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Así fue la Salamanca tropical

Viajar a lo que fue la Salamanca de hace 45 millones de años es


posible visitando la colección de vertebrados fósiles del Eoceno de la
Sala de las Tortugas, una de las más importantes de Europa. Cerrado
por falta de personal, el patrimonio hoy oculto en los sótanos de
Ciencias atesora potencial para convertirse en el gran museo
paleontológico de Castilla y León

Roberto Zamarbide - Martes, 28 de junio 2022


No desearías encontrártelo en tu camino. Es el mayor depredador por estos lares.
Corre dos veces más rápido que tú, puede llegar a medir hasta 4 metros de largo,
cerca de 1,30 m de altura y su aspecto te suena de las películas. Pero no, no es un
velocirraptor. En cualquier caso, como te atrape, estás perdido. Sus dientes
aserrados son auténticos puñales, y su mordedura es la más fuerte, cerca de una
tonelada por centímetro cuadrado. No puede ser: estabas en Aldealengua y has

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viajado en la máquina del tiempo hasta hace 37 millones de años. Pero en el
Eoceno los dinosaurios estaban extinguidos. ¿Qué está pasando?
Un imaginario viajero salmantino del tiempo podría vivir esta terrorífica escena si se
topara con un Iberosuchus, cocodrilo terrestre que vivió en la parte emergida de lo
que hoy es la Península Ibérica y que, como los últimos cocodrilos corredores de
Europa, fueron herederos de los dinosaurios tras la extinción de estos hace unos 65
millones de años. La especie Iberosuchus macrodon fue descrita tras un hallazgo
en la zona de Lisboa en 1975 pero los dos cráneos más completos que existen en el
mundo de esta pavorosa fiera del Eoceno se encuentran en unas vitrinas de la
Facultad de Ciencias de la Universidad de Salamanca.
La Sala de las Tortugas expone desde 1988 restos de vertebrados que habitaron
la Cuenca del Duero

Este templo de la paleontología, conocido como la Sala de las Tortugas, expone desde
1988 una colección de vertebrados, fundamentalmente tortugas, cocodrilos, peces y
mamíferos que habitaron la Cuenca del Duero en el Eoceno. Se denomina así a la época
geológica de la Tierra comprendida en la Era Cenozoica que transcurrió entre los 56 y
los 34 millones de años atrás. Al comienzo de este lapso temporal, la temperatura, los
niveles de mar y la concentración de CO2 eran significativamente más altas que las
actuales. Es el Óptimo Climático del Eoceno temprano que elevó seis grados la
temperatura media del planeta en ‘solo’ 20.000 años, se alteraron los océanos y la
atmósfera, se aceleraron las extinciones de especies y se propició la aparición de
linajes de los actuales mamíferos. Justo después de esta crisis climática tuvo lugar la
expansión y evolución de los reptiles que se encuentran en la cuenca cenozoica del
Duero, representados en la sala. La cuenca del Duero entonces no vertía hacia el
Atlántico, sino que tenía un drenaje interno (endorreísmo) y estaba dominada por ríos
en las zonas periféricas y lagos someros en las zonas centrales de la actual región
castellana y leonesa.

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Muestra de varios osteodermos, placas óseas que cubrían la piel del Iberosuchus.

El territorio que comprende la Salamanca de hoy formaba parte de una de las


islas subtropicales. El desplazamiento hacia el norte de la placa africana generó a
partir del Eoceno los sistemas montañosos de la península y configuró, junto con el
brazo de mar surpirenaico, un espacio geográfico aislado que produjo especies
endémicas. Esta es la gran importancia que tiene la colección de la sala para el estudio
de la evolución de los reptiles en la península.
La Sala reúne cerca de 1.200 restos de Neochelys salmanticensis, especie
descrita por Emiliano Jiménez

