que yo había venido a buscar aquí. Y prometiste que esta
noche sería distinta. ¿Por qué lo prometiste, si sólo querías lo que quieren todas las demás, si el
amor sólo significa eso para ti? (Con aire culpable) ¡Oh, qué diablos! No lo he dicho con intención,
Josie. Sé cómo te sientes, y si yo pudiera proporcionarte felicidad… Pero eso no daría resultado. Tú
no me conoces. Yo envenenaría la felicidad para ti y para mí. La he envenenado ya… ¿verdad?...
pero las cosas serían un millón de veces peor después de… Por más que intentara lo contrario, yo
haría de esto algo igual a todas las demás noches… para ti, también.

JOSIE: (Afligida) ¡Oh, Jim! ¡Por favor, no digas eso!

JIM: Me aborrecerías y te aborrecerías a ti misma… y no por un par de días, sino por el resto de
tu vida. (Con un aire perverso y fanfarrón) ¡Créeme, chica! ¡Las que yo enveneno, quedan
envenenadas!

JOSIE: (Con amargura) Adiós, Jim.

JIM: (Con dolor) Josie… (Con sencillez, casi infantil) Adiós. (Dirigiéndose a la carretera) También
a mí me cuesta perdonar. Vine aquí pidiendo amor… por esta noche, solamente, porque creí que me
querías. (Tristemente) ¡Tonterías! ¡Al diablo con eso! (Se aleja)

JOSIE: (Lo ve alejarse y, tras una fuerte lucha interior, corre hacia él) ¡Ven aquí, ven a mi lado,
grandísimo tonto, y déjate de hilar tonterías! No hay motivo para odiarte. Nada tengo que perdonar.
Sí. Yo sólo trataba de hacerte feliz porque te quiero. Lamento que mi estupidez me haya impedido
ver… Pero ahora veo, y ya comprobarás que tengo todo el amor que necesitas. (Lo abraza con
ternura)

JIM: (Con sencillez) Gracias, Josie. Eres hermosa. Te quiero. Yo sabía que comprenderías.

JOSIE: Claro que comprendo. Ven, ahora. (Lo hace volver)

JIM. Yo no quería abandonarte. Bien lo sabes.

31
JOSIE: (Lo sienta y lo atrae hacia su pecho) Sí que lo sé. Apoya la cabeza sobre mi pecho. Vamos,
vamos… Olvida mi estupidez. Perdona mi egoísmo al pensar solamente en mí misma. Si hay algo
que te debo esta noche, después de mis mentiras y maquinaciones,es darte el amor que necesitas…
(Se interrumpe alarmada, al ver el demacrado rostro de Jim, que ha cerrado los ojos) Jim, tu aspecto
es terrible.

JIM: (Abriendo los ojos con indecisión) ¿A qué te refieres?

JOSIE: (Rápidamente) Es la luna. ¡Bajo su luz estás tan pálido, y con los ojos cerrados…!

JIM: (Con sencillez) ¿Quieres decir que parezco un muerto?

JOSIE: ¡No! Se diría que estás dormido.

JIM: (Con voz cansada y vacía) Escúchame y te contaré algo, Josie. Durante toda mi vida sólo he
soñado con una cosa. Desde niño amé los caballos. Me parecían lo más bello del mundo. También
me gustaba el juego. Por eso mi sueño dorado era tener algún día suficiente dinero para apostar a
los favoritos y seguirlos al Norte y al Sur, e ir al hipódromo todos los días.
JOSIE: (Inquieta) ¿Por qué me dices eso?

JIM: (Con el mismo tono apático) Dijiste que yo parecía muerto. Pues bien: lo estoy.

JOSIE: ¡No lo estás! (Lo abraza protectoramente) ¡No hables así!

JIM: ¡Lo estoy desde que murió mi madre!

JOSIE: (Muy conmovida) Lo sé. Siempre adiviné que ese dolor te estaba… (Tras una pausa, dice
con dulzura) Quizá te alivie hablar de él… Creo que todo eso debe de estar ahogado dentro de ti,
matándote.

