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Protréptico (cap. 1)
Protrepticus (cap. 1)
6, ਝȜȜࡑIJȚȝȞȞȜȩȖȠȢਙȞȦࢡİȞਕȡȤࢡİȓĮIJȞʌȐȞIJȦȞȞIJİțĮ
ıIJȚȞIJȚįȞ૨ȞȞȠȝĮȜĮȕİȞIJઁʌȐȜĮȚțĮࢡȦıȚȦȝȑȞȠȞįȣȞȐȝİȦȢਙȟȚȠȞ
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ȞIJȦȢࢡİȩȢIJįİıʌȩIJૉIJȞȜȦȞਥȟȚıȦࢡİȓȢIJȚȞȣੂઁȢĮIJȠ૨țĮ©Ȝȩ-
estaba en Dios» (Jn 1,1). 2. Él fue creído, cuando fue anun- gación sobre Dios, edición bilingüe preparada por M. Merino (FuP 15;
ciado por primera vez 14, y conocido, cuando, habiendo tomado Ciudad Nueva, Madrid 2003); ÍD., Stromata VI-VIII. Vida intelectual
la máscara humana y revestido de la carne, representó el dra- y religiosa del cristiano, edición bilingüe preparada por M. Merino
(FuP 17; Ciudad Nueva, Madrid 2005); ÍD., El Protréptico, edición
ma salvador de la humanidad. 3. Porque él era un genuino bilingüe preparada por M. Merino (FuP 21; Ciudad Nueva, Madrid
luchador y compañero de lucha del hombre; y habiendo sido 2008); ÍD., Extractos de Teódoto. Éclogas proféticas. ¿Qué rico se sal-
difundido muy rápidamente a todos los hombres 15, más veloz va? Fragmentos, edición bilingüe preparada por M. Merino (FuP 24;
que el sol, en cuanto que salió de la misma voluntad del Padre, Ciudad Nueva, Madrid 2010).
con facilidad brilló sobre nosotros, mostrándonos por lo que
enseñó y por lo que hizo, a Dios, del que provenía y que él era;
el Logos portador de la alianza, nuestro heraldo, mediador 16 y
salvador, fuente de vida 17 y de paz, que se derrama por toda la
faz de la tierra, por medio del cual, por así decir, todo ha llega-
do a ser un mar de bienes 18.
42
Las expresiones «revestir, desvestir al hombre» pa- broso, a aquel hombre extraviado por el placer y atado por la
ra indicar la encarnación y la muerte de Cristo son usuales corrupción, con sus manos clavadas en la cruz lo mostró libera-
desde el siglo II al IV y no presentan implicaciones docetistas do 19. 3. ¡Oh, admirable misterio! El Señor se abaja mientras
(cf. Novaciano, nt. 1). Solo más tarde serán sospechosas por- el hombre es ensalzado 20 y el que cayó del paraíso recibe por la
que parecían distinguir en Cristo dos sujetos: el divino, que re- obediencia un premio más grande, el cielo 21.
viste, y el humano, del que se reviste.
43 120, 2. Este eterno Jesús, único gran sumo sacerdote 22 del
La imagen de la libación evoca el sacrificio según el ri-
Dios único y Padre suyo ruega en favor de los hombres y les ex-
tual pagano y recuerda a la vez la ofrenda de la sangre de Cristo
horta: «Escuchad, tribus innumerables» 23, o mejor, cuantos en-
en la Última Cena. En tiempos de Clemente ya era tradicional:
tre los hombres sois racionales 24, ya bárbaros o griegos. Llamo
cf. 2 Tim 4,6; IGNACIO, Ad Romanos, 4, 1.
a todo el linaje humano del que soy el creador por voluntad del
44
La interpretación de la muerte de Cristo como pre- Padre. 3. Venid a mí para ser colocados bajo el único Dios y
cio del rescate pagado al diablo, que mantenía prisione- bajo el único Logos de Dios, y no solo seréis superiores a los ani-
ro al hombre a causa del pecado, es ya neotestamentaria (cf. males irracionales por estar dotados de razón, sino que solo a vo-
1 Pe 1,18-19; Ap 5,9) y es usual en tiempos de Clemente: sotros, de entre los seres mortales, os concedo gozar de inmorta-
cf. p. ej. Paedagogus II, 19, 4; TERTULIANO, De fuga in persecu- lidad. Pues quiero, quiero también que participéis de esta gracia,
tione, 12, 8; ORÍGENES, Homiliae in Exodum, 6, 9. confiriéndoos el beneficio completo, la inmortalidad. Y os doy
45 como gracia la razón (el Logos), el conocimiento de Dios, final-
El concepto expresado aquí por Clemente —el sacrificio
mente me doy a mí mismo. 4. Esto soy yo, esto quiere Dios,
de Cristo presentado como libación— encuentra paralelo en
esto es la concordia, esto la armonía del Padre, esto el Hijo, esto
Filón (De ebrietate, 149ss), que interpreta 1 Sam 1,15.
ʌȠȞIJઁȞਲįȠȞૌʌİʌȜĮȞȘȝȑȞȠȞIJઁȞIJૌijࢡȠȡઽįİįİȝȑȞȠȞȤİȡıȞਲʌȜȦȝȑȞĮȚȢ
įİȚȟİȜİȜȣȝȑȞȠȞ ੳࢡĮȪȝĮIJȠȢȝȣıIJȚțȠ૨ǜțȑțȜȚIJĮȚȝȞțȪȡȚȠȢਕȞȑ-
Bibliografía: QUASTEN, Patrología, I, 320-350. Sobre la doctri- ıIJȘįਙȞࢡȡȦʌȠȢțĮਥțIJȠ૨ʌĮȡĮįİȓıȠȣʌİıઅȞȝİȗȠȞਫ਼ʌĮțȠોȢਛࢡȜȠȞ
na cristológica, cf. S. R. C. LILLA, Clement of Alexandria: A Study in ȠȡĮȞȠȪȢਕʌȠȜĮȝȕȐȞİȚ
Christian Platonism and Gnosticism (Oxford University Press, Londres
1971); LADARIA, Espíritu Santo, sobre todo, pp. 41-112. El texto griego 120, ਝȓįȚȠȢ ȠIJȠȢ ȘıȠ૨Ȣ İੈȢ ȝȑȖĮȢ ਕȡȤȚİȡİઃȢ ࢡİȠ૨ IJİ ਦȞઁȢ IJȠ૨
es el de O. Stählin. Para la traducción española se ha tenido presente: ĮIJȠ૨țĮʌĮIJȡȩȢਫ਼ʌȡਕȞࢡȡȫʌȦȞİȤİIJĮȚțĮਕȞࢡȡȫʌȠȚȢਥȖțİȜİȪİIJĮȚ©țȑ-
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, El Pedagogo, trad. de J. Sariol Díaz (BCG țȜȣIJİȝȣȡȓĮij૨ȜĮªȝ઼ȜȜȠȞįıȠȚIJȞਕȞࢡȡȫʌȦȞȜȠȖȚțȠȓțĮȕȐȡȕĮȡȠȚ
118; Gredos, Madrid 1998); ÍD., El Protréptico, trad. de M. C. Isart țĮਰȜȜȘȞİȢǜIJઁʌ઼ȞਕȞࢡȡȫʌȦȞȖȑȞȠȢțĮȜੰȞਥȖઅįȘȝȚȠȣȡȖઁȢࢡİȜȒȝĮIJȚ
Hernández (BCG 199; Gredos, Madrid 1994); ÍD., El Pedagogo, edi- ʌĮIJȡȩȢ ਾțİIJİ੪Ȣਥȝȑਫ਼ijࡑ ਪȞĮIJĮȤࢡȘıȩȝİȞȠȚࢡİઁȞțĮIJઁȞਪȞĮȜȩȖȠȞ
ción bilingüe preparada por M. Merino y E. Redondo (FuP 5; Ciudad IJȠ૨ࢡİȠ૨țĮȝȝȩȞȠȞIJȞਕȜȩȖȦȞȗȦȞʌȜİȠȞİțIJİIJİIJȜȩȖਥțįIJȞ
Nueva, Madrid 1994); ÍD., Stromata I. Cultura y religión, edición bi- ࢡȞȘIJȞਖʌȐȞIJȦȞਫ਼ȝȞਕࢡĮȞĮıȓĮȞȝȩȞȠȚȢțĮȡʌȫıĮıࢡĮȚįȓįȦȝȚਫࢡȑȜȦȖȐȡ
lingüe preparada por M. Merino (FuP 7; Ciudad Nueva, Madrid ਥࢡȑȜȦ țĮ IJĮȪIJȘȢ ਫ਼ȝȞ ȝİIJĮįȠ૨ȞĮȚ IJોȢ ȤȐȡȚIJȠȢ ȜȩțȜȘȡȠȞ ȤȠȡȘȖȞ IJȞ
1996); ÍD., Stromata II-III. Conocimiento religioso y continencia au- İİȡȖİıȓĮȞਕijࢡĮȡıȓĮȞǜțĮȜȩȖȠȞȤĮȡȓȗȠȝĮȚਫ਼ȝȞIJȞȖȞıȚȞIJȠ૨ࢡİȠ૨IJȑ-
téntica, edición bilingüe preparada por M. Merino (FuP 10; Ciudad ȜİȚȠȞਥȝĮȣIJઁȞȤĮȡȓȗȠȝĮȚ ȉȠ૨IJȩİੁȝȚਥȖȫIJȠ૨IJȠȕȠȪȜİIJĮȚࢡİȩȢIJȠ૨IJȠ
Nueva, Madrid 1998); ÍD., Stromata IV-V. Martirio cristiano e investi- ıȣȝijȦȞȓĮਥıIJȓIJȠ૨IJȠਖȡȝȠȞȓĮʌĮIJȡȩȢIJȠ૨IJȠȣੂȩȢIJȠ૨IJȠȋȡȚıIJȩȢIJȠ૨IJȠ
Cristo, esto el Logos de Dios 25, brazo del Señor, fuerza del uni- pasaje Clemente quiere sostener que la virtud divina del Verbo,
verso, voluntad del Padre. ¡Oh, vosotros todos que sois imáge- permeando el cuerpo humano, le transmitía propiedades que
nes!, no todas semejantes, quiero corregiros conforme al mo- lo elevaban por encima de las cualidades físicas. Cf. ORBE, «El
delo, para que también seáis semejantes a mí 26. 5. Os ungiré Hijo del hombre...», a.c., 529ss.
con el ungüento de la fe 27, por el que arrojáis la corrupción, y 39
os mostraré sin velo la figura de la justicia, por la que ascendéis Clemente se refiere al episodio de la transfiguración
hasta Dios. (cf. Mt 17,1ss). Subiendo, Jesús es cuarto por la presencia de
Pedro, Santiago y Juan; en el monte es sexto por la aparición
de Moisés y Elías, a los que se añade como séptima la voz divi-
Pedagogo I, 5 na. Como los gnósticos, Clemente da a los números valor sim-
bólico: seis indica la humanidad de Cristo, en cuanto el hom-
23, 1. Y ¿dónde estaba la ventana por la que se mostraba el bre, en el relato de Gen 1, había sido creado el sexto día. El
Señor? (cf. Gen 26,8). La carne, por la que se había manifesta- siete indica el premio del reposo final, ya que Dios en el sépti-
do 28. El mismo Isaac... es tipo del Señor Niño 29, en cuanto hijo mo día descansó después de la obra de la creación. Cristo en
(pues también era hijo de Abrahán como Cristo lo es de Dios) la Héxada, es decir, en la humanidad, revela la Ogdóada, esto
víctima, como el Señor. Pero no fue sacrificado, como el Señor. es, su divinidad. Ocho indicaba para los valentinianos el mun-
Pues, Isaac llevó solo la leña del sacrificio, como el Señor el ma- do divino, pero era número perfecto también para los católi-
dero de la cruz (cf. Gen 22,6; Jn 19,17). 2. Su risa 30 tenía un cos: cf. J. DANIÉLOU, Sacramentos y culto según los Santos Padres
valor misterioso, profetizando que el Señor nos llenaría de ale- (Madrid 1964) 296ss.
gría al ser liberados de la corrupción por la sangre del Señor. 40
Clemente está tratando todavía del valor simbólico de
los números: la sucesión «creación del hombre en el sexto
ȜȩȖȠȢIJȠ૨ࢡİȠ૨ȕȡĮȤȓȦȞțȣȡȓȠȣįȪȞĮȝȚȢIJȞȜȦȞIJઁࢡȑȜȘȝĮIJȠ૨ʌĮIJȡȩȢ
ʌȐȜĮȚȝȞİੁțȩȞİȢȠʌ઼ıĮȚįਥȝijİȡİȢįȚȠȡࢡȫıĮıࢡĮȚਫ਼ȝ઼ȢʌȡઁȢIJઁ
día / reposo de Dios en el séptimo» indica que el hombre que
ਕȡȤȑIJȣʌȠȞȕȠȪȜȠȝĮȚȞĮȝȠȚțĮȝȠȚȠȚȖȑȞȘıࢡİ ȋȡȓıȦਫ਼ȝ઼ȢIJʌȓ- cree en Cristo encarnado recibe en seguida el premio del re-
ıIJİȦȢਕȜİȓȝȝĮIJȚįȚૅȠIJȞijࢡȠȡȞਕʌȠȕȐȜȜİIJİțĮȖȣȝȞઁȞįȚțĮȚȠıȪȞȘȢ poso. La relación de la creación del hombre con la crucifixión
ਥʌȚįİȓȟȦIJઁıȤોȝĮįȚૅȠʌȡઁȢIJઁȞࢡİઁȞਕȞĮȕĮȓȞİIJİ que lo ha regenerado, es decir, recreado, se destaca aquí tam-
bién numéricamente, en cuanto Cristo a la hora sexta estaba en
la cruz (cf. Mt 27,45).
Pedagogus I, 5
41
La fecundidad por la que el Padre engendra al Hijo es
23, ȀĮ ʌȠ૨ ਙȡĮ Ȟ ਲ ࢡȣȡȢ įȚૅ ਸȢ țȡȚȠȢ ਥįİțȞȣIJȠ ਲ ıȡȟ presentada como su dimensión femenina, que recuerda el ele-
įȚૅ ਸȢ ʌİijĮȞȡȦIJĮȚǹIJઁȢ į ıĮț țĮ Ȗȡ ıIJȚȞ ਦIJȡȦȢ ਥțȜĮȕİȞ
IJʌȠȢȢਥıIJIJȠ૨țȣȡȠȣʌĮȢȝȞ੪ȢȣੂંȢ țĮȖȡȣੂઁȢȞਝȕȡĮȝ੪Ȣ
mento femenino de la sizigia gnóstica. En el Pleroma gnós-
ȋȡȚıIJઁȢ IJȠ૨ ࢡİȠ૨ ੂİȡİȠȞ į ੪Ȣ țȡȚȠȢ ਝȜȜૅ Ƞ țİțȡʌȦIJĮȚ ੪Ȣ tico esta dimensión femenina es el Espíritu; Clemente pru-
țȡȚȠȢ ȝંȞȠȞ ਥȕıIJĮıİ IJ ȟȜĮ IJોȢ ੂİȡȠȣȡ ȖĮȢ ıĮț ੪Ȣ țȡȚȠȢ dentemente lo sustituye por el amor, que subraya igualmente
IJઁȟȜȠȞ ਫȖȜĮįȝȣıIJȚțȢਥȝʌȜોıĮȚਲȝ઼ȢʌȡȠijȘIJİȦȞȤĮȡ઼ȢIJઁȞ la apertura de Dios al mundo: cf. ORBE, Estudios valentinia-
țȡȚȠȞIJȠઃȢĮȝĮIJȚțȣȡȠȣਥțijࢡȠȡ઼ȢȜİȜȣIJȡȦȝȞȠȣȢȅțʌĮࢡİȞįȠ nos, IV, 82ss.
