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Traducido
por
Emilia
Torres
Duarte
|
Revisión
Marina
González
y
Alejandro
Torres
Moreno.
Casa
Tonalá.
México
DF.
(2015)
El objetivo de este texto fue trabajar con algunas preguntas que no son tan frecuentes con
respecto al feminismo, la terapia e ideas narrativas. Entonces le preguntamos a algunos terapeutas,
quienes están comprometidos con las ideas narrativas, algunas cuestiones sobre lo que el
feminismo significa para ellos, cómo influye su trabajo y con qué cuestiones feministas están
lidiando en este momento. Lo que ocurrió después fue un proceso desafiante y estimulante.
Muchas de las personas a las que nos acercamos expresaron que desearían haber tenido
más tiempo para pensar sobre este tipo de preguntas. Algunas personas hablaron sobre su
decepción con respecto a que este tipo de conversaciones no se abordan frecuentemente.
En forma de respuesta, nos gustaría invitar a nuestros futuros lectores a involucrarse en
un proyecto en curso acerca de estos problemas. En futuras ediciones del International Journal of
Narrative Therapy and Community Work estaremos organizando una columna acerca del tema
“feminismo, terapia e ideas narrativas”. Al final de este texto hemos listado varios temas
diferentes sobre los cuales nos encantaría que nuestros practicantes hablaran. Esperamos que las
siguientes preguntas y respuestas echen a andar su imaginación y que entonces puedan escribirnos
sus pensamientos y reflexiones.
Pero, primero continuaremos con estas preguntas, y tal vez la primera es la más difícil…
¿qué es el feminismo?
1. ¿Qué es el feminismo?
Mientras escribíamos este texto, estuvo muy claro que el feminismo significa algo muy
diferente para cada persona. Esto, claro, ha sido siempre cierto. Como un apéndice a este texto,
hemos tratado de resumir algunas de las diferentes expresiones del feminismo en la historia
reciente. Estos incluyen, “feminismo liberal”, “feminismo radical”, “feminismo socialista”,
“feminismo de las mujeres negras/indígenas/de color”, feminismo post estructuralista”,
“feminismo francés” y más recientemente “feminismo neutral/sin género”.
Para empezar este texto, pensamos que podríamos simplemente incluir citas de varias
participantes diferentes, las cuales describen lo que el feminismo significa para ellos.
• El feminismo es mi primer lente para analizar las diferencias entre el poder en el mundo.
Para algunas mujeres, el primer lente con el cual ven el mundo, su primera forma de
análisis sobre las diferencias de poder, un lente de cultura, de raza. Para otras mujeres, su
primer lente puede ser la sexualidad y la diferencia sexual. Pero, para mi, la primera cosa
que noto es el género. El feminismo es el lente con el que después trato de entender otras
relaciones de poder y mis responsabilidades con respecto a ellas.
• Siendo una mujer afro americana, la forma en la que el feminismo vive en mi vida es
influido por las vidas de mi madre y otras mujeres de color pertenecientes también a clases
trabajadoras que nunca se atrevieron a llamarse feministas. Esta rama del feminismo habla
sobre la habilidad para decir la verdad acerca de la influencia del patriarcado que limita
nuestras vidas, es acerca de ser claros sobre las opresiones vinculadas con el racismo, el
sexismo y el clasismo y cómo es necesario dirigirse a estas cuestiones para que nos
comprometamos a alcanzar nuestro potencial. Lo que más respeto de todos los valores
feministas que despertaron de la experiencia de mi madre son los que están basados en
amar y apreciar a las mujeres de color y una voluntad por ser testigo de la vida de cada una
y guardar nuestras historias como sagradas. Una de las herencias más importantes que me
dejó mi madre fue el enseñarme a amar a las mujeres y por ende amarme a mi misma.
También me enseñó cómo luchar por la justicia y cómo vale la pena luchar las cosas que
amo. Entonces parte de lo que el feminismo significa para mi es el amor incondicional de
las mujeres y cómo representa un compromiso para remover cualquier barrera que limite
nuestro potencia social, político, económico, sexual y espiritual.
• Mis padres, durante toda mi infancia, se relacionaron conmigo con mucho respeto y
siempre intervenían si otros adultos actuaban de una manera grosera. Nunca permitieron
que otros adultos me regañaran, incluso antes de que yo naciera ellos habían pensado
mucho en mi. Ellos habían pensado acerca de mi nacimiento. Llegué a este mundo de una
manera amorosa y con gran cuidado. Tenían muchas ideas acerca de cómo criar a los
niños, las cuales yo creo eran increíbles…creo que ellos fueron influidos por los cambios
feministas que estaban pasando en el mundo durante los 70s. Particularmente mis
maestros nos han dicho a mi y a mis amigos, que eventualmente perderemos el feminismo,
que es simplemente una etapa por la cual estamos pasando. Nos encontramos con el
mensaje dominante que el feminismo es ser iguales a los hombres, es poder tener las
mismas oportunidades en lugar de cambiar la estructura de nuestra cultura. No es
sorprendente que sea difícil para una mujer joven el definir una identidad feminista. Me
empiezo a dar cuenta que crecer con una consciencia de feminismo es un privilegio y que
trae responsabilidades en relación con la forma en la que yo le respondo a otras personas
que no han tenido el privilegio. Ahora que he terminado la escuela empiezo a tratar de
entender sobre lo que significa ser una Australiana blanca, privilegiada y de clase media.
¿Cuales son mis responsabilidades como una mujer joven para dirigirse a cuestiones de
raza, clase y dominancia heterosexual?
• La primera vez que pensé en el feminismo fue cuando tenía siete años. Tenía que lavar los
trastes mientras por la ventana veía a mis hermanos jugando críquet, libres de cualquier
responsabilidad doméstica. Yo sabía que algo no estaba bien. Mi madre era presidenta de la
asociación de padres y amigos en la escuela de mi hermano, mientras en la mía
difícilmente participaba en algo. Estas experiencias me hicieron preguntarme qué estaba
pasando, y el cuestionamiento continuó. Eso es lo que es el feminismo para mi, la
determinación a preguntar.
• Mi implicación con el feminismo creció a partir de cómo lidié con temas sobre mi
sexualidad. Al formar parte de la comunidad lesbiana, encontré que muchas de las
lesbianas que conocía eran feministas y que sus perspectivas en el mundo, compartidas por
medio de conversaciones y acciones políticas, me hacían mucho sentido. El incorporar un
análisis feminista a mi experiencia de crecer como mujer en una familia migrante en una
Australia rural, fue como prender muchas luces y abrir muchas puertas en mi
entendimiento, y esto me ayudó a crear un lenguaje para muchas de mis experiencias
previas sin historia. Muchas, pero no todas. ¡No fue sencillo! Hubo muchas complicaciones
sobre temas de raza, cultura y clase, también sexualidad. Inicialmente la palabra
“feminista”, igual que la palabra “lesbiana”, no representaban una identidad con la que me
sintiera incondicional. Descubrí que negociar las diferencias entre círculos feministas
determinados a crear una hermandad unificada, era a veces imposible para mi. El
pensamiento feminista se ha expandido en múltiples direcciones. No solamente se aceptan,
sino que se esperan problemas, contradicciones y complejidades. Desde mis primeros
encuentros con el feminismo al final de los setentas, he dedicado mucho de mi vida
trabajadora a organizaciones dedicadas a mejorar la vida de las mujeres. Las ideas
feministas continúan siendo cruciales en la forma en la que entendemos el mundo y
“feminista” es una de las identidades con las que ahora orgullosamente me identifico.
Cuando vemos hacia el pasado, es claro cómo han cambiado muchas cosas en la vida de las
mujeres en este país en los últimos 35 años, y particularmente para mujeres blancas de clase
media. Además, también está claro cuántos de estos cambios han sido por la influencia del
feminismo- el pensamiento feminista y la acción inspirada en el feminismo.
Estos cambios en la vida de las mujeres también han traído transformaciones en los
campos de trabajo social y terapia. Ahora quisiéramos tratar de ofrecerle a los lectores un vistazo
de cuanto ha cambiado en 35 años.
El feminismo guía enormes cambios para las mujeres en el área trabajadora. Hace 35 años
la paga para hombres y mujeres no era igual. A los hombres se les pagaba más por hacer el mismo
trabajo. En campos donde la mujer dominaba, como el trabajo social, en el momento en el que un
hombre entraba al campo, se le ofrecían posiciones más altas en las que supervisaría a mujeres
trabajadoras. Además, las mujeres debían de dejar el servicio público si se casaban. No había un
equivalente a permiso de maternidad (ni pensar en permiso de paternidad) y servicios de
guardería del estado no existían. También, la educación para las niñas y las mujeres no era
altamente considerada y los tramites para empleo eran severamente limitados. Esto cambió en
estos pasados 35 años. La mayoría de mujeres jóvenes australianas ahora tienen como expectativa,
como su derecho, el acceso a la educación e iguales oportunidades de empleo que sus hermanos.
