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Una historia corta de 8.000 palabras para celebrar los 1.500 miembros en el
grupo de Facebook de Lily's Monster Lovers. Esta historia presenta a nuestro bebé
tiburón duende favorito y a su ansioso compañero, una sorpresa para Ghost y una
*ejem* nueva experiencia para Aury. ¡Que lo disfrutes!
Traducciones L.P.L.B
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Ghost
—¡Ghost!
—Nos estamos quedando sin nada esencial —dijo con un tono serio cuando llegó
a mí, pasando las hojas de su portapapeles—. Necesito que vayas al mercado.
Se me apretaron las tripas. Salir a los Páramos ya no era tan malo, ahora que
tenía a Aury. Me sentía seguro con él.
Me aclaré la garganta y levanté ligeramente la tela que tenía en los brazos. —En
realidad iba a coser a Aury...
—Lo siento Ghost, pero realmente necesitamos estas cosas ahora. Apolo
necesita más vendas y algunas otras cosas. Necesitamos sal. Tengo un paquete de
cosas para intercambiar, todo listo para ti. Realmente necesito que te pongas en
marcha hoy.
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Pero me oí decir en voz baja: —De acuerdo.
Aury no estaba en nuestra habitación, pero cuando entré pude oírlo murmurar
suavemente en el patio de atrás. Me ayudó a ahuyentar parte de la amargura que
pellizcaba mis facciones y, tras dejar la tela sobre la mesa, volví a salir a su encuentro.
Estaba sentado en el suelo del patio, con las piernas cruzadas, Trixie en su
regazo, Ginger encaramada precariamente en uno de sus largos dedos y Bianca
mirando con ojos brillantes a poca distancia.
Me agaché junto a él, apoyé una mano en su muslo y me incliné para darle un
beso. Trixie graznó indignada y saltó de su regazo, agitando las alas para hacerme
saber que no le gustaba compartirlo.
Aury sonrió durante el beso y dejó caer otro en mi mejilla cuando me retiré.
—Está bien —Aury movió el dedo de la garra hasta que Ginger se bajó de mala
gana, y luego se puso de pie con elegancia—. ¿Hacemos la maleta?
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manta, porque sabía que no había muchos refugios seguros entre aquí y el mercado
clandestino de asaltantes, así que probablemente pasaríamos una o dos noches
acampados a la intemperie. La idea me hizo suspirar mientras cerraba la cremallera de
mi mochila y miraba hacia la cama con nostalgia.
Al menos, ahora podría llevar un arma adecuada en los viajes a los Páramos. No
sólo mi inútil pistola y mi palanca. Aury y yo habíamos traído un alijo de armas de los
soldados que encontramos al volver del campamento de Topeka, y él se aseguraba de
que siempre tomara una antes de ir a cualquier sitio.
—Oh —Me moví con la correa de la mochila—. ¿Necesitamos una bolsa tan
grande? No quiero que Aury tenga que cargar con eso.
—Está bien, Ghost —dijo Aury suavemente, alisando una mano sobre mi pelo—.
No pesa.
Anchor sonreía detrás de su sencilla máscara verde mientras ella y Lilac nos
seguían hasta la entrada del contenedor. —Diviértanse, ustedes dos.
—Tómate tu tiempo —dijo Lilac, cruzando los brazos mientras nos observaba. —
Estaremos bien aquí. Yo cuidaré de las chicas.
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El estómago se me revolvió en un nudo de ansiedad. Se había ofrecido varias
veces a llevarme volando. Pero la idea de estar a esa altura del suelo, sostenido
precariamente en sus brazos...
Confiaba en Aury con mi vida, pero aún así. Bastaría un momento de distracción
para que cayera en picada hacia la muerte. Me estremecí, tratando de apartar el
recuerdo del viento que pasaba por mis oídos mientras caía del muro del
campamento. Los ojos furiosos de Cutter, los horrorizados de Lilac. El horrible y
angustioso sonido que había hecho Aury cuando me desvanecí por el borde del muro.
