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HOSPITALIDAD Y EXPERIENCIA.

EL TALLER CARTONERO COMO ESPACIO DE CREACIÓN COLECTIVA.•

Valeria Lepra
Instituto Escuela Nacional de Bellas Artes
Universidad de la República

Introducción.
Este texto recoge algunas reflexiones en torno a los talleres de creación de editoriales
cartoneras latinoamericanas, resultado de la investigación que he desarrollado en mi tesis
de Maestría en Educación Artística.
Las editoriales cartoneras se conforman como proyectos editoriales cuyo origen se
encuentra en el año 2003 en el proyecto Eloísa Cartonera, de Washington Cucurto y
Javier Barilaro que consistía en la edición económica de libros y una preocupación por la
circulación y acceso a los mismos. A partir de allí estas propuestas se han ido
multiplicando por el mundo con variaciones, de modo que no existe un único modelo para
las editoriales cartoneras sino que cada proyecto asume formas distintas.
Se propone revisar estas prácticas de creación a la luz de las nociones de experiencia y
hospitalidad desarrolladas por Jorge Larrosa, Carlos Skliar, Jacques Derrida, Fernando
Bárcena y Joan Carles Mèlich. Estos espacios de creación que se desarrollan bajo la forma
de talleres promueven instancias de colaboración y espacios para el intercambio entre
personas con formación y experiencias de vida diversas hacia la consolidación de un
proyecto común. Por eso la forma en que se entiende el discurso pedagógico aquí va más
allá de una mirada prescriptiva sobre la transmisión de los saberes.
La realización de entrevistas a editoriales cartoneras, revisión documental y bibliográfica
permitió elaborar un mapa de aproximación a la temática.

Sobre lo pedagógico en este texto.


El tratamiento sobre la pedagogía que se ofrece aquí intenta superar una cuestión
prescriptiva sobre la transmisión de los saberes y los aprendizajes a partir de los saberes
sobre la transmisión, ubicando el foco más en cómo el juego es jugado que en las reglas
que el juego de la transmisión asume. Se recupera así la preocupación que dejaba
planteada María Silvia Serra en su artículo (2010). En palabras de Carlos Skliar la
pedagogía como código, como forma distanciada de la experiencia:


Texto de la ponencia presentada en el II Congreso Nacional e Internacional de Educación Artística.
Facultad de Humanidades y Artes-Universidad Nacional de Rosario. 17 al 19 de octubre, 2019. Rosario,
Argentina.
Explica, eso sí, qué es ver, pero con ojos ajenos, distantes, silenciosos, autoritarios. Explica, eso
sí, cuáles son las miradas disponibles, pero con ojos apenas escudriñadores y evaluadores. Explica
lo que es tocar, sin tocar, y eliminando el tocar del otro. Explica lo que es escuchar, pero sin
escuchar, ignorando lo que podría ser el escuchar del otro. (Skliar, 2011a:11)
Poner la atención en los talleres, se trate de talleres de producción propia, talleres
realizados para terceros (grupos escolares, ONG, personas privadas de libertad,
comunidades indígenas) o presentaciones de libros, llevó a pensar la cuestión de la
recuperación de la experiencia y la forma que esta asumía para esos colectivos. Pero se
trata de un tipo de experiencia singular que no es medible, cuantificable ni ofrece algún
tipo de estímulo o alivio instantáneo. No supone una ganancia, al menos no una que se
pueda contar. Como expresa Jorge Larrosa:
La experiencia, la posibilidad de que algo nos suceda o nos toque, requiere un gesto de
interrupción, un gesto que es casi imposible en los tiempos que corren: requiere parar para pensar,
parar para mirar, parar para escuchar, pensar más lentamente, mirar más lentamente, y escuchar
más lentamente; parar para sentir, sentir más lentamente, demorarse en los detalles, suspender la
opinión, suspender el juicio, suspender la voluntad, suspender el automatismo de la acción, cultivar
la atención y la delicadeza, abrir los ojos y los oídos, hablar de lo que nos sucede, aprender la
lentitud, escuchar a los demás, cultivar el arte del encuentro, callar mucho, tener paciencia y darse
tiempo y espacio.1 (Larrosa, 2002:24)
Esto parece implicar estar presente para sí y para otros, estar atento a lo que allí
sucede, abierto al encuentro. Así el encuentro atravesado por las diferencias y los afectos,
como experiencia dotada de sentido, es parte del tópico aquí en juego. Encontrarse con el
otro es aquí superar una forma de relación instrumental a favor de una reciprocidad, de
un ser y hacer con el otro.
La preocupación por el acceso al libro y la recuperación de la lectura como hábito
cotidiano aparece como preocupación con acciones asociadas al cumplimiento de este
objetivo.
Los talleres de producción se constituyen como espacio para el intercambio de saberes,
el interés está orientado a las instancias que propician el encuentro y la manera en que se
desarrollan estos espacios ofrecidos por las editoriales cartoneras como instancias de
acogida.
La noción de “hospitalidad” asume un valor pedagógico. Emergió como un código “in
vivo” durante la investigación, a partir del uso de una entrevistada sobre la disposición a
recibir a invitados y desconocidos a los talleres de producción. Esto permitió identificar
que en algunas entrevistas no aparecía el término como tal, pero había aproximaciones en
el campo de las significaciones. Su aparición sirvió tanto para tomarla en cuenta como
noción operativa, que describía una forma de actuar con los otros a la vez que de construir
comunidad. Esta expresión llevada de la filosofía de Lèvinas al campo de la educación se
ha propuesto para revisar la apertura, la acogida, el lugar para la diferencia de las
instituciones educativas. Skliar usa tres imágenes para ejemplificar esta posición:
Las tres imágenes de la inclusión y abertura/apertura serían las siguientes: la imagen de inclusión
a puertas abiertas, la imagen de la inclusión y las puertas giratorias y la imagen de la inclusión y
las puertas con detectores de metales. Me parece que las imágenes son de por sí suficientemente
claras como para exigir más comentarios. Aún así cabe decir ellas remiten a tres experiencias
diferentes de inclusión: la de las instituciones que abren sus puertas o que ya tenían sus puertas
abiertas o que no consideran la existencia de puertas y que no solicitan ni exigen nada del que

1
Traducción propia.
llega; la de las instituciones que dejan entrar a alguien y que, en ese mismo movimiento, también
lo excluyen, lo expulsan; y las instituciones que, antes de abrir sus puertas, realizan un
“diagnóstico” completo del que llega (¿quién eres tú? ¿Qué lengua hablas? ¿Cómo te llamas?
¿Cómo aprendes? ¿Qué tienes? ¿Qué quieres de nosotros?). Quisiera dejar registrado que el acto
de “abrir las puertas” institucionales no supone ninguna virtud moral de la cual jactarse: más bien
se trata de una condición inicial (si se me permite el juego de palabras) incondicional. (Skliar,
2011b:31)
La búsqueda de huellas de hospitalidad en los relatos de las editoriales cartoneras , y cómo
operaba esa apertura a los otros fue una preocupación que acompañó el proceso
investigativo.

El taller de producción como espacio de recuperación de la experiencia.


