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Los museos,

el mundo

unatinta.
Los museos, el mundo / Carlos Skliar... [et al.] - 1a ed. -
Mendiolaza : unatinta editorial, 2022.
102 p. ; 21 x 15 cm. - (Binomios ; 1)
ISBN 978-987-48678-0-3
1. Museos. 2. Museología. 3. Educación. I. Skliar, Carlos.
CDD 069.09
Mundo

© De la edición: unatinta editorial, 2022


© De los textos: lxs autorxs, 2022 En la Edad Media, nombre dado al cofre en el que la
© De las ilustraciones: Marcela Giorla, 2022 novia guardaba aquellas pertenencias que deseaba llevar
consigo a la nueva vida conyugal. Portar el mundo era
unatinta editorial una forma de conservar para siempre la intimidad y la
unatintaediciones@gmail.com
memoria de un pasado al que ya no pertenecía.
Dirección:
Celina Hafford
Ignacio Fernández del Amo
Leonardo Casado

Diseño y maquetación: Ignacio Fernández del Amo


Transcripción de la conversación: Elías Martín Stoev
Impreso en Gráfica del Sur, Córdoba (Argentina)
Hecho el depósito que dispone la ley 11.723

Nota sobre el lenguaje inclusivo:

Lxs autorxs que participan de esta publicación abordaron el lenguaje


inclusivo de distintas maneras. El equipo editorial de unatinta hemos
decidido respetar cada manifestación discursiva al entender que responde
a diversas trayectorias y anclajes políticos.
Índice

9 Presentación

11 Ser o no ser. Una conversación entre Mario Chagas y Carlos Skliar

41 ¿Existe el «adentro» de un museo? Lucía Bianco

51 Estar o no estar. Patrimonio e industria cultural en los museos.


Juan Ignacio Muñoz

65 Vamos juntos a la par. Olga Bartolomé

73 Planificar lo inesperado. Johanna Di Marco

87 Derivas de la escucha o [ (nos) narramos + (nos) escuchamos +


en el presente ]. Anabelle Castaño

Cartografías de una conversación infinita. Marcela Giorla


Dibujos

96 Lxs autorxs
unatinta y la colección binomios surgen con la aspiración de habilitar
espacios de diálogo extendido, de tensar los imaginarios, de constituirse
en un lugar en el que se entretejan las teorías y las prácticas de América
Latina. Queremos ser una editorial donde se conciten miradas diversas,
ideas liberadas de los corsés que impone la academia, sin pretensión de
verdad absoluta ni permanente.
Dedicados con especial atención a la museología, al legado cultural y
a la memoria, aspiramos a una práctica indisciplinada, subalterna, incó-
moda. Buscamos un pensamiento situado porque nuestro paisaje cultural
es el territorio que habitamos, el mundo hispanohablante y aquellas otras
periferias que comparten coordenadas respecto a los centros hegemónicos.
Nos identificamos con una narrativa política, una lectura de la contem-
poraneidad expresada en nuevas poéticas y la posibilidad de poner en
escena una opción ética nacida de nuestra singularidad continental.
En este primer título hemos tenido el privilegio de reunir a Carlos
Skliar y a Mario Chagas en una emotiva conversación que activó nue-
vos recorridos y representaciones en las voces de cinco colegas, cuyas
prácticas admiramos. Sumamos a ese derrotero a una artista visual, invi-
tada para decir en otros lenguajes posibles, su propio devenir inspirado
en el diálogo inicial.
Los museos, el mundo es un fluir de ideas y experiencias que intentan
hallar los puntos de encuentro entre la institucionalidad y el mundo, entre
el mundo y la realidad, entre los contextos de los que formamos parte y
la posibilidad de transformarlos o transformarnos. Se dice aquí que quien
inaugura el diálogo no es el primero que habla sino el segundo, y que uno
puede salir de la conversación y la conversación seguir adelante.
unatinta nace con la vocación de suscitar conversaciones que arriben
a puertos insospechados. Ojalá lxs lectorxs multipliquen las derivas que
surgen de estas páginas.

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Ser o no ser
Una conversación entre Mario Chagas y Carlos Skliar unatinta: unatinta se propone como espacio de encuentro y derivas.
Logramos ya el primer propósito al reunir a dos destacados referentes:
Mario Chagas y Carlos Skliar. No tenemos dudas de que el segundo
objetivo, aquel que busca derivas y no atajos, crecerá en el diálogo que
estamos por iniciar, y que intentará explorar la relación que existe entre
los museos y el mundo.
Ser o no ser. Esa era la cuestión para Hamlet, pero también es una
pregunta muy presente en vuestras reflexiones en torno a los museos
y las escuelas, ámbitos tan familiares y significativos para cada uno
de ustedes. Mario, varias veces has enfatizado en la idea de que los
museos pueden ser una cosa u otra, o que pueden ser una cosa y otra
al mismo tiempo. ¿Cómo es ese juego entre el ser y el no ser, o entre
el ser y el deber ser de los museos?

Mario Chagas: Me parece que es un juego importantísimo, porque es el


juego de la vida. La vida es un juego permanente entre el ser y el no
ser. Es un juego muy dinámico que tiene, además, una característica
particular: no es fácil hablar del juego porque los juegos se hacen
jugando, se hacen haciendo.
Me parece que los museos, como son parte de la vida, también for-
man parte del juego de la vida, que es un juego en el que no se hace
solo una cosa. Los museos son eso, más aquello, más otra cosa y otra y
otra. Por eso, siempre que intentamos una definición de museo acabamos
comprobando que algo queda fuera, porque los museos son como son y
hacen lo que hacen, pero pueden ser otras muchas cosas.
Me gusta una canción que seguro Carlos conoce bien, una can-
ción de Raul Seixas, un músico brasilero que hace rock. Él canta: «Yo
soy una metamorfosis ambulante y soy lo contrario de lo que he sido
antes». Los museos son metamorfosis ambulantes, siempre están en
proceso de metamorfosis, y eso me parece encantador.

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unatinta: Quizás las escuelas también tengan la posibilidad de mo- tan diferentes entre el ser y no ser que a mí me gusta más entenderlo en
verse entre el ser y el no ser, o entre el ser una cosa y otra, lo que términos de potencia e impotencia. O incluso prefiero, no tanto discutir
es seguro es que tienen un deber ser más explícito que los museos. este juego en términos de seriedad o gravedad del ser como identidad,
¿Cómo lo ves, Carlos? sino en relación al estar. El estar sugiere corporalidad, indica movimien-
to, desplazamiento, gestualidad. Entonces, se recupera aquí la posibili-
Carlos Skliar: Yo preferiría pronunciar el sustantivo escuela en plural: es- dad de pensar que hay formas múltiples de estar siendo al interior de
cuelas, y a partir de allí imaginar una multiplicidad de experiencias, las escuelas. Por lo tanto, es mejor evitar cualquier esencialismo, sobre
de lenguajes, de gestos formativos. No quisiera asimilar la noción de todo los más nocivos, cuando se trata de definir la función, la apariencia
escuelas solamente con la idea corriente de escuela formal, la escuela epocal de una institución. Así que todo lo que diré creo que tiene mucho
obligatoria, y sí pensar en escuelas como lugares, relaciones, cosas que más que ver con el estar, con el estar siendo en las instituciones educati-
hacemos juntos y tiempos de formación: escuelas de música, escuelas de vas, que con el ser esencial definido desde una exterioridad.
artes, escuelas basadas en talleres, escuelas de ONG, escuelas de gestión
social. Entonces, creo que el rasgo fundamental que podrían compartir unatinta: Los dos han adelantado ya algunos postulados muy interesan-
las escuelas y los museos es su carácter de multiplicidad. Ahora bien, tes. Primero, que no es lo mismo referirse a los museos o a las escue-
percibo que en este juego de lo múltiple hay una parte que se piensa las en singular que en plural. Es indiscutible que no son iguales una
desde la exterioridad y la anula, y otra parte que abre paso a la plura- escuela de arte o una escuela rural que una gran institución como el
lidad. Lo exterior es cuando predomina la discusión en términos de la Colegio Nacional de Buenos Aires. Mario es actualmente el director
función que cumple la escuela en un determinado momento, para una del Museo de la República, en Río de Janeiro, pero también está muy
determinada sociedad, para una determinada época, porque esa función vinculado a museos comunitarios como el Museu da Maré o el Museo
es generalmente de un carácter parcialmente extranjero a la escuela. Es das Remoções. Cada institución opera en realidades totalmente distin-
decir, no revela la multiplicidad ni la vitalidad ni la cotidianeidad de lo tas. Y, por otro lado, está también lo que señalabas, Carlos, del afuera
que ocurre dentro de esas instituciones, simplemente subraya o explicita y del adentro: lo que sucede dentro de los museos o de las escuelas,
una característica elegida epocalmente, pero que no es siempre transpa- y lo que se espera de ellos o se les exige desde afuera. Parece que los
rente: «la escuela sirve para», «la escuela debería», «la escuela tiene como afueras de los museos y de las escuelas son distintos. Las directrices que
función». Y allí, a mi modo de ver, se suscita un debate que no siempre puede marcar un ministerio o una secretaría de cultura para los museos
forma parte de la comunidad escolar, sino que deriva de un conjunto de parecen más laxas que las que imponen los ministerios de educación
intereses económicos, políticos, sociales, mediáticos, antropológicos, etc. a las escuelas. Los mandatos no son iguales porque las escuelas tienen
Creo, en todo caso, que lo que mejor define a una escuela, no es tanto currículas y objetivos que se aprueban en instancias superiores y se
su función externa como su forma. Y como la forma es múltiple, en esa espera que los docentes cumplan. Cabe preguntarse cómo el afuera
forma que conjuga tiempos, actividades, relaciones y lugares, pasan cosas influye en el adentro.

