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MONARQUÍA
Entendimiento y rivalidad
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IAM 617420
BIBLIOTECA CENTRAL
NOBLEZA Y MONARQUÍA
Entendimiento y Rivalidad
El proceso de construcción
de la Corona española
la e/fera ® hiztorlo
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BfBUOTECA CENTRAL
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esta obra por cualquier método o procedimiento, comprendidos la reprografía y el
tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o
préstamo públicos.
~
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ÍNDICE
Introducción general 9
SEGUNDA PARTE
TERCERA PARTE
CUARTA PARTE
1. LA REVOLUCIÓNTRASTÁMARA.
La última etapa en la historia de los
reinos que formaban la Corona de Castilla, antes de que ésta se incor-
porara al conjunto de los que iban a formar la Monarquía católica
española, haciendo de su idioma base para la construcción de la
lengua común, se inscribe entre dos guerras civiles, importantes
por sus resultados aunque no por sus batallas: la de 1366/1369 y la
de 1475/1478. Por la primera,considerada en su tiempo como revuel-
ta victoriosa de la nobleza contra Pedro 1, cuya legitimidad negaba,
una rama bastarda de la dinastía se asienta en el trono mediante una
operación que se inscribe en el conjunto de la Guerra de los Cien
Años, siendo Francia, el Pontificado y Aragón principales fautores.
Han sido los historiadores de mi generación quienes, por influen-
cia de metodologías recientes, introdujeron el término «revolu-
ción» para definir los cambios que a la sazón se produjeron. Se debe
tener en cuenta el golpe de sorpresa que Froissart, en una de sus Cró-
nicas, pone en boca de Eduardo, príncipe de Gales: ¿ cuándo se ha vis-
to que un bastardo -se trata en este caso de Enrique I1- sustitu-
ya a un rey coronado? En la segunda de las contiendas civiles la
nobleza, que había alcanzado extraordinario desarrollo al calor de
la nueva dinastía, se dividirá entre dos alternativas: unión con Por-
tugal mediante el matrimo~o de Juana con su tío Alfonso V o incor-
poración a la Corona de Aragón a través de Isabel y Fernando.
Al obtener una victoria completa, estos últimos hicieron posible que, sobre
el modelo de la Unión de Reinos, surgiese la Monarquía hispana, presen-
(
10 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
"
tándola como restauración de algo preexistente. El bachiller Palma lo expre-
sará en estos términos: «Quien vido a España un reino, un principado tan gran-
de».Y llamará al resultado «divina retribución». Tal fue, a la larga, el resultado
de que una misma dinastía, Trastámara, se instalara, directa o indirectamente,
en todos los reinos españoles; término de llegada para la operación comen-
zada en 1366.
Revolución es un cambio fuerte mediante el cual una legitimidad exis-
tente es rechazada y sustituida por otra. En el siglo XIV esa sustitución no
podía afectar a la estructura de la Monarquía, que responde a los desig-
nios de Dios y no a la voluntad humana (dos reyes son hechura de Dios
y por eso aventajan a los otros hombres», dice don Juan Manuel), pero sí
a los titulares de la corona. Dios mismo, por vía de nacimiento, que es esen-
cial en la clave de la sucesión, es quien proporciona al monarca la «legiti-
midad de origen». Ésta no es suficiente. Junto a ella -incluso por encima
de ella-los politólogos del tiempo colocaban la «legitimidad de ejerci-
cio» que equivalía al cumplimiento de los deberes que, como; rey, le vie-
nen impuestos. Pues reinar se inscribía ya entonces en el capítulo de los
deberes y no de los derechos. Aquel monarca que perdiese la legitimidad
de ejercicio se convertía en «tirano» y, como tal, debe ser destruido. Ya en
el siglo XII John de Salisbury, maestro importante, había empleado estas
terribles palabras: «ryrannum occidere non modo licitum est sed aequum
et iustum». .ia nreranrra .:::L"- ;¡¡
decidido» 1. Tras la victoria, en todos los documentos que hacían referencia a _ obispo de una ID.Í.sm2.
1 J. A. Maravall, «Lacorriente democrática medieval en España y la fórmula" quid omnes 2 A. de los Ríos, cC.ó:::;:,
tangit?», Estudios de historia del pensamiento español, II, págs. 161 Y ss. XXXVI, 1906, págs. 5
NOBLEZA Y MONARQUÍA 11
hiller Palma 10 expre- Pedro I se le describe como «aquel mal tirano que se llamó rey». Ésta fue,
~rincipado tan gran- por consiguiente, la verdad oficial. No se trataba únicamente de la crueldad
larga, el resultado desplegada en casos concretos, ni de los abusos cometidos en relación con
...,,-~..,.-.,
o indirectamente,
su esposa Blanca de Borbón, asesinada, ni de la expulsión del arzobispo de
operación comen- Toledo, don Gil de Albornoz, casos todos convenientemente aireados por la
propaganda, sino de algo más general y profundo. Pedro -se dijo- había
legitimidad exis- sustituido el bien público por el privado, usando arbitrariamente de la potes-
- esa "Sustitución no tad real para satisfacer sus apetitos individuales; prescindiendo de las Cortes,
onde a los desig- del Consejo Real y de la nobleza, se guiaba por las opiniones de unos pocos
son hechura de Dios amigos; y especialmente, quebrantaba la justicia, haciendo caso omiso de las
Manuel), pero sí leyes, fueros, cartas, privilegios, buenos usos y costumbres que significaban
- -= =-z.:.¡.illlento,que es esen- las libertades del reino.
monarca la «legiti- El canciller Pero López de Ayala que, junto con su padre, había venido
-- cluso por encima a prestar acatamiento a Enrique 11 después de haber servido a Pedro muchos
. girimidad de ejerci- años, justificaría su decisión y la de tantos otros con estas palabras precisas:
_ce, omo a rey, le vie- «el que bien a su pueblo ama y defiende, ése es rey verdadero, tirese el otro
-r .,~,.-, ,._••• =::
•_ <1 capítulo de los dende». Así pues, la revolución fue justificada destacando especialmente los
-:._ = z: er iese la legitimidad dos pecados capitales del depuesto y asesinado monarca: quebranto de la Igle-
estruido.Ya en sia en su moral y en sus hombres, y persecución de la nobleza, eminente
• empleado estas sector del reino. Sin tardar mucho, la propaganda recurriría a otra curiosa
,.;-.,.."..., est sed aequum leyenda/ que tiene todos los rasgos de un «enxemplo», género entonces fre-
cuente en la literatura castellana. La reina María, esposa de Alfonso XI, no
-ración de San- había alumbrado a un varón sino a una niña la cual, para garantizar la suce-
a Alfonso X en sión, fue cambiada por el hijo de un judío, llamado Pedro Gil, venido al mun-
pnnClplOs que do en aquella misma hora. De ahí que a los partidarios de Pedro I se les lla-
~ _=-= ,~-" W a, especialmente mara «emperegilados». Siguiendo al filo de la imaginación, García Alfonso
e deposita des- de Torres: rey de armas de Fernando el Católico, añadiría que esta niña, edu-
úblico está por cada como judía, vino a ser la madre del famoso converso Pablo de Santa
r todos debe ser María, en quien se diera la circunstancia muy singular de haber sido rabino
I
~rmula "quid omnes 2 A. de los Ríos, «Cómo y porqué se llamó a don Pedro el Cruel Pedro Gil», BAH
XXXVI, 1906, págs. 58-65.
/
st:.iB.EZ FER.."...\..."illEZ
3 Para Salvador de Moxó, «La nobleza castellano-leonesa en la Edad Media. Problemáti- "-2 caballeresca refleja
ca que suscita su estudio en el marco de una historia social» (Hispania, 114,1970, págs. 49-54), mismo tiempo, dos ~ ~
fueron causas de extinción de la nobleza vieja el agotamiento biológico de los linajes, las gue- 5 Cuestión que ha
rras civiles y musulmanas, la represión de Alfonso XI y Pedro, el exilio y el empobrecimiento , •poder real en Castilla
de las rentas. motivos morales están
NOBLEZA Y MONARQUÍA 13
,~ ro de legitimidad más abogados de pleitos del siglo XVII ya conocieron bien este proceso.
__ ~ .do víctimas precisa- Salazar indica sólo cinco linajes como anteriores a los Trastámara.
alegar derechos a la
escendiente de los Interpretar la Historia castellana del siglo xv -quiero adelantarme a
= _--: ::so X, había venido a señalar que es IIÚ intención moverme sobre todo en el marco de los aconte-
cimientos-e- como un vasto proceso de interacciones entre la Monarquía,
que se construye, y la nobleza, que aspira a ejercer plenitud de poder social,
'---'-L"- vencionismo extran- entraña riesgos, pero nos permite al mismo tiempo aclaraciones muy sus-
~~~.~"KJrtuguésenlasegun- tantivas, la más importante, acaso, la posibilidad de comprender cómo la socie-
rernacional que puede dad española se vio penetrada por el que llamamos espíritu de la caballería".
'""--...:......0.:..."'_ era un cambio institu- No en vano es don Quijote de la Mancha nuestro protagonista literario esen-
- onarquía española. cial. Un siglo antes ya había alcanzado esta categoríaAmadís de Gaula. Hemos
to ininterrumpido de proceder con cautela señalando de antemano qué entendemos por Monar-
C2:3Ca:r:'ísri' ea de la sociedad quía y, también, por nobleza y hasta qué punto estas dos expresiones encar-
tonces, con pocas nan diferentes ideas políticas. A lo largo de estas páginas vamos a tener que
taban al siglo XII, hacer constante referencia a una especie de pugna entre ambas, ya que ella
2S;::::::::;0.1111 además su poder es el leit motiv de la vida política castellana en estos siglos finales de la Edad
::::~5::..:ilonales3. Esos nuevos, Media que se cierran con los Reyes Católicos.
=-=~ld. de sangre vieja No existió nunca la menor duda de que el reino, precisamente porque
_'""_
M''lTl dejar de reco- así convenía al bien de la «res publica», tuviese que ser gobernado por una
nobleza era más sola persona a quien conviene el calificativo de «monarca», siéndole trans-
=:::=-=:::.,n ~ inventar hermosas mitida esta condición por medio de la herencia y no del mérito, es decir «gra-
rocedentes de los tia Dei». Los tratadistas políticos como Álvaro Pelayo, para quien la virtud es
Laxa, cuando no el mejor remedio de la injusticia y del pecado", se complacen en explicar cómo
--- ~ ra moda. Hemos de el sistema «monárquico» debe preferirse a cualquier otro. Es indudable que,
o XVI otorgaban en los siglos XIV Y xv, en toda Europa, se registró una tendencia, hija acaso
genealogistas y
4 Para Martín de Riquer, Caballeros andantes españoles, Madrid, 1967, pág. 12, «la nove-
Media, Problemáti- la caballeresca refleja una auténtica realidad social sin desfigurada ni exagerada» pero, al
. 1970,págs. 49-54), mismo tiempo, «los caballeros reales e históricos estaban, a su vez, intoxicados de literatura» .
los linajes, las gue- 5 Cuestión que ha sido tratada por Juan Manuel Nieto Soria, Fundamentos ideol6gicos
. el empobrecimiento del poder real en Castilla (siglos XlII-XVI), Madrid, 1983, págs. 185-193. Para Álvaro Pelayo los
motivos morales están por encima de los políticos o económicos.
; I
14 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
el suyo era una subrogación, pero quería compartirlo dando a la «res publi- policía para los
ca» mayor carácter contractual y encerrando al soberano en un círculo ros y ballesn
estrecho de deberes y derechos en relación con aquellos linajes, muy pocos,
en que se juntaban riqueza y poder. El debate, aunque influido por la pecu- Desde 1273 la g.lDad~ al
liar estructura económica de aquel tiempo, puede considerarse enteramente incluso de funciones j',;;.-;J
político. El objetivo, tanto del rey como de la nobleza, era asegurarse parce- zar los derechos de los ~< [' ~i
las mayores de poder. Conviene adelantar que el resultado final constituye ipios Y los propietariosde
una paradoja: Fernando e Isabel obtuvieron una libertad en la toma de deci- cañadas. Poco a poco
siones y en el ejercicio de su autoridad como ninguno de sus antecesores, todo el reino y no com
pero la nobleza consiguió, mediante acuerdos y normas jurídicas, la consoli- Mesta», como se le uamo, ""-~1
dación de su poder social y económico en unos niveles que, en 1368, hubie- ción, acabó convirtién
ran parecido inalcanzables. servicio de la nobleza '!-
XV poseerá la direcció
3. LAESTRUCTURAECONÓMICA.Existe una perfecta congruencia entre miembro de los linajes
el predominio nobiliario, que se iba acentuando, y la estructura los condes de Buendía; -
económica del reino. En este libro no vamos a ocuparnos de eco- arzobispo Alfonso Ca..IT'~
nomía, aunque algunas referencias resultan indispensables", Una gran dera favoreció a las
--especialmente a esta
lucrativa de los grandes
6 Cuestión ampliamente tratada por M. David, LA souveraineté et les limites juridiques du
quista. No puede exrrana; ...••
pouvoir monarchique du IX au XV siécles,París, 1954.
7 Se debe acudir para un mejor conocimiento a J. Klein, LA Mesta. Un estudio de His-
toria econémica española, Madrid, 1936, y a J. Vicens Vives, Historia economica de España, Bar- 8 Me he ocupado del0::r::2=""l
celona, 1959, págs. 223-236. tiernos Historia España, Bu
NOBLEZA Y MONARQUÍA 15
estudios de Derecho, a
parte del espacio castellano estaba entonces dedicado a pastos; la gana-
el soberano, encarna-
dería, especialmente ovejuna, imprinúa carácter ya que hasta muy
·~;.denCla se encuentra muy
avanzado el siglo XVI la lana fue el principal producto de exporta-
do, pues encuadra
ción. Sus precios marcaban el índice de la prosperidad. Seguían en
ha y se enfrenta con
importancia la miel -edulcorante universal antes de que se consi-
'"--"-"":":':<1.1 Dante dijera en su De
guiera la difusión del azúcar de caña como consecuencia de los
hecho por uno solo
descubrimientos portugueses- y la cera. Después venían el hierro,
los cueros, el azogue y otras cosas más. Había una antigua relación
social entre la trashumancia de los ganados y el cuidado de las col-
menas. De ahí que se hubiera consolidado ese peculiar cuerpo de
policía para los caminos, llamada Hermandad «vieja» de colmene-
ros y ballesteros de Toledo, Talavera y Ciudad Real8.
9 Para Salvador de Moxó, «Los Señoríos. En torno a una problemática para el estudio
del régimen señorial» (Hispania, 94,1964, págs. 187-193), las Órdenes Militares con su expan-
sión y el Císter con la colonización agraria, son dos de los principales factores en la consti-
tución de latifundios que permitieron la señorialización. Conviene no perder de vista la
influencia del segundo sobre las primeras. más vigor cuanto IL'-'
\O Es en Brujas en donde por primera vez se engloba a los mercaderes en una «nación nistas áulicos para
española». L. Gilliodts van Severen, Cartulaire de l'ancien consulat d'Espagne a Bruges. Brujas, 50 que desterremos -
1901.
11 Es preciso recurrir a un texto tan importante como las Allegationes de Alfonso de
Cartagena pero son más interesantes, desde nuestro punto de vista, los argumentos que en
el mismo concilio de Basilea sirvieron para asegurar a los embajadores castellanos el primer tia, III, Madrid, 1863.
puesto después de Francia (AGS. Estado, K-1711, fols. 1-19). Ver especialmente]. A. Mara- 13 Benjamín González ,
vall, El concepto de España en la Edad Media, Madrid, 1954, págs. 410-414. medieval (1252-1474)- :Cor2!:üd
NOBLEZA Y MONARQUÍA 17
--' .•..
ribían en el nivel más Frente a las repúblicas italianas o a la variedad de regímenes consecuen-
cia de la descomposición del Imperio alemán, la Monarquía aparece, ade-
más, como una forma de gobierno que los grandes juristas del momento
-Álvaro Pelayo, Rodrigo Sánchez de Arévalo, Alfonso de Madrigal-
consideraban superior en el orden moral y no sólo en el político. Estamos
lejos de Maquiavelo. Designado por Dios desde la cuna, el rey aparece como
de sus institucio- depositario de esa soberanía que pertenece al reino y que retorna a él cuan-
"'L.....:..u~Vl.tU. Si e la comparaba do se interrumpe o suspende la sucesión. A muy corta distancia uno de otro,
f'.•..•.
----~ ...,.. Corona de Aragón, tal será la doctrina que permitirá a joáo das Regras elevar al trono al vence-
sto la hacía fuerte y dor de Aljubarrota y a su rival vencido obtener de las Cortes de Valladolid,
-. -~ e un puesto desta- en 1385, amplio apoyo para su causa. Ante ellas, en un discurso que consti-
- europeas. Aunque tuyó como una especie de programa para toda la dinastía, Juan 1 definió el
~:,zo~' .....,.,nn. no era tan fuer- ejercicio de la realeza como un deber y no como un derecho'f; su misión
. orio, población y consistía en «aplicar el Derecho, velar por su observancia y restablecerlo» cuan-
enudo los docu- do fuera necesario'". La potestad real-«poderío real absoluto» y «señoría
-- -e:::.:e los nombres de mayor de lajusticia»- consistía en hacer que la ley se aplicara correctamente;
para ello tenía que interpretarla, acomodarla a las necesidades concretas, enri-
quecerla.
La Monarquía fue, indudablemente, un sistema sostenido por el calor
popular. Lo veremos incluso en el caso de Enrique IV. La mayor parte de la
población castellana, especialmente los sectores menos favorecidos, vieron
en el aumento de autoridad el único remedio eficaz a los desórdenes introdu-
":";:::=:ll2'U·ca
para el estudio
cidos por las guerras civiles. Sobre esto se montó algo que yo no dudaría en
~¡O~=! !-.lliliI:ues
con su expan-
b ~=~~:S~lCrores en la consti- calificar de propaganda si no me detuviera el recelo de hacer comparaciones
o erder de vista la con momentos más recientes; se refleja en la literatura del tiempo con tanto
más vigor cuanto menos culta es la clientela, y es aprovechada por los cro-
==deres en una «nación nistas áulicos para dar una visión unilateral de los acontecimientos. Es preci-
t;. ;gne a Bruges. Brujas,
so que desterremos su maniqueísmo y dejemos de ver en el soberano todo
- argumentos que en 12 El discurso en «Cortes de los antiguos reinos de León y Castilla», Academia Histo-
,p.,=~!?C-D:~ castellanos el primer ria, I1I, Madrid, 1863, pág. 334.
especialmente J. A. Mara- 13 Benjamín GonzálezAlonso, «Poder regio, Cortes y régimen político en Castilla bajo-
- . -t medieval (1252-1474)>>(Cortes de Castilla y León en la Edad Media, II,Valladolid, 1988,pág. 209).
18 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
el bien y en los nobles todo el mal; ignoramos qué hubiera sido del país en Claro es que ~ '~
gamiento de
el caso de que la nobleza hubiese impuesto su fórmula, como se expresa en
la sentencia de Medina del Campo, o si el rey hubiese obtenido victoria com- que, a través .
En la práctica resulta muy dificil adivinar cuáles eran los límites al que
los documentos definen como «poderío real absoluto». Queda bien enten-
dido que el término absoluto no se refiere a despótico o arbitrario sino a Hecho de gran ~ ..•
que no se relaciona con ninguna instancia superior. Los había, aunque la órnica, la Corona de \ ....,.--';¡iI1
justicia, la hacienda, el ejército, la política exterior y la administración le paz de bastarse a sí ~
sector secundario sobre
perteneciesen, pues el rey estaba obligado a obedecer la moral cristiana, de
la que la Iglesia era fuerte custodia, los usos y costumbres, los privilegios de la
nobleza y las cartas y fueros de las ciudades. La progresiva extensión de los
ra con brillante decm~,';
.o -lana, hierro, TIna,.~
señoríos a lo largo del siglo xv mermó en gran parte el ejercicio de la potes- ente en materias y~-
tad, aunque conservara siempre el rey la alta justicia. No existió en Castilla nobleza sin con~~
ningún instrumento jurídico que pudiera calificarse de contractual, como era
el caso de la Carta Magna británica o de los Usatges catalanes; el Ordena-
4 arar en gran parre
••
oerrnitiendo su cons
~~': ~~ --
miento de Alcalá de 1348, pese a su importancia, no era otra cosa que nor-
ma legal emanada del soberano a través de las Cortes. Precisamente uno de
los objetivos de la nobleza será establecerlo.
T a cualquier pro.....~~
5. TERCER ESTADO. Los historiadores actuales tienden a admitir como
indudable que, en el siglo xv, Castilla carecía de la que pudiera consi- el poder, vivían sin"'-''''':q
derarse como Asamblea representativa. Las Cortes fueron únicamente - . rentas.Todavía e
representaciones del tercer estado o, por decirlo mejor, de las oligar-
quías urbanas que lo significaban; nacidas como un esfuerzo para dar
contenido a la promulgación de nuevas leyes y para evitar arbitrarie-
dades fiscales fracasarían, precisamente en el tiempo que vamos a con-
siderar, en su esfuerzo para convertirse en representación del reino 14.
Claro es que esta discusión de los subsidios que sólo mediante el otor-
gamiento de las Cortes podían ser cobrados, daba fuerza en el diálogo
que, a través de los cuadernos, se establecía entre los procuradores y los
- ~ turibles. altos oficiales de la Corona un diálogo, que los documentos no reco-
los límites al que gen pero que, a juzgar por los resultados, debió de ser fructífero.
.t::l:!icl:~ . Queda bien ente n-
,~~ .•u-,rico o arbitrario sino a Hecho de gran importancia, que determina en parte su estructura eco-
Lo
k-~-_,i'"-;~:nr. había, aunque la nómica, la Corona de Castilla era, en el siglo xv, probablemente el único país
p.;;e;:¡-lOr- .- la administración le paz de bastarse a sí mismo en materia alimenticia. Predominaba en ella el
~000]~O~ la moral cristiana, de or secundario sobre el terciario, ampliamente. Llegó tarde, aunque 10 hicie-
P:;IIO:I::c:ID:res., los privilegios de la con brillante decisión, a las rutas y mercados de Occidente, y su gran comer-
¡:7.:x:::res:rva
extensión de los ·0 -lana, hierro, vino, cera, cueros y atún en aceite-- consistía casi exclusi-
.s ~ ercicio de la potes- zamente en materias primas. El retraso tendría una consecuencia, dejando a
I:=ri:i-.;... _ -o existió en Castilla la nobleza sin contrapartida social eficiente. Los beneficios del comercio iban
(
rractual, como era a parar en gran parte a manos de los señores, que disponían de tales materias,
"'-'~"---5;:;' catalanes; el Ordena- permitiendo su consolidación; el auge de los señoríos se convirtió en freno
otra cosa que nor- poderoso respecto a la creación de industria. Los nobles poseían tierras y gana-
"-'",,"-,~ Precisamente uno de do, pero sobre todo rentas jurisdiccionales sobre mercados y caminos; se
opusieron rotundamente a que se limitara la exportación de las materias pri-
mas ya cualquier proteccionismo sobre la industria textil, por ejemplo. Se for-
I=:~::s ...!.:-:::;.,¡ .•••den a admitir como maría entonces una clase de gentes que, desarraigadas de la tierra e instaladas
e pudiera consi- en el poder, vivían sin embargo a costa de ese sector primario porque cobra-
ban rentas. Todavía Cervantes, a finales del siglo XVI, nos dirá que el ideal de
[or, de las oligar- roda español era «tener un juro en hierbas de Extremadura». En principio la
esfuerzo para dar renta aseguraba un sostenimiento sin necesidad de trabajar; al mismo tiempo
evitar arbitrarie- procuraba un nivel social. Los oficios «mecánicos» serían simplemente
•••••.•• """+''V que vamos a con- menospreciados. De ahí que en el siglo XVI señoríos que eran econórnica-
~J:'eSeInao.·Ón del reino".
re trabajo de Marcelo Caetano, «Subsidios para a historia das Cortes medievais portuguesas»
l:::::==~onesque brindaran los (Revista da Paculdade de Direito da Universidade de Lisboa, Xv, 1963), sigue siendo válido el vie-
se profundiza en su jo trabajo de Piskorski.Ver sobre todo para este punto,]ulio Valdeón Baruque, Las Cortes de
~;:z:::~Z! ci[nd:adanasque tendían a Castilla y León en tiempos de Pedro 1 y de los primeros Trastámaras (Cortes de Castilla y León, 1,
,...•.••••.
-=...•..
Aparte del excelen- págs. 191 Y ss.).
20 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
mente una carga, pudieran venderse con facilidad porque eran el medio de
ingresar en la lista social de la nobleza.
A falta de burguesía la influencia de la aristocracia y de sus valores que-
dó sin contrapartida. Castilla se convirtió en país de hidalgos, identificándo-
se con las virtudes y defectos de este sector social: el artificio de lo heroico,
la nostalgia de una vida más bella, la conquista de la fama y la prodigalidad
se convierten en rasgos dominantes. El hidalguismo dominaba también en
las ciudades a través de los caballeros que constituían en ellos el estamento
superior. Desde que Alfonso XI concediera -mejor diríamos impusiera-
regidores a las ciudades más importantes de sus reinos un nuevo régimen de
gobierno por medio de un colegio cerrado y vitalicio, regidores que recibían
su nombramiento del propio monarca aunque seleccionados por un sistema
de cooptación, los municipios derivaron hacia cerradas oligarquías de unas rey, que disponia
cuantas familias de caballeros y hombres buenos con mentalidad también aris-
tocrática. Ser caballero veinticuatro de Sevilla se tenía y tien~ por título de
nobleza. Los padres de Melibea y el caballero de Olmedo que nos retrata Lope ce
pertenecían a este sector social mientras que a nosotros, en el escenario, nos
parecen nobles.
Al acudir a las Cortes los procuradores de las ciudades, miembros de
esta oligarquía, defendían ante todo sus privilegios y a veces intereses priva-
dos. Para que no hubiera dudas al respecto, se dispuso que no pudieran ser
procuradores los campesinos y los pecheros. Desde mediados del siglo xv
los reyes tomaron costumbre de recomendar la elección de determinadas per- -=
sonas como procuradores, siempre miembros de su círculo más próximo. Se
introdujo, además, la costumbre de asignarles remuneración tomándola pre-
cisamente de los subsidios que ellos mismos habían votado.
Las ciudades poderosas, aquellas que asistían a todas las Cortes y que
se desenvolvían a su vez como una especie de señoríos colectivos, trabaja-
ron intensamente para eliminar de la convocatoria a todas las demás. Duran-
te el reinado de Juan II conseguirán que el «voto en Cortes» quede redu-
cido a diecisiete ciudades y villas: siete eran cabeceras de los antiguos reinos
integrados en la Corona, es a saber, Burgos, Toledo, León, Sevilla, Cór-
doba, Jaén y Murcia, la otras diez se enmarcaban en el ámbito restringido ~. icción de que. sin -
NOBLEZA Y MONARQUÍA 21
e eran el medio de de las dos Mesetas, Zamora, Toro y Salamanca por el reino de León, Sego-
via, Ávila,Valladolid y Soria por el de Castilla, Madrid, Cuenca y Guada-
- de sus valores que- lajara por el de Toledo. Galicia, la cornisa cantábrica y Extremadura con la
- ze a -dalgos, identificándo- Mancha carecían de representación. La imagen de las Cortes, desde una
- cio de lo heroico, perspectiva actual, no puede resultar más decepcionante: a finales del siglo
=- ~ fama Y la prodigalidad xv sólo treinta y cuatro procuradores, en su mayoría hidalgos, no pocas
ominaba también en veces cortesanos, respondían a la convocatoria defendiendo con ahínco la
c.;::S::¡:::.j.an en ellos el estamento exclusividad de un derecho que era, en su esencia, contemplado como
--':"""""
~ - diríamos impusiera- privilegio.
nuevo régimen de
~ l~~-::-I a regidores que recibían 6. SEÑORÍOS.De este modo y por todas partes, las cuestiones políticas
~: ~ie:.-:ci-onados por un sistema desembocaban en un entendimiento o en una rivalidad entre el
cerraéas oligarquías de unas rey, que disponía de un equipo creciente, y la oligarquía nobiliaria,
ralidad también aris- sin que hubiera ningún otro elemento de contrapeso. Esto es 10
. tiene por título de que vamos a tratar de explicar en este libro, intentando liberarnos
_ue nos retrata Lope de ideas previas. La popularidad del monarca, a la que nos hemos
~ - en el escenario, nos referido, se debía, probablemente, a que se le consideraba como el
último bastión de defensa de los derechos. Así pensaban también
des, miembros de los judíos. Pero el crecimiento del poder soberano podía ser también
veces intereses priva- un peligro para estas aspiraciones.
e no pudieran ser
- =- mediados del siglo xv Base de sustentación económica y política para la nobleza era el seño-
-~. ~ e determinadas per- río, consecuencia del desarrollo de las antiguas inmunidades. Conviene no
o más próximo. Se onfundirlo con el dominio feudal, error en que muchas veces se ha incu-
;=:=:::::e::ación tomándola pre- rrido. En su forma más elemental el señorío puede definirse como subroga-
do. ión de los poderes reales, 10 que permitía administrar justicia, designar ofi-
las Cortes y que ciales locales y percibir rentas. No afectaba ni a la libertad ni a la propiedad
"":-05 colectivos, trabaja- ae sus moradores, sólo a 10 que llamaríamos más correctamente su gobier-
las demás. Duran- o.Antes de que llegara a producirse la revolución trastámara, había comen-
Cortes» quede redu- zado un cambio decisivo: las viejas rentas dominiales, consolidadas, se habían
e los antiguos reinos eteriorado radicalmente; sólo aquellas que formaban parte de la actividad
. León, Sevilla, Cór- económica se mantenían. En consecuencia, entre los nobles se abría paso la
- - ~ •• ámbito restringido onvicción de que, sin renunciar a los bienes solariegos, era preciso alcanzar
22 LUIS suillz FERNÁNDEZ
'1
la jurisdicción subrogada 15. Enrique II y sus descendientes con sus «merce- rique nostálgicas endec
des», que eran a veces remuneración de servicios o incluso ventas disimula- nobleza media, constituí;
das, aceleraron este proceso. Fortalecieron también los señoríos, porque a ellos durante los tres primeros
convenía, autorizando vinculaciones y mayorazgos. Pese a la subida del nivel ra que les separaba de la _
económico del país las rentas ordinarias de la Corona se vieron mermadas. conde, marqués o duqu
siderarse «grandes» an
La impotencia y debilidad de los monarcas obedece más a esta circunstancia
para varios siglos, una o~::c:-J
que a otra cosa.
rey, encontraba su propia
Prescindiendo del «abadengo» formado por señoríos eclesiásticos o de las
:aforma económica de .,- ,-~-
Órdenes Militares -objeto ambos de apetencias por parte de los vástagos
de las grandes farnilias- hemos de fijamos en una distribución del gobier-
no entre dos sectores: «realengo» y «señorío». El segundo creció a costa del
primero ininterrumpidamente hasta 1475 en que los Reyes Católicos ope-
raron una estabilización; con ello aumentaron el número de nobles y el poder
social de la aristocracia. Este hecho tuvo influencia decisiva, facil de compren-
der, en la edificación de la Monarquía hispana. En torno a 145-0 las posiciones
estaban de tal modo encrespadas que no parecía existir otra salida que la de
una victoria completa de una de las dos partes. Dificilmente podría enton-
numtenimientos-
ces vislumbrarse el final que se alcanzó, en el entendimiento y la coopera- del libro de asieED5
ción. ~os,dehe
En la lucha, larga y sorda, incierta y azarosa, pueden señalarse al menos ;;-="Ó;1do incluso las di -e . -q
tres grandes etapas separadas entre sí por las fechas de 1412 -el Compro- ~ una vocació
miso de Caspe que constituye también para Castilla un acontecimiento de
gran importancia pues hizo de la Casa de Trastámara dinastía peninsular- y
de 1445, batalla de Olmedo. El núcleo central, eje decisivo en torno al cual
gira la coyuntura, está constituido por la actividad política de los «infantes
de Aragón», castellanos de alma y de nacimiento, que inspiraron aJorge Man-
dalismo» (Revista Universidad de Madrid, 78, págs. 171-202), Moxó ha expuesto la evolución -- por medio de números, en
desde los señoríos antiguos que nacían de la concesión de determinadas funciones a los • de todo el apartado,
propietarios de tierras (esto era inmunidad) hasta llegar a los nuevos en que la concesión se Por otra parte, debe ari.e.:::::.e ~
hacía con independencia de dicha propiedad. Era posible ser señor de una villa sin tener en .or del mismo título. El ~,bl
ella propiedad alguna. .:- investigaciones muy ~
NOBLEZA Y MONARQUÍA 23
cescencientes con sus «merce- rique nostálgicas endechas. Fueron ellos la causa de que los linajes de una
o ventas disimula- nobleza media, constituida como vivero de funcionarios fieles al soberano
f'-o"C'~~ n.n señoríos, porque a ellos durante los tres primeros reinados de la dinastía Trastámara, saltasen la barre-
ese a la subida del nivel ra que les separaba de la «grandeza», es decir, de los tres títulos jerárquicos de
e vieron mermadas. conde, marqués o duque. Docena y media de dichos linajes pasaron a con-
, a esta circunstancia siderarse «grandes» antes de que este calificativo se hiciera oficial; y fueron,
para varios siglos, una oligarquía cumbre del estamento que, en el servicio al
,os eclesiásticos o de las rey, encontraba su propia razón de ser y en el disfrute de los señoríos la pla-
~ r parte de los vástagos taforma económica de su predominio social.
.. rribución del gobier- Ahora bien, un señorío pequeño era de rendimiento escaso y, a veces, cos-
sezcndo creció a costa del toso. Se necesitaba de un espacio amplio para alcanzar niveles de riqueza en
una época en que se registraba un rápido incremento en el lujo. Tan sólo las
- - Reyes Católicos ope-
grandes familias cuyas posesiones se extendían por ámbitos geográficos muy
ero e nobles y el poder
decisiva.fácil de compren- extensos, estaban en condiciones de hacer frente a los gastos. Por otra parte,
el rendimiento de las posesiones dependía de los niveles de precios en el mer-
a 1450 las posiciones
cado, y el de rentas de la balanza comercial. Puede decirse que ningún noble
- ir otra salida que la de
estaba en condiciones de prescindir de los emolumentos -raciones, quitacio-
---:....~.ll'te podría enton-
nes o mantenímientos- que devengaban los cargos de Corte. Al repasar las
·-J...••••..•-"'--'--_¡;;;.LwO y la coopera-
páginas del libro de asientos de Juan II -primero conocido de su clase16-
encontramos, de hecho, una ordenación de todo el estamento aristocrático,
~'--"';~ señalarse al menos
señalando incluso las diferencias en su escala interior. La política era, para los
2 ~l Compro-
nobles, una vocación y una necesidad".
ontecirniento de
16 «Un libro de asientos de Juan 11»(Hispania, núm. 68, Madrid, 1957, págs. 325-355).
.edad, Estado y feu- * Aviso del autor: aunque cada capítulo forma una unidad y así ha sido construido, se divi-
expuesto la evolución de, por medio de números, en epígrafes. El párrafo que se añade al dígito contiene la explica-
- - =minadas funciones a los ción de todo el apartado.
que la concesión se Por otra parte, debe advertirse de que no se trata en este caso de reedición de una obra
•••••. -~ v";:-;"-_ de una villa sin tener en anterior del mismo título. El texto ha sido redactado de nuevo, a fin de incorporar los resultados
de investigaciones muy fecundas.
PRIMERA PARTE
alguno,
sin duda, ....,..,;,i
fundació
por sus sucesores'
l. MERCEDES ENRIQUEÑAS
I Los mayorazgos tenían, para el poder real, un aspecto favorable: estabilizaban los
.:majesy, si éstos se extinguían, retornaban al patrimonio real. J. Valdeón Baruque, «Notas
bre las mercedes de Enrique II de Castilla» (Hispania, XVIII, 1968, págs. 42-48.
28 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
2 ]. Valdeón, Aspectos de la crisis y La crisis del siglo XIV, mencionados más arriba.
3 Hace un siglo dos médicos, Francisco Simón Nieto y Paradas Santín, que tuvieron
la oportunidad de examinar el cráneo de Pedro 1,coincidieron en su diagnóstico: corres-
pondía al de un psicópata afectado de manía persecutoria. Se corresponde bien con los
datos que poseemos.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 29
o que podríamos creer, insiste de modo especial sobre este punto: se había
vuelto a la normalidad, entendiendo por talla vigencia de las «leyes, fueros,
rivilegios, cartas, buenos usos y costumbres» que es la fórmula que se apli-
ca en el juramento de los reyes. En la práctica se comprobó que la nobleza
taba seriamente quebrantada: algunos linajes habían desaparecido por com-
~leto, otros se hallaban dispersos, otros, en fin, despojados de sus bienes. Los
_"':.".-seguiría agitándose .zrgcs años de reinado de Alfonso XI y Pedro 1,en especial entre 1325 y 1368,
onel punto culmi- ~ían traído estas consecuencias. La tarea inicial del reinado hubo de ser,
Europa occidental. ~ es, no sólo reconstruir el poder central sino recomponer el estamento nobi-
~ -- !a mortandad -resul- !:.ario.Enrique II procedía con plena conciencia: no era concebible una Monar-
~ - -egra si bien se detec- ,a orgánica sin una nobleza sólidamente establecida. Cuatro clases de
ciones bruscas en el 5~ntes se le ofrecían: los capitanes de las tropas que le ayudaran, nobles fran-
293 y 1369, ascenso - es, aragoneses o navarros; los miembros de su propia familia, Guzmán,
~= escasez en la mano de _ íanuel o Enríquez; los restos, un tanto dispersos, de aquellos linajes que le
acuñaciones de baja ompañaran en el exilio; por último los leales al monarca difunto, reconci-
e curso proporcionen Izados en diversos momentos de la guerra.
'-"1'--....1.-LLUcd castellana. La docu-
,"-~::u;...!d... las cosas iban mal y, 2. MERCEDES ENRlQUEÑAS. A este esfuerzo restaurador corresponden las
obierno. La tiranía «mercedes» que no eran donaciones de bienes inmueb1es en propiedad
e esquizoide ', pudo sino subrogaciones de jurisdicción que proporcionaban, como sabemos,
rentas vinculadas a funciones judiciales y de mercado, menos sujetas a
ema y la necesidad de los procesos inflacionarios. La nobleza superviviente se incorporó a
~!:.r::::Lenque respondiese este sistema y fueron muchos los caballeros o simples hidalgos que ascen-
p-!!Se::::2oo .. al principio y un dieron gracias a él convirtiéndose en otra cosa. De todas formas la per-
s de Alfonso XI tenencia a un linaje antiguo era motivo de orgullo y vanagloria, por lo
.eza para liberar al que se procuraba descubrir o inventar antepasados. Sin embargo lo que
te Y moderna de importaba era ya el señorío: él daba plataforma social, era un «estados".
~=.;.¡'~'=;"'~TI2dos más arriba. 4 J. Batany, Plan para el estudio histórico del vocabulario social del Occidente medieval, Madrid
Santín, que tuvieron -4,pág.ll0,llama la atención de cómo donjuan Manuel insiste ya en que la nobleza equi-
diagnóstico: corres- me a «estado» en el sentido de género de vida y manera de ser. E. Mitre, «La nobleza y las
onde bien con los Cortes de Castilla y León» (Las Cortes, etc., II,págs. 55-57), señala que ese concepto de «esta-
o» se hallaba muy difundido a finales del siglo XIV.
30 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
eraba rentas. Como que se rigen y gobiernan los otros miembros corporales», lo que lleva, en defi-
I:C~SDi~;:.:&n las funciones de nitiva, al reconocimiento de su funcionalidad. Le correspondía, dentro del
era clase políti- erpo social, la defensa armada del territorio que era propiedad del reino y
.:....::,..............h..-d.l.1a renuncia de las , colaboración en el gobierno de la Monarquía. Su virtud máxima era la leal-
edicando par- tad, que se distingue de la fidelidad en que ésta sigue al señor sin preguntar-
.erra es solar y rai- -e por la justicia de su causa mientras que aquélla cuida precisamente de que
~-;> '0· eñorios eran los el señor no cometa injusticia. Los nobles cooperaban, pues, con su presencia
~--:::::2::!ctS. ~~ forma de mayoraz- social, con el ejercicio de la autoridad señorial y con el desempeño de ofi-
. a su padre. Cierta- .os para los que eran requeridos. Los concejos de las grandes ciudades y villas,
eñoríos que perrni- ue ejercían jurisdicción sobre otros lugares fuera de su alfoz, funcionaban
o o tercer mayorazgo omo verdaderos señoríos colectivos: no debe extrañarnos que se les ador-
nase con calificativos de «noble» y «leal».
:........:
.••.....•
L..l..Lento
teórico, expues- Había nobles ricos, algunos opulentos, y también pobres, algunos muy
~ e inauguraban su reina- bres. De modo que lo que les caracterizaba no era la fortuna sino el modo
mona la sangre. «Los vida. Tomado en conjunto, el estamento nobiliario resultaba imprescindi-
"'""""_U~..•.es: la una por la nobleza e para el gobierno de la Monarquía: sin la nobleza desaparecían las virtu-
- e ~ro que de ellos vie- des y no podía alcanzarse el bien de la república. Una de las dimensiones
- r es o aquellos de don- egativas de la «tiranía» de Pedro 1 había consistido en pretender la destruc-
cómo fuesen hon- ión de la nobleza. Como «cuerpo político» de la nación abarcaba a un 5 por
. e sus armas y de sus 00 de la población, una proporción que corresponde curiosamente con la
ce los que en nuestros días se dedican a la política. También, como ellos,
:endían a dividirse en partidos. La función política no les era exclusiva: los
rros dos estamentos, ciudadanos y clero, 10 desempeñaban también aunque
entro de las funciones -rezar y estudiar, trabajar y producir- que les
da: al lenguaje estaban asignadas.
esía, palabra de Estrechamente vinculada a una estructura familiar, la nobleza se adquie-
, era la rnentali- re por nacimiento, aunque también podía ser otorgada por la merced real.
Las Cortes, en estos años que vamos a considerar, denunciaron casos en que
6 J M. Pérez Prendes, Cortes de CastilIa, Barcelona, 1974, pág. 79, insiste en que la
aobleza nunca quiso formar brazo independiente: pretendía ser una especie de delegación
. extensión del poder real. Hubo algunas reuniones del rey con este estamento.
32 LUIS suAREz FERNÁNDEZ
'\
7 Las cosas no sucedieron del modo tan simple como aquí las presentamos. Hubo rea-
justes y, sobre todo, etapas, obedeciendo a un programaValdeón, Notas sobre las mercedes, seña-
la cuando menos tres: primera etapa desordenada antes de Nájera, que el propio Enrique II
se vería obligado a anular; segunda, entre 1369 y 1371, bastante abundante; tercera, desde 1371
a 1379, en que se hace más parsimoniosa. Por otra parte, Enrique podía decir que continuaba
la política que ya siguiera Alfonso XI, entre otros con él mismo.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 33
oner la abnegación
Un ducado, un marquesado y siete condados estaban destinados a cons-
~=-~u~E extremo de esa abne-
riruir la alta nobleza castellana.Todos fueron ocupados por personas que, direc-
,-",,,c.c..':u·ez
de Mendoza ini-
o indirectamente, compartían la sangre real. Tratemos de analizados por
"-'- __ ......4>~,.uno de los primeros
orden:
~ue habrá de sintetizar
Ducado de Benavente. Fadrique, hijo de Enrique II y de Beatriz Ponce
padre: «amigo de sus
ce León, nació probablemente en 1370. Aun siendo bastardo, el elevado linaje
emigos y maestre de
ce la madre reclama para él una atención especial. El ducado incluía Villa-
franca de Valcárcel, Mansilla de las Mulas, Ponferrada, Baldones, Monterrey,
.,=-=:2ClIS2Ó"i· ión'. La alta noble- ~ 1ilmanda, Allariz y Arruda, aparte de otros lugares menores. El alto nivel se
estar compuesta por ecesitaba para que dignamente pudiera aspirar a la mano de Beatriz, hija de
e la dinastía real. En Fernando 1 de Portugal. Error político muy grave que viene a demostramos
"-:::W-.""-O,4u¡ados de oficios pero ue los criterios del soberano eran menos firmes de lo que al historiador
_ os demás. Bertrand ctual pudiera parecer, pues cuando se firmaron, en 1376, las capitulaciones
dado de Trastámara matrimoniales, este dominio, unido a la dote de Beatriz que no era escasa,
tuvo intención de onsistía en Braganza, Chaves, Monforte de Riolibre, Ferrera y Penacova,
segregado además de la Corona y destinado a un segundo y eventual hijo en
el caso de que la madre se convirtiera en reina de Portugal, hubiera signifi-
j:::I;::c;¡;::-~~"":' ~ presentamos. Hubo rea-
I-~~~ _-. e soore las mercedes,seña- cado una ruptura en el espacio de ambas monarquías. Circunstancias políti-
_'~. 'l~,e el propio Enrique II
F=-= .•. ==~=; tercera, desde 1371
8 A. M. Fabié, Don Rodriga de Villandrando, conde de Ribadeo, Madrid, 1882.
t;.==::¡¡~,000 decir que continuaba
9 j.Valdeón, Enrique II de Castilla: la guerra civil y la consolidación del régimen, Valladolid,
1966, pág. 280.
34 LUIS susasz FERNÁNDEZ
10 Isabel era biznieta del infante Alfonso de la Cerda y nieta de Guzmán el Bueno.
S. Moxó, De la nobleza vieja, págs. 176-180.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 35
-'-
__recisamente el que osten- ~l Puerto,Vejer, Chiclana y La Palma. Este patrimonio, sólidamente unido,
e Alfonso XI. Lo el más homogéneo de los señoríos hasta entonces constituidos, compa-
";~"_~~- rescararlo luego y entre- le al de Asturias. Enrique II otorgó título de conde de Niebla aJuanAlfon-
.que, su gemelo, que de Guzmán, nieto del Bueno, estando todavía en el asedio de Toledo,
=::.;..¡;:-'a el mismo nombre que el enando después (19 de mayo de 1371) que se extendieran los pergami-
:"6;::::i:r;:rr:.o. i el nuevo rey ima- - - solemnes". El condado abarcaba la mayor parte de la actual provincia de
s. iban a servir de apo- uelva con parcelas considerables de Sevilla y Cádiz.
ci.a de error. Dos razones abonaban el engrandecimiento de la Casa. Primera, su paren-
za de este linaje que o próximo con el nuevo rey, que era nieto de un hermano de Alonso
::::-"':"'0, sustituyendo a Cal- érez de Guzmán llamado Pedro Núñez de Guzmán. Segunda, los servicios
.. o atraerse al último _eciales en aquella guerra que permitiera a la nueva dinastía conquistar el
, en los Manuel como no. Sobre las tierras onubenses se había montado en 1357 la revuelta de
~",,".....,.,~,ndo
de Castro dispu- _::.an de la Cerda, otro pariente próximo de ambos, que terminó en rotundo
e toda la fidelidad de :.. aso; en 1366 los Guzmán acaudillaron el trastamarismo y como conse-
_ Ianuel, Enrique, insta- ••encia de esta conducta Urraca Osorio, madre de Juan Alfonso de Guz-
ez asumía la jefatura de =:.án, había sido quemada viva en Sevilla.
Consranza y Juana; llama-
J!a..i,. .:le Carrión, tierra histó-
"-'
4. LASPROTESTAS.
Nueve señoríos, pues, para formar el esquema de la
~ :eyendas, era tan sólo la que llegaría a ser «grandeza». El proyecto se había concluido en el
-.:::ar el título; la otra, ver-
momento de reunirse las Cortes de Toro en setiembre de 1371,
..:....ia del que su tío Juan
ante las que Enrique iba a presentar un abanico de reformas sobre
~~iliCIrlO . En los días azaro- las que debían levantarse los esquemas del nuevo régimen de la
, chez Manuel recibió Monarquía. Salvo Guzmán y Bearne, ninguno de estos linajes sobre-
.:::- - este reino, cosa que al
viviría, aunque los dominios marcaron tendencia a durar. En aquel
- _resión de que el ade-
momento a los procuradores de las ciudades y, sin duda, también a
- ~"';\dID.entea un linaje.
los del estamento eclesiástico, pareció un exceso: temían especial-
_ un Guzmán. N oble-
mente un avance del señorío jurisdiccional a costa del realengo y del
ue de origen que se
onso Pérez de Guz-
14 Segun Barrantes Maldonado, llustraciones de la Casa de Niebla, MHE, 1857, págs. 460-
r Alfonso Xl con el
1, el condado de Niebla se le otorgó antes de su matrimonio con Juana Enriquez, sobrina
_ ce _ .)5) núcleo central en
.id rey,el cual tuvo lugar el 26 de octubre de 1369. En 1370 le dio francas las almadrabas de
.-' uza occidental, entre Tarifa -renta copiosísima- y en el documento solemne de 1371, del que existen muchos
Camino. Bollullos, San Juan ejemplarc- impresos, se le autorizaba a convertir todo en mayorazgo vinculante.
38 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
abadengo. Enrique II aceptó el diálogo y las quejas mostrándose ;;¡;;* -$ ¡;aoro Dos ~ "
dispuesto a fijar normas y límites acerca del gobierno de cada seño-
río. Pero no parecía dispuesto a rectificar: los grandes eran un ele-
mento esencial en el gobierno del reino.
•• ñ ~ -' iHIiIiiiIiiiI* . .- • _ •
NOBLEZA Y MONARQUÍA 39
- quejas mostrándose administración. Dos generaciones más tarde, las quejas se invirtieron: las ciu-
.erno de cada seño- dades protestaban de que los campesinos emigraban a lugares de señorío por-
- grandes eran un ele- ue recibían un trato mejor. Resulta explicable ya que eran caminos, mer-
cados y justicia los que proporcionaban principales ingresos. A este respecto
ebe, pues, señalarse, que los defectos y violencias inherentes a una revolu-
•...
-'"-~.-...-as.Ias cuales llegaban a .ón, también se aplacaron con el paso del tiempo. La subrogación dejaba a
torgado, descubrimos salvo, para el poder real, las funciones esenciales: retenía el monarca todos los
e la justicia señorial rributos que le correspondían, los bienes mineros del subsuelo, la potestad
_ e los resarcimientos -uprema que obligaba a recibirle cuando quisiera y la justicia suprema, tan-
. - - ñoríos, aumentase la ·0 en grado de apelación como por iniciativa propia.
e por otros docu- A través de los cuadernos de Cortes podemos percibir dónde estaba el
cenían supeditadas villas rincipal defecto de este sistema, aquel que acabaría destruyéndolo tras lar-
_. Lograron, sin embar- o período de decadencia. Nobleza significaba poder y cualquier «estado»
extranjeros promovi- que alcanzase las dimensiones adecuadas podía convertirse en una Ínsula de
aís nombraban jue- Barataria. Tanto en forma individual como en estamento, los nobles buscaban
allegados mediante el modo de aumentar su fuerza consolidándola luego a través del mayoraz-
o aquellos que hacían go. El problema serio que se planteaba era el de una prole demasiado nume-
rosa: era preciso aumentar los señoríos solicitando del rey la constitución de
Cortes nos ayudan a nuevos mayorazgos. Pedro González de Mendoza fundó cuatro. Las muje-
o cesión de señoríos res, devengando dotes adecuadas a su rango, constituían también una pesada
ieron», pero de tal carga. Segundones y damas corrían el riesgo de descender en su nivel social
:' guarda de nuestros cuando faltaban los recursos.
o de la adminis- Dinero.Ahí estaba la clave. Normalmente los nobles, incluso los de más
.!iU~~I.b- raban entonces las elevada categoría, padecían dificultades porque sus obligaciones superaban los
- mcorrecto pensar ingresos: «se gasta lo que se debe, aunque se deba lo que se gaste». La prodi-
• e así son de seño- galidad llegaba a considerarse una virtud: tacaños y ahorradores podían ser
o realengo». Teóri- los ciudadanos, los comerciantes y los mercaderes; el noble, no. Un buen hidal-
vinculación here- go en ayunas saldrá, como el que conoció Lázaro de Tormes, a la puerta de
ente en aquellas su casa hurgándose los dientes para disimular que no ha comido. Había un
verdadero mercado de señoríos pues, a veces, su enajenación era único
- ema político tiene remedio. Los siglos xv y XVI estarán llenos de contrastes: los altos ideales de
.udades se acomo- la caballería no fueron obstáculo para cierta abundancia de traidores y des-
,":TI'~"'''-:-''''''';:P en un modo de leales.
40 LUIS susnaz FERNÁNDEZ
Rafael Gibert ~
15 Todos los apartados del cuaderno (Cortes, II, págs. 188-247) tienden a ofrecer una -~ 358-359.
especie de liquidación de la guerra civil. 1- S.Moxó.lX
-
NOBLEZA Y MONARQUÍA 41
enavente, este esque- Enrique II quería fundar una nueva Monarquía, para la que esta plata-
~_....:_.......:.",wa completo en 1371,
arma nobiliaria iba a ser uno de los puntos de apoyo. Otros serían las Cor-
_ - ~ eras Cortes. Repar- tes y los órganos del gobierno central, los oficios de Casa y Corte, para cuyo
- - : .: : reino, tenían algo
desempeño quería contar con hombres de toga y miembros de la baja noble-
onstituían las regio- za. En 1369 se había procedido a reformar la Cancillería; las Cortes de Toro
- , TI' custodia de la paz
confirmaron dicha reforma fijando las tasas para la expedición de documen-
aez _ íanuel esto es evi- os. La principal creación, en estos momentos, fue la Audiencia, tribunal supre-
-= _ :: e emigos. Enrique II
mo para causas civiles, dotado de amplia autonomía, con siete jueces (oido-
er a Navarra, Ara- res) y los funcionarios subalternos -ocho alcaldes ordinarios (León, Castilla,
e onsiderarse forzosa- Toledo, Extremadura,Andalucía, dos del rastro y uno de alzadas), seis escri-
-.:--~ ntes de la apertura de
anos y los correspondientes alguaciles- imprescindibles para un adecuado
- _. traslado de los restos
esarrollo de sus funciones. Podemos decir que Audiencia y Cancillería eran
a Córdoba, convir- os dos primeros órganos de un poder central que en los próximos veinte
". éste. Tendiendo un años habría de completarse iniciando un afianzamiento que se continuaría
gobierno enlazaba
asta la época de los Reyes Católicos. También el Consejo, siguiendo las
& dilla de la que más
autas que para él marcara Alfonso Xl, recibió especial atención. Era, cada
ez más, integrado por expertos y menos la representación de los estamen-
os del reino 16.
e oermanecieron en Toro todo
Al frente de la Cancillería encontramos al arzobispo de Toledo, Gómez
anico de reformas,
Manrique, un representante de la antigua Casa de Lara, aunque por una
emos calificarlo de
línea secundaria por lo que no hay dificultad en considerarla linaje nuevo.
- - dades, que se pre-
u hermano, García Fernández Manrique, muerto en 1362, había sufrido lo
erras en el exterior
mismo que él, persecución por parte de Pedro 117. Los otros oficios superio-
"'-'-',
•..•
zanoras las respuestas a
res de la Corte serán desempeñados por personas que, habiendo servido a
zsejo: se moderaría el
Pedro 1, habían trasladado su lealtad al nuevo rey. Pero Fernández de Velas-
se tomarían represa-
ea, tronco de la Casa de Frías, fue camarero mayor; Pedro González de
a, desde luego, de
Mendoza, de quien viene la Casa del Infantado, sustituyó a Alvar García de
también de dar al
Albornoz como mayordomo mayor;Juan Núñez de Villasán fue nombrado
or terminada. Tras
justicia; micer Ambrosio Bocanegra, almirante y Fernán Sánchez de Tovar,
16 Rafael Gibert, El antiguo Consejo de Costilla, Madrid, 1964. J. Valdeón, Enrique II, -
ienden a ofrecer una págs. 358-359.
17 S. Moxó, De la nobleza vieja, págs. 145-152.
42 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ
I'--'o~
•.•.
-.... .stribuidos con la mis- lo suficientemente ricos para contemplar el futuro sin zozobras:
~~:2_ ora y adheridos en el Ramírez de Arellano, Mendoza, Manrique,Velasco,Ayala y Ponce de
tiago en la Frontera, León. Signo común a todos ellos: las raíces debían buscarse en la
_.-..J.u!les en León y Asturias periferia. Salvo el primero, que se disolvió al interrumpirse la linea
.•o Manuel continua- masculina, los demás crecieron como árboles potentes. No serán los
~;::::Jcen politico del primer únicos: sobre la marcha se incorporarán otros.
e los vencedores".
linajes de la segunda Los Arellano procedían de Navarra. Juan RamÍrez ocupaba un puesto
elevarse hasta desern- nnportante en la Corte de Carlos Il, en donde actuó como cabeza de aquel
adivinar el crecimiento ando que sostenía que debía apoyarse a Enrique II. Éste, una vez rey, le
•........os e incluso seño- remió con largueza otorgándole el señorío de Los Carneros (18 de abril de
~ Altos oficiales en el ·366)19, que abarcaba las villas de Yanguas, Munilla, Soto, San Román, Tre-
cta dos tendencias: antes, Leza, Montalvo, Muro, Santa María, Torre Rabanera y algunas más.
olidar y ampliar la _ confirmarse en 1369 el señorío, Enrique II le agregó Navarrete, Entram-
- -~ - - oríos. Enrique rr se aguas,Viguera y Albelda.En 1372Juan Ramírez de Arellano compró Cer-
ecirse que innova- vera a Beltrán Duguesclin/", El estado, abarcando porciones importantes de
s entendía prestar Soria y de Logroño, se completaría en 1380 cuando, aprovechando un viaje
o demasiado opu- Juan 1, se obtuvo de éste la transferencia de Aguilar de Inestrillas y del lla-
narquía. mado señorío del Andaluz en Soria. Antes de que concluyera el siglo XIV el
señorío de Los Carneros sería adquirido, mediante matrimonio, por una rama
menor de los Mendoza.
Mendoza es un locativo, Mendioz, que significa Montefrío, cercano a
Llodio, en tierras alavesas. Desde aquí, siguiendo el servicio de Alfonso XI,
habían extendido su presencia hasta las tierras de Guadalajara, Conde nació
Pedro González. El padre de éste, Gonzalo Yáñez de Mendoza, había hecho
una buena boda al casarse con Juana de Orozco, hermana de Íñigo, señor de
Castilnuevo y de Torija, que ejerciera el adelantamiento de Murcia en tiem-
pos de Alfonso XI y Pedro 1. La familia materna, superior en condición,
esarrollado y com-
proporcionó el impulso para el ascenso: doña Juana aportó a su matrimonio
:=esenró como tal. Pro te-
lírica Trastámara-
depuración de lajus- 19 Era uno de los dominios laterales de la Casa de Haro. La última heredera, Inés de
!a:==~.~J5 aspectos son impor- Haro, renunció sus derechos en Ramírez de Arellano el 8 de julio de 1369.
20 L. Salazar y Castro, Historia de la Casa de Lara, III, Madrid, 1696, pág. 376.
44 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
dos señoríos, Hita y Buitrago, asentados sobre los pastos que nutrían la caña-
da de Soria por Somosierra. Allí estaba el origen. Espíritu humanista, Pedro
González será uno de los personajes más importantes en el escenario caste-
llano de su tiempo; encabeza una serie de poetas y de hombres de letras
entre los que ocupa un especial lugar el marqués de Santillana. Tres sucesi-
vos matrimonios, cada uno en un nivel más alto, fueron peldaños para el as-
censo en riqueza y consideración: el primero con María Fernández Pecha
-pariente de uno de los fundadores de los jerónimos-, el segundo con su
prima carnal, Teresa López y el tercero con Aldonza de Ayala, la hija de Fer-
nán Pérez de Ayala. Íñigo López de Orozco, tío y suegro a un mismo tiem-
po de don Pedro, murió en la batalla de Nájera. Enrique II no podía dejar
sin recompensa este servicio, de modo que Castilnuevo y Torija se incorpo-
raron al señorío, al que en 1373 vinieron a parar Colmenar de la Sierra, el
Vado, El Cardoso, Somosierra y Robredarca, aguas arriba del río ]arama, bue-
na tierra también para las ovejas. En Guadalajara edificó su casa, probable-
mente en el mismo solar en donde hoy se alza el palacio del Infantado.
Pedro González llegaría a controlar el gobierno de la ciudad, donde dispo-
nía de rentas del portazgo, la escribanía y la cabeza de pecho de los judíos.
Aquella casa contaba con un lujo insólito: mediante una tubería cerámica
bajo tierra se dotaba de agua corriente a sus servicios".
Manrique de Lara, cuyo segundo locativo tenía la misión de persuadir-
nos de que descendían de los famosos infantes que diera lumbre al poema,
se distinguieron por su fecundidad, lo que tuvo como consecuencia una
22
ampliación de la farnilia . Desde luego eran nobleza antigua aunque valdría
ecedo y Rues
--'-a por abrirse
21 VerAlfonso Andrés, «Don Pedro Gozalez de Mendoza el de Aljubarrota» (BAR, LXVIII
civil, el linaje
Y LXXIX, 1921) Y E Layna Serrano, Historia de Guada/ajara y sus Mendozas, I, Madrid 1945.
:uerte de Castil
22 El primer señor de Amusco fue un Rodriga Pérez Manrique, nieto, por vía de segun-
dones, de Manrique de Lara y merino mayor con Alfonso VIII. De nuevo el segundo de los cosa, pero situado
hijos de Rodriga, Rodriga Rodríguez, que fue más importante que el primero, murió sin ruta de Flandes
sucesión masculina. Su hermano, Pedro, es el padre de don Gómez el arzobispo, y de Garci iles de 1367 y 1
Fernández Manrique, despojado del adelantamiento por Pedro 1. Gracias a la fuerte ayuda
del arzobispo, los sobrinos de éste, Pedro y Juan García Manrique, prosperarán. S. Moxó, De
23 Salazar, pág.
la nobleza vieja, págs. 145-152.
- - - ----- --- ---~-=-=--~=--- . --- -
NOBLEZA Y MONARQUÍA 45
naria calidad, Medina de Pomar y Briviesca (25 de octubre y 4 de diciem- ~:Fero impulso
bre de 1369 respectivamente). Cuando, en abril de 1370, aprovechando la :rr--:3 Fue e
almoneda que de sus bienes hizo Beltrán Duguesclin, al regresar a Francia,
el camarero adquirió Arnedo, su esfera de acción pudo extenderse hasta Rio-
ja. Con el paso de los años, la familia intensificará su presencia en las gran-
des fuentes de prosperidad que eran la lana y el vino. De ahí la importancia
que, para ella misma, tendrá conseguir el control de esa zona intermedia, de
la Meseta al mar: Haro, Frías, Burgos, Bilbao, acaban siendo objetivos hacia
los que apuntaba.
Grandes llegarían a ser con el tiempo losVelasco, pero en aquellos momen-
tos no podían parangonarse con los Ayala, dueños de un mayorazgo muy
homogéneo -reconocido ya por Enrique Il el 5 de setiembre de 1371 y /.
confirmado luego el 6 de julio de 1375- que comprendía los cuatro valles se estaban 2~
alaveses de Llodio, Orozco,Ayala y Arrastaria, con Arceniega. Son tierras fra- plataforma. :2""':" ,~~
gosas, surcadas por valles profundos, inmediatas a la línea de separación con por los o
el señorío de Vizcaya. Por allí se desciende desde la Peña de Orduña y el mile- columnas
nario bosque del.Altube hasta el valle del Nervión, venas de un tráfico que nombre
alimentaban las ferrerías vascas. Pedro López de Ayala, diplomático astuto, cro-
nista fiel y desapasionado, gran escritor, será una de las figuras clave en los
cuarenta primeros años de gobierno de la nueva dinastía'".
Finalmente los Ponce de León. Probablemente eran oriundos de tie-
rra zamorana, pudiendo remontar sus orígenes ciertos hasta mediados del
siglo XII, cuando una hija de Ponce de Cabrera, llamada Sancha, pudo trans-
mitir a sus hijos y de su marido Vela Gutiérrez, el apellido que su padre ilus-
trara al ser mayordomo de Alfonso VIL Fernán Pérez Ponce, un segundón de
quinta o sexta generación, casó con la primogénita de Guzmán el Bueno,
emparentando de este modo con los Trastámara. Uno de sus hijos,Juan, per-
dió la vida en 1367 defendiendo la causa de Enrique Il. El otro, Pedro Pon-
ce de León, vecino y rival del conde de Niebla, puede considerarse como
24 Notas sobre el personaje en mi El cancillerAya la y su tiempo, Vitoria, 1962. Pero sobre go de la Calzada, po
todo el importante trabajo de Michel García, Obra y personalidad del canciller Ayala, Madrid, anunciar a los que. ci
1982, tema sobre el que continúa investigando. Extremadura leonesa,
NOBLEZA Y MONARQUÍA 47
re y 4 de diciem- verdadero impulsor del linaje: en 1370 se titulaba, simplemente, señor de Mar-
, aprovechando la chena. Fue en efecto esta villa origen de los estados que, con el tiempo, lle-
regresar a Francia, garían a constituir uno de los más fuertes señoríos andaluces, condado de
- exzenderse hasta Rio- Arcos, marquesado de Cádiz, rivalizando con los Guzmán en el intento de
encia en las gran- controlar el Occidente andaluz. Marchena había sido una donación de Fer-
De ahí la importancia nando IV a Fernán Pérez Ponce, confirmada luego por Alfonso XI en 1331-
zona intermedia, de o era el único dominio de la familia. Mairena, premio por su actuación en
o objetivos hacia el cerco de Algeciras, Rota, en las inmediaciones de Cádiz, y Bailén, adquiri-
do por compra en los últimos años del reinado de Alfonso le pertenecían tam-
aquellos momen- bién. Como un imán para estos dos poderosos linajes se comportaba Sevilla.
mayorazgo muy
iembre de 1371 y 7. Los QUE TRTAN DE ASCENDER. En un plano ciertamente inferior
',~--""",",",",...l,'" los cuatro valles se estaban moviendo otras gentes que, sin disponer de tan amplia
--=~.ega. Son tierras fra- plataforma, también aspiraban al ascenso. Sus posibilidades se median
de separación con por los oficios que estaban ya desempeñando. Si repasamos las
- - de Orduña y el mile- columnas de confirmantes en los privilegios rodados descubrimos
de un tráfico que nombres que serán significativos en el futuro pero a los que de
omático astuto, cro- momento -en torno a 1370- debemos instalar en el lugar que
- figuras clave en los entonces les correspondía: caballeros en el servicio del rey. Con-
viene hacer un repaso de algunos de ellos, advirtiendo que nos
oriundos de tie- estamos dejando llevar por lo que sabemos. Mencionaremos como
ta mediados del más significativos estos cinco linajes:
-'-""--'-=....;¿ Sancha, pudo trans-
que su padre ilus- Stúñiga -un apellido que en el siglo XVI se transformaría en Zúñiga
e, un segundón de por eufonÍa- es un lugar en el reino de Navarra. De él procedían los caba-
ce Guzmán el Bueno, lleros que se enrolaron en el ejército de Enrique 11. Dado el nivel de que
hijos, Juan, per- partían, es lógico que emplearan más tiempo que otras familias en alcanzar
. El otro, Pedro Pon- el peldaño inicial, El 24 de octubre de 1377 Enrique II otorgó a Juan
~ onsiderarse como López de Stúñiga, que no había roto del todo sus vínculos con Navarra, el
señorío de Bañares que se encuentra a cuatro kilómetros de Santo Domin-
Da, 1962. Pero sobre go de la Calzada, por la vía del norte. Nada, absolutamente nada, parecía
illerAya/a, Madrid, anunciar a los que, cien años más tarde, serían los poderosos árbitros de la
Extremadura leonesa.
48 LUIS susnsz FERNÁNDEZ
'\
a, habían servido a cabeza de puente sobre Asturias para esta familia leonesa. Finalmente los
- : aienre peligrosa. Lue- Osorio, renacidos de viejas cenizas. Alvar Pérez Osorio se titulaba señor de
zo como si fuese leal- Villalobos y de los once lugares de su valle, subsidiarios del ducado de Bena-
. me el apellido que vente, de cuya capital no distaban arriba de cuatro o cinco leguas".
- _ :.. el reino, y les hizo
eco cuando Alfonso VI 8. UN SENTIMIENTO. En la práctica éste fue el régimen social, desplega-
lera del linaje. Pero de do en una nobleza de tres o cuatro escalones, que Enrique II estable-
es militares. En 1366 ció para sostenimiento de su Monarquía. Coincidía con otras deci-
e también el rey esti- siones como el apoyo a la Iglesia, desarrollo de los municipios y
z de Toledo a renun- regularidad en la convocatoria de Cortes. En el fondo del proceso
ensación los seño- hallamos un hecho de la mayor trascendencia: la nobleza antigua, carac-
cierras que debían terizada por una forma de vida, afectada en sus raíces vitales por el
empobrecimiento de las rentas agrarias, había sido relevada por otra.
Poca importancia tiene comprobar que algunos individuos de ésta
pudieran presentar antepasados de la antigua. Al hablar de la supervi-
vencia de linajes tendremos que hacer siempre esta matización: hay un
ei limite la fidelidad,
cambio sustancial en la plataforma económica, lo que implica cam-
:..<:j.l. ••••o, recibió entre los
bio también en el modo de vida. Al integrarse en la nobleza linajes
periféricos e incluso de fuera del reino, se incrementó el equilibrio
cia pero que per-
entre las diversas regiones peninsulares. Las fronteras entre los cuatro
~ za sierra de Gredos,
reinos peninsulares se hicieron más permeables. La revolución trastá-
er mayordomo de
mara desarrolló claramente las apetencias de los nobles por los cargos
cortesanos remunerados y por los señoríos jurisdiccionales.
p:r:::~ OCIO tres linajes. Pri-
r-.__ -._ IDa or del rey, reci-
En consecuencia tenemos que afirmar: ha nacido un modo nuevo de
a también señor
ser noble. No se trataba de advenedizos: todos los miembros de la aristocra-
cia presentaban un pedigrí libre de sospechas en cuanto a la hidalga calidad
se refiere. La novedad estaba en el estatus económico y en la funcionalidad.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 51
:t~!'lo-;C:1CO al linaje real. Los El objetivo político que Enrique II perseguía fue cubierto con creces al
¡ga manus del rey. tenderse una red de intereses familiares en torno a su trono. Los contempo-
ruiantes en la adrni- ráneos y mucho más los cronistas posteriores, interpretaron la guerra civil cas-
tellana y su desenlace como una victoria de la nobleza. El pretendiente no
había defraudado las esperanzas que en él se pusieran. En este aspecto la alian-
t"n- "~. o T las exportacio-
za con Francia, firme y duradera, posee honda significación. Desde los días
eficio. La nobleza
de San Luis, Francia representaba en Europa el espíritu caballeresco, lo cual
e implicara freno
significaba también, en términos políticos, la defensa de un sistema social de
predominio aristocrático. Para la burguesía periférica -lisboeta o barcelo-
obiliario, los cuales
nesa- los Trastámara significaban un régimen político desfavorable; para la
obleza poseyó un
nobleza del bajo Duero o de Aragón, eran auténticos aliados. La Casa de Luna,
ci=::1~.t.cabanen el modo
linaje más antiguo, del que habría de salir Benedicto XIII, tomó parte acti-
va en la guerra civil. Esto explica algunos aspectos de la crisis de 1383, del
resultado del Compromiso de Caspe y de la forma en que hubo de lograr-
se la unidad española.
••••..
_,_•..•..
~~"..,o
XIV. Hay mucha
1-~'~.r-~••.
4.. e, do en otros paí-
I--"--I-'::::..A.'.¡¿ con el Humanis-
"
la
concie
1. Los VÍNCULOS ENTRE REINOS. En el siglo XIV los cuatro reyes penin-
sulares estaban de acuerdo en admitir que eran el resultado de
aquella Monarquía hispana que se perdiera el 711 siendo recupe-
rada después debiendo regida solidariamente: la Crónica de Mun-
taner y la que atribuimos a Pedro IV el Ceremonioso son muy
explícitas pues reconocen a los reyes el deber, y no solamente el
derecho, de intervenir en los asuntos de sus vecinos porque a todos
afectaban. La unión castellano-leonesa introdujo un factor de dese-
quilibrio ya que, en potencia, establecía un poder que abarcaba
más tierras y hombres que los otros tresjuntos.Jaime 11había inten-
tado corregido con mediano éxito anexionándose territorios
castellanos. Pedro I de Castilla pretendió 10 contrario, someter por
la fuerza a los otros. En cierto modo la revolución trastámara fue
el resultado de estas desmedidas pretensiones. Restableció en con-
secuencia el equilibrio. Enrique 11defenderá la política de un equi-
librio en igualdad mediante la conservación de las fronteras y el
concierto de matrimonios intrapeninsu1ares hasta hacer de todos
los linajes reales uno solo.
jas. Usaban como escudo el del árbol y los lobos de la Casa de Harol. Enri-
que 11 consideraba que, como todo lo suyo, la política agresiva de Pedro I
había constituido un error que era preciso enmendar. Pero ¿cómo hallar un
procedimiento que hiciera compatible amor y poder entre soberanos que
regían solidariamente aquella Monarquiai",
En 1373, vencedor de los ingleses en la batalla de La Rochela y de la
flota portuguesa frente a Sanlúcar, Enrique 11 se hallaba a la cabeza del ejér-
cito más poderoso de cuantos hasta entonces tuviera un rey castellano. Sin
embargo no sucumbe a la tentación de emprender guerras sino que busca la
paz mediante acuerdos suficientemente sólidos. En esta política hay, induda-
blemente" una cuestión de fondo, la de la legitimidad de origen. Aunque su
esposa,Juana Manuel, pudiera invocar derechos procedentes de los infantes
de la Cerda, no significaban una radical y decisiva argumentación. De modo
que Enrique 11se enfrentaba con dos reivindicaciones nada despreciables: la
de Fernando de Portugal, hijo de Constanza Manuel, hermana mayor de Jua-
na, y la de los hijos del rey de Inglaterra,Juan, duque de Lancaster, y Edmun-
do, conde de Cambridge, casados con Constanza e Isabel, hijas de Pedro I a
las que legitimara en unas improvisadas Cortes en Bubierca. No se trata aquí
de jugar con argumentos jurídicos sino con la fuerza. Rotas las ataduras con
el tiempo pasado, sería rey aquel que de hecho tuviera la posesión de la
corona y supiera conservarla.
La querella se desarrollará en varias fases hasta 1387. No es una cues-
tión que hayamos de tratar aquí. Basta con aludir a ella para comprender
I La doctrina de que «totius Spaniae intra Oceani fretum» --de mar a mar se dice en
otros lugares- constituye una Monarquía, en la misma forma en que, refiriéndose a Europa
lo explicaría Dante buscando apoyo en el Salmo II (eego autem constitui regem meum super
Sion montem sanctum meum») se encuentra ya en San Isidoro. Lo repite el anónimo autor
de la Continuatio hispana del 754 Ylo mantienen los cronistas posteriores.J.A. Maravall, El con-
cepto de Monarquía en la Edad Media española (Est. dedicoa Menéndez Pidal,V, Madrid, 1954).
2 La conciencia medieval es, al respecto, pesimista. Poder y amor son en cierto modo
incompatibles. Dirá Gómez Manrique que «el señoriar no quiere pariedad ni la consiente».
J. A. Maravall, «Un tópico medieval sobre la división de reinos (cómo se forma un régi-
men)», RABM, LXVII, 1, 1960.
ttr~ -----===----
NOBLEZA Y MONARQUÍA 55
Casa de Haro '. Enri- que Enrique II necesitaba la paz; de modo q~e la renuncia a la política agre-
esiva de Pedro I siva de su antecesor debe atribuirse a la prudencia. Por fortuna para el nue-
!"-"- .••.•-'""--- Pero ¿cómo hallar un vo rey, el Papa tenía más necesidad aun que él de una paz en Occidente. Los
- =-- e tre soberanos que turcos otomanos, bloqueada definitivamente Constantinopla, estaban ini-
ciando la doble y terrorífica ofensiva en dos frentes, el Mediterráneo y el de
La Rochela y de la los Balcanes. En 1371 -batalla del Maritza, acompañada de terribles cruel-
la cabeza del ejér-
dades- Serbia y Bulgaria habían dejado de existir. Gregorio XI compren-
rey castellano. Sin
dió que era urgente regresar a Roma pero para ello necesitaba una tranqui-
5-e:ra5 sino que busca la
la retaguardia. Halló en el cardenal Guido de Bolonia el agente que necesitaba.
lírica hay, induda-
_ o sabemos a quién corresponde el mérito principal de haber descubierto
- - . origen. Aunque su
la nueva fórmula que podía llevar a la paz ya que Enrique II la abrazó con
.•.•.•.