Estos cambios profundos son gracias a la acción feminista.
Hace 35 años no había el mismo lenguaje que ahora existe para describir la violencia
doméstica, violaciones o abuso sexual infantil. No había refugios para mujeres que escapaban de la
violencia en sus relaciones íntimas. No había centros de atención para violación. No había
servicios con respecto al abuso infantil. El feminismo de alguna manera denunció estos problemas
de violencia en contra de las mujeres, creó lugares seguros para que las mujeres acudieran a ellos
y exigieran esos cambios en la ley. Las leyes fueron introducidas para prohibir abuso en el
matrimonio (que previamente había sido legal). Los derechos conyugales (los derechos de los
hombres de poder tener actividades sexuales con las mujeres con quienes habían estado casados-
incluso una vez separados) fueron prohibidas. La legislación anti-acoso fue introducida a
campañas para que la ley priorizara la seguridad de las mujeres. Es importante mencionar que el
apoyo de seguridad social fue establecido para facilitarle a las mujeres el poder dejar situaciones de
violencia.
Los cambios en la consciencia sobre el abuso sexual infantil son tal vez los más
impresionantes. Cuando eran rara vez mencionados o descritos como incesto, el feminismo trajo
una nueva conciencia con respecto a la gravedad y los efectos del abuso sexual infantil. Libros
como El abuso padre-hija de B.Ward (1984) proponen la re-conceptualización del problema como
uno de relaciones de poder y abuso. Con esta nueva consciencia, llegaron nuevas respuestas en
términos de servicios y cambios legales. El programa de testimonio infantil fue establecido.
Además, el trabajo de las mujeres feministas sobre problemas de abuso sexual infantil ha hecho
posible que el abuso sexual de hombres y niños también sea reconocido.
Simultáneamente, el feminismo trajo nuevas posibilidades en cuanto a formas en las que
las mujeres pudieran relacionarse con su propio cuerpo. Mientras que alguna vez nuestros cuerpos
y experiencias habían sido escritas y descritas en el mundo profesional por los hombres, todo
comenzó a cambiar. Publicaciones Landmark como Nuestro cuerpo, nuestro ser (publicado por
primera vez en 1970, ver The Boston Women’s Health Book Collective 1998) empezó a ofrecerles
a las mujeres nuevas maneras de estar orgullosas y querer a su cuerpo. Al mismo tiempo, los
servicios de salud de las mujeres empezaron a ofrecer apoyo y cuidados de salud desde una
perspectiva completamente diferente: centrada en la mujer. Estos cambios también incluían re-
evaluación de la sexualidad y prácticas sexuales. La publicación de varios artículos como El mito
del orgasmo vaginal (Koedt 1970) cuestionó como las relaciones sexuales heterosexuales habían
construido y creado espacio para que las fantasías sexuales de la mujer florecieran. El trabajo de
activistas, liberales gays y lesbianas también cuestionaron la dominancia heterosexual –
“automática” y crearon nuevas opciones para formas en las que las mujeres podrían vivir sus
vidas.
Cuestiones como el parto, el aborto también fueron áreas clave para el cambio. Mientras el
parto había sido dominado por doctores hombres, el feminismo exigió cambios en la forma en la
que las mujeres eran apoyadas durante el parto, durante el nacimiento y la maternidad. El respeto
para las casas hogares, las clínicas y el trabajo de las parteras fueron avances claves para las
experiencias de las mujeres y los conocimientos sobre el nacimiento y el embarazo han sido y
continúan siendo recuperados. La legislación del aborto y el desarrollo por formas anticonceptivas
seguras y viables también fueron el resultado de luchas feministas cruciales y dieron resultado en
los cambios de las vidas de las mujeres que alguna vez fueron inimaginables.
La paternidad se ha convertido en una cuestión de decisión mientras que por generaciones
era la obligación de las mujeres. Ha habido muchos cambios entre los hogares, las calles y el área
laboral. Mientras que antes era difícil sentir orgullo por ser una mujer, ahora es un aspecto central
para las identidades de muchas mujeres. Donde alguna vez las mujeres eran rutinariamente
culpadas por cualquier problema o dificultad en la vida familiar, ahora el culpar a una mujer no es
la única opción disponible mientras se discuten problemas familiares.
El feminismo no solo ha traído cambios a la vida de las mujeres y las familias, también ha
contribuido a la transformación del trabajo de terapeutas. Porque estos cambios han sido muy
penetrantes. Es difícil a veces recordar el mundo de la terapia antes del feminismo.
Tal vez el cambio más importante es que los problemas de género son ahora considerados
relevantes en el trabajo terapéutico. Cuando alguna vez la terapia era vista como no sexista, ahora
es reconocido que las relaciones de género no solo forman las experiencias de los individuos y sus
familias pero también influyen en conversaciones terapéuticas (Hare-Mustin 1978). Anterior al
pensamiento feminista, los libros de texto y orientación psicológica eran centrada en hombres, en
relación a que tomaban la experiencia del hombre como norma para juzgar la vida. La naturaleza
de género de estas suposiciones alguna vez fueron incuestionables.
Los primeros terapeutas familiares feministas empezaron a introducir un análisis de
género en la investigación terapéutica. Estas mujeres, incluidas Rachel Hare Mustin (1978, 1987,
Hare Mustin & Marecek 1990), Marianne Walters, Betty Carter, Peggy Pap y Olga Silverstein del
Programa de las Mujeres en Nueva York (1988) y Monica McGoldrick, Carol Anderson y Froma
Walsh (1989). Aquí en Australia, la dirección principal influyente de Kerrie James , “Rompiendo
las cadenas del género” fue un primer ejemplo. Estas investigaciones feministas abrieron nuevas
formas de entender la vida de las personas y las relaciones familiares y por lo tanto crearon nuevas
posibilidades para tener maneras de hablar sobre los problemas que las personas traían a terapia.
La frase “lo personal es lo político” representa una de las contribuciones teóricas claves del
feminismo. Esta frase representa un compromiso a entender las experiencias personales de las
personas como influidas por relaciones más amplias de poder. De esta manera, las experiencias
personales de una mujer no son nada mas suyas, están vinculadas a experiencias de otras mujeres,
están vinculadas a una política más amplia. (Este vinculo de experiencias personales a una política
más amplia también ha sido un aspecto clave de otros movimientos para el cambio social como el
movimiento de Derechos Civiles, el poder de los negros y la liberación, pero también fue el
feminismo el que lo articuló de esta manera.)
Hemos tratado de listar aquí un rango de circunstancias en la cual una conciencia
feminista en relación a “lo personal es político” ha cambiado el trabajo terapéutico. Los siguientes
ejemplos de práctica están relacionados con la influencia que el feminismo ha tenido en la práctica
terapéutica.
• Cuando una mujer busca ayuda terapéutica porque sufre de depresión para
explorar el contexto más amplio de su experiencia – ambos en relación a la pobreza
y a problemas socioeconómicos, también en términos de sus relaciones y en
cualquier forma en la que la depresión pueda ser apoyada por suposiciones e
interacciones sexistas y herterosexistas. (Como se ha mencionado arriba, el trabajo
de Phyllis Chesler fue utilizado en politizar la naturaleza de género de la
experiencia de salud mental.)
• Hay ahora un mundo entero de literatura feminista que está disponible para que
los terapeutas lean, pero también que estén disponibles para quienes los consultan.
Además de estos cambios profundos en este trabajo terapéutico, los entendimientos feministas
también han influido profundamente en campos más amplios de trabajo, como el trabajo social.
Las ondas del pensamiento feminista y la acción son ahora ampliamente esparcidas.
Considerando las contribuciones feministas a la terapia narrativa hay dos campos separados que
parecen ser importantes para el reconocimiento. El primero es que la terapia narrativa fue
desarrollada en una era en la cual el feminismo estaba influyendo en el mundo terapéutico, las
ideas narrativas de su concepción eran explícitamente pro-feministas. El segundo campo de
reconocimiento es el trabajo de practicantes narrativos feministas.
Primero, podría ser útil el considerar la parte crucial que jugaron las ideas feministas en
cuestionar ciertas suposiciones dentro de la terapia familiar, y como este cuestionamiento influyó
el desarrollo de la terapia narrativa en Australia y Nueva Zelanda.
