De manera curiosa, Platón y Aristóteles coincidían en que el propósito u objetivo de la polis es el bien
o el vivir bien. Aclaro que cada uno alimentó esta idea de manera distinta. Sin embargo, esta
afirmación trajo consigo una problemática en común que fue el significado de la justicia y cómo esta se
emplea en la polis con respecto a la vida de los ciudadanos. Este escrito propone que el concepto de
justicia entendido como una virtud del carácter debería ser aplicado en la actualidad para la toma de
decisiones. Comenzaremos planteando el concepto de justicia platónico con el propósito de que nos
sirva de herramienta para realizar un contraste. Seguido de eso, daremos paso al concepto Aristotélico
de justicia en donde miraremos la justicia como una virtud particular. En tercer lugar, se realizará un
análisis sobre la importancia de la justicia respecto del hombre justo para finalmente, concluir con la
relevancia de esta interpretación para la actualidad.
Platón (Platón, República 427d) entendía el concepto de justicia como el cumplimiento del deber
particular de cada ciudadano dentro de la gran unidad que es la polis, la cual tiene como finalidad el
bien. Para entender a qué se refiere con el cumplimiento del deber particular, Platón realizó una
analogía entre la polis y el alma humana. Dicha analogía consistía en separar en tres partes la vida en la
polis. Cada parte debía cumplir distintas funciones: a los centenares les correspondía suplir las
necesidades mediante el intercambio o venta de productos; a los guerreros les correspondía ser feroces
y mansos al mismo tiempo pues debían saber cuándo irse contra los enemigos y cuando ayudar y
obedecer a los suyos; por último, los guardianes se encargaban del conocimiento y por ende del manejo
de las leyes.
A cada una de las anteriores labores le correspondía una parte del alma humana y por lo tanto una
virtud. La primera parte se denominó la apetitiva, la cual es la responsable de los deseos e
inclinaciones. Le corresponde la virtud de la moderación que consiste en adquirir solo lo necesario y no
dejarse llevar por el deseo. La segunda parte es la fogosa y su virtud es la valentía. Dicha virtud
consiste en no ser ni muy temeroso ni muy arriesgado, es decir, aprender cuándo ser feroz y cuándo
manso. La tercera es la parte racional, a la cual le corresponde la virtud de la sabiduría. Esta virtud
controla las otras dos partes para que funcionen correctamente, pues su objeto es el conocimiento. Para
Platón si se tienen estas virtudes se adquiere la cuarta: la justicia. Por más que Platón haga de la justicia
una virtud no la desarrolla como tal, puesto que la justicia es solo el resultado del buen funcionamiento
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de las otras virtudes respecto a las tres partes del alma y a las funciones que los ciudadanos realizan en
la polis. Cabe aclarar que Platón creía que la justicia particular, es decir, dentro de cada ciudadano, es
necesaria para que haya justicia dentro de la polis (Platón, República 441c).
A diferencia de Platón, Aristóteles no hace a una separación del alma para hablar de virtudes, ni mucho
menos ve a la justicia como el producto de unas virtudes correspondiente al deber de los hombres.
Aristóteles en su estudio sobre la justicia, después de mencionar en el libro V de la ética Nicomaquea
que se entendía como justicia en la antigua Atenas, concluye que ese concepto se dice en dos sentidos,
en un sentido general y en un sentido particular (EN . En este escrito solo vamos a mencionar el sentido
particular de la justicia según Aristóteles. No obstante, con el propósito de entender la justicia en
sentido particular, con ayuda de dos especialistas vamos a explicar la distinción entre virtud y justicia.
“la diferencia entre virtud y justicia seria categórica, ya que mientras la primera se refiere al modo de
ser en la categoría de cualidad, la segunda se refiere al modo ser en la categoría de relación” (Gauthier
y Jolif, Pag 343). Aristóteles relacionó la justicia con la comunidad afirmando que el contrario a la
justicia, ósea la injusticia, no es posible contra uno mismo (EN 1130 a 8-13). Con esta proposición
critica la propuesta de Platón de ver la justicia como el resultado de las virtudes respecto a cada parte
del alma.
La justicia en sentido particular hace referencia a lo igual o equitativo, en este sentido, la virtud
particular hace referencia la justicia dentro del sentido general que lleva el mismo nombre. La justicia
particular es la acción respecto a otros hombres con temas derivados a la repartición equitativa de
honores o la igualdad en trato con los otros, con el propósito de evitar sacar ventaja a costa de los
demás (EN, 1130 a 28-32). La justicia en sentido particular es constituida por varias acciones respecto a
la equidad, sin embargo, no vamos a hondar en eso. Pues lo que nos interesa entender es su relación
respecto a la igualdad para la repartición de honores y para mantener el trato y los beneficios
equitativos respecto a los otros. En consecuencia, lo más común es que nos hiciéramos la pregunta
sobre ¿quién hace la repartición equitativa de honores? Y ¿quién regula el trato igual entre los
hombres? Aristóteles respondiendo a esto diría que el hombre, de manera más específica, el hombre
virtuoso y justo.
“Entre más virtuoso sea un hombre mayores responsabilidades políticas habrá de confiársele”
(Zamorano, 2017). Esta disputa nos hace caer en cuenta en la dificultad que trae consigo esta virtud,
pues, diríamos que el que hace la repartición debe considerar lo que va a ser repartido y a quienes se lo
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va a repartir. Además, este hombre carga con la responsabilidad de que tiene que hacerlo de la mejor
manera. En este momento, entra en juego el concepto de responsabilidad, el cual trae consigo la noción
de elección y deliberación pues la determinación de lo justo está en la elección virtuosa de un hombre
en concreto. Es por esto que Aristóteles nos dice que la elección es algo voluntario, pero no es lo
mismo al igual que nos dice la deliberación hace referencia a aquello sobre lo cual un hombre racional
delibera, es decir, que se trata de una decisión bajo reflexión (EN 1112 a 25-30). Sin embargo, para
poder profundizar en el tema del carácter del hombre justo hay que mencionar que hace que un acto sea
justo en sí y como interfiere la elección en este sentido.