36
Espíritu indica la divinidad de Cristo que, encarnándose, Pero no padeció, no solo, como es lógico, porque Isaac cedía el
santifica y hace celeste su carne. El Verbo, hecho alimento de primado de la pasión al Logos, sino también al no ser inmolado
los cristianos, es también llamado leche del Padre (cf. Odas de se indicaba la divinidad del Señor. Porque Jesús sin haber su-
Salomón, nt. 1 y 2), en relación a la imagen del creyente visto frido la corrupción resucitó después de su sepultura, igual que
como niño. Como aquí niño no tiene sentido restrictivo, tam- Isaac fue librado del sacrificio 31.
poco lo tiene la leche, que, sin embargo, en 1 Cor 3,2 es desig-
nada simbólicamente como alimento de los cristianos todavía
incipientes e imperfectos. Pedagogo I, 6
37
Los valentinianos no afirmaban, como por el contra-
25, 2. En cuanto fue bautizado el Señor, se oyó desde el
rio otros gnósticos, que el cuerpo de Cristo encarnado hubie-
cielo una voz que daba testimonio del amado: «Tú eres mi
ra sido un mero fantasma, sino que le atribuían un cuerpo de
Hijo amado, yo te he engendrado hoy» (Lc 3,21; cf. Sal 2,7) 32.
sustancia psíquica especial, que, si bien no era material, esta-
Preguntemos a los sabios 33: ¿el Cristo que vuelve a ser en-
ba en condiciones de realizar las funciones biológicas usuales
gendrado hoy es ya perfecto o, lo que sería totalmente ab-
(cf. Tolomeo, nt. 7). Cristo encarnado comía y bebía, pero no
surdo, defectuoso? Si fuese esto último, le sería necesario
evacuaba los alimentos: asimilar y evacuar habría comportado
aprender. Pero no es verosímil que aprenda algo siendo Dios.
corruptibilidad, de la cual Cristo estaba exento. Valentín qui-
Pues, nadie hay mayor que el Logos ni maestro del único
zás ha hecho uso de una interpretación judía de la visión de
maestro. 3. ¿No reconocerán, entonces, forzados, que el
Abrahán en Mambré (cf. Gen 19,1ss), que explicaba cómo los
Logos, nacido perfecto del Padre perfecto, fue reengendra-
ángeles aparecidos al patriarca podían comer: cf. Testamentum
do de forma perfecta según la prefiguración de la economía?
Abrahae, 4, 210ss (ed. de M. Delcor); A. ORBE, «El Hijo del
Y si él era perfecto, ¿por qué se bautizó, siendo perfecto? 34.
hombre come y bebe»: Gregorianum 58 (1977) 527ss.
38 ȝંȞȠȞİੁțંIJȦȢਙȡĮıĮțIJʌȡȦIJİĮIJȠ૨ʌࢡȠȣȢʌĮȡĮȤȦȡȞIJȜંȖ
Es la respuesta de Clemente a la cuestión planteada en
el pasaje precedente: ni siquiera el gnóstico (también Clemente ਕȜȜțĮIJȠ૨țȣȡȠȣIJȞࢡİȚંIJȘIJĮĮੁȞIJIJİIJĮȚȝıijĮȖİȢǜਕȞıIJȘȖȡȝİIJ
IJȞțȘįİĮȞȘıȠ૨ȢȝʌĮࢡઆȞțĮࢡʌİȡੂİȡȠȣȡȖĮȢਕijİȚȝȞȠȢıĮț
define así al cristiano perfecto, precisamente en polémica con
los gnósticos herejes) puede librarse de las pasiones, en el sen-
tido de funciones necesarias para la conservación del cuerpo. Pedagogus I, 6
También Cristo, modelo del gnóstico, estaba sujeto a ellas, pe-
ro no por necesidad, sino solo para evitar que se pudiese creer 25, ǹIJțĮ ȖȠ૨Ȟ ȕĮʌIJȚȗȠȝȞ IJ țȣȡ ਕʌૅ ȠȡĮȞȞ ਥʌȤȘıİ
en una condición no real de su cuerpo, como, sin embargo ijȦȞȝȡIJȣȢȖĮʌȘȝȞȠȣ©ȣੂંȢȝȠȣİੇıઃਕȖĮʌȘIJંȢਥȖઅıȝİȡȠȞȖİȖȞȞȘ-
—observa Clemente— ha sucedido (docetismo de los gnósti- țıݪȆȣࢡઆȝİࢡĮȠȞIJȞıȠijȞǜıȝİȡȠȞਕȞĮȖİȞȞȘࢡİȢȋȡȚıIJઁȢਵįȘ
IJȜİȚંȢਥıIJȚȞਵʌİȡਕIJȠʌઆIJĮIJȠȞਥȜȜȚʌȢǼੁįIJȠ૨IJȠʌȡȠıȝĮࢡİȞIJȚĮIJ
cos). Su explicación puede parecer infectada también de una įİਝȜȜʌȡȠıȝĮࢡİȞȝȞĮIJઁȞİੁțઁȢȠįਨȞࢡİઁȞȞIJĮȅȖȡȝİȗȦȞ
pizca de docetismo; por lo demás, Focio, que leía las perdidas IJȚȢİȘIJȠ૨ȜંȖȠȣȠįȝȞįȚįıțĮȜȠȢIJȠ૨ȝંȞȠȣįȚįĮıțȜȠȣ ȂIJȚ
Hypotyposeis, afirma (cf. Biblioteca, cod. 109) haber leído que ȠȞȝȠȜȠȖıȠȣıȚȞਙțȠȞIJİȢIJઁȞȜંȖȠȞIJȜİȚȠȞਥțIJİȜİȠȣijȞIJĮIJȠ૨ʌĮ-
«el Logos no se ha hecho carne sino en apariencia». En nuestro IJȡંȢ țĮIJ IJȞ ȠੁțȠȞȠȝȚțȞ ʌȡȠįȚĮIJʌȦıȚȞ ਕȞĮȖİȞȞȘࢡોȞĮȚ IJİȜİȦȢ ȀĮ
Dicen: «Debía cumplirse la promesa hecha a los hombres». interpretación alegórica, como era costumbre en la tradición
Excelente, también lo afirmo yo: «Entonces, ¿en el instante exegética alejandrina.
