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Análisis Comparativo de las Constituciones que Rigieron en el Peru

A lo largo de la historia del Peru rigieron diversas constituciones, con características que
marcaban los periodos de la evolución de la legislación peruana. Tomando como inicio
la Constitución de Cádiz que fue la primera que rigió sobre el territorio peruano de una
manera no oficial, aunque esta misma estableció un precedente para elaborar las futuras
constituciones que rigieron sobre el territorio de manera oficial y soberana. Hoy
analizaremos un aspecto de la constitución y como es que este ha cambiado a lo largo
del tiempo.
La administración de justicia y su exclusividad para aplicar las leyes ha estado a sujeto
a múltiples cambios a lo largo de la historia de la legislación peruana.
El artículo 242 de la Constitución de Cádiz establece que la potestad de aplicar las leyes
en las causas civiles y criminales pertenece exclusivamente a los tribunales. Esto
significa que la administración de justicia, es decir, la función de interpretar y aplicar las
leyes en los casos legales, corresponde exclusivamente a los tribunales.
La inclusión de este artículo en la Constitución de Cádiz de 1812 refleja la intención de
establecer un sistema judicial independiente y separado de los otros poderes del Estado
El artículo 95 de la Constitución de 1823 mantiene el principio de que el ejercicio del
poder judicial reside exclusivamente en los tribunales de justicia y los juzgados
subalternos, en el orden que establezcan las leyes. Aunque puede haber algunas
variaciones y cambios en la redacción entre diferentes constituciones y reformas, el
principio básico de que la administración de justicia corresponde exclusivamente a los
tribunales se mantiene constante.
En la constitución de 1826 se establecen dos artículos muy interesantes: “Art. 97. Los
Tribunales y Juzgados no ejercen otras funciones que la de aplicar leyes existentes”.
Este primer artículo establecía que los tribunales y juzgados no podrían aplicar leyes
que no estuvieran prescritas en algún tipo de ordenamiento. “Art. 47. Las atribuciones
del Senado son: 3.- Velar sobre la pronta administración de justicia en lo civil y criminal”.
En este segundo artículo establece que el senado también tenía injerencia en la
administración de justicia, además de los mismos tribunales.
En la Constitución que mencione, la de 1828, se establece que una de las atribuciones
del Poder Ejecutivo es velar sobre la pronta administración de justicia en los tribunales
y juzgados, así como asegurar el cumplimiento de las sentencias que estos pronuncien.
Esto implica que el poder ejecutivo tiene la responsabilidad de supervisar el
funcionamiento de los tribunales y juzgados, y garantizar que las sentencias sean
ejecutadas.
A diferencia de los artículos anteriores que mencione, donde se atribuía la función de
vela por la pronta administración de justicia al poder legislativo o al senado, en este caso
la responsabilidad recae en el poder ejecutivo. Sin embargo, es importante destacar que
esta atribución no implica una injerencia directa del poder ejecutivo en la toma de
decisiones judiciales o en la independencia del poder judicial.
En el artículo 107 de la Constitución de 1834 se establece que el Poder Judicial es
independiente y se ejerce exclusivamente por los tribunales y jueces. Esta disposición
refuerza la autonomía y exclusividad de la administración de justicia, sin ninguna
injerencia de otros poderes del Estado.
El objetivo de este artículo es garantizar la separación de poderes y la imparcialidad en
el sistema judicial. Al otorgar la independencia al poder judicial y reservar la
administración de justicia únicamente a los tribunales y jueces, se busca asegurar que
los casos legales sean tratados de manera objetiva y sin influencia política o de otros
poderes.
En la Constitución de 1839, se establece en el artículo 87 que una de las atribuciones
del Presidente de la República es requerir a los tribunales y jueces por la pronta y exacta
administración de justicia. Esto implica que el poder ejecutivo tiene la facultad de solicitar
a los tribunales y jueces que cumplan con su deber de administrar justicia de manera
rápida y precisa.
Esta disposición señala que el poder ejecutivo ejerce un control o supervisión sobre la
administración de justicia. A diferencia de la Constitución de 1834, donde se establecía
la independencia del poder judicial y su exclusividad en la administración de justicia, la
Constitución de 1839 aparentemente restablece una mayor injerencia del poder
ejecutivo en este ámbito.
En la Constitución de 1856, se establece en el artículo 124 que la justicia será
administrada por los tribunales y juzgados. Esta disposición reafirma la autonomía de
los tribunales y juzgados como los encargados exclusivos de la administración de
justicia.
Sin embargo, en el mismo artículo se menciona una excepción en la que el presidente
puede hacer requerimientos sobre la pronta ejecución de la justicia. Esto implica que el
poder ejecutivo tiene la facultad de solicitar que se agilice el proceso judicial y se
cumplan las sentencias de manera oportuna.
En la Constitución de 1860, el artículo 94, inciso 7, establece que una de las atribuciones
del presidente de la república es requerir a los jueces y fiscales para la pronta y exacta
administración de justicia. Esto implica que el poder ejecutivo tiene la facultad de solicitar
a los jueces y fiscales que cumplan con su deber de administrar justicia de manera
rápida y precisa.
Al igual que en otras constituciones mencionadas anteriormente, este artículo señala
que el presidente puede intervenir o requerir a los jueces y fiscales para garantizar la
prontitud y la precisión en la administración de justicia. Sin embargo, es importante tener
en cuenta que esta facultad no implica una interferencia directa en las decisiones
judiciales o en la independencia del poder judicial.

