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TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Pleno. Sentencia 171/2022


EXP. N.° 01987-202I-PA/TC
LIMA
COOPERATIVA DE SERVICIOS
ESPECIALES LA VICTORIA LTDA. 212

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 19 días del mes de abril de 2022, el Pleno del Tribunal
— Constitucional, integrado por los magistrados Ferrero Costa, Sardón de Taboada,
Miranda Canales, Blume Fortini, Ledesma Narváez y Espinosa-Saldaña Barrera,
pronuncia la siguiente sentencia; con el fundamento de voto de la magistrada Ledesma
Narváez y el voto singular del magistrado Blume Fortini, que se agregan.

ASUNTO

El recurso de agravio constitucional interpuesto por la Cooperativa de Servicios


Especiales La Victoria Ltda. 212 contra la resolución de fojas 652, de fecha22 de marzo
de 2021, expedida por la Segunda Sala Constitucional de la Corte Superior de Justicia
de Lima, que declaró improcedente la demanda de amparo de autos.

CEDENTES

emanda

Con fecha 28 de setiembre de 2017 (f 173), la recurrente interpone demanda de


amparo contra la Segunda Sala Civil con Subespecialidad Comercial de la Corte
Superior de Justicia de Lima y la Sala Civil Permanente de la Corte Suprema de Justicia
de la República, solicitando la anulación del laudo arbitral de fecha 8 de junio de 2016
(f. 86), recaído en el caso arbitral 3157-2015-CCL; y de las siguientes resoluciones
judiciales: i) la Resolución 12, de 9 de marzo de 2017 (f. 122), que declaró infundada su
demanda sobre anulación de laudo arbitral respecto de la causal "b" del artículo 63.1 de
la Ley de Arbitraje, y válido el laudo arbitral de derecho de fecha 8 de junio de 2016,
contenido en la Resolución 7; y, ii) el Auto calificatorio del recurso de casación 2024-
2017, de fecha 17 de julio de 2017 (f 137), que declaró improcedente su recurso porque
contra lo resuelto por la Corte superior solo procede recurso de casación cuando el
laudo ha sido anulado total o parcialmente, lo que no ocurrió en el caso.

Manifiesta que el árbitro, lejos de actuar con justicia y amparar su demanda arbitral,
consumó la arbitrariedad al desestimarla y prácticamente despojarla de un bien de su
propiedad, al acoger las reconvenciones del emplazado don Moisés Martín Rodríguez
Ureta, pues reconoció que por aplicación de una cláusula penal leonina y abusiva, su
representada le adeuda USD 225 000.00. Agrega que las emplazadas han desestimado
su demanda vulnerando sus derechos fundamentales al debido proceso, de propiedad y a
la libertad contractual.
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egfaciones de la demanda

Con fecha 9 de enero de 2018, el procurador público adjunto a cargo de los asuntos
judiciales del Poder Judicial contesta la demanda y solicita que se la declare
improcedente (f. 231). Refiere que las cuestionadas resoluciones no han vulnerado
derecho constitucional alguno, pues la decisión adoptada es legal y racionalmente
justificada.Por un lado, manifiesta que la demandante no ha cumplido con determinar
las razones por las cuales considera que las emplazadas han vulnerado sus derechos
constitucionales, y por otro lado, que el recurso de anulación de laudo no puede dar
o
o cabida a reclamos por disconformidad con lo resuelto. Agrega que contra lo resuelto por
o la Sala superior no cabía interponer recurso de casación, y que por ello la resolución
LL casatoria es plenamente válida.

Con fecha 4 de junio del 2018, don Moisés Martín Rodríguez Ureta contesta la
da y solicita que se la declare improcedente o infundada (f. 557). Básicamente su
entación está referida a sustentar lo decidido en el cuestionado laudo arbitral.

soluciones de primera y segunda instancia o grado

El Sexto Juzgado Constitucional de Lima, mediante Resolución 9, de fecha24 de


octubre de 2019 (f. 610), declaró improcedente la demanda, con el argumento de que
esta no se encuentra en alguno de los supuestos de excepción para la procedencia del
amparo, de conformidad con lo dispuesto en la Sentencia 00142-2011-PA/TC, que
constituye precedente vinculante.

A su turno, la Segunda Sala Constitucional de la Corte Superior de Justicia de


Lima, mediante Resolución 14, de fecha 22 de marzo de 2021 (f. 652), confirmó la
apelada, por estimar que está acreditado que la demandante acudió previamente a otro
proceso judicial (anulación de laudo arbitral) para cuestionar el laudo en referencia,
cuya naturaleza no es de una vía previa, sino de una vía igualmente satisfactoria,
conforme a lo previsto en el Decreto Legislativo 1071, por lo que dicha decisión es
definitiva. Añade que a pesar de ello, no se advierte que las resoluciones cuestionadas
contengan un agravio manifiesto o evidente a los derechos constitucionales cuya
vulneración se denuncia.

FUNDAMENTOS

Delimitación del petitorio

1. La recurrente interpone demanda de amparo contra la Segunda Sala Civil con


Subespecialidad Comercial de la Corte Superior de Justicia de Lima y la Sala Civil
Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República. Solicita la anulación
del laudo arbitral de fecha 8 de junio de 2016 (f. 86); y de las siguientes
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resoluciones judiciales: i) la Resolución 12, de fecha 9 de marzo de 2017 (f. 122); y


ii) el Auto calificatorio del recurso de casación 2024-2017, de fecha 17 de julio de
2017 (f. 137).

La procedencia del amparo contra una resolución judicial recaída en el trámite de


un recurso de anulación de laudo arbitral

2. Con fecha 5 de octubre de 2011, el Tribunal Constitucional publicó en el diario


oficial El Peruano la sentencia recaída en el Expediente 00142-2011-PA/TC, que,
con calidad de precedente, estableció nuevas reglas sobre la procedencia del amparo
en materia arbitral, la cual dispone, en el fundamento 31, que a partir del día
siguiente de su publicación, toda demanda que se encuentre en trámite y que no se
ajuste al precedente allí establecido será desestimada.

