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Universidad Internacional Del Pacifico

Protocolo de investigación

Equipo:

Luis Fernando Rivero Rosas

Juan Castellanos Ortiz

Licenciatura: Derecho

Cuatrimestre:

Tercero

Asignatura:
Metodología de la Investigación

Profesor:

Mtra. María Elena Ibáñez Bravo


Puerto Escondido, Oaxaca, agosto 17 del 2023
Objetivo principal

ANALISIS DE LAS POSIBLES CONSECUENCIAS


SOCIALES DE LA LEGALIZACIÓN DE LA PENA DE
MUERTE.

= Objetivo Específico=

*Documentar la implementación de la pena de muerte en otros países


Identificar los criterios que han justificado la legalización de la pena de
muerte.
*Describir las características culturales, ideológicas, económicas,
religiosas, políticas de la sociedad mexicana en torno al castigo, justicia,
poder, ética, corrupción.
*Evaluar la viabilidad de la legalización de la pena de muerte en México

Antecedentes

¿Qué es la pena de muerte?

La pena de muerte Concebida como “una pena corporal que pone fin
inmediato a la vida del delincuente” De acuerdo con Joaquín Escriche
(1784-1847), la pena de muerte ha formado parte del orden jurídico
penal mexicano desde tiempos antiguos. Sin embargo, hasta la
aparición de las constituciones escritas, dicha forma de castigo se
encontraba dispersa en múltiples ordenamientos de diversa jerarquía y
materia.

El concepto de pena capital también ha tenido varias definiciones, para


Raúl Carrancá y Trujillo, es "un tratamiento que el Estado impone a un
sujeto que ha cometido una acción antisocial o que representa una
peligrosidad social, pudiendo ser o no ser un mal para el sujeto".

De igual forma Fernando Castellanos Tena dice que "es castigo


legalmente impuesto por el Estado al delincuente, para conservar el
orden jurídico".
Para Constancio Bernardo Quiroz, citado por Castellanos Tena, la
pena es "la reacción social jurídicamente organizada contra el delito".

Para Ignacio Villalobos, es "un castigo impuesto por el poder publico,


al delincuente, con base en la ley, para mantener el orden jurídico". En
conclusión, el concepto de pena implica el castigar a quien resulte
penalmente responsable de un ilícito; es la reacción legal que el Estado
tiene y utiliza contra quien demuestre ser un peligro para la sociedad.
Se ha considerado que la pena tomada como castigo tiende a reprimir
la conducta antisocial. Sin embargo, para la doctrina, la justificación de
la pena presenta dos hipótesis. Por un lado, la pena tiene un fin
específico, se aplica "quia peccatum est"; (porque es pecado); y, por el
otro lado, se considera en forma casuística, como medio para la
consecución de fines determinados, se aplica "in peccetur" (contra el
acto de pecar, para que nadie peque).

La generalidad de las teorías sobre la pena de muerte son:


• Las teorías absolutas, afirman que la pena se justifica a si misma y no
es un medio para otros fines.
• Las teorías relativas, es decir, que la pena será entendida como un
propósito de prevención para los demás; y según teoría relativa de la
represión especial, la pena se impone y surte efecto en el delincuente.
• Las teorías mixtas, respaldan la prevención general mediante la
retribución justa. Tales supuestos dan origen a una hipótesis más, la
tesis ecléctica, que no se conforma con darle a la pena una sola
característica. Como quiera, en este orden de ideas, la pena para la may

Hay que llegar al Iluminismo, en el corazón del siglo XVIII, para


encontrarse por "primera vez" ante un amplio y serio debate sobre si es
lícita u oportuna la pena capital, lo que no significa que el problema
nunca se hubiese planteado antes de entonces. La importancia
histórica, que jamás se subrayará lo bastante, del famoso libro de
Beccaria ("De los delitos y de las penas", 1764) reside justamente en
esto: es la primera obra que se enfrenta seriamente con el problema y
ofrece algunos argumentos racionales para darle una solución que está
en contraste con una tradición secular.

Hay que decir inmediatamente que el punto de partida del que arranca
Beccaria para su argumentación es la función exclusivamente
intimidatoria de la pena. "La finalidad (de la pena) no es otra que la de
impedir al reo causar más daños a sus conciudadanos y aparte a otros
de obrar igualmente". (...) Si es éste el punto de partida, de lo que se
trata es de saber cuál es la fuerza intimidatoria de la pena de muerte
frente a otras penas. Y es el asunto que se plantea todavía en la
actualidad y que la misma Amnistía Internacional ha planteado muchas
veces.

La respuesta de Beccaria deriva del principio que introduce en el


apartado que se titula "Blandura de las penas". El principio es el
siguiente: "Uno de los mayores frenos de los delitos no es la crueldad
de las penas, sino su infalibilidad y, por consiguiente, la vigilancia de los
magistrados, así como esa severidad de un juez inexorable que, para
ser una útil virtud, ha de estar acompañada por una blanda legislación".

Lenidad de las penas. No es necesario que las penas sean crueles para
ser disuasorias. Es suficiente con que sean seguras. Lo que constituye
una razón para no cometer el delito, más aún, la principal razón, no es
tanto la severidad de la pena como la certeza de ser castigados de
alguna manera.

Con carácter secundario, Beccaria introduce también un segundo


principio, además de la certeza de la pena: la intimidación no nace de
la intensidad de la pena, sino de su extensión, como, por ejemplo, la
prisión perpetua. La pena de muerte es muy intensa, en tanto que la
prisión perpetua es muy extensa. Por lo tanto, la pérdida total y perpetua
de la libertad tiene mayor fuerza de intimidación que la pena de muerte.
(...)

Es sabido que el libro de Beccaria tuvo un clamoroso éxito. Es suficiente


pensar en cómo lo acogió Voltaire: gran parte de la fama del libro de
Beccaria se debe sobre todo al hecho de haber sido recibido con gran
favor por Voltaire. (...) Hay que añadir, empero, que, pese al éxito
literario del libro entre el público culto, no solamente la pena de muerte
no fue abolida en los países civilizados, o que se consideraban
civilizados frente a los tiempos y a los países considerados como
bárbaros, cuando no directamente salvajes, pero la causa de la
abolición no estaba destinada a prevalecer en la filosofía penal de la
época. (...)
Los dos mayores filósofos de la época, uno de ellos antes y el otro
después de la Revolución Francesa, Kant y Hegel, sostienen una
rigurosa teoría retributiva de la pena y llegan a la conclusión de que la
pena de muerte es incluso un deber.

Kant, partiendo del concepto retributivo de la pena, según el cual la


función de la pena no es la de prevenir los delitos, sino, puramente,
hacer justicia, es decir hacer que haya una perfecta correspondencia
entre el delito y el castigo (se trata de la justicia como igualdad, que los
antiguos llamaban "igualdad correctiva"), sostiene que el deber de la
pena de muerte corresponde al Estado y es un imperativo categórico,
no un imperativo hipotético, basado en la relación medio-finalidad. (...)

Hegel va aún más allá. Tras haber refutado el argumento cotratualista


de Beccaria negando que el Estado pueda nacer de un contrato,
sostiene que el delincuente no sólo ha de ser castigado con una pena
que corresponda al delito que ha cometido, sino que tiene derecho a ser
castigado con la muerte porque sólo el castigo lo rescata y sólo
castigándolo se lo reconoce como un ser racional (es más, Hegel dice
que "se le honra"). En un párrafo añadido tiene sin embargo la lealtad
de reconocer que la obra de Beccaria tuvo por lo menos el efecto de
reducir el número de las condenas a muerte.

La mala suerte quiso que mientras los mayores filósofos de la época


siguieron sosteniendo la legitimidad de la pena de muerte, uno de los
principales defensores de su abolición fue, como es sabido, en un
famoso discurso ante la Asamblea constituyente en mayo de 1791,
Robespierre, el mismo que pasaría a la historia, en la época de la
Restauración (la época en que Hegel escribió su obra), como el mayor
responsable del terror revolucionario, del asesinato indiscriminado. (...)

A pesar de persistir y prevalecer las teorías antiabolicionistas, no se


puede decir que haya carecido de efecto el debate provocado por
Beccaria. La contraposición entre abolicionistas y antiabolicionistas es
demasiado simplista y no representa con exactitud la realidad. El debate
alrededor de la pena de muerte no tuvo sólo como meta su abolición,
sino, ante todo, su limitación a algunos delitos graves, específicamente
determinados, y luego la eliminación de los suplicios (o inútiles
crueldades) que habitualmente la acompañaban, y, en tercer lugar, su
ostentado carácter público.
Cuando se deplora que la pena de muerte todavía exista en la mayor
parte de los estados se olvida que el gran paso adelante realizado por
las legislaciones de casi todos los países durante los últimos dos siglos
ha consistido en la disminución de los delitos que se pueden castigar
con la pena de muerte. (...)

Por lo que he dicho hasta aquí se deduce ya bastante claramente que


los argumentos a favor y en contra dependen casi siempre del concepto
que los dos contendientes tengan sobre la función de la pena. Los
conceptos tradicionales son sobre todo dos: el retributivo, que se apoya
en la regla de la justicia como igualdad (ya lo hemos visto en Kant y
Hegel) o correspondencia entre iguales, según la máxima de que es
justo que quien ha cometido una acción malvada sea objeto del mismo
mal que ha ocasionado a otros y, por lo tanto, es justo que quien mata
sea muerto; y el concepto preventivo, según el cual la función de la pena
es desalentar, con la amenaza de un mal, las acciones que determinado
ordenamiento considera perjudiciales. Fundándose en este concepto de
la pena es obvio que la pena de muerte sólo está justificada si se pude
demostrar que su fuerza intimidadora es grande y superior a la de
cualquier otra pena (incluida la de prisión perpetua).

Los dos conceptos de la pena se contraponen también como concepto


"ético" y concepto "utilitarista", y se basan en dos teorías distintas de
la ética: la primera, sobre una ética de los principios o de la justicia, la
segunda sobre una ética utilitarista que ha prevalecido en los últimos
siglos, y que aún prevalece en la actualidad en el mundo anglosajón.
Puede decirse, en general, que los antiabolicionistas invocan la primera
(como, por ejemplo, Kant y Hegel), y los abolicionistas la segunda
(como, por ejemplo, Beccaria). (...)

En realidad, el debate es un poco más complicado por el hecho de que


los conceptos de la pena no son solamente estos dos (aun cuando estos
dos son, con mucho, los que prevalecen). Recuerdo por lo menos otros
tres: la pena como expiación, como enmienda y como defensa social.
Entre éstos, el primero parece más favorable a la abolición que a la
conservación de la pena de muerte: para expiar es necesario seguir
viviendo. (...) El segundo es el único que excluye totalmente la pena de
muerte. Hasta el criminal más perverso puede redimirse. (...) El tercer
concepto, el de la defensa social, también es ambiguo: generalmente,
los partidarios de la pena como defensa social han sido y son
abolicionistas, pero lo son por razones humanitarias. (...)

La pena de muerte en América

El autor Juan Federico Arriola en su libro “La Pena de Muerte en


México” menciona que en las Trece Colonias se practicaban el
ahorcamiento como castigo a delitos cometidos en contra del Estado,
las personas y sus propiedades. Desde su fundación hasta la adopción
de la Constitución de los Estados Unidos y sus enmiendas, es decir de
1600 a 1790 aproximadamente, fue costumbre ejecutar el castigo
supremo públicamente y con muchos testigos. En 1608, los británicos
introducen la pena de muerte en sus colonias americanas La primera
ejecución de la que se tiene noticia es la del capitán George Kendall,
condenado, ese mismo año, por espiar para los españoles.

