Está en la página 1de 56

Bertolt

Bre
Vida de Galileo
Madre Coraje y sus hijos

(Teatro completo, 7)

Traducción de Miguel Sáenz

El libro de bolsillo
Biblioteca de autor
Alianza Editorial
TITULO ORIGINAL: LebendesGalilei. Mutter Courage und ihreKinder
Vida de Galileo
La edición de esta obra se ha realizado con la ayuda de Inter Nationes, Bonn
Drama

Primera edición en «El libro de bolsillo»: 1995


Segunda reimpresión: 1999
Primera edición en «Biblioteca de autor»: 2000

Diseño de cubierta: Alianza Editorial


llustración: George Grosz. El agitador, 1928 (detalle). Stedilijk Museum.
Amsterdam. © VEGAP. Madrid, 2000
Proyecto de colección: üdile Atthalin y Rafael Celda

Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la
Ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes
indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren,
distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra lite-
raria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución ar-
tística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier
medio, sin la preceptiva autorización.

© Suhrkamp Verlag, Frankfurt am Main, 1967. Todos los derechos reservados


© de la traducción: Miguel Sáenz
© Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1995, 1998, 1999,2000
CalleJuan Ignacio Lucade Tena, 15;28027 Madrid; teléf 91 3938888
ISBN:84-206-3709-2
Depósito legal:M. 455-2000
Impreso en Fernández Ciudad, S.L.
Catalina Suárez, 19. 28007 Madrid
Printed in Spain
Madre Coraje y sus hijos
Crónica de la Guerra de los Treinta Años
Colaboradoras: Elisabet Hauptmann y Roscmarie Hill

PRIMAVERA DE 1624. EL CAPITÁN DE LANSQUENETES


OXENSTJERNA RECLUTA EN DALARNA SOLDADOS
PARA LA CAMPAÑA DE POLONIA. A LA CANTINERA
ANNA FIERLING, CONOCIDA POR MADRE CORAJE, SE
LE LLEVANUN HIJO

Camino cerca de la ciudad.

Unsargento mayory un reclutador, temblando defrio.

EL RECLUTADÜR. ¿Cómo se puede reclutar aquí tropas? Sar-


PERSONAJES gento mayor, a veces pienso en el suicidio. Antes del don:
tengo que presentar al capitán de lansquenetes cuatro
Madre Coraje. Kattrin, su hija muda. Eilif, el hijo mayor. Schweizerkas,
el hijo menor. El reclutador. El sargento mayor. El cocinero. El gran ~a­
compañías, pero la gente de aquí es tan taimada que no
pitán de lansquenetes. El predicador. El maestro armero. YvettePottier, puedo dormir ninguna noche. Cuando por fin hc cncon-
El de la venda. Otro sargento mayor. Elviejo coronel. Un escribano. Un • trado uno y he hecho la vista gorda sin querer entcrurmc
soldado joven. Un soldado de más edad. Un campesino. La mujer del I de que es estrecho de pecho y tiene varices, lo hc cmbo-
campesino. El muchacho. La vieja. Otro campesino. La campesina. Un i rrachado a modo, ha firmado ya, sólo me queda pugur el
campesino joven. El alférez. Soldados. Una voz. aguardiente, y él sale, y yo detrás por la puerta, porque

133
134 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 1 135
me malicio algo, efectivamente, se ha largado, como un MADRE CORAJE. ¡Buenos días, señor sargento mayor!
piojo entre arañazos. Aquí no hay palabra de honor, ni EL SARGENTO MAYOR, cortándoles elpaso: ¡Buenos días, bue-
lealtad ni fe, no hay sentido del honor. Sargento mayor, nas gentes! ¿Quiénes sois?
aquí he perdido mi confianza en la Humanidad. MADRE CORAJE. Comerciantes. Canta:
EL SARGENTO MAYOR. Seve que hace demasiado tiempo que no
tienen guerras. ¿Cómo van a tener moral, me pregunto yo? Eh, capitanes, sed hoy sensatos.
La paz no es más que abandono, sólo la guerra trae el or- Callad tambores y romped filas:
den. La humanidad degenera en la paz. Se despilfarran Madre Coraje os trae zapatos
hombres y bestias, como si no fueran nada. Cada uno come por que las tropas marchen tranquilas.
lo que quiere, un trozo de queso sobre el pan blanco y una Con vuestros bichos y vuestros piojos,
loncha de tocino además sobre el queso. Cuántos mozos y con los cañones y los pertrechos,
buenos caballos tiene esa ciudad de ahí no lo sabe nadie, a la batalla vais con mil ojos:
nunca los han contado. He llegado a comarcas en donde no con mis zapatos iréis derechos.
había habido guerra quizá en setenta años, y la gente no sa- Es primavera. ¡Alza cristiano!
bía ni cómo se llamaba, no sabían quiénes eran. Sólo don- La nieve funde. Descansa el muerto.
de hay guerra hay listas y registros como es debido, los za- Si queda alguien que aún esté sano
patos están en fardos y el trigo en sacos, se hace bien el puede largarse. Será un acierto.
recuento de hombres y bestias y se los llevan, precisamente
porque se sabe que ¡sin guerra no hay orden! Eh, capitanes, si no hay salchichas
EL RECLUTADOR. ¡Cuánta verdad! no irán al frente vuestros soldados.
EL SARGENTO MAYOR. Como todo lo que es bueno, también Dejad que cure yo sus desdichas
la guerra es, al principio, difícil de hacer. Pero luego, y que con vino sean aliviados.
cuando prospera, es coriácea; la gente tiene miedo de la Cañones, tripas desocupadas.
paz, como los jugadores de dados de detenerse, porque Ay, capitanes, eso es en vano.
entonces tendrán que pagar lo que han perdido. Pero al Que se las llenen, muy bien saciadas
principio tienen miedo de la guerra. Les resulta algo e irán al diablo, y de la mano.
nuevo. Es primavera. ¡Alza cristiano!
EL RECLUTADOR. Mira, ahí viene un carromato. Dos mujeres La nieve funde. Descansa el muerto.
y dos mozalbetes. Echa el alto a la vieja, sargento. Si no Si queda alguien que aún esté sano
sacamos nada otra vez, no voy a seguir mucho tiempo puede largarse. Será un acierto.
aquí con este vientecillo de abril, te lo aseguro.
SARGENTO MAYOR. Basta. ¿De dónde venís, gentuza?
Se oye un birimbao. Tiradopor dos mozalbetes, avanza un EL HIJO MAYOR.Segundo regimiento finlandés.
carromato. En él van sentadas Madre Coraje y Kattrin, su EL SARGENTO MAYOR. ¡Los papeles!
hija muda. MADRE CORAJE. ¿Qué papeles?
1
I
Madre Coraje y sus hijos: 1 137
136 Bertolt Brecht
MADRE CORAJE. Lo son, pero, ¿por qué han de llamarse todos
EL HIJO MENOR. ¡Es Madre Coraje!
igual? Señalando al hijo mayor: Ése, por ejemplo, se llama
EL SARGENTO MAYOR. Nunca he oído ese nombre. ¿Por qué
Eilif Nojocki, ¿por qué? Porque su padre decía siempre
Coraje?
que se llamaba Kojocki o Mojocki. El chico lo recuerda
MADRE CORAJE. Me llamo Coraje porque tuve miedo de arrui-
todavía bien, aunque es otro al que recuerda, un francés
narme, sargento, y atravesé el fuego de artillería de Riga
con perilla. Pero por lo demás ha heredado la inteligen-
con cincuenta panes en el carro. Estaban mohosos y ya era
cia de su padre; aquél era capaz de quitarle a un campe-
hora, no podía hacer otra cosa.
sino los calzones del culo sin que se diera cuenta. Y así,
EL SARGENTO MAYOR. Menos bromas. ¡Los papeles!
cada uno de nosotros tiene su nombre.
MADRE CORAJE, sacando de una caja de peltre un montán de
SARGENTO MAYOR. ¿Cada uno un nombre distinto?
papeles y bajando del carromato: Éstos son todos mis pa-
MADRE CORAJE. Hace como si no supiera usted nada de esas
peles, sargento. Hay un misal completo, de Altottíng,
cosas.
para envolver pepinos, y un mapa de Moravia, sabe Dios
EL SARGENTO MAYOR. Entonces, ¿éste será chino? Señalando
si algún día caeré por allí, si no, no servirá de nada, y
al más joven.
aquí se certifica que mi blanco corcel no está enfermo de
MADRE CORAJE. No lo ha adivinado. Es suizo.
la boca ni de los cascos, por desgracia se nos murió, ha-
EL SARGENTO MAYOR. ¿Vino después del francés?
bía costado quince florines, aunque no a mí, gracias a
MADRE CORAJE. ¿Después de qué francés? No conozco a
Dios. ¿Bastan esos papeles?
ningún francés. No se confunda, porque si no, esta no-
EL SARGENTO MAYOR. ¿Me quieres tomar el pelo? Ya te ense-
che estaremos todavía aquí. Era suizo, pero éste se llama
ñaré a no ser tan fresca. Sabes muy bien que necesitas
Fejos~ un nombre que no tiene nada que ver con su pa-
una licencia.
dre. Ese se llamaba de una forma totalmente distinta y
MADRE CORAJE. Hábleme decentemente y no diga delante de
era constructor de fortificaciones, sólo que siempre bo-
estos hijos míos tan jovenzuelos que le quiero tomar el
pelo, porque no tengo nada que ver con usted. Mi licen- rracho.
cia en el Segundo Regimiento es mi cara de persona de-
Schweizerkas asiente encantado, y también Kattrin, la
cente y, si no la sabe leer, no puedo hacer nada. No deja-
muda, se divierte.
ré que me pongan un sello encima.
EL RECLUTADOR. Sargento mayor, noto cierto espíritu de in-
EL SARGENTO MAYOR. ¿Cómo puede llamarse Fejos?
subordinación en esta mujer. En el campamento necesi-
MADRE CORAJE. No quiero ofenderlo, pero no tiene usted
tamos disciplina.
mucha imaginación. Naturalmente, se llama Fejos por-
MADRE CORAJE. Yo creía que necesitaban salchichas.
que, cuando lo tuve, yo estaba con un húngaro, a él le
EL SARGENTO MAYOR. Nombre.
daba igual, tenía ya los riñones hechos polvo, aunque
MADRE CORAJE. Anna Fierling.
nunca había bebido una gota, era un hombre de bien. El
EL SARGENTO MAYOR. ¿Entonces todos os llamáis Fierling?
chico ha salido a él.
MADRE CORAJE. ¿Por qué? Yo me llamo Fierling. Ésos no.
EL SARGENTO MAYOR. Pero si no era su padre.
EL SARGENTO MAYOR. Creía que eran todos hijos tuyos ...
138 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 1 139

MADRE CORAJE. Pero ha salido a él. Lo llamo Schweizerkas, EL RECLUTADOR. Me ha insultado diciendo que me iba a par-
Queso Suizo, ¿por qué? Porque es bueno para tirar del tir la cara. Vamos a ese campo de ahí a resolver la cues-
carro. Señalandoa su hija: Ésa se llama Kattrin Haup, y es tión como hombres.
medio alemana. EILIF. Tranquila. Me ocuparé de él, madre.
EL SARGENTO MAYOR. Una bonita familia, tengo que confesar. MADRE CORAJE. ¡Estáte quieto! ¡Granuja! Te conozco: si-
MADRE CORAJE. Sí, he recorrido el mundo entero con mi empre peleándote. Y lleva un cuchillo en la bota, para
carro. usarlo.
EL SARGENTO MAYOR. Se tomará nota de todo. Escribe. Tú EL RECLUTADOR. Se lo arrancaré como un diente de leche.
eres de Bamberg, en Baviera, ¿qué se te ha perdido por Ven, muchachito.
aquí? MADRE CORAJE. Señor sargento, se lo diré al coronel. Y os
MADRE CORAJE. No voy a esperar a que la guerra se digne lle- meterá en el calabozo. El teniente es pretendiente de mi
gar a Bamberg. hija.
EL RECLUTADOR. Haría mejor en llamarlo Iakob el Buey o EL SARGENTO MAYOR. Nada de violencias, hermano. A la
Esaú el Buey,puesto que tira del carro. Seguro que no se Madre Coraje: ¿Qué tienes contra el servicio militar? ¿No
quita nunca los arreos... fue soldado su padre? ¿Y no cayó con honor? Tú misma
EILIF. Madre, ¿me dejas partirle la boca? Me gustaría... lo has dicho.
MADRE CORAJE. Telo prohíbo, estáte quieto. Y ahora, seño- MADRE CORAJE. Es todavía un niño. Me lo queréis llevar al
res oficiales, ¿no necesitan una buena pistola, o una hebi- matadero, os conozco. Os darán cinco florines por él.
lla? La suya está ya desgastada, señor sargento. EL RECLUTADOR. Primero le darán a él un bonito gorro y
EL SARGENTO MAYOR. Necesito otra cosa. Veo que los chicos unas botas vueltas, ¿no?
son altos como abedules, de pecho redondo y piernas re- EILIF. De ti no las quiero.
cias: me gustaría saber por qué escabullen el servicio mi- MADRE CORAJE. Ven, vamos a pescar, dijo el pescador al gu-
litar. sano. A Schweizerkas: Sal corriendo y grita que se quieren
MADRE CORAJE, rápida: No hay nada que hacer, sargento. llevar a tu hermano. Sacando un cuchillo: Atreveos. Os
Mis hijos no están hechos para el oficio de la guerra. voy a rajar, canallas. ¡OSvoy a enseñar a querer hacer la
EL RECLUTADOR. ¿Y por qué no? Eso reporta dinero y repor- guerra con él!Nosotros vendemos honradamente lienzos
ta gloria. Malvender botas es cosa de mujeres. A Eilif: y jamones, y somos gente pacífica.
Ven aquí, deja que te palpe para ver si tienes músculos o EL SARGENTO MAYOR. Por el cuchillo se ve lo pacíficos que
eres una gallina mojada. sois. Deberías avergonzarte, ¡dame ese cuchillo, bruja!
MADRE CORAJE. Es una gallina mojada. Si se le mira un poco Antes has confesado que vives de la guerra, ¿cómo vivi-
severamente, se desmaya. rías si no, de qué? ¿Ycómo puede haber guerra si no hay
EL RECLUTADOR. Y si cae sobre un ternero, lo mata. Quiere soldados?
llevárselo. MADRE CORAJE. No tienen por qué ser mis soldados.
MADRE CORAJE. ¿Quieres dejarlo en paz? No es para voso- EL SARGENTO MAYOR. ¡Ah, tu guerra tiene que comerse el co-
tros. razón y escupir la pera! ¡La guerra debe engordar a tus
140 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 1 141

crías, sin cobrar intereses! Que se las arregle como pueda, EL RECLUTADOR, a Eilif: Yo no acepto a cualquiera, soy más
¿no? ¿No te llamas Coraje? ¿Yte da miedo la guerra, que bien difícil de contentar, pero tú tienes una energía que
te da de comer? Tus hijos no la temen, eso lo sé por ellos. me hace buena impresión.
EILIF. Yo no temo a ninguna guerra. EL SARGENTO MAYOR, metiendo la mano en el casco: ¡Tonte-
EL SARGENTO MAYOR. ¿Y por qué habrías de temerla? Míra- rías! Es lo mismo que meterse el dedo en la nariz.
me: ¿me ha sentado tan mal ser soldado? Empecé a los SCHWEIZERKAS. Ha sacado la cruz negra. Está listo.
diecisiete años. EL RECLUTADOR. No te dejes asustar, para alguien así no se ha
MADRE CORAJE. Todavía no tienes setenta. fundido aún la bala.
EL SARGENTO MAYOR. Puedo llegar. EL SARGENTO MAYOR, roncamente: Me has desgraciado.
MADRE CORAJE. Sí, bajo tierra. MADRE CORAJE. Tedesgraciaste tú mismo, el día en que te hi-
EL SARGENTO MAYOR. ¿Quieres molestarme, diciendo que ciste soldado. Y ahora vamos a seguir nuestro camino, no
voy a morir? todos los días hay guerra y tengo que espabilarme.
MADRE CORAJE. ¿Y si fuera verdad? ¿Si viera que estás ya EL SARGENTO MAYOR. Por todos los infiernos, no me voy a
marcado? ¿Que pareces un cadáver con permiso? dejar embaucar por ti. Nos llevamos a tu bastardo, para
SCHWEIZERKAS. Tiene facultades extraordinarias, lo dicen que sea soldado.
todos. Puede leer el porvenir. EILIF. Me gustaría serlo, madre.
EL RECLUTADOR. Entonces léele el porvenir al sargento, qui- MADRE CORAJE. Cierra el pico, diablo finlandés.
zá le divierta. EILIF. También Schweizerkas quiere ser soldado.
EL SARGENTO MAYOR. No me interesa mucho. MADRE CORAJE. Eso es nuevo. Tendré que echaros la suerte a
MADRE CORAJE. Dame el casco. Él se lo da. los tres. Se va hacia elfondo y dibuja cruces en papeles.
EL SARGENTO MAYOR. Tiene menos sentido que cagar en la EL RECLUTADOR, a Eilif: Se ha dicho que en el campo sueco
hierba. Pero así me podré reír. somos mojigatos, pero es una calumnia, para perjudi-
MADRE CORAJE, coge una hoja de pergamino y la desgarra: carnos. Sólo se canta los domingos, ¡una estrofa! Ysólo si
Eilif, Schweizerkas y Kattrin, todos podríamos ser rotos hay alguien con buena voz.
así si nos dejáramos arrastrar demasiado a la guerra. Al MADRE CORAJE, volviendocon lospapelesen el casco del sar-
sargento mayor: Excepcionalmente, se lo haré gratis. gento: A estos demonios les gustaría escaparse de su ma-
Voy a dibujar una cruz negra en este papel. El negro es dre e ir a la guerra como terneros a la sal. Pero consulta-
la muerte. ré los papeles y entonces verán que el mundo no es un
SCHWEIZERKAS. Y la otra está en blanco, ¿lo ves? valle de delicias, lleno de esos «Ven, hijo mío, necesita-
MADRE CORAJE. Las doblo y las mezclo. Lo mismo que todos mos capitanes». Sargento, son ellos los que me dan más
nos mezclamos, desde el vientre de nuestra madre, y miedo, porque temo que no vean el fin de esta guerra.
ahora sacas una y lo sabrás. Los tres tienen horribles cualidades. Tiendea Eilifelcas-
co. Venga, saca ya tu destino. Él saca un papely lo desdo-
El sargento mayor vacila. bla. Ella se lo quita. ¡Ahí la tienes, una cruz! Ay de mí,
madre desgraciada, paridora dolorosa. ¿Deberá morir?
142 Bertolt Brecht 1 Madre Coraje y sus hijos: 1 143

En la primavera de la vida se irá. Si se hace soldado, continuar. Devuelve el cascoal sargento y sube al carro-
morderá el polvo, eso es evidente. Es demasiado audaz, mato.
como su padre. Y, si no anda listo, pagará su tributo a la EL RECLUTADOR, al sargento: ¡Haz algo!