3. Así, en el fundamento 20f de la citada sentencia se estableció, entre otras reglas, que
tra lo resuelto por el Poder Judicial en materia de impugnación de laudos
itrales sólo podrá interponerse el proceso de amparo contra resoluciones
diciales, conforme a las reglas del artículo 4del Código Procesal Constitucional y
su desarrollo jurisprudencial". Al respecto, cabe precisar que las reglas del artículo 4
del Código Procesal Constitucional, se encuentran ahora recogidas en el 9 del
Nuevo Código Procesal Constitucional.

4. En tal sentido, al verificar las reglas de procedencia establecidas en los procesos de


amparo contra resoluciones judiciales, este Tribunal Constitucional advierte que la
resolución que verdaderamente le causa agravio al recurrente es la Resolución 12,
de fecha 9 de marzo de 2017, a través dela cual la Segunda Sala Civil con
Subespecialidad Comercial de la Corte Superior de Justicia de Lima declaró
infundada su demanda de anulación de laudo.

5. En ese sentido, en tanto la referida Resolución 12 fue notificada a la demandante el


4 de abril de 2017 (f. 121) y la demanda de autos fue presentada el 28 de setiembre
de 2017 (f. 173), esta se interpuso fuera del plazo establecido en el artículo 45 del
Nuevo Código Procesal Constitucional (artículo 44 del anterior código, vigente al
momento en que se interpuso la demanda).

6. Llegado a este punto, es necesario añadir que según el artículo 45 del actual código,
el plazo prescriptorio, en el caso de demandas de amparo contra resoluciones
judiciales, es de 30 días hábiles, y su cómputo se inicia con la notificación de la
resolución que tiene la condición de firme. Sin embargo, el artículo 44 del anterior
código añadía que dicho plazo concluía 30 días hábiles después de la notificación de
la resolución que ordena se cumpla lo decidido.
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7. Dado que la presente demanda de amparo contra resolución judicial se interpuso en


vigencia del anterior código, el Tribunal Constitucional considera necesario efectuar
las siguientes precisiones.

El segundo párrafo del artículo 44 del Código Procesal Constitucional preceptuaba


lo siguiente:
Tratándose del proceso de amparo iniciado contra resolución judicial,
el plazo para interponer la demanda se inicia cuando la resolución
queda firme. Dicho plazo concluye treinta días hábiles después de la
notificación de la resolución que ordena se cumpla lo decidido.
15Z
a En relación con el citado artículo, y a efectos de determinar el inicio del plazo para
interponer el amparo contra resolución judicial, la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional (cfr. resoluciones emitidas en los Expedientes 00538-2010-PA/TC y
03655-2012-PA/TC), distinguió entre: i) resoluciones judiciales firmes que
requieren ejecución; y, ii) resoluciones judiciales firmes que no requieren ejecución
resolución emitida en el Expediente 03655-2012-PA/TC, fundamento 4). Sobre
segundas, este Tribunal ha dicho que (fundamento 6 de la resolución emitida en
Expediente 00538-2010-PA/TC)

(...) existen resoluciones firmes que por su naturaleza no requieren de


una resolución que ordene su cumplimiento. En estos casos, el plazo
regulado en el artículo 44 del Código mencionado se computa desde el
día siguiente de notificada tal resolución.

10. En el presente caso, la Resolución 12 de fecha 9 de marzo de 2017, que declara


infundada la demanda de anulación de laudo arbitral, es la resolución firme, la cual
evidentemente no requiere ejecución. A mayor abundamiento, la tramitación del
recurso de casación contra esta resolución -que fue desestimado mediante Auto
calificatorio del recurso de casación 2024-2017, de fecha 17 de julio de 2017 (1:
137), debido a que el laudo arbitral cuestionado no había sido anulado total o
parcialmente-no suspende ni interrumpe el plazo para la interposición de la presente
demanda, que es de 30 días hábiles, conforme a lo contemplado en el segundo
párrafo del artículo 45 del Nuevo Código Procesal Constitucional (anterior artículo
44 del Código Procesal Constitucional).

11. En ese sentido, este Tribunal Constitucional ha establecido en el fundamento 18 de


la sentencia emitida en el Expediente 00252-2009-PA/TC, lo siguiente:

(...) cuando el justiciable interponga medios impugnatorios o recursos


que no tengan real posibilidad de revertir sus efectos, el inicio del
plazo prescriptorio deberá contabilizarse desde el día siguiente de la
fecha de notificación de la resolución firme a la que se considera
lesiva y concluirá inevitablemente treinta días hábiles después de la
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notificación de la resolución que ordena el cúmplase con lo decidido,


sin que igualmente se acepte articulaciones inoficiosas contra este
último pronunciamiento jurisdiccional.

12. Por lo tanto, no corresponde emitir un pronunciamiento de fondo, en aplicación de


la causal de improcedencia contemplada en el numeral 7 del artículo 7 del Nuevo
Código Procesal Constitucional, pues la demanda fue interpuesta fuera del plazo
contemplado en el artículo 45 del Nuevo Código Procesal Constitucional (anterior
artículo 44 del Código Procesal Constitucional).

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere


la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar IMPROCEDENTE la demanda de amparo.

Publíquese y notifíquese.

SS.

FERRERO COSTA
SARDÓN DE TABOADA
MIRANDA CANALES
LEDESMA NARVÁEZ
ESPINOSA-SALDAÑA BARRERA

PONENTE FERRERO COSTA

Firmo con reserva sobre


«contenido de este textek

Firmo la presente resolución, sin recurrir


a la firma digital, como se había dispuesto
por Acuerdo de Pleno del 13 de mayo
de 2022, toda vez que ese mismo día el
magistrado Ferrero tomó juramento a los
nuevos Integrantes del tribunal, lo que
Imposibilitó continuar con la firma digital.

z .
_o que certifico

Flavio Reategui Agaza


Secretario Relator
rRIOUNAL CONST1TUC IONA
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FUNDAMENTO DE VOTO DE LA MAGISTRADA LEDESMA NARVÁEZ

Si bien comparto lo finalmente resuelto en la ponencia, considero que es pertinente


efectuar algunas consideraciones respecto del denominado como -Nuevo Código
Procesal Constitucional". Teniendo en cuenta que en el presente caso se aplica el Nuevo
Código Procesal Constitucional, Ley 31307, publicado en el diario oficial El Peruano el
23 de julio de 2021, es mi deber de jueza constitucional dejar constancia de que dicha
ley es manifiestamente contraria a la Constitución y que cuando ha sido sometida a
control del Tribunal Constitucional mediante un proceso de inconstitucionalidad
[Expedientes 00025-2021-PI/TC y 00028-2021-PI/TC], tres magistrados, en una
motivación sin ningún sustento y tan sólo de tres párrafos, han hecho posible que dicha
ley, pese a su inconstitucionalidad, se aplique sin ningún cuestionamiento.

