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TEMA I: LAS COMUNIDADES DEL PALEOLÍTICO INFERIOR Y

MEDIO (PALEOLÍTICO ANTERIOR).

1.) El ambiente físico durante el Paleolítico Inferior y Medio.

A nivel general, en la Península Ibérica el periodo: Paleolítico Inferior y Medio


abarca desde finales del Pleistoceno inferior (1 millón de años) hasta el interestadio
II/III del Würm reciente del Pleistoceno Superior (40.000-60.000 aproximadamente).
Hay algunas zonas como las más meridionales donde el Paleolítico Medio se adentra en
el Würm III (28.000-27.000, Columbeira y Salermo).
De acuerdo con estas fechaciones este periodo ocuparía el final del Pleistoceno
inferior, todo el medio y parte del superior (Würm).

La Península Ibérica en este periodo presenta un ámbito muy diverso tanto desde el
punto de vista climático (mediterráneo, atlántico y continental) como de relieve
(mesetas y marcada orografía sobre todo en Cantabria y en la zona pirenaica). Esta gran
diversidad conlleva serios problemas a la hora de generalizar, lo que se une a la desigual
documentación que tenemos según la región. El resultado es una síntesis sobre el
paleoambiente del Pleistoceno en la P. Ibérica.

Como ejemplo para estudiar el final del Pleistoceno Inferior en la Península


tenemos el yacimiento de Atapuerca (Burgos), que más que yacimiento es un complejo
ya que tiene contextos arqueológicos distintos de los que hay distinta documentación.
Dentro de Atapuerca, los momentos finales del Pleistoceno Inferior quedan
registrados en Gran Dolina de TD4 a TD7, y según estos niveles las condiciones
climáticas no son extremas, no hay mucho frío; sólo en TD6, que corresponde a la
glaciación Gunz (1,2/0,7 millones de años), hay condiciones algo frías y niveles de
humedad superiores a los actuales, lo que se puede observar a través de la presencia de
aves propias de humedales.
Acorde con el clima predomina el bosque sobre el paisaje abierto que sin embargo
tendría una mayor presencia en TD6 (Gunz). En estas zonas boscosas habría robles y
encinas, y pinos en las zonas más frías, así como un predominio de las herbáceas en el
periodo de TD6.
La fauna registrada encaja con este medio descrito, no hay ejemplos de fauna fría y
encontramos sobre todo especies de gran capacidad adaptativa: cérvidos, bóvidos,
rinocerontes, jabalíes, hipopótamos, etc.

En definitiva, no podemos hablar entonces para este periodo de condiciones


extremas, algo que podemos aplicar a toda la P. Ibérica donde el mar suaviza las
condiciones del clima riguroso.

Del Pleistoceno Medio (interglaciar Gunz-Mindel/Riss) tenemos una mayor


documentación pero básicamente seguimos dependiendo de la información que nos
ofrece el yacimiento de Atapuerca en la Meseta - Gran Dolina TD8 a TD11 y Galería
TGI a TGIV - que abarcan todo el Pleistoceno Medio y por otro lado Torralba-
Ambrona (Soria), con una bibliografía confusa, que abarca del Mindel al Riss. Y para
la zona mediterránea sólo podemos manejar el yacimiento de cueva Bolomor
(Valencia).
El clima a partir de esta documentación nos muestra las fluctuaciones típicas del
Pleistoceno que nunca van de un extremo a otro, hay por tanto periodos templados-
frescos y templados-cálidos junto con algunas pulsaciones frías. No hay condiciones
extremas.
Se sigue evidenciando una mayor humedad que la actual (aves de charca, lagunas y
cursos fluviales). Habría una coexistencia de paisaje arbóreo, que predomina más, y
paisaje herbáceo. En la glaciación Riss los diagramas polínicos de Atapuerca muestran
un 50% de AP (polen arbóreo) lo que corrobora que no hay condiciones climáticas
extremas. Predominan las mismas especies vegetales que en la etapa anterior: roble,
encina, alcornoque y el pino en las zonas más frías.
En cuanto a la fauna hay un predominio de los herbívoros de amplio margen de
adaptación climática como los cérvidos y en los momentos más cálidos predominan los
grandes bóvidos. En los momentos más frescos hay un desarrollo de la estepa lo que
lleva a la aparición de los caballos. Y hay una escasa presencia de especies frías como el
megaloceros (enorme ciervo) o el reno en el norte.

El Pleistoceno Superior se inicia con el interestadial Riss-Würm (125.000 años),


periodo del que hay poca documentación en la P. Ibérica. Las condiciones climáticas
serían calurosas y húmedas y este clima se traduce en un paisaje vegetal en el que se
desarrolla más el bosque.
En la glaciación Würm Antiguo las condiciones climáticas son más rigurosas lo que
supone un cambio en el paleoambiente. Aquí se puede hablar de varias fases estadiales:
Würm I y II (dentro del antiguo) caracterizado por un clima frío, algo que afecta más al
Cantábrico y a la Meseta y menos al Mediterráneo. Con estas condiciones más frías la
humedad desciende y hay un ambiente seco, sobre todo en la Meseta. En el Cantábrico,
la zona mejor conocida para esta época, las nieves perpetuas estarían en torno a los
1.000 m. (en la actualidad están a 2.500 m.), las temperaturas serían parecidas a las de
los países nórdicos actuales (entre 10º y 12º en agosto y entre 0º y 5º en invierno). En el
Mediterráneo las condiciones climáticas son más suaves, en verano por ejemplo las
temperaturas llegarían como mucho a 20º. Acorde con el clima la vegetación también
cambia y hay una presencia marcada de estepas frías, de herbáceas y de arbolado en las
zonas más cálidas (Mediterráneo). La fauna también cambia con el clima y con la
vegetación, pero incluso ahora los elementos más fríos como el mamut, el reno o el
rinoceronte lanudo siguen siendo escasos y sólo aparecen en la mitad septentrional
mientras que en la mitad meridional se encuentra la fauna cálida como el hipopótamo,
los bóvidos, cérvidos, jabalíes, etc. En general, en el conjunto de la P. Ibérica
predominan las especies de gran capacidad de adaptación como el ciervo y el oso.
Existe también la presencia de la cabra en medios de montaña donde comienza a ser
explotada.
En definitiva, a pesar del ambiente descrito nunca se llegó a condiciones de
rigurosidad extrema climática en la P. Ibérica como por otro lado sí pudo haber en
Centroeuropa.
En la segunda fase interestadial, Würm II/III, hay una cierta mejoría climática,
quizás hacía algo de más frío que en la actualidad (los niveles de las nieves perpetuas se
acercan al actual). Este alivio climático lleva a un aumento del bosque incluso en zonas
de clima continental como la Meseta. La fauna no cambia mucho lo que sí hay es un
predominio de tipos cálidos o de gran capacidad adaptativa (ciervo) mientras que la
fauna fría casi desaparece.
Un aspecto a tener en cuenta en el paleoambiente de la P. Ibérica es la amplia zona
costera que tiene, lo que nos dice que debió estar sometida a las fluctuaciones del nivel
de mar (regresiones/transgresiones) hecho que tuvo su repercusión. Hay poca
documentación sobre este fenómeno; sabemos que durante las fases glaciares el nivel
del mar bajó -120 m. con respecto a la cota actual y esto provocaría cambios en la costa
relacionados con las características de la plataforma continental (más o menos
kilómetros de costa). En las regresiones se podían ganar al mar 50 km. de costa de suave
pendiente mientras que en costas con marcada pendiente se ganan pocos kilómetros de
llanura costera, entre 8 y 10 km. Para las transgresiones tenemos muy pocos datos;
sabemos que en el Cantábrico el nivel del mar se situaba entre 5 y 7 m. por encima del
nivel actual en la trasgresión del Riss-Würm. Este fenómeno trae como consecuencia
dos hechos: que hay que matizar el carácter costero que se aplica a algunos
asentamientos cuando en realidad tenían delante una amplia llanura costera y en
general, que la escasa ampliación de la llanura costera durante las regresiones lleva a un
escaso incremento del frío en la Meseta de la P. Ibérica.

La presencia humana en la P. Ibérica se produce en el marco paleoambiental de


finales del Pleistoceno Inferior. El origen del poblamiento humano peninsular es un
tema muy debatido, reflejo de lo que ocurre a nivel europeo. La importancia del debate
rebasa el ámbito peninsular porque tenemos una de las evidencias humanas más
antiguas de Europa lo que se une a la situación geográfica privilegiada de la P. Ibérica
cerca del norte de África.

2.) El origen del poblamiento humano y su evolución física a largo del


Paleolítico Inferior.

Tenemos problemas de documentación a la hora de abordar el origen del


poblamiento peninsular ya que es escasa y limitada (Atapuerca) lo que lleva a una
difícil valoración por falta de precisión, sobre todo cronológica, de los yacimientos que
existen. Estos problemas afectan también a los posibles puntos de origen de esta
población que pudieron venir del norte de África o de la Europa continental.
Partiendo de esta oscura situación podemos y debemos manejar dos tipos de
registros arqueológicos: la documentación fósil humana y los conjuntos líticos que
demuestran la existencia de población humana en ese lugar.

a.) Documentación fósil humana.

Tenemos aquí la importancia del complejo cárstico de Atapuerca, por su amplitud


cronológica de muestra fósil humana: finales del Pleistoceno Inferior y todo el
Pleistoceno Medio, es decir, desde los primeros pobladores europeos hasta los
Neandertales. Este complejo también es importante por la cantidad y calidad de la
muestra en general (aunque del H. Antecesor la calidad es menor).

El registro de fósil humano más antiguo encontrado en Atapuerca y Europa está en


TD6 (estrato Aurora) y tiene un mínimo de 800.000 años (final del Pleistoceno
Inferior). Los restos humanos de TD6 constan de distintas partes del esqueleto, muy
fragmentados, de 6 individuos de ambos sexos y edades comprendidas entre los 3/4
años y algo menos de los 20. Los rasgos morfológicos más destacables de este registro
TD6 son un reborde supraorbital muy desarrollado y una capacidad craneal superior a la
del H. Ergaster y H. Erectus asiático no inferior a 1.000 cm³. Por su morfología los
restos ocupan una situación intermedia entre las características de H. Ergaster y H.
Erectus asiático y entre las poblaciones del Pleistoceno Medio H. Heidelbergensis y H.
Rodesiensis. Los restos de TD6 aparecen asociados a industrias del Modo I. Con este
registro fósil se ha formado una nueva especie, el Homo Antecesor, aparecido en
África a partir del H. Ergaster y al que se han asociado los restos italianos de Ceprano.
El término viene a significar pionero, explorador, en definitiva, el primero en salir de
África.

Existen algunas críticas a la consideración de H. Antecesor como una nueva especie.


Una crítica se crea por la definición a partir de restos pertenecientes a individuos
infantiles y juveniles, población en la que la morfología ósea no está totalmente definida
y esto le da a los restos un aspecto muy grácil, aspecto mayor incluso que en el H.
Heidelbergensis que es más reciente (tal y como reconocen los investigadores de
Atapuerca). Algunos investigadores consideran a H. Antecesor como un H. Erectus u H.
Ergaster. Aguirre sitúa el origen del H. Antecesor en poblaciones euroasiáticas
anteriores, caso de Dmanisi con 1’4/1’8 millones de años, poblaciones con las que el H.
Antecesor tiene mayor relación morfológica que con el H. Ergaster africano, para él
entonces el H. Antecesor sería un producto europeo.

Otros yacimientos con documentación fósil a destacar son cueva Victoria en Murcia
y Venta Micena en Orce.

En cueva Victoria los restos corresponden a varios fragmentos óseos considerados


como humanos y a un lote de piezas líticas y óseas con posible actuación humana. La
cronología asignada para este registro está entre 1’4/1’3 millones de años.
Este registro tiene varios problemas: 1 no está claro el carácter antrópico de las
piezas de la industria ósea, que tiene posibles marcas de actuación de carnívoros y/o
carroñeros, 2 existen dudas sobre la consideración de que el registro sea de restos
humanos incluida la falange que es la menos discutida y 3 hay problemas estratigráficos
debido a los procesos erosivos lo que ocasiona la descontextualización de los restos
arqueológicos que se han atribuido a un sedimento faunístico que ha sido fechado en
torno a 1’4/1’3 millones de años.

En Venta Micena, el registro tiene una importante colección de fauna perteneciente


al Pleistoceno Inferior, piezas líticas y óseas con posibles marcas de actuación antrópica
y los famosos restos del “Hombre de Orce”. El antropólogo Domingo Campillo insiste
en que los restos óseos son humanos. Las fechaciones están entre 1’4/1 millón de años y
presenta los mismos problemas que cueva Victoria: dudas con respecto al carácter
humano de los restos óseos y dudas con respecto al origen antrópico de las marcas
existentes en las piezas líticas y óseas. Lo dicho dificulta la toma en consideración del
registro de Venta Micena.

b.) Documentación de conjuntos líticos.

Esta documentación no nos habla de la morfología del tipo humano responsable de


estas industrias. Se han llegado a considerar varios conjuntos líticos pertenecientes al
Modo I, conjuntos a los que se les asigna una cronología de 1 millón de años.
Los yacimientos que nos ofrecen esta documentación aparecen distribuidos por
Cataluña, en terrazas fluviales de Gerona caso del río Ter, por el litoral de la
Estremadura portuguesa, por Granada y por Burgos (Atapuerca):

- Yacimientos gerundenses. No existen dudas sobre el carácter antrópico de las


piezas líticas allí documentadas, pero sin embargo son conjuntos líticos de superficie,
sin dataciones absolutas, fechados por paralelos formales con enclaves europeos
(Vallonet), por lo tanto al no tener fechaciones absolutas no tienen garantía.

- Yacimientos de la Estremadura portuguesa. Aquí existen los mismos problemas


que en los yacimientos gerundenses, hay falta de fechaciones absolutas. Se añade
además la duda sobre el carácter antrópico de las marcas de algunos de estos conjuntos
líticos.

- Yacimientos granadinos. Nos encontramos con Fuentenueva 3, Barranco León 5


y la zona de Guadix-Baza. En ellos aparecen conjuntos líticos del Modo I cuyo carácter
antrópico no se discute. Las fechaciones sí que están discutidas entre 1’9 y 1 millón de
años, la tendencia mayoritaria sitúa los conjuntos en torno a 1’3/1’2 millones de años
(Pleistoceno Inferior).

- Atapuerca. Los conjuntos líticos aparecidos por debajo de TD6 corresponden a la


industria Modo I y están fechados en torno a 1 millón de años, no son cuestionados.

Como conclusión a la documentación existente sobre el origen del poblamiento


peninsular en el Paleolítico Inferior se acepta que fue a finales del Pleistoceno Inferior
en torno a 1 millón de años y es posible que antes según las fechaciones de Fuentenueva
3 y Barranco León 5 centradas entre 1’3/1’2 millones de años.

El tipo físico humano corresponde al Homo Antecesor, según unos, una nueva
especie procedente de África y según otros, una especie surgida a partir de poblaciones
euroasiáticas (más coherente con el registro). Para otros autores se trataría del tipo
humano conocido como H. Erectus u H. Ergaster. Lo que sí está claro es que su
tecnología lítica está asociada al Modo I y que no existen diferencias marcadas entre el
sur y el norte de la península en cuanto a prioridad cronológica del registro.

En cuanto a las vías de acceso a la P. Ibérica de estos pobladores podemos manejar


dos posibilidades: la vía continental que desde Francia pasa a través de los Pirineos y la
vía meridional que a partir del norte de África entra en Andalucía:

- La vía continental. Un argumento para defender esta vía es la existencia de


yacimientos europeos occidentales con cronologías similares a las peninsulares en torno
a 1 un millón de años como Vallonet, Monte Poggiolo y Ceprano. Estos yacimientos de
la Europa occidental enlazan hacia la Europa oriental con el enclave de Dmanisi en
Georgia con restos óseos humanos y tecnología del Modo I con una fecha que puede
llegar hasta 1’8 millones de años. Este registro nos marcaría un desplazamiento este-
oeste desde el Próximo Oriente y partiendo de África. Esta vía tiene un mayor refuerzo
si se considera que H. Antecesor no es un producto africano. El registro de esta ruta es
un poco más sólido y no se enfrenta al problema del paso del estrecho, por lo que cuenta
con un mayor número de defensores.

- La vía marítima o africana. Se habla de presencia humana con tecnología del


Modo I y con una cronología de 1’8 millones de años en el yacimiento de Ain Hanech.
Esta cronología es superior a las europeas y en concreto a las peninsulares lo que la hace
posible. Pero el problema de esta vía es el paso del Estrecho de Gibraltar, aunque las
regresiones marinas disminuirían el paso de 14 a 10 km. y tal vez existieran islas
sumergidas que reducirían la distancia a 5 km lo que hace posible su paso (se conocen
desplazamientos en islas similares del sureste asiático). Otro problema añadido es la
discontinuidad de esos posibles contactos península-norte de África, es posible que se
mantuvieran, durante el Pleistoceno Medio, paralelismos entre ambas zonas durante el
Musteriense (Paleolítico Medio) y el Paleolítico Superior y parece que se interrumpen
en el Pleistoceno Superior. Sin embargo los Neandertales se extinguieron en el sur de la
P. Ibérica sin pasar al norte de África. Estos problemas hacen que los partidarios de la
vía africana sean menos.

3.) Las poblaciones del Paleolítico Medio. Los Neandertales.

a.) Homo Heidelbergensis.

Estas poblaciones son mejor conocidas gracias al importante registro de la Sima de


los Huesos (SH) en Atapuerca. El registro fósil de SH está fechado en pleno
Pleistoceno Medio en torno a 300.000 años y su importancia es cuantitativa porque
tiene restos de 30 individuos y cualitativa por el conocimiento casi completo del aparato
óseo de estos pobladores.

Los rasgos morfológicos del registro SH son una combinación de rasgos arcaicos
(H. Antecesor) y rasgos neandertales:
- rasgos arcaicos: grosor de las paredes del cráneo, un cráneo bajo con una anchura
máxima hacia abajo y rebordes supraorbital y occipital.
- rasgos neandertales: reborde supraorbital no deprimido en la zona central,
espacio retromolar (espacio por detrás de la última muela), anchura de las fosas nasales
y alta capacidad cerebral llegando en algún caso a 1.390 cm³.
El conjunto de estos rasgos morfológicos engloba a estos humanos como Homo
Heidelbergensis, ampliamente documentado en Europa.

Tradicionalmente se defendía que H. Heidelbergensis era un producto europeo


evolucionado a partir del H. Antecesor pero en la actualidad comienza a plantearse que
el H. Heidelbergensis guarda mayor relación morfológica con las poblaciones africanas
H. Ergaster y H. Rodesiensis que con el H. Antecesor. El H. Heidelbergensis se
originaría entonces en África representando una segunda oleada de expansión humana
(la primera oleada sería la del H. Antecesor) desde este continente al exterior. Esta
expansión se produciría sobre el 600.000 coincidiendo con nuevos desplazamientos de
fauna desde África. Esta expansión desde África también sería la responsable de la
introducción del Achelense en Europa donde aparece por esas fechas.

Las vías de acceso al continente europeo pudieron ser una oriental a través del
corredor levantino y otra occidental por el este ya que aparecen paralelismos entre los
Achelenses del Magreb y de la P. Ibérica.

La cantidad y calidad de la muestra ósea de SH (Atapuerca) permiten analizar el


tema del perfil de la muerte, tema que también nos lleva a plantear el tipo de muerte. La
edad de muerte de los individuos de SH es: 3 individuos que murieron entre 4/11 años
(9’4%), 17 individuos que murieron antes de los 20 años (53%), 9 individuos que
superaban los 20 años cuando murieron (28%) y tan sólo 3 que superaron poco más de
30 años (9’4%).
Hay una discusión entre si la muerte de estos individuos de SH sufrieron una muerte
catastrófica o atricional. La ausencia de población infantil (que en las tribus cazadoras-
recolectoras está en torno al 60% de la población) unida a la escasa representación de
individuos que superasen 20 años y a la reducida presencia de individuos por encima de
30 años (tasa superior en cazadores-recolectores actuales) nos lleva a pensar en un perfil
catastrófico. Además, la tasa de mortalidad infantil en poblaciones del Pleistoceno
Medio europeo corrobora esta idea pero de todas formas, este perfil carece de valor
paleodemográfico.

Otros restos de H. Heidelbergensis en la P. Ibérica se encuentran en los niveles


inferiores de la cueva de Lezetxiki (Guipúzcoa) pertenecientes a la segunda mitad del
Riss. Se trata de un húmero izquierdo de adulto femenino que venía siendo considerado
neandertal pero no lo es.

b.) Neandertal.

Como en el resto de Europa, la evolución morfológica de la población peninsular


continúa con los Neandertales. Los yacimientos con restos de Neandertal son amplios
pero la documentación es muy limitada. Entre los yacimientos más conocidos están
cueva del Sidrón (Asturias), cueva de los Moros (Huesca), Bañolas (Gerona), Cueva
de Nerja, Boquete de Zafarraya, gruta Nova de Columbeira (Portugal)…

El marco cronológico de buena parte de estos restos se enmarca en el Würm


Antiguo aunque hay algunos restos anteriores en cueva Bolomor que pertenecen al
Riss- Würm. Los restos más recientes los tenemos en Nova de Columbeira, cueva de
Salemas (Portugal) y en Devil´s Tower (Gibraltar) con fechas inferiores a 30.000 años
BP, ya en Würm III. Con estas fechas, la población Neandertal más reciente del
continente Europeo está asentada en el sur peninsular. Este retraso apoya la idea en el
marco peninsular de una expansión del hombre moderno en dirección norte-sur.

Las características morfológicas del Neandertal encontrado en la P. Ibérica son


semejantes a la de los Neandertales europeos, algunos de sus rasgos ya esbozados son el
espacio retromolar y la alta capacidad cerebral, rasgos que veíamos en el H.
Heidelbergensis del Pleistoceno Medio de Atapuerca. Esto indica que los Neandertales
evolucionaron a partir de esas poblaciones de H. Heidelbergensis.

4.) Problemática en torno a la distinción y límite entre Paleolítico Inferior y


Paleolítico Medio.

La periodización tradicional entre estas etapas mostraba una distinción entre una
primera fase, Paleolítico Inferior, con unas Industrias Arcaicas o Modo I, a las que
seguía, el Achelense o Modo II y luego una segunda fase, Paleolítico Medio, donde se
desarrolla el Musteriense o Modo III.
El límite tradicional entre estos periodos mantenía una relación entre cambio
tecnológico (Musteriense) y cambio biológico (Neandertal), e inicialmente este cambio
se situaba en los comienzos del Würm coincidiendo con la aparición del Neandertal.
Más adelante el límite de la documentación arqueológica del Neandertal y del
Musteriense prewürmiense empezaron a situarlo en los comienzos del Pleistoceno
Superior (Riss-Würm) aunque algunos siguieron manteniendo el límite en los
comienzos de Würm. Lo dicho demostraba la falta de claridad para este límite.
Los rasgos del Achelense o Modo II son: una elaboración de útiles de pequeño
formato a partir de lascas, una elaboración de útiles de gran formato, los bifaces, un
proceso de elaboración más complejo y una planificación previa de útiles.

El Musteriense o Modo III se caracteriza por un amplio número y variedad de


útiles de pequeño formato muy estandarizados y por una elaboración sobre lascas con
una morfología generalmente establecida con anterioridad, la técnica levallois.
Existen también, en el Pleistoceno Medio, industrias sin bifaces, en ocasiones con
técnica levallois y con una alta presencia de raederas, propias del Modo III pero
contemporáneas al Achelense. Estas industrias son llamadas Premusteriense o
Musteriense primitivo.
Existe la perduración de conjuntos achelenses en el Würm I cuando ya está
plenamente implantado el Musteriense. Hay también una continuidad de los bifaces del
Modo II en conjuntos del Musteriense llamado Musteriense de tradición Achelense. Y
además de esto se sabe que hay Neandertales con anterioridad al Pleistoceno Superior.
Todos estos factores hacen que se cuestione el límite tradicional entre Paleolítico
Inferior y Paleolítico Medio, lo que ocurre es que se han diluido las diferencias que se
venían señalando.

Los factores mencionados se registran en la P. Ibérica, se evidencia que hay


industrias sin bifaces adscribibles al Modo III en el Pleistoceno Medio en yacimientos
como Atapuerca con cronología de 300.000 años BP en los niveles TD10 y TD11,
cueva Bolomor (Valencia) y Cuesta de la Bajada (Aragón). Se cuestiona el registro de
Cuesta de la Bajada argumentándose que la ausencia de bifaces se debe al tamaño
reducido de la materia prima empleada. Este mismo argumento se cita a veces en cueva
Bolomor pero no queda del todo claro. Sin embargo, no parece que existan dudas
respecto a la presencia temprana de los Neandertales en el yacimiento de Atapuerca.

También se defiende la existencia de las industrias del Modo II ya iniciado el Würm


en Cabo Busto (Asturias) y a la vez siguen usándose bifaces en conjuntos del Modo III
(Musteriense de tradición achelense) en la región de Urbasa (País Vasco y Navarra) y en
Casal do Monte (Lisboa). En estos conjuntos del Modo II y del Modo III se observa la
predeterminación de la pieza en la elaboración de bifaces sobre grandes lascas que
precisan generalmente de una configuración previa del núcleo. No hay explicación clara
para la convivencia en el tiempo y espacio de los Modos II y III, se suele recurrir a una
explicación funcionalista.

A partir de la dificultad de limitar Paleolítico Inferior y Medio nos encontraremos


con varias propuestas:
- las dos etapas forman un solo periodo llamado Paleolítico Anterior o Antiguo.
- colocar el comienzo del Paleolítico Medio en 300.000 años BP cuando aparecen
las primeras industrias adscribibles al Modo III aunque el Achelense o Modo II perdure
hasta el Würm I.
- nosotros consideraremos el interglaciar Riss-Würm como inicio del Paleolítico
Medio ante la falta de una propuesta con amplia aceptación.
5.) El contexto cultural del Paleolítico Inferior: tecnología, ocupación del
territorio y aprovechamiento de recursos; posibles manifestaciones cultuales.

a.) Tecnología.

b.) zOcupación del territorio.


Para el comienzo del Paleolítico Inferior hay pocos yacimientos estudiados y se
distribuyen por unas pocas zonas con una escasa población y ocupando un pequeño
territorio. Conforme avanza el Paleolítico Inferior se incrementa el número de
yacimientos así como las zonas geográficas en las que aparece un aumento progresivo
de la población y de las áreas de explotación y ocupación.

Con respecto a la cronología, frente a ocupaciones en torno a 1 millón de años e


incluso algo más en la región central (Atapuerca) y en las depresiones interiores
granadinas (Barranco León y Fuente Nueva), los datos más seguros para el inicio del
poblamiento en el Cantábrico están sobre 250.000 años BP aunque las fechaciones de
Cabo Busto podrían llegar hasta los 700.000 años BP. Y en territorio valenciano las
fechas más recientes se sitúan en el Riss, 350.000/300.000 años BP (cueva Bolomor).
Estos desfases pueden no corresponder a la realidad a causa de diversos problemas
como son las escasas investigaciones o los problemas de conservación de registros
arqueológicos. Para el Cantábrico se argumenta la falta de proyectos de prospección y el
no haber alcanzado el final de secuencias estratigráficas. Para la zona valenciana se
argumenta el carácter violento de los grandes cursos de los ríos fluviales de la vertiente
mediterránea por el carácter torrencial de las precipitaciones, esto lleva a pensar en una
destrucción masiva del registro teniendo en cuenta la preferencia por la ocupación de
terrazas fluviales.