En un contexto más amplio de terapia familiar, las ideas feministas jugaron un papel
crucial en señalar como las premisas de varias teorías no tomaban en cuenta los problemas de
género en relación al poder. Por ejemplo, las estructuras tradicionales de familias dentro de una
terapia familiar estructurada fueron cuestionadas en términos de qué efecto de estas supuestas
estructuras han tenido en las vidas de los niños y las mujeres. La práctica estratégica también fue
cuestionada en términos de sus implicaciones de género, y ciertos aspectos de práctica sistemática
también fueron criticados. Terapeutas familiares feministas señalaron que cuando la diferencia de
poder dentro de un sistema familiar fuera ignorada, la terapia podría inadvertidamente convertirse
en cómplice a mantener el status quo de género. Los escritores feministas empezaron a expresar
como las suposiciones sobre los roles de hombres y mujeres, sobre estereotipos de identidad y
sobre el dominio del hombre y la sumisión de la mujer, estaba siendo inadvertidamente
reproducidos en contextos terapéuticos. Este fue la principal preocupación en relación a la
violencia perpetuada por hombres hacia mujeres. Las terapeutas feministas empezaron a expresar
los efectos reales de preguntas como “¿Cual es el objetivo que la violencia esta cumpliendo en el
sistema?” y señalaron cómo aquellos cuestionamientos estaban inadvertidamente tapando las
relaciones de poder involucradas en ese tipo de violencia. Al mismo tiempo, algunos terapeutas
feministas también empezaron a escribir sobre la responsabilidad de la terapia familiar para
responder a experiencias lésbicas. (Roth 1985)
Gradualmente, el pensamiento feminista empezó a influir en el campo y en diferentes
escuelas de terapia familiar empezó a tener mucha más influencia en el contexto de género en el
que las dificultades familiares ocurrían y las ideas y creencias que ayudaban a prolongar el
problema. Las terapeutas feministas también empezaron a insistir que las experiencias de las
mujeres eran definidas y descritas por la mujer misma, a diferencia de los otros (frecuentemente
por los hombres) alrededor de ella. Esta insistencia en que la mujer defina sus propios problemas y
su propia vida guiaron a una crítica más amplia de prácticas profesionales por medio de la cual las
experiencias de las mujeres eran definidas y descritas por “expertos” (que frecuentemente eran
hombres).
Mientras que las feministas se estaban cuestionando estas practicas terapéuticas, un
cuestionamiento simultáneo acerca de la familia estaba sucediendo. Más particularmente, los
feministas estaban señalando como las familias nucleares eran, y sin duda continuarían siendo,
lugares peligrosos para muchas mujeres y niños. Las practicas terapéuticas que apoyaron
estructuras familiares nucleares sin analizar los efectos dañinos de estas estructuras eran
extensivamente cuestionadas. Se empezó a poner más atención al tipo de familia que las personas
escogieran, también como familias de origen y biología.
Este fue el contexto histórico en el cual la terapia narrativa se desarrolló. Fue un tiempo en
el que había una gran energía e interés en la experiencia de la mujer en terapia y había sido
regularmente reconocido que las ideas feministas de esos tiempos estaban formando
significativamente el desarrollo de la terapia narrativa. (Ver White 2001).
La influencia de ideas feministas en la terapia narrativa no es nada más histórica. Hay una
gran variedad de practicantes feministas en diferentes partes del mundo, todos cautivándose con
ideas narrativas a su manera, y todos contribuyendo y promoviendo el desarrollo en estas maneras
de trabajar. El revisar profundamente las contribuciones feministas a la terapia narrativa no es el
objetivo de este texto. Sin embargo, con una rápida revisada a la literatura de terapia narrativa es
claro que los practicantes feministas han hecho y han continuado haciendo una amplia gama de
contribuciones al desarrollo de la práctica narrativa. Aquí vamos a listar un rango de áreas en
donde los practicantes feministas han hecho contribuciones sustanciales. Nosotros invitamos a los
lectores a que lean e investiguen las referencias para mayor información.
• Práctica narrativa con mujeres que han sido víctimas de abuso sexual (McPhie &
Chaffey 1998)
• Violencia en contra de las mujeres (Lester 2001)
• Práctica narrativa con sobrevivientes de abuso sexual (Kamsler 1990, Freer 1997,
Silent To Long 2000, Linnel & Cora 1993, Bird 2000, Mann & Russell 2002, Verco
2002)
• Desafiando la homofobia dentro del mundo terapéutico (Hewson 1993, Comment
1995)
• Problemas de alimentación (Kraner & Ingram 1998, Grietes 1997)
• Autolesionamiento (Nosworthy & Lane 1998)
• La experiencia de las mujeres de oír voces (Power to our journeys 1990)
• Piezas personales, el contar historias de sobrevivencia y compartir las habilidades y
conocimientos de las mujeres (Nichols 1999, Kathy 1999)
• Piezas personales por terapeutas haciendo vínculos entre lo personal y lo político
(White &Hales 1997, Anderson 1995)
• Consideraciones de género cuando se trabaja con parejas (Freedman & Combs
2002)
• Consideraciones relacionadas con cultura y género (Tamasese 2001)
• Problemas éticos relacionados con el feminismo (McGrath 1999, Speedy 2001)
• Problemas de sexualidad e identidad sexual (Gibian 1999)
• Trabajo comunitario relacionado e informado acerca del feminismo (Sliep 1996,
Carey 1998, Bracho 2000)
• Narrativas de enfermedad (Weingarten 2001)
• Abuso sexual profesional (Epson 1993)
• Maternidad (Howard 2001, Weingarten 1997)
Mientras el feminismo nos continua invitando a preguntarnos acerca de nuestra práctica como
terapeutas, y después en este texto vamos a considerar las muchas áreas de las que hemos hablado
hasta ahora, hay varios aspectos de la terapia narrativa que creemos que son congruentes con
principios feministas. Estos son los aspectos de la terapia narrativa que nos interesa más a
nosotras como practicantes feministas, y a los que estamos especialmente entregadas. Aquí hemos
tratado de resumir algunos de estos temas de práctica y de cómo nosotros creemos que comparten
territorio con principios feministas que nos son entrañables. Nuestra intención no es implicar que
la terapia narrativa es la única forma de terapia por medio de la cual los principios feministas
pueden involucrarse. En cambio, estamos interesadas en clarificar como nuestro trabajo esta
informado por nuestros valores feministas.
• Externalizando problem as – la persona no es el problema
Una de las contribuciones clave a la terapia narrativa es la determinación de no localizar los
problemas como internos a las personas, pero en cambio, externalizar los problemas y
entender que la manera en la que los problemas están construidos y experimentados está
relacionado con problemas de cultura e historia. (Ver Cary & Russell 2002, Epston &White
1990). Externalizar conversaciones involucra la identificación de problemas (separados de las
personas), localizando el problema en la historia y en una trama/línea del tiempo y trazando
los efectos del problema en la vida de la persona y sus relaciones. Una vez que el problema se
haya externalizado, de esta manera se vuelve posible identificar resultados únicos (tiempo y
formas en donde la persona ha resistido a la influencia del problema) que pueden
gradualmente ser movidos entre historias alternativas. Nosotros creemos que esta orientación
externalista puede involucrarse en maneras que son congruentes con principios feministas.
Para explicar esto, vamos a incluir el siguiente ejemplo de la práctica compartido por Juseey
Verco:
Cuando una persona me consulta para orientación terapéutica, me interesa saber como los
problemas que esta experimentando se relacionan con el contexto completo de su vida.
Muchas personas vienen con un diagnostico o una etiqueta que se la pudo haber dado otro
profesionista, por sus amigos o sus parientes o tal vez por ellos mismos. Algunos de los
diagnósticos o etiquetas por las cuales algunas mujeres se describen a si misas incluyen:
depresión post-parto, ser anoréxica, bulímica, agorafóbica, neurótica, depresiva, tener
“trastorno explosivo intermitente”, la lista parece seguir y seguir.
En lugar de ir con esta descripción internalizada del problema con el que están lidiando, a
mi me interesa obtener una definición externalizada del problema, una que queda bien con la
propia experiencia de la mujer. Esto puede ser que la “frustración” la esta intimidando, que el
“miedo” ha llegado a dominar su vida, que la “ tristeza” la ha visitado con tanta frecuencia
estos días que la ha debilitado. Habiendo establecido que el problema esta en los ojos de la
mujer, me interesa escuchar sobre la historia de este problema, como entra en el contexto más
amplio de su vida. Me interesa escuchar sobre las relaciones significativas de la mujer y como
éstas influencian o son influidas por el problema. Me interesa particularmente saber como el
contexto más amplio de su vida apoya su reclutamiento dentro de la descripción del problema
de si misma.