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En Pedagogías de las diferencias te refieres a la importancia del papel las escuelas, más allá de las formas que adquieran, es la dimensión
del docente al ser, como persona, quien toma partido ante cada situa- educativa. Las prácticas museales también tienen un adentro y un
ción, porque es imposible una supuesta neutralidad a la hora de sentir afuera, también operan con fuerzas centrífugas y fuerzas centrípetas,
y pensar lo educativo. Esas tomas de partido, tanto de los docentes tienen una dimensión normalizadora, manipuladora, pero pueden ser
como de quienes trabajan en los museos, son las que hacen posible que también liberadoras y emancipadoras. La cuestión que representa un
ambos sean más de una cosa al mismo tiempo y que se puedan sortear desafío es, Carlos, preguntarnos qué pasa en los museos, qué se hace
los mandatos del afuera. en los museos. Porque no está dado que sean de una forma solamente
y para siempre sean aquello. Porque la cuestión es que los museos son
Skliar: Sobre esto, y me parece significativo que lo traigan a la conver- operados por personas, por educadores, por investigadores, son operados
sación, supongo que la tensión inocultable en el campo de lo escolar por nosotros y nosotros movilizamos energías variadas en los museos. Y
estrictamente hablando –no de lo formativo en general–, es lo que se- eso marca una diferencia muy grande porque, aun en los museos más
para a las escuelas de otras instituciones, cuyas formas no se repiten en tradicionales, en los más conservadores, es posible activar una energía
ningún otro tipo de institución. Por eso reivindico la forma y no tanto transformadora, liberadora, emancipadora. La pregunta que tenemos
la función, aunque exista una tensión entre la supuesta experiencia que hacernos es: ¿Cómo podemos hacer eso? ¿Quién y cómo hace las
educativa formativa y la exigencia de rendimiento. Para ser más claro: cosas? Y eso me parece un desafío importantísimo porque también en los
muchas veces se tilda esa experiencia como emancipadora o liberadora museos se producen las tensiones a las que te referías. Yo pienso que es la
–la educación sirve para liberar al individuo de sus destinos naturales–, tensión de la humanidad, porque nosotros somos resultado de tensiones.
pero en esa tensión se enuncia la liberación o emancipación y sobrevie- Me gustó también lo que dijiste sobre el estar. Coincido con que
ne un fuerte proceso adaptativo, o se instala la racionalidad evaluativa. es mucho más importante que las cuestiones que aluden a la esencia-
Son como dos narrativas distintas, pero que operan como ambigüedad lidad. Creo que se relaciona con un desafío del que me gusta hablar,
en cada individuo: ocurren muchas otras cosas que no obedecen ni a la que es el de «estar en el mundo», que en portugués permite un juego
exigencia de adaptación ni a la exigencia de rendimiento ni a la racio- de palabras: estar in-mundo es también estar inmundo.
nalidad evaluadora. Lo expreso así porque, si no, caería en la trampa
crítica de que las escuelas son solamente instituciones de normaliza- Skliar: Entiendo que conversaremos sobre las similitudes, los posibles
ción o de hegemonía o de homogeneización. puntos de contacto que quizá existan entre las escuelas y los museos.
Pero también me parece necesario expresar las diferencias, y que sea-
Chagas: Me gusta, Carlos, tu reflexión sobre las escuelas, y veo que te- mos capaces de comprenderlas, porque circula una frase muy recono-
nemos muchas áreas de contacto entre lo que dices sobre las escuelas cida de Luis Camnitzer, quien afirma que «el museo es una escuela»,
y lo que pensamos y practicamos en los museos. En ambos casos, las ya no como una metáfora sino como una afirmación rotunda. Me
formas específicas son determinantes, pero la conexión principal con gustaría pensar qué diferencias podríamos analizar, justamente para

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poder establecer una relación sin asimilar los museos y las escuelas, que
no se trate ni de la escolarización de los museos, ni de la museificación
de las escuelas. Ninguna homologación inmediata es buena ni permite
pensar. No todos los lugares donde se enseña y se aprende, si de ello
únicamente se tratara, pueden llamarse escuelas o museos.
De todas maneras, entiendo que lo que plantea Mario es que tan-
to las escuelas como los museos son producciones de lo humano,
formas de estar reguladas de algún modo y, por lo tanto, también di-
ferentes en su regulación. Creo que el debate sobre las formas de estar
abre un camino muy fértil para pensar el saber o el conocimiento,
tanto en las escuelas como en los museos, pues creo que, cuando el
aprender es considerado como único centro de gravedad, se provoca
un malestar en la apreciación estética y se recubre todo de morali-
zación o, si ustedes lo prefieren, de un orden cultural que de alguna
manera repite las exigencias de la época. Por ejemplo: la pre-escuela
tiende a estructurarse a partir de la apreciación estética, por la pre-
dominancia del juego, de la narración, la corporalidad, el dibujo, la
dramatización; la escuela primaria se asume más como un territorio
de cognición; y, más adelante, todo se deja atrapar en el orden de lo
utilitario y, por lo tanto, moralizador. Aquí hay una discusión sobre
esos pasajes o esos vínculos o esas rupturas entre la apreciación esté-
tica, la estructuración cognitiva y la moralización del saber, del uti-
litarismo, de la productividad, del beneficio o del aprovechamiento
individualista y mercantilizado.

Chagas: Me parece muy oportuno que hayas hablado de las diferencias


entre las escuelas y los museos, porque, efectivamente, se pueden hacer
comparaciones entre cosas que son diferentes, no entre cosas que son
iguales. Los museos y las escuelas no tienen la misma finalidad, pero las
dos son resultado de la producción humana. ¿Tienen formas diferentes?

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Sí, pero yo pienso que las dos formas operan con la educación, aunque necesariamente epocal, que la educación no se vuelva una industria
tengan una forma diferente de estar en el mundo. –que ya lo está haciendo claramente–, que no se parezca a otros tiem-
Por otro lado, me parece interesante remarcar que, cuando se habla pos y otros lugares. Y es que cuanto más se quiere parecer a las indus-
sobre la museificación de las escuelas o sobre la escolarización de los mu- trias del entretenimiento y a las industrias mediáticas y de la opinión,
seos, se habla de los aspectos negativos de la escuela (la escolarización de menos defensa de la particularidad de las escuelas podremos hacer.
los museos) y de los aspectos negativos de los museos (la museificación Cuanto más se parezcan los maestros y las maestras a los youtubers, a
de las escuelas). Algunos de nosotros queremos, incluso, una desmusei- los coachs, a los influencers, existen menos posibilidades de defender el
ficación de los museos. Es un reto muy grande romper con la museifica- gesto educativo como singular. Pienso en una especificidad contempo-
ción de los propios museos. De la misma manera, se podría hablar de un ránea de las escuelas por vías de su separación, de su distancia, más que
deseo de romper con la escolarización de las escuelas. por una posible desescolarización.
Antes hablabas sobre la estetización. Muchas veces, el contenido va en
detrimento de la vivencia, de la vida, de las prácticas, de la experimenta- unatinta: Carlos, quisiéramos subrayar algo, ya que lo mencionas así.
ción. En los museos hay críticas a cualquier intento de transformación, Nos parece que hay que abordar la manera en la que se entienden los
o a cualquier tentativa de transformarlos en espacios de aprendizaje, por- escenarios de lo museal y de lo educativo. Porque muchas veces, tanto
que es como abrir la puerta a las potencialidades de los museos. Muchos los museos como las escuelas funcionan como burbujas aisladas de los
museos no ponen en práctica esas potencialidades y se mantienen como contextos, de la realidad. En ese sentido, nos gusta pensar en los luga-
instituciones consagradas, amarradas a determinadas perspectivas, a de- res de enunciación que son la escuela y el museo, porque son lugares de
terminadas visiones, cuando hay otras posibilidades. activación, de construcción de sujetos o, mejor aún, de emancipación
de los sujetos que eventualmente habitan los dos lugares, el museo y
Skliar: No sé si en estos momentos lo que cabría es volver sobre la no- la escuela, pero que no encuentran necesariamente puntos relacionales
ción de desescolarización, por los efectos que se producirían si las es- cuando salen de ellas.
cuelas dejan de lado su centralidad, no tanto en la sociedad sino en las
vidas singulares. Más bien estoy pensando en un proceso de separación Chagas: Me parece interesante lo que contaba Carlos sobre la ten-
de las escuelas de las industrias del entretenimiento, de las industrias dencia a asimilar escuelas con industrias del entretenimiento o de
mediáticas, de las industrias de la información y de la opinión. Por un la información. Es algo que se da también en los museos, de los que
lado, creo en la literaturización, la teatralización, la cinematografiza- se espera que se conviertan en productos culturales, y eso conduce a
ción, la filosoficación de las escuelas pero, por otro lado, tengo temor una estandarización de los museos, que deben sumarse al conjunto
por su pérdida de sentido. En estos momentos más bien creo –quizás de las industrias culturales. Es una tendencia que proviene de deter-
producto de la pandemia– que ese lugar, ese hacer cosas juntos y ese minados sectores de la sociedad, que piensan los museos de una for-
tiempo que para mí es irremplazable, pueda ser entendido como no ma específica y tienen una tendencia a ecualizarlos y transformarlos

