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Lily Mayne

LAS AVENTURAS DE DANNY Y WYN

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Lily Mayne
LAS AVENTURAS DE DANNY Y WYN

5.7 Corto extra: Las aventuras de


Danny y Wyn -Parte 3

Aquí tenemos un corto de 8.000 palabras para celebrar que Soul Eater ha
alcanzado las 3.000 valoraciones en Amazon. Y porque todos necesitamos más Danny y
Wyn. Siempre.
Wyn tiene la gran idea de recrear sus primeros encuentros en la base militar con,
ya lo habéis adivinado, resultados sexys. Como siempre, esto es básicamente 8k
palabras de pura obscenidad, con Wyn siendo un poco cabrón, y Danny amándolo.
Advertencias sobre el contenido: Contenido sexual explícito, sólo para mayores
de 18 años, dubcon1 consensuado y dinámicas de poder como parte del juego de rol,
degradación/humillación leve, edging2, azotes ligeros, basura de monstruos,
descripciones gráficas de muerte y violencia, Wyn empujando su agenda de puñaladas
en su propia cabeza - mucho.

Aviso de spoiler: Se desarrolla durante los eventos de Moth (Monstrous: Libro


Cinco) pero es mejor leerlo después de terminar Moth, para no estropear nada.

1
Mantener relaciones sexuales de consentimiento dudoso.
2
Técnica de aguante para prolongar el orgasmo.

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—Qué bien sienta salir de ese puto campamento —no pude evitar murmurar
mientras mantenía abierta la puerta para que Danny pudiera entrar en la vieja
comisaría.
Ya había entrado para asegurarme de que estaba vacía y era segura. No entendía
por qué estábamos buscando aquí, no había nada bueno que buscar, pero Danny
quería husmear. Seguía interesándose de forma molesta y temerosa por todo.
Resopló, dándome un codazo en la tripa con la punta de su bate de béisbol. —
Gruñón. Son agradables.
—Son molestos. Todos ellos. Demasiado jodidamente ruidosos. Demasiado...
sociables —Me estremecí—. Todos trabajando juntos para hacer su pequeño
campamento soportable. Como si no vivieran rodeados de un muro hecho de chatarra
en medio de un páramo deprimente.
—Eh —Danny me frunció el ceño—. No seas tan gilipollas. No es que la gente
tenga muchas opciones hoy en día.
Gruñí, apartando de una patada un viejo banco mientras nos adentrábamos en el
edificio. Miré a Danny con el rabillo del ojo, preguntándome si estaba realmente
enfadado conmigo.
—Y la mitad de ellos son putos Monstruos —murmuré—. Detesto tener que
escucharlo todas las noches.
—Uh, vale, ¿muy hipócrita? —Danny se giró para mirarme, frunciendo el ceño—.
En serio, ¿cuál es tu problema hoy?
—No tengo ningún problema. Yo sólo... —Me encogí de hombros con rigidez—.
Odio a la gente.
Resopló, sacudiendo la cabeza mientras se giraba para seguir caminando. —
¿Tienes alguna otra revelación impactante para mí, viejo?
Abriendo un par de puertas dobles para que pasara, dije. —No entiendo por qué
nos quedamos allí.
Habíamos abandonado temporalmente aquel estúpido campamento para ir a
rebuscar. Danny nos había ofrecido hacerlo antes de que yo pudiera decir que no,
porque se había hecho amigo del manso asaltante que lo hacía habitualmente y quería
"darle un respiro".

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Mi labio se curvó ante la idea de que ayudáramos al compañero del rycke. Ya era
bastante malo tener a Danny cerca de esa criatura mientras merodeaba por el
campamento, aunque Edin nos había asegurado que no era una amenaza. Yo seguía
observándolo constantemente. Ya había visto a los ryckes en su verdadera forma. Era
sólo cuestión de tiempo que algo lo desencadenara y matara indiscriminadamente a
todos los que considerara una amenaza para lo que era suyo.
No tenía nada en contra de las matanzas indiscriminadas, pero el rycke era una
de las pocas cosas vivas que podía matar realmente a un telyth. Prefería no tener un
final humillante y agonizante frente a un grupo de asaltantes humanos, y prefería
asesinar a ese rycke y a su compañero mientras dormían si eso significaba evitar
cualquier riesgo para Danny.
Estar allí con esa criatura, a pesar de lo apacible y... poco rycke que parecía, me
ponía de los nervios.
—Porque Edin y Hunter están allí, y quiero pasar tiempo con ellos —me
respondió Danny con voz firme—. Y seguramente Charlie volverá pronto. Me gustaría
conocerlo. No he podido conocerlo bien antes, y parecía simpático.
Miré de reojo a Danny pero no dije nada. El amigo del zoquete había sido un
desastre aturdido, apenas consciente de su entorno después de que lo rescatara de
aquella prisión. No había parecido nada. Pero los humanos nunca me parecían nada.
Sus rostros simples se mezclaban, patéticamente débiles y dolorosamente aburridos.
Excepto Danny. Danny era perfecto. Danny no era como el resto de ellos.
—Además —continuó mientras caminábamos por un largo y estrecho pasillo
bordeado de puertas endebles—. Quiero conocer a ese tipo medio monstruo. Suena
bien. Rig dijo que tenía una espada.
Gruñí. Podría tener una espada si quisiera. Pero mi daga era más efectiva, y me
permitía acercarme cuando decidía usarla. Como cuando había tallado lenta y
minuciosamente en la piel flácida del antiguo superior de Danny.
Sonreí un poco al recordarlo, con el dulce eco de sus gritos desesperados y
espeluznantes en mi cabeza. La sensación de su sangre bombeando caliente y espesa
sobre mis dedos. Esos ojos débiles y acuosos que se apagaron cuando la vida
finalmente lo abandonó.
Nunca había habido una matanza más satisfactoria en mi larga vida, y ni siquiera
lo había torturado durante tanto tiempo como lo habría hecho si Danny no hubiera
estado allí presenciándolo. No había querido traumatizarlo más, pero aun así no había
sido capaz de impedirme alargarlo. De hacer que doliera.
Saliendo del cálido recuerdo, consideré las palabras de Danny. Sólo podía admitir
a regañadientes que también sentía... curiosidad por el medio monstruo del que

