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Desde el diseño curricular base de carácter prescriptivo, hasta nuestras aulas y alumnos
y alumnas, se traza un camino que pasa por el Proyecto Educativo de Centro y las
programaciones. Sin embargo, en determinados casos, este nivel de adecuación del
currículo no será suficiente para responder a las demandas de determinados
alumnos o alumnas. Nos encontramos pues, frente a los alumnos y alumnas con
necesidades específicas de apoyo educativo, que posiblemente requieran la adopción de
medidas organizativas y curriculares específicas o extraordinarias, y que en ningún caso
podrán suponer una discriminación o perjuicio para estos alumnos y alumnas.
De alguna manera este concepto nació a finales de la década de los setenta, tras la
publicación del Informe Warnock (1978).
Este informe fue encargado por el secretario de Educación del Reino Unido a una
comisión de expertos, presididos por Mary Wamock, en 1974 y publicado en 1978.
Revolucionó las ideas vigentes hasta el momento acerca de la Educación Especial,
popularizando una concepción distinta que progresivamente se fue extendiendo a otro;
países.
Como podéis observar se hace mucho más hincapié en las necesidades de los alumnos
y alumnas, y en el modo de darles una respuesta ajustada, es decir, esta concepción tiene
en cuenta las capacidades de forma individualizada y el entorno que rodea al sujeto. La
influencia de los apoyos que puedan existir en el entorno del sujeto configurará en último
término el grado de discapacidad o autonomía de este, y no tanto su deficiencia.
Y ese es un fallo que viene del pasado, ya que el gran grupo de NEAE fue introducido
en el año 2006 mediante la ley educativa LOE.
Son dos conceptos que categorizan las necesidades educativas en los currículums
educativos (En España, la actual ley educativa es la ley LOMLOE) de la siguiente manera: