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VALE LA PENA VIVIR


Hoy nos hemos detenido para hacer un alto en nuestra vida, hoy vamos a
reflexionar lo que Jesús dice que va a pasar en definitiva cuando sea el
final.
En el Evangelio de San Mateo en el cap. 13,47-48 nos ilumina lo que
estamos haciendo hoy.
“Es semejante el Reino de los cielos a una red que se hecha en el mar y
recoge toda clase de peces y cuando está llena la sacan a la orilla y se
sientan para recoger en canastos los peces buenos y para tirar los
malos” Palabra de Dios.
Es hora de revisar la pesca y en nuestra red a caído de todo, peces buenos
y peces malos, pero la sabiduría es decidir qué vale la pena guardar y qué
es mejor tirar, soltar y que eso se valla. Tú vida y mi vida ha sido una
pesca.
Tú red, tu corazón, tú muerte, se ha llenado de tantas cosas, vale la pena
guardar las cosas buenas, y nos hace bien soltar y dejar ir todo aquello
que solo es una carga innecesaria, seguir guardando eso.
Eso tiene que ver con asimilar, aceptar, crecer, madurar, con todo lo que
ha pasado, cuando uno mira hacia atrás en la vida, hay tantos momentos
que debieron haber pasado y no ocurrieron. Pero los “hubiera” no existen;
sino hubiera esto, si no hubiera aquello, si yo no hubiera; no existe. Existe
solamente lo que es.
San Pablo dice que la sabiduría solo la da la madurez. El Apóstol San
Pablo escribiendo a los Corintios dice 1 Cort. 13,9
“Porque este saber queda muy imperfecto, y nuestras profecías también
son algo muy limitado” Palabra de Dios.
Hay personas que con los años solo envejecen, otros maduran y crecen,
hay gente que, con los años, solo está envejeciendo y hay gente que con
los años están creciendo.
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A ustedes, mis hermanos, les pregunto; ¿Están creciendo o están


envejeciendo? No me contesten, resérvense el derecho de admisión, pero
una de las cosas que más nos hace crecer es aceptar con realismo nuestra
vida, evitando “dos” sentimientos que nos anclan, que no nos dejan
avanzar, que son el resentimiento y la culpabilidad.
El resentimiento es buscar a quien echarle la culpa, y la culpabilidad es
culparme a mí mismo de todo lo que me ha pasado.
Son dos sentimientos que paralizan, que evitan el crecimiento y el
desarrollo, y hay dos actitudes que nos ayudan a crecer, la aceptación y
sobre todo nuestra confianza en Dios.
San Pablo dice, nosotros vemos solo parcialmente, pero cuando termine
nuestro conocimiento parcial, cuando veamos a Dios cara a cara,
conoceremos como somos conocidos.
Los católicos tenemos una riqueza enorme, porque cuando el Catecismo
de la Iglesia Católica nos ayuda a entender nuestro pasado, nuestra
historia, todos los acontecimientos de la pesca buenos, malos o como a
ustedes les parezca, dice que todo ha sido parte de un plan amoroso de
Dios. Eso es confianza, eso es fe.
Catecismo 314: Creemos firmemente que Dios es el Señor del mundo y
de la historia. Pero los caminos de su providencia nos son con frecuencia
desconocidos. Sólo al final, cuando tenga fin nuestro conocimiento
parcial, cuando veamos a Dios "cara a cara" (1 Co 13, 12), nos serán
plenamente conocidos los caminos por los cuales, incluso a través de los
dramas del mal y del pecado, Dios habrá conducido su creación hasta el
reposo de ese Sabbat (cf Gn 2, 2) definitivo, en vista del cual creó el cielo
y la tierra.
Es que los católicos tenemos una riqueza enorme, porque además de leer
la Biblia, leemos como se aplica a nuestra vida.
¿Cuándo termina nuestro conocimiento parcial? Cuando conozcamos que
todo lo que hay en nuestra vida era parte del plan del amor de Dios.
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Todos en la vida hemos vivido momentos difíciles y hasta hemos llegado