Por ejemplo, trabajé durante un tiempo con una mujer llamada Anne quien tenía una larga
historia de anorexia nervosa la cual había impactado su vida. La Anorexia había formado
completamente su entendimiento de quien era y como ella vivía su vida. La anorexia la tenía
pensado que era una mala persona quien no tenía permiso de vivir, y que le haría un favor al
mundo si muriera. Anne había entrado y salido varias veces de varios hospitales psiquiátricos
a lo largo de su vida y había empezado a creer que estaba psíquicamente desequilibrada.
Cuando me reuní con Anne, a mi me interesaba saber sobre el rol que había jugado la anorexia
en su vida, especialmente en relación a como ella lo había sostenido. Tuvimos muchas
discusiones sobre el poder y la manera en la cual había sido usado en contra de ella. Anne dijo
que desde que era muy pequeña ella había tenido oportunidades muy limitadas para sentir que
ella tenía una voz en su vida, y que había sido incapaz de dirigir su vida en las direcciones que
ella hubiera querido. Ella había sufrido de abuso sexual cuando era niña y después había sido
física y mentalmente maltratada por su esposo por muchos años. Cuando dejó la relación
abusiva la anorexia entró y continuo la dictadura en contra de su vida. “Era como si tuviera
un ejército viviendo en mi cabeza”. Dijo que había sido demasiado aterrador para ella el
contemplarse haciendo lo que ella quería en la vida, o viviendo su vida de acuerdo con sus
caminos preferidos.
Mientras veíamos a la Anorexia como algo que era separado de si misma, Anne encontró
la manera de ver algunas momentos donde la anorexia pudo agarrarse de ella. Exploramos
juntas las muchas cosas que estaban sucediendo en el contexto de su vida como por ejemplo, el
abuso, la frecuente intervención en el sistema psiquiátrico, que la hicieron vulnerable a que la
anorexia pudiera llegar a ella. También hubo oportunidad para “reconstruir” las relaciones de
poder que existen dentro del contexto de abuso y violencia y para que Anne pudiera ver que
las creencias sobre si misma que no ayudaban pertenecían al contexto en el que se había
construido: estas creencias no eran el total de quien era ella como persona.
Esta externalización y la exploración de la historia y el contexto de la creación del problema
(Anorexia) en la vida de Anne nos permitió nombrar y reconocer relaciones más amplias de
poder y ejemplos de injusticia. También nos permitió explorar como las experiencias de Anne
como mujer habían sido formadas por abusos de poder. Con el tiempo, y con la anorexia
externalizado, Anne fue capaz de reconocer momentos donde ella era capaz de recuperar su
vida separada de su influencia; y la manera en la que ella había mantenido conexiones con sus
amigos y su familia. Conforme estas historias alternativas de su vida se volvieron más
reconocidas, Anne avanzó en la recuperación, incluyendo la recuperación de la risa. Anne dice
que esa es la cosa más importante que ha recuperado en su vida, porque demuestra que “ya no
está en el borde del abismo” y que la anorexia no tiene el mismo control sobre ella misma que
alguna vez tuvo. En este proceso, la historia de la identidad de Anne también cambió – lejos de
las concepciones de estar loca y hacia su reconocimiento de historias de sobrevivencia: “no es
que este loca, sino que he vivido momentos muy locos”.
Otro tema clave de la práctica narrativa involucra un enfoque en una „historia“ y los efectos de
contar ciertas historias, de cierta manera, en ciertos contextos (White 2001). Para nosotros, esto
se relaciona con el compromiso del feminismo a permitirle a las mujeres el contar las historias de
sus vidas y sus experiencias con audiencias que las apoyen para poder darle un nuevos significado,
y también para poder guiar la transformación de la experiencias (Laird 1989, 2001).
La liberación de las mujeres y los grupos feministas que se dedicaban a crear conciencia
durante 1960-1970 enfatizaron, entre otras cosas, el significado de que las mujeres pudieran ser
capaces de reunirse para compartir y analizar sus historias de vida, hacer conexiones entre las
experiencias de las demás y las suyas, ser capaces de crear interpretaciones centradas en mujeres.
La determinación del feminismo para crear espacios en donde las experiencias no
mencionadas o las historias de mujeres marginadas fueran contadas, parece relacionarse con
varias prácticas narrativas. Dentro de la terapia narrativa, se le presta cierta atención a obtener y
fomentar las historias preferidas o alternativas de identidad. Resultados únicos se convierten en
las aperturas para contar y crear historias preferidas, como el siguiente ejemplo demuestra:
Cuando Natalie me habló para hacer una cita me preguntó más o menos en “broma” si yo
era una loquera calificada. Cuando le pregunté a que se refería con calificada, me dijo que ella
pensaba que podría necesitar a alguien que fuera capaz de internarla si fuera necesario. Le
expliqué que no era esa persona pero que si ella seguía interesada en conocerme, podríamos hablar
un poco sobre qué era lo que la tenía pensando que podría necesitar que la internaran. Una vez
que aceptó venir, acordamos una cita para unos días después, cuando conocería a una mujer única
de 18 años cuyos gestos y maneras de usar el lenguaje eran distintivamente fuera de lo
“ordinario”.
Conforme fuimos explorando las preocupaciones que ella tenía sobre ciertas cosas que su
familia y amigos le había dicho sobre el estado de su salud mental, una historia salió a la luz sobre
“hacerlo de diferente manera” que se remontaba a una historia de la infancia de Natalie. Desde
usar su pijama a la escuela cuando tenía 5 años; a los 12 años negarse a hablarle a cualquier
persona que comiera carne durante tres o cuatro meses; raparse; estudiar mecánica automotriz;
hasta su reciente decisión de convertirse en la cuidadora principal de su tía abuela, Natalie nunca
había hecho “lo que se suponía que debía de hacer”. Nunca se vistió como sus papas querían,
nunca había considerado las carreras que ellos habían sugerido. La orientadora de su escuela
pasada le había hablado a sus papas sobre la posibilidad de que Natalie pudiera tener temprana
presentación de síntomas de Trastorno de límite de la personalidad. Sus amigos, por otra parte,
generalmente había aceptado las diferencias de Natalie, pero su última decisión de convertirse en
la curadora principal de su tía abuela , les había hecho cuestionar su estabilidad.
Mientras la historia dominante que Natalie había traído era una de “inestabilidad mental”,
con el tiempo, nuestras conversaciones exploraron otras maneras de entender las acciones de
Natalie. Mas que sus acciones estuvieran determinadas por un “desafío a las normas” como la
orientadora de la escuela había dicho, empecé a escuchar pedazos de una historia alternativa que
había guiado las decisiones que Natalie había hecho en su vida. Esta era una historia que
privilegiaba nociones de justicia. Explorando cada acción que había hecho que las personas se
preocuparan por la salud mental de Natalie, ella determinó que sus decisiones eran por un
compromiso con lo que ella entendía como “justo”. Ella creía que era injusto que las personas
comieran animales, injusto que las mujeres tuvieran que vestirse diferente que los hombres,
injusto que su tía que era aun muy activa, tuviera que irse a un asilo cuando lo único que
necesitaba era un poco de compañía.
Al empezar a obtener esta historia alternativa de “compromiso con la justicia”,
entonces fuimos capaces de preguntarles a los demás si habían notado este compromiso y qué
había significado para ellos. Esto llevó a conversaciones con los miembros de la familia de Natalie
donde escuchamos que Natalie con frecuencia defendía a sus hermanas más pequeñas y sus
amigos en la escuela. También escuchamos como los compromisos de Natalie habían influido en
otras personas a valorar de una manera diferente las relaciones en sus vidas. Mientras
rastreábamos la historia de esta versión alternativa, este compromiso a la justicia, empezamos a
hablar sobre las historias de las personas en la familia de Natalie que habían tenido un papel
importante. Hablamos también de cómo la tía de Natalie (la que ella ahora cuida) siempre había
sido alguien que vivió su propia vida. Nunca se había casado y había vivido una vida muy ‘poco
convencional para una mujer de sus tiempos. Personalmente, Natalie me confesó que ella creía
que su tía podría ser lesbiana y que Natalie siempre había esperado que en algún momento
pudieran hablar de ello juntas. Natalie dijo que el cuidarla era una manera de honrar sus
contribuciones a la vida de Natalie y como ella esperaba que algún día una mujer joven se sintiera
de la misma manera con respecto a ella.
En este ejemplo, las prácticas narrativas fueron usadas para escribir en conjunto una
historia alternativa para el argumento dominante de “inestabilidad mental”. La historia preferida,
alternativa “un compromiso con la justicia” creó muchas más opciones para entender como la vida
de Natalie estaba vinculada con las vidas y los valores de otras personas. Creemos que esta manera
de responder al problema de Natalie fue congruente con principios feministas de valorar las
historias de las mujeres y las interpretaciones de esas historias.