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habían hablado los asaltantes del campamento. Nunca había conocido a uno, que yo
supiera.
Dejando escapar un sufrido suspiro, me acerqué y pasé la mano por la nuca de
Danny. Su casco colgaba del lado de su mochila. —Entonces esperaremos allí a que te
reúnas con ambos, mi dulce.
Pareciendo pasar de su reacción menos que favorable a mis palabras anteriores,
sonrió y se inclinó hacia mí mientras caminábamos, permitiéndome rodear sus
hombros con mi brazo.
—Gracias, cariño. Sé que no te gusta mucha gente alrededor -o, umm, nadie-
pero son realmente geniales. Me gustan.
Mirando hacia él, pregunté con rigidez. —¿Quieres quedarte allí...
permanentemente?
—De ninguna manera —dijo Danny inmediatamente, aliviando la tensión de mis
músculos. Me miró con una pequeña sonrisa—. Vas a construirme esa gran casa en el
mundo de los monstruos, ¿recuerdas? Cerca de nuestra propia fuente termal privada.
Resoplé. —Me acuerdo. Y lo haré.
—Aunque no por un tiempo —añadió Danny alegremente mientras doblábamos
una esquina y aparecía una hilera de celdas forradas con barrotes metálicos.
—Viejas celdas de detención— comentó mientras pasábamos lentamente por la
primera. Estaba vacía, salvo por una letrina de aspecto repugnante y los bancos
alineados en las paredes. Unas pequeñas ventanas dejaban pasar la luz del sol del
exterior.
Resoplé con sorna, curvando el labio dentro de mi capucha. —¿Esto era lo que
encerraban a los humanos? Mi celda en la base militar era más bonita que esto.
—Sí, bueno, no se suponía que fueran agradables —dijo Danny con mala cara,
asomándose a una de ellas a través de su puerta abierta—. Pero sí, no creo que los
prisioneros fueran mantenidos en grandes condiciones. Y Dios sabe cómo es ahora en
las ciudades que realmente tienen prisiones y no se limitan a arrojar a la gente a los
Páramos si cometen un crimen.
—¿Cualquier delito? —pregunté suavemente—. ¿Incluso los más pequeños y
frívolo? —Como... quitar un globo ocular. Eso todavía dejaba a la mayoría de la gente
con uno.
—Creo que sí —Danny dio un paso atrás, con los hombros encorvados—. Eso es
lo que hicieron en Nueva Luisiana al menos. Empujaban a la gente a los Páramos para
que se valieran por sí mismos. Incluso a los niños a los que pillaban robando un
paquete de chicles.

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Su voz era tensa e incómoda. No quería que se entristeciera recordando lo que


era vivir en la miseria de una de las ciudades costeras. Mirándole, me aparté para
entrar en una de las celdas. El banco que había en la pared del fondo había sido
retirado en algún momento, probablemente por los asaltantes que buscaban cualquier
cosa que pudieran encontrar para reutilizarla. Odiaba admitirlo, pero los humanos
eran irritantemente adaptables.
—¿Recuerdas cuándo nos conocimos, Danny? —pregunté despreocupadamente,
girando en el centro de la celda para mirarlo.
Él resopló, asomándose a la puerta abierta de la celda. —Sí, sorprendentemente.
—No me refiero a cuando me capturaron —Usé esa palabra a la ligera—. Me
refiero a mi celda, cuando nos conocimos propiamente. Cuando viniste a interrogarme.
Sonrió, la expresión se volvió afectuosa mientras apoyaba un hombro en la
puerta de la celda. —Sí, lo recuerdo.
—Haciéndome todas esas preguntas que tus débiles superiores tenían
demasiado miedo de hacerme ellos mismos.
Sus cejas se crisparon. —Dijeron que preguntabas específicamente por mí.
Me encogí de hombros ligeramente. —Así era. Pero aun así te metieron en esa
celda sin saber por qué o qué había planeado para ti.
Su boca se volvió hacia abajo en las esquinas, los ojos atenuados. —Sí, supongo.
Dentro de mi capucha, mi boca se torció en una sonrisa tortuosa. Quería sustituir
los sombríos recuerdos que tenía de aquella época por otros mejores.
Mucho mejores.
—Hagámoslo de nuevo ahora —dije inocentemente, retrocediendo hasta la
pared más lejana.
Danny ladeó la cabeza, mirándome. —Hacer qué otra vez?
—Nuestros primeros encuentros. Nuestro trato de preguntas y respuestas —Me
senté de espaldas a la pared, justo enfrente de donde él estaba de pie en la puerta
abierta—. Imaginemos que estamos ahí atrás, en esa celda, con tus oficiales superiores
observando como idiotas en la habitación de atrás.
Danny miró a su alrededor lentamente, y luego me dirigió una mirada extraña. —
Eh... ¿por qué?
Me encogí de hombros. —¿Por qué no?
Tras una pausa, se rió. —¿Qué, así que tengo que fingir que eres el gran malvado
Devorador de Almas y que me aterroriza que vayas a matarme?

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—Sí —dije simplemente, haciendo que se congelara—. Y tú sólo eres el soldado


sin nombre que enviaron a mi antojo. A mis órdenes —Señalando con la cabeza el
casco atado a un lado de su mochila, añadí—. Ponte eso.
Puso los ojos en blanco, pero empezó a tantear para desatar la correa con sus
dedos enguantados. —¿Por qué estamos haciendo esto exactamente?
—Porque quiero —Una vez que se hubo puesto todo el arnés, señalé con la
barbilla la celda que estaba enfrente de ésta—. Siéntate ahí atrás.
Mis labios se torcieron ante el suspiro apagado y exasperado que salió de su
casco. Retrocedió y dejó su mochila y su bate de béisbol antes de sentarse con las
piernas cruzadas y la espalda apoyada en los barrotes, imitando mi postura.
Mi boca se estiró en una amplia y rabiosa sonrisa, oculta en las profundidades de
mi capucha. —Excelente.

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Jugueteando contra el duro suelo bajo mi trasero, miré a Wyn justo enfrente de
mí, muy apoyado en la pared de la celda a la que me enfrentaba.
No tenía ni idea de por qué estábamos haciendo esto, y me sentía un poco tonto.
¿Realmente esperaba que actuara como si todavía estuviera en el ejército, en su celda
de la base, con mis oficiales superiores observando cada uno de nuestros movimientos
desde una habitación detrás de nosotros?
Resistí el impulso de levantar la mano y juguetear con mi casco. Ya no lo llevaba
tan a menudo, excepto cuando Wyn me obligaba a mantenerme a salvo, y era algo
incómodo.
—Así que —dijo Wyn, con su voz baja y suave como el humo negro y espeso—.
Soldado cinco-siete-seis-nueve-siete.
Sonreí. —¿Te acuerdas de mi número de soldado? Qué bonito.
—Concéntrate —ladró, su voz reverberó a mi alrededor, haciéndome saltar—.
¿Estás aquí para hacerme algunas preguntas en nombre de tus cobardes superiores?
Asentí con la cabeza, intentando que pareciera que me tomaba esto en serio
incluso mientras me mordía el labio bajo el casco para evitar la risa.
—Sí, así es.
Wyn se inclinó hacia delante, con unos mechones de pelo de tinta deslizándose
por debajo de su capucha.
—El último oficial que enviaron aquí para interrogarme, lo volví loco. ¿Eso te
pone nervioso?
Tragué saliva, poniéndome un poco sobrio. Wyn había hecho eso. Me olvidé de
lo que era, y de lo que podía hacer, muchas veces. Me olvidé de lo que había sentido al
estar en ese campo, rodeado de los cadáveres de mis compañeros. El Devorador de
Almas encapuchado acechando hacia mí, con el rostro en sombras, los dedos negros
crispados como si apenas estuviera reprimiendo el impulso de asesinarme a mí
también.
Era un poco difícil recordar lo aterrador que podía ser para los demás cuando
veía su otra cara. Cuando me abrazaba mientras dormía, con sus dedos fríos dibujando
patrones ausentes en mi piel. Cuando me canturreaba palabras tranquilizadoras al
oído cada vez que me despertaba de otra pesadilla traumática, que por suerte eran
mucho menos frecuentes ahora.