Los hallazgos obtenidos en las excavaciones que inició el equipo del profesor Emiliano
Jiménez en 1966 se extendieron hasta 1992 en las provincias de Salamanca, Zamora y
Soria, donde afloran las rocas más antiguas (principalmente del Eoceno) del Cenozoico
de la Cuenca del Duero con vestigios de faunas fósiles subtropicales.
De los 11 yacimientos explotados, la mayoría en Zamora, los más antiguos son del
Eoceno Inferior o Eoceno Medio inferior y se localizan en las proximidades de Zamora
capital, en la zona de Cubillos-Monfarracinos y Sanzoles, pero también en las
localidades zamoranas de Corrales del Vino, Casaseca de Campeán, Jambrina,
Madridanos y Santa Clara de Avedillo. Algo más modernos son los yacimientos
salmantinos de Cabrerizos y San Morales y el importante yacimiento soriano de
Mazaterón, todos ellos del Eoceno Medio superior. Los yacimientos más modernos del

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Paleógeno con fósiles en la Sala de las Tortugas están de nuevo en Zamora (Castrillo
de la Guareña) y tienen una edad Eoceno superior y posiblemente Oligoceno.

El profesor de Geología Ildefonso Armenteros observa de cerca los restos de un


cráneo fosilizado de un ejemplar juvenil de Iberosuchus macrodon.

Hoy día la colección de vertebrados fósiles del Eoceno que reune la Sala de las
Tortugas es una de las más importantes de toda Europa, con cerca de 25.000
ejemplares catalogados. La sala de la Columna del Edificio Histórico de la Universidad
fue en 1988 el primer emplazamiento de esta muestra y en 2000 fue trasladada a una
dependencia en los sótanos de la Facultad de Ciencias.

Dibujo de Raúl Martín del Iberosuchus macrodon, el principal depredador que


reinaba hace 37 millones de años en lo que hoy es Salamanca.
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Cerca de 30.000 escolares han admirado de cerca a estos sorprendentes ‘bichos’
prehistóricos aprendiendo al mismo tiempo sobre la evolución geológica de su tierra
natal. Poco antes de la pandemia, en unas reformas en la sala se actualizó la
determinación de los ejemplares expuestos, se reestructuraron los contenidos y se
realizaron diversas mejoras. A finales del pasado año fallecía Emiliano Jiménez, alma
del proyecto. Desde 2019, la Sala de las Tortugas permanece cerrada al público. No
hay presupuesto para mantener la instalación ni personal para organizar las visitas
guiadas.
PARAÍSO DE ‘TORTUGÓLOGOS’

Los paleocheloniólogos son los científicos que estudian las tortugas


fósiles. Coloquialmente, “tortugólogos”, que en este espacio, tienen su particular
“paraíso”. Los fósiles de tortugas son los más representados en este peculiar museo
de la Facultad de Ciencias. Hace 40 millones de años, en la periferia de la Cuenca del
Duero proliferaban especies que hoy solo se encuentran en zonas tropicales,
pertenecientes a las familias Podocnemididae, Carettochelyidae, Trionychidae y
Testudinidae. La primera de ellas es la que cuenta con una representación más amplia
en la colección, y en ella destaca la Neochelys salmanticensis, descrita por Emiliano
Jiménez en 1968. Es la tortuga más abundante del Eoceno salmantino y sus restos han
sido encontrados en los escarpes del Tormes desde Villamayor hasta Aldealengua.
Un fragmento de la parte inferior de un caparazón de Neochelys salmanticensis
es uno de los 16 holotipos que reúne la Sala de las Tortugas. Este es el nombre
que recibe el primer ejemplar que se describe de una especie. Un tesoro
paleontológico. “Las descripciones de entonces no eran tan detalladas como pueden
ser hoy, cuando podemos aplicar técnicas como la tomografía computarizada”, señala
Santiago Martín de Jesús, comisario científico de la Colección de Vertebrados Fósiles
de la Cuenca del Duero – Sala de las Tortugas. “Podemos conocer las tortugas de
Europa y establecer cuáles son las diferencias con las de aquí. De hecho estamos
haciendo una revisión completa de la especie con todos los últimos descubrimientos”.
La Universidad cuenta con nada menos que 1.200 restos de esta tortuga, una
cantidad sin parangón en Europa, correspondientes a animales de todas las edades.

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Esta especie, presente en lagos y ríos, podría alcanzar los 80 cm. de longitud y era una
de las más grandes de Europa en su grupo.
“Reabrir la sala contribuiría a revertir el descenso de matriculados en ciencias
geológicas”

Siendo estudiante de Geología, el propio Santiago Martín halló en Aldealengua una


Neochelys salmanticensis, que presentaba el peto íntegro, así como las vértebras, el
esqueleto y parte del cráneo. La colección exhibe este ejemplar, el más completo
hallado hasta la fecha, cuyo estudio está ayudando a complementar la información
anatómica de esta especie.

Una de las grandes tortugas terrestres expuestas en el vestíbulo de la Facultad.

La Sala atesora también una de las mejores colecciones de Europa de la tortuga


Allaeochelys, una gran nadadora en aguas fluviales y que como dato curioso tiene su
última vértebra cervical apoyada al caparazón, lo que le permite retraer el cuello
rápidamente, y que hoy solo vive en Australia y Nueva Guinea. Los yacimientos
zamoranos en Corrales y Casaseca han permitido un estudio muy detallado.
COCODRILO TERRESTRE

Pero aunque los restos son menores en número, los cocodrilos que dominaban el
terreno en la antigua Salamanca protagonizan el apartado más sorprendente de la
visita. “El Iberosuchus es el último de los descendientes de los cocodrilos

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terrestres que aparecieron en el Cretácico en América del Sur hace 100 millones
de años, y vivieron hasta hace 30 millones”, detalla Santiago Martín. Los expertos
formulan la hipótesis de que pasaron de Brasil a África antes de la creación del
Océano Atlántico y ascendieron hasta el territorio que hoy es la Península Ibérica
llegando al sur de Francia.
La disposición lateral de los ojos en el cráneo reveló a los investigadores que se
desenvolvía en tierra a diferencia de los cocodrilos de río, que utilizan sus ojos
situados en la parte superior, para otear sobre la superficie del agua. Los estudios de
Emiliano Jiménez sobre este depredador apuntaban a que el Iberosuchus podría
correr sobre sus patas traseras y abalanzarse sobre sus desprevenidas presas
asiéndolas con las extremidades superiores. El robusto fémur que se conserva en la
Facultad de Ciencias informa de que podía mantener una postura bastante
erguida.
La Sala de las Tortugas exhibe asimismo restos de osteodermos, las placas óseas
con alvéolos que recubrían el cuerpo de los cocodrilos y que servían para regular la
temperatura de su cuerpo. Pero a diferencia de otros cocodrilos, las placas del
Iberosuchus eran puntiagudas para cumplir una función defensiva. Todo un acorazado,
una máquina depredadora.

Cráneo conservado de Neochelys samanticensis.

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Otra especie encontrada en los escarpes del Tormes (de ahí su nombre científico) fue
el Diplocynodon tormis, unos restos datados en 37 millones de años de antigüedad,
o el Duerosuchus piscator, hallado en Corrales del Vino (Zamora).
Las excavaciones quedaron paralizadas en 1992, y desde entonces sólo ha recibido
pequeñas donaciones de particulares. Hoy, treinta años después, la Sala de las
Tortugas de la Universidad sigue esperando un impulso que convierta esta asombrosa
colección de restos prehistóricos en un museo paleontológico de primer nivel nacional
e incluso europeo. “Sería algo muy importante para atraer estudiantes a Salamanca, y
contribuir al aumento de matrículas en los Grados de Geología e Ingeniería Geológica”.
TODO EMPEZÓ EN CABRERIZOS

