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NOBLEZA Y

MONARQUÍA
Entendimiento y rivalidad

EL PROCESO DE LA CONSTRUCCIÓN DE LA CORONA ESPAÑOLA

LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

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BIBLIOTECA CENTRAL
NOBLEZA Y MONARQUÍA
Entendimiento y Rivalidad

El proceso de construcción de la Corona española


NOBLEZA Y MONARQUÍA
Entendimiento y Rivalidad

El proceso de construcción
de la Corona española

LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

la e/fera ® hiztorlo
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Primera edición: enero de 2003

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BfBUOTECA CENTRAL

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~
617420

ÍNDICE

Introducción general 9

: de los titulares del copy- PRIMERA PARTE


::--"ITTV''''ccÍón total o parcial de
1. Mercedes enriqueñas . 27
~2,.oa:x::ü:_:-n=~:ldi·dos
la reprografia y el
II. La corona vicaria de Dios . 53
~::;!:;l:'e:s. de ella mediante alquiler o
III. La caída de los epígonos Trastámara . 95
IV Enrique III: la consolidación de los linajes . 121

SEGUNDA PARTE

V Fernando «el de Antequera», un rey para España 153


VI. «Los infantes de Aragón ¿qué se hicieron?» 179
VII. El proyecto político de don Álvaro de Luna 211

TERCERA PARTE

VIII. La «tiranía» de don Álvaro de Luna . 245


~=--,_-.•._Iarqués de Santillana IX. La liga ensaya un gobierno . 269
X. La guerra civil . 301

CUARTA PARTE

XI. Isabel, princesa de Castilla . 331


XII. La solución final propuesta por los Reyes Católicos . 359
,
Indice onomástica 397
INTRODUCCIÓN GENERAL

1. LA REVOLUCIÓNTRASTÁMARA.
La última etapa en la historia de los
reinos que formaban la Corona de Castilla, antes de que ésta se incor-
porara al conjunto de los que iban a formar la Monarquía católica
española, haciendo de su idioma base para la construcción de la
lengua común, se inscribe entre dos guerras civiles, importantes
por sus resultados aunque no por sus batallas: la de 1366/1369 y la
de 1475/1478. Por la primera,considerada en su tiempo como revuel-
ta victoriosa de la nobleza contra Pedro 1, cuya legitimidad negaba,
una rama bastarda de la dinastía se asienta en el trono mediante una
operación que se inscribe en el conjunto de la Guerra de los Cien
Años, siendo Francia, el Pontificado y Aragón principales fautores.
Han sido los historiadores de mi generación quienes, por influen-
cia de metodologías recientes, introdujeron el término «revolu-
ción» para definir los cambios que a la sazón se produjeron. Se debe
tener en cuenta el golpe de sorpresa que Froissart, en una de sus Cró-
nicas, pone en boca de Eduardo, príncipe de Gales: ¿ cuándo se ha vis-
to que un bastardo -se trata en este caso de Enrique I1- sustitu-
ya a un rey coronado? En la segunda de las contiendas civiles la
nobleza, que había alcanzado extraordinario desarrollo al calor de
la nueva dinastía, se dividirá entre dos alternativas: unión con Por-
tugal mediante el matrimo~o de Juana con su tío Alfonso V o incor-
poración a la Corona de Aragón a través de Isabel y Fernando.

Al obtener una victoria completa, estos últimos hicieron posible que, sobre
el modelo de la Unión de Reinos, surgiese la Monarquía hispana, presen-

(
10 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

"
tándola como restauración de algo preexistente. El bachiller Palma lo expre-
sará en estos términos: «Quien vido a España un reino, un principado tan gran-
de».Y llamará al resultado «divina retribución». Tal fue, a la larga, el resultado
de que una misma dinastía, Trastámara, se instalara, directa o indirectamente,
en todos los reinos españoles; término de llegada para la operación comen-
zada en 1366.
Revolución es un cambio fuerte mediante el cual una legitimidad exis-
tente es rechazada y sustituida por otra. En el siglo XIV esa sustitución no
podía afectar a la estructura de la Monarquía, que responde a los desig-
nios de Dios y no a la voluntad humana (dos reyes son hechura de Dios
y por eso aventajan a los otros hombres», dice don Juan Manuel), pero sí
a los titulares de la corona. Dios mismo, por vía de nacimiento, que es esen-
cial en la clave de la sucesión, es quien proporciona al monarca la «legiti-
midad de origen». Ésta no es suficiente. Junto a ella -incluso por encima
de ella-los politólogos del tiempo colocaban la «legitimidad de ejerci-
cio» que equivalía al cumplimiento de los deberes que, como; rey, le vie-
nen impuestos. Pues reinar se inscribía ya entonces en el capítulo de los
deberes y no de los derechos. Aquel monarca que perdiese la legitimidad
de ejercicio se convertía en «tirano» y, como tal, debe ser destruido. Ya en
el siglo XII John de Salisbury, maestro importante, había empleado estas
terribles palabras: «ryrannum occidere non modo licitum est sed aequum
et iustum». .ia nreranrra .:::L"- ;¡¡

En la Península se contaba ya con dos precedentes: sustitución de San-


cho II de Portugal en 1244 y sustracción de obediencia a Alfonso X en
1282. En consecuencia, la revolución de 1366 se apoyó en principios que
eran moneda corriente entre los escritores de aquella época, especialmente ..-Ia «emperegila.do9.
estos tres: «la soberanía pertenece al reino en cuanto cuerpo y se deposita des- -~ Torres, rey de
pués, en cuanto ejercicio, en la persona del rey»; «el bien público está por cada como judía,
encima del bien privado»; y, «aquello que a todos atañe por todos debe ser María, en quien se diera ~
I

decidido» 1. Tras la victoria, en todos los documentos que hacían referencia a _ obispo de una ID.Í.sm2.

1 J. A. Maravall, «Lacorriente democrática medieval en España y la fórmula" quid omnes 2 A. de los Ríos, cC.ó:::;:,
tangit?», Estudios de historia del pensamiento español, II, págs. 161 Y ss. XXXVI, 1906, págs. 5
NOBLEZA Y MONARQUÍA 11

hiller Palma 10 expre- Pedro I se le describe como «aquel mal tirano que se llamó rey». Ésta fue,
~rincipado tan gran- por consiguiente, la verdad oficial. No se trataba únicamente de la crueldad
larga, el resultado desplegada en casos concretos, ni de los abusos cometidos en relación con
...,,-~..,.-.,
o indirectamente,
su esposa Blanca de Borbón, asesinada, ni de la expulsión del arzobispo de
operación comen- Toledo, don Gil de Albornoz, casos todos convenientemente aireados por la
propaganda, sino de algo más general y profundo. Pedro -se dijo- había
legitimidad exis- sustituido el bien público por el privado, usando arbitrariamente de la potes-
- esa "Sustitución no tad real para satisfacer sus apetitos individuales; prescindiendo de las Cortes,
onde a los desig- del Consejo Real y de la nobleza, se guiaba por las opiniones de unos pocos
son hechura de Dios amigos; y especialmente, quebrantaba la justicia, haciendo caso omiso de las
Manuel), pero sí leyes, fueros, cartas, privilegios, buenos usos y costumbres que significaban
- -= =-z.:.¡.illlento,que es esen- las libertades del reino.
monarca la «legiti- El canciller Pero López de Ayala que, junto con su padre, había venido
-- cluso por encima a prestar acatamiento a Enrique 11 después de haber servido a Pedro muchos
. girimidad de ejerci- años, justificaría su decisión y la de tantos otros con estas palabras precisas:
_ce, omo a rey, le vie- «el que bien a su pueblo ama y defiende, ése es rey verdadero, tirese el otro
-r .,~,.-, ,._••• =::
•_ <1 capítulo de los dende». Así pues, la revolución fue justificada destacando especialmente los
-:._ = z: er iese la legitimidad dos pecados capitales del depuesto y asesinado monarca: quebranto de la Igle-
estruido.Ya en sia en su moral y en sus hombres, y persecución de la nobleza, eminente
• empleado estas sector del reino. Sin tardar mucho, la propaganda recurriría a otra curiosa
,.;-.,.."..., est sed aequum leyenda/ que tiene todos los rasgos de un «enxemplo», género entonces fre-
cuente en la literatura castellana. La reina María, esposa de Alfonso XI, no
-ración de San- había alumbrado a un varón sino a una niña la cual, para garantizar la suce-
a Alfonso X en sión, fue cambiada por el hijo de un judío, llamado Pedro Gil, venido al mun-
pnnClplOs que do en aquella misma hora. De ahí que a los partidarios de Pedro I se les lla-
~ _=-= ,~-" W a, especialmente mara «emperegilados». Siguiendo al filo de la imaginación, García Alfonso
e deposita des- de Torres: rey de armas de Fernando el Católico, añadiría que esta niña, edu-
úblico está por cada como judía, vino a ser la madre del famoso converso Pablo de Santa
r todos debe ser María, en quien se diera la circunstancia muy singular de haber sido rabino
I

cian referencia a y obispo de una misma ciudad.

~rmula "quid omnes 2 A. de los Ríos, «Cómo y porqué se llamó a don Pedro el Cruel Pedro Gil», BAH
XXXVI, 1906, págs. 58-65.

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st:.iB.EZ FER.."...\..."illEZ

uscaóa, para sí mismo, un argumento de legitimidad más


plausible pueriles leyendas. Habiendo desaparecido, víctimas precisa-
persecución, todos aquellos que pudieran alegar derechos a la
herencia de Alfonso XI, su propia esposa, Juana Manuel, descendiente de los
infantes de la Cerda y de don Manuel, hijo de Alfonso X, había venido a
situarse en primera línea de los mismos.
ne se eo
2. QUÉ ES LA NOBLEZA. En ambas guerras el intervencionismo extran- rrana nesgos. r-~
jero -franco-aragonés
da- nos proporciona
en la primera y franco-portugués
un matiz de política internacional
en la segun-
que puede
,~~.la más irnpor "
añola se TI.o ~
';-~::J
~
distraernos. Pues lo que en ellas se ventilaba era un cambio institu- o
cional y social muy profundo: se constituye la Monarquía española.
La revolución de 1366 es la raíz de un crecimiento ininterrumpido
de esa potente aristocracia que va a ser característica de la sociedad
hispana en los tres siglos siguientes. Sucumbieron entonces, con pocas
excepciones, los linajes «antiguos» que se remontaban al siglo XII,

mientras irrumpían otros «nuevos» que asentaban además su poder


económico sobre oficios y señoríos jurisdiccionales'. Esos nuevos,
siempre que les era posible, destacarían la presencia de sangre vieja
en las venas de sus antepasados. En la práctica no podían dejar de reco-
nocer que, antes de 1366, su posición dentro de la nobleza era más
bien modesta; por eso ponían tanto empeño en inventar hermosas
leyendas que les permitieran presentarse como procedentes de los
flancos del caballo del Cid o de los siete infantes de Lara, cuando no
intentaban enlazar con los mitos artúricos, tan a la moda. Hemos de e. cstema
destacar que ninguno de los títulos que en el siglo XVI otorgaban
«grandeza» a sus portadores es anterior a 1366. Los genealogistas y

3 Para Salvador de Moxó, «La nobleza castellano-leonesa en la Edad Media. Problemáti- "-2 caballeresca refleja
ca que suscita su estudio en el marco de una historia social» (Hispania, 114,1970, págs. 49-54), mismo tiempo, dos ~ ~
fueron causas de extinción de la nobleza vieja el agotamiento biológico de los linajes, las gue- 5 Cuestión que ha
rras civiles y musulmanas, la represión de Alfonso XI y Pedro, el exilio y el empobrecimiento , •poder real en Castilla
de las rentas. motivos morales están
NOBLEZA Y MONARQUÍA 13

,~ ro de legitimidad más abogados de pleitos del siglo XVII ya conocieron bien este proceso.
__ ~ .do víctimas precisa- Salazar indica sólo cinco linajes como anteriores a los Trastámara.
alegar derechos a la
escendiente de los Interpretar la Historia castellana del siglo xv -quiero adelantarme a
= _--: ::so X, había venido a señalar que es IIÚ intención moverme sobre todo en el marco de los aconte-
cimientos-e- como un vasto proceso de interacciones entre la Monarquía,
que se construye, y la nobleza, que aspira a ejercer plenitud de poder social,
'---'-L"- vencionismo extran- entraña riesgos, pero nos permite al mismo tiempo aclaraciones muy sus-
~~~.~"KJrtuguésenlasegun- tantivas, la más importante, acaso, la posibilidad de comprender cómo la socie-
rernacional que puede dad española se vio penetrada por el que llamamos espíritu de la caballería".
'""--...:......0.:..."'_ era un cambio institu- No en vano es don Quijote de la Mancha nuestro protagonista literario esen-
- onarquía española. cial. Un siglo antes ya había alcanzado esta categoríaAmadís de Gaula. Hemos
to ininterrumpido de proceder con cautela señalando de antemano qué entendemos por Monar-
C2:3Ca:r:'ísri' ea de la sociedad quía y, también, por nobleza y hasta qué punto estas dos expresiones encar-
tonces, con pocas nan diferentes ideas políticas. A lo largo de estas páginas vamos a tener que
taban al siglo XII, hacer constante referencia a una especie de pugna entre ambas, ya que ella
2S;::::::::;0.1111 además su poder es el leit motiv de la vida política castellana en estos siglos finales de la Edad
::::~5::..:ilonales3. Esos nuevos, Media que se cierran con los Reyes Católicos.
=-=~ld. de sangre vieja No existió nunca la menor duda de que el reino, precisamente porque
_'""_
M''lTl dejar de reco- así convenía al bien de la «res publica», tuviese que ser gobernado por una
nobleza era más sola persona a quien conviene el calificativo de «monarca», siéndole trans-
=:::=-=:::.,n ~ inventar hermosas mitida esta condición por medio de la herencia y no del mérito, es decir «gra-
rocedentes de los tia Dei». Los tratadistas políticos como Álvaro Pelayo, para quien la virtud es
Laxa, cuando no el mejor remedio de la injusticia y del pecado", se complacen en explicar cómo
--- ~ ra moda. Hemos de el sistema «monárquico» debe preferirse a cualquier otro. Es indudable que,
o XVI otorgaban en los siglos XIV Y xv, en toda Europa, se registró una tendencia, hija acaso
genealogistas y

4 Para Martín de Riquer, Caballeros andantes españoles, Madrid, 1967, pág. 12, «la nove-
Media, Problemáti- la caballeresca refleja una auténtica realidad social sin desfigurada ni exagerada» pero, al
. 1970,págs. 49-54), mismo tiempo, «los caballeros reales e históricos estaban, a su vez, intoxicados de literatura» .
los linajes, las gue- 5 Cuestión que ha sido tratada por Juan Manuel Nieto Soria, Fundamentos ideol6gicos
. el empobrecimiento del poder real en Castilla (siglos XlII-XVI), Madrid, 1983, págs. 185-193. Para Álvaro Pelayo los
motivos morales están por encima de los políticos o económicos.

; I
14 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

del ghibelinismo e influida por el desarrollo de los estudios de Derecho, a


buscar el fortalecimiento de los poderes y funciones del soberano, encarna-
ción entonces de 10 que llamamos Estado. Esta tendencia se encuentra muy
lejos del Absolutismo o de su hijo, el despotismo ilustrado, pues encuadra
rigurosamente las funciones del rey en términos de Derecho y se enfrenta con
el personalismo de los señores territoriales". Como Dante dijera en su De
Monarchía a principios del mismo siglo: «Lo que puede ser hecho por uno solo
está mejor hecho por uno que por varios». los cueros, el az
La nobleza se veía impulsada por dos tendencias en apariencia contra- social entre la ~=:iI
dictorias: necesitaba, por una parte, la afirmación de ese poder real, del que menas. De ahi ~os

el suyo era una subrogación, pero quería compartirlo dando a la «res publi- policía para los
ca» mayor carácter contractual y encerrando al soberano en un círculo ros y ballesn
estrecho de deberes y derechos en relación con aquellos linajes, muy pocos,
en que se juntaban riqueza y poder. El debate, aunque influido por la pecu- Desde 1273 la g.lDad~ al
liar estructura económica de aquel tiempo, puede considerarse enteramente incluso de funciones j',;;.-;J
político. El objetivo, tanto del rey como de la nobleza, era asegurarse parce- zar los derechos de los ~< [' ~i
las mayores de poder. Conviene adelantar que el resultado final constituye ipios Y los propietariosde
una paradoja: Fernando e Isabel obtuvieron una libertad en la toma de deci- cañadas. Poco a poco
siones y en el ejercicio de su autoridad como ninguno de sus antecesores, todo el reino y no com
pero la nobleza consiguió, mediante acuerdos y normas jurídicas, la consoli- Mesta», como se le uamo, ""-~1

dación de su poder social y económico en unos niveles que, en 1368, hubie- ción, acabó convirtién
ran parecido inalcanzables. servicio de la nobleza '!-

XV poseerá la direcció
3. LAESTRUCTURAECONÓMICA.Existe una perfecta congruencia entre miembro de los linajes
el predominio nobiliario, que se iba acentuando, y la estructura los condes de Buendía; -
económica del reino. En este libro no vamos a ocuparnos de eco- arzobispo Alfonso Ca..IT'~
nomía, aunque algunas referencias resultan indispensables", Una gran dera favoreció a las
--especialmente a esta
lucrativa de los grandes
6 Cuestión ampliamente tratada por M. David, LA souveraineté et les limites juridiques du
quista. No puede exrrana; ...••
pouvoir monarchique du IX au XV siécles,París, 1954.
7 Se debe acudir para un mejor conocimiento a J. Klein, LA Mesta. Un estudio de His-
toria econémica española, Madrid, 1936, y a J. Vicens Vives, Historia economica de España, Bar- 8 Me he ocupado del0::r::2=""l
celona, 1959, págs. 223-236. tiernos Historia España, Bu
NOBLEZA Y MONARQUÍA 15

estudios de Derecho, a
parte del espacio castellano estaba entonces dedicado a pastos; la gana-
el soberano, encarna-
dería, especialmente ovejuna, imprinúa carácter ya que hasta muy
·~;.denCla se encuentra muy
avanzado el siglo XVI la lana fue el principal producto de exporta-
do, pues encuadra
ción. Sus precios marcaban el índice de la prosperidad. Seguían en
ha y se enfrenta con
importancia la miel -edulcorante universal antes de que se consi-
'"--"-"":":':<1.1 Dante dijera en su De
guiera la difusión del azúcar de caña como consecuencia de los
hecho por uno solo
descubrimientos portugueses- y la cera. Después venían el hierro,
los cueros, el azogue y otras cosas más. Había una antigua relación
social entre la trashumancia de los ganados y el cuidado de las col-
menas. De ahí que se hubiera consolidado ese peculiar cuerpo de
policía para los caminos, llamada Hermandad «vieja» de colmene-
ros y ballesteros de Toledo, Talavera y Ciudad Real8.

Desde 1273 la ganadería castellana había generado una organización dota-


:le considerarse enteramente da incluso de funciones judiciales, la Mesta, destinada en sustancia a garanti-
~ ••.•.,¡¡,;;:;L.s.. era asegurarse paree- zar los derechos de los pastores y a regular las relaciones de éstos con los muni-
resultado final constituye cipios y los propietarios de aquellas tierras que afectaban al tránsito por las
f,;""•••••--.,.~ en la toma de deci- cañadas. Poco a poco la ganadería fue considerada como riqueza pública de
de sus antecesores, todo el reino y no como simple bien particular. El «Honrado Concejo de la
"'-L---l.:..o::. jurídicas, la consoli- Mesta», como se le llamó, ampliando astutamente el ámbito de su jurisdic-
e, en 1368, hubie- ción, acabó convirtiéndose en una gran fuerza sociopolítica, enteramente al
servicio de la nobleza que le controlaba. Durante los años centrales del siglo
xv poseerá la dirección de este organismo, con el oficio de entregador, un
~::WCIa congruencia entre miembro de los linajes de Carrillo/Acuña, oriundo de Cuenca y tronco de
,;;':er!.mmldo, y la estructura los condes de Buendía; familia esta a la que pertenecía también el famoso
ocupamos de eco- arzobispo Alfonso Carrillo. Por otra parte el desarrollo de la econonúa gana-
7 .
spensables . Una gran dera favoreció a las Órdenes Militares, Calatrava, Alcántara, Santiago
-especialmente a esta última+-, porque les permitió una explotación más

s=-:o:a::z=i' ti ks limites jutidiques du


lucrativa de los grandes territorios que adquirieran con el fin de la Recon-
quista. No puede extrañamos que los Maestres desempeñaran un papel de
Un estudio de His-
ica de España, Bar-
8 Me he ocupado del tema en «Evolución histórica de lasHermandades castellanas»(Cua-
dernos Historia España, Buenos Aires, XVI, 1951).
16 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

importancia creciente en la política castellana"; se inscribían en el nivel más


alto de la nobleza.

4. NACIÓN ESPAÑOLA. Al filo de 1400, la Corona de Castilla forma-


ba una Monarquía bastante homogénea y centralizada, a pesar de
la larga titulación de sus soberanos y de la inquieta movilidad de
su Corte que sólo había podido vincular una de sus institucio-
nes, la Audiencia o Chancillería, en Valladolid. Si se la comparaba
con la Unión de Reinos que formaba la Corona de Aragón,
podía tomarse por un modelo de unidad. Esto la hacía fuerte y
capaz de superar la gran depresión ofreciéndole un puesto desta-
cado, al lado de Francia, entre las monarquías europeas. Aunque
el Imperio alemán gozara de más prestigio y rango, no era tan fuer-
te. En la Península ella sola superaba en territorio, población y
riqueza a la suma de las otras tres Coronas. A menudo los docu-
mentos extrapeninsulares usan indistintamente los nombres de
Castilla y de España 10. Cuando, en el concilio de Constanza, se z:

constituye por estos años la «nación española», los castellanos la


dominaron. Lo mismo sucedió en Basilea 11. Sobrevivían juntas una
.:----:
conciencia de unidad y otra de pluralidad.
:::

9 Para Salvador de Moxó, «Los Señoríos. En torno a una problemática para el estudio
del régimen señorial» (Hispania, 94,1964, págs. 187-193), las Órdenes Militares con su expan-
sión y el Císter con la colonización agraria, son dos de los principales factores en la consti-
tución de latifundios que permitieron la señorialización. Conviene no perder de vista la
influencia del segundo sobre las primeras. más vigor cuanto IL'-'

\O Es en Brujas en donde por primera vez se engloba a los mercaderes en una «nación nistas áulicos para
española». L. Gilliodts van Severen, Cartulaire de l'ancien consulat d'Espagne a Bruges. Brujas, 50 que desterremos -
1901.
11 Es preciso recurrir a un texto tan importante como las Allegationes de Alfonso de
Cartagena pero son más interesantes, desde nuestro punto de vista, los argumentos que en
el mismo concilio de Basilea sirvieron para asegurar a los embajadores castellanos el primer tia, III, Madrid, 1863.
puesto después de Francia (AGS. Estado, K-1711, fols. 1-19). Ver especialmente]. A. Mara- 13 Benjamín González ,
vall, El concepto de España en la Edad Media, Madrid, 1954, págs. 410-414. medieval (1252-1474)- :Cor2!:üd
NOBLEZA Y MONARQUÍA 17

--' .•..
ribían en el nivel más Frente a las repúblicas italianas o a la variedad de regímenes consecuen-
cia de la descomposición del Imperio alemán, la Monarquía aparece, ade-
más, como una forma de gobierno que los grandes juristas del momento
-Álvaro Pelayo, Rodrigo Sánchez de Arévalo, Alfonso de Madrigal-
consideraban superior en el orden moral y no sólo en el político. Estamos
lejos de Maquiavelo. Designado por Dios desde la cuna, el rey aparece como
de sus institucio- depositario de esa soberanía que pertenece al reino y que retorna a él cuan-
"'L.....:..u~Vl.tU. Si e la comparaba do se interrumpe o suspende la sucesión. A muy corta distancia uno de otro,
f'.•..•.
----~ ...,.. Corona de Aragón, tal será la doctrina que permitirá a joáo das Regras elevar al trono al vence-
sto la hacía fuerte y dor de Aljubarrota y a su rival vencido obtener de las Cortes de Valladolid,
-. -~ e un puesto desta- en 1385, amplio apoyo para su causa. Ante ellas, en un discurso que consti-
- europeas. Aunque tuyó como una especie de programa para toda la dinastía, Juan 1 definió el
~:,zo~' .....,.,nn. no era tan fuer- ejercicio de la realeza como un deber y no como un derecho'f; su misión
. orio, población y consistía en «aplicar el Derecho, velar por su observancia y restablecerlo» cuan-
enudo los docu- do fuera necesario'". La potestad real-«poderío real absoluto» y «señoría
-- -e:::.:e los nombres de mayor de lajusticia»- consistía en hacer que la ley se aplicara correctamente;
para ello tenía que interpretarla, acomodarla a las necesidades concretas, enri-
quecerla.
La Monarquía fue, indudablemente, un sistema sostenido por el calor
popular. Lo veremos incluso en el caso de Enrique IV. La mayor parte de la
población castellana, especialmente los sectores menos favorecidos, vieron
en el aumento de autoridad el único remedio eficaz a los desórdenes introdu-
":";:::=:ll2'U·ca
para el estudio
cidos por las guerras civiles. Sobre esto se montó algo que yo no dudaría en
~¡O~=! !-.lliliI:ues
con su expan-
b ~=~~:S~lCrores en la consti- calificar de propaganda si no me detuviera el recelo de hacer comparaciones
o erder de vista la con momentos más recientes; se refleja en la literatura del tiempo con tanto
más vigor cuanto menos culta es la clientela, y es aprovechada por los cro-
==deres en una «nación nistas áulicos para dar una visión unilateral de los acontecimientos. Es preci-
t;. ;gne a Bruges. Brujas,
so que desterremos su maniqueísmo y dejemos de ver en el soberano todo

- argumentos que en 12 El discurso en «Cortes de los antiguos reinos de León y Castilla», Academia Histo-
,p.,=~!?C-D:~ castellanos el primer ria, I1I, Madrid, 1863, pág. 334.
especialmente J. A. Mara- 13 Benjamín GonzálezAlonso, «Poder regio, Cortes y régimen político en Castilla bajo-
- . -t medieval (1252-1474)>>(Cortes de Castilla y León en la Edad Media, II,Valladolid, 1988,pág. 209).
18 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

el bien y en los nobles todo el mal; ignoramos qué hubiera sido del país en Claro es que ~ '~
gamiento de
el caso de que la nobleza hubiese impuesto su fórmula, como se expresa en
la sentencia de Medina del Campo, o si el rey hubiese obtenido victoria com- que, a través .

pleta. Al historiador le están rigurosamente vedados los futuribles. altos oficiales

En la práctica resulta muy dificil adivinar cuáles eran los límites al que
los documentos definen como «poderío real absoluto». Queda bien enten-
dido que el término absoluto no se refiere a despótico o arbitrario sino a Hecho de gran ~ ..•

que no se relaciona con ninguna instancia superior. Los había, aunque la órnica, la Corona de \ ....,.--';¡iI1
justicia, la hacienda, el ejército, la política exterior y la administración le paz de bastarse a sí ~
sector secundario sobre
perteneciesen, pues el rey estaba obligado a obedecer la moral cristiana, de
la que la Iglesia era fuerte custodia, los usos y costumbres, los privilegios de la
nobleza y las cartas y fueros de las ciudades. La progresiva extensión de los
ra con brillante decm~,';
.o -lana, hierro, TIna,.~

señoríos a lo largo del siglo xv mermó en gran parte el ejercicio de la potes- ente en materias y~-

tad, aunque conservara siempre el rey la alta justicia. No existió en Castilla nobleza sin con~~
ningún instrumento jurídico que pudiera calificarse de contractual, como era
el caso de la Carta Magna británica o de los Usatges catalanes; el Ordena-
4 arar en gran parre
••

oerrnitiendo su cons
~~': ~~ --
miento de Alcalá de 1348, pese a su importancia, no era otra cosa que nor-
ma legal emanada del soberano a través de las Cortes. Precisamente uno de
los objetivos de la nobleza será establecerlo.
T a cualquier pro.....~~
5. TERCER ESTADO. Los historiadores actuales tienden a admitir como
indudable que, en el siglo xv, Castilla carecía de la que pudiera consi- el poder, vivían sin"'-''''':q
derarse como Asamblea representativa. Las Cortes fueron únicamente - . rentas.Todavía e
representaciones del tercer estado o, por decirlo mejor, de las oligar-
quías urbanas que lo significaban; nacidas como un esfuerzo para dar
contenido a la promulgación de nuevas leyes y para evitar arbitrarie-
dades fiscales fracasarían, precisamente en el tiempo que vamos a con-
siderar, en su esfuerzo para convertirse en representación del reino 14.

14 Es hora, indudablemente, de abandonar las interpretaciones que brindaran los


grandes liberales como Colmeiro, Martínez Marina o Danvila. Cuando se profundiza en su
estudio se comprende bien que eran expresión de las oligarquías ciudadanas que tendían a
convertirse en sistemas de linajes del mismo tipo que los de la nobleza. Aparte del excelen-
NOBLEZA Y MONARQUÍA 19

Claro es que esta discusión de los subsidios que sólo mediante el otor-
gamiento de las Cortes podían ser cobrados, daba fuerza en el diálogo
que, a través de los cuadernos, se establecía entre los procuradores y los
- ~ turibles. altos oficiales de la Corona un diálogo, que los documentos no reco-
los límites al que gen pero que, a juzgar por los resultados, debió de ser fructífero.
.t::l:!icl:~ . Queda bien ente n-
,~~ .•u-,rico o arbitrario sino a Hecho de gran importancia, que determina en parte su estructura eco-
Lo
k-~-_,i'"-;~:nr. había, aunque la nómica, la Corona de Castilla era, en el siglo xv, probablemente el único país
p.;;e;:¡-lOr- .- la administración le paz de bastarse a sí mismo en materia alimenticia. Predominaba en ella el
~000]~O~ la moral cristiana, de or secundario sobre el terciario, ampliamente. Llegó tarde, aunque 10 hicie-
P:;IIO:I::c:ID:res., los privilegios de la con brillante decisión, a las rutas y mercados de Occidente, y su gran comer-
¡:7.:x:::res:rva
extensión de los ·0 -lana, hierro, vino, cera, cueros y atún en aceite-- consistía casi exclusi-
.s ~ ercicio de la potes- zamente en materias primas. El retraso tendría una consecuencia, dejando a
I:=ri:i-.;... _ -o existió en Castilla la nobleza sin contrapartida social eficiente. Los beneficios del comercio iban
(
rractual, como era a parar en gran parte a manos de los señores, que disponían de tales materias,
"'-'~"---5;:;' catalanes; el Ordena- permitiendo su consolidación; el auge de los señoríos se convirtió en freno
otra cosa que nor- poderoso respecto a la creación de industria. Los nobles poseían tierras y gana-
"-'",,"-,~ Precisamente uno de do, pero sobre todo rentas jurisdiccionales sobre mercados y caminos; se
opusieron rotundamente a que se limitara la exportación de las materias pri-
mas ya cualquier proteccionismo sobre la industria textil, por ejemplo. Se for-
I=:~::s ...!.:-:::;.,¡ .•••den a admitir como maría entonces una clase de gentes que, desarraigadas de la tierra e instaladas
e pudiera consi- en el poder, vivían sin embargo a costa de ese sector primario porque cobra-
ban rentas. Todavía Cervantes, a finales del siglo XVI, nos dirá que el ideal de
[or, de las oligar- roda español era «tener un juro en hierbas de Extremadura». En principio la
esfuerzo para dar renta aseguraba un sostenimiento sin necesidad de trabajar; al mismo tiempo
evitar arbitrarie- procuraba un nivel social. Los oficios «mecánicos» serían simplemente
•••••.•• """+''V que vamos a con- menospreciados. De ahí que en el siglo XVI señoríos que eran econórnica-
~J:'eSeInao.·Ón del reino".

re trabajo de Marcelo Caetano, «Subsidios para a historia das Cortes medievais portuguesas»
l:::::==~onesque brindaran los (Revista da Paculdade de Direito da Universidade de Lisboa, Xv, 1963), sigue siendo válido el vie-
se profundiza en su jo trabajo de Piskorski.Ver sobre todo para este punto,]ulio Valdeón Baruque, Las Cortes de
~;:z:::~Z! ci[nd:adanasque tendían a Castilla y León en tiempos de Pedro 1 y de los primeros Trastámaras (Cortes de Castilla y León, 1,
,...•.••••.
-=...•..
Aparte del excelen- págs. 191 Y ss.).
20 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

mente una carga, pudieran venderse con facilidad porque eran el medio de
ingresar en la lista social de la nobleza.
A falta de burguesía la influencia de la aristocracia y de sus valores que-
dó sin contrapartida. Castilla se convirtió en país de hidalgos, identificándo-
se con las virtudes y defectos de este sector social: el artificio de lo heroico,
la nostalgia de una vida más bella, la conquista de la fama y la prodigalidad
se convierten en rasgos dominantes. El hidalguismo dominaba también en
las ciudades a través de los caballeros que constituían en ellos el estamento
superior. Desde que Alfonso XI concediera -mejor diríamos impusiera-
regidores a las ciudades más importantes de sus reinos un nuevo régimen de
gobierno por medio de un colegio cerrado y vitalicio, regidores que recibían
su nombramiento del propio monarca aunque seleccionados por un sistema
de cooptación, los municipios derivaron hacia cerradas oligarquías de unas rey, que disponia
cuantas familias de caballeros y hombres buenos con mentalidad también aris-
tocrática. Ser caballero veinticuatro de Sevilla se tenía y tien~ por título de
nobleza. Los padres de Melibea y el caballero de Olmedo que nos retrata Lope ce
pertenecían a este sector social mientras que a nosotros, en el escenario, nos
parecen nobles.
Al acudir a las Cortes los procuradores de las ciudades, miembros de
esta oligarquía, defendían ante todo sus privilegios y a veces intereses priva-
dos. Para que no hubiera dudas al respecto, se dispuso que no pudieran ser
procuradores los campesinos y los pecheros. Desde mediados del siglo xv
los reyes tomaron costumbre de recomendar la elección de determinadas per- -=
sonas como procuradores, siempre miembros de su círculo más próximo. Se
introdujo, además, la costumbre de asignarles remuneración tomándola pre-
cisamente de los subsidios que ellos mismos habían votado.
Las ciudades poderosas, aquellas que asistían a todas las Cortes y que
se desenvolvían a su vez como una especie de señoríos colectivos, trabaja-
ron intensamente para eliminar de la convocatoria a todas las demás. Duran-
te el reinado de Juan II conseguirán que el «voto en Cortes» quede redu-
cido a diecisiete ciudades y villas: siete eran cabeceras de los antiguos reinos
integrados en la Corona, es a saber, Burgos, Toledo, León, Sevilla, Cór-
doba, Jaén y Murcia, la otras diez se enmarcaban en el ámbito restringido ~. icción de que. sin -
NOBLEZA Y MONARQUÍA 21

e eran el medio de de las dos Mesetas, Zamora, Toro y Salamanca por el reino de León, Sego-
via, Ávila,Valladolid y Soria por el de Castilla, Madrid, Cuenca y Guada-
- de sus valores que- lajara por el de Toledo. Galicia, la cornisa cantábrica y Extremadura con la
- ze a -dalgos, identificándo- Mancha carecían de representación. La imagen de las Cortes, desde una
- cio de lo heroico, perspectiva actual, no puede resultar más decepcionante: a finales del siglo
=- ~ fama Y la prodigalidad xv sólo treinta y cuatro procuradores, en su mayoría hidalgos, no pocas
ominaba también en veces cortesanos, respondían a la convocatoria defendiendo con ahínco la
c.;::S::¡:::.j.an en ellos el estamento exclusividad de un derecho que era, en su esencia, contemplado como
--':"""""
~ - diríamos impusiera- privilegio.
nuevo régimen de
~ l~~-::-I a regidores que recibían 6. SEÑORÍOS.De este modo y por todas partes, las cuestiones políticas
~: ~ie:.-:ci-onados por un sistema desembocaban en un entendimiento o en una rivalidad entre el
cerraéas oligarquías de unas rey, que disponía de un equipo creciente, y la oligarquía nobiliaria,
ralidad también aris- sin que hubiera ningún otro elemento de contrapeso. Esto es 10
. tiene por título de que vamos a tratar de explicar en este libro, intentando liberarnos
_ue nos retrata Lope de ideas previas. La popularidad del monarca, a la que nos hemos
~ - en el escenario, nos referido, se debía, probablemente, a que se le consideraba como el
último bastión de defensa de los derechos. Así pensaban también
des, miembros de los judíos. Pero el crecimiento del poder soberano podía ser también
veces intereses priva- un peligro para estas aspiraciones.
e no pudieran ser
- =- mediados del siglo xv Base de sustentación económica y política para la nobleza era el seño-
-~. ~ e determinadas per- río, consecuencia del desarrollo de las antiguas inmunidades. Conviene no
o más próximo. Se onfundirlo con el dominio feudal, error en que muchas veces se ha incu-
;=:=:::::e::ación tomándola pre- rrido. En su forma más elemental el señorío puede definirse como subroga-
do. ión de los poderes reales, 10 que permitía administrar justicia, designar ofi-
las Cortes y que ciales locales y percibir rentas. No afectaba ni a la libertad ni a la propiedad
"":-05 colectivos, trabaja- ae sus moradores, sólo a 10 que llamaríamos más correctamente su gobier-
las demás. Duran- o.Antes de que llegara a producirse la revolución trastámara, había comen-
Cortes» quede redu- zado un cambio decisivo: las viejas rentas dominiales, consolidadas, se habían
e los antiguos reinos eteriorado radicalmente; sólo aquellas que formaban parte de la actividad
. León, Sevilla, Cór- económica se mantenían. En consecuencia, entre los nobles se abría paso la
- - ~ •• ámbito restringido onvicción de que, sin renunciar a los bienes solariegos, era preciso alcanzar
22 LUIS suillz FERNÁNDEZ

'1

la jurisdicción subrogada 15. Enrique II y sus descendientes con sus «merce- rique nostálgicas endec
des», que eran a veces remuneración de servicios o incluso ventas disimula- nobleza media, constituí;

das, aceleraron este proceso. Fortalecieron también los señoríos, porque a ellos durante los tres primeros

convenía, autorizando vinculaciones y mayorazgos. Pese a la subida del nivel ra que les separaba de la _

económico del país las rentas ordinarias de la Corona se vieron mermadas. conde, marqués o duqu
siderarse «grandes» an
La impotencia y debilidad de los monarcas obedece más a esta circunstancia
para varios siglos, una o~::c:-J
que a otra cosa.
rey, encontraba su propia
Prescindiendo del «abadengo» formado por señoríos eclesiásticos o de las
:aforma económica de .,- ,-~-
Órdenes Militares -objeto ambos de apetencias por parte de los vástagos
de las grandes farnilias- hemos de fijamos en una distribución del gobier-
no entre dos sectores: «realengo» y «señorío». El segundo creció a costa del
primero ininterrumpidamente hasta 1475 en que los Reyes Católicos ope-
raron una estabilización; con ello aumentaron el número de nobles y el poder
social de la aristocracia. Este hecho tuvo influencia decisiva, facil de compren-
der, en la edificación de la Monarquía hispana. En torno a 145-0 las posiciones
estaban de tal modo encrespadas que no parecía existir otra salida que la de
una victoria completa de una de las dos partes. Dificilmente podría enton-
numtenimientos-
ces vislumbrarse el final que se alcanzó, en el entendimiento y la coopera- del libro de asieED5
ción. ~os,dehe
En la lucha, larga y sorda, incierta y azarosa, pueden señalarse al menos ;;-="Ó;1do incluso las di -e . -q
tres grandes etapas separadas entre sí por las fechas de 1412 -el Compro- ~ una vocació
miso de Caspe que constituye también para Castilla un acontecimiento de
gran importancia pues hizo de la Casa de Trastámara dinastía peninsular- y
de 1445, batalla de Olmedo. El núcleo central, eje decisivo en torno al cual
gira la coyuntura, está constituido por la actividad política de los «infantes
de Aragón», castellanos de alma y de nacimiento, que inspiraron aJorge Man-

16 «Un libro de asiem


15 En dos artículos, el antes mencionado sobre los señoríos y «Sociedad, Estado y feu- * Aviso del autor. alT~ .:::::z:::
d

dalismo» (Revista Universidad de Madrid, 78, págs. 171-202), Moxó ha expuesto la evolución -- por medio de números, en
desde los señoríos antiguos que nacían de la concesión de determinadas funciones a los • de todo el apartado,

propietarios de tierras (esto era inmunidad) hasta llegar a los nuevos en que la concesión se Por otra parte, debe ari.e.:::::.e ~

hacía con independencia de dicha propiedad. Era posible ser señor de una villa sin tener en .or del mismo título. El ~,bl
ella propiedad alguna. .:- investigaciones muy ~
NOBLEZA Y MONARQUÍA 23

cescencientes con sus «merce- rique nostálgicas endechas. Fueron ellos la causa de que los linajes de una
o ventas disimula- nobleza media, constituida como vivero de funcionarios fieles al soberano
f'-o"C'~~ n.n señoríos, porque a ellos durante los tres primeros reinados de la dinastía Trastámara, saltasen la barre-
ese a la subida del nivel ra que les separaba de la «grandeza», es decir, de los tres títulos jerárquicos de
e vieron mermadas. conde, marqués o duque. Docena y media de dichos linajes pasaron a con-
, a esta circunstancia siderarse «grandes» antes de que este calificativo se hiciera oficial; y fueron,
para varios siglos, una oligarquía cumbre del estamento que, en el servicio al
,os eclesiásticos o de las rey, encontraba su propia razón de ser y en el disfrute de los señoríos la pla-
~ r parte de los vástagos taforma económica de su predominio social.
.. rribución del gobier- Ahora bien, un señorío pequeño era de rendimiento escaso y, a veces, cos-

sezcndo creció a costa del toso. Se necesitaba de un espacio amplio para alcanzar niveles de riqueza en
una época en que se registraba un rápido incremento en el lujo. Tan sólo las
- - Reyes Católicos ope-
grandes familias cuyas posesiones se extendían por ámbitos geográficos muy
ero e nobles y el poder
decisiva.fácil de compren- extensos, estaban en condiciones de hacer frente a los gastos. Por otra parte,
el rendimiento de las posesiones dependía de los niveles de precios en el mer-
a 1450 las posiciones
cado, y el de rentas de la balanza comercial. Puede decirse que ningún noble
- ir otra salida que la de
estaba en condiciones de prescindir de los emolumentos -raciones, quitacio-
---:....~.ll'te podría enton-
nes o mantenímientos- que devengaban los cargos de Corte. Al repasar las
·-J...••••..•-"'--'--_¡;;;.LwO y la coopera-
páginas del libro de asientos de Juan II -primero conocido de su clase16-
encontramos, de hecho, una ordenación de todo el estamento aristocrático,
~'--"';~ señalarse al menos
señalando incluso las diferencias en su escala interior. La política era, para los
2 ~l Compro-
nobles, una vocación y una necesidad".
ontecirniento de

16 «Un libro de asientos de Juan 11»(Hispania, núm. 68, Madrid, 1957, págs. 325-355).
.edad, Estado y feu- * Aviso del autor: aunque cada capítulo forma una unidad y así ha sido construido, se divi-
expuesto la evolución de, por medio de números, en epígrafes. El párrafo que se añade al dígito contiene la explica-
- - =minadas funciones a los ción de todo el apartado.
que la concesión se Por otra parte, debe advertirse de que no se trata en este caso de reedición de una obra
•••••. -~ v";:-;"-_ de una villa sin tener en anterior del mismo título. El texto ha sido redactado de nuevo, a fin de incorporar los resultados
de investigaciones muy fecundas.
PRIMERA PARTE
alguno,
sin duda, ....,..,;,i
fundació
por sus sucesores'
l. MERCEDES ENRIQUEÑAS

1. RESTAURACIÓN. Desde 1369, muerto Pedro 1, pudo Enrique II


sentirse dueño de la corona de Castilla, una posesión que le dispu-
taban Fernando 1 de Portugal, hijo de Constanza Manuel, y John of
Gaunt, duque de Lancaster, marido de una de las hijas del difunto
rey y de María de Padilla, también llamada Constanza. Se abría, por
tanto, un tiempo de crisis que obligaba a buscar partidarios agrade-
cidos. No hay inconveniente en admitir que esta interpretación
tradicional de las mercedes efectuadas por el primer soberano Tras-
támara es bastante correcta. Corremos, sin embargo, el riesgo de cre-
er que todo se redujo a un alegre reparto de prebendas; si hubiese
sido así difícilmente habría podido mantenerse el régimen, habida
cuenta de la gran cantidad de personas que fue dejada al margen.
Cuando se repasa minuciosamente la documentación, 10 que sor-
prende, según veremos más adelante, es la relativa parsimonia con
que se procedió -muchas de las do naciones eran simple cambio
de manos- igualando a los vencedores de la primera hora con los
adheridos posteriormente. De modo que no se justifica, en modo
alguno, la mala fama que rodea estas «mercedes enriqueñas». Era,
sin duda, más importante la tendencia a conceder permisos para la
fundación de mayorazgos, iniciada por don Enrique y continuada
por sus sucesores'. Fundiendo en uno diversos señoríos, los may?-

I Los mayorazgos tenían, para el poder real, un aspecto favorable: estabilizaban los
.:majesy, si éstos se extinguían, retornaban al patrimonio real. J. Valdeón Baruque, «Notas
bre las mercedes de Enrique II de Castilla» (Hispania, XVIII, 1968, págs. 42-48.
28 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

razgos sustraían casas, villas y rentas al libre juego de la herencia,


dejando al margen bienes muebles, pero haciendo más poderosa y
permanente la fuerza del linaje y obligando al mismo tiempo a los
jefes de las familias a procurarse nuevas do naciones en beneficio de
los segundones.

La guerra civil, decidida desde el drama de Montiel, seguiría agitándose


durante bastantes años. Coincidió, no 10 olvidemos, con el punto culmi-
nante de una gran depresión que se manifiesta en toda Europa occidental.
Fueron, en Castilla, signos dominantes el hambre y la mortandad -resul-
ta muy dificil medir las consecuencias de la Peste Negra si bien se detec-
tan ondas epidémicas al menos hasta 1399-, alteraciones bruscas en el
precio del trigo, apreciables de modo especial entre 1293 y 1369, ascenso
en los salarios, sin duda como consecuencia de escasez en la mano de
obra, y desvalorizaciones monetarias agudizadas por las acuñaciones de baja ~
ley". Todavía es pronto para que las investigaciones en curso proporcionen
todos los datos necesarios para el análisis de la coyuntura castellana. La docu-
mentación nos informa de un estado de conciencia: las cosas iban mal y,
como de costumbre, se achacaba esta situación al mal gobierno. La tiranía
de don Pedro, bien almohadillada por la conducta de este esquizoide", pudo
tomar cuerpo.
Vencedor, Enrique II se encontraba ante el problema y la necesidad de
fundar, dentro de la Monarquía, aquella forma de régimen que respondiese
a las esperanzas que él había despertado. Fue presentado, al principio y un
tanto paradójicamente, como retorno a los «buenos» tiempos de Alfonso XI
y, también, como culminación de los esfuerzos de la nobleza para liberar al
reino de la tiranía del CrueL La propaganda, más abundante y moderna de

2 ]. Valdeón, Aspectos de la crisis y La crisis del siglo XIV, mencionados más arriba.
3 Hace un siglo dos médicos, Francisco Simón Nieto y Paradas Santín, que tuvieron
la oportunidad de examinar el cráneo de Pedro 1,coincidieron en su diagnóstico: corres-
pondía al de un psicópata afectado de manía persecutoria. Se corresponde bien con los
datos que poseemos.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 29

o que podríamos creer, insiste de modo especial sobre este punto: se había
vuelto a la normalidad, entendiendo por talla vigencia de las «leyes, fueros,
rivilegios, cartas, buenos usos y costumbres» que es la fórmula que se apli-
ca en el juramento de los reyes. En la práctica se comprobó que la nobleza
taba seriamente quebrantada: algunos linajes habían desaparecido por com-
~leto, otros se hallaban dispersos, otros, en fin, despojados de sus bienes. Los
_"':.".-seguiría agitándose .zrgcs años de reinado de Alfonso XI y Pedro 1,en especial entre 1325 y 1368,
onel punto culmi- ~ían traído estas consecuencias. La tarea inicial del reinado hubo de ser,
Europa occidental. ~ es, no sólo reconstruir el poder central sino recomponer el estamento nobi-
~ -- !a mortandad -resul- !:.ario.Enrique II procedía con plena conciencia: no era concebible una Monar-
~ - -egra si bien se detec- ,a orgánica sin una nobleza sólidamente establecida. Cuatro clases de
ciones bruscas en el 5~ntes se le ofrecían: los capitanes de las tropas que le ayudaran, nobles fran-
293 y 1369, ascenso - es, aragoneses o navarros; los miembros de su propia familia, Guzmán,
~= escasez en la mano de _ íanuel o Enríquez; los restos, un tanto dispersos, de aquellos linajes que le
acuñaciones de baja ompañaran en el exilio; por último los leales al monarca difunto, reconci-
e curso proporcionen Izados en diversos momentos de la guerra.
'-"1'--....1.-LLUcd castellana. La docu-
,"-~::u;...!d... las cosas iban mal y, 2. MERCEDES ENRlQUEÑAS. A este esfuerzo restaurador corresponden las
obierno. La tiranía «mercedes» que no eran donaciones de bienes inmueb1es en propiedad
e esquizoide ', pudo sino subrogaciones de jurisdicción que proporcionaban, como sabemos,
rentas vinculadas a funciones judiciales y de mercado, menos sujetas a
ema y la necesidad de los procesos inflacionarios. La nobleza superviviente se incorporó a
~!:.r::::Lenque respondiese este sistema y fueron muchos los caballeros o simples hidalgos que ascen-
p-!!Se::::2oo .. al principio y un dieron gracias a él convirtiéndose en otra cosa. De todas formas la per-
s de Alfonso XI tenencia a un linaje antiguo era motivo de orgullo y vanagloria, por lo
.eza para liberar al que se procuraba descubrir o inventar antepasados. Sin embargo lo que
te Y moderna de importaba era ya el señorío: él daba plataforma social, era un «estados".

~=.;.¡'~'=;"'~TI2dos más arriba. 4 J. Batany, Plan para el estudio histórico del vocabulario social del Occidente medieval, Madrid
Santín, que tuvieron -4,pág.ll0,llama la atención de cómo donjuan Manuel insiste ya en que la nobleza equi-
diagnóstico: corres- me a «estado» en el sentido de género de vida y manera de ser. E. Mitre, «La nobleza y las
onde bien con los Cortes de Castilla y León» (Las Cortes, etc., II,págs. 55-57), señala que ese concepto de «esta-
o» se hallaba muy difundido a finales del siglo XIV.
30 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

Esta palabra, estado, tenía dos valores distintos: equivalía a estamento,


pero designaba también el conjunto patrimonial que generaba rentas. Como
estamento, la nobleza entendía que a ella correspondían las funciones de
gobierno y administración: tenía conciencia de ser verdadera clase políti-
ca. La búsqueda de señoríos jurisdiccionales no significaba renuncia de las
antiguas rentas solariegas: se conservaron e incrementaron dedicando par-
te del capital adquirido a la compra de tierras. Pues la tierra es solar y rai-
gambre. Pero los nobles no tardaron en percibir que los señoríos eran los
importantes; además, el rey autorizaba a vincu1arlos en forma de mayoraz-
go, de modo que los primogénitos sucedían, en todo, a su padre. Cierta-
mente este hecho empujaba a la búsqueda de nuevos señoríos que permi-
tiesen remediar la injusticia construyendo un segundo o tercer mayorazgo
para los menores ..
Tal política en favor de la nobleza tiene un fundamento teórico, expues-
to por Juan 1 en las Cortes de Burgos de 1379 que inauguraban su reina-
do: se refiere a la superioridad intrínseca que proporciona la sangre. «Los
caballeros deben ser muy honrados por tres razones: la una por la nobleza
del linaje, la segunda por su bondad, la tercera por el pro que de ellos vie-
ne. Por ende los reyes deben honrarlesmucho y por esto aquellos de don-
de nos venimos establecieron y ordenaron en sus leyes cómo fuesen hon-
rados entre los de sus reinos en traer de sus paños y de sus armas y de sus
cabalgadurass '. La revolución de 1366 se definió a sí misma como esen-
cialmente aristocrática. Es dificil entenderlo desde nuestras coordenadas
actuales empeñadas en buscar en todas partes luchas de clases. La calidad
social de la nobleza y su bondad intrínseca -con independencia de cier-
tos comportamientos individuales- no era puesta en duda: al lenguaje
corriente han pasado expresiones como caballerosidad, cortesía, palabra de
honor o comportamiento noble que demuestran bien cuál era la mentali-
dad dominante.
La nobleza, pues, no era una clase económica sino un estamento privi-
legiado, lo que quiere decir que contaba con leyes y normas que le eran pri-

Cortes, II, pág. 284.


NOBLEZA Y MONARQUÍA 31

vativas". En las Cortes de Briviesca de 1387 se la define como «cabeza por la

eraba rentas. Como que se rigen y gobiernan los otros miembros corporales», lo que lleva, en defi-
I:C~SDi~;:.:&n las funciones de nitiva, al reconocimiento de su funcionalidad. Le correspondía, dentro del

era clase políti- erpo social, la defensa armada del territorio que era propiedad del reino y
.:....::,..............h..-d.l.1a renuncia de las , colaboración en el gobierno de la Monarquía. Su virtud máxima era la leal-

edicando par- tad, que se distingue de la fidelidad en que ésta sigue al señor sin preguntar-
.erra es solar y rai- -e por la justicia de su causa mientras que aquélla cuida precisamente de que
~-;> '0· eñorios eran los el señor no cometa injusticia. Los nobles cooperaban, pues, con su presencia
~--:::::2::!ctS. ~~ forma de mayoraz- social, con el ejercicio de la autoridad señorial y con el desempeño de ofi-
. a su padre. Cierta- .os para los que eran requeridos. Los concejos de las grandes ciudades y villas,
eñoríos que perrni- ue ejercían jurisdicción sobre otros lugares fuera de su alfoz, funcionaban
o o tercer mayorazgo omo verdaderos señoríos colectivos: no debe extrañarnos que se les ador-
nase con calificativos de «noble» y «leal».
:........:
.••.....•
L..l..Lento
teórico, expues- Había nobles ricos, algunos opulentos, y también pobres, algunos muy
~ e inauguraban su reina- bres. De modo que lo que les caracterizaba no era la fortuna sino el modo
mona la sangre. «Los vida. Tomado en conjunto, el estamento nobiliario resultaba imprescindi-
"'""""_U~..•.es: la una por la nobleza e para el gobierno de la Monarquía: sin la nobleza desaparecían las virtu-
- e ~ro que de ellos vie- des y no podía alcanzarse el bien de la república. Una de las dimensiones
- r es o aquellos de don- egativas de la «tiranía» de Pedro 1 había consistido en pretender la destruc-
cómo fuesen hon- ión de la nobleza. Como «cuerpo político» de la nación abarcaba a un 5 por
. e sus armas y de sus 00 de la población, una proporción que corresponde curiosamente con la
ce los que en nuestros días se dedican a la política. También, como ellos,
:endían a dividirse en partidos. La función política no les era exclusiva: los
rros dos estamentos, ciudadanos y clero, 10 desempeñaban también aunque
entro de las funciones -rezar y estudiar, trabajar y producir- que les
da: al lenguaje estaban asignadas.
esía, palabra de Estrechamente vinculada a una estructura familiar, la nobleza se adquie-
, era la rnentali- re por nacimiento, aunque también podía ser otorgada por la merced real.
Las Cortes, en estos años que vamos a considerar, denunciaron casos en que

6 J M. Pérez Prendes, Cortes de CastilIa, Barcelona, 1974, pág. 79, insiste en que la
aobleza nunca quiso formar brazo independiente: pretendía ser una especie de delegación
. extensión del poder real. Hubo algunas reuniones del rey con este estamento.
32 LUIS suAREz FERNÁNDEZ

'\

se obtenia a cambio de dinero. De la condición biológica venia una supe-


rioridad -el noble nace, pero no se hace- acompañada por la contrapar-
tida de dos fuertes deberes -«nobleza obliga», dirán los franceses- en el
servicio al rey y en la práctica de la virtud. Los límites entre la aristocracia y
el sector ciudadano no eran claros, como ya indicamos: esos caballeros ciu-
dadanos, que poseían buena fortuna, se aproximaban con sus privilegios a
esa mentalidad.
Empezaba su camino Amadís de Gaula. Nobleza y caballería se identifi-
caron en ese modo de vivir; hay en ello notable influencia del humanismo
latino, que imprimió su peculiar sentido de la virtud secularizada. Un noble
que hace profesión de la caballería está obligado a anteponer la abnegación
al disfrute y el deber a la reclamación de derechos. El extremo de esa abne-
gación, dar la vida por el rey, lo cumplió Pedro González de Mendoza ini-
ciando así la trayectoria que haría del linaje, Infantado, uno de los primeros
e indiscutibles. Código de conducta que Jorge Manrique habrá de sintetizar
en esa especie de epitafio sublime a la memoria de su padre: «amigo de sus
.
amigos, señor para criados y parientes, enemigo de enemigos y maestre de
!.=
esforzados y valientes».

3. ALTA NOBLEZA. Enrique II hizo una curiosa división", La alta noble-


za, con títulos pero sin oficios de Corte, debía estar compuesta por
los capitanes extranjeros y por los parientes de la dinastía real. En
nivel intermedio se situarían los cortesanos, dotados de oficios pero
no de títulos. En el tercer estrato estaban todos los demás. Bertrand
Duguesclin, a quien se otorgara en 1365 el condado de Trastámara
que, en 1369, cambió por el de Molina, nunca tuvo intención de

7 Las cosas no sucedieron del modo tan simple como aquí las presentamos. Hubo rea-
justes y, sobre todo, etapas, obedeciendo a un programaValdeón, Notas sobre las mercedes, seña-
la cuando menos tres: primera etapa desordenada antes de Nájera, que el propio Enrique II
se vería obligado a anular; segunda, entre 1369 y 1371, bastante abundante; tercera, desde 1371
a 1379, en que se hace más parsimoniosa. Por otra parte, Enrique podía decir que continuaba
la política que ya siguiera Alfonso XI, entre otros con él mismo.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 33

~' giea venia una supe-


permanecer en Castilla; acabaría vendiendo sus derechos. Sir Hugo
~''''''''''·'"'''''""'-'"da
por la contrapar-
Calveley, conde de Carrión, perdería el título al cambiar de bando,
os franceses- en el
obedeciendo los requerimientos del príncipe Eduardo de Gales cuan-
entre la aristocracia y
do vino en ayuda de Pedro. Pierre de Vilaines, bégue de Vilaines,
r::..:::'::2!I~OS-: esos caballeros ciu-
fue conde de Ribadeo, que incluía la Pola de Navia en Asturias (20
pé:::~:.arrcon sus privilegios a
de diciembre de 1369r Durante mucho tiempo dejó dormir en la
penumbra el condado, para recuperado más tarde. Arnao Solier reci-
biría el señorío de Villalpando (12 de noviembre de 1369t Se tra-
taba, en todos estos casos, de remunerar servicios prestados.

oner la abnegación
Un ducado, un marquesado y siete condados estaban destinados a cons-
~=-~u~E extremo de esa abne-
riruir la alta nobleza castellana.Todos fueron ocupados por personas que, direc-
,-",,,c.c..':u·ez
de Mendoza ini-
o indirectamente, compartían la sangre real. Tratemos de analizados por
"-'- __ ......4>~,.uno de los primeros
orden:
~ue habrá de sintetizar
Ducado de Benavente. Fadrique, hijo de Enrique II y de Beatriz Ponce
padre: «amigo de sus
ce León, nació probablemente en 1370. Aun siendo bastardo, el elevado linaje
emigos y maestre de
ce la madre reclama para él una atención especial. El ducado incluía Villa-
franca de Valcárcel, Mansilla de las Mulas, Ponferrada, Baldones, Monterrey,

.,=-=:2ClIS2Ó"i· ión'. La alta noble- ~ 1ilmanda, Allariz y Arruda, aparte de otros lugares menores. El alto nivel se

estar compuesta por ecesitaba para que dignamente pudiera aspirar a la mano de Beatriz, hija de

e la dinastía real. En Fernando 1 de Portugal. Error político muy grave que viene a demostramos

"-:::W-.""-O,4u¡ados de oficios pero ue los criterios del soberano eran menos firmes de lo que al historiador

_ os demás. Bertrand ctual pudiera parecer, pues cuando se firmaron, en 1376, las capitulaciones
dado de Trastámara matrimoniales, este dominio, unido a la dote de Beatriz que no era escasa,
tuvo intención de onsistía en Braganza, Chaves, Monforte de Riolibre, Ferrera y Penacova,
segregado además de la Corona y destinado a un segundo y eventual hijo en
el caso de que la madre se convirtiera en reina de Portugal, hubiera signifi-
j:::I;::c;¡;::-~~"":' ~ presentamos. Hubo rea-
I-~~~ _-. e soore las mercedes,seña- cado una ruptura en el espacio de ambas monarquías. Circunstancias políti-
_'~. 'l~,e el propio Enrique II
F=-= .•. ==~=; tercera, desde 1371
8 A. M. Fabié, Don Rodriga de Villandrando, conde de Ribadeo, Madrid, 1882.
t;.==::¡¡~,000 decir que continuaba
9 j.Valdeón, Enrique II de Castilla: la guerra civil y la consolidación del régimen, Valladolid,
1966, pág. 280.
34 LUIS susasz FERNÁNDEZ

cas bastante complejas, que no corresponde tratar aquí, impidieron el matri-


momo.
Marquesado de Villena. Se otorgó a Alfonso de Aragón, hijo del infante
don Pedro a quien Enrique Il debía mucha gratitud. También significaba un
peligro para la Monarquía castellana a causa de la proximidad a la frontera
de Valencia, que era precisamente el lugar en que don Alfonso fijara su resi-
dencia. Prisionero en Nájera, el marqués tuvo que vender el Infantado de
Guadalajara para poder pagar su rescate. La necesidad de atender a sus inte-
reses en la Corona de Aragón le tuvieron muchos años ausente de Castilla.
Condado y señorío de Vizcaya. Antiguo patrimonio de la Casa de Haro,
fue otorgado a Tello, hermano de Enrique Il, junto con las villas de Casta-
neda y de Aguilar de Campoo. Podían aducirse en este caso derechos here-
ditarios pues Tello era el marido de Juana Núñez de Lara, último vástago de
esta familia, de quien no hubo hijos. Cuando Tello murió (octubre de 1370)
en circunstancias no muy claras, Enrique Il presentó los derechos de su
esposa,Juana Manuel, dentro del linaje de la Cerda, entregando el señorío a
su hijo Juan, futuro rey. Éste, que procedió a reformar y actualizar los Fue-
ros, decretó que, en adelante, el señorío de Vizcaya, incorporado definitiva-
mente al patrimonio, no podría ser sub rogado.
Condado de Medinaceli. Otorgado enjulio de 1368, cuando aún dura-
ba el cerco de Toledo, a un hijo del conde de Foix, Bernal de Bearne, que
había pasado a Castilla con intención de 1abrarse en ella un porvenir. Enri-
que presionó luego para que se casara con su prima, Isabel de la Cerda y a
ella confirmó entonces el título (15 de diciembre de 1369) aun en el caso
de que de este matrimonio no nacieran varones'". Aparte de Medinaceli com-
prendía Almazán, Mazaterón, Miñana y Alameda. El 24 de mayo de 1374 se
incorporaría, por compra, Somaén.
Condado de Alburquerque. Creado expresamente para Sancho, herma-
no de Enrique Il, al que se otorgaron también los señoríos de Haro, en Rio-
ja, y de Ledesma, en Salamanca. Sucedía en estos dominios a Juan Alfonso

10 Isabel era biznieta del infante Alfonso de la Cerda y nieta de Guzmán el Bueno.
S. Moxó, De la nobleza vieja, págs. 176-180.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 35

de Alburquerque y, en definitiva, a la potente Casa de Meneses, extinguida


tras el asesinato del heredero de Juan Alfonso en 136511. Parecía destinado a
, n, hijo del infante convertirse en gran personaje internacional: casado con Beatriz, hermana
ién significaba un de Fernando I de Portugal (9 de abril de 1373)12,debía servir de puente entre
prorxincú·
dad a la frontera ambas monarquías. Pero se malogró al morir prematuramente (19 de febrero
onso fijara su resi- e 1374) en una reyerta de soldados. El fallecimiento de sus dos hermanos
der el Infantado de arecía tan oportuno que el rey hubo de dirigir una circular a sus ciudades
e atender a sus inte- explicando que ninguna parte tenía en ellas. Del matrimonio nacería una hija
- o ausente de Castilla.
póstuma, Leonor, apodada la «ricahernbra» por la enorme posesión hereda-
-.-.-.~..,.n. .".o de la Casa de Haro,
da. Es la esposa de Fernando de Antequera, abuela de Fernando el Católico.
on las villas de Casta-
Condado de Noreña y Gijón. Fue entregado al mayor de los bastardos
Enrique 11,que lo había tenido en 1355 o 1356 con una mujer hidalga,
vira Íñiguez de Vega13. Se proyectaba para él un matrimonio en Portugal,
_ ro con una bastarda de Fernando 1 que intentó rechazar aunque al cabo
ría obligado por su padre a contraerlo. Los amplios dominios en Asturias
a convertir este señorío en muy peligroso.

11 Los estados de Alburquerque eran extensísimos:juntaban a los dominios de Téllez y


~ Molina los que pertenecieran a Alfonso Sánchez, el hijo de Dionís. La desaparición de
- ancho como la de Tello fueron sospechosas porque permitieron a Enrique enderezar
Bernal de Bearne, que
ios errores cometidos. La carta exculpatoria de Enrique 11,del 22 de marzo, fue publica-
un porvenir. Enri- __ ;>or Cascales que la tomó del archivo de Murcia.
I"'.-<J=..s.. Isabel de la Cerda y a 12 Sobre las implicaciones de estos matrimonios con Portugal ver E Lopes, Crónica de
• p. 1369) aun en el caso Fernando, Oporto, 1956, págs. 219-223, YJ.E. Russell, «Fernáo Lopes e oTratado de San-

de Medinaceli com- • (Revista Portuguesa de História, V, Coimbra, 1951, págs. 455-473).


13 El condado de Noreña y Gijón era la antigua herencia de los extensos dominios de
de mayo de 1374 se
igo Álvarez de las Asturias que el propio Enrique 11recibiera en herencia de éste ya
fue prohijado a los pocos meses de su nacimiento. Le fue otorgado antes de que a don
.que se le promoviera duque de Alburquerque.Alfonso, que era el mayor de los hijos del
.. incluyendo en el cómputo legítimos y bastardos, entendió que había sido postergado,
, . e cuando en los esquemas matrimoniales en torno al tratado de Santarem a él se le
ba una ilegítima y a su hermano menor la infanta que en aquellos momentos ostenta-
sucesión del reino. En general los parientes directos del monarca dieron muy mal resul-
. Sobre este personaje disponemos de un estudio amplio y bien documentado de Juan
":tia Maqua, «El conde don Alfonso» (Asturiensia Medievalia, 2, Oviedo, 1975 págs. 177-237).
36 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

Condado de Trastámara, en tierras gallegas. Era precisamente el que osten-


tara Enrique antes de ser rey, por concesión de su padre Alfonso XI. Lo
había entregado primero a Bertrand Duguesclin para rescatarlo luego y entre-
garla a su sobrino Pedro Enríquez, hijo de aquel Fadrique, su gemelo, que
fuera maestre de Santiago. El nuevo titular ostentaba el mismo nombre que el
desaparecido rey porque fuera su padrino de bautismo. Si el nuevo rey ima-
ginaba que estos «epigonos», hermanos, hijos y sobrinos, iban a servir de apo-
yo a la dinastía tuvo, antes de su propia muerte, evidencia de error.
Condado de Carrión. Juan Sánchez Manuel, cabeza de este linaje que
descendía de"San Fernando, fue promovido a este título, sustituyendo a Cal-
veley a principios de 1368. Enrique, que no había podido atraerse al último
vástago de la Casa de Castro, aunque lo intentó, veía en los Manuel como
en los Guzmán el apoyo de la nobleza «antigua». Fernando de Castro dispu-
so que en su tumba se grabase un epitafio: «aquí yace toda la fidelidad de
España». Por ausencia del hijo bastardo de donjuan Manuel, Enrique, insta-
lado en Portugal como señor de Cascaes,Juan Sánchez asumía la jefatura de
esta familia que contaba con dos madres de reyes, Constanza y Juana; llama-
ba primos a Fernando 1 y a Enrique II. El condado de Carrión, tierra histó-
rica de la vieja Castilla, poblada de tradiciones y de leyendas, era tan sólo la
parte menor en sus dominios, la que servía para justificar el título; la otra, ver-
daderamente importante, estaba en el reino de Murcia del que su tío Juan
Manuel y el hijo de éste, Fernando, ya fueran adelantados. En los días azaro-
sos que siguieron al drama de Montiel, don Juan Sánchez Manuel recibió
también el adelantamiento con la misión de pacificar este reino, cosa que al
parecer logró sin demasiada dificultad. Se daba la impresión de que el ade-
lantamiento de Murcia iba a quedar vinculado definitivamente a un linaje.
Condado de Niebla. Por su madre, Enrique II era un Guzmán. Noble-
za antigua, por todos lados, procedente de León, aunque de origen que se
pierde en nieblas de leyenda. El gran hombre había sido Alonso Pérez de Guz-
mán, el Bueno, cuyos servicios fueron recompensados por Alfonso XI con el
señorío de Sanlúcar de Barrameda (13 de octubre de 1335), núcleo central en
torno al que se agruparon muchas villas de la costa andaluza occidental, entre
ellas Ayamonte, Huelva, Alfaraque, Valverde del Camino, Bollullos, San Juan
NOBLEZA Y MONARQUÍA 37

-'-
__recisamente el que osten- ~l Puerto,Vejer, Chiclana y La Palma. Este patrimonio, sólidamente unido,
e Alfonso XI. Lo el más homogéneo de los señoríos hasta entonces constituidos, compa-
";~"_~~- rescararlo luego y entre- le al de Asturias. Enrique II otorgó título de conde de Niebla aJuanAlfon-
.que, su gemelo, que de Guzmán, nieto del Bueno, estando todavía en el asedio de Toledo,
=::.;..¡;:-'a el mismo nombre que el enando después (19 de mayo de 1371) que se extendieran los pergami-
:"6;::::i:r;:rr:.o. i el nuevo rey ima- - - solemnes". El condado abarcaba la mayor parte de la actual provincia de
s. iban a servir de apo- uelva con parcelas considerables de Sevilla y Cádiz.
ci.a de error. Dos razones abonaban el engrandecimiento de la Casa. Primera, su paren-
za de este linaje que o próximo con el nuevo rey, que era nieto de un hermano de Alonso
::::-"':"'0, sustituyendo a Cal- érez de Guzmán llamado Pedro Núñez de Guzmán. Segunda, los servicios
.. o atraerse al último _eciales en aquella guerra que permitiera a la nueva dinastía conquistar el
, en los Manuel como no. Sobre las tierras onubenses se había montado en 1357 la revuelta de
~",,".....,.,~,ndo
de Castro dispu- _::.an de la Cerda, otro pariente próximo de ambos, que terminó en rotundo
e toda la fidelidad de :.. aso; en 1366 los Guzmán acaudillaron el trastamarismo y como conse-
_ Ianuel, Enrique, insta- ••encia de esta conducta Urraca Osorio, madre de Juan Alfonso de Guz-
ez asumía la jefatura de =:.án, había sido quemada viva en Sevilla.
Consranza y Juana; llama-
J!a..i,. .:le Carrión, tierra histó-
"-'
4. LASPROTESTAS.
Nueve señoríos, pues, para formar el esquema de la
~ :eyendas, era tan sólo la que llegaría a ser «grandeza». El proyecto se había concluido en el
-.:::ar el título; la otra, ver-
momento de reunirse las Cortes de Toro en setiembre de 1371,
..:....ia del que su tío Juan
ante las que Enrique iba a presentar un abanico de reformas sobre
~~iliCIrlO . En los días azaro- las que debían levantarse los esquemas del nuevo régimen de la
, chez Manuel recibió Monarquía. Salvo Guzmán y Bearne, ninguno de estos linajes sobre-
.:::- - este reino, cosa que al
viviría, aunque los dominios marcaron tendencia a durar. En aquel
- _resión de que el ade-
momento a los procuradores de las ciudades y, sin duda, también a
- ~"';\dID.entea un linaje.
los del estamento eclesiástico, pareció un exceso: temían especial-
_ un Guzmán. N oble-
mente un avance del señorío jurisdiccional a costa del realengo y del
ue de origen que se
onso Pérez de Guz-
14 Segun Barrantes Maldonado, llustraciones de la Casa de Niebla, MHE, 1857, págs. 460-
r Alfonso Xl con el
1, el condado de Niebla se le otorgó antes de su matrimonio con Juana Enriquez, sobrina
_ ce _ .)5) núcleo central en
.id rey,el cual tuvo lugar el 26 de octubre de 1369. En 1370 le dio francas las almadrabas de
.-' uza occidental, entre Tarifa -renta copiosísima- y en el documento solemne de 1371, del que existen muchos
Camino. Bollullos, San Juan ejemplarc- impresos, se le autorizaba a convertir todo en mayorazgo vinculante.
38 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

abadengo. Enrique II aceptó el diálogo y las quejas mostrándose ;;¡;;* -$ ¡;aoro Dos ~ "
dispuesto a fijar normas y límites acerca del gobierno de cada seño-
río. Pero no parecía dispuesto a rectificar: los grandes eran un ele-
mento esencial en el gobierno del reino.

Descendiendo al detalle de las protestas formuladas, las cuales llegaban a


solicitar la anulación de las mercedes que se habían otorgado, descubrimos
que el temor de las ciudades obedecía a dos causas: que la justicia señorial
invadiese las villas y alfoces que de ellas dependían y que los resarcimientos
de impuestos directos, al excluir a los moradores en señoríos, aumentase la
carga de sus propios vecinos. No decían muy claro lo que por otros docu-
mentos empezamos a percibir: las grandes ciudades tenían supeditadas villas
sin que los derechos a hacerlo estuviesen muy claros. Lograron, sin embar-
go, desplegar ante el rey un cuadro muy negativo: los extranjeros promovi-
dos a señoríos, ignorantes de las leyes y costumbres del país, nornbraban jue-
ces venales, administradores incompetentes y favorecían a sus allegados mediante
matrimonios con ricas herederas. No faltaban tampoco aquellos que hacían
de sus casas refugio de bandoleros.
Las respuestas a las quejas que se sucedieron en las Cortes nos ayudan a
comprender algunos motivos del rey. Es cierto que la concesión de señoríos
obedecía al propósito de «hacer merced a los que nos sirvieron», pero de tal
manera que «cumpla a nuestro servicio y a pro honra y guarda de nuestros
reinos». Eran, pues, el modo de descargar una parte del peso de la adminis-
tración haciéndolo de modo semejante a como acostumbraban entonces las
ciudades. En las Cortes de 1386 Juan 1 explicaría que era incorrecto pensar
que con ello sufrían los impuestos porque los lugares «que así son de seño-
río, nos pechan todos los pechos así enteramente como lo realengo». Teóri-
camente, pues, el nuevo sistema consistía en delegar, con vinculación here-
ditaria, el gobierno de un determinado territorio especialmente en aquellas
regiones difíciles, sin alterar.
Abusos de poder y corruptelas abundaron: cada sistema político tiene
las suyas. Pero con el tiempo las quejas se aplacaron, las ciudades se acomo-
daron a él y el procedimiento señorial pasó a convertirse en un modo de

•• ñ ~ -' iHIiIiiiIiiiI* . .- • _ •
NOBLEZA Y MONARQUÍA 39

- quejas mostrándose administración. Dos generaciones más tarde, las quejas se invirtieron: las ciu-
.erno de cada seño- dades protestaban de que los campesinos emigraban a lugares de señorío por-
- grandes eran un ele- ue recibían un trato mejor. Resulta explicable ya que eran caminos, mer-
cados y justicia los que proporcionaban principales ingresos. A este respecto
ebe, pues, señalarse, que los defectos y violencias inherentes a una revolu-
•...
-'"-~.-...-as.Ias cuales llegaban a .ón, también se aplacaron con el paso del tiempo. La subrogación dejaba a
torgado, descubrimos salvo, para el poder real, las funciones esenciales: retenía el monarca todos los
e la justicia señorial rributos que le correspondían, los bienes mineros del subsuelo, la potestad
_ e los resarcimientos -uprema que obligaba a recibirle cuando quisiera y la justicia suprema, tan-
. - - ñoríos, aumentase la ·0 en grado de apelación como por iniciativa propia.
e por otros docu- A través de los cuadernos de Cortes podemos percibir dónde estaba el
cenían supeditadas villas rincipal defecto de este sistema, aquel que acabaría destruyéndolo tras lar-
_. Lograron, sin embar- o período de decadencia. Nobleza significaba poder y cualquier «estado»
extranjeros promovi- que alcanzase las dimensiones adecuadas podía convertirse en una Ínsula de
aís nombraban jue- Barataria. Tanto en forma individual como en estamento, los nobles buscaban
allegados mediante el modo de aumentar su fuerza consolidándola luego a través del mayoraz-
o aquellos que hacían go. El problema serio que se planteaba era el de una prole demasiado nume-
rosa: era preciso aumentar los señoríos solicitando del rey la constitución de
Cortes nos ayudan a nuevos mayorazgos. Pedro González de Mendoza fundó cuatro. Las muje-
o cesión de señoríos res, devengando dotes adecuadas a su rango, constituían también una pesada
ieron», pero de tal carga. Segundones y damas corrían el riesgo de descender en su nivel social
:' guarda de nuestros cuando faltaban los recursos.
o de la adminis- Dinero.Ahí estaba la clave. Normalmente los nobles, incluso los de más
.!iU~~I.b- raban entonces las elevada categoría, padecían dificultades porque sus obligaciones superaban los
- mcorrecto pensar ingresos: «se gasta lo que se debe, aunque se deba lo que se gaste». La prodi-
• e así son de seño- galidad llegaba a considerarse una virtud: tacaños y ahorradores podían ser
o realengo». Teóri- los ciudadanos, los comerciantes y los mercaderes; el noble, no. Un buen hidal-
vinculación here- go en ayunas saldrá, como el que conoció Lázaro de Tormes, a la puerta de
ente en aquellas su casa hurgándose los dientes para disimular que no ha comido. Había un
verdadero mercado de señoríos pues, a veces, su enajenación era único
- ema político tiene remedio. Los siglos xv y XVI estarán llenos de contrastes: los altos ideales de
.udades se acomo- la caballería no fueron obstáculo para cierta abundancia de traidores y des-
,":TI'~"'''-:-''''''';:P en un modo de leales.
40 LUIS susnaz FERNÁNDEZ

5. Los ESQUEMAS. Con una sola excepción, la de Benavente, este esque-


ma de grandes estados nobiliarios se encontraba completo en 1371,
año en que Enrique II celebra, en Toro, sus terceras Cortes. Repar-
tidos aparentemente por todos los ámbitos del reino, tenían algo
en común: principal fuerza de la alta nobleza, constituían las regio-
nes periféricas como si tuviesen como misión la custodia de la paz
en la frontera -en el caso de Juan Sánchez Manuel esto es evi-
dente- contra un posible retorno de los enemigos. Enrique II
había conseguido en los últimos meses imponer a Navarra, Ara-
gón y Portugal unos acuerdos que tenía que considerarse forzosa-
mente como provisionales. Inmediatamente antes de la apertura de
las sesiones, el monarca había dispuesto el traslado de los restos
mortales de su padre Alfonso XI, desde Sevilla a Córdoba, convir-
tiéndose así en el ejecutor testamentario de éste. Tendiendo un
puente, venía a indicar a sus súbditos que su gobierno enlazaba
directamente con aquél. Pedro I era una pesadilla de la que más
valía olvidarse.

Ante los procuradores de las ciudades, que permanecieron en Toro todo


el mes de setiembre", Enrique II presentó un amplio abanico de reformas,
sobre las que debía levantarse el nuevo régimen. No podemos calificado de
una simple maniobra para atraerse la adhesión de las ciudades, que se pre-
sentaba como menos necesaria por cuanto no había guerras en el exterior
ni enemigos rebeldes en el interior. Resultan aleccionadoras las respuestas a
dos peticiones, probablemente amañadas desde el Consejo: se moderaría el
ritmo de las donaciones en «cuanto fuese posible» y no se tomarían represa-
lias contra los petristas. No podía ser más claro. Se trataba, desde luego, de
premiar a los amigos y consolidados en el servicio, pero también de dar al
reino la sensación de que la contienda civil debía darse por terminada. Tras
la revolución, las reformas.

Rafael Gibert ~
15 Todos los apartados del cuaderno (Cortes, II, págs. 188-247) tienden a ofrecer una -~ 358-359.
especie de liquidación de la guerra civil. 1- S.Moxó.lX

-
NOBLEZA Y MONARQUÍA 41

enavente, este esque- Enrique II quería fundar una nueva Monarquía, para la que esta plata-
~_....:_.......:.",wa completo en 1371,
arma nobiliaria iba a ser uno de los puntos de apoyo. Otros serían las Cor-
_ - ~ eras Cortes. Repar- tes y los órganos del gobierno central, los oficios de Casa y Corte, para cuyo
- - : .: : reino, tenían algo
desempeño quería contar con hombres de toga y miembros de la baja noble-
onstituían las regio- za. En 1369 se había procedido a reformar la Cancillería; las Cortes de Toro
- , TI' custodia de la paz
confirmaron dicha reforma fijando las tasas para la expedición de documen-
aez _ íanuel esto es evi- os. La principal creación, en estos momentos, fue la Audiencia, tribunal supre-
-= _ :: e emigos. Enrique II
mo para causas civiles, dotado de amplia autonomía, con siete jueces (oido-
er a Navarra, Ara- res) y los funcionarios subalternos -ocho alcaldes ordinarios (León, Castilla,
e onsiderarse forzosa- Toledo, Extremadura,Andalucía, dos del rastro y uno de alzadas), seis escri-
-.:--~ ntes de la apertura de
anos y los correspondientes alguaciles- imprescindibles para un adecuado
- _. traslado de los restos
esarrollo de sus funciones. Podemos decir que Audiencia y Cancillería eran
a Córdoba, convir- os dos primeros órganos de un poder central que en los próximos veinte
". éste. Tendiendo un años habría de completarse iniciando un afianzamiento que se continuaría
gobierno enlazaba
asta la época de los Reyes Católicos. También el Consejo, siguiendo las
& dilla de la que más
autas que para él marcara Alfonso Xl, recibió especial atención. Era, cada
ez más, integrado por expertos y menos la representación de los estamen-
os del reino 16.
e oermanecieron en Toro todo
Al frente de la Cancillería encontramos al arzobispo de Toledo, Gómez
anico de reformas,
Manrique, un representante de la antigua Casa de Lara, aunque por una
emos calificarlo de
línea secundaria por lo que no hay dificultad en considerarla linaje nuevo.
- - dades, que se pre-
u hermano, García Fernández Manrique, muerto en 1362, había sufrido lo
erras en el exterior
mismo que él, persecución por parte de Pedro 117. Los otros oficios superio-
"'-'-',
•..•
zanoras las respuestas a
res de la Corte serán desempeñados por personas que, habiendo servido a
zsejo: se moderaría el
Pedro 1, habían trasladado su lealtad al nuevo rey. Pero Fernández de Velas-
se tomarían represa-
ea, tronco de la Casa de Frías, fue camarero mayor; Pedro González de
a, desde luego, de
Mendoza, de quien viene la Casa del Infantado, sustituyó a Alvar García de
también de dar al
Albornoz como mayordomo mayor;Juan Núñez de Villasán fue nombrado
or terminada. Tras
justicia; micer Ambrosio Bocanegra, almirante y Fernán Sánchez de Tovar,

16 Rafael Gibert, El antiguo Consejo de Costilla, Madrid, 1964. J. Valdeón, Enrique II, -
ienden a ofrecer una págs. 358-359.
17 S. Moxó, De la nobleza vieja, págs. 145-152.
42 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

guarda mayor. Los adelantamientos mayores fueron distribuidos con la mis-


ma imparcialidad entre trastamaristas de la primera hora y adheridos en el
momento de la victoria: Pedro Muñiz, maestre de Santiago en la Frontera,
Pedro Manrique en Castilla, Pedro Suárez de Quiñones en León y Asturias
y Pedro Sarmiento en Galicia. Ya hemos visto cómo los Manuel continua-
ron en Murcia. No puede decirse, pues, que el régimen político del primer
Trastámara fuese montado en beneficio únicamente de los vencedores'".
En esta distribución de cargos se dibujaban ya los linajes de la segunda
nobleza, formada por caballeros que habían conseguido elevarse hasta desem-
peñar funciones de gran relieve. Nadie hubiera podido adivinar el crecimiento
que con el tiempo conseguirían. Aunque poseían dominios e incluso seño-
ríos, las rentas principales procedían del servicio al rey. Altos oficiales en el
gobierno o en la administración mostraban en su conducta dos tendencias:
hacer hereditarios los cargos que desempeñaban, y consolidar y ampliar la
base económica del linaje mediante la adquisición de señoríos. Enrique IIse
mostró bastante generoso en este punto, pero no puede decirse que innova-
ra. Al dar facilidades para la constitución de mayorazgos entendía prestar
servicio a la Corona, garantizando éste: una clase noble, no demasiado opu-
lenta le parecía factor de estabilidad para su propia Monarquía.

6. NOBLEZAMEDIA.Hagamos un repaso, aunque por fuerza haya de resul-


tar incompleto. Una quinta parte de los linajes antiguos -piensa
Moxó- consiguió sobrevivir a las tormentas del siglo XIV; se mez-
claron con gentes nuevas para formar la cantera de donde, en el jue-
go de las acciones políticas, saldrían los dieciséis clanes de la segunda
mitad del siglo xv. Ya en el primer momento seis de estos linajes eran

18 Con mucha precisión,Valdeón, Enrique 11, págs. 273-360, ha desarrollado y com-


probado esta idea. El nuevo rey fue un restaurador del orden y se presentó como tal. Prote-
giendo a la Iglesia -la reforma eclesiástica es una de las claves de la política Trastámara-
trató de proporcionarse un amplio apoyo social y popular mediante la depuración de lajus-
ticia, la estabilización de los precios y la revalorización monetaria. Dos aspectos son impor-
tantes: protección a la Mesta y hostilidad hacia los judíos.

-::-.;. - ~ ~ '-., ..:- - ~.


NOBLEZA Y MONARQUÍA 43

I'--'o~
•.•.
-.... .stribuidos con la mis- lo suficientemente ricos para contemplar el futuro sin zozobras:
~~:2_ ora y adheridos en el Ramírez de Arellano, Mendoza, Manrique,Velasco,Ayala y Ponce de
tiago en la Frontera, León. Signo común a todos ellos: las raíces debían buscarse en la
_.-..J.u!les en León y Asturias periferia. Salvo el primero, que se disolvió al interrumpirse la linea
.•o Manuel continua- masculina, los demás crecieron como árboles potentes. No serán los
~;::::Jcen politico del primer únicos: sobre la marcha se incorporarán otros.
e los vencedores".
linajes de la segunda Los Arellano procedían de Navarra. Juan RamÍrez ocupaba un puesto
elevarse hasta desern- nnportante en la Corte de Carlos Il, en donde actuó como cabeza de aquel
adivinar el crecimiento ando que sostenía que debía apoyarse a Enrique II. Éste, una vez rey, le
•........os e incluso seño- remió con largueza otorgándole el señorío de Los Carneros (18 de abril de
~ Altos oficiales en el ·366)19, que abarcaba las villas de Yanguas, Munilla, Soto, San Román, Tre-
cta dos tendencias: antes, Leza, Montalvo, Muro, Santa María, Torre Rabanera y algunas más.
olidar y ampliar la _ confirmarse en 1369 el señorío, Enrique II le agregó Navarrete, Entram-
- -~ - - oríos. Enrique rr se aguas,Viguera y Albelda.En 1372Juan Ramírez de Arellano compró Cer-
ecirse que innova- vera a Beltrán Duguesclin/", El estado, abarcando porciones importantes de
s entendía prestar Soria y de Logroño, se completaría en 1380 cuando, aprovechando un viaje

o demasiado opu- Juan 1, se obtuvo de éste la transferencia de Aguilar de Inestrillas y del lla-
narquía. mado señorío del Andaluz en Soria. Antes de que concluyera el siglo XIV el
señorío de Los Carneros sería adquirido, mediante matrimonio, por una rama
menor de los Mendoza.
Mendoza es un locativo, Mendioz, que significa Montefrío, cercano a
Llodio, en tierras alavesas. Desde aquí, siguiendo el servicio de Alfonso XI,
habían extendido su presencia hasta las tierras de Guadalajara, Conde nació
Pedro González. El padre de éste, Gonzalo Yáñez de Mendoza, había hecho
una buena boda al casarse con Juana de Orozco, hermana de Íñigo, señor de
Castilnuevo y de Torija, que ejerciera el adelantamiento de Murcia en tiem-
pos de Alfonso XI y Pedro 1. La familia materna, superior en condición,
esarrollado y com-
proporcionó el impulso para el ascenso: doña Juana aportó a su matrimonio
:=esenró como tal. Pro te-
lírica Trastámara-
depuración de lajus- 19 Era uno de los dominios laterales de la Casa de Haro. La última heredera, Inés de
!a:==~.~J5 aspectos son impor- Haro, renunció sus derechos en Ramírez de Arellano el 8 de julio de 1369.
20 L. Salazar y Castro, Historia de la Casa de Lara, III, Madrid, 1696, pág. 376.
44 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

dos señoríos, Hita y Buitrago, asentados sobre los pastos que nutrían la caña-
da de Soria por Somosierra. Allí estaba el origen. Espíritu humanista, Pedro
González será uno de los personajes más importantes en el escenario caste-
llano de su tiempo; encabeza una serie de poetas y de hombres de letras
entre los que ocupa un especial lugar el marqués de Santillana. Tres sucesi-
vos matrimonios, cada uno en un nivel más alto, fueron peldaños para el as-
censo en riqueza y consideración: el primero con María Fernández Pecha
-pariente de uno de los fundadores de los jerónimos-, el segundo con su
prima carnal, Teresa López y el tercero con Aldonza de Ayala, la hija de Fer-
nán Pérez de Ayala. Íñigo López de Orozco, tío y suegro a un mismo tiem-
po de don Pedro, murió en la batalla de Nájera. Enrique II no podía dejar
sin recompensa este servicio, de modo que Castilnuevo y Torija se incorpo-
raron al señorío, al que en 1373 vinieron a parar Colmenar de la Sierra, el
Vado, El Cardoso, Somosierra y Robredarca, aguas arriba del río ]arama, bue-
na tierra también para las ovejas. En Guadalajara edificó su casa, probable-
mente en el mismo solar en donde hoy se alza el palacio del Infantado.
Pedro González llegaría a controlar el gobierno de la ciudad, donde dispo-
nía de rentas del portazgo, la escribanía y la cabeza de pecho de los judíos.
Aquella casa contaba con un lujo insólito: mediante una tubería cerámica
bajo tierra se dotaba de agua corriente a sus servicios".
Manrique de Lara, cuyo segundo locativo tenía la misión de persuadir-
nos de que descendían de los famosos infantes que diera lumbre al poema,
se distinguieron por su fecundidad, lo que tuvo como consecuencia una
22
ampliación de la farnilia . Desde luego eran nobleza antigua aunque valdría
ecedo y Rues
--'-a por abrirse
21 VerAlfonso Andrés, «Don Pedro Gozalez de Mendoza el de Aljubarrota» (BAR, LXVIII
civil, el linaje
Y LXXIX, 1921) Y E Layna Serrano, Historia de Guada/ajara y sus Mendozas, I, Madrid 1945.
:uerte de Castil
22 El primer señor de Amusco fue un Rodriga Pérez Manrique, nieto, por vía de segun-
dones, de Manrique de Lara y merino mayor con Alfonso VIII. De nuevo el segundo de los cosa, pero situado
hijos de Rodriga, Rodriga Rodríguez, que fue más importante que el primero, murió sin ruta de Flandes
sucesión masculina. Su hermano, Pedro, es el padre de don Gómez el arzobispo, y de Garci iles de 1367 y 1
Fernández Manrique, despojado del adelantamiento por Pedro 1. Gracias a la fuerte ayuda
del arzobispo, los sobrinos de éste, Pedro y Juan García Manrique, prosperarán. S. Moxó, De
23 Salazar, pág.
la nobleza vieja, págs. 145-152.
- - - ----- --- ---~-=-=--~=--- . --- -

NOBLEZA Y MONARQUÍA 45

la pena investigar mejor sus ascendientes. Al comienzo de la guerra civil


<:"l''''''''~~1 humanista, Pedro figuraba como titular del señorío de Amusco, desde cinco generaciones. El
el escenario caste- último de ellos, García Fernández Manrique, que había sido en tres o cua-
- -.. ombres de letras tro ocasiones adelantado mayor de Castilla, falleció en 1362 o 1363, dejan-
oanruiana. Tres sucesi- do a su hijo Pedro rentas bastante saneadas: veintiún lugares en donde ejer-
••..••.
'--._.aJ'~- e daños para el as- cía jurisdicción, casas y tierras repartidas por otros ciento ocho, todo ello en
.: Fernández Pecha la Tierra de Campos, en torno a Palencia. Pero el gran hombre de la familia
~:::::::::!:05:'-" el segundo con su no iba a ser él sino su hermano, Gómez, que había hecho una gran carrera
••_ yala la hija de Fer- eclesiástica -arzobispo de Santiago y, más tarde, de Toledo- y, desde el
~:~n a un mismo tiern- primer momento, alineado en la política de Avignon, había prestado su adhe-
o ue II no podía dejar sión a Enrique II; éste no tenía más remedio que tomar en cuenta los impor-
.-Torija se incorpo- tantes servicios prestados. La protección del tío se volcó después en ventajas
enar de la Sierra, el para el sobrino: el nuevo rey le nombró adelantado mayor de Castilla y le
-=-' a el río ]arama, bue- entregó el señorío sobre cuatro villas, Treviño, Lumbreras,Villoslada y Orti-
_...:...:
ó su casa, probable- gasa. En reserva, de la numerosa prole de García Fernández, apuntaban otros
, cio del Infantado. dos importantes personajes,]uan García Manrique, hombre de Iglesia y, des-
" dad, donde dispo- de 1371, obispo de Orense, y Diego Gómez que, en las circunstancias que
••_ echo de los judíos. veremos, sucedería a su hermano en el adelantamiento y en la jefatura del
rubería cerámica linaje.
Velasco. Dice Lope García de Salazar, en sus Bienandanzas y Fortunas", que
este linaje, no demasiado rico, descendía de un godo que llegó fugitivo a
Santoña y que acabó asentándose en época incierta en los montes entre Bur-
gas y Laredo. Pedro Fernández deVelasco, camarero mayor de Enrique II, tenía
"---~.Ud aunque valdría casas y tierras en los valles que descienden de la Meseta al mar -Ampuero,
Quecedo y Ruesga, por una parte, Otañes y Sámano por otra- pero pug-
naba por abrirse paso hacia el Sur. En el momento en que comienza la gue-
-ze ls..~h:rrmta» (BAH, LXVIII
,.¡ zas, 1,Madrid 1945.
rra civil, el linaje contaba con Salas, lugar de behetría, Cameno y la casa
~.!O:~~~~~ ni"eto, por vía de segun- fuerte de Castil de Peones, todo ello en torno a Burgos. En conjunto poca
evo el segundo de los cosa, pero situado sobre caminos de gran valor económico; el desarrollo de
ne el primero, murió sin la ruta de Flandes le beneficiaría. Sus servicios a Enrique II, en los años difí-
arzobispo, y de Garci ciles de 1367 y 1368 serían recompensados con dos mercedes de extraordi-
Gracias a la fuerte ayuda
rarán. S. Moxó, De
23 Salazar, pág. 40.
46 LUIS suxasz FERNÁNDEZ

naria calidad, Medina de Pomar y Briviesca (25 de octubre y 4 de diciem- ~:Fero impulso
bre de 1369 respectivamente). Cuando, en abril de 1370, aprovechando la :rr--:3 Fue e
almoneda que de sus bienes hizo Beltrán Duguesclin, al regresar a Francia,
el camarero adquirió Arnedo, su esfera de acción pudo extenderse hasta Rio-
ja. Con el paso de los años, la familia intensificará su presencia en las gran-
des fuentes de prosperidad que eran la lana y el vino. De ahí la importancia
que, para ella misma, tendrá conseguir el control de esa zona intermedia, de
la Meseta al mar: Haro, Frías, Burgos, Bilbao, acaban siendo objetivos hacia
los que apuntaba.
Grandes llegarían a ser con el tiempo losVelasco, pero en aquellos momen-
tos no podían parangonarse con los Ayala, dueños de un mayorazgo muy
homogéneo -reconocido ya por Enrique Il el 5 de setiembre de 1371 y /.

confirmado luego el 6 de julio de 1375- que comprendía los cuatro valles se estaban 2~

alaveses de Llodio, Orozco,Ayala y Arrastaria, con Arceniega. Son tierras fra- plataforma. :2""':" ,~~

gosas, surcadas por valles profundos, inmediatas a la línea de separación con por los o
el señorío de Vizcaya. Por allí se desciende desde la Peña de Orduña y el mile- columnas
nario bosque del.Altube hasta el valle del Nervión, venas de un tráfico que nombre
alimentaban las ferrerías vascas. Pedro López de Ayala, diplomático astuto, cro-
nista fiel y desapasionado, gran escritor, será una de las figuras clave en los
cuarenta primeros años de gobierno de la nueva dinastía'".
Finalmente los Ponce de León. Probablemente eran oriundos de tie-
rra zamorana, pudiendo remontar sus orígenes ciertos hasta mediados del
siglo XII, cuando una hija de Ponce de Cabrera, llamada Sancha, pudo trans-
mitir a sus hijos y de su marido Vela Gutiérrez, el apellido que su padre ilus-
trara al ser mayordomo de Alfonso VIL Fernán Pérez Ponce, un segundón de
quinta o sexta generación, casó con la primogénita de Guzmán el Bueno,
emparentando de este modo con los Trastámara. Uno de sus hijos,Juan, per-
dió la vida en 1367 defendiendo la causa de Enrique Il. El otro, Pedro Pon-
ce de León, vecino y rival del conde de Niebla, puede considerarse como

24 Notas sobre el personaje en mi El cancillerAya la y su tiempo, Vitoria, 1962. Pero sobre go de la Calzada, po
todo el importante trabajo de Michel García, Obra y personalidad del canciller Ayala, Madrid, anunciar a los que. ci
1982, tema sobre el que continúa investigando. Extremadura leonesa,
NOBLEZA Y MONARQUÍA 47

re y 4 de diciem- verdadero impulsor del linaje: en 1370 se titulaba, simplemente, señor de Mar-
, aprovechando la chena. Fue en efecto esta villa origen de los estados que, con el tiempo, lle-
regresar a Francia, garían a constituir uno de los más fuertes señoríos andaluces, condado de
- exzenderse hasta Rio- Arcos, marquesado de Cádiz, rivalizando con los Guzmán en el intento de
encia en las gran- controlar el Occidente andaluz. Marchena había sido una donación de Fer-
De ahí la importancia nando IV a Fernán Pérez Ponce, confirmada luego por Alfonso XI en 1331-
zona intermedia, de o era el único dominio de la familia. Mairena, premio por su actuación en
o objetivos hacia el cerco de Algeciras, Rota, en las inmediaciones de Cádiz, y Bailén, adquiri-
do por compra en los últimos años del reinado de Alfonso le pertenecían tam-
aquellos momen- bién. Como un imán para estos dos poderosos linajes se comportaba Sevilla.
mayorazgo muy
iembre de 1371 y 7. Los QUE TRTAN DE ASCENDER. En un plano ciertamente inferior
',~--""",",",",...l,'" los cuatro valles se estaban moviendo otras gentes que, sin disponer de tan amplia
--=~.ega. Son tierras fra- plataforma, también aspiraban al ascenso. Sus posibilidades se median
de separación con por los oficios que estaban ya desempeñando. Si repasamos las
- - de Orduña y el mile- columnas de confirmantes en los privilegios rodados descubrimos
de un tráfico que nombres que serán significativos en el futuro pero a los que de
omático astuto, cro- momento -en torno a 1370- debemos instalar en el lugar que
- figuras clave en los entonces les correspondía: caballeros en el servicio del rey. Con-
viene hacer un repaso de algunos de ellos, advirtiendo que nos
oriundos de tie- estamos dejando llevar por lo que sabemos. Mencionaremos como
ta mediados del más significativos estos cinco linajes:
-'-""--'-=....;¿ Sancha, pudo trans-
que su padre ilus- Stúñiga -un apellido que en el siglo XVI se transformaría en Zúñiga
e, un segundón de por eufonÍa- es un lugar en el reino de Navarra. De él procedían los caba-
ce Guzmán el Bueno, lleros que se enrolaron en el ejército de Enrique 11. Dado el nivel de que
hijos, Juan, per- partían, es lógico que emplearan más tiempo que otras familias en alcanzar
. El otro, Pedro Pon- el peldaño inicial, El 24 de octubre de 1377 Enrique II otorgó a Juan
~ onsiderarse como López de Stúñiga, que no había roto del todo sus vínculos con Navarra, el
señorío de Bañares que se encuentra a cuatro kilómetros de Santo Domin-
Da, 1962. Pero sobre go de la Calzada, por la vía del norte. Nada, absolutamente nada, parecía
illerAya/a, Madrid, anunciar a los que, cien años más tarde, serían los poderosos árbitros de la
Extremadura leonesa.
48 LUIS susnsz FERNÁNDEZ

'\

Los Álvarez de To1edo, raíz primera de la Casa de Alba, habían servido a


Pedro I hasta una hora tardía que podía ser por consiguiente peligrosa. Lue-
go capitularon con el enemigo haciendo valer este gesto como si fuese leal-
tad. Años más tarde Argote de Molina tuvo que hacer ilustre el apellido que
venía a significar una primera cabeza en la aristocracia del reino, y les hizo
desc'ender de un Esteban Illán que habitaba en Toledo cuando Alfonso VI
. entró en ella. De este modo quedaba garantizada la solera del linaje. Pero de
hecho, hasta 1369, no habían sido otra cosa que oficiales militares. En 1366
negoció para To1edo una rendición en condiciones que también el rey esti-
mó favorables. Enrique 11 obligó además a García Álvarez de To1edo a renun-
ciar al maestrazgo de Santiago/", dando por ello en compensación los seño-
ríos de Valdecorneja (Barco de Ávila) y de Oropesa con tierras que debían
completar los 50.000 maravedís de renta. ~~--;-:;;:rr
Murió, en 1367, don García; el patrimonio pasó en herencia a su her-
mano Fernán Álvarez, que continuaba en las filas de Pedro 1, siendo encar- ~
- -
gado por éste de la defensa de Toledo. Resistió con éxito hasta el momento
del asesinato de su rey; sólo entonces, apurada hasta el límite la fidelidad,
quiso capitular.A cambio de oficios que significaban rentas, recibió entre los
días 4 y 6 de junio de 1369 los pequeños señoríos de Cabañas, Jarandilla y
Tornavacas. Cosas, en apariencia, de no mucha importancia pero que per-
mitían beneficiarse de las cañadas que descienden por la sierra de Gredas,
rem
hacia el sur. Más tarde se incorporó a la Corte llegando a ser mayordomo de
la reina Juana Manuel.
On:esd!lOS ~
Desplegados en la cordillera cantábrica encontramos otros tres linajes. Pri-
mero los Tovar: en 1370 Fernán Sánchez, que era guarda mayor del rey, reci-
.:...........
~onsect!enc.a. :;:,-
bió Astudillo y Castroponce. A mucha distancia de allí se titulaba también señor
e. _'0 se i...l~.¿

de los Gelvez, en el Aljarafe sevillano. No llegaría a alcanzar los amplios hori-


cresen
zontes con que, entonces, soñaba. En segundo lugar los Quiñones: Pedro
~ refiere. La nn.~"';~~
Suárez, que era adelantado mayor de León y merino de Asturias -buenas y
lucrativas rentas- obtuvo, aunque no conocemos con precisión las causas,
El linaje <le
en 1369 el señorío de Tineo, Cangas del Narcea y la Pola de Allande, buena
era nobleza:
. .o de Alfonso _
25 Capitulación de 11 de mayo de 1366 en EN mss. 13.100, fols. 192-198. mayor de Leó
NOBLEZA Y MONARQUÍA 49

a, habían servido a cabeza de puente sobre Asturias para esta familia leonesa. Finalmente los
- : aienre peligrosa. Lue- Osorio, renacidos de viejas cenizas. Alvar Pérez Osorio se titulaba señor de
zo como si fuese leal- Villalobos y de los once lugares de su valle, subsidiarios del ducado de Bena-
. me el apellido que vente, de cuya capital no distaban arriba de cuatro o cinco leguas".
- _ :.. el reino, y les hizo
eco cuando Alfonso VI 8. UN SENTIMIENTO. En la práctica éste fue el régimen social, desplega-
lera del linaje. Pero de do en una nobleza de tres o cuatro escalones, que Enrique II estable-
es militares. En 1366 ció para sostenimiento de su Monarquía. Coincidía con otras deci-
e también el rey esti- siones como el apoyo a la Iglesia, desarrollo de los municipios y
z de Toledo a renun- regularidad en la convocatoria de Cortes. En el fondo del proceso
ensación los seño- hallamos un hecho de la mayor trascendencia: la nobleza antigua, carac-
cierras que debían terizada por una forma de vida, afectada en sus raíces vitales por el
empobrecimiento de las rentas agrarias, había sido relevada por otra.
Poca importancia tiene comprobar que algunos individuos de ésta
pudieran presentar antepasados de la antigua. Al hablar de la supervi-
vencia de linajes tendremos que hacer siempre esta matización: hay un
ei limite la fidelidad,
cambio sustancial en la plataforma económica, lo que implica cam-
:..<:j.l. ••••o, recibió entre los
bio también en el modo de vida. Al integrarse en la nobleza linajes
periféricos e incluso de fuera del reino, se incrementó el equilibrio
cia pero que per-
entre las diversas regiones peninsulares. Las fronteras entre los cuatro
~ za sierra de Gredos,
reinos peninsulares se hicieron más permeables. La revolución trastá-
er mayordomo de
mara desarrolló claramente las apetencias de los nobles por los cargos
cortesanos remunerados y por los señoríos jurisdiccionales.
p:r:::~ OCIO tres linajes. Pri-
r-.__ -._ IDa or del rey, reci-
En consecuencia tenemos que afirmar: ha nacido un modo nuevo de
a también señor
ser noble. No se trataba de advenedizos: todos los miembros de la aristocra-
cia presentaban un pedigrí libre de sospechas en cuanto a la hidalga calidad
se refiere. La novedad estaba en el estatus económico y en la funcionalidad.

26 El linaje de Osorio es un tanto paradójico; dos veces estuvo a punto de saltar a la


primera nobleza; luego retrocedió. El tío de Alvar Pérez había sido el famoso Alvar Núñez,
favorito de Alfonso XI, muerto por orden de éste en 1327. El padre, Pedro Álvarez, adelan-
tado mayor de León, fue víctima de Pedro 1 en 1360. S. Moxó, Nobleza vieja, pág. 158.
50 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

Los grandes aseguraban el predominio social, apoyando al linaje real. Los


medianos, en los grandes oficios y el Consejo eran la longa manus del rey.
Los menudos nutrían el ejército y los empleos menos brillantes en la admi-
nistración. La consolidación del sistema señorial ejerció influencia decisiva
en la economía; impulsaba la ganadería lanar, el comercio y las exportacio-
nes de materias primas, pues en todo esto estaba su beneficio. La nobleza
rechazaría cualquier proteccionismo sobre la industria que implicara freno
en las ventas de lana, cuero o hierro hacia el exterior.
Ciertos rasgos comunes aparecen en el estamento nobiliario, los cuales
se han incorporado después al carácter español porque la nobleza poseyó un
fuerte poder de mimetismo. Nobleza y caballería se identificaban en el modo
de vivir, definido por rasgos fuertes en la conducta. Ante todo estaba el
valor; no bastaba con poseerlo sino que era necesario, mediante alardes gra-
tuitos, que los demás lo reconociesen. Todavía valor «supuesto» o «reconoci-
do» marcan diferencias en el seno del Ejército. De este modo el valor pasa a
ser un «artificio de lo heroico». En segundo término se aseguraba como carac-
terística del caballero ser «ingenioso» -así se presenta Cervantes- lo que
quiere decir creador. La gran literatura del siglo xv será un producto de la
nobleza participando en ello todos sus niveles.
Al noble estaban vedados los oficios mecánicos; debía sentir cierto des-
precio hacia lo utilitario. No era virtud el ahorro: al ser la renta un medio
para sostenimiento de la dignidad del linaje, se debía invertir enteramente,
aunque fuera preciso para ello incurrir en deudas. El desprendimiento, aun
a riesgo de convertirse en prodigalidad, era virtud, como ya indicamos. El
desencadenamiento de una mentalidad nobiliaria es una de las consecuen-
cias principales de estos cambios de la segunda mitad del siglo XIV. Hay mucha
relación con fenómenos sociales que se estaban produciendo en otros paí-
ses. Relación no significa identidad pues la coincidencia con el Humanis-
mo, de raíz latina, introdujo peculiaridades que podían entenderse bien en
Italia pero no en los países germánicos. La consolidación de la nobleza nue-
va impuso un orden de valores persistente que dio impulso muy definido a
la expansión que habría de conducir al otro lado del mar.
--_~-

NOBLEZA Y MONARQUÍA 51

:t~!'lo-;C:1CO al linaje real. Los El objetivo político que Enrique II perseguía fue cubierto con creces al
¡ga manus del rey. tenderse una red de intereses familiares en torno a su trono. Los contempo-

ruiantes en la adrni- ráneos y mucho más los cronistas posteriores, interpretaron la guerra civil cas-
tellana y su desenlace como una victoria de la nobleza. El pretendiente no
había defraudado las esperanzas que en él se pusieran. En este aspecto la alian-
t"n- "~. o T las exportacio-
za con Francia, firme y duradera, posee honda significación. Desde los días
eficio. La nobleza
de San Luis, Francia representaba en Europa el espíritu caballeresco, lo cual
e implicara freno
significaba también, en términos políticos, la defensa de un sistema social de
predominio aristocrático. Para la burguesía periférica -lisboeta o barcelo-
obiliario, los cuales
nesa- los Trastámara significaban un régimen político desfavorable; para la
obleza poseyó un
nobleza del bajo Duero o de Aragón, eran auténticos aliados. La Casa de Luna,
ci=::1~.t.cabanen el modo
linaje más antiguo, del que habría de salir Benedicto XIII, tomó parte acti-
va en la guerra civil. Esto explica algunos aspectos de la crisis de 1383, del
resultado del Compromiso de Caspe y de la forma en que hubo de lograr-
se la unidad española.

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renta un medio

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II. LA CORONA VICARIA DE DIOS

1. Los VÍNCULOS ENTRE REINOS. En el siglo XIV los cuatro reyes penin-
sulares estaban de acuerdo en admitir que eran el resultado de
aquella Monarquía hispana que se perdiera el 711 siendo recupe-
rada después debiendo regida solidariamente: la Crónica de Mun-
taner y la que atribuimos a Pedro IV el Ceremonioso son muy
explícitas pues reconocen a los reyes el deber, y no solamente el
derecho, de intervenir en los asuntos de sus vecinos porque a todos
afectaban. La unión castellano-leonesa introdujo un factor de dese-
quilibrio ya que, en potencia, establecía un poder que abarcaba
más tierras y hombres que los otros tresjuntos.Jaime 11había inten-
tado corregido con mediano éxito anexionándose territorios
castellanos. Pedro I de Castilla pretendió 10 contrario, someter por
la fuerza a los otros. En cierto modo la revolución trastámara fue
el resultado de estas desmedidas pretensiones. Restableció en con-
secuencia el equilibrio. Enrique 11defenderá la política de un equi-
librio en igualdad mediante la conservación de las fronteras y el
concierto de matrimonios intrapeninsu1ares hasta hacer de todos
los linajes reales uno solo.

Es en la Corona de Aragón donde comienza a emplearse el término


«espanyol» para definir 10 que es común. Los monarcas castellanos preferían
invocar otro razonamiento que a ellos convertía en descendientes de Chin-
dasvinto, es decir, portadores de la legitimidad visigótica, tomada de Roma.
La primera vez que encontramos el término «nación española» se refiere a
los comerciantes vizcaínos y burgaleses constituidos en universidad en Bru-
54 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

jas. Usaban como escudo el del árbol y los lobos de la Casa de Harol. Enri-
que 11 consideraba que, como todo lo suyo, la política agresiva de Pedro I
había constituido un error que era preciso enmendar. Pero ¿cómo hallar un
procedimiento que hiciera compatible amor y poder entre soberanos que
regían solidariamente aquella Monarquiai",
En 1373, vencedor de los ingleses en la batalla de La Rochela y de la
flota portuguesa frente a Sanlúcar, Enrique 11 se hallaba a la cabeza del ejér-
cito más poderoso de cuantos hasta entonces tuviera un rey castellano. Sin
embargo no sucumbe a la tentación de emprender guerras sino que busca la
paz mediante acuerdos suficientemente sólidos. En esta política hay, induda-
blemente" una cuestión de fondo, la de la legitimidad de origen. Aunque su
esposa,Juana Manuel, pudiera invocar derechos procedentes de los infantes
de la Cerda, no significaban una radical y decisiva argumentación. De modo
que Enrique 11se enfrentaba con dos reivindicaciones nada despreciables: la
de Fernando de Portugal, hijo de Constanza Manuel, hermana mayor de Jua-
na, y la de los hijos del rey de Inglaterra,Juan, duque de Lancaster, y Edmun-
do, conde de Cambridge, casados con Constanza e Isabel, hijas de Pedro I a
las que legitimara en unas improvisadas Cortes en Bubierca. No se trata aquí
de jugar con argumentos jurídicos sino con la fuerza. Rotas las ataduras con
el tiempo pasado, sería rey aquel que de hecho tuviera la posesión de la
corona y supiera conservarla.
La querella se desarrollará en varias fases hasta 1387. No es una cues-
tión que hayamos de tratar aquí. Basta con aludir a ella para comprender

I La doctrina de que «totius Spaniae intra Oceani fretum» --de mar a mar se dice en
otros lugares- constituye una Monarquía, en la misma forma en que, refiriéndose a Europa
lo explicaría Dante buscando apoyo en el Salmo II (eego autem constitui regem meum super
Sion montem sanctum meum») se encuentra ya en San Isidoro. Lo repite el anónimo autor
de la Continuatio hispana del 754 Ylo mantienen los cronistas posteriores.J.A. Maravall, El con-
cepto de Monarquía en la Edad Media española (Est. dedicoa Menéndez Pidal,V, Madrid, 1954).
2 La conciencia medieval es, al respecto, pesimista. Poder y amor son en cierto modo
incompatibles. Dirá Gómez Manrique que «el señoriar no quiere pariedad ni la consiente».
J. A. Maravall, «Un tópico medieval sobre la división de reinos (cómo se forma un régi-
men)», RABM, LXVII, 1, 1960.

ttr~ -----===----
NOBLEZA Y MONARQUÍA 55

Casa de Haro '. Enri- que Enrique II necesitaba la paz; de modo q~e la renuncia a la política agre-
esiva de Pedro I siva de su antecesor debe atribuirse a la prudencia. Por fortuna para el nue-
!"-"- .••.•-'""--- Pero ¿cómo hallar un vo rey, el Papa tenía más necesidad aun que él de una paz en Occidente. Los
- =-- e tre soberanos que turcos otomanos, bloqueada definitivamente Constantinopla, estaban ini-
ciando la doble y terrorífica ofensiva en dos frentes, el Mediterráneo y el de
La Rochela y de la los Balcanes. En 1371 -batalla del Maritza, acompañada de terribles cruel-
la cabeza del ejér-
dades- Serbia y Bulgaria habían dejado de existir. Gregorio XI compren-
rey castellano. Sin
dió que era urgente regresar a Roma pero para ello necesitaba una tranqui-
5-e:ra5 sino que busca la
la retaguardia. Halló en el cardenal Guido de Bolonia el agente que necesitaba.
lírica hay, induda-
_ o sabemos a quién corresponde el mérito principal de haber descubierto
- - . origen. Aunque su
la nueva fórmula que podía llevar a la paz ya que Enrique II la abrazó con
.•.•.•.
~~,..•..
J..L<.,es
de los infantes
rodo empeño y entusiasmo.
entación. De modo
Dicha fórmula consistía en tratar a la península como un todo, la «nación
da despreciables: la
española»; así será reconocida en el concilio de Constanza en 1411. De este
ermana mayor de Jua-
modo tendrían que cesar las reivindicaciones territoriales, sustituyendo la
caster, y Edmun-
lucha por los acuerdos firmes que garantizasen, entre otras cosas, el comer-
hijas de Pedro I a
o se trata aquí cio libre. Además, aunque con ramas separadas, las Casas reinantes debían

las ataduras con unirse hasta formar una sola familia. De este modo la generación joven
.~'"'!.,..~,."la posesión de la -que sería la de Juan I, Carlos el Noble de Navarra, el otro Juan I de Ara-
gón y Martín el Humano-, sintiéndose estrechos parientes, estarían en
condiciones de mantener la unidad. Insistamos de nuevo: la Monarquía his-
pana estaría de este modo destinada a regirse, solidariamente, por reyes de
una misma sangre; ambos valores, unidad y pluralidad, podían convivir efi-
cazmente. «Tu, felix Hispania, nube» podríamos decir parodiando la frase
austríaca posterior.
=s::üJ:ri regem meum super Tres matrimonios se concertaron con Portugal en el acuerdo de San-
,......-.I..:....u _ ire el anónimo autor
tarem de 1373. No habiendo legítimos disponibles, Enrique hubo de pro-
mocionar a sus bastardos, un hermano, Sancho, y dos hijos, Fadrique duque
de Benavente y Alfonso conde de Noreña. El mismo año se llegaba a la
paz de San Vicente con Navarra; el heredero Carlos casaba con la infanta
castellana Leonor.Algunos meses antes se había obligado a Pedro IVa ceder.
De este modo el futuro rey,Juan 1, que curiosamente había nacido en tie-
56 LUIS susnsz FERNÁNDEZ

'\

rra aragonesa, pudo unirse a su dulce novia, Leonor, a quien conocía de


antiguo. Son los bisabuelos de ambos Reyes Católicos, Fernando e Isabel.

2. LA OCASIÓNDEL CISMA.Este sistema de vínculos conyugales no se


haría extensivo a los otros reinos de Europa hasta un siglo más tar-
de. Lo que Castilla proyectaba, dentro del ámbito de la alianza fran-
cesa que le convertía en beligerante dentro de la guerra de los Cien
Años, era otra cosa, según se vio en la conferencia de Brujas de 1375:
que todos los países ribereños del Canal de la Mancha con el golfo
de Vizcaya acordaran tres cosas en interés común: cesar en el uso de
las armas, declarar aquel espacio zona de comercio libre, y estable-
cer un sistema de garantías para los casos de guerra o de violencia".
Dicha forma, que se mantuvo durante cinco años y no de manera
absoluta, era un poco producto de la doctrina política que todas las
Monarquías compartían y que, entre nosotros, explicaban con pre-
cisión Rodrigo Sánchez de Arévalo y Alfonso de Cartagena: a los
reyes corresponde un «poderío real y absoluto». No nos equivo-
quemos. Absoluto no quiere decir arbitrario ni total sino que no es
relativo a ninguna clase de instancia superior. El emperador disfru-
taba de un título honorífico, nada más. Por consiguiente, a las Monar-
quías correspondía arbitrar los procedimientos para mantener la
paz con seguridad. Bien entendido que, en el ejercicio de ese poder,
los monarcas estaban sometidos a la ley de Dios. Se trataba, enton-
ces, de una limitación bastante fuerte.

Probablemente Enrique 11, en 1376, llegó a la conclusión de que sus


trabajos para ser admitido en la sociedad que formaban los miembros de la
Monarquía hispánica habían concluido con éxito. Ante el Pontífice, que
emprendía entonces el retorno a Roma, sostenía que, gracias a la reestructu-
ración por él ejecutada, se había dado un giro completo en las relaciones intra-

3 Detalles y aparato crítico en mi Navegadón y comercio en el golfo de Vizcaya, Madrid,


1959.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 57

- - r:.a quien conocía de peninsulares sustituyendo guerras y conflictos por parentesco. De hecho la
- ---= s. Fernando e Isabel. nueva generación, arriba mencionada, así se comportará. Tenemos motivos
para creer que Pedro IV fue el primero en percatarse de las ventajas que
conyugales no se ofrecía la nueva situación que le permitía libertad de movimientos para el
_"'-':::a:>Laun siglo más tar- sosiego de Cerdeña y Sicilia, construyendo la Corona de Aragón. Desde este
~ o de la alianza fran- momento hasta su muerte en 1388 la correspondencia se torna cordial,
guerra de los Cien segura y hasta afectuosa. Había que probar la eficacia que en un terreno prác-
e Brujas de 1375: tico ofrecían las nuevas circunstancias. Tres asuntos proporcionaron respues-
- ~ .:..:.
- lancha con el golfo ta: las pretensiones del duque de Anjou, el Cisma de Occidente y las rela-
, : cesar en el uso de ciones comerciales.
ercio libre, y estable- Luis, duque de Anjou, hermano del rey de Francia, que reclamaba para
-~ guerra o de violencia'. sí derechos a la corona de Nápoles, compró los que ostentaba Jaime de Mallor-
- os y no de manera ca, ahora fallecido, preparándose para dos reclamaciones en extremo peli-
olitica que todas las grosas: sobre las Baleares y sobre Sicilia. Invocó la alianza militar franco-cas-
- explicaban con pre- tellana para que desde Castilla también se le enviasen auxilios y refuerzo.
de Cartagena: a los Enrique no negó la obligación, pero, invocando la estrecha amistad con Ara-
o nos eqmvo- gón, supo convertida en una mediación capaz de lograr que, mediante com-
- - - otal sino que no es pensaciones monetarias, el duque renunciara a sus pretensiones. Interven-
- z, E emperador disfru- dría en ello también el cardenal Pedro de Luna. El asunto se demoró largo
b' crr:::sigtri'
ente, a las Monar- tiempo pero en 1382, reinando ya Juan 1, se obtuvo la esperada renuncia,
'::'::~e::c.:os para mantener la casando al hijo del duque con una nieta de Pedro IV Para éste era induda-
...:.__
-ercicio de ese poder, ble la eficacia de la amistad.
_ . e trataba, enton- En 1378 se inició el Cisma de Occidente: los cardenales, por unanimi-
dad, después de haber elegido a Bartolomé Prignano (Urbano VI) declara-
ron que tal designación no era válida al haberse producido bajo los efectos
usión de que sus del miedo y procedieron a un nuevo cónclave escogiendo a uno de los
.......,..
...•.•.
:,~"'~os miembros de la
suyos, Roberto de Ginebra (Clemente VII). Reyes y príncipes se dividieron
- -_ -~e el Pontífice, que entreambas obediencias. Los reyes españoles mantuvieron en suspenso su
-:..
_"'"-.-. cias a la reestructu- decisión hasta disponer de información suficiente. Pero entonces Enrique 11,'
en las relaciones intra- o su hijo Juan, o acaso con más probabilidad Pedro rv, lanzaron la idea: ésta
era una cuestión que afectaba por igual a todos los miembros de la nación
<> _0 de Vizcaya, Madrid, española, por lo que los cuatro reyes debían ponerse de acuerdo a fin de tomar
la misma decisión. Las palabras del Ceremonioso son decisivas: que «los me n-
58 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

sajeros de todos nosotros los reyes de España ... sean juntos para todo 10 que concluir
se hubiese de hacer y de decir sobre este hechos". El rey de Portugal, deseo-
so de reorientar su política hacia Inglaterra: se mostró contradictorio pero
todos los demás permanecieron en el mismo bando. Y al final, en Constan-
za, el voto unánime de los cuatros reinos, englobados en la nación española,
tuvo importancia decisiva en la solución del Cisma.
La dispersión y escasez de documentos no impide reconocer la impor-
tancia que tuvo el tercer aspecto: todos los acuerdos, de paz o de amistad o,
simplemente, de tregua, incluyen la libertad de comercio y la protección
legal a los mercaderes. En un proyecto político en que se eliminaban las que-
rellas entre los reinos que formaban España y se fortalecían los lazos de paren-
tesco entre sus soberanos era lógico que se produjera una paulatina libera-
lización del comercio. Se trataba de un proceso con dos dimensiones
complementarias: por una parte, reglamentar y ordenar aduanas, diezmos OCtTIna
de la mar y alcabalas, ingresos ahora esenciales para todos los reyes; por otra,
admitir en igualdad a los súbditos de todos ellos. De nuevo Pedro IV tomó
la iniciativa de proponer, en 1379, que los súbditos de la Corona de Aragón
y los castellanos quedasen amparados por las leyes del país en que negocia-
sen, como si fuesen naturales del mismo. Diez años más tarde, Juan I de
Aragón propuso a su homónimo castellano: pues que los privilegios de Bru-
jas estaban otorgados a la «nación española» era lógico que al menos una
galera catalana y otra mallorquina participasen en la caravana que cada año
viajaba a Flandes".

3. ACUERDOS.Enrique II, contando ahora con el apoyo de Pedro IV,


mantuvo a ultranza su esquema de paz ibérica, tratando de conser-
var la sólida unidad. Portugal se resistió ya que pensaba que un
predominio franco-castellano en las rutas atlánticas podía perjudi-
car el comercio de sus súbditos. En 1383 su hijo Juan I, pensando

4 La carta de 28 de diciembre de 1379 en ACA, reg. 1265, foL 100.


5 Carta de Juan 1 de Aragón a Juan 1 de Castilla, 12 de abril de 1389. ACA, reg. 2956,
foL 51v-52.

E;- - -~;:.:;¡;~:
- -~.: sO
NOBLEZA Y MONARQUÍA 59

ro para todo lo que concluir estas vacilaciones, arriesgó una jugada muy peligrosa: viu-
_ .- de Portugal, deseo- do de Leonor de Aragón, contrajo matrimonio con la heredera de
_ ' contradictorio pero Portugal, Beatriz, una niña. Los documentos no ofrecen duda". Se
l.."'--"-"J.. - al final, en Constan- trataba de cerrar el ciclo y de que los descendientes de la aragone-
¿"'2:.-:1",",: en la nación española, sa reinasen en Castilla y los de la lusitana en Portugal. No fue difi-
cil, a los sectores burgueses y mercantiles -Marcelo Caetano lo
___:ee reconocer la impor- percibió con mucha claridad- interpretar este juego como sumi-
~~)5_ •e paz o de amistad o, sión a los intereses castellanos provocando un movimiento que los
ercio y la protección historiadores del vecino país llaman «crisis nacional». Al rechazarse
_~ se eliminaban las que- la legitimidad de ejercicio de quienes representaban a la Casa de
ecían los lazos de paren- Borgoña, hubo que recurrir, como en Castilla veinte años atrás, a
..•....
-~_.era una paulatina libera- un bastardo: Juan, maestre de Avis.
on dos dimensiones
n.ar aduanas, diezmos La doctrina que el maestro joáo das Regras expuso en las Cortes de
los reyes; por otra, Coimbra, poco antes de la batalla de Aljubarrota, coincide con las que
uevo Pedro IV tomó esgrimían los tratadistas castellanos: cuando la legitimidad de ejercicio se
ae la Corona de Aragón quebranta, cesa el derecho de quienes ostentan la de origen, que retorna al
aís en que negocia- reino, de donde salió; y ese reino, renunido en Cortes, se da a sí mismo una
>:: - más tarde,Juan I de nueva dinastía. Vinieron años de guerra pero cuando ésta, finalmente, fue
_~.o privilegios de Bru- superada y se tomó a la paz, volvieron (Almeirim, 1432) a imponerse los cri-
~. o que al menos una terios de unidad: libertad de comercio con equiparación plena entre los súb-
:.:..caravana que cada año ditos, matrimonios repetidos una y otra vez para igualar la sangre, y fija-
ción, sin traumas, de los ámbitos de expansión. Los tratados de Tordesillas
de 1493 fueron posibles porque estaban en la misma trayectoria fijada en
:: ~ el.apoyo de Pedro IV, Almeirim.
tratando de conser- Solidaridad entre los príncipes que compartían la Monarquía hispana fue,
e pensaba que un sin duda, uno de los resultados de la revolución de 1369. No excluye enfren-
, .cas podía perjudi- tamientos y querellas de intereses, pero tenían siempre el aire de disputas entre
_ - __ . iio Juan 1, pensando parientes cuando tienen que repartir la herencia que les es común. Ese
principio de solidaridad será invocado, en 1410, por las diputaciones de los

100.
1389. ACA, reg. 2956, 6 Traté de explicar esta circunstancia en mi primer trabajo, «Capitulaciones matrimo-
niales entre Portugal y Castilla» (Hispania, 1948).
60 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

'.
reinos de la Corona de Aragón, decididos a permanecer unidos por las ven- ennane
tajas que dicha unidad proporcionaba.

4. REFORMAD ORES. Después de la muerte de Enrique II (1379) un


nuevo sector entra vigorosamente en el juego político castellano: el
activo grupo de clérigos reformadores, formados en Avignon, a los
que Pedro Tenorio, arzobispo de To1edo, servía de cabeza. Sustra-
yendo cargos eclesiásticos a los vástagos de la nobleza, el primado
-que había recibido en Francia buena formación de canonista-
pudo reunir algunos hombres que compaginaban actividad y saber,
aunque variables en su línea de conducta, entre los que hay que men-
cionar a don Álvaro de Isorna, obispo de Cuenca, don Juan Serra-
no, prior de Guadalupe y luego obispo de Segovia, fray Fernando de

./'
Illescas, confesor del rey, Pedro Fernández de Frías, obispo de Osma,
don Gutierre de To1edo, obispo de Oviedo y persona de confianza
de Juana Manuel, y don Diego de Anaya y Maldonado, obispo de
Tuy y luego de Salamanca. Con ellos se propuso la dificil tarea de
lograr una completa transformación moral e intelectual del clero7.

Fue muy eficaz la colaboración del cardenal don Pedro MartÍnez de ~.-=-
Luna, futuro Benedicto XIII, a quien Clemente VII encargara la dificil tarea
de conservar la Península en su obediencia, otorgándole tan plenos poderes
que estaba en condiciones de actuar como si del Papa mismo se tratara". Don

7 Natural de Toledo aunque de linaje gallego, Tenorio era una de las víctimas de la
persecución de Pedro I, habiéndose refugiado en Avignon. Había sido obispo de Coimbra.
Su nombramiento para Toledo no fue bien recibido por Enrique II, pero ganó toda la con- :

fianza de Juan 1.Ver mis Don Pedro Tenorio, arzobispo de Toledo (Estudios dedicados a Menén-
dez Pidal, rv, 1953) y Benedicto XIII, ¿Papa o Antipapa?, Barcelona, 2002.
8 Dos aspectos merecen ser destacados en esta legación: el desarrollo de las universi-
dades, especialmente Salamanca, y la reforma del clero secular. El 4 de octubre de 1388, en
una Asamblea de obispos y clérigos en Palencia, el cardenal dictó severas disposiciones con-
tra el concubinato, los abusos de los clérigos de menores y la indisciplina reinante. Publica-
das en Costilla, el Cisma y los últimos concilios medievales, Madrid, 1960, págs. 172-179, utili-
zando un original que se conserva en el Archivo Histórico Nacional.

- - -: '",. ....;;.. - - -----


NOBLEZA Y MONARQUÍA 61

---== - unidos por las ven- Pedro permaneció en España hasta 1390; retornaría a ella como Papa en
1408. Estimuló sobre todo tres directrices: establecimiento de Colegios
para hacer más eficaz la formación intelectual, refuerzo de la disciplina,
- -~ Enrique II (1379) un
como ya se había formulado en los sínodos de Oviedo y Toledo, renova-
olítico castellano: el
ción religiosa mediante la renovación de los movimientos monásticos. En
s en Avignon, a los
los últimos años de su reinado, Juan 1, con respaldo del legado, tomaría
, de cabeza. Sustra-
tres decisiones importantes: dar Guadalupe a los jerónimos, introducir en
obleza, el primado
,:n:~a.ci'ón de canonista- Castilla los cartujos, núcleos de oración, proporcionar los medios necesa-
9
rios para la reforma de San Benito de Valladolid . Apuntemos dos datos.
- -. ' an actividad y saber,
~ .os que hay que men- Jerónimos van a ser la Sisla,Yuste, el Prado de Valladolid y El Escorial, sig-

-.=. Cuenca donjuan Serra- nos de la Monarquía hispana. En Valladolid, a impulsos de la contempla-
via, fray Fernando de ción, nace el Libro de las exercitationes spirituales que su autor, fray García

obispo de Osma, Jiménez de Cisneros llevará a Montserrat antes de que pase por allí San

ona de confianza Ignacio de Loyola'".


donado, obispo de Había una coincidencia, de principio, entre los reformadores y el rey; la
_ ~ -o la difícil tarea de vida eclesiástica y del clero tenía que asegurarse mediante la restauración de
telectual del clero". las rentas y el fortalecimiento de la Monarquía. Por eso Tenorio se converti-
rá eri verdadero campeón de ese refuerzo del poderío real y absoluto en un
- - n Pedro Martínez de proceso de desarrollo del esquema institucional. Puede definirse como pri-
encargara la dificil tarea mer intento español de creación de un Estado!' en el que correspondería al
-- e tan plenos poderes
:--:r:1smO se trataras. Don
9 La reforma española databa de algunos años antes, 1372, que es el momento en que
se establece Lupiana, cerca de Guadalajara. Es importante constatar que sobre los primeros
de las víctimas de la jerónimos, especialmente fray Pedro de Guadalajara, hubo una influencia indirecta de San-
obispo de Coimbra. ta Catalina de Siena. La humildad radical ha impedido a los jerónimos promover procesos
ero ganó toda la con- de canonización para sus miembros.
~'·._-.~-os dedicados a Menén- 10 Importante trabajo el de GarcÍa M. Colombás y Mateo M. Gost, Estudios sobre el
i¡¡:::¡~;L- _ 2. primer siglo de San Benito de Valladolid, Montserrat, 1954.
desarrollo de las universi- 11 Cuestión que ha sido suscitada en Francia por J. Krynen, Ideal du prince et pouvoir royal
- - - octubre de 1388, en en France ti lafin du Moyen Áge (1380-1400), París, 1981, págs. 300 Y ss. Sus observaciones
severas disposiciones con- pueden ser aplicadas a lo que estaba entonces sucediendo en Castilla. Se trata de un tema
Iina reinante. Publica-
.::...-.....:><...~y_ sujeto a fuerte debate: ¿hasta qué punto podemos decir que la Monarquía que introducen
. págs. 172-179, utili- los Trastámara es ya un Estado? En cuanto que se trataba de alcanzar la objetivación del
poder, haciendo que éste, atribuido al monarca, iba a ejercerse por medio de instituciones,
62 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

rey un deber, más allá de la prerrogativa que le asiste para ceñir la corona. protecció

Las referencias que aparecen en algunos textos respecto a que se trataba de Cortes
imitar lo que ya se estaba haciendo en otros reinos de la Cristiandad, reci- lasmerc

ben, en el caso de Juan 1 -recordemos que tomó la iniciativa de hacerse de derecho o


coronar- puntualización documentada porque sabemos que en 1384 había legítim.as ;¡i::"~~---'ZI

encargado a la cancillería de su suegro una copia de las Ordenanzas de Casa delo


y Corte promulgadas por éste el 15 de noviembre de 134412. obispos.
Ello nos permite asegurar que la «Corona del Casal d' Aragó» -tal es su
nombre oficial- fue un modelo, y no sólo por los colores de su bandera, al
que se atribuía haber sabido conjugar la unidad de su soberanía con la plu-
ralidad en la administración de los reinos. Lo que definía a la Corona eran
las cuatro instituciones -mayordomía, cacillería, camarería y maestría racio-
nal, que actuaban en nombre y por delegación del rey13.En Castilla la coro-
na fue sustituida por la espada como signo de la realeza. En medio de fuer- ~ nobleza inces c,._

tes contradicciones, Pedro IV consiguió asegurar a la Corona de Aragón e CODSldeIa.22

tales ventajas en orden al bien común, la administración dejusticia y el comer-


cio exterior, que se formó la conciencia firme de que era imprescindible man- -¡xJ'l'j7;.?@s. Sarmienm, 'If~

tenerse unidos.

5. SEASIENTALANOBLEZA.Para llevar a cabo las reformas hacia el cre-


cimiento era indispensable sujetar a la nobleza dentro de las dimen-
siones otorgadas, sin consentir que las traspasase. La Iglesia fue la
que tomó la iniciativa de quejarse de los excesos señoriales, libran-
do una batalla en las Cortes de Soria (setiembre de 1380). Los aba-
des de los monasterios antiguos denunciaron el régimen de enco- J:':2t~~"""'~' se !::!:CO~~~

mienda a que algunos nobles les tenían sometidos; bajo pretexto de


ti e, -~ n~---...~!"
estamos autorizados a decir que, por lo menos, nos hallamos ante un núcleo, todavía embrio-
niario, de lo que más adelante será Estado. Los italianos empleaban el término «lo statos» en
el sentido de lo establecido.
12 Pedro IV,a cambio de este ejemplar de sus leyes,pidió una copia de la Crónica Gene-
ral.5 feb., 1384. ACA, reg. 1287, fol. 2r.
13 Hay un excelente estudio de Olivetta Schena en la edición reciente de Le leggipala-
tine di Pietro IV d'Aragona, Cagliari, 1983.

- - ~. .-' -- -~-'
-----=----=-- - -

NOBLEZA Y MONARQUÍA 63

protección, expoliaban sus bienes, ya mermados. Juan 1, que en las


"""";:'-""'·-n a que se trataba de Cortes del año anterior había procedido a una reforma a fondo de
Cristiandad, reci- las mercedes antiguas, tratando de poner orden, estableció normas
.ciativa de hacerse de derecho como base de partida: sólo podían ser consideradas
legítimas aquellas encomiendas otorgadas por monarcas, heredadas
de los fundadores de monasterios o solicitadas voluntariamente por
obispos y abades. Luego designó cuatro jueces, Pedro López de
Aragó» -tal es su Ayala,Juan Martínez de Rojas, Pedro Fernández de Burgos y Alvar
.ores de su bandera, al Martínez de Villarreal, para que dieran sentencia en las denuncias
~ - beranía con la plu- concretas que les fuesen presentadas. Los jueces, instalados en Medi-
- , a la Corona eran na del Campo, trabajaron activamente liberando a los cenobio s de
·.:::z:~'ería y maestría racio- obligaciones impuestas".
. En Castilla la coro-
~c!=:z2. En medio de fuer- La nobleza interpretó estas medidas como si fuera despojo parcial de bie-
Corona de Aragón nes que consideraba suyos. Más de dos docenas de documentos nos asegu-
justicia y el comer- ran que la recuperación fue·importante. Algunas de las familias arriba men-
imprescindible rnan- cionadas, Sarmiento,Velasco, Manrique, se vieron obligadas a restituir dominios
y rentas que tenían por suyos. Los tres parientes directos del rey,Trastámara,
Benavente y Noreña figuraban en primera línea entre los afectados por la
ormas hacia el cre- decisión. Importa señalar que no hubo resistencia lo que parece demostrar
entro de las dimen- la justicia de la medida .
.~..-,~,~-.
'ceo La Iglesia fue la A partir de este momento, don Pedro Tenorio se erigió en uno de los
reses señoriales, libran- elementos clave del gobierno, que tendía a reforzarse. En las Cortes de Bur-
I;le¡¡z~~re de 1380). Los aba- gos de 1379 Juan 1 dejó sin respuesta dos peticiones conflictivas: que tres pro-
régimen de enco- curadores se incorporaran al Consejo Real y que las leyes promulgadas en
".,..
•..•...•..
·-<.;..'-"'os;
bajo pretexto de Cortes sólo por las Cortes fuesen modificadas. De hecho, la segunda será pos-
teriormente observada. Por otra parte el joven monarca, fiel a las consignas
de su padre, se apoyó abiertamente en los miembros de la segunda nobleza,
marginando a sus parientes. De este modo vemos cubiertos los seis oficios
mayores: Pedro González de Mendoza fue mayordomo mayor, Pedro Fer-
C)!:::;.¿ copia de la Crónica Gene-

~::~x'~ reciente de Le leggipala- 14 José Luis Santos Díez, La encomienda de monasterios en la Corona de Castilla, Roma,
1961, págs. 11-59.
64 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

nández de Velasco camarero, Diego López de Stúñiga justicia, Diego Gómez había conquistado con ~~
Manrique repostero y Fernán Sánchez de Tovar almirante. La sucesión here- ara la pugna entre d05

ditaria en tales oficios, ordinariamente practicada, les dará conciencia exac- .a de los linajes de la s=f"'""
ta de que, en conjunto, los diez linajes -otros se irían sumando- consti- Contra aquéllos, éstos
tuían una elite especialmente capacitada para gobernar. soberano. Por eso la ~U-~

La primera nobleza pasó a la oposición. Puede comprenderse bien la decep- Jamar, para entendemos.z
ción que sufrieron estos parientes íntimos del rey al verse desplazados de los :nera fase, al crecimienn
puestos decisorios. N o debemos atribuir este hecho a la actitud adoptada por En ningún mome.uc .-
el rey Juan y sus más directos consejeros ya que los primeros síntomas de dis- bal de sus parientes.
cordia databan de años atrás. El duque de Benavente era demasiado niño ulzura de carácter;:=., --
aún. Pero las relaciones entre Alfonso de Noreña y su padre Enrique II fue- movidos por ambiri
ron borrascosas: convencido de que se le había asignado una esposa inferior ~tancias de o~,,_
a sus méritos de hijo mayor, aunque tuvo que casarse obligado, se abstuvo de 'a. Tello carecía de -
consumar el matrimonio con Isabel, la hija de Fernando 1. Años más tarde -"<1 hija. Juan Sánchez -
cambiaría de idea, renovaría el compromiso y sería antecesor de la Casa de - z reinado y el apa
Noronha en Portugal. Juan Sánchez Manuel, conde de Carrión, había tenido cia provocando ,.,......
que ser suspendido en 1378 en sus funciones como adelantado mayor de Mur- ningún varón para s::!..:":=-

cia, designándose un teniente,Alfonso Yáñez Fajardo, a:fin de calmar las pro- cabeza del mismo .•. O;.

testas del concejo. Acabó produciéndose un conflicto entre los Manuel y los QÚn obstáculo '-'
Fajardo, de gran importancia para la región murciana. En otras zonas del rei-
no la prematura muerte de Tello, señor de Vizcaya, y de Sancho, conde de Albur- _ el tiempo, los
querque, favorecían de tal modo al poder real que circularon rumores y sos-
pechas, según Ayala, en torno a Enrique Il. 6. Ca
Personalidades muy diversas y, al parecer, poco notables por sus condi-
ciones y talento, estos colaterales de Alfonso XI tenían en común la ambi-
ción desmedida, como si sobre ellos pesara el ejemplo de don Enrique, el bas-
tardo que conquistó el trono a golpes de puñal tras una larga y azarosa vida
de intrigas. Los títulos nobiliarios, entregados a ellos con exclusividad en la
primera etapa del nuevo régimen, y la política matrimonial que les ponía
al servicio de la diplomacia peninsular, elevaron sin duda el punto de mira lli..h
de su ambición. No descubrimos, en ningún momento, que poseyeran un er rn"",....,...n
programa político concreto, salvo el que nace de la convicción de que a iel II12iL!.......:.U"_"'-
ellos correspondía una parte en ese poder que el hermano mayor o padre ~óen

b- 4A
--._ ~- ~. .•. ¡¡¡&••• ~F
NOBLEZA Y MONARQUÍA 65

.cia Diego Gómez había conquistado con su ayuda. Hacia 1380 Castilla sirve como escenario
~~iL-~-.c:". La sucesión here- para la pugna entre dos oligarquías: la que formaban los parientes del rey y
la de los linajes de la segunda nobleza instalada en puestos de gobierno.
Contra aquéllos, éstos defendían ahora el fortalecimiento de los poderes del
soberano. Por eso la ascensión de la oligarquía nobiliaria -como vamos a
·-'-·-~~""PTIderse
bien la decep- llamar, para entendernos, a este equipo de cortesanos- contribuye, en su pri-
e desplazados de los mera fase, al crecimiento de la Monarquía.
actitud adoptada por En ningún momento tuvo que enfrentarse Juan I con una alianza glo-
- =:_meros síntomas de dis- bal de sus parientes. Hasta qué punto fue esto consecuencia de la habilidad
re era demasiado niño o dulzura de carácter del rey, no lo sabemos. El hecho es que lucharon aisla-
- ~adre Enrique II fue- dos, movidos por ambiciones que eran puramente individuales, y fracasaron.
1&'I<~:41.l·u una esposa inferior Circunstancias de orden biológico favorecieron también la acción de la Monar-
Iigado, se abstuvo de quía. Tello carecía de descendientes. La herencia de Alburquerque recayó en
1&~i:1clo 1.Años más tarde una hija. Juan Sánchez Manuel, que había intentado aprovechar el cambio
cesor de la Casa de de reinado y el apoyo de la reina madre, doña Juana, para reinstalarse en
- -.,. Carrión, había tenido Murcia provocando una crisis muy grave, murió en 1383 dejando tres hijas
tJ.~zarr,~do mayor de Mur- y ningún varón para sucederle. De modo que el linaje se dispersó, pasando
.•.- de calmar las pro- la cabeza del mismo a Fernando Pedrosa, obispo de Cartagena. No hubo ya
tre los Manuel y los ningún obstáculo para que Alfonso Yáñez Fajardo, posesionado del adelan-
~~- Lil otras zonas del rei- tamiento, sumara su estirpe a la de los de esa poderosa segunda nobleza.
Con el tiempo, los Yáñez se unirían a los Chacón.

6. CONDE DE NORUÑA. Alfonso Enríquez, conde de Noreña, prime-


les por sus condi- ro entre los nacidos, receptor del poderoso señorío que fuera en tiem-
~ •...:':.:.--....L en común la ambi- pos de Rodrigo Álvarez de las Asturias, parecía llamado a ser cabe-
ce on Enrique, el bas- za del grupo. Tenía 25 años en el momento de las Cortes de Soria
. ~ larga Y azarosa vida y se creía llamado a repetir las hazañas de su padre. En 1373, primer
ti exclusividad en la gesto de rebeldía, había huido a Francia, buscando apoyo de Carlos
imonial que les ponía V y refugiándose por último en Avignon. Demasiado chico toda-
el punto de mira vía, hubo de volver con las orejas gachas, enfurruñado, para contra-
_-0, que poseyeran un er matrimonio. En cuanto su padre murió, pidió la anulación de
o vicción de que a aquel matrimonio. También Isabel, en un gesto de orgullo, manifes-
° mayor o padre tó en voz alta que no quería tenerle por marido. Vanas palabras: en
66 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

1383 habían vuelto a unirse y tenían un hijo al que llamaron Fer-


nando, como el abuelo portugués. Después vinieron otros.

Durante la pequeña guerra de Navarra, en que cabalgaron juntos, se


estrechó su amistad con Pedro Manrique, el adelantado mayor de Castilla.
Ambos creían ser merecedores de dádivas por sus grandes servicios. En el
verano de 1380, aprovechando el descontento de los linajes viejos por el
asunto de las encomiendas monásticas, trató de buscar conflictos al rey15.
Manrique había incurrido en sospechas ante los miembros del Consejo
real por ciertos contactos solapados que mantuviera con Navarra el año ante-
rior, interfiriendo las negociaciones de la paz de Briones. Es posible que sem-
brara en el asturiano temores acerca de las intenciones del rey: podía ser apri-
sionado o muerto. Los parientes del adelantado abandonaron a éste y fueron
a ponerse al lado del monarca. Según la versión oficial que se dio del asun-
to, el propio hermano de Pedro']uan García Manrique, a loasazón canciller
mayor y obispo de Sigüenza, vino a denunciarle como «hombre loco y de
mala ventura». Justificó ante el rey su conducta -la frase es importante-
«porque no estaba dispuesto a que él ni su linaje fuesen avergonzados por obra
que el dicho Pedro Manrique hiciese». El propio Alfonso Enríquez corro-
boró la denuncia, satisfecho de hallar, al fin, el chivo expiatorio. El rey mos-
tró la templanza que en él debía ser norma: depuesto, el adelantado fue envia-
do a Plasencia en términos muy suaves de prisión; le sustituyó en el oficio
el otro hermano, Diego Gómez Manrique.Y así el linaje resultó confirma-
do en su fidelidad.
Entre los años 1381 y 1383 Alfonso Enríquez pareció decidirse por la
rebelión abierta, no dejándose amilanar por el fracaso de 1380. En la pri-
mavera de 1381 le hallamos en muy buenas relaciones con Fernando 1 de

15 Estamos siguiendo una versión oficial que recoge Ayala y que aparece corroborada
posteriormente en carta a Murcia de 30 de agosto de 1380 (A.M. Murcia, registro fol. 164r)
y posteriormente en la del 27 de junio de 1381 en que se relata la insurrección y el cerco de
Gijón iIbidem., fol. 20r). Ignoramos lo que hay de realidad tras estas versiones que tienden a
suavizar la conducta del conde, sin duda para dejar a salvo el honor de la propia dinastía.
-~--=---=-"'- -

NOBLEZA Y MONARQUÍA 67

. que llamaron Fer- Portugal, que trataba ahora de coordinar una alianza con los ingleses des-
tinada a provocar un cambio en favor del duque de Lancaster. Siempre bajo
la capa del disimulo, decía que su viaje a aquel reino obedecía al propósi-
algaron juntos, se to de servir los intereses de la dinastía. Nadie le creyó. Rectificando su
o mayor
F.<....:. .•.••.•... de Castilla. conducta de dos años atrás, había vuelto al seno conyugal con la esposa
es servicios. En el lusitana con la que, en adelante, parece vivir en estrecha concordia. Los
s linajes viejos por el datos que poseemos, cuidadosamente analizados por Uría Maqua, no per-
b:!5GIT conflictos al rey15. miten ir demasiado lejos en las suposiciones. Pero desde Castilla parecía
-embros del Consejo evidente que un nuevo escenario, peninsular, se ofrecía a la reanudada con-
ccn , Tavarra el año ante-
F•..•••. tienda entre franceses y británicos. No podemos precisar qué proyectos
..-..v~-~~
..Es posible que sem- abrigaba el conde cuando fortificaba poderosamente aquella pequeña isla
.'" rey: podía ser apri- de Gijón, unida a tierra firme por una lengua de arena que desaparecía con
l'"-oor....l_-.u:J.aIOn
a éste y fueron las mareas altas. Juan 1 se asustó ante la posibilidad de que pudiera con-
e se dio del asun- vertirse en una base al servicio de sus enemigos. Dejando a sus soldados
en la frontera de Salamanca, hizo converger algunas unidades sobre Astu-
rias: Alfonso se apresuró a rendirse siendo recibido en aparatosa reconci-
se es importante- liación (26 de junio de 1381).
zvergonzados por obra ¿Sometimiento fingido al que empujaba solamente el interés de ganar
_~ nso Enríquez corro- tiempo? ¿O fueron, por el contrario, los miembros de la oligarquía gober-
iarorio. El rey mos- nante los que tomaron precauciones tratando de despojarle de aquellos
elantado fue envia- señoríos que le tornaban tan peligroso? Me parece muy digno de consi-
.ruyó en el oficio deración el papel que desempeña don Gutierre de Toledo, que recibió pode-
--'J- e
.-...,..•... resultó confirma- res de gobierno en Asturias y trató de aprovechados para revertir sobre su
mitra ovetense los importantes señoríos que se hallaban enjuego. La docu-

.ó decidirse por la mentación que se conserva en el Becerro que data de su tiempo es, sin duda,

e 1380. En la pri- irrebatible. Atrajo hacia sí, bajo las banderas del rey, a los pequeños linajes

on Fernando 1 de asturianos, Quirós o Valdés, junto a algunos otros, que debían sentirse un
tanto incómodos con el poderoso condado. Lo cierto es que, buscando apo-
yos, Alfonso Enríquez retornó a Portugal, instalándose en Braganza. Sin
r= aparece corroborada
dinero ni amigos no tardó en encontrarse en posición desairada, entre la
~.•..~Hnrcia, registro fo1.164r)
"'-.•...•
••.• :,,..., 11~~naln-Pccióny el cerco de cólera de su propio hermano que ordenaba la confiscación de sus bienes
1=:¡5e=~ones que tienden a (27 de junio de 1382) y el abandono de su suegro que, empujado por su
- de la propia dinastía. esposa Leonor Téllez, buscaba ya una interesada reconciliación con Casti-
68 LUIS susnsz FERNÁNDEZ

lla. No le quedó otro remedio que regresar solicitando su perdón. Le fue cia, probablemente
concedido, pero esta vez bajo la condición de que habría una permuta en onocimiento del SOB~
sus señoríos'".
En estas circunstancias era dificil que abrigase propósito de enmienda.
El giro que tomaron las relaciones entre Castilla y Portugal le perjudicaba
En el mes de
seriamente. Si había aceptado, al fin, su matrimonio era con la perspectiva
.ogo a la que sería' n=

de contar con un serio apoyo frente a su hermano. Pero las circunstancias


infante don Juan.. ~
le decían que estaba a punto de perderlo. EllO de agosto de 1382 se con-
certó la paz entre las dos coronas -Portugal retornaba incluso al cle-
mentismo- restableciéndose los compromisos de Santarem. Un mes más
tarde, el 13 de setiembre, Juan I enviudaba de su primera esposa, muerta
al dar a luz.Y en noviembre, mientras se barajaban nombres para un segun-
do enlace, aquel arriscado emperegilado que fuera Juan Fernández de
Andeiro, de quien se murmuraba que era el amante de la reina de Portu-
gal, aparecía en Pinto para proponer que el monarca castellano casase con
Beatriz, la niña ahora de poco más de diez años, que era heredera de Por-
tugal.
Todo era una simple maniobra de Leonor: sabiendo que su marido se
moría, quería contar con el vigoroso apoyo castellano para asegurarse una
cómoda regencia que adivinaba próxima. Juan I aceptó, aunque ignoramos
los verdaderos designios que le movían en esta ocasión. El conde de N ore-
ña y los hijos de Inés de Castro se asustaron: aquella maniobra era un obs-
táculo para sus aspiraciones. Cuando don Alfonso fue llamado a la Corte, el
. al arzobi
12 de abril de 1383 dándosele un plazo de tres semanas para que prestara
ego ·f', fol -r-r-,
juramento de aceptación de las condiciones para él previstas, eludió la
El 1-1de ocmixe I~
comparecencia pero envió secretamente a uno de sus hombres de confian-
arrebatado al =.::.. ~c:."'
za, Tello González, para dar aviso de las noticias que acababa de recibir de
Portugal y que su propio confesor recomendaba que pusiera en conoci-
miento de su hermano. Según él toda la negociación era un fraude: Fer-
nando I no estaba de acuerdo y la reina Leonor esperaba nueva descenden-

16 Luis Alfonso Carvallo, Antigüedades y cosas memorables de Asturias, Madrid, 1695,


págs. 406-407.

~., ~---- - -~ -
NOBLEZA Y MONARQUÍA 69

~""''-'-'''''-J~O su perdón. Le fue cia, probablemente varón ". Juan I rechazó tales confidencias, que puso en
conocimiento del soberano portugués, al que pedía que si el conde acudía
en demanda de asilo, se lo negara. Estaba ya reuniendo tropas para acabar
• ó ito de enmienda.
con el reducto asturiano.
galle perjudicaba
En el mes de mayo de 1383 tuvo lugar, en Asturias, una especie de pró-
con la perspectiva
logo a la que sería luego guerra de Portugal. El rey fue advertido de que el
. _ =ro las circunstancias
infante don Juan, hijo de Inés de Castro, se preparaba para unirse al conde
_05-0 de 1382 se con-
rezornaba incluso al cle- de Noreña creando allí una peligrosa cabeza de puente". Mientras las gale-
ras reales establecían el bloqueo estrecho de la costa, las tropas que manda-
ban Pedro Fernández de Velasco, Pedro Ruiz Sarmiento y Pedro Suárez de
res para un segun- Quiñones, partiendo de bases distintas, Santillana, Galicia y las montañas
uan Fernández de leonesas, convergían sobre el antiguo reino eliminando los posibles focos de
e la reina de Portu- resistencia en Cangas, Tineo y Labiana. Los concejos estaban abiertamente
rellano casase con al lado del rey, de modo que cuando Juan I, concluidas sus bodas con Bea-
- era heredera de Por-
triz, llegó a Asturias a principios de julio, no le quedaba otra perspectiva que
la de rendirse en buenas condiciones. El tratado que se le impuso el 18 de
julio de 1383, con la mediación precisamente de don Gutierre de To1edol9,
suponía la eliminación del primero de los epígonos de la dinastía: privado
de sus posesiones -el señorío de Noreña fue entregado a la mitra oveten-

17 Por medio de Ruy Gutiérrez,Juan 1 envió estas noticias al cardenal don Pedro de
S~:;::.2:aa.s para que prestara Luna y al arzobispo Juan García Manrique, que negociaban en Portugal. AGS. Patronato
Real, lego47, fol. 44.
revistas, eludió la
18 El 14 de octubre de 1383 Pedro González de Mendoza recibiría el Real de Manza-
hombres de confían-
nares, arrebatado al infante, «que traia tratos para se ir para Gijón al conde don Alfonso cuan-
aba de recibir de
do estaba alli alzado».Salvador M. Dias Arnaut, A crise nacional dosfins do século XiV, I, Coim-
rera en conocí- bra, 1960, págs. 165-166 Y 170-172. Las noticias de este episodio son bastante confusas.
a un fraude: Per- 19 La relación de este cerco de Gijón es hecha por el propio rey en carta de 20 de
nueva descenden- julio a la ciudad de Murcia.A. M. Murcia, Registro de Cartas Era, 1421, fol. 70-71. No hay
inconveniente en admitir que la condesa Isabel fue personalmente a pedir perdón. El texto
de la concordia de que se conocen varios ejemplares fue publicado por]. Uría Ríu, «Laescri-
tura de concordia entre Juan I de Castilla y el conde don Alfonso, su hermano bastardo»,
Rev. Univ. Ovíedo, rv 1943, págs. 255-256.
70 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

se- el conde se vio reducido a la impotencia, esperando que se le asignasen


nuevos medios de vida.
Después de Sancho y de Tello era el tercerTrastámara al que se elimina-
ba. Los términos fueron especialmente duros: cuando, en noviembre de 1383,
muerto el rey Fernando, se abrió el difícil pleito sucesorio en Portugal, el eran poco~_
monarca castellano, decidido a intentar la aventura de transladarse allí, no que- nobleza, que "_
riendo dejar enemigos a sus espaldas, hizo prender a don Alfonso y lo puso liar para gar~~
en recia cautividad en el castillo de la Puebla de Montalbán, prisión en que del linaje: -
permanecería ocho años. Sabemos, por testimonios ciertos, que abrigó inclu-
so el propósito de darle muerte, extremo que sus consejeros impidieron. Simul-
táneamente era preso don Juan de Portugal, aunque con menos rigor. Éste,
su hermano Dionís, y el de Noreña, podían suponer inquietudes en orden a
la sucesión.

7. ALJUBARROTA. Desmantelada la elite de parientes de la dinastía - ourguesía, como e


el duque de Benavente era demasiado joven, y el otro Alfonso Enrí- znen implantado e
quez, hijo del maestre de Santiago, también- toda la atención podía '';~mostrando su so"
volverse hacia Pedro, conde de Trastámara, hermano del anterior, demia sufrida en Lisix ••
aunque de distinta madre. Galicia, tan ligada a Portugal por sus zo. Dato de suma in:_~_
intereses, era su plataforma. Juan 1 no parece haberle tomado en con- e en el poder
sideración: probablemente pensaba aprovechar los desaciertos de Leo- en ella con honor y le" .•.. 1
nor Téllez para sustituida en la regencia de Portugal, apoyándose en -_refleja con dramática
la nobleza de este país. Algunos señores laicos y eclesiásticos como zzno"'1 al que a dvirneroc
. -
el obispo de Guarda, llamaron al monarca castellano. Pero cuando __omisos por él aceptaa
éste llegó a Santarem (12 de enero de 1384) pudo comprobar que En la oposició
había tres sectores de opinión, y no únicamente dos. Había uno, _..2Lades económic
extenso y fuerte, aunque le menospreciaba desde las alturas de su e años. Lo
educación fuertemente aristocrática, formado por la naciente bur- cidir en indic
guesía de Oporto y Lisboa, los juristas y la baja nobleza, que era deci- elocidad que los sab.:.-ios;;:l
didamente hostil a los castellanos'", defendía los derechos del infan- réstitos forzosos ~

20 Marcello Caetano, «O concelho de Lisboa na crise de 1383-1385» (Anais, Il" serie, IV) :\ El Consejo Re:i.,:~,l
y Alfredo Pimenta, «A crise de 1383-1385» (Idade Media, Problemas & Solues, Lisboa, 1947). y en ambas se ~
---=--- - - - -~-~--_._-~ - -- ---_ _-- ~-- - - - - -_ _- ..

- - .. __ ._------- _------~~~~-~ .. '-

NOBLEZA Y MONARQUÍA 71

que se le asignasen te donjuan, preso en compañía del conde de Noreña y se agrupa-


ba en torno a las banderas del maestre de Avis, otro bastardo que usa-
G:S:::!=.2I'a al que se elimina-
ba el mismo nombre de Juan. Un segundo partido formaban aque-
oviembre de 1383, llos que pensaban que el rey de Castilla debía hacerse cargo del poder;
rio en Portugal, el eran pocos. Quedaba, sin embargo, un tercero, constituido por la alta
darse allí, no que- nobleza, que veía en los soldados castellanos una preciosa fuerza auxi-
Alfonso y lo puso liar para garantía de la larga regencia, hasta que hubiera herederos
""~'~d-JJ.án, prisión en que del linaje; todos sus miembros querían un Portugal para los portu-
s. que abrigó inclu- gueses y no para los extranjeros.
"Il'"'<:;-~-Y_ ")<;- impidieron. Simul-
menos rigor. Éste, No olvidemos que, a los ojos de muchos contemporáneos,losTrastámara,
.etudes en orden a lo mismo que sus amigos de Francia, significaban el predominio absoluto de
la nobleza. Por eso en el enfrentamiento entre Castilla y Portugal, a partir de
1383, hubo mucho de guerra civil y también de choque entre nobleza y
res de la dinastía - burguesía, como el cronista Fernáo Lopes ya advirtiera. Para el nuevo régi-
= orroAlfonso Enri- men implantado en Castilla constituyó una dura prueba, que logró superar,
;¡ la atención podía demostrando su solidez interna, a pesar del desastre de Aljubarrota y de la epi-
- ern:tallO del anterior, demia sufrida en Lisboa, que arrojaron las pérdidas más graves desde El Sala-
Portugal por sus do. Dato de suma importancia: la nobleza media que había conseguido afir-
e tomado en con- marse en el poder en Castilla, fue opuesta a la aventura, aunque sabría combatir
- - desaciertos de Leo- en ella con honor y lealtad: Pedro López de Ayala, protagonista en los suce-
~~~ apoyándose en sos, refleja con dramática viveza el tono de oposición a los proyectos del sobe-
- _ -e-e- eclesiásticos como
rano'" al que advirtieron que, con su conducta, estaba incumpliendo los com-
promisos por él aceptados y firmados.
o comprobar que En la oposición de la oligarquía gobernante hay conciencia de las difi-
_ ~::l e dos. Había uno, cultades económicas. El reino acababa de superar una crisis militar de casi
las alturas de su veinte años. Los gastos eran muy elevados. Los datos que poseemos parecen
r la naciente bur- coincidir en indicarnos una coyuntura negativa: los precios crecían a más
_ :::'0 eza, que era deci- velocidad que los salarios; las últimas campañas se habían financiado con
derechos del infan- empréstitos forzosos situados en las rentas de alcabalas y monedas; en térrni-