En otras palabras, el poder de los votos y no el de las razones jurídicas ha caracterizado


la historia de esta ley: el Poder Legislativo tenía los votos, así es que sin mayor
deliberación e incumpliendo su propio reglamento, aprobó la ley.

Luego, el Tribunal Constitucional, con tres votos que no tenían mayor justificación y
alegando un argumento sin fundamento, convalidó dicho accionar del Poder
Legislativo. Serán la ciudadanía, la opinión pública o la academia, entre otros, los que
emitirán su punto de vista crítico para que estas situaciones no se repitan. Un Código
Procesal Constitucional, que se debería constituir en una de las leyes más importantes
del ordenamiento jurídico peruano, dado que regula los procesos de defensa de los
derechos fundamentales y el control del poder, tiene hoy una versión que está vigente
por el poder de los votos y no de las razones jurídicas. Es claro que ello deslegitima
el Estado de Derecho y en especial la justicia constitucional.

Este nuevo código es inconstitucional, irrefutablemente, por vicios formales (más allá
de los vicios materiales). Lo voy a exponer de modo breve:

La Ley 31307, Nuevo Código Procesal Constitucional, por ser una Ley Orgánica
(artículo 200 de la Constitución), no de debió ser exonerada del dictamen de comisión.

El artículo 73 del Reglamento del Congreso regula las etapas del procedimiento
legislativo así como la excepción para que la Junta de Portavoces pueda exonerar a
algunas etapas de tal procedimiento, pero además, y esto es lo más relevante, establece
de modo expreso que "Esta excepción no se aplica a iniciativas de reforma
constitucional, de leyes orgánicas ni de iniciativas sobre materia tributaria o
presupuestal".

Asimismo, concordante con el artículo antes citado, el artículo 31-A, inciso 2, del
Reglamento del Congreso de la República, regula, entre otras competencias de la Junta
de Portavoces, "La exoneración, previa presentación de escrito sustentado del Grupo
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Parlamentario solicitante y con la aprobación de los tres quintos de los miembros del
Congreso allí representados, de los trámites de envío a comisiones y prepublicación", y
luego, expresamente, establece que "Esta regla no se aplica a iniciativas de reforma
constitucional, de leyes orgánicas ni de iniciativas que propongan normas sobre materia
tributaria o presupuestal, de conformidad con lo que establece el artículo 73 del
Reglamento del Congreso".

Como se aprecia, el Reglamento del Congreso, en tanto norma que forma parte del
bloque de constitucionalidad, dispone que en los casos de leyes orgánicas, la Junta de
Portavoces no puede exonerar del envío a comisiones en ningún supuesto.

En el caso de las observaciones del Presidente de la República a la autógrafa de una


proposición aprobada, éstas "se tramitan como cualquier proposición" [de ley]
(artículo 79 del Reglamento del Congreso).

Por tanto, ante las observaciones del Presidente de la República a una proposición de
ley correspondía tramitarla como cualquier proposición de ley y, como parte de dicho
trámite, enviarla a la respectiva comisión, resultando prohibido que la Junta de
Portavoces exonere del trámite de envío a comisión cuando se trata de leyes orgánicas.

En el caso del Nuevo Código Procesal Constitucional, mediante sesión virtual de la


Junta de Portavoces celebrada el 12 de julio de 2021 se acordó exonerar del dictamen a
las observaciones formuladas por el Poder Ejecutivo a la Autógrafa de Ley, pese a que
se trataba de una ley orgánica.

Esta exoneración resultaba claramente contraria al propio Reglamento del Congreso y


con ello al respectivo bloque de constitucionalidad, por lo que correspondía declarar la
inconstitucionalidad del Nuevo Código Procesal Constitucional por haber incurrido en
vicios formales.

El Congreso de la República no respetó el procedimiento de formación de la ley que el


mismo fijó.

Carece de fundamento el argumento de los tres magistrados que salvaron esta ley. Ellos
sostienen que conforme al último párrafo del artículo 79 del Reglamento del Congreso,
el trámite de una autógrafa de ley observada por el Presidente de la República debe
pasar a comisión sólo si fue exonerada inicialmente de dicho trámite, de modo que en el
caso del Nuevo Código Procesal Constitucional, al haber pasado ya por una comisión
dictaminadora [antes de su primera votación], podía exonerarse a la autógrafa observada
de dicho código.

Este argumento de los tres magistrados es incorrecto pues dicho párrafo es aplicable
sólo cuando se trata de leyes distintas a las leyes orgánicas o de reforma constitucional,
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entre otras.

Lo digo una vez más. En el caso de las leyes orgánicas la Junta de Portavoces del
Congreso de la República está prohibida de exonerar el envío a comisiones. Las
observaciones del Presidente de la República a la autógrafa del Nuevo Código Procesal
Constitucional debieron recibir un dictamen de la comisión respectiva y, por tratarse de
una ley orgánica, no podían ser objeto de ninguna exoneración sobre el trámite a
comisión.

Pese a la manifiesta inconstitucionalidad del Nuevo Código Procesal Constitucional y


atendiendo a que, formalmente, una sentencia del Tribunal Constitucional, con el voto
de tres magistrados, ha convalidado, en abstracto y por razones de forma, dicho
código, debo proceder a aplicarlo en el caso de autos, reservándome el pronunciamiento
en los casos que por razones de fondo se pueda realizar el respectivo control de
constitucionalidad.

En ese sentido, como lo he precisado, considero que en este caso corresponde declarar
IMPROCEDENTE la demanda.