Sobre la experiencia, Jorge Larrosa, menciona en varios de sus textos la dificultad de
habérselas con la palabra a la vez que propone algunas vías de acceso. Hay unos
principios que él sugiere en torno a la experiencia, que se ponen en diálogo con los relatos
de las editoriales cartoneras con las que se estableció contacto, que se presentarán muy
brevemente.
Principio de alteridad, exterioridad o alienación. Si la experiencia es eso que me pasa, es
algo que está más allá de lo que puedo controlar, es exterior a uno mismo y nos atraviesa,
nos acontece con independencia de nosotros mismos.
Principio de subjetividad, reflexividad y transformación. La experiencia supone ir al
encuentro de eso que me pasa y me afecta, produce efectos en quien la padece. La
experiencia en tanto subjetiva, es experiencia de alguien, es singular, afecta a alguien de
modo particular. En eso que pasa, alguien se ve afectado, esa experiencia es tal en tanto
provoca transformaciones en el sujeto, sin embargo ese padecer no es pasivo, no mantiene
al sujeto impasible sino que produce cambios en él. (Larrosa, 2006)
La experiencia deja huellas, quedan señales de su paso “el sujeto de la formación no es el
sujeto de la educación o del aprendizaje sino el sujeto de la experiencia: es la experiencia
la que forma, la que nos hace como somos, la que transforma lo que somos y lo convierte
en otra cosa.”(Larrosa, 2003:7).
Se trata de una noción de un lugar de la experiencia que se distancia de la noción de
experiencia propuesta por la ciencia moderna, con la certidumbre del método y sus
hallazgos. Hay según Larrosa una distinción ente experiencia y experimento.
Las instancias de taller, de producción de libros, y también de diálogos, son instancias
para el encuentro pero también para el contraste, la distancia, la proximidad o el
ensimismamiento. Quienes están allí participan libremente y a veces sólo están, sin
actividad alguna. Las personas simplemente están dispuestas a ser parte de lo que allí
suceda, abiertas a lo que traiga el encuentro. Porque “las personas pueden venir a saludar
o platicar y quizás en esta ocasión no pinten nada.” (Comunicación personal. La
Cartonera, noviembre, 27, 2017)
Es cierto que existe una premisa preconcebida, la producción de libros; es cierto también
que los textos, están la mayoría de las veces allí para orientar aquello que va a ser
producido. En algunos casos acompaña la voz del autor que abre el diálogo entre los
presentes. En la práctica de La Propia Cartonera: “También pasa una cosa, que cuando se
está por presentar un libro, cuando estás por sacar un libro el autor y sus amigos se
involucran en la manufacturación del libro.” (Comunicación personal. Entrevista a La
Propia Cartonera, diciembre 14, 2016). O como lo propone La Cartonera: “a lo mejor
incluso con los autores también hay intercambio, por que intentamos que los autores con
los que trabajamos, pues se conviertan en muy cercanos a la editorial” (Comunicación
personal. Entrevista a La Cartonera, abril 30, 2016).
Está siempre la posibilidad de hacer allí otra cosa, no prevista, no pautada, sin resultado
previsible. En eso que siempre puede ser de otra manera cabe orientar la atención, en esa
brecha que es potencialmente un camino diferente de aquello para lo que se había pautado
el encuentro.
Aquí los participantes, autores, colaboradores, integrantes del colectivo editorial,
visitantes, simpatizantes se disponen a desdibujar los límites en lo que implica abrir la
puerta a otro. Se animan a ser afectados, alterados por otros y a afectar a esos otros.
Ese estar para sí y para otros en el ahora, supone una apertura, una acción desinteresada,
construir con los demás en el presente, para lo que es, para lo que se da en el encuentro.
Es un “estar presente en el presente” (Masschelein en Dussel y Gutierrez, 2006, 304).
Se recuperan a continuación algunos fragmentos que se glosan de entrevistas.
Es que para quien vive inmerso en rutinas marcadas por la obligatoriedad y la libertad vigilada,
sea una escuela o cárcel, el momento de relajar el espíritu sin imposiciones a cumplir resulta vital
y liberador.” (Comunicación personal. Vento Norte Cartonero, noviembre 25, 2017)
Lo anterior parece rehuir a una forma de la planificación y del control a favor de un
espacio orientado al disfrute para que cada participante encuentre un ritmo propio sin que
esto impida, sino que más bien favorezca la comunicación con los otros. Otros que
