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viajado en la máquina del tiempo hasta hace 37 millones de años. Pero en el
Eoceno los dinosaurios estaban extinguidos. ¿Qué está pasando?
Un imaginario viajero salmantino del tiempo podría vivir esta terrorífica escena si se
topara con un Iberosuchus, cocodrilo terrestre que vivió en la parte emergida de lo
que hoy es la Península Ibérica y que, como los últimos cocodrilos corredores de
Europa, fueron herederos de los dinosaurios tras la extinción de estos hace unos 65
millones de años. La especie Iberosuchus macrodon fue descrita tras un hallazgo
en la zona de Lisboa en 1975 pero los dos cráneos más completos que existen en el
mundo de esta pavorosa fiera del Eoceno se encuentran en unas vitrinas de la
Facultad de Ciencias de la Universidad de Salamanca.
La Sala de las Tortugas expone desde 1988 restos de vertebrados que habitaron
la Cuenca del Duero
Este templo de la paleontología, conocido como la Sala de las Tortugas, expone desde
1988 una colección de vertebrados, fundamentalmente tortugas, cocodrilos, peces y
mamíferos que habitaron la Cuenca del Duero en el Eoceno. Se denomina así a la época
geológica de la Tierra comprendida en la Era Cenozoica que transcurrió entre los 56 y
los 34 millones de años atrás. Al comienzo de este lapso temporal, la temperatura, los
niveles de mar y la concentración de CO2 eran significativamente más altas que las
actuales. Es el Óptimo Climático del Eoceno temprano que elevó seis grados la
temperatura media del planeta en ‘solo’ 20.000 años, se alteraron los océanos y la
atmósfera, se aceleraron las extinciones de especies y se propició la aparición de
linajes de los actuales mamíferos. Justo después de esta crisis climática tuvo lugar la
expansión y evolución de los reptiles que se encuentran en la cuenca cenozoica del
Duero, representados en la sala. La cuenca del Duero entonces no vertía hacia el
Atlántico, sino que tenía un drenaje interno (endorreísmo) y estaba dominada por ríos
en las zonas periféricas y lagos someros en las zonas centrales de la actual región
castellana y leonesa.
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Muestra de varios osteodermos, placas óseas que cubrían la piel del Iberosuchus.
Los hallazgos obtenidos en las excavaciones que inició el equipo del profesor Emiliano
Jiménez en 1966 se extendieron hasta 1992 en las provincias de Salamanca, Zamora y
Soria, donde afloran las rocas más antiguas (principalmente del Eoceno) del Cenozoico
de la Cuenca del Duero con vestigios de faunas fósiles subtropicales.
De los 11 yacimientos explotados, la mayoría en Zamora, los más antiguos son del
Eoceno Inferior o Eoceno Medio inferior y se localizan en las proximidades de Zamora
capital, en la zona de Cubillos-Monfarracinos y Sanzoles, pero también en las
localidades zamoranas de Corrales del Vino, Casaseca de Campeán, Jambrina,
Madridanos y Santa Clara de Avedillo. Algo más modernos son los yacimientos
salmantinos de Cabrerizos y San Morales y el importante yacimiento soriano de
Mazaterón, todos ellos del Eoceno Medio superior. Los yacimientos más modernos del
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Paleógeno con fósiles en la Sala de las Tortugas están de nuevo en Zamora (Castrillo
de la Guareña) y tienen una edad Eoceno superior y posiblemente Oligoceno.
Hoy día la colección de vertebrados fósiles del Eoceno que reune la Sala de las
Tortugas es una de las más importantes de toda Europa, con cerca de 25.000
ejemplares catalogados. La sala de la Columna del Edificio Histórico de la Universidad
fue en 1988 el primer emplazamiento de esta muestra y en 2000 fue trasladada a una
dependencia en los sótanos de la Facultad de Ciencias.
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Esta especie, presente en lagos y ríos, podría alcanzar los 80 cm. de longitud y era una
de las más grandes de Europa en su grupo.
“Reabrir la sala contribuiría a revertir el descenso de matriculados en ciencias
geológicas”
Pero aunque los restos son menores en número, los cocodrilos que dominaban el
terreno en la antigua Salamanca protagonizan el apartado más sorprendente de la
visita. “El Iberosuchus es el último de los descendientes de los cocodrilos
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terrestres que aparecieron en el Cretácico en América del Sur hace 100 millones
de años, y vivieron hasta hace 30 millones”, detalla Santiago Martín. Los expertos
formulan la hipótesis de que pasaron de Brasil a África antes de la creación del
Océano Atlántico y ascendieron hasta el territorio que hoy es la Península Ibérica
llegando al sur de Francia.