Por medio de estas conversaciones con “el culpar a la madre“ rápidamente se vuelve aparente a las
mujeres en el grupo que ellas no han sido las únicas que han sido influidas por este discurso. Son
capaces de ver “el culpar a la madre” por lo que es –una conexión de ideas y creencias que no
ayudan que llevan a que las mujeres crean que tienen la culpa de lo que sea que este pasando con
sus hijos y por la violencia a la que los niños han estado sujetos. Entrevistando al discurso de esta
manera puede ser muy efectivo para romper el silencio y los secretos que están alrededor de “la
culpa de la madre” (ver Freer 1997).
Un elemento clave de la práctica narrativa es que involucra el preguntar cosas que obtienen
valores y beneficios por medio de los que la gente busca vivir su vida. Este proceso tiene como
objetivo generar descripciones más profundas de estos valores que aprecian. El siguiente ejemplo
describe como las prácticas narrativas pueden ser valoradas en ciertas circunstancias:
Recuerdo una pareja heterosexual joven, Jackie y Franco quienes querían “trabajar” en su
relación. En nuestra primera reunión, Franco expresó que el pensaba que sería mejor terminar la
relación porque ciertas diferencias que estaban experimentando eran “irreconciliables”. Cuando le
pregunté a Jackie qué pensaba, me dijo que ella quería que la relación funcionara pero que sentía
como si ella y Franco estuvieran en ondas completamente diferentes. Lo que Jackie esperaba en la
terapia era que yo los pudiera ayudar a resolver sus “problemas de comunicación”. Jackie había
ido recientemente a un curso de asertividad y estaba aprendiendo a hacer “I Statements”1 pero que
no estaban teniendo ningún efecto en Franco, quien parecía incapaz de “escucharla”. Franco
respondió que sí la escuchaba pero que creía que ya tenían buenas habilidades de comunicación y
que ese no era el problema. De acuerdo con Franco el problema era una “falta de intimidad”.
Parecía importante “desempacar” ciertas de estas frases claves y lo que significaban para Jackie y
para Franco y como estos significados era importantes para ellos. Conforme empezamos a
“desempacar” el significado de ambos “buena comunicación” y “falta de intimidad” escuché como
para Franco, la intimidad es intimidad física., mientras que para Jackie significa “intimidad
emocional”. Para Franco “buena comunicación” era sobre ser directo en lo que tu decías y llegar al
punto, mientras que para Jackie significaba hacer que la otra persona entendiera lo que tu estabas
experimentado y sintiendo. Franco mencionó que si le preguntabas a la mayoría de las personas o
que si buscabas la definición en el diccionario, los significados que él les daba eran los que con más
probabilidad iban a estar correctos.
1
Oración de yo: “Yo me siento… cuando tu… porque…”
Esto parecía ser un comentario importante que explorar más profundamente. Mientras lo
hacíamos, nos preguntamos juntos cuales eran los efectos de que los entendimientos de una
persona de vida “le ganaran” a los de otra persona y si en efecto era esto lo que estaban buscando
o era otra cosa lo que querían encontrar. Mientras tuvimos esta conversación, Jackie dijo que ella
valoraría que no se tomaran las definiciones de Franco por hecho y que tal vez ella podría tomarse
el tiempo para considerar mas completamente lo que las relaciones significan para ella.
Después, Jackie empezó a describir una relación como un “espacio para respirar, donde
ambos puedan crecer” y como esto requiere “un tipo de confianza especial”. Este fue el tipo de
relación que era importante para Jackie, estas eran las maneras de relacionarse con lo que ella
valoraba y con lo que se había comprometido para buscar en su vida. Cuando le preguntamos
porque era este el caso, Jackie fue capaz de hablar sobre una amistad que había tenido hace
muchos años, que había tenido ese “tipo de confianza especial” y por eso valoraba tanto. Al final
de nuestra conversación, Jackie estaba feliz, no solo porque había tenido la oportunidad de que se
tomara en cuenta su punto de vista, sino por haber sabido más cosas sobre las relaciones que para
ella eran importantes. Dijo que se sentía más segura sobre lo que valoraba. Mientras escuchaba a
Jackie, Franco dijo que él nunca había escuchado esas historias antes y que lo habían hecho pensar
sobre las amistades y las relaciones que habían sido más significativas para él y porqué- Dijo que le
gustaría hablar más sobre esto la siguiente reunión.
Conforme las feministas se involucraban con la práctica narrativa, hemos estado particularmente
interesadas en esas maneras de trabajar que vinculan las vidas de las mujeres alrededor de temas
compartidos. Estos pueden incluir el uso de grupos de testigos externos en los que las mujeres
actúan como testigos de las vidas de otras mujeres (Carey & Russell 2003; White 2000); prácticas
de remembranza (Russell & Carey 2002, White 1997); el uso de campañas de escritura de cartas;
el desarrollo de organizaciones (Grietes 1997); el uso de grupos; y la facilitación de reuniones. Una
parte importante de la práctica narrativa es el compromiso de las audiencias para presenciar y
autentificar historias preferidas, hay muchas opciones posibles dentro de la práctica narrativa para
vincular a las mujeres alrededor de ciertos temas, historias y valores preferidos.
Cuando Linda llegó por primera vez a la orientación, me contó que no le tenía mucha fe a la
terapia porque lo había tratado muchas veces antes y que se seguía sintiendo como una “mala
persona”. Linda había venido a terapia esta ve para “encontrar si la razón por la que reacciono de
una manera extrema emocionalmente es física o mental”. Explicó que era muy dura consigo
misma y que se sentía como que podía rendirse en cualquier momento. En la primera vez que nos
vimos escuché como Linda había terminado la relación con su pareja recientemente y que sus tres
hijos jóvenes se habían mudad con ella. La mudanza había sido planeada por Linda porque
apoyaba su deseo de tener una vida sin alcoholismo, violencia ni abuso, algo que había vivido por
3 años durante su relación con Paul. Linda me explicó que había sido muy difícil dejar su relación
porque Paul había tratado de “cambiar para satisfacer sus necesidades” y que habían ido a terapia.
Dijo que se sentía mal por haberse ido sabiendo que Paul estaba ahora tratando de cambiar, pero
que su vida juntos había sido “una pesadilla”. Recientemente había habido una serie de ocasiones
donde Paul se había vuelo físicamente violento en contra de Linda y que había una historia de
abuso verbal, gritos. Linda relató que Paul no pensaba que esas acciones en contra de ella
estuvieran mal y ella dijo “El justifica todo lo que hace. Me convence de que es mi culpa”-
Alas conversaciones terapéuticas con Linda tomaron muchas direcciones. Una de ellas fue
preguntar una serie de preguntas sobre la decisión de Linda de dejar su relación, lo que esta
decisión representó para ella, qué pequeños pasos la guiaron a eso, y que valores y compromisos
representaba esta decisión que fuera importante para Linda. Linda dijo que esta decisión
representó busca “una vida de respeto” para ella misma y sus hijos. Este comentario pareció ser
muy diferente a la previa descripción de si misma como una “mala persona”, entones me interese
en oír sobre la historia que le había permitido a Linda creer que era una persona que merecía
respeto. Le pregunte sobre la historia del respeto en su vida, si había habido alguien que introdujo
el respeto en su vida, si había habido alguien que le introdujera la idea de que las personas son
dignas de respecto, si había habido alguien que le demostrara respeto, ¿quien la respetaba?. Linda
tuvo que pensar en la respuesta por un rato, pro finalmente dijo “Tuve una amiga hace algún
tiempo. Imelda. Nos hemos distanciado. Fuimos a la escuela juntas. Nos ayudábamos cuando las
cosas se ponían difíciles en la casa de la otra. No la he visto en años. Cuando me relacioné con
Paul mis otras amistades se perdieron”.
Entonces tuvimos una conversación de remembranza, donde le pregunté a Linda una serie
de preguntas sobre lo que ella pensaba que Imelda diría sobre las decisiones que había tomado para
buscar una “vida de respeto”. Linda dijo que ella pensaba que si Imelda estuviera presente, ella la
abrazaría. “Ella sabe que los niños merecen respeto”. También le pregunté a Linda si ella le había
mostrado respeto a Imelda cuando fueron amigas. Linda dijo que si y que había habido respeto
entre ellas. Cuando le pregunte lo que esto pudiera significar a Imelda, Linda estuvo conmovida al
considerar que su amistad pudo haber sido significativa para alguien mas.