Según el mapa actual de dispersión de yacimientos en el Paleolítico Inferior, las


poblaciones están extendidas por todas las regiones peninsulares pero la distribución no
es homogénea. Hay un mayor número de yacimientos relacionados en la vertiente
atlántica y menor en la mediterránea a pesar de la diferente extensión que abarca cada
una. Dentro de la vertiente atlántica hay una clara concentración del poblamiento en las
zonas centrales en torno a los grandes valles fluviales de los grandes ríos Duero, Tajo y
Guadiana. Esto quiere decir que la población estaría concentrada en la zona central
aunque no de forma exclusiva. Es posible que esta diferencia centro-periferia
corresponda a la realidad y se deba a las estrategias de ocupación del territorio de las
poblaciones del Paleolítico Inferior, al aire libre y en zonas llanas de amplios valles
fluviales. Sin embargo, no hay que olvidar las causas que se argumentan para lo tardío
del registro humano en zonas como el Cantábrico y Valencia y que pueden tal vez
explicar la escasez de yacimientos y por lo tanto de población.

Como vemos, en estos momentos hay una preferencia por emplazamientos al aire
libre en zonas llanas sobre amplias terrazas, valles fluviales o zonas lacustres como
Torralba-Ambrona. Esta preferencia tiene escasas excepciones como son las Cuevas
de la Sierra de Atapuerca, pero hay que tener en cuenta que el accidente orográfico de
Atapuerca está muy poco marcado y que se encuentra junto al amplio valle del río
Arlanzón vinculado a la cuenca del Duero y por lo tanto este yacimiento está poco
alejado de las tendencias señaladas. El escaso nivel de ocupación de cuevas comienza a
hacerse notar levemente al final del Paleolítico Inferior (Riss), caso de cueva Bolomor,
de los niveles inferiores de cueva del Castillo (Cantabria) y de cueva de Lezetxiki, etc.
Esta escasa ocupación de cuevas hay que relacionarla con la preferencia por la
ocupación de lugares al aire libre pero por otro lado no hay que olvidar lo tardío en el
uso del fuego en la P. Ibérica, testimoniado en cueva Bolomor sobre 150.000 años
(finales del Riss), hecho que también ha podido influir. La tendencia preferente por la
ocupación del territorio al aire libre está ligada al aseguramiento en lo posible del aporte
de recursos básicos como son al agua, las materias primas líticas (cuarzo, cuarcita y
sílex), por el acceso a las buenas vías de comunicación para los desplazamientos, por la
posibilidad de acceder fácilmente a ecosistemas distintos que cubran todas las
necesidades subsistenciales a lo largo de todo el año y evitar así el desplazamiento a
muy larga distancia.

Gracias a las materias primas líticas, sabemos que hay yacimientos donde éstas no
proceden del entorno del emplazamiento, son materias primas alóctonas. Este hecho se
ha interpretado como resultado de desplazamientos intencionados para obtener así
materia prima lítica escasa o ausente en el entorno del emplazamiento pero también es
posible que al menos en algunos casos el transporte de materia prima lítica formara
parte del régimen de movilidad de estas poblaciones. Por otro lado es frecuente la
utilización reiterada de los emplazamientos lo que plantea la ocupación cíclica de
puntos distintos del territorio aprovechando los recursos que en cada momento
ofrecieran esos puntos. Por lo tanto debemos pensar en el desplazamiento itinerante
dentro de un territorio.

Con respecto a la funcionalidad de los emplazamientos, a nivel europeo se viene


hablando de dos grandes categorías funcionales de yacimientos: 1/
ocupaciones=emplazamientos de acampada y 2/ ocupaciones=emplazamientos
especializados. En el primero de estos enclaves hay un amplio número de actividades
desarrolladas durante un cierto periodo de tiempo y el segundo de ellos está orientado a
una actividad más específica en un momento concreto:

- documentación sobre emplazamientos de acampada. El registro peninsular


anterior al comienzo del Riss-Würm tiene escasas evidencias de ocupaciones
considerables como campamentos bases. Esta posibilidad se plantea para Atapuerca en
el nivel TD10, fechado en 300.000 años BP (Pleistoceno Medio), donde se documenta
el desarrollo de distintas actividades: una amplia y variada industria lítica con labores de
talla in situ, numerosos restos de fauna con marcas de aportación antróprica y muy
pocas de carnívoros y carroñeros. No se conocen para la P. Ibérica contextos como
Lazaret o Terra Amata (Niza, Francia), por lo tanto tendríamos que plantear para las
poblaciones peninsulares del Paleolítico Inferior un alto nivel de movilidad y no sería
extraño este hecho al tratarse de cazadores-recolectores con economía no especializada.
También por este motivo tenemos pocos registros de estructuras artificiales lo que sí
encontramos son estructuras de combustión (hogares) a finales del Riss en cueva
Bolomor.

- documentación sobre emplazamientos especializados. Hay una mayor base


documental y sabemos que están centrados en la obtención de recursos cárnicos.
Algunos ejemplos de estos yacimientos son Áridos (Madrid), Arriaga (Madrid) y
Torralba-Ambrona al aire libre y Atapuerca en cueva.

En Áridos y Arriaga, situados en la Meseta, hay restos de bóvidos y cérvidos y


destacan los restos de parte de un elefante junto al que aparecen elementos líticos
vinculados a su aprovechamiento. No estamos ante una formación faunística de origen
antrópico en el sentido de una aportación antrópica ya que se procede al
aprovechamiento del animal en el lugar de la muerte.

En Torralba-Ambrona, situado en zonas de humedales entre Madrid y Soria, hay


una alta concentración de fauna muy variada en cuanto a especies (rinoceronte, uro,
caballo), destacando en algún momento entre ellas el elefante y una industria lítica
también muy variada. En el yacimiento encontramos una formación muy compleja del
conjunto sedimentario en cuya configuración ha habido intervención humana, animal y
natural, a causa de ello tenemos datos confusos sobre el yacimiento. Se habla de
procesos posdeposicionales con un 66 % de restos óseos con evidencias de rodamiento
y erosión pero sin embargo encontramos el remontaje del proceso de producción lítica
en el mismo nivel. También se habla del importante papel de los carnívoros en la
formación del depósito faunístico pero sin embargo hay una escasa presencia de
carnívoros en la muestra ósea y escasas marcas de carnívoros (1’8 %).
En Atapuerca se documentan Gran Dolina y Galería. De Gran Dolina se conocen
estudios de TD6, TD10 y TD11. Parece aceptarse el origen básicamente antrópico en la
formación de los conjuntos óseos de estos estratos donde se ve un transporte de los
recursos y la aparición en determinadas partes del esqueleto de la aportación antrópica.
En Galería, TG10 y TG11, parece que las conclusiones coinciden con las de Gran
Dolina.
También existe constancia de lugares de obtención de materia prima lítica,
conocidos como talleres de superficie, muy difíciles de adscribir a una cronología.

c.) /Aprovechamiento de recursos.


Se distinguen dos tipos de recursos, subsistenciales y abióticos:

- recursos subsistenciales. Según el registro arqueológico hay un aprovechamiento


mixto de carne y vegetales aunque de este último hay una escasa documentación porque
no deja evidencias. Se ha hecho un análisis microscópico de los dientes del registro fósil
de SH (Atapuerca) y el patrón de las microestrías es propio de una alimentación
abrasiva en relación con la ingesta de semillas y raíces entre otros. Los recursos
vegetales de SH podían llegar a representar el 80 % de la dieta alimenticia de esta
población, incluso se observa en la mujer una dieta más equilibrada. Con todo, hay una
mayor documentación del aprovechamiento de los recursos cárnicos. Existe una
variedad de especies consumidas, generalmente hay un predominio de especies de
mediano tamaño y en ocasiones hay una buena presencia de especies de gran tamaño
como por ejemplo el elefante (Torralba-Ambrona). El aprovechamiento de este
recurso viene de dos biotopos, la estepa (équidos) más frecuentada y el bosque
(cérvidos). No existe ningún rastro de preferencia, dominio o selección de especie ni de
edad ni sexo en la obtención de recursos cárnicos.

Un aspecto actualmente debatido en Europa es la forma de obtener estos recursos


cárnicos: caza o carroñeo.

En Áridos y Arriaga existen áreas de despedazados donde aparecen restos de un


elefante con marcas de actuación antrópica y un conjunto de útiles líticos vinculados a
esta actuación. El registro conserva la parte axial y faltan las extremidades algo posible
debido a un traslado intencionado de la pieza para su procesado, este hecho unido a la
ausencia de marcas de carnívoros o carroñeros nos hace pensar en un acceso primario a
la pieza por parte del hombre. La industria lítica aparecida junto a la pieza es reducida y
sirvió para el procesado de la carne: tipos cortantes de formato pequeño-mediano
elaborados sobre lascas en el propio lugar con materias primas locales (se conservan
restos del remontaje), pero también aparecen junto a estos elementos cortantes tipos de
gran formato no elaborados allí mismo sino reavivados y hechos con materia prima
alóctona. Todo lo dicho indica una actuación muy concreta en un tiempo corto y con
pocos individuos.

En Torralba-Ambrona hay presencia de marcas antrópicas y de marcas de


carnívoros sobre los restos óseos encontrados. Las marcas antrópicas corresponden al
procesado de la carne en un acceso primario pero también hay marcas de acceso a la
médula en un acceso secundario; sin embargo, no es posible valorar cada uno de los
procesos antrópicos y carnívoros teniendo en cuenta la complejidad del yacimiento.
En Atapuerca parece que predomina, en general, el acceso primario (que no
equivale a la caza) porque hay un predominio de marcas antrópicas vinculadas al
procesado de carne de las zonas más ricas (diáfisis y elementos axiales) y escasas
marcas de carnívoros, además de que aparecen con frecuencia elementos líticos
vinculados al procesado de la carne, incluso en ocasiones se aprecia el procesamiento
del hueso para el acceso a la médula, es decir, hubo un acceso secundario.

Al margen de estos yacimientos concretos, del estudio taxonómico de Díez


Fernández se deduce la práctica carroñera para el aprovechamiento de individuos
animales adultos de talla mediana-grande representado en los yacimientos por la
aparición de las partes menos aprovechables abandonadas por los carnívoros: cabeza,
restos del tronco, etc. No hay pruebas de caza sobre estas piezas de gran formato por lo
tanto hay que desmitificar la existencia de cazadores, lo que sí existe es el
aprovechamiento de piezas de gran formato muertas o el seguimiento de estas piezas
moribundas, heridas seguidas hasta la muerte. En los individuos de menor tamaño o en
los inmaduros de talla mayor se observa una actividad cinegética por la abundancia y
aparición de los elementos más ricos en carne en los emplazamientos, algo que no
encaja con el carroñeo. En resumen, hay que hablar de una combinación entre caza y
carroñeo, pudiéndose ser éste primario o secundario, de todas formas hay un claro
predominio del acceso primario respecto a la caza y al carroñeo.

Respecto a los útiles de caza no hay nada en el conjunto lítico, salvo las escasas
puntas de Tayac. Sí parece que existieran piezas de madera con un extremo aguzado y
endurecido al fuego que llegarían a medir 2 m. como por ejemplo se documentan en
Torralba-Ambrona y en Europa donde se documentan incluso entre las costillas del
animal. Estas piezas fueron usadas como picas y fueron lanzadas a corta distancia para
rematar a los animales moribundos. Otra posible técnica de caza usada sería la
estampida, estrategia conocida en algunos enclaves europeos. No hay evidencia sobre la
planificación de estas actividades, lo que unido a la falta de tendencia clara hacia una
especie, sexo o edad nos lleva a pensar en un aprovechamiento oportunista. Por lo que
vemos en yacimientos como Atapuerca se transporta lo obtenido a los lugares de
procesado y consumo. Los elefantes, sin embargo, no aparecen en lugares distintos a los
de su despedazado y se consumen en el lugar. El análisis de las piezas dentarias de SH
(Atapuerca) ofrecen unas estrías relacionadas con la alimentación abrasiva (estrías muy
uniformes y anchas no vinculadas con la masticación de alimentos sino como uso
paramasticador, es decir, usar la boca como sujetador del alimento para rasparlo con el
útil lítico, conociéndose paralelos en los Neandertales).
También parece que las poblaciones del Paleolítico Inferior practicaron el
canibalismo, más concretamente el H. Antecesor. Este hecho se documenta en TD6
(Atapuerca) donde aparecen marcas antrópicas para el procesado de carne en los huesos
del H. Antecesor mezclados con huesos de animales con las mismas marcas, esto
confluye en un canibalismo gastronómico no cultural ni ritual.

- recursos abióticos. Se posee una documentación relativa al aprovechamiento de la


piel, de la madera y sobre todo del material lítico.

El procesado de la piel y de la madera se puede saber a través del análisis


traceológico hecho en varios niveles de Atapuerca. La evidencia más palpable del uso
de la madera está documentada en las picas de Torralba-Ambrona y en otras de varios
yacimientos europeos.

En el aprovechamiento de los recursos líticos hay una tendencia a utilizar los más
próximos al lugar de ocupación (adquisición local). Se usan distintas materias primas:
areniscas, cuarzo, cuarcita, sílex, etc. El cuarzo y la cuarcita son usados en los cursos
fluviales del Duero, Tajo y Guadiana y en las zonas lacustres. Los procesos
tecnológicos de esta población no precisan de materia prima de alta calidad de ahí el
amplio uso del cuarzo y la cuarcita. Sin embargo, en los emplazamientos de Atapuerca
hay una abundancia de sílex, materia prima usada con mucha más frecuencia. En la zona
cantábrica la materia prima más frecuente es la formada de areniscas. Hay
desplazamientos de materia prima lítica de sílex procedente de lugares distanciados del
campamento entre 5 y 10 km., desplazamientos que estuvieron inmersos en el marco de
la movilidad de estas poblaciones.

En Áridos y Arriaga los útiles de más difícil elaboración (bifaces) son


transportados ya elaborados, procediéndose luego a su reavivado en los puntos de
utilización; y los útiles de más fácil y rápida elaboración que no requieren de materia
prima de alta calidad son elaborados en el lugar de utilización con la materia prima
disponible en ese lugar.

d.) ePosibles manifestaciones cultuales.


A partir del registro arqueológico procedente de SH (Atapuerca) se ha creado una
polémica. Junto a los restos de los 30 individuos han aparecido restos de fauna, osos y
en menor medida de leones, linces y zorros, y no aparecen herbívoros, por lo que SH no
era una guarida de carnívoros o carroñeros, pero tampoco hay evidencia de una
actuación humana sobre los huesos. Algunos investigadores defienden que se trata de
una deposición intencionada de cadáveres que fueron arrojados al fondo de la sima, para
ellos la presencia de osos, carnívoros y carroñeros se da porque éstos acudirían a la
sima por el olor del proceso de putrefacción de los cadáveres y accidentalmente caerían
al fondo donde morirían después de carroñear los restos humanos. Se piensa que el bifaz
llamado excalibur pudo ser una ofrenda ritual.
Las críticas a esta teoría afirman que debido a la caída, los restos deberían haber
presentado un mayor grado de fractura, al margen de la ocasionada por los animales que
caían encima. El patrón de fracturas no corresponde al de una caída de más de 10 m. y
además el tipo de sedimento que contiene todo el material óseo compuesto de arcillas
muy finas es el característico de las arroyadas. Aguirre dice que la muerte fue natural a
causa de un derrumbe, después los animales acudirían al olor y algunos quedarían
atrapados y posteriormente todos serían arrastrados hasta la sima.
6.) El contexto cultural del Paleolítico Medio: tecnología, ocupación del
territorio y aprovechamiento de recursos; posibles manifestaciones cultuales.

a.) Tecnología.

b.) zOcupación del territorio.


Según la distribución de yacimientos conocidos, la población estaba más centrada en
las zonas periféricas: Cantábrico, Mediterráneo y Atlántico, mientras que la población
era menor en la zona central. Las posibles causas de esa desproporción pueden ser tres:
- las preferencias por el uso de la cueva, espacio más frecuente en las zonas
periféricas, profundizando en una tendencia iniciada a finales del Paleolítico Inferior.
- los rigores climáticos del Würm en la zona central, un clima continental más frío
hace que la población se desplace hacia la periferia, zona más calida en la que la
abundancia de cuevas aliviaría el frío del interior.
- el amplio control del fuego.
Si fuera cierto que la rigurosidad del frío es la causa del uso frecuente de la cueva y
de la mayor concentración de población en la periferia quiere decir que el clima es un
factor determinante para los desplazamientos. Sin embargo, la desproporción a favor del
uso de la cueva puede que no fuera tan marcada y es posible que no existiera en
realidad. Algunos yacimientos conocidos al aire libre en Portugal Vilas Ruivas, Santo
Antao do Tojal, etc., y en Alicante El Salt y L`Alt de la Capella, nos da la posibilidad
de pensar que los yacimientos al aire libre en la zona central fuera mayor. Y tampoco
hay que olvidar los prejuicios de la investigación que busca los asentamientos en cuevas
durante el Paleolítico Medio; un hecho evidente por tanto es que no puede hablarse de
falta de población durante este periodo en la zona central como se planteaba años atrás.

Los territorios preferenciales de ocupación serían los valles de cursos fluviales que
discurren entre orografías calcáreas con formaciones de cavernamiento. Estos valles
proporcionan muchas posibilidades de recursos subsistenciales como el agua y los
recursos abióticos, distintos ecosistemas con recursos diferentes a lo largo del año y vías
de comunicación que facilitan el desplazamiento. Según el registro de la zona cantábrica
(Asturias, Cantabria y País Vasco) y de la zona mediterránea (Valencia) las poblaciones
estarían concentradas en los territorios situados entre el ámbito costero y las
formaciones montañosas del interior. Los emplazamientos se extienden a lo largo de los
valles transversales, remontándonos en ocasiones hasta una elevada altitud sobre el
nivel del mar (1.000 m.). Hay una diversidad en relación a la altitud total pero la
tendencia general es hacia altitudes media-altas (300/400 m). Otro tema es la altitud
relativa, es decir, la altitud desde la cueva al llano más próximo, y esta altitud es más
homogénea, con una tendencia hacia una baja altitud relativa respecto al llano o curso
fluvial más cercano lo que conlleva un rápido acceso del agua y a una mejoría de los
desplazamientos. Aunque también existen emplazamientos con una elevada altitud
relativa en zonas escarpadas donde prima la visualización, es decir, lugares de oteo para
el control de los desplazamientos de las manadas de herbívoros.

Funcionalmente hablando, aparecen campamentos de habitación y emplazamientos


especializados, pudiendo darse ambos en el mismo yacimiento en momentos distintos.

- documentación sobre campamentos base. De los campamentos de habitación


sabemos que mayoritariamente están en cuevas y son ocupadas con carácter estacional.
También es evidente la existencia de ocupaciones cíclicas en las que se ven unas
amplias secuencias estratigráficas con alternancia de niveles de ocupación y de
abandono, como por ejemplo en Cova Negra (Valencia), en el abrigo de Axlor
(Vizcaya) con 4 m. de potencia estratigráfica y en Abric Romaní (Barcelona) con 17 m.
Esta estrategia de ocupación cíclica nos hace pensar en un desplazamiento itinerante
hacia puntos fijos. Todo esto se pone en relación con una alta movilidad dentro de un
amplio territorio, propio de sociedades cazadoras-recolectoras con una economía no
especializada y poco diversificada; en cambio el área usada es muy reducida ya que son
grupos formados por un número reducido de individuos. No existen diferencias
significativas en los tiempos de ocupación y en las dimensiones de las áreas de
ocupación lo que se puede traducir en que no existe un fenómeno de
agregación/disgregación de individuos, es decir, se desplaza todo el grupo. Esos
desplazamientos cíclicos o alternantes tienen carácter estacional, en época cálida hacia
las zonas altas y en épocas frías hacia las zonas bajas, remontando los valles, siguiendo
el desplazamiento de los herbívoros y aprovechando los recursos de ambos ecosistemas.
Este hecho, junto a los emplazamientos empleados como lugares de oteo nos lleva a
pensar que estas poblaciones desarrollaron una actividad de caza con unos mínimos
niveles de organización, no oportunista.
Algunos ejemplos de ellos en cueva son: Axlor, Cova Negra, Pendo, Morín y
Castillo en Cantabria, Peña Miel (La Rioja), Abric Romaní, Gruta Nova de
Columbeira y Almonda en Portugal, etc. Y ejemplo de campamento base al aire libre
es Vale do Forno (Portugal). Existe una escasa documentación de estructuras
artificiales, lo único que tenemos son algunos restos de cabañas circulares con hogares y
agujeros para postes en Vilas Ruivas. En el nivel JA de la cueva de Abric Romaní no
parece viable registrar distintas áreas de actividad pero en el nivel K sí se documentan
distintas áreas que no fueron fáciles de delimitar y que vienen dadas por el remontaje de
piezas líticas y fragmentos de hueso.

- documentación sobre emplazamientos especializados. En las ocupaciones


relativas a la obtención de recursos cárnicos aparece una gran cantidad de fauna, una
escasa industria lítica y presencia de carnívoros, todo ello lleva a la conclusión de que
estas ocupaciones son muy cortas y concretas de un lugar. Algunos ejemplos de estos
emplazamientos en cueva son Lezetxiki (Guipúzcoa) y Moros de Gabasa (Huesca), y
al aire libre Santo Antao do Tojal.
En otras ocasiones, estas ocupaciones se orientan hacia otras actividades como se ve
en cueva Morín, ocupación que se usó tal vez para el procesado de la piel. En el nivel
17 de esta cueva se documenta una zona que se diferencia del total del sedimento de
color grisáceo, con sedimentos de color rojizo y muchos restos de fauna. En ella se
documenta un recinto de unos 6 m. que correspondería a un número corto de personas
(5/8 individuos), no hay hogares ni restos de actividad doméstica y el análisis espacial
de la industria lítica permite delimitar tres áreas de actividad: útiles de filo cortante de
gran formato que servirían para eliminar la carne y la grasa, raspadores para la
eliminación del pelaje y útiles de filo cortante de formato más reducido junto con
perforadores para cortar la piel y hacer agujeros de ensamblaje. La diferente coloración
del sedimento se debe a la putrefacción de los restos orgánicos.

c.) /Aprovechamiento de recursos.


- recursos subsistenciales. Se mantiene la estrategia del periodo anterior de
aprovechamiento mixto de recursos recurriendo a los recursos cárnicos y vegetales. Esta
estrategia se desarrolla en el marco de una economía no especializada y poco
diversificada. Esta economía impone un régimen de alta movilidad dentro de un
territorio de grandes dimensiones.

En cuanto a los recursos vegetales hay una escasa documentación sobre ellos, lo
único conocido son restos de leguminosas en el yacimiento de Abric Agut (Barcelona).

El recurso cárnico sabemos que fue muy importante a juzgar por la fuerte presencia
de restos óseos en los yacimientos. En el registro se ve una gran variedad de fauna pero
siguen predominando las especies de herbívoro de tamaño medio y hay un retroceso en
cuanto al uso de especies de gran formato como fuente subsistencial. Las tres especies
que destacan son los équidos, los cápridos y los cérvidos que se pueden relacionar con
tres biotopos, estepa, montaña y bosque. El biotopo de montaña presenta una novedad
que se relaciona con los emplazamientos situados a gran altitud lo que supone una
ampliación de los recursos y ecosistemas explotados con respecto al Paleolítico Inferior.

Según lo dicho estamos ante una economía de aprovechamiento de recursos de


amplio espectro con un consumo de gran variedad de especies pero sin síntomas de
especialización. En algunos emplazamientos hay un predominio de algunas especies
como por ejemplo el de la cabra y el rebeco en Cova 120 (Alta Garrotxa, Gerona),
cueva de Amalda (País Vasco) y cueva de Els Ermitons (Gerona), yacimientos de gran
altitud, o el predominio del ciervo en Cova del Duc (Torroella de Montgrí, Gerona),
Santo Antao do Tojal, cueva del Castillo y Cova del Corb (Alicante). Se trata de
predominios que vienen condicionados por el entorno de los yacimientos, sin que pueda
hablarse de estrategias de especialización. No se conocen estrategias de especialización
por edad o sexo de la pieza pero sí se aprecian ciertas tendencias orientadas al
aprovechamiento de los individuos más fáciles de capturar en cada momento como por
ejemplo la captura de hembras en época de parto, la captura de neonatos, de jóvenes
entre 1 y 12 años abandonados por las hembras que están en época de parto, de machos
en el periodo de apareamiento debilitados por los enfrentamientos por el acceso a las
hembras y la captura de los individuos más viejos. Lo dicho junto a la consideración de
emplazamientos como lugares de oteo y control de los desplazamientos de la fauna
refuerza la conclusión de que debían existir algunas estrategias planificadas para la
obtención de recursos cárnicos lo que supone un avance en el aprovechamiento de
recursos subsistenciales al ser estrategias de menor riesgo y también supone una
novedad con respecto a las estrategias exclusivamente oportunistas del Paleolítico
Inferior.

Con respecto a la forma de consumir el recurso cárnico se produce el traslado de lo


obtenido a los emplazamientos donde se consume. En la zona cantábrica, ciervos,
cabras y bóvidos son trasladados enteros y los équidos lo son parcialmente. Para las
técnicas de obtención de los recursos cárnicos hay una escasa documentación, los
estudios tafonómicos indican el acceso primario por caza o por carroñeo del homo y
marcas antrópicas para el procesado de la carne sobre huesos de gran contenido cárnico,
y sobre las marcas antrópicas están las de carroñeo.

Poco puede decirse respecto a las técnicas de caza. Las puntas musterienses servían
para la caza colectiva, acorralando a la pieza, y a corta distancia porque tienen poca
capacidad de penetración. Se sigue manteniendo la idea de que usaban picas de madera
aunque no hay en el registro de la P. Ibérica para este periodo.

El aprovechamiento de otros recursos subsistenciales es el de la fauna fluvial como


la trucha y el salmón, que a partir de ahora serán sistemáticamente capturados como se
ve en cueva Millán y cueva de La Ermita en Burgos, etc. Los recursos costeros serán a
base de moluscos, documentados en cueva Perneras (Lorca, Murcia), cueva de Los
Aviones (Murcia), cueva de la Araña, etc. Esta estrategia de aprovechamiento de
recursos sería secundaria pero supone una ampliación de los recursos subsistenciales y
ecosistemas porque se está empezando a aprovechar la costa.

- recursos abióticos. En el aprovechamiento de recursos líticos hay una diversidad


de materia prima entre cuarzo, cuarcita y sílex, las areniscas casi desaparecen y la ofita
se usa esporádicamente en la zona cantábrica para hacer hendedores (seguramente habrá
alguna relación materia-función). El uso del sílex incrementa y pasa a ser una materia
prima mayoritaria. Se siguen documentando desplazamientos o movimientos de estas
materias primas dentro del territorio de explotación y lo habitual es que llegue
semielaborada a los puntos de uso. Como ejemplo en Abric Romaní hay un predominio
del uso del sílex al que siguen la caliza y el cuarzo a pesar de que el sílex es la materia
prima menos frecuente del entorno, de ahí la importancia del sílex en los procesos
tecnológicos, más complejos y de mayor calidad, de estas poblaciones. El sílex suele ser
introducido en forma de núcleo para la extracción de soportes de tipo lasca. Junto a los
núcleos se introducen bloques de sílex que no fueron aprovechados lo que nos dice que
existe una previsión para asegurar el suministro de materia prima y a la vez indica que
el asentamiento va a tener una ocupación cíclica.

Se conoce el aprovechamiento de la piel cuyo procesado vemos en cueva Morín en


continuidad con el Paleolítico Inferior. Y también hay una continuidad con respecto al
Paleolítico Inferior en el aprovechamiento de la madera según estudios traceológicos de
Atapuerca y Abric Romaní relacionado con el registro de muescas y denticulados.
Se mencionan casos de canibalismo pero no hay datos sobre su carácter
gastronómico o ritual.

d.) ePosibles manifestaciones cultuales.


No hay evidencias claras de enterramientos, se habla de la agrupación de tres
individuos en cueva Sidrón (Asturias) y de casos de canibalismo en el Boquete de
Zafarraya.

Datacion y periodizacion
Eras, estratigrafía magnética, glaciaciones, faunas, fósiles y especie de humanos

HUMANID AÑO
SISTEMA EPOCA CLIMA PERIODO CULTURA
AD S
HOLOCE ACTUAL Interglaciar Hierro Actual
Bronce 2.000 -
NO METALES
500 a.
Cobre C
(Aluvial) Transición a 3.000 -
Mesolítico
metales 2.000
NEOLITIC 6.000 -
Diversas
O 3.000
Epipaleolític Tardenoisiense 10.000 -
Sauveteriense
o 6000
Aziliense
P Magdaleniense
Solutrense
L PALEOLITI Auriñaciense Homo Sapiens 30.000 -
SUPERIOR
G. WÜRM CO Superior Gravetiense Sapiens 10.000

E Chatelperronie
nse
Interglaciar
I PALEOLITI Homo Sapiens 160.000
MEDIO Musteriense
CO medio Neanderthal - 30.000
G. RISS
S Chelense
Interglaciar 1.000.00
T Homo Erectus 0-
Achelense 800.000
O G. MINDELL

C 2.200.00
INFERIOR 0-
G. GUNZ Guijarros Homo Habilis
PALEOLÍTI 1.600.00
E (Villafranquie CO inferior
(Olduvayense)
0
N se)
O
Paránthropos
4.600.00
PREGLACI 0-
(Diluvial) AR
y
1.000.00
0
Australopitecinos

TEMA II: LAS COMUNIDADES DEL PALEOLÍTICO


SUPERIOR.

1.) El marco cronológico y el ambiente físico durante el Paleolítico Superior.


(Se usan fechas no calibradas) Según cronologías absolutas disponibles, el inicio del
Paleolítico Superior estaría entre 40.000/36.000 años BP en la P. Ibérica y el final del
periodo se puede situar en torno a 12.000/11.000 años BP cuando son fechados los
conjuntos epipaleolíticos más antiguos. Según estas fechas absolutas el periodo se
desarrolla en el Würm reciente que iría del Interestadial II/III o Hengelo y se
extendería hasta la oscilación templada de Allerod hacia el final del Tardiglaciar o
Würm IV. Sin embargo, el momento inicial del Paleolítico Superior debe ser matizado
porque la fecha citada sólo tiene validez a nivel muy general ya que hay conjuntos
musterienses que llegan hasta 28.000/27.000 años BP y contextos del Paleolítico
Superior de algo menos de 30.000 años BP, por tanto el Paleolítico Superior en la P.
Ibérica no comienza al mismo tiempo y existió un desfase cronológico entre unas zonas
y otras.

Dentro del Würm reciente se desarrolla el máximo glaciar y sobre 18.000 años BP
se da el periodo más frío y seco de todo el Pleistoceno en la P. Ibérica en general. La
temperatura media estaba en torno a 10º/12º por debajo del actual y por encima de los
700 m. de altitud la temperatura media no subiría de 3º. El clima oscilaría entre fresco y
frío intenso con algunas pulsaciones un poco más templadas en los Interestadios II/III y
III/IV. Dentro del territorio peninsular hubo diferencias en el clima: en la mitad
septentrional el clima sería más frío, en la Meseta habría un clima continental, y en la
mitad meridional el clima sería un poco más suave. Este marco se empeora como ya
hemos dicho en el Würm IV (18.000 años BP) fase conocida como Dryas antiguo que
corresponde al máximo glaciar. En este periodo se forman auténticos glaciares de
montaña con extensiones de hasta 30 km. de largo y 400 m. de espesor e incluso se
formó un glaciar de meseta en la zona central de los Montes de León. En el Cantábrico
habría 9º/10º en verano y 2º/0º en invierno con unas condiciones climáticas parecidas a
las actuales de Noruega y en el Mediterráneo la temperatura anual media sería de entre
4º/9º inferiores a la actual. Superado este glaciar, el clima muestra una tendencia general
hacia condiciones climáticas más suaves hasta conectar con el Holoceno periodo que
corresponde al proceso de desglaciación que empezaría al final del Paleolítico Superior
a partir de 16.000 años BP aproximadamente en la oscilación templada de Bölling.

Consecuencia de este clima frío fue la presencia de nieves perpetuas a un nivel bajo
que en el norte por ejemplo estaría a 1.500/1.400 m. sobre el nivel del mar y en la
actualidad está sobre 2.700 m. Las temperaturas del mar estarían en consonancia con el
clima, así para el Cantábrico serían de 4º a 2º en primavera y similares para las costas de
Portugal. Esto explica la presencia de especies marítimas de climas fríos como el
molusco ártico en el Cantábrico y los pingüinos y las focas en la Estremadura
portuguesa. Este ambiente de temperaturas bajas va unido a un ambiente
mayoritariamente seco y este nivel de sequedad se hace más marcado sobre el 18.000
BP (durante el máximo glaciar) momento de más frío y sequedad de todo el Paleolítico
Superior en la P. Ibérica. No obstante, hay algunas pulsaciones húmedas en las zonas
costeras y a partir del 16.000 BP en el proceso de desglaciación hay más humedad en
toda la P. Ibérica. De todas formas, ni el frío ni la sequedad fueron extremos a causa de
la situación meridional de la península.

Aunque continúan dominando las especies no propiamente frías y de gran capacidad


de adaptación, como el ciervo, las condiciones climáticas van a favorecer la presencia
de fauna fría sobre todo en la mitad septentrional aunque tenemos constancia de que el
mamut llegó a Granada. La fauna fría está representada por el mamut, el antílope saiga,
el reno, etc. En la explotación de alta montaña aparecen los cápridos y en los espacios
de vegetación abierta las especies propias de allí: bóvidos y équidos. Hay una escasa
presencia de especies de bosque como el jabalí y el corzo. Y empieza a tener
importancia en el Mediterráneo el conejo con el que en algunos casos se llega a la
especialización.

En consonancia con el clima está la vegetación, con el frecuente dominio del paisaje
vegetal abierto en el que hay herbáceas y gramíneas, más frecuentes en los momentos
más fríos y secos. Los bosques son más frecuentes en zonas menos frías y más húmedas
como la zona meridional y los valles abrigados del norte y por tanto los bosques serán
más frecuentes durante el proceso de suavización del clima. En este bosque hay un
predominio del pino, y en los momentos de clima más suave y húmedo en las zonas
meridionales hay predomino del quercus.

El nivel del mar estaría afectado por las condiciones climáticas, tendría un nivel bajo
y subiría después del máximo glaciar con el desarrollo del proceso de desglaciación con
pequeñas oscilaciones. En el máximo glaciar el nivel del mar se situaría a unos -120 m.
y al final del Magdaleniense estaría en torno a -70 m. Los niveles del mar en el máximo
glaciar se conocen para la Estremadura portuguesa con -140/-130 m., semejantes a los
del Cantábrico, y hacia el final del Magdaleniense, en pleno proceso de desglaciación,
llegaría a -40 m. Debido a la diferencia de la plataforma continental en la península, la
línea de costa estaría más alejada en la Estremadura portuguesa que en el Cantábrico. La
línea de costa en el máximo glaciar respecto a la línea actual, estaría en el Cantábrico a
5 km. y en la Estremadura portuguesa a 30 km., es decir, más que en la actualidad. Estos
cambios debieron afectar al poblamiento del ámbito costero y explicaría por ejemplo
que yacimientos actualmente costeros del Solutrense avanzado en la Estremadura
portuguesa no estaban al borde del mar como ahora y en ellos no aparecen recursos
costeros ya que la línea de costa estaba a 30 km. por lo que no sería rentable el
aprovechamiento de los recursos costeros.

2.) La transición Paleolítico Medio - Paleolítico Superior; el registro


antropológico y tecnológico.

Existe un amplio debate abierto en relación al registro, con posturas continuistas y


rupturistas, con respecto a la desaparición de los Neandertales. A nivel peninsular el
debate es un fiel reflejo del debate a nivel continental. Estamos ante uno de los temas
más cuestionados del Paleolítico en general. El tema debe ser abordado desde dos
puntos de vista, el registro antropológico y el tecnológico.
- registro antropológico. Como en Europa, en la península el tipo físico humano
del Paleolítico Superior es el Homo Sapiens Sapiens u Hombre Moderno conocido en
diversos yacimientos del territorio peninsular, cueva Morín, cueva del Castillo, cova de
les Mallaetes (Valencia), etc., y asociado siempre a conjuntos industriales del
Paleolítico Superior. No existen restos de Hombre Moderno asociados a culturas del
Paleolítico Medio ni restos de Neandertales asociados a industrias o contextos
culturales del Paleolítico Superior. Hay muy escasos ejemplos de
CHATELPERRONIENSE en el norte peninsular y no conocemos el tipo de homo
asociado a él, mientras en Francia, se dice que es el Neandertal.
Anatómicamente hablando, no es posible establecer una relación morfológica entre
Neandertal y Hombre Moderno en la península, idea ampliamente extendida entre los
investigadores a nivel europeo. Tan sólo un dato nos sirve para hablar del tema, un
enterramiento infantil en el Abrigo de Lagar Velho (Portugal) con fecha de
24.000/23.000 años BP por tanto correspondiente al GRAVETIENSE, para algunos
investigadores tiene rasgos de Neandertal mientras que otros argumentan que el carácter
infantil de la muestra tiene un escaso valor. Quizás hubo algún cruce genético en algún
momento determinado, el problema es conocer el alcance de dicho cruce. Parece por
tanto que desde el punto de vista del registro antropológico hay una ruptura y se asiste a
la entrada de nuevas poblaciones llegadas a través de los Pirineos.

- registro tecnológico. Se han venido manteniendo dos posturas en la P. Ibérica: la


continuista que dice que hay una relación evolutiva entre el Musteriense y los primeros
conjuntos industriales del Paleolítico Superior y la rupturista que dice que no hay
ninguna relación evolutiva entre estos conjuntos sino una ruptura (postura mayoritaria).
A nivel regional no tenemos un registro tecnológico homogéneo lo que obliga a un
análisis regional del mismo.

a.) la zona cantábrica:

Años atrás, el registro del Cantábrico servía de modelo para todo el territorio
peninsular, basado sobre todo en los yacimientos de Pendo y Morín con niveles
musterienses, chatelperronienses y auriñacienses. En el registro de estos yacimientos
hay una interestratificación de Chatelperroniense y AURINACIENSE y esto
demostraba su contemporaneidad pero se pensaba que no existía una relación evolutiva
entre ambos conjuntos. El Chatelperroniense no era una industria de transición sino el
resultado de una aculturación a partir del Auriñaciense, sin embargo comparando ambos
conjuntos se ve claramente su diferenciación y además el auriñaciense fue introducido
desde el exterior. En los últimos años ha habido un cambio sustancial en este sentido.
En Pendo, la secuencia conocida es el resultado de procesos posdeposicionales y en la
revisión de Morín se observa una mezcla entre el nivel inferior, Chatelperroniense, y el
nivel superior, Auriñaciense, estas dos situaciones nos dicen que no hay realmente
Chatelperroniense por lo tanto estos dos yacimientos no pueden ser base documental
sólida para tratar este tema tan trascendental de la transición del Paleolítico Medio al
Paleolítico Superior.

Según el registro actual, el contexto del Paleolítico Superior más antiguo sería el
Auriñaciense, para el que se da una fecha en cueva del Castillo de 40.000 años BP y en
el abrigo de La Viña (Asturias) de 36.000 años BP. Esta antigüedad del Auriñaciense
quedaría corroborada por el registro de cueva l`Arbreda (Gerona) que muestra el paso
del Paleolítico Medio al Superior, musteriense-auriñaciense mediante una ruptura entre
ambos en 38.000 años BP.

Otras secuencias estratigráficas muestran un cuadro transicional muy distinto como


cueva Labeko Koba y cueva de Gatzarria en Guipúzcoa e incluso cueva A Valiña
(Lugo) que muestran al Chatelperroniense estratificado entre Musteriense y
Auriñaciense, mostrando además el Chatelperroniense claras relaciones con el
Auriñaciense. Las cronologías disponibles de estos yacimientos nos sitúan en un marco
muy distinto, no compatible con las fechas del Auriñaciense de la cueva del Castillo, La
Viña y l`Arbreda; el Chatelperroniense de Labeko Koba y A Valiña se sitúa en 34.000
años BP y el Auriñaciense de Labeko Koba en 31.000/30.000 años BP. Teniendo en
cuenta además que el Chatelperroniense de Gatzarria guarda buena relación con el
Auriñaciense superpuesto se niega cualquier posible relación del Chatelperroniense con
los Neandertales (idea contraria al planteamiento tradicional) unido todo esto a la escasa
relación tipológica del Chatelperroniense con el Musteriense, que está por debajo. Esto
supone una nueva visión del Chatelperroniense desvinculando de Neandertales y sin
relación tipológica con el Musteriense. No obstante, se argumenta que en el
Chatelperroniense de Gatzarria hay algunos pocos rasgos de musteriense, raederas,
denticulados, uso de la técnica centrípeta, que lo encuadran en un Chatelperroniense
avanzado. Con ello se deja claro la posibilidad de una relación tipológica con el
Musteriense pero esto no encaja en la conclusión de un reemplazo de poblaciones y no
hay que olvidar las diferencias cronológicas entre el Auriñaciense de cueva del Castillo
de 40.000 años BP y Labeko Koba de 31.000 años BP.

Otro aspecto a considerar es la coexistencia o no del Paleolítico Medio con el


Paleolítico Superior y cuanto tiempo en caso afirmativo. Las fechaciones más recientes
del Musteriense cantábrico son las de la cueva del Esquilleu (Cantabria) de 34.380 años
BP. Las cronologías más antiguas del Auriñaciense son sobre 40.000 años BP lo que
demuestra que hubo un largo periodo de convivencia en una lenta transición de 5.500
años. Pero si aceptamos los registros de Labeko Koba, Gatzarria y A Valiña de 34.000
años BP para el Chatelperroniense y de 31.000 años BP para el Auriñaciense, el periodo
de convivencia sería mucho más reducido, es decir, casi no habría convivencia en una
transición muy rápida. Estas fechas han sido dadas por distintos métodos de datación y
quizás esto tenga algo que ver en esta apreciación. La falta de coherencia entre los
registros del Castillo y La Viña por un lado y de Labeko Koba y Gatzarria por otro
plantea la imposibilidad de una propuesta sólida para la transición entre Paleolítico
Medio y Superior.

b.) Cataluña:

Aquí el registro es limitado por eso quizás no hay problemas ni incoherencias. El


Paleolítico Superior se inicia con el Auriñaciense, no hay Chatelperroniense, y está
fechado coherentemente en l`Arbreda con 39.000 años BP y en Abric Romaní con
37.000 años BP, fechas que confirmarían las del Castillo y La Viña en el Cantábrico.
Se insiste en las diferencias técnicas y tipológicas entre Musteriense y Auriñaciense.
El Auriñaciense presenta un mayor índice laminar, una mayor diversificación de utillaje
y materia prima, un mayor uso del sílex y una industria ósea con tipos nuevos con
respecto al Musteriense. Así por lo tanto en Cataluña se habla de una ruptura en el paso
del Paleolítico Medio al Superior.
Las fechas más recientes para el Musteriense proceden del Els Ermitons con fecha
de 33.100 años BP, esta fecha supone que en Cataluña debió existir un periodo de larga
convivencia de 6.000 años entre el Musteriense y el Auriñaciense inicial en una
transición lenta.

c.) La zona valenciana:

En el registro no hay nada de Chatelperroniense por lo tanto aquí también se inicia


el Paleolítico Superior con el Auriñaciense. Según fechas absolutas de Mallaetes, cueva
Beneito y cova Foradada (Alicante) el comienzo del Auriñaciense estaría en 34.000
años BP. Aunque se han señalado algunos cambios en los conjuntos musterienses más
tardíos de cova Beneito, en general, el contraste existe entre Musteriense y
Auriñaciense. Por lo tanto también aquí para el Paleolítico Medio se da una ruptura con
respecto al Paleolítico Superior.
Los conjuntos musterienses más recientes son de Cova Negra y cueva del Salt no
tienen fechas absolutas sólo relativas en los inicios del Würm III, quizás 33.000/32.000
años BP, fechas algo inferiores a las ofrecidas para el comienzo del inicio del
Auriñaciense por lo que hubo una escasa perduración del Musteriense respecto del
Auriñaciense en una transición de unos 2.000/3.000 años, transición más rápida por
tanto que en Cataluña.

d.) La Estremadura portuguesa:

Aquí el Paleolítico Superior empieza muy tarde con la fecha de Gruta do Pego do
Diabo (Lourdes, Portugal) en 28.000 años BP. El contraste del Musteriense respecto del
Auriñaciense es tremendo por lo tanto hay una ruptura entre ambos periodos cuyo
tránsito fue muy rápido, la fecha más reciente del Musteriense coincide con las del
Auriñaciense en 28.000/27.000 años BP.

Las conclusiones de la zona valenciana y de la Estremadura portuguesa nos dice que


el Paleolítico Superior es más reciente en las zonas más septentrionales con una
diferencia de 6.000/5.000 años entre el Cantábrico y las zonas valenciana y portuguesa.
Este retraso también nos dice que el Musteriense perdura más en la zona meridional con
cronologías que llegan a los 32.000 años BP, ya en el Würm III. Este retraso explicaría
también el carácter más evolucionado de estos conjuntos del Paleolítico Superior con un
Auriñaciense avanzado en la zona valenciana y un Gravetiense en la Estremadura
portuguesa. El tránsito entre Paleolítico Medio y Superior en estas dos últimas zonas se
realiza de forma más rápida según cronologías absolutas, con sólo un periodo corto de
convivencia en Valencia.

Las conclusiones finales sobre esta transición son:


- Exceptuando el Chatelperroniense, en el Cantábrico las industrias del Paleolítico
Superior peninsulares se inician bajo la forma del Auriñaciense.
- La transición se realiza mediante una ruptura que afecta al poblamiento y a la
tecnología según falta de continuidad entre ambos aspectos.
- El Paleolítico Superior tiene su origen con la entrada del Hombre Moderno.
- Según fechas absolutas el Hombre Moderno y las nuevas tecnologías aparecen
primero en el norte, Cantábrico, en 40.000 años BP y 37.000 años BP en Cataluña.
- Más al sur las fechaciones son más recientes 34.000 años BP para Valencia y
28.000 años BP para Portugal como consecuencia de ello sus tecnologías son más
evolucionadas.
- Hay una expansión norte-sur en el desplazamiento de estas nuevas poblaciones.
- La perduración del Neandertal y del Musteriense se dará hasta 28.000/27.000 años
BP a nivel peninsular, durante unos 10.000 años a nivel geográfico y a nivel poblacional
convivirá con el Hombre Moderno más tiempo en Cataluña y menos en Valencia y
Portugal.

3.) El contexto cultural del Paleolítico Superior.

a.) Tecnología.

b.) zOcupación del territorio.


Globalmente las estrategias de ocupación del territorio en el Paleolítico Superior
muestran diferencias con respecto al Paleolítico Medio. Las diferencias se advierten
sobre todo a partir de momentos avanzados del Paleolítico Superior en el
SOLUTRENSE SUPERIOR.
Existe un incremento de yacimientos lo que se traduce en un aumento de la
población que no es cuantificable. Según estudios, en el Cantábrico este aumento de
yacimientos y de población coincide con el Solutrense superior y el
MAGDALENIENSE CON ARPONES. Este aumento coincide con otras variables
como son los cambios en las estrategias de obtención de recursos o el incremento en la
obtención de recursos, es decir, que estamos hablando de distintas variables que
debieron estar relacionadas y que coinciden en el tiempo.

Continúa la preferencia por el uso de la cueva y el mapa de distribución de


yacimientos está vinculado a las zonas calcáreas, más frecuentes en las zonas periféricas
que en la zona central. Lo que sí está claro es que poco a poco se produce con el tiempo
una localización de emplazamientos mayor en número en el interior, lo que nos lleva a
la conclusión de que la desproporción entre los yacimientos de la periferia y del interior
no es tan real. Por lo que sabemos estos yacimientos del interior corresponderían sobre
todo a incursiones desde zonas periféricas hacia el interior en los momentos de menor
rigurosidad climática ya que la zona central es por su continentalidad la zona más fría
de la península. Quizás sería una ocupación alternante de la zona central por parte de las
poblaciones establecidas en la periferia. De esta manera se sabe que el clima condiciona
las estrategias de ocupación en el Paleolítico Superior y se desecha entonces la idea de
despoblamiento en la zona interior. Como en el Paleolítico Medio, la población está
concentrada en la periferia entre el ámbito costero y las zonas montañosas del interior
ocupando los valles transversales que rompen esas cadenas montañosas. Continúa por
tanto la preferencia por la ocupación de los valles fluviales lo que permite la
disponibilidad de agua, de una diversidad de ecosistemas, de materias primas y de vías
de comunicación. Se ocupan zonas medias-bajas. En el Cantábrico la mayoría de
emplazamientos están en torno a los 100 m sobre el nivel del mar aunque pueden llegar
hasta los 600 m. La altitud sería mayor desde el punto de vista climático a causa de los
efectos de la regresión marina.
Desde comienzos del Paleolítico Superior hasta aproximadamente el Solutrense
superior la ocupación del territorio no sufre cambios significativos; hasta ese momento
existe una estrategia de ocupación cíclica de emplazamientos, con desplazamientos de
todo el grupo según veíamos en el Paleolítico Medio.

A partir del Solutrense superior hay un cambio de estrategia en la ocupación del


territorio coincidiendo con un cambio en las estrategias para el aprovechamiento de
recursos y un incremento en la obtención de recursos, con un aumento de los
yacimientos y de la población, en fin variables que están relacionadas.

Aparece ahora una distinción funcional entre campamentos base o principales


(ocupación prolongada) y campamentos secundarios y especializados, ya se puede
hablar de auténticos campamentos especializados. Estas dos funciones de campamento
se pueden combinar en el mismo yacimiento en momentos distintos como por ejemplo
se ve en la cueva del Juyo (Cantabria) y cueva de La Riera (Asturias).

- campamentos base. Se caracterizan por estar en cuevas espaciosas con una buena
orientación y por tener un registro arqueológico variado relacionado con múltiples
actividades. Al ser grandes áreas de ocupación debía haber un número amplio de
individuos. Estos registros tienen estratos potentes por lo que el periodo de ocupación
de la cueva debió ser largo pudiendo llegar aproximadamente al año. Suelen ubicarse en
los cursos bajos de los ríos en los que hay una mayor diversificación de recursos como
sucede en los yacimientos de cueva de Santimamiñe (Vizcaya), cueva de Cueto de la
Mina (Asturias), abrigo de Parpalló (Valencia), cueva de Caldeirao (Portugal), etc.

- campamentos secundarios o especializados. Se caracterizan por ubicarse en


cuevas con un menor nivel de habitabilidad y orientaciones menos apropiadas, situados
en ámbitos con menor diversidad de recursos. Estos campamentos por tanto, son áreas
de ocupación más limitadas con un menor número de individuos. El registro
arqueológico está vinculado a una actividad fundamental que generalmente puede ser la
caza, las labores de talla, el trabajo de la madera, etc. Los periodos de ocupación son
más cortos y no llegan a ser ni estacionales. Algunos yacimientos son cueva del
Rascaño (Cantabria), cueva de Lapa do Anecrial (Portugal), cueva de Bolinkoba
(Vizcaya), etc.

El cuadro descrito nos habla de una estrategia de agregación/disgregación de grupos,


es decir, gran parte del año los individuos estaban agregados en el campamento base y
en determinadas épocas se disgregaban en campamentos especializados o secundarios
para la explotación de determinados recursos.
Al haber un aumento del periodo de ocupación del campamento base podemos decir
que hubo una menor movilidad residencial que debió compaginarse con una mayor
movilidad logística con desplazamientos de pequeños grupos a los campamentos
secundarios en función del aprovechamiento de recursos.

En cuanto a las estructuras documentadas lo único que se encuentra son estructuras


de combustión. Hay escasas evidencias de estructuras de habitación quizás algo se ve en
cueva Chufín (Cantabria) con un fondo de cabaña de unos 2 m de diámetro y un suelo
de 40 cm.

c.) ,Aprovechamiento de recursos.


- recursos subsistenciales. Hay modificaciones en este sentido con respecto al
Paleolítico Medio y además las estrategias de aprovechamiento de recursos
experimentan cambios que no se mantienen uniformes durante todo el Paleolítico
Superior.
En general, se pueden distinguir tres momentos distintos en estas estrategias de
aprovechamiento que tienen rasgos comunes como es el papel predominante de la caza
sobre los recursos alternativos, la recolección de moluscos, la pesca y los recursos
vegetales (de los que conocemos poco) y el aprovechamiento de biotopos de bosque,
estepa y montaña.

- 1ª fase. Abarcaría aproximadamente hasta el Solutrense superior y en ella no hay


cambios relevantes respecto al Paleolítico Medio, quizás cambiaran las técnicas pero no
las estrategias. Hay una mayoría de acceso primario a numerosos taxones dentro de un
cuadro de capturas muy diversificado pero dentro de una economía no especializada y
poco diversificada. Destaca un aumento considerable en el registro del conejo que
tendría un papel complementario en la dieta ya que aporta poca carne. Desde el punto de
vista de las técnicas cinegéticas destaca el proceso de la leptolitización, obtención de
láminas más estrechas y alargadas, ligada a la práctica de la técnica laminar: piezas más
estilizadas como las puntas de la Gravette o de Font Robert, además hay que añadir las
azagayas en hueso. Todo ello nos dice que las capturas serían a más larga distancia
porque estos útiles tienen mayor capacidad de penetración en el animal, es decir, hay
nuevas técnicas de caza a mayor distancia y más individualizada.

- 2ª fase. Las características de estas modificaciones: especialización en la caza,


ampliación de los recursos subsistenciales distintos, mayor presencia de los recursos
alternativos (pesca y recolección), modificaciones que coinciden con el máximo glaciar.
La especialización de la caza se evidencia en el registro faunístico de los asentamientos
con polarizaciones que superan el 80%. Esas polarizaciones se centran en tres especies:
el caballo, el ciervo y la cabra que corresponde a los tres biotopos explotados, estepa,
bosque y alta montaña. Junto a estas tres especies se ve un aumento del conejo, como
papel complementario especializado, en el Mediterráneo pero su aporte cárnico es muy
bajo, por ejemplo la carne de 1 ciervo corresponde a la de 150 conejos. Las ventajas en
el aprovechamiento intensivo del conejo son que es una especie disponible durante todo
el año y tiene una alta tasa de reproducción. Las polarizaciones no dan lugar al
abandono de las restantes especies que siguen el registro faunístico anterior. Estas
polarizaciones no están en función del entorno como ocurría en el Paleolítico Medio ya
que en muchos casos las polarizaciones se producen sobre especies no representativas
del entorno, por tanto son estrategias de caza establecidas; además hay tendencias
preferenciales por una determinada edad o sexo, desarrolladas, quizás, para evitar
esquilmar una especie y ponerla así en peligro por tanto existe una diversificación anual
de las capturas según los periodos de tiempo. Además de los herbívoros y de los
roedores, estas poblaciones inician el aprovechamiento de otras especies como la
captura de aves: palomas, rapaces, anátidas, etc., y se trata de presencias muy claras con
lo que llegamos a la conclusión de que no es un recurso ocasional, e incluso dentro del
mundo de las aves, también se ve una cierta especialización en cuanto a las perdices que
en algún asentamiento llega al 80% del registro faunístico.
En general, la especialización no parece que fuera inamovible sino que se aprecian
diversos altibajos sin que correspondan a aumentos concretos. Coincidiendo con esta
especialización, también vemos como hay un mayor aporte de alimentación cárnica
situación puesta en contacto con otra variable, el aumento de población. Esta estrategia
de caza especializada debió implicar una cierta movilidad logística así como la
explotación y ocupación de territorios amplios. Esto supone que estamos ante una
sociedad que aplicó actividades cinegéticas bien desarrolladas.