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a todos en una misma cosa a partir de modelos entronizados por la no es función de los museos». ¿Por qué no? En el museo se ha vacunado
industria cultural y la mercantilización. Esos museos que sirven de a más de seis mil personas y eso es extraordinario, sobre todo en este
modelo son los que cuentan a sus públicos, los que establecen que la momento. ¿Por qué no es una posibilidad?
cantidad de público es definidora de los buenos museos, por ejemplo.
Así, el Louvre es un museo extraordinario porque tiene una cantidad Skliar: Tú sabes, Mario, que hay toda una literatura sobre la desescola-
de público extraordinaria. Pero los criterios de quienes pretenden la rización que proviene de grandes autores anarquistas, como Iván Ilich,
industrialización de los museos acusan una total ausencia de crítica que pensaban ese término en un sentido muy particular, que era el
sobre lo que estos pueden ser. O sea que, a diferencia de Carlos, yo de desescolarizar la sociedad y la comunidad en términos generales,
trabajo para la desmuseificacion de los museos. Creo que muchas veces desescolarizar el mundo, desinstitucionalizarlo más bien. Y, quizás,
es necesario trabajar contra ellos, levantarse contra los museos para cuando yo hablaba de desescolarizar quise decir separar, y al hacer esa
que se pueda trabajar a favor de los museos. Puede parecer una para- separación es posible crear la idea de un nuevo vínculo entre mundo
doja, pero es necesaria, porque los museos no son iguales en todos los y vida al interior de las escuelas; por lo tanto, añado a la desescolari-
lugares; al contrario, son absolutamente diversos. La cuestión es que zación un trabajo estratégico de separación. Yo sé que la forma de las
algunos trabajan a favor de la museificación, entendiendo los museos escuelas es informe, y supongo que la idea de los museos o la forma de
como dispositivos de control de las personas. Entonces, a mí me gusta los museos es informe, en principio. Y creo que aquí se habilitan dos
ejercer una práctica liberadora de los museos, y ese es un ejercicio de discusiones. La primera tiene que ver con la relación entre educación y
desmuseificación. Es necesario hacer una crítica de los museos, porque época, porque yo no estoy nada seguro de que las escuelas solo sirvan
nacieron de proyectos de dominación, de control, con la intención de para adaptarse a la época en la que se vive. Nosotros estamos viviendo
imponer una narrativa única; nacieron de proyectos políticos y de pro- una época –y hablo de antes de la pandemia– que empezaba a asentar
yectos poéticos, pero no de una política liberadora y, mucho menos, la idea de que no había nada que aprender del pasado y que, en el
de una poética liberadora. Por lo tanto, la crítica es fundamental para umbral de la modernidad, los nuevos aprendices, digamos, solo serían
que se puedan hacer otras cosas. seres pasivos esperando la respuesta en el futuro, como si la novedad
Me parece, además, que los museos liberadores tienen la posibilidad traccionase el proceso educativo o el proceso formativo, y la memo-
de desarrollar experiencias museales que los conecten con la vida, que ria, la herencia y el pasado ya no jugasen ese papel tan ancestral, tan
estén sintonizadas con la vida. Hay muchas experiencias en este sentido. central; una época que considera lo nuevo como lo único y el pasado
Me permito decir que estoy muy contento en el Museo de la República como lo inútil, como lo que hay que dejar de lado, lo que hay que
por una cuestión: todos los museos cerraron durante la pandemia, pero desechar por anacrónico. Habría toda una discusión a propósito de
en enero de este año [2021] conseguí transformar el museo en un pues- si las instituciones educativas son epocales o no lo son, si solamente
to de vacunación, de manera que hoy el Museo de la República es un dan respuestas epocales o si son completamente independientes de la
puesto de salud. Y me preguntaron: «¿Qué pasa? ¿Cómo es eso? Esa época entendida como coyuntura, o como realidad. En segundo lugar,

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no estoy tan seguro que mundo y realidad (o coyuntura) sean la mis- Los museos nos permiten una relación con el tiempo que puede ser
ma cosa; es más, no creo absolutamente que sean sinónimos. Cuando problematizadora, emancipadora, porque es posible una relectura del
decimos que las escuelas sirven para estar y ser en el mundo, no quiere pasado. Si uno tiene una comprensión sobre las prácticas del pasado,
decir necesariamente que sirvan para estar y ser en la realidad. ¿Por por ejemplo de las prácticas esclavistas en el pasado, puede hacer una
qué? Porque creo que hay una idea de mundo como lo que tenemos revisión de ese paradigma, y esa actualización puede ser liberadora.
solo al frente, como si fuera solo lo que existe delante nuestro, lo que Voy a poner un ejemplo para explicarlo mejor. En el Museo de la
sobrevive, lo que se toca, lo que se escucha, lo que se huele, lo que se República recibimos el año pasado [2020] 519 objetos sagrados de
piensa, y me parece que eso será, en todo caso, un fragmento real del religiones de matriz afrobrasilera. Son 519 objetos sagrados que fue-
mundo, de eso que llamamos realidad. También creo que el mundo ron requisados por la policía en los territorios de candomblé, en los
es, sobre todo, aquello que no miramos, aquello que no escuchamos, terrenos de macumba, fueron secuestrados como pruebas de crímenes,
aquello que no pensamos, y que hay que prestarle atención al mundo como si esas prácticas religiosas fueran un crimen. El Museo de la Re-
que todavía no es, atender a aquello que todavía no se sabe. Atender el pública recibió esos objetos sagrados a pedido de los líderes religiosos,
mundo de lo ausente o de lo perdido o de lo olvidado o de lo desecha- y ahora están sucediendo cosas extraordinarias porque esos objetos sa-
do es una función primordial de la educación, y no sé si de los museos grados del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX hoy son libera-
también. Es decir, presentar, no solo el mundo coyuntural, no solo el dores, tienen la capacidad de contestar, de criticar el racismo religioso.
fragmento real del mundo. Lo que quiero decir con esto es que hay Los museos tienen múltiples recursos para activar prácticas con-
otro mundo u otros tantos mundos en los que estar, y que parecen temporáneas a partir de las relecturas del pasado. La tradición no es
no formar parte de este mundo, y casi diría yo que una de las tareas una cosa muerta, no es eso la memoria para nosotros en los museos.
primordiales de la educación es recoger las cenizas, o las brasas todavía La memoria puede ser domesticadora, pero puede ser también libe-
encendidas de un mundo abandonado, de los residuos del mundo, radora, y eso está en el cotidiano de los museos.
como si estuviera imaginando aquí, no solo el arte pobre, sino también En los museos también se puede aplicar la idea de la distinción
la educación pobre, es decir, aquella que no se somete a la innovación, entre mundo y realidad. Me encantó esa idea, Carlos. En los museos
a la transformación, a las luces de colores, a los grandes escenarios, a también se puede pensar en los múltiples mundos que habitan el
lo rutilante, a las grandes máquinas, sino aquella que elige recoger lo mundo. Es casi la idea de una hipergeometría, una diversidad de
perdido, lo desechado, lo olvidado, lo ignorado. mundos dentro del mundo, porque también los museos operan con
eso, obtienen la posibilidad en la potencia, la posibilidad de articula-
Chagas: Yo pienso, Carlos, que eso tiene correspondencia con los mu- ción entre lo visible y lo invisible, entre pasado y presente, entre cosas
seos. En los museos se habla sobre el tiempo, se habla sobre el tiempo muy distintas, entre culturas distintas. Por eso mismo, en los museos
pasado, pero el pasado no es pasado, no pasó completamente. En el usamos con mucha frecuencia metáforas y hablamos de puentes, de
tiempo pasado hay una semilla de futuro. Hay futuro en el pasado. ventanas, cosas así, porque tienen la posibilidad de hacer conexiones.