muerte, el papel lo prueba. Increpándolo: ¿Vas a andar EL SARGENTO MAYOR. No me siento nada bien.
listo? EL RECLUTADOR. Quizá te hayas resfriado al quitarte el casco
EILIF. ¿Por qué no? con este viento. Entreténla con algún cambalache. En voz
MADRE CORAJE. Andar listo quiere decir quedarte con tu alta: Por lo menos podrías ver esas hebillas, sargento.
madre y reírte si se burlan de ti llamándote gallina mo- Esta buena gente vive del comercio, ¿no?¡Eh,vosotros, el
jada. sargento quiere compraros la hebilla!
EL RECLUTADOR. Si tú te cagas, me contentaré con tu her- MADRE CORAJE. Medio florín. Una hebilla así vale dos. Vuel-
mano. ve a bajardel carromato.
MADRE CORAJE. Te he mandado que te rías. ¡Ríete! Y ahora EL SARGENTO MAYOR. No es nueva. Hace tanto viento, tengo

saca tú, Schweizerkas. De ti tengo menos miedo eres que verla con calma. Se va con la hebilladetrás del carro-
más honrado. Él saca un papel del casco. ¿Por qué :niras mato.
ese papel con esa cara tan rara? Seguro que no hay nada. MADRE CORAJE. Yo no siento ningún viento.
EL SARGENTO MAYOR. Quizá valga ese medio florín, es de
No puede haber una ,cruz. A ti no te puedo perder. Coge
elpapel. ¿Una cruz? ¡Eltambién! ¿Seráporque es tan sim- plata.
plón? Ay Schweizerkas, tú también desaparecerás si no MADRE CORAJE, reuniéndose con él detrás del carromato:

eres totalmente honrado, siempre, como te he enseñado Pesa sus buenas seis onzas.
EL RECLUTADOR, a Eilif: Y los hombres echaremos un trago.
desde tu más tierna edad, y si no me das las vueltas cuan-
do compras pan. Sólo así podrás salvarte. Mira, sargen- Tengo el dinero de la prima, ven.
to, ¿no hay aquí una cruz negra? 1

j
EL SARGENTO M~YOR. Es una cruz. No entiendo que haya sa- Eilifestá indeciso.
cado una. SIempre me quedo atrás. Al reclutador: No
hace trampa. También les sale a los suyos. MADRE CORAJE. Entonces, medio florín.
SCHWEIZERKAS. A mí también. Pero yo no hago caso. EL SARGENTO MAYOR. No lo entiendo. Siempre me quedo
MADRE CORAJE, a Kattrin: Y ahora sólo me quedas tú, que
atrás. No hay puesto más seguro que el de sargento ma-
eres ya una cruz: tienes buen corazón. Levanta hacia el yor. Puedes mandar a los otros por delante para que se
carroel casco, pero saca ella misma elpapel. Es casi para cubran de gloria. Se me ha chafado la comida. Sé que no
desesperar. No puede ser, quizá haya cometido un voy a poder probar bocado.
MADRE CORAJE. No te lo debes tomar tan a pecho como para
error al mezclar. No seas demasiado buena, Kattrin, no
lo seas ya, también en tu camino hay una cruz. Man- no comer. Quédate sencillamente atrás. Toma, echa un
ténte siempre callada, eso no puede resultarte difícil trago de aguardiente, hombre. Le da de beber.
siendo muda. De manera que ahora lo sabéis. Sed todo~ EL RECLUTADOR, coge a Eilifdelbrazoy selollevahacia elton-

prudentes, lo necesitaréis. Y ahora al carro y vamos a do: Diez florines en mano, y serás un hombre valiente y
144 Bertolt Brecht Madre (oraje y sus hjjos: 2 145

lucharás por el rey, y las mujeres se pegarán por ti. Y a mí 2


podrás partirme la boca, por haberte ofendido. Salen los
dos. EN LOS AÑOS 1625 Y 1626, MADRE CORAJE RECORRE
POLONIASIGUIENDO A LOSEJÉRCITOS SUE<;< >S. ANTE
Kattrin, la muda, baja de un salto del carromato, lanzan- LA PLAZA FUERTE DE WALLHOF VUELVE A ENCON-
do sonidosroncos. TRARASUHIJo. VENTAFELIZDEUNCAPÚN y DfAS DE
GLORIADELHIJO AUDAZ
MADRE CORAJE. Ya voy, Kattrin, ya voy. El señor sargento me
está pagando. Muerde el medio florín. No me fío de las Tienda de campaña del capitán de lansquenetes.
monedas. Estoy escarmentada, sargento. Pero ésta es
buena. Y ahora vamos a seguir. ¿Dónde está Eilif? Al lado, la cocina. Retumbar de cañones. El cocinero discute
SCHWEIZERKAS. Se ha ido con el reclutador. con Madre Coraje, que quiere venderleun capón.
MADRE CORAJE, sequeda muy quietay, luego: Eres un simple.
A Kattrin: Lo sé, tú no puedes hablar, no tienes la culpa. EL COCINERO. ¿Setenta heller por un ave tan lastimosa?
EL SARGENTO MAYOR. Tú también puedes echar un trago, MADRE CORAJE. ¿Ave lastimosa? ¿Este animal rollizo? Para
madre. Así son las cosas. Ser soldado no es lo peor. Quie- un capitán de lansquenetes que come hasta reventar, y ay
res vivir de la guerra, pero mantenerte al margen con los de usted si él no tiene nada de comer, ¿no va a pagar se-
tuyos, ¿no? senta heller de nada?
MADRE CORAJE. Ahora tendrás que tirar del carro con tu EL COCINERO. De ésos me dan una docena por diez heller a
hermano, Kattrin. la vuelta de la esquina.
MADRE CORAJE. ¿Qué? ¿Encontrar un capón así a la vuelta de
Losdos, hermanoy hermana, se unen al carromato y tiran I la esquina? Cuando estamos sitiados y hay una hambru-
de él. MadreCoraje caminaa su lado. Elcarromato avanza.

l
na que la gente revienta. Quizá consiga una rata de cam-
po, y digo que quizá porque se las han comido ya, cinco
EL SARGENTO MAYOR, siguiéndolos con la vista: hombres corrieron media jornada detrás de una rata de
Quien quiera de la guerra vivir campo hambrienta. Cincuenta heller por un capón gi-
con algo tendrá que contribuir. gantesco en tiempo de asedio.
EL COCINERO. No estamos sitiados nosotros sino los otros.
Somos los sitiadores, eso tiene que metérselo en la cabe-
za de una vez.
MADRE CORAJE. Pero para comer tampoco tenemos nada,
menos que los que están en la ciudad. Ésos han arram-
blado con todo. Dicen que se dan la gran vida. ¡En cam-
bio nosotros! He estado con los campesinos y no tienen
nada.
146 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 2 147
EL COCINERO. Sí que tienen. Pero lo esconden. ,,", con un brazalete de oro, en cuanto tomemos la ciudad.
MADRE CORAJE, triunfante: No tienen nada. Están arruina- Hemos venido a salvar sus almas y ¿qué hacen esos bri-
dos, eso es lo que están. Se muerden los codos de hambre. bones y cerdos de campesinos? ¡Se nos llevan el ganado!
Los he visto desenterrar raíces y chuparse los dedos des- En cambio a sus curas los atiborran, por delante y por de-
pués de comerse una correa de cuero hervida. Así están trás, pero tú les has enseñado maneras. ¡Por eso te invito
las cosas. Y yo, que tengo un capón, tengo que darlo por a una jarra de tinto, que nos vamos a beber de un trago!
cuarenta heller.
Se la beben. Para el predicador una mierda, por beato. ¿Y
EL COCINERO. Por treinta, no por cuarenta. He dicho treinta.
qué quieres para comer, muchacho?
MADRE CORAJE. Oiga, no es un capón corriente. Era un bicho
EILIF. Un cacho de carne, ¿por qué no?
tan dotado, al parecer, que sólo comía cuando le tocaban EL CAPITÁN. ¡Cocinero, carne!
música, y tenía su marcha favorita. Hasta sabía contar, de EL COCINERO. Y encima de que no hay nada, trae invitados.
listo que era. ¿Ycuarenta heller le parecen demasiado? El Madre Coraje lo hacecallar, porque quiereoír.
capitán le cortará la cabeza si no le pone nada en la mesa. EILIF.Desollar campesinos abre el apetito.
EL COCINERO. Mire lo que vaya hacer. Coge un trozo de car-
MADRE CORAJE. Jesús, ése es mi Eilif.
ne de vacay sedisponea cortarlo con elcuchillo. Aquí ten- EL COCINERO. ¿Quién?
go un trozo de vaca y se lo vaya asar. Le doy un minuto MADRE CORAJE. Mi hijo mayor. Hace dos años que lo perdí
más para pensarlo.
de vista, me lo robaron en el camino y debe de estar muy
MADRE CORAJE. Áseselo. Es del año pasado.
bien considerado, cuando el capitán lo invita a comer, ¿y
EL COCINERO. Es de ayer noche, el buey andaba aún por ahí,
qué tienes tú para darles? ¡Nada! Ya ~as oíd? lo q~e le
lo vi con mis propios ojos.
gustaría comer al invitado: ¡carne! SIgue mi consejo y
MADRE CORAJE. Entonces debía de apestar ya cuando estaba
coge al momento el capón, por un florín.
vivo.
EL CAPITÁN, que seha sentado conEilif, ruge: ¡Trae de comer,
EL COCINERO. Si hace falta, lo coceré cinco horas. Quiero ver
Lamb, bestia de cocinero, o te mato!
si sigue estando duro. Empieza a cortarla carne.
EL COCINERO. Dámelo, maldita sea, explotadora.
MADRE CORAJE. Póngale mucha pimienta, para que el señor
MADRE CORAJE. Creía que era un ave lastimosa.
capitán no note el pestazo.
EL COCINERO. Lastimosa, dámela, es un precio escandaloso,
cincuenta heller.
Entran en la tienda el capitán de lansquenetes, un predi- MADRE CORAJE. He dicho que un florín. Para mi hijo mayor,
cadory Eilif.
querido invitado del señor capitán, nada me parece de-
masiado caro.
EL CAPITÁN, dando a Eilif palmadas en la espalda: Bueno,
EL COCINERO, dándole el dinero: Pero, por lo menos, desplú-
hijo, entra aquí con tu capitán de lansquenetes y siéntate
malo mientras enciendo el fuego.
a mi derecha. Porque has hecho algo heroico, como ca-
MADRE CORAJE se sienta a desplumar el capón: Qué cara va
ballero piadoso, y lo has hecho por Dios y en una guerra
a poner cuando me vea. Es mi hijo más atrevi~o ! más
por nuestra fe, te lo recompensaré muy especialmente,
listo. Tengo otro tonto, pero honrado. Y nu hija no
148 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 2 149

vale nada. Pero por lo menos, no habla, yeso ya es día pretender que se amase al prójimo, porque todos ha-
algo. bían comido. Hoyes distinto.
EL CAPITÁN. Bebe otra hijo, éste es mi Falerno favorito, sólo EL CAPITÁN, se ríe: Muy distinto. Ahora vas a tener también
tengo un barril, o dos a lo sumo, pero vale la pena cuan- tu trago, fariseo. A Eilif Los hiciste pedazos, eso está
do veo que todavía hay verdadera fe entre mis tropas. Y bien, para que mis fieles soldados tengan una buena taja-
ese pastor de almas, qUt' mire sólo, porque no sabe más da que llevarse a la boca. ¿No dicen las Escrituras que lo
que predicar y no lo que hay que hacer. Y ahora Eilif, hijo que hagas al más humilde de mis hermanos me lo haces
mío, cuéntanos con más detalle cómo has engañado a los a mí? ¿Y qué les has hecho tú? Les has conseguido un
campesinos y has capturado esos veinte becerros. Espe- buen festín de carne de buey, porque no se acostumbran
remos que lleguen pronto. al pan mohoso y se preparaban en el casco sus sopas
EIUF. En un día o dos, como mucho. frías de pan y vino, antes de pelear por Dios.
MADRE CORAJE. Es muy considerado por parte de mi Eilif no EIUF. Sí, me lancé sobre mi espada, la agarré y los hice pe-
traer los bueyes hasta mañana, porque si no, no hubieras dazos.
hecho caso de mi capón. EL CAPITÁN. Tienes la madera de un joven César. Deberías
EL CAPITÁN. Eso fue muy astuto. ver al rey.
EIUF. Quizá. Lo demás fue fácil. Salvo que los campesinos EIUF. Lo he visto de lejos. Tiene algo que deslumbra. Me
llevaban garrotes y eran tres veces más que nosotros, y gustaría tomarlo por modelo.
nos atacaron con intenciones asesinas. Cuatro me aco- EL CAPITÁN. Ya tienes algo de él. Yo aprecio a un soldado
rralaron contra un matorral, me quitaron la espada de la como tú, Eilif, un soldado valiente. A alguien así lo tra-
mano y me gritaron: ¡ríndete! Qué hago, pensé, me van a to como a mi propio hijo. Lo lleva hacia un mapa. Mira
hacer picadillo. cuál es la situación, Eilif;todavía queda mucho por hacer.
EL CAPITÁN. ¿Yqué hiciste? MADRE CORAJE, que ha estado escuchando y ahora despluma
EILIF. Me eché a reír. furiosa el capón: Debe de ser un capitán muy malo.
EL CAPITÁN. ¿Qué? EL COCINERO. De comer sí que se hincha, pero ¿por qué
EIUF. Me reí. Y así entramos en conversación. Me puse en- malo?
seguida a regatear y le dije: veinte florines por los bue- MADRE CORAJE. Porque necesita soldados valientes, por eso.
yes me parecen demasiado. Os doy quince. Como si Si supiera preparar un buen plan de campaña, ¿para qué
quisiera pagarlos. Ellos se quedaron perplejos, rascán- iba a necesitar soldados valientes? Con los soldados co-
dose la cabeza. Entonces me lancé sobre mi espada, la rrientes le bastaría. En general, cuando se habla de tantas
cogí y los hice pedazos. Hay que hacer de necesidad vir- virtudes, es que hay algo podrido.
tud, ¿no? EL COCINERO. Yo creía que era que había algo bueno.
EL CAPITÁN. ¿Qué dices tú a eso, pastor de almas? MADRE CORAJE. No, algo podrido. ¿Por qué? Cuando un capi-
EL PREDICADOR. La verdad es que esa frase no está en la Bi- tán o un reyes francamente tonto y lleva a sus tropas a un
blia, pero Nuestro Señor, por arte de magia, hizo de cin- descalabro de mierda, sus tropas necesitan tener un valor
co panes quinientos. Entonces no había necesidad y po- temerario, es decir,una virtud. Sies demasiado tacaño y no
150 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 2 151

recluta suficientes soldados, todos tienen que ser hércules. «Cuando la luna brille solitaria
y si es un desastre y no se ocupa de nada, ellos tienen que volveremos, reza tu plegaria.»
ser astutos como serpientes, porque si no, irán aviados. Y (A la mujer el soldado.)
por eso tienen que ser también de una lealtad a toda prue-
ba, porque siempre se les pide demasiado. Todas esas vir- MADRE CORAJE, en la cocina, continúa la canción, golpeando
tudes no las necesitan un país como es debido y un buen con la cuchara en una cacerola:
rey y un capitán de lansquenetes. En un buen país no hacen [Como el humo ya os vais! Ni la fe nos dejáis
falta virtudes, todos pueden ser muy corrientes, mediana- [Vuestras proezas nos dejan helados!
mente listos y, si me apuras, hasta cobardes. ¡Ahora el humo despeja! ¡Y que Dios le proteja!
EL SARGENTO MAYOR. Me apuesto a que tu padre era soldado. (La mujer del soldado.)
EIUF. Un gran soldado, me han dicho. Mi madre me puso en BlUF. ¿Qué es eso?

guardia por ello. Conozco una canción que trata de eso. MADRE CORAJE, sigue cantando:
EL SARGENTO MAYOR. ¡Cántanosla! Rugiendo: ¿Cuándo llega y el soldado, al cinto el machete,
esa comida? se hundió con su lanza, adiós lansquenete,
BlUF. Se llama «Canción de la mujery el soldado». La canta, así son las aguas de todos los vados.
mientras baila una danza guerrera consu espada: La luna lucía muy blanca en el cielo.
Al soldado lo arrastraba el hielo.
El arcabuz tirotea, la lanza agujerea ¿Qué decían, mujer, los soldados?
y las aguas vigilan los vados.
Como el humo se fue, y perdimos la fe.
«[Qué podéis contra el hielo? ¡Eso es tentar al cielol»
Sus proezas nos dejan helados.
(La mujer a los soldados.)
¡Aysi del viejo no se sigue el consejo!
Pero el soldado, con su arma cargada
(La mujer a los soldados.)
oía tambores. Y gran carcajada:
«¡Marchar no nos deja baldados! EL CAPITÁN. En mi cocina pasa hoy de todo.
Bajar hacia el sur, subir hacia el norte. EIUF, entra en la cocina. Abraza a su madre: ¡Al fin vuelvo a
¡Lo que importa es machete que corte!» verte! ¿Dónde están los demás?
(A la mujer los soldados.) MADRE CORAJE, en sus brazos: Felices como peces en el agua.
Schweizerkas es pagador del Segundo Regimiento; así,
Ay si del viejo no se sigue el consejo, por lo menos, no tiene que entrar en combate, no pude
si no se escucha a los que son avezados. mantenerlo completamente al margen.
«¡Hay que ser racional! ¡Puede acabar mal!» El UF. ¿Yqué tal tus piernas?
(La mujer a los soldados.) MADRE CORAJE. Por las mañanas me cuesta ponerme los za-
Pero de ella el soldado se ríe. patos.
Su machete al cinto, no hay quien lo desvíe. EL CAPITÁN, que se ha acercado: De manera que tú eres su
¿Qué puede reservarle el Hado? madre. Espero que tengas otros hijos como éste para mí.
152 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 3 153
EILIF. Qué suerte tengo: ¡estás ahí en la cocina y oyes hablar MADRE CORAJE. Son municiones de la tropa. Si me las en-
bien de tu hijo!
cuentran, me forman consejo de guerra. Vosotros ven-
MADRE CORAJE. Sí, lo he oído. Leda una bofetada.
déis esas balas, canallas, y la tropa no tiene con qué dis-
EILIF, llevándose la mano a la mejilla: ¿Por haber cogido
parar contra el enemigo.
esos bueyes?
MAESTRO ARMERO. No sea tan dura, hay que vivir y dejar
MADRE CORAJE. No. ¡Por no haberte rendido cuando aque-
vivir.
llos cuatro se echaron sobre ti para hacerte picadillo! MADRE CORAJE. Cosas del ejército no compro. No a ese pre-
¿No te he enseñado a cuidarte? ¡Diablo de finlandés!
cio.
MAESTRO ARMERO. Podrá vendérselas discretamente esta mis-
El capitán y el predicador se ríen. ma noche por cinco florines, y hasta por ocho, al ~aestro
armero del Cuarto Regimiento, si le hace un recibo por
doce. No tiene ya municiones.
3
MADRE CORAJE. ¿Ypor qué no lo hace usted?
MAESTRO ARMERO. Porque no me fío de él, somos amigos.
TRES AÑOS MÁS TARDE, MADRE CORAJE ES HECHA MADRE CORAJE, cogiendo elsaco: Démelo. A Kattrin: Llévalo
PRISIONERA CON UNA PARTE DE UN REGIMIENTO ahí atrás y dale un florín y medio. Ante la p~otesta d~l
FINLANDÉS. LOGRA SALVAR A SU HIJA, Y TAMBIÉN maestroarmero: He dicho que un florín y medio, Kattrin
EL CARROMATO,PERO SU HIJO HONRADO MUERE sellevaelsacoatrás, arrastrándolo, y el maestroarmerola
sigue. Madre Coraje, a Schweizerkas: Ahí tiene~ tus cal-
Campamento.
zoncillos, cuídalos bien, ya es octubre y el otono pu~de
echarse encima, digo que puede porque he aprendl~o
Tarde. En un mástil, la banderadel regimiento. Madre Cora- que nada viene cuando se piensa, .ni .siquie~a las estacio-
je ha tendido una cuerdadesdesu carromato, delque cuelgan nes del año. Pero la caja de tu regimiento nene que cua-
toda clase de mercancías, y un gran cañón, y está plegando drar, venga lo que venga. ¿Te cuadra la caja?
con Kattrin, sobre un gran cañón, la ropa lavada. Mientras SCHWEIZERKAS. Sí, madre.
tanto discutecon un maestroarmero elprecio de un costalde MADRE CORAJE. No olvides que te han hecho pagador porque
balas. ApareceSchweizerkas, con uniforme de pagador. eres honrado y no audaz como tu hermano '1' sohre tod~),
Yvette Pottier, una chica bonita, está cosiendo, con un vasode porque eres tan simple que seguramente ~I.se te ocurn-
aguardientedelante, un sombrero de colores. Lleva medias,y ría largarte con ella, a ti no. Eso me tranquiliza mucho. Y
tiene aliado sus rojos zapatos de tacón.
no pierdas los calzoncillos.
SCHWEIZERKAS. No, madre, los guardaré bajo el colchón.
MAESTRO ARMERO. Le doy esas balas por dos florines. Es ba-
rato, necesito el dinero porque el coronel lleva dos días
Se dispone a irse.
emborrachándose con sus oficiales y se ha acabado la be-
bida.
EL SARGENTO MAYOR. Voycontigo, pagador.
154 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 3 155

MADRE CORAJE. ¡Pero no le enseñe sus mañas! que entonces yo tampoco lo sabía, ni sabía.que él tenía
otra, ni que lo llamaban Pieter de la Pipa porque no se
El maestro armero sale con Schweizerkas, sin despedirse. quitaba la pipa de la boca mientras lo hacía, tan poca
importancia le daba. Canta la «Canción de la fraterni-
YVETTE, saludándolocon la mano: Podrías despedirte, maes- zacián»:
tro armero.
MADRE CORAJE, a Yvette: No me gusta verlos juntos. No es Yo tenía diecisiete
buena compañía para mi Schweizerkas. Pero la guerra cuando llegó el enemigo.
no se presenta mal. Hasta que estén metidos en ella todos Dejó de lado el machete
los países pueden pasar como nada cuatro o cinco años. me dio su mano de amigo.
Un poco de vista y nada de imprudencias, y haré buenos y tras las Flores de Mayo
negocios. ¿No sabes que, con tu enfermedad, no debes vino la noche de mayo.
beber ya de mañana? El regimiento formado,
YVETTE. ¿Quién dice que estoy enferma? Eso es una calum- el tambor, tocando adusto.
nia. Me mete tras un arbusto...
MADRE CORAJE. Todos lo dicen. y así hemos fraternizado.
YVETTE. Pues mienten todos. Madre Coraje, estoy desespe-
rada porque, por esas mentiras, todos me esquivan como El enemigo abundaba
si fuera un pescado podrido. ¿Para qué me arreglo el y cocinero era el mío.
sombrero? Lo tira. Por eso bebo de mañana, nunca lo ha- Durante el día lo odiaba.
bía hecho, salen patas de gallo, pero me da todo igual. En De noche, era el desvarío.
el Segundo Regimiento finlandés me conocen todos. Hu- Porque a las Flores de Mayo
biera debido quedarme en casa cuando mi primer novio sigue la noche de mayo.
me engañó. Nosotras no podemos tener orgullo: tene- El regimiento formado
mos que comer mierda porque si no, nos hundimos. el tambor, tocando adusto.
MADRE CORAJE. No empieces otra vez con tu Pieter y con Me mete tras un arbusto...
cómo pasó todo, delante de esta hija mía inocente. Cuánto hemos fraternizado.
YVETTE. Precisamente ella debería oírlo, para que se endu-
reciera contra el amor. El amor que yo sentía
MADRE CORAJE. Ninguna se endurece. era algo celestial.
YVETTE. Entonces lo contaré porque eso me alivia. Empe- Mi familia no entendía
zaré diciendo que nací en el bello país de Flandes, sin lo que no lo quisiera mal.
cual no lo habría conocido a él ni estaría ahora en Po- y en una mañana oscura
lonia, porque él era cocinero del ejército, rubio y ho- comenzó mi desventura.
landés, pero flaco. Kattrin, desconfía de los flacos, aun- El regimiento formado,
Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 3 157
156
EL COCINERO. No por mucho tiempo, porque tendrá que
el tambor, tocando adusto.
y mi amado, mi disgusto
partir con su regimiento, quizá hacia la muerte. Debería
para siempre se ha marchado. darle algo más, porque si no, luego lo lamentará. Las mu-
jeres sois duras, pero luego lo lamentáis. Un vasito de
Por desgracia me fui detrás, pero no he vuelto a encon- aguardiente no hubiera sido nada en aquel momento,
trarlo, han pasado ya cinco años. Se va, tambaleándose, pero no se lo dio y después, quién sabe, reposa bajo la
hierba y no podéis desenterrarlo ya.
detrás del carromato.
EL PREDICADOR. No se ponga sentimental, cocinero. Morir
MADRE CORAJE. Te dejas el sombrero.
en la guerra es una gracia del cielo y no una desgracia,
YVETTE. Para quien lo quiera.
MADRE CORAJE. Que te sirva de lección, Kattrin. No vayas
¿por qué? Porque es una guerra de religión. No una gue-
con los soldados. El amor es algo celestial, te lo advierto. rra corriente sino muy especial, en la que se lucha por la
Pero tampoco con quienes no son soldados es un lecho fe y que, por consiguiente, resulta agradable a Dios.
EL COCINERO. Eso es verdad. En cierto sentido, es una gue-
de rosas. Te dicen que quieren besar el suelo que pisas,
por cierto, ¿te lavaste ayer los pies?, y luego te conviertes rra en la que se incendia, se acuchilla y se saquea, sin ol-
en su sirvienta. Alégrate de ser muda, así no te contradi- vidar alguna que otra violación, pero es diferente de to-
ces nunca ni quieres morderte la lengua por haber dicho das las otras guerras porque es una guerra de religión,
la verdad. Ser muda es una bendición de Dios. Ahí viene eso es evidente. Pero también da sed, eso tiene que reco-
el cocinero del capitán de lansquenetes, ¿qué querrá? nocerlo.
EL PREDICADOR, a Madre Coraje, señalando al cocinero: He
tratado de disuadirlo, pero me ha dicho que usted lo ha-
Entran el cocinero y elpredicador.
bía hechizado, que soñaba con usted.
EL COCINERO, encendiendouna pequeña pipa: Sólo con reci-
EL PREDICADOR. Le traigo un mensaje de su hijo, Eilif, y el co-
cinero se ha venido conmigo, le ha impresionado usted. bir un vaso de aguardiente de sus hermosas manos, nada
EL COCINERO. Sólo he venido para tomar un poco el aire.
más. Pero ya he sido bastante castigado, porque el predi-
MADRE CORAJE. Aquí puede tomarlo siempre, si se compor-
cador ha hecho tantos chistes durante el camino que to-
ta como es debido, y aunque no se comporte, sé cómo davía debo de estar colorado.
MADRE CORAJE. ¡Yeso que lleva sotana! Vaya tener que da-
arreglármelas con vosotros. ¿Y qué quiere Eilif? No me
ros algo de beber, porque, si no, de puro aburrimiento,
sobra el dinero.
EL PREDICADOR. En realidad, tenía que decirle algo a su her-
acabaréis por hacerme alguna proposición deshonesta.
EL PREDICADOR. Guardaos de la tentación, dijo el predicador
mano, el señor pagador.
MADRE CORAJE. No está ya aquí, ni en ninguna parte. No es
de la corte, y cayó en ella.
el pagador de su hermano, que no debe inducirlo a la
tentación y pasarse de listo con él. Le da dinero del bolso Al irse, se vuelve hacia Kattrin.
que lleva en bandolera. Déle esto, es una vergüenza, ex-
plota mi amor de madre y debería avergonzarse. ¿Y quién es esta seductora muchacha?
158 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 3 159