.' (Anais, II' serie, IV) 21 El Consejo Real celebró dos reuniones, una en Toledo y otra en la Puebla de Mon-
E lués, Lisboa, 1947). talbán y en ambas se expresó esta negativa. Ayala, págs. 83-84.
72 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

no actual tendríam.os que hablar de deuda pública.Y sin embargo, desde que i2.::::asIaen
la paz de Elvas iniciara relaciones con Portugal, coincidiendo en esto con los
acuerdos comerciales conAragón y con las treguas de Leuliengham que garan-
tizaban las rutas del golfo de Vizcaya, se había apreciado una sensación de ali- :

vio, del que formaba parte la decisión del rey de dejar en suspenso el cobro
de algunas de las monedas ya votadas por las Cortes. Se comprende el temor
y disgusto de los cortesanos y también el recelo con que procedió el rey Juan, -
que no reveló sus intenciones hasta que era demasiado tarde para recoger los
dados que estaban sobre el tablero'". La guerra, que terminó en desastre, lle-
varía al país a un grado de presión fiscal prácticamente insoportable. Con-
vertiría, además, en enemigo del monarca castellano también al tercero de
los partidos portugueses.
Obligado a ausentarse, Juan 1 hubo de establecer una regencia en que
guardaba el equilibrio social: un grande, el marqués de Villena, un prelado, el
arzobispo de Toledo Pedro Tenorio, y un alto oficial de l~ Corte, Pedro
González de Mendoza, mayordomo. Recibieron poderes tan extensos que
incluían la movilización de tropas, recaudación de subsidios y convocatoria
de Cortes. Pero como el marqués no quiso comparecer, siguiendo huraño
en su residencia valenciana, el reino tuvo la sensación de que todo se redu-
cía a entregar el poder a la oligarquía de la segunda nobleza. El conde de Tras-
támara entendió la lección y, en la primavera de 1384, mientras los castella-
nos cercaban Coimbra, defendida por un hermano de la reina viuda, Gonzalo
Téllez, estableció contactos secretos con esa nobleza lusitana. Según el cro- Esta nueva

nista Fernáo Lopes'" un judío avisó al rey Juan de que había el proyecto de
asesinarle, casar al conde de Trastámara con LeonorTéllez y proclamarles lue-
go como regentes en nombre de la niña Beatriz. Es posible que haya alguna
edro Ruiz Sarmienz
.~ La lista creció luego -
22 Tales intenciones se comunicaron desde Guarda el 20 de diciembre. AGS. Patrona-
te,Juan Fernández é

to Real,leg. 58, fol. 92.


~ mayordomo ma!~~
23 Crónica de donJoño 1, tomo 1,Oporto, 1945 págs. 152-157. E112 de junio sería decre-
tada confiscación general de bienes contra el conde de Trastámara. AGS. Patronato Real, virtudes «nob
lego59, fol. 123. Remito a mis «Algunas consideraciones acerca de la crisis castellana de 1383» ::inguna otra haciendo ~.!IIJI

(Anuario Estudios Medievales, 2, Barcelona, 1965, págs. 359-376. -ie Ayala, descubiert

l- ~D
NOBLEZA Y MONARQUÍA 73

- - embargo, desde que fantasía en tales noticias, pero el hecho fue que se tomaron drásticas medi-
.e do en esto con los das: la reina, bien custodiada, fue conducida a las clarisas de Tordesillas que
era un buen asilo para altas damas descarriadas.Y Pedro picó espuelas, cruzó
las líneas, y fue a ofrecer su espada al maestre de Avis. En 1386, aprovechan-
uspenso el cobro do las dificultades de la invasión británica, se hizo perdonar regresando a Cas-
c., omprende el temor tilla por el camino de Francia. Pero aquella rebeldía le eliminaba por com-
L"'-"--' 'U~-:J.e.• rocedió el rey Juan, pleto en el juego político.
e para recoger los
zerminó en desastre, lle- 8. DIEZ LINAJES.De este modo podemos decir que, en 1386, ninguna
p:~Ll;-ce insoportable. Con- fuerza quedaba a la alta nobleza castellana. El marqués de Villena
- también al tercero de retornaría por muy breve tiempo, garantizando que no había des-
cuidado su lealtad, pero sin tomar parte en los sucesos políticos. De
regenCIa en que ahí que debamos anotar como una de las consecuencias principales
"illena, un prelado, el de la crisis de 1383 el refuerzo de la oligarquía: sus miembros podí-
de la Corte, Pedro an presentar brillantes hojas de servicio, sacrificando algunos nota-
bles en el cerco de Lisboa, adornada para la terrible peste; en la derro-
~JS!¡1l0 y convocatoria ta de Trancoso que quebró el orgullo de la caballería; o en el desastre
er, iguiendo huraño de Aljubarrota; en la invasión de Galicia por el ejército del duque
!/""'-..Lu ••..• -'e que todo se redu- de Lancaster, que también se titulaba Juan I, como el nuevo rey de
- za, El conde de Tras- Portugal y el que sucediera a Pedro IV en Aragón; y finalmente en
las horas sombrías para los caminos de León y Zamora.

Esta nueva nobleza de los diez linajes arriba mencionados pagó en la


ocasión un elevado tributo de dinero y de sangre ofrecido con lealtad: duran-
te el cerco de Lisboa murieron, entre otros, el almirante Fernán Sánchez de
Tovar, el camarero mayor Pedro Fernández de Velasco y los dos mariscales,
Pedro Ruiz Sarmiento y Fernando Álvarez de Toledo, señor de Valdecorne-
ja. La lista creció luego con los caídos en Aljubarrota: el primogénito del almi-
rante,Juan Fernández de Tovar, el hijo del marqués de Villena y, sobre todo,

.] de junio sería decre-


el mayordomo mayor, Pedro González de Mendoza. Abnegación y fideli-
~.2~:::;u:a._-\GS.Patronato Real, dad, virtudes «nobles» por excelencia, brillaron en esta ocasión más que en
castellana de 1383» ninguna otra haciendo a los linajes acreedores al agradecimiento. Pedro López
de Ayala, descubierto en Santarem mientras trataba de esconder su identi-
74 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

dad, fue encerrado en Obidos en «una casa oscura, trabado con una cadena
asaz grande y dura» hasta que pudo pagar el enorme rescate de treinta mil reino a que ~ ..=
doblas de oro. La muerte de Pedro González de Mendoza era debida, según do les encomeacaa
se dijo, a haber entregado su caballo al rey,para que en él se salvara. Esta leyen-
da que, remontando los siglos, hizo del caballero alcarreño un modelo de
nobles, fue plataforma mediante la cual los Mendoza se proyectaron a un pri-
mer plano del que nunca saldrían.
En cambio, al concluirse la crisis, en 1387, la alta nobleza de los nueve Iglesia y depósito de a~
títulos que creara Enrique II se hallaba dispersa y rota. El conde de Niebla el deber no sólo de ~
había hecho pocas cosas en la guerra; le importaban más las menudas que- venir en los nombramí
rellas sevillanas que los negocios del reino. El marqués de Villena se había altos funcionarios de
hecho sustituir por su primogénito en el nuevo oficio de condestable, para orden jurídico debía
él creado en 1382, y su breve visita posterior no dejó huellas. El conde de asegurar el mantenimien
Trastámara había traicionado, el de N oreña estaba preso y el de Carrión ensayara en Cataluña. se -
acababa de morir sin descendencia. La oligarquía cortesana, relevada por medio Consejo, para la justicia ~
de sus propios hijos, cargada de méritos, se dispuso a colaborar en el progra- cillería, llamada también L~

ma de reformas que iban a recibir ahora nuevo y más eficaz impulso. reforma y mejora de la t~T_
ce al ideal de Montescui
9. CRECE LA MONARQUÍA. Los últimos años del reinado de Juan I,
que coinciden, como ya indicamos, con el desarrollo religioso, esta- consecuencia de la
rán presididos por un doble signo que en modo alguno podemos
considerar contradictorio: crece la Monarquía mediante el desarro- sula. Ayala nos dice ql!.e ¡:.
llo de sus organismos centrales; aumenta al propio tiempo el poder mientos de los allí ~7
de los segundos linajes que fortalecen sus mayorazgos y su platafor- mar la Audiencia. El 2-
ma económica. En ningún caso nos encontramos ante un juego de iniciándose en ese ..l:

azar. Los proemios de las cartas reales y privilegios, así como los dis- sociedad esencialmente
cursos del rey ante las Cortes -reviste especial importancia el de de jesús". Era, tambié
Valladolid en 1385- demuestran que se está procediendo de acuer- otras naciones de la e
do con una clara ideología. La corona es vicaria de Dios y a Él debe Primera obligación -
toda lealtad. Ninguna diferencia esencial se establece entre el hom- pureza de la fe. Las o
bre que ciñe la corona y sus súbditos, ya que todos se encuentran
sujetos a la muerte y aljuicio. «Todas las cosas que Dios en este mun-
do hizo nacer, fenecen cuando él tiene por bien y no queda cosa que Registro de cartas, foL ~_.
~~~ . .:.....0.. '.••

NOBLEZA Y MONARQUÍA 75

o con una cadena fin no haya, salvo Dios». «Todos los reyes deben membrar de aquel
- scare de treinta mil reino a que han de ir a dar razón de los reinos que Dios en este mun-
~::.:!~:.ozaera debida, según do les encomendó».
:::.: salvara. Esta leyen-
rrefio un modelo de Estamos, pues, ante un programa que abarcaba muy diversos aspectos pero
_~ctaron a un pri- en cuya base se situaba la conciencia de que el reino era una comunidad esen-
cialmente cristiana. Aun reconociendo al Papa como cabeza suprema de la
leza de los nueve Iglesia y depósito de la doctrina y de la autoridad moral, el rey se sentía en
conde de Niebla el deber no sólo de estimular la vida religiosa de sus súbditos sino de inter-
.- las menudas que- venir en los nombramientos de obispos ya que éstos, en cierto modo, eran
e Villena se había altos funcionarios de la Monarquía para sus funciones espirituales. Todo el
e condestable, para orden jurídico debía quedar sometido a la ley divina positiva. Para mejor
.. ellas. El conde de asegurar el mantenimiento del mismo, y siguiendo normas que ya Pedro IV
- reso y el de Carrión ensayara en Cataluña, se había decidido crear o reforzar las tres instituciones:
",,-,,;~--,,~,,"-re1evada
por medio Consejo, para la justicia penal y la responsabilidad de todos los oficiales; Chan~
,,"U . .-1.U'Vrar
en el progra- cillería, llamada también Audiencia, para las causas civiles, y Cortes para la

_":'CI.Z impulso. reforma y mejora de la legislación. Estamos, pues, en el camino que condu-
ce al ideal de Montesquieu, separación entre los tres poderes.
El crecimiento del poder monárquico en estas dimensiones no es una
rro o religioso, esta- consecuencia de la crisis; se vislumbra ya en las Cortes de Segovia de 1383
'0 alguno podemos cuando se creía entrar en una etapa de paz prolongada y segura en la Penín-
ed.iante el desarro- sula. Ayala nos dice que por las alteraciones que siguieron pocos Ordena-
_io tiempo el poder miento s de los allí dispuestos pudieron entrar en vigor. Se procedió a refor-
zos y su p1atafor- mar la Audiencia. El 25 de diciembre de aquel año se abandonó la Era hispánica,
F=Z:Ü:::'os ante unjuego de iniciándose en ese día el nuevo cómputo, sin esperar al 1 de enero; una
así como los dis-
••.• !c..~!:;.."J:>-. sociedad esencialmente cristiana tenía que contar con la fecha del nacimiento
..,,,.¡ importancia el de
k-.•.•.•. de jesús". Era, también, un modo de acomodar el tiempo al que seguían las
ediendo de acuer- otras naciones de la Cristiandad.
. Dios y a Él debe Primera obligación del poderío real absoluto: garantizar la integridad y
ece entre el horn- pureza de la fe. Las otras monarquías europeas, Francia, Inglaterra y Nápo-

-" Dios en este rnun- 24 Conocemos un texto de esta ley, en pésima copia y muy mal tratado. A. M. Murcia,
o queda cosa que Registro de cartas, fol. 82. Fue publicado en su día por Cascales.
76 LUIS SUAREZ FERNÁNDEZ

les, habían prescindido ya de los judíos, que se veían empujados hacia el que entusiasmaba c~~
Este. La propaganda de guerra había presentado, como una de las metas de las juderías. La m
la revolución, limpiar el país de judíos. Las Cortes, pues, insistieron una y abrió paso a una n:s:::--::¡I

otra vez en que la sociedad cristiana se hallaba amenazada por los «pérfidos o sido escogido .?C="
judíos». Tras la victoria, Enrique II se había negado a aplicar las medidas de a los matadores q"'"
erradicación, por razones de utilidad, pero conservó la doctrina contraria al
25
judaísmo en cuanto fe y cultura .Algunos exaltados, entre los que figuraba
un converso, Juan de Valladolid, presentaron denuncia ante el Papa porque
Enrique II no cumplía los compromisos" adquiridos.Y el papa Gregorio XII
firmó una bula (28 de octubre de 1375) censurando la conducta del monar-
ca castellano: las leyes de la Iglesia sobre los judíos debían cumplirse.
Estas presiones causaron su efecto: en las Cortes de Burgos de 1379 se
anularon las dos garantías jurídicas que responsabilizaban a los concejos de
daísmo subsiste
la muerte en descampado de cualquier judío y que obligaban a cumplir las
sentencias, incluso de muerte, pronunciadas por tribunales .de las aljamas.
Los procuradores insistieron: los judios usaban libros en extraña grana (sin
10.
duda aludían al Talmud y la Qabbalah) en que se contenían doctrinas peli-
grosas y blasfemias contra Jesús y la Virgen. La Corona intentaba conservar a
los judíos, fuente de ingresos y cooperadores indispensables en cuestiones
financieras, pero al mismo tiempo parecía compartir estas opiniones negati-
vas. Los moderados estaban ya de acuerdo con resolver el «problema judío»
siguiendo las indicaciones de Ramon Llul1:intensa catequesis para que se con-
virtiesen y expulsión posterior de los recalcitrantes. Pero había extremistas,
como el famoso Fernando Martínez, arcediano de Écija, que sostenía que
había que ponerles un puñal en el cuello formulando la opción: o te bauti-
zas o mueres. En los años 80 realizó una intensa predicación en este sentido,
afirmando que, a fin de cuentas, también el rey y la Iglesia compartían este
principio. Desobedeciendo las órdenes del Consejo Real y de la mitra sevi-
llana, comenzó a reclutar bandas de desalmados «matadores de judíos», a los

nesruurarze
25 Ver J.Valdeón, Los [udios de Castilla y la revolución trastámara, Valladolid, 1968.
26 Publica la bula de Gregorio XI,V Beltrán de Heredia, Historia de la Universidad de co. que ak2~"'¡ I
Salamanca, I, Salamanca, 1966, pág. 424. Reyes Ca¡-R~=c!

II,o __ _ ~ . ~~---- ...


---- ---------------------

NOBLEZA Y MONARQUÍA 77

empujados hacia el que entusiasmaba con la idea del botín que podía obtenerse en el saqueo de
de las metas de las juderías. La muerte del arzobispo de Sevilla y la, repentina, de Juan 1, que
~ -~ s. insistieron una y abrió paso a una regencia confusa, le proporcionaron la oportunidad. Habien-
~:llZ;¡da por los «pérfidos do sido escogido por el cabildo como vicario, «sede vacante», desencadenó
_:":'carlas medidas de a los matadores que causaron víctimas en gran número: unos murieron, otros
doctrina contraria al huyeron, otros escogieron in extremis el bautismo.
los que figuraba Aunque algunas aljamas como las de Valencia y Barcelona desaparecie-
te el Papa porque
ron, y otras como Toledo y Burgos se vieron mermadas en importancia, la
a a Gregorio XII comunidad hebrea, reducida en número e instalada preferentemente en luga-
iucta del monar-
res de señorío donde la protección de la nobleza resultaba más eficaz, sobre-
umplirse.
vivió.Ahora era más fuerte: la persecución la había depurado. Sobre la mesa
Burgos de 1379 se
quedaban dos cuestiones que afectaban a la Monarquía: ¿qué hacer con el
los concejos de
judaísmo subsistente? y ¿qué actitud observar hacia los conversos, a quienes
--'-'-5 ban a cumplir las
muchos acusaban de «judaizar»?
J:n::::;:!nales de las aljamas.
-= extraña grafía (sin
10. CONSEJO. Los reformadores que ayudaban a Juan 1 a construir la
1"''''·~''..:.J.dL1doctrinas peli-
Monarquía tuvieron que trabajar apremiados en todo momento
- -=::e taba conservar a
por graves dificultades de orden económico, a causa de la rápida
desvalorización del maravedí y la correspondiente subida de pre-
cios que arrancaba continuas protestas. El propio rey, con su per-
sistente empeño en no renunciar a sus derechos en Portugal, cons-
ara que se con-
había extremistas, tituía también un obstáculo. Tenían, en cambio, a su favor, los

ue sostenía que vehementes deseos de reforma que manifestaban los procuradores

ión: o te bauti- de las ciudades; basta recorrer los cuadernos para hallar argumen-
tos de sobra. Muy pronto su actividad se reflejó en claros avances
compartían este institucionales: en el breve plazo de dos años cuajan el Consejo
: de la mitra sevi- Real, la Chancillería y las Hermandades,junto con otras medidas
en el régimen de las ciudades. Se estaba creando, en clara tenden-
cia a la modernidad, el sistema político de separación de funcio-

dolid, 1968.
nes; durante un siglo se convertirá en meta perseguida con ahín-
-,.._,"""",,", de la Universidad de co, que alcanza cierto primer grado de plenitud en la época de los
Reyes Católicos. Estaba naciendo, ciertamente, con aportaciones
78 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

"'
decisivas desde el pluralismo de la Corona de Aragón, la que lle- ciados O bachilleres -'"

garía a ser Monarquía católica española.


ones y encaminadas

Primer acto: las Cortes deValladolid (diciembre de 1385) celebradas bajo bloque veía disminuir

el peso amargo de la derrota y en medio de incertidumbre acerca del futu- va a rentas y oficios:
ro. Se dispuso una mov~lización general que permitía comprobar las defi- miento real directo '.-

ciencias militares que padecía el reino'". Los procuradores habían acudido cia de la Corona. el

nerviosos, con quejas, angustiados ante la situación, y Juan 1 les recibió con como en la antigua e
un discurso inaugural sereno, tranquilizador, veladamente humilde y,en suma, ocasión lo requiriese.
una de las más bellas piezas oratorias de la Edad Media: el poder real era a de un organismo':.-
descrito como un deber hacia los súbditos y la fidelidad de éstos al rey .ctadas estuviese
como una proyección de la comunidad que, por gracia de Dios, compren-
día a todos los estamentos'". Cediendo a las instancias de los procuradores se ::.asdemandas de las e
dispuso que el Consejo Real se compondría de doce miembros, cuatro de me promulgado .
cada uno de los tres estados. Se invocaban precedentes de la época de Alfon- acuerdo con las nuevas ~
so XI y Enrique II pero esto más parece una justificación que realidad29. Se
trataba de una novedad tan revolucionaria que, de haberse consolidado, habría
supuesto la creación de una Diputación permanente de las Cortes para el
gobierno de la Monarquía. sección como verdadera t
No parece que el Consejo previsto en las Cortes de Valladolid haya lle-
gado a constituirse nunca, aunque no faltarán procuradores cerca del rey; los
afanes bélicos de 1386 pueden haber sido un buen pretexto para que Juan 1 11.
olvidara el cumplimiento de promesas que, ciertamente, le asustaban. Cuan-
do las Cortes volvieron a reunirse en Briviesca el año 1387, los procurado-
res insistieron; esta vez el rey estaba más seguro de su victoria y, al renovar
sus disposiciones, introdujo profundos cambios en su beneficio. En lugar de
los procuradores de las ciudades, el rey nombró cuatro juristas, doctores, licen-

27 Orden de 1 diciembre.A. M. Murcia, Registro cartas, fol. 130.


28 Hay una importante referencia a Francia como modelo. Cortes, II, pág. 334.
29 Valdeavellano,Historia de las instituciones españolas, Madrid, 1968, pág. 458, escribe:
«la creación de un Consejo Real como cuerpo burocrático organizado, con plantilla fija,
carácter permanente y funciones propias... fue iniciativa de Juan 1».

1; . - - ~- - - --
NOBLEZA Y MONARQUÍA 79

ciados o bachilleres -a fin de cuentas del tercer estado- de los que dos de
ellos permanecerían constantemente al lado del monarca para recibir las peti-
ciones y encaminadas hacia las jurisdicciones pertinentes. El organismo en
••._3 S) celebradas bajo bloque veía disminuir su importancia al limitarse su intervención precepti-
F-~..;mLDreacerca del futu- va a rentas y oficios; los miembros del Consejo serían, además, de nombra-
omprobar las defi- miento real directo y, para indicar con mayor claridad todavía su dependen-
lo"C,---'--Vres
habían acudido cia de la Corona, el monarca se reservaba la facultad de hacer entrar en él,
• _uan 1 les recibió con como en la antigua Curia, a nobles o prelados en mayor número, según la
If-"~-I..t: humilde y, en suma, ocasión 10 requiriese. Pese a todo la importancia era grande ya que se trata-
.•: el poder real era
~"'~~';-¡,- ba de un organismo que asumía responsabilidad en cuanto a que las órdenes
-=--.e--dad de éstos al rey dictadas estuviesen sujetas a Derecho.
e Dios, compren- De este modo, en un doble juego muy sutil,Juan 1 había aprovechado
os procuradores se las demandas de las Cortes para organizar un equipo de gobierno.". En 1389
-embros, cuatro de fue promulgado ya su reglament031 y el Consejo comenzó a funcionar de
la época de Alfon- acuerdo con las nuevas estructuras. Su primer presidente, nombrado en 1390,
o ó que realidad". Se fue don Juan Serrano, uno de los prelados reformadores que había sido antes
Fi-'-r.:;:::..e consolidado, habría prior de Guadalupe y ahora era obispo de Segovia'". En el siglo xv, ante el
-~ de las Cortes para el cúmulo de asuntos que a él llegaban, se sintió la necesidad de especializar una
sección como verdadero Consejo de justicia. Recordemos que la polisinodía
- - •. aIladolid haya lle- es una de las características esenciales de la Monarquía española.
rc::;¡conres cerca del rey; los
o para que Juan 1 11. AUDIENCIA. Con insistencia, las Cortes habían reclamado que se
-•.. e asustaban. Cuan- constituyera un alto tribunal de apelaciones para los pleitos civi-
los procurado- les, con sede fija, funcionamiento reglamentado y garantías ciertas
oria y, al renovar de equidad. La «señoría mayor de la justicia», última instancia, era
cio. En lugar de en la conciencia medieval la que definía la función del monarca,
doctores, licen-

30 Importante comparar las disposiciones del Ordenamiento de Valladolid con las de


Briviesca (Cortes, 11,págs. 314-335 Y 353-368); demuestran el afianzamiento de poder de la
Il, pág. 334. Monarquía.
. pág. 458, escribe: 31 Ordenamiento de Segovia, 1 de julio de 1389. B. Santa Cruz, Valladolid,mss.25, fo1.251.
~::Z:::=:uí-io. con plantilla fija, 32 El nombraríJ.iento de 24 de agosto del mismo año. ibidem, fols. 285-296. Estos dos
Ordenarnientos sirven de pauta a las leyes de los Reyes Católicos.
80 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

aquella sobre la que descansaba el equilibrio social, hecho dificil


por la maraña de fueros y privilegios. En las Cortes deToro de 1371 derecho de cada súbdi
Enrique II había dispuesto la constitución de una Audiencia sepa-
rada de la Curia Real, hija también, a distancia, de los alcaldes de 12.
Corte que creara Alfonso X; la formaban siete oidores, de ellos
tres obispos, y se reunían en el palacio real o en la residencia del
canciller. De ahí nació la equivalencia entre los dos términos,Audien-
cia o Chancillería, con los que ahora conocemos la institución. El
tribunal celebraba sesiones los lunes, miércoles y viernes.

En las Cortes de Briviesca de 1387 Juan 1 procedió a una reforma pro-


funda de la Audiencia, en dos sentidos: estableciendo para ella una residen-
cia independiente de la Corte, itinerante, y determinando el ámbito de su
jurisdicción. La más positiva ventaja, a los ojos de las ciudades, era su locali- .
zación en cuatro puntos, según turno de rotación: Medina del Campo de
abril a junio; Olmedo de julio a setiembre; Madrid de octubre a diciembre;
de Alfonso
Alcalá de Henares de enero a marzo 33 . Con dos clases de miembros, oidores Pedro 1, ne~dL.~
y alcaldes, la Audiencia pasaba a ser un Tribunal supremo de apelación -a mulgado un
salvo siempre de la decisión del monarca, como demostrará Enrique III- llido».
pagado y sostenido por la corona, nutrido con expertos conocedores del Dere-
cho, y libre, según entonces se creía, de presiones e influencias. Paralelamente habí
Las reformas de Briviesca, en este como en otros aspectos, se completa- bién Hermandad no e
ron en las Cortes de Guadalajara de 1390, quedando así especificado el arma- presentaban a sí mismos
zón completo de la justicia, en tres grados: primera instancia ante los alcal- de Toledo,Talavera y-_.
des correspondientes a cada lugar, segunda ante los adelantados y merinos maría el calificativo de ~,'
en los realengos o los oficiales del señorío, segun los casos; y tercera -obli- ces, alcaldes, que acruabaz
gatoria para el demandado- ante la Audiencia real. Se evitaban las innova- temibles cuadrilleros que ~
prontitud que mucho

33 Cortes, II, págs. 424-432. El número de oidores fue posteriormente modificado,


elevándose a 16 y fijada la sede en Segovia. Durante los últimos años de Enrique III la Audien- 34 J. Puyol y Alonso, ~
cia fue suprimida --se dijo que a causa de los abusos de los oidores- pero restablecida al 35 A. Paz y Meliá, La SI=:---:t!i¡

comienzo del reinado de Juan II. Arch. Bib. Museos, 1, 189/. ~

I __ _ - ---
NOBLEZA Y MONARQUÍA 81

ciones excesivas: de momento la existencia de la Audiencia no extinguía el


derecho de cada súbdito a acudir ante el rey.
Audiencia sepa-
~...::....:.,~~de los alcaldes de 12. HERMANDADES. La guerra civil y su secuela de violencias habían
-e oidores, de ellos puesto de relieve la falta de garantías en el orden público, aquel
en la residencia del que se presentaba como cumplimiento del «seguro real». A esto
atendieron las Hermandades. Por su nombre esta institución, ori-

O la institución. El gen de la Santa Hermandad de los Reyes Católicos, ha sido causa


de confusiones y equívocos pues se tiende a identificada con las
generales que se constituyeron entre municipios en el siglo XIII, y
también entre nobles y obispos para defensa de sus privilegios, den-
-_~. a una reforma pro-
tro o en oposición a la Monarquía. Una de las funciones de las anti-
ra ella una residen-
guas Hermandades era el «apellido», es decir, la persecución de delin-
~::::.and,o el ámbito de su
cuentes, pasándose el aviso y la obligación de un lugar a otro. Habían
des, era su locali- .
desaparecido en 1325, cuando, como apunta Puyo134, el poder de
_ edina del Campo de
la corona recobró su vigor. Coincide esta fecha con la mayor edad
. bre a diciembre;
de Alfonso XI. En las Cortes de Valladolid de 1351 los regentes de
'". miembros, oidores
Pedro 1, negándose a autorizar nuevas Hermandades, habían pro-
k-...,~-=o de apelación -a mulgado un Ordenamiento que reglamentaba la práctica del «ape-
I...c.",-U:~ Enrique III- llido».
ocedores del Dere-
Paralelamente había surgido otra institución que, aunque llamada tam-
bién Hermandad no era la unión de municipios sino de propietarios que se
presentaban a sí mismos como «colmeneros» y «ballesteros» de las comarcas
deToledo,Talavera yVillarreal (hoy Ciudad Real)35.Ésta es la que para sí recla-
."",-_=.u.radosy merinos maría el calificativo de Santa. Poseía un órgano de gobierno, la Junta, unos jue-
s: y tercera -obli- ces, alcaldes, que actuaban en forma muy sumaria, y una policía rural con sus
temibles cuadrilleros que apresaban y ajusticiaban a los malhechores con una
prontitud que muchos consideraban excesiva. Estabilizó su estructura econó-

ISZ=.ce=r:Íque III1aAudien- 34 J. Puyol y Alonso, Las Hermandades de Castilla y Le6n, Madrid, 1913,pág. 41.
- ~ pero restablecida al 35 A. Paz y Meliá, La Santa Hermandad Vieja y la Nueva Hermandad General del reino (Rey.
Arch. Bib. Museos, 1,1897, págs. 97-108).
82 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

mica percibiendo una res de cada rebaño que pastase en tierras bajo su con- sen, a fin de repartidas
trol". Sobrevivió a la guerra civil y pronto fue llamada Vieja. Cuando, en las rían formar en ade
Cortes de Medina del Campo de 1370, Enrique II volvió a abrir el portillo vedís anuales por ca
que permitía el restablecimiento de las Hermandades estaba pensando más dificil se acudió desde
en los policías de Toledo que en las antiguas asociaciones de ciudades. sueldos directamente
Nos llama la atención la insistencia con que los procuradores, en las Cor- vando el título «tierrau I
tes correspondientes a los reinados de Enrique II y Juan 1, solicitaban el res-
tablecimiento de las Hermandades. En las de Segovia de 1386 aparentemente ejército, pero éste no s,:
se accedió a estos deseos. El Ordenamiento entonces promulgado se limitó ~retendiera ya que las __
a reglamentar el apellido, cambiándole de nombre. Lo que se establecía mera y segunda nobleza
mediante él era un cuerpo de guardia con unidades de 20 jinetes y 50 peo- ro de hombres que les -
nes que tenían que reclutar y sostener ciudades y villas de alguna importan-
13. CORTES.
cia. Un instrumento en manos de la Corona para tratar de establecer el orden.
titular de
Con el tiempo la Hermandad estaba llamada a generar el que podría-
mos llamar ejército para el servicio interior. No era la primera vez que se
utilizaban estas unidades de rango municipal en guerras. En todo caso se había
planteado la necesidad de contar con una fuerza militar permanente. No
podemos dudar de la influencia que, al respecto, hubo de ejercer el revés de
Aljubarrota en donde las disciplinadas unidades inglesas habían demostrado
su superioridad sobre mesnadas que adolecían, precisamente, de falta de dis-
ciplina. Las Cortes de Briviesca de 1387 estudiaron con detenirniento un pro-
1379 y 13
grama que pretendía dotar a la Corona de una fuerza permanente de diez mil
Y 1393 ----ul::-_::::H.I
hombres de armas. No pudo llevarse a la práctica porque, realizados los cálcu-
Burgos-
los, se llegó a la conclusión de que se necesitaban para ello catorce millones
tro de las Corr
de maravedís, suma que las rentas del reino no permitían allegar.
Fueron, en consecuencia, las Cortes de Guadalajara de 1390 las que, insis-
consenso, apo=::z:d
tiendo el rey, tomaron la decisión de constituir una comisión en la que figu-
por las misma,
raban miembros de la primera nobleza: el duque de Benavente, los condes
de Niebla y de Trastámara y los maestres de Santiago y Calatrava, con el encar-
go de recuperar tierras pertenecientes a la Corona, o rentas que las significa- alcanzando 1.IZZ

el programa .-,-
36 Repito lo expuesto en mi «Evolucion histórica de las Hermandades castellanas» (Cua-
dernos Historia España, Buenos Aires, XVI, 1951, págs. 5-78). 37 Cortes, 11, pág. 392..

--
,-- ------ ~ ~ --- - -- -~
617420 NOBLEZA Y MONARQUÍA 83

.erras bajo su con- sen, a fin de repartirlas luego entre las 4.500 lanzas y 1.500 jinetes que debe-
"ieja. Cuando, en las rían formar en adelante el ejército real. La renta prevista era de 1.500 mara-
_ .ó a abrir el portillo vedís anuales por cada hombre.". Como la recuperación era en sí misma
staba pensando más dificil se acudió desde el primer momento al procedimiento de abonar estos
=es de ciudades. sueldos directamente con cargo a los fondos de la Cámara aunque conser-
P'-A..'.L.Ld,dores,
en las Cor- vando el título «tierra». Hay un aspecto engañoso en esta reforma que pasó
olicitaban el res- a los cuadernos como Ordenamiento de lanzas __el país ganaba ciertamente un
6 aparentemente ejército, pero éste no se hallaba tan a las órdenes directas del rey como éste
:--romulgado se limitó pretendiera ya que las rentas fueron distribuidas entre miembros de la pri-
_. z.o que se establecía mera y segunda nobleza con el compromiso, por su parte, de sostener el núme-
_ _ jinetes y 50 peo- ro de hombres que les correspondían.
de alguna importan-
13. CORTES. Hacia 1390 el «poderío real absoluto» correspondiente al
- - ~ establecer el orden.
titular de la corona, contaba ya con medios muy eficaces para
- 5~ erar el que podría-
ejercer sus funciones. Me parece indudable que la definición de
estos tres órganos ejecutivos redundaba en su fortalecimiento. Resul-
ta, en cambio, mucho más dificil, apreciar el papel que los monar-
cas de la nueva dinastía asignaban a las Cortes. Enrique IIlas había
hecho desempeñar un importante papel entre 1368 y 1371; después
ya no tanto. Juan 1 parece haberlas considerado como órganos
normales de diálogo, convocándolas prácticamente cada año entre
1379 y 1383. Aumentaron luego su poder hasta alcanzar entre 1386
y 1393 --Cortes de Segovia, Briviesca, Palencia, Guadalajara, Madrid,
Burgos- una especie de cumbre en el vigor de la institución. Den-
catorce millones
tro de las Cortes, participando además los procuradores, se hicie-
egar.
ron proyectos de reforma, buscando en ellas, además del mero
_390
L"'-"'"- •.-..::::""" las que, insis-
consenso, aportaciones decisivas por medio de las propuestas hechas
cnzaisión en la que figu-
por las mismas ciudades Tras la mencionada fecha, entraron en decli-
vente, los condes
ve y, en sólo treinta años, las veremos convertirse en organismos
'--""...u.JLdva,
con el encar-
huecos, a veces meras fachadas sin valor. Después se recuperaron
- que las significa-
alcanzando una nueva cúspide en To1edo (1480) donde se aprobó
el programa decisivo de los Reyes Católicos.
~=ClC~.ull:s castellanas» (Cua-
37 Cortes, 11,pág. 392.
~TE'CA~.
U. M. A. M•.
84 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

No tenemos argumentos ni datos que nos permitan asegurar que, de algu- ~viada hacia los ju ..
na manera, la decadencia de las Cortes haya sido resultado de una delibera- ros propios'". El rey p
da política de los reyes, aunque es forzoso admitir que una excesiva inde-
pendencia de los procuradores resultaba incompatible con el crecimiento gravemente, segun dijimas,.1
del poder real, al que se aspiraba. Varios factores entraron en juego. Un - equivocaciones y ,
hecho conviene tener en cuenta: los municipios castellanos, sujetos a regla- zuen en Segovia
mentación uniforme desde la época de Alfonso Xl, estaban en manos de muy zasen a los procura
cerradas oligarquías, los regidores, que se renovaban por cooptación. Acu- :387) opuso fuerte resK-'"Q
dían a las Cortes para votar subsidios; en esto residía su fuerza principal. Si ~Q además de que la no:;;:;=q
aumentaban los recursos indirectos de los reyes, la convocatoria se hacía menos zadicicnal'".
necesaria. De este modo los representantes del tercer estado tenían mentali-
Las Cortes de Briri~-.I
dad y hábitos de caballeros; muchos de ellos eran hidalgos por lo que no po-
: ués, en setiembre
nían mucho énfasis en la defensa de unos impuestos que ellos no iban a pagar.
_'alencia para presen
Con conciencia muy restrictiva, cada ciudad consideraba el voto en Cortes
::-~, Enrique, con Caz .
como un privilegio que le beneficiaba, y se interesaba en consecuencia
-;0 destinado a cla
vivamente en impedir que otras ciudades adquirieran el mismo derecho. Las
.;es presentadas por ei ~,
bajas -y se produjeron muchas en el curso de la señorialización de villas e
i.canzados hasta entone
incluso ciudades- no se cubrieron. A lo largo del SIglo XIV se venía produ-
procuradores de '
ciendo una reducción. En un momento que no podemos fijar con preci-
-~-eo de congraciarse
sión, pero anterior en todo caso a 1435, el «voto en Cortes» sería reconoci-
:,~r quitar infamia
do únicamente a diecisiete ciudades y villas.
derecho ". Nos sen ....-=t!j
Tal es el resultado de una sorda batalla a tres bandas, rey, nobleza y ciu-
dades. Durante el reinado de Juan 1 las Cortes nos ofrecen una trayectoria
de creciente tensión, que alcanza nivel máximo en las de Palencia de 1388.
:olocó este impuesto __
Había comenzado en Burgos, el año 1379, cuando el rey hubo de eludir la
zniembros, cuatro ciuCa9
demanda que se le hacía de que sentase a tres procuradores en el Consejo,
El golpe falló. E
entregase a esos mismos procuradores la custodia de los barrios en donde las
~ con claridad cuán :Jill~
Cortes estuviesen ubicadas, y dictase una ley estableciendo que lo aprobado
estamentos: las ciuciai...~
en Cortes sólo por Cortes pudiera ser modificado+'. Demandas sorprenden-
tes por su radicalidad. En las de Soria de 1380, escenario como hemos visto
del delicado tema de las encomiendas laicas, la cólera del tercer estado fue 39 Cortes, Il, págs. 31
.¡() Cortes, II, pág. 35~.
41 Cortes, Il, págs. 39
38 Cortes, II, pág. 209. 42 Cortes, n, pág, 395.

------ - ---~ - -'


NOBLEZA Y MONARQUÍA 85

asegurar que, de algu- desviada hacia los judíos, a los que se ordenó recluirse en adelante en recin-
r-~;~o de una delibera- tos propios'". El rey procuró distanciar las convocatorias. En Segovia (1383)
e una excesiva inde- parece imponer únicamente sus iniciativas. Pero en Valladolid (1385) pesó
gravemente, segun dijimos, el clima de derrota. Crecían los clamores contra
ron en juego. Un las equivocaciones y los gastos. De modo que tanto en éstas como en las que
~.....::!...dllo sujetos a regla- siguen en Segovia (1386),Juan 1 hubo de ceder ordenando que se presen-
l:!!S<2ÍJan en manos de muy tasen a los procuradores las cuentas de los subsidios cobrados'", Briviesca
~ cooptación. Acu- (1387) opuso fuerte resistencia al otorgamiento de nuevas ayudas, protestan-
_~ 4 erza principal. Si do además de que la nobleza y el clero siguiesen disfrutando de la exención
t:::-;-c.ar-oria se hacía menos
tradicional".
o tenían mentali-
Las Cortes de Briviesca tuvieron lugar en diciembre. Ocho meses des-
or lo que no po-
pués, en setiembre de 1388, los procuradores eran convocados de nuevo a
os no iban a pagar.
Palencia para presenciar -y pagar- los desposorios del Príncipe de Astu-
~=iiJa el voto en Cortes
rias, Enrique, con Catalina de Lancaster, nieta de Pedro 1. Era un matrimo-
nio destinado a clausurar veinte años de guerra civil dinástica. Las necesida-
des presentadas por el monarca en cuanto a dinero alcanzaban niveles nunca
alcanzados hasta entonces: pedía cuarenta y cinco millones de maravedís.
Los procuradores de las ciudades se sintieron firmes: si dos años antes, en un
deseo de congraciarse con ellos, Juan 1 había ordenado mostrar las cuentas,
'L."..I.i.. ~=--'sería reconocí-
«por quitar infamia que sabemos que se dice», ahora ellos lo exigían como
un derecho ". Nos sentimos, al recorrer los cuadernos, como en el umbral
de una revolución. El tercer estado parecía a punto de convertirse en árbi-
-=- en una trayectoria
tro de los recursos de la Monarquía: votó sólo quince millones y, además,
. Palencia de 1388.
colocó este impuesto bajo la directa fiscalización de un comité de seis
_:- hubo de eludir la
miembros, cuatro ciudadanos, un noble y un obispo.
t:a:!::;llC.·D~ en el Consejo,
El golpe falló. En las discusiones que siguieron a este acuerdo, pudo ver-
.os en donde las
se con claridad cuán profunda era la división en los puntos de vista entre
téciend'o que lo aprobado
los estamentos: las ciudades deseaban extender a otros sectores sociales la
Demandas sorprenden-
omo hemos visto
tercer estado fue 39 Cortes, II, págs. 310 Y 314.
40 Cortes, II, pág. 358.
41 Cortes, II, págs. 396-407 .
.t2 Cortes, Ir, pág. 395.
86 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

-,

obligación de pagar servicios que a todos atañían, mientras que los hidalgos dían con las del tercer __
defendían su exención como unjusto derecho heredado. Por la fisura abier- refirió al «escrito que nos -
ta entre los dos estamentos, el rey pudo introducir su cuña, consiguiendo los procuradores de las ----
que la comisión fiscalizadora se ampliase con caballeros, en número sufi- Los Trastámara, favorecze
ciente para que, en su seno, los exentos dispusiesen de la mayoría de votos. los presentes, también iD:~_~
Un año más tarde,Juan 1 dispondrá que los hidalgos fuesen respetados en mos de ninguna carta e
su privilegio de no pagar. El episodio es significativo: los procuradores esta- ciencia de las mismas a~:..o._

ban en condiciones de asumir actitudes de protesta, pero no de pasar a rebel- Primera, el voto de :,
día. El fracaso en las Cortes de Palencia revela, además, que nadie, en el ter- pertenecientes al Patrimorzo
cer estado, era capaz de formular programas de reforma con carácter general. más comprometidas al r'~ -
No es extraño que las Cortes estuviesen destinadas a convertirse en instru- ordinarias, en forma de
mento sumiso. día toda la acción políti

Pero instrumentos eficaces, en todo caso. A pesar de la copiosa biblio- medida que las rentas or
grafía acumulada en los últimos años, seguimos sabiendo poco acerca del de las Cortes ya que nunc
modo como funcionaban las Cortes". birse las ayudas y servi -
• que tenían la voz de los ~=
Disponemos de Ordenamientos y Cuadernos, pero la mayor parte de
las gestiones, las decisivas en ese diálogo continuo con el Consejo Real, eran cunstancia un instrumenre .~

puramente verbales y no se registraban. Un cambio sutil se estaba produ- Real. Do ut des era no
Segunda, la promu1gac:E!:::
ciendo. El rey convocaba las Cortes cuando le parecía oportuno. La costum-
da presentada en las COI":
bre establecía que ciertas ciudades y villas, cabeceras del reino, tenían que ser
convocadas. Ellas consiguieron, en este tránsito del siglo XIV al x», que tal sólo por Cortes pudieran ~_
no hubiera ninguna dec
derecho les fuese esencialmente reconocido. Un fenómeno que se encuen-
.0 escenario imprescind:
tra en relación con el cierre de las oligarquías y la transformación de ciertas
Había una importante
ciudades en verdaderos señoríos colectivos. Conforme conocemos listas o
legislativo en el sentido
nombres de procuradores, apreciamos que abundaban entre éstos personas
~resentar demandas y
directamente relacionadas con el séquito del rey. Las ciudades también pre-
vertirse en leyes.
ferían que les representasen personajes influyentes, ya que se trataba de
Tercera, la sucesió _
obtener concesiones. Las Cortes castellanas no tenían brazos separados, pero
establecer el orden dinásric
la nobleza y el alto clero celebraban también reuniones que a veces coinci-
.::¡uedesde 1388 podía
rido como «sucesor» C'~
43 Comienzan a despejarse incógnitas en la época de Enrique IV Utilizando docu-
mentación de la A. de la Historia, César Olivera, Cortes castellanas del reinado de Enrique IV,
Madrid, 1989, ha podido establecer aspectos muy importantes a este respecto. -14 E. Mitre, La nobleza
NOBLEZA Y MONARQUÍA 87

tras que los hidalgos dían con las del tercer estado". En las Cortes de Briviesca de 1387 el rey se
_- ':0. Por la fisura abier- refirió al «escrito que nos fue dado por vosotros los hidalgos y prelados y por
___ cuña, consiguiendo los procuradores de las ciudades y villas y lugares de nuestros reinos».
-_ ros, en número sufi- Los Trastámara, favoreciendo el proceso de reducción en el número de
ce la mayoría de votos. los presentes, también incrementaron el poder de las Cortes. No dispone-
_ _ - esen respetados en mos de ninguna carta constitucional ni Ordenamiento preciso, pero la efi-

:.0 procuradores esta- ciencia de las mismas aparece en estas tres dimensiones:

-:e-ro no de pasar a rebel- Primera, el voto de los impuestos. No se trataba de las rentas ordinarias
p¡.-;:::.;....:.c,. '~. que nadie, en el ter- pertenecientes al Patrimonio regio, que eran inamovibles y cada vez estaban

~=='~con carácter general. más comprometidas al pago de oficios y funciones, sino de las ayudas extra-
ordinarias, en forma de contribuciones directas o indirectas, de las que depen-
día toda la acción política. Sin el voto de las Cortes no podían cobrarse. A
medida que las rentas ordinarias quedaban bloqueadas, aumentaba el poder
- e la copiosa biblio-
de las Cortes ya que nunca se alteró el principio de que sólo podían perci-
iendo poco acerca del
birse las ayudas y servicios que hubieran sido otorgados. Los procuradores,
que tenían la voz de los que estaban destinados a pagar, hallaron en esta cir-
ero la mayor parte de
cunstancia un instrumento para el regateo con los miembros del Consejo
Consejo Real, eran
Real. Do ut des era norma frecuente.
til se estaba produ-
Segunda, la promulgación de leyes. Conviene insistir aquí en que la deman-
ortuno. La costum-
da presentada en las Cortes de Burgos de que las leyes promulgadas en Cortes
:.e:. reino, tenían que ser
sólo por Cortes pudieran ser modificadas, se cumplió en adelante aunque
~o XIV al xv, que tal
no hubiera ninguna declaración expresa. Las Cortes eran «el reino» y por tan-
eno que se encuen-
to escenario imprescindible para la promulgación de leyes y ordenamientos.
ormación de ciertas
Había una importante contrapartida. Aunque las Cortes no poseían poder
conocemos listas o
legislativo en el sentido que hoy damos a esta palabra, estaban autorizadas a
- - -, entre éstos personas
presentar demandas y propuestas que, si el rey las aceptaba, pasaban a con-
. _~ dades también pre-
vertirse en leyes.
1"' ""-:»" ;d. que se trataba de
Tercera, la sucesión. Al monarca reinante se reconocía la función de
- razos separados, pero
establecer el orden dinástico entre sus parientes, pero el heredero designado,
que desde 1388 podía reclamar el Principado de Asturias, sólo era recono-
cido como «sucesor» cuando así lo aceptaban las Cortes, prestándose los
e IV Utilizando docu-
reinado de Enrique IV,
44 E. Mitre, La nobleza y las Cortes, págs. 80-81.
respecto.
88 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

-,
recíprocos juramentos. Probablemente exageramos si introducimos aquí el aando estaba todavía
término «pactisrno». Pero es muy cierto que la garantía de que las «leyes, ~ue, al producirse poe
fueros, cartas, privilegios, buenos usos y buenas costumbres» en que radica- grupo de parientes,
ban las libertades del reino, eran la base de ese juramento que, primero el ~~avarra 46 reclamara
sucesor y luego el rey, estaban obligados a prestar.
. .
vía para ejercer un p~~~
•.iir la rica herencia de ~;::_
14. SE RECUPERA LAALTANOBLEZA.En los últimos meses del reinado ~rá de triunfar, do
de Juan 1había señales de que la alta nobleza estaba recuperando algu- mido de Castilla, rey C:.. ~-
na parte de su vigor. Salvo en el caso del conde de Noreña, a quien -,- en él, dieron por rro~,;.,
el monarca mostró intención de dar muerte, con los otros miembros Menos brillantes. :
de la misma mostró actitud conciliadora. Se realizaron dos promo- _eneficiarios de la cri
ciones: la de Enrique Manuel, que ostentaba el condado de Monte- EJlos podían jactarse, ~
alegre, siendo pariente de su madre, y la de Pedro Núñez, ahora con- =:":.evadotributo de dinero,
de de Mayorga.Ambos morirían sin descendencia por 10 que los títulos nueva» oligarquía ~
se extinguieron. En 1390 el duque de Benavente llegaba a mayoría ~- fallecidos, por epiderc

de edad; inmediatamente detrás del Príncipe de Asturias, le corres- -os y tanta fidelida •.•~
pondía ser cabeza de la nobleza. Para evitarlo, el monarca decidió ascen- ea nobleza pudo av
der a su propio segundogénito, Fernando: aun no había cumplido los Los linajes de ~1
diez años de edad cuando, en las Cortes de Guadalajara del año arri- radares de Juan 1. ;',=-=-ro-,
ba mencionado, fue investido de un enorme señorío que incluía Lara, re este reinado el ~
Pefiafiel, Castrogeriz, Mayorga, Cuéllar, San Esteban de Gormaz y las muerte en la gran ha ~
otras villas y aldeas circundantes, todo ello con título ducal". era política: mayo:-¿
con el arzobispo don Pe2-
No cabe duda: volviendo a las estructuras sociales defendidas por Enri- c:-' linaje fue por él eo
que II en el comienzo de su reinado, Juan 1 y los que con él gobernaban znó solemnemente el : ü
entendían que la permanencia de una alta nobleza poco numerosa era impres- Hita, Buitrago, ROhT'?-C':
:::
cindible para lograr el equilibrio. De hecho con el nuevo duque de Pefiafiel, obredarcas.Arge -
hermano del futuro rey, se colocaba el pináculo de la pirámide social com-
Carrascosa, Castilb
puesta ahora por dos duques, un marqués y tres condes, aparte del preso. En
las Cortes de Guadalajara se les hace desempeñar ya un papel, aunque Per-
46 En febrero de 1 ~

=odo el infundio de
45 Fernando es, deliberadamente, la alternativa que se opone al duque de Benavente. 47 La escritura del =!" ;¡ ::;.

E. Mitre, Evolución de la nobleza de Castilla bajo Enrique III, Valladolid, 1968, pág. 205. ~..:hivo de la Casa de Pri

n
11 --
NOBLEZA Y MONARQUÍA 89

- . rroducimos aquí el nando estaba todavía en los diez años de edad. Nada tiene, pues, de extraño
=.2' de que las «leyes, que, al producirse pocos meses más tarde, la muerte inesperada del rey, este
.:n~mbres» en que radica- grupo de parientes, al que se había incorporado también la reina Leonor de
raen o que, primero el Navarra" reclamara para sí el ejercicio de la regencia. Demasiado joven toda-
vía para ejercer un protagonismo, Fernando hubo de sentarse a esperar, reci-
bir la rica herencia de Alburquerque, y prepararse para el futuro. Esperando
o meses del reinado habrá de triunfar, donde los demás fracasaron: llegará a ser gobernante indis-
s:::..;¡a esrana recuperando algu- cutido de Castilla, rey de Aragón y abuelo del rey Católico a quien, pensan-
de Noreña, a quien do en él, dieron por nombre Fernando.
los otros miembros Menos brillantes, los miembros de la segunda nobleza serán verdaderos
realizaron dos promo- beneficiarios de la crisis, cuya segunda fase estaba a punto de comenzar.
ondado de Monte- Ellos podían jactarse, en 1390, de haber servido al rey con lealtad, pagando
L úñez, ahora con- elevado tributo de dinero, talento y vidas humanas. Casi todos los linajes de
o::er:ri;¡ por lo que los títulos la «nueva» oligarquía trastamarista podían presentar una lista impresionante
I-Wo.~~r?<nte
llegaba a mayoría de fallecidos, por epidemia o en el campo de batalla. Es lógico que tales ser-
: de Asturias, le corres- vicios y tanta fidelidad recibiesen un premio. Después de Aljubarrota la segun-
~ •.,-".•..•..•
tVnarcadecidió ascen- da nobleza pudo avanzar un paso .
••••'-"'.;..;......IL.UOO había cumplido los Los linajes de Mendoza, Velasco, Manrique y Stúñiga, principales cola-
, dalajara del año arri- boradores de Juan 1, fueron también los más favorecidos; para ellos constitu-
- río que incluía Lara,
ye este reinado el gozne sobre el que gira todo su futuro. Con su heroica
an de Gormaz y las muerte en la gran batalla, Pedro González de Mendoza sellaba una brillante
'rulo ducal'".
carrera política: mayordomo mayor y regente en 1384, había compartido
con el arzobispo don Pedro Tenorio, el lugar principal en la confianza del rey.
fendidas por Enri- El linaje fue por él consolidado en forma de mayorazgo, que el rey confir-
e con él gobernaban
mó solemnemente ellO de febrero de este mismo añ047: abarcaba entonces
umerosa era lmpres-
Hita, Buitrago, Robregordo, Somosierra, Colmenar, El Vado, El Cardoso,
_ :-0 duque de Peñafiel,
Robredarcas,Argecillas y las casa, molinos y heredades en San Felices, el Tejar.
irámide social com-
Carrascosa, Castilblanco y Utande. La extensión del mayorazgo se había
s. aparte del preso. En
apel, aunque Fer-
~6 En febrero de 1388 Leonor habia pedido asilo político en la Corte castellana, sem-
brando el infundio de que su marido, Carlos III, quería envenenarla.Ayala, pág. 140.
~ ~ duque de Benavente. H La escritura del mayorazgo pub. por F Layna, op. cit., págs. 282-284, que lo toma del
- : 1968,pág.205. archivo de la Casa de Priego.
90 LUIS suxnsz FERNÁNDEZ

ampliado en 1382 por compra de las heredades de Espinosa,Villaverde y Fuen- primogénito. Juan Fern
te Iñana, que habían pertenecido a Íñigo López de Orozco, y, en noviembre feo y colorado» como ~e._
de 1383 por la donación del Real de Manzanares'" arrebatado, como diji- julio de 1388 Cuenca -
mos, al infante don Juan de Portugal. El nivel económico del clan mendo- como principal poder
cino crecía y no sólo por estos medios: en 1381 había situado una renta Los Manrique, sortean
anual de 37.000 maravedís en ciertos tributos madrileños y toledanos. Fren- esempolvaban su im2~~",
te a los Mendoza, el municipio de Guadalajara, donde fijaran su residencia, Lara. Presidía el clan nT"'

había perdido toda autonomía". No debemos olvidar que nos estamos refi- enemigo de Tenorio
riendo a la Casa del Infantado. Pedro de Luna, que
Ahora vamos a ahondar en las raíces de la Casa de Frías. Pedro Fernán- rical en Castilla. El tercer
dez de Ve1asco, camarero mayor, fue una de las víctimas de la peste durante sucedido en el adelanCl~
el cerco de Lisboa en 1384. En guerra, como en diplomacia, sus servicios tar la dispersión de lo
habían sido considerables. Sus ganancias no 10 eran menos. En una misma muerte en prisión del nri
fecha, el 30 de enero de 1380, había creado dos mayorazgos, uno con los plir su testamento, res
dominios que formaran patrimonio de su Casa, y otro con Medina de ruyó, con esta villa ;"
Pomar y Briviesca. Luego rectificó fundiéndolos en uno. De este modo, coin- Gómez y sus descendientes,
cidiendo con los otros nobles, clarificaba sus objetivos: el mayorazgo debe promiso de no enaje
servir para afirmación del linaje, algo que estorbaría la dispersión de los domi- "Sotopalacios, comprando C:.j

nios. En agosto de 1379 cambió Rueda -que Enrique II quería para el duque Mortunadas gestiones ¡¡;;; '-'~I
de Benavente- por Herrera de Pisuerga, obteniendo además Valdivie1so,Val nios heredados en la Tierra '3f
de Manzaneda y Quintana de la Cuesta". En febrero de 1380 obtuvo el Pedro de Yanguas (Rioj

solar de Vizuegas y el castillo de Montealegre. En noviembre de 1383, en también, en Aljubarroc

paralelo con la importante donación que se hacía entonces a Mendoza, le adelantado mayor a su p~

fueron situados 40.000 maravedís anuales de renta en las salinas de Rusio. de corta edad. La IUe>

habría de ejercerla el
Presumía entonces de que descendía de Fernán González, emulando las haza-
ñas del gran forjador de Castilla; es una pretensión que tenemos que tomar ban llamados a ser raíz r-~
el siglo xv, por toda la
estrictamente en 10 que vale, orgullo de estirpe. Heredó todo este poder su
Los Stúñiga podían ~

48 Documento por A.Andrés. B.R.A.H., LXXIX, págs. 178-180.


Diego López, hijo de J•...
familia, gracias a dos cirrt
::::¡
~9 F Layna, 1,págs. 53-54.
que ostentaba, y ser un
so Los privilegios de la Casa están en el A.H.N. Osuna. Todos los datos aquí reseñados
pueden comprobarse en Saltillo, Historia nobiLiaria española, 1,Madrid 1951. La carta de dona- rrota. Un afortunado y .~
ción de la renta de Rusio en A.H. Colección Salazar, M-58, fols. 83v-84r. Pérez de Guzmán, le

í, -- ----~~~~~--
NOBLEZA Y MONARQUÍA 91

~ ~ - osa,Villaverde y Fuen- primogénito. Juan Fernández de Velasco, «alto de cuerpo y grueso, el rostro
o Z o, y, en noviembre feo y colorado» como le retrata Fernán Pérez de Guzmán, el cual obtuvo en
rrebatado, como diji- julio de 1388 Cuenca de Campos. De este modo los Velasco se afirmaban
- - ~ -ea del clan mendo- como principal poder entre Palencia y Burgos: esta ciudad era la meta.
ia situado una renta Los Manrique, sorteado el escollo de la conjura del adelantado, en 1380,
desempo1vaban su imaginaria antigüedad: descendían de los infantes de
--~ njaran su residencia, Lara. Presidía el clan un hombre de Ig1esia,Juan García Manrique, personal
e nos estamos refi- enemigo de Tenorio aunque contaba con el apoyo del cardenal legado,
Pedro de Luna, que hasta aquel momento había gobernado el estamento cle-
-~ Frías. Pedro Fernán- rical en Castilla. El tercero de los hermanos, Diego Gómez Manrique, había
~.-,-"uu- de la peste durante sucedido en el adelantamiento. El arzobispo puso el mayor empeño en evi-
.-:; omacia, sus servicios tar la dispersión de los bienes familiares, amenazados muy gravemente tras la
enos. En una misma muerte en prisión del primogénito: tomó sobre sus hombros la tarea de cum-

."orazgos, uno con los plir su testamento, rescató Amusco, impidiendo que fuera vendida y consti-
OITO con Medina de tuyó, con esta villa y con Redecilla del Camino, un mayorazgo para Diego

.De este modo, coin- Gómez y sus descendientes, imponiendo sin embargo a todos ellos el com-

~~5: el mayorazgo debe promiso de no enajenar parte alguna. Sumó a estos dominios, Calabazanos

••• :..& •••.....:> •••• ersión de los domi- y Sotopalacios, comprando los derechos a la viuda de Pedro Manrique (1388) .

quería para el duque Mortunadas gestiones habían hecho ya de Diego Gómez, que unía a los domi-

.emás Valdivielso,Val nios heredados en la Tierra de Campos, donaciones reales en Navarrete y San
I--.-::-----n de 1380 obtuvo el Pedro de Yanguas (Rioja) uno de los hombres más ricos de Castilla. Cayó,

iernbre de 1383, en también, en Aljubarrota. En agradecimiento a sus servicios, el rey nombró


adelantado mayor a su primogénito, Pedro Manrique, pese a ser, todavía, niño
- nces a Mendoza, le
= ~ salinas de Rusia. de corta edad. La lugartenencia en el oficio, hasta que el niño creciera,

- - _20 emulando las haza- habría de ejercerla el cuarto hermano, Gómez Manrique. Tío y sobrino esta-
ban llamados a ser raíz para troncos poderosos que extenderían sus ramas, en
_ae tenemo s que tomar
el siglo xv, por toda la meseta septentrional. «Verduras de las Eras».
~"""-4_~~ odo este poder su
Los Stúñiga podían seguir siendo considerados como advenedizos. Pero
Diego López, hijo de Juan, el que recibiera Bañares, dio impulso decisivo a la
familia, gracias a dos circunstancias, la importancia del oficio de justicia mayor,
que ostentaba, y ser un superviviente en las dos campañas, Lisboa y Aljuba-
datos aquí reseñados
p •• - '931. La carta de dona-
__ •.. rrota. Un afortunado y lucrativo matrimonio, con Elvira de Ayala, hija de Alvar
Pérez de Guzmán, le trajo en dote la villa de Palos. Antes de esto, en 1382,
92 LUIS suxasz FERNÁNDEZ

-,
había adquirido de su antecesor en el cargo,Juan Núñez de Villazán, algunas regencia sin regente. _
villas y aldeas burgalesas -Capilla, Garlitos, Peña el Sordo, el Risco, La Zar- infante Fernando, de
za, Batanero, Úrbel y Encinas- en cuya posesión se hizo confirmar por el las ambiciones se desazzrac
rey. A estos dominios, que ya eran importantes, sumó otras dos donaciones llevar a cabo sus sini
del rey, Curiel en 1386 y Moral de la Reina, en fecha incierta. Todavía no se choque entre las do
había definido bien el ámbito geográfico para el asentamiento del linaje cuan- los sólidos linajes. De
do, por muerte de Juan 1, se encontró don Diego en posición singular: era social castellano. Esto --
prácticamente el principal político de madura experiencia dentro del equipo sívo dentro de la trayec,
que contaba con predominio de jóvenes y niños. Junto a él se alzaba la gigan- tos para el edificio
te figura de Pedro López de Ayala, que regresaba de la cautividad.
Los demás linajes también anotaban ganancias. Fernán Sánchez de Tovar
había cobrado Belver en 1382; Pedro López de Ayala, Salvatierra de Álava
en 1384; Pedro Álvarez Osorio, señor de Villaloboa, Cabrera y Ribera, anti-
guos señoríos de Alfonso Enríquez, en 1388; Alfonso Yáñez Fajardo ponía
piedras de un futuro poder, al recibir Alhama, cerca de Murcia.
Irrumpía en estos momentos vigorosamente un nuevo linaje, Enríquez,
de origen muy oscuro, aunque dentro de la dinastía reinante. Alfonso Enrí-
quez, primero de él, se presentaba como hijo de don Fadrique -gemelo de
Enrique II y maestro de Santiago, alevosamente asesinado en Sevilla por
Pedro 1- y de una bellísima judía, dato este del que se procuraba hablar en
voz muy baja. Ascendencia femenina para Fernando el Católico que sería
con frecuencia tachado de llevar algunas gotas de sangre hebrea. No olvide-
mos tampoco en este caso la leyenda del murciélago que ponía el pensamiento
del rey Católico en relación con Jerusalén. En 1389 Juan 1 le hizo donación
del señorío de Campos, muy cerca de Palencia. Por este tiempo -no esta-
mos muy seguros de la fecha- contrajo matrimonio con Juana de Mendo-
za, hija del mayordomo mayor. Ambos son el origen de los «almirantes» de
Medina de Rioseco'".
Tales eran las fuerzas sociales instalas en Castilla en el momento en que.
por muerte accidental imprevista de Juan 1, se abría el interregno de una

51 Mitre, op.cit., pág. 154, señala acertadam~nte que el papel de mediador que Alfon-
so Enríquez asumió durante la minoridad de Enrique III explica el crecimiento de su Casa.
- -~~-

NOBLEZA Y MONARQUÍA 93

regencia sin regente. Ni la reina viuda, que contaba 18 años de edad, ni el


infante Fernando, de sólo 10, podían tomar las riendas de gobierno. Libres,
las ambiciones se desataron. También las del arcediano de Écija, que pudo
llevar a cabo sus siniestros propósitos contra los judíos. Llegaba la hora del
choque entre las dos oligarquías: la alta de los parientes del rey, la segunda de
¡C::~:!!-e to del linaje cuan- los sólidos linajes. De este encuentro saldrá el perfil definitivo del régimen
_ ~ sición singular: era social castellano. Esto otorga a la minoridad de Enrique III un carácter deci-
~-r::r;ria- dentro del equipo sivo dentro de la trayectoria histórica española: se trataba de poner los cimien-
él e alzaba la gigan- tos para el edificio estatal que levantarían los Reyes Católicos.
utividad.
~....,~',n
Sánchez de Tovar

"'"""-_'L. .••..orera y Ribera, anti-


"áñez Fajardo ponía
01 _ lurcia.
-o linaje, Enríquez,
reinante. Alfonso Enrí-
- - , .que -gemelo de
asesinado en Sevilla por
rocuraba hablar en
'" Católico que sería
-.:_ hebrea. No olvide-
nía el pensamiento
I le hizo donación
- '" empo -no esta-
Juana de Mendo-
'" o «almirantes» de

_ e; momento en que.
. rerregno de una

ediador que Alfon-


~ ..•. '=2 crecimiento de su Casa.
111. LA cAÍD_ "

1.

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también el de
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poco en influ
poca edad de -'_

atural de Salaman
cnlado. Tuvo dos hijos jl~

-~. en 1384. En 1390


DI el Concilio de Consu
: M. López, Memorias
--------

,
----
.'
--------

DI. LA CAÍDA DE LOS EPÍGONO S TRASTÁMARA

1. Lo QUE SIGNIFICA EL REINADO. La interrupción brusca de la Cró-


nica de Ayala nos priva del principal instrumento para la explica-
ción de los sucesos en una etapa cuyas consecuencias serán de gran
importancia. Es preciso no perder de vista que el nuevo rey, Enri-
que III, que no llegaría a cumplir los treinta años de edad, mostró
especial agradecimiento y confianza a las tres personas que cola-
boraran en su educación, procurando encumbradas. Diego de
Anaya y Maldonado, fundador del Colegio que, en Salamanca, toda-
vía perpetúa su nombre, grande como teólogo y jurista, figura de
singular relieve en el concilio de Constanza, acabaría siendo arzo-
bispo de Sevilla y atrayéndose la cólera de don Álvaro de Luna
que quería esta sede para su hermano 1. Álvaro de Isorna, no menos
notable por su conducta y conocimientos, sería promovido arzo-
bispo de Santiago. Por último,]uan Hurtado de Mendoza, herma-
no del caído en Aljubarrota, que ostentaba el señorío de Morón y
también el de Olmeda de la Cuesta, dote de su esposa María de Cas-
tilla, hija a su vez del conde de Vizcaya, don Tell02, crecería poco a
poco en influencia hasta 1420. El fallecimiento de su hermano y la
poca edad de su sobrino, Diego Hurtado de Mendoza, le convir-

I Natural de Salamanca había estudiado en esta Universidad a la que siempre se sintió


vinculado. Tuvo dos hijos ilegítimos, probablemente antes de que fuera nombrado obispo
de Tuy en 1384. En 1390 fue promovido obispo de Orense. J. Goñi Gaztambide, Los espa-
ñoles en el Concilio de Constanza, Madrid, 1966, pág. 15L
2 M. López, Memorias históricas de Cuenca, VI, Madrid, 1949, pág. 233.
96 LUIS suxasz FERNÁNDEZ

-,
tió, desde 1390, en el más destacado miembro de este linaje, que, co importantes monasteri
en adelante, tendría dos ramas perfectamente delimitadas. do y Valparaíso de Córdob
nueva cartuja de Santa _
N o podemos hacer, con absoluta seguridad, una definición completa de palacio de Enrique III. c~

las tendencias políticas que caracterizan el reinado de Enrique IIe; parece importante de las espaú

evidente que sus consejeros y luego el mismo rey, cuando alcanzó edad sufi-
ciente, persiguieron el fortalecimiento del poder real. En su aspecto exte- 2.

rior, matizado por los progresos de una temprana enfermedad, daba el Dolien- situación de

te sensación de autoridad y distanciamiento. Los coetáneos le retratan como


áspero y frío. Anécdotas y leyendas" transplantadas al acervo literario del
siglo xv, parecen indicar la popularidad del monarca, pues es bien sabido deficiencia. El ~=o..""
que ésta depende sobre todo de las dosis de personalidad que se asumen en
copiosa deuda r.
le producían. _ _
el gobierno. Sucede que se trata de un reinado muy corto pues habiendo
dirigidos por ho~~
llegado al trono antes de cumplir los once años falleció poco después de haber
accidental del 4

cumplido los veintiséis: de ahí que la intervención directa dendon Enrique


necesarias para
en los asuntos se vea reducida a unos pocos años.
muy prolonga,
Estas consideraciones nos obligan a plantear las cosas desde otro ángu-
inservible po
lo: en las postrimerías del siglo XIV el refuerzo del «poderío absoluto» no
precedente q
implica necesariamente una gran actividad por parte del monarca ya que
de unos meses
son las instituciones e instrumentos de la Corona las que se consolidan. No
hay irregularidad afectiva en su existencia, como no se había detectado tam-
tugueses, pasan,
poco en la de su padre. En un monarca a quien gustaba incluir en sus docu-
hasta que Enri
mentos la expresión «poner a Dios de mi parte» no es extraño encontrarnos
solución del pro~
con una moral y piedad religiosa que recuerdan las de su nieta Isabel. La refor-
tía resultaban
ma que se pusiera en marcha durante la estancia de don Pedro de Luna, que
no tardaría en convertirse en el papa Benedicto XIII, seguiría adelante. Cin-
Un consejo de rege::cu.
Los miembros de la al
3 Disponemos ya de algunos estudios acerca de este reinado, especialmente los de E. es decir, Fadrique, duq
Mitre que irán siendo mencionados. Una síntesisbastante completa en F.Suárez Bilbao, Enri- so de Aragón, marqués
que III, 1390-1406, Palencia, 1994.
la, se consideraban a •
4 Se encuentran particularmente en Gil González Dávila, Historia de la vida y hechos
das para formar parte
del rey don Enrique IlI, Madrid, 1638, y en P.Barrantes Maldonado, Crónica del rey don Bnri-
que III, Madrid, 1868. 4 ersona de Leonor, re'

'1
h - ---
NOBLEZA Y MONARQUÍA 97

L..:.-,;O~'-..J!O de este linaje, que, co importantes monasterios se fundan en estos años: dos de jerónimos (Tole-
nre delimitadas. do y Valparaíso de Córdoba), dos de carmelitas (Ávila y Villaviciosa) y la
nueva cartuja de Santa María de las Cuevas, que tendría larga duración. Un
- definición completa de palacio de Enrique III, cercano a Burgos, sería empleado para edificar la más
ce Enrique III3; parece importante de las españolas, Miraflores, que aún conserva su esplendor.

do alcanzó edad sufi-


En su aspecto exte- 2. REGENCIA. Cuando se abrió el tiempo de su reinado, en 1390, la

~edad, daba el Dolien- situación de la Monarquía castellana era dificil. Se habían concerta-

coetáneos le retratan como do treguas, meses atrás, con Portugal y con Inglaterra que abrían las

acervo literario del comunicaciones en el espacio atlántico, pero se observaban con mucha
deficiencia. El tesoro estaba exhausto, sin posibilidad de absorber la
pues es bien sabido
copiosa deuda pública y el país revelaba la fatiga que tantas guerras
. =-2 ' d que se asumen en
le producían. Algunos linajes de nobles, diezmados, estaban ahora
• corto pues habiendo
- .....' oco después de haber dirigidos por hombres demasiado jóvenes e inexpertos. La muerte
accidental del rey había impedido que se tomasen las precauciones
..recta de don Enrique
necesarias para hacer frente a una interinidad que se perfilaba como
muy prolongada. Había un testamento real, anterior a Aljubarrota e
~ osas desde otro ángu-
inservible porque las previsiones no podían ser cumplidas. El único
oderío absoluto» no
precedente que los sorprendidos consejeros podían alegar databa
-;¿-~del monarca ya que
de unos meses atrás:Juan 1 había formulado una propuesta de abdi-
e se consolidan. No
car en Castil1a a fin de que pudieran reconocerle sus súbditos por-
? había detectado tam-
tugueses, pasando el poder a un Consejo de regencia que duraría
. a incluir en sus docu-
hasta que Enrique fuera mayor de edad. En esta fórmula se veía la
extraño encontrarnos
solución del problema: por razones distintas los miembros de la dinas-
nieta Isabel. La refor-
tía resultaban poco convenientes.
Pedro de Luna, que
. seguiría adelante. Cin-
Un consejo de regencia, ciertamente, pero ¿quiénes debían integrarlo?
Los miembros de la alta nobleza, deudos en diferente grado del difunto rey,
=~-u. especialmentelos de E. es decir, Fadrique, duque de Benavente, Pedro, conde de Trastámara, Alfon-
.:"':r...-:~--:::::¡
..••.en F.Suárez Bilbao,Enri-
so de Aragón, marqués de Villena y Juan Alfonso de Guzmán, conde de Nie-
bla, se consideraban a sí mismos, por rango y experiencia, personas indica-
-: istoria de la vida y hechos
.••.•..•
~"-'-u. Crónica del rey don Enri- das para formar parte de éL Habían recibido un importante refuerzo en la
persona de Leonor, reina de Navarra, que se negaba rotundamente a regre-
98 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

-,
sar al lado de su marido; contaba con dos opulentos señoríos, Roa y Sepúl-
hizo cargo de todo, con
veda, lo que significaba dinero y soldados. En opinión de no pocas personas
la proclamación de Enric
resultaba lógico que los parientes del rey fuesen los primeros en ser tenidos
reino se las invitaba a e
en cuenta. A la vista estaba, también, el modelo de Francia, donde los gran-
hacerlo con la urgencia
des duques, tíos y hermano, sustituían a Carlos VI, incapaz de llenar sus fun-
que, en la primera se
ciones. Estos grandes, sin embargo, estaban desunidos y eran por tanto inca-
Real, del que estaban a'
paces de someterse a un programa común. Un defecto que Leonor trataba
como el arzobispo de ~
de remediar.
ley de la Partida Segun .
No habiendo antecedentes para un gobierno en forma de consejo, las
constituir una regencia {o_
interpretaciones que podían darse a esta iniciativa eran, ciertamente, muy
en ser reconocido. Pero ~.
variadas. Entre los altos oficiales de la Corona surgió la confusión. Los maes-
en aquellos momentos
tres de Santiago y de Calatrava, Lorenzo Suárez de Figueroa y Juan Núñez
Cuando el duque <

de Guzmán, se reunieron en Ocaña y se juramentaron: los intereses y dere-


García Manrique lle
chos de las Órdenes Militares debían ser defendidos. Luego se trasladaron a
plazado a una posició
Madrid, adonde había sido llevado el cadáver del rey, antes de que se prepa-
desde luego sus intereses. _~_
rara la sepultura en Toledo. Aquí estaban los dos arzobispos, Manrique yTeno-
sejo de regencia más Dur"::;:a¡
rio -la tercera sede estaba vacante a la sazón- acaudillando facciones enfren-
y se aludió al proyecto q'.1:'""
tadas. El primero de ambos sostenía la tesis de que precisamente los altos
mulado. Pero entonces -' -
oficiales que en aquel momento colaboraban con el rey ejerciendo funcio-
Revolviendo papeles TI~.:.
nes, eran los más adecuados para formar ese consejo: no habría, por tanto,
do por el monarca difunz
interrupciones en la continuidad. Tenorio, jurista de gran talla, formado en
e hablaba de un Co
los principios del Derecho Romano, aducía que un gobierno colegial de esta
do por las Cortes". Tenó ••
naturaleza asestaría un golpe decisivo al «poderío real absoluto». Temía espe-
trucción, alegando que ~ ~
cialmente que don Fadrique se irrogara, en nombre de la dinastía, la función
Las Cortes se reuni
sustitutoria. Hizo dos cosas: primero organizó el matrimonio del infante Fer-
nando con Leonor de Alburquerque, la heredera del conde don Sancho, a la
con una concurrencia, e.
que precisamente llamaban ricahembra, y después hizo que arrebataran al arzo-
dades y villas proporcion
bispo de Santiago la administración de la sede vacante de Tuy.
Los maestres tenían razón en su desconfianza; ellos querían estar presen- estado". No volverá a ~

tes, y activos, en todo lo que hubiera de decidirse, y tenían ahora noticia de


cómo don Pedro Tenorio había intentado colocarles ante hechos consuma- 5 Ayala, testigo princip
dos. Juan I había muerto en Alcalá de Henares el último domingo de octubre e la existencia de este testlrr..,...-
estaba buscando expresamente;
de 1390. Esta villa era entonces señorío de la mitra toledana. El arzobispo se
6 G. González Dávila, pag
NOBLEZA Y MONARQUÍA 99

r...:..J.,n señoríos, Roa y Sepúl-


hizo cargo de todo, condujo a la Corte a Madrid y aquí, en el viejo palacio hizo
_~ón de no pocas personas
la proclamación de Enrique III. Comunicando la noticia a las ciudades del
rimeros en ser tenidos
reino se las invitaba a enviar procuradores para celebrar Cortes; no pudieron
hacerlo con la urgencia que los planes del arzobispo reclamaban, de modo
que, en la primera semana de noviembre, Tenorio hubo de acudir al Consejo
I"-.-.:~.u:> y eran por tanto inca-
Real, del que estaban ausentes muy principales miembros de la nobleza así
o que Leonor trataba
como el arzobispo de Santiago. Poniendo delante de sus interlocutores una
ley de la Partida Segunda, aquella que define los poderes del rey, propuso
e forma de consejo, las
constituir una regencia formada por una o tres personas, confiando, sin duda,
-, eran, ciertamente, muy
en ser reconocido. Pero el Consejo rechazó la propuesta: no había, a su juicio,
~ la confusión. Los maes-
en aquellos momentos esas tres personas idóneas para asumir tan gran poder.
- = Figueroa y Juan Núñez
Cuando el duque de Benavente, el conde de Trastámara y don Juan
:on: los intereses y dere-
García Manrique llegaron a Madrid, Tenorio se vio, automáticamente, des-
- - Luego se trasladaron a
plazado a una posición de minoría: la alta y media nobleza, defendiendo
- .-_antes de que se prepa-
desde luego sus intereses, parecían coincidir en la necesidad de crear un Con-
- -spo ,Manrique yTeno-
sejo de regencia más numeroso, en que todos pudieran estar representados;
~-"--....J:d.udofacciones enfren-
y se aludió al proyecto que, un año antes, el propio rey don Juan había for-
recisamente los altos
mulado. Pero entonces el toledano sacó a la luz una carta que tenía oculta.
- el rev ejerciendo funcio-
Revolviendo papeles viejos, alguien había descubierto el testamento firma-
~·-'<.-_'n:no habría, por tanto,
do por el monarca difunto en Cellorigo da Beira, antes de Aljubarrota. Allí
ce gran talla, formado en
se hablaba de un Consejo, ciertamente, pero designado por el rey, no elegi-
.erno colegial de esta
do por las Cortes". Tenorio se hizo cargo del mismo, impidiendo su des-
soluto». Temía espe-
trucción, alegando que algunas mandas piadosas le afectaban.
- ce la dinastía, la función
Las Cortes se reunieron en Madrid con gran retraso: en lugar del 15 de
-= onio del infante Fer-
noviembre, como estaba previsto, las sesiones se iniciaron el21 de enero de 1391
onde don Sancho, a la
con una concurrencia, ciertamente, desacostumbrada: cuarenta y nueve ciu-
e arrebataran al arzo-
dades y villas proporcionaban ciento veintitrés procuradores para el tercer
estado". No volverá a repetirse este gran número. Había, pues, una tenden-
querían estar presen-
ahora noticia de
re hechos consuma- 5 Ayala, testigo principal, fuente segura, se atribuye a sí mismo el haber dado cuenta
omingo de octubre de la existencia de este testamento en la reunión del Consejo Real en noviembre. No se
estaba buscando expresamente; su hallazgo fue un poco fortuito.
edana. El arzobispo se
6 G. González Dávila, págs. 13-14. Cortes, III, pág. 483.
100 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

cia a las grandes dimensiones. Los malos augurios de don Pedro Tenorio y duda, habrían prefe .
"
de cuantos pensaban como él, parecían cumplirse: la nobleza.dividida en par- sostenía Juan García _
tidos, no había conseguido ponerse de acuerdo para elaborar un programa y, toria decisiva.
por consiguiente, comenzaba a verse desbordada por el tercer estado. Se
estaba dando la impresión de que las Cortes asumían la soberanía en aque- mmos en que se p
lla vacante, correspondiéndoles la decisión de constituir la regencia". Las res se dividían en
reuniones de Madrid, como luego las de Burgos -dos etapas en un mismo del año. Esto prop0rr!~-
proceso de conformación de una regencia, separadas apenas por unos meses- condición de que m-. ;,-.;..,

tienen, a mi juicio, una importancia que no siempre ha sido suficientemen- muy dificil. Por o
te destacada. Las Cortes parecían a punto de convertirse en el gran órgano podían quitar «tierras
de decisión política. Proporcionaron a la nobleza, en sus dos niveles, y a los castillos, modificar
partidarios del refuerzo del poder monárquico, ante esa perspectiva de sen- vistas en el Ordenamiend
tirse desbordados, una plataforma de entendimiento. Esto también es impor- dios que no fuesen
tante. denar a muerte u O[Q~=--

Antes de que los distintos partidos pudieran organizarse, los procura- carecían de posibilidades
dores de las ciudades hicieron una demostración clara de fuerza y deci- excesivos, ya que [Q

sión. Llevaban preparado un Ordenamiento de baja de moneda que hicie- menos, por cuatro
ron aprobar en el mismo momento en que se iniciaban las sesiones''; era estamento.
un intento de frenar la inflación y hubieron de darle un valor meramente
provisional. El 31 de enero, a pesar de las protestas del arzobispo de Tole- 3.
do, quedó designado un Consejo de regencia en que se representaban,
ampliamente, todos los sectores y estamentos: dos arzobispos (Toledo y San-
tiago), ocho nobles (el duque de Benavente, el conde de Trastámara, el maes-
tre de Calatrava que era Juan Núñez de Villairán, Pedro López de Ayala,
Alvar Pérez Osorio, señor de Villalobos, Ruy Ponce de León, Pedro Suá-
rez de Quiñones, así como el mariscal García González de Herrera) y cator-
ce de los procuradores allí presentes. Solución singular y sin precedentes:
ni personalismo, como quería Tenorio, ni gobierno de parientes como, sin

7 Calendario y detalle de estas Cortes en Cristina Granda, Las Cortes de Madrid de 1391.
Esbozo histórico (En la España medieval. Homenaje S. Moxó, 1982, págs. 457 -466).
8 Texto del Ordenamiento de moneda, procedente de una copia en el archivo de la 9 Fernando Suárez B
catedral de Toledo en BN, rnss. 13.103, fol. 106-107. 10 Ordenamiento en

l' _ __ -
NOBLEZA Y MONARQUÍA 101

ce don Pedro Tenorio y duda, habrían preferido el duque y el conde, ni oligarquía nobiliaria, como
obleza, dividida en par- sostenía Juan García Manrique", Las Cortes habían logrado, al parecer, vic-
elaborar un programa y, toria decisiva.
- oor el tercer estado. Se Una especie de reglamento interno fue aprobado, moderando los tér-
¡;:::::::!!3.TI la soberanía en aque- minos en que se produjera la imposición de las ciudades. Los procurado-
: ~- iruir la regencia". Las res se dividían en dos turnos para que sólo siete figurasen cada semestre
del año. Esto proporcionaba a clero y nobleza una permanente mayoría, a
d- nas por unos meses- condición de que supiesen marchar siempre de acuerdo, cosa que se sabía
sido suficientemen- muy dificil. Por otra parte se señalaban impedimentos y restricciones: no
lT'-:c",,"~·r<:e
en el gran órgano podían quitar «tierras» adscritas el servicio de armas, entregar o construir
_~ sus dos niveles, y a los castillos, modificar la política exterior, aumentar el número de lanzas pre-
re esa perspectiva de sen- vistas en el Ordenamiento de Segovia, percibir cualquier clase de subsi-
- Esto también es impor- dios que no fuesen los votados por las Cortes, batir moneda de baja ley, con-
denar a muerte u otorgar perdones'", En el seno del Consejo sus miembros
- rganizarse, los procura- carecían de posibilidades de establecer un poder o una influencia personal
clara de fuerza y deci- excesivos, y'a que todas las cartas, para tener validez, debían ser firmadas, al
- ~ ~ e moneda que hicie- menos, por cuatro miembros siendo forzoso que uno perteneciera a cada
"=':ciaban las sesiones''; era estamento.
_-_~ un valor meramente
'el arzobispo de Tole- 3. EL TESTAMENTODE JUAN 1. Don Pedro Tenorio calificó muy nega-

ue se representaban, tivamente la creación de este Consejo de regencia, considerándolo


azzobispos (Toledo y San- perjuicio para el «poderío real absoluto» que correspondía a la Coro-

e Trastámara, el maes- na. De hecho parecía una victoria de las Cortes en ese camino varias

edro López de Ayala, veces propuesto de establecimiento de una Diputación. En las últi-

z;re e León, Pedro Suá- mas semanas de enero de 1391 -en todo caso antes del 6 de febre-

--' ez de Herrera) y cator- ro- había conseguido atraer a este punto de vista al duque de Bena-

.•••.•.
""'~u.a..t y sin precedentes: vente y al conde de Trastámara, que no valían gran cosa desde el punto

de parientes como, sin de vista político, pero, en su calidad de parientes próximos de Enri-
que III, se sentían desplazados en aquel Consejo demasiado nume-
roso. Probablemente se hacía brillar ante sus ojos la propuesta de re gen-
:...,...J..;.r....-c Cortes de Madrid de 1391.
2, págs. 457 -466).
copia en el archivo de la 9 Fernando Suárez Bilbao, op. cit., págs. 18-22.
10 Ordenamiento en Cortes Il, pág. 483 Y ss.
102 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

cia triple prevista en las Partidas. El hecho es que cuando el6 de febre- rras zamoranas y corn
ro los regentes fueron llamados a jurar, el arzobispo se negó alegan- tual guerra interior

do que el Consejo era contrario a las leyes del reino. Intervino lue- Estas dos desen
go don Álvaro de Isorna que consiguió convencerle para que jurara de regencia, pero.
el 11 de febrero. Pero don Pedro no se incorporó al Consejo, ale- cía Manrique en .

gando que se le había obligado a jurar bajo amenaza de muerte. menos decisiva la ':'~
pensaba, el Consej

Disponemos de un dato que nos permite suponer que don Pedro Teno- equipo de nobleza zi.e
rio proyectaba ya entonces oponer al Consejo de regencia, dominado ahora
por el arzobispo de Santiago, su gran rival, una alianza entre parientes del
el arzobispo de
un programa de re:
Sa::::1
rey. Insistió en que se le eximiese de la custodia del conde de Noreña, que río, que defraudara en

llevaba siete años prisionero en el castillo de Almonacid de Zorita, pertene- bién, el designio <le:

ciente a la mitra. Por sus antecedentes era don Alfonso Enríquez un perso-
naje inquieto, aparte de, por su edad y parentesco, cabeza natural de todos
aquellos parientes. Muy a regañadientes hubo de hacerse carg? de esta cus-
todia el maestre de Santiago, Lorenzo Suárez de Figueroa, que preparó para
él alojamiento conveniente en uno de los castillos de la Orden, el de Mon-
real, cerca de Ocaña. Cuando el duque de Benavente y el conde de Trastá-
mara se hicieron acompañar de soldados al acudir a la iglesia de Santiago, en
Madrid, donde el Consejo se reunía, tuvo Tenorio la oportunidad que bus- zintos era consecuencia

caba para abandonar la ciudad. Se instaló en Alcalá de Henares, plaza segura


para él. _ e seguía en tierr
dad y, con ello, r'lTT1:...;;....
Desde aquí, el arzobispo montó una campaña de grandes dimensiones.
Denunció al Consejo de regencia como contrario a las leyes del reino yorde-
nó hacer abundantes copias del Testamento de Juan I para enviadas a las ciu- 11 El pretexto esg::=5::
dades y villas, a los nobles a quienes afectaba, al papa Clemente VII y a los tiva de Juan
,....."..¡
- - Sevilla como con""~.,,.,..
reyes amigos: un testamento es ley fundamental y debe cumplirse. Así se
produjo, antes de que finalizara el mes de febrero de 1391, una ruptura.Teno-
rio estaba defendiendo -y no hay razones para suponer que no fuera en esto
absolutamente sincero- el refuerzo de los poderes que correspondían a la - lés, lego99, rol - •.
Corona: un rey niño tenía que ser suplido, pero no despojado de sus fun- u Manrique
ciones. El duque de Benavente acompañó al arzobispo en el repudio del Con- el 12 de abril:pri=.~

sejo, aunque sus intenciones apuntaban a metas distintas: se retiró a sus tie- ego Juan de --
NOBLEZA Y MONARQUÍA 103

po. cuando el 6 de febre- rras zamoranas y comenzó a reclutar soldados preparándose para una even-

ispo se negó alegan- tual guerra interior!'.

~ remo. Intervino lue- Estas dos deserciones ponían en entredicho la legitimidad del Consejo

:-:n~~~cerle para que jurara de regencia, pero, al mismo tiempo, fortalecían la posición de donjuan Gar-

~.,,~~~oró al Consejo, ale- cía Manrique en la presidencia del mismo. Al retirarse los grandes, siendo

- amenaza de muerte. menos decisiva la presencia de los procuradores de lo que en principio se


pensaba, el Consejo se había convertido en la expresión política de aquel

e don Pedro Teno- equipo de nobleza media que gobernara en los últimos años. No parece que

• _ cia, dominado ahora el arzobispo de Santiago estuviera movido por el deseo de llevar adelante

••......•.'----"-<1 entre parientes del un programa de reformas. Le impulsaba el resentimiento personal hacia Teno-
rio, que defraudara en tiempos su esperanza de ser arzobispo de Toledo y, tam-
de de Noreña, que
bién, el designio de promover a los miembros de su propio linaje. Erraríamos,
e Zorita, pertene-
Enríquez un perso- en consecuencia, si presentásemos el enfrentamiento de ambas facciones como
choque entre proyectos políticos de gran altura.
za natural de todos
No es conveniente descender al detalle menudo de los sucesos; puede
• - - e cargo de esta cus-
~ a, que preparó para equivocarnos impidiendo comprender los grandes esquemas. En marzo de

-~.2 Orden, el de Mon- 1391 la ruptura entre los dos sectores de la nobleza alta, formada por los
parientes del rey, baja por los altos oficiales de la Corte, parecía el preludio
-= - el conde de Trastá-
de una inmediata guerra civil. Si los dos arzobispos aparecían en bandos dis-
esia de Santiago, en
tintos era consecuencia de sus rivalidades personales. Desde posiciones que
- ~ o ortunidad que bus-
se presentaban como distintas, Tenorio, Benavente y el marqués de Villena,
.::= Henares, plaza segura
que seguía en tierras valencianas, negaron al Consejo de regencia legitimi-
dad y, con ello, también su obediencia'". En los días siguientes el número de

. ~eyes del reino y orde-


- __ ara enviadas a las ciu- 11 El pretexto esgrimido por el duque de Benavente para apartarse del Consejo fue la

:; :;'"-Clemente VII y a los negativa de Juan García Manrique a aceptar el nombramiento del converso Juan Sánchez
de Sevilla como contador mayor. El arzobispo tenía razón: Juan Sánchez, recaudador en el
- ebe cumplirse. Así se
año anterior, no había rendido cuentas. Pero es indudable que el Consejo había quebranta-
- _-91 una ruptura.Teno-
do la prohibición de hacer nuevos nombramientos: conocemos el deAlvar Rodríguez
L.,-.'-J.L~ que no fuera en esto Cueto como alcalde mayor de las cañadas efectuado el 30 de marzo. A.H.N. Santiago,
_~e correspondían a la Uclés.leg. 99, fo1.41.
ojado de sus fun- 12 Manrique envió aTenorio tres embajadas, la última de las cuales fue recibida en Tala-
el repudio del Con- vera el 12 de abril: primero fueron Fernán Sánchez de Virués y Gonzalo Martínez de Boni-
l1a;luego Juan de Velasco y Pedro Fernández de Villegas; por último García Alfonso de
->.~....s.:>-:se retiró a sus tie-
104 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

,
disidentes se incrementó al sumarse primero el conde de Niebla,Juan Alfon-
que venían inten
so de Guzmán, y luego el clan guadalajareño de los Mendoza. El matrimo-
amargura que, en
nio de Diego Hurtado con una bastarda de Enrique II, llamada María, le acer-
una mejor compreaseoa
caba al tronco de la dinastía13. También lo hizo un exiliado portugués,
líneas de sentirni
Martín Yáñez de Barbuda, a quien Juan 1había conseguido convertir en maes-
personal entre 10- -
tre de Alcántara. Se rompía, pues, la unidad de la caballería de las Órdenes.
ña; el orgullo de: C= .!:
Fue entonces -¿principios de abril?- cuando Tenorio comunicó jactan-
sentía representante __
ciosamente al Consejo de regencia que su decisión sería consecuencia de la
la más honda de
consulta que se proponía hacer a tantos nobles importantes como se halla-
mayor simpatía <le
ban fuera de Madrid, pues «quien ha compaña non ha señor». En otros tér-
sin olvidar las ambi
minos: un partido se oponía al Consejo de regencia. Parecía anunciarse un
La división no _
golpe de la primera nobleza contra la segunda, repitiendo aspectos que ya se
ciudades, trabajad
registraran en el reinado anterior. linajes locales, que --
Las acusaciones que, desde el Consejo, se formularon contra el arzobis-
plos, los que conoe
po insistían en. que éste, reuniendo tropas, estaba preparando una revuelta. se extendía, al p

Probablemente Tenorio no se dio cuenta de hasta qué punto estaba siendo Pérez de Guzmán •
desbordado. Su postura política, preludiando en cierto modo la que adopta- alzando la bande
rá don Álvaro de Luna años después, era en cierto modo contradictoria. enemigo hacia q
Defendía el fortalecimiento del poder real, sin contar con el rey, y sus segui- rio'". En Murcia
dores estaban dispuestos a apoyar su argumento jurídico -no corresponde cabeza visible era Ferr;
a las Cortes establecer una regencia- pero valiéndose de él únicamente el adelantado Alfonso ::.
para provocar una revuelta interna que les permitiese tomar el poder, cosa tinuando una viei -' -
combatiese a los n~n·""""
Sahagún y Antón Sánchez. No consiguieron nada. El arzobispo de Toledo se encerraba en
estricta legalidad frente a la innovación que significaban las Cortes de Madrid; por consi-
14 Alvar Pérez .z - .-
guiente no había otra forma de regencia que la prevista en el testamento -prerrogativa regia
aprovechando las buenas •
garantizada por las costumbres que reserva al rey derecho a designar gobierno para su hijo
de Stúñiga, reforzando •
menor- o, en su defecto, la ley de la Partida Segunda que reduce a una o tres personas esa
su tío Juan había prIT2cio e
regencia. Es importante comprobar que, en su respuesta, el Consejo no negó la ley de la
larse almirante. En corseceea
Partida; sólo decía que no existían esas tres o cinco personas idóneas. Hubo todavía una
maron un sólido bloque
cuarta embajada, aprovechando la presencia del legado, obispo de San Ponce de Tomeras,
bispo de Toledo. Co ..
pero sólo sirvió para que Tenorio, en tono de ultimátum, exigiera la disolución del Consejo.
de Niebla, Madrid, 185-.:
F. Suárez Bilbao, op. cit." págs. 26-28.
15 La discordia.
13 E. Mitre, op. dt., pág. 165.
negativa para que un l=i"..,;:
NOBLEZA Y MONARQUÍA 105

iebla,Juan Alfon-
que venían intentando sin éxito desde años atrás. Esto puede explicamos la
_ endoza. El matrirno-
amargura que, en sus últimos años, vendría a formular el famoso prelado. Para
......,."-""-'..l.L<1'da
María, le acer-
una mejor comprensión de los hechos hemos de tener en cuenta cuatro
_ exiliado portugués,
líneas de sentimientos que en esta coyuntura se entrecruzaban: la rivalidad
personal entre los dos arzobispos que se sentían cabeza de la Iglesia en Espa-
ña; el orgullo del de Toledo, que ya gobernara en ausencia de Juan I, y se
:::0 comunicó jactan-
sentía representante vivo de una situación que permitiera a Castilla superar
I consecuencia de la
la más honda de sus crisis; las opiniones opuestas de la alta y baja nobleza; la
mayor simpatía de que la segunda de ellas gozaba en las Cortes. Todo esto
sin olvidar las ambiciones individuales de los cortesanos.
La división no estaba circunscrita a la Corte; se había extendido a las
t=~eTICO aspectos que ya se
ciudades, trabajadas fuertemente por la rivalidad entre las oligarquías de
linajes locales, que ahora se alineaban con los bandos en lucha. Dos ejem-
F==:2:un contra el arzobis-
plos, los que conocemos mejor, son suficientes para explicar un problema que
oarando una revuelta.
se extendía, al parecer, por todos los rincones del reino. En Sevilla Alvar
;. .•unto estaba siendo Pérez de Guzmán y Pedro Ponce de León, señor de Marchena, se unieron,
odo la que adopta- alzando la bandera del Consejo de regencia por la simple razón de que el
o contradictoria. enemigo hacia quien apuntaban se había sumado a los partidarios de Teno-
ro el rey, y sus seguí- rio'". En Murcia los restos de la Casa de Manuel-primera nobleza- cuya
- - ':0 -no corresponde cabeza visible era Fernando Pedroso, obispo de Cartagena, se enfrentaban con
~ :e de él únicamente el adelantado Alfonso Fajardo, que contaba con el favor del municipio y, con-
~ romar el poder, cosa tinuando una vieja contienda, estaba dispuesto a sumarse a cualquiera que
combatiese a los parientes de la dinastía 15. Estas discordias, sangrientas, fue-

14 Alvar Pérez de Guzmán, alguacil mayor, cambió este oficio por el de almirante
= o -prerrogativa regia
aprovechando las buenas relaciones con los regentes y cedió el alguacilazgo a Diego López
~~rr gobierno para su hijo
de Stúfuga, reforzando así la alianza de intereses. Pero Diego Hurtado de Mendoza, a quien
- una o tres personas esa
su tío Juan había privado de la mayordomía mayor, que tuviera su padre, comenzó a titu-
_o no negó la ley de la
larse almirante. En consecuencia Alvar Pérez, Pedro Ponce y Diego López de Stúfuga for-
~. eas. Hubo todavía una
maron un sólido bloque contra el conde de Niebla y Diego Hurtado, partidarios del arzo-
-~ San Ponce de Torneras,
bispo de Toledo. Corrió la sangre en Sevilla. P Barrantes Maldonado, Ilustraciones de la Casa
. lución del Consejo.
de Niebla, Madrid, 1857, págs. 503-506.
15 La discordia, antigua, llegó a un punto de ruptura cuando el Cortejo reiteró la
negativa para que un bastardo del conde de Carrión,Juan Sánchez Manuel, entrara en la ciu-
106 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

ron un poderoso argumento contra la regencia constituida en Madrid; pare-


cía incapaz de restablecer el orden. Mezclado con ellas aparece también el
movimiento desencadenado por Fernando Martínez contra los judíos que
causó terribles daños 16. A los ojos doloridos de los hebreos,Tenorio y su gru-
po ofrecían mejores perspectivas que sus rivales.
Fracasadas las negociaciones y formulados los ultimátum, ambos parti-
dos procedieron a reunir sus tropas en Talavera y en Segovia, adonde el
Consejo de regencia había transladado su sede, respectivamente. Tal era la
situación en mayo de 1391; no parecía que quedase otro recurso que el de
las armas. Don Juan García Manrique, que se sentía débil, restando fuerza y
legitimidad a sus rivales, consiguió atraerse, mediante dádivas, a la reina de
Navarra y al conde de Trastámara. Desvanecido el humo de las palabras, dos
ligas de nobles se hallaban ahora frente a frente; para mejor defensa de su
pretendida legitimidad, el arzobispo de Santiago retuvo a su lado algunos pro-
curadores de las ciudades. Representaba, en consecuencia, a las Cortes de
Madrid. En junio pasó de Segovia a Valladolid, con la esperanza de recibir
nuevos auxilios económicos y militares. Mientras tanto don Pedro Tenorio
y los suyos, viniendo de Toledo, cruzaban los puertos de la sierra de Gredas y
venía a acampar a orillas del Zapardiel, en Fontiveros, muy cerca de Ávila.A
pesar del aparato bélico desplegado parece dudoso que nadie tuviera verda-
deras intenciones de llegar a un choque armado.
interesada como II!' ""'=" •••••

ciona una clave de


4. BURGOS TOMA LA INICIATIVA.Inesperadamente se produjo entonces
modo que tenemos ~
la intervención mediadora del municipio de Burgos que -es sinto-
nor. En agosto de
Benavente y del TT'I~.---.I
dad. El obispo de Cartagena juntó tropas, se apoderó de Murcia y durante tres días el ade-
ruido con sus armas, -
lantado y sus amigos permanecieron sitiados en su casa. Hubo un pacto y Fajardo, llevando
rique en Valladoli
consigo a todos los oficiales del concejo, abandonó la ciudad. Naturalmente se declaró por
los regentes que a su vez le reconocieron. F.Cascales, Discursos históricos de la ciudad de Mur-
siguiendo que do
cia, Murcia, 1621, fols. 162-164. tros ya de la capi
16 Las matanzas de judíos comenzaron en Sevilla el 6 de junio de 1391. El móvil del Perales, aldea inteTII!J:'"....
robo parece ser importante. Los bienes que eran despojo de las aljamas se entregaron luego
a Juan Hurtado y Diego López de Stúñiga. L. Saez, Demostración del valor de las monedas de
Enrique III, Madrid, 1739, págs. 311-312.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 107

- da en Madrid; pare-
•...•••'-O~.•..•. mático- todos los cronistas oficiales han tenido buen cuidado en si-

- a arece también el lenciar. El 2 de agosto de 1391 el regimiento de esta ciudad, que a sí


misma se titulaba «cabeza de Castilla y Cámara del rey», en una sesión
o tra los judíos que
s,Tenorio y su gru- que deberíamos calificar de sorprendente, tomó el acuerdo de invitar
a los dos bandos a deponer las armas, acudiendo a una nueva reunión

,_-.1'<1' rum ambos parti- de Cortes, que debían celebrarse precisamente allí 17 . Los procurado-
res burgaleses alcanzaron al Consejo en Cuéllar, una de las etapas del
egovia, adonde el
- . d1I1ente. Tal era la camino desde Segovia a Valladolid. La simiente dejada por las Cortes
de Madrid fructificaba en esta propuesta singular: el reino, punto de
recurso que el de
partida para la soberanía, representado en Cortes, tenía el derecho y
restando fuerza y
, . as, a la reina de deber de resolver un problema que se presentaba ya con aristas agu-
das. La reina Leonor de Navarra fue una de las pocas personas que
e las palabras, dos
comprendió todo el alcance que podía tener esta iniciativa: partida
ejor defensa de su
en dos la nobleza podía verse sustituida por las Cortes en su papel polí-
lado algunos pro-
tico. Era urgente e imprescindible, para ella, lograr a cualquier precio
" cia a las Cortes de
la reconciliación. Uniendo sus propios esfuerzos a los de los enviados
esperanza de recibir
por la ciudad, pudo dar un giro completo a las negociaciones. Una vez
on Pedro Tenorio
obtenida la concordia, podían presentarse a las Cortes hechos consu-
- sierra de Gredos y
mados que éstas no tuvieran más remedio que aceptar.
,.....,... : cerca de Á vila. A
.•...•.......•

El cronista don Pedro López de Ayala, presente en los sucesos y parte


interesada como miembro prominente de la segunda nobleza, nos propor-
ciona una clave de importancia: nada nos dice de la iniciativa ciudadana, de
produjo entonces
modo que tenemos la impresión de que no hubo más que la de doña Leo-
nor. En agosto de 1391 don Pedro Tenorio, en compañía del duque de
Benavente y del maestre Yáñez de la Barbuda, estaba en Arévalo, haciendo
dnrante tres días el ade-
ruido con sus armas. Lanzas acompañaban también a don Juan GarcÍa Man-
- o y Fajardo, llevando
rique en Valladolid. La reina se movió rápidamente de una a otra línea, con-
:x.;=Um,ente se declaró por
h 1F:3c:=iaJs de la ciudad de Mur- siguiendo que don Pedro Tenorio no pasara de Simancas, a pocos kilóme-
tros ya de la capital castellana. Todos aceptaron la propuesta de reunirse en
1391. El móvil del Perales, aldea intermedia, entre los días 27 y 29 del mismo mes.

17 A. Salvá, Las Cortes de Burgos de 1392, Burgos, 1891.


108 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

Triunfaba, al parecer, la alta nobleza. En la concordia de Perales se establecía lidad a los que desobedecí "
la disolución del Consejo de regencia, por considerarse contrario a las leyes embargo, el arzobisp
del reino el procedimiento seguido. Hubo poco de conciliación y mucho de
apresuramiento. Para las Cortes su aceptación significaba desde luego una derro- 5. CONCORDL~

ta y por eso las ciudades se mostraron poco inclinadas a hacerla. En el curso coyuntura.
de los debates, que fueron vivos en aquel caserón de Perales, don Fadrique reve- trayendose
ló su ambición invocando la Partida segunda: cualquier regencia personal, las dos posi
fuese de una sola o de varias personas, debía incluirle, ya que era duque e hijo por Manriqa.- v ~
de rey, cabeza por consiguiente de la nobleza mientras no madurara el infante so para detenc
Fernando. De pronto hizo don Pedro Tenorio una propuesta sorprendente: que mente amenazada
los eclesiásticos quedaran fuera de la regencia. Como en el viejo cuento, esta- hace difi .
ba dispuesto a perder un ojo para que Manrique se quedara ciego. dentro de'
El acuerdo final a que se llegó, con gran satisfacción de Leonor, era, sen- Consejo de •.-====-<-
cillamente, mantenerse dentro de la estricta legalidad vigente. La Partida la y Diego Locez
Segunda no era ley, sino doctrina -llegará a serlo en 1445- y en conse-
cuencia sólo quedaba el Testamento de Juan L Para cubrir las vacantes en el sentirse ame,,.! '¡;' .,'

Consejo que allí se proponía, fueron añadidos tres nombres, todos «grandes» pensaba lle\.IT:.-C5
como acostumbraba a decirse: el duque de Benavente, el conde de Trastámara sión de los ~----a!
y el maestre de Santiago". No se mencionaba a los procuradores de las ciu- ba conside
dades. Lo único que quedaba en pie del compromiso madrileño era acudir vertirse en can
a las Cortes, previstas para el día 1 de octubre, a fin de que ellas confirmasen cuando Enri
e hiciesen oficial el acuerdo, ya que el principio de soberanía que corresponde bre. Entone
al reino no podía ser conculcado. Una muestra de que las divisiones entre de acuerdo
los partidos no se habían desarmado la tenemos en el hecho de que cada Alfonso en s:... ~
uno de ellos, por su cuenta, comunicase a Burgos el resultado de la reunión. to de nuevo .:

También la carta de convocatoria a Cortes fue expedida separadamente. La como


llamada «concordia de Perales» no había conseguido otra cosa que dar lega- conde de 1J:as±:::¡
ción, sino ~.i.~";;::-

18 Teniendo en cuenta los fallecimientos producidos y las adiciones acordadas en


Perales, se iba a proponer a las Cortes una regencia de nueve miembros: los dos arzobispos, 19 De estos episo ..
los maestres de Calatrava y Santiago, el duque de Benavente, el marqués de Villena y los la,op. cit., págs. 181-18:!.. Coi! "O

condes de Niebla y de Trastámara. Un predominio tan completo de la primera nobleza rique buscara en el entené'::=no
tenía que provocar de nuevo el acercamiento de la segunda nobleza al tercer estado. trario, Pues si la presencia .c;e ~
NOBLEZA Y MONARQUÍA 109

- Perales se establecía lidad a los que desobedecían al Consejo de regencia. En nombre de éste, sin
~ ontrario a las leyes embargo, el arzobispo de Santiago seguiría despachando asuntos.
",u~..J.J·L<1ción
y mucho de
fL'-'C eesae luego una derro- 5. CONCORDIA DE PERALES.Don Pedro Tenorio aspiraba a jugar, en esta
- hacerlo. En el curso coyuntura, un papel de pacificador desde su instancia superior, sus-
r,-~~don Fadrique reve- trayéndose a las querellas internas y manejando su negativa frente a
~_e~ regencia personal, las dos posiciones extremas, regencia en Consejo amplio preconizada
~ ~ e era duque e hijo por Manrique y personalismo buscado por Benavente. Era un recur-
- madurara el infante so para defender la autoridad del niño rey, que estaba siendo seria-
sorprendente: que mente amenazada. Los asuntos se complicaron de una forma que se
hace dificil de explicar en todos sus detalles. Como una garantía,
dentro de la concordia, se había decidido que tres miembros del
Consejo de regencia,Juan Hurtado de Mendoza, Pedro López de Aya-
la y Diego López de Stúñiga, depositasen a sus hijos como rehenes
.::>- Y en conse- para seguridad de don Fadrique y de Tenorio, que habían insistido en
~~ las vacantes en el sentirse amenazados. Pero, en seguida, circuló el rumor de que el duque

- ~ todos «grandes» pensaba llevarlos a Gijón, como si estuviese dispuesto a tomar pose-
conde de Trastámara sión de los señoríos que fueran de su hermano Alfonso. Esta plaza esta-
crocuradores de las ciu- ba considerada como una de las más peligrosas, susceptible de con-
~drileño era acudir vertirse en cabeza de playa. Rumores y sospechas circulaban por Burgos
-~ ~_e ellas confirmasen cuando Enrique III hizo su entrada en la ciudad a fin~es de setiem-
, que corresponde bre. Entonces don Juan García Manrique tomó una decisión: puesto
divisiones entre de acuerdo con el maestre de Santiago, custodio del preso, restituyó a
~ . echo de que cada Alfonso en su libertad, le hizo jurar fidelidad al nuevo rey, y fue pues-
,--,,,,,,dode la reunión.
a. .•.•.• to de nuevo en posesión de sus antiguos señoríos salvo aquellos que,
eparadamente.La como Noreña, fueran dados a la mitra ovetense. La reina Leonor y el
o a que dar lega- conde de Trastámara protestaron, no por el hecho en sí de la restitu-
ción, sino porque no se les había dado parte en la maniobra'".

iciones acordadas en
1:=:= •..
""'TIlS: los dos arzobispos, 19 De estos episodios confusos sólo disponemos de las noticias que proporciona Aya-
és de Villena y los la,op. cit., págs. 181-182, de quien dependen todos los autores. Es muy probable que Man-
ae la primera nobleza rique buscara en el entendimiento con Alfonso un recurso para quebrantar el partido con-
ercer estado. trario. Pues si la presencia de Fadrique en la nueva regencia prevista en Perales se justificaba
110 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

Los últimos en llegar a Burgos fueron el duque de Benavente y el arzo-


Don Pedro Ter!
bispo de Toledo; ambos se hacían acompañar por tropas. Se encontraron
saliesen de la rege
ante hechos consumados que alteraban seriamente su programa. Tres veces
tres personas,Juan H•.,.~
se había dilatado el comienzo de las Cortes porque abundaba la desconfian-
que significaba poner -
za. En estas semanas, don Pedro Tenorio debió percatarse con toda probabi-
tender con esto o
lidad del error que había cometido: pretendiendo salvaguardar el «poderío
real absoluto» no había conseguido otra cosa que proyectar a primer plano a
los tres parientes del rey, esos a los que llamamos «epígono s»Trastámara. Se
ca. Don Pedro Tenori
hizo evidente, en el arzobispo, su deseo de despegarse un tanto de los com-
prácticamente desboníaéd
promisos para poder imponer la obediencia a las leyes y costumbres del rei-
Irrumpieron e
no. Los cálculos de don Juan García Manrique son más difíciles de adivinar:
doctrina, como si
al liberar al conde de Noreña creaba a don Fadrique un rival de grandes
decidir, mediante ,O¡zQllII
proporciones, ya que si se decidía completar la regencia con los parientes rea-
Leonor, que era la
les, don Alfonso no podía ser excluido. ¿Y cómo aceptar que un peligroso
dió que la disyun .
rebelde retenido en prisión hasta entonces pasara a gobernar el reino?
de las vistas de Peral
El cronista nos dice que, antes de que las Cortes iniciaran sus sesiones,
nobles, logrando la =~
en diciembre de 1391, la reina de Navarra, el duque de Benavente y el con-
Consiguió, en consecceri
de de Trastámara se reunieron en la iglesia de Santa Clara y se juramentaron
siones y que se plan:
para impedir cualquier modificación en la regencia acordada en Perales. Rei-
regencia, apoyándo
naba, entre las facciones en que había venido a dividirse la nobleza, una
vención de las Co
fuerte tensión. Al acentuarse ésta se permitía a los procuradores recobrar la
iniciativa y, con ella, fuerza decisiva. Algunas cosas habían cambiado: por ejem-
plo el arzobispo compostelano se mostraba defensor a ultranza de la regen-
cia prevista en el Testamento de Juan I, de la cual eran supervivientes él mis-
mo.Tenorio, el maestre de Calatrava, don Juan Hurtado de Mendoza y ----ill11bos
ausentes- el conde de Niebla y el marqués de Villena. Añadía que, si tenían
que producirse ampliaciones, no se podía olvidar a Alfonso Enríquez. N ega-
ba, en consecuencia, al acuerdo dePerales otro valor que el de la simple
propuesta entre otras. regencia vendría a parar a
qués había demostrado
21 Siendo excesivo
con el parentesco, mayores eran las razones de Noreña. Es posible que el arzobispo de
ban Tenorio y don Fadriqoe -
Santiago buscase tan sólo crear confusión anulando la concordia de Perales. A. Salvá, ap.
ruga; en el segundo iban
cit., págs. 49-62.
de Calatrava y el conde . -
NOBLEZA Y MONARQUÍA 111

ce Benavente y el arzo-
Don Pedro Tenorio hizo entonces, por segunda vez, la contraoferta: que
paso Se encontraron
saliesen de la regencia los eclesiásticos. De este modo quedaría reducida a
rograma. Tres veces
tres personas, Juan Hurtado, el marqués de Villena y el conde de Niebla, lo
daba la desconfían-
que significaba poner todo en manos del mayordomo mayor. No podía pre-
e:::~:rsecon toda probabi-
tender con esto otra cosa que sembrar confusión. Entrando en la vía de los
vaguardar el «poderío
arbitrajes y disputas, una comprobación era fácil: alta y baja nobleza se enfren-
recrar a primer plano a
taban con programas políticos que afectaban a la señoría mayor del monar-
_ zonos» Trastámara. Se
ca. Don Pedro Tenorio resbalaba poco a poco por la pendiente hasta quedar
tanto de los com-
prácticamente desbordado".
- - costumbres del rei-
Irrumpieron entonces los miembros del tercer estado, formulando una
~' - difíciles de adivinar:
doctrina, como si fuera jurídicamente indudable: a las Cortes correspondía
__e un rival de grandes
decidir, mediante votación secreta, la forma que debía adoptar la regencia.
on los parientes rea-
Leonor, que era la más inteligente, dentro de la primera nobleza, compren-
- • tar que un peligroso
dió que la disyuntiva se planteaba en los mismos términos existentes antes
- == oernar el reino? de las vistas de Perales: si la nobleza no lograba una reconciliación entre los
ciaran sus sesiones,
nobles, logrando la unidad del estamento, el tercer estado asumiría el poder.
= ce Benavente y el con-
Consiguió, en consecuencia, que el duque de Benavente hiciera conce-
y se juramentaron siones y que se plantease la cuestión en estos términos: propuesta de una
da en Perales. Rei-
regencia, apoyándola en el Testamento de Juan 1,de tal manera que la inter-
e la nobleza, una vención de las Cortes quedara reducida a su aceptación. Fue redactado
_';:}_ro<::ur-a,dores
recobrar la apresuradamente un nuevo convenio que todos parecían aceptar: el Conse-
íza cambiado: por ejem- jo de regencia estaría formado por ocho miembros, en turno semestral de dos
tranza de la regen- mitades, excluyéndose definitivamente a los dos ausentes, y tratando de alcan-
ervivientes él mis- zar un equilibrio'". Lo más notable era la introducción de un hombre nue-
endoza y --ambos
Añadía que, si tenían
20 El biógrafo oficial de Tenorio, Eugenio de Narbona, Vida de don Pedro Tenorio, arzo-
o Enríquez. Nega-
bispo de Toledo, Madrid, 1624, pág. 77, presenta la propuesta como demostración de los valo-
_ ~ que el de la simple res morales de su héroe. Tendía tan sólo al confusionismo. Si se retiraban los eclesiásticos, la
regencia vendría a parar a manos de Juan Hurtado de Mendoza, ya que el conde y el mar-
qués había demostrado su intención de no incorporarse a la Corte.
2\ Siendo excesivo el número propuesto se dividió en dos mitades: en la primera esta-
se que el arzobispo de
-, ban Tenorio y don Fadrique frente a Diego Hurtado de Mendoza y Diego López de Stú-
•.•.•"'--~ ce Perales. A. Salvá, op.
ñiga; en el segundo iban el arzobispo de Santiago y el conde de Noreña, frente al maestre
de Calatrava y el conde de Trastámara.
112 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

va, de rápida y segura carrera, Diego López de Stúñiga. Se mantenía la pre- gos, los procurado
sencia de los ciudadanos, tres en cada turno ". llerescos, habían poezao
Demasiado tarde, sin duda, para las rectificaciones en concordia. Los odios que Villena y Nieh
estaban ya muy arraigados. El duque de Benavente tenía ahora que saldar una sin modificar por el!'
cuenta personal muy seria con Manrique y sus amigos, a los que atribuía no de Castilla. Los o~
que hubieran desbaratado el matrimonio que preparaba con su prima Leo- en manos de esa o~=?
nor, condesa de Alburquerque, llamada la ricahembra23. Se buscó, para esta seño- tendía a estrechar
ra, un muy importante enlace con el infante Fernando. Era tanto como insi- La nueva rege--
nuar que, no tardando mucho, éste iba a asumir las funciones directivas consideró a sí misma -
sobre la alta nobleza. año antes. El Co
Alfonso de Noreña, tascaba el freno; no podía olvidar que era el primo- tancia de la decisió
génito de Enrique II, aunque no legítimo. En los días que precedieron al seña- preconizada por L
lado para la votación en las Cortes (finales de marzo o comienzos de abril intento de conciliaciéa
de 1392), un vasallo del rey, Díaz Sánchez de Rojas, que figuraba entre los
zarse una contra o
partidarios del conde Alfonso, murió asesinado cuando volvía de una parti-
se progresIvamente
da de caza: el hecho renovó la inquietud y causó gran escándalo, pues se dijo
rique, Stúñiga, veiaso
que los autores del crimen habían hallado refugio seguro en casa de don Fadri-
corresponde a todas ~
que. Como una reacción, los votos de los procuradores se inclinaron, prácti-
to que, al declarar
camente por unanimidad, en favor de mantener la regencia prevista en el Tes-
greso de la autori
tamento, sin variación alguna; se eliminaba a un tiempo a los dos rivales y se
sosoPero trabajaba.
aseguraba la legitimidad absoluta de la última voluntad del monarca.
de comprobar de irlT,-...::;¡¡
Con esto concluyeron las Cortes, confirmando el Ordenamiento de Pre-
ces que hemos de cü:::s::i
lados de las Cortes de Guadalajara. No hay que dejarse engañar. El voto en
recurriendo a lo
las Cortes no pasaba de ser una fórmula. La fuerza del tercer estamento
posible, hereditaria. __
podía ejercerse pero más en un sentido negativo que en el positivo. En Bur-

6. AÑos DEc::I5,í,'DS.
22 E. Mitre, op. cit., págs. 130-131. hilvanados "'~.
23 Don Pedro Tenorio había tratado este tema a principios de 1391 con gran habili-
ple un proc
dad; aunque suya era la iniciativa de impedir el matrimonio buscando el compromiso de
la Monarquía
Fernando, había transferido la decisión en la maniobra a los dos maestres y algunos caballe-
Burgos no .::.r
ros que figuraron en el Consejo de regencia. Ver la curiosa crónica inédita de Rodríguez de
Almella, Valerio de las Historias, BN mss. 1525, foL 178v. El matrimonio de Fernando no podía niones, deñí'7
realizarse hasta que el rey hubiera consumado el suyo, de acuerdo con las cláusulas del tra- diatamenre, ~_
tado de Bayona. sus casas y
NOBLEZA Y MONARQUÍA 113

...-c.........~<l.Se mantenía la pre- gos, los procuradores, profundamente imbuidos también de sentimientos caba-
llerescos, habían podido cerrar el paso a los parientes del rey --se suponía
concordia. Los odios que Villena y Niebla permanecerían lejos como sus intereses requerían- pero
-_:.-.
,:.-.,,'.-,ahora que saldar una sin modificar por ello la estructura decididamente aristocrática en el gobier-
'gas, a los que atribuía no de Castilla. Los oficios palatinos, verdaderos resortes de poder, se hallaban
Ir-"..~·.."hacon su prima Leo- en manos de esa oligarquía de linajes consolidada en tiempos de Juan 1, que
buscó, para esta seño- tendía a estrechar sus filas.
•.•..•.••...•
·•..u.Era tanto como insi- La nueva regencia, que asumía las funciones correspondientes al rey, se
- funciones directivas consideró a sí misma continuadora de la que se estableciera en Madrid un
año antes. El Consejo Real se ocupaba de los asuntos ordinarios. La impor-
idar que era el primo- tancia de la decisión burgalesa reside en que, al dispersar la unión nobiliaria
1--.-"'> oue precedieron al seña- preconizada por Leonor de Navarra, puso término definitivo a cualquier
o comienzos de abril intento de conciliación entre la alta y la baja nobleza: no tardarían en lan-
ue figuraba entre los zarse una contra otra. Algunos personajes cambiaron de bando.Adueñándo-
-.vo volvía de una partí-
~.•.:...
.••..•.•
se progresivamente del poder, los linajes de segunda fila -Mendoza, Man-
cándalo, pues se dijo
rique, Stúñiga, Velasco- colocaron como objetivo primordial aquel que
en casa de don Fadri-
corresponde a todas las oligarquías en trance de cierre: perpetuarse. Es cier-
!L.--U.~=- e inclinaron, prácti-
to que, al declarar la guerra a los «epigonos», dicha oligarquía favorecía el pro-
cia prevista en el Tes-
greso de la autoridad del rey, al que libraba de parientes demasiado peligro-
-~4 o a los dos rivales y se
sos. Pero trabajaba, ante todo, en su propio interés. Como tendremos ocasiones
1'--~,..4U del monarca.
de comprobar de inmediato, en los años siguientes, los linajes lograron avan-
ces que hemos de considerar decisivos en la consolidación de su patrimonio
e engañar. El voto en
recurriendo a los mayorazgos; procuraban la permanencia vitalicia y, a ser
el tercer estamento
posible, hereditaria, en los oficios que desempeñaban.
el positivo. En Bur-

6. AÑos DECISIVOS. Años decisivos, de 1392 a 1396. Con episodios des-


hilvanados en apariencia, sin gran derramamiento de sangre, se cum-
1391 con gran habili-
ple un proceso político de tal alcance que la estructura política de
do el compromiso de
la Monarquía española depende de él. Las Cortes de Madrid y de
estres y algunos caballe-
inédita de Rodríguez de
Burgos no habían hecho otra cosa que ganar tiempo, canalizar opi-
lI;:&:=DOlli· o de Fernando no podía. niones, definir los partidos y enfrentados. La lucha comenzó inme-
z:¡;:;¡a¡::.o con las cláusulas del tra- diatamente, cuando los procuradores hubieron vuelto satisfechos a
sus casas y la regencia aprobada en Cortes comenzó a funcionar.
114 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

partidos, algo distinn


Pocas dudas podían abrigarse acerca de los sentimientos y de la
de Villena y Niebla
actitud de los parientes directos del rey, eliminados tan bruscamen-
delegar el voto en
te del gobierno. Dominaba, en 1392, la discordia. De las cenizas pro-
del conde de Noref
ducidas por la hoguera de esta discordia, saldrá el nuevo tipo de poder,
do a reconstruir s
ejercido en nombre de un rey niño al que la edad y las circunstan-
rada a sus tierras
cias que le rodeaban impedían asumirlo personalmente.
Villena y el conde
tación para que acudiesen
Conviene conocer el curso de los acontecimientos. Muchas cuestiones,
torios de los regeme:s -'
nimias en apariencia, contribuyeron a forzar la marcha. El investigador
Tenorio dispusiese r'=
actual tiene la sensación de hallarse, no ante un proceso necesario sino ante
al duque de Bena
un fluir de vida, llena de calor. Las cosas fueron así, pero pudieron haber sido
como compensación-- - ..
de otra manera. En Francia el poder de los grandes se impuso. Distinta fue
signos de debilida
la situación en Castilla si bien los linajes comenzaban a sentir apetitos de gran- disponer de dinero
deza. Lo único que parecía indiscutible era la Monarquía en cuanto forma Don Pedro Teu~_
de organización en la comunidad política; el resultado de las Cortes de Bur- eran Juan Hurtado ce _
gas era una buena prueba. La solución dada en el pleito acerca de la regen- Ayala y Ruy López
cia fue una afirmación de la vigencia del «poderío real absoluto» en la for- secundario de la fronr
ma en que uno de los doctores del Consejo, Alvar Martínez de Villarreal, suya, aunque oriem
figura descollante en el reinado de Enrique 111,se expresó con toda clari- inició un nuevo p~
dad: la voluntad del rey, a través de su Testamento, es ley fundamental. De tanda siempre con
modo que la meta de los partidos no podía ser otra que apoderarse de dicha vían a instalarse en
voluntad para administrada. tante gestión: viajó
En la práctica cumplir el Testamento de Juan ¡24 resultaba extraordina- era tiempo de engolízrse
riamente dificil; el propio rey, en sus últimos años, considerándolo sin duda porvenir de la alta n0'3~

como fuera de uso, había tomado decisiones que le contradecían. Sentados sin embargo, lo que se -
juntos en un Consejo de regencia, Tenorio y Manrique no podían silenciar aun había un terrible
sus respectivos resentimientos y rivalidades: eran polos para que se formasen Cruz. Apenas el conde j
migas, Pedro Ponce .::.::~

24 El texto del testamento en una copia del P Burriel hecha en Toledo se encuentra
apoderaron de ella..POI'
en BN mss. 6932, págs. 267-313. En él se había previsto que, cada medio año, se incorpo-
rasen al Consejo de regencia seis procuradores ciudadanos. Se llamó en la primera etapa a
25 Dávalos,veni
Burgos, León,Toledo, Sevilla, Córdoba y Murcia. Ante las dificultades que ofrecían algunas
nas brindaban oporumidzfes
mandas del rey se acordó no 'cumplir ninguna difiriendo para el futuro este cumplimiento.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 115

partidos, algo distintos de los del año anterior. Tenorio reclamó la presencia
__ e timientos y de la
de Villena y Niebla o, cuando menos, que se admitiese que éstos pudieran
c~.d'os tan bruscamen-
delegar el voto. en su persona. Mucho más peligrosas resultaban las actitudes
- De las cenizas pro-
del conde de Noreña, que estaba levantando tropas en Asturias y procedien-
••....•
'-'"....
u.,¿evotipo de poder,
do a reconstruir sus dominios, y del duque de Benavente que se había reti-
y las circunstan-
rado a sus tierras dando evidentes muestras de cólera. Cuando el marqués de
_ nzlmente.
Villena y el conde de Niebla respondieron negativamente a una nueva exhor-
tación para que acudiesen, la situación se hizo tensa. Los esfuerzos concilia-
___luchas cuestiones,
torios de los regentes -aceptaron que de las rentas de la corona don Pedro
l..o-: ••.•.•..
ll.d. El investigador
Tenorio dispusiese de tanto dinero como todos los otros juntos y asignaron
necesario sino ante
al duque de Benavente y al conde de Noreña sendos millones de maravedís
dieron haber sido
como compensación- no podían ser interpretados de otro modo que como
~ impuso. Distinta fue
signos de debilidad. Para la primera nobleza la cuestión no estaba tanto en
zir apetitos de gran- disponer de dinero como en el ejercicio del poder.
C2:::r-.i'ía en cuanto forma Don Pedro Tenorio señalaba la existenda de un partido, cuyas figuras
... -~ las Cortes de Bur-
eran Juan Hurtado de Mendoza, Diego López de Stúñiga, Pedro López de
erca de la regen- Ayala y Ruy López Dávalos, un hombre nuevo, salido de familia de linaje
oluto» en la for- secundario de la frontera": Les atribuía ambición política, no menor que la
rrínez de Villarreal, suya, aunque orientada a mediatizar el papel y poderes del monarca. Por eso
esó con toda clari-
.::3._ .•..
inició un nuevo proyecto de acercamiento a los «epígonos» Trastámara, con-
~""Y fundamental. De tando siempre con los buenos oficios de Leonor.Trastámara y Benavente vol-
oderarse de dicha vían a instalarse en la cúspide. Enjunio de 1392 don Fadrique hizo una impor-
tante gestión: viajó a Sevilla para convencer al conde de Niebla de que no
taba extraordina- era tiempo de engolfarse en los problemas locales, pues estaba en juego el
_'".....:3.:.uJerándolo
sin duda porvenir de la alta nobleza y, en definitiva, de la propia Monarquía. Sucedió,
·~·~'""decían. Sentados sin embargo, lo que se temia, en aquella Sevilla alterada por tantos tumultos;
\__~ !la podían silenciar aun había un terrible rastro de sangre judía en las calles del barrio de Santa.
P ra que se formasen Cruz.Apenas el conde Juan Alfonso de Guzmán salió de la ciudad, sus ene-
migos, Pedro Ponce de León y Alvar Pérez de Guzmán, dieron el susto y se
Toledo se encuentra apoderaron de ella. Por este mismo tiempo Juan Hurtado de Mendoza y Die-
o año, se incorpo-
• en la primera etapa a
2S Dávalos, venido de la frontera de Jaén, es la demostración de cómo las querellas inter-
ILI-_~ que ofrecían algunas
nas brindaban oportunidades de ascenso y, también, el riesgo de dramáticas caídas.
= .__ v este cumplimiento.
116 LUIS suxnez FERNÁNDEZ

-,
go López de Stúñiga, se apoderaban, respectivamente, de los formidables
nes que se le exigieron =-~
castillos de Peñafiel y de Segovia'" usando de métodos semejantes.
tó luego la oferta de L
Una profunda amargura, que quedará reflejada años más tarde en su
hasta Benavente a fin .-'" -
testamento, se apoderaba del ánimo de don Pedro Tenorio. Los programas
desdeñoso: exigía pere=
políticos pasaban a segundo plano, ante las ambiciones personales. La de don
raba contrario a sus inre
Fadrique comenzaba a manifestarse: quería ser reconocido como cabeza de
la primera nobleza, aspirando a un poder personal. Prescindió de la red de
7. EL GOLPE DE
alianzas que preconizaba el arzobispo, porque no estaba dispuesto a com-
que había to
partir con hermanos o primos aquello que le pertenecía por derecho.
poder. Ningur;o
Esgrimía ahora tres argumentos, una fuerza militar de 300 lanzas y nume-
.aventura, El n~-:-I
rosos peones acantonada en su señorío": una propaganda que le permitía
guerra civil.
denunciar a los miembros del Consejo como si se estuviesen beneficiando
Villairán, alcai
personalmente; y un grupo de jóvenes nobles, entre los que destacaban
su catedral, o::'
Sancho Fernández de Tovar, Alvar Pérez Osorio y Juan Alfonso de la Cer-
fueron llegando ~
da, que estaban dispuestos a reconocerle como jefe. Se trataba de un impul-
que habían
so generacional. Don Pedro Tenorio seguía asistiendo a las sesiones del Con-
se de lo que :.~~=.....::.c
sejo de regencia.
ciudadanos
Toda la comarca fronteriza con Portugal estaba ahora inquieta y en
armas. Aprovechando la coyuntura de necesarias negociaciones para pro-
rrogar o renovar las treguas de Moncáo, don Fadrique estableció contacto
del Duero, jus
con el enemigo; parecía dispuesto a casarse con alguna dama de la Casa de
guarnecía el • .o. .'1
Avis, aunque fuera bastarda, si la acompañaba una dote de sesenta mil doblas.
pero todo que:
Siendo las relaciones entre ambos reinos extremadamente malas -se sos-
sazón obispo .....•
""
tenían algunas guarniciones castellanas en el vecino reino- aquellos tra-
tos merecían el nombre de traición. Para los embajadores llegados a Sabu-
ga1a fin de concertar una prórroga de las treguas vigentes, fue amarga sorpresa
comprobar que sus interlocutores contaban con el apoyo de un rebelde que
dominaba con sus tropas un tramo vital y extenso de aquella frontera. De
modo que el Consejo de regencia tuvo que aceptar las onerosas condicio-

Miranda y Sabugal; entrega ~


26 En el caso de Peñafiel se aprovechó la muerte de su alcaide; pero el de Segovia, Alfon-
da a la reina Beatriz ni a los
so López de Tejada, fue sencillamente destituido. 29 C. Fernández Duro. _

27 Cifras no seguras, en Barrantes, Casa de Niebla, pág. 512. 30 Albalá de 2 octubre ~


NOBLEZA Y MONARQUÍA 117

e los formidables
nes que se le exigieron para poder firmar una tregua de doce años28.Acep-
- _ semejantes.
tó luego la oferta de Leonor y de Tenorio, que estaban dispuestos a viajar
- - - os más tarde en su
hasta Benavente a fin de negociar un acuerdo. Pero el duque se mostró
~ orio. Los programas
desdeñoso: exigía perentoriamente la disolución del Consejo, al que decla-
_ rsonales. La de don
raba contrario a sus intereses.
~ o como cabeza de
_ _ _ . dió de la red de
7. EL GOLPEDE DON FADRIQUE.Desde el otoño de 1392 don Fadri-
__ . a dispuesto a com-
que había tomado su decisión: un golpe militar debía entregarle el
-~ ecía por derecho.
poder. Ninguno de los grandes se mostró dispuesto a seguirle en la
lanzas y nume-
aventura. El proyecto, en tres fases, condujo a un fracaso y no a la
da que le permitía
guerra civil, como en un comienzo se esperara. Nuño Núñez de
.esen beneficiando
Villairán, alcaide del castillo de Zamora y de la torre fortificada de
___ os que destacaban
su catedral, ofreció al duque la entrega de la ciudad. A escondidas,
~ Alfonso de la Cer-
fueron llegando soldados a la fortaleza. Los miembros del regimiento,
raba de un impul-
que habían prestado sumisión al Consejo, no tardaron en percatar-
esiones del Con-
se de lo que sucedía y, tocando a rebato las campanas, llamaron a los
ciudadanos para que acudieran con armas. Advertido, el maestre de
Calatrava, Gonzalo Núñez de Guzmán, acudió con cuatrocientas
~~~U"'-U1,C1ones
para pro-
lanzas -caballeros de su Orden- alzando sus tiendas junto al vado
_~ estableció contacto
del Duero, justamente enfrente de aquel lienzo de la muralla que
- dama de la Casa de
guarnecía el castillo. Se intercambiaron las acostumbradas amenazas
-= ze sesenta mil doblas.
pero todo quedó en grandilocuencia. Vino don Juan Serrano, a la
•....•.
.....:.;="li\.e
malas -se sos-
sazón obispo de Segovia, y conseguió que los dos bandos conclu-
o- aquellos tra-
yeran un acuerdo, dejando, sin embargo, las espadas en alt029. Don
_ - ~ llegados a Sabu-
Fadrique hubo de renunciar a este primer proyecto, defraudando
-.",.
f e amarga sorpresa
esperanzas portuguesas, y los regentes premiaron al municipio de
':. de un rebelde que
Zamora eximiéndola del pago de moneda forera".
uella frontera. De