JIM: (Con tono de advertencia) Más vale que tengas cuidado, Josie.

JOSIE: ¿Por qué?

JIM: (Rápidamente, con sonrisa forzada) Yo podría sufrir un acceso de llanto y sollozar sobre tu
hermoso pecho.

JOSIE: (Con dulzura) Puedes sollozar todo lo que quieras.

JIM: No me alientes. Lo lamentarías. (Se ve obligado a continuar, contra su voluntad) Pero si


ansías tanto el castigo… Después de todo, dije que te lo contaría luego… ¿verdad?

JOSIE: (Perpleja) Dijiste que me contarías lo ocurrido con la rubia del tren.

JIM: La rubia forma parte del cuento. En eso te mentí. (Se detiene y cierra los ojos. Su voz se
vuelve impersonal y objetiva, como si hablase de un hombre que no es él) Al morir mamá, yo no
probaba el alcohol desde hacía unos dos años. Y sé que habría podido seguir siendo abstemio. A
mamá siempre le había disgustado que yo bebiera. Por eso dejé el alcohol. Me hacía feliz obrar así.
Por ella. Porque sólo la tenía a ella en el mundo, sólo ella me importaba. Porque la quería. (Se
interrumpe) Nadie podría creerlo ahora, sabiendo… Pero así era.

JOSIE: (Con dulzura) Sé cómo la querías.

32
JIM: Fuimos a la costa para vender una propiedad que había comprado allí mi padre años antes.
Y, de pronto, ella enfermó. Y se agravó rápidamente. Entró en coma. Los médicos dijeron que no
había esperanzas. Quizá ya no saldría del coma. Me sentí enloquecer. No podía soportar la idea de
perderla. Me emborraché y seguí borracho. Confié en que mamá no saldría jamás del coma y no me
vería beber de nuevo. Esa era mi excusa: ella no lo sabría nunca. Y nunca lo supo. (Se detiene y
añade con desdén) ¡No! Vuelvo a engañarme a mí mismo. Sé que me reconoció a punto de morir.
Me vió borracho. Entonces cerró los ojos para no ver… ¡y le alegró morir! (Abre los ojos y contempla,
absorto, la luz de la luna)

JOSIE: (Con tono tranquilizador) ¡Sssst! Sólo te lo imaginas porque te sientes culpable a causa de la
bebida.

JIM: (Como si no lo hubiese oído) Después de esto, yo viví tan ebrio que siempre estaba
inconsciente, pero representaba una comedia y nadie adivinaba hasta qué punto me había
emborrachado. (Se interrumpe) Con todo, hay cosas que nunca podré olvidar: la funeraria, el cuerpo
de mi madre, con el rostro maquillado. Me costó muchísimo reconocerla. Estaba joven y linda,
parecía alguien a quien yo recordaba haber conocido mucho antes. Fría e indiferente, ya no se
interesaba por mí. Estaba libre, por fin. Libre de preocupaciones. Del dolor. De mí. Me quedé inmóvil,
contemplándola, y me sucedió algo. Advertí que no sentía nada. También parecía muerto. Sabía que
debía llorar, pero no podía llorar. Me dije a mí mismo: “Está muerta. ¿Qué le importa ahora si lloro o
no? Tanto le da. Es feliz en un sitio donde no puedo volver a herirla. Se ha librado de mí, por fin. Por
amor de Dios… ¿No puedes dejarla en paz ni siquiera ahora?” (Interrumpiéndose, con burla) Pero
nos rodeaban varias personas y yo sabía que esas personas esperaban de mí una comedia. El que
ha sido alguna vez un mal actor, lo seguirá siendo siempre. De modo que representé la comedia. Me
dejé caer de rodillas y fingí sollozar y grité: ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Querida mamá! Pero, mientras tanto, me
decía a mí mismo: “¡Repugnante comediante, maldito histrión! ¡Un momento más y empezarás a
cantar un salmo! (Ríe con risa atormentada)

JOSIE: (Horrorizada, pero aún con honda piedad) ¡Jim! ¡No hables así! ¡Eso ha pasado! Te has
castigado a ti mismo. Y estabas borracho. No te proponías…