El gobernador de Virginia en 1612, dictó la primera ley local en materia


de pena de muerte, para los delitos menores, como robar uvas o matar
gallinas. A partir de ese momento, leyes similares empezaron a
promulgarse en otras colonias y en el año 1632 Jane Campion se
convierte en la primera mujer ejecutada en las colonias. En 1767, el
ensayo de Cesare Beccaria “Sobre crímenes y castigo” provocó un
fuerte impacto en América y teorizó sobre la falta de justificación de la
pena de muerte, dando aliento a los abolicionistas. De 1790 a 1860, el
periodo que abarca de la aprobación de la Constitución y sus enmiendas
hasta el inicio de la guerra civil, la aplicación de la pena de muerte sufrió
serias transformaciones y estableció patrones que permanecen
vigentes en la actualidad:
• La octava enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, dispone
que “no deberá exigirse una fianza excesiva, ni habrán de imponerse
multas exageradas ni aplicarse castigos crueles y desusados”, es
interpretada como la prohibición para aplicar la pena de muerte en sus
métodos de ejecución más crueles.
• Se eliminan las ejecuciones públicas.
• Se establece la distinción entre homicidios intencionales e
imprudenciales, aplicándose la pena de muerte para los primeros.
• Se otorga al jurado la facultad discrecional de recomendar o no la
pena capital.
• Dejan de considerarse merecedoras de la pena de muerte, entre otros
delitos, el robo, la falsificación y el abigeato. Las causales de dicha pena
se reducen sólo al homicidio y la violación. • El Estado de Michigan en
1846, “se convierte en el primer Estado que prohíbe la pena de muerte
para todos los crímenes excepto la traición”. De la Guerra Civil a la
primera década del siglo XX, el movimiento abolicionista de cae y los
partidarios de un método de ejecución más eficiente que el
ahorcamiento.

introducen la silla eléctrica en el Estado de New York en el año de 1888.


A pesar de que en los primeros años del siglo XX los Estados de
Arizona, Kansas, Minnesota, Missouri, North Dakota, Oregon, South
Dakota, Tennessee, y Washington, promulgan leyes abrogando la
aplicación de la pena de muerte, la criminalidad desatada por la Ley
Seca (1916-1932) y la depresión económica (1929-1940) originan que
durante la década de los años treinta y cuarenta se registre el mayor
número de ejecuciones durante este periodo. Sin embargo, ocurren dos
hechos significativos. El primero es que el Estado de Nevada aplica por
primera vez la ejecución por gas letal en 1923, como método de
ejecución menos doloroso que el ahorcamiento y la silla eléctrica. Y el
segundo hecho que acontece es que los condenados a pena de muerte
empiezan a tener acceso a la revisión de sus sentencias por cortes
estatales y federales. Los casos Moore vs. Dempsey (1923) sobre
motines raciales, y Powell vs. Alabama (1932) sobre violación sexual,
permiten el acceso de los tribunales federales a la revisión de los
procedimientos y sentencias de pena de muerte estatales. Durante el
periodo de 1950-1970 resurge el movimiento abolicionista y a través de
manifestaciones públicas por todo el país y enérgicas peticiones por
evitar su aplicación, las legislaturas de Delaware, Iowa, Oregon y West
Virginia, prohíben la pena de muerte mediante referénda y plebiscitos.
En esos años se producen los siguientes hechos relevantes:
• Disminuyen las ejecuciones. De 1968 a 1976 no se aplica la pena de
muerte en ningún estado de la Unión Americana.
• Aumenta el lapso de espera para la aplicación de la pena. Hoy en día
es de aproximadamente 10 años a partir de la fecha de la sentencia.
• Se empieza a debatir la constitucionalidad de la pena de muerte en las
Cortes. En 1972, en el caso Furman vs. Georgia, la Suprema Corte de
Justicia sostiene que la discreción del jurado para recomendar la pena
de muerte se hace en forma arbitraria y caprichosa y que, en
consecuencia, su aplicación da lugar a la recomendación de un castigo
cruel e inhumano. Entre las opiniones de los jueces que votaron a favor
de la abolición de la pena capital, destacan las de William Brennan y
Thurgood Marshall quienes puntualizaron que la “pena de muerte es un
castigo que degrada a la dignidad humana; excesivo; innecesario y
ofensivo a los valores contemporáneos”.

Autores en contra

En términos generales, los contrarios a la pena de muerte argumentan


que la pena máxima refleja la supervivencia en el mundo de la Ley del
Talión. Que no existe justificación ética, moral, jurídica, y política que
pueda sustentarla, esencialmente que es incompatible con los
Derechos humanos.

Castellanos Tena manifiesta que en la práctica la pena de muerte “no


sirve de ejemplo para quienes han delinquido, pues en los lugares
donde existe sigue delinquiéndose, además es bien sabido que muchos
condenados a muerte han presenciado anteriores ejecuciones".
Francisco González de la Vega, se pronuncia también en contra de la
pena de muerte y dice que "México presenta, por desgracia, una
tradición sanguinaria; se mata por motivo político, social, religioso,
pasional, y aun por puro placer de matar; la "ley fuga", la ejecución ilegal
de presuntos delincuentes, es otra manifestación de la bárbara
costumbre; las convulsiones políticas mexicanas se han distinguido por
el exceso en el derramamiento de sangre".

Hasta el siglo XVIII, la potestad de la sociedad de aplicar la pena de


muerte en determinados casos a uno de sus individuos, no se discutía.
En las distintas culturas variaban las formas de ejecución, los delitos
merecedores de la pena capital, la discriminación entre ciudadanos
libres y esclavos en cuanto a su aplicación, los atenuantes o agravantes
contemplados, etc., pero la pena de muerte en sí no se cuestionaba, y
el discurso favorable a su aplicación apenas sufrió alteraciones a lo
largo de los siglos.

La primera referencia documentada contraria a su aplicación se


circunscribe a un suceso puntual. En el año 427 a.c., Diodoto,
argumentando que esta pena no tenía valor disuasorio, convenció a la
Asamblea de Atenas de que revocara su decisión de ejecutar a todos
los varones adultos de la ciudad rebelde de Mitilene. Tucídides relata
este hecho excepcional en la "Historia de las Guerras del Peloponeso".
Por su parte, Jayawardene, en "La pena de muerte en Ceilán", explica
que en el primer siglo después de Cristo, Amandagamani, rey budista
de Landa (Sri Lanka) abolió la pena de muerte durante su reinado, y que
lo mismo hicieron varios de sus sucesores. Al parecer, a principios del
siglo IX de nuestra era, el emperador Saga de Japón también suprimió
la pena de muerte.

Tomás Moro (1478-1535), víctima él mismo de la pena de muerte


(acusado de alta traición por no reconocer la legalidad del divorcio de
Enrique VIII y Catalina de Aragón), en su obra Utopía (Libro Primero) se
manifestó también en contra de la pena de muerte:

"Dios prohíbe matar. ¿Y vamos a matar nosotros porque alguien


ha robado unas monedas? Y no vale decir que dicho mandamiento
del Señor haya que entenderlo en el sentido de que nadie puede
matar, mientras no lo establezca la ley humana. Por ese camino no
hay obstáculos para permitir el estupro, el adulterio y el perjurio.
Dios nos ha negado el derecho de disponer de nuestras vidas y de
la vida de nuestros semejantes. ¿Podrían, por tanto, los hombres,
de mutuo acuerdo, determinar las condiciones que les otorgaran el
derecho a matarse?"

Pero son aisladas excepciones, opiniones minoritarias o iniciativas


puntuales que no perduran. No es hasta mucho más tarde, durante
el siglo XVIII en Europa, cuando se empieza a cuestionar, cada vez de
forma más consistente, la pena de muerte. Ocurre al mismo tiempo que
por un lado se cuestiona el uso de la tortura (usada hasta entonces
como procedimiento judicial para obtener confesiones y como pena
asociada a determinados delitos), y que por otro lado se empiezan a
buscar métodos de ejecución más rápidos y menos dolorosos, como
a guillotina.

Se considera generalmente que el movimiento abolicionista moderno


comenzó con la publicación en Italia, en 1764, de la obra De los delitos
y de las penas, de Cesare Beccaria. En ella aparecía la primera crítica
sustentada y sistemática a la pena de muerte.

Basándose en las ideas de Beccaria, Leopoldo I de Toscana promulgó


en 1786 un código penal que eliminaba totalmente la pena de muerte
(posteriormente restablecida). En 1787 se eliminó también del Código
penal austriaco (para ser igualmente en este caso posteriormente
restablecida).

Los enciclopedistas franceses tuvieron un papel destacado durante el


siglo XVIII. En 1766, Voltaire publicó sus Comentarios a la obra de
Beccaria. Ya anteriormente, en 1764, en el Diccionario Filosófico, se
había referido también a la pena de muerte:

"Leyendo la historia y viendo la serie casi nunca interrumpida de


calamidades que se amontonan en este globo, que algunos llaman
el mejor de los mundos posibles, me chocó sobre todo la gran
cantidad de hombres considerables en el Estado, en la Iglesia y en
la sociedad que hubo sentenciados a muerte como si fueran
ladrones de caminos reales. No me ocupo ahora de asesinatos ni
de envenenamientos; sólo voy a ocuparme de matanzas hechas en
forma jurídica, bajo el amparo de las leyes y ceremoniosamente."

Entre los opositores a la pena de muerte, encontramos también


personajes controvertidos. Por ejemplo Denis Diderot, el cual al mismo
tiempo, en La Enciclopedia, defendía la tortura de los delincuentes
como forma de experimentación científica. O Robespierre, que tras
abogar por la abolición de la pena de muerte en 1791, posteriormente
condenó a muerte a muchísimas personas, antes de ser ejecutado él
mismo. Entre 1793 y 1794, durante el Periodo del Terror, fueron
ejecutadas en Francia, con o sin sentencia judicial, alrededor de 40.000
personas.

Víctor Hugo (1802-1885), gracias a su popularidad como escritor, pudo


desarrollar una importante labor de divulgación de sus ideas sociales,
siempre en defensa de los desfavorecidos. La pena de muerte era una
de sus preocupaciones, y fue un firme defensor de su abolición.

"Y además, ¿están seguros, de que no se sufre? ¿Quién se lo ha


dicho? ¿Se ha sabido de alguna vez que una cabeza cortada se
haya levantado sangrando sobre el cesto, y haya dicho al pueblo:
esto no duele? (...) ¿Se han puesto en el pensamiento, en el lugar
de quién va a sufrir la ejecución, en el momento en que la pesada
cuchilla que cae muerde la carne, rompe los nervios, chafa las
vértebras?"
Víctor Hugo. El último día de un condenado (1829)

"Y creéis que porque una mañana levanten una horca en sólo unos
minutos, porque le pongan la soga al cuello a un hombre, porque
un alma escape de un cuerpo miserable entre los gritos del
condenado, ¡todo se arreglará! ¡Mezquina brevedad de la justicia
humana! (...) Nosotros, hombres de este gran siglo, no queremos
más suplicios. No los queremos para el inocente ni para el
culpable. Lo repito, el crimen se repara con el remordimiento y no
por un hachazo o un nudo corredizo. La sangre se lava con
lágrimas y no con sangre."