La disposición lateral de los ojos en el cráneo reveló a los investigadores que se
desenvolvía en tierra a diferencia de los cocodrilos de río, que utilizan sus ojos
situados en la parte superior, para otear sobre la superficie del agua. Los estudios de
Emiliano Jiménez sobre este depredador apuntaban a que el Iberosuchus podría
correr sobre sus patas traseras y abalanzarse sobre sus desprevenidas presas
asiéndolas con las extremidades superiores. El robusto fémur que se conserva en la
Facultad de Ciencias informa de que podía mantener una postura bastante
erguida.
La Sala de las Tortugas exhibe asimismo restos de osteodermos, las placas óseas
con alvéolos que recubrían el cuerpo de los cocodrilos y que servían para regular la
temperatura de su cuerpo. Pero a diferencia de otros cocodrilos, las placas del
Iberosuchus eran puntiagudas para cumplir una función defensiva. Todo un acorazado,
una máquina depredadora.
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Otra especie encontrada en los escarpes del Tormes (de ahí su nombre científico) fue
el Diplocynodon tormis, unos restos datados en 37 millones de años de antigüedad,
o el Duerosuchus piscator, hallado en Corrales del Vino (Zamora).
Las excavaciones quedaron paralizadas en 1992, y desde entonces sólo ha recibido
pequeñas donaciones de particulares. Hoy, treinta años después, la Sala de las
Tortugas de la Universidad sigue esperando un impulso que convierta esta asombrosa
colección de restos prehistóricos en un museo paleontológico de primer nivel nacional
e incluso europeo. “Sería algo muy importante para atraer estudiantes a Salamanca, y
contribuir al aumento de matrículas en los Grados de Geología e Ingeniería Geológica”.
TODO EMPEZÓ EN CABRERIZOS
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Teso de la Flecha de Cabrerizos.
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R.D.L. Miércoles, 5 de septiembre 2018
En Cabrerizos, Villamayor y Aldealengua hubo cocodrilos y tortugas gigantes. De eso
hace 40 millones de años, pero los restos de algunos de esos grandes animales fueron
encontrados por un grupo de investigadores de la Universidad de Salamanca
liderados por el profesor Emiliano Jiménez y a día de hoy se conservan en la
Facultad de Ciencias. El 31 de mayo de 1988 se inauguró la Sala de las Tortugas en una
de las aulas del edificio de las Escuelas Mayores del Estudio salmantino. Era la forma
de visibilizar el gran trabajo desarrollado por los investigadores de la Universidad de
Salamanca en las excavaciones que llevaron a cabo en la Cuenca del Duero. Restos
fósiles como placas, dientes, cráneos y hasta coprolitos comenzaron a mostrarse al
público, acercando a los ciudadanos una realidad desconocida hasta ahora: la
existencia de grandes cocodrilos y tortugas en Salamanca, Zamora y Segovia.
“Los restos demuestran que hace unos 40 millones de años esta zona estaba plagada
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de bosques y ríos y había un clima muy cálido”, explica José Ángel González Delgado,
profesor del área de paleontología del departamento de Geología que se ha encargado
de coordinar la sala. “Es una de las mejores colecciones de cráneos de tortugas de
toda Europa”, subraya el profesor y destaca también los fósiles que se conservan de
un cocodrilo que, no solo era mayor que los actuales, sino que corría. “Los huesos de
las patas son más largos, así que quiere decir que este cocodrilo corría y, según los
expertos, no como Usain Bolt, pero bastante”, comenta con humor José Ángel
González para incidir en la singularidad de los restos de Salamanca que ahora se
pueden ver en la Facultad de Ciencias. Trece años después de su inauguración, la Sala
de las Tortugas, ahora con el sobrenombre de “Aula Emiliano Jiménez Fuentes, en
honor a su fundador, se reubicó en la citada facultad y desde entonces los grandes
restos de tortugas reciben a los visitantes del edificio. Son tres décadas acercando
a los ciudadanos, y en especial a los niños, el pasado de esta tierra,
descubriendo sus fósiles en una clara labor de divulgación. Coincidiendo con esta
fecha tan especial, su actual coordinador aprovecha para reivindicar más apoyo de las
instituciones tanto para el buen mantenimiento de la sala, con la contratación de
personal que permita dar a conocer los fósiles, pero también avanzar en su
catalogación, y a su vez, poner en valor los yacimientos existentes en las localidades
cercanas. En Aldeaseca, por ejemplo, se siguen haciendo excavaciones y de vez en
cuando se encuentra algún pequeño resto. “Dinosaurios hay en muchos sitios, pero
cocodrilos corredores, no”, hace hincapié José Ángel González.
