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La Península Ibérica en este periodo presenta un ámbito muy diverso tanto desde el
punto de vista climático (mediterráneo, atlántico y continental) como de relieve
(mesetas y marcada orografía sobre todo en Cantabria y en la zona pirenaica). Esta gran
diversidad conlleva serios problemas a la hora de generalizar, lo que se une a la desigual
documentación que tenemos según la región. El resultado es una síntesis sobre el
paleoambiente del Pleistoceno en la P. Ibérica.
Otros yacimientos con documentación fósil a destacar son cueva Victoria en Murcia
y Venta Micena en Orce.
El tipo físico humano corresponde al Homo Antecesor, según unos, una nueva
especie procedente de África y según otros, una especie surgida a partir de poblaciones
euroasiáticas (más coherente con el registro). Para otros autores se trataría del tipo
humano conocido como H. Erectus u H. Ergaster. Lo que sí está claro es que su
tecnología lítica está asociada al Modo I y que no existen diferencias marcadas entre el
sur y el norte de la península en cuanto a prioridad cronológica del registro.
Los rasgos morfológicos del registro SH son una combinación de rasgos arcaicos
(H. Antecesor) y rasgos neandertales:
- rasgos arcaicos: grosor de las paredes del cráneo, un cráneo bajo con una anchura
máxima hacia abajo y rebordes supraorbital y occipital.
- rasgos neandertales: reborde supraorbital no deprimido en la zona central,
espacio retromolar (espacio por detrás de la última muela), anchura de las fosas nasales
y alta capacidad cerebral llegando en algún caso a 1.390 cm³.
El conjunto de estos rasgos morfológicos engloba a estos humanos como Homo
Heidelbergensis, ampliamente documentado en Europa.
Las vías de acceso al continente europeo pudieron ser una oriental a través del
corredor levantino y otra occidental por el este ya que aparecen paralelismos entre los
Achelenses del Magreb y de la P. Ibérica.
b.) Neandertal.
La periodización tradicional entre estas etapas mostraba una distinción entre una
primera fase, Paleolítico Inferior, con unas Industrias Arcaicas o Modo I, a las que
seguía, el Achelense o Modo II y luego una segunda fase, Paleolítico Medio, donde se
desarrolla el Musteriense o Modo III.
El límite tradicional entre estos periodos mantenía una relación entre cambio
tecnológico (Musteriense) y cambio biológico (Neandertal), e inicialmente este cambio
se situaba en los comienzos del Würm coincidiendo con la aparición del Neandertal.
Más adelante el límite de la documentación arqueológica del Neandertal y del
Musteriense prewürmiense empezaron a situarlo en los comienzos del Pleistoceno
Superior (Riss-Würm) aunque algunos siguieron manteniendo el límite en los
comienzos de Würm. Lo dicho demostraba la falta de claridad para este límite.
Los rasgos del Achelense o Modo II son: una elaboración de útiles de pequeño
formato a partir de lascas, una elaboración de útiles de gran formato, los bifaces, un
proceso de elaboración más complejo y una planificación previa de útiles.
a.) Tecnología.
Como vemos, en estos momentos hay una preferencia por emplazamientos al aire
libre en zonas llanas sobre amplias terrazas, valles fluviales o zonas lacustres como
Torralba-Ambrona. Esta preferencia tiene escasas excepciones como son las Cuevas
de la Sierra de Atapuerca, pero hay que tener en cuenta que el accidente orográfico de
Atapuerca está muy poco marcado y que se encuentra junto al amplio valle del río
Arlanzón vinculado a la cuenca del Duero y por lo tanto este yacimiento está poco
alejado de las tendencias señaladas. El escaso nivel de ocupación de cuevas comienza a
hacerse notar levemente al final del Paleolítico Inferior (Riss), caso de cueva Bolomor,
de los niveles inferiores de cueva del Castillo (Cantabria) y de cueva de Lezetxiki, etc.
Esta escasa ocupación de cuevas hay que relacionarla con la preferencia por la
ocupación de lugares al aire libre pero por otro lado no hay que olvidar lo tardío en el
uso del fuego en la P. Ibérica, testimoniado en cueva Bolomor sobre 150.000 años
(finales del Riss), hecho que también ha podido influir. La tendencia preferente por la
ocupación del territorio al aire libre está ligada al aseguramiento en lo posible del aporte
de recursos básicos como son al agua, las materias primas líticas (cuarzo, cuarcita y
sílex), por el acceso a las buenas vías de comunicación para los desplazamientos, por la
posibilidad de acceder fácilmente a ecosistemas distintos que cubran todas las
necesidades subsistenciales a lo largo de todo el año y evitar así el desplazamiento a
muy larga distancia.
Gracias a las materias primas líticas, sabemos que hay yacimientos donde éstas no
proceden del entorno del emplazamiento, son materias primas alóctonas. Este hecho se
ha interpretado como resultado de desplazamientos intencionados para obtener así
materia prima lítica escasa o ausente en el entorno del emplazamiento pero también es
posible que al menos en algunos casos el transporte de materia prima lítica formara
parte del régimen de movilidad de estas poblaciones. Por otro lado es frecuente la
utilización reiterada de los emplazamientos lo que plantea la ocupación cíclica de
puntos distintos del territorio aprovechando los recursos que en cada momento
ofrecieran esos puntos. Por lo tanto debemos pensar en el desplazamiento itinerante
dentro de un territorio.
Respecto a los útiles de caza no hay nada en el conjunto lítico, salvo las escasas
puntas de Tayac. Sí parece que existieran piezas de madera con un extremo aguzado y
endurecido al fuego que llegarían a medir 2 m. como por ejemplo se documentan en
Torralba-Ambrona y en Europa donde se documentan incluso entre las costillas del
animal. Estas piezas fueron usadas como picas y fueron lanzadas a corta distancia para
rematar a los animales moribundos. Otra posible técnica de caza usada sería la
estampida, estrategia conocida en algunos enclaves europeos. No hay evidencia sobre la
planificación de estas actividades, lo que unido a la falta de tendencia clara hacia una
especie, sexo o edad nos lleva a pensar en un aprovechamiento oportunista. Por lo que
vemos en yacimientos como Atapuerca se transporta lo obtenido a los lugares de
procesado y consumo. Los elefantes, sin embargo, no aparecen en lugares distintos a los
de su despedazado y se consumen en el lugar. El análisis de las piezas dentarias de SH
(Atapuerca) ofrecen unas estrías relacionadas con la alimentación abrasiva (estrías muy
uniformes y anchas no vinculadas con la masticación de alimentos sino como uso
paramasticador, es decir, usar la boca como sujetador del alimento para rasparlo con el
útil lítico, conociéndose paralelos en los Neandertales).
También parece que las poblaciones del Paleolítico Inferior practicaron el
canibalismo, más concretamente el H. Antecesor. Este hecho se documenta en TD6
(Atapuerca) donde aparecen marcas antrópicas para el procesado de carne en los huesos
del H. Antecesor mezclados con huesos de animales con las mismas marcas, esto
confluye en un canibalismo gastronómico no cultural ni ritual.
En el aprovechamiento de los recursos líticos hay una tendencia a utilizar los más
próximos al lugar de ocupación (adquisición local). Se usan distintas materias primas:
areniscas, cuarzo, cuarcita, sílex, etc. El cuarzo y la cuarcita son usados en los cursos
fluviales del Duero, Tajo y Guadiana y en las zonas lacustres. Los procesos
tecnológicos de esta población no precisan de materia prima de alta calidad de ahí el
amplio uso del cuarzo y la cuarcita. Sin embargo, en los emplazamientos de Atapuerca
hay una abundancia de sílex, materia prima usada con mucha más frecuencia. En la zona
cantábrica la materia prima más frecuente es la formada de areniscas. Hay
desplazamientos de materia prima lítica de sílex procedente de lugares distanciados del
campamento entre 5 y 10 km., desplazamientos que estuvieron inmersos en el marco de
la movilidad de estas poblaciones.
a.) Tecnología.
Los territorios preferenciales de ocupación serían los valles de cursos fluviales que
discurren entre orografías calcáreas con formaciones de cavernamiento. Estos valles
proporcionan muchas posibilidades de recursos subsistenciales como el agua y los
recursos abióticos, distintos ecosistemas con recursos diferentes a lo largo del año y vías
de comunicación que facilitan el desplazamiento. Según el registro de la zona cantábrica
(Asturias, Cantabria y País Vasco) y de la zona mediterránea (Valencia) las poblaciones
estarían concentradas en los territorios situados entre el ámbito costero y las
formaciones montañosas del interior. Los emplazamientos se extienden a lo largo de los
valles transversales, remontándonos en ocasiones hasta una elevada altitud sobre el
nivel del mar (1.000 m.). Hay una diversidad en relación a la altitud total pero la
tendencia general es hacia altitudes media-altas (300/400 m). Otro tema es la altitud
relativa, es decir, la altitud desde la cueva al llano más próximo, y esta altitud es más
homogénea, con una tendencia hacia una baja altitud relativa respecto al llano o curso
fluvial más cercano lo que conlleva un rápido acceso del agua y a una mejoría de los
desplazamientos. Aunque también existen emplazamientos con una elevada altitud
relativa en zonas escarpadas donde prima la visualización, es decir, lugares de oteo para
el control de los desplazamientos de las manadas de herbívoros.
En cuanto a los recursos vegetales hay una escasa documentación sobre ellos, lo
único conocido son restos de leguminosas en el yacimiento de Abric Agut (Barcelona).
El recurso cárnico sabemos que fue muy importante a juzgar por la fuerte presencia
de restos óseos en los yacimientos. En el registro se ve una gran variedad de fauna pero
siguen predominando las especies de herbívoro de tamaño medio y hay un retroceso en
cuanto al uso de especies de gran formato como fuente subsistencial. Las tres especies
que destacan son los équidos, los cápridos y los cérvidos que se pueden relacionar con
tres biotopos, estepa, montaña y bosque. El biotopo de montaña presenta una novedad
que se relaciona con los emplazamientos situados a gran altitud lo que supone una
ampliación de los recursos y ecosistemas explotados con respecto al Paleolítico Inferior.
Poco puede decirse respecto a las técnicas de caza. Las puntas musterienses servían
para la caza colectiva, acorralando a la pieza, y a corta distancia porque tienen poca
capacidad de penetración. Se sigue manteniendo la idea de que usaban picas de madera
aunque no hay en el registro de la P. Ibérica para este periodo.
Datacion y periodizacion
Eras, estratigrafía magnética, glaciaciones, faunas, fósiles y especie de humanos
HUMANID AÑO
SISTEMA EPOCA CLIMA PERIODO CULTURA
AD S
HOLOCE ACTUAL Interglaciar Hierro Actual
Bronce 2.000 -
NO METALES
500 a.
Cobre C
(Aluvial) Transición a 3.000 -
Mesolítico
metales 2.000
NEOLITIC 6.000 -
Diversas
O 3.000
Epipaleolític Tardenoisiense 10.000 -
Sauveteriense
o 6000
Aziliense
P Magdaleniense
Solutrense
L PALEOLITI Auriñaciense Homo Sapiens 30.000 -
SUPERIOR
G. WÜRM CO Superior Gravetiense Sapiens 10.000
E Chatelperronie
nse
Interglaciar
I PALEOLITI Homo Sapiens 160.000
MEDIO Musteriense
CO medio Neanderthal - 30.000
G. RISS
S Chelense
Interglaciar 1.000.00
T Homo Erectus 0-
Achelense 800.000
O G. MINDELL
C 2.200.00
INFERIOR 0-
G. GUNZ Guijarros Homo Habilis
PALEOLÍTI 1.600.00
E (Villafranquie CO inferior
(Olduvayense)
0
N se)
O
Paránthropos
4.600.00
PREGLACI 0-
(Diluvial) AR
y
1.000.00
0
Australopitecinos
Dentro del Würm reciente se desarrolla el máximo glaciar y sobre 18.000 años BP
se da el periodo más frío y seco de todo el Pleistoceno en la P. Ibérica en general. La
temperatura media estaba en torno a 10º/12º por debajo del actual y por encima de los
700 m. de altitud la temperatura media no subiría de 3º. El clima oscilaría entre fresco y
frío intenso con algunas pulsaciones un poco más templadas en los Interestadios II/III y
III/IV. Dentro del territorio peninsular hubo diferencias en el clima: en la mitad
septentrional el clima sería más frío, en la Meseta habría un clima continental, y en la
mitad meridional el clima sería un poco más suave. Este marco se empeora como ya
hemos dicho en el Würm IV (18.000 años BP) fase conocida como Dryas antiguo que
corresponde al máximo glaciar. En este periodo se forman auténticos glaciares de
montaña con extensiones de hasta 30 km. de largo y 400 m. de espesor e incluso se
formó un glaciar de meseta en la zona central de los Montes de León. En el Cantábrico
habría 9º/10º en verano y 2º/0º en invierno con unas condiciones climáticas parecidas a
las actuales de Noruega y en el Mediterráneo la temperatura anual media sería de entre
4º/9º inferiores a la actual. Superado este glaciar, el clima muestra una tendencia general
hacia condiciones climáticas más suaves hasta conectar con el Holoceno periodo que
corresponde al proceso de desglaciación que empezaría al final del Paleolítico Superior
a partir de 16.000 años BP aproximadamente en la oscilación templada de Bölling.