LEDESMA NARVÁEZ
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e la firma digital, como se había dispuesto
por Acuerdo de Pleno del 13 de mayo
de 2022, toda vez que ese mismo día el
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%si° Reátegui Apaza
Secretario Relator
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VOTO SINGULAR DEL MAGISTRADO BLUME FORTINI OPINANDO QUE


DEBE MODIFICARSE EL DENOMINADO "PRECEDENTE MARÍA JULIA"
QUE ESTABLECE CRITERIOS NOTORIAMENTE RESTRICTIVOS EN EL
AMPARO ARBITRAL (STC 0142-2011-PA/TC), Y DECLARARSE
INFUNDADA LA DEMANDA

Discrepo, muy respetuosamente, de la sentencia de mayoría que declara improcedente la


demanda de amparo, por cuanto considero que deben modificarse los criterios del
denominado precedente María Julia, contenidos en la STC 0142-2011-PA/TC, que
impiden una revisión del laudo arbitral, pronunciarse sobre el fondo del asunto y
declararse INFUNDADA la demanda.

Fundamento mi posición de acuerdo al siguiente esquema:

1. Antecedentes.
2. Delimitación del petitorio.
3. El estado actual de la jurisprudencia en materia de amparo arbitral.
4. Sobre la necesidad de cambiar de precedente en materia de amparo arbitral.
5. Las nuevas reglas que deberían darse en materia de amparo arbitral.
6. Dilucidación de la controversia.
7. El sentido de mi voto.

Desarrollo a continuación el esquema descrito:

1. Antecedentes

1.1 Con fecha 28 de setiembre de 2017 (E 173), la Cooperativa de Servicios


Especiales La Victoria Ltda. Nro. 212 interpone demanda de amparo contra la
Segunda Sala Civil con Subespecialidad Comercial de la Corte Superior de
Justicia de Lima y la Sala Civil Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la
República, solicitando la anulación del laudo arbitral de fecha 8 de junio de 2016
(f. 86), recaído en el caso arbitral 3157-2015-CCL; y de las siguientes
resoluciones judiciales:

i) La Resolución 12, de 9 de marzo de 2017 (E 122), que declaró infundada su


demanda sobre anulación de laudo arbitral respecto de la causal "b" del
artículo 63.1 de la Ley de Arbitraje, y válido el laudo arbitral de derecho de
fecha 8 de junio de 2016. contenido en la Resolución 7: y,

ii) El Auto calificatorio del recurso de casación 2024-2017, de fecha 17 de


julio de 2017 (E 137), que declaró improcedente su recurso porque contra lo
resuelto por la Corte superior solo procede recurso de casación cuando el
laudo ha sido anulado total o parcialmente, lo que no ocurrió en el caso.
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1.2 Manifiesta que el árbitro, lejos de actuar con justicia y amparar su demanda
arbitral, consumó la arbitrariedad al desestimarla y prácticamente despojarla de un
bien de su propiedad, al acoger las reconvenciones del emplazado don Moisés
Martín Rodríguez Ureta, pues reconoció que por aplicación de una cláusula penal
leonina y abusiva, su representada le adeuda USD 225 000.00. Agrega que las
emplazadas han desestimado su demanda vulnerando sus derechos fundamentales
al debido proceso, de propiedad y a la libertad contractual.

1.3 Con fecha 9 de enero de 2018, el procurador público adjunto a cargo de los
asuntos judiciales del Poder Judicial contestó la demanda y solicitó que se la
declare improcedente (f 231). Refiere que las cuestionadas resoluciones no han
vulnerado derecho constitucional alguno, pues la decisión adoptada es legal y
racionalmente justificada. Por un lado, manifiesta que la demandante no ha
cumplido con determinar las razones por las cuales considera que las emplazadas
han vulnerado sus derechos constitucionales, y, por otro lado, que el recurso de
anulación de laudo no puede dar cabida a reclamos por disconformidad con lo
resuelto. Agrega que contra lo resuelto por la Sala superior no cabía interponer
recurso de casación, y que por ello la resolución casatoria es plenamente válida.

1.4 Con fecha 4 de junio del 2018, el árbitro don Moisés Martín Rodríguez Ureta
contestó la demanda y solicitó que se la declare improcedente o infundada (E
557). Básicamente su argumentación está referida a sustentar lo decidido en el
cuestionado laudo arbitral.

1.5 Posteriormente, el Sexto Juzgado Constitucional de Lima, mediante Resolución 9,


de fecha 24 de octubre de 2019 (fl 610), declaró improcedente la demanda, con el
argumento de que esta no se encuentra en alguno de los supuestos de excepción
para la procedencia del amparo, de conformidad con lo dispuesto en la Sentencia
00142-2011-PA/TC, que constituye precedente vinculante.

1.6 A su turno, la Segunda Sala Constitucional de la Corte Superior de Justicia de


Lima, mediante Resolución 14, de fecha 22 de marzo de 2021 (f. 652), confirmó
la apelada, por estimar que está acreditado que la demandante acudió previamente
a otro proceso judicial (anulación de laudo arbitral) para cuestionar el laudo en
referencia, cuya naturaleza no es de una vía previa, sino de una vía igualmente
satisfactoria, conforme a lo previsto en el Decreto Legislativo 1071, por lo que
dicha decisión es definitiva. Añade que a pesar de ello, no se advierte que las
resoluciones cuestionadas contengan un agravio manifiesto o evidente a los
derechos constitucionales cuya vulneración se denuncia.
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2. Delimitación del petitorio

2.1 Conforme aparece del petitorio de la demanda, el presente proceso constitucional


tiene por objeto que se disponga dejar sin efecto el laudo arbitral emitido con
fecha 21 de diciembre de 2016 por el árbitro único del Centro de Arbitraje
Asociación Peruana para la Resolución de Conflictos (APREC), mediante el cual
se ordenó el pago de S/. 118 206.90, más intereses legales, por concepto de
contraprestación en la ejecución del contrato a favor de doña Gloria Irene
Samamé Antón. A juicio de la recurrente, lo resuelto por el citado laudo lesiona su
derecho fundamental a la debida motivación resolutoria en cuanto parte integrante
del derecho fundamental al debido proceso.

3. El estado actual de la jurisprudencia en materia de amparo arbitral

3.1 Con fecha 5 de octubre de 2011, el Tribunal Constitucional publicó en el diario


oficial El Peruano la sentencia recaída en el Expediente 00142-2011-PA/TC,
mediante la cual se establecieron a título de precedente constitucional vinculante
una serie de reglas en materia de amparo contra las decisiones emanadas de la
jurisdicción arbitral, estableciéndose igualmente en su fundamento 31 que, a partir
del día siguiente de la publicación de dicha sentencia, toda demanda que se
encontrara en trámite y que no se ajustara al precedente vinculante allí
establecido, debía ser declarada improcedente.