devuelven su forma de ver.
Se trata de una actividad que moviliza la energía creadora de los participantes en la que cada uno
se expresa de manera singular y observa la expresión de los otros. Por eso el taller en sí es un
espacio físico [y] simbólico en el que lo individual está ligado también al hacer colectivo.
(Comunicación personal. Vento Norte Cartonero, noviembre 25, 2017)
En el siguiente fragmento aparece claramente un propósito asociado a la experiencia, que
puedan revelarse para los jóvenes hijos de cartoneros caminos nuevos. Pero hay que ver
esto en lo que es, que no es otra cosa que dejarse afectar por las conversaciones, por las
lecturas.
O Dulcinéia, ao incluir jovens filhos de catadores, procura melhorar a auto-estima deles, e a pintura
das capas, a leitura dos livros produzidos, o contato e conversas com autores que colaboram e
visitam a oficina, tudo contribui para que eles tenham a oportunidade de vislumbrar caminhos,
muitas vezes nem pensados, para seu futuro. (Dulcinéia Catadora en Bilbija y Carbajal, 2009, 146)
Eso que le pasa a alguien, y que no lo mantiene impasible, que lo forma o transforma, que
causa algo, algo que pueda o no ser determinado, algo que le permita reconocer, que le
ayude a comprender que puede hacer otras cosas que no se había propuesto antes o
hacerlas de una forma diferente.
Entonces yo creo que la gente se atreve a hacer más cosas. Uno que no pintaba, se atreve a pintar,
uno que quizás no pensaba escribir un libro, algún día, empieza a ver que ser escritor puede ser
algo no tan complicado también ¿no? Y todas estas dinámicas pues se van generando poco a poco
también. (Comunicación personal. Entrevista a La Cartonera, abril 30, 2016).
El taller es también un espacio que promueve intercambios entre personas que ponen en
juego sus experiencias, para compartir con otras prácticas y conocimientos, posibilitando
aprendizajes variados. Conocimientos asociados a la actividad propia de la editorial
cartonera, así como conversaciones ligadas a la situación del país y aspectos de lo
cotidiano.
Aprender no se vincula con un programa preconcebido, cuya referencia más cercana
serían los currículos de las instituciones educativas. Incluso cuando se trata de talleres
desarrollados en instituciones educativas la propuesta disloca los aspectos habituales del
trabajo en aula.
Se trata de una actividad que moviliza la energía creadora de los participantes en la que cada uno
se expresa de manera singular y observa la expresión de los otros. Por eso el taller en sí es un
espacio físico [y] simbólico en el que lo individual está ligado también al hacer colectivo.
(Comunicación personal. Vento Norte Cartonero, noviembre 25, 2017)
Los talleres se proponen también con el fin de favorecer la creación y problematizar la
cuestión del libro como objeto que sólo pueden consumir algunos, estimulando no sólo
el acceso al libro como consumidores sino también como productores.
Aprenden así todo el proceso para fabricar fácilmente un libro con materiales accesibles. La idea
fundamental es desacralizar al libro en el sentido que las personas se lo apropien y que en un
momento dado puedan hacer sus propios libros o crear su propia editorial cartonera o artesanal.
(Comunicación personal. La Cartonera, noviembre, 27, 2017)
Entre los aspectos que revelaba Vento Norte en la entrevista estaba el hecho de que para
muchos niños que participaban en los talleres, el libro que realizaba sería el primero que
habría en su casa. Se enlazan así algunas cuestiones emergentes en el taller con el objetivo
ya mencionado de favorecer el acceso al objeto mismo.
Se trae nuevamente esta cuestión de la experiencia y de la experiencia con desconocidos.
Todos se tornan desconocidos en esos talleres, todos desconocen algo de sí y del otro.
Todos se encuentran por primera vez en la acción de colaboración de construir en
compañía un objeto lejano, un objeto que en el placer de su escritura y de su lectura,
transforman.
Para retomar un tópico con el que se continuará, pensar la educación “como aquel tiempo
y aquel espacio que abre una posibilidad y una responsabilidad a la existencia del otro, a
toda existencia, a cualquier existencia.” (Skliar, 2010, 108). Pensar la educación como
una apertura al otro, como una forma que busca incluir al otro, pero no homogeneizarlo
en un “todos” que acalle cualquier manifestación que se aleje de la que propone quien
abre ese espacio.