Cuando le pregunte que había significado esta conversación para ella, Linda dijo que la hizo ver
mas claramente porque estaba dejando una relación de violencia y que la había incitado a hacer
otras conexiones basadas en respeto mutuo. Entonces discutimos sobre si seria posible restablecer
el contacto con Imelda otra vez, preguntarle si le gustaría acompañarnos en una sesión. Aunque
esto significaba un pequeño reto, eventualmente Linda volvió a hacer contacto con Imelda e
Imelda tomó el papel de un testigo externo en dos sesiones siguientes. También empezaron a
compartir formas de cuidar a los niños y también volvieron a construir su amistad.
Identidades multi-historiadas
Las ideas narrativas están informadas por entendimientos post estructuralistas de identidad y
particularmente la idea de que nuestras identidades son multi-historiadas (Thomas 2002) Esto
abre las posibilidades para las terapias inspiradas en feminismo tanto con mujeres como con
hombres. En el siguiente ejemplo, Ginny Slattery describe como las ideas post estructuralistas
influyen en su trabajo con hombres jóvenes que han agredido sexualmente.
Las ideas post estructuralistas han contribuido a expandir las posibilidades de cómo yo
trabajo con hombres jóvenes (edades entre 12-18) quienes han agredido sexualmente. Las ideas
post-estructuralistas desafían la suposición de que estructuras o estados internos determinan las
acciones y las conductas de las personas. Un ejemplo de cómo el pensamiento estructuralista ha
tradicionalmente influido el trabajo con jóvenes que han agredido sexualmente es en la manera en
la que el comportamiento de agresión sexual es principalmente explicado como el resultado de
“patrones de excitación desviados” localizados dentro de las personas, despertando de una
disfunción en la corteza de su ser.
El post estructuralismo desafía este punto de vista encapsulado del ser, de muchas maneras
y propone que la identidad es contextual y relacional y que no esta determinada. El
comportamiento entonces no es nada mas determinado por estados internos. Durante mus
conversaciones con los jóvenes, con frecuencia es claro que algunos de sus comportamiento
sexualmente agresivos vienen de actitudes y formas de pensar que están localizados (y aceptados)
dentro de una cultura social mas amplia. Varias actitudes y formas de pensar patriarcales han
constituido el grupo dominante de valores, moldeando la masculinidad de estos jóvenes.
Un ejemplo de estos valores o ideas es la objetivación de las mujeres de maneras sexuales,
y el sentido extraordinario de los hombres de tener derechos por encima de las mujeres cuando se
trata de explorar sus intereses sexuales o manejando temas de sentimientos de impotencia.
Obviamente, estas ideas y valores tienen implicaciones en el comportamiento.
Si me mantengo fiel a la idea de que la noción de identidad esta construida mas que
determinada, entonces podemos dar un paso hacia el proceso de cuestionamiento terapéutico que
les permite a los jóvenes explorar su relación particular con la masculinidad. Inevitablemente, yo
he descubierto muchos ejemplos de casos cuando los jóvenes han actuado de maneras muy
diferentes a algunos de estos valores y estereotipos negativos, y estos resultados únicos pueden
abrir la posibilidades a una generación de masculinidades alternativas. Yo puedo entonces usar el
proceso terapeutico para explorar los compromisos, esperanzas y sueños asociados con estas
masculinidades alternativas y buscar que los jóvenes con los que trabajo se relacionen con
significativos procesos de cambio.
La idea post estructuralista de que la identidad es algo que no esta determinado pero es
dinámica y constantemente construida es muy funcional para mi. Tanto que no creo que podría
hacer este trabajo con los jóvenes si no creyera en esto. Mantengo esta idea cerca de mi todo el
tiempo, particularmente cuando las personas alrededor de mi o incluso los jóvenes mismos pueden
quedar atrapados en nociones esencialistas. Entendimientos post estructuralistas de identidad
masculina me ayudan particularmente porque amplían mis opciones para la acción feminista.
Entender nuestras identidades como multi-historiadas también nos ayuda en nuestro trabajo con
mujeres. La vida de las mujeres (y claro, todas nuestras vidas) son complejas. Al trabajar con
mujeres que han actuado de maneras de las cuales se arrepienten, que han tratado a sus hijos de
maneras que no se relacionan con sus valores preferidos, esta noción de vidas multi-historiadas es
muy útil.
Mas que pensar que nosotros como terapeutas somos neutrales en nuestro trabajo con los clientes,
lo cual tiene cierto peligro en cuanto a ser influidos por suposiciones “escondidas” o creencias
“dadas por hecho”, como practicantes narrativos buscamos el reconocer ambos: la naturaleza
política del trabajo terapéutica y la posición poderosa del terapeuta en relación a los que buscan
ayuda. Toda terapia involucra el hablar sobre problemas que han sido creados y existen dentro de
relaciones de poder y también el hablar sobre las políticas de la cultura local. Por lo tanto toda
terapia es “política”. Reconocer esto, trae varias consideraciones de nuestro rol como practicantes
narrativos.
Primero, consistentemente estamos interesados en preguntar cosas de nosotros mismos
sobre las suposiciones y creencias que informan nuestras prácticas y buscamos rutinariamente
mantenerlas cerca para críticas o análisis. Todas Las personas están consistentemente
influenciadas por los efectos de relaciones de género dominantes (también relaciones de raza,
clase, sexualidad, cultura habilidad, etc). Como terapeutas, creemos que tenemos la
responsabilidad de volvernos mas conscientes de como nuestras experiencias de la manera en la
que nos relacionamos con el género (y otras relaciones de poder) moldean nuestras propias vidas y
como así, estas experiencias influyen nuestras prácticas como terapeutas (moldeando lo que
vemos, lo que buscamos, a lo que le prestamos atención en la terapia.) Siendo transparentes en
nuestro trabajo sobre nuestros valores y creencias es un intento mas a fondo de hacer menos
posibles que nos pongamos en una posición de expertos en cuanto a la vida de otras personas.
Es importante decir, que la práctica narrativa también se relaciona en varias prácticas de
responsabilidad. Algunas de estas incluyen buscar constante retroalimentación de clientes a los
efectos de conversaciones terapeutas en sus vidas; escribir notas de los clientes solo cuando están
presentes; y asegurarse de que las notas de conversaciones terapeutas permanezcan en la
propiedad de la persona cuya vida esta bajo discusión. (Mann 2000). El desarrollar prácticas y
relaciones de responsabilidad cuando se trabaja entre culturas, entre relaciones de clases o en
cualquier circunstancia sonde la vida del terapeuta es considerablemente diferente a la vida de
quienes vienen a consulta, puede ser importante (Tamasese & Waldegrave 1996; White 1995).
Estas prácticas de responsabilidad vienen de un reconocimiento de la naturaleza política del
trabajo terapéutico y como la neutralidad no es posible en cualquier interacción,.
Dentro de la práctica narrativa el rol del terapeuta involucra deliberadamente no adoptar
una posición de experto en relación a problemas de las vidas de otras personas. Tomando una
posición “no-centrada” pero influyente como terapeuta y poniendo los conocimientos y
habilidades de la otras personas en el centro de la conversación, es un compromiso que reconoce el
poderoso rol de ser terapeuta. (Morgan 2002; White 1997). El rol del terapeuta dentro de la
práctica narrativa se mueve lejos de temas de diagnóstico, prescripción e intervención, y
contribuir hacia a la gruesa descripción de las habilidades y los conocimientos de aquellos que
consultan a los terapeutas.
Hay un compromiso más profundo dentro de la relación terapéutica de encontrar maneras,
por medio de prácticas de “taking-it-back”, el reconocer los efectos de las conversaciones que
compartimos con otros en nuestras propias vidas e identidades (White 1997).
A pesar de que estas prácticas no garantizan una interacción terapéutica no-abusiva,
creemos que ayudan a reducir los riesgos asociados con el poder inherente y desequilibrado de las
relaciones terapéuticas y por eso, parecen congruentes con principios feministas.
Como terapeutas, el feminismo nos ofrece un cambio continuo en nuestro trabajo y en nuestras
vidas. En cualquier momento nos podemos encontrar lidiando con un rango de dilemas. Estos no
son dilemas que estamos buscando resolver, de hecho, muchos no pueden ser resueltos. Pero
continuamente nos están alentando a cuestionarnos nuestra práctica y como nuestras
suposiciones y maneras de trabajar influyen en relaciones de género.
En esta sección del articulo hemos tratado de incluir varios desafíos amplios que creemos
que están actualmente en el campo de terapia, todos están relacionados de alguna manera a
problemas de género y feminismo.