en que fue bautizado por Juan se hizo perfecto?». «Es evi- 31
El sufrimiento de Cristo es real, pero no afecta a la divi-
dente que sí». «Por tanto, ¿no aprendió nada de él?». «No». nidad. Isaac prefigura a Cristo con su sacrificio; el hecho de que
«¿Se hizo perfecto solo por el bautismo y santificado por el evite la muerte indica justamente que la muerte no había tocado
descenso del Espíritu?». «Así es». la divinidad de Cristo. Cf. T. RÜTHER, «Die Leiblichkeit Christi
nach Clemens von Alexandrien»: Theologische Quartalschrift
43, 2. Escucha esta interpretación: la carne significa pa- 107 (1926) 235-236.
ra nosotros alegóricamente el Espíritu Santo (cf. Jn, 6,53),
32
ya que la carne ha sido creada por él. La sangre simboli- Cf. Lc 3,21 (Sal 2,7).
za para nosotros el Logos, porque como sangre generosa el 33
Son los valentinianos: cf. A. ORBE, «Teología bautismal
Logos se derrama sobre nuestra vida. La unión de ambos es de Clemente Alejandrino según Paed. I, 26, 3–27, 2»: Grego-
el Señor, alimento para niños pequeños; el Señor es Espíritu y rianum 36 (1955) 410ss.
Logos 35. 3. El alimento, esto es, el Señor Jesús, o el Logos 34
de Dios, es espíritu encarnado, carne celestial santificada 36. El El bautismo de Jesús por parte de Juan planteaba difi-
alimento es la leche del Padre, con la que solo son amamanta- cultades a cuantos, como Clemente y los católicos en general,
dos los niños pequeños. Y él, el amado, el Logos que nos ali- afirmaban que en Jesús estaba presente el Verbo divino perfec-
menta, derramó sobre nosotros su propia sangre, salvando a to y que por eso no tenía necesidad del bautismo de penitencia
la humanidad. (cf. Justino Mártir, nt. 26). Clemente interpreta el acto en fun-
ción de la economía de la Iglesia, en el sentido que la regenera-
ción bautismal de Jesús prefigura aquella a la que habrían sido
llamados los fieles por medio del bautismo cristiano. Esta rege-
neración es en sí perfecta y no necesita de iniciación ni de sa-
İੁIJȜİȚȠȢȞIJਥȕĮʌIJȗİIJȠIJȜİȚȠȢ©ਯįİȚªijĮı©ʌȜȘȡıĮȚIJઁਥʌȖ- cramentos posteriores, sostiene Clemente en polémica con los
ȖİȜȝĮ IJઁ ਕȞࢡȡઆʌȚȞȠȞª ȆĮȖțȜȦȢ ĭȘȝ Ȗȡǜ ©ਚȝĮ IJȠȞȣȞ IJ ȕĮʌIJȗİ- gnósticos: estos, en efecto, consideraban el bautismo cristiano
ıࢡĮȚĮIJઁȞਫ਼ʌઁȦȞȞȠȣȖȞİIJĮȚIJȜİȚȠȢª©ǻોȜȠȞIJȚª©ȅįȞȠȞʌȡઁȢ solo como un grado elemental de iniciación, inferior al que se
ĮIJȠ૨ʌȡȠıȝĮࢡİȞª©ȅȖȡª©ȉİȜİȚȠ૨IJĮȚįIJȜȠȣIJȡȝંȞțĮIJȠ૨ confería a los espirituales con el crisma y la cámara nupcial.
ʌȞİȝĮIJȠȢIJૌțĮࢡંįਖȖȚȗİIJĮȚª©ȅIJȦȢȤİȚª
Cf. Evangelio de Felipe, nt. 6 y 7; ORBE, «Teología bautismal...»,
43, ਡțȠȣİțĮIJĮIJૉǜıȡțĮਲȝȞIJઁʌȞİ૨ȝĮIJઁਚȖȚȠȞਕȜȜȘȖȠȡİ a.c., 413-416.
țĮȖȡਫ਼ʌૅĮIJȠ૨įİįȘȝȚȠȡȖȘIJĮȚਲıȡȟǜĮੈȝĮਲȝȞIJઁȞȜંȖȠȞĮੁȞIJIJİIJĮȚ 35
La carne y la sangre de Jn 6,53 (comer la carne y beber la
țĮȖȡ੪ȢĮੈȝĮʌȜȠıȚȠȞȜંȖȠȢਥʌȚțȤȣIJĮȚIJȕǜਲțȡ઼ıȚȢįਲਕȝijȠȞ sangre de Cristo) simbolizan los dos componentes de la esencia
țȡȚȠȢਲIJȡȠijIJȞȞȘʌȦȞǜțȡȚȠȢʌȞİ૨ȝĮțĮȜંȖȠȢ IJȡȠij
IJȠȣIJıIJȚȞțȡȚȠȢȘıȠ૨ȢIJȠȣIJıIJȚȞȜંȖȠȢIJȠ૨ࢡİȠ૨ʌȞİ૨ȝĮıĮȡțȠȝİ-
divina de Jesús, el Verbo y el Espíritu, en virtud de los cuales él
ȞȠȞਖȖȚĮȗȠȝȞȘıȡȟȠȡȞȚȠȢIJȡȠijIJઁȖȜĮIJȠ૨ʌĮIJȡંȢમȝંȞIJȚ- es Dios y alimento para los niños. Los niños no indican aquí a
IJࢡİȣંȝİࢡĮȠੂȞʌȚȠȚǹIJઁȢȖȠ૨ȞȖĮʌȘȝȞȠȢțĮIJȡȠijİઃȢਲȝȞȜંȖȠȢIJઁ los cristianos incipientes, sino en general a todos los creyentes:
ĮIJȠ૨ਫ਼ʌȡਲȝȞਥȟȤİİȞĮੈȝĮıȗȦȞIJȞਕȞࢡȡȦʌંIJȘIJĮ cf. LADARIA, Espíritu Santo, 41ss.
