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SERMÓN DOMINICAL

SERIE: EVANGELIO DE MARCOS

TÍTULO DEL SERMÓN: LA AUTORIDAD DEL SANTO HIJO


DE DIOS

EXPOSITOR: ALEJANDRO CUETO GOENAGA

FECHA: NOVIEMBRE 6 DE 2022

Introducción

Leí en cierta ocasión un anuncio que decía lo siguiente: “Si en


una droguería le dicen, ‘No tenemos jabón marca X, pero
tenemos otro que es tan bueno como el que usted pide’, no lo
reciba, pues es mentira. Vaya a otra droguería y búsquelo.”
La iglesia se encuentra ocupada en un negocio (El del Reino) y
las personas que asistan a los cultos están impulsadas por los
principios de ese negocio. La persona que se presenta en la
congregación tiene que demandar ante todo la predicación del
evangelio, pues el propósito que esa persona tiene al
presentarse en el lugar es oír el evangelio.
Si el evangelio no se le administra en toda su pureza, sino que
se le presenta adulterado, esa persona no está por ningún
motivo obligada a seguir presentándose en el seno de esa
congregación.
Por ello, es que debemos predicar el evangelio con autoridad,
no porque los que predicamos somos mejores que los demás,
no porque seamos más inteligentes o más sabios que los
demás, sino que el evangelio es una autoridad en sí misma y
por lo tanto hay que presentarlo como tal.
Este ejemplo lo encontramos en Cristo, el Mesías, el Hijo de
Dios. Luego de haber sido bautizado por Juan el Bautista, el
Espíritu lo impulsó a ir al desierto y luego de 40 días inicia Su
ministerio con autoridad. Las primeras palabras de Jesús al
iniciar su ministerio fue anunciar que el Reino de Dios se había

La autoridad del Santo Hijo de Dios


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acercado y que deben arrepentirse de sus pecados y crean en


el evangelio. Con toda la autoridad el Hijo de Dios se dirigía al
pueblo diciéndoles que ya el Reino de Dios se había acercado,
es decir, Él mismo y que deben arrepentirse y creer en el
evangelio para pertenecer a dicho Reino de Dios. Esta es una
predicación sin levadura, sin adornos, sin adiciones para
volverla más atractiva. Arrepiéntanse y crean.
Ha llegado la Palabra encarnada, ha llegado el Santo de Dios
con toda la autoridad para ejecutar lo que el Padre le ha
encomendado, para cumplir el propósito de Su venida, no hacer
algo diluido sino a ser autoridad porque Él conoce la fuente
misma, el corazón del Padre al ejecutar todas estas cosas.
Por lo tanto, el día de hoy veremos en nuestro sermón
dominical titulado: La autoridad del Santo Hijo de Dios,
como el Señor llama, enseña y liberta con autoridad en Su
ministerio. Y esto lo veremos a la luz de dos encabezados:

I. La autoridad del Santo Hijo de Dios para llamar


(vv16-20)
II. La autoridad del Santo Hijo de Dios para enseñar
y libertar (vv21-26)

Vayamos a nuestro primer encabezado rápidamente:

I. La autoridad del Santo Hijo de Dios para llamar


(vv16-20)
16
Mientras caminaba junto al mar de Galilea, vio a Simón y a
Andrés, hermano de Simón, echando una red en el mar, porque
eran pescadores. 17Y Jesús les dijo: «Vengan conmigo, y Yo
haré que ustedes sean pescadores de hombres». 18Dejando al
instante las redes, ellos lo siguieron. 19Yendo un poco más
adelante, Jesús vio a Jacobo, el hijo de Zebedeo, y a su
hermano Juan, los cuales estaban también en la barca,
remendando las redes. 20Al instante los llamó; y ellos, dejando

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a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron


con Jesús.

Es interesante que Marcos nos deja ver la autoridad de Jesús


al llamar a cualquier persona. en primer lugar, se trata de
Simón y su hermano Andrés. Simón, que posteriormente lo
llamaría Pedro, y su hermano Andrés se nos dice a que se
dedicaban: eran pescadores. Estaban junto al mar de Galilea
echando una red en el mar.