En la Constitución de 1867, el artículo 85, inciso 7, establece nuevamente que una de


las atribuciones del presidente es requerir a los jueces y tribunales para la pronta
administración de la justicia. Esto significa que el poder ejecutivo tiene la facultad de
solicitar a los jueces y tribunales que agilicen el proceso de administración de justicia.
En la Constitución de 1920, el artículo 121, inciso 9, establece nuevamente que una de
las atribuciones del presidente es requerir a los jueces y tribunales para la pronta y
exacta administración de justicia. Esto significa que el poder ejecutivo tiene la facultad
de solicitar a los jueces y tribunales que agilicen el proceso de administración de justicia.
En la Constitución de 1933, el artículo 154, inciso 15, establece nuevamente que una
de las atribuciones del presidente es requerir a los tribunales y juzgados para la pronta
administración de justicia. Esta disposición reafirma la facultad del poder ejecutivo de
solicitar a los tribunales y juzgados que agilicen el proceso de administración de justicia.
Como he señalado, esta atribución ha sido establecida en constituciones anteriores,
como la de 1839, y se mantiene hasta la Constitución de 1933. Esto implica que el
presidente tiene la facultad de intervenir en la administración de justicia para garantizar
la prontitud en el sistema judicial.
En la Constitución de 1979, efectivamente se encuentran varios artículos que abordan
la administración de justicia.
Artículo 211, inciso 12: Establece que es una atribución y obligación del presidente hacer
cumplir las sentencias y resoluciones de los tribunales y juzgados, así como requerirlos
para la pronta administración de justicia. Esto implica que el poder ejecutivo tiene la
responsabilidad de asegurar el cumplimiento de las decisiones judiciales y puede
intervenir para garantizar una administración de justicia eficiente. Artículo 233, inciso 1:
Establece la unidad y exclusividad de la función jurisdiccional. Indica que no puede
existir ni establecerse ninguna jurisdicción independiente, excepto la arbitral y la militar.
También prohíbe los juicios por comisión o delegación. Esto significa que el poder
judicial tiene el monopolio de la función jurisdiccional, garantizando que no haya
jurisdicciones paralelas o interferencias externas en la administración de justicia. En el
inciso 2: Establece la independencia en el ejercicio de la función jurisdiccional. Prohíbe
a cualquier autoridad avocarse causas pendientes ante el órgano jurisdiccional o
interferir en el ejercicio de sus funciones. Además, prohíbe la modificación de sentencias
firmes o la retardación de su ejecución. Este artículo busca salvaguardar la
independencia del poder judicial y protegerlo de cualquier injerencia o interferencia
externa. En el Artículo 232: Establece que la potestad de administrar justicia emana del
pueblo y se ejerce a través de los juzgados y tribunales, que están jerárquicamente
integrados en un cuerpo unitario. También menciona que se deben respetar las
especialidades y garantías correspondientes, así como los procedimientos establecidos
por la Constitución y las leyes. Este artículo reafirma la importancia de que la
administración de justicia sea llevada a cabo por los juzgados y tribunales, respetando
los principios de unidad, especialización y garantías procesales.
Estas disposiciones en la Constitución de 1979 buscaban garantizar la independencia
del poder judicial y la exclusividad de su función jurisdiccional. Además, se establecen
mecanismos para asegurar el cumplimiento de las sentencias y la pronta administración
de justicia.
En la Constitución de 1993, se mantienen principios y derechos fundamentales en
relación con la administración de justicia.
Artículo 138°: Establece que la potestad de administrar justicia emana del pueblo y es
ejercida por el Poder Judicial a través de sus órganos jerárquicos, de acuerdo con la
Constitución y las leyes. También se establece la supremacía de la Constitución sobre
las leyes y se indica que los jueces deben preferir una norma constitucional sobre una
norma legal en caso de incompatibilidad, y una norma legal sobre cualquier otra norma
de rango inferior.
Artículo 139°: En este artículo se establecen los principios y derechos de la función
jurisdiccional. Se menciona la unidad y exclusividad de la función jurisdiccional,
prohibiendo la existencia de jurisdicciones independientes, excepto las militares y
arbitrales. Asimismo, se prohíben los procesos judiciales por comisión o delegación. Se
garantiza la independencia en el ejercicio de la función jurisdiccional, prohibiendo
cualquier interferencia de autoridades en las funciones judiciales, incluyendo la
avocación a causas pendientes, dejar sin efecto resoluciones firmes, interrumpir
procedimientos en curso, modificar sentencias o retardar su ejecución. Se especifica
que estas disposiciones no afectan el derecho de gracia ni la facultad de investigación
del Congreso, siempre y cuando no interfieran en el proceso judicial ni tengan efectos
judiciales.
En conjunto, estos artículos de la Constitución de 1993 establecen los principios y
derechos fundamentales para la administración de justicia, incluyendo la supremacía
constitucional, la unidad y exclusividad de la función jurisdiccional, así como la
independencia judicial y el respeto a las resoluciones judiciales firmes.

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