Consecuencia de este clima frío fue la presencia de nieves perpetuas a un nivel bajo
que en el norte por ejemplo estaría a 1.500/1.400 m. sobre el nivel del mar y en la
actualidad está sobre 2.700 m. Las temperaturas del mar estarían en consonancia con el
clima, así para el Cantábrico serían de 4º a 2º en primavera y similares para las costas de
Portugal. Esto explica la presencia de especies marítimas de climas fríos como el
molusco ártico en el Cantábrico y los pingüinos y las focas en la Estremadura
portuguesa. Este ambiente de temperaturas bajas va unido a un ambiente
mayoritariamente seco y este nivel de sequedad se hace más marcado sobre el 18.000
BP (durante el máximo glaciar) momento de más frío y sequedad de todo el Paleolítico
Superior en la P. Ibérica. No obstante, hay algunas pulsaciones húmedas en las zonas
costeras y a partir del 16.000 BP en el proceso de desglaciación hay más humedad en
toda la P. Ibérica. De todas formas, ni el frío ni la sequedad fueron extremos a causa de
la situación meridional de la península.
En consonancia con el clima está la vegetación, con el frecuente dominio del paisaje
vegetal abierto en el que hay herbáceas y gramíneas, más frecuentes en los momentos
más fríos y secos. Los bosques son más frecuentes en zonas menos frías y más húmedas
como la zona meridional y los valles abrigados del norte y por tanto los bosques serán
más frecuentes durante el proceso de suavización del clima. En este bosque hay un
predominio del pino, y en los momentos de clima más suave y húmedo en las zonas
meridionales hay predomino del quercus.
El nivel del mar estaría afectado por las condiciones climáticas, tendría un nivel bajo
y subiría después del máximo glaciar con el desarrollo del proceso de desglaciación con
pequeñas oscilaciones. En el máximo glaciar el nivel del mar se situaría a unos -120 m.
y al final del Magdaleniense estaría en torno a -70 m. Los niveles del mar en el máximo
glaciar se conocen para la Estremadura portuguesa con -140/-130 m., semejantes a los
del Cantábrico, y hacia el final del Magdaleniense, en pleno proceso de desglaciación,
llegaría a -40 m. Debido a la diferencia de la plataforma continental en la península, la
línea de costa estaría más alejada en la Estremadura portuguesa que en el Cantábrico. La
línea de costa en el máximo glaciar respecto a la línea actual, estaría en el Cantábrico a
5 km. y en la Estremadura portuguesa a 30 km., es decir, más que en la actualidad. Estos
cambios debieron afectar al poblamiento del ámbito costero y explicaría por ejemplo
que yacimientos actualmente costeros del Solutrense avanzado en la Estremadura
portuguesa no estaban al borde del mar como ahora y en ellos no aparecen recursos
costeros ya que la línea de costa estaba a 30 km. por lo que no sería rentable el
aprovechamiento de los recursos costeros.
Años atrás, el registro del Cantábrico servía de modelo para todo el territorio
peninsular, basado sobre todo en los yacimientos de Pendo y Morín con niveles
musterienses, chatelperronienses y auriñacienses. En el registro de estos yacimientos
hay una interestratificación de Chatelperroniense y AURINACIENSE y esto
demostraba su contemporaneidad pero se pensaba que no existía una relación evolutiva
entre ambos conjuntos. El Chatelperroniense no era una industria de transición sino el
resultado de una aculturación a partir del Auriñaciense, sin embargo comparando ambos
conjuntos se ve claramente su diferenciación y además el auriñaciense fue introducido
desde el exterior. En los últimos años ha habido un cambio sustancial en este sentido.
En Pendo, la secuencia conocida es el resultado de procesos posdeposicionales y en la
revisión de Morín se observa una mezcla entre el nivel inferior, Chatelperroniense, y el
nivel superior, Auriñaciense, estas dos situaciones nos dicen que no hay realmente
Chatelperroniense por lo tanto estos dos yacimientos no pueden ser base documental
sólida para tratar este tema tan trascendental de la transición del Paleolítico Medio al
Paleolítico Superior.
Según el registro actual, el contexto del Paleolítico Superior más antiguo sería el
Auriñaciense, para el que se da una fecha en cueva del Castillo de 40.000 años BP y en
el abrigo de La Viña (Asturias) de 36.000 años BP. Esta antigüedad del Auriñaciense
quedaría corroborada por el registro de cueva l`Arbreda (Gerona) que muestra el paso
del Paleolítico Medio al Superior, musteriense-auriñaciense mediante una ruptura entre
ambos en 38.000 años BP.
b.) Cataluña:
Aquí el Paleolítico Superior empieza muy tarde con la fecha de Gruta do Pego do
Diabo (Lourdes, Portugal) en 28.000 años BP. El contraste del Musteriense respecto del
Auriñaciense es tremendo por lo tanto hay una ruptura entre ambos periodos cuyo
tránsito fue muy rápido, la fecha más reciente del Musteriense coincide con las del
Auriñaciense en 28.000/27.000 años BP.
a.) Tecnología.
- campamentos base. Se caracterizan por estar en cuevas espaciosas con una buena
orientación y por tener un registro arqueológico variado relacionado con múltiples
actividades. Al ser grandes áreas de ocupación debía haber un número amplio de
individuos. Estos registros tienen estratos potentes por lo que el periodo de ocupación
de la cueva debió ser largo pudiendo llegar aproximadamente al año. Suelen ubicarse en
los cursos bajos de los ríos en los que hay una mayor diversificación de recursos como
sucede en los yacimientos de cueva de Santimamiñe (Vizcaya), cueva de Cueto de la
Mina (Asturias), abrigo de Parpalló (Valencia), cueva de Caldeirao (Portugal), etc.
En cuanto a las técnicas de caza, a partir del Solutrense superior aparece una
profusión de puntas con gran capacidad de penetración lo que es igual a una caza a larga
distancia y a la posibilidad de realizar la actividad cinegética de forma individual.