MADRE CORAJE. No es ninguna seductora, sino una mucha- mente ha tenido que resarcirse con impuestos, lo que ha
cha decente. suscitado rencores, pero él no se ha dejado desanimar.
Tenía una cosa a su favor, que era la palabra de Dios, y ésa
El predicador y el cocinero desaparecen con Madre Coraje valía aún. Porque, de otro modo, hubieran dicho encima
detrás del carromato. Kattrin los sigue con la vista y luego que todo lo hacía por su propio interés y para obtener ga-
se aleja de la ropa blanca y va hacia el sombrero. Lo coge nancias. De forma que siempre ha tenido la conciencia
y se lo pone, poniéndose también los zapatos rojos. Detrás tranquila, que era lo más importante para él.
se oye a Madre Coraje y el predicador y el cocinero discutir MADRE CORAJE. Se ve que no es usted sueco, porque si no,
de poUtica. hablaría de otro modo de ese rey heroico.
EL PREDICADOR. Al fin y al cabo, come usted su pan.
Los polacos, aquí en Polonia, no hubieran debido inter- EL COCINERO. Yo no como su pan, lo amaso.
venir. Es verdad que nuestro rey los invadió con caballos MADRE CORAJE. No puede ser derrotado, ¿por qué? Porque
y hombres y carros, pero los polacos, en lugar de mante- su gente cree en él. Seria: Cuando se oye hablar a los pe-
ner la paz, se han entrometido en sus propios asuntos y ces gordos, parece que hacen la guerra por temor a Dios
han atacado al rey, cuando todo transcurría tranquila- y por todo lo que es bueno y hermoso. Pero si se mira me-
mente. Así se han hecho culpables de una violación de la jor, se ve que no son tan idiotas y que hacen la guerra por
paz, y toda la sangre cae sobre sus cabezas. las ganancias. Y si fuera de otro modo, las gentes humil-
EL PREDICADOR. Nuestro rey sólo pensaba en la libertad. El des como yo no los seguirían.
emperador había sojuzgado a todos, lo mismo polacos EL COCINERO. Así es.
que alemanes, y el rey tuvo que liberarlos. EL PREDICADOR. Y, como holandés, haría usted bien en mirar
EL COCINERO. Así lo entiendo yo, su aguardiente es esplén- la bandera que ondea aquí, antes de opinar sobre Polonia.
dido, su cara no me había engañado, pero, ya que habla- MADRE CORAJE. Aquí somos todos buenos protestantes. ¡Sa-
mos del rey, esa libertad que ha querido implantar en lud!
Alemania se la ha hecho pagar el rey bastante cara, por-
que ha implantado en Suecia el impuesto sobre la sal, lo Kattrin ha comenzado a pavonearse con el sombrero de
que a la gente pobre, como ya he dicho, le ha supuesto Yvette en la cabeza, imitando sus andares.
bastante, y luego ha tenido que encarcelar y descuartizar De pronto se oye retumbar de cañones y disparos. Tam-
a los alemanes, porque se aferraban a su servidumbre al bores. Madre Coraje, el cocinero y el predicador salen
emperador. Evidentemente, cuando alguien no quería corriendo de detrás del carro, los dos últimos todavía
ser liberado, el rey no se andaba con bromas. Al principio con su vaso en la mano. El maestro armero y un solda-
sólo quería proteger a los polacos de los hombres malos, do se dirigen hacia el cañón y tratan de llevárselo em-
especialmente del emperador, pero, comiendo, le entró el pujando.
apetito, y protegió a toda Alemania. Que no opuso poca
resistencia. De manera que el buen rey no ha obtenido MADRE CORAJE. ¿Pero qué pasa? Antes tengo que quitar la
más que disgustos de su bondad y sus gastos, y natural- ropa, pedazo de brutos. Trata de salvar su colada.
Bertolt Brecht Madrl' Coraje y sus hijos: 3 161
160
MAESTRO ARMERO. ¡LOS católicos!Atacan por sorpresa. Quién se quite los zapatos! Enseguida vuelvo. Corre hacia el ca-
sabe si podremos escapar. Al soldado: ¡Llévate el cañón! rromato.
Sale corriendo. I'VETTE, entra, empolvándose: ¿Qué dice, que llegan los ca-
EL COCINERO. Por el amor del cielo, tengo que ver al capitán. tólicos? ¿Dónde está mi sombrero? ¿Quién lo ha pisotea-
Madre Coraje, volveré uno de estos días a charlar un do? No puedo ir así por ahí cuando están a punto de lle-
poco. Sale precipitadamente. gar los católicos. ¿Qué van a pensar de mí? Tampoco
MADRE CORAJE. ¡Eh, que se deja la pipa! tengo espejo. Al predicador: ¿Qué aspecto tengo? ¿Dema-
EL COCINERO, lejos: ¡Guárdemela! La necesitaré. siados polvos?
MADRE CORAJE. ¡Precisamente ahora, cuando empezába- El. PREDICADOR. Exactamente los necesarios.

mos a ganar un poco! YVETTE. ¿Y dónde están mis zapatos rojos? No los encuentra,
EL PREDICADOR. Bueno, entonces me iré yo también. Evi- porque Kattrin esconde los pies bajo su falda. Los dejé
dentemente, si el enemigo está ya tan cerca, podría ser aquí. Tendré que irme descalza a mi tienda. ¡Es una ver-
peligroso. Bienaventurados los pacíficos, se dice en la güenza! Sale.
guerra. Si tuviera un tabardo que ponerme...
MADRE CORAJE. No presto tabardos, aunque sea asunto de Llega corriendo§chweizerkas, llevando una cajita.
vida o muerte. He tenido malas experiencias.
EL PREDICADOR. Es que estoy especialmente en peligro, a MADRE CORAJE entra con las manos llenas de ceniza. A Kat-
causa de mi fe. trin: Traigo ceniza. A Schweizerkas: ¿Qué llevas ahí?
MADRE CORAJE, tendiéndole un tabardo: Vaen contra de mis SCHWEIZERKAS. La caja del regimiento.

convicciones. Váyase ya. MADRE CORAJE. ¡Tírala! Has sido despagadorizado.


EL PREDICADOR. Muchísimas gracias, es muy generoso por SCHWEIZERKAS. Me la confiaron a mí. Va hacia elfondo.
su parte, pero quizá sea mejor que me quede aquí, podría MADRE CORAJE, al predicador: Quítate la sotana, predica-
levantar sospechas y atraer al enemigo, si me ven correr. dor, porque si no, te reconocerán a pesar del tabardo.
MADRE CORAJE, al soldado: Déjalo ahí, borrico, ¿quién te lo Frota a Kattrin el rostro con ceniza. ¡Estáte quieta! Así,
va a pagar? Te lo guardaré yo, porque a ti te costaría la un poco de mugre y estarás segura. [Qué desgracia!
vida. Los centinelas estaban borrachos. Ahora hay que es-
EL SOLDADO, escapándose: Usted dará testimonio de que lo conder el género. Un soldado, sobre todo católico, y
intenté. una carita limpia, e inmediatamente tienes una puta.
MADRE CORAJE. Lo juro. Ve a su hija con el sombrero. ¿Qué Durante semanas no tienen nada que llevarse a la boca
haces con ese sombrero de golfa? Quítate esa tapadera, y, cuando lo tienen, gracias al pillaje, caen sobre las
¿estás chiflada? ¿Ahora que viene el enemigo? Le arran- mujeres. Ahora puede pasar... Deja que te mire. No está
ca a Kattrin el sombrero de la cabeza. ¿Quieres que te mal. Como si te hubieras revolcado en la basura. No
descubran y hagan de ti una golfa?¡Y se ha puesto los za- tiembles. Así no te pasará nada. A Schweizerkas: ¿Dón-
patos, la muy babilonia! ¡Quítate esos zapatos! Quiere de has puesto esa caja?
quitárselos. ¡AyJesús, ayúdame! Señor predicador, ¡que SCHWEIZERKAS. He pensado meterla en el carro.
Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 3 163
162
MADRE CORAJE, espantada: ¿Qué, en mi carro? ¡Es de una es- sueco, que tiene cuernos, y que me he dado cuenta de que
tupidez que clama al ciclo! ¡No me puedo distraer ni un tenía el ~uerno izquierdo un poco gastado. En pleno inte-
rrogatorío les pregunté dónde podía comprar velas bendi-
momento! ¡Nos colgarían a los tres!
SCHWEIZERKAS. Entonces buscaré otro sitio o me escaparé tas que no fueran demasiado caras. Lo he sabido hacer por-
que el padre de Schweizerkas era católico y con frecuencia
con ella.
MADRE CORAJE. Ahora te quedas aquí, es demasiado tarde. hacía chistes sobre esas cosas. No me han creído del todo,
EL PREDICADOR, semivestido, grita desde el fondo: ¡Por el pero en su regi~iento no tienen cantineros. De manera que
amor del cielo, la bandera! han he~~o la VIstagorda. Quizá resulte incluso mejor. Esta-
MADRE CORAJE, arriando la bandera del regimiento: Boshe mos prisioneros, pero como un piojo en una piel.
moí! Yano me doy cuenta de que la tengo. Son veinticin- EL PREDICADOR. La leche es buena. Por lo que se refiere a la
c.antidad, tendremos que moderar un poco nuestro ape-
co años...
trto sueco. Hemos sido derrotados.

Aumenta el retumbarde cañones. MADRE CORAJE. ¿Quién ha sido derrotado? Las victorias y de-
r~otas de lo.sp~ces gordos de arriba y las de los de abajo no
Una mañana, tresdías más tarde. El cañón ha desapare- SIempre comcI~en, en absoluto. Hay casos incluso en que,
cido. Madre Coraje, Kattrin, elpredicador y Schweizerkas para los de abajo, la derrota se ha traducido en un benefi-
están sentados, comiendo, con airepreocupado. cio. Se ha per?ido.el honor, pero nada más. Recuerdo que
una v~z, en Livonia, nuestro capitán recibió tal paliza del
SCHWEIZERKAS. Hace ya tres días que estoy aquí haciendo el enemigo que, en la confusión, conseguí un caballo blanco
vago, y el sargento mayor, que siempre ha sido tan bueno del bagaje, que tiró de mi carro durante siete meses, hasta
conmigo, debe de estarse preguntando: ¿por dónde an- que. vencimos y me lo requisaron. En general, se puede
dará Schweizerkas con la caja del regimiento? deCIrque a nosotros, la gente corriente, la victoria y la de-
MADRE CORAJE. Date por contento de que no te hayan segui- r:~ta nos sale~ caras. Lo mejor para nosotros es que la po-
lítica no se agite mucho. A Schweizerkas: ¡Come!
do la pista.
EL PREDICADOR. ¿Qué tendría que decir yo? Ni siquiera pue- SCHWEIZERKAS. No tengo ganas. ¿Cómo va a pagar el sar-
do celebrar un pequeño oficio religioso, porque podría gento mayor a los soldados?
salir muy malparado. Se dice que, cuando el corazón re- MADRE CORAJE. Cuando se huye, no se cobra nada.
bosa, los labios hablan, pero ¡ay de mí si se me rebosara! SCHWE~ZERKAS.Claro que sí, tienen derecho. Si no hay paga
MADRE CORAJE. Así están las cosas. Aquí tengo a uno con su no tienen por qué huir. Ni un solo paso.
religión y a otro con su caja. No sé qué es más peligroso. MAD~E CORAJE. Schweizerkas, tus escrúpulos me dan casi

EL PREDICADOR. Ahora estamos en las manos de Dios. miedo. Te he enseñado a ser honrado porque no eres lis-
MADRE CORAJE. No creo que estemos ya tan perdidos, pero la to, p~ro todo tiene sus límites. Ahora me voy a ir con el
verdad es que no duermo por las noches. Si no fuera por ti, predicador a comprar una bandera católica y carne. Na-
Schweizerkas, sería más fácil. Yo creo que he sabido arre- die sabe elegir la carne como él, lo hace como un sonám-
glármelas. Les he dicho que estoy contra el anticristo, el bulo. Yo creo que nota que se trata de un buen pedazo
Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 3 165
164
porque, sin quererlo, se le hace la boca, agua. Menos mal de está, ¿me oyes? Y cuida de tu hermana, que buena fal-
que me dejan comerciar. A un comerc~ante no se le pre- ta le hace. Acabaréis por enterrarme. Más me valdría
gunta en qué cree sino cuál es el preciO. Y los calzones cuidar de un saco de pulgas.
protestantes abrigan también.. .
EL PREDICADOR. Como dijo aquel fraile mendICante, cuando Sale con el predicador. Kattrin recoge los platos.
oyó que los luteranos lo pondrían todo patas arriba, ~n la
ciudad y en el campo: siempre harán falta mendígos. SCHWEIZERKAS. No quedan ya muchos días de sentarse al
Madre Coraje desaparece dentro del carrom.ato. Le ~reo­ sol en mangas de camisa. Kattrin señala un árbol. Sí, las
cupa la caja. Hasta ahora hemos pasado llladvertl~os, hojas están ya amarillas. Kattrin le pregunta con gestos si
como si todos fuéramos del carro, pero ¿por cuanto quiere beber. No bebo. Reflexiono. Pausa. Dice que no
tiempo? duerme. Sin embargo, debería llevarme la caja, he en-
SCHWEIZERKAS. Puedo hacerla desaparecer. contrado un escondrijo. Sí, tráeme un vaso. Kattrin se
EL PREDICADOR. Eso sería casi más peligroso. ¡Si alguien te mete detrás del carromato. La meteré en ese agujero de
viera! Tienen chivatos. Ayer salió uno de una zanja, de- topo de la orilla del río, hasta que pueda recogerla. Qui-
lante de mí, mientras hacía mis necesidades. Me asusté zá la recoja esta misma noche, de madrugada, y se la lle-
tanto que apenas pude reprimir una jacul~tor~a, lo que ve al regimiento. En tres días no pueden haber escapado
me hubiera traicionado. Yo creo que estan dispuestos muy lejos. El sargento mayor abrirá unos ojos como pla-
hasta a olisquear nuestra mierda para saber si es protes- tos. Me has decepcionado muy agradablemente, Schwei-
tante. El chivato era uno de esos desgarramantas con una zerkas, me dirá. Te confío la caja y tú me la devuelves.
venda en un ojo. .
MADRE CORAJE, bajando del carromato con un cesto: ¿Y que Cuando Kattrin vuelve a aparecer, saliendo de detrás del
me encuentro aquí, desvergonzada? Levanta, triunfante, carromato con un vaso, se encuentra con dos hombres.
los zapatos de tacón rojo. ¡Los zapatos rojos de Yvette!Ha Uno de ellos es un sargento mayor, el otro se quita el som-
arramblado tranquilamente con ellos. Porque usted le brero al verla. Lleva una venda en un ojo.
metió en la cabeza que era seductora. Los deja en el,cesto.
Se los devolveré. ¡Robarle los zapatos a Yvette! Esa se EL DE LA VENDA. Alabado sea Dios, querida señorita. ¿Ha
pierde por dinero, y lo comprendo. Pero a ti te gustaría visto por aquí a uno del cuartel del Segundo Regimiento
hacerlo de balde, por el gusto. Yate he dicho que tienes finlandés?
que esperar a que haya paz. ¡Sobre todo, nada de solda-
dos! ¡Espera a la paz para coquetear! Kattrin, muy asustada, va corriendo hacia el proscenio,
EL PREDICADOR. Yono la encuentro coqueta. derramando el aguardiente. Los dos se miran y. al ver a
MADRE CORAJE. Demasiado. Preferiría que fuera como una Schweizerkas sentado, retroceden.
piedra de Dalarna, en donde no hay otra co~~, y que la
gente dijera que la lisiada no llamaba la ate~cIon. ~nton­ SCHWEIZERKAS, saliendo súbitamente de sus reflexiones: Has
ces no le pasaría nada. A Schweizerkas: Deja la caja don- tirado la mitad. ¿Qué tonterías haces? ¿'le h;,s
hecho daño
Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 3 167
166
en el ojo? No te entiendo. Tengo que irme, he decidido q~e 1'1. SARGENTO MAYOR. Estaba con vosotros. Os conozco.
es lo mejor. Sepone en pie. Hila tratapor todos los medios MADRE CORAJE. ¿A nosotros? ¿De qué?
de avisarle delpeligro. Élse limita a rechazarla: Me g~sta­ SCHWEIZERKAS. No los conozco. No sé quiénes son, no ten-
ría saber qué quieres decirme. Seguro que tus intenciones go nada que ver con ellos. Les he comprado mi almuerzo,
son buenas, pobre animalito, pero n,o puedes expresarte. que me ha costado diez heller. Quizá me hayáis visto
Da igual que hayas tirado el aguardIente, ~odaVla me to- aquí sentado. Además, estaba demasiado salada.
maré muchos y uno no importa. Saca la cajadel carroma- EL SARGENTO MAYOR. ¿Quiénes sois, eh?
toy se la mete bajo el jubón. Ensegui~a vue~vo. Pero :mora MADRE CORAJE. Somos gente de bien. Es verdad: nos compró
no me detengas, porque me enfadare. Yase que tus ínten- una comida. Y la encontró demasiado salada.
ciones son buenas. Si pudieras hablar... EL SARGENTO MAYOR. ¿Vaisa fingir que no lo conocéis?
MADRE CORAJE. ¿Por qué iba a conocerlo? No conozco a to-
Como el/a quiere retenerlo, la besay se ~~elta. Sale. El/a, dos. No pregunto a nadie cómo se llama ni si es pagano;
desesperada, corre de un ladoa otro, emltlen~O suave~ so- si paga, no es pagano. ¿Eres pagano?
nidos. Vuelven el predicador y Madre Coraje. Kattrin se SCHWEIZERKAS. En absoluto.
precipita haciasu madre. EL PREDICADOR. Ha estado aquí sentado, muy tranquilo, sin
abrir la boca salvo para comer. Y para eso no tenía más
MADRE CORAJE. ¿Qué pasa? Estás descompuesta. ¿Qué te ~an remedio.
hecho? ¿Dónde está Schweizerkas? Cuéntamelo tranquila,
EL SARGENTO MAYOR. ¿Ytú quién eres?
Kattrin. Tu madre te comprende. ¿Cómo, ese bastardo se
MADRE CORAJE. No es más que el mozo que sirve el vino. Y vo-
ha llevado la caja? Le daré con ella en la cabez~: por retor-
sotros debéis de estar sedientos, os voy a traer un vaso de
cido. Tómatelo con calma y no balbucees, utlh:a las ma-
aguardiente, debéis de haber corrido y estaréis acalorados.
nos no me gusta que gimas como un perro, ¿que va a pen-
EL SARGENTO MAYOR. Nada de aguardiente estando de servi-
sar ~l predicador? Lo asustas. ¿Ha sido un tu~rto? .
cio. A Schweizerkas: Tú llevabas algo. Debes de haberlo
EL PREDICADOR. El tuerto es un chivato. ¿Han cogido a Schwei-
escondido junto al río. Cuando te fuiste de aquí el jubón
zerkas? Kattrin dice que no con la cabeza y se encoge de
se te abultaba.
hombros. Estamos listos. . MADRE CORAJE. ¿Seguro que era él?
MADRE CORAJE, saca del cesto una bandera catolica; ?ue el SCHWEIZERKAS. Creo que habláis de otro. Yovi correr a uno
predicador sujeta al palo: ¡Arriba la nueva bandera. con la casaca abultada. No soy yo.
EL PREDICADOR, amargamente: En cualquier caso, somos
MADRE CORAJE. Yo también creo que es una equivocación,
buenos católicos. eso pasa. Conozco a las personas, soy Madre Coraje, de-
Se oyen voces alfondo. Entran losdos hombrestrayendoa béis de haber oído hablar de mí, me conocen todos, y os
digo que éste parece honrado.
Schweizerkas.
EL SARGENTO MAYOR. Andamos tras la caja del Segundo Re-
SCHWEIZERKAS. Soltadme, no tengo nada. Me vais a dislocar gimiento finlandés. Y sabemos qué aspecto tiene quien la
el hombro, soy inocente. guarda. Llevamos dos días buscándolo. Eres tú.
Madre Coraje y sus hijos: 3 169
Bertolt Brecht
168
Su frente fue desgarrada
SCHWEIZERKAS. No soy yo. por la corona de espinas.
EL SARGENTO MAYOR. Y si no la devuelves, estás listo y lo sa-
bes. ¿Dónde está? Con escarnios e improperios
MADRE CORAJE, insistente: Os la daría, porque si no, estaría lo golpeaban sin cesar,
listo. Os diría: yo la tengo, aquí está, sois los más fuertes. y la cruz para el tormento
Tan tonto no es. Habla pues, desgraciado, el señor sar- lo obligaron a llevar.
gento mayor te da la oportunidad.
SCHWEIZERKAS. ¡Pero si no la tengo! A la sexta, ya desnudo
EL SARGENTO MAYOR. Entonces ven con nosotros. Yalo ave-
lo clavaron al madero.
riguaremos. Su sangre se hizo abundante,
su gemido lastimero.
Se lo llevan.
MADRE CORAJE, gritándoles: Os lo diría. No es tan tonto. ¡Le Lo insultaba el populacho
vais a descoyuntar el hombro! Sale corriendo detrás. y también a los ladrones,
hasta que el sol, humillado,
Esamisma noche. Elpredicadory Kattrin, la muda, lavan se ocultó tras los bastiones.
vasosy limpian cuchillos.
Jesús gritó a la hora nona
EL PREDICADOR. Casos así en que trincan a alguien no son des-
creyéndose abandonado.
conocidos en la Historia Sagrada. Recuerdo la pasión de
Sólo la hiel y el vinagre
Nuestro Señor y Salvador.Hay una antigua canción que ha-
su dolor han consolado.
bla de ella. Canta la «Cancion de lashoras»:
Entonces rindió su alma.
Cuando era la hora prima La tierra se estremeció,
lo ataron mano con mano, los peñascos se agrietaron
como a asesino llevaron y hasta el Templo se rasgó.
a Pilatos el pagano.
A la hora de las vísperas
Pilatos lo halló inocente las piernas no le quebraron,
y no quiso ajusticiarlo. pero con lanza aguzada
Se lo envió al Rey Herodes su costado atravesaron.
por que pudiera juzgarlo.
Sólo manó sangre yagua...
A la tercia lo azotaron Lo hecho no tiene nombre,
vergajos y disciplinas.
Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 3 171
170