~~,..•..
J..L<.,es
de los infantes
rodo empeño y entusiasmo.
entación. De modo
Dicha fórmula consistía en tratar a la península como un todo, la «nación
da despreciables: la
española»; así será reconocida en el concilio de Constanza en 1411. De este
ermana mayor de Jua-
modo tendrían que cesar las reivindicaciones territoriales, sustituyendo la
caster, y Edmun-
lucha por los acuerdos firmes que garantizasen, entre otras cosas, el comer-
hijas de Pedro I a
o se trata aquí cio libre. Además, aunque con ramas separadas, las Casas reinantes debían
las ataduras con unirse hasta formar una sola familia. De este modo la generación joven
.~'"'!.,..~,."la posesión de la -que sería la de Juan I, Carlos el Noble de Navarra, el otro Juan I de Ara-
gón y Martín el Humano-, sintiéndose estrechos parientes, estarían en
condiciones de mantener la unidad. Insistamos de nuevo: la Monarquía his-
pana estaría de este modo destinada a regirse, solidariamente, por reyes de
una misma sangre; ambos valores, unidad y pluralidad, podían convivir efi-
cazmente. «Tu, felix Hispania, nube» podríamos decir parodiando la frase
austríaca posterior.
=s::üJ:ri regem meum super Tres matrimonios se concertaron con Portugal en el acuerdo de San-
,......-.I..:....u _ ire el anónimo autor
tarem de 1373. No habiendo legítimos disponibles, Enrique hubo de pro-
mocionar a sus bastardos, un hermano, Sancho, y dos hijos, Fadrique duque
de Benavente y Alfonso conde de Noreña. El mismo año se llegaba a la
paz de San Vicente con Navarra; el heredero Carlos casaba con la infanta
castellana Leonor.Algunos meses antes se había obligado a Pedro IVa ceder.
De este modo el futuro rey,Juan 1, que curiosamente había nacido en tie-
56 LUIS susnsz FERNÁNDEZ
'\
- - r:.a quien conocía de peninsulares sustituyendo guerras y conflictos por parentesco. De hecho la
- ---= s. Fernando e Isabel. nueva generación, arriba mencionada, así se comportará. Tenemos motivos
para creer que Pedro IV fue el primero en percatarse de las ventajas que
conyugales no se ofrecía la nueva situación que le permitía libertad de movimientos para el
_"'-':::a:>Laun siglo más tar- sosiego de Cerdeña y Sicilia, construyendo la Corona de Aragón. Desde este
~ o de la alianza fran- momento hasta su muerte en 1388 la correspondencia se torna cordial,
guerra de los Cien segura y hasta afectuosa. Había que probar la eficacia que en un terreno prác-
e Brujas de 1375: tico ofrecían las nuevas circunstancias. Tres asuntos proporcionaron respues-
- ~ .:..:.
- lancha con el golfo ta: las pretensiones del duque de Anjou, el Cisma de Occidente y las rela-
, : cesar en el uso de ciones comerciales.
ercio libre, y estable- Luis, duque de Anjou, hermano del rey de Francia, que reclamaba para
-~ guerra o de violencia'. sí derechos a la corona de Nápoles, compró los que ostentaba Jaime de Mallor-
- os y no de manera ca, ahora fallecido, preparándose para dos reclamaciones en extremo peli-
olitica que todas las grosas: sobre las Baleares y sobre Sicilia. Invocó la alianza militar franco-cas-
- explicaban con pre- tellana para que desde Castilla también se le enviasen auxilios y refuerzo.
de Cartagena: a los Enrique no negó la obligación, pero, invocando la estrecha amistad con Ara-
o nos eqmvo- gón, supo convertida en una mediación capaz de lograr que, mediante com-
- - - otal sino que no es pensaciones monetarias, el duque renunciara a sus pretensiones. Interven-
- z, E emperador disfru- dría en ello también el cardenal Pedro de Luna. El asunto se demoró largo
b' crr:::sigtri'
ente, a las Monar- tiempo pero en 1382, reinando ya Juan 1, se obtuvo la esperada renuncia,
'::'::~e::c.:os para mantener la casando al hijo del duque con una nieta de Pedro IV Para éste era induda-
...:.__
-ercicio de ese poder, ble la eficacia de la amistad.
_ . e trataba, enton- En 1378 se inició el Cisma de Occidente: los cardenales, por unanimi-
dad, después de haber elegido a Bartolomé Prignano (Urbano VI) declara-
ron que tal designación no era válida al haberse producido bajo los efectos
usión de que sus del miedo y procedieron a un nuevo cónclave escogiendo a uno de los
.......,..
...•.•.
:,~"'~os miembros de la
suyos, Roberto de Ginebra (Clemente VII). Reyes y príncipes se dividieron
- -_ -~e el Pontífice, que entreambas obediencias. Los reyes españoles mantuvieron en suspenso su
-:..
_"'"-.-. cias a la reestructu- decisión hasta disponer de información suficiente. Pero entonces Enrique 11,'
en las relaciones intra- o su hijo Juan, o acaso con más probabilidad Pedro rv, lanzaron la idea: ésta
era una cuestión que afectaba por igual a todos los miembros de la nación
<> _0 de Vizcaya, Madrid, española, por lo que los cuatro reyes debían ponerse de acuerdo a fin de tomar
la misma decisión. Las palabras del Ceremonioso son decisivas: que «los me n-
58 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
sajeros de todos nosotros los reyes de España ... sean juntos para todo 10 que concluir
se hubiese de hacer y de decir sobre este hechos". El rey de Portugal, deseo-
so de reorientar su política hacia Inglaterra: se mostró contradictorio pero
todos los demás permanecieron en el mismo bando. Y al final, en Constan-
za, el voto unánime de los cuatros reinos, englobados en la nación española,
tuvo importancia decisiva en la solución del Cisma.
La dispersión y escasez de documentos no impide reconocer la impor-
tancia que tuvo el tercer aspecto: todos los acuerdos, de paz o de amistad o,
simplemente, de tregua, incluyen la libertad de comercio y la protección
legal a los mercaderes. En un proyecto político en que se eliminaban las que-
rellas entre los reinos que formaban España y se fortalecían los lazos de paren-
tesco entre sus soberanos era lógico que se produjera una paulatina libera-
lización del comercio. Se trataba de un proceso con dos dimensiones
complementarias: por una parte, reglamentar y ordenar aduanas, diezmos OCtTIna
de la mar y alcabalas, ingresos ahora esenciales para todos los reyes; por otra,
admitir en igualdad a los súbditos de todos ellos. De nuevo Pedro IV tomó
la iniciativa de proponer, en 1379, que los súbditos de la Corona de Aragón
y los castellanos quedasen amparados por las leyes del país en que negocia-
sen, como si fuesen naturales del mismo. Diez años más tarde, Juan I de
Aragón propuso a su homónimo castellano: pues que los privilegios de Bru-
jas estaban otorgados a la «nación española» era lógico que al menos una
galera catalana y otra mallorquina participasen en la caravana que cada año
viajaba a Flandes".
E;- - -~;:.:;¡;~:
- -~.: sO
NOBLEZA Y MONARQUÍA 59
ro para todo lo que concluir estas vacilaciones, arriesgó una jugada muy peligrosa: viu-
_ .- de Portugal, deseo- do de Leonor de Aragón, contrajo matrimonio con la heredera de
_ ' contradictorio pero Portugal, Beatriz, una niña. Los documentos no ofrecen duda". Se
l.."'--"-"J.. - al final, en Constan- trataba de cerrar el ciclo y de que los descendientes de la aragone-
¿"'2:.-:1",",: en la nación española, sa reinasen en Castilla y los de la lusitana en Portugal. No fue difi-
cil, a los sectores burgueses y mercantiles -Marcelo Caetano lo
___:ee reconocer la impor- percibió con mucha claridad- interpretar este juego como sumi-
~~)5_ •e paz o de amistad o, sión a los intereses castellanos provocando un movimiento que los
ercio y la protección historiadores del vecino país llaman «crisis nacional». Al rechazarse
_~ se eliminaban las que- la legitimidad de ejercicio de quienes representaban a la Casa de
ecían los lazos de paren- Borgoña, hubo que recurrir, como en Castilla veinte años atrás, a
..•....
-~_.era una paulatina libera- un bastardo: Juan, maestre de Avis.
on dos dimensiones
n.ar aduanas, diezmos La doctrina que el maestro joáo das Regras expuso en las Cortes de
los reyes; por otra, Coimbra, poco antes de la batalla de Aljubarrota, coincide con las que
uevo Pedro IV tomó esgrimían los tratadistas castellanos: cuando la legitimidad de ejercicio se
ae la Corona de Aragón quebranta, cesa el derecho de quienes ostentan la de origen, que retorna al
aís en que negocia- reino, de donde salió; y ese reino, renunido en Cortes, se da a sí mismo una
>:: - más tarde,Juan I de nueva dinastía. Vinieron años de guerra pero cuando ésta, finalmente, fue
_~.o privilegios de Bru- superada y se tomó a la paz, volvieron (Almeirim, 1432) a imponerse los cri-
~. o que al menos una terios de unidad: libertad de comercio con equiparación plena entre los súb-
:.:..caravana que cada año ditos, matrimonios repetidos una y otra vez para igualar la sangre, y fija-
ción, sin traumas, de los ámbitos de expansión. Los tratados de Tordesillas
de 1493 fueron posibles porque estaban en la misma trayectoria fijada en
:: ~ el.apoyo de Pedro IV, Almeirim.
tratando de conser- Solidaridad entre los príncipes que compartían la Monarquía hispana fue,
e pensaba que un sin duda, uno de los resultados de la revolución de 1369. No excluye enfren-
, .cas podía perjudi- tamientos y querellas de intereses, pero tenían siempre el aire de disputas entre
_ - __ . iio Juan 1, pensando parientes cuando tienen que repartir la herencia que les es común. Ese
principio de solidaridad será invocado, en 1410, por las diputaciones de los
100.
1389. ACA, reg. 2956, 6 Traté de explicar esta circunstancia en mi primer trabajo, «Capitulaciones matrimo-
niales entre Portugal y Castilla» (Hispania, 1948).
60 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
'.
reinos de la Corona de Aragón, decididos a permanecer unidos por las ven- ennane
tajas que dicha unidad proporcionaba.
./'
Illescas, confesor del rey, Pedro Fernández de Frías, obispo de Osma,
don Gutierre de To1edo, obispo de Oviedo y persona de confianza
de Juana Manuel, y don Diego de Anaya y Maldonado, obispo de
Tuy y luego de Salamanca. Con ellos se propuso la dificil tarea de
lograr una completa transformación moral e intelectual del clero7.
Fue muy eficaz la colaboración del cardenal don Pedro MartÍnez de ~.-=-
Luna, futuro Benedicto XIII, a quien Clemente VII encargara la dificil tarea
de conservar la Península en su obediencia, otorgándole tan plenos poderes
que estaba en condiciones de actuar como si del Papa mismo se tratara". Don
7 Natural de Toledo aunque de linaje gallego, Tenorio era una de las víctimas de la
persecución de Pedro I, habiéndose refugiado en Avignon. Había sido obispo de Coimbra.
Su nombramiento para Toledo no fue bien recibido por Enrique II, pero ganó toda la con- :
fianza de Juan 1.Ver mis Don Pedro Tenorio, arzobispo de Toledo (Estudios dedicados a Menén-
dez Pidal, rv, 1953) y Benedicto XIII, ¿Papa o Antipapa?, Barcelona, 2002.
8 Dos aspectos merecen ser destacados en esta legación: el desarrollo de las universi-
dades, especialmente Salamanca, y la reforma del clero secular. El 4 de octubre de 1388, en
una Asamblea de obispos y clérigos en Palencia, el cardenal dictó severas disposiciones con-
tra el concubinato, los abusos de los clérigos de menores y la indisciplina reinante. Publica-
das en Costilla, el Cisma y los últimos concilios medievales, Madrid, 1960, págs. 172-179, utili-
zando un original que se conserva en el Archivo Histórico Nacional.
---== - unidos por las ven- Pedro permaneció en España hasta 1390; retornaría a ella como Papa en
1408. Estimuló sobre todo tres directrices: establecimiento de Colegios
para hacer más eficaz la formación intelectual, refuerzo de la disciplina,
- -~ Enrique II (1379) un
como ya se había formulado en los sínodos de Oviedo y Toledo, renova-
olítico castellano: el
ción religiosa mediante la renovación de los movimientos monásticos. En
s en Avignon, a los
los últimos años de su reinado, Juan 1, con respaldo del legado, tomaría
, de cabeza. Sustra-
tres decisiones importantes: dar Guadalupe a los jerónimos, introducir en
obleza, el primado
,:n:~a.ci'ón de canonista- Castilla los cartujos, núcleos de oración, proporcionar los medios necesa-
9
rios para la reforma de San Benito de Valladolid . Apuntemos dos datos.
- -. ' an actividad y saber,
~ .os que hay que men- Jerónimos van a ser la Sisla,Yuste, el Prado de Valladolid y El Escorial, sig-
-.=. Cuenca donjuan Serra- nos de la Monarquía hispana. En Valladolid, a impulsos de la contempla-
via, fray Fernando de ción, nace el Libro de las exercitationes spirituales que su autor, fray García
obispo de Osma, Jiménez de Cisneros llevará a Montserrat antes de que pase por allí San
rey un deber, más allá de la prerrogativa que le asiste para ceñir la corona. protecció
Las referencias que aparecen en algunos textos respecto a que se trataba de Cortes
imitar lo que ya se estaba haciendo en otros reinos de la Cristiandad, reci- lasmerc
tenerse unidos.
- - ~. .-' -- -~-'
-----=----=-- - -
NOBLEZA Y MONARQUÍA 63
~::~x'~ reciente de Le leggipala- 14 José Luis Santos Díez, La encomienda de monasterios en la Corona de Castilla, Roma,
1961, págs. 11-59.
64 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
nández de Velasco camarero, Diego López de Stúñiga justicia, Diego Gómez había conquistado con ~~
Manrique repostero y Fernán Sánchez de Tovar almirante. La sucesión here- ara la pugna entre d05
ditaria en tales oficios, ordinariamente practicada, les dará conciencia exac- .a de los linajes de la s=f"'""
ta de que, en conjunto, los diez linajes -otros se irían sumando- consti- Contra aquéllos, éstos
tuían una elite especialmente capacitada para gobernar. soberano. Por eso la ~U-~
La primera nobleza pasó a la oposición. Puede comprenderse bien la decep- Jamar, para entendemos.z
ción que sufrieron estos parientes íntimos del rey al verse desplazados de los :nera fase, al crecimienn
puestos decisorios. N o debemos atribuir este hecho a la actitud adoptada por En ningún mome.uc .-
el rey Juan y sus más directos consejeros ya que los primeros síntomas de dis- bal de sus parientes.
cordia databan de años atrás. El duque de Benavente era demasiado niño ulzura de carácter;:=., --
aún. Pero las relaciones entre Alfonso de Noreña y su padre Enrique II fue- movidos por ambiri
ron borrascosas: convencido de que se le había asignado una esposa inferior ~tancias de o~,,_
a sus méritos de hijo mayor, aunque tuvo que casarse obligado, se abstuvo de 'a. Tello carecía de -
consumar el matrimonio con Isabel, la hija de Fernando 1. Años más tarde -"<1 hija. Juan Sánchez -
cambiaría de idea, renovaría el compromiso y sería antecesor de la Casa de - z reinado y el apa
Noronha en Portugal. Juan Sánchez Manuel, conde de Carrión, había tenido cia provocando ,.,......
que ser suspendido en 1378 en sus funciones como adelantado mayor de Mur- ningún varón para s::!..:":=-
cia, designándose un teniente,Alfonso Yáñez Fajardo, a:fin de calmar las pro- cabeza del mismo .•. O;.
testas del concejo. Acabó produciéndose un conflicto entre los Manuel y los QÚn obstáculo '-'
Fajardo, de gran importancia para la región murciana. En otras zonas del rei-
no la prematura muerte de Tello, señor de Vizcaya, y de Sancho, conde de Albur- _ el tiempo, los
querque, favorecían de tal modo al poder real que circularon rumores y sos-
pechas, según Ayala, en torno a Enrique Il. 6. Ca
Personalidades muy diversas y, al parecer, poco notables por sus condi-
ciones y talento, estos colaterales de Alfonso XI tenían en común la ambi-
ción desmedida, como si sobre ellos pesara el ejemplo de don Enrique, el bas-
tardo que conquistó el trono a golpes de puñal tras una larga y azarosa vida
de intrigas. Los títulos nobiliarios, entregados a ellos con exclusividad en la
primera etapa del nuevo régimen, y la política matrimonial que les ponía
al servicio de la diplomacia peninsular, elevaron sin duda el punto de mira lli..h
de su ambición. No descubrimos, en ningún momento, que poseyeran un er rn"",....,...n
programa político concreto, salvo el que nace de la convicción de que a iel II12iL!.......:.U"_"'-
ellos correspondía una parte en ese poder que el hermano mayor o padre ~óen
b- 4A
--._ ~- ~. .•. ¡¡¡&••• ~F
NOBLEZA Y MONARQUÍA 65
.cia Diego Gómez había conquistado con su ayuda. Hacia 1380 Castilla sirve como escenario
~~iL-~-.c:". La sucesión here- para la pugna entre dos oligarquías: la que formaban los parientes del rey y
la de los linajes de la segunda nobleza instalada en puestos de gobierno.
Contra aquéllos, éstos defendían ahora el fortalecimiento de los poderes del
soberano. Por eso la ascensión de la oligarquía nobiliaria -como vamos a
·-'-·-~~""PTIderse
bien la decep- llamar, para entendernos, a este equipo de cortesanos- contribuye, en su pri-
e desplazados de los mera fase, al crecimiento de la Monarquía.
actitud adoptada por En ningún momento tuvo que enfrentarse Juan I con una alianza glo-
- =:_meros síntomas de dis- bal de sus parientes. Hasta qué punto fue esto consecuencia de la habilidad
re era demasiado niño o dulzura de carácter del rey, no lo sabemos. El hecho es que lucharon aisla-
- ~adre Enrique II fue- dos, movidos por ambiciones que eran puramente individuales, y fracasaron.
1&'I<~:41.l·u una esposa inferior Circunstancias de orden biológico favorecieron también la acción de la Monar-
Iigado, se abstuvo de quía. Tello carecía de descendientes. La herencia de Alburquerque recayó en
1&~i:1clo 1.Años más tarde una hija. Juan Sánchez Manuel, que había intentado aprovechar el cambio
cesor de la Casa de de reinado y el apoyo de la reina madre, doña Juana, para reinstalarse en
- -.,. Carrión, había tenido Murcia provocando una crisis muy grave, murió en 1383 dejando tres hijas
tJ.~zarr,~do mayor de Mur- y ningún varón para sucederle. De modo que el linaje se dispersó, pasando
.•.- de calmar las pro- la cabeza del mismo a Fernando Pedrosa, obispo de Cartagena. No hubo ya
tre los Manuel y los ningún obstáculo para que Alfonso Yáñez Fajardo, posesionado del adelan-
~~- Lil otras zonas del rei- tamiento, sumara su estirpe a la de los de esa poderosa segunda nobleza.
Con el tiempo, los Yáñez se unirían a los Chacón.
15 Estamos siguiendo una versión oficial que recoge Ayala y que aparece corroborada
posteriormente en carta a Murcia de 30 de agosto de 1380 (A.M. Murcia, registro fol. 164r)
y posteriormente en la del 27 de junio de 1381 en que se relata la insurrección y el cerco de
Gijón iIbidem., fol. 20r). Ignoramos lo que hay de realidad tras estas versiones que tienden a
suavizar la conducta del conde, sin duda para dejar a salvo el honor de la propia dinastía.
-~--=---=-"'- -
NOBLEZA Y MONARQUÍA 67
. que llamaron Fer- Portugal, que trataba ahora de coordinar una alianza con los ingleses des-
tinada a provocar un cambio en favor del duque de Lancaster. Siempre bajo
la capa del disimulo, decía que su viaje a aquel reino obedecía al propósi-
algaron juntos, se to de servir los intereses de la dinastía. Nadie le creyó. Rectificando su
o mayor
F.<....:. .•.••.•... de Castilla. conducta de dos años atrás, había vuelto al seno conyugal con la esposa
es servicios. En el lusitana con la que, en adelante, parece vivir en estrecha concordia. Los
s linajes viejos por el datos que poseemos, cuidadosamente analizados por Uría Maqua, no per-
b:!5GIT conflictos al rey15. miten ir demasiado lejos en las suposiciones. Pero desde Castilla parecía
-embros del Consejo evidente que un nuevo escenario, peninsular, se ofrecía a la reanudada con-
ccn , Tavarra el año ante-
F•..•••. tienda entre franceses y británicos. No podemos precisar qué proyectos
..-..v~-~~
..Es posible que sem- abrigaba el conde cuando fortificaba poderosamente aquella pequeña isla
.'" rey: podía ser apri- de Gijón, unida a tierra firme por una lengua de arena que desaparecía con
l'"-oor....l_-.u:J.aIOn
a éste y fueron las mareas altas. Juan 1 se asustó ante la posibilidad de que pudiera con-
e se dio del asun- vertirse en una base al servicio de sus enemigos. Dejando a sus soldados
en la frontera de Salamanca, hizo converger algunas unidades sobre Astu-
rias: Alfonso se apresuró a rendirse siendo recibido en aparatosa reconci-
se es importante- liación (26 de junio de 1381).
zvergonzados por obra ¿Sometimiento fingido al que empujaba solamente el interés de ganar
_~ nso Enríquez corro- tiempo? ¿O fueron, por el contrario, los miembros de la oligarquía gober-
iarorio. El rey mos- nante los que tomaron precauciones tratando de despojarle de aquellos
elantado fue envia- señoríos que le tornaban tan peligroso? Me parece muy digno de consi-
.ruyó en el oficio deración el papel que desempeña don Gutierre de Toledo, que recibió pode-
--'J- e
.-...,..•... resultó confirma- res de gobierno en Asturias y trató de aprovechados para revertir sobre su
mitra ovetense los importantes señoríos que se hallaban enjuego. La docu-
.ó decidirse por la mentación que se conserva en el Becerro que data de su tiempo es, sin duda,
e 1380. En la pri- irrebatible. Atrajo hacia sí, bajo las banderas del rey, a los pequeños linajes
on Fernando 1 de asturianos, Quirós o Valdés, junto a algunos otros, que debían sentirse un
tanto incómodos con el poderoso condado. Lo cierto es que, buscando apo-
yos, Alfonso Enríquez retornó a Portugal, instalándose en Braganza. Sin
r= aparece corroborada
dinero ni amigos no tardó en encontrarse en posición desairada, entre la
~.•..~Hnrcia, registro fo1.164r)
"'-.•...•
••.• :,,..., 11~~naln-Pccióny el cerco de cólera de su propio hermano que ordenaba la confiscación de sus bienes
1=:¡5e=~ones que tienden a (27 de junio de 1382) y el abandono de su suegro que, empujado por su
- de la propia dinastía. esposa Leonor Téllez, buscaba ya una interesada reconciliación con Casti-
68 LUIS susnsz FERNÁNDEZ
lla. No le quedó otro remedio que regresar solicitando su perdón. Le fue cia, probablemente
concedido, pero esta vez bajo la condición de que habría una permuta en onocimiento del SOB~
sus señoríos'".
En estas circunstancias era dificil que abrigase propósito de enmienda.
El giro que tomaron las relaciones entre Castilla y Portugal le perjudicaba
En el mes de
seriamente. Si había aceptado, al fin, su matrimonio era con la perspectiva
.ogo a la que sería' n=
~., ~---- - -~ -
NOBLEZA Y MONARQUÍA 69
~""''-'-'''''-J~O su perdón. Le fue cia, probablemente varón ". Juan I rechazó tales confidencias, que puso en
conocimiento del soberano portugués, al que pedía que si el conde acudía
en demanda de asilo, se lo negara. Estaba ya reuniendo tropas para acabar
• ó ito de enmienda.
con el reducto asturiano.
galle perjudicaba
En el mes de mayo de 1383 tuvo lugar, en Asturias, una especie de pró-
con la perspectiva
logo a la que sería luego guerra de Portugal. El rey fue advertido de que el
. _ =ro las circunstancias
infante don Juan, hijo de Inés de Castro, se preparaba para unirse al conde
_05-0 de 1382 se con-
rezornaba incluso al cle- de Noreña creando allí una peligrosa cabeza de puente". Mientras las gale-
ras reales establecían el bloqueo estrecho de la costa, las tropas que manda-
ban Pedro Fernández de Velasco, Pedro Ruiz Sarmiento y Pedro Suárez de
res para un segun- Quiñones, partiendo de bases distintas, Santillana, Galicia y las montañas
uan Fernández de leonesas, convergían sobre el antiguo reino eliminando los posibles focos de
e la reina de Portu- resistencia en Cangas, Tineo y Labiana. Los concejos estaban abiertamente
rellano casase con al lado del rey, de modo que cuando Juan I, concluidas sus bodas con Bea-
- era heredera de Por-
triz, llegó a Asturias a principios de julio, no le quedaba otra perspectiva que
la de rendirse en buenas condiciones. El tratado que se le impuso el 18 de
julio de 1383, con la mediación precisamente de don Gutierre de To1edol9,
suponía la eliminación del primero de los epígonos de la dinastía: privado
de sus posesiones -el señorío de Noreña fue entregado a la mitra oveten-
17 Por medio de Ruy Gutiérrez,Juan 1 envió estas noticias al cardenal don Pedro de
S~:;::.2:aa.s para que prestara Luna y al arzobispo Juan García Manrique, que negociaban en Portugal. AGS. Patronato
Real, lego47, fol. 44.
revistas, eludió la
18 El 14 de octubre de 1383 Pedro González de Mendoza recibiría el Real de Manza-
hombres de confían-
nares, arrebatado al infante, «que traia tratos para se ir para Gijón al conde don Alfonso cuan-
aba de recibir de
do estaba alli alzado».Salvador M. Dias Arnaut, A crise nacional dosfins do século XiV, I, Coim-
rera en conocí- bra, 1960, págs. 165-166 Y 170-172. Las noticias de este episodio son bastante confusas.
a un fraude: Per- 19 La relación de este cerco de Gijón es hecha por el propio rey en carta de 20 de
nueva descenden- julio a la ciudad de Murcia.A. M. Murcia, Registro de Cartas Era, 1421, fol. 70-71. No hay
inconveniente en admitir que la condesa Isabel fue personalmente a pedir perdón. El texto
de la concordia de que se conocen varios ejemplares fue publicado por]. Uría Ríu, «Laescri-
tura de concordia entre Juan I de Castilla y el conde don Alfonso, su hermano bastardo»,
Rev. Univ. Ovíedo, rv 1943, págs. 255-256.
70 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
20 Marcello Caetano, «O concelho de Lisboa na crise de 1383-1385» (Anais, Il" serie, IV) :\ El Consejo Re:i.,:~,l
y Alfredo Pimenta, «A crise de 1383-1385» (Idade Media, Problemas & Solues, Lisboa, 1947). y en ambas se ~
---=--- - - - -~-~--_._-~ - -- ---_ _-- ~-- - - - - -_ _- ..
NOBLEZA Y MONARQUÍA 71
.' (Anais, II' serie, IV) 21 El Consejo Real celebró dos reuniones, una en Toledo y otra en la Puebla de Mon-
E lués, Lisboa, 1947). talbán y en ambas se expresó esta negativa. Ayala, págs. 83-84.
72 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
no actual tendríam.os que hablar de deuda pública.Y sin embargo, desde que i2.::::asIaen
la paz de Elvas iniciara relaciones con Portugal, coincidiendo en esto con los
acuerdos comerciales conAragón y con las treguas de Leuliengham que garan-
tizaban las rutas del golfo de Vizcaya, se había apreciado una sensación de ali- :
vio, del que formaba parte la decisión del rey de dejar en suspenso el cobro
de algunas de las monedas ya votadas por las Cortes. Se comprende el temor
y disgusto de los cortesanos y también el recelo con que procedió el rey Juan, -
que no reveló sus intenciones hasta que era demasiado tarde para recoger los
dados que estaban sobre el tablero'". La guerra, que terminó en desastre, lle-
varía al país a un grado de presión fiscal prácticamente insoportable. Con-
vertiría, además, en enemigo del monarca castellano también al tercero de
los partidos portugueses.
Obligado a ausentarse, Juan 1 hubo de establecer una regencia en que
guardaba el equilibrio social: un grande, el marqués de Villena, un prelado, el
arzobispo de Toledo Pedro Tenorio, y un alto oficial de l~ Corte, Pedro
González de Mendoza, mayordomo. Recibieron poderes tan extensos que
incluían la movilización de tropas, recaudación de subsidios y convocatoria
de Cortes. Pero como el marqués no quiso comparecer, siguiendo huraño
en su residencia valenciana, el reino tuvo la sensación de que todo se redu-
cía a entregar el poder a la oligarquía de la segunda nobleza. El conde de Tras-
támara entendió la lección y, en la primavera de 1384, mientras los castella-
nos cercaban Coimbra, defendida por un hermano de la reina viuda, Gonzalo
Téllez, estableció contactos secretos con esa nobleza lusitana. Según el cro- Esta nueva
nista Fernáo Lopes'" un judío avisó al rey Juan de que había el proyecto de
asesinarle, casar al conde de Trastámara con LeonorTéllez y proclamarles lue-
go como regentes en nombre de la niña Beatriz. Es posible que haya alguna
edro Ruiz Sarmienz
.~ La lista creció luego -
22 Tales intenciones se comunicaron desde Guarda el 20 de diciembre. AGS. Patrona-
te,Juan Fernández é
(Anuario Estudios Medievales, 2, Barcelona, 1965, págs. 359-376. -ie Ayala, descubiert
l- ~D
NOBLEZA Y MONARQUÍA 73
- - embargo, desde que fantasía en tales noticias, pero el hecho fue que se tomaron drásticas medi-
.e do en esto con los das: la reina, bien custodiada, fue conducida a las clarisas de Tordesillas que
era un buen asilo para altas damas descarriadas.Y Pedro picó espuelas, cruzó
las líneas, y fue a ofrecer su espada al maestre de Avis. En 1386, aprovechan-
uspenso el cobro do las dificultades de la invasión británica, se hizo perdonar regresando a Cas-
c., omprende el temor tilla por el camino de Francia. Pero aquella rebeldía le eliminaba por com-
L"'-"--' 'U~-:J.e.• rocedió el rey Juan, pleto en el juego político.
e para recoger los
zerminó en desastre, lle- 8. DIEZ LINAJES.De este modo podemos decir que, en 1386, ninguna
p:~Ll;-ce insoportable. Con- fuerza quedaba a la alta nobleza castellana. El marqués de Villena
- también al tercero de retornaría por muy breve tiempo, garantizando que no había des-
cuidado su lealtad, pero sin tomar parte en los sucesos políticos. De
regenCIa en que ahí que debamos anotar como una de las consecuencias principales
"illena, un prelado, el de la crisis de 1383 el refuerzo de la oligarquía: sus miembros podí-
de la Corte, Pedro an presentar brillantes hojas de servicio, sacrificando algunos nota-
bles en el cerco de Lisboa, adornada para la terrible peste; en la derro-
~JS!¡1l0 y convocatoria ta de Trancoso que quebró el orgullo de la caballería; o en el desastre
er, iguiendo huraño de Aljubarrota; en la invasión de Galicia por el ejército del duque
!/""'-..Lu ••..• -'e que todo se redu- de Lancaster, que también se titulaba Juan I, como el nuevo rey de
- za, El conde de Tras- Portugal y el que sucediera a Pedro IV en Aragón; y finalmente en
las horas sombrías para los caminos de León y Zamora.
dad, fue encerrado en Obidos en «una casa oscura, trabado con una cadena
asaz grande y dura» hasta que pudo pagar el enorme rescate de treinta mil reino a que ~ ..=
doblas de oro. La muerte de Pedro González de Mendoza era debida, según do les encomeacaa
se dijo, a haber entregado su caballo al rey,para que en él se salvara. Esta leyen-
da que, remontando los siglos, hizo del caballero alcarreño un modelo de
nobles, fue plataforma mediante la cual los Mendoza se proyectaron a un pri-
mer plano del que nunca saldrían.
En cambio, al concluirse la crisis, en 1387, la alta nobleza de los nueve Iglesia y depósito de a~
títulos que creara Enrique II se hallaba dispersa y rota. El conde de Niebla el deber no sólo de ~
había hecho pocas cosas en la guerra; le importaban más las menudas que- venir en los nombramí
rellas sevillanas que los negocios del reino. El marqués de Villena se había altos funcionarios de
hecho sustituir por su primogénito en el nuevo oficio de condestable, para orden jurídico debía
él creado en 1382, y su breve visita posterior no dejó huellas. El conde de asegurar el mantenimien
Trastámara había traicionado, el de N oreña estaba preso y el de Carrión ensayara en Cataluña. se -
acababa de morir sin descendencia. La oligarquía cortesana, relevada por medio Consejo, para la justicia ~
de sus propios hijos, cargada de méritos, se dispuso a colaborar en el progra- cillería, llamada también L~
ma de reformas que iban a recibir ahora nuevo y más eficaz impulso. reforma y mejora de la t~T_
ce al ideal de Montescui
9. CRECE LA MONARQUÍA. Los últimos años del reinado de Juan I,
que coinciden, como ya indicamos, con el desarrollo religioso, esta- consecuencia de la
rán presididos por un doble signo que en modo alguno podemos
considerar contradictorio: crece la Monarquía mediante el desarro- sula. Ayala nos dice ql!.e ¡:.
llo de sus organismos centrales; aumenta al propio tiempo el poder mientos de los allí ~7
de los segundos linajes que fortalecen sus mayorazgos y su platafor- mar la Audiencia. El 2-
ma económica. En ningún caso nos encontramos ante un juego de iniciándose en ese ..l:
azar. Los proemios de las cartas reales y privilegios, así como los dis- sociedad esencialmente
cursos del rey ante las Cortes -reviste especial importancia el de de jesús". Era, tambié
Valladolid en 1385- demuestran que se está procediendo de acuer- otras naciones de la e
do con una clara ideología. La corona es vicaria de Dios y a Él debe Primera obligación -
toda lealtad. Ninguna diferencia esencial se establece entre el hom- pureza de la fe. Las o
bre que ciñe la corona y sus súbditos, ya que todos se encuentran
sujetos a la muerte y aljuicio. «Todas las cosas que Dios en este mun-
do hizo nacer, fenecen cuando él tiene por bien y no queda cosa que Registro de cartas, foL ~_.
~~~ . .:.....0.. '.••
NOBLEZA Y MONARQUÍA 75
o con una cadena fin no haya, salvo Dios». «Todos los reyes deben membrar de aquel
- scare de treinta mil reino a que han de ir a dar razón de los reinos que Dios en este mun-
~::.:!~:.ozaera debida, según do les encomendó».
:::.: salvara. Esta leyen-
rrefio un modelo de Estamos, pues, ante un programa que abarcaba muy diversos aspectos pero
_~ctaron a un pri- en cuya base se situaba la conciencia de que el reino era una comunidad esen-
cialmente cristiana. Aun reconociendo al Papa como cabeza suprema de la
leza de los nueve Iglesia y depósito de la doctrina y de la autoridad moral, el rey se sentía en
conde de Niebla el deber no sólo de estimular la vida religiosa de sus súbditos sino de inter-
.- las menudas que- venir en los nombramientos de obispos ya que éstos, en cierto modo, eran
e Villena se había altos funcionarios de la Monarquía para sus funciones espirituales. Todo el
e condestable, para orden jurídico debía quedar sometido a la ley divina positiva. Para mejor
.. ellas. El conde de asegurar el mantenimiento del mismo, y siguiendo normas que ya Pedro IV
- reso y el de Carrión ensayara en Cataluña, se había decidido crear o reforzar las tres instituciones:
",,-,,;~--,,~,,"-re1evada
por medio Consejo, para la justicia penal y la responsabilidad de todos los oficiales; Chan~
,,"U . .-1.U'Vrar
en el progra- cillería, llamada también Audiencia, para las causas civiles, y Cortes para la
•
_":'CI.Z impulso. reforma y mejora de la legislación. Estamos, pues, en el camino que condu-
ce al ideal de Montesquieu, separación entre los tres poderes.
El crecimiento del poder monárquico en estas dimensiones no es una
rro o religioso, esta- consecuencia de la crisis; se vislumbra ya en las Cortes de Segovia de 1383
'0 alguno podemos cuando se creía entrar en una etapa de paz prolongada y segura en la Penín-
ed.iante el desarro- sula. Ayala nos dice que por las alteraciones que siguieron pocos Ordena-
_io tiempo el poder miento s de los allí dispuestos pudieron entrar en vigor. Se procedió a refor-
zos y su p1atafor- mar la Audiencia. El 25 de diciembre de aquel año se abandonó la Era hispánica,
F=Z:Ü:::'os ante unjuego de iniciándose en ese día el nuevo cómputo, sin esperar al 1 de enero; una
así como los dis-
••.• !c..~!:;.."J:>-. sociedad esencialmente cristiana tenía que contar con la fecha del nacimiento
..,,,.¡ importancia el de
k-.•.•.•. de jesús". Era, también, un modo de acomodar el tiempo al que seguían las
ediendo de acuer- otras naciones de la Cristiandad.
. Dios y a Él debe Primera obligación del poderío real absoluto: garantizar la integridad y
ece entre el horn- pureza de la fe. Las otras monarquías europeas, Francia, Inglaterra y Nápo-
-" Dios en este rnun- 24 Conocemos un texto de esta ley, en pésima copia y muy mal tratado. A. M. Murcia,
o queda cosa que Registro de cartas, fol. 82. Fue publicado en su día por Cascales.
76 LUIS SUAREZ FERNÁNDEZ
les, habían prescindido ya de los judíos, que se veían empujados hacia el que entusiasmaba c~~
Este. La propaganda de guerra había presentado, como una de las metas de las juderías. La m
la revolución, limpiar el país de judíos. Las Cortes, pues, insistieron una y abrió paso a una n:s:::--::¡I
otra vez en que la sociedad cristiana se hallaba amenazada por los «pérfidos o sido escogido .?C="
judíos». Tras la victoria, Enrique II se había negado a aplicar las medidas de a los matadores q"'"
erradicación, por razones de utilidad, pero conservó la doctrina contraria al
25
judaísmo en cuanto fe y cultura .Algunos exaltados, entre los que figuraba
un converso, Juan de Valladolid, presentaron denuncia ante el Papa porque
Enrique II no cumplía los compromisos" adquiridos.Y el papa Gregorio XII
firmó una bula (28 de octubre de 1375) censurando la conducta del monar-
ca castellano: las leyes de la Iglesia sobre los judíos debían cumplirse.
Estas presiones causaron su efecto: en las Cortes de Burgos de 1379 se
anularon las dos garantías jurídicas que responsabilizaban a los concejos de
daísmo subsiste
la muerte en descampado de cualquier judío y que obligaban a cumplir las
sentencias, incluso de muerte, pronunciadas por tribunales .de las aljamas.
Los procuradores insistieron: los judios usaban libros en extraña grana (sin
10.
duda aludían al Talmud y la Qabbalah) en que se contenían doctrinas peli-
grosas y blasfemias contra Jesús y la Virgen. La Corona intentaba conservar a
los judíos, fuente de ingresos y cooperadores indispensables en cuestiones
financieras, pero al mismo tiempo parecía compartir estas opiniones negati-
vas. Los moderados estaban ya de acuerdo con resolver el «problema judío»
siguiendo las indicaciones de Ramon Llul1:intensa catequesis para que se con-
virtiesen y expulsión posterior de los recalcitrantes. Pero había extremistas,
como el famoso Fernando Martínez, arcediano de Écija, que sostenía que
había que ponerles un puñal en el cuello formulando la opción: o te bauti-
zas o mueres. En los años 80 realizó una intensa predicación en este sentido,
afirmando que, a fin de cuentas, también el rey y la Iglesia compartían este
principio. Desobedeciendo las órdenes del Consejo Real y de la mitra sevi-
llana, comenzó a reclutar bandas de desalmados «matadores de judíos», a los
nesruurarze
25 Ver J.Valdeón, Los [udios de Castilla y la revolución trastámara, Valladolid, 1968.
26 Publica la bula de Gregorio XI,V Beltrán de Heredia, Historia de la Universidad de co. que ak2~"'¡ I
Salamanca, I, Salamanca, 1966, pág. 424. Reyes Ca¡-R~=c!
NOBLEZA Y MONARQUÍA 77
empujados hacia el que entusiasmaba con la idea del botín que podía obtenerse en el saqueo de
de las metas de las juderías. La muerte del arzobispo de Sevilla y la, repentina, de Juan 1, que
~ -~ s. insistieron una y abrió paso a una regencia confusa, le proporcionaron la oportunidad. Habien-
~:llZ;¡da por los «pérfidos do sido escogido por el cabildo como vicario, «sede vacante», desencadenó
_:":'carlas medidas de a los matadores que causaron víctimas en gran número: unos murieron, otros
doctrina contraria al huyeron, otros escogieron in extremis el bautismo.
los que figuraba Aunque algunas aljamas como las de Valencia y Barcelona desaparecie-
te el Papa porque
ron, y otras como Toledo y Burgos se vieron mermadas en importancia, la
a a Gregorio XII comunidad hebrea, reducida en número e instalada preferentemente en luga-
iucta del monar-
res de señorío donde la protección de la nobleza resultaba más eficaz, sobre-
umplirse.
vivió.Ahora era más fuerte: la persecución la había depurado. Sobre la mesa
Burgos de 1379 se
quedaban dos cuestiones que afectaban a la Monarquía: ¿qué hacer con el
los concejos de
judaísmo subsistente? y ¿qué actitud observar hacia los conversos, a quienes
--'-'-5 ban a cumplir las
muchos acusaban de «judaizar»?
J:n::::;:!nales de las aljamas.
-= extraña grafía (sin
10. CONSEJO. Los reformadores que ayudaban a Juan 1 a construir la
1"''''·~''..:.J.dL1doctrinas peli-
Monarquía tuvieron que trabajar apremiados en todo momento
- -=::e taba conservar a
por graves dificultades de orden económico, a causa de la rápida
desvalorización del maravedí y la correspondiente subida de pre-
cios que arrancaba continuas protestas. El propio rey, con su per-
sistente empeño en no renunciar a sus derechos en Portugal, cons-
ara que se con-
había extremistas, tituía también un obstáculo. Tenían, en cambio, a su favor, los
ión: o te bauti- de las ciudades; basta recorrer los cuadernos para hallar argumen-
tos de sobra. Muy pronto su actividad se reflejó en claros avances
compartían este institucionales: en el breve plazo de dos años cuajan el Consejo
: de la mitra sevi- Real, la Chancillería y las Hermandades,junto con otras medidas
en el régimen de las ciudades. Se estaba creando, en clara tenden-
cia a la modernidad, el sistema político de separación de funcio-
dolid, 1968.
nes; durante un siglo se convertirá en meta perseguida con ahín-
-,.._,"""",,", de la Universidad de co, que alcanza cierto primer grado de plenitud en la época de los
Reyes Católicos. Estaba naciendo, ciertamente, con aportaciones
78 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ
"'
decisivas desde el pluralismo de la Corona de Aragón, la que lle- ciados O bachilleres -'"
Primer acto: las Cortes deValladolid (diciembre de 1385) celebradas bajo bloque veía disminuir
el peso amargo de la derrota y en medio de incertidumbre acerca del futu- va a rentas y oficios:
ro. Se dispuso una mov~lización general que permitía comprobar las defi- miento real directo '.-
ciencias militares que padecía el reino'". Los procuradores habían acudido cia de la Corona. el
nerviosos, con quejas, angustiados ante la situación, y Juan 1 les recibió con como en la antigua e
un discurso inaugural sereno, tranquilizador, veladamente humilde y,en suma, ocasión lo requiriese.
una de las más bellas piezas oratorias de la Edad Media: el poder real era a de un organismo':.-
descrito como un deber hacia los súbditos y la fidelidad de éstos al rey .ctadas estuviese
como una proyección de la comunidad que, por gracia de Dios, compren-
día a todos los estamentos'". Cediendo a las instancias de los procuradores se ::.asdemandas de las e
dispuso que el Consejo Real se compondría de doce miembros, cuatro de me promulgado .
cada uno de los tres estados. Se invocaban precedentes de la época de Alfon- acuerdo con las nuevas ~
so XI y Enrique II pero esto más parece una justificación que realidad29. Se
trataba de una novedad tan revolucionaria que, de haberse consolidado, habría
supuesto la creación de una Diputación permanente de las Cortes para el
gobierno de la Monarquía. sección como verdadera t
No parece que el Consejo previsto en las Cortes de Valladolid haya lle-
gado a constituirse nunca, aunque no faltarán procuradores cerca del rey; los
afanes bélicos de 1386 pueden haber sido un buen pretexto para que Juan 1 11.
olvidara el cumplimiento de promesas que, ciertamente, le asustaban. Cuan-
do las Cortes volvieron a reunirse en Briviesca el año 1387, los procurado-
res insistieron; esta vez el rey estaba más seguro de su victoria y, al renovar
sus disposiciones, introdujo profundos cambios en su beneficio. En lugar de
los procuradores de las ciudades, el rey nombró cuatro juristas, doctores, licen-
1; . - - ~- - - --
NOBLEZA Y MONARQUÍA 79
ciados o bachilleres -a fin de cuentas del tercer estado- de los que dos de
ellos permanecerían constantemente al lado del monarca para recibir las peti-
ciones y encaminadas hacia las jurisdicciones pertinentes. El organismo en
••._3 S) celebradas bajo bloque veía disminuir su importancia al limitarse su intervención precepti-
F-~..;mLDreacerca del futu- va a rentas y oficios; los miembros del Consejo serían, además, de nombra-
omprobar las defi- miento real directo y, para indicar con mayor claridad todavía su dependen-
lo"C,---'--Vres
habían acudido cia de la Corona, el monarca se reservaba la facultad de hacer entrar en él,
• _uan 1 les recibió con como en la antigua Curia, a nobles o prelados en mayor número, según la
If-"~-I..t: humilde y, en suma, ocasión 10 requiriese. Pese a todo la importancia era grande ya que se trata-
.•: el poder real era
~"'~~';-¡,- ba de un organismo que asumía responsabilidad en cuanto a que las órdenes
-=--.e--dad de éstos al rey dictadas estuviesen sujetas a Derecho.
e Dios, compren- De este modo, en un doble juego muy sutil,Juan 1 había aprovechado
os procuradores se las demandas de las Cortes para organizar un equipo de gobierno.". En 1389
-embros, cuatro de fue promulgado ya su reglament031 y el Consejo comenzó a funcionar de
la época de Alfon- acuerdo con las nuevas estructuras. Su primer presidente, nombrado en 1390,
o ó que realidad". Se fue don Juan Serrano, uno de los prelados reformadores que había sido antes
Fi-'-r.:;:::..e consolidado, habría prior de Guadalupe y ahora era obispo de Segovia'". En el siglo xv, ante el
-~ de las Cortes para el cúmulo de asuntos que a él llegaban, se sintió la necesidad de especializar una
sección como verdadero Consejo de justicia. Recordemos que la polisinodía
- - •. aIladolid haya lle- es una de las características esenciales de la Monarquía española.
rc::;¡conres cerca del rey; los
o para que Juan 1 11. AUDIENCIA. Con insistencia, las Cortes habían reclamado que se
-•.. e asustaban. Cuan- constituyera un alto tribunal de apelaciones para los pleitos civi-
los procurado- les, con sede fija, funcionamiento reglamentado y garantías ciertas
oria y, al renovar de equidad. La «señoría mayor de la justicia», última instancia, era
cio. En lugar de en la conciencia medieval la que definía la función del monarca,
doctores, licen-
I __ _ - ---
NOBLEZA Y MONARQUÍA 81
ISZ=.ce=r:Íque III1aAudien- 34 J. Puyol y Alonso, Las Hermandades de Castilla y Le6n, Madrid, 1913,pág. 41.
- ~ pero restablecida al 35 A. Paz y Meliá, La Santa Hermandad Vieja y la Nueva Hermandad General del reino (Rey.
Arch. Bib. Museos, 1,1897, págs. 97-108).
82 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
mica percibiendo una res de cada rebaño que pastase en tierras bajo su con- sen, a fin de repartidas
trol". Sobrevivió a la guerra civil y pronto fue llamada Vieja. Cuando, en las rían formar en ade
Cortes de Medina del Campo de 1370, Enrique II volvió a abrir el portillo vedís anuales por ca
que permitía el restablecimiento de las Hermandades estaba pensando más dificil se acudió desde
en los policías de Toledo que en las antiguas asociaciones de ciudades. sueldos directamente
Nos llama la atención la insistencia con que los procuradores, en las Cor- vando el título «tierrau I
tes correspondientes a los reinados de Enrique II y Juan 1, solicitaban el res-
tablecimiento de las Hermandades. En las de Segovia de 1386 aparentemente ejército, pero éste no s,:
se accedió a estos deseos. El Ordenamiento entonces promulgado se limitó ~retendiera ya que las __
a reglamentar el apellido, cambiándole de nombre. Lo que se establecía mera y segunda nobleza
mediante él era un cuerpo de guardia con unidades de 20 jinetes y 50 peo- ro de hombres que les -
nes que tenían que reclutar y sostener ciudades y villas de alguna importan-
13. CORTES.
cia. Un instrumento en manos de la Corona para tratar de establecer el orden.
titular de
Con el tiempo la Hermandad estaba llamada a generar el que podría-
mos llamar ejército para el servicio interior. No era la primera vez que se
utilizaban estas unidades de rango municipal en guerras. En todo caso se había
planteado la necesidad de contar con una fuerza militar permanente. No
podemos dudar de la influencia que, al respecto, hubo de ejercer el revés de
Aljubarrota en donde las disciplinadas unidades inglesas habían demostrado
su superioridad sobre mesnadas que adolecían, precisamente, de falta de dis-
ciplina. Las Cortes de Briviesca de 1387 estudiaron con detenirniento un pro-
1379 y 13
grama que pretendía dotar a la Corona de una fuerza permanente de diez mil
Y 1393 ----ul::-_::::H.I
hombres de armas. No pudo llevarse a la práctica porque, realizados los cálcu-
Burgos-
los, se llegó a la conclusión de que se necesitaban para ello catorce millones
tro de las Corr
de maravedís, suma que las rentas del reino no permitían allegar.
Fueron, en consecuencia, las Cortes de Guadalajara de 1390 las que, insis-
consenso, apo=::z:d
tiendo el rey, tomaron la decisión de constituir una comisión en la que figu-
por las misma,
raban miembros de la primera nobleza: el duque de Benavente, los condes
de Niebla y de Trastámara y los maestres de Santiago y Calatrava, con el encar-
go de recuperar tierras pertenecientes a la Corona, o rentas que las significa- alcanzando 1.IZZ
el programa .-,-
36 Repito lo expuesto en mi «Evolucion histórica de las Hermandades castellanas» (Cua-
dernos Historia España, Buenos Aires, XVI, 1951, págs. 5-78). 37 Cortes, 11, pág. 392..
--
,-- ------ ~ ~ --- - -- -~
617420 NOBLEZA Y MONARQUÍA 83
.erras bajo su con- sen, a fin de repartirlas luego entre las 4.500 lanzas y 1.500 jinetes que debe-
"ieja. Cuando, en las rían formar en adelante el ejército real. La renta prevista era de 1.500 mara-
_ .ó a abrir el portillo vedís anuales por cada hombre.". Como la recuperación era en sí misma
staba pensando más dificil se acudió desde el primer momento al procedimiento de abonar estos
=es de ciudades. sueldos directamente con cargo a los fondos de la Cámara aunque conser-
P'-A..'.L.Ld,dores,
en las Cor- vando el título «tierra». Hay un aspecto engañoso en esta reforma que pasó
olicitaban el res- a los cuadernos como Ordenamiento de lanzas __el país ganaba ciertamente un
6 aparentemente ejército, pero éste no se hallaba tan a las órdenes directas del rey como éste
:--romulgado se limitó pretendiera ya que las rentas fueron distribuidas entre miembros de la pri-
_. z.o que se establecía mera y segunda nobleza con el compromiso, por su parte, de sostener el núme-
_ _ jinetes y 50 peo- ro de hombres que les correspondían.
de alguna importan-
13. CORTES. Hacia 1390 el «poderío real absoluto» correspondiente al
- - ~ establecer el orden.
titular de la corona, contaba ya con medios muy eficaces para
- 5~ erar el que podría-
ejercer sus funciones. Me parece indudable que la definición de
estos tres órganos ejecutivos redundaba en su fortalecimiento. Resul-
ta, en cambio, mucho más dificil, apreciar el papel que los monar-
cas de la nueva dinastía asignaban a las Cortes. Enrique IIlas había
hecho desempeñar un importante papel entre 1368 y 1371; después
ya no tanto. Juan 1 parece haberlas considerado como órganos
normales de diálogo, convocándolas prácticamente cada año entre
1379 y 1383. Aumentaron luego su poder hasta alcanzar entre 1386
y 1393 --Cortes de Segovia, Briviesca, Palencia, Guadalajara, Madrid,
Burgos- una especie de cumbre en el vigor de la institución. Den-
catorce millones
tro de las Cortes, participando además los procuradores, se hicie-
egar.
ron proyectos de reforma, buscando en ellas, además del mero
_390
L"'-"'"- •.-..::::""" las que, insis-
consenso, aportaciones decisivas por medio de las propuestas hechas
cnzaisión en la que figu-
por las mismas ciudades Tras la mencionada fecha, entraron en decli-
vente, los condes
ve y, en sólo treinta años, las veremos convertirse en organismos
'--""...u.JLdva,
con el encar-
huecos, a veces meras fachadas sin valor. Después se recuperaron
- que las significa-
alcanzando una nueva cúspide en To1edo (1480) donde se aprobó
el programa decisivo de los Reyes Católicos.
~=ClC~.ull:s castellanas» (Cua-
37 Cortes, 11,pág. 392.
~TE'CA~.
U. M. A. M•.
84 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ
No tenemos argumentos ni datos que nos permitan asegurar que, de algu- ~viada hacia los ju ..
na manera, la decadencia de las Cortes haya sido resultado de una delibera- ros propios'". El rey p
da política de los reyes, aunque es forzoso admitir que una excesiva inde-
pendencia de los procuradores resultaba incompatible con el crecimiento gravemente, segun dijimas,.1
del poder real, al que se aspiraba. Varios factores entraron en juego. Un - equivocaciones y ,
hecho conviene tener en cuenta: los municipios castellanos, sujetos a regla- zuen en Segovia
mentación uniforme desde la época de Alfonso Xl, estaban en manos de muy zasen a los procura
cerradas oligarquías, los regidores, que se renovaban por cooptación. Acu- :387) opuso fuerte resK-'"Q
dían a las Cortes para votar subsidios; en esto residía su fuerza principal. Si ~Q además de que la no:;;:;=q
aumentaban los recursos indirectos de los reyes, la convocatoria se hacía menos zadicicnal'".
necesaria. De este modo los representantes del tercer estado tenían mentali-
Las Cortes de Briri~-.I
dad y hábitos de caballeros; muchos de ellos eran hidalgos por lo que no po-
: ués, en setiembre
nían mucho énfasis en la defensa de unos impuestos que ellos no iban a pagar.
_'alencia para presen
Con conciencia muy restrictiva, cada ciudad consideraba el voto en Cortes
::-~, Enrique, con Caz .
como un privilegio que le beneficiaba, y se interesaba en consecuencia
-;0 destinado a cla
vivamente en impedir que otras ciudades adquirieran el mismo derecho. Las
.;es presentadas por ei ~,
bajas -y se produjeron muchas en el curso de la señorialización de villas e
i.canzados hasta entone
incluso ciudades- no se cubrieron. A lo largo del SIglo XIV se venía produ-
procuradores de '
ciendo una reducción. En un momento que no podemos fijar con preci-
-~-eo de congraciarse
sión, pero anterior en todo caso a 1435, el «voto en Cortes» sería reconoci-
:,~r quitar infamia
do únicamente a diecisiete ciudades y villas.
derecho ". Nos sen ....-=t!j
Tal es el resultado de una sorda batalla a tres bandas, rey, nobleza y ciu-
dades. Durante el reinado de Juan 1 las Cortes nos ofrecen una trayectoria
de creciente tensión, que alcanza nivel máximo en las de Palencia de 1388.
:olocó este impuesto __
Había comenzado en Burgos, el año 1379, cuando el rey hubo de eludir la
zniembros, cuatro ciuCa9
demanda que se le hacía de que sentase a tres procuradores en el Consejo,
El golpe falló. E
entregase a esos mismos procuradores la custodia de los barrios en donde las
~ con claridad cuán :Jill~
Cortes estuviesen ubicadas, y dictase una ley estableciendo que lo aprobado
estamentos: las ciuciai...~
en Cortes sólo por Cortes pudiera ser modificado+'. Demandas sorprenden-
tes por su radicalidad. En las de Soria de 1380, escenario como hemos visto
del delicado tema de las encomiendas laicas, la cólera del tercer estado fue 39 Cortes, Il, págs. 31
.¡() Cortes, II, pág. 35~.
41 Cortes, Il, págs. 39
38 Cortes, II, pág. 209. 42 Cortes, n, pág, 395.
asegurar que, de algu- desviada hacia los judíos, a los que se ordenó recluirse en adelante en recin-
r-~;~o de una delibera- tos propios'". El rey procuró distanciar las convocatorias. En Segovia (1383)
e una excesiva inde- parece imponer únicamente sus iniciativas. Pero en Valladolid (1385) pesó
gravemente, segun dijimos, el clima de derrota. Crecían los clamores contra
ron en juego. Un las equivocaciones y los gastos. De modo que tanto en éstas como en las que
~.....::!...dllo sujetos a regla- siguen en Segovia (1386),Juan 1 hubo de ceder ordenando que se presen-
l:!!S<2ÍJan en manos de muy tasen a los procuradores las cuentas de los subsidios cobrados'", Briviesca
~ cooptación. Acu- (1387) opuso fuerte resistencia al otorgamiento de nuevas ayudas, protestan-
_~ 4 erza principal. Si do además de que la nobleza y el clero siguiesen disfrutando de la exención
t:::-;-c.ar-oria se hacía menos
tradicional".
o tenían mentali-
Las Cortes de Briviesca tuvieron lugar en diciembre. Ocho meses des-
or lo que no po-
pués, en setiembre de 1388, los procuradores eran convocados de nuevo a
os no iban a pagar.
Palencia para presenciar -y pagar- los desposorios del Príncipe de Astu-
~=iiJa el voto en Cortes
rias, Enrique, con Catalina de Lancaster, nieta de Pedro 1. Era un matrimo-
nio destinado a clausurar veinte años de guerra civil dinástica. Las necesida-
des presentadas por el monarca en cuanto a dinero alcanzaban niveles nunca
alcanzados hasta entonces: pedía cuarenta y cinco millones de maravedís.
Los procuradores de las ciudades se sintieron firmes: si dos años antes, en un
deseo de congraciarse con ellos, Juan 1 había ordenado mostrar las cuentas,
'L."..I.i.. ~=--'sería reconocí-
«por quitar infamia que sabemos que se dice», ahora ellos lo exigían como
un derecho ". Nos sentimos, al recorrer los cuadernos, como en el umbral
de una revolución. El tercer estado parecía a punto de convertirse en árbi-
-=- en una trayectoria
tro de los recursos de la Monarquía: votó sólo quince millones y, además,
. Palencia de 1388.
colocó este impuesto bajo la directa fiscalización de un comité de seis
_:- hubo de eludir la
miembros, cuatro ciudadanos, un noble y un obispo.
t:a:!::;llC.·D~ en el Consejo,
El golpe falló. En las discusiones que siguieron a este acuerdo, pudo ver-
.os en donde las
se con claridad cuán profunda era la división en los puntos de vista entre
téciend'o que lo aprobado
los estamentos: las ciudades deseaban extender a otros sectores sociales la
Demandas sorprenden-
omo hemos visto
tercer estado fue 39 Cortes, II, págs. 310 Y 314.
40 Cortes, II, pág. 358.
41 Cortes, II, págs. 396-407 .
.t2 Cortes, Ir, pág. 395.
86 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
-,
obligación de pagar servicios que a todos atañían, mientras que los hidalgos dían con las del tercer __
defendían su exención como unjusto derecho heredado. Por la fisura abier- refirió al «escrito que nos -
ta entre los dos estamentos, el rey pudo introducir su cuña, consiguiendo los procuradores de las ----
que la comisión fiscalizadora se ampliase con caballeros, en número sufi- Los Trastámara, favorecze
ciente para que, en su seno, los exentos dispusiesen de la mayoría de votos. los presentes, también iD:~_~
Un año más tarde,Juan 1 dispondrá que los hidalgos fuesen respetados en mos de ninguna carta e
su privilegio de no pagar. El episodio es significativo: los procuradores esta- ciencia de las mismas a~:..o._
ban en condiciones de asumir actitudes de protesta, pero no de pasar a rebel- Primera, el voto de :,
día. El fracaso en las Cortes de Palencia revela, además, que nadie, en el ter- pertenecientes al Patrimorzo
cer estado, era capaz de formular programas de reforma con carácter general. más comprometidas al r'~ -
No es extraño que las Cortes estuviesen destinadas a convertirse en instru- ordinarias, en forma de
mento sumiso. día toda la acción políti
Pero instrumentos eficaces, en todo caso. A pesar de la copiosa biblio- medida que las rentas or
grafía acumulada en los últimos años, seguimos sabiendo poco acerca del de las Cortes ya que nunc
modo como funcionaban las Cortes". birse las ayudas y servi -
• que tenían la voz de los ~=
Disponemos de Ordenamientos y Cuadernos, pero la mayor parte de
las gestiones, las decisivas en ese diálogo continuo con el Consejo Real, eran cunstancia un instrumenre .~
puramente verbales y no se registraban. Un cambio sutil se estaba produ- Real. Do ut des era no
Segunda, la promu1gac:E!:::
ciendo. El rey convocaba las Cortes cuando le parecía oportuno. La costum-
da presentada en las COI":
bre establecía que ciertas ciudades y villas, cabeceras del reino, tenían que ser
convocadas. Ellas consiguieron, en este tránsito del siglo XIV al x», que tal sólo por Cortes pudieran ~_
no hubiera ninguna dec
derecho les fuese esencialmente reconocido. Un fenómeno que se encuen-
.0 escenario imprescind:
tra en relación con el cierre de las oligarquías y la transformación de ciertas
Había una importante
ciudades en verdaderos señoríos colectivos. Conforme conocemos listas o
legislativo en el sentido
nombres de procuradores, apreciamos que abundaban entre éstos personas
~resentar demandas y
directamente relacionadas con el séquito del rey. Las ciudades también pre-
vertirse en leyes.
ferían que les representasen personajes influyentes, ya que se trataba de
Tercera, la sucesió _
obtener concesiones. Las Cortes castellanas no tenían brazos separados, pero
establecer el orden dinásric
la nobleza y el alto clero celebraban también reuniones que a veces coinci-
.::¡uedesde 1388 podía
rido como «sucesor» C'~
43 Comienzan a despejarse incógnitas en la época de Enrique IV Utilizando docu-
mentación de la A. de la Historia, César Olivera, Cortes castellanas del reinado de Enrique IV,
Madrid, 1989, ha podido establecer aspectos muy importantes a este respecto. -14 E. Mitre, La nobleza
NOBLEZA Y MONARQUÍA 87
tras que los hidalgos dían con las del tercer estado". En las Cortes de Briviesca de 1387 el rey se
_- ':0. Por la fisura abier- refirió al «escrito que nos fue dado por vosotros los hidalgos y prelados y por
___ cuña, consiguiendo los procuradores de las ciudades y villas y lugares de nuestros reinos».
-_ ros, en número sufi- Los Trastámara, favoreciendo el proceso de reducción en el número de
ce la mayoría de votos. los presentes, también incrementaron el poder de las Cortes. No dispone-
_ _ - esen respetados en mos de ninguna carta constitucional ni Ordenamiento preciso, pero la efi-
:.0 procuradores esta- ciencia de las mismas aparece en estas tres dimensiones:
-:e-ro no de pasar a rebel- Primera, el voto de los impuestos. No se trataba de las rentas ordinarias
p¡.-;:::.;....:.c,. '~. que nadie, en el ter- pertenecientes al Patrimonio regio, que eran inamovibles y cada vez estaban
~=='~con carácter general. más comprometidas al pago de oficios y funciones, sino de las ayudas extra-
ordinarias, en forma de contribuciones directas o indirectas, de las que depen-
día toda la acción política. Sin el voto de las Cortes no podían cobrarse. A
medida que las rentas ordinarias quedaban bloqueadas, aumentaba el poder
- e la copiosa biblio-
de las Cortes ya que nunca se alteró el principio de que sólo podían perci-
iendo poco acerca del
birse las ayudas y servicios que hubieran sido otorgados. Los procuradores,
que tenían la voz de los que estaban destinados a pagar, hallaron en esta cir-
ero la mayor parte de
cunstancia un instrumento para el regateo con los miembros del Consejo
Consejo Real, eran
Real. Do ut des era norma frecuente.
til se estaba produ-
Segunda, la promulgación de leyes. Conviene insistir aquí en que la deman-
ortuno. La costum-
da presentada en las Cortes de Burgos de que las leyes promulgadas en Cortes
:.e:. reino, tenían que ser
sólo por Cortes pudieran ser modificadas, se cumplió en adelante aunque
~o XIV al xv, que tal
no hubiera ninguna declaración expresa. Las Cortes eran «el reino» y por tan-
eno que se encuen-
to escenario imprescindible para la promulgación de leyes y ordenamientos.
ormación de ciertas
Había una importante contrapartida. Aunque las Cortes no poseían poder
conocemos listas o
legislativo en el sentido que hoy damos a esta palabra, estaban autorizadas a
- - -, entre éstos personas
presentar demandas y propuestas que, si el rey las aceptaba, pasaban a con-
. _~ dades también pre-
vertirse en leyes.
1"' ""-:»" ;d. que se trataba de
Tercera, la sucesión. Al monarca reinante se reconocía la función de
- razos separados, pero
establecer el orden dinástico entre sus parientes, pero el heredero designado,
que desde 1388 podía reclamar el Principado de Asturias, sólo era recono-
cido como «sucesor» cuando así lo aceptaban las Cortes, prestándose los
e IV Utilizando docu-
reinado de Enrique IV,
44 E. Mitre, La nobleza y las Cortes, págs. 80-81.
respecto.
88 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ
-,
recíprocos juramentos. Probablemente exageramos si introducimos aquí el aando estaba todavía
término «pactisrno». Pero es muy cierto que la garantía de que las «leyes, ~ue, al producirse poe
fueros, cartas, privilegios, buenos usos y buenas costumbres» en que radica- grupo de parientes,
ban las libertades del reino, eran la base de ese juramento que, primero el ~~avarra 46 reclamara
sucesor y luego el rey, estaban obligados a prestar.
. .
vía para ejercer un p~~~
•.iir la rica herencia de ~;::_
14. SE RECUPERA LAALTANOBLEZA.En los últimos meses del reinado ~rá de triunfar, do
de Juan 1había señales de que la alta nobleza estaba recuperando algu- mido de Castilla, rey C:.. ~-
na parte de su vigor. Salvo en el caso del conde de Noreña, a quien -,- en él, dieron por rro~,;.,
el monarca mostró intención de dar muerte, con los otros miembros Menos brillantes. :
de la misma mostró actitud conciliadora. Se realizaron dos promo- _eneficiarios de la cri
ciones: la de Enrique Manuel, que ostentaba el condado de Monte- EJlos podían jactarse, ~
alegre, siendo pariente de su madre, y la de Pedro Núñez, ahora con- =:":.evadotributo de dinero,
de de Mayorga.Ambos morirían sin descendencia por 10 que los títulos nueva» oligarquía ~
se extinguieron. En 1390 el duque de Benavente llegaba a mayoría ~- fallecidos, por epiderc
•
de edad; inmediatamente detrás del Príncipe de Asturias, le corres- -os y tanta fidelida •.•~
pondía ser cabeza de la nobleza. Para evitarlo, el monarca decidió ascen- ea nobleza pudo av
der a su propio segundogénito, Fernando: aun no había cumplido los Los linajes de ~1
diez años de edad cuando, en las Cortes de Guadalajara del año arri- radares de Juan 1. ;',=-=-ro-,
ba mencionado, fue investido de un enorme señorío que incluía Lara, re este reinado el ~
Pefiafiel, Castrogeriz, Mayorga, Cuéllar, San Esteban de Gormaz y las muerte en la gran ha ~
otras villas y aldeas circundantes, todo ello con título ducal". era política: mayo:-¿
con el arzobispo don Pe2-
No cabe duda: volviendo a las estructuras sociales defendidas por Enri- c:-' linaje fue por él eo
que II en el comienzo de su reinado, Juan 1 y los que con él gobernaban znó solemnemente el : ü
entendían que la permanencia de una alta nobleza poco numerosa era impres- Hita, Buitrago, ROhT'?-C':
:::
cindible para lograr el equilibrio. De hecho con el nuevo duque de Pefiafiel, obredarcas.Arge -
hermano del futuro rey, se colocaba el pináculo de la pirámide social com-
Carrascosa, Castilb
puesta ahora por dos duques, un marqués y tres condes, aparte del preso. En
las Cortes de Guadalajara se les hace desempeñar ya un papel, aunque Per-
46 En febrero de 1 ~
=odo el infundio de
45 Fernando es, deliberadamente, la alternativa que se opone al duque de Benavente. 47 La escritura del =!" ;¡ ::;.
E. Mitre, Evolución de la nobleza de Castilla bajo Enrique III, Valladolid, 1968, pág. 205. ~..:hivo de la Casa de Pri
n
11 --
NOBLEZA Y MONARQUÍA 89
- . rroducimos aquí el nando estaba todavía en los diez años de edad. Nada tiene, pues, de extraño
=.2' de que las «leyes, que, al producirse pocos meses más tarde, la muerte inesperada del rey, este
.:n~mbres» en que radica- grupo de parientes, al que se había incorporado también la reina Leonor de
raen o que, primero el Navarra" reclamara para sí el ejercicio de la regencia. Demasiado joven toda-
vía para ejercer un protagonismo, Fernando hubo de sentarse a esperar, reci-
bir la rica herencia de Alburquerque, y prepararse para el futuro. Esperando
o meses del reinado habrá de triunfar, donde los demás fracasaron: llegará a ser gobernante indis-
s:::..;¡a esrana recuperando algu- cutido de Castilla, rey de Aragón y abuelo del rey Católico a quien, pensan-
de Noreña, a quien do en él, dieron por nombre Fernando.
los otros miembros Menos brillantes, los miembros de la segunda nobleza serán verdaderos
realizaron dos promo- beneficiarios de la crisis, cuya segunda fase estaba a punto de comenzar.
ondado de Monte- Ellos podían jactarse, en 1390, de haber servido al rey con lealtad, pagando
L úñez, ahora con- elevado tributo de dinero, talento y vidas humanas. Casi todos los linajes de
o::er:ri;¡ por lo que los títulos la «nueva» oligarquía trastamarista podían presentar una lista impresionante
I-Wo.~~r?<nte
llegaba a mayoría de fallecidos, por epidemia o en el campo de batalla. Es lógico que tales ser-
: de Asturias, le corres- vicios y tanta fidelidad recibiesen un premio. Después de Aljubarrota la segun-
~ •.,-".•..•..•
tVnarcadecidió ascen- da nobleza pudo avanzar un paso .
••••'-"'.;..;......IL.UOO había cumplido los Los linajes de Mendoza, Velasco, Manrique y Stúñiga, principales cola-
, dalajara del año arri- boradores de Juan 1, fueron también los más favorecidos; para ellos constitu-
- río que incluía Lara,
ye este reinado el gozne sobre el que gira todo su futuro. Con su heroica
an de Gormaz y las muerte en la gran batalla, Pedro González de Mendoza sellaba una brillante
'rulo ducal'".
carrera política: mayordomo mayor y regente en 1384, había compartido
con el arzobispo don Pedro Tenorio, el lugar principal en la confianza del rey.
fendidas por Enri- El linaje fue por él consolidado en forma de mayorazgo, que el rey confir-
e con él gobernaban
mó solemnemente ellO de febrero de este mismo añ047: abarcaba entonces
umerosa era lmpres-
Hita, Buitrago, Robregordo, Somosierra, Colmenar, El Vado, El Cardoso,
_ :-0 duque de Peñafiel,
Robredarcas,Argecillas y las casa, molinos y heredades en San Felices, el Tejar.
irámide social com-
Carrascosa, Castilblanco y Utande. La extensión del mayorazgo se había
s. aparte del preso. En
apel, aunque Fer-
~6 En febrero de 1388 Leonor habia pedido asilo político en la Corte castellana, sem-
brando el infundio de que su marido, Carlos III, quería envenenarla.Ayala, pág. 140.
~ ~ duque de Benavente. H La escritura del mayorazgo pub. por F Layna, op. cit., págs. 282-284, que lo toma del
- : 1968,pág.205. archivo de la Casa de Priego.
90 LUIS suxnsz FERNÁNDEZ
ampliado en 1382 por compra de las heredades de Espinosa,Villaverde y Fuen- primogénito. Juan Fern
te Iñana, que habían pertenecido a Íñigo López de Orozco, y, en noviembre feo y colorado» como ~e._
de 1383 por la donación del Real de Manzanares'" arrebatado, como diji- julio de 1388 Cuenca -
mos, al infante don Juan de Portugal. El nivel económico del clan mendo- como principal poder
cino crecía y no sólo por estos medios: en 1381 había situado una renta Los Manrique, sortean
anual de 37.000 maravedís en ciertos tributos madrileños y toledanos. Fren- esempolvaban su im2~~",
te a los Mendoza, el municipio de Guadalajara, donde fijaran su residencia, Lara. Presidía el clan nT"'
había perdido toda autonomía". No debemos olvidar que nos estamos refi- enemigo de Tenorio
riendo a la Casa del Infantado. Pedro de Luna, que
Ahora vamos a ahondar en las raíces de la Casa de Frías. Pedro Fernán- rical en Castilla. El tercer
dez de Ve1asco, camarero mayor, fue una de las víctimas de la peste durante sucedido en el adelanCl~
el cerco de Lisboa en 1384. En guerra, como en diplomacia, sus servicios tar la dispersión de lo
habían sido considerables. Sus ganancias no 10 eran menos. En una misma muerte en prisión del nri
fecha, el 30 de enero de 1380, había creado dos mayorazgos, uno con los plir su testamento, res
dominios que formaran patrimonio de su Casa, y otro con Medina de ruyó, con esta villa ;"
Pomar y Briviesca. Luego rectificó fundiéndolos en uno. De este modo, coin- Gómez y sus descendientes,
cidiendo con los otros nobles, clarificaba sus objetivos: el mayorazgo debe promiso de no enaje
servir para afirmación del linaje, algo que estorbaría la dispersión de los domi- "Sotopalacios, comprando C:.j
nios. En agosto de 1379 cambió Rueda -que Enrique II quería para el duque Mortunadas gestiones ¡¡;;; '-'~I
de Benavente- por Herrera de Pisuerga, obteniendo además Valdivie1so,Val nios heredados en la Tierra '3f
de Manzaneda y Quintana de la Cuesta". En febrero de 1380 obtuvo el Pedro de Yanguas (Rioj
paralelo con la importante donación que se hacía entonces a Mendoza, le adelantado mayor a su p~
fueron situados 40.000 maravedís anuales de renta en las salinas de Rusio. de corta edad. La IUe>
habría de ejercerla el
Presumía entonces de que descendía de Fernán González, emulando las haza-
ñas del gran forjador de Castilla; es una pretensión que tenemos que tomar ban llamados a ser raíz r-~
el siglo xv, por toda la
estrictamente en 10 que vale, orgullo de estirpe. Heredó todo este poder su
Los Stúñiga podían ~
í, -- ----~~~~~--
NOBLEZA Y MONARQUÍA 91
~ ~ - osa,Villaverde y Fuen- primogénito. Juan Fernández de Velasco, «alto de cuerpo y grueso, el rostro
o Z o, y, en noviembre feo y colorado» como le retrata Fernán Pérez de Guzmán, el cual obtuvo en
rrebatado, como diji- julio de 1388 Cuenca de Campos. De este modo los Velasco se afirmaban
- - ~ -ea del clan mendo- como principal poder entre Palencia y Burgos: esta ciudad era la meta.
ia situado una renta Los Manrique, sorteado el escollo de la conjura del adelantado, en 1380,
desempo1vaban su imaginaria antigüedad: descendían de los infantes de
--~ njaran su residencia, Lara. Presidía el clan un hombre de Ig1esia,Juan García Manrique, personal
e nos estamos refi- enemigo de Tenorio aunque contaba con el apoyo del cardenal legado,
Pedro de Luna, que hasta aquel momento había gobernado el estamento cle-
-~ Frías. Pedro Fernán- rical en Castilla. El tercero de los hermanos, Diego Gómez Manrique, había
~.-,-"uu- de la peste durante sucedido en el adelantamiento. El arzobispo puso el mayor empeño en evi-
.-:; omacia, sus servicios tar la dispersión de los bienes familiares, amenazados muy gravemente tras la
enos. En una misma muerte en prisión del primogénito: tomó sobre sus hombros la tarea de cum-
."orazgos, uno con los plir su testamento, rescató Amusco, impidiendo que fuera vendida y consti-
OITO con Medina de tuyó, con esta villa y con Redecilla del Camino, un mayorazgo para Diego
.De este modo, coin- Gómez y sus descendientes, imponiendo sin embargo a todos ellos el com-
~~5: el mayorazgo debe promiso de no enajenar parte alguna. Sumó a estos dominios, Calabazanos
••• :..& •••.....:> •••• ersión de los domi- y Sotopalacios, comprando los derechos a la viuda de Pedro Manrique (1388) .
quería para el duque Mortunadas gestiones habían hecho ya de Diego Gómez, que unía a los domi-
.emás Valdivielso,Val nios heredados en la Tierra de Campos, donaciones reales en Navarrete y San
I--.-::-----n de 1380 obtuvo el Pedro de Yanguas (Rioja) uno de los hombres más ricos de Castilla. Cayó,
- - _20 emulando las haza- habría de ejercerla el cuarto hermano, Gómez Manrique. Tío y sobrino esta-
ban llamados a ser raíz para troncos poderosos que extenderían sus ramas, en
_ae tenemo s que tomar
el siglo xv, por toda la meseta septentrional. «Verduras de las Eras».