Dentro de esta diversidad de puntas interesan aquí las puntas con pedúnculo y aletas o
puntas mediterráneas y las puntas con muesca que tienen unas características especiales
que nos hacen pensar que fueron puntas de flecha para arco (longitud inferior a 35 mm.,
peso de 5 gr. y ángulo de 56º). También hay evidencias de propulsores a finales del
Solutrense lo que es igual a un mayor rendimiento de la caza, sin embargo esta
evidencia no encaja con el uso del arco puesto que el propulsor es mucho más difícil de
manejar.
En fin que la economía del Paleolítico Superior tiene dos rasgos fundamentales, la
especialización en la caza de una especie y el aumento de los recursos alternativos lo
que se traduce en una cierta diversificación. La especialización se refiere a recursos no
estáticos lo que obliga a una movilidad logística por lo que la diversificación queda a un
nivel bajo.
El periodo mesolítico se extiende desde una fecha situada en torno a 12.000 años BP
hasta los comienzos del Neolítico existiendo la dificultad de fijar la fecha final del
Mesolítico ya que el Neolítico no se implanta de forma simultánea en todo el territorio
peninsular. Como fecha de referencia tenemos las cronologías más antiguas del
conjunto neolítico peninsular a comienzos del VII milenio BP pero esta fecha no tiene
validez para todos los ámbitos peninsulares (caso de la zona septentrional). Según lo
dicho el periodo Mesolítico se desarrolla en los momentos finales del Tardiglaciar o
Würm IV a partir de la oscilación templada de Allerod aún dentro del Pleistoceno
Superior y culminando en el Holoceno, la desglaciación. Este periodo es de grandes
cambios ambientales pero la escasa documentación que tenemos nos hace tomar como
referencia la zona cantábrica.
Esta primera fase del periodo se extiende a lo largo de la oscilación de Allerod, del
Dryas III y de la primera mitad de la fase Preboreal. Generalizando las fechaciones en
cronología absoluta el periodo se extiende entre 11.500/9.000 años BP.
En este periodo hay una continuidad cultural clara, en unos aspectos más que en
otros, con respecto al Paleolítico Superior, de hecho lo más frecuente es que las
ocupaciones de esta fase se sitúen en los mismos yacimientos de las ocupaciones al final
del Magdaleniense y a veces por esta continuidad la distinción cultural es muy difícil de
determinar. También existe una continuidad del poblamiento que se aprecia en todos los
aspectos de la cultura. Entre sus varios contextos industriales destacan el AZILIENSE
en la zona cantábrica y el EPIPALEOLÍTICO MICROLAMINAR en la zona
mediterránea.
a.) Tecnología.
a.) Tecnología.
Los yacimientos asturienses suelen presentarse bajo la forma de concheros con más
de 5 m. de potencia. La acumulación de conchas lleva al grupo ha un desplazamiento
del lugar de habitación hasta incluso se conocen habitaciones en el exterior de la cueva
(“la basura les echa de casa”). Este hecho lleva a que exista una fuerte vinculación de
los emplazamientos relacionados con las estrategias de aprovechamiento de recursos
subsistenciales, vinculación que viene marcada por una progresiva diversificación lo
que se traduce en una menor movilidad y en una menor extensión de los territorios de
explotación.
- Concheros portugueses. Son yacimientos no costeros, están situados en orillas de
ríos y en tierras situadas algo más hacia el interior que los yacimientos asturienses, en
función de unas determinadas estrategias de aprovechamiento de recursos.
Son campamentos formados por varias cabañas en los que se ven los agujeros de los
postes de madera para sujetar la cubierta de ramajes y los suelos preparados mediante
una mezcla de cantos rodados, conchas y tierra. Junto a los campamentos hay
evidencias de necrópolis lo que supone una mayor pervivencia en el lugar, es decir,
serían poblaciones seminómadas con un régimen de movilidad inferior a todos sus
contemporáneos. Esta escasa movilidad es debida a la ocupación de espacios
especializados con una variedad de recursos limitada pero con recursos muy
abundantes, sobre todo los recursos acuáticos son abundantes durante todo el año y son
complementados por caracoles y por la caza. Estos grupos serían por tanto cazadores-
recolectores complejos, versión peninsular acuática del Natufiense.
Modelos Difusionistas:
- Modelo dual. Planteado a lo largo de la década de los 80, es uno de los modelos
actuales más conocido y atacado. Este modelo combina dos propuestas, una elaborada
por J. Fortea a comienzos de los 70 y otra conocida como modelo de colonización
pionera que ve en la neolitización de la península una colonización selectiva que tiende
a ocupar inicialmente determinados territorios más favorables para la economía de esos
colonos y a partir de ahí entran en contacto con la permanencia de la población
cazadora-recolectora. Este modelo supone que aceptamos el mecanismo de difusión.
Según el modelo dual, estos grupos que llegan al Mediterráneo peninsular, sobre
todo al Levante, son colonos neolíticos, neolíticos puros o colonos pioneros y no
representan ningún proceso de neolitización porque ya son plenamente neolíticos por lo
que marcan una ruptura con respecto a las poblaciones mesolíticas locales. La llegada
de estos grupos la inscriben en el modelo de colonización pionera, es decir, ocupan
inicialmente tan sólo las zonas más fértiles dentro de un amplio territorio hasta ahora
ocupado por cazadores-recolectores y a partir de ahí comienza un proceso de relación
cultural. El proceso de neolitización en la P. Ibérica es el que se ven inmersos las
poblaciones mesolíticas locales que entran en contacto con los colonos neolíticos. Según
el registro, en la inmensa mayoría de los casos ese proceso de neolitización se inicia con
la incorporación de la cerámica para después incorporar rasgos económicos (agricultura
y ganadería) y no se trata de un proceso autóctono ya que esta incorporación se genera a
partir de contactos con los colonos neolíticos, es decir, hay una aculturación o
asimilación del “paquete neolítico” por parte de las poblaciones mesolíticas y sería
además una aculturación directa en el sentido de que la asimilación era a través de
grupos plenamente neolíticos no a través de grupos en proceso de neolitización.
Modelos Autoctonistas:
Junto a estos modelos difusionistas, con sus diversos matices, desde los años 80 se
han venido planteando propuestas autoctonistas de forma más o menos clara y de mayor
o menor alcance. El punto de arranque de estas propuestas es la localización de
contextos arqueológicos que han proporcionado una cronología y unos rasgos culturales
que dan pie a defender sus teorías. Apoyar estos yacimientos supone negar el modelo
dual y cualquier otro modelo que vincule la neolitización peninsular con el horizonte
cardial. Esta propuesta también se ha planteado para Francia e Italia. Se trata de unos
yacimientos con cronologías casi de un milenio anteriores al cardial peninsular con otro
tipo de cerámica distinta a la cardial. Son muy pocos yacimientos, no exentos de
discusión, pero han servido para negar el modelo dual y cualquier otro que una la
neolitización peninsular con el horizonte cardial. El punto en común de estas propuestas
autoctonistas es la afirmación o defensa de la evolución de las poblaciones mesolíticas
locales.