28 Las condiciones, en principio aceptadas, eran: evacuación de las guarniciones de


Miranda y Sabugal; entrega de los prisioneros sin rescate y compromiso de no prestar ayu-
~~O-:C: .~=» el de Segovia, Alfon-
da a la reina Beatriz ni a los infantes don Juan y don Dionis.
29 C. Fernández Duro, Memorias hist6ricas de la ciudad de Zamora, Ir, Madrid, 1882, pág. 7.
30 Albalá de 2 octubre de 1392.A. M. Zamora, tumbo !-., fol. 81v.
118 LUIS susasz FERNÁNDEZ

\1

Comenzaba con una mala noticia la segunda fase de las operaciones con-
cerca de Toro, y Sane
tra el rebelde: Portugal rechazaba las ofertas de tregua proponiendo una sus-
sobre la marcha, decid
pensión de sólo dos meses, tiempo estricto para el traslado de tropas. Con-
cuenta además de lo (C~=
fiaba, pues, en una ruptura de la paz interna. En efecto, en noviembre de 1392
don Fadrique necesizaz
don Fadrique, haciendo mucho ruido de armas, avanzó desde Benavente has-
tidos, pudieran tomar
ta Pedrosa, desplegando a los suyos por la llanura. El arzobispo de Santiago,
febrero de 1393 dio '
moviendo también a los suyos, fue a poner al rey en Medina del Campo, acor-
ces la niebla, angusti
tando las líneas. A esta última ciudad llegaron rumores que aumentaban la
anduvieron perdido
alarma pues se atribuía al duque una fuerza de 1.500 lanzas": sin duda se tra-
vista de Toro, muy 1 _
taba de un rumor exagerado ya que a lo que sabemos, contaba con seiscien- te, alertado Gonzalo ~- - -
tas, a las que había que sumar dos mil peones. Don Fadrique pensaba que eran
ITopas en la ciudad,
fuerza suficiente para conquistar Zamora. Uno de sus capitanes había con-
El arzobispo de >'~-,~
seguido posesionarse de Mayorga de Campos. Concluía el otoño y se ini-
dado orden de marcha ,_
ciaba el invierno de 1393; tiempo poco adecuado para operaciones milita-
días la jornada, de m
res en tierra zamorana. Nuevamente viajó don Pedro Tenorio al campamento
aclamar a Enrique nr" c_
del rebelde, no para unirse a él sino para intentar una negociación. Seguía
emanas, las que antececz
insistiendo en que los dos arzobispos se retirasen del Consejo para hacerlo
se había resuelto en
aceptable. Don Fadrique le recibió en su tienda, rodeado de capitanes, como
intereses de la segun
si estuviera celebrando un consejo de guerra. El primado resultó compro-
a Mayorga, en donde
metido; daba la impresión, con estas negociaciones, de estar sirviendo la Núñez de Villairán a
causa de don Fadrique que, secretamente, mantenía sus contactos con el alcai- Ledesma la entrega r1~ -

de de Zamora.
abandonaba su asie
Transcurrieron algunas semanas en medio de fuerte tensión. Un día de
su diócesis. Se dictó e
enero de 1393 Nuño Núñez de Villairán comunicó al duque que estaba ya as salían de Medina Ce_
en condiciones de dar entrada en Zamora a sus soldados, secretamente, emplean-
que él y sus aliados, Diez
do los postigos del castillo. Reunió don Fadrique a sus capitanes para expli- eo, hubieron entrega
carles el plan: una marcha nocturna apresurada podía garantizar la sorpresa. primado formuló el p""~,,.;:::.I
Algunos de los presentes se asustaron: tomar una ciudad a traición, caso ale- manca, por el delito e
ve, superaba los límites que se habían establecido en la actitud de protesta. sión la suya propia.
Alvar Pérez Osorio, señor de Villalobos, que estaba en Morales del Vino, La nobleza pare'
antes, de un enfrentarmead
31 La noticia en Ayala, pág. 201, seguramente abulta la cifra. Ello no obstante esta Cró-
nica, que llega a sus últimos capítulos, es preciosa fuente de información.
32 F Suárez Bilbao,
NOBLEZA Y MONARQUÍA 119

~ ce las operaciones con-


cerca de Toro, y Sancho Fernández de Tovar, señor de Cevico, que se le unió
_ roponiendo una sus-
sobre la marcha, decidieron pasarse al enemigo, con armas y bagaje, dando
aslado de tropas. Con-
cuenta además de lo que sabían. Estas dos deserciones precipitaron la acción:
~ noviembre de 1392
don Fadrique necesitaba alcanzar Zamora antes de que los regentes, adver-
--' desde Benavente has-
tidos, pudieran tomar las medidas oportunas. Mediada la tarde de un día de
.::....
arzobispo de Santiago,
febrero de 1393 dio la señal de marcha. Sobre el Duero y su valle cayó enton-
__ edina del Campo, acor-
ces la niebla, angustiosa y helada. Durante toda la noche los soldados del duque
__ ~- que aumentaban la
anduvieron perdidos en la oscuridad lechosa; la mañana les sorprendió a la
- '.2.:lZ.aS31; sin duda se tra-
vista de Toro, muy lejos, por consiguiente, del objetivo fijado. Mientras tan-
rontaba con seiscien-
to, alertado Gonzalo Núñez por los avisos de Osorio, estaba metiendo sus
~ ue pensaba que eran
tropas en la ciudad, por la puerta que mira hacia el río.
capitanes había con-
El arzobispo de Santiago, contando siempre con la presencia del rey, había
- - ' el otoño y se ini-
dado orden de marcha en Medina, el 18 de febrero, para hacer en cuatro
_~ operaciones milita-
días la jornada, de modo que en la mañana del 22 pudieron los zamoranos
- orio al campamento
aclamar a Enrique 1II32 cuando éste paseaba sus calles. De este modo, en dos
---=. egociación. Seguía
.:.=.. Consejo para hacerlo
.
semanas , las que antecedieran ;U 18 de febrero de 1393, la situación política
se h~bía resuelto en favor del Consejo de regencia que era intérprete de los
,IL;::::;v...'u de capitanes, como
intereses de la segunda nobleza. El duque de Benavente condujo sus tropas
~~ado resultó compro- a Mayorga, en donde fue acogido por Alfonso de la Cerda, mientras Nuño
e estar sirviendo la N úñez de Villairán aceptaba un trato que le indemnizaba con el castillo de
contactos con el alcai- Ledesma la entrega de todas las fortalezas de Zamora. Tenorio anunció que

-=-~ tensión. Un día de


abandonaba su asiento en el Consejo para dedicarse a la administración
su diócesis. Se dictó contra él orden de prisión el mismo día en que las tro-
de

_ .uque que estaba ya


pas salían de Medina del Campo, pero se le restituyó en libertad después de
OO~Sé:cIl~mente,emplean- que él y sus aliados, Diego Hurtado de Mendoza y Juan· Fernández de Velas-
capitanes para expli- co, hubieron entregado los correspondientes rehenes. Camino de Toledo, el
_-_ garantizar la sorpresa. primado formuló el entredicho sobre las diócesis de Zamora, Palencia y Sala-
- _..::a traición, caso ale-
manca, por el delito cometido al detener a persona eclesiástica, en esta oca-
actitud de protesta. sión la suya propia.
- p Morales del Vino, La nobleza parecía radicalmente dividida: ya no se trataba, como diez años
antes, de un enfrentamiento entre el primero y el segundo nivel; los linajes
•••••• J..~~no obstante esta Cró-
:::::::5=laci·ón.
32 F Suárez Bilbao, op. cit., págs. 77-78.
120 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

de ambos estaban divididos. Por un instante, don Juan García Manrique, pues- rv ENRIQUE
to al frente del Consejo, pudo creerse dueño completo del poder. Había lle-
gado el momento de reforzar el poderío real. Trató de conseguir este obje-
tivo por dos vías, el refuerzo de la política exterior y la sumisión de don
Fadrique como antes se consiguiera la de Tenorio. El duque de Benavente
aceptó la propuesta reintegrándose a la Corte, sin formar parte de la regen-
33
cia . Una victoria de Fajardo sobre MuhammadVII permitió confirmar las
treguas con Granada. Cediendo ante las exigencias portuguesas también se
logró la suspensión de hostilidades por quince años en esta frontera". El pun- 1.
to de partida sería el 15 de mayo de 1393. No cumplirían ni siquiera tres
años en su duración.

SIrve para eo _
Luna, ahora

cés que a,"ig:::.o~

Se acercaba el mo~
33 Para negociar este sometirrúento, el arzobispo de Santiago fue personalmente a Tor- pudiera ser declara
dehumos, bajo seguro de un joven sobrino de Enrique 1I,Alfonso Enríquez, que entraba antes de la fecha prevista, '::U

entonces en la política. A don Fadrique se prometían rentas muy abundantes y una indem- Burgos, decidió su n"",~
nización de 60.000 doblas de oro en el momento de su matrimonio.
34 Las treguas fueron concertadas en Lisboa los días 15 y 16 de mayo con el cere-
monial acostumbrado. Se aceptaban todas las condiciones exigidas. AGS. Patronato Real, 1 E. Narbona, His.
lego47, fols. 29, 30, 31, 32. págs. 210-211.
~ García Manrique, pues- IV. ENRIQUE 111:LA CONSOLIDACIÓN DE LOS LINAJES
__eco del poder. Había lle-
- ce conseguir este obje-
r - la sumisión de don
.•..... uque de Benavente
:- ::mar parte de la regen-
ermitió confirmar las
_ rtuguesas también se
er; esta frontera ". El pun-
1. MAYORÍA DE EDAD.Los sucesos acaecidos en Castilla en la segunda
plirían ni siquiera tres
mitad del año 1393 son oscuros. El tramo final de la Crónica de Aya-
la resulta demasiado esquemático y la documentación conservada
sirve para completar las noticias, no para sustituidas. Don Pedro de
Luna, ahora en Francia, y criticado por la Curia de Avignon, había per-
dido parte de su contacto con la Iglesia española. Un nuevo legado,
el obispo de Albi trataba de atraerse a don Pedro Tenorio: traía con-
sigo un breve (29 de mayo de 1393) que permitía levantar entredi-
chos; pero antes de hacerlo se organizó una ceremonia expiatoria en
la iglesia de Santa Catalina de Burgos en la que Enrique III, puesto
de rodillas, pidió humildemente perdón por el delito cometido al apre-
hender al primado'. Pedro Fernández de Frías, obispo de Osma, figu-
raba entre los presentes. Se trataba de formar un partido eclesiástico
que, en los años siguientes, cuando don Pedro de Luna fuese elevado
a la Sede de Pedro como Benedicto XIII, se mostraría más profran-
cés que avignonense. La fecha del 4 de julio es importante.

Se acercaba el momento en que Enrique III, cumpliendo catorce años,


~~'O fue personalmente a Tor- pudiera ser declarado mayor de edad. El 2 de agosto, exactamente dos meses
Enríquez, que entraba antes de la fecha prevista, el Consejo de regencia, reunido en Las Huelgas de
~.""""n..- abundantes y una indern- Burgos, decidió su propia disolución reconociendo capacidad para reinar en
=~tOni,o.
6 de mayo con el cere-
!:D:gmas. AGS. Patronato Real, 1 E. Narbona, Historia de don Pedro Tenorio, Toledo, 1624, págs. 159-164. Ayala, op. cit.,
págs. 210-211.
122 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

aquel muchacho de salud frágil2. El arzobispo de Santiago se encargó de su personal consolidacióe,


pronunciar una especie de homilía que era de autoalabanza de su propia aclarar este punto. La =~
gestión. Acto formal, simple cambio de nombre porque el de regencia seguía ñada de un restablecimierz
siendo Consejo y las mismas personas continuaban asumiendo funciones en cualquier caso la minoriz
nombre de un rey demasiado joven. Hubo, probablemente, un motivo eco- de un equipo de gobi~ ,
nómico ya que la declaración de mayoría vino acompañada de la percep- desde el reinado anter
ción de un subsidio no votado por las Cortes. Sobre todo hubo razones a un relevo de padres ~--
políticas: la firma del rey cobraba valor por sí misma sin necesidad de inter- La crisis que venía paCe::i~
mediarios. sejo a comparecer an;
La hábil e infatigable actividad de don Juan García Manrique había desem- Podía hacerlo sin la m~4-'=1
bocado en esta importante situación: los grandes habían sido expulsados del garquías municipales se
escenario político, viéndose obligados a recluirse en sus señoríos, y se veían taban de momento r1~
sustituidos por una pujante nobleza de segundo rango, carente de títulos pero
dueños de los oficios cortesanos que permitían el ejercicio del poder, y
2. EL PLAN DE ~u-I
agrupada en linajes muy estrechamente relacionados entre sí por vínculos embargo las Coz
de parentesco. Sin embargo esta segunda nobleza aparecía 'profundamente
que era neces
dividida: colaboraban en el Consejo los Manrique, Stúñiga y Dávalos, prin-
Vizcaya, evi
cipales beneficiarios de la nueva situación, además de los Ayala, Ponce de
ciones '. D
León, Fajardo y Mendoza de Andalucía; se mostraban disidentes hasta el extre-
mo de buscar alguna forma de alianza con Tenorio, tres linajes llamados a un
gran porvenir: Velase o, Guzmán y Mendoza de Guadalajara. Esta división
parecía, hasta cierto punto, absurda ya que los intereses de clase hubieran debi-
do pesar más que las rivalidades que les separaban. Aun poseyendo la misma
mentalidad, nunca conseguiría la nobleza «nueva» formar un solo bloque.
Intereses de partido se mezclaban también.
El pacto concluido en Tordehumos entre el arzobispo de Compostela y
el duque de Benavente produjo seguramente desconcierto: parecía como si
don Juan García Manrique, en lugar de pronunciarse en favor del fortaleci-
miento del poder real, como públicamente proclamaba, estuviese buscando

2 La decisión no sería comunicada a las ciudades hasta el 15 de septiembre mediante


carta conservada en Simancas que he publicado en Problemas políticos de la minoridad de Enri- la nobleza rural de los pari=::s
queIII, págs. 228-231.
Media, 1, San Sebastián, !%S.~
NOBLEZA Y MONARQUÍA 123

anriago se encargó de
su personal consolidación. Nueva documentación debe ser buscada a fin de
-- alabanza de su propia
aclarar este punto. La declaración de mayoría de edad parecía venir acompa-
- - _ e el de regencia seguía
ñada de un restablecimiento de don Pedro Tenorio en su papel político. En
asumiendo funciones en
cualquier caso la minoridad de Enrique III se cerraba con la consolidación
¡C::;J¡'l¡;~,ente,un motivo eco-
de un equipo de gobierno que era continuación del que venía funcionando
__empañada de la percep-
desde el reinado anterior debiendo anotarse que, en muchos casos, asistimos
re todo hubo razones
a un relevo de padres por hijos que indicaba una especie de turno dinástico.
sin necesidad de inter-
La crisis que venía padeciendo Castilla desde hacía diez años, obligaba al Con-
sejo a comparecer ante las Cortes a fin de que éstas ratificasen su actuación.
"'-=--'- 1anrique había desem- Podía hacerlo sin la menor zozobra puesto que, como hemos visto, las oli-
- ían sido expulsados del
garquías municipales se habían mostrado favorables a la regencia; no se detec-
- rus señoríos, y se veían
taban de momento divergencias con la nobleza de linaje.
- ,carente de títulos pero
~ e: ejercicio del poder, y
2. EL PLANDE LILLO.El reinado comenzaba, pues, el 2 de agosto. Sin
I-=~-.AJ"- entre sí por vínculos
embargo las Cortes, que era imprescindible reunir, se retrasaron por-
arecía profundamente
que era necesario llevar a cabo la toma de posesión del señorío de
zúñiga y Dávalos, prin-
Vizcaya, evitando de este modo que se desbordasen algunas ambi-
e los Ayala, Ponce de
cienes". Desde el 24 de febrero un corregidor, Gonzalo Moro, con
.. dentes hasta el extre-
poderes del Consejo, estaba tratando de organizar una Hermandad
tres linajes llamados a un
que garantizase la unidad interna del señorío. Enrique III viajó a Bil-
dalajara. Esta división
bao en setiembre de 1393, confirmó fueros y presidió una junta al
e clase hubieran debi-
pie del árbol de Guernica: rechazó en cambio la demanda que le pre-
poseyendo la misma
sentaron que parecía afirmar que ninguna disposición del monarca
- rmar un solo bloque.
hubiera de cumplirse mientras no se produjese la efectiva toma de
posesión. La importancia de Vizcaya crecía a causa de la instalación
ispo de Compostela y
enAsturias del señor de Noreña.Aunque no se hubiera hecho decla-
F~~U'~.H_~·,erto:
parecía como si
ración alguna en tal sentido podía tenerse la sensación de que el Prin-
""en favor del fortaleci-
cipado había dejado de existir o era, apenas, un nombre.
Jij!;l::1.a.b:a." estuviese buscando

3 Las divisiones entre bandos hacían difícil e! gobierno de! señorío, en donde se apre-
- de septiembre mediante
ciaba una discordia entre las villas, especialmente marítimas, y la tierra llana, dominada por
•••.•'" _~,C",rn5 de la minoridad de Enri-
la nobleza rural de los parientes mayores. Ver J. Ánge! García de Cortázar, Bizcaia en la Edad
Media, 1, San Sebastián, 1985, págs. 223-227.
124 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

"
Comenzaba el retroceso de las Cortes como consecuencia del fortaleci- antes de que los p~
miento del poder real. Pudieron reunirse en Madrid a mediados de diciem- empujado por algun
bre de 1393; pero los procuradores iban a encontrarse ante dos hechos con- Toledo; se trataba <le
sumados: esa declaración anticipada de la mayoría de edad y el cobro de dos do de Mendoza y F,--,.;
monedas por decisión del Consejo; en estos dos casos se conculcaba uno de Habida cuenta de la ~
los derechos inherentes a aquellas Asambleas. No hubo, sin embargo, protes- venía a ser clara demoscza
tas; los procuradores se conformaron con las explicaciones que se les dieron te, al menos, de su ir';;",:
y con el juramento prestado por el rey de que, en adelante, nada se cobraría vente, consecuencia '=.::

sin voto previo". Los subsidios acostumbrados -alcabalas, veinte maravedís y en absoluto.
cuatro monedas- se votaron sin dificultad. Aunque las Cortes designaron una El reinado persocaí -
comisión de vigilancia del cobro y el gasto -de cuyo funcionamiento no de alcanzaban las ¡¡...;~
..•

tenemos noticia-y reclamaron el compromiso de prohibir las ligas de nobles'', proceso político que?O-
el retroceso era absolutamente claro". También lo era una parcial recupera- tad entre los linajes r". .
ción de fuerzas por parte de los parientes de la dinastía. Las Cortes otorgaron baba y el término
compensaciones económicas a don Fadrique y al conde de Noreña y se le a un segundo plano.. "'::-

mostraron condescendientes con otros miembros de aquel mismo rango. del gobierno aparece:: -
Las Cortes de Madrid, que fueron de muy escasa duración, se desarro- había consolidado; el
llaron en clima de aparente paz. Leonor de Navarra, el conde de Trastámara, ticia mayor Diego López

Alfonso Enríquez y los otros nobles disidentes recuperaban recursos econó- que estaba demostrar; .....•..

micos y el cardenal obispo de Albi absolvió a todos de aquellos juramentos López de Ayala, viejo .~

que hubieran prestado durante la minoridad. Dentro del mes de diciembre, cillería. Pero ahora s__
de bandos diferentes, lJ:==
co, Lorenzo Suárez de =-
4 Único gesto de protesta fue el de Murcia: invirtió el montante del servicio en una
Herrera, el mariscal, y
vajilla de plata; se trataba de un regalo, no de una imposición.
fusos, Alfonso Enrí
5 Tenemos noticia únicamente de dos sesiones de Cortes, del 13 Y 15 de diciembre
donde se dio respuesta a los cuadernos presentados. Cortes, I1,págs. 524-532. vidad en los pacto
6 «Aunque el rey tenía en apoyo de su resolución precedentes de gobiernos anterio- con Juana de Men
res, que habían reconocido como suficiente la edad de 14 años para que el soberano toma- El refuerzo de _~
ra sobre sí el poder, por la decisión de las Cortes de 1391, como también por las prescrip- programa de Enrique
ciones de las Siete Partidas, Enrique se había obligado a esperar a los 16 años para ser liberado
entrega de las funcioc ..
de la tutela. El quebrantamiento de tales preceptos y decisiones puede considerarse como
un signo precursor de que el poder real comenzaba a emanciparse de sus limitaciones».
W Piskorski, Las Cortes de Castilla en el período de tránsito de la Edad Media a la Moderna, 7 Ver Fernando R=o =
1188-1520, Barcelona, 1930, pág. 123. na. RABM, IX, 1903, .
NOBLEZA Y MONARQUÍA 125

:: nsecuencia del fortaleci- antes de que los procuradores hubieran regresado a sus casas, Enrique III,
mediados de diciem- empujado por algunos consejeros desfavorables a Manrique, hizo un viaje a
••.ante dos hechos con- Toledo; se trataba de demostrar a don Pedro Tenorio y a sus aliados, Hurta-
-.,. edad Y el cobro de dos do de Mendoza y Fernández de Velasco, que seguían gozando del favor real.
se conculcaba uno de Habida cuenta de la enemistad declarada entre los dos arzobispos, este gesto
_ in embargo, protes- venia a ser clara demostración de que el Compostelano había perdido par-
- ones que se les dieron te, al menos, de su influjo. Aquella especie de alianza con el duque de Bena-
te, nada se cobraría vente, consecuencia de las conversaciones de Tordehumos, no le favorecía,
tz.::a;:}2..l;lS, veinte maravedís y en absoluto.
-'Cortes designaron una El reinado personal de Enrique III -imposible nos es conocer hasta don-
_:o funcionamiento no de alcanzaban las decisiones de un muchacho tan joven- se inicia con un
ir las ligas de nobles", proceso político que podemos definir como refuerzo de los vínculos de amis-
-- una parcial recupera- tad entre los linajes de la nobleza «nueva». Donjuan García Manrique estor-
,.....~."-Las Cortes otorgaron baba y el término de la regencia podía ser la buena oportunidad de retirar-
onde de N oreña y se le a un segundo plano, agradeciendo sin duda los servicios prestados. Al frente
- aquel mismo rango. del gobierno aparecen ahora los tres personajes, ya conocidos, cuyo poder se
uración, se desarro- había consolidado; el mayordomo mayor Juan Hurtado de Mendoza, el jus-
onde de Trastámara, ticia mayor Diego López de Stúñiga, y el condestable Ruy López Dávalos
ban recursos econó- que estaba demostrando buen talante militar'. Detrás de ellos estaba Pedro
aquellos juramentos López de Ayala, viejo diplomático, al que no iban a tardar en confiar la can-
'el mes de diciembre, cillería. Pero ahora se sentaban también en el Consejo otros que procedían
de bandos diferentes. Diego Hurtado de Mendoza,Juan Fernández de Velas-
co, Lorenzo Suárez de Figueroa, maestre de Santiago. García González de
Herrera, el mariscal, y un pariente de la dinastía, aunque en términos con-
13 Y 15 de diciembre fusos, Alfonso Enríquez, señor de Torrelobatón, que había inaugurado su acti-
•. 524-532. vidad en los pactos de Tordehumos, y que acababa de contraer matrimonio
- - - de gobiernos anterio- con Juana de Mendoza, del poderoso clan guadalajareño .
• ;-,... c_..,~"", que el soberano toma-
El refuerzo de esta oligarquía podía presentarse como un retorno al
cambien por las prescrip-
programa de Enrique II: instalación de los grandes en una primacía social,
6 años para ser liberado
entrega de las funciones de gobierno a los altos oficiales seleccionados entre
s: ede considerarse como

7 Ver Fernando Ruano Prieto, El condestable don Ruy López Dávalos primer duque deArjo-
nao RABM, IX, 1903, págs. 166-177 Y XI, 1904, págs. 398-408.
126 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

La reina Leonor _'


los linajes. Todo fue ejecutado en los primeros meses de 1394. Pero los ilus-
zas para evitar el d,
tres parientes del fundador de la dinastía, no se resignaron. Leonor de Nava-
brar un encuentro en '_
rra, insistiendo en que no podía ser devuelta a su marido porque su vida corría
de de Noreña, y si
peligro, se ocupaba en organizar posibles nudos de resistencia en Roa y Sepúl-
De este modo cuan
veda. Alfonso de Noreña había vuelto a hacer de su Gijón nativo fortaleza
del Consejo, llegó
inexpugnable. El duque de Benavente, enfurruñado, había vuelto a sus tie-
con el duque de Be::9
rras de la frontera de Portugal, el conde de Trastámara contrataba soldados
de dar la respuesta cL"$L--::j
en Galicia y el marqués de Villena seguía ausente y quisquilloso. Apenas
tilla hombres de me
concluidas las Cortes, el conde de Niebla había regresado a Sevilla, donde
pondía por derecho. ~
tenía muchos intereses que defender.
días después tenía 11'.:'-
Aquí se jugó la primera partida: era imprescindible ganar la buena volun-
parte los condes de ~c:
tad de los Guzmán demostrando que nada tenían que temer si se ajustaban
po de Santiago y ta:IL.~
al papel asignado. Se llegó a un acuerdo para que Diego Hurtado de Men-
Castro. Ni el con
doza fuera almirante (17 de enero de 1394) como había reclamado Tenorio,
conjura.
mientras Alvar Pérez de Guzmán obtenía el diploma del alguacilazgo mayor
(13 de febrero)". Unos días más tarde los Mendoza podían incorporar Ten-
3.
dilla a sus ya notables dominios alcarreños. Hecha la paz, en términos que
parecían satisfactorios para todos -los Guzmán predominaban en Sevilla-
el Consejo se trasladó a Illescas para invitar al primado a que volviera a la
Corte, sentándose donde le corresponda. Tenorio aceptó la invitación.
Allí en donde está Tenorio, ese advenedizo, no puedo estar yo, se dijo con
ran para
amargura el prelado compostelano. Y se retiró a Amusco, en la tierra de
Campos, donde predominaban absolutamente los miembros de su linaje.
No respondía con ello a medidas que se hubieran tomado en contra suya,
pues el Consejo, en estos meses de 1394 se estaba moviendo en términos con-
deAlcán
ciliadores, sin duda porque no creía contar con medios suficientes para impo-
lance, dio
ner su criterio. En él predominaban el rencor, la desilusión y la amargura de
rados de I iIo,
quien se sientedesplazado por aquellos mismos a quienes acaudillara. Los
consejeros hicieron esfuerzos por atraerle, lo mismo que a don Fadrique, al
Consejo
que prometieron ayuda en sus pleitos, y a la reina de Navarra, que recibió
asignaciones crecidas de nuevas rentas.

9 Ayala, págs. 21..,....0. •.


8 Privilegio enA.H., Colección Salazar, M-9,fol. 76.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 127

La reina Leonor pasó a sus deudos la consigna: era necesario unir las fuer-
394. Pero los ilus-
zas para evitar el despojo que les amenazaba.Y todos aceptaron. Propuso cele-
~:L-oln. Leonor de Nava-
brar un encuentro en un lugar remoto, la Pobla de Lillo, perteneciente al con-
_ rque su vida corría
de de Noreña, y situada en las ásperas montañas que separanAsturias de León.
ncia en Roa y Sepúl-
De este modo cuando el mariscal García González de Herrera, con poderes
Gijón nativo fortaleza
del Consejo, llegó a Amusco con propuestas de reconciliación, se encontró
ía vuelto a sus tie-
con el duque de Benavente, que estaba junto al arzobispo, y que se encargó
ontrataba soldados
de dar la respuesta desabrida: era inicuo que ejerciesen el gobierno en Cas-
_ . quilloso. Apenas
tilla hombres de mediano linaje, cuando los parientes del rey, a quienes corres-
••• :=--.•..••.•• sano a Sevilla, donde
pondía por derecho, eran apartados de los puestos de responsabilidad". Pocos
días después tenía lugar la reunión de Lillo en la que, con la reina, tomaron
la buena volun-
parte los condes de Noreña y Trastámara, el duque de Benavente, el arzobis-
- :emer si se ajustaban
po de Santiago y también el infante don Juan de Portugal, hijo de Inés de
:: Hurtado de Men-
Castro. Ni el conde de Niebla ni el marqués de Villena se adhirieron a la
reclamado Tenorio,
conjura.
~~ alguacilazgo mayor
!:,-'U'-....J:4.LJ. incorporar Ten-
3. SE SOMETENLOS CONJURADOS.Viajando hacia Madrid, la Corte
paz, en términos que
castellana fue alcanzada por un embajador navarro, Martín de Aybar,
~":~Iill!Laban en Sevilla-
que venía a suplicar el retorno de la reina, ya que la separación
- a que volviera a la
entre los dos esposos ponía en peligro la descendencia en aquel rei-
- : zó 11 invitación.
no. Carlos III estaba dispuesto a dar todas las garantías que se le pidie-
- estar yo, se dijo con
ran para alejar las falsas suspicacias de la reina. Llegado a Madrid, los
o, en la tierra de
consejeros deliberaron: era preciso acceder y, del mismo modo, des-
-~:nbros de su linaje.
pejar el peligro eliminando a los comprometidos. En abril de 1394
I..u•.•..•••. no en contra suya,
un incidente en la frontera de Granada, provocado por el maestre
~;-~<'···o en términos con-
de Alcántara, Martín Yáñez de Barbuda, que perdió la vida en aquel
entes para irnpo-
lance, dio la oportunidad de ordenar una movilización. Los conju-
ión y la amargura de
rados de Lillo aprovecharon también la ocasión para justificar sus
es acaudillara. Los
movilizaciones con el peligro de una guerra fronteriza. Pero fue el
__ ;O> a don Fadrique, al
Consejo quien reunió mil seiscientas lanzas con los correspondien-
- - -avarra, que recibió
tes peones y envió al maestre de Santiago a negociar con el mar-

9 Ayala,págs.218-219.
128 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

qués de Villena para que viniera a hacerse cargo de nuevo de la


condestablía'", Empujado por su rey,Juan 1, el marqués acudió pero
sólo para descubrir que intentaban servirse de él como de un ins-
trumento contra los otros grandes. No tardó en regresar a su tierra
dejando a Dávalos en el disfrute de la espada de condestable.

Enrique III pudo aprovechar la muerte de Yáñez de Barbuda para car-


gar sobre sus hombros las culpas de la ruptura logrando una prórroga en las
treguas con Granada. Retuvo, sin embargo, las 1.600 lanzas y las llevó a
Illescas (18 de mayo) donde continuaba don Pedro Tenorio. Los nobles de
este partido comenzaban también las reclutas, y no eran tampoco escasas las
fuerzas acopiadas por el adversario. El Consejo estaba decidido a pasar a la
acción. Arriesgando mucho en la puesta cruzó los montes e instaló audaz-
mente al rey en Valladolid, como si no temiera a sus adversarios. Don Fadri-
que tenía en Cisneros seiscientas lanzas y dos mil peones. Don Juan García
Manrique, en Amusco, alojaba otros quinientos caballos y mil'Infantes. No
sabemos con qué fuerzas contaba en Roa la reina Leonor. Los condes de Tras-
támara y de Noreña no habían acudido al llamamiento; reservaban sus fuer-
zas para defensa de sus respectivos señoríos. Los enviados aragonés, obispo
de Huesca, y navarro, Martín de Aybar, permanecieron en la Corte. Donde
estaba el rey se albergaba la legitimidad.
El plan forjado en Lillo se vino abajo. En lugar de permanecer unidos,
juntando sus fuerzas que podían llegar a ser considerables, prefirieron ope-
rar cada uno por su cuenta, abriendo negociaciones con la esperanza de
sacar aquellas ventajas que perseguían. Don Juan García Manrique fue el
primero: accedió a una entrevista con Juan Hurtado de Mendoza y Diego

\O J. Zurita, Anales de la Corona deAragón, n,Zaragoza, 1610,fo1.410, que manejó docu-


mentación que no conocemos, dice que Pedro IV trataba de valerse del marqués de Ville-
na para reiterar unas apetencias territoriales sobre este dominio, que se venían formulando
desde ocho o nueve años atrás.Villena, que firmó liga con Tenorio, Diego Fernández,
Dávalos y Stúñiga, el 22 de marzo de 1394, no tardó en descubrir que sus proyectos eran
irrealizables.Por eso abandonó la partida.
~ regresar a su tierra
- ie condestable.