—No pasa nada —Le sonreí—. Al menos te tengo conmigo esta vez. Y puede ser
agradable estar solos un rato. Aunque Gloam y Rig se han mudado a una puerta más
allá, todavía puedo oírlos a veces.
Mis mejillas se calentaron de nuevo al recordar a Rig diciéndonos que nos había
oído follar a través de la pared. Había mencionado que había oído algo la mañana
siguiente a la primera noche mía y de Aury juntos, pero... no me había dado cuenta de
que habíamos hecho tanto ruido.
Miré a Aury a través de mis pestañas. Tal vez si encontráramos un lugar seguro
aquí, con una cama relativamente limpia... Podríamos ser tan ruidosos como
quisiéramos.
—Tenemos que seguir por este camino —le dije con una sonrisa, apretando su
mano.
Aury se rio, se detuvo y se volvió hacia mí. Me agarró la barbilla y bajó la cabeza
para besarme. —Confía en mí, Gage. Vamos por aquí.
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me rodeaban por la mitad, y sentí su aliento fantasmagórico sobre mi oreja mientras
se reía.
Le lancé una mirada burlona mientras él se cernía frente a mí, con los pies
apenas separados del suelo y sus alas batiendo perezosamente para mantenerlo
suspendido. Con una sonrisa traviesa, me bajó la máscara y se abalanzó sobre mí para
besarme.
No pude evitar que la sonrisa se extendiera por mi boca. Su pelo negro colgaba
en una cascada ondulada y el sol se reflejaba en su brillo esmeralda. Tenía las alas
metidas en el cuerpo y sentí que las garras curvadas de la parte superior de los dedos
rozaban mi chaqueta cuando me incliné cuidadosamente hacia delante.
Aury sonrió y me acarició la mejilla, todavía boca abajo. —No te dejaré caer,
Gage.
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—No, lo sé —Miré hacia abajo con ansiedad—. Pero tal vez... ¿Nos ponemos en
marcha? Es un largo paseo hasta el mercado, y ahora nos llevas por una ruta extraña
que no conozco. ¿Cómo sabes siquiera dónde está el mercado?
—Sé a donde voy, Gage, —dijo con una sonrisa burlona, recogiendo el petate del
suelo y echándoselo al hombro.
Resoplé, pero enhebré mis dedos con los suyos y dejé que me arrastrara en la
dirección que había elegido. Que era la dirección equivocada.
¿Quizás Anchor le había dicho que fuera a otro mercado? Pero no habían
hablado antes de salir. ¿Y por qué iba a hacerlo?
—Estoy bien. —Le lancé a Aury una sonrisa vacilante—. Pero... Aury, este es
definitivamente el camino equivocado para el mercado.
Se detuvo y se volvió hacia mí. Grazné cuando me abrazó, mis piernas rodearon
sus caderas y me aferré a sus hombros.
Cuando me acarició el pómulo, justo por encima del borde de mi máscara, sus
labios se curvaron en una sonrisa traviesa. —No vamos a ir al mercado.
—¿Qué? —Mis ojos se dirigieron a la bolsa que llevaba colgada del hombro—.
Pero Anchor dijo...
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Mis palabras terminaron con un grito cuando Aury salió disparado hacia adelante
con una velocidad increíble, las alas dando un potente aleteo hasta que estuvimos en
el aire. Mi corazón se agitó, mis dedos se clavaron en sus hombros con demasiada
fuerza.
—Sé que no te gustan las sorpresas, Gage —Aury volvió a besar mi cuello, sus
labios tan cálidos en contraste con el aire frío que helaba mi piel—. Pero ésta te
gustará.
Eso casi hizo que me relajara, casi. Confiaba en Aury y él me conocía mejor que
nadie. Pero incluso cuando me dijo que me gustaría esta sorpresa -no podía imaginar
que ninguna sorpresa en los Páramos fuera buena-, inclinó su cuerpo hacia arriba y
empezó a volar más alto. Y más alto.
