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Tema 3. Empresa, naturaleza y función económica.

En el pensamiento neoclásico tradicional, la propia existencia de la empresa


parecía nebulosa, dada la omnipotencia atribuida al mercado.
En 1937 Coase introdujo nuevos aspectos sobre la naturaleza de la firma,
considerándola una forma particular de organización económica, alternativa al
mercado. La pregunta fundamental que se planteó es ¿por qué existe la empresa?;
además de cuestionar la capacidad de la teoría existente en explicar la organización
económica, Coase critica la falta de realismos y el énfasis en el individuo como agente
económico en detrimento de la organización. Hasta ese momento, la empresa era
vista como una función de producción; la teoría económica tampoco había
estudiado las organizaciones, sólo el mercado.
En 1952, Steindl en su libro “Madurez y estancamiento en el capitalismo
americano” construyó una teoría consistente y articulada de acumulación y de
concentración apoyada en evidencia empírica sobre estructuras de costos,
formación de precios y formas de competencia en condiciones de oligopolio a nivel
de los sectores industriales. Las asimetrías entre las empresas constituyen un factor
esencial en la explicación de la configuración y la transformación de las estructuras
de mercado. Las empresas con menores costos y mayores márgenes de beneficios
son las que tienen mayores posibilidades de crecer a largo plazo.
El estudio de las consecuencias del proceso de centralización del capital en la
organización de la firma y del mercado pasó a constituir un área de creciente interés.
El instrumental analítico se diversificó, incorporando a la sociología, el conductismo
y las ciencias del comportamiento, además de que se perfeccionó la metodología
empírica. La ruptura con los límites de la teoría económica y con el papel pasivo
atribuido a la empresa en la economía neoclásica, abrió camino para el desarrollo de
las teorías de la firma como respuesta a la creciente importancia de la gran empresa.
3.1 El planteamiento de la coordinación (contractual).
La pregunta fundamental planteada por Coase y, más tarde desarrollado por
Williamson, es “¿por qué existen empresas?”. Es decir, ¿por qué existen
organizaciones dirigiendo el proceso productivo en que las relaciones jerárquicas
definidas por la subordinación de los empleados a la dirección de la empresa,
determinan cómo se debe organizar la producción?
Concluye que las empresas son organizaciones que deciden jerárquicamente
la asignación de los factores de producción en su interior substituyendo el
mecanismo de mercado y existen porque los costos de transacción de ese tipo de
organizaciones deben ser menores que los costos de transacción del mercado para
esas mismas operaciones.
El estudio de las condiciones en las que los costos de transacción dejan de ser
despreciables y pasan a ser un elemento importante de las decisiones de los agentes

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económicos, contribuye a determinar la forma en la que se asignan los recursos en
la economía (Teoría de los costos de transacción, TCT). A esa respuesta se sigue la
pregunta de ¿cuáles son los límites de las empresas para organizar la producción?
3.1.1 Factores determinantes de los costos de transacción.
Los costos de transacción son costos que resultan de la división del trabajo; es
decir, son costos de negociar, redactar y garantizar el cumplimiento de un contrato,
por lo que la unidad básica de análisis, cuando se trata de costos de transacción, es
el contrato.
Oliver Williamson señaló que esta visión de los costos de transacción es
limitada pues si no existiera un mercado (economía socialista), los costos serían cero,
por lo que estos costos tienen una dimensión fundamental que trasciende la
presencia de los mercados. Los costos de transacción son costos de organizar el
funcionamiento del sistema económico ya sea al interior de una empresa o en una
transacción de mercado; en un caso o en otro serán diferentes, pues la forma de
organizar el proceso productivo será diferente en cada caso. Pero ¿por qué serán
diferentes? Por el hecho de que las transacciones presentan diferencias en sus
características que afectan los costos de transacción, haciendo que en determinadas
transacciones los costos de transición sean más importantes de lo que son en otras;
cuando los costos de transacción son elevados, el mercado no es el mejor
mecanismo, por lo que otras formas de organización de la producción deben ser
consideradas, como las empresas.
La TCT elabora un conjunto de hipótesis que, cuando se verifican en una
determinada transacción, vuelven significativos los costos de transacción:
racionalidad limitada, complejidad e incertidumbre, oportunismo y especificidades
de activos. Esas hipótesis son factores determinantes de la existencia de costos de
transacción:
a) Racionalidad limitada, complejidad e incertidumbre.
Simon plantea que la racionalidad humana presenta limitaciones; sin embargo,
la racionalidad limitada no basta para que los costos de transacción se vuelvan
importantes, pues no tendría impacto si el ambiente donde se realizan las
transacciones fuesen absolutamente previsibles y simples; es decir, la racionalidad
limitada sólo se vuelve un concepto relevante para el análisis en condiciones de
complejidad e incertidumbre. En ambientes simples, aún con racionalidad limitada,
no existen dificultades porque las restricciones de racionalidad de los agentes no son
exigidas.
La racionalidad limitada, complejidad e incertidumbre generan asimetrías de
información que son diferencias en la información que las partes involucradas en
una transacción poseen, particularmente cuando esa diferencia afecta el resultado
final de la transacción.

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b) Oportunismo y especificidad de activos.
La racionalidad limitada, el ambiente complejo y la incertidumbre crean las
condiciones adecuadas para que los agentes adopten iniciativas oportunistas. Por
oportunismo se entiende la transmisión de información selectiva, distorsionada, y
promesas “auto desacreditadas” sobre el comportamiento futuro del propio agente.
Como no se puede distinguir ex ante la sinceridad de los agentes, hay problemas en
la ejecución y renovación del contrato. El oportunismo en la TCT está esencialmente
asociado a la manipulación de asimetrías de información, con el fin de apropiarse de
flujos de beneficios.
Con todo, la existencia de racionalidad limitada, complejidad, incertidumbre y
oportunismo, no basta para generar problemas en el funcionamiento de los
mercados. Hace falta una condición, que es la de transacciones que involucran
activos específicos; esto es, activos cuyas transacciones ocurren en pequeño número,
por haber pocos vendedores y compradores. En este tipo de transacciones existe un
número limitado de agentes habilitados para participar, ya que sus especificidades
reducen, simultáneamente, el número de productores capaces de ofrecerlos y de los
demandantes interesados en adquirirlos.
El problema asociado con los activos específicos es que, una vez hecha la
inversión en un activo específico, el comprador y el vendedor pasan a estar
relacionados de forma exclusiva o casi exclusiva, generándose dependencia por el
proveedor o, en su caso, el comprador. Este vínculo puede dar origen a lo que se
conoce como “el problema del rehén” ya que una de las partes se vuelve vulnerable
y puede ser amenazada por la otra con terminar la relación, lo que le permitiría
obtener relaciones más ventajosas de las obtenidas al inicio de la transacción.
La especificidad de activos es una condición necesaria para que el riesgo
asociado a actitudes oportunistas sea significativo; en caso contrario, la propia
rivalidad entre los numerosos agentes aptos para participar en la transacción, ya sea
como vendedores o compradores, reduciría la posibilidad de actuaciones
oportunistas. En el límite de una situación de pequeños números, podemos tener
una situación de monopolio bilateral.
La TCT identifica un problema interesante. Una transacción que inicialmente se
caracterizaba por ser de grandes números, a medida que se desarrolla en el tiempo
se puede convertir en una transacción de pequeños números. Esto se daría por las
“ventajas de ser la primera empresa en moverse”, basadas en el conocimiento
acumulado, lo que puede ser relevante en el caso de ofertas recurrentes que
involucran activos específicos y en un ambiente dinámico en cambio constante; a
esta situación la TCT le llama “transformación fundamental”.
La racionalidad limitada, complejidad e incertidumbre, oportunismo y activos
específicos con un pequeño número de transacciones, generan dificultades
significativas en el momento de contratar una transacción; esas dificultades se