En cuanto a las técnicas de caza, a partir del Solutrense superior aparece una
profusión de puntas con gran capacidad de penetración lo que es igual a una caza a larga
distancia y a la posibilidad de realizar la actividad cinegética de forma individual.
Dentro de esta diversidad de puntas interesan aquí las puntas con pedúnculo y aletas o
puntas mediterráneas y las puntas con muesca que tienen unas características especiales
que nos hacen pensar que fueron puntas de flecha para arco (longitud inferior a 35 mm.,
peso de 5 gr. y ángulo de 56º). También hay evidencias de propulsores a finales del
Solutrense lo que es igual a un mayor rendimiento de la caza, sin embargo esta
evidencia no encaja con el uso del arco puesto que el propulsor es mucho más difícil de
manejar.

En esta fase sigue habiendo casos de carroñeo como se ve en la cueva de Las


Caldas (Asturias). Junto a la especialización de la caza se da otro cambio, el aumento
del papel de los recursos alternativos, no nuevos, ahora hay un mayor aporte de éstos
pero no se trata de un papel preponderante. La explotación del medio fluvial les ofrece
la pesca a base de salmones y truchas y la del medio costero la recolección de moluscos,
también la pesca de peces, la captura de focas y hay documentación de carroñeo en
cachalotes. La pesca y la recolección de moluscos debieron representar un aumento
general de los recursos obtenidos lo que encaja con la idea del aumento de la población.
Se plantea la posibilidad de un descenso en la recolección de vegetales debido al rigor
climático del periodo comprendido entre el Solutrense superior y el Magdaleniense sin
arpones coincidiendo con el máximo glaciar.

- 3ª fase. Coincidiendo con el Magdaleniense con arpones se producen nuevas


modificaciones en las estrategias de aprovechamiento de recursos. Se comienzan a ver
unas tendencias que se incrementarán luego en el Mesolítico y estas nuevas tendencias
coinciden con las otras variables ya comentadas: aumento de la población y de la
obtención de recursos. Las modificaciones afectan a la caza y a los recursos
alternativos. En la caza, la especialización comienza a bajar y va aumentando el papel
de otras especies lo que es igual al inicio de una situación de equilibrio. Serían especies
con un nivel de cría limitada por lo que la nueva estrategia sería peligrosa. El aumento
de los recursos alternativos derivados de la pesca y de la recolección no supone un
cambio relevante sino un aumento. Se incorpora el delfín como recurso pero sería
obtenido por carroñeo. Hay evidencias de propulsores, no del arco y relacionado con la
actividad de la pesca fluvial está la presencia de arpones y las varillas biapuntadas que
pudieron ser usadas como anzuelos. El descenso de la caza especializada fue igual a un
descenso de la movilidad estratégica y de los campamentos secundarios o
especializados.

En fin que la economía del Paleolítico Superior tiene dos rasgos fundamentales, la
especialización en la caza de una especie y el aumento de los recursos alternativos lo
que se traduce en una cierta diversificación. La especialización se refiere a recursos no
estáticos lo que obliga a una movilidad logística por lo que la diversificación queda a un
nivel bajo.

- recursos abióticos. Destaca el aprovechamiento de recursos líticos sobre todo el


sílex, necesario para el proceso tecnológico de estas poblaciones. Esto explica los
niveles de desplazamiento, hasta ahora desconocidos, que llegan a superar los 50 km.
En el Cantábrico hay yacimientos en los que el 50% del sílex procede de distancias de
alrededor de los 40 km. y algo más del 30% de los 50 km., esto evidencia la importancia
de esta materia prima mientras que las otras materias primas decrecen en uso. Estos
largos desplazamientos hay que relacionarlos con la alta movilidad logística y la
explotación de amplios territorios.

Según la traceología, sigue el aprovechamiento de la piel y de la madera, esta última


tiene cada vez más importancia relacionada con los útiles de sustrato, muescas,
denticulados, en los momentos finales del Paleolítico Superior.

d.) eManifestaciones cultuales.


El arte del Paleolítico Superior pp. 80-101.
Salvo las manifestaciones del llamado arte paleolítico, la documentación es escasa y
muy discutida. En Cantabria, en el “Santuario del Juyo” aparece una estructura
artificial: un murete de barro y piedras, en forma absidal con unos 2 x 3 m.
aproximadamente que delimita y engloba tres montículos artificiales de tierra con capas
de distintas tonalidades en las que aparece fauna y elementos líticos en cada capa; a
parte, sobre el montículo I aparece una gran losa de 1`50 m. que lo cubre y además
aparecen dos hogares. Sobre el montículo II hay una piedra con una superficie
antropomorfa no tallada pero colocada de forma intencionada. Con respecto a los
enterramientos de cueva Morín, hoy en revisión, se puede decir que hay dos fosas, una
de ellas no tiene cadáver y en la otra está el negativo del cadáver que contenía.

TEMA III: LAS COMUNIDADES DEL PERIODO


MESOLÍTICO.

1.) El ambiente físico; los cambios del Holoceno.

El periodo mesolítico se extiende desde una fecha situada en torno a 12.000 años BP
hasta los comienzos del Neolítico existiendo la dificultad de fijar la fecha final del
Mesolítico ya que el Neolítico no se implanta de forma simultánea en todo el territorio
peninsular. Como fecha de referencia tenemos las cronologías más antiguas del
conjunto neolítico peninsular a comienzos del VII milenio BP pero esta fecha no tiene
validez para todos los ámbitos peninsulares (caso de la zona septentrional). Según lo
dicho el periodo Mesolítico se desarrolla en los momentos finales del Tardiglaciar o
Würm IV a partir de la oscilación templada de Allerod aún dentro del Pleistoceno
Superior y culminando en el Holoceno, la desglaciación. Este periodo es de grandes
cambios ambientales pero la escasa documentación que tenemos nos hace tomar como
referencia la zona cantábrica.

a.) Clima y vegetación.

- Allerod 12.000/10.800 BP. Se produce un aumento de las temperaturas y de la


humedad, con precipitaciones regulares que repercuten en la vegetación mediante un
lento incremento de las zonas de bosque sobre todo en las zonas más templadas con
especies como el avellano, el tilo, el olmo y el quercus.
- Dryas III 10.800/10.000 BP. Es la última pulsación fría de la glaciación Würm y
con ella termina el Pleistoceno. Hay un cierto empeoramiento del clima, enfriamiento y
descenso de la humedad. Se detiene entonces el crecimiento del bosque e incluso
retrocede a favor del paisaje abierto pero de todas formas el descenso de la temperatura
fue poco acusado.
- Preboreal 10.000/8.000 BP. Con esta fase se inicia el Holoceno o Posglaciar. Hay
una pequeña mejoría del clima y un aumento de la humedad con lo que se desarrolla el
bosque en expansión con especies de clima templado como el quercus, la encina, el
alcornoque, etc.
- Boreal 8.000/7.500 BP. Este periodo marca una mejoría climática considerable, se
alcanzan temperaturas similares a las actuales junto a un alto grado de humedad. Estas
condiciones climáticas favorecen la extensión del bosque, predominando entre sus
especies el quercus. Al final del periodo hay una pequeña pulsación fría.
- Atlantica 7.500/4.500 BP. Esta fase comienza con una mejoría climática
alcanzándose en la mitad del periodo, sobre 6.000 años BP, el optimum climático. Se
mantiene el buen grado de humedad. Al final del periodo habrá un cierto
empeoramiento del clima. Hay un predominio de la vegetación arbórea con especies de
clima templado y húmedo, quercus. En momentos avanzados de esta fase se detectan
indicios de actividad agrícola (deforestación).
- Subboreal 4.500/2.700 BP. Se dan parecidas condiciones climáticas a las de la
fase anterior, algo más seca, con un dominio de la vegetación arbórea a base del
quercus.

Fuera de la región cantábrica podemos hacer referencia a la zona levantina aunque


sólo de forma muy general, aquí hay una tendencia hacia condiciones climáticas más
templadas y húmedas lo que lleva también a un incremento del bosque destacando el
pino, especie propia de ambientes fríos, pero irá siendo sustituido por el quercus.

b.) Fauna y relieve.

A partir de la fase Preboreal, sobre todo, empezará a cambiar la fauna. Se produce la


desaparición de las especies de fauna fría que había en el Paleolítico Superior, como
por ejemplo el reno que desaparece en el Dryas III. Con el desarrollo del bosque hay
también una desaparición de las especies típicas de la vegetación herbácea como el
bisonte que también desaparece en el Dryas III. El ciervo sigue predominando como
especie de gran capacidad de adaptación. El desarrollo del bosque favorece el
incremento de especies típicas de este biotopo como el jabalí y el corzo, especies poco
representativas en el Paleolítico Superior.

También la mejoría climática afecta a la fauna marina ya que con el aumento de la


temperatura del mar se produce una sustitución de los moluscos de agua fría por otros
de aguas más cálidas.

El conjunto de la fauna nos habla de unas condiciones ambientales no muy


diferentes de las actuales, quizás la mayor diferencia esté en la masa forestal mucho
mayor en el Mesolítico y destruida en el presente por la actividad antrópica. En la fase
Atlántica se nota la actuación antrópica sobre la vegetación con una pérdida del
arbolado en el entrono de los yacimientos.
Como consecuencia del aumento progresivo de las temperaturas se produce un
ascenso del nivel del mar con la transgresión llamada Flandriense. La modificación del
relieve en el ámbito costero es de mayor calado en la zona levantina que en la cantábrica
por la configuración de la plataforma continental en el Levante que al tener una suave
inclinación se produce un mayor retroceso de la costa.

2.) Cuestiones de terminología.

El término Mesolítico en la bibliografía tiene dos acepciones distintas, una como


periodo cronológico y otra con un sentido cultural englobando aquellas sociedades que
presentan una actividad cultural o de cazadores-recolectores o de aquellos que se
encuentran entre los cazadores y los productores. Para las sociedades que no se
engloban dentro del término Mesolítico se aplica el término Epipaleolítico y son
aquellas sociedades que siguen siendo cazadoras-recolectoras y no presentan las
modificaciones que aparecen en las culturas mesolíticas. Tradicionalmente, en la P.
Ibérica las poblaciones del periodo Mesolítico se habían venido considerando como
epipaleolíticas y se estructuraba la evolución cultural del Mesolítico peninsular en dos
fases: Epipaleolítico Antiguo y Epipaleolítico Pleno siguiendo el esquema europeo.
Ahora, y siguiendo también la estructura europea, el Epipaleolítico Antiguo es igual al
Epipaleolítico y el Epipaleolítico Pleno es igual al Mesolítico.

3.) El contexto cultural de las poblaciones del Epipaleolítico.

Esta primera fase del periodo se extiende a lo largo de la oscilación de Allerod, del
Dryas III y de la primera mitad de la fase Preboreal. Generalizando las fechaciones en
cronología absoluta el periodo se extiende entre 11.500/9.000 años BP.
En este periodo hay una continuidad cultural clara, en unos aspectos más que en
otros, con respecto al Paleolítico Superior, de hecho lo más frecuente es que las
ocupaciones de esta fase se sitúen en los mismos yacimientos de las ocupaciones al final
del Magdaleniense y a veces por esta continuidad la distinción cultural es muy difícil de
determinar. También existe una continuidad del poblamiento que se aprecia en todos los
aspectos de la cultura. Entre sus varios contextos industriales destacan el AZILIENSE
en la zona cantábrica y el EPIPALEOLÍTICO MICROLAMINAR en la zona
mediterránea.

a.) Tecnología.

b.) zOcupación del territorio.


Este aspecto es más estudiado en la zona cantábrica y es en la que nos basaremos.
Las poblaciones epipaleolíticas del Cantábrico introducen algunos cambios relacionados
a su vez con los cambios que vemos en el aprovechamiento y obtención de los recursos
subsistenciales y en las consecuencias de la mejoría climática. De todas formas, al igual
que en el Paleolítico Superior, los yacimientos aparecen distribuidos sobre todo en los
territorios periféricos lo que nos hace pensar que había una población más numerosa en
estas zonas, pero como en periodos anteriores esta idea puede ser irreal debido a las
diferentes actividades de investigación. Dentro de las zonas periféricas la población se
concentra en los valles fluviales entre el ámbito costero y las cadenas montañosas del
interior.

Una novedad es que se abandona la caza especializada y hay un incremento de la


diversificación en la obtención de recursos subsistenciales con un aprovechamiento más
intensivo de los recursos en torno a los emplazamientos por lo que hay un abandono de
la estrategia de ocupación del territorio a base de campamentos base o principales y de
campamentos especializados o secundarios, de este modo estas poblaciones necesitan
un territorio de explotación menos extenso y por lo tanto tienen una menor movilidad
logística al ampliar los recursos cercanos al emplazamiento y a la vez este hecho
favorece el proceso de regionalización cultural (aislamiento de las poblaciones). Dentro
de estos territorios de explotación más pequeños hay una diversificación económica, en
cuestión de grado no de más recursos distintos, es decir, los mismos recursos pero más,
por lo que los yacimientos que están separados entre sí lo son por distancias más
reducidas y esto explica la yuxtaposición de áreas de captación de recursos
correspondientes a yacimientos ocupados por el mismo grupo de forma alternativa:
yacimientos más cercanos=yuxtaposición de yacimientos/economía más diversificada=
movilidad baja.
En esta economía más diversificada nos encontramos con asentamientos en puntos
estratégicos con un acceso fácil y rápido a nichos ecológicos variados con diversidad de
recursos subsistenciales.
Por otro lado el inicio de la mejoría climática favorece que sea más frecuente la
ocupación de abrigos como son los abrigos de Mendandia y Atxoste en Álava.
Para la zona mediterránea existió una línea más continuista con respecto al
Paleolítico Superior; se observan ciertos niveles de polarización en la captura de algunas
especies.

c.) ,Aprovechamiento de recursos.


Las estrategias seguidas representan una profundización de las tendencias iniciadas
en el segundo periodo del Magdaleniense, esto incide en la continuidad cultural entre
Paleolítico Superior y Epipaleolítico.

La caza sigue siendo un elemento importante en la dieta alimenticia pero hay


cambios respecto a un descenso en los niveles de especialización a favor de especies
que incrementarán su presencia gracias a las modificaciones ambientales como son el
corzo y el jabalí, especies relacionadas con la expansión del bosque. Este descenso de la
especialización se había iniciado ya en el Magdaleniense con arpones y este
Epipaleolítico supone además el final de las estrategias de especialización en la caza.
Aunque hay una menor especialización, las preferencias siguen existiendo como el
ciervo en las tierras bajas y la cabra en las altas. Estas especies serán complementadas
con otras especies como el corzo en las tierras bajas y el rebeco en las altas, junto a
otras especies menos representadas.
En el Mediterráneo se mantiene cierto nivel de polarización sin que pueda hablarse
de especialización. Las especies más frecuentes en esta zona son el ciervo, la cabra y el
conejo, por tanto muy en la línea del Paleolítico Superior lo que es igual a una cierta
continuidad.
La otra tendencia en la que profundizan estas poblaciones respecto al final del
Paleolítico Superior es el progresivo incremento del papel de los recursos alternativos,
pesca y recolección. La pesca sigue siendo básicamente fluvial representada por el
salmón y la trucha sobre todo. Se mantiene el uso del arpón con ciertas modificaciones
formales, ahora se usan costillas y otros huesos planos mientras que antes sólo se usaba
la cornamenta. Hay un inicio de la presencia de especies marinas, es decir, existe una
pesca marina que irá en aumento conforme avance este periodo; esto es un nuevo
síntoma de la diversificación económica. Relacionado con la pesca marina está el
desarrollo de los anzuelos o varillas biapuntadas. Hay un incremento de la recolección
de moluscos y en las zonas del interior se produce la recolección de caracoles.

El desarrollo del bosque y la estrategia de diversificación económica unidas nos


hace plantear que la recolección vegetal también sufriera un cambio, un desarrollo o un
incremento.

La conclusión a todo esto es que las estrategias de aprovechamiento de recursos del


Epipaleolítico se basan en la profundización de las tendencias mostradas al final del
Paleolítico Superior, esto es, economía más diversificada en general, caza no
especializada y aumento de los recursos alternativos. Esta economía más diversificada
se traduce en un aprovechamiento más intensivo de la zona inmediata al emplazamiento
lo que también supone una disminución de la movilidad y de la extensión de los
territorios de explotación lo que a su vez lleva a una regionalización cultural, idea unida
al desarrollo del bosque que desconecta aún más a los distintos grupos.

d.) eManifestaciones cultuales.


Desaparece el arte paleolítico de forma brusca lo que se debió quizás a
transformaciones en el mundo simbólico, social e ideológico, o quizás también por el
cambio en las estrategias de ocupación del territorio.

Las manifestaciones artísticas están limitadas a los llamados cantos pintados


azilienses, conocidos sobre todo en el Cantábrico. Estos cantos tienen motivos
geométricos en negro y rojo. En cuanto a su significado no está claro, podrían ser
distintivos de un mismo grupo pero aparecen varios cantos distintos en el mismo
yacimiento, o podría tratarse de sistemas de fechación o anotación (calendario) pero los
trazos son bastante homogéneos, es decir, fueron pintados a la vez.

Hay algunos enterramientos pero limitados. En la cueva de Los Azules (Asturias)


hay un enterramiento individual en fosa acompañado de piezas de sílex, de hueso y de
cantos pintados.
4.) El contexto cultural de las poblaciones mesolíticas.

Este periodo abarcaría la segunda mitad de la fase Preboreal, la Boreal y parte de la


fase Atlántica, por lo que se desarrolla en la plena consolidación de las condiciones
ambientales del Holoceno. Desde el punto de vista de la cronología absoluta el periodo
se inicia en torno a 9.000 años BP aproximadamente y la fecha final varía algo según la
zona. Según las fechaciones más aceptadas las más recientes estarían en torno a
6.800/6.700 años BP en el Mediterráneo y 6.000/5.500 años BP para la zona cantábrica.

Ahora hay un mayor contraste cultural con respecto al Paleolítico Superior en el


Cantábrico y en Portugal, de ahí que se vaya imponiendo el término mesolítico en
sentido cultural (poblaciones mesolíticas). Hay un incremento de la regionalización
cultural, hecho apreciable en varios aspectos de la cultura como en el aprovechamiento
de recursos y en la forma de ocupar el territorio.

Los principales contextos culturales de este periodo son: ASTURIENSE en


Asturias y Cantabria, MESOLÍTICO MACROLÍTICO DE MUESCAS Y
DENTICULADOS en el Valle del Ebro desde Cataluña al País Vasco y parte del
Mediterráneo, EPIPALEOLÍTICO GEOMÉTRICO en el Mediterráneo y
CONCHEROS PORTUGUESES en el centro-sur de Portugal, en los Valles del Tajo y
del Sado.

a.) Tecnología.

b.) zOcupación del territorio.


Hay un marco más contrastado con respecto al Paleolítico Superior, de ahí la
aplicación de la denominación poblaciones mesolíticas. Las estrategias de ocupación del
territorio tienen una clara diversificación regional que nos lleva a un estudio
individualizado.

- Asturiense. Hay una preferencia por el tradicional asentamiento en cueva aunque


se conocen yacimientos al aire libre en número mayor a lo conocido hasta ahora para
esta zona como Bañugues (Asturias), Liencres (Cantabria), etc. Este aumento de
emplazamientos al aire libre se puede poner en relación con la evidente mejoría
climática. También este incremento de asentamientos al aire libre se ve en otras zonas,
en el Valle del Ebro y en la fachada atlántica portuguesa, por ello se cree que la mejoría
de las condiciones climáticas es una de las causas de este incremento.

La distribución de los asentamientos es distinta a la de las poblaciones del


Paleolítico Superior y del Epipaleolítico, se trata de unos emplazamientos con una
mayor cercanía a la costa, el 85% de los yacimientos está en los 2 km. primeros de costa
llegando a un máximo de más de 10 km. y el 65% de los yacimientos situados a 1 km.
de la costa actual no pasa de los 500 m. desde la costa. El nivel del mar entonces, estaría
más bajo que en la actualidad lo que se aprecia en la inundación actual de yacimientos
asturienses. Los yacimientos asturienses suponen un claro aumento en el ámbito costero
con respecto al Aziliense. Se ocupan cuevas ya ocupadas anteriormente en el Aziliense
y también comienzan a usarse emplazamientos nuevos. La gran mayoría de cuevas del
interior ocupadas en el Aziliense se abandonan ahora (Rascaño y Piélago en Cantabria,
etc.), es decir, parece existir un abandono de las poblaciones finales azilienses del
interior hacia la costa donde la población aparece concentrada, ya que incrementa el
número de yacimientos. De todas formas, algunos grupos quedaron en las tierras más
interiores y son paralelos a los grupos asturienses como por ejemplo la cueva de
Aranga (La Coruña) o la cueva de Los Canes (Asturias), pero son contextos poco
numerosos y culturalmente poco conocidos hasta ahora. Esta distribución más costera
explica la escasa altitud de los asentamientos, el 73% está por debajo de los 50 m sobre
el nivel del mar y el 93% no sobrepasa los 100 m sobre el nivel del mar. Podríamos
hablar entonces de población costera pero esta idea tiene que ser matizada puesto que
existen muchos yacimientos que no pueden ser considerados costeros al situarse a varios
kilómetros de la costa además de que el nivel del mar era más bajo que ahora. Todo esto
nos dice que la proximidad al mar y a los recursos marinos no fue un factor decisivo
aunque tuviera cierta importancia.

Hay también una tendencia a la concentración en la desembocadura de los ríos,


aspecto relacionado con las estrategias de aprovechamiento de recursos ya que esta
concentración se ve favorecida por la diversificación económica más marcada ahora que
en la fase anterior.

Los yacimientos asturienses suelen presentarse bajo la forma de concheros con más
de 5 m. de potencia. La acumulación de conchas lleva al grupo ha un desplazamiento
del lugar de habitación hasta incluso se conocen habitaciones en el exterior de la cueva
(“la basura les echa de casa”). Este hecho lleva a que exista una fuerte vinculación de
los emplazamientos relacionados con las estrategias de aprovechamiento de recursos
subsistenciales, vinculación que viene marcada por una progresiva diversificación lo
que se traduce en una menor movilidad y en una menor extensión de los territorios de
explotación.
- Concheros portugueses. Son yacimientos no costeros, están situados en orillas de
ríos y en tierras situadas algo más hacia el interior que los yacimientos asturienses, en
función de unas determinadas estrategias de aprovechamiento de recursos.

Son campamentos formados por varias cabañas en los que se ven los agujeros de los
postes de madera para sujetar la cubierta de ramajes y los suelos preparados mediante
una mezcla de cantos rodados, conchas y tierra. Junto a los campamentos hay
evidencias de necrópolis lo que supone una mayor pervivencia en el lugar, es decir,
serían poblaciones seminómadas con un régimen de movilidad inferior a todos sus
contemporáneos. Esta escasa movilidad es debida a la ocupación de espacios
especializados con una variedad de recursos limitada pero con recursos muy
abundantes, sobre todo los recursos acuáticos son abundantes durante todo el año y son
complementados por caracoles y por la caza. Estos grupos serían por tanto cazadores-
recolectores complejos, versión peninsular acuática del Natufiense.

- Mesolítico Macrolítico y Epipaleolítico geométrico (Mediterráneo). Son las


poblaciones más parecidas a la fase anterior. Son ocupaciones que responden a la idea
de concheros pero sin llegar a las dimensiones que vimos en el Asturiense. Estas
poblaciones tienen quizás una mayor movilidad que en el caso de las asturienses y se
conoce una continua yuxtaposición de áreas de captación de distintos recursos por lo
que sus territorios de captación son más reducidos y tienen una diversificación
económica.

c.) ,Aprovechamiento de recursos.


En líneas generales, las estrategias de aprovechamiento de recursos de las
poblaciones mesolíticas son la culminación de las tendencias desarrolladas por los
grupos anteriores del Magdaleniense con arpones. Hay una progresiva diversificación
en la explotación de los recursos subsistenciales incrementándose el papel de los
recursos hasta ahora secundarios, pesca y recolección. Dentro de esta tendencia general
pueden señalarse diferencias según los contextos culturales.

- Asturiense. Tiene una menor importancia la caza pero no pasa a un papel


secundario sino que desciende. Siguen dominando las especies típicas del Holoceno, el
ciervo, el corzo y el jabalí. Este descenso de la caza tiene su repercusión en la
tecnología ya que hay un retroceso de útiles relacionados con la actividad cinegética
como las laminitas apuntadas y las puntas azilienses y también hay una disminución de
los útiles elaborados en hueso y de los elementos líticos usados para su elaboración
como los buriles. Esto nos lleva a un planteamiento teórico, quizás el descenso de estos
útiles viene marcado por una mayor presencia de la madera que podría haber sustituido
al hueso, además hay una expansión del bosque y un aumento de los útiles de sustrato,
muescas y denticulados, útiles muy relacionados con la elaboración de útiles de madera.

Esta bajada de la caza viene contrarrestada por el desarrollo de los recursos


alternativos que muestran modificaciones respecto al Aziliense. La pesca marina, que
gana terreno a la fluvial, es la básica, hay más de una veintena de especies
documentadas, y ahora hay una desaparición del arpón y un auge de los anzuelos
(varillas biapuntadas). También hay un fuerte incremento de la recolección de
moluscos, y relacionada con este incremento está la tecnología macrolítica, picos
asturienses. Hay evidencias de moluscos y restos de pescado en yacimientos alejados
de la costa, esto nos lleva a la conclusión de que estas poblaciones transportaban los
productos costeros hacia el interior llegando hasta Meré (Asturias) a 10 km. de la costa,
aunque esto no es frecuente. El 50% de los yacimientos está a 12 minutos de la costa, el
28% de yacimientos está entre 12/14 minutos, el 20 % supera los 24 minutos y algunos
aislados están a 1 hora. Así las distancias para transportar estos productos eran muy
cortas y todo parece indicar que el producto se transportaba entero al encontrarse en los
yacimientos conchas y espinas, sin embargo no hay evidencias de técnicas de
conservación por lo que debió ser un consumo inmediato o sólo moderadamente
diferido en función de la resistencia de estos productos al deterioro; se conocen
mariscos que llegan a mantenerse comestibles hasta 10 días. Según analíticas es
significativo que el marisqueo fuese una actividad de finales de otoño e invierno cuando
la conservación es más fácil. Debemos hablar también de una recolección intensiva
porque conforme avanza el tiempo los moluscos son más pequeños (disminución
progresiva de la especie).
Por el contrario la caza parece desarrollarse sobre todo en época estival. La zona
próxima a la costa pudo ser aprovechada durante todo el año por lo que se daría una
estrategia de estacionalidad en las actividades subsistenciales, esto quiere decir que las
poblaciones tienen una menor movilidad y un territorio de explotación más reducido.
No obstante a su importancia, la pesca y la recolección de moluscos serían recursos
subsistenciales sólo complementarios, si hubieran sido tan importantes, todos los
yacimientos se habrían situado cercanos a la costa pero no es así. Lo que sí está claro es
que el carácter complementario de la pesca y de la recolección de moluscos lleva a una
economía más diversificada.

Hay evidencias de recolección vegetal en torno a especies comestibles, caso de la


bellota, recolección favorecida por el desarrollo del bosque en la fase holocénica.
Seguramente tuvieron cierta importancia pero no se puede demostrar.