19
ca de él, como sin duda más tarde algunos supusieron que él se Esta expresión retoma la contraposición inicial: Cristo
había aparecido solo en apariencia 38. ha liberado al hombre perdiendo su libertad en la cruz. Cf.
también Oracula Sibyllina V, 255-258; G. Q. REIJNERS, The
Terminology of the Holy Cross in Early Christian Literature
Stromata VI, 16 (Nimega 1965) 67-68, 74, 127, 213.
20
Para la correlación țȜȓȞİıࢡĮȚ/ਕȞĮıIJોȞĮȚ para indicar la
140, 3. Así pues, el Señor que sube al monte el cuarto, lle-
muerte y la resurrección de Jesús y del hombre en general, cf.
ga a ser el sexto 39 y es rodeado por una luz espiritual, revelando
también Justino (?), De resurrectione, 4; J. DANIÉLOU, Études
la fuerza que sale de él en cuanto es posible verla a los escogi-
d’exégèse judéo-chrétienne (París 1966) 99ss.
dos para la visión. Es proclamado por la voz, que es la séptima,
21
que era el Hijo de Dios, para que los que habían puesto su fe Clemente considera el reino celeste, donde los justos re-
en él descansaran, y él, a través de la generación, que mostra- cibirán el premio final, como un lugar más excelso en compara-
ba la héxada, manifestara ser una Ogdóada ilustre, como Dios ción al paraíso de los orígenes. Pero en su tiempo estaba tam-
que revela su poder en la carne; siendo contado como hombre, bién difundida la opinión que el lugar del premio final sería
y ocultando quién era. precisamente el paraíso originario: cf. p. ej. IRENEO, Adversus
haereses V, 5, 1; Orígenes, Homiliae in Numeros, 12, 3.
141, 3. Por eso se dice que fue creado en el sexto día el 22
El tema de Cristo único sumo sacerdote, de quien el su-
hombre que se hizo creyente en el (Dios) que se ha revelado, pa-
mo sacerdote judío había sido solo una prefiguración simbóli-
ra recibir al punto el reposo de la heredad del Señor. 4. Esto
ca, es tratado en la carta a los Hebreos 4–10. Para Clemente, cf.
sobre todo Excerpta ex Theodoto, 27; ORBE, Estudios valentinia-
ĮIJȠ૨ijȡȠȞİȞਫ਼ʌİȚıȜࢡȠȚ੮ıʌİȡਕȝȜİȚıIJİȡȠȞįȠțıİȚIJȚȞȢĮIJઁȞʌİ-
nos III, 559ss; cf. también Clemente de Roma, nt. 3.
ijĮȞİȡıࢡĮȚਫ਼ʌȜĮȕȠȞ 23
HOMERO, Iliada XVII, 220.
24
La invitación se dirige a los hombres de parte de Cristo
Stromata VI, 16 Verbo, principio de racionalidad universal, de ahí que invoque
su racionalidad. Sobre esta base Clemente, como ya Justino
140, IJĮIJૉ IJȠȚ țȡȚȠȢ IJIJĮȡIJȠȢ ਕȞĮȕȢ İੁȢ IJઁ ȡȠȢ ਪțIJȠȢ ȖȞİ-
(cf. nt. 12), busca el punto de encuentro entre cristianos y pa-
IJĮȚțĮijȦIJʌİȡȚȜȝʌİIJĮȚʌȞİȣȝĮIJȚțIJȞįȞĮȝȚȞIJȞਕʌૅĮIJȠ૨ʌĮȡĮ-
ȖȣȝȞઆıĮȢİੁȢıȠȞȠੈંȞIJİȞੁįİȞIJȠȢȡ઼ȞਥțȜİȖİıȚįȚૅਦȕįંȝȘȢਕȞĮ- ganos, porque los paganos, en cuanto dotados de razón como
țȘȡȣııંȝİȞȠȢ IJોȢ ijȦȞોȢ ȣੂઁȢ İੇȞĮȚ ࢡİȠ૨ ȞĮ į Ƞ ȝȞ ਕȞĮʌĮıȦȞIJĮȚ los cristianos, pueden conocer parcialmente esa verdad que los
ʌİȚıࢡȞIJİȢ ʌİȡ ĮIJȠ૨ į įȚ ȖİȞıİȦȢ Ȟ ਥįȜȦıİȞ ਲ ਦȟȢ ਥʌıȘ- cristianos conocen ahora completamente gracias a la revelación
ȝȠȢ ੑȖįȠȢ ਫ਼ʌȡȤȦȞ ijĮȞૌ ࢡİઁȢ ਥȞ ıĮȡț IJȞ įȞĮȝȚȞ ਥȞįİȚțȞȝİȞȠȢ directa del Verbo.