La historia de la colección de la Sala de las Tortugas comienza en 1966, cuando el


profesor Emiliano Jiménez halló un fósil en el teso de la Flecha, en Cabrerizos. A este
hallazgo se sumaron posteriormente otros procedentes de Corrales del Vino (Zamora)
aportados por Bartolomé Casaseca, así como más restos de la zona Cabrerizos-
Aldealengua aportados por Eduardo Carbajosa. A partir de estas últimas
aportaciones, se consiguió completar la descripción de la primera especie de quelonio
fósil del Eoceno de la Cuenca del Duero. La creciente actividad permitió incrementar
rápidamente el número de ejemplares registrados. Asimismo, se inició la colaboración
con el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, que extendió la investigación
sobre los quelonios del Cenozoico a toda la geografía española. Varias publicaciones
científicas difundieron los hallazgos y se impulsaron nuevas campañas de excavación.
Un amplio convenio entre Iberduero (hoy Iberdrola) y la Universidad de Salamanca
logró el patrocinio de la empresa para las investigaciones pioneras del equipo de
Emiliano Jiménez. A raíz de este convenio, el 31 de mayo de 1988 se inauguraba la
Sala de las Tortugas en la Sala de la Columna del Edificio Histórico de la Universidad.

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Teso de la Flecha de Cabrerizos.

A finales de los 80, y en apenas 4 años la Junta de Castilla y León patrocinó el


grueso de los proyectos de excavaciones paleontológicas llevadas a cabo por equipo
de la Sala de las Tortugas en diferentes emplazamientos de la provincias de Zamora,
Salamanca y Soria. Desde 1992 no se han llevado a cabo más excavaciones.

El gran cocodrilo que paseaba


por Salamanca hace 40
millones de años
La Sala de las Tortugas de la Universidad acerca al público una
completa colección paleontológica de vertebrados que habitaron
por estas tierras

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R.D.L. Miércoles, 5 de septiembre 2018
En Cabrerizos, Villamayor y Aldealengua hubo cocodrilos y tortugas gigantes. De eso
hace 40 millones de años, pero los restos de algunos de esos grandes animales fueron
encontrados por un grupo de investigadores de la Universidad de Salamanca
liderados por el profesor Emiliano Jiménez y a día de hoy se conservan en la
Facultad de Ciencias. El 31 de mayo de 1988 se inauguró la Sala de las Tortugas en una
de las aulas del edificio de las Escuelas Mayores del Estudio salmantino. Era la forma
de visibilizar el gran trabajo desarrollado por los investigadores de la Universidad de
Salamanca en las excavaciones que llevaron a cabo en la Cuenca del Duero. Restos
fósiles como placas, dientes, cráneos y hasta coprolitos comenzaron a mostrarse al
público, acercando a los ciudadanos una realidad desconocida hasta ahora: la
existencia de grandes cocodrilos y tortugas en Salamanca, Zamora y Segovia.
“Los restos demuestran que hace unos 40 millones de años esta zona estaba plagada

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de bosques y ríos y había un clima muy cálido”, explica José Ángel González Delgado,
profesor del área de paleontología del departamento de Geología que se ha encargado
de coordinar la sala. “Es una de las mejores colecciones de cráneos de tortugas de
toda Europa”, subraya el profesor y destaca también los fósiles que se conservan de
un cocodrilo que, no solo era mayor que los actuales, sino que corría. “Los huesos de
las patas son más largos, así que quiere decir que este cocodrilo corría y, según los
expertos, no como Usain Bolt, pero bastante”, comenta con humor José Ángel
González para incidir en la singularidad de los restos de Salamanca que ahora se
pueden ver en la Facultad de Ciencias. Trece años después de su inauguración, la Sala
de las Tortugas, ahora con el sobrenombre de “Aula Emiliano Jiménez Fuentes, en
honor a su fundador, se reubicó en la citada facultad y desde entonces los grandes
restos de tortugas reciben a los visitantes del edificio. Son tres décadas acercando
a los ciudadanos, y en especial a los niños, el pasado de esta tierra,
descubriendo sus fósiles en una clara labor de divulgación. Coincidiendo con esta
fecha tan especial, su actual coordinador aprovecha para reivindicar más apoyo de las
instituciones tanto para el buen mantenimiento de la sala, con la contratación de
personal que permita dar a conocer los fósiles, pero también avanzar en su
catalogación, y a su vez, poner en valor los yacimientos existentes en las localidades
cercanas. En Aldeaseca, por ejemplo, se siguen haciendo excavaciones y de vez en
cuando se encuentra algún pequeño resto. “Dinosaurios hay en muchos sitios, pero
cocodrilos corredores, no”, hace hincapié José Ángel González.