JIM: Tuve que llevar su cuerpo al Este para enterrarla junto al viejo. Tomé un compartimento y me
oculté en él con un cajón de whisky. Ella, en su ataúd, estaba en el furgón. Por más que bebía, yo no
lograba olvidarlo ni por un momento. Comprendí que no podría quedarme solo en el compartimento.
Me volvía loco. Tuve que salir y, entonces, reparé en una pasajera habituada a los borrachos y capaz
de fingir que le gustaban si tenían suficiente dinero. El burdel estaba estampado en toda su figura.
Una marrana rubia que se parecía más a una ramera que veinticinco rameras juntas. Esa noche se
coló en mi compartimento. También ella iba a Nueva York. De modo que todas las noches… a
cincuenta dólares por noche…

JOSIE: (Asqueada) ¿Cómo pudiste hacer eso? (Se aparta de manera instintiva)

JIM: ¿Cómo pude hacerlo? Supongo que pensaba que ella podría hacerme olvidar… lo que
viajaba en el furgón de delante…pero… ¡No! No olvidaba ni aun en los brazos de esa marrana!

JOSIE: ¡Jim! ¡Por amor de Dios! ¡No quiero oír más!

JIM: Si pudiese decirle a mamá que aquello se debió a que la echaba tanto de menos y a que no
podía perdonarle su abandono… Ella comprendería y me perdonaría… ¿no te parece? Como
siempre. Ella era sencilla, bondadosa y de corazón puro… Y hermosa. Tú, en el fondo, eres como
ella. Por eso te lo he dicho. Pensé… (Cínico y con voz ronca) ¡Me equivoqué! ¡Tonterías! Olvídalo.
Es hora de que me vaya. No me gusta tu maldita luna, Josie. Es un anuncio de publicidad del

33
pasado. Tomaré el último tranvía que va al pueblo, y pararé en una taberna. Seguro que encontraré
alguna abierta. (Se levanta para irse)

JOSIE: ¡No! ¡No te irás! ¡No te dejaré! Ahora comprendo, querido Jim, y me enorgullezco de que
hayas venido a mí, porque soy el único ser del mundo que, bien lo sabes, te ama lo suficiente para
comprender y perdonar… ¡y te perdono!

JIM: (Volviendo a dejar caer la cabeza sobre el pecho de Josie) Gracias, Josie. Yo sabía que tú…

JOSIE: ¡Te perdono como te perdona ella! ¿Me oyes? ¡Como te ama y comprende y perdona ella!

JIM: Sí. Sé que ella… (Su voz desfallece)

JOSIE: (Inclinándose sobre él, con ternura maternal) Bueno, bueno. Haz lo que viniste a hacer,
querido. Lo que quieres oír no es una risa ebria en una taberna, sino a ti mismo sollozando tu
arrepentimiento contra su pecho. (Jim solloza con su rostro oculto en Josie. Ésta lo abraza con
fuerza y susurra, mirando la luna) Ella oye. La adivino en la luz de la luna, que siempre se derrama
sobre las almas malditas, y siento la suya envuelta en esa claridad como en un manto de plata y sé
que comprende y me perdona también a mí y me bendice. (Jim ya no llora y se ha dormido) ¿Me
escuchas, Jim? Me parece que soy una poetisa. ¿Quién lo habría creído? ¡Por cierto que el amor es
una inspiración maravillosamente bella! (Jim ya no llora. Josie se alarma, pero luego comprende)
Dormido. (Con voz tierna, como una canción de cuna) Eso es. Duerme en paz, querido mío. (Con
repentino anhelo) ¡Oh, Jim, Jim, mi amor podría salvarte quizá si lo ansiaras suficientemente! (Mueve
la cabeza) No. Eso no podrá suceder nunca. (Mira al cielo con sonrisa cansada y burlona) ¡Dios me
perdone! ¡Pero es un hermoso final para todas mis tretas quedarme aquí con el muerto contra mi
pecho y la estúpida jeta de la luna sonriendo ahí arriba, deleitándose con la broma!