~"""-4_~~ odo este poder su
Los Stúñiga podían seguir siendo considerados como advenedizos. Pero
Diego López, hijo de Juan, el que recibiera Bañares, dio impulso decisivo a la
familia, gracias a dos circunstancias, la importancia del oficio de justicia mayor,
que ostentaba, y ser un superviviente en las dos campañas, Lisboa y Aljuba-
datos aquí reseñados
p •• - '931. La carta de dona-
__ •.. rrota. Un afortunado y lucrativo matrimonio, con Elvira de Ayala, hija de Alvar
Pérez de Guzmán, le trajo en dote la villa de Palos. Antes de esto, en 1382,
92 LUIS suxasz FERNÁNDEZ
-,
había adquirido de su antecesor en el cargo,Juan Núñez de Villazán, algunas regencia sin regente. _
villas y aldeas burgalesas -Capilla, Garlitos, Peña el Sordo, el Risco, La Zar- infante Fernando, de
za, Batanero, Úrbel y Encinas- en cuya posesión se hizo confirmar por el las ambiciones se desazzrac
rey. A estos dominios, que ya eran importantes, sumó otras dos donaciones llevar a cabo sus sini
del rey, Curiel en 1386 y Moral de la Reina, en fecha incierta. Todavía no se choque entre las do
había definido bien el ámbito geográfico para el asentamiento del linaje cuan- los sólidos linajes. De
do, por muerte de Juan 1, se encontró don Diego en posición singular: era social castellano. Esto --
prácticamente el principal político de madura experiencia dentro del equipo sívo dentro de la trayec,
que contaba con predominio de jóvenes y niños. Junto a él se alzaba la gigan- tos para el edificio
te figura de Pedro López de Ayala, que regresaba de la cautividad.
Los demás linajes también anotaban ganancias. Fernán Sánchez de Tovar
había cobrado Belver en 1382; Pedro López de Ayala, Salvatierra de Álava
en 1384; Pedro Álvarez Osorio, señor de Villaloboa, Cabrera y Ribera, anti-
guos señoríos de Alfonso Enríquez, en 1388; Alfonso Yáñez Fajardo ponía
piedras de un futuro poder, al recibir Alhama, cerca de Murcia.
Irrumpía en estos momentos vigorosamente un nuevo linaje, Enríquez,
de origen muy oscuro, aunque dentro de la dinastía reinante. Alfonso Enrí-
quez, primero de él, se presentaba como hijo de don Fadrique -gemelo de
Enrique II y maestro de Santiago, alevosamente asesinado en Sevilla por
Pedro 1- y de una bellísima judía, dato este del que se procuraba hablar en
voz muy baja. Ascendencia femenina para Fernando el Católico que sería
con frecuencia tachado de llevar algunas gotas de sangre hebrea. No olvide-
mos tampoco en este caso la leyenda del murciélago que ponía el pensamiento
del rey Católico en relación con Jerusalén. En 1389 Juan 1 le hizo donación
del señorío de Campos, muy cerca de Palencia. Por este tiempo -no esta-
mos muy seguros de la fecha- contrajo matrimonio con Juana de Mendo-
za, hija del mayordomo mayor. Ambos son el origen de los «almirantes» de
Medina de Rioseco'".
Tales eran las fuerzas sociales instalas en Castilla en el momento en que.
por muerte accidental imprevista de Juan 1, se abría el interregno de una
51 Mitre, op.cit., pág. 154, señala acertadam~nte que el papel de mediador que Alfon-
so Enríquez asumió durante la minoridad de Enrique III explica el crecimiento de su Casa.
- -~~-
NOBLEZA Y MONARQUÍA 93
_ e; momento en que.
. rerregno de una
1.
importancia. Es ::e __
que 111,que
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boraran en S!1 =.!
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cnlado. Tuvo dos hijos jl~
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-,
tió, desde 1390, en el más destacado miembro de este linaje, que, co importantes monasteri
en adelante, tendría dos ramas perfectamente delimitadas. do y Valparaíso de Córdob
nueva cartuja de Santa _
N o podemos hacer, con absoluta seguridad, una definición completa de palacio de Enrique III. c~
las tendencias políticas que caracterizan el reinado de Enrique IIe; parece importante de las espaú
evidente que sus consejeros y luego el mismo rey, cuando alcanzó edad sufi-
ciente, persiguieron el fortalecimiento del poder real. En su aspecto exte- 2.
rior, matizado por los progresos de una temprana enfermedad, daba el Dolien- situación de
'1
h - ---
NOBLEZA Y MONARQUÍA 97
L..:.-,;O~'-..J!O de este linaje, que, co importantes monasterios se fundan en estos años: dos de jerónimos (Tole-
nre delimitadas. do y Valparaíso de Córdoba), dos de carmelitas (Ávila y Villaviciosa) y la
nueva cartuja de Santa María de las Cuevas, que tendría larga duración. Un
- definición completa de palacio de Enrique III, cercano a Burgos, sería empleado para edificar la más
ce Enrique III3; parece importante de las españolas, Miraflores, que aún conserva su esplendor.
~edad, daba el Dolien- situación de la Monarquía castellana era dificil. Se habían concerta-
coetáneos le retratan como do treguas, meses atrás, con Portugal y con Inglaterra que abrían las
acervo literario del comunicaciones en el espacio atlántico, pero se observaban con mucha
deficiencia. El tesoro estaba exhausto, sin posibilidad de absorber la
pues es bien sabido
copiosa deuda pública y el país revelaba la fatiga que tantas guerras
. =-2 ' d que se asumen en
le producían. Algunos linajes de nobles, diezmados, estaban ahora
• corto pues habiendo
- .....' oco después de haber dirigidos por hombres demasiado jóvenes e inexpertos. La muerte
accidental del rey había impedido que se tomasen las precauciones
..recta de don Enrique
necesarias para hacer frente a una interinidad que se perfilaba como
muy prolongada. Había un testamento real, anterior a Aljubarrota e
~ osas desde otro ángu-
inservible porque las previsiones no podían ser cumplidas. El único
oderío absoluto» no
precedente que los sorprendidos consejeros podían alegar databa
-;¿-~del monarca ya que
de unos meses atrás:Juan 1 había formulado una propuesta de abdi-
e se consolidan. No
car en Castil1a a fin de que pudieran reconocerle sus súbditos por-
? había detectado tam-
tugueses, pasando el poder a un Consejo de regencia que duraría
. a incluir en sus docu-
hasta que Enrique fuera mayor de edad. En esta fórmula se veía la
extraño encontrarnos
solución del problema: por razones distintas los miembros de la dinas-
nieta Isabel. La refor-
tía resultaban poco convenientes.
Pedro de Luna, que
. seguiría adelante. Cin-
Un consejo de regencia, ciertamente, pero ¿quiénes debían integrarlo?
Los miembros de la alta nobleza, deudos en diferente grado del difunto rey,
=~-u. especialmentelos de E. es decir, Fadrique, duque de Benavente, Pedro, conde de Trastámara, Alfon-
.:"':r...-:~--:::::¡
..••.en F.Suárez Bilbao,Enri-
so de Aragón, marqués de Villena y Juan Alfonso de Guzmán, conde de Nie-
bla, se consideraban a sí mismos, por rango y experiencia, personas indica-
-: istoria de la vida y hechos
.••.•..•
~"-'-u. Crónica del rey don Enri- das para formar parte de éL Habían recibido un importante refuerzo en la
persona de Leonor, reina de Navarra, que se negaba rotundamente a regre-
98 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ
-,
sar al lado de su marido; contaba con dos opulentos señoríos, Roa y Sepúl-
hizo cargo de todo, con
veda, lo que significaba dinero y soldados. En opinión de no pocas personas
la proclamación de Enric
resultaba lógico que los parientes del rey fuesen los primeros en ser tenidos
reino se las invitaba a e
en cuenta. A la vista estaba, también, el modelo de Francia, donde los gran-
hacerlo con la urgencia
des duques, tíos y hermano, sustituían a Carlos VI, incapaz de llenar sus fun-
que, en la primera se
ciones. Estos grandes, sin embargo, estaban desunidos y eran por tanto inca-
Real, del que estaban a'
paces de someterse a un programa común. Un defecto que Leonor trataba
como el arzobispo de ~
de remediar.
ley de la Partida Segun .
No habiendo antecedentes para un gobierno en forma de consejo, las
constituir una regencia {o_
interpretaciones que podían darse a esta iniciativa eran, ciertamente, muy
en ser reconocido. Pero ~.
variadas. Entre los altos oficiales de la Corona surgió la confusión. Los maes-
en aquellos momentos
tres de Santiago y de Calatrava, Lorenzo Suárez de Figueroa y Juan Núñez
Cuando el duque <
cia a las grandes dimensiones. Los malos augurios de don Pedro Tenorio y duda, habrían prefe .
"
de cuantos pensaban como él, parecían cumplirse: la nobleza.dividida en par- sostenía Juan García _
tidos, no había conseguido ponerse de acuerdo para elaborar un programa y, toria decisiva.
por consiguiente, comenzaba a verse desbordada por el tercer estado. Se
estaba dando la impresión de que las Cortes asumían la soberanía en aque- mmos en que se p
lla vacante, correspondiéndoles la decisión de constituir la regencia". Las res se dividían en
reuniones de Madrid, como luego las de Burgos -dos etapas en un mismo del año. Esto prop0rr!~-
proceso de conformación de una regencia, separadas apenas por unos meses- condición de que m-. ;,-.;..,
tienen, a mi juicio, una importancia que no siempre ha sido suficientemen- muy dificil. Por o
te destacada. Las Cortes parecían a punto de convertirse en el gran órgano podían quitar «tierras
de decisión política. Proporcionaron a la nobleza, en sus dos niveles, y a los castillos, modificar
partidarios del refuerzo del poder monárquico, ante esa perspectiva de sen- vistas en el Ordenamiend
tirse desbordados, una plataforma de entendimiento. Esto también es impor- dios que no fuesen
tante. denar a muerte u O[Q~=--
Antes de que los distintos partidos pudieran organizarse, los procura- carecían de posibilidades
dores de las ciudades hicieron una demostración clara de fuerza y deci- excesivos, ya que [Q
sión. Llevaban preparado un Ordenamiento de baja de moneda que hicie- menos, por cuatro
ron aprobar en el mismo momento en que se iniciaban las sesiones''; era estamento.
un intento de frenar la inflación y hubieron de darle un valor meramente
provisional. El 31 de enero, a pesar de las protestas del arzobispo de Tole- 3.
do, quedó designado un Consejo de regencia en que se representaban,
ampliamente, todos los sectores y estamentos: dos arzobispos (Toledo y San-
tiago), ocho nobles (el duque de Benavente, el conde de Trastámara, el maes-
tre de Calatrava que era Juan Núñez de Villairán, Pedro López de Ayala,
Alvar Pérez Osorio, señor de Villalobos, Ruy Ponce de León, Pedro Suá-
rez de Quiñones, así como el mariscal García González de Herrera) y cator-
ce de los procuradores allí presentes. Solución singular y sin precedentes:
ni personalismo, como quería Tenorio, ni gobierno de parientes como, sin
7 Calendario y detalle de estas Cortes en Cristina Granda, Las Cortes de Madrid de 1391.
Esbozo histórico (En la España medieval. Homenaje S. Moxó, 1982, págs. 457 -466).
8 Texto del Ordenamiento de moneda, procedente de una copia en el archivo de la 9 Fernando Suárez B
catedral de Toledo en BN, rnss. 13.103, fol. 106-107. 10 Ordenamiento en
l' _ __ -
NOBLEZA Y MONARQUÍA 101
ce don Pedro Tenorio y duda, habrían preferido el duque y el conde, ni oligarquía nobiliaria, como
obleza, dividida en par- sostenía Juan García Manrique", Las Cortes habían logrado, al parecer, vic-
elaborar un programa y, toria decisiva.
- oor el tercer estado. Se Una especie de reglamento interno fue aprobado, moderando los tér-
¡;:::::::!!3.TI la soberanía en aque- minos en que se produjera la imposición de las ciudades. Los procurado-
: ~- iruir la regencia". Las res se dividían en dos turnos para que sólo siete figurasen cada semestre
del año. Esto proporcionaba a clero y nobleza una permanente mayoría, a
d- nas por unos meses- condición de que supiesen marchar siempre de acuerdo, cosa que se sabía
sido suficientemen- muy dificil. Por otra parte se señalaban impedimentos y restricciones: no
lT'-:c",,"~·r<:e
en el gran órgano podían quitar «tierras» adscritas el servicio de armas, entregar o construir
_~ sus dos niveles, y a los castillos, modificar la política exterior, aumentar el número de lanzas pre-
re esa perspectiva de sen- vistas en el Ordenamiento de Segovia, percibir cualquier clase de subsi-
- Esto también es impor- dios que no fuesen los votados por las Cortes, batir moneda de baja ley, con-
denar a muerte u otorgar perdones'", En el seno del Consejo sus miembros
- rganizarse, los procura- carecían de posibilidades de establecer un poder o una influencia personal
clara de fuerza y deci- excesivos, y'a que todas las cartas, para tener validez, debían ser firmadas, al
- ~ ~ e moneda que hicie- menos, por cuatro miembros siendo forzoso que uno perteneciera a cada
"=':ciaban las sesiones''; era estamento.
_-_~ un valor meramente
'el arzobispo de Tole- 3. EL TESTAMENTODE JUAN 1. Don Pedro Tenorio calificó muy nega-
e Trastámara, el maes- na. De hecho parecía una victoria de las Cortes en ese camino varias
edro López de Ayala, veces propuesto de establecimiento de una Diputación. En las últi-
z;re e León, Pedro Suá- mas semanas de enero de 1391 -en todo caso antes del 6 de febre-
--' ez de Herrera) y cator- ro- había conseguido atraer a este punto de vista al duque de Bena-
.•••.•.
""'~u.a..t y sin precedentes: vente y al conde de Trastámara, que no valían gran cosa desde el punto
de parientes como, sin de vista político, pero, en su calidad de parientes próximos de Enri-
que III, se sentían desplazados en aquel Consejo demasiado nume-
roso. Probablemente se hacía brillar ante sus ojos la propuesta de re gen-
:...,...J..;.r....-c Cortes de Madrid de 1391.
2, págs. 457 -466).
copia en el archivo de la 9 Fernando Suárez Bilbao, op. cit., págs. 18-22.
10 Ordenamiento en Cortes Il, pág. 483 Y ss.
102 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ
cia triple prevista en las Partidas. El hecho es que cuando el6 de febre- rras zamoranas y corn
ro los regentes fueron llamados a jurar, el arzobispo se negó alegan- tual guerra interior
do que el Consejo era contrario a las leyes del reino. Intervino lue- Estas dos desen
go don Álvaro de Isorna que consiguió convencerle para que jurara de regencia, pero.
el 11 de febrero. Pero don Pedro no se incorporó al Consejo, ale- cía Manrique en .
gando que se le había obligado a jurar bajo amenaza de muerte. menos decisiva la ':'~
pensaba, el Consej
Disponemos de un dato que nos permite suponer que don Pedro Teno- equipo de nobleza zi.e
rio proyectaba ya entonces oponer al Consejo de regencia, dominado ahora
por el arzobispo de Santiago, su gran rival, una alianza entre parientes del
el arzobispo de
un programa de re:
Sa::::1
rey. Insistió en que se le eximiese de la custodia del conde de Noreña, que río, que defraudara en
llevaba siete años prisionero en el castillo de Almonacid de Zorita, pertene- bién, el designio <le:
ciente a la mitra. Por sus antecedentes era don Alfonso Enríquez un perso-
naje inquieto, aparte de, por su edad y parentesco, cabeza natural de todos
aquellos parientes. Muy a regañadientes hubo de hacerse carg? de esta cus-
todia el maestre de Santiago, Lorenzo Suárez de Figueroa, que preparó para
él alojamiento conveniente en uno de los castillos de la Orden, el de Mon-
real, cerca de Ocaña. Cuando el duque de Benavente y el conde de Trastá-
mara se hicieron acompañar de soldados al acudir a la iglesia de Santiago, en
Madrid, donde el Consejo se reunía, tuvo Tenorio la oportunidad que bus- zintos era consecuencia
sejo, aunque sus intenciones apuntaban a metas distintas: se retiró a sus tie- ego Juan de --
NOBLEZA Y MONARQUÍA 103
po. cuando el 6 de febre- rras zamoranas y comenzó a reclutar soldados preparándose para una even-
~ remo. Intervino lue- Estas dos deserciones ponían en entredicho la legitimidad del Consejo
:-:n~~~cerle para que jurara de regencia, pero, al mismo tiempo, fortalecían la posición de donjuan Gar-
~.,,~~~oró al Consejo, ale- cía Manrique en la presidencia del mismo. Al retirarse los grandes, siendo
e don Pedro Teno- equipo de nobleza media que gobernara en los últimos años. No parece que
• _ cia, dominado ahora el arzobispo de Santiago estuviera movido por el deseo de llevar adelante
••......•.'----"-<1 entre parientes del un programa de reformas. Le impulsaba el resentimiento personal hacia Teno-
rio, que defraudara en tiempos su esperanza de ser arzobispo de Toledo y, tam-
de de Noreña, que
bién, el designio de promover a los miembros de su propio linaje. Erraríamos,
e Zorita, pertene-
Enríquez un perso- en consecuencia, si presentásemos el enfrentamiento de ambas facciones como
choque entre proyectos políticos de gran altura.
za natural de todos
No es conveniente descender al detalle menudo de los sucesos; puede
• - - e cargo de esta cus-
~ a, que preparó para equivocarnos impidiendo comprender los grandes esquemas. En marzo de
•
-~.2 Orden, el de Mon- 1391 la ruptura entre los dos sectores de la nobleza alta, formada por los
parientes del rey, baja por los altos oficiales de la Corte, parecía el preludio
-= - el conde de Trastá-
de una inmediata guerra civil. Si los dos arzobispos aparecían en bandos dis-
esia de Santiago, en
tintos era consecuencia de sus rivalidades personales. Desde posiciones que
- ~ o ortunidad que bus-
se presentaban como distintas, Tenorio, Benavente y el marqués de Villena,
.::= Henares, plaza segura
que seguía en tierras valencianas, negaron al Consejo de regencia legitimi-
dad y, con ello, también su obediencia'". En los días siguientes el número de
:; :;'"-Clemente VII y a los negativa de Juan García Manrique a aceptar el nombramiento del converso Juan Sánchez
de Sevilla como contador mayor. El arzobispo tenía razón: Juan Sánchez, recaudador en el
- ebe cumplirse. Así se
año anterior, no había rendido cuentas. Pero es indudable que el Consejo había quebranta-
- _-91 una ruptura.Teno-
do la prohibición de hacer nuevos nombramientos: conocemos el deAlvar Rodríguez
L.,-.'-J.L~ que no fuera en esto Cueto como alcalde mayor de las cañadas efectuado el 30 de marzo. A.H.N. Santiago,
_~e correspondían a la Uclés.leg. 99, fo1.41.
ojado de sus fun- 12 Manrique envió aTenorio tres embajadas, la última de las cuales fue recibida en Tala-
el repudio del Con- vera el 12 de abril: primero fueron Fernán Sánchez de Virués y Gonzalo Martínez de Boni-
l1a;luego Juan de Velasco y Pedro Fernández de Villegas; por último García Alfonso de
->.~....s.:>-:se retiró a sus tie-
104 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
,
disidentes se incrementó al sumarse primero el conde de Niebla,Juan Alfon-
que venían inten
so de Guzmán, y luego el clan guadalajareño de los Mendoza. El matrimo-
amargura que, en
nio de Diego Hurtado con una bastarda de Enrique II, llamada María, le acer-
una mejor compreaseoa
caba al tronco de la dinastía13. También lo hizo un exiliado portugués,
líneas de sentirni
Martín Yáñez de Barbuda, a quien Juan 1había conseguido convertir en maes-
personal entre 10- -
tre de Alcántara. Se rompía, pues, la unidad de la caballería de las Órdenes.
ña; el orgullo de: C= .!:
Fue entonces -¿principios de abril?- cuando Tenorio comunicó jactan-
sentía representante __
ciosamente al Consejo de regencia que su decisión sería consecuencia de la
la más honda de
consulta que se proponía hacer a tantos nobles importantes como se halla-
mayor simpatía <le
ban fuera de Madrid, pues «quien ha compaña non ha señor». En otros tér-
sin olvidar las ambi
minos: un partido se oponía al Consejo de regencia. Parecía anunciarse un
La división no _
golpe de la primera nobleza contra la segunda, repitiendo aspectos que ya se
ciudades, trabajad
registraran en el reinado anterior. linajes locales, que --
Las acusaciones que, desde el Consejo, se formularon contra el arzobis-
plos, los que conoe
po insistían en. que éste, reuniendo tropas, estaba preparando una revuelta. se extendía, al p
•
Probablemente Tenorio no se dio cuenta de hasta qué punto estaba siendo Pérez de Guzmán •
desbordado. Su postura política, preludiando en cierto modo la que adopta- alzando la bande
rá don Álvaro de Luna años después, era en cierto modo contradictoria. enemigo hacia q
Defendía el fortalecimiento del poder real, sin contar con el rey, y sus segui- rio'". En Murcia
dores estaban dispuestos a apoyar su argumento jurídico -no corresponde cabeza visible era Ferr;
a las Cortes establecer una regencia- pero valiéndose de él únicamente el adelantado Alfonso ::.
para provocar una revuelta interna que les permitiese tomar el poder, cosa tinuando una viei -' -
combatiese a los n~n·""""
Sahagún y Antón Sánchez. No consiguieron nada. El arzobispo de Toledo se encerraba en
estricta legalidad frente a la innovación que significaban las Cortes de Madrid; por consi-
14 Alvar Pérez .z - .-
guiente no había otra forma de regencia que la prevista en el testamento -prerrogativa regia
aprovechando las buenas •
garantizada por las costumbres que reserva al rey derecho a designar gobierno para su hijo
de Stúñiga, reforzando •
menor- o, en su defecto, la ley de la Partida Segunda que reduce a una o tres personas esa
su tío Juan había prIT2cio e
regencia. Es importante comprobar que, en su respuesta, el Consejo no negó la ley de la
larse almirante. En corseceea
Partida; sólo decía que no existían esas tres o cinco personas idóneas. Hubo todavía una
maron un sólido bloque
cuarta embajada, aprovechando la presencia del legado, obispo de San Ponce de Tomeras,
bispo de Toledo. Co ..
pero sólo sirvió para que Tenorio, en tono de ultimátum, exigiera la disolución del Consejo.
de Niebla, Madrid, 185-.:
F. Suárez Bilbao, op. cit." págs. 26-28.
15 La discordia.
13 E. Mitre, op. dt., pág. 165.
negativa para que un l=i"..,;:
NOBLEZA Y MONARQUÍA 105
iebla,Juan Alfon-
que venían intentando sin éxito desde años atrás. Esto puede explicamos la
_ endoza. El matrirno-
amargura que, en sus últimos años, vendría a formular el famoso prelado. Para
......,."-""-'..l.L<1'da
María, le acer-
una mejor comprensión de los hechos hemos de tener en cuenta cuatro
_ exiliado portugués,
líneas de sentimientos que en esta coyuntura se entrecruzaban: la rivalidad
personal entre los dos arzobispos que se sentían cabeza de la Iglesia en Espa-
ña; el orgullo del de Toledo, que ya gobernara en ausencia de Juan I, y se
:::0 comunicó jactan-
sentía representante vivo de una situación que permitiera a Castilla superar
I consecuencia de la
la más honda de sus crisis; las opiniones opuestas de la alta y baja nobleza; la
mayor simpatía de que la segunda de ellas gozaba en las Cortes. Todo esto
sin olvidar las ambiciones individuales de los cortesanos.
La división no estaba circunscrita a la Corte; se había extendido a las
t=~eTICO aspectos que ya se
ciudades, trabajadas fuertemente por la rivalidad entre las oligarquías de
linajes locales, que ahora se alineaban con los bandos en lucha. Dos ejem-
F==:2:un contra el arzobis-
plos, los que conocemos mejor, son suficientes para explicar un problema que
oarando una revuelta.
se extendía, al parecer, por todos los rincones del reino. En Sevilla Alvar
;. .•unto estaba siendo Pérez de Guzmán y Pedro Ponce de León, señor de Marchena, se unieron,
odo la que adopta- alzando la bandera del Consejo de regencia por la simple razón de que el
o contradictoria. enemigo hacia quien apuntaban se había sumado a los partidarios de Teno-
ro el rey, y sus seguí- rio'". En Murcia los restos de la Casa de Manuel-primera nobleza- cuya
- - ':0 -no corresponde cabeza visible era Fernando Pedroso, obispo de Cartagena, se enfrentaban con
~ :e de él únicamente el adelantado Alfonso Fajardo, que contaba con el favor del municipio y, con-
~ romar el poder, cosa tinuando una vieja contienda, estaba dispuesto a sumarse a cualquiera que
combatiese a los parientes de la dinastía 15. Estas discordias, sangrientas, fue-
14 Alvar Pérez de Guzmán, alguacil mayor, cambió este oficio por el de almirante
= o -prerrogativa regia
aprovechando las buenas relaciones con los regentes y cedió el alguacilazgo a Diego López
~~rr gobierno para su hijo
de Stúfuga, reforzando así la alianza de intereses. Pero Diego Hurtado de Mendoza, a quien
- una o tres personas esa
su tío Juan había privado de la mayordomía mayor, que tuviera su padre, comenzó a titu-
_o no negó la ley de la
larse almirante. En consecuencia Alvar Pérez, Pedro Ponce y Diego López de Stúfuga for-
~. eas. Hubo todavía una
maron un sólido bloque contra el conde de Niebla y Diego Hurtado, partidarios del arzo-
-~ San Ponce de Torneras,
bispo de Toledo. Corrió la sangre en Sevilla. P Barrantes Maldonado, Ilustraciones de la Casa
. lución del Consejo.
de Niebla, Madrid, 1857, págs. 503-506.
15 La discordia, antigua, llegó a un punto de ruptura cuando el Cortejo reiteró la
negativa para que un bastardo del conde de Carrión,Juan Sánchez Manuel, entrara en la ciu-
106 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ
- da en Madrid; pare-
•...•••'-O~.•..•. mático- todos los cronistas oficiales han tenido buen cuidado en si-
,_-.1'<1' rum ambos parti- de Cortes, que debían celebrarse precisamente allí 17 . Los procurado-
res burgaleses alcanzaron al Consejo en Cuéllar, una de las etapas del
egovia, adonde el
- . d1I1ente. Tal era la camino desde Segovia a Valladolid. La simiente dejada por las Cortes
de Madrid fructificaba en esta propuesta singular: el reino, punto de
recurso que el de
partida para la soberanía, representado en Cortes, tenía el derecho y
restando fuerza y
, . as, a la reina de deber de resolver un problema que se presentaba ya con aristas agu-
das. La reina Leonor de Navarra fue una de las pocas personas que
e las palabras, dos
comprendió todo el alcance que podía tener esta iniciativa: partida
ejor defensa de su
en dos la nobleza podía verse sustituida por las Cortes en su papel polí-
lado algunos pro-
tico. Era urgente e imprescindible, para ella, lograr a cualquier precio
" cia a las Cortes de
la reconciliación. Uniendo sus propios esfuerzos a los de los enviados
esperanza de recibir
por la ciudad, pudo dar un giro completo a las negociaciones. Una vez
on Pedro Tenorio
obtenida la concordia, podían presentarse a las Cortes hechos consu-
- sierra de Gredos y
mados que éstas no tuvieran más remedio que aceptar.
,.....,... : cerca de Á vila. A
.•...•.......•
Triunfaba, al parecer, la alta nobleza. En la concordia de Perales se establecía lidad a los que desobedecí "
la disolución del Consejo de regencia, por considerarse contrario a las leyes embargo, el arzobisp
del reino el procedimiento seguido. Hubo poco de conciliación y mucho de
apresuramiento. Para las Cortes su aceptación significaba desde luego una derro- 5. CONCORDL~
ta y por eso las ciudades se mostraron poco inclinadas a hacerla. En el curso coyuntura.
de los debates, que fueron vivos en aquel caserón de Perales, don Fadrique reve- trayendose
ló su ambición invocando la Partida segunda: cualquier regencia personal, las dos posi
fuese de una sola o de varias personas, debía incluirle, ya que era duque e hijo por Manriqa.- v ~
de rey, cabeza por consiguiente de la nobleza mientras no madurara el infante so para detenc
Fernando. De pronto hizo don Pedro Tenorio una propuesta sorprendente: que mente amenazada
los eclesiásticos quedaran fuera de la regencia. Como en el viejo cuento, esta- hace difi .
ba dispuesto a perder un ojo para que Manrique se quedara ciego. dentro de'
El acuerdo final a que se llegó, con gran satisfacción de Leonor, era, sen- Consejo de •.-====-<-
cillamente, mantenerse dentro de la estricta legalidad vigente. La Partida la y Diego Locez
Segunda no era ley, sino doctrina -llegará a serlo en 1445- y en conse-
cuencia sólo quedaba el Testamento de Juan L Para cubrir las vacantes en el sentirse ame,,.! '¡;' .,'
Consejo que allí se proponía, fueron añadidos tres nombres, todos «grandes» pensaba lle\.IT:.-C5
como acostumbraba a decirse: el duque de Benavente, el conde de Trastámara sión de los ~----a!
y el maestre de Santiago". No se mencionaba a los procuradores de las ciu- ba conside
dades. Lo único que quedaba en pie del compromiso madrileño era acudir vertirse en can
a las Cortes, previstas para el día 1 de octubre, a fin de que ellas confirmasen cuando Enri
e hiciesen oficial el acuerdo, ya que el principio de soberanía que corresponde bre. Entone
al reino no podía ser conculcado. Una muestra de que las divisiones entre de acuerdo
los partidos no se habían desarmado la tenemos en el hecho de que cada Alfonso en s:... ~
uno de ellos, por su cuenta, comunicase a Burgos el resultado de la reunión. to de nuevo .:
condes de Niebla y de Trastámara. Un predominio tan completo de la primera nobleza rique buscara en el entené'::=no
tenía que provocar de nuevo el acercamiento de la segunda nobleza al tercer estado. trario, Pues si la presencia .c;e ~
NOBLEZA Y MONARQUÍA 109
- Perales se establecía lidad a los que desobedecían al Consejo de regencia. En nombre de éste, sin
~ ontrario a las leyes embargo, el arzobispo de Santiago seguiría despachando asuntos.
",u~..J.J·L<1ción
y mucho de
fL'-'C eesae luego una derro- 5. CONCORDIA DE PERALES.Don Pedro Tenorio aspiraba a jugar, en esta
- hacerlo. En el curso coyuntura, un papel de pacificador desde su instancia superior, sus-
r,-~~don Fadrique reve- trayéndose a las querellas internas y manejando su negativa frente a
~_e~ regencia personal, las dos posiciones extremas, regencia en Consejo amplio preconizada
~ ~ e era duque e hijo por Manrique y personalismo buscado por Benavente. Era un recur-
- madurara el infante so para defender la autoridad del niño rey, que estaba siendo seria-
sorprendente: que mente amenazada. Los asuntos se complicaron de una forma que se
hace dificil de explicar en todos sus detalles. Como una garantía,
dentro de la concordia, se había decidido que tres miembros del
Consejo de regencia,Juan Hurtado de Mendoza, Pedro López de Aya-
la y Diego López de Stúñiga, depositasen a sus hijos como rehenes
.::>- Y en conse- para seguridad de don Fadrique y de Tenorio, que habían insistido en
~~ las vacantes en el sentirse amenazados. Pero, en seguida, circuló el rumor de que el duque
•
- ~ todos «grandes» pensaba llevarlos a Gijón, como si estuviese dispuesto a tomar pose-
conde de Trastámara sión de los señoríos que fueran de su hermano Alfonso. Esta plaza esta-
crocuradores de las ciu- ba considerada como una de las más peligrosas, susceptible de con-
~drileño era acudir vertirse en cabeza de playa. Rumores y sospechas circulaban por Burgos
-~ ~_e ellas confirmasen cuando Enrique III hizo su entrada en la ciudad a fin~es de setiem-
, que corresponde bre. Entonces don Juan García Manrique tomó una decisión: puesto
divisiones entre de acuerdo con el maestre de Santiago, custodio del preso, restituyó a
~ . echo de que cada Alfonso en su libertad, le hizo jurar fidelidad al nuevo rey, y fue pues-
,--,,,,,,dode la reunión.
a. .•.•.• to de nuevo en posesión de sus antiguos señoríos salvo aquellos que,
eparadamente.La como Noreña, fueran dados a la mitra ovetense. La reina Leonor y el
o a que dar lega- conde de Trastámara protestaron, no por el hecho en sí de la restitu-
ción, sino porque no se les había dado parte en la maniobra'".
iciones acordadas en
1:=:= •..
""'TIlS: los dos arzobispos, 19 De estos episodios confusos sólo disponemos de las noticias que proporciona Aya-
és de Villena y los la,op. cit., págs. 181-182, de quien dependen todos los autores. Es muy probable que Man-
ae la primera nobleza rique buscara en el entendimiento con Alfonso un recurso para quebrantar el partido con-
ercer estado. trario. Pues si la presencia de Fadrique en la nueva regencia prevista en Perales se justificaba
110 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
ce Benavente y el arzo-
Don Pedro Tenorio hizo entonces, por segunda vez, la contraoferta: que
paso Se encontraron
saliesen de la regencia los eclesiásticos. De este modo quedaría reducida a
rograma. Tres veces
tres personas, Juan Hurtado, el marqués de Villena y el conde de Niebla, lo
daba la desconfían-
que significaba poner todo en manos del mayordomo mayor. No podía pre-
e:::~:rsecon toda probabi-
tender con esto otra cosa que sembrar confusión. Entrando en la vía de los
vaguardar el «poderío
arbitrajes y disputas, una comprobación era fácil: alta y baja nobleza se enfren-
recrar a primer plano a
taban con programas políticos que afectaban a la señoría mayor del monar-
_ zonos» Trastámara. Se
ca. Don Pedro Tenorio resbalaba poco a poco por la pendiente hasta quedar
tanto de los com-
prácticamente desbordado".
- - costumbres del rei-
Irrumpieron entonces los miembros del tercer estado, formulando una
~' - difíciles de adivinar:
doctrina, como si fuera jurídicamente indudable: a las Cortes correspondía
__e un rival de grandes
decidir, mediante votación secreta, la forma que debía adoptar la regencia.
on los parientes rea-
Leonor, que era la más inteligente, dentro de la primera nobleza, compren-
- • tar que un peligroso
dió que la disyuntiva se planteaba en los mismos términos existentes antes
- == oernar el reino? de las vistas de Perales: si la nobleza no lograba una reconciliación entre los
ciaran sus sesiones,
nobles, logrando la unidad del estamento, el tercer estado asumiría el poder.
= ce Benavente y el con-
Consiguió, en consecuencia, que el duque de Benavente hiciera conce-
y se juramentaron siones y que se plantease la cuestión en estos términos: propuesta de una
da en Perales. Rei-
regencia, apoyándola en el Testamento de Juan 1,de tal manera que la inter-
e la nobleza, una vención de las Cortes quedara reducida a su aceptación. Fue redactado
_';:}_ro<::ur-a,dores
recobrar la apresuradamente un nuevo convenio que todos parecían aceptar: el Conse-
íza cambiado: por ejem- jo de regencia estaría formado por ocho miembros, en turno semestral de dos
tranza de la regen- mitades, excluyéndose definitivamente a los dos ausentes, y tratando de alcan-
ervivientes él mis- zar un equilibrio'". Lo más notable era la introducción de un hombre nue-
endoza y --ambos
Añadía que, si tenían
20 El biógrafo oficial de Tenorio, Eugenio de Narbona, Vida de don Pedro Tenorio, arzo-
o Enríquez. Nega-
bispo de Toledo, Madrid, 1624, pág. 77, presenta la propuesta como demostración de los valo-
_ ~ que el de la simple res morales de su héroe. Tendía tan sólo al confusionismo. Si se retiraban los eclesiásticos, la
regencia vendría a parar a manos de Juan Hurtado de Mendoza, ya que el conde y el mar-
qués había demostrado su intención de no incorporarse a la Corte.
2\ Siendo excesivo el número propuesto se dividió en dos mitades: en la primera esta-
se que el arzobispo de
-, ban Tenorio y don Fadrique frente a Diego Hurtado de Mendoza y Diego López de Stú-
•.•.•"'--~ ce Perales. A. Salvá, op.
ñiga; en el segundo iban el arzobispo de Santiago y el conde de Noreña, frente al maestre
de Calatrava y el conde de Trastámara.
112 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ
va, de rápida y segura carrera, Diego López de Stúñiga. Se mantenía la pre- gos, los procurado
sencia de los ciudadanos, tres en cada turno ". llerescos, habían poezao
Demasiado tarde, sin duda, para las rectificaciones en concordia. Los odios que Villena y Nieh
estaban ya muy arraigados. El duque de Benavente tenía ahora que saldar una sin modificar por el!'
cuenta personal muy seria con Manrique y sus amigos, a los que atribuía no de Castilla. Los o~
que hubieran desbaratado el matrimonio que preparaba con su prima Leo- en manos de esa o~=?
nor, condesa de Alburquerque, llamada la ricahembra23. Se buscó, para esta seño- tendía a estrechar
ra, un muy importante enlace con el infante Fernando. Era tanto como insi- La nueva rege--
nuar que, no tardando mucho, éste iba a asumir las funciones directivas consideró a sí misma -
sobre la alta nobleza. año antes. El Co
Alfonso de Noreña, tascaba el freno; no podía olvidar que era el primo- tancia de la decisió
génito de Enrique II, aunque no legítimo. En los días que precedieron al seña- preconizada por L
lado para la votación en las Cortes (finales de marzo o comienzos de abril intento de conciliaciéa
de 1392), un vasallo del rey, Díaz Sánchez de Rojas, que figuraba entre los
zarse una contra o
partidarios del conde Alfonso, murió asesinado cuando volvía de una parti-
se progresIvamente
da de caza: el hecho renovó la inquietud y causó gran escándalo, pues se dijo
rique, Stúñiga, veiaso
que los autores del crimen habían hallado refugio seguro en casa de don Fadri-
corresponde a todas ~
que. Como una reacción, los votos de los procuradores se inclinaron, prácti-
to que, al declarar
camente por unanimidad, en favor de mantener la regencia prevista en el Tes-
greso de la autori
tamento, sin variación alguna; se eliminaba a un tiempo a los dos rivales y se
sosoPero trabajaba.
aseguraba la legitimidad absoluta de la última voluntad del monarca.
de comprobar de irlT,-...::;¡¡
Con esto concluyeron las Cortes, confirmando el Ordenamiento de Pre-
ces que hemos de cü:::s::i
lados de las Cortes de Guadalajara. No hay que dejarse engañar. El voto en
recurriendo a lo
las Cortes no pasaba de ser una fórmula. La fuerza del tercer estamento
posible, hereditaria. __
podía ejercerse pero más en un sentido negativo que en el positivo. En Bur-
6. AÑos DEc::I5,í,'DS.
22 E. Mitre, op. cit., págs. 130-131. hilvanados "'~.
23 Don Pedro Tenorio había tratado este tema a principios de 1391 con gran habili-
ple un proc
dad; aunque suya era la iniciativa de impedir el matrimonio buscando el compromiso de
la Monarquía
Fernando, había transferido la decisión en la maniobra a los dos maestres y algunos caballe-
Burgos no .::.r
ros que figuraron en el Consejo de regencia. Ver la curiosa crónica inédita de Rodríguez de
Almella, Valerio de las Historias, BN mss. 1525, foL 178v. El matrimonio de Fernando no podía niones, deñí'7
realizarse hasta que el rey hubiera consumado el suyo, de acuerdo con las cláusulas del tra- diatamenre, ~_
tado de Bayona. sus casas y
NOBLEZA Y MONARQUÍA 113
...-c.........~<l.Se mantenía la pre- gos, los procuradores, profundamente imbuidos también de sentimientos caba-
llerescos, habían podido cerrar el paso a los parientes del rey --se suponía
concordia. Los odios que Villena y Niebla permanecerían lejos como sus intereses requerían- pero
-_:.-.
,:.-.,,'.-,ahora que saldar una sin modificar por ello la estructura decididamente aristocrática en el gobier-
'gas, a los que atribuía no de Castilla. Los oficios palatinos, verdaderos resortes de poder, se hallaban
Ir-"..~·.."hacon su prima Leo- en manos de esa oligarquía de linajes consolidada en tiempos de Juan 1, que
buscó, para esta seño- tendía a estrechar sus filas.
•.•..•.••...•
·•..u.Era tanto como insi- La nueva regencia, que asumía las funciones correspondientes al rey, se
- funciones directivas consideró a sí misma continuadora de la que se estableciera en Madrid un
año antes. El Consejo Real se ocupaba de los asuntos ordinarios. La impor-
idar que era el primo- tancia de la decisión burgalesa reside en que, al dispersar la unión nobiliaria
1--.-"'> oue precedieron al seña- preconizada por Leonor de Navarra, puso término definitivo a cualquier
o comienzos de abril intento de conciliación entre la alta y la baja nobleza: no tardarían en lan-
ue figuraba entre los zarse una contra otra. Algunos personajes cambiaron de bando.Adueñándo-
-.vo volvía de una partí-
~.•.:...
.••..•.•
se progresivamente del poder, los linajes de segunda fila -Mendoza, Man-
cándalo, pues se dijo
rique, Stúñiga, Velasco- colocaron como objetivo primordial aquel que
en casa de don Fadri-
corresponde a todas las oligarquías en trance de cierre: perpetuarse. Es cier-
!L.--U.~=- e inclinaron, prácti-
to que, al declarar la guerra a los «epigonos», dicha oligarquía favorecía el pro-
cia prevista en el Tes-
greso de la autoridad del rey, al que libraba de parientes demasiado peligro-
-~4 o a los dos rivales y se
sos. Pero trabajaba, ante todo, en su propio interés. Como tendremos ocasiones
1'--~,..4U del monarca.
de comprobar de inmediato, en los años siguientes, los linajes lograron avan-
ces que hemos de considerar decisivos en la consolidación de su patrimonio
e engañar. El voto en
recurriendo a los mayorazgos; procuraban la permanencia vitalicia y, a ser
el tercer estamento
posible, hereditaria, en los oficios que desempeñaban.
el positivo. En Bur-
como fuera de uso, había tomado decisiones que le contradecían. Sentados sin embargo, lo que se -
juntos en un Consejo de regencia, Tenorio y Manrique no podían silenciar aun había un terrible
sus respectivos resentimientos y rivalidades: eran polos para que se formasen Cruz. Apenas el conde j
migas, Pedro Ponce .::.::~
24 El texto del testamento en una copia del P Burriel hecha en Toledo se encuentra
apoderaron de ella..POI'
en BN mss. 6932, págs. 267-313. En él se había previsto que, cada medio año, se incorpo-
rasen al Consejo de regencia seis procuradores ciudadanos. Se llamó en la primera etapa a
25 Dávalos,veni
Burgos, León,Toledo, Sevilla, Córdoba y Murcia. Ante las dificultades que ofrecían algunas
nas brindaban oporumidzfes
mandas del rey se acordó no 'cumplir ninguna difiriendo para el futuro este cumplimiento.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 115
partidos, algo distintos de los del año anterior. Tenorio reclamó la presencia
__ e timientos y de la
de Villena y Niebla o, cuando menos, que se admitiese que éstos pudieran
c~.d'os tan bruscamen-
delegar el voto. en su persona. Mucho más peligrosas resultaban las actitudes
- De las cenizas pro-
del conde de Noreña, que estaba levantando tropas en Asturias y procedien-
••....•
'-'"....
u.,¿evotipo de poder,
do a reconstruir sus dominios, y del duque de Benavente que se había reti-
y las circunstan-
rado a sus tierras dando evidentes muestras de cólera. Cuando el marqués de
_ nzlmente.
Villena y el conde de Niebla respondieron negativamente a una nueva exhor-
tación para que acudiesen, la situación se hizo tensa. Los esfuerzos concilia-
___luchas cuestiones,
torios de los regentes -aceptaron que de las rentas de la corona don Pedro
l..o-: ••.•.•..
ll.d. El investigador
Tenorio dispusiese de tanto dinero como todos los otros juntos y asignaron
necesario sino ante
al duque de Benavente y al conde de Noreña sendos millones de maravedís
dieron haber sido
como compensación- no podían ser interpretados de otro modo que como
~ impuso. Distinta fue
signos de debilidad. Para la primera nobleza la cuestión no estaba tanto en
zir apetitos de gran- disponer de dinero como en el ejercicio del poder.
C2:::r-.i'ía en cuanto forma Don Pedro Tenorio señalaba la existenda de un partido, cuyas figuras
... -~ las Cortes de Bur-
eran Juan Hurtado de Mendoza, Diego López de Stúñiga, Pedro López de
erca de la regen- Ayala y Ruy López Dávalos, un hombre nuevo, salido de familia de linaje
oluto» en la for- secundario de la frontera": Les atribuía ambición política, no menor que la
rrínez de Villarreal, suya, aunque orientada a mediatizar el papel y poderes del monarca. Por eso
esó con toda clari-
.::3._ .•..
inició un nuevo proyecto de acercamiento a los «epígonos» Trastámara, con-
~""Y fundamental. De tando siempre con los buenos oficios de Leonor.Trastámara y Benavente vol-
oderarse de dicha vían a instalarse en la cúspide. Enjunio de 1392 don Fadrique hizo una impor-
tante gestión: viajó a Sevilla para convencer al conde de Niebla de que no
taba extraordina- era tiempo de engolfarse en los problemas locales, pues estaba en juego el
_'".....:3.:.uJerándolo
sin duda porvenir de la alta nobleza y, en definitiva, de la propia Monarquía. Sucedió,
·~·~'""decían. Sentados sin embargo, lo que se temia, en aquella Sevilla alterada por tantos tumultos;
\__~ !la podían silenciar aun había un terrible rastro de sangre judía en las calles del barrio de Santa.
P ra que se formasen Cruz.Apenas el conde Juan Alfonso de Guzmán salió de la ciudad, sus ene-
migos, Pedro Ponce de León y Alvar Pérez de Guzmán, dieron el susto y se
Toledo se encuentra apoderaron de ella. Por este mismo tiempo Juan Hurtado de Mendoza y Die-
o año, se incorpo-
• en la primera etapa a
2S Dávalos, venido de la frontera de Jaén, es la demostración de cómo las querellas inter-
ILI-_~ que ofrecían algunas
nas brindaban oportunidades de ascenso y, también, el riesgo de dramáticas caídas.
= .__ v este cumplimiento.
116 LUIS suxnez FERNÁNDEZ
-,
go López de Stúñiga, se apoderaban, respectivamente, de los formidables
nes que se le exigieron =-~
castillos de Peñafiel y de Segovia'" usando de métodos semejantes.
tó luego la oferta de L
Una profunda amargura, que quedará reflejada años más tarde en su
hasta Benavente a fin .-'" -
testamento, se apoderaba del ánimo de don Pedro Tenorio. Los programas
desdeñoso: exigía pere=
políticos pasaban a segundo plano, ante las ambiciones personales. La de don
raba contrario a sus inre
Fadrique comenzaba a manifestarse: quería ser reconocido como cabeza de
la primera nobleza, aspirando a un poder personal. Prescindió de la red de
7. EL GOLPE DE
alianzas que preconizaba el arzobispo, porque no estaba dispuesto a com-
que había to
partir con hermanos o primos aquello que le pertenecía por derecho.
poder. Ningur;o
Esgrimía ahora tres argumentos, una fuerza militar de 300 lanzas y nume-
.aventura, El n~-:-I
rosos peones acantonada en su señorío": una propaganda que le permitía
guerra civil.
denunciar a los miembros del Consejo como si se estuviesen beneficiando
Villairán, alcai
personalmente; y un grupo de jóvenes nobles, entre los que destacaban
su catedral, o::'
Sancho Fernández de Tovar, Alvar Pérez Osorio y Juan Alfonso de la Cer-
fueron llegando ~
da, que estaban dispuestos a reconocerle como jefe. Se trataba de un impul-
que habían
so generacional. Don Pedro Tenorio seguía asistiendo a las sesiones del Con-
se de lo que :.~~=.....::.c
sejo de regencia.
ciudadanos
Toda la comarca fronteriza con Portugal estaba ahora inquieta y en
armas. Aprovechando la coyuntura de necesarias negociaciones para pro-
rrogar o renovar las treguas de Moncáo, don Fadrique estableció contacto
del Duero, jus
con el enemigo; parecía dispuesto a casarse con alguna dama de la Casa de
guarnecía el • .o. .'1
Avis, aunque fuera bastarda, si la acompañaba una dote de sesenta mil doblas.
pero todo que:
Siendo las relaciones entre ambos reinos extremadamente malas -se sos-
sazón obispo .....•
""
tenían algunas guarniciones castellanas en el vecino reino- aquellos tra-
tos merecían el nombre de traición. Para los embajadores llegados a Sabu-
ga1a fin de concertar una prórroga de las treguas vigentes, fue amarga sorpresa
comprobar que sus interlocutores contaban con el apoyo de un rebelde que
dominaba con sus tropas un tramo vital y extenso de aquella frontera. De
modo que el Consejo de regencia tuvo que aceptar las onerosas condicio-
e los formidables
nes que se le exigieron para poder firmar una tregua de doce años28.Acep-
- _ semejantes.
tó luego la oferta de Leonor y de Tenorio, que estaban dispuestos a viajar
- - - os más tarde en su
hasta Benavente a fin de negociar un acuerdo. Pero el duque se mostró
~ orio. Los programas
desdeñoso: exigía perentoriamente la disolución del Consejo, al que decla-
_ rsonales. La de don
raba contrario a sus intereses.
~ o como cabeza de
_ _ _ . dió de la red de
7. EL GOLPEDE DON FADRIQUE.Desde el otoño de 1392 don Fadri-
__ . a dispuesto a com-
que había tomado su decisión: un golpe militar debía entregarle el
-~ ecía por derecho.
poder. Ninguno de los grandes se mostró dispuesto a seguirle en la
lanzas y nume-
aventura. El proyecto, en tres fases, condujo a un fracaso y no a la
da que le permitía
guerra civil, como en un comienzo se esperara. Nuño Núñez de
.esen beneficiando
Villairán, alcaide del castillo de Zamora y de la torre fortificada de
___ os que destacaban
su catedral, ofreció al duque la entrega de la ciudad. A escondidas,
~ Alfonso de la Cer-
fueron llegando soldados a la fortaleza. Los miembros del regimiento,
raba de un impul-
que habían prestado sumisión al Consejo, no tardaron en percatar-
esiones del Con-
se de lo que sucedía y, tocando a rebato las campanas, llamaron a los
ciudadanos para que acudieran con armas. Advertido, el maestre de
Calatrava, Gonzalo Núñez de Guzmán, acudió con cuatrocientas
~~~U"'-U1,C1ones
para pro-
lanzas -caballeros de su Orden- alzando sus tiendas junto al vado
_~ estableció contacto
del Duero, justamente enfrente de aquel lienzo de la muralla que
- dama de la Casa de
guarnecía el castillo. Se intercambiaron las acostumbradas amenazas
-= ze sesenta mil doblas.
pero todo quedó en grandilocuencia. Vino don Juan Serrano, a la
•....•.
.....:.;="li\.e
malas -se sos-
sazón obispo de Segovia, y conseguió que los dos bandos conclu-
o- aquellos tra-
yeran un acuerdo, dejando, sin embargo, las espadas en alt029. Don
_ - ~ llegados a Sabu-
Fadrique hubo de renunciar a este primer proyecto, defraudando
-.",.
f e amarga sorpresa
esperanzas portuguesas, y los regentes premiaron al municipio de
':. de un rebelde que
Zamora eximiéndola del pago de moneda forera".
uella frontera. De
\1
Comenzaba con una mala noticia la segunda fase de las operaciones con-
cerca de Toro, y Sane
tra el rebelde: Portugal rechazaba las ofertas de tregua proponiendo una sus-
sobre la marcha, decid
pensión de sólo dos meses, tiempo estricto para el traslado de tropas. Con-
cuenta además de lo (C~=
fiaba, pues, en una ruptura de la paz interna. En efecto, en noviembre de 1392
don Fadrique necesizaz
don Fadrique, haciendo mucho ruido de armas, avanzó desde Benavente has-
tidos, pudieran tomar
ta Pedrosa, desplegando a los suyos por la llanura. El arzobispo de Santiago,
febrero de 1393 dio '
moviendo también a los suyos, fue a poner al rey en Medina del Campo, acor-
ces la niebla, angusti
tando las líneas. A esta última ciudad llegaron rumores que aumentaban la
anduvieron perdido
alarma pues se atribuía al duque una fuerza de 1.500 lanzas": sin duda se tra-
vista de Toro, muy 1 _
taba de un rumor exagerado ya que a lo que sabemos, contaba con seiscien- te, alertado Gonzalo ~- - -
tas, a las que había que sumar dos mil peones. Don Fadrique pensaba que eran
ITopas en la ciudad,
fuerza suficiente para conquistar Zamora. Uno de sus capitanes había con-
El arzobispo de >'~-,~
seguido posesionarse de Mayorga de Campos. Concluía el otoño y se ini-
dado orden de marcha ,_
ciaba el invierno de 1393; tiempo poco adecuado para operaciones milita-
días la jornada, de m
res en tierra zamorana. Nuevamente viajó don Pedro Tenorio al campamento
aclamar a Enrique nr" c_
del rebelde, no para unirse a él sino para intentar una negociación. Seguía
emanas, las que antececz
insistiendo en que los dos arzobispos se retirasen del Consejo para hacerlo
se había resuelto en
aceptable. Don Fadrique le recibió en su tienda, rodeado de capitanes, como
intereses de la segun
si estuviera celebrando un consejo de guerra. El primado resultó compro-
a Mayorga, en donde
metido; daba la impresión, con estas negociaciones, de estar sirviendo la Núñez de Villairán a
causa de don Fadrique que, secretamente, mantenía sus contactos con el alcai- Ledesma la entrega r1~ -
de de Zamora.
abandonaba su asie
Transcurrieron algunas semanas en medio de fuerte tensión. Un día de
su diócesis. Se dictó e
enero de 1393 Nuño Núñez de Villairán comunicó al duque que estaba ya as salían de Medina Ce_
en condiciones de dar entrada en Zamora a sus soldados, secretamente, emplean-
que él y sus aliados, Diez
do los postigos del castillo. Reunió don Fadrique a sus capitanes para expli- eo, hubieron entrega
carles el plan: una marcha nocturna apresurada podía garantizar la sorpresa. primado formuló el p""~,,.;:::.I
Algunos de los presentes se asustaron: tomar una ciudad a traición, caso ale- manca, por el delito e
ve, superaba los límites que se habían establecido en la actitud de protesta. sión la suya propia.
Alvar Pérez Osorio, señor de Villalobos, que estaba en Morales del Vino, La nobleza pare'
antes, de un enfrentarmead
31 La noticia en Ayala, pág. 201, seguramente abulta la cifra. Ello no obstante esta Cró-
nica, que llega a sus últimos capítulos, es preciosa fuente de información.
32 F Suárez Bilbao,
NOBLEZA Y MONARQUÍA 119
de ambos estaban divididos. Por un instante, don Juan García Manrique, pues- rv ENRIQUE
to al frente del Consejo, pudo creerse dueño completo del poder. Había lle-
gado el momento de reforzar el poderío real. Trató de conseguir este obje-
tivo por dos vías, el refuerzo de la política exterior y la sumisión de don
Fadrique como antes se consiguiera la de Tenorio. El duque de Benavente
aceptó la propuesta reintegrándose a la Corte, sin formar parte de la regen-
33
cia . Una victoria de Fajardo sobre MuhammadVII permitió confirmar las
treguas con Granada. Cediendo ante las exigencias portuguesas también se
logró la suspensión de hostilidades por quince años en esta frontera". El pun- 1.
to de partida sería el 15 de mayo de 1393. No cumplirían ni siquiera tres
años en su duración.
SIrve para eo _
Luna, ahora
Se acercaba el mo~
33 Para negociar este sometirrúento, el arzobispo de Santiago fue personalmente a Tor- pudiera ser declara
dehumos, bajo seguro de un joven sobrino de Enrique 1I,Alfonso Enríquez, que entraba antes de la fecha prevista, '::U
entonces en la política. A don Fadrique se prometían rentas muy abundantes y una indem- Burgos, decidió su n"",~
nización de 60.000 doblas de oro en el momento de su matrimonio.
34 Las treguas fueron concertadas en Lisboa los días 15 y 16 de mayo con el cere-
monial acostumbrado. Se aceptaban todas las condiciones exigidas. AGS. Patronato Real, 1 E. Narbona, His.
lego47, fols. 29, 30, 31, 32. págs. 210-211.
~ García Manrique, pues- IV. ENRIQUE 111:LA CONSOLIDACIÓN DE LOS LINAJES
__eco del poder. Había lle-
- ce conseguir este obje-
r - la sumisión de don
.•..... uque de Benavente
:- ::mar parte de la regen-
ermitió confirmar las
_ rtuguesas también se
er; esta frontera ". El pun-
1. MAYORÍA DE EDAD.Los sucesos acaecidos en Castilla en la segunda
plirían ni siquiera tres
mitad del año 1393 son oscuros. El tramo final de la Crónica de Aya-
la resulta demasiado esquemático y la documentación conservada
sirve para completar las noticias, no para sustituidas. Don Pedro de
Luna, ahora en Francia, y criticado por la Curia de Avignon, había per-
dido parte de su contacto con la Iglesia española. Un nuevo legado,
el obispo de Albi trataba de atraerse a don Pedro Tenorio: traía con-
sigo un breve (29 de mayo de 1393) que permitía levantar entredi-
chos; pero antes de hacerlo se organizó una ceremonia expiatoria en
la iglesia de Santa Catalina de Burgos en la que Enrique III, puesto
de rodillas, pidió humildemente perdón por el delito cometido al apre-
hender al primado'. Pedro Fernández de Frías, obispo de Osma, figu-
raba entre los presentes. Se trataba de formar un partido eclesiástico
que, en los años siguientes, cuando don Pedro de Luna fuese elevado
a la Sede de Pedro como Benedicto XIII, se mostraría más profran-
cés que avignonense. La fecha del 4 de julio es importante.
anriago se encargó de
su personal consolidación. Nueva documentación debe ser buscada a fin de
-- alabanza de su propia
aclarar este punto. La declaración de mayoría de edad parecía venir acompa-
- - _ e el de regencia seguía
ñada de un restablecimiento de don Pedro Tenorio en su papel político. En
asumiendo funciones en
cualquier caso la minoridad de Enrique III se cerraba con la consolidación
¡C::;J¡'l¡;~,ente,un motivo eco-
de un equipo de gobierno que era continuación del que venía funcionando
__empañada de la percep-
desde el reinado anterior debiendo anotarse que, en muchos casos, asistimos
re todo hubo razones
a un relevo de padres por hijos que indicaba una especie de turno dinástico.
sin necesidad de inter-
La crisis que venía padeciendo Castilla desde hacía diez años, obligaba al Con-
sejo a comparecer ante las Cortes a fin de que éstas ratificasen su actuación.
"'-=--'- 1anrique había desem- Podía hacerlo sin la menor zozobra puesto que, como hemos visto, las oli-
- ían sido expulsados del
garquías municipales se habían mostrado favorables a la regencia; no se detec-
- rus señoríos, y se veían
taban de momento divergencias con la nobleza de linaje.
- ,carente de títulos pero
~ e: ejercicio del poder, y
2. EL PLANDE LILLO.El reinado comenzaba, pues, el 2 de agosto. Sin
I-=~-.AJ"- entre sí por vínculos
embargo las Cortes, que era imprescindible reunir, se retrasaron por-
arecía profundamente
que era necesario llevar a cabo la toma de posesión del señorío de
zúñiga y Dávalos, prin-
Vizcaya, evitando de este modo que se desbordasen algunas ambi-
e los Ayala, Ponce de
cienes". Desde el 24 de febrero un corregidor, Gonzalo Moro, con
.. dentes hasta el extre-
poderes del Consejo, estaba tratando de organizar una Hermandad
tres linajes llamados a un
que garantizase la unidad interna del señorío. Enrique III viajó a Bil-
dalajara. Esta división
bao en setiembre de 1393, confirmó fueros y presidió una junta al
e clase hubieran debi-
pie del árbol de Guernica: rechazó en cambio la demanda que le pre-
poseyendo la misma
sentaron que parecía afirmar que ninguna disposición del monarca
- rmar un solo bloque.
hubiera de cumplirse mientras no se produjese la efectiva toma de
posesión. La importancia de Vizcaya crecía a causa de la instalación
ispo de Compostela y
enAsturias del señor de Noreña.Aunque no se hubiera hecho decla-
F~~U'~.H_~·,erto:
parecía como si
ración alguna en tal sentido podía tenerse la sensación de que el Prin-
""en favor del fortaleci-
cipado había dejado de existir o era, apenas, un nombre.
Jij!;l::1.a.b:a." estuviese buscando
3 Las divisiones entre bandos hacían difícil e! gobierno de! señorío, en donde se apre-
- de septiembre mediante
ciaba una discordia entre las villas, especialmente marítimas, y la tierra llana, dominada por
•••.•'" _~,C",rn5 de la minoridad de Enri-
la nobleza rural de los parientes mayores. Ver J. Ánge! García de Cortázar, Bizcaia en la Edad
Media, 1, San Sebastián, 1985, págs. 223-227.
124 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
"
Comenzaba el retroceso de las Cortes como consecuencia del fortaleci- antes de que los p~
miento del poder real. Pudieron reunirse en Madrid a mediados de diciem- empujado por algun
bre de 1393; pero los procuradores iban a encontrarse ante dos hechos con- Toledo; se trataba <le
sumados: esa declaración anticipada de la mayoría de edad y el cobro de dos do de Mendoza y F,--,.;
monedas por decisión del Consejo; en estos dos casos se conculcaba uno de Habida cuenta de la ~
los derechos inherentes a aquellas Asambleas. No hubo, sin embargo, protes- venía a ser clara demoscza
tas; los procuradores se conformaron con las explicaciones que se les dieron te, al menos, de su ir';;",:
y con el juramento prestado por el rey de que, en adelante, nada se cobraría vente, consecuencia '=.::
sin voto previo". Los subsidios acostumbrados -alcabalas, veinte maravedís y en absoluto.
cuatro monedas- se votaron sin dificultad. Aunque las Cortes designaron una El reinado persocaí -
comisión de vigilancia del cobro y el gasto -de cuyo funcionamiento no de alcanzaban las ¡¡...;~
..•
tenemos noticia-y reclamaron el compromiso de prohibir las ligas de nobles'', proceso político que?O-
el retroceso era absolutamente claro". También lo era una parcial recupera- tad entre los linajes r". .
ción de fuerzas por parte de los parientes de la dinastía. Las Cortes otorgaron baba y el término
compensaciones económicas a don Fadrique y al conde de Noreña y se le a un segundo plano.. "'::-
•
mostraron condescendientes con otros miembros de aquel mismo rango. del gobierno aparece:: -
Las Cortes de Madrid, que fueron de muy escasa duración, se desarro- había consolidado; el
llaron en clima de aparente paz. Leonor de Navarra, el conde de Trastámara, ticia mayor Diego López
Alfonso Enríquez y los otros nobles disidentes recuperaban recursos econó- que estaba demostrar; .....•..
micos y el cardenal obispo de Albi absolvió a todos de aquellos juramentos López de Ayala, viejo .~
que hubieran prestado durante la minoridad. Dentro del mes de diciembre, cillería. Pero ahora s__
de bandos diferentes, lJ:==
co, Lorenzo Suárez de =-
4 Único gesto de protesta fue el de Murcia: invirtió el montante del servicio en una
Herrera, el mariscal, y
vajilla de plata; se trataba de un regalo, no de una imposición.
fusos, Alfonso Enrí
5 Tenemos noticia únicamente de dos sesiones de Cortes, del 13 Y 15 de diciembre
donde se dio respuesta a los cuadernos presentados. Cortes, I1,págs. 524-532. vidad en los pacto
6 «Aunque el rey tenía en apoyo de su resolución precedentes de gobiernos anterio- con Juana de Men
res, que habían reconocido como suficiente la edad de 14 años para que el soberano toma- El refuerzo de _~
ra sobre sí el poder, por la decisión de las Cortes de 1391, como también por las prescrip- programa de Enrique
ciones de las Siete Partidas, Enrique se había obligado a esperar a los 16 años para ser liberado
entrega de las funcioc ..
de la tutela. El quebrantamiento de tales preceptos y decisiones puede considerarse como
un signo precursor de que el poder real comenzaba a emanciparse de sus limitaciones».
W Piskorski, Las Cortes de Castilla en el período de tránsito de la Edad Media a la Moderna, 7 Ver Fernando R=o =
1188-1520, Barcelona, 1930, pág. 123. na. RABM, IX, 1903, .
NOBLEZA Y MONARQUÍA 125
:: nsecuencia del fortaleci- antes de que los procuradores hubieran regresado a sus casas, Enrique III,
mediados de diciem- empujado por algunos consejeros desfavorables a Manrique, hizo un viaje a
••.ante dos hechos con- Toledo; se trataba de demostrar a don Pedro Tenorio y a sus aliados, Hurta-
-.,. edad Y el cobro de dos do de Mendoza y Fernández de Velasco, que seguían gozando del favor real.
se conculcaba uno de Habida cuenta de la enemistad declarada entre los dos arzobispos, este gesto
_ in embargo, protes- venia a ser clara demostración de que el Compostelano había perdido par-
- ones que se les dieron te, al menos, de su influjo. Aquella especie de alianza con el duque de Bena-
te, nada se cobraría vente, consecuencia de las conversaciones de Tordehumos, no le favorecía,
tz.::a;:}2..l;lS, veinte maravedís y en absoluto.
-'Cortes designaron una El reinado personal de Enrique III -imposible nos es conocer hasta don-
_:o funcionamiento no de alcanzaban las decisiones de un muchacho tan joven- se inicia con un
ir las ligas de nobles", proceso político que podemos definir como refuerzo de los vínculos de amis-
-- una parcial recupera- tad entre los linajes de la nobleza «nueva». Donjuan García Manrique estor-
,.....~."-Las Cortes otorgaron baba y el término de la regencia podía ser la buena oportunidad de retirar-
onde de N oreña y se le a un segundo plano, agradeciendo sin duda los servicios prestados. Al frente
- aquel mismo rango. del gobierno aparecen ahora los tres personajes, ya conocidos, cuyo poder se
uración, se desarro- había consolidado; el mayordomo mayor Juan Hurtado de Mendoza, el jus-
onde de Trastámara, ticia mayor Diego López de Stúñiga, y el condestable Ruy López Dávalos
ban recursos econó- que estaba demostrando buen talante militar'. Detrás de ellos estaba Pedro
aquellos juramentos López de Ayala, viejo diplomático, al que no iban a tardar en confiar la can-
'el mes de diciembre, cillería. Pero ahora se sentaban también en el Consejo otros que procedían
de bandos diferentes. Diego Hurtado de Mendoza,Juan Fernández de Velas-
co, Lorenzo Suárez de Figueroa, maestre de Santiago. García González de
Herrera, el mariscal, y un pariente de la dinastía, aunque en términos con-
13 Y 15 de diciembre fusos, Alfonso Enríquez, señor de Torrelobatón, que había inaugurado su acti-
•. 524-532. vidad en los pactos de Tordehumos, y que acababa de contraer matrimonio
- - - de gobiernos anterio- con Juana de Mendoza, del poderoso clan guadalajareño .
• ;-,... c_..,~"", que el soberano toma-
El refuerzo de esta oligarquía podía presentarse como un retorno al
cambien por las prescrip-
programa de Enrique II: instalación de los grandes en una primacía social,
6 años para ser liberado
entrega de las funciones de gobierno a los altos oficiales seleccionados entre
s: ede considerarse como
7 Ver Fernando Ruano Prieto, El condestable don Ruy López Dávalos primer duque deArjo-
nao RABM, IX, 1903, págs. 166-177 Y XI, 1904, págs. 398-408.
126 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ
La reina Leonor pasó a sus deudos la consigna: era necesario unir las fuer-
394. Pero los ilus-
zas para evitar el despojo que les amenazaba.Y todos aceptaron. Propuso cele-
~:L-oln. Leonor de Nava-
brar un encuentro en un lugar remoto, la Pobla de Lillo, perteneciente al con-
_ rque su vida corría
de de Noreña, y situada en las ásperas montañas que separanAsturias de León.
ncia en Roa y Sepúl-
De este modo cuando el mariscal García González de Herrera, con poderes
Gijón nativo fortaleza
del Consejo, llegó a Amusco con propuestas de reconciliación, se encontró
ía vuelto a sus tie-
con el duque de Benavente, que estaba junto al arzobispo, y que se encargó
ontrataba soldados
de dar la respuesta desabrida: era inicuo que ejerciesen el gobierno en Cas-
_ . quilloso. Apenas
tilla hombres de mediano linaje, cuando los parientes del rey, a quienes corres-
••• :=--.•..••.•• sano a Sevilla, donde
pondía por derecho, eran apartados de los puestos de responsabilidad". Pocos
días después tenía lugar la reunión de Lillo en la que, con la reina, tomaron
la buena volun-
parte los condes de Noreña y Trastámara, el duque de Benavente, el arzobis-
- :emer si se ajustaban
po de Santiago y también el infante don Juan de Portugal, hijo de Inés de
:: Hurtado de Men-
Castro. Ni el conde de Niebla ni el marqués de Villena se adhirieron a la
reclamado Tenorio,
conjura.
~~ alguacilazgo mayor
!:,-'U'-....J:4.LJ. incorporar Ten-
3. SE SOMETENLOS CONJURADOS.Viajando hacia Madrid, la Corte
paz, en términos que
castellana fue alcanzada por un embajador navarro, Martín de Aybar,
~":~Iill!Laban en Sevilla-
que venía a suplicar el retorno de la reina, ya que la separación
- a que volviera a la
entre los dos esposos ponía en peligro la descendencia en aquel rei-
- : zó 11 invitación.
no. Carlos III estaba dispuesto a dar todas las garantías que se le pidie-
- estar yo, se dijo con
ran para alejar las falsas suspicacias de la reina. Llegado a Madrid, los
o, en la tierra de
consejeros deliberaron: era preciso acceder y, del mismo modo, des-
-~:nbros de su linaje.
pejar el peligro eliminando a los comprometidos. En abril de 1394
I..u•.•..•••. no en contra suya,
un incidente en la frontera de Granada, provocado por el maestre
~;-~<'···o en términos con-
de Alcántara, Martín Yáñez de Barbuda, que perdió la vida en aquel
entes para irnpo-
lance, dio la oportunidad de ordenar una movilización. Los conju-
ión y la amargura de
rados de Lillo aprovecharon también la ocasión para justificar sus
es acaudillara. Los
movilizaciones con el peligro de una guerra fronteriza. Pero fue el
__ ;O> a don Fadrique, al
Consejo quien reunió mil seiscientas lanzas con los correspondien-
- - -avarra, que recibió
tes peones y envió al maestre de Santiago a negociar con el mar-
9 Ayala,págs.218-219.
128 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
Batalla de La Higueruela.
Juan II de Castilla y otros reyes
hasta Fernando VII en Burgos.
Privilegio rodado de Juan II
de Castilla sobre la fundación
y dotación de la Cartuja
de Miraflores, Burgos.
Detalle del pergamino
de la misma cartuja.
Castillo de la Estrella, Montiel, Ciudad Real. Ante sus muros murió Pedro 1
de Castilla, tras pasar la noche antes de entrevistarse con su hermanastro,
Enrique de Trastámara, en la que fue muerto.
Castillo de Garcimuñoz, Cuenca. El castillo actual fue erigido por don Juan
Pacheco, marqués de Villena, en el siglo xv. Cerca de él moriría Jorge
Manrique, el célebre poeta y comendador santiaguista.
-"...
,-
~
IDurOSmurió Pedro 1
hermanastro,
López de Stúñiga, ~.
luego a Valladolid., u.u...~
4.
seJo, que
guerras, en Po:
didos a cu
Leonor que
magnates que
e121 de juni
Fadrique-- ?~
la reina sería
Consejo despe ,{t
estaban en CJ~-·~
11 Esta concordia se conserva en AGS. Patronato Real, lego 11, fol. 67.
12 Paredes era señorío confiscado a Alfonso y entregado a don Juan de Portugal, que
lo permutó por Alba de Tormes. De modo que los tres interesados iban a discutir amarga-
mente por él. N o podrían unirse. Ayala, pág. 227.
13 Ver A.G.N. Gomptos caj. 60, fol. 28, Carlos III se aseguró la buena voluntad de
estos tres personajes dando Cascante a Juan Hurtado de Mendoza, Mendavia con Stúñiga a
Diego López, y Lerin a Dávalos. De modo que cobraron el servicio.
130 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ
\
los desmanes que las gentes del condado de Trastámara cometían tencia se estaba deH~
en tierras del conde de Ribadeo'". Mientras la Corte viajaba, lenta-
mente, de Valladolid a Burgos, circularon por ella rumores confusos Cisneros, vino también
de que el conde y el duque iban a ser sometidos a prisión. Don Pedro
de seguro fumada
Enríquez alzó el campo con sus doscientas lanzas y fue a ponerse
do de la Corte. En
en Roa, residencia de Leonor. Don Fadrique no quiso imitarle.
mos cuales fueron'
Velasco y a Diego
El Consejo Real en pleno fue convocado en Burgos para el 25 de julio,
A cambio de cuan-
a fin de estudiar las condiciones y garantías que debían exigirse en el momen-
to de la devolución de la reina de Navarra a su marido. Don Fadrique asis-
don Pedro no vol
tía a la reunión. En un cierto momento, el rey abandonó la sala; nadie debía
extrañarse. Pero inmediatamente dos escuderos armados vinieron y se lleva- olidación de unos Q.i" .iD5. ~
ron al duque hasta ponerle preso en la torre del Caracol del castillo de la cia de la antigua no
ciudad. Nunca recobraría la libertad. Despojado de todos sus bienes fue la Sólo quedaba
señal de que comenzaba la dura represalia. cido con don Fadri
Se ordenó a los capitanes de la mesnada real que emprendiesen, de inme-
diato, la marcha sobre Roa; cuando el conde de Trastámara tuvo noticia de
esto abandonó el lugar y fue a enrocarse en sus tierras gallegas. Leonor encar-
gó entonces a su confesor, un fraile, que saliera al encuentro de su sobrino,
el rey, y le pidiera tregua para negociar su propia rendición. Pero Enri-
que III, que iba a cumplir quince años, dio una respuesta fría: entraría en sobre el mar abie
Roa y, desde allí, dictaría las condiciones. Con lágrimas y aspavientos, Leo-
visible durante la Ud.J~
nor, llevando de la mano a sus hijas pequeñas, salió de la ciudad, tras haber
cuando las tropas
ordenado que cerrasen las puertas y fue a hincarse de rodillas ante Enrique.
zaña. Tampoco conrabza
Los nobles consejeros que gobernaban tenían decidido mostrarse implaca-
asedio breve. co~;-1
bles. El condestable y el mayordomo, que habían sobornado a algunos veci-
epidemia, el cond~~;;
nos, lograron que una mano traidora les abriese un portillo y ocuparon la ciu-
de mediante e
dad. Leonor fue enviada a Santa Clara de Tordesillas a esperar, en el silencio
de Carlos \1:
monacal, la hora en que habría de ser entregada.
