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Me resultó bastante interesante la propuesta del libro ‘Fantasmas en el Cerebro’ de

Ramachandran, un autor del cual desconocía su existencia. El capítulo 2 toca un tema que alguna
vez imaginé, pero nunca pensé analizarlo desde una óptica profesional. El síndrome del ‘miembro
fantasma’ el cual sufren la mayoría de las personas que lo padecen. Esta obra me generó muchos
cuestionamientos, pero yo creo que el principal de ellos es ¿Qué siente la persona amputada que
sufre de esta patología? Ramachandran nos lleva por un viaje que combina lo médico con lo que
no tiene explicación lógica (en la parte donde encuentra su brazo enterrado en la universidad) y en
la búsqueda eterna de la causa de este síndrome. Me sentí contento por haber podido resolver
algunas dudas de hace mucho tiempo: una de ellas es la forma correcta en la que se crean las tesis
científicas. Se dice que de niños nacemos con curiosidad por el entorno, pero que a medida que
crecemos vamos perdiendo o dejando morir. Ramachandran propone un punto muy importante,
donde la mayoría de los hombres de ciencia ven a sus hijos como mini ‘investigadores natos’ y en
eso tienen razón. El problema comienza cuando no se encamina al chico una vez en edad
universitaria por la senda del Método experimental, que como lo indican una de las notas del
autor, la ciencia experimental moderna comenzó de lleno con Galileo, y es básicamente eso:
experimentar una y otra vez y observar, pero de fondo Intenta transmitirnos a los aspirantes a
profesionales de manera muy directa de no abandonar nunca esa curiosidad que diferencia al
hombre común del científico. Nos ejemplifica la idea con dos casos: el primero es el que llamo más
mi atención fue el caso del científico W. Penfield que decidió llevar su curiosidad a la
experimentación sin imaginarse siquiera el resultado de su emprendimiento, con ayuda solamente
de una serie de descargas eléctricas en el área del cerebro y diversas observaciones se convirtió en
referencia con su celebre homúnculo sensorial de Penfield que básicamente y a grandes rasgos es
un mapa corporal, una representación de la superficie del cuerpo en el cerebro, exactamente de la
superficie medial del lóbulo parietal. Explica el autor la relación entre los estudios de Penfield con
el síndrome de los Miembros Fantasma basado en más experimentos. Los resultados contestan
varias interrogantes como ¿Son fijos estos mapas o que condiciona su cambio si lo hubiere? ¿Una
vez adulta la persona, que tanto se pueden modificar? ¿La genética condiciona la aparición de
mapas cerebrales? Estas investigaciones fueron pioneras en su ramo y se necesitó de la ayuda de
diversos profesionales de diversas ramas. Se comenzaron a hacer pruebas con
Magnetoencefalograma (MEG), tecnología avanzada que daba excelentes resultados sin ser
invasiva. Esta serie de experimentos dieron frutos, uno de ellos fue “la primera demostración
directa de que en los humanos adultos pueden producirse cambios considerables en la
organización del cerebro” junto con muchas otras, tales como demostrar que es erróneo pensar
que el mapa de Penfield se formaba en el feto o en la niñez y que poco se podía hacer para
modificarlas en la edad adulta, lo cual comprueba de igual forma que esta supuesta falta de
plasticidad del cerebro adulto es solo una excusa para invocar a la falla en las funciones después de
una lesión cerebral y una dificultad en el tratamiento de los trastornos. Pero la conclusión mas
importante fue la demostración de que es posible la creación de nuevas rutas en el cerebro adulto
tan solo cuatro semanas después de la lesión. Gracias a estas y otras conclusiones se ha podido dar
tratamiento, aunque muchas veces son tratamientos inverosímiles y que tienen un gran porcentaje
de no dar resultado, siendo muchos de ellos realmente extremos. Todo esto nos lleva a un universo
de posibles teorías: se cree que muchas de ellas se forman al momento de perder el miembro o en
su defecto de estar escondidas y aparecen después del trauma. Tampoco todos los casos han sido
malos, muchos de ellos incluso podrían ayudar a comprender el origen de los fetichismos, como el
de la mujer que tiene placer en el fantasma de su pie; de igual forma, el paciente que ha
encontrado una fuente inagotable de placer al descubrir que puede alcanzar el clímax en cada
relación sexual a través de la pierna fantasma. Pero definitivamente la parte más preocupante y
donde merece toda la investigación profesional es con respecto a los dolores que aparecen en el
Miembro Fantasma. Dolores tan intensos que muchos han llegado al suicidio. Ahí es donde yo
como profesional pondría toda mi atención.

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