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Cuando sus largos dedos me acariciaban la cara con infinito cuidado mientras me
besaba, con sombras frías deslizándose sobre mi piel. Cuando me besaba la
protuberancia de mi nariz torcida o me acariciaba la marca del pecho. Cuando me dijo
que me quería.
Estuve a punto de levantarme y cruzar el espacio que nos separaba para
abrazarlo, para transmitirle lo agradecido que estaba de tenerlo, pero su voz dura
volvió a resonar en la habitación, haciéndome saltar.
—Contéstame, soldado, o no cooperaré con esta farsa.
Así es. Juego de roles. Un gran y aterrador Devorador de Almas. Aclarando mi
garganta y enderezando mi columna vertebral, miré fijamente las oscuras
profundidades de su capucha. —Sí. Estoy nervioso.
Porque en realidad lo estaba. Hacía tiempo que no veía esta faceta de Wyn -no
dirigida a mí, al menos- y había olvidado lo... intimidante que podía ser. El instinto de
tener miedo de una criatura como ésta -tan poderosa, tan inhumana- empezó a
aparecer, bloqueando todos mis sentimientos suaves hacia él.
Pero mi polla seguía moviéndose en mis pantalones, anticipando ya a dónde
podía llevar esto, aunque no tenía ni idea de lo que Wyn había planeado.
Wyn resopló divertido, sentándose de nuevo contra la pared.
—Será mejor que empecemos entonces. Haz tu primera pregunta, soldado, y yo
te haré una a cambio. Ese es nuestro trato.
—De acuerdo. —Me moví, tratando de recordar la lista de preguntas que había
tenido que memorizar para hacerle antes.
Una vez que empecé, volvieron a mí con facilidad, al igual que todas las
emociones que había sentido cada vez que interactuaba con Wyn. El terror, al
principio. La sensación de que su presencia era demasiado. Y luego la confusión,
cuando ese miedo se desvaneció y una extraña sensación de confort empezó a
invadirme cada vez que ponía un pie en esa celda y lo veía sentado allí, una figura
oscura y sombría, solo en una habitación blanca y brillante.
Me aclaré la garganta. —¿Hay algún método para seleccionar a tus víctimas?
Wyn respondió con la misma franqueza que hace un tiempo. —Sí —Pude oír la
sonrisa en su voz cuando añadió—. Ahora mi pregunta. ¿Has pensado alguna vez en
cómo sería follar con un monstruo, humano?
Me atraganté con un suspiro, pillado totalmente desprevenido. Intentando
recordar el acto que debía interpretar, el de un joven soldado ingenuo y oprimido, dije
temblorosamente.
—N-no.

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Porque eso había sido cierto, al menos entonces. Nunca había pensado en follar
con un monstruo. En realidad, nunca había pensado en follar con nadie.
Wyn resopló divertido y me observó durante un largo rato. Empecé a
retorcerme. Era... mucho cuando se ponía así.
—Haz tu siguiente pregunta, soldado —dijo, con una voz inquietantemente
suave que aún me producía escalofríos.
—Um —tartamudeé, tratando de recordar otra—. ¿Por qué el ciclo de tres años?
—Porque es la frecuencia con la que me apetece hacerlo —dijo Wyn
brevemente, una respuesta ligeramente diferente a la que había dado antes. Me di
cuenta de que estaba impaciente por llegar a su propia pregunta, y la anticipación hizo
que mis tripas se apretaran con una confusa mezcla de nervios y excitación—. ¿Le han
chupado la polla alguna vez, soldado?
Bien, cielos, ¿todas sus preguntas iban a ser así? Mis mejillas se calentaron
detrás del casco y la máscara. Intentando mantenerme en el papel que debía
representar, eché los hombros hacia atrás y le miré con desprecio. —No creo que eso
sea pertinente, ni apropiado. Mis superiores están escuchando. Observando.
Wyn resopló divertido mientras sus dedos manchados de negro golpeaban su
rodilla.
—Sí, lo están haciendo. Entonces supongo que sería inapropiado por mi parte
exigirte algo a cambio de mis respuestas. No necesito hacerte más preguntas.
—Eso depende de lo que sea —le disparé, recordando cuando me había dicho
que me quitara el casco y le mostrara mi cara por primera vez—. ¿Por qué no necesitas
hacerme más preguntas? ¿No sientes curiosidad por mí, por los humanos? ¿Sobre los
militares?
Wyn ladeó la cabeza y se inclinó lentamente hacia delante. —Ya sé todo lo que
necesito sobre ti, humano. Joven. Ingenuo. Ya estás harto de esta vida que llevas,
siguiendo las órdenes de hombres débiles —Su voz se volvió socarrona cuando
añadió—. Ya estás tan hambriento de polla de monstruo, aunque aún no lo sepas. Por
mi polla.
Yo balbuceé de indignación, con la garganta y la cara ardiendo. —¡No lo estoy!
Pero mi polla ya se estaba reafirmando en mis pantalones, y estaba bastante
seguro de que Wyn lo sabía.
En lugar de llamarme la atención sobre la flagrante mentira, volvió a resoplar y
se sentó, hurgando en un hilo suelto de la costura de sus pantalones.
—Haz tu siguiente pregunta, soldado, y llegaremos a mi demanda.