Aristóteles en el libro III de la Ética Nicomaquea explica que un acto es justo si se hace
voluntariamente, pues de lo contrario no se actuaría justa o injustamente sino por accidente. Por lo
tanto, la voluntad del hombre respecto al acto es lo que dota de responsabilidad al accionante. Un
ejemplo de actuar por accidente seria que al manejar un vehículo con cuidado la intención no es
atropellar a nadie, pero si el conductor baja la mirada unas milésimas de segundo sea la razón que sea y
atropella a un anciano eso sería por accidente. Esta misma definición de acción por accidente aplica en
el caso de la justicia. Sin embargo, es pertinente leer la distinción entre lo voluntario e involuntario en
sus palabras. “Parece, pues, que cosas involuntarias son las que se hacen por fuerza o por ignorancia; es
forzoso aquello cuyo principio es externo y de tal clase que en él no participa ni el agente ni el
paciente” En este sentido, lo voluntario es lo contrario, es decir, lo que se elige (EN, 1110 a 3 -5).
Por lo anterior, lo que hace que un hombre sea justo son los actos que por deliberación son virtuosos y
justos. No obstante, una sola acción deliberativa justa no hace un hombre justo, sino que para que eso
pase tiene que actuar habitualmente conforme a la virtud. En otras palabras, una sola acción no define
nuestro carácter.
En consecuencia, obrar justamente depende de la voluntad del hombre que se ha habituado a actuar con
justicia en cualquier situación. Dicho hombre ejercita su carácter cada vez que delibera sobre lo justo y
así mismo crece su virtud. En este sentido, se debe tener un carácter virtuoso para adquirir la virtud de
la justicia, es decir, el hombre debe sentir placer al actuar bien para que tenga la predisposición de
siempre actuar con justicia y con todo lo que eso implica. Recordando lo que se expuso anteriormente,
la justicia es el criterio para las decisiones justas, si se la considera en un sentido particular como una
virtud respecto a lo igual y a lo equitativo, tanto en el trato como en las reparticiones. Por lo tanto, la
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persona que imparte justicia no debe romper la igualdad y debe ser guiado únicamente por la razón,
pues a estos hombres no los debe movilizar sus deseos o sus ambiciones.
¿Por qué es necesario que un hombre con un carácter virtuoso imparta justicia? En la actualidad vemos
como las personas responsables de decidir entre lo justo y lo injusto muchas veces no tienen ni claro el
concepto ni mucho menos son personas justas. Aclaro que no me refiero únicamente a los asuntos
judiciales, pues muchas veces hay necesidad de impartir justicia en comunidades más pequeñas como
la familia o dentro de un grupo de amigos. Siendo así, yo me refiero en un sentido general a cualquiera
de estas comunidades o situaciones donde sea necesario impartir justicia. Por lo tanto, esa persona que
tiene el deber de tomar una decisión justa e injusta casi siempre lo hace guiado por sus inclinaciones,
sus sentimientos y su beneficio, sin ser guiado cien por ciento por la razón, lo cual deja en descubierto
la naturaleza de su carácter.
Lastimosamente debido a nuestra naturaleza humana casi siempre nos dejamos llevar por nuestra
personalidad y carácter. Por ejemplo, las personas que les cuesta ejercer dominio sobre sus emociones
se podría decir que son personas con carácter impulsivo debido a que están acostumbradas a actuar de
esta manera. Podemos ver también el caso de una persona que siempre pospone sus tareas sacando
excusas para no hacer sus deberes, a este tipo de personas podría llamárseles perezosa en términos de
personalidad porque están habituadas a actuar así. Con los ejemplos anteriores entendemos como
nuestras acciones son el reflejo de nuestra personalidad. Es por esto que Aristóteles hace tanto énfasis
en que una sola acción no cambia el carácter puesto que cambiar implica un arduo trabajo sin descanso
apuntando a ser mejor cada día.
Una persona que piensa antes de actuar, medita sus ideas y retiene sus impulsos es de por si una
persona con carácter justo puesto que es guiada por la razón, en otras palabras, ese hombre siempre va
a someter las circunstancias de la vida a la razón. Es por esto y por todo lo dicho anteriormente que
considero que una persona con carácter justo casi siempre va a optar por una decisión justa. Es decir,
que va a dar un fallo en equidad en donde no haya vencedores ni vencidos sino dos partes ganadores
obteniendo cada uno lo merecido.
En conclusión, la analogía entre el alma y la polis de Platón nos ayudó a entender que el concepto de
justicia es interpretado de muchas maneras y puede decirse, en muchos sentidos. Posteriormente,
Aristóteles nos expuso su interpretación sobre este concepto tan nombrado y difícil de definir,
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permitiéndonos entender lo inmersa que está esta noción en nuestra vida y nuestro carácter, además de
lo necesaria para el bien respecto a otros y a nosotros mismos. Gracias a esto, la justicia entendida
como una virtud del carácter está vigente en nuestra actualidad y debería ser aplicada en la mayor
cantidad de situaciones que podamos atravesar.
Referencias:
NOTA: Profe dejé una cita sin referencia porque no tenía el trabajo de grado completo, solo un capitulo
y me quedaba imposible hacer la referencia completa.