- - . Barbuda para car-


- - una prórroga en las
anzas y las llevó a
_=--orio. Los nobles de
~ tampoco escasas las
_ decidido a pasar a la
_ ares e instaló audaz-
~~~ri' os. Don Fadri-
. Don Juan GarcÍa
. mil infantes. No
- ~ LD condes de Tras-

h--r...,_'?<:, prefirieron ope-


con la esperanza de
,--c..'-J'l4 Manrique fue el
ce _ endoza y Diego

- -10 que manejó docu-


.' .....,,....,..
•.••del marqués de Ville-
"--'-'"·..;ea:; se venían formulando
.o. Diego Fernández,
e sus proyectos eran
Juan II de Castilla y
hasta Fernando VII
Privilegio rodado
de Castilla sobre la -
Y dotación de
de Miraflo
Detalle del
de la misma

Batalla de La Higueruela.
Juan II de Castilla y otros reyes
hasta Fernando VII en Burgos.
Privilegio rodado de Juan II
de Castilla sobre la fundación
y dotación de la Cartuja
de Miraflores, Burgos.
Detalle del pergamino
de la misma cartuja.

Batalla de La Higueruela, 1431. Sala de Batallas de San Lorenzo de El Escorial.


del padre Mariana.
Don Álvaro de Luna, detalle del retablo de la capilla de Santiago, catedral de Toledo.
Castillo de la Mota, ~1
siglo XII y se finalizó
La toma de Málaga, detalle de la Historia de España, del padre Mariana.

Castillo de la Mota, Medina del Campo, Valladolid. Se comenzó a construir en el


siglo XII y se finalizó en la segunda mitad del Xv, con Juan, infante de Aragón
y futuro rey de Navarra y Aragón.
-i_~JC.~~~~~'.~~-;.

Castillo de la Estrella, Montiel, Ciudad Real. Ante sus muros murió Pedro 1
de Castilla, tras pasar la noche antes de entrevistarse con su hermanastro,
Enrique de Trastámara, en la que fue muerto.

Castillo de Garcimuñoz, Cuenca. El castillo actual fue erigido por don Juan
Pacheco, marqués de Villena, en el siglo xv. Cerca de él moriría Jorge
Manrique, el célebre poeta y comendador santiaguista.
-"...
,-
~

IDurOSmurió Pedro 1
hermanastro,

erigido por don Juan


de él moriría Jorge
santiaguista.
J1!!l 0ll!lse::> liJ O'U
" e~iJl iJ
e.I~iJIS
. "1~ iJp e
q ap errru muog:
ll:-Og: iJp 0ll!lseJ
Castillo del Buen Suceso, Cuenca. El castillo posee una muralla donde hay
un escudo perteneciente a Juan Pacheco, marqués de Villena.

Castillo de Bonilla de la Sierra, Ávila. Como señorío del obispado de Ávila,


Bonilla de la Sierra estuvo rodeada de murallas, en un extremo de las cuales
se levantó el castillo, tal vez en el siglo XIV.
"'7:'
,
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" ,
'\

López de Stúñiga, ~.
luego a Valladolid., u.u...~

siguió el mismo camirs


sello en una conco
seco y Tordehumo
quez- a cambio de ~
asiento en los libros de _
una escolta no muy il9
y aquí pudo entre .
fuera parte del parr~
de carne para la pe1
taba sobre Leonor y_

4.
seJo, que
guerras, en Po:
didos a cu

Leonor que
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e121 de juni
Fadrique-- ?~
la reina sería
Consejo despe ,{t

estaban en CJ~-·~

estos tres personajes dan,


Diego López, y Lerin a .LJ ••.• ~
NOBLEZA Y MONARQUÍA 129

López de Stúñiga, sus antiguos colaboradores, en Calabazanos y se trasladó


luego a Valladolid, fiando en las promesas que se le hicieran. Don Fadrique
siguió el mismo camino: fue a besar las manos del rey y estampó su firma y
sello en una concordia (20 de junio de 1394) entregando Medina de Rio-
seco y Tordehumos -que no tardarían en pasar a manos de Alfonso Enrí-
quez- a cambio de la conservación de todos sus títulos y estados, con un
asiento en los libros de rentas del rey de medio millón de maravedís!'. Con
una escolta no muy nutrida, el conde de Trastámara llegó a Paredes de Nava
y aquí pudo entrevistarse con el rey: dándole el señorío de esta villa, que
fuera parte del patrimonio del conde de Noreña, se echaba un buen trozo
de carne para la pelea entre dos lobos'f.Ahora todo el peso del poder gravi-
taba sobre Leonor y Alfonso. Para ellos no habría condiciones.

4. LA CAÍDADE GIJÓN.Es bastante probable que los miembros del Con-


sejo, que necesitaban tomar medidas en relación con dos posibles
guerras, en Portugal y en Granada, estuviesen, enjunio de 1394, deci-
didos a cumplir los acuerdos que durante esta larga estancia en
Valladolid se habían culminado. Pero el conde de N oreña y la reina
Leonor quedaban fuera de cuenta; nada les fue ofrecido. Los tres
magnates que ostentaban los oficios mayores indujeron al rey a que,
el 21 de junio -es decir, al día siguiente de la capitulación de don
Fadrique-- prestarajuramento ante los embajadores navarros de que
la reina sería devuelta al lado de su marido':'. La firme actitud del
Consejo despertó temores y recelos; se supo, entre otras cosas, que
estaban en camino embajadores franceses que iban a protestar por

11 Esta concordia se conserva en AGS. Patronato Real, lego 11, fol. 67.
12 Paredes era señorío confiscado a Alfonso y entregado a don Juan de Portugal, que
lo permutó por Alba de Tormes. De modo que los tres interesados iban a discutir amarga-
mente por él. N o podrían unirse. Ayala, pág. 227.
13 Ver A.G.N. Gomptos caj. 60, fol. 28, Carlos III se aseguró la buena voluntad de
estos tres personajes dando Cascante a Juan Hurtado de Mendoza, Mendavia con Stúñiga a
Diego López, y Lerin a Dávalos. De modo que cobraron el servicio.
130 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

\
los desmanes que las gentes del condado de Trastámara cometían tencia se estaba deH~
en tierras del conde de Ribadeo'". Mientras la Corte viajaba, lenta-
mente, de Valladolid a Burgos, circularon por ella rumores confusos Cisneros, vino también
de que el conde y el duque iban a ser sometidos a prisión. Don Pedro
de seguro fumada
Enríquez alzó el campo con sus doscientas lanzas y fue a ponerse
do de la Corte. En
en Roa, residencia de Leonor. Don Fadrique no quiso imitarle.
mos cuales fueron'
Velasco y a Diego
El Consejo Real en pleno fue convocado en Burgos para el 25 de julio,
A cambio de cuan-
a fin de estudiar las condiciones y garantías que debían exigirse en el momen-
to de la devolución de la reina de Navarra a su marido. Don Fadrique asis-
don Pedro no vol
tía a la reunión. En un cierto momento, el rey abandonó la sala; nadie debía
extrañarse. Pero inmediatamente dos escuderos armados vinieron y se lleva- olidación de unos Q.i" .iD5. ~

ron al duque hasta ponerle preso en la torre del Caracol del castillo de la cia de la antigua no
ciudad. Nunca recobraría la libertad. Despojado de todos sus bienes fue la Sólo quedaba
señal de que comenzaba la dura represalia. cido con don Fadri
Se ordenó a los capitanes de la mesnada real que emprendiesen, de inme-
diato, la marcha sobre Roa; cuando el conde de Trastámara tuvo noticia de
esto abandonó el lugar y fue a enrocarse en sus tierras gallegas. Leonor encar-
gó entonces a su confesor, un fraile, que saliera al encuentro de su sobrino,
el rey, y le pidiera tregua para negociar su propia rendición. Pero Enri-
que III, que iba a cumplir quince años, dio una respuesta fría: entraría en sobre el mar abie
Roa y, desde allí, dictaría las condiciones. Con lágrimas y aspavientos, Leo-
visible durante la Ud.J~

nor, llevando de la mano a sus hijas pequeñas, salió de la ciudad, tras haber
cuando las tropas
ordenado que cerrasen las puertas y fue a hincarse de rodillas ante Enrique.
zaña. Tampoco conrabza
Los nobles consejeros que gobernaban tenían decidido mostrarse implaca-
asedio breve. co~;-1
bles. El condestable y el mayordomo, que habían sobornado a algunos veci-
epidemia, el cond~~;;
nos, lograron que una mano traidora les abriese un portillo y ocuparon la ciu-
de mediante e
dad. Leonor fue enviada a Santa Clara de Tordesillas a esperar, en el silencio
de Carlos \1:
monacal, la hora en que habría de ser entregada.
Desde Roa, la comitiva real pasó a Valladolid; se preparaba el ataque
sobre Asturias, que iba a ser repetición de la campaña de 1383.Toda la resis-

14 La carta fecha en julio en AGS. Estado. Francia. K-1482, fol. 2.


NOBLEZA Y MONARQUíA 131

ae Trastámara cometían tencia se estaba derrumbando. Haciendo el camino de Valladolid a León, se


=- Corte viajaba, lenta- envió un ultimátum al conde de Trastámara para que se rindiera. Llegando a
- :- ella rumores confusos Cisneros, vino también el arzobispo de Composte1a a quien se diera carta
~ - a prisión. Don Pedro de seguro firmada por el rey. Hizo, de nuevo, sumisión, pero quedó aparta-
.znzas y fue a ponerse
do de la Corte. En León llegó la respuesta del conde al ultimátum; no sabe-
~ue no quiso imitarle.
mos cuales fueron las razones de fondo que movieron a Juan Fernández de
Velasco y a Diego López de Stúñiga a garantizar su demanda de clemencia.
__ s para el 25 de julio,
A cambio de cuanto perdiera en Castilla y León se le dieron Ponferrada y
exigirse en el momen-
Villafranca de Valcárcel. Durante los seis años que aún le quedaban de vida,
.; ,. Don Fadrique asis-
don Pedro no volvió a abandonar Galicia, dedicando sus esfuerzos a la con-
ó la sala; nadie debía
solidación de unos estados que significaban también, por matrimonio, la heren-
s vinieron y se lleva-
col del castillo de la cia de la antigua nobleza de la Casa de Castro".

- - os sus bienes fue la Sólo quedaba en pie Alfonso, conde de Noreña. El ejemplo de lo acae-
cido con don Padrique, le invitaba a no rendirse. Además tenía seguramen-
- -......L rendiesen, de inrne- te noticia de cómo Enrique III, en la iglesia de Santa María de la Regla, de
r~5ti.m.:rra tuvo noticia de León, había prestado solemne juramento de destruirle, dando sus bienes a la
egas. Leonor encar- mitra de Oviedo. Intentó el conde adelantarse dando un golpe de mano sobre
entro de su sobrino, la capital del Principado, pero fracasó: los vecinos, alertados, acudieron a defen-
re dición. Pero Enri- der sus muros. Decidió entonces encerrarse en Gijón, peña cortada a pico
esta fría: entraría en sobre el mar abierto, unida a tierra por una lengua arenosa que sólo se hacía
y aspavientos, Leo- visible durante la bajamar. Era muy avanzada la estación (setiembre de 1394)
Cr la ciudad, tras haber
cuando las tropas reales comenzaron a descender por los puertos de la mon-
-"'"rodillas ante Enrique.
taña. Tampoco contaban con el tren de sitio adecuado. De modo que, tras
- - mostrarse implaca-
un asedio breve, comenzando las lluvias y registrándose pequeños brotes de
~Jo01:nado a algunos veci-
epidemia, el condestable Ruy López Dávalos llegó a un acuerdo con el
_::.10 y ocuparon la ciu-
conde mediante el cual ambas partes aceptaban el recurso a un laudo arbi-
~ es_ erar, en el silencio
tral de Carlos VI de Francia.

~ reparaba el ataque
1383. Toda la resis- 15 El conde había casado con Isabel, hija de Fernando de Castro, en quien se extin-
guió el linaje. Los hijos de este matrimonio, que liquidaba pleitos en Sarria y Lemos,
podían sin embargo titularse nobleza «antigua».Mitre, op. cit., pág. 64, piensa que don Pedro
no fue molestado porque su poder en Galicia era muy fuerte.
132 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

Los ministros de Enrique III aprovecharon el plazo para reunir Cortes ladaran sus moradas
en Medina del Campo (diciembre de 1394) y efectuar la entrega de Leonor. vecinos insistieron ~.
Las Cortes, bajo el peso de aquella victoria completa de la nobleza, fueron
anodinas y aportaron mansamente nuevos recursos: la alcabala y seis mone- 5. SÓLO U .. ~
das foreras. La Monarquía dio un paso importante: convenció a los procura- parte del ?_ •..-
dores de que, para evitar tantas molestias, otorgasen el subsidio por dos años"'. su menor
Luego el rey se trasladó a Alfaro a fin de celebrar las vistas con el rey de Nava-
rra y la subsiguiente entrega. Como estaba acordado, Carlos 111 otorgó jura- ducido.a
mentos e hizo entrega de rehenes. Con enorme contento, los castellanos se za «nueva
desprendían de la peligrosa Leonor". pnncipai, ....•
La sentencia arbitral del rey Carlos VI no llegaría a dictarse. Tanto el rey sores de
como el conde retrasaron, al parecer deliberadamente, el envío de sus pro- en que se <-

curadores. Alfonso viajaría a Francia, buscando luego asilo en Gascuña, que días, auns,!!e
era propiedad británica. Una petición de la Corte francesa para que se amplia- diciendo ',,_
sen los plazos (mayo de 1395)18, fue rechazada. Los castellanos querían que ditaria de
se condenase aAlfonso como rebelde mientras preparaban el asedio de Gijón, por el incremen
esta vez arrastrando cañones de gran calibre. Es posible que el famoso cor- familias. _-\.!-

sario británico Harry Pay tuviera algo que ver en estas operaciones'LEn julio de Enrique
de 1395 los sitiadores emplazaron una descomunal bombarda, que no llegó la autori
a disparar, delante de la puerta; los defensores, descolgándose por el muro,
vinieron a rendirse y la condesa Isabel, con sus hijos y pertenencias, embar- En los año
có apresuradamente y huyó del lugar, poniendo fuego a las casas. Los solda- quía, mediante el ,.;:=>; -¡:¡;
dos del rey, cumpliendo órdenes, lo arrasaron haciendo que los vecinos tras- da. De ella forma ?"
gado a conseguir el ---
se pacifican sisremáziccz
16 No hay cuaderno ni Ordenamiento. La noticia llega a nosotros en carta de 30 de
enero de 1395.AGS. Castilla, lego 1_1.°, fol. 142. de las oligarquias Ioc
17 Las vistas de los reyes se celebraron en febrero de 1395. Pero el acto de entrega fue, res, funcionarios :cn""":--,
por debajo de los gestos de cortesía, un golpe de fuerza;Tordesillas fue ocupada militarmente acaban suplantanc
y la reina conducida bajo fuerte escolta a la frontera. De los supuestos proyectos de enve- los graves sucesos Ce I-
nenamiento nada más se supo. Nacieron nuevos hijos. Enrique III devolvería más adelante Donjuan García ~~2..::J
el señorío de Sepúlveda.
18 Documentos de 8 y 15 de mayo en G. Daumet, Etude sur l'alliance de la France et de
la Castille au XIV et au XV siéde. París, 1898, págs.194 20 Relación que
19 G. Diez de Games. Viaorial, Madrid, 1940, pág. 77. 1795, págs. 44--!5.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 133

:-:t2Z0 para reunir Cortes 1adaran sus moradas a la aldea vecina de Somió ". Como de costumbre esos
-' entrega de Leonor. vecinos insistieron en sus pruebas de lealtad.
la nobleza, fueron
lcabala y seis mone- 5. SÓLO LA SEGUNDA NOBLEZA. De este modo se cerraba la primera
nció a los procura- parte del programa que Enrique II expusiera en 1369. Reducida a
sidio por dos años'". su menor expresión, la primera nobleza abandonaba el escenario. En
con el rey de Nava- consecuencia, puede decirse que la «revolución Trastámara» había con-
......,.·'-"' os III otorgó jura-
..•.• ducido, a través de un cuarto de siglo, a la consolidación de una noble-
I"--'-..I.HO, los castellanos se za «nueva» que extraía de los grandes oficios cortesanos la fuerza
principal.Aunque algunos de los linajes pudieran presentar antece-
.darse. Tanto el rey sores de rancia estirpe, eran nuevos por su función y la escala social
re, el envío de sus pro- en que se instalaban. Usando de un lenguaje adecuado a nuestros
. o en Gascuña, que días, aunque sin duda incorrecto, podríamos explicar el proceso
•.•.....
"-\..:
•••para que se amplia- diciendo que, en.1395, se había consolidado una oligarquía here-
- ellanos querían que ditaria de altos funcionarios al servicio de la Corona, preocupada
~Dan el asedio de Gijón, por el incremento de su patrimonio, garantía indispensable para sus
.~ que el famoso cor- familias. Al derrocar, primero, y destruir después, a los parientes
Iii:2S operaciones'". En julio de Enrique II, había prestado un gran servicio al poderío real y a
arda, que no llegó la autoridad de sus titulares.
dose por el muro,
- _ertenencias, embar- En los años que siguen esta política de fortalecimiento de la Monar-
las casas. Los solda- quía, mediante el desarrollo de la nobleza como clase política, es continua-
da. De ella forma parte, también, un recorte de las altas ramas que había lle-
gado a conseguir el tercer estado: se disminuye el papel otorgado a las Cortes,
se pacifican sistemáticamente los bandos ciudadanos y se quiebra el poder
de las oligarquías locales mediante la extensión del régimen de corregido-
_ el acto de entrega fue, res, funcionarios nombrados por el Consejo que, como su nombre indica,
- e ocupada militarmente acaban suplantando a los regimientos. Para la alta nobleza, comprometida en
_ os proyectos de enve- los graves sucesos de 1391 a 1395, no hubo el menor gesto de conciliación.
.olveria más adelante Don Juan García Manrique, para quien los aires castellanos se habían torna-

iance de LaFrance et de
20 Relación que hicieron los vecinos del asedio en España Sagrada, XXXIX, Madrid,
1795, págs. 44-45.
134 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

,
do irrespirables, no tardó en huir a Portugal, retirando su obediencia a Bene- tras sus nozzes ca
dicto XIII, Papa de Avignon y reconociendo a Bonifacio IX. El conde de
Trastámara, que falleció en 1400, no dejó tras de sí continuadores'" que de una
emulasen su poder. Ruy López Dávalos empuñaba ahora la espada de con- Alguna lrU ' ••

destable a la que en tiempos aspirara. El marquesado de Villena fue recupe- la batalla Cu~

rado para la Corona". De este modo, y sin que se viera en ello contradic- Jes avances
ción alguna, la caída de los epígonos Trastámara produjo, al mismo tiempo, aspuaClOc.
el fortalecimiento de las estructuras institucionales de la Monarquía y el Un régimen
crecimiento de la nobleza mediana. Respondía bien a la mentalidad de la
época: la nobleza es plataforma sobre la que, de hecho, se construyen una
mentalidad social y el poder monárquico.

6. EL PODERDELAOLIGARQUÍA.
Una anécdota, tan conocida como fal- Conviene no. r>:
sa, que trae a nosotros el regusto de un apólogo, al modo oriental, de de los oficios coro
nos presenta al Doliente empeñando su gabán para poder cenar, mien- plome de la pote
a
la conservación
no tenían que abrigz; -
21 Ayudado por su merino, Gonzalo Ozores de Ulloa, don Pedro, que parece haber
renunciado a toda aventura política, desarrolló una gran labor de captación y sumisión de 1398,aprovechan~
la pequeña nobleza gallega, continuando él mismo en el disfrute de las encomiendas que tugal, don Juan G
ejercía sobre los monasterios. Un fuerte poder señorial, en Galicia tropezaba con la lógica N oreña, ahora e
oposición del arzobispo de Santiago'.Don Pedro murió el 2 de mayo de 1400 casi al mis- nobles de Galicia.znzeczf
mo tiempo que Lope de Mendoza llegaba a la sede compostelana. La sucesión fue dificil y
derándose de TI
disputada. Sus hijos Fadrique, conde, y Beatriz, casada con Pedro Álvarez de Osorio, señor
de Cabrera y Ribera, se repartieron el patrimonio y se enfrentaron, quebrando la discipli-
y no tardó en
na de la pequeña nobleza gallega.E. Mitre, op. cit., págs. 63-68. tera, sirvió en cambio ~
22 La operación de confiscación del marquesado, aconsejada ya por Pedro Tenorio a experto militar.
Juan 1,apoyándose en la coyuntura de que el primogénito, Pedro, había muerto en Aljuba-
rrota, se hizo en dos etapas; la primera en 1395 al devolverse a la Corona las villas de Jor- 7.
quera y la Hiniesta, y la segunda en 1398 cuando se hizo correr el rumor de que el mar-
sencia
qués pretendía entrar con tropas aragonesasen Castilla.De hecho los documentos castellanos
nio de
de principios de siglo mencionan el marquesado como parte del patrimonio real.Enrique de
Villena, curioso y famoso astrólogo, hijo del conde de Denia, renunció en 1404 a sus dere- protago
chos a cambio de un Maestrazgo. Pero como entidad el marquesado seguiría existiendo y ve limi
así pasó al tercero de los hijos de Fernando de Antequera. De modo que la confiscación no Juan
parece significar cambio en la estructura. mena
NOBLEZA Y MONARQUíA 135

_~ obediencia a Bene- tras sus nobles nadaban en la opulencia a costa de las rentas de la Coro-
- cio IX. El conde de na; recogida por el P. Mariana, con toda seriedad, es reflejo, sin duda,
, continuadores " que de una tradición retenida en la memoria de sus contemporáneos.
- Id la espada de con- Alguna relación debe guardar con la realidad. La regencia primero y
illena fue recupe- la batalla contra los grandes, a continuación, permitieron a los lina-
rera en ello contradic- jes avances muy considerables que les acercaban precisamente a las
• - ~o. al mismo tiempo, aspiraciones de aquellos parientes del rey que trataban de suplantar.
ce la Monarquía y el Un régimen político de oligarquía cerrada se había instalado; como
la mentalidad de la en todos los casos semejantes, no tardó en dividirse, constituyendo
= ~se construyen una partidos. De momento el mayordomo, el justicia y el condestable, es
decir, Mendoza, Stúfuga y Dávalos, dominaban la escena.

conocida como fal- Conviene no perder de vista cuán inestable resulta el poder cuando depen-
_ . al modo oriental, de de los oficios cortesanos; la pérdida del favor real llevaba consigo el des-
oder cenar, mien- plome de la potencia económica: los señoríos no eran suficientes para permitir
la conservación de la influencia. A cambio, en esa década final del siglo XN,

Pedro, que parece haber no tenían que abrigar temor hacia un posible retorno de la alta nobleza. En
- -_ ración y sumisión de 1398, aprovechando que se había reanudado la guerra entre Castilla y Por-
-'" las encomiendas que tugal, don Juan García Manrique, puesto en connivencia con el conde de
pezaba con la lógica N oreña, ahora en el exilio en Bayona de Gascuña, y con algunos pequeños
de 1400 casi al mis-
nobles de Galicia, intentó reavivar en este reino un núcleo de resistencia, apo-
==- L.i sucesión fue dificil y
derándose de Tuy y Pontevedra con la ayuda de tropas portuguesas. Fracasó
_:...~Z de Osorio, señor
quebrando la discipli-
y no tardó en ser expulsado. La campaña, en este y otros lugares de la fron-
tera, sirvió en cambio para que Ruy López Dávalos acrecentara su fama de
_ por Pedro Tenorio a experto militar: su crecimiento estaba despertando terribles envidias.
., muerto en Aljuba-
Corona las villas de jor-
7. EL PAPELDE LASCORTES. Podemos afirmar que nos hallamos en pre-
_ rumor de que el mar-
sencia de un nuevo régimen político caracterizado por el predomi-
documentos castellanos
nio de un Consejo real dominado por nobles y por la reducción del
onio real.Enrique de
..~::::o=.......,·ó en 1404 a sus dere- protagonismo personal del soberano: Enrique III muere pronto y se
ve limitado por sus enfermedades mientras que su hijo y su nieto,
Juan II y Enrique III, hacen pálida figura. Podemos decir que el régi-
men a que nos referimos dura hasta 1480 en que las Cortes de Tole-
136 LUIS suxnsz FERNÁNDEZ

'\

do aprueban un programa distinto. La más importante consecuencia -Segunda n"f~

de la nueva situación la hallamos en una rápida transformación de las subsidios normales -


Cortes, reduciendo el número de ciudades y mediatizando la desig- trar que las demzadzs
nación de los procuradores. La falta de guerras exteriores --el con- Ordenamiento
flicto con Portugal se resuelve en esporádicas cabalgadas, sin exigir en noviembre de 13--
ningún momento emplearse a fondo- permitía a los gobernantes
de aquella hora prescindir de subsidios extraordinarios, 10 cual, a su que afectaban a
vez, restaba fuerza a los miembros del tercer estado. Las convocatorias frute de benefn
se espacian y se aprecia un deliberado atan de disminuir la importan-
cia de las reuniones. Por otra parte parece superada la etapa de los gran-
des Ordenamientos para la reforma, siendo necesario, en cambio, un -En sepriera
trabajo persistente desde el Consejo para convertidos en realidad. Las namiento de P~
reuniones de Madrid y Burgos, durante la minoridad de Enrique III, sin embargo. de
habían provocado la alarma entre la nobleza, que no estaba dispuesta, Asamblea.
en modo alguno, a tolerar veleidades revolucionarias.
importante de
Hagamos un repaso, muy somero, de las reuniones de Cortes en este tercer estado rec
reinado; nos ayuda a comprender el nuevo papel que se les asignaba. El hecho
de reconocer que el rey no podía llamar a los lugares que quisiera -no hay
en Castilla «burgos podridos»- fue acogido muy favorab1erp.ente por las ciu- del rey- se p1<m¡:::L...~
dades, que veían en este «voto en Cortes» un derecho imprescriptible, como la reforma de -
una garantía de su independencia. En este sentido podemos hablar incluso
de progreso. Pero no olvidemos que si mentalidad oligárquica tenía la noble- Iglesia en Esp -
za no era menor la que dominaba en el tercer estado: de monedas que
las demandas q
- Cortes de Medina del Campo de 1394, arriba mencionadas. Escasí-
sima concurrencia. No se conservan cuadernos y los procuradores cedieron
24 B
una de sus armas principales, la anualidad de los subsidios votados'".
2S La pragmática, ~
1396. AGS. DITer:
23 Las Cortes habían sido convocadas para el 8 de diciembre en San Esteban de Gor- 26 Arévalo.-
Covarrubias, págs._
maz (piskorski, op. cit., pág. 197) pero luego se cambiaron el lugar y el tiempo en favor de
los procuradores. En relación con estas Cortes sólo conocemos una carta dirigida a Burgos
el 27 de enero de 1395. B. Sta. Cruz, Valladolid, mass. 26, fols. 107-108.
?J Las levas ~:;:=
de los puntales del ~ .
NOBLEZA Y MONARQUÍA 137

1--,"'''-r::Inteconsecuencia -Segunda reunión en Segovia al final del verano de 1396. Se votaron los
ormación de las subsidios normales. Tampoco se conservan cuadernos, lo que viene a demos-
~!'\":lari~ndo la desig- trar que las demandas presentadas no generaron legislación. Se presentó un
reriores -el con- Ordenamiento acerca del lujo y crianza de caballos que lleva la fecha de 10 de
IL""-_''''-sga.das,
sin exigir en noviembre de 1395 lo que parece demostrar que no hubo deliberación sino
a los gobernantes solo anuncio". Se utilizaron estas Cortes como telón de fondo para decisiones
::inarios, lo cual, a su que afectaban a la política internacional: prohibición a los extranjeros del dis-
frute de beneficios en Castilla -un arma que Tenorio y Fernández de Frías
'---"~'LL'uirla importan- esgrimían, de acuerdo con Francia, contra Benedicto XIII_25, confirmación
- c.i etapa de los gran- de la alianza francesa y ratificación de las treguas largas con Portugal.
r=.~""'i·o, en cambio, un -En septiembre de 1398 fue refundido y publicado de nuevo el Orde-
o en realidad. Las namiento de prelados de las Cortes de Guadalajara'". No tenemos noticia,
-dad de Enrique III, sin embargo, de que en esta ocasión se haya producido una reunión de la
~ o estaba dispuesta, Asamblea.
-Cortes de Tordesillas, en marzo de 1401, sin duda la reunión más
importante de cuantas tuvieron lugar en este reinado. Los procuradores del
e Cortes en este tercer estado recobraron parte de su antigua influencia porque, al prolon-
asignaba. El hecho garse la guerra con Portugal, se hacía necesario su voto para el cobro de sub-
_ quisiera -no hay sidios. Desde el Consejo Real -y era ya evidente la directa participación
mente por las ciu- del rey- se plantearon dos problemas especialmente serios. Primero, el de
_rescriptible, como la reforma de las costumbres del clero. Castilla acababa de sustraer su obe-
~""-""-'-.•..u:OS hablar incluso diencia a Benedicto XIII y esto convertía a Enrique III en cabeza de la
!s::i:<:::.I-ea tenía la noble- Iglesia en España. Segundo, el de una más adecuada percepción del tributo
de monedas que era el ingreso más importante de la Corona. Sin embargo
las demandas que presentaron los procuradores, contra las levas de soldados"
e cionadas. Escasí-
ruradores cedieron
24 BN, mss. 13.103, fols. 200 y ss.
- : votados'".
25 La pragmática, que no es acuerdo de Cortes, fue publicada el 24 de septiembre de
1396. AGS. Diversos de Castilla, lego2, fol. 25.
26 Arévalo,4 de septiembre de 1398. Pub. Luciano Serrano, Cartulario del InJantado de
Covarrubias, págs. 271-276.
II Las levas-como en otro aspecto el nombramiento de corregidores- constituían uno
de los puntales del régimen. Es indudable que, completando el Ordenamiento de lanzas dado
138 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

-,
y contra los nombramientos de procuradores no fueron ni siquiera escu- -La última co~
chadas. cuando Enrique
-Nueva convocatoria en Toledo, en enero de 1402, para procederal sitaba dinero
juramento de la infanta primogénita, María, que acababa de nacer. Estaba iniciarse en G~.:......o
llamada a convertirse, luego, en reina de Aragón. No se conocen, tampoco, que votaron un S'.L.:..~

Ordenamientos ni cuadernos. Hubo, en el curso del acto, un lamentable inci- raba a todas las
dente entre Burgos yToledo acerca de a cuál de las dos ciudades correspon- no era el rey .
día la prioridad, buena demostración de las discordias que, a veces por puro veintiséis años. ~.-4=.
honor, separaban a los miembros del tercer estado": El 6 de enero fue leído el papel de gran ~=--i-.o
el discurso regio por el obispo de Osma; puede considerarse como un mode- za otra época.
lo de frialdad y autoritarismo'".
-Cortes de Valladolid de 1405; el motivo era, también, la jura de un Este breve u~'::"

heredero, Juan, nacido el 6 de marzo del mismo año en Toro. Se celebraron de que sirva co
fiestas con extraordinaria alegría ya que se trataba del único vastago varón gado a ser en los
nacido a Catalina de Lancaster, alejándose así del trono al infante Fernando. declive en la ir:ri,,--.."'

Se planteó el problema judío, agravado después de las matanzas del 91, Y con- cuencia del d~7l!==-::=
te, cómo algunos ~~
firmándose en el camino de la segregación, tan grato al parecer a los procu-
ciendo presión
radores, se dictaron disposiciones que obligaban a los israelitas a recluirse en
funciones públi
barrios especiales3o•
siglo xv. Los cuarierces
meno que no
en Guadalajara, Enrique III se proponía llevar a cabo una profunda reforma militar que le
desde las tierras &- _
proporcionase un ejército. La guerra de Portugal fue la ocasión. Desde Salamanca, el 14 de
ban mejores co~......,.;
setiembre de 1397, se había decretado una movilización general destinada a constituir peque-
ñas unidades que teman un jefe, una tienda, armamento y capacidad de iniciativa. La experiencia do en conjunto, = -

resultó un fracaso.Por eso en 1399 se decidió moclificarla fijando un cupo de hombres a cada funciones vitales- .:;
ciudad y fundiéndolos todos en unidades que no teman en cuenta el lugar de procedencia. El fuerzas políticas c.e ._
14 de agosto de 1401, pese a la protesta de las Cortes, se dictó un Ordenamiento que consa- tas, la Monarquí - --
graba el sistema. Los documentos en AGS. Diversos de Castilla,leg. 11, fols. 4, 7 Y 8.
28 Acta notarial del juramento en AGS. Patronato Real, lego7, fol. 59.
8. Los PARi--:::x!5..
29 Texto del discurso en AGS. Patronato Real, lego7, fol. 61. Segun él tres asuntos exi-
gían la reunión de Cortes; juramento de la infanta, ordenamiento de la justicia, confirma- fundo
ción de treguas con Portugal. tema oligárczx
30 El Ordenamiento tampoco se publicó en esta ocasión durante las Cortes sino pos- qUlera s= !>~

teriormente, en Madrid el 21 de diciembre de 1402. Cortes, Il, págs. 544-545. confesar ~


NOBLEZA Y MONARQUÍA 139

lqUlera escu- -La última convocatoria quedó fijada en Toledo, en diciembre de 1406,
cuando Enrique III estaba ya en el tramo final de su enfermedad. Se nece-
sitaba dinero para hacer frente a los gastos de una guerra que acababa de
iniciarse en Granada. El entusiasmo se había contagiado a los procuradores
que votaron un subsidio de 45.000.000 de maravedís, una suma que supe-
raba a todas las anteriores. Pero el protagonista, en las sesiones toledanas, ya
no era el rey sino su hermano el infante Fernando, que acababa de cumplir
__ p- a veces por puro veintiséis años, había acumulado un amplio señorío y se preparaba para jugar
enero fue leído el papel de gran capitán en aquella guerra contra el Islam. Con él comien-
za otra época.

cién la jura de un Este breve balance, que me ha parecido necesario introducir aquí, a fin
oro. Se celebraron de que sirva como término de comparación con lo que las Cortes habían lle-
gado a ser en los dos reinados anteriores, basta para demostrar nos el rápido
declive en la influencia ejercida por la institución. Se trata de una conse-
~ •.••..•.•.LiC> de191, y con- cuencia del despliegue de la oligarquía nobiliaria. Detectamos, por otra par-
te, cómo algunos miembros de esta nobleza se instalaban en las ciudades, ejer-
recer a los procu-
.,."'ras a recluirse en ciendo presión sobre sus moradores e incluso usurpando en su ejercicio las
funciones públicas. Se trata de un proceso que irá creciendo a lo largo del
siglo xv. Los cuadernos de Cortes señalan, en su capítulo de quejas, otro fenó-
meno que no ha sido suficientemente valorado: emigración de campesinos
iorma militar que le
desde las tierras de realengo a las de señorío, porque en éstas se les brinda-
- Salamanca, el 14 de
~=::z.:!a a constituir peque-
ban mejores condiciones frente a los merinos y otros oficiales públicos.Toma-
~-"" ="-,,,OV3.. La experiencia do en conjunto, el descenso de independencia de las Cortes -dotadas de
r--,·~on de hombres a cada funciones vitales- fue un fenómeno de serias consecuencias: privaba a las
de procedencia. El fuerzas políticas de un factor de equilibrio, reduciéndolas a dos protagonis-
t C':':J.::=DÍento que censa-
tas, la Monarquía y los nobles.

8. Los PARTIDOS. No llegaría a producirse el diálogo institucional pro-


- ,a justicia, confirma- fundo porque las ambiciones se desataron. Es normal, en cualquier sis-
, tema oligárquico, el recelo -la envidia- que se despierta contra cual-
Cortes sino pos- quiera que se destaca proyectando una jefatura personal. Hay que
~~.""-'r-545. confesar paladinamente que, en el estado actual de nuestros conoci-
140 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

mientos, permanecen oscuros muchos sucesos del reinado de Enrique trataba de una recoll'-~
III, cuya importancia estamos comenzando a descubrir. La carencia de
textos cronísticos adecuados constituye un obstáculo que resulta insu-
perable. La documentación de que vamos disponiendo nos permite,
revelarnos que el rég1~

ciones. Se estaban
vía figuraba como
tes, contribuiría p
~:3',
SUC~

' •.
sin embargo, asegurar que, durante él, hubo sordos y eficaces enfren-
tarnientos entre linajes que pugnaban por el enriquecimiento y la pre- Nos movemo
potencia. La victoria de 1395 no era atribuida a la nobleza, en cuan- llegan a nosotros
to tal, sino a un equipo reducido de ella, dueño del poder. 1398 don Pedro Tenorio,
ma al pie de su tes'"~
La nueva guerra con Portugal, que se inició con un golpe de fortuna para place salir de este IT!:..!c.i~

los portugueses, la conquista de Badajoz (12 de mayo de 1396), tuvo gran razón por qué, calláre
influencia sobre los asuntos interiores castellanos. La presencia de Juan Gar- Señor, que quiera
cía Manrique, del conde de Noreña y de algunos otros exiliado s en el veci- hartos somos de vivir
no reino, y la de nobles portugueses en Castilla, permitía complejas comu-
nicaciones, tanto en Galicia como en Extremadura. En esa contienda, Ruy
López Dávalos -quema de Viseo, defensa de Galicia (1398)- llegó a con-
vertirse en protagonista principal, atrayendo en su contra envidias y enemis-
tades que pronto se manifestaron. No eran pocos los que se sentían escan- Álvaro de Luna, h
dalizados por el ascenso prodigioso de aquel hombre nuevo. Por otra parte No tardó mucho ..
el exilio de tres linajes portugueses,Vázquez de Acuña, Fernández Pacheco
y Pimentel, en ruptura con su propio rey, vendría a reforzar y a hacer más
compleja la situación castellana.
Es evidente que la victoria completa sobre los grandes no había traído
la paz ni la concordia entre los linajes. Desde 1398 encontramos al infante
don Fernando, que alcanzaba entonces los dieciocho años de edad, ocupan-
do un asiento en el Consejo Real. El 14 de octubre de dicho año Juan Fer-
nández de Velasco y Diego López de Stúñiga concertaron una alianza priva-
da «contra cualquier persona», a la que e16 de noviembre se incorporó Gómez 32 Sin duda tiene
defensivas.
Manrique". De esas cualesquiera personas se exceptuaron inmediatamente
33 Ejemplar en B:-;.
tres, Ruy López Dávalos, Diego Pérez Sarmiento y Fernán Perez de Ayala,
34 El destierro termmó ~
que sustituía a su padre el canciller en la jefatura del linaje. No sabemos si se 35 Según Mitre, la ~ ~
rio de LasHuelgas de Buivcs

3\ Originales de estas dos alianzas se encuentra en BN, mss. 638, [0Is. 4, 5 Y 7. límites de un interés 1
NOBLEZA Y MONARQUÍA 141

- reinado de Enrique trataba de una reconciliación o de un proyecto+ pero, en todo caso, viene a
" rir. La carencia de revelamos que el régimen de linajes desembocaba en la división entre fac-
, ~ que resulta insu- ciones. Se estaban formando los partidos políticos.Y don Fernando, que toda-
I!='tll2endonos permite, vía figuraba como sucesor, aunque no hubiese sido reconocido por las Cor-
- ."eficaces enfren- tes, contribuiría poderosamente a ello.
Nos movemos en medio de una notable falta de noticias, pero las que
llegan a nosotros reflejan malestar y descontento. El 4 de noviembre de
1398 don Pedro Tenorio, que fallecerá el siguiente 13 de mayo, puso su fir-
ma al pie de su testamento'? al que pertenecen estas expresivas frases: «nos
~e de fortuna para place salir de este mundo y nos pesa porque tan tarde salimos de él, y la
1396), tuvo gran razón por qué, callámos1a aquí ahora, y pedimos por merced a Dios, nuestro
bzesencia de Juan Gar- Señor, que quiera dar más paz y justicia en estos reinos que hasta aquí, y ya
exiliados en el veci- hartos somos de vivir y asaz hemos vivido, pues nos acordamos de cinco reyes,
omplejas comu- pero si populo Dei sumus necessarium non recusamus laborem.
contienda, Ruy En 1400, durando todavía la guerra de Portugal, el condestable Ruy López
- llegó a con- Dávalos, que acababa de sumar otra hazaña en el embate contra Penamacor,
~dias y enemis- sufrió un breve destierro ". Cabe suponer que, como sucedería luego con don
ce -e sentían escan- Álvaro de Luna, hubiese despertado recelos por sus aspiraciones al validaje .
No tardó mucho, sin embargo, en volver a la Corte siendo en 1403 casi un
árbitro del poder. En 1403 y 140535 las anteriores alianzas se vieron confir-
madas, extendiéndose la cobertura a otro personaje en ascenso, ya conocido
por nosotros, Alfonso Enríquez, que acababa de suceder a Diego Hurtado
¡¡..o:..
..•.c;..¡~ no había traído de Mendoza en el oficio de almirante mayor. El partido, como sin duda debe-
:ramos al infante mos llamarlo, estaba elaborando un programa que se enderezaba a dos obje-
e edad, ocupan- tivos: permitir el retorno de los que se hallaban fugitivos o en desgracia, inclu-
.:..:.. o año Juan Fer- yendo a don Juan García Manrique, y evitar el deslizamiento del sistema hacia
- ::!lla alianza priva-
orporó Gómez 32 Sin duda tiene razón E. Mitre, op. dt., págs. 57-58, al pensar que se trata de alianzas

inmediatamente defensivas.
33 Ejemplar en BN, mss. 6.932 fols. 255-293.
F"-"7"'.;'n Perez de Ayala,
34 El destierro terminó al fin del año siguiente. E. Mitre, pág. 157.
,- ::. _ -r o sabemos si se
35 Según Mitre, la alianza de 1403, recogida por A. Rodríguez López, El real monaste-
rio de las Huelgas de Burgos y el Hospital del rey, 1, Burgos 1907, págs. 259-260, no supera los
••....::..~.--"J;>. 4, 5 Y 7. límites de un interés local .
142 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

\1

el validaje'". Un Consejo, pero no un ministro universal. Idea que sesenta años Aunque no ~,r-I

después recogerán Fernando e IsabeL dos los que progresarad


que fuera reconoci.íc _
9. CRECEN LOSSEÑORÍOS.Una reflexión acerca de los datos que, cuida-
barrota, firmemenre
dosamente, ha recogido Fernando Suárez", nos conduce a descubrir,
ante todo, inestabilidad en el régimen político resultado de la victoria
de la nobleza nueva en 1395. Inquietud, descontento, recelos, parecen
ser sentimientos dominantes. La razón es bien clara. Los protagonistas
de aquella victoria liabían sacado buen partido de ella. Ninguno de
los linajes había retrocedido, pero algunos crecían más de prisa que
de esta casa, con
otros, despertando en los que quedaban atrás el temor de que se pro-
dose una fachada
dujera una nueva situación de dominio semejante a la que había sido
ría Íñigo López, ~~
destruida. Las investigaciones recientes permiten demostrar que la épo-
der estos tres asen:-::==l
ca de Enrique In contempló el progreso, verdaderamente decisivo, de
Manzanares, que '=.-
ciertos linajes; la consolidación de la oligarquía resultaba fructífera
cender a otros de
para sus miembros. No detectamos el retroceso de ninguno y sí, en
tado supo aproveci
cambio, el avance espectacular de media docena de personajes.
Cuando murió,~_
Divididos en dos ramas, los Mendoza se estaban convirtiendo en los más empeñada batalla
poderosos, a pesar de las divisiones políticas que les aquejaban. El mayordomo poder de su primoge
mayor,Juan Hurtado, era señor de Morón y, por su mujer, entró en posesión de una hija del prira
de Olmeda de la Cuesta. Esta ganancia le movió a fijar su atención en tierras contienda duró m
sorianas. En 1395 pudo echar mano a Gormaz y Almazán, aunque no Ágreda monarca; de este '
por la resistencia de sus moradores. Los lugares unidos a estos dos señoríos dable estado que.al -
-Vilella, Soliedra, Matamala, Adradas, Perdices,Viana, los Tres Arcos, etc.- nobleza superior. ~
abarcaban un amplio espacio, de modo que sus tres hijos Ruy Díaz, Diego y que entonces nec
Juan Hurtado, tenían seguridad de ser bien heredados. En junio de 1400 Catalina Suárez de
compró, en 12.000 florines,la villa de Cañete que sería título de un futuro mar- ríos de Tamajón
quesado ". Se hizo una distinción entre estos Mendoza «de Almazán» y los «de Rozas, al patrimo
Guadalajara». El Pardo.

36 E. Mitre, op. cit., págs. 59-60.


37 F Suárez, op. cit., págs. 137 y ss. cit. págs. 163-170. La
38 M. López, Memórias históricas de Cuenca, VI, pág. 92. ñaba papel de capital,
NOBLEZA Y MONARQUÍA 143

Aunque no ocuparan entonces oficios tan decisivos, fueron estos segun-


dos los que progresaron más. En 1393 Enrique III confirmó el mayorazgo
que fuera reconocido por su padre a los herederos del héroe caído en Alju-
datos que, cuida-
barrota, firmemente asentado en Hita, Buitrago y las tierras de la Alcarria.
conduce a descubrir,
En 1394 Diego Hurtado, titulándose ya almirante, consiguió la ratificación
do de la victoria
del espléndido señorío que constituía el Real de Manzanares; con él, tam-
~.u.~::.LlLO recelos, parecen
bién las villas de Loranca de Tajuña y Cogolludo. Tras la muerte de su pri-
.: ra, Los protagonistas
mera esposa, María, hija bastarda de Enrique II, en torno a 1395, contrajo
- ce ella. Ninguno de
nuevo matrimonio con Leonor de la Vega, que recogía la poderosa herencia
""""..-.."n más de prisa que
de esta casa, con los dominios de Santillana del Mar yTorre1avega, asegurán-
_ temor de que se pro-
dose una fachada marítima. Desde entonces el linaje, que pronto encabeza-
- a la que había sido
ría Íñigo López, futuro marqués de Santillana , tendería a confirmar y exten-
.:emostrar que la épo-
der estos tres asentarnientos: Santander, Guadalajara y el opulento Real de
.:eramente decisivo, de
Manzanares, que le colocaba a las puertas de Madrid39. Sin necesidad de des-
. resultaba fructífera
cender a otros detalles, podemos fácilmente comprobar cómo Diego Hur-
ninguno y sí, en
tado supo aprovechar cumplidamente el almirantazgo.
personajes.
Cuando murió, prematuramente, en 1404, Leonor de la Vega libró una
·.:nm-:IIU' endo en los más empeñada batalla a fin de conseguir que todo este patrimonio pasara a
__ ~2han. El mayordomo poder de su primogénito, Íñigo, todavía un niño, evitando las reclamaciones
_er, entró en posesión de una hija del primer matrimonio que era ahora condesa de Trastámara. La
atención en tierras contienda duró muchos años y contó con el respaldo, no muy decidido, del
~..:...o:.-''':''' aunque no Ágreda monarca; de este modo los tres dominios acabarían uniéndose en un formi-
estos dos señoríos dable estado que, al final del siglo xv, tendría por título los tres grados de la
- Tres Arcos, etc.- nobleza superior, ducado, marquesado y condado. Para reforzar la influencia
_ s Ruy Díaz, Diego y que entonces necesitaba, fue concertado el matrimonio de Íñigo López con
s. En junio de 1400 Catalina Suárez de Figueroa, hija del maestre de Santiago: ella aportó los seño-
~....:o de un futuro mar- ríos de Tamajón, Serracines, el Fresno de Torote, Monasterio, Campillo y Las
- Almazán» y los «de Rozas, al patrimonio. De este modo iniciaba su penetración en el monte de
El Pardo.

39 Abundantes datos sobre la administración de estos tres territorios en E. Mitre, op.


cit., págs. 163-170. La ciudad de Guadalajara, que no formaba parte del señorío, desempe-
ñaba papel de capital.
144 LUIS suxasz FERNÁNDEZ

Hermana de Diego Hurtado eraJuana,la cual casó con Alfonso Enríquez, zarniento hacia nn~1
cuyo origen incierto le pone en relación con una bellísima madre judía. Ellos
fueron raíz para el tronco de un importantísimo linaje al que pertenece Fer-
nando el Católico. Inteligente y' terco, Alfonso avanzó más que nadie, sin
tropiezos ni dificultades, en una carrera que le estaba llevando a los prime-
ros niveles de nobleza. En 1392 recibió Torrelobatón, Tamariz y Oca. Al año
siguiente, y como consecuencia del despojo del duque de Benavente, tam- por el de Béjar.
bién VillabrágimaVinieron luego Cabreros, Berrueces,Villanueva y, tras enco- dotada de eno
nado y victorioso pleito, Bolaños de Campos. Otra Medina, la de Rioseco, fuentes, la Adra.
se hallaba ya en el horizonte de sus apetencias; tardaría veinte años en con- 110, N avalmoral,
seguirla. Redondilla, P
Ruy López Dávalos alcanzó «tanta gracia y tanta privanza» con Enrique los Mazalino
III que pudo llegar a ser, por propios méritos, condestable y duque de Arjo- geográfica le r :
nao Su aparatosa caída causaría seria perturbación al linaje, que hubo de ins- una de las caña,
talarse en Nápoles. Típico capitán de frontera, muy experto :n el arte de las rrida.
cabalgadas, tuvo en su tío Pedro López Dávalos, alcaide de Quesada, un
buen maestro. La guerra de Portugal y el cerco de Gijón le dieron primacía. ciar nunca a
Dueño de Arjona, Arenas de San Pedro, Colmenar y La Adrada -pudo
también comprar el condado de Ribadeo-, sus dominios se hallaban, sin
embargo, demasiado dispersos para que pudieran desempeñar un papel seme- diatamenee p~~L'
jante al de los Mendoza, por ejemplo. Su valimiento aprovechó a otros miem- 1401 considero ",.,~~
bros de la familia. Su auge y su caída fueron como los dos extremos signifi- fumó el6 de aQOS.'.:l.!..¿

cativos de las veleidades de la inconstante Fortuna4o.


Durante estos años los Stúñiga dieron un paso de gigante hasta colocar-
se en el mismo nivel que los Mendoza o los Velasco. Linaje nuevo, como
dijimos, oriundo de Navarra, el justicia mayor, Diego López, había recibido
en premio de sus servicios ciertos señoríos en Rioja, a los que, en 1391,
sumó Baños del Río Toba. Pero en este mismo momento iniciaba el despla- te de la prospen~

40 De este modo he titulado mi artículo, «Auge y caída de un hombre nuevo: el con-


destable Ruy López Dávalos» (B.R.A.H., CXCv, 1998, págs. 43-79). La BN, rnss. 2507, canos, Baños y Boh:;:=';
guarda una curiosísima Vida de don Ruy López Dávalos el Bueno, tercer condestable de Castilla, momo es consecuenoa ,5:::s::J
escrita por un descendiente suyo,Juan Dávalos Ayala.Contiene importantes datos. y San Millán. E. ..
NOBLEZAY MONARQUÍA 145

- o Alfonso Enríquez, zamiento hacia nuevos horizontes. En 1391 tuvo Curiel y, el 15 de diciem-
f-o-~>d madre judía. Ellos bre de 1393, durante las Cortes de Madrid, recibió Vadarrago y Bodón, cer-
_:: _ que pertenece Fer- ca de Ciudad Rodrigo. Un mes más tarde, en enero de 1394, se firmaría la
~Ó más que nadie, sin donación de Frías, con todo su valle; pero este hecho daría origen a un muy
evando a los prime- largo pleito, que Diego López ganó. No era sin embargo su intención insta-
amariz y Oca.Al año larse en las altas tierras burgalesas, sino permutar este importante señorío
__~ de Benavente, tam- por el de Béjar, más valioso aún (junio de 1396). Desde entonces esta villa,
_- :Jlanueva y,tras enco- dotada de enorme alfoz (San Bartolomé, Casas del Robledo, Beceda, Gil-
. a, la de Rioseco, fuentes, la Adrada, San Medel, la Puebla, Valdelacasa, Peromingo, Sanchote-
110, Navalmoral, la Calzada, Baños de Montemayor, Hervás, la Garganta,
Redondilla, Puerto de Béjar, Cantagallo, la Solana, la Zarza, el Tremedal y
privanza» con Enrique los Mazalinos) se convirtió en asiento fundamental del linaje. Su posición
e y duque de Arjo- geográfica le proporcionaba medios inmensos de riqueza: por allí pasaba
~~e que hubo de ins- una de las cañadas longitudinales de la Mesta, precisamente la más concu-
no en el arte de las rrida.
_ ; e de Quesada, un Béjar estaba indicando un camino de expansión hacia el Sur. Sin renun-
- _ - TI le dieron primacía. ciar nunca a incrementar sus dominios en Rioja y en la Tierra de Campos,
, La Adrada -pudo garantía de prosperidad para los hijos'". Había comprado el 5 de octubre de
:cinios se hallaban, sin 1394 a Isabel deVargas la posesión de Burguillos, cerca de Badajoz. Casi inme-
~=:;:_~ñar un papel seme- diatamente presentó a la firma del rey el documento de confirmación. En
~·,"",-prhó a otros miem- 1401 consideró llegado el momento de instituir mayorazgo, que el rey con-
s extremos signifi- firmó el 6 de agosto. La vinculación no abarcaba todo el patrimonio. Sus hijos
menores, Sancho, Íñigo y Diego, recibieron, en el momento de su muerte,
te hasta colocar- lotes importantes. La falta de descendientes, en los tres casos, permitiría al pri-
Linaje nuevo, como mogénito, Pedro de Stúñiga, recuperar prácticamente todo el antiguo patri-
, ez, había recibido monio familiar.
los que, en 1391, Las cañadas de la Mesta eran venas por donde discurría todo el torren-
zo iniciaba el despla- te de la prosperidad. Avanzando desde Béjar, los Stúñiga tenían que chocar

41 Compra Hacinas y Quintanilla de Muñopedro en la merindad de Silos, asi cara Huér-


-"'--9 . La BN, rnss. 2507, canos, Baños y Bobadilla en la de Nájera. En Tierra de Campos el incremento del patri-
~"'-';D condestable de Castillo, monio es consecuencia de su matrimonio con Juana de Leyva: aportó Pesquera,Villavaquerín
rtantes datos. y San Millán. E. Mitre op. cit., págs. 160-161.
146 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

inevitablemente con los Álvarez de Toledo, que desde Oropesa y Valdecor- Qué escenar»
neja (Barco de Ávila) avanzaban hacia el norte, siguiendo el curso de la dida capital, re .
otra cañada, la segunda. En 1401 GarcÍa Álvarez adquirió, por compra, Boho- rio para la luc
yo y sus dos lugares, Navamediana y Navamojado. Los beneficios que deja- vivía un ambiente .-:
ban las ovejas permitían a estos linajes disponer de dinero que invertían
después en sus compras. No debemos olvidar que los grandes estados de esta
nueva nobleza se formaron, en gran medida, a partir de las compras, como discordia, el comL~
en un mercado. mano de hierro. ~
Lorenzo Suárez de Figueroa, militar valiente, maestre de Santiago, tuvo que sus parIentes :
parte muy decisiva en el enriquecimiento de su familia instalada definitiva- juego toda su ."4
mente por las inmediaciones de Badajoz. También le resultó muy beneficio-
so el enlace con los Mendoza, entre los que llegaría a considerarse. Conti-
nuaba, en su propio provecho, la labor disgregadora del amplio espacio pacense,
que antes que él emprendieran las Órdenes Militares. El dinero abundante que
la Mesa maestral de Santiago le proporcionaba fue invertido .en compras
privadaa'". Un pleito, largo y confuso, que tenía como objeto material cier-
tas confiscaciones ejecutadas en los emperegilados, concluyó en 1395 preci- un saneado patr"k..~

samente por el procedimiento de que Gómez Suárez, primogénito de don lugar con la he

Lorenzo, comprara y pagara Nogales y Villalba de Barros. A estos lugares señor de Villalpando, '-¡¡¡¡¡

siguieron Valencia de Ventosa y Oliva de la Frontera, que fueran antes pose- to hubo de lib

sión de los Templarios.Ya estaba en pie un copioso mayorazgo, al que en 1394 sobre su patrimonie -
más importantes '-;...-
se sumó el importante señorío de Feria, destinado a ser título del linaje, con
etapas esenciales r::n~~ u
Zafra y La Parra. Una numerosa sucesión, con sólo dos varones, Lorenzo y
tica de compras le ~
Gómez, fue resultado de su matrimonio. Hizo a Lorenzo obispo y, de este
Rodilla, Villanu
modo, pudo don Gómez quedarse con todo. La Casa de Feria estaba ahora
en pie. Los matrimonios de las hijas también fueron importantes'".

42 Esteban RodriguezAmaya, Don Lorenzo Suárez de Figueroa, maestre de Santiago, Bada-


joz, 1950,pág.58
43 Serán yernos de Lorenzo Suárez, además de García Méndez de Soto mayor y Gar-
cía Fernández, señor de Villagarcía, Gonzalo Fernández de Córdoba, Alfonso Pérez de Guz-
mán señor de Lepe, el conde de Niebla, Pedro López Dávalos y el futuro marqués de San- va». No podía arrL..~
tillana. E. Mitre, op. cit., pág. 179. trataba de un
NOBLEZA Y MONARQUÍA 147

esa y Valdecor- Qué escenario más confuso ofrecía el reino de Murcia. Aquí la esplén-
o el curso de la dida capital, regida por una oligarquía de linajes muy influyente, era escena-
~ r compra, Boho- rio para la lucha que venían sosteniendo los Manuel con los Fajardo. Se
_ eficios que deja- vivía un ambiente de guerra civil, a la que añadió fuego la minoridad de Enri-
z.ero que invertían que III: en 1394 el adelantado Alfonso Yáñez Fajardo hubo de soportar el ase-
es estados de esta dio de Lebrilla que le impusieron sus rivales. Entonces apareció, tercero en
compras, como discordia, el condestable Ruy López Dávalos, con amplios poderes del rey y
mano de hierro, tratando da mantener el orden. En 1397 murió Fajardo sin
que sus parientes pudieran recoger el oficio que ostentaba; Dávalos puso en
juego toda su influencia y fue adelantado. A los hijos de Fajardo se ofreció,
-' muy beneficio- como compensación, el señorío de Molina Seca. Con esta villa y la de Alha-
iderarse. Conti- ma pudieron iniciar una reconversión de las que, en tiempos, fueran predios
espaCiOpacense, de la Casa de Manuel. Esta última es paradigma de las dos caras que ofrece
_e:o abundante que la moneda; después de haber tenido entre sus miembros a una reina, funda-
M:=~-:-i'do en compras dora de dinastía, ellos se esfumaban en la neblina de la decadencia.
~""'-o material cier- Camarero mayor,Juan Fernández de Velasco había recibido de su padre
."Ó en 1395 preci- un saneado patrimonio que incrementó cuidadosa y eficazmente, en primer
:~ " ogénito de don lugar con la herencia de su esposa, María de Solier, hija de Arnao de Solier,
s. A estos lugares señor de Villalpando, capitán de mercenarios en la guerra civil. Un largo plei-
~ _ eran antes pose- to hubo de librar con su madre, antes de asumir efectivamente el dominio

PZ§_~"al que en 1394 sobre su patrimonio. Aunque fallasen algunas de sus operaciones financieras
0 del
.: •..•... linaje, con más importantes -tuvo que renunciar a Valmaseda, Colindres y Limpias,

nes, Lorenzo y etapas esenciales en su camino hacia las salinas de Laredo-, su sistemática polí-

- obispo y, de este tica de compras le permitió acercarse poco a poco a Burgos, la gran meta final:

- Feria estaba ahora Rodilla, Villanueva del Campo, Castil de Peones, Presencio, Bascones, Astu-

~JO:cr.arr(es43. rianos, Tamarón, Olmos de Atapuerca, Río Cerezo, Hurones, Quintanapalla


y la mitad de Galiciano son un índice de las riquezas que el linaje acumula-
ba y que invertía sistemáticamente en compras de tierras, casas o señoríos.
f,oJ::=¿rr de Santiago, Bada-
Esta panorámica, en su monotonía un poco uniforme, nos permite com-

- Sotomayor y Gar-
prender de qué modo el reinado de Enrique III, aunque no esté apodado
"'""._c-~- nso Pérez de Guz- como el de su abuelo, contempló un avance importante de la nobleza «nue-
marqués de San- va». No podía atribuirse a la generosidad o blandura del monarca pues se
trataba de un cambio de mano en los titulares de los señoríos, en muchos
148 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

casos mediante inversiones de dinero. Sólo los Manrique -Pedro, adelanta- Por último Juan _:!}::-

do mayor de León; Gómez, que lo fue de Castilla, Garci Fernández, señor za a disposición de .
de Estar y Villanueva- parecen ser una excepción en ese crecimiento. Pro- negociación secre
bablemente se vieron afectados por el giro político de su tío el arzobispo de cuales se tradujeron ~
Santiago. el 18 de diciembre ce
Había sido el pa .
10. Los PORTUGUESES. La guerra de Portugal, como ya sucediera en rras habían demo
circunstancias diferentes en 1383, provocó unas aportaciones de que domina los (4...,... •.•.

linajes llegados del otro lado de la Frontera. La reina Beatriz había Portugal. Durante
renunciado sus derechos en el infante Dionis, hijo de Inés de Cas- retorno a Portugal q!li~

tro, tratando de reactivar un partido entre los descontentos de la guas de 1402 COTT1n~""b

primera etapa de gobierno de Juan de Avis. Hubo, en efecto, algu- Acomodándose a


nos nobles portugueses que se sumaron a esta opción. Como el tir, completando y
infante fracasó en sus intentos, no les quedó otro remedio que Este análisis. dOC!YTT'.=.oI
buscar en Castilla adecuadas compensaciones que sin duda se les dible para conocer -
habían prometido. Tres linajes nuevos llegaron en consecuencia a tiva española, pu
constituirse. N o era en absoluto una rigurosa novedad. También tituye dato fundam
exiliado s castellanos hacían lo mismo en el vecino reino. El apelli- por el nivel de pnh~
do Noronha ha sobrevivido, hasta hoy, entre la nobleza lusitana. la muerte de Enri
tituirse, después de ~-~

Lope Vázquez de Acuña, al que acompañaban sus hermanos, Martín y dades a la Corona
Gil, contrajo matrimonio con Teresa Carrillo, miembro de esa famosa fami- ahora partido en e_:-

lia conquense que, durante la guerra, prestara servicios importantes a la cau- tugal -no impo

sa trastamarista. De este matrimonio, asentado en el señorío de Buendía, nació frutando de una

Alfonso Carrillo de Acuña, que llegaría a ser famoso arzobispo de Toledo. Los Catalina, y firme

Acuña de Buendía no se conformaron con el aprovechamiento de aquella sobre la Curia iba a'I~i

cañada; aspiraban a ejercer dominio sobre toda la Mesta y lo consiguieron.


Juan Fernández Pacheco -no era el primer exiliado que tenía derecho
a este apellido, aunque ignoramos el grado de parentesco que le relacionaba
con los que huyeran de las represalias de Pedro I- no alcanzó, al principio,
mucho brillo. Pero su hija, María Pacheco; al unirse en matrimonio con los
Téllez-Girón, dio a este linaje mucho brío. De allí saldría el marqués de Ville-
na, valido, ministro y destructor de Enrique IV
NOBLEZAY MONARQUÍA 149

~-" -Pedro, adelanta- Por último Juan Alfonso Pimentel había puesto la fortaleza de Bragan-
. Fernández, señor za a disposición de las tropas castellanas en la fallida aventura. En una previa
e crecimiento. Pro- negociación secreta se le habían prometido adecuadas compensaciones, las
~ '0 el arzobispo de cuales se tradujeron en la entrega de Benavente, solerrmemente confirmada
44
el 18 de diciembre de 1398 . La donación era especialmente importante.
Había sido el patrimonio del cautivo de la torre del CaracoL Las últimas gue-
o ya sucediera en rras habían demostrado el valor estratégico de aquella formidable fortaleza
aportaciones de que domina los caminos de Zamora, León y Galicia junto a la frontera de
:-.. reina Beatriz había Portugal. Durante cierto tiempo, don Juan Alfonso abrigó esperanzas de un
• '·0 de Inés de Cas- retorno a Portugal que le diera de nuevo Braganza, pero al fumarse las tre-
escontentos de la guas de 1402 comprendió que no había ninguna perspectiva en tal sentido.
, en efecto, algu- Acomodándose a la política de los otros nobles castellanos comenzó a inver-
opción. Como el tir, completando y redondeando el dominio.
. otro remedio que Este análisis, documentado y a la vez monótono, que resulta imprescin-
ue sin duda se les dible para conocer cómo llegó a constituirse la nobleza castellana, en defini-
tiva española, puede oscurecer otro aspecto que, para nuestro estudio, cons-
ovedad. También tituye dato fundamental, pues la eficacia de un régimen político suele medirse
o reino. El apelli- por el nivel de prosperidad que el país alcanza. Pues bien, en el momento de
nobleza lusitana. la muerte de Enrique Ill (25 diciembre de 1406) Castilla había llegado a cons-
tituirse, después de Francia, en una verdadera potencia. Adhesión de las ciu-
dades a la Corona y muy escasos brotes de resistencia al sistema. La nobleza,
ahora partido en el poder, podía mostrarse satisfecha.Vencedora al fin de Por-
rtantes a la cau- tugal -no importaba que se tratase de victoria muy poco brillante-- dis-
e Buendía, nació frutando de una tregua sólida con Inglaterra, donde era rey un hermano de
_ispo de Toledo. Los Catalina, y firme aliada de Francia y de Borgoña, Castilla, cuya influencia
je::bami· ento de aquella sobre la Curia iba aumentando, comenzaba a experimentar los beneficios de
-- o consiguieron. su expansión mercantil. Los síntomas de enriquecimiento comenzaban a
ue tenía derecho hacerse muy claros. La corona construye palacios y monasterios reales en
ue le relacionaba Sotos Albos, Burgos, Valladolid, El Pardo. Un aspecto, por desgracia mal cono-
canzó, al principio, cido -la moda-, denota ascenso en el nivel de vida: «paramentos, borda-

trimonio con los duras e cimeras» dirá Jorge Manrique. Progresos técnicos en la navegación o

_marqués de Ville-
H Marqués de Saltillo, Historia nobiliario, 1, pág. 101.
150 LUIS suxnsz FERNÁNDEZ

"
en la guerra -el uso de piezas de artillería, la colocación de los primeros
relojes mecánicos, la construcción de grandes nao s- marcan el cambio de
uno a otro siglo. Todo esto, paz y orden interiores, equilibrio, riqueza, podía
ser presentado como consecuencia del régimen político y social de Castilla,
sobre todo si se tiene en cuenta el declive catalán, a todos evidente. La oli-
garquía nobiliaria se acostumbró en adelante a considerar el reinado de Enri-
que III como una época clásica, y al régimen social de la nobleza como
condición indispensable para el equilibrio interno. Había perfecta adecua-
ción entre sus intereses y la realidad económica del país que derivaba a un
predominio, cada vez mayor, de la ganadería y del comercio.
~....:::<JC1.0 ón de los primeros
marcan el cambio de
L eezrilibrio, riqueza, podía
_- o y social de Castilla,
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e la nobleza como
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SEGUNDA PARTE
\1

V. FERNANDO

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estos cargos tenían ?S!~g:-
V. FERNANDO «EL DE ANTEQUERA», U N REY PARA ESPAÑA

1. MONARQUÍA ESTABLE. Con la muerte prematura de Enrique III, en


las primeras horas de aquel 25 de diciembre en que, según el cómputo
de la Natividad, comenzaba el año 1407, se doblaba una página impor-
tante en la Historia de España, aquella que definimos como de los «pri-
meros» Trastornara. Se daba una especie de salto hacia el predominio
de la alta nobleza, identificada ahora con un solo linaje, el del propio
rey, y se volvía a los enfrentamientos y luchas por el poder. En aque-
llos momentos, como fruto del trabajo de una generación larga, que
abarca veinte años, la Monarquía parecía haberse estabilizado, apo-
yándose en tres sólidos pilares, Consejo, Cámara, Audiencia, sujetan-
do a las Cortes a disciplina y logrando el respaldo de las ciudades.
Evidentemente se descubren influencias venidas de fuera, de Francia,
la Corona de Aragón y la Curia pontificia de modo especial. Al enfren-
tarse el reino con una nueva minoría, en esta oportunidad muy larga,
se contaba con resortes mejores que los de 1390. Había ciertas razo-
nes para el optimismo en esta nueva etapa de tránsito. En su factura
las tres instituciones a que hemos aludido pueden considerarse como
creación original de la Casa de Trastámara.

La Corte que rodeaba al rey, antigua Curia, hacía referencia a las funcio-
nes públicas del monarca. Sus oficios habían llegado a convertirse en los más
importantes y proporcionaban a quienes los desempeñaban, notable poder:
condestable, almirante, monedero mayor, entregador de la Mesta, alcalde mayor
de sacas y los varios adelantados y merinos mayores. Los emolumentos que
estos cargos tenían asignados eran llamados quitaciones porque se descontaban
154 LUIS SUAREZ FERNANDEZ

de los ingresos de la Corona. Centro vital de la Corte era el Consejo Real,


con dobles funciones, unas de carácter general en aquellos procesos que, en
primera instancia o en apelación, correspondían al monarca, y otras de carác-
ter deliberativo, mal definidas y, por consiguiente, muy extensas. Juan II ten-
drá que crear dentro de él una sección judicial independiente para garantizar
su funcionamiento. Había aumentado el número de miembros del Consejo,
aunque, durante la minoridad de Enrique III, según hemos visto, hubo ten-
dencia a frenar ese crecimiento. En su Ordenamiento de 16 de setiembre de
1406 y, después, en su Testamento, el propio rey había insistido en que el núme-
ro de asientos se redujera a dieciséis —al parecer nunca se logró— y también
en que los nombramientos se produjeran únicamente en letrados y no en pro-
curadores de las ciudades, siendo aquellos los que significasen la presencia del
tercer estado1. Contra esto protestarán las Cortes, aun sin ser escuchadas2. A
lo largo del siglo XV las reuniones del Consejo, muy concurridas, pecarán de
desordenadas sin que ello afecte a su eficacia; controlarle equivale a gobernar.
La Cámara, en su sentido estricto, es el órgano económico de la Casa
del Rey: la Cancillería, en cambio, el diplomático, aunque los documentos
por ella emitidos también devengan ingresos. Instrumento para la ordenación
de pagos, la Cámara conservaba todavía, a principios del siglo xv, un recuer-
do de su origen privado: los emolumentos del mayordomo mayor y del jus-
ticia, de coperas, resposteros, porteros, canciller, notarios, alguaciles y alcal-
des mayores de la justicia se denominaban por esta causa raciones. Para su
gobierno, se rige por el Ordenamiento de Toro de 1371. Desde la promul-
gación del Ordenamiento de lanzas en las Cortes de Guadalajara de 1390
también dependía esencialmente de la Cámara este importante sector mili-
tar puesto que cada lanza devengaba una renta, que se llamaba comúnmen-
te «tierra» por ser su origen, en teoría, los dominios patrimoniales del rey.
Pero de estas rentas se habían venido apoderando los nobles, a quienes se
encomendaba el reclutamiento; las incluían en sus bienes patrimoniales.

1
Luis G.Valdeavellano, Historia de las Instituciones españolas, Madrid, 1968, pág. 459.
2
En tres ocasiones, 1419,1425 y 1432, registramos demandas en este sentido (Cortes,
III, págs. 20, 56 y 121). La respuesta fue sistemáticamente negativa.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 155

Desde que, en 1387, Juan I había reorganizado la Audiencia o Cnanci-


llería, fijando su sede enValladolid en razón de la existencia en esta villa de
un Estudio General, se había producido una radical separación entre el ejer-
cicio de la justicia civil, a ella encomendada, y la criminal que se reservaba al
Consejo. Desde 1419 se dispuso que hubiese diez oidores, siempre juristas
de reconocido prestigio, funcionando en dos turnos de seis meses y presidi-
dos por un obispo3. Aunque adolecía todavía de muchos defectos, que se refle-
jaban en la lentitud de los procedimientos, este Tribunal Supremo significa-
ba un salto adelante de gran importancia. En las Cortes los procuradores,
aunque protestaban de la lentitud y otros defectos, se mostraban verdaderos
entusiastas de ella.
La decadencia de las Cortes en los dos siguientes reinados es un hecho
evidente: el derecho de voto fue restringido a sólo dieciséis villas y ciuda-
des. Muchas veces detectamos en los nombres de los procuradores la pre-
sencia de cortesanos. Los Ordenamientos se hacían públicos al margen de
las Asambleas y la respuesta a las peticiones presentadas se ofrecía después
de que los procuradores hubiesen regresado a sus lugares de origen. Más im-
portante era el cierre de los regimientos que gobernaban las ciudades y que
estaban formados únicamente por los miembros de la oligarquía dominan-
te. El rey reducía su independencia nombrando corregidores, pero también
los nobles la afectaban seriamente desde sus señoríos o fijando en ellas su resi-
dencia.

2. ASCIENDE FERNANDO. Se dibujaba un nuevo poder en Castilla: el


infante Fernando, hermano del rey, único que en estos momentos
podía ostentar esa doble condición. Los cronistas a su servicio y al
de sus hijos, «infantes de Aragón», se han mostrado muy diligentes
al presentarle como verdadero e indiscutible espejo de toda caba-
llería. Su pensamiento aparece reflejado en esta frase: «cuanto más
cercanos son los infantes a los reyes y a la corona real, y mayor
deudo han con ellos, tanto más son tenidos y obligados y tienen

3
Cortes, III, págs. 10 y ss.
156 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

mayor cargo de los honrar y servir, por el gran deudo que con
ellos y su merced tienen»4. Esa fidelidad institucional, no desmen-
tida por los hechos, era perfectamente compatible con una gran
ambición. Duque de Peñafiel y conde de Alburquerque, don Fer-
nando condensaba en su persona la primera nobleza. Su delibera-
do propósito fue transmitir a sus hijos esa misma condición. Esos
hijos, nacidos de una sola esposa —no conocemos bastardos—
fueron siete: Alfonso,Juan, Enrique, Pedro, Sancho, María y Leonor.
De ellos cuatro llegarían a ceñir corona real. La nobleza gobernan-
te, que no podía alegar en su caso motivos para combatirle, le con-
sideró muy pronto como posible cabeza. Llovieron las adhesiones.
Surgieron también los recelos. Pero no cabe duda: antes de la muer-
te del rey ya había un partido del infante.

A éste se sumaron Ruy López Dávalos, que habría de permanecerle


fiel, el mayordomo mayor y, entre otros, ese joven Iñigo López de Mendo-
za, destinado a muy altas metas. Hasta 1402 Fernando había sido heredero,
aunque no se le otorgara jurídicamente la sucesión. Luego nacieron hijos a
Catalina, dos niñas, María y Catalina —una buena candidatura matrimonial
para sus propios vastagos, Alfonso y Enrique— y finalmente Juan (6 de mar-
zo de 1405) que fue reconocido como sucesor. Sin precipitarse, Fernando
comenzó a atar los cabos. Su propaganda iba a tener dos recursos importan-
tes a mano: fidelidad al niño rey, su sobrino, heroísmo valeroso en la guerra
contra el infiel.
Una gran máquina, la Monarquía española, quedaba en pie, siendo titu-
lar de ella un niño de menos de dos años, y, desde luego, el infante a quien
nadie pensó en discutir la regencia. Unos días antes del fallecimiento de Enri-
que III, la decisión del infante era ya públicamente conocida: no intentaría

4
Tomamos esta frase del documento de donación que el infante hizo al mariscal Gar-
ci González de Herrera, que se conserva en AGS. Patronato Real, leg. 58, fol. 30. En este
momento, siendo María sucesora reconocida, su matrimonio propuesto con Alfonso, podía
llevar a éste al trono.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 157

usurpar la corona a su sobrino 3 . Pero aprovecharía la coyuntura para incre-


mentar los bienes de su propio linaje. La minoridad, que se presentaba de ante-
mano como muy prolongada, tenía que hacer frente a una situación concreta.
Los nobles asentados firmemente en el poder no estaban dispuestos a aban-
donarlo; antes bien buscaban el modo de transmitirlo a sus propios hijos. Pre-
viniendo esta situación, Enrique III había redactado un ponderado Testa-
mento, cuya lectura nos permite comprender bien la experiencia del propio
monarca6. Algunos datos sueltos que la escasísima documentación nos ofre-
ce permiten detectar ciertas tensiones precautorias entre ambos hermanos 7 .

5
Alvar García de Santa María, Crónica del rey donjuán, B.A.E., LXVIII, Madrid, 1947,
pág. 262, recoge la noticia de que en el momento de la muerte de Enrique III, estando reu-
nidas las Cortes en Toledo, algunos nobles propusieron a don Fernando que tomase para sí la
corona. Zurita, que utiliza unas instrucciones entregadas por Juan II de Aragón a sus emba-
jadores, bastantes años después, cree poder señalar que la iniciativa partió de Ruy López Dáva-
los, el cual, tomando al niño en sus brazos, habría preguntado directamente al infante a quien
debería proclamar rey, siendo la respuesta de don Fernando: «¿a quién sino a mi sobrino el
primogénito don Juan?». Juan Dávalos de Ayala niega la noticia que la mayor parte de los
historiadores considera simplemente como una leyenda entre las muchas que se forjaron en
torno al personaje. Pero Juan Torres Fontes, «La regencia de don Fernando de Antequera»
(Anuario de Estudios Medievales, I, Barcelona, 1964, págs. 375-379) ha descubierto en el
Archivo municipal de Murcia dos cartas que permiten asegurar que todo ello responde a un
fondo de verdad, pero que el debate y la solución tuvieron lugar antes de la muerte del rey.
6
El testamento ha sido publicado como apéndice a la Crónica de Ayala, págs. 264-270.
7
F. Suárez, op. cit., págs. 226-227, ha descubierto detalles interesantes. Al conocerse el
tercer embarazo de la reina Catalina, ésta, acompañada de la priora Teresa de Ayala, se reclu-
yó en Toro, donde efectivamente habría de nacer el futuro rey, como si se buscase una segu-
ridad que en otras partes faltaba. El rey permaneció en Segovia, pero hizo venir desde la fron-
tera de Granada a los soldados de Diego Fernández de Córdoba. Se dio permiso a Leonor,
la cuñada, para visitar a Catalina, pero no consta que se hiciese lo mismo con Fernando. En
cambio el 12 de octubre de 1404 una serie de seis privilegios solemnes garantizaban a Fer-
nando todos los señoríos de que ahora disfrutaba, demostrando así Enrique III que estaba
dispuesto a cumplir la última voluntad del padre de ambos. Se trataba de Cuéllar, Paredes
de Nava, Olmedo, Medina del Campo, condado de Mayorga y ducado de Peñafiel, con inde-
pendencia del amplio patrimonio de Alburquerque. De modo que el poder que acumula-
ba, especialmente en Castilla, sobre el Duero, era enorme. Casi una compensación por el
158 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

De acuerdo con esta postrera voluntad el ejercicio del poder real sería
asumido, proindiviso, por Catalina y Fernando, pudiendo procederse a un
reparto de provincias si parecía conveniente. Pero entre ambos el Conse-
jo Real desempeñaría las funciones de moderación que le correspondían.
La custodia de la persona del rey quedaba encomendada a Diego López
de Stúñiga y a Juan Fernández deVelasco; de su educación debía encar-
garse Pablo de Santa María, el famoso rabino y obispo de Burgos que
ahora regía la sede de Cartagena y cuya amistad con el papa Benedicto
XIII era, a la sazón, muy importante. De que se cumplieran las mandas par-
ticulares, en descargo de su alma, debían ocuparse Ruy López Dávalos y
dos franciscanos muy conocidos, fray Juan Enríquez y fray Francisco de
Illescas. Con duro realismo y fuerte decisión en aquel Testamento, ley
fundamental, se prohibía cambiar ninguno de los miembros del Consejo
Real mientras durase la regencia. Había dos importantes compensaciones
para su hermano: el primogénito de éste, Alfonso, casaría con su prima
María, cuando llegara la edad —asi sucedió— garantizándose de este modo
la sucesión en caso de muerte prematura de Juan. El y sus hermanos ten-
drían asiento en el Consejo Real, según fuesen alcanzando la edad perti-
nente.
Durante diez años Fernando, a quien adornarían sus partidarios con
título «de Antequera» para demostrar el relieve que cobrara en la guerra
de Granada, será figura dominante en el tablero político español, una
especie de antecedente de su nieto, al que se impondría este mismo nom-
bre. Incluso después de convertirse en rey de Aragón conservará la regen-
cia en Castilla asegurando de este modo la concurrencia unánime de los cua-
tro reinos dentro de la «nación española» en el concilio de Constanza.
Los catalanes, después de Caspe —donde habían adoptado una actitud en
cierto modo neutral— no estaban tan satisfechos. Dejando aparte propa-
gandas y simpatías, no cabe duda de que nos encontramos en presencia

hecho de que no hubiera de ceñir la corona. Más adelante los consejeros de Juan II se abs-
tendrían de presentar derechos a la Corona de Aragón, que hubieran podido ser invocados.
Dinero castellano muy abundante sería invertido en la maniobra que conduce a Caspe.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 159

de un personaje capital para la Historia de España. Con mentalidad muy


propia de su clase social, mezclando el idealismo caballeresco con la
ambición, buscaba ante todo el engrandecimiento de su linaje, y así lo
declaró. Único segundón legítimo de la Casa deTrastámara proyectó levan-
tar, a la sombra del trono, un árbol robusto que hubiera debido constituir,
por sí solo la plataforma de la alta nobleza. Azares de fortuna hicieron
que tuviera que desplazarse a Aragón, incrementando así la dimensiones
de tan vasto poder.
En la distancia, es una especie de prólogo para la unidad de España, como
así señalara Jaime Vicens Vives, comentando el escudo que para sí forjó; en él
estaban castillos y leones al lado de las barras de la senyera, que a él llegaban
por su madre Leonor. En 1407 la plataforma económica de su poder era
muy grande, a consecuencia de dos hechos concurrentes: la gran donación
que hiciera Juan I, recientemente confirmada como acabamos de ver; la heren-
cia patrimonial de su esposa la ricahembra.Terúa., a la sazón, veinticinco años
y no daba señales aún de aquel declive que causaría su tan temprana muer-
te. Duque de Peñafiel, conde de Mayorga, señor de Lara; nadie podía dispu-
tarle la singularidad en la cúspide de la nobleza. Sus soldados montaban la
guardia en villas, hoy ciudades, que señalaban puntos clave a la hora de ejer-
cer un dominio sobre el espacio abierto: Medina del Campo, cuyas ferias
creara, Olmedo, Cuéllar y Vülalón, eran puntos neurálgicos para la econo-
mía castellana por sus cambios, su lana, su trigo, sus cueros. Venían luego
San Esteban de Gormaz, Castrogeriz y Urueña. Leonor aportaba dominios
amplios en torno a Alburquerque, Haro y Ledesma. Todo este magnífico
poder acarreaba admiración y adhesiones, pero también envidias y codicia.
Los nobles instalados en escalones de abajo también estaban afilando sus ape-
titos: los Enriquez miraban hacia Villalón, losVelasco codiciaban los viñe-
dos de Haro y los Stúñiga no olvidaban Ledesma. Máximo poder significa-
ba también máxima emulación: ¡qué buen botín si, un día, ese vasto edificio
se derrumbara!

3. Los SENTIMIENTOS DE LA CABALLERÍA. Nuestros historiadores, obli-


gados a seguir las crónicas áulicas que los propios «aragoneses» pro-
160 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

piciaron en años de esplendor, no han podido sustraerse a la admira-


ción8 que parece justificada si se tiene en cuenta la destreza política
que Fernando desplegó9. Pero es importante introducir matices. No
parece haber duda: el infante proyectaba aprovechar la singular cir-
cunstancia que le otorgaba el ejercicio del poder real para instalar a sus
siete vastagos en posiciones tales que, en adelante, fuera imposible
reinar en España sin contar con ellos. Sabía ceder y era ésta una de las
dimensiones mejores de su habilidad. Para su hijo Sancho quiso la sede
metropolitana de Toledo. Pero Benedicto XIII la necesitaba para un
sobrino de su mismo nombre, Pedro de Luna. Aunque Enrique III
se empeñó en la apuesta, Fernando llegó a un acuerdo con el Papa.
Ganó algo que valía más, los maestrazgos de las Ordenes Militares y
además la amistad del Pontífice, decisiva en un futuro próximo.

Para alcanzar sus fines, don Fernando supo poner a contribución el res-
peto a la palabra dada, la lealtad en relación con la corona, el idealismo caba-
lleresco dominante, el apoyo de la Iglesia y hasta las rivalidades entre los
linajes nobles, enderezándolos al servicio de su propia familia. El y sus hijos
contribuirán, decisivamente, a introducir en Castilla la espléndida fantasía que
en otras Cortes de Europa ya estaba dominando por este mismo tiempo. La
vida noble se impregnaba de esa artificiosidad que Huizinga, muy certera-
mente, ha calificado de «nostalgia de una vida más bella».

8
Tal es el caso de 1.1. Macdonald, Don Fernando de Antequera, Oxford, 1948, en que
sigue, con agudeza, el texto de la crónica de Santa María.
9
Torres Fontes, loe. cit., pág. 384, fue el primero en situarse en una posición más
matizada. «No cabe duda de que don Fernando procuró para sus hijos un papel preponde-
rante en la vida política castellana, con la idea de que a su muerte le sucedieran y ocuparan
cerca del monarca el mismo lugar que él tenía como protector de la Monarquía y desem-
peñando en efectivo la dirección de los reinos castellanos. Esto es, un escalón intermedio
entre el rey y los nobles levantado sobre amplias bases económicas y con poderosas fuerzas
y fortalezas repartidas por todo el ámbito castellano sobre el que sus hijos, manteniéndose
estrechamente unidos, no podrían ser desalojados.» La última recomendación que don Fer-
nando haría a estos hijos sería la de «permanecer unidos y leer la Crónica del rey don Pedro».
NOBLEZA Y MONARQUÍA 161

En el medio social castellano, el espíritu caballeresco, siendo común*al


de las costumbres imperantes en Europa, se reviste de ciertos matices que ayu-
dan decisivamente a la progresión del país hacia una señorialización total.
Como muy certeramente señala Martín de Riquer, fantasía y realidad se aunan
para incorporar a la vida diaria la novela y la aventura de la caballería andan-
te 10 . Fernando y sus hijos viven inmersos en el artificio de lo heroico, cabal-
gadas en tierras musulmanas, torneos deslumbrantes, Cortes poéticas en que
descuellan los nobles, lujo en los trajes que se complican y recargan, des-
pliegue de riqueza mueble, fiestas y banquetes, devaneos y verduras de las eras,
como dirá Jorge Manrique. La forma más concreta y entusiasta de esta román-
tica caballeresca era Granada y Fernando supo resucitar el viejo mito de la
lucha contra el infiel, como una gran tarea nacional, iniciando en 1407 una
guerra que su nieto se encargará de concluir. La empresa pesa, durante todo
el siglo, sobre la mente de los protagonistas, presentándose como la meta no
alcanzada, el testamento incumplido de los tiempos que se remontan a otro
santo de nombre Fernando.
Los temas literarios —tratamiento idealista nostálgico, falso en suma,
del amor y de la muerte sobre todo— tienen para el historiador importan-
cia sustancial porque explican, mejor que nada, la levedad de la atmósfera en
que se vive. Ciertamente la palabra romanticismo —¿acaso no se llaman
romances esas breves composiciones líricas que entonces florecen?— se nos
viene a los labios, y no hay inconveniente en utilizarla, siempre y cuando se
tengan en cuenta las necesarias matizaciones. Predomina el sentimiento sobre
la racionalidad. Es imposible explicar, en cada caso, con razones políticas o
económicas solamente, muchos de los acontecimientos que entonces se suce-
den: la fidelidad, el honor, la emulación —esencia del código del caballe-
ro— pesaban entonces con gran fuerza.

4. U N PROGRAMA. Ni por un momento abandonará don Fernando


«el de Antequera» esta orquestación de ideales sonoros, poniéndo-

"' Martín de Riquer, Caballeros andantes españoles, pág. 99, nos explica de qué modo
los pasos honrosos y. demás empresas caballerescas, esconden rivalidades políticas.
162 LUIS SUAREZ FERNANDEZ

los al servicio de una Monarquía que, en determinado momento,


parece abarcar a toda la Península. Por debajo de ellos trabaja inten-
samente un programa político, con tres líneas de acción, las cuales
no nos autorizan a creer que obedeciesen a un designio previamente
calculado. Si hay una intencionalidad indiscutible, ésta se refiere úni-
camente a la construcción de la plataforma adecuada para hacer per-
manente el ejercicio del poder.

Primera medida de la nueva política es, como ya anotamos, la reconci-


liación con Benedicto XIII, que sería luego su más activo valedor en la con-
quista de la Corona de Aragón. Enrique III, sobre quien pesaban influencias
contrarias a don Pedro de Luna, se había mostrado riguroso adversario de
éste, al menos desde 1403, oponiéndose a que el sobrino homónimo toma-
ra posesión de la sede de Toledo, y presionando, un poco en línea con Fran-
cia, para que el Papa cediera en sus derechos11. Recordemos que, curiosamente,
era un hijo de don Fernando el candidato propuesto para aquel obispado. El
infante, por medio de sus propios procuradores, había informado a Benedicto
de que en modo alguno estaba dispuesto a empecinarse en esta línea y, ape-
nas muerto el rey, se comunicó al joven sobrino que podía venir a tomar pose-
sión de su mitra12. En esto coincidían los intereses de los dos regentes por-
que Catalina de Lancaster también quería lograr el apoyo del Papa para
fortalecer la posición de su hijo el rey. Con el nuevo arzobispo entró en
Castilla un muchacho de dieciocho años, sobrino, aunque por línea bastar-
da, del nuevo primado. Se llamaba don Alvaro de Luna y fue incorporado al
servicio directo del rey.

11
La designación de Pedro de Luna tuvo lugar en 1403. Ya el 18 de febrero siguiente Enri-
que prohibió que se le recibiera y poco después ordenó el secuestro de las rentas de la dióce-
sis. Esta fue la situación hasta la muerte del rey, agravada en 1405 con la embajada de Fernán
Pérez de Ayala y fray Alfonso de Alcocer que presionaron al Papa en favor de la llamada via ces-
sionis. Sobre este aspecto, detalles más precisos en mis dos trabajos, Castilla, el Cisma y los últimos
Concilios medievales, Madrid, 1960, y Benedicto XIII, Papa o Antipapa, Barcelona, 2002.
12
El 20 de marzo de 1407 Benedicto XIII anunciaba a Martín el Humano que su
sobrino pasaría inmediatamente por Aragón, camino de Toledo.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 163

Segunda medida, el desarme de la oligarquía nobiliaria. De acuerdo con


el Testamento de Enrique III la custodia del niño rey correspondía a Diego
López de Stúñiga y a Juan Fernández deVelasco y no a su madre. Arrancar a
ésta la custodia del hijo podía reputarse como acto de crueldad, pero tam-
bién como maniobra política. La reina quedaba privada del más valioso ins-
trumento. Catalina se resistió a hacer la entrega y los cronistas cargan las tin-
tas contra ella al describir esta negativa a cumplir la última voluntad de su
marido. Fernando viajó de Toledo a Segovia (enero de 1407) llevando con-
sigo a Stúñiga y Velasco que iban a hacerse cargo de la custodia. La reina cerró
las puertas de la ciudad, colocó soldados en los adarves y propuso a su cuña-
do negociaciones. Éste no cedió en cuanto a ser recibido y al final se le
abrieron las puertas. Pero una vez instalado en el alcázar medió en una pro-
puesta pacificadora: a cambio de una fuerte suma de dinero los dos interesa-
dos renunciaron a la custodia del niño que pudo crecer al lado de su madre.
Con gran habilidad el regente había despojado a aquellos nobles que desde
1398 estaban ligados por un pacto firme de estrecha alianza.
Tercera medida, a la que ya nos hemos referido ampliamente, la guerra
contra los musulmanes, un derivativo muy necesario puesto que en las Cor-
tes con que se abriera el reinado, se detectaba un claro descontento 13 .Toman-
do el hilo de la historia, Fernando adquiría también una especie de mono-
polio en el manejo de los cuarenta y cinco millones votados, más las rentas
que la Iglesia ponía a su disposición para este fin, y todavía más otros ingre-
sos mal definidos. Reparto y administración de tan cuantiosos fondos era tarea
asignada al Consejo Real. Apresuradamente Alfonso y Juan, de trece y nue-
ve años respectivamente, hijos del infante, tomaron asiento en él, incremen-
tando de este modo los votos. Él y Catalina acordaron repartirse el gobier-
no del territorio. Fernando obtuvo 14 la mitad meridional, desde la sierra de
Guadarrama, añadiéndosele Alba de Tormes y Ayllón. Hay que hacer notar

1.1. Macdonald, op. cit., pág. 31. Diego Ortiz de Zúñiga, Anales eclesiásticos y seculares
de Sevilla, Madrid, 1677, pág. 281.
14
Estudiado con todo detalle por Juan Torres Fontes, Dos divisiones político-administra­
tivas en la minoridad de Juan II de Castilla, Murcia, 1947.
164 LUIS SUAREZ FERNANDEZ

que la mayor parte de los amplios y poderosos señoríos del infante se halla-
ban ubicados en la parte reservada al gobierno de la reina.

5. LAS ÓRDENES MILITARES. Pese a su exquisita inteligencia, este plan polí-


tico estuvo a punto de naufragar, por cuanto estaba ligado a la conse-
cución de resonantes victorias en la guerra, y la primera campaña, que
tuvo éxitos iniciales —toma de Pruna (4 de junio) y de Zahara (2 de
octubre de 1407)Ll— terminó en fracaso: los castellanos se estrellaron
contra las defensas de Setenil y fueron después injuriados desde las mura-
llas de Sevilla cuando regresaban. En las Cortes de Guadalajara se redu-
jeron drásticamente los subsidios16; también el Consejo pudo escuchar
críticas y demandas muy contrarias a la guerra17. Los cronistas afectos al
infante tratan de hacer recaer sobre la reina Catalina esta oposición que
se despertaba contra sus proyectos, pero los datos de que disponemos
permiten afirmar que se trataba de un movimiento más amplio en el
que figuraban Diego López de Stúñiga y Juan Fernández deVelasco,
perjudicados al retirárseles la custodia del rey, así como los Mendoza de
Guadalajara a quienes apoyaba su pariente el maestre de Santiago, Loren-
zo Suárez de Figueroa. En cambio uno de los más destacados miem-
bros del partido del infante era el conde de Trastámara.

Una escisión, pues, de consecuencias muy serias: se revelaba que la con-


cordia entre los dos regentes era ficticia. El conde de Trastámara alzaba la

Estoy resumiendo aquí mi propio trabajo acerca de Juan II y la Frontera de Granada,


Valladolid, 1957.
16
El infante había solicitado 60 millones de maravedís. Los procuradores, en una pri-
mera instancia, rebajaron el subsidio a 50. Pero luego, al conocer que se había firmado una
tregua, decidieron un nuevo recorte, hasta 40. Crónica, págs. 304-308.
17
Las recriminaciones fueron principalmente económicas: los consejeros de Catali-
na acusaban a Fernando de haber mandado acuñar moneda de ley más baja que la de Enri-
que III, para conseguir de este modo una ganancia, y que había dado a algunos caballeros
más dinero del que en justicia les correspondía. El Consejo parecía decidido a detener la
guerra de Granada. J. Torres Fontes, La regencia, págs. 393-397.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 165

voz, diciendo que la reina estaba siendo mal aconsejada. Algunos linajes, como
Sarmiento, Rojas y Enríquez se manifestaron decididos partidarios de don
Fernando. Todos recurrieron a las movilizaciones de sus soldados y el 19 de
junio de 1408 estalló un tumulto en Segovia en que perdieron la vida ocho
personas. Don Fernando procedió con la habilidad acostumbrada, presen-
tándose además como el perfecto pacificador. Entró en negociaciones, acep-
tó que entrasen en el Consejo todos cuantos en él estaban en el momento
de la muerte del rey y pudo conseguir un acuerdo (11 de marzo de 1409)
reforzando la separación entre las dos regencias. La crisis sirvió para demos-
trar dos cosas: que las familias nobles estaban separadas por amargas rencillas
y que el infante estaba en condiciones de atraer a algunas de ellas con com-
promisos que tendían al fortalecimiento de sus patrimonios. El momento de
fragilidad no volverá a repetirse en esta regencia.
La condescendencia de don Fernando no significaba que estuviese dis-
puesta a abdicar de aquel programa de enriquecimiento familiar. En 1408
había muerto el maestre de Alcántara, Fernán García de Villalobos. Por medio
del obispo de Palencia, Sancho de Rojas, y contando también con el respal-
do de Benedicto XIII, el infante consiguió que el capítulo de la Orden, sin
tener en cuenta la escasa edad de candidato, procediera a elegir a Sancho,
aquel que en tiempos fuera presentado como arzobispo de Toledo. En esta
oportunidad don Fernando explicó al prelado, refiriéndose a sus hijos, que
había «pensado en los heredar lo más sin pecado que ser pueda». Altas dig-
nidades bien provistas de rentas seguramente aparecían ante sus ojos como
un mal menor 18 .
En 1409 surgió una nueva vacante, por fallecimiento de Lorenzo Suá-
rez de Figueroa, maestre de Santiago, al término de larga enfermedad. El
regente movió la candidatura de su tercer hijo, Enrique, pero tropezó con la
oposición decidida de una parte de los caballeros que, hincándose en la cos-
tumbre, pretendían que el comendador mayor, Garci Fernández deVillagar-
cía, ocupase el maestrazgo. Saltando por encima de las reglas, Fernando con-
siguió que Benedicto XIII, que precisaba perentoriamente su ayuda, procediera

J.Torres Fontes, loe. cit., pág. 384.


166 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

al nombramiento, prescindiendo de la Regla19. Enrique entró en posesión del


maestrazgo. De este modo se establecía un precedente que ya no sería aban-
donado: los maestrazgos pasaban a ser altos oficios en el desempeño de fun-
ciones políticas. Proporcionaban rentas muy cuantiosas, las cuales, como ya
demostrara don Lorenzo, invertidas en la compra de derechos, servían para
constituir grandes señoríos dentro del linaje.
En manos de Fernando, las Ordenes eran, desde luego, rentas; pero tam-
bién otra cosa, la caballería. Y esta dimensión se revelaba importante en el
momento en que don Fernando se disponía a rematar su propia leyenda de
hazañas, conquistando Antequera el 16 de setiembre de 1410. Antequera es
la espina que se clava en la carne del reino moro; desde allí las espolonadas
alcanzaban con gran facilidad la Vega, estimulando así la conciencia de los
autores de romances. Será también uno de los mitos a que se aferran los Tras-
támara aragoneses para recordar y hacer sensible la deuda de honor que la
rama primogénita de la dinastía tiene con ellos: de hecho, el nieto homóni-
mo del infante al asumir la tarea de rematar las hazañas, tendrá también en
su fuerte puño las capitanías de las Ordenes Militares. Mientras ese momen-
to llega, Alvar García de Santa María se encargará de proclamar a todos los
vientos que sólo el honor caballeresco había impedido al infante tomar para
sí la corona que puso en las sienes de su sobrino.

6. CASPE. He ahí desvelado el sueño secreto del infante: una corona.


Educado para ser rey, pues hasta 1401 fuera sucesor sin disputa, es bas-
tante lógico que tal ambición le alcanzara. Se hallaba en el cerco de
Antequera cuando le alcanzó la noticia de la muerte de su tío, Mar-
tín el Humano, acaecida el 31 de mayo de 1410. No quedaban des-
cendientes directos. En el último instante, el difunto rey se limitó a
recomendar que reconociesen a aquel príncipe que hallaran con mejor
derecho. N o había tenido tiempo para montar los medios pertinen-
tes que le permitieran llegar a conocer quien era, de todos, el de mejor

Instrucciones a Gonzalo Sánchez en que se describe la negociación. A.V. Instru-


menta Miscellanea, núnis. 4607 y 5441.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 167

derecho. Las diputaciones de los reinos, que adoptaron la resolución


de permanecer unidos, se prepararon a inaugurar un sistema jurídi-
co que, en cierto modo, se parecía a una elección. Pero Benedicto
XIII, que andaba entonces por tierras catalanas y de Valencia, tenía
ya un candidato firme: el propio Fernando. Éste pudo volcar en la
empresa los recursos que la regencia le proporcionaba.

Surgieron, sobre la marcha, algunos obstáculos. Fadrique, duque de Bena-


vente, que se sentía como una especie de pariente mayor dentro del linaje, y
que seguía preso en Monreal, asesinó al alcaide y pudo hallar refugio en Nava-
rra. Parecía rehacerse aquel partido que en la minoridad de Enrique III pro-
dujera tantas convulsiones. Carlos III se negó a entregarlo (julio de 1411) si
bien garantizando que Navarra no habría de servir para ninguna acción
política contra Castilla. De hecho, Fadrique sería objeto de negociaciones y
entregado finalmente en Mallén, el 11 de agosto de 1414, es decir, cuando
la herencia aragonesa era ya agua pasada20.
Los derechos alegados por Fernando procedían de su madre, Leonor, hija
de Pedro IV. Algunos consejeros de Catalina de Lancaster insinuaron a ésta
que, en tal caso, habiendo sido su marido, Enrique, primogénito heredero
de aquélla, sus derechos, de acuerdo con la costumbre española, pasaban a su
propio hijo el rey Juan II. La reina ordenó a un equipo de jurisconsultos que
examinasen la cuestión y ellos concluyeron que, de acuerdo con la doctrina
expuesta en las Partidas, era dudoso si debía preferirse a uno o a otro; por
consiguiente, Castilla podía sostenerlas dos candidaturas. Se llegó a una espe-
cie de acuerdo: Catalina apoyaría las pretensiones de su cuñado —la pers-
pectiva de unión entre Castilla y la Corona de Aragón eran un obstáculo serio
en aquellos momentos— pensando, sin duda, como cree Torres Fontes21 que
al convertirse en rey, tendría don Fernando que renunciar a la regencia en
Castilla.

20
Crónica de Juan II, pág. 335. Zurita, III, fol. 104.
1
J. Torres Fontes, «Las Cortes castellanas en la menor edad de Juan II» (Anales de la
Universidad de Murcia, XX, 1961/62).
168 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

Faltaba el dinero. Las Cortes habían votado una ayuda extraordinaria de


45 millones de maravedís, pero exigiendo del infante un juramento que le
obligaba a emplearlos en la guerra de Granada, y no en otra cosa22. Fernan-
do requirió de su aliado Benedicto XIII una dispensa de este juramento sin
preocuparse demasiado en esta oportunidad del respeto a una palabra dada.
Las Cortes merecían menos respeto que los altos organismos del poder real.
Fue de este modo como, el 28 de junio de 1412, culminación de una polí-
tica habilísima, Fernando «el de Antequera» se convierte en rey de Aragón.
Sin entrar en el detalle de lo que Caspe significa23 por cuanto nos alejaría de
nuestra línea de investigación, debemos poner atención en el razonamiento
de algunos compromisarios, aquellos precisamente que decidieron el voto:
con independencia de los derechos que pudieran corresponderle, el infante
castellano era considerado, en aquella difícil coyuntura, «el más convenien-
te» para sostener la unidad de la Corona de Aragón.
La Casa de Trastámara, medio siglo después de su establecimiento en el
trono de Castilla, instalaba a uno de sus vastagos al fíente de esa comunidad
mediterránea que era entonces la Corona de Aragón. Se trataba de un paso
decisivo, ante todo para esa rama, cuyos miembros, formando una ínclita gene-
ración, serán llamados en adelante los «infantes de Aragón». Ellos desperta-

22
Cortes, III, págs. 9-30.
3
Una aguda polémica se ha suscitado en torno al Compromiso de Caspe al publicarse
el trabajo de don Ramón Menéndez Pidal, El Compromiso de Caspe. Autodeterminación de un
pueblo (Í410-14Í2) en el tomo XV de su Historia de España (Madrid 1964) y la réplica de
Ferrán Soldevila, El Compromis de Casp (Resposta al Sr. Menéndez Pidal), Barcelona, 1965.
Sin entrar en ella, pues nos alejaría del propósito de este trabajo, y recomendando a los lec-
tores la obra de Manuel Dualde Serrano y José Camarena Mahiques, El Compromiso de Cas-
pe, Zaragoza, 1971, cabe decir que las observaciones de J.Vicens Vives, Els Trastamars, Barce-
lona, 1956, son las que arrojan mayor luz sobre el asunto en relación con nuestro tema. Caspe
llegó en una coyuntura muy desfavorable para Cataluña que perdió la iniciativa, de modo
que fueron los otros dos reinos, Aragón y Valencia, guiados por Benedicto XIII, los que impu-
sieron sus puntos de vista. Me parece que el imperialismo de los Trastámara menores —no
puede calificarse de castellano pues no afectaba al reino sino al linaje— no ha sido sufi-
cientemente valorado.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 169

ron el entusiasmo nostálgico de Jorge Manrique. Pero también constituye


un fenómeno de ruptura en los límites del quehacer político ya que, en ade-
lante, los asuntos aragoneses y castellanos aparecen mezclados en una sola
línea argumenta! En el Concilio ecuménico de Constanza los cuatro reinos
españoles participaron constituyendo una sola «nación española».VicensVives
lo percibió ya con mucha claridad: Juan II, que será rey de Aragón y con-
sorte de Navarra, opera en ocasiones como si, de hecho, también detentara
el poderío real en Castilla. En consecuencia su hijo, el rey Católico, que
recibe el mismo nombre que el ilustre abuelo, iniciador del proceso, podrá
titularse de toda España. Probablemente Catalina de Lancaster se vio defrau-
dada en sus esperanzas: ni Fernando ni, después de él, sus hijos, se mostraron
dispuestos a abandonar el campo. Hasta el momento mismo de su prematu-
ra muerte (1 de abril de 1416) el rey de Aragón seguirá ostentando la regen-
cia, con poder directo sobre la mejor parte del territorio castellano, causan-
do perjuicios que ni siquiera elfielAlvar García de Santa María puede ocultar24.
Sus hijos, ahora infantes en el otro reino, no pensaban tampoco en abando-
nar los enormes señoríos adquiridos en Castilla, antes bien, incrementarlos.
Alfonso, el primogénito, convertido desde 1412 en heredero de la Coro-
na de Aragón, quedó excluido de los señoríos castellanos, pues, de acuerdo
con las costumbres castellanas, no era correcto que un monarca extranjero
pudiese ejercer jurisdicción. De modo que la parte más sustanciosa del
patrimonio, aquella que le estaba destinada, pasó a formar el mayorazgo del
segundo hijo, Juan, titulado duque de Peñafiel, conde de Mayorga y señor
de Lara. En las vistas de Mallén (1414) que procuraron la reconciliación de
Carlos III con Fernando, la solución al problema político que Leonor y el
duque de Benavente representaban, y en definitiva, el cierre de cualquier aspi-

24
La Crónica de Juan II anota trece causas de daño para Castilla. De ellas vamos a
retener tres: una gran parte del dinero que la regencia proporcionaba, pasaba a Aragón
especialmente para el pago de tropas; al abrirse las relaciones comerciales sin que hubiese
contrapartida, se beneficiaba a la Corona y se perjudicaba a Castilla; por último, que las enor-
mes rentas de los dominios familiares eran utilizadas en Aragón y no en Castilla. J. Torres
Fontes, La regencia, etc., págs. 410-411.
170 LUIS SUAREZ FERNANDEZ

ración navarra, se concertó el matrimonio de Juan con Blanca, viuda de Mar-


tín el Joven, que excedía en edad a su joven marido. La boda se celebró en
1420. En este caso, y teniendo en cuenta la costumbre navarra, el duque de
Peñafiel, titulándose rey consorte, no tendría que abandonar sus dominios
castellanos. El tercero de los infantes, que era ya maestre de Santiago, recibió
la parte correspondiente a la herencia materna, siendo, por tanto, conde de
Alburquerque. Sancho moriría en marzo de 1416, antes que su padre, origi-
nando vacante en el maestrazgo de Alcántara. Pedro era demasiado niño; a
sus hermanos correspondería lograr su promoción cuando la edad lo requi-
riera.
Fernando tenía bien preparada una política que sus hijos debían con-
tinuar, la cual contaba con precedentes que se remontaban a la época de Enri-
que II: consistía en emplear a las mujeres para lograr la ampliación de los
resortes. Por razones que podemos imaginar, aunque no estamos en condi-
ciones de fijar con precisión, Enrique III, poco antes de su muerte, había
adquirido compromisos muy fuertes con su hermano: su hija María, prime-
ra en la sucesión detrás de Juan II, casaría con Alfonso, llevando como dote
el opulento marquesado de Villena; su propio heredero, futuro rey, era pro-
metido a su prima, también llamada María. Este doble matrimonio garanti-
zaba que todas las ambiciones quedaban amortizadas en un espacio común,
sin que diesen origen a enfrentamientos o revueltas.
Vino después Caspe y entonces las bodas se transfirieron a la alta políti-
.. En 1415, vencido y preso el conde de Urgel, al que se destinó como alo-
jamiento el castillo de Urueña, no lejos deValladolid, Fernando reclamó de
su cuñada el cumplimiento de los compromisos matrimoniales. Alfonso, sien-
do rey, no podía recibir el marquesado de Villena, de modo que se hizo un
justiprecio de este señorío y se asignaron 200.000 doblas de oro en concep-
to de dote. Pero la familia no olvidó el nombre ni el lugar: don Enrique.
conde de Alburquerque, pensó en que quedaba aún otra infanta disponible.
Catalina, y que muy bien podía ser para ella la dote adecuada. La dificultad
estaba en que la muchacha, que andaba por los quince años, se resistía a
tener tal marido. La boda de María de Aragón, cuya dote no se menciona.
con Juan II, tendrá lugar en 1418. La última hija del monarca aragonés, Leo-
NOBLEZA Y MONARQUÍA 171

ñor, una belleza según testimonios laudatorios, casará en 1423 con Duarte
de Portugal y será madre de Alfonso V, «el Africano», y también de Juana,
segunda esposa de Enrique IV La sangre de la dinastía se alborotaba en esta
repetida práctica de endogamias.
¿Qué venía a significar todo esto? Simplemente que, durante los pri-
meros diez años del reinado de Juan II la formidable araña que engendraran
Fernando y Leonor, había trenzado su tela que abarcaba directa o indirecta-
mente todos los reinos hispanos. En trance de muerte, el rey de Aragón dio
a sus hijos dos consejos: permanecer unidos y leer la Crónica del rey don
Pedro. Nadie hubiera podido resistir aquel poder, generador de tanta opulen-
cia. La posesión de Navarra y Aragón hubiera debido garantizar a Enrique y
Pedro, destinados a permanecer en Castilla, un auxilio eminente y eficaz,
reduciendo a Juan II a ser poco más que un nombre. La instalación de vas-
tagos de la dinastía en todos los tronos es el camino ancho que, a la larga, con-
duce a la unidad española, pero dudo mucho de que fuese éste el objetivo
propuesto, ya que lo que entonces importaba era imponer la hegemonía de
un linaje. El paralelismo con los «altos infantes» que entonces se movían en
Portugal, es evidente. Pero entonces, por las altas ventanas de aquel edificio,
se asomaron envidias y emulaciones, y la comedia se convirtió en drama:
«¿qué se hizo el rey donjuán, los infantes de Aragón, qué se hicieron?; ¿qué
fue de tanto galán, qué fue de tanta invención como trajeron?».Trataremos
de explicarlo en los capítulos que siguen. Antes, necesitamos conocer el esce-
nario y la decoración.

7. N A C E U N PARTIDO ARAGONÉS. Toda oligarquía necesita de un par-


tido como plataforma sobre la que moverse. Fernando se encargó
de esta tarea. Utilizando diversos motivos, todos los nobles de
alguna significación fueron invitados a viajar a Zaragoza, a Catalu-
ña e incluso a Sicilia, donde recibieron agasajos y se asomaron a las
grandes perspectivas de la política internacional, como eran la extin-
ción del Cisma y la expansión mediterránea. Alfonso Enríquezjuan
Hurtado de Mendoza, Diego López de Stúñiga, García Fernández
Manrique, Diego Fernández de Quiñonesjuan Fernández de Velas-
172 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

co, Ruy López Dávalos y hasta un joven Iñigo López de Mendo-


za, llamado a altos destinos que no se adivinaban, figuran en la lis-
ta. A instancias suyas, Sancho de Rojas, que prestara muy buenos
servicios, pasó de la sede de Palencia a la de Toledo, sucediendo a
Pedro de Luna. Los halagos no eran suficientes para aquietar a los
antiguos miembros de la dinastía, que se habían visto suplantados
en sus tareas de gobierno. Había que recurrir al juego de intereses
cerrándolos en torno al «partido aragonés» de cuya constitución se
encargó precisamente Sancho de Rojas.

Todo empezó en Valencia, durante las fiestas que se celebraron en oca-


sión de las bodas de María de Castilla con Alfonso V (12 de junio de 1416),
que no llegaron a tener descendencia. De regreso enValladolid, el primado,
siguiendo instrucciones, concertó una especie de pacto con el almirante Alfon-
so Enríquez, señor de Torrelobatón, el condestable Ruy López Dávalos y el
adelantado mayor de León, Pedro Manrique —que acababa de llegar a un
acuerdo con su primo Garci Fernández para el reparto pacífico de las pose-
siones del linaje— a fin de que en adelante todos los asuntos de competen-
cia de Fernando pasasen por sus manos, ahora que el titular había muerto,
garantizando a sus hijos25. Fuera del partido quedaban otros hombres fuer-
tes, Juan Hurtado de Mendoza, Diego López de Stúñiga y Juan Fernández
deVelasco, que procuraron un acercamiento a la reina Catalina.
Como era de esperar la prematura muerte de Fernando 26 provocó algu-
nos intentos de reacción por parte de la nobleza castellana. El capítulo de la
Orden de Alcántara resistió todas las presiones que se le hicieron y eligió
canónicamente a Juan de Sotomayor; ahora no se podía contar con un Papa
adicto para que cambiase las cosas. Los hechos son difíciles de interpretar por-

25
Lope Barrientos, Refundición de la Crónica del halconero, Madrid, 1946, pág. 22.
:6
Factor de importancia es la corta vida de los Trastámara. Fernando murió a los 36
años, Juan a los 32, Enrique II a los 36 o 37, Enrique III a los 27 y Juan II lo mismo que
Enrique IV, a los 49. De modo que la excesiva juventud en los comienzos y la escasa lon-
gevidad fueron datos importantes.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 173

que sólo tenemos, en muchos aspectos, la guía de las Crónicas27 demasiado


inclinadas a intereses de partido. Estando todavía ausentes los dos infantes,
Juan y Enrique, a quienes correspondía tomar las riendas, Sancho de Rojas
no pudo encontrar los apoyos que necesitaba y hubo de recurrir a un enten-
dimiento con Juan Fernández deVelasco y Diego López de Stúñiga, los
cuales se hicieron cargo de la custodia del rey, que andaba todavía por los
doce años, privando a Catalina de Lancaster de la principal baza en aquel jue-
go. Los dos personajes fallecieron pronto y la interinidad terminó cuando el
maestre de Santiago regresó (mayo de 1418) para tomar la dirección de los
asuntos.
El retorno de don Enrique coincidió con el fallecimiento de la reina, a
cuyos solemnes funerales, el 2 de junio del mencionado año, tuvo ocasión
de asistir. Sancho de Rojas y la mayor parte de los grandes se apresuraron a
confirmar su adhesión. De este modo, manejando el Consejo Real, que pare-
cía expresión de intereses e ideales de la nobleza, encabezada por el miem-
bro de más alto rango, maestre de Santiago, conde de Alburquerque e hijo
de rey, parecía lograrse la estabilidad. El 20 de octubre se celebró en Medi-
na del Campo, uno de los grandes señoríos del linaje, la boda de Juan II con
María. Ahora, pensaba el infante, el rey es, además de mi primo, mi cuñado.
La nueva reina mostraría más adhesión a los hermanos que al marido. Corrien-
do lanzas, en aquella efemérides, un muchacho muy joven resultó herido;
era sobrino nieto de Benedicto XIII y se llamaba Alvaro de Luna.
Durante un año o poco más tiempo parecía haberse alcanzado, bajo la
hegemonía de los infantes de Aragón, un equilibrio político en Castilla bas-
tante sólido. En los planes de Fernando, y ahora en los de Alfonso V, que nece-
sitaba de los recursos castellanos para la política que proyectaba sobre Ñapó-
les, esta hegemonía necesitaba de fuerte unión interna entre los tres hermanos,
Juan, Enrique y Pedro, sin dejar de lado a las hermanas. Heredero de Nava-
rra, Juan, duque de Peñafiel, conde de Mayorga, señor de Lara, Castrogeriz,

7
Crónica de Juan II, págs. 372-374; Barrientes, op. cit., pág. 27,Ortiz de Stúñiga, Ana­
les de Sevilla, págs. 297-298; Crónica de don Alvaro de Luna, ed. Carriazo, Madrid, 1940,
págs. 28-29.
174 LUIS SUAREZ FERNANDEZ

Medina del Campo, Olmedo, Villalón, Haro, Belorado, Cerezo y duque de


Montblanch en Cataluña, debía mantenerse un poco por encima de las peque-
ñas querellas intestinas como su padre hiciera. Estaba destinado a ser rey. De
este modo la dirección efectiva del partido y el ejercicio del poder en Cas-
tilla, por medio del Consejo, debían ser cometido de Enrique, cuyo patri-
monio, formado por Alburquerque, Alconchel, Azagala, Medellín, Ledesma,
San Felices de Gallegos, Alba de Liste,Tiedra y Urueña, era menor y, por con-
siguiente, más tranquilizante para los otros grandes. Desde esta perspectiva y
permaneciendo unidos, toda la Corte castellana, empezando por el propio
rey, estaba destinada a obedecerles.
Las cosas estaban bien pensadas y el edificio construido con cierta lógica,
aprovechando las lecciones del tiempo pasado. El «partido aragonés» propicia-
ba una conducta política en que el poder del rey —poca cosa era el desgarba-
do Juan II— quedara mediatizado y sometido a esa clase política jerarquizada
que era ya la nobleza. Conscientemente, Fernando había procurado contentar
a los nobles castellanos, convenciéndoles de que nada mejor podían desear
que aquel sistema. Hasta en el boato externo «paramentos, bordaduras e cime-
ras», el carácter nobiliario quedaba explícito. Así se manifestará en años siguien-
tes, cuando tenga lugar la lucha contra la «tiranía» de don Alvaro. La jefatura
del maestre de Santiago parecía más lógica, ya que él no era otra cosa que un
noble castellano. Pero Juan, que miraba con cierto desdén su parcela de Nava-
rra, no era hombre que se conformase con un papel secundario y la fisura sur-
gió en el momento mismo en que, defraudado en sus expectativas sicilianas,
retornó a Castilla. Por ella don Alvaro de Luna y algunos otros nobles, pudie-
ron introducir una palaca haciendo saltar todo el sistema.Y todo el edificio,
sabiamente construido por don Fernando, se derrumbó.

8. LAS FUERZAS EN PRESENCIA. En 1419 la lucha estaba a punto de


comenzar. Parece oportuno que, antes de llegar a la narración de los
sucesos, hagamos un recuento de las fuerzas que en ella estaban des-
tinadas a participar, proyectando nuestra mirada sobre todo el horizon-
te señorial castellano. Podemos de este modo medir los progresos logra-
dos por algunos linajes. Merced a la generalización de los mayorazgos,
NOBLEZA Y MONARQUÍA 175

dichos linajes, estabilizados, presentaban ahora un panorama específi-


co en que los señoríos cubrían una tercera parte del territorio, mien-
tras que el abadengo no se quedaba muy atrás en su expansión. Ciu-
dades y villas, que constituían el realengo, procuraban imitar el modelo
convirtiéndose en una especie de señoríos colectivos. Las rentas juris-
diccionales eran productivas, porque se conectaban indirectamente
con las actividades mercantiles; las de la tierra no. De modo que un
caballero desprovisto de señoríos de cierto volumen, estaba condena-
do a la pobreza y a buscar acomodo en el servicio del rey o de los
grandes. Por otra parte, al extenderse, algunos de estos señoríos aca-
baban asumiendo tal influencia sobre las ciudades que mediatizaban
su funcionamiento.Valga un ejemplo: cada año los regidores de Gua-
dalajara acudían a la residencia de los Mendoza para recibir los nom-
bres de aquellos a quienes debían elegir para los distintos oficios28.

En los límites entre la vieja Castilla, las Encartaciones y Rioja había cre-
cido la Casa de Velasco. Son los valles rumorosos desde donde se atisba el
mar y por donde se abre la gran vena del Ebro, que tiene siempre queren-
cias mediterráneas. Pedro Fernández de Velasco sucedía ahora a su padre en
Arnedo, Herrera, Briviesca, Salas y los muchos lugares que se escalonan des-
de los puertos secos por donde ascendía la sal de Laredo hasta los aledaños
de la Tierra de Campos, ámbito de poder para los Manrique. No hacía mucho
tiempo que las dos ramas de este linaje alcanzaran una reconciliación: Pedro
era señor de Amusco, Garci Fernández de Aguilar. Pero estas villas eran sólo
cabeza para amplios espacios. Fernando y sus hijos estaban promocionando
intensamente, en este mismo ámbito, a uno de sus fieles, Diego Gómez de
Sandoval, adelantado mayor de Castilla, e hijo de un mariscal. En 1412 le
entregaron Lerma, nido de águilas sobre la vasta llanura, todavía abundante
de bosques —con un enorme alfoz que abarcaba desde Villobrado hasta San

!8
La guía más importante para este examen sigue siendo M. Lasso de la Vega, marqués
de Saltillo, Historia nobiliaria de España (contribución a su estudio), tomo I, Madrid, 1956, que
ya hemos citado. Por primera vez se hizo una descripción ordenada.
176 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

Mülán— y en 1419 consiguieron que Juan II le transmitiera los estados de


Cea, con Villadiego, San Andrés y San Pedro, Renedo, Castrillo,Velilla y
Carcajal, más la villa de Ampucha. Pasó entonces a ser el conde de Castro,
por renuncia generosa que Juan de Navarra hizo en él de Portillo, Osorno,
Saldaña y Castrogeriz, cuatro torres alzadas sobre otros tantos cerros demu-
dados.
Era en Galicia principal cabeza, tanto de los nobles como del partido ara-
gonés, Fadrique Enríquez, conde de Trastámara, hijo de Pedro. Tenía Lemos
y Sarria, buenos castillos, y disfrutaba además del oficio de pertiguero mayor
de Santiago, lo que le permitía controlar de cerca al prelado de esta sede. Astu-
rias, vacante el Principado, constituía un hueco que los obispos de Oviedo
procuraran llenar, aunque sin mucho éxito.Viniendo de León, Pedro Suárez
de Quiñones, instalado en Luna, la divisoria de la cordillera, estaba penetrando
en la tierra asturiana por tres vías, Cangas,Tineo y la Pola de Allande, que no
estaban nada contentas.Y un poco más al sur, en Benavente, vemos crecer a
los Pimentel, que no olvidaban sus orígenes portugueses. Juan Alfonso va a
morir en 1420, pero su hijo Rodrigo le sucederá sin trauma. En los paisajes
vallisoletanos habían plantado su Casa los Enríquez, haciendo hereditario el
título de almirante. Con paciencia y firme decisión estos descendientes del
hermano gemelo de Enrique II habían ido adquiriendo Aguilar de Campos
(no de Campoo) (1389) ,Torrelobatón y Tamariz (1392),Villabrágima (1393),
Moral de la Reina (1394),Berrueces (1395)Vülasar (1411),Bustülo yVilla-
lón, utilizando medios muy variados, como el señor prudente que invierte
las ganancias en mejora y ampliación de su empresa. Se trataba de un avan-
ce sistemático, conforme a un programa con dos objetivos.Valladolid y Medi-
na de Rioseco: a esta última ciudad echaron mano el año 1421, convirtién-
dola en verdadera capital de sus estados.Tampoco entonces se detuvo el avance:
veremos las ganancias que se lograron en el siglo XV.
La Extremadura castellana —tierra de Soria que Machado llamará «ári-
da y fría»— estaba entonces poblada de bosques, prados y colmenas, en núme-
ro mucho mayor que el de hoy, alimentando buena y copiosa ganadería. Allí
se habían constituido dos señoríos importantes, el de Juan Hurtado de Men-
doza, señor de Almazán (en 1414 había podido comprar aquellas aldeas de
NOBLEZA Y MONARQUÍA 177

Álava que eran cuna del linaje) y el de Juan de la Cerda que portaba ya títu-
lo de conde de Medinaceli. El segundo de ellos limitaba, al sur, con los cre-
cientes dominios de los Mendoza de Guadalajara. La prematura muerte de
Diego Hurtado frenaba el ascenso de esta Casa, pero para representarla esta-
ba ya el joven Iñigo, una de las más brillantes inteligencias de su generación.
Salvado el patrimonio por la energía de su madre, aspiraba a reunir, en uno,
tres estados: la Casa de la Vega, el Real de Manzanares y la Alcarria que des-
tila miel. Entre los Mendoza y los Stúñiga había dobles motivos de emula-
ción: los primeros dominaban los pasos de los rebaños por Somosierra y Nava-
cerrada y los segundos por la sierra de Béjar; ambos linajes van a darnos
poetas de gran calibre que hallan en vaqueras y pastoras fuente de inspira-
ción. En medio, los Alvarez de Toledo, en Oropesa y el Barco de Ávila, tam-
bién aguardaban su turno.
Más allá comenzaba la inmensa llanura calcinada que se otea desde las
terrazas del Manzanares, hasta los verdes pastos de Extremadura y los amplios
valles del Tajo y del Guadiana, que contenían prados y dehesas. Allí estaban
las encomiendas de las Ordenes Militares que los infantes aspiraban a con-
trolar. La Mancha, que alcanzaba ya entonces hasta la frontera del reino de
Valencia, servía de asiento a uno de los señoríos más uniformes y sólidos
de cuantos nacieran de la revolución trastámara: el marquesado deVillena.
Evocaba la memoria de don Juan Manuel, padre de la primera reina de la
dinastía. Pero este dominio se hallaba vacante en 1419, a disposición del rey.
Abarcaba las villas de Villena, Belmonte, Alarcón, Chinchilla, Castillo de
Garcimuñoz, San Clemente, Iniesta, Alcalá, Gorguera, Beas, La Roda,
Albacete, Hellín, Tobarra, Jumilla,Yecla, Sax, Almansa, Utiel,Villanueva de
la Fuente, Villarrobledo, El Bonillo y Zafra. Lo hemos dicho antes: era la
dote prevista para María. Aunque se garantizaran a ésta 200.000 doblas
como indemnización 29 , las apetencias de la familia no cesaron. Enrique aspi-
raba a instalarse allí como marido de la otra infanta.

29
En garantía de esta dote, no satisfecha del todo, los infantes tenían Roa, Arévalo, Madri-
gal, Sepúlveda y Dueñas. Acuerdo del 10 de junio de 1415. AGS. Patronato ReaLleg. 12,fol. 43.
178 LUIS SUAREZ FERNANDEZ

En la gran franja meridional del reino hallamos, al Este, a los Fajardo,


dueños de Alhama y de Molina Seca; aunque privados del adelantamiento
de Murcia, su influencia sobre este reino seguía siendo preponderante. Dos
linajes sobresalen en Andalucía, los Guzmán, de estirpe antigua, condes de
Niebla —lo que abarca Huelva, Niebla, Alfarache, Almonte, San Juan del
Puerto, Trigueros yValverde del Camino—siendo también señores deVejer,
Chiclana, Sanlúcar, Monteagudo, Ayamonte, Lepe y Bollullos, y los Ponce
de León que, desde Marchena, verdadera capital de sus dominios, pugnan por
avanzar hacia el mar, donde es Cádiz la isla que controla toda pesca. Ambos
linajes comparten la aspiración de llegar a dominar la ciudad de Sevilla.
Otras familias andaluzas, Portocarrero, Fernández de Córdoba o Agui-
lar deben ser tomadas también en cuenta.Y en el límite entre Jaén y Mur-
cia —Ubeda, Baeza y Quesada— un hombre nuevo, el condestable R u y
López Dávalos, había conseguido abrirse camino. Muchos le tuvieron por
vahdo en la época de Enrique III. Ahora, aunque los años pesaban sobre sus
hombros, parecía dispuesto a jugar un papel semejante al lado del infante don
Enrique. Andalucía será, en el siglo XV, corazón, nervio y sentimiento del rei-
no, pero no su cabeza. Los Trastámara habían desplazado el eje de su Monar-
quía hacia el norte: en esa línea que forman Valladolid, Segovia, Madrid y
Toledo, iba a jugarse el destino. Andaluza era la Frontera, escenario en don-
de la romántica caballeresca pasaba a ser aventura real. Buena simiente para
los hombres de acción.
«LOS INFANTES D E ARAGÓN, ¿QUÉ SE HICIERON?»

LA ESCISIÓN. En 1420, por la acción precipitada de uno de los


infantes de Aragón, se puso en marcha el mecanismo de las con-
tiendas intestinas que, en poco más de medio siglo, conseguirán pro-
porcionar a Castilla estructura y mentalidad nobiliarias muy radica-
les. El argumento esencial para dichos conflictos viene dado por la
pugna de los linajes para aumentar la plataforma de rentas que les
permite alzarse a los puestos de primera fila en el gobierno del país.
El tema ha sido tratado muchas veces pero, influidos por la menta-
lidad dominante en su tiempo, los historiadores del siglo XIX nos han
acostumbrado a tratarla como una especie de enfrentamiento entre
el buen orden que significaba la Monarquía y una banda de aves de
rapiña empeñadas en destruirlo. Nada más engañoso. La nobleza tenía
su propio programa político que consistía en frenar el crecimiento
del poder real: sus demandas de estamentación en el gobierno y
observancia de las leyes privadas, con los usos y costumbres corres-
pondientes, constituían también una forma de orden. Se falta a la
verdad cuando se presenta a los Reyes Católicos como enemigos
de la nobleza, siendo ellos, precisamente, los que más contribuye-
ron a situarla en los títulos y grados que debían conservar. Al tér-
mino de la guerra de Sucesión pusieron exquisito cuidado en con-
servar para cada linaje su plataforma de rentas e incluso en aquellos
casos en que se reclamaban bienes usurpados, se ofrecía la corres-
pondiente indemnización. Lo que verdaderamente estaba enjuego,
en ese marco de tensiones entre 1420 y 1475, es la forma en que el
monarca debía ejercer su «poderío real absoluto» que comportaba
180 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

la «señoría mayor de la justicia». N o adelantemos cuál haya de ser el


resultado final. Pero sí diremos que el siglo XV castellano dio como
resultado un enorme proceso de aristocratización: la economía, la
sociedad, la cultura y hasta la vida corriente se vieron arrastradas
por el impulso de una clase social dominante que llegó a penetrar,
con su influjo, en las capas más ínfimas de la población.

Tomando de nuevo el hilo de nuestra narración señalemos que la rivalidad


entre los dos hermanos, Enrique y Juan, comenzó a finales del año 1418, esto
es, el momento mismo en que el segundo de ambos regresó a Castilla preten-
diendo asumir la dirección del partido ya que era el hermano mayor. La alta
nobleza cortesana se dividió en dos bandos. El almirante Alfonso Enríquez, el
condestable Ruy López Dávalos y el adelantado de León, Pedro Manrique, se
adhirieron al maestre de Santiago, que era el «más castellano» de ambos y tam-
bién el que seguía más de cerca el programa que dejara trazado don Fernando.
Pero los verdaderos arbitros del Consejo Real, esto es, Sancho de Rojas, arzo-
bispo de Toledo, el mayordomo Juan Hurtado de Mendoza, el adelantado mayor
de Castilla, Diego Gómez de Sandoval, y el conde de Trastámara, más por
temor a don Enrique que por otra cosa, se unieron al rey de Navarra.
En el séquito de Hurtado de Mendoza, que había contraído matrimonio
con María de Luna, estaba el joven doncel Alvaro, hijo de quien fuera copero
de Enrique III y pariente de ese gran linaje aragonés que diera Papas, arzobis-
pos y condes de gran prestigio. Cuando, en marzo de 1419, Juan II fue decla-
rado mayor de edad, con sólo catorce años, consiguió convencer a éste de que
le convenía transladar su residencia a la casa del mayordomo; de este modo iba
a resultar más fácil ejercer una custodia que era también vigilancia. Luna acos-
tumbraba a dormir delante de la puerta de la alcoba del rey. Dentro de ese mis-
mo mes se reunieron Cortes en Madrid, para prestar y recibir el juramento que
iniciaba el reinado.Valdeón ha señalado cómo los cuadernos nos están revelan-
do una especie de revitalización de esta institución 1 . Destaquemos, entre las

' J.Valdeón Baruque, «Las Cortes de Castilla y las luchas políticas del siglo xv (1419-
1430)», Anuario de Estudios Medievales, III, Barcelona, 1966, pág. 299.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 181

numerosas demandas presentadas por los procuradores, las cuatro quejas siguien-
tes, ya que revelan descontento hacia el gobierno establecido por los infantes;
coinciden con las anotaciones de la Crónica:

—La justicia no funcionaba bien; eran muchos los pleitos que se demo-
raban en el Consejo Real, perturbando la administración de los municipios.
—Los regimientos se mostraban opuestos al nombramiento de corregi-
dores, ya que éstos venían a suplantar el gobierno municipal. En consecuen-
cia pedían que se volviese a la costumbre inicial, designándolos cuando hubie-
ra una demanda de la propia ciudad o villa.
—Donaciones y ventas, en los tiempos inmediatamente anteriores, ha-
bían disminuido el patrimonio real, que debía ser restaurado pues propor-
cionaba la primera de las rentas de la Corona. Expresamente solicitaron del
rey un compromiso de no hacer donación alguna antes de que hubiera
cumplido los veinte años.
—Por último proponían, como en 1391, que se devolviese a los ciuda-
danos los puestos que ocuparan en el Consejo Real 2 evitando que éste se
convirtiera en portavoz de la oligarquía.

En todos estos casos la respuesta real fue negativa3 de modo que la revi-
talización de las Cortes fue tan pasajera como un relámpago en la oscuridad
de la decadencia. Dice Juan Dávalos de Ayala que en esta ocasión los miem-
bros del Consejo Real se reunieron en la posada que ocupaba en Madrid el
condestable porque éste, enfermo, no podía abandonarla, y que en aquella
reunión se consumó la ruptura entre los dos sectores del partido aragonés.
Cada uno de ellos tenía ahora su programa4. Enrique pretendía que era pre-
ciso «rescatar» al rey de la custodia en que le habían puesto sus enemigos. Las
quejas de las Cortes podían ser utilizadas a este fin. Sus compañeros podían

2
El cuaderno en Cortes, III, págs. 10-21.
3
J.Vicens Vives, Monarquía y revolución en la España del siglo XV¡Juan II de Aragón, Bar-
celona, 1953, pág. 23.
4
Ver mi Auge y caída, págs. 75-76.
182 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

jugar ahora con tres argumentos, todos ellos susceptibles de procurar venta-
jas. Primero: el equipo de gobierno que entonces dominaba era la causa del
descontento manifestado por las Cortes, ya que se habían percibido subsi-
dios que éstas no votaran, dispensándose mercedes y donaciones a los parti-
darios de donjuán. Segundo: en el primitivo proyecto de Fernando de
Antequera, había un reparto que respetaba la identidad de los reinos: Alfon-
so tendría Aragón, Juan, acaso, Sicüia y desde luego Navarra, Enrique debía
encargarse de los asuntos castellanos.Tercero: era contrario a los usos y cos-
tumbres que un rey fuera cabeza de la nobleza en otro reino. Personalmen-
te, don Enrique necesitaba redondear sus estados patrimoniales para no depen-
der tanto de las rentas del maestrazgo de Santiago. Por eso su proyecto de
matrimonio con la infanta Catalina, recibiendo con ella la dote del marque-
sado deVülena, en otro tiempo ofrecido a María. Fácilmente se descubre el
encadenamiento lógico entre las tres partes de este plan.

2. TORDESILLAS. En aquellos momentos el infante donjuán, en cuan-


to duque de Peñafíel y señor de Lara, se situaba en la cúspide del
estamento nobiliario. Por eso don Enrique pensó que tenía que
recurrir a un golpe de Estado para desplazarlo, sirviéndose de las
Cortes para su legitimación, ya que en ellas descansaba la repre-
sentación del reino. El 18 de febrero de 1420 el duque de Peña-
fiel confirmó el acuerdo de Olite que le invitaba a llevar a cabo
su boda con Blanca de Navarra. En la reunión del Consejo en
que se trató el tema, el maestre de Santiago insistió en que la
ceremonia, para mayor honor de ambos reinos, debía celebrarse
en Navarra. Con gran acompañamiento y la lentitud que las cir-
cunstancias imponían, d o n j u á n emprendió el viaje. Las Cortes
habían sido convocadas enValladolid para mediados de junio. La
boda tuvo lugar el 10 de julio de 1420.

Explotar el descontento de las ciudades para crear el ambiente necesa-


rio preparando la legitimación del golpe de fuerza que se preparaba: éste era
el cometido que a las nuevas Cortes de Valladolid se asignaba; los procura-
NOBLEZA Y MONARQUÍA 183

dores entraron en el juego porque su descontento era real, no ficticio5.Todas


las quejas parecieron ordenarse en torno a un punto: no podrían cobrarse
subsidios que no hubieran sido votados por las Cortes, ya que ésta era una
condición esencial de las libertades del reino. Don Enrique accedió a todo
cuanto se pedía. De pronto, tomó a la Corte y a los procuradores y los
condujo aTordesillas para continuar las deliberaciones con más seguridad.
Estando aquí, el 5 de julio, le fue entregado el cuaderno de peticiones, entre
las que figuraban dos que el infante esperaba: que los oficios municipales
quedasen reservados únicamente para los naturales de la localidad, y que
todas las mercedes otorgadas después de la muerte de Enrique III fuesen
anuladas6.
El domingo 14 de jubo de 1420, mientras el infante donjuán perma-
necía ausente, su hermano, conduciendo una tropa armada, se apoderó del
palacio real, edificio adosado al convento de Santa Clara, en donde se habían
celebrado las Cortes, y «rescató» al rey de la custodia a que le sometiera Juan
Hurtado de Mendoza. Este golpe de Estado fue llamado gráficamente por
Silió el «atraco de Tordesülas»7. Precedente gravísimo porque la persona del
rey era convertida en instrumento político: se iniciaba una secuencia que
nos llevará, cuarenta años después, a la «farsa de Ávila». Don Enrique trataba
de presentar el gesto como depuración de la Corte y del Consejo, en línea
con lo reclamado por las Cortes. Los vencedores de la hora cometieron un
error al consentir que Alvaro de Luna permaneciese en el servicio y amis-
tad del rey, que en él tenía depositada entonces mucha confianza; creyeron
que se podía ganar a aquel joven con halagos y alguna prebenda.
El único peligro verdadero para los autores del golpe podía venir de
una acción militar rápida de don Juan, que había regresado de Navarra ins-
talándose en el castillo de Peñafiel, que parece un barco, en la tarde del 24

3
J.Valdeón, op. rít., pág. 302, apunta: «la consecuencia final de este proceso será, por el
contrario, la pérdida de vitalidad de la institución, aprisionada entre dos fuerzas gigantescas,
la oligarguía nobiliaria y el partido monárquico».
6
Cortes, III, págs. 29-25.
7
C. Silió Cortés, Don Alvaro de Luna y su tiempo, Madrid, 1941, pág. 39.

«§U«TECA CENTRAL
U.N.A.M.
184 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

de julio: allí se le unieron sus partidarios con tropas. Enrique pasó deTorde-
sillas a Ávila, llevando consigo al rey y a su hermana, Catalina, que seguían
respondiendo no a las propuestas de matrimonio. Pero entonces la madre de
los infantes, Leonor, vino a ponerse en Fontiveros para evitar el choque arma-
do. Y Juan resistió los impulsos de sus amigos que le inducían a emprender
la campaña, aceptando en cambio negociaciones. Mediando la reina viuda
se llegó a un acuerdo que para el duque de Peñafiel equivalía a una derrota.
Pues todas las mesnadas quedaron despedidas, pero Enrique conservó de
hecho mil lanzas que formaban la escolta del rey. La facción de partidarios
de don Juan pareció disolverse.
Durante algunas semanas el maestre de Santiago pudo apuntarse victo-
rias políticas que parecían tender a la estabilización de su poder. Primero hizo
que Juan II y María consumasen matrimonio (4 de agosto de 1420) cum-
pliendo el rito de la sábana nupcial. Justificó ante sus partidarios que estaba
dispuesto a quebrantar la norma que reservaba los títulos a los parientes de
la dinastía nombrando condes a Garci Fernández Manrique (Castañeda),
Rodrigo Alfonso Pimentel (Benavente) y Alvaro de Luna (San Esteban de
Gormaz). Convocó nuevas Cortes en Ávila para legalizar la usurpación que
había cometido 8 . Y, entonces, no sabemos por qué medios, la voluntad de
Catalina se doblegó y, mediante su propio matrimonio, pudo convertirse en
marqués deVillena. Sintiéndose cada vez más seguro, aminoró la estrecha vigi-
lancia que estableciera en torno al rey. ¿No estaban perfectamente cerrados
los lazos de parentesco?

3. LA FUGA. Don Alvaro de Luna sintió que había llegado su hora.Ya


no era el mozalbete hijo ilegítimo de una moza de Cañete, sino el

8
Estas Cortes, que se conocen sólo a través de la Crónica, págs. 384-387, han mere-
cido las calificaciones más duras de los especialistas del periodo. Para Eloy Benito Ruano,
Los infantes de Aragón, Madrid, 1952, págs. 23-24, se trata solamente de una farsa con unos
cuantos supuestos procuradores reclutados a toda prisa.Valdeón, loe. cit., pág. 305, entiende
que la propia institución sufrió «un duro golpe en su reputación» al convertirse en instru-
mento de un partido.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 185

conde de San Esteban de Gormaz, un grande. Acababa de celebrar


su primer matrimonio con Elvira de Portocarrero y superaba en
honor a la familia de su esposa, que ostentaba el señorío de Moguer.
Con sus tres promociones al rango condal, primero de la jerarquía
que lleva a la grandeza, el infante don Enrique había despertado el
apetito de la segunda nobleza: el incremento de señoríos era ya
contemplado como conquista de un «estado» que permitiese cierta
autonomía personal.Y todo ello sin conseguir el atadijo de fideli-
dades en torno a su persona: el conde de Benavente fue el primero
que puso buena cara al propósito de Luna. Había que «liberar» al
rey de aquella disimulada prisión a fin de que pudiera desempeñar
su poderío real. Es muy probable que ambos estuviesen convenci-
dos de que Juan II carecía de las condiciones necesarias, por lo que
siempre habría de descansar tales funciones en otras personas.

Como sucedía siempre que un partido se instalaba en el poder, no tar-


daron en surgir, dentro de él, los hombres que asumían la responsabilidad
suprema. Parece que fueron tres los que se impusieron en el Consejo de don
Enrique: el adelantado Manrique, el condestable Dávalos y el recientemen-
te creado conde de Castañeda. Los demás miembros de la nobleza, empe-
zando por aquellos que colaboraran en el golpe de Tordesillas —éste era el
caso del almirante y de los condes de Trastámara y Benavente— no pudie-
ron ocultar su descontento.Velasco, Stúñiga y Mendoza seguían siendo par-
tidarios del infante donjuán. Pero en todos pesaba el mismo convencimiento:
para la conservación del status de la nobleza era necesario que ninguno de
sus miembros escalara poder excesivo.
Para su proyecto, don Alvaro de Luna pudo contar con amplios sectores
de la segunda nobleza los cuales entendían que el restablecimiento del poder
real era, precisamente, la mejor garantía de estabilidad para sus dominios. Entró
en contacto con García Alvarez de Toledo, señor de Oropesa y deValdecor-
neja (Barco de Ávila); aquel compromiso fue el impulso decisivo para el futu-
ro espléndido de la Casa de Alba. Él iba a ser responsable material de la ope-
ración. Una fría madrugada, el 29 de noviembre de 1420, estando la Corte
186 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

enTalavera, el rey salió de caza con una pequeña partida de seguidores9. Galo-
pando de prisa, en medio de sospechas y temores, pudieron todos instalarse
en el castillo de Montalbán, donde García Alvarez asumió, con muy escasa
guarnición, la defensa. Algunos cuadrilleros de la Hermandad vieja habían
acudido a proporcionar escolta. Pronto llegaron también los condes de Bena-
vente y de Trastamara. Juan II despachó algunos correos, con cartas para el
infante don Juan, reclamando su ayuda.
En la tarde del 30 de noviembre, el otro infante, con los tres consejeros,
Dávalos, Pedro y García Fernández Manrique, desplegaron, con ruido, sus
gentes de armas delante de las puertas del castillo pidiendo al rey que vol-
viera a la Corte. Tenían probablemente fuerzas bastantes para adueñarse de
la fortaleza, pero no podían cometer la infamia de mover lanzas contra el
rey. Allí permanecieron, negociando, hasta el 10 de diciembre, día en que don
Enrique se retiró a Ocaña en espera de las decisiones que al Consejo corres-
pondía tomar. Don Alvaro le había prometido que en modo alguno entre-
garía el poder a su hermano. Donosa respuesta: el joven conde de Santiste-
ban quería ese poder para sí mismo. Dávalos, con 63 años y escasa salud, no
quiso esperar a que el cielo se desplomara sobre sus lomos: buscó refugio en
sus tierras de Úbeda, donde atesoraba considerable fortuna.
Ahora todo el episodio, iniciado el 14 de julio, había terminado. El rey
recobraba su libertad. Contaba quince años y había recibido una educación
muy deficiente. Para el de Luna, que parecía gozar de su absoluta confian-
za, comenzaba ahora la parte más difícil del plan: evitar que don Juan,
duque de Peñafiel, asumiera el poder. En un pacto secreto que firmó con el
conde de Benavente, en que éste ofrecía poner a disposición sus soldados, se
diseñaba un programa de gobierno que era retorno al de la época de Enri-
que III cuando el rey, «con sus nobles», gobernaba por medio del Consejo.
Con palabras más llanas podríamos decir que se repetía la situación de los

9
De la fuga aventurada en este frío mes de novienbre y de sus azares, la decepción del
castillo de Villalba, primer refugio, y el paso del Tajo por la barca de Malpica, tenemos la
descripción de un protagonista, Pedro Carrillo de Huete, halconero mayor de Juan II. Cró­
nica del Halconero, Madrid, 1946, págs. 1-5.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 187

años 90, cuando los grandes parientes del rey fueran relevados y, en conjun-
to, destruidos. De momento, el duque de Peñafiel iba a permanecer ausente
de la Corte, si bien algunos de sus partidarios, encabezados por el adelanta-
do Diego Gómez de Sandoval, vinieron a incorporarse al Consejo, dando la
sensación de que todos los sectores políticos estaban sentados en torno a la
misma mesa.

4. REPARTO DE PREMIOS. Tras la victoria venía el reparto de premios y


castigos. El flamante conde de Santisteban tuvo la habilidad de retirar-
se a un segundo plano, fuerte en la confianza del rey, dejando a los
partidarios de donjuán la responsabilidad de tales medidas. Estos, lle-
gados al Consejo, pidieron en voz alta la anulación de todos los actos
de gobierno producidos entre el 14 de julio y el 10 de diciembre10.
Pero entre dichos actos se hallaba el otorgamiento de los condados de
Benavente y de San Esteban, algo que el rey no podía ni quería otor-
gar. Benavente era poco problema ya que se había tratado de otorgar
un título al señorío de que los Pimentel tenían ya la posesión. Don
Alvaro pudo mostrarse contrario a las demandas de los exaltados par-
tidistas. Acompañó primero a Juan II a Peñafiel, visita de cortesía para
agradecer al duque su apoyo moral y trenzar nuevas amistades. Inme-
diatamente después le llevó a Gormaz y a Ayllón, cabezas del conda-
do, a fin de que personalmente el monarca le diera posesión (febrero
de 1421) n . Garci Fernández Manrique y el infante captaron la onda y
se apresuraron a posesionarse de sus prebendas, Castañeda y el mar-
quesado de Vülena. Don Enrique halló enconada resistencia.

Desde los primeros días de abril de 1421 el propósito de don Alvaro pare-
ce dibujarse: emplear a los dos hermanos uno contra otro en una batalla de
desgaste. El tema del marquesado de Vülena era espinoso: las doscientas mil
doblas de oro que se abonaran en la dote podían ser consideradas operación

0
J.Vicens Vives, op. cit., pág. 35.
11
Crónica de don Alvaro de Luna, pág. 49.
188 LUIS SUAREZ FERNANDEZ

de compra por parte de la Corona. Con un solo voto en contra, precisamente


el de Luna, el Consejo decidió que tenía que ser restituido al realengo. Gran
habilidad, la del valido: tirar la piedra y esconder la mano. Ahora podía
decirse que era Juan quien buscaba la ruina de su hermano. Antes de que
concluyera este mes de abril dos personas de confianza del duque de Peña-
fiel, Alvar Pérez de Guzmán y Alfonso de Cartagena, asumieron la tarea de co-
municar a don Enrique una especie de ultimátum 12 que fue rechazado.
Comenzó una lenta y solapada operación de represalia contra los parti-
darios del maestre de Santiago, a fin de reducir a éste a la impotencia, obli-
gándole a capitular. Algunos nobles se beneficiaron de ello, aunque carece-
mos de datos suficientes. Por ejemplo, Alfonso Yáñez Fajardo aprovechó
cumplidamente la oportunidad para recobrar el poder que su familia ejer-
ciera en el reino de Murcia y que Ruy López Dávalos le arrebatara. Pese a
todo, el infante se negaba a ceder: la posesión del marquesado deVillena, dote
adecuada para una infanta, resultaba también indispensable para establecer un
equilibrio de fuerzas entre los dos bandos constituidos. Los consejeros del rey
decidieron llevar el asunto ante las Cortes que reunieron enValladolid en
junio de 1421 13 . Fue un momento de tensión: mientras que los procurado-
res reclamaban que se hiciera la paz entre ambos bandos, llegaban alarman-
tes rumores acerca de los armamentos que don Enrique estaba efectuando
en el maestrazgo.
La Corte se replegó deValladolid aTordesillas, llevando consigo a los pro-
curadores de las ciudades y dando oportunidad de nuevo a que la reina viu-
da de Aragón interviniera. Con dos mil lanzas y trescientos jinetes, más la
infantería correspondiente, el infante cruzó los montes hasta alcanzar El Espi-
nar de Segovia el 10 de julio. No se atrevió, sin embargo, a forzar un choque

12
El infante no quiso recibirlos hasta el 6 de mayo. Quiso apoderarse en el intervalo
del marquesado para tener una base de negociación. N o lo consiguió.Ver fragmento inédi-
to de la Crónica de Santa María (Codoin, 99, Madrid, 1891,págs. 210-211) y las importan-
tes cartas de 17 y 18 abril y 6 de mayo en AGS. Estado. Castilla, leg. 1-1°, fols. 129,130,134.
13
J.Valdeón, op. cit., pág. 307. Los procuradores se ofrecieron a actuar como mediado-
res cerca del infante.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 189

decisivo. Dejó pasar el verano aceptando entrar en negociaciones como los


representantes de las ciudades proponían. Mermados sus recursos económi-
cos, el 23 de setiembre decidió realizar alarde de sus soldados, pagarles y des-
pedirlos14. Después corrió a refugiarse en su fortaleza de Montiel. Sin duda
no había leído con suficiente atención la Crónica del rey don Pedro.

5. NACE UNA HEREDERA. Políticamente, don Enrique era ya un hom-


bre acabado. Don Alvaro de Luna no iba a detenerse ahí; lo demos-
tró abstenieéndose de licenciar sus tropas que eran guardia del rey.
Necesitaba la liquidación completa de este bando, a fin de volver sus
recursos contra el infante don Juan, engañado hasta entonces en la
creencia de que todo lo sucedido servía para afirmarle a él en el gobier-
no de la Monarquía. Comenzó, en consecuencia, un juego turbio,
capaz de durar muchos meses en que las amenazas y las promesas se
utilizaban con igual abundancia. Mientras tanto, iban cayendo los peo-
nes sobre el tablero. El rey fue con su ministro a Toledo para asegu-
rarse del dominio de esta plaza fuerte, considerada entonces como la
más importante del reino, en este sentido. Mientras tanto se cursa-
ban desde el Consejo las órdenes a don Enrique, Ruy López Dáva-
los, Pedro y Garci Fernández Manrique para que compareciesen a
responder de los cargos que contra ellos se formulaban.

La respuesta fue cautelosa: temían por sus personas ya que en la Corte


contaban con enemigos. Nos aguarda una sorpresa pues cuando se les pidió
que indicasen los nombres de tales enemigos coincidieron en redactar una
lista bastante larga, poniendo a Sancho de Rojas, Diego Gómez de Sando-
val y Juan Hurtado de Mendoza en los primeros puestos15, pero ninguno
mencionó al de Luna; de modo que se daba la impresión de que se trataba
únicamente de un enfrentamiento entre los consejeros de ambos infantes.

14
La intervención de la reina Leonor en Santa María, Crónica, pág. 254.
15
Referencias más detalladas en cartas de 10 y 16 de enero y 6 de abril de 1422. AGS.
Estado. Castilla, leg. 1-1.°, fols. 120 y 174.
190 LUIS SUÁREZ FERNANDEZ

Y sin embargo sabemos que don Alvaro estaba en el centro mismo de la intri-
ga ya que su firma aparece,junto a la del infante donjuán, el obispo Rojas
y el adelantado Diego Gómez de Sandoval, en un documento que prome-
tía ya la prisión de los que se consideraba como conspiradores. El 21 de
abril de 1432 el Consejo Real despachó una carta de seguro para los enri-
queños, incluyendo al propio infante. Podían llegar tranquilos a la Corte; el
rey daba su palabra16.
Ni Dávalos ni Pedro Manrique se arriesgaron. Pero el infante, en com-
pañía de Garci Fernández llegó a Madrid el 13 de junio. No sabía que se ha-
bían falsificado cartas para que la acusación creciera en gravedad.Todos cuan-
tos, dentro del Consejo, se habían comprometido en la maniobra de reducirles
a prisión organizaron para la madrugada siguiente una partida de caza; esta-
ban, en consecuencia, fuera de Madrid, cuando la guardia real procedió a la
detención (14 de junio). Avisados por medio de correos volantes, Dávalos y
Pedro Manrique cruzaron la frontera buscando el amparo de AlfonsoV Aque-
lla decisión tenía el alcance de un cambio de gobierno más profundo que el
de 1394 pues iba a significar un relevo en la alta nobleza, mediante el des-
pojo de los culpados, a fin de proveerse de medios materiales para, sobre ellos,
construir una nueva plataforma de poder.Todo ello aparece envuelto en una
especie de programa: si enValladolid yTordesillas el infante había manejado
el apoyo de las Cortes para una disminución del poder de la nobleza, ahora
se hablaba de reforzar el poder del monarca.
A este programa se mantendrá fiel don Alvaro de Luna. Buscaba una espe-
cie de centralización en el principio de autoridad, acaso porque, desde su «pri-
vanza», se disponía a ejercerla en nombre del rey. En todo caso se trataba de
disminuir el poder de las Cortes y de las ciudades, que aquellas representaban.
Con frecuencia se hará una referencia expresa a la época de Enrique III, como
si en ella se hubiera alcanzado una especie de cúspide. Se produjo una manio-
bra muy hábil encaminada a asegurarse el control de las Cortes. Se redujo,
ante todo, a dieciséis el número de ciudades y villas que se convocaban; en
adelante se diría de ellas que tenían «voto en Cortes». Como sucede siempre

16
El seguro de 21 abril en AGS. Estado. Castilla, leg. 9, fol. 58.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 191

en casos semejantes, las beneficiadas por tales concesiones defendieron con


ahínco su privilegio, evitando que pudiera extenderse a otras. Con frecuen-
cia encontraremos más adelante reuniones a las que ni siquiera asistían todas
las que tenían derecho. En las de Ocaña (agosto de 1422)17 se advirtió que,
en adelante, los procuradores percibirían sus emolumentos con cargo a la
Cámara, la cual detraía los fondos necesarios de los subsidios que en cada oca-
sión fuesen votados. Pero esto era tanto como incorporarles a la propia Cor-
te del rey, como si se tratara de oficiales de la misma. Inmediatamente com-
probamos que en las posteriores convocatorias, el Consejo Real «recomendaría»
el nombramiento de determinadas personas, siempre dentro de la influencia
real. Las Cortes tendían a convertirse en instrumento de representación del
reino manejado por el propio Consejo.
La conducta del alcalde mayor, Pedro López de Ayala, que se había suma-
do a don Enrique, permitió llevar a cabo una verdadera revolución en Tole-
do, suprimiendo la forma tradicional en que se realizaba la elección de ofi-
cios. Se impuso, en consecuencia, el sistema de regimiento que se empleaba
en todos los demás concejos: dieciséis regidores, por mitad caballeros y
hombres buenos, se encargarían en adelante de las designaciones18. El fuerte
poder que la nobleza había adquirido allí, la influencia y riqueza del cabildo
de la catedral primada y la existencia de un considerable número de con-
versos, bien asentados en el mundo de los negocios, harían fracasar el cam-
bio; antes de que transcurran veinte años, será Toledo ciudad dividida en
facciones enfrentadas.
Don Alvaro aprovechó la circunstancia de que el primer vastago del matri-
monio de Juan II con María de Aragón fuese una niña, a la que se dio el nom-
bre de Catalina, como su abuela, para dar otro golpe decisivo a las Cortes. Ale-

17
Los procuradores presentaron dos demandas importantes que no fueron escucha-
das, una tratando de conservar el régimen tradicional en los concejos, sin corregidores, y la
otra reclamando una agilización del comercio. Ninguna de ambas fue escuchada. J.Valdeón,
loe. cit.,págs. 309-311.
18
Toledo había actuado, gracias a Ayala, como uno de los soportes más poderosos del
infante Enrique. E. Benito Ruano, Toledo en el siglo XV Madrid, 1961, págs. 15-16.
192 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

gando la existencia de brotes epidémicos —eran prácticamente normales en


el siglo XV— el privado se abstuvo de reunir Cortes, procediendo a jurar a la
nueva princesa en una ceremonia estrictamente palatina (5 de octubre de 1422)
aunque rodeada del boato que la ocasión requería. De este modo se establecía
un precedente con fuertes implicaciones jurídicas. N o era imprescindible la
reunión de Cortes para producir el reconocimiento de la legitimidad que
asiste al sucesor. Se alteraba una de las bases en que se venía apoyando el siste-
ma desde la revolución de 1369 y que se había confirmado en 1388.

6. Los CASTIGOS. Triunfo, pues, de un partido que era esencialmente


nobiliario pero que no abarcaba a toda la nobleza. El poder pasaba
a ser ejercido, por medio del Consejo Real, a través de nueve per-
sonas: el infante donjuán, el arzobispo de Toledo Sancho de Rojas,
el conde deTrastámara Fadrique Enríquez, el justicia mayor Pedro
de Stúñiga, el adelantado mayor de Castilla Diego Gómez de San-
doval, el conde de Benavente Rodrigo Alfonso Pimentel, el de San
Esteban de Gormaz Alvaro de Luna y el contador mayor, Fernán
Alfonso de Robles, que era tenido por un buen experto en finan-
zas y a quien el de Luna consideraba como uno de los suyos. Entre
sí repartieron despojos de los vencidos, como si de este modo bus-
caran el compromiso de un no retorno a la situación anterior. Alva-
ro de Luna tuvo la espada de condestable; Fadrique ascendió a duque
de Arjona; el almirante ganó el opulento señorío de Arcos de la Fron-
tera; Gómez de Sandoval recibió Osorno; Pedro de Stúñiga, Can-
deleda y el conde de Benavente, Arenas de San Pedro. Hasta el infan-
te don Juan aparece complicado en el reparto pues puso mano a
Colmenar el Viejo, en la sierra madrileña. Nadie fue olvidado: el
botín comprometía a los ganadores. Los servicios de Alfonso Yáñez
Fajardo serían premiados con el adelantamiento de Murcia, que
llegaría a convertirse en verdadero patrimonio familiar.

Nadie tan desdichado como Ruy López Dávalos contra quien se fabri-
caron cartas que le mostraban falsamente como traidor. Privado de honra y
NOBLEZA Y MONARQUÍA 193

;~i2.. murió en el exilio valenciano en 1428 sin que nunca se repararan las
.Luirnnias de que le hicieran víctima19. Porque en estos sucesos que tienen
Madrid yToledo como escenario principal, había una fuente de engaños: fin-
io que se reparaba el daño causado al infante donjuán, se desmantela-
ba el edificio de poder hábilmente levantado por Fernando de Antequera.
La incógnita estaba ahora en la actitud que hubiese de observar Alfonso V,
una de las personas más directamente afectadas20. A Cataluña y también a
Ñapóles, estaban llegando exiliados castellanos que proporcionaban informes
detallados y alarmantes. Durante todo el año 1423 agentes del soberano ara-
gonés estuvieron trabajando en la Corte de Castilla donde descubrieron cómo
el poder del condestable, firmemente apoyado por el rey, iba creciendo. Alfon-
soV, a quien la merma en las rentas de los infantes afectaba muy directamente,
tomó finalmente la decisión: era preciso regresar a España y tomar en sus
manos las riendas.
Cerrado el ciclo de consultas e informes, el monarca aragonés desem-
barcó en Valencia en febrero de 1424 convencido de la necesidad de devol-
ver a sus hermanos a la situación de concordia que el padre común conci-
biera y preparara. Por primera vez comprendía la necesidad de acabar con el
poder que llegara a adquirir don Alvaro de Luna; partía de la convicción de
que donjuán había sido engañado. El 8 de abril del mismo año le envió una
carta expresiva en que mezclando reproches con afecto de hermano, concluía
recordándole que no olvidase la lectura de la Crónica del rey don Pedro21.

Importante la reflexión que hace F. Pérez de Guzmán en Generaciones y Semblanzas,


págs. 13-14.
2,1
A los vencedores preocupaba mucho la interpretación que Alfonso V podía dar a estos
sucesos. Por eso le enviaron varias embajadas.Tenemos noticia de la de 1422 con García Alfon-
so de Ulloa, a quien el rey de Aragón pidió sólo que los castigos no fuesen duros.Todavía antes
de finalizar el año 1422 viajaron Pedro de Mendoza y Garci Fernández Trujillo solicitando
la devolución de los fugitivos. Alfonso, que se negó, respondió con sus propios embajadores.
Todavía hubo una tercera misión con Alfonso de Stúñiga,y una cuarta estando el rey en Valen-
cia otra vez con Pedro de Mendoza y Trujillo. J.Vicens, op. cit., págs. 40-41.
^ La carta en Zurita, III, pág. 161. Pub. por A.Jiménez Soler, Itinerario del rey Alfonso V
de Aragón, Zaragoza, 1909, págs. 66-67.
194 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

La primera parte del plan consistió, al parecer, en reconstruir el partido ara-


gonés, dándole la forma ya acostumbrada de una Liga de nobles. No halló
respuesta. Los linajes de grandes, reforzados con los nuevos ascensos, no
estaban dispuestos a retornar a la situación de 1419 pues entendían que ven-
dría en merma de su poder. Alfonso se quejó de que su hermano siguiera
preso, separado de su esposa que se había refugiado en Valencia, y privado de
sus bienes; no podía permanecer indiferente ante el despojo de uno de los
miembros de su familia y propuso celebrar una entrevista con su primo y
cuñado, Juan II, a fin de buscar entre ambos una adecuada solución al con-
flicto. El Consejo Real, reunido el 16 de junio, anunció que antes de que el
encuentro pudiera realizarse necesitaba convocar Cortes ya que los proble-
mas planteados afectaban a todo el reino. Alfonso, por su parte, que había
convocado Cortes en Aragón, anunció ante los procuradores de su reino
que no iba a conformarse con una negativa: estaba decidido a entrar en
Castilla «lo más acompañado que pudiese». El condestable, en respuesta, reco-
mendó a su rey: una invasión debía ser resistida.
La muerte de la infanta Catalina (10 de setiembre de 1424) que fue sus-
tituida por su hermana Leonor durante un breve tiempo, hasta el 5 de ene-
ro siguiente en que nació el futuro Enrique IV, dio a don Alvaro la oportu-
nidad de convocar Cortes en Burgos, a las que concurrieron solamente
doce ciudades, por decisión del Consejo, aplicándose ya los procedimientos
de control". Además los procuradores, tras la clausura, fueron retenidos en la
Corte, señal de que se pensaba utilizarles como una representación del ter-
cer estado. Se votaron subsidios y no se presentaron cuadernos. Es posible que
ya en esta fecha hubiera llegado el valido al convencimiento de que necesi-
taba de un choque armado para conseguir su propósito de eliminar a los infan-
tes de Aragón de la escena política castellana. Su juego estaba quedando al
descubierto.
Durante el invierno de 1424 a 1425 hubo arrestos militares por ambas
partes, pero se hacía evidente que, en el ánimo de la mayoría, la guerra no

2
J.Valdeón, loe. cit., pág. 313, sospecha que los procuradores fueron nombrados por
el Consejo. Alvar García de Santa María representaba a Burgos.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 195

era una buena solución. El rey de Navarra, Carlos III, ofreció a Alfonso V
emplear cerca de su yerno, Juan, buenos oficios para lograr una reconcilia-
ción entre hermanos. En mayo de 1425 el duque de Arjona y el arzobispo
de Santiago se comprometieron a trabajar juntos en pro de una reconcilia-
ción.Y también Pedro de Stúñiga y Pedro Fernández deVelasco se manifes-
taban contrarios a cualquier enfrentamiento.Y mientras esto sucedía, el sobe-
rano aragonés llegaba a tres decisiones muy hábiles: a) acercó sus tropas a la
frontera en un gesto que podía interpretarse como amenaza o como respal-
do al partido ahora roto;b) envió al secretario García de Falces para que leye-
ra en voz alta una carta a su hermano Juan recordándole que era infante ara-
gonés y, todavía más, sucesor al trono mientras Alfonso no tuviera hijos; y, c)
redactó un manifiesto (4 de junio de 1925) 3 en que desmontaba la ficción
creada desde 1420, presentando al de Luna como el autor de la maniobra que
conducía al despojo de los infantes y de sus partidarios.
El valido comprendió que su juego había sido descubierto antes de que
contara con fuerzas suficientes para hacer frente a una reacción. Cambió, sobre
la marcha, sus planes recomendando al monarca negociar. En consecuencia
se entregaron al infante don Juan poderes e instrucciones para operar una
reconciliación. Los dos hermanos se reunieron en un lugar de la frontera,
llamado Torre de Arciel, y tras dos semanas de conversaciones, reproches y
fiestas, firmaron un pacto (3 de setiembre de 1425)24 que significaba una
reconciliación dentro del «partido aragonés». Todos se comprometían a lograr
la libertad de don Enrique y de Pedro Manrique, devolviéndose a éstos y
a sus partidarios, los bienes de que hubieran sido despojados. En esta res-
titución no se incluía Ruy López Dávalos porque el oficio de condestable
resultaba imprescindible al de Luna25. Cuatro días después de la conclusión

3
Publicado en Memorias de Enrique IV, de la A. de la Historia, II, Madrid, 1913,
págs. 1-3.
24
Pub. por Zurita, III, fol. 172v, se encuentra en BN, mss. 18.635, fol. 41.
!5
En el caso de Ruy López Dávalos se manejaron acusaciones singulares como resis-
tencia armada de sus castillos y como si hubiera cometido traición con el rey de Granada.
Aunque la falsedad de estos infundios fue luego descubierta no se rectificó. Los Dávalos
serían compensados en Ñapóles.
196 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

del acuerdo, habiendo fallecido Carlos el Noble, Juan se convertía en rey de


Navarra.
No se trataba de un retorno puro y simple a 1420. Ahora el condesta-
ble Luna tenía una clara significación política. Además se había establecido
una condición que no podía figurar por escrito: el partido aragonés se colo-
caba bajo la dirección del infante donjuán. Cobraba, en consecuencia, uni-
dad, aunque lo sucedido en los tres últimos años le impedía recobrar la posi-
ción de antaño: sin los linajes, acrecidos en rentas y poder, no era posible
gobernar. Los consejeros de Juan II no iban a ceder en sus recelos y resis-
tencia. El 2 de octubre el rey firmó la orden que devolvía a don Enrique la
libertad y sus bienes. Desde Mora, su prisión, aTarazona, donde le aguarda-
ba Alfonso V con los brazos abiertos, fue acompañado por el mariscal Pedro
García de Herrera. Casi inmediatamente don Enrique fue a posesionarse de
su herencia materna, convirtiendo Alburquerque en una gran plaza fuerte.
El rey de Aragón había conseguido su propósito: frontera occidental a res-
guardo y rentas a disposición para la gran empresa mediterránea, que era su
verdadero objetivo.

7. PRIMER DESTIERRO DE D O N ALVARO. Logrado el restablecimiento


del partido, los infantes tenían ante sí otra tarea, la de arrancar al
rey, su cuñado, de la influencia que el valido ejercía sobre él; con la
ayuda de Alfonso V no podían contar porque había vuelto a Italia y
era preciso, además, evitar que la cuestión se convirtiese en querella
entre reinos. Llegaban aTarazona nuevas protestas de adhesión y que-
jas contra el valido que en las nuevas Cortes de Palenzuela, más autén-
ticas, había tenido que enfrentarse con fuerte resistencia26. Aquel pri-
mer ensayo de validaje —sustitución del rey por un ministro en la
toma de decisiones— había despertado en la nobleza fuerte des-
contento. N o es extraño que buscase ahora en los infantes nueva
dirección. Si el golpe de 1422 había permitido a muchos de sus

6
La Cortes volvieron a insistir en su demanda de que los procuradores entrasen en el
Consejo.J.Valdeón, loe. cit.,págs. 315-319.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 197

miembros obtener pingües ganancias, era lógico que esperasen


otras de la nueva coyuntura.

Con prudencia, los hermanos reconciliados comenzaron a trabajar en la


constitución de una Liga. N o tardaron en descubrir que personas que pare-
cían de la más absoluta confianza del condestable, como era el caso de Fer-
nán Alfonso de Robles, se hallaban dispuestos a pactar con el enemigo. El
defecto fundamental del partido aragonés residía, sin embargo, en la caren-
cia de un programa político concreto para los muchos problemas que en Cas-
tilla se habían planteado. Su voluntad se hallaba orientada a provocar la caí-
da del valido para restablecer la situación existente en el momento de la muerte
de Fernando «el de Antequera». Tensiones y recelos, como los que se vivie-
ron aquel invierno de 1425 a 1426 no eran propicios para lograr la sedación
de los conflictos. La primera cuestión que se planteó en el Consejo Real, en
donde el retorno de los exiliados había venido a cambiar la relación de
votos, fue precisamente el cumplimiento de los compromisos adquiridos en
Torre de Arciel. Los aragoneses comprobaron que estaban en condiciones
de obtener algunas ventajas: se aprobaron indemnizaciones por las rentas
que don Enrique y los reconciliados dejaran de percibir en el momento de
la prisión; fue promovido a la grandeza, con título de conde de Castro, Die-
go Gómez de Sandoval, el más adicto al rey de Navarra; y se cargaron en la
cuenta del Tesoro las sumas devengadas por las negociaciones de Torre de
Arciel.
El malestar entre los oficiales y consejeros del rey era muy grande y a él
contribuían los procuradores de las ciudades que permanecían en la Corte
y denunciaban como mal gobierno la concesión de mercedes a los nobles27.
Pero para éstos eran precisamente esas mercedes la razón de que tomaran par-
te en la política. El condestable comenzó a percatarse de que su influencia
disminuía aunque el rey seguía mostrándole favor: cuando estalló la discor-
dia entre los herederos de Juan Hurtado de Mendoza, el primogénito, que

11
La decisión de detener la concesión de nuevas mercedes, otorgada a demanda de los
procuradores, despertó inmediatamente protestas de los nobles. J.Valdeón, loe. cit. pág. 49.
198 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

recurrió a la protección de los infantes, pudo asegurarse la mayordomía y la


parte más sustanciosa de la herencia frente a sus hermanos que se habían
acogido a la de don Alvaro. Conforme pasaban las semanas iba creciendo.
Surgían, en consecuencia, temores de guerra. En el Consejo Real se toma-
ron dos acuerdos: disminuir el número de soldados que cada noble tenía a
su servicio —cosa que casi nadie cumplió— y encomendar a una comisión
de cuatro personas, dos de cada bando, que elaborasen una propuesta acerca
de la forma en que debía organizarse el gobierno 28 .
Los sucesos de 1427, que condujeron al primer destierro de don Alva-
ro de Luna, invirtiendo la situación, fueron duros; sin embargo, y aunque
parezca paradójico, constituyen el primer peldaño hacia la edificación de la
que será luego Monarquía de los Reyes Católicos. La autoridad del rey que-
dó anulada. Harían falta cincuenta años para restaurarla. Pero muchos vie-
ron, desde el primer momento, que en ella residía la clave del orden inter-
no. Ni Juan II ni, luego, su hijo don Enrique, contarían con las cualidades
necesarias, pero esta debilidad e inconsistencia creó un estado de opinión, a
la que se sumaron algunos linajes y que acabaría abriéndose camino, pues la
figura del rey, en su doble legitimidad, era garantía incluso frente al peligro
que desataban las confiscaciones. Estallaron motines enValladolid y Zamora,
cuya naturaleza en gran medida desconocemos y, para aplacarlos, los conse-
jeros decidieron promover la presencia del rey. De este modo quedó demos-
trada su importancia básica.

8. EL RETORNO DEL VALIDO. Todo comenzó cuando los infantes de Ara-


gón, en las primeras semanas de 1427, comenzaron la concentración
de sus soldados en dos plazas fuertes, Medina del Campo y Ocaña,
que era la principal de la Orden de Santiago. El 10 de febrero anun-
ciaron la constitución de una Liga29 que se proponía tomar las medi-

ls
Esta comisión significaba una derrota para el condestable. Una de las cuatro perso-
nas era Fernán Alfonso de Robles, que sumó su opinión a la de los partidarios de los infan-
tes determinando de este modo la decisión final.
-' Zurita, III, fol. 178.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 199

das necesarias para que se estableciese un nuevo gobierno, capaz de


alcanzar el «bien de la república». Los Maestres de Calatrava y Alcán-
tara se adhirieron a ella, mientras que la mayor parte de los linajes —
Velasco, manrique, Stúñiga, Mendoza de Guadalajara y otros— se
mostraban un poco a la expectativa, hasta tener suficiente garantía
de futuro. Los infantes tenían la seguridad de que se adherirían.
Entre 1427 y 1469, remodelada varias veces, dispersa en ocasiones y
vuelta a reconstruir, la Liga será el gran instrumento del partido ara-
gonés. Otros la copiarán. Responde a una doctrina política: el rey
debe compartir con sus nobles el ejercicio del poderío real absoluto.

El conde de Benavente y el almirante don Fadrique Enríquez se man-


tuvieron al lado de don Alvaro, que parecía contar con el rey; sin duda temí-
an la pérdida de sus ganancias de 1422. Propusieron al condestable formar
otra Liga, pero él se negó: un enfrentamiento armado, en aquellas circuns-
tancias, era la peor de las soluciones porque destruía la legitimidad de ejer-
cicio, que es la más importante de las dos de que dispone un rey. Tampoco