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Oh, Dios. Me lamí los labios con nerviosismo, con la lengua rozando la cálida tela
de mi máscara. Tal vez... tal vez sólo me pediría que me quitara el casco, como había
hecho antes. Tal vez por eso me había obligado a ponérmelo.
Pero lo dudaba.
Mi voz era inestable cuando hice la siguiente pregunta. —¿Cuántas personas
matas durante cada ciclo de tres años?
—Muchas —Wyn descruzó las piernas y apoyó las botas en el suelo, con los
antebrazos extendidos sobre las rodillas. Su capucha se sacudió en un movimiento de
cabeza. Hacia mi mitad inferior—. Sácate la polla.
—¿Qué? —balbuceé, mirando ansiosamente detrás de mí como si realmente
hubiera una habitación llena de oficiales observando este intercambio—. Están... están
mirando —añadí en un susurro, con la polla sacudiéndose en mis pantalones.
Era como si realmente pudiera sentir los ojos de la gente en mi espalda,
presenciando esto. Me cosquilleaban los huevos. Mierda, tal vez estaba más metido en
esto de lo que había pensado al principio.
—Sí, lo están. Pero si quieres mi cooperación, eso es lo que pido —Wyn asintió a
mi entrepierna de nuevo—. Muéstrame tu polla. Demuestra que no estás afectado.
Demuéstrame que no estás imaginando lo que sentirías con mi lengua deslizándose
sobre ella.
Oh Dios, ahora era todo lo que podía imaginar. Me mordí el labio con fuerza,
resistiendo el impulso de bajar la mano y agarrar la longitud que ahora palpitaba en
mis pantalones.
—Mis dientes son afilados —continuó Wyn en tono recatado—. Muy afilados.
¿Eso te asusta o te excita más? ¿Crees que te gusta la insinuación de peligro, humano?
Me estremecí y los dedos se cerraron en puños sobre los muslos. —Y-yo...
—Enséñame tu polla, humano —volvió a roncar Wyn, su voz distorsionada me
drogó hasta la complacencia.
Me encontré buscando la bragueta, con los dedos torpes en los guantes. Me
ardía la cara mientras tanteaba para sacar la polla, ya innegablemente tiesa. Agarrando
la base con la mano enguantada, tragué saliva y levanté la cabeza para mirar a Wyn.
¿Por qué era esto tan embarazoso? ¿Por qué me sentía tan... expuesto, con la
polla dura fuera, sonrojado pero aún pálido contra el negro de mi ropa? Wyn me había
visto la polla un millón de veces.
Pero en este escenario -el escenario al que estábamos jugando- él seguía siendo
una cosa desconocida e inhumana cuyos motivos y acciones no tenían sentido para mi
cerebro humano.

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—No pareces indiferente, humano —La voz de Wyn era astutamente divertida,
haciendo que mis mejillas ardieran aún más—. Acarícialo.
Mis dedos apretaron su agarre alrededor de mi longitud, que palpitó en reacción
a su orden. Lamiéndome los labios, tartamudeé. —Pe-pero no he hecho mi siguiente
pregunta...
—Pregúntala mientras la acaricias —me interrumpió—, y consideraremos esta
ronda igualada. Quieres mantenerme contento ¿no, soldado? Mantenerme
complaciente. Tus superiores están mirando. No querrán que desaproveches esta
oportunidad mientras estoy de tan buen humor.
—Y-yo… —Mirando hacia abajo, observé como mi mano enguantada le daba a
mi polla una lenta caricia. El cuero era más firme que mis dedos desnudos, la textura
ligeramente más áspera pero casi resbaladiza al mismo tiempo. Me estremecí mientras
mis muslos se agitaban.
—Bien —ronroneó Wyn—. Tan obediente. Ahora haz tu pregunta.
Dejé escapar un sonido estrangulado. ¿Cómo se suponía que iba a pensar en más
preguntas mientras me obligaba a masturbarme?
—Yo... tú... —Mi puño seguía moviéndose lentamente hacia arriba y abajo de mi
polla en tensión, y tragué con la garganta seca. En lugar de hacerle una pregunta de la
lista preaprobada, me oí decir—: ¿Por qué me obligas a hacer esto?
Wyn gruñó, con un sonido tan inhumano y, en ese momento, desconcertante,
que me estremecí por la confusa maraña de excitación y miedo.
—Porque puedo —siseó—. Porque ahora me obedeces. Yo tengo el control aquí.
No tu precioso ejército. Siempre lo he tenido.
Volví a estremecerme, con los ojos abiertos de par en par mientras miraba a Wyn
frente a mí, con sus largos dedos crispados mientras colgaban de sus rodillas. Tenía
razón. Había tenido el control cuando los militares lo capturaron, porque ni siquiera lo
habían capturado realmente. Él lo había permitido.
Y había dictado todo lo que sucedió después. Los manipuló para que hicieran
exactamente lo que él quería.
Y luego liberó a todos los demás monstruos y destruyó toda la base.
Su cuerpo se relajó contra la pared, ladeó la capucha y me observó mientras yo
luchaba por no sacudirme ante la sensación del cuero deslizándose sobre mi rígida
longitud.
—Dudo que los oficiales que te vigilan se alegren de que hayas desperdiciado
una pregunta —ronroneó—. Es mi turno. Quiero que te acaricies delante de mí hasta
que estés a punto de correrte. Después te detienes.

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Se me cortó la respiración, la polla palpitaba en mi puño.


—Si te corres, mi cooperación termina. Están mirando, humano —añadió en voz
baja—. Tienes que ser un soldadito obediente, o podrían castigarte cuando te vayas.
—Joder —¿Por qué me excitaba tanto la idea de que la gente viera a Wyn
controlándome? Debería haberme mortificado incluso la idea de que mis antiguos
oficiales superiores me vieran masturbarse. Delante de un monstruo. Para un
monstruo.
Pero en lugar de eso, me acariciaba la polla más rápido. Obedeciéndole. Mi
pecho empezó a subir más rápido con mis rápidas respiraciones, los ásperos jadeos
sonaban con fuerza en mi casco. El placer subió por mi longitud, haciéndome descruzar
las piernas temblorosas y abrirlas, reflejando la posición de Wyn frente a mí. No pasó
mucho tiempo antes de que mis rodillas se abrieran de par en par, con las caderas
sacudiéndose en mi mano.
—Todavía no has hecho tu pregunta, humano. —La voz de Wyn era ligeramente
divertida y exasperantemente tranquila. Como si el hecho de verme haciendo esto
delante de él no le afectara en absoluto. Como si todo esto fuera un juego para él, sólo
para ver cuánto podía obligarme a hacer.
¿Por qué eso hizo que mi polla se pusiera aún más dura?
—Y-yo... —Me lamí los labios secos, con la cara caliente y húmeda de sudor bajo
el casco—. ¿Por qué... por qué... estás en contacto con los demás como tú?
Wyn resopló divertido. —Sí. Nuestras mentes están conectadas, humano. Podría
contarles a todos lo que estás haciendo para mí en este mismo instante, si quisiera.
Incluso podría darles una imagen mental de ello. Mostrarles a todos la imagen de ti
acariciando furiosamente tu polla porque estás tan desesperado por la mía. Por un
monstruo.
Dios mío, ¿podría realmente hacer eso?
Rompiendo el personaje por un segundo, lo miré fijamente y dije entre jadeos. —
Pero no lo has hecho nunca, ¿verdad?
Wyn resopló exasperado. —Por supuesto que no.
Vale, eso me hizo sentir un poco mejor. La idea de que ese bicho raro de Orlith -
el ex de Wyn- tuviera una imagen mía acariciándome o montando la polla de Wyn o
con mi boca entre sus piernas era... desconcertante. Aunque una parte viciosa de mí
casi lo deseaba. Quería reclamar a Wyn, mostrarle a ese otro telyth que era mío.
Mis pelotas se tensaron, y me encorvé más contra los barrotes mientras
bombeaba mi puño más rápido. Mis caderas se tensaron y mi culo se levantó del suelo
cuando empecé a empujar la mano con desesperación. Estaba muy cerca. Wyn se