Desde Roa, la comitiva real pasó a Valladolid; se preparaba el ataque
sobre Asturias, que iba a ser repetición de la campaña de 1383.Toda la resis-
- - os sus bienes fue la Sólo quedaba en pie Alfonso, conde de Noreña. El ejemplo de lo acae-
cido con don Padrique, le invitaba a no rendirse. Además tenía seguramen-
- -......L rendiesen, de inrne- te noticia de cómo Enrique III, en la iglesia de Santa María de la Regla, de
r~5ti.m.:rra tuvo noticia de León, había prestado solemne juramento de destruirle, dando sus bienes a la
egas. Leonor encar- mitra de Oviedo. Intentó el conde adelantarse dando un golpe de mano sobre
entro de su sobrino, la capital del Principado, pero fracasó: los vecinos, alertados, acudieron a defen-
re dición. Pero Enri- der sus muros. Decidió entonces encerrarse en Gijón, peña cortada a pico
esta fría: entraría en sobre el mar abierto, unida a tierra por una lengua arenosa que sólo se hacía
y aspavientos, Leo- visible durante la bajamar. Era muy avanzada la estación (setiembre de 1394)
Cr la ciudad, tras haber
cuando las tropas reales comenzaron a descender por los puertos de la mon-
-"'"rodillas ante Enrique.
taña. Tampoco contaban con el tren de sitio adecuado. De modo que, tras
- - mostrarse implaca-
un asedio breve, comenzando las lluvias y registrándose pequeños brotes de
~Jo01:nado a algunos veci-
epidemia, el condestable Ruy López Dávalos llegó a un acuerdo con el
_::.10 y ocuparon la ciu-
conde mediante el cual ambas partes aceptaban el recurso a un laudo arbi-
~ es_ erar, en el silencio
tral de Carlos VI de Francia.
~ reparaba el ataque
1383. Toda la resis- 15 El conde había casado con Isabel, hija de Fernando de Castro, en quien se extin-
guió el linaje. Los hijos de este matrimonio, que liquidaba pleitos en Sarria y Lemos,
podían sin embargo titularse nobleza «antigua».Mitre, op. cit., pág. 64, piensa que don Pedro
no fue molestado porque su poder en Galicia era muy fuerte.
132 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ
Los ministros de Enrique III aprovecharon el plazo para reunir Cortes ladaran sus moradas
en Medina del Campo (diciembre de 1394) y efectuar la entrega de Leonor. vecinos insistieron ~.
Las Cortes, bajo el peso de aquella victoria completa de la nobleza, fueron
anodinas y aportaron mansamente nuevos recursos: la alcabala y seis mone- 5. SÓLO U .. ~
das foreras. La Monarquía dio un paso importante: convenció a los procura- parte del ?_ •..-
dores de que, para evitar tantas molestias, otorgasen el subsidio por dos años"'. su menor
Luego el rey se trasladó a Alfaro a fin de celebrar las vistas con el rey de Nava-
rra y la subsiguiente entrega. Como estaba acordado, Carlos 111 otorgó jura- ducido.a
mentos e hizo entrega de rehenes. Con enorme contento, los castellanos se za «nueva
desprendían de la peligrosa Leonor". pnncipai, ....•
La sentencia arbitral del rey Carlos VI no llegaría a dictarse. Tanto el rey sores de
como el conde retrasaron, al parecer deliberadamente, el envío de sus pro- en que se <-
curadores. Alfonso viajaría a Francia, buscando luego asilo en Gascuña, que días, auns,!!e
era propiedad británica. Una petición de la Corte francesa para que se amplia- diciendo ',,_
sen los plazos (mayo de 1395)18, fue rechazada. Los castellanos querían que ditaria de
se condenase aAlfonso como rebelde mientras preparaban el asedio de Gijón, por el incremen
esta vez arrastrando cañones de gran calibre. Es posible que el famoso cor- familias. _-\.!-
sario británico Harry Pay tuviera algo que ver en estas operaciones'LEn julio de Enrique
de 1395 los sitiadores emplazaron una descomunal bombarda, que no llegó la autori
a disparar, delante de la puerta; los defensores, descolgándose por el muro,
vinieron a rendirse y la condesa Isabel, con sus hijos y pertenencias, embar- En los año
có apresuradamente y huyó del lugar, poniendo fuego a las casas. Los solda- quía, mediante el ,.;:=>; -¡:¡;
dos del rey, cumpliendo órdenes, lo arrasaron haciendo que los vecinos tras- da. De ella forma ?"
gado a conseguir el ---
se pacifican sisremáziccz
16 No hay cuaderno ni Ordenamiento. La noticia llega a nosotros en carta de 30 de
enero de 1395.AGS. Castilla, lego 1_1.°, fol. 142. de las oligarquias Ioc
17 Las vistas de los reyes se celebraron en febrero de 1395. Pero el acto de entrega fue, res, funcionarios :cn""":--,
por debajo de los gestos de cortesía, un golpe de fuerza;Tordesillas fue ocupada militarmente acaban suplantanc
y la reina conducida bajo fuerte escolta a la frontera. De los supuestos proyectos de enve- los graves sucesos Ce I-
nenamiento nada más se supo. Nacieron nuevos hijos. Enrique III devolvería más adelante Donjuan García ~~2..::J
el señorío de Sepúlveda.
18 Documentos de 8 y 15 de mayo en G. Daumet, Etude sur l'alliance de la France et de
la Castille au XIV et au XV siéde. París, 1898, págs.194 20 Relación que
19 G. Diez de Games. Viaorial, Madrid, 1940, pág. 77. 1795, págs. 44--!5.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 133
:-:t2Z0 para reunir Cortes 1adaran sus moradas a la aldea vecina de Somió ". Como de costumbre esos
-' entrega de Leonor. vecinos insistieron en sus pruebas de lealtad.
la nobleza, fueron
lcabala y seis mone- 5. SÓLO LA SEGUNDA NOBLEZA. De este modo se cerraba la primera
nció a los procura- parte del programa que Enrique II expusiera en 1369. Reducida a
sidio por dos años'". su menor expresión, la primera nobleza abandonaba el escenario. En
con el rey de Nava- consecuencia, puede decirse que la «revolución Trastámara» había con-
......,.·'-"' os III otorgó jura-
..•.• ducido, a través de un cuarto de siglo, a la consolidación de una noble-
I"--'-..I.HO, los castellanos se za «nueva» que extraía de los grandes oficios cortesanos la fuerza
principal.Aunque algunos de los linajes pudieran presentar antece-
.darse. Tanto el rey sores de rancia estirpe, eran nuevos por su función y la escala social
re, el envío de sus pro- en que se instalaban. Usando de un lenguaje adecuado a nuestros
. o en Gascuña, que días, aunque sin duda incorrecto, podríamos explicar el proceso
•.•.....
"-\..:
•••para que se amplia- diciendo que, en.1395, se había consolidado una oligarquía here-
- ellanos querían que ditaria de altos funcionarios al servicio de la Corona, preocupada
~Dan el asedio de Gijón, por el incremento de su patrimonio, garantía indispensable para sus
.~ que el famoso cor- familias. Al derrocar, primero, y destruir después, a los parientes
Iii:2S operaciones'". En julio de Enrique II, había prestado un gran servicio al poderío real y a
arda, que no llegó la autoridad de sus titulares.
dose por el muro,
- _ertenencias, embar- En los años que siguen esta política de fortalecimiento de la Monar-
las casas. Los solda- quía, mediante el desarrollo de la nobleza como clase política, es continua-
da. De ella forma parte, también, un recorte de las altas ramas que había lle-
gado a conseguir el tercer estado: se disminuye el papel otorgado a las Cortes,
se pacifican sistemáticamente los bandos ciudadanos y se quiebra el poder
de las oligarquías locales mediante la extensión del régimen de corregido-
_ el acto de entrega fue, res, funcionarios nombrados por el Consejo que, como su nombre indica,
- e ocupada militarmente acaban suplantando a los regimientos. Para la alta nobleza, comprometida en
_ os proyectos de enve- los graves sucesos de 1391 a 1395, no hubo el menor gesto de conciliación.
.olveria más adelante Don Juan García Manrique, para quien los aires castellanos se habían torna-
iance de LaFrance et de
20 Relación que hicieron los vecinos del asedio en España Sagrada, XXXIX, Madrid,
1795, págs. 44-45.
134 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ
,
do irrespirables, no tardó en huir a Portugal, retirando su obediencia a Bene- tras sus nozzes ca
dicto XIII, Papa de Avignon y reconociendo a Bonifacio IX. El conde de
Trastámara, que falleció en 1400, no dejó tras de sí continuadores'" que de una
emulasen su poder. Ruy López Dávalos empuñaba ahora la espada de con- Alguna lrU ' ••
destable a la que en tiempos aspirara. El marquesado de Villena fue recupe- la batalla Cu~
rado para la Corona". De este modo, y sin que se viera en ello contradic- Jes avances
ción alguna, la caída de los epígonos Trastámara produjo, al mismo tiempo, aspuaClOc.
el fortalecimiento de las estructuras institucionales de la Monarquía y el Un régimen
crecimiento de la nobleza mediana. Respondía bien a la mentalidad de la
época: la nobleza es plataforma sobre la que, de hecho, se construyen una
mentalidad social y el poder monárquico.
6. EL PODERDELAOLIGARQUÍA.
Una anécdota, tan conocida como fal- Conviene no. r>:
sa, que trae a nosotros el regusto de un apólogo, al modo oriental, de de los oficios coro
nos presenta al Doliente empeñando su gabán para poder cenar, mien- plome de la pote
a
la conservación
no tenían que abrigz; -
21 Ayudado por su merino, Gonzalo Ozores de Ulloa, don Pedro, que parece haber
renunciado a toda aventura política, desarrolló una gran labor de captación y sumisión de 1398,aprovechan~
la pequeña nobleza gallega, continuando él mismo en el disfrute de las encomiendas que tugal, don Juan G
ejercía sobre los monasterios. Un fuerte poder señorial, en Galicia tropezaba con la lógica N oreña, ahora e
oposición del arzobispo de Santiago'.Don Pedro murió el 2 de mayo de 1400 casi al mis- nobles de Galicia.znzeczf
mo tiempo que Lope de Mendoza llegaba a la sede compostelana. La sucesión fue dificil y
derándose de TI
disputada. Sus hijos Fadrique, conde, y Beatriz, casada con Pedro Álvarez de Osorio, señor
de Cabrera y Ribera, se repartieron el patrimonio y se enfrentaron, quebrando la discipli-
y no tardó en
na de la pequeña nobleza gallega.E. Mitre, op. cit., págs. 63-68. tera, sirvió en cambio ~
22 La operación de confiscación del marquesado, aconsejada ya por Pedro Tenorio a experto militar.
Juan 1,apoyándose en la coyuntura de que el primogénito, Pedro, había muerto en Aljuba-
rrota, se hizo en dos etapas; la primera en 1395 al devolverse a la Corona las villas de Jor- 7.
quera y la Hiniesta, y la segunda en 1398 cuando se hizo correr el rumor de que el mar-
sencia
qués pretendía entrar con tropas aragonesasen Castilla.De hecho los documentos castellanos
nio de
de principios de siglo mencionan el marquesado como parte del patrimonio real.Enrique de
Villena, curioso y famoso astrólogo, hijo del conde de Denia, renunció en 1404 a sus dere- protago
chos a cambio de un Maestrazgo. Pero como entidad el marquesado seguiría existiendo y ve limi
así pasó al tercero de los hijos de Fernando de Antequera. De modo que la confiscación no Juan
parece significar cambio en la estructura. mena
NOBLEZA Y MONARQUíA 135
_~ obediencia a Bene- tras sus nobles nadaban en la opulencia a costa de las rentas de la Coro-
- cio IX. El conde de na; recogida por el P. Mariana, con toda seriedad, es reflejo, sin duda,
, continuadores " que de una tradición retenida en la memoria de sus contemporáneos.
- Id la espada de con- Alguna relación debe guardar con la realidad. La regencia primero y
illena fue recupe- la batalla contra los grandes, a continuación, permitieron a los lina-
rera en ello contradic- jes avances muy considerables que les acercaban precisamente a las
• - ~o. al mismo tiempo, aspiraciones de aquellos parientes del rey que trataban de suplantar.
ce la Monarquía y el Un régimen político de oligarquía cerrada se había instalado; como
la mentalidad de la en todos los casos semejantes, no tardó en dividirse, constituyendo
= ~se construyen una partidos. De momento el mayordomo, el justicia y el condestable, es
decir, Mendoza, Stúfuga y Dávalos, dominaban la escena.
conocida como fal- Conviene no perder de vista cuán inestable resulta el poder cuando depen-
_ . al modo oriental, de de los oficios cortesanos; la pérdida del favor real llevaba consigo el des-
oder cenar, mien- plome de la potencia económica: los señoríos no eran suficientes para permitir
la conservación de la influencia. A cambio, en esa década final del siglo XN,
Pedro, que parece haber no tenían que abrigar temor hacia un posible retorno de la alta nobleza. En
- -_ ración y sumisión de 1398, aprovechando que se había reanudado la guerra entre Castilla y Por-
-'" las encomiendas que tugal, don Juan García Manrique, puesto en connivencia con el conde de
pezaba con la lógica N oreña, ahora en el exilio en Bayona de Gascuña, y con algunos pequeños
de 1400 casi al mis-
nobles de Galicia, intentó reavivar en este reino un núcleo de resistencia, apo-
==- L.i sucesión fue dificil y
derándose de Tuy y Pontevedra con la ayuda de tropas portuguesas. Fracasó
_:...~Z de Osorio, señor
quebrando la discipli-
y no tardó en ser expulsado. La campaña, en este y otros lugares de la fron-
tera, sirvió en cambio para que Ruy López Dávalos acrecentara su fama de
_ por Pedro Tenorio a experto militar: su crecimiento estaba despertando terribles envidias.
., muerto en Aljuba-
Corona las villas de jor-
7. EL PAPELDE LASCORTES. Podemos afirmar que nos hallamos en pre-
_ rumor de que el mar-
sencia de un nuevo régimen político caracterizado por el predomi-
documentos castellanos
nio de un Consejo real dominado por nobles y por la reducción del
onio real.Enrique de
..~::::o=.......,·ó en 1404 a sus dere- protagonismo personal del soberano: Enrique III muere pronto y se
ve limitado por sus enfermedades mientras que su hijo y su nieto,
Juan II y Enrique III, hacen pálida figura. Podemos decir que el régi-
men a que nos referimos dura hasta 1480 en que las Cortes de Tole-
136 LUIS suxnsz FERNÁNDEZ
'\
1--,"'''-r::Inteconsecuencia -Segunda reunión en Segovia al final del verano de 1396. Se votaron los
ormación de las subsidios normales. Tampoco se conservan cuadernos, lo que viene a demos-
~!'\":lari~ndo la desig- trar que las demandas presentadas no generaron legislación. Se presentó un
reriores -el con- Ordenamiento acerca del lujo y crianza de caballos que lleva la fecha de 10 de
IL""-_''''-sga.das,
sin exigir en noviembre de 1395 lo que parece demostrar que no hubo deliberación sino
a los gobernantes solo anuncio". Se utilizaron estas Cortes como telón de fondo para decisiones
::inarios, lo cual, a su que afectaban a la política internacional: prohibición a los extranjeros del dis-
frute de beneficios en Castilla -un arma que Tenorio y Fernández de Frías
'---"~'LL'uirla importan- esgrimían, de acuerdo con Francia, contra Benedicto XIII_25, confirmación
- c.i etapa de los gran- de la alianza francesa y ratificación de las treguas largas con Portugal.
r=.~""'i·o, en cambio, un -En septiembre de 1398 fue refundido y publicado de nuevo el Orde-
o en realidad. Las namiento de prelados de las Cortes de Guadalajara'". No tenemos noticia,
-dad de Enrique III, sin embargo, de que en esta ocasión se haya producido una reunión de la
~ o estaba dispuesta, Asamblea.
-Cortes de Tordesillas, en marzo de 1401, sin duda la reunión más
importante de cuantas tuvieron lugar en este reinado. Los procuradores del
e Cortes en este tercer estado recobraron parte de su antigua influencia porque, al prolon-
asignaba. El hecho garse la guerra con Portugal, se hacía necesario su voto para el cobro de sub-
_ quisiera -no hay sidios. Desde el Consejo Real -y era ya evidente la directa participación
mente por las ciu- del rey- se plantearon dos problemas especialmente serios. Primero, el de
_rescriptible, como la reforma de las costumbres del clero. Castilla acababa de sustraer su obe-
~""-""-'-.•..u:OS hablar incluso diencia a Benedicto XIII y esto convertía a Enrique III en cabeza de la
!s::i:<:::.I-ea tenía la noble- Iglesia en España. Segundo, el de una más adecuada percepción del tributo
de monedas que era el ingreso más importante de la Corona. Sin embargo
las demandas que presentaron los procuradores, contra las levas de soldados"
e cionadas. Escasí-
ruradores cedieron
24 BN, mss. 13.103, fols. 200 y ss.
- : votados'".
25 La pragmática, que no es acuerdo de Cortes, fue publicada el 24 de septiembre de
1396. AGS. Diversos de Castilla, lego2, fol. 25.
26 Arévalo,4 de septiembre de 1398. Pub. Luciano Serrano, Cartulario del InJantado de
Covarrubias, págs. 271-276.
II Las levas-como en otro aspecto el nombramiento de corregidores- constituían uno
de los puntales del régimen. Es indudable que, completando el Ordenamiento de lanzas dado
138 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ
-,
y contra los nombramientos de procuradores no fueron ni siquiera escu- -La última co~
chadas. cuando Enrique
-Nueva convocatoria en Toledo, en enero de 1402, para procederal sitaba dinero
juramento de la infanta primogénita, María, que acababa de nacer. Estaba iniciarse en G~.:......o
llamada a convertirse, luego, en reina de Aragón. No se conocen, tampoco, que votaron un S'.L.:..~
Ordenamientos ni cuadernos. Hubo, en el curso del acto, un lamentable inci- raba a todas las
dente entre Burgos yToledo acerca de a cuál de las dos ciudades correspon- no era el rey .
día la prioridad, buena demostración de las discordias que, a veces por puro veintiséis años. ~.-4=.
honor, separaban a los miembros del tercer estado": El 6 de enero fue leído el papel de gran ~=--i-.o
el discurso regio por el obispo de Osma; puede considerarse como un mode- za otra época.
lo de frialdad y autoritarismo'".
-Cortes de Valladolid de 1405; el motivo era, también, la jura de un Este breve u~'::"
heredero, Juan, nacido el 6 de marzo del mismo año en Toro. Se celebraron de que sirva co
fiestas con extraordinaria alegría ya que se trataba del único vastago varón gado a ser en los
nacido a Catalina de Lancaster, alejándose así del trono al infante Fernando. declive en la ir:ri,,--.."'
Se planteó el problema judío, agravado después de las matanzas del 91, Y con- cuencia del d~7l!==-::=
te, cómo algunos ~~
firmándose en el camino de la segregación, tan grato al parecer a los procu-
ciendo presión
radores, se dictaron disposiciones que obligaban a los israelitas a recluirse en
funciones públi
barrios especiales3o•
siglo xv. Los cuarierces
meno que no
en Guadalajara, Enrique III se proponía llevar a cabo una profunda reforma militar que le
desde las tierras &- _
proporcionase un ejército. La guerra de Portugal fue la ocasión. Desde Salamanca, el 14 de
ban mejores co~......,.;
setiembre de 1397, se había decretado una movilización general destinada a constituir peque-
ñas unidades que teman un jefe, una tienda, armamento y capacidad de iniciativa. La experiencia do en conjunto, = -
resultó un fracaso.Por eso en 1399 se decidió moclificarla fijando un cupo de hombres a cada funciones vitales- .:;
ciudad y fundiéndolos todos en unidades que no teman en cuenta el lugar de procedencia. El fuerzas políticas c.e ._
14 de agosto de 1401, pese a la protesta de las Cortes, se dictó un Ordenamiento que consa- tas, la Monarquí - --
graba el sistema. Los documentos en AGS. Diversos de Castilla,leg. 11, fols. 4, 7 Y 8.
28 Acta notarial del juramento en AGS. Patronato Real, lego7, fol. 59.
8. Los PARi--:::x!5..
29 Texto del discurso en AGS. Patronato Real, lego7, fol. 61. Segun él tres asuntos exi-
gían la reunión de Cortes; juramento de la infanta, ordenamiento de la justicia, confirma- fundo
ción de treguas con Portugal. tema oligárczx
30 El Ordenamiento tampoco se publicó en esta ocasión durante las Cortes sino pos- qUlera s= !>~
lqUlera escu- -La última convocatoria quedó fijada en Toledo, en diciembre de 1406,
cuando Enrique III estaba ya en el tramo final de su enfermedad. Se nece-
sitaba dinero para hacer frente a los gastos de una guerra que acababa de
iniciarse en Granada. El entusiasmo se había contagiado a los procuradores
que votaron un subsidio de 45.000.000 de maravedís, una suma que supe-
raba a todas las anteriores. Pero el protagonista, en las sesiones toledanas, ya
no era el rey sino su hermano el infante Fernando, que acababa de cumplir
__ p- a veces por puro veintiséis años, había acumulado un amplio señorío y se preparaba para jugar
enero fue leído el papel de gran capitán en aquella guerra contra el Islam. Con él comien-
za otra época.
cién la jura de un Este breve balance, que me ha parecido necesario introducir aquí, a fin
oro. Se celebraron de que sirva como término de comparación con lo que las Cortes habían lle-
gado a ser en los dos reinados anteriores, basta para demostrar nos el rápido
declive en la influencia ejercida por la institución. Se trata de una conse-
~ •.••..•.•.LiC> de191, y con- cuencia del despliegue de la oligarquía nobiliaria. Detectamos, por otra par-
te, cómo algunos miembros de esta nobleza se instalaban en las ciudades, ejer-
recer a los procu-
.,."'ras a recluirse en ciendo presión sobre sus moradores e incluso usurpando en su ejercicio las
funciones públicas. Se trata de un proceso que irá creciendo a lo largo del
siglo xv. Los cuadernos de Cortes señalan, en su capítulo de quejas, otro fenó-
meno que no ha sido suficientemente valorado: emigración de campesinos
iorma militar que le
desde las tierras de realengo a las de señorío, porque en éstas se les brinda-
- Salamanca, el 14 de
~=::z.:!a a constituir peque-
ban mejores condiciones frente a los merinos y otros oficiales públicos.Toma-
~-"" ="-,,,OV3.. La experiencia do en conjunto, el descenso de independencia de las Cortes -dotadas de
r--,·~on de hombres a cada funciones vitales- fue un fenómeno de serias consecuencias: privaba a las
de procedencia. El fuerzas políticas de un factor de equilibrio, reduciéndolas a dos protagonis-
t C':':J.::=DÍento que censa-
tas, la Monarquía y los nobles.
mientos, permanecen oscuros muchos sucesos del reinado de Enrique trataba de una recoll'-~
III, cuya importancia estamos comenzando a descubrir. La carencia de
textos cronísticos adecuados constituye un obstáculo que resulta insu-
perable. La documentación de que vamos disponiendo nos permite,
revelarnos que el rég1~
ciones. Se estaban
vía figuraba como
tes, contribuiría p
~:3',
SUC~
' •.
sin embargo, asegurar que, durante él, hubo sordos y eficaces enfren-
tarnientos entre linajes que pugnaban por el enriquecimiento y la pre- Nos movemo
potencia. La victoria de 1395 no era atribuida a la nobleza, en cuan- llegan a nosotros
to tal, sino a un equipo reducido de ella, dueño del poder. 1398 don Pedro Tenorio,
ma al pie de su tes'"~
La nueva guerra con Portugal, que se inició con un golpe de fortuna para place salir de este IT!:..!c.i~
los portugueses, la conquista de Badajoz (12 de mayo de 1396), tuvo gran razón por qué, calláre
influencia sobre los asuntos interiores castellanos. La presencia de Juan Gar- Señor, que quiera
cía Manrique, del conde de Noreña y de algunos otros exiliado s en el veci- hartos somos de vivir
no reino, y la de nobles portugueses en Castilla, permitía complejas comu-
nicaciones, tanto en Galicia como en Extremadura. En esa contienda, Ruy
López Dávalos -quema de Viseo, defensa de Galicia (1398)- llegó a con-
vertirse en protagonista principal, atrayendo en su contra envidias y enemis-
tades que pronto se manifestaron. No eran pocos los que se sentían escan- Álvaro de Luna, h
dalizados por el ascenso prodigioso de aquel hombre nuevo. Por otra parte No tardó mucho ..
el exilio de tres linajes portugueses,Vázquez de Acuña, Fernández Pacheco
y Pimentel, en ruptura con su propio rey, vendría a reforzar y a hacer más
compleja la situación castellana.
Es evidente que la victoria completa sobre los grandes no había traído
la paz ni la concordia entre los linajes. Desde 1398 encontramos al infante
don Fernando, que alcanzaba entonces los dieciocho años de edad, ocupan-
do un asiento en el Consejo Real. El 14 de octubre de dicho año Juan Fer-
nández de Velasco y Diego López de Stúñiga concertaron una alianza priva-
da «contra cualquier persona», a la que e16 de noviembre se incorporó Gómez 32 Sin duda tiene
defensivas.
Manrique". De esas cualesquiera personas se exceptuaron inmediatamente
33 Ejemplar en B:-;.
tres, Ruy López Dávalos, Diego Pérez Sarmiento y Fernán Perez de Ayala,
34 El destierro termmó ~
que sustituía a su padre el canciller en la jefatura del linaje. No sabemos si se 35 Según Mitre, la ~ ~
rio de LasHuelgas de Buivcs
3\ Originales de estas dos alianzas se encuentra en BN, mss. 638, [0Is. 4, 5 Y 7. límites de un interés 1
NOBLEZA Y MONARQUÍA 141
- reinado de Enrique trataba de una reconciliación o de un proyecto+ pero, en todo caso, viene a
" rir. La carencia de revelamos que el régimen de linajes desembocaba en la división entre fac-
, ~ que resulta insu- ciones. Se estaban formando los partidos políticos.Y don Fernando, que toda-
I!='tll2endonos permite, vía figuraba como sucesor, aunque no hubiese sido reconocido por las Cor-
- ."eficaces enfren- tes, contribuiría poderosamente a ello.
Nos movemos en medio de una notable falta de noticias, pero las que
llegan a nosotros reflejan malestar y descontento. El 4 de noviembre de
1398 don Pedro Tenorio, que fallecerá el siguiente 13 de mayo, puso su fir-
ma al pie de su testamento'? al que pertenecen estas expresivas frases: «nos
~e de fortuna para place salir de este mundo y nos pesa porque tan tarde salimos de él, y la
1396), tuvo gran razón por qué, callámos1a aquí ahora, y pedimos por merced a Dios, nuestro
bzesencia de Juan Gar- Señor, que quiera dar más paz y justicia en estos reinos que hasta aquí, y ya
exiliados en el veci- hartos somos de vivir y asaz hemos vivido, pues nos acordamos de cinco reyes,
omplejas comu- pero si populo Dei sumus necessarium non recusamus laborem.
contienda, Ruy En 1400, durando todavía la guerra de Portugal, el condestable Ruy López
- llegó a con- Dávalos, que acababa de sumar otra hazaña en el embate contra Penamacor,
~dias y enemis- sufrió un breve destierro ". Cabe suponer que, como sucedería luego con don
ce -e sentían escan- Álvaro de Luna, hubiese despertado recelos por sus aspiraciones al validaje .
No tardó mucho, sin embargo, en volver a la Corte siendo en 1403 casi un
árbitro del poder. En 1403 y 140535 las anteriores alianzas se vieron confir-
madas, extendiéndose la cobertura a otro personaje en ascenso, ya conocido
por nosotros, Alfonso Enríquez, que acababa de suceder a Diego Hurtado
¡¡..o:..
..•.c;..¡~ no había traído de Mendoza en el oficio de almirante mayor. El partido, como sin duda debe-
:ramos al infante mos llamarlo, estaba elaborando un programa que se enderezaba a dos obje-
e edad, ocupan- tivos: permitir el retorno de los que se hallaban fugitivos o en desgracia, inclu-
.:..:.. o año Juan Fer- yendo a don Juan García Manrique, y evitar el deslizamiento del sistema hacia
- ::!lla alianza priva-
orporó Gómez 32 Sin duda tiene razón E. Mitre, op. dt., págs. 57-58, al pensar que se trata de alianzas
inmediatamente defensivas.
33 Ejemplar en BN, mss. 6.932 fols. 255-293.
F"-"7"'.;'n Perez de Ayala,
34 El destierro terminó al fin del año siguiente. E. Mitre, pág. 157.
,- ::. _ -r o sabemos si se
35 Según Mitre, la alianza de 1403, recogida por A. Rodríguez López, El real monaste-
rio de las Huelgas de Burgos y el Hospital del rey, 1, Burgos 1907, págs. 259-260, no supera los
••....::..~.--"J;>. 4, 5 Y 7. límites de un interés local .
142 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
\1
el validaje'". Un Consejo, pero no un ministro universal. Idea que sesenta años Aunque no ~,r-I
Hermana de Diego Hurtado eraJuana,la cual casó con Alfonso Enríquez, zarniento hacia nn~1
cuyo origen incierto le pone en relación con una bellísima madre judía. Ellos
fueron raíz para el tronco de un importantísimo linaje al que pertenece Fer-
nando el Católico. Inteligente y' terco, Alfonso avanzó más que nadie, sin
tropiezos ni dificultades, en una carrera que le estaba llevando a los prime-
ros niveles de nobleza. En 1392 recibió Torrelobatón, Tamariz y Oca. Al año
siguiente, y como consecuencia del despojo del duque de Benavente, tam- por el de Béjar.
bién VillabrágimaVinieron luego Cabreros, Berrueces,Villanueva y, tras enco- dotada de eno
nado y victorioso pleito, Bolaños de Campos. Otra Medina, la de Rioseco, fuentes, la Adra.
se hallaba ya en el horizonte de sus apetencias; tardaría veinte años en con- 110, N avalmoral,
seguirla. Redondilla, P
Ruy López Dávalos alcanzó «tanta gracia y tanta privanza» con Enrique los Mazalino
III que pudo llegar a ser, por propios méritos, condestable y duque de Arjo- geográfica le r :
nao Su aparatosa caída causaría seria perturbación al linaje, que hubo de ins- una de las caña,
talarse en Nápoles. Típico capitán de frontera, muy experto :n el arte de las rrida.
cabalgadas, tuvo en su tío Pedro López Dávalos, alcaide de Quesada, un
buen maestro. La guerra de Portugal y el cerco de Gijón le dieron primacía. ciar nunca a
Dueño de Arjona, Arenas de San Pedro, Colmenar y La Adrada -pudo
también comprar el condado de Ribadeo-, sus dominios se hallaban, sin
embargo, demasiado dispersos para que pudieran desempeñar un papel seme- diatamenee p~~L'
jante al de los Mendoza, por ejemplo. Su valimiento aprovechó a otros miem- 1401 considero ",.,~~
bros de la familia. Su auge y su caída fueron como los dos extremos signifi- fumó el6 de aQOS.'.:l.!..¿
- o Alfonso Enríquez, zamiento hacia nuevos horizontes. En 1391 tuvo Curiel y, el 15 de diciem-
f-o-~>d madre judía. Ellos bre de 1393, durante las Cortes de Madrid, recibió Vadarrago y Bodón, cer-
_:: _ que pertenece Fer- ca de Ciudad Rodrigo. Un mes más tarde, en enero de 1394, se firmaría la
~Ó más que nadie, sin donación de Frías, con todo su valle; pero este hecho daría origen a un muy
evando a los prime- largo pleito, que Diego López ganó. No era sin embargo su intención insta-
amariz y Oca.Al año larse en las altas tierras burgalesas, sino permutar este importante señorío
__~ de Benavente, tam- por el de Béjar, más valioso aún (junio de 1396). Desde entonces esta villa,
_- :Jlanueva y,tras enco- dotada de enorme alfoz (San Bartolomé, Casas del Robledo, Beceda, Gil-
. a, la de Rioseco, fuentes, la Adrada, San Medel, la Puebla, Valdelacasa, Peromingo, Sanchote-
110, Navalmoral, la Calzada, Baños de Montemayor, Hervás, la Garganta,
Redondilla, Puerto de Béjar, Cantagallo, la Solana, la Zarza, el Tremedal y
privanza» con Enrique los Mazalinos) se convirtió en asiento fundamental del linaje. Su posición
e y duque de Arjo- geográfica le proporcionaba medios inmensos de riqueza: por allí pasaba
~~e que hubo de ins- una de las cañadas longitudinales de la Mesta, precisamente la más concu-
no en el arte de las rrida.
_ ; e de Quesada, un Béjar estaba indicando un camino de expansión hacia el Sur. Sin renun-
- _ - TI le dieron primacía. ciar nunca a incrementar sus dominios en Rioja y en la Tierra de Campos,
, La Adrada -pudo garantía de prosperidad para los hijos'". Había comprado el 5 de octubre de
:cinios se hallaban, sin 1394 a Isabel deVargas la posesión de Burguillos, cerca de Badajoz. Casi inme-
~=:;:_~ñar un papel seme- diatamente presentó a la firma del rey el documento de confirmación. En
~·,"",-prhó a otros miem- 1401 consideró llegado el momento de instituir mayorazgo, que el rey con-
s extremos signifi- firmó el 6 de agosto. La vinculación no abarcaba todo el patrimonio. Sus hijos
menores, Sancho, Íñigo y Diego, recibieron, en el momento de su muerte,
te hasta colocar- lotes importantes. La falta de descendientes, en los tres casos, permitiría al pri-
Linaje nuevo, como mogénito, Pedro de Stúñiga, recuperar prácticamente todo el antiguo patri-
, ez, había recibido monio familiar.
los que, en 1391, Las cañadas de la Mesta eran venas por donde discurría todo el torren-
zo iniciaba el despla- te de la prosperidad. Avanzando desde Béjar, los Stúñiga tenían que chocar
inevitablemente con los Álvarez de Toledo, que desde Oropesa y Valdecor- Qué escenar»
neja (Barco de Ávila) avanzaban hacia el norte, siguiendo el curso de la dida capital, re .
otra cañada, la segunda. En 1401 GarcÍa Álvarez adquirió, por compra, Boho- rio para la luc
yo y sus dos lugares, Navamediana y Navamojado. Los beneficios que deja- vivía un ambiente .-:
ban las ovejas permitían a estos linajes disponer de dinero que invertían
después en sus compras. No debemos olvidar que los grandes estados de esta
nueva nobleza se formaron, en gran medida, a partir de las compras, como discordia, el comL~
en un mercado. mano de hierro. ~
Lorenzo Suárez de Figueroa, militar valiente, maestre de Santiago, tuvo que sus parIentes :
parte muy decisiva en el enriquecimiento de su familia instalada definitiva- juego toda su ."4
mente por las inmediaciones de Badajoz. También le resultó muy beneficio-
so el enlace con los Mendoza, entre los que llegaría a considerarse. Conti-
nuaba, en su propio provecho, la labor disgregadora del amplio espacio pacense,
que antes que él emprendieran las Órdenes Militares. El dinero abundante que
la Mesa maestral de Santiago le proporcionaba fue invertido .en compras
privadaa'". Un pleito, largo y confuso, que tenía como objeto material cier-
tas confiscaciones ejecutadas en los emperegilados, concluyó en 1395 preci- un saneado patr"k..~
samente por el procedimiento de que Gómez Suárez, primogénito de don lugar con la he
Lorenzo, comprara y pagara Nogales y Villalba de Barros. A estos lugares señor de Villalpando, '-¡¡¡¡¡
siguieron Valencia de Ventosa y Oliva de la Frontera, que fueran antes pose- to hubo de lib
sión de los Templarios.Ya estaba en pie un copioso mayorazgo, al que en 1394 sobre su patrimonie -
más importantes '-;...-
se sumó el importante señorío de Feria, destinado a ser título del linaje, con
etapas esenciales r::n~~ u
Zafra y La Parra. Una numerosa sucesión, con sólo dos varones, Lorenzo y
tica de compras le ~
Gómez, fue resultado de su matrimonio. Hizo a Lorenzo obispo y, de este
Rodilla, Villanu
modo, pudo don Gómez quedarse con todo. La Casa de Feria estaba ahora
en pie. Los matrimonios de las hijas también fueron importantes'".
esa y Valdecor- Qué escenario más confuso ofrecía el reino de Murcia. Aquí la esplén-
o el curso de la dida capital, regida por una oligarquía de linajes muy influyente, era escena-
~ r compra, Boho- rio para la lucha que venían sosteniendo los Manuel con los Fajardo. Se
_ eficios que deja- vivía un ambiente de guerra civil, a la que añadió fuego la minoridad de Enri-
z.ero que invertían que III: en 1394 el adelantado Alfonso Yáñez Fajardo hubo de soportar el ase-
es estados de esta dio de Lebrilla que le impusieron sus rivales. Entonces apareció, tercero en
compras, como discordia, el condestable Ruy López Dávalos, con amplios poderes del rey y
mano de hierro, tratando da mantener el orden. En 1397 murió Fajardo sin
que sus parientes pudieran recoger el oficio que ostentaba; Dávalos puso en
juego toda su influencia y fue adelantado. A los hijos de Fajardo se ofreció,
-' muy beneficio- como compensación, el señorío de Molina Seca. Con esta villa y la de Alha-
iderarse. Conti- ma pudieron iniciar una reconversión de las que, en tiempos, fueran predios
espaCiOpacense, de la Casa de Manuel. Esta última es paradigma de las dos caras que ofrece
_e:o abundante que la moneda; después de haber tenido entre sus miembros a una reina, funda-
M:=~-:-i'do en compras dora de dinastía, ellos se esfumaban en la neblina de la decadencia.
~""'-o material cier- Camarero mayor,Juan Fernández de Velasco había recibido de su padre
."Ó en 1395 preci- un saneado patrimonio que incrementó cuidadosa y eficazmente, en primer
:~ " ogénito de don lugar con la herencia de su esposa, María de Solier, hija de Arnao de Solier,
s. A estos lugares señor de Villalpando, capitán de mercenarios en la guerra civil. Un largo plei-
~ _ eran antes pose- to hubo de librar con su madre, antes de asumir efectivamente el dominio
PZ§_~"al que en 1394 sobre su patrimonio. Aunque fallasen algunas de sus operaciones financieras
0 del
.: •..•... linaje, con más importantes -tuvo que renunciar a Valmaseda, Colindres y Limpias,
nes, Lorenzo y etapas esenciales en su camino hacia las salinas de Laredo-, su sistemática polí-
- obispo y, de este tica de compras le permitió acercarse poco a poco a Burgos, la gran meta final:
- Feria estaba ahora Rodilla, Villanueva del Campo, Castil de Peones, Presencio, Bascones, Astu-
- Sotomayor y Gar-
prender de qué modo el reinado de Enrique III, aunque no esté apodado
"'""._c-~- nso Pérez de Guz- como el de su abuelo, contempló un avance importante de la nobleza «nue-
marqués de San- va». No podía atribuirse a la generosidad o blandura del monarca pues se
trataba de un cambio de mano en los titulares de los señoríos, en muchos
148 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
casos mediante inversiones de dinero. Sólo los Manrique -Pedro, adelanta- Por último Juan _:!}::-
do mayor de León; Gómez, que lo fue de Castilla, Garci Fernández, señor za a disposición de .
de Estar y Villanueva- parecen ser una excepción en ese crecimiento. Pro- negociación secre
bablemente se vieron afectados por el giro político de su tío el arzobispo de cuales se tradujeron ~
Santiago. el 18 de diciembre ce
Había sido el pa .
10. Los PORTUGUESES. La guerra de Portugal, como ya sucediera en rras habían demo
circunstancias diferentes en 1383, provocó unas aportaciones de que domina los (4...,... •.•.
linajes llegados del otro lado de la Frontera. La reina Beatriz había Portugal. Durante
renunciado sus derechos en el infante Dionis, hijo de Inés de Cas- retorno a Portugal q!li~
tro, tratando de reactivar un partido entre los descontentos de la guas de 1402 COTT1n~""b
Lope Vázquez de Acuña, al que acompañaban sus hermanos, Martín y dades a la Corona
Gil, contrajo matrimonio con Teresa Carrillo, miembro de esa famosa fami- ahora partido en e_:-
lia conquense que, durante la guerra, prestara servicios importantes a la cau- tugal -no impo
Alfonso Carrillo de Acuña, que llegaría a ser famoso arzobispo de Toledo. Los Catalina, y firme
Acuña de Buendía no se conformaron con el aprovechamiento de aquella sobre la Curia iba a'I~i
~-" -Pedro, adelanta- Por último Juan Alfonso Pimentel había puesto la fortaleza de Bragan-
. Fernández, señor za a disposición de las tropas castellanas en la fallida aventura. En una previa
e crecimiento. Pro- negociación secreta se le habían prometido adecuadas compensaciones, las
~ '0 el arzobispo de cuales se tradujeron en la entrega de Benavente, solerrmemente confirmada
44
el 18 de diciembre de 1398 . La donación era especialmente importante.
Había sido el patrimonio del cautivo de la torre del CaracoL Las últimas gue-
o ya sucediera en rras habían demostrado el valor estratégico de aquella formidable fortaleza
aportaciones de que domina los caminos de Zamora, León y Galicia junto a la frontera de
:-.. reina Beatriz había Portugal. Durante cierto tiempo, don Juan Alfonso abrigó esperanzas de un
• '·0 de Inés de Cas- retorno a Portugal que le diera de nuevo Braganza, pero al fumarse las tre-
escontentos de la guas de 1402 comprendió que no había ninguna perspectiva en tal sentido.
, en efecto, algu- Acomodándose a la política de los otros nobles castellanos comenzó a inver-
opción. Como el tir, completando y redondeando el dominio.
. otro remedio que Este análisis, documentado y a la vez monótono, que resulta imprescin-
ue sin duda se les dible para conocer cómo llegó a constituirse la nobleza castellana, en defini-
tiva española, puede oscurecer otro aspecto que, para nuestro estudio, cons-
ovedad. También tituye dato fundamental, pues la eficacia de un régimen político suele medirse
o reino. El apelli- por el nivel de prosperidad que el país alcanza. Pues bien, en el momento de
nobleza lusitana. la muerte de Enrique Ill (25 diciembre de 1406) Castilla había llegado a cons-
tituirse, después de Francia, en una verdadera potencia. Adhesión de las ciu-
dades a la Corona y muy escasos brotes de resistencia al sistema. La nobleza,
ahora partido en el poder, podía mostrarse satisfecha.Vencedora al fin de Por-
rtantes a la cau- tugal -no importaba que se tratase de victoria muy poco brillante-- dis-
e Buendía, nació frutando de una tregua sólida con Inglaterra, donde era rey un hermano de
_ispo de Toledo. Los Catalina, y firme aliada de Francia y de Borgoña, Castilla, cuya influencia
je::bami· ento de aquella sobre la Curia iba aumentando, comenzaba a experimentar los beneficios de
-- o consiguieron. su expansión mercantil. Los síntomas de enriquecimiento comenzaban a
ue tenía derecho hacerse muy claros. La corona construye palacios y monasterios reales en
ue le relacionaba Sotos Albos, Burgos, Valladolid, El Pardo. Un aspecto, por desgracia mal cono-
canzó, al principio, cido -la moda-, denota ascenso en el nivel de vida: «paramentos, borda-
trimonio con los duras e cimeras» dirá Jorge Manrique. Progresos técnicos en la navegación o
_marqués de Ville-
H Marqués de Saltillo, Historia nobiliario, 1, pág. 101.
150 LUIS suxnsz FERNÁNDEZ
"
en la guerra -el uso de piezas de artillería, la colocación de los primeros
relojes mecánicos, la construcción de grandes nao s- marcan el cambio de
uno a otro siglo. Todo esto, paz y orden interiores, equilibrio, riqueza, podía
ser presentado como consecuencia del régimen político y social de Castilla,
sobre todo si se tiene en cuenta el declive catalán, a todos evidente. La oli-
garquía nobiliaria se acostumbró en adelante a considerar el reinado de Enri-
que III como una época clásica, y al régimen social de la nobleza como
condición indispensable para el equilibrio interno. Había perfecta adecua-
ción entre sus intereses y la realidad económica del país que derivaba a un
predominio, cada vez mayor, de la ganadería y del comercio.
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SEGUNDA PARTE
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V. FERNANDO
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La Corte que rodeaba al rey, antigua Curia, hacía referencia a las funcio-
nes públicas del monarca. Sus oficios habían llegado a convertirse en los más
importantes y proporcionaban a quienes los desempeñaban, notable poder:
condestable, almirante, monedero mayor, entregador de la Mesta, alcalde mayor
de sacas y los varios adelantados y merinos mayores. Los emolumentos que
estos cargos tenían asignados eran llamados quitaciones porque se descontaban
154 LUIS SUAREZ FERNANDEZ
1
Luis G.Valdeavellano, Historia de las Instituciones españolas, Madrid, 1968, pág. 459.
2
En tres ocasiones, 1419,1425 y 1432, registramos demandas en este sentido (Cortes,
III, págs. 20, 56 y 121). La respuesta fue sistemáticamente negativa.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 155
3
Cortes, III, págs. 10 y ss.
156 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
mayor cargo de los honrar y servir, por el gran deudo que con
ellos y su merced tienen»4. Esa fidelidad institucional, no desmen-
tida por los hechos, era perfectamente compatible con una gran
ambición. Duque de Peñafiel y conde de Alburquerque, don Fer-
nando condensaba en su persona la primera nobleza. Su delibera-
do propósito fue transmitir a sus hijos esa misma condición. Esos
hijos, nacidos de una sola esposa —no conocemos bastardos—
fueron siete: Alfonso,Juan, Enrique, Pedro, Sancho, María y Leonor.
De ellos cuatro llegarían a ceñir corona real. La nobleza gobernan-
te, que no podía alegar en su caso motivos para combatirle, le con-
sideró muy pronto como posible cabeza. Llovieron las adhesiones.
Surgieron también los recelos. Pero no cabe duda: antes de la muer-
te del rey ya había un partido del infante.
4
Tomamos esta frase del documento de donación que el infante hizo al mariscal Gar-
ci González de Herrera, que se conserva en AGS. Patronato Real, leg. 58, fol. 30. En este
momento, siendo María sucesora reconocida, su matrimonio propuesto con Alfonso, podía
llevar a éste al trono.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 157
5
Alvar García de Santa María, Crónica del rey donjuán, B.A.E., LXVIII, Madrid, 1947,
pág. 262, recoge la noticia de que en el momento de la muerte de Enrique III, estando reu-
nidas las Cortes en Toledo, algunos nobles propusieron a don Fernando que tomase para sí la
corona. Zurita, que utiliza unas instrucciones entregadas por Juan II de Aragón a sus emba-
jadores, bastantes años después, cree poder señalar que la iniciativa partió de Ruy López Dáva-
los, el cual, tomando al niño en sus brazos, habría preguntado directamente al infante a quien
debería proclamar rey, siendo la respuesta de don Fernando: «¿a quién sino a mi sobrino el
primogénito don Juan?». Juan Dávalos de Ayala niega la noticia que la mayor parte de los
historiadores considera simplemente como una leyenda entre las muchas que se forjaron en
torno al personaje. Pero Juan Torres Fontes, «La regencia de don Fernando de Antequera»
(Anuario de Estudios Medievales, I, Barcelona, 1964, págs. 375-379) ha descubierto en el
Archivo municipal de Murcia dos cartas que permiten asegurar que todo ello responde a un
fondo de verdad, pero que el debate y la solución tuvieron lugar antes de la muerte del rey.
6
El testamento ha sido publicado como apéndice a la Crónica de Ayala, págs. 264-270.
7
F. Suárez, op. cit., págs. 226-227, ha descubierto detalles interesantes. Al conocerse el
tercer embarazo de la reina Catalina, ésta, acompañada de la priora Teresa de Ayala, se reclu-
yó en Toro, donde efectivamente habría de nacer el futuro rey, como si se buscase una segu-
ridad que en otras partes faltaba. El rey permaneció en Segovia, pero hizo venir desde la fron-
tera de Granada a los soldados de Diego Fernández de Córdoba. Se dio permiso a Leonor,
la cuñada, para visitar a Catalina, pero no consta que se hiciese lo mismo con Fernando. En
cambio el 12 de octubre de 1404 una serie de seis privilegios solemnes garantizaban a Fer-
nando todos los señoríos de que ahora disfrutaba, demostrando así Enrique III que estaba
dispuesto a cumplir la última voluntad del padre de ambos. Se trataba de Cuéllar, Paredes
de Nava, Olmedo, Medina del Campo, condado de Mayorga y ducado de Peñafiel, con inde-
pendencia del amplio patrimonio de Alburquerque. De modo que el poder que acumula-
ba, especialmente en Castilla, sobre el Duero, era enorme. Casi una compensación por el
158 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
De acuerdo con esta postrera voluntad el ejercicio del poder real sería
asumido, proindiviso, por Catalina y Fernando, pudiendo procederse a un
reparto de provincias si parecía conveniente. Pero entre ambos el Conse-
jo Real desempeñaría las funciones de moderación que le correspondían.
La custodia de la persona del rey quedaba encomendada a Diego López
de Stúñiga y a Juan Fernández deVelasco; de su educación debía encar-
garse Pablo de Santa María, el famoso rabino y obispo de Burgos que
ahora regía la sede de Cartagena y cuya amistad con el papa Benedicto
XIII era, a la sazón, muy importante. De que se cumplieran las mandas par-
ticulares, en descargo de su alma, debían ocuparse Ruy López Dávalos y
dos franciscanos muy conocidos, fray Juan Enríquez y fray Francisco de
Illescas. Con duro realismo y fuerte decisión en aquel Testamento, ley
fundamental, se prohibía cambiar ninguno de los miembros del Consejo
Real mientras durase la regencia. Había dos importantes compensaciones
para su hermano: el primogénito de éste, Alfonso, casaría con su prima
María, cuando llegara la edad —asi sucedió— garantizándose de este modo
la sucesión en caso de muerte prematura de Juan. El y sus hermanos ten-
drían asiento en el Consejo Real, según fuesen alcanzando la edad perti-
nente.
Durante diez años Fernando, a quien adornarían sus partidarios con
título «de Antequera» para demostrar el relieve que cobrara en la guerra
de Granada, será figura dominante en el tablero político español, una
especie de antecedente de su nieto, al que se impondría este mismo nom-
bre. Incluso después de convertirse en rey de Aragón conservará la regen-
cia en Castilla asegurando de este modo la concurrencia unánime de los cua-
tro reinos dentro de la «nación española» en el concilio de Constanza.
Los catalanes, después de Caspe —donde habían adoptado una actitud en
cierto modo neutral— no estaban tan satisfechos. Dejando aparte propa-
gandas y simpatías, no cabe duda de que nos encontramos en presencia
hecho de que no hubiera de ceñir la corona. Más adelante los consejeros de Juan II se abs-
tendrían de presentar derechos a la Corona de Aragón, que hubieran podido ser invocados.
Dinero castellano muy abundante sería invertido en la maniobra que conduce a Caspe.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 159
Para alcanzar sus fines, don Fernando supo poner a contribución el res-
peto a la palabra dada, la lealtad en relación con la corona, el idealismo caba-
lleresco dominante, el apoyo de la Iglesia y hasta las rivalidades entre los
linajes nobles, enderezándolos al servicio de su propia familia. El y sus hijos
contribuirán, decisivamente, a introducir en Castilla la espléndida fantasía que
en otras Cortes de Europa ya estaba dominando por este mismo tiempo. La
vida noble se impregnaba de esa artificiosidad que Huizinga, muy certera-
mente, ha calificado de «nostalgia de una vida más bella».
8
Tal es el caso de 1.1. Macdonald, Don Fernando de Antequera, Oxford, 1948, en que
sigue, con agudeza, el texto de la crónica de Santa María.
9
Torres Fontes, loe. cit., pág. 384, fue el primero en situarse en una posición más
matizada. «No cabe duda de que don Fernando procuró para sus hijos un papel preponde-
rante en la vida política castellana, con la idea de que a su muerte le sucedieran y ocuparan
cerca del monarca el mismo lugar que él tenía como protector de la Monarquía y desem-
peñando en efectivo la dirección de los reinos castellanos. Esto es, un escalón intermedio
entre el rey y los nobles levantado sobre amplias bases económicas y con poderosas fuerzas
y fortalezas repartidas por todo el ámbito castellano sobre el que sus hijos, manteniéndose
estrechamente unidos, no podrían ser desalojados.» La última recomendación que don Fer-
nando haría a estos hijos sería la de «permanecer unidos y leer la Crónica del rey don Pedro».
NOBLEZA Y MONARQUÍA 161
"' Martín de Riquer, Caballeros andantes españoles, pág. 99, nos explica de qué modo
los pasos honrosos y. demás empresas caballerescas, esconden rivalidades políticas.
162 LUIS SUAREZ FERNANDEZ
11
La designación de Pedro de Luna tuvo lugar en 1403. Ya el 18 de febrero siguiente Enri-
que prohibió que se le recibiera y poco después ordenó el secuestro de las rentas de la dióce-
sis. Esta fue la situación hasta la muerte del rey, agravada en 1405 con la embajada de Fernán
Pérez de Ayala y fray Alfonso de Alcocer que presionaron al Papa en favor de la llamada via ces-
sionis. Sobre este aspecto, detalles más precisos en mis dos trabajos, Castilla, el Cisma y los últimos
Concilios medievales, Madrid, 1960, y Benedicto XIII, Papa o Antipapa, Barcelona, 2002.
12
El 20 de marzo de 1407 Benedicto XIII anunciaba a Martín el Humano que su
sobrino pasaría inmediatamente por Aragón, camino de Toledo.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 163
1.1. Macdonald, op. cit., pág. 31. Diego Ortiz de Zúñiga, Anales eclesiásticos y seculares
de Sevilla, Madrid, 1677, pág. 281.
14
Estudiado con todo detalle por Juan Torres Fontes, Dos divisiones político-administra
tivas en la minoridad de Juan II de Castilla, Murcia, 1947.
164 LUIS SUAREZ FERNANDEZ
que la mayor parte de los amplios y poderosos señoríos del infante se halla-
ban ubicados en la parte reservada al gobierno de la reina.
voz, diciendo que la reina estaba siendo mal aconsejada. Algunos linajes, como
Sarmiento, Rojas y Enríquez se manifestaron decididos partidarios de don
Fernando. Todos recurrieron a las movilizaciones de sus soldados y el 19 de
junio de 1408 estalló un tumulto en Segovia en que perdieron la vida ocho
personas. Don Fernando procedió con la habilidad acostumbrada, presen-
tándose además como el perfecto pacificador. Entró en negociaciones, acep-
tó que entrasen en el Consejo todos cuantos en él estaban en el momento
de la muerte del rey y pudo conseguir un acuerdo (11 de marzo de 1409)
reforzando la separación entre las dos regencias. La crisis sirvió para demos-
trar dos cosas: que las familias nobles estaban separadas por amargas rencillas
y que el infante estaba en condiciones de atraer a algunas de ellas con com-
promisos que tendían al fortalecimiento de sus patrimonios. El momento de
fragilidad no volverá a repetirse en esta regencia.
La condescendencia de don Fernando no significaba que estuviese dis-
puesta a abdicar de aquel programa de enriquecimiento familiar. En 1408
había muerto el maestre de Alcántara, Fernán García de Villalobos. Por medio
del obispo de Palencia, Sancho de Rojas, y contando también con el respal-
do de Benedicto XIII, el infante consiguió que el capítulo de la Orden, sin
tener en cuenta la escasa edad de candidato, procediera a elegir a Sancho,
aquel que en tiempos fuera presentado como arzobispo de Toledo. En esta
oportunidad don Fernando explicó al prelado, refiriéndose a sus hijos, que
había «pensado en los heredar lo más sin pecado que ser pueda». Altas dig-
nidades bien provistas de rentas seguramente aparecían ante sus ojos como
un mal menor 18 .
En 1409 surgió una nueva vacante, por fallecimiento de Lorenzo Suá-
rez de Figueroa, maestre de Santiago, al término de larga enfermedad. El
regente movió la candidatura de su tercer hijo, Enrique, pero tropezó con la
oposición decidida de una parte de los caballeros que, hincándose en la cos-
tumbre, pretendían que el comendador mayor, Garci Fernández deVillagar-
cía, ocupase el maestrazgo. Saltando por encima de las reglas, Fernando con-
siguió que Benedicto XIII, que precisaba perentoriamente su ayuda, procediera
20
Crónica de Juan II, pág. 335. Zurita, III, fol. 104.
1
J. Torres Fontes, «Las Cortes castellanas en la menor edad de Juan II» (Anales de la
Universidad de Murcia, XX, 1961/62).
168 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
22
Cortes, III, págs. 9-30.
3
Una aguda polémica se ha suscitado en torno al Compromiso de Caspe al publicarse
el trabajo de don Ramón Menéndez Pidal, El Compromiso de Caspe. Autodeterminación de un
pueblo (Í410-14Í2) en el tomo XV de su Historia de España (Madrid 1964) y la réplica de
Ferrán Soldevila, El Compromis de Casp (Resposta al Sr. Menéndez Pidal), Barcelona, 1965.
Sin entrar en ella, pues nos alejaría del propósito de este trabajo, y recomendando a los lec-
tores la obra de Manuel Dualde Serrano y José Camarena Mahiques, El Compromiso de Cas-
pe, Zaragoza, 1971, cabe decir que las observaciones de J.Vicens Vives, Els Trastamars, Barce-
lona, 1956, son las que arrojan mayor luz sobre el asunto en relación con nuestro tema. Caspe
llegó en una coyuntura muy desfavorable para Cataluña que perdió la iniciativa, de modo
que fueron los otros dos reinos, Aragón y Valencia, guiados por Benedicto XIII, los que impu-
sieron sus puntos de vista. Me parece que el imperialismo de los Trastámara menores —no
puede calificarse de castellano pues no afectaba al reino sino al linaje— no ha sido sufi-
cientemente valorado.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 169
24
La Crónica de Juan II anota trece causas de daño para Castilla. De ellas vamos a
retener tres: una gran parte del dinero que la regencia proporcionaba, pasaba a Aragón
especialmente para el pago de tropas; al abrirse las relaciones comerciales sin que hubiese
contrapartida, se beneficiaba a la Corona y se perjudicaba a Castilla; por último, que las enor-
mes rentas de los dominios familiares eran utilizadas en Aragón y no en Castilla. J. Torres
Fontes, La regencia, etc., págs. 410-411.
170 LUIS SUAREZ FERNANDEZ
ñor, una belleza según testimonios laudatorios, casará en 1423 con Duarte
de Portugal y será madre de Alfonso V, «el Africano», y también de Juana,
segunda esposa de Enrique IV La sangre de la dinastía se alborotaba en esta
repetida práctica de endogamias.
¿Qué venía a significar todo esto? Simplemente que, durante los pri-
meros diez años del reinado de Juan II la formidable araña que engendraran
Fernando y Leonor, había trenzado su tela que abarcaba directa o indirecta-
mente todos los reinos hispanos. En trance de muerte, el rey de Aragón dio
a sus hijos dos consejos: permanecer unidos y leer la Crónica del rey don
Pedro. Nadie hubiera podido resistir aquel poder, generador de tanta opulen-
cia. La posesión de Navarra y Aragón hubiera debido garantizar a Enrique y
Pedro, destinados a permanecer en Castilla, un auxilio eminente y eficaz,
reduciendo a Juan II a ser poco más que un nombre. La instalación de vas-
tagos de la dinastía en todos los tronos es el camino ancho que, a la larga, con-
duce a la unidad española, pero dudo mucho de que fuese éste el objetivo
propuesto, ya que lo que entonces importaba era imponer la hegemonía de
un linaje. El paralelismo con los «altos infantes» que entonces se movían en
Portugal, es evidente. Pero entonces, por las altas ventanas de aquel edificio,
se asomaron envidias y emulaciones, y la comedia se convirtió en drama:
«¿qué se hizo el rey donjuán, los infantes de Aragón, qué se hicieron?; ¿qué
fue de tanto galán, qué fue de tanta invención como trajeron?».Trataremos
de explicarlo en los capítulos que siguen. Antes, necesitamos conocer el esce-
nario y la decoración.
25
Lope Barrientos, Refundición de la Crónica del halconero, Madrid, 1946, pág. 22.
:6
Factor de importancia es la corta vida de los Trastámara. Fernando murió a los 36
años, Juan a los 32, Enrique II a los 36 o 37, Enrique III a los 27 y Juan II lo mismo que
Enrique IV, a los 49. De modo que la excesiva juventud en los comienzos y la escasa lon-
gevidad fueron datos importantes.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 173
7
Crónica de Juan II, págs. 372-374; Barrientes, op. cit., pág. 27,Ortiz de Stúñiga, Ana
les de Sevilla, págs. 297-298; Crónica de don Alvaro de Luna, ed. Carriazo, Madrid, 1940,
págs. 28-29.
174 LUIS SUAREZ FERNANDEZ
En los límites entre la vieja Castilla, las Encartaciones y Rioja había cre-
cido la Casa de Velasco. Son los valles rumorosos desde donde se atisba el
mar y por donde se abre la gran vena del Ebro, que tiene siempre queren-
cias mediterráneas. Pedro Fernández de Velasco sucedía ahora a su padre en
Arnedo, Herrera, Briviesca, Salas y los muchos lugares que se escalonan des-
de los puertos secos por donde ascendía la sal de Laredo hasta los aledaños
de la Tierra de Campos, ámbito de poder para los Manrique. No hacía mucho
tiempo que las dos ramas de este linaje alcanzaran una reconciliación: Pedro
era señor de Amusco, Garci Fernández de Aguilar. Pero estas villas eran sólo
cabeza para amplios espacios. Fernando y sus hijos estaban promocionando
intensamente, en este mismo ámbito, a uno de sus fieles, Diego Gómez de
Sandoval, adelantado mayor de Castilla, e hijo de un mariscal. En 1412 le
entregaron Lerma, nido de águilas sobre la vasta llanura, todavía abundante
de bosques —con un enorme alfoz que abarcaba desde Villobrado hasta San
!8
La guía más importante para este examen sigue siendo M. Lasso de la Vega, marqués
de Saltillo, Historia nobiliaria de España (contribución a su estudio), tomo I, Madrid, 1956, que
ya hemos citado. Por primera vez se hizo una descripción ordenada.
176 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
Álava que eran cuna del linaje) y el de Juan de la Cerda que portaba ya títu-
lo de conde de Medinaceli. El segundo de ellos limitaba, al sur, con los cre-
cientes dominios de los Mendoza de Guadalajara. La prematura muerte de
Diego Hurtado frenaba el ascenso de esta Casa, pero para representarla esta-
ba ya el joven Iñigo, una de las más brillantes inteligencias de su generación.
Salvado el patrimonio por la energía de su madre, aspiraba a reunir, en uno,
tres estados: la Casa de la Vega, el Real de Manzanares y la Alcarria que des-
tila miel. Entre los Mendoza y los Stúñiga había dobles motivos de emula-
ción: los primeros dominaban los pasos de los rebaños por Somosierra y Nava-
cerrada y los segundos por la sierra de Béjar; ambos linajes van a darnos
poetas de gran calibre que hallan en vaqueras y pastoras fuente de inspira-
ción. En medio, los Alvarez de Toledo, en Oropesa y el Barco de Ávila, tam-
bién aguardaban su turno.
Más allá comenzaba la inmensa llanura calcinada que se otea desde las
terrazas del Manzanares, hasta los verdes pastos de Extremadura y los amplios
valles del Tajo y del Guadiana, que contenían prados y dehesas. Allí estaban
las encomiendas de las Ordenes Militares que los infantes aspiraban a con-
trolar. La Mancha, que alcanzaba ya entonces hasta la frontera del reino de
Valencia, servía de asiento a uno de los señoríos más uniformes y sólidos
de cuantos nacieran de la revolución trastámara: el marquesado deVillena.
Evocaba la memoria de don Juan Manuel, padre de la primera reina de la
dinastía. Pero este dominio se hallaba vacante en 1419, a disposición del rey.
Abarcaba las villas de Villena, Belmonte, Alarcón, Chinchilla, Castillo de
Garcimuñoz, San Clemente, Iniesta, Alcalá, Gorguera, Beas, La Roda,
Albacete, Hellín, Tobarra, Jumilla,Yecla, Sax, Almansa, Utiel,Villanueva de
la Fuente, Villarrobledo, El Bonillo y Zafra. Lo hemos dicho antes: era la
dote prevista para María. Aunque se garantizaran a ésta 200.000 doblas
como indemnización 29 , las apetencias de la familia no cesaron. Enrique aspi-
raba a instalarse allí como marido de la otra infanta.
29
En garantía de esta dote, no satisfecha del todo, los infantes tenían Roa, Arévalo, Madri-
gal, Sepúlveda y Dueñas. Acuerdo del 10 de junio de 1415. AGS. Patronato ReaLleg. 12,fol. 43.
178 LUIS SUAREZ FERNANDEZ
' J.Valdeón Baruque, «Las Cortes de Castilla y las luchas políticas del siglo xv (1419-
1430)», Anuario de Estudios Medievales, III, Barcelona, 1966, pág. 299.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 181
numerosas demandas presentadas por los procuradores, las cuatro quejas siguien-
tes, ya que revelan descontento hacia el gobierno establecido por los infantes;
coinciden con las anotaciones de la Crónica:
—La justicia no funcionaba bien; eran muchos los pleitos que se demo-
raban en el Consejo Real, perturbando la administración de los municipios.
—Los regimientos se mostraban opuestos al nombramiento de corregi-
dores, ya que éstos venían a suplantar el gobierno municipal. En consecuen-
cia pedían que se volviese a la costumbre inicial, designándolos cuando hubie-
ra una demanda de la propia ciudad o villa.
—Donaciones y ventas, en los tiempos inmediatamente anteriores, ha-
bían disminuido el patrimonio real, que debía ser restaurado pues propor-
cionaba la primera de las rentas de la Corona. Expresamente solicitaron del
rey un compromiso de no hacer donación alguna antes de que hubiera
cumplido los veinte años.
—Por último proponían, como en 1391, que se devolviese a los ciuda-
danos los puestos que ocuparan en el Consejo Real 2 evitando que éste se
convirtiera en portavoz de la oligarquía.
En todos estos casos la respuesta real fue negativa3 de modo que la revi-
talización de las Cortes fue tan pasajera como un relámpago en la oscuridad
de la decadencia. Dice Juan Dávalos de Ayala que en esta ocasión los miem-
bros del Consejo Real se reunieron en la posada que ocupaba en Madrid el
condestable porque éste, enfermo, no podía abandonarla, y que en aquella
reunión se consumó la ruptura entre los dos sectores del partido aragonés.
Cada uno de ellos tenía ahora su programa4. Enrique pretendía que era pre-
ciso «rescatar» al rey de la custodia en que le habían puesto sus enemigos. Las
quejas de las Cortes podían ser utilizadas a este fin. Sus compañeros podían
2
El cuaderno en Cortes, III, págs. 10-21.
3
J.Vicens Vives, Monarquía y revolución en la España del siglo XV¡Juan II de Aragón, Bar-
celona, 1953, pág. 23.
4
Ver mi Auge y caída, págs. 75-76.
182 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
jugar ahora con tres argumentos, todos ellos susceptibles de procurar venta-
jas. Primero: el equipo de gobierno que entonces dominaba era la causa del
descontento manifestado por las Cortes, ya que se habían percibido subsi-
dios que éstas no votaran, dispensándose mercedes y donaciones a los parti-
darios de donjuán. Segundo: en el primitivo proyecto de Fernando de
Antequera, había un reparto que respetaba la identidad de los reinos: Alfon-
so tendría Aragón, Juan, acaso, Sicüia y desde luego Navarra, Enrique debía
encargarse de los asuntos castellanos.Tercero: era contrario a los usos y cos-
tumbres que un rey fuera cabeza de la nobleza en otro reino. Personalmen-
te, don Enrique necesitaba redondear sus estados patrimoniales para no depen-
der tanto de las rentas del maestrazgo de Santiago. Por eso su proyecto de
matrimonio con la infanta Catalina, recibiendo con ella la dote del marque-
sado deVülena, en otro tiempo ofrecido a María. Fácilmente se descubre el
encadenamiento lógico entre las tres partes de este plan.
3
J.Valdeón, op. rít., pág. 302, apunta: «la consecuencia final de este proceso será, por el
contrario, la pérdida de vitalidad de la institución, aprisionada entre dos fuerzas gigantescas,
la oligarguía nobiliaria y el partido monárquico».
6
Cortes, III, págs. 29-25.
7
C. Silió Cortés, Don Alvaro de Luna y su tiempo, Madrid, 1941, pág. 39.
«§U«TECA CENTRAL
U.N.A.M.
184 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
de julio: allí se le unieron sus partidarios con tropas. Enrique pasó deTorde-
sillas a Ávila, llevando consigo al rey y a su hermana, Catalina, que seguían
respondiendo no a las propuestas de matrimonio. Pero entonces la madre de
los infantes, Leonor, vino a ponerse en Fontiveros para evitar el choque arma-
do. Y Juan resistió los impulsos de sus amigos que le inducían a emprender
la campaña, aceptando en cambio negociaciones. Mediando la reina viuda
se llegó a un acuerdo que para el duque de Peñafiel equivalía a una derrota.
Pues todas las mesnadas quedaron despedidas, pero Enrique conservó de
hecho mil lanzas que formaban la escolta del rey. La facción de partidarios
de don Juan pareció disolverse.
Durante algunas semanas el maestre de Santiago pudo apuntarse victo-
rias políticas que parecían tender a la estabilización de su poder. Primero hizo
que Juan II y María consumasen matrimonio (4 de agosto de 1420) cum-
pliendo el rito de la sábana nupcial. Justificó ante sus partidarios que estaba
dispuesto a quebrantar la norma que reservaba los títulos a los parientes de
la dinastía nombrando condes a Garci Fernández Manrique (Castañeda),
Rodrigo Alfonso Pimentel (Benavente) y Alvaro de Luna (San Esteban de
Gormaz). Convocó nuevas Cortes en Ávila para legalizar la usurpación que
había cometido 8 . Y, entonces, no sabemos por qué medios, la voluntad de
Catalina se doblegó y, mediante su propio matrimonio, pudo convertirse en
marqués deVillena. Sintiéndose cada vez más seguro, aminoró la estrecha vigi-
lancia que estableciera en torno al rey. ¿No estaban perfectamente cerrados
los lazos de parentesco?
8
Estas Cortes, que se conocen sólo a través de la Crónica, págs. 384-387, han mere-
cido las calificaciones más duras de los especialistas del periodo. Para Eloy Benito Ruano,
Los infantes de Aragón, Madrid, 1952, págs. 23-24, se trata solamente de una farsa con unos
cuantos supuestos procuradores reclutados a toda prisa.Valdeón, loe. cit., pág. 305, entiende
que la propia institución sufrió «un duro golpe en su reputación» al convertirse en instru-
mento de un partido.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 185
enTalavera, el rey salió de caza con una pequeña partida de seguidores9. Galo-
pando de prisa, en medio de sospechas y temores, pudieron todos instalarse
en el castillo de Montalbán, donde García Alvarez asumió, con muy escasa
guarnición, la defensa. Algunos cuadrilleros de la Hermandad vieja habían
acudido a proporcionar escolta. Pronto llegaron también los condes de Bena-
vente y de Trastamara. Juan II despachó algunos correos, con cartas para el
infante don Juan, reclamando su ayuda.
En la tarde del 30 de noviembre, el otro infante, con los tres consejeros,
Dávalos, Pedro y García Fernández Manrique, desplegaron, con ruido, sus
gentes de armas delante de las puertas del castillo pidiendo al rey que vol-
viera a la Corte. Tenían probablemente fuerzas bastantes para adueñarse de
la fortaleza, pero no podían cometer la infamia de mover lanzas contra el
rey. Allí permanecieron, negociando, hasta el 10 de diciembre, día en que don
Enrique se retiró a Ocaña en espera de las decisiones que al Consejo corres-
pondía tomar. Don Alvaro le había prometido que en modo alguno entre-
garía el poder a su hermano. Donosa respuesta: el joven conde de Santiste-
ban quería ese poder para sí mismo. Dávalos, con 63 años y escasa salud, no
quiso esperar a que el cielo se desplomara sobre sus lomos: buscó refugio en
sus tierras de Úbeda, donde atesoraba considerable fortuna.
Ahora todo el episodio, iniciado el 14 de julio, había terminado. El rey
recobraba su libertad. Contaba quince años y había recibido una educación
muy deficiente. Para el de Luna, que parecía gozar de su absoluta confian-
za, comenzaba ahora la parte más difícil del plan: evitar que don Juan,
duque de Peñafiel, asumiera el poder. En un pacto secreto que firmó con el
conde de Benavente, en que éste ofrecía poner a disposición sus soldados, se
diseñaba un programa de gobierno que era retorno al de la época de Enri-
que III cuando el rey, «con sus nobles», gobernaba por medio del Consejo.
Con palabras más llanas podríamos decir que se repetía la situación de los
9
De la fuga aventurada en este frío mes de novienbre y de sus azares, la decepción del
castillo de Villalba, primer refugio, y el paso del Tajo por la barca de Malpica, tenemos la
descripción de un protagonista, Pedro Carrillo de Huete, halconero mayor de Juan II. Cró
nica del Halconero, Madrid, 1946, págs. 1-5.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 187
años 90, cuando los grandes parientes del rey fueran relevados y, en conjun-
to, destruidos. De momento, el duque de Peñafiel iba a permanecer ausente
de la Corte, si bien algunos de sus partidarios, encabezados por el adelanta-
do Diego Gómez de Sandoval, vinieron a incorporarse al Consejo, dando la
sensación de que todos los sectores políticos estaban sentados en torno a la
misma mesa.
Desde los primeros días de abril de 1421 el propósito de don Alvaro pare-
ce dibujarse: emplear a los dos hermanos uno contra otro en una batalla de
desgaste. El tema del marquesado de Vülena era espinoso: las doscientas mil
doblas de oro que se abonaran en la dote podían ser consideradas operación
0
J.Vicens Vives, op. cit., pág. 35.
11
Crónica de don Alvaro de Luna, pág. 49.
188 LUIS SUAREZ FERNANDEZ
12
El infante no quiso recibirlos hasta el 6 de mayo. Quiso apoderarse en el intervalo
del marquesado para tener una base de negociación. N o lo consiguió.Ver fragmento inédi-
to de la Crónica de Santa María (Codoin, 99, Madrid, 1891,págs. 210-211) y las importan-
tes cartas de 17 y 18 abril y 6 de mayo en AGS. Estado. Castilla, leg. 1-1°, fols. 129,130,134.
13
J.Valdeón, op. cit., pág. 307. Los procuradores se ofrecieron a actuar como mediado-
res cerca del infante.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 189
14
La intervención de la reina Leonor en Santa María, Crónica, pág. 254.
15
Referencias más detalladas en cartas de 10 y 16 de enero y 6 de abril de 1422. AGS.
Estado. Castilla, leg. 1-1.°, fols. 120 y 174.
190 LUIS SUÁREZ FERNANDEZ
Y sin embargo sabemos que don Alvaro estaba en el centro mismo de la intri-
ga ya que su firma aparece,junto a la del infante donjuán, el obispo Rojas
y el adelantado Diego Gómez de Sandoval, en un documento que prome-
tía ya la prisión de los que se consideraba como conspiradores. El 21 de
abril de 1432 el Consejo Real despachó una carta de seguro para los enri-
queños, incluyendo al propio infante. Podían llegar tranquilos a la Corte; el
rey daba su palabra16.
Ni Dávalos ni Pedro Manrique se arriesgaron. Pero el infante, en com-
pañía de Garci Fernández llegó a Madrid el 13 de junio. No sabía que se ha-
bían falsificado cartas para que la acusación creciera en gravedad.Todos cuan-
tos, dentro del Consejo, se habían comprometido en la maniobra de reducirles
a prisión organizaron para la madrugada siguiente una partida de caza; esta-
ban, en consecuencia, fuera de Madrid, cuando la guardia real procedió a la
detención (14 de junio). Avisados por medio de correos volantes, Dávalos y
Pedro Manrique cruzaron la frontera buscando el amparo de AlfonsoV Aque-
lla decisión tenía el alcance de un cambio de gobierno más profundo que el
de 1394 pues iba a significar un relevo en la alta nobleza, mediante el des-
pojo de los culpados, a fin de proveerse de medios materiales para, sobre ellos,
construir una nueva plataforma de poder.Todo ello aparece envuelto en una
especie de programa: si enValladolid yTordesillas el infante había manejado
el apoyo de las Cortes para una disminución del poder de la nobleza, ahora
se hablaba de reforzar el poder del monarca.
