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DNI: 16.936.166.
Para analizar este tema voy a centrar la atención en la implementación del modelo en
Suecia, donde el formato adoptado consistió otorgar un “bono educativo” para acompañar a
los estudiantes otorgándoles a las familias un monto de dinero pagado de forma directa a
cada institución educativa, en lugar de financiar a las escuelas con presupuesto preestablecido.
Este bono (voucher) podía ser utilizado en centros educativos estatales —donde los
estudiantes tienen su lugar asegurado— y en aquellos que se encuentran gestionados de
forma privada, en este país, las condiciones para estas instituciones son, entre otras, que no
pueden cobrar una cuota extra a las familias, ni rechazar postulantes bajo ningún concepto, los
cuales ingresan por orden de solicitud. Tras la reforma que introdujo el sistema de libre elección
en 1992, las escuelas de gestión privada experimentaron un rápido crecimiento, pasando del
4% del total de la matrícula en el año 2000 al 16% en menos de 10 años. Más del 50% de estas
instituciones se organizaron con fines de lucro.
El sistema educativo sueco era centralizado y monopolizado desde la órbita estatal. Los
resultados en los exámenes internacionales situaban al país por encima del promedio de la
OCDE (Organización para el Desarrollo y el Comercio Europeo) en las asignaturas más fuertes,
y similar al promedio de esta en el peor de los casos.
A principios de los años 90 Suecia sufriría una fuerte crisis económica que quiso resolver
a través de un giro hacia políticas orientadas al mercado y a la privatización de los servicios
públicos. El cambio de modelo educativo fue, en consecuencia, una cuestión más bien
ideológica que de necesidad, ya que cobró mayor fuerza la idea de que las instituciones
públicas resultan ineficientes por definición —entendiendo que en manos de privados serían
más racionales y eficientes—, y el gasto de recursos se comenzó a cuestionar con mayor
ímpetu. Las primeras medidas estuvieron orientadas a descentralizar las responsabilidades
educativas dando autonomía y capacidad de decisión a las municipalidades.
Los resultados de los exámenes PISA, una muestra global del conocimiento de los
alumnos de 15 años, fueron un duro golpe para el país. Suecia sufrió el más brusco
descenso en sus calificaciones entre todos los países evaluados entre los años 2003
al 2012, pleno momento de la implementación del sistema de Vouchers. El debate
nacional reflejó la preocupación de toda la sociedad al encontrarse que un cuarto de los
estudiantes no obtenía el mínimo esperado en las pruebas de matemáticas, la cantidad de
alumnos sobresalientes se redujo a la mitad y las calificaciones empeoraron en todos los
ámbitos analizados. Lo más llamativo era que este declive se evidenciaba al mismo tiempo que
las mediciones nacionales propias mostraban un alza en las calificaciones, una
contradicción absoluta no solo respecto a los exámenes PISA, sino también respecto a otras
pruebas globales como las TIMMS y PIRLS2. ¿Qué podía estar ocurriendo?
Con la consigna de que las escuelas van a poseer la libertad de elegir el método para
transmitir los contenidos al alumnado, se terminó acentuando la diferencia en los resultados
entre colegios y se produjeron niveles tremendos de fragmentación del sistema educativo. En
Suecia hubo un aumento de la segregación social, que siguió el patrón de privatización de las
empresas públicas, tal como se puede ver reflejado en un reporte de la OCDE y otro de UNICEF.
A través de la introducción de la libre elección, la sociedad tuvo una tendencia mayor a la
división de acuerdo con su condición social.
El índice de inclusión académica cayó mucho más que en el resto de los países donde
no se implementó (período comprendido entre 2003 y 2012). Si bien se mantuvo durante un
tiempo con valores positivos, esto se debió a que el sistema era totalmente inclusivo previo a
la reforma, luego de la cual fue sufriendo una caída paulatina directamente relacionada al
crecimiento de la privatización de la educación. La explicación la podemos encontrar en la
segmentación social que se acentúa por la división demográfica entre barrios de inmigrantes y
de no inmigrantes que surgió en los principales centros urbanos.
Pero más allá del sistema utilizado, lo más importante es comprender que el objetivo de
los bonos educativos (vouchers) es volver un derecho en mercancía transable, y está muy lejos
de promover a través de la igualdad de oportunidades, el desarrollo justo, equitativo y
solidario con un economía que incluya a todos los ciudadanos, los vouchers son todo
lo contrario.
Nada tiene más valor que la educación de los niños, niñas, jóvenes y adultos en
contextos de paz, tranquilidad social y ejercicio de derechos garantizados por el estado, no solo
importa desde lo sociocultural y emocional, sino desde lo político e institucional. No creo que la
cabeza de los referentes de la derecha Argentina, piensen en un modelo educativo con las
características que recién mencioné.
Por ultimo digo, que no nos engañen con cantos de sirena, nada de esto es nuevo, estas
ideas tienen un siglo de existencia y donde se implementaron generaron caos, fragmentación
social y retroceso de los derechos mínimos de la población atentando contra los más
elementales principios de convivencia humana.
Fuentes (los links se abren en pestañas nuevas):
1.School Choice and school vouchers: an OECD perspective
2.‘Improving schools in Sweden: an OECD perspective’ – OECD
3.PBS News Hour –Is Sweden proof that school choice doesn’t improve education?
Papers relacionados:
4. Brandén, M., & Bygren, M. (2022). The opportunity structure of segregation: School choice 5.
and school segregation in Sweden. Acta Sociologica, 65(4), 420–438.
https://doi.org/10.1177/00016993211068318