mas todo eso le hicieron MADRE CORAJE, firmemente: Necesito dinero, pero prefie-
al que era el Hijo del Hombre. ro perder el culo buscando una oferta a vender ahora.
¿Por quér, porque vivimos del carro. Para ti es una oca-
sión, Yvette, quién sabe cuándo volverás a encontrar
MADRE CORAJE, entra excitada: Es un asunto de vida o
muerte, pero parece que se puede hablar con el sargento otra parecida ni si tendrás un buen amigo quc te acon-
mayor. Sólo que no debemos dejar que se sepa que se tra- seje, ¿no?
YVETTE. Sí, mi amigo piensa que debo aprovecharla, pero yo
ta de nuestro Schweizerkas, porque si no, seríamos sus
no sé. Si sólo se trata de un empeño... También tú crees
cómplices. Es sólo cuestión de dinero. Pero ¿de dónde
que deberíamos comprar, ¿no?
vamos a sacarlo? ¿No ha venido Yvette?Me la he encon-
EL CORONEL. Sí, también lo creo.
trado por el camino y ya ha pescado a su coronel, que
MADRE CORAJE. Entonces tendrás que buscar algo que esté
quizá le compre una cantina.
en venta. Quizá si no tienes prisa y tu amigo va contigo
EL PREDICADOR. ¿Realmente quiere venderla?
MADRE CORAJE. ¿De dónde voy a sacar el dinero para el sar-
por ahí, digamos una semana o dos, encuentres algo
apropiado.
gento mayor?
YVETTE. Entonces lo buscaremos, me gustará ir por ahí bus-
EL PREDICADOR. ¿Yde qué viviría?
cando algo, me gustará ir por ahí contigo, Poldi, será una
MADRE CORAJE. Ahí está.
verdadera diversión, ¿no? ¡Aunque tardemos dos sema-
nas! ¿Cuándo devolvería usted el dinero si se lo dan?
Entra Yvette Pottiercon un coronel viejísimo. MADRE CORAJE. Dentro de dos semanas podré devolverlo,
quizá de una.
YVETTE, abrazandoa Madre Coraje: Querida Madre Coraje, YVETTE. No sé qué hacer, Poldi, chéri, aconséjame. Se lleva
¡qué pronto hemos vuelto a vernos! Susurrando: No se aparte al coronel. Sé que tiene que venderlo, eso no me
niega. En voz alta: Éste es un buen amigo, que me acon- preocupa. Y el alférez, el rubio, ya sabes, me prestaría el
seja en los negocios. He sabido por casualidad que, por dinero de buena gana. Está chalado por mí, dice que le re-
determinadas circunstancias, estaría usted dispuesta a cuerdo a no sé quién. ¿Qué me aconsejas tú?
vender su carro. Y a mí podría interesarme. EL CORONEL. Te prevengo contra él. No es buena persona. Es
MADRE CORAJE. A empeñarlo, no a venderlo, vamos por un aprovechado. Ya te dije que yo te compraría lo que
partes. Un carro así no se encuentra fácilmente en tiem- quisieras, ¿no, palomita?
po de guerra. YVETTE. De ti no puedo aceptarlo. Claro que si crees que el
YVETTE, decepcionada: Sólo a empeñarlo..., yo creía que a alférez podría aprovecharse... Poldi, lo aceptaré dc ti.
venderlo. No sé si eso me interesa. Al coronel: ¿Qué opi- EL CORONEL. Es lo que pienso yo.
nas tú? YVETTE. ¿Me lo aconsejas?
EL CORONEL. Lo mismo que tú, querida. EL CORONEL. Telo aconsejo.
MADRE CORAJE. Sólo quiero empeñarlo. YVETTE, a Madre Coraje: Mi amigo me lo aconseja. Hágame
YVETTE. Creía que necesitaba dinero. un recibo y escriba que el carro será mío dentro de dos
172 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 3 173

semanas, con todo lo que contiene, ahora lo comproba- llos. Yusted, no se quede ahí como Jesús en el Monte de los
remos, los doscientos florines se los traeré luego. Al coro- Olivos, muévase, lave los vasos, esta noche vendrán por lo
nel: Tienes que volver al campamento, yo iré enseguida, menos cincuenta de a caballo y entonces tendré que oírle
tengo que comprobarlo todo para que no se lleven nada decir de nuevo: «No estoy acostumbrado a correr, mis po-
de mi carro. Le besa. Élse va. Ellasube al carromato: Bo- bres pies, cuando rezo los oficios no corro». Creo que nos
tas hay pocas. lo darán. Gracias a Dios, se les puede corrompcr. No son
MADRE CORAJE. Yvette, ahora no hay tiempo de comprobar lobos sino seres humanos, y les tira el dinero. La corrup-
lo que hay en tu carro, si es que es tuyo. Me prometiste ción es para esos hombres lo que la misericordia para
que hablarías de mi Schweizerkas con el sargento mayor, Dios. La corrupción es nuestra única esperanza. Mientras
no hay minuto que perder, me han dicho que, dentro de exista, habrá una justicia indulgente, y hasta los inocentes
una hora, comparecerá ante el consejo de guerra. podrán salir bien parados de un tribunal.
YVETTE. Sólo quisiera contar las camisas de lino. YVETTE entrajadeante: Sólo quieren hacerlo por doscientos. Y
MADRE CORAJE, tirándole de la falda: So hiena, se trata de tiene que ser deprisa, porque no estará mucho tiempo en
Schweizerkas. y ni una palabra sobre quién hace la ofer- sus manos. Lo mejor será que vaya ahora mismo con el
ta, por el amor de Dios, haz como si fuera tu querido, tuerto a ver a mi coronel. Schweizerkas ha confesado que
porque si no, estaremos todos listos, por haberlo encu- tuvo la caja, le pusieron torniquetes. Pero ha dicho que tiró
bierto. la caja al río cuando se dio cuenta de que lo perseguían. Se
YVETTE. He dado cita al tuerto en el bosque. Seguro que está jodió la caja. ¿Voy corriendo a por el dinero de mi coronel?
ya allí. MADRE CORAJE. ¿Que se jodió la caja? ¿Ycómo voy a recupe-
EL PREDICADOR. Y no hace falta que le des enseguida los rar yo mis doscientos floriru?
doscientos, si llegas hasta ciento cincuenta bastará. YVETTE. Ah, ¿pensaba q~odria sacarlos de esa caja? Y yo
MADRE CORAJE. ¿Essuyo el dinero? Le ruego que no se meta me habría divertido. Pues no se haga ilusiones. Tendrá
en esto. Ya tendrá su sopa de cebolla. Corre y no rega- que pagar si quiere volver a tener a su Schweizerkas. ¿O
tees, que se trata de su vida. Empuja a Yvettepara que se prefiere que lo deje, para que pueda conservar su carro?
vaya. MADRE CORAJE. Con eso no contaba. No necesitas insistir,
EL PREDICADOR. No quería meterme en sus cosas, pero ¿de tendrás tu carro, ya lo he perdido, lo he tenido diecisiete
qué vamos a vivir? Tiene usted a cuestas una hija incapaz años. Sólo tengo que pensar un momento, ha sido dema-
de trabajar. siado rápido, ¿qué puedo hacer? Doscientos no puedo
MADRE CORAJE. Cuento con la caja del regimiento, sabeloto- dar, hubieras debido discutir el precio. Algo tengo que te-
do. Tendrán que pagarle sus dietas, ¿no? ner en la mano, porque si no, cualquiera podrá echarme
EL PREDICADOR. Pero, ¿sabrá hacerlo ella? de un empujón a la cuneta. Vete y di que les doy ciento
MADRE CORAJE. Tiene interés en que yo me gaste sus doscien- veinte florines, y si no, nada. Así pierdo también el carro.
tos florines y ella pueda quedarse con el carro. Está loca YVETTE. No querrán. El tuerto está ya apurado y no hace
por tenerlo, quién sabe cuánto tiempo seguirá el coronel a más que mirar hacia atrás, de excitado que está. ¿No será
sus pies. Kattrin, coge la piedra pómez y limpia los cuchi- mejor que les dé los doscientos?
Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 4 175
174
YVETTE aparece, muypálida: Lo ha conseguido con su regateo
MADRE CORAJE, desesperada: No puedo dárselos. He traba-
jado treinta años. Ésta tiene ya veinticinco y ningún ma- y conservará su carro. Once balazos ha recibido, nada
rido. También la tengo a ella. No me atosigues, sé lo que más. No merece usted que me siga preocupando. Pero he
hago. Di que ciento veinte y si no, nada. oído por casualidad que no creen que la caja esté realmen-
YVETTE. Usted sabrá. Saledeprisa.
te en el río. Sospechan que está aquí y que usted tenía algo
que ver con él. Van a traerlo para ver si usted se traiciona.
Madre Coraje no mira al predicador ni a su hija y se sien- Le advierto que debe fingir que no lo conoce, porque si no,
ta, para ayudar a Kattrin a limpiarcuchillos. estaréis todos listos. Me vienen pisando los talones, y es
mejor que se lo diga enseguida. ¿Mellevo a Kattrin? Madre
MADRE CORAJE. No rompa usted los vasos, no son ya nues- Coraje dice que no con la cabeza. ¿Lo sabe ella? Quizá no
tros. Mira lo que haces, te cortarás. Schweizerkas volve- haya oído los tambores o no haya comprendido.
rá; si hace falta, daré también los doscientos florines. MADRE CORAJE. Lo sabe. Tráela aquí.
Tendrás a tu hermano. Con ochenta florines podemos
llenar una canasta de género y empezar de nuevo. En to- Yvette trae a Kattrin, que se acerca a su madrey se queda
das partes cuecen habas. a su lado depie. Madre Coraje la coge de la mano. Entran
EL PREDICADOR. Como suele decirse, el Señor proveerá. dos lansquenetes con unas parihuelas sobre las que hay
MADRE CORAJE. Séquelos bien. Limpian cuchillos en silencio. algo cubiertopor un lienzo. A su ladova elpredicador. De-
Kattrin, depronto, se esconde sollozando detrásdel carro- jan lasparihuelasen el suelo.
mato.
YVETTE entra corriendo: No quieren. Se lo había advertido. EL SARGENTO MAYOR. Aquí hay uno cuyo nombre no sabe-
El tuerto quería irse inmediatamente, porque dice que mos. Sin embargo, hay que apuntarlo para que todo esté
no vale la pena. Ha dicho que esperaba a cada momento en orden. A ti te compró una comida. Míralo para ver si
que tocaran los tambores y entonces se habría dictado ya lo conoces. Levanta el lienzo. ¿Lo conoces? Madre Cora-
la sentencia. Yo les ofrecí ciento cincuenta. Ni siquiera se je diceque no conla cabeza. ¿Nolo habías visto nunca an-
encogió de hombros. Con esfuerzo y fatiga he consegui- tes de que comiera aquí? Madre Coraje diceque no con la
do que se quedara, para que yo pudiera hablar otra vez cabeza. Lleváoslo y tiradlo al muladar. No lo conoce na-
con usted. die.
MADRE CORAJE. Dile que le daré doscientos. Corre. Yvette
sale corriendo. Los demás se quedan sentadosen silencio. Se lo llevan.
Elpredicador ha dejado de limpiarvasos. Creo que he re-
gateado demasiado tiempo.

Se oyen tambores a lo lejos. El predicador se levantay va


hacia elfondo. Madre Coraje siguesentada. Oscurece. Los
tambores cesan. Vuelve a aclarar. Madre Coraje siguesen-
tada comoantes.
176 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 4 177

4 río, el único de la compañía, de forma que no puedo ni


pagarme una cerveza, pero no me dejaré tratar así. ¡Sal
MADRE CORAJE CANTA LA «CANCIÓN DE LA GRAN que te voy a hacer picadillo!
CAPITULACIÓN» SOLDADO DE MÁS EDAD. Jesús, José y María, se está buscan-
Ante una tienda de oficia/cs. do la perdición.
MADRE CORAJE. ¿No le dieron la recompensa?
Madre Coraje aguarda. Un escribano asoma la cabeza en la SOLDADO JOVEN. Déjame o te tumbo también, tengo que ha-
tienda. cer limpieza.
SOLDADO DE MÁS EDAD. Salvó al jamelgo del coronel y no le
EL ESCRIBANO. La conozco. Con usted estaba un pagador de dieron ninguna recompensa. Es joven aún y no lleva
los protestantes que se había escondido. Será mejor que tiempo suficiente en el servicio.
no se queje. MADRE CORAJE. Suéltalo, no es un perro al que haya que po-
MADRE CORAJE. Pues me quejo. Soy inocente y, si lo dejara ner una cadena. Querer una recompensa es muy lógico.
estar, parecería que me remordía la conciencia. Me han ¿Para qué distinguirse si no?
destrozado a sablazos todo lo que tenía en el carro y me SOLDADO JOVEN. ¡Yque ése se esté emborrachando ahí! Vo-
han puesto cinco táleros de multa, sin haber hecho nada sotros sois sólo unos caguetas. Yo hice algo muy especial
de nada. y quiero mi recompensa.
EL ESCRIBANO. Por su bien le aconsejo que mantenga la boca MADRE CORAJE. Joven, a mí no me grite. Yo tengo mis pro-
cerrada. No tenemos muchas cantineras y les dejamos pias preocupaciones y, además, cuídese la voz, que qui-
hacer su negocio, sobre todo si les remuerde la concien- zá la necesite cuando llegue el capitán, vendrá y usted
cia y de vez en cuando pagan una multa. estará ronco y no podrá decir nada, de manera que él no
MADRE CORAJE. Vengo a quejarme. le podrá mandar al cepo hasta que reviente. Los que
EL ESCRIBANO. Como quiera. Entonces espere a que el señor gritan tanto no aguantan mucho, media hora, y hay que
capitán tenga tiempo. cantarles para que se duerman, de agotados que se que-
dan.
Vuelve a meterse en la tienda. SOLDADO JOVEN. Yo no estoy agotado y no quiero ni pensar en
dormir, tengo hambre. Hacen el pan de bellotas y cañamo-
SOLDADO JOVEN entra alborotando: Bouque la Madonne! nes, y encima nos lo escatiman. Él se bebe mi recompensa
¿Dónde está ese maldito perro de capitán, que me quita con putas mientras yo paso hambre. Voya acabar con él.
la recompensa y se la bebe con sus furcias? j Voya acabar MADRE CORAJE. Lo comprendo, tiene hambre. El año pasa-
con él! do vuestro capitán os mandó dejar los caminos y atrave-
SOLDADO DE MÁS EDAD entra corriendo detrás: Cierra esa sar los campos, para pisotear el trigo, yo hubiera podido
bocaza. ¡Acabarás en el cepo! sacar diez florines por unas botas, si alguien hubiera po-
SOLDADO JOVEN. ¡Sal,ladrón! ¡Tevoy a hacer costillas! Qui- dido pagar diez florines y yo hubiera tenido botas. Él
tarme la recompensa, después de haber pasado a nado el pensó que no estaría ya en la región este año, pero aquí
178 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 4 179
está todavía y el hambre es enorme. Comprendo que esté nos. ¡Siéntense! Y nos sentamos. Y cuando se está senta-
usted furioso. do no hay alboroto. Será mejor que no vuelva a levantar-
SOLDADO JOVEN. No lo aguanto, no diga nada, no soporto la se, porque como estaba antes no va a volver a estar. Por
injusticia. mí no tiene que avergonzarse, yo no soy mejor, en abso-
MADRE CORAJE. En eso tiene razón pero ¿cuánto tiempo? luto. Nos han bajado los humos. ¿Por qué? Porque si re-
¿Cuánto tiempo no soporta la injusticia? ¿Una hora, dos? chistara, eso podría perjudicar mi negocio. Le voy a con-
Yave, no se lo ha preguntado, pero es lo principal, ¿por tar algo sobre la Gran Capitulación. Canta la «Canción de
qué? Porque en el cepo será una lástima que de pronto la Gran Capitulación»:
descubra que puede soportar la injusticia.
SOLDADO JOVEN. No sé por qué la escucho. Bouque la Ma- En la aurora de mis años mozos
donne! ¿Dónde está el capitán? creía que era alguien muy especial.
MADRE CORAJE. Me escucha porque sabe que es verdad lo (¡No como cualquier hija de vecino, con mi planta,
que le digo, que su rabia se ha evaporado ya. Era de cor- mi talento y mis pretensiones!)
to aliento y usted necesita una que lo tenga largo, pero ¿de Me gustaban siempre los mejores trozos
dónde la va a sacar? y nadie podría tratarme mal.
SOLDADO JOVEN. ¿Quiere decir que no es justo que reclame (Todo o nada, al menos no el primer llegado,
mi recompensa? cada uno se hace su suerte, ¡no tolero que me manden!)
MADRE CORAJE. Al contrario. Sólo digo que su rabia no tie- En el techo un estornino:
ne aliento suficiente y que con ella no puede hacer nada, ¡Tú seguirás tu destino!
es lástima. Si fuera de más largo aliento, yo misma la azu- Marcharás marcando el paso
zaría. Haga picadillo a ese perro, le aconsejaría quizá, ni adelanto ni retraso
pero, ¿qué pasaría si no lo hiciera porque tenía ya el rabo tocando tu melodía:
entre las piernas? Yo me quedaría aquí y el capitán me Ahora vendrá quien debía.
ajustaría las cuentas. ¡Que todo se desmorone!
SOLDADO DE MÁS EDAD. Tiene toda la razón, sólo es un arre- Se propone y Dios dispone.
bato. De qué sirve la porfía.
SOLDADO JOVEN. Bueno, ya veremos si no lo hago picadillo.
Desenvaina la espada. En cuanto llegue, lo haré picadillo. Y antes de que un año transcurriera
EL ESCRIBANO, mirando afuera: El señor capitán vendrá en- aprendí a tragar mi medicina.
seguida. Siéntense. (¡Dos críos en brazos, con lo que costaba el pan
y todo lo demás que hace falta!)
El soldadojoven se sienta. Declararon terminada mi carrera
dejándome de culo y muy mohína.
MADRE CORAJE. Ya se ha sentado. ¿Ve lo que le digo? Yaestá (Hay que llevarse bien con la gente, ayúdame y te ayuda-
usted sentado. Sí, ésos nos conocen y saben cómo tratar- ré, a cabezazos no se atraviesan muros.)
180 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 5 181

En el techo el estornino: MADRE CORAJE. He cambiado de idea. No me voy a quejar.


¡Ahora sigues tu destino! Sale.
y marcha marcando el paso
ni adelanto ni retraso
tocando su melodía: 5
Ahora vendrá quien debía.
¡Que todo se desmorone! HAN PASADO DOS AÑOS. LA GUERRA SEEXTIENDE A
Se propone y Dios dispone. ZONAS CADA VEZ MÁS EXTENSAS. EL PEQUEÑO CA-
De qué sirve la porfía. RROMATO DE MADRE CORAJE ATRAVIESA INCAN-
SABLEMENTE POLONIA, MORAVIA, BAVIERA, ITALIA
He visto a muchos lanzarse al cielo y OTRA VEZ BAVIERA. 1631. LA VICTORIA DE TILLY
no había estrellas que los detuvieran EN MAGDEBURGO CUESTA A MADRE CORAJE CUA-
(Quien se esfuerza lo consigue, querer es poder, nada TRO CAMISAS DE OFICIAL
hay imposible.)
Pero al levantar montañas desde el suelo El carromato de Madre Coraje se ha detenido en una aldea
ni la paja de un sombrero es ya ligera. destruida.
En el techo el estornino:
¡Has seguido tu destino! Se oye a lo lejosuna vaga música militar. Dossoldadosestán
y marchan marcando el paso junto al mostrador, servidospor Kattrin y Madre Coraje. Uno
ni adelanto ni retraso de ellos lleva echado por los hombros un abrigo de piel, de
tocando su melodía: mujer.
Ahora vendrá quien debía.
¡Que todo se desmorone! MADRE CORAJE. ¿Cómo, que no puedes pagar? Si no hay di-
Se propone y Dios dispone. nero no hay aguardiente. Ésos tocan marchas triunfales,
De qué sirve la porfía. pero no pagan las soldadas.
SOLDADO. Quiero mi aguardiente. He llegado demasiado
Al soldado joven: Por eso creo que debes quedarte ahí tarde para el saqueo. El capitán nos ha jodido, dejándo-
con la espada desenvainada si lo quieres realmente y tu nos saquear la ciudad sólo una hora. Ha dicho que no es
rabia es suficientemente grande, porque motivo tienes, lo un monstruo: la ciudad le habrá pagado algo.
reconozco, pero si tu rabia es de corto aliento, ¡será me- EL PREDICADOR, entra dando traspiés: En la granja quedan
jor que te largues ya! todavía algunos. La familia del campesino. Que alguien
SOLDADO JOVEN. ¡Vete a tomar por el culo! Sale dando tras- me ayude. Necesito lienzos.
piés, seguidopor el soldadode más edad.
EL ESCRIBANO, asomando la cabeza: Ha llegado el señor ca- El segundo soldado sale con él. Kattrin se excita mucho y
pitán. Ahora puede presentarle su queja. trata de convencer a su madre para que dé los lienzos.
182 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 5 183
MADRE CORAJE.

to lienzos.
MADRE CORAJE,
No tengo. He vendido todas mis vendas al re-
gimiento. No voy a rasgar para ésos mis camisas de oficial.
EL PREDICADOR, llamando desdefuera: He dicho que necesi-

sentándose en la escalerilla para impedir a


Kattrin entrar en el carromato: No le daré nada. Ésos no
1 De la casa viene una voz de niño lastimera.

EL CAMPESINO. ¡El pequeño está todavía dentro!


Kattrin corre adentro.

EL PREDICADOR, a la mujer: [No te muevas! Yahan ido a sa-


pagan, ¿por qué? Porque no tienen nada. carlo.
EL PREDICADOR, inclinadosobreuna mujer a la que ha trai- MADRE CORAJE. Detenedla, el techo puede hundirse.
do en brazos: ¿Por qué os quedasteis bajo el fuego de los EL PREDICADOR. No voy a entrar otra vez.
cañones? MADRE CORAJE sin saber qué hacer: ¡No malgastéis mi pre-
LA MUJER DEL CAMPESINO, débilmente: La granja. cioso lienzo!
MADRE CORAJE. ¡Dejar ésos algo! Y ahora tengo que pagarlo
yo. No lo haré. Kattrin trae a un niño de pecho de las ruinas.
PRIMER SOLDADO. Son protestantes. ¿Quién les manda ser
protestantes? MADRE CORAJE. ¿Has vuelto a encontrar a otro bebé que
MADRE CORAJE. La religión les importa un comino. Les han acunar? Dáselo ahora mismo a su madre, y no me hagas
destruido la granja. luchar horas contigo para quitártelo, ¿me oyes? Al segun-
SEGUNDO SOLDADO. No son protestantes. Son también cató- do soldado: No pongas esa cara y vete a decir a ésos que
licos. paren la música, ya sabemos que han vencido. Vuestras
PRIMER SOLDADO. No podíamos darles un trato especial en victorias no me producen más que pérdidas.
el bombardeo. EL PREDICADOR, mientras venda a los heridos: La sangre
UN CAMPESINO al que trae el predicador: Tengo el brazo des- pasa a través.
trozado.
EL PREDICADOR. ¿Dónde está el lienzo? Kattrin mece al bebéy balbucea una canciánde cuna.

Todos miran a Madre Coraje, que no se mueve. MADRE CORAJE. Ahí está sentada, feliz en medio de esta deso-
lación, dáselo enseguida a su madre, que está volviendo en
MADRE CORAJE. No puedo hacer nada. ¡Con todos esos gastos, sí. Descubre al primer soldado, que se ha abiertopaso has-
aduanas, intereses y sobornos! Kattrin, emitiendo sonidos ta las bebidasy se dispone a irse con una botella. ¡Alto ahí!
guturales, levanta en alto una tabla de maderay amenaza Animal, ¿es que quieres seguir venciendo? Paga.
conellaa su madre. ¿Tehas vuelto loca? ¡Deja esa tabla o te PRIMER SOLDADO. No tengo nada.
sacudo, zoqueta! No doy nada, no quiero, tengo que pensar MADRE CORAJE, quitándole el abrigo de piel: Entonces deja
en mí misma. Elpredicador la levanta en vilo de la escaleri- aquí ese abrigo, que de todas formas será robado.
lla y la deja en el suelo; luego saca camisas y lasrasga en ti- EL PREDICADOR. Todavía hay alguien ahí debajo.
ras. ¡Mis camisas! ¡Cada una medio florín! ¡Es mi ruina!
184 Bertolt Brecht
Madre Coraje y sus hijos: 6 185
6
que tocaran las campanas en su entierro, pero ha re~ulta­
do que, por orden suya, las iglesias fueron destruidas a
ANTE LA CIUDAD DE INGOLSTADT, EN BAVIERA, cañonazos, de manera que el pobre gran capitán no po-
MADRE CORAJE ASISTE AL ENTIERRO DE TILLY, dría oír las campanas cuando lo entierren. En lugar de
GRAN CAPITÁN DE LOS LANSQUENETES DEL IMPE- eso, quieren hacer tres disparos de cañón, para que no re-
RIO, QUE HA CAÍDO. CONVERSACIONES SOBRE LOS sulte todo demasiado austero... Diecisiete cinturones.
HÉROES Y LA DURACIÓN DE LA GUERRA. EL PREDI- UNA VOZ, desde el mostrador: ¿Quién sirve? ¡Un aguardiente!
CADOR SE LAMENTA DE QUE NO SE APROVECHEN MADRE CORAJE. 'El dinero por delante! ¡No, no vais a entrar
SUS TALENTOS, Y KATTRIN, LA MUDA, RECIBE LOS en mi tiendacon esas botas sucias! Con lluvia o sin llu-
ZAPATOS ROJOS.CORRE EL AÑO 1632 via, bebéis afuera. Al escribano: Sólo dejo entrar a los
que tienen un grado. He oído decir que en los últimos
Interiorde la tienda de la cantinera. tiempos el gran capitán tuvo dificultades. Al parecer
hubo desórdenes en el Segundo Regimiento porque no
Un mostradoralfondo. Lluvia. A lo lejos, tambores y música les pagaron y dijeron que era una guerra de religión y.ha-
fúnebre. bía que hacerla de balde. Marcha fúnebre. Todos miran
El predicadory el escribano del regimiento juegan a las da- hacia elfondo.
mas. Madre Coraje y su hija hacen inventario. EL PREDICADOR. Ahora desfilan ante el noble difunto.
MADRE CORAJE. Un gran capitán o un emperador así me dan
EL PREDICADOR. Ahora se pone en marcha el cortejo fúne- lástima, quizá pensó que haría algo excepcional, de lo
bre. que hablaría la gente en tiempos futuros, y le harían una
MADRE CORAJE. Lástima de gran capitán -veintidós pares de estatua, por ejemplo que conquistaría el mundo, ése es un
calcetines-, dicen que fue un accidente que muriera. Ha- gran objetivo para un gran capitán, porque no sabe hacer
bía niebla en los prados y fue por eso. El gran capitán otra cosa. En pocas palabras, se desvive y luego todo fra-
gritó una vez más a su regimiento que combatiera hasta casa a causa de la gente corriente, que quizá no quiere
la muerte y volvió grupas, pero con la niebla se equivocó más que un jarro de cerveza y un poco de compañía,
de dirección, avanzó y recibió una bala en plena batalla... nada más alto. Los mejores planes se han desbaratado
No quedan más que cuatro antorchas. Se oye un silbidoal por la mezquindad de los que tenían que realizarlos, ya
fondo. Ella va al mostrador. ¿No os da vergüenza escabu- que los emperadores no pueden hacer nada solos y de-
lliros del entierro de vuestro gran capitán? Sirvede beber. penden del apoyo de sus soldados y del pueblo, donde-
EL ESCRIBANO. No hubieran debido pagarles antes del entie-
quiera que estén, ¿no tengo razón?
rro. Ahora se emborracharán y no irán. EL PREDICADOR, riéndose: Madre Coraje, le doy la razón,
EL PREDICADOR, al escribano: ¿No tendría que ir usted?
pero no en lo de los soldados. Ésos hacen lo que pue-
EL ESCRIBANO. Me he escabullido por la lluvia.
den. Con esos de ahí fuera, por ejemplo, que se toman
MADRE CORAJE. En su caso es distinto, porque se le podría
su aguardiente bajo la lluvia, me atrevería a hace~ du-
estropear el uniforme. Dicen que, naturalmente, querían rante cien años una guerra tras otra, y dos al mismo
I
186 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 6 187 11

tiempo si era preciso, yeso que no soy gran capitán de EL SOLDADO canta alfondo:
profesión. ¡Tus pechos, ven, mujer, ten compasión!
MADRE CORAJE. ¿Entonces no cree que la guerra podría ter- Un soldado aprovecha la ocasión.
minar? y hoy mismo hacia Moravia he de partir.
EL PREDICADOR. ¿Porque haya muerto el gran capitán? No
sea niña. De ésos se encuentran a docenas, héroes hay EL ESCRIBANO, depronto: ¿Yqué será de la paz? Yo soy de Bo-
siempre. hemia y me gustaría volver alguna vez a casa.
MADRE CORAJE. Oiga, no se lo pregunto por nada, sino por- EL PREDICADOR. ¿Ah,le gustaría? ¡Bueno, la paz...! ¿Qué será
que estoy pensando si debo comprar pertrechos, ahora de los ojos del queso cuando se lo hayan comido?
que se pueden conseguir baratos; si la guerra termina, EL SOLDADO canta alfondo:
serían para tirar. ¡Labaraja, compañero, compasión!
EL PREDICADOR. Comprendo que para usted es serio. Siem- Un soldado aprovecha la ocasión.
pre ha habido gente que va por ahí diciendo: «Alguna vez y ha de enrolarse si no puede huir.
terminará esta guerra». Pero yo digo que no es nada se-
guro que la guerra acabe alguna vez. Naturalmente, pue- ¡Tusplegarias, curita, compasión!
de haber una pequeña pausa. Puede ser que la guerra Un soldado aprovecha la ocasión.
tenga que recobrar el aliento, incluso puede tener, por y por su emperador debe morir.
decirlo así, un percance. De eso nadie está a salvo, no hay
nada perfecto en la tierra. Una guerra perfecta de la que EL ESCRIBANO. A la larga no se puede vivir sin paz.
se pudiera decir que no se le podía reprochar nada quizá EL PREDICADOR. Yo diría que en la guerra hay también paz;
no exista nunca. De pronto puede tropezar con algo im- tiene sus momentos pacíficos. Porque la guerra satisface
previsto, nadie puede pensar en todo. Un descuido, y se todas las necesidades, entre ellas también las de paz; se ha
produce el desastre. ¡Yentonces hay que sacar a la guerra previsto así porque, si no, no podría mantenerse. En la
de toda esa porquería! Pero los emperadores y los reyes y guerra se puede cagar lo mismo que en la paz más abso-
el Papa la ayudarían en su desgracia. De manera que, en luta, y entre batalla y batalla tomar una cerveza, y hasta
conjunto, la guerra no tiene nada grave que temer y le es- en las marchas se puede echar una siesta en la cuneta,
pera una larga vida. con el codo como almohada, eso siempre es posible. Du-
UN SOLDADO canta desde el mostrador: rante un asalto no se puede jugar a las cartas, pero tam-
¡Aguardiente, patrona, compasión! poco puedes hacerlo trabajando en el campo en la paz
Un soldado aprovecha la ocasión. más absoluta, y después de la victoria hay oportunidad.
Por su emperador ha de combatir. Tepueden arrancar la pierna de un cañonazo, y entonces
gritas mucho al principio, como si fuera algo importan-
j Uno doble, que es fiesta! te, pero luego te calmas o te dan un aguardiente, y en de-
MADRE CORAJE. Si pudiera fiarme ... finitiva terminas por saltar de un lado a otro, y la guerra
EL PREDICADOR. ¡Piénselo!¿Quépodría haber contra la guerra? no es peor que antes. Y qué te impide multiplicarte en
188 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hjjos: 6 189

medio de la carnicería, detrás de un granero o en cual- MADRE CORAJE. Lospobres necesitan coraje. ¿Porqué? Porque
quier otro sitio, a la larga no te lo pueden impedir, y en- están perdidos. Ya para levantarse por la mununa lo nece-
tonces la guerra tiene tus retoños y puede continuar con sitan en su situación. [O para labrar en el (ampo, en me-
ellos. No, la guerra encuentra siempre una solución, qué dio de la guerra! Sólo que echen niños al mundo demues-
menos. ¿Por qué tendría que cesar? tra que tienen coraje, porque no tienen ningún porvenir.
Tienen que ser verdugos los unos de los otros y degollarse
Kattrin ha dejado de trabajary mira fijamente al predi- mutuamente, y si quieren mirarse a la cara necesitan (Ora-
cador. je. Y que soporten a un emperador y un papa demuestra
que tienen un inmenso coraje, porque eso les cuesta la
MADRE CORAJE. Entonces compraré la mercancía. Confío en vida. Se sienta, saca del bolsillo una pequeña pipa y fuma.
usted. Kattrin tira al suelodepronto una cesta llenade bo- Podría usted partir unas astillas.
tellasy salecorriendo. [Kattrin! Se ríe. Jesús, ésa sigue es- EL PREDICADOR se quita de mala gana eljubón y se disponea
perando la paz. Le he prometido que tendrá un marido partir leña: En realidad soy pastor de almas y no leñador.
cuando llegue la paz. Corre detrás. MADRE CORAJE. Yo no tengo alma. Pero necesito leña que
EL ESCRIBANO, poniéndosede pie: He ganado porque usted quemar.
hablaba. Págueme. EL PREDICADOR. ¿Qué pipa es ésa?
MADRE CORAJE, entrandoconKattrin: Sérazonable, la guerra MADRE CORAJE. Sólo una pipa.
va a seguir un poquito más y nosotras vamos a hacer un EL PREDICADOR. No, no «sólo una pipa», sino una determi-
poquito más de dinero, y así la paz será más bonita. Vete nada.
a la ciudad, son menos de diez minutos, y recoge las cosas MADRE CORAJE. ¿Ah sí?
en «El León de Oro». Las de valor; las otras las recogere- EL PREDICADOR. Es la pipa del cocinero del regimiento de
mos luego con el carro, todo está arreglado, el señor es- Oxenstjerna.
cribano del regimiento te acompañará. Casi todos están MADRE CORAJE. Si lo sabe, ¿por qué me lo pregunta tan hi-
en el entierro del gran capitán, no puede pasarte nada. Sé pócritamente?
buena chica, que no te roben, ¡piensa en tu ajuar! EL PREDICADOR. Porque no sé si sabe que está fumando pre-
cisamente en esa pipa. Hubiera podido ser que, rebus-
Kattrin se pone un pañuelo en la cabezay sale con el es- cando entre sus trastos, hubiese tropezado con una pipa
cribano. cualquiera y la hubiese cogido distraídamente.
MADRE CORAJE. ¿Ypor qué no ha podido ser así?
EL PREDICADOR. ¿Ladeja ir con el escribano? EL PREDICADOR. Porque no. Está usted fumando en esa pipa
MADRE CORAJE. No es tan bonita como para que alguien con toda deliberación.
quiera desgraciarla. MADRE CORAJE. ¿Y si así fuera?
EL PREDICADOR. Muchas veces me maravilla cómo hace us- EL PREDICADOR. Madre Coraje, tengo que ponerla en guar-
ted sus negocios y le salen bien. Comprendo que la lla- dia. Es mi deber. Probablemente no volverá a tropezarse
men Madre Coraje. con ese sujeto, pero no será una lástima sino una suerte
190 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 6 191
para usted. No me ha hecho buena impresión. Al con- MADRE CORAJE. Yo creo que nuestras relaciones son sufi-
trario. cientemente estrechas. Yo le hago la comida, y usted hace
MADRE CORAJE. ¿Ah no? Era simpático. cosas y, por ejemplo, parte leña.
EL PREDICADOR. ¿Aeso lo llama usted un hombre simpático? EL PREDICADOR, acercándose a ella: Usted sabe lo que quie-
Yo no. Lejos de mí desearle ningún mal, pero no puedo ro decir con «más estrechas»; comer y partir leña yesos
llamarlo simpático. Es más bien un Don Juan, un taima- bajos menesteres no son una relación. Deje hablar a su
do. Mire esa pipa si no me cree. Tendrá que reconocer corazón, no sea tan dura.
que dice mucho sobre su carácter. MADRE CORAJE. No se me acerque con esa hacha. Me resul-
MADRE CORAJE. Yo no veo nada. Está usada. taría una relación demasiado estrecha.
EL PREDICADOR. Medio masticada. Es un hombre violento. EL PREDICADOR. No se lo tome a broma. Soy un hombre se-
Es la pipa de un hombre violento y sin escrúpulos, eso rio y he reflexionado en lo que digo.
tiene que verlo si no ha perdido toda capacidad de juicio. MADRE CORAJE. Predicador, sea sensato. Usted me cae bien y
MADRE CORAJE. No me destroce el tajo de la leña. no quisiera tener que darle un sofocón. Lo que me impor-
EL PREDICADOR. Ya le he dicho que no soy leñador. He estu- ta es salir adelante, yo y mis hijos, con nuestro carro. No lo
diado para pastor de almas. Mis dotes y mi capacidad se considero como mío y no puedo pensar ahora en asuntos
desperdician con el trabajo físico. Los talentos que Dios privados. Ahora mismo corro un riesgo al comprar, cuan-
me ha dado no se aprovechan. Yeso es pecado. Usted me do ha muerto el gran capitán y todos hablan de paz. ¿Qué
ha oído predicar. Sólo con una alocución puedo animar sería de usted si yo me arruinara? Ya ve, no lo sabe. Párta-
a un regimiento a considerar al enemigo un rebaño de nos esa leña y esta noche tendremos calor, lo que ya es
ovejas. La vida les parece un trapo apestoso para los pies, mucho en estos tiempos. ¿Qué es eso?
que tiran pensando en la victoria final. Dios me ha dado
el don de la grandilocuencia. Sépredicar de forma que se Se pone de pie.
olvidan de sí mismos. Entra Kattrin, sin aliento, con una herida en la frente y el
MADRE CORAJE. Yo no quiero olvidarme de mí misma. ¿Qué ojo. Arrastra consigo toda clase de cosas, bultos, correajes,
iba a hacer entonces? un tambor, etc.
EL PREDICADOR. Madre Coraje, con frecuencia me he pregun-
tado si, con sus frías palabras, no esconde una forma de ser MADRE CORAJE. ¿Qué ha pasado, te han asaltado? ¿Alvolver?
cálida. También usted es un ser humano y necesita calor. ¡La han asaltado cuando volvía! ¡Seguro que ha sido el de
MADRE CORAJE. La mejor forma de calentar la tienda es tener . caballería que se emborrachó aquí! No hubiera debido
leña suficiente. enviarte. ¡Tira todo eso! No es grave, la herida es sólo su-
EL PREDICADOR. No cambie de tema. En serio, Madre Cora- perficial. Te la vendaré y, en una semana, estará curada.
je, a veces me pregunto qué pasaría si estrecháramos un Son peores que fieras. Le venda la herida.
poco nuestras relaciones. Quiero decir, dado que el tor- EL PREDICADOR. A ellos no se lo reprocho. En su país no vio-
bellino de la guerra nos ha unido de una forma tan ex- laban a nadie. La culpa es de los que causan las guerras y
traña. hacen que surjan los instintos más bajos del ser humano.
192 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 7 193

MADRE CORAJE. ¿No te ha acompañado el escribano a la Se oyen cañonazos.