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reflejan en costos de contratación, por lo que es necesario considerar la naturaleza
de los contratos, para comprender las limitaciones de los mercados en lo que se
refiere a las transacciones con activos específicos.
3.1.2 La naturaleza de los contratos.
Existen diferentes tipos de contratos, por lo que hay que analizar en qué medida
cada uno de ellos se ajusta a una determinada configuración de costos de
transacción. Podemos distinguir cuatro tipos de contratos:
a) Contratos que especifican en el presente una determinada actuación en el
futuro. Se pueden descartar para transacciones con complejidad e
incertidumbre en la medida en que no permiten ninguna flexibilidad para
ajustes o cambios en el futuro, es adecuado sólo para las transacciones
simples.
b) Contratos de cláusulas condicionadas. Especifican en el presente una
determinada actuación en el futuro, condicionada a la ocurrencia de ciertos
eventos definidos anticipadamente.
En este tipo de contratos las partes establecen un determinado desempeño
dependiendo de lo que ocurra en el futuro. Enfrentan dos dificultades, la primera es
la dificultad de la redacción a medida que la complejidad aumenta: en una función
de racionalidad limitada de los agentes, se vuelve muy difícil anticipar todas las
circunstancias futuras, así como las providencias a tomar.
La segunda es respecto a la necesidad de garantizar el cumplimiento del
contrato, en cuanto a su ejecución en la forma prevista, por lo que se tiene que poder
verificar con precisión y a bajo costo; además, es necesario identificar si la parte
responsable de la ejecución de las tareas realmente adoptó las medidas adecuadas
de acuerdo a las condiciones estipuladas. En ambientes muy complejos, estas
situaciones pueden dar margen a actitudes oportunistas. Este tipo de contratos es
más indicado en un ambiente en que la complejidad no tiene consecuencias severas
en términos de costos de negociación y garantía de los contratos.
c) Contratos de corto plazo secuenciales. Son de corta duración, realizados en
los momentos en que las condiciones necesarias para realizar la transacción
se concretan efectivamente.
Los compradores y vendedores no poseen un vínculo contractual duradero. Las
ofertas se hacen cada momento en un mercado a la vista (spot), en este tipo de
contrato se reduce el problema de adaptación entre las partes, pero también tiene
limitaciones. En principio, requiere de la existencia de un mercado spot en el que los
costos de acceso para vendedores y compradores sean bajos y muchos puedan
acceder, lo que implica que la transacción no involucra activos específicos; por otro
lado, este tipo de contrato tampoco está libre de actitudes oportunistas, aun cuando
antes de la transacción, estemos en un caso de grandes números, después de hacer
efectiva la transacción puede ser que ocurra una “transformación fundamental”, es

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decir, que un proceso de aprender haciendo, lleve al vendedor a adquirir
información privilegiada sobre el comprador obteniendo ventajas, con lo que puede
adoptar una actitud oportunista. Este tipo de problema es común en las licitaciones
del sector público.
Así, los contratos de corto plazo secuenciales son adecuados en situaciones
donde no hay interés en preservar los vínculos entre comprador y vendedor y no se
verifica la “transformación fundamental”.
d) Contratos establecidos hoy con el derecho de seleccionar en el futuro una
actuación específica, dentro del conjunto de actuaciones estipuladas
previamente, es decir, establecer una relación de autoridad.
La característica de la relación de autoridad de un agente sobre otro es que el
primero está facultado para definir lo que el segundo debe ejecutar, dentro de un
conjunto de acciones posibles. La primera ventaja de la relación de autoridad es el
hecho de que no es necesario anticipar todas las circunstancias futuras, así como las
acciones que deben ser ejecutadas para cada una de ellas; es decir, no es necesario
generar el árbol de decisiones de forma anticipada y por tanto no hay problema con
relación a la racionalidad limitada de los agentes. La segunda ventaja es que no es
necesario recontratar sucesivamente, en cada cambio de la situación, lo que reduce
los costos de transacción.
Sin embargo, debe quedar claro que la relación de autoridad es incompatible con
la transacción en el mercado pues presupone que no habrá la autonomía que
supone en una oferta y demanda independientes. Este tipo de relación es eficiente
cuando se trata de transacciones con activos de alta especificidad con alta
complejidad e incertidumbre, que pueden ocurrir al interior de una empresa.
Esta caracterización de los contratos es independiente a la existencia de
especificidad de los activos; sin embargo, existen niveles de especificidad de los
activos, por lo que se deben tipificar las transacciones por esta característica.
3.1.3 Tipos de transacciones.
Los problemas citados (racionalidad limitada, complejidad, incertidumbre,
oportunismo y pequeño número de transacciones) son más o menos relevantes de
acuerdo al tipo de transacción que se analiza o de acuerdo con el tipo de inversión
realizada (Williamson), por lo que es necesario clasificar los diferentes tipos de
transacciones. Inicialmente es necesario definir el grado de especificidad de los
activos involucrados, en el caso de que sean activos con mercados muy limitados, las
transacciones con esos activos se designan como “transacciones con activos
específicos”.
Para los agentes involucrados en ese tipo de transacciones, asegurar su
continuidad es indispensable para estimular la decisión de inversión; esto supone

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que se trata de transacciones frecuentes a lo largo del tiempo (recurrentes). En
transacciones ocasionales, esta necesidad no es tan relevante.
El otro caso extremo es el de las transacciones no específicas, es decir, en
general sometidas a normalización técnica. En la situación de frontera se tienen las
transacciones mixtas.
Una vez definidas las características de las transacciones de acuerdo a la
especificidad de los activos, se examinan las diferentes formas de implementar esas
transacciones, para lo que tenemos que conocer la estructura de gobierno.
3.1.4 Estructuras de gobernanza.
Para asegurar la realización de las transacciones se desarrollan varios tipos de
estructuras de gobernanza. Una estructura de gobernanza se define como el
ambiente institucional en el que se realiza la transacción, es decir, el conjunto de
instituciones y tipos de agentes directamente involucrados en la realización de la
transacción y en la garantía de su ejecución. La TCT clasifica estas estructuras que se
relacionan con el tipo de inversión realizado por la empresa.
a. Gobernanza por el mercado: se usa en transacciones no específicas,
especialmente eficaz en el caso de transacciones recurrentes. No se
requiere mayor esfuerzo de las partes, es el caso que más se aproxima a la
noción de mercado puro.
b. Gobernanza trilateral: aquí se exige la especificación ex ante de una
tercera parte, tanto en la evaluación de la ejecución de la transacción
como en la solución de eventuales litigios; es más adecuada en las
transacciones ocasionales, sean de carácter mixto o específico.
c. Gobernanza específica de transacción: en este caso, el hecho de que los
activos no involucren una estandarización, aumenta significativamente el
riesgo de la transacción y la posibilidad de que surjan conflictos de
solución costosa e incierta. Al mismo tiempo, entre más recurrentes son
las transacciones, mayor es la posibilidad de cubrir los costos derivados de
la constitución de un ambiente institucional específico para la transacción.
Así, si la transacción es frecuente, vale la pena construir una estructura de
gobierno para lidiar con ella, a pesar de los costos que genere. Pueden
surgir dos tipos de estructura: i) un contrato de relaciones, donde las
partes mantienen su autonomía; y ii) una estructura unificada y
jerarquizada, es decir, una empresa. Esta última opción crece con el
carácter idiosincrático de las inversiones.
Podemos caracterizar un contrato de relaciones (Paul Milgrom y John
Roberts) de la siguiente manera: las empresas involucradas no se preocupan en
elaborar contratos detallados que estipulen de forma exhaustiva todos los
procedimientos; por el contrario, establecen metas y objetivos a alcanzar. De la
misma forma establecen condiciones generales de ejecución del contrato,

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especificando criterios para circunstancias imprevistas que definen quién tiene
autoridad para actuar y los límites de esas acciones, también se establecen
mecanismos para la resolución de conflictos en el caso de que ocurran.
La alternativa al contrato de relaciones, cuando las especificidades de la
transacción, conjuntamente con los demás problemas que generan costos de
transacción significativos vuelven inviable el contrato de relación, es la estructura
jerarquizada de la empresa; en ese caso, la empresa integra verticalmente la etapa
que se realizaría en el mercado.

Características de las Transacciones


Frecuencia No específicas Mixtas Específicas
Ocasionales Gobernanza de mercado Gobernanza Trilateral Gobernanza Trilateral
Recurrentes Gobernanza de mercado Gobernanza Bilateral Organización Interna
(contrato de relaciones) (Empresa)
Fuente: Williamson, 1986.

La tabla anterior sintetiza las relaciones entre tipo de inversión y la estructura


de gobierno. El carácter crecientemente específico de las transacciones reduce
progresivamente las ventajas que el mercado ofrece, en especial la ventaja de
obtener los activos a un precio más bajo; al mismo tiempo, los costos derivados de
negociar, redirigir, implementar y verificar la ejecución adecuada de las cláusulas
contractuales crecen y, con ellos, los costos de transacción. La comparación entre
economías de escala y los costos de transacción permite tomar la decisión final de la
forma institucional más adecuada para la organización: el mercado o la empresa
jerárquica.
De esta forma, el empresario compara dos costos: el de producir el insumo él
mismo o el de adquirirlo en el mercado y el costo de transacción de obtener el
insumo en el mercado. Si el insumo es poco específico y las transacciones en el
mercado son numerosas, los empresarios producen economías de escala
significativas y, por tanto, el empresario deberá considerar un aumento del costo
significativo pues no tendría las mismas economías de escala al producir sólo para él,
mientras que los costos de transacción son relativamente bajos, por lo que optará
por comprar el insumo en el mercado.
Si la transacción se realiza en “números pequeños”, el insumo se genera
tomando en cuenta las características específicas del demandante y las ventajas de
la escala de producción se pierden al mismo tiempo que los problemas de
negociación e implementación del contrato aumentan, por lo que puede ser que sea
más barato para el demandante producirlo él mismo, ya que no hay pérdida de
escala significativa y sí hay ahorro en costos de transacción; sobre todo si la
frecuencia de la transacción es elevada.
Se pueden identificar cuatro fuentes de especificidades de los activos:

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a) Especificidades de localización: costos de almacenamiento y transporte.
b) Especificidad física: características de diseño pueden reducir el valor del activo
para aplicaciones alternativas (equipos a la medida).
c) Especificidades de capital humano: disponibilidad de mano de obra calificada
y con experiencia.
d) Especificidad de activos dirigidos a ciertos fines: productos que sólo se
elaboran por la promesa de venta a clientes determinados.
La evidencia empírica muestra que entre mayor es la especificidad y complejidad
de la transacción, las empresas tienden a integrarse de forma vertical.
3.1.5 Aplicaciones de la Teoría de los Costos de Transacción.
Las dos principales aplicaciones de la TCT han sido respecto a las estructuras
verticales en las áreas de la defensa de la competencia y la regulación económica.
a) Defensa de la competencia. La TCT permite evaluar cuándo una integración
vertical disminuye los costos y, por tanto, aumenta la eficiencia económica.
b) Regulación económica. La contribución más importante de la TCT se da en el
sentido de revalorar las ventajas de las concesiones de los servicios públicos
en relación a la regulación directa de una empresa por un órgano
gubernamental. La TCT sugiere que las concesiones no deben pensarse como
sustitutos de las regulaciones, ya que, si la regulación enfrenta problemas, la
renovación periódica de la concesión no estará exenta de dificultades de
naturaleza transaccional; es necesario que, incluso con los concesionarios, el
agente regulador continúe monitoreando y, de ser necesario, controlar
precios, costos e inversiones de la empresa concesionaria.

3.1.6 La empresa como vínculo de contratos.


Este enfoque tiene como marco el trabajo de Armian Alchian y Harold
Demsetz (1972), del que se desprende una amplia literatura que tiene como
característica central el uso de la teoría microeconómica neoclásica para explicar
propiedades y características de diversas formas de organización y relaciones
contractuales. Las principales innovaciones teóricas que permitieron este
movimiento fueron la redefinición conceptual de la empresa en términos
contractuales, la flexibilización de la hipótesis de información perfecta y la admisión
del hecho de que los agentes son propensos al oportunismo post contractual.
Definen a la empresa como una ficción legal que sirve como un “nexo” para
un conjunto de relaciones contractuales entre los individuos. La empresa no es más
que una red de contratos entre los propietarios de recursos productivos; la entidad
jurídica correspondiente es un artificio creado para centralizar las relaciones
contractuales en torno a una parte contratante, en lugar de organizarlas en un
agregado de relaciones bilaterales.

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Si la información no es un bien libre, los contratos no podrán incluir términos
para solucionar conflictos ente las partes y emprender ajustes en la distribución de
costos y beneficios para todas las eventualidades previstas; además, en caso de que
una de las partes sospeche del no cumplimiento de algún compromiso por la otra
parte, la comprobación de que eso sucede efectivamente y el uso de salvaguardas
legales para corregir el problema, requiere comprometer recursos adicionales para
ese fin.
Se abre así la posibilidad de “riesgo moral”, es decir, una conducta oportunista
por una de las partes, que aprovecha la información obtenida en la firma del
contrato, para obtener beneficios en perjuicio de uno o más de los agentes con los
que estableció el contrato.
La empresa se caracteriza, entonces, como un conjunto articulado de
contratos, que especifica los derechos de propiedad vigentes para las conductas e
interacciones de los agentes que participan; los derechos de propiedad son, en parte,
definidos por la legislación y el sistema legal en vigor, pero también tienen un
contenido específico determinado por las relaciones contractuales libre y
voluntariamente establecidas por los individuos y grupos de individuos. Así, la
legislación vigente de derechos de propiedad en los contratos en uso, resultan en
una estructura de oportunidades y restricciones; es decir, los derechos de propiedad
determinan una estructura de incentivos para las decisiones y acciones; la estructura
de los incentivos condiciona el comportamiento de los agentes y delimita la
extensión en que los compromisos contractuales firmados serán vulnerables al
comportamiento oportunistas.
La definición de empresa como un vínculo de contratos tiene dos implicaciones
importantes:
i) La distinción entre las interacciones que se procesan entre los agentes en
el mercado y las que se procesan en la empresa se diluyen; las distinciones
que permitan delimitar con precisión lo que hace parte y lo que no hace
parte de la empresa, no son consideradas relevantes.
ii) En la medida en que las relaciones entre los agentes vinculados por
contrato que define la empresa son de la misma naturaleza que aquellas
que ocurren en el mercado, se abre la posibilidad para los teóricos
neoclásicos de modelar la organización de la empresa de la misma forma
como se modelan las relaciones entre los agentes económicos en un
mercado, con un resultado de equilibrio para una compleja red de
interacciones entre individuos autónomos. Así, el enfoque de vínculos de
contratos desarrolla diferentes modelos que, a partir de condiciones
iniciales determinadas, permiten la identificación de resultados de
equilibrio y la validación de sus propiedades de eficiencia; con lo que la
organización del equilibrio resultante posee la propiedad de ser una

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solución óptima para el problema de coordinar las interacciones de los
agentes dentro de la empresa.

a) costos de agencia y las empresas de capital abierto.


En una importante vertiente de este enfoque, la eficiencia de los contratos se
analiza a partir de los conceptos de relación de agencia y de costo de agencia. Una
relación de agencia ocurre siempre que existe un contrato, formal o informal, por lo
que un individuo o grupo (el principal) contrata a uno o más individuos (los agentes)
para desempeñar alguna actividad de su interés, delegando en los contratados
algún poder para decidir de qué manera se ejecutará la actividad. El problema básico
es que el comportamiento de los individuos involucrados está determinado por la
búsqueda del interés propio, el principal podrá encontrar dificultades para hacer que
el agente se comporte de manera que maximice la ganancia del principal.
El vínculo de contratos que define a una empresa puede ser analizado como un
conjunto de relaciones de agencia, cuya eficiencia, a su vez, puede ser analizada a
partir del concepto de costo de agencia. Tales costos incluyen las pérdidas del
principal debido a una conducta oportunista de los agentes y al dispendio de
recursos en evitar que eso ocurra, lo que incluye:
i) El costo residual del principal generado por la relación de agencia, o sea, el
valor de las pérdidas impuestas al principal debido a que los agentes toman
actitudes divergentes de las que maximizan ganancias del principal.
ii) Los gastos de monitoreo incurridos para verificar si los agentes están
actuando de la manera deseada por el principal.
iii) Los gastos realizados por los agentes para asegurar su compromiso con los
intereses del principal.
En otras palabras, los costos de agencia son gastos de recursos económicos que
resultan de la existencia de dificultades para hacer que los agentes tomen decisiones
óptimas desde el punto de vista del bienestar del principal. Dado que obtener la
información siempre acarrea un gasto de recursos, los costos de agencia serán un
dato de realidad económica, de la misma forma que los costos de transporte de las
mercancías.
Una importante aplicación de los costos de agencia está en los modelos teóricos
que investigan la organización de las empresas de capital abierto, en particular las
estructuras organizacionales que surgen de la necesidad de garantizar que los
intereses de los propietarios de las acciones sean tomados en cuenta en las
decisiones tomadas por los ejecutivos de las empresas. El enfoque del vínculo de
contratos proporciona una reinterpretación de la naturaleza de la validación de la
eficiencia de las empresas de capital abierto, que se pueden resumir en los siguientes
puntos:

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i) La hipótesis de comportamiento maximizador no debe aplicarse a la
empresa como organización, sino a cada uno de sus miembros. El objetivo
es maximizar el bienestar, es decir, las ganancias pecuniarias y las no
pecuniarias. Un equilibrio entre estos dos tipos de ganancias ocurre
cuando la UMg de una unidad monetaria gastada en cada aspecto no
monetario es igual a UMg del aumento de riqueza del propietario en una
unidad monetaria;
ii) Si la empresa está administrada por ejecutivos asalariados, lo que antes era
un problema de decisión entre beneficios monetarios y no monetarios,
ahora se vuelve una relación de agencia. La divergencia entre los intereses
de los accionistas y los de los ejecutivos, resulta del hecho de que los
últimos pueden obtener ganancias no monetarias sin “pagar” por ellas, ya
que la reducción de los beneficios de la empresa no afecta su bienestar en
la misma magnitud;
iii) Los costos de agencia inherentes a las empresas de capital abierto se
pueden minimizar por una reelaboración de los contratos entre ejecutivos
y accionistas, que corresponde a la creación del aparato de monitoreo y
control de las decisiones que caracterizan a las modernas empresas por
acciones, involucrando a los consejos de administración, procedimiento
de recopilación y procesamiento de la información, especificación de
mecanismos de presentación de cuentas a los accionistas, etc.
Así, la existencia de los costos de agencia no constituye por sí misma, una
evidencia de que la empresa de capital abierto sea una organización que opere en
condiciones sub óptimas cuando se obtiene una solución contractual de equilibrio.
b) Costos de transacción y cambio organizacional.
El tratamiento de Oliver Williamson de los determinantes de la organización
interna de la empresa es una extensión de su explicación del proceso de integración
vertical. Si la internalización de un conjunto de actividades ofrece un aparato
administrativo que proporciona ahorros en los costos de transacción, también
acarrea nuevos costos que no existen en los mercados. Del mismo modo como la
existencia de costos de transacción relativamente más elevados en transacciones
realizadas en el mercado determina la sustitución de esta estructura de gobierno por
la organización jerárquica de la empresa, la posibilidad de obtener ahorros de costos
de transacción puede resultar en alteraciones en las características de la
organización, desencadenando un proceso de cambio organizacional.
El argumento central es que la organización de las transacciones dentro de una
empresa, no eliminan el oportunismo, pero tratan de controlarlo por medio de una
gama de incentivos que no se pueden utilizar en el mercado, y por medio de
mecanismos más desarrollados para el monitoreo y control de las acciones: la
jerarquía; mecanismo que genera una serie de distorsiones burocráticas entre las
que destacan las siguientes:

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1) La propensión de diferentes estratos gerenciales a utilizar los recursos de las
empresas para perseguir metas propias.
2) La existencia de “comportamiento persistente” que dificulta procesos de
cambio acelerados.
La incorporación de los costos relacionados a la burocracia indica que la
organización interna de las transacciones no elimina las dificultades contractuales;
el enfoque de la organización empresarial que enfatiza la relevancia de las
capacitaciones necesarias para la construcción de estructuras de gobierno
apropiadas, permite concebir a la empresa como un producto de una serie de
innovaciones organizacionales que tienen la intención y el efecto de ahorrar en
costos de transacción.
3.2 La empresa como organización de recursos (capacidades).

a) Edith Penrose.
Destaca la coordinación de los recursos humanos en la empresa, así como las
formas de expansión por las que puede optar la firma y señala los límites a su
crecimiento con un papel relevante de las estructuras de coordinación económica.
Una empresa es una colección de recursos productivos heterogéneos
(humanos, físicos e intangibles) y el reto del empresario es saber combinarlos y
coordinarlos adecuadamente. Un mismo recurso puede emplearse para fines
diferentes de maneras distintas y, en combinación con tipos y cantidades diversas de
otros recursos, puede producir servicios diferenciados. De esta forma, el conjunto de
recursos que tiene una empresa consiste en diversos servicios potenciales. La manera
particular como cada firma integra sus propios recursos determinan la
competitividad y el nivel de singularidad a cada empresa.
La empresa es un depósito de conocimientos porque los recursos humanos
poseen competencias individuales y son capaces de proporcionar distintos servicios
productivos. El objetivo de la empresa es acrecentar sus beneficios a largo plazo,
mediante la continua creación de nuevos servicios.
La firma se concibe como algo más que una unidad autónoma de
planificación administrativa, se explica a partir de un conjunto de recursos y servicios
productivos diversos, los cuales deben ser coordinados por la dirección
administrativa. La comunicación, las instrucciones y la autoridad son tres de los
mecanismos que permiten a la dirección coordinar administrativamente sus recursos
e impulsar sus capacidades internas; la dimensión productiva depende del conjunto
de oportunidades (objetivas, lo que puede hacer y, subjetivas, lo que la organización
cree que puede hacer) de producción que la dirección aprovecha. Sus posibilidades
y oportunidades están relacionadas con el “ambiente” en el que se desarrolla la
empresa y con su margen de movilidad para “adaptarse” a los cambios internos y
externos.

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La empresa es resultado de su trayectoria de vida; el proceso de interrupción
o discontinuidad surge cuando el “núcleo esencial” de sus recursos humanos y sus
activos, sus propias capacidades o servicios potenciales, se pierden o dispersan. Para
mantenerse en el mercado la firma deberá especializarse en un conjunto de áreas
bien definidas y desarrollar capacidades que le permitan conservar un lugar
privilegiado en el mercado y enfrentar las condiciones ambientales inciertas y
cambiantes, lo que depende del incremento del conocimiento, que se adquiere por
medio de las transacciones que realiza con otras organizaciones.
El crecimiento es una decisión directiva que requiere de planeación y
programación, además de la acumulación de conocimientos. Las estrategias por las
que puede optar son tres: economías de dimensión (aprovechar mejor los recursos
productivos), fusión (utilizar cualquier método para combinar las empresas
existentes) y diversificación (implica usar los recursos de tal forma que proporcionen
servicios diferentes, o en integrarse ya sea hacia atrás o hacia delante).
El empresario coordina los recursos y servicios, internos y externos, que están
a su disposición para que la empresa crezca y obtenga beneficios positivos en el
largo plazo; la combinación del espíritu emprendedor y de la capacidad directiva
competente pueden facilitar o limitar la expansión de la firma. El principal factor que
puede obstaculizar la expansión es el interno a la empresa y consiste en disponer, en
cantidad o calidad suficiente, del personal directivo que sea capaz de coordinar los
servicios factoriales o tener una perspectiva de largo plazo.
El mercado y la organización son formas institucionales alternas de
distribución de recursos estrechamente vinculadas; la coordinación en el mercado
depende de la oferta y demanda de recursos, mientras que la capacidad de
respuesta y de adaptación a las necesidades externas depende de la sincronía que
la gerencia logre dentro de la firma. Esta última se complementa o apoya en el
mercado sobre todo cuando no cuenta con recursos financieros o directivos para
crecer y expandirse.
La empresa establece su propio mercado específico de transacciones con
otras firmas en función de sus necesidades y de sus capacidades productivas. Los
recursos humanos y materiales y los servicios de la empresa son “heterogéneos”; la
forma como combina sus recursos y conocimientos definen que cada organización
tenga un carácter único y le dan la oportunidad de diversificar sus productos, lo que
implica integrar nuevos recursos externos o hacer nuevas combinaciones
productivas. Las oportunidades de diversificación se originan, en parte, mediante la
relación empresa-cliente. La empresa oferente tratará de ajustar la calidad y las
características de sus bienes y servicios a los requisitos del cliente y la empresa
compradora intentará informar al vendedor de sus necesidades específicas. Este
proceso de vinculación establece una “ruta interna” de beneficio.

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b) Bart Nooteboom.
Define una organización como “un sistema de actividades o capacidades
coordinadas, más o menos centradas o enfocadas, miopemente dirigidas y
socialmente construidas”. La empresa es un caso especial de organización dedicada
a la producción. El objetivo de la firma es resolver problemas cognitivos y enfrentar
la incertidumbre del ambiente, los cuales son generados por los cambios
tecnológicos e institucionales. Las razones particulares por las que puede surgir una
empresa son: integrar una serie de actividades a fin de obtener un mejor control de
las inversiones; desarrollar las ideas emprendedoras que surgen dentro de la
organización y lograr mayor flexibilidad para responder a los rápidos cambios del
mercado.
Uno de los principales elementos de esta teoría es analizar cómo se genera y
se comparte el conocimiento, el aprendizaje y las rutinas dentro y fuera de la
empresa. El aprendizaje es esencial en la firma en tanto generador de innovación.
Por consiguiente, para entender las razones por las que existen las empresas, las
bases de su crecimiento y la forma como interactúan los agentes económicos, hay
que comprender los procesos de cognición.
Uno de los retos fundamentales del empresario es alinear las distintas
interpretaciones y percepciones que tienen los recursos humanos mediante metas
comunes y la promoción de incentivos, para lo que hace falta homogeneizar el
lenguaje, los símbolos y los conceptos entre los participantes que intervienen en la
producción y comercialización de bienes y servicios; en este proceso se utiliza la
comunicación, la comprensión, la explicación y la difusión de las ideas.
El proceso de alineación cognitiva organizacional, permite mejorar el
entendimiento y la conexión de conocimientos complementarios entre las personas,
también facilitará la motivación, el monitoreo y coordinación de los individuos.
Cuando la empresa logra delimitar su foco o centro cognitivo, la distancia cognitiva
entre los agentes se reduce, pero también causa miopía. La empresa se ve limitada
potencialmente para visualizar o entender otros puntos de vista, por lo que requiere
conocer y complementar sus saberes mediante la colaboración con otras
organizaciones. La complementariedad en los conocimientos en escala inter
empresarial permite elevar la flexibilidad, crear competencias variadas y aumentar la
eficiencia.
La acumulación y la aplicación de los conocimientos y experiencias permiten
crear empresas “ambidiestras”, es decir, que son capaces de equilibrar y aprovechar
los procesos de explotación y exploración tecnológica; son capaces de producir y
reproducir las rutinas más exitosas que les garantizan la estabilidad y la eficiencia
necesarias para satisfacer la demanda del mercado. Al mismo tiempo, son empresas
que poseen la flexibilidad para impulsar, en el largo plazo, las capacidades técnicas
y organizacionales que generen nuevos productos y procesos o mejoren los ya
existentes, en un ambiente de incertidumbre.