Me aferré a sus hombros con los dedos en forma de garra, jadeando de miedo,
tratando de no emitir un sonido como si fuera un bebé. Me mareé un poco, e incluso
cuando sentí el suave impacto de los pies de Aury contra el suelo, la cabeza me dio
vueltas durante unos segundos.
—Sí —dije débilmente, bajando la máscara de gas con dedos temblorosos para
aspirar una respiración completa.
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la comisura de los labios con el pulgar, mientras que la otra me apartó el pelo barrido
por el viento de la cara antes de acunarme la nuca.
Una sonrisa maliciosa se dibujó en sus labios. Volvió a colocar sus manos sobre
mis hombros y me hizo girar suavemente antes de rodear mi cuello con sus brazos.
Había luces de hadas colgadas a lo largo del porche. Parpadeé al verlas y luego
miré a Aury. —¿Vive alguien aquí?
—No. —Me besó la cabeza antes de enredar nuestros dedos y tirar de mí. —Lilac
y yo lo hemos limpiado para nosotros.
Aury se rio, mirando hacia mí. —Cuando él y yo fuimos a buscar comida el otro
día, en realidad vinimos aquí. Me dejó que lo trajera volando aquí para que
pudiéramos ser rápidos. —Me dio un codazo juguetón.
Mis mejillas se calentaron mientras ponía los ojos en blanco. —Vale, Lilac no
tiene miedo, a diferencia de mí.
Aury se detuvo y se giró para acariciar mi cara. —No necesito que seas intrépido,
Gage —me dijo con seriedad—. Yo te mantendré a salvo.
—¿Anchor? Pero ella quería que fuéramos al mercado —Me di cuenta, y mi cara
se acaloró mientras reconocía en silencio la lentitud con la que me estaba dando
cuenta—. Oh. Vale. Eso fue sólo... una treta.
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nueva cuando volviéramos. O unos calcetines. Aury adoraba los calcetines que le había
hecho.
La emoción creció cuando Aury abrió la puerta principal y me indicó que entrara.
Era pequeña pero acogedora y limpia. Lilac y Aury habían hecho un gran trabajo.
Habían barrido el suelo y limpiado las superficies. La chimenea había sido limpiada y ya
estaba colocada, lista para ser encendida.
Estábamos en los Páramos, pero esto era agradable. Mi amplia sonrisa hizo que
me dolieran las mejillas mientras miraba a mi alrededor, agarrando la mano de Aury.
Esto sería como unas pequeñas vacaciones, sólo Aury y yo. Sin tareas de campamento.
Nada de turnos de guardia en la muralla.
Sin escuchar los débiles sonidos de Rig y Gloam follando como animales cada
noche.
Me giré y tomé la cara de Aury, tirando de él desde su gran altura para poder
besarlo.
—Podemos venir aquí cuando quieras —Se apartó para sonreírme—. Cuando las
cosas se pongan demasiado complicadas. Lilac ha dicho que cuidará de las niñas
cuando lo hagamos, y Anchor dijo que sólo tienes que decir que vamos a la cabaña. No
importa cuándo.
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Pero ahora teníamos este lugar. Le dediqué a Aury una sonrisa acuosa y luego
metí la cara bajo su barbilla para respirar el aroma de su garganta. Mis ojos se cerraron
y mi cuerpo se relajó contra su pecho mientras él me rodeaba con sus brazos.
—¿Cómo encontraste este lugar? —le pregunté a Aury, girando entre sus brazos
para volver a ver la cabaña.
Estaríamos solos toda la noche. Todo el día. Podíamos ser tan ruidosos como
quisiéramos aquí. Aunque estuviéramos en los Páramos, técnicamente expuestos sin la
seguridad del muro del campamento... no me preocupaba. Aury me mantendría a
salvo. Sabía que lo haría. Además, todo lo evitaba de todos modos. Nada se acercaría a
la cabaña mientras él estuviera aquí.
No pude evitar girarme otra vez para sonreírle, ponerme de puntillas y besarle.