Otra propuesta, en principio más viable, limita el desarrollo local de los rasgos del
“paquete neolítico” a la cerámica por parte de las poblaciones mesolíticas, dejando en el
aire el tema de la domesticación. La propuesta se desarrolla a partir del registro
arqueológico en la zona levantina, registro más viable pero no exento de polémica.
Vistos los modelos podemos hacer el análisis regional del registro y su posible
adecuación a los modelos propuestos.
Los investigadores de cova Fosca dicen que estamos ante el más antiguo neolítico
del Levante, en el que aparece cerámica con una fecha de finales del IX milenio BP
comienzos del VIII milenio BP (cova Fosca II 8.600/7.700 BP). Para ellos en los
yacimientos vinculados al horizonte cardial como cova de l`Or (Alicante) y cova de la
Sarsa (Valencia) los primeros rasgos de neolitización comienzan un milenio y medio
más tarde y el Neolítico pleno se daría a comienzos del VII milenio BP. Por este motivo,
ellos niegan el modelo dual y todo el que vincule al Levante con el llamado “horizonte
cardial”. Y para ellos no hay ningún tipo de ruptura ya que según la secuencia de cova
Fosca se evidencia un proceso de neolitización local a partir de las poblaciones
mesolíticas representadas por el nivel III. Estos investigadores proponen el proceso de
neolitización a través de la progresiva adopción de los rasgos neolíticos, idea marcada
por la secuencia de Fosca, l`Or, cova de Les Cendres (Alicante) y Sarsa. La aparición
inicial de la cerámica no cardial se ve en cova Fosca y la posterior incorporación de los
restantes rasgos neolíticos se observa en Sarsa, Les Cendres y l`Or. La propuesta de
este equipo sería entonces autoctonista aunque se limite en principio sólo a la cerámica.
Los defensores del modelo dual dicen que la cerámica de cova Fosca es semejante a
la cerámica que en l`Or y en Les Cendres se superponen a la cardial y que por tanto
son posteriores a la cardial. Tampoco aceptan las fechas de 7.700/7.100 BP para cova
Fosca y consideran correcta la fecha de 5.700 BP del nivel I, fecha que sí está acorde
con la cronología de las cerámicas poscardiales de l`Or y Les Cendres. Para ellos los
niveles neolíticos de cova Fosca no representan una fase antigua del Neolítico sino una
fase ya avanzada posterior al cardial. La posible presencia de domesticación animal
estaría en contra de las altas fechas que los investigadores de cova Fosca defienden para
los niveles neolíticos (a partir del 8.600 BP) ya que ello supone defender la
domesticación autóctona pero según los arqueozoólogos hay una falta de ejemplares
salvajes en la P. Ibérica y en toda Europa en general.
Si aceptáramos lo que dicen los investigadores de cova Fosca estaríamos ante un
proceso de neolitización de un grupo del complejo microlaminar, que pertenece a
principios del Mesolítico, y se convertiría entonces en el único caso conocido en todo el
Mediterráneo peninsular. Si no aceptamos esta idea debemos pensar que todos los
contextos neolitizados de la península son del complejo geométrico mesolítico.
Los defensores del modelo dual afirman que el Neolítico se inicia en la P. Ibérica,
como en todo el Mediterráneo occidental, con el horizonte cardial representado por l`Or
y Les Cendres en la península donde aparecen poblaciones plenamente neolíticas
llegadas desde el exterior.
Como conclusión podemos decir que casos como los de cova Fosca y Balma
Margineda se conocen en el sur de Francia e Italia, yacimientos con altas cronologías de
cerámicas no cardiales, pero son unos pocos yacimientos tan discutibles como los
peninsulares que en ningún caso pueden argumentar desarrollos autóctonos porque
faltan los antecedentes silvestres. Es difícil aceptar que cova Fosca fuera únicamente en
todo el territorio peninsular el que estuviera fabricando cerámica durante un milenio sin
influir en otras poblaciones y que Balma Margineda conociera la domesticación animal
durante un milenio y medio antes de que se documente en otros yacimientos del noreste
peninsular. En definitiva, resulta difícil asumir las altas cronologías de cova Fosca y
Balma Margineda.
Siendo rigurosos con las fechaciones absolutas, la cronología más antigua para
algunas manifestaciones neolíticas corresponde a un contexto epipaleolítico que
incorpora la cerámica cardial, es el caso de Forcas II (Aragón) con 6.970 BP, Balma
Margineda con 6.850 BP y Chaves con 6.770 BP. En el caso concreto del Alto
Aragón, las primeras manifestaciones o síntomas del Neolítico no se hallan en contextos
plenamente neolíticos sino en contextos epipaleolíticos con cerámica cardial. Forcas II
puede responder a un posible primer contacto con grupos neolíticos del otro lado de los
Pirineos, adonde nos conducen también paralelos en la industria lítica. Incluso a lo largo
del Mesolítico geométrico se evidencian relaciones entre el sur de Francia y el noreste
de la P. Ibérica. De todas formas, muy tempranas son las fechas de 6.770 BP para
Chaves y 6.700 BP en la propia Forcas II para contextos neolíticos. En ambos
yacimientos después de fases de abandono aparecen neolíticos plenos siguiendo un
esquema muy frecuente de ocupaciones neolíticas plenas según veremos. Lo claro es
que estas ocupaciones corresponden a gentes nuevas. Si Forcas II es una excepción por
su alta cronología y por tratarse de un contexto epipaleolítico con cardial, también Els
Secans (Aragón), desde el punto de vista económico, donde se da un proceso de
neolitización con la incorporación de cerámicas cardiales y de la actividad agrícola, es
un contexto de tradición epipaleolítica. Esta situación no es normal porque el proceso de
neolitización se inicia con la incorporación de las cardiales únicamente como se ve en
Cocina, Costalena, Botiquería dels Moros, etc. Casos como el de Forcas II y Els
Secans hablan de la diversidad de situaciones que debieron darse en el proceso de
neolitización de la zona que estudiamos, aun dentro de un cuadro general. No debe
olvidarse que dicho proceso contempla la asimilación de los rasgos neolíticos por
poblaciones mesolíticas de distintas zonas, debiendo contemplarse como muy probable
el desarrollo de formas diversas.