Estos dos hombres se dedicaban a la pesca y Jesús ilustra su


trabajo con lo que harían siendo sus discípulos, siguiéndole.
Pero si nos ponemos a pensar bien, no había mucho de
atractivo en lo que Jesús les está planteando. van a dejar de
pescar peces en el mar para volverse pescadores de hombres.
No estoy seguro si Simón y Andrés a esta altura habían
entendido lo que Jesús les estaba diciendo.

Porque en un rápido cálculo para mantenerse y mantener a sus


familias era mejor vender peces que “vender” hombres. La
verdad no estoy seguro de que estos dos hombres hayan
entendido el mensaje claramente al momento que Jesús se los
planteó y más si tenían familia. Es lo primero que tú y yo
hubiésemos pensado.

Listo, lo sigo, pero ¿Cómo me mantengo y mantengo a los


míos?

Solo estar en la presencia del Dios encarnado puede responder


esas preguntas. Solo la autoridad de un hombre como Jesús
podía dejar sin piso cualquier argumento de excusas que
pudiéramos sacar para demorar la respuesta.

Estos hombres entendieron delante de quien estaban, tan fue


así que su respuesta fue inmediata. Dice Marcos que dejando
al instante las redes ellos siguieron. No tuvieron que ver que
iban a pescar y como iban a vivir, estaban dejando todo atrás
para seguir a este hombre que acababa de predicar el reino de

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Dios y la fe en el evangelio. Pero esto no se queda allí, dice


Marcos que más adelante, yendo un poco más allá, Jesús vio a
Jacobo y a Juan, otros hermanos, hijos de Zebedeo. Lo que
impresiona de este nuevo llamado y la autoridad de quien lo
hace es que al parecer estos fueran un poco más empresarios
que Simón y Andrés.

Estos hermanos estaban con su padre y los jornaleros en la


barca. Dice que también estaban en la barca, lo que no sé es
si lo dice el autor por recordar que Simón y Andrés tenían barca
o porque además de ellos dos estaban el padre y los jornaleros
en ella montados. El detalle que nos da Marcos de estos dos
hermanos es más amplio. Estos no estaban pescando sino
remendando las redes. Algo así como preparándolas para la
pesca.

Pero estos hermanos tenían barca, tenían a su padre que


seguramente es el dueño de la empresa y sus respectivos
jornaleros. Quizás estaban más cómodos que Simón y Andrés,
pero nada de eso los detuvo a tomar una decisión inmediata
ante las palabras de Jesús al llamarlos. Ellos, sin dudar,
siguieron a Jesús dejando a su padre en la barca junto con los
jornaleros.

La única razón para que estos cuatro hombres dejaran todo


para seguir a Jesús es Jesús mismo. La autoridad que tiene
Jesús al llamar a los suyos es incuestionable y no se puede
doblegar. No es tal cosa como un líder tratando de convencer
a hombres a que lo sigan sino un hombre que solo unas
palabras pueden convencer el corazón endurecido de
cualquiera.

Si Dios por medio de Su Palabra creó todas las cosas entonces


todas las cosas le obedecen por medio de Su Palabra también,
porque este hombre es el verbo encarnado de los que los
profetas habían anunciado y Juan el Bautista proclamó que no
era digno ni siquiera de humillarse ante este hombre.

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Estos hombres estaban al frente del mismísimo Dios encarnado


el cual solo le bastó decirles síganme para que Simón, Andrés,
Jacobo y Juan dejaran todo lo que hacían y seguirle sin
preguntar a donde.

Solo Cristo puede tener esa autoridad. De la misma manera,


este Cristo que llamó a estos discípulos y le siguieron sin
pensarlo es el mismo que nos llamó a los que estamos en Él.
Jesús no tuvo en cuenta el average que estos hombres
pudieran tener, si eran buenos o malos pescadores. Lo que sí
sabemos es que eran pecadores como nosotros.

Pero el fin del llamado no recae en a quien se le hace sino en


quien lo hace. Todo depende de Él y a este Jesús le plació
llamar a estos cuatro hombres como también nos llamó
eficazmente a los que estamos en Cristo en este lugar. Pero
quiero preguntarte algo amado hermano que estás aquí:

¿Has dejado todo para seguirle o todavía tienes reinos donde


tu eres tu propio rey o reina?