quería dar a sus adversarios motivos o pretextos para que le privasen de ofi-
cios y rentas que el infante don Juan, precisamente, le otorgara. Y, en conse-
cuencia, optó por negociar. Entiéndase bien: este término, en aquellos momen-
tos, significaba tan sólo averiguar las compensaciones que se le iban a ofrecer
a cambio de la salida del gobierno.
Las negociaciones se abrieron en el verano de 1427. Estaba el rey en el
castillo de Simancas, que era posesión de los Enríquez. El de Navarra había
tomado Valladolid (21 de agosto) y el maestre de Santiago, con fuerzas muy
considerables, se hallaba en Tudela de Duero. La superioridad de los infantes
era evidente y por eso algunos nobles, como Fernán Alvarez de Toledo, señor
deValdecorneja, creador de la Casa de Alba, se habían apresurado a aclamar-
les. Don Alvaro de Luna no opuso resistencia: estaba dispuesto a obedecer las
órdenes. De este modo privaba a sus oponentes del pretexto para despojarle,
y se cimentaba además su prestigio como un no rebelde. Se acudió al expe-
diente de la comisión de cuatro —el almirante y Fernando Alfonso de Robles
por el de Luna, el maestre de Calatrava y Pedro Manrique por los infantes—
200 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

a quienes se propuso un cometido: buscar el modo «cómo estuviese el rey


más libre para regir sus reinos»30. Fernán Alfonso de Robles, como la rata que
abandona el barco cuando éste se hunde, decidió, con su voto, que se envia-
ra al condestable al destierro (30 de agosto). Don Alvaro reunió a los suyos y
fue a instalarse a Ayllón, su señorío y uno de los lugares que le estaba permi-
tido. El infante don Juan, con numerosa gente, fue a Cigales, exultando ale-
gría, para hacerse cargo de la persona del rey. Juan II no ocultaba el malhu-
mor que le embargaba. Pero la reina María estrechaba los lazos de afecto con
sus hermanos. El condestable no había opuesto la menor resistencia.

9. ALFONSOV DECIDE. Se habían cumplido las previsiones de AlfonsoV y


de su padre, el rey: si unían sus fuerzas, nadie podía resistir a los arago-
neses. El Consejo Real quedaba ahora completo con sus partidarios.
Acabada la lucha los procuradores de las ciudades no eran necesarios y
se les despidió, aliviándose al Tesoro de los gastos que suponía su man-
tenimiento. Don Enrique renunció al marquesado deVillena, pero se
hizo pagar un precio descomunal, 250.000 florines de oro y seis mil vasa-
llos con las villas de Trujillo, Alcaraz y Andújar (26 de noviembre de
1427). La muerte, en Valencia y en angustiosa soledad, de Ruy López
Dávalos (8 de enero de 1428) evitó que pudiera plantearse una cues-
tión para todos enojosa. Haciendo buena la sentencia clásica de que el
traidor no es menester siendo la traición pasada, Fernán Alfonso de Robles
fue destruido. Se descubrió que en connivencia con un banquero
judío, Abraham Bienveniste, había cometido malversación de fondos y
fue preso en Tudela el 22 de setiembre. No abandonaría ya nunca esta
prisión. Juan II comunicó a don Alvaro la noticia con contundentes
palabras: «no placerá a Dios que quien a vos vendió no sea vendido» .

Tres meses fueron suficientes para que se descubriera el fracaso político


de aquellos que pretendieran dar un vuelco a la situación. El 6 de setiembre

Santa María, Crónica, pág. 450.


Ibidem, pág. 461.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 201

de 1427 don Alvaro había abandonado la Corte hacia su dorado confinamiento


en Ayllón, y en enero todos los miembros del Consejo, y también Alfonso V,
estaban proponiendo su regreso. Los cronistas y biógrafos coetáneos aluden
siempre al afecto que Juan II le demostraba, de tal forma que pudo llegar a
creerse que sin la intervención del valido no era posible mover la voluntad
del rey. Tal explicación, sin que pueda considerarse falsa, resulta sin embargo
insuficiente.Vencedores, en apariencia, los infantes habían llegado a conver-
tirse en víctimas de su propia propaganda; constituido un fuerte núcleo de
grandes, entre la nobleza castellana, no era posible volver a la situación ante-
rior al golpe deTordesillas. Por otra parte el infante donjuán, que más tarde,
como rey de Aragón, demostraría poseer grandes dotes de autoridad, no podía
resignarse a ser uno más entre los nobles, aunque fuese el principal. En los últi-
mos meses de 1427 Castilla presentó una especie de vacío en el poder. Había
que operar, urgentemente, una reconciliación, a fin de consumar esa especie
de programa, maduración de la Monarquía, consistente en fijar con claridad
los espacios de poder del monarca y los cometidos de la nobleza.
La reconciliación entre Alfonso V y sus hermanos, por una parte, y don
Alvaro de Luna, por otra, se firmó el 30 de enero de 142832. Los infantes de
Aragón abandonarían el Consejo, en donde serían representados por grandes
gentes de su partido, situándose en un nivel superior de miembros de la dinas-
tía real. El 6 de febrero, el condestable volvió a ocupar su puesto en la Corte,
al lado del rey. En adelante, el Consejo Real, que iba ampliando sus funciones
administrativas y judiciales, estaría formado por dos obispos, el de Toledo, Juan
Martínez de Contreras, y el de Compostela, Lope de Mendoza, tres nobles, el
almirante Enríquez, el conde de Castro y Pedro Manrique, y dos doctores, Pedro
Yáñez y Diego Rodríguez; un equilibrio entre los dos bandos, ligeramente
escorado en favor de los aragoneses. Por debajo trabajaba, sin duda intensamente
a juzgar por la documentación emitida, una especie de burocracia.

9. FIESTAS DE VALLADOLID. Reconciliación, pues, entre los dos parti-


dos, dispuestos a utilizar el Consejo como instrumento para un

32
El acuerdo en AGS. Patronato Real, leg. 11, fol. 68.
202 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

poder que, en nombre del rey, los infantes iban a pretender ejer-
cer, en esta ocasión contando también con don Alvaro de Luna.
Éste había regresado a la Corte haciendo ostentación de su rique-
za y de su poder. El confinamiento en Ayllón había servido para
demostrar que era una pieza imprescindible en la maquinaria del
Estado. Si había sentido, en algún momento, la tentación de resis-
tir, dicha tentación estaba superada. Respetando decisiones dis-
cutibles contra su persona, había conseguido tranquilizar muchos
ánimos. Su objetivo parecía seguir siendo un retorno a los bue-
nos tiempos de Enrique III en cuyo gobierno su propio padre
colaborara desde un nivel relativamente modesto. Los escritores
áulicos insistirán en la condición de «aragoneses» de los infantes.
Muchos aspectos del episodio son desconocidos todavía para noso-
tros, porque no abunda la documentación.
a

Los infantes insistieron en un aspecto de la política de su padre puesto


que las circunstancias lo favorecían: la instalación de su familia en todos los
tronos de la Península. Completaron la lista concertando, el 16 de febrero de
1428, el matrimonio de su última hermana, Leonor, toda una belleza, con el
heredero de Portugal, Duarte 33 , y pocos meses después establecieron la fir-
me alianza entre Castilla, Navarra y la Corona de Aragón (12 de abril) j4 . De
este modo se cerraba el círculo de modo tal que todos los futuros reyes serí-
an nietos de aquel Fernando que jugara en tiempos papel de gobernante de
toda España. Contaban, desde luego, con que la nobleza de todos los reinos
tendría que someterse a este sólido y abundante poder supremo. Don Alva-
ro tendría que recurrir al procedimiento propagandístico de sembrar entre
los grandes la inquietud: si se consolidaba el poder de los «aragoneses» nadie
estaría seguro en la posesión de sus estados. De modo que el antiaragonesis-
tno se convertirá, hasta el momento mismo de la decisión de Isabel, en 1469

Zurita, III, fol. 181.


Publicado en Doc. ined. Corona Aragón, XXXVII, págs. 368-381.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 205

—«me caso con Fernando y no con otro alguno»—, en un factor importan-


te en la política castellana.
Podemos formular la hipótesis de que el condestable no había regre-
sado a la Corte para someterse a los acuerdos que personalmente firma-
ra, sino para recobrar el poder. N o podía lograrlo sin dos condiciona-
mientos previos: respaldo del mayor número posible de grandes linajes,
eliminación de los infantes de la escena política castellana. Tenía, por
otra parte, que disimular su ambición: de lo que se trataba, según las mani-
festaciones que a través de los documentos conocemos, era de devolver al
rey las funciones de mando, como sus tres antecesores ya tuvieran. Sólo
que en este caso, y dada la incapacidad de que Juan II daba muestras
indudables, sería el valido quien las ejercería en su nombre. Una contra-
dicción que permitirá, más adelante, acusar al condestable de «tiranía», es
decir, usurpación de la legitimidad de ejercicio.
Desde febrero de 1428 detectamos síntomas de que el pacto de 30 de
enero no iba a ser cumplido. Dos nobles aseguraban en el Consejo la
ligera mayoría en favor del infante donjuán. Uno de ellos pudo ser gana-
do para integrarse en esa especie de partido que se estaba en trance de crear;
muy en secreto, concertó el matrimonio de su tercera hija con uno de los
vastagos de Pedro de Stúñiga. El otro, conde de Castro, resistió los hala-
gos, exponiéndose a las represalias que pudieran sobrevenir si la situación
cambiaba. Antes de que finalizara el mes de abril las inclinaciones dentro
del Consejo habían cambiado, y don Alvaro de Luna tenía recobrada su
influencia. Por aquellas fechas, mientras se acentuaban las discordias entre
el rey y su esposa, cada vez más inclinada en favor de sus hermanos, la
relación estrecha entre el rey y el condestable parecía indestructible.
Estaba la Corte enValladolid cuando se anunció que la infanta Leonor
pasaría por allí, camino de Portugal. Toda la «invención», que nos recuerda
Jorge Manrique, será puesta en activo para rodear al acontecimiento del lujo
desbordante que el espíritu de la caballería reclamaba. Estas fiestas pueden
considerarse como culminación del poder social de una fuerte aristocracia y
revelación de la riqueza sorprendente que estaba alcanzando el reino. Tras
las bambalinas, de madera, tela y pintura, se ocultaba el desarrollo sutil de
204 LUIS SUAREZ FERNANDEZ

una intriga. Fueron cabal representación de una época que tenía, en la caba-
llería andante una de sus manifestaciones principales35. La cristiandad se reves-
tía de símbolos paganos, por amor a los clásicos. Y así el rey donjuán, que
gustaba de conducir leones amaestrados, se disfrazó de Dios Padre, mostrán-
dose rodeado de vaporosas divinidades femeninas. Los infantes, mostrando
sus riquezas, cargaron a sus criados con sacos de monedas de oro. Fuera de
las puertas del Campo, se corrieron lanzas y murió, en doloroso accidente,
el mayordomo mayor, Ruy Díaz de Mendoza; con él perdía don Alvaro un
enemigo, y ganaba el apoyo de un linaje.También el condestable se lució. El
21 de julio de 1428 doña Leonor se despidió de la Corte y emprendió el
camino de Portugal.

10. LA GUERRA. En la sombra, don Alvaro de Luna se preparaba cui-


dadosamente vistiendo su mano de hierro con suave golpe de ter-
ciopelo. Contando ya con la mayor parte del Consejo y con muchos
nobles, juzgó que había llegado el momento de poner en marcha
un plan que, sin duda, estaba preparado de antemano y contaba con
la anuencia del rey. Antes de que concluyera el mes de julio se trans-
mitió al infante don Enrique, que había emprendido la peregrina-
ción a Santiago para lucrar jubileo, una orden para que, sin pasar
por la Corte, se dirigiera a Andalucía a fin de coordinar las defen-
sas de la Frontera de Granada, ya que se temía un ataque musul-
mán. Luego, con laconismo insultante, se invitó a don Juan a que
abandonara el territorio castellano porque —éste era el motivo ale-
gado— no cabían dos reyes en un reino. El ultimátum era tan
áspero que podía interpretarse como una declaración de guerra.
Las relaciones entre ambos hermanos no habían recobrado nunca
la cordialidad, de modo que el condestable pudo abrigar en prin-

5
En estos pasos de armas, don Alvaro apareció acompañado de algunos caballeros
andantes. Entre ellos figuraban Juan de Merlo, portugués, y Gutierre de Quijada, el caste-
llano que Cervantes presentará como antecesor de don Quijote. Martín de Riquer, Vida
caballeresca en la España del siglo XV, Madrid, 1965, págs. 32 y 42.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 205

cipio la idea de utilizarlas en su favor, multiplicando los halagos a


don Enrique, haciéndole creer que se le iba a encomendar la con-
tinuación de la obra de su padre en la guerra de Granada, contienda
caballeresca por excelencia.

Comenzamos a percibir ahora cuáles eran los planes de don Alvaro:


presentar ante la nobleza castellana el enfrentamiento con los infantes como
defensa de Castilla frente a las ingerencias extranjeras, es decir, aragonesas y
navarras. N o se trataba, pues, de un enfrentamiento entre partidos, sino de
una defensa de la Corona. Pero creía necesitar de la guerra a fin de que la
eliminación de los «aragoneses» fuese radical y definitiva, incluyendo en ella
la confiscación de sus rentas. Alfonso V evitó por segunda vez la división lla-
mando a don Enrique a Chelva (enero de 1429) donde estaba preparando
sus tropas para entrar en Castilla. Y el maestre de Santiago respondió sin vaci-
lar al llamamiento.
Estamos, pues, ante una guerra entre Castilla y los dueños, ahora, de la
Corona de Aragón y de Navarra, en la que podía alegarse que se trataba de
recobrar fondos de dinero que estaban empleándose en empresas ajenas a
los intereses castellanos. La coyuntura parecía favorable: la guerra civil en el
interior de Granada evitaba que este reino musulmán pudiera también uti-
lizarse; estallaba el descontento en Navarra ya que de acuerdo con las cos-
tumbres del reino y las disposiciones de Carlos III era Blanca y no su mari-
do, quien debía tomar las decisiones; el Pontificado, a causa de Ñapóles, se
inclinaba en favor de Castilla; y por si fuera poco, en 1429 remontaba el
vuelo en Francia Juana de Arco, en favor de los Armagnacs, tradicionales ami-
gos de Castilla.
El condestable se movía a la cabeza de un amplio partido nobiliario, al
que no tenían más remedio que sumarse muchos de los antiguos seguidores
de los infantes pues ahora se trataba del servicio al rey, dentro de la fidelidad
debida. La habilidad de don Alvaro consistió en disimular una parte de su
jefatura: cinco grandes, el almirante, los condes de Benavente y Castañeda,
el adelantado Pedro Manrique y Pedro Fernández de Velas coaparecían como
capitanes en el ejército que se movilizaba. El problema nacía de su necesi-
206 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

dad de alcanzar una victoria contundente y abierta, pues de otro modo no


le sería posible establecer el poder personal que proyectaba. Durante meses
veremos a don Alvaro buscar con ahínco, casi con desesperación, una bata-
lla resolutiva en campo abierto, que nunca alcanzó. Se estaba moviendo siem-
pre entre dos peligros ya que la eliminación de los infantes podía traer,
como consecuencia no deseada, la consolidación de una oligarquía que redu-
jese a mero nombre el poder del rey, es decir, el suyo.
Vista a través de este prisma, la guerra de 1428-1429 tuvo que produ-
cir en el valido más de una decepción. Todo había sido por él preparado
cuidadosamente. En el exterior, un gran comerciante, Sancho Ezquerra de
Ángulo, investido de poderes de embajador, trataba de mantener a Flandes,
Francia y Bretaña en el ámbito de la amistad, garantizando así las navega-
ciones en el golfo de Vizcaya. En el interior se podían obtener fondos de ter-
cias y cruzada, mostrando las preocupaciones que suscitaba la guerra civil
declarada entre MuhammadVIII y Muhammad IX en Granada. Las Cortes
reunidas en Illescas en enero y en Medina del Campo en diciembre36 se mos-
traron condescendientes, abriendo grifo de los subsidios. En abril, Juan II
pudo tomar, de los fondos de San Benito de Valladolid, la crecida suma de
25.000 florines de oro. Se hacían llamamientos para combatir una amenaza
gravísima: un ejército extranjero se aproximaba a las fronteras mientras que
en el interior del país el conde Diego Gómez de Sandoval alzaba banderas
de rebeldía en favor del rey de Navarra en sus dominios de Castrogeriz,
Osorno y Portillo, pasando luego a instalarse con el infante don Pedro en
el formidable y bien provisto castillo de Peñafiel, larga fila de almenas sobre
los campos de la cuenca del Duero, cabeza militar de los estados del Rey de
Navarra.
El 30 de mayo de 1429 se cursó la orden a todos los nobles castellanos
para que prestasen juramento de fidelidad al rey; no hubo resistencias. De este

i6
Las Cortes se mostraron muy receptivas a la hora de contemplar las peticiones en
que se mezclaban las dos guerras. Cada una de las reuniones de este año otorgó 45 millo-
nes. A esta suma podían añadirse otros 30 que figuraban en concepto de atrasos. J.Valdeón,
loe. cit., págs. 321-322.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 207

modo el primer plan de Alfonso V, consistente en provocar una especie de


revuelta interior, podía darse por fracasado. Con la sola excepción de tres
grandes, Fadrique Enríquez, conde de Trastámara, Iñigo López de Mendo-
za, señor de Hita y Buitrago, y Pedro Alvarez Osorio, señor deVillagarcía, que
se mostraron reticentes aunque sin incidir en rebeldía, todos los demás se
colocaron en el servicio del rey. En pocos días, sin que mediara resistencia,
fueron tomadas Medina, Cuéllar y Olmedo, las tres grandes villas del infan-
te donjuán. Peñafiel, sitiada el 25 de junio, se rindió al día siguiente. Revis-
tiendo la medida de cierta solemnidad, el Consejo Real extendió las órde-
nes oportunas para confiscación de bienes a todos los enemigos37. No quedaba
a los aragoneses otra opción que cruzar la frontera con las armas en la mano;
se habían adelantado a ejecutarlo, dos días antes de la capitulación de Peña-
fiel, si bien la presentaban como una defensa de sus bienes privados y no como
un ataque de reino a reino.
Hasta aquí todo parecía discurrir del modo más favorable a los desig-
nios de Luna. Cuando el infante don Enrique se reunió con sus hermanos
que habían llegado entre tanto a Hita (29 de junio), sus fuerzas eran tan
escasas que no significaron ningún aporte decisivo. Iñigo López de Mendo-
za, señor de Hita, que hasta entonces militara bajo las banderas de los infan-
tes fue a ponerse a las órdenes del rey, seguramente porque consideraba per-
dida la causa de los aragoneses. El condestable, que mandaba una vanguardia
de dos mil lanzas, vino a situarse en Espinosa, cerrando el paso a los arago-
neses que mostraban intención de dirigirse hacia Cogolludo. Buscaba, sin
duda, una batalla en campo abierto que obligase a las tropas del rey, muy
numerosas, a intervenir. Faltando apoyos en el interior, la postura de Alfon-
so V se tornaba sumamente incómoda: era, no más, un rey extraño invasor.
En el último instante, cuando ya parecía inevitable el encuentro, se produjo
una intervención seguramente no tan inesperada como puede parecemos a
primera vista: María, esposa de Alfonso y hermana del rey de Castilla, vino a

i7
Afectaba esta confiscación de bienes a Juan y Enrique, con sus esposas Blanca y Cata-
lina, el príncipe de Viana y la reina viuda Leonor de Aragón, a Fernán Alfonso de Robles,
Juan de Luna y Sancho Fernández de León. AGS. Diversos de Castilla, leg. 4, fol. 34.
208 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

plantar su tienda en el espacio entre los dos ejércitos (2 de julio de 1429). El


condestable hubo de tascar el freno y, con gran enojo del rey, según registran
unánimemente los cronistas, aceptó una tregua provisional que debía abrir
paso a negociaciones.

11. LAS TREGUAS DE MAJANO. Victoria más aparente que real. Rendido
Peñafiel,,en donde quedaba preso el duque de Arjona (31 de agosto
de 1429), y obligado el ejército invasor a repasar la frontera, era cier-
to que los infantes de Aragón habían fallado en su intento. Pero aquel
éxito apagado, sin estruendo de armas, que obligaba a emprender un
camino monótono y esterilizante de negociaciones, no proporcionó
a don Alvaro de Luna la fama militar que esperaba y que le hubiera
permitido hacer y deshacer en el Consejo Real a su antojo. Para lle-
gar a ese triunfo, regado con sangre, tendrá que esperar todavía otros
quince años y llegará cuando, para él, sea demasiado tarde. En 1429
podía atribuirse el éxito aquella Liga de nobles que invirtiera los tér-
minos y en la que figuraban muchos que, hasta la víspera, fueran fie-
les seguidores de los infantes. Afirmaban que, obligados a elegir, tení-
an que anteponer la fidelidad al rey a cualquier otra consideración.

Acomodándose a estas circunstancias, don Alvaro decidió que, al menos,


podía y debía conseguir la expulsión y despojo de los infantes. A pesar de la
tregua, interrumpida y reanudada, las hostilidades prosiguieron durante un
año bajo la forma de escaramuzas y golpes de mano en la frontera de Ara-
gón, ocupación militar del maestrazgo de Santiago, que llevó a cabo con rela-
tiva facilidad el conde de Benavente, y empeñadas y tercas operaciones en
Extremadura, en donde don Enrique y don Pedro, amparados desde Portu-
gal, tenían concentradas sus mejores tropas y también el formidable castillo
de Alburquerque. El mayor inconveniente con que tropezaban los dos ban-
dos venía de los gastos que era preciso afrontar, especialmente gravosos del
lado del rey. Las sumas presupuestadas y concedidas por las Cortes resultaron
insuficientes y, en octubre de 1429, fue necesario recurrir a medidas extre-
mas como alteración del valor intrínseco en la moneda, empréstitos forzó-
NOBLEZA Y MONARQUÍA 209

sos y toma de la plata atesorada en las iglesias38. Las Cortes, sometidas al poder
del valido, seguían votando nuevos subsidios39.
Se acercaba un nuevo reparto de despojos a cuenta de los vencidos; el
de Luna no podía frenarlo; probablemente tampoco quería hacerlo pues, apar-
te de la conveniencia de compensar a los otros nobles por su servicio, él
estaba destinado a convertirse en principal beneficiario. El poder de los infan-
tes, de acuerdo con los planes trazados por Fernando I, se había apoyado en
ejercer un control decisivo sobre rentas y oficios. De este modo el valido pen-
saba que si conseguía acumular oficios y rentas que igualasen a los del resto
de la nobleza, en su conjunto, nadie podría resistir su poder. Objetivo que
debía cumplirse muy a largo plazo. De momento echó mano a la Orden de
Santiago. N o entraba en las facultades del rey destituir a un maestre nom-
brando otro en su lugar, pero sí podía encomendar al de Luna la administra-
ción, en ausencia del titular que estaba huido, habiéndosele suspendido en
sus funciones. Había el propósito de negociar con el Papa un nuevo nom-
bramiento directo como el que consiguiera don Fernando en 1408.
De momento todos los nobles castellanos podían sentirse protagonistas
y beneficiarios de una victoria que podía interpretarse como retorno al sis-
tema ensayado por Enrique III. La hegemonía que establecieran los «arago-
neses» pudo desmontarse con rapidez. Los infantes carecían de dinero y, a
veces, para proveerse de él, hubieron de recurrir a procedimientos propios
de salteadores de caminos, tomando para sí las recuas de los mercaderes. Aque-
lla primavera de 1430, mientras seguían su curso las negociaciones, don Alva-

U n cálculo aproximado del empréstito nos lo puede dar Burgos, que abonó dos mil
marcos de oro. Según la Crónica de Juan II, págs. 467-469, repercutió inmediatamente en
la subida de los precios.
39
El juicio de J.Valdeón, loe. cit., págs. 322-324, sobre estas Cortes, síntesis y remate de
una política de sometimiento practicada por Luna, no puede ser más duro. Las Cortes ya no
representaban otra cosa que la pequeña oligarquía de caballeros ciudadanos, cada vez más vin-
culados, por sus oficios, al rey. Habían perdido toda capacidad de resistencia, votando en poco
más de un año una suma de 120 millones de maravedís, enorme aun teniendo en cuenta la
caída del maravedí. Carecían de atribuciones respecto a la política y administración y los gober-
nantes no se preocupaban ni siquiera de cumplir aquello mismo que habían ofrecido.
210 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

ro pudo comprobar la existencia de una vasta oposición interna en Navarra,


Aragón y Cataluña por la política que seguían Alfonso y sus hermanos. De
este modo, cuando el rey de Portugal, don Joáo d'Avis se ofreció a mediar.
entre ambos reinos, el aragonés no tuvo más remedio que aceptar (5 de ene-
ro de 1430). Largas negociaciones que no interesa relatar aquí, condujeron a
la firma de una tregua general en Majano (16 de julio de 1430)40. Concluía
la guerra y se cerraba una etapa: del proyecto hegemónico de Fernando «el
de Antequera» ya nada quedaba en pie.
Un análisis detallado de las cláusulas de esta tregua, nos permite com-
prender hasta qué punto se trataba de un término de llegada. Junto a las
acostumbradas concesiones de libertad de comercio entre ambos reinos, figu-
raba la prohibición absoluta de los infantes para residir en Castilla, a menos
que mediara una expresa licencia del rey. Al mismo tiempo se confirmaba
de modo completo y absoluto la confiscación de sus bienes. Estaba previsto
que un amplio comité de catorce personas, siete de cada bando, se encarga-
ría de recibir las reclamaciones estableciendo la indemnización a que hubie-
ra lugar. Las reivindicaciones del rey de Navarra quedaron enterradas en mon-
tañas de papel, justificando así la demora completa41.
Enrique y Pedro, los hermanos más jóvenes, atrincherados en sus casti-
llos de Extremadura, se negaron a aceptar las treguas, decididos a prolongar
la resistencia. Pudieron hacerlo hasta 1432, forzando nuevos gastos. Pero en
este año las tropas del rey consiguieron apoderarse del infante don Pedro. Una
vez más tuvieron necesidad de recurrir a los buenos oficios del monarca de
Portugal para cambiar la libertad del cautivo por la entrega de las fortalezas
que aún retenían. Con la expulsión de estos dos últimos rebeldes parecían
borrarse hasta las últimas huellas de la situación anterior.

40
El texto en AGS. Patronato Real, leg. 12, fol. 40. Ha publicado otro ejemplar M. Gual
Camarena, «Las treguas de Majano entre Aragón, Navarra y Castilla (1430).» Cuadernos de
Historia de España, XVI, 1951, págs. 93-109.
41
J.Vicens, op. cit., págs. 64-65. Las larguísimas e inútiles sesiones de esta comisión
que, como estaba previsto, no alcanzó resultado alguno, llenan todo el volumen XXXVII
de la Col. doc. inéd. Corona de Aragón.
VH. EL PROYECTO POLÍTICO D E D O N ALVARO
D E LUNA

1. SE CONSOLIDA LA GRANDEZA. Se repetía, en cierto modo, el golpe de


1395: los parientes del rey habían sido desalojados de sus puestos de
mando. Con una diferencia ya que, en este caso, no se trataba solamente
de sustituirlos en el poder sino también en la «grandeza»; la puerta que
se abriera en 1420 iba a convertirse en franca promoción. Es cierto
que don Alvaro de Luna, condestable y administrador de Santiago, esca-
laba el primer puesto y la dirección de esta nobleza, pero no podemos
admitir la tesis, difundida aun en abundantes libros de texto, de que en
1430 comenzaba su gobierno personal. Dos hechos nos aclaran la natu-
raleza del cambio político experimentado por Castilla en el momen-
to de las treguas de Majano. El primero fue la sesión celebrada por el
Consejo Real el 17 de febrero de 1430, mucho antes de la firma del
acuerdo, en la que se decidió el reparto de bienes de los infantes y
algunos de sus seguidores, ligando así intereses en cuanto al no retor-
no 1 . El segundo es el matrimonio del propio don Alvaro, viudo de su
primera esposa, Elvira de Portocarrero, con una hija del conde de Bena-
ventejuana Pimentel, que le sobrevivirá. La boda se celebró en el monas-
terio de Calabazanos, afueras de Palencia, el 27 de enero de 1431. Por
su madre, la novia era sobrina tanto del adelantado Pedro Manrique

1
Coinciden la Crónica de Santa María, tomo C, págs. 179-181, y la del Halconero,
págs. 51-52. Ambas están bien informadas.
212 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

como del almirante don Fadrique Enríquez. Esos tres nobles, capita-
neados por el de Luna, iban a constituir el gobierno de Castilla en los
años inmediatamente siguientes.

Estamos, pues, ante un gobierno que se ejerce en nombre de un parti-


do del que Pimentel, Manrique y Enríquez son figuras representativas, pero
contando con la adhesión de otros muchos. Aparte del designio de adueñar-
se del poder para permanecer en él, no hubo, en esta ocasión, como suce-
diera antes con donjuán de Navarra y los suyos, un programa que nos per-
mita conocer designios acerca de la estructura política que debía asumir el
reino. El hecho más importante, que equivale en este caso a una reforma,
nos lo ofrece la promoción de tres linajes a la grandeza significada por la con-
cesión de títulos: Pedro Fernández deVelasco fue conde de Haro, Pedro de
Stúñiga de Ledesma —villa que figurara en los títulos del infante don Enri-
que— y Pedro Ponce de León, señor de Marchena, obtuvo el condado de
Medellín. El sistema ideado por Enrique II experimentaba una variación radi-
cal: ya no había inconveniente para que cualquier noble o simple caballero
pudiera aspirar al ingreso en la grandeza.
La promoción era algo distinto del reparto del botín aunque estaba ínti-
mamente relacionada con ese peculiar pago de servicios. La deserción y hechos
de armas de Iñigo López de Mendoza fueron remunerados con un rosario
de aldeas (Balconete, Retuerta, Yélamos, Pioz, Aranzueque, El Pozo, Fuen-
telviejo, Armuñana, Serracines, Meco, Daganzo y Yunquera) que permitían
incrementar el dominio que ya se venía ejerciendo sobre Guadalajara. Pedro
Manrique obtuvo Paredes de Nava que, con los años, sería título condal de
su hijo Rodrigo. El conde de Benavente ganó Mayorga con todo su alfoz.
Al maestre de Calatrava fue dada Andújar, que pertenecía al conde de Tras-
támara, mientras que otra parte de los señoríos de éste, en Galicia, pasó a
manos de Pedro Alvarez Osorio que trataría de emular la conducta y poder
de éste. Para el almirante fue la casi inexpugnable fortaleza de Peñafiel.
Tampoco fueron mezquinos los premios que se asignaron a la fidelidad
demostrada por muchos otros personajes, de menor relieve:AlfonsoYáñez Fajar-
do ganó la villa de Muía. Juan de Silva, hijo del adelantado Alfonso Tenorio y,
NOBLEZA Y MONARQUÍA 213

como tal, sobrino del que fuera famoso arzobispo de Toledo, recibió Cimen-
tes, que sería elevada también a condado no tardando mucho. Diego de Ribe-
ra, adelantado mayor de la Frontera, obtuvo Cañete y la Torre de Alhaquín, a
las que, por compra, sumó El Molar, consolidando de este modo un podero-
so y rentable mayorazgo. El patrimonio real también resultaba acrecido en aquel
vendaval de repartos y confiscaciones pues Medina del Campo, con sus ferias,
Olmedo y Cuéllar tornaban al realengo. De este modo podía justificarse la ope-
ración: el patrimonio real no mermaba sino que era acrecido.
De 1430 data, por consiguiente, la organización de una «grandeza» que
no estaba ligada a la dinastía reinante. Abierto el camino, el número de títu-
los y de señoríos irá creciendo a lo largo de los siglos XV y XVI, de tal modo
que la sociedad española se hizo esencialmente nobiliaria. Uno de los móvi-
les principales en la participación de las luchas políticas será, precisamente,
la consecución de uno de estos cuatro títulos, señor, conde, marqués, duque,
que forman un verdadero «cursus honorum». Esta nobleza tenía plena con-
ciencia de que formaba una élite política y, por consiguiente, de que a ella
correspondía la función de gobernar. Interpretaba los acontecimientos del
último decenio, que habían conducido a la expulsión de los infantes, como
su victoria. Por eso cuando don Alvaro intente reforzar los poderes de la
Corona, ejerciéndolos, volverá a sublevarse. En la política del condestable
había un doble contrasentido: no se puede ser cabeza de la nobleza y, al mis-
mo tiempo, sacrificarla; tampoco es congruente defender el restablecimien-
to de los poderes del rey reduciendo a éste a ser una sombra.
Castilla, en trance de consolidación de su Monarquía, había vivido un
decenio de lucha contra los infantes de Aragón, hasta conseguir expulsarlos.
Durante otro decenio presenciará una pugna entre la nobleza y don Alvaro
en torno a la cuestión vital de los poderes que debe ejercer el rey. Seguirá,
luego, la etapa dramática en que don Alvaro es destruido y sus colaborado-
res dispersados; algunos de éstos, Cárdenas, Chacón, Gómez Manrique, halla-
rán acogida en Arévalo funcionando como educadores de Isabel. Durante la
contienda, esmaltada de pequeños detalles que conviene soslayar para que
los árboles no nos impidan ver el bosque, los nobles consiguen finalmente
forjar un programa político que se traduce en el establecimiento de pactos
214 LUIS SUAREZ FERNANDEZ

recíprocos entre rey y señores. No se trata de imitar el «pactismo» detectado


porVicens en Cataluña pues no es entre rey y reino sino entre monarca y
cada uno de los grandes cómo se establecen los acuerdos. Es preciso no per-
der de vista que, por lo menos desde 1430, cada uno de los grandes linajes
se encuentra sólidamente instalado en un determinado paisaje, identificán-
dose con sus instituciones, su desarrollo y su economía. En las Cortes de aquel
año los procuradores habían dado la voz de alarma: los campesinos tendían
a emigrar de las tierras de realengo a las de señorío. Tenemos que rectificar
muchos calificativos ligeramente formulados. El señorío era una forma de
gobernarse que ofrecía su parte de ventajas, y en él, el conde, marqués o duque
aparecían como representación natural.

2. D O N ALVARO INTENTA EL GOLPE. Por su parte el condestable ende-


rezaba todos sus esfuerzos hacia la consolidación de la Monarquía,
dotada de amplio poder, prestigiada en las relaciones exteriores,
asegurando además la popularidad de Juan II.Tenía en Fernando de
Antequera un precedente que se propuso imitar. Como él, buscó
en el exterior un equilibrio que permitiese afrontar con serenidad
las empresas interiores, desarrollando un comercio que para todos
significaba beneficio. Como el antiguo regente, trató de conseguir
para sí dominios tales que le permitiesen superar a todos los demás,
puso especial atención en la Orden de Santiago, cuyos recursos podí-
an considerarse prácticamente inagotables2. Mezclando de nuevo
interés político con espíritu de la caballería, condujo a sus nobles a
una segunda guerra de Granada. El 1 de julio de 1431 reverdecie-
ron los laureles en la batalla de La Higueruela, que fue escogida, un

2
Aprovechando una bula otorgada por MartínV (21 de agosto de 1430) que autori-
zaba al rey a proceder contra miembros de las Ordenes Militares, don Alvaro consiguió que
los comendadores mayores reunidos en Uclés (24 de enero de 1431) procedieran a destituir
a don Enrique. Pero el Papa, adelantándose a la maniobra, había confirmado a Enrique el
6 de febrero del misno año (A.V. Reg. 371, fol. LVIII-LX). De modo que don Alvaro hubo
de conformarse con una situación de hecho, no de derecho.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 215

siglo más tarde, c o m o tema favorito para la sala de El Escorial. N o


hay q u e pensar en m o d o alguno q u e se tratara de una empresa
vacía, m e r o artificio de lo heroico. Los nobles la acogieron con
calor — e l marqués de Santillana lo recordaría m u c h o tiempo des-
p u é s — y, a su impulso, la frontera andaluza experimentó avances que,
de n o haberse producido la ruptura interior, hubieran resultado deci-
sivos' . E n el programa de relaciones exteriores 4 había u n p u n t o de
interés sobresaliente para el condestable: la reconciliación con Por-
tugal, después de medio siglo de rivalidad perjudicial para ambas par-
tes, alimentada por la m e m o r i a de Aljubarrota. Se logró a finales de
1431, después de largas negociaciones y p o r una decisión personal
del de Luna que tropezó —síntoma i m p o r t a n t e — con resistencia
p o r parte de algunos miembros del Consejo Real. El condestable
perseguía, como objetivos inmediatos, poner fin a largos años de recí-
procos recelos 3 y abrir una brecha en la poderosa hegemonía que
habían m o n t a d o los aragoneses. D e ahí el acercamiento al d u q u e
de Coimbra que era el enemigo de la reina Leonor. Probablemente
pensaba también que una buena alianza con Portugal sería antído-
to al peligro que la u n i ó n entre Navarra y la C o r o n a de Aragón
insinuaba en la otra frontera. U n a idea que rebrotará en tiempos de

3
Se produjo un avance muy notable en la frontera al conquistarse Benamauriel y
Benzalema (1433), Huesear (1435), Galera, Castilla y los dos Vélez (1436) así como Huel-
ma (1438), la gran hazaña de que se gloriaría Santillana. Juan II y la Frontera de Granada,
Valladolid, 1955 págs. 23-24.
4
La gestión de Sancho Ezquerra de Ángulo entre 1429 y 1431 logró acuerdos de paz
y amistad con el duque de Bretaña e Inglaterra. Además de liquidar la intervención de Cas-
tilla en la guerra de los Cien Años daba a don Alvaro una gran base de propaganda interior
pues estos pactos lograban pacificar las rutas mercantiles en el Atlántico en que estaban
interesadas las ciudades y los ganaderos y marinos. Navegación y comercio, págs. 101-105.
5
Que la negociación con Portugal fue iniciativa de don Alvaro me parece indudable.
Sus embajadores iniciaron el contacto en abril de 1430. El tratado se firmó en Medina del
Campo el 30 de octubre del mismo año; poseemos la confirmación portuguesa (Almeida 27
de enero de 1432) en AGS. Patronato Real, leg. 29, fol. 21.
216 LUIS SUAREZ FERNANDEZ

Enrique IV Se planteó, en consecuencia, más allá del dilema transi-


torio, la fórmula que sería esencial en la política exterior de los Reyes
Católicos. Pues en los acuerdos que se esbozaron en 1431 figuraba
ya un reconocimiento de libertad de acción para los portugueses
en el Atlántico.

Desde muy pronto las tendencias autoritarias del condestable desperta-


ron resistencias enconadas, dentro y fuera del Consejo, que él trató de domi-
nar con mano enérgica. Su gobierno estuvo esmaltado de conjuras, algunas
reales, otras no tanto, que se presentaban siempre como connivencias con el
rey de Navarra que, desde luego, deseaba volver o, al menos, cobrar la indem-
nización a que tenía derecho. En el mismo año 1431 Diego Fernández de
Quiñones, adelantado y merino mayor de Asturias, hubo de ser reducido a
prisión, mientras que el obispo de Coria, con permiso del Papa, era privado
de su sede. El conde de Castro, que figuraba en la lista, pudo salvarse cruzan-
do la frontera, pero inmediatamente se decretó el secuestro de sus bienes.
La oposición tendía a reforzarse. Aunque nuestras noticias son, todavía,
fragmentarias, bastan para reconstruir el orden de los sucesos. U n partido
había llegado a constituirse antes del verano de 1431, que no admitía aque-
lla especie de gobierno personal que se estaba dibujando. Las tensiones fue-
ron tan fuertes que hubo que suspender las operaciones en Granada para
evitar «que la guerra fuese más entre los de la hueste que contra los enemi-
gos»6. La figura más importante de este nuevo partido era Pedro Fernández
deVelasco, conde de Haro; militaban en él Gutierre Gómez de Toledo, obis-
po de Palencia, su sobrino, Fernando Alvarez, señor deValdecorneja, y el gran
poeta Iñigo López de Mendoza. Eran todos parientes, bastante próximos. N o
hemos de perder de vista que en estas cuestiones políticas se entremezclaban
intereses patrimoniales de los linajes.
Y entonces el condestable incidió en el mismo error que cometiera
don Enrique en 1420. Convocó Cortes en Zamora (enero de 1432)7, a fin

6
Crónica de Santa María, op. cít., tomo C, pág. 301.
7
Cuaderno de 20 de enero de 1432 en Cortes, III, págs. 117-150.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 217

de que le sirvieran de respaldo, y mientras tanto ordenaba la prisión del ade-


lantado mayor de Galicia, Diego Sarmiento, comisionando al arzobispo de
Santiago, su pariente, para que llevara a cabo la ocupación del país.Y, el 7 de
febrero, puso a la firma del rey una orden de prisión contra aquellos que, a su
juicio, preparaban el retorno del rey de Navarra. Sólo escapó a este golpe de
fuerza Iñigo López, ausente a la sazón de Zamora, el cual se atrincheró en su
fortaleza de Hita. Más que de un intento de represión deberíamos hablar en
esta oportunidad de una advertencia seria: el condestable ponía en conoci-
miento de sus enemigos hasta dónde estaba dispuesto a llegar si le forzaban.
Todos los detenidos fueron inmediatamente puestos en libertad. Aquí man-
do yo; esto había querido decir don Alvaro.

3. Los ACUERDOS CON NAVARRA. Transcurrieron cinco años, de los


que tenemos noticias insuficientes, pero que permiten afirmar que
contemplaron la consolidación del poder personal de don Alvaro.
Están conformes en señalarlo así todos los cromstas. Había nacido,
en 1425, un varón, Enrique, enfermizo, pero que garantizaba la suce-
sión masculina. Los infantes de Aragón parecían haber renunciado
a sus acciones en Castilla, uniéndose a Alfonso V en la empresa de
Ñapóles. No tardaría en llegar noticia de que habían sufrido una gran
derrota en Ponza. Vislumbramos, de forma indirecta, que el des-
contento había llegado incluso a los que en 1429 formaran equipo
de gobierno, es decir Pimentel, Manrique y Enríquez. Podían decir
que si se habían enfrentado con los infantes, de los que no eran
enemigos, era buscando el restablecimiento del poder y autoridad
reales, no para que un poder personal los asumiera. A fin de cuen-
tas don Alvaro era un bastardo advenedizo y aunque en Aragón su
apellido fuese ilustre, nada tenía que ver con Castilla. Las quejas po-
dían tomar un aire de protesta personal porque el valido, como es
frecuente en casos semejantes, propendía a la acumulación de poder
y al favoritismo. Para abrir camino a su hermanastro, Juan de Cere-
zuela, no tuvo inconveniente en suspender a una persona tan ilus-
tre y significativa como Diego de Anaya en el arzobispado de Sevi-
218 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

lia. Luego, en 1434, trasladó a su pariente aToledo.En 1435 fue enco-


mendada al propio Cerezuela la educación del príncipe heredero.
Entonces ingresó en la casa de éste Juan López Pacheco.Y en 1436,
vencida la empeñada resistencia del Pontífice, éste accedió a confir-
mar a don Alvaro en la administración del Maestrazgo.

Cuando se examinan los campos de acción de la política exterior, no


nos sorprende el optimismo que en estos años denotaba don Alvaro. Gana-
ba progresivamente el apoyo del Pontificado, recogía resultados favorables
en la guerra de Granada, mejoraban a toda prisa las relaciones con Portugal.
El concilio de Basilea y la crisis que en la Iglesia éste desencadenó, también
le favorecieron: la nación española, preferentemente dominada desde Casti-
lla, asumió una postura de defensa del primado del Papa, logrando de este
modo convertir a Eugenio IV en un aliado, al tiempo que, por el conflicto
de Ñapóles, se producía la disyunción entre el Pontífice y Alfonso V. Nada de
esto impedía el crecimiento del malestar interior, que no se reducía a los
miembros de la nobleza. Las Cortes, a pesar de su sometimiento o a causa de
él, comenzaban a presentar protestas contra el incremento de señoríos, que
perjudicaba a las ciudades a la hora de percibir los subsidios8.
Por otra parte las posibilidades de intervención aragonesa, aunque demo-
radas, no habían desaparecido. Bien al contrario. Si Alfonso V, embebido en
la conquista de Ñapóles, había apartado su atención de los asuntos españo-
les, sus hermanos no podían olvidar que habían sido inicuamente despoja-
dos de la cuantiosa herencia que recibieran de sus padres. En julio de 1434
el rey de Navarra, que había viajado a Ñapóles con este objeto, trató del

8
Don Alvaro no podía evitar la convocatoria de Cortes ya que necesitaba su respaldo
y, sobre todo, los subsidios. Las ciudades alegaban que el aumento de señoríos se reflejaba en
un mayor peso de las ayudas y servicios sobre el realengo. Conocemos reuniones en Madrid
(marzo de 1433 y febrero de 1435), en Toledo (setiembre de 1436) y Madrigal (julio de
1438). La frecuencia de las reuniones no indica que tengan mucha importancia. Se repiten
en todas las mismas quejas, lo que viene a significar que no eran atendidas. La emigración
de campesinos a tierras de señorío era ya un mal inveterado. Cortes, III, págs. 162-164.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 219

problema con su hermano. Eran los días de Ponza9. Llegaron a un acuerdo:


Juan se haría cargo, con plenos poderes, de los asuntos españoles. A falta de
hijos legítimos de Alfonso V, era su sucesor. Por consiguiente éste le exten-
dió un nombramiento de lugarteniente (20 de enero de 1436) con el que
regresó. Podía, ahora, ejercer poderes reales en Navarra y en la Corona de
Aragón. Aunque en calidad de tal despertaría infinitos recelos y contradic-
ciones, era, sin duda, un poder a tener en consideración. N o parece que
aspirase a otra cosa que a ver reconocidos sus derechos señoriales. Don
Alvaro de Luna se convenció de que, para él, sería muy conveniente ence-
rrarle en posición de neutralidad. Esto significaba pasar al capítulo de indem-
nizaciones.
Cinco meses de negociaciones fueron necesarios para llegar a la firma
de un acuerdo (Toledo, 22 de setiembre de 1436)'° que liquidaba las recla-
maciones pendientes. El rey de Navarra consideraba que, de este modo, afir-
maba su posición en cuanto lugarteniente de Aragón, de modo que ya diez
días antes de que se concluyera había ordenado, con gran alborozo, comu-
nicarlo oficialmente al concibo en Basilea". Los sacrificios de los infantes
eran, en el aspecto material, enormes, pues a cambio de los señoríos a que
renunciaban —incluyendo en ellos el maestrazgo de Santiago, que seguía en
poder de don Alvaro— se les asignaban rentas e indemnizaciones que tene-
mos que calificar de moderadas: 31.000 florines anuales al rey de Navarra12,

9
Ponza, al margen de ser un hecho de armas, tiene profunda significación moral. Para
el halconero Pedro Carrillo (op. cit., págs. 216-218) en la batalla fue castigada la soberbia de
los aragoneses. Años más tarde, en su Commedieta, el marqués de Santillana recogerá otra
versión, cortesana, de que se trataba tan sólo de un golpe de la inconstante Fortuna. Pero
esta versión es, también, pura propaganda. Ver Eloy Benito Ruano, "Ponza, batalla y come-
dieta», Cuadernos de Historia del Instituto Jerónimo de Zurita, 1,1967, págs. 119-127.
10
Conocemos dos ejemplares, uno en AGS. Patronato Real, leg. 12, fol. 13, y otro
pub. en Col. doc. inéd. Aragón, XXXVIII, págs. 459-489.
" Carta de 16 de setiembre en AGS. Estado. Francia, K-1711, fol. 90r.
2
Traducido a maravedís no llegaba al medio millón, pero el rey de Navarra tenía, según
el documento de confiscación de 1429, además otros 500.000 mrs. de su mujer y de su hijo.
Estaba convencido de la importancia de estas rentas. Por otra parte, la indemnización que se
220 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

20.000 a su hermano don Enrique y 5.000 a don Pedro. Como dote de Cata-
lina, eliminado ya el marquesado deVillena, se daría una suma global de
150.000 florines.
Tal condescendencia tiene una clave que permite explicarla, y no debe
sorprendernos demasiado. Como una de las condiciones del acuerdo, Juan de
Navarra había conseguido insertar un compromiso matrimonial entre el futu-
ro rey, Enrique, y su propia hija, Blanca, mediante el cual se restablecía el
viejo proyecto vinculante de Fernando «el de Antequera». El matrimonio,
dada la escasa edad de los contrayentes, no podía celebrarse de inmediato;
durante cuatro años, y en garantía de lo que luego sería dote de la princesa,
las viejas, queridas y rentables posesiones de la familia volvían a sus manos:
Medina del Campo, Olmedo, Coca, Roa y Aranda de Duero. Cuatro años
eran mucho tiempo si se piensa en la cuantía de estas rentas y en la inesta-
bilidad de la política castellana. N o cabe duda de que, mediante el acuerdo
de Toledo, don Juan volvía a poner el pie dentro de la Corte, pero esta vez
como rey de Navarra y no como duque de Peñafiel.
Mientras tanto, y para mejor entendimiento de lo que viene después,
dejemos constancia de que éste fue el primer matrimonio de Enrique IV, para
el cual el Papa había concedido oportuna dispensa, cuyo registro hemos podi-
do comprobar13.

4. C A S T R O N U Ñ O : JORNADA DE ENGAÑOS. Por ahora, el condestable


podía considerarse en posesión de una garantía sólida contra los
nobles que iban creciendo en la oposición. Cuando Enrique viajó
hasta Alfaro para recibir a su esposa (12 de marzo de 1437), que iba
a incorporarse a la Corte castellana a la espera de llegar a la consu-

daba a don Enrique era mayor —tenía éste sólo 600.000 mrs.— si no tenemos en cuenta la
pérdida del maestrazgo de Santiago.Ver «Las rentas castellanas del infante donjuán, rey de
Navarra», Hispania LXXV, 1959.
13
La dispensa fue solicitada, en mayo, por el rey de Aragón, pero Eugenio IV no qui-
so otorgarla sino a instancias de Castilla. Por eso se concedió el 18 de diciembre de 1436.
A.V Reg.Vat. 365, fols. 135v-136v.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 221

marión, años después, no le acompañaron sus padres sino don Alva-


ro, que actuó como anfitrión desplegando el lujo acostumbrado en
tales ocasiones. El conde de Castro pudo reaparecer en la Corte, en
virtud del acuerdo, aunque ignoramos las circunstancias precisas; se
trataba sin duda del hombre de confianza del rey de Navarra e iba
a desempeñar este papel. Es posible que el condestable tratara de
ensayar un juego a dos bandas ya que tropezaba con una resistencia
cada vez mayor por parte de los nobles que antes le aconsejaran.
Tenemos noticia de que, en febrero de 1437, Pedro Manrique, el
almirante don Fadrique y el conde de Ledesma, Pedro de Stúñiga,
elevaron al rey una súplica para que pusiera límite a los excesivos
poderes que en su persona acumulaba el valido11.

Don Alvaro había decidido aprovechar la distensión provocada por el


acuerdo con los aragoneses y el matrimonio del príncipe, para repetir el gol-
pe de mano que diera buenos resultados en etapas anteriores.Tal vez perci-
bía cómo su régimen iba evolucionando hacia una dictadura. Pedro Manri-
que y Fadrique, medio hermanos, habían tomado la precaución de que uno
de ellos estuviese siempre ausente; coincidían en el Consejo solamente un
día, aquel en que se producía el relevo. El condestable supo que esto iba a
suceder el 13 de agosto y preparó para entonces el golpe. Era imposible que
los aprestos para la ocasión no trascendiesen, y así un cuñado de don Alva-
ro, hijo del conde de Benavente, enterado del plan, salió de Medina del Cam-
po al galope y fue a informar al almirante de lo que se tramaba. Así pues, el
adelantado fue preso pero don Fadrique no.Y los hijos de Pedro Manrique
llamaron a sus soldados preparándose para la lucha. El prisionero fue puesto
en custodia en el castillo de Fuentidueña.
La cólera de los nobles estalló: ¿qué garantías podían tener en un país
donde acaecían tales cosas? Con este golpe del 13 de agosto, no pudo el
condestable paralizar la resistencia sino, al contrario, estimularla. Comenza-

14
Esta afirmación aparece en su manifiesto de 27 de febrero de 1439. Crónica del
Halconero, págs. 257-261.
222 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

ron a establecerse contactos y acuerdos entre los linajes buscando el concierto


de ligas y confederaciones que llegarían a alcanzar un volumen insospecha-
do. El resto del reinado de Juan II puede definirse como envuelto en un cli-
ma de guerra civil, que se interrumpía mediante negociaciones, cambiaba
de protagonistas, atentos a intereses cambiantes, pero iba dibujando un apa-
rato de propaganda en torno a don Alvaro que estaba siendo presentado como
usurpador de las funciones reales. En esta etapa, larga de un decenio, el con-
destable pudo contar siempre con la voluntad del rey, distanciado radical-
mente de su esposa María. El segundo matrimonio de Juan II traerá un
cambio en la situación. Comenzó intentando una doble negociación: a tra-
vés del conde de Castro para atraerse la buena voluntad del rey de Navarra,
y directamente con los nobles anunciando su intención de aliviar la prisión
del adelantado.
Pero en la noche del 20 al 21 de agosto —exactamente una semana
después de haberse ejecutado la prisión— los hijos del adelantado, el almi-
rante y su hermano, contando todos con la ayuda de Alvaro de Stúñiga, hijo
del conde de Ledesma, que trajo tropas, consiguieron sacar a Pedro Manri-
que de Fuentidueña, descolgándolo por una ventana. Medina de Rioseco se
convirtió en una especie de capital de la revuelta, a la que llegaban adhesio-
nes desde muy amplios sectores. Fue aquí en donde se redactó el manifiesto
del 27 de febrero de 1439, que antes hemos mencionado, ampliamente difun-
dido, y en el que se invitaba a nobles y ciudades a levantarse en armas con-
tra la «tiranía» de don Alvaro de Luna. La rebelión se extendió rápidamente
al multiplicarse las adhesiones y el valido ya no fue capaz de controlar la situa-
ción. Pedro Fernández de Quiñones, que tenía la merindad de Asturias, se
apoderó de León, cumpliendo así uno de los más firmes anhelos de su lina-
je. El conde de Medinaceli, Luis de la Cerda, alzó bandera de rebeldía en sus
tierras. Aunque Burgos rechazó un intento, no sucedió lo mismo conValla-
dolid, de la que se hicieron dueños los nobles.
La Corte se había refugiado en Roa, sobre el Duero. Cada día llegaban
malas noticias: nuevas deserciones aumentaban las fuerzas de los que se decla-
raban enemigos del valido, aunque no del rey. No faltaban, entre los nobles,
aquellos que permanecían a la expectativa, sin declararse por un bando u otro.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 225

Su propio suegro, el conde de Benavente, le había abandonado. De este modo,


buscando desesperadamente una salida tomó una decisión que resulta suma-
mente difícil de entender, ya que para ello necesitaríamos penetrar en su men-
te: pidió a los infantes de Aragón que acudieran. Presentando el alzamiento
que se había producido como una revuelta de la nobleza contra el poder
real, ellos, que significaban la herencia de don Fernando y también el calor
de la dinastía, podían ayudar a deshacer el embrollo. No parece, sin embar-
go, que los infantes estuviesen dispuestos a desempeñar el papel de restaura-
dores del orden y la paz, que se les asignaba. Las cosas habían ido demasiado
lejos. De modo que la única posibilidad, en aquella difícil coyuntura, era
que, sumando sus fuerzas, compradas con promesas, a la causa del rey, pudie-
ran desnivelar las que los nobles consiguieran reunir.
Veamos los hechos. Juan de Navarra entró en Castilla y fue recibido en
Roa, el 9 de abril de 1439 con grandes halagos; se le prometió, desde luego,
que sus rentas serían devueltas, lo que podía indicar amenaza de despojo
para aquellos que antes se beneficiaran de la confiscación de señoríos. Los
nobles, por su parte, se entendieron con don Enrique, llegado a Peñafiel, a
quien hicieron idéntica promesa si triunfaban. De modo que los dos her-
manos parecían repartir su adhesión entre ambos bandos. Celebraron en Peña-
fiel una entrevista —no es posible saber lo que acordaron— e inmediata-
mente se separaron: don Juan fue a Roa a servicio del rey, y don Enrique se
instaló enValladolid verdadera capital de los rebeldes. Donjuán dijo, en el
Consejo, que lamentaba profundamente la actitud de su hermano, pero que
estaba dispuesto a presentarse como mediador, y lograr así el término de las
hostilidades. Don Alvaro de Luna aceptó la propuesta y condujo la Corte a
Medina del Campo.
Mientras la rebelión seguía extendiéndose por Andalucía y las villas del
maestrazgo de Santiago, tienen lugar, entre abril y junio de 1439, cinco con-
ferencias sucesivas:Tudela de Duero (23 de abril), Renedo (mayo), primera
de Tordesillas (mayo),Valdestillas (2 de junio) y segunda de Tordesillas (15 a
20 de junio). Normalmente los historiadores hemos concedido principal
importancia a la segunda conferencia de Tordesillas, porque de ese encuen-
tro, bajo «seguro» encomendado al «buen conde» de Haro, se conserva una
224 LUIS SUAREZ FERNANDEZ

larga relación laudatoria'3. Pero si analizamos las circunstancias políticas, hemos


de concluir que la principal fue la de Renedo, pueblecito de las afueras de
Valladolid, pues, en ella, los nobles, que acababan de instituir una Liga16, for-
mularon ya con claridad el que podemos considerar como un programa polí-
tico: el Consejo Real debía convertirse en órgano responsable del gobierno
—no un valido— incluyendo en esta exigencia el compromiso de no hacer
concesión alguna fuera de él. La última de las cinco conferencias, conocida
como «seguro deTordesülas», se interrumpió bruscamente por un gesto de
autoridad de Juan II, que anuncia algunos de los que tendrá posteriormen-
te su hijo.
N o estamos muy seguros de la parte de responsabilidad que incumbe
a don Alvaro en esta ruptura. Durante estos meses, desde la incorporación
de don Juan de Navarra a la Corte y esa disyuntiva entre hermanos que pare-
cía devolver las cosas a 1420, el de Luna había mantenido contactos muy
abiertos con él. A fin de cuentas, el futuro rey de Aragón tenía que sentir
alguna repugnancia hacia la entrega del poder a una Liga de nobles, un pre-
cedente que a él mismo podía perjudicarle. Pero si el valido contaba con
reconstruir la alianza de muchos años atrás, sin duda estaba cometiendo un
error. Don Juan podía tener sus propias ideas políticas, pero confianza en el
de Luna, nunca. Era difícil engañarle dos veces.
El fin de las negociaciones ya no podía significar otra cosa que el recur-
so a las armas: el condestable contaba ahora con un pequeño equipo de
colaboradores, gente de mediano estado, entre las que destacaban Alfonso
Pérez de Vivero y Fernando de Ribadeneira, que esperaban, sin duda, alcan-
zar algún premio a cambio de servicios, y también de soldados que forma-

3
Una relación de la misma escrita por el propio conde, fue publicada por Pedro
Mantuano en Madrid en 1784.
16
Con cierto abuso de lenguaje podemos llamar a esta Liga un partido político. Las
alianzas o confederaciones que desembocan en Liga, tenían su origen en las que se forma-
ran en tiempos de Enrique III para defensa de intereses. En 1427 Juan de Navarra había dado
un paso adelante muy serio al formar una Liga. La que se mostraba en Renedo tenía espe-
cial importancia porque por primera vez se formulaba un programa.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 225

ban teóricamente la mesnada real. Era una incógnita la actitud que pudiera
adoptar el rey de Navarra. La iniciativa la tomaron dos aliados del condesta-
ble, muy de última hora: Rodrigo de Villandrando, conde de Ribadeo, que
permanecía en Roa, y Gutierre de Toledo, que había concentrado «sus sol-
dados en Alba deTormes», señorío de su propio linaje. Ambos temían ser
víctimas de despojo en el caso de que se decidiese anular las mercedes otor-
gadas después de 1430.
No hay duda de que detrás de esta iniciativa estaba don Alvaro. Había
conseguido reunir tres mil lanzas en Medina y, con ellas, dio la orden de
marcha sobre Olmedo. Don Juan de Navarra temió que si la batalla llegaba
a producirse, el condestable resultara vencedor. No podía consentir que se
produjera y, menos aun, que don Alvaro la ganara; olvidando toda clase de
reticencias, se sumó a la Liga, inclinando decisivamente la balanza en favor
de ésta. Como sucediera ya en 1427, don Alvaro, convencido de que éste era
el único medio de salvar su posición y, acaso, su vida, capituló enviando a
dos de sus fieles a Castronuño para negociar. Aquí firmaron el acuerdo: el
condestable se comprometía a abandonar la Corte por seis meses (23 de octu-
bre de 1439)17.
Jornada de engaños el acuerdo de Castronuño: seis meses eran, sobre el
papel, tiempo suficiente para proceder a una reorganización del gobierno
de la Corona, pero nada de esto se hizo.Tres días antes de la firma, esto es, el
19 de octubre, el rey había hecho que sus notarios levantaran acta invalidan-
do cuantas condiciones pudieran arrancarle en aquellas circunstancias18. Se
había promovido a don Gutierre de Toledo de la diócesis de Palencia a la de
Sevilla mientras que su sobrino, Fernando Alvarez, recibía el título de con-
de de Alba de Tormes (25 de diciembre de 1430). Con ambos, uno de los
fieles al condestable, Alfonso Pérez de Vivero, y fray Lope Barrientes, maes-
tro del príncipe heredero y ahora obispo de Segovia, contaba el monarca para
salvar el bache, hasta que las circunstancias aconsejasen el retorno de quien
seguía siendo su «privado». Por consiguiente, no podemos hablar de una

7
Texto en AGS. Patronato Real, leg. 12, fol. 45.
s
Acta de nulidad de 19 de octubre de 1439. AGS. Patronato Real, leg. 12, fol. 30.
226 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

victoria de la nobleza, ya que no estuvo en condiciones de imponer su pro-


grama. En sus dominios fuertes de Ayllón, Sepúlveda y Riaza, así como en
el castillo de Escalona, que transformaba en base militar muy sólida, el con-
destable recomponía sus fuerzas. Había aprendido a esperar.

5. VALLADOLID: UNA BODA FALLIDA. El segundo destierro de don Alva-


ro no vino acompañado de un cambio, como se había anunciado. El
rey había aceptado condiciones que le impusieran los miembros de la
Liga, entre los que se contaban también los infantes de Aragón, pero
sin hacerles entrega del poder. Durante todo el año 1440 se tuvo la
impresión de que Juan II, ayudado por ciertos consejeros, pretendía
asumir personalmente el «poderío real absoluto». Pero de los grandes
sólo un linaje, los Álvarez de Toledo, a quienes se podía presentar
como estómagos agradecidos, permaneció en esta coyuntura, al lado
del monarca; todos los demás se incorporaron a la Liga o se sometie-
ron a sus mandatos; estaban en ella los Enríquez,Velasco, Stúñiga, Pimen-
tel, Manrique, Mendoza y Quiñones. Muchos de los íntimos colabo-
radores y hasta parientes del condestable, renegaban de su gobierno.
Su fuerza llegó a ser tan considerable que la mayor parte de las ciuda-
des del reino se sometieron con facilidad. Pese a todo, el monarca ensa-
yó una especie de resistencia pasiva, buscando, como en 1420, aldeas y
castillos en torno al nuevo condado de Alba. Pero todas las grandes ciu-
dades de la Meseta —Valladolid, Salamanca, Segovia, Ávila, Guadala-
jara, Zamora y Burgos— fueron pasando a manos de la Liga.

Cuando Ávila (2 de marzo de 1440) yToledo (14 de marzo)19 sucumbie-


ron, Juan II, que se alojaba a la sazón en Bonilla, puso fin a la triste resistencia
que a sí mismo se había impuesto. Era un vencido. Recibió de los miembros
de la Liga un alegato durísimo, intolerable incluso desde el punto de vista del

19
Se alzó en Toledo el alcaide Pedro López de Avala acogiendo al infante don Enri-
que aunque en Bonilla se había renovado la prohibición. E. Benito, Toledo en el siglo XV,
págs. 19-21.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 227

prestigio de su autoridad y, en respuesta, se comprometió a, en adelante, «amar


y guardar los tres estados» del reino20, lo que parecía implicar una reforma a
fondo. Conservó, sin embargo, un resto de valor para rechazar las tres ciuda-
des que se le asignaban como residencia, escogiendo Valladolid. En ella debían
celebrarse las próximas Cortes. Hubo, como de costumbre, algunas promo-
ciones, pero esta vez muy pocas —Pedro Ponce de León cambió su condado
de Medellín por el de Arcos y Pedro de Stúñiga recibió Trujillo a la espera de
la decisión que hubiera de tomarse sobre Ledesma—, lo que parece indicar
que la reforma parecía, en aquella coyuntura, más importante que el botín. La
nobleza parecía haber encontrado finalmente un programa; con matices varios
lo encontramos a lo largo de los siguientes treinta y cinco años.
Las Cortes de Valladolid fueron muy largas (junio-setiembre de 1440) y
constituyen un hito importante en las guerras civiles castellanas del siglo XV.
Ya estaba la nobleza en el poder; esta circunstancia nos dará ocasión de escu-
char cuál era su versión acerca del modo mejor de ordenar el gobierno de la
Monarquía. Medidas previas fueron expulsar del Consejo a los últimos parti-
darios del condestable y, contra la opinión del rey, que aconsejaba demorar-
lo, acelerar el matrimonio y consumación del príncipe con Blanca21. La cere-
monia, muy solemne, tuvo lugar en Santa María la Mayor de Valladolid (15
de setiembre). Aunque aquella noche durmieron juntos, el príncipe, de quin-
ce años a la sazón, no pudo consumar su matrimonio, un dato constatado
posteriormente por solemnes declaraciones de los testigos22. Se elaboró, por
último, una especie de verdad oficial acerca de lo acordado en Bonilla: el rey
había acordado con sus nobles que, junto con los tres estados del reino, pre-
sentes en las Cortes, adoptaría las disposiciones necesarias para un mejor gobier-
no de éste. Medida previa, se promulgó una especie de amnistía para cuantos
errores hubiesen podido cometer nobles y ciudades (20 de junio) 23 .

20
Esta expresión la recogen tanto la Crónica del Halconero, págs. 320-333, como, la
de Juan II, págs. 560-562.
Me ocupo de estas cuestiones en Enrique IV de Castilla, Barcelona 2001, págs. 23-27.
" Imprescindible, Gregorio Marañón, Enrique IV de Castilla y su tiempo, Madrid, 1930.
- 1 Corres, III, págs. 376-381.
228 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

Las deliberaciones de las Cortes enValladolid son, a mi juicio, poderoso


argumento contra quienes han pretendido definir las querellas políticas cas-
tellanas como un simple enfrentamiento del poder real, a quien corresponde
todo bien, con una pandilla de díscolos vasallos, ambiciosos y anárquicos. Es
cierto que, como en toda contienda política, algunos de los protagonistas pue-
den ser calificados de este modo. Tal sería el caso de Juan Pacheco, que apro-
vechaba la ausencia de don Alvaro para asumir, en la casa del príncipe, la
principal responsabilidad y apartar a su señor de la influencia del valido. Pue-
de asaltarnos la duda de si una Liga, en que tantos intereses públicos y priva-
dos se mezclaban, era instrumento idóneo para implantar en Castilla un régi-
men equilibrado como aparece descrito en el cuaderno de los procuradores
presentado el 10 de setiembre. De acuerdo con él, un verdadero pacto entre
rey y reino debía establecerse, volviendo a las reformas ejecutadas en tiempo
de Juan I y definiendo así los tres poderes, ejecutivo en el Consejo, judicial
en la Audiencia, legislativo en las Cortes. Al Consejo, formado únicamente
por nobles —lo que no excluía una burocracia menuda de él dependiente—
se asignaban la distribución de mercedes, la firma de tratados, el orden en la
guerra y la designación de corregidores. Había que reconocer a la Audiencia
la más amplia autonomía en sus decisiones. Las Cortes, mero instrumento
representativo del reino, en sus deliberaciones, debían ocuparse de los asun-
tos que correspondían a las ciudades, presentando súplicas al rey24.
Programa elaborado desde una mentalidad absolutamente oligárquica,
si bien no puede negarse que estaba dotado de una trabazón perfectamente
lógica. Lo que, con medias palabras, estaban expresando los interlocutores
enValladolid era que, en la coyuntura de 1440, había dos ideales políticos
enfrentados: de un lado el que presentaba la nobleza otorgando valor prin-
cipal a una élite que se declaraba clase política; del otro, la defensa del «pode-
río real absoluto», quebrantado por la circunstancia de que fuese un privado
quien lo ejerciese y no el propio rey. N o parecía posible, de momento,
alcanzar una vía intermedia, como intentarán los Reyes Católicos. Los nobles
pensaban, a la sazón, que aún tendrían que recorrer un largo camino.

24
Conocemos pocas cosas en torno a las Cortes de Valladolid de 1440. El trabajo de
César Olivera, Las Cortes de Castilla y León y la crisis del reino, Burgos, 1986, comienza en 1445.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 229

El condestable y el conde de Alba de Tormes habían conseguido forta-


lecerse en sus reductos. Con ellos contaba el rey que no aceptaba aquellas
imposiciones de la Liga, considerándolas vejatorias para su autoridad y pres-
tigio. De modo que los infantes de Aragón llegaron a convencerse de que,
mientras aquellos dos testarudos oponentes no fueran desalojados sería inú-
til penetrar en el capítulo de las reformas. Los reajustes que la devolución
del patrimonio a los hijos de Fernando impusieran habían suscitado conatos
de resistencia que invocaban al rey Tal es el caso deTrujillo, indemnización
para Pedro de Stúñiga, que tenía que abandonar Ledesma. Pero la villa extre-
meña armó sus milicias e impidió la entrada; el Consejo tuvo que hacer un
nuevo cambio: Plasencia, con título condal, en vez deTrujillo. El linaje, olvi-
dados los vínculos con Navarra, se orientaba hacia Extremadura, viendo allí
posibilidades para un gran señorío, pero entonces Gutierre de Sotomayor,
maestre de Alcántara, se sintió perjudicado. El maestre, que no era muy cui-
dadoso respecto a su condición de freiré, quería legitimar a su hijo Alfonso,
y fundar para él un mayorazgo; necesitaba, en consecuencia, libertad de acción
en los horizontes extremeños.Y si de allí nos trasladamos a las comarcas que
unen León con Galicia, descubrimos las peleas entre los Pimentel, los Qui-
ñones y Pedro Alvarez Osorio. Pues en esta carrera de honores, apoyados en
señoríos, todo el mundo estorbaba al vecino en su crecimiento.
Frente a la Liga, el partido que podía decir ahora que buscaba la libera-
ción del rey. De todas estas rivalidades y, de manera especial, de la voluntad
del rey, sacó fuerzas don Alvaro de Luna para constituirlo. Dos factores
externos le favorecieron. Castilla, de acuerdo con las instrucciones del vali-
do, había desempeñado un papel decisivo en el concilio de Basilea, permitien-
do a Eugenio IV recobrar las riendas del poder25. La muerte prematura del
rey Duarte de Portugal, había permitido a su hermano, el duque de Coimbra,

B
Sobre este ap oyó ver mi Castilla, el Cisma, etc., págs. 137-141. En agradecimiento el
Papa hizo a don Alvaro cuatro concesiones (23 de mayo de 1440): reserva de nombramien-
to de futuros maestres en Santiago, Calatrava y San Juan, así como poderes a don Gutierre
de Toledo, arzobispo de Sevilla, para eliminar los focos conciliaristas (A.V. Reg.Vat. 362,
fol. 65 y Reg. 365, fol. 269, Reg. 367, fol. 88 y Reg. 375, fol. 152).
230 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

erigirse en regente y desalojar la influencia de los infantes de Aragón26. Vol-


viendo a la lucha, el condestable invitaba a los descontentos a unirse para
lograr el restablecimiento de la libertad del rey. Este planteamiento despertó
ecos favorables en algunas ciudades. Aparte del conde de Alba, se mostraron
dispuestos a ingresar en el partido el maestre de Alcántara, los Osorio, el
conde de Ribadeo y muchos otros. Alfonso Pérez de Vivero, Fernando de
Pvibadeneira, Pedro Yáñez y Fernando López de Saldaña aparecían mencio-
nados en este momento como agentes activos. En esta oportunidad parece
que don Alvaro estaba decidido a llevar la lucha hasta el fin y no rendirse.
Sería nuevamente derrotado.
De enero a junio de 1441 se luchó en diversos lugares y, a veces, con más
violencia y derramamiento de sangre de lo que hasta entonces se había acos-
tumbrado. Hubo una especie de declaración oficial de ruptura de hostilidades,
el 21 de enero27. La meta, para la Liga y para el partido, era apoderarse de la
persona del rey, cuya legitimidad nadie discutía. No vale la pena entrar en el
detalle de las operaciones; puede incluso confundirnos. El condestable enar-
bolaba el estandarte del rey, con franjas rojas y cruces blancas. Le asistía este
derecho en razón de su oficio, la condestablía. En tres encuentros, Cardeñosa,
Escalona y Torote, todos en la primera semana de abril, acreditó su superiori-
dad. Entonces, cabalgando a la derecha del rey, condujo a éste a una especie de
entrada triunfal en Medina del Campo (19 de mayo de 1441), aquella ciudad
precisamente que los infantes de Aragón consideraban cabeza de sus estados.
La tensión estaba llegando a su punto máximo. Pero este alarde victorioso venía
a justificar uno de los extremos principales en la propaganda: aquella que presenta-
ba al rey como un verdadero rehén en manos del usurpador.
Y en este momento la reina María, y el príncipe heredero, siempre
guiado por Pacheco, rompieron ostensiblemente con Juan II y vinieron a

!6
El duque de Coimbra firmó enseguida una alianza con el condestable. Ver Vizcon-
de de Santarem, Quadro elementar das relacoes políticas e diplomáticas de Portugal, I, París 1842,
pág. 328.
17
Ver la Colección diplomática de Enrique IV, págs. 6-7, y comentario en la Crónica del
Halconero, págs. 373-376.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 231

sumarse a la Liga, alegando que se trataba de defender la legitimidad de la


corona. Don Alvaro buscó, desesperadamente, una batalla en campo abierto
que le permitiese alcanzar una resolución. No pudo conseguirlo. Se multi-
plicaban ya las deserciones en su bando. Y así, en la noche del 28 al 29 de
junio, algunos que se habían concertado con la Liga, abrieron las puertas de la
cerca de Medina y el rey de Navarra con los suyos pudo entrar en ella. Don
Alvaro aprovechó la confusión del golpe para tomar su caballo y salir a toda
prisa. El juego había terminado: jaque al rey. Juan II cayó en poder de los asal-
tantes convirtiéndose en su prisionero.

6. FRACASA LA LIGA. La Liga era ahora dueña del poder. Se demostra-


ba con claridad que el monarca no estaba en condiciones de ejercer
su oficio. Sería, en adelante, tan sólo un instrumento en manos de
quien en aquella coyuntura ejerciese la custodia. Una situación que
se remediaría en los primeros años de Enrique IV para precipitarse
luego en un vacío aún más profundo. Pero se manejaban argumen-
tos y principios que parecían anunciar estabilidad en el gobierno. El
rey de Navarra disimuló la confiscación de poderes a Juan II logran-
do que se formase una comisión en que entraban la reina María, su
hijo el príncipe Enrique, el almirante y el conde de Alba, la cual, con
los auxilios pertinentes, se encargaría de redactar un documento que
sirviese a la vez de compromiso entre las partes y de programa. Aun-
que el monarca opuso fuerte resistencia, acabó firmando. Podemos
calificarlo de sentencia arbitral, ya que en ella se decidían tres asun-
tos: eliminación de la privanza, ejercida por don Alvaro de Luna;
restablecimiento de rentas y, en consecuencia, de dominios, para los
aragoneses; garantía de un gobierno equilibrado y, desde el punto de
vista de la nobleza, conveniente. Aun cuando los sucesos son simul-
táneos, conviene que expliquemos por separado los tres puntos.

Había una depuración política. El condestable tendría que confinarse,


durante seis años, en una villa abierta, Riaza o San Martín deValdeiglesias, a
su elección.Todos los oficiales de la Corte que fuesen señalados por los infan-
232 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

tes y sus amigos como inconvenientes serían privados de sus oficios y sustitui-
dos por personas de su confianza; el rigor no era irreversible sino instrumento
para mover a muchos a cambiar de bando, demostrándose así hasta qué pun-
to eran frágiles e interesadas las adhesiones.Todas las mercedes que se hubie-
sen otorgado después del 1 de setiembre de 1438 pasarían por un riguroso
análisis del Consejo.
El segundo capítulo se refería a restituir a los infantes de Aragón en
la plataforma política que ocupaban incluso después de 1420. Portugal
entraba también en estas aspiraciones. El infante don Pedro, duque de
Coimbra, «alto infante» según la calificación que haría Camoes, tras tomar
el poder en calidad de regente del rey niño, Alfonso V, había expulsado de
Portugal a Leonor, la menor de los vastagos aragoneses. Entre el regente
y el condestable Luna se había producido una coincidencia en la amis-
tad: ambos eran enemigos de aquella familia; ambos aspiraban a establecer
formas de gobierno muy parecidas; por eso acabarán compartiendo los
reveses de la «inconstante Fortuna». En Medina, el rey de Navarra y sus
hermanos propusieron una intervención castellana en Portugal, a fin de
restablecer la legitimidad. De hecho en setiembre de 1441 comenzaron a
reunirse tropas para esta operación. Sin embargo los miembros de la noble-
za castellana se mostraron poco inclinados a apoyar esta desmesurada
operación. La hegemonía aragonesa sobre toda la Península tenía, por fuer-
za, que despertar recelos.
El tercer aspecto, la forma futura del gobierno de la Monarquía, hubie-
ra debido atraer la atención principal. N o fue así. La voluntad se desviaba.
Las Cortes deValladolid de 1440 habían llegado ya a una conclusión impor-
tante y todos parecían estar de acuerdo: el poderío real absoluto debía
ejercerse conjuntamente por el rey y su Consejo. En la práctica la docu-
mentación conservada puede engañarnos, ya que no registra juegos de
influencia y sí, en cambio, un orden minucioso en el despacho de los
asuntos; son muchas las decisiones y sentencias que aparecen firmadas
únicamente por los miembros del Consejo. En el laudo arbitral de Medi-
na de 1441 se había acordado que en el Consejo tuviesen asiento tres
grandes, dos prelados, dos caballeros y cuatro doctores que, a su vez, se repar-
NOBLEZA Y MONARQUÍA 233

tían en tercios de cada año, pero todo esto de manera imprecisa, dando la
sensación de que todo dependía del libre arbitrio del monarca. El tema de
nombramientos y turnos se discutió, con acaloramiento, en sesiones de Cor-
tes que se celebraron en Toro yValladolid, en enero y octubre de 1442. Los
procuradores de las ciudades mostraban mucho interés en el asunto, pero
nunca lograron que se escuchasen sus demandas de regularizar nombra-
mientos y funciones.
N o deja de ser trágico para la nobleza. Aunque en ella se manejaban
ideas y principios muy loables, cuando llegaba el momento de llevarlos a la
práctica se estancaban en rivalidades y recelos entre unas y otras facciones;
se daba la sensación de que las querellas y contiendas civiles eran inevitables.
Muchos espectadores de los sucesos se inclinaban a creer que los grandes se
movían únicamente por apetitos personales. De hecho, en la Liga, que cons-
tantemente se renueva y contrae, parece dominar una preocupación por enci-
ma de todas: evitar que nadie llegara a acumular excesivo poder en su per-
sona; naturalmente esto era lo que se reclamaba a los infantes de Aragón. En
consecuencia, el gobierno que se estableció en 1441 sólo en un punto pare-
cían estar todos de acuerdo: a la nobleza corresponde, con exclusividad, la
función política. En las Cortes de Toro se alcanzó una cifra récord para los
subsidios: ochenta millones de maravedís. Las ciudades parecían haber per-
dido toda capacidad de resistencia.

7. RÁMAGA. En el curso del año 1442 surgió, de nuevo, el temor a


que el rey de Navarra alcanzara predominio como en otros tiem-
pos. Los proyectos bélicos sobre Portugal sembraban el desconcier-
to y renacieron las facciones. Muerto en 1440 el adelantado Pedro
Manrique —de él quedaban tres hijos, Diego, Rodrigo y Gómez,
belicosos y soberbios—, la nobleza tendía a considerar ahora como
su principal cabeza a don Fadrique, un hombre viejo y mesurado,
que evitaba comprometerse a fondo porque su verdadera meta era
consolidar el régimen señorial y no dar el poder indiviso a cualquiera
de ambos bandos. Por eso no desdeñaba entrar en contacto secreto
con el caído condestable.
234 LUIS SUAREZ FERNANDEZ

La posibilidad de una guerra con el regente de Portugal enardecía los áni-


mos. Ni el rey, ni ninguno de los nobles estaba dispuesto a acometerla. Uno de
los mejores resultados del gobierno de don Alvaro había sido precisamente
ése: lograr una tranquila colaboración. En la primavera de 1442 los infantes de
Aragón habían concluido sus preparativos. Pero entonces, empujados por el
estamento nobiliario, los procuradores de las ciudades se negaron a votar los
subsidios que se solicitaban, y el rey Juan II abandonó su pasiva debilidad para
prohibir que se utilizasen las rentas reales. El duque de Coimbra envió enton-
ces una propuesta: otorgar a doña Leonor una fuerte compensación económica
a cambio de la renuncia a la regencia. De este modo podría instalarse magní-
ficamente en Toledo con su hija Juana. El Consejo Real se sumó a las opinio-
nes del conde de Haro y de don Lope de Barrientos que declaraban que la pro-
puesta era correcta y debía ser aceptada. Las circunstancias comenzaban a cambiar:
los dos hombres que significaban la confianza de don Alvaro, Alfonso Pérez de
Vivero y Pedro Yáñez, recuperaron sus asientos de consejeros.
En aquella difícil coyuntura los infantes de Aragón demostraron una fir-
me voluntad de conservar los estados que les habían sido devueltos. Es com-
prensible: las rentas castellanas, como podemos comprobar por los datos que
se conservan en Simancas, eran base esencial para su poder; privados de ellas
entrarían en insuperables dificultades. Secretamente tomaron contacto con don
Alvaro de Luna y, en noviembre o diciembre de 1442, celebraron una entre-
vista secreta en un lugar situado entre Toledo y Talavera28. De modo que, lejos
de sentirse eliminado, apenas transcurrido un año desde la sentencia arbitral
de Medina del Campo, el valido era cortejado por todos los partidos. Cualquier
observador inteligente, y el valido destacaba por esta condición, podía com-
prender que un entendimiento entre los infantes, y lo que éstos significaban
como herederos de Fernando, y los linajes castellanos, ahora firmemente asen-
tados, no podía ser duradero. Se trataba ahora de elegir el aliado más conve-
niente para el retorno a la Corte, que también don Fadrique le solicitaba.

28
Aunque la noticia aparece únicamente en la Crónica de Juan II,pág. 610, puede con-
siderarse fidedigna.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 235

El condestable, que no había renunciado a este oficio ni a ninguna de


sus rentas, alzándose sobre los posos del rencor humano y personal que
tenía que existir entre él y don Juan de Navarra, y rechazando las opinio-
nes de sus propios consejeros, escogió, en tal coyuntura, sumarse a los
infantes. Naturalmente no podemos suponer que, de una u otra parte, hubie-
ra otra clase de intención que el engaño recíproco: servirse de y, en modo
alguno, servir a. Mientras duraban estos contactos secretos y solapadas con-
versaciones, vacó el maestrazgo de Calatrava. Los infantes forzaron la elec-
ción de un hijo bastardo del rey de Navarra, Alfonso de Aragón, y emplea-
ron sus soldados en ejecutarla ocupación de todo el territorio que a la Orden
pertenecía. En marzo de 1443 la Corte, incluyendo a los infantes, se insta-
ló en Escalona y su castillo: el rey iba a ser padrino de una hija de don
Alvaro y todos podrían disfrutar de las fiestas y agasajos que con tal motivo
se habían preparado.
Nubes de incienso que permitían ocultar la verdadera y profunda manio-
bra: como en 1420 y 1432 nadie parecía renunciar a este procedimiento polí-
tico anormal que es el golpe de Estado.Viudos los infantes, concertaron alian-
zas familiares, donjuán con la hija del almirante don Fadriquejuana Enríquez,
mujer de mucho temple —de este matrimonio nacerá Fernando el Católi-
co— mientras que su hermano Enrique concertaba su boda con una her-
mana del conde de Benavente. Matrimonios que se publican inmediatamente
aunque los preparativos obliguen a demorarlos unos meses.El efecto fue inme-
diato. Los aragoneses se sumaban a la Liga aceptando el programa nobiliario
que ésta representaba. ¿Cuántos estaban en el secreto de lo que verdadera-
mente se preparaba? El golpe fue, en general, una sorpresa. Estando la Cor-
te en Rámaga, un pequeño pueblo al sur de Madrigal, el 9 de julio de 1443,
el rey de Navarra ordenó la prisión de Alonso Pérez de Vivero y de Pedro
Yáñez y de todos aquellos que eran, a sus ojos, sospechosos de ser partida-
rios del de Luna. En torno a Juan II se montó, a partir de este momento, estre-
cha vigilancia. Los contactos secretos de noviembre se revelaban ahora
como simple engaño. Rámaga, golpe preventivo, como afirma Vicens29, es

Vicens, op. cit., pág. 112.


236 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

un gesto de audacia que repite, a veinte años de distancia y con mayor cru-
deza, la acción de Tordesillas. Esta vez no se había tenido en cuenta al prín-
cipe heredero. Se habían terminado las ficciones y el rey pasaba a convertir-
se simplemente en un prisionero. La postura del joven sucesor en el trono se
tornaba también comprometida.

8. LIBERAR AL R£Y. Los veinte años no habían transcurrido en vano. En


Tordesillas los infantes eran, casi en exclusiva, la primera nobleza cas-
tellana, los grandes como se dice cada vez con más frecuencia en los
textos castellanos. En Rámaga, el número y fuerza de los linajes había
crecido hasta convertirse en un factor decisivo para cualquier plante-
amiento político. Estos linajes,Velasco, Stúñiga, Osorio, Mendoza, Álva-
rez de Toledo o Guzmán.y todavía algunos otros, no estaban dispuestos
a tolerar un gobierno que anulase, sustituyéndolo, al poder real. Las
bodas de Juan y Enrique, que se celebraron intencionadamente el mis-
mo día (1 de setiembre de 1443)30 ni siquiera garantizaban la fideli-
dad por parte de estas familias. Muy pronto, apenas transcurridos
unos días desde el golpe de Záfraga, comenzó a circular entre los nobles
la consigna: era preciso lograr la libertad del rey. En Burgos, Pedro Fer-
nández deVelasco, conde de Haro, y Pedro de Stúñiga, conde de Pla-
sencia, unieron sus tropas a las de Pedro Álvarez Osorio, pero éste
fracasó en un primer intento de rescatar al monarca.

Una estrella ascendente en el cielo político castellano, don Juan Pache-


co, hijo de la primogénita de un exiliado portugués que le proporcionaba el
apellido, y de Alfonso Téllez Girón, podría explicar muchas cosas de las que
acaecieron en estos meses. Mezcla de andaluz y portugués, había sido intro-
ducido por don Alvaro de Luna en el servicio directo del príncipe herede-

111
Boda efectiva fue la de Enrique y Juana Pimentel, pues Juan y Juana Enríquez cele-
braron desposorios esperando que el Papa concediera la dispensa, condición que nadie
quería entonces eludir. Nuria Coll, DoñaJuana Enríquez, lugarteniente real en Cataluña, I, Madrid,
1953,pág.75.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 237

ro, adquiriendo enorme influencia sobre su persona. Aspiraba a seguir los


pasos que al condestable permitieran elevarse hasta la privanza. Linaje nue-
vo el suyo, cuyos miembros usarán indistintamente los dos apellidos, mater-
no y paterno, poseía también entronques de bastante importancia con los
Carrillo de Cuenca y, por parte de la primera mujer de Juan Pacheco, María
de Portocarrero, también con la primera esposa del condestable. Inspirador de
la política del príncipe, dio a ésta una agilidad versátil, porque aspiraba, tan
sólo, a obtener ganancias personales. Tenía que recorrer un largo camino
para alcanzar los niveles de aquellos que, ya en 1429, estaban promovidos a
la primera nobleza. Pero estaba decidido a andar de prisa y a no concederse
descanso. Desde 1443 todas las facciones políticas le consideraban como un
factor del que era imposible prescindir, ya que por él se movía el príncipe
heredero. En años venideros, Pacheco significará una especie de extremis-
mo, dentro de la nobleza, aquel que defendía un proyecto político consistente
en reducir el poderío real absoluto a una simple ejecución de las decisiones
que fuesen adoptadas por un colegio reducido de nobles, dueños también del
Consejo Real.
Por otra parte, y en sentido opuesto, el golpe de Rámaga había desper-
tado la conciencia de importantes sectores de la nobleza y del alto clero, aque-
llos precisamente que veían en la destrucción del poderío real absoluto,
atribuido al soberano, el comienzo de un pavoroso desorden. Se trataba, toda-
vía, de un núcleo reducido, pero que iría creciendo a medida que se amplia-
ba la convicción de que, sin el rey, el poder de los nobles también se derrum-
baba. La primera figura importante era, de momento, fray Lope de Barrientes31,
maestro muy querido del príncipe heredero, teólogo sabio y obispo de Ávila.

" Nacido en Medina del Campo (1382), estudió Teología en Salamanca. Tras profesar
como dominico en 1406 fue maestro en San Esteban y, desde 1415, catedrático en aquella Uni-
versidad. En 1434 fue nombrado preceptor del príncipe Enrique quien, lo mismo que Juan II,
siempre le demostró un gran afecto. Su lealtad al monarca no estaba teñida de partidismo. Si-
guiendo la línea de los reformadores españoles reunió en 1440 enTurégano para aprobar una
disciplina para los clérigos de Segovia. En 1441 cambió esta sede por la de Ávila y aquí aco-
gió a los realistas. No quiso, en 1445, recibir el arzobispado de Santiago que se le ofrecía como
premio. L.A. Getino, Vida y obras de fray Lope Barrientos, Salamanca, 1927.
238 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

El golpe de RJLmaga había tenido lugar el 9 de julio; desde el día siguiente,


es decir, sin perder un minuto, comenzó a trabajar en esa dirección: restau-
rar el poder real.Acudió a donjuán Pacheco y llegó con él a un acuerdo: la
cautividad del rey afectaba del mismo modo al sucesor ya que ambos for-
man parte de la misma magistratura. Había que llamar al condestable, que
siempre había defendido ese principio, y era el único que podía tomar la
dirección de la lucha y hacerse obedecer. Mientras se realizaban las negocia-
ciones con don Alvaro, que se mostraba lógicamente desconfiado, lograba que
Enrique y su padre se entrevistaran en secreto: el príncipe confesaba sus cul-
pas, pedía perdón y se comprometía a cumplir su deber.
Hasta marzo de 1444 no formuló el de Luna su compromiso de poner-
se al frente del movimiento que, por segunda vez, se había fijado como meta
eliminar a los infantes de Aragón de la escena política castellana. Se com-
prenden las reticencias. Las ideas eran confusas. Se trataba de ir a la guerra,
con los riesgos que indudablemente entrañaba, y en ella se daba la impre-
sión de que el príncipe, a quien correspondía la misión de liberar a su padre,
requería sus servicios, pero no le restablecía en la privanza. Don Enrique,
que había comenzado a titularse Príncipe de Asturias, había cumplido ya 19
años, edad más que suficiente, y reclamaba para sí el poder, inmediatamente
después del rey. En el movimiento confluían iniciativas e intereses de muy
diversa naturaleza. Había monárquicos convencidos, como el conde de Alba,
su tío el arzobispo de Toledo y el propio Barrientos, que deseaban el resta-
blecimiento del orden y de las instituciones. Había otros que comerciaban
con su adhesión, como Iñigo López de Mendoza, a quien se había prometi-
do resolver a su favor el largo pleito de Santillana32 y un título que le insta-
lase en la grandeza. El valido del Príncipe, Pacheco, reclamaba sin más el
crecimiento de su familia. La gran masa de adeptos estaba, sin embargo,
constituida por aquellos que, destruyendo al rey de Navarra y a los suyos, con-
fiaban en retornar al régimen de oligarquía nobiliaria y a la correspondien-
te distribución de premios.

Sobre este personaje ver R . Pérez Bustamante y J. M. Calderón Ortega, El marqués


de Santillana (Biografía y documentación), Santillana, 1983.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 239

Por eso se hicieron profundas y persistentes las divisiones: cada uno esco-
gía bando pensando en las ganancias o pérdidas que del resultado de la gue-
rra pudieran venirle. Quiñones, Enríquez, La Cerda de Medinaceli, Ponce
de León, Pimentel y Gómez de Sandoval se mantuvieron fieles a los infan-
tes, pues en ellos veían la garantía de su prosperidad. Motivos de orden pri-
vado se mezclaban a cada instante en los argumentos generales. Por ejem-
plo, el conde de Niebla tomó las armas y el nombre del rey para defender a
Sevilla del ataque combinado de don Enrique y del conde de Arcos; recha-
zó a sus adversarios, se hizo dueño de Carmona y de Alcalá de Guadaira y,
vencedor absoluto, incorporó a sus estados los dominios que pertenecían a
la otra rama de su propio linaje, la de Alonso Pérez de Guzmán, señor de Aya-
monte —cuya viuda pasó a ser su amante— completando así la unificación
de las tierras del Tinto y del Odiel en un sólido señorío que podía ejercer la
hegemonía de todo el Occidente andaluz, hasta la raya de Portugal. Al tér-
mino de sus brillantes hazañas, recibiría el título de duque de Medina Sido-
nia (17 de febrero de 1445)33. Hemos de reconocer^ por tanto, que estas accio-
nes políticas le resultaron altamente provechosas.

9. PRIMERA BATALLA DE OLMEDO. Juan II dio la señal para el comienzo


de la lucha, entregando a su hijo un albalá, fechado el 3 de marzo,
que le permitía entrar en posesión efectiva del Principado de Astu-
rias34. A partir de este momento Enrique comenzó a impartir órde-
nes recordando que, en ausencia del rey, a él correspondía el ejercicio
de las funciones correspondientes a la Corona. El alzamiento militar
se inició en Ávila y Burgos, simultáneamente, pero se extendió tan
rápidamente que no pudo dudarse, desde el primer momento, de
que los partidarios del rey iban a triunfar. Mientras los ejércitos de
ambos bandos maniobraban, entre Burgos y Palencia, sin llegar a las

33
Iñigo Ortiz de Zúñiga, Anales eclesiásticos y seculares de la ciudad de Sevilla, Madrid,
1677, págs. 328-329.
34
Pub. por el P. Risco, España Sagrada, tomo 39, Madrid, 1795, págs. 294-302. Este
albalá se conserva todavía en AGS. Patronato Real, leg. 58, fol. 27.
240 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

manos, el príncipe heredero organizaba una especie de gobierno en


Ávila, dando a entender que el monarca, prisionero, no estaba en
condiciones de hacerlo. Esta situación se prolonga durante tres meses35,
hasta que, el 15 de junio, Juan II consiguió huir del castillo de Porti-
llo, reuniéndose con su hijo, dando de este modo valor oficial al argu-
mento ¿e éste.íin e\ curso de unas pocas semanas toda la resistencia
se derrumbó. Con cierta solemnidad, Juan II reasumió sus poderes
declarando nulo cuanto, en su nombre, habían venido disponiendo sus
captores desde el golpe de Rámaga36.

N o se trataba, sin embargo, del cese de toda resistencia. El rey de Nava-


rra cruzó la frontera de su reino. El infante don Enrique pudo hallar refugio
en Lorca, junto a Alfonso Fajardo, llamado «el Bravo»37, mientras los demás
partidarios se enrocaban en sus respectivos señoríos, a la espera, sin duda, de
que la intervención de nuevas fuerzas permitiese dar un vuelco a la situación.
El 25 de setiembre de 1444 los aragoneses firmaron una tregua, sin duda
para dar origen a una intervención armada de Alfonso V, como en 1429.
Pero el Magnánimo, avisado urgentemente, no estaba en condiciones de aban-
donar la empresa de Ñapóles, resorte político importante, de modo que se
limitó a enviar mensajes y protestas, cargadas de amenazas.Tampoco don Alva-
ro de Luna tenía las manos libres. Se le había convertido en cabeza de la oli-
garquía de nobles, sirviendo a un rey que daba escasas muestras de capaci-
dad. Convocadas las Cortes enValladolid durante el mes de octubre, los

15
De esta etapa conocemos documentos muy interesantes que vienen a demostrar que
el príncipe asumía plena autoridad real. Por ejemplo, ordenó hacer la guerra a los infantes y
prestar auxilio militar al condestable (27 de marzo) (Colección documental, págs. 9-13). Dis-
puso que todas las rentas reales quedasen reservadas a su disposición (20 abril). Codoin, XL,
págs. 435-444.
36
El 8 de agosto de 1444, por medio de una carta circular, Juan II declaraba nulo todo
lo actuado en Rámaga y a partir de este punto. Concretamente dejaba en suspenso la prohi-
bición que le impusieran de no otorgar mercedes. AGS. Mercedes y Privilegios, leg. 1, fol. 5.
37
Era sobrino de Alfonso Yáñez Fajardo y disputaba el adelantamiento de Murcia al
hijo de éste, Pedro. J.Torrres Fontes, Fajardo el Bravo, Murcia, 1944, págs. 20-26.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 241

procuradores parecían recobrar algo de sus antiguas iniciativas: estaban pro-


testando de los gravosos impuestos y pedían que no se incurriera, una vez
más, en la inveterada costumbre del reparto de señoríos38.
Así llegamos al desenlace que significa la batalla de Olmedo, elimina-
ción de los infantes.Transcurrido el invierno, y convencido de que no podía
esperar nuevos refuerzos, el rey de Navarra decidió pasar a la ofensiva, pre-
sentando su empresa como recuperación de los señoríos que constituían su
patrimonio. Cruzando la frontera de Navarra llegó hasta Atienza en donde
le esperaba el conde de Medinaceli. Desde allí descendió en busca de los puer-
tos de la Alcarria, confiando acaso en que los Mendoza habrían de recibirle,
y aquí ejecutó el enlace con su hermano don Enrique, que había cruzado la
Mancha. Juntos giraron luego, buscando el vahe del Duero en donde radi-
caban sus principales señoríos. Don Alvaro de Luna, que acababa de recibir
la promesa del duque de Coimbra acerca del envío de fuerzas auxiliares
portuguesas, aceptó el desafío y marchó al encuentro de sus enemigos.
Llegadas las cosas a este punto, el condestable parecía decidido a provocar
una batalla resolutiva: era imprescindible cerrar el capítulo de los infantes para
proceder a la reordenación del reino, tarea imprescindible, a su juicio. No pudo
alcanzarles en Alcalá de Henares, pero siguió el mismo camino en su alcance:
los dos ejércitos cruzaron el puerto de Guadarrama con nieve: veían los solda-
dos del condestable cómo sus enemigos atravesaban por Tablada. El 24 de mar-
zo de 1445 el rey de Navarra entraba en su villa de Olmedo, decidido a con-
vertirla en cuartel general; tras él los capitanes del de Luna, pisándole los talones.
De nuevo, siguiendo costumbre inveterada, se entablaron negociaciones: las pro-
puestas habían partido de los aragoneses —se trataba, para ellos, de que se les
garantizase el patrimonio— y algunos miembros del Consejo Real castellano
se inclinaban a aceptarlas. Don Alvaro no quería que se le escapase aquella oca-
sión, la más importante que nunca tuviera: tenía de su lado al rey, al reino y la
justicia de su causa y luchaba para afirmar la integridad de la corona.

58
El rey confiscó bienes y rentas a los infantes. Sólo las del rey de Navarra superaban
los cuatro millones (v. mis Rentas, etc., págs. 8-15). Prometió que los bienes confiscados
pasarían a la Corona y no serían repartidos. AGS. Mercedes y Privilegios, leg. 1, fols. 7-11.
242 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

No se trataba de una simple operación militar. En su séquito figuran los


procuradores de las ciudades a los que se pidió que celebrasen Cortes en una
tienda de campaña, improvisado asiento dentro del campamento 39 . El 15 de
mayo esta original Asamblea convirtió en ley promulgada la XXV de la Par-
tida Segunda, en donde se define el poder real. Se dijo entonces, para mayor
claridad, que este «poderío real absoluto» era la expresión, símbolo y forma
de la común unidad de los reinos40. Olmedo es, por tanto, acontecimiento
político de singular valor, ya que no se trataba, únicamente, de resolver enfren-
tamiento entre facciones. Iba mucho más lejos, a una definición de la Monar-
quía y de las funciones que en ella corresponden a la Corona, al que los Reyes
Católicos, en otras Cortes, más de treinta años después, dejarán bien conso-
lidado y explicitado.
Una vez desplegada al viento de la meseta la amplia bandera de la Monar-
quía, convenía luchar y vencer. El 19 de mayo de 1445, con sonoro crujir de
armaduras, castellanos contra castellanos, porque don Juan y don Enrique
también habían nacido en aquella misma tierra, tuvo lugar la batalla. Poco
sangrienta, como era norma general en aquel tiempo, aunque para la opinión
de entonces, bastante dura: veintidós cadáveres quedaron tendidos sobre el
campo y hubo bastantes defunciones posteriores a consecuencia de las heri-
das. Para los infantes —«¿qué se ficieron?»— la catástrofe era total. Sus mes-
nadas se dispersaron. El conde de Castro y el almirante don Fadrique caye-
ron prisioneros, aunque el segundo de ambos, liberado por sus fieles, halló
pronto refugio en su fortaleza de Medina de Bioseco. El infante don Enri-
que, herido en un muslo, cabalgó hasta Calatayud y falleció a consecuencia
de la falta de cuidados.
La victoria parecía colocar a don Alvaro de Luna en el punto de poder
que deseara; ningún obstáculo se oponía entre él y su obra de concentración
del poder monárquico. Probablemente, sin embargo, llegaba con quince
años de retraso.

19
Se repiten solemnemente en el campo de batalla las promesas hechas en octubre en
Valladolid. AGS. Mercedes y Privilegios, leg. 1, fol. 14.
40
Cortes, III, págs. 456-494.
T E R C E R A PARTE
VIH. LA «TIRANÍA» D E D O N ALVARO D E LUNA

1. PRÍNCIPE DE ASTURIAS. Olmedo es un episodio susceptible de varias


interpretaciones, algunas falsas. Lo fue ya para sus contemporáneos.
En un primer momento, don Alvaro pudo creer que era principal
beneficiario de aquella victoria y que iba a encontrarse en condi-
ciones de moldear el gobierno castellano dentro de las pautas que
constituían su programa. En éste entraba, como aspecto fundamen-
tal, el estrechamiento de relaciones con Portugal, antídoto del ara-
gonesismo. Por.otra parte, la paz negociada y firmada por él parecía
alejar cualquier rivalidad entre ambos reinos que tenían bien seña-
ladas las tendencias de su política exterior. Sin embargo, un sector
importante, dentro de la propia Liga, había presentado por medio
del conde de Haro una protesta porque el duque de Coimbra envia-
ra dos mil lanzas a tomar parte en la contienda: los asuntos castella-
nos debían seguir siendo exclusivamente suyos. El condestable no
dejó de aprovechar la ocasión que se le brindaba para hacer más
permanente esa nueva alianza. Habiendo muerto la reina María, don
Alvaro se apresuró a solicitar para el rey Juan II un nuevo matri-
monio con Isabel, sobrina del duque de Coimbra y emparentada con
los Braganza. Se trata, ya, de la madre de Isabel. Aunque los víncu-
los de parentesco eran muy lejanos, se solicitó y obtuvo dispensa
pontificia1. La boda aun tardaría dos años en celebrarse.

1
El breve de dispensa, fechado en 15 de noviembre de 1445, en A.V. Reg.Vat. 377,
fol. 264.
246 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

Don Juan Pacheco estaba ahora en condiciones de convencer al Prínci-


pe de Asturias de que la victoria era suya, pues ¿quién había mantenido fren-
te a los infantes la bandera de la legitimidad iniciando el movimiento de resis-
tencia? Pocos días después de la batalla, el príncipe se separó de la Corte
instalándose en el viejo alcázar de Segovia, en actitud distante.Y, desde aquí,
lanzó una propuesta que debía atraerle muchas adhesiones, especialmente
entre los adversarios de la víspera: la victoria debía venir seguida de una amplia
y generosa amnistía, a fin de que se restableciese una completa paz interior.
Al mismo tiempo reclamaba, para sí y para su propio valido, concesiones
que les permitiera instalarse en el mismo nivel de riqueza y poder que asis-
tían ahora al condestable. Había, tras estas propuestas, una especie de princi-
pio: los grandes debían ser conservados en su status2. Los proyectos que hubie-
ra podido abrigar el condestable, quedaban ahora desbaratados, pues el sucesor
reconocido y ejerciente de la Corona se colocaba en posición de defensor
de la nobleza, sus prerrogativas y sus privilegios. Olmedo podía ser interpre-
tada, pues, como una victoria de los «grandes».
Hipotecados los resultados de la batalla a este nuevo papel que el Prín-
cipe reclamaba para sí, algunos efectos tangibles quedaban sobre la mesa: eli-
minación definitiva de los infantes —único superviviente donjuán de Nava-
rra estaba ahora investido de la lugartenencia real en Aragón, donde ya ejercía
como sucesor—, promoción de partidarios, inmunidad para los grandes
Hnajes. El propio don Alvaro tuvo que sumarse a estas demandas de perdón
con reconciliación solicitándolo para su cuñado Alfonso Pimentel, conde
de Benavente. Muchos años después, don Enrique, ya rey, tendría ocasión de
arrepentirse por aquella generosidad. De momento se instalaba en una pla-
taforma capaz de abrir esperanzas: la del rey que perdona. Después de Olme-
do, los grandes, en cuanto élite política, se sintieron fortalecidos.
Se había cerrado el círculo que se iniciara en 1420 con las primeras
promociones: la oligarquía triunfante con Enrique III, había pasado a ser

2
En esta condición no estaban incluidos los dos infantes de Axagón, uno de los cua-
les ya había fallecido. Juan de Navarra reclamó, sin éxito, su renta de seis millones de mara-
vedís.Ver Rentas, etc., apéndice 2.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 247

<grandeza».Ya no era necesario tener algunas gotas de sangre dinástica para


pertenecer a ella: todo era cuestión de servicios y enriquecimiento. El con-
de de Niebla, Juan de Guzmán, fue ascendido a duque de Medinasidonia.
Pedro Alvarez Osorio, que tres años atrás recibiera licencia para fundar un
gran mayorazgo con Lemos, Castrocaldelas, Sarria, Otero, la Puebla de Bru-
Uón e innúmeras aldeas entre Lugo y Orense, fue creado conde de Trastá-
mara. Iñigo López de Mendoza, conforme él solicitara, fue nombrado a la vez
conde del Real de Manzanares y marqués de Santülana (9 de agosto de 1445).
Su cuñado, Lorenzo Suárez de Figueroa, tuvo la confirmación de Feria, a la
que fueron unidas en mayorazgo, La Morera, el Palacio y Falconera, cerca de
Zafra. Gutierre de Sotomayor, maestre de Alcántara, vio cumplidos sus anhe-
los de crear para su hijo un mayorazgo con Alcocer y Belalcázar, tierras de
Toledo, y recibió también Alconchel, antiguo señorío del infante don Enri-
que. Pedro Fernández de Velasco, conde de Haro, recibió Frías, que comple-
taba su dominio sobre las tierras cántabras. Gentes nuevas, como Pedro Sar-
miento, muy afecto a don Alvaro, fueron premiados con licencias para fundar
mayorazgos, plataforma indispensable para la nueva «grandeza». Los antiguos
enemigos, acogidos al perdón, lograban ganancias.
Estas promociones servían apenas de cobertura para tres que revisten
importancia esencial: el nacimiento del poderoso señorío de los Quiñones,
amenaza sustancial para el propio Principado de Asturias, dotado ya de un
verdadero centro de poder en las tierras altas de Luna, el restablecimiento
del marquesado de Villena, en favor, ahora, de don Juan Pacheco, y la pro-
moción del hermano de éste, Pedro Girón, al que se otorgaba el maestrazgo
de Calatrava. Singular compromiso el que los dos validos asumían: despo-
jando a los infantes de Aragón se impedían recíprocamente llegar a cual-
quier clase de compromiso o reconciliación con ellos. Don Alvaro de Luna
recibía, al fin, el título de maestre, que la muerte de don Enrique dejara vacan-
te 3 . Pacheco estaba trabajando ya el ánimo de su príncipe: buena cosa sería
desembarazarse de Blanca de Navarra, con quien era imposible consumar

3
Los dos maestrazgos fueron otorgados casi al mismo tiempo, 6 y 11 de enero de 1446
(A.V. Reg.Vat. 364, fols. 207 y 247). N o hubo en este caso la elección que la regla exigía.
248 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

matrimonio, y lograr la alianza con Portugal por otra vía, deshancando al con-
destable.

2. LA CASA DE LUNA. El señorío de los Barrios de Luna, a caballo sobre


la fuerte cordillera, merece especial atención: exigirá más adelante
un gran esfuerzo de los Reyes Católicos, ya que amenazaba uno de
los elementos esenciales de la Monarquía española. Es también una
muestra de cómo, en los años centrales del siglo XV, bastaba el impul-
so sostenido de un linaje para abrirse camino en la escala social.
Había sido obra del mariscal Diego Fernández de Quiñones, que
invirtió en ella también grandes sumas de dinero: el resultado era
la creación de un vasto dominio, nada homogéneo, que tenía sus
dos extremos en Astorga y en Llanes sobre la costa oriental astu-
riana. N o faltaban las resistencias. Para algunas de estas villas y polas
la permanencia en el Principado era garantía de conservación para
sus cartas. En 1442 Quiñones había redactado un documento, vin-
culante para sus herederos, declarando indivisible el dominio. Se men-
cionaban en él las villas y lugares de Luna, título y punto de parti-
da. Santa María del Páramo, Brecianos, Ordallo, Revilla, Ordás, Laciana
conVillablino, Gordón.Torneros, el valle de Somiedo y las villas gran-
des de Astorga y Llanes. Pocos meses más tarde compró Ribadese-
11a, aunque la posesión de este puerto, tan decisivo para el comercio
asturiano, le fue negada como consecuencia de haber seguido las
banderas de los infantes en Olmedo.

Ahora donjuán Pacheco había pedido al hijo del mariscal, Pedro Qui-
ñones, que trabajara para él. Pero los Quiñones anteponían su propia venta-
ja a cualquier otra consideración4. Por idénticas razones, por encima de los
sentimientos fraternales, estaba promoviendo escandalosamente a Pedro Girón,
que nada hiciera en la guerra. Se le regalaron tres importantes señoríos vaUi-

4
Amplia información sobre este tema en César Álvarez Álvarez, El condado de Luna en
la Baja Edad Media, León, 1982.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 249

solétanos, al pie de los montes deTorozos, esto es, Urueña,Tiedra y Pobla-


dura. No tardarían en caer en sus ávidas manos, Peñafiel, indomable castillo,
San Felices de los Gallegos y la renta de los cambios en las Ferias de Medi-
na del Campo 5 . Respecto a lo que significaba el marquesado de Villena no
es necesario repetir aquí argumentos ya manejados; bastaba para colocarle,
en riqueza y poder, en la primera línea, como un émulo del propio don Alva-
ro. Por si esto fuera poco se le dieron, además, Villanueva de Barcarrota y
Salvatierra, castillos sólidos en la frontera de Portugal, que podían servir como
buenos refugios en caso necesario.
Aumento en el número de linajes de la alta nobleza —podríamos inclu-
so aludir a una consolidación del relevo que se había ejecutado— y conser-
vación e incremento de la riqueza que todos habían llegado a poseer; tal es
la realidad política que nos ofrece Castilla al día siguiente de la batalla de
Olmedo. Don Alvaro de Luna templaba sus aspiraciones por esta misma vía,
colocándose siempre un poco por delante del más poderoso. Además del maes-
trazgo de Santiago, que ya administraba desde hacía quince años, obtuvo el
título de conde de Alburquerque con la villa de Azagala y las tierras corres-
pondientes: sucedía, pues, por vía de despojo, al infante don Enrique. En el
otoño de 1445 hizo el rey un viaje a Extremadura para ponerle en posesión
de estos dominios. No tenemos noticias relevantes acerca de programas o pro-
yectos políticos. Parecía que todo había desembocado en predominio abso-
luto de la alta nobleza.

3. SEGUNDA BODA DEL REY. Decidido a restablecer el poderío real corres-


pondiente a la Corona, asumiendo su ejercicio, se abrían ante el condesta-
ble dos opciones entre las que era imprescindible escoger: un entendi-
miento con la Liga, abriendo paso a un gobierno de alta nobleza, lo
que significaba admitir y consolidar la postura del flamante marqués de
Villena, o recurrir a un golpe de fuerza que permitiese eliminar a posi-
bles rivales. No cabe duda de que don Alvaro acudió, en primer tér-

3
Sobre este personaje ver Alfonso Franco Silva, Don Pedro Girón, fundador de la Casa
de Osuna (1423-1468), Albacete, 1988.
250 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

mino, a una negociación —necesitaba conocer con precisión cuáles eran


las metas que Pacheco fijaba para el Príncipe, celebrando con él vistas
en San Martín deValdeiglesias (setiembre de 1445)—. No detenía, sin
embargo, las acciones encaminadas a asegurarse la posesión de ciertos
puntos clave para el futuro, como es el caso de Toledo6 y de su alcázar.

Pacheco convenció al Príncipe de que ahora no le convenía desarmar;


al contrario, se promovieron nuevas reclutas, a fin de obligar al condestable
a negociaciones de poder a poder. De este modo pudo conseguir la firma
del pacto de Astudillo, el 14 de mayo de 1446. Haciendo una expresa refe-
rencia al olvido del pasado7, se afirmaba una especie de restablecimiento de
la nobleza en sus privilegios y del Consejo en las funciones de gobierno. Pero
en cuanto al «orden del servicio del rey y la ejecución de la justicia» queda-
ban encomendados conjuntamente a don Alvaro y al marqués deVillena 8 .
Gobierno, pues, conjunto, entre dos personaje singulares. El condestable esta-
ba definitivamente desbordado por aquel advenedizo que había llegado a
colocarse a su mismo nivel.
Tras la firma de esta concordia, el maestre de Santiago tuvo que com-
prender cuál era la estrategia escogida por su adversario: utilizar las negocia-

En Toledo había actuado en favor del infante don Enrique su alcaide, Pedro López
de Ayala. El 4 de setiembre de 1444 un oportuno perdón, otorgado en el momento final,
permitió a este personaje cambiar de bando. Pero a finales de 1446, al retorno de su viaje a
Extremadura, el rey se instaló en Toledo y, aprovechando las quejas de los vecinos, despojó
a Ayala de la alcaidía. Ver E. Benito Ruano, Toledo en el siglo XV págs. 23-28. Se entregó la
fortaleza a uno de los fieles a don Alvaro, Pedro Sarmiento. Sobre este personaje ver, del
mismo autor, «Don Pedro Sarmiento, repostero mayor de Juan II de Castilla. Datos biográ-
fico-documentales», Híspanla, LXIX, 1957, págs. 483-504.
7
Para dar mayor eficacia a la amnistía acordada se recabó una bula (5 de noviembre
de 1446) que permitía absolver también a los eclesiásticos de sus juramentos. A. V. Reg.Vat.
379, fols. 84-85.
8
N o poseemos el documento original de esta concordia, tan importante por sus supues-
tos jurídicos, sino sólo una transcripción que parece fidedigna en la Crónica de Juan II, págs.
641-650. La confirma el Halconero, pág. 474.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 251

ciones para despojarle lentamente de sus medios de poder. Si alguien debía


sustituir al rey en sus funciones, éste tendría que ser el Príncipe de Asturias
y ningún otro. En este momento, Pacheco operaba desde posiciones estric-
tamente negativas: ningún programa de gobierno; simplemente, ganar medios
cada vez más cuantiosos y despojar al condestable de resortes para la deci-
sión. A don Alvaro quedaba únicamente una cosa: la adhesión y confianza del
rey. Fuera de ellas su poder se disolvía en el aire. La nobleza no podía ver
con malos ojos esta política de desmantelamiento.
Fue, pues, a impulsos de la necesidad cómo don Alvaro de Luna incidió,
una vez más, en el error de recurrir a un golpe de Estado. Debió pensar que
se encontraba ya entre la espada y la pared: o recurría a la fuerza, moviendo la
que aún le asistía, o se resignaba al abandono del poder y, acaso, a ulteriores
represalias. Los dos años que median entre Astudillo y Záfraga nos permiten
cerciorarnos de ello. La concordia firmada en la primera de ambas poblacio-
nes había inaugurado un verdadero régimen de excepción en que rey y prín-
cipe asumían el poder que les correspondía, pero lo depositaban simultánea-
mente en manos de dos «privados» como sí se tratase de ministros universales.
Don Alvaro de Luna se entregó febrilmente a un trabajo que tenía por
objeto despejar el campo en torno al rey. Ante todo necesitaba impedir que el
partido aragonés pudiera reconstruirse. Todavía estaba dotado de gran habili-
dad política, acrecida incluso en algunos aspectos por la experiencia que acu-
mulara, pero, dada su edad —rondaba los sesenta años— sus ideas se estaban
tornando rígidas. Concedía excesiva importancia a la que consideraba amena-
za aragonesa9. Por eso tenía puesto un gran interés en reforzar las alianzas
exteriores de Castilla con Flandes, Francia e Inglaterra, países esenciales para el
desarrollo del comercio exterior, y, sobre todo, con Portugal.
La alianza con el duque de Coimbra se había estrechado, hasta conver-
tirse en colaboración política.Tal vez no se daba cuenta de que el «defensor

9
Confluían en favor de ésta muchos de los nobles castellanos, especialmente el almi-
rante y el conde de Benavente, que no habían abdicado de esta línea después de Olmedo.
En diciembre de 1446 el adelantado de León, Diego Gómez Manrique llegó a ofrecer a
Alfonso y reconocerle como rey si entraba con sus soldados en castilla. Zurita, III, fol. 309.
252 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

del reino» podía encontrarse en situación incómoda cuando el rey Alfonso V


fuera hallándose en condiciones de tomar por sí mismo las riendas. Dio prio-
ridad absoluta al nuevo matrimonio de Juan II con la nieta del vencedor de
Aljubarrota, boda que se celebró en Madrigal un 22 de julio de 144710. Don
Alvaro sintió, seguramente, una gran satisfacción al firmar el primero en la
lista de los testigos. N o comprendía que el maduro monarca, al reanudar rela-
ciones conyugales con una mujer joven y sensible, iba a sentir la tendencia a
aproximarse al influjo de la esposa, con quien pronto iba a compartir hijos
—Isabel y Alfonso— apartándose en consecuencia del influjo del valido.
No es necesario pensar que la reina se hubiese convertido en enemiga del
condestable. Es el ánimo del rey el que cambia.
Restablecido en la dirección de los asuntos, el maestre de Santiago qui-
so volver a la situación que ya planteara en 1431: la guerra de Granada debía
darle el brillo mifitar, al tiempo que las hostilidades en la frontera de Aragón
permitían desprestigar la resistencia de este partido. Prestó apoyo a un desa-
fortunado pretendiente granadino11 sin pensar en las consecuencias. Por su
parte el Príncipe de Asturias ordenó a sus guarniciones de Jaén y otros luga-
res que se abstuvieran de intervenir. Los fracasos que estaba cosechando hubie-
ran debido ponerle sobre aviso: el matrimonio significó cierto grado de ale-
jamiento en el afecto del rey, la contraofensiva musulmana provocó la pérdida
de las vitales posiciones alcanzadas en los últimos veinte años, y las hostili-
dades con Aragón, impopulares, generaron gastos y perturbaciones. Las Cor-
tes, hasta entonces bien sumisas, levantaban en estos años de 1446 y 1447 un

10
El acuerdo matrimonial se había firmado el 6 de octubre anterior. Acta de la cere-
monia en AGS. Patronato Real, leg. 49, fol. 29. Siguen la entrega de Soria y Madrigal a la
nueva reina.
11
Don Alvaro protegió a un infante refugiado en Castilla, Yusuf ibn Ahmad, a quien
nuestros cronistas llaman Aben Ismael. Pero el movimiento fracasó, acaso por la protección
castellana y el retorno del viejo y duro Muhamad IX vino acompañado de una ofensiva en
que los granadinos se apoderaron de Benamauriel y Benzalema (1446),Arenas, Huesear, los
dosVélez (1447) yjimena, en resumen todas las conquistas de Fernando el de Antequera.
Miguel A. Ladero Quesada, Granada. Historia de un país islámico (1232-1571), Madrid, 1969,
págs. 110-111.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 253

gesto de protesta reclamando para sí mismas el control riguroso de las ayu-


das que estaban siendo votadas12.

4. ZÁFRAGA. La principal barrera de división en la nobleza castellana,


que hacía posible la difícil navegación política del condestable en
aquellos años, seguía procediendo de Aragón.Tres linajes, Enríquez,
Pimentel y Manrique deseaban el retorno del rey de Navarra; sólo
las tropas que él pudiera aportar habrían de permitirles un vuelco en
la situación. Los demás, especialmente aquellos que se habían bene-
ficiado de su despojo, temían precisamente ese retorno. Esta división
era, en algunos casos, fuente o pretexto para ásperas luchas locales.
Tal es el caso de Murcia en donde el hijo del adelantado mayor, Pedro
Fajardo, que, con el oficio, había recibido de su padre el señorío de
Mula,Alhama y Molinaseca, se enfrentaba a su primo, Fajardo el Bra-
vo, que, enarbolando el estandarte de los infantes, daba rienda suel-
ta a sus apetitos de riqueza y poder 13 . Utilizando tropas granadinas,
Fajardo había conseguido apoderarse de la capital del adelantamiento.
No lejos de allí, en la Mancha, uno de los jóvenes Manrique, Rodri-
go —«maestre de esforzados y valientes», según su hijo Jorge— esta-
ba revolviendo las encomiendas de la Orden de Santiago, a cuyo
Maestrazgo también aspiraba.

Castilla ardía en guerra aquel verano de 1447. En el mar encrespado


flotaba Juan Pacheco, con tanta mayor facilidad cuanto que se trataba de
destruir el poder del rey y del condestable, y no de edificar sobre un nuevo
programa. Había convertido Segovia en residencia principal, fuerte, para el
príncipe que, desde entonces, se sentiría muy especialmente vinculado a esta

12
El subsidio votado, veinte millones, era más bien escaso. Lo que a los procuradores
preocupaba era impedir que con ellos se satisficiesen las rentas deficitarias de los nobles. El
cuaderno, de 20 de enero de 1447, en Cortes, III, págs. 496-575.
Me remito a los datos y opiniones de los dos importantes trabajos de J.Torres Fon-
tes, Fajardo el Bravo, Murcia, 1944 y Don Pedro Fajardo, adelantado de Murcia, Madrid, 1963.
254 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

ciudad: los montes próximos le proporcionaban especial solaz. Amagaba y


retrocedía con sus ofertas, buscando siempre negociar, ya que no había con-
versación que dejara de ofrecer ventajas. Durante estos meses iba tomando
cuerpo la idea antes mencionada: desembarazarse de Blanca, vínculo último
con los infantes de Aragón, y arrebatar a don Alvaro la alianza con Portugal
mediante un matrimonio. El marqués deVillena sentía que, por sus venas, cir-
culaba sangre portuguesa.
El otrora mimado y poderoso ministro acabó perdiendo los nervios en
ese continuo sobresalto de amenazas, alarmas, cabalgadas y levantamientos.
De nada servían los esfuerzos de conciliación; había que empuñar el guante
de hierro comprometiendo al príncipe en una operación de represalia. Comen-
zó aceptando una tregua de cinco meses (8 de marzo de 1448) con el rey de
Navarra que era ya lugarteniente en Aragón. Mostró, después, a Vülena, que
aun contaba con la firma del rey para frenar las rentas del príncipe14.Y con-
vino, con este último, la ejecución conjunta del golpe que debía eliminar a
la oposición. El 11 de mayo de 1448 en el lugar de Záfraga, cerca de Medi-
na del Campo, padre e hijo se reconciliaron aparatosamente, entregando el
poder a sus dos validos, que operarían juntos. Juan II entregó Logroño al prín-
cipe para que se sirviera de ella como plaza fuerte en la frontera de Navarra.
Había actuado como mediador para la reconciliación el nuevo obispo de
Ávila, Alfonso de Fonseca.
Ese mismo día, cuando nadie lo esperaba, fueron reducidos a prisión
los condes de Alba y de Benavente, don Enrique Enríquez, Pedro de Qui-
ñones y su hermano Suero, el del «Paso Honroso». El almirante y el con-
de de Castro, advertidos a tiempo, pudieron refugiarse en Navarrete, pasan-
do luego a Aragón, en solicitud de ayuda. El condestable había cometido
un error de grandes proporciones. Lo único sorprendente, desde el punto
de vista de un historiador, es que haya podido resistir todavía cinco años al
frente del gobierno e, incluso, que pareciera en ocasiones que iba a ser capaz

14
El 20 de abril de 1448 el condestable presentó a la firma del rey una nueva Orde-
nanza de rentas reales (AGS. Mercedes y privilegios, leg. 1, fol.19) que, de haberse ejecuta-
do, privaba al príncipe de una parte de sus rentas.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 255

de lograr una recuperación. Si había creído posible uncir a Pacheco y al


príncipe al carro de su destino, comprometiéndolos en la acción de Záfra-
ga, no tardaría en convencerse de su error. Jugaba contra un hombre escu-
rridizo y hábil, falto de escrúpulos y, por ahora, seguro de la obediencia que
le prestaba el príncipe heredero. Cobró, para éste, el precio de la colabora-
ción: el propio rey se trasladó a Logroño en agosto de 1448 para hacer efec-
tiva la entrega.
Inmediatamente presentó nuevas exigencias15 que no podían ser acep-
tadas; de este modo, con la negativa se justificaba la ruptura. Condujo a su
señor, el Príncipe de Asturias, nuevamente a Segovia, considerada como el
refugio más seguro. Ostentosamente ambos hicieron sentir su discordancia
con el nuevo régimen establecido en Castilla. La palabra, que circuló como
una consigna, había sido hallada: «tiranía»; en otros términos, la legitimidad
de ejercicio era sustituida por un poder de hecho, el de don Alvaro, que no
carecía únicamente de la de origen, siendo usurpador del poder real. En las
Cortes se alzaron voces que denunciaban el abuso que significaban las pri-
siones.Y, sin las Cortes, no era posible proveerse de los recursos imprescin-
dibles. En setiembre de 1448 el maestre de Santiago debatió con los procu-
radores, en Valladolid.Tordesillas y Madrigal, la cuestión de los subsidios y de
cómo éstos debían ser cobrados 6.

5. QUIEBRA EL PODER DEL VALIDO. Tales son los efectos del golpe de
Estado que conducirá a don Alvaro de Luna al final desastroso. Aun-

3
La demanda estaba bien dirigida: se solicitaba para el príncipe un mando general
sobre la frontera andaluza, en donde los castellanos acababan de sufrir la terrible derrota de
Sierra Bermeja (10 de marzo). Se trataba de que el príncipe pudiera vengar la derrota
reverdeciendo los laureles. También de que pasaran a sus órdenes las fuerzas militares más
importantes.
Es posible que las noticias de los cronistas que escriben años después y desde el
bando de los vencedores sean exageradas. Pero no hay duda de que para conseguir el sub-
sidio de sesenta millones en dos años, el condestable tuvo que confirmar el 24 de setiem-
bre de 1448 la Ordenanza relativa al control de rentas. AGS. Mercedes y Privilegios, leg. 1,
fol. 20.
256 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

que dividida en bandos, la nobleza coincidía en considerarle como un


usurpador del poder real.Tal será el delito que se hará figurar en la extra-
ña y singular orden de ejecución que contra él habrá de firmar el rey,
sin proceso ni sentencia. A partir de Záfraga un sector de la nobleza
castellana, el más decidido, piensa que es urgente e indispensable
derribarle. Las dudas surgen únicamente en torno a la forma de llevar
a cabo este propósito. Los siguientes cinco años fueron desde luego dra-
máticos pues las etapas hacia el desenlace se revelaron muy lentas.

Primer cambio importante, el que se produce en Portugal. Habiendo


alcanzado Alfonso V la mayoría de edad, el duque de Coimbra hubo de
resignar la regencia.Todos los enemigos del infante se reagruparon. Don Alva-
ro de Luna, que medía bien las consecuencias que para él podían derivarse
de este relevo, acudió a entrevistarse con don Pedro en Ledesma (agosto o
setiembre de 1448), cambiando impresiones acerca de la forma cómo po-
drían prestarse recíproca ayuda. Poca era la que podía ofrecer don Álvaro.Tra-
tando de permanecer en el poder, al lado del rey, vuelve de nuevo a nego-
ciar con el Príncipe de Asturias y su valido, entregando la villa de Cea. Ninguna
garantía pudo obtener tampoco por esta parte.
Los nobles se agitaron, en estos meses últimos de 1448, dando a veces la
impresión de que se trataba de un alzamiento general, preludio de guerra
civil. En Zaragoza los nobles desterrados se reunieron con el rey de Nava-
rra, convertido en superviviente, tratando de reconstruir la Liga, ahora con
el objetivo de destruir al condestable. Pero habían llegado instrucciones
concretas de Alfonso el Magnánimo que los castellanos desconocían: en su
condición de lugarteniente general de Aragón no debía donjuán inmiscuirse
directamente en los asuntos castellanos; ya no era un noble más en esta tie-
rra. Sin embargo las treguas concertadas entre ambos reinos no fueron re-
novadas. Murcia se había perdido: Rodrigo Manrique y Fajardo el Bravo
habían unido sus fuerzas y ahora ofrecían a los aragoneses abrir el acceso a
este reino aunque exigiendo rigurosamente la condición de que no podía
discutirse su pertenencia a la Corona de Castilla. Al concluir el año 1448,
cuando Alfonso Pimentel logra huir de su prisión en Portillo (18 de diciem-
NOBLEZA Y MONARQUÍA

bre), levantando en armas las tierras de Benavente y Alba de Liste.


haberse concluido ya un plan. Alfonso de Aragón, bastardo del rey de I
rra, que aspiraba a ser reconocido como maestre de Calatrava se
de asumir la defensa de los intereses familiares en Castilla, abrigando tal i
el propósito de erigirse en cabeza de la Liga, como en tiempos hiciera
padre.
N o cabe duda de que, en esta coyuntura, don Alvaro de Luna
sagios siniestros de ser derribado o muerto. Renunció al condado de.
querque en su hijo, Juan de Luna, y solicitó y obtuvo del Papa una
especial para transmitir a este hijo el maestrazgo de Santiago' . Enrique. Prín-
cipe de Asturias, había dado claramente a entender que estaba thspue»Q a
integrarse en la Liga, lo que significaba que estaba dispuesto a acep
programa de ésta.Y en este momento estalló la terrible revueka de"
en que se mezclaban la protesta contra los impuestos, el odio a k »
sos18 y también las protestas de los «lindos» porque entendían que el <.
no del condestable favorecía a los procedentes del judaismo. También
lia se había convertido en escenario de violentos enrrentamientos armados

La insistencia del condestable (conocemos dos bulas autorizando la i


que tuviera que realizarse la elección canónica, una de 28 de abril de 1449 y otra de 1
agosto de 1450) (A.V Reg.Vat. 388, fol. 277, y Reg.Vat. 394, fols. 130-131) a
tra del interés que sentía. Sin embargo no pudo llevar a cabo la trammisión-
18
El propio don Alvaro provocó el alzamiento al solicitar un empréstito i
de enero de 1449. Hubo actos de crueldad desde el primer momento. Pedro !
pese a deber el cargo al condestable —entendía que era un premio menor del i
cía—, se puso al lado de los rebeldes participando en los saqueos de que fueron i
conversos. Para salir de la situación —Toledo fue sometida a asedio por las i id
rey— Sarmiento reclamó la presencia del príncipe.E.Brito, Toledo en elsigb XX'vis
B. Netanyabu, Los orígenes de la Inquisición, Barcelona, 1999, págs. 193 y ss.
1
La responsabilidad en la agitación sevillana parece corresponder también a don ¿
de Luna quien, a la muerte del arzobispo García Enríquez Osorio (abril de 1448) había]
dido, sin éxito, cubrir la vacante con su sobrino Rodrigo de Luna (Ortiz de '.
siásticos y seculares de la ciudad de Sevilla, Madrid, 1677, págs. 331-332). Para sostenerse, el ■
table se apoyó en el conde de Arcos alimentando la hostilidad de esta Casa contra h de 1
Ver carta de 15 de febrero de 1449 al conde de Arcos. Colección diplomática, pág. 23.
258 LUIS SUAREZ FERNANDEZ

Es muy difícil explicar por qué don Alvaro no sucumbió entonces. De


entre el cúmulo de razones que han podido ser alegadas podemos presen-
tar aquí dos. La primera, que el plan de invasión ejecutado desde Aragón,
llevando al frente aljovenAlfonso, fracasó. El objetivo propuesto era la toma
de Cuenca. Desde esta plaza fuerte se contaba con establecer los enlaces
necesarios con Toledo y Murcia, consolidando de este modo la defección
de ambas ciudades. Pero Cuenca, a pesar de que contra ella fuese emplea-
da artillería, resistió hasta que, con la llegada de refuerzos del propio con-
destable (febrero de 1449) los aragoneses tuvieron que emprender la reti-
rada. Se había ganado el tiempo suficiente para que el propio rey Juan II
se apoderase de Benavente (abril de 1449) eliminando así el peligroso
foco occidental y para que se pudiera fímar una tregua con Fajardo el Bra-
vo. Inmediatamente después las fuerzas del monarca y las de su valido
confluyeron en Toledo, tratando de neutralizar el poder que, en dicha ciu-
dad, había conseguido el Príncipe de Asturias. De este modo, al comienzo
de la primavera de 1449, la situación militar había tomado un sesgo que
don Alvaro podía considerar favorable. El alzamiento había fracasado. Esta
fue la primera razón, si bien no la más importante, de que hubiese afirma-
do su supervivencia.
La otra razón es que, teniendo posibilidades de hacerlo —le hubiera
bastado con erigir resueltamente al Príncipe en cabeza de la Liga, empren-
diendo la lucha contra el valido—, nunca quiso donjuán Pacheco dar este
paso; le convenía ir logrando un desgaste que, al mismo tiempo, le permi-
tiese ir acrecentando sus posesiones, con las cuales contaba como eficaz pla-
taforma de poder. Él y su hermano, Pedro Girón, no querían depender, en
el futuro, de la voluntad cambiante del soberano: sus rentas y posesiones
debían convertirles en arbitros indiscutibles.Y para eso aún faltaba mucho.
La brusca caída del condestable en estos momentos podía colocar a otros
nobles por encima de él. En el momento crítico, cuando llega la noticia de
la derrota y muerte del duque de Coimbra en Alfarrobeira, mientras Tole-
do abre sus puertas al Príncipe y las cierra al rey y a su valido, la maniobra
hábil del marqués deVillena consistió en impedir que la Liga se hiciese due-
ña del poder.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 259

6. PACTO EN CORUÑA DEL CONDE. Las cosas sucedieron del siguiente


modo. Al comenzar el verano de 1449, concluidas sus conversacio-
nes en Zaragoza, el almirante don Fadrique Enríquez había regresa-
do a Castilla con plenos poderes de Alfonso V e instrucciones con-
cretas de su yerno, el lugarteniente donjuán. No se trataba de que la
Corona de Aragón asumiera el protagonismo sino de poner nueva-
mente en pie la Liga, invitando al príncipe heredero a que, en virtud
de la legitimidad que le asistía, se pusiera al frente de ella. Al mismo
tiempo se buscaría la adhesión del conde de Haro por medio del
matrimonio de una hija de éste con el Príncipe deViana, sucesor en
Navarra y, eventualmente, también en Aragón 20 . En apariencia el
éxito fue completo. La Liga nació en una especie de conferencia
que los principales interesados celebraron en Coruña del Conde,
tierra de los Mendoza, un caluroso día 26 de julio de 1449. Entra-
ban en ella el rey de Navarra en su calidad de noble castellano, el Prín-
cipe de Asturias, cuya era la legitimidad de origen, el almirante, los
condes de Haro, Plasencia y Benavente, el marqués de Santillana y
otros muchos, en amplio abanico de escalas y linajes. El objetivo decla-
rado era la liberación del rey y el restablecimiento de la legitimidad
de ejercicio. Por eso era importante la presencia de don Enrique.

Pacheco veía en el acuerdo de Coruña del Conde tan sólo un instru-


mento que trataba de utilizar en el inmediato objetivo: poner al príncipe en
posesión de las cuatro ciudades, Segovia,Valladolid, Madrid y Toledo, que
hacían el papel de capitales para el reino. Impuso el criterio de que todos los
adheridos a la Liga debieran hallarse en el campo antes del 15 de agosto. En
la práctica sólo perseguía una meta, adueñarse de Toledo, y lo consiguió,
defraudando a sus aliados con marrullería. Dos semanas era plazo demasia-
do corto para que pudieran hacerse las levas de modo que a mediados de
agosto era muy poco lo que se hallaba en pie de guerra. El Príncipe de
Asturias pudo alegar que, no habiéndose cumplido el compromiso de Coru-

J.Vicens Vives, Juan II de Aragón, pág. 139.


260 LUIS SUAREZ FERNANDEZ

ña, también él quedaba libre de obligación, y envió a su querido maestro


fray Lope de Barrientes a celebrar una entrevista, cerca de Huete, con el de
Luna. Este acuerdo de Palomares permitía a don Enrique retener Toledo aun-
que se comprometía a devolverlo a su padre, pacificado, en el plazo de un año.
A los Stúñiga se reconocía derecho sobre el castillo de Burgos.
La sorpresa paralizó a los nobles y disolvió inmediatamente la Liga. Una
idea clave se abrió entonces camino, la cual iba a estar presente en los pró-
ximos años: ¿cómo poner su confianza en el Príncipe si con tanta ligereza
deshonraba sus compromisos? El conde de Benavente, para eludir nueva
prisión o perjuicio todavía más grave, regresó a Portugal, pero el repostero
Pedro Sarmiento fue severamente castigado21. Pacheco estaba en condicio-
nes de dar un importante paso adelante: en noviembre de 1449 el Príncipe
de Asturias entregó el alcázar de Toledo no al rey, como había prometido, sino
a Pedro Girón, maestre de Calatrava y hermano de su poderoso valido. Los
sucesos de Toledo iniciaban, por otra parte, una etapa de violencia contra los
conversos. El clima de pánico, especialmente serio en Andalucía, alcanzaba,
sin embargo, a todos los lugares del reino. Ninguna muestra mejor que la
que nos ofrece el famoso maestro, Alvar García de Santa María, que pensó
en abandonar el reino ante las noticias de lo que se preparaba en Burgos. De
modo, pues, que el duro castigo de que se hizo objeto a Sarmiento pudo con-
siderarse como una especie de reparación. La onda de odio contra conver-
sos iría creciendo en los años siguientes.

7. LA INSURRECCIÓN EN NAVARRA. En 1450 el sentido de los acon-


tecimientos experimentó un cambio que resucitó las esperanzas de
los colaboradores de don Alvaro. El príncipe Carlos de Viana, ale-

!1
El repostero hubo de abandonar Toledo en diciembre de 1449 con las riquezas que
obtuviera. Durante un año deambuló por lugares de Castilla, aterrorizando sobre todo a los
conversos burgaleses. Confiaba en que una entrada de las tropas del rey de Navarra le
devolviese su influencia. Juan II enfocó el castigo del rebelde como si fuera una cuestión
religiosa,ya que sus víctimas eran conversos. Excomulgado, sería en 1452 admitido a recon-
ciliación. E. Benito Ruano, loc.cit., págs. 58-71.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 261

gando el testamento de su abuelo, Carlos III, y apoyado por la


facción más importante de la nobleza navarra, reclamó para sí la
corona de este reino alegando que, tras la muerte de su madre, Blan-
ca, no tenía Juan II derecho a ejercer la gobernación. Hasta 1470
—y todavía después, bajo otras circunstancias— la cuestión nava-
rra se convierte en uno de los problemas clave para los reinos euro-
peos, ya que, tras los enfrentamientos entre facciones rivales, y loca-
lismos de difícil precisión, subyacía la gran pregunta de si el reino
que fuera de Sancho VII iba a inclinarse del lado de los que con
él formaban la «nación española» o se incorporaría al conjunto de
señoríos del mediodía francés. Al mismo tiempo se producía una
primera disyunción, fuerte, entre el Príncipe de Asturias y el mar-
qués de Villena, de cuyas causas y matices no estamos informados.
Es posible que don Enrique comenzara a sentirse molesto por el
férreo dominio a que estaba siendo sometido. Pacheco abandonó
la Corte y fue a instalarse en Toledo, junto a su hermano.

Por un instante pudo creerse que el maestre de Santiago estaba, de nue-


vo, en condiciones de restablecer su poder, como lo tuviera en la década de
los años 30. Reforzaba los lazos de alianza con Francia, que databan de los
orígenes de la dinastía, porque eran un buen apoyo frente a la Corona de Ara-
gón. En estas negociaciones intervino decisivamente un importante finan-
ciero y diplomático burgalés, Iñigo de Arceo, que había llegado a ser «bolse-
ro» del rey de Francia22. Coincidían ahora ambos reinos en defender la causa
del Príncipe de Viana o, lo que es lo mismo, desplegar hostilidad contra el
padre de éste. Mientras se desarrollaban pequeñas operaciones en la fronte-
ra, Francia y España declaraban la guerra, respectivamente, a Navarra y a Ingla-

12
Iñigo de Arceo, que fue radical enemigo de los reyes de la Corona de Aragón, ope-
raba en nombre de la Universidad de mercaderes de Burgos. Necesitaba del apoyo com-
pleto del rey de Castilla para el restablecimiento de las colonias castellanas en Norman-
día y Gascuña que ahora volvían a la corona de Francia. Ver mi Navegación y comercio,
págs. 112-115.
262 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

térra ~. Fueron suficientes estas presiones para inducir al lugarteniente ara-


gonés a negociar una nueva tregua (8 de diciembre de 1450) apartándose de
la Liga que quedó automáticamente disuelta. El Príncipe de Viana se com-
prometía a restablecer relaciones de amistad con su padre (en mayo de 1451
se ejecutó la reconciliación), mientras que el condestable aceptaba el retor-
no del almirante, su hermano Enrique y su cuñado, Juan deTovar y recono-
cía los derechos de Alfonso de Aragón al maestrazgo de Calatrava, que per-
teneciera a su tío. Esto último significaba despojar del mismo a Pedro Girón.
Alfonso, con escolta armada, hizo acto de presencia en tierras de la Orden,
buscando el reconocimiento de los comendadores que, desde luego, no
consiguió. Prácticamente la más importante de las consecuencias fue que el
Príncipe de Asturias, renunciando a la dirección de la Liga, y abandonando
definitivamente los contactos de quien todavía era su suegro, aceptara poner-
se de nuevo en manos de los dos hermanos, Juan Pacheco y Pedro Girón,
llegando a una decisión definitiva en su propio matrimonio: anularía el que
le ligaba a Blanca y concertaría otro con Juana, hermana del Africano y, por
consiguiente, prima carnal de quien todavía era su esposa. No era, tal vez,
absolutamente consciente de la selva enmarañada en que iba a adentrarse. El
duque de Benavente, cuñado de don Alvaro de Luna, actuó como mediador
en este acercamiento del Príncipe de Asturias a Alfonso de Portugal.
Nos encontramos sumergidos en multitud de paradojas. La primera de
todas, que el fin del condestable no llegó en el momento en que todas las
cosas parecían volverse en contra (verano de 1449) sino cuando parecía haber
reconstruido su influencia, restaurando el poder (primavera de 1453). Los
años 1451 y 1452 se cerraron en un balance que, para él, parecía entera-
mente favorable. En Tordesillas, el 21 de febrero de 1451, procedió a la fir-
ma de una nueva concordia con el Príncipe de Asturias y el marqués de
Villena, siendo las condiciones prácticamente las mismas que en los conve-

!3
La declaración castellana es del 10 de noviembre de 1450 y sirvió para que barcos
castellanos ayudasen muy positivamente a Francia en la toma de Gascuña (G. Daumet, Elu­
de sur l'alliance de la France et de la Castille au XIVet au XVsiédes, París, 1898, págs. 90-92).
La francesa contra Navarra es del 2 de mayo de 1451.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 263

nios anteriores, es decir, nuevo equilibrio para el reparto de funciones. Se


pudo, en consecuencia, decir a los procuradores reunidos enValladolid (10
de marzo de 1451) que se había alcanzado un punto favorable en el proce-
so de pacificación interior. En adelante no sería excesivo esperar que se
consiguieran paz y orden interiores. Los representantes de las ciudades denun-
ciaron entonces los dos principales defectos que eran consecuencia del cre-
cimiento en el poder de la nobleza, que todos los partidos procuraban: al
incrementarse el número de personas que recibían status de hidalgos o
caballeros la carga tributaria se repartía injustamente; eran ya muchos los lina-
jes de grandes y no tan grandes que sometían a los concejos a su poder24. En
la práctica, don Alvaro podía congratularse de dos cosas: la ruptura del Prín-
cipe de Asturias con el rey de Navarra privaba a éste de su baza principal, y
Toledo era finalmente devuelta al rey, lo que quería decir a sus propias manos25.
Pudo creerse que sobrevenía un cambio en la situación política y que
la querella, vieja y gastada, se resolvía en favor del valido. Las tropas caste-
llanas, alegando nuevamente que actuaban en favor de los derechos de
Carlos de Viana, cruzaron la frontera de Navarra y entraron en posesión de
algunas de sus principales fortalezas. En la Frontera de Granada concluía la fase
de éxitos musulmanes y Fajardo el Bravo podía presentar como hazaña per-
sonal la victoria de los Alporchones. En la de Atienza, el lugarteniente Juan,
mal apoyado por sus subditos, descontentos de aquella guerra, tenía que limi-
tarse a la defensiva. Cuando el almirante y sus parientes vuelven a agitar estan-
darte de revuelta en Palenzuela son fácilmente derrotados. El Príncipe de
Asturias y su pequeño partido parece ahora situarse al margen de estas que-
rellas internas. Lo importante para él estaba en su nuevo matrimonio, rodeado

24
Importante comprobar el cuaderno de peticiones incluido en Cortes, III, págs. 576-
634.
25
N o podemos estar demasiado seguros de las razones que movieron al Príncipe y a Pedro
Girón a desprenderse de esta pieza tan importante. Es posible que tengamos la clave en el
perdón real otorgado el 21 de marzo de 1451. Que fue aparente ganancia —nueva prueba de
abuso de poder— no cabe la menor duda pues, apenas posesionado de la ciudad, Juan II le
entregó su custodia, con las puertas y el alcázar. E. Benito Ruano, op. cit.„ págs. 73-76.
264 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

de enormes dificultades. De modo que si detuviésemos nuestro análisis en el


verano de 1452 nos sentiríamos inclinados a creer que el valido había reco-
brado el poder.

8. M U E R T E DE D O N ALVARO. La prisión y muerte de don Alvaro de


Luna siguen siendo problemas borrascosos, aunque Isabel Pastor
ha despejado muchas incógnitas26. Se ha insistido mucho en que, en
los últimos meses de su asendereada existencia, el condestable había
perdido el favor real; aunque se trate de un dato cierto, no pode-
mos simplificar excesivamente las cosas. También es una novedad,
que hoy conocemos, el esfuerzo del rey de Navarra para salvar su
vida.Y otra aún más importante, que los últimos colaboradores, que
guardaron fielmente su memoria, permanecieron luego al servicio
de la reina Isabel y de sus hijos. Un hecho debe servirnos de pun-
to de partida: desde febrero de 1451 el privado aparecía cada vez
menos capaz de restablecer el orden. El Príncipe de Asturias dis-
ponía de una Corte propia y ya no se preocupaba de guardar las for-
mas; todo el embrollo del matrimonio portugués se hizo al mar-
gen de su padre y, en el fondo, contra la voluntad de éste. De modo
que el rumor público y las críticas contra el gobierno se dirigían,
todas, hacia el condestable. Este había perdido, objetivamente, bue-
na parte de su prestigio. Habiendo comenzado en 1420 como defen-
sor inmarcesible de la autoridad real, apoyo para el orden interno
de la Monarquía, ahora parecía tan sólo cabeza de un pequeño
partido, fuerte en la Corte, pero sin consenso. Eran fácilmente cre-
ídas las acusaciones que contra él se formulaban.

Frente al valido, la Liga, fraccionada, pero contando con un programa.


El 15 de enero de 1452, mandando tropas que se calificaban de reales, don
Alvaro tomó Palenzuela, dispersando las fuerzas que el almirante comanda-

26
Isabel Pastor Bodmer, Grandeza y tragedia de un valido, Madrid, 1992, ha recogido
documentación abundante que rectifica muchas de las tesis hasta entonces expuestas.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 265

ba; éste hubo de huir. Como también el conde de Benavente se había aco-
gido al destierro en Portugal, la cabeza visible de la oposición parecía redu-
cirse a don Pedro de Stúñiga, conde de Plasencia. El condestable decidió
acabar con él, antes de que pudiera llevar a término su proyecto de conven-
cer al Príncipe de Asturias —a los que por él tomaban las decisiones— de
que era llegado el momento de que el sucesor, desde la legitimidad que le
asistía, asumiese el poder que su padre había comprometido al crear un
«tirano». Preparó, en consecuencia, un golpe de fuerza sobre Béjar con el
intento de apoderarse de su persona.
El golpe falló porque uno de los hombres de confianza del valido,
Alfonso Pérez de Vivero, traicionándole, dio aviso al conde de Plasencia. Esa
traición, que despierta en los cronistas de don Alvaro ecos muy duros, pro-
cedía de hondas cavilaciones e iba a tener mucha importancia. Dio pie para
que Stúñiga, abandonando cualquier reticencia, invitara a otros tres linajes,
Mendoza, Velasco y Pimentel, a unirse en un estrecho apretón de fuerzas:
había que acabar con el condestable para poder salvar sus propios estados.
Villena impuso al Príncipe, en esta hora dramática, una especie de neutrali-
dad: debía preocuparse de consolidar su propio poder.
De hecho no disponemos de ninguna documentación que nos permita
mezclar al Príncipe de Asturias en la conjura final que acabó con la vida del
valido. Crecían las fuerzas de la Liga y la reina Isabel, a quien preocupaba hon-
damente la conservación de la autoridad por parte de su marido, hizo llegar
a Diego de Stúñiga, pariente del conde de Plasencia, una noticia importan-
tecuán II estaba dispuesto a prescindir del privado. Los miembros de la Liga
se negaron a dar crédito a esta noticia, pero Isabel les hizo entrega de un docu-
mento que, prácticamente legalizaba el movimiento por ellos incoado y auto-
rizaba la prisión del maestre de Santiago. Sucedía esto, precisamente, cuan-
do el valido había conducido al rey hasta Uclés porque proyectaba la entrega
del maestrazgo a su hijo. Los datos que poseemos de este año de 1453 —no
debe olvidarse que Europa se estremecía con la noticia de la caída de Cons-
tantinopla— permiten redactar un capítulo novelesco.
La Corte viajó de Valladolid a Burgos en marzo de 1453. El castillo de
esta ciudad estaba entonces en poder de los Stúñiga; a él había llegado el
266 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ

primogénito del conde de Plasencia, Alvaro, con refuerzos y, también, con la


carta que comandaba la prisión. Los soldados entraron sigilosamente en el
recinto amurallado la noche del 1 al 2 de abril. Pocas horas antes, don Alva-
ro había tomado cumplida venganza de Alonso Pérez de Vivero, al que ase-
sinó. Gesto cruel e inútil, señal de que se estaba llegando a la desesperación.
Aquellas horas fueron angustiosas para el Juan II. Recordándolas, un año
más tarde, llegaría a decir que más le hubiera valido ser hijo de labrador y frai-
le en el Abrojo que no rey de Castilla. Pero al cabo, en la tarde del 3 de abril,
empujado por quienes le rodeaban, puso su firma al pie del papel que entre-
gó a Alvaro de Stúñiga. Antes de que amaneciera el siguiente día se ejecutó
la orden; algunos de los criados del de Luna trataron de resistir, pero él les
disuadió. Demasiado tarde para cambiar las cosas, el condestable se puso en
manos de sus enemigos.
Hay cierta tendencia entre los historiadores a creer que la idea de dar
muerte a don Alvaro estaba en la mente del rey en el momento en que dis-
puso la prisión. Se trataba de una decisión sumamente grave, pues hasta
entonces, en aquel siglo xv, nadie había sido ejecutado por razones pura-
mente políticas. Pero los datos de que disponemos no confirman esta supo-
sición y si la contraria: nada estaba predeterminado y fue en el curso de los
debates que siguieron a la prisión cuando se llegó a decidir la pena capital.
Hasta la última decena de mayo, es decir, transcurrido mes y medio desde
el momento de la prisión, no fue posible decidir a Juan II para que diese la
orden. Los jueces se negaron a intervenir pues no había motivos de proce-
so, de modo que la ejecución se llevó a cabo por mandato y no por sen-
tencia. Con sus muestras de valor frío y sereno, el vencido no hizo nada
para aliviar su suerte; más bien podría parecemos que aceptaba la muerte
como coronación y sublimidad de una vida política que chocaba ahora
con adverso final. Un testigo presencial nos dice que, ante las amenzas que
contra él se esgrimieron, hizo decir al rey que «bien sabía su merced si era
él hombre para saber morir; por ende que hiciese lo que le pluguiese, que
en su poder lo tenía».
Sobre Juan II y sus consejeros influía mucho el deseo de apoderarse
del fabuloso tesoro que, según rumores muy extendidos, se hallaba depo-
NOBLEZA Y MONARQUÍA 267

sitado en Escalona. Motivos semejantes se habían producido ya en la caída


del otro condestable, R u y López Dávalos. Hasta mediados de abril Juan II
abrigó la esperanza de que todos los dominios y bienes del cautivo se le
entregarían sin dificultad y por ello se conservó su vida durante este tiem-
po. De hecho Ayllón, Sepúlveda y Riaza se apaciguaron prestamente. Pero
la condesa Juana Pimentel y su hijo Juan de Luna, conde de Alburquerque,
recurrieron a las armas y se encastillaron en Escalona. Juan II pasó desde
Burgos a Toledo, cursando en el camino órdenes para que se cercase la
fortaleza27. Dejó a don Alvaro preso en Portillo, bajo custodia de Diego de
Stúñiga.
Sabemos que el 9 de mayo el rey se encontraba en Arévalo y el día 22
del mismo mes había llegado a Fuensalida, cerca de Toledo. En cualquier
momento entre ambas fechas, recibió una carta durísima de Juana Pimentel
que, protestando de la prisión a que se hallaba sometido su marido, afirma-
ba su voluntad de resistir con las armas, llamando en su defensa «a los moros
y a los diablos, si era preciso». Esta carta despertó la cólera del rey, que pade-
cía graves alteraciones en sus sentimientos. En Fuensalida, mientras se toma-
ban disposiciones militares para el combate de Escalona, fue designada una
comisión especial de diez legistas que debían proporcionar al rey los argu-
mentos para que se pudiera dictar una pena de muerte.Tras ocho o diez días
de deliberaciones, muy tensas, desde luego, ellos dieron la respuesta de que
no había delitos que permitiesen formular y sustanciar un proceso en regla,
de modo que si se deseaba la ejecución capital del condestable ésta tendría
que disponerse por mandato, en virtud del poderío real absoluto que asistía
al soberano28.
Así se hizo. La orden de ejecución —sin juicio ni forma legal— llegó a
Portillo a lo sumo el 31 de mayo, seguramente por medio de correos muy

27
Los preciosos documentos incluidos en la Colección diplomática de Enrique llanos acla-
ran muchos de estos puntos. Cartas de 20 y 28 de abril y 9 de mayo, y recibo de la injurio-
sa misiva de Juana Pimentel, págs. 56-73.
28
De este extremo no hay duda; el documento se incluye en la mencionada Colección
diplomática, págs. 74-77.
268 LUIS SUAREZ FERNANDEZ

rápidos. El 3 de junio, el condestable, sereno, elegante y soberbio hasta el fin,


fue degollado en Valladolid. Juana Pimentel se rindió pocos días más tarde
conservando para su hijo el título de conde de San Esteban de Gormaz, algu-
nas villas del lado sur de la Sierra —especialmente las del Infantado de Gua-
dalajara, lindante con las de los Mendoza— y la tercera parte de los bienes
muebles que había acumulado29. El maestrazgo de Santiago quedó, de momen-
to, vacante y el rey retuvo para sí las rentas30.

9
Ver los acuerdos de 28 de junio y 13 de julio de 1453, en Colección diplomática,
págs.74-77.
36
A.H.N. Ordenes Militares. Santiago. San Marcos de León, R-94.
---------- ----

e eganre y soberbio hasta el fin


IX. LA LIGA ENSAYA UN GOBIERNO
- e rindió pocos días más tarde
an Esteban de Gormaz, algu-
ente las del Infantado de Gua-
Ia tercera parte de los bienes
Santiago quedó, de momen-

1. CONSECUENCIASNO PURISTAS.El aspecto que, al concluir el reinado


de Juan II, ofrecía el reino de Castilla, como consecuencia de estás que-
rellas políticas, era el de una profunda y desalentadora división del
país en señoríos que, sin permitir a los campesinos --sustratum social
más numeroso- liberarse de prácticas antiguas, habían colocado en
manos de los nobles, directa o indirectamente, la mayor parte de las
rentas de la Corona. Este campesinado era libre, y en él destacaban
algunos propietarios de posición acomodada, pero en la justicia, admi-
nistración y economía, vivía sujeto. De este modo, 10 que Enrique II
imaginara como estructura estamentaria equilibrada para la Monar-
quía, fomento de un espíritu conservador, había derivado hacia un
régimen de predominio de aristocracia rural, como nunca antes.
Muy absorbente, esta aristocracia procuraba controlar los oficios de
la Corte y de la Cámara, no tanto por el influjo político que median-
te el Consejo podía desempeñar, cuanto por los emolumentos que a
sus cuantiosas rentas se incorporaban. Cuando, en la segunda mitad
1
del año 1447 , se redacta un libro de asientos de la Cámara, lista abre-
viada de los juras y mantenimientos que pesaban sobre la Hacienda
real, las cifras resultan sobrecogedoras: el Príncipe de Asturias percibía
seis millones de maravedís anuales, más otro millón para los gastos de

I Este Libro del que se conservan las 4/5 partes se encuentra enAGS. Mercedes y Pn-
.-53, en Colecci6n diplomática,
vilegios,leg. 1, fols. 52r-96v. Las razones por las que debe atribuírsele la fecha que aquí
indico las he expuesto en mi artículo, «Un libro de asientos de Juan 11»,Hispania, LXVIII,
León, R-94.
1957, págs. 323-368.
270 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

'\

su esposa; don Álvaro de Luna y el almirante rebasaban con mucho trajeron, no dieron
el millón; a esta cifra se aproximaba el conde de Alba, y había otros to del almirante, o
cinco nobles que estaban por encima de los 500.000 rnrs. Todo esto te revocado.
se sumaba a las cuantiosas rentas de sus estados y a las que procedían A mediados de
de las Órdenes Militares. ¿Qué significaban, al lado de este desembolso, ble, unas improvisa
los quince millones que cada año, por término medio, otorgaban las fueron los miemb
Cortes para sostenimiento de la política de la Corona? conveniencia de fe'- o

manos el poder. P",~


La nobleza, con sus tendencias al crecimiento, amenazaba con desbordar del patriciado urbars
al poder real. Esta situación hizo reflexionar a muchos y engendró, en una la alta nobleza pe
minoría restringida, aunque importante, cierto espíritu de reforma que se vista de este doCUID'
manifiesta por primera vez en los meses que precedieron y acompañaron a pezaba el establecimieza
la muerte de don Álvaro de Luna. Reacción en gran medida contra los extre- nobles, legalizada ....•....
_ ~_
mos a que se había llegado, se sentía la necesidad de imprimir un vigoroso Luna, dirigida por ~~ (:-
cambio de rumbo en la política si quería evitarse la quiebra de la autoridad to sucedía a su padre =- .•

real, de la que dependía también la estabilidad de los propios señoríos. Pero avarraseguíare~~
esto implicaba un enfrentamiento entre la Corona y los nobles, no para maba la ayuda casre"'::-"7
destruirIos -tal cosa resultaba inconcebible en el siglo xv- sino para colo- os que le seguían,
carIes dentro de los límites del papel que Enrique II les atribuyera en la El primer objetivo ~' -
Monarquía castellana y, sobre todo, para detener esa carrera de excesivas que ser, y así suc
señorializaciones que amenazaban con absorber las rentas del rey. Una mino-
ría de consejeros del rey asegura el tránsito de uno a otro reinado; en ella 3 Cuaderno de 16 -
debemos señalar a dos religiosos, fray Lope Barrientos y el prior jerónimo 4 Lo primero que <O~

de Guadalupe, Gonzalo de Illescas/ muy ligados al Príncipe de Asturias e agosto, Codoin, XI'r~~ -

por afecto que databa de años atrás. Por primera vez desde hacía medio continuar las operal -
oyando a Juan de ~a"~-L ~
siglo, la prisión y muerte del valido y el cambio político que estos hechos
eterminado momento
iciera una paz directa
2 La capitanía de estos dos religiosos, dominico y jerónimo, me parece que establece puesta absurda pues el-re=:;n:"
muy claramente una conexión entre estos programas de restablecimiento del orden políti- gón. Cuando se firmó
":vo" yyc ,,, lV¡SLdLUUlu-~'Reye~ CaLúlil-V'~ r1o," rn ov-irrrie n ros de renovación y zo de 1454) se hizo UII2

reforma de la Iglesia a que nos hemos referido. Es una cuestión que no está suficientemen- 'Ibitros la compensación ;;:.=
te investigada. Gonzalo de Illescas, confesor a la sazón de Juan II, fue en 1454 designado obis- cer sus muros. Ver Zurita, _o,.
po de Córdoba pero nunca dejó de sentirse jerónimo. 2, fol. 21.

----
- ------- - ----

NOBLEZA Y MONARQUÍA 271

rebasaban con mucho trajeron, no dieron origen al acostumbrado reparto de prebendas. El indul-
.,. e Alba, y había otros to del almirante, otorgado en los primeros momentos, fue inmediatamen-
.000 rnrs. Todo esto te revocado.
a las que procedían A mediados de abril de 1453, apenas ejecutada la prisión del condesta-
o de este desembolso, ble, unas improvisadas Cortes se reunieron en Burgos. No cabe duda de que
. o medio, otorgaban las fueron los miembros del Consejo quienes sugirieron a los procuradores la
Corona? conveniencia de felicitar al rey porque se hubiera decidido a tomar en sus
manos el poder. Pero en el cuaderno de peticiones, en donde la voluntad
enazaba con desbordar del patriciado urbano aparece manifiesta, se contiene una queja abierta y dura:
s y engendró, en una la alta nobleza penetraba en las ciudades quebrantando su gobierno:'. A la
:' .zu de reforma que se vista de este documento no es dificil percatarse de los obstáculos con que tro-
-~':":'erony acompañaron a pezaba el establecimiento de un gobierno ordenado. Existía una Liga de
edida contra los extre- nobles, legalizada por su participación en la destrucción de don Álvaro de
-= imprimir un vigoroso Luna, dirigida por su protagonista, Álvaro de Stúñiga, que en este momen-
. ~uiebra de la autoridad to sucedía a su padre en el condado de Plasencia. La frontera de Aragón y de
_ ropios señoríos. Pero Navarra seguía registrando un estado de hostilidad: el Príncipe de Viana recla-

y los nobles, no para maba la ayuda castellana, pero el almirante de Castilla, yerno del aragonés, y
·0 xv- sino para colo- los que le seguían, no se recataban en mostrar adhesión al bando opuesto.
= 1 les atribuyera en la El primer objetivo asignado al rey, que recobraba ejercicio de su poder, tenía
carrera de excesivas que ser, y asi sucedió, la firma de la paz".
ClS del rey. Una mino-
a otro reinado; en ella
3 Cuaderno de 16 de abril en Cortes, III, págs. 643-672.
I=':..c..ln y el prior jerónimo 4 Lo primero que se hizo fue continuar el auxilio al Príncipe de Viana (v. carta de 16
Príncipe de Asturias de agosto, Codoin, XI, págs. 497-499). Enrique, futuro rey, alardeaba ahora de su disposición
vez desde hacía medio a continuar las operaciones contra Aragón. Pero las Cortes aragonesas se negaron a seguir
- ..:. co que estos hechos apoyando a Juan de Navarra en esta empresa, y éste no tuvo otro remedio que entrar en un
determinado momento los consejeros de Castilla llegaron a proponer a Alfonso y que se
hiciera una paz directa entre ambos reyes, desentendiéndose de los demás asuntos. Era pro-
me parece que establece puesta absurda pues el verdadero conflicto surgía de las antiguas rentas de los infantes de Ara-
I;:i:ieci·lmi·ento del orden políti- gón. Cuando se firmó la paz el 7 de diciembre (fue confirmada por Alfonso V e116 de mar-
retó y zo de 1454) se hizo una devolución de posiciones tomadas y se encomendó a cuatro jueces
e no está suficientemen- árbitros la compensación de daños.Atienza quedó en la frontera sin que se permitiera reha-
en 1454 designado obis- cer sus muros.Ver Zurita, IV, fols. 14-31. El texto del acuerdo enAGS. Patronato Real,leg.
12, fol. 21.
272 LUIS suaasz FERNÁNDEZ

2. APARECEJUANA.Figura capital era, sin duda, el Príncipe de Asturias


que, como ya indicamos, se había mantenido cuidadosamente al mar-
gen de todos los sucesos entre abril y junio de 1453. Guiado nue-
vamente por el marqués de Villena, seguía una política propia. De
don Enrique, monarca que será unánimemente vilipendiado, frisando
entonces en la treintena, blanco de piel y rojizo el cabello, torpe en mer matrimonio

sus movimientos por el excesivo tamaño de los miembros, misán- ambas cosas sin pel

tropo y más amigo de los animales que de los hombres, iba a depen- error de empujar a

der el futuro de Castilla.Tras el espléndido estudio de Gregario Mara- Precisamente po

ñón no cabe duda de que se trataba de un enfermo -«displásico apuraba en incertid


de allí -desde Alcazaréa
eunucoide»- capaz de rendir su voluntad o de ejercerla con des-
albergaba al condes
mesura, aunque esta circunstancia no le impedía reinar, siempre
sede vacante a la sazón,
con el apoyo de sus consejeros'. Se comprenden bien las preocupa-
declarando nulo el ma:::::z:.t
ciones de los coetáneos: dos reyes sucesivos mostraban tendencia a
contraído't.Aqui empie
ser gobernados. En aquel año, que era de preparación para su pro-
a petición de ambas
pio reinado, toda su atención y la del marqués de Vlllena estaba
que, al parecer, tamp
centrada en la disolución de su matrimonio con Blanca de Navarra
gada era la impotencia
a fin de contraer uno nuevo en Portugal.
to que el arcediano
cas de Segovia, las cua;
Blanca y Enrique eran primos carnales. Desde hacía ya algunos años, el
to y conocimieru
desvío entre ambos era manifiesto. Ni tenían hijos ni podían, al parecer, tener-
res el testimonio de pros:J
los. En estas circunstancias el heredero de la Corona era Alfonso, hermano
secuencia a que se q
de Enrique, nacido precisamente en 1453. Desde el punto de vista jurídico
deberes conyugales CO::l ~
ningún obstáculo se oponía a que ambos hermanos, a quienes separaba una
No cabe duda de
distancia de veintiocho años, desempeñasen su papel como rey y sucesor,
cia de Enrique sino.
educándose en consecuencia al segundo en esta función. Pero Blanca, hija
celebrar nuevo ma~
de Juan II de Aragón, significaba en opinión del marqués de Villena, una
para la alianza con Por:
to de vista biológico -
5 El análisis psicosomático de Enrique IV ha preocupado, en mi opinión con exceso. «para que libremente -:J~
Dos importantes estudios de médicos de tanto prestigio como Marañón, Ensayo biológico sobre
Enrique IV de Castilla y su tiempo, Madrid, 1945, y Lucas Dubreton, El rey huraño, Madrid,
1945, han dado mucha luz sobre el tema. Conviene, sin embargo, advertir que la personali-
dad del monarca era sólo parte del problema, no éste enteramente.

-~
NOBLEZA Y MONARQUÍA 273

, cipe de Asturias baza en favor de lo que quedaba del partido de los infantes. En cambio, una
~osamente al mar- boda con Juana, hermana de Alfonso V, podía traer la alianza con Portugal,
-~ ~ 53. Guiado nue- arrebatándole esta pieza a don Álvaro de Luna y al propio rey. Se trataba de
olítica propia. De otra prima de Enrique, pues las madres, María y Leonor, eran hermanas. De
- :il endiado, frisando modo y manera que se necesitaban dos trámites difíciles: la anulación del pri-
- el cabello, torpe en mer matrimonio y la dispensa para el segundo. Sólo el Papa podía otorgar
- - miembros, rnisán- ambas cosas sin peligro de conflictos serios.Villena cometió, desde luego, el
res, iba a depen- error de empujar a su señor a acciones precipitadas.
-; e Gregario Mara- Precisamente por los días en que don Álvaro de Luna, preso en Portillo,
-...:e.rmo-«displásico apuraba en incertidumbre las últimas jornadas de su existencia, no muy lejos
-p jercerla con des- de allí -desde Alcazarén puede verse, sobre el cerro, la torre del castillo que
remar, slempre albergaba al condestable- el 11 de mayo de 1453 el arcediano de Segovia,
- ~ . ien las preocupa- sede vacante a la sazón, leía una sentencia de divorcio por él pronunciada,
zaosrraban tendencia a declarando nulo el matrimonio de Enrique y Blanca a los trece años de
_~ .ón para su pro- contraído'i.Aquí empiezan las nieblas y confusiones. La sentencia se dictaba

e Villena estaba a petición de ambas partes y nunca fue protestada por la infanta de Navarra
~ Blanca de Navarra que, al parecer, tampoco guardó rencor a su marido. La causa de nulidad ale-
gada era la impotencia de Enrique, aunque sólo en relación con Blanca, pues-
to que el arcediano había recurrido al testimonio de ciertas mujeres públi-

algunos años, el cas de Segovia, las cuales estaban dispuestas ajurar que, con ellas, había tenido
••.••••:....:..:.J.. al parecer, tener- «trato y conocimiento de hombre con mujer». De acuerdo con las leyes vigen-
tes el testimonio de prostitutas no era válido ante los tribunales; pero la con-
onso, hermano
secuencia a que se quería llegar era que si el príncipe no podía cumplir los
e vista jurídico
deberes conyugales con su esposa era porque «estaba hechizado».
es separaba una
No cabe duda de que la sentencia no perseguía establecer la impoten-
o rey y sucesor,
cia de Enrique sino, al contrario, declarar que estaba en condiciones de
- Pero Blanca, hija
celebrar nuevo matrimonio, condición que a Pacheco parecía indispensable
~~~C!i'",,- de Villena, una
para la alianza con Portugal que ya venía negociando. Incluso desde el pun-
to de vista biológico había la afirmación expresa de que se hacía el divorcio
----= opinión con exceso.
«para que libremente puedan contraer matrimonio» y «para que el dicho señor
- ';:.. Ensayo biol6gico sobre
rey huraño, Madrid,
t:,".;orenir- que la personali- 6 El original en AGS. Patronato Real, lego 12, fol. 1. Ha sido publicado en Codoin, XI,
págs. 444-450 Y en Colecci6n diplomática, págs. 61-66.
274 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