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limitaba a observar desde el otro lado de la habitación, sin apenas moverse, pero podía
sentir sus ojos clavados en mí.
Recordando su orden, me solté justo cuando el orgasmo empezó a subir por la
longitud de mi polla. Tensé los músculos de los muslos para empujarla hacia atrás,
jadeando débilmente mientras mi casco se inclinaba hacia atrás contra los duros
barrotes de metal, dando un sólido golpe.
—Joder —jadeé, con las caderas moviéndose infructuosamente.
—Tú has hecho tu pregunta, así que me toca a mí —oí decir a Wyn desde el otro
lado de la habitación. Levantando la cabeza, lo miré con desprecio, aunque él no podía
verlo a través de mi casco.
—¡Esa no ha contado!
—Sí que lo hizo —dijo, dejando que sus rodillas cayeran a los lados—. Ven aquí,
soldado.
Mi estómago se apretó con la anticipación. Mirando de nuevo detrás de mí como
si alguien estuviera realmente allí, observando, dije. —No... no se supone que entre
ahí contigo.
—Estoy seguro de que no les importará lo más mínimo —Pude oír el desdén en
la voz de Wyn—. Después de todo, eres prescindible, ¿no? O no te habrían enviado a
capturarme. No te habrían enviado aquí cuando ya he matado a un soldado sin salir de
esta celda y he vuelto loco a otro.
Una puñalada de dolor me atravesó el pecho por sus palabras. Tenía razón. Todo
lo que había sido para los militares era un cuerpo. Un gruñido sin rostro y sin nombre
cuya vida era controlada por ellos. Un don nadie.
Con Wyn, yo era alguien importante, porque era importante para él. No
necesitaba ser importante para nadie más.
Me temblaban las piernas cuando me levanté lentamente. Me acaloré mientras
cruzaba la distancia entre nosotros con la polla sobresaliendo de la bragueta. La agarré
con fuerza en mi puño enguantado, con las rodillas temblorosas cuando me detuve a
pocos metros delante de él.
Wyn inclinó la cabeza contra la pared para mirarme desde las negras e
impenetrables profundidades de su capucha. —Más cerca.
Tragando, di un paso vacilante para acercarme. Y otro, hasta que las rodillas
abiertas de Wyn enmarcaron mis piernas. Mi polla se sacudió en mi puño por lo cerca
que estaba de su capucha. Su boca.
Unos dedos largos me palparon las pantorrillas y se deslizaron hacia arriba, por la
sensible parte trasera de mis rodillas hasta llegar a los muslos.

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—¿Quieres una recompensa por ser tan obediente, soldado? —murmuró, y dejé
escapar un tembloroso chorro de aire en mi casco, calentando la tela de mi máscara—.
No pueden ver exactamente lo que estamos haciendo desde aquí. Nunca sabrán si
realmente dejas que un monstruo ponga su boca alrededor de tu dura polla.
Mordiéndome con fuerza el labio, asentí. Wyn resopló.
—¿Quieres que te la chupe aunque no puedas verme la cara? Podría lucir como
cualquier cosa aquí abajo. Podría ser horrible.
Me dolió el pecho cuando detecté el tenue y amargo filo de sus palabras.
Resistiendo el impulso de agacharme e inclinarme para besarlo dentro de su capucha,
grazné. —No eres horrible.
—¿Cómo lo sabes? —Las manos de Wyn se deslizaron por mis piernas—. Nunca
has visto mi cara. Ningún humano lo ha hecho.
—Sólo sé que no lo eres —Me aclaré la garganta, tratando de volver al papel que
estaba interpretando—. Además, tú tampoco puedes ver mi cara. Yo también podría
ser horrible.
Dije la última parte con una pequeña sonrisa en la cara, esperando que él fuera
capaz de oírla en mi voz. Después de una pausa, Wyn resopló divertido y señaló con la
cabeza mi polla erecta, todavía agarrada en mi puño.
—Tráemela.
Oh, Dios. Con la respiración entrecortada, me acerqué hasta que mis tobillos
quedaron presionados contra la parte posterior de los muslos abiertos de Wyn. Con
una mano ligeramente temblorosa, incliné la dura longitud de mi polla hacia abajo
hasta que apuntó a su capucha.
Wyn era lo suficientemente alto como para que, incluso sentado, todo lo que
tuviera que hacer fuera enderezarse de la pared e inclinar la cabeza un poco más. La
acción hizo que su capucha se deslizara hacia atrás, lo suficiente para revelar su pálido
mentón y su boca sonriente llena de dientes afilados. Entonces la longitud de su
lengua emergió para lamer lentamente la cabeza de mi polla.
—Guh. —Me ardió la cara ante el vergonzoso sonido que me salió, y apreté con
más fuerza mi palpitante polla en mi puño, tratando de evitar el orgasmo que ya se
estaba agitando.
Wyn volvió a lamer, rodeando con su lengua la cabeza, lamiendo el pre-semen
que se derramaba. Apoyé el antebrazo en la pared detrás de él, inclinándome más
sobre él mientras mi pecho se agitaba, tratando de acercarme.
Pero él retrocedió, dando un suave beso a la punta de mi polla antes de dejar
que la sensible V de la parte inferior se rozara con su labio inferior.