3.2 En el referido precedente se estableció que el recurso de anulación previsto en el


Decreto Legislativo 1071, que norma el arbitraje y, por razones de temporalidad,
los recursos de apelación y anulación para aquellos procesos sujetos a la Ley
General de Arbitraje (Ley 26572), constituyen vías procedimentales específicas
igualmente satisfactorias para la protección de derechos constitucionales, y por lo
mismo determinan la improcedencia del amparo de conformidad con el artículo 5,
inciso 2, del anterior Código Procesal Constitucional (actual artículo 7, inciso 2,
del nuevo Código Procesal Constitucional), aun cuando este se plantee en defensa
del debido proceso o de la tutela procesal efectiva (fundamentos 20a y 20b); salvo
las excepciones establecidas en el fundamento 21 de dicha sentencia, esto es: 1)
cuando el laudo arbitral vulnera los precedentes vinculantes establecidos por el
Tribunal Constitucional; 2) cuando en el laudo se hace un indebido ejercicio del
control difuso de constitucionalidad; y, 3) cuando el amparo sea interpuesto por
un tercero que no forma parte del convenio arbitral y se sustente en la afectación
directa y manifiesta de sus derechos constitucionales a consecuencia del laudo
arbitral, a menos que dicho tercero esté comprendido en el supuesto del artículo
14 del Decreto Legislativo 1071. La misma sentencia, sin embargo, dejaría
también establecido en su fundamento 20f que, contra lo resuelto por el Poder
Judicial en materia de impugnación de laudos arbitrales, solo podrá interponerse
proceso de amparo contra resoluciones judiciales, conforme a las reglas
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establecidas en el artículo 4 del Código Procesal Constitucional y su desarrollo


jurisprudencia].

3.3 En otras palabras y conforme al citado precedente, el amparo arbitral como un


mecanismo de cuestionamiento directo de laudos no procedería, salvo tres
supuestos excepcionales (los antes indicados). En todos los demás casos, los
eventuales cuestionamientos a un laudo solo podrían ser reclamados, a través del
recurso de anulación previsto en el Decreto Legislativo 1071 o los recursos de
apelación y anulación para aquellos procesos sujetos a la Ley General de Arbitraje
(Ley 26572) en función del principio de temporalidad, teniendo todos estos
recursos (anulación, o apelación y anulación según el caso) el carácter de vías
específicas igualmente satisfactorias dentro de la lógica establecida por el artículo
5, inciso 2), del anterior Código Procesal Constitucional. Pese a ello y de no
encontrarse conforme alguna de las partes con el pronunciamiento judicial tras el
ejercicio de los citados recursos, lo decidido solo podría ser reclamado utilizando
la técnica del amparo contra resoluciones judiciales, lo que, corno es evidente, ya
no permite el cuestionamiento directo del laudo, sino únicamente el de la decisión
judicial que se pronuncia sobre el mismo.

3.4 En el contexto descrito, es inobjetable que si se aplican los criterios antes


descritos a la presente demanda en función de las pretensiones que plantea (se
plantea también la anulación del laudo), la misma inevitablemente tendría que ser
declarada improcedente en el extremo que pretende dejar sin efecto el laudo, pues
el modelo actual de la jurisprudencia no permite el cuestionamiento directo de
laudos, no encontrándose el demandante ante un supuesto en el que reclame por
decisiones arbitrales que hayan desconocido precedentes vinculantes del Tribunal
Constitucional que hayan hecho uso indebido del control difuso o que hayan
vulnerado los derechos de un tercero.

3.5 Más allá de encontrarme persuadido sobre la necesidad de otorgar una respuesta
constitucionalmente razonada a las pretensiones planteadas, considero que la
forma como ha venido asumiendo la jurisprudencia constitucional el tratamiento
del llamado amparo arbitral no ha sido precisamente la más adecuada. En otras
palabras, y si bien no ha sido cuestionable la idea de incorporar un precedente
sobre amparo arbitral y unas reglas que lo sustenten, la práctica del mismo, como
consecuencia de las restricciones impuestas, ha traído consigo una inoperancia del
modelo a estas alturas bastante difícil sino imposible de disimular.

4. Sobre la necesidad de cambiar de precedente en materia de amparo arbitral

4.1 Si bien es cierto que los precedentes que establece el Tribunal Constitucional
tienen carácter vinculante para todos los poderes públicos. incluyendo, desde
luego, al citado Colegiado, ello no supone que llegado el momento no pueda
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existir un apartamiento formal del precedente por parte del mismo órgano que los
estableció. Tal posibilidad, incluso, se encuentra expresamente prevista por el
Artículo VI del Título Preliminar del nuevo Código Procesal Constitucional, cuyo
párrafo pertinente deja claramente establecido que

..) Cuando el Tribunal Constitucional resuelva apartándose del precedente, debe


expresar los fundamentos de hecho y de derecho que sustentan la sentencia y las razones
por las cuales se aparta del precedente".

4.2 Aunque el Tribunal Constitucional se encuentra obligado a observar los


precedentes establecidos por anteriores composiciones del mismo, no
necesariamente se encuentra condicionado a seguir aquellos precedentes cuyo
contenido pueda resultar debatible. En tales circunstancias puede, por encontrarse
dentro de sus facultades, optar por un cambio en las líneas jurisprudenciales, sea
que estas se hayan materializado vía precedentes, sea que lo hayan sido vía
doctrina jurisprudencial vinculante. Evidentemente, de procederse de dicha forma
se tendrá que explicitar de la manera más adecuada posible las razones de dicho
apartamiento y las fórmulas que se ofrezcan en sustitución de las que se pretenden
reemplazar.

4.3 En lo que respecta al precedente establecido en la sentencia emitida en el Exp.


0142-2011-PA/TC, que actualmente regula los criterios en materia de amparo
arbitral, estimo que este ofrece una versión del amparo que no considero
adecuada, tanto más si, como Tribunal Constitucional, nos encontramos
comprometidos con la inclaudicable defensa de los derechos fundamentales.