Como conclusión podemos decir que el Neolítico se inicia en esta zona a comienzos
del VII milenio BP en contextos culturales en los que las cerámicas cardiales están
presentes. Estas cerámicas cardiales, salvo en el caso de Forcas II, aparecen asociadas a
contextos plenamente neolíticos tecnológica y económicamente hablando. Se trata de
yacimientos nuevos o desocupados anteriormente ubicados en zonas distintas a las de
las poblaciones mesolíticas contemporáneas del Complejo Geométrico, por lo que
estamos ante una dualidad de poblaciones y de territorios de ocupación. Estos
yacimientos marcan una clara diferencia con los contextos finales del Mesolítico de la
zona en todos los sentidos: tecnología, economía, zonas geográficas ocupadas, etc., lo
que nos habla del origen externo de estos grupos plenamente neolíticos. La excepción la
tenemos con el caso de Forcas II donde aparece cerámica cardial en contextos
mesolíticos con la fecha más antigua en la P. Ibérica que se puede relacionar con el
cardial del sur de Francia. Apareciendo después contextos plenamente neolíticos en la
propia Forcas II y en Chaves. Estos yacimientos plenamente neolíticos aparecen
agrupados en pequeños núcleos aislados con una distribución típica de los colonos
pioneros. Rasgos como la cerámica cardial y el arte macroesquemático indicarían el
origen mediterráneo de estos grupos neolíticos.
Las fechaciones del cardial en el Pirineo oscense son las más antiguas con 6.970 BP
para Forcas II y 6.770 BP para Chaves mientras que en el Pirineo leridano la fecha de
6.850 BP para Balma Margineda supera las fechas más altas de la costa catalana con
6.700 BP para La Draga y 6.550 BP para La Font del Ross, esto quiere decir que las
primeras penetraciones y contactos del Neolítico fueron terrestres y además por el sur
de Francia. Esta última idea reforzaría la idea expresada antes para las primeras
cerámicas cardiales de Forcas II, sin embargo, la zona catalana y valenciana tienen en el
Neolítico un origen más Mediterráneo por su relación más próxima a la costa, por tanto
una idea más volcada a la penetración por vía marítima.
La existencia de contextos mesolíticos que incorporan sólo una parte del “paquete
neolítico”, mayoritariamente la cerámica, nos dice que se produce un proceso de
aculturación, idea más cercana al modelo dual. La zona pirenaica oscense y leridana
desarrollaría el proceso de aculturación a partir de los enclaves de Chaves, Balma
Margineda y cueva del Moro (Olvena, Huesca), mientras que en la zona levantina y el
bajo Aragón el proceso de neolitización se generaría a partir de yacimientos como l`Or,
Les Cendres y Sarsa. En la zona catalana, sin embargo, no hay mesolítico en proceso
de neolitización y el proceso se iniciaría en los comienzos del VII milenio BP con las
fechas muy cercanas de 6.830 BP para Botiquería dels Moros y de 6.700 BP para Can
Ballester.
Como vemos, es difícil explicar el proceso de neolitización de la fachada oriental
peninsular sin aportes externos de carácter démico que generan una dualidad de
poblaciones, yacimientos como Balma Margineda, Les Cendres o La Draga son
contextos plenamente neolíticos sin tradición epipaleolítica, tradición por otro lado
representada en sus respectivas zonas. El registro arqueológico responde, en general, al
modelo dual, no obstante, en el Pirineo oscense el proceso de neolitización se inicia sin
aporte démico, aunque poco después encontremos este aporte. Este último dato nos
llevaría a plantear en el Alto Aragón mecanismos de difusión démica y no démica, algo
que no encaja del todo con el modelo dual y sí con el modelo de la disponibilidad.
Parece lógico pensar que un único modelo no pueda explicar sólo todo el proceso de
neolitización.
- Alto Valle del Ebro (Navarra y País Vasco). Para esta zona la documentación es
mucho más limitada aunque ha proporcionado datos de gran interés. Las evidencias más
antiguas de algún rasgo neolítico son 7.200/7.100 BP y 6.500 BP para Mendandia
(Condado de Treviño, Burgos) donde aparece cerámica decorada con técnicas diversas,
incluida la impresa, aunque no la cardial impresa. Estas cerámicas de fines del VIII
milenio BP y primera mitad del VII milenio BP aparecen en contextos culturales de
cazadores-recolectores sin ningún otro rasgo neolítico. En la cueva de Abauntz (Arraiz,
Navarra) aparece un cuadro cultural similar aunque la fecha es algo más reciente que las
más antiguas de Mendandia, 6.900 BP. Esta cronología se toma con reservas porque
tiene un margen de error muy amplio, +/- 500 años. Cuevas como Aizpea (Arive) y
Zatoya (Abaurrea Alta) en Navarra, repiten el contexto cultural de Mendandia y
Abauntz pero con fechas más recientes, sobre 6.300 BP. En las zonas más al interior
aparecen las únicas evidencias de cerámica cardial en el abrigo de Atxoste (Vizcaya) en
6.300 BP y en el abrigo de Peña Larga (Álava) en 6.150 BP. Las primeras evidencias
de economía de producción aparecen en 6.150 BP en Peña Larga, tratándose sólo de la
ganadería. La agricultura sería más reciente, sobre el 5.600 BP según el registro de la
cueva de Kobaederra (Vizcaya).
- Zona cantábrica. En esta zona hay una muy escasa documentación además de
poco esclarecedora. No se pueden señalar contextos que puedan considerarse como de
“colonos neolíticos”. Parece que los mecanismos de difusión démica no existen,
jugando las poblaciones mesolíticas todo el protagonismo de esta zona. Según los
últimos trabajos realizados, no hay pruebas concluyentes del contacto entre el
Asturiense y los primeros síntomas neolíticos, que bajo la forma de cerámica aparece a
mediados del VI milenio BP.
- Meseta. Hay escasa documentación. Los registros son muy discutidos como el de
abrigo de Verdelpino (Cuenca) donde aparece un pequeño lote de cerámicas lisas en el
nivel IV que corresponde a inicios del VIII milenio BP, 7.900 BP, y cerámica decorada
no cardial junto con la presencia de actividad ganadera en el nivel III fechado en 5.200
BP. Algunos investigadores han utilizado estos datos para mantener posturas
autoctonistas más o menos confesadas. Los siguientes datos de evidencia neolítica son
ya del VII milenio BP. Estos datos proponen una situación similar a la que veíamos con
cova Fosca, no hay continuidad entre el nivel IV fechado a inicios del VIII milenio BP
de Verdelpino y los yacimientos de mediados del VII milenio BP. Además de que hay
una excesiva separación cronológica en el propio Verdelpino entre el nivel IV (7.900
BP) y el nivel III (5.200 BP).