A este programa se mantendrá fiel don Alvaro de Luna. Buscaba una espe-
cie de centralización en el principio de autoridad, acaso porque, desde su «pri-
vanza», se disponía a ejercerla en nombre del rey. En todo caso se trataba de
disminuir el poder de las Cortes y de las ciudades, que aquellas representaban.
Con frecuencia se hará una referencia expresa a la época de Enrique III, como
si en ella se hubiera alcanzado una especie de cúspide. Se produjo una manio-
bra muy hábil encaminada a asegurarse el control de las Cortes. Se redujo,
ante todo, a dieciséis el número de ciudades y villas que se convocaban; en
adelante se diría de ellas que tenían «voto en Cortes». Como sucede siempre
16
El seguro de 21 abril en AGS. Estado. Castilla, leg. 9, fol. 58.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 191
17
Los procuradores presentaron dos demandas importantes que no fueron escucha-
das, una tratando de conservar el régimen tradicional en los concejos, sin corregidores, y la
otra reclamando una agilización del comercio. Ninguna de ambas fue escuchada. J.Valdeón,
loe. cit.,págs. 309-311.
18
Toledo había actuado, gracias a Ayala, como uno de los soportes más poderosos del
infante Enrique. E. Benito Ruano, Toledo en el siglo XV Madrid, 1961, págs. 15-16.
192 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
Nadie tan desdichado como Ruy López Dávalos contra quien se fabri-
caron cartas que le mostraban falsamente como traidor. Privado de honra y
NOBLEZA Y MONARQUÍA 193
;~i2.. murió en el exilio valenciano en 1428 sin que nunca se repararan las
.Luirnnias de que le hicieran víctima19. Porque en estos sucesos que tienen
Madrid yToledo como escenario principal, había una fuente de engaños: fin-
io que se reparaba el daño causado al infante donjuán, se desmantela-
ba el edificio de poder hábilmente levantado por Fernando de Antequera.
La incógnita estaba ahora en la actitud que hubiese de observar Alfonso V,
una de las personas más directamente afectadas20. A Cataluña y también a
Ñapóles, estaban llegando exiliados castellanos que proporcionaban informes
detallados y alarmantes. Durante todo el año 1423 agentes del soberano ara-
gonés estuvieron trabajando en la Corte de Castilla donde descubrieron cómo
el poder del condestable, firmemente apoyado por el rey, iba creciendo. Alfon-
soV, a quien la merma en las rentas de los infantes afectaba muy directamente,
tomó finalmente la decisión: era preciso regresar a España y tomar en sus
manos las riendas.
Cerrado el ciclo de consultas e informes, el monarca aragonés desem-
barcó en Valencia en febrero de 1424 convencido de la necesidad de devol-
ver a sus hermanos a la situación de concordia que el padre común conci-
biera y preparara. Por primera vez comprendía la necesidad de acabar con el
poder que llegara a adquirir don Alvaro de Luna; partía de la convicción de
que donjuán había sido engañado. El 8 de abril del mismo año le envió una
carta expresiva en que mezclando reproches con afecto de hermano, concluía
recordándole que no olvidase la lectura de la Crónica del rey don Pedro21.
2
J.Valdeón, loe. cit., pág. 313, sospecha que los procuradores fueron nombrados por
el Consejo. Alvar García de Santa María representaba a Burgos.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 195
era una buena solución. El rey de Navarra, Carlos III, ofreció a Alfonso V
emplear cerca de su yerno, Juan, buenos oficios para lograr una reconcilia-
ción entre hermanos. En mayo de 1425 el duque de Arjona y el arzobispo
de Santiago se comprometieron a trabajar juntos en pro de una reconcilia-
ción.Y también Pedro de Stúñiga y Pedro Fernández deVelasco se manifes-
taban contrarios a cualquier enfrentamiento.Y mientras esto sucedía, el sobe-
rano aragonés llegaba a tres decisiones muy hábiles: a) acercó sus tropas a la
frontera en un gesto que podía interpretarse como amenaza o como respal-
do al partido ahora roto;b) envió al secretario García de Falces para que leye-
ra en voz alta una carta a su hermano Juan recordándole que era infante ara-
gonés y, todavía más, sucesor al trono mientras Alfonso no tuviera hijos; y, c)
redactó un manifiesto (4 de junio de 1925) 3 en que desmontaba la ficción
creada desde 1420, presentando al de Luna como el autor de la maniobra que
conducía al despojo de los infantes y de sus partidarios.
El valido comprendió que su juego había sido descubierto antes de que
contara con fuerzas suficientes para hacer frente a una reacción. Cambió, sobre
la marcha, sus planes recomendando al monarca negociar. En consecuencia
se entregaron al infante don Juan poderes e instrucciones para operar una
reconciliación. Los dos hermanos se reunieron en un lugar de la frontera,
llamado Torre de Arciel, y tras dos semanas de conversaciones, reproches y
fiestas, firmaron un pacto (3 de setiembre de 1425)24 que significaba una
reconciliación dentro del «partido aragonés». Todos se comprometían a lograr
la libertad de don Enrique y de Pedro Manrique, devolviéndose a éstos y
a sus partidarios, los bienes de que hubieran sido despojados. En esta res-
titución no se incluía Ruy López Dávalos porque el oficio de condestable
resultaba imprescindible al de Luna25. Cuatro días después de la conclusión
3
Publicado en Memorias de Enrique IV, de la A. de la Historia, II, Madrid, 1913,
págs. 1-3.
24
Pub. por Zurita, III, fol. 172v, se encuentra en BN, mss. 18.635, fol. 41.
!5
En el caso de Ruy López Dávalos se manejaron acusaciones singulares como resis-
tencia armada de sus castillos y como si hubiera cometido traición con el rey de Granada.
Aunque la falsedad de estos infundios fue luego descubierta no se rectificó. Los Dávalos
serían compensados en Ñapóles.
196 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
6
La Cortes volvieron a insistir en su demanda de que los procuradores entrasen en el
Consejo.J.Valdeón, loe. cit.,págs. 315-319.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 197
11
La decisión de detener la concesión de nuevas mercedes, otorgada a demanda de los
procuradores, despertó inmediatamente protestas de los nobles. J.Valdeón, loe. cit. pág. 49.
198 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
ls
Esta comisión significaba una derrota para el condestable. Una de las cuatro perso-
nas era Fernán Alfonso de Robles, que sumó su opinión a la de los partidarios de los infan-
tes determinando de este modo la decisión final.
-' Zurita, III, fol. 178.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 199
32
El acuerdo en AGS. Patronato Real, leg. 11, fol. 68.
202 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
poder que, en nombre del rey, los infantes iban a pretender ejer-
cer, en esta ocasión contando también con don Alvaro de Luna.
Éste había regresado a la Corte haciendo ostentación de su rique-
za y de su poder. El confinamiento en Ayllón había servido para
demostrar que era una pieza imprescindible en la maquinaria del
Estado. Si había sentido, en algún momento, la tentación de resis-
tir, dicha tentación estaba superada. Respetando decisiones dis-
cutibles contra su persona, había conseguido tranquilizar muchos
ánimos. Su objetivo parecía seguir siendo un retorno a los bue-
nos tiempos de Enrique III en cuyo gobierno su propio padre
colaborara desde un nivel relativamente modesto. Los escritores
áulicos insistirán en la condición de «aragoneses» de los infantes.
Muchos aspectos del episodio son desconocidos todavía para noso-
tros, porque no abunda la documentación.
a
una intriga. Fueron cabal representación de una época que tenía, en la caba-
llería andante una de sus manifestaciones principales35. La cristiandad se reves-
tía de símbolos paganos, por amor a los clásicos. Y así el rey donjuán, que
gustaba de conducir leones amaestrados, se disfrazó de Dios Padre, mostrán-
dose rodeado de vaporosas divinidades femeninas. Los infantes, mostrando
sus riquezas, cargaron a sus criados con sacos de monedas de oro. Fuera de
las puertas del Campo, se corrieron lanzas y murió, en doloroso accidente,
el mayordomo mayor, Ruy Díaz de Mendoza; con él perdía don Alvaro un
enemigo, y ganaba el apoyo de un linaje.También el condestable se lució. El
21 de julio de 1428 doña Leonor se despidió de la Corte y emprendió el
camino de Portugal.
5
En estos pasos de armas, don Alvaro apareció acompañado de algunos caballeros
andantes. Entre ellos figuraban Juan de Merlo, portugués, y Gutierre de Quijada, el caste-
llano que Cervantes presentará como antecesor de don Quijote. Martín de Riquer, Vida
caballeresca en la España del siglo XV, Madrid, 1965, págs. 32 y 42.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 205
i6
Las Cortes se mostraron muy receptivas a la hora de contemplar las peticiones en
que se mezclaban las dos guerras. Cada una de las reuniones de este año otorgó 45 millo-
nes. A esta suma podían añadirse otros 30 que figuraban en concepto de atrasos. J.Valdeón,
loe. cit., págs. 321-322.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 207
i7
Afectaba esta confiscación de bienes a Juan y Enrique, con sus esposas Blanca y Cata-
lina, el príncipe de Viana y la reina viuda Leonor de Aragón, a Fernán Alfonso de Robles,
Juan de Luna y Sancho Fernández de León. AGS. Diversos de Castilla, leg. 4, fol. 34.
208 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
11. LAS TREGUAS DE MAJANO. Victoria más aparente que real. Rendido
Peñafiel,,en donde quedaba preso el duque de Arjona (31 de agosto
de 1429), y obligado el ejército invasor a repasar la frontera, era cier-
to que los infantes de Aragón habían fallado en su intento. Pero aquel
éxito apagado, sin estruendo de armas, que obligaba a emprender un
camino monótono y esterilizante de negociaciones, no proporcionó
a don Alvaro de Luna la fama militar que esperaba y que le hubiera
permitido hacer y deshacer en el Consejo Real a su antojo. Para lle-
gar a ese triunfo, regado con sangre, tendrá que esperar todavía otros
quince años y llegará cuando, para él, sea demasiado tarde. En 1429
podía atribuirse el éxito aquella Liga de nobles que invirtiera los tér-
minos y en la que figuraban muchos que, hasta la víspera, fueran fie-
les seguidores de los infantes. Afirmaban que, obligados a elegir, tení-
an que anteponer la fidelidad al rey a cualquier otra consideración.
sos y toma de la plata atesorada en las iglesias38. Las Cortes, sometidas al poder
del valido, seguían votando nuevos subsidios39.
Se acercaba un nuevo reparto de despojos a cuenta de los vencidos; el
de Luna no podía frenarlo; probablemente tampoco quería hacerlo pues, apar-
te de la conveniencia de compensar a los otros nobles por su servicio, él
estaba destinado a convertirse en principal beneficiario. El poder de los infan-
tes, de acuerdo con los planes trazados por Fernando I, se había apoyado en
ejercer un control decisivo sobre rentas y oficios. De este modo el valido pen-
saba que si conseguía acumular oficios y rentas que igualasen a los del resto
de la nobleza, en su conjunto, nadie podría resistir su poder. Objetivo que
debía cumplirse muy a largo plazo. De momento echó mano a la Orden de
Santiago. N o entraba en las facultades del rey destituir a un maestre nom-
brando otro en su lugar, pero sí podía encomendar al de Luna la administra-
ción, en ausencia del titular que estaba huido, habiéndosele suspendido en
sus funciones. Había el propósito de negociar con el Papa un nuevo nom-
bramiento directo como el que consiguiera don Fernando en 1408.
De momento todos los nobles castellanos podían sentirse protagonistas
y beneficiarios de una victoria que podía interpretarse como retorno al sis-
tema ensayado por Enrique III. La hegemonía que establecieran los «arago-
neses» pudo desmontarse con rapidez. Los infantes carecían de dinero y, a
veces, para proveerse de él, hubieron de recurrir a procedimientos propios
de salteadores de caminos, tomando para sí las recuas de los mercaderes. Aque-
lla primavera de 1430, mientras seguían su curso las negociaciones, don Alva-
U n cálculo aproximado del empréstito nos lo puede dar Burgos, que abonó dos mil
marcos de oro. Según la Crónica de Juan II, págs. 467-469, repercutió inmediatamente en
la subida de los precios.
39
El juicio de J.Valdeón, loe. cit., págs. 322-324, sobre estas Cortes, síntesis y remate de
una política de sometimiento practicada por Luna, no puede ser más duro. Las Cortes ya no
representaban otra cosa que la pequeña oligarquía de caballeros ciudadanos, cada vez más vin-
culados, por sus oficios, al rey. Habían perdido toda capacidad de resistencia, votando en poco
más de un año una suma de 120 millones de maravedís, enorme aun teniendo en cuenta la
caída del maravedí. Carecían de atribuciones respecto a la política y administración y los gober-
nantes no se preocupaban ni siquiera de cumplir aquello mismo que habían ofrecido.
210 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
40
El texto en AGS. Patronato Real, leg. 12, fol. 40. Ha publicado otro ejemplar M. Gual
Camarena, «Las treguas de Majano entre Aragón, Navarra y Castilla (1430).» Cuadernos de
Historia de España, XVI, 1951, págs. 93-109.
41
J.Vicens, op. cit., págs. 64-65. Las larguísimas e inútiles sesiones de esta comisión
que, como estaba previsto, no alcanzó resultado alguno, llenan todo el volumen XXXVII
de la Col. doc. inéd. Corona de Aragón.
VH. EL PROYECTO POLÍTICO D E D O N ALVARO
D E LUNA
1
Coinciden la Crónica de Santa María, tomo C, págs. 179-181, y la del Halconero,
págs. 51-52. Ambas están bien informadas.
212 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
como del almirante don Fadrique Enríquez. Esos tres nobles, capita-
neados por el de Luna, iban a constituir el gobierno de Castilla en los
años inmediatamente siguientes.
como tal, sobrino del que fuera famoso arzobispo de Toledo, recibió Cimen-
tes, que sería elevada también a condado no tardando mucho. Diego de Ribe-
ra, adelantado mayor de la Frontera, obtuvo Cañete y la Torre de Alhaquín, a
las que, por compra, sumó El Molar, consolidando de este modo un podero-
so y rentable mayorazgo. El patrimonio real también resultaba acrecido en aquel
vendaval de repartos y confiscaciones pues Medina del Campo, con sus ferias,
Olmedo y Cuéllar tornaban al realengo. De este modo podía justificarse la ope-
ración: el patrimonio real no mermaba sino que era acrecido.
De 1430 data, por consiguiente, la organización de una «grandeza» que
no estaba ligada a la dinastía reinante. Abierto el camino, el número de títu-
los y de señoríos irá creciendo a lo largo de los siglos XV y XVI, de tal modo
que la sociedad española se hizo esencialmente nobiliaria. Uno de los móvi-
les principales en la participación de las luchas políticas será, precisamente,
la consecución de uno de estos cuatro títulos, señor, conde, marqués, duque,
que forman un verdadero «cursus honorum». Esta nobleza tenía plena con-
ciencia de que formaba una élite política y, por consiguiente, de que a ella
correspondía la función de gobernar. Interpretaba los acontecimientos del
último decenio, que habían conducido a la expulsión de los infantes, como
su victoria. Por eso cuando don Alvaro intente reforzar los poderes de la
Corona, ejerciéndolos, volverá a sublevarse. En la política del condestable
había un doble contrasentido: no se puede ser cabeza de la nobleza y, al mis-
mo tiempo, sacrificarla; tampoco es congruente defender el restablecimien-
to de los poderes del rey reduciendo a éste a ser una sombra.
Castilla, en trance de consolidación de su Monarquía, había vivido un
decenio de lucha contra los infantes de Aragón, hasta conseguir expulsarlos.
Durante otro decenio presenciará una pugna entre la nobleza y don Alvaro
en torno a la cuestión vital de los poderes que debe ejercer el rey. Seguirá,
luego, la etapa dramática en que don Alvaro es destruido y sus colaborado-
res dispersados; algunos de éstos, Cárdenas, Chacón, Gómez Manrique, halla-
rán acogida en Arévalo funcionando como educadores de Isabel. Durante la
contienda, esmaltada de pequeños detalles que conviene soslayar para que
los árboles no nos impidan ver el bosque, los nobles consiguen finalmente
forjar un programa político que se traduce en el establecimiento de pactos
214 LUIS SUAREZ FERNANDEZ
2
Aprovechando una bula otorgada por MartínV (21 de agosto de 1430) que autori-
zaba al rey a proceder contra miembros de las Ordenes Militares, don Alvaro consiguió que
los comendadores mayores reunidos en Uclés (24 de enero de 1431) procedieran a destituir
a don Enrique. Pero el Papa, adelantándose a la maniobra, había confirmado a Enrique el
6 de febrero del misno año (A.V. Reg. 371, fol. LVIII-LX). De modo que don Alvaro hubo
de conformarse con una situación de hecho, no de derecho.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 215
3
Se produjo un avance muy notable en la frontera al conquistarse Benamauriel y
Benzalema (1433), Huesear (1435), Galera, Castilla y los dos Vélez (1436) así como Huel-
ma (1438), la gran hazaña de que se gloriaría Santillana. Juan II y la Frontera de Granada,
Valladolid, 1955 págs. 23-24.
4
La gestión de Sancho Ezquerra de Ángulo entre 1429 y 1431 logró acuerdos de paz
y amistad con el duque de Bretaña e Inglaterra. Además de liquidar la intervención de Cas-
tilla en la guerra de los Cien Años daba a don Alvaro una gran base de propaganda interior
pues estos pactos lograban pacificar las rutas mercantiles en el Atlántico en que estaban
interesadas las ciudades y los ganaderos y marinos. Navegación y comercio, págs. 101-105.
5
Que la negociación con Portugal fue iniciativa de don Alvaro me parece indudable.
Sus embajadores iniciaron el contacto en abril de 1430. El tratado se firmó en Medina del
Campo el 30 de octubre del mismo año; poseemos la confirmación portuguesa (Almeida 27
de enero de 1432) en AGS. Patronato Real, leg. 29, fol. 21.
216 LUIS SUAREZ FERNANDEZ
6
Crónica de Santa María, op. cít., tomo C, pág. 301.
7
Cuaderno de 20 de enero de 1432 en Cortes, III, págs. 117-150.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 217
8
Don Alvaro no podía evitar la convocatoria de Cortes ya que necesitaba su respaldo
y, sobre todo, los subsidios. Las ciudades alegaban que el aumento de señoríos se reflejaba en
un mayor peso de las ayudas y servicios sobre el realengo. Conocemos reuniones en Madrid
(marzo de 1433 y febrero de 1435), en Toledo (setiembre de 1436) y Madrigal (julio de
1438). La frecuencia de las reuniones no indica que tengan mucha importancia. Se repiten
en todas las mismas quejas, lo que viene a significar que no eran atendidas. La emigración
de campesinos a tierras de señorío era ya un mal inveterado. Cortes, III, págs. 162-164.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 219
9
Ponza, al margen de ser un hecho de armas, tiene profunda significación moral. Para
el halconero Pedro Carrillo (op. cit., págs. 216-218) en la batalla fue castigada la soberbia de
los aragoneses. Años más tarde, en su Commedieta, el marqués de Santillana recogerá otra
versión, cortesana, de que se trataba tan sólo de un golpe de la inconstante Fortuna. Pero
esta versión es, también, pura propaganda. Ver Eloy Benito Ruano, "Ponza, batalla y come-
dieta», Cuadernos de Historia del Instituto Jerónimo de Zurita, 1,1967, págs. 119-127.
10
Conocemos dos ejemplares, uno en AGS. Patronato Real, leg. 12, fol. 13, y otro
pub. en Col. doc. inéd. Aragón, XXXVIII, págs. 459-489.
" Carta de 16 de setiembre en AGS. Estado. Francia, K-1711, fol. 90r.
2
Traducido a maravedís no llegaba al medio millón, pero el rey de Navarra tenía, según
el documento de confiscación de 1429, además otros 500.000 mrs. de su mujer y de su hijo.
Estaba convencido de la importancia de estas rentas. Por otra parte, la indemnización que se
220 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
20.000 a su hermano don Enrique y 5.000 a don Pedro. Como dote de Cata-
lina, eliminado ya el marquesado deVillena, se daría una suma global de
150.000 florines.
Tal condescendencia tiene una clave que permite explicarla, y no debe
sorprendernos demasiado. Como una de las condiciones del acuerdo, Juan de
Navarra había conseguido insertar un compromiso matrimonial entre el futu-
ro rey, Enrique, y su propia hija, Blanca, mediante el cual se restablecía el
viejo proyecto vinculante de Fernando «el de Antequera». El matrimonio,
dada la escasa edad de los contrayentes, no podía celebrarse de inmediato;
durante cuatro años, y en garantía de lo que luego sería dote de la princesa,
las viejas, queridas y rentables posesiones de la familia volvían a sus manos:
Medina del Campo, Olmedo, Coca, Roa y Aranda de Duero. Cuatro años
eran mucho tiempo si se piensa en la cuantía de estas rentas y en la inesta-
bilidad de la política castellana. N o cabe duda de que, mediante el acuerdo
de Toledo, don Juan volvía a poner el pie dentro de la Corte, pero esta vez
como rey de Navarra y no como duque de Peñafiel.
Mientras tanto, y para mejor entendimiento de lo que viene después,
dejemos constancia de que éste fue el primer matrimonio de Enrique IV, para
el cual el Papa había concedido oportuna dispensa, cuyo registro hemos podi-
do comprobar13.
daba a don Enrique era mayor —tenía éste sólo 600.000 mrs.— si no tenemos en cuenta la
pérdida del maestrazgo de Santiago.Ver «Las rentas castellanas del infante donjuán, rey de
Navarra», Hispania LXXV, 1959.
13
La dispensa fue solicitada, en mayo, por el rey de Aragón, pero Eugenio IV no qui-
so otorgarla sino a instancias de Castilla. Por eso se concedió el 18 de diciembre de 1436.
A.V Reg.Vat. 365, fols. 135v-136v.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 221
14
Esta afirmación aparece en su manifiesto de 27 de febrero de 1439. Crónica del
Halconero, págs. 257-261.
222 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
3
Una relación de la misma escrita por el propio conde, fue publicada por Pedro
Mantuano en Madrid en 1784.
16
Con cierto abuso de lenguaje podemos llamar a esta Liga un partido político. Las
alianzas o confederaciones que desembocan en Liga, tenían su origen en las que se forma-
ran en tiempos de Enrique III para defensa de intereses. En 1427 Juan de Navarra había dado
un paso adelante muy serio al formar una Liga. La que se mostraba en Renedo tenía espe-
cial importancia porque por primera vez se formulaba un programa.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 225
ban teóricamente la mesnada real. Era una incógnita la actitud que pudiera
adoptar el rey de Navarra. La iniciativa la tomaron dos aliados del condesta-
ble, muy de última hora: Rodrigo de Villandrando, conde de Ribadeo, que
permanecía en Roa, y Gutierre de Toledo, que había concentrado «sus sol-
dados en Alba deTormes», señorío de su propio linaje. Ambos temían ser
víctimas de despojo en el caso de que se decidiese anular las mercedes otor-
gadas después de 1430.
No hay duda de que detrás de esta iniciativa estaba don Alvaro. Había
conseguido reunir tres mil lanzas en Medina y, con ellas, dio la orden de
marcha sobre Olmedo. Don Juan de Navarra temió que si la batalla llegaba
a producirse, el condestable resultara vencedor. No podía consentir que se
produjera y, menos aun, que don Alvaro la ganara; olvidando toda clase de
reticencias, se sumó a la Liga, inclinando decisivamente la balanza en favor
de ésta. Como sucediera ya en 1427, don Alvaro, convencido de que éste era
el único medio de salvar su posición y, acaso, su vida, capituló enviando a
dos de sus fieles a Castronuño para negociar. Aquí firmaron el acuerdo: el
condestable se comprometía a abandonar la Corte por seis meses (23 de octu-
bre de 1439)17.
Jornada de engaños el acuerdo de Castronuño: seis meses eran, sobre el
papel, tiempo suficiente para proceder a una reorganización del gobierno
de la Corona, pero nada de esto se hizo.Tres días antes de la firma, esto es, el
19 de octubre, el rey había hecho que sus notarios levantaran acta invalidan-
do cuantas condiciones pudieran arrancarle en aquellas circunstancias18. Se
había promovido a don Gutierre de Toledo de la diócesis de Palencia a la de
Sevilla mientras que su sobrino, Fernando Alvarez, recibía el título de con-
de de Alba de Tormes (25 de diciembre de 1430). Con ambos, uno de los
fieles al condestable, Alfonso Pérez de Vivero, y fray Lope Barrientes, maes-
tro del príncipe heredero y ahora obispo de Segovia, contaba el monarca para
salvar el bache, hasta que las circunstancias aconsejasen el retorno de quien
seguía siendo su «privado». Por consiguiente, no podemos hablar de una
7
Texto en AGS. Patronato Real, leg. 12, fol. 45.
s
Acta de nulidad de 19 de octubre de 1439. AGS. Patronato Real, leg. 12, fol. 30.
226 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
19
Se alzó en Toledo el alcaide Pedro López de Avala acogiendo al infante don Enri-
que aunque en Bonilla se había renovado la prohibición. E. Benito, Toledo en el siglo XV,
págs. 19-21.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 227
20
Esta expresión la recogen tanto la Crónica del Halconero, págs. 320-333, como, la
de Juan II, págs. 560-562.
Me ocupo de estas cuestiones en Enrique IV de Castilla, Barcelona 2001, págs. 23-27.
" Imprescindible, Gregorio Marañón, Enrique IV de Castilla y su tiempo, Madrid, 1930.
- 1 Corres, III, págs. 376-381.
228 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
24
Conocemos pocas cosas en torno a las Cortes de Valladolid de 1440. El trabajo de
César Olivera, Las Cortes de Castilla y León y la crisis del reino, Burgos, 1986, comienza en 1445.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 229
B
Sobre este ap oyó ver mi Castilla, el Cisma, etc., págs. 137-141. En agradecimiento el
Papa hizo a don Alvaro cuatro concesiones (23 de mayo de 1440): reserva de nombramien-
to de futuros maestres en Santiago, Calatrava y San Juan, así como poderes a don Gutierre
de Toledo, arzobispo de Sevilla, para eliminar los focos conciliaristas (A.V. Reg.Vat. 362,
fol. 65 y Reg. 365, fol. 269, Reg. 367, fol. 88 y Reg. 375, fol. 152).
230 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
!6
El duque de Coimbra firmó enseguida una alianza con el condestable. Ver Vizcon-
de de Santarem, Quadro elementar das relacoes políticas e diplomáticas de Portugal, I, París 1842,
pág. 328.
17
Ver la Colección diplomática de Enrique IV, págs. 6-7, y comentario en la Crónica del
Halconero, págs. 373-376.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 231
tes y sus amigos como inconvenientes serían privados de sus oficios y sustitui-
dos por personas de su confianza; el rigor no era irreversible sino instrumento
para mover a muchos a cambiar de bando, demostrándose así hasta qué pun-
to eran frágiles e interesadas las adhesiones.Todas las mercedes que se hubie-
sen otorgado después del 1 de setiembre de 1438 pasarían por un riguroso
análisis del Consejo.
El segundo capítulo se refería a restituir a los infantes de Aragón en
la plataforma política que ocupaban incluso después de 1420. Portugal
entraba también en estas aspiraciones. El infante don Pedro, duque de
Coimbra, «alto infante» según la calificación que haría Camoes, tras tomar
el poder en calidad de regente del rey niño, Alfonso V, había expulsado de
Portugal a Leonor, la menor de los vastagos aragoneses. Entre el regente
y el condestable Luna se había producido una coincidencia en la amis-
tad: ambos eran enemigos de aquella familia; ambos aspiraban a establecer
formas de gobierno muy parecidas; por eso acabarán compartiendo los
reveses de la «inconstante Fortuna». En Medina, el rey de Navarra y sus
hermanos propusieron una intervención castellana en Portugal, a fin de
restablecer la legitimidad. De hecho en setiembre de 1441 comenzaron a
reunirse tropas para esta operación. Sin embargo los miembros de la noble-
za castellana se mostraron poco inclinados a apoyar esta desmesurada
operación. La hegemonía aragonesa sobre toda la Península tenía, por fuer-
za, que despertar recelos.
El tercer aspecto, la forma futura del gobierno de la Monarquía, hubie-
ra debido atraer la atención principal. N o fue así. La voluntad se desviaba.
Las Cortes deValladolid de 1440 habían llegado ya a una conclusión impor-
tante y todos parecían estar de acuerdo: el poderío real absoluto debía
ejercerse conjuntamente por el rey y su Consejo. En la práctica la docu-
mentación conservada puede engañarnos, ya que no registra juegos de
influencia y sí, en cambio, un orden minucioso en el despacho de los
asuntos; son muchas las decisiones y sentencias que aparecen firmadas
únicamente por los miembros del Consejo. En el laudo arbitral de Medi-
na de 1441 se había acordado que en el Consejo tuviesen asiento tres
grandes, dos prelados, dos caballeros y cuatro doctores que, a su vez, se repar-
NOBLEZA Y MONARQUÍA 233
tían en tercios de cada año, pero todo esto de manera imprecisa, dando la
sensación de que todo dependía del libre arbitrio del monarca. El tema de
nombramientos y turnos se discutió, con acaloramiento, en sesiones de Cor-
tes que se celebraron en Toro yValladolid, en enero y octubre de 1442. Los
procuradores de las ciudades mostraban mucho interés en el asunto, pero
nunca lograron que se escuchasen sus demandas de regularizar nombra-
mientos y funciones.
N o deja de ser trágico para la nobleza. Aunque en ella se manejaban
ideas y principios muy loables, cuando llegaba el momento de llevarlos a la
práctica se estancaban en rivalidades y recelos entre unas y otras facciones;
se daba la sensación de que las querellas y contiendas civiles eran inevitables.
Muchos espectadores de los sucesos se inclinaban a creer que los grandes se
movían únicamente por apetitos personales. De hecho, en la Liga, que cons-
tantemente se renueva y contrae, parece dominar una preocupación por enci-
ma de todas: evitar que nadie llegara a acumular excesivo poder en su per-
sona; naturalmente esto era lo que se reclamaba a los infantes de Aragón. En
consecuencia, el gobierno que se estableció en 1441 sólo en un punto pare-
cían estar todos de acuerdo: a la nobleza corresponde, con exclusividad, la
función política. En las Cortes de Toro se alcanzó una cifra récord para los
subsidios: ochenta millones de maravedís. Las ciudades parecían haber per-
dido toda capacidad de resistencia.
28
Aunque la noticia aparece únicamente en la Crónica de Juan II,pág. 610, puede con-
siderarse fidedigna.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 235
un gesto de audacia que repite, a veinte años de distancia y con mayor cru-
deza, la acción de Tordesillas. Esta vez no se había tenido en cuenta al prín-
cipe heredero. Se habían terminado las ficciones y el rey pasaba a convertir-
se simplemente en un prisionero. La postura del joven sucesor en el trono se
tornaba también comprometida.
111
Boda efectiva fue la de Enrique y Juana Pimentel, pues Juan y Juana Enríquez cele-
braron desposorios esperando que el Papa concediera la dispensa, condición que nadie
quería entonces eludir. Nuria Coll, DoñaJuana Enríquez, lugarteniente real en Cataluña, I, Madrid,
1953,pág.75.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 237
" Nacido en Medina del Campo (1382), estudió Teología en Salamanca. Tras profesar
como dominico en 1406 fue maestro en San Esteban y, desde 1415, catedrático en aquella Uni-
versidad. En 1434 fue nombrado preceptor del príncipe Enrique quien, lo mismo que Juan II,
siempre le demostró un gran afecto. Su lealtad al monarca no estaba teñida de partidismo. Si-
guiendo la línea de los reformadores españoles reunió en 1440 enTurégano para aprobar una
disciplina para los clérigos de Segovia. En 1441 cambió esta sede por la de Ávila y aquí aco-
gió a los realistas. No quiso, en 1445, recibir el arzobispado de Santiago que se le ofrecía como
premio. L.A. Getino, Vida y obras de fray Lope Barrientos, Salamanca, 1927.
238 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
Por eso se hicieron profundas y persistentes las divisiones: cada uno esco-
gía bando pensando en las ganancias o pérdidas que del resultado de la gue-
rra pudieran venirle. Quiñones, Enríquez, La Cerda de Medinaceli, Ponce
de León, Pimentel y Gómez de Sandoval se mantuvieron fieles a los infan-
tes, pues en ellos veían la garantía de su prosperidad. Motivos de orden pri-
vado se mezclaban a cada instante en los argumentos generales. Por ejem-
plo, el conde de Niebla tomó las armas y el nombre del rey para defender a
Sevilla del ataque combinado de don Enrique y del conde de Arcos; recha-
zó a sus adversarios, se hizo dueño de Carmona y de Alcalá de Guadaira y,
vencedor absoluto, incorporó a sus estados los dominios que pertenecían a
la otra rama de su propio linaje, la de Alonso Pérez de Guzmán, señor de Aya-
monte —cuya viuda pasó a ser su amante— completando así la unificación
de las tierras del Tinto y del Odiel en un sólido señorío que podía ejercer la
hegemonía de todo el Occidente andaluz, hasta la raya de Portugal. Al tér-
mino de sus brillantes hazañas, recibiría el título de duque de Medina Sido-
nia (17 de febrero de 1445)33. Hemos de reconocer^ por tanto, que estas accio-
nes políticas le resultaron altamente provechosas.
33
Iñigo Ortiz de Zúñiga, Anales eclesiásticos y seculares de la ciudad de Sevilla, Madrid,
1677, págs. 328-329.
34
Pub. por el P. Risco, España Sagrada, tomo 39, Madrid, 1795, págs. 294-302. Este
albalá se conserva todavía en AGS. Patronato Real, leg. 58, fol. 27.
240 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
15
De esta etapa conocemos documentos muy interesantes que vienen a demostrar que
el príncipe asumía plena autoridad real. Por ejemplo, ordenó hacer la guerra a los infantes y
prestar auxilio militar al condestable (27 de marzo) (Colección documental, págs. 9-13). Dis-
puso que todas las rentas reales quedasen reservadas a su disposición (20 abril). Codoin, XL,
págs. 435-444.
36
El 8 de agosto de 1444, por medio de una carta circular, Juan II declaraba nulo todo
lo actuado en Rámaga y a partir de este punto. Concretamente dejaba en suspenso la prohi-
bición que le impusieran de no otorgar mercedes. AGS. Mercedes y Privilegios, leg. 1, fol. 5.
37
Era sobrino de Alfonso Yáñez Fajardo y disputaba el adelantamiento de Murcia al
hijo de éste, Pedro. J.Torrres Fontes, Fajardo el Bravo, Murcia, 1944, págs. 20-26.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 241
58
El rey confiscó bienes y rentas a los infantes. Sólo las del rey de Navarra superaban
los cuatro millones (v. mis Rentas, etc., págs. 8-15). Prometió que los bienes confiscados
pasarían a la Corona y no serían repartidos. AGS. Mercedes y Privilegios, leg. 1, fols. 7-11.
242 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
19
Se repiten solemnemente en el campo de batalla las promesas hechas en octubre en
Valladolid. AGS. Mercedes y Privilegios, leg. 1, fol. 14.
40
Cortes, III, págs. 456-494.
T E R C E R A PARTE
VIH. LA «TIRANÍA» D E D O N ALVARO D E LUNA
1
El breve de dispensa, fechado en 15 de noviembre de 1445, en A.V. Reg.Vat. 377,
fol. 264.
246 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
2
En esta condición no estaban incluidos los dos infantes de Axagón, uno de los cua-
les ya había fallecido. Juan de Navarra reclamó, sin éxito, su renta de seis millones de mara-
vedís.Ver Rentas, etc., apéndice 2.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 247
3
Los dos maestrazgos fueron otorgados casi al mismo tiempo, 6 y 11 de enero de 1446
(A.V. Reg.Vat. 364, fols. 207 y 247). N o hubo en este caso la elección que la regla exigía.
248 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
matrimonio, y lograr la alianza con Portugal por otra vía, deshancando al con-
destable.
Ahora donjuán Pacheco había pedido al hijo del mariscal, Pedro Qui-
ñones, que trabajara para él. Pero los Quiñones anteponían su propia venta-
ja a cualquier otra consideración4. Por idénticas razones, por encima de los
sentimientos fraternales, estaba promoviendo escandalosamente a Pedro Girón,
que nada hiciera en la guerra. Se le regalaron tres importantes señoríos vaUi-
4
Amplia información sobre este tema en César Álvarez Álvarez, El condado de Luna en
la Baja Edad Media, León, 1982.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 249
3
Sobre este personaje ver Alfonso Franco Silva, Don Pedro Girón, fundador de la Casa
de Osuna (1423-1468), Albacete, 1988.
250 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
En Toledo había actuado en favor del infante don Enrique su alcaide, Pedro López
de Ayala. El 4 de setiembre de 1444 un oportuno perdón, otorgado en el momento final,
permitió a este personaje cambiar de bando. Pero a finales de 1446, al retorno de su viaje a
Extremadura, el rey se instaló en Toledo y, aprovechando las quejas de los vecinos, despojó
a Ayala de la alcaidía. Ver E. Benito Ruano, Toledo en el siglo XV págs. 23-28. Se entregó la
fortaleza a uno de los fieles a don Alvaro, Pedro Sarmiento. Sobre este personaje ver, del
mismo autor, «Don Pedro Sarmiento, repostero mayor de Juan II de Castilla. Datos biográ-
fico-documentales», Híspanla, LXIX, 1957, págs. 483-504.
7
Para dar mayor eficacia a la amnistía acordada se recabó una bula (5 de noviembre
de 1446) que permitía absolver también a los eclesiásticos de sus juramentos. A. V. Reg.Vat.
379, fols. 84-85.
8
N o poseemos el documento original de esta concordia, tan importante por sus supues-
tos jurídicos, sino sólo una transcripción que parece fidedigna en la Crónica de Juan II, págs.
641-650. La confirma el Halconero, pág. 474.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 251
9
Confluían en favor de ésta muchos de los nobles castellanos, especialmente el almi-
rante y el conde de Benavente, que no habían abdicado de esta línea después de Olmedo.
En diciembre de 1446 el adelantado de León, Diego Gómez Manrique llegó a ofrecer a
Alfonso y reconocerle como rey si entraba con sus soldados en castilla. Zurita, III, fol. 309.
252 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
10
El acuerdo matrimonial se había firmado el 6 de octubre anterior. Acta de la cere-
monia en AGS. Patronato Real, leg. 49, fol. 29. Siguen la entrega de Soria y Madrigal a la
nueva reina.
11
Don Alvaro protegió a un infante refugiado en Castilla, Yusuf ibn Ahmad, a quien
nuestros cronistas llaman Aben Ismael. Pero el movimiento fracasó, acaso por la protección
castellana y el retorno del viejo y duro Muhamad IX vino acompañado de una ofensiva en
que los granadinos se apoderaron de Benamauriel y Benzalema (1446),Arenas, Huesear, los
dosVélez (1447) yjimena, en resumen todas las conquistas de Fernando el de Antequera.
Miguel A. Ladero Quesada, Granada. Historia de un país islámico (1232-1571), Madrid, 1969,
págs. 110-111.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 253
12
El subsidio votado, veinte millones, era más bien escaso. Lo que a los procuradores
preocupaba era impedir que con ellos se satisficiesen las rentas deficitarias de los nobles. El
cuaderno, de 20 de enero de 1447, en Cortes, III, págs. 496-575.
Me remito a los datos y opiniones de los dos importantes trabajos de J.Torres Fon-
tes, Fajardo el Bravo, Murcia, 1944 y Don Pedro Fajardo, adelantado de Murcia, Madrid, 1963.
254 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
14
El 20 de abril de 1448 el condestable presentó a la firma del rey una nueva Orde-
nanza de rentas reales (AGS. Mercedes y privilegios, leg. 1, fol.19) que, de haberse ejecuta-
do, privaba al príncipe de una parte de sus rentas.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 255
5. QUIEBRA EL PODER DEL VALIDO. Tales son los efectos del golpe de
Estado que conducirá a don Alvaro de Luna al final desastroso. Aun-
3
La demanda estaba bien dirigida: se solicitaba para el príncipe un mando general
sobre la frontera andaluza, en donde los castellanos acababan de sufrir la terrible derrota de
Sierra Bermeja (10 de marzo). Se trataba de que el príncipe pudiera vengar la derrota
reverdeciendo los laureles. También de que pasaran a sus órdenes las fuerzas militares más
importantes.
Es posible que las noticias de los cronistas que escriben años después y desde el
bando de los vencedores sean exageradas. Pero no hay duda de que para conseguir el sub-
sidio de sesenta millones en dos años, el condestable tuvo que confirmar el 24 de setiem-
bre de 1448 la Ordenanza relativa al control de rentas. AGS. Mercedes y Privilegios, leg. 1,
fol. 20.
256 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
!1
El repostero hubo de abandonar Toledo en diciembre de 1449 con las riquezas que
obtuviera. Durante un año deambuló por lugares de Castilla, aterrorizando sobre todo a los
conversos burgaleses. Confiaba en que una entrada de las tropas del rey de Navarra le
devolviese su influencia. Juan II enfocó el castigo del rebelde como si fuera una cuestión
religiosa,ya que sus víctimas eran conversos. Excomulgado, sería en 1452 admitido a recon-
ciliación. E. Benito Ruano, loc.cit., págs. 58-71.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 261
12
Iñigo de Arceo, que fue radical enemigo de los reyes de la Corona de Aragón, ope-
raba en nombre de la Universidad de mercaderes de Burgos. Necesitaba del apoyo com-
pleto del rey de Castilla para el restablecimiento de las colonias castellanas en Norman-
día y Gascuña que ahora volvían a la corona de Francia. Ver mi Navegación y comercio,
págs. 112-115.
262 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
!3
La declaración castellana es del 10 de noviembre de 1450 y sirvió para que barcos
castellanos ayudasen muy positivamente a Francia en la toma de Gascuña (G. Daumet, Elu
de sur l'alliance de la France et de la Castille au XIVet au XVsiédes, París, 1898, págs. 90-92).
La francesa contra Navarra es del 2 de mayo de 1451.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 263
24
Importante comprobar el cuaderno de peticiones incluido en Cortes, III, págs. 576-
634.
25
N o podemos estar demasiado seguros de las razones que movieron al Príncipe y a Pedro
Girón a desprenderse de esta pieza tan importante. Es posible que tengamos la clave en el
perdón real otorgado el 21 de marzo de 1451. Que fue aparente ganancia —nueva prueba de
abuso de poder— no cabe la menor duda pues, apenas posesionado de la ciudad, Juan II le
entregó su custodia, con las puertas y el alcázar. E. Benito Ruano, op. cit.„ págs. 73-76.
264 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
26
Isabel Pastor Bodmer, Grandeza y tragedia de un valido, Madrid, 1992, ha recogido
documentación abundante que rectifica muchas de las tesis hasta entonces expuestas.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 265
ba; éste hubo de huir. Como también el conde de Benavente se había aco-
gido al destierro en Portugal, la cabeza visible de la oposición parecía redu-
cirse a don Pedro de Stúñiga, conde de Plasencia. El condestable decidió
acabar con él, antes de que pudiera llevar a término su proyecto de conven-
cer al Príncipe de Asturias —a los que por él tomaban las decisiones— de
que era llegado el momento de que el sucesor, desde la legitimidad que le
asistía, asumiese el poder que su padre había comprometido al crear un
«tirano». Preparó, en consecuencia, un golpe de fuerza sobre Béjar con el
intento de apoderarse de su persona.
El golpe falló porque uno de los hombres de confianza del valido,
Alfonso Pérez de Vivero, traicionándole, dio aviso al conde de Plasencia. Esa
traición, que despierta en los cronistas de don Alvaro ecos muy duros, pro-
cedía de hondas cavilaciones e iba a tener mucha importancia. Dio pie para
que Stúñiga, abandonando cualquier reticencia, invitara a otros tres linajes,
Mendoza, Velasco y Pimentel, a unirse en un estrecho apretón de fuerzas:
había que acabar con el condestable para poder salvar sus propios estados.
Villena impuso al Príncipe, en esta hora dramática, una especie de neutrali-
dad: debía preocuparse de consolidar su propio poder.
De hecho no disponemos de ninguna documentación que nos permita
mezclar al Príncipe de Asturias en la conjura final que acabó con la vida del
valido. Crecían las fuerzas de la Liga y la reina Isabel, a quien preocupaba hon-
damente la conservación de la autoridad por parte de su marido, hizo llegar
a Diego de Stúñiga, pariente del conde de Plasencia, una noticia importan-
tecuán II estaba dispuesto a prescindir del privado. Los miembros de la Liga
se negaron a dar crédito a esta noticia, pero Isabel les hizo entrega de un docu-
mento que, prácticamente legalizaba el movimiento por ellos incoado y auto-
rizaba la prisión del maestre de Santiago. Sucedía esto, precisamente, cuan-
do el valido había conducido al rey hasta Uclés porque proyectaba la entrega
del maestrazgo a su hijo. Los datos que poseemos de este año de 1453 —no
debe olvidarse que Europa se estremecía con la noticia de la caída de Cons-
tantinopla— permiten redactar un capítulo novelesco.
La Corte viajó de Valladolid a Burgos en marzo de 1453. El castillo de
esta ciudad estaba entonces en poder de los Stúñiga; a él había llegado el
266 LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
27
Los preciosos documentos incluidos en la Colección diplomática de Enrique llanos acla-
ran muchos de estos puntos. Cartas de 20 y 28 de abril y 9 de mayo, y recibo de la injurio-
sa misiva de Juana Pimentel, págs. 56-73.
28
De este extremo no hay duda; el documento se incluye en la mencionada Colección
diplomática, págs. 74-77.
268 LUIS SUAREZ FERNANDEZ
9
Ver los acuerdos de 28 de junio y 13 de julio de 1453, en Colección diplomática,
págs.74-77.
36
A.H.N. Ordenes Militares. Santiago. San Marcos de León, R-94.
---------- ----
I Este Libro del que se conservan las 4/5 partes se encuentra enAGS. Mercedes y Pn-
.-53, en Colecci6n diplomática,
vilegios,leg. 1, fols. 52r-96v. Las razones por las que debe atribuírsele la fecha que aquí
indico las he expuesto en mi artículo, «Un libro de asientos de Juan 11»,Hispania, LXVIII,
León, R-94.
1957, págs. 323-368.
270 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ
'\
su esposa; don Álvaro de Luna y el almirante rebasaban con mucho trajeron, no dieron
el millón; a esta cifra se aproximaba el conde de Alba, y había otros to del almirante, o
cinco nobles que estaban por encima de los 500.000 rnrs. Todo esto te revocado.
se sumaba a las cuantiosas rentas de sus estados y a las que procedían A mediados de
de las Órdenes Militares. ¿Qué significaban, al lado de este desembolso, ble, unas improvisa
los quince millones que cada año, por término medio, otorgaban las fueron los miemb
Cortes para sostenimiento de la política de la Corona? conveniencia de fe'- o
de Guadalupe, Gonzalo de Illescas/ muy ligados al Príncipe de Asturias e agosto, Codoin, XI'r~~ -
por afecto que databa de años atrás. Por primera vez desde hacía medio continuar las operal -
oyando a Juan de ~a"~-L ~
siglo, la prisión y muerte del valido y el cambio político que estos hechos
eterminado momento
iciera una paz directa
2 La capitanía de estos dos religiosos, dominico y jerónimo, me parece que establece puesta absurda pues el-re=:;n:"
muy claramente una conexión entre estos programas de restablecimiento del orden políti- gón. Cuando se firmó
":vo" yyc ,,, lV¡SLdLUUlu-~'Reye~ CaLúlil-V'~ r1o," rn ov-irrrie n ros de renovación y zo de 1454) se hizo UII2
reforma de la Iglesia a que nos hemos referido. Es una cuestión que no está suficientemen- 'Ibitros la compensación ;;:.=
te investigada. Gonzalo de Illescas, confesor a la sazón de Juan II, fue en 1454 designado obis- cer sus muros. Ver Zurita, _o,.
po de Córdoba pero nunca dejó de sentirse jerónimo. 2, fol. 21.
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- ------- - ----
rebasaban con mucho trajeron, no dieron origen al acostumbrado reparto de prebendas. El indul-
.,. e Alba, y había otros to del almirante, otorgado en los primeros momentos, fue inmediatamen-
.000 rnrs. Todo esto te revocado.
a las que procedían A mediados de abril de 1453, apenas ejecutada la prisión del condesta-
o de este desembolso, ble, unas improvisadas Cortes se reunieron en Burgos. No cabe duda de que
. o medio, otorgaban las fueron los miembros del Consejo quienes sugirieron a los procuradores la
Corona? conveniencia de felicitar al rey porque se hubiera decidido a tomar en sus
manos el poder. Pero en el cuaderno de peticiones, en donde la voluntad
enazaba con desbordar del patriciado urbano aparece manifiesta, se contiene una queja abierta y dura:
s y engendró, en una la alta nobleza penetraba en las ciudades quebrantando su gobierno:'. A la
:' .zu de reforma que se vista de este documento no es dificil percatarse de los obstáculos con que tro-
-~':":'erony acompañaron a pezaba el establecimiento de un gobierno ordenado. Existía una Liga de
edida contra los extre- nobles, legalizada por su participación en la destrucción de don Álvaro de
-= imprimir un vigoroso Luna, dirigida por su protagonista, Álvaro de Stúñiga, que en este momen-
. ~uiebra de la autoridad to sucedía a su padre en el condado de Plasencia. La frontera de Aragón y de
_ ropios señoríos. Pero Navarra seguía registrando un estado de hostilidad: el Príncipe de Viana recla-
•
y los nobles, no para maba la ayuda castellana, pero el almirante de Castilla, yerno del aragonés, y
·0 xv- sino para colo- los que le seguían, no se recataban en mostrar adhesión al bando opuesto.
= 1 les atribuyera en la El primer objetivo asignado al rey, que recobraba ejercicio de su poder, tenía
carrera de excesivas que ser, y asi sucedió, la firma de la paz".
ClS del rey. Una mino-
a otro reinado; en ella
3 Cuaderno de 16 de abril en Cortes, III, págs. 643-672.
I=':..c..ln y el prior jerónimo 4 Lo primero que se hizo fue continuar el auxilio al Príncipe de Viana (v. carta de 16
Príncipe de Asturias de agosto, Codoin, XI, págs. 497-499). Enrique, futuro rey, alardeaba ahora de su disposición
vez desde hacía medio a continuar las operaciones contra Aragón. Pero las Cortes aragonesas se negaron a seguir
- ..:. co que estos hechos apoyando a Juan de Navarra en esta empresa, y éste no tuvo otro remedio que entrar en un
determinado momento los consejeros de Castilla llegaron a proponer a Alfonso y que se
hiciera una paz directa entre ambos reyes, desentendiéndose de los demás asuntos. Era pro-
me parece que establece puesta absurda pues el verdadero conflicto surgía de las antiguas rentas de los infantes de Ara-
I;:i:ieci·lmi·ento del orden políti- gón. Cuando se firmó la paz el 7 de diciembre (fue confirmada por Alfonso V e116 de mar-
retó y zo de 1454) se hizo una devolución de posiciones tomadas y se encomendó a cuatro jueces
e no está suficientemen- árbitros la compensación de daños.Atienza quedó en la frontera sin que se permitiera reha-
en 1454 designado obis- cer sus muros.Ver Zurita, IV, fols. 14-31. El texto del acuerdo enAGS. Patronato Real,leg.
12, fol. 21.
272 LUIS suaasz FERNÁNDEZ
sus movimientos por el excesivo tamaño de los miembros, misán- ambas cosas sin pel
tropo y más amigo de los animales que de los hombres, iba a depen- error de empujar a
-~
NOBLEZA Y MONARQUÍA 273
, cipe de Asturias baza en favor de lo que quedaba del partido de los infantes. En cambio, una
~osamente al mar- boda con Juana, hermana de Alfonso V, podía traer la alianza con Portugal,
-~ ~ 53. Guiado nue- arrebatándole esta pieza a don Álvaro de Luna y al propio rey. Se trataba de
olítica propia. De otra prima de Enrique, pues las madres, María y Leonor, eran hermanas. De
- :il endiado, frisando modo y manera que se necesitaban dos trámites difíciles: la anulación del pri-
- el cabello, torpe en mer matrimonio y la dispensa para el segundo. Sólo el Papa podía otorgar
- - miembros, rnisán- ambas cosas sin peligro de conflictos serios.Villena cometió, desde luego, el
res, iba a depen- error de empujar a su señor a acciones precipitadas.
-; e Gregario Mara- Precisamente por los días en que don Álvaro de Luna, preso en Portillo,
-...:e.rmo-«displásico apuraba en incertidumbre las últimas jornadas de su existencia, no muy lejos
-p jercerla con des- de allí -desde Alcazarén puede verse, sobre el cerro, la torre del castillo que
remar, slempre albergaba al condestable- el 11 de mayo de 1453 el arcediano de Segovia,
- ~ . ien las preocupa- sede vacante a la sazón, leía una sentencia de divorcio por él pronunciada,
zaosrraban tendencia a declarando nulo el matrimonio de Enrique y Blanca a los trece años de
_~ .ón para su pro- contraído'i.Aquí empiezan las nieblas y confusiones. La sentencia se dictaba
e Villena estaba a petición de ambas partes y nunca fue protestada por la infanta de Navarra
~ Blanca de Navarra que, al parecer, tampoco guardó rencor a su marido. La causa de nulidad ale-
gada era la impotencia de Enrique, aunque sólo en relación con Blanca, pues-
to que el arcediano había recurrido al testimonio de ciertas mujeres públi-
algunos años, el cas de Segovia, las cuales estaban dispuestas ajurar que, con ellas, había tenido
••.••••:....:..:.J.. al parecer, tener- «trato y conocimiento de hombre con mujer». De acuerdo con las leyes vigen-
tes el testimonio de prostitutas no era válido ante los tribunales; pero la con-
onso, hermano
secuencia a que se quería llegar era que si el príncipe no podía cumplir los
e vista jurídico
deberes conyugales con su esposa era porque «estaba hechizado».
es separaba una
No cabe duda de que la sentencia no perseguía establecer la impoten-
o rey y sucesor,
cia de Enrique sino, al contrario, declarar que estaba en condiciones de
- Pero Blanca, hija
celebrar nuevo matrimonio, condición que a Pacheco parecía indispensable
~~~C!i'",,- de Villena, una
para la alianza con Portugal que ya venía negociando. Incluso desde el pun-
to de vista biológico había la afirmación expresa de que se hacía el divorcio
----= opinión con exceso.
«para que libremente puedan contraer matrimonio» y «para que el dicho señor
- ';:.. Ensayo biol6gico sobre
rey huraño, Madrid,
t:,".;orenir- que la personali- 6 El original en AGS. Patronato Real, lego 12, fol. 1. Ha sido publicado en Codoin, XI,
págs. 444-450 Y en Colecci6n diplomática, págs. 61-66.
274 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
'\
príncipe pueda ser padre». Se rechazaba, en principio la otra fórmula, esto mil florines de oro. ~
es, que la herencia castellana pasara al hermano, recientemente nacido. caso de muerte de
Un arcediano no era autoridad suficiente, de modo que la sentencia nece- do por alguna razó
sitaba confirmación superior. No tenemos constancia de que se produjera. ninguno». La preca
Habían comenzado ya los contactos para el matrimonio portugués, que mos, pues, en que ~
estaban a cargo -otra sorpresa- de un judío, rabí Joseph, a quien no hemos tancia alguna de que
podido identificar. Sin duda la razón estaba en las indemnizaciones que dispensa. Al contrari
era imprescindible establecer para el caso de una nueva anulación. Otros asintieron cuando ez; r-
muchos aspectos singulares aparecen en este proyectado matrimonio, que legítimamente casa
inducen al investigador a dudas o, cuando menos, a sorpresa. Por ejemplo, Antes de que
contra toda norma, en los documentos que se firmar~n7 no aparece men- cutarse, murió Juan
cionada la necesidad de la dispensa del vínculo de parentesco; esta omisión, tramos en el verano ,-,=
que no hemos registrado en ningún otro documento similar de la época,
resulta sumamente extraña pues además de la estrecha consanguinidad esta- 3.
ba el matrimonio anterior cuya sombra sólo la intervención del Papa podía
despejar. Que se solicitó tal dispensa parece no haber duda ya que tenemos
una bula de Nicolás V fechada el 1 de diciembre de 14538 en la que el Pon-
tífice daba poderes a tres obispos -Carrillo el de Toledo, Fonseca a la sazón
de Ávila y Alfonso Sánchez deValladolid, que ceñía la mitra de Ciudad Rodri-
go- para que, juntos o por separado y previo examen de la sentencia de
divorcio -si estita era la frase exacta-, otorgasen la dispensa si ello les
parecía oportuno. Por otra parte Enrique depositaba, a nombre de su futura
esposa, en las arcas de un banquero de Medina del Campo, la suma de cien
7 Las capitulaciones originales se encuentran en Simancas, Patronato Real, lego49, fol. 36.
Llevan la fecha del 20 de diciembre. Publicadas en la Coleaión diplomática, págs. 103-110 Y
por D.Antonio de la Torre y por mí en Documentos relativos a las relaciones con Portugal duran-
te el reinado de los Reyes Católicos, tomo I,Valladolid, 1959, págs. 14-23. Fueron sustituidas
por otras, coincidentes, después de la muerte de Juan II, pues no era el príncipe sino el rey
quien se casaba.
s Esta bula se encuentra en la Academia de la Historia. Publicada en Colección diplo-
mática, págs. 102-103. No se encuentra en los registros vaticanos en donde sí aparece (Reg. AGS. Patronato Real, 1
Vat. 365, fols.135-136) la que otorgó Eugenio IV para el matrimonio con Blanca de Nava- 10 Mis opiniones, coc
rra (14 diciembre 1436). Castilla, Barcelona, 200 •.
-- ~,-
--------- -- --- -
:- la otra fórmula, esto mil florines de oro, transportados en talegos/juana retendría este dinero en
enremente nacido. caso de muerte de su esposo o «si aconteciera que sea juzgado o determina-
e la sentencia nece- do por alguna razón, derecho o impedimento, que el dicho casamiento es
e que se produjera. ninguno». La precaución no parecía sobrada, en modo alguno. Convenga-
- onio portugués, que mos, pues, en que muchos detalles merecen nuestra atención. No hay cons-
11, a quien no hemos tancia alguna de que los tres obispos arriba mencionados hayan otorgado la
- demnizaciones que dispensa. Al contrario, los dos supervivientes en 1468, Carrillo y Fonseca,
__ en anulación. Otros
asintieron cuando en Guisando se dijo que Enrique no estaba ni podía estar
~~-¡:ado matrimonio, que legítimamente casado con Juana.
, rpresa. Por ejemplo, Antes de que estas primeras capitulaciones matrimoniales pudieran eje-
k===.21unno aparece men- cutarse, murió Juan 11y Enrique IV se convirtió en rey de Castilla. N os encon-
resco; esta omisión,
tramos en el verano de 1454. Pocas cosas podían cambiar.
similar de la época,
onsanguinidad esta-
3. ESPERANZASANTEUN NUEVOREY.Estudiar el reinado de Enrique
~~'Tlción del Papa podía
IV es una de las tareas más ingratas que se proponen al investigador
da ya que tenemos
actual'". Sin embargo se trata de una época clave en la Historia de
= :--3 en la que el Pon-
España. Disponemos de documentación que nos permite aclarar
.'-'Jiii~""'U, Fonseca a la sazón
muchas cosas acerca de los problemas generales del reino. Su reina-
de Ciudad Rodri-
do puede dividirse en dos etapas de una duración aproximada,
separadas por la fecha de 1463 cuando se produce la entrevista con
Luis XI en Fuenterrabía y se plantea el serio problema del naci-
miento de Juana. Hasta ese momento, regulada la situación interior,
o, la suma de cien
el prestigio del soberano fue bastante alto. Cuando los catalanes,
sublevados contra Juan 11, tuvieron necesidad de buscar un rey, a él
I¡:¡o.,..~.,.""n Real, lego49, fol. 36. acudieron. Tras dicho año, y actuando como factor desencadenante
uica, págs. 103-110 Y el reconocimiento de Juana como princesa, el país se precipitó en
•......•
.....,"'·t»1eScon Portugal duran-
los abismos de una guerra civil de donde habrían de sacado Fer-
:.!-23. Fueron sustituidas
era el príncipe sino el rey
nando e Isabel. No parece que podamos albergar duda de que el - garantía de los p6-~=--
carácter personal de don Enrique tuvo papel muy importante en el rior, Pero todo se b
sesgo que tomaron los acontecimientos ya que mostraba falta de No hubo dem.asla-:j
energía y excesiva tendencia a capitular en una época que daba esca- marqués de Villena :b-p'
so lugar a la contemporización. La difamación, utilizada como :uviera don Álvaro r".
vehículo morboso de propaganda, desempeñó un papel muy impor- _ección. Es imposible t:
tante: siempre había partidos interesados en airear sus defectos y debi- ducta estuvo orien
lidades en lugar de disimuladas. La fortuna, de todas formas, no le
acompañó; necesitado de colaboradores fieles y eficaces, sus prime-
ros hombres de confianza, Juan Pacheco y Pedro Girón, abusaron
de ella y le traicionaron; cuando encontró a Beltrán de la Cueva,
vanidoso y de escasas cualidades políticas, era ya demasiado tarde.
olesto por aque
El reinado comenzó en medio de grandes esperanzas, que se manifesta- grupo de jóvenes. a
ron, sobre todo, en las Cortes de Córdoba de 145511. El rey se hallaba en una Beltrán de la Cue
posición fuerte. Todas las maniobras que, como príncipe, realizara, le habían
permitido acumular buenos recursos económicos, que equilibraban las no
muy abundantes rentas reales.Vacantes los maestrazgos de Santiago y Alcán-
tara, obtuvo inmediatamente del Pontífice una bula que le encomendaba su tólicos y el conver
administración (10 de enero de 1456)12. Pero ante las Cortes se mostró ros. Estos «hombres ~.
excesivamente conservador, desplegando por otra parte una conducta con- Dos arzobispo
ciliatoria respecto a los nobles a la que éstos no respondieron. Probablemente reinado, y perman
entendían que aquella bondad escondía únicamente debilidad. Además, los .'0 era de Toledo, sobria
que íntimamente le servían aprovechaban cualquier oportunidad para medrar. Sevilla en 145414. ~o ~
Los últimos grandes que permanecían presos, Diego Manrique, conde de Tre-
viño, y Fernán Álvarez de Toledo, conde de Alba, recobraron la libertad; se 13 Por ejemplo, •
dio la versión de que con ello se respondía a las demandas de los otros gran- = de ennoblecimie
des. El almirante Fadrique pudo regresar a Castilla. Con estas medidas, y con --, págs. 141-143.TaIllDOC'O
11 El cuaderno de 4 de junio de 1455 en Cortes, I1I, págs. 676-700. Fue probablemen- -~ marqués de Villena, Se
te la primera desilusión. No se hizo mucho caso a la demanda de los procuradores. dico, regresó a España
12 José Rius Serna, Regesto ibérico de Calíxto 1I1, tomo 1,Barcelona, 1947, págs. 439-444. zado de Enrique N E
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""r.. ..~- ---
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ergar duda de que el la garantía de los privilegios y señoríos, se pensaba establecer una paz inte-
uy importante en el rior. Pero todo se basaba en concesiones.
e mostraba falta de No hubo demasiados cambios en cuanto al gobierno. No parece que el
_ época que daba esca- marqués de Villena aspirara a desempeñar el oficio de ministro universal que
.ón utilizada como tuviera don Álvaro de Luna; el desastrado fin de éste constituía una buena
papel muy impor- lección. Es imposible penetrar en su pensamiento e intenciones, pero su con-
~sus defectos y debi- ducta estuvo orientada a conseguir un incremento en los dominios que había
odas formas, no le llegado a acumular, a fin de que nadie tuviera mayores recursos o resortes de
: .. eficaces, sus prime- poder, pero actuando siempre en forma tal que parecía que nada proyectaba
dro Girón, abusaron sin acuerdo con otros grandes. Se inauguraba, pues, el gobierno de la alta
••Beltrán de la Cueva, nobleza. Enrique IV se sentía en ocasiones dominado por Pacheco, pero su
d demasiado tarde. actitud era recelosa: no se atrevía a resistirle, pero se mostraba muchas veces
molesto por aquella influencia arrolladora. Por eso trataba de buscar en un
~~zas, que se manifesta- grupo de jóvenes, a los que elevó con exceso, una especie de compensación:
_-=- rey se hallaba en una Beltrán de la Cueva, Juan de Valenzuela, Miguel Lucas de Iranzo fueron los
~"-.,;...:;.realizara, le habían principales. L(i)Sgrandes les consideraban simplemente como advenedizos y
~_~ equilibraban las no procuraba poner obstáculos en su ascenso 13. A ellos habría que añadir ellicen-
antiago y Alcán- ciado Andrés de la Cadena, que seguiría prestando servicio con los Reyes
__ ~ ..ceencomendaba su Católicos y el converso Diego Arias Dávila, experto en asuntos económi-
cos. Estos «hombres nuevos» nunca formaron un equipo.
Dos arzobispos desempeñaron papel importante en los comienzos del
reinado, y permanecieron muchos años en la política: Alfonso Carrillo, que
- - ~ ilidad. Además, los lo era de Toledo, sobrino de cardenal, y Alfonso de Fonseca, promovido a
_ zmnidad para medrar. Sevilla en 1454 14
. No perdamos de vista que eran los destinatarios de la bula
rique, conde de Tre-
raron la libertad; se 13 Por ejemplo, Miguel Lucas de Iranzo no pertenecía a la nobleza. Se le otorgaría
~lL..;.'~ de los otros gran- carta de ennoblecimiento el 12 de junio de 1445 a petición del príncipe. Coleaión diplomá-
estas medidas, y con tica, págs. 141-143.Tampoco Juan de Valenzuela,aunque no era hijo de un calderero como
pretende el malicioso Alfonso de Palencia, que ve turbias intimidades en estas relaciones.
14 Alfonso Carrillo era sobrino del cardenal del mismo nombre y tío por otra parte
~Ol~""-OO. Fue probablernen- del marqués de Villena. Se había educado en Roma donde sirvió como protonotario apos-
procuradores. tólico, regresó a España en 1436 y tenía 48 años en el momento en que comenzaba el rei-
na.1947,págs.439-444. nado de Enrique IV F.Esteve Barba, Alfonso Carrillo de Acuña, Barcelona, 1943.
278 LUIS suansz FERNÁNDEZ
-,
del 1 de diciembre de 1453, custodios, en definitiva, de la posible legitimi- Inmediatamente 6- ..._
dad del segundo matrimonio. la pena que nos detens
políticos que se registrar, '"
4. LA IMPOTENCIA.En un principio el programa político de Enri- 1453,es decir.inmediazazoe
que IV parecía indicar un aprovechamiento de cuanto, hasta enton- pachó a Lisboa a su "'"'":'
ces, se había hecho. De este modo se restablecería el orden. Este la catedral de Segovia.p
juicio es válido para la política exterior y para la interior. El nue- niales'". Las modificaciori .•
vo rey procuraba la paz en todas las fronteras, salvo en la de Gra- Lisboa el 22 de ene
nada, repitiendo, punto por punto, la que trazara en 1430 don Álva- dote -los mencionados 1.:;1
ro de Luna: paz con Aragón, pero dejando a los infantes recaudo en las cajas .U.-C.<.~
absolutamente fuera del reino; conservación de las ventajas obte- ría en concepto de
nidas en los mercados exteriores; consolidación de la amistad por- do y un millón y m
tuguesa, llamada a respaldar, si era necesario, cualquier intento de Cámara. Un desembols
perturbación que viniera del horizonte opuesto. La solución del De la dispensa. er; _
problema aragonés fue digna de un gran político. ~abiendo con- de considerar sorprer::
firmado la tregua con Juan 11 cinco días después de su ascensión Segovia, Enrique IY e
al trono, el trabajo emprendido no se interrumpió y, el 8 de octu- según era costumbre .
bre de 1454, el viejo pleito parecía quedar definitivamente zan- ejecución. El rey intTn.-'~
jado. La Corona ganaba, pues se incorporaban a su patrimonio ciencia de dicha nec
los extensos dominios que fueran del duque de Peñafiel y de sus procesos sobre ellas IO.
hermanos -con las mermas terribles que las extensas donacio- mi esposa y legítima
nes provocaran- a cambio de una renta anual de 3.500.000 mara- a doña Juana de POLl~l:
vedís y de otro millón que se repartían el bastardo Alfonso, hijo tratar, hablar y concertar
del rey de Navarra, y el hijo del infante don Enrique, aquel a quien dote y arras y lo a ella za _
iban a llamar Enrique «Fortuna»lS. No hay constancia documen- matrimonio por «palabzass
tal del abono de estas cantidades.
16 Vizconde de San•...•...
15 Los textos del tratado en AGS. Patronato Real, lego 12, fol. 21. Ediciones del mismo 17 Original en AG
en Codoin, XL, págs. 6-8 Y 499-541. El modo como se trató el tema de Atienza me parece otros que se conservan en
significativo de la rectitud de proceder entonces del monarca; tasada en 70.000 florines fue ción en Documentos, 1,pág
adquirida mancomunadarnente por Enrique IV, Girón y Villena. Luego el rey indemnizó a 18 Respecto al texto ,,~
ambos hermanos y se quedó con ella. F Layna Serrano, Historia de la villa de Atienza, mento de 22 de enero ~==
Madrid, 1945, págs. 215-216. Torre do Tombo, gaveta --
- ---- -~ ---- ----
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e la posible 1egitimi- Inmediatamente después se celebró la boda con Juana de Portugal. Vale
la pena que nos detengamos en este acontecimiento, clave de los fracasos
políticos que se registran en la segunda parte del reinado. El 23 de agosto de
~<"~-_ ••••.,.,..
•••• político de Enri- 1453,es decir, inmediatamente después de su ascenso al trono, Enrique IV des-
cuanto, hasta enton- pachó a Lisboa a su capellán, Fernán López de Laorden, que era tesorero de
ecería el orden. Este la catedral de Segovia, para modificar y concluir las capitulaciones matrimo-
niales'". Las modificaciones, plasmadas en un nuevo texto que se firmó en
. salvo en la de Gra- Lisboa e122 de enero de 145517 se referían a que doña Juana sería recibida sin
""-"''l'''' en 1430 don Álva- dote -los mencionados cien mil florines de su futuro esposo estaban a buen
do a los infantes recaudo en las cajas fuertes de Medina del Campo- pero, en cambio, recibi-
de las ventajas obte- ría en concepto de arras 20.000 florines de oro, las rentas de la villa de Olme-
- ción de la amistad por- do y un millón y medio de maravedís, cada año, asentado en los libros de la
- _cualquier intento de Cámara. Un desembolso enorme de11ado castellano y ninguno del portugués.
? esto. La solución del De la dispensa, en este primer documento, ni una palabra, 10 que hemos
_ -, ico. Habiendo con- de considerar sorprendente y anormal. Cuando, el 25 de febrero, estando en
ués de su ascensión Segovia, Enrique IV confirmó el documento, tampoco se introdujo en él,
pió y, el 8 de octu- según era costumbre insoslayable, el texto de la concesión pontificia ni de su
íefinitivamente zan- ejecución. El rey introdujo en cambio dos expresiones vagas, que revelan con-
an a su patrimonio ciencia de dicha necesidad: a) que «en virtud de ciertas letras apostólicas y
e Peñafiel y de sus procesos sobre ellas formulados», b) Fernán López de Laorden «recibió por
extensas donacio- mi esposa y legítima mujer por palabras de presente que hacen matrimonio»
e 3.500.000 mara- a doña Juana de Portugal. Pero el mencionado embajador, enviado para «con-
tardo Alfonso, hijo tratar, hablar y concertar cualesquiera cosas acerca del dicho casamiento,
Enrique, aquel a quien dote y arras y lo a ella anejo», no tenía, evidentemente, poderes para celebrar
constancia documen- matrimonio por «palabras de presentea'f.A esta confirmación castellana, que
fue entregada en Portugal antes del 16 de abril, se dio forma solemne y sin- que IV necesi±:¡1
gular de privilegio rodado a fin de incluir columnas de confirmantes que ni rra de Grana
siquiera fueron informados porque la cancillería no necesitaba hacerlo. Pero dejó traslucir ~
quedaba claro que los testigos presentes a dicho acto de firma por el rey
eran Villena, Andrés de la Cadena, Juan de Valenzuela, Alvar GarcÍa, Alvar buscaba ante --
Gómez de Ciudad Real, Diego Arias y nadie más. nando el de_
La boda se celebró en Córdoba en mayo de 1455, y de ella no poseemos concebida
el acta notarial. Sí, en cambio, las relaciones de los tres cronistas que se mues- provocar el c.err'-=4
tran en completo desacuerdo cuando se trata de mencionar el nombre del lizaría un eié
obispo que ofició en la ceremonia. Palencia dice expresamente que no hubo peones, que ~'
dispensa apostólica'". Todos los datos de que disponemos nos obligan a con- la propia caJ!?2~
cluir que no se produjo, por escrito, ejecución de la bula comisoria de 1 de que otorgaba '"'
diciembre de 1453. Lo cual no es obstáculo a que haya podido existir una Cortes que se :.
autorización verbal, subsanable en otra ocasión, máxime si, como afirma Enri- esperaba, lóg'~
quez del Castillo -que escribe después del 63 ya que su primer original se dujesen pé .-
destruyó-, Alfonso de Fonseca intervino en la ceremonia. Una situación por los impues::o:sl
ambigua que tampoco nos resulta extraña; coronaba el cúmulo de confusio-
Para librarse
nes. El arzobispo de Tours, a quien Palencia atribuye el papel de oficiante, se
confiaba en
hallaba en Córdoba por aquellos días para lograr la confirmación de la casi harían desp ,
centenaria alianza entre Castilla y Francia (10 de julio de 1455)20. La novia
ultrapuerto
tenía 16 años y el novio 30. Don Enrique suprimió, en esta oportunidad, la
de Haro, de
bárbara ceremonia de exhibir la sábana nupcial, pero con ello no consiguió
otra cosa que dar pábulo al rumor que circulaba por los pasillos de palacio y
que recoge Diego de Valera: «la reina quedó tan entera como venía».
dina se repitieron co
des y destrucción sist
5. GRANADA.Las Cortes desempeñaban ya un papel importante". Con-
creó un clima adverso
secuente con su papel de restaurador del prestigio del reino, Enri-
espíritu de la caballería -
placencias con el infie
19 Se ha descuidado mucho esta afirmación de Alfonso de Palencia, Crónica de Enri-
reina Juana y de sus carnzs e
que IV, ed. Paz, II, Madrid, 1905, pág. 195. Cierto que su odio a Enrique le hace sospecho-
que verla armada de
so,pero su noticias venían directamente del arzobispo Carrillo, su jefe.
que debe ser un caball _
20 El documento en A.N. París,J-604, fol. 80 bis.
21 Conocemos muy bien el desarrollo de las Cortes gracias al trabajo de César Olive- por un adusto misó
ra, Cortes de Castilla, 1415-1474, Burgos, 1986, que seguimos en sus detalles. de operaciones acarreaba
"
NOBLEZA Y MONARQUÍA 281
- zorma solemne y sin- que IV necesitaba de ellas porque proyectaba reemprender la gue-
ce confirmantes que ni rra de Granada: en Cuéllar, ante los procuradores de las ciudades,
- ecesitaba hacerlo. Pero dejó traslucir que el objetivo final podía ser la eliminación del rei-
ro de firma por el rey
no musulmán. Pero era claro que con esta empresa, larga y dificil, se
Alvar García, Alvar buscaba ante todo el prestigio del soberano, como ya hicieran Fer-
nando el de Antequera y el condestable Luna. La operación estaba
.: - """de ella no poseemos
concebida de modo lógico, como lenta batalla de desgaste para
- cronistas que se mues-
provocar el derrumbamiento del reino musulmán. Para ello se movi-
IC:::::11C1" onar el nombre del
lizaría un ejército casi permanente de tres mil lanzas y veinte mil
tr.--'""1"'C:""'ente
que no hubo
peones, que no diese tregua. Se esperaba sostenerlo con el botín de
~:r:(>s nos obligan a con-
la propia campaña, los subsidios procedentes de la bula de Cruzada
comisoria de 1 de
que otorgaba el Papa sin interrupción, y las ayudas votadas por las
" podido existir una
Cortes que se habían elevado a 31 millones de maravedís al año. Se
" como afirma Enri-
esperaba, lógicamente, que, sin arriesgar grandes batallas que pro-
primer original se
dujesen pérdidas de vidas humanas, el reino de Granada, oprimido
onia. Una situación
por los impuestos y desgarrado por luchas intestinas, se deshiciera.
cúmulo de confusio-
Para librarse de preocupaciones en retaguardia y demostrar cómo
el de oficiante, se
confiaba en la alta nobleza, Enrique IV -como ya hiciera Juan 1 y
nfirmación de la casi
harían después los Reyes Católicos- creó una especie de regencia
1455)20. La novia
ultrapuertos a cuyo frente estaban el arzobispo Carrillo y el conde
~ esta oportunidad, la
de Haro, de la Casa de Velasco.
ello no consiguió
- . ~asillos de palacio y
Durante cuatro años las entradas del ejército castellano en tierra grana-
dina se repitieron con el mismo ritmo, es decir, poca sangre, brillantes alar-
"importante21• Con- des y destrucción sistemática de cosechas. Este modo de hacer la guerra
~- . ·0 del reino, Enri- creó un clima adverso al rey porque los nobles lo consideraban contrario al
espíritu de la caballería y lo atribuían a cobardía, cuando no a secretas com-
placencias con el infiel, cuyas ropas y atuendo empleaba. La presencia de la
reina Juana y de sus damas en la campaña del 57 aumentó el descontento por-
que veda armada de ballesta lanzando una flecha al aire parecía burla de lo
que debe ser un caballero; las jóvenes portuguesas eran tildadas de frivolidad
-,
=bajo de César Olive- por un adusto misógino como era Palencia. Los grandes gastos que este tipo
detalles,
de operaciones acarreaba -sería éste uno de los grandes problemas que
282 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
mala gestión de los asuntos económicos será uno de los argumentos emplea- mas de gobierno, no e
dos durante la guerra civil. De momento basta decir que las primeras serias recursos que en aqu
co tampoco quería cozr
difamaciones contra este desdichado rey se labraron durante la guerra de Gra-
poder «con» los nobles -c-
nada, que fue mal comprendida, incluyendo esa imagen torcida de ser más
mero entre ellos, pe
amigo de musulmanes que de cristianos.
para él era llegar a .1; .