—Te amo.
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Aury
—Vale, entonces si todo esto era una treta inventada por ti, Anchor y Lilac...
¿qué hay en la bolsa? —Ghost frunció una ceja al mirarme, con las mejillas aún
dulcemente sonrojadas por su sorpresa.
Le pasé el pulgar por una de ellas antes de soltarle la cara para quitarme la bolsa
del hombro. —Comida, ropa, más mantas y cosas.
—Por supuesto que empaqué mi camisón, Gage —le dije solemnemente, pero
miré hacia atrás por encima de mi hombro con una sonrisa burlona.
La camiseta grande con el dibujo de un búho que me había regalado Gage era
una de mis cosas favoritas. La había metido en su mochila mientras no miraba antes de
salir del campamento.
—No, lo sé, pero... —Su cara seguía rosada cuando se acercó y me tomó la
mano—. Um... ya sabes. Estamos solos. Así que...
—Um, ¿nuestras cosas están seguras aquí? —preguntó, echando una mirada
preocupada a las bolsas.
—Sí. El arroyo no está lejos. Sería capaz de percibir cualquier cosa que se
acerque.
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—No tardaremos mucho —dije fácilmente, besando la parte superior de su
cabeza mientras salíamos.
El paseo hasta el arroyo fue rápido y tranquilo. Era el final de la tarde, y el cielo
empezaba a oscurecerse cuando dejé nuestras toallas en la orilla del agua. Gage se
desnudó rápidamente después de mirar a su alrededor para asegurarse de que
estábamos solos, pero ya estaba acostumbrado.
Me quité el abrigo y la camisa con cuidado, teniendo en cuenta mis alas. Gage se
distrajo, casi tropezando al saltar sobre un pie para quitarse un calcetín, cuando me
bajé los pantalones y los puse sobre los pies. Sus mejillas se sonrojaron y sus ojos se
fijaron en mi polla, pero consiguió quitarse los dos calcetines antes de quitarse los
calzoncillos.
Su polla ya estaba medio dura sólo con mirarme, y la mía no estaba mejor, pero
sabía que eso cambiaría cuando nos metiéramos en el agua.
—Está fría —advertí. Gage se aclaró la garganta y apartó la mirada, con las
mejillas más sonrojadas.
—Uh huh. —Se metió con cuidado en el agua, y vi que su piel se estremecía por
el frío que le recorría en los hombros.
Había traído jabón, así que se lo pasé mientras me metía en el agua, sin sentirla
realmente al rodear mis pies. Al menos este arroyo no era nada profundo. No me
gustaba la sensación de que el agua arrastrara mis alas. Sólo las puntas estaban
sumergidas mientras nos lavábamos a toda prisa. Sabía que Gage estaba ansioso por
volver a la cabaña, y mi boca se curvó en una pequeña sonrisa mientras terminaba de
lavarme y lo observaba en su lugar.
Su erección había bajado por el frío del agua, pero sus mejillas seguían
sonrojadas. Una vez que terminó, preparé rápidamente su toalla y le envolví para que
entrara en calor. Gage me sonrió, con el pelo mojado y goteando en los ojos, así que
tomé mi toalla para secarlo antes de retroceder para que ambos pudiéramos vestirnos.
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Le sonreí, apretando su mano. —Daisy y Bo hicieron algunos de tus favoritos.
Hay suficiente para que nos quedemos varios días, si quieres.
Podía oír la inquietud en su voz, y sabía que se estaba imaginando que Gloam y
Rig podrían destruir la cabaña con su... pasión.
—No — le dije—. Es sólo para nosotros. Anchor ha dicho que no dirá ni una
palabra a nadie más.
Me sonrió, con los dedos agarrando mi mano con más fuerza. Me dolía la
garganta cuando volví a mirarlo. No sabía si yo era una anomalía entre los ryckes, o si
los anteriores a mí habían sido capaces de amar, o al menos de sentir afecto. Mis
recuerdos me decían que era poco probable, posible, pero raro. Tenía recuerdos de
parejas de hace mucho tiempo que establecían lazos, pero esos lazos se formaban más
por el deseo de proteger el territorio o las posesiones con más fuerza. Menos por
amor.
