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<<Una vez más, el valor de la filosofía no puede depender de un supuesto cuerpo de

conocimientos seguros y precisos que puedan adquirir los que la estudian. De hecho, el
valor de la filosofía debe ser buscado […] en su real incertidumbre.

El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía va por la vida prisionero de los
prejuicios que derivan del sentido común, de las creencias habituales en su tiempo y en su
país, y de las que se han desarrollado en su espíritu sin la cooperación ni el consentimiento
deliberado de su razón. Para este hombre el mundo tiende a hacerse preciso, definido,
obvio; los objetos habituales no le suscitan problema alguno, y las posibilidades no
familiares son desdeñosamente rechazadas.

Desde el momento en que empezamos a filosofar, hallamos […] que aun los objetos más
ordinarios conducen a problemas a los cuales sólo podemos dar respuestas muy
incompletas. La filosofía, aunque incapaz de decirnos con certeza cuál es la verdadera
respuesta a las dudas que suscita, es capaz de sugerir diversas posibilidades que amplían
nuestros pensamientos y nos liberan de la tiranía de la costumbre. Así, el disminuir nuestro
sentimiento de certeza sobre lo que las cosas son, aumenta en alto grado nuestro
conocimiento de lo que pueden ser; rechaza el dogmatismo algo arrogante de los que no se
han introducido jamás en la región de la duda liberadora y guarda vivaz nuestro sentido de
la admiración, presentando los objetos familiares en un aspecto no familiar. >>

Russell, B.: Los problemas de la filosofía

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<<Que [la filosofía] no se trata de una ciencia productiva, es evidente ya por los primeros
que filosofaron. Pues los hombres comienzan y comenzaron siempre a filosofar movidos
por la admiración; al principio admirados ante los fenómenos sorprendentes más comunes;
luego avanzando poco a poco y planteándose problemas mayores, como los cambios de la
luna y los relativos al sol y a las estrellas, y la generación del universo. Pero el que se plantea
un problema o se admira, reconoce su ignorancia (por eso también el que ama los mitos es
en cierto modo filósofo; pues el mito se compone de elementos maravillosos). De suerte
que, si filosofaron para huir de la ignorancia, es claro que buscaban el saber en vista del
conocimiento, y no por alguna utilidad. Y así lo atestigua lo ocurrido. Pues esta disciplina
comenzó a buscarse cuando ya existían casi todas las cosas necesarias y las relativas al
descanso y al ornato de la vida. Es, pues, evidente que no la buscamos por ninguna otra
utilidad, sino que, así como llamamos hombre libre al que es para sí mismo y no para otro,
así consideramos a ésta como la única ciencia libre, pues ésta sola es para sí misma. [...]

Así, pues, todas las ciencias son más necesarias que ésta; pero mejor, ninguna. >>

Aristóteles - Metafísica
“Cuando alguien pregunta para qué sirve la filosofía, la respuesta debe ser agresiva ya que
la pregunta se tiene por irónica y mordaz. La filosofía no sirve ni al Estado ni a la Iglesia,
que tienen otras preocupaciones. No sirve a ningún poder establecido. La filosofía sirve
para entristecer. Una filosofía que no entristece o no contraría a nadie no es una filosofía.
Sirve para detestar la estupidez, hace de la estupidez una cosa vergonzosa. Sólo tiene este
uso: denunciar la bajeza del pensamiento bajo todas sus formas. ¿Existe alguna disciplina,
fuera de la filosofía, que se proponga la crítica de todas las mistificaciones, sea cual sea su
origen y su fin? [...] En fin, hacer del pensamiento algo agresivo, activo y afirmativo.
Hacer hombres libres, es decir, hombres que no confundan los fines de la cultura con el
provecho del Estado, la moral o la religión. Combatir el resentimiento, la mala conciencia,
que ocupan el lugar del pensamiento. Vencer lo negativo y sus falsos prestigios. ¿Quién, a
excepción de la filosofía, se interesa por todo esto? La filosofía como crítica nos dice lo
más positivo de sí misma: empresa de desmistificación. Y, a este respecto, que nadie se
atreva a proclamar el fracaso de la filosofía. Por muy grandes que sean, la estupidez y la
bajeza serían aún mayores si no subsistiera un poco de filosofía que, en cada época, les
impide ir todo lo lejos que querrían, que respectivamente les prohíbe, aunque solo sea
por el qué dirán, ser todo lo estúpida y lo baja que cada una por su cuenta desearía.”

Gilles Deleuze - Nietzsche and Philosophy

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“Siempre ha habido analfabetos, pero la incultura y la ignorancia siempre se habían vivido


como una vergüenza. Nunca como ahora la gente había presumido de no haberse leído un
puto libro en su jodida vida, de no importarle nada que pueda oler levemente a cultura o
que exija una inteligencia mínimamente superior a la del primate.

Los analfabetos de hoy son los peores porque en la mayoría de los casos han tenido acceso
a la educación, saben leer y escribir, pero no ejercen. Cada día son más y cada día el
mercado los cuida más y piensa más en ellos.

La televisión cada vez se hace más a su medida. Las parrillas de los distintos canales
compiten en ofrecer programas pensados para una gente que no lee, que no entiende, que
pasa de la cultura, que quiere que la diviertan o que la distraigan, aunque sea con los
crímenes más brutales o con los más sucios trapos de portera.

El mundo entero se está creando a la medida de esta nueva mayoría, amigos. Todo es
superficial, frívolo, elemental, primario… para que ellos puedan entenderlo y digerirlo. Esos
son socialmente la nueva clase dominante, aunque siempre será la clase dominada,
precisamente por su analfabetismo y su incultura, la que impone su falta de gusto y sus
morbosas reglas. Y así nos va a los que no nos conformamos con tan poco, a los que
aspiramos a un poco más de profundidad."

Jesús Quintero

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