Víctor Hugo. Escritos sobre la pena de muerte

Su hijo Carlos Hugo, periodista, siguió sus pasos: en 1851 fue acusado
de "haber faltado el respeto debido a la Ley", por haber escrito un
artículo en el que describía una reciente ejecución dantesca y brutal. La
defensa que en aquella ocasión llevó a cabo su padre ante el tribunal
se hizo famosa:

"Verdaderamente, señores jurados, el hecho que dio pie al


supuesto delito que se imputa al redactor de 'L'Evenement' fue
espantoso. Un hombre, un condenado a muerte, un miserable, se
ve arrastrado una mañana hasta la plaza pública; allí distingue el
cadalso. Se revuelve, forcejea, rehúsa la muerte. (...) Se traba una
lucha espantosa (...) La lucha se prolonga y el horror hace
enmudecer a la multitud (...) Por la tarde, después de contar con el
necesario refuerzo del verdugo, amarraron al criminal de modo que
quedara convertido en una masa inerte (...) Nunca la muerte legal
había parecido tan abominable y tan cínica."

Dostoievski fue condenado a muerte en 1849, bajo el cargo de


conspirar contra el Zar Nicolás I. Estando ya frente al pelotón de
fusilamiento, le fue conmutada la pena por cinco años de trabajos
forzados en Siberia. En su novela "El idiota", el personaje protagonista,
el marqués Myshkin, dice:
"Matar a quien ha cometido un asesinato es un castigo
incomparablemente peor que el asesinato mismo. El asesinato a
consecuencia de una sentencia es infinitamente peor que el
asesinato cometido por un bandido."

Stefan Zweig, en "Momentos estelares de la humanidad", relató la


condena y la anulación de la ejecución de Dostoievski:

"En silencio forman en fila.


Un teniente lee la sentencia:
Muerte por traición. Con pólvora y plomo.
¡Muerte!
(...)
"El zar
con la gracia de su voluntad sagrada
ha anulado la sentencia,
que será conmutada por una pena más leve."

Tolstoy, en 1857, al presenciar por casualidad una ejecución, se sintió


profundamente impresionado. Dentro del contexto de su actitud
pacifista global, se manifestó en distintas ocasiones en contra de la
pena de muerte.

En España, a partir del siglo XIX, distintos escritores se posicionarán en


contra de la pena de muerte. Como Mariano José de Larra:

"Pero nos apartamos demasiado de nuestro objetivo; volvamos a


él; este hábito de la pena de muerte, reglamentada y judicialmente
llevada a cabo en los pueblos modernos con un abuso
inexplicable, supuesto que la sociedad al aplicarla no hace más
que suprimir de su mismo cuerpo uno de sus miembros (...) Leída
y notificada al reo la sentencia, y la última venganza que toma de
él la sociedad entera, en lucha por cierto desigual, el desgraciado
es trasladado a la capilla, en donde la religión se apodera de él
como de una presa ya segura; la justicia divina espera allí a
recibirle de manos de la humana. Horas mortales transcurren allí
para él; gran consuelo debe de ser el creer en un Dios, cuando es
preciso prescindir de lo hombres, o, por mejor decir, cuando ellos
prescinden de uno."
Un reo de muerte (1835). Mariano José de Larra
Concepción Arenal (1820-1893) también tuvo una postura activa en el
debate abolicionista:

"Meditando sobre la pena de muerte, es imposible no preguntar si


no debe haber algún vicio en la teoría de una ley cuya práctica lleva
consigo la creación de un ser que inspira horror y desprecio; de
una criatura degradada, vil, siniestra, cubierta de una ignominia
que no tiene semejante; de un hombre, en fin, que se llama el
verdugo."

El reo, el pueblo, y el verdugo.

Ya en el siglo XX, sin duda el escritor posicionado con más firmeza


contra la pena de muerte es Albert Camús:

"La pena capital es la forma más premeditada de asesinato, con la


que ningún acto criminal se puede comparar, por muy calculado
que éste sea. Para que existiera un equivalente, la pena de muerte
debería castigar a un criminal que hubiera avisado a su víctima de
la fecha en la que le provocaría una muerte horrible y que, desde
ese momento, la hubiera mantenido confinada durante meses a su
merced. Un monstruo así no se encuentra en la vida real."

"Si el crimen pertenece a la naturaleza humana, la ley no pretende


imitar o reproducir tal naturaleza. Está hecha para corregirla."

Arthur Koestler conoció la pena de muerte de cerca: como


corresponsal en la guerra civil española, fue detenido por los franquistas
y condenado a muerte, beneficiándose finalmente de un intercambio de
prisioneros. Se pronunció repetidamente contra la pena capital:

"El patíbulo no es sólo un instrumento de muerte, sino también un


símbolo. El símbolo del terror, de la crueldad y del desprecio por la
vida. Es el denominador común de la ferocidad primitiva, del
fanatismo medieval y del totalitarismo moderno."
A estos escritores hay que añadir, entre otros, a Azorín, Miguel de
Unamuno, Valle-Inclán, José Saramago, Salman Rushdie, Mario
Vargas Llosa, Gabriel García Márquez y Truman Capote.

El impulso mayor se produjo tras la Segunda Guerra Mundial. A medida


que fue creciendo el movimiento en pro de los derechos humanos fue
aumentado también la tendencia a favor de la abolición de la pena
capital. Primero la proclamación de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos por parte de las Naciones Unidas en 1948, y
posteriormente, el Segundo Protocolo Facultativo del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, destinado a abolir la
pena de muerte (1989), junto con distintos documentos regionales,
fueron consolidando el movimiento abolicionista.

Autores a favor

Desde los primeros sistemas penales conocidos, como la Ley del Talión
(recogida en el Código de Hammurabi, Mesopotamia, siglo XVII a.C),
hasta las modernas legislaciones de aquellos países que conservan
vigente la pena de muerte, permanece la ancestral dinámica de la
venganza como respuesta a la ofensa o perjuicio recibidos. La Ley del
Talión, y los sucesivos códigos de leyes que incluyen la pena de
muerte, se apropian, en nombre de la justicia, de la administración de la
venganza.

En el Antiguo Testamento, Dios protege a Caín a pesar de que ha


matado a su hermano Abel. El quinto de los Diez Mandamientos dice
"no matarás". Pero al mismo tiempo, a lo largo del Pentateuco (los
primeros cinco libros de la Biblia), la pena de muerte está a la orden del
día: en distintos episodios se aplica por asesinato, adulterio, hechicería,
paganismo, homosexualidad, zoofilia, blasfemia, violación, rebelión,
apostasía...

A lo largo de los siglos, filósofos y pensadores justificaron su utilización.


Por ejemplo, Platón y Aristóteles en Grecia. Y más tarde, en
Roma, Séneca (acusado de conspirar contra Nerón, el mismo fue
condenado a muerte, obligado a suicidarse como Sócrates
anteriormente en Grecia).

Santo Tomás de Aquino (1225-1274) era también partidario de la pena


capital:
"Otros aseguraron que con este mandamiento el matar a un
hombre quedaba prohibido de manera absoluta. Y afirman que son
homicidas los jueces que, de conformidad con las leyes,
pronuncian sentencia de muerte. (...) pueden lícitamente matar
quienes lo hacen por mandato de Dios, porque entonces es Dios el
que lo hace."

Escritos de catequesis. Santo Tomás de Aquino. >> fragmento


ampliado
Rousseau (1712-1778), en su obra El Contrato Social, exponía:

"Todo malhechor, atacando el derecho social, conviértese en


rebelde y traidor a la patria (...) La conservación del Estado es
entonces incompatible con la suya; es preciso que uno de los dos
perezca."

A partir del siglo XVIII, serán también partidarios de la pena de muerte,


entre otros, los filósofos Montesquieu (1689-1755), Emmanuel
Kant (1724-1804), Hegel (1770-1831) y Jaime Balmes (1810-1848).

Durante el siglo XX, entre los intelectuales, los defensores de la pena


de muerte han sido minoría. Pero también han tenido sus portavoces
mediáticos: Alexandr Soljenitsin, encarcelado durante muchos años
en Siberia a causa de sus críticas al sistema represivo soviético,
defendía también la aplicación de la pena capital, mientras que por otro
lado, en su obra Archipiélago Gulag, denunciaba los millares de
personas que la padecieron durante el estalinismo.

La lucha contra la pena de muerte dista mucho de haber concluido. Al


margen de los países que siguen aplicándola, hay que tener en
cuenta la reclamación de su reimplantación por parte de sectores
de la sociedad en países en los que ha sido abolida. Unas
reclamaciones relacionadas normalmente con un aumento de la
inseguridad ciudadana a causa de la aparición de delincuentes
especialmente violentos, o relacionadas con las actividades terroristas.

"Si la pena de muerte dependiera de la voluntad de la calle, Rusia


la restablecería hoy. Eso quedó claro la semana pasada a raíz de
una resolución del Parlamento ruso, que el viernes solicitó al
presidente Vladimir Putin el restablecimiento de la pena capital."
La sociedad rusa presiona para que restablezca la pena de muerte.
Rafael Poch. La Vanguardia 18-2-02 >> noticia completa
En España, uno de los defensores de la pena capital es el
filósofo Gustavo Bueno:

"Un individuo que mata a navajazos a cinco personas y luego hace


picadillo a su mujer ¿qué puedes hacer con él? ¿Reinsertarle? Sólo
existen dos soluciones: o que se suicide, o bien aplicarle la pena
capital, que es una manera educada y elegante de invitarle a
suicidarse. Es, diríamos, una atención que tiene la sociedad con el
criminal."

El filósofo Gustavo Bueno revisa las falsas certezas de la democracia


occidental. T. García Yebra. El Norte de Castilla, 24-1-2004

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN

Desde los inicios de la historia humana, la pena de muerte ha sido objeto


de un intenso debate. ha recibido críticas y apoyo. esta pena se
caracterizó por su aplicación desde la existencia humana, era la pena
más vil y cruel, aplicada a quienes no cumplían las leyes establecidas
en la sociedad. cada uno tenía un enfoque diferente según las áreas en
las que se usaba la pena de muerte .

el sistema penal y las leyes han cambiado y evolucionado con el tiempo.


la constitución mexicana podría entonces establecer explícitamente que
se aplicaría al poder tomar esto en consideración. aclarando que se
aplicaría únicamente para los casos establecidos en ella, pero después
aparece en méxico la reforma de los derechos humanos en 2008.

la reintroducción de la pena de muerte es una sugerencia de algunos


partidos políticos. con el supuesto de que al establecerse esta sanción,
disminuirá el índice de criminalidad en méxico, debido al miedo y al
impacto que esta sentencia pueda tener en el público, y de esta forma
puedan dejar de delinquir o al menos disminuir el índice. se realizó una
comparación en estados unidos que es un país que aun implementa
esta sanción y en realidad no les ha resultado muy favorable ya que los
ciudadanos siguen cometiendo delitos.

hoy en día no es novedad de qué méxico se está convirtiendo en cada


vez más en un país que está perdiendo un desequilibrio y en el cual no
se tiene un un control estable porque todo vaya dirigido hacia un solo
rumbo , hay muchos delitos por los cuales personas lo cometen porque
saben que no tienen más allá que sólo una sanción tanto grave tanto
como pequeña y que se puede reducir para bien o para mal pero de ahí
en fuera están sabidos que no se hace más que eso.