4.4 En efecto, una de las premisas en las que se sustenta la citada sentencia postula
que el recurso de anulación previsto en el Decreto Legislativo 1071 no forma
parte integrante del proceso arbitral (fundamento 17). Esta toma de posición es
cuando menos discutible pues omite considerar que este último siempre se
caracterizó por estructurarse sobre la base de dos fases o etapas; una estrictamente
arbitral (que culmina con la emisión del laudo) y otra propiamente judicial (que
culmina con la expedición de sentencia, tras la interposición del recurso de
anulación), siendo cada una de ellas secuencial respecto de la otra. En otras
palabras, procesalmente hablando, no hay una nueva litis sino continuación de la
misma, siendo que la anulación no es ni tiene las características de una demanda,
sino más bien las de un recurso, tanto por las funciones que cumple como por los
alcances que posee.

4.5 La sentencia antes referida también ha pretendido abogar en pro del carácter
autónomo que tendría el recurso de anulación, para luego pasar a calificarlo como
vía procedimental igualmente satisfactoria en los términos a los que se refería el
artículo 5.2 del anterior Código Procesal Constitucional (actual artículo 7.2 del
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nuevo Código Procesal Constitucional), es decir, como aquella vía procesal que
oficiaría como sustituto ideal del amparo (fundamento 18). Tal postura, a mi
juicio es errónea pues el recurso de anulación no sirve ni puede utilizarse en todos
los casos para reponer las cosas al estado anterior a la violación o amenaza de
violación de los derechos fundamentales, o para la ejecución de un acto o
conducta indebidamente omitida (que son precisamente los objetivos principales
de los procesos constitucionales de la libertad y, en particular, del amparo). Su
finalidad resulta más correctora que restitutoria y tampoco puede utilizarse frente
a omisiones o abstenciones que perjudiquen derechos o respecto de amenazas que
los coloquen en una situación de riesgo probable y, además, inminente. En las
circunstancias descritas, si no cumple con la necesaria dosis de intensidad tutelar
propia de los procesos considerados vías procedimentales igualmente
satisfactorias, resulta inviable o poco técnico atribuirle una naturaleza de la cual
carecen.

4.6 No es tampoco el recurso de anulación una vía que cumpla con las mismas
garantías procesales que rodean al proceso constitucional, pues dicho medio
impugnatorio carece, entre otras cosas, de tutela cautelar anticipada al no permitir
o posibilitar que los actos reclamados puedan ser provisionalmente suspendidos o
levantados, salvo depositando una garantía económica, lo que, dista del carácter
socializador del proceso constitucional, vital, sobre todo, en escenarios en los que
se carece de recursos económicos.

4.7 Por lo demás, no sé aprecia en el recurso de anulación posibilidad alguna de


revisión a nivel de instancia plural como la que se ofrece en prácticamente todos
los procesos judiciales. Aunque desde luego podría decirse que la consabida
pluralidad de instancias se corrobora al existir un primer examen a nivel de la
etapa arbitral y una segunda a nivel de la vía judicial, tal raciocinio termina siendo
contradictorio tras aceptarse que el recurso de anulación hace las veces de un
proceso autónomo, tal y cual lo pretende el citado precedente.

4.8 Conviene recordar, en medio del panorama descrito, que el concepto actual que
maneja nuestra jurisprudencia en torno a lo que representa una vía procedimental
igualmente satisfactoria, deja perfectamente en claro que la ausencia de
presupuestos elementales respecto de la idoneidad de un proceso, revela en
definitiva que no nos encontramos frente a una vía alternativa al amparo
constitucional.

4.9 Los aspectos que aquí he descrito, permiten considerar que el esfuerzo de
analogar el recurso en mención a lo que representa una vía procedimental
igualmente satisfactoria, neutraliza una eventual revisión en sede constitucional.
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4.10 Sobre el particular, es pertinente recordar que nuestro Tribunal Constitucional ha


reiterado a través de su jurisprudencia que no existen zonas o ámbitos exentos de
control constitucional. El amparo desde siempre ha sido un mecanismo de
resguardo o preservación de derechos frente a toda conducta inconstitucional (se
trate de actos, omisiones o amenazas) proveniente de cualquiera de los poderes
públicos (Poder Judicial, Poder Ejecutivo, Poder Legislativo, Jurado Nacional de
Elecciones, Consejo Nacional de la Magistratura, etc.) o incluso de los
particulares o privados. Siendo esto así, no termina de entenderse el blindaje que,
vía el citado precedente, se ha conferido a la llamada justicia arbitral, como si en
esta no se vulneraran derechos fundamentales.

4.11 Una cosa es que la justicia arbitral, como todo ámbito especializado, no pueda ni
deba ser distorsionado como mecanismo autónomo de resolución de conflictos y
otra, completamente distinta, es sobreprotegerla. No es compatible con un Estado
Constitucional, y debo reiterarlo, reconocer zonas liberadas de control. Ello
definitivamente desvirtúa la imagen que se tiene de la supremacía de la
Constitución y por sobre todo del elenco de derechos destinados a garantizarse.

4.12 En las circunstancias descritas, se hace necesario replantear lo dicho en su día por
el precedente establecido en la sentencia recaída en el Expediente 0142-2011-
PA/TC, pues este último, en su aplicación práctica, no parece haber ofrecido las
garantías debidas en relación a lo que debe esperarse de un auténtico amparo
arbitral. La adopción de esta postura, por cierto, tampoco ha de suponer convertir
a este último (al amparo arbitral) en un mecanismo que desvirtúe esta variante de
jurisdicción especializada, pero tampoco, y mucho menos, asumirlo, tal y cual
viene ocurriendo hasta ahora, como un instrumento estrictamente formal y
virtualmente ineficaz.