Naturalmente tales argumentos y rumores no eran suficientes para
cutirle esta jefatura.
desencadenar un movimiento de la amplitud que llegaría a alcanzar en los
El marqués de Y-
años 60. Entre 1455 y 1458 se forma un estado de opinión suficiente para
blecer una alianza eo
generar un programa tendente a modificar el sistema de gobierno, dando de noviembre de 14=<- :--
mayor peso en él a esa docena de linajes que constituyen los «grandes» y que pensables para el sostec
se reconocen a sí mismos como oligarquía política a la que incumbe el Pacheco estaba infOlU¡
derecho y el deber de regir, con el rey, los destinos castellanos. Dos denun- todo el partido, es decir
cias se formularon desde la oposición: la primera por el ensalzamiento de rante Enríquez y lo
«hombres nuevos» como Beltrán de la Cueva y, sobre todo, Miguel Lucas de conversaciones con el
Iranzo, nombrado condestable tras cuatro años de vacanté2; la segunda con-
tra el excesivo poder acumulado por el marqués de Villena, de quien se sabía
que estaba intrigando con insistencia para conseguir el maestrazgo de San-
tiag023. Dos oficios que parecían anunciar un retorno a la privanza personal rior; y una reestructnrazzq
Castilla y de Navarra -;.
que ya ejerciera don Álvaro de Luna. Fueron precisamente el arzobispo Carri-
Corona de Aragón- se
llo y el conde de Haro, a quienes Enrique otorgara la regencia, los que enca-
y Alfaro, con grandes E~
bezaron esta protesta de sus colegas.
nó definitivamente
proclamaran rey. Pa
22 La guerra de Granada permitió la promoción de este personaje, que no mostró ambi-
en esta política.
ciones políticas. Su nombramiento de condestable tuvo lugar el 25 de marzo de 1458.Ver
Hechos del condestable Miguel Lucas de lranzo, ed. Carriazo, Madrid, 1940, pág. 3.
23 Enrique IV, como dijimos, había conseguido del Papa una bula que le permitía 24 Para esto empleó
retener la administración de Santiago y Alcántara durante quince años. Negociaba ahora ta, IV,fols. 43-44.
extender este encargo a las encomiendas radicadas en Aragón. Es lo que aprovecha Pache- 25 El acuerdo lleva
co para negociar un acuerdo con Alfonso V tica, págs. 149-151) pero
-- - - -- ----------- ---
NOBLEZA Y MONARQUÍA 283
Oo«--,',-"u'Ll'·cas
y censuras.Alfon- No se produjo, de momento, choque abierto. Pesaba aun la lección de
rsando los fondos pro- Olmedo. Por otra parte en la mayoría de estos linajes predominaba la ten-
omo luego veremos, la dencia a conducir las cosas de un modo más correcto: imponer al rey nor-
argumentos emplea- mas de gobierno, no combatirle. Además era notoria la superioridad de
ue las primeras serias recursos que en aquellos años estaban a la disposición del monarca. Pache-
te la guerra de Gra- co tampoco quería convertirse en émulo del de Luna: aspiraba a ejercer el
n torcida de ser más poder «con» los nobles y no contra ellos; se sentía y manifestaba como el pri-
mero entre ellos, pero al mismo tiempo como uno más. Lo importante
= ,eran suficientes para para él era llegar a disponer de recursos tan amplios que nadie pudiera dis-
,1
didas por un largo viaje del rey por la vieja Castilla y las tierras vascas, encontrado, al parece-
Pacheco lo había aprovechado cwnplidarnente para imponer una reor- gas de los partidos. :~
denación del Consejo que parecía responder a los deseos de los gran- IV, a quien los otros -
1
des. Nada de hombres nuevos. La responsabilidad del gobierno del rei- do que para gobe
los condes de Plasencia y de Alba, el maestre Pedro Girón, el arzobispo última de las gue
de Sevilla,Fonseca y fray Lope Barrientos. Podía, el nuevo ministro, decir permite explicar a.Lg';~T.L.~
que no todos procedían de su facción. Hubo una formal entrega del so Carrillo, que era
poder: el 23 de marzo de 1457, tras recibir unjurarnento de fidelidad, Luego viene el fracas
el rey extendió a estas seis personas su protección especial'". cera fase en las operaed
ta diciembre de 1
El ejercicio del poder real quedaba de esta forma mediatizado das mediante ella, c
La comparación,
gurado porVillena
intentada
en 1457 y el que ejerciera
, .
muchas veces, entre este gobierno
don Alvaro de Luna, es
inau-
Archidona y Gibra'raz,
des desembolsos efec;
errónea: nunca tuvo Pacheco un ascendiente personal sobre el monarca, nobles que aquel era ~-
hacia quien tampoco guardaba la debida lealtad, ni buscaba el fortaleci- al monarca a fumar
sus recursos, hasta llegar a un punto en que no fuera posible prescindir de cidos a Madrid para r :
ellos. Por vocación, ambos se inclinaban en favor de la nobleza de la que bién se repartieron p~"" :J
almirante don Fadri
se sentían muy especiales miembros; por deseo, incrementaban los bienes
privados de la familia; por necesidad, intrigaban sin interrupción. Podría- Alba de Aliste (8 de ~~
maba parte del clan
mos decir que, en estas fechas, el programa del marqués de Villena incluía
estos tres puntos: impedir la formación de un partido de grandes distinto los Stúñiga, por su
ga lista que detentahaa, DI
del que él dirigiese; reunir en sus manos tales rentas que le permitieran
27 Colecci6n diplo
26 Documento publicado por Paz y Meliá, El cronista Alfonso de Palencia, Madrid,
28 Ibidem, págs. 15/-1.:
1914, pág. 12. No se menciona expresamente al marqués. Por consiguiente, no se trata de
29 Ibidem, págs. 2
una Liga que dichos grandes constituyeran con Pacheco. La fidelidad se dirige al rey.
-- - -~-. -.-
-riro habían estado prece- sostener un ejército; cerrar el camino a los hombres nuevos que habían
Casulla y las tierras vascas, encontrado, al parecer, el afecto del monarca por su lealtad. La política
. ganaba en popularidad. adquirió entonces todos los tintes que corresponden a las luchas e intri-
para imponer una reor- gas de los partidos, y esto perjudicaba seriamente el prestigio de Enrique
a los deseos de los gran- IV, a quien los otros nobles consideraban más adecuado para ser goberna-
-=-61ddel gobierno del rei- do que para gobernar.
'~rrmllb~enelqueentraban No es fácil penetrar hasta el fondo último de las raíces que explican la
edro Girón, el arzobispo última de las guerras civiles del siglo XV; sin duda esta fecha de 1458 nos
-- el nuevo ministro, decir permite explicar algunas cosas. La primera de todas, la decepción de Alfon-
-una formal entrega del so Carrillo, que era despojado de un poder que poco antes se le reconocía.
-,=uramentode fidelidad, Luego viene el fracaso de la guerra de Granada; tras una decepcionante ter-
- -ón especial". cera fase en las operaciones, fue suspendida -aunque Enrique IV retuvo has-
ta diciembre de 1469 sus esperanzas de reanudarla- y las ganancias logra-
mediatizado das mediante ella, con la conquista de Estepona y]imena, a las que seguirían
e te gobierno inau- Archidona y Gibraltar, no parecían suficiente compensación para los gran-
~ÁJvaro de Luna, es des desembolsos efectuados. Para asegurarse en el poder y garantizar a los
•
nal sobre el monarca , nobles que aquel era su gobierno y no el de ningún valido, Pacheco indujo
.......::uscaba el forta1eci- al monarca a firmar pactos de garantía y seguridad con los linajes más impor-
ue se inauguraba, en tantes: conocemos acuerdos con el conde de Benavente (29 de mayo de
reza representada por 1457)27, con el de Haro (3 de febrero de 1458)28, con Pedro López de Aya-
srenerse en el poder, la, conde de Cifuentes (8 de octubre de 1458), Luis de la Cerda y Arias Gómez
e eguir creciendo en de Silva29. Cuando murió el marqués de Santillana sus hijos fueron condu-
~osib1e prescindir de cidos a Madrid para prestar juramento de fidelidad (octubre de 1459). Tam-
, nobleza de la que bién se repartieron premios que tendían a buscar adhesiones: un hermano del
zre entaban los bienes almirante don Fadrique, de nombre Enrique Enríquez, fue creado conde de
zerrupción Podría- Alba de Aliste (8 de octubre de 1459); Lorenzo Suárez de Figueroa, que for-
\ I
~ués de Villena incluía maba parte del clan mendocino, vio elevado a condado su señorío de Feria;
e grandes distinto los Stúñiga, por su parte, pudieron sumar el condado de Miranda a la ya lar-
-- - ue le permitieran ga lista que detentaban. Esta ampliación de la primera nobleza era un precio
que Pacheco consideraba conveniente pagar a cambio de reducir los pode- ser frontero en Jaén.
res fácticos del rey y evitar la consolidación de una oligarquía que pudiera ble, en este pequeño r!_.
31
hacerle frente. trando su fidelidad •
to a la persona del soberano y, a lo sumo, consiguió sustituir a unos enemi- hacia 1458, e:.~\
gos por otros, más peligrosos.Valga el ejemplo de Murcia, desgarrada, como voluntad del ~_
sabemos, por las querellas entre dos vástagos de la Casa de Fajardo, el ade- la confianza
lantado, Pedro, y su primo, Alfonso, alcaide de Larca, a quien sus terribles
hazañas de guerra aureolaban con la fama de un gran capitán y que, después
de la victoria de los Alporchones, había conseguido crearse un poder arbi-
trario sobre el reino, valiéndose de mercenarios musulmanes. Pacheco arras- monio de
tró al rey a una alianza con Pedro Pacheco", pero la intervención de la Coro-
na, que sirvió, en efecto, para barrer al alcaide de Larca (agosto de 1458),
muerto al poco tiempo, no permitió un retorno a la obediencia del poder
real. Sin oposición, el adelantado gobernaría Murcia como si se tratara de
un poder independiente.
Ejemplo distinto, si bien no menos significativo, es el de Miguel Lucas
de Iranzo, uno de los jóvenes miembros de la pequeña nobleza que, patroci-
nado por fray Lope de Barrientos, llegó a disfrutar de la amistad y confian-
za del rey. Cuando recibió la espada de condestable (25 de marzo de 1458)
muchos creyeron que se trataba de un nuevo don Álvaro de Luna; se rumo-
reaba en la Corte que el monarca proyectaba convertirle en maestre de San-
tiago. Para Pacheco fue casi un juego de niños hacerle caer: en julio del mis-
Santillana,y •..•
mo año fue reducido a prisión, de la que huyó en el siguiente mes de mayo,
refugiándose en Aragón. Regresó a Cuenca, donde Barrientos ceñía la
mitra, renunció en adelante a sus ambiciones políticas y se conformó con
en escena a las tropas - ~
gando al bastardo a
30 Las acciones de Fajardo el Bravo afectaban a algunas de lasposesiones del propio Pache-
co. Por eso éste había estrechado una alianza con el adelantado. Sin embargo, Enrique IV se
resistió cierto tiempo y sólo el9 de febrero de 1457, durante el viaje que precedió a la entre- 31 Hechos del co~ f1I
ga del poder al marqués, otorgó a Pedro Fajardo los plenos poderes que le solicitaban. J. Torres 32 Palencia, 1,pág. ]
Fontes, Fajardo el Bravo, págs. 47-72 Y Don Pedro Fajardo, págs. 70-82. 33 F.Layna Serrano. ,-
~ -
- -- ----
NOBLEZA Y MONARQUÍA 287
~o de reducir los pode- ser frontero en ]aén, montando la guardia, siempre con título de condesta-
o .garquia que pudiera ble, en este pequeño rincón de la frontera de Granada donde seguiría mos-
trando su fidelidad":
- . Pacheco arrebataba a
fG:::bé1a, basada en el respe- 7. LA HERENCIADE DON ÁLVARü Son muy claras las muestras de que,
sustituir a unos enerni- hacia 1458, el marqués de Villena no tenía competidor posible en la
- nrcia, desgarrada, como voluntad del rey; sin embargo eran el miedo y la debilidad, más que
de Fajardo, el ade- la confianza, las que ligaban a Enrique IV con este verdadero primer
a quien sus terribles ministro. Ahora Pacheco, sin olvidar en modo alguno su apetencia
pitán y que, después por el maestrazgo de Santiago, preparaba ya un golpe maestro que
crearse un poder arbi- redondease su poder: adueñarse de lo que aún quedaba del patri-
e.manes. Pacheco arras- monio de don Álvaro de Luna. Alfonso de Palencia, dotado de plu-
---=ervención de la Coro- ma muy viva, casi se convierte en novelista cuando narra la azarosa
Tea (agosto de 1458), historia de la herencia de aquel valido, ahora en manos de su viu-
- obediencia del poder da32. Fallecido prematuramente el primogénito, su rico patrimonio,
omo si se tratara de que incluída el condado de San Esteban de Gormaz, Soria, Montal-
•
bán y, sobre todo, el Infantado de Guadalajara, pasaba a manos de su
es el de Miguel Lucas hija María, menor de edad. El marqués de Villena decidió casar a su
obleza que, patroci- hijo Diego con esta muchacha, tomando para él la herencia; pero la
=-= :a amistad y confían- abuela,]uana Pimentel, su férrea tutora, de cuyo coraje tenemos noti-
~- de marzo de 1458) cia, sostenida por un bastardo de su marido,]uan de Luna, de quien
de Luna; se rumo- las malas lenguas decían que era su amante, había decidido otra cosa.
A en maestre de San- El 21 de marzo de 1459, desafiando la cólera del valido, firmó un
er: en julio del mis- acuerdo matrimonial con Diego Hurtado de Mendoza, marqués de
_uiente mes de mayo, Santillana, y prometió la mano de María al primogénito de éste, Íñig033.
,.::= Barrientos ceñía la
.- se conformó con Villena no vaciló. Presentó el caso como desobediencia al rey, hizo entrar
en escena a las tropas de éste, se apoderó de San Esteban de Gormaz, obli-
gando al bastardo a exiliarse, y se llevó, presas, a la abuela y a la nieta al fuer-
iones del propio Pache-
embargo, Enrique IV se
e precedió a la entre- 31 Hechos del condestable, págs. 19-31.
~ e le solicitaban-J Torres 32 Palencia, 1,pág. 296.
33 E Layna Serrano, Guada/ajara y sus Mendoza, Il, pág. 111.
288 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
te castillo de Arenas de San Pedro, confiando sin duda en que, bajo oportu- Los procuradores -
nas presiones,lograría vencer la resistencia de ambas. Juana Pimentel no había poderosa en el mun
perdido ni un ápice de su temple. La violencia ejercida en este caso produ- jas: la claudicación
jo escándalo y sacudió los nervios de la alta nobleza castellana. ¿Quién podía ban mal. Cuando se
sentirse seguro en tales condiciones? Ejemplos como éste bastaban para jus-
tificar recelos, confusión y desconfianza, los cuales se amalgamaron para dernos que conocemos i.AII
provocar la guerra civil. Aunque no estalla hasta 1464 había razones sufi- nadie hacía caso ".
cientes desde mucho antes.
En la marcha hacia la guerra civil es importante sopesar todos los facto- inmediatamente; a
res, incluso los que afectan a la moral personal, para no equivocarnos en los se había tomado e
juicios. El primer hecho visible es que la política parecía diluirse en batallas
privadas y pleitos entre linajes, llenos de egoísmo. Cundía la inmoralidad y
el rey alardeaba entonces de «pendencia de amores» con Guiomar de Cas- establecido, pese a
tro, una bellísima portuguesa que hubo de ser violentamente expulsada de la .l. ermitía al segundo '-
Corte por la reina". Nadie parecía entonces librarse de difamaciones y calum- ue ver con la gu
sórdidos, como las ambiciones defraudadas de Carrillo y Fonseca que, apar- o a la guerra con
tados del poder, se consideraban víctimas de ingratitud. También entraba en e enviado a la Pe~~
juego el temor creciente de los poderosos: ¿serían despojados un día de sus personaje con el rey :~
bienes, como ahora estaba sucediendo con otros cuando se presentasen sig- El marqués de
nos de debilidad? Había siempre una turbia agitación de codiciosos que espe- te en el poder como :~
raban que se revolviesen las aguas para pescar en ellas. Pero nos engañaría- nánimo.juan Il, aho
mos si creyésemos que sólo esto entraba en juego. Intereses más nobles y tenía que atender cm:~_
más amplios coincidieron también para hacer que la Liga, algo más que un -egociaciones con él.
sí misma resortes de propaganda de corte moderno. No podemos olvidar que, ae acudir a los ~~
algún modo, normales. Distinto hubiera sido el dato si de estas relaciones hubieran nacido La bula de
bastardos. La propia Guiomar declaró más adelante que el rey no podía.
--- -- - ---- ~-
NOBLEZA Y MONARQUÍA 289
en que, bajo oportu- Los procuradores de las ciudades, que representaban esa otra oligarquía
zs. nana Pimentel no había poderosa en el mundo de las operaciones mercantiles, formulaban dos que-
_ - .da en este caso produ- jas: la claudicación de las Cortes y el aumento de los tributos, que se cobra-
ellana. ¿Quién podía ban mal. Cuando se las convocó, el 22 de octubre de 1457, desde la Corte
o éste bastaban para jus- se indicaron a las ciudades los nombres de los que convenía elegir. Los cua-
~ se amalgamaron para dernos que conocemos nos dan la impresión de formularias quejas a las que
había razones sufi- nadie hacía caso". EllO de abril de 1458 se comunicó al reino la percep-
ción de un nuevo servicio de setenta y dos millones, que iba a ser percibido
""? sopesar todos los facto- inmediatamente; aunque se dijo que lo habían votado las Cortes, la decisión
o equivocarnos en los se había tomado en un pequeño conciliábulo del marqués de Villena con el
'a diluirse en batallas arzobispo de Sevilla y el contador Diego Arias Dávila. La opresión econó-
eundía la inmoralidad y mica se hacía sentir también sobre el clero. Entre Pío II y Enrique IV se había
on Guiomar de Cas- establecido, pese a las protestas de Carrillo, una estrecha alianza: el primero
ente expulsada de la permitía al segundo utilizar las rentas de Cruzada en fines que nada tenían
- difamaciones y calum- que ver con la guerra contra el Islanr": el segundo, en cambio, prestaba su
~ también otros aspectos ayuda en la obtención de un fuerte subsidio de cien mil florines con desti-
~O y Fonseca que, apar- no a la guerra contra los turcos.". Para llevar a cabo esta segunda operación
También entraba en fue enviado a la Península el colector Antonio de Veneris; la amistad de este
ojados un día de sus personaje con el rey llegaría a ser un factor decisivo.
~ o se presentasen sig- El marqués de Villena, al comenzar el año 1459, se sentía bastante fuer-
codiciosos que espe- te en el poder como para destruir a sus enemigos. Muerto Alfonso el Mag-
= s. Pero nos engañaría- nánimo,Juan II, ahora rey de Aragón, superviviente único de los «infantes»,
eres es más nobles y tenía que atender con prudencia a los negocios de su reino.Villena entró en
algo más que un negociaciones con él, usando su calidad de ministro prácticamente univer-
_ .:0. proporcionándose a sal. Convenía asegurar la paz entre las dos coronas y, para ello, nada mejor
- -O odemos olvidar que que acudir a los matrimonios: por primera vez se habló entonces de casa-
\ '
:: - ionar la imagen única miento entre dos niños, Isabel, la hermana de Enrique IV, y Fernando, hijo
del segundo matrimonio de Juan y nieto, por su madre, del almirante. Era
un modo indirecto de apartar a este último de las intrigas que se adivinaban.
38 El conde de Arcos denunció el trato del al rey. Carta de Enrique Iv, 10 julio 1459, !'
--~--~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~==~~~~~~
-~ -- - - - -- - -
oder en la Castilla del sobre el soberano aragonés; no estaba dispuesto a regatear medios para im-
de la Casa, el Infanta- pedirla. Cuando el Príncipe de Viana, ante las presiones ejercidas, fue puesto
e,desde 1463,habien- en libertad el 25 de febrero de 1461, se volvió agradecido a su primo de
e os los que encabeza- Castilla reforzando con él su alianza. Enrique IV prometió a los catalanes ayu-
oridad monárquica, la darles en la defensa de su status y a Carlos en la recuperación de su reino de
o de don Álvaro de Navarra.
eroz entre Pacheco y Villena explicó entonces al rey que no estaba en condiciones de enfren-
~"i1camente imposible que tarse a una guerra de dos frentes; y dos habría si la Liga seguía su marcha.
trató de resarcirse de la Reunidos en Yepes, los «grandes» habían elaborado finalmente un programa
u nieto, Diego, casaría de cuatro puntos, que Diego de Quiñones se encargó de presentar al rey:
-o e así la usurpación'". restablecimiento de la justicia que estaba quebrantada, significándose con
a sus amigos de cuan- los despojos cometidos con otros nobles; sustitución de los malos consejeros
pl::llSta oficial, Diego Enrí- a quienes se responsabilizaba; reconocimiento oficial del infante Alfonso como
rés de Fonseca, noti- príncipe heredero; y conservación de privilegios y preeminencias de la noble-
Liga, experimentó un za. Era ya un programa político. Enrique IV, convencido probablemente de
rionado. Entonces, por que necesitaba ganar tiempo para volcar sus recursos en los reinos orienta-
F'-'..o.d~.•..,ó con el Príncipe de les, siguió el consejo de Villena y aceptó negociar con la Liga, reconociendo
_~ : ese él, y no Fernan- en ésta cierta legitimidad. Para negociar dio al marqués plenos poderes. Los
:'_ esta última más ven- nobles, por su parte, los otorgaron a don Pedro Girón. De modo que los dos
_.>.-"d.gÓn.
Carlos de Viana hermanos volvían a tener en sus manos los resortes del poder'". En ningún
.ob:ll!dLllteEnríquez pudo momento procedieron solos.
J..L:","""cua.. Consecuencia: el 2 Mientras Enrique IV realizaba una brillante operación en Navarra --se
hizo dueño de Laguardia, Los Arcos, San Vicente de Sonsierra yViana- obli-
eses no aceptaron la gando de este modo aJuan II a procurar una reconciliación con su hijo, Pache-
~ara que les ayudase. co y Girón convocaban una junta de los principales miembros de la gran-
menzó a levantar tropas. deza, en un lugar situado entre Sepúlveda y Buitrago. Quedaba entendido que
""~'C"'",..,.da
al mismo tiempo, tenían el respaldo de los otros nobles. Participaron en la reunión Carrillo, el
ipado, atrajo el bene- almirante, Santillana, el primogénito del conde de Haro, tres Manrique, Pedro,
ués de Villena traba- Rodrigo e Íñigo, y Pedro González de Mendoza, obispo de Calahorra. Nin-
. oria de Enrique IV guno pretendía, verdaderamente, defender a la persona de Enrique IV sino tan
sólo fijar condiciones para el gobierno de la Monarquía en años venideros.
-----
NOBLEZA Y MONARQUÍA 295
¿ almirante, temían que de Navarra, pero al llegar el mes de agosto no existía duda en cuanto
rotegido. Los Men- al nacimiento de un vástago, que se ignoraba si fuese varón o hem-
argo, al término de las bra. De este modo el capítulo central del acuerdo, reconocimiento de
daza, a cambio de la Alfonso, quedaba en suspenso hasta nuevo aviso. La entrega del poder
:I-..:.:--'-<lUa integridad para sus a la Liga, buscando un respaldo que ahora el rey necesitaba más que
- ~ para ser, en adelante, nunca, marca un hito en la Historia de Castilla. Los nobles podrían,
onstantes, leales servi- en adelante, intervenir en el nombramiento de los miembros del Con-
in de la Cueva que, por sejo y en las decisiones que desde él habrían de tomarse, una línea
Oo....-~o1-, había venido a inte- que se mantendrá incluso después de la consolidación del poder monár-
-caza,
quico por los Reyes Católicos. Los grandes podían sentirse satisfechos:
zzenían el programa que el «bien del reino», tal y como ellos lo entendían, se había alcanzado.
o del rey sosteniendo
.:-tazo de respiro, de abril y, sin embargo, desde el 26 de agosto de 1461 asistimos a un lento des-
~ - zrique Iv, dar cuenta al gaste de la figura y poder de Enrique IV Lenta agonía entre dos tendencias,
e él un respaldo. Para la que con los Mendoza pensaban que era suficiente y que a la propia aris-
e, conde de Paredes de tocracia convenía conservar el poder de la Corona, y la que, con Pacheco y
--Z 'os dos peligrosos her- Girón, sobre todo, aspiraba a seguir aprovechando la oportunidad para nue-
"- almirante y a Rodriga vas ganancias. Enrique IV carecía de las condiciones biológicas indispensa-
o como portavoces bles para enderezar la situación. En 1461, terminando el proceso que se ini-
esto, Pacheco comu- ciara en 1420, la nobleza se hallaba ya asentada de modo estable en dos
se daba a Carrillo un categorías. Mendoza,Velasco, Enríquez, Pimentel, Guzmán, Ponce de León,
..- -
- , ir, en buena hora, a
Cerda, Manrique, Osario y Pacheco se consideraban como «grandes» sin posi-
esi tirse, mostrando al ble discusión; presumían de antigüedad, aunque para ello tuviesen que inven-
erle. Hay un matiz tar leyendas. Para hacerla más notoria los Manrique se llamaban «de Lara» y
0 procuraba
•.••.•...
--"-
.••. escoger los Pacheco rescataron el apellido Téllez de honda raigambre palentina.
De una manera especial Pedro Girón, maestre de Calatrava, recogió los
frutos de su labor de concordia. El 6 de julio de 1461 le fueron entregadas las
• en explicar las cir- villas de Fuenteovejuna y Belmez, despojando a la ciudad de Córdoba de su
con la Liga, el 26 de jurisdicción. Su intención era cambiar estas villas por las de Osuna y Cazalla,
~e:::::o una gran importan- pertenecientes a su propia Orden, a fin de crear con ellas, más Marón y Ara-
Juana esperaba des- hal, que permutara previamente con el maestre de Alcántara en las amplias
,,~-..~rncirse a fines de mayo
dehesas de la baja Andalucía, un señorío fuerte para el mayor de sus bastar-
el rey en la campaña dos, Alfonso Téllez Girón -había otros dos, llamados Juan y Rodriga- todos
296 LUIS susaaz FERNÁNDEZ
-,
los cuales habían sido legitimidados en virtud de una bula papal. Así nació la nia deljuramento CL~
Casa de Osuna. Las tenaces resistencias que el maestre encontró sirvieron tan qués de Villena, y o
sólo para que no pudiera darse cumplimiento a este plan hasta 1464. que se conservan, p--
Dos acontecimientos, a los que nos hemos referido, introdujeron cam- la niña Juana tuviese -
bios muy profundos en la situación: el estallido de la revuelta catalana, antes condición de que A'f
incluso de que pudieran estudiarse las compensaciones que al rey de Aragón de que las mujeres ~
se ofrecieran en el pacto del 26 de agosto, y la aparición de una heredera en de Urraca era nega .
Castilla. El 22 de julio de 1461 se había producido un relevo en el trono de habían limitado a cr~
Francia al suceder Luis XI a Carlos VII; la alianza franco-castellana, que duran- vamente.
te un siglo fuera eje ordenador de la política exterior de los Trastámara, expe- Con ocasión de . -c - ..-
rimentó un eclipse. El 23 de setiembre del mismo año falleció el Príncipe juzgaron significativas:~
de Viana. A la vista de los choques que se produjeran entre padre e hijo en tavoz de la Liga, fue -
los últimos tiempos, era dificil convencer a la gente de que no se trataba de de conde de Ledesma.: __
'"
un oportuno envenenamiento. Ahora un nieto del almirante de Castilla se ra, destinado a desemp
convertía en heredero de la Corona de Aragón. En Cataluña el estado de importante refuerzo
•
agitación derivaría, en poco tiempo, en revuelta franca. gos. Comenzaba a
Tras siete años de matrimonio infecundo, y cuando se daba por com- malintencionado, de
probada la impotencia del rey, nació efectivamente descendencia de la reina Durante dos añ
Juana. Pero no era un niño, sino una niña, que vino al mundo en Madrid el afirme expresamerr
28 de febrero de 1462. Fue bautizada con el ceremonial acostumbrado por 1462 a 1464, gozne ::::
el arzobispo de Toledo y le sirvió de madrina -el dato es importante-- su neos, gira el reinado
tía la infanta IsabeL La costumbre castellana no se oponía a que una mujer convertirse en pun
sucediera en el trono. Se convocó a los procuradores en Madrid para el 9 de tradicional aliada de
mayo a fin de que prestaran el juramento. No sabemos nada de estas Cortes, terre (3 de mayo de :
salvo que los cuadernos se contestaron dos meses más tarde". En la cererno- lanes a cambio de dos ==
llón y Cerdaña en G'
44 De acuerdo con el acta de protesta que redactó Villena, sabemos que los nobles
juraron individualmente en los días 9 y 10 de mayo, y no en ceremonia. Enrique IV dio 45 La protesta, que se
respuesta a cuadernos de Cortes estando enToledo el 20 de julio. Cortes, rrr,págs. 702-740. es muy ambigua: no se
Tarsicio de Azcona, lsabella Católica, Madrid, 1964, pág. 39, piensa que se celebraron dos no se aceptaba la legiñn:rih.-
Cortes, unas en Toledo y otras, antes, en Madrid. Resulta extraña la doble convocatoria en car simplemente, como r:::.Z
tiempo tan corto. Si aceptamos las Cortes de Toledo nos vemos impulsados a concluir que rirse en este caso a la h
la ceremonia de Madrid no fue de Cortes. veces nos sentimos inc)j~:o~cs
----~-- ~ ---
nia del juramento Carrillo tuvo a la niña en sus brazos. Pero entonces el mar-
qués de Villena, y otros nobles con él, redactaron no menos de dos actas,
que se conservan, protestando de que se les obligara a jurar, no creyendo que
- : o, introdujeron cam-
la niña Juana tuviese derecho de herencia'". La Liga no había olvidado la
revuelta catalana, antes
condición de que Alfonso fuese reconocido como heredero. La condición
•....•.
'-'~;=que al rey de Aragón
de que las mujeres reinaran no estaba claramente establecida: la memoria
- rón de una heredera en
de Urraca era negativa y, en los otros casos, Berenguela y Juana Manuel se
relevo en el trono de
habían limitado a transmitir las funciones a su hijo y a su marido respecti-
"""-_l...~-,"",-.••..•tellana, que duran-
vamente.
os Trastámara, expe- Con ocasión de las fiestas,hizo Enrique IV dos promociones, que muchos
- o falleció el Príncipe
juzgaron significativas: Diego Fernández de Quiñones, que actuara como por-
~ entre padre e hijo en tavoz de la Liga, fue conde de Luna, y Beltrán de la Cueva recibió el título
que no se trataba de de conde de Ledesma, dejando la mayordomía para el converso Andrés Cabre-
aírmrante de Castilla se ra, destinado a desempeñar un brillante papel. Los Mendoza recibían un
~ - Cataluña el estado de importante refuerzo en la Corte, cosa que sin duda disgustaba a sus enemi-
gos. Comenzaba a circular el rumor, que hemos de considerar gratuito y
o e daba por com- malintencionado, de que don Be1trán era el verdadero padre de la criatura.
endencia de la reina Durante dos años ningún documento llega a nuestras manos en que se
afirme expresamente la ilegitimidad de Juana. Se trata de años clave, los de
1462 a 1464, gozne en torno al cual, ya en la opinión de sus contemporá-
neos, gira el reinado de Enrique IV La cuestión catalana había llegado a
convertirse en punto capital de la política europea. Volviendo la espalda a su
tradicional aliada de Castilla, Luis XI firmó con Juan II el tratado de Sauve-
terre (3 de mayo de 1462) otorgándo1e ayuda militar contra los rebeldes cata-
lanes a cambio de dos ganancias decisivas: depósito de los condados de Rose-
llón y Cerdaña en garantía del sustancioso préstamo, y entrega de la Corona
- sabemos que los nobles
- onia, Enrique IV dio
45 La protesta, que se conserva en elArchivo de Frías,copia rnicrofilmada en elA.H.N.,
Cortes, III,págs. 702-740.
es muy ambigua: no se explican en ella las causas de la negativa. Se da la impresión de que
7:;:"
e .~-=l.Oii que se celebraron dos
no se aceptaba la legitimidad, pero ese «a quien por derecho no corresponde» puede indi-
doble convocatoria en
car simplemente, como más tarde se indicó alguna vez, que el hermano varón debía prefe-
ulsados a concluir que
rirse en este caso a la hembra. La sucesión no estaba tan rigurosamente establecida como a
veces nos sentimos inclinados a pensar.
298 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
de Navarra a Gastón de Foix, yerno del aragonés, uno de los grandes nobles de que se le ofrecía, hallarcc]
Francia. Para ello había que desheredar o hacer desaparecer a Blanca, verda- ellos. Esgrimieron
dera heredera de Navarra, esposa divorciada de Enrique IV Éste se convir- demasiado costosa, el ,-
tió, por muchas razones, en suprema esperanza de los catalanes". Sabiendo impuestos; no hacía -
que se la conducía a la muerte, Blanca remitió a su antiguo esposo una car- de consumo, a fin
ta cediéndole sus derechos sobre Navarra. En efecto su hermana Leonor y bispo se limitaron a
el conde de Foix, marido de ésta, se encargaron de hacerla desaparecer. necesario para pagar-
Las victorias obtenidas durante este año en la guerra de Granada, batalla En tales circurs-,,....~
del Madroño, conquista de Archidona, incorporación de Gibraltar, aunque no amenaza que sobre
contasen con la participación directa de don Enrique, elevaron el prestigio tuvo uno de esos dec
castellano. Por otra parte, si se prescindía de los descendientes de Fernando de ante sus ministros. ~~
Antequera, el castellano era el que contaba, como descendiente de Pedro Iv, dijo con amargura :-
con mejores derechos. Por todas estas razones la Generalidad de Barcelona dudado en lo más ~
decidió proclamarle rey de los catalanes el 11 de agosto de 146247• En un dencia ni de deseos d =
primer momento don Enrique aceptó con entusiasmo. A fin de cuentas las 26 de agosto de 1-i-~_
concesiones a la Liga el año anterior tenían, entre sus motivos, el de dejarle nobleza. En 1463 ~,;
las manos libres en la frontera del Este. Los refuerzos enviados desde Casti- Eduardo IV de Yo
lla sirvieron para que se levantara el primer asedio de Barcelona. no y los de Castilla :- -
En este momento el arzobispo Carrillo y el marqués de Villena, con Por su parte Luis
muchos de los que formaban parte de la Liga, habían tomado la decisión. como mediador en
Había que evitar una victoria del rey en este trance, ya que equivaldría a la Bajo cuerda había
desnivelación de las fuerzas. Estaban en muy directa relación con la reina,]ua- garantizaba a los F
na Enríquez, hija del almirante, a la que su marido entregó, el 23 de noviem- La traición fue
bre, plenos poderes para negociar y concluir'". De este modo, cuando los pro- dura palabra. Los co
curadores llegaron a Almazán, para incitar a Enrique a que tomara la corona empujar al rey a Cf~~_.-
Enrique y Luis en
46 Enrique, presionado por sus propios consejeros, había, sin embargo, aceptado un prin- el monarca galo pro
cipio de arreglo (22 de marzo de 1462) consistente en poner Viana en tercería, devolver los plimiento. Enrique
otros puntos ocupados en Navarra y reconocer a Juan II rentas de tres millones y medio de ña; a cambio de esto ->
----- - -------=--- -
NOBLEZA Y MONARQUÍA 299
"'"os grandes nobles de que se le ofrecía, hallaron la oposición del Consejo, con no poca sorpresa para
:: recer a Blanca, verda- ellos. Esgrimieron para la negativa, un argumento: la aventura podía resultar
- . ue IV Éste se convir- demasiado costosa, el tesoro real estaba exhausto, y el reino harto de pagar
__ catalanes". Sabiendo impuestos; no hacía mucho tiempo que se publicaran tasas en los productos
o esposo una car- de consumo, a fin de frenar la inflación": De modo que el marqués y el arzo-
hermana Leonor y bispo se limitaron a exigir que la Generalidad comenzara enviando el dinero
erla desaparecer. necesario para pagar a los soldados.
H de Granada, batalla En tales circunstancias, solicitado por actitudes opuestas y sintiendo la
.:.Gibraltar, aunque no amenaza que sobre aquella niña de poco más de un año pesaba, Enrique IV
__ o elevaron el prestigio tuvo uno de esos decaimientos de carácter propios de su naturaleza. Cedió
e tes de Fernando de ante sus ministros. Si a Juan 11 le hubiesen ofrecido la Corona de Castilla,
e diente de Pedro Iv, dijo con amargura y exactitud uno de los procuradores catalanes, no habría
eralidad de Barcelona dudado en 10 más núnimo.A los ojos de sus coetáneos no se trataba de pru-
47
o de 1462 . En un dencia ni de deseos de paz; el rey estaba mostrando debilidad. Aquel pacto de
o. _ fin de cuentas las 26 de agosto de 1461 significaba la entrega del poder, sin paliativos, a la alta
ocivos, el de dejarle nobleza. En 1463 perdió totalmente la iniciativa. No escuchó la propuesta que
enviados desde Casti- Eduardo IV de York, rey de Inglaterra, le sugirió de una alianza entre su rei-
.:.Barcelona. no y los de Castilla y Portugal para hacer frente a la vez a Luis XI y a Juan 11.
ués de Villena, con Por su parte Luis XI, a quien pronto llamarían «universal araña», se ofreció
amado la decisión. como mediador entre sus amigos, Enrique y Juan, a fin de salvaguardar la paz.
que equivaldría a la Bajo cuerda había hecho fuertes promesas a Carrillo y a Pacheco, mientras
-ón con la reina,Jua- garantizaba a los Foix que pronto serían reyes de Navarra.
~,el23 de noviem- La traición fue consumada; apenas caben paliativos en el empleo de esta
o cuando los pro- dura palabra. Los consejeros situados por la Liga unieron sus esfuerzos para
e tomara la corona empujar al rey a que aceptara el arbitraje francés, prenda de paz. Se vieron
Enrique y Luis en un lugar de la frontera, orillas del Bidasoa y, el 23 de abril,
aceptado un prin-
/Ls::::: ~ril:UJ'~, el monarca galo pronunció su arbitraje, sin poner mucho empeño en su cum-
~i~=::.:t en tercería, devolver los plimiento. Enrique IV debía renunciar a cualquier intervención en Catalu-
millones y medio de
ña; a cambio de esto tendría derecho a reclamar, como indemnización, la
~f==::::::ranexplicadas con deta- 49 Conocemos, al menos, dos decretos de tasas, uno de 9 de junio, otro del 12, referi-
•••••~ ,•••.1! m Cataluña, 1,Madrid, do este último sólo a Sevilla. J Torres Fontes, Estudio, pág. 483, Y Anales de Garda Sánchez,
jurado de Sevilla, ed. Carriazo, Madrid, 1953, pág. 46.
300 LUIS suxnsz FERNÁNDEZ
----- ~ - --
- . -
. a toda compensación
x. LA GUERRA CIVIL
confiscados. Fue, para
ograr para sí la merin-
dureza 'la conducta de
, . o en él, Enrique IV
~o - Pacheco ultimasen
muros de su amada
aguas que, al mez-
sque que rodeaba al 1. REACCIONA ENRIQUE IV Al consumarse el laudo arbitral de Luis XI
- -ones. Soledad y silen- quedaba al descubierto la naturaleza de las maniobras políticas realiza-
angustiada de un rey das por el marqués de Villena, especialmente a partir de 1461: se trata-
ba de reducir el prestigio del monarca, apartándole de aquellos cola-
boradores que hubieran podido ayudarle a fortalecer el poder real, a fin
de que su propio poder, no personal, sino en la cúspide de la oligar-
quía nobiliaria, no tuviera contrapartida. Era absolutamente imposible
impedir que don Enrique se percatara de esta situación e intentara
remediada. Durante los meses pasados en Segovia, disipados ya los
proyectos de hegemonía peninsular, permitieron al rey descubrir las
negociaciones que, con poco disimulo, Carrillo y Villena estaban
manteniendo con Juana Enríquez para invalidar, en la sentencia de
Bayona, aquellas cláusulas que significaban una pequeña compensación.
El arzobispo y el marqués seguían contando con la Liga de nobles,
que no había sido disuelta tras la consecución de sus objetivos, preci-
samente porque era plataforma de estabilidad para su poder. El rey de
Aragón la servía y, en parte también, se servía de ella.Tras el matrimo-
nio de Beltrán de la Cueva con la hija del marqués de Santillana, este
linaje era resorte extremo, capaz de aglutinar intereses de otros linajes
en el servicio a la Corona. Los Mendoza, grandes por su poder, ilus-
tres por la calidad de sus miembros, estaban separados de Pacheco por
una barrera de odio que no se apagaba. A ellos acudió Enrique IV
"
En muy breve espacio de tiempo, y sin que mediara un rechazo expre-
so de Pacheco y sus amigos -la energía del rey no daba, probablemente,
302 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
que demostraron. El primer paso a dar consistía en desmontar el poder que a los consejeros que
en la Corte, y fuera de ella, habían creado Pacheco, Girón y Carrillo. Apro- se hubiera visto ob~'1
vechando ciertas discordias entre los dos Fonseca, tío y sobrino, en torno a didos 4 .Atravesando
1 Entre 1463 y 1464 don Beltrán recibe dominios suficientes para colocarse entre los 2 Fonseca «el viejo, I
más poderosos del reino, sumándolos al condado de Alburquerque. Huelva fue un regalo cia, gravemente alterada;
del marqués de Santillana. Colmenar, La Adrada y Mijares estaban en el ámbito tradicio- de que luego cambi ,
nal del linaje. Úbeda fue donación directa del rey y las rentas de Toledo habían sido arre- Pero entonces el sob .
batadas a Juana Enríquez. A. Rodríguez Villa, Bosquejo histórico de don Beltrán de la Cueva, «Viejo»,mientras Carn....u, ~
tercer duque de Alburquerque, Madrid, 1881, págs. 144-146 y 152-153. Probablemente este 3 Fechada el 4 de ii
autor exagera las dotes políticas de don Beltrán. De lo que no podemos dudar es de su 4 La conducta de G=
lealtad hacia el rey. Miguel Lucas a entrar
.•• " <lo •
- .
e:. obispo Pedro González la mitra de Sevilla", Beltrán de la Cueva propuso a Enrique IV un viaje por
Andalucía: administrando justicia y atendiendo las quejas, podía el monarca
eal'. Algunas veces se ha
cimentar su autoridad. Pedro González de Mendoza, con el Consejo Real,
- :.,. e don Álvaro de Luna,
permanecería en Madrid; Carrillo y Villena, que debían permanecer en esta
1-"""' __=0:.- que impiden el cotejo.
villa, cada vez más utilizada como Corte, se vieron desconcertados ante la
•••••. "'""'-'.<UJ' an de nuevo enfrenta-
firmeza con que el rey les ordenó que no se moviesen hasta su regreso. Es
rocuraban fortalecer la
muy probable que uno de los objetivos del viaje fuese permitir al duque de
~~ma de los Reyes Cató-
Alburquerque, investido de mando sobre la frontera, proceder a la recluta
'-ft •••..•••..•
'•.•. ez le llamarán «tercer
de tropas. En cualquier caso suponía una orientación política muy nueva: cas-
eroso clan guadalajare-
tigos duros, incluso crueles, a los amotinados de Sevilla; aclamaciones a la per-
ido demasiado lejos en
sona del rey en algunos pueblos que le veían por primera vez; captación de
enía estabilizar el poder
la alianza de la Casa de Medina Sidonia; entrega de la fortaleza de Gibraltar
o otras familias serán al propio don Beltrán.
Aquel mes de enero de 1464 Enrique IV conoció uno de sus momen-
- promociones, confisca- tos de popularidad, que hubiera podido aprovechar. En Gibraltar se reunió
an su posición. El pro- con su cuñado Alfonso V de Portugal durante ocho días. Hablaron del medio
° intereses de la noble- de fortalecer la alianza entre las dos dinastías por la vía que diera ya buenos
resultados. Por eso se habló de un posible matrimonio de Alfonso V, viudo
nas individuales con- reciente, con la infanta Isabel, que en estos momentos estaba libre de com-
- eclesiástico, Pedro Gon- promiso. De Gibraltar pasó a Écija y comenzaron a recogerse datos acerca
I~":""':"'~ evitaba alardes innece- de la conspiración que Pedro Girón, miembro conspicuo de la Liga, estaba
energía e inteligencia, urdiendo contra el rey. Éste escribió una carta extraordinariamente violenta
~ desmontar el poder que a los consejeros que habían quedado en Madrid'i.justificando con ella que
I--'_-"~Girón y Carrillo. Apro- se hubiera visto obligado a suprimir los poderes que al maestre tenía conce-
sobrino, en torno a didosl.Atravesando tierra musulmana, don Enrique llegó aJaén en donde fir-
Is, s==errres para colocarse entre los 2 Fonseca «el viejo» había aceptado pasar de Sevilla a Santiago a fin de pacificar Gali-
~.--.....,.:~erque.Huelva fue un regalo cia, gravemente alterada; entre tanto, su sobrino recibiría la mitra hispalense, bajo condición
an en el ámbito tradicio- de que luego cambiarían de sede. La bula de Pío II de 17 enero 1463 dispuso la permuta.
Toledo habían sido arre- Pero entonces el sobrino se negó. Los Mendoza y Medina Sidonia con el rey apoyaban al
-2-153. Probablemente este 3 Fechada el4 de febrero de 1464.AGS. Estado.Castilla, leg.I-L°,foL 126.
o podemos dudar es de su 4 La conducta de Girón rayaba en traición. El 12 de enero había tratado de inducir a
Miguel Lucas a entrar en la Liga, Hechos, págs. 186-187.
304 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ
mó buenas treguas con Navarra. Pero firmar cartas que los consejeros le
presentaban no era lo mismo que plantar cara al enemigo: cuando Pedro Girón
llegó a Jaén y se incorporó a la Corte, la energía de Enrique IV volvió a fla-
quear: el 22 de marzo de 1464 confirmó el cambio de Belmez y Fuenteo-
vejuna con la Orden de Calatrava y el 22 de mayo Alfonso Téllez Girón fue
investido de mayorazgo de Osuna., Cazalla y Archidona. Comenzaba así la
andadura de una nueva Casa grande.
No obstante esta muestra de debilidad, cuando Enrique IV vuelve a ins-
talarse en el viejo alcázar madrileño, al comienzo de la primavera, era evidente
que tornaba con su autoridad y prestigio un tanto acrecidos. Nuevos alia-
dos, como Nápoles e Inglaterra, buscaban su amistad. El odio se acumuló con-
Juana; la exp~
tra el valido Beltrán de la Cueva, a quien se hacía responsable de esta recu-
enella~
peración; era conocido el proyecto del rey de hacerle maestre de Santiago. había nací
Venenosos insultos se vertieron contra su persona. En el mes de abril de este
año Enrique y Alfonso V habían vuelto a reunirse en Villafranca de Puente
del Arzobispo y entonces parece que el compromiso de un futuro matri-
monio de Alfonso V con Isabel, que cumplía ahora doce años, fue tratado más
en serio. Los nobles se asustaron y contra este proyecto de unión alzaron su
bandera: la alianza entre los dos países podía poner fin a las revueltas inte-
riores. Claramente se entraba en un choque entre Monarquía y nobleza: así
podríamos definir la guerra civil que entonces comenzó pues se enfrenta-
ban los dos programas de refuerzo o debilitación del poderío real. No se ha No nos engañemost é]
prestado suficiente atención a un punto: aquellos que, como Mendoza o Velas- cialmente estorbar la .,
co, apoyaban ahora a don Enrique, fueron luego colaboradores de los Reyes
tes que figuraban co
Católicos.
cuanto a los sentimien
especial consideració
2. SE INICIA LA REVUELTA.El 16 de mayo de 1464, Alfonso Carrillo,
marido de Isabel dej
Juan Pacheco y Pedro Girón firmaron un manifiesto, invitando a
dición de freire militar
otros nobles a unirse a ellos, en términos que significaban una decla-
Seguramente pe
ración de guerra. Ningún testimonio mejor deja violencia que se
que conduce al tro
preparaba que las expresiones que encontramos en el propio docu-
Enrique IV res
fusa y débil. Entregó
5 El documento en Colección diplomática, págs. 302-304. envió un procurador
e los consejeros le
mento". «Somos ciertos», decía, «que algunas personas -podemos
- :cuando Pedro Girón
leer aquí Beltrán de la Cueva y Pedro González de Mendoza-
.que IV volvió a fla-
con dañado propósito, tienen apoderada la persona» «del infante don
- Belmez y Fuenteo-
Alfonso y así mismo la persona» «de la infanta Isabel, y no sola-
o Téllez Girón fue
mente esto, mas somos ciertos que tienen hablado, acordado y asen-
•••••-"';U4.. Comenzaba así la
tado de matar al dicho señor infante y casar la dicha señora infanta
donde no debe ni cumple» sin dar cuenta de ello a los grandes, «a
fin de dar la sucesión de estos reinos a quien de derecho no viene
ni le pertenece». Era la primera vez que en un documento llegado
a nuestras manos se niegue de modo tan palmario la legitimidad de
o se acumuló con-
Juana; la expresión es lo suficientemente ambigua para que quepan
nsable de esta recu-
en ella afirmaciones distintas: que la niña no era hija del rey, que no
estre de Santiago.
había nacido de legítimo matrimonio, o que debía preferirse al
es de abril de este
hermano varón. Los conjurados en este punto no ocultaban sus inten-
-illafranca de Puente
ciones de «sacar los dichos señores infantes de la dicha opresión» para
un futuro matri-
tenerlos bajo su custodia y amparo. Los tres firmantes se compro-
- o ,fue tratado más
metían a «dar aquella misma parte de la guarda e tenencia de ellos
unión alzaron su
al otro o a los otros». Una vez en su poder, «todos tres juntamente»
revueltas inte-
«procuraremos los casamientos que entendiéremos que les convie-
r-'t~[ln;L.'"'Quia
y nobleza: así
nen y pertenecen a honra suya de ellos y de la corona real».
ues se enfrenta-
erío real. N o se ha
¡., Mendoza oVelas-
•••..•.•..•.u
No nos engañemos; al honrado trío de grandes políticos importaba espe-
cialmente estorbar la alianza con Portugal y tener en sus manos a los infan-
~o:;¡¡ldoresde los Reyes
tes que figuraban como posibles sucesores en el Testamento de Juan 11.En
cuanto a los sentimientos de Alfonso e Isabel no parecen haberles merecido
especial consideración. N o pasará un año y Girón se estará proponiendo como
. Alfonso Carrillo ,
marido de Isabel dejando en el olvido la enorme diferencia de edad, su con-
:r:::.;;t::rrnesto,
invitando a
dición de freire militar y la hermosa lista de hijos bastardos que ya poseía.
caban una decla-
Seguramente pensaba que era un buen camino para avanzar por la escala
violencia que se
que conduce al trono. Sobre ello volveremos.
"'" el propio docu-
Enrique IV respondió, de acuerdo con su costumbre, de una manera con-
fusa y débil. Entregó en secreto el maestrazgo de Santiago a don Beltrán, y
envió un procurador de confianza, Suero de Solís, a Roma, para que nego-
306 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ
-,
ciase la bula conveniente. Esta gestión requería su tiempo. Mientras tanto
rey sino contra los cozs _
entraba en negociaciones (junio de 1464) con quienes tan gravemente le inju-
_aran el plan de las
riaran. Pacheco se mostró dispuesto a trasladarse a la Corte si le daban rehe-
eñalado como fec
nes y le fueron concedidos. En todo momento mantenía el contacto con otros
o de San Pedro de
nobles que estaban comprometidos en el mismo propósito: dar a don Alfon-
y su hermano el -
so la sucesión, bien que una vez que estuviese bajo custodia de los tres parien- uestos a caer
tes. Podemos decir que la guerra se inició sin que se produjeran de momen- El plan salió
to hechos de armas. Villena estaba ahora en Madrid, moviendo los hilos. oticia de que el a' , -
Mensajeros suyos, entre los que figuraba el cronista Alfonso de Palencia, fue- onso en Valladoli
ron despachados a Roma para impedir que el Papa -ahora Paulo I1- fir- ::.abían puesto en IT..a-~
mara la bula. El Pontífice confiaba más en el monarca que en sus consejeros ~ adhesión que la =
y don Beltrán fue confirmado en el maestrazgo. Pero Pacheco, alimentando apellido, cinco mil
discordias, había conseguido que el viejo Fonseca y sus parientes, los Stúñi- .:.defender a don F~
ga, volviesen a militar bajo sus banderas. Dos veces, en Madrid y en Segovia, el regreso a s~
intentó el marqués «rescatan> la persona del rey; en ambas fracasó, pero el autor Quebrado e
del proyecto no fue castigado. " - -e de la operación ~
El 16 de julio de 1464 la Liga recibió un refuerzo definitivo: Juan II de -':as 26 a 28 de setie::;:0_
Aragón se declaraba dispuesto a reconocer el derecho preferente de don Alfon- y al regirnie
S06. La afirmación de la preferencia en línea masculina era algo que a él con- tros estamento
venía. Cobrando ánimos, Villena convenció a los condes de Plasencia y de - odía conyo
Alba para que fuesen a proponer al rey una entrevista en la que pudieran : se menciona
tomarse las medidas convenientes para poner fin a las discordias.Y Enrique .• rvarez de Toledo.
aceptó. Es difícil comprender las razones que pudieron moverle a este paso, =z_-\lmazán Sin
pero, entre ellas, a juzgar por los acuerdos que después se tomaron, una esta- rnanas en un documr-..
ba íntimamente relacionada con el destino de Juana. En aquellos momentos ae se acusaba direccaza
las esperanzas de obtener nueva sucesión, pese a los médicos, se habían disi- ;-n~sulmanes
pado. Los miembros de la Liga, que no entendían estar luchando contra el y la justicia: en=~=
-~ de los infantes ::' ':'
-C1Ía de palia: -
6 Colección diplomática, pág. 323. Aclara muchas cosas:Juan II dice que se adhiere por
_ev.l- es
el «honor del dicho rey y de la reina doña Juana, su mujer» (ninguna duda sobre su legiti-
midad) pero también «por el honor y utilidad del infante don Alfonso su hermano, primo-
génito heredero de los dichos reinos». De este modo se negaba a la niña Juana su derecho a
figurar como primogénita heredera. ¿Se trataba de la sucesión masculina o de algo más?
Publicado
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NOBLEZA Y MONARQUÍA 307
momentos tanto Alfonso como Isabel, todavía niños, estaban lejos de los ciación, que no podía
que en Burgos lanzaran tamaña acusación. Dentro del grupo que formaba la Cabe preguntarse por
Liga, había un sector que no se conformaba con menos de conseguir la inme- del carácter de don Erm
diata destitución de don Enrique, sustituyéndolo por Alfonso que, dada su todo la preocupació
8 de ilegítima? Como
corta edad, sería apenas un instrumento durante algunos años más • n•...;~
En Valladolid, adonde se había trasladado para estar más cerca del esce- una confesión de derr
nario de los sucesos, hizo examinar la propuesta por los miembros de su Con-
sejo. Beltrán de la Cueva, Lope de Barrientos y Pedro González de Mendo- 3. LA SENTENC-..~_
za propusieron una acción militar inmediata, aprovechando la superioridad
que tenía el rey. El cronista áulico, Diego Enríquez de Castillo, nos dice que
Enrique dijo entonces al obispo de Cuenca: «bien parece que no son vues-
tros hijos los que han de entrar en la pelea ni os costó mucho de criar». A 10 pnmera es
que el prelado contestó con amargura, como maestro a discípulo: «quedaréis
por el más abatido rey que jamás hubo en España y arrepentiros heis, señor,
cuando no aprovechares". Sucedía esto, según el capellán, el 14 de octubre
de 1464. Contra la voluntad de sus amigos fieles, el monarca optó por la nego-
en adelante, ~
que IV fue eng •..
8 En mi Enrique IV, págs. 288 Y SS., me ocupo con más detalle de esta cuestión. Sigo
pensando que el manifiesto (Colección diplomática, págs. 327-334) no fue presentado al rey
Entremos, pues,
porque no era un esquema de negociación sino un panfleto, aunque, desde luego, el rey y
sus ministros tuvieron noticia de él porque fue ampliamente difundido. A don Enrique se
guos consejeros, cele
• fumó un acuerdo el --
le entregó el de texto más breve (ibidem, págs. 334-335) en el cual se presentan las deman-
das en línea con las que al principio se formularan. Los nobles aparentaban creer que el ería jurado por las Corc
monarca estaba prisionero de aquel reducido equipo que formaban Beltrán, el obispo y sus condición -(~unto co- -
colaboradores. Por consiguiente tanto el soberano como los infantes tenían que ser resti-
casarse con «la señora
tuidos en su libertad, pasando al poder de los nobles que representaban la legitimidad del
reino. En favor de este argumento tenemos el hecho de que el manifiesto carece de firmas, ra pnncesa case con o
que aparecen sin embargo en el documento más breve. los términos para que -
Había otra cuestión marginal. Entre las acusaciones que se formulaban contra el rey, que la legitimidad pe
figuraba que éste daba su apoyo a conversos. Es cierto que algunos, como Andrés Cabrera,
Fernando Díaz de Toledo o Diego Arias Dávila con su familia, siendo de esta condición,
gozaban del favor real. Pero sería erróneo creer que don Enrique haya desarrollado este \O Creo que es muy
tipo de política. Se muestra más bien cambiante en su conducta e inclinado a tomar deci- do señala que la clave del ="
siones puramente políticas. de princesa a Juana, ya que J:'
- - --------------
~. - os, estaban lejos de los ciación, que no podía significar otra cosa que capitulación de la Monarquía.
1grupo que formaba la Cabe preguntarse por las razones de esta decisión: ¿era sólo consecuencia
os de conseguir la inme- del carácter de don Enrique, siempre dispuesto a plegarse, o brillaba sobre
_ r Alfonso que, dada su todo la preocupación por el destino de esta niña, a la que estaban tratando
os años más", de ilegítima? Como quiera que sea, negociar en aquellas circunstancias era
estar más cerca del esce- una confesión de derrota.
miembros de su Con-
- ID Conzález de Mendo-
3. LA SENTENCIADEMEDINADELCAMPO.La negociación fue plante-
~ bando la superioridad
ada por el marqués de Villena, que de nuevo estaba frente al rey
e Castillo, nos dice que
pero en la cresta de la ola, en tres etapas sucesivas, ocultando a sus
parece que no son vues-
interlocutores los naipes que guardaba para la puesta siguiente. La
, mucho de criar». A lo
primera estaba destinada a conseguir el relevo de don Beltrán y los
a discípulo: «quedaréis
otros consejeros, haciéndose además entrega del infante Alfonso. La
arrepentiros heis, señor,
segunda debía poner la persona del monarca en poder de los gran-
_ Ilán, el 14 de octubre
des de la Liga. La tercera procedería a la reforma del Consejo que,
F zaonarca optó por la nego-
en adelante, sería dominado por los grandes. Probablemente Enri-
que IV fue engañado mediante promesas y medias palabras .
......",uc='-'Ule
de esta cuestión. Sigo
no fue presentado al rey
p:::. =::1Jque,desde luego, el rey y
Entremos, pues, en la primera fase: una entrevista del rey con sus anti-
- dido. A don Enrique se guos consejeros, celebrada entre Cabezón y Cigales, afueras de Valladolid. Se
se presentan las deman- firmó un acuerdo el 25 de octubre del año que estamos siguiendo. Alfonso
aparentaban creer que el sería jurado por las Cortes «primogénito heredero» pero con la inexcusable
P:;=X:nIl Beltrán, el obispo y sus
condición -(~unto con esto» es el término empleado- de que habría de
res teman que ser resti-
~~~uban la legitimidad del casarse con «la señora princesa doña Juana» 10 sin «que jamás ... la dicha seño-
=>. •••.•••. mnesto carece de firmas, ra princesa case con otro ni él con otra». Había suficiente ambigüedad en
los términos para que dejara satisfechas a las dos partes. Podía entenderse
ulaban contra el rey,
que la legitimidad pertenecía a Alfonso, o, al contrario, que él la estaba reci-
I;&.J:;-'::::lD5. como Andrés Cabrera,
_--- ssendo de esta condición,
- __e haya desarrollado este 10 Creo que es muy acertada la observación que hace T.Azcona, op. cit., pág. 83, cuan-
e inclinado a tomar deci- do señala que la clave del pacto estaba en el tratamiento de infante que se daba a Alfonso, y
de princesa a Juana, ya que podía entenderse que se le reconocía como heredero en vir-
tud de matrimonio.
310 LUIS susnsz FERNÁNDEZ
-,
biendo en cuanto esposo de su sobrina. Se borraba la injuria que en el juraron como futur
manifiesto se vertiera. tituir una comisió
Es indudable que el monarca pagaba, por este arreglo, un alto precio, Monarquía. La fa
pues el infante Alfonso era entregado al marqués de Villena, convertido en Saavedra, en nonib
su tutor, junto con la administración del maestrazgo de Santiago, del que en el de los nobles. --
debía ser despojado don Beltrán, ya que en el Testamento de Juan II estaba quien correspondería
previsto que fuese del infante. Al de la Cueva se compensaba con título de Pero el documento _
duque de Alburquerque y las villas de Roa, Aranda, Molina y Atienza, a las los nobles y entregaco
que Enrique IV añadió Cuéllar en señal de afecto. Permanecería alejado de do a Medina del ~
la Corte seis meses a fin de que se consolidara un Consejo que hoy llama- De este modo :=-
ríamos gabinete de concentración pues además de los conspicuos miem- público el dictamen -=
bros de la Liga entraban en él don Pedro González de Mendoza, Íñigo López, la Liga porque al1.U=..:L
vizconde de Torija, y el primogénito del duque de Haro. Pacheco volvía, Gonzalo de Saavedrz ~~
pues, a la presidencia.
tierro definitivo de
Los que negociaran en nombre del rey actuaron con buena fe, dispues-
sus parientes. Enrique
tos a cumplir las condiciones acordadas. Sin duda creyeron'que se había logra-
146414 , al comunicar
do la paz y no había nuevas reivindicaciones. Beltrán de la Cueva renunció
heredero «por evitar ,
al maestrazgo (29 de octubre de 1464) y don Enrique se trasladó a Segovia
de nuestros días acer
en busca de su hermano, para entregado. Pero los miembros de la Liga no
con nadie que no -
habían concluido. En nuevas reuniones en el mismo lugar, entre los días 20
médico vallisoletan
de noviembre y 4 de diciembre, los nobles pusieron sobre la mesa el segun-
generadora 15.
do paquete de las reivindicaciones, referidas al gobierno de la Monarquía.
Considerada aEa.::2
Entramos, pues, en la segunda fase. Llenos de rencor e insolencia, los gran-
ye una clara derno
des habían desplegado a sus soldados por el pequeño valle que riega el Pisuer-
ciones personales :- s:
ga, como si pretendiesen infundir temor en el monarca. Esta precaución sobra-
de los cronistas. Sigue
ba: don Enrique no estaba en condiciones de oponer resistencia. Se limitó,
tado por los nobles. ~
en estos mismos días, a señalar a don Beltrán de la Cueva un «mantenimiento»
-.+renta asignada directamente a los libros de Cámara- de dos millones y
medio de maravedís al año; nadie había tenido antes una renta semejante". 12 Documento
Compareció Alfonso; faltaban pocas semanas para que cumpliera once años. ciudades ese mismo día.
13 Palencia, 1,pág. __
El 30 de noviembre, adelantándose a la decisión de las Cortes, los nobles le
14 La fecha 4 de
constituye un error de ..:...
11 A. RodríguezVilla, op. cit., págs. 164-166. 15 J. B. Sitges, E _
--
NOBLEZA Y MONARQUÍA 311
""""-:-:>ha la injuria que en el juraron como futuro rey12.Inmediatamente comunicaron que se iba a cons-
tituir una comisión encargada de preparar la reforma en el gobierno de la
~ arreglo, un alto precio, Monarquía. La formaban cinco personas, Pedro de Velasco y Gonzalo de
-~ "illena, convertido en Saavedra, en nombre del rey, el marqués de Villena y el conde de Plasencia
~~_:o de Santiago, del que en el de los nobles, y el prior de los jerónimos, fray Alonso de Oropesa, a
(;.=s::.;;.¡::n,ento
de Juan II estaba
quien correspondería actuar como presidente y moderador en los debates.
ensaba con título de Pero el documento sobre el que iban a girar los acuerdos fue redactado por
- - lolina y Atienza, a las
los nobles y entregado el 11 de diciembre a la comisión que se había retira-
errnanecería alejado de
do a Medina del Campo para operar con más libertad 13.
- Consejo que hoy llama-
De este modo llegamos a la tercera fase: el 16 de enero de 1465 se hizo
~:o conspicuos miem-
público el dictamen de la comisión, enteramente favorable a los criterios de
~ - lendoza, Íñigo López,
la Liga porque al menos uno de los que figuraban como partidarios del rey,
-= Haro. Pacheco volvía ,
Gonzalo de Saavedra, le traicionó. Primer gesto decisivo fue ordenar el des-
tierro definitivo de Beltrán de la Cueva, Pedro González de Mendoza y todos
con buena fe, dispues-
sus parientes. Enrique se asustó. En una fecha previa del 4 de diciembre de
n que se había logra-
146414, al comunicar a las ciudades que debían reconocer a Alfonso como
.- e la Cueva renunció
heredero «por evitar toda materia de escándalo que podría ocurrir después
-= __ e se trasladó a Segovia
de nuestros días acerca de la sucesión», reiteraba la prohibición de casarse
=':'embros de la Liga no
con nadie que no fuese Juana. Tres días después obtenía un certificado del
~ugar, entre los días 20
médico vallisoletano, Juan Fernandez de Soria, que acreditaba su capacidad
s bre la mesa el segun-
generadora 15.
mh-f"rno de la Monarquía.
Considerada aisladamente, la sentencia de Medina del Campo constitu-
- - e insolencia, los gran-
ye una clara demostración de que se hallaba enjuego algo más que las ambi-
e que riega el Pisuer-
Esta precaución sobra- ciones personales y políticas de los nobles, que suelen acaparar la atención
istencia. Se limitó, de los cronistas. Sigue la pauta, en todos sus extremos, del documento redac-
tado por los nobles, en el que cuatro capítulos se refieren a la defensa de la
1&::::::.E":lt-- de dos millones y
- :.m.arenta semejante!'. 12 Documento original en AGS. Patronato Real,leg. 11, fol. 69. Se comunicó a las
_-= cumpliera once años. ciudades ese mismo día.
-= ias Cortes, los nobles le 13 Palencia, 1,pág. 422. Enríquez, pág. 140.
14 La fecha 4 de setiembre con que figura en Colección diplomática, págs. 326-327,
constituye un error de lectura.
15 J. B. Sitges, Enrique IV y la excelente, pág. 56-59.
312 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
lares como la libertad en las ferias de Medina del Campo o la supresión de opiniones. S~I
cotos de bosques y fieras. Se aspiraba a una Monarquía sólidamente católi- rante Enríquez..
ca. Por ello se añadió una larga introducción, penetrada de espíritu antiju- andaban en secretas I
daico, solicitando el retorno riguroso a la verdadera fe, sustrato y fundamen-
to de la comunidad castellana, la cual ha sido utilizada muchas veces como de los engaños.
argumento para demostrar la impiedad del monarca 16. El intento era, al menos estaban nada
en teoría, provocar una reforma a fondo en el gobierno, dejando establecida río de Valdene
con claridad la preeminencia de la nobleza; se daban a ésta tales garantías dencia de la ~
que ningún noble podía ser reducido a prisión sin previo consentimiento rrio de la ca:-~
de un comité de nueve miembros, tres nobles -Pacheco y los condes de Haro
y Plasencia, tres obispos entre ellos Carrillo- y los procuradores de tres ciu-
dades, Burgos, Toledo y Sevilla. Estamento privilegiado, la nobleza ganaba
posiciones: tres de sus miembros,junto con tres clérigos y otros tantos doc-
tores, pasarían a integrar aquel sector que se llamaría en adelante Consejo de
la Justicia. Para debilitar al rey se redujo la fuerza militar permanente a su
servicio a seiscientas lanzas. Se daba a las ciudades una promesa de libertad,
en las elecciones de procuradores, voto de subsidios en Cortes y en nom-
bramiento para los oficios, que era casi nominal pues la mayor parte de ellas
se hallaban ya mediatizadas bajo el poder de los nobles. Se prevenía el nom-
bramiento de comisiones que habrían de acometer la reforma monetaria y Quebrados los élCI!~uQj
que, además de Gonzalo Saavedra, uno de sus principales secretarios, _~ervión al Duero se
Alvar Gómez de Ciudad Real, le había traicionado'", Trató entonces illena, tras apoderarse .-
a Plasencia, seguro as!!
que el pretendiente L~
-
NOBLEZA Y MONARQUÍA 313
o a la percepción de
de aprovechar el descontento que algunos nobles sentían ante el incre-
- - a asuntos muy particu..
mento excesivo de poder por parte de Villena, buscando dividir sus
po o la supresión de
opiniones. Sabemos que, en enero de 1465,Alfonso Carrillo, el almi-
J:::.:~u'íasólidamente católi-
rante Enríquez, el conde de Alba y el de Treviño, Pedro Manrique,
da de espíritu antiju-
andaban en secretas negociaciones con la Corte. Secreto, como de cos-
:e, sustrato y fundamen-
tumbre, muy mal guardado. Además se trataba de continuar en la vía
~.:zlLda muchas veces como
de los engaños, cobrando previamente el precio de acciones que no
-El intento era, al menos
estaban nada dispuestos a emprender. Don Fadrique recibió el seño-
o, dejando establecida
río de Valdenebro y la custodia de Valladolid, que anulaba la indepen-
a ésta tales garantías
dencia de la poderosa villa castellana; a Carrillo le dieron el cimbo-
- _ revio consentimiento
rrio de la catedral de Ávila, excelente fortaleza, y el castillo de la
~ o los condes de Haro
Mota de Medina del Campo, lo que equivalía a entregarle el poder
:;J:1DC1llradores
de tres ciu-
militar sobre ambas ciudades; el conde de Alba ganó El Carpio; y el
::- do, la nobleza ganaba
de Treviño, que casó entonces con doña Guiomar de Castro, la de los
I.....,;=gm y otros tantos doc-
escándalos con el rey, recibió Navarrete con un juro de ochocientos
adelante Consejo de mil maravedís. Ninguno de ellos, al parecer, tenían intenciones de obrar
"""'-,jr.arpermanente a su
excepto en línea con sus intereses. El monarca, por su parte, se creyó
- promesa de libertad , en condiciones de rechazar la sentencia de Medina del Campo, comu-
en Cortes y en norn- nicando a las ciudades su nulidad; en consecuencia ordenaba a éstas
mayor parte de ellas que se abstuvieran de reconocer a Alfonso como su heredero.
- s. e prevenía el norn ,
reforma monetaria y Quebrados los acuerdos no quedaba sino prepararse para la guerra. Sego-
via se convirtió en plaza de armas para los realistas, y en su alcázar instaló
don Enrique a las infantas Isabel y Juana, tía y sobrina. Al mismo tiempo el
j&=:::2S:::-ado
a la sentencia de monarca entregaba Burgos a Pedro Velasco, primogénito del conde de Haro,
- -o tardó en comprobar cumpliendo así una de las aspiraciones de este poderoso linaje: desde el
_ rincipales secretarios, Nervión al Duero se extendía ahora su poder. Por su parte el marqués de
~:zo::!ad
•• o 17 . 11rato' entonces Villena, tras apoderarse de Arévalo (marzo de 1465) llevó al infante Alfonso
a Plasencia, seguro asilo que ofrecía el conde, Álvaro de Stúñiga. El precio
que el pretendiente tuvo que pagar fue el señorío de Trujillo 18. Los dos rea-
aavedra huyeron de la
t:::::..::s~·ón de sus bienes. BN,
18 Se trata del primer documento de donación que figura bajo el nombre y suscrip-
ción de don Alfonso (Colecdón diplomática, págs. 480-482). Seguimos a partir de aquí el tra-
314 LUIS susnaz FERNÁNDEZ
les hermanos eran instrumentos de sus respectivas facciones mientras que el cayendo en manos de ~
realengo se iba disipando. os soldados ciudadan
Sobre el papel, las fuerzas estaban equilibradas aunque le legitimidad decisivo. La rebelión se
significada por la Corona proporcionaba ventaja a Enrique IV La mayor que había llegado a ~
dificultad para éste residía en encontrar dinero pues nadie se adhería a él sin cuñado portugués
cobrar. Por eso en mayo de 1465 quiso reunir Cortes en Salamanca, para alle- de huir a Portugal'". El ~
gar recursos. Probablemente ese empeño en torno a la legitimidad impulsó ron, puertas afuera de -
a Carrillo y al almirante a hacer una propuesta sorprendente al marqués de ballesteros que pobla
Villena: si quería lograr la victoria era imprescindible deponer a Enrique y muñeco que portaba ---
proclamar a ese niño que Pacheco tenía en custodia: dos legitimidades fren- juicio, la legitimida .
te a frente. Para Villena se trataba de un paso muy grave: una vez cortadas las tremendos crímenes 01:=
amarras, no sería posible dar marcha atrás. Todo esto mientras d arzobispo tó al muñeco la corona. J.-:'¡
seguía en la Corte como consejero del rey. Ninguna humillación ni engaño mente, Diego López rb -
se ahorró al «más abatido» rey que en Castilla fuera. Había despedido a los ció una frase de muv c
fieles y ahora le rodeaban los traidores. Carrillo le indujo a reunir sus tropas Alfonso XII fue pro~
en Medina, el 27 de mayo, para atacar Arévalo, llevando en su compañía a Jua- condestable.
na, la reina, que vigilaba estrechamente a Isabel, no fuera a escaparse al lado
de su hermano. Naturalmente el ataque fracasó porque los refuerzos prome- 5. LAS LEGITD.
tidos nunca llegaron. ba, a los cien ñ
Las tropas del rey se replegaron en desorden por la llanura. Como ya y provecho
no era necesario seguir fingiendo, don Fadrique volvió del revés la casaca había visto o
y proclamó a Alfonso rey en una plaza de Valladolid. Carrillo, por su par- rey pero en
19
te, franqueó a los nobles la entrada en Ávila. Como César Olivera ha podi- nobleza, includ
do constatar, en las Cortes de Salamanca se habían alzado protestas muy de Burgos".
fuertes por parte de los procuradores de las ciudades: una tras otra iban cial Mendoza...
desmesura I"1P
bajo de Dolores Carmen Morales Muñiz, Alfonso el rey de Avila, Madrid, 1988, evitando citas
innecesarias. Aun antes del acto de Ávila, el infante había comenzado a tomar decisiones
como si se hallara en posesión del poder real.
19 César Olivera, Cortes de Castilla 1415-1474, Burgos, 1986, ha conseguido una revi-
sión completa de las Cortes correspondientes a este reinado, empleando mucha documen- 20 Esta noticia la recoeec
tación inédita. Conviene anotar que hay dos etapas muy claramente marcadas, una de mero Hechos del condestable, pág.-
sometimiento y otra en que los procuradores, siempre en la obediencia al rey, trataban de 21 Velasco reunió al
recuperar la iniciativa. Estas Cortes de Salamanca indican el tránsito de una etapa a otra. nociese a Alfonso. L. Serrano, ~
- --,-- - -- ~ ..