El marco cronológico para este periodo va desde los inicios del VII milenio BP hasta
aproximadamente mediados del VI milenio BP, generalizando mucho. A lo largo de este
periodo el Neolítico aparece introducido en todos los ámbitos peninsulares aunque con
distinto nivel de incidencia.
a.) Tecnología.
Estos asentamientos al aire libre parece que son multifuncionales teniendo en cuenta
que se encuentra un repertorio tecnológico muy variado, fauna, etc., es decir, casi todas
las actividades aparecen claramente representadas en estos asentamientos.
Son asentamientos que parecen ser ocupados durante cortos periodos de tiempo lo
que quiere decir que estas poblaciones tuvieron una cierta movilidad residencial. Incluso
se sigue dando el solapamiento de áreas de captación de varios asentamientos (no hay
una ocupación simultánea por distintos grupos sino por el mismo). La idea es que: un
mayor solapamiento de las áreas de captación es igual a una ocupación alternativa de
diversos asentamientos dentro de un territorio. Estas dos ideas, el solapamiento y la
escasa permanencia, nos llevan a pensar que estas poblaciones desarrollan la alternancia
de varios asentamientos dentro de un territorio. Esta movilidad residencial estaría
ligada, entre otros factores, a la posible técnica agrícola desarrollada por estas
poblaciones y se insiste para esta idea en el reducido tamaño de los molinos de mano
para facilitar su transporte.
De todas formas, debieron existir distintos patrones de ocupación del territorio a los
descritos como vemos en la aldea de La Draga con 100/150 años de ocupación y entre
10/15 cabañas para 100/150 personas. Esta aldea tiene por tanto un mayor nivel de
permanencia y un grupo más numeroso. La conclusión es que debemos aceptar una
cierta diversidad en cuanto a ocupación del territorio.
Junto a las estructuras de claro carácter doméstico hay otras de más difícil
interpretación, siendo su función debatida aún hoy. La interpretación puede cambiar la
forma en que estas poblaciones aprovechaban los recursos. Son estructuras excavadas
en el subsuelo con material margoso (arenas) a modo de zanjas y como estructuras
siliformes (en forma de silo). El interés radica en que suponen una novedad conforme a
las estructuras conocidas hasta ahora en un momento tan antiguo ya que son las
primeras evidencias de unos contextos que se harán frecuentes en el Neolítico II y en los
comienzos de la Edad del Cobre. La interpretación tradicional las ve como estructuras
de defensa, cabañas y silos, y esto da lugar a la posible existencia de campos de silos en
poblados abiertos, es decir, a yacimientos de carácter doméstico. Actualmente, a falta de
evidencias claras de actividades domésticas o habitacionales junto a estas estructuras, se
interpretan como estructuras de carácter simbólico y ceremonial, esto es, lugares de
agregación, idea sobre la que se ha levantado un amplio debate. También son vistas
como posibles lugares de control social lo que haría pensar en sociedades muy distintas
a las que describimos. Lo que sí esta claro es que se da una importante modificación en
la forma de plantear las estrategias de ocupación y el aprovechamiento de recursos en
estas poblaciones.
En Mas d´Is existen este tipo de estructuras. Vemos los fosos 4 y 5, fosos
concéntricos con sección en forma de “U”, de 12/14 m. de anchura y 4 de profundidad
medidas habituales para este tipo de zanjas. Estas estructuras están desconectadas de las
casas contemporáneas del yacimiento lo que reafirma su carácter no habitacional ni
doméstico como tampoco defensivo ni de delimitación del espacio doméstico y sí su
carácter ceremonial.
Las estructuras halladas en La Font del Ros son siliformes y tienen un diámetro de
entre 1/1´5 m. y entre 30/50 m. de profundidad. Pertenecen a momentos distintos.
En muchos casos son cuevas de funciones domésticas, por ejemplo en otro momento
ocupacional Les Cendres tuvo una función más específica, la agropecuaria, l´Or fue
ocupada con una finalidad de carácter ritual porque en ella aparecen enterramientos, una
acumulación de cerámicas cardiales de carácter simbólico, etc. También en Cataluña
encontramos cuevas ocupadas como lugares para el almacenamiento de grano como la
cova de La Sarsa en la que se ve una pequeña fosa o la Cova 120 (Gerona) donde
aparecieron fosas con recipientes.
En buena parte del Neolítico I, los yacimientos especializados de cuevas no son muy
numerosos pero al final del Neolítico I incrementan en número, tal vez, porque se
produce una dispersión de la población hacia territorios nuevos, dispersión que es
posible que tenga su origen en el crecimiento demográfico propio de estas sociedades
productoras. Esto tiene su importancia porque los grupos neolíticos comienzan a verse
ubicados en zonas donde la productividad agrícola no era tan buena, algo que también
tiene que ver con el incremento de las actividades no agrícolas como la ganadera lo que
es igual al aumento del número de cuevas ocupadas con una funcionalidad pecuaria.
En cuanto a la tecnología ósea hay una gran diversidad y también aparecen tipos
nuevos: cucharas, espátulas, gradinas (su parte activa está dentada en forma de abanico),
pajitas, múltiples elementos de adorno (también hay adornos hechos sobre moluscos).
El marco cronológico de este periodo abarca desde la segunda mitad del VI milenio
BP hasta mediados de la primera mitad del V milenio BP aunque como ya vemos varía
según el ámbito geográfico que estudiemos.
a.) Tecnología.
Entre los yacimientos asociados a los Sepulcros de fosa catalanes, con presencia
apreciable de elementos para hoz y restos de cereales, se encuentra el de Bòbila
Madurell (Barcelona). Para este contexto cultural podría plantearse un papel relevante
de la agricultura, coincidiendo con la presencia de yacimientos que entran más en la
idea de asentamientos más estables (Ca n’Isach). Por ello, hablaríamos de desarrollos
desiguales.
El importante papel que debió tener la ganadería vendría marcado además por la
configuración más habitual de las necrópolis megalíticas en el Neolítico II. Estas
necrópolis aparecen dispersas y sus sepulcros son situados en zonas elevadas, zonas
muy apropiadas para su aprovechamiento como pastos estacionales (ganadería
extensiva).