'\

príncipe pueda ser padre». Se rechazaba, en principio la otra fórmula, esto mil florines de oro. ~
es, que la herencia castellana pasara al hermano, recientemente nacido. caso de muerte de
Un arcediano no era autoridad suficiente, de modo que la sentencia nece- do por alguna razó
sitaba confirmación superior. No tenemos constancia de que se produjera. ninguno». La preca
Habían comenzado ya los contactos para el matrimonio portugués, que mos, pues, en que ~
estaban a cargo -otra sorpresa- de un judío, rabí Joseph, a quien no hemos tancia alguna de que
podido identificar. Sin duda la razón estaba en las indemnizaciones que dispensa. Al contrari
era imprescindible establecer para el caso de una nueva anulación. Otros asintieron cuando ez; r-

muchos aspectos singulares aparecen en este proyectado matrimonio, que legítimamente casa
inducen al investigador a dudas o, cuando menos, a sorpresa. Por ejemplo, Antes de que
contra toda norma, en los documentos que se firmar~n7 no aparece men- cutarse, murió Juan
cionada la necesidad de la dispensa del vínculo de parentesco; esta omisión, tramos en el verano ,-,=
que no hemos registrado en ningún otro documento similar de la época,
resulta sumamente extraña pues además de la estrecha consanguinidad esta- 3.
ba el matrimonio anterior cuya sombra sólo la intervención del Papa podía
despejar. Que se solicitó tal dispensa parece no haber duda ya que tenemos
una bula de Nicolás V fechada el 1 de diciembre de 14538 en la que el Pon-
tífice daba poderes a tres obispos -Carrillo el de Toledo, Fonseca a la sazón
de Ávila y Alfonso Sánchez deValladolid, que ceñía la mitra de Ciudad Rodri-
go- para que, juntos o por separado y previo examen de la sentencia de
divorcio -si estita era la frase exacta-, otorgasen la dispensa si ello les
parecía oportuno. Por otra parte Enrique depositaba, a nombre de su futura
esposa, en las arcas de un banquero de Medina del Campo, la suma de cien

7 Las capitulaciones originales se encuentran en Simancas, Patronato Real, lego49, fol. 36.
Llevan la fecha del 20 de diciembre. Publicadas en la Coleaión diplomática, págs. 103-110 Y
por D.Antonio de la Torre y por mí en Documentos relativos a las relaciones con Portugal duran-
te el reinado de los Reyes Católicos, tomo I,Valladolid, 1959, págs. 14-23. Fueron sustituidas
por otras, coincidentes, después de la muerte de Juan II, pues no era el príncipe sino el rey
quien se casaba.
s Esta bula se encuentra en la Academia de la Historia. Publicada en Colección diplo-
mática, págs. 102-103. No se encuentra en los registros vaticanos en donde sí aparece (Reg. AGS. Patronato Real, 1
Vat. 365, fols.135-136) la que otorgó Eugenio IV para el matrimonio con Blanca de Nava- 10 Mis opiniones, coc
rra (14 diciembre 1436). Castilla, Barcelona, 200 •.
-- ~,-
--------- -- --- -

NOBLEZA Y MONARQUÍA 275

:- la otra fórmula, esto mil florines de oro, transportados en talegos/juana retendría este dinero en
enremente nacido. caso de muerte de su esposo o «si aconteciera que sea juzgado o determina-
e la sentencia nece- do por alguna razón, derecho o impedimento, que el dicho casamiento es
e que se produjera. ninguno». La precaución no parecía sobrada, en modo alguno. Convenga-
- onio portugués, que mos, pues, en que muchos detalles merecen nuestra atención. No hay cons-
11, a quien no hemos tancia alguna de que los tres obispos arriba mencionados hayan otorgado la
- demnizaciones que dispensa. Al contrario, los dos supervivientes en 1468, Carrillo y Fonseca,
__ en anulación. Otros
asintieron cuando en Guisando se dijo que Enrique no estaba ni podía estar
~~-¡:ado matrimonio, que legítimamente casado con Juana.
, rpresa. Por ejemplo, Antes de que estas primeras capitulaciones matrimoniales pudieran eje-
k===.21unno aparece men- cutarse, murió Juan 11y Enrique IV se convirtió en rey de Castilla. N os encon-
resco; esta omisión,
tramos en el verano de 1454. Pocas cosas podían cambiar.
similar de la época,
onsanguinidad esta-
3. ESPERANZASANTEUN NUEVOREY.Estudiar el reinado de Enrique
~~'Tlción del Papa podía
IV es una de las tareas más ingratas que se proponen al investigador
da ya que tenemos
actual'". Sin embargo se trata de una época clave en la Historia de
= :--3 en la que el Pon-
España. Disponemos de documentación que nos permite aclarar
.'-'Jiii~""'U, Fonseca a la sazón
muchas cosas acerca de los problemas generales del reino. Su reina-
de Ciudad Rodri-
do puede dividirse en dos etapas de una duración aproximada,
separadas por la fecha de 1463 cuando se produce la entrevista con
Luis XI en Fuenterrabía y se plantea el serio problema del naci-
miento de Juana. Hasta ese momento, regulada la situación interior,
o, la suma de cien
el prestigio del soberano fue bastante alto. Cuando los catalanes,
sublevados contra Juan 11, tuvieron necesidad de buscar un rey, a él
I¡:¡o.,..~.,.""n Real, lego49, fol. 36. acudieron. Tras dicho año, y actuando como factor desencadenante
uica, págs. 103-110 Y el reconocimiento de Juana como princesa, el país se precipitó en
•......•
.....,"'·t»1eScon Portugal duran-
los abismos de una guerra civil de donde habrían de sacado Fer-
:.!-23. Fueron sustituidas
era el príncipe sino el rey

9 Ademas de estos cien mil florines depositados en forma desacostumbrada,]uana iba


_liada en Colección diplo- a recibir en el momento de la boda otros cincuenta mil abonados por la tesorería del rey.
donde sí aparece (Reg. AGS. Patronato Real, lego 49, fols. 34 y 35.
!t=:;~:mi·,o con Blanca de Nava- 10 Mis opiniones, con el análisis de la documentación se encuentran en Enrique IV de
Castilla, Barcelona, 2001.
276 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

nando e Isabel. No parece que podamos albergar duda de que el - garantía de los p6-~=--
carácter personal de don Enrique tuvo papel muy importante en el rior, Pero todo se b
sesgo que tomaron los acontecimientos ya que mostraba falta de No hubo dem.asla-:j
energía y excesiva tendencia a capitular en una época que daba esca- marqués de Villena :b-p'
so lugar a la contemporización. La difamación, utilizada como :uviera don Álvaro r".
vehículo morboso de propaganda, desempeñó un papel muy impor- _ección. Es imposible t:
tante: siempre había partidos interesados en airear sus defectos y debi- ducta estuvo orien
lidades en lugar de disimuladas. La fortuna, de todas formas, no le
acompañó; necesitado de colaboradores fieles y eficaces, sus prime-
ros hombres de confianza, Juan Pacheco y Pedro Girón, abusaron
de ella y le traicionaron; cuando encontró a Beltrán de la Cueva,
vanidoso y de escasas cualidades políticas, era ya demasiado tarde.
olesto por aque
El reinado comenzó en medio de grandes esperanzas, que se manifesta- grupo de jóvenes. a
ron, sobre todo, en las Cortes de Córdoba de 145511. El rey se hallaba en una Beltrán de la Cue
posición fuerte. Todas las maniobras que, como príncipe, realizara, le habían
permitido acumular buenos recursos económicos, que equilibraban las no
muy abundantes rentas reales.Vacantes los maestrazgos de Santiago y Alcán-
tara, obtuvo inmediatamente del Pontífice una bula que le encomendaba su tólicos y el conver
administración (10 de enero de 1456)12. Pero ante las Cortes se mostró ros. Estos «hombres ~.
excesivamente conservador, desplegando por otra parte una conducta con- Dos arzobispo
ciliatoria respecto a los nobles a la que éstos no respondieron. Probablemente reinado, y perman
entendían que aquella bondad escondía únicamente debilidad. Además, los .'0 era de Toledo, sobria
que íntimamente le servían aprovechaban cualquier oportunidad para medrar. Sevilla en 145414. ~o ~
Los últimos grandes que permanecían presos, Diego Manrique, conde de Tre-
viño, y Fernán Álvarez de Toledo, conde de Alba, recobraron la libertad; se 13 Por ejemplo, •
dio la versión de que con ello se respondía a las demandas de los otros gran- = de ennoblecimie
des. El almirante Fadrique pudo regresar a Castilla. Con estas medidas, y con --, págs. 141-143.TaIllDOC'O

11 El cuaderno de 4 de junio de 1455 en Cortes, I1I, págs. 676-700. Fue probablemen- -~ marqués de Villena, Se
te la primera desilusión. No se hizo mucho caso a la demanda de los procuradores. dico, regresó a España
12 José Rius Serna, Regesto ibérico de Calíxto 1I1, tomo 1,Barcelona, 1947, págs. 439-444. zado de Enrique N E

- - - - ---- -----
""r.. ..~- ---

- ----

NOBLEZA Y MONARQUÍA 277

ergar duda de que el la garantía de los privilegios y señoríos, se pensaba establecer una paz inte-
uy importante en el rior. Pero todo se basaba en concesiones.
e mostraba falta de No hubo demasiados cambios en cuanto al gobierno. No parece que el
_ época que daba esca- marqués de Villena aspirara a desempeñar el oficio de ministro universal que
.ón utilizada como tuviera don Álvaro de Luna; el desastrado fin de éste constituía una buena
papel muy impor- lección. Es imposible penetrar en su pensamiento e intenciones, pero su con-
~sus defectos y debi- ducta estuvo orientada a conseguir un incremento en los dominios que había
odas formas, no le llegado a acumular, a fin de que nadie tuviera mayores recursos o resortes de
: .. eficaces, sus prime- poder, pero actuando siempre en forma tal que parecía que nada proyectaba
dro Girón, abusaron sin acuerdo con otros grandes. Se inauguraba, pues, el gobierno de la alta
••Beltrán de la Cueva, nobleza. Enrique IV se sentía en ocasiones dominado por Pacheco, pero su
d demasiado tarde. actitud era recelosa: no se atrevía a resistirle, pero se mostraba muchas veces
molesto por aquella influencia arrolladora. Por eso trataba de buscar en un
~~zas, que se manifesta- grupo de jóvenes, a los que elevó con exceso, una especie de compensación:
_-=- rey se hallaba en una Beltrán de la Cueva, Juan de Valenzuela, Miguel Lucas de Iranzo fueron los
~"-.,;...:;.realizara, le habían principales. L(i)Sgrandes les consideraban simplemente como advenedizos y
~_~ equilibraban las no procuraba poner obstáculos en su ascenso 13. A ellos habría que añadir ellicen-
antiago y Alcán- ciado Andrés de la Cadena, que seguiría prestando servicio con los Reyes
__ ~ ..ceencomendaba su Católicos y el converso Diego Arias Dávila, experto en asuntos económi-
cos. Estos «hombres nuevos» nunca formaron un equipo.
Dos arzobispos desempeñaron papel importante en los comienzos del
reinado, y permanecieron muchos años en la política: Alfonso Carrillo, que
- - ~ ilidad. Además, los lo era de Toledo, sobrino de cardenal, y Alfonso de Fonseca, promovido a
_ zmnidad para medrar. Sevilla en 1454 14
. No perdamos de vista que eran los destinatarios de la bula
rique, conde de Tre-
raron la libertad; se 13 Por ejemplo, Miguel Lucas de Iranzo no pertenecía a la nobleza. Se le otorgaría
~lL..;.'~ de los otros gran- carta de ennoblecimiento el 12 de junio de 1445 a petición del príncipe. Coleaión diplomá-
estas medidas, y con tica, págs. 141-143.Tampoco Juan de Valenzuela,aunque no era hijo de un calderero como
pretende el malicioso Alfonso de Palencia, que ve turbias intimidades en estas relaciones.
14 Alfonso Carrillo era sobrino del cardenal del mismo nombre y tío por otra parte
~Ol~""-OO. Fue probablernen- del marqués de Villena. Se había educado en Roma donde sirvió como protonotario apos-
procuradores. tólico, regresó a España en 1436 y tenía 48 años en el momento en que comenzaba el rei-
na.1947,págs.439-444. nado de Enrique IV F.Esteve Barba, Alfonso Carrillo de Acuña, Barcelona, 1943.
278 LUIS suansz FERNÁNDEZ

-,
del 1 de diciembre de 1453, custodios, en definitiva, de la posible legitimi- Inmediatamente 6- ..._
dad del segundo matrimonio. la pena que nos detens
políticos que se registrar, '"
4. LA IMPOTENCIA.En un principio el programa político de Enri- 1453,es decir.inmediazazoe
que IV parecía indicar un aprovechamiento de cuanto, hasta enton- pachó a Lisboa a su "'"'":'
ces, se había hecho. De este modo se restablecería el orden. Este la catedral de Segovia.p
juicio es válido para la política exterior y para la interior. El nue- niales'". Las modificaciori .•
vo rey procuraba la paz en todas las fronteras, salvo en la de Gra- Lisboa el 22 de ene
nada, repitiendo, punto por punto, la que trazara en 1430 don Álva- dote -los mencionados 1.:;1

ro de Luna: paz con Aragón, pero dejando a los infantes recaudo en las cajas .U.-C.<.~
absolutamente fuera del reino; conservación de las ventajas obte- ría en concepto de
nidas en los mercados exteriores; consolidación de la amistad por- do y un millón y m
tuguesa, llamada a respaldar, si era necesario, cualquier intento de Cámara. Un desembols
perturbación que viniera del horizonte opuesto. La solución del De la dispensa. er; _
problema aragonés fue digna de un gran político. ~abiendo con- de considerar sorprer::
firmado la tregua con Juan 11 cinco días después de su ascensión Segovia, Enrique IY e
al trono, el trabajo emprendido no se interrumpió y, el 8 de octu- según era costumbre .
bre de 1454, el viejo pleito parecía quedar definitivamente zan- ejecución. El rey intTn.-'~
jado. La Corona ganaba, pues se incorporaban a su patrimonio ciencia de dicha nec
los extensos dominios que fueran del duque de Peñafiel y de sus procesos sobre ellas IO.
hermanos -con las mermas terribles que las extensas donacio- mi esposa y legítima
nes provocaran- a cambio de una renta anual de 3.500.000 mara- a doña Juana de POLl~l:
vedís y de otro millón que se repartían el bastardo Alfonso, hijo tratar, hablar y concertar
del rey de Navarra, y el hijo del infante don Enrique, aquel a quien dote y arras y lo a ella za _
iban a llamar Enrique «Fortuna»lS. No hay constancia documen- matrimonio por «palabzass
tal del abono de estas cantidades.

16 Vizconde de San•...•...
15 Los textos del tratado en AGS. Patronato Real, lego 12, fol. 21. Ediciones del mismo 17 Original en AG
en Codoin, XL, págs. 6-8 Y 499-541. El modo como se trató el tema de Atienza me parece otros que se conservan en
significativo de la rectitud de proceder entonces del monarca; tasada en 70.000 florines fue ción en Documentos, 1,pág
adquirida mancomunadarnente por Enrique IV, Girón y Villena. Luego el rey indemnizó a 18 Respecto al texto ,,~
ambos hermanos y se quedó con ella. F Layna Serrano, Historia de la villa de Atienza, mento de 22 de enero ~==
Madrid, 1945, págs. 215-216. Torre do Tombo, gaveta --
- ---- -~ ---- ----

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NOBLEZA Y MONARQUÍA 279

e la posible 1egitimi- Inmediatamente después se celebró la boda con Juana de Portugal. Vale
la pena que nos detengamos en este acontecimiento, clave de los fracasos
políticos que se registran en la segunda parte del reinado. El 23 de agosto de
~<"~-_ ••••.,.,..
•••• político de Enri- 1453,es decir, inmediatamente después de su ascenso al trono, Enrique IV des-
cuanto, hasta enton- pachó a Lisboa a su capellán, Fernán López de Laorden, que era tesorero de
ecería el orden. Este la catedral de Segovia, para modificar y concluir las capitulaciones matrimo-
niales'". Las modificaciones, plasmadas en un nuevo texto que se firmó en
. salvo en la de Gra- Lisboa e122 de enero de 145517 se referían a que doña Juana sería recibida sin
""-"''l'''' en 1430 don Álva- dote -los mencionados cien mil florines de su futuro esposo estaban a buen
do a los infantes recaudo en las cajas fuertes de Medina del Campo- pero, en cambio, recibi-
de las ventajas obte- ría en concepto de arras 20.000 florines de oro, las rentas de la villa de Olme-
- ción de la amistad por- do y un millón y medio de maravedís, cada año, asentado en los libros de la
- _cualquier intento de Cámara. Un desembolso enorme de11ado castellano y ninguno del portugués.
? esto. La solución del De la dispensa, en este primer documento, ni una palabra, 10 que hemos
_ -, ico. Habiendo con- de considerar sorprendente y anormal. Cuando, el 25 de febrero, estando en
ués de su ascensión Segovia, Enrique IV confirmó el documento, tampoco se introdujo en él,
pió y, el 8 de octu- según era costumbre insoslayable, el texto de la concesión pontificia ni de su
íefinitivamente zan- ejecución. El rey introdujo en cambio dos expresiones vagas, que revelan con-
an a su patrimonio ciencia de dicha necesidad: a) que «en virtud de ciertas letras apostólicas y
e Peñafiel y de sus procesos sobre ellas formulados», b) Fernán López de Laorden «recibió por
extensas donacio- mi esposa y legítima mujer por palabras de presente que hacen matrimonio»
e 3.500.000 mara- a doña Juana de Portugal. Pero el mencionado embajador, enviado para «con-
tardo Alfonso, hijo tratar, hablar y concertar cualesquiera cosas acerca del dicho casamiento,
Enrique, aquel a quien dote y arras y lo a ella anejo», no tenía, evidentemente, poderes para celebrar
constancia documen- matrimonio por «palabras de presentea'f.A esta confirmación castellana, que

16 Vizconde de Santarern, Quadro elementar, l , pág. 353.


-: 21. Ediciones del mismo 17 Original en AGS. Patronato Real, lego49, fol. 38. Ha sido publicado, lo mismo que
rema de Atienza me parece otros que se conservar! en el mismo archivo, por don Antonio de la Torre con mi colabora-
LL.'..oilU« en 70.000 florines fue ción en Documentos, 1,págs. 25-41.
ego el rey indemnizó a 18 Respecto al texto de los poderes no hay duda. Además del que se incluye en el docu-
de la villa de Atienza, mento de 22 de enero poseemos el ejemplar que entregó en Lisboa el propio embajador.
Torre do Tombo, gaveta 17, mayo 8, núm. 10, absolutarnenre idéntico.
280 LUIS susnsz FERNÁNDEZ

fue entregada en Portugal antes del 16 de abril, se dio forma solemne y sin- que IV necesi±:¡1
gular de privilegio rodado a fin de incluir columnas de confirmantes que ni rra de Grana
siquiera fueron informados porque la cancillería no necesitaba hacerlo. Pero dejó traslucir ~
quedaba claro que los testigos presentes a dicho acto de firma por el rey
eran Villena, Andrés de la Cadena, Juan de Valenzuela, Alvar GarcÍa, Alvar buscaba ante --
Gómez de Ciudad Real, Diego Arias y nadie más. nando el de_
La boda se celebró en Córdoba en mayo de 1455, y de ella no poseemos concebida
el acta notarial. Sí, en cambio, las relaciones de los tres cronistas que se mues- provocar el c.err'-=4
tran en completo desacuerdo cuando se trata de mencionar el nombre del lizaría un eié
obispo que ofició en la ceremonia. Palencia dice expresamente que no hubo peones, que ~'
dispensa apostólica'". Todos los datos de que disponemos nos obligan a con- la propia caJ!?2~
cluir que no se produjo, por escrito, ejecución de la bula comisoria de 1 de que otorgaba '"'
diciembre de 1453. Lo cual no es obstáculo a que haya podido existir una Cortes que se :.
autorización verbal, subsanable en otra ocasión, máxime si, como afirma Enri- esperaba, lóg'~
quez del Castillo -que escribe después del 63 ya que su primer original se dujesen pé .-
destruyó-, Alfonso de Fonseca intervino en la ceremonia. Una situación por los impues::o:sl
ambigua que tampoco nos resulta extraña; coronaba el cúmulo de confusio-
Para librarse
nes. El arzobispo de Tours, a quien Palencia atribuye el papel de oficiante, se
confiaba en
hallaba en Córdoba por aquellos días para lograr la confirmación de la casi harían desp ,
centenaria alianza entre Castilla y Francia (10 de julio de 1455)20. La novia
ultrapuerto
tenía 16 años y el novio 30. Don Enrique suprimió, en esta oportunidad, la
de Haro, de
bárbara ceremonia de exhibir la sábana nupcial, pero con ello no consiguió
otra cosa que dar pábulo al rumor que circulaba por los pasillos de palacio y
que recoge Diego de Valera: «la reina quedó tan entera como venía».
dina se repitieron co
des y destrucción sist
5. GRANADA.Las Cortes desempeñaban ya un papel importante". Con-
creó un clima adverso
secuente con su papel de restaurador del prestigio del reino, Enri-
espíritu de la caballería -
placencias con el infie
19 Se ha descuidado mucho esta afirmación de Alfonso de Palencia, Crónica de Enri-
reina Juana y de sus carnzs e
que IV, ed. Paz, II, Madrid, 1905, pág. 195. Cierto que su odio a Enrique le hace sospecho-
que verla armada de
so,pero su noticias venían directamente del arzobispo Carrillo, su jefe.
que debe ser un caball _
20 El documento en A.N. París,J-604, fol. 80 bis.
21 Conocemos muy bien el desarrollo de las Cortes gracias al trabajo de César Olive- por un adusto misó
ra, Cortes de Castilla, 1415-1474, Burgos, 1986, que seguimos en sus detalles. de operaciones acarreaba

"
NOBLEZA Y MONARQUÍA 281

- zorma solemne y sin- que IV necesitaba de ellas porque proyectaba reemprender la gue-
ce confirmantes que ni rra de Granada: en Cuéllar, ante los procuradores de las ciudades,
- ecesitaba hacerlo. Pero dejó traslucir que el objetivo final podía ser la eliminación del rei-
ro de firma por el rey
no musulmán. Pero era claro que con esta empresa, larga y dificil, se
Alvar García, Alvar buscaba ante todo el prestigio del soberano, como ya hicieran Fer-
nando el de Antequera y el condestable Luna. La operación estaba
.: - """de ella no poseemos
concebida de modo lógico, como lenta batalla de desgaste para
- cronistas que se mues-
provocar el derrumbamiento del reino musulmán. Para ello se movi-
IC:::::11C1" onar el nombre del
lizaría un ejército casi permanente de tres mil lanzas y veinte mil
tr.--'""1"'C:""'ente
que no hubo
peones, que no diese tregua. Se esperaba sostenerlo con el botín de
~:r:(>s nos obligan a con-
la propia campaña, los subsidios procedentes de la bula de Cruzada
comisoria de 1 de
que otorgaba el Papa sin interrupción, y las ayudas votadas por las
" podido existir una
Cortes que se habían elevado a 31 millones de maravedís al año. Se
" como afirma Enri-
esperaba, lógicamente, que, sin arriesgar grandes batallas que pro-
primer original se
dujesen pérdidas de vidas humanas, el reino de Granada, oprimido
onia. Una situación
por los impuestos y desgarrado por luchas intestinas, se deshiciera.
cúmulo de confusio-
Para librarse de preocupaciones en retaguardia y demostrar cómo
el de oficiante, se
confiaba en la alta nobleza, Enrique IV -como ya hiciera Juan 1 y
nfirmación de la casi
harían después los Reyes Católicos- creó una especie de regencia
1455)20. La novia
ultrapuertos a cuyo frente estaban el arzobispo Carrillo y el conde
~ esta oportunidad, la
de Haro, de la Casa de Velasco.
ello no consiguió
- . ~asillos de palacio y
Durante cuatro años las entradas del ejército castellano en tierra grana-
dina se repitieron con el mismo ritmo, es decir, poca sangre, brillantes alar-
"importante21• Con- des y destrucción sistemática de cosechas. Este modo de hacer la guerra
~- . ·0 del reino, Enri- creó un clima adverso al rey porque los nobles lo consideraban contrario al
espíritu de la caballería y lo atribuían a cobardía, cuando no a secretas com-
placencias con el infiel, cuyas ropas y atuendo empleaba. La presencia de la
reina Juana y de sus damas en la campaña del 57 aumentó el descontento por-
que veda armada de ballesta lanzando una flecha al aire parecía burla de lo
que debe ser un caballero; las jóvenes portuguesas eran tildadas de frivolidad
-,
=bajo de César Olive- por un adusto misógino como era Palencia. Los grandes gastos que este tipo
detalles,
de operaciones acarreaba -sería éste uno de los grandes problemas que
282 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

Fernando el Católico habría de afrontar- suscitaban críticas y censuras.Alfon- No se produjo, r'"


so Carrillo llegó a quejarse de que se estaban malversando los fondos pro- Olmedo. Por otra par.:e -
cedentes del diezmo de Cruzada impuesto al clero. Como luego veremos, la dencia a conducir las -

mala gestión de los asuntos económicos será uno de los argumentos emplea- mas de gobierno, no e

dos durante la guerra civil. De momento basta decir que las primeras serias recursos que en aqu
co tampoco quería cozr
difamaciones contra este desdichado rey se labraron durante la guerra de Gra-
poder «con» los nobles -c-
nada, que fue mal comprendida, incluyendo esa imagen torcida de ser más
mero entre ellos, pe
amigo de musulmanes que de cristianos.
para él era llegar a .1; .
Naturalmente tales argumentos y rumores no eran suficientes para
cutirle esta jefatura.
desencadenar un movimiento de la amplitud que llegaría a alcanzar en los
El marqués de Y-
años 60. Entre 1455 y 1458 se forma un estado de opinión suficiente para
blecer una alianza eo
generar un programa tendente a modificar el sistema de gobierno, dando de noviembre de 14=<- :--
mayor peso en él a esa docena de linajes que constituyen los «grandes» y que pensables para el sostec
se reconocen a sí mismos como oligarquía política a la que incumbe el Pacheco estaba infOlU¡
derecho y el deber de regir, con el rey, los destinos castellanos. Dos denun- todo el partido, es decir
cias se formularon desde la oposición: la primera por el ensalzamiento de rante Enríquez y lo
«hombres nuevos» como Beltrán de la Cueva y, sobre todo, Miguel Lucas de conversaciones con el
Iranzo, nombrado condestable tras cuatro años de vacanté2; la segunda con-
tra el excesivo poder acumulado por el marqués de Villena, de quien se sabía
que estaba intrigando con insistencia para conseguir el maestrazgo de San-
tiag023. Dos oficios que parecían anunciar un retorno a la privanza personal rior; y una reestructnrazzq
Castilla y de Navarra -;.
que ya ejerciera don Álvaro de Luna. Fueron precisamente el arzobispo Carri-
Corona de Aragón- se
llo y el conde de Haro, a quienes Enrique otorgara la regencia, los que enca-
y Alfaro, con grandes E~
bezaron esta protesta de sus colegas.
nó definitivamente
proclamaran rey. Pa
22 La guerra de Granada permitió la promoción de este personaje, que no mostró ambi-
en esta política.
ciones políticas. Su nombramiento de condestable tuvo lugar el 25 de marzo de 1458.Ver
Hechos del condestable Miguel Lucas de lranzo, ed. Carriazo, Madrid, 1940, pág. 3.
23 Enrique IV, como dijimos, había conseguido del Papa una bula que le permitía 24 Para esto empleó
retener la administración de Santiago y Alcántara durante quince años. Negociaba ahora ta, IV,fols. 43-44.
extender este encargo a las encomiendas radicadas en Aragón. Es lo que aprovecha Pache- 25 El acuerdo lleva
co para negociar un acuerdo con Alfonso V tica, págs. 149-151) pero

-- - - -- ----------- ---
NOBLEZA Y MONARQUÍA 283

Oo«--,',-"u'Ll'·cas
y censuras.Alfon- No se produjo, de momento, choque abierto. Pesaba aun la lección de
rsando los fondos pro- Olmedo. Por otra parte en la mayoría de estos linajes predominaba la ten-
omo luego veremos, la dencia a conducir las cosas de un modo más correcto: imponer al rey nor-
argumentos emplea- mas de gobierno, no combatirle. Además era notoria la superioridad de
ue las primeras serias recursos que en aquellos años estaban a la disposición del monarca. Pache-
te la guerra de Gra- co tampoco quería convertirse en émulo del de Luna: aspiraba a ejercer el
n torcida de ser más poder «con» los nobles y no contra ellos; se sentía y manifestaba como el pri-
mero entre ellos, pero al mismo tiempo como uno más. Lo importante

= ,eran suficientes para para él era llegar a disponer de recursos tan amplios que nadie pudiera dis-

:egaría a alcanzar en los cutirle esta jefatura.


El marqués de Villena se adelantó a todos, incluyendo al rey, al esta-
inión suficiente para
blecer una alianza con Alfonso el Magnánimo, que seguía en Nápoles (15
,......._=:.1 de gobierno, dando
de noviembre de 1456f4;manejaba como siempre el tema de las rentas,indis-
- n los «grandes» y que
pensables para el sostenimiento de la política mediterránea. Por este tiempo,
- a la que incumbe el
Pacheco estaba informado de que cinco grandes, una especie de cúpula para
stellanos. Dos denun-
todo el partido, es decir, el conde de Haro, el marqués de Santillana , el almi-
el ensalzamiento de
rante Enríquez y los condes de Alba y de Benavente, mantenían muy activas
o, Miguel Lucas de conversaciones con el arzobispo Carrillo, tratando de hallar una especie de pro-
~·"""'1f"e22;
la segunda con- grama conjunto para el gobierno de la Monarquía. Supo manejar estas noti-
zz.ena de quien se sabía cias con habilidad, induciendo a don Enrique a dos decisiones: un acuerdo
maestrazgo de San- con el rey de Navarra, a fin de separar el partido de cualquier apoyo exte-
la privanza personal rior; y una reestructuración del Consejo, dándole a él el poder. Los reyes de
nre el arzobispo Carri- Castilla y de Navarra -recordemos que este último era lugarteniente en la
~ ncia, los que enea- Corona de Aragón- se entrevistaron, el 20 de mayo de 1457 entre Corella
y Alfaro, con grandes fiestas, signo de reconciliaciórr". Enrique IV abando-
nó definitivamente la causa del Príncipe de Viana a quien los beamonteses
proclamaran rey. Pacheco garantizó a su interlocutor que no habría cambio
p::=mnaj.e, que no mostró ambi-
en esta política.
- de marzo de 1458.Ver
- 9~,pág. 3.
bula que le permitía 24 Para esto empleó los buenos oficios del embajador aragonés, Ferrer de Lanuza, Zuri-
ce años. Negociaba ahora ta, Iv, fols. 43-44.
que aprovecha Pache- 25 El acuerdo lleva esta fecha (AGS. Patronato Real,leg. 12, fol. 48; Colección diplomá-
tica, págs. 149-151) pero es posible que las vistas se celebraran con anterioridad.
284 LUIS susasz FERNÁNDEZ

,1

6. SE NOMBRAUN GOBIERNO.Las vistas de AJfaro habían estado prece- sostener un ejército: ce

didas por un largo viaje del rey por la vieja Castilla y las tierras vascas, encontrado, al parece-

a fin de despertar adhesiones. La Monarquía ganaba en popularidad. adquirió entonces -

Pacheco lo había aprovechado cwnplidarnente para imponer una reor- gas de los partidos. :~

denación del Consejo que parecía responder a los deseos de los gran- IV, a quien los otros -
1

des. Nada de hombres nuevos. La responsabilidad del gobierno del rei- do que para gobe

no pasaba a un equipo queVillena presidía y dominaba, en el que entraban No es fácil pene

los condes de Plasencia y de Alba, el maestre Pedro Girón, el arzobispo última de las gue

de Sevilla,Fonseca y fray Lope Barrientos. Podía, el nuevo ministro, decir permite explicar a.Lg';~T.L.~

que no todos procedían de su facción. Hubo una formal entrega del so Carrillo, que era

poder: el 23 de marzo de 1457, tras recibir unjurarnento de fidelidad, Luego viene el fracas

el rey extendió a estas seis personas su protección especial'". cera fase en las operaed
ta diciembre de 1

El ejercicio del poder real quedaba de esta forma mediatizado das mediante ella, c

La comparación,
gurado porVillena
intentada
en 1457 y el que ejerciera
, .
muchas veces, entre este gobierno
don Alvaro de Luna, es
inau-
Archidona y Gibra'raz,
des desembolsos efec;

errónea: nunca tuvo Pacheco un ascendiente personal sobre el monarca, nobles que aquel era ~-

hacia quien tampoco guardaba la debida lealtad, ni buscaba el fortaleci- al monarca a fumar

miento de su autoridad, antes bien lo contrario. Lo que se inauguraba, en


1457)27, con el de
aquellos momentos, era el gobierno de la alta nobleza representada por
la, conde de Cifuen _
un partido, que ni siquiera la abarcaba completa. Para sostenerse en el poder,
el marqués y su hermano consideraban indispensable seguir creciendo en de Silva". Cuando ~

sus recursos, hasta llegar a un punto en que no fuera posible prescindir de cidos a Madrid para r :

ellos. Por vocación, ambos se inclinaban en favor de la nobleza de la que bién se repartieron p~"" :J
almirante don Fadri
se sentían muy especiales miembros; por deseo, incrementaban los bienes
privados de la familia; por necesidad, intrigaban sin interrupción. Podría- Alba de Aliste (8 de ~~
maba parte del clan
mos decir que, en estas fechas, el programa del marqués de Villena incluía
estos tres puntos: impedir la formación de un partido de grandes distinto los Stúñiga, por su
ga lista que detentahaa, DI
del que él dirigiese; reunir en sus manos tales rentas que le permitieran

27 Colecci6n diplo
26 Documento publicado por Paz y Meliá, El cronista Alfonso de Palencia, Madrid,
28 Ibidem, págs. 15/-1.:
1914, pág. 12. No se menciona expresamente al marqués. Por consiguiente, no se trata de
29 Ibidem, págs. 2
una Liga que dichos grandes constituyeran con Pacheco. La fidelidad se dirige al rey.
-- - -~-. -.-

NOBLEZA Y MONARQUÍA 285

-riro habían estado prece- sostener un ejército; cerrar el camino a los hombres nuevos que habían
Casulla y las tierras vascas, encontrado, al parecer, el afecto del monarca por su lealtad. La política
. ganaba en popularidad. adquirió entonces todos los tintes que corresponden a las luchas e intri-
para imponer una reor- gas de los partidos, y esto perjudicaba seriamente el prestigio de Enrique
a los deseos de los gran- IV, a quien los otros nobles consideraban más adecuado para ser goberna-
-=-61ddel gobierno del rei- do que para gobernar.
'~rrmllb~enelqueentraban No es fácil penetrar hasta el fondo último de las raíces que explican la
edro Girón, el arzobispo última de las guerras civiles del siglo XV; sin duda esta fecha de 1458 nos
-- el nuevo ministro, decir permite explicar algunas cosas. La primera de todas, la decepción de Alfon-
-una formal entrega del so Carrillo, que era despojado de un poder que poco antes se le reconocía.
-,=uramentode fidelidad, Luego viene el fracaso de la guerra de Granada; tras una decepcionante ter-
- -ón especial". cera fase en las operaciones, fue suspendida -aunque Enrique IV retuvo has-
ta diciembre de 1469 sus esperanzas de reanudarla- y las ganancias logra-
mediatizado das mediante ella, con la conquista de Estepona y]imena, a las que seguirían
e te gobierno inau- Archidona y Gibraltar, no parecían suficiente compensación para los gran-
~ÁJvaro de Luna, es des desembolsos efectuados. Para asegurarse en el poder y garantizar a los

nal sobre el monarca , nobles que aquel era su gobierno y no el de ningún valido, Pacheco indujo
.......::uscaba el forta1eci- al monarca a firmar pactos de garantía y seguridad con los linajes más impor-
ue se inauguraba, en tantes: conocemos acuerdos con el conde de Benavente (29 de mayo de
reza representada por 1457)27, con el de Haro (3 de febrero de 1458)28, con Pedro López de Aya-
srenerse en el poder, la, conde de Cifuentes (8 de octubre de 1458), Luis de la Cerda y Arias Gómez
e eguir creciendo en de Silva29. Cuando murió el marqués de Santillana sus hijos fueron condu-
~osib1e prescindir de cidos a Madrid para prestar juramento de fidelidad (octubre de 1459). Tam-
, nobleza de la que bién se repartieron premios que tendían a buscar adhesiones: un hermano del
zre entaban los bienes almirante don Fadrique, de nombre Enrique Enríquez, fue creado conde de
zerrupción Podría- Alba de Aliste (8 de octubre de 1459); Lorenzo Suárez de Figueroa, que for-
\ I

~ués de Villena incluía maba parte del clan mendocino, vio elevado a condado su señorío de Feria;
e grandes distinto los Stúñiga, por su parte, pudieron sumar el condado de Miranda a la ya lar-
-- - ue le permitieran ga lista que detentaban. Esta ampliación de la primera nobleza era un precio

.- _: - de Palencia, Madrid 27 Colección diplomática, págs. 151-153 .


" ente, no se trata de
'
28 Ibidem, págs. 157-159.
....•....•
=-...;:..a-u·
se dirige al rey. 29 Ibidem, págs. 206-209 .
286 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

que Pacheco consideraba conveniente pagar a cambio de reducir los pode- ser frontero en Jaén.
res fácticos del rey y evitar la consolidación de una oligarquía que pudiera ble, en este pequeño r!_.
31
hacerle frente. trando su fidelidad •

Reduciendo al rey al nivel de los jefes de partido, Pacheco arrebataba a


la Monarquía su carácter arbitral, quebrantó la disciplina, basada en el respe- 7. LA HERENCL'. llE
I

to a la persona del soberano y, a lo sumo, consiguió sustituir a unos enemi- hacia 1458, e:.~\
gos por otros, más peligrosos.Valga el ejemplo de Murcia, desgarrada, como voluntad del ~_
sabemos, por las querellas entre dos vástagos de la Casa de Fajardo, el ade- la confianza
lantado, Pedro, y su primo, Alfonso, alcaide de Larca, a quien sus terribles
hazañas de guerra aureolaban con la fama de un gran capitán y que, después
de la victoria de los Alporchones, había conseguido crearse un poder arbi-
trario sobre el reino, valiéndose de mercenarios musulmanes. Pacheco arras- monio de
tró al rey a una alianza con Pedro Pacheco", pero la intervención de la Coro-
na, que sirvió, en efecto, para barrer al alcaide de Larca (agosto de 1458),
muerto al poco tiempo, no permitió un retorno a la obediencia del poder
real. Sin oposición, el adelantado gobernaría Murcia como si se tratara de
un poder independiente.
Ejemplo distinto, si bien no menos significativo, es el de Miguel Lucas
de Iranzo, uno de los jóvenes miembros de la pequeña nobleza que, patroci-
nado por fray Lope de Barrientos, llegó a disfrutar de la amistad y confian-
za del rey. Cuando recibió la espada de condestable (25 de marzo de 1458)
muchos creyeron que se trataba de un nuevo don Álvaro de Luna; se rumo-
reaba en la Corte que el monarca proyectaba convertirle en maestre de San-
tiago. Para Pacheco fue casi un juego de niños hacerle caer: en julio del mis-
Santillana,y •..•
mo año fue reducido a prisión, de la que huyó en el siguiente mes de mayo,
refugiándose en Aragón. Regresó a Cuenca, donde Barrientos ceñía la
mitra, renunció en adelante a sus ambiciones políticas y se conformó con
en escena a las tropas - ~
gando al bastardo a
30 Las acciones de Fajardo el Bravo afectaban a algunas de lasposesiones del propio Pache-
co. Por eso éste había estrechado una alianza con el adelantado. Sin embargo, Enrique IV se
resistió cierto tiempo y sólo el9 de febrero de 1457, durante el viaje que precedió a la entre- 31 Hechos del co~ f1I
ga del poder al marqués, otorgó a Pedro Fajardo los plenos poderes que le solicitaban. J. Torres 32 Palencia, 1,pág. ]
Fontes, Fajardo el Bravo, págs. 47-72 Y Don Pedro Fajardo, págs. 70-82. 33 F.Layna Serrano. ,-

~ -
- -- ----
NOBLEZA Y MONARQUÍA 287

~o de reducir los pode- ser frontero en ]aén, montando la guardia, siempre con título de condesta-
o .garquia que pudiera ble, en este pequeño rincón de la frontera de Granada donde seguiría mos-
trando su fidelidad":
- . Pacheco arrebataba a
fG:::bé1a, basada en el respe- 7. LA HERENCIADE DON ÁLVARü Son muy claras las muestras de que,
sustituir a unos enerni- hacia 1458, el marqués de Villena no tenía competidor posible en la
- nrcia, desgarrada, como voluntad del rey; sin embargo eran el miedo y la debilidad, más que
de Fajardo, el ade- la confianza, las que ligaban a Enrique IV con este verdadero primer
a quien sus terribles ministro. Ahora Pacheco, sin olvidar en modo alguno su apetencia
pitán y que, después por el maestrazgo de Santiago, preparaba ya un golpe maestro que
crearse un poder arbi- redondease su poder: adueñarse de lo que aún quedaba del patri-
e.manes. Pacheco arras- monio de don Álvaro de Luna. Alfonso de Palencia, dotado de plu-
---=ervención de la Coro- ma muy viva, casi se convierte en novelista cuando narra la azarosa
Tea (agosto de 1458), historia de la herencia de aquel valido, ahora en manos de su viu-
- obediencia del poder da32. Fallecido prematuramente el primogénito, su rico patrimonio,
omo si se tratara de que incluída el condado de San Esteban de Gormaz, Soria, Montal-

bán y, sobre todo, el Infantado de Guadalajara, pasaba a manos de su
es el de Miguel Lucas hija María, menor de edad. El marqués de Villena decidió casar a su
obleza que, patroci- hijo Diego con esta muchacha, tomando para él la herencia; pero la
=-= :a amistad y confían- abuela,]uana Pimentel, su férrea tutora, de cuyo coraje tenemos noti-
~- de marzo de 1458) cia, sostenida por un bastardo de su marido,]uan de Luna, de quien
de Luna; se rumo- las malas lenguas decían que era su amante, había decidido otra cosa.
A en maestre de San- El 21 de marzo de 1459, desafiando la cólera del valido, firmó un
er: en julio del mis- acuerdo matrimonial con Diego Hurtado de Mendoza, marqués de
_uiente mes de mayo, Santillana, y prometió la mano de María al primogénito de éste, Íñig033.
,.::= Barrientos ceñía la
.- se conformó con Villena no vaciló. Presentó el caso como desobediencia al rey, hizo entrar
en escena a las tropas de éste, se apoderó de San Esteban de Gormaz, obli-
gando al bastardo a exiliarse, y se llevó, presas, a la abuela y a la nieta al fuer-
iones del propio Pache-
embargo, Enrique IV se
e precedió a la entre- 31 Hechos del condestable, págs. 19-31.
~ e le solicitaban-J Torres 32 Palencia, 1,pág. 296.
33 E Layna Serrano, Guada/ajara y sus Mendoza, Il, pág. 111.
288 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

te castillo de Arenas de San Pedro, confiando sin duda en que, bajo oportu- Los procuradores -
nas presiones,lograría vencer la resistencia de ambas. Juana Pimentel no había poderosa en el mun
perdido ni un ápice de su temple. La violencia ejercida en este caso produ- jas: la claudicación
jo escándalo y sacudió los nervios de la alta nobleza castellana. ¿Quién podía ban mal. Cuando se
sentirse seguro en tales condiciones? Ejemplos como éste bastaban para jus-
tificar recelos, confusión y desconfianza, los cuales se amalgamaron para dernos que conocemos i.AII

provocar la guerra civil. Aunque no estalla hasta 1464 había razones sufi- nadie hacía caso ".
cientes desde mucho antes.
En la marcha hacia la guerra civil es importante sopesar todos los facto- inmediatamente; a
res, incluso los que afectan a la moral personal, para no equivocarnos en los se había tomado e
juicios. El primer hecho visible es que la política parecía diluirse en batallas
privadas y pleitos entre linajes, llenos de egoísmo. Cundía la inmoralidad y
el rey alardeaba entonces de «pendencia de amores» con Guiomar de Cas- establecido, pese a
tro, una bellísima portuguesa que hubo de ser violentamente expulsada de la .l. ermitía al segundo '-
Corte por la reina". Nadie parecía entonces librarse de difamaciones y calum- ue ver con la gu

nias, ni siquiera la propia doña Juana. Intervenían también


• otros aspectos vuda en la obtenci I

sórdidos, como las ambiciones defraudadas de Carrillo y Fonseca que, apar- o a la guerra con
tados del poder, se consideraban víctimas de ingratitud. También entraba en e enviado a la Pe~~

juego el temor creciente de los poderosos: ¿serían despojados un día de sus personaje con el rey :~

bienes, como ahora estaba sucediendo con otros cuando se presentasen sig- El marqués de

nos de debilidad? Había siempre una turbia agitación de codiciosos que espe- te en el poder como :~

raban que se revolviesen las aguas para pescar en ellas. Pero nos engañaría- nánimo.juan Il, aho

mos si creyésemos que sólo esto entraba en juego. Intereses más nobles y tenía que atender cm:~_

más amplios coincidieron también para hacer que la Liga, algo más que un -egociaciones con él.

partido, pudiera disponer de una plataforma de apoyo, proporcionándose a Convenía ase

sí misma resortes de propaganda de corte moderno. No podemos olvidar que, ae acudir a los ~~

al fundirse, todos estos factores coincidían en proporcionar la imagen única


- ~ segundo ma .
del mal gobierno.
modo indirecto .-~

34 El doctor Marañón ha estudiado el tema: es frecuente, en individuos con impoten-


cia parcial, esta inclinación al alarde amoroso como una muestra de que se consideran, de 35 Cortes, ID, págs, -20 -

algún modo, normales. Distinto hubiera sido el dato si de estas relaciones hubieran nacido La bula de
bastardos. La propia Guiomar declaró más adelante que el rey no podía.

--- -- - ---- ~-
NOBLEZA Y MONARQUÍA 289

en que, bajo oportu- Los procuradores de las ciudades, que representaban esa otra oligarquía
zs. nana Pimentel no había poderosa en el mundo de las operaciones mercantiles, formulaban dos que-
_ - .da en este caso produ- jas: la claudicación de las Cortes y el aumento de los tributos, que se cobra-
ellana. ¿Quién podía ban mal. Cuando se las convocó, el 22 de octubre de 1457, desde la Corte
o éste bastaban para jus- se indicaron a las ciudades los nombres de los que convenía elegir. Los cua-
~ se amalgamaron para dernos que conocemos nos dan la impresión de formularias quejas a las que
había razones sufi- nadie hacía caso". EllO de abril de 1458 se comunicó al reino la percep-
ción de un nuevo servicio de setenta y dos millones, que iba a ser percibido
""? sopesar todos los facto- inmediatamente; aunque se dijo que lo habían votado las Cortes, la decisión
o equivocarnos en los se había tomado en un pequeño conciliábulo del marqués de Villena con el
'a diluirse en batallas arzobispo de Sevilla y el contador Diego Arias Dávila. La opresión econó-
eundía la inmoralidad y mica se hacía sentir también sobre el clero. Entre Pío II y Enrique IV se había
on Guiomar de Cas- establecido, pese a las protestas de Carrillo, una estrecha alianza: el primero
ente expulsada de la permitía al segundo utilizar las rentas de Cruzada en fines que nada tenían
- difamaciones y calum- que ver con la guerra contra el Islanr": el segundo, en cambio, prestaba su
~ también otros aspectos ayuda en la obtención de un fuerte subsidio de cien mil florines con desti-
~O y Fonseca que, apar- no a la guerra contra los turcos.". Para llevar a cabo esta segunda operación
También entraba en fue enviado a la Península el colector Antonio de Veneris; la amistad de este
ojados un día de sus personaje con el rey llegaría a ser un factor decisivo.
~ o se presentasen sig- El marqués de Villena, al comenzar el año 1459, se sentía bastante fuer-
codiciosos que espe- te en el poder como para destruir a sus enemigos. Muerto Alfonso el Mag-
= s. Pero nos engañaría- nánimo,Juan II, ahora rey de Aragón, superviviente único de los «infantes»,
eres es más nobles y tenía que atender con prudencia a los negocios de su reino.Villena entró en
algo más que un negociaciones con él, usando su calidad de ministro prácticamente univer-
_ .:0. proporcionándose a sal. Convenía asegurar la paz entre las dos coronas y, para ello, nada mejor
- -O odemos olvidar que que acudir a los matrimonios: por primera vez se habló entonces de casa-
\ '
:: - ionar la imagen única miento entre dos niños, Isabel, la hermana de Enrique IV, y Fernando, hijo
del segundo matrimonio de Juan y nieto, por su madre, del almirante. Era
un modo indirecto de apartar a este último de las intrigas que se adivinaban.

individuos con impoten-


de que se consideran, de 35 Cortes, I1I, págs. 729-730.
-,
ciones hubieran nacido 36 La bula de 30 de noviembre de 1458, Colección diplomática, págs. 209-210.
- - podía. 37 L. Serrano, Los Reyes Católicos y la ciudad de Burgos, Madrid, 1943, págs. 36-39.
290 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

Pues de hecho, en el verano de 1459, el conde de Alba de Tormes y el arzo-


bispo Carrillo invitaron al marqués de Santillana, al conde de Arcos " y tal vez
a otros grandes para estudiar el tema de cómo cambiar el gobierno.Villena
repitió el golpe que diera en San Esteban de Gormaz. Investido de autori-
A las primeras ilU~
dad como representante del rey hizo ocupar Guadalajara, cambiando el gobier-
miento; había lle
no de la ciudad y obligó al marqués de Santillana y a su hermano a recluir-
- ombros de Enri
se en la fortaleza, para ellos segura, de Hita (marzo de 1460).
piel «mal gobiern
.ones de éste con F~
8. DE NUEVO LA LIGA. Los sucesos, a partir de este momento, rodaron
a gran velocidad. Ante la agresión contra los Mendoza, los otros
zantes mercedes, e
grandes se asustaron.Ya no se trataba de una cuestión privada sino de
, y Briones4C- d
un asunto de gobierno, del que el propio rey se hacía responsable
znodo los nobles, cuac
con su firma. Ahora Alfonso Carrillo, en calidad de primado de Espa- ienes de los infantes .--
ña, invitó a los principales miembros de la alta nobleza a una entre- .05 que el marqués .-
vista secreta en su casa de Alcalá de Henares (mar~o de 1460). El ,os. La duplici
objeto a tratar era «el bien del reino», expresión que encontramos en afirmando que
otros movimientos semejantes en Francia e Inglaterra por estos mis- ;_ por tanto, estaba cec••
mos años. En otras palabras, cómo cambiar el gobierno modificando
la composición del Consejo. El resultado fue una Liga en la que fir-
maron, además de Carrillo, Alba, Santillana y el almirante, los condes
de Haro, de Benavente, de Plasencia y de Alba de Liste. No era nece-
sario decir que con los Manrique " o los Quiñones se podía contar.
El plan consistía en que se hiciese entrega ya del Principado de Astu-
rias al infante don Alfonso, que en diciembre cumplía siete años, lo
que venía a significar el desdoblamiento efectivo del poder real en

38 El conde de Arcos denunció el trato del al rey. Carta de Enrique Iv, 10 julio 1459, !'

Coleaién diplomática, pág. 210. oe Luna (julio de 1


..:
39 Un escándalo familiar había encrespado a los Manrique: la viuda de Diego, conde
de Treviño, quería retener la tutoría de su hijo Pedro aunque se había amancebado con el
conde de Miranda. Ahora Rodrigo Manrique reclamaba para sí la tutela de su sobrino.
]. Torres Fontes, Estudio sobre la Crónica de Enrique IV del doctor GaUndez de Carvajal, Madrid,
1946, págs.146-149.
---~--

NOBLEZA Y MONARQUÍA 291

dos niveles, el del rey y el del sucesor, ambos asistidos, o sustituidos,


-- "- e Tormes y el arzo-
¡c...:._u~u.u;. de Arcos38 y tal vez
por sus respectivos equipos. E14 de abril, con sorpresa de muchos,Juan
II envió desde Aragón su compromiso también en este programa.
~-: ..,=:...-~~ el gobierno. Villena
. Investido de autori-
A las primeras noticias, Pacheco comprendió la importancia del movi-
••.•.•.
....,..,"-cambiandoel gobier-
miento; había llegado la hora de cambiar de bando, arrojando sobre los
su hermano a recluir-
hombros de Enrique IV y de los otros consejeros las responsabilidades de
aquel «mal gobierno». Su parentesco con Alfonso Carrillo y las malas rela-
ciones de éste con Fonseca le prestaron buen servicio. Comenzó haciendo
momento, rodaron
que su hermano Pedro Girón -que acababa de obtener de Enrique IV impor-
, s Mendoza, los otros
tantes mercedes, entre otras Santibáñez de Valdesgueva, Olvera, Gumiel de
estión privada sino de
Izán y Briones40- estampara su firma en el documento de la Liga. De este
_. e hacía responsable
modo los nobles, cuando se comprometieron con Juan II a la restitución de
e primado de Espa-
bienes de los infantes de Aragón, dejaron bien claro que ésta no afectaría a
nobleza a una entre-
los que el marqués y el maestre de Calatrava detentaban, pues eran de los
suyos. La duplicidad de Pacheco no debe sorprendemos demasiado: él esta-
ba afirmando que le movía, en todo caso, el interés por la primera nobleza
y, por tanto, estaba decidido a acomodarse a lo que la mayoría, dentro de
ésta,juzgara conveniente. Juan II de Aragón, que firmó el 5 de octubre de este
mismo año, veía en la Liga un instrumento para alinear a Castilla en el blo-
que de alianzas contra Francia que venía proyectando 41.

De este modo, con habilidad suprema, el marqués de Villena conseguía


que un movimiento provocado por las violencias y arbitrariedades de un
Consejo por él gobernado se convirtiera en instrumento a su favor. Juana
Pimentel aprovechó cumplidamente la ocasión. Con todo sigilo, burlando la
estrecha vigilancia, hizo venir al primogénito de los Mendoza al castillo de
Arenas. Trepó hasta la cámara de la condesa por una escala de cuerda y, pared
por medio de sus enemigos, celebró y consumó el matrimonio con María
de Luna (julio de 1460). Esta aventura que tiene más de política que de román-
_ viuda de Diego, conde tica, tuvo importancia singular para el futuro de Castilla ya que fundió la Casa
ía amancebado con el
la tutela de su sobrino.
40 F.R. Uhagón, Órdenes Militares, Madrid, 1898, pág. 57.
Ii' (;¿;!liÚ2: de Carvajal, Madrid,
41 J. Vicens, Monarquía y revolucién, pág. 198.
292 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

de Luna en la de Mendoza elevando a ésta al mayor poder en la Castilla del -,


sobre el soberano aIA;:~:J
siglo xv. Es bien significativo que de los tres señoríos de la Casa, el Infanta- pedirla. Cuando el P:::-
do figure en adelante en primer lugar; no 10 es menos que, desde 1463, habien- en libertad el 25 de i¿._
do acogido en sus filas a Beltrán de la Cueva, fuesen ellos los que encabeza- Castilla reforzando coa
sen una opinión tendente al restablecimiento de la autoridad monárquica, la darles en la defensa .
más directamente conectada con el que fuera proyecto de don Álvaro de Navarra.
Luna. De momento, el matrimonio despertó un odio feroz entre Pacheco y Villena explicó
Mendoza, que ya no iba a extinguirse. Sería prácticamente imposible que tarse a una guerra
militasen en el mismo bando. El marqués de Villena trató de resarcirse de la Reunidos en Yepes,
maniobra apoderándose de Montalbán, que retuvo. Su nieto, Diego, casaría de cuatro puntos. 0'''::=
más tarde con otra nieta del condestable, justificándose así la usurpación 42.
restablecimiento
Ahora Villena jugaba a dos bandas, pasando aviso a sus amigos de cuan- los despojos come .
to se discutía en las habitaciones reales. Dice el cronista oficial, Diego Enrí- a quienes se responsan
quez del Castillo, que cuando Enrique IV recibió, a través de Fonseca, noti- príncipe heredero; y -
cia de que Juan II se hallaba en íntima alianza con la Liga, experimentó un za. Era ya un pro
violento ataque de cólera; se sentía, con razón, traicionado. Entonces, por que necesitaba ganar=_
medio de mensajeros y procuradores propios, contactó con el Príncipe de les, siguió el consejo C=~
Viana, su amigo de otro tiempo, proponiéndole que fuese él, y no Fernan- en ésta cierta Iegirimid
do, quien casase con la infanta Isabel, matrimonio para esta última más ven- nobles, por su parte. ~
tajoso porque le permitiría ser reina en Navarra y Aragón. Carlos de Viana hermanos volvían a -~
aceptó. Pacheco pasó la noticia y de este modo el almirante Enríquez pudo momento procedi
avisar a su yerno de la traición que su heredero fraguaba. Consecuencia: el 2 Mientras Enriq~ ~
de diciembre de 1460 Carlos fue preso. hizo dueño de Laguar
Un motivo para la guerra entre reinos. Los barceloneses no aceptaron la gando de este modo ~
prisión del príncipe y se dirigieron al rey de Castilla para que les ayudase. co y Girón convo
Enrique Iv, en un momento cíclico de euforia, comenzó a levantar tropas. deza, en un lugar siruade ~
La primera carta que envió a Cataluña, firme y mesurada al mismo tiempo, tenían el respaldo
refiriéndose a las tradicionales libertades de aquel Principado, atrajo el bene- almirante, Santillana. ¿ s:
plácito de quienes no le conocían. El cerebro del marqués de Villena traba- Rodrigo e Íñigo, y Pe~
jó a velocidad increíble: nada temía tanto como una victoria de Enrique IV guno pretendía, ve~
sólo fijar condiciones '?
42 El 24 de diciembre de 1461 Enrique IV suscribirá el pergamino de donación de
Montalbán, Colecci6n diplomática, págs. 226-234.

--~--~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~==~~~~~~
-~ -- - - - -- - -

NOBLEZA Y MONARQUÍA 293

oder en la Castilla del sobre el soberano aragonés; no estaba dispuesto a regatear medios para im-
de la Casa, el Infanta- pedirla. Cuando el Príncipe de Viana, ante las presiones ejercidas, fue puesto
e,desde 1463,habien- en libertad el 25 de febrero de 1461, se volvió agradecido a su primo de
e os los que encabeza- Castilla reforzando con él su alianza. Enrique IV prometió a los catalanes ayu-
oridad monárquica, la darles en la defensa de su status y a Carlos en la recuperación de su reino de
o de don Álvaro de Navarra.
eroz entre Pacheco y Villena explicó entonces al rey que no estaba en condiciones de enfren-
~"i1camente imposible que tarse a una guerra de dos frentes; y dos habría si la Liga seguía su marcha.
trató de resarcirse de la Reunidos en Yepes, los «grandes» habían elaborado finalmente un programa
u nieto, Diego, casaría de cuatro puntos, que Diego de Quiñones se encargó de presentar al rey:
-o e así la usurpación'". restablecimiento de la justicia que estaba quebrantada, significándose con
a sus amigos de cuan- los despojos cometidos con otros nobles; sustitución de los malos consejeros
pl::llSta oficial, Diego Enrí- a quienes se responsabilizaba; reconocimiento oficial del infante Alfonso como
rés de Fonseca, noti- príncipe heredero; y conservación de privilegios y preeminencias de la noble-
Liga, experimentó un za. Era ya un programa político. Enrique IV, convencido probablemente de
rionado. Entonces, por que necesitaba ganar tiempo para volcar sus recursos en los reinos orienta-
F'-'..o.d~.•..,ó con el Príncipe de les, siguió el consejo de Villena y aceptó negociar con la Liga, reconociendo
_~ : ese él, y no Fernan- en ésta cierta legitimidad. Para negociar dio al marqués plenos poderes. Los
:'_ esta última más ven- nobles, por su parte, los otorgaron a don Pedro Girón. De modo que los dos
_.>.-"d.gÓn.
Carlos de Viana hermanos volvían a tener en sus manos los resortes del poder'". En ningún
.ob:ll!dLllteEnríquez pudo momento procedieron solos.
J..L:","""cua.. Consecuencia: el 2 Mientras Enrique IV realizaba una brillante operación en Navarra --se
hizo dueño de Laguardia, Los Arcos, San Vicente de Sonsierra yViana- obli-
eses no aceptaron la gando de este modo aJuan II a procurar una reconciliación con su hijo, Pache-
~ara que les ayudase. co y Girón convocaban una junta de los principales miembros de la gran-
menzó a levantar tropas. deza, en un lugar situado entre Sepúlveda y Buitrago. Quedaba entendido que
""~'C"'",..,.da
al mismo tiempo, tenían el respaldo de los otros nobles. Participaron en la reunión Carrillo, el
ipado, atrajo el bene- almirante, Santillana, el primogénito del conde de Haro, tres Manrique, Pedro,
ués de Villena traba- Rodrigo e Íñigo, y Pedro González de Mendoza, obispo de Calahorra. Nin-
. oria de Enrique IV guno pretendía, verdaderamente, defender a la persona de Enrique IV sino tan
sólo fijar condiciones para el gobierno de la Monarquía en años venideros.

H Coleaión diplomática, págs. 225-226.


294 LUIS susnsz FERNÁNDEZ

Los partidarios de Juan Il, es decir el arzobispo y el almirante, temían que


un acuerdo prematuro dejara al soberano aragonés desprotegido. Los Men-
doza y los Velasco no se fiaban de Pacheco. Sin embargo, al término de las bra.De este
conversaciones se había dado un paso decisivo: los Mendoza, a cambio de la Alfonso, qu .
restitución de bienes en Guadalajara, 10 que significaba integridad para sus a la Liga, buso-·;J4
poderosos dominios, volvieron a la obediencia del rey para ser, en adelante,
como dice el doctor Galíndez de Carvajal, «firmes, constantes, leales servi-
dores». Éste fue, probablemente, el trabajo de Beltrán de la Cueva que, por
su matrimonio con una hija del marqués de Santillana, había venido a inte- II
que se mante:::!C::;i
grarse en el poderoso clan. Para Pacheco una mala baza. quico por los
Los grandes de la Liga volvieron a Yepes. Mantenían el programa que el «bien del
presentaran por medio de Quiñones.Villena volvió al lado del rey sosteniendo
que había logrado éxito en su negociación. Hubo un plazo de respiro, de abril y, sin embargo . .;--
a julio de 1461. Se necesitaba para, a espaldas de Enrique IV, dar cuenta al gaste de la figura y
monarca aragonés de 10 que se tramaba y obtener de él un respaldo. Para la que con los Men
ello viajaron a Zaragoza primero Rodrigo Manrique, conde de Paredes de tocracia convenía cons
Nava, y luego Pedro Girón.Juan Ilno quiso fiarse de los dos peligrosos her-
Girón, sobre todo, <C>F='1
manos y por ello entregó sus poderes de Carrillo, al almirante y a Rodrigo vas ganancias. Enriq
Manrique (mayo de 1461) designándoles de este modo como portavoces b1es para enderezar la
del «partido aragonés». Una vez que tuvo noticia de todo esto, Pacheco comu- ciara en 1420, la noblez
nicó al rey que la paz con la Liga podía firmarse si se daba a Carrillo un categorías. Mendoza.Vi
puesto en el Consejo, sustituyendo a Fonseca que debía ir, en buena hora, a Cerda, Manrique, O
ocuparse de su arzobispado. Aunque Fonseca trató de resistirse, mostrando al b1e discusión; presumíar;
rey que todo era un engaño, Enrique IV no quiso atenderle. Hay un matiz tar leyendas. Para hac
psicológico que no debe olvidarse. El monarca castellano procuraba escoger los Pacheco rescataro
siempre los caminos de la paz.

frutos de su labor de coz


9. EL DESGASTE
DELREY.Si me he demorado tanto en explicar las cir- villas de Fuenteovej
cunstancias que condujeron a la firma de la paz con la Liga, el 26 de jurisdicción. Su inten --
agosto de 1461, es porque otorgo a este documento una gran importan- pertenecientes a su p~v.:-,
cia.Un factor decisivo había tenido lugar: la reina Juana esperaba des- hal, que permutara p
cendencia. La concepción había tenido que producirse a fines de mayo dehesas de la baja An
o principios de junio, estando ella en Aranda y el rey en la campaña dos, Alfonso Téllez G;~-

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NOBLEZA Y MONARQUÍA 295

¿ almirante, temían que de Navarra, pero al llegar el mes de agosto no existía duda en cuanto
rotegido. Los Men- al nacimiento de un vástago, que se ignoraba si fuese varón o hem-
argo, al término de las bra. De este modo el capítulo central del acuerdo, reconocimiento de
daza, a cambio de la Alfonso, quedaba en suspenso hasta nuevo aviso. La entrega del poder
:I-..:.:--'-<lUa integridad para sus a la Liga, buscando un respaldo que ahora el rey necesitaba más que
- ~ para ser, en adelante, nunca, marca un hito en la Historia de Castilla. Los nobles podrían,
onstantes, leales servi- en adelante, intervenir en el nombramiento de los miembros del Con-
in de la Cueva que, por sejo y en las decisiones que desde él habrían de tomarse, una línea
Oo....-~o1-, había venido a inte- que se mantendrá incluso después de la consolidación del poder monár-
-caza,
quico por los Reyes Católicos. Los grandes podían sentirse satisfechos:
zzenían el programa que el «bien del reino», tal y como ellos lo entendían, se había alcanzado.
o del rey sosteniendo
.:-tazo de respiro, de abril y, sin embargo, desde el 26 de agosto de 1461 asistimos a un lento des-
~ - zrique Iv, dar cuenta al gaste de la figura y poder de Enrique IV Lenta agonía entre dos tendencias,
e él un respaldo. Para la que con los Mendoza pensaban que era suficiente y que a la propia aris-
e, conde de Paredes de tocracia convenía conservar el poder de la Corona, y la que, con Pacheco y
--Z 'os dos peligrosos her- Girón, sobre todo, aspiraba a seguir aprovechando la oportunidad para nue-
"- almirante y a Rodriga vas ganancias. Enrique IV carecía de las condiciones biológicas indispensa-
o como portavoces bles para enderezar la situación. En 1461, terminando el proceso que se ini-
esto, Pacheco comu- ciara en 1420, la nobleza se hallaba ya asentada de modo estable en dos
se daba a Carrillo un categorías. Mendoza,Velasco, Enríquez, Pimentel, Guzmán, Ponce de León,
..- -
- , ir, en buena hora, a
Cerda, Manrique, Osario y Pacheco se consideraban como «grandes» sin posi-
esi tirse, mostrando al ble discusión; presumían de antigüedad, aunque para ello tuviesen que inven-
erle. Hay un matiz tar leyendas. Para hacerla más notoria los Manrique se llamaban «de Lara» y
0 procuraba
•.••.•...
--"-
.••. escoger los Pacheco rescataron el apellido Téllez de honda raigambre palentina.
De una manera especial Pedro Girón, maestre de Calatrava, recogió los
frutos de su labor de concordia. El 6 de julio de 1461 le fueron entregadas las
• en explicar las cir- villas de Fuenteovejuna y Belmez, despojando a la ciudad de Córdoba de su
con la Liga, el 26 de jurisdicción. Su intención era cambiar estas villas por las de Osuna y Cazalla,
~e:::::o una gran importan- pertenecientes a su propia Orden, a fin de crear con ellas, más Marón y Ara-
Juana esperaba des- hal, que permutara previamente con el maestre de Alcántara en las amplias
,,~-..~rncirse a fines de mayo
dehesas de la baja Andalucía, un señorío fuerte para el mayor de sus bastar-
el rey en la campaña dos, Alfonso Téllez Girón -había otros dos, llamados Juan y Rodriga- todos
296 LUIS susaaz FERNÁNDEZ

-,
los cuales habían sido legitimidados en virtud de una bula papal. Así nació la nia deljuramento CL~
Casa de Osuna. Las tenaces resistencias que el maestre encontró sirvieron tan qués de Villena, y o
sólo para que no pudiera darse cumplimiento a este plan hasta 1464. que se conservan, p--
Dos acontecimientos, a los que nos hemos referido, introdujeron cam- la niña Juana tuviese -
bios muy profundos en la situación: el estallido de la revuelta catalana, antes condición de que A'f
incluso de que pudieran estudiarse las compensaciones que al rey de Aragón de que las mujeres ~
se ofrecieran en el pacto del 26 de agosto, y la aparición de una heredera en de Urraca era nega .
Castilla. El 22 de julio de 1461 se había producido un relevo en el trono de habían limitado a cr~
Francia al suceder Luis XI a Carlos VII; la alianza franco-castellana, que duran- vamente.
te un siglo fuera eje ordenador de la política exterior de los Trastámara, expe- Con ocasión de . -c - ..-

rimentó un eclipse. El 23 de setiembre del mismo año falleció el Príncipe juzgaron significativas:~
de Viana. A la vista de los choques que se produjeran entre padre e hijo en tavoz de la Liga, fue -
los últimos tiempos, era dificil convencer a la gente de que no se trataba de de conde de Ledesma.: __
'"
un oportuno envenenamiento. Ahora un nieto del almirante de Castilla se ra, destinado a desemp
convertía en heredero de la Corona de Aragón. En Cataluña el estado de importante refuerzo

agitación derivaría, en poco tiempo, en revuelta franca. gos. Comenzaba a
Tras siete años de matrimonio infecundo, y cuando se daba por com- malintencionado, de
probada la impotencia del rey, nació efectivamente descendencia de la reina Durante dos añ
Juana. Pero no era un niño, sino una niña, que vino al mundo en Madrid el afirme expresamerr
28 de febrero de 1462. Fue bautizada con el ceremonial acostumbrado por 1462 a 1464, gozne ::::
el arzobispo de Toledo y le sirvió de madrina -el dato es importante-- su neos, gira el reinado
tía la infanta IsabeL La costumbre castellana no se oponía a que una mujer convertirse en pun
sucediera en el trono. Se convocó a los procuradores en Madrid para el 9 de tradicional aliada de
mayo a fin de que prestaran el juramento. No sabemos nada de estas Cortes, terre (3 de mayo de :
salvo que los cuadernos se contestaron dos meses más tarde". En la cererno- lanes a cambio de dos ==
llón y Cerdaña en G'

44 De acuerdo con el acta de protesta que redactó Villena, sabemos que los nobles
juraron individualmente en los días 9 y 10 de mayo, y no en ceremonia. Enrique IV dio 45 La protesta, que se
respuesta a cuadernos de Cortes estando enToledo el 20 de julio. Cortes, rrr,págs. 702-740. es muy ambigua: no se
Tarsicio de Azcona, lsabella Católica, Madrid, 1964, pág. 39, piensa que se celebraron dos no se aceptaba la legiñn:rih.-
Cortes, unas en Toledo y otras, antes, en Madrid. Resulta extraña la doble convocatoria en car simplemente, como r:::.Z
tiempo tan corto. Si aceptamos las Cortes de Toledo nos vemos impulsados a concluir que rirse en este caso a la h
la ceremonia de Madrid no fue de Cortes. veces nos sentimos inc)j~:o~cs
----~-- ~ ---

NOBLEZA Y MONARQUÍA 297

nia del juramento Carrillo tuvo a la niña en sus brazos. Pero entonces el mar-
qués de Villena, y otros nobles con él, redactaron no menos de dos actas,
que se conservan, protestando de que se les obligara a jurar, no creyendo que
- : o, introdujeron cam-
la niña Juana tuviese derecho de herencia'". La Liga no había olvidado la
revuelta catalana, antes
condición de que Alfonso fuese reconocido como heredero. La condición
•....•.
'-'~;=que al rey de Aragón
de que las mujeres reinaran no estaba claramente establecida: la memoria
- rón de una heredera en
de Urraca era negativa y, en los otros casos, Berenguela y Juana Manuel se
relevo en el trono de
habían limitado a transmitir las funciones a su hijo y a su marido respecti-
"""-_l...~-,"",-.••..•tellana, que duran-
vamente.
os Trastámara, expe- Con ocasión de las fiestas,hizo Enrique IV dos promociones, que muchos
- o falleció el Príncipe
juzgaron significativas: Diego Fernández de Quiñones, que actuara como por-
~ entre padre e hijo en tavoz de la Liga, fue conde de Luna, y Beltrán de la Cueva recibió el título
que no se trataba de de conde de Ledesma, dejando la mayordomía para el converso Andrés Cabre-
aírmrante de Castilla se ra, destinado a desempeñar un brillante papel. Los Mendoza recibían un
~ - Cataluña el estado de importante refuerzo en la Corte, cosa que sin duda disgustaba a sus enemi-
gos. Comenzaba a circular el rumor, que hemos de considerar gratuito y
o e daba por com- malintencionado, de que don Be1trán era el verdadero padre de la criatura.
endencia de la reina Durante dos años ningún documento llega a nuestras manos en que se
afirme expresamente la ilegitimidad de Juana. Se trata de años clave, los de
1462 a 1464, gozne en torno al cual, ya en la opinión de sus contemporá-
neos, gira el reinado de Enrique IV La cuestión catalana había llegado a
convertirse en punto capital de la política europea. Volviendo la espalda a su
tradicional aliada de Castilla, Luis XI firmó con Juan II el tratado de Sauve-
terre (3 de mayo de 1462) otorgándo1e ayuda militar contra los rebeldes cata-
lanes a cambio de dos ganancias decisivas: depósito de los condados de Rose-
llón y Cerdaña en garantía del sustancioso préstamo, y entrega de la Corona
- sabemos que los nobles
- onia, Enrique IV dio
45 La protesta, que se conserva en elArchivo de Frías,copia rnicrofilmada en elA.H.N.,
Cortes, III,págs. 702-740.
es muy ambigua: no se explican en ella las causas de la negativa. Se da la impresión de que
7:;:"
e .~-=l.Oii que se celebraron dos
no se aceptaba la legitimidad, pero ese «a quien por derecho no corresponde» puede indi-
doble convocatoria en
car simplemente, como más tarde se indicó alguna vez, que el hermano varón debía prefe-
ulsados a concluir que
rirse en este caso a la hembra. La sucesión no estaba tan rigurosamente establecida como a
veces nos sentimos inclinados a pensar.
298 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

de Navarra a Gastón de Foix, yerno del aragonés, uno de los grandes nobles de que se le ofrecía, hallarcc]
Francia. Para ello había que desheredar o hacer desaparecer a Blanca, verda- ellos. Esgrimieron
dera heredera de Navarra, esposa divorciada de Enrique IV Éste se convir- demasiado costosa, el ,-

tió, por muchas razones, en suprema esperanza de los catalanes". Sabiendo impuestos; no hacía -
que se la conducía a la muerte, Blanca remitió a su antiguo esposo una car- de consumo, a fin
ta cediéndole sus derechos sobre Navarra. En efecto su hermana Leonor y bispo se limitaron a
el conde de Foix, marido de ésta, se encargaron de hacerla desaparecer. necesario para pagar-
Las victorias obtenidas durante este año en la guerra de Granada, batalla En tales circurs-,,....~
del Madroño, conquista de Archidona, incorporación de Gibraltar, aunque no amenaza que sobre
contasen con la participación directa de don Enrique, elevaron el prestigio tuvo uno de esos dec
castellano. Por otra parte, si se prescindía de los descendientes de Fernando de ante sus ministros. ~~
Antequera, el castellano era el que contaba, como descendiente de Pedro Iv, dijo con amargura :-
con mejores derechos. Por todas estas razones la Generalidad de Barcelona dudado en lo más ~
decidió proclamarle rey de los catalanes el 11 de agosto de 146247• En un dencia ni de deseos d =
primer momento don Enrique aceptó con entusiasmo. A fin de cuentas las 26 de agosto de 1-i-~_
concesiones a la Liga el año anterior tenían, entre sus motivos, el de dejarle nobleza. En 1463 ~,;
las manos libres en la frontera del Este. Los refuerzos enviados desde Casti- Eduardo IV de Yo
lla sirvieron para que se levantara el primer asedio de Barcelona. no y los de Castilla :- -
En este momento el arzobispo Carrillo y el marqués de Villena, con Por su parte Luis
muchos de los que formaban parte de la Liga, habían tomado la decisión. como mediador en
Había que evitar una victoria del rey en este trance, ya que equivaldría a la Bajo cuerda había
desnivelación de las fuerzas. Estaban en muy directa relación con la reina,]ua- garantizaba a los F
na Enríquez, hija del almirante, a la que su marido entregó, el 23 de noviem- La traición fue
bre, plenos poderes para negociar y concluir'". De este modo, cuando los pro- dura palabra. Los co
curadores llegaron a Almazán, para incitar a Enrique a que tomara la corona empujar al rey a Cf~~_.-
Enrique y Luis en
46 Enrique, presionado por sus propios consejeros, había, sin embargo, aceptado un prin- el monarca galo pro
cipio de arreglo (22 de marzo de 1462) consistente en poner Viana en tercería, devolver los plimiento. Enrique
otros puntos ocupados en Navarra y reconocer a Juan II rentas de tres millones y medio de ña; a cambio de esto ->

maravedís en Castilla, Zurita, op. cit., IV, 110-111.


47 Coleaión diplomática, págs. 252-253.
48 Todas estas operaciones y maniobras diplomáticas se encuentran explicadas con deta-
lle documental en Nuria CollJuliá,juana Enriquez, lugarteniente real en Cataluña, 1, Madrid, do este último sólo a
1953, págs. 386-389. jurado de Sevilla, ed, Ca..-::n.c-.:::.I

----- - -------=--- -
NOBLEZA Y MONARQUÍA 299

"'"os grandes nobles de que se le ofrecía, hallaron la oposición del Consejo, con no poca sorpresa para
:: recer a Blanca, verda- ellos. Esgrimieron para la negativa, un argumento: la aventura podía resultar
- . ue IV Éste se convir- demasiado costosa, el tesoro real estaba exhausto, y el reino harto de pagar
__ catalanes". Sabiendo impuestos; no hacía mucho tiempo que se publicaran tasas en los productos
o esposo una car- de consumo, a fin de frenar la inflación": De modo que el marqués y el arzo-
hermana Leonor y bispo se limitaron a exigir que la Generalidad comenzara enviando el dinero
erla desaparecer. necesario para pagar a los soldados.
H de Granada, batalla En tales circunstancias, solicitado por actitudes opuestas y sintiendo la
.:.Gibraltar, aunque no amenaza que sobre aquella niña de poco más de un año pesaba, Enrique IV
__ o elevaron el prestigio tuvo uno de esos decaimientos de carácter propios de su naturaleza. Cedió
e tes de Fernando de ante sus ministros. Si a Juan 11 le hubiesen ofrecido la Corona de Castilla,
e diente de Pedro Iv, dijo con amargura y exactitud uno de los procuradores catalanes, no habría
eralidad de Barcelona dudado en 10 más núnimo.A los ojos de sus coetáneos no se trataba de pru-
47
o de 1462 . En un dencia ni de deseos de paz; el rey estaba mostrando debilidad. Aquel pacto de
o. _ fin de cuentas las 26 de agosto de 1461 significaba la entrega del poder, sin paliativos, a la alta
ocivos, el de dejarle nobleza. En 1463 perdió totalmente la iniciativa. No escuchó la propuesta que
enviados desde Casti- Eduardo IV de York, rey de Inglaterra, le sugirió de una alianza entre su rei-
.:.Barcelona. no y los de Castilla y Portugal para hacer frente a la vez a Luis XI y a Juan 11.
ués de Villena, con Por su parte Luis XI, a quien pronto llamarían «universal araña», se ofreció
amado la decisión. como mediador entre sus amigos, Enrique y Juan, a fin de salvaguardar la paz.
que equivaldría a la Bajo cuerda había hecho fuertes promesas a Carrillo y a Pacheco, mientras
-ón con la reina,Jua- garantizaba a los Foix que pronto serían reyes de Navarra.
~,el23 de noviem- La traición fue consumada; apenas caben paliativos en el empleo de esta
o cuando los pro- dura palabra. Los consejeros situados por la Liga unieron sus esfuerzos para
e tomara la corona empujar al rey a que aceptara el arbitraje francés, prenda de paz. Se vieron
Enrique y Luis en un lugar de la frontera, orillas del Bidasoa y, el 23 de abril,
aceptado un prin-
/Ls::::: ~ril:UJ'~, el monarca galo pronunció su arbitraje, sin poner mucho empeño en su cum-
~i~=::.:t en tercería, devolver los plimiento. Enrique IV debía renunciar a cualquier intervención en Catalu-
millones y medio de
ña; a cambio de esto tendría derecho a reclamar, como indemnización, la

~f==::::::ranexplicadas con deta- 49 Conocemos, al menos, dos decretos de tasas, uno de 9 de junio, otro del 12, referi-
•••••~ ,•••.1! m Cataluña, 1,Madrid, do este último sólo a Sevilla. J Torres Fontes, Estudio, pág. 483, Y Anales de Garda Sánchez,
jurado de Sevilla, ed. Carriazo, Madrid, 1953, pág. 46.
300 LUIS suxnsz FERNÁNDEZ

merindad de Estella y la renuncia, por parte de Juan II, a toda compensación


económica por los señoríos que a su familia fueran confiscados. Fue, para
Enrique, un amargo despertar. Desde luego nunca pudo lograr para sí la merin-
dad de Estella. Los catalanes juzgaron con justísima durezala conducta de
quien con ellos se comprometiera tan seriamente.
En un gesto de apatía y desaliento, característico en él, Enrique IV
abandonó la frontera de Navarra dejando que Carr~o y Pacheco ultimasen
al detalle las negociaciones, y corrió a refugiarse tras los muros de su amada
Segovia, escuchando en soledad y silencio el rumor de las aguas que, al mez-
1. R.EACCIO~_-\ ;;:K:;
clarse, forman el Eresma y el Clamores, tras el espeso bosque que rodeaba al
quedaba al desa{~
alcázar, que estaba siendo dotado entonces de nuevos salones. Soledad y silen-
das por el TTn~...K
cio eran remedios a que acudía con frecuencia el alma angustiada de un rey
ba de redu -
que se enfrentaba ahora con el peor de los destinos.
boradores
de que su r=r=
quía nobiliari
impedir que
remediarla,

En muy bre ve '-=':2,--':~


so de Pacheco y sus

----- ~ - --
- . -

. a toda compensación
x. LA GUERRA CIVIL
confiscados. Fue, para
ograr para sí la merin-
dureza 'la conducta de

, . o en él, Enrique IV
~o - Pacheco ultimasen
muros de su amada
aguas que, al mez-
sque que rodeaba al 1. REACCIONA ENRIQUE IV Al consumarse el laudo arbitral de Luis XI
- -ones. Soledad y silen- quedaba al descubierto la naturaleza de las maniobras políticas realiza-
angustiada de un rey das por el marqués de Villena, especialmente a partir de 1461: se trata-
ba de reducir el prestigio del monarca, apartándole de aquellos cola-
boradores que hubieran podido ayudarle a fortalecer el poder real, a fin
de que su propio poder, no personal, sino en la cúspide de la oligar-
quía nobiliaria, no tuviera contrapartida. Era absolutamente imposible
impedir que don Enrique se percatara de esta situación e intentara
remediada. Durante los meses pasados en Segovia, disipados ya los
proyectos de hegemonía peninsular, permitieron al rey descubrir las
negociaciones que, con poco disimulo, Carrillo y Villena estaban
manteniendo con Juana Enríquez para invalidar, en la sentencia de
Bayona, aquellas cláusulas que significaban una pequeña compensación.
El arzobispo y el marqués seguían contando con la Liga de nobles,
que no había sido disuelta tras la consecución de sus objetivos, preci-
samente porque era plataforma de estabilidad para su poder. El rey de
Aragón la servía y, en parte también, se servía de ella.Tras el matrimo-
nio de Beltrán de la Cueva con la hija del marqués de Santillana, este
linaje era resorte extremo, capaz de aglutinar intereses de otros linajes
en el servicio a la Corona. Los Mendoza, grandes por su poder, ilus-
tres por la calidad de sus miembros, estaban separados de Pacheco por
una barrera de odio que no se apagaba. A ellos acudió Enrique IV

"
En muy breve espacio de tiempo, y sin que mediara un rechazo expre-
so de Pacheco y sus amigos -la energía del rey no daba, probablemente,
302 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

para tanto-, Beltrán de la Cueva y su cuñado el obispo Pedro González


de Mendoza se situaron al frente del Consejo Real1• Algunas veces se ha
cimentar su autori
tendido a comparar esta privanza con el validaje de don Álvaro de Luna,
permanecería en _H~y
pero me parece que las diferencias son tan grandes que impiden el cotejo.
villa, cada vez más
Eran dos partidos nobiliarios los que se encontraban de nuevo enfrenta-
firmeza con que el
dos, si bien con una novedad: ahora los Mendoza procuraban fortalecer la
muy probable que
autoridad real. Anticipándose al que será luego programa de los Reyes Cató-
Alburquerque, in, =--"':'''''''''''1
licos -conviene recordar que a don Pedro González le llamarán «tercer
de tropas. En cualomer ,-,J
rey» de España-, la conducta escogida por el poderoso clan guadalajare-
tigos duros, incluso L_

ño señalaba el comienzo de una reacción: se había ido demasiado lejos en


sona del rey en algua
el proyecto de desintegración; a la nobleza convenía estabilizar el poder
la alianza de la Casa
del rey para consolidar sus dominios. Con el tiempo, otras familias serán al propio don Bel '
ganadas a este punto de vista. En muchos miembros de la alta nobleza Aquel mes de
tenía que provocar inquietud la cadena de nuevas promociones, confisca- tos de popularida
ciones y títulos. Abundancia e inestabilidad dañaban su posición. El pro- con su cuñado Alfo
grama político de los Mendoza no era contrario a los intereses de la noble- de fortalecer la alian;r;;
za, ni mucho menos. resultados. Por eso
Por otra parte, proyectando a primer plano dos personas individuales con- reciente, con la in€mi2
cretas, un «hombre nuevo», Beltrán de la Cueva, y un eclesiástico, Pedro Gon- promiso. De Gibralrzr
zález, destinado al parecer a no crear linaje, la familia evitaba alardes innece- de la conspiración q'.!~
sarios de ambición. Ambos jóvenes eran notables por su energía e inteligencia, urdiendo contra el ~ ¡¡;:

que demostraron. El primer paso a dar consistía en desmontar el poder que a los consejeros que
en la Corte, y fuera de ella, habían creado Pacheco, Girón y Carrillo. Apro- se hubiera visto ob~'1
vechando ciertas discordias entre los dos Fonseca, tío y sobrino, en torno a didos 4 .Atravesando

1 Entre 1463 y 1464 don Beltrán recibe dominios suficientes para colocarse entre los 2 Fonseca «el viejo, I
más poderosos del reino, sumándolos al condado de Alburquerque. Huelva fue un regalo cia, gravemente alterada;

del marqués de Santillana. Colmenar, La Adrada y Mijares estaban en el ámbito tradicio- de que luego cambi ,
nal del linaje. Úbeda fue donación directa del rey y las rentas de Toledo habían sido arre- Pero entonces el sob .

batadas a Juana Enríquez. A. Rodríguez Villa, Bosquejo histórico de don Beltrán de la Cueva, «Viejo»,mientras Carn....u, ~

tercer duque de Alburquerque, Madrid, 1881, págs. 144-146 y 152-153. Probablemente este 3 Fechada el 4 de ii

autor exagera las dotes políticas de don Beltrán. De lo que no podemos dudar es de su 4 La conducta de G=
lealtad hacia el rey. Miguel Lucas a entrar
.•• " <lo •

- .

NOBLEZA Y MONARQUÍA 303

e:. obispo Pedro González la mitra de Sevilla", Beltrán de la Cueva propuso a Enrique IV un viaje por
Andalucía: administrando justicia y atendiendo las quejas, podía el monarca
eal'. Algunas veces se ha
cimentar su autoridad. Pedro González de Mendoza, con el Consejo Real,
- :.,. e don Álvaro de Luna,
permanecería en Madrid; Carrillo y Villena, que debían permanecer en esta
1-"""' __=0:.- que impiden el cotejo.
villa, cada vez más utilizada como Corte, se vieron desconcertados ante la
•••••. "'""'-'.<UJ' an de nuevo enfrenta-
firmeza con que el rey les ordenó que no se moviesen hasta su regreso. Es
rocuraban fortalecer la
muy probable que uno de los objetivos del viaje fuese permitir al duque de
~~ma de los Reyes Cató-
Alburquerque, investido de mando sobre la frontera, proceder a la recluta
'-ft •••..•••..•
'•.•. ez le llamarán «tercer
de tropas. En cualquier caso suponía una orientación política muy nueva: cas-
eroso clan guadalajare-
tigos duros, incluso crueles, a los amotinados de Sevilla; aclamaciones a la per-
ido demasiado lejos en
sona del rey en algunos pueblos que le veían por primera vez; captación de
enía estabilizar el poder
la alianza de la Casa de Medina Sidonia; entrega de la fortaleza de Gibraltar
o otras familias serán al propio don Beltrán.
Aquel mes de enero de 1464 Enrique IV conoció uno de sus momen-
- promociones, confisca- tos de popularidad, que hubiera podido aprovechar. En Gibraltar se reunió
an su posición. El pro- con su cuñado Alfonso V de Portugal durante ocho días. Hablaron del medio
° intereses de la noble- de fortalecer la alianza entre las dos dinastías por la vía que diera ya buenos
resultados. Por eso se habló de un posible matrimonio de Alfonso V, viudo
nas individuales con- reciente, con la infanta Isabel, que en estos momentos estaba libre de com-
- eclesiástico, Pedro Gon- promiso. De Gibraltar pasó a Écija y comenzaron a recogerse datos acerca
I~":""':"'~ evitaba alardes innece- de la conspiración que Pedro Girón, miembro conspicuo de la Liga, estaba
energía e inteligencia, urdiendo contra el rey. Éste escribió una carta extraordinariamente violenta
~ desmontar el poder que a los consejeros que habían quedado en Madrid'i.justificando con ella que
I--'_-"~Girón y Carrillo. Apro- se hubiera visto obligado a suprimir los poderes que al maestre tenía conce-
sobrino, en torno a didosl.Atravesando tierra musulmana, don Enrique llegó aJaén en donde fir-

Is, s==errres para colocarse entre los 2 Fonseca «el viejo» había aceptado pasar de Sevilla a Santiago a fin de pacificar Gali-
~.--.....,.:~erque.Huelva fue un regalo cia, gravemente alterada; entre tanto, su sobrino recibiría la mitra hispalense, bajo condición
an en el ámbito tradicio- de que luego cambiarían de sede. La bula de Pío II de 17 enero 1463 dispuso la permuta.
Toledo habían sido arre- Pero entonces el sobrino se negó. Los Mendoza y Medina Sidonia con el rey apoyaban al

- de don Beltrán de la Cueva, «viejo»,mientras Carrillo, Pacheco y la Liga apoyaban al «joven»,

-2-153. Probablemente este 3 Fechada el4 de febrero de 1464.AGS. Estado.Castilla, leg.I-L°,foL 126.

o podemos dudar es de su 4 La conducta de Girón rayaba en traición. El 12 de enero había tratado de inducir a
Miguel Lucas a entrar en la Liga, Hechos, págs. 186-187.
304 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

mó buenas treguas con Navarra. Pero firmar cartas que los consejeros le
presentaban no era lo mismo que plantar cara al enemigo: cuando Pedro Girón
llegó a Jaén y se incorporó a la Corte, la energía de Enrique IV volvió a fla-
quear: el 22 de marzo de 1464 confirmó el cambio de Belmez y Fuenteo-
vejuna con la Orden de Calatrava y el 22 de mayo Alfonso Téllez Girón fue
investido de mayorazgo de Osuna., Cazalla y Archidona. Comenzaba así la
andadura de una nueva Casa grande.
No obstante esta muestra de debilidad, cuando Enrique IV vuelve a ins-
talarse en el viejo alcázar madrileño, al comienzo de la primavera, era evidente
que tornaba con su autoridad y prestigio un tanto acrecidos. Nuevos alia-
dos, como Nápoles e Inglaterra, buscaban su amistad. El odio se acumuló con-
Juana; la exp~
tra el valido Beltrán de la Cueva, a quien se hacía responsable de esta recu-
enella~
peración; era conocido el proyecto del rey de hacerle maestre de Santiago. había nací
Venenosos insultos se vertieron contra su persona. En el mes de abril de este
año Enrique y Alfonso V habían vuelto a reunirse en Villafranca de Puente
del Arzobispo y entonces parece que el compromiso de un futuro matri-
monio de Alfonso V con Isabel, que cumplía ahora doce años, fue tratado más
en serio. Los nobles se asustaron y contra este proyecto de unión alzaron su
bandera: la alianza entre los dos países podía poner fin a las revueltas inte-
riores. Claramente se entraba en un choque entre Monarquía y nobleza: así
podríamos definir la guerra civil que entonces comenzó pues se enfrenta-
ban los dos programas de refuerzo o debilitación del poderío real. No se ha No nos engañemost é]
prestado suficiente atención a un punto: aquellos que, como Mendoza o Velas- cialmente estorbar la .,
co, apoyaban ahora a don Enrique, fueron luego colaboradores de los Reyes
tes que figuraban co
Católicos.
cuanto a los sentimien
especial consideració
2. SE INICIA LA REVUELTA.El 16 de mayo de 1464, Alfonso Carrillo,
marido de Isabel dej
Juan Pacheco y Pedro Girón firmaron un manifiesto, invitando a
dición de freire militar
otros nobles a unirse a ellos, en términos que significaban una decla-
Seguramente pe
ración de guerra. Ningún testimonio mejor deja violencia que se
que conduce al tro
preparaba que las expresiones que encontramos en el propio docu-
Enrique IV res
fusa y débil. Entregó
5 El documento en Colección diplomática, págs. 302-304. envió un procurador

- - --- - ---- ---


NOBLEZA Y MONARQUÍA 305

e los consejeros le
mento". «Somos ciertos», decía, «que algunas personas -podemos
- :cuando Pedro Girón
leer aquí Beltrán de la Cueva y Pedro González de Mendoza-
.que IV volvió a fla-
con dañado propósito, tienen apoderada la persona» «del infante don
- Belmez y Fuenteo-
Alfonso y así mismo la persona» «de la infanta Isabel, y no sola-
o Téllez Girón fue
mente esto, mas somos ciertos que tienen hablado, acordado y asen-
•••••-"';U4.. Comenzaba así la
tado de matar al dicho señor infante y casar la dicha señora infanta
donde no debe ni cumple» sin dar cuenta de ello a los grandes, «a
fin de dar la sucesión de estos reinos a quien de derecho no viene
ni le pertenece». Era la primera vez que en un documento llegado
a nuestras manos se niegue de modo tan palmario la legitimidad de
o se acumuló con-
Juana; la expresión es lo suficientemente ambigua para que quepan
nsable de esta recu-
en ella afirmaciones distintas: que la niña no era hija del rey, que no
estre de Santiago.
había nacido de legítimo matrimonio, o que debía preferirse al
es de abril de este
hermano varón. Los conjurados en este punto no ocultaban sus inten-
-illafranca de Puente
ciones de «sacar los dichos señores infantes de la dicha opresión» para
un futuro matri-
tenerlos bajo su custodia y amparo. Los tres firmantes se compro-
- o ,fue tratado más
metían a «dar aquella misma parte de la guarda e tenencia de ellos
unión alzaron su
al otro o a los otros». Una vez en su poder, «todos tres juntamente»
revueltas inte-
«procuraremos los casamientos que entendiéremos que les convie-
r-'t~[ln;L.'"'Quia
y nobleza: así
nen y pertenecen a honra suya de ellos y de la corona real».
ues se enfrenta-
erío real. N o se ha
¡., Mendoza oVelas-
•••..•.•..•.u
No nos engañemos; al honrado trío de grandes políticos importaba espe-
cialmente estorbar la alianza con Portugal y tener en sus manos a los infan-
~o:;¡¡ldoresde los Reyes
tes que figuraban como posibles sucesores en el Testamento de Juan 11.En
cuanto a los sentimientos de Alfonso e Isabel no parecen haberles merecido
especial consideración. N o pasará un año y Girón se estará proponiendo como
. Alfonso Carrillo ,
marido de Isabel dejando en el olvido la enorme diferencia de edad, su con-
:r:::.;;t::rrnesto,
invitando a
dición de freire militar y la hermosa lista de hijos bastardos que ya poseía.
caban una decla-
Seguramente pensaba que era un buen camino para avanzar por la escala
violencia que se
que conduce al trono. Sobre ello volveremos.
"'" el propio docu-
Enrique IV respondió, de acuerdo con su costumbre, de una manera con-
fusa y débil. Entregó en secreto el maestrazgo de Santiago a don Beltrán, y
envió un procurador de confianza, Suero de Solís, a Roma, para que nego-
306 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

-,
ciase la bula conveniente. Esta gestión requería su tiempo. Mientras tanto
rey sino contra los cozs _
entraba en negociaciones (junio de 1464) con quienes tan gravemente le inju-
_aran el plan de las
riaran. Pacheco se mostró dispuesto a trasladarse a la Corte si le daban rehe-
eñalado como fec
nes y le fueron concedidos. En todo momento mantenía el contacto con otros
o de San Pedro de
nobles que estaban comprometidos en el mismo propósito: dar a don Alfon-
y su hermano el -
so la sucesión, bien que una vez que estuviese bajo custodia de los tres parien- uestos a caer
tes. Podemos decir que la guerra se inició sin que se produjeran de momen- El plan salió
to hechos de armas. Villena estaba ahora en Madrid, moviendo los hilos. oticia de que el a' , -
Mensajeros suyos, entre los que figuraba el cronista Alfonso de Palencia, fue- onso en Valladoli
ron despachados a Roma para impedir que el Papa -ahora Paulo I1- fir- ::.abían puesto en IT..a-~

mara la bula. El Pontífice confiaba más en el monarca que en sus consejeros ~ adhesión que la =
y don Beltrán fue confirmado en el maestrazgo. Pero Pacheco, alimentando apellido, cinco mil
discordias, había conseguido que el viejo Fonseca y sus parientes, los Stúñi- .:.defender a don F~
ga, volviesen a militar bajo sus banderas. Dos veces, en Madrid y en Segovia, el regreso a s~
intentó el marqués «rescatan> la persona del rey; en ambas fracasó, pero el autor Quebrado e
del proyecto no fue castigado. " - -e de la operación ~
El 16 de julio de 1464 la Liga recibió un refuerzo definitivo: Juan II de -':as 26 a 28 de setie::;:0_
Aragón se declaraba dispuesto a reconocer el derecho preferente de don Alfon- y al regirnie
S06. La afirmación de la preferencia en línea masculina era algo que a él con- tros estamento
venía. Cobrando ánimos, Villena convenció a los condes de Plasencia y de - odía conyo
Alba para que fuesen a proponer al rey una entrevista en la que pudieran : se menciona
tomarse las medidas convenientes para poner fin a las discordias.Y Enrique .• rvarez de Toledo.
aceptó. Es difícil comprender las razones que pudieron moverle a este paso, =z_-\lmazán Sin
pero, entre ellas, a juzgar por los acuerdos que después se tomaron, una esta- rnanas en un documr-..
ba íntimamente relacionada con el destino de Juana. En aquellos momentos ae se acusaba direccaza
las esperanzas de obtener nueva sucesión, pese a los médicos, se habían disi- ;-n~sulmanes

pado. Los miembros de la Liga, que no entendían estar luchando contra el y la justicia: en=~=
-~ de los infantes ::' ':'
-C1Ía de palia: -
6 Colección diplomática, pág. 323. Aclara muchas cosas:Juan II dice que se adhiere por
_ev.l- es
el «honor del dicho rey y de la reina doña Juana, su mujer» (ninguna duda sobre su legiti-
midad) pero también «por el honor y utilidad del infante don Alfonso su hermano, primo-
génito heredero de los dichos reinos». De este modo se negaba a la niña Juana su derecho a
figurar como primogénita heredera. ¿Se trataba de la sucesión masculina o de algo más?
Publicado

~~~==~~~~~~~~~~~~~~~~~~
NOBLEZA Y MONARQUÍA 307

~ tiempo. Mientras tanto


rey sino contra los consejeros que «se habían apoderado de su persona>},pre-
es tan gravemente le ~u-
paran el plan de las vistas precisamente para hacerla cambiar de mano. Se había
Corte si le daban rehe-
señalado como fecha el 16 de setiembre y como lugar un punto en el cami-
tenia el contacto con otros
no de San Pedro de Dueñas a VillacastÍll.Villena acantonó tropas en Lastri-
ósito: dar a don Alfon-
llas y su hermano el maestre, con los Manrique, en Turégano. Todos estaban
odia de los tres parien-
dispuestos a caer sobre el campamento real cuando se diera la señal.
rodujeran de momen-
El plan salió mal. En la tarde del 15 de setiembre un mensajero trajo la
".~~-ri d, moviendo los hilos.
noticia de que el almirante, precipitándose, estaba intentando proclamar a
~ fonso de Palencia, fue-
Alfonso en Valladolid. Otro vino a advertir que los soldados de Turégano se
--ahora Paulo II- fir-
habían puesto en marcha. Fue como un resorte mágico que puso en marcha
~:;;rn::-aque en sus consejeros
la adhesión que la gente llana sentía hacia la persona del monarca: a voz de
Pacheco,alimentando
apellido, cinco mil aldeanos vinieron, con picas, hoces, cuchillos y cuernos,
parientes, los Stúfu-
a defender a don Enrique que, sobre un mar de aclamaciones, pudo empren-
Madrid y en Segovia,
der el regreso a Segovia.
-- ;il. -:::", as fracasó,pero el autor
Quebrado el intento, el marqués de Villena decidió pasar a la segunda
fase de la operación convocando una Asamblea de nobles en Burgos para los
o definitivo: Juan II de
días 26 a 28 de setiembre. Utilizando al mismo tiempo al cabildo de la cate-
rente de don Alfon- dral y al regimiento de la ciudad se daba la impresión de que también los
f.-'-'-=-";C¿ era algo que a él con-
otros estamentos participaban, haciendo contrapeso a las Cortes que Enrique
es de Plasencia y de IV podía convocar. No todos los miembros de los linajes estuvieron presen-
- sta en la que pudieran tes: se menciona a Carrillo, Girón, Pimente1, Enríquez, Stúñiga, Manrique,
- . cordias. Y Enrique Álvarez de Toledo, Osorio, Sarmiento, Fajardo e incluso la rama Mendoza
!k±:rron moverle a este paso, de Almazán. Sin duda un apoyo importante. Las deliberaciones quedaron plas-
e tomaron, una esta- madas en un documento que se envió a todas las ciudades del reino y en el
aquellos momentos que se acusaba directamente al rey de cuatro graves delitos: proteger a los
cos, se habían disi- musulmanes, poniendo en serio peligro la fe cristiana; quebrantar la mone-
luchando contra el da y la justicia; entregar el poder a Beltrán de la Cueva; y proyectar la muer-
te de los infantes para privarles así de la sucesión. Por primera vez se pres-
dice que se adhiere por cindía de paliativos: «a vuestra alteza y a él -refiriéndose a Beltrán de la
=:.:gmla duda sobre su legiti- Cueva- es bien manifiesto ella no ser hija de vuestra señoría». Acusación
- i: nso su hermano, primo- muy grave para la que carecemos de prueba. Conviene advertir que en estos
niña Juana su derecho a
zaasculina o de algo más?
7 Publicado con fecha 28 de setiembre de 1464 en Colección diplomática, págs. 327-334.
308 LUIS susaaz FERNÁNDEZ

momentos tanto Alfonso como Isabel, todavía niños, estaban lejos de los ciación, que no podía
que en Burgos lanzaran tamaña acusación. Dentro del grupo que formaba la Cabe preguntarse por
Liga, había un sector que no se conformaba con menos de conseguir la inme- del carácter de don Erm
diata destitución de don Enrique, sustituyéndolo por Alfonso que, dada su todo la preocupació
8 de ilegítima? Como
corta edad, sería apenas un instrumento durante algunos años más • n•...;~

En Valladolid, adonde se había trasladado para estar más cerca del esce- una confesión de derr
nario de los sucesos, hizo examinar la propuesta por los miembros de su Con-
sejo. Beltrán de la Cueva, Lope de Barrientos y Pedro González de Mendo- 3. LA SENTENC-..~_
za propusieron una acción militar inmediata, aprovechando la superioridad
que tenía el rey. El cronista áulico, Diego Enríquez de Castillo, nos dice que
Enrique dijo entonces al obispo de Cuenca: «bien parece que no son vues-
tros hijos los que han de entrar en la pelea ni os costó mucho de criar». A 10 pnmera es
que el prelado contestó con amargura, como maestro a discípulo: «quedaréis
por el más abatido rey que jamás hubo en España y arrepentiros heis, señor,
cuando no aprovechares". Sucedía esto, según el capellán, el 14 de octubre
de 1464. Contra la voluntad de sus amigos fieles, el monarca optó por la nego-
en adelante, ~
que IV fue eng •..
8 En mi Enrique IV, págs. 288 Y SS., me ocupo con más detalle de esta cuestión. Sigo
pensando que el manifiesto (Colección diplomática, págs. 327-334) no fue presentado al rey
Entremos, pues,
porque no era un esquema de negociación sino un panfleto, aunque, desde luego, el rey y
sus ministros tuvieron noticia de él porque fue ampliamente difundido. A don Enrique se
guos consejeros, cele
• fumó un acuerdo el --
le entregó el de texto más breve (ibidem, págs. 334-335) en el cual se presentan las deman-
das en línea con las que al principio se formularan. Los nobles aparentaban creer que el ería jurado por las Corc
monarca estaba prisionero de aquel reducido equipo que formaban Beltrán, el obispo y sus condición -(~unto co- -
colaboradores. Por consiguiente tanto el soberano como los infantes tenían que ser resti-
casarse con «la señora
tuidos en su libertad, pasando al poder de los nobles que representaban la legitimidad del
reino. En favor de este argumento tenemos el hecho de que el manifiesto carece de firmas, ra pnncesa case con o
que aparecen sin embargo en el documento más breve. los términos para que -
Había otra cuestión marginal. Entre las acusaciones que se formulaban contra el rey, que la legitimidad pe
figuraba que éste daba su apoyo a conversos. Es cierto que algunos, como Andrés Cabrera,
Fernando Díaz de Toledo o Diego Arias Dávila con su familia, siendo de esta condición,
gozaban del favor real. Pero sería erróneo creer que don Enrique haya desarrollado este \O Creo que es muy
tipo de política. Se muestra más bien cambiante en su conducta e inclinado a tomar deci- do señala que la clave del ="
siones puramente políticas. de princesa a Juana, ya que J:'

9 Enríquez del Castillo, págs. 138-139. rud de matrimonio.


------ - --

- - --------------

NOBLEZA Y MONARQUíA 309

~. - os, estaban lejos de los ciación, que no podía significar otra cosa que capitulación de la Monarquía.
1grupo que formaba la Cabe preguntarse por las razones de esta decisión: ¿era sólo consecuencia
os de conseguir la inme- del carácter de don Enrique, siempre dispuesto a plegarse, o brillaba sobre
_ r Alfonso que, dada su todo la preocupación por el destino de esta niña, a la que estaban tratando
os años más", de ilegítima? Como quiera que sea, negociar en aquellas circunstancias era
estar más cerca del esce- una confesión de derrota.
miembros de su Con-
- ID Conzález de Mendo-
3. LA SENTENCIADEMEDINADELCAMPO.La negociación fue plante-
~ bando la superioridad
ada por el marqués de Villena, que de nuevo estaba frente al rey
e Castillo, nos dice que
pero en la cresta de la ola, en tres etapas sucesivas, ocultando a sus
parece que no son vues-
interlocutores los naipes que guardaba para la puesta siguiente. La
, mucho de criar». A lo
primera estaba destinada a conseguir el relevo de don Beltrán y los
a discípulo: «quedaréis
otros consejeros, haciéndose además entrega del infante Alfonso. La
arrepentiros heis, señor,
segunda debía poner la persona del monarca en poder de los gran-
_ Ilán, el 14 de octubre
des de la Liga. La tercera procedería a la reforma del Consejo que,
F zaonarca optó por la nego-
en adelante, sería dominado por los grandes. Probablemente Enri-
que IV fue engañado mediante promesas y medias palabras .
......",uc='-'Ule
de esta cuestión. Sigo
no fue presentado al rey
p:::. =::1Jque,desde luego, el rey y
Entremos, pues, en la primera fase: una entrevista del rey con sus anti-
- dido. A don Enrique se guos consejeros, celebrada entre Cabezón y Cigales, afueras de Valladolid. Se
se presentan las deman- firmó un acuerdo el 25 de octubre del año que estamos siguiendo. Alfonso
aparentaban creer que el sería jurado por las Cortes «primogénito heredero» pero con la inexcusable
P:;=X:nIl Beltrán, el obispo y sus
condición -(~unto con esto» es el término empleado- de que habría de
res teman que ser resti-
~~~uban la legitimidad del casarse con «la señora princesa doña Juana» 10 sin «que jamás ... la dicha seño-
=>. •••.•••. mnesto carece de firmas, ra princesa case con otro ni él con otra». Había suficiente ambigüedad en
los términos para que dejara satisfechas a las dos partes. Podía entenderse
ulaban contra el rey,
que la legitimidad pertenecía a Alfonso, o, al contrario, que él la estaba reci-
I;&.J:;-'::::lD5. como Andrés Cabrera,
_--- ssendo de esta condición,
- __e haya desarrollado este 10 Creo que es muy acertada la observación que hace T.Azcona, op. cit., pág. 83, cuan-
e inclinado a tomar deci- do señala que la clave del pacto estaba en el tratamiento de infante que se daba a Alfonso, y
de princesa a Juana, ya que podía entenderse que se le reconocía como heredero en vir-
tud de matrimonio.
310 LUIS susnsz FERNÁNDEZ

-,
biendo en cuanto esposo de su sobrina. Se borraba la injuria que en el juraron como futur
manifiesto se vertiera. tituir una comisió
Es indudable que el monarca pagaba, por este arreglo, un alto precio, Monarquía. La fa
pues el infante Alfonso era entregado al marqués de Villena, convertido en Saavedra, en nonib
su tutor, junto con la administración del maestrazgo de Santiago, del que en el de los nobles. --
debía ser despojado don Beltrán, ya que en el Testamento de Juan II estaba quien correspondería
previsto que fuese del infante. Al de la Cueva se compensaba con título de Pero el documento _
duque de Alburquerque y las villas de Roa, Aranda, Molina y Atienza, a las los nobles y entregaco
que Enrique IV añadió Cuéllar en señal de afecto. Permanecería alejado de do a Medina del ~
la Corte seis meses a fin de que se consolidara un Consejo que hoy llama- De este modo :=-
ríamos gabinete de concentración pues además de los conspicuos miem- público el dictamen -=
bros de la Liga entraban en él don Pedro González de Mendoza, Íñigo López, la Liga porque al1.U=..:L
vizconde de Torija, y el primogénito del duque de Haro. Pacheco volvía, Gonzalo de Saavedrz ~~
pues, a la presidencia.
tierro definitivo de
Los que negociaran en nombre del rey actuaron con buena fe, dispues-
sus parientes. Enrique
tos a cumplir las condiciones acordadas. Sin duda creyeron'que se había logra-
146414 , al comunicar
do la paz y no había nuevas reivindicaciones. Beltrán de la Cueva renunció
heredero «por evitar ,
al maestrazgo (29 de octubre de 1464) y don Enrique se trasladó a Segovia
de nuestros días acer
en busca de su hermano, para entregado. Pero los miembros de la Liga no
con nadie que no -
habían concluido. En nuevas reuniones en el mismo lugar, entre los días 20
médico vallisoletan
de noviembre y 4 de diciembre, los nobles pusieron sobre la mesa el segun-
generadora 15.
do paquete de las reivindicaciones, referidas al gobierno de la Monarquía.
Considerada aEa.::2
Entramos, pues, en la segunda fase. Llenos de rencor e insolencia, los gran-
ye una clara derno
des habían desplegado a sus soldados por el pequeño valle que riega el Pisuer-
ciones personales :- s:
ga, como si pretendiesen infundir temor en el monarca. Esta precaución sobra-
de los cronistas. Sigue
ba: don Enrique no estaba en condiciones de oponer resistencia. Se limitó,
tado por los nobles. ~
en estos mismos días, a señalar a don Beltrán de la Cueva un «mantenimiento»
-.+renta asignada directamente a los libros de Cámara- de dos millones y
medio de maravedís al año; nadie había tenido antes una renta semejante". 12 Documento
Compareció Alfonso; faltaban pocas semanas para que cumpliera once años. ciudades ese mismo día.
13 Palencia, 1,pág. __
El 30 de noviembre, adelantándose a la decisión de las Cortes, los nobles le
14 La fecha 4 de
constituye un error de ..:...
11 A. RodríguezVilla, op. cit., págs. 164-166. 15 J. B. Sitges, E _

--
NOBLEZA Y MONARQUÍA 311

""""-:-:>ha la injuria que en el juraron como futuro rey12.Inmediatamente comunicaron que se iba a cons-
tituir una comisión encargada de preparar la reforma en el gobierno de la
~ arreglo, un alto precio, Monarquía. La formaban cinco personas, Pedro de Velasco y Gonzalo de
-~ "illena, convertido en Saavedra, en nombre del rey, el marqués de Villena y el conde de Plasencia
~~_:o de Santiago, del que en el de los nobles, y el prior de los jerónimos, fray Alonso de Oropesa, a
(;.=s::.;;.¡::n,ento
de Juan II estaba
quien correspondería actuar como presidente y moderador en los debates.
ensaba con título de Pero el documento sobre el que iban a girar los acuerdos fue redactado por
- - lolina y Atienza, a las
los nobles y entregado el 11 de diciembre a la comisión que se había retira-
errnanecería alejado de
do a Medina del Campo para operar con más libertad 13.
- Consejo que hoy llama-
De este modo llegamos a la tercera fase: el 16 de enero de 1465 se hizo
~:o conspicuos miem-
público el dictamen de la comisión, enteramente favorable a los criterios de
~ - lendoza, Íñigo López,
la Liga porque al menos uno de los que figuraban como partidarios del rey,
-= Haro. Pacheco volvía ,
Gonzalo de Saavedra, le traicionó. Primer gesto decisivo fue ordenar el des-
tierro definitivo de Beltrán de la Cueva, Pedro González de Mendoza y todos
con buena fe, dispues-
sus parientes. Enrique se asustó. En una fecha previa del 4 de diciembre de
n que se había logra-
146414, al comunicar a las ciudades que debían reconocer a Alfonso como
.- e la Cueva renunció
heredero «por evitar toda materia de escándalo que podría ocurrir después
-= __ e se trasladó a Segovia
de nuestros días acerca de la sucesión», reiteraba la prohibición de casarse
=':'embros de la Liga no
con nadie que no fuese Juana. Tres días después obtenía un certificado del
~ugar, entre los días 20
médico vallisoletano, Juan Fernandez de Soria, que acreditaba su capacidad
s bre la mesa el segun-
generadora 15.
mh-f"rno de la Monarquía.
Considerada aisladamente, la sentencia de Medina del Campo constitu-
- - e insolencia, los gran-
ye una clara demostración de que se hallaba enjuego algo más que las ambi-
e que riega el Pisuer-
Esta precaución sobra- ciones personales y políticas de los nobles, que suelen acaparar la atención

istencia. Se limitó, de los cronistas. Sigue la pauta, en todos sus extremos, del documento redac-
tado por los nobles, en el que cuatro capítulos se refieren a la defensa de la
1&::::::.E":lt-- de dos millones y
- :.m.arenta semejante!'. 12 Documento original en AGS. Patronato Real,leg. 11, fol. 69. Se comunicó a las
_-= cumpliera once años. ciudades ese mismo día.
-= ias Cortes, los nobles le 13 Palencia, 1,pág. 422. Enríquez, pág. 140.
14 La fecha 4 de setiembre con que figura en Colección diplomática, págs. 326-327,
constituye un error de lectura.
15 J. B. Sitges, Enrique IV y la excelente, pág. 56-59.
312 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

fe, doce al estado eclesiástico, cinco a la justicia, ocho a la percepción de de aprovechar .


impuestos, dos a la libertad de los concejos y el resto a asuntos muy particu- mento excesIm -=

lares como la libertad en las ferias de Medina del Campo o la supresión de opiniones. S~I
cotos de bosques y fieras. Se aspiraba a una Monarquía sólidamente católi- rante Enríquez..
ca. Por ello se añadió una larga introducción, penetrada de espíritu antiju- andaban en secretas I
daico, solicitando el retorno riguroso a la verdadera fe, sustrato y fundamen-
to de la comunidad castellana, la cual ha sido utilizada muchas veces como de los engaños.
argumento para demostrar la impiedad del monarca 16. El intento era, al menos estaban nada
en teoría, provocar una reforma a fondo en el gobierno, dejando establecida río de Valdene
con claridad la preeminencia de la nobleza; se daban a ésta tales garantías dencia de la ~
que ningún noble podía ser reducido a prisión sin previo consentimiento rrio de la ca:-~
de un comité de nueve miembros, tres nobles -Pacheco y los condes de Haro
y Plasencia, tres obispos entre ellos Carrillo- y los procuradores de tres ciu-
dades, Burgos, Toledo y Sevilla. Estamento privilegiado, la nobleza ganaba
posiciones: tres de sus miembros,junto con tres clérigos y otros tantos doc-
tores, pasarían a integrar aquel sector que se llamaría en adelante Consejo de
la Justicia. Para debilitar al rey se redujo la fuerza militar permanente a su
servicio a seiscientas lanzas. Se daba a las ciudades una promesa de libertad,
en las elecciones de procuradores, voto de subsidios en Cortes y en nom-
bramiento para los oficios, que era casi nominal pues la mayor parte de ellas
se hallaban ya mediatizadas bajo el poder de los nobles. Se prevenía el nom-
bramiento de comisiones que habrían de acometer la reforma monetaria y Quebrados los élCI!~uQj

la legislativa. TIa se convirtió en


on Enrique a las inSr;

4. FARSA DE ÁVfLA. Enrique IV había sido arrastrado a la sentencia de monarca entregaba B


Medina del Campo por medio de engaños. No tardó en comprobar cumpliendo así una ~,..

que, además de Gonzalo Saavedra, uno de sus principales secretarios, _~ervión al Duero se

Alvar Gómez de Ciudad Real, le había traicionado'", Trató entonces illena, tras apoderarse .-
a Plasencia, seguro as!!
que el pretendiente L~

16 Coleaión diplomática, págs. 355-379.


17 Estaba en connivencia con el marqués de Villena. Él y Saavedra huyeron de la
Corte antes del 6 de febrero, fecha en la que fue decretada confiscación de sus bienes. BN, 18 Se trata del p .
mss. 13.100, fol. 20. ción de don Alfonso (Ú'~

-
NOBLEZA Y MONARQUÍA 313

o a la percepción de
de aprovechar el descontento que algunos nobles sentían ante el incre-
- - a asuntos muy particu..
mento excesivo de poder por parte de Villena, buscando dividir sus
po o la supresión de
opiniones. Sabemos que, en enero de 1465,Alfonso Carrillo, el almi-
J:::.:~u'íasólidamente católi-
rante Enríquez, el conde de Alba y el de Treviño, Pedro Manrique,
da de espíritu antiju-
andaban en secretas negociaciones con la Corte. Secreto, como de cos-
:e, sustrato y fundamen-
tumbre, muy mal guardado. Además se trataba de continuar en la vía
~.:zlLda muchas veces como
de los engaños, cobrando previamente el precio de acciones que no
-El intento era, al menos
estaban nada dispuestos a emprender. Don Fadrique recibió el seño-
o, dejando establecida
río de Valdenebro y la custodia de Valladolid, que anulaba la indepen-
a ésta tales garantías
dencia de la poderosa villa castellana; a Carrillo le dieron el cimbo-
- _ revio consentimiento
rrio de la catedral de Ávila, excelente fortaleza, y el castillo de la
~ o los condes de Haro
Mota de Medina del Campo, lo que equivalía a entregarle el poder
:;J:1DC1llradores
de tres ciu-
militar sobre ambas ciudades; el conde de Alba ganó El Carpio; y el
::- do, la nobleza ganaba
de Treviño, que casó entonces con doña Guiomar de Castro, la de los
I.....,;=gm y otros tantos doc-
escándalos con el rey, recibió Navarrete con un juro de ochocientos
adelante Consejo de mil maravedís. Ninguno de ellos, al parecer, tenían intenciones de obrar
"""'-,jr.arpermanente a su
excepto en línea con sus intereses. El monarca, por su parte, se creyó
- promesa de libertad , en condiciones de rechazar la sentencia de Medina del Campo, comu-
en Cortes y en norn- nicando a las ciudades su nulidad; en consecuencia ordenaba a éstas
mayor parte de ellas que se abstuvieran de reconocer a Alfonso como su heredero.
- s. e prevenía el norn ,
reforma monetaria y Quebrados los acuerdos no quedaba sino prepararse para la guerra. Sego-
via se convirtió en plaza de armas para los realistas, y en su alcázar instaló
don Enrique a las infantas Isabel y Juana, tía y sobrina. Al mismo tiempo el
j&=:::2S:::-ado
a la sentencia de monarca entregaba Burgos a Pedro Velasco, primogénito del conde de Haro,
- -o tardó en comprobar cumpliendo así una de las aspiraciones de este poderoso linaje: desde el
_ rincipales secretarios, Nervión al Duero se extendía ahora su poder. Por su parte el marqués de
~:zo::!ad
•• o 17 . 11rato' entonces Villena, tras apoderarse de Arévalo (marzo de 1465) llevó al infante Alfonso
a Plasencia, seguro asilo que ofrecía el conde, Álvaro de Stúñiga. El precio
que el pretendiente tuvo que pagar fue el señorío de Trujillo 18. Los dos rea-
aavedra huyeron de la
t:::::..::s~·ón de sus bienes. BN,
18 Se trata del primer documento de donación que figura bajo el nombre y suscrip-
ción de don Alfonso (Colecdón diplomática, págs. 480-482). Seguimos a partir de aquí el tra-
314 LUIS susnaz FERNÁNDEZ

les hermanos eran instrumentos de sus respectivas facciones mientras que el cayendo en manos de ~
realengo se iba disipando. os soldados ciudadan
Sobre el papel, las fuerzas estaban equilibradas aunque le legitimidad decisivo. La rebelión se
significada por la Corona proporcionaba ventaja a Enrique IV La mayor que había llegado a ~
dificultad para éste residía en encontrar dinero pues nadie se adhería a él sin cuñado portugués
cobrar. Por eso en mayo de 1465 quiso reunir Cortes en Salamanca, para alle- de huir a Portugal'". El ~
gar recursos. Probablemente ese empeño en torno a la legitimidad impulsó ron, puertas afuera de -
a Carrillo y al almirante a hacer una propuesta sorprendente al marqués de ballesteros que pobla
Villena: si quería lograr la victoria era imprescindible deponer a Enrique y muñeco que portaba ---
proclamar a ese niño que Pacheco tenía en custodia: dos legitimidades fren- juicio, la legitimida .
te a frente. Para Villena se trataba de un paso muy grave: una vez cortadas las tremendos crímenes 01:=
amarras, no sería posible dar marcha atrás. Todo esto mientras d arzobispo tó al muñeco la corona. J.-:'¡

seguía en la Corte como consejero del rey. Ninguna humillación ni engaño mente, Diego López rb -

se ahorró al «más abatido» rey que en Castilla fuera. Había despedido a los ció una frase de muv c
fieles y ahora le rodeaban los traidores. Carrillo le indujo a reunir sus tropas Alfonso XII fue pro~
en Medina, el 27 de mayo, para atacar Arévalo, llevando en su compañía a Jua- condestable.
na, la reina, que vigilaba estrechamente a Isabel, no fuera a escaparse al lado
de su hermano. Naturalmente el ataque fracasó porque los refuerzos prome- 5. LAS LEGITD.
tidos nunca llegaron. ba, a los cien ñ
Las tropas del rey se replegaron en desorden por la llanura. Como ya y provecho
no era necesario seguir fingiendo, don Fadrique volvió del revés la casaca había visto o
y proclamó a Alfonso rey en una plaza de Valladolid. Carrillo, por su par- rey pero en
19
te, franqueó a los nobles la entrada en Ávila. Como César Olivera ha podi- nobleza, includ
do constatar, en las Cortes de Salamanca se habían alzado protestas muy de Burgos".
fuertes por parte de los procuradores de las ciudades: una tras otra iban cial Mendoza...
desmesura I"1P

bajo de Dolores Carmen Morales Muñiz, Alfonso el rey de Avila, Madrid, 1988, evitando citas
innecesarias. Aun antes del acto de Ávila, el infante había comenzado a tomar decisiones
como si se hallara en posesión del poder real.
19 César Olivera, Cortes de Castilla 1415-1474, Burgos, 1986, ha conseguido una revi-
sión completa de las Cortes correspondientes a este reinado, empleando mucha documen- 20 Esta noticia la recoeec

tación inédita. Conviene anotar que hay dos etapas muy claramente marcadas, una de mero Hechos del condestable, pág.-
sometimiento y otra en que los procuradores, siempre en la obediencia al rey, trataban de 21 Velasco reunió al

recuperar la iniciativa. Estas Cortes de Salamanca indican el tránsito de una etapa a otra. nociese a Alfonso. L. Serrano, ~
- --,-- - -- ~ ..
,. -- - ---

- ----

NOBLEZA Y MONARQUÍA 315

cayendo en manos de los grandes. No pudieron acudir en consecuencia


los soldados ciudadanos que en otras ocasiones desempeñaran papel muy
~":"~-2..S- aunque le legitimidad decisivo. La rebelión se extendió rápidamente. Cuando se supo que Enri-
a Enrique IV La mayor que había llegado a Zamora, buscando desde luego el acercamiento a su
nadie se adhería a él sin cuñado portugués, circuló, entre los amotinados, el rumor de que trataba
- en Salamanca, para alle- de huir a Portugal'". El 5 de junio de 1465 los nobles de la Liga se reunie-
la legitimidad impulsó ron, puertas afuera de Ávila, en torno a un tablado, bien protegidos por los
4 ::endente al marqués de ballesteros que poblaban las almenas, y sobre el cual se hallaba, sentado, un
•..•..•..•
~JJ.e deponer a Enrique y
muñeco que portaba todas las galanuras e insignias de un rey. Sometida a
- . dos legitimidades fren- juicio, la legitimidad pragmática de la Monarquía era acusada de largos y
e: una vez cortadas las tremendos crímenes que allí se explicaban a voz de pregonero. Carrillo qui-
szo mientras d arzobispo tó al muñeco la corona, Stúñiga la espada,Alfonso Pimentel el cetro, y final-
umillación ni engaño
mente, Diego López de Stúñiga derribó el espantajo a patadas y pronun-
Había despedido a los ció una frase de muy buena educación: «¡fuera, puto!». En el mismo lugar
~o a reunir sus tropas Alfonso XII fue proclamado rey, y al conde de Paredes dieron la espada de
en su compañía ajua-
condestable.
era a escaparse alIado
__e los refuerzos pro me-
5. LASLEGITIMIDADES.
De esta forma la Institución monárquica toca-
ba, a los cien años de Montiel, su punto más bajo. Sin duda fue dura
=- ~ la llanura. Como ya
y provechosa lección para la infanta Isabel que, con catorce años, se
- .ó del revés la casaca
había visto obligada a contemplar estos sucesos desde el bando del
- --Carrillo, por su par-
rey pero en calidad de prisionera o de rehén. La mayor parte de la
C·esar Olí vera 19 ha podi-
nobleza, incluyendo a Pedro Velasco, que hubo de seguir el parecer
, - alzado protestas muy
de Burgos'", reconoció aAlfonso. Hubo, no obstante, linajes, en espe-
- -=es: una tras otra iban
cial Mendoza, Osorio, Alba y La Cerda de Medinaceli que, ante la
desmesura del gesto, prefirieron permanecer en la debida obedien-
.el, 1988, evitando citas
cia. Esto permitió al bando enriqueño remontar la tormenta. En
Clli:=:::.zadoa tomar decisiones
ese invierno de 1465 a 1466 comienza a perfilarse la opinión de

-. ha conseguido una revi-


_.eando mucha documen- 20 Esta noticia la recogen los cronistas adversos, Palencia, 1, pág. 480;Valera, pág. 104;
~::::::.=me marcadas, una de mero Hechos del condestable, pág. 290.
- .encía al rey, trataban de 2\ Velasco reunió al regimiento de Burgos el 8 de junio y éste optó por que se reco-
. o de una etapa a otra. nociese a Alfonso. L. Serrano, op.at., págs. 77-80.
316 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

que sin Monarquía sólo era posible el desorden; sobre ella podrán especialmente ásperas
edificar luego su obra los Reyes Católicos. Cuando la polvareda antiguas querellas. Tam..-o:;f
levantada por la farsa de Á vila se fue sedimentando, se vio que, pese ó revuelto, por falta
a las amplias zonas que la revuelta dominaba, más en el Sur que en íbertades municipales, -
el Norte del reino, la situación no era tan desesperada como en un _resión sobre aquellas
principio se creyera; el sustratum de adhesión popular seguía sien- tantos delitos como se
do fuerte y el tiempo trabajaba en favor de11egítimo rey. El histo- e Enrique, lanzó en
riador no debe dejarse influir por la simpatía o antipatía que des- _ .o se trataba, como -
pierten determinadas personas. efensa de sus privilegies, I

res como se hallaba f,., ..


Para la alta nobleza la cuestión de la legitimidad de origen cobraba mandad vieja). Se J~:;";

ahora nueva importancia. Por eso, en este ensayo, nos vemos también obli- iputados, y en ea
gados a otorgarle un peso que en sí misma no tendría. Rompiendo con alcaldes especiales
toda clase de ambigüedades redactaron una carta que pusieron a la firma de zán para cada provincia, '.'lit

Alfonso al día siguiente de su proclamación, en la cual comunicaban al rei- Hermandad, mandari


no que Juana era hija de don Beltrán de la Cueva'". No es necesario que zener el orden y ea
aceptemos como verdadera tal afirmación. En testimonios escritos ese apo- Hermandad, que se e
do, «Beltraneja» o «Beltranica. que ha llegado a generalizarse, no aparece has-
ta el siglo XVI y deberíamos desterrado. Isabel la Católica nunca utilizó este 23 Pedro Fajardo
argumento. La propaganda política, que era muy viva, no estaba dispuesta a za el 2 de febrero de 1
detenerse en límite alguno.
Aquel verano, el reino de Castilla quedó dividido en dos bandos que se 24 El primogénito
nia como el conde de
combatieron con saña, mezclando la cuestión general con las menudas que-
rellas personales o locales, según es costumbre en casos semejantes. Fueron
na resistencia, Sevilla y ~ d
contaba con apoyo del co::-~ ,.J
--los nobles dominaban
22 Conocemos el ejemplar que se envió al conde de Arcos (Colección diplomática, infanta Isabel y crear~-
pág. 491) aunque es indudable que otros también se repartieron. Aquella fue llevada en mano sufrió al principio dos

por un hijo del conde de Plasencia. Se dice textualmente que «vino el dicho don Enrique León y los Guzmán -

en tan gran profundidad de mal que dio al traidor de Beltrán de la Cueva la reina doña Jua- págs. 491 Y ss.; Hechos •

na, llamada su mujer, para que usase de ella a su voluntad ... y una su hija de ella, llamada 25 K. Haebler, cDie ~

doña Juana, dio a los dichos mis reinos por heredera». La documentación panfletaria es siem- Historische Zeitschrift, to
pre de dificil manejo. No puede ser utilizada como argumento objetivo, pero tampoco en la importancia que revise-
descargo o demostración de lo contrario. En las desdichas de Enrique IV sus errores ocu- Hermandad General de
pan tanto espacio como las difamaciones de sus enemigos. Evolución de las Hermar

-e-
NOBLEZA Y MONARQUÍA 317

~esorden; sobre ella podrán especialmente ásperas en Murcia'? y en Andalucía24 porque allí incidían sobre
o . Cuando la polvareda antiguas querellas. Tampoco se produjo la división en zonas.Todo el país que-
entando, se vio que, pese dó revuelto, por falta de autoridad y, desde luego, naufragaron ante todo las
:a;::::~ba,más en el Sur que en libertades municipales. Los grandes velan una oportunidad para aumentar su
- desesperada como en un presión sobre aquellas en que se hallaban instalados. Como posible remedio
- ión popular seguía sien- a tantos delitos como se cometían, Segovia, una de las dos ciudades favoritas
legítimo rey. El histo- de Enrique, lanzó entonces la iniciativa de crear una Hermandad general".
~aria o antipatía que des- No se trataba, como siglos antes, de que villas y ciudades se uniesen para
defensa de sus privilegios, sino de establecer un cuerpo general de vigilan-
tes como se hallaba funcionando en Toledo, Talavera y Ciudad Real (Her-
-~. dad de origen cobraba mandad vieja). Se dividió el territorio en ocho provincias, con otros tantos
::os vemos también obli- diputados, y en cada ciudad o villa que a la misma se adhiriese habría dos
dría. Rompiendo con alcaldes especiales dotados de poderes judiciales muy expeditivos. Un capi-
~ue pusieron a la firma de tán para cada provincia, sometido a obediencia del capitán general de la
ual comunicaban al rei- Hermandad, mandaría los soldados, lanceros y ballesteros, encargados de man-
o es necesario que tener el orden y capturar a los bandidos. En la primera Junta General de la
rímoníos escritos ese apo- Hermandad, que se celebró en Castronuño en octubre de 1467, se tomó un
- ~se, no aparece has-
ea nunca utilizó este
23 Pedro Fajardo retrasó el reconocimiento de Alfonso, que sus amigos le pedían, has-
no estaba dispuesta a ta el2 de febrero de 1466.A partir de esta fecha actuó en Murcia con absoluta indepen-
dencia como si el trono estuviera vacante.]. Torres Fontes, Don Pedro Fajardo, pág. 96.
en dos bandos que se 24 El primogénito del conde de Plasencia consiguió que tanto el duque de Medinasido-
con las menudas que- nia como el conde de Arcos reconociesen a Alfonso (15 de junio de 1465).Aunque hubo algu-
na resistencia, Sevilla y Córdoba le obedecieron. Sólo Jaén, donde se hallaba Miguel Lucas, que
s semejantes. Fueron
contaba con apoyo del conde de Cabra, permaneció en lealtad a Enrique IV Esta situación
-los nobles dominaban amplio espacio andaluz- inspiró el proyecto de Girón: casarse con la
- r: o (Colección diplomática, infanta Isabel y crear un dominio superior incluso al de su hermano el marqués. Este proyecto
"'"'-"eL ""mella fue llevada en mano sufrió al principio dos percances: Girón no pudo apoderarse de Jaén y en Sevilla los Ponce de
o el dicho don Enrique León y los Guzmán suspendieron sus rencillas para cerrar el paso a los advenedizos. Palencia, 1,
Cueva la reina doña Jua- págs. 491 y ss.; Hechos del condestable, págs. 266 Y ss.; Y Anales de Garci Sánchez, págs. 50 Y ss.
su hija de ella, llamada 25. K. Haebler, «Die Kastilischen Hermandades zur Zeit Heinrichs IV (1454-1474)>>
C=::;:::.;::=ciónpanfletaria es siern- (Historische Zeitschrift, tomo LVI, 1888, págs. 40-50, fue el primero en llamar la atención sobre
etrvo, pero tampoco en la importancia que revistió esta institución. N o hay solución de continuidad entre ella y la
- -::-rique IV sus errores ocu- Hermandad General de los Reyes Católicos.Ver también]. Puyol, op. cit., págs. 58-61, y mi
Evolución de las Hermandades, págs. 43-45.
318 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

acuerdo significativo: la guerra civil no era «caso de Hermandad». De modo [ue eran muchos los o' -
que los caballeros con adarga, espada y lanza, así como los convoyes de víve- ecisión, quedó bien
res provistos de escolta, debían ser dejados en paz. La Hermandad infundió . «legado de lateres
terrible respeto por sus procedimientos expeditivos y se convirtió en una gran restablecimiento de la
fuerza dentro del juego político castellano. ensuras eclesiásticas M~
No cumple que, en este libro, nos ocupemos del detalle de las opera- rían a la obediencia, a
ciones militares que en aquel invierno tuvieron lugar; baste decir que fue- ial del expresado en -
ron muchas y muy confusas originando confusión. Ahora cada noble tenía veremos a su debido ti
que preocuparse por la defensa de sus señoríos. Si queremos marcar alguna iaron en una forma 22_
línea general de resultados hemos de señalar que las ciudades buscaban aho- En cada uno de 1,
ra retornar a la obediencia del rey, recuperando su estructura de gobierno. rra, una divergencia paJ
Será especialmente significativo el caso de Valladolid que, habiendo sido una mista y moderado, o
especie de capital para los partidarios de Alfonso, se sublevó en marzo de os Manrique, que marr:
1466, expulsó al pretendiente, y volvió a la obediencia de Enrique IV. rían que la batalla conzic
Se estaba debatiendo una muy delicada cuestión de legitimidad, ligada arreglando para éste el .
estrechamente a un matrimonio que presentaba aspectos discutibles. La escasa o del rey, la reina J
precisión que el Derecho castellano, como el de otros reinos europeos, pre- dispuesta a tolerar que Se -

sentaba en este punto, obligaba a ambas partes a dirigirse al papa Paulo II, en dían. La solución es
busca de una ayuda que podía resultar decisiva. En Roma coincidieron pro- Portugal, mediante el
curadores y apoderados de ambos bandos. En la Corte Romana, Enrique IV que repetidas veces se
contaba, aparte de su legitimidad insistentemente reconocida, con el afecto condiciones de impo
del Papa y el apoyo de un personaje que había ido creciendo en importancia: veía firme apoyo.
Antonio deVeneris, obispo titular de León, nuncio a quien la Sede debía agradeci- la Cueva.
miento grande por las fructíferas gestiones económicas que había llevado a cabo
en Castilla. En esta coyuntura estaba decidido a prestar ayuda al rey. 27 Los poderes de--
Frente a los alegatos que, de una y otra parte, se le presentabarr", el Papa de mayo y 13 de junio
dejó transcurrir cierto tiempo, recogiendo información muy necesaria por- dos últimas sustituyen a
paz no tenía límites.
28 Juana hizo un TIaJe
26 Me parece muy importante la documentación que aporta T.Azcona, op. cit., págs. bre de 1465 (Colección di~
99-100, en relación con la Sede romana. Existe otro documento en el A.V Instrumenta matrimonio. Hasta feb
Miscellanea, núms. 2-23 y págs. 131-147 que es uno de los alegatos, el más importante, pre- 20 de dicho mes hizo e
sentado al Papa. Enrique IV sostenía que la deposición carecía de fundamentos de derecho, diplomática, pág. 518). S~..j
y era sólo resultado de la ambición de los nobles. biar de idea.

-----
~~ - -- ~_. -- --
---

NOBLEZA Y MONARQUíA 319

::.e Hermandad». De modo


que eran muchos los obispos declarados contra el rey. Pero cuando tomó la
o los convoyes de víve-
decisión, quedó bien claro que seguía al lado del monarca: nombró aVene-
La Hermandad infundió
ris «legado de latere» dándole poderes prácticamente absolutos en orden al
s :- se convirtió en una gran
restablecimiento de la paz en Castilla, incluyendo la facultad de pronunciar
censuras eclesiásticas rigurosas contra el príncipe y sus partidarios si se resis-
- del detalle de las opera-
tían a la obediencia, aunque «fuesen tales que exigiesen un mandato más espe-
--.. . baste decir que fue-
cial del expresado en las presentes» bulas'". La actuación de Veneris, como
Ahora cada noble tenía veremos a su debido tiempo, resultaría decisiva, aunque las circunstancias cam-
- .• eremos marcar alguna biaron en una forma dificil de sospechar en aquellos momentos.
ciudades buscaban aho- En cada uno de los dos bandos se aprecia, desde el primer año de gue-
estructura de gobierno. rra, una divergencia paulatina en dos sectores que podríamos calificar de extre-
_ue, habiendo sido una mista y moderado, o algo semejante. En la Liga eran extremistas Carrillo y
. - sublevó en marzo de los Manrique, que mantenían firmes relaciones con Juan II de Aragón; que-
ncia de Enrique IV. rían que la batalla continuase hasta el triunfo definitivo de Alfonso XII,
.a::::r..;:=-V.:J de legitimidad, ligada arreglando para éste el matrimonio con alguna infanta aragonesa. En el ban-
ros discutibles. La escasa do del rey, la reina Juana trataba de cobrar protagonismo, porque no estaba
- - remos europeos, pre- dispuesta a tolerar que se privase a su hija de los derechos que le correspon-
al papa Paulo rr, en dían. La solución estaba, a su juicio, en un estrechamiento de relaciones con
oma coincidieron pro- Portugal, mediante el matrimonio de su hermano Alfonso V con Isabel, de
Romana, Enrique IV que repetidas veces se había hablado. Pues unidos ambos reinos estaban en
onocida, con el afecto condiciones de imponer el orderr". Contaba con los Mendoza, en quienes
~ .endo en importancia: veía firme apoyo. No debemos olvidar que entre ellos se situaba Beltrán de
---. la Sede debía agradeci- la Cueva.
e había llevado a cabo
ayuda al rey.
27 Los poderes de Veneris se contienen en cuatro bulas fechadas en 18 abril, 11 y 15
resentabarr", el Papa de mayo y 13 de junio (la última fue ya conocida por L Serrano, op. cit., págs.98-99). Las
muy necesaria por- dos últimas sustituyen a las primeras. Nos demuestran que el poder a Veneris para hacer la
paz no tenía límites.
28 Juana hizo un viaje a Guarda y aquí firmó un acuerdo matrimonial el 12 de setiem-
T.Azcona,op. cit., págs.
bre de 1465 (Colección diplomática, págs. 503-514). No sabemos que Isabel protestara de este
C':::==m en el A. V Instrumenta
matrimonio. Hasta febrero del año siguiente Enrique IV pareció dispuesto a cumplido; el
~~IS. el más importante, pre-
20 de dicho mes hizo entrega de Trujillo y las rentas acordadas a su hermana (Colección
- fundamentos de derecho,
diplomática, pág. 518). Seguramente fueron Pacheco y su hermano los que le hicieron cam-
biar de idea.
320 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

Hasta febrero de 1466 Enrique IV dio la impresión de que estaba etiembre de 1466 se '-
dispuesto a respaldar las gestiones de su esposa y, en consecuencia, a resis- liquidar el conflicto mecza
tir. Pero entonces vino a la Corte el obispo Alfonso de Fonseca (vistas de lla sin vencedores ni
Coca, marzo-abril de 1466) trayendo consigo un nuevo plan de paz y el con voluntad negocia
débil monarca, que temía aquella confederación de los grandes, aceptó 110de Cuéllar, abandonan
entrar en negociaciones. Este plan consistía en dividir el reino en dos desmentir la lealtad a 12 ;: \
obediencias, una para cada rey, sucediendo el superviviente a quien falle- que fueron enviado
ciese antes. En buena lógica, sería Alfonso XII el futuro rey de toda Cas- Para el marqués ,-~
tilla.A fin de sustraerse a presiones e influencias de Portugal-eliminan-
do así a la reina de la escena política- la infanta Isabel casaría con don Sevilla trabajó entre
Pedro Girón, el maduro maestre de Calatrava. Es muy difícil hacer conje- cho contacto con Pacae
turas acerca de las dimensiones desmesuradas de este personaje, pero no convivencia entre do
hay más remedio que pensar que si la boda se celebraba y, por cualquier enero o febrero y co
accidente, el infante desaparecía sin descendencia, el bravo Girón podía cía, con la misión de
aspirar a sentarse en el trono de Castilla. Decía al rey: cuento con tales fuer- más importante que --
zas y tanto dinero que bastará mi presencia en la Cortepara que se des- miso matrimonial coa
hagan todos los movimientos. jeron a resultados co
Recogiendo sus tropas y pertrechos, Girón emprendió el viaje. Isabel no la principal, del proc
estaba aterrada. Nada había dicho antes, cuando se hablaba de Fernando o no de la Monarquía.. 5.j
de Carlos, infantes aragoneses, ni menos de Alfonso V, rey de Portugal, por- no había acuerdo.
que se trataba de candidaturas que entraban en la esfera de sus obligaciones
como infanta. Pero ante la perspectiva de este enlace nefando, hincó las 6.
rodillas y pidió a Dios que la hiciera morir antes de que tal cosa ocurriera.
De pronto llegó la noticia: Girón se había visto acometido de súbita enfer-
medad muriendo el 20 de abril de aquel año en Villarrubia de los Ojos, sin
alcanzar el premio de sus esfuerzos. proplO pOde:- e
La muerte de Girón fue un acontecimiento favorable para la causa enri- que signifi
queña, pues era cierto que disponía de fuerzas militares suficientes para impo- bando real,
nerse. Pero no cerró el paso al que podríamos llamar «plan Fonseca» resol-
viendo la guerra civil por medio de un pacto que dejase reducido a casi 1ez,que habi
nada el poder real. Obligó desde luego a Pacheco a ausentarse de la Corte va, recluido
para acudir durante unos meses a Andalucía a fin de poner orden en la heren- Carrillo y e
cia, que iba a parar a vástagos demasiado jóvenes. Pero al llegar el mes de Juan II de Ar
NOBLEZA Y MONARQUÍA 321

. presión de que estaba


setiembre de 1466 se vio que el obispo y el marqués estaban de acuerdo en
.. en consecuencia, a resis- liquidar el conflicto mediante una especie de status quo que dejara a Casti-
- o de Fonseca (vistas de lla sin vencedores ni vencidos. Triunfaban los moderados de ambos bandos,
nuevo plan de paz y el con voluntad negociadora. Beltrán de la Cueva hubo de retirarse a su casti-
de los grandes, aceptó llo de Cuéllar, abandonando en adelante casi todo protagonismo, aunque sin
== dividir el reino en dos desmentir la lealtad a la reina. En el otro bando, Carrillo y Rodrigo Manri-
-_ erviviente a quien falle-
que fueron enviados a Ávila.
ruro rey de toda Cas-
Para el marqués de Villena era importante destruir la influencia que la
- e Portugal -eliminan-
reina estuviera en condiciones de ejercer sobre su marido. El arzobispo de
:- -- Isabel casaría con don
Sevilla trabajó entre noviembre de 1466 y mayo de 1467, ahora en estre-
~ muy dificil hacer conje-
cho contacto con Pacheco, para dar un perfil definitivo a aquel plan de
-~ este personaje, pero no
convivencia entre dos reyes. Lo expuso en reuniones que se celebraron en
= ce ebraba y, por cualquier
enero o febrero y consistía en que Alfonso XII pasara a gobernar Andalu-
el bravo Girón podía
cía, con la misión de continuar la guerra de Granada, que era la empresa
- x: .cuento con tales fuer-
más importante que ahora tenían los castellanos. Seguía en pie el compro-
- - Corte para que se des-
miso matrimonial con Juana. A pesar de todo las negociaciones no condu-
jeron a resultados concretos. El orden sucesorio era, tan sólo, una parte y
:: ~ rendió el viaje. Isabel no la principal, del problema; se trataba, en el fondo, de ordenar el gobier-
se hablaba de Fernando o
no de la Monarquía, fijando límites y dimensiones al poder real.Y, en esto,
: rey de Portugal, por- no había acuerdo.
era de sus obligaciones
= =-' ce nefando, hincó las
6. SEGUNDABATALLA.
DE OLMEDO.Los largos meses de negociaciones
ce que tal cosa ocurriera.
que cubrieron todo el invierno de 1466 a 1467 produjeron un evi-
etido de súbita enfer-
dente desgaste en aquellos que querían negociar por encima de todo.
!....!2ITUbia
de los Ojos, sin
Es cierto que tanto Fonseca como Pacheco parecían más atentos al
propio poder e influencia que a la resolución del dificil problema
rable para la causa enri-
que significaba la existencia de dos reyes en Castilla. Crecía, en el
IL...;"",--,:;:, suficientes para impo-
bando real, el prestigio de los Mendoza, que apoyaban en este momen-
lan Fonseca» resol-
to a la reina Juana y a su hija, en especial del obispo Pedro Gonzá-
~-= ejase reducido a casi lez, que había tomado en gran medida el relevo de Beltrán de la Cue-
- - ausentarse de la Corte va, recluido ahora en Cuéllar, En el bando contrario el arzobispo
~'-·--'~T1erorden en la heren-
Carrillo y el almirante Enríquez tomaron la decisión de pedir a
ero al llegar el mes de Juan II de Aragón que interviniera. En mayo de 1467 éste decidió
322 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

-0, que daría un viraje __


enviar a Castilla con plenos poderes a Pierres de Peralta, condesta-
ble de Navarra'". El desgaste profundo de los partidos, en los vein- ra, y precisamente.

te años transcurridos desde la batalla de Ohnedo, permitían este ines- La primera co~

perado retorno a escena del antiguo duque de Peñafiel, que cargaba zo para la Liga,será ~

sesenta y ocho años sobre sus robustos hombros. Con él retornaba se apartó de la Corre

la experiencia de un tiempo pasado, de una madura generación de nes políticas y militar

luchadores que, por excepcional circunstancia, en él sobrevivía. tamiento de los corrvers .c:1
na, provocaron un c:reé:::!!

Las instrucciones a Pierres de Peralta constituyen un documento de extra- la reina Juana pensa:::

ordinario interés. Juan II aceptaba entrar en el juego político castellano pero ofrecía dudas. El rey _,

no para servir de comparsa a uno de los partidos sino para dirigido y resta- Beltrán de la Cueva ..re

blecer el predominio de los «aragoneses». El condestable de Navarra, puesto respondieron con decs;.nJ

de acuerdo con Carrillo y don Fadrique, reconstruiría la Liga: quedaba a su primogénito de la '"~ \..:s::J

opción decidir si esta Liga iba a inclinarse por la obediencia a Enrique IV o El 6 de agosto de 1
a su hermano Alfonso; antes de decidir tenía que examinar la situación de defender al rey e
interna, sopesando razones. En las instrucciones había posibles promesas de tía, la custodia de la pri

ayuda tanto para el legítimo soberano como para el infante. En caso necesa- hizo cargo el conde
rio podía concertar el matrimonio de Alfonso con la infanta Juana de Ara- eguridad de que la
gón. El arzobispo y el almirante, atentos especialmente a los sucesos internos Los Mendoza mffi"'T~

castellanos, propusieron a Juan II un golpe supremo: ganarse al marqués do los enriqueños,


definitivamente casando al futuro rey, Fernando, con Beatriz Pacheco, hija alfonsinos se les e~
de aquél; halagado en su ambición, Pacheco mostraba dudas, pues temía que
todo fuese un engaño, falsa maniobra. El monarca aragonés dio conformi- 31 Toledo había ~
dad a la propuesta, y el propio Fernando, siendo aun muy joven, empeñó su !W que la opinión fuese
palabra por escrito el 1 de mayo de 14673 °. Sin embargo, en sus instruccio- eán de la catedral, ~~
oan más los conversos. cz::;:" .-
nes, el monarca aragonés ordenaba a su embajador que sondease otro matri-
versos y «lindos», es d
monio, sin duda más conveniente, el de Fernando con Isabel, como estaba
Importancia provocó
previsto desde años atrás. Conviene que no olvidemos que el gran proyec- aeró el 21 de julio en
Cifuentes, que tomaba
res y Alvar Gómez de L.=.:I
29 Las instrucciones a Peralta, que se encuentran en la Colección Salazar,han sido publi-
cadas por A. paz Y Meliá, El cronista Alfonso de Palenda, Madrid, 1914, págs. 72-73.
?ágs.89-102.
30 Documento publicado por Paz, págs. 73-77. Ya era conocido de Zurita, IV,
32 Documento en .....,
fol. 151v.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 323

I,J-""TTIF"<: de Peralta, condesta- to, que daría un viraje profundo a la Historia de España, fue introducido aho-
-~ _0- partidos, en los vein- ra, y precisamente, por Juan II de Aragón.
ímedo, permitían este ines- La primera consecuencia de la intervención del monarca aragonés, con refuer-
e Peñafiel, que cargaba zo para la Liga, será desbancar el proyecto de reparto en que trabajara Fonseca. Éste
ros. Con él retornaba se apartó de la Corte y se sumó a los partidarios de Alfonso XII. Algunas accio-
madura generación de nes políticas y militares, como la ocupación de Toledo, donde se produjo el aplas-
"--,~"".l.!cia,en él sobrevivía. tamiento de los conversos (julio de 1467)31, conquista de Olmedo y de Medi-
na, provocaron un crecimiento alarmante del poder de los grandes. Enrique y
documento de extra- la reina Juana pensaron que había que volver a los Mendoza, cuya lealtad no
olítico castellano pero ofrecía dudas. El rey hizo un viaje expresamente a Cuéllar, humillándose ante
~o para dirigido y resta- Beltrán de la Cueva, reconociendo que no le había tratado bien. Los Mendoza
!:"-....;::::> •.•• ble de Navarra, puesto respondieron con decisión y trajeron consigo a Pedro Fernández de Velasco, el
uiría la Liga: quedaba a su primogénito de la Casa de Haro, que había entrado por matrimonio en el clan.
.encia a Enrique IV o E16 de agosto de 1467 Alburquerque, Santillana yVelasco prestaron juramento
- ~ examinar la situación de defender al rey con todos sus medios'". Recibieron entonces, como garan-
ía posibles promesas de tía, la custodia de la princesa Juana, cuyos derechos iban a defender. De ella se
= infante. En caso necesa- hizo cargo el ~onde de Tendilla. Para la reina este compromiso implicaba una
= .:a infanta Juana de Ara- seguridad de que la niña no iba a ser entregada a sus enemigos.
t-~~- " a
••. los sucesos internos Los Mendoza movilizaron sus tropas. Trece días después del pacto, cuan-
o: ganarse al marqués do los enriqueños, reforzados de este modo, marchaban sobre Medina, los
Beatriz Pacheco, hija alfonsinos se les enfrentaron en las afueras de Olmedo y fueron derrotados
udas, pues temía que
::agonés dio conformi- 31 Toledo había reconocido aAlfonso XII ellO de junio de 1465. No parece sin embar-
uy joven, empeñó su go que la opinión fuese unánime. Los nobles tuvieron que actuar con mano fuerte y el
~L:kI'g1D,en sus instruccio- deán de la catedral, Francisco de Toledo, tomó la defensa de Enrique IV; en quien confia-
ondease otro matri- ban más los conversos, tan influyentes. Esta circunstancia incrementó la hostilidad entre con-
versos y «lindos», es decir, cristianos viejos. El 19 de julio un incidente que parecía de poca
Isabel, como estaba
importancia provocó un tumulto en la catedral y dos canónigos fueron asesinados. Esto dege-
que el gran proyec-
neró el 21 de julio en un levantamiento de conversos, dirigido por Alfonso de Silva, conde
de Cifuentes, que tomaba la voz de Enrique IV El alzamiento fue aplastado y aunque Cifuen-
~Ga60ccié' ')n Salazar,han sido publi- tes y Alvar Gómez de Ciudad Real salieron incólumes de la aventura, un gran número de
14, págs. 72-73. «nuevos» con sus capitanes fueron muertos. Ver Eloy Benito Ruano, Toledo en el siglo Xv,
conocido de Zurita, IV, págs. 89-102.
32 Documento en Layna Serrano, 11,págs. 452-457.
324 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

-,
(19 de agosto de 1467). La segunda batalla de Ohnedo, también con escasas Además acabasa
bajas, no resolvió la guerra pero significó un incremento para la causa del tando con
rey.Valladolid, Zamora, Salamanca mostraron su entusiasmo enviando solda- Dávila y su
dos a Enrique IV El marqués de Villena reprendióa los suyos por lo que mujer de Be], ;,,-
consideraba un error: no se debía combatir sino negociar.Y en esta línea coin- alcázar, pero
cidía con don Enrique. De modo que la victoria obtenida, evidente, no fue
empleada en el aplastamiento de la rebelión, sino en la apertura de nuevas Los dirigentes de L
conversaciones. Al entrar en Medina del Campo, al frente de sus tropas, guidos en 1464 se h.D'
halló allegado de latere Antonio de Veneris, que acababa de llegar de Roma. bel, madura a los dieczs
y éste comunicó al rey las instrucciones que traía de procurar la paz resol- exigió un docume
viendo cualquier conflicto. Enrique aceptó el ofrecimiento y consintió que garantizándola que
se celebraran conversaciones en Ohnedo y Montejo de la Cuesta (setiembre acuerdo con su vol
de 1467) las cuales, como de costumbre, fracasaron. su amada Segovia era _
Dos meses habían transcurrido desde el solemne juramento de los lucha y malversando -
Mendoza y ahora éstos se sentían burlados en sus proyectos y aspiracio- seca, para pedirle que
nes. El rey no quería que se le defendiera con las armas y de nuevo esta- ción. Éste es el prim
ba don Juan Pacheco, el enemigo, en el vértice de la ola. El marqués de vo en Casarrubio
Santillana se retiró a Guadalajara dedicándose a poner orden en la admi- significó el abandono ,i~
nistración de sus estados. Beltrán de la Cueva regresó a Cuéllar. De modo Enrique IV Es una hi.~
que sólo Pedro González de Mendoza, futuro cardenal, permaneció en el mento para una no
Consejo Real, colaborando en esta nueva etapa. Juana, la discutida hija de ciones, impuso una mo.:::::i
la reina, continuaba bajo la custodia del conde de Tendilla.Tenía solamente vo. Muchos, entonces..
.
cinco anos.- Primero había ~
na que podía traer e: "-
7. EL PLANFONSECA.Pierres de Peralta había asistido a la batalla de aceptación de don F~~__
Olrnedo. Formaba parte del séquito de Enrique rv, ante quien se acompañó a Sego .
hallaba acreditado como embajador. Sacó sus propias consecuencias. de Alba y el maestre ce ~.•
De acuerdo con sus instrucciones había contactado con Carrillo; las dispersaron en todas ~
relaciones fueron tan buenas que concertaron el matrimonio de una de setiembre, maestre '::.-
hija del condestable, llamada Juana, con un hijo del arzobispo, Troi- administraba. Luego .
lo Carrillo. La boda se celebró el 22 de noviembre de este mismo
año. Los dos consuegros desconfiaban cada vez más de Villena: trata-
33 El documento ':.~
ba al infante Alfonso como si fuera un rehén o algo de su propiedad. por la propia duquesa.

. __ .
~ ~''''''
-- - -

NOBLEZA Y MONARQUÍA 325

o también con escasas


Además acababa de apoderarse de Segovia (17 de setiembre) con-
cremento para la causa del
tando con la ayuda de dos grandes conversos, el contador Pedro Arias
- rnsiasmo enviando solda-
Dávila y su hermano Diego, obispo de la ciudad. La reina Juana y la
-' ó a los suyos por lo que
mujer de Beltrán de la Cueva pudieron salvarse guareciéndose en el
•..~""';',ir.Y en esta línea coin-
alcázar, pero la infanta Isabel estaba ahora en poder de Pacheco.
tenida, evidente, no fue
en la apertura de nuevas
Los dirigentes de la Liga podían decir que otro de los objetivos perse-
_ . al frente de sus tropas,
guidos en 1464 se había alcanzado: la infanta había sido «liberada». Pero Isa-
aba de llegar de Roma.
bel, madura a los dieciséis años de edad, pensaba de muy distinta manera:
....:..ce procurar la paz resol-
exigió un documento, firmado por el marqués, Carrillo y el conde de Alba,
-=- imiento y consintió que
garantizándo1a que no sería obligada a matrimonio alguno que no fuera de
e la Cuesta (setiembre acuerdo con su voluntad. Y ellos firrnarorr". Para Enrique IV la pérdida de
su amada Segovia era un desastre sin límites. Renunció definitivamente a la
>m.ne juramento de los lucha y malversando la victoria de Olmedo, se fue a Coca, residencia de Fon-
- royectos y aspiracio- seca, para pedirle que p~siera nuevamente en pie el proyecto de negocia-
armas y de nuevo esta- ción. Éste es el primer eslabón de la cadena que llevará al acuerdo definiti-
a ola. El marqués de vo en Casar~ubios del Monte, víspera del encuentro de Guisando, y que
~ -:: ner orden en la admi- significó el abandono de la defensa de los derechos de Juana por parte de
-- esó a Cuéllar. De modo
Enrique IV Es una historia densa con tensiones que, a veces, parecen argu-
enal permaneció en el mento para una novela. La muerte de Alfonso, en el curso de las negocia-
, la discutida hija de ciones, impuso una modificación en cuanto a su contenido, pero no la detu-
- ••-.. dilla. Tenía solamente vo. Muchos, entonces, se negaron a admitir que se tratara de un hecho fortuito.
Primero había que someter al rey a rigurosa custodia y destruir a la rei-
na que podía traer el contrapeso de Portugal. Fonseca obtuvo, ante todo, la
asistido a la batalla de aceptación de don Enrique a cuanto él negociara con los nobles. Luego le
- rique IV, ante quien se acompañó a Segovia, donde les recibieron, en nombre de la Liga, el conde
- ropias consecuencias. de Alba y el maestre de Alcántara. Los pocos partidarios de don Enrique se
oo:::::aa:ado con Carrillo; las dispersaron en todas direcciones. El marqués de Villena se hizo investir, el 29
:::.~ matrimonio de una de setiembre, maestre de la Orden de Santiago, que desde tiempo atrás
~o del arzobispo, Troi- administraba. Luego el monarca entró en el alcázar, tomó a su esposa y la puso
iembre de este mismo
-z más de Villena: trata-
33 El documento que se conserva en el archivo de la Casa de Alba ha sido publicado
o algo de su propiedad.
por la propia duquesa, Documentos escogidos de la Casa de Alba, Madrid, 1891, págs. 8-9.
326 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

\1
en manos del arzobispo de Sevilla porque debía servir como rehén. Fue ence-
siglo xv. Recordemos
rradaen Alaejos al cuidado de don Pedro de Castilla, un descendiente del
tos que la guerra cn.~
rey don Pedro. Derrumbada, la mujer se enamoró de este personaje con quien
En los primero
llegaría a tener dos hijos" declaradamente adulterinos. De este modo la eli- sistía en devolver a _\:5 -
minación era completa: se comprobaba que la reina era infiel a su marido. ró en favor de Enri
Enrique IV entregó a los nobles el alcázar de Segovia y trasladó el teso- victoria completa, la
ro al viejo alcázar de Madrid, donde pensaba fijar su residencia. Fonseca seguía que su titular fuese -
trabajando con los nobles de la Liga en un programa que consistía en hacer encontraban siempre.
entrega del Principado de Asturias al infante Alfonso, devuelto de este modo y el conde de Be
al papel de heredero, pero con rentas y estados suficientes para mantener su nuevas ganancias. Tama

rango y su poder. Isabel, que demostraba mucho afecto a este hermano, En la nueva Junta ge:::~
muy dominada por L~-
había regresado a Arévalo, junto a su madre. Es indudable que, rodeada de
contrario a la revuer
algunos servidores fieles de aquélla, como Chacón y Cárdenas, buscaba medios
Sucedió entonces ~.
para conservar su independencia.
breve enfermedad
La Monarquía, esa forma de Estado que se basa más en la autoridad que
cia atribuye la muerte
en el poder del rey, parecía haber dejado de existir. Gobernaban los nobles en
caba así una rectific
nombre de Enrique, pero a éste no se le respetaba. Las campanas de Castilla aceptar esta noticia. L .
tocaban a rebato como si fuera llegada la hora de repartir los despojos. Cada torno a la sucesión
noble se preocupaba de establecer firmemente su poder en el espacio que se
reservara. Cuando Juan de Vivero impuso su fuerza en Valladolid, don Fadri-
que, que temía quedarse atrás, se apoderó del castillo de Simancas. Pedro Gon-
zález de Mendoza fue promovido obispo de Sigüenza; tomó posesión de
esta ciudad con lanzas. El joven e ilustre prelado sucumbió también a los
encantos de la carne: tuvo dos hijos con doña Mencía de Lemos. Los tres últi-
mos meses del año 1467 figuran entre los peores en la Historia castellana del

34 Siguiendo la línea de Sitges,].Vicens Vives, Historia critica de la vida y reinado de Fer-


nando el Católico, I, Zaragoza, 1962, pág. 240, llegó a creer que el adulterio de doña Juana
era una invención de los cronistas adversos. Pero la documentación de Simancas no permi-
35 La entrega de Tc
te duda: dos hijos de doña]uana, don Andrés y don Apóstol (pedro) aparecen años más tar-
tura novelesca. El alcaide.
de en las cuentas de Isabel la Católica recibiendo los emolumentos que les correspondían
do por las exhortaciones ,~ &'
'en condición de tales. Juana sobrevivió seis meses a su marido.
E. Benito Ruano, op. di., ~

=-~~~~~~~~------------------
.....
---.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 327

siglo xv. Recordemos que la Hermandad General decidió en estos momen-


I-CC~~ un descendiente del
tos que la guerra civil quedaba fuera de su competencia.
~,=-.- personaje con quien
En los primeros meses del año 1468 y gracias al plan de Fonseca que con-
r-~'..•. aJO>_ De este modo la eli-
sistía en devolver a Alfonso al papel de príncipe heredero, la situación mejo-
era infiel a su marido.
ró en favor de Enrique IVTal era la experiencia: si un partido no lograba la
ia y trasladó el teso-
victoria completa, la autoridad real acababa aflorando como solución, aun-
P'-' residencia. Fonseca seguía que su titular fuese torpe y débil en el manejo de sus recursos. Los pueblos
~ue consistía en hacer encontraban siempre, en el fondo, un resorte de adhesión al rey. Los Stúñiga
-evuelto de este modo y el conde de Benavente volvieron a la obediencia, a la espera siempre de
!,-_.....c'C.Ll.les
para mantener su nuevas ganancias. También Toledo, que recibió a Enrique IV el 4 de junio ".
o a este hermano, En la nueva Junta general de la Hermandad celebrada en Valladolid, ciudad
~""""'\.l.c1.U.le
que, rodeada de muy dominada por los nobles, durante el mes de mayo, se respiraba un aire

nas, buscaba medios contrario a la revuelta. El plan Fonseca ganaba partidarios.


Sucedió entonces lo inesperado. Murió Alfonso XII, al término de una
breve enfermedad de cinco días, en Cardeñosa. El cronista Alfonso de Palen-
, en la autoridad que
cia atribuye la muerte a un envenenamiento procurado por Pacheco, que bus-
J- '..A;'JCmaban los nobles en
caba así una rectificación en su maniobra. No tenemos razón alguna para
- campanas de Castilla
aceptar esta noticia. Tal desaparición eliminaba toda clase de reticencias en
-: los despojos. Cada
torno a la sucesión por línea masculina, ya que ésta desembocaba en Juan 11
en el espacio que se o en su hijo Fernando. Todo quedaba entre dos mujeres, Con la muerte de
aJladolid, don Fadri- Alfonso se inicia un enérgico proceso de reajuste en la escena política caste-
imancas. Pedro Gon- llana. Isabel la Católica hace su entrada en ella.
r..-·",-.-;-,c,," tomó posesión de
umbió también a los
•.•....••.••....
ce Lemos. Los tres últi-
Historia castellana del

.: lo vida y reinado de Per-


adulrerio de doña Juana
f:::::::::IC_~'J'"l_ e Simancas no perrni-

aparecen años más tar- 35 La entrega de Toledo debida a la esposa de Pedro López de Ayala,es toda una aven-

~=::os que les correspondían tura novelesca. El alcaide, que primero rechazara a Enrique Iv, le volvió a llamar convenci-
do por las exhortaciones de su mujer. El premio fue el título de conde de Fuensalida.
E. Benito Ruano, op. cit., págs. 102-110.
--
------------------------------------------~------ -----------------------------
- -

CUARTA PARTE
'\

XI. 15

1.

borrando
ante todo
analrecon~
zález de Mer:.Cn~

1 Importantes trah
en estas páginas. En P -
cionados. De manera espeaz:.:
tación de Guisando. {An;-~"
María Isabel delVal, Is
ner de una serie do~
mente se formularon.
.....~~
------ - - - -- -- --

- - --

XI. ISABEL, PRINCESA DE CASTILLA

1. PRINCESA, PERO NO REINA. Temo mucho que mis puntos de vista


sobre esta etapa final en el proceso que desembocó en la creación de
la Monarquía hispana puedan ser erróneamente tachados de perso-
nales; a la antigua unanimidad en el juicio que merecían los Reyes
Católicos ha sucedido, por razones que poco tienen que ver con la
investigación, una corriente desfavorable a cuanto significaron la rei-
na y su obra. Esta corriente ha tenido también aspectos muy fecun-
dos ya que nos ha obligado a examinar con rigor la documentación
de que disponemos, tratando de incrementarla. Probablemente aún
queda alguna inédita 1. En siglos pasados las opiniones de los historia-
dores se dejaron influir por propagandas que les llegaban en crónicas
y laudes. Urgía, pues -y creo que en este camino se ha adelantado
mucho en el siglo xx- un replanteamiento global de la cuestión,
borrando esa imagen simplista entre buenos y malos. Apreciamos
ante todo una curiosa paradoja: aquellos que en 1468 más se oponí-
an al reconocimiento de Isabel, como Beltrán de la Cueva, Pedro Gon-
zález de Mendoza y Pedro Velasco, fueron después sus partidarios más

1 Importantes trabajos se han efectuado en los últimos años, que quedarán reflejados
en estas páginas. En primer término hay que situar a T. Azcona y J. Vicens Vives, ya men-
cionados. De manera especial este libro debe agradecimiento a J. Torres Fontes, «La contra-
tación de Guisando» (Anuario de Estudios Medievales, 2, Barcelona, 1965, págs. 399-428) y a
María Isabel delVal, Isabe/la Católica, princesa, Valladolid, 1974. Uno y otra permiten dispo-
ner de una serie documental abundante que despeja muchas de las dudas que anterior-
mente se formularon.
332 LUIS suxnsz FERNÁNDEZ

decididos, y aquellos que explotaban entonces su candidatura, es decir, pondía ser «legítima neres
Carrillo, Pacheco o Stúñiga, acabaron siendo declarados enemigos. cia, clérigo del séqui
La razón es que, por encima de las personas, estaban los programas y no usar el título, en ar:
el de Isabel, restablecimiento de la potestad real, coincidía con los decir que fue aquélla ~- t"

primeros pero no con los segundos. lógica aplastante.


que la corona le .
Considerados en su conjunto, los cinco años y medio que van de la muer- eso necesitaba, de moco c:::I
te de Alfonso XII a la de Enrique IV, pueden ser interpretados como un lo que implicaba dar :=-v.

proceso de reajuste en que la obediencia a la Corona viene a ser cuestión cliria que nunca hab '
capital. Los derechos sucesorios, aunque estaban en primer plano, no eran lo cho. Con ambición ~
más importante. Tuviera o no derecho Isabel a ocupar el trono -de este tema sistema monárquico y
tendremos que ocuparnos también- el problema que se estaba debatiendo bra o no seda, en abso ---
en Castilla era otro, radicalmente estructural: en esa forma de Estado que iba quía, sin el cual ésta
naciendo, ¿tendría primacía la potestad real o debería limitarse de acuerdo soberano legítimo.Y
con la voluntad del cuerpo político que constituía la nobleza? Isabel y Fer- Para afirmar su ~~...:¡,¡

nando consiguieron convencer a los partidarios de la primera opción de ambigüedades; eran


que ellos defendían los postulados de orden y disciplina significados en la castellanos mostraban
Corona, aunque sin alterar en lo más mínimo el status de la nobleza: de este Necesitaba, pues, que
modo se atrajeron a los Mendoza y defraudaron a Carrillo. Iba a triunfar, al naoPara esto no servían
fin, la que podríamos llamar opción de centro.
Tras el fallecimiento de su hermano, los partidarios de éste la escoltaron a ría destruir la influem .
Ávila,lugar seguro. Evitó titularse reina, olvidando la farsa de Ávila2,pero afir- Mendoza, en custodi
mó, desde el primer momento que, desaparecido su hermano, a ella corres- mensaje a Alaejos pidieaée
que estaba en meses
2 Valera, op. cit." pág. 140, dice taxativamente que Isabel se negó a tomar el título de rei- huir de aquella fa
na. J.Vicens Vives, op. cit., pág. 235, apoyándose en la carta del 4 de julio y en las instrucciones de don Beltrán de la C.-.
a Lope de Machacón del 8 de julio, entiende que «titulándose reina» exigió «prestación del
verano. Pero Pacheco
juramento correspondiente a su nueva sucesión». Puntualicemos: el título de reina no apare-
ce en parte alguna. En cuanto a la «sucesión», desde la creación del Principado de Asturias, era
condición que pertenecía, de derecho, al heredero, y así la reclamaba. Tenemos que ser cau- 3 Zurita, IV, fol. 1:>97, _
tos. T.Azcona, op. cit., págs. 117-118, lo explica con absoluta precisión. En el texto de Alfon- cosas de Castilla se iban
so de Palencia, II, págs. 161-162, en donde dice cómo escribió a las ciudades «notificándoles rey don Enrique se conr= el
la muerte de su hermano declarándose su legítima sucesora», se precisa taxativamente cómo Las págs. 223 y ss. de VlC= ~
el arzobispo deToledo «nada decía de la exaltación al trono y sólo le daba título de princesa». doro Deben tenerse en

- ---- -
--- ---- --- - -

- - --------- - -

NOBLEZA Y MONARQUÍA 333

candidatura, es decir , pondía ser «legítima heredera y sucesora». Aunque el cronista Alfonso de Palen-
eclarados enemigos. cia, clérigo del séquito de Carrillo, atribuye a éste y al almirante la decisión de
an los programas y no usar el título, en años posteriores, la propia Isabel pondrá mucho interés en
- real coincidía con los decir que fue aquélla su propia iniciativa. Tal comportamiento resulta de una
lógica aplastante. Isabel aspiraba a recibir intacta la legitimidad de origen, no a
que la corona le viniera por un juego de ambiciones que la vinculara. Por
que van de la muer- eso necesitaba, de modo imprescindible, que hubiera un reconocimiento legal,
-erpretados como un lo que implicaba dar por supuesta la ilegitimidad de Juana. Años más tarde
J.A.'~"U1..l.a nene a ser cuestión
diría que nunca habría pretendido la corona de no estar convencida de su dere-
er plano, no eran 10 cho. Con ambición personal disciplinada creía también en la superioridad del
trono -de este tema sistema monárquico y de la autoridad; ser reina en el pleno sentido de la pala-
-p. se estaba debatiendo
bra o no serlo, en absoluto, tal fue su postura. Elemento esencial de toda Monar-
.: rma de Estado que iba
quía' sin el cual ésta no puede subsistir, es precisamente la intangibilidad del
~'-e::::;¡limitarse de acuerdo
soberano legítimo.Y Enrique IV lo era. En esto nunca mostró duda.
obleza? Isabel y Fer-
Para afirmar su posición como heredera, Isabel ya no podía recurrir a
~ rimera opción de
ambigüedades; eran dos mujeres, frente a frente, y el derecho y la costumbre
1=5cr;'!rrta significados en la
castellanos mostraban sin duda que la hija tiene preferencia sobre la hermana.
la nobleza: de este
Necesitaba, pues, que en documento escrito se declarase la ilegitimidad de Jua-
~'- ....
uio. Iba a triunfar, al
na. Para esto no servían las hablillas y difamaciones de la Corte. Las circunstan-
cias le favorecieron. Villena, que buscaba el retorno a la Corte y al poder, que-
éste la escoltaron a
, 2 ría destruir la influencia de la reina y de su hija, convirtiéndose él, y no los odiados
e Avila ,pero afir-
Mendoza, en custodio de la heredera. En este momento, Enrique IV envió un
'--'~J.J..I1dl..l'0, a ella corres-
mensaje a Alaejos pidiendo a la reina que acudiera a la Corte. Pero doña Juana,
que estaba en meses avanzados de embarazo, ayudada por su amante, prefirió
- 'a tomar el título de rei- huir de aquella fortaleza y refugiarse en Cuéllar, donde contaba con el apoyo
• -":0 Y en las instrucciones
de don Beltrán de la Cueva. Las malas lenguas tuvieron de qué ocuparse aquel
exigió «prestación del
verano. Pero Pacheco había visto así cómo desaparecía uno de los obstáculos'.
- o de reina no apare-
. - . ado de Asturias, era
~c:::::o~Tenemos que ser cau- 3 Zurita, Iv, fol. 159v, que manejaba toda la documentación de aquel tiempo, dice: «las
!:=::z:!IiÍiQ'n En el texto de AJfon-
cosas de Castilla se iban encaminando por el maestre don Juan Pacheco de manera que el
~ cindades «notificándoles rey don Enrique se concertase con la princesa Isabel, su hermana, y ella quedase en su poder».
Las págs. 223 Y ss. de Vicens revelan la enorme agudeza que terna este magnífico historia-
dor. Deben tenerse en cuenta.
334 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

2. GUISANDO. En dos documentos fehacientes de 20 y 30 de julio nos giendo el pensamien;

apercibimos de que Isabel ha dejado de llamarse infanta para titu- tante para el reino era

larse abiertamente princesa 4


. La decisión estaba tomaba: se iba a bus- venir después.Alcanzar ."

car el reconocimiento. Entre los días 17 y 25 de agosto de' 1468, en los dos hermanos se ~

reunión o consejo que celebraron sus partidarios con ella en Á vila, que en Cadalso. H

se impuso el criterio de la negociación, aceptando de este modo son- rompiera las negociaC~~'

deos imprecisos que 'se habían hecho por parte de Enrique IV 5. Inter- mo peligroso. Tal vez
ocultaban un propó-=-- -
venía desde luego en estas propuestas el legado Veneris, quien, como
sabemos, disponía de amplísimos poderes. Las negociaciones avan- se de la princesa.
Así se llegó a la o
zaron esta vez muy rápidamente, ya que versaban sobre un único
y convencido probablez;
punto, retorno universal a la obediencia de Enrique IV cuando éste
lar a Isabel", Enrique
hubiera reconocido a su hermana como legítima sucesora. Se acor-
dó que el rey e Isabel se entrevistasen en un punto concreto para que
se hicieran los dos actos. A los historiadores sorprende la facilidad
con que Enrique IV aceptó estas condiciones ya que ellas implica-
ban que el título de heredera y sucesora correspondía a Isabel y no
a Juana.

Huerta, El Pacto de los Tu.~_


De hecho éste es un planteamiento que no puede ser olvidado y del b. Un traslado
que ya se apercibieron los coetáneos. Es posible que el escándalo de la fuga hizo en Valladolid el 23 '
de la reina Juana haya actuado sobre el ánimo del rey para decidirle a dar un rior. BN, mss. 13.100, fol -
c. Una copia coer.r..-::;.--I
paso tan contundente como éste en perjuicio de la niña. El alcaide de Madrid,
de que se pueda considerar
Juan Fernández de Heredia, manifestó, sin dudar un momento, que la con-
d. Un fragmento
cordia sellaba la deshonra del rey". El mayordomo, Andrés Cabrera, reco-
Diversos de Castilla, lego9. -
e. Una importanre '-"-
4 Tales documentos son la confirmación de Gonzalo Chacón -persona de confianza notarial del encuentro.
de don Álvaro de Luna- como mayordomo mayor (Azcona, pág. 119) Y el nombramiento págs. 418 Y ss.
de escribano mayor de sus rentas en favor de Andrés de la Plazuela. AGS. Sello, 1,fol. 23. Hemos de concluir '':l,

s Tres enviados del rey,Garci López de Madrid, Rodriga de Ulloa y Antón Núñez de 8 El15 de agosto.~d
Ciudad Rodriga, estuvieron en Ávila (Enriquez, pág. 178). Sin duda esto sirvió de base albalá a su mujer ordenina
para que se entendiera que Enrique IV deseaba negociar. ella alegaba terror por
6 La opinión del alcaide con la de Cabrera figuran en importante documento que publi- sin que ambos cambiar=
Historia de Madrid, M.aC....-,:::...
có Francisco García Fresca, Votos de dos consejeros de Enrique IV de Castilla sobre la sucesión a
esta coronapor la infanta Isabel, RABM, 1873, págs. 122-126. solución prevista por

$
NOBLEZA Y MONARQUÍA 335

e 20 Y 30 de julio nos giendo el pensamiento de otros muchos cortesanos, arguyó que 10 impor-
~ ....•..•.•.•.
.,e infanta para titu- tante para el reino era que la obediencia se restableciese. Los ajustes podían
a tomaba: se iba a bus- venir después. Alcanzado un principio de acuerdo, a mediados de setiembre,
- de agosto de'1468, en los dos hermanos se instalaron en lugares próximos, Isabel en Cebrero y Enri-
<:r"~n"r1'oscon ella en Ávila , que en Cadalso. Hasta el último instante Carrillo insistió en que la infanta
do de este modo son- rompiera las negociaciones pues ponerse en manos de Pacheco era en extre-
5 mo peligroso. Tal vez sospechaba que las concesiones, en su desmesura,
de Enrique IV . Inter-
oVeneris, quien, como ocultaban un propósito de no cumplirlas y eran una trampa para apoderar-
negociaciones avan- se de la princesa,
7
ban sobre un único Así se llegó a la contratación de Guisando . Presionado por sus parciales
- Enrique IV cuando éste y convencido probablemente porVillena que tenía un torcido plan para anu-
lar a Isabel", Enrique Iv, antes de salir de Madrid, firmó un acuerdo que Isa-
to concreto para que
t2;:'n-,f"<; sorprende la facilidad 7 Del llamado pacto de los Toros de Guisando, en realidad contrato firmado para la
t=.~::!o;J.es-
ya que ellas implica- ejecución de las vistas, conocemos los siguientes ejemplares:
- rrespondía a Isabel y no a. Copia fidedigna que se obtuvo del original en el archivo de la Casa de Villena el
1 de enero de 1752 para la Biblioteca Real. Editada primeramente por Martínez Marina se
encuentra en la Colección diplomática, págs, 561-566, Sitges, págs. 176-184, Y B. Cuartero y
Huerta, El Pacto de los Toros de Guisando, Madrid, 1952, págs. 40-45.
e ser olvidado y del
b. Un traslado tanto del pacto como de otra escritura de posesión de señoríos que se
escándalo de la fuga hizo en Valladolid el 23 de setiembre de 1468 y que concuerda absolutamente con la ante-
- - _ara decidirle a dar un rior, BN, rnss. 13.100, fols. 26-32v.
- •.--,",,-El alcaide de Madrid , c. Una copia coetánea -falta la hoja final donde debían estar las firmas lo cual impi-
omento, que la con- de que se pueda considerar original- descubierta por Isabel del Val en el Archivo de Frías.

drés Cabrera, reco- d. Un fragmento también coetáneo de las villas que deben ser dadas a IsabeL AGS,
Diversos de Castilla, lego9, fol. 66.
e. Una importante carta de Isabel conservada en Murcia en la que, además del acta
~:¡]ICon +-persona de confianza notarial del encuentro, la princesa explica las condiciones pactadas.]. Torres Fontes, op. cito,
119) y el nombramiento págs. 418 Y ss.
uela, AGS. Sello, I, fol. 23. Hemos de concluir que pocos hechos están tan profusamente documentados.
I"--W-.-.;I ;C- Ulloa y Antón N úñez de
•••• 8 E115 de agosto, apenas comenzadas las negociaciones, Enrique IV había enviado un
da esto sirvió de base albalá a su mujer ordenándole ir a Madrid; le prometía seguridad personal ---signo de que
ella alegaba terror por su vida- y no tomar decisiones sobre el reconocimiento de Isabel
(..::::;:Cl::-::z:m: documento que publi- sin que ambos cambiaran impresiones (A. Millares Carlo, Contribuciones documentales a la
Castilla sobre la sucesión a Historia de Madrid, Madrid, 1971, págs, 200-201). Lógicamente aquí no se menciona la
solución prevista por Villena para garantizar un buen destino a la hija de la reina.
336 LUIS SUAREZFERNÁNDEZ

bel suscribiera previamente en Ávila, cuyo texto desconocemos". Se arrepin- decir despues de la e::~_
,
tió después e hizo que le sustituyeran por otro sin duda menos enojoso para persona como cump.e
su persona'YEste segundo es el que firmaron los dos hetmanos e118 de setiem- _ «y así mismo =1
bre estando todavía en lugares distintos. En él encontramos esas dos largas
frases que han despertado suspicacias especialmente en los historiadores que
no quieren admitir la legitimidad de Isabel!'. Son los siguientes: Isabel, que me
pasaba a ser herede
- «Al dicho señor rey y comúnmente en todos estos reinos y señoríos al rey y trabajar por
es público y manifiesto que la reina doña Juana, de un año a esta parte -es permaneciendo en e
para la ceremonia o:"i~~

9 Creo que de la existencia de este primer convenio no tenemos motivos para dudar de quedar ni quede
ya que aparece expresamente mencionado en el pacto de 18 de setiembre y en el cronista Formaba Casa prop
oficial, Diego Enríquez del Castillo, op. cit., pág. 178, quien nos dice además que Enrique des y villas de Áv .
firmó «contra su voluntad» porque le era «muy molesta cosa».Por eso me atrevo a suponer Escalona u otras e~
que el pacto final de Casarrubios suavizaba las condiciones.
to de transmisión. E c.
lO Sitges,op. cit., pág. 186, llegó a suponer que se había producido una interpolación.
basaba su juego-- conszs
En esta línea J.Vicens, Fernando II, págs 239-241, entiende que se trataba de una falsifica-
ción de la propaganda isabelina, empeñada en establecer la ilegitimidad de Juana. T. Azco-
rey acordare y determir d
na,op. cit., pág. 125, cree que hubo en efecto un pacto pero que «laversión que se suele dar do y consejo de lo
corrientemente de la misma no merece crédito», si bien aclara que él buscó el documento na alguna». La prince
en el monasterio jerónimo de Guisando, extinguido hace tiempo, y en donde, desde luego, que exigiera al ser
no podía estar. Se trata de opiniones de historiadores competentes, pero sin prueba docu-
libre de negarse
mental. En cambio del pacto de 18 de diciembre hay,como señalamos, suficientes ejempla-
más, pero también
res y no ofrecen variedad en su texto. Es verdad que el documento fue firmado únicamen-
te por el rey y la princesa. Se trata de un documento privado y no público. Los dos hermanos
iban a verse al día siguiente donde ejecutarían los actos que a continuación describimos y,
en el ambiente de desconfianza con que se llegaba a dicha reunión, era lógico que firma- ris, en este punto, era
sen previamente un compromiso recíproco acerca de las consecuencias que de aquellos cuanto a los ejecutores -:.
iban a derivarse. El marqués de Villena pensaba que con este papel tenía a la princesa com- dos supervivientes, Carrí
prometida para su plan. sión al declarar nulos rodos IcsJ
11 También a mí me sigue pareciendo sumamente espinoso este párrafo que estaba des- tima heredera.
tinado a expulsar de Castilla a la reina Juana -uno de los objetivos de Pacheco- reteniendo N o parece, por o
en cambio a su hija, precioso rehén al que se debía dar destino conveniente. Esto se aclara queden sin sucesión l~
si tenemos en cuenta el proyecto que ya entonces abrigaba de anular, mediante matrimo- da considerarse perjudic ..
nio inconveniente, a Isabel. La «mala conducta de la reina de un año a esta parte» era noti- sión de que Juana era _
cia confirmada y de ella nadie protestó. La ilegitimidad del matrimonio tampoco era un timidad.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 337

- - onocemo,". Se arrepin- decir despues de la entrega a Fonseca- no ha usado limpiamente de su


menos enojoso para persona como cumple a la honra del dicho señor rey ni suya».
-errnanos el 18 de setiem- - «y así mismo el dicho señor reyes informado que no fue ni está legí-
tramos esas dos largas timamente casado con ella.»
los historiadores que
entes:
Isabel, que mediante esta declaración de ilegitimidad del matrimonio
pasaba a ser heredera, prometía cumplir sus deberes de princesa, someterse
estos reinos y señoríos
al rey y trabajar por la paz, incorporándose en plazo de dos días a la Corte y
año a esta parte --es
permaneciendo en ella hasta su matrimonio. Se daba plazo de cuarenta días
para la ceremonia oficial de juramento a fin de «que estos reinos no hayan
emos motivos para dudar de quedar ni queden sin legítimos sucesores de~ linaje del dicho señor rey».
- 5eriembre y en el cronista
Formaba Casa propia recibiendo en ella el Principado de Asturias, las ciuda-
- . e además que Enrique
des y villas de Ávila, Huete, Úbeda, Alcaraz, Molina, Medina del Campo y
eso me atrevo a suponer
Escalona u otras equivalentes en el caso de que alguna no pudiera ser obje-
FOi. ~:::;:)a!1lcido
una interpolación. to de transmisión. El compromiso más importante -aquel en que Pacheco
se trataba de una falsifica- basaba su juego- consistía en que habría de casarse «con quien el dicho señor
~::±:J:ri.,dad de Juana. T Azco- rey acordare y determinare, de voluntad de la dicha señora infante, y de acuer-
versión que se suele dar do y consejo de los dichos arzobispo, maestre y conde, y no con otra perso-
él buscó el documento
na alguna». La princesa había conseguido introducir la misma condición
I::;:=~ü..en donde, desde luego,
~~=~..pero sin prueba docu-
que exigiera al ser «liberada» en Segovia. El rey podía escoger pero ella era
p l¡eC;rl;z:::Il(]~. suficientes ejempla- libre de negarse hasta que en la lista apareciera el novio conveniente. Nada
~=r:;.;-~ - e firmado únicamen- más, pero también nada menos.
?' lico, Los dos hermanos
uación describimos y,
invento: ni la sentencia primera había sido confirmada ni existía la bula de dispensa.Vene-
era lógico que firma-
ris, en este punto, era la clave.Tenía poderes suficientes para legitimar o dejar de hacerlo. En
=.::::se'Cllenciasque de aquellos
cuanto a los ejecutores que se mencionan en la bula de Nicolás V, acerca del divorcio, los
zenía a la princesa com-
dos supervivientes, Carrillo y Fonseca estaban allí diciendo que no. Veneris tomó la deci-
sión al declarar nulos todos los juramentos que se prestaran reconociendo aJuana como legí-
b::so·==párrafo que estaba des-
tima heredera.
I"'-.~"-,,,,~
Pacheco-- reteniendo
No parece, por otra parte, que completar la cruda expresión «para que estos reinos no
niente. Esto se aclara
queden sin sucesión legítima», con esa segunda «no fue ni está legítimamente casado» pue-
mediante matrimo-
da considerarse perjudicial para el rey.Si no contásemos con ningún otro dato daría la impre-
a esta parte» era no ti-
sión de que Juana era hija de Enrique, pero siendo inválido el matrimonio carecía de legi-
timidad.
338 LUIS suAREz FERNÁNDEZ

El documento del 18 de setiembre no era un acta pública sino el que estos reinos no
compromiso personal entre rey y princesa acerca de los actos que iban tro linaje». La exp
a ejecutarse el19 de setiembre y acerca también de los documentos públi- dependía la existen
cos que en fecha posterior habrían de redactarse. Por fortuna tenemos un lo era.
testimonio fehaciente, en latín, que es el acta notarial que se levantó de lo
acaecido en la explanada de Guisando delante del monasterio 12. Fue lo 3.
siguiente:
heredera
1. El legado de latere, árbitro en nombre de la Iglesia, declaró nulos todos
aquellos juramentos que reyes, infantes, nobles, personas privadas o ciudades pnncesa a
hubiesen podido prestar con ocasión de las pasadas alteraciones desde 1464. fiaba pone
2. Declaró asimismo nulos los juramentos que se prestaran en favor se alzaba, co
de Juana al reconocerla como legítima heredera. doza, natur '
3. A continuación la infanta Isabel, Alfonso Carrillo y todos los nobles de Tendilla
allí presentes prestaron homenaje a Enrique IV como a rey y señor, el cual, bel- arde
a su vez, otorgó perdón completo. . de Colme
4. Por último, el rey, «para que aquestos reinos no queden sin legíti- camino de
mos sucesores de tan alta y prexcelsa generación», reconoció a Isabel como apelación
«princesa primera legítima heredera». Todos los presentes prestaron los jura-
mentos que le eran debidos.

Esto fue todo 10 que se hizo en Guisando, de 10 que se levantó acta públi-
ca fehaciente. Se había dado un paso importante en la confirmación del dere-
cho que a las mujeres se reconocía en Castilla para que pudiesen reinar. Isa-
bel se incorporó a la Corte desde aquel momento, pero Carrillo prefirió
retirarse a Yepes, provisto de un documento de garantía que le dio la prin-
13
cesa .El día 24, en documento del que, en frase de Jaime Vicens, «nadie pue-
de dudan>, cuyo original se conserva, Enrique IV ordenaba expresamente a
todo el reino reconocer y jurar a Isabel, repitiendo la consabida frase de «para

12 Se debe su descubrimiento a J. Torres Fontes, «La contratación», págs. 420-423. Casarrubios del Monte
13 En la mañana del 19, antes de las vistas, isabel había fumado este documento que nobleza (T.Azcona,
daba seguridades a Carrillo de que seria perdonado. Colección diplomática, págs. 566-570. Isabel en estos años.

- - -- ---- - - ---- ~ --- ---


NOBLEZA Y MONARQUÍA 339

-'-'- acta pública sino el


que estos reinos no queden sin haber en ellos legítimos sucesores de nues-
'e los actos que iban tro linaje». La expresión parece inequívoca: si del reconocimiento de Isabel
- documentos públi- dependía la existencia de sucesión legítima en Castilla, es porque Juana no
- ortuna tenemos un
lo era.
p,¡;L-i~que se levantó de lo
onasterio 12. Fue lo 3. EL «JUEGO»DEVILLENA.El marqués de Villena había dado, a su
entender, un golpe maestro: en sus manos estaba ahora la legítima
heredera del trono de Castilla; el rehén que los Mendoza custo-
~.=.t ..d.. declaró nulos todos
diaban había perdido su principal valor. Dispuso el traslado de la
~sc:J.1S- rivadas o ciudades princesa a Ocaña porque siendo ésta fortaleza de su Orden con-
ciones desde 1464. fiaba ponerla bajo segura guardia. Dueño de Segovia y de Madrid
se alzaba, como en 1458, verdadero árbitro de la situación. Los Men-
doza, naturalmente, protestaron. El día 24 de setiembre, el conde
~ o y todos los nobles de Tendilla -ese que llegaría a ser persona de confianza de Isa-
rey y señor, el cual, bel- ordenó levantar un acta y la clavó en la puerta de la iglesia
de Colmenar de Oreja para que la Corte la viera al pasar por allí,
o queden sin legíti- camino de Ocaña, el 24 de octubre. El documento", que es una
oció a Isabel como apelación al Papa contra las decisiones del legado, resulta suma-
res prestaron los jura- mente instructivo:Juana se presenta en él, desde luego, como «hija
legítima del dicho señor rey y de legítimo matrimonio nacida, y
aprobado por nuestro muy Santo Padre el papa Pío, de notable
levantó acta públi- memoria y recordación y por nuestro muy Santo Padre Paulo segun-
coatirmación del dere- do». Sucede que el matrimonio se había celebrado durante el Pon-
~udiesen reinar. Isa- tificado de Calixto III e invocando una bula de Nicolás V acerca
- ; ero Carrillo prefirió de la sentencia de divorcio y sus consecuencias".
Io.:z~- que le dio la prin-
"icens, «nadie pue-
14 Los Mendoza apelaron al Papa que era el único que podía anular lo hecho por
naba expresamente a Veneris. No hacían la menor concesión, en ninguno de ambos puntos, en que Juana no
asabida frase de «para fuese hija de Enrique o que el matrimonio de éste no fuera legítimo.AGS. Patronato Real,
lego49, fol. 41, pub. en nuestros Documentos sobre Portugal, I, págs. 59-65.
15 También a mí me parece significativo que la donación, por parte de la princesa, de
o:::::=~cióm, págs. 420-423.
Casarrubios del Monte a Gonzalo Chacón sejustificase por el término de la rebelión de la
=:::a.:';:o este documento que
nobleza (TAzcona, págs. 130-131). Chacón y Cárdenas son los hombres de confianza de
- ~ica, págs. 566-570.
Isabel en estos años.
340 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

No cabe duda de que Isabel, al introducir aquel inciso acerca de la no Peralta (1 de noviembre
legitimidad del matrimonio, había dado un giro completo a la situación que conseguir el marrime . ~
interna castellana: concluía la Liga con espíritu de revuelta y se volvía a a los Mendoza como
establecer el principio de la legitimidad. Los reajustes que van a seguir gira- compensación para
rán en torno al varón que deberá compartir con la futura reina las respon- con un sobrino del
sabilidades del gobierno. Todo hacia el futuro con preferencia sobre el batalla de Olmedo, que ~
presente. Enrique IV; guiado ahora por manos de Villena, había vuelto al conde de Benavente.
principio, tantas veces esbozado de que la Monarquía necesitaba, para su Demasiado tarde.
dirección, de un equipo de gobierno formado, o al menos dominado, por modo el aparente abarr
grandes. El primero de estos equipos, formado en 1468, incluía a Pacheco, en el mes de octubre ¡-...!'='-n
Fonseca y los condes de Plasencia y Benavente'f.Todos podían considerarse marqués de Santillana..
desfavorables a la princesa y, me atrevo a decir, a la presencia de una mujer
que explicó cómo iba a -
en el trono.
bel, de que se había hab'- -
Las tres condiciones que, de acuerdo con los actos ejecutados en Gui-
Juana. De este modo
sando, debían cumplirse eran: universal obediencia a Enrique IV;juramento
so pasaría a ser el suc
de Isabel como heredera por las Cortes; matrimonio de ésta, que se acercaba
rnidad a este plan y -
ya a los dieciocho años de edad, bien atrincherada en su virginidad. La edu-
preparabarr", como hab!:- -
cación recibida y las influencias de personas allegadas como fray Martín de
Peralta había tenido ?~
Córdoba, Santa Beatriz de Silva y la esposa de Cárdenas, aseguraban en ella
una profunda religiosidad. N o es necesario insistir en el terna: todo giraba pre-
cisamente en torno a este matrimonio. Se trata de una cuestión importante
para el futuro de Europa y no sólo de España. Según el bando a que se incli-
nase, podía abrir o cerrar el cerco de alianzas que se estaba tendiendo en tor-
nas, sus consejeros, y
no a Francia 17. Juan II de Aragón se adelantó dando nuevas instrucciones a
cía firmemente deci
1469. Llegó a Ocaña
16 La constitución de este equipo se completó el 15 de noviembre de 1468 cuando boa, para hacer la propuesu I
los tres primeros firmaron en Colmenar Viejo un pacto con el último. Es pacto de amistad
y colaboración para restablecer el poder de Enrique IV El conde de Benavente recibía Por-
tillo yVivero, pero las cartas de donación se depositaban durante seis meses en la banca Spi- 18 BN, rnss. 19.698,
nola para garantizar que no había engaño.T.Azcona, op. cit., pág. 131. 19 op. cit., pág. 180. H2y
17 Desde setiembre de 1467 Castilla era oficialmente aliada de Inglaterra. Juan II había 20 T. Azcona, págs. 1~
conseguido la que Vicens (Monarqula, pág. 314) llama «gran alianza occidental» con Borgo- 21 Informe de Peralta
ña e Inglaterra. Si se lograba el matrimonio de Isabel con Fernando, el cerco en torno a 22 El 7 de enero de 1
Luis XI se cerraba.

~~- ---- -
~ -::~----_._._~--=-----.~
_. -- --~-
-~~

NOBLEZA Y MONARQUÍA 341

_ iso acerca de la no Peralta (1 de noviembre de 1468)18:abandonando cualquier otro proyecto había


- ~:' eto a la situación que conseguir el matrimonio de Isabel con Fernando, interesando en él tanto
elta y se volvía a a los Mendoza como a Pacheco, mediante las correspondientes ofertas. Una
-:._:!\all a seguir gira- compensación para el marqués podía ser que la hija de éste, Beatriz, se casara
reina las respon- con un sobrino del rey de Aragón, hijo de aquel infante que muriera tras la
erencia sobre el batalla de Olmedo, que llevaba su mismo nombre y era, también, sobrino del
había vuelto al
conde de Benavente. Se le conocía con el apodo de «Fortuna».
ecesitaba, para su
Demasiado tarde.Villena acababa de destapar su juego, explicando de este
0- dominado, por
modo el aparente abandono de Juana. Según cuenta Enríquez del Castillo";
_- cluía a Pacheco,
en el mes de octubre celebró una reunión, en Villarejo de Salvanés, con el
-,.n.rlí.."n considerarse
marqués de Santillana, Pedro Velasco y Pedro González de Mendoza, en la
cresencia de una mujer
que explicó cómo iba a concertar dos matrimonios, el de Alfonso V con Isa-
bel, de que se había hablado, y el del infante donjuan, hijo de aquél, con doña
~ecutados en Gui-
Juana. De este modo ambas serían sucesivamente reinas de Portugal, y Alfon-
e IV; juramento
so pasaría a ser el sucesor de Enrique IV La reina Juana mostró su confor-
que se acercaba
midad a este plan y pidió asistir a las vistas que entre Enrique y Alfonso se
virginidad. La edu-
preparabarr", como había estado presente en las anteriores. Pero Pierres de
o fray Martín de
Peralta había tenido previamente ocasión de hablar con los Mendoza y
-eguraban en ella
pudo comunicar a su rey que éstos no se mostraban muy disconformes con
•• 1 r·~,.,- todo giraba pre-
la candidatura de Fernando'".
__ estión importante
Isabel no olvidaba la cláusula de que el matrimonio tenía que hacerse
do a que se incli-
de acuerdo con su voluntad y, sostenida en este punto por Chacón y Cárde-
ndiendo en tor-
nas, sus consejeros, y por Veneris que aún no había regresado a Roma, pare-
~:ev;lS instrucciones a
cía firmemente decidida en favor de Fernandof al menos desde enero de
1469. Llegó a Ocaña una embajada portuguesa presidida por el obispo de Lis-
~:.=Ibre de 1468 cuando
boa, para hacer la propuesta oficial, y la princesa respondió con una firme y
Es pacto de amistad
'-""rsenavente recibía Por-
en la banca Spí- 18 BN, mss. 19.698, fol. 12.
19 op. cit., pág.180. Hay confusión de fechas en la Crónica.
terra.Juan II había 20 T.Azcona,págs.136-137,ha comprobado documentalmente este hecho.
••... ccci dental» con Borgo-
-,....•. 21 Informe de Peralta en Paz, op. cit., págs. 80-81.
- el cerco en torno a 22 El 7 de enero de 1469 Fernando prometió a Chacón hacerle contador mayor tras
el matrimonio. Paz, págs. 82-83.
342 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

pacto de Guisando. A: ~é
absoluta negativa'". Demasiado tarde, el marqués de Villena pudo compren-
trán de la Cueva, Pedr
der que hacía falta algo más que una intriga palaciega para doblegar la firme
te, amplios poderes <le _
voluntad de aquella mujer, a la que ahora prestaban asistencia un gran núme-
ro de nobles y ciertos sectores vitales del país, como el Principado de Astu-
norte del reino. En V2~-~i
tras tanto, dejando a T_
rias y el Señorío de Vizcaya. Necesitaba de un partido que permitiese some-
no debía hacer nada
ter o eliminar a Isabel. Tenía que contar con los Mendoza, y, a la vista del
lucía.
nuevo dato, se entrevistó con ellos en Colmenar de Oreja entre los días 29
de marzo y 5 de abril de 1469. Como muestra de buena voluntad se les
4. «ME CASO e
ofreció un nuevo señorío con título condal, Coruña de Osma. Los Mendo-
mayo,acomp
za, como de costumbre, arrastraron de nuevo a Pedro Fernández de Velasco,
lo de rnaestre
futuro conde de Har024. sado en su hijo
Para entonces (abril de 1469), la Corte castellana estaba informada de ner a Isabel en
que Lisboa se había desinteresado ya del matrimonio "; es fácil compren- había negado
der la desconfianza de Alfonso V hacia Pacheco y sus colaboradores. Se cia. Le exigi
habían convocado Cortes en Ocaña a fin de dar cumplimiento a lo pac- manía hasta eL _""lo

tado en Guisando, pero Villena las manejó para dar un giro completo y
entenderse con Francia, que era la rival de los aragoneses. Sólo diez ciu- invitación a
dades enviaron sus procuradores; se manipularon sus peticiones a fin de
hacerlas aparecer como escenario para la regeneración económica, freno Fracasado su plan
a las concesiones de hidalguía, vuelta a la tradicional alianza franco-cas- ba jugar con otro argtlillerJI
tellana, invocando los intereses del reino ". Pero lo más importante fue de las condiciones pa l

que Pacheco, manejando absolutamente los hilos, despidiera a los procu- mos en el terreno de
radores sin que éstos hubiesen jurado a Isabel como princesa. El rey y sus
consejeros, ante la negativa de la princesa, habían decidido romper el

sometimiento y reconciczrq
23 Además de la noticia que nos proporciona Alfonso de Palencia tenemos la carta de
"-orma de poder atta',
la propia Isabel de 1 de marzo de 1471 Y el informe de Ferrer de Lanuza a Juan II; ambas
se publican en Paz, op.cit., pág. 85. ande de Cabra, el d
24 Layna Serrano, II, pág. 146. que, Alfonso de Aguilar
25 T.Azcona,op. cit., pág. 138. Paulo II daría para este matrimonio dispensa que nega- Ia obediencia y afecto ~ ~-
ba a los otros (Torre-Suárez 1,págs. 66-67): 23 junio 1469.
26 Colección diplomática} págs. 595-597. El cuaderno de Cortes de 10 de abril, en Cor-
tes} IlI, págs. 766-810. En febrero, Enrique IV había procedido al reajuste de la moneda.

- l· ~

- - - ------ ~ --- -------


NOBLEZA Y MONARQUíA 343

, -~ lllena pudo compren- pacto de Guisando. Al término de la reunión don Enrique entregó a Bel-
Ji"&-"~=<=_:'!' para doblegar la firme trán de la Cueva, Pedro Velasco y Rodrigo Pimentel, conde de Benaven-
encia un gran núme- te, amplios poderes de gobierno (30 de abril de 1469)27 sobre toda la mitad
- ~ el Principado de Astu- norte del reino. En Valladolid tendrían, en cierto modo, su capitaL Mien-

~.-,,--:u que permitiese some- tras tanto, dejando a Isabel custodiada en Ocaña, con advertencia de que
no debía hacer nada hasta su regreso, el monarca se proponía viajar a Anda-
- endoza, y, a la vista del
lucía.
- -~ Oreja entre los días 29
;. -~ buena voluntad se les
••••••• , •••••••..•
-..d, de Osma. Los Mendo- 4_ «ME CASO CON FERNANDO»_Enrique IV abandonó Ocaña el 7 de
mayo, acompañado por don Juan Pacheco, que usaba solamente títu-
Fernández de Velasco ,
lo de maestre de Santiago porque acababa de renunciar el marque-
sado en su hijo Diego López. Probablemente creían suficiente rete-
~...:;:o~..d..L!.ii estaba informada de
25
ner a Isabel en aquella villa. Más adelante la princesa diría que se
-0 ; es fácil compren-
había negado a acompañarles, pero éste es un detalle sin importan-
sus colaboradores. Se
cia. Le exigieron un juramento de que nada innovaría en el matri-
- umplimiento a lo pac-
monio hasta el regreso del rey aunque, siendo ya de dominio públi-
un giro completo y
co las negociaciones con Fernando, tal juramento parecía ser una
neses. Sólo diez ciu- invitación a la desobediencia a fin de usada en contra suya.
peticiones a fin de
~ ión económica, freno Fracasado su plan de doble matrimonio portugués, el maestre proyecta-
~::::l():J.;li alianza franco-cas- ba jugar con otro argumento: la desobediencia del heredero y el quebranto
io más importante fue de las condiciones pactadas implicaba la retirada de sus derechos. Nos move-
-espidiera a los procu- mos en el terreno de las hipótesis.
rincesa. El rey y sus El viaje por Andalucía puede ser considerado como un éxito para don
ecidido romper el Juan Pacheco.Además del prestigio que ganaba el rey al hacerse presente ante
sus pueblos, acompañado por el rumor de armas, se prodigaron los gestos de

encía tenemos la carta de sometimiento y reconciliación. El maestre estaba tejiendo una nueva plata-
- Lanuza a Juan II; ambas forma de poder atrayendo linajes con la perspectiva de buenas ganancias. El
conde de Cabra, el duque de Medinasidonia, el adelantado Pedro Manri-
que, Alfonso de Aguilar y el condestable Miguel Lucas de Iranzo, reiteraron
la obediencia y afecto al rey. En Córdoba, el 10 de julio de 1469 fue con-

rres de 10 de abril, en Cor-


reajuste de la moneda. 27 Coleaién diplomática, págs. 597-600.
344 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

cluido un acuerdo con la embajada francesa que, presidida por el obispo de fumaron en Cervera
Arras, a esta ciudad había llegado. Enrique IV declaró nula la alianza con nómica y militar que se~r
Inglaterra y renovó aquel tratado que databa de 1368 y que hacía de Casti- sa isabelina era mui
lla y Francia sólida unidad. Para garantizar ésta se procuraría el matrimonio Sicilia, lo que signifi
de Isabel con el duque de Guyena, hermano de Luis xr=. De este modo un percibir las rentas que
francés vendría a sentarse en el trono de Castilla. Para pasar de la letra
Isabel pudo decir entonces -hilando muy fino- que tres candidatos la presencia física del ?:::ill
le habían sido propuestos por el rey; Fernando de Aragón, muchos años custodia en Ocaña; y P-'~ ,=
atrás, Alfonso V de Portugal en varias ocasiones y ahora el duque de Guye- primos. No había esperznz
nao Había hecho abrir una información detallada llegando a la conclusión eso se decidió buscar
de que Fernando era el más conveniente. Y dijo a Chacó n que con él casa- Isabel dio el primer pa.so,~
ría «y no con otro alguno». Enrique y sus consejeros decían que ellos no entrar, y acabó refugiánd
habían propuesto a Fernando, tras Guisando, y que aquella primera men- a cierta distancia de 1
ción respondía a otras circunstancias, de modo que ordenaban que se casara había en aquel terriror;
con Guyena. Pero la princesa no bromeaba. La decisión estaba tomada antes do la visitaron los embziad
del 7 de enero de 146929. En el fondo incumplía una de las cláusulas del pac- pusieron la boda con
to de Cebreros. Ni ella ni sus colaboradores más directos podían ignorar que la negativa estaba envue
con este matrimonio retornaban los infantes de Aragón, enfriándose el
entusiasmo de muchos nobles que temían un ajuste de cuentas. Tendría que 31 La capitulación
librar una batalla escalonada en tres etapas: primero para celebrar el matri- sería ejercido por Isabel En ~
monio, después para aplacar a Enrique, cuya legitimidad no se proponía dis- poderosa ayuda del reino
cutir; por último, acallar los recelos de quienes pudieran sentirse amenaza- consorte. No olvides que .

dos. El 3 de febrero Carrillo y Peralta juraron, en virtud de los poderes que dido el primer plano en la
32 Esta cuestión de
tenían, que Fernando y su padre habrían de cumplir todos sus compromisos
que a los historiadores. Es
en orden a no hacer rectificaciones". Un mes más tarde, el 7 de marzo, se
cos, y estando presentes
creer saneada su concien
28 Los actos diplomáticos efectuados en Córdoba fueron cuatro: renovación de de [sabe/la Católica, la dis~ ~
la antigua alianza con Francia; denuncia del tratado con Inglaterra y declaración de llega a suponer, partiendo -
hostilidades desde el 1 de setiembre; firma de una alianza con Renato de Anjou que ta» en una carta de Pe
se titulaba rey de Cataluña; y matrimonio de Isabel con el duque. J. Vicens, op. cit., expresa por parte de Ven
págs. 322-323. otro ángulo de opinión. ~
29 Este día lo comunicaba Fernando en carta a su padre que se conserva en BN, mss, por Carrillo bastaban para
reser. 226, fol. 26. Hizo solemnes promesas a Chacó n y Cárdenas por sus servicios. que esto es lo que significa
30 Colección diplomática, págs. 585-590. ciencia».Hubo de hecho ~
'-
- ------------

NOBLEZA Y MONARQUÍA 345

-= presidida por el obispo de firmaron en Cervera las capitulaciones matrimoniales'". La aportación eco-
ó nula la alianza con nómica y militar que se esperaba de los aragoneses para el triunfo de la cau-
y que hacía de Casti- sa isabelina era muy importante. Fernando acababa de ser investido rey de
:,rocuraría el matrimonio Sicilia, lo que significaba que, tras el matrimonio, Isabel tendría derecho a
=-
. XI28 . De este modo un
percibir las rentas que como a reina allí le correspondían.
Para pasar de la letra escrita a los actos eran necesarias ahora tres cosas:
=-0-- que tres candidatos la presencia física del príncipe en Castilla; la liberación de Isabel de aquella
'.,. Aragón, muchos años custodia en Ocaña; y una dispensa pontificia pues que los contrayentes eran
ora el duque de Guye- primos. No había esperanza de conseguir esta última en plazo breve y por
egando a la conclusión eso se decidió buscar el apoyo de Veneris32. A mediados de mayo de 1469
- Chacón que con él casa- Isabel dio el primer paso, saliendo de Ocaña hacia Arévalo, en donde no pudo
~ero- decían que ellos no entrar, y acabó refugiándose en Madrigal donde contaba con la protección
e aquella primera men- a cierta distancia de los soldados de Carrillo y Rodrigo Manrique, aunque
- -~ ordenaban que se casara había en aquel territorio muchos enriqueños. Residía ya en Madrigal cuan-
ón estaba tomada antes do la visitaron los embajadores franceses que regresaban de Córdoba y le pro-
e las cláusulas del pac- pusieron la boda con el duque de Guyena; parece que, en esta oportunidad,
os podían ignorar que la negativa estaba envuelta en tantos circunloquios que el obispo de Arras
z.e Aragón, enfriándose el
'e cuentas. Tendría que
31 La capitulación tomaba toda clase de precauciones para asegurar que el poder real
i=~-c ara celebrar el matri-
sería ejercido por IsabeL En su sentido literal la princesa era la más beneficiada. Recibía la
~. , d no se proponía dis-
poderosa ayuda del reino de Aragón, pero mantenía a Fernando en el plano de un príncipe
: - eran sentirse amenaza- consorte. No olvides que de no haber sucesión femenina, a Fernando hubiera correspon-
- d de los poderes que dido el primer plano en la herencia.
-;...: codos sus compromisos 32 Esta cuestión de la dispensa preocupa más a los biógrafos espirituales de la reina
tarde, el 7 de marzo, se que a los historiadores. Es evidente que la no respuesta del Papa obedecía a motivos políti-
cos, y estando presentes el nuncio y el arzobispo de Toledo, la princesa tenía motivos para
creer saneada su conciencia. Un teólogo como Vicente Rodríguez Valencia, El matrimonio
n cuatro: renovación de de lsabella Católica, la dispensa apostólica y el nuncio de Paulo 11, 1469-1471, Valladolid, 1960,
terra y declaración de llega a suponer, partiendo de las frases, «el legado es en todo», «de lo espiritual nada nos fal-
Renato de Anjou que ta» en una carta de Peralta a Juan II (Paz, pág. 80), que se produjo una dispensa verbal
duque. J. Vicens, op. cit., expresa por parte de Veneris. T.Azcona, págs. 156-160, que ha estudiado el asunto desde
otro ángulo de opinión, entiende que la presencia de Veneris y el protagonismo asumido
se conserva en BN, rnss. por Carrillo bastaban para asegurar a Isabel que el asunto canónicamente era correcto y
p::::e:::;;¡s por sus servicios. que esto es lo que significa la expresión de la princesa cuando dijo tener «saneada la con-
ciencia». Hubo de hecho retraso pero no negativa en la dispensa.
346 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

el escándalo que suponía --,


partió de allí sin saber si la princesa le había dicho que sí o que no. Mientras
se atribuía al de Enrique
tanto Pedro de la Cavallería, descendiente de una familia de conversos judíos,
evidencia de que la
y hombre de confianza del rey de Aragón, negociaba en Guadalajara, consi-
guiendo de los Mendoza una promesa de no oponerse a la boda'".
5.
Isabel mostró mucho interés en no aparecer en rebeldía. Permaneció en
Madrigal todo el mes de julio, rodeada de un séquito de damas y oficiales que
habían sido designados por el rey para su custodia. En agosto de este año de
1469, Carrillo, desde Alcalá, y don Fadrique, desde Rioseco, dieron a sus
soldados la orden de converger sobre Madrigal. Previamente se habían pues-
to de acuerdo con Juan de Vivero para que ofreciese un refugio seguro en
Valladolid. Cuando supieron que las tropas venían, los adictos a Enrique IV
que aún se hallaban en Madrigal, huyeron de modo que la princesa pudo
de la potes
hacer libremente el camino hacia Valladolid en donde entró el 30 de agosto.
de aquellos p~
Desde aquí fue enviada una larga carta, con su firma, defendiendo el dere-
cho a elegir marido conforme a su voluntad": En ella garantizaba al rey no
sólo su obediencia sino también la de Fernando cuando se convirtiera en su
marido. Se habían despachado previamente mensajeros al príncipe para que
acuciara en el viaje.
Fernando, en efecto, llegó a Dueñas el 10 de octubre, después de un
viaje secreto que la imaginación de historiadores y novelistas ha envuelto en
aventuras imaginarias. El 12, Isabel escribió al rey dándole la noticia e insis-
estaban deprirci
tiendo en sus garantías de fidelidad": Los príncipes se vieron por primera
vez en casa de Juan de Vivero: Cárdenas hubo de señalar a Fernando con dos
Con esto contaba -
palabras, «ése es», ya que Isabel no le conocía. Se casaron el 18 de octubre,
ros actos realizados e
por la tarde, y Carrillo introdujo en el acta una bula, falsificada o amañada
sen a aquéllos y diese
de un ejemplar anterior, en todo caso falsa. Probablemente trataba de evitar
entregada por los Men

33 Vicens Vives, págs. 317-318.


36 AGS. Patronato R
34 Fechada el8 de setiembre. Colecci6n diplomática, págs. 605-609.
37 Hasta finales de nO"~
35 Colecci6n diplomática, págs. 610-611. Ese mismo día los príncipes firmaron carta de
en que Enrique IV acep
garantía a Carrillo de que «todos tres de un acuerdo y determinación, haremos y goberna-
ayuda a su padre se hici
remos como si un cuerpo y alma fuésemos».AGS. Patronato Real, lego 11, fol. 45. Es lógi-
a la ciudad de Valencia.
co que el arzobispo la considerase una entrega completa del poder.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 347

e sí o que no. Mientras el escándalo que suponía un matrimonio que adolecía del mismo defecto que

~ de conversos judíos, se atribuía al de Enrique IV con juana'". Aquella misma noche se tuvo la
~~1.<-lba en Guadalajara, consi- evidencia de que la unión conyugal había sido consumada.

e a la boda".
rebeldía. Permaneció en 5. VAL DE LOZOYA.La boda de los príncipes rompió los tensos hilos que
_-':-0 de damas y oficiales que todavía estaban sosteniendo la situación creada en Guisando. Duran-

agosto de este año de te algunas semanas Fernando e Isabel, instalados en Dueñas en casa

- Rioseco, dieron a sus de un hermano de Carrillo, conde de Buendía, pudieron albergar la


esperanza de que las aguas se calmarían: Enrique IV había recibido
ente se habían pues-
-e un refugio seguro en con su habitual mansedumbre a los mensajeros que le enviaran. Por

r-.•...
-....--'- 0- adictos a Enrique IV otra parte, con su resolución, habían demostrado que eran capaces
de tomar iniciativas, de modo que con ellos se aseguraba el ejercicio
que la princesa pudo
ade entró el 30 de agosto. de la potestad real. No transcurrió mucho tiempo cuando, en uno
de aquellos primeros y dificiles consejos que celebraron en Dueñas
defendiendo el dere-
.-::::ella garantizaba al rey no con sus pocos partidarios, Fernando se enfrentara a Carrillo dicién-
do1e con aspereza que «él no entendía ser gobernado por ninguno»,
o se convirtiera en su
provocando una ruptura con el obispo que, gracias a las presiones de
al príncipe para que
Juan 11,fue breve. El ambicioso prelado dirigió al monarca aragonés
una serie de reconvenciones y súplicas considerándose defraudado
bre, después de un
::J.o.elistasha envuelto en tras el esfuerzo que realizara. También Fernando tuvo una etapa de
decaimiento; muchos de los partidarios con que se había contado
ole la noticia e insis-
estaban deprimidos, pues la ayuda esperada de Aragón no llegaba".
-e VIeron por primera
5eI~U a Fernando con dos
Con esto contaba Pacheco, en cuyos planes entraba la sustitución de
n el 18 de octubre ,
los actos realizados en Guisando por otros de idéntica calidad, que anula-
~ificada o amañada
sen a aquéllos y diesen a Juana calidad de princesa, una vez que le fuese
ente trataba de evitar
entregada por los Mendoza. Había un error en el planteamiento. La deso-

36 AGS. Patronato Real,leg. 12, fol. 27. Hay varias ediciones especiales conmemorativas.

- ' cipes fumaron carta de 37 Hasta finales de noviembre se tiene la impresión de que Isabel y Fernando confiaron
F:=::::!:::;ui'ón, haremos y goberna- en que Enrique IV aceptaría los hechos consumados. Pero ya en diciembre las demandas de
lego 11, fol. 45. Es Iógi- ayuda a su padre se hicieron apremiantes. Para proveerse de dinero hubo que vender Gandía
a la ciudad de Valencia. Carta pesimista de 11 de febrero de 1470 en Paz, págs. 101-104.
348 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

bediencia de Isabel podía ser utilizada como castigo, pero no devolvía la incurrir en cualquier--
legitimidad a quien el propio rey solemnemente la negara. Para restablecer seguían siendo fieles -
un fuerte partido acudió al procedimiento de las dádivas. Apartando cui- do era la mejor garanrí
dadosamente a los Mendoza, en quienes no fiaba, promovió a Álvaro de rían en Castilla espe
Stúñiga de conde de Plasencia a duque de Arévalo, para lo que tuvo que Tal como estab
despojar a la reina viuda, Isabel, asignándole además una renta de un millon guerra que sus rival
de maravedís'". Otorgó a Pedro Fernández de Velasco, que ya era conde de el verano de 14 70, P21:L~_-
Haro, el gobierno de Vizcaya con las rentas llamadas diezmos de la mar, el que contaban con fu~
más suculento impuesto castellan039• Confirió a García Álvarez de Toledo estaban en el servicio
los títulos de duque de Alba, marqués del Carpio y conde del Barco, que de Ávila dieran pataJ
ya no saldrían de este linaje. Previamente se había hecho transferir, en más débiles: habían ~~
pago de sus servicios, la villa de Escalona. Esta almoneda de los recursos que el conde de Benavenr
aún quedaban a la Monarquía fue, de momento, eficaz -aunque tuviese dado a luz una preci
otros efectos como adhesión incondicional de asturianos y vizcaínos a la partidarios en ambo-
causa de Isabel- ya que, con excepción de los Enríquez y Manrique, todos La embajada fran
los linajes permanecieron impasibles ante la nueva maniobra. Se iba a por Burgos en el mes
repetir el defecto grave: sin Cortes no hay legitimidad. Y esto Pacheco lo po, en nombre de Enriqe
,
sabía; por eso había despedido en Ocaña a los procuradores sin que pres- zález de Mendoza. H··'-
taran juramento. llegado el texto. A ~;:J:
Él razonaba de la siguiente manera: con su huida de la Corte y poste- bieron, finalmente. e
rior matrimonio sin licencia del rey y de los nobles, Isabel había perdido los matrimonio con la
derechos que se le otorgaran en Guisando. Enrique IV y su Consejo, en obedecían a los príncipe
Córdoba, habían decidido que el matrimonio conveniente para la heredera abuelo el almirante. .os
era con el duque de Guyena; no había que variar el candidato al sustituirse
rentas quebrantadas
a la princesa. En julio de 1470, estando ya la Corte en Segovia, se anunció
como Asturias o Vizc
el envío de una nueva embajada francesa que daría confirmación al nuevo
plan. Fernando e Isabel, fieles a la línea que se habían marcado, evitaron
40 Enríquez del
entonces una asamblea
38 CoLección documental, pág. 613.
39 Se trataba de una de las tres rentas principales. Estaba destinada a crecer al aumen-
tar la política mercantilista de los soberanos. Pese a esto, el 19 de julio de 1470, Enrique IV de CastiLla 1452-1474),
haría juramento de no enajenar Vizcaya. Ver E. Labayru, Historia general del señorío de Vizca- 42 El documento ~

ya, III, Bilbao, 1898, pág. 262. es decir, el día de la en


NOBLEZA Y MONARQUÍA 349

o pero no devolvía la incurrir en cualquier acción precipitada: se limitaron a insistir en que ellos
negara. Para restablecer seguían siendo fieles súbditos de don Enrique y que el acuerdo de Guisan-
, divas. Apartando cui- do era la mejor garantía contra los peligros de la guerra civil". Permanece-
romovió a Álvaro de rían en Castilla esperando un acuerdo.
o. para lo que tuvo que Tal como estaban las cosas. Juana no podría alcanzar la corona sin una
I-d.en~'~una renta de un millon
guerra que sus rivales no estaban dispuestos a declarar, pero en Segovia, en
eo. que ya era conde de
el verano de 1470, Pacheco insistía cerca del rey con el convencimiento de
~:::::::2aas diezmos de la mar , el
que contaban con fuerzas suficientes para triunfar. Curiosa paradoja: ahora
• - G cía Álvarez de Toledo
estaban en el servicio activo del monarca aquellos mismos que en el tablado
:" conde del Barco, que
de Ávila dieran patadas al muñeco. Pero los isabelinos parecían de hecho los
ía hecho transferir , en
más débiles: habían tenido que huir de Valladolid, al ser ocupada la ciudad por
~.=......uUlleda
de los recursos que
el conde de Benavente (setiembre de 1470), y el 2 de octubre Isabel había
e caz -aunque tuviese
dado a luz una preciosa niña, que no varón. Un jarro de agua fría para sus
zurianos y vizcaínos a la
partidarios en ambos reinos".
.: uez y Manrique, todos
La embajada francesa, que venía presidida por el obispo de Albi, pasó
ueva maniobra. Se iba a
por Burgos en el mes de julio de 1469 y fue recibida en Medina del Cam-
~~m(iad. Y esto Pacheco lo
po, en nombre de Enrique Iv, por Pacheco, Alfonso de Fonseca y Pedro Gon-
uradores sin que pres-
zález de Mendoza. Hubo negociaciones, muy breves, pero a nosotros no ha
llegado el texto. A cambio de la entrega de la niña Juana, los Mendoza reci-
de la Corte y poste-
bieron, finalmente, el Infantado de Guadalajara al que tenían derecho por el
el había perdido los
matrimonio con la heredera de don Álvaro de Luna42• En aquel momento
~:iqTIe IV y su Consejo, en
obedecían a los príncipes unicamente Ávila y su entorno, las tierras de su
niente para la heredera
abuelo el almirante, los dominios del conde de Paredes y sus hermanos y las
candidato al sustituirse
rentas quebrantadas de la mitra de Carrillo. Es cierto que algunas comarcas
::-~ e Segovia, se anunció
como Asturias o Vizcaya miraban hacia ellos con esperanza.
ronfirmación al nuevo
ían marcado, evitaron
40 Enríquez del Castillo incluye en su texto la carta del 18 de junio. Carrillo propuso
entonces una asamblea de obispos y nobles para discutir el asunto (Colecd6n diplomática, págs.
658-659), pero no fue atendido.
ceszinada a crecer al aumen-
41 M. Gual Camarena, Fernando el Cat6lico primogénito de Arag6n, rey de Sicilia y príndpe
:uIio de 1470, Enrique IV de Castilla 1452-1474), Saitabi/ 8,1950, pág. 209.
~--":-_~"7!iot general del señorío de Vizca-
42 El documento -demostración de la desconfianza- fue fechado el 25 de octubre,
es decir, el día de la entrega. Un intercambio. A.H.N., Osuna, lego 1727, núm. 9.
350 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

El 25 de octubre de 1470, en el lugar llamado Val de Lozoya, no lejos de


Buitrago, se montó una escena que parecía remedo de la de Guisando, dos nes serenas y argumer::;;::m¡
años atrás. Estaban presentes los embajadores franceses. Los Mendoza entre- ganda acerca de la GfS:~::;;:::¡
garon a Juana y recogieron el pergamino que les daba posesión de Salme- parte» y volviéndose-
rón, Va1deolivas, Alcocer y San Pedro de Palmiches, las cuatro villas del hierro por plata., aje
Infantado. Inmediatamente Enrique IV declaró nulo eljuramento que pres- en alto y los isabelin
tara en favor de IsabeL Rey y reina prestaron juramento de que considera- cían tomar la decisió .•...
ban a Juana hija «legítima y natural» de ambos'". Como faltaba la autoridad tirían otra cosa que
pontificia, sin la cual todos aquellos actos resultaban canónicamente nulos, dades de la reina.
se intentó que el obispo de Arras ejerciera cierto protagonismo. Por último
se celebraron desposorios con el duque de Guyena y, probablemente, se le 6.
autorizó a titularse Príncipe de Asturias44 cosa que nunca hizo.
En lo que se refiere a la estructura de la Monarquía, los actos de Val de
Lozoya eran jurídicamente incorrectos y abrían un principio muy peligro-
so: la desobediencia del titular no indica decaimiento
.
en los derechos del
sucesor, como tampoco una declaración invalida otra contraria anterior. Pues
si el juramento de Guisando era inválido, lo mismo tenía que decirse del de
ahora. El 21 de marzo, desde Medina de Rioseco, Isabel envió a las ciudades
del reino una especie de manifiesto incluyendo el acta de cuanto había

marido el
43 Sitges, op. cit., págs. 212-216, ha publicado un documento con firmas procedente
del archivo particular de Guillermo G. de Osma, el cual coincide con una minuta sin fir-
mas, depositado en Simancas y publicado por A. de laTorre y por mi en Documentos de Por-
tugal, I, págs. 67-70. Podemos deducir que en Val de Lozoya se hicieron los siguientes actos:
a. Intercambio de Juana por la escritura.
b. Lectura por el licenciado de Ciudad Rodrigo del desheredarniento de Isabel por
no haber cumplido la condición de casarse con quien el rey dijera.
c. Juramento de Juana y a continuación de Enrique de que la princesa era hija legí-
tima y natural. Se hizo corroborar el acto por seis «representantes» de ciudades que eran
oficiales de la Corte y uno de ellos, Íñigo de Arceo, «boursier» de Luis XI, formaba parte de
la embajada francesa.
d. Desposorios con el duque de Guyena. 45 Publicado en ~~
44 Isabel del Valha localizado en Simancas (Diversos de Castilla, lego9, fols.65-2) un frag- Afortunadamente J. Torres -
mento de la autorización al duque de Guyena para titularse Príncipe de Asturias. versión completa correcta,

------ ----- - -
: -; " 1
NOBLEZA Y MONARQUÍA 351

Lozoya, no lejos de
sucedido en Guisando y los acuerdos del día anterior, en el cual,junto a razo-
ce la de Guisando, dos
nes serenas y argumentaciones jurídicas muy eficaces'", se volvía a la propa-
Los Mendoza entre-
ganda acerca de la deshonestidad de la reina, suprimiendo el «de un año a esta
posesión de Salme-
parte» y volviéndose contra el honor del rey que quería dar «cobre por oro,
-":"5. las cuatro villas del hierro por plata, ajena heredera por legítima sucesora». Las espadas estaban
~ Juramento que pres- en alto y los isabelinos que redactaron el documento del 21 de marzo pare-
znenro de que considera- cían tomar la decisión de sostener que, en adelante, en modo alguno admi-
e o faltaba la autoridad tirían otra cosa que no fuera declarar aJuana producto adulterino de las livian-
- ~ cmónicamente nulos , dades de la reina.
~,.~a'onismo. Por último
robablemente, se le 6. Los MENDOZAROMPENCON LACORTE. En medio del desastre que
ea hizo. para Castilla representaba la división consumada entre los partidos,
c::;:~:n'a,los actos de Val de la nueva situación que, al principio, pudo parecer muy mala para los
?cincipio muy peligro- príncipes, ofreció a éstos no pocas ventajas ya que les desasía de cual-
.eazo en los derechos del
•..•...... quier compromiso, excepto el para ellos esencial de no alterar el

~-Ía
o traria anterior. Pues
que decirse del de
.
acatamiento de la legalidad. Ni por un momento pensaron en renun-
.

ciar al esfuerzo para conseguir el objetivo final, la Corona, pues de


~' envió a las ciudades su legitimidad no dudaban; hay muchos testimonios escritos que
La de cuanto había permiten afirmado. Ahora ellos representaban, a los ojos de secto-
res cada vez más amplios, la posibilidad de orden. Dar a Juana por
marido el duque de Guyena era condenada al desvío y al fracaso.
0...:.::::=;:;';-:.0 con firmas procedente
=ti~ con una minuta sin fir-
Los cuatro años que siguen, finales del reinado de Enrique, fueron
mí en Documentos de Por- de vital importancia en la estructura política y social del país; duran-
n los siguientes actos: te ellos se produjo el último esfuerzo expansivo de la alta nobleza
y se dibujaron las líneas de separación entre sus señoríos, que lue-
- -~ento de Isabel por
go habrían de consolidarse. Necesitados de apoyo, los príncipes se
mostraron sin embargo muy cautos en esta carrera de crecimiento
princesa era hija legí-
IC::::Z::::~de ciudades que eran
de algunos linajes: era necesario, también para su futuro, hacer el
. '- XI, formaba parte de reajuste de los títulos dentro de la jerarquía .