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Los museos son buenos para hacer conexiones variadas, conexiones
múltiples. La metáfora tiene una dimensión poética muy fuerte.
Otra cuestión que quiero recuperar es la que pusiste sobre la mesa
cuando hablaste de los anarquistas y la desescolarización, porque mu-
chas veces nos llevan a pensar lo mismo sobre los museos. Los museos
son importantes, y tenemos que trabajar por los museos porque son
provechosos1 para la sociedad. O no, quizás los museos no tienen nin-
guna utilidad, y entonces tengamos que dedicarnos a otras cosas. Pero
hay una cuestión de la cual no nos vamos a librar: la relación con el pa-
sado. Los museos nos permiten relacionarnos con el pasado, pero si no
sirven a la sociedad, si no sirven a lo contemporáneo, si no nos sirven
a nosotros, entonces dediquémonos a otra cosa.
Los museos son pretextos para un trabajo arduo con el pasado y
con el presente. Son apenas un pretexto. Pero estoy de acuerdo conti-
go en que no hay razón para la esencialización de los museos; no, son
formas y son posibilidades de trabajo, y solamente eso.

Skliar: De lo que te escucho decir, Mario, estaba pensando cuánto el


conocimiento y el arte son, en el fondo, modos de cuidar el mundo.
No de servidumbre, de ser simplemente «instituciones al servicio de».
Yo creo que tanto las escuelas, como ahora entiendo que también los
museos, son lugares que cuidan el pasado o la memoria del pasado
en el presente y que, por lo tanto, crean la condición maravillosa de
estar atentos al mundo, porque para cuidar el mundo hay que estar
atentos a él. Es crear una atención en vez de obsesionarla, es dise-
minar la posibilidad de prestar atención al mundo. Y, poéticamente

1 Durante la conversación, Mario Chagas empleó el término «serventía» que, como


nos aclaró más tarde, en el Nordeste de Brasil y en las clases populares tiene una
significación especial; entre otros sentidos, se emplea para referirse a una «utilización
provechosa». Otras acepciones del término son «utilidad» y «servicio».

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hablando, estoy hablando del mundo abierto, extraordinario, del pensar en formar sujetos contemporáneos y no sujetos transparentes
mundo incalculable, del mundo incontable, no solo del mundo o calcados de una época particular.
que podemos contar, sino del mundo que no se puede contar, es Y agrego un elemento más a la discusión: las instituciones tienen
decir, de aquel mundo que se perdió alguna vez, o de aquel mundo que servirle a la sociedad, pero también deben crear tejidos comunita-
que está enterrado bajo tierra. Por eso hay museos de la memoria, rios distintos a los vigentes que crean el mundo horroroso, que crean el
porque indican que el único sentido en el que se puede estar en mundo violento, y esa es una responsabilidad mayúscula de cualquier
el mundo es en su sentido presente. No se puede tratar el pasado institución formativa: cómo crear un tejido de igualdad, de solidari-
como un archivo, ni se puede tratar el futuro como una amenaza, dad, de convivialidad, de comunalidad, distinto a los tejidos familiares,
por lo tanto, el presente es con lo que contamos, el presente es el a los tejidos televisivos, a los tejidos políticos, etcétera. Ahí es donde
único tiempo en el cual podemos encontrar un sentido a lo que yo creo que vale la pena que en algún momento se discuta si el conoci-
hacemos comunitariamente. Esta era una de las cuestiones que me miento que se espera es un conocimiento vinculado exclusivamente a
parecía interesante subrayar, la idea de que estar en el mundo es su beneficio, o si lo que hoy habría que poner en juego es justamente lo
prestar atención, sentir curiosidad y cuidar, porque hoy de lo que se opuesto: que el conocimiento no tenga un vínculo lucrativo. Ofrecer
trata es de cuidar el mundo, pero también de cuidarnos del mundo. ese conocimiento que debe desprenderse del lucro, del beneficio, del
Tenemos que aprender a cuidar el mundo, pero también tenemos provecho personal o del utilitarismo en términos generales.
que aprender a cuidarnos, a encontrar refugios, a resguardarnos
frente al mundo violento, el mundo horroroso, el mundo machista, Chagas: Carlos, acabas de tocar puntos especiales. Cuando hablas so-
el mundo sexista, el mundo racista. bre el cuidado te refieres a algo que es fundamental para los museos
Mario, en algún momento mencionaste una palabra fundamental porque, en rigor, incluso los museos más conservadores cuidan de
para mí, que es la contemporaneidad, y recordarás aquel texto maravi- algo cuando cuidan de los objetos, de las cosas. El cuidado de lo con-
lloso de Giorgio Agamben: «¿Qué quiere decir ser contemporáneo?». temporáneo, el cuidado de las personas está en el centro del ser de los
En un pasaje dice el filósofo italiano que un sujeto contemporáneo museos y eso es extraordinario. Nosotros usamos, y hasta abusamos,
sería alguien que pertenece a su tiempo en el sentido de ser capaz de de la palabra curaduría, y lo que importa de esa palabra es la cura.
percibir el claroscuro del mundo, capaz de escribir o pensar en medio Pienso que estamos desafiados a pensar y practicar una curaduría de
de sus tinieblas; y esta es la figura central del educador: reconocer otra manera, no una que descanse simplemente en el dominio de un
las tinieblas del mundo, no solo las luces brillantes, los espejos de conocimiento específico, una curaduría olímpica que uno práctica,
colores con los que el mundo nos estimula todo el tiempo y quiere en la que uno sabe y otro no sabe, y el curador es quien domina el
entrenarnos y entretenernos en vez de educarnos. Y ahí hay una dife- conocimiento, como diría Carlos, para su propio provecho. Entonces,
rencia fundamental entre entrenar y educar. Lo que quiero subrayar el reto es transformar esa idea de curaduría.
aquí muy enfáticamente es que las instituciones que forman deberían

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Durante la pandemia, la idea de cuidado creció de manera muy decir, hubo que interrumpir la idea de continuidad para que, de una
especial en los museos porque nos dimos cuenta de que es necesario manera casi espontánea, educadores y niñas, niños, jóvenes, se en-
cuidar de las personas y de nosotros mismos. Cuando hablabas, me contraran y dieran sentido a la interdependencia. Enseguida, el arte,
di cuenta de que muchos museos cerraron durante la pandemia, pero la filosofía, la literatura empezaron a habitar los encuentros. Por lo
también es curioso que muchos museos pequeños, pequeños museos tanto, hubo la necesidad de quitarse de la continuidad para crear otra
comunitarios o museos sociales, desarrollaron prácticas de solidari- forma y otro tiempo que diera a esa interdependencia un sentido
dad, de autogestión, de ampliación de la participación. Así que, si la primordial en el presente. Estoy de acuerdo con que las instituciones
pandemia, por un lado, ha instalado la posibilidad de más controles educativas son instituciones de cuidado. Y, además, que no se cuida
sociales, más invasión de la privacidad, una reducción de la democra- de cualquier manera, que no vale cualquier forma a la que llamemos
cia; si la pandemia ha provocado un conjunto de problemas muy gra- cuidado, que hay que cuidar los cuidados y que los cuidados también
ves, también ha activado otras posibilidades, como más solidaridad, son múltiples. Mario, así como el feminismo nos enseña modos de
más información. Yo he visto pequeños museos que han desarrollado cuidado, así como el ecologismo nos enseña modos de cuidado, resta
prácticas de solidaridad, simplemente facilitando la circulación de saber si la educación puede concentrar en los educadores y educado-
informaciones, de atención a los más frágiles y desprotegidos. Esa ras esa responsabilidad, porque han tenido que hacerlo y han tenido
idea, Carlos, guía la transformación del Museo de la República en que improvisar. Así que concuerdo contigo en esta descripción del
punto de vacunación, la necesidad de cuidar. Estoy convencido de cuidado, la interdependencia y la transversalidad que hemos visto
que hay una relación profunda entre cultura y salud, entre educación durante este periodo y que, espero, continúe como modalidad fun-
y salud. Estamos llenos de desafíos, de retos para el futuro que pasan damental de la formación.
por ahí, por la valorización de las relaciones existentes entre cultura y
salud, entre educación y salud, entre arte y salud. Son posibilidades Chagas: Les ocurrió lo mismo a los profesionales de los museos, porque
que se han revelado más acuciantes en la pandemia. El arte es una también se vieron desafiados a pensar y activar prácticas de cuidado,
fuerza extraordinaria para la salud mental, para la salud general de que no es una labor que se haya hecho desde siempre. El desafío es
todos nosotros. recuperar el valor curativo de la curaduría, que los curadores no sean
solamente personas que tienen un gran conocimiento sobre alguna
Skliar: También las escuelas cerraron, y su cierre significó simbólica- disciplina, sino sobre el cuidado, la cura.
mente un nivel más alto de soledad y silencio para la infancia y la
juventud; más allá del objetivo políticamente necesario de dar conti- Skliar: De hecho, la palabra italiana-latina de cuidado es curar. Se dice
nuidad a la escolarización –y la palabra continuidad sonó tan extraña que las obras están al cuidado de alguien, un libro al cuidado de tal,
cuando todo había sido vacío, todo había sido discontinuidad– esa una muestra al cuidado de tal. En italiano se dice a cura di, es decir,
insistencia creó, al menos, experiencias intensas de interrupción. Es que curar y cuidado tienen una raíz común.

