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El poeta zacatecano Ramón López Velarde en su poema “La suave patria” llamó a los mexicanos;

“Raza de bailadores de jarabe” y en verdad que el Jarabe Tapatío es la expresión mexicana por
excelencia de la danza superior a otros bailes populares como la Zandunga, la Jarana, la Bamba, el
Zapateado, etcétera. Parece que el Jarabe es en verdad de origen tapatío pues todavía, es en los
pueblos de Jalisco en donde se baila con mayor devoción, a veces sobre tarimas de gruesa madera
que tapan grandes hoyos hechos en la tierra como caja de resonancia para el vivo taconeo de los
bailadores estos visten generalmente los trajes de charro y de china poblana, en la liturgia nacional,
en tal forma que el jarabe se identifica con esos personajes prototipos del mexicano de ahora y de
antes. La danza se acompaña en esos lugares con la música del mariachi tapatío también, que
originalmente fue una orquesta compuesta de gente de arpón guitarrón y violín a la que a veces
acompañaba un clarinete y un tamborcillo.

El mariachi suena con alegre son


¡oye cómo me alegra! Canta mi canción

Suena el arpa vieja suena el guitarrón


El violín se queja lo mismo que yo

Pepe Guízar

Bien plantado, vestido de gala con chaqueta y pantalón bordados sobre fondo negro con sombrero
blanco y colorado, enmarcando el bigotito recortado sobre la tez morena. El mariachi le canta al
corazón con voz ronca; entona el jarabe, el corrido, el bolero romántico, el son, la canción ranchera,
sus coplas cuentan la historia cotidiana del campo mexicano, el amor, la desilusión de aquí de este
lado. Conocido por todos, arraigado en la vida rural y urbana, escuchado en la radio, la televisión, las
cantinas, los centros nocturnos, las serenatas, las fiestas de hoy y los jolgorios de ayer, el mariachi
como fenómeno cultural ha sido poco estudiado. Variante del sistema musical novohispano, se cree
que la música del mariachi aparece desde el momento de la conquista española con la llegada de los
instrumentos de cuerda europeos, sin embargo, cristaliza plenamente en el siglo XVIII con los géneros
musicales llamados sones y jarabes compuestos. El popular traje negro de charro apareció en la época
del porfiriato (1876-1910), cuando el gobierno del estado de Jalisco mandó un conjunto de mariachi
para amenizar una fiesta que el presidente mexicano Porfirio Díaz ofrecía al secretario de estado de
nuestros vecinos del norte en esa época Miguel Lerdo de Tejada, director de la orquesta típica más
importante del porfiriato, se vestía de charro y fue él quien en asesoró al maestro Gaspar Vargas en
su paso hacia la comercialización, no hay que olvidar que en el porfiriato se hicieron excursiones
mexicanas para representar al país en las ferias internacionales de Europa y Estados Unidos y había
que presentarse con un traje que nos identificara. Después de la revolución mexicana (1910-1920)
muchos músicos de la provincia vinieron a tocar a la capital del país utilizando instrumentos típicos:
pascolas de Sinaloa, arperos de Veracruz, jaraneros de Yucatán, mariachis de Jalisco.

Poco a poco estos músicos tradicionales originarios de Jalisco fueron asesorados por expertos para
realizar una instrumentación que cuadraran en las emisiones radiofónicas y sobre todo en las
grabaciones de discos, su indumentaria se fue transformando y la música que al principio era
campirana y rústica empezó a componerse para ser tocada sólo por el mariachi, una de las
consecuencias importantes del mariachi moderno es que interpreta música para ser escuchada y no
para bailar, como fue al principio.

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