Con la misma autoridad que estos discípulos fueron llamados


es la misma autoridad con la que tu y yo fuimos llamados, de
hecho, cada discípulo que llega a Cristo es porque toda
autoridad le fue dada a Él.

Estos hombres dejaron todo lo que hacían para su sustento y


comenzaban a depender de Jesús.

¿Es lo mismo que te pasa o todavía tienes áreas que crees que
Él no puede controlar?

Mi hermano, sino lo haces voluntariamente, en tu santificación


Él lo hará igual si no has entregado todo a Cristo o dejado todo
por Él. ¿Qué cosas no has dejado? Estos hombres dejaron su
trabajo, su empresa, su padre, los jornaleros por alguien
supremamente mejor. ¿Qué cosas no has dejado aún el cual te
dejan tener una comunión fiel con el Señor?

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En serio hermano, si tu eres de Cristo y no has dejado algo aún


por Él, tarde que temprano Él te quitará ese ídolo. Al que Él
llama de manera eficaz lo santifica y quitará todo lo que estorbe
en ese proceso.

Así que te debes preparar para dejarlo o te debes preparar para


perderlo. Él tiene toda autoridad para hacer lo que quiera con
los que el Padre ha escogido y que Jesús no perderá ninguno.

Si solo con una palabra: sígueme, estos hombres le siguieron,


podríamos imaginar el poder y autoridad que tiene este hombre
para con la creación.

Pero el no solo tiene la autoridad para llamar a los suyos sino


también…

II. La autoridad del Santo Hijo de Dios para enseñar


y libertar (vv21-26)
21
Entraron en Capernaum; y enseguida, en el día de reposo,
Jesús entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. 22Y se
admiraban de Su enseñanza; porque les enseñaba como quien
tiene autoridad, y no como los escribas. 23En ese momento
estaba en la sinagoga de ellos un hombre con un espíritu
inmundo, el cual comenzó a gritar: 24«¿Qué tienes que ver con
nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé
quién Tú eres: el Santo de Dios». 25Jesús lo reprendió,
diciendo: «¡Cállate, y sal de él!». 26Entonces el espíritu
inmundo, causándole convulsiones al hombre, gritó a gran voz
y salió de él.

Marcos nos deja ver inmediatamente que estos cuatro hombres


que dejaron sus cosas para seguir a Jesús entraron en
Capernaum con Él. Ahora se aclara que la parte de la ribera por
la cual Jesús caminaba, cuando llamó a los cuatro discípulos,
se hallaba cerca de Capernaum.

Jesús tenía la costumbre de asistir a la sinagoga, y pronto se


acostumbró a enseñar en ella. Lo mismo ocurre en la presente

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ocasión. Primero se debe haber leído en hebreo la porción de


la ley prescrita para esa ocasión, después alguien la tradujo al
arameo. Jesús debió haber manifestado su deseo de hablar y,
habiendo obtenido el permiso para hacerlo, de pie leyó una
porción de los profetas: luego se sentó y explicó el pasaje leído
aplicándolo a las necesidades de los oyentes.

Mientras Jesús hablaba, la gente quedó pasmada. Estaban


literalmente “fuera de sí”, es decir, “aturdidos” por el asombro
y la admiración. Fue una condición que los mantuvo
sobrecogidos.

¿Cuáles fueron algunas de las razones que produjeron tal


reacción en el auditorio? Una de ellas bien pudo ser que él era
un carpintero y, sin embargo, mostraba una increíble sabiduría.
Pero lo que especialmente los impresionó fue esto: porque les
enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.