a decir: HASTA CUANDO SEÑOR.
Mis hermanos, Jesús no vino a explicarnos el sufrimiento, ni vino a
quitarnos el sufrimiento, Jesús vino a llenarlo de su presencia, para que
cuando nos toque sufrir, nos encontremos con él.
Si tienes esa confianza vas a madurar y vas a crecer, si no, solo te quedan
dos sentimientos que son RESENTIMIENTO y CULPABILIDAD, Tú
eliges o maduras y creces o te deprimes y envejeces.
¿Y cómo podemos manejar esos sentimientos que son humanos?
¿Cómo manejar eso de que por qué, por qué me pasó?
La primera luz que nos da la palabra de Dios para sanar esas heridas del
pasado es: DEJAR EL PASADO EN EL PASADO, o para decirlo en
palabras del cantante José José; ya lo pasado, pasado, no me interesa.
Tenemos que salir de las tristezas del pasado, para vivir el presente con
más esperanzas.
Heb. 12,9-10; 14-16 “Además teníamos a nuestros padres terrenales, que
les respetábamos, ellos nos corregían. Eso nos corregían según sus luces
y para poco tiempo” “Procuren la paz y la santidad, sin la cual nadie
verá al Señor, velen para que nadie se vea privado de la gracia de Dios,
para que ninguna raíz amarga retoñe, ni les turbe, y por ella lleguen a
contagiar a la comunidad” Palabra de Dios.
El autor de la carta a los hebreos dice que en el pasado nuestros padres y
todos los que nos rodeaban y nosotros mismos actuamos según a luz que
teníamos, las cosas que pasaron cuando fuimos niños, no las podemos
valorar con la luz que tenemos ahora, que somos adultos.
Esto también sirve para la historia, hay también gente que no ha
entendido la historia y todavía dicen, por ejemplo, es que cuando
vinieron los españoles vinieron a imponer, aquí estamos analizando, el
pasado de la historia con la sensibilidad que tenemos hoy.
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No puedes ponerle nada, no tenías la madurez que ahora tienes y no


puedes decir porque hice eso, bueno lo hiciste cuando no tenías la luz que
ahora tienes y eso sirve para perdonarte y para perdonar. Lo que hizo o
dejo de hacer tú padre, tú madre, tus abuelos, tus tíos, etc., lo hicieron con
la luz que tenían con la edad que tenían, con la inmadurez que tenían.
Ahora es un anciano, ahora no lo hacía. Tú misma, tú mismo tomaste
decisiones que ahora te avergüenzan, te arrepientes.
Me ha tocado orar por personas que se hicieron tatuaje cuando eran
jóvenes e hicieron un montón de cosas en esa edad y ahora que son
adultos dicen: y ahora cómo me lo borro.
Pero verdad que antes presumías esto y ahora te avergüenzas. Hay cosas
que te marcaron, pero son cosas que se deben quedar en el pasado.
No le des las categorías que ahora tienes con la madurez, que ahora
tienes, a todo lo que pasó con la inmadurez que tenías.
Acuérdate de Jesús en la cruz, cuando dijo; “Padre, perdónalos porque no
saben lo que hacen”.
En una oportunidad asesoré a una señora que lloraba, porque abortó
cuando tenía 14 años. Le dije mujer, tú no sabías lo que estabas haciendo.
Cuántas cosas hicimos ustedes y yo, que nunca debíamos haber hecho y
que hoy si nos duelen, es porque no las hubiéramos hecho, si no, no te
dolieran, todo eso que te duele hoy quiere decir que tú ya no lo aceptas.
Acepta esta madurez que ahora tienes, y di, Señor mi pasado lo confío a
tu misericordia, y cuando recuerdes a alguien que te hizo daño en el
pasado, suéltalo, déjalo ir. Di como Jesús le dijo a la mujer pecadora: Te
perdono, vete en paz, pero vete….
Cuando pienses en una persona que abuso de ti, en una persona que te
hizo mucho daño, tu di: “te perdono, pero vete en paz”. Déjenlos ir.
Perdonar es, desatarnos de la persona que nos ha hecho daño y no
permitir que nos siga dañando, ya te dañó que se valla en paz.
Si quiere de ti algo más y todavía sientes algo por esa persona, porque
tienes derecho a sentirlo, tienes derecho a expresarlo, cuando alguien te
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hable de alguien que te hizo daño, di más bien:, “que Dios le bendiga
donde quiera que esté”.
Cada bendición que tu deseas para los demás, Dios te las va a regresar a ti
en múltiples bendiciones.
Jesús dijo, bendigan, no maldigan, porque el maldecir te hace vulnerable,
perdonar te hace fuerte.
Mis hermanos, el perdón, es una fuente de energía positiva, sanadora,
creadora, es, el medio que Dios nos ha dejado para volver a una vida
plena. Perdonar, es el regalo más grande que podemos dar y que debemos
darnos, es luchar por un mejor futuro, esperando que sanen las heridas del
pasado, es creer todavía en la luz, aún que nos haya tocado sufrir noches
oscuras.
Perdonar, siempre es un acto liberador y sanador ya que muchos dolores,
como migraña, gastritis, presión alta, insomnio etc., tienen sus raíces en
nuestros resentimientos y en nuestros deseos de venganza.
El odio y la amargura bajan nuestras defensas, nos dejan vulnerables y
nos predisponen a muchas enfermedades, incluyendo el cáncer. Por eso
dice el autor de la carta a los hebreos en el cap. 12,14…. “Procuren que
ninguna raíz de amargura dañe, envenene, contamine su vida. Dice
ninguna raíz de amargura, hay que sacar todo eso. ¿Si solo te hace daño
algo, para qué lo tienes ahí? Suéltalo, déjalo ir.
Cuando tienes tu tanta angustia y un amigo te dice qué te pasa, tú nomas
dile; gracias porque eso está pasado.
Ahora, algo que debemos aprender, es no estudiar y a no leer o analizar el
pasado desde un momento de derrota y frustración. Porque si tú analizas
el pasado en un momento de dolor y de amargura, todos tienen la culpa.
La mejor manera de sanar las heridas del pasado es, triunfar en el
presente.
La mejor manera es luchar para que tú vida hoy valga la pena, no importa
lo que otros hicieron, lo importante es lo que tú eres capaz de hacer,
obviamente con la ayuda de Dios, y cuando tú en lugar de estar llorando
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empiezas a estar activo, accionando, realizando, vas a ver el pasado y vas