JUSTIFICACIÓN

Sin duda alguna, la pena de muerte es la sanción más grave y antigua


de la historia, la ejecución de criminales ha sido empleada por casi todas
las sociedades en algún momento de su historia. Seguramente por ello,
es la que ha producido, y sigue haciéndolo en la actualidad, un mayor
debate o discusión. Este carácter conflictivo, es debido, también, a que
dicha sanción, conlleva un modo de ver la sociedad y, en particular al
individuo, en especial el sujeto delincuente. Así, en el debate, se ven
implicadas muchas disciplinas, Ciencias sociales, que van desde la
sociología a la criminología, pasando por la política, la filosofía y el
derecho entre otras.

En esta investigación nos proponemos, por una parte, exponer la


evolución jurídica de la pena de muerte en México, y por otra parte
indicar una serie de ideas sobre las ventajas y desventajas que tiene la
pena de muerte y como podría realizarse en México y si fuese favorable
o no para las personas porque puede que algunas lo vean bien pero
algunas que no les favorece lo vean mal y entonces tienen contrarios es
decir la pena de muerte busca disuadir a los delincuentes de cometer
delitos que tiene la consecuencia la muerte de otros. Tomando en
cuenta el contexto social que existe en el país y tomando de ejemplo
como ha funcionado la pena de muerte en los países que aun sigue
vigente.
MARCO TEÓRICO

Manteniendo la descripción y análisis respeto ala pena de muerte es


más que nada el conocer un poco de lo que conlleva esta situación y
algunos autores nos abordarán puntos de vista respecto a dicha
situación más que nada para tener un panorama más claro de lo que se
está abordando.

1.PENA DE MUERTE .

Pena: Castigo impuesto conforme a la ley por los jueces o tribunales a los
responsables de un delito o falta.
La pena de muerte “una pena corporal que pone fin inmediato a la vida del
delincuente” De acuerdo con Joaquín Escriche (1784-1847).
La pena de muerte es un castigo establecido por el dictamen de un juez
o de un tribunal en función a lo estipulado por la ley de la jurisdicción
que corresponda y que tiene como misión principal castigar con la
muerte a quien haya cometido una falta muy grave, como ser una
violación, un crimen, entre otros.
La pena de muerte, también denominada como ejecución o pena
capital, se clasifica en el grupo de las penas corporales, ya que el
castigo tendrá un efecto directo sobre el cuerpo de quien sea
sancionado, es decir, quien sea condenado por un juez o tribunal con la
pena de muerte por haber cometido una falta grave será castigado
asesinandolo2.

1.2 CONCEPTOS RELACIONADOS A LA PENA DE MUERTE


Justicia: es aquella que permite denominar a la virtud cardinal que
supone la inclinación a otorgar a cada uno aquello que le pertenece o lo
concierne. Puede entenderse a la justicia como lo que debe hacerse de
acuerdo a lo razonable, lo equitativo o lo indicado por el derecho.

Derechos humanos: hace referencia a las libertades, reivindicaciones y


facultades propias de cada individuo por el solo hecho de pertenecer a
la raza humana.
Pena corporal: Imposición de un dolor físico a una persona como
sanción por un delito o infracción.
Ley: dentro del ámbito jurídico puede ser definido como aquellas normas
generales y de carácter obligatorio que han sido dictaminabas por el
poder correspondiente con el objetivo de establecer órganos que
permitan alcanzar determinadas metas o para la regulación de las
conductas humanas.

1.3 Formas de Ejecución consideradas para la pena de muerte


Las formas de ejecutar a los criminales para concretar el castigo de la
pena de muerte se encuentra: el fusilamiento con disparos, la silla
eléctrica, la inyección letal, la horca, la decapitación y la cámara de gas.

En la actualidad las formas de ejecuciones consideradas para la pena


de muerte Según La Amnistía Internacional se encuentran:

Lapidación: Consiste en que un grupo de personas lancen piedras


contra el reo hasta matarlo. Es una muerte lenta lo cual produce un
mayor sufrimiento en el condenado. La ejecución por lapidación suele
llevarse a cabo estando el reo tapado por completo con una tela (para
no ver los efectos), enterrado hasta el cuello o atado de algún modo
mientras una multitud de personas le Traolecras.

La inyección letal Consiste en atar al condenado a una camilla luego se


inyecta a los presos una dosis masiva de tres compuestos químicos:
tiopental sódico (conocido con el nombre comercial de Pentotal), para
inducir una anestesia general; bromuro de pancuronio, que causa la
parálisis de los músculos, incluido el diafragma; y cloruro de potasio,
que produce un paro cardiaco.

Método de ejecución instalado en países como Estados Unidos, China,


Guatemala, Taiwan, o Tailandia. (Torres Romani, 2009).

Ahorcamiento: Se toma el peso del condenado antes de la ejecución;


ese factor determina la forma exacta de la ejecución, para asegurar que
la muerte sea rápida , y se procede a la colocación de la soga. La muerte
puede producirse por la dislocación de una vértebra cervical, por
estrangulamiento o constricción de la tráquea. Este método ha sido
utilizado en Egipto, Irán, Japón, Jordania, Pakistán y Singapur. (Torres
Romani, 2009) Según la práctica actual, a los presos no se les notifica
su ejecución hasta la mañana del día en que va a llevarse a cabo. Si se
lo notificamos a un preso con antelación, su estado emocional puede
verse perturbado. Por ello, no se lo podemos notificar a nadie antes de
que se produzca el ahorcamiento, ni siquiera al preso. Después de la
ejecución, informamos a la familia lo antes posible.

Fusilamiento: El preso es colocado frente a un pelotón de varios


hombres que luego de recibir la señal, le disparan. La muerte se
produce por lesiones a órganos vitales, en el sistema nervioso, o
hemorragias. Este método ha sido en Bielorrusia, China, Somalia,
Taiwán, Uzbekistán y Vietnam.

2. HISTORIA SOBRE LA APLICACIÓN DE LA PENA DE MUERTE EN


EL MUNDO.

La pena de muerte ha estado presente a lo largo de la existencia


humana y diferente a lo que se podría pensar, no es una práctica que
poco a poco se ha ido abriendo paso en la historia, al contrario, se
podría decir que siempre existió y su aplicación ha ido en disminución a
lo largo de los años.

2.1. APLICACIÓN DE LA PENA DE MUERTE EN LOS SIGLOS 18 A.C


AL XV D.C

A pesar que la pena de muerte, de alguna forma, ya se practicaba en


las civilizaciones antiguas (azteca, maya, etc.), Su procedencia se le
adjudica a la ley del talión, reconocida por su frase celebre Ojo por ojo.
diente por diente aparecida en el Éxodo de Antiguo estamento
La ley de Talión es aquella que, históricamente intentó establecer una
justicia exacta, proporcional entre el daño recibido en un crimen y daño
producido en el castigo, con el fin de evitar inequidades en los castigos
la venganza.
Otro aspecto al que se remonta la pena de muerte es el Código de
Hammurabi Babilonia(1760 a. C.), el cual, en términos simples esta
basado en la ley de Talión, pero que de igual forma se recuerda como
un aspecto histórico significativo.
En las culturas del Antiguo Oriente así también como en la judía, griega,
romana, entre otras el derecho de aplicar la pena de muerte casi no se
discute ya que se tenía la convicción de que los crímenes de gravedad,
tales como el incesto, la blasfemia, el bestialismo, la homosexualidad
,homicidio, la violación, el adultero, la Injuria y el robo, la violencia contra
el padre, etc. Desencadenaban la ira divina sobre la sociedad
trabándole desagracias. como por ejemplo las sequías, la plagas o la
derrota en lo militar. A esto también se le puede agregar el hecho que
la sociedad simplemente creía que la persona que cometiera alguno de
los delitos anteriores. Era impura, no era digna de vivir con la falta que
había cometido contra las leyes de lo divino.

2.2. APLICACIÓN DE LA PENA DE MUERTE EN LOS SIGLOS XVI AL


XVII
Durante estos siglos fue el tiempo en el cual la pena de muerte se
practicó cada vez con más frecuencia y menos reparos por razones por
parte del parte del Estado. Asimismo, su aplicación se daba hasta en
los delitos más simples, como por ejemplo el hurto de un libro, además
su práctica era muy desigual, dependía mucho de quien era el acusado,
porque si era una persona bien posicionada y con prestigio, rara vez se
le hacía merecedor de esta pena, en cambio si eran pobres o enemigos
del Estado rápidamente se les aplicaba la pena.
Las ejecuciones siguieron dándose públicamente para que el castigo a
los crímenes se quedara en la mente de la población en forma de
advertencia.
Un factor importante para que se popularizara la pena de muerte fue lo
expuesto por el reconocido teólogo y filósofo católico Santo Tomás de
Aquino.Santo Tomás justificó la pena de muerte como castigo aplicado
por la autoridad civil para ciertas acciones que atentan contra el
bienestar social. Para Aquino, la justicia humana imita la actitud de
Dios cuando apartaba de la vida a los pecadores para librar a los
buenos.

Santo Tomás escribe:


«Si quienes falsifican moneda, u otro tipo de malhechores, justamente
son entregados sin más a la muerte por los príncipes seculares, con
mayor razón los herejes convictos de herejía podrían no
solamente ser excomulgados, sino también entregados con toda justicia
a la pena de muerte. »
Mas por parte de la Iglesia está la misericordia a favor de la conversión
de los que yerran, y por eso no se les condena sin más, sino después
de una primera y segunda amonestación, como enseña el Apóstol.
Pero, después de esto, si sique todavía pertinaz, la Iglesia, sin
esperanza ya de su conversión, mira por la salvación de los demás y
los separa de sí por sentencia de excomunión. Y aún va más allá,
relajándolos al juicio secular para su exterminio del mundo con la
muerte. A este propósito afirma San Jerónimo y se lee en el Decreto:
"Hay que remondar las carnes podridas, y a la oveja sarnosa hay que
separarla del aprisco" [Summa Theologica, II-11, q. 11, a. 3.1.]
Como se puede ver, Santo Tomás defiende que, si la pena de
excomunión no es suficiente paraque los herejes se corrijan, deben ser
entregados al poder secular. No precisa hasta dónde puede llegar el
castigo que a éste se le imponga, pero podríamos interpretar que no
excluiría la pena capital.

2.3. APLICACIÓN DE LA PENA DE MUERTE EN LOS SIGLOS XVII A


LA ACTUALIDAD.

En el siglo XVIII es cuando la humanidad empieza a plantearse si la


pena de muerte cumple una utilidad dentro de la sociedad y aunque
surgieron fervientes defensores de la pena, también surgieron
fervientes opositores, por lo que poco a poco la práctica de esta pena
fue debilitándose.
Alguno de los defensores de la pena de muerte fue, Balmes, Alfonso de
Castro, Lombroso y Rousseau. Este último expresaba en su tratado
Contrato Social "Todo malhechor, atacando el derecho social, se
convierte en rebelde y traidor a la patria (...) La conservación del Estado
es entonces incompatible con la suya; es preciso que uno de los dos
perezca" (Rousseau,1762).

