Feminismo a nuestros días

“La virtud sólo puede favorecer entre iguales” Mary Wollstonecraft

Es interesante la manera en que se desarrolla la sociedad actual. Nuestros abuelos e incluso nuestros
padres nos platican de “los tiempos de antes” comparando lo que sucede a cómo era hace tiempo. Sin
embargo, no hay comparación posible. Hoy en día han surgido movimientos sociales que modifican los
valores, creencias e incluso, la moral.

Uno de los movimientos que ha marcado a la sociedad de sobremanera es el feminismo. ¿Pero qué
es? Según define la RAE, “ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos
que los hombres”. Al contrario, el machismo es “actitud de prepotencia de los varones respecto de las
mujeres”. Es decir, el feminismo es lo antagónico al machismo. En el machismo, el hombre quiere
imponerse sobre la mujer y en contraparte, se busca la igualdad de oportunidades y derechos sin
imponer su género como el mejor o superior.

Pero aguardemos un minuto, ¿el feminismo de la actualidad es cómo lo define la RAE? Lo que
conocemos actualmente como feminismo es el radical, pero con tintes separatista que es sin duda una
de las ramas de este movimiento. Una idea que se convirtió en anarquía, una guerra de sexos sin
indicios de tregua y una febril lucha de quién tiene la razón. Empero, retomemos cuándo surgió el
feminismo.

Esta ideología nació en el Siglo de las Luces y se le llama feminismo ilustrado. Como ya sabemos es
el siglo donde la razón (la ciencia, la verdad demostrada con hechos) predomina sobre la fe de la
Iglesia. Grandes pensadores creían en la igualdad de los hombres, pero no incluían a las mujeres; entre
ellos Rousseau en su Declaración de los Derechos del Hombres. Incluso dijo “todo lo que tiende a
generalizar las ideas no es propio de las mujeres” en su texto Emilio o de la Educación. La ideología
nace con la necesidad de incluir a las mujeres en los principios universalistas tan promovidos por la
Ilustración: igualdad, progreso y una sociedad sin prejuicios.

La segunda ola, que se denomina feminismo liberal sufragista, inicia aproximadamente en 1848 con el
manifiesto de Seneca hasta el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945. Seneca inicia la chispa con
dos apartados en su Declaración de Sentimientos: la exigencia de que las mujeres alcancen la
ciudadanía y cambiar costumbres e incluso la moral en la sociedad de esos tiempos. Sin embargo, el
sufragio femenino fue el gran regalo de las dos guerras mundiales, ya que la mujer tomó protagonismo
y quedó en claro la capacidad para mantener a flote un país. El primer país que permitió el voto fue
Nueva Zelanda en 1893, de ahí le siguió Estados Unidos en 1920 y en México fue el 17 de octubre de
1953 con el presidente Adolfo Ruiz Cortines.

La tercera ola, el feminismo contemporáneo, surge en la década de los sesenta y se extiende al día de
hoy. Los temas por los que se debate son totalmente nuevos, por ejemplo, los valores sociales y nuevas
formas de autopercepción de las mujeres. Afirma que existen contradicciones en el sistema social ya
que es sexista, racista, clasista e imperialista sobre todo cuando se habla del patriarcado. El hombre
en los años 70 se mantenía en lo más alto de la jerarquía organizacional en ámbitos empresariales
como políticos. En los años 90, se empezó con la igualdad de condiciones, garantizando un mejor trato
a toda mujer.

El feminismo tiene demasiadas vertientes, una de ellas es la separatista. En esta postura, se defiende
la separación de hombres y mujeres en la sociedad porque se considera que son esencias diferentes
y la unión perjudica a las mujeres por la simple razón que el hombre no está en contra del patriarcado.
Este tipo de mujeres toman al hombre como enemigo número uno y proponen que se sea lo más
independiente posible de los hombres (sexual, emocional y materialmente).

Sin embargo, ¿qué es el patriarcado y por qué las feministas se oponen a él? El patriarcado es el
gobierno de los hombres, se trata de la manifestación del dominio masculino sobre la mujer y la
sociedad en general. En este tipo de sociedad, la mujer es desvalorizada e impuesta en segundo plano.
Dentro del sistema, podemos ver como ambos géneros se reducen a simples estereotipos. La mujer
se concentra en el hogar y no en hacer carrera profesional y cuando trabaja, se le paga menos que al
hombre y en puestos con escasa responsabilidad e importancia. Según esta creencia, el hombre tiene
derecho a entrometerse en la vida privada de la mujer, a la violencia de género, limitar los intereses,
producir descontento con el cuerpo (que acaba en una autoestima baja) y crear un sentimiento de
debilidad e inseguridad física.