El extraño caso del cocodrilo


de la Universidad de

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Salamanca con parientes en
China, Alemania y EEUU
Descubren que el Duerosuchus piscator de la Sala de las Tortugas
es el único individuo hallado en la Península de la familia
Planocraniidae

L.G. Miércoles, 24 de noviembre 2021


En 2009, Luis Alonso Andrés y su hijo Luis Alonso Santiago, colaboradores de la Sala
de las Tortugas de la Universidad de Salamanca, publicaron la definición del cocodrilo
Duerosuchus piscator a partir de algunos fósiles del Eoceno medio (hace unos 42
millones de años) encontrados en Corrales del Vino (Zamora). Los restos estaban
compuestos por parte de un cráneo y una mandíbula, algunas vértebras y varios
osteodermos. En la descripción original, los autores reconocieron que se trataba de

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una especie desconocida hasta el momento, pero, quizás por sus peculiaridades, no
consiguieron relacionarlo con ninguno de los grupos de cocodrilos modernos conocidos.
En este contexto, la Universidad de Salamanca ha colaborado en el trabajo
recientemente publicado por la revista Journal of Vertebrate Paleontology en el
que investigadores del Grupo de Biología Evolutiva de la UNED y de la Sala de las
Tortugas de la Universidad de Salamanca revisan los restos y la diagnosis de la
especie y proponen una interpretación de las relaciones de parentesco de
Duerosuchus que permiten extraer algunas conclusiones relevantes.
Concretamente, los resultados sitúan a Duerosuchus piscator, uno de los ejemplares
más singulares de la ‘Colección de Vertebrados Fósiles de la Cuenca del Duero - Sala
de las Tortugas’ de la Universidad de Salamanca como miembro de la familia
Planocraniidae, convirtiéndose así en “el único individuo hallado hasta el momento de
este género y el primer representante de la familia Planocraniidae de la Península
Ibérica”, explica Santiago Martín, comisario de la colección de fósiles y miembro del
Departamento de Geología.
De este modo, el ejemplar pertenecería a un grupo de cocodrilos de hábitos
terrestres, con patas largas y dientes cortadores que, hasta ahora, “únicamente
habían sido descritos en China, Alemania y Estados Unidos”, subraya el científico
de la Universidad de Salamanca.
Los representantes de este grupo, tradicionalmente conocidos como
“pristicampsinos”, tenían una forma de vida ligeramente diferente a la del resto de los
cocodrilos modernos. Estos animales adoptaron hábitos más terrestres que los de los
cocodrilos actuales, con miembros más largos y dientes cortadores, que en ocasiones
son aserrados. El análisis filogenético presentado confirma que los planocraníidos
fueron un linaje extinguido que se desarrolló en los ecosistemas del hemisferio norte
después de la desaparición de los dinosaurios y antes de la divergencia de los dos
grandes grupos de cocodrilos actuales.

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La paleodiversidad cocodriliana de la Cuenca del Duero
Los cocodrilos son uno de los grupos faunísticos más abundantemente representado en
los yacimientos eocenos de la Cuenca del Duero, en los que son conocidos desde
finales del siglo XIX.

