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Además, el autor argumenta en contra de la idea de que las proposiciones a priori son
infalibles al señalar que las personas pueden cometer errores en matemáticas y lógica, e
incluso pueden construir sistemas abstractos que resultan ser contradictorios. Esto sugiere
que hay margen para la duda y el error incluso en el razonamiento a priori. El autor también
sugiere que afirmar que las proposiciones a priori pueden conocerse con certeza no está
respaldado por el hecho de que sean a priori, ya que esto sería un argumento circular. En
otras palabras, simplemente afirmar que una proposición es a priori no garantiza su
infalibilidad.
De igual manera, la respuesta del autor a la afirmación de que las proposiciones sobre
objetos físicos nunca pueden ser ciertas es que si bien es cierto que no existe un conjunto
finito de datos sensoriales que puedan probar la verdad de tales proposiciones, eso no
significa que nunca puedan ser ciertas. El autor sostiene que se podría argumentar que una
cantidad finita de datos sensoriales debería ser evidencia suficiente, y si las experiencias
sensoriales posteriores son desfavorables, se podrían explicar de una manera que no niegue
la existencia de objetos físicos. La dificultad radica en que no existe una norma establecida
para resolver este tipo de casos. El autor sugiere que quienes niegan la certeza de las
proposiciones sobre objetos físicos las traten como hipótesis sujetas a revisión a la luz de
experiencias posteriores, analizando varios aspectos del conocimiento, la certeza y el papel
del lenguaje en la expresión de proposiciones, sosteniendo que las proposiciones a priori no
son inmunes a la duda, pero que la certeza puede atribuirse a proposiciones empíricas. El
autor también explora la idea de que las proposiciones sobre objetos físicos nunca pueden
ser ciertas, ya que siempre son consistentes con su falsedad. Además, el autor examina la
interpretación de las expresiones y el papel del lenguaje en la transmisión de experiencias
sensoriales.
Sin embargo, hay varios problemas con el argumento del autor. En primer lugar, la
afirmación del autor de que las personas pueden cometer errores en matemáticas y lógica
no necesariamente destruye la infalibilidad de las proposiciones a priori. Si bien los
individuos pueden cometer errores en su razonamiento, eso no significa necesariamente que
las proposiciones a priori en sí mismas sean falibles, de igual manera la afirmación del
autor de que la afirmación de que las proposiciones a priori son infalibles es circular no está
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adecuadamente respaldada. Ya que simplemente afirmar que la afirmación es circular no
proporciona un argumento sólido contra la infalibilidad de las proposiciones a priori.
Además, la respuesta del autor a la afirmación de que las proposiciones sobre objetos
físicos nunca pueden ser ciertas no es del todo convincente. Si bien el autor sugiere que los
datos sensoriales finitos y las experiencias posteriores pueden usarse para justificar la
certeza de proposiciones sobre objetos físicos, no proporcionan un marco claro para
resolver casos en los que surgen experiencias o interpretaciones contradictorias. Además, el
argumento del autor de que la comunicabilidad de las experiencias a través del lenguaje
respalda la certeza de las proposiciones sobre objetos físicos pasa por alto la naturaleza
subjetiva de la percepción y el potencial de diferentes interpretaciones y comprensiones de
las experiencias.
BIBLIOGRAFIA