Esta progresiva diversificación en el aprovechamiento de recursos favorece el


aprovechamiento cada vez más intensivo del entorno cercano al yacimiento por lo que
hay una menor movilidad. Y así cobra sentido la concentración de yacimientos en torno
a la desembocadura de los ríos donde es posible aprovechar recursos variados sin
desplazamientos de relevancia, por un lado los recursos del litoral y de la costa, pesca y
recolección de moluscos, y por otro lado de los valles bajos de los ríos, pesca y
recolección vegetal, con algunas incursiones interiores para aprovechar otros recursos
concretos como la caza de la cabra.

- Concheros portugueses. También en ellos están las estrategias de diversificación


de aprovechamiento de recursos con un claro aumento de la pesca y recolección de
moluscos. Las poblaciones están asentadas en ámbitos con una gran abundancia de estos
recursos acuáticos disponibles durante todo el año. Estos recursos no se explotan en el
ámbito costero porque estos yacimientos están situados, según vimos, más hacia el
interior al borde de cursos fluviales en los que los recursos que necesitan están en el
interior y pueden ser aprovechados durante todo el año. Estas poblaciones tienen una
escasa movilidad permitida por la explotación de territorios especializados (con recursos
muy estabilizados y disponibles durante todo el año, en este caso concreto los recursos
acuáticos).
- Mesolítico Macrolítico y Epipaleolítico geométrico (Mediterráneo). Hay
también aquí una tendencia hacia la diversificación con un incremento del
aprovechamiento de los productos marinos sobre todo de la recolección de moluscos y
también de la recolección vegetal de bellotas, avellanas y peras. Sin embargo, hay un
nivel menor en la diversificación de los recursos marinos, lo que quiere decir que hay
una mayor importancia de la caza, actividad en la que se ve un descenso de la presencia
de conejos como consecuencia de la gran expansión del bosque.

Excepto los Concheros portugueses, las restantes poblaciones peninsulares, que se


ubican en territorios con recursos más variados, aprovechan unos recursos que están
compartimentados y son aprovechados de manera estacional, se trata del
aprovechamiento de los territorios generalistas: cazadores-recolectores de amplio
espectro y mayor movilidad. Por ejemplo en las poblaciones asturienses la caza se da en
verano con desplazamientos incluso hacia el interior para la captura de cabras y la pesca
y la recolección de moluscos en otoño e invierno. Este panorama descrito junto a una
mayor movilidad en el Asturiense es válido también para los restantes grupos
peninsulares, salvo como decimos para los Concheros portugueses cuyo ecosistema se
compone de una menor variedad de especies pero muy numerosas lo que corresponde a
territorios especializados.

d.) eManifestaciones cultuales.


Tienen un marco limitado ya que se reducen a rituales de enterramiento y a algunas
escasas manifestaciones artísticas.

En relación a los enterramientos tenemos algunos datos para el contexto asturiense


en la cueva de Los Canes donde se conocen tres enterramientos en fosa acompañados
de ajuar. También en el abrigo de Aizpea (Navarra) hay enterramientos de parecidas
características pero sin ajuar. La documentación más relevante procede del contexto de
los Concheros portugueses donde en varios yacimientos aparecen enterramientos
individuales en pequeñas fosas o en depresiones naturales cuya novedad estriba en que
estos enterramientos aparecen formando necrópolis situadas al lado de los lugares de
asentamiento; por ejemplo en Moita do Sebastiao hay una necrópolis con 34
sepulturas, otro ejemplo es Cabeço da Amoreira. La formación de necrópolis nos
habla del carácter seminómada de estas poblaciones (cazadores-recolectores complejos).

Aunque existen manifestaciones artísticas son muy pobres y limitadas en cuanto a


número y extensión geográfica. Tenemos constancia de estas manifestaciones en el
Mediterráneo y en Aragón como cueva de la Cocina (Valencia), Forcas (Huesca),
cueva del Tossal de la Roca (Alicante, de donde procede un importante lote de cantos y
plaquetas, desgraciadamente sin procedencia estratigráfica precisa, en el que pueden
verse diversas representaciones zoomorfas y signos), cueva de los Chaparros (Teruel),
etc., y se trata de piedras grabadas con motivos geométricos de trazos rectilíneos, en
algunos casos la superficie decorada aparece coloreada. Este arte es conocido como arte
lineal geometrico y corresponde a momentos muy finales del Mesolítico, finales hasta
el punto de que se habla que este arte se da en poblaciones mesolíticas que las copiaron
de las poblaciones ya neolíticas.
TEMA IV: LA NEOLITIZACIÓN Y LA EVOLUCIÓN DE LAS
COMUNIDADES NEOLÍTICAS.

1.) Planteamientos actuales sobre el proceso de neolitización en la Península


Ibérica; estudio regional.

a.) Planteamientos teóricos.

La neolitización y su evolución es un debate de gran alcance a causa de la


trascendencia de las novedades que incorpora y que afectan a todos los aspectos de la
cultura: nuevas técnicas económicas, de ocupación del territorio, manifestaciones
cultuales, etc. Este es un debate que se plantea a nivel continental. Modelos explicativos
hay muchos y los registros arqueológicos son muy amplios, sobre todo en el
Mediterráneo peninsular pero estamos lejos de especificar los mecanismos de este
proceso. Nosotros nos centraremos en planteamientos actuales.

En primer lugar hay unas propuestas mayoritarias con un carácter claramente


difusionista de distinta índole. Estas propuestas defienden que el Neolítico peninsular se
inicia a partir de una serie de aportaciones de todo tipo desde el exterior. Esa
introducción desde el exterior pudo realizarse a través de grupos venidos de fuera de la
península, es decir, que hay movimientos de poblaciones o también pudo realizarse por
una difusión de ideas con lo cual no hay movimiento de población sino movimiento de
conocimientos, técnicas, etc.

En segundo lugar hay propuestas de carácter autoctonista también con matices;


estas propuestas son minoritarias. Éstas parten de la idea de que las poblaciones locales
pudieron alcanzar por sí mismas, sin aportaciones externas, todos o algunos de los
elementos que comportan el llamado “paquete neolítico”. Dentro del autoctonismo la
postura más marcada propone que las poblaciones locales desarrollaron
independientemente tanto los rasgos técnicos (cerámica) como los económicos
(ganadería y agricultura). Otros investigadores defienden el desarrollo de tan sólo
alguno de los elementos del “paquete neolítico”, fundamentalmente la cerámica y se
inclinan por una aportación externa de los rasgos económicos sin renunciar del todo a la
posibilidad del desarrollo independiente.

Modelos Difusionistas:
- Modelo dual. Planteado a lo largo de la década de los 80, es uno de los modelos
actuales más conocido y atacado. Este modelo combina dos propuestas, una elaborada
por J. Fortea a comienzos de los 70 y otra conocida como modelo de colonización
pionera que ve en la neolitización de la península una colonización selectiva que tiende
a ocupar inicialmente determinados territorios más favorables para la economía de esos
colonos y a partir de ahí entran en contacto con la permanencia de la población
cazadora-recolectora. Este modelo supone que aceptamos el mecanismo de difusión.

De acuerdo con este modelo dual la neolitización peninsular se iniciaría a comienzos


del VII milenio BP en el ámbito mediterráneo donde el registro evidencia a dos
poblaciones culturales distintas: unos grupos plenamente neolíticos con cerámica
cardial, nueva tecnología lítica y ósea, piedra pulimentada, agricultura y ganadería,
grupos que presentan una diferencia muy marcada con respecto a las poblaciones
mesolíticas locales; y otros grupos del complejo geométrico que inician el proceso de
neolitización incorporando algunos elementos, sobre todo cerámica cardial, que
caracterizan a los grupos plenamente neolíticos. Este modelo defiende por tanto que hay
una difusión démica, un desplazamiento de población en el proceso de neolitización. Al
ser grupos básicamente contemporáneos y debido a la distancia cultural entre ambos la
relación debe ser de los neolíticos hacia los mesolíticos por lo que estamos ante un
fenómeno de aculturación neolíticos>mesolíticos. Buena parte de las variables (rasgos
tecnológicos, económicos y artísticos) de los grupos plenamente neolíticos no tienen
precedentes en la P. Ibérica, si aceptamos esta idea tendremos que aceptar que estos
grupos plenamente neolíticos vienen del exterior, del llamado “horizonte cardial” que
también se identifica en todo el Mediterráneo en general y cuyo foco estuvo en el
Próximo Oriente.

Se insiste sobre todo para desprestigiar las teorías autóctonas en la novedad


representada por cereales y faunas domesticadas sin antecedentes silvestres en la P.
Ibérica al igual que en casi toda Europa (salvo los Balcanes).

Según el modelo dual, estos grupos que llegan al Mediterráneo peninsular, sobre
todo al Levante, son colonos neolíticos, neolíticos puros o colonos pioneros y no
representan ningún proceso de neolitización porque ya son plenamente neolíticos por lo
que marcan una ruptura con respecto a las poblaciones mesolíticas locales. La llegada
de estos grupos la inscriben en el modelo de colonización pionera, es decir, ocupan
inicialmente tan sólo las zonas más fértiles dentro de un amplio territorio hasta ahora
ocupado por cazadores-recolectores y a partir de ahí comienza un proceso de relación
cultural. El proceso de neolitización en la P. Ibérica es el que se ven inmersos las
poblaciones mesolíticas locales que entran en contacto con los colonos neolíticos. Según
el registro, en la inmensa mayoría de los casos ese proceso de neolitización se inicia con
la incorporación de la cerámica para después incorporar rasgos económicos (agricultura
y ganadería) y no se trata de un proceso autóctono ya que esta incorporación se genera a
partir de contactos con los colonos neolíticos, es decir, hay una aculturación o
asimilación del “paquete neolítico” por parte de las poblaciones mesolíticas y sería
además una aculturación directa en el sentido de que la asimilación era a través de
grupos plenamente neolíticos no a través de grupos en proceso de neolitización.

La posible causa de la adopción inicial de los rasgos tecnológicos (cerámica) es,


según este modelo, por el ecosistema donde estaban situadas las poblaciones
mesolíticas, lugares propios para el desarrollo económico de cazadores-recolectores y
no para la economía de los colonos neolíticos basada en la agricultura y la ganadería; de
hecho, los primeros grupos neolíticos llegados a la P. Ibérica se ubican en ámbitos
geográficos distintos a los ocupados por los mesolíticos locales tendiendo a ocupar los
territorios más llanos y más apropiados para la agricultura de secano. Por lo tanto de
acuerdo con el modelo dual, las poblaciones mesolíticas son una parte activa dentro de
la neolitización de la P. Ibérica porque asimilan una serie de rasgos y los difuminan, es
decir, actúan como receptoras y difusoras, no como innovadoras.
Según todo esto para el modelo dual hay dos mecanismos de neolitización en la P.
Ibérica: la colonización y la aculturación. La propuesta de este modelo se inscribe
dentro del conocido “paradigma cardial”, es decir, que la neolitización de la P. Ibérica
se inicia con los colonos pioneros llegados del horizonte de las cerámicas impresas
cardiales por el oriente. Recientes estudios de ADN de poblaciones actuales
mediterráneas pueden rastrear un aporte genético cuyo origen se sitúa en el Próximo
Oriente, concretamente en el Mediterráneo oriental. Y si nos atenemos a los paralelos,
las manifestaciones artísticas ligadas a los contextos cardiales más antiguos tienen sus
paralelos desde Anatolia hasta el Mediterráneo occidental. Por lo tanto según el modelo
dual, el proceso de neolitización de la P. Ibérica se inició con una difusión démica de
muy difícil interpretación en la actualidad.

- Modelo percolativo. Este modelo se desarrolla a mediados de los 90. Tiene


aspectos relacionables con el modelo dual, el elemento común es que para ambos
modelos el “paquete neolítico” es una aportación externa (origen externo) y consideran
la vinculación del primer neolítico peninsular al horizonte cardial.

El modelo percolativo dice que no hay porqué apoyarse en movimientos de


poblaciones, es decir, este modelo maneja mecanismos de difusión no démica. Para sus
seguidores, las poblaciones mesolíticas locales cazadoras-recolectoras tenían
importantes relaciones de reciprocidad entre sus grupos (práctica de la exogamia, por
ejemplo) y esta relación de reciprocidad es lo que podría haber sido la base de la
expansión de los elementos técnicos y económicos del Neolítico. Plantean incluso que
la rápida difusión de la neolitización entre las poblaciones mesolíticas europeas se debe
a que la cerámica cardial no tuviera un carácter funcional sino que al tratarse de una
cerámica de difícil elaboración por su compleja decoración con presencia de motivos
simbólicos de gran trascendencia entre estos grupos (los motivos representados son
iguales a los del arte paleolítico), tuviera una función simbólica. De esta forma, los
defensores del modelo plantean que la cerámica cardial fue un elemento de gran
relevancia en esas relaciones de reciprocidad. Y el deseo de poseer e intercambiar esa
cerámica pudo ser la base de la expansión del Neolítico por el Mediterráneo y esto
explicaría además la unidad cardial del primer neolítico del ámbito mediterráneo. Según
análisis físicos sobre poblaciones entre el Mesolítico y la Edad del Cobre en zonas del
Mediterráneo central y occidental parece haber una ausencia de cambios en relación a
aportaciones externas de población.

- Modelo de la disponibilidad. Éste defiende que el proceso de neolitización se


produce a lo largo de tres fases: 1) fase de la disponibilidad que se inicia cuando se
produce un contacto entre neolíticos y mesolíticos y termina cuando se produce la
adopción de algunos de los rasgos neolíticos por los mesolíticos o cuando algún grupo
plenamente neolítico en incrusta en territorio mesolítico, 2) fase de la sustitución, o
incorporación de elementos neolíticos por los mesolíticos y 3) fase de la consolidación
total o implantación de las formas neolíticas y desaparición de los rasgos mesolíticos.
Este modelo mezcla aspectos del modelo dual y del modelo percolativo, sobre todo
en la fase de la disponibilidad que contempla dos posibilidades: incorporación de grupos
neolíticos en nuevos territorios o adopción de rasgos neolíticos por parte de los grupos
mesolíticos.

Modelos Autoctonistas:

Junto a estos modelos difusionistas, con sus diversos matices, desde los años 80 se
han venido planteando propuestas autoctonistas de forma más o menos clara y de mayor
o menor alcance. El punto de arranque de estas propuestas es la localización de
contextos arqueológicos que han proporcionado una cronología y unos rasgos culturales
que dan pie a defender sus teorías. Apoyar estos yacimientos supone negar el modelo
dual y cualquier otro modelo que vincule la neolitización peninsular con el horizonte
cardial. Esta propuesta también se ha planteado para Francia e Italia. Se trata de unos
yacimientos con cronologías casi de un milenio anteriores al cardial peninsular con otro
tipo de cerámica distinta a la cardial. Son muy pocos yacimientos, no exentos de
discusión, pero han servido para negar el modelo dual y cualquier otro que una la
neolitización peninsular con el horizonte cardial. El punto en común de estas propuestas
autoctonistas es la afirmación o defensa de la evolución de las poblaciones mesolíticas
locales.

Según el registro de varios yacimientos de Andalucía occidental como cueva de


Nerja o cueva Chica de Santiago, algunos investigadores defienden la formación de un
neolítico autóctono fechado un milenio antes que el horizonte cardial peninsular, con
cerámicas decoradas no cardiales y con el conocimiento de la ganadería. Ante esta
propuesta (Peñicer y Pilar Acosta) los arqueozoólogos niegan la posibilidad de esa
ganadería autóctona por falta de ancestros salvajes en toda la península. Otro problema
para este modelo es que las fechaciones absolutas en las que se basa no son aceptadas
mayoritariamente ya que proceden de un laboratorio japonés en el que ya nadie confía.

Otra propuesta, en principio más viable, limita el desarrollo local de los rasgos del
“paquete neolítico” a la cerámica por parte de las poblaciones mesolíticas, dejando en el
aire el tema de la domesticación. La propuesta se desarrolla a partir del registro
arqueológico en la zona levantina, registro más viable pero no exento de polémica.

b.) Estudio regional.

Vistos los modelos podemos hacer el análisis regional del registro y su posible
adecuación a los modelos propuestos.

- Fachada oriental. Es la zona más trabajada e investigada pero no está exenta de


polémica. Contemplamos en esta zona las áreas correspondientes a Cataluña, Valencia y
gran parte de Aragón al compartir un registro de características parecidas aunque con
algunos matices.
Dentro de esta zona existen unos pocos yacimientos para los que se han propuesto
las fechaciones más antiguas anteriores al cardial y son cova Fosca (Castellón) y Balma
Margineda (Andorra).
Para algunos investigadores, cova Fosca constituye la evidencia más antigua de los
primeros rasgos de neolitización en la región valenciana. La secuencia cronocultural de
más antiguo a más reciente es:

- nivel III: Epipaleolítico Microlaminar con fechas absolutas de 9.500/8.800 BP.


- nivel II: aparece cerámica decorada no cardial junto a una tecnología lítica de
tradición epipaleolítica con una cronología de 8.600/7.700 BP.
- nivel I: aparece cerámica no cardial con industria lítica de tradición epipaleolítica
con una cronología de 7.200/7.100 BP; y la fecha de 5.700 BP, que también ofrece este
nivel, es considerada incorrecta por los investigadores de la propuesta autoctonista
debido a la contaminación de la pieza.

El tema de la domesticación en cova Fosca es muy confuso, se habló de la


posibilidad de domesticación animal, a partir del jabalí, en el nivel epipaleolítico que
quedaría claramente reflejado en el nivel II, ya con cerámica. Últimamente los
investigadores afirman que no hay evidencias claras de domesticación en ninguna
secuencia de cova Fosca y hablan entonces de Mesolítico en vías de neolitización o
protoneolítico cerámico. En recientes publicaciones sobre el tema de autores ajenos a la
investigación del yacimiento se habla de la presencia de ovicápridos. Con todo esto, la
situación se hace muy confusa y no queda nada claro en la zona valenciana.

Los investigadores de cova Fosca dicen que estamos ante el más antiguo neolítico
del Levante, en el que aparece cerámica con una fecha de finales del IX milenio BP
comienzos del VIII milenio BP (cova Fosca II 8.600/7.700 BP). Para ellos en los
yacimientos vinculados al horizonte cardial como cova de l`Or (Alicante) y cova de la
Sarsa (Valencia) los primeros rasgos de neolitización comienzan un milenio y medio
más tarde y el Neolítico pleno se daría a comienzos del VII milenio BP. Por este motivo,
ellos niegan el modelo dual y todo el que vincule al Levante con el llamado “horizonte
cardial”. Y para ellos no hay ningún tipo de ruptura ya que según la secuencia de cova
Fosca se evidencia un proceso de neolitización local a partir de las poblaciones
mesolíticas representadas por el nivel III. Estos investigadores proponen el proceso de
neolitización a través de la progresiva adopción de los rasgos neolíticos, idea marcada
por la secuencia de Fosca, l`Or, cova de Les Cendres (Alicante) y Sarsa. La aparición
inicial de la cerámica no cardial se ve en cova Fosca y la posterior incorporación de los
restantes rasgos neolíticos se observa en Sarsa, Les Cendres y l`Or. La propuesta de
este equipo sería entonces autoctonista aunque se limite en principio sólo a la cerámica.

Los defensores del modelo dual dicen que la cerámica de cova Fosca es semejante a
la cerámica que en l`Or y en Les Cendres se superponen a la cardial y que por tanto
son posteriores a la cardial. Tampoco aceptan las fechas de 7.700/7.100 BP para cova
Fosca y consideran correcta la fecha de 5.700 BP del nivel I, fecha que sí está acorde
con la cronología de las cerámicas poscardiales de l`Or y Les Cendres. Para ellos los
niveles neolíticos de cova Fosca no representan una fase antigua del Neolítico sino una
fase ya avanzada posterior al cardial. La posible presencia de domesticación animal
estaría en contra de las altas fechas que los investigadores de cova Fosca defienden para
los niveles neolíticos (a partir del 8.600 BP) ya que ello supone defender la
domesticación autóctona pero según los arqueozoólogos hay una falta de ejemplares
salvajes en la P. Ibérica y en toda Europa en general.
Si aceptáramos lo que dicen los investigadores de cova Fosca estaríamos ante un
proceso de neolitización de un grupo del complejo microlaminar, que pertenece a
principios del Mesolítico, y se convertiría entonces en el único caso conocido en todo el
Mediterráneo peninsular. Si no aceptamos esta idea debemos pensar que todos los
contextos neolitizados de la península son del complejo geométrico mesolítico.

Los defensores del modelo dual afirman que el Neolítico se inicia en la P. Ibérica,
como en todo el Mediterráneo occidental, con el horizonte cardial representado por l`Or
y Les Cendres en la península donde aparecen poblaciones plenamente neolíticas
llegadas desde el exterior.

En Balma Margineda se ha señalado la posibilidad de la existencia de


domesticación de ovicápridos en un contexto mesolítico de mediados del IX milenio BP;
la aceptación de esta cronología supone la afirmación del autoctonismo del proceso de
neolitización pero como ya vemos no hay antecedentes salvajes de estas especies en la
P. Ibérica.

Como conclusión podemos decir que casos como los de cova Fosca y Balma
Margineda se conocen en el sur de Francia e Italia, yacimientos con altas cronologías de
cerámicas no cardiales, pero son unos pocos yacimientos tan discutibles como los
peninsulares que en ningún caso pueden argumentar desarrollos autóctonos porque
faltan los antecedentes silvestres. Es difícil aceptar que cova Fosca fuera únicamente en
todo el territorio peninsular el que estuviera fabricando cerámica durante un milenio sin
influir en otras poblaciones y que Balma Margineda conociera la domesticación animal
durante un milenio y medio antes de que se documente en otros yacimientos del noreste
peninsular. En definitiva, resulta difícil asumir las altas cronologías de cova Fosca y
Balma Margineda.

Dejando al lado estos yacimientos, el registro arqueológico referido a la


neolitización de la zona oriental de la P. Ibérica nos remite a comienzos del VII milenio
BP. Encontramos yacimientos plenamente neolíticos a partir de esta fecha en los que
aparece un contexto muy definido y completo: la agricultura con un repertorio variado
(trigo, cebada), industria lítica tallada con nuevos elementos (taladro, piezas de hoz) y
una técnica nueva (el pulimento), cerámica con decoración incisa e impresa destacando
la cardial (hay otras decoraciones y otras técnicas), nueva tecnología ósea (cucharas,
graditas, múltiples objetos de adorno). Estas poblaciones ocupan zonas no explotadas
por las poblaciones mesolíticas y no aparecen concentradas en pequeños territorios sino
que los primeros núcleos de estas poblaciones aparecen discontinuos espacialmente, es
decir, son focos de población aislados, son yacimientos de nueva creación o
previamente abandonados. Asociadas a estas poblaciones hay ricas manifestaciones
artísticas del arte macroesquematico que tiene paralelos en todo el ámbito
mediterráneo.

Yacimientos de estas características, es decir, neolíticos plenos, los encontramos


repartidos con mayor o menor presencia por todo el territorio que estudiamos ahora: en
la Comunidad valenciana l´Or, Les Cendres y Sarsa, en Aragón cueva de Chaves
(Huesca) y cueva del Moro (Olvena, Huesca) con cerámica decorada impresa
estrictamente no cardial pero paralela a las cardiales y en Cataluña La Draga (Gerona)
y La Font del Ros (Barcelona) todos con fechaciones absolutas del VII milenio BP:
Balma Margineda 6.850 BP, La Draga 6.700 BP, Chaves 6.770 BP, Les Cendres 6.730
BP y l´Or 6.720 BP.

Estos contextos neolíticos cardiales conviven en el tiempo con otros contextos


encuadrables en el Complejo geométrico epipaleolítico del Mediterráneo con sus rasgos
característicos técnicos y económicos distintos: poblaciones cazadoras-recolectoras,
estrategia de aprovechamiento de caza y recolección, tecnología lítica dominada por los
geométricos, muy escasa tecnología ósea, en la mayoría de los casos los yacimientos de
estas poblaciones se ubican en zonas geográficas distintas a las de los yacimientos de
los grupos plenamente neolíticos, escasas manifestaciones artísticas limitadas al llamado
arte lineal geométrico.
Los yacimientos más representativos de estas poblaciones son cueva de la Cocina
(Valencia), el abrigo de Botiquería dels Moros (Teruel), abrigo de Costalena
(Zaragoza), abrigos del Pontet (Zaragoza) y el abrigo de Forcas II (Huesca). Según las
fechaciones absolutas estas poblaciones mesolíticas tienen rasgos neolíticos desde
comienzos del VII milenio BP: la fecha más antigua para el cardial en la P. Ibérica es la
de Forcas II con 6.970 BP, Botiquería dels Moros 6.830 BP, los covachos de Can
Ballester (Castellón) 6.700 BP. Este proceso de neolitización que se inicia a principios
del VII milenio BP se puede rastrear en la secuencia de varios yacimientos como
Cocina, El Pontet, el abrigo de Els Secans (Teruel), Botiquería dels Moros, etc. En la
secuencia de estos yacimientos el proceso de neolitización comienza con la
incorporación de las cerámicas destacando las impresas cardiales sin que se alteren las
técnicas y estrategias de aprovechamiento de recursos de los cazadores-recolectores.
Más adelante, en la segunda mitad del VII milenio BP vemos aparecer las nuevas
técnicas económicas, la agricultura y la ganadería.

En los comienzos del VI milenio BP los contextos de tradición mesolítica van


desapareciendo de la zona que estudiamos. El proceso de neolitización de la fachada
mediterránea quedaría prácticamente concluido.

Siendo rigurosos con las fechaciones absolutas, la cronología más antigua para
algunas manifestaciones neolíticas corresponde a un contexto epipaleolítico que
incorpora la cerámica cardial, es el caso de Forcas II (Aragón) con 6.970 BP, Balma
Margineda con 6.850 BP y Chaves con 6.770 BP. En el caso concreto del Alto
Aragón, las primeras manifestaciones o síntomas del Neolítico no se hallan en contextos
plenamente neolíticos sino en contextos epipaleolíticos con cerámica cardial. Forcas II
puede responder a un posible primer contacto con grupos neolíticos del otro lado de los
Pirineos, adonde nos conducen también paralelos en la industria lítica. Incluso a lo largo
del Mesolítico geométrico se evidencian relaciones entre el sur de Francia y el noreste
de la P. Ibérica. De todas formas, muy tempranas son las fechas de 6.770 BP para
Chaves y 6.700 BP en la propia Forcas II para contextos neolíticos. En ambos
yacimientos después de fases de abandono aparecen neolíticos plenos siguiendo un
esquema muy frecuente de ocupaciones neolíticas plenas según veremos. Lo claro es
que estas ocupaciones corresponden a gentes nuevas. Si Forcas II es una excepción por
su alta cronología y por tratarse de un contexto epipaleolítico con cardial, también Els
Secans (Aragón), desde el punto de vista económico, donde se da un proceso de
neolitización con la incorporación de cerámicas cardiales y de la actividad agrícola, es
un contexto de tradición epipaleolítica. Esta situación no es normal porque el proceso de
neolitización se inicia con la incorporación de las cardiales únicamente como se ve en
Cocina, Costalena, Botiquería dels Moros, etc. Casos como el de Forcas II y Els
Secans hablan de la diversidad de situaciones que debieron darse en el proceso de
neolitización de la zona que estudiamos, aun dentro de un cuadro general. No debe
olvidarse que dicho proceso contempla la asimilación de los rasgos neolíticos por
poblaciones mesolíticas de distintas zonas, debiendo contemplarse como muy probable
el desarrollo de formas diversas.