28 29
unatinta: Nos gustaría invitarles a recuperar un término que ha salido los educadores somos apenas mediadores inocuos entre la información
en la conversación y que creemos que tiene un papel importante en y el aprendizaje. Como si el mundo estuviera a disposición, como si
los dos ámbitos. Se trata de la memoria, que además puede relacio- solo tuviéramos que indicar la forma de llegar a él y que cada una y
narse con la idea de cuidado. ¿Qué se cuida? ¿Qué memoria se cuida? cada uno se las arregle como bien o mal pueda.
¿Cuidamos aquello que queremos recordar para siempre? ¿Cómo y En esta falsedad se mezcla la idea de aprender con la idea nociva de
para qué se cuida? éxito individual y de felicidad que tan asiduamente enmarcan y ace-
Y, hablando del cómo, nos parece que el lenguaje es un elemento chan a los discursos pedagógicos actuales. Desde mi punto de vista, el
fundamental. Recordamos y cuidamos la memoria con el lenguaje. El propósito de las escuelas no es la creación de individuos exitosos sino
acto de recordar está estrechamente unido al lenguaje. Los dos prestan de comunidades distintas, solidarias, comunidades éticas y estéticas de
una atención especial al lenguaje, a la dimensión poética del lenguaje, convivencia radicalmente distintas a las relaciones agrietadas existentes.
a la capacidad liberadora, constructiva y deconstructiva de la poética. Pero no quiero negar la pregunta, o lo que quisiera es poner sobre
¿Cómo piensan la articulación entre memoria y lenguaje, o entre me- la mesa una discusión quizá anterior que tiene que ver con el lenguaje
moria y creatividad y el papel de lo poético en ese proceso? y la educación. En las instituciones educativas hay una suerte de bata-
lla, a veces muy virulenta y otras veces más amistosa, entre el lenguaje
Skliar: Pienso en varias cosas al mismo tiempo. Creo que la memoria poético de la infancia y el lenguaje académico de los educadores. En
es fundamental para descubrir o para reinventar, es decir, nada puede cierta medida, el proceso de juvenilización que afecta a todas las edades
descubrirse de modo amnésico. Vuelvo a la idea de interrupción y no –tal como parece imponer esta época– vuelve indiferente o inoperante
de continuidad educativa, de la interrupción de la idea de escuelas esta distinción. Para mí, la batalla continúa y consiste en mantener la
como mercado de informaciones. En este sentido, creo necesaria la in- tensión, no desmontar el lenguaje poético de la niñez, no imponer el
terrupción de la idea actual de aprendizaje, tan central, tan tiránica en lenguaje académico de los educadores, sino sostenerlos con cierta auto-
el escenario actual: vivimos, se dice, en las sociedades del aprendizaje, nomía y cierta independencia. Porque educar todavía quiere decir edu-
hay que aprender a aprender, todo puede ser aprendido con esfuerzo car entre generaciones en la filiación del tiempo. Y si queremos sostener
y voluntad individual. Y este es un momento en el que me planteo si la idea de lo generacional, es decir, de lo anterior y de lo que nace, de
no es necesario desaprender esta fórmula vacía del aprender. Porque un lo nuevo y de lo viejo, del pasado y del futuro, es necesario sostener las
aprendiz no es un discípulo eterno sino aquel que tiene la experiencia formas del lenguaje de cada generación, no asimilarlas, no uniformi-
de la potencia y de la impotencia, de lo que puede y no puede apren- zarlas, no simplificarlas. Yo creo que el lenguaje de la educación es fun-
derse. Hoy se niega la experiencia de la impotencia, como si de verdad damentalmente narrativo. No puede ser solo conceptual, no puede ser
se pudiera aprender todo, como si se pudiera aprender una cosa y tam- solo disciplinar y no puede ser solo descriptivo. Lo que quiero expresar
bién su opuesto. Quizá porque predomina la imagen de una infancia aquí es que tenemos que recuperar la narración como lenguaje formativo
y una juventud clientelar, donde el aprendiz «siempre tiene la razón» y –lo oral, escrito, leído–, porque la narratividad como atmósfera sería el

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punto de encuentro entre las generaciones. Por supuesto que no se me go con Ovidio y sus Metamorfosis. Paulo Leminski escribió una frase
escapa que lo narrativo ha sido abandonado en nombre de la prisa, de la magnífica que es: «Narro, luego existo». No es «pienso, luego existo»,
urgencia, de decirlo todo en pocas palabras, de la brevedad, del efectismo es narro, luego existo. La condición de la existencia está en la narración.
o de la efectividad de los enunciados, pero yo quisiera recuperarla como Es algo magnífico que tiene correspondencia con la perspectiva poética.
ese lenguaje que es al mismo tiempo poético, ancestral, corporal y que Pero la poética no se hace solamente con palabras, es claro; hay una
puede estar también vinculado al saber, al conocimiento. poética visual, hay una poética comportamental, hay una poética de la
Termino con esto: he dicho alguna vez que toda la tarea de la educa- vida, hay una dimensión poética en la ropa, en los cabellos… Y eso es
ción inicial consiste en dar infancia a la niñez, y cuando digo dar infancia fundamental porque exactamente la poética de la vida, la poética del ha-
a la niñez es porque creo que no son sinónimos. Niñez es un período de cer, del hacer cosas, de hacer con una perspectiva de deslumbramiento,
tiempo cronológico, infancia es una experiencia de tiempo, de inten- de deslumbramiento del instante, por la vida, por las personas, eso sí,
sidad más que de secuencia o duración, de la rebeldía del instante. Es Carlos, está presente en las infancias. La infancia tiene la capacidad del
decir, que puede haber una niñez sin infancia. Y diría algo más, puede deslumbramiento, de descubrimiento del mundo, y la poética depende
que estemos viviendo la experiencia de una humanidad sin infancia. Por de eso fundamentalmente para existir y existir en nosotros.
eso me parece interesante que hoy la educación se dedique a dar infancia Hay en la memoria una dimensión poética de la que me gustaría ha-
a la niñez e intentar recuperar la infancia para la humanidad entera. Pero blar ahora. Hace algunos años creé una ecuación, una ecuación poética:
no como ejercicio melancólico del adulto que quisiera regresar a la infan-
cia sino, como decía Bruno Schulz –ese magnífico escritor, dibujante y Museu (Memória + Criatividade) = Mudança Social
pintor polaco–, como el «madurar a la infancia». Y creo que hay algunos
poetas brasileros que lo han hecho extraordinariamente bien. Yo creo Y muchas personas han dicho: «¡Pero, para qué una ecuación para
que Mario sabe de quiénes estoy hablando, sobre todo de aquel poeta hablar de memoria!». No, no es eso. Es una poesía concreta, es una
de la infancia, no de la niñez, no el poeta para niños y niñas, sino de un poesía visual, no estoy haciendo matemáticas, sino una poematemá-
poeta de la infancia para toda la humanidad. tica. Es otra cosa, no es matemática, no es una fórmula, es otra cosa.
Yo he creado una ecuación en torno a la idea de memoria porque,
Chagas: Sí, algunos poetas han hecho ese ejercicio de dar infancia a la Carlos, como has dicho, yo pienso que no es posible percibir lo nue-
humanidad. Manoel de Barros es uno de esos. vo sin la memoria. La novedad es posible solo a partir de la memoria,
pero tampoco se puede percibir que una cosa es vieja si no es por la
Skliar: Era él, era él, pero también Mario Quintana, ¿no es cierto? memoria. No es posible crear, ningún artista, ningún científico pue-
de crear sin memoria, así como no es posible educar sin la memoria.
Chagas: Sí, claro, Manoel de Barros, Mario Quintana. Mientras hablabas, La conservación depende de la memoria, pero la transformación
también recordé otro poeta de Brasil, que es Paulo Leminski, en diálo- también. La memoria puede ser conservadora, pero también puede

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ser liberadora y revolucionaria. Sin memoria repetiríamos todas las
cosas, eso es clave. Y la poética se relaciona con todo esto. No es sin
sentido que las musas sean hijas de la memoria, de Mnemósine, y no
es sin sentido que los museos sean las casas de las musas. Y ya que es-
toy hablando de las musas, Carlos, también me gusta pensar que los
museos tienen una dimensión poética, que tienen una relación con
las musas, con la memoria, con Mnemósine. Pero también los mu-
seos tienen una dimensión política, tienen una relación con el poder,
con Zeus, el todopoderoso. Lo que nos lleva a una pregunta crucial:
¿Podemos trabajar con el poder de la memoria a la vez que con la
memoria del poder? Muchos museos trabajan solo con la memoria
del poder, celebran el poder, el poder capitalista, el poder industrial,
el poder del conocimiento, que también oprime. En algunos museos
solo trabajan con la memoria del poder, pero yo creo que hay una
posibilidad de liberación si se trabaja con el poder de la memoria.
Pero no una memoria cualquiera, sino una memoria comprometida
con la liberación de hombres y mujeres. Como dice el historiador
Jacques Le Goff: la memoria puede estar al servicio de la sumisión,
pero también puede ser accionada para la liberación.
Y vuelvo a la frase de Leminski: Narro, luego existo. Me gustó
mucho, Carlos, tu comprensión, tu articulación en torno a la na-
rrativa. Quiero enfatizar que la posibilidad de la narración es una
explosión del instante. Eso que dijiste, Carlos, sobre el instante, me
parece fundamental para pensar los museos, porque hay una posibi-
lidad, una explosión del instante en los museos, y cuando eso ocurre
es extraordinario. ¿Cuándo se produce una explosión del instante en
los museos? Cuando la experiencia se pone en movimiento. El estí-
mulo, el estímulo para la experiencia museal, como una posibilidad
de deslumbramiento.