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LAS AVENTURAS DE DANNY Y WYN

—No sabía que los humanos sabían tan bien —ronroneó, y la visión de sus
afilados dientes mientras hablaba, a escasos milímetros de la dolorosamente
vulnerable punta de mi polla, hizo que se me apretaran las pelotas—. ¿Son todos los
humanos, soldado? —añadió con recato—. ¿O sólo tú?
—No... no lo sé —dije con los dientes apretados, tratando de no mover las
caderas para que volviera a tener su boca sobre mí—. Nunca he probado a nadie más.
—Hmm —Envolvió la punta de mi polla en un breve beso de succión antes de
inclinarse hacia atrás—. ¿Quieres probarme? —preguntó en voz baja y ronca.
—S-sí —susurré.
Casi pude distinguir la sonrisa salvaje y satisfecha que se extendía por su boca,
revelando de nuevo todos esos dientes afilados.
—Por supuesto que sí —me dijo, agarrando mis caderas y empujándome hacia
abajo hasta que me arrodillé entre sus muslos abiertos—. Te morías por esto,
¿verdad? ¿Es esa la única razón por la que te uniste al ejército, soldado? ¿Para poder
venir a este páramo y que te folle un monstruo?
—N-no —tartamudeé, con el vientre apretado por la excitación.
Wyn señaló descuidadamente la bragueta de sus pantalones. —Desabróchalos.
Se me cortó la respiración y volví a mirar detrás de nosotros como si realmente
pensara que la gente nos estaba mirando.
—Me voy a meter en problemas —dije, preguntándome si podría ver mis ojos a
través del casco cuando le devolví la mirada—. Se supone que te estoy interrogando.
—Entonces interrógame mientras lo haces.
Wyn se subió la camisa y la apartó, dejando al descubierto la pálida piel blanca y
grisácea del bajo vientre y la larga y dentada cicatriz que le cortaba de cadera a cadera.
Quise inclinarme y besarla, pero su voz dura y fría me impidió moverme.
—Me estoy impacientando, soldado.
Tragando saliva, finalmente me solté la polla y alargué la mano para desabrochar
su bragueta con dedos temblorosos. Mis manos estaban sudadas bajo los guantes, y mi
cara estaba caliente y sonrojada con la máscara y el casco, pero no me quité ninguno
de los dos porque él no me había dicho que lo hiciera. Porque se suponía que no tenía
rostro. Sin nombre. Anónimo. Un soldado más que cumplía órdenes.
Wyn levantó las caderas y dejó que le bajara los pantalones lo suficiente como
para dejarle al descubierto. Su raja estaba enrojecida y húmeda, revelando lo afectado
que estaba realmente a pesar de su conducta tranquila y casi fría. Su polla se deslizó
en el momento en que tuvo espacio, resbalando con su lubricación natural. Mi polla se

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LAS AVENTURAS DE DANNY Y WYN

sacudió en el aire al verla, y se me hizo la boca agua para saborearla. Había dicho que
podía saborearlo, ¿verdad?
Aunque todavía llevaba puesto el casco, empecé a inclinarme automáticamente,
pero Wyn me palmeó la parte delantera del casco y me empujó la cabeza hacia atrás
mientras resoplaba divertido.
—Tan ansioso. No, humano. Así no. —Enroscando sus dedos ennegrecidos
alrededor de mi mano enguantada, la atrajo hacia abajo entre sus piernas.
Resoplé con fuerza y me quedé mirando mientras mi dedo corazón se deslizaba
dentro de él. No podía sentir mucho a través del guante, excepto lo apretado que
estaba, pero cuando lo saqué el cuero brillaba, resbaladizo por todas partes.
—Oh, joder —grazné, volviendo a meterlo, haciendo que Wyn sisease mientras
sus caderas se sacudían.
Me observé a mí mismo metiéndole los dedos con fascinación, casi como si
nunca hubiera hecho esto antes. Casi como si realmente fuera una figura aterradora,
de otro mundo, que no conocía y a la que temía instintivamente, pero que me permitía
hacerle esto. Que de alguna manera me había obligado a hacerle esto. Con él.
—Haz tu pregunta, soldado. —La voz de Wyn era más tensa ahora, menos
controlada. Sus caderas se sacudieron de nuevo cuando liberé mi dedo y volví con dos.
—Y-yo —No podía pensar en una sola pregunta de la lista que me habían dado
antes—. ¿Has... has estado alguna vez con un humano? —. Me oí preguntar en voz
baja.
—No —se mofó Wyn, incluso mientras me agarraba la muñeca y me obligaba a
hundir los dedos más profundamente, con la cabeza inclinada hacia atrás contra la
pared—. Son primitivos. Débiles. Egoístas y codiciosos. Pero tú... tú, mi dulce humano,
me encuentro interesado.
—¿Por qué yo? —Susurré, tratando de evitar que mis caderas golpearan el aire al
ritmo de mis dedos.
—Porque para mí, eres diferente a todos ellos —Sentí que la mirada de Wyn se
levantaba de donde tenía los dedos enterrados para fijarse en mi rostro oculto—. Tú lo
eres todo.
Me mordí el labio, queriendo arrancarme el casco para poder besarlo
desesperadamente. Pero Wyn ya estaba levantando la mano para quitarme el casco, y
luego las gafas y la máscara. Parpadeé con la luz más intensa, sabiendo que mi cara
estaba sonrojada y rosada, mi pelo húmedo de sudor y rizado en las sienes.
—Qué cara más bonita —canturreó, pasando unos dedos fríos por mi mejilla
antes de rozarme el labio inferior—. Lo sabía.

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LAS AVENTURAS DE DANNY Y WYN

—¿Puedo ver la tuya? —pregunté mientras hundía mis dedos en lo más


profundo y acariciaba con mi pulgar la parte inferior de su eje donde emergía de su
cuerpo.
—No —Wyn volvió a enroscar su mano alrededor de mi muñeca y deslizó mis
dedos para liberarlos. Luego me soltó, y pude oír la sonrisa en su voz cuando se sentó y
dijo—: Pruébalo.
Conteniendo un gemido, me llevé la mano enguantada a la boca y pasé la lengua
por el lado de un dedo. Me estremecí al sentir su sabor, mezclado con el almizcle del
cuero.
Wyn soltó un gruñido bajo. —Todo.
Mis mejillas se calentaron de vergüenza mientras me metía los dos dedos en la
boca y chupaba el cuero para limpiarlo. Cuando mis párpados se agitaron y no pude
evitar el pequeño gemido que se me escapó, Wyn soltó otro gruñido desde el fondo de
su garganta.
Pero pareció recuperar el control rápidamente. Su voz era grave, y pude oír la
sonrisa de satisfacción cuando dijo. —Un soldadito tan obediente. Te tienen bien
entrenado, ¿verdad? Puedo conseguir que hagas lo que quiera a cambio de lo que sé.
De repente recordé que se suponía que le estaba haciendo preguntas. Con la
garganta manchada por la vergüenza, bajé la mano de la boca y apenas me di cuenta
de que se agarraba con fuerza al muslo de Wyn.
Aclarando mi garganta, traté de que mi tono fuera firme y autoritario cuando
dije. —Hay información que puedes darnos que podría ser útil...
—Sí —interrumpió Wyn con impaciencia—. Soy consciente.
Ahora estaba completamente recostado contra la pared, con las piernas abiertas
y la dura polla curvada sobre el vientre. Bajó la mano y no pude apartar la mirada
mientras las yemas de sus dedos ennegrecidos acariciaban ligeramente su punta
goteante.
—¿Qué más vas a hacer para que lo consigas, soldado? —murmuró, extendiendo
sus dedos para acariciar suavemente la parte inferior de mi polla. Solté un sonido
estrangulado y las caderas se agitaron.
Con el puño alrededor de mi polla, acercó mis caderas con su agarre hasta que la
punta de mi polla rozó su abertura. Abrí la boca con un jadeo tembloroso, con los ojos
clavados en la cabeza de mi polla mientras se sumergía en su interior y un calor
apretado y húmedo me provocaba.
Intenté mover las caderas para hundirme más, pero Wyn me sujetó la polla con
firmeza, impidiéndome moverme.