A lo largo de los años algunos pensadores feministas han desafiado explícitamente a los
terapeutas, argumentando que la terapia es una actividad anti-feminista. Tal vez el más conocido
de estos desafíos aparece en el libro “Chaning our Minds” por Celia Kitzinger y Rachel Perkins
(1993). Kitzinger y Perkins, quienes escriben específicamente desde la perspectiva de una
feminista lesbiana sobre la aplicación de la teoría a vidas lesbianas, argumentan que la terapia es
inherentemente un proceso de psicologizar e individualizar la experiencia de la mujer cuando
estos son problemas claros de injusticia política. Ellas creen que las prácticas terapéuticas, replican
la opresión de las mujeres por medio de la construcción de su angustia como individuos
“inadaptados” mas que como un resultado de tratar constantemente de ajustarse a las expectativas
patriarcales de la sociedad.
El libro de Kitzinger y Perkins es uno libro que recomendamos a todas las terapeutas
feministas porque nos desafía a desarrollar maneras de trabajar con historias de las vidas de las
mujeres que no individualicen lo que son relaciones sociales mas amplias, que no psicologiza la
experiencias y que no reduce la política como curación.
II. ¿Cómo podemos reconocer relaciones de poder más amplias en terapia sin imponer
nuestras creencias como terapeutas?
Si estamos determinadas a reconocer la política en la experiencia en la terapia, ¿cómo
podemos evitar imponer nuestros creencias políticas en aquellos que nos consultan? Si es nuestra
responsabilidad el traer la política de la experiencia a la terapia y no dejar a los personas
indefensas ante los discursos del sexismo, el racismo, el dominio heterosexual, entonces ¿como lo
hacemos sin entrar en nuestra burbuja de nuestros propios pensamientos?
III. ¿Es la terapia una respuesta apropiada a los problemas que las mujeres traen al
consultorio? ¿Podrían las maneras de acción social colectiva ser mas apropiadas? Si sí, ¿porque no
estamos más comprometidas con esta acción?
En años recientes el feminismo ha sido desafiado por la experiencia, las ideas y la acción
de aquellas personas que se consideran “activistas de género” como Leslie Feinberg explica:
Feministas occidentales contemporáneos han tenido una fuerte crítica por parte de
mujeres de color y mujeres de contextos no angloparlantes por su inadecuado reconocimiento de
diferencias entre las mujeres y su incapacidad para discernir y reconocer sus propias suposiciones
culturales. (Moraga & Anzaldúa 1983, Lorde 1984; Hooks 1989). Además, muchas feministas
negras han fuertemente ilustrado que la subyugación que experimentan por medio de raza y clase
es igual de poderosa (si no es que mayor) que los efectos del sexismo en sus vidas, y por lo tanto se
identifican más fuertemente con otras personas de su misma comunidad cultural (hombres y
mujeres) que con mujeres feministas blancas. Estos desafíos tienen implicaciones significativas
para el desarrollo de la consulta y el trabajo comunitario:
• ¿Los servicios en los que trabajamos son realmente accesibles para mujeres de diferentes
culturas?
• ¿De qué maneras las suposiciones culturales influyen nuestros lugares de trabajo y de qué
manera deberíamos de llevar a cabo la terapia?
• ¿Es nuestra responsabilidad en esta área el tratar de crear servicios que sean accesibles
para las personas de muchas culturas, o el apoyar a las mujeres de otras culturas para
establecer sus propios servicios o sus propias instituciones (o ambas)?
• Si somos mujeres de grupos culturales dominantes, ¿cuáles son nuestras responsabilidades
especiales en relación a abordar el racismo en una cultura/sociedad mas amplia?
• Si somos mujeres de culturas marginalizadas, ¿el concepto de feminismo es relevante para
nosotras? Si sí, ¿cómo y por qué?
Para investigar más a fondo estas cuestiones, hemos incluido aquí perspectivas de Vanesa
Jackson, una feminista/terapeuta/trabajadora comunitaria afro-americana y de Shona Rsusell una
terapeuta feminista australiana blanca.
Siento que una de las fallas del feminismo en América ha sido su fracaso en integrar la
raza y la cultura en el movimiento. Siendo una mujer afro-americana, ha sido difícil algunas veces
el mantenerse activo en el movimiento feminista por la falla del movimiento en abordar la
supremacía blanca dentro del movimiento y en la sociedad entera. Yo tuve la oportunidad este año
de ir a una conferencia titulada “El color de la violencia” que exploraba la violencia en contra de
mujeres de color. Esta fue una oportunidad rara para que se validaran mis valores feministas y mi
realidad como mujer de color en America. Lo que fue especialmente sorprendente sobre el evento
fue la colaboración y la validación entre comunidades de color. Lo que llamó mi atención fue la
incorporación de historias individuales y comunitarias a lo largo de la conferencia.
Como una mujer terapeuta/ trabajadora social afro-americana creo que las personas de
color necesitan explorar maneras de trabajar terapéuticamente para desarrollar nuestras
tradiciones culturales. Una de las razones por las cuales estoy interesada en prácticas narrativas es
que ofrecen mucho espacio para tejer valores culturales únicos y tradiciones en el trabajo. Me ha
impresionado el trabajo de mujeres indígenas australianas, Jane Lester y Barb Wingard (2001),
porque han mezclado tradiciones curativas indígenas con prácticas narrativas para crear modelos
de curación en sus comunidades. Su trabajo me inspiró a investigar las tradiciones curativas de
africanos en América y a considerar como puedo continuar con estas tradiciones curativas
antiguas en mi trabajo clínico y comunitario.
También he investigado, con varios colegas afro americanos, el concepto de terapia
del testimonio, que mezcla principios narrativos con rituales de testimonios establecidos desde
hacia tiempo en la iglesia negra. (Jackson, 2002; McAdams-Mahmoud 2002).
7. ¿Cuáles son algunos de los dilemas del “día a día” relacionados con el
género con los cuales lidiam os en nuestro trabajo com o terapeutas?
Aparte de los demás desafíos que ocurren en el campo, en nuestras vidas diarias como terapeutas
estamos constantemente enfrentando pequeños pero aún significativos dilemas de género – ya sea
en nuestra práctica terapéutica actual o en decisiones que hacemos en nuestro trabajo. Aquí
hemos incluido un ejemplo de estos dilemas y retos diarios, identificados por algunos de los
terapeutas y trabajadores sociales que consultamos, quienes están buscando el impartir terapia
inspirada en el feminismo.
♦ Género en el consultorio
He sido terapeuta por muchos años y aún puede ser un reto cuando se trabaja con parejas
heterosexuales y se debe de asegurar que la mujer tiene la misma oportunidad para hablar,
para expresar sus opiniones, para verbalizar sus entendimientos de vida. He estado usando
una estructura de ceremonia de definición, entrevistar a uno mientras el otro escucha y eso
ayuda considerablemente, pero el dilema nunca se va. Cuando las mujeres y los niños están
hablando estoy aún extremadamente pendiente de mantener al hombre comprometido en la
conversación. Claro, estas son generalizaciones, pero aun así son relevantes para mi. También
esta el hecho de que muchas mas mujeres vienen a consulta que hombres y muchas mas
mujeres vienen a consulta de parte de sus hijos. A veces esta bien, y a veces es mejor que la
figura masculina no este presente. Pero a veces es muy importante que invitemos al hombre a
tomar su parte de responsabilidad para las relaciones familiares, ya sea que esto signifique ir a
la contusa o hacer algún otro tipo de acción. ¡No creo que este tipo de dilema se vaya pronto!
Es bueno hablar con otros sobre ello y compartir ideas sobre cómo responder a estos asuntos
de género en el consultorio.
♦ Asuntos de autoridad
Creo que es difícil aún para muchas personas el oír y responder a las mujeres con un puesto de
autoridad en el trabajo. Nos han educado para darle a la voz de los hombres más autoridad.
Esto pasa en nuestras interacciones día a día, en juntas semanales, en ¡eventos
internacionales! Como muchas mujeres, me esfuerzo para encontrar maneras de usar mi
autoridad de una manera diferente de cómo yo he visto que muchos hombres usan la suya. A
veces realmente me molesta cuando parece que la única manera de ser escuchado es imponer
maneras de autoridad jerarquizadas- las maneras que justamente trato de evitar. Como usar
nuestro poder y nuestra influencia en el trabajo más colaborativa y respetuosamente es, yo
creo, parte del desafío feminista.
♦ Transparencia en la política
Trabajo en un refugio para mujeres que escapan de situaciones con violencia doméstica. En
nuestros anuncios para trabajadores hemos indicado siempre que buscamos mujeres que
tengan compromiso con principios feministas. Recientemente se nos ha sugerido que dejemos
de escribir eso en nuestros anuncios de trabajo para que más personas envíen solicitudes. Esto
me parece algo polémico y difícil y es un dilema con el cual debemos de lidiar.