Hospitalidad.
En la forma de recibir a los otros que se acercan, que son invitados o que pasaban por ese
lugar y se vieron impulsados a participar hay también un cuidado, una preocupación. Dar
la bienvenida a quien se acerca supone prestar oídos, a quien prestará oídos también. Esta
inquietud queda plasmada en la intervención de una integrante de La Propia Cartonera
que expresaba:
Me parece también más allá de eso hay una cosa que es la primera que aprendés, no sé si aprendés,
de última es un ejercicio que hacés que es el de la hospitalidad capaz. Porque vos no le podés decir
a la gente que venga y vienen y estás mutando… yo estoy hablando con Ceci y tipo vienen y no
les doy bola. Es como esa cosa, y la gente siempre pregunta además, y estos libros ¿para qué son?,
¿y la plata para dónde va?, y no sé qué ¿no? Y en realidad está bueno. Por qué y cómo los hacés.
Entonces hay siempre en esa instancia un pensarse ¿no? Qué estoy haciendo… (Comunicación
personal. Entrevista a La Propia Cartonera, diciembre 14, 2016)
En ese lugar que hago para el otro, en ese salir de uno mismo la palabra de otro propicia
un retorno. La pregunta lanzada por el otro invitado, huésped, extraño, los lleva a
cuestionarse aquello que son, “hay siempre en esa instancia un pensarse”. Pone en
suspenso una serie de seguridades que traen como colectivo o como individuos que
integran un proyecto compartido. Porque no se puede invitar a otros y dejarlos a su suerte.
Tienen que salir de sí mismos e ir al encuentro. Porque “la experiencia del otro es la rotura
del silencio de mi mundo centrado en el yo. La palabra del otro descentra el orden.”
(Bárcena y Mélich, 2000, 138)
Por otra parte recibir a otros no puede estar condicionado, no es obligación, no es deber.
Es desinteresado y no puede preverse exactamente que saldrá de ello. Es respuesta a una
invitación en este caso, pero no pueden elegir a quién dar acogida y a quién no. Como
expresa una integrante de La Cartonera: “hace 15 días llegaron 2 chicos, que no sabemos
de dónde salieron y nos vieron, les pareció interesante y se pusieron a trabajar con
nosotros, y ahora, muy probablemente regresen al taller del día de hoy ¿no?”
(Comunicación personal. Entrevista a La Cartonera, abril 30, 2016)
Quien llega es bienvenido. Con el que llega “[s]e toma café, pan dulce y se saborea
mezcal”. Es un tipo de hospitalidad incondicional, no está ordenada ni reglamentada.
Esta forma de la hospitalidad absoluta se diferencia y contrapone a las leyes de la
hospitalidad que condicionan a quién se le da asilo, que inquieren, ante la necesidad del
huésped, quién es y si tiene derecho a tal hospitalidad.
Porque para ser lo que “debe” la hospitalidad no debe pagar una deuda, ni estar ordenada por un
deber: graciosa no “debe” abrirse al huésped [invitado o visitante] ni “conforme al deber” ni
siquiera, para utilizar la distinción kantiana “por deber”. Esta ley incondicional de la hospitalidad,
si esto se puede pensar, sería por lo tanto una ley sin imperativo, sin orden y sin deber. Una ley sin
ley, en definitiva. Un llamado que manda sin exigir. (Derrida, 2008, 85-87)
En una segunda comunicación con la integrante de La Propia Cartonera que había
propuesto la noción de hospitalidad, apareció más claramente la cuestión de estar para el
otro mostrando interés por esa comunidad con la que se quiere trabajar y que se acerca.
Se trata de dar atención, brindar escucha, “prestar atención a quien viene”. Mostrar
genuino interés por lo que ese desconocido, o conocido a medias tiene para contar, abrirse
al relato de otro sin importar o sin reparar en la proveniencia de ese otro. Porque “la
verdadera escucha implica un olvido de sí para prestar atención a lo otro, al Otro.”
(Mèlich, 2000, 133)
Creo que esa idea de hospitalidad tiene que ver con qué si estás armando un proyecto que parte de
un interés de trabajar en la comunidad sin duda tenés que mostrar interés por esa comunidad. [¿]De
qué manera mostrás ese interés? Bueno en la cartonera primero hay una instancia de acercamiento.
Prestar atención a quien viene a pintar o a cebar mate, recibirlo, agradecerle, preguntarle quién es,
porqué se acerca, qué intereses tiene, provenga de dónde provenga. Hacerlo sentir cómodo.
Después, como nos ha pasado varias veces, que la gente te dice que escribe y pregunta a ver si te
puede mandar unos cuentos o poemas, leerlos, mostrar interés. La persona que se acercó y te dice
que escribe está compartiendo algo muy personal contigo, ante eso no se puede ser indiferente.2
(Comunicación personal. CG La Propia Cartonera, noviembre 20, 2017)
Se podría concebir como la inclinación a hacer comunidad, a invitar a otros a hacer
comunidad, a proponer un nosotros que no anula las diferencias pero que diluye las
distancias.
(…) es ir como borrando fronteras entre uno que es pintor, otro que es intelectual, otro que es
escritor, otro que no tiene nada que ver con esos campos, pero que viene al taller. A veces viene
gente que son profesionistas de algo y no tiene nada que ver con el arte digamos, pero ahí vienen,
pintan, toman el café con nosotros, platicamos de muchos temas. Entonces yo creo que la gente se
atreve a hacer más cosas. (Comunicación personal. Entrevista a La Cartonera, abril 30, 2016)
Esto no supone una forma edulcorada de ver la cuestión. Supone hacer lugar, poner en
suspenso aquello que el otro presenta como amenaza, en el sentido de desestructurar
aquello ya organizado, homogéneo y estable para los participantes, y abrirse a ello. Ese
invitado o desconocido que se acerca puede ser germen de algo nuevo, por sí mismo o
por las preguntas que lanza al colectivo. Preguntas que obligan “a pensarse”.
Y te dicen “ah, cómo los eligen” [qué libros publicar], “ah, yo escribí siempre, yo escribí algo”
(Risas) siempre te dicen “yo escribí algo ¿lo puedo mandar?” Bueno sí mándalo (Risas) pero claro,
también vas viendo eso, pero siempre estás pensándote… la gente pregunta. (Comunicación
personal. Entrevista a La Propia Cartonera, diciembre 14, 2016)
Y más adelante en la entrevista sobre su lugar de invitados, de huéspedes, de
desconocidos:
CP.Y fuimos a contar sobre el proyecto, les mostramos libros. Y después ahí quedó, tipo, “pero y
qué no ganan plata”, no pueden creer que fuera un proyecto que no nos interesara sacar un peso.
(Risas). La verdad. (Risas).
LF-Sí, la verdad eso se habló pila en esa clase… como, de lo que yo me acuerdo que hablamos en
un momento que ellos preguntaban y les sorprendía era eso.
CP-Sí, y que la profesora hizo hincapié en eso después y fue como, bueno, también está bueno
hacer cosas porque ganás otras, no plata.3 (Comunicación personal. Entrevista a La Propia
Cartonera, diciembre 14, 2016)
Esa ganancia es sobre todo ese “hacer colectivo” que aparece repetido en las entrevistas,
los manfiestos, es visible en las fotografías y en los posteos en redes sociales. Ese abrir
la puerta al otro trae, sin que se espere otras recompensas, que no son la ayuda para la
manufactura del libro sino ese espacio compartido, ese puente tendido. Ante la consulta
del otro no se puede ser indiferente como proponía una integrante de La Propia Cartonera.
La palabra huésped denota tanto a quien acoge como a quien es acogido. Es un término milagroso.
¡Es ambas cosas! Aprender a ser el invitado de los demás y a dejar la casa a la que uno ha sido
invitado un poco más rica, más humana, más bella de lo que uno la encontró. Creo que es nuestra
misión, nuestra tarea. (George Steiner en Bárcena y Mèlich, 2000, 193)
De todos modos queda la pregunta, pues las lecturas aparecen para ayudar a pensar el
problema, la duda, evitar alguna afirmación definitiva. ¿Qué pasa con los que no vuelven?