vuelta? Eso es porque eres una persona decente, por
eso no se ocupan de ti. La herida no es profunda, no te EL PREDICADOR. Ahora entierran al gruu cnpitan, Es un mo-
dejará rastro. Bueno, ya está vendada. Te voy a dar una mento histórico.
cosa, estáte tranquila. Te he guardado algo en secreto, MADRE CORAJE. Para mí es un momento histórico que le hayan

ya verás. Saca de un saco los zapatos rojosde la Pottier. partido un ojo a mi hija. Está ya medio destrozada, nunca
¿Ves? Siempre te han gustado. Pues ya los tienes. Pón- encontrará un marido y, sin embargo, le vuelven loca los
telos deprisa para que no me arrepienta. No te queda- niños. Además está muda también por la guerra: de pe-
rá señal, aunque tampoco me hubiera importado. No queñita un soldado le metió algo en la boca. A Schweizer-
hay suerte peor que la de las mujeres que les gustan. Se kas no lo veré nunca más y Dios sabe dónde estará Eilif.
las llevan con ellos hasta que las destrozan. A las que Maldita sea la guerra.
no les gustan, las dejan vivir. He visto a algunas que te-
nían una cara bonita y pronto tuvieron un aspecto que
7
asustaba a los lobos. No pueden meterse sin miedo de-
trás de un árbol del camino, llevan una vida horrible.
MADRE CORAJE EN EL APOGEO DE SU CARRERA
Es como con los árboles: a los derechos y airosos los ta-
COMERCIAL
lan para hacer vigas, pero los torcidos pueden disfru-
tar de la vida. De modo que sólo hubiera sido una Camino.
suerte. Los zapatos están todavía bien, los guardé bien
engrasados.
Elpredicador, Madre Coraje y su hija Kattrin tiran del carro-
mato, del que cuelgan nuevas mercancías. Madre Coraje lle-
Kattrin deja loszapatosy se mete en el carromato. va un collarde táleros de plata.
EL PREDICADOR. Ojalá no quede desfigurada. MADRE CORAJE. No dejaré que me habléis mal de la guerra.
MADRE CORAJE. Le quedará cicatriz. No tendrá que esperar Dicen que destruye a los débiles, pero ésos revientan
ya nada de la paz. también en la paz. Lo único que pasa es que la guerra ali-
EL PREDICADOR. No ha dejado que le quitaran nada. menta mejor a sus hijos. Canta:
MADRE CORAJE. Quizá no hubiera debido hacerle tantas re-
comendaciones. ¡Si supiera lo que le estará pasando por y si la guerra te deja atrás
la cabeza! Una vez estuvo fuera toda la noche, sólo una no estarás vivo en la victoria.
vez en todos estos años. Luego siguió como antes, pero La guerra es sólo un negocio más,
trabajando más. No pude saber qué le había pasado. Du- se vende plomo y no achicoria.
rante algún tiempo me rompí la cabeza. Trae las mercan-
cías que ha traído Kattrin y las clasifica furiosa. ¡Asíes la y de qué serviría que me volviera sedentaria. Los seden-
guerra! ¡Una bonita fuente de ingresos! tarios son los primeros que revientan. Canta:
194 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 8 195

Alguno quiere la tierra entera. EL MUCHACHO. Nos embargarán hasta el techo que tenemos
y se pone a ello, zumba que zumba. sobre la cabeza para cobrarse los impuestos. Quizá nos
Quien se cavó, astuto, una trinchera dé tres florines si añades tu crucecita. Las campanas em-
sólo cavaba su propia tumba. piezan a doblar: [Escucha, madre!
He visto a muchos apresurarse VOCES desde el fondo: ¡La paz! ¡El rey de Suecia ha muerto!
y correr veloces al cementerio... MADRE CORAJE, sacando la cabeza del carromato. Está toda-
Quien está allí debe preguntarse vía sin peinar: ¿Qué toque es ése a mitad de semana?
por qué corría. Es un misterio. EL PREDICADOR sale arrastrándose de debajo del carromato:
¿Qué gritan?
Siguen su camino. MADRE CORAJE. No me diga que ha estallado la paz, ahora
que he comprado más existencias.
EL PREDICADOR, gritando hacia el fondo: ¿Es verdad que se
8 ha hecho la paz?
UNA VOZ. Hace tres semanas, al parecer, pero no nos hemos
ESEMISMO AÑO, GUSTAVO ADOLFO, REYDE SUECIA, enterado hasta ahora.
CAE EN LA BATALLA DEL LÜTZEN. LA PAZ AMENAZA EL PREDICADOR, a Madre Coraje: ¿Por qué iban a tocar si no
ARRUINAR LOS NEGOCIOS DE MADRE CORAJE. EL las campanas?
AUDAZ HIJO DE MADRE CORAJE REALIZA UN ACTO UNA VOZ. A la ciudad han llegado ya un montón de lutera-
HEROICO DE MÁS Y ENCUENTRA UNA MUERTE IG- nos con carros, que han traído la noticia.
NOMINIOSA EL MUCHACHO. Madre, es la paz. ¿Qué tienes? La anciana se
ha desplomado.
Campamento. MADRE CORAJE, volviendo al carro: [Iesusmariayjosél ¡Kat-
trin, es la paz! ¡Ponte el vestido negro! Vamos al servicio
Una mañana de verano. Delante del carromato. Una mujer divino. Se lo debemos a Schweizerkas. ¿Será verdad?
anciana y su hijo. El hijo arrastra un gran saco de ropa de EL MUCHACHO. La gente de aquí lo dice también. Han hecho
cama. la paz. ¿Puedes levantarte? La anciana se pone en pie
aturdida. Ahora volveré a abrir la guarnicionería. 'le lo
VOZ DE MADRE CORAJE, desde el carromato: ¿Ytiene que ser prometo. Todo se arreglará. Padre volverá a tener su
a estas horas de la mañana? cama. ¿Puedes andar? Al predicador: Se ha mareado. Es la
EL MUCHACHO. Hemos andado toda la noche, veinte millas, noticia. No creía que llegase alguna vez la paz. Nuestro
y tenemos que volvernos hoy mismo. padre lo decía siempre. Ahora mismo nos vamos a (asa,
voz DE MADRE CORAJE. ¿Yqué queréis que haga con vuestros Salen los dos.
edredones? ¡La gente no tiene casa! voz DE MADRE CORAJE. ¡Dadles un aguardiente!
EL MUCHACHO. Será mejor que espere a verlos. EL PREDICADOR. Se han ido ya.
LA ANCIANA. Tampoco aquí hay nada que hacer. ¡Ven! voz DE MADRE CORAJE. ¿Qué pasa en el campamento?
196 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 8 197
EL PREDICADOR. Se están congregando. Iré a ver. Quizá de- MADRE CORAJE. Cocinero, me encuentra usted en mal mo-
bería ponerme el hábito... mento. Estoy arruinada.
voz DE MADRE CORAJE. Entérese bien antes de darse a cono- EL COCINERO. ¿Qué? Eso es realmente mala suerte.
cer como el Anticristo. Me alegro de la paz, aunque esté MADRE CORAJE. La paz me mata. Por consejo del predicador
arruinada. Al menos he conseguido salvar de la guerra a compré hace poco provisiones. Y ahora todos se disper-
dos de mis hijos. Ahora volveré a ver a mi Eilif. sarán y me dejarán colgada con mis mercancías.
EL PREDICADOR. ¿Yquién es ese que baja del campamento? EL COCINERO. ¿Cómo puede hacer caso al predicador? Si yo
¡Sino es el cocinero del Gran Capitán ...! hubiera tenido tiempo aquella vez -los católicos llegaron
EL COCINERO, un tanto desastrado y con un hatillo: ¿Qué ven demasiado aprisa-la habría puesto en guardia contra él.
mis ojos? ¡El predicador! Es un charlatán. Así que ahora es él quien maneja el co-
EL PREDICADOR. ¡Madre Coraje, tiene visita! tarro.
MADRE CORAJE. Me ayudaba a lavarlos platos y a tirar del carro.
Madre Coraje baja del carromato. EL COCINERO. [Tirar ése! Le habrá contado algunos de sus
chistes; por lo que sé de él, tiene un concepto muy inde-
EL COCINERO. Le había prometido que vendría en cuanto tu- cente de la mujer, yo traté en vano de influir un poco en
viera tiempo para charlar un poco. No he olvidado su él. No es un tipo serio.
aguardiente, señora Fierling. MADRE CORAJE. ¿Y usted es serio?
MADRE CORAJE. ¡Jesús, el cocinero del Gran Capitán! ¡Des- EL COCINERO. Si hay algo que yo sea es serio. ¡Salud!
pués de tantos años! ¿Dónde está Eilif, mi hijo mayor? MADRE CORAJE. Ser serio es lo de menos. Sólo tuve uno, gra-
EL COCINERO. ¿No ha llegado aún? Salió antes que yo y que- cias a Dios, que fuera serio. Nunca he tenido que trabajar
ría venir también a verla. tanto, en la primavera él vendía los cobertores de los ni-
EL PREDICADOR. Esperad, voy a ponerme el hábito. ños, y hasta pensaba que era poco cristiano que yo toca-
ra la armónica. Para mí, que usted confiese ser serio no es
Se mete detrás del carromato. ninguna recomendación.
EL COCINERO. Sigue usted sin tener pelos en la lengua, pero
MADRE CORAJE. Entonces puede llegar en cualquier mo- por eso mismo me gusta.
mento. Grita hacia el carromato: ¡Kattrin, viene Eilifl MADRE CORAJE. ¡No me diga que ha soñado con mi lidia de
[Trae un vaso de aguardiente para el cocinero, Kattrin! pelos en la lengua!
Kattrin no aparece. ¡Échate un mechón por la frente y EL COCINERO. Bueno, ahora estamos aquí sentados. ron
ya está! El señor Lamb no es un extraño. Trae ella mis- campanas de paz y con este aguardiente, como sólo usted
ma el aguardiente. No quiere salir, no le importa nada sabe servirlo. Es famoso.
la paz. Ha tenido que esperarla demasiado. La hirieron MADRE CORAJE. De momento no me importan nada las
en Un ojo y apenas se nota, pero ella cree que la gente la campanas de paz. No sé cómo van a pagar a los soldados
mira. las pagas que les deben y ¿qué haré yo con mi IIIIIIOSO
EL COCINERO. [Sí, la guerra! Él y Madre Coraje se sientan. aguardiente? ¿Os han pagado?
198 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 8 199
EL COCINERO, titubeando: No exactamente. Por eso nos he- EL PREDICADOR. Con usted no hablo. Sus intenciones me re-
mos desbandado. Vista la situación, me he dicho: ¿para sultan demasiado claras. A Madre Coraje: Pero cuando la
qué me voy a quedar? Entretanto voy a visitar a los ami- veo tratar la paz como un trapo viejo lleno de mocos,
gos. y por eso estoy aquí con usted. con dos dedos, me indigno como ser humano; y es que
MADRE CORAJE. Lo que quiere decir que no tiene nada. entonces veo que usted no quiere la paz sino la guerra,
EL COCINERO. Realmente podrían parar con tanto campa- porque gana con ella, pero no olvide tampoco el viejo
neo. Me gustaría meterme en algún tipo de negocio. No proverbio: «Quien con el diablo haya de comer, larga cu-
quiero seguir siendo su cocinero. Tengo que hacerles al- chara ha menester».
gún comistrajo con raíces y suelas de zapato y luego me MADRE CORAJE. No me gusta la guerra y a ella tampoco le
tiran la sopa caliente a la cara. Ser hoy cocinero es llevar gusto yo. En cualquier caso, eso de hiena no se lo tolero,
una vida de perro. Más vale el servicio militar pero, cla- hemos terminado.
ro, estamos en la paz. Al ver al predicador, ahora con su EL PREDICADOR. Entonces, ¿por qué se lamenta de la paz,
viejo hábito: De eso seguiremos hablando luego. cuando todo el mundo respira? ¿Por esos trastos viejos de
EL PREDICADOR. Todavía está bien, sólo un poco apolillado. su carro?
EL COCINERO. No sé para qué se molesta. No volverán a em- MADRE CORAJE. Mis mercancías no son trastos viejos, sino
plearlo, ¿a quién podría ahora enardecer para que se ga- que vivo de ellas, como ha vivido usted también hasta
nase honrosamente su soldada y se jugase la vida? Por ahora.
cierto, tengo que ajustar cuentas con usted, por haber EL PREDICADOR. jO sea, de la guerra! ¡Ajá!
aconsejado a esta señora que comprase cosas superfluas, EL COCINERO, al predicador: Como persona adulta, debiera
diciéndole que la guerra duraría eternamente. haber sabido que no hay que dar consejos. A Madre Co-
EL PREDICADOR, acalorado: ¡Me gustaría saber qué le impor- raje: Dada la situación, lo mejor que puede hacer es des-
ta eso a usted! hacerse de algunas mercancías, antes de que los precios
EL COCINERO. ¡Me importa porque es irresponsable! ¿Cómo caigan por los suelos. [Vístase y póngase en marcha sin
puede usted meterse en los negocios de otros con conse- perder un minuto!
jos que nadie le ha pedido? MADRE CORAJE. Es un consejo muy sensato. Creo que lo voy
EL PREDICADOR. ¿Quién es el que se mete? A Madre Coraje: a seguir.
No sabía que fuera usted tan amiga de este señor y tuvie- EL PREDICADOR. ¡Porque lo dice el cocinero!
ra que rendirle cuentas. MADRE CORAJE. ¿Y por qué no lo ha dicho usted? Tiene ra-
MADRE CORAJE. No se excite, el cocinero dice sólo su opi- zón, será mejor que vaya al mercado.
nión, y usted no puede negar que su guerra era una filfa.
EL PREDICADOR. ¡No debe pecar contra la paz, Madre Cora- Entra en el carromato.
je! Es usted como una hiena de los campos de batalla.
MADRE CORAJE. ¿Que soy qué? EL COCINERO. Un punto para mí, predicador. Usted no tiene
EL COCINERO. Si ofende a mi amiga, tendrá que vérselas con- presencia de espíritu. Hubiera tenido que decir: «[Que
migo. yo la aconsejé? ¡No hice más que hablarle de política!».
Madre Coraje y sus hijos: 8 201
200 Bertolt Brecht
YVETTE. En cualquier caso, me alegro de encontrarte, cana-
No debe usted enfrentarse conmigo. ¡Esa riña de gallos
lla. Así puedo decirte lo que pienso de ti.
no es propia de su hábito!
EL PREDICADOR. Dígalo con todo detalle, pero aguarde a
EL PREDICADOR. Sino cierra el pico, lo mato, sea propio o no.
que salga Madre Coraje.
EL COCINERO, quitándose las botasy desliando los traposcon
MADRE CORAJE sale, con toda clase de mercancias: ¡Yvette! Se
que se envuelvelospies: Si no se hubiera vuelto en la gue-
rra un canalla descreído, ahora en la paz podría encon-
abrazan: ¿Pero por qué estás de luto?
YVETTE. ¿No me sienta bien? Mi marido, el coronel, murió
trar fácilmente una parroquia. No harán falta cocineros
hace unos años.
porque no hay nada que cocinar, pero la gente sigue te-
MADRE CORAJE. ¿Elviejo que estuvo a punto de comprarme
niendo fe, eso no ha cambiado.
el carro?
EL PREDICADOR. Señor Lamb, le ruego que no trate de
YVETTE. SU hermano mayor.
echarme de aquí. Desde que me he vuelto un canalla, soy
MADRE CORAJE. ¡Entonces no te va mal! Por lo menos una
mejor persona. No podría predicarles ya.
que ha sacado algo de la guerra.
YVETTE. Ha habido sus más y sus menos y luego otra vez sus
Entra Yvette Pottier, de negro, emperifolladay con un bas-
más.
tón. Ha envejecido mucho,ha engordado y va muy empol-
MADRE CORAJE. [No hablemos mal de los coroneles: hacen
vada. Detrásde ella, un criado.
dinero a espuertas!
EL PREDICADOR, al cocinero: En su lugar, me pondría otra
YVETTE. ¡Hola, buena gente! ¿Vive aquí Madre Coraje?
vez los zapatos. A Yvette: Coronela, nos había prometido
EL PREDICADOR. Exacto. ¿Y con quién tenemos el honor?
decir lo que piensa de este señor.
YVETTE. Con la coronela Starhember, buena gente. ¿Dónde
EL COCINERO. Yvette,no armes jaleo aquí.
está Madre Coraje?
MADRE CORAJE. Es un amigo mío, Yvette.
EL PREDICADOR grita hacia el carromato: ¡La coronela Star-
YVETTE. Es Pieter el de la Pipa.
hember desea hablarle!
EL COCINERO. [Nada de motes! Me llamo Lamb.
voz DE MADRE CORAJE. Voyenseguida.
MADRE CORAJE, riéndose: ¡Pieter el de la Pipa! ¡Elque volvía
YVETTE. ¡SoyYvette!
locas a las mujeres! ¿Sabe? He guardado su pipa.
voz DE MADRE CORAJE. ¡Ah, Yvette!
EL PREDICADOR. ¡Yha fumado en ella!
YVETTE. ¡Sólo para ver cómo os va! Al cocinero, que se vuel-
YVETTE. Es una suerte que pueda ponerla en guardia contra
ve espantado: ¡Pieter!
él. Es lo peor que ha habido en toda la costa de Flandes.
EL COCINERO. ¡Yvette!
Ha desgraciado a tantas mujeres como dedos tiene.
YVETTE. ¡Vaya! ¿Cómo has llegado hasta aquí?
EL COCINERO. De eso hace mucho tiempo. Ya no es verdad.
EL COCINERO. Con el carro.
YVETTE. ¡Levántate cuando te habla una señora! ¡Cuánto
EL PREDICADOR. Ah, ¿seconocen? ¿Íntimamente?
quise a este hombre! Y al mismo tiempo me engañaba
YVETTE. Yo diría que sí. Contempla al cocinero: [Estás gor-
con una morenita de piernas torcidas, cuya desgracia,
do!
naturalmente, causó también.
EL COCINERO. Tampoco tú estás muy delgada ...
202 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hjjos: 8 203

EL COCINERO. En tu caso, por lo que se ve, más bien he cau- EL COCINERO. En cualquier caso, tendrá que reconocer que
sado tu fortuna. eran buenos tiempos.
YVETTE. ¡Cállate, ruina miserable! Y usted tenga cuidado: EL PREDICADOR. No digo que no.
¡un hombre así sigue siendo peligroso aunque esté hecho EL COCINERO. Después de haberla llamado usted hiena, aquí

una ruina! no habrá ya buenos tiempos para usted. ¿Qué está mi-
MADRE CORAJE, a Yvette: Venconmigo, tengo que deshacer- rando?
me de mis bártulos antes de que bajen los precios. Quizá EL PREDICADOR. ¡Eilif! Seguido de soldados con picas, entra
puedas echarme una mano en el regimiento, con tus re- Eilif. Lleva las manos atadas. Está blanco como la pared.
laciones. Grita hacia el carromato: Kattrin, de la iglesia ¿Qué te ha pasado?
nada, en lugar de eso voy al mercado. Cuando venga Ei- EILIF. ¿Dónde está mi madre?

lif, dale de beber. Sale con Yvette. EL PREDICADOR. En la ciudad.


YVETTE, al salir: ¡Que un hombre como ése pudiera apartar- EILIF. Me habían dicho que estaba aquí, Me han permitido
me alguna vez del camino recto! Sólo puedo agradecer a venir a verla.
mi buena suerte que, a pesar de eso, haya podido llegar a EL COCINERO a lossoldados: ¿Adónde lo lleváis?
algo. Pero el haber estropeado ahora tus planes se me UN SOLDADO. A nada bueno.
tendrá en cuenta un día allá arriba, Pieter el de la Pipa. EL PREDICADOR. ¿Qué ha hecho?
EL PREDICADOR. Quisiera resumir nuestra conversación con EL SOLDADO. Entró a robar en casa de un campesino. Y la
un proverbio: «Los molinos de Dios muelen despacio». mujer del campesino resultó muerta.
¡Yusted que se quejaba de mis chistes! EL PREDICADOR. ¿Cómo has podido hacer algo así?
EL COCINERO. La verdad es que no tengo suerte. Le diré EILIF. No he hecho más que lo que hacía antes.
cómo son las cosas: esperaba comer hoy caliente. Estoy EL COCINERO. Pero ahora hay paz.
muerto de hambre y ahora estarán hablando de mí y ella EILIF. Cierra el pico. ¿Puedo sentarme hasta que ella vuelva?
se hará una idea completamente equivocada. Creo que EL SOLDADO. No tenemos tiempo.
debo desaparecer antes de que vuelva. EL PREDICADOR. En la guerra lo felicitaban por eso y se sen-

EL PREDICADOR. Yo también lo creo. taba a la derecha del Gran Capitán. [Entonces era valen-
EL COCINERO. Predicador, estoy ya harto de la paz. La Hu- tía! ¿No se podría hablar con el juez militar?
manidad debe perecer por el fuego y la espada, porque es EL SOLDADO. No serviría de nada. Quitarle a un campesino
pecadora desde su más tierna infancia. Quisiera poder su vaca, ¿era valentía?
asar aún para el Gran Capitán, Dios sabe dónde estará, EL COCINERO. ¡Esuna tontería!
un gordo capón con salsa de mostaza y zanahorias. EILIF. Si hubiera sido tonto me hubiera muerto de hambre,
EL PREDICADOR. Con lombarda. Con el capón, lombarda. listillo.
EL COCINERO. Es verdad, pero él quería zanahorias. EL COCINERO. Y por ser listo tú, te va a costar la cabeza.

EL PREDICADOR. No entendía de eso. EL PREDICADOR. Por lo menos tendríamos que llamar a Kattrin.
EL COCINERO. Usted comía siempre con él sin hacerse de rogar. EILIF. ¡Déjala! Será mejor que me deis un trago de aguar-

EL PREDICADOR. De mala gana. diente.