5. Las nuevas reglas que deberían darse en materia de amparo arbitral

5.1 A mi juicio, la adopción de reglas a título de precedente siempre debería darse en


un contexto de profunda reflexión a la luz del seguimiento de los casos y en la
medida en que las mismas coadyuven al fortalecimiento de tutela ínsito a todo
proceso constitucional. En dicho escenario, tomando en consideración la
experiencia que el Tribunal ha tenido sobre amparo arbitral a lo largo de su
existencia, y con el propósito de canalizar de la mejor manera el uso del amparo
en los supuestos que se cuestionen decisiones de la justicia arbitral, yo
consideraría oportuno, de conformidad con lo previsto en el Artículo VII del
Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, establecer como reglas de
obligatoria observancia las siguientes:

a) El cuestionamiento de laudos por vía de amparo arbitral procederá frente a


la violación o amenaza de violación de los derechos fundamentales o
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frente al desconocimiento de los precedentes y/o doctrina jurisprudencial


establecidos por el Tribunal Constitucional.

b) La procedencia del amparo arbitral se condiciona en cualquier caso al


previo agotamiento del recurso de anulación previsto en el Decreto
Legislativo 1071, a menos que se acredite un riesgo irreparabilidad.

c) No procederá el cuestionamiento de actuaciones previas a la emisión del


laudo por vía de amparo arbitral, a menos que se acredite de modo
fehaciente un riesgo de irreparabilidad en los derechos fundamentales por
los que se reclama.

d) Los actos de ejecución que desnaturalizan o incumplen total o


parcialmente lo dispuesto en un laudo pueden ser directamente
cuestionados por amparo arbitral.

e) Procede el amparo arbitral cuando la jurisdicción arbitral ha sido impuesta


compulsiva o unilateralmente o cuando, a pesar de haberse aceptado
voluntariamente, las materias sobre las que ha de decidirse tienen carácter
indisponible.

6. Dilucidación de la controversia

6.1 Como antes ha sido señalado, nos encontramos en el presente caso ante una
demanda de amparo arbitral promovida por la Cooperativa de Servicios
Especiales La Victoria Ltda. contra la Segunda Sala Civil con Subespecialidad
Comercial de la Corte Superior de Justicia de Lima y la Sala Civil Permanente de
la Corte Suprema de Justicia de la República, solicitando la anulación del laudo
arbitral de fecha 8 de junio de 2016 (f. 86), recaído en el caso arbitral 3157-2015-
CCL; así como de las siguientes resoluciones judiciales: la Resolución 12, de 9 de
marzo de 2017 (f. 122), que declaró infundada su demanda sobre anulación de
laudo arbitral respecto de la causal del artículo 63.1 de la Ley de Arbitraje, y
válido el laudo arbitral de derecho de fecha 8 de junio de 2016, contenido en la
Resolución 7; y, el Auto calificatorio del recurso de casación 2024-2017, de fecha
17 de julio de 2017 (f. 137), que declaró improcedente su recurso porque contra lo
resuelto por la Corte superior solo procede recurso de casación cuando el laudo ha
sido anulado total o parcialmente, lo que no ocurrió en el caso.

6.2 Como se aprecia de la sentencia de mayoría (y en las sentencias de primera y


segunda instancia), en esta se aplica el precedente arbitral recaído en el
Expediente 0142-2011-PA/TC (véanse sus fundamentos 2, 3 y 4). por lo que.
partiendo de la premisa de que el recurso de anulación de laudo arbitral es una vía
igualmente satisfactoria y que, por tanto, en casos como este solo procede el
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amparo contra las resoluciones judiciales cuestionadas, estima que la demanda ha


sido presentada extemporáneamente, por lo que deviene en improcedente;
posición que tampoco comparto pues, de acuerdo a lo revisado en consultas de
expedientes del Poder Judicial, el cúmplase lo decidido fue notificado a la parte
demandante con fecha 21 de agosto de 2017, por lo que, en el supuesto de que
procediera solo una demanda contra resolución judicial en este caso, la demanda
habría sido interpuesta dentro del plazo oportuno y no es improcedente por esta
razón.

6.3 Ahora bien, en el presente caso no ha existido en puridad la posibilidad de evaluar


si lo que la cooperativa demandante afirma en torno a la presunta vulneración que
alega resulta cierto, tanto más cuando el laudo arbitral no puede ser revisado. Se
ha impedido dicha posibilidad al aplicar las reglas del precedente vinculante bajo
comento.

6.4 En las circunstancias descritas y a efectos de dilucidar de manera integral sobre la


legitimidad o no de la pretensión demandada, considero necesario evaluar tanto el
laudo arbitral cuestionado en autos, como la Resolución 12, de 9 de marzo de
2017 (f. 122), y el Auto calificatorio del recurso de casación 2024-2017, de fecha
17 de julio de 2017 (f. 137), antes citados.

6.5 En ese orden de ideas, debo señalar que, habiéndose efectuado un análisis integral
de las mismas, no observo en ellas vulneración de derecho fundamental alguno. El
laudo arbitral resuelve la controversia promovida por la Cooperativa de Servicios
Especiales La Victoria Ltda. N° 2012 contra Moisés Martín Rodríguez Ureta,
sobre diversos aspectos que nacen de lo pactado en un contrato civil; controversia
en la que hubo reconvención. Así, tal laudo declaró infundadas en todos sus
extremos la primera, segunda, tercera y cuarta pretensiones invocadas por la
amparista; fundadas, por otro lado, la primera, la segunda y la tercera pretensiones
principales de la reconvención interpuesta en tal proceso; y, finalmente, resuelve
que los costos sean asumidos por cada una de las partes (ff. 119-120).

6.6 Sucede que en virtud de un contrato privado (contrato de modificación de pago de


saldo de precio de compraventa de fecha 14 de marzo de 2011), la cooperativa
amparista se obligó a levantar una servidumbre de paso, obligándose también a
pagar una penalidad de $ 500.00 diarios en caso de no hacerlo. Esta alegó que,
debido a diversas circunstancias, entre ellas que en el predio sirviente habían más
de cien copropietarios y todos ellos tienen que dar su consentimiento para
cancelar el derecho real de servidumbre, era imposible materialmente cumplir con
tal obligación, por lo que solicitó en el arbitraje que la cláusula que establecía esta
penalidad sea interpretada a su favor y no se aplique.
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6.7 La amparista señala en su demanda que el laudo que resolvió tal controversia
vulnera su derecho al debido proceso y a la propiedad (f. 182). Se afecta el debido
proceso, alude, porque no se ha emitido "conforme a Derecho", violándose
"normas constitucionales e infraconstitucionales", y es que, añade, "al permitirse
mediante el laudo arbitral la vigencia de una penalidad a favor del co demandado
MOISÉS MARTÍN RODRIGUEZ URETA como la consignada en la cláusula del
contrato de modificación de precio contenida en la escritura pública de fecha
14MAR11, está significando la vigencia y perpetuación del Abuso del Derecho"
(f. 183). Se vulnera el derecho a la propiedad, porque, arguyen, la ejecución de la
cláusula leonina hará que el monto de la penalidad llegue a una suma abismal e
impagable, al punto que se ha embargado un bien de su propiedad que
posteriormente será rematado, no pudiendo hacer nada para evitarlo (f. 185).