Amaba tanto a Gage que me consumía. Era posesivo con él, por supuesto, yo era
el rycke. Estaba profundamente arraigado en mi naturaleza ser ferozmente posesivo.
Pero no lo veía como una posesión real. No era mío para hacer lo que quisiera con él.
Era mío porque me había elegido. Nos habíamos elegido mutuamente. Él era mío, y yo
era suyo, porque haríamos cualquier cosa por el otro.
Se respiraba tranquilidad.
—Hemos limpiado la chimenea y Lilac ha puesto leña, así que ya está listo. Hay
cerillas en la bolsa.
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Las saqué y se las pasé, luego comencé a sacar los recipientes de comida que
Daisy y Bo habían preparado. Escuché a Gage encender el fuego mientras colocaba los
recipientes en la mesa de la cocina en ordenadas filas.
—No estoy seguro de lo que es parte de la comida —dije, oyendo el crepitar del
fuego—. Pero puedo...
Me giré para verle acercarse, con las mejillas sonrojadas. Cuando me alcanzó,
enredó sus dedos en los míos y me acercó al fuego. Me di cuenta de que había sacado
un nido de mantas de las bolsas.
—No tengo hambre. —Sus mejillas seguían rosadas cuando se giró y puso sus
manos en mi pecho, dedicándome una tímida sonrisa—. Todavía no.
Él resopló, poniéndose aún más rojo, antes de agarrar mi cara y atraerme hacia
abajo para besarme. Le rodeé con mis brazos inmediatamente, mi semilla vital
palpitando más rápido, calentando mi sangre. Cuando la lengua de Gage se introdujo
en mi boca, dejé caer las manos para palmear su trasero y levantarlo en el aire.
Lo apreté más contra mí. Mis alas se flexionaron, los dedos de mis pies se
curvaron y las garras se clavaron en el suelo de madera. Sin romper el beso, conseguí
llevarnos al nido de mantas, encajando mis caderas entre los muslos abiertos de Gage.
Los dos gemimos cuando las longitudes rígidas de nuestras pollas se rozaron a través
de la tela.
Gage respiraba con fuerza debajo de mí, con su lengua introduciéndose con
avidez en mi boca. Sentí que sus dedos tanteaban los botones de mi camisa, así que
rompí el beso a regañadientes para quitármela. Mi polla palpitaba mientras me
apresuraba a despojar a Gage de su ropa, necesitando verlo todo, necesitando sentirlo
desnudo contra mí. Mientras le quitaba las botas y le bajaba los pantalones, hundí mi
boca en su dura polla, gimiendo al sentirla contra mi lengua.
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enrojecieron de excitación, sus ojos azules eran tan hermosos y desesperados cuando
me miró.
—Te amo, Gage —dije en voz baja antes de besar la cabeza de su polla.
—Ponte de espaldas —susurró Gage, besándome una vez antes de soltar sus
manos para que pudiera obedecer.
Me acomodé sobre las mantas, apoyándome en los codos para que mis alas no
quedaran completamente clavadas en el suelo. Se flexionaron con anticipación
mientras Gage se arrodillaba entre mis muslos abiertos, con la polla sonrojada y
sobresaliendo.
—Has hecho todo esto por mí, así que quiero hacer algo por ti. — Me sonrió
mientras tanteaba mis pantalones, bajándolos y quitándolos cuidadosamente por
encima de mis pies.
Mi boca se curvó en una pequeña sonrisa. Mis ojos estaban llenos de lujuria
mientras lo miraba. —¿Qué quieres hacer?
—Están bien, Gage. —Le sonreí. En realidad, estábamos bastante cerca del
fuego, y mis alas tendían a.… salir del todo cuando me corría. Tenía que tener cuidado
de que no lo hicieran cuando lo hiciera, porque mi izquierda probablemente acabaría
al menos parcialmente en las llamas.