,. -- - ---
- ----
que sin Monarquía sólo era posible el desorden; sobre ella podrán especialmente ásperas
edificar luego su obra los Reyes Católicos. Cuando la polvareda antiguas querellas. Tam..-o:;f
levantada por la farsa de Á vila se fue sedimentando, se vio que, pese ó revuelto, por falta
a las amplias zonas que la revuelta dominaba, más en el Sur que en íbertades municipales, -
el Norte del reino, la situación no era tan desesperada como en un _resión sobre aquellas
principio se creyera; el sustratum de adhesión popular seguía sien- tantos delitos como se
do fuerte y el tiempo trabajaba en favor de11egítimo rey. El histo- e Enrique, lanzó en
riador no debe dejarse influir por la simpatía o antipatía que des- _ .o se trataba, como -
pierten determinadas personas. efensa de sus privilegies, I
ahora nueva importancia. Por eso, en este ensayo, nos vemos también obli- iputados, y en ea
gados a otorgarle un peso que en sí misma no tendría. Rompiendo con alcaldes especiales
toda clase de ambigüedades redactaron una carta que pusieron a la firma de zán para cada provincia, '.'lit
por un hijo del conde de Plasencia. Se dice textualmente que «vino el dicho don Enrique León y los Guzmán -
en tan gran profundidad de mal que dio al traidor de Beltrán de la Cueva la reina doña Jua- págs. 491 Y ss.; Hechos •
na, llamada su mujer, para que usase de ella a su voluntad ... y una su hija de ella, llamada 25 K. Haebler, cDie ~
doña Juana, dio a los dichos mis reinos por heredera». La documentación panfletaria es siem- Historische Zeitschrift, to
pre de dificil manejo. No puede ser utilizada como argumento objetivo, pero tampoco en la importancia que revise-
descargo o demostración de lo contrario. En las desdichas de Enrique IV sus errores ocu- Hermandad General de
pan tanto espacio como las difamaciones de sus enemigos. Evolución de las Hermar
-e-
NOBLEZA Y MONARQUÍA 317
~esorden; sobre ella podrán especialmente ásperas en Murcia'? y en Andalucía24 porque allí incidían sobre
o . Cuando la polvareda antiguas querellas. Tampoco se produjo la división en zonas.Todo el país que-
entando, se vio que, pese dó revuelto, por falta de autoridad y, desde luego, naufragaron ante todo las
:a;::::~ba,más en el Sur que en libertades municipales. Los grandes velan una oportunidad para aumentar su
- desesperada como en un presión sobre aquellas en que se hallaban instalados. Como posible remedio
- ión popular seguía sien- a tantos delitos como se cometían, Segovia, una de las dos ciudades favoritas
legítimo rey. El histo- de Enrique, lanzó entonces la iniciativa de crear una Hermandad general".
~aria o antipatía que des- No se trataba, como siglos antes, de que villas y ciudades se uniesen para
defensa de sus privilegios, sino de establecer un cuerpo general de vigilan-
tes como se hallaba funcionando en Toledo, Talavera y Ciudad Real (Her-
-~. dad de origen cobraba mandad vieja). Se dividió el territorio en ocho provincias, con otros tantos
::os vemos también obli- diputados, y en cada ciudad o villa que a la misma se adhiriese habría dos
dría. Rompiendo con alcaldes especiales dotados de poderes judiciales muy expeditivos. Un capi-
~ue pusieron a la firma de tán para cada provincia, sometido a obediencia del capitán general de la
ual comunicaban al rei- Hermandad, mandaría los soldados, lanceros y ballesteros, encargados de man-
o es necesario que tener el orden y capturar a los bandidos. En la primera Junta General de la
rímoníos escritos ese apo- Hermandad, que se celebró en Castronuño en octubre de 1467, se tomó un
- ~se, no aparece has-
ea nunca utilizó este
23 Pedro Fajardo retrasó el reconocimiento de Alfonso, que sus amigos le pedían, has-
no estaba dispuesta a ta el2 de febrero de 1466.A partir de esta fecha actuó en Murcia con absoluta indepen-
dencia como si el trono estuviera vacante.]. Torres Fontes, Don Pedro Fajardo, pág. 96.
en dos bandos que se 24 El primogénito del conde de Plasencia consiguió que tanto el duque de Medinasido-
con las menudas que- nia como el conde de Arcos reconociesen a Alfonso (15 de junio de 1465).Aunque hubo algu-
na resistencia, Sevilla y Córdoba le obedecieron. Sólo Jaén, donde se hallaba Miguel Lucas, que
s semejantes. Fueron
contaba con apoyo del conde de Cabra, permaneció en lealtad a Enrique IV Esta situación
-los nobles dominaban amplio espacio andaluz- inspiró el proyecto de Girón: casarse con la
- r: o (Colección diplomática, infanta Isabel y crear un dominio superior incluso al de su hermano el marqués. Este proyecto
"'"'-"eL ""mella fue llevada en mano sufrió al principio dos percances: Girón no pudo apoderarse de Jaén y en Sevilla los Ponce de
o el dicho don Enrique León y los Guzmán suspendieron sus rencillas para cerrar el paso a los advenedizos. Palencia, 1,
Cueva la reina doña Jua- págs. 491 y ss.; Hechos del condestable, págs. 266 Y ss.; Y Anales de Garci Sánchez, págs. 50 Y ss.
su hija de ella, llamada 25. K. Haebler, «Die Kastilischen Hermandades zur Zeit Heinrichs IV (1454-1474)>>
C=::;:::.;::=ciónpanfletaria es siern- (Historische Zeitschrift, tomo LVI, 1888, págs. 40-50, fue el primero en llamar la atención sobre
etrvo, pero tampoco en la importancia que revistió esta institución. N o hay solución de continuidad entre ella y la
- -::-rique IV sus errores ocu- Hermandad General de los Reyes Católicos.Ver también]. Puyol, op. cit., págs. 58-61, y mi
Evolución de las Hermandades, págs. 43-45.
318 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
acuerdo significativo: la guerra civil no era «caso de Hermandad». De modo [ue eran muchos los o' -
que los caballeros con adarga, espada y lanza, así como los convoyes de víve- ecisión, quedó bien
res provistos de escolta, debían ser dejados en paz. La Hermandad infundió . «legado de lateres
terrible respeto por sus procedimientos expeditivos y se convirtió en una gran restablecimiento de la
fuerza dentro del juego político castellano. ensuras eclesiásticas M~
No cumple que, en este libro, nos ocupemos del detalle de las opera- rían a la obediencia, a
ciones militares que en aquel invierno tuvieron lugar; baste decir que fue- ial del expresado en -
ron muchas y muy confusas originando confusión. Ahora cada noble tenía veremos a su debido ti
que preocuparse por la defensa de sus señoríos. Si queremos marcar alguna iaron en una forma 22_
línea general de resultados hemos de señalar que las ciudades buscaban aho- En cada uno de 1,
ra retornar a la obediencia del rey, recuperando su estructura de gobierno. rra, una divergencia paJ
Será especialmente significativo el caso de Valladolid que, habiendo sido una mista y moderado, o
especie de capital para los partidarios de Alfonso, se sublevó en marzo de os Manrique, que marr:
1466, expulsó al pretendiente, y volvió a la obediencia de Enrique IV. rían que la batalla conzic
Se estaba debatiendo una muy delicada cuestión de legitimidad, ligada arreglando para éste el .
estrechamente a un matrimonio que presentaba aspectos discutibles. La escasa o del rey, la reina J
precisión que el Derecho castellano, como el de otros reinos europeos, pre- dispuesta a tolerar que Se -
sentaba en este punto, obligaba a ambas partes a dirigirse al papa Paulo II, en dían. La solución es
busca de una ayuda que podía resultar decisiva. En Roma coincidieron pro- Portugal, mediante el
curadores y apoderados de ambos bandos. En la Corte Romana, Enrique IV que repetidas veces se
contaba, aparte de su legitimidad insistentemente reconocida, con el afecto condiciones de impo
del Papa y el apoyo de un personaje que había ido creciendo en importancia: veía firme apoyo.
Antonio deVeneris, obispo titular de León, nuncio a quien la Sede debía agradeci- la Cueva.
miento grande por las fructíferas gestiones económicas que había llevado a cabo
en Castilla. En esta coyuntura estaba decidido a prestar ayuda al rey. 27 Los poderes de--
Frente a los alegatos que, de una y otra parte, se le presentabarr", el Papa de mayo y 13 de junio
dejó transcurrir cierto tiempo, recogiendo información muy necesaria por- dos últimas sustituyen a
paz no tenía límites.
28 Juana hizo un TIaJe
26 Me parece muy importante la documentación que aporta T.Azcona, op. cit., págs. bre de 1465 (Colección di~
99-100, en relación con la Sede romana. Existe otro documento en el A.V Instrumenta matrimonio. Hasta feb
Miscellanea, núms. 2-23 y págs. 131-147 que es uno de los alegatos, el más importante, pre- 20 de dicho mes hizo e
sentado al Papa. Enrique IV sostenía que la deposición carecía de fundamentos de derecho, diplomática, pág. 518). S~..j
y era sólo resultado de la ambición de los nobles. biar de idea.
-----
~~ - -- ~_. -- --
---
Hasta febrero de 1466 Enrique IV dio la impresión de que estaba etiembre de 1466 se '-
dispuesto a respaldar las gestiones de su esposa y, en consecuencia, a resis- liquidar el conflicto mecza
tir. Pero entonces vino a la Corte el obispo Alfonso de Fonseca (vistas de lla sin vencedores ni
Coca, marzo-abril de 1466) trayendo consigo un nuevo plan de paz y el con voluntad negocia
débil monarca, que temía aquella confederación de los grandes, aceptó 110de Cuéllar, abandonan
entrar en negociaciones. Este plan consistía en dividir el reino en dos desmentir la lealtad a 12 ;: \
obediencias, una para cada rey, sucediendo el superviviente a quien falle- que fueron enviado
ciese antes. En buena lógica, sería Alfonso XII el futuro rey de toda Cas- Para el marqués ,-~
tilla.A fin de sustraerse a presiones e influencias de Portugal-eliminan-
do así a la reina de la escena política- la infanta Isabel casaría con don Sevilla trabajó entre
Pedro Girón, el maduro maestre de Calatrava. Es muy difícil hacer conje- cho contacto con Pacae
turas acerca de las dimensiones desmesuradas de este personaje, pero no convivencia entre do
hay más remedio que pensar que si la boda se celebraba y, por cualquier enero o febrero y co
accidente, el infante desaparecía sin descendencia, el bravo Girón podía cía, con la misión de
aspirar a sentarse en el trono de Castilla. Decía al rey: cuento con tales fuer- más importante que --
zas y tanto dinero que bastará mi presencia en la Cortepara que se des- miso matrimonial coa
hagan todos los movimientos. jeron a resultados co
Recogiendo sus tropas y pertrechos, Girón emprendió el viaje. Isabel no la principal, del proc
estaba aterrada. Nada había dicho antes, cuando se hablaba de Fernando o no de la Monarquía.. 5.j
de Carlos, infantes aragoneses, ni menos de Alfonso V, rey de Portugal, por- no había acuerdo.
que se trataba de candidaturas que entraban en la esfera de sus obligaciones
como infanta. Pero ante la perspectiva de este enlace nefando, hincó las 6.
rodillas y pidió a Dios que la hiciera morir antes de que tal cosa ocurriera.
De pronto llegó la noticia: Girón se había visto acometido de súbita enfer-
medad muriendo el 20 de abril de aquel año en Villarrubia de los Ojos, sin
alcanzar el premio de sus esfuerzos. proplO pOde:- e
La muerte de Girón fue un acontecimiento favorable para la causa enri- que signifi
queña, pues era cierto que disponía de fuerzas militares suficientes para impo- bando real,
nerse. Pero no cerró el paso al que podríamos llamar «plan Fonseca» resol-
viendo la guerra civil por medio de un pacto que dejase reducido a casi 1ez,que habi
nada el poder real. Obligó desde luego a Pacheco a ausentarse de la Corte va, recluido
para acudir durante unos meses a Andalucía a fin de poner orden en la heren- Carrillo y e
cia, que iba a parar a vástagos demasiado jóvenes. Pero al llegar el mes de Juan II de Ar
NOBLEZA Y MONARQUÍA 321
te años transcurridos desde la batalla de Ohnedo, permitían este ines- La primera co~
perado retorno a escena del antiguo duque de Peñafiel, que cargaba zo para la Liga,será ~
sesenta y ocho años sobre sus robustos hombros. Con él retornaba se apartó de la Corre
luchadores que, por excepcional circunstancia, en él sobrevivía. tamiento de los corrvers .c:1
na, provocaron un c:reé:::!!
Las instrucciones a Pierres de Peralta constituyen un documento de extra- la reina Juana pensa:::
ordinario interés. Juan II aceptaba entrar en el juego político castellano pero ofrecía dudas. El rey _,
no para servir de comparsa a uno de los partidos sino para dirigido y resta- Beltrán de la Cueva ..re
blecer el predominio de los «aragoneses». El condestable de Navarra, puesto respondieron con decs;.nJ
de acuerdo con Carrillo y don Fadrique, reconstruiría la Liga: quedaba a su primogénito de la '"~ \..:s::J
opción decidir si esta Liga iba a inclinarse por la obediencia a Enrique IV o El 6 de agosto de 1
a su hermano Alfonso; antes de decidir tenía que examinar la situación de defender al rey e
interna, sopesando razones. En las instrucciones había posibles promesas de tía, la custodia de la pri
ayuda tanto para el legítimo soberano como para el infante. En caso necesa- hizo cargo el conde
rio podía concertar el matrimonio de Alfonso con la infanta Juana de Ara- eguridad de que la
gón. El arzobispo y el almirante, atentos especialmente a los sucesos internos Los Mendoza mffi"'T~
I,J-""TTIF"<: de Peralta, condesta- to, que daría un viraje profundo a la Historia de España, fue introducido aho-
-~ _0- partidos, en los vein- ra, y precisamente, por Juan II de Aragón.
ímedo, permitían este ines- La primera consecuencia de la intervención del monarca aragonés, con refuer-
e Peñafiel, que cargaba zo para la Liga, será desbancar el proyecto de reparto en que trabajara Fonseca. Éste
ros. Con él retornaba se apartó de la Corte y se sumó a los partidarios de Alfonso XII. Algunas accio-
madura generación de nes políticas y militares, como la ocupación de Toledo, donde se produjo el aplas-
"--,~"".l.!cia,en él sobrevivía. tamiento de los conversos (julio de 1467)31, conquista de Olmedo y de Medi-
na, provocaron un crecimiento alarmante del poder de los grandes. Enrique y
documento de extra- la reina Juana pensaron que había que volver a los Mendoza, cuya lealtad no
olítico castellano pero ofrecía dudas. El rey hizo un viaje expresamente a Cuéllar, humillándose ante
~o para dirigido y resta- Beltrán de la Cueva, reconociendo que no le había tratado bien. Los Mendoza
!:"-....;::::> •.•• ble de Navarra, puesto respondieron con decisión y trajeron consigo a Pedro Fernández de Velasco, el
uiría la Liga: quedaba a su primogénito de la Casa de Haro, que había entrado por matrimonio en el clan.
.encia a Enrique IV o E16 de agosto de 1467 Alburquerque, Santillana yVelasco prestaron juramento
- ~ examinar la situación de defender al rey con todos sus medios'". Recibieron entonces, como garan-
ía posibles promesas de tía, la custodia de la princesa Juana, cuyos derechos iban a defender. De ella se
= infante. En caso necesa- hizo cargo el ~onde de Tendilla. Para la reina este compromiso implicaba una
= .:a infanta Juana de Ara- seguridad de que la niña no iba a ser entregada a sus enemigos.
t-~~- " a
••. los sucesos internos Los Mendoza movilizaron sus tropas. Trece días después del pacto, cuan-
o: ganarse al marqués do los enriqueños, reforzados de este modo, marchaban sobre Medina, los
Beatriz Pacheco, hija alfonsinos se les enfrentaron en las afueras de Olmedo y fueron derrotados
udas, pues temía que
::agonés dio conformi- 31 Toledo había reconocido aAlfonso XII ellO de junio de 1465. No parece sin embar-
uy joven, empeñó su go que la opinión fuese unánime. Los nobles tuvieron que actuar con mano fuerte y el
~L:kI'g1D,en sus instruccio- deán de la catedral, Francisco de Toledo, tomó la defensa de Enrique IV; en quien confia-
ondease otro matri- ban más los conversos, tan influyentes. Esta circunstancia incrementó la hostilidad entre con-
versos y «lindos», es decir, cristianos viejos. El 19 de julio un incidente que parecía de poca
Isabel, como estaba
importancia provocó un tumulto en la catedral y dos canónigos fueron asesinados. Esto dege-
que el gran proyec-
neró el 21 de julio en un levantamiento de conversos, dirigido por Alfonso de Silva, conde
de Cifuentes, que tomaba la voz de Enrique IV El alzamiento fue aplastado y aunque Cifuen-
~Ga60ccié' ')n Salazar,han sido publi- tes y Alvar Gómez de Ciudad Real salieron incólumes de la aventura, un gran número de
14, págs. 72-73. «nuevos» con sus capitanes fueron muertos. Ver Eloy Benito Ruano, Toledo en el siglo Xv,
conocido de Zurita, IV, págs. 89-102.
32 Documento en Layna Serrano, 11,págs. 452-457.
324 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
-,
(19 de agosto de 1467). La segunda batalla de Ohnedo, también con escasas Además acabasa
bajas, no resolvió la guerra pero significó un incremento para la causa del tando con
rey.Valladolid, Zamora, Salamanca mostraron su entusiasmo enviando solda- Dávila y su
dos a Enrique IV El marqués de Villena reprendióa los suyos por lo que mujer de Be], ;,,-
consideraba un error: no se debía combatir sino negociar.Y en esta línea coin- alcázar, pero
cidía con don Enrique. De modo que la victoria obtenida, evidente, no fue
empleada en el aplastamiento de la rebelión, sino en la apertura de nuevas Los dirigentes de L
conversaciones. Al entrar en Medina del Campo, al frente de sus tropas, guidos en 1464 se h.D'
halló allegado de latere Antonio de Veneris, que acababa de llegar de Roma. bel, madura a los dieczs
y éste comunicó al rey las instrucciones que traía de procurar la paz resol- exigió un docume
viendo cualquier conflicto. Enrique aceptó el ofrecimiento y consintió que garantizándola que
se celebraran conversaciones en Ohnedo y Montejo de la Cuesta (setiembre acuerdo con su vol
de 1467) las cuales, como de costumbre, fracasaron. su amada Segovia era _
Dos meses habían transcurrido desde el solemne juramento de los lucha y malversando -
Mendoza y ahora éstos se sentían burlados en sus proyectos y aspiracio- seca, para pedirle que
nes. El rey no quería que se le defendiera con las armas y de nuevo esta- ción. Éste es el prim
ba don Juan Pacheco, el enemigo, en el vértice de la ola. El marqués de vo en Casarrubio
Santillana se retiró a Guadalajara dedicándose a poner orden en la admi- significó el abandono ,i~
nistración de sus estados. Beltrán de la Cueva regresó a Cuéllar. De modo Enrique IV Es una hi.~
que sólo Pedro González de Mendoza, futuro cardenal, permaneció en el mento para una no
Consejo Real, colaborando en esta nueva etapa. Juana, la discutida hija de ciones, impuso una mo.:::::i
la reina, continuaba bajo la custodia del conde de Tendilla.Tenía solamente vo. Muchos, entonces..
.
cinco anos.- Primero había ~
na que podía traer e: "-
7. EL PLANFONSECA.Pierres de Peralta había asistido a la batalla de aceptación de don F~~__
Olrnedo. Formaba parte del séquito de Enrique rv, ante quien se acompañó a Sego .
hallaba acreditado como embajador. Sacó sus propias consecuencias. de Alba y el maestre ce ~.•
De acuerdo con sus instrucciones había contactado con Carrillo; las dispersaron en todas ~
relaciones fueron tan buenas que concertaron el matrimonio de una de setiembre, maestre '::.-
hija del condestable, llamada Juana, con un hijo del arzobispo, Troi- administraba. Luego .
lo Carrillo. La boda se celebró el 22 de noviembre de este mismo
año. Los dos consuegros desconfiaban cada vez más de Villena: trata-
33 El documento ':.~
ba al infante Alfonso como si fuera un rehén o algo de su propiedad. por la propia duquesa.
. __ .
~ ~''''''
-- - -
\1
en manos del arzobispo de Sevilla porque debía servir como rehén. Fue ence-
siglo xv. Recordemos
rradaen Alaejos al cuidado de don Pedro de Castilla, un descendiente del
tos que la guerra cn.~
rey don Pedro. Derrumbada, la mujer se enamoró de este personaje con quien
En los primero
llegaría a tener dos hijos" declaradamente adulterinos. De este modo la eli- sistía en devolver a _\:5 -
minación era completa: se comprobaba que la reina era infiel a su marido. ró en favor de Enri
Enrique IV entregó a los nobles el alcázar de Segovia y trasladó el teso- victoria completa, la
ro al viejo alcázar de Madrid, donde pensaba fijar su residencia. Fonseca seguía que su titular fuese -
trabajando con los nobles de la Liga en un programa que consistía en hacer encontraban siempre.
entrega del Principado de Asturias al infante Alfonso, devuelto de este modo y el conde de Be
al papel de heredero, pero con rentas y estados suficientes para mantener su nuevas ganancias. Tama
rango y su poder. Isabel, que demostraba mucho afecto a este hermano, En la nueva Junta ge:::~
muy dominada por L~-
había regresado a Arévalo, junto a su madre. Es indudable que, rodeada de
contrario a la revuer
algunos servidores fieles de aquélla, como Chacón y Cárdenas, buscaba medios
Sucedió entonces ~.
para conservar su independencia.
breve enfermedad
La Monarquía, esa forma de Estado que se basa más en la autoridad que
cia atribuye la muerte
en el poder del rey, parecía haber dejado de existir. Gobernaban los nobles en
caba así una rectific
nombre de Enrique, pero a éste no se le respetaba. Las campanas de Castilla aceptar esta noticia. L .
tocaban a rebato como si fuera llegada la hora de repartir los despojos. Cada torno a la sucesión
noble se preocupaba de establecer firmemente su poder en el espacio que se
reservara. Cuando Juan de Vivero impuso su fuerza en Valladolid, don Fadri-
que, que temía quedarse atrás, se apoderó del castillo de Simancas. Pedro Gon-
zález de Mendoza fue promovido obispo de Sigüenza; tomó posesión de
esta ciudad con lanzas. El joven e ilustre prelado sucumbió también a los
encantos de la carne: tuvo dos hijos con doña Mencía de Lemos. Los tres últi-
mos meses del año 1467 figuran entre los peores en la Historia castellana del
=-~~~~~~~~------------------
.....
---.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 327
aparecen años más tar- 35 La entrega de Toledo debida a la esposa de Pedro López de Ayala,es toda una aven-
~=::os que les correspondían tura novelesca. El alcaide, que primero rechazara a Enrique Iv, le volvió a llamar convenci-
do por las exhortaciones de su mujer. El premio fue el título de conde de Fuensalida.
E. Benito Ruano, op. cit., págs. 102-110.
--
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- -
CUARTA PARTE
'\
XI. 15
1.
borrando
ante todo
analrecon~
zález de Mer:.Cn~
1 Importantes trah
en estas páginas. En P -
cionados. De manera espeaz:.:
tación de Guisando. {An;-~"
María Isabel delVal, Is
ner de una serie do~
mente se formularon.
.....~~
------ - - - -- -- --
- - --
1 Importantes trabajos se han efectuado en los últimos años, que quedarán reflejados
en estas páginas. En primer término hay que situar a T. Azcona y J. Vicens Vives, ya men-
cionados. De manera especial este libro debe agradecimiento a J. Torres Fontes, «La contra-
tación de Guisando» (Anuario de Estudios Medievales, 2, Barcelona, 1965, págs. 399-428) y a
María Isabel delVal, Isabe/la Católica, princesa, Valladolid, 1974. Uno y otra permiten dispo-
ner de una serie documental abundante que despeja muchas de las dudas que anterior-
mente se formularon.
332 LUIS suxnsz FERNÁNDEZ
decididos, y aquellos que explotaban entonces su candidatura, es decir, pondía ser «legítima neres
Carrillo, Pacheco o Stúñiga, acabaron siendo declarados enemigos. cia, clérigo del séqui
La razón es que, por encima de las personas, estaban los programas y no usar el título, en ar:
el de Isabel, restablecimiento de la potestad real, coincidía con los decir que fue aquélla ~- t"
proceso de reajuste en que la obediencia a la Corona viene a ser cuestión cliria que nunca hab '
capital. Los derechos sucesorios, aunque estaban en primer plano, no eran lo cho. Con ambición ~
más importante. Tuviera o no derecho Isabel a ocupar el trono -de este tema sistema monárquico y
tendremos que ocuparnos también- el problema que se estaba debatiendo bra o no seda, en abso ---
en Castilla era otro, radicalmente estructural: en esa forma de Estado que iba quía, sin el cual ésta
naciendo, ¿tendría primacía la potestad real o debería limitarse de acuerdo soberano legítimo.Y
con la voluntad del cuerpo político que constituía la nobleza? Isabel y Fer- Para afirmar su ~~...:¡,¡
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candidatura, es decir , pondía ser «legítima heredera y sucesora». Aunque el cronista Alfonso de Palen-
eclarados enemigos. cia, clérigo del séquito de Carrillo, atribuye a éste y al almirante la decisión de
an los programas y no usar el título, en años posteriores, la propia Isabel pondrá mucho interés en
- real coincidía con los decir que fue aquélla su propia iniciativa. Tal comportamiento resulta de una
lógica aplastante. Isabel aspiraba a recibir intacta la legitimidad de origen, no a
que la corona le viniera por un juego de ambiciones que la vinculara. Por
que van de la muer- eso necesitaba, de modo imprescindible, que hubiera un reconocimiento legal,
-erpretados como un lo que implicaba dar por supuesta la ilegitimidad de Juana. Años más tarde
J.A.'~"U1..l.a nene a ser cuestión
diría que nunca habría pretendido la corona de no estar convencida de su dere-
er plano, no eran 10 cho. Con ambición personal disciplinada creía también en la superioridad del
trono -de este tema sistema monárquico y de la autoridad; ser reina en el pleno sentido de la pala-
-p. se estaba debatiendo
bra o no serlo, en absoluto, tal fue su postura. Elemento esencial de toda Monar-
.: rma de Estado que iba
quía' sin el cual ésta no puede subsistir, es precisamente la intangibilidad del
~'-e::::;¡limitarse de acuerdo
soberano legítimo.Y Enrique IV lo era. En esto nunca mostró duda.
obleza? Isabel y Fer-
Para afirmar su posición como heredera, Isabel ya no podía recurrir a
~ rimera opción de
ambigüedades; eran dos mujeres, frente a frente, y el derecho y la costumbre
1=5cr;'!rrta significados en la
castellanos mostraban sin duda que la hija tiene preferencia sobre la hermana.
la nobleza: de este
Necesitaba, pues, que en documento escrito se declarase la ilegitimidad de Jua-
~'- ....
uio. Iba a triunfar, al
na. Para esto no servían las hablillas y difamaciones de la Corte. Las circunstan-
cias le favorecieron. Villena, que buscaba el retorno a la Corte y al poder, que-
éste la escoltaron a
, 2 ría destruir la influencia de la reina y de su hija, convirtiéndose él, y no los odiados
e Avila ,pero afir-
Mendoza, en custodio de la heredera. En este momento, Enrique IV envió un
'--'~J.J..I1dl..l'0, a ella corres-
mensaje a Alaejos pidiendo a la reina que acudiera a la Corte. Pero doña Juana,
que estaba en meses avanzados de embarazo, ayudada por su amante, prefirió
- 'a tomar el título de rei- huir de aquella fortaleza y refugiarse en Cuéllar, donde contaba con el apoyo
• -":0 Y en las instrucciones
de don Beltrán de la Cueva. Las malas lenguas tuvieron de qué ocuparse aquel
exigió «prestación del
verano. Pero Pacheco había visto así cómo desaparecía uno de los obstáculos'.
- o de reina no apare-
. - . ado de Asturias, era
~c:::::o~Tenemos que ser cau- 3 Zurita, Iv, fol. 159v, que manejaba toda la documentación de aquel tiempo, dice: «las
!:=::z:!IiÍiQ'n En el texto de AJfon-
cosas de Castilla se iban encaminando por el maestre don Juan Pacheco de manera que el
~ cindades «notificándoles rey don Enrique se concertase con la princesa Isabel, su hermana, y ella quedase en su poder».
Las págs. 223 Y ss. de Vicens revelan la enorme agudeza que terna este magnífico historia-
dor. Deben tenerse en cuenta.
334 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
apercibimos de que Isabel ha dejado de llamarse infanta para titu- tante para el reino era
car el reconocimiento. Entre los días 17 y 25 de agosto de' 1468, en los dos hermanos se ~
reunión o consejo que celebraron sus partidarios con ella en Á vila, que en Cadalso. H
se impuso el criterio de la negociación, aceptando de este modo son- rompiera las negociaC~~'
deos imprecisos que 'se habían hecho por parte de Enrique IV 5. Inter- mo peligroso. Tal vez
ocultaban un propó-=-- -
venía desde luego en estas propuestas el legado Veneris, quien, como
sabemos, disponía de amplísimos poderes. Las negociaciones avan- se de la princesa.
Así se llegó a la o
zaron esta vez muy rápidamente, ya que versaban sobre un único
y convencido probablez;
punto, retorno universal a la obediencia de Enrique IV cuando éste
lar a Isabel", Enrique
hubiera reconocido a su hermana como legítima sucesora. Se acor-
dó que el rey e Isabel se entrevistasen en un punto concreto para que
se hicieran los dos actos. A los historiadores sorprende la facilidad
con que Enrique IV aceptó estas condiciones ya que ellas implica-
ban que el título de heredera y sucesora correspondía a Isabel y no
a Juana.
s Tres enviados del rey,Garci López de Madrid, Rodriga de Ulloa y Antón Núñez de 8 El15 de agosto.~d
Ciudad Rodriga, estuvieron en Ávila (Enriquez, pág. 178). Sin duda esto sirvió de base albalá a su mujer ordenina
para que se entendiera que Enrique IV deseaba negociar. ella alegaba terror por
6 La opinión del alcaide con la de Cabrera figuran en importante documento que publi- sin que ambos cambiar=
Historia de Madrid, M.aC....-,:::...
có Francisco García Fresca, Votos de dos consejeros de Enrique IV de Castilla sobre la sucesión a
esta coronapor la infanta Isabel, RABM, 1873, págs. 122-126. solución prevista por
$
NOBLEZA Y MONARQUÍA 335
e 20 Y 30 de julio nos giendo el pensamiento de otros muchos cortesanos, arguyó que 10 impor-
~ ....•..•.•.•.
.,e infanta para titu- tante para el reino era que la obediencia se restableciese. Los ajustes podían
a tomaba: se iba a bus- venir después. Alcanzado un principio de acuerdo, a mediados de setiembre,
- de agosto de'1468, en los dos hermanos se instalaron en lugares próximos, Isabel en Cebrero y Enri-
<:r"~n"r1'oscon ella en Ávila , que en Cadalso. Hasta el último instante Carrillo insistió en que la infanta
do de este modo son- rompiera las negociaciones pues ponerse en manos de Pacheco era en extre-
5 mo peligroso. Tal vez sospechaba que las concesiones, en su desmesura,
de Enrique IV . Inter-
oVeneris, quien, como ocultaban un propósito de no cumplirlas y eran una trampa para apoderar-
negociaciones avan- se de la princesa,
7
ban sobre un único Así se llegó a la contratación de Guisando . Presionado por sus parciales
- Enrique IV cuando éste y convencido probablemente porVillena que tenía un torcido plan para anu-
lar a Isabel", Enrique Iv, antes de salir de Madrid, firmó un acuerdo que Isa-
to concreto para que
t2;:'n-,f"<; sorprende la facilidad 7 Del llamado pacto de los Toros de Guisando, en realidad contrato firmado para la
t=.~::!o;J.es-
ya que ellas implica- ejecución de las vistas, conocemos los siguientes ejemplares:
- rrespondía a Isabel y no a. Copia fidedigna que se obtuvo del original en el archivo de la Casa de Villena el
1 de enero de 1752 para la Biblioteca Real. Editada primeramente por Martínez Marina se
encuentra en la Colección diplomática, págs, 561-566, Sitges, págs. 176-184, Y B. Cuartero y
Huerta, El Pacto de los Toros de Guisando, Madrid, 1952, págs. 40-45.
e ser olvidado y del
b. Un traslado tanto del pacto como de otra escritura de posesión de señoríos que se
escándalo de la fuga hizo en Valladolid el 23 de setiembre de 1468 y que concuerda absolutamente con la ante-
- - _ara decidirle a dar un rior, BN, rnss. 13.100, fols. 26-32v.
- •.--,",,-El alcaide de Madrid , c. Una copia coetánea -falta la hoja final donde debían estar las firmas lo cual impi-
omento, que la con- de que se pueda considerar original- descubierta por Isabel del Val en el Archivo de Frías.
drés Cabrera, reco- d. Un fragmento también coetáneo de las villas que deben ser dadas a IsabeL AGS,
Diversos de Castilla, lego9, fol. 66.
e. Una importante carta de Isabel conservada en Murcia en la que, además del acta
~:¡]ICon +-persona de confianza notarial del encuentro, la princesa explica las condiciones pactadas.]. Torres Fontes, op. cito,
119) y el nombramiento págs. 418 Y ss.
uela, AGS. Sello, I, fol. 23. Hemos de concluir que pocos hechos están tan profusamente documentados.
I"--W-.-.;I ;C- Ulloa y Antón N úñez de
•••• 8 E115 de agosto, apenas comenzadas las negociaciones, Enrique IV había enviado un
da esto sirvió de base albalá a su mujer ordenándole ir a Madrid; le prometía seguridad personal ---signo de que
ella alegaba terror por su vida- y no tomar decisiones sobre el reconocimiento de Isabel
(..::::;:Cl::-::z:m: documento que publi- sin que ambos cambiaran impresiones (A. Millares Carlo, Contribuciones documentales a la
Castilla sobre la sucesión a Historia de Madrid, Madrid, 1971, págs, 200-201). Lógicamente aquí no se menciona la
solución prevista por Villena para garantizar un buen destino a la hija de la reina.
336 LUIS SUAREZFERNÁNDEZ
bel suscribiera previamente en Ávila, cuyo texto desconocemos". Se arrepin- decir despues de la e::~_
,
tió después e hizo que le sustituyeran por otro sin duda menos enojoso para persona como cump.e
su persona'YEste segundo es el que firmaron los dos hetmanos e118 de setiem- _ «y así mismo =1
bre estando todavía en lugares distintos. En él encontramos esas dos largas
frases que han despertado suspicacias especialmente en los historiadores que
no quieren admitir la legitimidad de Isabel!'. Son los siguientes: Isabel, que me
pasaba a ser herede
- «Al dicho señor rey y comúnmente en todos estos reinos y señoríos al rey y trabajar por
es público y manifiesto que la reina doña Juana, de un año a esta parte -es permaneciendo en e
para la ceremonia o:"i~~
9 Creo que de la existencia de este primer convenio no tenemos motivos para dudar de quedar ni quede
ya que aparece expresamente mencionado en el pacto de 18 de setiembre y en el cronista Formaba Casa prop
oficial, Diego Enríquez del Castillo, op. cit., pág. 178, quien nos dice además que Enrique des y villas de Áv .
firmó «contra su voluntad» porque le era «muy molesta cosa».Por eso me atrevo a suponer Escalona u otras e~
que el pacto final de Casarrubios suavizaba las condiciones.
to de transmisión. E c.
lO Sitges,op. cit., pág. 186, llegó a suponer que se había producido una interpolación.
basaba su juego-- conszs
En esta línea J.Vicens, Fernando II, págs 239-241, entiende que se trataba de una falsifica-
ción de la propaganda isabelina, empeñada en establecer la ilegitimidad de Juana. T. Azco-
rey acordare y determir d
na,op. cit., pág. 125, cree que hubo en efecto un pacto pero que «laversión que se suele dar do y consejo de lo
corrientemente de la misma no merece crédito», si bien aclara que él buscó el documento na alguna». La prince
en el monasterio jerónimo de Guisando, extinguido hace tiempo, y en donde, desde luego, que exigiera al ser
no podía estar. Se trata de opiniones de historiadores competentes, pero sin prueba docu-
libre de negarse
mental. En cambio del pacto de 18 de diciembre hay,como señalamos, suficientes ejempla-
más, pero también
res y no ofrecen variedad en su texto. Es verdad que el documento fue firmado únicamen-
te por el rey y la princesa. Se trata de un documento privado y no público. Los dos hermanos
iban a verse al día siguiente donde ejecutarían los actos que a continuación describimos y,
en el ambiente de desconfianza con que se llegaba a dicha reunión, era lógico que firma- ris, en este punto, era
sen previamente un compromiso recíproco acerca de las consecuencias que de aquellos cuanto a los ejecutores -:.
iban a derivarse. El marqués de Villena pensaba que con este papel tenía a la princesa com- dos supervivientes, Carrí
prometida para su plan. sión al declarar nulos rodos IcsJ
11 También a mí me sigue pareciendo sumamente espinoso este párrafo que estaba des- tima heredera.
tinado a expulsar de Castilla a la reina Juana -uno de los objetivos de Pacheco- reteniendo N o parece, por o
en cambio a su hija, precioso rehén al que se debía dar destino conveniente. Esto se aclara queden sin sucesión l~
si tenemos en cuenta el proyecto que ya entonces abrigaba de anular, mediante matrimo- da considerarse perjudic ..
nio inconveniente, a Isabel. La «mala conducta de la reina de un año a esta parte» era noti- sión de que Juana era _
cia confirmada y de ella nadie protestó. La ilegitimidad del matrimonio tampoco era un timidad.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 337
El documento del 18 de setiembre no era un acta pública sino el que estos reinos no
compromiso personal entre rey y princesa acerca de los actos que iban tro linaje». La exp
a ejecutarse el19 de setiembre y acerca también de los documentos públi- dependía la existen
cos que en fecha posterior habrían de redactarse. Por fortuna tenemos un lo era.
testimonio fehaciente, en latín, que es el acta notarial que se levantó de lo
acaecido en la explanada de Guisando delante del monasterio 12. Fue lo 3.
siguiente:
heredera
1. El legado de latere, árbitro en nombre de la Iglesia, declaró nulos todos
aquellos juramentos que reyes, infantes, nobles, personas privadas o ciudades pnncesa a
hubiesen podido prestar con ocasión de las pasadas alteraciones desde 1464. fiaba pone
2. Declaró asimismo nulos los juramentos que se prestaran en favor se alzaba, co
de Juana al reconocerla como legítima heredera. doza, natur '
3. A continuación la infanta Isabel, Alfonso Carrillo y todos los nobles de Tendilla
allí presentes prestaron homenaje a Enrique IV como a rey y señor, el cual, bel- arde
a su vez, otorgó perdón completo. . de Colme
4. Por último, el rey, «para que aquestos reinos no queden sin legíti- camino de
mos sucesores de tan alta y prexcelsa generación», reconoció a Isabel como apelación
«princesa primera legítima heredera». Todos los presentes prestaron los jura-
mentos que le eran debidos.
Esto fue todo 10 que se hizo en Guisando, de 10 que se levantó acta públi-
ca fehaciente. Se había dado un paso importante en la confirmación del dere-
cho que a las mujeres se reconocía en Castilla para que pudiesen reinar. Isa-
bel se incorporó a la Corte desde aquel momento, pero Carrillo prefirió
retirarse a Yepes, provisto de un documento de garantía que le dio la prin-
13
cesa .El día 24, en documento del que, en frase de Jaime Vicens, «nadie pue-
de dudan>, cuyo original se conserva, Enrique IV ordenaba expresamente a
todo el reino reconocer y jurar a Isabel, repitiendo la consabida frase de «para
12 Se debe su descubrimiento a J. Torres Fontes, «La contratación», págs. 420-423. Casarrubios del Monte
13 En la mañana del 19, antes de las vistas, isabel había fumado este documento que nobleza (T.Azcona,
daba seguridades a Carrillo de que seria perdonado. Colección diplomática, págs. 566-570. Isabel en estos años.
No cabe duda de que Isabel, al introducir aquel inciso acerca de la no Peralta (1 de noviembre
legitimidad del matrimonio, había dado un giro completo a la situación que conseguir el marrime . ~
interna castellana: concluía la Liga con espíritu de revuelta y se volvía a a los Mendoza como
establecer el principio de la legitimidad. Los reajustes que van a seguir gira- compensación para
rán en torno al varón que deberá compartir con la futura reina las respon- con un sobrino del
sabilidades del gobierno. Todo hacia el futuro con preferencia sobre el batalla de Olmedo, que ~
presente. Enrique IV; guiado ahora por manos de Villena, había vuelto al conde de Benavente.
principio, tantas veces esbozado de que la Monarquía necesitaba, para su Demasiado tarde.
dirección, de un equipo de gobierno formado, o al menos dominado, por modo el aparente abarr
grandes. El primero de estos equipos, formado en 1468, incluía a Pacheco, en el mes de octubre ¡-...!'='-n
Fonseca y los condes de Plasencia y Benavente'f.Todos podían considerarse marqués de Santillana..
desfavorables a la princesa y, me atrevo a decir, a la presencia de una mujer
que explicó cómo iba a -
en el trono.
bel, de que se había hab'- -
Las tres condiciones que, de acuerdo con los actos ejecutados en Gui-
Juana. De este modo
sando, debían cumplirse eran: universal obediencia a Enrique IV;juramento
so pasaría a ser el suc
de Isabel como heredera por las Cortes; matrimonio de ésta, que se acercaba
rnidad a este plan y -
ya a los dieciocho años de edad, bien atrincherada en su virginidad. La edu-
preparabarr", como hab!:- -
cación recibida y las influencias de personas allegadas como fray Martín de
Peralta había tenido ?~
Córdoba, Santa Beatriz de Silva y la esposa de Cárdenas, aseguraban en ella
una profunda religiosidad. N o es necesario insistir en el terna: todo giraba pre-
cisamente en torno a este matrimonio. Se trata de una cuestión importante
para el futuro de Europa y no sólo de España. Según el bando a que se incli-
nase, podía abrir o cerrar el cerco de alianzas que se estaba tendiendo en tor-
nas, sus consejeros, y
no a Francia 17. Juan II de Aragón se adelantó dando nuevas instrucciones a
cía firmemente deci
1469. Llegó a Ocaña
16 La constitución de este equipo se completó el 15 de noviembre de 1468 cuando boa, para hacer la propuesu I
los tres primeros firmaron en Colmenar Viejo un pacto con el último. Es pacto de amistad
y colaboración para restablecer el poder de Enrique IV El conde de Benavente recibía Por-
tillo yVivero, pero las cartas de donación se depositaban durante seis meses en la banca Spi- 18 BN, rnss. 19.698,
nola para garantizar que no había engaño.T.Azcona, op. cit., pág. 131. 19 op. cit., pág. 180. H2y
17 Desde setiembre de 1467 Castilla era oficialmente aliada de Inglaterra. Juan II había 20 T. Azcona, págs. 1~
conseguido la que Vicens (Monarqula, pág. 314) llama «gran alianza occidental» con Borgo- 21 Informe de Peralta
ña e Inglaterra. Si se lograba el matrimonio de Isabel con Fernando, el cerco en torno a 22 El 7 de enero de 1
Luis XI se cerraba.
~~- ---- -
~ -::~----_._._~--=-----.~
_. -- --~-
-~~
pacto de Guisando. A: ~é
absoluta negativa'". Demasiado tarde, el marqués de Villena pudo compren-
trán de la Cueva, Pedr
der que hacía falta algo más que una intriga palaciega para doblegar la firme
te, amplios poderes <le _
voluntad de aquella mujer, a la que ahora prestaban asistencia un gran núme-
ro de nobles y ciertos sectores vitales del país, como el Principado de Astu-
norte del reino. En V2~-~i
tras tanto, dejando a T_
rias y el Señorío de Vizcaya. Necesitaba de un partido que permitiese some-
no debía hacer nada
ter o eliminar a Isabel. Tenía que contar con los Mendoza, y, a la vista del
lucía.
nuevo dato, se entrevistó con ellos en Colmenar de Oreja entre los días 29
de marzo y 5 de abril de 1469. Como muestra de buena voluntad se les
4. «ME CASO e
ofreció un nuevo señorío con título condal, Coruña de Osma. Los Mendo-
mayo,acomp
za, como de costumbre, arrastraron de nuevo a Pedro Fernández de Velasco,
lo de rnaestre
futuro conde de Har024. sado en su hijo
Para entonces (abril de 1469), la Corte castellana estaba informada de ner a Isabel en
que Lisboa se había desinteresado ya del matrimonio "; es fácil compren- había negado
der la desconfianza de Alfonso V hacia Pacheco y sus colaboradores. Se cia. Le exigi
habían convocado Cortes en Ocaña a fin de dar cumplimiento a lo pac- manía hasta eL _""lo
tado en Guisando, pero Villena las manejó para dar un giro completo y
entenderse con Francia, que era la rival de los aragoneses. Sólo diez ciu- invitación a
dades enviaron sus procuradores; se manipularon sus peticiones a fin de
hacerlas aparecer como escenario para la regeneración económica, freno Fracasado su plan
a las concesiones de hidalguía, vuelta a la tradicional alianza franco-cas- ba jugar con otro argtlillerJI
tellana, invocando los intereses del reino ". Pero lo más importante fue de las condiciones pa l
que Pacheco, manejando absolutamente los hilos, despidiera a los procu- mos en el terreno de
radores sin que éstos hubiesen jurado a Isabel como princesa. El rey y sus
consejeros, ante la negativa de la princesa, habían decidido romper el
sometimiento y reconciczrq
23 Además de la noticia que nos proporciona Alfonso de Palencia tenemos la carta de
"-orma de poder atta',
la propia Isabel de 1 de marzo de 1471 Y el informe de Ferrer de Lanuza a Juan II; ambas
se publican en Paz, op.cit., pág. 85. ande de Cabra, el d
24 Layna Serrano, II, pág. 146. que, Alfonso de Aguilar
25 T.Azcona,op. cit., pág. 138. Paulo II daría para este matrimonio dispensa que nega- Ia obediencia y afecto ~ ~-
ba a los otros (Torre-Suárez 1,págs. 66-67): 23 junio 1469.
26 Colección diplomática} págs. 595-597. El cuaderno de Cortes de 10 de abril, en Cor-
tes} IlI, págs. 766-810. En febrero, Enrique IV había procedido al reajuste de la moneda.
- l· ~
, -~ lllena pudo compren- pacto de Guisando. Al término de la reunión don Enrique entregó a Bel-
Ji"&-"~=<=_:'!' para doblegar la firme trán de la Cueva, Pedro Velasco y Rodrigo Pimentel, conde de Benaven-
encia un gran núme- te, amplios poderes de gobierno (30 de abril de 1469)27 sobre toda la mitad
- ~ el Principado de Astu- norte del reino. En Valladolid tendrían, en cierto modo, su capitaL Mien-
~.-,,--:u que permitiese some- tras tanto, dejando a Isabel custodiada en Ocaña, con advertencia de que
no debía hacer nada hasta su regreso, el monarca se proponía viajar a Anda-
- endoza, y, a la vista del
lucía.
- -~ Oreja entre los días 29
;. -~ buena voluntad se les
••••••• , •••••••..•
-..d, de Osma. Los Mendo- 4_ «ME CASO CON FERNANDO»_Enrique IV abandonó Ocaña el 7 de
mayo, acompañado por don Juan Pacheco, que usaba solamente títu-
Fernández de Velasco ,
lo de maestre de Santiago porque acababa de renunciar el marque-
sado en su hijo Diego López. Probablemente creían suficiente rete-
~...:;:o~..d..L!.ii estaba informada de
25
ner a Isabel en aquella villa. Más adelante la princesa diría que se
-0 ; es fácil compren-
había negado a acompañarles, pero éste es un detalle sin importan-
sus colaboradores. Se
cia. Le exigieron un juramento de que nada innovaría en el matri-
- umplimiento a lo pac-
monio hasta el regreso del rey aunque, siendo ya de dominio públi-
un giro completo y
co las negociaciones con Fernando, tal juramento parecía ser una
neses. Sólo diez ciu- invitación a la desobediencia a fin de usada en contra suya.
peticiones a fin de
~ ión económica, freno Fracasado su plan de doble matrimonio portugués, el maestre proyecta-
~::::l():J.;li alianza franco-cas- ba jugar con otro argumento: la desobediencia del heredero y el quebranto
io más importante fue de las condiciones pactadas implicaba la retirada de sus derechos. Nos move-
-espidiera a los procu- mos en el terreno de las hipótesis.
rincesa. El rey y sus El viaje por Andalucía puede ser considerado como un éxito para don
ecidido romper el Juan Pacheco.Además del prestigio que ganaba el rey al hacerse presente ante
sus pueblos, acompañado por el rumor de armas, se prodigaron los gestos de
encía tenemos la carta de sometimiento y reconciliación. El maestre estaba tejiendo una nueva plata-
- Lanuza a Juan II; ambas forma de poder atrayendo linajes con la perspectiva de buenas ganancias. El
conde de Cabra, el duque de Medinasidonia, el adelantado Pedro Manri-
que, Alfonso de Aguilar y el condestable Miguel Lucas de Iranzo, reiteraron
la obediencia y afecto al rey. En Córdoba, el 10 de julio de 1469 fue con-
cluido un acuerdo con la embajada francesa que, presidida por el obispo de fumaron en Cervera
Arras, a esta ciudad había llegado. Enrique IV declaró nula la alianza con nómica y militar que se~r
Inglaterra y renovó aquel tratado que databa de 1368 y que hacía de Casti- sa isabelina era mui
lla y Francia sólida unidad. Para garantizar ésta se procuraría el matrimonio Sicilia, lo que signifi
de Isabel con el duque de Guyena, hermano de Luis xr=. De este modo un percibir las rentas que
francés vendría a sentarse en el trono de Castilla. Para pasar de la letra
Isabel pudo decir entonces -hilando muy fino- que tres candidatos la presencia física del ?:::ill
le habían sido propuestos por el rey; Fernando de Aragón, muchos años custodia en Ocaña; y P-'~ ,=
atrás, Alfonso V de Portugal en varias ocasiones y ahora el duque de Guye- primos. No había esperznz
nao Había hecho abrir una información detallada llegando a la conclusión eso se decidió buscar
de que Fernando era el más conveniente. Y dijo a Chacó n que con él casa- Isabel dio el primer pa.so,~
ría «y no con otro alguno». Enrique y sus consejeros decían que ellos no entrar, y acabó refugiánd
habían propuesto a Fernando, tras Guisando, y que aquella primera men- a cierta distancia de 1
ción respondía a otras circunstancias, de modo que ordenaban que se casara había en aquel terriror;
con Guyena. Pero la princesa no bromeaba. La decisión estaba tomada antes do la visitaron los embziad
del 7 de enero de 146929. En el fondo incumplía una de las cláusulas del pac- pusieron la boda con
to de Cebreros. Ni ella ni sus colaboradores más directos podían ignorar que la negativa estaba envue
con este matrimonio retornaban los infantes de Aragón, enfriándose el
entusiasmo de muchos nobles que temían un ajuste de cuentas. Tendría que 31 La capitulación
librar una batalla escalonada en tres etapas: primero para celebrar el matri- sería ejercido por Isabel En ~
monio, después para aplacar a Enrique, cuya legitimidad no se proponía dis- poderosa ayuda del reino
cutir; por último, acallar los recelos de quienes pudieran sentirse amenaza- consorte. No olvides que .
dos. El 3 de febrero Carrillo y Peralta juraron, en virtud de los poderes que dido el primer plano en la
32 Esta cuestión de
tenían, que Fernando y su padre habrían de cumplir todos sus compromisos
que a los historiadores. Es
en orden a no hacer rectificaciones". Un mes más tarde, el 7 de marzo, se
cos, y estando presentes
creer saneada su concien
28 Los actos diplomáticos efectuados en Córdoba fueron cuatro: renovación de de [sabe/la Católica, la dis~ ~
la antigua alianza con Francia; denuncia del tratado con Inglaterra y declaración de llega a suponer, partiendo -
hostilidades desde el 1 de setiembre; firma de una alianza con Renato de Anjou que ta» en una carta de Pe
se titulaba rey de Cataluña; y matrimonio de Isabel con el duque. J. Vicens, op. cit., expresa por parte de Ven
págs. 322-323. otro ángulo de opinión. ~
29 Este día lo comunicaba Fernando en carta a su padre que se conserva en BN, mss, por Carrillo bastaban para
reser. 226, fol. 26. Hizo solemnes promesas a Chacó n y Cárdenas por sus servicios. que esto es lo que significa
30 Colección diplomática, págs. 585-590. ciencia».Hubo de hecho ~
'-
- ------------
-= presidida por el obispo de firmaron en Cervera las capitulaciones matrimoniales'". La aportación eco-
ó nula la alianza con nómica y militar que se esperaba de los aragoneses para el triunfo de la cau-
y que hacía de Casti- sa isabelina era muy importante. Fernando acababa de ser investido rey de
:,rocuraría el matrimonio Sicilia, lo que significaba que, tras el matrimonio, Isabel tendría derecho a
=-
. XI28 . De este modo un
percibir las rentas que como a reina allí le correspondían.
Para pasar de la letra escrita a los actos eran necesarias ahora tres cosas:
=-0-- que tres candidatos la presencia física del príncipe en Castilla; la liberación de Isabel de aquella
'.,. Aragón, muchos años custodia en Ocaña; y una dispensa pontificia pues que los contrayentes eran
ora el duque de Guye- primos. No había esperanza de conseguir esta última en plazo breve y por
egando a la conclusión eso se decidió buscar el apoyo de Veneris32. A mediados de mayo de 1469
- Chacón que con él casa- Isabel dio el primer paso, saliendo de Ocaña hacia Arévalo, en donde no pudo
~ero- decían que ellos no entrar, y acabó refugiándose en Madrigal donde contaba con la protección
e aquella primera men- a cierta distancia de los soldados de Carrillo y Rodrigo Manrique, aunque
- -~ ordenaban que se casara había en aquel territorio muchos enriqueños. Residía ya en Madrigal cuan-
ón estaba tomada antes do la visitaron los embajadores franceses que regresaban de Córdoba y le pro-
e las cláusulas del pac- pusieron la boda con el duque de Guyena; parece que, en esta oportunidad,
os podían ignorar que la negativa estaba envuelta en tantos circunloquios que el obispo de Arras
z.e Aragón, enfriándose el
'e cuentas. Tendría que
31 La capitulación tomaba toda clase de precauciones para asegurar que el poder real
i=~-c ara celebrar el matri-
sería ejercido por IsabeL En su sentido literal la princesa era la más beneficiada. Recibía la
~. , d no se proponía dis-
poderosa ayuda del reino de Aragón, pero mantenía a Fernando en el plano de un príncipe
: - eran sentirse amenaza- consorte. No olvides que de no haber sucesión femenina, a Fernando hubiera correspon-
- d de los poderes que dido el primer plano en la herencia.
-;...: codos sus compromisos 32 Esta cuestión de la dispensa preocupa más a los biógrafos espirituales de la reina
tarde, el 7 de marzo, se que a los historiadores. Es evidente que la no respuesta del Papa obedecía a motivos políti-
cos, y estando presentes el nuncio y el arzobispo de Toledo, la princesa tenía motivos para
creer saneada su conciencia. Un teólogo como Vicente Rodríguez Valencia, El matrimonio
n cuatro: renovación de de lsabella Católica, la dispensa apostólica y el nuncio de Paulo 11, 1469-1471, Valladolid, 1960,
terra y declaración de llega a suponer, partiendo de las frases, «el legado es en todo», «de lo espiritual nada nos fal-
Renato de Anjou que ta» en una carta de Peralta a Juan II (Paz, pág. 80), que se produjo una dispensa verbal
duque. J. Vicens, op. cit., expresa por parte de Veneris. T.Azcona, págs. 156-160, que ha estudiado el asunto desde
otro ángulo de opinión, entiende que la presencia de Veneris y el protagonismo asumido
se conserva en BN, rnss. por Carrillo bastaban para asegurar a Isabel que el asunto canónicamente era correcto y
p::::e:::;;¡s por sus servicios. que esto es lo que significa la expresión de la princesa cuando dijo tener «saneada la con-
ciencia». Hubo de hecho retraso pero no negativa en la dispensa.
346 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ
e sí o que no. Mientras el escándalo que suponía un matrimonio que adolecía del mismo defecto que
~ de conversos judíos, se atribuía al de Enrique IV con juana'". Aquella misma noche se tuvo la
~~1.<-lba en Guadalajara, consi- evidencia de que la unión conyugal había sido consumada.
e a la boda".
rebeldía. Permaneció en 5. VAL DE LOZOYA.La boda de los príncipes rompió los tensos hilos que
_-':-0 de damas y oficiales que todavía estaban sosteniendo la situación creada en Guisando. Duran-
agosto de este año de te algunas semanas Fernando e Isabel, instalados en Dueñas en casa
r-.•...
-....--'- 0- adictos a Enrique IV otra parte, con su resolución, habían demostrado que eran capaces
de tomar iniciativas, de modo que con ellos se aseguraba el ejercicio
que la princesa pudo
ade entró el 30 de agosto. de la potestad real. No transcurrió mucho tiempo cuando, en uno
de aquellos primeros y dificiles consejos que celebraron en Dueñas
defendiendo el dere-
.-::::ella garantizaba al rey no con sus pocos partidarios, Fernando se enfrentara a Carrillo dicién-
do1e con aspereza que «él no entendía ser gobernado por ninguno»,
o se convirtiera en su
provocando una ruptura con el obispo que, gracias a las presiones de
al príncipe para que
Juan 11,fue breve. El ambicioso prelado dirigió al monarca aragonés
una serie de reconvenciones y súplicas considerándose defraudado
bre, después de un
::J.o.elistasha envuelto en tras el esfuerzo que realizara. También Fernando tuvo una etapa de
decaimiento; muchos de los partidarios con que se había contado
ole la noticia e insis-
estaban deprimidos, pues la ayuda esperada de Aragón no llegaba".
-e VIeron por primera
5eI~U a Fernando con dos
Con esto contaba Pacheco, en cuyos planes entraba la sustitución de
n el 18 de octubre ,
los actos realizados en Guisando por otros de idéntica calidad, que anula-
~ificada o amañada
sen a aquéllos y diesen a Juana calidad de princesa, una vez que le fuese
ente trataba de evitar
entregada por los Mendoza. Había un error en el planteamiento. La deso-
36 AGS. Patronato Real,leg. 12, fol. 27. Hay varias ediciones especiales conmemorativas.
- ' cipes fumaron carta de 37 Hasta finales de noviembre se tiene la impresión de que Isabel y Fernando confiaron
F:=::::!:::;ui'ón, haremos y goberna- en que Enrique IV aceptaría los hechos consumados. Pero ya en diciembre las demandas de
lego 11, fol. 45. Es Iógi- ayuda a su padre se hicieron apremiantes. Para proveerse de dinero hubo que vender Gandía
a la ciudad de Valencia. Carta pesimista de 11 de febrero de 1470 en Paz, págs. 101-104.
348 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ
bediencia de Isabel podía ser utilizada como castigo, pero no devolvía la incurrir en cualquier--
legitimidad a quien el propio rey solemnemente la negara. Para restablecer seguían siendo fieles -
un fuerte partido acudió al procedimiento de las dádivas. Apartando cui- do era la mejor garanrí
dadosamente a los Mendoza, en quienes no fiaba, promovió a Álvaro de rían en Castilla espe
Stúñiga de conde de Plasencia a duque de Arévalo, para lo que tuvo que Tal como estab
despojar a la reina viuda, Isabel, asignándole además una renta de un millon guerra que sus rival
de maravedís'". Otorgó a Pedro Fernández de Velasco, que ya era conde de el verano de 14 70, P21:L~_-
Haro, el gobierno de Vizcaya con las rentas llamadas diezmos de la mar, el que contaban con fu~
más suculento impuesto castellan039• Confirió a García Álvarez de Toledo estaban en el servicio
los títulos de duque de Alba, marqués del Carpio y conde del Barco, que de Ávila dieran pataJ
ya no saldrían de este linaje. Previamente se había hecho transferir, en más débiles: habían ~~
pago de sus servicios, la villa de Escalona. Esta almoneda de los recursos que el conde de Benavenr
aún quedaban a la Monarquía fue, de momento, eficaz -aunque tuviese dado a luz una preci
otros efectos como adhesión incondicional de asturianos y vizcaínos a la partidarios en ambo-
causa de Isabel- ya que, con excepción de los Enríquez y Manrique, todos La embajada fran
los linajes permanecieron impasibles ante la nueva maniobra. Se iba a por Burgos en el mes
repetir el defecto grave: sin Cortes no hay legitimidad. Y esto Pacheco lo po, en nombre de Enriqe
,
sabía; por eso había despedido en Ocaña a los procuradores sin que pres- zález de Mendoza. H··'-
taran juramento. llegado el texto. A ~;:J:
Él razonaba de la siguiente manera: con su huida de la Corte y poste- bieron, finalmente. e
rior matrimonio sin licencia del rey y de los nobles, Isabel había perdido los matrimonio con la
derechos que se le otorgaran en Guisando. Enrique IV y su Consejo, en obedecían a los príncipe
Córdoba, habían decidido que el matrimonio conveniente para la heredera abuelo el almirante. .os
era con el duque de Guyena; no había que variar el candidato al sustituirse
rentas quebrantadas
a la princesa. En julio de 1470, estando ya la Corte en Segovia, se anunció
como Asturias o Vizc
el envío de una nueva embajada francesa que daría confirmación al nuevo
plan. Fernando e Isabel, fieles a la línea que se habían marcado, evitaron
40 Enríquez del
entonces una asamblea
38 CoLección documental, pág. 613.
39 Se trataba de una de las tres rentas principales. Estaba destinada a crecer al aumen-
tar la política mercantilista de los soberanos. Pese a esto, el 19 de julio de 1470, Enrique IV de CastiLla 1452-1474),
haría juramento de no enajenar Vizcaya. Ver E. Labayru, Historia general del señorío de Vizca- 42 El documento ~
o pero no devolvía la incurrir en cualquier acción precipitada: se limitaron a insistir en que ellos
negara. Para restablecer seguían siendo fieles súbditos de don Enrique y que el acuerdo de Guisan-
, divas. Apartando cui- do era la mejor garantía contra los peligros de la guerra civil". Permanece-
romovió a Álvaro de rían en Castilla esperando un acuerdo.
o. para lo que tuvo que Tal como estaban las cosas. Juana no podría alcanzar la corona sin una
I-d.en~'~una renta de un millon
guerra que sus rivales no estaban dispuestos a declarar, pero en Segovia, en
eo. que ya era conde de
el verano de 1470, Pacheco insistía cerca del rey con el convencimiento de
~:::::::2aas diezmos de la mar , el
que contaban con fuerzas suficientes para triunfar. Curiosa paradoja: ahora
• - G cía Álvarez de Toledo
estaban en el servicio activo del monarca aquellos mismos que en el tablado
:" conde del Barco, que
de Ávila dieran patadas al muñeco. Pero los isabelinos parecían de hecho los
ía hecho transferir , en
más débiles: habían tenido que huir de Valladolid, al ser ocupada la ciudad por
~.=......uUlleda
de los recursos que
el conde de Benavente (setiembre de 1470), y el 2 de octubre Isabel había
e caz -aunque tuviese
dado a luz una preciosa niña, que no varón. Un jarro de agua fría para sus
zurianos y vizcaínos a la
partidarios en ambos reinos".
.: uez y Manrique, todos
La embajada francesa, que venía presidida por el obispo de Albi, pasó
ueva maniobra. Se iba a
por Burgos en el mes de julio de 1469 y fue recibida en Medina del Cam-
~~m(iad. Y esto Pacheco lo
po, en nombre de Enrique Iv, por Pacheco, Alfonso de Fonseca y Pedro Gon-
uradores sin que pres-
zález de Mendoza. Hubo negociaciones, muy breves, pero a nosotros no ha
llegado el texto. A cambio de la entrega de la niña Juana, los Mendoza reci-
de la Corte y poste-
bieron, finalmente, el Infantado de Guadalajara al que tenían derecho por el
el había perdido los
matrimonio con la heredera de don Álvaro de Luna42• En aquel momento
~:iqTIe IV y su Consejo, en
obedecían a los príncipes unicamente Ávila y su entorno, las tierras de su
niente para la heredera
abuelo el almirante, los dominios del conde de Paredes y sus hermanos y las
candidato al sustituirse
rentas quebrantadas de la mitra de Carrillo. Es cierto que algunas comarcas
::-~ e Segovia, se anunció
como Asturias o Vizcaya miraban hacia ellos con esperanza.
ronfirmación al nuevo
ían marcado, evitaron
40 Enríquez del Castillo incluye en su texto la carta del 18 de junio. Carrillo propuso
entonces una asamblea de obispos y nobles para discutir el asunto (Colecd6n diplomática, págs.
658-659), pero no fue atendido.
ceszinada a crecer al aumen-
41 M. Gual Camarena, Fernando el Cat6lico primogénito de Arag6n, rey de Sicilia y príndpe
:uIio de 1470, Enrique IV de Castilla 1452-1474), Saitabi/ 8,1950, pág. 209.
~--":-_~"7!iot general del señorío de Vizca-
42 El documento -demostración de la desconfianza- fue fechado el 25 de octubre,
es decir, el día de la entrega. Un intercambio. A.H.N., Osuna, lego 1727, núm. 9.
350 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
marido el
43 Sitges, op. cit., págs. 212-216, ha publicado un documento con firmas procedente
del archivo particular de Guillermo G. de Osma, el cual coincide con una minuta sin fir-
mas, depositado en Simancas y publicado por A. de laTorre y por mi en Documentos de Por-
tugal, I, págs. 67-70. Podemos deducir que en Val de Lozoya se hicieron los siguientes actos:
a. Intercambio de Juana por la escritura.
b. Lectura por el licenciado de Ciudad Rodrigo del desheredarniento de Isabel por
no haber cumplido la condición de casarse con quien el rey dijera.
c. Juramento de Juana y a continuación de Enrique de que la princesa era hija legí-
tima y natural. Se hizo corroborar el acto por seis «representantes» de ciudades que eran
oficiales de la Corte y uno de ellos, Íñigo de Arceo, «boursier» de Luis XI, formaba parte de
la embajada francesa.
d. Desposorios con el duque de Guyena. 45 Publicado en ~~
44 Isabel del Valha localizado en Simancas (Diversos de Castilla, lego9, fols.65-2) un frag- Afortunadamente J. Torres -
mento de la autorización al duque de Guyena para titularse Príncipe de Asturias. versión completa correcta,
------ ----- - -
: -; " 1
NOBLEZA Y MONARQUÍA 351
Lozoya, no lejos de
sucedido en Guisando y los acuerdos del día anterior, en el cual,junto a razo-
ce la de Guisando, dos
nes serenas y argumentaciones jurídicas muy eficaces'", se volvía a la propa-
Los Mendoza entre-
ganda acerca de la deshonestidad de la reina, suprimiendo el «de un año a esta
posesión de Salme-
parte» y volviéndose contra el honor del rey que quería dar «cobre por oro,
-":"5. las cuatro villas del hierro por plata, ajena heredera por legítima sucesora». Las espadas estaban
~ Juramento que pres- en alto y los isabelinos que redactaron el documento del 21 de marzo pare-
znenro de que considera- cían tomar la decisión de sostener que, en adelante, en modo alguno admi-
e o faltaba la autoridad tirían otra cosa que no fuera declarar aJuana producto adulterino de las livian-
- ~ cmónicamente nulos , dades de la reina.
~,.~a'onismo. Por último
robablemente, se le 6. Los MENDOZAROMPENCON LACORTE. En medio del desastre que
ea hizo. para Castilla representaba la división consumada entre los partidos,
c::;:~:n'a,los actos de Val de la nueva situación que, al principio, pudo parecer muy mala para los
?cincipio muy peligro- príncipes, ofreció a éstos no pocas ventajas ya que les desasía de cual-
.eazo en los derechos del
•..•...... quier compromiso, excepto el para ellos esencial de no alterar el
~-Ía
o traria anterior. Pues
que decirse del de
.
acatamiento de la legalidad. Ni por un momento pensaron en renun-
.
co
FU~- ••.. e Isabel en estos años: En medio de dicha confusión podemos hallar el hilo conductor que
ública reconciliación nos permite entender cómo el número de partidarios de los príncipes fue
-- Enrique IV había deja- creciendo de manera inexorable hasta confundirse con la opinión general del
os partidos. Pero esta reino. Como dijimos, en 1470 Carrillo, el almirante y los Manrique pare-
:e:::s:x!Cti·vas
de crecimiento
cían ser únicos puntales de su causa; además, en octubre de 1470, poco antes
. .esarrollo del comercio
de Val de Lozoya, el arzobispo había abandonado la Corte de Isabel para ins-
- ~ razón tampoco la
talarse en Alcalá de Henares. La corta distancia hasta Guadalajara permitió
t=:~=:¡-¡:eanarquía en el ámbi-
algunos contactos con los Mendoza que, todavía más que en años anterio-
l:;:;::::nl';-_ _ urcia, por ejemplo,
res, eran considerados como el principal linaje, con poder más sólido, por
= daría «obediencia alzu-
o estable, que el de Pacheco. Ahora, entregada la niña, y alejada la reina Juana,
- --e e. El conde de Luna ,
que preferiría residir en Madrid, y habiendo cerrado el triple dominio, San-
- --- e Isabel, estaba edifi-
tillana, Manzanares e Infantado, de ellos podía depender el futuro. Beltrán
e reconocía práctica-
de la Cueva, sin desmentir la fidelidad a don Enrique, había tomado una
:; -=::-05 neurálgicos, Extre-
actitud parecida a la de Miguel Lucas, instalado en Cuéllar, donde funciona-
- rúñiga Y los Álvarez de
ba una brillante Corte señorial .
.dades entre los Guz-
Pacheco temió que aquellos contactos entre Alcalá y Guadalajara desem-
- .::e derrotar al conde de
bocasen en una reconciliación entre aquellos irascibles rivales eclesiásticos y
ique isabelino, el con-
amenazó a su pariente con emplear la influencia que Enrique IV tenía en
ciones violentas. Los
Roma para conseguir un proceso de deposición en toda regla'". No se atre-
Fernando y les juraron
vió a ir tan lejos. De hecho, cuando Carrillo regresó al lado de los príncipes
Guernica para ponerse
enjunio de 1471, traía consigo hilos de conexión con los fuertes señores de
eQll.r.lmente el término
Guadalajara. Descendiendo al terreno de las ambiciones personales, Fernan-
- o tratan de narrar los
do tenía algo que ofrecer. Un fuerte cambio se había producido en la Curia
explicar las raíces de
pontificia con la elección de Sixto IV;junto a él, el cardenal Rodrigo Borja,
futuro Papa, era la figura dominante.Y don Rodrigo estaba entregado en cuer-
po y alma a la causa aragonesa: las dilaciones cesaron y la bula de dispensa
para el matrimonio fue firmada con todos los pronunciamientos favorables.
Cdi!m.~de Asturias, rr, Madrid,
Hacía algun tiempo, por otra parte, que don Pedro González de Mendoza aspi-
\J
raba a recibir el capelo de cardenal y, con razón o sin ella, estaba convencido
de que Enrique IV tenía suficiente influencia para conseguirlo. Un compro-
miso con Pacheco en este sentido se había producido. Pero murió Paulo 11,
cambiaron los aires que soplaban en Roma, y Mendoza tuvo la impresión de
que había sido engañado por Villena que buscaba exactamente lo contrario,
que no se le nombrara cardenal. Colérico, abandonó la Corte. Ahora Fer-
nando pudo insinuar que pondría en juego su influencia para lograr el ansia-
do nombramiento. Fue creído y la actitud de la Corte de Guadalajara cam-
bió. Pacheco se dio cuenta cuando, al ordenar al obispo que regresara a la
entre las personas alli -
Corte, recibió de don Pedro esta fría respuesta: que «dudaba si la princesa doña
de Mendoza, que e
Juana era hija del rey, visto el disoluto vivir de la reina su madre». En boca de
dose a acompañarle e.
un Mendoza era ya anuncio de radical decisión. La explicarán muy pronto:
fieles a Enrique IV hasta la muerte; después con Fernando e Isabel.
Hasta el último instante procuró don Juan Pacheco mantener la cohe- ñoles. Si se carga ~
sión dentro de la antigua Liga, que se estaba cuarteando. Las adhesiones que cindible-sobre los a..'?C'~
los príncipes estaban recibiendo, desde el verano de 1472, eran tan abundantes layar el enfrentamien
que podía esperarse en cualquier momento el derrumbamiento de sus ene- se produjeron. En 1.
migos. El maestre, puesto a la defensiva, procuró crear un núcleo de resis- so, a título de princ
tencia a toda costa con los Stúñiga, los Pimentel y los Ponce de León, todos sector de la alta noble:
los cuales pensaban que tenían mucho que perder en el caso de que Isabel defendían su candi~'1
llegara a reinar. Por eso llegó a aceptar la candidatura de Enrique Fortuna que IV restaurando
aunque sin la menor intención de llevada a cabo. Sólo si los Mendoza se man- cipios de 1473, la irr;~
precisamente la conIT2..-~~=.I
tenían sólidos dentro del grupo podía éste conservar algo de fuerza supe-
bién la de ejercicio.A,
rior. De este modo los Mendoza se encontraron en el fiel de la balanza que
iba a decidir el futuro de la Monarquía. En setiembre de 1472, ausente el obis- para restablecer el o
solución era indispens
po de Sigüenza, hubo vistas con el marqués de Santillana entre Segovia y
ran también como
Pedraza, y Pacheco, viudo y con muchos años, casó con una hija del conde
te esto se consiguió ea
de Haro, tratando de ganades por vía indirecta.Y finalmente, en diciembre
en adelante los Mencoz
del mismo año, hizo que Enrique IV cursara la solicitud del capelo. Un honor
lo fueran en tiempo
que estaba concedido.
todos estos episodio
Pero el maestre de Santiago no comprendía cuál era el verdadero pensa-
miento del clan guadalajareño, volcado en estos días en colmar de agasajos al
legado aragonés que no ocultaba que su misión estaba en confirmar lo que
se hiciera en Guisando. Los Mendoza estaban decididos a mantenerse fieles a
Enrique IV hasta el fin de sus días; había en esto orgullo de raza, temple de
lealtades. Pero el futuro era algo diferente y la lealtad misma les obligaba a
servir a quien de derecho perteneciera la legitimidad. Cuando, el 7 de marzo
de 1473, llegó el capelo, Rodrigo Borja estaba en Guadalajara; el nuevo car-
denal voló a su encuentro para darle las gracias. Sabía muy bien de donde
venía el golpe. y, el 26 de marzo, el legado comunicó a Fernando e Isabel
que si venían al palacio de Guadalajara serían recibidos como príncipes.
* * *
Así concluyó este notable episodio tan decisivo para el nacimiento de la
Monarquía española pues, mediante Fernando, iban a unirse los reinos espa-
NOBLEZA Y MONARQUÍA 357
o mantener la cohe- ñoles. Si se carga demasiado el acento -y en ocasiones esto resulta impres-
- ..;,. Las adhesiones que cindible--sobre los aspectos jurídicos de la sucesión, se corre el peligro de sos-
-- - -. eran tan abundantes layar el enfrentamiento entre opciones políticas y los cambios decisivos que
p:n::nbamiento de sus ene- se produjeron. En 1468, cuando fue llamada a suceder a su hermano Alfon-
un núcleo de resis- so, a título de princesa y no de reina, Isabel parecía ser instrumento de un
Ponce de León, todos sector de la alta nobleza en revuelta contra el rey. Los más díscolos de los nobles
~ e' caso de que Isabel defendían su candidatura. Comenzó por reconducirlos a la obediencia de Enri-
e Enrique Fortuna que IV restaurando la legitimidad de origen en la Monarquía. Ahora, a prin-
o Mendoza se man- cipios de 1473, la imagen que ella y su marido estaban dando al reino era
o de fuerza supe- precisamente la contraria: no sólo defendían la legitirnidad de origen sino tam-
~ ~ ~el de la balanza que bién la de ejercicio. Acaudillando a la «parte mejor y más sana» se preparaban
-l 2, ausente el obis- para restablecer el orden de modo bien original. Para que fuera posible dicha
1-"'~.u.ul.lJA entre Segovia y solución era indispensable conseguir que los hombres del 64 les reconocie-
una hija del conde ran también como suyos. Los leales estaban siendo convocados. Precisamen-
:..........:.<.....:.uente,
en diciembre te esto se consiguió en marzo de 1473, reforzándose en los meses siguientes;
'el capelo. Un honor en adelante los Mendoza serían tan leales y firmes servidores de Isabel como
lo fueran en tiempos de Enrique IV Éste es el aspecto más sobresaliente de
colmar de agasajos al
- en confirmar lo que
a mantenerse fieles a
de raza, temple de
- misma les obligaba a
- e uando, el 7 de marzo
..•..•.