2
Quizás ese preguntar por el otro aparezca como conflicto con esa hospitalidad que se ofrece sin
condiciones, pero aquí ese preguntar no condiciona la hospitalidad, es una forma de interesarse por ese que
se acerca.
3
Resulta interesantes este fragmento que los coloca en el lugar de invitados y anfitriones a la vez. Son
invitados que acogen, dan lugar a la pregunta del otro. Lo invitan a conocer una forma nueva de relación y
de producción. Sus respuestas son invitaciones a otras miradas.
Esa es la respuesta que falta. Y la preocupación. La integrante de La Propia que avanzó
en su mirada sobre la hospitalidad dudaba, a veces de la capacidad de acogida de la
editorial, de que efectivamente se diera ese lugar al otro. Que efectivamente se le prestara
escucha.

Consideraciones finales.
Este breve texto responde a un interés por mostrar, hacer visible para otras y otros parte
de un trabajo de investigación realizado recientemente y orientado a lo que llamo estéticas
de acción social. Se trata de prácticas colectivas que se encuentran en los márgenes, que
al adentrarse en ellas, en sus propuestas y acciones resulta difícil, por suerte,
categorizarlas, clasificarlas o definirlas. Estas prácticas ofrecen una gran heterogeneidad
y se encuentran en los límites, a medio camino entre prácticas artísticas, prácticas
comunitarias y prácticas militantes, que favorecen espacios de agenciamiento y una
mirada crítica sobre los espacios que habitamos y cómo los habitamos.