a decir que todo valió la pena.
La gente resentida es la gente fracasada, la gente realizada es gente
agradecida. ¿Por qué tenemos tantos resentidos? Porque tenemos muchos
fracasados y el hecho de encontrar a quien echarle la culpa, no te libra a ti
de sufrir las consecuencias, por más que digas; es que fue fulano que
tiene la culpa, pero las consecuencias las estás sufriendo Tú; olvídate de
buscar culpables y busca trabajo, culpables no busques, busca realizarte,
busca hacer algo que te haga sentir bien.
En el Antiguo Testamento tenemos a José el hombre más amado por su
padre, su papá le había hecho una túnica manga larga, él estaba bien y sus
hermanos por odio lo vendieron y fue a Egipto como esclavo, después lo
metieron a la cárcel, pero nunca se puso a interpretar su historia, ni
cuando era esclavo, ni cuando estaba en la cárcel. Él simplemente se
dedicó a hacer bien lo que tenía que hacer.
Por ejemplo, él diría: ahora esclavo voy a dedicarme a ser el mejor
esclavo en mi casa. Aquí soy esclavo y llegó a ser el jefe de los esclavos.
Después lo meten a la cárcel y en lugar de estar diciendo, por ejemplo esa
vieja libidinosa me metió en la cárcel, No, no busquemos culpables,
busquemos trabajo. Él llegó a ser jefe en la casa, llegó a ser el mejor
preso. Porque él no se estaba echando la culpa, estaba adaptándose a su
realidad, hasta que lo llaman del palacio y lo convierten en el mejor
administrador del faraón y le vuelven a poner otra vez un vestido y le
vuelven a poner un collar de oro.

Gen. 41, 50-52 “Antes que sobreviniesen los años de hambre, le nacieron
a José 2 hijos que le dio Asnal la hija del sacerdote. Llamó José al
primogénito, Manasés porque decía, Dios me ha hecho olvidar todo mi
pasado en la casa de mi padre y al segundo lo llamó Efraín porque
decía: Dios me ha hecho fructificar en el país de mi afiliación” Palabra
de Dios.
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Cómo se llamaban los hijos de José, Manasés y Efraín, Manasés quería