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LAS AVENTURAS DE DANNY Y WYN

—¿Y si quisiera que me follaras? —murmuró, con el pulgar recorriendo la gruesa


vena de la parte inferior de mi pene—. ¿Y si quisiera saber cómo se siente una polla
humana? ¿Lo harías, soldado? ¿Con todos ellos mirando?
—Joder —jadeé débilmente. Intentando recordar el juego al que estábamos
jugando, dije—. Si... si eso significara que estarías dispuesto a darnos más
información...
—¿Y si quisiera follar contigo? —La voz distorsionada de Wyn era oscura y astuta
mientras inclinaba mi polla hacia arriba, lejos de su abertura, antes de soltarla—. ¿Y si
quisiera que montaras mi polla como si estuvieras desesperado por ello? ¿Como si la
posibilidad de hacerlo fuera la única razón por la que aceptaste venir aquí y hablar
conmigo?
Me ahogué en un suspiro, tratando de concentrarme en lo que estaba diciendo
incluso mientras mis caderas se agitaban, deslizando la longitud de mi polla contra la
suya. Wyn gruñó y apretó nuestros ejes, deteniendo mis movimientos.
—Creo que necesito más de ti para que sigas cooperando —roncó—. Súbete a mi
polla y móntame lo mejor que puedas para demostrar lo buen soldado que eres. Para
demostrar lo lejos que estás dispuesto a llegar para seguir las órdenes de tus oficiales
superiores.
Esto era una especie de joroba mental, porque había odiado obedecerlos cuando
estaba en el ejército, odiaba seguir órdenes que habían parecido crueles y sin sentido.
Pero la voz inhumana y seductora de Wyn -tan horrorosa para los demás- me absorbía,
haciéndome querer hacer cualquier cosa que dijera.
Haciendo que quisiera ser un buen soldadito.
—Y-yo… —Me costó sacar las palabras, la vergüenza hizo que se me cerrara la
garganta mientras le miraba con los ojos muy abiertos.
—Viniste aquí para conseguir algo para ellos, pero de esta manera también
conseguirás algo —Wyn acarició ligeramente nuestros ejes unidos—. Puedes sacar algo
para ti de esto. ¿No quieres saber lo que se siente, humano? —añadió en un murmullo
bajo—. Estar con el monstruo que todos odian. El ghoul que todos temen.
—Yo —Intenté respirar profundamente, sentándome sobre mis talones para
distanciarme un poco de él y poder pensar con más claridad. Pero entonces Wyn
arrastró sus dedos hacia abajo y hundió dos dentro de sí mismo, haciendo que mi
cerebro se quedara en blanco por la lujuria de nuevo—. Si eso es lo que hace falta para
que sigas cooperando, yo... supongo que tengo que hacerlo.
—Sí —roncó Wyn—. Lo haces. Ponte de pie.

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LAS AVENTURAS DE DANNY Y WYN

Lamiéndome los labios, me levanté sobre piernas temblorosas. Wyn señaló mis
pantalones, con los cuernos cortando el aire. —Quítatelos. Date prisa, soldado. Te
están esperando.
Acalorado y con escalofríos, intenté bajarme los pantalones y la ropa interior. Al
darme cuenta de que aún tenía las botas puestas, me puse rojo al agacharme para
desatarlas rápidamente, con los dedos torpes en mis guantes de cuero. Después de
quitármelas, me desprendí de los pantalones y me quedé de pie frente a Wyn, que
seguía sentado, desnudo de cintura para abajo. Si alguien nos hubiera observado,
habría podido ver mi culo desnudo. Dios, qué vergüenza.
—Bien —ronroneó Wyn, deslizando sus dedos para lubricar aún más su polla—.
Ahora siéntate en mi polla y muéstrame cuánto me deseas. Lo mucho que quieres lo
que puedo darte.
Temblando, pasé por encima de los muslos abiertos de Wyn y bajé hasta
ponerme a horcajadas sobre él, con los dedos enroscados en sus hombros y agarrando
con fuerza. Mi polla rozó su camisa al descender, dejando un rastro de clara humedad
contra la tela oscura.
Probablemente me habría venido bien estirarme un poco antes, pero mi cuerpo
se había aclimatado mejor desde que habíamos atado nuestras vidas, haciéndome más
impermeable a las lesiones. Además, no podía esperar más. Volví a meter los dedos
alrededor de la polla de Wyn, inclinándola hasta que la resbaladiza punta rozó mi
agujero.
Gruñó, con sus largos dedos extendiéndose sobre mi culo y abriéndome más
para la intrusión. —Date prisa, soldado. Estoy harto de esperar.
Al bajar, me estremecí cuando la cabeza se introdujo en el interior. El escozor se
desvaneció rápidamente, pero pude sentir cómo me apretaba alrededor de la polla de
Wyn. Sus dedos se clavaron con más fuerza, pero aparte de eso, no se movió ni un
centímetro.
Iba a hacer que yo hiciera todo el trabajo. Para demostrar que era yo quien lo
hacía, que había aceptado hacerlo. Con el monstruo macabro que aterrorizaba a los
humanos y no infundía más que miedo a todos.
A todos menos a mí.