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Salamanca con parientes en
China, Alemania y EEUU
Descubren que el Duerosuchus piscator de la Sala de las Tortugas
es el único individuo hallado en la Península de la familia
Planocraniidae
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una especie desconocida hasta el momento, pero, quizás por sus peculiaridades, no
consiguieron relacionarlo con ninguno de los grupos de cocodrilos modernos conocidos.
En este contexto, la Universidad de Salamanca ha colaborado en el trabajo
recientemente publicado por la revista Journal of Vertebrate Paleontology en el
que investigadores del Grupo de Biología Evolutiva de la UNED y de la Sala de las
Tortugas de la Universidad de Salamanca revisan los restos y la diagnosis de la
especie y proponen una interpretación de las relaciones de parentesco de
Duerosuchus que permiten extraer algunas conclusiones relevantes.
Concretamente, los resultados sitúan a Duerosuchus piscator, uno de los ejemplares
más singulares de la ‘Colección de Vertebrados Fósiles de la Cuenca del Duero - Sala
de las Tortugas’ de la Universidad de Salamanca como miembro de la familia
Planocraniidae, convirtiéndose así en “el único individuo hallado hasta el momento de
este género y el primer representante de la familia Planocraniidae de la Península
Ibérica”, explica Santiago Martín, comisario de la colección de fósiles y miembro del
Departamento de Geología.
De este modo, el ejemplar pertenecería a un grupo de cocodrilos de hábitos
terrestres, con patas largas y dientes cortadores que, hasta ahora, “únicamente
habían sido descritos en China, Alemania y Estados Unidos”, subraya el científico
de la Universidad de Salamanca.
Los representantes de este grupo, tradicionalmente conocidos como
“pristicampsinos”, tenían una forma de vida ligeramente diferente a la del resto de los
cocodrilos modernos. Estos animales adoptaron hábitos más terrestres que los de los
cocodrilos actuales, con miembros más largos y dientes cortadores, que en ocasiones
son aserrados. El análisis filogenético presentado confirma que los planocraníidos
fueron un linaje extinguido que se desarrolló en los ecosistemas del hemisferio norte
después de la desaparición de los dinosaurios y antes de la divergencia de los dos
grandes grupos de cocodrilos actuales.
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La paleodiversidad cocodriliana de la Cuenca del Duero
Los cocodrilos son uno de los grupos faunísticos más abundantemente representado en
los yacimientos eocenos de la Cuenca del Duero, en los que son conocidos desde
finales del siglo XIX.
Bloque con dos caparazones de Allaeochelys, tortuga acuática muy abundante en los
yacimientos eocenos de Zamora
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momento, en la Península Ibérica existen dos áreas bien definidas, una, al noreste, que
presenta faunas semejantes a las del resto de Europa; y otra, al noroeste, que parece
quedar aislada y mantuvo un complejo faunístico particular durante muchos millones
de años. Los yacimientos que representan a esta área noroccidental se encuentran
particularmente bien representados en las cuencas cenozoicas de Oviedo, Miranda-
Treviño y, particularmente, en la Cuenca del Duero.
Estos yacimientos con vertebrados fósiles del Eoceno de la Cuenca del Duero han sido
objeto de una gran cantidad de estudios durante décadas, aunque su composición
faunística dista aún de estar bien conocida. Durante los años 80 y 90, una fase de
intensa actividad paleontológica dirigida por el recientemente desaparecido profesor
de la Universidad de Salamanca Emiliano Jiménez Fuentes dio como resultado
múltiples hallazgos de yacimientos en las provincias castellanoleonesas de Zamora,
Salamanca y Soria.
Como consecuencia de la abundante colección de fósiles depositada de esta época se
creó la “Colección de Vertebrados Fósiles de la Cuenca del Duero – Sala de las
Tortugas” de la Universidad de Salamanca, que hoy constituye un referente del
Eoceno ibérico. Sin embargo, en las últimas décadas, la actividad sobre estas faunas
se había ralentizado y muchos de los datos disponibles habían quedado
desactualizados y precisaban una revisión.
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Esquema geológico de la Cuenca del Duero mostrando en naranja los niveles Eocenos.
Debajo, algunos ejemplares de tortugas del Eoceno de la Cuenca del Duero.
Faunas del Eoceno de la Cuenca del Duero
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Universidad de Salamanca, para ajustar, en una primera aproximación, la fauna de
reptiles que habitaron el actual noroeste ibérico hace 45 millones de años.