TELÓN

ACTO 3
(Amanecer)

(Amanece. Josie ha permanecido abrazando a Jim durante horas. No se ha movido para no


despertarlo. Por un lateral aparece Phil, pero se oculta de la vista de Josie. Ya no está borracho)

JOSIE: (Con tono lúgubre) No te escondas, papá. Te he oído acercarte. (Habla sin levantar la voz,
pero tono imperativo) Habla bajo, ahora. No quiero que lo despierten… (Con voz extraña) Por lo
menos, mientras el alba no luzca su belleza…

PHIL: (Con inquietud) ¿Qué? (Se fija en Jim con temor) ¡Dios mío, parece un muerto!

JOSIE: (Con aire extraño) ¿Por qué no habría de parecerlo? Lo está.

PHIL: ¿De veras?

JOSIE: No seas estúpido. ¿Acaso no lo ves respirar? Está profundamente dormido. No te quedes ahí
parado como un tonto. Siéntate. (Con amargura) ¿Dónde están tus testigos?

34
PHIL: (Con aire culpable) ¿Mis testigos? (Sonriendo con esfuerzo) ¡Oh, Dios mío! ¡Si eso no es
burlarse de mí! Por cierto que me emborraché de tal modo en la hostería que olvidé todo nuestro plan
y me volví a dormir en el granero.

JOSIE: (Con aire cada vez más duro) Mientes.

PHIL: No miento. Acabo de despertar.

JOSIE: Conque acabas de despertar… ¿eh?... ¡y has venido a escondidas para comprobar si el plan
que ocultaba tu plan había dado resultado!

PHIL: (Con aire culpable) No sé qué quieres decir.

JOSIE: No sigas mintiendo, papá. Esta vez te has excedido.

PHIL: (Intenta defenderse, pero al ver el rostro de la muchacha, desiste, y hace un silencio) Bueno,
después de todo, si yo hubiese traído a los testigos, nada tendrían que declarar…

JOSIE: No. En eso tienes razón. No hay nada. Absolutamente nada. (Sonríe extrañamente) Salvo un
gran milagro en el cual ellos no creerían, ni tú tampoco.

PHIL: ¿Qué milagro?

JOSIE: Una virgen que alumbra a un niño muerto durante la noche y el amanecer la encuentra virgen
aún. ¡Si eso no es un milagro…!

PHIL: (Con malestar) Deja de decir cosas extrañas. Me causas escalofríos. (Ensaya un tono jovial)
¿Eres tú la virgen? ¡Caramba, eso sí que sería un milagro, nada menos que un milagro!

JOSIE: Te he dicho que dejes de mentir, papá.

PHIL: ¿A qué mentira te refieres?

JOSIE: (Hablando consigo misma) Pronto el día estará hermoso y podré despertarlo.

PHIL: (Sin poder disimular más tiempo su angustia) ¡Josie, querida mía! Por amor de Dios…
¿Puedes decirme qué te pasó?

JOSIE: (Ceñuda y severa de nuevo) Ya te lo dije. Nada.

PHIL: ¿Nada? Si pudieras ver la tristeza de tu rostro…

JOSIE: ¿A qué mujer no le entristece ver muerto al amado? Pero también hay orgullo en mi
corazón?

PHIL: (Atormentado) ¡Deja de hablar como si te hubieras vuelto loca durante la noche! (Alzando la
voz, con ira vengativa) ¡Escúchame! Si Jim Tyrone ha hecho algo capaz de causarte dolor… (Jim se
mueve y Josie lo abraza más fuerte)

JOSIE: (Canturreando en voz baja) ¡Vamos, vamos, querido! Descansa tranquilo un poco más. (A su
padre con aire irritado y murmurando) ¿No te dije que hablaras en voz baja y no lo despertases? (Se
interrumpe y añade en voz baja) Jim no me hizo sufrir. La culpa fue mía. Creí que aún había

35
esperanza. Ignoraba que él había muerto ya… que era un alma maldita que venía a mí a la luz de la
luna, para confesarse y ser perdonada y hallar paz por una noche…

PHIL: ¡Josie! ¿Te callarás?

JOSIE: (Al ver que Phil va a hablar) ¡No! Ahora hablaré yo. Tú no estabas borracho. Sólo
representabas esa comedia como parte integrante de tu plan…

PHIL: (En voz baja) Yo no estaba borracho, no. Lo reconozco, Josie. Pero había bebido mucho y el
whisky se me había subido a la cabeza, porque de lo contrario nunca habría soñado con…

JOSIE: (Con mordaz desdén) ¿Soñado, dices? ¿Soñarás que cuentas un puñado de sucio dinero, y
no te importará cómo lo conseguiste o a quién robaste o hiciste sufrir?

PHIL: (Sobresaltado, con tono suplicante) ¡Josie!

JOSIE: ¡Cállate! (La mira asustado, como si hubiera sucedido algo que temía) Mentiste al decir que
Jim había vendido la granja. Sabías que bromeaba. Sabías que faltaban pocos días para que se
terminaran los trámites de la sucesión y que Jim volvería a Broadway y tenías que hacer algo sin
demora o perderías tu última oportunidad de atrapar el dinero con tus codiciosas zarpas.

PHIL: (Abatido) No. No era eso, Josie.

JOSIE: Me viste profundamente ofendida y herida porque Jim me había hecho esperar aquí y usaste
eso. Sabías que yo lo amaba y lo necesitaba y usate eso. Usaste todo lo que sabías sobre mí… Si él
me poseía y descubría que yo no era virgen… ¿no contabas con que su honor y el peculiar amor que
sentía por mí lo inducirían a proponerme matrimonio? ¡Naturalmente! ¿Por qué no habría de hacerlo?
Eso no lo retendría aquí. Volvería a Broadway de todos modos. A terminar de matarse a base de
whiskies, y entonces yo sería una viuda con mucho dinero.

PHIL: (Abatido) ¡No! No era eso.

JOSIE: Pero… ¿a qué hablar? Todo ha terminado. Sólo me queda otra palabra para ti, papá, y es
ésta: te abandono hoy mismo, como te abandonaron mis hermanos. Puedes vivir solo y trabajar solo
en tus astutos planes.

PHIL: (Tras una pausa, con lentitud) Me imaginé que me guardarías rencor, Josie, pero corrí el
riesgo de que te sintieras tan feliz que no te importara cómo…

JOSIE: (Mirando al cielo) El cielo es hermoso, a Dios gracias. Ya es hora. (A Phil) Entra en casa y
quédate allí hasta que él se vaya. No te quiero ver aquí, urdiendo alguna nueva treta. (Phil se
dispone a hablar, luego lo piensa mejor y entra en casa. Josie mira con ternura a Jim) Me duele
despertarte de nuevo a la vida, mi querido Jim. Habrías preferido morir mientras dormías… ¿verdad?
(Lo sacude con ternura) Despiértate, Jim. (Jim se agita) ¡Dios mío, permite que Jim sólo recuerde eso
y olvide todo lo demás! Con esto me bastará.

JIM: (Despierta a medias, sin abrir los ojos, y murmura) ¿Qué demonios…? ¿Quién diablos eres
tú, tesoro? (Irritado) ¡Qué ocurrencia la de despertarme! ¿Qué hora es?

JOSIE: Amanece.

JIM: ¿Amanece? Todos los amaneceres son grises. Vete a dormir, chica… y déjame dormir a mí.
(Se duerme de nuevo)

36
JOSIE: (Con voz tensa) Este no es gris, Jim. Es distinto de todos los demás. (Ve con amargura que
se ha dormido) Habrá olvidado. No lo recordará jamás. Y ahora yo soy para él la ramera del tren, y
no… (De improviso lo aparta de sí y lo sacude rudamente) ¿Quieres despertarte de una vez, por
amor de Dios? He soportado todo lo posible…

JIM: (Aún dormido a medias) ¡Eh, basta de zarandearme! ¡Basta! (Abre los ojos con asombro)
Josie…

JOSIE: ¡Sí, Josie, y no una de tus malditas mujerzuelas! (Lo empuja) Levántate ahora. Así no
volverás a quedarte dormido. (Jim se levanta con dificultad. Josie vuelve a adoptar su habitual tono
burlón, tratando de averiguar qué recuerda Jim) Estás entumecido. Yo estoy peor después de
sostenerte tanto, si eso te sirve de consuelo. (Mientras se despereza) Se diría que has estado
inconsciente y te preguntas cómo viniste a parar aquí. Apostaría a que no recuerdas nada.

JIM: (Moviendo brazos y piernas con cautela) No lo sé. Espera a que me cerciore de que todavía
estoy vivo.

JOSIE: Necesitas algo que te despeje. (Toma la botella y el vaso, y le sirve) Ahí tienes.

JIM: (Toma el vaso de manera mecánica y va a sentarse en la piedra, como si no le interesase


beber) Gracias, Josie.

JOSIE: (Observándolo) Bebe, o volverás a dormirte.

JIM: No, Josie. Ahora estoy despierto. ¡Es curioso! Parece que no tengo ganas de beber. ¡Oh,
claro que me pesa la cabeza! Pero nada de recuerdos… todavía.

JOSIE: Me parece muy bien. El cambio debe ser agradable…

JIM: Sí que lo es. Por esta vez tuve una mona tranquila… como si hubiese dormido
profundamente, sin pesadillas.

JOSIE: Yo lo sé mejor que nadie. ¿Acaso no te tuve entre mis brazos y no ahuyenté de ti los malos
sueños?

JIM: ¿Quieres decir que tú…? (Repentinamente) Espera un momento… Ahora recuerdo que yo
estaba solo en la hostería y que, de pronto, se me ocurrió la descabellada idea de venir aquí y dormir
con la cabeza contra tu… (Avergonzado) ¡Por eso desperté en tus brazos! Y dejaste que me saliera
con la mía. Estás chiflada, Josie.

JOSIE: ¡Bah! No importa.

JIM: Habrás notado lo borracho que estaba… ¿no es así?

JOSIE: ¡Ya lo creo! Repleto de licor.

JIM: Entonces… ¿por qué no me echaste?

JOSIE: ¿Por qué habría de hacerlo? Me alegró seguirte la corriente.

JIM: Por amor de Dios… ¿Cuánto tiempo me pasé acurrucado así contra ti?

37
JOSIE: ¡Oh! Unas pocas horas solamente.

JIM: ¡Demonios! Lo siento, Josie, pero la culpa fue tuya por dejarme…

JOSIE: ¡Oh, no te excuses! Me alegró el pretexto para quedarme despierta y disfrutar de la belleza
de la noche.

JIM: Sí, ahora recuerdo la hermosura de la noche. (Pausa, en la que parece pensar) Supongo que
te habré aburrido mortalmente con un montón de tonterías propias de borracho.

JOSIE: Un montón, no. Pero sí algunas. Me dijiste no sé cuántas lisonjas, hablando de lo hermosa
que yo era para ti.

JIM: (Con aire grave) No eran tonterías, Josie. Eras hermosa. Lo sigues siendo. Lo serás siempre.
JOSIE: Eres maravilloso, Jim. Nada puede detenerte… ¿eh? Ni siquiera verme a la luz del alba, con
el aspecto de un espantapájaros. Serías capaz de bromear el día del juicio final.

JIM: (Con impaciencia) Sabes demasiado bien que no son bromas. No eres tonta. Lo adivinas.

JOSIE: (Con tono festivo) Perfectamente, pues. Soy hermosa y me amas… a tu manera.

JIM: “A mi manera”... ¿eh? ¿Te recité versos? Debió costarte digerir eso.

JOSIE: No. Me gustó. Hablabas de las noches hermosas y de lo romántica que es la luna.

JIM: Supongo que no te habré contado la dolorosa historia de mi vida y llorado sobre tu pecho,
Josie.

JOSIE: No, no hiciste eso. Sólo insististe en que la noche que pasarías conmigo fuese distinta de las
que habías pasado con otras mujeres.

JIM: (Con repugnancia) ¡Dios mío, no me recuerdes ahora a esas vagabundas! (Con agradecida
emoción) Claro que fue distinto, Josie. No siento nada de lo sentía a la mañana siguiente de mis
borracheras… ese impreciso arrepentimiento por las cosas que pude haber dicho o hecho la víspera,
cuando estaba totalmente ebrio… Me cuesta describirlo, pero se diría que estoy en paz conmigo
mismo… que me han perdonado mis pecados.

JOSIE: Me alegro de que tus sentimientos sean ésos, Jim.

JIM: ¡Qué hermoso es esto, Josie! Nunca… nunca lo olvidaré. Nunca olvidaré estos momentos
pasados aquí contigo.

JOSIE: (Se ilumina su rostro) Me alegro, Jim. Confiaba en que sentirías la belleza que hay en eso…
a modo de prenda.

JIM: (Observando la salida del sol) ¿Prenda de qué?

JOSIE: ¡Oh, no lo sé! Prenda de mí, de que… Tanto da. He olvidado qué quería decir.

JIM: (Con aire culpable) Una pregunta más, Josie. ¿Estás segura de que no me excedí anoche…
y de que no traté de forzarte, o algo así?

38
JOSIE: No hiciste semejante cosa. Cuando me burlé de ti, me contestaste con burlas, como lo
hacemos siempre. Eso es todo.

JIM: ¡Menos mal! Yo no me lo perdonaría nunca si… (Advierte la bebida olvidada en su mano)
Bueno, tanto da que beba esto. La taberna de la hostería tardará horas en abrir sus puertas. (Al
probar el licor exclama, con grata sorpresa) ¡Que me condenen! Esto no es la bazofia de Phil. Es
auténtico whisky de centeno. ¿Dónde…? (Esto activa un resorte en su memoria y le hace recordar
todo. Siente culpabilidad y vergüenza. Arroja el vaso y lucha desesperadamente por dominarse) El
auténtico whisky de centeno. Ahora lo recuerdo… Dijiste que un contrabandista de licor se lo había
regalado a Phil. Bueno, me iré y te dejaré hacer tu trabajo. Hasta luego, Josie. (Se vuelve hacia el
camino)

JOSIE: (Acongojada) ¡No! ¡No hagas eso, Jim! ¡No te vayas así! Ya no volverás a verme. Sé que
será lo mejor para ambos, pero me duele que te avergüences de haber querido mi amor para
consolar tu pena… cuando me enorgullece tanto habértelo podido dar. (Con tono suplicante) Confié,
por tu propio bien, en que no recordarías, pero, ya que no fue así, quiero que recuerdes que mi amor
te dio un poco de paz.

JIM: (La mira con fijeza, luchando consigo mismo, a la defensiva) No sé de qué estás hablando.
No recuerdo…

JOSIE: (Con tristeza) Está bien, Jim. Tampoco lo recuerdo yo, entonces. Adiós y que Dios te
bendiga. (Se vuelve para marcharse)

JIM: (Balbuceando) ¡Espera, Josie! (Acercándose a la muchacha) ¡Soy un embustero!


¡Perdóname, Josie! ¡Recuerdo! ¡Me alegra recordar! ¡Nunca olvidaré tu amor! ¡Nunca! (Abrazándola)
¡Nunca! ¿Me oyes? Te amaré siempre, Josie. Adiós… ¡y que Dios te bendiga! (Se vuelve y se va
rápidamente, sin mirar atrás. Josie se cubre el rostro y solloza. Phil sale del interior de la casa, ve
alejarse a Jim con amarga ira en su rostro)

JOSIE: (Adivina la presencia de Phil y deja de llorar. Alzando la cabeza, con voz apagada) Te
prepararé el desayuno en un abrir y cerrar de ojos, papá.