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Yo tengo, Carlos, una colección de poemas sobre museos. Tengo unatinta: Hermosas reflexiones que, sin haberlo preparado, nos devuel-
poemas de Carlos Drummond de Andrade, Mario de Andrade, João ven de alguna manera al inicio de esta conversación. Comenzamos con
Cabral de Melo Neto, Cecília Meireles, Manoel de Barros, Manuel Hamlet preguntándose si ser o no ser, preguntándoles cómo entendían
Bandeira, Wislawa Szymborska y varios otros, de Brasil y de fuera. La el equilibrio entre el ser y el deber ser, y terminamos con este juego de
idea de una colección de poemas contiene una provocación. La pa- construcción colectiva del pensamiento, convencidos de que los seres
labra museo también se ha utilizado para designar una colección de humanos y las instituciones en las que trabajamos, solo podemos ser
poemas. Y, además, tengo un pequeño conjunto de canciones popu- si contamos unos con otros, si estamos para que los otros cuenten con
lares que hablan de museos. Es magnífico percibir cómo los poetas, nosotros, para contarnos sobre el pasado, el presente y el futuro. Qui-
los escritores, los compositores de canciones populares piensan los zás el camino que nos aleje de lo horroroso sea el de la acción colectiva
museos. Algunos van de la mano con el sentido común, pero otros y el que apunta al bien común. Sobran ejemplos de estas prácticas
son críticos y denuncian la fatiga museal, y algunos incluso nos per- en nuestras culturas ancestrales, pero también en los movimientos fe-
miten comprender, a través de un desplazamiento temporal, que, en ministas. También los hay en las prácticas escolares y museales, pero
cualquier rendija, en cualquier delta de tiempo hay pasado, presente apostemos por una extensión mayor. De alguna manera tendríamos
y futuro. Lo contemporáneo, la dimensión de lo contemporáneo, que enfrentar la corriente que nos empuja a competir, a vendernos
tiene pasado, presente y futuro, todo misturado ahí. continuamente en las redes, a ser los mejores.
Cuando uno trabaja en una institución, a veces le resulta difícil
Skliar: Solo agregar algo sobre la narración, tal como yo quisiera en- mirarla desde fuera, desaprender, desescolarizarse, desmuseificarse,
tenderlo formativamente en el campo educativo, y es que narrar es porque, finalmente, la institución es más grande que uno y porque
contar algo a alguien, pero al mismo tiempo es sentir que podemos necesita del colectivo para transformarse. Para el cierre de estas casi
contar con alguien. El contar, como sinónimo de narrar, es: te cuento dos horas de conversación, nos gustaría poder tener un último inter-
a ti y cuento contigo. En portugués sería: conto para você mas conto cambio de miradas, entendiendo que cada uno ve la otra orilla del
com você, e você pode contar comigo e contar para mim. Entonces, hay río, para ver cómo, en ese irnos a visitar, encontramos puentes para
una idea de contar en el narrar que me gusta mucho, porque no es que ambos lugares, que son lugares de la memoria y del aprendizaje
el contar de hacer cuentas, no es un contar matemático, es que te del ser, puedan reconocerse y enriquecerse.
cuento algo, pero al mismo tiempo cuento y cuentas conmigo.
Chagas: Yo quiero decir que estoy encantado con el diálogo con Carlos.
Chagas: Cuento, luego existo. Espero, Carlos, que podamos seguir conversando. He percibido mu-
chos puntos de conexión y, claro, también algunos puntos de diver-
Skliar: Existimos, existimos los dos. Y tantos otros y otras más. gencia. Como la propuesta de unatinta es de derivas, las derivas no se

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terminan ahora, las derivas siguen. Me gusta pensar que las conversa- la exposición «Auto-retrato del otro», de Tetsuya Ishida, el pintor
ciones son derivas, porque uno entra en una conversación, pero quien japonés, entendí muchas cosas que había leído en Foucault y que
la inaugura no es el primero que habla sino el segundo. Y uno puede permanecían a oscuras o inaccesibles para mí. Parece soberbio, pero
salir de la conversación y la conversación seguir adelante. Eso es muy allí entendí buena parte de la lectura que había hecho de Foucault.
importante, porque la conversación es versar juntos, la conversación Mario, para mí esto es un comienzo, me gustaría mucho sostener
tiene una dimensión poética importante, es versar junto a otros, versar esta conversación a partir de lo que hemos podido versar juntos aquí.
con. Estoy muy contento por haber podido versar con Carlos. Y también estoy muy agradecido al equipo de unatinta por haber
hecho posible esta reunión.
Skliar: Yo también siento felicidad, me siento muy fraterno con Ma-
rio, quizás porque tengo un vínculo con Brasil de muchos años. Cu-
riosamente, he visitado el Museo de la República, pero de un modo
amateur. No hace mucho que me han empezado a llamar de los
museos para pensar cosas juntos. Hasta aquí, yo fui un espectador
más, como cualquiera, y me gusta esa figura, ser como cualquiera en
los museos. Cuando voy a los museos me pasan dos cosas, para mí
fundamentales y complementarias. Una es que encuentro un silen-
cio o una forma del silencio poco habitual, un silencio, por cierto,
esperado, deseado, que me ayuda a disminuir el barullo de afuera y
el que tengo en mi mente permanentemente. Es como si fuera a una
biblioteca, a las viejas bibliotecas. La segunda es que, para mí, ir a
un museo también es ir a buscar que me dejen en paz, que no me
fuercen a una explicación, que no me lo expliquen todo, y eso me
produce una sensación muy particular. No quiero ser activo en todos
los lugares, quiero que algunos lugares sean para estar en paz, y yo
encuentro eso en los museos, yo personalmente, no el pedagogo, no
el escritor, Carlos. Carlos va a un museo para encontrar un modo
distinto de silencio y para que lo dejen en paz. Pero también ocurre
que, por alguna extraña razón, en algunos museos me doy cuenta de
cosas que he pensado antes sin tejido alguno, porque encuentro una
síntesis insospechada en objetos y en obras de arte. Cuando visité

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Estar o no estar.
Patrimonio e industria cultural en los museos
Por Juan Ignacio Muñoz Antes que nada, celebro la conversación, tan inspiradora, entre Carlos
Skliar y Mario Chagas. Acepto con gusto la invitación y me dispongo a
derivar al viento de sus ideas. Comenzaré diciendo que, más allá de las
líneas de reflexión que anuncian el título de su charla («Ser o no ser»),
me atrae la idea de Carlos de correr el eje del verbo «ser» hacia el sig-
nificante «estar». Estar se ha vuelto una acción realmente transgresora
en este contexto, marcado por la pandemia, la desterritorialización y
espectacularización de la cultura, la virtualización de la vida y el reina-
do de las apariencias. La famosa frase de Hamlet, enunciada en estos
tiempos, puede hacer nuevos sentidos si la traducimos como «Estar o
no estar, esa es la cuestión».
Una pregunta que me hice al asumir la dirección del Museo Nacional
Terry, y que me repito a menudo es: ¿Qué podemos hacer para que los
museos sean espacios para estar, para habitar, en lugar de ser espacios
para visitar? Estar es poner el cuerpo y el pensamiento en un espacio,
disponerse al encuentro y al intercambio con el entorno y con lxs otrxs,
hacer parte, apropiarse, querer transformar ese espacio y dejar que
nos transforme. Estar es permanecer en un lugar mientras el tiempo
transcurre. Aquí, en el Noroeste argentino, se usa una expresión muy
hermosa: «estar estando». En cambio, visitar es una acción turística,
ocasional. Lxs visitantes están de paso durante un tiempo delimitado.
Visitar no requiere asumir compromisos ni establecer vínculos, su-
cede solo en un momento presente. La relación con lo visitado es
superficial. Visitar > sacarse fotos > subirlas a las redes > tildar en
la check list > continuar el viaje. Cada vez más, la cultura online im-
pregna y modela la cultura offline, y visitar va tomando la forma de
navegar en la red: buscar > saltar entre los resultados > hacer scroll
o deslizar stories con el dedo sobre la superficie del celular > stalkear
a alguien > ver apenas unos segundos de cada video > leer solo los
mensajes que me interesan > dar like > apagar. Visitar es una de las

