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Estudio sobre Marcos 2. Clase 5.

Desde el capítulo 1 pudimos comenzar a conocer a Jesús. Conocimos


que había profecías antiguas que anunciaban su aparición y su vida
en la tierra, pero que también había un profeta en el tiempo de Jesús
llamado Juan el Bautista que anunciaba el inicio de su reino, y por lo
tanto, llamaba a las personas a abandonar su vida pasada por el
arrepentimiento, y creer que Aquél Hombre iba a darles una vida
nueva por el poder del Espíritu Santo.

Asimismo, Jesús comenzó a demostrar que él era no sólo un hombre


especial, sino que compartía características con Dios, y confirmaba
que el reino de Dios había llegado con él. Cuando es ungido o
bautizado, Dios mismo confirma que ese hombre es Su Hijo, y el
Espíritu confirma su misión descendiendo sobre Él. Satanás mismo es
vencido en sus dominios, y Jesús comienza a anunciar lo que ya
sabemos a las personas.

Como Rey, Jesús comienza a invitar a las personas, y a ordenarles a


que sean parte de este nuevo reino celestial, y llama a cuatro
pescadores (Simón, Andrés, Jacobo y Juan) para que abandonen su
profesión y se conviertan en seguidores suyos. Estos obedecen al
instante, creyendo en su mensaje, aunque aún no conocían
completamente a Jesús. Sin embargo, en el camino lo irán
conociendo, como nosotros.
Jesús demuestra su autoridad para enseñar en la sinagoga, su
autoridad para dominar y echar a los demonios, y su autoridad sobre
enfermedades que estaban relacionadas con el pecado y la ira de
Dios, como la lepra y la fiebre. La gente se asombra de sus milagros,
pero hacen constantemente las preguntas “¿Qué es esto? ¿Qué
nueva doctrina es esta, que con autoridad manda aun a los espíritus
inmundos, y le obedecen?”, o “¿Quién es este Jesús?”.

Ahora veremos que Marcos continuará describiendo la autoridad


especial que tiene Jesús, pero en otro aspecto espiritual, el perdón de
pecados. Vamos a leer:

Marcos 2:1-12

Entró Jesús otra vez en Capernaum después de algunos días; y se oyó


1

que estaba en casa. 2E inmediatamente se juntaron muchos, de manera


que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra.

Recordemos un poco la ubicación de Jesús. Para eso, he colocado


este mapa, y primero estuvo en el Río Jordán donde fue bautizado,
posteriormente se retira al desierto, luego avanza hasta el Mar de
Galilea, y allí se adentra hacia la ciudad costera de Capernaum. En
Capernaum hace sanaciones y milagros y luego recorre las aldeas
cercanas en la provincia de Galilea, predicando. Ahí nos quedamos la
clase pasada.

¿A dónde regresa Jesús según el v. 1? A Capernaum, donde iniciaron


sus milagros. Dice que se oyó entre la gente que estaba en casa, lo
que nos explica que la fama de Jesús siguió creciendo y la gente
buscaba estar cerca de él, por lo que corrió el rumor de su regreso a
Capernaum. Esto también nos recuerda a la consecuencia que
ocasionó el leproso al contarles a todos sobre Jesús, según el v. 45
del capítulo pasado, ¿cuál fue esa consecuencia en el ministerio de
Jesús? Que ya no podía entrar abiertamente en la ciudad. E igual que
cuando Jesús sanó a la suegra de Simón, la gente se juntó a la
puerta, pero en esta ocasión no se dice que Jesús sanara, por el
contrario ¿qué es lo que hacía según el v.2? Predicaba.

Ahora llegamos al núcleo, al centro de la historia, leamos los


versículos 3-5:

Entonces vinieron a él unos trayendo un paralítico, que era cargado por


3

cuatro. 4Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud,


descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo una abertura, bajaron
el lecho en que yacía el paralítico. 5Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al
paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.

Entonces, entre toda la multitud que deseaba acercarse a Jesús,


había unos hombres que traían a un paralítico. Probablemente, eran
sus amigos, que traían al paralítico a Jesús. Pero se topan con un
obstáculo, ¿cuál es ese obstáculo que impedía a los cuatro amigos a
que se acercaran a Jesús según el v.4? La multitud.

Pero tengo que preguntarles, ¿qué hicieron los amigos? ¿Se rindieron
y regresaron al paralítico a su casa? ¿O decidieron buscar otra
manera de acercar a su amigo a Jesús? Abren el techo directamente.
Sólo para su conocimiento, para que no piensen que la Biblia eche
mentiras, les aclaro que los techos eran construidos de diferente
manera en ese entonces. No eran de concreto y por lo tanto no tenían
que usar taladros o martillos para abrir el techo.

Normalmente las casas eran construidas con bloques de basalto


(insertar imagen), sin mortero, osea sin mezcla, lo que significa que los
muros no podían sostener algo tan pesado, sino solo una liviana
techumbre de paja. Normalmente los techos estaban inclinados, y su
estructura se sostenía con vigas transversales de madera, con un
revestimiento de cañas y ramas cubiertas de barro seco.