Los Sepulcros de fosa catalanes es uno de los grupos del Neolítico II más
desarrollado por su complejidad económica y social, complejidad muy cercana a la que
puede verse luego en la Edad del Cobre. Pero este desarrollo queda interrumpido en la
transición al Calcolítico y para explicar esto se habla de crisis. Esta crisis de los
Sepulcros de fosa catalanes pudo deberse a un cambio ambiental que la documentación
arqueobotánica explica con unos niveles de sequedad mayores lo que produjo una cierta
crisis de la actividad agrícola. En esta transición el poblamiento aparece muy disperso
en pequeñas unidades y con una gran dependencia de la ganadería. Este cambio en la
ocupación del territorio y en la estrategia de aprovechamiento de recursos se relaciona
con la pérdida de relaciones de intercambio, con el final de la mina de Can Tintorer y
de toda su actividad y con la presencia de sílex melado.
Uno de los contextos funerarios más conocidos de este periodo son los Sepulcros de
fosa catalanes que hereda del Neolítico I el ritual de inhumación individual en fosa.
Destacan las necrópolis de Bóbila Madurell y Camí de Can Grau en Barcelona
(precedente de Sant Pau del Camp). Las necrópolis ahora son de mayor envergadura, la
de Bóbila Madurell cuenta con 130 sepulturas correspondientes a un periodo amplio de
utilización lo que no quiere decir que se use de una forma continuada pero sí que estas
poblaciones tienden a la estabilidad. Existen estructuras siliformes en esta necrópolis.
En Camí de Can Grau el periodo de uso es más corto y corresponde a un momento
avanzado del Neolítico II.
Todo esto nos lleva a plantear dudas sobre la existencia real de esa cierta
desigualdad social, caso de existir hay que relacionarla con ese excedente de producción
y su distribución y control.
La interpretación de la Edad del Cobre es uno de los temas más debatidos dentro de
la Prehistoria reciente, algo similar a lo que pasa con el Neolítico. En las causas del
debate intervienen factores muy relevantes, factores como el inicio de la metalurgia, el
cambio de asentamiento, etc.
En la historiografía de la Edad del Cobre se distinguen dos fases: una desde los
comienzos de la investigación en los años finales del siglo XIX (Siret) hasta la década
de los 70 del siglo XX y otra que surge cuando cambian los rasgos que representan a la
Edad del Cobre desde los años 70 hasta hoy.
- Otra propuesta más reciente se está proponiendo como origen de esta desigualdad
social, la denominada “revolución de los productos secundarios”: cuya idea principal
es un aprovechamiento extensivo muy amplio de la actividad ganadera orientado en
gran medida hacia un aprovechamiento secundario (lana, leche, tracción animal), es
decir, una intensificación de la actividad ganadera más que agrícola. En relación a esto,
en el registro arqueológico encontramos una cierta profusión de piezas que se pueden
relacionar con esa denominada revolución de los productos secundarios. Son una serie
de piezas vinculadas a la actividad textil como son las placas de arcilla usadas como
separadores del hilo, los cuernecillos de arcilla de los que se piensa son pesas de telar o
las fusayolas de arcilla, discos perforados que tendrían la función del huso, aparecen
queseras, etc.
- En una de las grandes propuestas, defendida por García Sanjuán y Hurtado Pérez,
esta jerarquización de asentamientos responde a un modelo conocido como modelo
comunitario/parental. La idea es que los asentamientos de mayor rango pertenecían a
linajes de mayor rango mientras que los asentamientos de menor desarrollo serían en
general ocupados por linajes de un estatus social más bajo pero estarían relacionados
con los de alto nivel por parentesco. La fisión de estos linajes se produce siguiendo el
esquema propio de las sociedades segmentarias. Dentro de este sistema comunitario de
ocupación del territorio las relaciones sociales se inscribirían dentro de lo que los
antropólogos llaman sociedades jerarquizadas comunalistas basadas en relaciones de
parentesco. Esa separación se produce porque el linaje lo hereda el primogénito y su
repetición crea diferencias generales de estatus entre distintos linajes. Estas propuestas
creen en la existencia de una jefatura lo que se conoce como “Gran Hombre” cuyas
funciones son: estimular el incremento de la producción, velar por la cohesión del
grupo, redistribuir el producto, organizar la guerra, etc. El poder coercitivo de estos
linajes está limitado, lo que prima son los intereses del grupo y además estos “grandes
hombres” no tienen propiedad privada sino titularidad meramente simbólica. Esta
propuesta insiste en el carácter colectivo de los enterramientos como elemento que está
por encima de esos niveles de desigualdad social, se ve así la importancia del
comunalismo y del colectivismo cuya ideología se impone a la incipiente desigualdad
social que representan los líderes. Estas desigualdades se plasman en los sepulcros
megalíticos en donde se observan espacios reservados, ajuares no totalmente
homogéneos, etc., pero dentro de un espacio común de enterramiento colectivo.
- Otra propuesta defendida por F. Nocete, J. A. Cámara y otros, va más allá y dice
que la jerarquización en los asentamientos nos refleja una situación de explotadores y
explotados mediante relaciones sociales tributarias. La producción que los explotadores
toman de los explotados se hace bajo la forma de tributos, modo tributario de
producción. Los explotadores mantienen este sistema mediante la creación de sistemas
coercitivos de ahí la existencia de sistemas defensivos en los grandes asentamientos.
Estos grandes poblados fortificados de mayor nivel tipo Millares se convierten en
centros de poder y serían por tanto formaciones estatales. Algunos investigadores
proponen la importancia de la ideología de este sistema a tenor de la profusión de
objetos de carácter simbólico encontrados en poblados fortificados por lo que
hablaríamos entonces de estados de carácter teocrático.
- Otra propuesta, más sencilla defendida por Aguado Molina dice que sí existe una
diferencia entre asentamientos más grandes y más pequeños pero no necesariamente
tienen relaciones entre ellos sino que alcanzan distintos niveles de desarrollo cultural,
económico, etc. Propuesta de distinto desarrollo entre asentamientos.
- Se plantea incluso que esa diferenciación está relacionada con diferencias en las
estrategias productivas básicas, Gonçalves, es decir, los asentamientos fortificados
serían poblados más agrícolas y los pequeños asentamientos estarían más relacionados
con la producción ganadera. Las fortificaciones serían el resultado del choque entre
agricultores y ganaderos, situación conflictiva por definición.
Como límites cronológicos generales la Edad del Cobre se iniciaría desde mediados
de la primera mitad del V milenio BP y se extendería hasta comienzos del IV milenio
BP.