Como conclusión podemos decir que el Neolítico se inicia en esta zona a comienzos
del VII milenio BP en contextos culturales en los que las cerámicas cardiales están
presentes. Estas cerámicas cardiales, salvo en el caso de Forcas II, aparecen asociadas a
contextos plenamente neolíticos tecnológica y económicamente hablando. Se trata de
yacimientos nuevos o desocupados anteriormente ubicados en zonas distintas a las de
las poblaciones mesolíticas contemporáneas del Complejo Geométrico, por lo que
estamos ante una dualidad de poblaciones y de territorios de ocupación. Estos
yacimientos marcan una clara diferencia con los contextos finales del Mesolítico de la
zona en todos los sentidos: tecnología, economía, zonas geográficas ocupadas, etc., lo
que nos habla del origen externo de estos grupos plenamente neolíticos. La excepción la
tenemos con el caso de Forcas II donde aparece cerámica cardial en contextos
mesolíticos con la fecha más antigua en la P. Ibérica que se puede relacionar con el
cardial del sur de Francia. Apareciendo después contextos plenamente neolíticos en la
propia Forcas II y en Chaves. Estos yacimientos plenamente neolíticos aparecen
agrupados en pequeños núcleos aislados con una distribución típica de los colonos
pioneros. Rasgos como la cerámica cardial y el arte macroesquemático indicarían el
origen mediterráneo de estos grupos neolíticos.

Las fechaciones del cardial en el Pirineo oscense son las más antiguas con 6.970 BP
para Forcas II y 6.770 BP para Chaves mientras que en el Pirineo leridano la fecha de
6.850 BP para Balma Margineda supera las fechas más altas de la costa catalana con
6.700 BP para La Draga y 6.550 BP para La Font del Ross, esto quiere decir que las
primeras penetraciones y contactos del Neolítico fueron terrestres y además por el sur
de Francia. Esta última idea reforzaría la idea expresada antes para las primeras
cerámicas cardiales de Forcas II, sin embargo, la zona catalana y valenciana tienen en el
Neolítico un origen más Mediterráneo por su relación más próxima a la costa, por tanto
una idea más volcada a la penetración por vía marítima.

La existencia de contextos mesolíticos que incorporan sólo una parte del “paquete
neolítico”, mayoritariamente la cerámica, nos dice que se produce un proceso de
aculturación, idea más cercana al modelo dual. La zona pirenaica oscense y leridana
desarrollaría el proceso de aculturación a partir de los enclaves de Chaves, Balma
Margineda y cueva del Moro (Olvena, Huesca), mientras que en la zona levantina y el
bajo Aragón el proceso de neolitización se generaría a partir de yacimientos como l`Or,
Les Cendres y Sarsa. En la zona catalana, sin embargo, no hay mesolítico en proceso
de neolitización y el proceso se iniciaría en los comienzos del VII milenio BP con las
fechas muy cercanas de 6.830 BP para Botiquería dels Moros y de 6.700 BP para Can
Ballester.
Como vemos, es difícil explicar el proceso de neolitización de la fachada oriental
peninsular sin aportes externos de carácter démico que generan una dualidad de
poblaciones, yacimientos como Balma Margineda, Les Cendres o La Draga son
contextos plenamente neolíticos sin tradición epipaleolítica, tradición por otro lado
representada en sus respectivas zonas. El registro arqueológico responde, en general, al
modelo dual, no obstante, en el Pirineo oscense el proceso de neolitización se inicia sin
aporte démico, aunque poco después encontremos este aporte. Este último dato nos
llevaría a plantear en el Alto Aragón mecanismos de difusión démica y no démica, algo
que no encaja del todo con el modelo dual y sí con el modelo de la disponibilidad.
Parece lógico pensar que un único modelo no pueda explicar sólo todo el proceso de
neolitización.

- Alto Valle del Ebro (Navarra y País Vasco). Para esta zona la documentación es
mucho más limitada aunque ha proporcionado datos de gran interés. Las evidencias más
antiguas de algún rasgo neolítico son 7.200/7.100 BP y 6.500 BP para Mendandia
(Condado de Treviño, Burgos) donde aparece cerámica decorada con técnicas diversas,
incluida la impresa, aunque no la cardial impresa. Estas cerámicas de fines del VIII
milenio BP y primera mitad del VII milenio BP aparecen en contextos culturales de
cazadores-recolectores sin ningún otro rasgo neolítico. En la cueva de Abauntz (Arraiz,
Navarra) aparece un cuadro cultural similar aunque la fecha es algo más reciente que las
más antiguas de Mendandia, 6.900 BP. Esta cronología se toma con reservas porque
tiene un margen de error muy amplio, +/- 500 años. Cuevas como Aizpea (Arive) y
Zatoya (Abaurrea Alta) en Navarra, repiten el contexto cultural de Mendandia y
Abauntz pero con fechas más recientes, sobre 6.300 BP. En las zonas más al interior
aparecen las únicas evidencias de cerámica cardial en el abrigo de Atxoste (Vizcaya) en
6.300 BP y en el abrigo de Peña Larga (Álava) en 6.150 BP. Las primeras evidencias
de economía de producción aparecen en 6.150 BP en Peña Larga, tratándose sólo de la
ganadería. La agricultura sería más reciente, sobre el 5.600 BP según el registro de la
cueva de Kobaederra (Vizcaya).

Si aceptamos las fechas de Mendandia, los primeros rasgos neolíticos aparecen al


final del VIII milenio BP con cerámicas decoradas no cardiales en un contexto de
cazadores-recolectores. Los datos de Mendandia se verían continuados por otros
yacimientos como por ejemplo la cueva de Aizpea y de Zatoya, sin olvidar Abauntz
aunque con una fecha discutible. La cerámica impresa cardial no aparece en la zona
hasta finales del VII milenio BP. Y si aceptamos este esquema donde no interviene la
posibilidad de difusión démica, la economía de producción bajo la forma de ganadería
aparece algo después en 6.150 BP.

La neolitización de esta zona parece realizarse mediante mecanismos de difusión no


démica, no hay yacimientos que se consideren neolíticos plenos, sólo hay contextos
mesolíticos. Esta neolitización no parece vinculada al mundo cardial incluso estaría
vinculada a un horizonte más antiguo. De este modo, la neolitización se iniciaría a partir
de contactos con poblaciones del suroeste francés, grupos totalmente al margen del
proceso de neolitización del ámbito mediterráneo, por lo que estaríamos ante nuevas
influencias procedentes de Francia. La influencia cardial sería por tanto posterior y
obedecería a contactos con poblaciones del Valle Medio del Ebro.

La neolitización de este territorio no parece encajar en los presupuestos del modelo


dual ya que no hay ni difusión démica ni vinculación con el horizonte cardial. El
protagonismo fundamental lo tienen las poblaciones mesolíticas locales que irán
incorporando el Neolítico en un lento proceso. Este esquema entraría mejor en el
modelo percolativo o en el modelo de la disponibilidad sin desplazamiento démico.
Lógicamente los defensores del modelo dual no aceptan las altas cronologías de
Mendandia ni la posible de Abauntz, para ellos la neolitización de estos territorios
comenzaría en torno a la segunda mitad del VII milenio BP, sobre el 6.300 BP (Zatoya,
Aizpea y Atxoste). El modelo dual propone que la falta de “colonos neolíticos”
demostraría que el proceso de neolitización en esta zona se realiza mediante contactos
con grupos del Ebro Medio (aculturación indirecta). Para ellos, las cronologías tardías
de yacimientos como Zatoya sitúan el comienzo del proceso neolítico a mediados del
VII milenio BP lo que explicaría la escasez de cerámica impresa cardial que remite por
esas fechas y ya empiezan a funcionar otros tipos de cerámicas.
A favor de los defensores del modelo dual hay que decir que en relación a las fechas
de Mendandia, el largo espacio de tiempo que está entre la fecha más antigua,
7.200/7.100 BP del nivel III superior, y la de 6.500 BP del nivel II inmediatamente
superior, supone un margen de diferencia cronológico muy amplio entre dos niveles
yuxtapuestos.

- Zona cantábrica. En esta zona hay una muy escasa documentación además de
poco esclarecedora. No se pueden señalar contextos que puedan considerarse como de
“colonos neolíticos”. Parece que los mecanismos de difusión démica no existen,
jugando las poblaciones mesolíticas todo el protagonismo de esta zona. Según los
últimos trabajos realizados, no hay pruebas concluyentes del contacto entre el
Asturiense y los primeros síntomas neolíticos, que bajo la forma de cerámica aparece a
mediados del VI milenio BP.

- Meseta. Hay escasa documentación. Los registros son muy discutidos como el de
abrigo de Verdelpino (Cuenca) donde aparece un pequeño lote de cerámicas lisas en el
nivel IV que corresponde a inicios del VIII milenio BP, 7.900 BP, y cerámica decorada
no cardial junto con la presencia de actividad ganadera en el nivel III fechado en 5.200
BP. Algunos investigadores han utilizado estos datos para mantener posturas
autoctonistas más o menos confesadas. Los siguientes datos de evidencia neolítica son
ya del VII milenio BP. Estos datos proponen una situación similar a la que veíamos con
cova Fosca, no hay continuidad entre el nivel IV fechado a inicios del VIII milenio BP
de Verdelpino y los yacimientos de mediados del VII milenio BP. Además de que hay
una excesiva separación cronológica en el propio Verdelpino entre el nivel IV (7.900
BP) y el nivel III (5.200 BP).

La documentación disponible para el Valle del Duero en la cueva de La Vaquera


(Segovia), el poblado de La Lámpara (Soria) y La Velilla (Palencia) se fecha en 6.400
BP, y, todo parece indicar que estos tres yacimientos son contextos plenamente
neolíticos con cerámicas decoradas aunque no cardiales, algo no extraño porque por
estas fechas ya empieza a escasear la cerámica cardial, con agricultura y con ganadería.
Al tratarse de contextos plenamente neolíticos y ante la falta de tradiciones mesolíticas
y de poblaciones mesolíticas en proceso de neolitización podemos decir que el proceso
de neolitización está encuadrado en mecanismos de difusión démica sin procesos de
aculturación por lo tanto estamos ante yacimientos que se meten en la idea de los
“colonos pioneros”. El cuadro descrito podría entrar en el marco del modelo dual,
quedando esta zona reducida a las ideas de difusión démica sin procesos de aculturación
ante la falta de poblaciones mesolíticas. Lo que no queda claro es el punto de origen de
las poblaciones neolíticas que hemos visto entrar en el Valle del Duero.

- Portugal. Aquí existe la dificultad de analizar el registro por la distinta


catalogación y valoración de los registros. Esto hace muy complicado valorar el papel
de las poblaciones mesolíticas locales. Para algunos investigadores, las poblaciones
mesolíticas no tuvieron papel alguno mientras que otros dicen que son los artífices
porque allí no hay “colonos neolíticos”. Lo que sí está claro es que existen elementos en
común ya que el “paquete neolítico” es alóctono y que el proceso de neolitización está
íntimamente ligado al mundo cardial. Este proceso se iniciaría en la primera mitad del
VII milenio BP.

Como conclusión al apartado en general, podemos decir que en el proceso de


neolitización en el ámbito costero existen escasos argumentos para las posturas
autoctonistas y que está íntimamente ligado al mundo cardial, salvo en la zona vasco-
navarra con una influencia del sur francés y en la zona de la Meseta donde el proceso se
da en un momento tardío con respecto al horizonte cardial.

De los distintos modelos propuestos, el modelo dual es el que mejor se acomoda


aunque ya hemos visto que no encaja del todo en el caso algo peculiar del Alto Aragón
donde el proceso de neolitización se inicia con difusión no démica y continúa
rápidamente con difusión démica. El modelo dual no encaja aquí en sentido estricto
habría que unirlo al modelo de la disponibilidad. En la zona vasco-navarra podemos
encuadrar el modelo percolativo si aceptamos las altas cronologías de Mendandia. En
la Meseta solo se advierten mecanismos de difusión démica sin procesos de
aculturación. Esta diversidad de situaciones, y debieron darse muchas más, existe puesto
que es evidente la participación de las poblaciones mesolíticas en el proceso de
neolitización. El Neolítico de la P. Ibérica es por tanto imposible de explicar sin
aportaciones externas, al menos las económicas, y sin la participación de las
poblaciones mesolíticas.

2.) Evolución cultural de las comunidades neolíticas peninsulares.

Existe la necesidad de partir de una periodización que permita estudiar la evolución


cultural en sentido amplio. Durante muchos años se ha usado la periodización
tradicional basada en variaciones cerámicas y sobre todo en la decoración de éstas. La
cerámica es el elemento más frecuente en los contextos neolíticos y además de una
forma muy variada. Se distinguían fases a partir de las características de la cerámica por
su abundancia y diversidad. La gran variedad en la decoración de la cerámica se deriva
de los gustos, la tradición, la simbología, etc., de carácter local. Esta variedad tan
acusada entre las diferentes regiones dio lugar a un amplio conjunto de cronologías y a
periodizaciones de carácter local que tienen poca validez a nivel peninsular, además de
que están basadas en los elementos menos representativos (los tecnológicos).

Actualmente priman otros criterios a la hora de establecer periodizaciones como por


ejemplo son las formas de ocupación del territorio y el aprovechamiento de los recursos,
elementos más relevantes en este sentido. Además estos son unos criterios que permiten
establecer periodizaciones de ámbito geográfico con un menor nivel de variabilidad a
nivel regional. En función de estos criterios podemos establecer dos grandes periodos
dentro del Neolítico.

Las variaciones en el repertorio decorativo de la cerámica han quedado para


distinguir, dentro de los dos grandes periodos del Neolítico, fases de carácter regional e
incluso grupos contemporáneos dentro de una misma fase. Como ha sucedido en casos
anteriores hay un distinto nivel de conocimiento según las regiones debido a un
desarrollo diferencial de la investigación. Hay que destacar la zona catalana y
valenciana porque tienen una mayor documentación (mayor aporte bibliográfico) que
puede considerarse orientativa para el resto de la P. Ibérica.

Insistiendo en la nomenclatura que vienen manteniendo investigadores del neolítico


valenciano usaremos los términos Neolítico I y Neolítico II, a pesar de que hay muchas
más terminologías. Y por otro lado sólo vamos a considerar las poblaciones plenamente
neolíticas, dejando a un lado las mesolíticas en proceso de neolitización ya vistas en el
apartado anterior.

I. Neolítico I (Neolítico Antiguo y Medio en la bibliografía clásica).

El marco cronológico para este periodo va desde los inicios del VII milenio BP hasta
aproximadamente mediados del VI milenio BP, generalizando mucho. A lo largo de este
periodo el Neolítico aparece introducido en todos los ámbitos peninsulares aunque con
distinto nivel de incidencia.

a.) Tecnología.

b.) zOcupación del territorio.


Dentro de las comunidades del Neolítico, uno de los aspectos que más cambios ha
experimentado en la ocupación del territorio es el asentamiento. Tradicionalmente, el
hábitat de estas poblaciones era exclusivamente en cueva, pero este esquema tradicional
fue poco a poco modificándose conforme la investigación se desarrolla. Actualmente,
son numerosos los asentamientos al aire libre, que siguen aumentando con la
investigación. En Cataluña encontramos el poblado de Les Guixeres (Vilobí del
Penedès, Barcelona), el poblado de La Draga, el poblado de Barranc del Fabra
(Tarragona), La Font del Ros, etc., en Valencia Mas d`Is (Alicante) y los
asentamientos de las comarcas de L`Acoia y El Comtat.

- emplazamientos al aire libre. Las poblaciones neolíticas se ubican


preferentemente en zonas llanas, todo lo más en terrenos con suave pendiente, con
escasa altitud relativa. Estos asentamientos ocupan las zonas bajas, medias o altas de los
valles pero siempre zonas llanas. Se sitúan junto a lugares de buen aporte hídrico, es
decir, en los cursos fluviales, en las desembocaduras de los ríos, en las zonas lacustres,
o también se sitúan en zonas endorreicas, es decir, en zonas de humedales, también
junto a tierras de gran capacidad agrícola con el objetivo de minimizar los riesgos al
máximo. Además son unos asentamientos de una extensión bastante reducida. Otro
aspecto relevante en cuanto a la ubicación de los asentamientos es que suelen tener una
vinculación clara a los pasos naturales que conectan con áreas ecológicas (nichos)
distintas y esto se relaciona en función de la explotación integral de los distintos
recursos disponibles. Mayoritariamente son asentamientos de pequeñas dimensiones por
lo que debemos pensar en grupos reducidos, aspectos ligados, entre otros factores, a la
posible técnica agrícola según veremos.

Estos asentamientos al aire libre parece que son multifuncionales teniendo en cuenta
que se encuentra un repertorio tecnológico muy variado, fauna, etc., es decir, casi todas
las actividades aparecen claramente representadas en estos asentamientos.

Son asentamientos que parecen ser ocupados durante cortos periodos de tiempo lo
que quiere decir que estas poblaciones tuvieron una cierta movilidad residencial. Incluso
se sigue dando el solapamiento de áreas de captación de varios asentamientos (no hay
una ocupación simultánea por distintos grupos sino por el mismo). La idea es que: un
mayor solapamiento de las áreas de captación es igual a una ocupación alternativa de
diversos asentamientos dentro de un territorio. Estas dos ideas, el solapamiento y la
escasa permanencia, nos llevan a pensar que estas poblaciones desarrollan la alternancia
de varios asentamientos dentro de un territorio. Esta movilidad residencial estaría
ligada, entre otros factores, a la posible técnica agrícola desarrollada por estas
poblaciones y se insiste para esta idea en el reducido tamaño de los molinos de mano
para facilitar su transporte.

De todas formas, debieron existir distintos patrones de ocupación del territorio a los
descritos como vemos en la aldea de La Draga con 100/150 años de ocupación y entre
10/15 cabañas para 100/150 personas. Esta aldea tiene por tanto un mayor nivel de
permanencia y un grupo más numeroso. La conclusión es que debemos aceptar una
cierta diversidad en cuanto a ocupación del territorio.

En cuanto a estructuras de habitación hay un escaso conocimiento debido sobre


todo a la movilidad residencial de estas poblaciones. Se conocen estructuras domésticas
en varios yacimientos: en Mas d´Is aparecen 3 casas fechadas entre 6.600/6.400 BP de
planta rectangular con un extremo absidal. Las casas tenían unos 10 m. de largo por 4 de
ancho. La técnica constructiva es la habitual: agujeros para postes que marcan el
perímetro de la casa y en su interior posibles elementos para la separación de espacios.
Se conocen acumulaciones de cantos y grava de función desconocida. Los agujeros para
postes en el exterior pueden corresponder a otras casas mientras que los más próximos
podrían ser estructuras anexas o agujeros para postes anteriores al asentamiento.
En La Draga aparecen estructuras construidas mediante postes y de planta
rectangular pero en este caso no es posible establecer las dimensiones de las estructuras.
Lo más destacable son unas estructuras enlosadas con una gran acumulación de granos
que posiblemente fueran lugares para almacenar el grano. Hay una gran cantidad de
hogares que incluso aparecen superpuestos.
En Barranc del Fabra hay 9 estructuras domésticas subelípticas de 7 x 4 m. con
agujeros de postes que pueden corresponder a distintas etapas. También aquí aparece
una estructura enlosada como la encontrada en La Draga interpretada como posible
lugar de almacenamiento.

Junto a las estructuras de claro carácter doméstico hay otras de más difícil
interpretación, siendo su función debatida aún hoy. La interpretación puede cambiar la
forma en que estas poblaciones aprovechaban los recursos. Son estructuras excavadas
en el subsuelo con material margoso (arenas) a modo de zanjas y como estructuras
siliformes (en forma de silo). El interés radica en que suponen una novedad conforme a
las estructuras conocidas hasta ahora en un momento tan antiguo ya que son las
primeras evidencias de unos contextos que se harán frecuentes en el Neolítico II y en los
comienzos de la Edad del Cobre. La interpretación tradicional las ve como estructuras
de defensa, cabañas y silos, y esto da lugar a la posible existencia de campos de silos en
poblados abiertos, es decir, a yacimientos de carácter doméstico. Actualmente, a falta de
evidencias claras de actividades domésticas o habitacionales junto a estas estructuras, se
interpretan como estructuras de carácter simbólico y ceremonial, esto es, lugares de
agregación, idea sobre la que se ha levantado un amplio debate. También son vistas
como posibles lugares de control social lo que haría pensar en sociedades muy distintas
a las que describimos. Lo que sí esta claro es que se da una importante modificación en
la forma de plantear las estrategias de ocupación y el aprovechamiento de recursos en
estas poblaciones.
En Mas d´Is existen este tipo de estructuras. Vemos los fosos 4 y 5, fosos
concéntricos con sección en forma de “U”, de 12/14 m. de anchura y 4 de profundidad
medidas habituales para este tipo de zanjas. Estas estructuras están desconectadas de las
casas contemporáneas del yacimiento lo que reafirma su carácter no habitacional ni
doméstico como tampoco defensivo ni de delimitación del espacio doméstico y sí su
carácter ceremonial.
Las estructuras halladas en La Font del Ros son siliformes y tienen un diámetro de
entre 1/1´5 m. y entre 30/50 m. de profundidad. Pertenecen a momentos distintos.

- emplazamientos en cuevas. En Cataluña tenemos ejemplos en cova del Frare


(Barcelona) y l`Arbreda y en Valencia l`Or, Sarsa y Les Cendres. Suelen ubicarse en
zonas de relieve más acusado y en nichos ecológicos distintos a los de las pequeñas
aldeas o asentamientos al aire libre. Esta disposición de las cuevas parece evidenciar la
estrategia de intentar explotar integralmente los distintos recursos disponibles. Suele ser
frecuente que su ocupación tenga un carácter estacional y un cierto nivel de
especialización de carácter funcional.
En algún caso se conservan ocupaciones de estructuras de habitación bien definidas
como se ve en Les Cendres, pero no parece que sea lo más frecuente.

En muchos casos son cuevas de funciones domésticas, por ejemplo en otro momento
ocupacional Les Cendres tuvo una función más específica, la agropecuaria, l´Or fue
ocupada con una finalidad de carácter ritual porque en ella aparecen enterramientos, una
acumulación de cerámicas cardiales de carácter simbólico, etc. También en Cataluña
encontramos cuevas ocupadas como lugares para el almacenamiento de grano como la
cova de La Sarsa en la que se ve una pequeña fosa o la Cova 120 (Gerona) donde
aparecieron fosas con recipientes.

En un buen número de casos estas cuevas cumplen una función complementaria


respecto a las aldeas como lugares de almacenaje, para la caza, para la estabulación del
ganado, etc., es decir, que hablamos de una complementariedad económica entre aldeas,
que actúan como centros principales, y cuevas, como emplazamientos especializados.
Estas cuevas pueden estar situadas hasta a 12 km. de distancia de las aldeas.

La forma de utilizar estos emplazamientos en cuevas nos lleva a pensar en un cierto


nivel de movilidad logística, centrada en estas cuevas, de aprovisionamiento de recursos
subsistenciales o abióticos.

En buena parte del Neolítico I, los yacimientos especializados de cuevas no son muy
numerosos pero al final del Neolítico I incrementan en número, tal vez, porque se
produce una dispersión de la población hacia territorios nuevos, dispersión que es
posible que tenga su origen en el crecimiento demográfico propio de estas sociedades
productoras. Esto tiene su importancia porque los grupos neolíticos comienzan a verse
ubicados en zonas donde la productividad agrícola no era tan buena, algo que también
tiene que ver con el incremento de las actividades no agrícolas como la ganadera lo que
es igual al aumento del número de cuevas ocupadas con una funcionalidad pecuaria.

c.) uAprovechamiento de recursos.


- Agricultura. Los distintos indicadores que tenemos se refieren a una población
con una base fundamentalmente agrícola. Se trata de una agricultura mixta,
especializada sobre todo en determinadas especies de cereal y en algunas leguminosas
en los momentos iniciales de experimentación. Los indicadores de esa base agrícola
son: la presencia frecuente de granos como única prueba directa, la tecnología lítica
como prueba indirecta con una presencia habitual de piezas para hoz y la presencia de
zonas de ubicación de aldeas en las tierras más fértiles relacionadas con recursos
hídricos también como prueba indirecta además de la existencia de lugares de
almacenamiento. Todo ello demuestra que la agricultura estaba presente en estas
poblaciones.
Puesto que se trata de aldeas generalmente ocupadas en periodos cortos podemos
decir que estas poblaciones tenían un cierto nivel de movilidad y por lo tanto
desarrollarían una agricultura itinerante.

La movilidad de estas poblaciones, el corto número de los individuos de un grupo y


la situación de sus aldeas en tierras fértiles y próximas a recursos hídricos nos lleva a
pensar en un tipo de cultivo que aprovecha los ricos sedimentos depositados en ríos,
charcas y lagunas, una vez drenadas. Al tratarse de terrenos de cultivo de dimensiones
limitadas la producción agrícola era válida para grupos no muy amplios, hecho que
concuerda con las limitadas dimensiones de las aldeas. Esta técnica agrícola es
propuesta como alternativa al sistema de rozas que precisa de grupos más numerosos
(quema y tala de árboles). Por otro lado, la técnica que se propone podría explicar que
los análisis de arqueobotánica documenten un escaso impacto de la agricultura en la
vegetación arbórea del entorno. Para que una práctica agrícola no afecte al paisaje
vegetal del entorno precisa una serie de condiciones que estas poblaciones del Neolítico
I desarrollaron: poca densidad demográfica, bajo desarrollo tecnológico y tiempo
limitado de ocupación en un mismo espacio.

Aparecen ya en el Neolítico I las leguminosas en la producción agrícola pero no de


una manera muy incidente. La existencia de las leguminosas nos lleva a plantear la
posibilidad del uso de la técnica agrícola del barbecho.

Este sistema de agricultura itinerante con unos rendimientos limitados no podemos


generalizarla al conjunto del territorio peninsular. En principio esta técnica agrícola no
sería aplicable para aquellos grupos asentados en aldeas más permanentes y de mayores
dimensiones como La Draga, donde es posible que se emplease esta técnica agrícola
sólo en zonas de humedales pero la abundancia de estas zonas en el entorno del
asentamiento facilitaría la permanencia del grupo.

- Ganadería. La actividad ganadera tenía menos peso económico aunque esto


parece que se va invirtiendo poco a poco. Destacan claramente los ovicápridos a los que
siguen los bóvidos y los suidos en un nivel más bajo. Relacionados con esta actividad
está el uso de algunas cuevas como rediles, sobre todo, en verano, aunque no sea muy
frecuente en principio.

Según patrones de edad de sacrificio, el aprovechamiento de la ganadería es


generalmente primario, es decir, los individuos se sacrifican a la edad en la que mayor
carne ofrecen. Se conoce el aprovechamiento secundario de la actividad ganadera en
una edad mucho más avanzada del animal del que se aprovechan otro tipo de recursos
(La Draga) pero en líneas generales predomina el aprovechamiento primario.

- Actividades tradicionales. Actividades como la caza, la pesca y la recolección de


vegetales silvestres ocupan un lugar secundario en la economía de estos grupos aunque
estuvieron presentes. Esto evidencia que estamos ante poblaciones que usan una
estrategia mixta de aprovechamiento (economía mixta). La ubicación de los
yacimientos en nichos ecológicos distintos se hace en base al desarrollo de esta
economía mixta: aldeas en lugares llanos=agricultura/ganadería, aldeas en lugares
altos=caza/ganadería.

Se evidencian desplazamientos, superiores a veces a los 300 km., de materias primas


que son sobre todo empleadas para manufacturar objetos de adorno por tanto tienen más
que una finalidad económica una socio-cultural, hecho que tiene que ver con los
primeros mecanismos de intercambio, precedente de lo que veremos en el Neolítico II y
sobre todo en la Edad del Cobre.
Se evidencian algunos cambios al final del Neolítico I. Se produce una expansión
demográfica y con ello la ubicación de aldeas en terrenos distintos y menos productivos.
Se observa el incremento de otras actividades económicas: ganadería y caza, hay un
aumento de las cuevas usadas como rediles y hay un incremento de las armaduras de
sílex relacionables con la actividad cinegética. Estos cambios son bien conocidos en el
territorio valenciano.

d.) yCultura material.