14
Nooteboom propone una heurística que muestra cómo la firma puede
“moverse de las competencias actuales a nuevas competencias, sobreviviendo en el
transcurso”. Este ciclo está compuesto de cinco fases: consolidación, generalización
(difusión), diferenciación, reciprocidad (retroalimentación) y acomodamiento (surge
un nuevo paradigma y se reinicia el ciclo).

b.1) Relaciones contractuales, instituciones y confianza.


Berger, Nooteboom y otros, centran su análisis en las relaciones sociales que
surgen a partir de un contrato, más que en los tipos de contratos que se generan
durante el intercambio económico. Las interacciones son contractuales y
relacionales; las primeras consideran el acuerdo como un suceso independiente y
estático, legalmente se apoyan en el contrato clásico. En el contrato relacional
cualquier negociación está incrustada en un entorno social particular, donde a
futuro hay incertidumbre. Este tipo de acuerdos cambian con el tiempo, dado que
hay la necesidad de adaptarse a los cambios, ofreciendo la oportunidad de fortalecer
la relación entre las partes que cooperan. La acumulación de sucesos, las reglas y
expectativas llegan a ser institucionalizadas por medio del intercambio.
Los acuerdos contractuales son parte de un proceso de interacción social
continua y cambian en el tiempo, por lo que hay posibilidades de adaptarse a las
conductas de los individuos que intervienen en una relación contractual. Los
contratos se apoyan en las rutinas de intercambio, las reglas y las expectativas de
confianza. Estos procesos son objeto de institucionalización. Las instituciones son
reglas explícitas o normas implícitas preestablecidas, socialmente transmitidas, que
difunden por medio de los hábitos. Las reglas y las normas estructuran y regulan el
comportamiento social y se integran por costumbres, valores, rutinas, estándares,
lenguajes, pensamientos, ritos y creencias; procesos sociales e históricos que rigen la
forma de vida de los individuos, las empresas y de la sociedad en su conjunto. Las
instituciones también se componen de leyes, regulaciones, órdenes judiciales y
políticas que regulan las relaciones contractuales.
Los compromisos se fundamentan en la confianza, que se basa en el
comportamiento ético y se construye a partir de las rutinas y el conocimiento que se
deriva de cada relación social de cooperación; la confianza coordina las relaciones
sociales y se sustenta en la racionalidad, el aprendizaje y la cultura.
El enfoque de las capacidades centra el análisis de la empresa en su conjunto
de competencias y en cómo evoluciona su patrón de comportamiento. Se considera
que la firma es depositaria de conocimientos específicos y que en la obtención,
maduración y modificación de los mismos el empresario y el trabajo en equipo son
fundamentales. Así, se destaca el papel del conocimiento, el aprendizaje y la
tecnología. La eficiencia dinámica se vincula, en el largo plazo, a la adquisición de
conocimientos para decidir el rumbo de la empresa y generar nuevos productos; el

15
aprovechamiento del cambio tecnológico y la habilidad para coordinar y aprovechar
los servicios (conocimientos y habilidades) generados por los recursos productivos
(especialmente los humanos).
El límite al crecimiento de las firmas no está vinculado a la eficiencia en los
costos de transacción o al acto de coordinar diversos tipos de contratos; más bien
depende de la capacidad de la empresa para crear vínculos de colaboración entre
los individuos que laboran dentro de la organización y entre éstos y los que trabajan
en otras empresas.
Así, ambos enfoques coinciden en destacar que no es posible considerar la
racionalidad ilimitada como un supuesto dado para analizar la firma. Asimismo,
comparten la idea de que las estructuras de gobernabilidad pueden ser diversas,
pues además de la empresa y el mercado, hay que considerar los esquemas híbridos
o las alianzas estratégicas como una opción para subcontratar o conseguir nuevos
recursos. Finalmente, ambos enfoques resaltan la importancia de las instituciones en
el crecimiento de la empresa, ya sea que éstas tomen la forma de contratos formales,
acuerdos informales basados en la confianza, las normas o los valores que
coadyuvan a coordinar la vida productiva y comercial de los distintos actores
sociales.
A pesar de todos estos aportes, las teorías acabaron siendo superadas por la
nueva dinámica tecnológica que han condicionado el sistema económico a partir de
los últimos 25 años del siglo XX. Coriat y Weinstein (1955), argumentan que no hay
cambios en los fundamentos teóricos del análisis de la firma, que se mantienen los
mismos del modelo de competencia, basados en hipótesis inmutables. El ambiente
de la firma es más complejo, pero existen condiciones fundamentales “dadas” a las
que la firma se adapta, como a la tecnología y las condiciones de producción. El
campo de sus acciones es mucho más amplio, pero las firmas todavía son orientadas
por los mismos principios de racionalidad. Sigue siendo una “caja negra” que
reacciona mecánicamente a su ambiente. A pesar de que se incorporan nuevas
ideas, las teorías de la firma no rompen radicalmente con la tradición económica de
acuerdo a los cambios radicales ocurridos en la tecnología y la dinámica competitiva
a lo largo del siglo. Tales limitaciones llevan a una nueva trayectoria teórica a partir
de las ideas claves de Schumpeter.
En el último cuarto del siglo XX, las empresas pasaron por un nuevo proceso
de transformaciones caracterizado por la incorporación de nuevos modelos
organizacionales más intensivos en información y conocimiento. La globalización y
la liberalización de los mercados redujeron los espacios económicos privilegiados,
eliminando mucho del carácter idiosincrático de las diferentes economías
nacionales. Las TIC tienen un papel central en este proceso debido a que constituyen
no sólo una nueva industria, sino un núcleo dinámico de una revolución
tecnológica. Al contrario de muchas tecnologías que son específicas de procesos

16
particulares, las innovaciones derivadas de su uso tienen la característica de permear,
potencialmente, todo el tejido productivo.
Como consecuencia de las nuevas trayectorias de organización interna de las
firmas y las nuevas formas de articulación con el mercado, la teoría económica
requirió de reformulaciones. Las nuevas teorías de la firma, enfocadas al
entendimiento de este nuevo paradigma, ganan fuerza con el análisis de las
empresas japonesas, principalmente por el trabajo de Aoki y por los análisis históricos
de Chandler sobre las innovaciones organizacionales en las empresas americanas.
Esta corriente es frecuentemente llamada neo institucionalista.
Así, el enfoque de la empresa como un vínculo de contratos y la teoría de los
costos de transacción comparten una perspectiva contractual en la que se analizan
las formas de organización como una respuesta a las necesidades de coordinar y
contener conductas oportunistas; esta convergencia a un objetivo común, se
acompaña de divergencias teóricas relevantes en lo que se refiere a:
i) Las hipótesis de comportamiento; la empresa como vínculo de contratos
supone agentes que toman decisiones para maximizar alguna función
objetivo, mientras que la TCT se construye a partir de la noción de
racionalidad limitada;
ii) Medida en la que la estructura jerárquica de la empresa posee una
naturaleza específica que deba ser tratada teóricamente. Para Williamson
las jerarquías configuran arreglos institucionales irreductibles a las
transacciones mercantiles, mientras que varios autores del enfoque de
vínculo de contratos, diluyen la distinción teórica entre relaciones
contractuales internas a la empresa y relaciones de compra venta en los
mercados de bienes y servicios.
iii) Lo adecuado de modelar la construcción de soluciones organizacionales
como un proceso que conduce a un resultado de equilibrio que puede ser
caracterizado de óptimo. Los autores del enfoque de vínculos de contratos
asumen que sí, mientras que la TCT supone una tendencia a la difusión de
soluciones organizacionales relativamente más eficientes, dado un
conjunto limitado e históricamente predefinido de alternativas.
Por otro lado, el enfoque de la empresa como una acumulación de
conocimientos productivos (evolucionistas o neo-schumpeterianos) enfatiza la
funcionalidad de la organización de empresas en proceso de aprendizaje e
innovación, lo que la diferencia de las teorías contractualistas. El hecho de que la
dinámica de la innovación sea un elemento central de la operación de las economías
capitalistas, reduce la relevancia de los enfoques contractualistas (corriente
tradicional), ya que se limitan a analizar las dificultades contractuales que pueden
surgir a partir de la interacción de los agentes con una base técnica dada.

17
3.3 Planteamientos alternativos.

a) Neo schumpeterianos.
Las teorías económicas conocidas como evolucionistas o neo schumpeterianas
constituyen el intento mejor articulado para construir un nuevo cuerpo teórico para
el estudio de la firma; su origen es doble: por un lado, Freeman (1974, 1997) fue el
primero en rescatar la contribución de Schumpeter en el sentido de incorporar el
progreso técnico como variable clave del proceso evolutivo de la firma y del
mercado. Freeman recupera, perfecciona y actualiza la teoría de los ciclos largos de
Schumpeter, mostrando cómo la difusión de las innovaciones está en el centro de
los movimientos cíclicos de la economía mundial. Por otro lado, Nelson y Winter
(1982) iniciaron una línea de investigación apoyada en Simon, Schumpeter e ideas
provenientes de la biología evolucionista, lanzando las bases para la reconstrucción
de las teorías de la firma. La corriente evolucionista se encuentra actualmente en
pleno desarrollo, contando con contribuciones de un número creciente de autores.
La utilización de conceptos provenientes de las “ciencias duras” como la física y
la biología en la economía, fue propuesta por Marshall; a pesar de optar por la
mecánica newtoniana, él señalaba que la analogía más adecuada sería la biología,
pero consideraba que esta ciencia era demasiado compleja para utilizarla en la
economía.
Las teorías evolucionistas se distinguen de las teorías neoclásicas y de las teorías
de la organización industrial por descartar hipótesis básicas del pensamiento
económico convencional. Hay tres principios claves para entender las teorías
evolucionistas. El primero es que la dinámica económica está basada en la
innovación en productos, procesos y en las formas de organización de la producción.
Las innovaciones no son necesariamente graduales, pueden asumir un carácter
radical causando, en ese caso, inestabilidad en el sistema económico. También se le
atribuye una gran importancia a la interacción entre los agentes económicos,
articulados en clusters de producción. Los conceptos de “destrucción creadora” de
Schumpeter, de “paradigmas técnico-económicos” de Dosi (1982) y Pérez y la
analogía con la biología evolucionista de Darwin son esclarecedores de la esencia
discontinua atribuida al crecimiento económico en función de la innovación
tecnológica.
El segundo principio descarta la idea de “racionalidad invariante” (o sustantiva)
de los agentes económicos. Tomando como base las ideas de Simon, los
evolucionistas (Winter, 1993; Dosi, 1991; Coriat y Weinstein, 1995) critican las teorías
de racionalidad sustantiva que predefine el comportamiento de las firmas según el
principio de maximización. El principio de maximización no se considera útil pues
involucra muchas variables que no pueden ser, a priori, conocidas por el
emprendedor. Los evolucionistas señalan la necesidad de desarrollar una visión de
la firma constituida por individuos distintos y dotada de características cognitivas

18
propias. La diversidad conduce a la idea de “racionalidad procesal” es decir, que la
racionalidad de los agentes no puede ser predefinida, ya que es resultado del
proceso de aprendizaje a través de las interacciones con el mercado y las nuevas
tecnologías.
El tercer principio se refiere a la propiedad de auto organización de la firma, como
resultado de las fluctuaciones del mercado. Se rechaza cualquier tipo de equilibrio
de mercado, conforme a lo propuesto por la teoría convencional, en le medida en
que no es posible alcanzarlo en un ambiente colectivo de fluctuaciones de agentes
individuales con rutinas y capacitaciones distintas.
Rechazan la idea, defendida hasta hoy por los autores neoclásicos –
especialmente aquellos ligados a la escuela de Chicago como Friedman, Stigler y
Becker -, de que los mercados están dotados de la capacidad de eliminar eficazmente
a las firmas incapaces de comportarse según el principio de maximización de
beneficios, los evolucionistas proponen, alternativamente, el principio de la
“pluralidad de selección”. Este principio permite explicar la existencia de trayectorias
tecnológicas diferentes y la gran variedad de estructuras de mercado y de
características institucionales de los ambientes en los que las firmas evolucionan. Las
tecnologías y las estructuras de mercado se consideran idiosincráticas al tipo de
industria y a la naturaleza dinámica de las configuraciones particulares que
condicionan el proceso competitivo. Por tanto, es necesario conocer la naturaleza
de las barreras a la entrada, de la regulación, del grado de competencia y de las
posibilidades de explorar economías de escala y de alcance.
La competitividad de una empresa es una actividad particular y definida por los
evolucionistas como un conjunto de competencias tecnológicas diferenciadas, de
activos complementarios y de rutinas. Tales competencias son generalmente tácitas
y no transferibles, confiriendo a la firma un carácter único y diferenciado. La
evolución de la firma depende de la transformación de las competencias secundarias
en centrales, a medida que surgen oportunidades tecnológicas. El concepto de
competencia central, desarrollado principalmente por Teece, Dosi y Winter, es
importante para definir una firma, explicar por qué ellas difieren y cómo evolucionan.
A partir de éste, se elaboraron tipologías sobre la coherencia de la firma y sus posibles
estrategias de crecimiento: especialización, integración vertical, diversificación,
conglomeración, participación en redes y estrategias vacías, apoyadas en la
subcontratación. Asimismo, se retoman cuestiones importantes de la literatura de
organización industrial.
La relación entre tecnología y estructura de la industria es retomada por las
nuevas teorías de la firma, estableciendo una controversia con el paradigma
“estructura, conducta y desempeño”, que ejerce considerable influencia en la
legislación anti trust norteamericana. La relación entre estructura y desempeño ya
había sido cuestionada por Schumpeter que criticó la excesiva preocupación de los
economistas contemporáneos por la estructura de los mercados (competencia y

19
oligopolio). “El problema visualizado (por los economistas teóricos) es cómo el
capitalismo administra las estructuras existentes, en cuanto a que el problema
relevante es cómo las crea y las destruye”. La búsqueda de posiciones monopólicas
no constituye en sí una práctica dañina a la competencia, pero es su principal móvil.
Esto tiene implicaciones importantes para las políticas de competencia, que
consideran la estructura como una variable exógena que condiciona el
comportamiento y desempeño de las firmas.
La cadena de causalidades ha sido redefinida por la literatura económica que ha
admitido la influencia mutua de los factores. El desempeño, así como la conducta,
también influyen en la estructura de mercado. La propuesta neoschumpeteriana, sin
embargo, ve estas mismas relaciones, asociando la estructura de mercado con el
ciclo de evolución tecnológica del producto. Nelson (1995) argumenta que antes
del surgimiento de un patrón o proyecto dominante, había poco R & D orientado a
mejorar el proceso productivo, porque el proyecto del producto era inestable y el
mercado para cada producto era pequeño. Con el surgimiento de un proyecto o
patrón dominante, los beneficios derivados de la exploración de nuevas formas de
producción ahorradoras de costos son considerables. Frecuentemente el desarrollo
de un proceso de producción mejor, involucra la exploración de economías de escala
latentes y el establecimiento de modos de producción intensivos de capital. El
argumento propuesto por Abernathy y Utterback (1975) es que este modelo de
evolución tecnológica causa un patrón particular de evolución de la firma y de la
estructura de la industria. En los estadios iniciales de una industria, las firmas tienden
a ser pequeñas y la entrada al mercado es relativamente fácil, reflejando la diversidad
de tecnologías empleadas y su rápido cambio. Con todo, cuando un patrón
dominante surge, y se desarrollan procesos de producción especializados, las
barreras a la entrada comienzan a crecer y aumentan la escala y el capital necesario
para producir competitivamente.
b) La visión neo-institucionalista.
El énfasis en el papel de las nuevas formas de organización empresarial como
fuente de competitividad tiene su origen en los estudios pioneros de Chandler
(1977), que centra su interés en las instituciones y en las características específicas
de su estructura empresarial. Los análisis históricos tienen una concepción más
concreta de las instituciones, centrándose en la corporación, la universidad moderna
de investigación, el sistema financiero y las instituciones reguladoras de la actividad
económica internacional, tales como la OMC y el FMI.
La visión institucionalista, según North (1990), atribuye el desempeño económico
de las naciones a la naturaleza de sus instituciones. Según esta visión, las
instituciones de hoy guardan fuertes conexiones con las anteriores, de ahí la
importancia de la trayectoria institucional o “path dependency”. Ningún arreglo
institucional puede ser definido como óptimo pues son resultado de las
características culturales y políticas de cada país. En algunos países las instituciones

20
se desarrollaron de tal forma que favorecen el progreso económico y en otros países
no. El ambiente institucional determina las oportunidades de beneficio,
direccionando las decisiones y el proceso de acumulación de conocimientos de las
organizaciones, generando trayectorias virtuosas o viciosas.
Rosemberg y Birdzell (1986), al analizar las condiciones institucionales históricas
que permitieron el surgimiento de la revolución industrial, argumentan que el
Occidente enriqueció porque rompió los vínculos con las viejas instituciones y dejó
funcionar al mercado. Las revoluciones burguesas fueron esenciales para construir
un nuevo sistema regulatorio y legal que estimulase la acumulación, la competencia
y la innovación. A lo largo del proceso de cambios institucionales, se crearon
mecanismos para asegurar el cumplimiento de las leyes, alterándolas de forma que
permitieran la adaptación a las transformaciones económicas y sociales. Tal proceso
permitió que el Occidente superase económicamente a Oriente a partir del siglo XVII
en la medida en que éste se quedó preso en las instituciones feudales y religiosas
que limitaban el proceso evolutivo.
La visión institucionalista ha sido fortalecida por el concepto de Sistema Nacional
de Innovaciones, siguiendo una línea de abordaje iniciada por Freeman (1987) y
Lundvall (1988) que ha ganado contribuciones sucesivas de la línea neo-
schumpeteriana. El principal foco de análisis e interacción entre los actores
económicos, sociales y políticos que fortalece la capacitación y la difusión de
innovaciones en un determinado país. La literatura neo-Schumpeteriana enfatiza
que las trayectorias que surgen de un paradigma tecno-económico raramente son
naturales, impulsadas apenas por factores científicos y tecnológicos externos. Los
factores económicos y socio-políticos son muy importantes en la determinación de
las trayectorias tecnológicas en diferentes países. El proceso de selección ocurre
dentro de un ambiente específico donde la calidad de las instituciones técnicas y
científicas, de las estrategias del sector privado, de los estímulos y el financiamiento
de las innovaciones cumplen papeles fundamentales. El concepto de Sistema
Nacional de Innovación ha sido aplicado regionalmente, a través de los llamados
“arreglos productivos locales”.
c) El enfoque de las innovaciones organizacionales.
El éxito de Japón en implementar una nueva onda de innovaciones
organizacionales en los años 1970 y 1980 tuvo un profundo impacto sobre los
estudios de competitividad. La introducción de técnicas organizacionales como “just-
in-time”, control de calidad total y estructuras productivas más horizontales e
integradas en células, llevaron a las empresas japonesas como Toyota a desafiar al
oligopolio largamente establecido en los mercados automovilísticos y de bienes de
consumo durable. El nuevo paradigma es comúnmente llamado “toyotista”, en
oposición al “fordista”.
En una economía crecientemente globalizada y competitiva, las empresas se ven
obligadas a tratar a los mercados como transitorios, o “de moda”, en los que los ciclos

21
del producto son cortos y el cambio en la demanda entre un producto y otro es
volátil. En este contexto, es esencial asegurar flexibilidad total y tiempo de espera
reducido, a través de la adopción de nuevas formas de organización de la
producción que enfaticen estructuras horizontales, descentralización de la
producción en una nueva forma de coordinación de la fuerza de trabajo, con énfasis
en la autonomía, polivalencia y distribución de la inteligencia. Tales conceptos
contrastan con la organización fordista, basada en la especialización, división del
trabajo y la separación entre la concepción, ejecución y control de la producción. La
necesidad de adaptar el proceso productivo a cambios frecuentes en las cantidades,
mezcla y diseño de productos, reduce sustancialmente las ventajas de la
coordinación jerárquica. En consecuencia, aumenta también la importancia de las
redes de firmas como forma intermedia de coordinación entre la firma vertical y el
mercado atomizado.
El análisis interno de la firma como institución clave del capitalismo ganó
importancia en la nueva construcción teórica. Aoki (1988, 1990) contrastó dos tipos
idealizados de empresas –la firma A, típicamente americana y fordista- y la firma J
(japonesa), constatando diferencias de productividad a partir de los años 80. La
opción metodológica de observar el funcionamiento interno de la firma y focalizar
las organizaciones competitivas emergentes pasó a ser un elemento fundamental
del análisis para superar el tratamiento convencional dado a las firmas por las teorías
de costos de transacción. El análisis de Aoki está centrado en la observación empírica
de las formas de organización del trabajo, del proceso de generación y apropiación
de tecnología y de la relación con clientes y proveedores en Toyota y General
Motors. La comparación de métodos organizacionales y tecnológicos echó por tierra
los argumentos puramente económicos (como la tasa de cambio y salarios)
adoptados tradicionalmente para explicar la mayor competitividad japonesa.
Porter (1993) es otro autor que ha contribuido decisivamente para la aplicación
de conceptos de la economía industrial en la gestión estratégica de las empresas. Su
creencia en la importancia de la firma como agente central de la competitividad de
las naciones, lo lleva a afirmar que es más importante analizar las firmas líderes que
simplemente mirar el mercado o las políticas gubernamentales de cada país.
Cabe destacar aquí la diferencia metodológica presentada por las diferentes
visiones de la firma. Para Aoki, al igual que Chandler y Porter, la unidad de análisis es
la firma, mientras que para Williamson el análisis se centra en las transacciones, estos
dos focos no son fácilmente integrables, volviendo difícil el desarrollo de una teoría
unificada. La organización interna de la firma y las transacciones no constituyen
aspectos de un mismo problema, pero sí visiones diferenciadas sobre los factores
determinantes de las estrategias y del crecimiento de las empresas.
d) redes de firmas.
Uno de los aspectos más distintivos del nuevo paradigma técnico-económico es
el proceso de re-especialización de las grandes empresas en sus competencias

22
centrales. Gradualmente las empresas abandonan determinadas actividades,
consideradas periféricas o no esenciales para el beneficio y seguridad del negocio,
transfiriéndolas a terceras empresas. La terciarización se constituye en un proceso de
transferencia de funciones o actividades de una empresa de origen a una empresa
o trabajador (Kon, 2004). Como resultado se genera el surgimiento de “redes de
firmas” donde las relaciones entre los participantes frecuentemente son pautadas
por relaciones de largo plazo y por el compromiso mutuo de los socios con
inversiones en activos específicos y patrones operacionales compatibles a largo plazo
de la cadena productiva.
Las nuevas redes de firmas se establecen a partir de relaciones contractuales
formales entre agentes dispersos geográficamente, definidas en función de
competencias complementarias sin que existan necesariamente lazos históricos
comerciales entre ellos. Tal forma de organización del proceso productivo contrasta
con el modelo típico de la estructura industrial fordista vigente en los principales
mercados mundiales en la mayor parte del siglo XX. Las corporaciones se
caracterizaban por la producción vertical, dedicándose a desarrollar internamente
todas las etapas de producción buscando asegurar un flujo de producción eficiente
y armónica a lo largo de la cadena productiva.
La sustitución del mercado atomizado por el planteamiento en el ámbito de una
única gran empresa fue un hecho explorado por Coase (1937) para criticar la teoría
neoclásica que consideraba al mercado como la única forma viable de organización
de la producción. En su artículo “¿por qué la firma existe?”, Coase argumenta que si
el mercado fuese tan eficiente como propugnan los economistas ortodoxos, la
economía prescindiría de arreglos institucionales alternativos como la gran empresa.
Después, Williamson (1979) retoma este tema atribuyendo la integración vertical de
la producción a la necesidad de coordinación del proceso productivo. Para él, la gran
firma jerarquizada sería una respuesta a las fallas de transacción en el mercado, ante
la posibilidad de comportamientos oportunistas de los agentes. Las redes de firmas
serían formas híbridas de gobernanza entre el mercado atomizado y las grandes
empresas jerarquizadas.
e) El enfoque de la economía de la información y del conocimiento.
Desde que Alvin Tofler publicó el Schock del futuro hace cerca de 40 años, las
tecnologías de la información y comunicación (TIC) han sido destacadas como
instrumentos de transformación económica y social. El uso creciente del internet en
actividades comerciales a partir de mediados de la década de 1990, representó un
nuevo punto de inflexión en dirección a la llamada “economía del conocimiento”. La
posibilidad de integrar cadenas globales de suministros, acercar proveedores y
usuarios y acceder a la información en línea en multimedia donde quiera que se
encuentren almacenadas, dio una nueva dimensión al proceso de transformación.
La combinación de factores dinámicos como la innovación, el desarrollo de nuevas
aplicaciones y la competencia creciente, han contribuido a la reducción de costos,

23
viabilizando el crecimiento y la expansión de las TIC no sólo en naciones
desarrolladas, sino también en países en vías de desarrollo.
El impacto de las TIC sobre la economía y las sociedades ha traído a la luz
conceptos que procuran caracterizar nuevas formas de organización de la
producción, fuentes de competitividad y las demás transformaciones en curso en el
ambiente social y productivo. Cabe aclarar los conceptos de información y
conocimiento. La información se refiere a datos codificados, en tanto el
conocimiento involucra principalmente aspectos tácitos. El conocimiento es
fundamental para tener acceso a la información, debido a la naturaleza de la
codificación lingüística, técnica o científica exigida para su manipulación y
transmisión. Hilbert y Katz (2002) sustentan que conocimiento involucra habilidades.
El conocimiento tácito de un trabajador puede ser descrito como capital humano,
que puede ser, en algunos casos, codificado, transformándose en información.
El término economía del conocimiento viene siendo empleado de manera
creciente por autores y organismos internacionales, enfatizando una concepción en
la que el conocimiento es considerado un insumo más importante que la tierra, el
capital y el trabajo para el proceso productivo moderno. Una economía basada en
conocimiento se apoya efectivamente en la habilidad de generar, almacenar,
recuperar, procesar y transmitir información, funciones potencialmente aplicables a
todas las actividades humanas.
La exploración del potencial abierto por la economía del conocimiento requiere
condiciones que no siempre están disponibles en países menos desarrollados. Las
tecnologías de la información permiten una creciente codificación del conocimiento
representando una ventana de oportunidades para su difusión internacional. Por
otro lado, su uso eficiente depende del conocimiento tácito incorporado en el capital
humano, aprendizaje y desarrollo institucional.
Para Soete (2004) la división del conocimiento está más que nunca vinculada al
capital humano o conocimiento tácito. En este contexto, la exploración del potencial
de las TIC depende cada vez más de las cualidades de las instituciones nacionales,
de gestión del conocimiento en las empresas, del nivel del capital humano y de las
instituciones de enseñanza y de la inversión sistemática en la infraestructura del
conocimiento.
La importancia del papel del usuario para el desarrollo tecnológico está
relacionada con su contribución para el perfeccionamiento de los productos
(aprender usando) y la definición de las características de la tecnología. La literatura
sostiene que el papel del usuario en las innovaciones está lejos de ser pasivo, hecho
que induce a la necesidad de capacitación. Los proyectistas acostumbran desarrollar
productos o servicios asumiendo (de forma implícita) que sus propias preferencias
coinciden con las de los usuarios. Este hecho ayuda a entender por qué
determinadas tecnologías, desarrolladas según un patrón de gustos y/o costos de

24
producción típicos de un determinado país, no son fácilmente transferibles a otros
países.
Conclusiones.
El análisis de la evolución de las teorías de la firma y su relación con paradigmas
organizacionales distintos, permite concluir que no existe un cuerpo teórico único
coherente. Las teorías están condicionadas por diferentes aspectos, cabe destacar la
filiación teórico-metodológica, el aspecto de la firma analizado (producción,
transacción) y su objeto de análisis en sí (industrias y contextos institucionales
históricos).
La filiación teórico-metodológica tiene origen en preocupaciones derivadas de la
propia estructura de la industria y de la organización de la firma. El cuadro de la
página siguiente sintetiza las principales relaciones entre teoría y realidad económica
de la firma a lo largo de los tres paradigmas analizados, mostrando que existe cierta
coherencia entre paradigmas tecno-económicos y teorías de la firma. Eso indica que
más pronto o más tarde, la teoría se procura adaptar a la realidad de los patrones
dominantes de competencia, de las características tecnológicas y de la organización
de la producción. En general se observa un considerable desfase entre la realidad y
su apropiación teórica; eso ocurre porque muchas veces las corrientes de
pensamiento se vuelven prisioneras de sus propios dogmas, dejando de desarrollar
creativamente el diálogo con la realidad.
Las teorías formales basada en metodologías matemáticas, tienden a aferrarse
más al armazón de sus hipótesis a costa de un creciente distanciamiento de la
realidad. El distanciamiento no significa que la teoría vaya totalmente rezagada de
la realidad. Las nuevas ideas, como por ejemplo las innovaciones tecnológicas, no
alcanzan el éxito hasta que surgen condiciones económicas, sociales e innovaciones
complementarias adecuadas a su aceptación. Asimismo, la tendencia concentradora
del capitalismo apuntada por Marx en el siglo XIX requirió de algunas décadas y
evidencia empírica para ser reconocida. Una teoría incorpora sus postulados cuando
estos se vuelven útiles para analizar una nueva realidad.
En cuanto al aspecto o foco de análisis, la complejidad y multiplicidad de facetas
que el estudio de la firma puede asumir, vuelven casi imposible el desarrollo de una
teoría completa y coherente. Los cuerpos teóricos son influidos por una visión
particular de la realidad y cargan el peso de preocupaciones diferenciadas.
Asimismo, mientras que una corriente está preocupada por analizar la organización
interna de la firma, otra está enfocada en las transacciones e interacciones con el
mercado. El análisis de estos aspectos está basado en diferentes áreas del
conocimiento, combinando métodos y conceptos que trascienden el ámbito de la
economía. Los aspectos relacionados a la organización de la producción son
originalmente objeto de estudio de las áreas de ingeniería de la producción y la
administración de empresas, las relaciones industriales y los mecanismos de
incentivo son un campo de estudio compartido con los sociólogos; el estudio de la

25
innovación y la difusión de la tecnología está basado en la contribución de
especialistas en tecnologías, en tanto las políticas públicas parten del aporte teórico
de la ciencia política. El desarrollo teórico de la firma depende de una mayor apertura
para múltiples disciplinas.
Finalmente, el objeto de análisis constituye otra complicación para la formulación
de una teoría unificada de la firma. No existe un modelo único de la firma capitalista.
En un mismo periodo de tiempo existen diferentes tipos de firmas, industrias y
mercados coexistiendo en un ambiente económico. La idea de ”paradigma”
contribuye a establecer patrones de comportamiento e identificar tecnologías clave.
Los nuevos paradigmas se desarrollan más rápidamente en ciertos países y sectores
económicos que en otros; su difusión es generalmente asimétrica, resultando en
heterogeneidad económica. Este aspecto refuerza todavía a más la necesidad de
recurrir al trabajo empírico para entender las firmas y los mercados.

Teorías de la firma, estructura de la industria y sistemas regulatorios


en tres paradigmas tecnoeconómicos.
Revolución Ind. UK Fordismo Paradigma de la Inf.
Corrientes teóricas Neoclásica Economía Industrial Evolucionistas
neo-evolucionistas
Estructura de
Preocupacioes Equilibrio mercado Cambio tecnológico
centrales Racionalidad de los Economías de escala Instituciones
agentes Crecimiento de la Cooperación
Análisis de las rela- firma
ciones de intercambio Racionalidad relativa
(caja negra) Costos de transacción
Estructura de la in- Pequeñas empresas Oligopolio Redes de firmas
dustria y
organización Especialización vertical Empresas multinacio- Oligopolio global
de la firma. Dependencia de las nales
economías externas
Estado
Características de los Laissez-faire intervencionista Desregulación
sistemas nacionales Edo. Con mínimas Globalización
de regulación funciones de regulación
Responsabilidad plena
de los propietarios
Fuente: Bastos, T. Paulo. Paradigmas Tecnológicos y Teorías Económicas de la Firma. UFRJ, 2005.

Para los evolucionistas existen varios niveles y tipos de análisis que se


relacionan por medio de conceptos de hábitos y de instituciones, ayudando a
relacionar lo específico y lo general.

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Su concepción de persona como un ser que toma decisiones con base en los
hábitos, todavía no permite hacer operativa la teoría; se necesitan elementos
adicionales, en particular, mostrar cómo grupos específicos de hábitos comunes
están contenidos en, y se refuerzan por instituciones sociales específicas. De esta
forma se pasa de lo abstracto a lo concreto. Estos autores se valen de las tradiciones
de investigación psicológicas, sociológicas y antropológicas sobre el
comportamiento humano para entender esos hábitos y rutinas. Si hay una teoría
general, es indicativa de cómo desarrollar análisis específicos de fenómenos
igualmente específicos.
Los autores explicitan esas premisas de tres formas: a) la existencia de
asimetrías técnico-económicas entre los agentes; b) la existencia de variedad
tecnológica; y c) la existencia de diversidad de comportamiento entre los agentes.
Los conceptos básicos de la teoría que los autores buscan construir y que da soporte
a esas premisas son también tres: a) la tecnología es apropiable, acumulativa, tácita
e irreversible; b) existe incertidumbre en cuanto a los resultados de los esfuerzos y
decisiones tecnológicas; y c) existen paradigmas y trayectorias tecnológicas
sectoriales que ordenan el progreso técnico, haciendo de la búsqueda y selección
de innovaciones un proceso no aleatorio ni totalmente exógeno. El resultado de esta
construcción teórica es la obtención de modelos evolucionistas que se contraponen
a las formulaciones determinísticas habituales del pensamiento neoclásico.
La cuestión central enfrentada por los modelos evolucionistas es tratar a la
innovación y, a partir de ella, a la competencia, como un proceso dependiente del
tiempo tanto lógico como cronológico. Concretamente, esto significa que la
dinámica a estudiar no puede dejar de ser la dinámica del proceso de cambio. En
este marco teórico, la preocupación de describir la (falsa) dinámica de ajuste de
naturaleza estática comparativa no tiene sentido y es irrelevante. El objetivo es tratar
variables “path-dependent” y por eso la historia tiene que ser incorporada al sistema
teórico tanto respecto a la historia pasada de la competencia de naturaleza
acumulativa de las variables analizadas, como en relación al futuro que, dadas las
condiciones de incertidumbre sobre la que se da este proceso de decisión, no puede
ser reducido a secuencias lógicas de tiempo.

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Bibliografía.

Empresas, industrias y mercados. Alexis Donts, Jacques Kerlsnetzky y Víctor


Prochnik. En Economía Industrial.
Teorías de la Empresa: las propuestas de Coase, Alchian y Donsetz, Williamson,
Penrose y Noteboom. Alejandro García y Eunice Taboada.
Teoría de los costos de Transacción. Ronaldo Fiani. Economía Industrial.
Organización de las grandes corporaciones. Joao Luiz Pondé. Economía Industrial.
Paradigmas tecnológicos y teorías económicas de la firma. Paulo Bastos. UFRJ.

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