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—Más —exigí, con la voz tensa y apenas controlada—. Tómalo todo. Tienes
mucho que demostrar, soldado.
—Lo... lo estoy intentando —dijo Danny temblorosamente, moviendo sus
caderas para deslizarse hacia arriba y hacia abajo de mi polla, tomando más y más
cada vez.
—Así es —canturreé, deslizando una mano por debajo de su camiseta hasta
llegar a un pezón diminuto con guijarros. Jadeó cuando lo pellizqué entre dos dedos,
las caderas se sacudieron, haciendo que se deslizara más por mi polla.
—Todo esto es nuevo para ti, ¿verdad? —Solté su pezón para pasar mi mano por
su espalda bajo la camisa, tirando de él hacia delante. Danny dejó escapar un grito de
placer cuando su culo se estrelló contra mis caderas, sentándose conmigo
completamente dentro de él—. Tu primera vez es con un monstruo. ¿Querrás un
humano después de esto, soldado? ¿O nunca serán suficientes?
—Yo… —La cabeza de Danny se inclinó hacia atrás cuando finalmente comenzó a
cabalgar mi polla, haciendo que mis dientes se apretaran—. No quiero un humano.
—No —ronroneé, deslizando ambas manos para agarrar su cintura—. No lo
quieres, ¿verdad? Esto es lo que querías. Sólo yo puedo darte lo que quieres.
—Sí, sí —respiró Danny, con las cejas fruncidas y los labios separados por un
grito ahogado mientras volvía a hundir sus caderas y se apretaba alrededor de mi base.
Apreté los dientes para contener mi gruñido, con las caderas luchando por empujar
hacia él. Pero las mantuve quietas.
Deslicé mi mano por la parte baja de su espalda para darle un fuerte golpe en el
culo. —Más rápido.
Danny se sobresaltó con otro jadeo, inclinando la cabeza hacia abajo para
lanzarme una mirada que era mitad sorpresa con los ojos abiertos, mitad fulminante.
Sonreí y lo volví a hacer hasta que gruñó y empezó a mover las caderas más rápido.
Dejé escapar una apretada carcajada. —Más rápido. Cabalga mi polla como si
fuera en serio.
—Joder —gimió Danny, pero obedeció.
Su polla se frotaba contra mi camiseta, haciendo un estropicio. Me pregunté si
sería suficiente para dejarle terminar. Ciertamente no iba a ayudarle a llegar. No esta
vez.

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LAS AVENTURAS DE DANNY Y WYN

Mi orgasmo ya estaba apretando mis entrañas, el calor líquido se derramaba de


mí y rozaba la piel de Danny, pero lo contuve. Tenía que trabajar para ello.
—Puedes hacerlo mejor, soldado —dije, frotando la palma de la mano sobre la
piel tierna y enrojecida de su trasero. Y luego le di otra bofetada, sólo para oírle jadear
y sentir cómo se apretaba a mi alrededor como reacción—. Todos tus superiores están
mirando, esperando que me hagas terminar para que te dé lo que quieren. No querrás
decepcionarlos, ¿verdad?
Danny gimió y comenzó a rechinar sobre mi regazo más rápido, aunque podía
sentir el temblor en sus muslos por el esfuerzo. El deseo de ayudarlo, de aliviarlo,
surgió dentro de mí, pero lo rechacé.
Me incliné para pellizcarle la garganta, murmurando. —¿Cómo se siente,
humano?
—Yo... —Danny se aferró a mis hombros, a la parte trasera de mi capucha, con
las manos enguantadas moviéndose sin descanso—. No puedo...
Sonreí contra su cuello. —No podrías parar ahora aunque quisieras, ¿verdad?
Aunque todos estén viendo cómo me montas como si estuvieras en celo. Se siente
demasiado bien, ¿no?
Apoyando la cabeza contra la pared, miré su rostro sonrojado y hermoso con
ojos cargados de lujuria. —Dime lo bien que se siente, soldado.
—Se... se siente tan bien —jadeó Danny, su tono casi sorprendido, como si
realmente fuera la primera vez que hacíamos esto.
—Dime cuánto te gusta mi monstruosa polla dentro de ti —canturreé, y un grito
tenso salió de la garganta de Danny.
—Oh, Dios —Seguía apretando febrilmente en mi regazo, aunque temblaba por
todas partes y podía sentir que su cuerpo se debilitaba por el esfuerzo—. Oh, joder.
Me voy a correr.
—Ese no era el trato, soldado —Mis caderas se movieron a pesar de mis
esfuerzos por detenerlas, todo se apretó dentro de mí por lo caliente y apretado que
estaba. Lo perfecto que se sentía—. Estás haciendo esto por mí, no por ti. Puedes
correrte cuando yo lo haga.
Perdiendo el control, apreté los dientes y volví a golpear su firme trasero con
fuerza. —Haz que me corra —le dije—. Haz tu trabajo, soldado.
—No puedo... oh, joder —Gritó, con el cuerpo rígido sobre mí—. ¡Me estoy
viniendo!
Unos dedos frenéticos empujaron mi capucha hacia atrás, tirando de mi pelo y
haciéndome gruñir. Pero entonces Danny me agarró por los cuernos y atrajo mi boca

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LAS AVENTURAS DE DANNY Y WYN

hacia la suya, gimiendo sin sentido mientras sus caderas se sacudían y su polla
empezaba a dispararse sobre mi camiseta.
Le devolví el beso con hambre, gruñendo mientras él apretaba mi polla con una
fuerza imposible en la agonía de su orgasmo. Mis caderas se agitaron una, dos veces, y
luego me corrí con tanta fuerza dentro de él que mi boca se aflojó contra la suya, y se
me escapó un largo y tembloroso gemido.
Los dos respirábamos con dificultad cuando su lengua volvió a sumergirse en mi
boca, más lánguida ahora, mientras su cuerpo tembloroso se hundía contra el mío. Sus
dedos soltaron su fuerte agarre de mis cuernos para enredarse en mi pelo, y su boca se
movió suavemente contra la mía con besos profundos y relajados que se prolongaron
durante largos momentos.
La sensación de su suave lengua contra la mía hizo que mis caderas se sacudieran
con una sacudida. Danny gruñó, apretándose a mi alrededor, antes de relajarse de
nuevo y levantarse para dejar que mi pene se deslizara.
Me rodeó con sus brazos y enterró su cara en mi cuello, dejando escapar un
largo suspiro
—Había olvidado lo aterrador que puedes ser —murmuró.
Solté una carcajada, alisando la palma de la mano sobre su pelo húmedo por el
sudor.
—Ese fue tu error, humano —ronqué, pero sabía que él sería capaz de detectar
el borde burlón de mis palabras.
Sentí que sus labios se curvaban en una sonrisa contra mi garganta. Luego se
apartó para lanzarme una débil mirada, aclarándose la garganta. —Sin embargo, te
pusiste un poco cruel. No estoy seguro de que me haya gustado.
—Te ha gustado —murmuré, y luego le cogí la barbilla para acercarle de nuevo a
un beso—. Te quiero, Danny. Eres mejor que todos ellos. Todos los demás. Lo eres
todo.
Su garganta se manchó mientras dejaba escapar una risa cohibida. —No lo soy
todo —dijo con una pequeña sonrisa en la cara—. Sólo soy un tipo normal. Que está
enamorado de un monstruo. Pero incluso eso no parece tan raro ahora, después de
estar en ese campamento.
Mi labio se curvó. —Tú no eres como ellos —dije con dureza, acariciando la
pequeña cicatriz de su barbilla—. Mi dulce humano. Lo eres todo. Todo para mí.
Los ojos de Danny se volvieron grandes y suaves al mirarme. Su garganta se
estremeció.

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—Wyn —Abrazándome más fuerte, se acurrucó en mis brazos y me dio un beso


en la garganta, apoyando su cabeza en mi hombro—. Tú también lo eres todo para mí.

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