...-.....;.d..Ld~ara;
el nuevo car-
• muy bien de donde
~ ~' a Fernando e Isabel
el nacinúento de la
. e los reinos espa-
XII. LA SOLLOO~-
. '\
1. REUNlÓ~ 1:.-
Podríamos p
destacado en el ea .
Borja -los italianos -'.-
Alcalá, administró a 1- -
absoluto y no podía admitir que ahora esos Mendoza, tan sistemáticamente pas de Pacheco lleg:u:on "
enriqueños, vinieran a compartir las responsabilidades del poder! . Había mane- abortado. Cabrera estaba CZQ
jado los hilos para asegurar el triunfo de su facción, la Liga, y no del poder que estuviera al SeJ
monárquico. El favor que se otorgaba a quienes fueran fieles en todo momen-
to a Enrique IV se le hacían intolerable. Seguramente este «fabricante de seguridad. Por medio
reyes» comenzó a forjar en su mente la idea de provocar tal conflicto que introducido en las
aquellos jóvenes se arrepintiesen de su ingratitud. Ante todo les prohibió 1473 un primer acu
que fuesen a Guadalajara donde les esperaban con los brazos abiertos, y luta a Enrique Iv, a gu;a~
ellos no se atrevieron a resistir tal prohibición. Iniciada la guerra del Rose- liación con el mo
llón, Fernando tenía que abandonar inmediatamente Castilla para reunirse Una novedad, no hdi:'-' '.
con su padre y llevarle la ayuda de aquel puñado
reurur.
de lanzas que consiguiera gurarquecabrera::::
metido. La ausencia
Por encima de todo los príncipes necesitaban de un paso decisivo: recon- de Nieva, facilitó
ciliación con Enrique IV y que la gente les viera como amigos ya que esto Juan Fernández de H
significaría que les eran reconocidos derecho y posición. Segovia era la miéndolo en pocas pa b~l
principal posición que quedaba al rey, junto con Madrid y pocas más: allí fica sucesión de 1
estaba el tesoro. Pacheco trató de apoderarse de ella. Se urdió, como en profundo agradecimiemn di
Toledo en 1449, un movimiento de los viejos linajes contra los conversos, dilla convenció a do
importantes en la ciudad (mayo 1473). Era el pretexto que pensaba emplear na solución. Juana casaría
el maestre de Santiago para meter tropas y apoderarse del alcázar y del teso- rentas adecuados al::: d¡::J
ro. Tuvo noticia del plan el marqués de Santillana y puso en alerta a Andrés va dieron su pleno .~
Cabrera, mayordomo mayor y converso judío. De modo que cuando las tro- Disfrazada de mOL4-¡
rramala, Beatriz salió
1 Carrillo, como indicamos, era depositario de plenos poderes de Juan II; se conside-
bre de 1473, sin mi
raba, pues, cabeza absoluta del bando «aragonés». El reconocimiento de Isabel era, en su zar. Era la reconciliaci •
opinión, obra suya. Por eso, para vencer su prohibición de acudir a Guisando, Isabel había por las calles de S~~
tenido que darle las seguridades antes mencionadas, las cuales se completaron el 12 de sucesora estaban en
octubre del año siguiente, en vísperas del matrimonio con Fernando, con expresiones que al galope y estuvo presecze]
parecían indicar que iba a ser ministro universal del nuevo régimen. Quería que los prínci-
rey. El objetivo prin.c:Í::'.il
pes le obedecieseny se quejaba aJuan II de que no lo hacían. Cuando éstos se instalaron en
que IV, que comenzó
Rioseco, él se alejó para no compartir nada con el almirante. También tenía rencillas con los
Manrique (Falencia, II, págs. 24S-2S1).Juan II envió un mensajero especial, Juan de Gam-
boa, ordenando a sus hijos reconciliarse. La reconciliación tuvo lugar en Dueñas (junio 1471); 2 Copia en la Col,
los príncipes se obligaron entonces a fijar su residencia en alguno de sus dominios. ea, págs. 693-697.
- Z2. tan sistemáticamente pas de Pacheco llegaron a la ciudad las puertas estaban cerradas y el motín
c:;¡¡,.:=" C'~~l poder'. Había mane- abortado. Cabrera estaba casado con Beatriz de Bobadilla, cristiana vieja, dama
Liga, y no del poder que estuviera al servicio de Isabel y la mujer le convenció que a ellos y a los
zn -des en todo momen- conversos convenía que triunfasen los príncipes, porque significaban la
ente este «fabricante de seguridad. Por medio de un banquero asturiano,Alonso de Quintanilla, bien
ocar tal conflicto que introducido en las ferias de Medina del Campo, se firmó el 15 de junio de
re todo les prohibió 1473 un primer acuerdo". Cabrera se comprometía, desde una fidelidad abso-
os brazos abiertos, y luta a Enrique IV, a guardar Segovia para los príncipes y lograr la reconci-
~li::::.::r.~dala guerra del Rose- liación con el monarca.
I*-.;,~o_-eCastilla para reunirse Una novedad, no había precio que pagar. Los príncipes se limitaban a ase-
gurarque Cabrera tendría el señorío de Moya, que Enrique IV le había pro-
metido. La ausencia temporal del monarca, que presidía Cortes en Santa María
paso decisivo: recon- de Nieva, facilitó las cosas. Soldados venidos de Aragón, a las órdenes de
o amigos ya que esto Juan Fernández de Heredia, garantizaron el dominio de la ciudad. Resu-
.ción. Segovia era la miéndolo en pocas palabras, el plan de Cabrera consistía en permitir la pací-
drid y pocas más: allí fica sucesión de Isabel, como se había dispuesto en 1468. Se comprende el
. Se urdió, como en profundo agradecimiento de ésta. Parece comprobado que Beatriz de Boba-
contra los conversos, dilla convenció a don Enrique, a su regreso a Segovia, de que era una bue-
que pensaba emplear na solución. Juana casaría con Enrique Fortuna y ambos recibirían oficios y
el alcázar y del teso- rentas adecuados al más alto rango. El cardenal Mendoza y Beltrán de la Cue-
o en alerta a Andrés va dieron su pleno asentimiento.
o que cuando las tro- Disfrazada de moza aldeana, como esas que aún lucen sus arreos en Zama-
rramala, Beatriz salió de Segovia, buscó a Isabel y en la tarde del 28 de diciem-
J::;:;:s ¡:;:~ere:sde Juan II; se conside- bre de 1473, sin ruido, los dos hermanos se abrazaron en una sala del alcá-
~;::;;JC::::ll'ento de Isabel era, en su zar.Era la reconciliación. Al día siguiente almorzaron juntos y pasearon luego
-'~ a Guisando, Isabel había por las calles de Segovia para que todo el mundo viera cómo el rey y su
se completaron el 12 de sucesora estaban en buen amor. Fernando, que había sido advertido, regresó
do, con expresiones que
al galope y estuvo presente en la fiesta delAño Nuevo, bailando delante del
_c=1en..Quería que los prínci-
rey. El objetivo principal parecía haberse logrado. La enfermedad de Enri-
do éstos se instalaron en
¡¡:::;;o::.. lc=LDiéntenía rencillas con los
que IV, que comenzó precisamente en estas fiestas -durante once meses
J: J:=="_ ero especial.juan de Gam-
~ en Dueñas (junio 1471);
2 Copia en la Colección Salazar que es la que figura editada en la Coleaión diplomáti-
ca, págs. 693-697.
362 LUIS susasz FERNÁNDEZ
lucharía con la muerte antes de sucumbir- movió al monarca a instalarse también la colabo
en Madrid": los bosques del Pardo eran siempre, para él, un alivio a sus pesa- que el rey intervin
res. Como la princesa Isabel permaneció en Segovia, dueña de la ciudad y del mayo de 1474) y sacric
alcázar, pocos dudaban de que el reconocimiento había tenido lugar. po de batalla, dentro
Los restos de la Liga, en esta nueva coyuntura, se desparramaron; excep- cipe y le hizo hom.
to los Pacheco y los Stúñiga, todos los demás linajes, incluyendo a los Pimen- de enfrente Pache
tel" dieron por ajustada la sucesión y se prepararon para ofrecer su obedien-
cia a los nuevos soberanos. Quedaban en pie compromisos entre las familias,
nada más. Por ejemplo, en enero de 1474 el marqués de Santillana explicó a 2. MUERTE D.c.o..
Fernando que estaba dispuesto a cumplir sus obligaciones con el maestre de que Pedro Gozcá
Santiago pero que «cuando quiera que fuese el señor rey, que él había de ayu-
obispo, COUL
dad e contra todas las personas del mundos '. La enfermedad del rey, que
una dolori
provocaba en él curiosas reacciones biológicas", era el único motivo de pre-
ocupación.
Liga sino p_
Llegó la coyuntura. El 23 de setiembre de 1473 Enrique IV promovió a
nesqued~~
Rodrigo Alfonso Pimentel a la condición de duque de Beríavente otorgán-
que le con
dole el condado de Carrión; de este modo se consumaba la ocupación de
saJero muy
esta villa, que los Manrique tenían por suya, aunque también los Mendoza
Liga, que naT"~;""':::¡
sentían apego hacia ella por ser sepulcro de sus antepasados. Cuando don Die-
bel. Carrillo
go Hurtado de Mendoza protestó por lo que consideraba alienación de una
de las raíces de su linaje, Pimentel respondió desabridamente que «aquellos
huesos de sus antepasados los mandaría poner en una esportilla y se los envia-
de 1474) ~8.3
ría». Los clanes nobiliarios vibraron de indignación y,juntos, Manrique, Enrí-
yectos del arz
quez y Mendoza, formaron un ejército al que el infante Fernando aportó
saron que el oe
~ ~~~- -~~- ~
362 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ
lucharía con la muerte antes de sucumbir- movió al monarca a instalarse también la colabo
en Madrid": los bosques del Pardo eran siempre, para él, un alivio a sus pesa-
res. Como la princesa Isabel permaneció en Segovia, dueña de la ciudad y del
alcázar, pocos dudaban de que el reconocimiento había tenido lugar.
Los restos de la Liga, en esta nueva coyuntura, se desparramaron; excep-
to los Pacheco y los Stúñiga, todos los demás linajes, incluyendo a los Pimen-
tel" dieron por ajustada la sucesión y se prepararon para ofrecer su obedien-
cia a los nuevos soberanos. Quedaban en pie compromisos entre las familias,
nada más. Por ejemplo, en enero de 1474 el marqués de Santillana explicó a 2. MUERTE D-=
Fernando que estaba dispuesto a cumplir sus obligaciones con el maestre de que Pedro \JO::.:::oIII
Santiago pero que «cuando quiera que fuese el señor rey, que él había de ayu-
obispo, co
darle contra todas las personas del mundos". La enfermedad del rey, que
una dolori
provocaba en él curiosas reacciones biológicas", era el único motivo de pre-
ocupación.
Llegó la coyuntura. El 23 de setiembre de 1473 Enrique IV promovió a
Rodrigo Alfonso Pimentel a la condición de duque de Benavente otorgán-
dole el condado de Carrión; de este modo se consumaba la ocupación de
saJero muy
esta villa, que los Manrique tenían por suya, aunque también los Mendoza
Liga, que
sentían apego hacia ella por ser sepulcro de sus antepasados. Cuando don Die-
bel Carrillo
go Hurtado de Mendoza protestó por lo que consideraba alienación de una
de las raíces de su linaje, Pimentel respondió desabridamente que «aquellos
huesos de sus antepasados los mandaría poner en una esportilla y se los envia-
ría». Los clanes nobiliario s vibraron de indignación y,juntos, Manrique, Enrí-
quez y Mendoza, formaron un ejército al que el infante Fernando aportó
ió al monarca a instalarse también la colaboración de sus lanzas. El conflicto se cerró sin sangre por-
él, un alivio a sus pesa- que el rey intervino, obligando a Benavente a abandonar la partida (10 de
~, .•.••..•..
dueña de la ciudad y del mayo de 1474) Y sacrificando una fuerte suma de dinero. Regresando al cam-
- ~bía tenido lugar. po de batalla, dentro de este mismo mes, el marqués hincó rodilla ante el prín-
= desparramaron; excep- cipe y le hizo homenaje como a futuro rey.Todo estaba decidido. En el lado
_ . - cluyendo a los Pimen- de enfrente Pacheco, Pimentel y Stúñiga intentaban reforzar la liga ofre-
tJilld ofrecer su obedien- ciéndose a defender los derechos de Juana.
:o:J.::~rornisosentre las familias,
_ ' de Santillana explicó a
2. MUERTE DELREY.Alfonso Carrillo no podía soportar la idea de
()CW2:ao- ones con el maestre de
que Pedro González de Mendoza, ahora cardenal siendo un simple
rey, que él había de ayu-
obispo, cobrase relieve en el Consejo de Fernando e Isabel. Envió
~ ermedad del rey, que
una dolorida queja a Juan II de Aragón mientras iniciaba contactos
_-- '" único motivo de pre-
con su sobrino Pacheco. No pretendía tan sólo sumar fuerzas a la
Liga sino provocar en Castilla un movimiento de tales proporcio-
~ --- - Enrique IV promovió a
nes que destruyese a aquellos a quienes él mismo fabricara. Juan II,
e Benavente otorgán-
que le conocía muy bien, estaba asustado; tanto que le envió un men-
- :::.m.mabala ocupación de
sajero muy especial, Pedro Vaca, con un encargo: debía formar una
::.e también los Mendoza
Liga, que naturalmente él presidiría, para apoyo de Fernando e Isa-
sasados.Cuando don Die-
L-..;:;-••.
bel. Carrillo volvía sobre principios como la superioridad del varón
- -., raba alienación de una
sobre la mujer que debía hacer de Fernando rey propietario y no
ridamente que «aquellos
consorte. La muerte inesperada de don Juan Pacheco (4 de octubre
_ esportilla y se los envia-
:: .juntos.Manrique.Enrí., de 1474) cuando trataba de apoderarse de Trujillo, detuvo los pro-
- - te Fernando aportó yectos del arzobispo, de modo que los consejeros de la princesa pen-
saron que el peligro había pasado". Desde luego que no; fueron tro-
pas proporcionadas por Carrillo las que permitieron a Diego López
fiestas.
Pacheco huir de la prisión" y posesionarse de la herencia de su padre.
a=a::::x:=t=ntoimplicado en las nego-
príncipes le garantizaron el
iplomática, págs. 700-703). 7 Carta de Gutierre de Cárdenas aJuan I1,20 de octubre de 1474,en Paz,op. cit., págs.164-170.
8 Enrique IV quiso entregar el maestrazgo al nuevo marqués de Villena y así lo solici-
Acuña hizo a Juan II de tó del Papa. Pero Rodrigo Manrique, elegido por los comendadores de la Orden, urdió una
znregra la carta en T. Azcona, traición gracias a su sobrino Gabriel, conde de Osorno, que atrajo a Pacheco a una entre-
vista (25 de octubre) y se apoderó de su persona. Fue liberado por tropas que proporciona-
. pág. 198. ron Carrillo y el duque de Benavente. Palencia, III, págs. 258-260.
364 rms SUÁREZFERNÁNDEZ
tantas amarguras o
El nuevo marqués de Villena debía figurar como cabeza del bando
bandera de doña JI.l.il.UOL.;¿
de doña juana,
dos linajes de graru
en que la intervenció _
Cuando, el 11 de diciembre de 1474- murió
y en Madrid Enrique Iv, la
ra. Y en medio estaba la
sucesión se produjo de un modo normal, de acuerdo con los actos de ene-
bel pero esperando
ro de aquel mismo año. Isabel presidió en Segovia los funerales del difunto
24 de diciembre los !l.i~
rey, fue luego proclamada en la plaza (13 de diciembre} y recibió de Andrés
tituyese una especie
Cabrera las llaves de la ciudad y de su alcázar. Sólo Isabel fue recibida como
reina. en las ciudades castellanas, aunque algunas con cierto retraso. En Madrid rieron, con ellos,
rioridad militar y
1::::::1 •.
y Plasencía, donde no fue adamada, tampoco se tomó el nombre de Juana.
Carrillo estaba ~••..~,
De modo que durante algunos meses pudo pensarse que no había contra-
seguían manifescindole
dicción. Algunos de los que tuvieron luego parte activa en la revuelta en su
so con una intervenció
contra estuvieron en Segovia en diciembre y le rindieron acatamiento. Des-
cipal'". Fernando
de luego también Carri:11o, que llegó el día: 22, pisándole los talones a su
bel.Elarzobispo quenz
cordial enemigo, el cardenal Mendoza, que había tenido el gesto de oficiar
varón, quien debía asl Ii ~lO ~
las exequias de Enrique IV y acompañar luego el cadáver hasta Guadalnpe.
ro de 1475, e1rey y
Unjurísta podría decir que, en diciembre de 1474, Fernando e Isabel tenían
manía sólo habían co~
pacífica posesión del reino. que reforzar y no d:isct::ttir
Quedaban algunas incógnitas por despejar; las cuales explican probable- cho a .reinar; a diferencia
mente el retraso de Alfonso Carrillo en tomar la decisión que fraguaba; mitir legitimidad. ~-
entre ellas estaban la forma que había de darse al nuevo gobierno, la conducta arzobispo, quedó nlriupcb
de los nobles y la eficacia del Consejo que llegará a ser la Institución que do y mujer11• Fernando IX)
mejor define a la Monarquía española. Entraron en él, desde el primer momen- dó mucho tiempo
to, algunos hombres nuevos, de confianza, todos ellos experimentados juris- mismo poder que
tas, pero se pudo decir que nada había cambiado ni en el organismo ni en su buena nota: en todas
línea de actuación. Se mantuvieron los altos oficios como en la época de Enri-
que IV y quedaron sin cubrir los de justicia mayor y mayordomo a la espe-
ra de las decisiones que tomaran el duque de Arévalo y el marqués de San-
tillana. se mostraba absolutamerae
En la nobleza detectamos, a finales de 1474, tres sectores bastante bien sus hijos no debían p~
definidos. En un extremo estaban los>revanchistas del aragonesismo, Carri- J I El original en .
llo y los Manrique, que denigraban Ia memoria de Enrique rv, afirmaban que sentencia arbitral, llamada
no debían .redactarselos ~
Fernando tenía que ser el verdadero rey, y aspiraban a tomar revancha de
NOBLEZAYMONARQUÍA 365
- fadrid Enrique Iv, la en que la intervención portuguesa arrastrase a muchos de los tibios de aho-
ra,y en medio estaba la mayoría de los nobles, dispuestos a reconocer a Isa-
con los actos de ene-
bel pero esperando que, con ello, se les darían garantías de continuidad. El
erales del difunto
tc::brl~}, recibió de Andrés
24 de diciembre los Mendoza tomaron la iniciativa de proponer que se cons-
tituyese una especie de alianza en el servicio de los jóvenes reyes; y se adhi-
fue recibida como
rieron, con ellos, los Velasco, Enríquez y PimenteL Estos cuatro sumaban supe-
JJ&aeno retraso. En Madrid
9
rioridad militar y económica sobre todos los demás juntos, en este momento •
tawnn' el nombre de Juana.
Carrillo estaba ya, inevitablemente, desplazado, aunque los jóvenes reyes
e no había contra-
seguían manifestándole afecto. Esperó todavía unas semanas, contando aca- -
en la revuelta en su
so con una intervención de Juan 11 de quien se sentía, con razón, agente prin-
1JD000~n acatamiento. Des-
cipal'". Fernando estaba ausente en el momento de la proclamación de Isa-
~;;indole los talones a su
beL El arzobispo quería plantear la cuestión sucesoria como si fuese el príncipe,
1:0:000 el gesto de oficiar
varón, quien debía asumir la potestad real. Pero, llegado a Segovia el 2 de ene-
oac~:r hasta Guadalupe.
ro de 1475, el rey y la reina no tardaron en ponerse de acuerdo: de su matri-
~ Fernando e Isabel tenían
monio sólo habían conseguido de momento una lija. Por consiguiente había
que reforzar y no discutir la costumbre castellana que da a las mujeres dere-
explican probable-
cho a reinar, a diferencia con la Corona de Aragón, que sólo consentía trans-
. .ón que fraguaba:
mitir legitimidad. Una sentencia arbitral, encomendada al cardenal y al
.erno, la conducta
arzobispo, quedó ultimada el 15 de enero, fijándose las competencias de mari-
Institución que
do y mujer". Fernando no iba a ser simplemente un consorte. Isabel no tar-
pnmermom~
dó mucho tiempo en firmar un documento que atribuía a su marido el
~~TI·ruenudos~
mismo poder que ella ejercía.Y a notarios y a cronistas se ordenó tomar
organismo ní en
buena nota: en todas parte rey y reina debían figurar juntos.
ICDCXlI en la época de Enri-
T I~OOI:domo a la espe-
9 Colección diplomática, págs. 706-707.
marqués de
10 En carta de128 de diciembre de 1474 (AGS.Estado.Castilla,leg.l-P,foL 127)]uan II
se mostraba absolutamente convencido de que todo se debía a Carrillo y por consiguiente
sectores bastante bi sus hijos no debían prescindir de él.
~:!;Onesismo, Carri- 11 El original en Simancas, P-atronato Real, lego12, foL 28. Como es bien 'sabido, esta
:afumaban sentencia arbitral,llamada.a veces «concordia»,no tuvo otro efecto que fijar la forma en que
Transcurrido un mes desde la muerte de Enrique Iv, sin que se hubie- zas de ganar
ran producido brotes de revuelta, reducidos a dos los linajes disidentes, es lógi- juntola~
co que los reyes comenzaran a tranquilizarse. El juramento que todos los pre- reino. Lo
sentes en la Corte prestaron en relación con la sentencia arbitral del 15 de quesado de
enero, tema el valor de aceptación solemne de Fernando e Isabel como legí- minados
timos soberanos. Sucedió, además, que el marqués de Villena entró en con- mayo, la
tacto con ellos, aunque eligiendo un mensajero, el licenciado Antón Núñez ciendo co
de Ciudad Rodriga, que tema probablemente intereses particulares que con-
ducían al fracaso de la negociación. El problema no estaba en la conserva-
ción de los enormes señoríos de don Diego, que los reyes estaban dispues- murió, acompaña
tos a confirmar, sino en el destino de la «hija de la reina» que vivía en casa frontera de Portugal,
de Villena. Isabel quería que se le entregase la custodia de esta muchacha de gesto de humildad. P~J
trece años, a fin de casarla con «algún señor y grande en los reinos de Ara- 16 de abril remitió a;
gón a ellos fiable»12 lo que apunta a la fórmula acordada de enero de 1474. Había perdido la ~
Don Diego respondió que su honor le impedía entregarla antes de que se
mente un viaje a
hiciera el matrimonio. Su conducta respondía al espíritu de la caballería.
la"; quería una hllmlll·;¡.3~
N egociando llegó el 20 de febrero. Aquel día Alfonso Carrillo abandonó la
mir, y provocó la rup~
Corte que seguía en Segovia y fue a instalarse en Alcalá de Henares, desde
por estas andanzas de
donde ató los hilos de la conjura que venia preparando.
ro entraba en posesión -
dose al exiguo númer
3. PROCLAMACIÓNDE JUANA. Los hilos de la conjura quedaron com-
El peligro de que .
pletos en marzo de 1475; fue entonces cuando el marqués de Ville-
querellas intestinas o
na pudo comunicar a Alfonso V que, en cuanto sus soldados cruza-
en el país. Si los reyes
sen la frontera, un alzamiento en su favor tendría inmediatamente
ros de que la otra se cie-r=I~
lugar; el arzobispo de Toledo estaba ya comprometido. La realidad
caso de Fuenteovej
era menos optimista: comprometidos con ese movimiento estaban
Stúñiga, con fuertes apoyos en Salamanca y Extremadura, Carrillo,
Pacheco y Téllez Girón, que podían controlar la Meseta meridio-
nal, y Pedro Álvarez de Sotomayor, conde de Caminha, que acaba-
ba de apoderarse de Tuy. Los otros partidarios de Juana eran gentes
de mediano linaje, que se embarcaban en la empresa con esperan-
12 La frase en Cr6nica incompleta de los Reyes Catolicos, ed. Puyol, Madrid, 1934, pág. 138.
NOBLEZA Y MONARQUÍA 367
_ '" Iv, sin que se hubie- zas de ganar en ella, pero sin realidades para la aportación. En con-
Enaies disidentes, es lógi- junto la subversión parecía más fuerte en el sur que en el norte del
••••••....•.••
enro que todos los pre- reino. Los grandes dominios de los comprometidos, como el mar-
-==:ze::::~' arbitral del 15 de quesado de Villena y las Órdenes de Santiago y Calatrava, estaban
o e Isabel como legí- minados por rebeliones internas. La primera acción fue, el 10 de
"illena entró en con- mayo, la revuelta de Alcaraz, que se apartó del marquesado recono-
-~= ciado Antón Núñez ciendo con Isabel que retornaba al realengo'",
- articulares que con-
estaba en la conserva-
Juana fue separada de su madre, que seguía en Madrid donde pronto
reyes estaban dispues-
murió, acompañada de Pedro de Castilla, y llevada a Trujillo, cerca de la
que vivía en casa
frontera de Portugal. Carrillo estuvo esperando hasta el último instante un
esta muchacha de
gesto de humildad, provocado por las apremiantes cartas de Juan n14. Pero el
los reinos de Ara-
16 de abril remitió al soberano aragonés la última de sus doloridas quejas".
e enero de 1474.
Había perdido la esperanza. Para satisfacer a su suegro, Isabel hizo personal-
antes de que se
mente un viaje a Alcalá (mayo de 1475) pero el arzobispo no quiso recibir-
de la caballería.
la'"; quería una humillación y renuncia que la reina no podía en modo asu-
Carrillo abandonó la •
mir, y provocó la ruptura. Un aborto fue el alto precio que pagó la soberana
-, e Henares, desde
por estas andanzas detrás del arzobispo. Pero debilidad, ninguna: el 20 de ene-
ro entraba en posesión de Toledo mientras Carrillo acudía a Trujillo sumán-
",-marqués de Ville- El peligro de que la revuelta pudiera extenderse venía sobre todo de las
- soldados cruza- querellas intestinas que largos años de anarquía habían conseguido sembrar
-...: inmediatamente en el país. Si los reyes ayudaban a una de las partes en litigio podían estar segu-
IIC:~-:}lmetido.La realidad ros de que la otra se declararía por Juana; corrían además -pensemos en el
movuníento estaban caso de Fuenteovejuna- el peligro de colocarse al nivel de los partidos. Por
~""~TT'I<>dura,
Carrillo
- eseta meridio- 13 Sobre esta cuestión,]. Torres Fontes, «La conquista del marquesado de Villena en el
L.:¡mlnl:t.a,que acaba- reinado de los Reyes Católicos» (Hispania, L, 1953 págs. 49-52).
••_nana eran gentes 14 Cartas de Pedro Vaca (20 marzo) y Fernando (27,28 de marzo de 1475) a Juan II,
eso. su política consistió en situar la Corona po.r encima de menudas quere- linajes de la nobleza
llas, dando. cada vez mayo.r papel a 10.stribunales de justicia. De hecho, cuan- Beltrán de la CUI
do. el ejército. portugués entró en Castilla, fueron muy Po.cos los que acu- Quiño.nes,Arellano.~
dieron a c0.10.carse bajo. sus banderas. rique, e incluso.
Un detalle .importanre que establece la diferencia con la conducta de Fer- deras los Fonseca, G~
nando. e Isabel: el 25 de mayo. de 1475 .Alfonso V fue proclamado. rey en Pla- qués de Santillana y
sencia, antes y no. después, de que se celebraran sus desposorios con Juana. El fracaso. de estas in:qKl"~
Ésta firmó, el 30 de mayo., un manifiesto en defensa de sus derechas, que debía
enviarse a todas las ciudades delreino: se .acusaba a Ios príncipes de haber pro-
vocado el envenenamiento. de Enrique lV.El documento. 'nos permite cono- cerró el paso. (18 de 'se:)el~
cer po.r sus nombres las que se habían adherido. a la defensa de su causa: el to.do.s sus señoríos a
marqués de Villena, su hermano. Pedro. Portocarrero y 5US primos el conde
de Urueña y Rodrigo Téllez Girón,maestre de Calatrava; el duque de Aré-
valo, su hijo. Juan de Stúñiga, que se titulaba maestre de Alcántara, su hermano. 4.
el conde de Miranda y otro Diego López de Stúñiga, prior de San .Marcos
de León; el obispo de Plasencia; Fernando. de Monroy; el comendador Gon-
zalo. de Saavedra; el licenciado. Antón Núñez de Ciudad Rodrigo; el canci-
ller Enrique de Pigueredc.Alfonso de Herrera;Juan de Oviedo; el protono-
tario Juan de Salcedo'<ry desde luego. Carrillo.Poca cosa.Las fuertes pro.mesas Castilla aabari P'1
de Villena se deshacían en el aire, como el humo. batalla de Tom.I21
El movimiento contra Isabel fracasó. Alfonso V, llegado. a Arévalo, pudo. mezclaba
comprobarlo personalmente. Por eso. puso. en su plan de campaña corno pri- duques de~~
mer objetivo consolidarse en la posesión de Toro y Zamora, que garantizaban Isabel? El p~
la frontera de Portugal y podían servir corno rehenes de intercambio. a la hora
de 1anego.ciación.EnArévalo. recibió la noticia de que su hermana la reinaJua-
na había muerto. en Madrid, que seguía bajo. su obediencia, el 19 de junio.18.
En el bando. de enfrente, Fernando. pudo. reunir un gran ejército. que, aunque
desordenado e irregular al principio, demostraba que prácticamente todos los
17 De este manifiesto tenemos dos ejemplares, el que se envió a Madrid (Zurita, IV, taca su brillantez.
fols. 23Sr-238v) y el de Zarnora, pub. por J. Fernández de Domínguez, La guerra civil a la 20 La esposa del conoe cr: DI
IcJcirrta de menudas quere- linajes de la nobleza estaban con él: Enriquez, Mendoza -:incluyendo a don
icia, De hecho, cuan- Beltrán de la Cueva con brillante armadura-, Velasco, Álvarez de Toledo,
. pocos los que acu- Quiñone.s,Arellano,Mendoza deAlmazán, Sarmiento, Osorio.Pimentel.Man-
rique, e incluso parte de los Acuña; en otros lugares combatían bajo sus ban-
••..•
~ con la conducta de Fer- deras los Fonseca, Guzmán, Fernández de Córdoba y Fajardo. Entre el mar-
proclamado rey en Pla- qués de Santillana y su cuñado donBeltrán movieron mil cuatrocientas lanzas".
sorios con Juana. El fracaso de estas improvisadas fuerzas en su primera campaña produjo deser-
derechos, que debía ciones. Cuando los portugueses penetraron hasta Baltanás, tratando de soco-
, cipes de haber pro- rrer a los defensores del castillo de Burgos, fue el conde de Benavente quien
lIr-:::leIlOO nos permite cono- cerró el paso (18 de setiembre). Hech-o prisionero, su esposa vino a depositar
nsa de su causa: el todos sus señoríos a los pies de los reyes en garantía de lealtad. Cuando fue res-
primos el conde catado, le tributaron éstos un cálido homenaje'",
~;¡n;ml;~ el duque de Aré-
, tara, su hermano 4. DE LA GUERRA A LA "PAR. De este modo puede decirse que uno de los
ior de San Marcos aspectos principales de esta guerra fue el éxito moral de convertida en
comendador Gon- enfrentamiento tan sólo entre Castilla y Portugal; los nobles aportaron
~AliiIiLJ. Rodrigo; el canci- su esfuerzo, las ciudades su entusiasmo y hasta la Iglesia sus tesoros.
Oviedo; el pro tono- Incierta al principio, la gran superioridad material y numérica de
Las fuertes promesas Castilla acabará por .imponerse a partir del 1 de marzo de 1476 tras la
batalla de Toro. La revuelta, en parte inconexa, de unos pocos linajes se
1"~lJO~lo a Arévalo, pudo mezclaba con intereses particulares. ¿Cómo podían seguir titulándose
campaña como pri- duques de Arévalo los Stúñiga si esta villa pertenecía a la madre de
ILAI,I.;..&.1I4., que garantizaban Isabel? El principal problema que a los reyes se planteará en relación
mrercambio a la hora con esta revuelta consistirá en impedir que la represión dejase rescol-
hermana la reina Jua- dos calientes que pudieran, un día, renacer. Para entender su política
~ienci·.a.. el 19 de junio ". es imprescindible no perder de vista que en la construcción de la nue-
iército que, aunque va Monarquía la conservación de los linajes era factor imprescindible.
camente todos los
19 EL .alarde de tropas en Paz, op. cit., págs. 187-188. También la Crónica de Pulgar des-
- a Madrid (Zurita, Iv, taca su brillantez.
Do_Ilgt:leZ.. La guerra civil a la 20 La esposa del conde de Benavente era Macla Pacheco, hermana del marqués deVille-
nao Carrillo se encontraba en primera fila entre los portugueses. Ver carta Fernando su
padre 25 setiembre. Paz, págs. 201-202.
370 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ
Una ronda esquemática de observación por distintas regiones del reino brar gobernador de G~
puede ayudarnos a comprender la situación. En Galicia dos eclesiásticos de de febrero de 14-
gran relieve, Alfonso de Fonseca, arzobispo de Santiago, y Diego de Muros, de Carninha y los
obispo de Tuy, en vida de Enrique IV, formaron una Liga (10 de abril de 1474) perdidas. Nuestro
para defenderse del conde de Carninha. Cuando Isabel fue proclamada rei- nes guerrilleras, meITI!G.:2S.
na y ellos la reconocieron, los condes de Monterrey, Sancho de Ulloa, y de quía y violencia; ;-nr.~
Lemos, Pedro Álvarez Osorio, se les unieron (16 de enero de 1475). El con-
paradigma del deso
de de Caminha y sus amigos, Suero Gómez y Lope Sánchez de Moscoso,
que contrasta con
dueños de Tuy -plaza fuerte y puerta de entrada para eventuales auxilios gos años de enfrenr;¡".,..,;d
portugueses- lograron extender su dominio sobre las Rías Bajas, Padrón,
Vizcaya, habían enriscado
Redondela,Vigo y Pontevedra'". Salvo la reconquista de Vivero por naves viz-
allí se trataba del odi
caínas de don Ladrón de Guevara, los isabelinos estuvieron a la defensiva has-
do de Cela. A su re-
ta 147722; en el otoño de 1476 Fonseca sufrió incluso una derrota al inten-
tar apoderarse de Pontevedra. Como el monarca portugués se abstuvo de
Firmadas las pac
enviar refuerzos no pudieron sus partidarios seguir avanzando.
to de Fonseca y el e
La situación permaneció en tablas, conservando cada bando sus posi-
blema, Fernando e .-
ciones, especialmente porque el conde de Caminha pudo apoderarse de la
se estableciese la He
persona de don Diego de Muros, a quien retuvo quince meses/". Desde el
invitaba al conde de
verano de 1477, declinando las operaciones en otros lugares, los reyes pudie-
que en aquellas paces ~
ron comenzar, lenta y trabajosamente, el restablecimiento del orden. Fonse-
ca aprovechó la momentánea eliminación de Pedro Álvarez de Sotomayor
de de Buendía, fue ~
para rendir Pontevedra (agosto) y luego las otras villas de su ría,Vigo, Redon-
García López de Chj"c- ~
dela, Castro de Montes y Puente Sampayo. Cuando los isabelinos tomaron
Dice Pulgar, el ero
Bayona toda Galicia quedó bajo su obediencia. Pero entonces el conde de
aldeanos comenzara
Caminha regresó, con tropas portuguesas, acompañado por Pedro de Men-
daño, otrora terrible alcaide de Castronuño, y Fernando Pareja, antiguo ade-
lantado. Isabel y Fernando replicaron con una disposición muy típica: nom-
regiones del reino brar gobernador de Galicia a Pedro de Villandrando, conde de Ribadeo (20
o eclesiásticos de de febrero de 1478), dándole poderes coercitivos muy eficaces". El conde
_ Diego de Muros,
de Caminha y los suyos habían conseguido recuperar parte de las posiciones
- de abril de 1474)
perdidas. Nuestros datos son escasos, pero permiten decir que las operacio-
=- :. e proclamada rei-
nes guerrilleras, menudas, contribuían a crear un lamentable estado de anar-
ho de Ulloa, y de
quía y violencia; todavía muchos años más tarde sería presentado como
e 1475).El con-
paradigma del desorden. De este modo Galicia se convirtió en la excepción
hez de Moscoso,
que contrasta con la política que en otras partes desarrollarían los reyes. Lar-
eventuales auxilios
gos años de enfrentamiento entre bandos, como sucedía en Asturias y en
Bajas, Padrón,
Vizcaya, habían enriscado las conductas y más que de isabelinos y juanistas,
ro por naves viz-
allí se trataba del odio entre Fonseca y Soto mayor, Osorio y Pimentel o Par-
~ a la defensiva has-
do de Cela. A su tenor, los pequeños y numerosos linajes de hidalgos se
derrota al inten-
combatían con redoblada ferocidad.
Firmadas las paces con Portugal en Alcacobas, y fracasado el último inten-
to de Fonseca y el conde de Monterrey para resolver por sí mismos el pro-
bando sus posi-
blema, Fernando e Isabel hubieron de tomado en sus manos disponiendo que
apoderarse de la
se estableciese la Hermandad General en Galicia'". Al mismo tiempo se
eses23• Desde el
invitaba al conde de Carninha y sus secuaces a que se acogiesen al perdón
I__~;=, los reyes pudie-
que en aquellas paces se otorgaba/". Esta segunda propuesta fue rechazada.
el orden. Fonse-
En consecuencia, el 3 de agosto de 1480 Fernando de Acuña, hijo del con-
rez de Sotomayor
de de Buendía, fue enviado como gobernador; ayudado por el licenciado
ría,Vigo, Redon-
GarcÍa López de Chinchilla, llevó a cabo una tarea muy eficaz pero terrible.
elinos tomaron
Dice Pulgar, el cronista, que cuarenta y seis torres fueron arrasadas y los
aldeanos comenzaron a dormir tranquilos; mil quinientas personas tuvieron
Pacheco, que quería abrir camino a su hijo, al que llamara Juan, como
el abuelo. La pr:i:mera decepción para el duque fue que Alfonso V
onducta de Fernando
no permaneciera en Arévalo, prefiriendo Toro y Zamora, más segu-
hlI:5d~uno y otro bando se
ras. Los, hijas de su anterior matrimonio figuraban entre los segui-
rque se confiaron a
dores de IsabeL
1Dé:nca.. Cuando Pedro Par-
- iembre de 1483) se
Dos sentimientos contrapuestos trabajaron el ánimo del duquerpor una
Caminha, que había
parte el abandono en que se sentía por parte de su aliado de Portugal; de la
, tarde admitido a
otra, la cordial amistad que los reyes mostraban a su hijo Álvaro que iba a ser
ba: se le ordenó
prior de San juarr, mientras que el vástago de Leonor,Juan, sólo encontraba
ubo de obedecer.
dificultades- para ser maestre de Alcántara, Después de la batalla de Baltanás
Ja::tbI:;rron presidente de la
(setiembre de 1475), renunciando las portugueses a socorrer el castillo de
151¡a:¡~lS políticas'", Todos
Burgos.cnyos defensores fneron tratados: generosamente por Fernando e Isa-
'ptí:t2lrse de ser un ven-
bel,..cwmprendió que había errado el camino'".
e desconsideradas
Por otra parte el joven Álva:ro y su hermano Pedro presentaron ante
Fernando la conducta de su padre como una influencia errada de su madras-
tra, a fin de cuentas una Pacheco. Y los monarcas aceptaron el razonamien-
Galicia, excepcional
to. Desde enero de 1476 se supendieron las hostilidades contra todos los seño-
tIpIlc::;;¡[[O]tl., con mucha más
ríos del linaje. Quedaban cuesrinnes pendientes como la titulación del linaje,
eamos ahora el que
la conservación de rentas y el destino del maestrazgo de Alcántara, pero ya
~nIlSelOCl·:a,Béjar,Aréva-
entonces quedó bien claro que iban a ser producto de negociación y no de
rt-"-.-"acciones del ejér-
procesos judiciales.
P- ~Uv.r:ro de Stúñiga --el
posion del condesta-
6. GIRÓNY PACHECO_Elespacio fundamental para el proyectado movi-
onocer a Juana
miento había sido la Meseta meridional. Allí tenía asiento la Orden
e este empeci-
de Caiatrava de que era maestre Rodrigo T éllez Girón, y también
ija de donjuan
el marqeresado de Villena y amplios dominios pertenecientes a la
mitra deToledo.En ningún mcmenro formaron una plataforma béli-
1D'1C::XJ~(Je 1 , al no p _ ca coherente: Los reyes contaban con la voluntad de algunas villas
~:D:IiI:lr pcmonado. ALópez
que querían escapar de la jurisdicción del marqués, con las cuadri- gro antes de que a
llas de la Santa Hermandad Vieja de colmeneros y ballesteros", el opción que capi
descontento de algunos nobles y la acción infatigable de Rodrigo El primero e
Manrique que se titulaba maestre de Santiago". La lucha fue enta- conde de Urueña. ae •.~
blada no como un encuentro del rey con la nobleza sino como enfren-
tamiento de nobles entre sí, unos enarbolando el estandarte de Isa- taron; no querían que,:L.:;
bel, otros en contraYa dijimos que el primer episodio fue el alzamiento especie de subve
peligrosa. N ecesi
de la ciudad de Alcaraz (10 de mayo de 1475) que pronto asegura-
la Monarquía.Así
ron soldados de Alfonso de Fonseca, obispo de Á vila, Rodrigo Man-
por el bachiller Fe~3<)
rique y Pedro Pajardo-". Dos días más tarde Isabel hacía su entrada
do, que temía por'
en Toledo desmantelando los dominios de Carrillo.
ocurrir un desastre e~ _
go Hurtado de Me
Tanto el arzobispo como el marqués confiaron la defensa de sus intere-
Santillana y conde
ses al empuje lusitano, convencidos sin duda de que no tenían fuerzas sufi-
caso de Puenteovei
cientes. Diego López Pacheco estuvo en Plasencia el día de la 1'roclamación
de Alfonso V; Carrillo se incorporaría más tarde, en Arévalo, en el verano de
1475, llevando consigo 500 lanzas. Fernando e Isabel encargaron a Pedro
Fajardo promover la rebelión del marquesado-" mientras que Rodrigo Man-
rique y Diego Fernández de Córdoba, conde de Cabra, organizaban el des-
mantelamiento de la Orden de Calatrava, con algunos de cuyos comenda- que le permitía reco
dores contaban. Las cuatro principales posesiones de esta última, Daimiel, río, no alfoz. Suponiendo c"".lll
Manzanares, Villarrubia y Almodóvar fueron ocupadas ya en el verano de to que sufriera del ...n-~..,.,..
1475. Luego vino la lista de defecciones en el marquesado -Hellín,Toba- dor mayor Fernán Gómez
rra,Ontur, Albatana, Ocaña- que parecían anunciar que el marquesado pasa- Juana. Del honor <le ....•.5-
ba al realengo. Obligado a regresar a la Mancha donde peligraban ya sus injertado por la me
últimos dominios, el marqués quedó prácticamente arrinconado en Alrna- sinato tres regidores ~
30 Los privilegios de esta Hermandad se confirmaron el 25 de abril de 1475. AGS. 34 Zurita, IV,fol :.!-¡.
Registro del Sello, 1475-IV, fol. 380. 35 Los vecinos de ~~,
31 Plenos poderes también el 25 de abril. Ibidem,., fol. 427. tidario de Juana, pactaron ,,:,
32 J. Torres Fontes, La conquista del marquesado, págs. 55-57. evitó pactando con los p.' • :t~
33 Publicados los poderes del 18 de junio en Torres Fontes, Pedro Fajardo, págs. 270-272. AGS. Patronato Real, lego tI -
NOBLEZA Y MONARQUÍA 375
ués, con las cuadri- gro antes de que acabara el año 1475 y convencido de que no le quedaba otra
rieros y ballesteros=', el opción que capitular":
tigable de Rodrigo El primero en rendirse de este amplio linaje fue Juan Téllez Girón,
. La lucha fue enta- conde de Urueña, hermano del maestre de Calatrava, usando los bue-
nos oficios de su suegro Pedro Fernández de Velasco. Los reyes le acep-
fL""'~-:U el estandarte de Isa- taron; no querían que, al prolongarse la guerra civil, ésta derivara hacia una
....,...---'lCn..cll· o fue el alzamiento especie de subversión dentro de los estados de la nobleza; la consideraban
ue pronto asegura- peligrosa. Necesitaban del señorío como del realengo para edificación de
- -' víla, Rodrigo Man- la Monarquía. Así sucedió en el caso de Villena, sublevada en enero de 1476
por el bachiller Fernando de Mergelina, con gran disgusto de Pedro Fajar-
- el hacía su entrada
do, que temía por la salud de sus propios dominios. Estuvo a punto de
ocurrir un desastre en Madrid evitado por la pronta intervención de Die-
go Hurtado de Mendoza que ya era duque del Infantado, marqués de
Santillana y conde del Real de Manzanares". Es especialmente curioso el
caso de Fuenteovejuna.
e la proclamación
Lope de Vega nos ha confundido con ese «todos a una», que repugnaba
~ 'o en el verano de
a los reyes. Como sabemos, la villa, perteneciente a Córdoba, fue entregada
a la Orden por Enrique IV para compensar las sustracciones que hizo Pedro
Girón para crear la Casa de Osuna. Como muchas otras ciudades que abra-
zaron la causa de Isabel, Córdoba recibió una cédula (20 de abril de 1476)
cuyos comenda- que le permitía recobrar los términos de su alfoz. Fuenteovejuna era seño-
última, Daimie
río, no alfoz. Suponiendo que con esto se le autorizaba a remediarse del entuer-
en el verano de to que sufriera del anterior rey, provocó una revuelta y asesinó al comenda-
dor mayor Fernán Gómez de Guzmán, que era partidario de Isabel y no de
Juana. Del honor de la guapa moza nada sabemos; se trata de un inciso
injertado por la mente poética del gran dramaturgo.Al día siguiente del ase-
sinato tres regidores estaban en la villa y el día 30 de abril la ciudad declaró
rencor. Ni vencedores ni vencidos. Mucha bilis tuvo que tragar aquel vera-
aquel acto de barbarie ,
no Alfonso Carrillo cuando vino también a someterse. El 20 de setiembre
fallaron el 3 de mayo de
todo estaba consumado y los linajes rebeldes habían vuelto a su sitio. Más
un acuerdo con el maes-
adelante los reconciliados reincidieron y la reina volvió a perdonarles. Se
ducados3?
trataba de una decisión política muy firme.
~~::a para Alfonso Carrillo ,
.nazaña militar de condu-
7. EXTREMADURAy ANDALucÍA. Otro frente, extenso y fluctuante, esta-
- aerrota, hasta Alcalá, por
ba constituido por Extremadura meridional y el Occidente andaluz.
cardenal, que guiara la
Probablemente más significativo aun que los otros dos que acaba-
en Alcalá, «su casa» vio
mos de considerar. Aquí los protagonistas apenas disimulaban: ampa-
rándose en banderas distintas buscaban ganancias muy concretas. La
radical enemistad entre el duque de Medinasidonia y el marqués de
-, condiciones. El mar-
Cádiz les impedía militar en el mismo bando, cualquiera que éste fue-
acudiendo al soco-
se. En principio Medinasidonia parecía sentir preferencia por Isabel
mientras los Ponce de León se mostraban contrarios. En la comarca
oetas que fue Jorge de Badajoz al iniciarse las hostilidades, los reyes entregaron el man-
.eron también para
do supremo al conde de Feria, Gómez Suárez de Figueroa, que era
- de las trincheras de
pariente de los Mendoza. Pedro Porto carrero, hermano del marqués
- - ha definitiva. Dos
de Villena, desde sus castillos de los Santos de Mairnona y]erez de
los Reyes, que le los Caballeros, dominaba los caminos que iban desde aquí a Sevilla.
tm"nI::::Jediatamente, las hue- En medio de bandos, partidos y clanes, como presa apetecible, esta-
diada generosidad: ban los dominios del maestrazgo de Santiago, al que aspiraban, por
e habrían de que- lo menos, el propio marqués de Villena, el comendador Alfonso de
~ munLbcle, en la que figu- Cárdenas que era suegro de Porto carrero y Rodrigo Manrique que
22 de mayo). Nada ya usaba el título como si hubiera sido regularmente elegido,
cima de cualquier
Feria y Medinasidonia se unieron; Porto carrero y Cárdenas también, en
1I::I.l:D::= el comendador mayor otra parte. Chocaron sus fuerzas en Guadalcanal. Pero entonces el rey Fer-
~.pág. 446 Y ss.). nando demostró hasta donde llegaba su habilidad política. Primero, valién-
dose de Gutierre de Cárdenas, hermano de Alfonso, y uno de los puntales,
~DiO) de Laguna, al que se otor-
como sabemos, de la causa isabelina, se atrajo al comendador separándole de
Porto carrero, sin duda con promesa, que cumplió a muy largo plazo, de que
Ib~!lir=m:e se devuelven todos
un día, puestas las cosas en orden. Luego renovó y amplió poderes a Feria y
378 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
Medinasidonia, como suyos'", Bloqueado, Portocarrero tuvo que abandonar mino de la guerra -
el campo y fue a reunirse con su hermano en Plasencia. Paralelamente los nobles rebeldes a
reyes habían encontrado alguien a quien oponer en Alcántara a las ambicio- dando remate al ecJ1lLID
nes de Stúñiga: el comendador de Magacela, Francisco de Salís. No pudieron
sin embargo promoverle porque falleció, en agosto de 1475, a consecuencia
de las heridas recibidas en combate". Su pariente, Diego de Salís, que le sus- ran, en un equili
tituyó, carecía de la capacidad suficiente para ocupar un puesto tan alto. poder político, y a
Transcurridos los primeros meses de guerra se comprobó que la cola- social. Dediquemos
boración entre Feria y Cárdenas bastaba para contener cualquier ataque
procedente de Portugal. Pero se extendía por tierras extremeñas ese clima 8.
de violencia que es típico de las contiendas civiles. Los reyes comprendieron presentan a
que la Monarquía tenía más necesidad de la habilidad de un jurista que de que tiene
la potencia de las lanzas. Por eso enviaron a Rodriga Maldonado de Talave- mentada por ~
ra. Este doctor cobró tanta importancia que a él se encomendaron todas las un mal y:es g
gestiones referentes a la paz. En principio consiguió una especie de recon- res de los ir ,,<les
ciliación entre Salís y Monroy, permitiendo al clavero de Alcántara, Alfonso con la re
de Monroy, abandonar la celda en que le recluyeran. Y él pareció ahora
seguro partidario de los reyes.
La rendición de los Stúñiga y el acuerdo con el marqués de Cádiz (30
de abril de 1476)42, que no había llegado a pronunciarse, pusieron término
a la guerra civil. Lo que Carrillo imaginara como gran conjura capaz de derri-
bar a los jóvenes reyes, se había disuelto como tormenta de verano. Queda-
ba en pie la adhesión de los nobles, todos, para edificar la Monarquía, y el
ejército interior de la Hermandad que ponía paz en los caminos. Esto es 10
que, en cierto modo, hace de la batalla de Toro una «divina retribución», como
la llamó el bachiller Palma, término de llegada de todo el proceso. Pero no
podemos detenernos en una interpretación superficial presentando el tér-
_ dir las Ligas de nobles. Arévalo (10 de abril de 1476). Parecía lógico que, en este caso, tratándose de
t=~grntá' tico con los reyes, un enemigo tan persistente, los Reyes Católicos empleasen medidas de repre-
Equivalen a una nor- salia. Don Álvaro de Stúñiga, vencido, había tenido que rendirse. Pues bien,
-::<1 los nobles el nuevo las condiciones que se fijaron fueron las siguientes:
señoríos, haciéndo-
e do naciones y con- - Los Stúñiga eran recibidos en amistad por los reyes, siendo garantes
reyes mostraron gran de dicha amistad el cardenal Mendoza, los duques de Alba y del Infantado,
.'alIlOS de atribuirle y el conde de Benavente. Él se comprometía a estrechar lazos familiares y de
r-~''''''''-'''O de la inteligencia amistad con todos los nobles que se hallaban al servicio de los reyes.
omprendido y hubo - Isabel y Fernando desplegaron su generosidad; no sólo devolvían y
nmos a una espe- confirmaban sus señoríos y posesiones sino que garantizaban a Juan de Stú-
teo de la hoguera, ñiga el maestrazgo de Alcántara y prometían rentas convenientes a su her-
mano Fernando.
ente, el que otor- - Había dos puntos esenciales en litigio: el castillo de Burgos, que los
·~1_",_~.Juesta a sus deman- reyes habían jurado conservar en el realengo, y el señorío de Arévalo, arreba-
tado contra toda justicia a su legítima propietaria, la reina madre Isabel. Se
•
nombró una comisión para fijar la indemnización del castillo. En el segundo
ba con Pedro
'" o para renuncia caso los reyes se comprometieron a darle, a cambio, compensación conveniente
f"'-'"-"",,"!..i..-l;.u:.·e
de este modo en forma tal que entregaron un documento que autorizaba a don Álvaro a
retener Arévalo si la permuta que le ofrecieran no fuese para él satisfactoria".
- .; abril de 1476)45.
•..onsiderar hábitos nor- La generosidad de este tratado resulta indudable; importa mucho que
precisemos que no se trata de un caso excepcional sino, al contrario, de la
norma a aplicar. La posesión del Maestrazgo de Alcántara, que había de lograr-
'0 Á roporciona el
se, traería perturbaciones con su hermana, Beatriz Pacheco, condesa de Mede-
- on el duque de
llin y viuda de Rodrigo Portocarrero que, como tutora de su hijo, retenía
Mérida y otras fortalezas, algunas de las cuales eran de la Orden. Los reyes se
comprometieron a mediar" 10 que significaba también oferta de compensa-
CC:==ó' ón de todos sus
Orduña al maris-
ciones por ese lado.
del señorío de
s . págs. 3 46 El paquete de documentos es muy completo. AGS. Patronato Real, lego 11, fols.
190,191,198,199 Y 201. La caución de Arévalo está firmada el11 de abril.
=
47 AGS. Patronato Real,leg. 11,f01. 16.
382 LUIS suÁREz FERNÁNDEZ
su primo el marqués. Esta última presentaba grandes dificultades. Aparte rey en calidad de ~":::.-=
de la enorme dimensión que alcanzara el patrimonio, peligroso para la Coro- Descubrimos er: ':~
do de cualquier c;:;.;;:.~
na, estaban la dificultad en probar la legitimidad de las adquisiciones y la
actitud de las villas del marquesado que se habían alzado en armas reclamando ban para devol
sufrido el trasla
retornar al realengo. Por eso las negociaciones fueron largas, aunque con-
cluyeron en pactos del 11 y 17 de setiembre de 1476 49
que garantizaban al garantía del ordi
debían consider.L."'"S~
marqués su status de grandeza, en niveles como podían estar los Enríquez o
económica de la non' ~-JC..J.t!
los Stúñiga. Diego López Pacheco tenía que devolver Trujillo al realengo,
aunque seguiría cobrando ~us rentas durante veinte meses, como garantía poder disponer
48 Esto incluía la restitución dela Orden de Calatrava. AGS. Sello, 1476- V;fols. 352 y
353, Y Patronato Real,leg. 59, fol. 23.
49 AGS. Patronato Real, lego 11, fol. 187. Real, lego 11, fols. 32. 35, ==
NOBLEZA Y MONARQUÍA 383
--' n los acuerdos a que lesquiera que fuesen sus señoríos, debía conservar las rentas que aseguraban
Tellez Girón, Pache- su status económico.
- - . maestre de Calatrava , En el caso del arzobispo Carrillo se garantizaba la devolución de todas
~c~)S en sus bienes48. Inter- sus rentas, pero durante veinte meses las tres fortalezas principales, Alcalá la
~ río el arzobispo y de Vieja, La Guardia y Almonacid de Zorita, serían custodiadas por alcaides del
E,.~t.....:..•.~t::> dificultades. Aparte rey en calidad de rehenes".
_ ligroso para la Coro- Descubrimos en todos estos acuerdos una línea política muy clara; huyen-
adquisiciones y la do de cualquier calificación de castigo o represalia, los tratados se aprovecha-
- en armas reclamando ban para devolver al realengo aquellas villas que, indebidamente, habían
gas, aunque con- sufrido el traslado a señorío y para recobrar fortalezas indispensables para la
que garantizaban al garantía del orden interno, pero ofreciendo, en todo caso, compensaciones que
--~ estar los Enríquez o debían considerarse suficientes, ya que se trataba de conservar la plataforma
- -- Trujillo al realengo, económica de la nobleza. En otras palabras, tras los acuerdos los linajes iban a
ese como garantía poder disponer de las mismas rentas aunque quizás no del mismo espacio.
- caraz, Baena, Madrid
que fraudulenta- 9. LAS ÓRDENES MILITARES.No es difícil colegir que estos primeros
un juramento de acuerdos, que incluían sectores restringidos de la alta nobleza, no liqui-
o esto el marqués daron todos los conflictos. Es bastante lógico que así fuera: nadie esta-
ba en condiciones de resolver las numerosas cuestiones pendientes,
:.-_.:- o: al comienzo de ni bastaban tres o cuatro ejemplos para restablecer la confianza des-
_cesado se subleva- pués de una guerra civil. La consolidación de la Hermandad en 1477,
- ; Chinchilla,Alba- como toda operación policial, causaba heridas que afectaban espe-
~"d... Utie1,
.••.••. La Roda, cialmente a nobles de mediano o menudo linaje, combatientes de
Bonillo y Villa- ambos bandos. Muchos de los colaboradores de los reyes, especial-
_ e el juramento de mente capitanes o alcaides de castillos, no estaban en condiciones
---,_.~ •. ",....t ocupado desde de entender su política y promovían disgustos y percances. Algunos
~-'"serían devueltas. casos puntuales pueden servirnos de ilustrativo ejemplo.
_~e recibiese ade-
e illena, CUd- El 17 de noviembre de 1476, «en la su villa de Ocaña» ,llegó, para Rodri-
go Manrique, «maestre de esforzados y valientes», la hora de la muerte. Los
818LJ.TEc\ ~
U. H. A, M.
384 LUIS susnaz FERNÁNDEZ
51 Después del 8 de setiembre, fecha señalada en los pactos, se habían ocupado algu-
nas plazas, entre ellas el castillo de Villena. El 16 de octubre (paz, págs. 202-203) Carrillo
escribió a Juan II pidiéndole que interviniera; él había cumplido todo, pero los reyes le
mostraban mala voluntad. Esta vez Isabel impidió a su suegro intervenir.
52 Juan II consideraba dicha revuelta inminente. A pesar de todo envió dos embajado-
res, Fernando de Acuña y Recasens de Soler urgiendo a sus hijos una reconciliación con
Carrillo. Paz, págs. 255-268.
53 Zurita, rv fols. 273~274.
54 Aurea L.Javierre, «Fernando el Católico y las Órdenes militares españolas», V Con-
55 Isabel supo ~
greso Historia de la Corona de Aragón, 1, Zaragoza, 1955, págs. 297-299.
(Orden pago 40.000 ::r=..'=~
NOBLEZA Y MONARQUÍA 385
~ ue que no tardaría e
..• -- una persona, para aque- . Si la solución santiaguista se debía a la rápida decisión de la reina, no
- - ~entes, capitaneados por fue distinta en el caso de Trujillo. Cualesquiera que fuesen los retrasos de
- - ercances. A él acudía. sus oficiales en el Marquesado, la ciudad fortaleza, clave de Extremadura,
- : o se cumplían con é.. tenía que sede entregada. Era posible manzana de discordia entre los Stúñi-
51 ga, que contaban con la promesa real sobre Alcántara, y el clavero Alonso
rzas . En consecuencia
- ce Trujillo, su rehén más de Monroy que, habiendo servido con tesón la causa isabelina, se sentía aho-
• .-.<t.....-..-..c~ y era presa de ambi- ra muy mal pagado. Las tropas de Monroy ocupaban una parte de la ciudad
onso de Cárdenas donde se luchaba casa por casa; al frente de las mismas estaba Luis de Cha-
.dades que ninguno. ves, experto capitán. Los reyes recibían, por aquellos días, quejas de los nobles
-----~' s,rse a los conflictos de: de su partido por los excesos que cometían los cuadrilleros de la Herman-
tenían que evitar dad. Dejando a su marido ocupado en someter los últimos rescoldos de la
guerra en la cuenca del Duero, la reina viajó a Extremadura y se hizo entre-
;.,..zoma de una decisió gar Trujillo (24 de junio de 1477)55. Después pasó a Andalucía para pacifi-
aplicar las reforlllaS de 1477 hasta diciembre de 1478, la mayor parte del tiempo en
='"- cumplir su palabra: Sevilla, donde pronto se reunió con ella su marido. Es un tiempo
.- - rse el 21 de noviem- clave para su reinado, el que forjó la imagen de reyes hábiles, cor-
-- "'-.. e: Cárdenas es e, conversaciones con el nuncio Nicolás Franco que, entre otras cosas,
mucho estos gestos, sencillos y audaces. Recibió al marqués que se hincó de fol. 116). Utrera fue ~
da por el marqués de ~.
hinojos ofreciendo la entrega de cuanto tenía y ella le aseguró que podría
fortalezas de Fernan~ ~
contar con su favor. Ahora el duque ya no tenía pretexto para seguir escu-
NOBLEZA Y MONARQUÍA 387
liario y, a instancia del propio Rodriga Ponce de León, Isabel firmó una 11.
59 Tarifa fue entregada inmediatamente al almirante Alfonso Enríquez, tío del rey,
pero al mariscal se le otorgó finiquito de todas sus deudas el mismo día 30 de setiembre.
AGS. Sello, 1478-IX, fol. 142.
60 El pacto con Godoy de 1 de abril de 1478 se conserva, con todos los demás, en
AGS. Patronato Real,leg. 11, fol. 96. Permitió a los reyes recobrar las fortalezas de Carmo-
na pero dieron por ellas compensaciones importantes: una veinticuatría de Sevilla para Juan
de Godoy, hijo de Luis, el castillo de Santaella y 60.000 maravedís en un juro de alcabalas.
61 Los dos nobles recibieron orden de permanecer alejados de Córdoba. Les fueron
confirmados como de costumbre sus señoríos. Se les dio finiquito de las deudas que hubie- 62 El 20 de =osw U!
ran podido contraer en tiempos pasados.Todas las fortalezas -Andújar, Marmolejo, La Ram- dem, fol. 16.
bla, Bujalance, Montoro, El Pedroche y Castro del Río- que estaban retenidas, volvieron 63 No hay du
a formar parte del alfoz de Córdoba. Pero esta ciudad estaba ahora firmemente sujeta al poder ceptibles de abusos .
de los reyes.AGS. Patronato Real,leg. 11, fols. 99 y 102. ayuda (AGS. Sello. 1-':---
NOBLEZA Y MONARQUÍA 389
Isabel recibió las quejas, tanto directamente como por la vía de su suegro,
Juan Il , y ordenó, en junio de 1478, que se abriera una investigación'". de Henares a
Ello no obstante, Frías siguió adelante combatiendo la dura roca de Chin- co quedó solo. ~
chilla. Garcimunoz.Y
Precisamente esta plaza iba a ser piedra de toque y solución para el
problema, ya que se trataba de un acto de violencia sin posible justifica-
ción. Todos los nobles se sintieron afectados: ¿qué sería de sus dominios y
rentas si tales abusos se toleraban? Por su parte los reyes tenían los nervios 12.
a flor de piel. Conocían los contactos establecidos con el heredero de Por-
tugal y temían un retorno a la guerra; de modo que se sintieron inclinados
a creer que Carrillo y Pacheco se conjuraban de nuevo en su contra'". Orde-
naron el secuestro de rentas del arzobispo (17 de setiembre de 1478)66.Pero la .,',1MT"""1'> ~
entonces el marqués tuvo el gesto hábil de enviar a Pedro de Baeza -aquel la repe~c.::;.'::eJ
en quien las dos partes confiaban- para preguntar a la reina, en presencia
del cardenal Mendoza, si el ataque a Chinchilla obedecía a órdenes de los 1egitini
soberanos; Isabel 10 negó. Ahora bien, si Fernando de Frías estaba proce-
diendo por su cuenta, contra él podían movilizar los nobles sin faltar a la
obediencia debida". El duque del Infantado prestó ayuda para la liberación
de la plaza.
Por estas cosas los Reyes Católicos no tenían más remedio que mos-
trar su disgusto; alteraban seriamente la política de paz que culminaba.
Cuando Carrillo solicitó nuevamente su perdón, reconociendo indi-
rectamente que no se hallaba sin culpa, le fue otorgado en condiciones
más duras (7 de enero de 1479): conservaba su dignidad primada y las
rentas inherentes, pero todas las fortalezas tendrían que recibir guarnicio-
la se~CL
64 J. Torres Fontes, LA conquista del Marquesado, pág. 100. dió, pues.. 'c;;--=
65 Desde marzo de 1475 los reyes comunicaron a Juan II que tenían noticia de que patrimo-
ambos se preparaban a colaborar con los portugueses que preparaban su invasión. Todo el
IDJ
año 1478 transcurrió con terrores de una guerra general que no se confirmaron. Ver mi
Política internacional de !sabella Católica, I,Valladolid, 1965, págs. 190-191.
66 Pulgar, 1,págs. 340-341, cronista oficial, recoge la noticia. 68 Las fortalezas ~
67 A la liberación de Chinchilla siguieron castigos contra los que tomaran armas con- dia,Alcalá laVieja, ~cj
tra el marqués. Los reyes manifestaron su disgusto. Torres Fontes, loco cit., págs. 101-102. 47,49,49,50,51,50.-
NOBLEZA Y MONARQUÍA 391
_ r la vía de su suegro,
nes reales'". Para el viejo roble éste fue sin duda el final; se retiró a Alcalá
una investigación64.
de Henares a esperar, con sosiego, una muerte que no podía tardar. Pache-
dura roca de Chin-
co quedó solo. A su servicio permaneció Pedro de Baeza en el castillo de
Garcimunoz.Y allí murió, alcanzado por una saeta,Jorge Manrique. Fue
el último caído de la guerra y a él también se le había pasado la vida pues
la muerte llego calladamente.
68 Las fortalezas entregadas fueron Brihuega, Talavera, Puente del Arzobispo, La Guar-
la¡-:;=~,;~i2:;l:n armas con-
dia,Alcalá laVieja, Fuentes, Canales, Uceda y Almonacid.AGS. Patronato Real,leg. 11, fols.
. 101-10 __
47,49,49,50,51,58,185,189 Y 195.
392 LUIS suansz FERNÁNDEZ
La revuelta no se extendió, de modo que las fortalezas ocupadas a la Isabel'". Los Srúñiza ~~
sazón por los rebeldes quedaron inmediatamente bloqueadas. Se produjo
la anunciada expedición militar portuguesa, pero con fuerzas tan escasas
que no significó peligro alguno. Una vez que fueron derrotadas a orillas Quedaba '
del Albuera (24 de febrero de 1479), el rey de Portugal abrió negocia- de otros noh
ciones. Muestra del empeño que cierta desesperación, típica de las gue- Durante do
rras civiles, iba creando, algunas plazas, Mérida, Medellín, La Deleitosa, de Baeza, que co-,;;::r-;
Azagala, Piedrabuena, Castilnovo y Mayorga, estuvieron rebeldes hasta ba su hermano. Go::.;b
después de la firma de las paces de Alcácobas (4 de setiembre de 1479). más confianza
Uno de los cuatro tratados que se concertaron, y que Isabel firmó estan-
do en Trujillo el 27 de setiembre del mencionado año, hacía referencia a
entregado un
Momoy, la condesa y Alfonso de Porto carrero. Se les otorgaba perdón en señora las condicioz.escce
la forma acostumbrada, aunque desde luego en condiciones más riguro-
pleto (22 de fe
sas, como exigía la larga resistencia. El clavero conservaría Montánchez y
vuelta al pasado.
Beatriz Medellín, pero de lo demás debían despedirse. El convencimien-
que representaba la ':::::':':::l...AI
to de que la larga saga había concluido llegó a ser tan grande; que, antes
Pacheco represe
incluso de que la reina firmara, ya habían hecho la entrega que se les recla-
Cadalso, Garcimuñoz
maba. salinas de Cotilla.. --
Había llegado la paz. Con ella, y disipados los agobios que significaban
mitad de los alumbres
las amenazas de una intervención extranjera, los Reyes Católicos dieron rema-
te al largo proceso consistente en integrar a la nobleza como clase política
sustancial de la Monarquía. En su programa no entraban únicamente res-
69 El acuerdo cor; ~
tricciones: también ascensos para que los títulos se ajustasen a los corres-
Patronato Real lego 1:. fr.
pondientes niveles. Sobre la marcha se crearon dos ducados, Medinaceli e
dís anuales como ind==7::l>-~
Infantado, y un marquesado, el de Moya, para un converso,Andrés Cabrera,
Se perdonaban los
a quien importantes servicios debían. Siguieron, entre 1479 y 1480, acuer- 70 El acuerdo deñ:==. '~
dos destinados a sosegar Extremadura. Pasado este tiempo se cerraron los el duque entregó plen
oídos a posibles reclamaciones. Los acuerdos de Toledo, a que pronto ten- teman que dar a Prancsco ce
garían de anular todos
dremos ocasión de referimos, constituyen un epílogo definitivo.
don Álvaro renunció ;1 _~__
Monroy había sido eliminado como aspirante al maestrazgo y émulo de
Patronato Real,leg. 11. -
los Stúñiga; del otro candidato, Francisco de Sotomayor, se encargó, por man- 71 Informe de Qmr:Z:=::71
dato de los reyes, Luis de Porto carrero, señor de La Palma, que hizo una fols. 136-137.
buena tarea diplomática, bien ayudado por la generosidad económica de 72 AGS. Sello, 1-tOL'--lL=-1
NOBLEZA Y MONARQUÍA 393
-- rtalezas ocupadas a la
Isabe169. Los Stúñiga aceptaron la compensación, devolvieron Arévalo (25 de
ueadas. Se produjo
julio de 1480)70Y cambiaron su tÍtulo por el de duques de Plasencia. De este
fuerzas tan escasas
modo se conservaba el rango .
•....
~--n....derrotadas a orillas
Quedaba aún en pie Diego López Pacheco que, contando con el apoyo
~ - rrugal abrió negocia-
de otros nobles, había hecho fracasar a las tropas enviadas en su contra.".
~k-:lIO'll, tÍpica de las gue-
Durante dos meses la reina exteriorizó su disgusto negándose a recibir a Pedro
- ~ ellin, La Deleitosa ,
de Baeza, que contaba con un apoyo tan importante como el que significa-
- ieron rebeldes hasta
ba su hermano, Gonzalo, que había llegado a convertirse en el contador de
-~ setiembre de 1479).
más confianza en aquella Corte. Instruido seguramente por éste, Pedro, Cuan-
__e Isabel firmó estan-
do fue finalmente recibido, dijo a Isabel que su señor el marqués le había
'::;0, hacía referencia a
entregado un pliego con su firma y en blanco para que en él pusiera la
otorgaba perdón en
señora las condiciones que le pareciesen justas. Así se produjo el perdón com-
=- cienes más riguro-
pleto (22 de febrero de 1480)72. No se produjo, desde luego, una simple
- ,~!T.UÍaMontánchez y
vuelta al pasado, pero los reyes supieron resistir la tentación &edestruir a aquel
- "'.El convencimien-
que representaba la herencia del más capital enemigo que nunca tuvieran.
- ~ grande que, antes
Pacheco representaba todo. Conservó, con su título, Escalona, Belmonte,
que se les recla- •
Cadalso, Garcimuñoz, Alarcón, Alcalá del Río, Zafra, Jumilla, Xiquena, las
salinas de Cotilla, Pinilla y Bogarra, la alcaldía de sacas de Cartagena, la
que significaban
mitad de los alumbres y minas del reino de Murcia, los situados de rentas en
"'-J< Caró .cos dieron rema-
la Tesorería real y todas las rentas de su madre, su esposa y su hijo, todo lo
amo clase política
=¡z¡:;.an umcamente res-
~!s!;lSen a los corres- 69 El acuerdo con Soto mayor y sus parientes se firmó el 3 de junio de 1480 (AGS.
os, Medinaceli e Patronato Real,leg. 11, fol. 92). Los Reyes Católicos le otorgaron renta de 50.000 marave-
rus anuales como indemnización y finiquito de todas las cuentas que estuviesen pendientes.
r..-~"""'.Andrés Cabrera,
Se perdonaban los actos pasados.
79 y 1480, acuer-
70 El acuerdo definitivo con los Stúñiga fue negociado por Diego de Hontiveros a quien
""".:..;...cll",O se cerraron los el duque entregó plenos poderes. Isabel garantizó los 450.000 maravedís que los Stúñiga
que pronto ten- tenían que dar a Francisco de Sotomayor. Luego, el 23 de julio, garantizaron que se encar-
uva. garían de anular todos los obstáculos que surgieran en la posesión del maestrazgo. El 24,
don Álvaro renunció a Arévalo. Me atrevo a decir que fue para él buen negocio. AGS.
Patronato Real,leg. 11,fols. 17- vioie 20,23 y 89.
~ encargó, por man-
71 Informe de Quintanilla de 13 de setiembre sobre este fracaso.AGS. Sello, 1479-IX,
a.ma, que hizo una
fols. 136-137.
r;:m.i~d.ad económica de 72 AGS. Sello, 1480-II, fol. 43.
394 LUIS sUÁREz FERNÁNDEZ
cual sumaba dos millones y medio de maravedís.Además volvía a ser mayor- ciones en el senti
domo mayor". Si remontamos la vista a 10 que era el linaje cuarenta años reforma empre
atrás, y paramos mientes en los procedimientos tan sospechosos de que el dimensión. La Co¡¡;-.;~.;~
difunto marqués se valiera para llegar su colosal patrimonio, hemos de con- tas, perrnitie
mediante el d.esa:=o5a
venir que don Diego salía extraordinariamente bien librado del compromi-
so. Seguía siendo, entre los grandes, uno de los más poderosos.
de 1480, que los Reyes Católicos consideraron como punto final quilibrio. Las Cort•...
_
en ese reajuste que permitía la reconciliación entre el poder real y la mas, a esta siUIaC1.0~.:::LL
nobleza. La gran operación denominada «declaratoria de juros», uni- ra que agobiar a
da a la eficaz estabilización monetaria, permitía saber cuáles serían, que represenrab
en el futuro, las rentas de las que podía disponer la Corona. No nado s y bien reID.Il!!.-~
to cincuenta mil rn~.::=;J
hubo despojo ni represalia por la parte jugada en la 'guerra civil,
sino una solución moderada que trataba de convencer a los nobles de toga, es decir, a
de que a ellos convenía también un poder fuerte pues ellos se subro- hacer una reforma, >..>..
gaban de ese mismo poder. Con 10 cual se demuestra que la con- Dejando a un
ducta de Fernando e Isabel no estaba dictada por afectos, rencores que vitales para el :in:u...a di
o sentimientos sino por una clara mentalidad. niones de To1edo
debía fijar la inderr-F .--'¡
Las Cortes de To1edo, enmarcadas y dominadas por el prestigio de una causa de la guerra.
Monarquía triunfante, pueden considerarse como remate final de los trabajos templar el paseo
que se iniciaran en las de Madrigal, en el mes de abril de 1476. Continuado- elaboraron nuevos ITE' =d
res de un programa que planearan todos los Trastámara, desde el primero, jo,para hacerlos más ¿-¡.,;~
Fernando e Isabel afirmaron, ante todo, esos tres puntales: Consejo, Cortes, peración de rentas, se f"
Chancillería, que garantizaban una separación entre los tres poderes, ejecuti- hemos de decir que ~~::;¡I
vo, legislativo y judicial, todos, desde luego, bajo control del rey. En Madrigal política fijada por
se añadieron otros dos, Contaduría y Hermandad. No se trataba de innova- autoridad pero caus",--:
La «declarato .
ción y reajuste de
73 Acuerdo en AGS. Patronato Real, lego 11, fol. 14Ver también Sello, 1480-Il, fols. 43
y I1I, fols. 45 y 287.
que venía a situar e:
NOBLEZA Y MONARQUÍA 395