Trabajo en un centro de salud para mujeres con inclinación feminista. Somos muy claros con
cada uno sobre lo que es un servicio feminista. Pero no nos anunciamos así, no tenemos la
palabra feminista escrito en nuestro volantes o en los anuncios que los clientes leen en la sala
de espera. Este es un dilema para mi. Por una parte estamos preocupados en no alentar a
mujeres que no tienen principios feministas para que vengan al centro, pero por atraparte ¿no
deberíamos de simplemente ser transparentes sobre la posición ética sobre la cual trabajamos?
♦ Tristeza
Trabajo con mujeres que han experimentado abuso y violencia. Este trabajo significa mucho
para mi y realmente valoro las conversaciones que comparto con las mujeres. No hablamos
solamente de violencia, también puedo escuchar los pasos que están tomando para recuperar
sus vidas, también soy testigo del desarrollo de historias alternativas de sus vidas y esto puede
ser inspirador. También hay momentos en donde siento una tristeza considerable – de que las
personas pueden ser tan crueles, que este tipo de violencia sigue existiendo y es tan común. He
necesitado hablar sobre este tipo de tristeza y de encontrar cosas qué hacer con ella. Conforme
pasa el tiempo he empezado a respetar e incluso a valorar esta tristeza. Sé que necesito estar
consciente de cómo este trabajo me afecta, de cómo me da tanto alegría como tristeza.
♦ Dominancia heterosexual
En mi trabajo con gente joven, los efectos de dominancia heterosexual aún parecen ser tan
fuertes y, unidos con los efectos de prescripciones de género, a veces me abruma lo rígidos que
son las creencias sobre como una mujer joven o un hombre joven deben de verse, qué deben
de usar, como deben de ser. Es un desafío constante para mi el encontrar resultados únicos, los
momentos cuando las personas pueden formar sus propias ideas sobre quién quieren ser, cómo
quieren vivir sus vidas.
♦ Experiencias homosexuales
Trabajo en un servicio de consulta de pareja y recientemente me he dado cuenta de cómo es
un lugar “abrumadoramente” heterosexual. Todos los terapeutas son heterosexuales y también
las personas que consultan con nosotros. Hemos empezado a tratar de pensar sobre cual es
nuestra responsabilidad con personas homosexuales. ¿Cómo deberíamos de tratar de hacer
nuestro servicio accesible a personas viviendo relaciones de un rango más amplio?
♦ Cuestionando lo “normal”
Continúan habiendo normas muy fuertes sobre lo que constituye una relación “normal”, qué
es el “sexo” y lo que forma una identidad sexual. También, la mayoría de mis clientes hablan
sobre la manera en la que este “modelo” no sirve para satisfacerlos o tampoco para ser un
ejemplo en sus propias experiencias de vida. Mientras yo encuentro más maneras de trabajar
con personas para darle más espacios sus propias maneras de vivir, no he encontrados muchos
foros para hablar sobre cómo podemos cuestionar estas normas en la cultura más
ampliamente.
Nos encantaría si nos escribieran sobre alguna de sus reflexiones de cualquiera de estos temas.
Por favor escribanos al Dulwich Centre y sus ideas vana a ayudar a contribuir a continuas
discusiones y publicaciones. ¡Gracias!
M ás notas
Reconociendo diferentes feminismos
¿Qué es el feminismo?
Parece que cada quien tiene su propio entendimiento o “definición” de lo que es el feminismo y
ciertamente no son el mismo. Mientras trabajamos en este articulo, encontramos que hay muchas
respuestas diferentes posibles a esta pregunta que nos cuestionamos si ésta “confusión de
entendimientos” podría hacer que fuera difícil el conversar sobre diferentes experiencias. Aquí
nos gustaría escribir algunos, de muchos y a veces contradictorios, entendimientos y creencias que
existen sobre qué es el feminismo. Vamos a hablar sobre algunos que hablan de cómo el feminismo
se ha definido y re-definido, hablando particularmente de cómo los diferentes entendimientos
podrían afectar nuestra práctica como terapeutas.
Vamos a ver nada más algunos temas muy generales y asuntos claves, y esperamos que las
referencias que hemos dado les ayuden a los lectores a explorar mas. Los feministas que estamos
explorando son da partir de los 60s (los llamados “la segunda ola de la acción feminista”.)
Mientras no nos enfocamos en las historias mas amplias de las acciones de las mujeres, claramente
la segunda ola del feminismo se construyó sobre el trabajo y las contribuciones de las mujeres que
estuvieron primero.
Los primeros 3 tipos de feminismo que vamos a explorar ocurrieron durante los 60s y 70s.
Nos parece que cuando se le pregunta a alguien “¿Qué es el feminismo?” es posible que las
respuesta consista en una mezcla de ideas de “feminismo liberal”, “feminismo socialista” y
“feminismo radical”.
Feminismo liberal : está basado en el deseo por la igualdad de derechos con los hombres,
particularmente en ámbitos públicos. Muchas personas, cuando se les pregunta qué es el
feminismo, dan una muy larga respuesta sobre algo parecido a una ideología política dirigida hacia
asegurarse de la equidad para mujeres. Es sobre cuestionar el poder de las relaciones entre
hombres y mujeres que resultan en una sistemática desventaja para las mujeres. El pensamiento
del feminismo liberal se basa en nociones de derechos individuales, libertad y autonomía y de
suposiciones de la básica igualdad de los hombres y las mujeres, En el deseo por conseguir un
lugar justo para las mujeres en el ámbito público, el feminismo liberal dice que si las mujeres y los
hombres son ambos seres humanos entonces las mujeres tienen tanto derecho para hacer las cosas
como los hombres. Además, la igualdad se convierte en un asunto de acceso (hablando de las
“barreras laborales”) y el proceso de adquirir estos cambios son generalmente procesos de
reformas.
El Feminismo Radical por otra parte, rechaza la idea de que las mujeres y los hombres son
iguales, rechaza la idea de la integración en el mundo de los hombres, y en cambio opta por
celebrar las diferencias de las mujeres. El feminismo radical es visto como un movimiento de las
mujeres tomando acciones para crear nuevas posibilidades y lugares para las mujeres en la
sociedad, para celebrar las maneras de ser de las mujeres y lo que las mujeres tienen para
contribuir. Dentro del feminismo radical hay un valor particular para las diferencias de las
mujeres que no es posible en el feminismo liberal y el enfoque de un sentido de “hermandad”. El
énfasis esta en las maneras en las que las mujeres son oprimidas como mujeres, y esto tiene
prioridad sobre su opresión como miembros de cualquier otro grupo. Aunque esto ha ciertamente
sido cuestionado por feministas radicales mas recientes y feministas de color, la creencia era
común entre feministas radicales blancas en los sesentas y setentas, que todas las mujeres, sin
importar su raza, su cultura, su etnia, su edad o clase, tienen mas en común con cualquiera de
ellas que con cualquier hombre. Todos los hombres eran vistos como seres que tenían mas poder
que cualquier mujer. Con este principio básico, hubo presión hacia la separación de los hombres, y
honorar las relaciones lesbianas. El valor de las experiencias de las mujeres y el rechazo del ámbito
público siendo creado para y por hombres, guió un enfoque en el ámbito privado, particularmente
en las áreas de el parto, la sexualidad y el cuerpo de las mujeres, con una determinación para las
mujeres de recuperar el control sobre sus propios cuerpos.
El pensamiento del feminismo post estructuralista como el de Judith Butler (1989) también ha
sido influyente en el desarrollo de la Teoría Queer (teoría “Neutral/sin género”) y el feminismo
queer. La Teoría Queer se interesa en desestabilizar todas las categorías establecidas de identidad,
incluyendo nociones de femenino/masculino u homosexual/heterosexual. El ser (la identidad) es
vista como una construcción social por medio de exigencias de poder y, porque las operaciones de
poder son múltiples, entonces la construcción del ser es visto como algo que es fluido. Tal vez los
activistas queer más conocidos son aquellas personas transgénero, intersexuales quienes están
desafiando mociones pre-concebidas de masculino y femenino y escritores bisexuales quienes
están cuestionando la dicotomía de la identidad hetero/homo sexual. (Ver Nestle, Howell y
Wilchins 2002; Gibian 1999)
Aquí hemos incluido descripciones breves sobre estos diferentes tipos o temas de feminismo. Hay
muchos más, los cuales no están mencionados aquí, incluyendo feminismos que tienen una larga
historia, anterior a la segunda ola de acción en los sesentas y setentas. Nosotros recomendamos
fuertemente que los lectores investiguen en los siguientes libros listados y también los listados en
las referencias para respuestas más detalladas a la pregunta “¿qué es el feminismo?”.
2. Estelle Freedman 2002 No Turning Back: The history of feminism and the future of women.