El patriarcado nos vende la imagen de que la mujer es débil frente al hombre y necesita (debe) ser
protegida por uno, estando siempre agradecida. Por esta razón las feministas buscan romper este
esquema y demostrar que por sí mismas pueden salir adelante, sin la protección de un hombre y sin
estar a la merced de este.

En los años 50, Pilar Primo de Rivera crea una guía con 11 reglas para mantener a tu marido feliz. Este
es un gran ejemplo del machismo adoptado por la mujer, influido por el patriarcado. En la guía, podemos
leer como aconseja a la mujer para ser buena esposa. Emite comentarios como “preocuparse por su
comodidad te proporcionará una satisfacción personal inmensa”, “demuéstrale tu deseo por
complacerle”, “déjale hablar primero; recuerda que sus temas de conversación son más importantes
que los tuyos”, “recuerda que él es el amo de la casa”, “los intereses de las mujeres son triviales
comparados con los de los hombres”, “si tu marido te pidiera prácticas sexuales inusuales, se obediente
y no te quejes”.

Lo peor de esta guía es que aún hay mujeres que creen en ella (aún sin conocerla) y la llevan a cabo
tal y como dice Primo de Rivera. ¿No es tonto? A ti padre de familia que lee esto, ¿te gustaría que tu
hija fuera tratada como sirvienta y juguete sexual? A ti mujer, ¿estás de acuerdo con qué el hombre es
más importante que tú? Lo siento, para mí no. Hombres y mujeres debemos ser iguales en derechos y
obligaciones. Pero aquí viene un punto bastante interesante… la hipocresía.

En la calle se pueden oír comentarios de que las mujeres somos feministas, pero cuando nos conviene.
¿A qué se refieren? A que las mujeres solamente llevamos a cabo este ideal cuando necesitamos que
carguen las bolsas del mandado o que nos ayuden a subir el garrafón de agua al departamento. Todos
son estereotipos, la mujer siempre se ha visto como el sexo “débil” por ser “menos fuerte” físicamente.
No todo se reduce a lo físico. ¿Qué hay de las citas? Novelas románticas, telenovelas, películas e
incluso nuestros padres nos han criado bajo ideas machistas. Nos dicen que debemos ser unas damas
para que un hombre se interese en nosotras: tiernas, calladas, femeninas y sumisas. Debemos dejar
que nos abran la puerta, paguen la cuenta y que ellos tomen la iniciativa de a dónde ir y cuándo.

Si no respetamos este ideal, expresamos nuestros pensamientos y sexualidad libremente, salimos con
quién queremos, hacemos valer nuestros derechos y no dejamos que nos hagan sentir inferior, somos
tachadas de mujeres libertinas que no vale la pena. Totalmente falso y anticuado. Si un hombre sale
con muchas mujeres, platica sus intimidades y se hace sentir superior, la sociedad lo toma como buen
hombre, un campeón. ¿Por qué las mujeres sí y los hombres no? “Es que en una mujer se ve mal” este
comentario me lo hizo un familiar cercano, claro que se ve mal pero no sólo en la mujer, en el hombre
también se ve mal ser promiscuo.

Ya basta de hipocresías, ya basta de estereotipos. Somos seres humanos, hombres y mujeres que
valemos la pena por igual. Igual de importantes, igual de valiosos. Ninguno es más importante, ninguno
puede vivir sin el otro (recordemos que el punto del matrimonio es perpetuar la especie humana). Todo
se reduce a tener una educación de respeto, de equidad, sin estereotipos y de criterio propio. Aprender
que nuestra realidad y cosmovisión no es la única que existe. Hay que dejar de lado los estereotipos
tan marcados en la sociedad mundial en cuanto a la mujer. Pero también mujer, si eres feminista no
seas hipócrita. Tú también puedes tomar la iniciativa y tienes derecho de hacer con tu cuerpo lo que
quieras, todo esto mientras no afectes a otras personas con tus decisiones. Tú también puedes pagar
la cuenta y cargar tus bolsas de despensa.

No olvidemos como inició todo, un grupo de mujeres que pedía derecho a ser reconocidas como iguales
al hombre y acceso a la educación. Era necesario evolucionar conforme a los tiempos y surgió la
necesidad de ser tomadas en cuenta activamente sobre todo ámbito del país. Por último, tenemos la
necesidad de acabar con ideas anticuadas del patriarcado y de verdad llevar a cabo la igualdad de
género que tanto se buscó y se busca. Hombres y mujeres, necesitamos respetarnos, quitarnos
prejuicios y tener criterio para seguir avanzando en esta sociedad que no deja de evolucionar. Tratemos
a los demás como desearíamos que nos trataran. Basta de esta guerra de sexos.

Una chica inconforme más

Bibliografía

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