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Todos estos fósiles forman parte de la colección de Vertebrados Fósiles de la Cuenca
del Duero - Sala de las Tortugas de la Universidad de Salamanca, proceden de
distintos yacimientos de las provincias de Zamora, Salamanca y Soria y son objeto de
una investigación en marcha a cargo del Grupo de Biología Evolutiva de la UNED y el
Departamento de Geología de la Universidad de Salamanca.
Tienen millones de años pero tienen mucho que contar. Son fósiles de animales ya
extinguidos, antecesores de especies actuales o animales endémicos de la Cuenca del
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Duero, una zona que hoy es muy diferente a otros tiempos y que fue el hogar de
curiosos ejemplares de los que hoy, gracias a la labor de los investigadores, podemos
conocer.
Y es que es una de las colecciones más importantes de toda Europa, no solo por su
volumen, sino por los ejemplares que guarda, algunos inéditos en todo el mundo. Se
trata de una colección de vertebrados fósiles de la Cuenca del Duero, un área
geológica que abarca prácticamente toda Castilla y León y es la zona en la que
aparecieron muchos yacimientos fósiles, principalmente en las provincias de Zamora,
Salamanca y Soria.
"Toda la cuenca del Duero se gestó a principios de la era zenozoica, hace unos 70
millones de años y un poco antes de que se extinguieran los dinosaurios. Los fósiles de
la sala tienen una edad principalmente del eoceno y mioceno. El eoceno abarca entre
56 y 34 millones de años y el grueso de la colección de la Sala de las Tortugas
pertenece a esa edad", cuenta Santiago Martín, que añade que esta sala es
importante porque "es una de las mejores colecciones de tortugas a nivel europeo de
esa edad. Tiene gran cantidad de fósiles que son únicos y muchísimas especies que son
únicas porque en el eoceno se produjo un acontecimiento muy importante. Hace 50
millones de años a nivel global se sufrió un aumento de temperaturas muy grande. Es
lo que se denomina el máximo climático del eoceno. En tan solo 20.000 años la
temperatura global del planeta subió seis grados y eso provocó muchas
extinciones y muchos cambios, y entre ellos destaca que los casquetes polares
estaban fundidos, no había hielo en los Polos, por lo que hubo un aumento del nivel del
mar enorme. Prácticamente toda Europa había desaparecido bajo el agua y la península
Ibérica estaba totalmente desdibujada. Solo quedaba la parte noroeste y el único
enganche que teníamos con Europa eran los Pirineos, que en ese momento se
empezaban a formar. Las faunas que se desarrollaban en la Cuenca del Duero, que
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estaba emergida y era continental, era una fauna endémica y única, la que había aquí
no la había en ninguna otra parte del mundo, y eso hacía que todos los descubrimientos
que nosotros hacíamos fuesen especies nuevas, completamente diferentes a las del
resto de Europa o África, que eran los sitios más cercanos con los que podíamos tener
conexiones. Por eso tiene mucha importancia esta colección, porque lo que hay aquí
no lo hay en ninguna otra parte".
Así, dentro de las tortugas, que le dan nombre a la Sala, la colección conserva una
"variedad enorme", desde las más antiguas, "que son las que vivieron en la época de los
dinosaurios en el mesozoico y que están extinguidas actualmente", hasta otras
familias que han continuado hasta hoy en día. Además, en la colección
destacan algunos caparazones que están prácticamente enteros. "No siempre se
encuentran así, lo habitual es encontrar fragmentos y para extraerlos enteros hay
que utilizar técnicas de extracción bastantes complicadas. Algunas se han encontrado
superficialmente y otras a más profundidad, pero para ello hay que saber dónde
están", asegura el coordinador de la colección. Además, la colección también
conserva casi 60 cráneos de tortuga, lo que la convierte en una de las más
importantes de Europa.
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afilada, pero ahora hemos investigado más y hemos visto que era un cocodrilo
terrestre. El que tenemos aquí es el único ejemplar que se ha descrito en el
mundo de esta especie", explica.
Otra de las curiosidades que se conservan en esta sala es otro cocodrilo, mucho más
grande que el anterior y que fue muy abundante en la provincia de Zamora. Para
el investigador que coordina la sala la particularidad de este animal es que " todavía no
se ha descrito la especie a la que pertenece. Los investigadores todavía no se han
atrevido a decir cómo se llama, pero estamos convencidos de que será también una
nueva especie única de aquí".