ਕȡȚࢡȝȠȝİȞȠȢȝȞ੪ȢਙȞࢡȡȦʌȠȢțȡȣʌIJંȝİȞȠȢįȢȞ
25
Sobre los títulos de Cristo, cf. Justino Mártir, nt. 31. El
141, ǻȚઁ țĮ ਥȞ IJૌ ਪțIJૉ ਙȞࢡȡȦʌȠȢ ȜȖİIJĮȚ ʌİʌȠȚોıࢡĮȚ IJ ਥʌȚ- título de Logos (Verbo) que Clemente, como era común en su
ıȝʌȚıIJઁȢȖİȞંȝİȞȠȢ੪ȢİࢡȦȢțȣȡȚĮțોȢțȜȘȡȠȞȠȝĮȢਕȞʌĮȣıȚȞਕʌȠ- tiempo, aprecia más que los otros títulos, subraya sobre todo,
imagen de Dios). Cf. H. CROUZEL, Théologie de l’image de Dieu manifiesta la hora sexta de la economía del Salvador, en la que
chez Origène (París 1956) 67ss; A. MEYER, Das Gottesbild im el hombre fue consumado 40.
Menschen nach Clemens von Alexandrien (Roma 1942) 24.
12
El texto se refiere a la obra de Cristo encarnado.
¿Quién se salva, siendo rico?
13
Cf. Stromateis II, 22, 7; III, 103, 3. Sobre la amplia difu-
sión del concepto de la fealdad física de Jesús, por influencia de 37, 1. ¿Qué debemos hacer ahora? Contempla los mis-
Is 53, 2, cf. Justino Mártir, nt. 27. terios del amor, y entonces verás el seno del Padre, que so-
14 lo reveló el Hijo unigénito (cf. Jn 1,18). Dios mismo es amor
Clemente se refiere a la predicación de los profetas del
Antiguo Testamento, que había sido acogida por los judíos. La (cf. 1 Jn 4,8.16) y por el amor se nos manifiesta. 2. Lo que en
posterior presentación de la encarnación en términos teatrales él es inefable es el Padre, en cambio lo que compadece con no-
se dirige a los lectores paganos. En el Protréptico Clemente re- sotros se hace madre. Amando el Padre se hace femenino 41, y
curre ampliamente a imágenes y expresiones características de este es su gran signo que él engendró de sí mismo. El fruto na-
la cultura helenística de su tiempo. cido del amor es amor (cf. Col 1,13). 3. Por esto también él
bajó, por eso se revistió de hombre 42, por esto soportó volunta-
15
La rápida difusión de la nueva religión en la cuenca del riamente la condición humana, para que, después de haber si-
Mediterráneo, a pesar de la hostilidad de los paganos, era con- do medido conforme a nuestra debilidad que él amó, nos mi-
siderada por los cristianos signo del favor divino y por tanto de diera a su vez conforme a su propio poder. 4. Cuando iba a
la verdad de su mensaje. De ahí que aludan de buen grado a ella ofrecerse en libación 43 y entregarse en rescate 44, nos dejó un
con fin apologético: cf. TERTULIANO, Adversus Marcionem III, nuevo testamento: «Mi amor os doy» (Jn 14,27) 45.
20, 10; ORÍGENES, Contra Celsum I, 27. 64; III, 51; VI, 2.
16 ȜĮȕİȞ ȉȠȚȠ૨IJંȞIJȚțĮਲਪțIJȘ੮ȡĮIJોȢıȦIJȘȡȠȣȠੁțȠȞȠȝĮȢਥȝijĮȞİȚ
Mediador designa la actividad con la que el Verbo rela-
țĮࢡૅȞਥIJİȜİȚઆࢡȘਙȞࢡȡȦʌȠȢ
ciona Dios y el mundo, in primis su actividad creadora, funda-
mento de la redentora: cf. L. F. LADARIA, Espíritu Santo, 106ss.
Sobre la acción mediadora desempeñada por el Verbo antes de Quis dives salvetur?
la encarnación, cf. Orígenes, nt. 112.
17 37, ȉȖȡIJȚįİࢡİIJIJોȢਕȖʌȘȢȝȣıIJȡȚĮțĮIJંIJİਥʌȠʌIJİ
El Verbo es «Fuente de vida» (cf. Jn 4, 14) probablemente ıİȚȢIJઁȞțંȜʌȠȞIJȠ૨ʌĮIJȡંȢȞȝȠȞȠȖİȞȢࢡİઁȢȝંȞȠȢਥȟȘȖıĮIJȠਯıIJȚ
en cuanto dispensador del Espíritu Santo: cf. Paedagogus I, 83, 3; įțĮĮIJઁȢࢡİઁȢਕȖʌȘțĮįȚૅਕȖʌȘȞਲȝȞਥࢡİࢡȘ ȀĮIJઁȝȞਙȡ-
JUSTINO, Dialogus, 114, 4; ORÍGENES, In Ioannem XIII, 4, 20ss. ȡȘIJȠȞĮIJȠ૨ʌĮIJȡIJઁįİੁȢਲȝ઼ȢıȣȝʌĮࢡȢȖȖȠȞİȝIJȘȡਝȖĮʌıĮȢ
18 ʌĮIJȡਥࢡȘȜȞࢡȘțĮIJȠIJȠȣȝȖĮıȘȝİȠȞȞĮIJઁȢਥȖȞȞȘıİȞਥȟĮਫ਼IJȠ૨ǜ
«Mar de bienes» parece inspirado en el «mar de belleza»
țĮIJİȤࢡİȢਥȟਕȖʌȘȢțĮȡʌઁȢਕȖʌȘ ǻȚIJȠ૨IJȠțĮĮIJઁȢțĮIJોȜࢡİ
de Platón (Symposium 210 d), donde «Sócrates es invitado por įȚIJȠ૨IJȠਙȞࢡȡȦʌȠȞਥȞįȣįȚIJȠ૨IJȠIJਕȞࢡȡઆʌȦȞਦțઅȞʌĮࢡİȞȞĮʌȡઁȢ
Diotima a superar las bellezas particulares de un cuerpo, de un IJȞਲȝİIJȡĮȞਕıࢡȞİȚĮȞȠȢȖʌȘıİȝİIJȡȘࢡİȢਲȝ઼ȢʌȡઁȢIJȞਦĮȣIJȠ૨į-
alma, de una actividad y a contemplar “el dilatado mar de la be- ȞĮȝȚȞਕȞIJȚȝİIJȡıૉ ȀĮȝȜȜȦȞıʌȞįİıࢡĮȚțĮȜIJȡȠȞਦĮȣIJઁȞਥʌȚįȚ-
lleza”» (BRONTESI, Soteria, 294ss). įȠઃȢțĮȚȞȞਲȝȞįȚĮࢡțȘȞțĮIJĮȜȚȝʌȞİȚǜ©ਕȖʌȘȞਫ਼ȝȞįįȦȝȚIJȞਥȝȞª
5
Comentarios La expresión es de Píndaro (cf. fr. 57 Schröder): lo re-
cuerda el mismo Clemente en Stromateis V, 102, 2, donde re-
1 fiere este texto como nacido de una sabiduría escondida. En el
Clemente se refiere probablemente a la encarnación. El
Protréptico, que es una invitación a la conversión dirigida a los
Verbo asume ahora el nombre de Cristo, es decir, en el momen-
paganos, Clemente aduce el pasaje en polémica con la religión
to en que se revela como tal a los hombres. El nombre es llama-
olímpica.
do «antiguamente consagrado y digno de su fuerza» en referen-
6
cia a la unción del Antiguo Testamento, que consagraba reyes, La misma definición del hombre está en Stromateis VII,
sacerdotes y profetas. En cuanto ungidos, es decir, cristos, ellos 52, 2-3. En ambos contextos Clemente contrapone el hombre,
han prefigurado simbólicamente la triple unción del Verbo, el obra viviente de Dios, a las estatuas inertes de los dioses paganos.
Cristo por excelencia. Cf. también Pseudoclementinas, nt. 1 y 2; 7
La expresión de Clemente retoma el concepto famoso
Justino, nt. 9 y 10.
de Platón, del arte como imitación de la imitación. Clemente
2
Clemente acoge la distinción aristotélica (cf. Politica I, 2, quiere decir que la estatua de Zeus es imagen de hombre, el
1252 b 29) de la doble existencia, natural y divina, que orien- cual a su vez es imagen de Dios. En cuanto tal, la imagen de la
ta al hombre hacia la vida definitiva en Dios. De todo el con- imagen está muy alejada de la verdad.
texto se deduce que el Verbo, mientras ha dado al hombre «el 8
Clemente precisa en qué sentido el hombre es imagen de
ser» ya en pasado, en su cualidad de Dios, le ha comunicado sin
Dios. Imagen de Dios es el Verbo, según la definición de Col
embargo el «ser bueno» manifestándose a él en la encarnación,
1,15. El hombre ha sido creado a imagen de Dios, es decir, ha
con su obra de maestro.
sido hecho tomando como ejemplar al Verbo, imagen direc-
3
Nótese la gradación: vivir, vivir bien, vivir eternamente. ta de Dios. Cf. también ORÍGENES, Homiliae in Genesim, 1, 13.
A la intensidad creciente corresponde la disminución de exten- 9
Con nous Clemente designa al Padre, Intelecto que en-
sión: el vivir ha sido dado al hombre en común con todo lo crea-
gendra al Verbo. En la tradición platónica, una corriente sos-
do, el bien vivir se ha ofrecido a todo hombre; el vivir eterna-
tenía la identificación del Dios supremo con el Nous, como
mente será solo para los elegidos que hayan seguido al Verbo.
hace aquí Clemente, y otra lo consideraba trascendente tam-
4
La encarnación no es, como para Marción, un acto im- bién respecto al Nous: cf. H. J. KRÄMER, Der Ursprung der
previsto con el que el Dios supremo, hasta entonces descono- Geitsmetaphysik (Ámsterdam 1964) 193ss.
cido, irrumpe en la persona de su Hijo en el mundo, para sal- 10
Que la imagen de Dios en el hombre estuviese represen-
varlo. Para Clemente, como para Justino, Ireneo y los otros
tada por su racionalidad (intelecto, alma, etc.) era un axioma
teólogos católicos, la encarnación es el momento supremo de
generalizado en la tradición platónica alejandrina: además del
una amplia acción pedagógica precedente del Verbo, destinada
texto de Orígenes citado en nt. 8, cf. FILÓN, Legum allegoriae
a recuperar al hombre caído a causa del pecado, que se desa-
II, 4; III, 96; De opificio mundi, 25.
rrolla a través de toda la economía veterotestamentaria. La atri-
11
bución de las teofanías al Verbo (cf. Justino Mártir, nt. 37) es Cf. Stromateis V, 94, 5; VII, 16, 5-6 (en ambos pasajes el
uno de los varios temas en que se articula este gran argumento. intelecto humano es imagen de la imagen, es decir, del Verbo