Entre los partidarios de la abolición de la pena de muerte encontramos


a Voltaire, Unamuno y Pellegrino Rossi entre otros. Éste último distingue
entre el presente y futuro, afirmando que la pena de muerte cumplía una
función positiva en una época determinada, teniendo que ser abolida
cuando dejase de cumplir dicha función. Pero el más destacado fue
Cesare de Beccaria, que en su obra De los Delitos y las Penas profesa
la inutilidad de la pena capital, y por tanto, al ser inútil, aboga por su
desaparición. La abolición de la pena de muerte tomó gran impulso con
los filósofos de la Ilustración. Durante el siglo XVIII se limitaron
notablemente los delitos castigados con la pena de muerte, y en el
ámbito de la ciencia jurídica encontraron acomodo las nuevas ideas
humanitarias y las teorías que denunciaban la existencia de una
contradicción lógica en el hecho de que el hombre estuviera a favor del
bien público, pero que para esto, sacrificara el bien, la vida, de otra
persona. Las ideas de Montesquieu, Voltaire y juristas como Hommels
y Sonnenfels fueron acogidas en las legislaciones de numerosos países
europeos y, sobre todo, americanos, en los cuales la pena de muerte
quedó limitada a supuestos muy excepcionales. Especialmente
influyente resultó la producción del jurisconsulto italiano Cesar de
Beccaria, cuya obra "De los Delitos y las Penas" escrita en 1764,
constituye el principal referente del Derecho penal moderno.
Este libro, publicado por primera vez en 1764 en Livorno, supuso el
primer ataque abierto a la teoría de Santo Tomás de Aquino. En su
famoso capítulo XVI, Becaria intenta demostrar la rracionalidad e
injusticia inherente a la pena capital.

2.4. PAÍSES QUE HAN IMPLEMENTADO Y ABOLIDO LA PENA DE


MUERTE.

A finales de la década de los noventa, la pena de muerte habla


desaparecido en mas de la mitad de los estados del mundo, ya sea por
haber sido suprimida en las legislaciones o por no ser aplicada aun
estando en vigor. En concreto, y según citas apoyadas por Amnistía
internacional.

Alemania
Australia
Austria
Belgica
Canada
Chiple
Colombia
Costa Rica
Croacia
Dinamarca
Ecuador

2.5. TIPOS DE EJECUCIÓN DE LA PENA DE MUERTE EN LA


HISTORIA.
A lo largo de la historia se han conocido diferentes formas, algunas muy
peculiares, de ejecutar a las personas merecedoras de la pena de
muerte. Alguna de las cuales son las siguientes.

Desangrado: La técnica de desangrado en la antigüedad se llevaba a


cabo mediante incisiones en partes del cuerpo por orden creciente de
profundidad. La víctima acaba desangrándose o ahogándose en su
propia sangre

Empalamiento

Método de tortura y ejecución donde la víctima es atravesada por una


estaca. La penetración puede realizarse por un costado, por el recto o
por la boca.
La estaca se solía clavar en el suelo dejando a la víctima
colgada para que muriera.

Lapidación

Es un medio de ejecución muy antiguo, consistente en que los


asistentes lancen piedras contra el reo, hasta

Justificación de la pena 3

3.1Teorías absolutas

Partiendo de un concepto determinado de ‘pena’, se puede pasar a estudiar


las respuestas que se han dado a la pregunta que se planteaba en la
introducción. En general, y dejando de lado las propuestas abolicionistas (que
no pretenden justificar al sistema penal, sino hacerlo desaparecer por
ilegítimo), se puede seguir la máxima de Grocio (1625: 67) en la que se
resumen las dos grandes formas de abordar este problema: “Nemo prudens
punitur quia peccatum est sed ne peccetur”11. Aunque su planteamiento no
fue meramente expositivo con relación a estas dos posibilidades, al menos sí
que parceló la discusión de un modo que ha sido seguido hasta la actualidad,
y que hace descansar la justificación de la pena en una perspectiva de
pasado (mirando al delito cometido y desvinculándose de fines distintos a su
propia represión) o en una perspectiva de futuro (de consecución de
beneficios, individuales o grupales) (Zaibert, 2015: 147).
ominadas teorías absolutas de la pena, que encuentran la bondad de esta
institución en sí misma y no en sus consecuencias (y, en esa medida, se
separan de las teorías relativas, que destacan la capacidad de la pena para
alcanzar determinadas finalidades en una cantidad suficiente). Su idea de
base es bastante sencilla: para los autores que defienden esta postura
imponer un mal a quien ha realizado otro mal con anterioridad es algo justo,
siendo esto suficiente para soportar la estructura penal (aunque de la
amenaza e imposición de la pena no se obtengan otros fines adicionales).
Aunque se pueden encontrar otras teorías absolutas, las principales son las
teorías de la retribución o del merecimiento12, que, aunque no son un cuerpo
unitario, sí que destacan lo correcto de imponer una pena de una determinada
cuantía al sujeto que cometió un delito (“Responde a la arraigada convicción
de que el mal no debe quedar sin castigo y el culpable debe encontrar en él
su merecido” [Mir Puig, 2016: 84]). Siguiendo a Mir Puig, las teorías
retributivas pueden tener una triple fundamentación: religiosa, ética y jurídica
(2016: 84). Dejando de lado la primera, que no parece ser relevante a efectos
jurídicos, los máximos exponentes de cada una de las otras dos
fundamentaciones fueron dos filósofos alemanes: Kant y Hegel,
respectivamente.

Para Kant, que parte del tradicional presupuesto contractualista


predominante en el s. XVIII (1797: 141-147), “la pena judicial (poena forensis)
[…] no puede nunca servir simplemente como medio para fomentar otro bien,
sea para el delincuente mismo sea para la sociedad civil, sino que ha de
imponérsele sólo porque ha delinquido; porque el hombre nunca puede ser
manejado como medio para los propósitos de otro ni confundido entre los
objetos del derecho real [de los derechos reales]” (1797: 166).

La pena, así entendida, es un imperativo categórico, y, por tanto, sólo puede


mirar al pasado y castigar en el momento presente siguiendo criterios de
justicia (“porque si perece la justicia, carece ya de valor que vivan los
hombres sobra la tierra” [1797: 167]), haciendo que el delito (como
manifestación de la injusticia) recaiga sobre la persona que merece reproche
(el delincuente) y no sobre el resto de la sociedad (sobre el que recaería la
conducta injusta si no reclamase un castigo a la misma [1797: 169]).

Esta exigencia de punición (esta obligatoriedad de la misma), que llega hasta


el final de la existencia de la propia sociedad en la que convive el
delincuente13, tiene ante todo una característica particular: el principio de
igualdad entre delito y pena, lo que se ha venido a denominar, siguiendo su
formulación tradicional, como lex talionis. Para Kant este es el único criterio
de determinación de la pena que puede asegurar una resolución justa del
conflicto (1797: 167).

El segundo autor referente en relación con las teorías retributivas es Hegel.


Para él la pena es una segunda coerción (justificada) que realiza la
superación de una previa14, en tanto que esta primera supone una
exteriorización de la voluntad particular injusta del delincuente que pretende
imponerse a la voluntad general recogida en la norma infringida (1821: §99).
La pena es así afirmación del Derecho (“negación de la negación” [1821:
§104]) a costa del infractor (1821: §100), sin atender a consecuencias más
allá del propio castigo15. Se trataría “de la restauración del orden jurídico
(voluntad general) conmovido por el delito: la conmoción producida por la
voluntad especial del delincuente persiste en el mundo mientras no se
suprima o cancele con la imposición de la pena y es el verdadero perjuicio
que el Derecho Penal tiene que suprimir, porque, si esa cancelación no se
diera, sería el delito y no el Derecho lo que continuaría manifestándose como
efectivamente vigente hacia el futuro” (Peñaranda Ramos, 2015: 164).

De ahí que la retribución hegeliana sea una retribución de fundamentación


jurídica. Sin embargo, Hegel se separa de Kant a la hora de cuantificar la
pena justa, ya que, aunque sigue hablando de igualdad entre delito y pena,
no se refiere a “la igualdad en la naturaleza específica de la vulneración, sino
en la naturaleza de la vulneración en sí misma atendiendo a su valor” (1821:
§101). Esto parece acercar su postura a una defensa de la proporcionalidad
(Klug, 1968: 38; Roxin, 2006; 72), es decir, de la comparación de valor (y no
de cuantía exacta) entre delito y pena. Y, aunque pueda ser vista como una
teoría en exceso abstracta, lo cierto es que el pensamiento retributivo goza
de un amplio apoyo social. Además, esta teoría tiene potencialidad para
limitar en términos deontológicos el castigo estatal19, ya que reduce la pena
justificada a aquella que se impone sobre el sujeto culpable y en una cuantía
proporcional a la del injusto delictivo (objetivo y subjetivo), rompiendo de
manera radical con cualquier cálculo consecuencialista ajeno a esta lógica.

En todo caso, la gran mayoría de la doctrina considera estas ventajas como


insuficientes si se comparan con los problemas a los que se enfrenta una
visión absoluta de una institución social como la pena. Resumidamente, la
explicación retributiva de la misma esconde tras de sí un acto de “alquimia
moral” en el que una acumulación de males (el del delito y el de la pena)
acaban transformados en algo bueno (y sin referenciarse a beneficios futuros,
explicar esta cuestión parece más que complejo). Además, estas teorías
arrastran todos los problemas que han surgido en torno a la idea de libre
albedrío, y cargan con un tono moralizante (más o menos neutro, según los
casos) que las hacen incompatibles con un ordenamiento penal depurado de
estas cuestiones.

3.2. Teorías relativas


Frente a las teorías absolutas (y frente a sus problemas) surgen las
denominadas teorías relativas, que justifican la pena por su orientación hacia
fines ajenos a ella misma y, especialmente, por su capacidad para prevenir
delitos futuros.

Esta es la manera de romper con la “alquimia moral” retributiva, ya que la


consecución de fines positivos de mayor valor es lo que hace soportable la
amenaza de un mal y su imposición a un sujeto concreto. A partir de ahí, las
teorías preventivas gozan de una riqueza inmensa que puede categorizarse
siguiendo dos binomios distintos: por un lado, el binomio prevención
general/prevención especial; por el otro, el binomio prevención
negativa/prevención positiva. Mientras que en el primero lo que se encuentra
en juego es la pretensión de prevención de delitos que se asigna a la pena
(una que se dirige a todos los miembros de la sociedad -prevención general-
o una que se dirige al sujeto efectivamente condenado para que no reincida
-prevención especial-), en el segundo lo que se discute son los medios para
alcanzar dicha prevención (represivos -prevención negativa- o “benignos” -
prevención positiva-).