Como se podrán dar cuento, estos materiales no son tan duros, por lo
que abrir el techo no era una operación tan difícil, y si era posible.

Ahora, cuando los amigos bajan al paralítico, no le gritan a Jesús que


lo sane, sino que el colocarlo frente a Él es una silenciosa invitación a
sanarlo. Jesús nota que la fe de estos cuatro es silenciosa, pero
poderosa, pues aunque no confiesan nada con su boca, sus manos
confiesan el poder de Jesús, al esforzarse por abrir un hoyo en el
techo y bajar a su amigo. Inmediatamente, Jesús les concede la
petición y le dice al paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados”.

Curiosamente Marcos no se enfoca en la reacción del paralítico con


estas palabras, sino la reacción de unos escribas presentes.

Vamos a leer los versículos 6-7 para ver esa reacción:


Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales cavilaban en sus
6

corazones: 7¿Por qué habla este así? Blasfemias dice. ¿Quién puede
perdonar pecados, sino solo Dios? 8Y conociendo luego Jesús en su
espíritu que cavilaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por
qué caviláis así en vuestros corazones? RVR1960

Estaban sentados allí algunos maestros de la ley, que pensaban: 7«¿Por


6

qué habla éste así? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar pecados
sino sólo Dios?». 8En ese mismo instante supo Jesús en su espíritu que esto
era lo que estaban pensando. —¿Por qué razonan así? —les dijo—. NVI

Primero que nada, veamos la conducta de estos escribas. Dice que


estaban sentados, cuando seguramente había mucha gente parada.
Es una posición de comodidad, pero también de autoridad, como si
estuvieran juzgando lo que Jesús predicaba. Y vaya que tendrían que
hacerlo pues son los expertos en la ley de Moisés, en el Antiguo
Testamento y en la tradición. Ellos decidían lo que era o no aceptable
para Dios.

Pero también miren como se distingue a los escribas sentados de la


activa demostración de fe de los amigos del paralítico que ven la
escena desde el tejado. Y viene la pregunta: «¿Por qué habla éste
así? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo
Dios?».

La cuestión es que estos maestros de la ley no hablan, pero se nos


indica por comentario del autor que estos pensaban esas cosas.
¿Cómo supo Marcos lo que pensaban estos escribas? Se nos aclara
en el v. 8. ¿Quién se da cuenta de lo que pensaban estos maestros?

Jesús, dice Marcos, en su espíritu conocía lo que pensaban estos


hombres, y les lanza una pregunta: ¿Por qué caviláis así en vuestros
corazones? Yo me imagino que estos hombres se sorprendieron y
posiblemente se sintieron avergonzados. Honestamente, creo que si
nuestra mente fuera transparente y todas las personas conocieran en
lo que pensamos, sería vergonzoso y verdaderamente humillante.
Trataríamos de justificarnos diciendo que “es solo un pensamiento”
que se nos cruzó o que no pensamos realmente así, pero lo hacemos.

Es como cuando uno es atrapado con las manos en la masa, viendo el


celular en horas de clase. Tal vez piensen que el maestro no los ve,
pero cuando se da cuenta y les quita el celular delante de todo el
salón, estoy seguro que la vergüenza y la pena los inunda.
Seguramente los escribas se sintieron de manera similar. Lo triste es
que no vemos que se arrepientan o que pidan perdón en este capítulo,
sino que continuarían oponiéndose a Jesucristo el resto de su
ministerio, y lo llevarían hasta la cruz.

Ahora, por otra parte, lo que llegaron a pensar sobre que sólo Dios
perdona los pecados, es acertado, pero no se dan cuenta que en su
pregunta, está la respuesta: Jesús, entonces, debe ser alguien
relacionado o similar a Dios. También valdría la pena reflexionar si
estos hombres consideraron que Jesús leyó sus corazones lo cuál es
algo que solo Dios podría hacer también.
Miren, en el Antiguo Testamento, sólo los sacerdotes podían declarar
(no otorgar) el perdón de pecados después del arrepentimiento,
restitución y sacrificio. Pero Jesús no pide todo eso para otorgar el
perdón de Dios.

Esto nos enseña que la presencia del reino de Dios en Cristo, va a dar
entrada al perdón de pecados, lo cuál había sido prometido por Dios
en los profetas del Antiguo Testamento

 Isaías 33:22, 24

Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es


22 

nuestro Rey; él mismo nos salvará. 24 No dirá el morador: Estoy enfermo;


al pueblo que more en ella le será perdonada la iniquidad.

 Jeremías 31:34

Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano,


diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más
pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la
maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.

 Miqueas 7:18

¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del
remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se
deleita en misericordia.

Ahora bien, vamos a leer la última porción de hoy, los versículos 9-12
¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son
9

perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? 10Pues


para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra
para perdonar pecados (dijo al paralítico): 11A ti te digo:
Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. 12Entonces él se
levantó en seguida, y tomando su lecho, salió delante de todos,
de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios,
diciendo: Nunca hemos visto tal cosa.