"Desde que se reformó en noviembre de 2019 está cerrada y es una pena que esto,
que ha tenido más de 25.000 visitas de grupos escolares en los últimos 20 años,
esté cerrado y los salmantinos se estén perdiendo esta información que está aquí
almacenada. Esperemos que el equipo rectoral tome conciencia y podamos darle
visibilidad y las necesidades que la sala requiere para que este legado tenga futuro ",
concluye.
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Los cocodrilos de Villamayor
Emiliano Jiménez 27/05/2014
Quién se imagina nuestro paisaje tan cambiado? Con tupidas e impenetrables selvas
tropicales, ríos caudalosos, lluvias cerradas y extraños animales pululando de acá para
allá.
Pues así era esto hace 40 millones de años. Nos lo dicen los fósiles que en estas
tierras se han encontrado.
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Si pudiésemos enfocar con poderosa vista aguileña veríamos que estos satánicos
predadores, corredores a dos patas, saltan al lomo de sus presas y muerden con
gigantesca boca su cuello.
Lo más destacado, lo que sirvió para saber que aquí había algo diferente, es su
dentadura. Sus dientes, reptilianos, poseen dos carenas de pequeñísimos dentículos, a
modo de cuchillos-sierra. Son exactamente iguales a los del gran Tiranosaurio, pero
de un tamaño diez veces menor. Sus ojos son estereoscópicos, no periscópicos, y su
nariz está delante, no sobre la tabla craneal.
Iberosuchus fue el último cocodrilo terrestre de la historia del planeta. Fue barrido
por la competencia de los Carnívoros y otros mamíferos predadores, cuando estos
llegaron con los cambios climáticos y geográficos, hace unos 30 ó 35 millones de años.
Pero… ¿de verdad vivió este superpredador en Villamayor? Pues sí. Precisamente de
aquí es el mayor diente de Iberosuchus que se ha encontrado, de una longitud de 6
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cm. ¿Cuánto mediría, de pie, este portento? Quizá 4 metros. Fue entregado
por Enrique de Sena a la arqueóloga Socorro López Plaza y ella me lo pasó a mí.
Puede verse en las vitrinas de cocodrilos de la Sala de las Tortugas de la Universidad
de Salamanca.
Otro día hablaré más de este “risueño” reptil. Y del otro cocodrilo villamayorense,
el Diplocynodon tormis. Éste sí era de río, como Dios manda hoy, pero no ayer; y,
¡cómo no!, del ejemplar que tenía el gran tamborilero Medes y otras historias. Pero
eso… será otro día.
La Crónica de Salamanca 23/11/2021
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Emiliano Jiménez, fundador de La Sala de las Tortugas, y su sucesor, Santiago Martín,
en la inauguración en la Facultad de Ciencias. ARCHIVO.
En 2009, Luis Alonso Andrés y su hijo Luis Alonso Santiago, colaboradores de la
Sala de las Tortugas de la Universidad de Salamanca, publicaron la definición del
cocodrilo Duerosuchus piscator a partir de algunos fósiles del Eoceno medio (hace
unos 42 millones de años) encontrados en Corrales del Vino (Zamora)
Los restos estaban compuestos por parte de un cráneo y una mandíbula, algunas
vértebras y varios osteodermos. En la descripción original, los autores reconocieron
que se trataba de una especie desconocida hasta el momento, pero, quizás por sus
peculiaridades, no consiguieron relacionarlo con ninguno de los grupos de cocodrilos
modernos conocidos.
Duerosuch
us
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Santiago Martín, con un grupo de escolares en la Sala de las Tortugas.
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En las excavaciones.
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La Sala de las Tortugas ‘Emiliano Jiménez’ ubicada en la Facultad de Ciencias de la
Universidad de Salamanca.
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Francisco Javier -Patxi- Ortega, del equipo de Emiliano Jiménez en la Sala de las
Tortugas de la Usal. ARCHIVO.
“La colección de la Sala de las Tortugas es una excelente muestra de la gran riqueza
paleontológica de Castilla y León. No obstante, la mayor parte del material asignado a
cocodrilos y a otros grupos faunísticos procede de excavaciones realizadas en los
años 90 y es necesaria una revisión y puesta al día del conocimiento de las faunas de
vertebrados del Cenozoico de la Cuenca del Duero”.
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Referencia bibliográfica:
Narváez, I., De Celis, A., Escaso, F., Martín de Jesús, S., Pérez-García, A., Rodríguez,
A., Ortega, F. 2021. Redescription and phylogenetic placement of the Spanish middle
Eocene eusuchianDuerosuchus piscator (Crocodylia, Planocraniidae). Journal of
Vertebrate Paleontology e1974868
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