45 Publicado en Colección diplomática, págs. 630-639, con fecha y textos incorrectos.


- .9, fols.65-2) un frag-
Afortunadamente J. Torres Fontes, «La contratación», págs. 418-428, nos proporciona la
~~~ de Asturias.
versión completa correcta.
352 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

Dos objetivos parecen haber perseguido Fernando e Isabel en estos años:


atraer adhesiones de los grandes linajes y lograr una pública reconciliación nos permite entender
con el rey. En ambos eran los Mendoza pieza clave. Enrique IV había deja- creciendo de manera i:l~
do de gobernar. Era apenas una pieza en el juego de los partidos. Pero esta reino. Como dijimos. ~_ ~
crisis de poder político nada tiene que ver con las perspectivas de crecimiento cían ser únicos pun
económico que se aprecian en estos años, gracias al desarrollo del comercio de Val de Lozoya, el arz
que abría nuevos mercados en Inglaterra. Por esta misma razón tampoco la talarse en Alcalá de H
ausencia de un poder central significa necesariamente anarquía en el ámbi- algunos contactos con
to locaL El reino volvía a sus elementos constitutivos. Murcia, por ejemplo, res, eran considerados -
en donde el adelantado Pedro Fajardo anunció que no daría «obediencia algu- estable, que el de Pacheco.í
na a rey alguno» 46, se convirtió en cantón independiente. El conde de Luna, que preferiría residir en -
adelantado y merino mayor, contando con poderes de Isabel, estaba edifi- tillana, Manzanares e
cando un dominio sobre el Principado de Asturias" que reconocía práctica- de la Cueva, sin de
mente a aquélla como legítima heredera. En tres puntos neurálgicos, Extre- actitud parecida a la .
madura, escenario de encarnizadas luchas entre los Stúñiga y los Álvarez de ba una brillante Corte - -
Toled048, Sevilla, ensangrentada por las tremendas rivalidades entre los Guz- Pacheco temió que
mán y los Ponce de León'", y Vizcaya que acababa de derrotar al conde de bocasen en una reconci ~~'
Haro en la batalla de Munguía ayudada por un Manrique isabelino, el con-
de de Treviño, la falta de autoridad se traducía en acciones violentas. Los
vizcaínos llegaron entonces a presencia de Isabel y Fernando y les juraron
fidelidad completa; ellos se comprometieron a ir a Guernica para ponerse
bajo la sombra del roble en cuanto fuera posible. Seguramente el término
confusión, que desconcierta a los historiadores cuando tratan de narrar los
sucesos de estos años, es el que mejor puede servir para explicar las raíces de
la crisis.
tuturo Papa, era la fi
o y alma a la causa a.~w~
46 J. Torres Fontes, Don Pedro Fajardo, págs. 232-234. ara el matrimonio fue ~
47 Los poderes de 17 de enero de 1471.Jovellanos, Colecci6n de Asturias, II, Madrid,
1948, págs. 47-48.
48 La pugna era por el maestrazgo de Alcántara que Stúñiga quería para su hijo Juan.
En contra de éste lucharon tropas de Carrillo, el almirante, Beltrán de la Cueva y el duque 50 Los Mendoza ayu .
de Alba. Enríquez del Castillo, págs. 194-197; Alfonso de Palencia, II, págs. 298-359. Pacheco usó por última vez
49 Cuando los Ponce de León, promovidos al marquesa do de Cádiz, reconocieron a :..:rrnitía el procesamiento .:
Juana, los Guzmán se declararon por Fernando e Isabel. consiguió es que el arzobísp
NOBLEZA Y MONARQUÍA 353

co
FU~- ••.. e Isabel en estos años: En medio de dicha confusión podemos hallar el hilo conductor que
ública reconciliación nos permite entender cómo el número de partidarios de los príncipes fue
-- Enrique IV había deja- creciendo de manera inexorable hasta confundirse con la opinión general del
os partidos. Pero esta reino. Como dijimos, en 1470 Carrillo, el almirante y los Manrique pare-
:e:::s:x!Cti·vas
de crecimiento
cían ser únicos puntales de su causa; además, en octubre de 1470, poco antes
. .esarrollo del comercio
de Val de Lozoya, el arzobispo había abandonado la Corte de Isabel para ins-
- ~ razón tampoco la
talarse en Alcalá de Henares. La corta distancia hasta Guadalajara permitió
t=:~=:¡-¡:eanarquía en el ámbi-
algunos contactos con los Mendoza que, todavía más que en años anterio-
l:;:;::::nl';-_ _ urcia, por ejemplo,
res, eran considerados como el principal linaje, con poder más sólido, por
= daría «obediencia alzu-
o estable, que el de Pacheco. Ahora, entregada la niña, y alejada la reina Juana,
- --e e. El conde de Luna ,
que preferiría residir en Madrid, y habiendo cerrado el triple dominio, San-
- --- e Isabel, estaba edifi-
tillana, Manzanares e Infantado, de ellos podía depender el futuro. Beltrán
e reconocía práctica-
de la Cueva, sin desmentir la fidelidad a don Enrique, había tomado una
:; -=::-05 neurálgicos, Extre-
actitud parecida a la de Miguel Lucas, instalado en Cuéllar, donde funciona-
- rúñiga Y los Álvarez de
ba una brillante Corte señorial .
.dades entre los Guz-
Pacheco temió que aquellos contactos entre Alcalá y Guadalajara desem-
- .::e derrotar al conde de
bocasen en una reconciliación entre aquellos irascibles rivales eclesiásticos y
ique isabelino, el con-
amenazó a su pariente con emplear la influencia que Enrique IV tenía en
ciones violentas. Los
Roma para conseguir un proceso de deposición en toda regla'". No se atre-
Fernando y les juraron
vió a ir tan lejos. De hecho, cuando Carrillo regresó al lado de los príncipes
Guernica para ponerse
enjunio de 1471, traía consigo hilos de conexión con los fuertes señores de
eQll.r.lmente el término
Guadalajara. Descendiendo al terreno de las ambiciones personales, Fernan-
- o tratan de narrar los
do tenía algo que ofrecer. Un fuerte cambio se había producido en la Curia
explicar las raíces de
pontificia con la elección de Sixto IV;junto a él, el cardenal Rodrigo Borja,
futuro Papa, era la figura dominante.Y don Rodrigo estaba entregado en cuer-
po y alma a la causa aragonesa: las dilaciones cesaron y la bula de dispensa
para el matrimonio fue firmada con todos los pronunciamientos favorables.
Cdi!m.~de Asturias, rr, Madrid,
Hacía algun tiempo, por otra parte, que don Pedro González de Mendoza aspi-

uería para su hijo Juan .


•.•• .JC:~lll de la Cueva y el duque 50 Los Mendoza ayudaron con tropas a Carrillo a recuperar el control de su diócesis.
~=L2.. n, págs. 298-359. Pacheco usó por última vez la influencia de su señor en Roma para lograr un breve que
Cádiz, reconocieron a permitía el procesamiento de Carrillo pero luego no se atrevió a ejecutarlo. Lo único que
consiguió es que el arzobispo volviera al lado de los príncipes.
354 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

\J
raba a recibir el capelo de cardenal y, con razón o sin ella, estaba convencido
de que Enrique IV tenía suficiente influencia para conseguirlo. Un compro-
miso con Pacheco en este sentido se había producido. Pero murió Paulo 11,
cambiaron los aires que soplaban en Roma, y Mendoza tuvo la impresión de
que había sido engañado por Villena que buscaba exactamente lo contrario,
que no se le nombrara cardenal. Colérico, abandonó la Corte. Ahora Fer-
nando pudo insinuar que pondría en juego su influencia para lograr el ansia-
do nombramiento. Fue creído y la actitud de la Corte de Guadalajara cam-
bió. Pacheco se dio cuenta cuando, al ordenar al obispo que regresara a la
entre las personas alli -
Corte, recibió de don Pedro esta fría respuesta: que «dudaba si la princesa doña
de Mendoza, que e
Juana era hija del rey, visto el disoluto vivir de la reina su madre». En boca de
dose a acompañarle e.
un Mendoza era ya anuncio de radical decisión. La explicarán muy pronto:
fieles a Enrique IV hasta la muerte; después con Fernando e Isabel.

gestión directa del Iezsc


7. RECONCILIACIÓNCON ENRIQUE IV Cambiaron radicalmente las
nando e Isabel. Habí
cosas. El Rey de Sicilia, Príncipe de Asturias, fue admitido en la gran
do la legitimidad de F...,-,
alianza occidental recibiendo en consecuencia elToisón de Or051. N o
mediados de novie
podía adivinar entonces que el grueso collar de la Orden habría de
salvarle la vida veinte años más tarde. Roma, sin abandonar la estre-
110,a fin de estar más
cha relación con don Enrique, se inclinaba por los príncipes. El 1 de
Ningún dato nos -.:::
diciembre de 1471 Sixto IV entregó a Rodriga Borja la bula de
go que el cambio en :
dispensa= remediando todos los defectos que hubieran podido
na precisamente lo
producirse. El día 22 del mismo mes el cardenal era nombrado
a Isabel. Muerto el d
legado a late re en España. La decisión resulta significatica: un ecle-
de 1472, en una enrrerzsza
siástico de mayor rango que Veneris, pero dotado de los mismos pode-
puso a Alfonso V que
res, podría rectificar o ratificar los hechos de Guisando. Fernando
llana, propuesta disp~
comprendió que el momento era decisivo y, por primera vez desde
tugués no quiso acepr>-
de un sobrino del co
51 Un diplomático al servicio de los príncipes, Juan Ramírez de Lucena, consiguió la a quien hemos mencior;
alianza de éstos con Borgoña (7 de agosto) e Inglaterra (29 de agosto). AGS. Patronato por Isabel como una be
Real,leg. 12, fol. 54.
cuanto hij o del infante -
52 El original de la bula se conserva en AGS. Patronato Real, lego12, fo1.32. A Carri-
relieve, como así suc
llo se daba comisión para llevar a cabo la ejecución en cada una de sus partes.
sobrino.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 355

. ella, estaba convencido


su matrimonio, abandonó Castilla para recibirle. Pasó por Barcelo-
o eguirlo. Un compro-
na, reuniéndose en Pedralbes con su padre, que acechaba las últimas
p:~'~'c!o.Pero murió Paulo II ,
horas de rebelión de aquella ciudad. Los aragoneses estaban satisfe-
_'::OZd tuvo la impresión de
chos. En enero de 1472 Sepúlveda se había sublevado contra Pache-
exactamente lo contrario,
co acogiendo en sus muros a los partidarios de Isabel; a partir de
~L~I.!l.'Ó la Corte. Ahora Per-
este momento se iban a suceder las adhesiones a los príncipes.
_.~"'_1,cia para lograr el ansia-
e de Guadalajara cam-
Cuando Rodrigo Boga desembarcó en Valencia (17 de junio de 1472),
po que regresara a la
entre las personas allí congregadas para recibirle estaba don Pedro González
daba si la princesa doña
de Mendoza, que en nombre de Enrique IV le dio la bienvenida, ofrecién-
u madre». En boca de
dose a acompañarle en su viaje a Castilla. Los aragoneses no desaprovecha-
explicarán muy pronto:
ron una ocasión tan oportuna para agasajar al obispo de Sigüenza con gran-
::: rnando e Isabel.
des muestras de afecto. Es muy probable que, en estos meses, y mediando la
gestión directa del legado, se sellase ya la adhesión de los Mendoza a Fer-
. iaron radicalmente las
nando e Isabel. Había coincidencia en la oportunidad de seguir reconocien-
p:::a::!S'.: e admitido en la gran
do la legitimidad de Enrique Iv, pues era la de origen en la Monarquía. A
~.;:¡:~i:'.~
el Toisón de OroSI. No •
mediados de noviembre, el legado emprendió viaje a Madrid. Por estas mis-
,~ e la Orden habría de
mas fechas la Corte de Isabel se instalaba en Torrelaguna, señorío de Carri-
It'Ió..,U¡;:l.!.. sin abandonar la estre-
llo, a fin de estar más cerca de Guadalajara.
r r los príncipes. El 1 de
Ningún dato nos demuestra mejor el retroceso del maestre de Santia-
"-"v,u....;u·.go
Borja la bula de
go que el cambio en los proyectos matrimoniales, buscando para doña Jua-
ue hubieran podido
na precisamente los mismos maridos que hubieran debido servir para anular
rdenal era nombrado
a Isabel. Muerto el duque de Guyena, esta candidatura se extinguió. En mayo
•.-,.~--"-significatica: un ecle-
de 1472, en una entrevista celebrada entre Elvas y Badajoz, Enrique IV pro-
¡C, 1~~~d<0 de los mismos pode-
puso a Alfonso V que se casara con su sobrina asumiendo la herencia caste-
ce Guisando. Fernando
llana, propuesta disparatada por la diferencia de edad que el monarca por-
. or primera vez desde
tugués no quiso aceptar. Sin gran entusiasmo, Pacheco abrazaría la candidatura
de un sobrino del conde de Benavente, y primo de Fernando, el «Fortuna»,
'-ez de Lucena, consiguió la a quien hemos mencionado. Curiosamente esta candidatura sería aceptada
e agosto). AGS. Patronato por Isabel como una buena solución para Juana, ya que el muchacho, en
cuanto hijo del infante don Enrique, estaba llamado a ocupar puestos de
. lego12, fol. 32. A Carri-
relieve, como así sucedió. Pero el rey Juan II estalló en cólera contra este
sobrino.
356 LUIS sUÁREz FERNANDEZ

Hasta el último instante procuró don Juan Pacheco mantener la cohe- ñoles. Si se carga ~
sión dentro de la antigua Liga, que se estaba cuarteando. Las adhesiones que cindible-sobre los a..'?C'~
los príncipes estaban recibiendo, desde el verano de 1472, eran tan abundantes layar el enfrentamien
que podía esperarse en cualquier momento el derrumbamiento de sus ene- se produjeron. En 1.
migos. El maestre, puesto a la defensiva, procuró crear un núcleo de resis- so, a título de princ
tencia a toda costa con los Stúñiga, los Pimentel y los Ponce de León, todos sector de la alta noble:

los cuales pensaban que tenían mucho que perder en el caso de que Isabel defendían su candi~'1
llegara a reinar. Por eso llegó a aceptar la candidatura de Enrique Fortuna que IV restaurando

aunque sin la menor intención de llevada a cabo. Sólo si los Mendoza se man- cipios de 1473, la irr;~
precisamente la conIT2..-~~=.I
tenían sólidos dentro del grupo podía éste conservar algo de fuerza supe-
bién la de ejercicio.A,
rior. De este modo los Mendoza se encontraron en el fiel de la balanza que
iba a decidir el futuro de la Monarquía. En setiembre de 1472, ausente el obis- para restablecer el o
solución era indispens
po de Sigüenza, hubo vistas con el marqués de Santillana entre Segovia y
ran también como
Pedraza, y Pacheco, viudo y con muchos años, casó con una hija del conde
te esto se consiguió ea
de Haro, tratando de ganades por vía indirecta.Y finalmente, en diciembre
en adelante los Mencoz
del mismo año, hizo que Enrique IV cursara la solicitud del capelo. Un honor
lo fueran en tiempo
que estaba concedido.
todos estos episodio
Pero el maestre de Santiago no comprendía cuál era el verdadero pensa-
miento del clan guadalajareño, volcado en estos días en colmar de agasajos al
legado aragonés que no ocultaba que su misión estaba en confirmar lo que
se hiciera en Guisando. Los Mendoza estaban decididos a mantenerse fieles a
Enrique IV hasta el fin de sus días; había en esto orgullo de raza, temple de
lealtades. Pero el futuro era algo diferente y la lealtad misma les obligaba a
servir a quien de derecho perteneciera la legitimidad. Cuando, el 7 de marzo
de 1473, llegó el capelo, Rodrigo Borja estaba en Guadalajara; el nuevo car-
denal voló a su encuentro para darle las gracias. Sabía muy bien de donde
venía el golpe. y, el 26 de marzo, el legado comunicó a Fernando e Isabel
que si venían al palacio de Guadalajara serían recibidos como príncipes.

* * *
Así concluyó este notable episodio tan decisivo para el nacimiento de la
Monarquía española pues, mediante Fernando, iban a unirse los reinos espa-
NOBLEZA Y MONARQUÍA 357

o mantener la cohe- ñoles. Si se carga demasiado el acento -y en ocasiones esto resulta impres-
- ..;,. Las adhesiones que cindible--sobre los aspectos jurídicos de la sucesión, se corre el peligro de sos-
-- - -. eran tan abundantes layar el enfrentamiento entre opciones políticas y los cambios decisivos que
p:n::nbamiento de sus ene- se produjeron. En 1468, cuando fue llamada a suceder a su hermano Alfon-
un núcleo de resis- so, a título de princesa y no de reina, Isabel parecía ser instrumento de un
Ponce de León, todos sector de la alta nobleza en revuelta contra el rey. Los más díscolos de los nobles
~ e' caso de que Isabel defendían su candidatura. Comenzó por reconducirlos a la obediencia de Enri-
e Enrique Fortuna que IV restaurando la legitimidad de origen en la Monarquía. Ahora, a prin-
o Mendoza se man- cipios de 1473, la imagen que ella y su marido estaban dando al reino era
o de fuerza supe- precisamente la contraria: no sólo defendían la legitirnidad de origen sino tam-
~ ~ ~el de la balanza que bién la de ejercicio. Acaudillando a la «parte mejor y más sana» se preparaban
-l 2, ausente el obis- para restablecer el orden de modo bien original. Para que fuera posible dicha
1-"'~.u.ul.lJA entre Segovia y solución era indispensable conseguir que los hombres del 64 les reconocie-

una hija del conde ran también como suyos. Los leales estaban siendo convocados. Precisamen-
:..........:.<.....:.uente,
en diciembre te esto se consiguió en marzo de 1473, reforzándose en los meses siguientes;

'el capelo. Un honor en adelante los Mendoza serían tan leales y firmes servidores de Isabel como
lo fueran en tiempos de Enrique IV Éste es el aspecto más sobresaliente de

- el verdadero pensa- todos estos episodios que giran en torno a Guisando.

colmar de agasajos al
- en confirmar lo que
a mantenerse fieles a
de raza, temple de
- misma les obligaba a
- e uando, el 7 de marzo
..•..•.
...-.....;.d..Ld~ara;
el nuevo car-
• muy bien de donde
~ ~' a Fernando e Isabel

el nacinúento de la
. e los reinos espa-
XII. LA SOLLOO~-
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1. REUNlÓ~ 1:.-

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destacado en el ea .
Borja -los italianos -'.-
Alcalá, administró a 1- -

aseguró que desde e- -


estaban reconocidos., L::

con los Mendoza. En ~~


110.Como todo ho

- ----------------- --- ---


XII. LA SOLUCIÓN FINAL PROPUESTA POR LOS REYES
CATÓLICOS

1. REUNIÓN EN SEGOVIA.En la guerra de Sucesión que va de 1475 a


1479, Y que constituye el capítulo final de esta historia más que secu-
lar, se superponen tres acontecimientos: enfrentamiento armado entre
nobleza y Monarquía; guerra entre castellanos y portugueses, que
conduce a la fijación del destino definitivo en las rutas oceánicas; y
reajuste, para dos siglos, de los supuestos sobre los que se apoyaba la
diplomacia de Europa. En este libro vamos a ocupamos sólo de la
primera, pero conviene no olvidar la importancia que los otros dos
fenómenos tienen para la construcción de la Modernidad. Importa
mucho explicar de qué modo los Reyes Católicos consiguieron resol-
ver un problema tan difícil como el de las relaciones entre nobleza
(clase política) y Monarquía (poder estatal) y cómo las Cortes de
Toledo de 1480 pudieron tener conciencia de que cerraban un
gran período de crisis y dificultades.

Podríamos partir del mes de marzo de 1473, cuya importancia hemos


destacado en el capítulo anterior. Reinaba Enrique IV El legado Rodrigo
Borja -los italianos dirían Borgia- se entrevistó con los príncipes en
Alcalá, administró a la niña Isabel el sacramento de la confirmación y les
aseguró que desde el punto de vista del Pontificado sus derechos sucesorios
estaban reconocidos. Había negado dispensa matrimonial a Juana y reducido
a viento los actos de Val de Lozoya. Remató su trabajo logrando una amistad
con los Mendoza.En este punto estalló, vehemente, la cólera de Alfonso Carri-
llo. Como todo hombre de partido el prelado aspiraba a un protagonismo
360 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

absoluto y no podía admitir que ahora esos Mendoza, tan sistemáticamente pas de Pacheco lleg:u:on "
enriqueños, vinieran a compartir las responsabilidades del poder! . Había mane- abortado. Cabrera estaba CZQ

jado los hilos para asegurar el triunfo de su facción, la Liga, y no del poder que estuviera al SeJ
monárquico. El favor que se otorgaba a quienes fueran fieles en todo momen-
to a Enrique IV se le hacían intolerable. Seguramente este «fabricante de seguridad. Por medio
reyes» comenzó a forjar en su mente la idea de provocar tal conflicto que introducido en las
aquellos jóvenes se arrepintiesen de su ingratitud. Ante todo les prohibió 1473 un primer acu
que fuesen a Guadalajara donde les esperaban con los brazos abiertos, y luta a Enrique Iv, a gu;a~
ellos no se atrevieron a resistir tal prohibición. Iniciada la guerra del Rose- liación con el mo
llón, Fernando tenía que abandonar inmediatamente Castilla para reunirse Una novedad, no hdi:'-' '.
con su padre y llevarle la ayuda de aquel puñado
reurur.
de lanzas que consiguiera gurarquecabrera::::
metido. La ausencia
Por encima de todo los príncipes necesitaban de un paso decisivo: recon- de Nieva, facilitó
ciliación con Enrique IV y que la gente les viera como amigos ya que esto Juan Fernández de H
significaría que les eran reconocidos derecho y posición. Segovia era la miéndolo en pocas pa b~l
principal posición que quedaba al rey, junto con Madrid y pocas más: allí fica sucesión de 1
estaba el tesoro. Pacheco trató de apoderarse de ella. Se urdió, como en profundo agradecimiemn di
Toledo en 1449, un movimiento de los viejos linajes contra los conversos, dilla convenció a do
importantes en la ciudad (mayo 1473). Era el pretexto que pensaba emplear na solución. Juana casaría
el maestre de Santiago para meter tropas y apoderarse del alcázar y del teso- rentas adecuados al::: d¡::J
ro. Tuvo noticia del plan el marqués de Santillana y puso en alerta a Andrés va dieron su pleno .~
Cabrera, mayordomo mayor y converso judío. De modo que cuando las tro- Disfrazada de mOL4-¡
rramala, Beatriz salió

1 Carrillo, como indicamos, era depositario de plenos poderes de Juan II; se conside-
bre de 1473, sin mi
raba, pues, cabeza absoluta del bando «aragonés». El reconocimiento de Isabel era, en su zar. Era la reconciliaci •
opinión, obra suya. Por eso, para vencer su prohibición de acudir a Guisando, Isabel había por las calles de S~~
tenido que darle las seguridades antes mencionadas, las cuales se completaron el 12 de sucesora estaban en
octubre del año siguiente, en vísperas del matrimonio con Fernando, con expresiones que al galope y estuvo presecze]
parecían indicar que iba a ser ministro universal del nuevo régimen. Quería que los prínci-
rey. El objetivo prin.c:Í::'.il
pes le obedecieseny se quejaba aJuan II de que no lo hacían. Cuando éstos se instalaron en
que IV, que comenzó
Rioseco, él se alejó para no compartir nada con el almirante. También tenía rencillas con los
Manrique (Falencia, II, págs. 24S-2S1).Juan II envió un mensajero especial, Juan de Gam-
boa, ordenando a sus hijos reconciliarse. La reconciliación tuvo lugar en Dueñas (junio 1471); 2 Copia en la Col,
los príncipes se obligaron entonces a fijar su residencia en alguno de sus dominios. ea, págs. 693-697.

~~..... '. \~r


~ - --------- .
- • -.--' - o _~. __

NOBLEZAY MONARQUíA 361

- Z2. tan sistemáticamente pas de Pacheco llegaron a la ciudad las puertas estaban cerradas y el motín
c:;¡¡,.:=" C'~~l poder'. Había mane- abortado. Cabrera estaba casado con Beatriz de Bobadilla, cristiana vieja, dama
Liga, y no del poder que estuviera al servicio de Isabel y la mujer le convenció que a ellos y a los
zn -des en todo momen- conversos convenía que triunfasen los príncipes, porque significaban la
ente este «fabricante de seguridad. Por medio de un banquero asturiano,Alonso de Quintanilla, bien
ocar tal conflicto que introducido en las ferias de Medina del Campo, se firmó el 15 de junio de
re todo les prohibió 1473 un primer acuerdo". Cabrera se comprometía, desde una fidelidad abso-
os brazos abiertos, y luta a Enrique IV, a guardar Segovia para los príncipes y lograr la reconci-
~li::::.::r.~dala guerra del Rose- liación con el monarca.
I*-.;,~o_-eCastilla para reunirse Una novedad, no había precio que pagar. Los príncipes se limitaban a ase-
gurarque Cabrera tendría el señorío de Moya, que Enrique IV le había pro-
metido. La ausencia temporal del monarca, que presidía Cortes en Santa María
paso decisivo: recon- de Nieva, facilitó las cosas. Soldados venidos de Aragón, a las órdenes de
o amigos ya que esto Juan Fernández de Heredia, garantizaron el dominio de la ciudad. Resu-
.ción. Segovia era la miéndolo en pocas palabras, el plan de Cabrera consistía en permitir la pací-
drid y pocas más: allí fica sucesión de Isabel, como se había dispuesto en 1468. Se comprende el
. Se urdió, como en profundo agradecimiento de ésta. Parece comprobado que Beatriz de Boba-
contra los conversos, dilla convenció a don Enrique, a su regreso a Segovia, de que era una bue-
que pensaba emplear na solución. Juana casaría con Enrique Fortuna y ambos recibirían oficios y
el alcázar y del teso- rentas adecuados al más alto rango. El cardenal Mendoza y Beltrán de la Cue-
o en alerta a Andrés va dieron su pleno asentimiento.
o que cuando las tro- Disfrazada de moza aldeana, como esas que aún lucen sus arreos en Zama-
rramala, Beatriz salió de Segovia, buscó a Isabel y en la tarde del 28 de diciem-

J::;:;:s ¡:;:~ere:sde Juan II; se conside- bre de 1473, sin ruido, los dos hermanos se abrazaron en una sala del alcá-
~;::;;JC::::ll'ento de Isabel era, en su zar.Era la reconciliación. Al día siguiente almorzaron juntos y pasearon luego
-'~ a Guisando, Isabel había por las calles de Segovia para que todo el mundo viera cómo el rey y su
se completaron el 12 de sucesora estaban en buen amor. Fernando, que había sido advertido, regresó
do, con expresiones que
al galope y estuvo presente en la fiesta delAño Nuevo, bailando delante del
_c=1en..Quería que los prínci-
rey. El objetivo principal parecía haberse logrado. La enfermedad de Enri-
do éstos se instalaron en
¡¡:::;;o::.. lc=LDiéntenía rencillas con los
que IV, que comenzó precisamente en estas fiestas -durante once meses
J: J:=="_ ero especial.juan de Gam-
~ en Dueñas (junio 1471);
2 Copia en la Colección Salazar que es la que figura editada en la Coleaión diplomáti-
ca, págs. 693-697.
362 LUIS susasz FERNÁNDEZ

lucharía con la muerte antes de sucumbir- movió al monarca a instalarse también la colabo
en Madrid": los bosques del Pardo eran siempre, para él, un alivio a sus pesa- que el rey intervin
res. Como la princesa Isabel permaneció en Segovia, dueña de la ciudad y del mayo de 1474) y sacric
alcázar, pocos dudaban de que el reconocimiento había tenido lugar. po de batalla, dentro
Los restos de la Liga, en esta nueva coyuntura, se desparramaron; excep- cipe y le hizo hom.
to los Pacheco y los Stúñiga, todos los demás linajes, incluyendo a los Pimen- de enfrente Pache
tel" dieron por ajustada la sucesión y se prepararon para ofrecer su obedien-
cia a los nuevos soberanos. Quedaban en pie compromisos entre las familias,
nada más. Por ejemplo, en enero de 1474 el marqués de Santillana explicó a 2. MUERTE D.c.o..
Fernando que estaba dispuesto a cumplir sus obligaciones con el maestre de que Pedro Gozcá
Santiago pero que «cuando quiera que fuese el señor rey, que él había de ayu-
obispo, COUL
dad e contra todas las personas del mundos '. La enfermedad del rey, que
una dolori
provocaba en él curiosas reacciones biológicas", era el único motivo de pre-
ocupación.
Liga sino p_
Llegó la coyuntura. El 23 de setiembre de 1473 Enrique IV promovió a
nesqued~~
Rodrigo Alfonso Pimentel a la condición de duque de Beríavente otorgán-
que le con
dole el condado de Carrión; de este modo se consumaba la ocupación de
saJero muy
esta villa, que los Manrique tenían por suya, aunque también los Mendoza
Liga, que naT"~;""':::¡
sentían apego hacia ella por ser sepulcro de sus antepasados. Cuando don Die-
bel. Carrillo
go Hurtado de Mendoza protestó por lo que consideraba alienación de una
de las raíces de su linaje, Pimentel respondió desabridamente que «aquellos
huesos de sus antepasados los mandaría poner en una esportilla y se los envia-
de 1474) ~8.3
ría». Los clanes nobiliarios vibraron de indignación y,juntos, Manrique, Enrí-
yectos del arz
quez y Mendoza, formaron un ejército al que el infante Fernando aportó
saron que el oe

3 La última enfermedad de Enrique IV se manifestó en estas fiestas.


4 El conde de Benavente había estado desde el primer momento implicado en las nego-
ciaciones de Beatriz de Bobadilla. El 11 de enero de 1474 los príncipes le garantizaron el
matrimonio de Juana con Enrique Fortuna, su sobrino (Coleaión diplomática, págs. 700-703). 7 Carta de Gutierre de
Éste era el «matrimonio honorable» a que Isabel se refería. 8 Enrique IV quiso
s Esta frase se contiene en la relación que Lope Vázquez de Acuña hizo a Juan II de tó del Papa. Pero Ro ..
Aragón ellO de enero. Citada por Zurita, IV, fol. 204r. Casi íntegra la carta en T. Azcona, traición gracias a su sob .
págs. 196-197. vista (25 de octubre) y se _
6 Aparte del análisis de Marañón, ver reflexiones de Azcona, pág. 198. ron Carrillo y el duque

~ ~~~- -~~- ~
362 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

lucharía con la muerte antes de sucumbir- movió al monarca a instalarse también la colabo
en Madrid": los bosques del Pardo eran siempre, para él, un alivio a sus pesa-
res. Como la princesa Isabel permaneció en Segovia, dueña de la ciudad y del
alcázar, pocos dudaban de que el reconocimiento había tenido lugar.
Los restos de la Liga, en esta nueva coyuntura, se desparramaron; excep-
to los Pacheco y los Stúñiga, todos los demás linajes, incluyendo a los Pimen-
tel" dieron por ajustada la sucesión y se prepararon para ofrecer su obedien-
cia a los nuevos soberanos. Quedaban en pie compromisos entre las familias,
nada más. Por ejemplo, en enero de 1474 el marqués de Santillana explicó a 2. MUERTE D-=
Fernando que estaba dispuesto a cumplir sus obligaciones con el maestre de que Pedro \JO::.:::oIII
Santiago pero que «cuando quiera que fuese el señor rey, que él había de ayu-
obispo, co
darle contra todas las personas del mundos". La enfermedad del rey, que
una dolori
provocaba en él curiosas reacciones biológicas", era el único motivo de pre-
ocupación.
Llegó la coyuntura. El 23 de setiembre de 1473 Enrique IV promovió a
Rodrigo Alfonso Pimentel a la condición de duque de Benavente otorgán-
dole el condado de Carrión; de este modo se consumaba la ocupación de
saJero muy
esta villa, que los Manrique tenían por suya, aunque también los Mendoza
Liga, que
sentían apego hacia ella por ser sepulcro de sus antepasados. Cuando don Die-
bel Carrillo
go Hurtado de Mendoza protestó por lo que consideraba alienación de una
de las raíces de su linaje, Pimentel respondió desabridamente que «aquellos
huesos de sus antepasados los mandaría poner en una esportilla y se los envia-
ría». Los clanes nobiliario s vibraron de indignación y,juntos, Manrique, Enrí-
quez y Mendoza, formaron un ejército al que el infante Fernando aportó

3 La última enfermedad de Enrique IV se manifestó en estas fiestas.


4 El conde de Benavente había estado desde el primer momento implicado en las nego-
ciaciones de Beatriz de Bobadilla. El 11 de enero de 1474 los príncipes le garantizaron el
matrimonio de Juana con Enrique Fortuna, su sobrino (Coleaión diplomática, págs. 700-703). 7 Carta de Gutierre de
Éste era el «matrimonio honorable» a que Isabel se refería. 8 Enrique IV quiso
s Esta frase se contiene en la relación que Lope Vázquez de Acuña hizo a Juan II de tó del Papa. Pero Rodrig
Aragón el 10 de enero. Citada por Zurita, rv, fol. 204r. Casi íntegra la carta en T. Azcona, traición gracias a su sobrrs,
págs. 196-197. vista (25 de octubre) y se _
6 Aparte del análisis de Marañón, ver reflexiones de Azcona, pág. 198. ron Carrillo y el duque d••.~
NOBLEZA Y MONARQUíA 363

ió al monarca a instalarse también la colaboración de sus lanzas. El conflicto se cerró sin sangre por-
él, un alivio a sus pesa- que el rey intervino, obligando a Benavente a abandonar la partida (10 de
~, .•.••..•..
dueña de la ciudad y del mayo de 1474) Y sacrificando una fuerte suma de dinero. Regresando al cam-
- ~bía tenido lugar. po de batalla, dentro de este mismo mes, el marqués hincó rodilla ante el prín-
= desparramaron; excep- cipe y le hizo homenaje como a futuro rey.Todo estaba decidido. En el lado
_ . - cluyendo a los Pimen- de enfrente Pacheco, Pimentel y Stúñiga intentaban reforzar la liga ofre-
tJilld ofrecer su obedien- ciéndose a defender los derechos de Juana.
:o:J.::~rornisosentre las familias,
_ ' de Santillana explicó a
2. MUERTE DELREY.Alfonso Carrillo no podía soportar la idea de
()CW2:ao- ones con el maestre de
que Pedro González de Mendoza, ahora cardenal siendo un simple
rey, que él había de ayu-
obispo, cobrase relieve en el Consejo de Fernando e Isabel. Envió
~ ermedad del rey, que
una dolorida queja a Juan II de Aragón mientras iniciaba contactos
_-- '" único motivo de pre-
con su sobrino Pacheco. No pretendía tan sólo sumar fuerzas a la
Liga sino provocar en Castilla un movimiento de tales proporcio-
~ --- - Enrique IV promovió a
nes que destruyese a aquellos a quienes él mismo fabricara. Juan II,
e Benavente otorgán-
que le conocía muy bien, estaba asustado; tanto que le envió un men-
- :::.m.mabala ocupación de
sajero muy especial, Pedro Vaca, con un encargo: debía formar una
::.e también los Mendoza
Liga, que naturalmente él presidiría, para apoyo de Fernando e Isa-
sasados.Cuando don Die-
L-..;:;-••.
bel. Carrillo volvía sobre principios como la superioridad del varón
- -., raba alienación de una
sobre la mujer que debía hacer de Fernando rey propietario y no
ridamente que «aquellos
consorte. La muerte inesperada de don Juan Pacheco (4 de octubre
_ esportilla y se los envia-
:: .juntos.Manrique.Enrí., de 1474) cuando trataba de apoderarse de Trujillo, detuvo los pro-

- - te Fernando aportó yectos del arzobispo, de modo que los consejeros de la princesa pen-
saron que el peligro había pasado". Desde luego que no; fueron tro-
pas proporcionadas por Carrillo las que permitieron a Diego López
fiestas.
Pacheco huir de la prisión" y posesionarse de la herencia de su padre.
a=a::::x:=t=ntoimplicado en las nego-
príncipes le garantizaron el
iplomática, págs. 700-703). 7 Carta de Gutierre de Cárdenas aJuan I1,20 de octubre de 1474,en Paz,op. cit., págs.164-170.
8 Enrique IV quiso entregar el maestrazgo al nuevo marqués de Villena y así lo solici-
Acuña hizo a Juan II de tó del Papa. Pero Rodrigo Manrique, elegido por los comendadores de la Orden, urdió una
znregra la carta en T. Azcona, traición gracias a su sobrino Gabriel, conde de Osorno, que atrajo a Pacheco a una entre-
vista (25 de octubre) y se apoderó de su persona. Fue liberado por tropas que proporciona-
. pág. 198. ron Carrillo y el duque de Benavente. Palencia, III, págs. 258-260.
364 rms SUÁREZFERNÁNDEZ

tantas amarguras o
El nuevo marqués de Villena debía figurar como cabeza del bando
bandera de doña JI.l.il.UOL.;¿
de doña juana,
dos linajes de graru
en que la intervenció _
Cuando, el 11 de diciembre de 1474- murió
y en Madrid Enrique Iv, la
ra. Y en medio estaba la
sucesión se produjo de un modo normal, de acuerdo con los actos de ene-
bel pero esperando
ro de aquel mismo año. Isabel presidió en Segovia los funerales del difunto
24 de diciembre los !l.i~
rey, fue luego proclamada en la plaza (13 de diciembre} y recibió de Andrés
tituyese una especie
Cabrera las llaves de la ciudad y de su alcázar. Sólo Isabel fue recibida como
reina. en las ciudades castellanas, aunque algunas con cierto retraso. En Madrid rieron, con ellos,
rioridad militar y
1::::::1 •.
y Plasencía, donde no fue adamada, tampoco se tomó el nombre de Juana.
Carrillo estaba ~••..~,
De modo que durante algunos meses pudo pensarse que no había contra-
seguían manifescindole
dicción. Algunos de los que tuvieron luego parte activa en la revuelta en su
so con una intervenció
contra estuvieron en Segovia en diciembre y le rindieron acatamiento. Des-
cipal'". Fernando
de luego también Carri:11o, que llegó el día: 22, pisándole los talones a su
bel.Elarzobispo quenz
cordial enemigo, el cardenal Mendoza, que había tenido el gesto de oficiar
varón, quien debía asl Ii ~lO ~
las exequias de Enrique IV y acompañar luego el cadáver hasta Guadalnpe.
ro de 1475, e1rey y
Unjurísta podría decir que, en diciembre de 1474, Fernando e Isabel tenían
manía sólo habían co~
pacífica posesión del reino. que reforzar y no d:isct::ttir
Quedaban algunas incógnitas por despejar; las cuales explican probable- cho a .reinar; a diferencia
mente el retraso de Alfonso Carrillo en tomar la decisión que fraguaba; mitir legitimidad. ~-
entre ellas estaban la forma que había de darse al nuevo gobierno, la conducta arzobispo, quedó nlriupcb
de los nobles y la eficacia del Consejo que llegará a ser la Institución que do y mujer11• Fernando IX)

mejor define a la Monarquía española. Entraron en él, desde el primer momen- dó mucho tiempo
to, algunos hombres nuevos, de confianza, todos ellos experimentados juris- mismo poder que
tas, pero se pudo decir que nada había cambiado ni en el organismo ni en su buena nota: en todas
línea de actuación. Se mantuvieron los altos oficios como en la época de Enri-
que IV y quedaron sin cubrir los de justicia mayor y mayordomo a la espe-
ra de las decisiones que tomaran el duque de Arévalo y el marqués de San-
tillana. se mostraba absolutamerae
En la nobleza detectamos, a finales de 1474, tres sectores bastante bien sus hijos no debían p~
definidos. En un extremo estaban los>revanchistas del aragonesismo, Carri- J I El original en .

llo y los Manrique, que denigraban Ia memoria de Enrique rv, afirmaban que sentencia arbitral, llamada
no debían .redactarselos ~
Fernando tenía que ser el verdadero rey, y aspiraban a tomar revancha de
NOBLEZAYMONARQUÍA 365

tantas amarguras como sufrieran, En el otro estaban los que enarbolaban la


bandera de doña Juana, a la que denigraran abundantemente, reducidos ya a
dos linajes de grandes y no completos, Pacheco y Stúñiga, aunque confiaban

- fadrid Enrique Iv, la en que la intervención portuguesa arrastrase a muchos de los tibios de aho-
ra,y en medio estaba la mayoría de los nobles, dispuestos a reconocer a Isa-
con los actos de ene-
bel pero esperando que, con ello, se les darían garantías de continuidad. El
erales del difunto
tc::brl~}, recibió de Andrés
24 de diciembre los Mendoza tomaron la iniciativa de proponer que se cons-
tituyese una especie de alianza en el servicio de los jóvenes reyes; y se adhi-
fue recibida como
rieron, con ellos, los Velasco, Enríquez y PimenteL Estos cuatro sumaban supe-
JJ&aeno retraso. En Madrid
9
rioridad militar y económica sobre todos los demás juntos, en este momento •
tawnn' el nombre de Juana.
Carrillo estaba ya, inevitablemente, desplazado, aunque los jóvenes reyes
e no había contra-
seguían manifestándole afecto. Esperó todavía unas semanas, contando aca- -
en la revuelta en su
so con una intervención de Juan 11 de quien se sentía, con razón, agente prin-
1JD000~n acatamiento. Des-
cipal'". Fernando estaba ausente en el momento de la proclamación de Isa-
~;;indole los talones a su
beL El arzobispo quería plantear la cuestión sucesoria como si fuese el príncipe,
1:0:000 el gesto de oficiar
varón, quien debía asumir la potestad real. Pero, llegado a Segovia el 2 de ene-
oac~:r hasta Guadalupe.
ro de 1475, el rey y la reina no tardaron en ponerse de acuerdo: de su matri-
~ Fernando e Isabel tenían
monio sólo habían conseguido de momento una lija. Por consiguiente había
que reforzar y no discutir la costumbre castellana que da a las mujeres dere-
explican probable-
cho a reinar, a diferencia con la Corona de Aragón, que sólo consentía trans-
. .ón que fraguaba:
mitir legitimidad. Una sentencia arbitral, encomendada al cardenal y al
.erno, la conducta
arzobispo, quedó ultimada el 15 de enero, fijándose las competencias de mari-
Institución que
do y mujer". Fernando no iba a ser simplemente un consorte. Isabel no tar-
pnmermom~
dó mucho tiempo en firmar un documento que atribuía a su marido el
~~TI·ruenudos~
mismo poder que ella ejercía.Y a notarios y a cronistas se ordenó tomar
organismo ní en
buena nota: en todas parte rey y reina debían figurar juntos.
ICDCXlI en la época de Enri-
T I~OOI:domo a la espe-
9 Colección diplomática, págs. 706-707.
marqués de
10 En carta de128 de diciembre de 1474 (AGS.Estado.Castilla,leg.l-P,foL 127)]uan II
se mostraba absolutamente convencido de que todo se debía a Carrillo y por consiguiente
sectores bastante bi sus hijos no debían prescindir de él.
~:!;Onesismo, Carri- 11 El original en Simancas, P-atronato Real, lego12, foL 28. Como es bien 'sabido, esta
:afumaban sentencia arbitral,llamada.a veces «concordia»,no tuvo otro efecto que fijar la forma en que

revancha no debían .redactarselos documentos.


366 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

Transcurrido un mes desde la muerte de Enrique Iv, sin que se hubie- zas de ganar
ran producido brotes de revuelta, reducidos a dos los linajes disidentes, es lógi- juntola~
co que los reyes comenzaran a tranquilizarse. El juramento que todos los pre- reino. Lo
sentes en la Corte prestaron en relación con la sentencia arbitral del 15 de quesado de
enero, tema el valor de aceptación solemne de Fernando e Isabel como legí- minados
timos soberanos. Sucedió, además, que el marqués de Villena entró en con- mayo, la
tacto con ellos, aunque eligiendo un mensajero, el licenciado Antón Núñez ciendo co
de Ciudad Rodriga, que tema probablemente intereses particulares que con-
ducían al fracaso de la negociación. El problema no estaba en la conserva-
ción de los enormes señoríos de don Diego, que los reyes estaban dispues- murió, acompaña
tos a confirmar, sino en el destino de la «hija de la reina» que vivía en casa frontera de Portugal,
de Villena. Isabel quería que se le entregase la custodia de esta muchacha de gesto de humildad. P~J
trece años, a fin de casarla con «algún señor y grande en los reinos de Ara- 16 de abril remitió a;
gón a ellos fiable»12 lo que apunta a la fórmula acordada de enero de 1474. Había perdido la ~
Don Diego respondió que su honor le impedía entregarla antes de que se
mente un viaje a
hiciera el matrimonio. Su conducta respondía al espíritu de la caballería.
la"; quería una hllmlll·;¡.3~
N egociando llegó el 20 de febrero. Aquel día Alfonso Carrillo abandonó la
mir, y provocó la rup~
Corte que seguía en Segovia y fue a instalarse en Alcalá de Henares, desde
por estas andanzas de
donde ató los hilos de la conjura que venia preparando.
ro entraba en posesión -
dose al exiguo númer
3. PROCLAMACIÓNDE JUANA. Los hilos de la conjura quedaron com-
El peligro de que .
pletos en marzo de 1475; fue entonces cuando el marqués de Ville-
querellas intestinas o
na pudo comunicar a Alfonso V que, en cuanto sus soldados cruza-
en el país. Si los reyes
sen la frontera, un alzamiento en su favor tendría inmediatamente
ros de que la otra se cie-r=I~
lugar; el arzobispo de Toledo estaba ya comprometido. La realidad
caso de Fuenteovej
era menos optimista: comprometidos con ese movimiento estaban
Stúñiga, con fuertes apoyos en Salamanca y Extremadura, Carrillo,
Pacheco y Téllez Girón, que podían controlar la Meseta meridio-
nal, y Pedro Álvarez de Sotomayor, conde de Caminha, que acaba-
ba de apoderarse de Tuy. Los otros partidarios de Juana eran gentes
de mediano linaje, que se embarcaban en la empresa con esperan-

12 La frase en Cr6nica incompleta de los Reyes Catolicos, ed. Puyol, Madrid, 1934, pág. 138.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 367

_ '" Iv, sin que se hubie- zas de ganar en ella, pero sin realidades para la aportación. En con-
Enaies disidentes, es lógi- junto la subversión parecía más fuerte en el sur que en el norte del
••••••....•.••
enro que todos los pre- reino. Los grandes dominios de los comprometidos, como el mar-
-==:ze::::~' arbitral del 15 de quesado de Villena y las Órdenes de Santiago y Calatrava, estaban
o e Isabel como legí- minados por rebeliones internas. La primera acción fue, el 10 de
"illena entró en con- mayo, la revuelta de Alcaraz, que se apartó del marquesado recono-
-~= ciado Antón Núñez ciendo con Isabel que retornaba al realengo'",
- articulares que con-
estaba en la conserva-
Juana fue separada de su madre, que seguía en Madrid donde pronto
reyes estaban dispues-
murió, acompañada de Pedro de Castilla, y llevada a Trujillo, cerca de la
que vivía en casa
frontera de Portugal. Carrillo estuvo esperando hasta el último instante un
esta muchacha de
gesto de humildad, provocado por las apremiantes cartas de Juan n14. Pero el
los reinos de Ara-
16 de abril remitió al soberano aragonés la última de sus doloridas quejas".
e enero de 1474.
Había perdido la esperanza. Para satisfacer a su suegro, Isabel hizo personal-
antes de que se
mente un viaje a Alcalá (mayo de 1475) pero el arzobispo no quiso recibir-
de la caballería.
la'"; quería una humillación y renuncia que la reina no podía en modo asu-
Carrillo abandonó la •
mir, y provocó la ruptura. Un aborto fue el alto precio que pagó la soberana
-, e Henares, desde
por estas andanzas detrás del arzobispo. Pero debilidad, ninguna: el 20 de ene-
ro entraba en posesión de Toledo mientras Carrillo acudía a Trujillo sumán-

- ~ara quedaron com- dose al exiguo número de cortesanos de Juana.

",-marqués de Ville- El peligro de que la revuelta pudiera extenderse venía sobre todo de las

- soldados cruza- querellas intestinas que largos años de anarquía habían conseguido sembrar
-...: inmediatamente en el país. Si los reyes ayudaban a una de las partes en litigio podían estar segu-
IIC:~-:}lmetido.La realidad ros de que la otra se declararía por Juana; corrían además -pensemos en el
movuníento estaban caso de Fuenteovejuna- el peligro de colocarse al nivel de los partidos. Por
~""~TT'I<>dura,
Carrillo
- eseta meridio- 13 Sobre esta cuestión,]. Torres Fontes, «La conquista del marquesado de Villena en el
L.:¡mlnl:t.a,que acaba- reinado de los Reyes Católicos» (Hispania, L, 1953 págs. 49-52).
••_nana eran gentes 14 Cartas de Pedro Vaca (20 marzo) y Fernando (27,28 de marzo de 1475) a Juan II,

con esperan- en Paz, op. cit., págs. 176-179.


15 Se conserva en BN, rnss. 20.215, fol. 15.
16 Isabel, en este viaje, se alojó en el palacio de Guadalajara, dejando claro que no iba
. id, 1934,pág.138. a sacrificar la amistad con los Mendoza.
368 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

eso. su política consistió en situar la Corona po.r encima de menudas quere- linajes de la nobleza
llas, dando. cada vez mayo.r papel a 10.stribunales de justicia. De hecho, cuan- Beltrán de la CUI
do. el ejército. portugués entró en Castilla, fueron muy Po.cos los que acu- Quiño.nes,Arellano.~
dieron a c0.10.carse bajo. sus banderas. rique, e incluso.
Un detalle .importanre que establece la diferencia con la conducta de Fer- deras los Fonseca, G~
nando. e Isabel: el 25 de mayo. de 1475 .Alfonso V fue proclamado. rey en Pla- qués de Santillana y
sencia, antes y no. después, de que se celebraran sus desposorios con Juana. El fracaso. de estas in:qKl"~
Ésta firmó, el 30 de mayo., un manifiesto en defensa de sus derechas, que debía
enviarse a todas las ciudades delreino: se .acusaba a Ios príncipes de haber pro-
vocado el envenenamiento. de Enrique lV.El documento. 'nos permite cono- cerró el paso. (18 de 'se:)el~
cer po.r sus nombres las que se habían adherido. a la defensa de su causa: el to.do.s sus señoríos a
marqués de Villena, su hermano. Pedro. Portocarrero y 5US primos el conde
de Urueña y Rodrigo Téllez Girón,maestre de Calatrava; el duque de Aré-
valo, su hijo. Juan de Stúñiga, que se titulaba maestre de Alcántara, su hermano. 4.
el conde de Miranda y otro Diego López de Stúñiga, prior de San .Marcos
de León; el obispo de Plasencia; Fernando. de Monroy; el comendador Gon-
zalo. de Saavedra; el licenciado. Antón Núñez de Ciudad Rodrigo; el canci-
ller Enrique de Pigueredc.Alfonso de Herrera;Juan de Oviedo; el protono-
tario Juan de Salcedo'<ry desde luego. Carrillo.Poca cosa.Las fuertes pro.mesas Castilla aabari P'1
de Villena se deshacían en el aire, como el humo. batalla de Tom.I21
El movimiento contra Isabel fracasó. Alfonso V, llegado. a Arévalo, pudo. mezclaba
comprobarlo personalmente. Por eso. puso. en su plan de campaña corno pri- duques de~~
mer objetivo consolidarse en la posesión de Toro y Zamora, que garantizaban Isabel? El p~
la frontera de Portugal y podían servir corno rehenes de intercambio. a la hora
de 1anego.ciación.EnArévalo. recibió la noticia de que su hermana la reinaJua-
na había muerto. en Madrid, que seguía bajo. su obediencia, el 19 de junio.18.
En el bando. de enfrente, Fernando. pudo. reunir un gran ejército. que, aunque
desordenado e irregular al principio, demostraba que prácticamente todos los

17 De este manifiesto tenemos dos ejemplares, el que se envió a Madrid (Zurita, IV, taca su brillantez.
fols. 23Sr-238v) y el de Zarnora, pub. por J. Fernández de Domínguez, La guerra civil a la 20 La esposa del conoe cr: DI

muerte de Enl'i.que IT{Zamora, 1929, págs. 16-28. nao Carrillo se encom


18 Crónica incompleta, págs. 196-197.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 369

IcJcirrta de menudas quere- linajes de la nobleza estaban con él: Enriquez, Mendoza -:incluyendo a don
icia, De hecho, cuan- Beltrán de la Cueva con brillante armadura-, Velasco, Álvarez de Toledo,
. pocos los que acu- Quiñone.s,Arellano,Mendoza deAlmazán, Sarmiento, Osorio.Pimentel.Man-
rique, e incluso parte de los Acuña; en otros lugares combatían bajo sus ban-
••..•
~ con la conducta de Fer- deras los Fonseca, Guzmán, Fernández de Córdoba y Fajardo. Entre el mar-
proclamado rey en Pla- qués de Santillana y su cuñado donBeltrán movieron mil cuatrocientas lanzas".
sorios con Juana. El fracaso de estas improvisadas fuerzas en su primera campaña produjo deser-
derechos, que debía ciones. Cuando los portugueses penetraron hasta Baltanás, tratando de soco-
, cipes de haber pro- rrer a los defensores del castillo de Burgos, fue el conde de Benavente quien
lIr-:::leIlOO nos permite cono- cerró el paso (18 de setiembre). Hech-o prisionero, su esposa vino a depositar
nsa de su causa: el todos sus señoríos a los pies de los reyes en garantía de lealtad. Cuando fue res-
primos el conde catado, le tributaron éstos un cálido homenaje'",
~;¡n;ml;~ el duque de Aré-
, tara, su hermano 4. DE LA GUERRA A LA "PAR. De este modo puede decirse que uno de los
ior de San Marcos aspectos principales de esta guerra fue el éxito moral de convertida en
comendador Gon- enfrentamiento tan sólo entre Castilla y Portugal; los nobles aportaron
~AliiIiLJ. Rodrigo; el canci- su esfuerzo, las ciudades su entusiasmo y hasta la Iglesia sus tesoros.
Oviedo; el pro tono- Incierta al principio, la gran superioridad material y numérica de
Las fuertes promesas Castilla acabará por .imponerse a partir del 1 de marzo de 1476 tras la
batalla de Toro. La revuelta, en parte inconexa, de unos pocos linajes se
1"~lJO~lo a Arévalo, pudo mezclaba con intereses particulares. ¿Cómo podían seguir titulándose
campaña como pri- duques de Arévalo los Stúñiga si esta villa pertenecía a la madre de
ILAI,I.;..&.1I4., que garantizaban Isabel? El principal problema que a los reyes se planteará en relación
mrercambio a la hora con esta revuelta consistirá en impedir que la represión dejase rescol-
hermana la reina Jua- dos calientes que pudieran, un día, renacer. Para entender su política
~ienci·.a.. el 19 de junio ". es imprescindible no perder de vista que en la construcción de la nue-
iército que, aunque va Monarquía la conservación de los linajes era factor imprescindible.
camente todos los

19 EL .alarde de tropas en Paz, op. cit., págs. 187-188. También la Crónica de Pulgar des-
- a Madrid (Zurita, Iv, taca su brillantez.
Do_Ilgt:leZ.. La guerra civil a la 20 La esposa del conde de Benavente era Macla Pacheco, hermana del marqués deVille-
nao Carrillo se encontraba en primera fila entre los portugueses. Ver carta Fernando su
padre 25 setiembre. Paz, págs. 201-202.
370 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

Una ronda esquemática de observación por distintas regiones del reino brar gobernador de G~
puede ayudarnos a comprender la situación. En Galicia dos eclesiásticos de de febrero de 14-
gran relieve, Alfonso de Fonseca, arzobispo de Santiago, y Diego de Muros, de Carninha y los
obispo de Tuy, en vida de Enrique IV, formaron una Liga (10 de abril de 1474) perdidas. Nuestro
para defenderse del conde de Carninha. Cuando Isabel fue proclamada rei- nes guerrilleras, meITI!G.:2S.
na y ellos la reconocieron, los condes de Monterrey, Sancho de Ulloa, y de quía y violencia; ;-nr.~
Lemos, Pedro Álvarez Osorio, se les unieron (16 de enero de 1475). El con-
paradigma del deso
de de Caminha y sus amigos, Suero Gómez y Lope Sánchez de Moscoso,
que contrasta con
dueños de Tuy -plaza fuerte y puerta de entrada para eventuales auxilios gos años de enfrenr;¡".,..,;d
portugueses- lograron extender su dominio sobre las Rías Bajas, Padrón,
Vizcaya, habían enriscado
Redondela,Vigo y Pontevedra'". Salvo la reconquista de Vivero por naves viz-
allí se trataba del odi
caínas de don Ladrón de Guevara, los isabelinos estuvieron a la defensiva has-
do de Cela. A su re-
ta 147722; en el otoño de 1476 Fonseca sufrió incluso una derrota al inten-
tar apoderarse de Pontevedra. Como el monarca portugués se abstuvo de
Firmadas las pac
enviar refuerzos no pudieron sus partidarios seguir avanzando.
to de Fonseca y el e
La situación permaneció en tablas, conservando cada bando sus posi-
blema, Fernando e .-
ciones, especialmente porque el conde de Caminha pudo apoderarse de la
se estableciese la He
persona de don Diego de Muros, a quien retuvo quince meses/". Desde el
invitaba al conde de
verano de 1477, declinando las operaciones en otros lugares, los reyes pudie-
que en aquellas paces ~
ron comenzar, lenta y trabajosamente, el restablecimiento del orden. Fonse-
ca aprovechó la momentánea eliminación de Pedro Álvarez de Sotomayor
de de Buendía, fue ~
para rendir Pontevedra (agosto) y luego las otras villas de su ría,Vigo, Redon-
García López de Chj"c- ~
dela, Castro de Montes y Puente Sampayo. Cuando los isabelinos tomaron
Dice Pulgar, el ero
Bayona toda Galicia quedó bajo su obediencia. Pero entonces el conde de
aldeanos comenzara
Caminha regresó, con tropas portuguesas, acompañado por Pedro de Men-
daño, otrora terrible alcaide de Castronuño, y Fernando Pareja, antiguo ade-
lantado. Isabel y Fernando replicaron con una disposición muy típica: nom-

de Paz y Fernán Górnez,


21 Cartas del Consejo Real de 5 y 6 marzo de 1475.AGS. Sello, 1475-111, fols,264 y 266. AGS. Sello, 1478-11, fo~_
22 A. López Perreiro, Historia de la Santa Ai M, Iglesia de Santiago, VII, Cornpostela, 1905, 26 No sabemos en oné za

págs. 284-285. 1480-111,379). La co~.:¡..J


23 Estaba preso todavía el 12 de enero de 1478 cuando se ordenó detener cualquier cues- Reyes Católicos demuesc='~
tión que le afectara hasta que hubiese recobrado su libertad.AGS. Sello, 1478-1, fo1. 145. lego367, fols. 3-5.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 371

regiones del reino brar gobernador de Galicia a Pedro de Villandrando, conde de Ribadeo (20
o eclesiásticos de de febrero de 1478), dándole poderes coercitivos muy eficaces". El conde
_ Diego de Muros,
de Caminha y los suyos habían conseguido recuperar parte de las posiciones
- de abril de 1474)
perdidas. Nuestros datos son escasos, pero permiten decir que las operacio-
=- :. e proclamada rei-
nes guerrilleras, menudas, contribuían a crear un lamentable estado de anar-
ho de Ulloa, y de
quía y violencia; todavía muchos años más tarde sería presentado como
e 1475).El con-
paradigma del desorden. De este modo Galicia se convirtió en la excepción
hez de Moscoso,
que contrasta con la política que en otras partes desarrollarían los reyes. Lar-
eventuales auxilios
gos años de enfrentamiento entre bandos, como sucedía en Asturias y en
Bajas, Padrón,
Vizcaya, habían enriscado las conductas y más que de isabelinos y juanistas,
ro por naves viz-
allí se trataba del odio entre Fonseca y Soto mayor, Osorio y Pimentel o Par-
~ a la defensiva has-
do de Cela. A su tenor, los pequeños y numerosos linajes de hidalgos se
derrota al inten-
combatían con redoblada ferocidad.
Firmadas las paces con Portugal en Alcacobas, y fracasado el último inten-
to de Fonseca y el conde de Monterrey para resolver por sí mismos el pro-
bando sus posi-
blema, Fernando e Isabel hubieron de tomado en sus manos disponiendo que
apoderarse de la
se estableciese la Hermandad General en Galicia'". Al mismo tiempo se
eses23• Desde el
invitaba al conde de Carninha y sus secuaces a que se acogiesen al perdón
I__~;=, los reyes pudie-
que en aquellas paces se otorgaba/". Esta segunda propuesta fue rechazada.
el orden. Fonse-
En consecuencia, el 3 de agosto de 1480 Fernando de Acuña, hijo del con-
rez de Sotomayor
de de Buendía, fue enviado como gobernador; ayudado por el licenciado
ría,Vigo, Redon-
GarcÍa López de Chinchilla, llevó a cabo una tarea muy eficaz pero terrible.
elinos tomaron
Dice Pulgar, el cronista, que cuarenta y seis torres fueron arrasadas y los
aldeanos comenzaron a dormir tranquilos; mil quinientas personas tuvieron

.a, antiguo ade-


uy típica: nom- 24 Poderes en AGS. Sello, 1478-II,fols. 35 y 95.
25 Para establecer la Hermandad fueron enviados el arcediano de Camaces, Antonio
de Paz y Fernán Gómez, licenciado de Tordehumos. Los poderes son de 28 de febrero.
-- l11,fols. 264 y ?66. AGS. Sello, 1478-Il, fol. 206.
Ue. \'1L Compostela, 1905,
26 N o sabemos en qué momento el conde se apoderó deVigo y Redondela (AGS. Sello,
1480-111,379). La correspondencia entre Alfonso V, que se abstuvo de enviar tropas, y los
-=>...&.> .•..=.c:uercualquier cues-
Reyes Católicos demuestran que la oferta de perdón fue rechazada. AGS. Estado. Portugal,
.1478-1, fol. 145. lego367, fols. 3-5.
372 LUIS suÁREZ FERNÁNDEZ

que abandonar el país; Pedro de Miranda y el mariscal Pardo de Cela,murie-


ron ajusticiados.
No hubo -yeso sí que es característico de la conducta de Fernando
no pe:r:rnanecie:a
e Isabel- ni los premios ni las represalias que desde uno y otro bando se
ras. Los
esperaban. Fueron duros los castigos precisamente porque se confiaron a
dores de
la jurisdicción ordinaria sin los amaños de la política. Cuando Pedro Par-
do de Cela sube al cadalso en Mondoñedo (17 de diciembre de 1483) se
Dos sentimi
está cumpliendo una sentencia ordinaria. El conde de Caminha, que había
parte el abandono
sido declarado fuera de la ley27, cuestión politica, fue más tarde admitido a
otra, la cordial amjsod
reconciliación. Fonseca no obtuvo los premios que esperaba: se le ordenó
prior de San Juan. ~
entregar todas las fortalezas dependientes de la mitra y hubo de obedecer.
dificultades para ser.
Como convenía alejarle de Galicia, los reyes le nombraron presidente de la
(setiembre de 1
Audiencia de Valladolid. Se juntaban el honor y las ventajas politicas'". Todos
Burgos.cuyos ~~
estaban siendo sujetos con .mano fume, nadie podíajactarse de ser un ven-
bel, comprendió
cedor sobre vencidos, a ninguno se había hecho objeto de desconsideradas
Por otra parte
represalias.
Fernando la condm
tra, a fin de cuentas
5_ STÚÑIGA.Si esto puede afirmarse en el caso de Galicia, excepcional
to. Desde enero de
por la dureza de los castigos que allí -se aplicaron, con mucha más ríos del linaje. Quedaban CIIIj

razón podemos decido en los otros escenarios.Veamos ahora el que


la conservación de
afecta a la Casa de Stúñiga, cuyos dominios, Plasencia, Béjar,Aréva-
entonces quedó bien
lo y el castillo de Burgos.fueran apoyaturas para las acciones del ejér- procesos judiciales.
cito portugués, en 1475. El jefe de la Casa, Álvaro de Stúñiga-el
mismo que llevara a cabo veinte años atrás la prisión del condesta- 6. GIRÓNY PACHEC.OI
ble-e-, se había adelantado a todos los demás al reconocer a Juana
como reina en 'Irujillo. Las malas lenguas decían que este empeci-
namiento procedía de su segunda esposa, Leonor, hija de donjuan d marqu
mitra deToteOO..!I:D
27 La declaración de fuera de la ley se produjo el 20 de noviembre de 1480, al no ple-
garse a las condiciones de paz (AGS_Sello,1480-XI,fo1177).Luego fue perdonado. A López
Ferreiro,Vn, págs. 304-305_
28 Fonseca resistió enérgicameme culpando al gobernador Acuña y formulando el entre-
29 El alcaide, Íñigo~:J
maravedis más una ren.a ~ . ..
dicho en su diócesis. Fernando e Isabel actuaron como moderadores.
NOBLEZAY MONARQUÍA 373

Pacheco, que quería abrir camino a su hijo, al que llamara Juan, como
el abuelo. La pr:i:mera decepción para el duque fue que Alfonso V
onducta de Fernando
no permaneciera en Arévalo, prefiriendo Toro y Zamora, más segu-
hlI:5d~uno y otro bando se
ras. Los, hijas de su anterior matrimonio figuraban entre los segui-
rque se confiaron a
dores de IsabeL
1Dé:nca.. Cuando Pedro Par-
- iembre de 1483) se
Dos sentimientos contrapuestos trabajaron el ánimo del duquerpor una
Caminha, que había
parte el abandono en que se sentía por parte de su aliado de Portugal; de la
, tarde admitido a
otra, la cordial amistad que los reyes mostraban a su hijo Álvaro que iba a ser
ba: se le ordenó
prior de San juarr, mientras que el vástago de Leonor,Juan, sólo encontraba
ubo de obedecer.
dificultades- para ser maestre de Alcántara, Después de la batalla de Baltanás
Ja::tbI:;rron presidente de la
(setiembre de 1475), renunciando las portugueses a socorrer el castillo de
151¡a:¡~lS políticas'", Todos
Burgos.cnyos defensores fneron tratados: generosamente por Fernando e Isa-
'ptí:t2lrse de ser un ven-
bel,..cwmprendió que había errado el camino'".
e desconsideradas
Por otra parte el joven Álva:ro y su hermano Pedro presentaron ante
Fernando la conducta de su padre como una influencia errada de su madras-
tra, a fin de cuentas una Pacheco. Y los monarcas aceptaron el razonamien-
Galicia, excepcional
to. Desde enero de 1476 se supendieron las hostilidades contra todos los seño-
tIpIlc::;;¡[[O]tl., con mucha más
ríos del linaje. Quedaban cuesrinnes pendientes como la titulación del linaje,
eamos ahora el que
la conservación de rentas y el destino del maestrazgo de Alcántara, pero ya
~nIlSelOCl·:a,Béjar,Aréva-
entonces quedó bien claro que iban a ser producto de negociación y no de
rt-"-.-"acciones del ejér-
procesos judiciales.
P- ~Uv.r:ro de Stúñiga --el
posion del condesta-
6. GIRÓNY PACHECO_Elespacio fundamental para el proyectado movi-
onocer a Juana
miento había sido la Meseta meridional. Allí tenía asiento la Orden
e este empeci-
de Caiatrava de que era maestre Rodrigo T éllez Girón, y también
ija de donjuan
el marqeresado de Villena y amplios dominios pertenecientes a la
mitra deToledo.En ningún mcmenro formaron una plataforma béli-
1D'1C::XJ~(Je 1 , al no p _ ca coherente: Los reyes contaban con la voluntad de algunas villas
~:D:IiI:lr pcmonado. ALópez

29 El alcaide.Íñigo López de Stúñiga, hubo de renunciar al oficio pero le dieron 210.000


msravedís más una renta de millón y medio que podía cambiar por un lugar de 250 vasa-
llos. Cronicon de Valladolid, pág. 110_
374 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

que querían escapar de la jurisdicción del marqués, con las cuadri- gro antes de que a
llas de la Santa Hermandad Vieja de colmeneros y ballesteros", el opción que capi
descontento de algunos nobles y la acción infatigable de Rodrigo El primero e
Manrique que se titulaba maestre de Santiago". La lucha fue enta- conde de Urueña. ae •.~

blada no como un encuentro del rey con la nobleza sino como enfren-
tamiento de nobles entre sí, unos enarbolando el estandarte de Isa- taron; no querían que,:L.:;

bel, otros en contraYa dijimos que el primer episodio fue el alzamiento especie de subve
peligrosa. N ecesi
de la ciudad de Alcaraz (10 de mayo de 1475) que pronto asegura-
la Monarquía.Así
ron soldados de Alfonso de Fonseca, obispo de Á vila, Rodrigo Man-
por el bachiller Fe~3<)
rique y Pedro Pajardo-". Dos días más tarde Isabel hacía su entrada
do, que temía por'
en Toledo desmantelando los dominios de Carrillo.
ocurrir un desastre e~ _
go Hurtado de Me
Tanto el arzobispo como el marqués confiaron la defensa de sus intere-
Santillana y conde
ses al empuje lusitano, convencidos sin duda de que no tenían fuerzas sufi-
caso de Puenteovei
cientes. Diego López Pacheco estuvo en Plasencia el día de la 1'roclamación
de Alfonso V; Carrillo se incorporaría más tarde, en Arévalo, en el verano de
1475, llevando consigo 500 lanzas. Fernando e Isabel encargaron a Pedro
Fajardo promover la rebelión del marquesado-" mientras que Rodrigo Man-
rique y Diego Fernández de Córdoba, conde de Cabra, organizaban el des-
mantelamiento de la Orden de Calatrava, con algunos de cuyos comenda- que le permitía reco
dores contaban. Las cuatro principales posesiones de esta última, Daimiel, río, no alfoz. Suponiendo c"".lll

Manzanares, Villarrubia y Almodóvar fueron ocupadas ya en el verano de to que sufriera del ...n-~..,.,..
1475. Luego vino la lista de defecciones en el marquesado -Hellín,Toba- dor mayor Fernán Gómez
rra,Ontur, Albatana, Ocaña- que parecían anunciar que el marquesado pasa- Juana. Del honor <le ....•.5-
ba al realengo. Obligado a regresar a la Mancha donde peligraban ya sus injertado por la me
últimos dominios, el marqués quedó prácticamente arrinconado en Alrna- sinato tres regidores ~

30 Los privilegios de esta Hermandad se confirmaron el 25 de abril de 1475. AGS. 34 Zurita, IV,fol :.!-¡.
Registro del Sello, 1475-IV, fol. 380. 35 Los vecinos de ~~,
31 Plenos poderes también el 25 de abril. Ibidem,., fol. 427. tidario de Juana, pactaron ,,:,
32 J. Torres Fontes, La conquista del marquesado, págs. 55-57. evitó pactando con los p.' • :t~
33 Publicados los poderes del 18 de junio en Torres Fontes, Pedro Fajardo, págs. 270-272. AGS. Patronato Real, lego tI -
NOBLEZA Y MONARQUÍA 375

ués, con las cuadri- gro antes de que acabara el año 1475 y convencido de que no le quedaba otra
rieros y ballesteros=', el opción que capitular":
tigable de Rodrigo El primero en rendirse de este amplio linaje fue Juan Téllez Girón,
. La lucha fue enta- conde de Urueña, hermano del maestre de Calatrava, usando los bue-
nos oficios de su suegro Pedro Fernández de Velasco. Los reyes le acep-
fL""'~-:U el estandarte de Isa- taron; no querían que, al prolongarse la guerra civil, ésta derivara hacia una
....,...---'lCn..cll· o fue el alzamiento especie de subversión dentro de los estados de la nobleza; la consideraban

ue pronto asegura- peligrosa. Necesitaban del señorío como del realengo para edificación de

- -' víla, Rodrigo Man- la Monarquía. Así sucedió en el caso de Villena, sublevada en enero de 1476
por el bachiller Fernando de Mergelina, con gran disgusto de Pedro Fajar-
- el hacía su entrada
do, que temía por la salud de sus propios dominios. Estuvo a punto de
ocurrir un desastre en Madrid evitado por la pronta intervención de Die-
go Hurtado de Mendoza que ya era duque del Infantado, marqués de
Santillana y conde del Real de Manzanares". Es especialmente curioso el
caso de Fuenteovejuna.
e la proclamación
Lope de Vega nos ha confundido con ese «todos a una», que repugnaba
~ 'o en el verano de
a los reyes. Como sabemos, la villa, perteneciente a Córdoba, fue entregada
a la Orden por Enrique IV para compensar las sustracciones que hizo Pedro
Girón para crear la Casa de Osuna. Como muchas otras ciudades que abra-
zaron la causa de Isabel, Córdoba recibió una cédula (20 de abril de 1476)
cuyos comenda- que le permitía recobrar los términos de su alfoz. Fuenteovejuna era seño-
última, Daimie
río, no alfoz. Suponiendo que con esto se le autorizaba a remediarse del entuer-
en el verano de to que sufriera del anterior rey, provocó una revuelta y asesinó al comenda-
dor mayor Fernán Gómez de Guzmán, que era partidario de Isabel y no de
Juana. Del honor de la guapa moza nada sabemos; se trata de un inciso
injertado por la mente poética del gran dramaturgo.Al día siguiente del ase-
sinato tres regidores estaban en la villa y el día 30 de abril la ciudad declaró

34 Zurita, rv fol. 247.


35 Los vecinos de Madrid, oprimidos por el duro alcaide Rodrigo de Castañeda, par-
tidario de Juana, pactaron con dos capitanes de Isabel organizar una revuelta. El duque la
evitó pactando con los principales linajes de la ciudad y posesionándose de ella.Acuerdo en
AGS. Patronato Real,leg. n, fol. 85.
376 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

que restablecía su jurisdicciórr'". Isabel se irritó ante aquel acto de barbarie,


nombró jueces especiales que, tras un largo proceso, fallaron el 3 de mayo de
1483 en favor de la Orden. Córdoba entonces llegó a un acuerdo con el maes-
adelante los reCOI!fT"J:;~
tre y pudo conservar la villa pagando por ella 15.000 ducados37.
La primavera de 1476 fue especialmente amarga para Alfonso Carrillo,
a pesar de haber culminado con éxito su brillante hazaña militar de condu-
7.
cir incólumes sus lanzas desde Toro, escenario de derrota, hasta Alcalá, por
los ásperos caminos de Atienza. Mayor era la fama del cardenal, que guiara la
carga de la caballería en la batalla. Instalado de nuevo en Alcalá, «su casa» vio
cómo se cerraban sus comunicacíones. Atienza y Caracena sucumbieron el
mismo mes de abril ".
Entonces Rodrigo Girórr rindió la espada y pidió condiciones. El mar-
qués y el arzobispo decidieron intentar un último golpe, acndiendo al soco-
rro de Uclés, cercada desde hacía dos meses y frente a cuyos muros se esta-
ba forjando fama de valiente aquel poeta entre los poetas que fue Jorge de Badajoz
Manrique, hijo del maestre Rodrigo. Los Mendoza acudieron también para do supremo ~-
obligar a Pacheco a desistir cuando preparaba el asalto de las trincheras de pariente de!
los isabelinos. Era el 4 de mayo de 1476. Para ellinaje,fecha definitiva. Dos de Villena.
semanas más tarde Rodrígo Girón recibía el perdón de los Reyes, que le los Caballercs.dcoi
garantizaban incluso el maestrazgo'". Pacheco siguió, inmediatamente, las hue-
llas de sus primos. Isabel desencadenó, de nuevo, esa estudiada generosidad:
le otorgó un seguro y, para que fijasen las condiciones en que habrían de que-
dar sus estados, nombró una comisión especialmente favorable, en la que figu-
raban sus dos primos, ahora vueltos al servicio del rey (22 de mayo). Nada
de represalias. La Monarquía tenía que establecerse por encima de cualquier
Feria y Medinasi

36 R. Ramírez de Arellano, «Rebelión de Fuenteovejuna contra el comendador mayor


otra parte. Chocaro
de CaIatrava Fernán Gómez de Guzmán» (B.RA.H., XXXIX, 1901, pág. 446 Y ss.), nando demostró
37 AGS.Sello, 1477-IlJols. 293,113, III, fols. 409 y IX, fol. 302. dose de Gutierre <le ~4
38 Atienza fue tomada en un golpe de mano por Garci Bravo de Laguna, al que se otor- como sabemos, de
gó señorío de la villa. AGS. Patronato Real.leg. 11, fol. 86. Porto carrero, sin du
39 El 21 de mayo se le confirma en el maestrazgo y al día siguiente se devuelven todos
un día, puestas las cos
sus bienes.AGS. Sello, 1476-V, fols. 352-353.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 377

rencor. Ni vencedores ni vencidos. Mucha bilis tuvo que tragar aquel vera-
aquel acto de barbarie ,
no Alfonso Carrillo cuando vino también a someterse. El 20 de setiembre
fallaron el 3 de mayo de
todo estaba consumado y los linajes rebeldes habían vuelto a su sitio. Más
un acuerdo con el maes-
adelante los reconciliados reincidieron y la reina volvió a perdonarles. Se
ducados3?
trataba de una decisión política muy firme.
~~::a para Alfonso Carrillo ,
.nazaña militar de condu-
7. EXTREMADURAy ANDALucÍA. Otro frente, extenso y fluctuante, esta-
- aerrota, hasta Alcalá, por
ba constituido por Extremadura meridional y el Occidente andaluz.
cardenal, que guiara la
Probablemente más significativo aun que los otros dos que acaba-
en Alcalá, «su casa» vio
mos de considerar. Aquí los protagonistas apenas disimulaban: ampa-
rándose en banderas distintas buscaban ganancias muy concretas. La
radical enemistad entre el duque de Medinasidonia y el marqués de
-, condiciones. El mar-
Cádiz les impedía militar en el mismo bando, cualquiera que éste fue-
acudiendo al soco-
se. En principio Medinasidonia parecía sentir preferencia por Isabel
mientras los Ponce de León se mostraban contrarios. En la comarca
oetas que fue Jorge de Badajoz al iniciarse las hostilidades, los reyes entregaron el man-
.eron también para
do supremo al conde de Feria, Gómez Suárez de Figueroa, que era
- de las trincheras de
pariente de los Mendoza. Pedro Porto carrero, hermano del marqués
- - ha definitiva. Dos
de Villena, desde sus castillos de los Santos de Mairnona y]erez de
los Reyes, que le los Caballeros, dominaba los caminos que iban desde aquí a Sevilla.
tm"nI::::Jediatamente, las hue- En medio de bandos, partidos y clanes, como presa apetecible, esta-
diada generosidad: ban los dominios del maestrazgo de Santiago, al que aspiraban, por
e habrían de que- lo menos, el propio marqués de Villena, el comendador Alfonso de
~ munLbcle, en la que figu- Cárdenas que era suegro de Porto carrero y Rodrigo Manrique que
22 de mayo). Nada ya usaba el título como si hubiera sido regularmente elegido,
cima de cualquier
Feria y Medinasidonia se unieron; Porto carrero y Cárdenas también, en
1I::I.l:D::= el comendador mayor otra parte. Chocaron sus fuerzas en Guadalcanal. Pero entonces el rey Fer-
~.pág. 446 Y ss.). nando demostró hasta donde llegaba su habilidad política. Primero, valién-
dose de Gutierre de Cárdenas, hermano de Alfonso, y uno de los puntales,
~DiO) de Laguna, al que se otor-
como sabemos, de la causa isabelina, se atrajo al comendador separándole de
Porto carrero, sin duda con promesa, que cumplió a muy largo plazo, de que
Ib~!lir=m:e se devuelven todos
un día, puestas las cosas en orden. Luego renovó y amplió poderes a Feria y
378 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

Medinasidonia, como suyos'", Bloqueado, Portocarrero tuvo que abandonar mino de la guerra -
el campo y fue a reunirse con su hermano en Plasencia. Paralelamente los nobles rebeldes a
reyes habían encontrado alguien a quien oponer en Alcántara a las ambicio- dando remate al ecJ1lLID
nes de Stúñiga: el comendador de Magacela, Francisco de Salís. No pudieron
sin embargo promoverle porque falleció, en agosto de 1475, a consecuencia
de las heridas recibidas en combate". Su pariente, Diego de Salís, que le sus- ran, en un equili
tituyó, carecía de la capacidad suficiente para ocupar un puesto tan alto. poder político, y a
Transcurridos los primeros meses de guerra se comprobó que la cola- social. Dediquemos
boración entre Feria y Cárdenas bastaba para contener cualquier ataque
procedente de Portugal. Pero se extendía por tierras extremeñas ese clima 8.
de violencia que es típico de las contiendas civiles. Los reyes comprendieron presentan a
que la Monarquía tenía más necesidad de la habilidad de un jurista que de que tiene
la potencia de las lanzas. Por eso enviaron a Rodriga Maldonado de Talave- mentada por ~
ra. Este doctor cobró tanta importancia que a él se encomendaron todas las un mal y:es g
gestiones referentes a la paz. En principio consiguió una especie de recon- res de los ir ,,<les
ciliación entre Salís y Monroy, permitiendo al clavero de Alcántara, Alfonso con la re
de Monroy, abandonar la celda en que le recluyeran. Y él pareció ahora
seguro partidario de los reyes.
La rendición de los Stúñiga y el acuerdo con el marqués de Cádiz (30
de abril de 1476)42, que no había llegado a pronunciarse, pusieron término
a la guerra civil. Lo que Carrillo imaginara como gran conjura capaz de derri-
bar a los jóvenes reyes, se había disuelto como tormenta de verano. Queda-
ba en pie la adhesión de los nobles, todos, para edificar la Monarquía, y el
ejército interior de la Hermandad que ponía paz en los caminos. Esto es 10
que, en cierto modo, hace de la batalla de Toro una «divina retribución», como
la llamó el bachiller Palma, término de llegada de todo el proceso. Pero no
podemos detenernos en una interpretación superficial presentando el tér-

40 Documentos de 26 de abril, 22 y 26 de mayo,AGS. Sello 1476+V; fol. 377, y Tum-


bo de Sevilla, I, fol. 8v y 21v.
41 Crónica incompleta, págs. 253-255. ésta no pu"""'~
42 Incluso se le volvieron a reconocer los derechos jurisdiccionales sobre todos sus seño- tramosel~~
.ríos.A.H. Colección Salazar,A-7, fols. 194-197. de cada e
NOBLEZA Y MONARQUÍA 379

ro..,...,..,.n tuvo que abandonar


mino de la guerra civil como un acto de humilde sometimiento de unos
r.:.t25-~J.ci·a. Paralelamente los
nobles rebeldes a la autoridad triunfante de los reyes. Fernando e Isabel,
cántara a las ambicio-
dando remate al edificio que Enrique III comenzara a construir, intentaron,
Salís. No pudieron
con sus gestos de reconciliación -ejecutados a veces en medio de fuertes
-PS, a consecuencia tensiones-, devolver al país la estructura que todos los Trastámara imagina-
b.::..J'=~U de Salís, que le sus-
ran, en un equilibrio en que a la Monarquía correspondiese la plenitud del
puesto tan alto.
poder político, ya la nobleza, su imprescindible auxiliar, la plenitud del poder
= - mprobó que la cola- social. Dediquemos a este punto las últimas páginas.
~..•.•.•
~-.•.
~.•...
er cualquier ataque
.. extremeñas ese clima
8. ACUERDO CON LA NOBLEZA. Muchos libros circulan todavía que
reyes comprendieron presentan a los Reyes Católicos como enemigos de la nobleza; esta idea,
- ie un jurista que de que tiene su raíz en el oculto resquemor de algun cronista, fue ali-
donado de Talave- mentada por aquellos historiadores liberales que veían a la nobleza como
romendaron todas las un mal y les gustaba que Fernando e Isabel hubieran sido cumplido-
especie de recon- res de los ideales burgueses que ellos sentían. Pero, como se demuestra
_-\lcántara, Alfonso con la rebelión de Segovia, la extensión del régimen de corregidores
T él pareció ahora y las p~opias declaratorias de juras de las Cortes de Toledo, los Reyes
Católicos no sentían inclinación alguna en favor de aquellas oligarquías
•..•..•.••.
-'-1 ués de Cádiz (30 ciudadanas que entonces formaban la burguesía. Después de 1480 las
Cortes conocen un largo período de vacación y los municipios pier-
den la poca autonomía que aún les quedaba. En cambio los nobles,
debidamente estabilizados en las tres escalas,condes, marqueses y duques,
se incorporan plenamente al nuevo régimen al que alimentan en la
diplomacia, la guerra, el pensamiento y el arte, como autores o como
responsables y mecenas.Todo esto obedece sin duda, a una política asu-
•• proceso. Pero no mida con toda frialdad. El mérito principal que podemos atribuir a Fer-
entando el tér- nando e Isabel es no haberse dejado arrastrar por la tentación que expe-
rimentan los partidos vencedores en una guerra civil; el procedimiento
de los pactos que fijan los límites del poder señorial se aplica a amigos
como a enemigos.Y si detectamos cierta parcialidad en algunos casos,
ésta no puede presentarse como escandalosa. Desde luego no encon-
p:x;:;¡:kssobre todos sus seño-
tramos el deprimente reparto de prebendas que era norma al término
de cada etapa de la guerra civil.
380 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

El sistema de pactos tenía además un objetivo: impedir las Ligas de nobles.


Cada uno de los grandes establece un acuerdo sinalagmático con los reyes,
mediante el cual se fijan las respectivas obligaciones. Equivalen a una nor-
ma, no sólo de conducta sino también de derecho. Para los nobles el nuevo
sistema ofrecía clara ventaja; consolidaba y depuraba los señoríos, haciéndo-
los firmes y poniéndolos a cubierto del ciclo devastador de donaciones y con-
fiscaciones. En este aspecto no cabe duda de que los reyes mostraron gran
generosidad; y nada importa que a esta generosidad hayamos de atribuirle
intenciones políticas, puesto que aparece como producto de la inteligencia
y no del sentimiento. Por eso el sistema tardó en ser comprendido y hubo
que proceder, en ocasiones, en dos etapas. Desde 1477 asistimos a una espe-
cie de reverdecirniento de las tensiones, último chisporroteo de la hoguera,
antes de apagarse del todo.
El primer antecedente en los acuerdos es, probablemente, el que otor-
garon a Beltrán de la Cueva el8 de enero de 147543 en respuesta a sus deman-

das. No es propiamente un pacto ya que no se produjo resistencia, sino una
especie de seguridad. El 2 de marzo de 1476, Isabel firmaba con Pedro
Manrique, conde de Treviño y partidario suyo, el convenio para renuncia
caso los reyes se cOIllF·II, >1
en forma tal que euLre'~~
por parte de éste al corregirniento de Vizcaya 44 consolidándose de este modo
retener Arévalo .,
el realengo en los dos grandes territorios vascos. En esta línea entra también
la primera confirmación de bienes al marqués de Cádiz (30 de abril de 1476)45.
La generosidad "-~-
Hasta aquí todo entraba dentro de lo que podemos considerar hábitos nor-
preClsemos que no _
males al comienzo de un reinado.
norma a aplicar. La ~
El modelo para los nuevos acuerdos con linajes nos lo proporciona el
se, traería perturbaciones cJ
que, durante las Cortes de Madrigal, se negoció y firmó con el duque de
llin y viuda de RU\..¿,"=:
Mérida y otras for.:i.~~
43 Publica el documento Roclriguez Villa, págs. 106-111. comprometieron a m.=-~I
44 Treviño recibía, a cambio, dos millones de maravedís, la confirmación de todos sus
ciones por ese lado.
bienes y mil doscientos vasallos en Rioja. Además se otorgaba señorío de Orduña al maris-
cal García de Ayala (AGS. Patronato Real, lego 11, fol. 81). Como la Junta del señorío de
Vizcaya protestó (M. Sarasola, La ciudad de Orduña y su vizcainla, Bilbao, 1957, págs. 37-48), 46 El paquete de iAJo..--:::::l:I
n
hubo que hacer una rectificación. 190,191,198,199 Y 2
45 AGS. Sello, 1476-1"V,fols. 195,204,239,243,245,248 Y 251. 47 AGS. Patronato ~--"1oI:J
NOBLEZA Y MONARQUÍA 381

_ dir las Ligas de nobles. Arévalo (10 de abril de 1476). Parecía lógico que, en este caso, tratándose de
t=~grntá' tico con los reyes, un enemigo tan persistente, los Reyes Católicos empleasen medidas de repre-
Equivalen a una nor- salia. Don Álvaro de Stúñiga, vencido, había tenido que rendirse. Pues bien,
-::<1 los nobles el nuevo las condiciones que se fijaron fueron las siguientes:
señoríos, haciéndo-
e do naciones y con- - Los Stúñiga eran recibidos en amistad por los reyes, siendo garantes
reyes mostraron gran de dicha amistad el cardenal Mendoza, los duques de Alba y del Infantado,
.'alIlOS de atribuirle y el conde de Benavente. Él se comprometía a estrechar lazos familiares y de
r-~''''''''-'''O de la inteligencia amistad con todos los nobles que se hallaban al servicio de los reyes.
omprendido y hubo - Isabel y Fernando desplegaron su generosidad; no sólo devolvían y
nmos a una espe- confirmaban sus señoríos y posesiones sino que garantizaban a Juan de Stú-
teo de la hoguera, ñiga el maestrazgo de Alcántara y prometían rentas convenientes a su her-
mano Fernando.
ente, el que otor- - Había dos puntos esenciales en litigio: el castillo de Burgos, que los
·~1_",_~.Juesta a sus deman- reyes habían jurado conservar en el realengo, y el señorío de Arévalo, arreba-
tado contra toda justicia a su legítima propietaria, la reina madre Isabel. Se

nombró una comisión para fijar la indemnización del castillo. En el segundo
ba con Pedro
'" o para renuncia caso los reyes se comprometieron a darle, a cambio, compensación conveniente
f"'-'"-"",,"!..i..-l;.u:.·e
de este modo en forma tal que entregaron un documento que autorizaba a don Álvaro a
retener Arévalo si la permuta que le ofrecieran no fuese para él satisfactoria".
- .; abril de 1476)45.
•..onsiderar hábitos nor- La generosidad de este tratado resulta indudable; importa mucho que
precisemos que no se trata de un caso excepcional sino, al contrario, de la
norma a aplicar. La posesión del Maestrazgo de Alcántara, que había de lograr-
'0 Á roporciona el
se, traería perturbaciones con su hermana, Beatriz Pacheco, condesa de Mede-
- on el duque de
llin y viuda de Rodrigo Portocarrero que, como tutora de su hijo, retenía
Mérida y otras fortalezas, algunas de las cuales eran de la Orden. Los reyes se
comprometieron a mediar" 10 que significaba también oferta de compensa-
CC:==ó' ón de todos sus
Orduña al maris-
ciones por ese lado.
del señorío de
s . págs. 3 46 El paquete de documentos es muy completo. AGS. Patronato Real, lego 11, fols.
190,191,198,199 Y 201. La caución de Arévalo está firmada el11 de abril.
=
47 AGS. Patronato Real,leg. 11,f01. 16.
382 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

Todavía dentro de esta primera etapa se inscriben los acuerdos a que


nos hemos referido con el amplio clan que formaban los Tellez Girón, Pache-
co y Carrillo. A mediados de mayo de 1476 Rodrigo, maestre de Calatrava,
y Juan Girón, conde de Urueña, estaban restablecidos en sus bienes'". Inter- sus rentas, pero an....-a:::;;;c

vinieron, además, en la laboriosa reconciliación de su tío el arzobispo y de Vieja, La Cuan ,.

su primo el marqués. Esta última presentaba grandes dificultades. Aparte rey en calidad de ~":::.-=

de la enorme dimensión que alcanzara el patrimonio, peligroso para la Coro- Descubrimos er: ':~
do de cualquier c;:;.;;:.~
na, estaban la dificultad en probar la legitimidad de las adquisiciones y la
actitud de las villas del marquesado que se habían alzado en armas reclamando ban para devol
sufrido el trasla
retornar al realengo. Por eso las negociaciones fueron largas, aunque con-
cluyeron en pactos del 11 y 17 de setiembre de 1476 49
que garantizaban al garantía del ordi
debían consider.L."'"S~
marqués su status de grandeza, en niveles como podían estar los Enríquez o
económica de la non' ~-JC..J.t!
los Stúñiga. Diego López Pacheco tenía que devolver Trujillo al realengo,
aunque seguiría cobrando ~us rentas durante veinte meses, como garantía poder disponer

del cumplimiento de las otras condiciones. También Alcaraz, Baena, Madrid


y Requena veían reconocida su calidad de realengo de la que fraudulenta- 9.

mente fueran privadas. Madrid, por ejemplo, contaba con un juramento de


la época de Enrique III que prohibía enajenarla. Sobre todo esto el marqués
carecía de la menor apoyatura jurídica.
Todo lo demás era devuelto.Y aquí surgía el conflicto: al comienzo de
la guerra, Isabel había jurado que las villas que del marquesado se subleva-
sen, nunca serían devueltas a señorío. Allí estaba el caso de Chinchilla,Alba-
cete, Hellín,Almansa,Yecla, Sax,Villanueva de la Jara, Iniesta, Utiel, La Roda,
San Clemente, Munera, Lezuza,Villanueva de la Fuente, El Bonillo y Villa-
rrobledo. En los acuerdos que se firmaron se estableció que eljuramento de
la reina prevalecía. Todas las villas o lugares que se hubieran ocupado desde
casos punreales
el 8 de setiembre, fecha de la capitulación de don Diego, le serían devueltas.
De lo anterior habría que examinar caso por caso a fin de que recibiese ade-
E117 de nOTIP"'r~"'" fil
cuada compensación. El principio esencial era que la Casa de Villena, cua-
go Manrique, «IIl2~

48 Esto incluía la restitución dela Orden de Calatrava. AGS. Sello, 1476- V;fols. 352 y
353, Y Patronato Real,leg. 59, fol. 23.
49 AGS. Patronato Real, lego 11, fol. 187. Real, lego 11, fols. 32. 35, ==
NOBLEZA Y MONARQUÍA 383

--' n los acuerdos a que lesquiera que fuesen sus señoríos, debía conservar las rentas que aseguraban
Tellez Girón, Pache- su status económico.
- - . maestre de Calatrava , En el caso del arzobispo Carrillo se garantizaba la devolución de todas
~c~)S en sus bienes48. Inter- sus rentas, pero durante veinte meses las tres fortalezas principales, Alcalá la
~ río el arzobispo y de Vieja, La Guardia y Almonacid de Zorita, serían custodiadas por alcaides del
E,.~t.....:..•.~t::> dificultades. Aparte rey en calidad de rehenes".
_ ligroso para la Coro- Descubrimos en todos estos acuerdos una línea política muy clara; huyen-
adquisiciones y la do de cualquier calificación de castigo o represalia, los tratados se aprovecha-
- en armas reclamando ban para devolver al realengo aquellas villas que, indebidamente, habían
gas, aunque con- sufrido el traslado a señorío y para recobrar fortalezas indispensables para la
que garantizaban al garantía del orden interno, pero ofreciendo, en todo caso, compensaciones que
--~ estar los Enríquez o debían considerarse suficientes, ya que se trataba de conservar la plataforma
- -- Trujillo al realengo, económica de la nobleza. En otras palabras, tras los acuerdos los linajes iban a
ese como garantía poder disponer de las mismas rentas aunque quizás no del mismo espacio.
- caraz, Baena, Madrid
que fraudulenta- 9. LAS ÓRDENES MILITARES.No es difícil colegir que estos primeros
un juramento de acuerdos, que incluían sectores restringidos de la alta nobleza, no liqui-
o esto el marqués daron todos los conflictos. Es bastante lógico que así fuera: nadie esta-
ba en condiciones de resolver las numerosas cuestiones pendientes,
:.-_.:- o: al comienzo de ni bastaban tres o cuatro ejemplos para restablecer la confianza des-
_cesado se subleva- pués de una guerra civil. La consolidación de la Hermandad en 1477,
- ; Chinchilla,Alba- como toda operación policial, causaba heridas que afectaban espe-
~"d... Utie1,
.••.••. La Roda, cialmente a nobles de mediano o menudo linaje, combatientes de
Bonillo y Villa- ambos bandos. Muchos de los colaboradores de los reyes, especial-
_ e el juramento de mente capitanes o alcaides de castillos, no estaban en condiciones
---,_.~ •. ",....t ocupado desde de entender su política y promovían disgustos y percances. Algunos
~-'"serían devueltas. casos puntuales pueden servirnos de ilustrativo ejemplo.
_~e recibiese ade-
e illena, CUd- El 17 de noviembre de 1476, «en la su villa de Ocaña» ,llegó, para Rodri-
go Manrique, «maestre de esforzados y valientes», la hora de la muerte. Los

50 El acuerdo, de 20 de setiembre, y los homenajes de los castillos en AGS. Patronato


Real,leg. 11, fols. 52,53, 55 Y 84.

818LJ.TEc\ ~
U. H. A, M.
384 LUIS susnaz FERNÁNDEZ

versos doloridos y magrúficos de su hijo,Jorge Manrique, que no tardaría en


Si la solución s.a::~
seguir el mismo camino, son epitafio, más que para una persona, para aque-
fue distinta en el
lla generación que contaba con muy pocos supervivientes, capitaneados por
sus oficiales en el ~
aquel Juan II, rey de Aragón, que superaba todos los percances. A él acudía,
tenía que sede enrrezaza, q
con palabras coléricas, Alfonso Carrillo, el vencido: no se cumplían con él
ga, que contaban
los pactos porque los capitanes de la reina daban largas'". En consecuencia
de Monroy que,haDi~~
Diego López Pacheco se negaba a hacer la entrega de Trujillo, su rehén más
ra muy mal pagado,
importante. El maestrazgo de Santiago seguía vacante y era presa de ambi-
donde se luchaba
ciones encontradas. Si se procedía a una elección, Alfonso de Cárdenas
ves, experto capicin..L'-O
-recuérdese la promesa del rey- tenía más probabilidades que ninguno.
de su partido por 1,
Pero una querella dentro de la Orden podía mezclarse a los conflictos del
dad. Dejando a
marquesado generando una nueva revueltar'. Los reyes tenían que evitar un
guerra en la cuen
enfrentamiento entre los Cárdenas y los Manrique.
gar Trujillo (24 de ~T'-:; •

En uno de sus gestos típicos, que denotaban la toma de una decisión,


carla.
Isabel convocó en Uclés el capítulo de la Orden que ella misma presidió, e
impuso a los comendadores una fórmula provisional: el rey se haría cargo de
10.
la administración del maestrazgo hasta que las cosas se aclarasen y se pudie-
ra proveer la vacante. Bastaría un plazo de seis años para aplicar las reformas
precisas'". Fernando no necesitó de tanto tiempo para cumplir su palabra;
depuradas las rentas y establecido el orden, pudo celebrarse e121 de noviem-
bre de 1477 un nuevo capítulo del que salió elegido Alfonso de Cárdenas".
Pero el ensayo de administración era sólo un precedente: Cárdenas es el
último maestre de Santiago; después de él las Órdenes pasarían a la Corona.

51 Después del 8 de setiembre, fecha señalada en los pactos, se habían ocupado algu-
nas plazas, entre ellas el castillo de Villena. El 16 de octubre (paz, págs. 202-203) Carrillo
escribió a Juan II pidiéndole que interviniera; él había cumplido todo, pero los reyes le
mostraban mala voluntad. Esta vez Isabel impidió a su suegro intervenir.
52 Juan II consideraba dicha revuelta inminente. A pesar de todo envió dos embajado-
res, Fernando de Acuña y Recasens de Soler urgiendo a sus hijos una reconciliación con
Carrillo. Paz, págs. 255-268.
53 Zurita, rv fols. 273~274.
54 Aurea L.Javierre, «Fernando el Católico y las Órdenes militares españolas», V Con-
55 Isabel supo ~
greso Historia de la Corona de Aragón, 1, Zaragoza, 1955, págs. 297-299.
(Orden pago 40.000 ::r=..'=~
NOBLEZA Y MONARQUÍA 385

~ ue que no tardaría e
..• -- una persona, para aque- . Si la solución santiaguista se debía a la rápida decisión de la reina, no
- - ~entes, capitaneados por fue distinta en el caso de Trujillo. Cualesquiera que fuesen los retrasos de
- - ercances. A él acudía. sus oficiales en el Marquesado, la ciudad fortaleza, clave de Extremadura,
- : o se cumplían con é.. tenía que sede entregada. Era posible manzana de discordia entre los Stúñi-
51 ga, que contaban con la promesa real sobre Alcántara, y el clavero Alonso
rzas . En consecuencia
- ce Trujillo, su rehén más de Monroy que, habiendo servido con tesón la causa isabelina, se sentía aho-
• .-.<t.....-..-..c~ y era presa de ambi- ra muy mal pagado. Las tropas de Monroy ocupaban una parte de la ciudad

onso de Cárdenas donde se luchaba casa por casa; al frente de las mismas estaba Luis de Cha-
.dades que ninguno. ves, experto capitán. Los reyes recibían, por aquellos días, quejas de los nobles
-----~' s,rse a los conflictos de: de su partido por los excesos que cometían los cuadrilleros de la Herman-
tenían que evitar dad. Dejando a su marido ocupado en someter los últimos rescoldos de la
guerra en la cuenca del Duero, la reina viajó a Extremadura y se hizo entre-
;.,..zoma de una decisió gar Trujillo (24 de junio de 1477)55. Después pasó a Andalucía para pacifi-

misma presidió, e carla.


••• : .éeJ' se haría cargo de
••a larasen y se pudie- 10. ANDALucÍAy LA PAZ. Isabel permaneció en Andalucía desde julio

aplicar las reforlllaS de 1477 hasta diciembre de 1478, la mayor parte del tiempo en

='"- cumplir su palabra: Sevilla, donde pronto se reunió con ella su marido. Es un tiempo

.- - rse el 21 de noviem- clave para su reinado, el que forjó la imagen de reyes hábiles, cor-

- :0 o de Cárdenas- diales, enérgicos,justicieros y, también, duros. Aquí se celebraron las

-- "'-.. e: Cárdenas es e, conversaciones con el nuncio Nicolás Franco que, entre otras cosas,

s: asarían a la Corona. tuvieron como resultado un refuerzo y transformación del proce-


dimiento inquisitorial, ya establecido por Enrique IV, a fin de
convertirlo en tribunal del Estado. Quiere esto decir que, en la nue-
~ ~ían ocupado algu-
va Monarquía, los delitos religiosos no iban a ser sometidos a la jus-
_ - . 202-203) Carrillo
II::::::~'::'::O: D.pero los reyes k
ticia ordinaria sino a un tribunal eclesiástico autónomo, la Inqui-
sición. ¿Fue un error? Si tenemos en cuenta que las víctimas causadas
- ~ ió dos embajado- en otros países por tribunales ordinarios al juzgar estos delitos fue-
= ::econciliación COI!. ron mucho más numerosas, hemos de concluir que los reyes alcan-
zaron el objetivo que perseguían.

ES ~=-t:":::S españolas», V Con-


55 Isabel supo valorar y premiar la fidelidad del alcaide Pedro de Baeza al marqués
(Orden pago 40.000 rnrs. enAGS. Sello, 1477-\1;fol. 192).
386 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

También en estos meses, y habiéndose sometido al tratamiento de un


médico judío, Isabel logró el hijo varón que para estabilidad de su Monar-
quía necesitaba. Se le llamó Juan, ya que en él convergían los dos abuelos.
Las dificultades de la población sevillana procedían de varias cuestiones. Fuer-
tes y numerosos, los conversos, que destacaban en el manejo del dinero y
tuyese Jerez,
habían entrado en el regimiento de la ciudad, se hallaban en conflicto con
do, pocos meses iT'2S ••.•.•.
~~
los cristianos viejos. Rara era, por otra parte, la familia noble que no tenía
de Cádiz" .
conflictos con sus vecinos. y, entre Guzmanes y Ponces de León, la guerra
Hasta aquí
era cordial. Lo mismo sucedía en Córdoba entre el señor de Aguilar y el
Fernandarias de
.conde de Cabra. Parecía imposible alcanzar la paz.
lides en la guerra Ctr._._&.
Es indudable que, en sus gestos externos, un poco teatrales, Isabel esta-
linaje, había pescac
ba desarrollando un plan perfectamente concebido. Alfonso de Palencia, que
Tarifa y Utrera..
le reprochaba entre otras cosas ser mujer, se irritaba al «ver admitidos a los
de un caso límite: 105 :=
cargos públicos a los antiguos servidores del rey don Enrique»; por eso pro-
quedaba más que ri-
cura dar relieve a las duras justicias que entonces se aplicaron. Como si hubie-
vía, destruía las esca'zs
ran retornado los antiguos hábitos, Isabel se sentaba los viernes bajo un
motivos para resistir, i:-
dosel para que todo el mundo pudiera presentarle sus quejas. Luego, cuando
máxime si tenemos ~-
toda la ciudad estuvo sacudida de saludable temor, y los nobles pudieron con-
curando una interveco
vencerse de que el tiempo de las debilidades regias había terminado, comen-
de marzo de 14,8 .J .~
zó a trabajar seriamente en la recreación de un orden interior, aquel que nace
da a cuchillo y Fern ,,- ,; ;¡ .•

de la ley y no de los golpes ni de la conservación de un estado de fuerza. Sevi-


sentencia no fue C1•.-"_--,_
lla nos revela, además de la regla general de generosa concordia, hasta don-
rle estaban dispuestos a llegar los reyes cuando la razón práctica reclamaba
castigos. 56 El objetivo fim,':~~
dad realenga, eljmjna-20
Descendiendo a los hechos, el primer objetivo era, desde luego, rescatar
siglo ejerciera a su
Sevilla del poder de los Guzmán. Pero el duque de Medinasidonia, que des-
cipales» como a veces se
de el principio se había declarado obediente a Fernando e Isabel, remolo-
zas en el caso de que
neaba: cómo iba a desarmar si su tremendo rival el marqués de Cádiz seguía de Cádiz. El acuerdo en ~
sin deponer las armas? Una noche anunciaron a Isabel que, sólo y sin armas, 57 Ignoramos Ia -
don Rodriga Ponce de León aguardaba en la antecámara. A Isabel gustaban 58 La orden deñ""';::n

mucho estos gestos, sencillos y audaces. Recibió al marqués que se hincó de fol. 116). Utrera fue ~
da por el marqués de ~.
hinojos ofreciendo la entrega de cuanto tenía y ella le aseguró que podría
fortalezas de Fernan~ ~
contar con su favor. Ahora el duque ya no tenía pretexto para seguir escu-
NOBLEZA Y MONARQUÍA 387

al tratamiento de un dándose. El 10 de setiembre de 1477 firmó el acuerdo que se venía prepa-


ilidad de su Monar- rando y que era delimitación y refuerzo, a la vez, de sus estados: él devolvía
rgían los dos abuelos. Aroche, Fregenal, Lebrija -que luego la reina le regaló-, Villanueva del
: varias cuestiones. Fuer- Camino, Montegil y todas las fortalezas de Sevilla, lo que significaba libera-
~ manejo del dinero y ción de esta ciudad. Los reyes se comprometían a que don Rodriga le resti-
:"":"--ALlJd.U. en conflicto con tuyese ]erez, Alcalá de Guadaira y Constantina'", cosa que se cumplió cuan-
•••••...•--.:l.'Ui· noble que no tenía do, pocos meses más tarde, se firmó el correspondiente acuerdo con el marqués
.....•...•.•...
....,de León, la guerra de Cádiz'" .
~ eñor de Aguilar y el Hasta aquí las cosas se habían deslizado del mejor modo posible. Pero
Fernandarias de Saavedra, héroe de romance fronterizo, hijo y nieto de ada-
teatrales, Isabel esta- lides en la guerra contra el moro, señor de Zahara y, en definitiva, mediano
-o de Palencia, que linaje, había pescado, en las aguas revueltas de la guerra, dos buenas piezas,
er admitidos a los Tarifa y Utrera, que en modo alguno estaba dispuesto a devolver. Se trataba
de un caso límite: los grandes estaban en condiciones de devolver porque aun
quedaba más que suficiente plataforma para afirmar su poder; pero él, si devol-
vía, destruía las escalas de su propia promoción. Pero si Fernandarias tenía
motivos para resistir, no eran menores los de la reina para no consentido,
máxime si tenemos en cuenta que se rumoreaba que Fernandarias estaba pro-
curando una intervención granadina. Cuando Utrera sucumbió al asalto (29
de marzo de 1478),la guarnición que se había negado a someterse fue pasa-
da a cuchillo y Fernandarias condenado a muerte en rebeldía'". Esta última
sentencia no fue cumplida. Funcionó la cohesión interna del estamento nobi-

56 El objetivo fundamental de la reina era devolver a Sevilla su antiguo status de ciu-


e luego, rescatar dad realenga, eliminando de su gobierno al duque de Medinasidonia que durante medio
...!>~ec.::.r:aSl·donia,
que des- siglo ejerciera a su arbitrio el poder. Pero no debemos confundir esto con «libertades muni-
,,~lt.al...u e Isabel, rernolo.. cipales» como a veces se dice. Por otra parte Isabel prometía devolver al duque las fortale-
zas en el caso de que no consiguiera la devolución de las plazas que detentaba el marqués
__és de Cádiz seguía
de Cádiz. El acuerdo en AGS. Patronato Real,leg. 11, foL 40.
-~. ólo y sin armas,
57 Ignoramos la fecha exacta del acuerdo.A.H. Colección SalazarA-7, fols. 202-203.
~!r2.._ Isabel gustaban 58 La orden definitiva de entrega de Tarifa es el 19 de octubre (AGS. Sello, 1477-X,
:--r.lr-:"'"""':;" que se hincó de foL 116). Utrera fue sitiada el 9 de noviembre de 1477 Y opuso terca resistencia. Fue toma-
~''':""V"1lró
que podría da por el marqués de Cádiz obedeciendo órdenes de la reina. A pesar del castigo las otras
~~C para seguir escu- fortalezas de Fernandarias resistieron.
388 LUIS susnsz FERNÁNDEZ

liario y, a instancia del propio Rodriga Ponce de León, Isabel firmó una 11.

carta de perdón el 30 de setiembre de 147859. Fernandarias volvía al rango


social del que partiera: caballero veinticuatro de Sevilla y alcaide de Zahara.
Terrible escarmiento moral, pues por él habían muerto simples soldados sin
recompensa alguna. Cuando murió, al derrumbarse la techumbre de su casa
y, más aún, cuando los musulmanes tomaron Zahara -es la chispa que pren-
de el incendio de la última guerra de Granada-, muchos vieron en ello ese
acto de justicia que se produce más allá de la voluntad de los hombres.
Los reyes conseguían, de este modo, afirmar en la conciencia de los nobles
que el sometimiento era ventajoso y la resistencia arriesgada. De este modo
procedieron con Luis de Godoy, en Carrnona'", y Luis de Porto carrero en
Écija. Cuando en Córdoba estallaron motines contra el corregidor Diego
de Merla, a quien se encomendara poner fin a los enfrentarnientos entre
Alfonso de Aguilar señor de Montemayor y Diego Fernández de Córdoba,
conde de Cabra, los reyes decidieron trasladarse personalmente a esta ciudad
(22 de octubre de 1478). Los dos grandes, demostrando que habían prendi-
do cumplidamente la lección, se apresuraron a someterse'". En consecuen- descubrir por
reses en la zona. ..c"l~''hl--"
cia, cuando emprendieron el regreso a las viejas tierras de Castilla, pudieron
decir Fernando e Isabel que, por primera vez en muchos años, Andalucía
conocía un estado de orden.

59 Tarifa fue entregada inmediatamente al almirante Alfonso Enríquez, tío del rey,
pero al mariscal se le otorgó finiquito de todas sus deudas el mismo día 30 de setiembre.
AGS. Sello, 1478-IX, fol. 142.
60 El pacto con Godoy de 1 de abril de 1478 se conserva, con todos los demás, en
AGS. Patronato Real,leg. 11, fol. 96. Permitió a los reyes recobrar las fortalezas de Carmo-
na pero dieron por ellas compensaciones importantes: una veinticuatría de Sevilla para Juan
de Godoy, hijo de Luis, el castillo de Santaella y 60.000 maravedís en un juro de alcabalas.
61 Los dos nobles recibieron orden de permanecer alejados de Córdoba. Les fueron
confirmados como de costumbre sus señoríos. Se les dio finiquito de las deudas que hubie- 62 El 20 de =osw U!

ran podido contraer en tiempos pasados.Todas las fortalezas -Andújar, Marmolejo, La Ram- dem, fol. 16.
bla, Bujalance, Montoro, El Pedroche y Castro del Río- que estaban retenidas, volvieron 63 No hay du

a formar parte del alfoz de Córdoba. Pero esta ciudad estaba ahora firmemente sujeta al poder ceptibles de abusos .
de los reyes.AGS. Patronato Real,leg. 11, fols. 99 y 102. ayuda (AGS. Sello. 1-':---
NOBLEZA Y MONARQUÍA 389

eón, Isabel firmó una


11. MONROY y LA CONDESA.La larga ausencia había tenido repercu-
darías volvía al rango
siones desfavorables sobre las áreas conflictivas de Extremadura y la
y alcaide de Zahara. Mancha.Alfonso de Momoy, decepcionado porque los reyes no satis-
~zo simples soldados sin facían sus esperanzas sobre el maestrazgo de Alcántara, entró en con-
techumbre de su casa tacto con Beatriz Pacheco, la condesa viuda de Medellin, y seguía
--es la chispa que pren- enarbolando el estandarte de Juana en esta ciudad y en Mérida .
• ~,",-LilOS vieron en ello ese
Ambos reanudaron planes con el infante heredero de Portugal,Juan,
- de los hombres. «o príncipe perfecto» de los cronistas portugueses, que tenía plenos
ciencia de los nobles poderes de su padre para regir el reino. Los intereses en que coin-
-~esgada. De este modo cidían eran estos: había que dar un golpe y cobrar una prenda que
;- de Portocarrero en permitiese abrir negociaciones ventajosas. Se esperaba algo, también,
el corregidor Diego del marqués de Villena. Si en el caso de Monroy éste podía alegar
~::rrrentamientos entre que no se compensaban sus servicios, en el del marqués, Isabel pre-
, dez de Córdoba , sentaba lo contrario: ella había cumplido todas las promesas'".
~50¡¡ai:Jnente a esta ciudad
¡t:2=:.G.o que habían prendí- En el fondo de esta cuestión había una fuente de engaños, difíciles de
"'==~;e61
t- . En consecuen- descubrir por sus protagonistas, aunque no por parte de los grandes con inte-
- ce Castilla, pudieron reses en la zona, Mendoza o Fajardo. Las revueltas provocadas durante la gue-
~ os años, Andalucía rra por las provisiones reales habían creado un estado de confusión que a
todos afectaba. Ahora ya no se trataba de los derechos de Juana, sino de la sub-
sistencia de un sistema señorial. De aquélla se aprovecharon hombres como el
1=-;:::;':30 Enríquez, tío del rey, doctor Antonio Rodríguez de Lillo y los hermanos Juan y Gaspar Fabra. Arma-
fO"lJ-...:::!i;;:ao día 30 de setiembre. dos de plenos poderes de los reyes, a ellos incumbe la responsabilidad de haber
dejado sin cumplir el pacto de 1476. Nadie estaba dispuesto a creer que cuan-
- todos los demás, en
do retenían, contra ellos, castillos y villas para la jurisdicción real, estaban obran-
L....L_ • :ortalezas de Carmo .
do por cuenta propia y no por orden de los reyes. Los sustitutos de Lillo,
F;::::c::'::!a' de Sevilla para Juan
un juro de alcabalas.
Alfonso Manuel y Fernando de Frías, no hicieron sino continuar su obra'".
- Córdoba. Les fueron
deudas que hubie-
62 El 20 de agosto de 1477 Isabel había dado el acostumbrado finiquito de deudas. lbi-
- larmolejo, La Rarn-
dem, fol. 16.
~ retenidas, volvieron
63 No hay duda de que los poderes que se otorgaban a estos oficiales reales eran sus-
ente sujeta al poder
ceptibles de abusos por su ambigüedad. La Hermandad tenía órdenes estrictas de prestarles
ayuda (AGS. Sello, 1477-X, fol. 215). Los poderes a Frías, Ibidem 1477-XI, fol. 287.
390 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ

Isabel recibió las quejas, tanto directamente como por la vía de su suegro,
Juan Il , y ordenó, en junio de 1478, que se abriera una investigación'". de Henares a
Ello no obstante, Frías siguió adelante combatiendo la dura roca de Chin- co quedó solo. ~
chilla. Garcimunoz.Y
Precisamente esta plaza iba a ser piedra de toque y solución para el
problema, ya que se trataba de un acto de violencia sin posible justifica-
ción. Todos los nobles se sintieron afectados: ¿qué sería de sus dominios y
rentas si tales abusos se toleraban? Por su parte los reyes tenían los nervios 12.
a flor de piel. Conocían los contactos establecidos con el heredero de Por-
tugal y temían un retorno a la guerra; de modo que se sintieron inclinados
a creer que Carrillo y Pacheco se conjuraban de nuevo en su contra'". Orde-
naron el secuestro de rentas del arzobispo (17 de setiembre de 1478)66.Pero la .,',1MT"""1'> ~

entonces el marqués tuvo el gesto hábil de enviar a Pedro de Baeza -aquel la repe~c.::;.'::eJ
en quien las dos partes confiaban- para preguntar a la reina, en presencia
del cardenal Mendoza, si el ataque a Chinchilla obedecía a órdenes de los 1egitini
soberanos; Isabel 10 negó. Ahora bien, si Fernando de Frías estaba proce-
diendo por su cuenta, contra él podían movilizar los nobles sin faltar a la
obediencia debida". El duque del Infantado prestó ayuda para la liberación
de la plaza.
Por estas cosas los Reyes Católicos no tenían más remedio que mos-
trar su disgusto; alteraban seriamente la política de paz que culminaba.
Cuando Carrillo solicitó nuevamente su perdón, reconociendo indi-
rectamente que no se hallaba sin culpa, le fue otorgado en condiciones
más duras (7 de enero de 1479): conservaba su dignidad primada y las
rentas inherentes, pero todas las fortalezas tendrían que recibir guarnicio-

la se~CL
64 J. Torres Fontes, LA conquista del Marquesado, pág. 100. dió, pues.. 'c;;--=
65 Desde marzo de 1475 los reyes comunicaron a Juan II que tenían noticia de que patrimo-
ambos se preparaban a colaborar con los portugueses que preparaban su invasión. Todo el
IDJ
año 1478 transcurrió con terrores de una guerra general que no se confirmaron. Ver mi
Política internacional de !sabella Católica, I,Valladolid, 1965, págs. 190-191.
66 Pulgar, 1,págs. 340-341, cronista oficial, recoge la noticia. 68 Las fortalezas ~
67 A la liberación de Chinchilla siguieron castigos contra los que tomaran armas con- dia,Alcalá laVieja, ~cj
tra el marqués. Los reyes manifestaron su disgusto. Torres Fontes, loco cit., págs. 101-102. 47,49,49,50,51,50.-
NOBLEZA Y MONARQUÍA 391

_ r la vía de su suegro,
nes reales'". Para el viejo roble éste fue sin duda el final; se retiró a Alcalá
una investigación64.
de Henares a esperar, con sosiego, una muerte que no podía tardar. Pache-
dura roca de Chin-
co quedó solo. A su servicio permaneció Pedro de Baeza en el castillo de
Garcimunoz.Y allí murió, alcanzado por una saeta,Jorge Manrique. Fue
el último caído de la guerra y a él también se le había pasado la vida pues
la muerte llego calladamente.

12. LA SOLUCIÓN:VILLENA.La mayor desgracia recayó sobre los hom-


bros del marqués de Villena porque las contiendas menudas, con-
secuencia de las revueltas en favor del realengo, se prolongaron el
tiempo suficiente para que enlazaran con la revuelta extremeña y
la última invasión desde Portugal. Era inevitable que se creyera en
la repetición de los sucesos de 1475. No era así: cumplido el deber
de caballero que en un primer tiempo le movió a defender la
legitimidad de Juana, no volvió a izar la bandera de ésta. Sin embar-
go, en el otoño de 1478, Fernando e Isabel consideraban tan peli-
grosa la situación en Extremadura que allí se trasladaron, uno en
pos del otro. Como la promoción de Juan de Stúñiga al Maestraz-
go de Alcántara estaba comprometida, no podían ofrecer a Alfon-
edio que mos-
so de Monroy otra cosa que compensaciones. Pero esto no basta-
ue culminaba.
ba al clavero que se tenía -y de hecho lo era- uno de los factores
ociendo indi-
capitales en la pasada guerra. En enero de 1479, estando en Gua-
en condiciones
dalupe, santuario al que tenía especial devoción, Isabel recibió men-
I-~·~.u primada y las
sajeros de parte de Monroy y de la condesa, que formulaban un
Ir guarnicio-
ultimátum: el maestrazgo para el primero, Mérida y Medellín para
la segunda. La reina no tenía, en ambos puntos, opción. Respon-
dió, pues, que el maestrazgo era de Juan de Stúñiga y las dos villas
patrimonio del hijo de la condesa, Pedro de Porto carrero, a quien

=anIl.al:on. Ver mi injustamente la madre se los arrebatara.

68 Las fortalezas entregadas fueron Brihuega, Talavera, Puente del Arzobispo, La Guar-
la¡-:;=~,;~i2:;l:n armas con-
dia,Alcalá laVieja, Fuentes, Canales, Uceda y Almonacid.AGS. Patronato Real,leg. 11, fols.
. 101-10 __
47,49,49,50,51,58,185,189 Y 195.
392 LUIS suansz FERNÁNDEZ

La revuelta no se extendió, de modo que las fortalezas ocupadas a la Isabel'". Los Srúñiza ~~
sazón por los rebeldes quedaron inmediatamente bloqueadas. Se produjo
la anunciada expedición militar portuguesa, pero con fuerzas tan escasas
que no significó peligro alguno. Una vez que fueron derrotadas a orillas Quedaba '
del Albuera (24 de febrero de 1479), el rey de Portugal abrió negocia- de otros noh
ciones. Muestra del empeño que cierta desesperación, típica de las gue- Durante do
rras civiles, iba creando, algunas plazas, Mérida, Medellín, La Deleitosa, de Baeza, que co-,;;::r-;
Azagala, Piedrabuena, Castilnovo y Mayorga, estuvieron rebeldes hasta ba su hermano. Go::.;b
después de la firma de las paces de Alcácobas (4 de setiembre de 1479). más confianza
Uno de los cuatro tratados que se concertaron, y que Isabel firmó estan-
do en Trujillo el 27 de setiembre del mencionado año, hacía referencia a
entregado un
Momoy, la condesa y Alfonso de Porto carrero. Se les otorgaba perdón en señora las condicioz.escce
la forma acostumbrada, aunque desde luego en condiciones más riguro-
pleto (22 de fe
sas, como exigía la larga resistencia. El clavero conservaría Montánchez y
vuelta al pasado.
Beatriz Medellín, pero de lo demás debían despedirse. El convencimien-
que representaba la ':::::':':::l...AI
to de que la larga saga había concluido llegó a ser tan grande; que, antes
Pacheco represe
incluso de que la reina firmara, ya habían hecho la entrega que se les recla-
Cadalso, Garcimuñoz
maba. salinas de Cotilla.. --
Había llegado la paz. Con ella, y disipados los agobios que significaban
mitad de los alumbres
las amenazas de una intervención extranjera, los Reyes Católicos dieron rema-
te al largo proceso consistente en integrar a la nobleza como clase política
sustancial de la Monarquía. En su programa no entraban únicamente res-
69 El acuerdo cor; ~
tricciones: también ascensos para que los títulos se ajustasen a los corres-
Patronato Real lego 1:. fr.
pondientes niveles. Sobre la marcha se crearon dos ducados, Medinaceli e
dís anuales como ind==7::l>-~
Infantado, y un marquesado, el de Moya, para un converso,Andrés Cabrera,
Se perdonaban los
a quien importantes servicios debían. Siguieron, entre 1479 y 1480, acuer- 70 El acuerdo deñ:==. '~
dos destinados a sosegar Extremadura. Pasado este tiempo se cerraron los el duque entregó plen
oídos a posibles reclamaciones. Los acuerdos de Toledo, a que pronto ten- teman que dar a Prancsco ce
garían de anular todos
dremos ocasión de referimos, constituyen un epílogo definitivo.
don Álvaro renunció ;1 _~__
Monroy había sido eliminado como aspirante al maestrazgo y émulo de
Patronato Real,leg. 11. -
los Stúñiga; del otro candidato, Francisco de Sotomayor, se encargó, por man- 71 Informe de Qmr:Z:=::71
dato de los reyes, Luis de Porto carrero, señor de La Palma, que hizo una fols. 136-137.
buena tarea diplomática, bien ayudado por la generosidad económica de 72 AGS. Sello, 1-tOL'--lL=-1
NOBLEZA Y MONARQUÍA 393

-- rtalezas ocupadas a la
Isabe169. Los Stúñiga aceptaron la compensación, devolvieron Arévalo (25 de
ueadas. Se produjo
julio de 1480)70Y cambiaron su tÍtulo por el de duques de Plasencia. De este
fuerzas tan escasas
modo se conservaba el rango .
•....
~--n....derrotadas a orillas
Quedaba aún en pie Diego López Pacheco que, contando con el apoyo
~ - rrugal abrió negocia-
de otros nobles, había hecho fracasar a las tropas enviadas en su contra.".
~k-:lIO'll, tÍpica de las gue-
Durante dos meses la reina exteriorizó su disgusto negándose a recibir a Pedro
- ~ ellin, La Deleitosa ,
de Baeza, que contaba con un apoyo tan importante como el que significa-
- ieron rebeldes hasta
ba su hermano, Gonzalo, que había llegado a convertirse en el contador de
-~ setiembre de 1479).
más confianza en aquella Corte. Instruido seguramente por éste, Pedro, Cuan-
__e Isabel firmó estan-
do fue finalmente recibido, dijo a Isabel que su señor el marqués le había
'::;0, hacía referencia a
entregado un pliego con su firma y en blanco para que en él pusiera la
otorgaba perdón en
señora las condiciones que le pareciesen justas. Así se produjo el perdón com-
=- cienes más riguro-
pleto (22 de febrero de 1480)72. No se produjo, desde luego, una simple
- ,~!T.UÍaMontánchez y
vuelta al pasado, pero los reyes supieron resistir la tentación &edestruir a aquel
- "'.El convencimien-
que representaba la herencia del más capital enemigo que nunca tuvieran.
- ~ grande que, antes
Pacheco representaba todo. Conservó, con su título, Escalona, Belmonte,
que se les recla- •
Cadalso, Garcimuñoz, Alarcón, Alcalá del Río, Zafra, Jumilla, Xiquena, las
salinas de Cotilla, Pinilla y Bogarra, la alcaldía de sacas de Cartagena, la
que significaban
mitad de los alumbres y minas del reino de Murcia, los situados de rentas en
"'-J< Caró .cos dieron rema-
la Tesorería real y todas las rentas de su madre, su esposa y su hijo, todo lo
amo clase política
=¡z¡:;.an umcamente res-
~!s!;lSen a los corres- 69 El acuerdo con Soto mayor y sus parientes se firmó el 3 de junio de 1480 (AGS.

os, Medinaceli e Patronato Real,leg. 11, fol. 92). Los Reyes Católicos le otorgaron renta de 50.000 marave-
rus anuales como indemnización y finiquito de todas las cuentas que estuviesen pendientes.
r..-~"""'.Andrés Cabrera,
Se perdonaban los actos pasados.
79 y 1480, acuer-
70 El acuerdo definitivo con los Stúñiga fue negociado por Diego de Hontiveros a quien
""".:..;...cll",O se cerraron los el duque entregó plenos poderes. Isabel garantizó los 450.000 maravedís que los Stúñiga
que pronto ten- tenían que dar a Francisco de Sotomayor. Luego, el 23 de julio, garantizaron que se encar-
uva. garían de anular todos los obstáculos que surgieran en la posesión del maestrazgo. El 24,
don Álvaro renunció a Arévalo. Me atrevo a decir que fue para él buen negocio. AGS.
Patronato Real,leg. 11,fols. 17- vioie 20,23 y 89.
~ encargó, por man-
71 Informe de Quintanilla de 13 de setiembre sobre este fracaso.AGS. Sello, 1479-IX,
a.ma, que hizo una
fols. 136-137.
r;:m.i~d.ad económica de 72 AGS. Sello, 1480-II, fol. 43.
394 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

cual sumaba dos millones y medio de maravedís.Además volvía a ser mayor- ciones en el senti

domo mayor". Si remontamos la vista a 10 que era el linaje cuarenta años reforma empre

atrás, y paramos mientes en los procedimientos tan sospechosos de que el dimensión. La Co¡¡;-.;~.;~

difunto marqués se valiera para llegar su colosal patrimonio, hemos de con- tas, perrnitie
mediante el d.esa:=o5a
venir que don Diego salía extraordinariamente bien librado del compromi-
so. Seguía siendo, entre los grandes, uno de los más poderosos.

13. FINAL EN TOLEDO. Hemos llegado al final de esta farragosa histo-


ria. Imprescindible sin embargo para conocer cómo nació la Monar- ción perm.ane1hE_
quía española. Nuestro estudio concluye en las Cortes de To1edo los juros otorgados s;-::-n_q

de 1480, que los Reyes Católicos consideraron como punto final quilibrio. Las Cort•...
_

en ese reajuste que permitía la reconciliación entre el poder real y la mas, a esta siUIaC1.0~.:::LL
nobleza. La gran operación denominada «declaratoria de juros», uni- ra que agobiar a
da a la eficaz estabilización monetaria, permitía saber cuáles serían, que represenrab
en el futuro, las rentas de las que podía disponer la Corona. No nado s y bien reID.Il!!.-~
to cincuenta mil rn~.::=;J
hubo despojo ni represalia por la parte jugada en la 'guerra civil,
sino una solución moderada que trataba de convencer a los nobles de toga, es decir, a
de que a ellos convenía también un poder fuerte pues ellos se subro- hacer una reforma, >..>..

gaban de ese mismo poder. Con 10 cual se demuestra que la con- Dejando a un
ducta de Fernando e Isabel no estaba dictada por afectos, rencores que vitales para el :in:u...a di
o sentimientos sino por una clara mentalidad. niones de To1edo
debía fijar la inderr-F .--'¡
Las Cortes de To1edo, enmarcadas y dominadas por el prestigio de una causa de la guerra.
Monarquía triunfante, pueden considerarse como remate final de los trabajos templar el paseo
que se iniciaran en las de Madrigal, en el mes de abril de 1476. Continuado- elaboraron nuevos ITE' =d
res de un programa que planearan todos los Trastámara, desde el primero, jo,para hacerlos más ¿-¡.,;~
Fernando e Isabel afirmaron, ante todo, esos tres puntales: Consejo, Cortes, peración de rentas, se f"
Chancillería, que garantizaban una separación entre los tres poderes, ejecuti- hemos de decir que ~~::;¡I
vo, legislativo y judicial, todos, desde luego, bajo control del rey. En Madrigal política fijada por
se añadieron otros dos, Contaduría y Hermandad. No se trataba de innova- autoridad pero caus",--:
La «declarato .
ción y reajuste de
73 Acuerdo en AGS. Patronato Real, lego 11, fol. 14Ver también Sello, 1480-Il, fols. 43
y I1I, fols. 45 y 287.
que venía a situar e:
NOBLEZA Y MONARQUÍA 395

más volvía a ser mayor-


t-~.•.•.•.. ciones en el sentido estricto puesto que ya existían con anterioridad, pero la
,. linaje cuarenta años reforma emprendida parecía darles un aire nuevo, una distinta y poderosa
- - pechos os de que el dimensión. La Contaduría proporcionaría, en adelante, un claro estado de cuen-
Fz~nJonio, hemos de con- tas, permitiendo además aumentar los ingresos sin cambiar los impuestos,
rado del compromi- mediante el desarrollo económico del país. La Hermandad proporcionaría el
ejército interior que las demandas de orden público requerían.
La Hermandad, a quien se asignó al principio un tiempo limitado, fue
ae esta farragosa histo- prorrogada sistemáticamente en sus funciones hasta convertirse en Institu-
có o nació la Monar- ción permanente. La Contaduría, hecho el primer balance, demostró que
las Cortes de Toledo los juros otorgados significaban una deuda pública que condenaba al dese-
~=::;l:oln como punto final quilibrio. Las Cortes de Toledo recibieron el encargo de dar remedio, sin trau-
el poder real y la mas, a esta situación. Era importante lograr una estabilidad tal que no hubie-
<é~:r.n:,oria de juros», uni- ra que agobiar a las Cortes con continuas demandas de dinero. Los procuradores,
~Ü:=:~ saber cuáles serían , que representaban a las diecisiete ciudades, fueron cuidadosamente seleccio-
~::xl.ilIer la Corona. No nados y bien remunerados; cada uno recibió un salario entre setenta y cien-
, en la guerra civil, to cincuenta mil maravedís. Todos ellos pertenecían a la nobleza de sangre o
ncer a los nobles de toga, es decir, a la clase política. Se les llamó para elaborar un programa y
es ellos se subro- hacer una reforma, no para quejarse.
estra que la con- Dejando a un lado aspectos marginales -10 son para nuestro tema aun-
que vitales para el futuro del reino-, Isabel quiso dar a las prolongadas reu-
niones de Toledo un tono optimista. Se nombró una comisión especial que
debía fijar la indemnización para aquellos que hubiesen sufrido daños a
causa de la guerra. Hubo fiestas, desde luego, y los toledanos pudieron con-
templar el paseo de un elefante que acababan de regalar al rey. También se
elaboraron nuevos reglamentos de la Chancillería (Audiencia) y del Conse-
jo, para hacerlos más eficaces. Pero en lo que todo el mundo esperaba, la recu-
peración de rentas, se produjo, sin duda, cierta sorpresa. Y sin embargo
hemos de decir que nunca hubo conducta más en consonancia con la línea
política fijada por los reyes. La Monarquía debía recuperar sus medios y su
autoridad pero causando el menor número posible de heridas.
La «declaratoria», como indicamos, viene acompañada de una devalua-
ción y reajuste del maravedí, que se mantendría estable todo el reinado y
que venía a situar el castellano de oro muy por encima de todas las mone-
396 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ

das europeas. Se trataba ya de una divisa internacional. Se llevó a cabo una


amplísima información acerca de los títulos de la deuda, cuyo primer resul-
tado fue comprobar que habían dejado de ser rentables; el desorden provo-
cado por la guerra hacía que las percepciones fuesen, en la práctica, mucho
menores de las que indicaban sus títulos. Todo el mundo estaba de acuerdo
en imponer claridad y en librar al Estado del peso terrible de la deuda pero
nadie se atrevía a tocar el punto clave: ¿dónde estaba en 1464 la legitimidad
de origen? La reina encomendó al cardenal Mendoza que resolviera la cues-
tión.Y él lo hizo desde este punto de vista: la lealtad se debe a la Corona inde-
pendientemente de su titular. Desde este punto de vista, que es el que asu-
mió Isabel, la sucesión legítima iba de Enrique IV a ella pasando por Guisando
y por Segovia. Los juros que ambos concedieran especialmente a los «que
pelearon con él en la batalla que hubo con los caballeros que tuvieron la
parte del príncipe don Alfonso, su hermano» eran legítimos y debían con-
servarse. Los otorgados por Alfonso o usurpados a Enrique eran nulos.
En menos palabras no podía hacerse
pos inmediatamente
, .
un juicio más rotundo de los tiem-
pasados. La revuelta de la nobleza contra la Monarquía
estaba condenada.

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