decir: olvido y Efraín quería decir: fructificó.
Yo creo que él fue el que inventó aquella canción que la letra dice;
“Necesito olvidar para poder vivir” olvido, olvido todo, olvido todo el
dolor que he sufrido, valió la pena para que yo esté aquí.
José cuando ya era otra vez un hombre exitoso y triunfador, cuando
volvió a tener una túnica manga larga solo dijo valió la pena todo.
Yo pienso mi hermano que la vida le estaba brindando a José una nueva
oportunidad, por fin sus sueños comenzaban a realizarse. Estaba a punto
de ver los frutos de su constancia y honradez y trabajo bien hecho.
Más corría el riesgo de ensombrecer la alegría del presente con recuerdos
de nostalgias, añoranzas y cosas tristes del pasado.
Cuando José se vio vestido de lino con un collar de oro en el cuello, con
un anillo en su mano y montado en una carroza real, seguramente recordó
la túnica manga larga de varios colores, que era el signo visible del amor
de su padre. ¿Dónde estaría su padre y su madre que le amaban tanto?
¿Qué felices y orgullosos podían sentirse al verlo así? y sus hermanos se
morirían de envidia al ver la realidad de sus sueños. Sin embargo, José
sabía que todos si estuvieran si pudieran, eso no existe, existe lo que soy,
lo que puedo, lo que tengo. Muchas cosas se quedaron atrás, pero eran
muchas más las que tenía y el decidió olvidar. Talvez no es posible
olvidar todo, pero al menos recordarlo sin dolor, y fructificar, que es sacar
el mejor provecho de los acontecimientos vividos, que es descubrir que el
dolor también es fecundo y que nos ha hecho personas maduras, fuertes,
fértiles. Que es darnos la oportunidad de amar, de luchar y de recuperar
las ganas de vivir.
Cuando José llamaba a sus hijos, Manasés y Efraín, repetía en su corazón:
DIOS ME HA HECHO OLVIDAR PARA PODER FRUCTIFICAR.
No pierdas pues, mi hermano, mi hermana, ningún minuto más, buscando
culpables o culpándote tú mismo, ya no digas como fue a pasar eso, más
bien di puedo seguir adelante ahora, y cuando logres alcanzar metas,
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cuando logres estar bien, siéntate y recoges tu red y abres las ventanas al
amor y deja penetrar su claridad. Dile no al pasado en tu dolor, sin negar
todo lo bueno que te dio, tienes que volver a sonreír, vuelve a tener
ilusiones, siempre hay esperanzas, si el amor alcanza y deja penetrar su
luz.
No te pongas a cantar canciones de cortarse las venas como por ejemplo
“sufrir me tocó a mí en esta vida”
No te pongas deprimida o deprimido, rodéate de personas que te ayuden a
ver hacia adelante.
Imaginémonos que estamos rodeados de seres queridos que el tiempo que
yo los acompañe pueda animarlos a ver el futuro con esperanza.
Danos Señor la fe que le diste a la Virgen María para repetir la
misericordia de Dios.
Que tu misericordia nos acompañe siempre de generación en generación,
gracias Señor por tu misericordia, que nos acompaña siempre.
Perdonémonos también nosotros mismos y cuando hables de ti procura
terminar lo que estás diciendo con otra frase que es: “HASTA ESTE
MOMENTO”.
Cada vez que hables de algo que te ha dañado, de algo que te avergüenza
de ti, que sientes como herida, también di; HASTA ESTE MOMENTO,
porque de hoy en adelante tú amor y tú perdón, tu misericordia, me sana,
me libera, me levanta, me acompaña y me ayuda a caminar lo que me
falta del camino.
Gracias Señor por acompañarme siempre.
El Padre, Pío, tiene una frase preciosa que dice; “MI PASADO SEÑOR,
LO CONFÍO A TU MISERICORDIA, MI PRESENTE A TU AMOR Y MI
FUTURO A TU DIVINA PROVIDENCIA”.
Acompañemos también a otros porque el Señor nos los pone a nuestro
paso, para que nosotros los animemos, los fortalezcamos.
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Todo lo que a nuestro paso encontremos, Dios nos lo puso para empezar
de nuevo esta otra etapa de la vida.
Úsame Señor para bendecir a los demás, que no se sientan solos y así les
pueda mostrar tu ternura, tu amor y tu misericordia.
VALE PUES, LA PENA VIVIR Y SEGUIR ADELANTE EN EL
NOMBRE DEL SEÑOR. AMÉN.

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