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deslizarse hacia atrás para rozar mi agujero. Me tensé y gemí, con el pecho agitado por
mi respiración acelerada a pesar de lo suave y lento que era el movimiento de su boca.
El placer aumentó lentamente hasta que lo sentí en cada parte de mí. Apreté los
dientes, tratando de mantener mis caderas quietas mientras la lengua rosada de Gage
se enrollaba alrededor de la cabeza de mi polla que goteaba. Gimió al sentir mi sabor,
ávido de él. Mi polla se hinchó, palpitando bajo su lengua.
—Gage —jadeé, con las manos cerradas en puños a los lados mientras me
mantenía levantado sobre los codos. En parte por mis alas, y en parte para poder
observar todo lo que hacía. La lentitud con la que me destrozaba.
—Gage...
—Estuve... cerca.
—Lo sé. —Me lanzó una sonrisa traviesa antes de inclinarse para besar mi
estómago. La sensibilidad de la barriga se agudizó. Su lengua recorrió mi cadera antes
de seguir el valle muscular hasta mi polla.
Pero por él, lo moderé. Gracias a él, podía. Odiaba esa parte de mí. Odiaba la
violencia, la destrucción y el caos que podía causar, pero él hacía que fuera fácil de
enterrar en lo más profundo, de controlar. Él me hizo mejor.
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Gage me besó a lo largo de mi polla antes de deslizar su lengua sobre mis
huevos. Mis muslos se abrieron más para dejarle todo el espacio posible. Sus manos se
deslizaron por el interior de mis muslos, despertando millones de terminaciones
nerviosas y haciendo que mi polla se sacudiera en el aire.
Cuando empujó la parte posterior de mis muslos, mis alas se agitaron. La semilla
de la vida palpitaba con fuerza bajo mi esternón, levanté las rodillas, con la respiración
agitada. —Gage.
—Porque yo lo digo.
Mis ojos se abrieron de par en par, mientras mi polla palpitaba por su tono
severo. Me sostuvo la mirada mientras bajaba la cabeza y volvía a lamer mi agujero,
haciendo que mis cejas se pellizcaran de desesperación. Aparté lentamente el brazo.
—¿C… cuándo puedo correrme? —No pude evitar preguntar, la idea de que no
me permitiera hacerlo hacía que el riesgo de que ocurriera espontáneamente fuera
aún mayor.
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Comenzó a chupar mi polla de nuevo, tan lentamente como antes. Pero esta vez,
recogió los fluidos que cubrían mi vientre y los alisó sobre mi agujero, haciéndolo
vibrar. Cuando hundió un dedo dentro de mí, grité.
—Gage...
Respiraba tan fuerte como yo, con la cara enrojecida y los ojos pesados. En ese
momento, sólo haría falta un roce de su lengua sobre la punta de mi polla para que me
corriera. Y él lo sabía. Me dolían los huevos y la polla estaba dolorosamente tiesa. Mi
canal se apretó en torno a los dos dedos que tenía dentro, apretándolos con fuerza
para intentar aliviarme.
Gage se levantó, arrastrando las rodillas hacia delante. Se untó la polla con el
líquido que goteaba de mí, y yo gemí con fuerza en previsión, levantando las rodillas
hacia el pecho.
—Sí. —Gage se deslizó hacia fuera antes de volver a empujar dentro. Grité
mientras él gemía, cada centímetro de mí era ya agonizantemente sensible.
—Yo...
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Dejó de empujar inmediatamente, y esta vez sí que se me escapó un gruñido. El
monstruo arañaba dentro de mí, tan abrumado como yo. No podía pensar. No era más
que un manojo de nervios. El instinto subió, nublando todo. Su polla estaba dentro de
mí, sin moverse, así que me apreté alrededor de ella para tentarle a que siguiera
follándome.
Gage gimió sin aliento, pero no funcionó. Volví a gruñir, enseñándole los dientes,
pero lo único que conseguí fue que me devolviera la sonrisa.