204 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 8 205
EL SOLDADO. Para eso no hay tiempo, ¡vamos! luteranos. Tenemos que irnos inmediatamente con el ca-
EL PREDICADOR. ¿Yqué le vamos a decir a tu madre? rro. ¡Kattrin, vamos a recoger! ¿Por qué está tan afectado?
EILIF. Dile que no ha sido por nada distinto, que hice lo mismo ¿Qué pasa?
de siempre. O no le digas nada. Los soldados selo llevan. EL COCINERO. Nada.
EL PREDICADOR. Te acompañaré en tu duro camino. MADRE CORAJE. Algo pasa. Se lo noto en la cara.
EILIF. No necesito curas. EL COCINERO. Será porque hay guerra otra vez. Ahora pue-
EL PREDICADOR. Eso no lo sabes. de ser que no me meta nada caliente en el estómago has-
ta mañana a la noche.
Lo sigue. MADRE CORAJE. Eso es mentira, cocinero.
EL COCINERO. Ha estado Eilif aquí. Pero ha tenido que mar-
EL COCINERO, gritándole: ¡Se lo tendré que decir! ¡Querrá charse enseguida.
verlo otra vez! MADRE CORAJE. ¿Que ha estado aquí? Entonces lo encontra-
EL PREDICADOR. Será mejor que no le diga nada. Todo lo remos en el camino. Ahora me voy con los nuestros.
más, que ha estado aquí y que quizá vuelva mañana. En- ¿Qué aspecto tenía?
tretanto volveré y se lo diré. Sale apresuradamente. EL COCINERO. El de siempre.
MADRE CORAJE. Ése no cambiará nunca. A ése no me lo ha
El cocinero lo mira, sacudiendo la cabeza, y luego pasea podido quitar la guerra. Es listo. ¿Me ayuda a recoger
inquieto de un lado a otro. Finalmentese acerca al carro- las cosas? Comienza a recoger. ¿No ha contado nada?
mato. ¿Se lleva bien con su capitán? ¿Ha hablado de sus haza-
ñas?
EL COCINERO. ¡Eh! ¿No quiere salir? Comprendo que se es- EL COCINERO, sombrío: He oído que había repetido una de
conda de la paz. Yo quisiera hacerlo también. Soy el coci- ellas.
nero del Gran Capitán, ¿no se acuerda de mí? Me pre- MADRE CORAJE. Luego me lo contará, tenemos que irnos.
gunto si no habría algo de comer, hasta que vuelva su ApareceKattrin. Kattrin, se ha acabado otra vez la paz.
madre... Tendría ganas de un trozo de tocino o incluso de Nos marchamos. Al cocinero: ¿Qué va a hacer usted?
pan, sólo para matar el rato. Mira adentro. Se ha tapado EL COCINERO. Me enrolaré.
la cabeza con la manta. MADRE CORAJE. Le propongo... ¿Dónde está el predicador?
EL COCINERO. En la ciudad con Eilif
Se oyen cañonazos alfondo. MADRE CORAJE. Entonces venga con nosotros un trecho,
Lamb. Necesito ayuda.
MADRE CORAJE viene corriendo, estásin alientoy llevatodavía EL COCINERO. La historia esa de Yvette...
sus mercancías: ¡Cocinero, se ha acabado otra vez la paz! MADRE CORAJE. No le hace desmerecer a mis ojos. Al con-
Desde hace ya tres días estamos de nuevo en guerra. To- trario. Dicen que por el humo se sabe dónde está el fue-
davía no me había deshecho de mis bártulos cuando lo he go. ¿Viene con nosotras?
sabido. ¡Gracias a Dios! En la ciudad luchan a tiros con los EL COCINERO. No digo que no.
Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hjjos: 9 207
206
MADRE CORAJE. El Duodécimo Regimiento ha salido ya. Ma~rugada gris de un inviernoprematuro. MadreCoraje y el
Coja la lanza del carro. Ahí va un pedazo de pan. Tendre- cocinero, conpielesde ovejasraídas, junto al carromato.
mos que dar un rodeo por detrás, hacia los luteranos.
Quizá vea a Eilif ya esta noche. Es mi hijo preferido. Ha EL COCINERO. Todo está oscuro, nadie se ha levantado aún.
sido una paz corta. Y otra vez hay que seguir. Canta, MADRE CORAJE. Pero es una casa parroquial. Y para tocar las
mientras el cocinero y Kattrin se enganchan al carromato: campanas tendrá que salir de debajo del edredón. Y en-
tonces tendrá una su sopa caliente.
¡De Ulm a Metz, de Metz a Moravia! EL COCINERO. No sé de qué: como hemos visto, la aldea en-

[Madre Coraje sabe cómo! tera está carbonizada.


La guerra los nutre con rabia, MADRE CORAJE. Pero está habitada, antes ha ladrado un

necesita pólvora y plomo. perro.


EL COCINERO. Aunque el cura tenga algo, no nos dará nada.
De plomo no puede vivir,
MADRE CORAJE. Quizá, si le cantáramos algo...
ni de pólvora solamente.
Por eso os debéis inscribir. EL COCINERO. Estoy hasta aquí. De pronto: He recibido una

[La guerra se muere sin gente! carta de Utrecht diciendo que mi madre ha muerto de
cólera y que la posada es mía. Aquí está la carta, si no me
crees. Tela enseño aunque no te importe lo que mi tía ga-
9 rrapatea sobre mi vida pasada.
MADRE CORAJE, leyendo la carta: Lamb, yo también estoy

DIECISÉIS AÑOS DURA YA LA GRAN GUERRA DE RE- cansada de ir de un lado para otro. Soy como el perro del
LIGIÓN. ALEMANIA HA PERDIDO MÁS DE LA MITAD carnicero, que lleva la carne a los clientes pero a él no le
DE SUS HABITANTES. ENORMES EPIDEMIAS MATAN dan. No tengo ya nada que vender, y la gente no tiene
A LOS QUE HAN SOBREVIVIDO A LA CARNICERfA. nada con que pagar esa nada. En Sajonia, un andrajoso
EN LAS COMARCAS EN OTRO TIEMPO FLORECIEN- me quiso endosar un montón de tomos en pergamino
TES REINA EL HAMBRE. LOS LOBOS MERODEAN POR por dos huevos, y en Württemberg querían darme un
LAS CIUDADES CALCINADAS. EN EL OTOÑO DE 1634 arado por un saquito de sal. ¿Para qué labrar la tierra? No
ENCONTRAMOS A MADRE CORAJE EN EL FICHTEL- crece ya nada, salvo arbustos espinosos. Al parecer, en
GEBIRGE ALEMÁN, FUERA DE LA RUTA ESTRATÉGI- Pomerania los campesinos se han comido a sus hijos pe-
CA POR LA QUE AVANZAN LOS EJÉRCITOS SUECOS. queños, y se ha visto a monjas atracando a la gente.
EL COCINERO. El mundo se acaba.
ESE AÑO EL INVIERNO SE ADELANTA Y ES DURO,
LOS NEGOCIOS VAN MAL, POR LO QUE NO QUEDA MADRE CORAJE. A veces me veo ya atravesando el infierno

OTRO RECURSO QUE MENDIGAR. EL COCINERO RE- con mi carreta y vendiendo pez negra, o en el cielo, dando
CIBE UNA CARTA DE UTRECHT Y ES DESPEDIDO. el viático a las almas errantes. Sipudiera encontrar, con los
hijos que me han quedado, algún lugar en donde no dis-
Ante una casaparroquial medio destruida. parasen, me gustaría vivir aún unos años tranquilos.
208 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 9 209
EL COCINERO. Podríamos abrir la posada, Anna, piénsatelo. EL COCINERO. ¿Qué te imaginas? En la posada no hay sitio.
Esta noche lo he resuelto: voy a volver a Utrecht contigo No es una de esas de tres salones. Si los dos nos empeña-
o sin ti, y lo voy a hacer hoy mismo. mos, podremos ganarnos la vida, pero tres no, ni pensar.
MADRE CORAJE. Tengo que hablar con Kattrin. Es un poco re- Kattrin puede quedarse con el carro.
pentino, y no me gusta tomar decisiones con frío y nada en MADRE CORAJE. Yo pensaba que en Utrecht podría encontrar
el estómago. ¡Kattrin! Kattrin bajadel carro. Kattrin, ten- marido.
go que decirte algo. El cocinero y yo queremos irnos a EL COCINERO. ¡No me hagas reír! ¿Cómo va a encontrar un
Utrecht. Él ha heredado allí una posada. Así tendrías un marido? ¡Muda y con esa cicatriz! ¡Ya su edad!
lugar fijo y podrías hacer amistades. Más de uno sabría MADRE CORAJE. ¡No hables tan alto!
apreciar a una persona madura, el aspecto físico no lo es EL COCINERO. Las cosas como son, en alto o en bajo. y ésa es
todo. A mí también me gustaría. Me llevo bien con el co- también otra razón por la que no la quiero en la posada.
cinero. Tengo que decir en su favor que tiene buena cabe- A los clientes no les gustará tener siempre delante algo
za para los negocios. Tendríamos la comida asegurada y así. Y no se les puede echar en cara.
eso estaría bien, ¿no? Y tú tendrías tu cama, ¿eso te gusta- MADRE CORAJE. Cállate. Te he dicho que no hables tan alto.
ría, no? Estar en la carretera no es vida a la larga. Podrías EL COCINERO. En la casa parroquial hay luz. Podemos cantar
echarte a perder. Piojos ya tienes. Tenemos que decidir- algo.
nos, ¿por qué? Porque podríamos seguir a los suecos hacia MADRE CORAJE. Cocinero, ¿cómo va a tirar ella sola del ca-
el norte, deben de andar por allí. Señala a la izquierda: rro? Tiene miedo de la guerra. No la soporta. ¡Qué sueños
Creo que nos vamos a decidir, Kattrin. debe de tener! De noche la oigo gemir. Sobre todo, des-
EL COCINERO. Anna, me gustaría hablar contigo a solas. pués de las batallas. Recientemente le he encontrado otra
MADRE CORAJE. Vuelve al carro, Kattrin. vez un erizo que habíamos aplastado con el carro.
EL COCINERO. La posada es demasiado pequeña. Grita: ¡Dis-
Kattrin vuelve a subir al carromato. tinguido señor, criados y vecinos! Vamos a interpretar la
canción de Salomón, Julio César y otros grandes genios,
EL COCINERO. Tehe interrumpido porque, al parecer, no me a los que no sirvió de nada serlo. Para que comprendáis
has entendido. Yo creía que no tendría que decírtelo ex- que también somos gentes honradas y, por eso lo pasa-
presamente, porque estaba claro. Pero, como no lo está, mos mal, sobre todo en invierno.
tendré que decírtelo: ni hablar de llevártela contigo. Creo
que me entiendes. Cantan:

Detrás de ellos, Kattrin saca la cabezadel carromato y es- Sabéis del sabio Salomón,
cucha. sabéis qué le pasó.
El hombre lo sabía todo...
MADRE CORAJE. ¿Quieres decir que tendré que dejar a Kat- Maldijo a la madre que lo parió
trin? viendo que no había modo.
210 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 9 211

¡Qué grande era Salomón! La autoridad se irritó


Mirad, aún no era de noche y le ordenó beber cicuta aguada.
y ya no había solución: [Qué ejemplo a la población!
Ser sabio había sido un derroche... Mirad, aún no era de noche
¡Dichoso el que es inocentón! y ya no había solución:
La honradez había sido un derroche.
La verdad es que todas las virtudes son peligrosas en este ¡Dichoso el que es inocentón!
mundo, como prueba esa hermosa canción, es mejor no
tenerlas y llevar una vida agradable y desayunarse, diga- Sí, nos dicen que hay que ser altruistas y repartir lo que
mos, con una sopa caliente. Yo, por ejemplo, no la he te- se tiene, pero ¿ysi no se tiene nada? Quizá tampoco a los
nido y me gustaría, soy un soldado, pero ¿de qué me ha benefactores les resulta fácil, eso se comprende, pero es
servido mi valentía en todas esas batallas, de nada, tengo evidente que hay que tener algo. Sí, el altruismo es una
hambre y hubiera sido mejor que fuera un cagón y me virtud rara, porque no es rentable.
quedara en casa. Porque, ¿para qué?
San Martín, lo sabéis todos,
Sabéis de aquel valiente César,
la pobreza alivió.
sabéis qué le pasó.
Viendo en la nieve a un miserable
Era adorado en el altar
y lo mataron, fue así como ocurrió. le ofreció medio manto, muy amable,
y sólo pudo ya gritar:
y así fue como se heló.
«¡También tú, Bruto, maldición!». ¡Elgesto fue su perdición!
Mirad, aún no era noche
Mirad, aún no era de noche
y ya no había solución:
y ya no había solución:
El valor había sido un derroche... El altruismo había sido un derroche.
¡Dichoso el que es inocentón! ¡Dichoso el que es inocentón!

A medía voz: Ni siquiera miran. En voz alta: ¡Distinguido ¡Ylo mismo nos pasa a nosotros! [Somos gente de bien,
señor, criados y vecinos! Podrían decirme, sí, que la va- nos ayudamos, no robamos, no matamos, no incendia-
lentía no da de comer, «¡probad a ser honrados! Entonces mos! Y se puede decir que nos va cada vez peor y que en
podréis saciaros o, al menos, no os quedaréis completa- nosotros se demuestra la verdad de la canción, y las sopas
mente en ayunas». ¿Qué pasa con la honradez? escasean, pero si fuéramos de otra forma y asesinos y la-
drones, ¡quizá tuviéramos el estómago lleno! Porque las
Sabéis del Sócrates honrado virtudes no son recompensadas, sólo las fechorías, ¡así es
que la verdad habló: el mundo y no debería serlo!
No se lo agradecieron nada.
212 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 10 213

y veis aquí a gente de orden, MADRE CORAJE, con una escudilla de sopa: ¡Kattrin! ¡Qué-
temerosa de Dios. date ahí! ¿Adónde vas con ese hatillo? ¿Estás dejada de la
De nada nos habrá servido. mano de Dios? ¿Has perdido el juicio? Registraelhatillo.
Vosotros que más suerte habéis tenido ¡Has recogido todas sus cosas! ¿Has estado escuchan-
dadnos lo que os sobra a vos. do? Le he dicho que nada de Utrecht ni de su maldita
¡Que fuimos buenos de nación! posada. ¿Qué se nos ha perdido allí? Ni tú ni yo estamos
Mirad, aún no era noche hechas para una posada. La guerra nos reserva todavía
yya no había solución: muchas cosas. Ve los pantalones y la falda. Qué tonta
Temer a Dios había sido un derroche. eres. ¿Qué crees que habría pasado si hubiera visto esto
[Dichoso el que es inocentón! después de irte tú? Sujeta firmemente a Kattrin, que
quiere irse. No creas que lo he despedido por ti. Ha sido
UNA voz desde arriba: ¡Eh,vosotros! ¡Subid!Podéis comeros por el carro, por eso. No me voy a separar del carro al
una sopa. que estoy acostumbrada, no es por ti, sino por el carro.
MADRE CORAJE. Lamb, yo no podría tragar bocado. No digo
Nos vamos a ir en otra dirección, y dejaremos las cosas
que lo que dices no sea razonable, pero ¿estu última pa- del cocinero aquí, para que ese bobo las encuentre.
labra? Nos hemos llevado bien. Sube al carro y echafuera otras cosas, junto a lospanta-
EL COCINERO. La última. Piénsatelo.
lones. Bueno, ése ha dejado de ocuparse de nuestros
MADRE CORAJE. No necesito pensar nada. No la voy a dejar
asuntos y ningún otro volverá a meterse en ellos. Ahora
aquí. seguiremos las dos. También este invierno pasará,
EL COCINERO. Sería muy poco razonable, pero no puedo ha-
como todos los demás. Engánchate al carro, es posible
cer nada. No soy un monstruo, pero la posada es peque- que nieve.
ña. Y ahora vamos a subir, porque si no, tampoco aquí
nos darán nada y habremos cantado en balde con este Las dos se enganchan al carro, lo hacen girar y salen ti-
frío. rando de él. Cuando entra el cocinero, contemplaestupe-
MADRE CORAJE. Voya buscar a Kattrin.
facto sus cosas.
EL COCINERO. Será mejor que guardes ahí algo para ella. Si
aparecemos los tres, se asustarán. Salenlosdos.
10

Kattrin baja del carromato con un hatillo. Mira a su alre- DURANTE TODO EL AÑO 1635, MADRE CORAJE Y SU
dedorparaasegurarse de que se han ido. Luego coloca jun- HIJA KATTRINRECORRENLOSCAMINOS DE LA ALE-
tos, sobre la rueda del carro, unospantalones viejos del co- MANIA CENTRAL, SIGUIENDO A UNOS EJÉRCITOS
cinero y unafalda de su madre, deforma que se vean bien. CADAVEZ MÁS ANDRAJOSOS
Ha terminado y se dispone a irse con su hatillo, cuando
MadreCoraje vuelvede la casa. Camino.
214 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 11 215

Madre Coraje y Kattrin tiran del carromato. Pasan por de- Es de noche.
lante de una alquería, en la que se oye cantar una voz. Del bosquecillo salen un alférezy tres soldados con pesadas
armaduras.
LA VOZ
El rosal nos alegró EL ALFÉREZ. No quiero ruidos. Al que grite le dais con la pica.
en mitad del jardín PRIMER SOLDADO. Pero tendremos que llamar a la puerta si
al florecer muy hermoso. queremos un guía.
En marzo se le plantó, EL ALFÉREZ. Llamar no es un ruido anormal. Puede ser tam-
lo que fue muy trabajoso. bién una vaca que se da contra la pared del establo.
Dichoso sea el trajín,
que floreció tan airoso. Los soldados llaman a la puerta de la alquería. Abre una
campesina. Ellos le tapan la boca. Entran dos soldados.
Yasoplan vientos de nieve
VOCES DE HOMBRE dentro: ¿Quién es?
a través de los pinos,
pero nada nos conmueve: Lossoldadossacana un campesino ya su hijo.
Hemos techado la casa
con paja y con argamasa. EL ALFÉREZ señala el carromato, en el que Kattrin ha asoma-
Ay de aquel que los caminos do la cabeza: Ahí también hay una. Un soldadola hacesa-
hoya recorrer se atreve. lir. ¿Sois todos los que vivís aquí?
LOS CAMPESINOS. Éste es nuestro hijo. -y ésa es una muda.
Madre Coraje y Kattrin se han detenido a escuchar, y lue- -Su madre ha ido a la ciudad a comprar. -Para su nego-
go siguensu camino. cio, porque hay muchos que huyen y venden barato.
-Son gente ambulante, cantineras.
EL ALFÉREZ. OS aconsejo que os estéis tranquilos porque, al
menor ruido, os daremos con la pica en la cabezota. Y ne-
11
cesito a uno que nos enseñe el camino de la ciudad. Se-
ñala al campesinojoven: ¡Tú, ven aquí!
ENERO DE 1636. LAS TROPAS IMPERIALES AMENA- EL CAMPESINO JOVEN. Yono sé nada de caminos.
ZAN LA CIUDAD PROTESTANTE DE HALLE. LA PIE- SEGUNDO SOLDADO, haciendo una mueca: No sabe nada de
DRA ROMPE A HABLAR. MADRE CORAJE PIERDE A caminos.
SU HIJA Y CONTINÚA SOLA. LA GUERRA DISTA MU- EL CAMPESINO JOVEN. Yono ayudo a los católicos.
CHO DE TERMINAR EL ALFÉREZ, al segundosoldado: ¡Dale con la pica en las cos-
tillas!
Elcarromato, en muy mal estado, seencuentrajunto a una al- EL CAMPESINO JOVEN, obligado a arrodillarse y amenazado
queríade enorme techodepaja, adosadaa una pared rocosa. por la pica: No lo haré aunque me matéis.
216 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 11 217
PRIMER SOLDADO. Sé cómo hacerle entrar en razón. Se diri- LA CAMPESINA. El centinela los descubrirá a tiempo.
ge al establo. Dos vacas y un buey. Escúchame: si no
EL CAMPESINO. Al centinela de la torre de la colina deben de
atiendes a razones, te hago pedazos el ganado.
haberlo matado, porque si no, habría tocado la trompa.
EL CAMPESINO JOVEN. ¡Elganado no!
LA CAMPESINA. Si fuéramos más ...
EL CAMPESINO, llorando: Señor capitán, no haga daño a
EL CAMPESINO. Solos aquí arriba con esta inválida .
nuestro ganado, porque si no, nos moriremos de hambre. LA CAMPESINA. No podemos hacer nada, ¿crees que ?
EL ALFÉREZ. Si él se emperra, adiós ganado.
EL CAMPESINO. Nada.
PRIMER SOLDADO. Empezaré por el buey.
LA CAMPESINA. No podemos correr hasta allí abajo en plena
EL CAMPESINO JOVEN, al viejo: ¿Lo hago? La campesina dice
noche.
que sí con la cabeza. Lo haré.
EL CAMPESINO. Toda la colina está llena de ellos. Ni siquiera
LA CAMPESINA. Y muchas gracias, señor capitán, por haber-
podemos hacer señales.
nos perdonado, por los siglos de los siglos, amén.
LA CAMPESINA. ¿Para que nos maten también aquí arriba?
EL CAMPESINO. Sí, no podemos hacer nada.
El campesino impide a la campesina seguir dando las gra-
LA CAMPESINA, a Kattrin: [Reza, pobre animalito, reza!
cias.
No podemos hacer nada para evitar el derramamiento
de sangre. Si no puedes hablar, al menos sabrás rezar.
PRIMER SOLDADO. j Ya sabía yo que el buey les importaba
Él te oirá aunque nadie te oiga. Yo te acompañaré. To-
más que nada!
dos se arrodillan, Kattrin detrás de los campesinos. Pa-
dre Nuestro que estás en los cielos, escucha nuestra
Guiados por el campesino joven, el alférez y los soldados si-
plegaria, no dejes que la ciudad perezca con todos los
guen su camino.
que están dentro durmiendo sin sospechar nada. Des-
piértalos para que se levanten y vayan a las murallas y
EL CAMPESINO. Me gustaría saber qué se proponen. Nada
vean cómo los otros vienen por los prados en la noche,
bueno.
con picas y cañones, bajando de la colina. Volviéndose
LA CAMPESINA. Quizá sean sólo exploradores... ¿Qué vas a
a Kattrin: Protege a nuestra madre y haz que el centi-
hacer?
nela no duerma sino que esté despierto, porque si no,
EL CAMPESINO, arrimando una escalerilla al techo y subién-
será demasiado tarde. También nuestro cuñado está
dose a ella: Mirar si están solos. Desde arriba: Algo se
allí, con sus cuatro hijos, no los dejes perecer, son ino-
mueve en el bosquecillo. Veo algo hasta la cantera. Y hay
centes y no saben nada de nada. A Kattrin, qul' gime:
también coraceros en el claro. Y un cañón. Eso es más de
Uno no ha cumplido aún los dos años y el mayor tiene
un regimiento. Dios se apiade de la ciudad y de todos los
ya siete. Kattrin se pone en pie, trastornada. Pudre
que hay en ella.
Nuestro, escúchanos, porque sólo tú puedes ayudar-
LA CAMPESINA. ¿Hay luces en la ciudad?
nos y si no, pereceremos, ¿por qué? Porque somos dé-
EL CAMPESINO. Ninguna. Están durmiendo. Baja de la esca-
biles y no tenemos picas ni nada y no podemos intcn-
lerilla. Si entran, los pasarán a todos a cuchillo.
tar nada y estamos en tus manos con nuestro ganado y
218 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 11 219

con toda la granja, y lo mismo la ciudad, también está LA CAMPESINA. Señor oficial, somos inocentes, no es culpa
en tus manos, y el enemigo está ante las murallas con nuestra. Se ha subido ahí a escondidas. Es una extraña.
muchas fuerzas. EL ALFÉREZ. ¿Dónde está la escala?
EL CAMPESINO. Arriba.
Kattrin se ha metido en el carromato sin ser vista, ha sa- EL ALFÉREZ, hacia arriba: ¡Te ordeno que tires ese tambor!
cado algo, se lo ha metido bajo el delantaly ha subidopor
la escalerilla al techo del establo. Kattrin sigue tocando.

