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ANGELES Y DEMONIOS

Lo que conocemos de la existencia de los ángeles (buenos y malos) lo podemos sacar


solo de lo que Dios nos ha revelado (Biblia, Magisterio, Tradición, la experiencia de los
santos).No es producto de un razonamiento humano. Una vez conocido el dato, sí se
puede buscar racionalidad, por medio de la metafísica filosófica, en la posibilidad de la
existencia angelical. Tal como ocurre con la Santísima Trinidad. Encontrar alguna luz
racional bajo la aparente contradicción, sin pretender abarcar la totalidad del misterio.
Ante esta revelación podríamos enumerar tres posturas fundamentales:

1. desconfianza e incredulidad.
2. el caso contrario extremo, la superstición.
3. la sana creencia ante la verdad revelada.

La actitud del primer caso es incoherente en las personas “creyentes” (o que al menos
manifiestan explícitamente la fe en Dios, en Jesucristo y su Iglesia). No debería ser un
inconveniente creer en los ángeles, espíritus puros, creanturas de Dios como lo es el
ser humano, porque no tenemos pruebas (racionales, materiales, etc.) o no debería
resultar mas un tema sacado de la fantasía o mitología que de la verdadera fe, cuando
al mismo tiempo se confiesa la fe en Dios (cristiano, no en otro), el espíritu “mas
puro”, a no ser que también tengamos sospechas sobre Dios. Es análogo a lo que pasa
con la desconfianza en los milagros. Se supone (realmente no se vive y cree) que Jesús
es capaz de realizar algo tan milagroso como la resurrección, pero no es capaz de
multiplicar panes.
Otro es el caso de alguien que afirma coherentemente, pero no por ello verdadero: “no
creo en Dios ni en los ángeles porque no tengo pruebas empíricas” (si fuera un
partidario materialista, por ejemplo).
La incredulidad en los ángeles, como en otros temas esenciales a la fe, no pasa
solamente por la indiferencia o ignorancia religiosa. Es en parte consecuencia de
corrientes teológicas que comenzaron fuera de la Iglesia Católica (racionalismo
protestante), pero que han logrado colarse en ella, por medio de religiosos, teólogos y
profesores católicos simpatizantes de dichas corrientes, los cuales han confundido a
muchos fieles por estas doctrinas separándose de lo que realmente enseña la Iglesia.
La característica principal de estos movimientos es el tratar de racionalizar todo el
contenido de fe, no discriminando los datos simbólicos de aquellos que no los son. La
multiplicación de los panes, la presencia de Jesús en la eucaristía, la curación de los
paralíticos, etc. son tan simbólicos como el primer pecado en la “mitología” del fruto y
la serpiente. Siguiendo la misma lógica, entonces, Dios mismo podría ser simbólico,
una idealización de nuestras aspiraciones mas profundas, como lo afirmó Feuerbach
(precursor de la concepción comunista de la religión).
Los Ángeles existen. .No creer en los demonios, por ejemplo, es reconocer su victoria.
Están mas presentes en la indiferencia religiosa y el pecado moral que en las
posesiones demoníacas, que también son reales.

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