6.8 También alega la cooperativa amparista la vulneración del derecho a la libertad de


contratar y de asociación, pues, según sostiene, el primero queda afectado cuando
el vínculo jurídico está referido a prestaciones que contravienen las leyes de orden
público, como las que regulan los requisitos de validez del acto jurídico (f. 187):
en tanto que el segundo se transgrede en razón a que la decisión arbitral no ha
ponderado su impacto en la existencia misma de esta cooperativa, pues su
ejecución pone en inminente riesgo la permanencia de su personería jurídica (E
191).

6.9 Revisado el laudo (ff. 86 a 120), se aprecia que este analiza y se pronuncia sobre
cada una de los puntos controvertidos a partir de su fundamento 24. En cuanto a la
contradictoria interpretación de las partes respecto de la cláusula que contiene la
penalidad, sostiene tal laudo que las estipulaciones contractuales se interpretan a
partir de la voluntad declarada y no en base a la intención o motivación interna de
los contratantes (se ampara en los artículos 168 y 1361 del Código Civil). En ese
sentido, a partir de ahí el intérprete puede conocer la intención expresada por las
partes, por lo que en atención a esto, la cláusula que establece la penalidad
controvertida' debe interpretarse según su texto. De ahí que concluyera el laudo
en lo siguiente:

"Si cumplido el plazo la Cooperativa de Servicios Especiales La Victoria LTDA 212


no ha cumplido con extinguir la servidumbre, el señor Moisés Martín Rodríguez,
quedará expedito para gestionar personalmente la extinción de la servidumbre de paso
mediante cualquier acción judicial o extrajudicial, cobrando a la Cooperativa de
Servicios Especiales La Victoria LTDA 212, una penalidad de USS 500.00 por cada día
de retraso después de cumplido el plazo, pudiendo descontar esta penalidad del saldo
de precio de venta (...)"
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"En el presente caso, el árbitro considera que el texto de la cláusula cuarta


del Contrato de Modificación de Precio está expresado en términos claros e
inequívocos, en el que la voluntad declarada de las partes fue estipular una
penalidad que se activaría y resultaría exigible en caso de que el
Demandante incumpliera con la obligación a su cargo relativa al
levantamiento de la servidumbre hasta antes del vencimiento de la fecha
pactada. (...) La declaración de las partes contenida en la cláusula cuarta
del Contrato de Modificación de Precio establece de manera inequívoca
que si transcurre el plazo pactado de cuatro años (contado desde la
celebración del Contrato de Modificación de Precio) sin que el
Demandante Hubiera cumplido con su obligación relativa al levantamiento
de la servidumbre sobre el Inmueble, entonces se generan dos
consecuencias respecto del Demandado:

42.1 Que quedará expedito (que se entiende, según el Diccionario de la


Real Academia Española, como desembarazo o libre estorbo) para
gestionar personalmente la extinción de la servidumbre: y,

42.2 Que podrá cobrar (...) la penalidad pactada de USS 500 diarios por
cada día de retraso respecto del plazo para el levantamiento de la
servidumbre." (Cfr. Fundamentos 41 y 42 del laudo arbitral, fojas 106
y 107 del expediente)

6.10 A partir de esta consideración, el laudo arbitral desestimó las pretensiones de la


cooperativa demandante y estimó las del demandado, pues la primera no cumplió
con levantar la servidumbre a la que se encontraba obligada dentro de un plazo
estipulado. En ese sentido, concluye que la penalidad es correcta, habiendo por lo
demás sostenido que la penalidad a la que tiene derecho el demandado se debe
generar hasta que se obtenga la extinción de la misma a nivel registral
(fundamento 62 del laudo, E 112), lo que no ha ocurrido. En todo caso, añade este
laudo, se debió probar que la conducta de la cooperativa demandante ha sido
suficientemente diligente para acreditar la ausencia de culpa, pues resultó vencida
por causas no imputables a su conducta, conforme al artículo 1314 del Código
Civil (fundamentos 66 y 70, entre otros, ff. 114 en adelante), lo que tampoco ha
sido observado.

6.11 No advierto, repito, afectación de derecho fundamental alguno con la expedición


de este laudo, incluidos, claro está, los que invoca la amparista. Este, a mi juicio,
no adolece de falta de motivación, de una motivación insuficiente o de una
motivación solo aparente. Por el contrario, justifica en base a los hechos, a las
pruebas ofrecidas y la normativa pertinente y aplicable la decisión que se ha
tomado. Lo mismo ocurre con la Resolución 12, de 9 de marzo de 2017 (f. 122), y
con el Auto calificatorio del recurso de casación 2024-2017, de fecha 17 de julio
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de 2017 (f. 137), que también han sido cuestionados. La primera, de fojas 125 en
adelante, motiva porqué razón no aprecia que el laudo deba declararse nulo y
presenta una justificación razonable, señalando que el laudo impugnado contiene
una secuencia de ideas concatenadas que conforman el razonamiento integral del
árbitro único, habiéndose pronunciado este con claridad y suficiencia (f. 133). Por
tal motivo, declara infundada la anulación del laudo arbitral. El segundo, expresa
porqué el recurso de casación que interpuso la cooperativa amparista no satisface
el requisito de procedencia previsto en el artículo 64, numeral 5, del Decreto
Legislativo 1071, Decreto Legislativo que Norma el Arbitraje, ya que el laudo no
fue anulado. Todo ello, a mí consideración, de forma razonada y suficiente.

7. El sentido de mi voto

Por estas consideraciones, estimo que debe declararse INFUNDADA la demanda.

S.

BLUME FORTINI

Lo que certifico:

%vio Reáte gaza


Secretario Relator
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