Consideremos los siguientes contrastes entre el método de


enseñanza de Cristo y el de los escribas:

a. Él habló la verdad (Jn. 14:6; 18:37), mientras que los


sermones de los escribas se caracterizaban por razonamientos
evasivos (Mt. 5:21ss).

b. Él enseño cosas de tremendo significado, asuntos acerca de


la vida, la muerte y la eternidad. Ellos a menudo desperdiciaban
el tiempo en asuntos triviales (Mt. 23:23; Lc. 11:42).

c. Su predicación tenía un sistema, en cambio el Talmud


demuestra que ellos divagaban a menudo.

d. Él despertaba la curiosidad haciendo uso abundante de


ilustraciones (Mr. 4:2–9, 21, 24, 26–34; 9:36; 12:1–11). La
enseñanza de ellos era casi siempre árida y aburrida.

e. Él hablaba mostrando amor hacia la gente, como aquel que


se preocupaba del destino eterno de sus oyentes, y les guiaba
hacia el Padre y su amor. Ellos carecían de amor al enseñar.

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f. Finalmente, y esto es lo más importante, aquí se dice


específicamente que él hablaba “con autoridad”, porque su
mensaje venía directamente del corazón y la mente del Padre
(Jn. 8:26). Su mensaje procedía del alma misma y de las
Escrituras. En cambio, ellos tomaban ideas de fuentes falibles,
un escriba citando a otro. Ellos procuraban sacar agua de
cisternas rotas. Él la sacaba de sí mismo, siendo él la fuente de
agua viva (Jer. 2:13).

Así que la autoridad con la que enseñaba Jesús es dada porque


Él es Dios encarnado y sabía exactamente lo que el texto
original tenía como objetivo hacia la audiencia original y
evidentemente como poder aplicarlo a la audiencia a la que
enseñaba. Por eso era la admiración de los que estaban en la
sinagoga. Que mejor exégeta que Cristo mismo para
interpretar lo que Dios mismo ha inspirado.

Pero algo sorprendente sale de la enseñanza de Jesús…


23
En ese momento estaba en la sinagoga de ellos un hombre
con un espíritu inmundo, el cual comenzó a gritar:

Dice el escritor que en dicha sinagoga había un hombre con


espíritu inmundo y nos dice que comenzó a gritar. ¿Qué
podemos inferir que produjo el grito del espíritu inmundo? La
enseñanza de Jesús.

Mis hermanos, la predicación de la Palabra de Dios, del


evangelio de Cristo tiene poder para sacar hasta a los
demonios. Cuando se predica fielmente la Palabra de Dios los
demonios salen corriendo porque la Palabra de Dios es poder
para salvación. No se necesita de intermediaciones extrañas,
exorcismos. Solo la Palabra de Dios tiene el poder para libertar
a cualquier ser humano.

Y lo que grita este espíritu inmundo creo que es importante:


24
«¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has
venido a destruirnos? Yo sé quién Tú eres: el Santo de Dios».

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Haciendo uso de las cuerdas vocales del desdichado, el


demonio literalmente dijo: “Qué (hay) a nosotros y a ti”, es
decir, “¿Qué tenemos en común?”; en otras palabras: “¿Qué
tienes tú que ver con nosotros?”; en consecuencia: “¿Por qué
nos molestas?” (véase también Mr. 5:7; cf. Mt. 8:29).
Obsérvese: “¿Qué tienes tú que ver con nosotros?”.

Un demonio habla por todos los demás, porque se da cuenta


que lo que a él le suceda, será la porción de todos los demás
demonios. La forma en que el demonio se dirigió al Señor,
llamándolo “Jesús de Nazaret”, fue tan sólo la designación por
la cual se le conocía, y no una falta de respeto.

Esto es claro por las palabras que agrega: “¿Has venido a


destruirnos? ¡Sé quién eres, el Santo de Dios!”. Las palabras
“Has venido”, difícilmente podrían significar: “has venido de
Nazaret”, porque Jesús no necesitaba venir de Nazaret para
aplastar el poder de los emisarios de Satanás.

Es mejor entender la expresión en el sentido de “Has venido al


mundo desde el cielo …”. En consecuencia, el demonio
pregunta si aquel que había venido a buscar y a salvar a los
perdidos (Lc. 19:10) también venía a destruir ahora mismo a
los demonios (cf. Mt. 8:29).

Cuando el demonio declara “sé”, no está mintiendo. Hay ciertas


cosas que el príncipe del mal y sus servidores conocen.
Además, parte de este conocimiento les hace temblar, les llena
de temor. Saben que para ellos no hay salvación, sino sólo un
horrible castigo.

El demonio está pensando en esta terrible realidad, al darse


cuenta de que en aquel instante se halla frente a su gran
oponente, a quien correctamente lo llama “el Santo de Dios”.
Sabe que la santidad no puede tolerar el pecado. “… espíritu
inmundo … Santo de Dios”. ¡Qué contraste!

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Jesús fue “santo”, no sólo en el sentido de que no tenía pecado


en sí mismo, que estaba lleno de virtud y que era la causa de
virtud en otros, sino específicamente también en el sentido de
haber sido ungido y, por tanto, puesto aparte, separado para
la realización de la más excelsa tarea.

Wao, cuanta autoridad en Jesús para enseñar y para que se


manifiesten los demonios solo por lo que dice y por su
presencia.

Como estos demonios sabiendo cuál era su fin se refieren al


Señor y como muchos hombres y mujeres impíos hablan del
Señor de una manera tan fuera de lugar sin saber el fin que les
espera.

Y asombra la respuesta que Jesús le da a este demonio:


25
Jesús lo reprendió, diciendo: «¡Cállate, y sal de él!».

Hermanos el hecho de que el demonio estuviera diciendo una


verdad, de que Jesús es el Santo de Dios, no tenía derecho a
decirlo. Nada inmundo puede hablar de lo Santo, no tiene el
derecho de mencionar algo acerca de Jesús alguien que lo
desprecia con todas sus fuerzas. Le temían, pero no tenían
ningún derecho de mencionarlo. Por ello nuestro Señor lo
manda a callar.

Y aparte de mandarlo a callar, también lo manda a salir del


desdichado que estaba endemoniado. Una doble orden que el
demonio obedece de manera inmediata pero no pacífica:

Entonces el espíritu inmundo, causándole convulsiones al


26

hombre, gritó a gran voz y salió de él.

Este espíritu inmundo le causó convulsiones al hombre poseído


y antes de salir gritó a gran voz. Marcos no nos dice que gritó
ni tampoco nos menciona que pasó con el hombre, pero lo que
si vemos es la autoridad de Jesús para libertar a alguien de un
demonio o espíritu inmundo.

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Ningún hombre tiene autoridad como Jesús, ninguno hace que


los demás dejen lo que están haciendo para seguirle, ninguno
enseña como Jesús enseña y ninguno manda a callar y a salir
a los demonios de sus posesiones con la autoridad del Hijo de
Dios, el Santo, el Mesías enviado.

Esto solo puede ocasionar en la gente, en los testigos lo que


ocasionó en este pueblo y que Marcos se lo deja registrado a
su audiencia:

Conclusión
27
Y todos se asombraron de tal manera que discutían entre sí,
diciendo: «¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva con autoridad!
Él manda aun a los espíritus inmundos y le obedecen».
28
Enseguida Su fama se extendió por todas partes, por toda la
región alrededor de Galilea.

La emoción que se describe (“Se asombraron - estaban tan


pasmados”) es sinónima a lo expresado en el versículo 22 (“se
admiraban”). Cuando los presentes comenzaron a preguntarse
unos a otros “¿Qué es esto?”, se referían tanto a la enseñanza
de Cristo como a la expulsión del demonio.

En cuanto a lo primero, se dieron cuenta que tanto el contenido


como el método de la enseñanza que aquel sábado habían oído
en la sinagoga era diferente a todo lo escuchado antes en ese
lugar. En cuanto a lo segundo, la misma autoridad y poder que
Jesús exhibió en su enseñanza, fueron mostrados también en
las órdenes que dio a los demonios.

De modo que, tuvieron que rendirse, siendo totalmente


incapaces de resistir. Se nota que aunque el relato mismo habla
de un solo demonio, la gente en seguida saca la conclusión
correcta de que lo que fue hecho a un espíritu inmundo podía
hacerse a todos.

Los oyentes no sabían qué hacer con todo esto. Estaban


profundamente impresionados con las palabras y las obras de

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Jesús. Entre ellos se preguntaban quién era él, pero no hallaban


respuesta.