Durante muchos años el aspecto más estudiado y por tanto mejor conocido debido a
su mayor nivel de conservación en los yacimientos es la cultura material y el conjunto
más relevante y conocido de ella es la cerámica.
La morfología de la cerámica del Neolítico I es muy sencilla, son formas esféricas o
semiesféricas, algunas veces con cuello (gollete) y suele ser profusa en cuanto a
elementos de sujeción. En los momentos finales de este periodo comenzamos a ver
recipientes que bajan en altura y aumentan en diámetro (anchura) y quizás esto tenga
relación con los distintos usos alimenticios.
Las decoraciones son muy diversas desde el punto de vista técnico y de motivos:
impresión (cardial o no), incisión, de peine, en relieve, etc. y en cuanto a los motivos,
geométricos, zoomorfos, antropomorfos, etc. La cerámica cardial destaca en la fase
inicial del Neolítico I, aunque en algunos yacimientos no siempre predomina,
desapareciendo poco después. Al final del Neolítico I empiezan a aparecer algunos
conjuntos de cerámica lisa (Grupo de Montboló).
Las variaciones en las técnicas decorativas han servido para establecer fases a nivel
regional dentro de este Neolítico I. En Cataluña la evolución de la cerámica es dividida
en neolítico anterior al cardial, epicardial e incluso poscardial (en algunos casos se
distinguen grupos regionales como el de Montboló). En Valencia se distingue a través
de la cerámica las siguientes fases: neolítico IA, IB e incluso IC. La cerámica impresa
no cardial se da al final del Neolítico I y su decoración se relaciona con el arte rupestre.

Dentro de la industria lítica tallada destaca la técnica laminar. Se observa la


incorporación de tipos nuevos, entre ellos, las piezas para el procesado del cereal con
filos brutos (lustre, brillo y engarce inclinado) y los taladros (perforadores alargados).
Desde el punto de vista técnico también hay novedades, ahora se da un tipo de retoque a
doble bisel aplicado a los geométricos que debieron servir como armaduras de flechas.
La industria pulida también es novedosa y aparece en tipos que tradicionalmente
se vinculan con la actividad agrícola como hachas, azuelas, molinos de mano, etc.

En cuanto a la tecnología ósea hay una gran diversidad y también aparecen tipos
nuevos: cucharas, espátulas, gradinas (su parte activa está dentada en forma de abanico),
pajitas, múltiples elementos de adorno (también hay adornos hechos sobre moluscos).

e.) eManifestaciones cultuales.


Nos encontramos con un mundo bastante rico y distinto a todo lo visto en la etapa
anterior.
- Enterramientos. Tenemos una escasa documentación, sobre todo, de los
momentos iniciales del Neolítico I. Vemos un ritual de enterramiento muy sencillo:
enterramiento individual en fosa y en cueva. En algún caso son cuevas de pequeñas
dimensiones empleadas para enterramientos como vemos en Barranc del Castellet
(Valencia), en otros casos las cuevas son empleadas con varias finalidades como vemos
en l´Or.
Al final del Neolítico I se detecta la presencia muy limitada de necrópolis como la
de Sant Pau del Camp (Barcelona) con 25 enterramientos individuales en fosas
excavadas en el suelo. La existencia de estas necrópolis está en relación con la idea de
un cierto nivel de permanencia de estos grupos, algo que podemos comprobar en el
yacimiento de La Draga.
Otro rasgo relevante dentro del mundo funerario al final del Neolítico I es la
aparición de una serie de estructuras consideradas como antecedente de las primeras
manifestaciones megalíticas, y a este tipo de estructuras se les suele llamar
Protomegalitismo. Son estructuras de pequeñas dimensiones tipo cista con formas muy
variadas: poligonales, ovaladas, rectangulares, etc. En ellas no hay corredores por lo que
son formas sencillas y aparecen cubiertas con un túmulo que puede llegar hasta los 22
m. de diámetro y 2 m. de altura. En todos los casos son enterramientos individuales. Hay
que insistir en que nos encontramos ante un claro precedente del Megalitismo que
aparece en el Neolítico II casi desde el principio. Estos enterramientos protomegalíticos
presentan una distribución dispersa, algo que está en consonancia con la estrategia
general de ocupación del territorio de cierta movilidad residencial y logística. Se
conocen estas estructuras en: Marco Branco (Portugal), Dombate Antiguo (Galicia), y
en Grupo de Tavertet (Cataluña). Estas construcciones tumulares constituyen la
primera muestra de monumentalización del paisaje en la historia de la humanidad
mediante la construcción de estructuras visibles al exterior. Pueden interpretarse como
resultado de una primera necesidad de marcar el territorio, pero también puede
interpretarse como un mecanismo simbólico de domesticación de la tierra o
antropización del paisaje, de todas formas estas interpretaciones no son excluyentes.
Como resumen podemos decir que en el mundo funerario existe una homogeneidad
ritual individual con una diversidad morfológica del espacio funerario lo que es igual a
una cierta diversidad ideológica y socioeconómica.

- Manifestaciones artísticas. Aquí encontramos más novedades. Encontramos un


arte de gran riqueza y variedad en lo referente a las manifestaciones artísticas centradas
en el arte rupestre. Coinciden en este periodo 3 tipos de arte rupestre distintos pero con
elementos en común: tienen como soporte abrigos de escasa profundidad con buena
iluminación diurna, es decir, se trata de un arte visible desde el exterior.

Arte Macroesquematico. Se extiende por determinadas zonas del territorio


levantino, situándose alguna representación en Aragón. Los temas más destacados son
los orantes y los serpentiformes sin ninguna riqueza, es un arte muy simple. El tema
antropomorfo a base de orantes aparece también en la cerámica. Este arte tiene una
distribución claramente relacionada espacialmente con los yacimientos donde se
concentran las cerámicas cardiales.
Arte Esquematico. Está extendido por casi todo el territorio peninsular. Es más rico
que el anterior en cuanto a temas: zoomorfos, antropomorfos, geométricos, etc.
Arte Levantino. Está extendido básicamente por la fachada oriental peninsular. La
temática es muy variada y en ella se mezclan zoomorfos y antropomorfos combinados
en escenas variadas de recolección, ganadería, bailes, caza, mujeres, arqueros, etc.
Estas manifestaciones de arte rupestre suelen denominarse como Arte
Postpaleolítico. Varios de los temas más debatidos son su cronología y la relación de
estas manifestaciones con determinados grupos humanos.

Para establecer la cronología se manejan dos tipos de analíticas: la importancia de la


superposición y los paralelos muebles perfectamente estratificados. En relación a las
superposiciones, tanto el arte Esquemático como el Levantino se superponen al
Macroesquemático que sería por tanto el más antiguo. Esta teórica antigüedad del arte
Macroesquemático se refuerza con los paralelos muebles en las primeras cerámicas
cardiales. También se observa que este arte tiene una escasa duración en el tiempo,
limitándose a la fase puramente cardial. Como ya hemos visto según las
superposiciones, el arte Levantino y el Esquemático son posteriores al
Macroesquemático y parece además que el Esquemático tiene paralelos muebles en
cerámicas cardiales y en elementos muebles asociados al horizonte cardial, esto quiere
decir que el arte Esquemático se inició poco después del Macroesquemático. El
Esquemático se extiende a lo largo del Neolítico I y II y de la Edad del Cobre. Aunque
existan superposiciones de Esquemático sobre Macroesquemático, lo habitual es que el
primero aparezca al lado del segundo, ocupando el Macroesquemático la parte más
central o la más visible del panel mientras que el Esquemático se distribuye alrededor
del Macroesquemático. Esto quiere decir que el arte Esquemático se desarrolla como
complemento al Macroesquemático en el periodo de convivencia cronológica. Paralelos
muebles del Esquemático son los cantos pintados. Hay pocas superposiciones entre arte
Esquemático y Levantino y según paralelos muebles el Levantino es más reciente al
tener paralelos con cerámicas impresas no cardiales con representaciones zoomorfas
correspondientes a momentos avanzados del Neolítico I (l´Or). Hay propuestas que
relacionan el arte Levantino, con sus escenas zoomorfas, con los cambios económicos
de final del Neolítico I, es decir, con el mayor desarrollo de la ganadería y de la caza. El
arte Levantino tiene una larga vida, algunas propuestas lo llevan incluso hasta
comienzos de la Edad del Cobre basándose en la representación de puntas de flechas
biapuntadas al final del Neolítico II, por lo tanto hay que admitir que,
independientemente de la relación que tenga, hay un extenso periodo de convivencia
entre el arte Esquemático y el Levantino. Aunque existen casos de interestratificación
entre Esquemático y Levantino, lo más habitual es que aparezcan en abrigos distintos
por lo que no parece que haya ningún tipo de complementariedad entre el arte
Esquemático y el Levantino.

Otro tema a tratar es su ubicación dentro de los abrigos y la situación de estas


manifestaciones rupestres. Su ubicación en abrigos claramente visibles y situados muy
frecuentemente en lugares de paso y control territorial al tiempo que se relaciona con
zonas forestales y ganaderas nos dice que estas manifestaciones quieren ser vistas.
Desde un punto de vista interpretativo, podemos decir que se insertan en un mundo
simbólico e ideológico distinto al de las poblaciones mesolíticas anteriores. El arte
Postpaleolítico evidenciaría una nueva relación del hombre con el territorio, idea
vinculada a las nuevas técnicas de obtención de recursos de ese territorio: la agricultura
y la ganadería.
Nos encontramos con dos tipos de interpretaciones: una en clave funcionalista que
dice que las representaciones rupestres visibles al exterior son marcas territoriales de
explotación por parte de los grupos neolíticos relacionados sobre todo con la
explotación ganadera y forestal; y otra en clave de arqueología del paisaje que habla de
la antropización, monumentalización o apropiación simbólica del paisaje como
resultado de esa nueva forma de relación hombre/naturaleza y su modificación por la
agricultura y la ganadería.

II. Neolítico II (Neolítico Reciente en la bibliografía clásica).

El marco cronológico de este periodo abarca desde la segunda mitad del VI milenio
BP hasta mediados de la primera mitad del V milenio BP aunque como ya vemos varía
según el ámbito geográfico que estudiemos.

No hay ruptura con respecto al Neolítico I, desarrollando algunas tendencias


apreciables al final del Neolítico I. Es un período cuyo conocimiento está
experimentando cambios relevantes que afectan a la interpretación tradicional que se
venía planteando para estas poblaciones. Estos cambios tienen su origen en la nueva
interpretación que se presenta para los asentamientos.

En líneas generales, hay una expansión de la economía productiva, que se introduce


en nuevos territorios. También hay un desarrollo de las técnicas productivas, que
debieron suponer una mejora en sus niveles de producción. Todo esto provocaría un
crecimiento demográfico, con la consiguiente expansión del poblamiento y por lo tanto
con el aumento del número de yacimientos.

a.) Tecnología.

b.) zOcupación del territorio.


La visión tradicional que se tenía para estas poblaciones era de grupos asentados en
poblados permanentes o, al menos, de ocupaciones extensas en el tiempo. Este patrón de
asentamiento se vinculaba a una importante actividad agrícola, para la que se ha llegado
a hablar de intensificación (concretamente, en la zona catalana). Es una visión derivada
de los llamados poblados abiertos, campos de silos, etc., a base de fosas o zanjas y
estructuras siliformes (estructuras en negativo), que se hacen frecuentes en el Neolítico
II. Por todo ello se defendía que estábamos ante los primeros grupos de campesinos.
Pero como vimos al hablar del Neolítico I, en estos últimos años, estos contextos a
base de zanjas o fosas y estructuras siliformes son interpretados como recintos de
carácter simbólico o ceremonial, no contextos domésticos ni poblados. Esta nueva
propuesta interpretativa para estos contextos de estructuras en negativo transmite una
visión distinta del poblamiento, que afecta a valores muy relevantes: la ocupación del
territorio y su aprovechamiento. El cambio en la forma de entender a estas poblaciones
es relevante. Yacimientos de estas características serían Mas d’Is (fosos 2 y 3) en el
Levante y Porto Torrao en Portugal.

Si esta nueva interpretación es correcta, estaríamos ante un poblamiento disperso, de


grupos reducidos en número y con un cierto nivel de movilidad, en contextos
domésticos de escasa entidad y muy poco conocidos. A esto habría que añadir el uso de
la cueva, cuya utilización se estanca (Valencia) o incluso desciende considerablemente
(Cataluña) respecto al Neolítico I. A la idea de poblaciones en las que la movilidad
debió ser una estrategia importante contribuye el carácter disperso que suelen tener las
necrópolis megalíticas que aparecen en el Neolítico II. Por otro lado, esta nueva visión
no encaja con la idea de una agricultura fuertemente desarrollada, y menos con una
intensificación.

Aunque se acepte esta interpretación de los llamados “yacimientos abiertos”, es


posible que no pueda generalizarse. Es el caso del poblado de Ca n’Isach en Gerona,
vinculado al contexto cultural conocido como Sepulcros de fosa catalanes (que se sale
de lo que hemos visto hasta ahora en el Neolítico II). Aquí encontramos estructuras de
habitación ovaladas; la mejor conocida tendría 15 x 10 m. Son construcciones con
muros de piedra y agujeros para poste. En el interior de estas construcciones se cita la
presencia de hogares, silos y una cisterna. Ca n’Isach tiene su paralelo en el poblado
portugués de Penedo do Lexim, con estructuras en piedra. Registros como los dos
anteriores sí encajan más con la idea de grupos asentadas en poblados más estables, por
lo que podríamos plantear desarrollos no homogéneos para todo el territorio peninsular.

c.) uAprovechamiento de recursos.


- Agricultura. Según se ha dicho, la visión tradicional habla de poblaciones con una
importante base agrícola. Esta idea derivaba de la interpretación de los yacimientos
como poblados estables y de las estructuras siliformes como silos. Se habla incluso de
una intensificación agrícola, incorporando la posibilidad del arado a partir del
aprovechamiento secundario de los bóvidos (sólo una hipótesis).

En la actualidad se defiende la no intensificación agrícola, y sí una economía en la


que la ganadería y la caza debieron tener un papel relevante al lado de la agricultura. Ni
siquiera conocemos estructuras para almacenamiento como las de La Draga o Barranc
d’en Fabra. Al menos, para el territorio valenciano se habla de un descenso en el
registro de los elementos de hoz, respaldando la afirmación de la no intensificación
agrícola, con una economía en la que la ganadería y la caza debieron tener un papel
relevante al lado de la agricultura.
Independientemente del papel de la agricultura, hay una presencia de trigo, cebada y
leguminosas, estas últimas menos presentes en Cataluña (donde descienden), por lo que
hablaríamos de una agricultura mixta de cereales y leguminosas. Sin embargo, como en
el caso de los asentamientos, es posible que no podamos generalizar este cuadro.

Entre los yacimientos asociados a los Sepulcros de fosa catalanes, con presencia
apreciable de elementos para hoz y restos de cereales, se encuentra el de Bòbila
Madurell (Barcelona). Para este contexto cultural podría plantearse un papel relevante
de la agricultura, coincidiendo con la presencia de yacimientos que entran más en la
idea de asentamientos más estables (Ca n’Isach). Por ello, hablaríamos de desarrollos
desiguales.

- Ganadería. La ganadería mantiene los tipos del Neolítico I: ovicápridos, bóvidos


y suidos, pero lo que hay es una modificación en el papel o predominio de las distintas
especies y en el aprovechamiento de ellas. Estas modificaciones vienen marcadas por el
aumento de suidos y bóvidos con respecto al Neolítico I. Según el patrón de edad de
sacrificio de ovicápridos y bóvidos, aumenta la estrategia del aprovechamiento
secundario más frecuente ahora que en el Neolítico I. En el caso de los ovicápridos, su
aprovechamiento estaría orientado hacia la obtención de lana y leche y en relación a los
bóvidos se plantea un aprovechamiento como animal de tiro, teniendo en cuenta además
otros argumentos: la castración, lo que lleva al aumento de peso y con ello al aumento
de la productividad, y la presencia de patologías relacionadas con el sobreesfuerzo
muscular (animal de tiro). Según el planteamiento tradicional estas patologías son
producidas por las faenas agrícolas, entre ellas el arado y aunque se hace referencia a su
uso no hay evidencias de ello. Un hecho claro es que esta estrategia de aumentar el
aprovechamiento secundario es el preludio de la conocida revolución de los productos
secundarios en la Edad del Cobre. Otro hecho claro es que hay una ganadería con un
mayor nivel de aprovechamiento y control de las especies lo que revierte en un mayor
nivel de producción.

El importante papel que debió tener la ganadería vendría marcado además por la
configuración más habitual de las necrópolis megalíticas en el Neolítico II. Estas
necrópolis aparecen dispersas y sus sepulcros son situados en zonas elevadas, zonas
muy apropiadas para su aprovechamiento como pastos estacionales (ganadería
extensiva).

- Actividades tradicionales. Entre las actividades subsistenciales no productivas


está la caza cuyo papel se desarrolla e incrementa al menos en la zona valenciana. Esto
tiene una posible relación con la aparición de las primeras puntas de flecha. Se sigue
dando la caza mediterránea: conejo, cabra, caballo y aumenta la caza del ciervo. El
incremento de la caza se pone en relación con la agricultura para impedir que la fauna
salvaje entrara en los cultivos y los destrozara o por el descenso de la parte cárnica
extraíble de la ganadería que se compensa con el aumento de la caza.

Hay evidencias de recolección vegetal; según el registro de la zona catalana tienen


gran importancia en el conjunto de la recolección vegetal especies como el acebuche, la
bellota o la avellana.

En resumen, que estas poblaciones tenían una economía diversificada en la que


varía el papel de los recursos subsistenciales con respecto al periodo anterior. Las
estrategias de las poblaciones del Neolítico II muestran una orientación hacia los
recursos animales, sobre todo, la ganadería (más que la agricultura) y dentro de ella hay
una tendencia al aprovechamiento secundario. Sería por tanto una economía
agropastoril que incrementa en producción. Este esquema quizás no pueda aplicarse al
conjunto de las poblaciones peninsulares del Neolítico II (tenemos por ejemplo el caso
específico del los Sepulcros de fosa catalanes).

- Recursos abióticos. En el marco de los recursos abióticos destaca el


desplazamiento a larga distancia de materias primas, hecho relacionable con el
intercambio. El nivel alcanzado de estas relaciones de intercambio tiene importantes
repercusiones socioeconómicas y esto se ve por el incremento de estas actividades con
respecto al Neolítico II. Ejemplo de estas relaciones de intercambio podemos verla en
los contextos de los Sepulcros de fosa catalanes.

En primer lugar nos podemos referir al aprovechamiento de la variscita o calaíta,


objeto de aprovechamiento extensivo y cuyo proceso de extracción y transformación
conocemos en las minas de Can Tintorer (Barcelona). Esta mina comienza a explotarse
a finales del Neolítico I pero a un nivel muy bajo; el momento de máxima explotación
coincide con el desarrollo del Neolítico II. Estas poblaciones buscan las vetas del
mineral mediante un sistema en plano inclinado a base de galerías que pueden llegar a
12/14 m. de largo. La variscita fue empleada fundamentalmente para objetos de adorno,
como por ejemplo cuentas de collar, objetos que no están relacionados con la
elaboración de objetos que sí están relacionados con las actividades subsistenciales. Se
conocen casos aislados en el uso de la variscita de figurillas antropomorfas. También
conocemos el instrumental minero en piedra y hueso usado para su extracción: mazas,
picos, palas (omóplatos), cinceles, etc.

Conocemos todo el proceso de transformación de la materia prima que una vez


elaborada vemos que tiene una gran variedad morfológica, generalmente de cuentas de
collar: cilíndricas, bitroncocónicas, toneletes, hueso de aceituna, etc. Según analíticas
realizadas las cuentas de collar de variscita de Can Tintorer alcanzan una gran
extensión, de Cataluña, Aragón y parte de la Meseta nororiental hasta la zona burgalesa
y el sureste de Francia a través de las vías de comunicación más fáciles.

Uno de los aspectos de mayor interés de toda esta actividad es su contextualización


social y económica. Y hay que partir del hecho de que toda la actividad, tanto la
obtención de la materia prima como todo el proceso de producción, se realiza fuera del
ámbito doméstico en un espacio específico, por lo que podemos hablar de una labor
artesanal en talleres. Esto último unido al nivel de producción que debió alcanzarse a
tenor de su amplia documentación y de la expansión de los productos nos lleva a
plantear la posibilidad de que se trate de una labor artesanal especializada a tiempo
parcial. Si aceptamos esta idea debemos aceptar la existencia de un excedente en la
producción subsistencial aunque no fuera un excedente muy destacado al tratarse de
especialistas a tiempo parcial. Nos encontramos por tanto con dos variables:
especialización en labores productivas y excedente de productos subsistenciales, lo que
es importante para explicar niveles de desigualdad social derivada del control y uso de
ese excedente y la existencia de grupos apartados. Por tanto la especialización a tiempo
parcial y los excedentes subsistenciales son variables que intervienen en la desigualdad
social. Este excedente hay que relacionarlo con un incremento en la producción de los
recursos subsistenciales que hemos señalado y que, en el caso de los Sepulcros de fosa
catalanes, pudo estar en la agricultura además de la ganadería. El origen de este
excedente pudo deberse a varios factores: el desarrollo de las técnicas productivas, el
crecimiento demográfico, el propio incremento de las relaciones de intercambio, etc.

Otro aspecto a considerar en relación a este tema es el referente al producto que se


obtiene tras el proceso de transformación de la variscita y el contexto al que se asocia.
La variscita se obtiene para piezas de adorno personal y alguna pieza antropomorfa
aislada, es decir, objetos no directamente vinculados a la producción básica, la
subsistencial. Y otro aspecto interesante es su fuerte vinculación a contextos funerarios
con un reparto desigual de estos objetos. Estos dos factores quieren decir que estamos
hablando de un producto de carácter simbólico y social y las relaciones de intercambio y
actividades productivas tienen un carácter claramente social.

El marco económico y social descrito es relevante e inédito y explica lo que


veremos en la Edad del Cobre: importantes relaciones de intercambio siempre
vinculadas a objetos sin una clara relación con las actividades básicas subsistenciales.

Dentro de este esquema de relaciones de intercambio habría que insistir en la


presencia del sílex melado (de buena calidad) en el noreste peninsular asociado a los
Sepulcros de fosa catalanes. Posiblemente este sílex melado tiene su origen en el sureste
de Francia. Esta materia prima llega en forma de soportes laminares y en núcleos
(estado de semielaboración). Su uso fue para útiles y por lo tanto tiene una finalidad
mucho más funcional que la variscita, aunque en ocasiones las piezas aparecen en los
enterramientos sin muestras de uso lo que da un cierto carácter simbólico. El tipo de
intercambio aquí tendría una finalidad distinta ya que la materia prima es usada para
actividades diversas y con ella se manufacturan muescas para el trabajo de la madera,
láminas generalmente sin retocar para el procesado de la carne, piezas de hoz para el
procesado del cereal, puntas y geométricos para la caza, etc., se trataría por tanto de un
intercambio de trasfondo más económico.

Además del sílex melado hay presencia de obsidiana en yacimientos de los


Sepulcros de fosa catalanes (Can Tintorer, Bóbila Madurell). Esta materia prima
también viene de fuera procedente de Cerdeña o de la Isla de Lípari. La presencia de la
obsidiana incide más en la importancia de estas relaciones de intercambio en el
Neolítico II en general en la P. Ibérica, aunque a un menor nivel que en los Sepulcros de
fosa catalanes.

Aunque nos hemos centrado en el noreste peninsular, las relaciones de intercambio


se advierten también en la zona cantábrica adonde llega la variscita y materia prima
lítica para objetos de sílex y para objetos pulimentados. Y esto tiene sus paralelos en el
resto de Europa como por ejemplo en el caso de la obsidiana de la Isla de Lípari y las
conchas de spondylus distribuidas a lo largo del Danubio.

Los Sepulcros de fosa catalanes es uno de los grupos del Neolítico II más
desarrollado por su complejidad económica y social, complejidad muy cercana a la que
puede verse luego en la Edad del Cobre. Pero este desarrollo queda interrumpido en la
transición al Calcolítico y para explicar esto se habla de crisis. Esta crisis de los
Sepulcros de fosa catalanes pudo deberse a un cambio ambiental que la documentación
arqueobotánica explica con unos niveles de sequedad mayores lo que produjo una cierta
crisis de la actividad agrícola. En esta transición el poblamiento aparece muy disperso
en pequeñas unidades y con una gran dependencia de la ganadería. Este cambio en la
ocupación del territorio y en la estrategia de aprovechamiento de recursos se relaciona
con la pérdida de relaciones de intercambio, con el final de la mina de Can Tintorer y
de toda su actividad y con la presencia de sílex melado.

d.) yCultura material.


- Cerámica. La cerámica sigue siendo el conjunto más conocido. Sigue habiendo
diversidad de técnicas y motivos decorativos, aunque su importancia desciende
considerablemente porque hay un aumento de las cerámicas lisas aparecidas ya en el
Neolítico I (Grupo de Montboló). Se incorporan ahora las cerámicas esgrafiadas
(incisión después de la cocción). Se producen cambios en la morfología de la cerámica:
hay un incremento de las formas bajas y abiertas poco representadas en el Neolítico I
como fuentes, grandes cazuelas, etc. Las cerámicas lisas y las formas bajas y abiertas
serán muy representativas en la Edad del Cobre, llegando incluso a darse platos
totalmente llanos. Este cambio en la morfología de la cerámica tuvo que ver con un
cambio en los gustos culinarios, es decir, hubo una modificación en la dieta alimenticia.
Los Sepulcros de fosa catalanes tienen como característico en la cerámica los vasos de
boca cuadrada.

- Industria lítica tallada. Aparecen nuevos elementos que anuncian ya la industria


lítica de la Edad del Cobre en su principio. La técnica usada es básicamente la laminar.
Además de tipos ya conocidos destacan las grandes láminas y las puntas de flecha que
luego serán tipos más frecuentes en le Edad del Cobre. Hay una continuidad de la
tecnología lítica pulida. La tecnología ósea desciende. Y hay una gran profusión y
desarrollo de los objetos de adorno, sobre todo, de cuentas de collar de variscita.

e.) eManifestaciones cultuales.


El mundo funerario muestra un cambio importante con respecto al Neolítico I, ahora
aparece un registro más amplio y variado en cuanto a ritual y a las características
morfológicas del espacio funerario.

Uno de los contextos funerarios más conocidos de este periodo son los Sepulcros de
fosa catalanes que hereda del Neolítico I el ritual de inhumación individual en fosa.
Destacan las necrópolis de Bóbila Madurell y Camí de Can Grau en Barcelona
(precedente de Sant Pau del Camp). Las necrópolis ahora son de mayor envergadura, la
de Bóbila Madurell cuenta con 130 sepulturas correspondientes a un periodo amplio de
utilización lo que no quiere decir que se use de una forma continuada pero sí que estas
poblaciones tienden a la estabilidad. Existen estructuras siliformes en esta necrópolis.
En Camí de Can Grau el periodo de uso es más corto y corresponde a un momento
avanzado del Neolítico II.

La morfología de las sepulturas no se mantiene uniforme a largo del Neolítico II y


se advierte una cierta evolución en cuanto a la morfología de los espacios funerarios: de
fosas simples excavadas en el subsuelo se pasa en momentos avanzados del Neolítico II
a estructuras más complejas en donde la cámara va precedida de un corredor o
antecámara y esto constituye un precedente de lo que en la Edad del Cobre serán los
sepulcros excavados en la roca, llamados cuevas artificiales.
Un aspecto interesante del contexto funerario es que en los enterramientos
individuales con ajuar se pueden hacer y se hacen estudios sobre el ajuar en relación al
sexo, la edad y la distribución de los individuos (actividades según el sexo). Los ajuares
más numerosos aparecen junto a individuos masculinos adultos o jóvenes mientras que
el ajuar de la población femenina tiene un menor número de piezas. Esto quiere decir
que el hombre controla y participa en todas las actividades productivas. Los
instrumentos del ajuar que están relacionados con el procesado de la carne aparecen
junto al individuo masculino, los instrumentos relacionados con el trabajo de la piel
están vinculados a los enterramientos femeninos independientemente de la edad, los
proyectiles para cazar aparecen en los enterramientos de adultos masculinos, los
instrumentos relacionados con el procesado vegetal y leñoso (piezas pulimentadas)
aparece en enterramientos masculinos sin tendencia clara de edad, los instrumentos para
el procesado vegetal no leñoso aparece en los enterramientos de ambos sexos y de todas
las edades (posible relación con la actividad agrícola), los elementos relacionados con el
proceso de elaboración de útiles de sílex se encuentra en los enterramientos de adultos
masculinos. La conclusión es que los individuos masculinos aparecen vinculados a las
actividades de obtención y procesado de la carne y controlan el trabajo y procesado de
la piel. Sin embargo, la actividad agrícola está vinculada a toda la población. Todo esto
nos confirma la idea del claro predominio del hombre que controla o participa en todos
los procesos productivos básicos.

A parte de este reparto desigual existen otras desigualdades en la distribución de las


cuentas de variscita, desigualdad que afecta a los dos sexos y a la población infantil.
Esta distribución desigual tiene que ver con la posibilidad de que las cuentas de variscita
sean bienes de prestigio y posiblemente en vida marcarían una situación destacada o
privilegiada. Se ha planteado entonces la existencia de ciertos niveles de desigualdad
social dentro de la población e incluso la distribución desigual de las cuentas de
variscita en la población infantil nos lleva a plantear que el status social fuera adscrito
por nacimiento (heredado). Esta distribución desigual que vemos en los Sepulcros de
fosa catalanes no se aprecia sin embargo en todas las necrópolis, sí la vemos en Bóbila
Madurell y no la vemos en Camí de Can Grau.

También observamos paralelos etnográficos de tratamiento específico en el


momento del enterramiento con un carácter simbólico y ritual que no tiene carácter
social. No obstante, en los sepulcros de fosa hay un reparto desigual dentro del
tratamiento a los niños.

Todo esto nos lleva a plantear dudas sobre la existencia real de esa cierta
desigualdad social, caso de existir hay que relacionarla con ese excedente de producción
y su distribución y control.

El ritual de enterramiento individual de los Sepulcros de fosa catalanes, usado como


ejemplo, convive con otro ritual de enterramiento en la propia zona del Ampurdán como
es el Megalitismo, enterramientos colectivos en estructuras más complejas, ritual de
carácter muy distinto en casi todo al anterior. El origen de estas estructuras son el
desarrollo de las estructuras protomegalíticas de finales del Neolítico I en distintas
zonas de la P. Ibérica. Hay un aumento en las dimensiones de la cámara que permiten el
acceso al enterramiento y son túmulos con una mayor consistencia ya que se incorpora
la piedra como elemento constructivo más sólido. El carácter frecuentemente disperso
de los sepulcros megalíticos en zonas de relieve marcado se pone en relación con un
cierto nivel de movilidad asociado a su vez a la importancia de la ganadería en estas
poblaciones. La inversión de energía necesaria para la construcción de estos
monumentos y el ritual de enterramiento colectivo nos hace pensar en la cohesión y
colectivismo del grupo y en una sociedad con unos elementos básicos de organización
social. Esta cohesión social debió basarse en la organización de las actividades que
debieron tener como fondo las relaciones de parentesco a tenor de lo que vemos en el
ritual de enterramiento colectivo. En este contexto cobra sentido el Megalitismo ya que
estas estructuras para enterramientos colectivos son visibles y perdurables y sirven
como marcadores territoriales, como instrumento de cohesión social, etc. La
importancia del colectivismo y de la cohesión social queda también patente en la
construcción de las zanjas asociadas a los llamados “poblados abiertos” o “campos de
silo”.

El enterramiento colectivo se asocia en algunas zonas como la valenciana a cuevas


naturales. En estas sociedades por tanto no parece que tuviera sentido la exteriorización
material mediante la construcción del espacio funerario ya que usan espacios naturales.

Se advierte entonces una clara diversidad en cuanto a estructuras funerarias lo que


es igual a una desigualdad a nivel económico, social e ideológico de las poblaciones del
Neolítico II.
TEMA V: LA APARICIÓN DE LA METALURGIA Y LA EDAD
DEL COBRE.

1.) Historiografía sobre la Edad del Cobre peninsular.

La interpretación de la Edad del Cobre es uno de los temas más debatidos dentro de
la Prehistoria reciente, algo similar a lo que pasa con el Neolítico. En las causas del
debate intervienen factores muy relevantes, factores como el inicio de la metalurgia, el
cambio de asentamiento, etc.

Inicialmente, la interpretación de la Edad del Cobre en el siglo XIX daba como


elementos fundamentales del origen y formación del periodo factores como la aparición
de la metalurgia, de los poblados fortificados (tipo Millares) y para algunos del
Megalitismo.
En estos años los elementos fundamentales que definen a la Edad del Cobre son los
procesos que se producen y conducen a una creciente complejidad social.

En la historiografía de la Edad del Cobre se distinguen dos fases: una desde los
comienzos de la investigación en los años finales del siglo XIX (Siret) hasta la década
de los 70 del siglo XX y otra que surge cuando cambian los rasgos que representan a la
Edad del Cobre desde los años 70 hasta hoy.

- Primera etapa. En estos momentos el interés por la investigación prehistórica se


orienta al establecimiento de periodizaciones como base tipológica-cronológica y a la
búsqueda de relaciones o paralelos del origen de los elementos tecnológicos
(metalurgia) y de los elementos arquitectónicos (poblados fortificados). La metalurgia
era el elemento clave en la evolución tecnológica y cultural de estas poblaciones. Todas
estas interpretaciones tiene un elemento en común: una misma base teórica, el
difusionismo démico, utilizando una metodología muy habitual en aquella época, los
paralelos; de esta forma los rasgos del calcolítico peninsular se generaban a partir de
unas aportaciones cuyo origen estaba en el Mediterráneo oriental. En este grupo de
corrientes interpretativas habría que incluir entre otros a Luis Siret (finales del siglo
XIX principios del XX), A. del Castillo, G. y V. Leisner y, sobre todo, a B. Balance, E.
Sangmeister, H. Schubart y W. Schüle. Destacan los cuatro últimos, creadores del
llamado modelo colonial (década de los 60 y principios de la década de los 70), la más
relevante, argumentada y compleja de las propuestas de esta primera fase y que sirve
como ejemplo de propuesta difusionista tradicional.

El modelo colonial defiende y parte de unos hechos que proporciona el registro


arqueológico, entre ellos, un principio que marcaba un claro contraste entre las
poblaciones calcolíticas tipo Millares y las poblaciones neolíticas locales: en lo
tecnológico la aparición de la metalurgia y en el patrón de asentamiento la aparición de
poblados fortificados. Esta serie de aspectos culturales que no tenían precedentes en la
P. Ibérica tenían sus paralelos en la zona del Mediterráneo oriental en el Egeo y en
Anatolia. A partir de estas argumentaciones ellos deducen que este tipo de
asentamientos tipo Millares se forma a través de los “prospectores de metal”
procedentes del Mediterráneo oriental que buscan materia prima para abastecer el
mercado oriental. Además estos asentamientos aparecen en zonas de alta productividad
metalúrgica. Estos grupos de prospectores que se insertan en territorios extraños
aparecen en poblados aislados y fortificados, forman auténticas colonias. Sus estructuras
funerarias venían marcadas por los sepulcros de falsa cúpula orientales. Y se trata de
poblaciones con una clara distribución costera, es decir, gente que venía por vía
marítima sin intereses en las prospecciones hacia el interior peninsular.

- Segunda etapa. A partir de los años 70 se producen unos cambios de gran


importancia en lo referente a la interpretación de la Edad del Cobre, entre ellos dos
hechos que sobresalen:

- La revolución del radiocarbono supone el envejecimiento de las cronologías de la


Europa occidental que invalida o hace discutible al menos la supuesta anterioridad del
Mediterráneo oriental respecto a los hechos culturales peninsulares y de Europa
occidental en general. En este sentido tenemos el caso del Megalitismo, anterior al
supuesto precedente del Mediterráneo oriental. De esta manera se pasa de una idea
difusionista a planteamientos autoctonistas que se aplicarán tanto a la metalurgia como
al Megalitismo, etc. El autoctonismo se ve favorecido por el desarrollo de la
investigación que poco a poco demostraba una continuidad cultural entre el Neolítico y
la Edad del Cobre.

- Otro hecho que cambia la interpretación sobre esta etapa es el desarrollo en la P.


Ibérica de la Nueva Arqueología que trae consigo una idea más integradora de la
cultura no reducida a los elementos tecnológicos. Según este nuevo método la
interpretación del pasado debe centrarse en el estudio de los procesos económicos y
sociales dentro de un claro autoctonismo. Consecuencia de estos principios es que la
metalurgia pasa a convertirse en un elemento más dentro de todo un proceso de cambio
que se produce a lo largo de la Edad del Cobre. El estudio del Calcolítico peninsular
debe centrarse en el análisis de los procesos que conducen a una situación social
deducida del registro arqueológico: la creciente desigualdad social o complejidad social.
Dentro de este contexto se inscriben los trabajos de I. Montero insistiendo en el carácter
autóctono de la metalurgia peninsular. Los argumentos que usa son la ausencia de
contactos con otras culturas metalúrgicas contemporáneas que pudieran ser el origen (en
los contextos donde aparece no se explican relaciones con otras culturas). También hay
argumentos tecnológicos con cierto peso que corroboran esta idea a través de la
existencia de unas precondiciones tecnológicas como es la presencia de materia prima y
un amplio conocimiento del fuego en los procesos tecnológicos. Por otro lado, el
primitivismo tecnológico de la primera metalurgia peninsular está en contra de la idea
de la introducción desde el exterior de la metalurgia y además se puede apreciar un
desarrollo lento y continuado en la evolución metalúrgica. A esto se une el hecho del
continuismo entre Neolítico y Calcolítico.

Dentro de esta segunda fase en la historiografía y desde un punto de vista


interpretativo pueden destacarse varios planteamientos teóricos sobre la interpretación
de la Edad del Cobre. Generalmente, estos planteamientos están elaborados dentro de un
esquema materialista y a partir sobre todo del sureste peninsular.

- Entre los primeros modelos o planteamientos están los de Chapman y Gilman,


para ellos el origen de la desigualdad social se encuentra en la economía y
concretamente en la intensificación de la producción agrícola que se llevaría a cabo
mediante la introducción de algunas innovaciones. Estos autores parten de un
planteamiento ambiental previo, en donde la situación ecológica del sureste sería
semejante a la actual. Según Chapman, se introducen unas innovaciones, como es el
regadío que sería la respuesta al ambiente seco del sureste: agua como recurso crítico.
Además del regadío, según Gilman, también se ve la introducción de vid y olivo.
Ambos factores, innovación e intensificación, serán la causa de la concentración de
población en grandes poblados o núcleos (Millares) en los que se ve unas inversiones a
largo plazo, regadío, vid y olivo, lo que da lugar a una no segmentación del grupo. Esta
intensificación productiva agrícola favorecerá: las desigualdades sociales derivadas de
la gestión de las obras de regadío y del propio recurso hídrico, y derivadas a su vez de
las tensiones sociales generadas por el excedente acumulado a la hora de controlar y
redistribuir ese excedente y la especialización productiva: aparecen grupos
especializados a tiempo parcial (artesanos).
Estas desigualdades no son a nivel individual sino de grupo, posiblemente de linaje
y entonces hay que tener en cuenta aquí los enterramientos colectivos en sepulcros
megalíticos con niveles de riqueza distintos en los ajuares encontrados. El nivel de
desigualdad se irá incrementando conforme aumente también la intensificación de la
producción, pasándose durante la Edad del Bronce a niveles de desigualdad de carácter
individual y hereditario. Así en el Bronce hay distintos niveles de riqueza en ajuares de
enterramientos individuales, incluidos los infantiles no colectivos, lo que nos dice que
se da un estatus adscrito a un solo individuo no al linaje.
Siguiendo entonces a Gilman y Chapman lo que tenemos en la Edad del Bronce son
clases sociales, se pasa de una sociedad basada en el estatus, Cobre, a una sociedad
clasista, Bronce. Para Gilman estas desigualdades a partir de la Edad del Cobre tienen
un marcado carácter militarista por la existencia de sistemas de fortificación y porque
buena parte de la producción metálica está orientada a la elaboración de armas, sobre
todo en la Edad del Bronce. Esos niveles de desigualdad social se producen a través de
una coacción como forma de mantener el estatus de los grupos dominantes.
Según Chapman y Gilman se evidencia en el registro una escasa presencia del papel
de la metalurgia en los inicios de la Edad del Cobre al tratarse mayoritariamente de
objetos no vinculados a la base económica subsistencial (hachas, puntas) y relacionarse
su uso a contextos funerarios con reparto desigual, es decir, los objetos metálicos
tendrían una significación social, serían indicadores de un estatus de privilegio (bienes
de prestigio). Entendida así la metalurgia, su papel no sería causa de las desigualdades
sociales sólo las manifestaciones son indicadores externos de unos niveles de
desigualdad.

- Otra propuesta más reciente se está proponiendo como origen de esta desigualdad
social, la denominada “revolución de los productos secundarios”: cuya idea principal
es un aprovechamiento extensivo muy amplio de la actividad ganadera orientado en
gran medida hacia un aprovechamiento secundario (lana, leche, tracción animal), es
decir, una intensificación de la actividad ganadera más que agrícola. En relación a esto,
en el registro arqueológico encontramos una cierta profusión de piezas que se pueden
relacionar con esa denominada revolución de los productos secundarios. Son una serie
de piezas vinculadas a la actividad textil como son las placas de arcilla usadas como
separadores del hilo, los cuernecillos de arcilla de los que se piensa son pesas de telar o
las fusayolas de arcilla, discos perforados que tendrían la función del huso, aparecen
queseras, etc.

- También existen propuestas demográficas que hablan de un aumento y expansión


del poblamiento lo que lleva a avances en los modos de aprovechamiento económico y a
su vez trae una intensificación de la producción subsistencial por encima de las
necesidades subsistenciales y de reproducción del ciclo agrícola. De esta forma aparece
la posibilidad de la existencia de especialistas a tiempo parcial y de los grupos que
controlan estos excedentes lo que lleva a la desigualdad social.

Un aspecto en el que se ha venido insistiendo en las propuestas más recientes es el


de las relaciones sociales entre los distintos grupos calcolíticos con niveles de
desigualdad. Estos niveles de desigualdad no solo se refieren a linajes sino que también
se aprecian a nivel de asentamiento. Hay una clara jerarquización de los yacimientos:
unos de alto rango, muy estables y otros más pequeños no tan complejos con tiempo
reducido de permanencia. ¿Qué relación hay entre los grandes poblados y los pequeños?

- En una de las grandes propuestas, defendida por García Sanjuán y Hurtado Pérez,
esta jerarquización de asentamientos responde a un modelo conocido como modelo
comunitario/parental. La idea es que los asentamientos de mayor rango pertenecían a
linajes de mayor rango mientras que los asentamientos de menor desarrollo serían en
general ocupados por linajes de un estatus social más bajo pero estarían relacionados
con los de alto nivel por parentesco. La fisión de estos linajes se produce siguiendo el
esquema propio de las sociedades segmentarias. Dentro de este sistema comunitario de
ocupación del territorio las relaciones sociales se inscribirían dentro de lo que los
antropólogos llaman sociedades jerarquizadas comunalistas basadas en relaciones de
parentesco. Esa separación se produce porque el linaje lo hereda el primogénito y su
repetición crea diferencias generales de estatus entre distintos linajes. Estas propuestas
creen en la existencia de una jefatura lo que se conoce como “Gran Hombre” cuyas
funciones son: estimular el incremento de la producción, velar por la cohesión del
grupo, redistribuir el producto, organizar la guerra, etc. El poder coercitivo de estos
linajes está limitado, lo que prima son los intereses del grupo y además estos “grandes
hombres” no tienen propiedad privada sino titularidad meramente simbólica. Esta
propuesta insiste en el carácter colectivo de los enterramientos como elemento que está
por encima de esos niveles de desigualdad social, se ve así la importancia del
comunalismo y del colectivismo cuya ideología se impone a la incipiente desigualdad
social que representan los líderes. Estas desigualdades se plasman en los sepulcros
megalíticos en donde se observan espacios reservados, ajuares no totalmente
homogéneos, etc., pero dentro de un espacio común de enterramiento colectivo.

- Otra propuesta defendida por F. Nocete, J. A. Cámara y otros, va más allá y dice
que la jerarquización en los asentamientos nos refleja una situación de explotadores y
explotados mediante relaciones sociales tributarias. La producción que los explotadores
toman de los explotados se hace bajo la forma de tributos, modo tributario de
producción. Los explotadores mantienen este sistema mediante la creación de sistemas
coercitivos de ahí la existencia de sistemas defensivos en los grandes asentamientos.
Estos grandes poblados fortificados de mayor nivel tipo Millares se convierten en
centros de poder y serían por tanto formaciones estatales. Algunos investigadores
proponen la importancia de la ideología de este sistema a tenor de la profusión de
objetos de carácter simbólico encontrados en poblados fortificados por lo que
hablaríamos entonces de estados de carácter teocrático.

- Otra propuesta, más sencilla defendida por Aguado Molina dice que sí existe una
diferencia entre asentamientos más grandes y más pequeños pero no necesariamente
tienen relaciones entre ellos sino que alcanzan distintos niveles de desarrollo cultural,
económico, etc. Propuesta de distinto desarrollo entre asentamientos.

- Se plantea incluso que esa diferenciación está relacionada con diferencias en las
estrategias productivas básicas, Gonçalves, es decir, los asentamientos fortificados
serían poblados más agrícolas y los pequeños asentamientos estarían más relacionados
con la producción ganadera. Las fortificaciones serían el resultado del choque entre
agricultores y ganaderos, situación conflictiva por definición.

2.) Cuestiones relativas a la continuidad cultural; el marco cronológico y la


periodización.

a.) La continuidad cultural.


La revolución del radiocarbono, los principios de la Nueva Arqueología y el
desarrollo de la investigación trajo consigo el desarrollo de las propuestas autoctonistas
(incluida la metalurgia).
El paso del Neolítico a la Edad del Cobre dentro de esta propuesta auctoctonista
venía marcado por una clara continuidad cultural frente lo que plantea la otra propuesta
contraria que supone el modelo colonial. La idea de una continuidad está más
ampliamente aceptada y además el registro la refrende. Pero el mismo registro
arqueológico muestra algunos argumentos que permiten plantear a algunos
investigadores posibles aportaciones externas aunque éste no invalidaría en ningún caso
la idea de una básica continuidad:

- asentamientos fortificados. Tenemos la evidencia de sistemas de fortificación


tipo Millares en distintos puntos del Mediterráneo incluido el sur de Francia (Dragon)
pero no podemos sustraernos a la posibilidad de un fenómeno de difusión de este tipo de
estructuras aunque no fuera démica.

- cerámicas de carácter alóctono levantina. La existencia de esta cerámica en el


poblado levantino de Les Moreres (Alicante) se asocia a un sistema de fabricación y de
componentes ajenos al resto de las cerámicas del poblado y en general ajenos a las
cerámicas de la Europa del Cobre. Esta cerámica es muy homogénea y tiene una buena
elaboración con superficies bruñidas de color rojizo-anaranjado, se suele llamar
cerámica roja monocroma de origen anatólico.

- cerámica de carácter alóctono portuguesa. Este conjunto es llamado por los


portugueses copos canelados y también pueden corresponder a aportaciones externas.
Son vasos cilíndricos homogéneos de paredes rectas y finas ligeramente curvadas hacia
el exterior y con fondo plano. Su decoración es acanalada (con punzón romo y
decoración ancha poco profunda), incisa (con punzón puntiagudo) o bruñida con
motivos circulares, en espora, reticulada, en zigzag, etc. Son muy frecuentes en los
contextos del Cobre en la Estremadura portuguesa y en el sureste peninsular, es decir,
donde más frecuentes son los poblados fortificados. Esta cerámica tiene sus paralelos en
el mudo cicládico.

Estas posibles aportaciones cerámicas podrían explicar otras posibles aportaciones:


fortificaciones, estructuras funerarias asociadas a estos asentamientos como los
sepulcros de falsa cúpula, etc., por lo tanto este hecho plantea la posibilidad de algún
tipo de aportación externa.

b.) El marco cronológico y la periodización.

Como límites cronológicos generales la Edad del Cobre se iniciaría desde mediados
de la primera mitad del V milenio BP y se extendería hasta comienzos del IV milenio
BP.

Existen diversas periodizaciones de carácter regional pero el electo en común es que


en todos los territorios peninsulares existe una fase anterior al Campaniforme y otra en
la que se desarrolla el Campaniforme. Esto nos permita establecer una periodización
bifásica: Cobre precampaniforme y Cobre campaniforme. El límite entre ambos lo
podríamos situar, en líneas generales, en la transición del V al IV milenio BP. La
diferencia entre el precampaniforme y el campaniforme no se limita tan solo a los
elementos de cultura material como la cerámica campaniforme, los puñales de lengüeta,
las placas de arquero, los botones con perforación en “v”, etc. La diferencia afecta a
otras esferas de la cultura como son el ritual de enterramiento, la ocupación del
territorio, las estrategias de aprovechamiento de recursos, etc. Así que podemos decir
que el Cobre campaniforme representa un elemento de transición hacia la Edad del
Bronce. La diferencia entre precampaniforme y campaniforme no siempre es apreciable
en los mismos aspectos en todos los ámbitos peninsulares, por ejemplo en unas zonas
los asentamientos muestran modificaciones y en otras no, y lo mismo ocurre con los
enterramientos. Esto nos obliga a ver los distintos aspectos culturales señalando en su
caso las diferencias entre Cobre precampaniforme y Cobre Campaniforme.

3.) Características culturales de las poblaciones calcolíticas peninsulares:


ocupación del territorio, aprovechamiento de recursos, cultura material,
manifestaciones cultuales y relaciones sociales.

a.) zOcupación del territorio.


Aunque hay elementos de continuidad respecto al Neolítico II representados en los
emplazamientos con estructuras en negativo ahora la novedad son los poblados
fortificados. La aparición de estos poblados fortificados se inserta en un debate no
cerrado que se centra en la interpretación y contextualización de dichos
emplazamientos.

- asentamientos fortificados. La ubicación de estos asentamientos se sitúa en


puntos estratégicos con amplia visualización en zonas amesetadas o con suave
pendiente. Las fortificaciones están elaboradas mediante un muro construido con
piedras de 2 m. de anchura como máximo que sirve de base a un añadido superior de
barro con el que quedaría finalizada la muralla. La base de piedra apoya sobre la roca
virgen del terreno. Intercalados en la muralla hay torres y bastiones (la torre corta la
línea de la muralla mientras que el bastión se adosa). Otro elemento típico de estas
murallas es la presencia de saeteras. Las áreas de actividad doméstica son también
homogéneas y se trata de cabañas de planta circular con zócalo de piedra y finalizada
con barro y cañizo. En este esquema bastante homogéneo la diferencia se encuentra en
las dimensiones de estos poblados que pueden variar de 1 a 9 hectáreas. Esto nos habla
de distintos niveles de concentración de población. En cualquier caso, son
asentamientos con un alto nivel de permanencia lo que se asocia a comunidades
campesinas estables. En algunos casos se trata de poblados que se están ocupando
durante toda la Edad del Cobre, tanto en precampaniforme como en campaniforme. Su
ejemplo más representativo es el poblado de los Millares, único en cuanto a
dimensiones.

Dejando a un lado Andalucía, la dispersión de estos poblados fortificados por la P.


Ibérica se da sobre todo en Portugal con ejemplos como Vilanova de San Pedro,
Zambujal, Monte da Tumba, Castelo de Santa Justa, Laceia, etc.; en la Meseta
occidental encontramos el poblado de El Pedroso (Zamora), en Extremadura hay varias
localizaciones como Tierra de Barros y Palacio Quemado (Badajoz), La Palatina
(Cáceres), etc. Hay algún caso aislado en el Levante, Cabeza del Plomo (Murcia). Así
el núcleo fuerte lo encontramos en la zona portuguesa y en la zona más occidental de la
Meseta (de todas formas hay grandes lagunas a nivel de investigación).

- emplazamientos heredados del Neolítico II. Este tipo de emplazamiento está


muy extendido en la Edad del Cobre. Están constituidos por estructuras excavadas en el
subsuelo y con zanjas que más o menos delimitan un espacio circular y están situados
como de costumbre en zonas muy llanas. Estos asentamientos tienen un marco
cronológico muy flexible aunque son más frecuentes en el Cobre precampaniforme.
Normalmente las estructuras están colmatadas por yacimientos campaniformes e incluso
se mantienen hasta la Edad del Bronce.

Ejemplos de estos emplazamientos los encontramos en buena parte del territorio


peninsular: en Portugal Dos Perdigoes, en Extremadura La Pijotilla (Badajoz), La
Colata (Valencia), en la Meseta Las Matillas (Madrid).

- lugares de habitación. Este tipo de asentamiento corresponde a lugares de


habitación pero presentan un nivel de estabilidad y entidad limitada, no son
asentamientos que lleguen al nivel de permanencia de los poblados fortificados. Este
tipo de emplazamiento se relaciona con una población dispersa no tan asentada como la
de los poblados fortificados. Se encuentran en cerros no muy destacados sino en
elevaciones suaves y presentan construcciones de escasa entidad.
En el caso de Aragón este tipo de ocupación del territorio presenta mucha movilidad
a base de asentamientos estacionales vinculados con la ganadería por lo que sería
ocupada por poblaciones muy dispersas y móviles, de reducido número y en tierras
altas. En Cataluña tenemos un marco parecido pero no llega al nivel de Aragón. El
marco es contrastado con respecto a lo que ocurría en la zona en el Neolítico II (la crisis
de Cataluña). Este tipo de asentamiento lo tenemos en toda la P. Ibérica y en algunas
zonas como la zona norte, desde Galicia hasta Cataluña, es el único tipo de
asentamiento que se da.

- espacios de cavernamiento. Se mantiene el uso de las cuevas y se trata de


ocupaciones estacionales para actividades especializadas y concretas, caso de la
ganadería.

Durante el Cobre campaniforme se introducen pequeñas modificaciones en cuanto a


algunos aspectos de la cultura como en la ocupación del territorio. Estos cambios no son
generales en toda la P. Ibérica. En Extremadura la aparición del Campaniforme no lleva
cambios en cuanto a la ocupación del territorio pero sí en otras zonas donde los
asentamientos comienzan a abandonar las zonas llanas o de orografía no muy marcada y
se tiende a buscar cerros elevados con un gran campo de control visual y con defensa
natural. El aumento de la conflictividad pudo ser una de las causas de estos cambios o
puede ser que tenga que ver con el aumento de los intercambios y con ello la necesidad
de controlar las vías de comunicación que servían de base a esos intercambios. Esto se
observa en la región valenciana y en la submeseta norte. Estos poblados anuncian ya lo
que se verá en la Edad del Bronce.

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