3.2.1. Prevención general


Quizás las primeras teorías estructuradas de la prevención23 fueron aquellas
que pueden ser consideradas como teorías de la prevención general negativa
(disuasión), ideadas por dos autores contemporáneos entre sí: Feuerbach y
Bentham24. Para el autor alemán, ante la imposibilidad real de que el Estado
garantice la coexistencia de los ciudadanos simplemente recurriendo a
intervenciones físicas (Feuerbach, 1847: 37), este debe optar por neutralizar
la “sensualidad de la transgresión de la norma” (1799: 43) con la amenaza de
un mal de imposición posterior a la misma (1799: 45-47; 1847: 38). La pena,
entonces, operaría frente a la generalidad de las personas a modo de
coacción psicológica disuadiendo de la comisión de delitos.
Esta operación se articularía en dos fases: en primer lugar, mediante la
conminación legal y, en segundo lugar, mediante la ejecución de la pena
correspondiente (1799: 49-52). El primer paso sería el conducente a la
intimidación general, mientras que el segundo devendría necesario para
mantener la eficacia (la credibilidad) de la amenaza contenida en la ley (1847:
38-39). Por su parte, Bentham, en unos términos profundamente
utilitaristas25, basa la capacidad protectora de bienes jurídicos del Derecho
penal en un recurso cotidiano en el día a día: el miedo a un posible castigo
en caso de comisión de un delito, generando en los sujetos razones
instrumentales para cumplir con las normas penales (que se cifran
fundamentalmente en la evitación de la sanción). Este miedo dependería así
de la severidad de la pena, pero también del grado de certeza que exista en
la detección y enjuiciamiento del delito, y de la celeridad con que se imponga
la pena tras dicha comisión. Además, y como “mecanismo psicológico”, el
temor no se basa en estas tres magnitudes contabilizadas de forma objetiva,
sino que la disuasión es mayor o menor en función de la percepción subjetiva
(individual o grupal) de la severidad, certeza y celeridad de la sanción. Y aún
más allá, la disuasión dependería de la desutilidad subjetiva que para cada
sujeto se derive de su percepción de esas magnitudes (Bentham, 1830: 61-
75). Y aunque ambas teorías son muy similares, es importante destacar que
mientras que para Feuerbach lo central de la pena es el momento de la
amenaza y su funcionamiento como mecanismo psicológico primitivo, para
Bentham lo importante es la imposición del dolor y su funcionamiento como
mecanismo prudencial (económico en un sentido amplio) (Peñaranda
Ramos, 2015: 267-268: Mir Puig, 2016: 88). Sin embargo, especialmente
desde mediados del s. XX se produjo una reacción fuerte frente a visiones
preventivogenerales como la de Bentham o Feuerbach, que fueron acusadas
de justificar un verdadero “terror penal” (Roxin, 2006: 83; Peñaranda Ramos,
2015: 217).

La consecuencia fue la de afirmar que la prevención general podía


alcanzarse por métodos más sutiles, no reprimiendo a los potenciales
delincuentes sino afirmando positivamente el propio Derecho frente a la
totalidad de la sociedad (Mir Puig, 2016: 89). Esta “nueva” visión fue
denominada como prevención general positiva y rápidamente se disgregó en
teorías tan diversas que son imposibles de esquematizar aquí. Quizás por
ser la teoría de la prevención general positiva más estudiada, merece
mencionarse la visión, también muy cambiante durante los últimos años, de
Jakobs.
Para este autor, que no plantea algo muy distinto a lo que avanzara Carrara
a finales del s. XIX, la pena operaría como sistema que reafirma la confianza
de la sociedad en las normas vigentes frente a la desautorización de las
mismas contenida en su infracción. A partir de ahí, Jakobs ha ido depurando
su teoría de determinados elementos para quedarse en una visión
tremendamente abstracta (tanto que él ya se considera como un defensor de
una teoría absoluta) y simbólica: partiendo de la idea de reparación del daño
causado por el delito desde la perspectiva general (que contiene un mensaje
de desautorización de la norma), la pena supone la respuesta inversa en el
mismo plano comunicacional (2005: 342).

Para que los contactos sociales sigan existiendo es necesario mantener de


manera contrafáctica (es decir, a pesar de su negación fáctica, a pesar del
delito), al menos parcialmente, las expectativas generales de
comportamiento (Jakobs, 2005: 345- 347), y eso se consigue a través de la
pena (que aporta un “apoyo cognitivo de la expectativa de la norma” [Jakobs,
2005: 347]). En resumen: “el autor ha determinado y ejecutado su conducta
sin consideración de la vigencia del Derecho.

En la medida en que ello implique la afirmación de que la norma no le vincula,


se le contradice a través de la pena (ese es el significado de la pena)”
(Jakobs, 2006: 142). 3.2.2. Prevención especial Frente a la prevención
general, la prevención especial elabora la justificación de la pena con base
en el esfuerzo que realiza ante el sujeto que ya ha delinquido:
resumidamente, “la pena busca […] evitar que quien la sufre vuelva a
delinquir” (Mir Puig, 2016: 91).

Esta idea de prevención “modesta”, en el sentido de dirigida a una pequeña


parte de la población que carga con el prejuicio de la peligrosidad criminal,
parte de las ideas de la alemana Escuela sociológica del Derecho penal y,
muy especialmente, de su líder, Franz Von Liszt (Roxin, 2006: 74-75;
Peñaranda Ramos, 2015: 281; Mir Puig, 2016: 91; Kindhäuser, 2017: 3)32.
Este autor defiende, dentro de su concepto de “pena-fin” (1883: 31) y
basándose en los efectos reales que la coacción penal tiene frente al
delincuente, que esta institución estatal disminuye las probabilidades de
reincidencia a través de tres mecanismos: “corrección, intimidación e
inocuización” (1883: 34). Cada uno de ellos alcanzaría la prevención especial
con relación a un concreto tipo de delincuente: el primero, frente a
delincuentes necesitados y capaces de corrección; el segundo, frente a
delincuentes no necesitados de corrección; y, el tercero, frente a delincuentes
incapaces de corrección (1883: 36). Y, siguiendo la clasificación tradicional,
la corrección (resocialización, rehabilitación) sería la manifestación de la
prevención especial positiva, mientras que la intimidación y la inocuización
serían la muestra de la prevención especial negativa.

Tanto las teorías de la prevención especial como las de la prevención general


poseen la evidente bondad de superar la “irracionalidad” que se esconde tras
los planteamientos retributivos, ya que defienden la imposición de un mal
para la consecución de un bien de mayor entidad. Sin embargo,
correlativamente y junto con los problemas específicos que pueden tener
cada una de estas visiones particulares, las teorías relativas encuentran
siempre enfrente tanto la crítica de origen kantiano sobre el olvido de la
naturaleza del ser humano como fin en sí mismo (Kant, 1797: 166-167), como
la crítica de origen garantista sobre su potencialidad expansiva (y, en esa
medida, su tendencia a tensionar u olvidar principios fundamentales del
Derecho penal como el de culpabilidad o proporcionalidad en aras de una
mejor o mayor prevención).

3.3. Teorías eclécticas


Ante las insuficiencias que muestran y los problemas de los que adolecen
las distintas justificaciones de la pena, la práctica totalidad de la doctrina
moderna encuentra un acuerdo fuerte en torno al eclecticismo en esta
materia34. Y dentro de esto, lo más habitual es afirmar la justificación
preventiva de la pena (con más o menos acento en una teoría específica)
pero aceptar simultáneamente la idea de merecimiento como una central
para esta institución, evitando lo más absoluto de las teorías absolutas (su no
referencia a fines) y lo más preventivo de las teorías preventivas (su potencial
no garantista).

Lo normal entonces es que la retribución juegue un papel negativo35, como


límite, frente a la finalidad de reducción de delitos, de tal modo que la pena
pretenda este objetivo pero sin desatender ideas como las de
proporcionalidad y culpabilidad. Esto se ha conseguido de muy distintos
modos, aunque quizás pueden diferenciarse dos grandes formas de limitar la
prevención mediante el merecimiento: en la Europa continental lo tradicional
ha sido hablar de prevención con límite en la culpabilidad36, mientras que en
los países anglo norteamericanos se ha impuesto la idea de utilizar el
merecimiento como criterio de distribución del castigo.
Por otro lado, teorías un tanto más heterodoxas, como, por ejemplo, las
teorías expresivas de la pena, han desembocado también en una solución de
prevención con límites, ya que el presupuesto básico de cualquiera de ellas
es la consideración moral del sujeto delincuente, al que se le manifiesta
desaprobación por su acto pero al que se le sigue tratando de acuerdo a su
dignidad38. En los últimos años también se observan intentos, cada vez más
numerosos, de construir una teoría mixta desde la propia retribución, que ya
no jugaría un papel limitador sino uno central, pero que no obviaría la
consecución de resultados valorados como positivos.

El autor que lidera en la actualidad esta alternativa es Robinson, que, a


través de su concepto de “merecimiento empírico” (es decir, merecimiento
según las percepciones sociales de justicia), pretende explicar cómo una
pena retributiva alcanza finalidades de prevención de delitos,
fundamentalmente mediante el incremento de su capacidad para guiar el
cumplimiento normativo de los sujetos (2008: 176-189; 2012: 44; 2013: 152-
163).

En un sentido muy similar, autores como Walter (2016: 10-14) o Andrissek


(2017: 63-149) comienzan a hablar en Europa de “retribución como finalidad
de la pena”. Y aunque la visión de todos estos autores parte de un
compromiso más o menos fuerte con una aproximación empírica a la teoría
de la pena, lo cierto es que esta confluencia entre retribución y consecuencias
también se ha elaborado por autores que toman una perspectiva más
abstracta, como sucede en el caso de Pawlik, para el cual la pena viene a
restablecer el reparto legítimo de libertades entre ciudadanos vulnerado por
el delito, consiguiendo así el mantenimiento del orden social (2012: 109-110),
y en el de Mañalich, que habla expresamente de “retribución
consecuencialista” y destaca la capacidad de la pena merecida para
mantener a futuro la autoridad del Derecho (2015: 11-15). Y, junto con esta
posibilidad de construir una teoría mixta de la pena desde la prevención o
desde la retribución, se sigue manteniendo en pie con apoyos muy
numerosos la teoría de la unión de Roxin, que no pasa por fusionar distintas
justificaciones de la pena en una explicación única, sino que otorga un peso
especial en cada momento de la pena a una teoría distinta (por lo que más
que una teoría unitaria es una teoría parcelada o híbrida): muy
resumidamente, en el momento de la amenaza de la pena lo relevante son
sus efectos de prevención general; en el momento de la imposición de la
misma hay que atender a criterios retributivos o de merecimiento; y durante
su ejecución, lo más importante es la prevención especial positiva (2006: 85-
95).

4.Teorías a favor de la legalización y aplicación de la pena de muerte


(Teorías Justificacionístas)
Son las teorías que sostienen que el Derecho Penal y la pena de muerte
necesariamente deben de existir.

4.1 Teorías Absolutas o Retribucionistas


Son las teorías que consideran a la pena como un "fin" en sí mismo, es decir,
como
"castigo, compensación, reacción, reparación o retribución" del delito. Son
teorías que miran el pasado y se fundamentan en que es justo "devolver mal
por mal". Sus orígenes se encuentran en un mundo arcaico y primitivo donde
reina la "venganza de sangre". Dichas teorías giran en torno a 3 ideas
elementales de corte religioso: la de la
"venganza", la de "expiación" y la de "reequilibrio" entre pena y delito.
En otras palabras, estas teorías sostienen el "ojo por ojo" o "mal por mal" (la
ley de talión) lo cual se traduce en "el que mata tiene que morir", o "al que
viola se le debe amputar sus genitales". Sin embargo los que aprueban estas
teorías basan sus opiniones en argumentos arcaicos, retrógrados e
insostenibles.