—Gage —Mi voz era gutural. Más profunda. Pero inestable por lo mucho que
temblaba—. Continúa.
Vi que su garganta se movía al tragar, y que las palmas de las manos acariciaban
la parte posterior de mis muslos con dulzura, pero eso no ayudó a calmarme.
Gage graznó cuando me levanté y lo agarré, haciéndonos girar hasta que estuvo
de espaldas sobre las mantas. Me miró con los ojos muy abiertos, respirando con
dificultad, y dejó escapar un gemido estremecedor cuando trepé por sus caderas y le
agarré la polla con mucha menos delicadeza de la que solía hacerlo.
Volví a caer sobre su polla con un sonido de alivio. Mis manos encontraron sus
hombros, inmovilizándolo, y sabía que debía ser más suave con él, pero no podía
parar. Mi polla rebotó entre nosotros, goteando por todas partes, mientras bajaba mis
caderas una y otra vez.
— D… dios Aury. —La cabeza de Gage se inclinó hacia atrás y sus dedos se
clavaron en mis muslos mientras lo montaba—. No pares...
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Inspiré y rompí el beso para inclinar la cabeza hacia atrás cuando se rompió la
presión. Mis alas se abrieron de par en par, la derecha rozando el cálido borde de la
chimenea, pero afortunadamente sin llegar a las llamas. Mi polla chorreó una y otra
vez mientras me sacudía, con duros gemidos que me abandonaban. Mi canal se apretó
alrededor de la polla de Gage, y oí su respiración entrecortada mientras se estremecía
debajo de mí.
Sonreí contra su boca mientras la paz me inundaba. Mi semilla vital latía con
satisfacción, más lentamente ahora. Saciada. Estaba tan cerca de mi pareja como era
posible.
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Gage
Nos quedamos en nuestra cabaña durante tres días. Quería quedarme más
tiempo, pero la ansiedad empezó a brotar de nuevo, haciendo que me preocupara por
lo que estaba pasando en el campamento, si algo había ido mal mientras estábamos
fuera.
El viaje de vuelta fue más corto, porque dejé que Aury me llevara en volandas
durante parte del mismo. Cada vez me daba menos miedo, porque sabía que él nunca
dejaría que me pasara nada. Pero aún así, tardaría en sentirme completamente
cómodo con el viento pasando a mi lado, silbando en mis oídos, nada más que aire
bajo mis botas.
Me sentí más suelto y relajado de lo que recordaba haber estado nunca mientras
volvíamos al campamento. Lilac hizo una pausa en su camino hacia el motel cuando
nos vio, con los ojos arrugados mientras nos dedicaba una pequeña sonrisa detrás de
su máscara.
—¿Se divirtieron?
Sentí que mi cara se calentaba por la pregunta, pero Aury se rio y me acercó,
besando la parte superior de mi cabeza. —Sí. Ha sido maravilloso. Gracias.
Lilac asintió con un solo movimiento de cabeza. —Bien. Las chicas están bien. Las
revisé esta mañana.
Anchor resopló. —No, Ghost, solo era una treta. No necesitas ir a ningún sitio.
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Exhalé aliviado. —De acuerdo.
—Ahora ve a terminar de hacer el... lo que sea que le ibas a hacer a Aury —Nos
dedicó una sonrisa a los dos—. Me alegro de tenerte de vuelta.
—De acuerdo —repetí mientras ella se daba la vuelta para volver a la cafetería—.
Um, ¡gracias!
Aury se volvió hacia mí una vez que ella se había ido, acariciando mi pelo hacia
atrás mientras me sonreía. —¿Vamos a ver a las chicas?
Le sonreí, buscando su mano para enhebrar mis dedos con los suyos. —Sí. Te
habrán echado de menos.
—Tal vez podríamos volver pronto —dije. Se rio, mirando hacia abajo. Si podía
oír a Gloam y a Rig, no quería saber lo que captaban los sensibles oídos de Aury.
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