Los acontecimientos de aquel sábado en la sinagoga fueron tan


sorprendentes, que sin dilación alguna cada uno los contó a su
vecino, y éste a otro, etc. Las noticias no se confinaban a
Capernaum. “En cuestión de instantes”, por decirlo así, las
nuevas se extendieron por toda la región alrededor de Galilea.

Amados, esto no se trata de jabones que podemos cambiarlo


de acuerdo a nuestro estado de piel, esto se trata del evangelio
de Cristo el cual es uno solo y tiene todo el poder y la autoridad
para salvar a pecadores. No aceptemos un evangelio diferente
a este.

Este solo tiene el poder de llamar a los suyos, de enseñar y de


libertar al cautivo. Jesús es el evangelio encarnado que con
autoridad llamó a estos discípulos que habían sido escogidos,
pero también tiene la autoridad para enseñar porque
ciertamente Él conoce el significado real de cada palabra que
Dios inspiró y esta enseñanza liberta como aquél endemoniado
que terminó rindiéndose ante la autoridad del Santo de Dios.

Este es el mismo Cristo que nos salvó amados hermanos, el


mismo Cristo que sigue obrando sobre toda la creación con
autoridad porque toda autoridad le fue dado en el cielo y en la
tierra y es con esa autoridad con la que nosotros predicamos
este tesoro que se llama evangelio para que otros sean
llamados, enseñados y finalmente libertados de las manos de
satanás.

Pero no solo eso mis hermanos, sino que esta misma autoridad
que tiene nuestro Señor es en lo que nosotros debemos
descansar, nada pasará sin que el Rey de reyes y Señor de
señores lo quiera y si nosotros somos Sus ovejas entonces
debemos estar seguros que Él está a cargo.

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Ese que solo con el poder de Su Palabra puede echar demonios


de una persona está a cargo de mi vida, no debe haber mayor
seguridad. Y lo hermosos de esto es que esta seguridad la
debemos tener hasta el fin.

Porque ese evangelio que un día nos llamó también nos enseñó
y sigue enseñando y nos libertó de las manos de satanás, es el
mismo evangelio que nos santifica y nos sostiene hasta el fin.
Bendito Cristo, que esperamos Su gloriosa venida con la
certeza que Él nos ha dado en virtud de Su obra perfecta y
suficiente.

Y si tu estás aquí y no conoces de Cristo, quiero decirte algo


amigo: tu situación en estos momentos no es mejor que la del
hombre endemoniado en la sinagoga. El hecho de que no
convulsiones y no pase nada extraordinario a nuestros ojos no
quiere decir que estés mejor que él. Al igual que ese hombre
en la sinagoga, necesitas de Cristo.

Amigo tu estás en el bando de satanás así no creas que estás


endemoniado, de hecho, deberías considerar que si lo estás
porque como Jesús mismo lo dice: tu eres hijo de vuestro padre
el diablo. Tu no eres digno de mencionar el nombre de Dios aún
con tu boca. Pero a diferencia de este demonio, tu si tienes
oportunidad.

Y mi ruego en esta mañana es que el Señor regenere tu corazón


de tal manera que lo puedas ver como Él es y corras a los pies
de Cristo en arrepentimiento y fe para que sometas tu vida al
Único que tiene autoridad. Amigo si estás en un pecado el cual
te has deleitado en él por mucho tiempo, no eres mejor que
este demonio y el destino será el mismo, pero lo bueno es que
aún estás a tiempo.

El Señor ha tenido misericordia un día más para que puedas


ser expuesto a Su Palabra la cual tiene el poder para libertarte.
Por ello mi oración es que Él te salve hoy, porque hoy es el día
de Su salvación también y que puedas caminar con Jesús y

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goces de los mismos privilegios que tienen los que estamos en


Cristo. Amigo, los creyentes de este lugar no eran mejor que
tu hoy, pero tenemos a alguien mejor y es el Único que merece
toda la gloria por los siglos de los siglos.

Así que no te vayas sin antes ir al Señor en arrepentimiento


genuino porque Él no desprecia ningún corazón contrito y
humillado.

Que el Señor bendiga Su Palabra. Amén.

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