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acciones contemporáneas en las que podemos identificar, con cierta talística», como señalan Felix Guattari y Suely Rolnik, resultante del
claridad, el impacto de la cultura digital en la vida presencial. En las sistema capitalista hétero-patriarcal que, al mismo tiempo, cumple la
redes aprendemos a vivir de visita, a surfear las superficies del mundo función de actualizar y sujetar este sistema.
sin profundizar, a ser turistas digitales en el mundo real, y los museos La patrimonialización transforma los espacios de vida en espa-
son lugares adecuados para esta forma de no estar en el mundo porque, cios de exposición y tránsito: la casa se vuelve edificio histórico; el
mucho antes de toda esta transformación cultural, ya eran lugares pre- territorio, paisaje natural; las prácticas culturales, paisaje cultural; el
parados especialmente para ser visitados. No es casual que el principal aguayo es enmarcado y exhibido en una pared, el mate es puesto en
público de los museos, desde hace bastante tiempo, sean lxs turistas. una vitrina. Los pueblos y las regiones patrimonializadas, como la
El ciberactivista Eli Pariser acuñó el concepto de «filtro burbuja» Quebrada de Humahuaca, se gentrifican, se turistifican y se mercan-
para referirse al aislamiento en internet y en las redes sociales, cu- tilizan, es decir, todos los procesos propios del capitalismo se aceleran
yos algoritmos construyen para cada unx de nosotrxs un universo de allí. Aquello que las declaratorias patrimoniales pretenden preservar
contenidos único, personal y propio, a la medida de nuestros gustos suele ser drásticamente transformado por las industrias de la cultura
e intereses, compartido únicamente con personas de nuestro mismo y del turismo, que se vuelven una especie de monocultivo del lugar.
habitus. El filtro burbuja nos crea la ilusión de que nuestro mundo es Lo que se patrimonializa es incorporado al «proyecto histórico de las
el mundo. En la vida cotidiana, la burbuja se rompe cuando tenemos cosas», como lo llama Rita Segato, que consiste en la cosificación y el
que interactuar con otrxs: en la clase, en el trabajo, en una marcha, control de la naturaleza, los territorios, la vida humana y la cultura,
en una reunión, en la calle, en el mercado, en el club. Sin embar- considerados como recursos y apropiados para su administración,
go, los museos son lugares adecuados para desplazarnos sin que se uso y concentración. La patrimonialización, además, produce plus-
pinche nuestra burbuja porque, precisamente, a diferencia de otros valía: no solo incrementa el valor económico y simbólico de aquello
espacios sociales, los museos no son lugares para habitar, sino lugares que pasa a ser considerado patrimonio, sino que también lo pone a
regulados bajo la lógica de la visita, que es similar a la lógica de la producir ganancia. Lo que se reconoce como patrimonio, al repre-
navegación en las redes sociales. sentar a determinadas personas y sectores de la sociedad, lxs legitima
Dos formas de tratamiento de la cultura, propias de la Moderni- y les genera rentabilidad social, les produce plus-valor simbólico.
dad, atraviesan a los museos: el patrimonio y la industria cultural. En los museos se reúnen ciertas obras, objetos y espacios que fue-
Esto es, la patrimonialización y la museificación de la cultura, por ron –como diría Groys– retirados de la «totalidad del flujo material»,
un lado, y su espectacularización y mercantilización, por el otro. Dos del ciclo natural de la vida con el pretexto de protegerlos del deterioro
procesos que se complementan y se potencian para despolitizar, des- del tiempo. Ciertamente, son utilizados para construir el discurso y la
contextualizar, neutralizar y dotar de utilidad a la cultura y al arte. memoria del poder: para eternizar e imprimir a las generaciones futu-
Visto de esta manera, «cultura» puede considerarse un «concepto ras determinada noción de cultura, versión de la historia y modelo de
reaccionario», un mecanismo de «producción de subjetividad capi- mundo. Si analizamos, por ejemplo, los museos nacionales de Argen-

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tina, veremos que, en términos generales y dejando de lado unas pocas
excepciones, existen museos históricos o de próceres que presentan la
historia de nuestro país a partir de las luchas por la Independencia y
la conformación del Estado Nacional, y museos de arte que se inscri-
ben dentro de la tradición del arte europeo. A esto podemos agregar
una gran asimetría en la distribución de estos museos en el territorio
nacional: hay 27 museos nacionales, localizados en solo siete de las
veinticuatro provincias del país. El setenta por ciento está en la Ciu-
dad Autónoma de Buenos Aires. Podemos decir que son museos de
triunfos y vencedores de la historia, creados para «celebrar la memoria
del poder», como lo expresaba Mario. ¿Acaso no sería justo tener entre
nuestros museos nacionales un museo de lxs héroes mapuches en la Pa-
tagonia? ¿Un museo de la memoria trans? ¿Un museo de la masacre de
Napalpí en Chaco? ¿Un museo del candombe y lxs afrodescendientes?
¿Un museo del tatuaje facial Qom? La lista es larga. Mientras tanto,
¿qué podemos hacer para que los museos que ya existen no sean espa-
cios de la memoria del poder sino de la potencia de la memoria?
Coincido con Mario en que hay una tendencia a convertir los
museos en «productos culturales» y que esto «conduce a una estan-
darización de los museos, […] a ecualizarlos y transformarlos a todos
en una misma cosa a partir de modelos entronizados por la industria
cultural y la mercantilización». No deja de asombrarme la lucidez
con que comprendieron y describieron estos procesos, muy tempra-
no, Debord, Adorno y Horkheimer. La sociedad del espectáculo de
Debord comienza así: «Toda la vida de las sociedades donde rigen
las condiciones modernas de producción se manifiesta como una
inmensa acumulación de espectáculos. Todo lo que antes se vivía
directamente, se aleja ahora en una representación». La irrupción del
espectáculo en los museos no cambia la dinámica de la visita turística
propia de la patrimonialización, sino que la profundiza. El espacio

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del espectáculo tampoco es un espacio para estar, para ser apropiado, nes y contradicciones, permee a los museos? ¿Cómo acompañar y po-
«el espectador no se siente en su sitio en ninguna parte, porque el tenciar, desde las instituciones públicas, los acontecimientos culturales
espectáculo está en todas partes» (tomo prestadas de nuevo las pala- que hacen a la vida y la memoria de nuestras comunidades?
bras de Debord). Una vez al año se realiza La Noche de los Museos, Para abordar estas tensiones, el historiador brasilero Luiz Simas
un evento de gran escala que convoca a miles de visitantes quienes, propuso recientemente dos categorías utilizando las mismas pala-
en su mayoría, no vuelven a entrar en los museos el resto del año. bras: «cultura do evento» y «evento da cultura». Explica que el evento
Me pregunto si las instituciones públicas deben seguir produciendo o acontecimiento cultural es orgánico y hace referencia a las prácti-
espectáculos o ya es tiempo de buscar nuevas estrategias y formatos cas colectivas cotidianas, las ceremonias familiares o comunitarias
para construir relaciones entre lo público y los públicos. que mencionaba anteriormente, en las que se plasman formas de en-
El arte popular y la cultura orgánica de los pueblos, al ingresar al tender y de relacionarse con el mundo, se crean lazos comunitarios,
museo bajo la lógica del patrimonio o del espectáculo, suelen folklori- redes de contención, se producen identidades diversas y se transmi-
zarse y transformarse en representaciones vacías de sí mismas. A la vez, ten saberes entre generaciones. En cambio, la cultura del evento es el
se neutraliza su potencia cuestionadora del sistema-arte y del sistema en resultado de la industria cultural: es el sometimiento, la reducción a
general. Las bandas de sikuris que peregrinan a Punta Corral tocando productos, el vaciamiento y el usufructo de la cultura orgánica, bajo las
para la virgen de Copacabana, las ofrendas de pan que componen la lógicas del mercado y del consumo. «La relación entre evento cultural
mesa para recibir a las almas el Día de Todos los Santos, lxs diablxs del y cultura del evento no opera de forma dicotómica, sino tensionada,
carnaval bailando alrededor del mojón, lxs coplerxs cantando sus coplas difusa, llena de ambivalencias, lagunas, contradicciones, adaptaciones
con distintas tonadas según la región y el momento del año, la cere- o transgresiones», reflexiona Simas a propósito de lo que está sucedien-
monia de la Pachamama y la señalada de los animales en el corral, las do en Brasil con las escolas de samba y la privatización del carnaval.
ermitas –esos enormes cuadros de semillas– que abordan cuestiones de En la década de 1960, Debord ya afirmaba que, a través del espec-
actualidad en las estaciones del vía crucis: todos estos acontecimientos táculo, la mercancía había logrado la colonización total de la vida social
culturales, atravesados por una profunda búsqueda estética, comparten y que el espectáculo era la afirmación de la apariencia. Sin embargo,
las características de ser colectivos, estar sujetos al calendario agríco- más de medio siglo después, como resultado del desarrollo digital, este
la-cultural, ser destinados a personas no-humanas, estar protagonizados proceso alcanza una dimensión aún más extraordinaria. La extensión
por personas que, en la mayoría de los casos, no se autoperciben como de los sensores sobre nuestras vidas y sobre el mundo, combinada con
artistas, ayudar a reconstituir los vínculos sociales y el vínculo con la la inteligencia artificial, la capacidad de recopilar y procesar big data,
naturaleza, ser modos de procesar las problemáticas, los cambios en las crear realidades individuales y formar intereses de consumo, convir-
técnicas de producción y la cultura de masas. Su escenificación museal tieron la industria cultural en una maquinaria de producción y repro-
o su activación patrimonial terminan siendo su desactivación. ¿Cómo ducción de subjetividad y capital muchísimo más compleja. Vivimos
hacer para que la cultura viva, con sus debates, su diversidad, sus tensio- el sueño del capitalismo tardío: un tiempo de virtualidad y economía