4.2 Teorías Relativas o Utilitarístas

Son aquellas teorías que miran al futuro y que consideran que la pena tiene
como principal objetivo y finalidad la prevención de futuros delitos y no el
castigo burdo e insostenible como proponen los absolutistas. Se dividen en
dos grupos: teorías de prevención especial y teorías de prevención general.
Las teorías de prevención especial son las que hacen referencia a un fin
preventivo de la persona delincuente, es decir, la teoria hace que nos
preguntemos ¿como hacemos para que una persona que ha cometido un
delito, no vuelva a cometer otro delito en el futuro?.

5. Tratados y acuerdos universale sobre la abolición de la pena de


muerte.

• El Segundo Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos


Civiles y Políticos (PIDCP)
Fue adoptado por la Asamblea General de la Naciones Unidas en 1989, y es
un tratado de ámbito mundial que establece la abolición total de la pena de
muerte. Sin embargo, también permite a los Estados Partes mantener esta
pena en tiempo de guerra si se hace una reserva justo en el momento de
ratificar el Protocolo o adherirse a él. Todo Estado que sea Parte en el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y
Políticos puede convertirse también en Estado Parte de este Protocolo.
Algunos de los paises que han firmado este protocolo son: Bulgaria,
Colombia, Costa Rica, Croacia, Dinamarca, Ecuador, Uruguay, Venezuela,
entre otros.

• El Protocolo de la Convención Americana sobre Derechos Humanos


Este protocolo es relativo a la abolición de la pena de muerte y fue adoptado
por la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos en
1990. Establece la abolición completa de la pena de muerte. Pero así como
el protocolo anterior, permite a los Estados mantener dicha pena en tiempo
de guerra si se hace una reserva para tal efecto al momento de ratificar el
Protocolo o adherirse a él. Todo Estado Parte en la Convención Americana
sobre Derechos Humanos puede convertirse también e Estado Parte de este
Protocolo.

Dentro de los países que han firmado este protocolo se encuentran: Brasil,
Costa Rica, Ecuador, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Uruguay y Venezuela.

• El Protocolo número 6 del Convenio Europeo para la Protección de


los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales, referente a la
abolicion de la pena de muerte.

Pero así como el protocolo anterior, permite a los Estados mantener dicha
pena en tiempo de guerra si se hace una reserva para tal efecto al momento
de ratificar el Protocolo o adherirse a él. Todo Estado Parte en la Convención
Americana sobre Derechos Humanos puede convertirse también en Estado
Parte de este Protocolo.

Dentro de los países que han firmado este protocolo se encuentran: Brasil,
Costa Rica, Ecuador, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Uruguay y Venezuela.

• El Protocolo número 6 del Convenio Europeo para la Protección de los


Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales, referente a la abolición
de la pena de muerte.
Fue adoptado por el Consejo de Europa en 1982. Este protocolo establece la
abolición de la pena de muerte en tiempo de paz. Sin embargo, los Estados
Partes pueden mantenerla a causa de actos cometidos en tiempo de guerra
así como también de peligro inminente de guerra. Todo Estado Parte en el
Convenio Europeo de Derechos Humanos puede convertirse también en
Estado Parte de este Protocolo.
Algunos países que se han unido a este protocolo y lo han ratificado son:
Albania, Alemania, Austria, Bulgaria, Bélgica, Croacia, España, Francia,
Grecia, Italia, Portugal, entre otros.

El Protocolo número 13 del Convenio Europeo de Derechos Humanos.


Fue adoptado por el Consejo de Europa en 2002. Y establece la abolición de
la pena de muerte en cualquier circunstancia, incluyendo cualquier acto
cometido en tiempos de guerra o de peligro inminente de guerra. Todo Estado
Parte en el Convenio Europeo de Derechos Humanos puede convertirse
también en Estado Parte de este Protocolo.
Algunos países que han ratificado este protocolo son: Alemania, Andorra,
Austria, Bélgica, Bulgaria, Chipre, Dinamarca, Eslovaquia, Finlandia,
Hungría, Islandia, Noruega, Portugal, Países Bajos, Reino Unido, Suecia,
Suiza, entre otros.

6. Contexto internacional sobre la pena de muerte


Asia
Mongolia hizo efectiva la abolición de la Pena de muerte en marzo de 2012.
uniéndose así a los demás Estados abolicionistas de la región: Nepal, Timor
Leste, Filipinas y Camboya. Varios Estados mantienen moratorias de hecho
desde hace varios años (las Maldivas desde 1952, Sri Lanka desde 1976,
Birmania desde 1980, Laos desde 1989, Corea del Sur desde 1997, India
desde 2004). Paquistán sigue manteniendo a moratoria en vigor desde 2009.

En 2011, ocho Estados han llevado a cabo ejecuciones: Afganistán,


Bangladesh, China, Corea del Norte, Malasia, Singapur, Taiwán y Vietnam, si
bien son dieciocho los Estados que han pronunciado sentencias de muerte.
Ante la ausencia de datos oficiales. las estimaciones dan cuenta de varios
miles de ejecuciones por año en China. Japón terminó con una moratoria de
hecho que mantenía desde hacía año y medio, con el ahorcamiento de tres
condenados el 29 de marzo de 2012. El país llevó a cabo nuevas ejecuciones
en agosto de 2012.
América y el Caribe

El continente americano es mayormente abolicionista. En 2011 y hasta la


fecha, Estados Unidos ha sido el único país del continente que ha aplicado
la pena de muerte. Sin embargo, se pueden observar resultados positivos,
como la abolición de la pena de muerte en Illinois y Connecticut y el
establecimiento de una moratoria en
Oregon.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos se opone a la pena de
muerte y se pronuncia frecuentemente contra las ejecuciones en los Estados
Unidos.
En el resto del continente, Belice, Cuba, Jamaica, Guatemala, Guyana,
Suriname, Trinidad y Tobago y la mayoría de las islas anglófonas del Caribe
no han abolido la pena de muerte. Los países del Commonwealth mantienen
sin embargo una moratoria de hecho, siguiendo la jurisprudencia "Pratt y
Morgan" del Consejo Privado de la Corona, según la cual la aplicación de la
pena de muerte después de cinco años de la condena constituye un
tratamiento cruel e inhumano.

África

17 de 48 Estados han abolido la pena capital en el Derecho y se ha observado


una tendencia positiva en los últimos años. En 2009, Togo y Burundi han
pasado a las filas de los Estados abolicionistas. Benín abolió la pena de
muerte en junio de 2012 y la República Democrática del Congo se ha
declarado favorable a una "moratoria irreversible" y una "abolición progresiva
en marzo de 2012. En oposición a esta tendencia positiva, Botswana y
Gambia llevaron a cabo ejecuciones en 2012.

Europa
Bielorrusia es el único Estado del continente que sigue sin abolir la pena
capital.
Cuatro personas fueron ejecutadas desde 2011, dos en marzo de 2012. Rusia
instauró una moratoria sobre las ejecuciones en 1996.
En Europa, los protocolos 6 y 13 del Convenio Europeo para la Protección de
los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales también prohiben
la pena de muerte en tiempos de paz y de guerra.
A pesar de la abolición de la pena de muerte en numerosos países, al menos
23 siguieron aplicando la pena capital en 2010, de los 58 en los que todavía
es legal. Los informes más recientes destacan que 25 países ejecutaron a
personas encarceladas en 2008 y 19 en 2009.
La cifra de países abolicionistas ascendió el pasado año a 96, en una
tendencia al alza desde 1991. Entonces, solo 48 paises habian abolido por
ley este castigo.
De los países que siguen aplicando la pena de muerte, los que más hacen
uso de este.

6.1 Países que han incluido en sus códigos penales la aplicación de la


Pena de Muerte
Países donde aún es legal la pena de muerte:
Afganistán, Antigua y Barbuda, Arabia Saudí, Autoridad Palestina, Bahamas,
Bahréin, Bangladesh, Barbados, Belice, Bielorrusia, Botsuana, Comoras,
Corea del Norte, Cuba, Chad, China, Dominica, Egipto, Emiratos Arabes
Unidos, Estados Unidos de América, Etiopía, Guatemala, Guinea, Guinea
Ecuatorial, Guyana, India, Indonesia, Irak, Irán, Jamaica, Japón, Jordania,
Kuwait, Lesoto, Líbano, Libia, Malasia, Mongolia, Nigeria, Omán, Pakistán,
Qatar, República Democrática del Congo, San Cristóbal y Nieves, San
Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Sierra Leona, Singapur, Siria,
Somalia, Sudán, Tailandia, Taiwán, Trinidad y Tobago, Uganda, Vietnam,
Yemen, Zimbabue.
Estos son los países donde aún es implementada la ley sobre la pena de
muerte, sin embargo no en todos es una medida tan viable, en la mayor parte
de países del caribe donde esta legislación no se aplica mucho, sin embargo
en países como China, Irán, Arabia Saudi y otros países asiáticos son los
más conocidos por la aplicación de esta, muchas veces miles de veces en
mismo año.

7.MARCO SOCIAL
En este capitulo, se tratara sobre la recepcion y aceptacion que el pueblo
norteamericano tiene sobre la aplicación de la pena de muerte. Para ser
concisos, se utilizaran encuestas que han sido relativamente recientes, o por
lo menos las últimas realizadas, para tener una buena fotografia del
panorama.
También se hará una separación sobre la opinión que tienen los
estadounidenses con la opinión proveniente de los ciudadanos
guatemaltecos, representando la idiosincrasia centroamericana al respecto
de este tema.
Como se conoce, la opinión del pueblo es la parte vital en todo estado y todo
gobierno, pues si la gente está en contra de una medida, el gobierno se ve
obligado a quitarla o dejar de aplicarla. Ahora, por el contrario, si el pueblo
apoya y exige que una nueva medida se aplique y/o mantenga, el gobierno
esta obligado a cumplir lo que el pueblo quiere.
A continuación se abordará la aplicación de la pena de muerte desde 2
perspectivas, un tanto distintas. Por una parte, desde el lado de la cultura
Norteamericana (referido a Estados Unidos), y por el otro lado, se expondrá
la visión y el apoyo del pueblo Guatemalteco, con respecto a esta medida
penal.

6.1 ÍNDICES DE VIOLENCIA A NIVEL LATINOAMERICANO.


La situación en américa latina en cuanto a los niveles de violencias, es
bastante crítica, pues en la mayoría de los países que la componen, el índice
delictivo es muy alto.
"Según el Programa de las Naciones Unidas, hay 23 asesinatos anuales por
cada 100 mil habitantes"
Latinoamérica se ha convertido en la región más violenta del mundo, con un
promedio de 23 asesinatos anuales por cada 100.000 habitantes, según
informó este miércoles el Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (Pnud).
El director regional del Pnud, Heraldo Muñoz, al participar en un foro de
seguridad regional, precisó que aunque Latinoamérica tiene el 9 por ciento
de la población mundial, acapara el 27 por ciento de los homicidios a nivel
global. Este índice, según sus datos, representa entre 70.000 y 90.000
homicidios por año.