PHIL: ¡Al diablo con mi desayuno! ¡No soy un cerdo que sólo piensa en comer! (Con tono
implorante) Escúchame, querida. Todo lo que dijiste sobre mis mentiras y los sucesos que yo
esperaba, es cierto. Pero no era su dinero, Josie. Vi que se trataba de la última oportunidad… la
única oportunidad de reuniros para que afrontarais la verdad y dejarais de fingir. La verdad de que os
queréis. Quise que encontraras la felicidad… a las buenas o a la malas… de un modo u otro… Yo
sabía que Jim nunca se acostaría contigo, aunque se lo permitieras. Si pensé en su dinero en algún
momento, fue algo sin importancia… ¿y por qué no había de desear que vivieras en la holgura y la
comodidad, como te mereces, en vez de vivir en esta sucia granja, trabajando como una esclava
para mí? (Tras una pausa, con abatimiento) ¿No puedes creer que la verdad es ésa, Josie, y no
sentir tanta amargura contra mí?

JOSIE: (Con dulzura, mirando aún a Jim alejarse) Sé que ésa es la verdad, papá. Ahora ya no siento
amargura. No temas que te abandone. Sólo lo dije para castigarte durante algún tiempo.

PHIL: (Con humilde gratitud) Dios sea loado por eso, querida.

JOSIE: (Con burlona sonrisa y con un deje de sus modales de siempre) ¡Un viejo chivo pelirrojo y
patizambo como tú, en el papel de Cupido!

39
PHIL: (Su rostro se ilumina. Ha vuelto a ser casi el mismo. Con tono lastimero) Me has castigado,
no hay duda. Cuando hablaste de irte pensé en ahogarme en el estanque de Harder. Eso me
brindaba un consuelo: yo sabía que el muy bribón no volvería a mirar las aguas sin recordarme.
(Josie no lo oye. Su pensamiento vuelve a la figura de Jim que se aleja. Phil lo advierte con inquietud
y dice, con dulzura) Vamos, tesoro. No ahondes tu herida. (Como ella sigue sin oír, Phil adopta su
tono de antes, colérico e irascible) ¿Te propones contemplar eternamente la salida del sol mientras
yo siento cólicos de hambre?

JOSIE: (Con dulzura) No te aflijas por mí, papá. Todo eso ya pasó. No me siento herida. Sólo estoy
triste por él.

PHIL: ¿Por él? (En un acceso de furiosa ira) ¡Que la más negra de las maldiciones de la boca del
infierno…!

JOSIE: (En un grito de angustia) ¡No digas eso, papá! ¡Lo amo!

PHIL: (Se domina, pero sigue apesadumbrado. Con aire abatido) No lo dije con intención. No sé
qué pasó, pero sí sé que Jim no se proponía hacerte daño. A quien maldecía yo era a la vida… (Al
ver que Josie guarda silencio) O quizá me maldijera a mí mismo por ser un viejo tonto urdidor de
tretas y me lo merecía.

JOSIE: (Volviéndose hacia él, con sonrisa forzada) ¡Cuidado! A eso, yo le podría decir amén. (Con
dulzura) No te pongas triste, papá. Me siento perfectamente… y muy contenta de estar aquí contigo.
(Adoptando de nuevo su aire burlón, con dificultad) Lo cierto es que, de todos modos, la vida contigo
me ha estropeado para cualquier otro hombre. Ya no volveré a sentir la misma alegría o emoción.

PHIL: (Sacando partido de esto, con su aire irascible) ¡Pronto habrá emoción si no me das
inmediatamente mi desayuno, pero no habrá alegría! ¡Te lo prevengo!

JOSIE: (Actuando, con esfuerzo, de la manera habitual ante las amenazas de su padre) ¡Vamos, no
me amenaces, vieja garrapata malhumorada! Entremos y te dará tu maldito desayuno!

PHIL: Así se habla. (Entra en la casa. Josie lo sigue, pero se gira en la puerta para contemplar por
última vez la carretera)

JOSIE: (El rostro triste, dice con dulzura) Ojalá se cumpla tu deseo y mueras pronto entre sueños,
querido Jim. Ojalá puedas descansar eternamente en el perdón y la paz. (Se gira muy lentamente y
entra en la casa)

TELÓN FINAL

40
41
42
43
.

44
45
!

46
47
48

También podría gustarte