Referencias bibliográficas
__Bárcena, Fernando y Joan Carles Mèlich (2000) La educación como acontecimiento ético.
Barcelona: Paidós.
__Bilbija Ksenija y Paloma Celis Carbajal Eds. (2009) Akademia cartonera: Un abc de las
editoriales cartoneras en América Latina. Madison: Parallel Press. University of Wisconsin-
Madison.
__Derrida, Jacques (2008) La hospitalidad. Buenos Aires: Ediciones de la Flor.
__Larrosa, Jorge (2002) “Notas sobre a experiência e o saber de experiência.” En Revista
Brasileira de Educação, Jan/Fev/Mar/Abr 2002, No 19, pp.20-28.
__Larrosa, Jorge (2003) “La experiencia y sus lenguajes. Algunas notas sobre la experiencia y
sus lenguajes.” (Conferencia). Buenos Aires: Ministerio de Educación. Recuperado de:
http://www.me.gov.ar/curriform/publica/oei_20031128/ponencia_larrosa.pdf
__ Masschelein, Jan (2006) “E-ducar la mirada. La necesidad de una pedagogía pobre” En:
Dussel, Inés y Gutierrez Daniela Comp. Educar la mirada. Políticas y pedagogías de la imagen.
Buenos Aires. Manantial. FLACSO. OSDE.
__Skliar, Carlos (2011a) “Diez escenas educativas para narrar lo pedagógico entre lo filosófico
y lo literario.” En Plumilla Educativa No8. Recuperado de:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3801058
__Skliar, Carlos (2011b) “¿Incluir las diferencias o a los diferentes? Una cuestión mal planteada
en una realidad desoladora.” En Revista RUEDES de la Red Universitaria de Educación
Especial. Año 1, No1, pp.22-34.

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