Estáis todos confabulados. Pero no vais a vivir para con-


Piensa en los niños, que están en peligro, sobre todo los tarlo.
más pequeños, en los ancianos que no pueden moverse, EL CAMPESINO. Ahí en el bosquecillo han talado abetos. Si
y en todas tus criaturas. traemos un tronco y la echamos abajo con él...
EL CAMPESINO. Y perdónanos nuestras deudas como noso- PRIMER SOLDADO, al alférez: Solicito autorización para hacer
tros perdonamos a nuestros deudores. Amén. una propuesta. Dicealgo al alférez, al oído. Elalférez asien-
te. Escucha, te vamos a hacer una propuesta que te convie-
Kattrin, sentada en el techo, empieza a tocar el tambor ne. Baja y ven con nosotros a la ciudad, inmediatamente.
que ha sacadode debajodel delantal. Dinos quién es tu madre y se salvará,

Kattrin sigue tocandoel tambor.


LA CAMPESINA. Jesús, ¿qué hace ésa?
EL CAMPESINO. Ha perdido el juicio. EL ALFÉREZ, apartando brutalmente al soldado: No se fía de
LA CAMPESINA. ¡Hazla bajar, deprisa! El campesinocorre ha- ti, lo que, con tu jeta, no es de extrañar. Grita hacia arri-
cia la escalerilla, pero Kattrin la sube al techo. Va a ser ba. ¿Y si te doy mi palabra? Soy oficial y tengo mi honor.
nuestra desgracia.
EL CAMPESINO. ¡Deja de tocar inmediatamente, lisiada! Kattrin toca el tambor con másfuerza.
LA CAMPESINA. Quiere atraer aquí a los imperiales.
EL CAMPESINO, buscando una piedrapor el suelo: ¡Tela voy a Ésa no respeta nada.
tirar! EL CAMPESINO JOVEN. Señor oficial, ¡no lo hace sólo por su
LA CAMPESINA. ¿No te da lástima? ¿No tienes corazón? ¡Esta- madre!
mos perdidos si vienen aquí! Nos degollarán. Kattrin PRIMER SOLDADO. No puede seguir más tiempo. Van a oírla
mira a lo lejos, a la ciudad, y sigue tocando el tambor. La en la ciudad.
campesinaal viejo: Ya te dije que no dejaras entrar en la EL ALFÉREZ. Tendríamos que hacer un ruido más fuerte que
granja a esa gentuza. Qué les importa si nos quitan hasta el del tambor. ¿Con qué podríamos hacer ruido?
la última cabeza de ganado. PRIMER SOLDADO. No debemos hacer ruido.
EL ALFÉREZ entra corriendo con sus soldadosy el campesino EL ALFÉREZ. Un ruido inocente, zoquete. Un ruido no gue-
joven: ¡OSvoy a hacer pedazos! rrero.
220 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 11 221
EL CAMPESINO. Yo podría partir leña con el hacha. Kattrin, mirando desesperada su carro, emite sonidos las-
EL ALFÉREZ. Sí, parte. El campesino trae el hacha y empieza a timeros. Pero sigue tocando.
golpear el tronco. ¡Más fuerte! ¡Más! ¡Teestás jugando la
vida! EL ALFÉREZ. ¿Dónde están esos cerdos con el arcabuz?
PRIMER SOLDADO. No deben de haber oído nada en la ciu-
Kattrin ha estado escuchando, mientras tocaba con menos dad, porque si no, oiríamos su artillería.
fuerza. Mirando inquieta a su alrededor, sigue tocando EL ALFÉREZ, hacia arriba: No te oyen. Yahora te vamos a ma-
ahora. tar. Por última vez: [tira ese tambor!
EL CAMPESINO JOVEN, arrojando de pronto la tabla: ¡Sigue
El alférez al campesino: Demasiado débil. Al primer sol- tocando! ¡Si no, morirán todos! Sigue tocando, sigue to-
dado: Parte tú también. cando...
EL CAMPESINO. Sólo tengo esta hacha. Deja de partir leña.
EL ALFÉREZ. Tendremos que prender fuego a la granja. La El soldado lo derriba y le da con la pica. Kattrin empieza
ahumaremos. a llorar,pero sigue tocando el tambor.
EL CAMPESINO. Eso no servirá de nada, señor capitán. Si en
LA CAMPESINA. ¡En la espalda no! ¡Dios santo, lo vais a matar!
la ciudad ven el fuego, se darán cuenta de todo.
Entran corriendo los soldados con el arcabuz.
Kattrin ha vuelto a escuchar, sin dejar de tocar el tambor.
Ahora se ríe. SEGUNDO SOLDADO. Alférez, el coronel está echando espuma
por la boca. Nos formarán a todos consejo de guerra.
EL ALFÉREZ. Mira, se ríe de nosotros. No lo aguanto. La voy
EL ALFÉREZ. ¡Apuntadlo! ¡Apuntadlo! Hacia arriba, mien-
a derribar de un tiro, aunque se vaya todo al diablo.
tras colocan el arma sobre su horquilla: ¡Por última vez:
¡Traedme el arcabuz!
deja de tocar! Kattrin, llorando, sigue tocando tan fuerte
Dos soldados salen corriendo. Kattrin sigue tocando el como puede. ¡Fuego!
tambor.
Los soldados disparan. Kattrin, herida, da todavía unos
LA CAMPESINA. Ya lo tengo, señor capitán. Ahí está su carro. golpes en el tambor y se desploma lentamente.
Si se lo hacemos pedazos, dejará de tocar. No tienen otra
cosa que ese carro. EL ALFÉREZ. ¡Seacabó el estrépito!
EL ALFÉREZ, al joven campesino: Hazlo pedazos. Hacia arri-
ba: Si no dejas de tocar, haremos pedazos tu carro. Pero a los últimos golpes de Kattrin suceden los cañones de
la ciudad. Se oye a lo lejos un confuso repique de campa-
El campesino da unos golpes débiles al carromato. nas y retumbar de cañones.

LA CAMPESINA. ¡Deja de tocar, so bestia! PRIMER SOLDADO. Lo ha conseguido.


222 Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos: 12 223
12 MADRE CORAJE. Sí.
Se acerca el amanecer. Se oyen tambores y pífanos de tropas
en marchaque se alejan. Va al carromatoy saca una lona para cubrira la muerta.
Delante del carromato, Madre Coraje está acurrucada junto
a su hija. Los campesinos están de pie a su lado. LA CAMPESINA. ¿No tiene a nadie más? ¿Con quien pudiera
ir?
EL CAMPESINO, con hostilidad: Tiene que irse, mujer. Sólo MADRE CORAJE. Sí, tengo a uno. Eilif.
queda un regimiento. No puede usted viajar sola. EL CAMPESINO, mientras Madre Coraje cubrecon la lona a la
MADRE CORAJE. Quizá está dormida. Canta: muerta: Debe encontrarlo. Nosotros nos ocuparemos de
que a ésta se le entierre como es debido. Puede estar
Nanita nana. tranquila.
¿Qué hace ese ruido? MADRE CORAJE. Tome este dinero para los gastos.
Los niños lloran,
tú, divertido. Cuenta el dinero en la mano del campesino.
Otros, harapos, Elcampesinoy su hijo ledan la manoy sellevana Kattrin.
tú llevas seda,
tela de ángel LA CAMPESINA, al salir: ¡Dése prisa!
que ya no queda. MADRE CORAJE, enganchándose en el carromato: Espero po-
Otros no comen, der tirar del carro yo sola. Irá bien, no hay gran cosa den-
tú torta y miel. tro. Tengo que volver a los negocios.
Si no te gusta
tendrás pastel. Otro regimiento pasa alfondo conpífanosy tambores.
Nanita nana.
¿Qué hace ese ruido? MADRE CORAJE, tirando del carro: ¡Voy con vosotros!
Uno en Polonia,
otro, perdido. Se oye cantar alfondo:

No hubieran debido hablarle de los niños de su cuñado. Con sus peligros y sus azares
EL CAMPESINO. Si no hubiera ido usted a la ciudad para ha- la guerra nunca llega a su fin.
cer sus negocios, quizá no hubiera ocurrido. Cien años duran ya los pesares
MADRE CORAJE. Ahora está dormida. y aún no ha tenido ningún festín.
LA CAMPESINA. No está dormida, tiene que comprenderlo, Comiendo mierda y el culo roto
está en el otro mundo. su paga, alguien se la llevó.
EL CAMPESINO. Y usted tiene que irse de una vez. Hay lobos No quiere armar ningún alboroto
y, lo que es peor, salteadores. aún queda guerra, aún no acabó.
224 Berto1t Brecht

Es primavera. ¡Alza cristiano!


La nieve funde. Descansa el muerto. Observaciones sobre
Si queda alguien que aún esté sano «Madre Coraje y sus hijos»
puede largarse. Será un acierto.

El estreno de Madre Coraje y sus hijos en Zúrich durante la guerra


de Hitler, con la extraordinaria Thcrese Giehse en el papel princi-
pal, permitió que la prensa burguesa hablara, a pesar de la actitud
antifascista y pacifista del público del Schauspielhaus de Zúrich,
formado sobre todo por emigrantes alemanes, de una tragedia en
la línea de Níobe y de la estremecedora vitalidad de aquella madre
de instintos animales. Así advertido, el autor hizo algunos cambios
para la representación de Berlín. A continuación figura el texto
original.

Escena 1, página 140

MADRE CORAJE•••• Sed todos prudentes, lo necesitaréis. Y ahora al


carro y vamos a continuar.
EL SARGENTO MAYOR. No me siento nada bien.
EL RECLUTADOR. Quizá te hayas resfriado cuando te quitaste el cas-
co, con este viento.

El sargento mayor estrecha el casco contrasí.

MADRE CORAJE. Y tú dame mis papeles. Me los puede pedir otro y


entonces estaría sin papeles. Los reúne en la caja de estaño.

225
226 Bertolt Brecht Observaciones sobre «Madre Coraje y sus hijos»
227
EL RECLUTADOR, a Eilif: Por lo menos puedes echar una ojeada a las
EL PREDICADOR entra dando traspiés: En la granja hay todavía algu-
botas. Y los hombres echaremos un trago. Y así verás, tengo el
nos. La familia del campesino. Que alguien me ayude. Necesito
dinero de la prima, ven detrás del carro. lienzos.

Se meten detrásdel carromato. Elsegundosoldadosale con él.


EL SARGENTO MAYOR. No entiendo. Siempre me quedo atrás. No hay
MADRE CORAJE. No tengo. He vendido todas mis vendas al regi-
puesto más seguro que el de sargento mayor. P.uedes mandar a
miento. No voy a rasgar para ésos mis camisas de oficial.
los otros por delante para que se cubran de gloria. Se me ha cha-
EL PREDICADOR, llamandodesdefuera: He dicho que necesito lienzos.
fado la comida. Sé que no voy a poder probar bocado.
MADRE CORAJE, rebuscando en su carromato: No le daré nada. Ésos
MADRE CORAJE, dirigiéndose a él: No te lo debes tomar tan a pecho
no pagan, ¿por qué? Porque no tienen nada.
como para no comer. Quédate sencillamente atrás. Echa un tra-
EL PREDICADOR, inclinadosobre una mujer a la que ha traído: ¿Por
go de aguardiente, hombre, y no me lo tomes a mal. Le da de be-
qué os quedasteis bajo el fuego de los cañones?
ber desdeel carromato. LA MUJER DEL CAMPESINO, débilmente: La granja.
EL RECLUTADOR, coge a Eilijdel brazoy se lo llevahacia elfondo: De
MADRE CORAJE. ¡Dejar ésos algo! Mis preciosas camisas. Mañana
todas formas estás listo. Has sacado una cruz, ¿y qué? Diez flori-
vendrán los señores oficiales y no tendré nada para ellos. Tira
nes en mano, y serás un hombre valiente y lucharás por el rey, y
una, que Kattrin lleva a la mujer del campesino. ¡Cómo puedo
las mujeres se pegarán por ti. Y a mí podrás partirme la boca, dar algo! Yo no he empezado la guerra.
por haberte ofendido. Salen losdos.
PRIMER SOLDADO. Son protestantes. ¿Por qué tenían que ser protes-
tantes?
Kattrin, la muda, lanza sonidosroncos, porque se ha dado cuen-
MADRE CORAJE. Me importa un pito su religión. Les han destruido
ta de que se lo llevan. la granja.
SEGUNDO SOLDADO. No son protestantes. Son también católicos.
MADRE CORAJE. Yavoy, Kattrin, ya voy. El sargento mayor se siente
PRIMER SOLDADO. No podíamos darles un trato especial en el bom-
mal, es supersticioso, no lo sabía. Y ahora vamos a seguir. ¿Dón- bardeo.
de está Eilif?
UN CAMPESINO al que traeelpredicador: Tengo el brazo destrozado.
SCHWEIZERKAS. Debe de haberse ido con el reclutador. Ha estado
EL PREDICADOR. ¿Dónde está el lienzo?
hablando todo el tiempo con él.
Se oyeen la casauna voz de niño lastimera.

Escena 5, página 179 EL PREDICADOR, a la mujer: Quédate ahí.


MADRE CORAJE. Saca al niño.
MADRE CORAJE. ¿Cómo, que no puedes pagar? Si no hay dinero no
hay aguardiente. Ésos tocan marchas, pero no pagan las solda- Kattrin corre adentro.
das.
SOLDADO. Quiero un aguardiente. He llegado demasiado tarde para
MADRE CORAJE, desgarrando camisas: A medio florín la pieza. Estoy
el saqueo, porque sólo dejaron saquear la ciudad una hora. El ca-
arruinada. No la mueva al vendarla, quizá sea la espina dorsal.
pitán ha dicho que no era un monstruo. He oído decir que la ciu-
A Kattrin, que ha sacadoa un bebéde las ruinasy lo pasea acu-
dad le había pagado algo. nándolo:
228 Bertolt Brecht Observaciones sobre «Madre Coraje y sus hijos» 229

MADRE CORAJE. ¿Has vuelto a encontrar a un bebé que pasear? Dá- Quien cavarse un refugio espera,
selo inmediatamente a su madre, porque si no, tendré que pe- se cava sólo una pronta tumba.
learme horas contigo para quitártelo, ¿me oyes? Kattrin no se in- He visto a muchos apresurarse
muta. Vuestras victorias sólo me producen pérdidas. Bueno, y correr veloces al cementerio...
eso tendrá que bastar, capellán, no me derroche el lienzo, se lo Quien está allí debe preguntarse
ruego. por qué corría. Es un misterio.
EL PREDICADOR. Necesito más, la sangre pasa.
Se oye el estribillo de «Esprimavera», tocado por una armónica.

Kattrin acuna al bebé y balbucea una canción de cuna.


Escena 12, página 219
MADRE CORAJE, hablando de Kattrin: Ahí está ella sentada, feliz en
medio de toda esta desolación, dáselo enseguida a su madre, EL CAMPESINO.Tiene que irse, mujer. Sólo queda por pasar un regi-
miento. No puede usted viajar sola.
que está volviendo en sí. Mientras Kattrin, de mala gana, de-
MADRE CORAJE. Todavía respira. Quizá sólo se haya adormecido.
vuelve el niño por fin a la mujer del campesino, desgarra otra
camisa. No daré nada, no quiero, tengo que pensar en mí mis- En las guerras campesinas, la mayor calamidad de la historia ale-
ma. Al segundo soldado: No pongas esa cara y vete a decirle a mana, se arrancaron los colmillos a la Reforma en lo que a los
ésos que paren la música, ya vemos que han vencido. Tómate aspectos sociales se refiere. Quedaron los negocios y el cinismo.
un vaso de aguardiente, predicador, no me digas que no, ya Madre Coraje -dicho sea para ayudar a la representación teatral-
tengo suficientes preocupaciones. Tiene que bajar del carro- comprende, como sus amigos y huéspedes y como casi todos, el ca-
mato para quitarle su hija al primer soldado, que está borracho. rácter puramente mercantil de la guerra: eso es precisamente lo que
Animal, ¿quieres seguir venciendo? Alto ahí, no te irás sin pa- la atrae. Cree en la guerra hasta el fin. Ni siquiera se le ocurre que
gar. Al campesino: A tu niño no le pasa nada. Ponle algo -se- hay que tener un cuchillo muy largo para poder sacar tajada de la
ñalando a la mujer- debajo. Al primer soldado: Entonces deja guerra. Quien contempla una catástrofe espera siempre, equivoca-
aquí tu abrigo. De todas formas será robado. El primer solda- damente, que las víctimas aprendan algo de ella. Mientras la masa
do sale tambaleándose. Madre Coraje sigue desgarrando cami- sea el objeto de la política, no podrá considerar lo que le sucede
sas. como un experimento, sino como un destino; aprende tan poco de
EL PREDICADOR. Todavía hay alguien ahí debajo. la catástrofe como un conejillo de Indias de biología. No incumbe al
MADRE CORAJE. Tranquilo, las romperé todas. autor de la obra abrir los ojos al final a Madre Coraje... Ella com-
prende algo hacia la mitad de la pieza, al final de la escena 6, pero
luego vuelve a perder esa comprensión... Lo que importa al autor es
Escena 7, página 191 que el espectador comprenda.

Camino. El predicador, Madre Coraje y su hija Kattrin tiran del


carromato, que está sucio y destartalado, aunque de él cuelgan
nuevas mercancías.

MADRE CORAJE, canta:


Alguno quiere la tierra entera
y se pone a ello, zumba que zumba.
Acerca de las obras recogidas en este volumen

Madre Coraje y sus hijos

Fecha de creación: 1939. Introducción (Versuche, cuaderno 8,


1949): «Madre Coraje y sus hijos, escrita en Escandinavia antes de
comenzar la Segunda Guerra Mundial, es el Versuch 20. Paul Des-
sau le puso música». Una estrofa posterior de la canción de la Ma-
dre Coraje dice así:

Llegará el día, no muy lejano


que ponga fin a tantos horrores.
En ese día, créeme hermano,
no habrá ya guerras de los señores.
A traficantes y a sus sicarios
y a ese negocio tan inhumano
los barrerán hombres ordinarios
de un nuevo mundo mucho más sano.
Llegará el día. Cuándo será,
nadie lo sabe. Aún está abierto.
Quien a nosotros se acercará
que lo haga pronto. Será un acierto.

La «antigua canción» que canta el predicador en la escena 3 es


una elaboración de una canción de horas medieval. La canción

231
232 Bertolt Brecht

mendicante sobre los grandes genios que interpreta el cocinero Índice


ante la casa parroquial (escena 9) se basa en la «Canción de Salo-
món» de La áperade cuatro cuartos.

VIDA DE GALILEO •.•••••...••••.••••..•••.•...• 7


Observaciones sobre Vida de Galileo 129
MADRE CORAJE y SUS HIJOS . • . • • • . . • • • • • • • • . . • . . . 131
Observaciones sobre Madre Coraje y sus hijos ..... 225
Acerca de las obras recogidas en este volumen . . . . . 231

.1

233
3460597
**

Si bien la obra de Bertolt Brecht (18!)!! ' (Jl)(») abarca


muy diversos géneros, su legado literario h,) ejercido
una influencia decisiva ante lodo I II l'I dominio del
teatro. Después de un largo (' ilio Iorz.nlu por el
régimen nazi, a su regre o a Ah 11 1.111 1.1 lundo y dirigió
la compañía Berliner Ens mhlc, dOlldl ll cv ú ,) la
práctica, a través de sus múltiplc-, l pcn cn t ias
innovadoras, su teoría del t(,<JtTO épico. que postula
sustituir la intensidad emocional ligada al teatro
tradicional por el alejamiento reflexivo y la observación
crítica a través del distanciamiento. Este séptimo
volumen de la serie que recoge su «Teatro completo»
incluye dos obras escritas entre 1938 y 1939: VlDA DE
GALILEO Y MADRE CORAJE Y SUS HIJOS.

ISBN 84-206-3709-2 El libro de bolsillo

911~llllll!11111~IJIJ~~~1I

También podría gustarte