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digital desterritorializada, acelerado por la pandemia, que –a través del qué momento. Una curaduría integral que transforme el museo en un
despliegue de un mapa digital de las mismas dimensiones del mundo– espacio seguro, donde se den las condiciones para realizar colectiva-
logra dar utilidad y monetizar cada circunstancia espacio-temporal sin- mente una relectura politizada del arte, de la historia y de la cultura,
gular de la vida, y cada acontecimiento cultural. recuperando, como escribió Claire Bishop, «aquello que ha sido dejado
En este contexto, transformar los museos en espacios para estar, de lado, reprimido y descartado a los ojos de las clases dominantes».
para encontrarse, es un gesto revolucionario. Para ello necesitamos Para llevar adelante esta forma de curaduría política del cuidado y
identificar a lxs posibles habitantes de los museos, conocer a nuestrxs de la cura, me gusta acudir, por ejemplo, a la metáfora de Gilberto Gil
vecinxs y volvernos museos de cercanía. Reconocer e involucrar a nues- y pensar los proyectos territoriales del Museo Nacional Terry como
tras comunidades, no solo a través de una mejor difusión de las activi- una especie de digito-puntura antropológica, un masaje sobre puntos
dades, sino desde antes, en la elección, programación y producción de vitales del cuerpo cultural de nuestro pueblo, los puntos olvidados. Así
los contenidos. Un museo para estar debe conocer a su comunidad y es como, en estos años, nos hemos propuesto vincular el museo con los
aprender sus modos de estar en otros espacios que esta habita. Para eso sueños y deseos de las infancias rurales, las reivindicaciones y las luchas
podemos salir con el museo a la calle, a las plazas, a las escuelas, al mer- de los feminismos y las diversidades, la historia del Club Atlético Terry,
cado, a los centros vecinales, al hospital, a la capilla, a las comunidades las familias del Mercado Municipal, las organizaciones de artesanas de
rurales. Salir a escuchar, aprender, relacionarnos, reconocer demandas comunidades Wichí y Chané del Chaco salteño, las ferias de la econo-
e intereses, no ir de visita. mía popular de la Quebrada, la memoria de la Semana del Apagón en
Durante mucho tiempo, en los museos se ha profundizado el cono- Ledesma, los modos de expresión de lxs adolescentes y lxs jóvenes, el
cimiento en torno a la conservación y el cuidado de los bienes museo- arte emergente, el modelado tradicional y el uso de ollas cerámicas en
lógicos. Llegó el momento de correr el eje de ese cuidado exhaustivo de la puna, las tejedoras, las problemáticas de la frontera, la cultura y la
los objetos, al cuidado amoroso de las personas. Pasar de ser casa-museo comunidad Sorda.
a ser museo-casa, museo-hogar, pasar de la curaduría como gesto profe- Me gusta también pensar que, tanto en el Museo Nacional Terry
sional y estético, a la curaduría como forma de cuidar al otrx, tal como como en otros museos de frontera, de ciudades pequeñas, museos co-
lo señalaron con claridad Mario y Carlos. Una curaduría de la cura y del munitarios y casas-museos, tenemos la oportunidad de llevar adelante
cuidado es necesariamente una curaduría política. Implica reconocer, una museología menor. Es una idea que tomo del concepto de «litera-
acompañar y potenciar los acontecimientos culturales comunitarios. tura menor», que Deleuze y Guattari desarrollaron a propósito de la
Requiere llevar adelante, no solo una reorganización de las obras de arte obra de Kafka. Propongo pensar que una museología menor se reali-
o de la colección, sino del espacio total del museo, de la agenda, de los za en la medida en que un museo cumple con las siguientes caracte-
vínculos institucionales con otrxs actores y actrices, de los programas rísticas: 1) Un museo de arte desterritorializado de la tradición-museo
públicos, elegir las palabras y los gestos precisos para comunicarse y y del sistema-arte a través del arraigo en la cultura popular de su terri-
acoger al público: decidir estratégicamente dónde va cada cosa y en torio y la perforación de sus muros. 2) Un museo que es un dispositivo

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político de enunciación colectiva. 3) Un museo que habla el lenguaje Para armar estas líneas
del arte, aunque no sea exactamente el propio, porque no puede dejar El compromiso de continuar la conversación que iniciaron Carlos y
de hablar un lenguaje atravesado por el arte y la poesía, pero tampoco Mario, aunque sea en diferido, me permitió volver a algunxs autores
puede hablar el lenguaje del Arte con mayúscula. que me han acompañado estos años y releerlxs una vez más para que
Para ir cerrando estas últimas derivas, en diálogo con la propuesta me dictaran al oído algunas de las citas que he reproducido en el texto.
de desmuseificar los museos, agregaré que no se trata de dejar de También me hizo descubrir conceptos nuevos, como los que acuñó
lado las colecciones de los museos, los archivos, ni los saberes pro- Luiz Simas en una entrevista que concedió en los mismos días en que
ducidos allí durante años. Todo lo contrario, creo que desmuseificar yo escribía estas líneas. Les comparto las referencias:
es reencontrarse con el acervo del museo para establecer y presentar Claire Bishop escribió Museología Radical. O ¿qué es “contempo-
nuevas relaciones entre sus partes y nuevas relaciones entre este, la ráneo” en los museos de arte contemporáneo?, publicada en 2018 por
comunidad y la historia. Se trata de proponer relecturas del pasado Libretto, de Buenos Aires. Las citas de Guy Debord provienen de
que nos permitan construir nuevos marcos de referencia para pensar La sociedad del espectáculo, de La Marca Editora, también de 2018.
el presente y –principalmente– para producir futuros alternativos. Gilles Deleuze y Félix Guattari escribieron Kafka, para una litera-
Desmuseificar los museos tiene que ver con el futuro, pero no a la tura menor, publicado por Editora Nacional, de Madrid, en 2002.
manera del proyecto de la Modernidad, sino desde una «contempo- De Mark Fisher es Realismo capitalista (Buenos Aires, Caja Negra,
raneidad dialéctica», como lo llama Bishop: «reiniciar el futuro por 2017). La afortunada metáfora de la digito-puntura antropológica
medio de la inesperada aparición de un pasado relevante». la usó Gilberto Gil en 2003 durante el acto de solemne transmi-
Para concluir, quiero agradecer al equipo de la editorial unatinta sión del cargo de ministro de cultura de Brasil. De Groys recuperé
por invitarme a participar en estas conversaciones, festejar este em- algunas de las ideas que expuso en Arte en flujo (Buenos Aires, Caja
prendimiento colectivo y compartir con lxs lectorxs una cita de Hito Negra, 2020). El texto de Félix Guattari y Suely Rolnik es Cultura
Steyerl que me resulta muy motivadora: «los museos tienen menos ¿Un concepto reaccionario? Micropolítica. Cartografías del Deseo. Lo
que ver con el pasado que con el futuro: la conversación es menos so- publicó la editorial Traficante de sueños en 2006. Es difícil no citar
bre preservar el pasado que sobre crear el futuro del espacio público, algunos clásicos, como Dialéctica de la Ilustración, de Horkheimer y
el futuro del arte y del futuro como tal». Adorno. La idea del filtro burbuja procede del libro homónimo de Eli
Pariser, publicado en 2017 por Penguin Random House. De Rita
Segato recuperé un artículo titulado «Decolonialidad y patrimonio.
Parte 1», incluido en el libro Los patrimonios son políticos. Patrimonios
y políticas culturales en clave de género, que tuve la suerte de editar
junto con Ana Laura Elbirt en 2021 por encargo del Ministerio de

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Cultura de la Nación. La iluminadora confrontación de los «eventos
de la cultura» y la «cultura de los eventos» de Simas la pueden leer en
el diario digital Agência Pública del 24 de febrero de 2022: «Ataque
ao carnaval público gerou o fortalecimento do carnaval privado». Por
último, les recomiendo leer a Steyerl y su Arte duty free: el arte en la
era de la guerra, publicado una vez más por la editorial Caja Negra de
Buenos Aires en 2018.

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