7.2 ACEPTACION ACTUAL EN LA CULTURA


NORTEAMERICANA
Se conoce muy bien, que la cultura americana está caracterizada por hacer
cumplir las leyes, por darles una calidad de vida superior a sus ciudadanos,
comparado al promedio de ciudadanos de américa latina.
Para poder tener base a lo que se explicará en esta sección, se ha recurrido
a encuestas relativamente recientes. En la siguiente lectura, se puede leer un
extracto de los datos obtenidos en una encuesta realizada en 2011, por la
casa encuestadora "Pew Research Center".
En un sondeo levantado en 2011, el apoyo a la condena capital alcanzó el 62
por ciento, mientras sólo tres de cada 10 estaba en contra.
"El apoyo público a la pena capital ha presentado fluctuaciones con el tiempo,
como indican los sondeos desde 1930, pero ha declinado gradualmente en
las dos últimas décadas", señaló el análisis del Pew Reseach Center
divulgado este viernes.
Los grupos religiosos son los que en su mayoría favorecen la pena de muerte
en Estados Unidos, incluyendo al 67 por ciento de los evangelistas
anglosajones, al 64 por ciento de los protestantes y al 59 por ciento de los
católicos anglos.
En contraste los católicos hispanos son los que con mayor probabilidad se
oponen a la pena maxima con el 34 por ciento en contra y 37 por ciento a
ravor, mientras en los protestantes afroestadounidenses la proporción es de
54 contra 37 por ciento.

8. LA POSTURA DE LA IGLESIA
Las posturas de la iglesia a la pena de muerte han ido variando a lo largo del
tiempo. Si bien es cierto, que la pena de muerte ha encontrado justificación
en palabras del Antiguo Testamento, en la actualidad, la postura no es tan
clara. Sin duda alguna, la Iglesia ha sido partidaria durante muchos siglos de
la pena de muerte. Sólo baste recordar la Inquisición, en la que fue impuesta
por la propia Iglesia: "Cuando el escándalo está en el pensamiento, esto es,
en la cabeza, no hay otro remedio para el escándalo que la muerte; tremenda
necesidad, pero necesidad”. Estas son las palabras que pone Papini en boca
de Torquemada.
En nuestros tiempos, sin embargo, a pesar de que la Iglesia siga teniendo
una importancia elevada en la vida de las personas, la secularización, que se
ha ido produciendo durante el s. XX, ha conllevado que las personas vivan
ya una religión más privada. Y por lo tanto, una relación directa con Dios. Ello
conlleva, que el juicio ético-moral, no lo pueden hacer (como en la Inquisición)
las instituciones de la Iglesia, sino que es el mismo Dios el que lo debe hacer.
En la actualidad, la posición de la Iglesia, no es del todo clara, pero sigue
manteniendo la vida como un privilegio que se debe salvaguardar lo más
posible.

En El Salvador, se intentó introducir la pena e muerte durante el gobierno de


Calderón Sol, pero un influyente sector de la Iglesia Católica, la Iglesia
Luterana y un frente de grupos feministas de El Salvador se pronunciaron
contra esta medida. La Compañía de Jesús manifestó que está "abiertamente
contra tal medida, porque es un castigo bárbaro, ineficaz e indigno de un
Estado moderno y democrático".
Los jesuitas argumentaron que sociológica y sicológicamente está
comprobado que la pena de muerte no disuade a los criminales potenciales,
sino que por el contrario la violencia genera más violencia, como sucedió
durante el conflicto armado que vivió el país centroamericano. El sacerdote
jesuita Rodolfo Cardenal estimó que el origen de la actual impunidad esta en
el ocultamiento del pasado, ya que los gobiernos de Cristiani y Calderón Sol
no desmantelaron las bandas paramilitares de ultraderecha, que según
investigaciones recientes tienen nexos con el crimen organizado. La Iglesia
Luterana reconoció el clamor de la población contra la ola delictiva que
azotaba al país, pero discutió que con la pena de muerte el gobierno sólo
pretende proteger el modelo económico neoliberal que impulsa.
METODOLOGIA
Cualitativa

¿Criterios para evaluar?

❖ La economía
México es un país en el cual la gran parte de su economía es
proveniente del narcotráfico la de delincuencia organizada al igual que
es un país libre y soberano por el cual las personas pueden estar
tranquilas, México al tener un factor clave como lo es la pena de muerte
estaríamos hablando que de una u otra forma su economía devaluaría
en gran parte al igual que algún factor negativo serían las críticas y las
polémicas enfrentando con la sociedad lo cual no es conveniente para
el país. Aunque también tiene mejor rentabilidad económica de la pena
de muerte, pues el Estado ni los ciudadanos deben costear el
mantenimiento en las cárceles de los consignados por delitos graves, lo
cual beneficiara a México por la reducción de costos invirtiéndolo en otros
aspectos que igual merecen mayor sustento.

La desigualdad social: La pena de muerte se aplica de forma


discriminatoria se usa con frecuencia contra las personas más
vulnerables de la sociedad, incluidas las minorías étnicas y religiosas,
los pobres, y las personas con discapacidad psíquica. Algunos
gobiernos la utilizan para silenciar a sus oponentes. Cuando los
sistemas de justicia tienen deficiencias y los juicios injustos están
generalizados, existe siempre el riesgo de ejecutar a una persona
inocente. Cuando se aplica la pena de muerte, es irreversible. Los
errores cometidos no se pueden deshacer y como es bien sabido en
México exista una gran desigualdad social, la mayoría de poder recae
en las personas privilegiadas, blancos y con un buen sustento
económico lo cual les haría muy fácil esquivar el sistema de la pena de
muerte mientras que una persona de bajo recursos seria mas fácil caer
en el supuesto de la pena de muerte y aun siendo inocente, ya que en
México hay personas que pagan condenas que no cometieron, ahora
no es de imaginar que la cosa no sea diferente con la pena de muerte.

Religión: la iglesia actualmente esta separada de lo jurídico, pero


cuenta con un privilegio muy grande y una gran influencia en la
población por lo cual generaría una rechazo en la población hacia la
pena de muerte.
❖ La violación de los derechos humanos : el propósito de la pena de
muerte más que nada para reducir o evitar delitos de los cuales se
podría poner un temor en las personas que quieran delinquir o atacar
la vulnerabilidad de la sociedad hoy en día en México los derechos
humanos están muy protegidos por encima de cualquier ley tendría
muchas polémicas el tener este factor como una iniciativa de ley la cual
no sería probada por las personas las cuales tendrían un temor porque
justicia de los derechos humanos.

❖ Incompetencia: La pena de muerte se impone y se lleva a cabo


arbitrariamente. El intento de los Estados de escoger los delitos "más
abyectos" y a los "peores" delincuentes de entre los miles de asesinatos
perpetrados cada año es fuente irremediable de fallos inevitables.
Mientras la justicia humana siga sin ser infalible, nunca podrá eliminarse
el riesgo de ejecutar a una persona inocente.

❖ La pena de muerte no es disuasoria: Ninguno de los estudios realizados


ha podido nunca encontrar pruebas convincentes que demuestren que la
pena capital tiene un mayor poder disuasorio frente al crimen que otros
castigos. Tampoco el estudio acerca de la relación entre la pena de
muerte y los índices de homicidios, elaborado para la ONU en 1988 y
actualizado en el año 2002.

❖ Social: La pena de muerte al ser impuesta genera miedo a la sociedad


Como menciona la teoría utilitarista lleva implícita la idea de prevención
general mediante la pena y con ello se pretenda una formulación de
Política Criminal capaz de impedir el crimen, o al menos, que se cometan
nuevos delitos como el reprimido con la muerte, lo cual provocaría un a
reducción en la inseguridad. Hay que tener presente que, de acuerdo con
estadísticas serias generadas por organismos oficiales, el 98% de los
delitos cometidos quedan impunes por corrupción o incapacidad de la
policía para hacer frente a la delincuencia organizada que nos asuela.
Ante estos datos es absurdo pensar que el agravamiento de las penas
pueda ser la solución a la inseguridad y a la violencia desenfrenada que
se vive en nuestro país.
CONCLUSIONES
En conclusión no estaría de acuerdo con la pena de muerte ya que sería
injusta la manera en que la tomarían algunas personas es decir para algunas
personas puede que si esté bien por la cual reduciría los delitos que es el
propósito de la pena de muerte pero estudios han arrojado que esto no indica
en algunos países en los cuales se practica la pena de muerte que se hayan
reducido los delitos o que los delincuentes hayan parado de delinquir sino
todo lo contrario es un método implementado para el beneficio de algunas
personas particulares de los cuales están en el poder y se les hace fácil poner
este método como una solución factible para ellos.

En México sería muy difícil establecer la pena de muerte primero tenemos los
tratados internacionales en los cuales México es signatario y se ha acordado
respetar cada uno de los acuerdos que se han establecido entre los distintos
países miembros de la Convención Americana y apegándose al Principio de
Convencionalidad el cual establece “la potestad conferida o reconocida a
determinados órganos jurisdiccionales para verificar la congruencia entre
actos internos con la disposición del Derecho Internacional de los Derechos
Humanos”, y por otras parte tenemos el aspecto social lo cual se relaciona
con la desigualdad social y la corrupción, y esta es la principal respuesta de
¿Qué si es factible la pena de muerte en mexica? Y la respuesta clara seria
no, ya que existe la corrupción en nuestro país y un gran desigualdad, no es
imaginable que una persona con privilegios sea condenado a muerte por que
ellos pueden fácilmente manipular el sistema, tampoco un narcotraficante por
que goza de un gran poder en este país aun mas que la propia autoridad
competente, un político tampoco seria condenado a muerte porque tienen lo
llamado Protección Constitucional o fuero constitucional, un militar tampoco
sería condenado a muerte porque gozan del fuero militar, ya que las personas
que manejan el poder tendrán siempre una protección contra la ley ya sea
legitima o no, así en quien recaerá la pena de muerte será en las minorías,
en los ciudadanos que no cuenten con privilegios para esquivar el sistema,
la pobreza determinara la pena de muerte en nuestro país, la pena de muerte
protegerá a las personas con el poder y perjudicara a los que se encuentran
debajo de ellos. Esto provocaría marchas y manifestaciones por lo injusto que
sería además de que la mayoría de la población es católica y uno de sus
principios es proteger la vida, y mas sería el descontento cuando se atenta
con la vida de la clase media y baja, solo provocaría un caos social que
claramente sería difícil de combatir. Por lo cual México no necesita pena de
muerte, necesita mejorar su sistema jurídico, erradicar la corrupción y la
desigualdad social.
REFERENCIAS

Castejón, F. J. (2004a). Una aproximación a la utilización de la


pena en otros países . Lecturas: Pena de muerte como
consecuencia Revista digital. Año 10. No 73. Buenos Aires.
http://www.efdeportes.com/efd73/deporte.htm

Piernavieja, M. (1969). ¿Qué es el la pena de muerte ? Pena 2000, I


(11), 15-19.

Sánchez Bañuelos, F. (2000). Análisis del de la pena de muerte en edad


escolar y una alternativa para el futuro. En J. Díaz García (Ed.), Actas
del I Congreso Nacional de análisis en edad escolar (pp)

Revista Digital - Buenos Aires - Año 14 - No 138 - Noviembre de 2009


http://www.efdeportes.com/

Juan Federico Arriola, Pena de Muerte en México, 3ª. Ed., trillas,


México, 1998, 141 pág.

Griselda Amuchategui Requena, Derecho Penal, 3ª. Ed., OXFORD,


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Carlos Barragán Salvatierra, Derecho Procesal penal, 3ª Ed., EPC,


México, 2009, 832 pág.

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