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La escasez de representación de mujeres en la política es una manifestación de las pocas posiciones de

poder que ocupan las mujeres en este ámbito por la desigualdad de género. En primer lugar, la
violencia de género en ambientes laborales del sector político provoca rechazo de las mujeres a
trabajar en estos ambientes. Esta violencia es ejercida por medio de la desigualdad al acceso y la
movilidad en el espacio laboral, en la disparidad salarial, el acoso sexual y político, así como en
diferencias en la producción y visibilidad del conocimiento producido por hombres y mujeres
(Alcázar y Balarin, 2018, p. 16) causando que las mujeres no solo nos encontremos con un techo de
cristal, pero también que el 52% de las candidaturas mujeres expresen haber tenido que enfrentar
alguna situación de acoso político, según el Jurado Nacional de Elecciones 2020. En segundo lugar,
las mujeres no tienden a escoger una carrera política porque las ineficientes leyes públicas que
dificultan su participación. Para ejemplificar esta desigualdad de género, presentaré los siguientes
casos: el Plan Nacional de Igualdad de Género 2012-2021, denominado PLANIG y Plan
Nacional contra la Violencia de Género. A pesar de que ambos enmarcan las acciones que debería
realizar el Estado peruano para enfrentarse la violencia de género, el Gobierno no las ejecuta o las
ejecuta incorrectamente (Campos, 2016, p. 53), haciendo que estos planes sean obsoletos e
ineficientes y sobre todo contraproducentes.

Referencias bibliográficas:
1. Balarin, M., & Alcázar, L. (2018). Desigualdad en la academia: mujeres en las ciencias
sociales peruanas.
2. Campos, B. N. (2016). Violencia de género: Políticas públicas, defensa del derecho
fundamental a la no discriminación y propuestas de solución. Persona y Familia, 1(5), 51-64.

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