Vemos que ante la actitud de los maestros de la ley, Jesús lanza una
pregunta: ¿Qué es más fácil? Ustedes ¿qué responderían?

La respuesta es que ambas se relacionan, y ambas son igual de


fáciles para Dios. Para entender mejor la pregunta podemos
reescribirla así: ¿Qué es más sencillo, decir públicamente que este
hombre es perdonado, o demostrar por medio de un milagro que los
pecados de este hombre han sido perdonados?

Aunque es lógico que alguien debe demostrar lo que dice, en el


Antiguo Testamento Dios dejó una instrucción en Deuteronomio 18:22
para identificar a los falsos y a los verdaderos profetas:

“si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo


que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado;
con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él”.
Entonces, así como Jesús es Dios, también recordemos que al
predicar y hacer milagros, estaba cumpliendo la tarea de ser un
profeta. Y lo que hará a continuación demostraría que decía la verdad.

Resulta que Jesús aquí habla una vez más, y ordena al paralítico que
se levante, tome su lecho, y se vaya a casa, lo que implicaría un
milagro que lo sanaría. Y así sucede. Así que aquí vemos el tercer
aspecto sobre el que Jesús tiene autoridad: sobre el perdón de
pecados. Recapitulando, vimos su autoridad sobre la enfermedad y
sobre los demonios en el capítulo anterior. Ahora vemos su autoridad
para perdonar pecados, verdaderamente.

Ahora, este simple acto de levantarse también es un acto de fe del


paralítico. Él estaba entre los escribas y entre Jesús. Tal vez sentía
sus miradas pesadas que lo consideraban impuro por estar enfermo, o
que lo juzgarían si se levantaba. Y por otro lado tenía la orden de
Jesús, que decidió obedecer, aunque imagino la presión que debió
sentir. El resultado es que él queda sano, y la gente comienza a
adorar a Dios, y a afirmar que nunca nadie había visto estas cosas.

Saben, si recuerdan, los profetas del Antiguo Testamento lograron


hacer cosas milagrosas por el poder de Dios, incluso llegaron a
resucitar muertos. Pero ninguno de ellos tuvo la capacidad de
perdonar pecados. Ni Moisés, ni Abraham, ni Elías, ni Isaías.

Aplicaciones

 La sanidad espiritual y la física.


o La parálisis se trata como una consecuencia del pecado.
Perdonar el pecado es eliminar sus consecuencias: la
parálisis.
 Jesús puede perdonar pecados y es la sanidad (Éxodo 15:26)
o Los milagros confirman el origen y el poder divino de Jesús,
no trata de explicar por qué sufren las personas, sean
buenas o malas.
 Jesús ha sido enviado para llevar perdón a un mundo
pecaminoso
o Hay algo misteriosamente malo en la enfermedad que la
vincula con el poder del pecado. La venida del reino
significa el final de ambas cosas.
o Jesús triunfa sobre todo aquello que en el Antiguo
Testamento nos impedía llegar a la presencia de Dios y
abre así el camino para que el reino de Dios entre en todas
las esferas de la vida.
 ¿Quién es este que ofrece perdón, sanación y salvación? ¿Qué
significa su presencia en nuestra vida?
o Estos milagros “anuncian e inauguran lo que ofrecerá el
futuro; son la presencia en la historia de lo que será la
promesa de esta, un mundo restaurado. El amor y la gracia
de Dios reinan.
 Las soluciones científicas no son la solución a todos los
problemas de la enfermedad, el sufrimiento y la muerte.
o El bienestar físico no es la esencia de la fe cristiana. La
gracia de Dios es suficiente y todo cuanto necesitamos para
la vida.
 El perdón de pecados puede traer sanidad, pero la sanidad
jamás traerá perdón de pecados.
o Dios está a favor de la sanidad y que, por tanto, puede
obrar a través de la medicina y la cirugía tanto como por
medio de la fe y la oración, pero estas dos no deben
descuidarse.

Conclusión final:

La iglesia ha de proclamar con sus palabras y obras esta oferta de


perdón que puede limpiar todo pecado. Muchas personas sienten en
su alma el ahogo producido por una maraña de opresiva culpa. La
palabra de Jesús puede arrancar toda esta maleza e impartir nuevas
fuerzas de renovación y energía a las vidas de las personas.

El pastor Leonard Sweet escribió: “La sanación médica es el


conocimiento de Dios manifestado a través de la ciencia, mientras que
la espiritual es este conocimiento manifestado por medio de la fe.

Es el mismo conocimiento. El mismo Dios.”

Preguntas de reflexión:
¿Qué es lo que nos hace ver a otros como leprosos? ¿Qué es lo que
tememos de ellos? ¿Qué hay en nosotros que nos hace sentir como
leprosos, intocables? ¿Qué es lo que nos lleva a convertirnos en
personas capaces de subir con esfuerzo a un tejado y abrir una
abertura para llevar a otro hasta la fuente de sanidad? ¿Qué es lo que
nos lleva a tirar la toalla ante una multitud? ¿En qué nos parecemos al
maestro de la ley, al frío intelectual, al observador escéptico, al crítico
especialista?

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