Los estudios sistemáticos realizados hasta la fecha permiten reconocer “una


sorprendente diversidad de cocodrilos en el Eoceno de la Cuenca del Duero
constituida, por un lado, por una forma primitiva denominada Iberosuchus y, por otro,
por tres representantes de linajes de cocodrilos modernos, como el aligatoroideo
Diplocynodon, el planocraníido Duerosuchus y un crocodiloideo”, destacan los
investigadores.

Todos estos fósiles depositados en la Sala de las Tortugas de la Universidad de


Salamanca proceden de distintos yacimientos de las provincias de Zamora, Salamanca
y Soria y son objeto de una investigación en marcha a cargo del Grupo de Biología
Evolutiva de la UNED.
Al respecto, los paleontólogos de la UNED definen a la colección de la Sala de las
Tortugas como “una excelente muestra de la gran riqueza paleontológica de Castilla y
León” que requiere una revisión y puesta al día sobre el conocimiento actual de las
faunas de vertebrados del Cenozoico de la Cuenca del Duero debido a que “la mayor
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parte del material asignado a cocodrilos y a otros grupos faunísticos procede de
excavaciones realizadas en los años 90”, concluyen.

Bloque con dos caparazones de Allaeochelys, tortuga acuática muy abundante en los
yacimientos eocenos de Zamora

Cocodrilos y tortugas de hace 45 millones de años

en Zamora, Salamanca y Soria


Científicos de las universidades de Salamanca, UNED y Autónoma de Madrid publican
en Historical Biology una puesta al día del conocimiento de las faunas de reptiles que
habitaron las selvas tropicales del noroeste de la Península Ibérica en el Eoceno
1 abril, 2022 12:49GUARDAR

Tras la crisis de diversidad que acabó con los dinosaurios hace 66 millones de


años, los ecosistemas terrestres se reorganizaron a partir de los linajes
supervivientes. Unos millones de años más tarde, en el archipiélago europeo se
identifica el desarrollo de selvas tropicales en las que eran frecuentes los cocodrilos,
las tortugas, las aves gigantes y una enorme diversidad de mamíferos. En ese

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momento, en la Península Ibérica existen dos áreas bien definidas, una, al noreste, que
presenta faunas semejantes a las del resto de Europa; y otra, al noroeste, que parece
quedar aislada y mantuvo un complejo faunístico particular durante muchos millones
de años. Los yacimientos que representan a esta área noroccidental se encuentran
particularmente bien representados en las cuencas cenozoicas de Oviedo, Miranda-
Treviño y, particularmente, en la Cuenca del Duero.

Estos yacimientos con vertebrados fósiles del Eoceno de la Cuenca del Duero han sido
objeto de una gran cantidad de estudios durante décadas, aunque su composición
faunística dista aún de estar bien conocida. Durante los años 80 y 90, una fase de
intensa actividad paleontológica dirigida por el recientemente desaparecido profesor
de la Universidad de Salamanca Emiliano Jiménez Fuentes dio como resultado
múltiples hallazgos de yacimientos en las provincias castellanoleonesas de Zamora,
Salamanca y Soria.
Como consecuencia de la abundante colección de fósiles depositada de esta época se
creó la “Colección de Vertebrados Fósiles de la Cuenca del Duero – Sala de las
Tortugas” de la Universidad de Salamanca, que hoy constituye un referente del
Eoceno ibérico. Sin embargo, en las últimas décadas, la actividad sobre estas faunas
se había ralentizado y muchos de los datos disponibles habían quedado
desactualizados y precisaban una revisión.

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Esquema geológico de la Cuenca del Duero mostrando en naranja los niveles Eocenos.
Debajo, algunos ejemplares de tortugas del Eoceno de la Cuenca del Duero.
Faunas del Eoceno de la Cuenca del Duero

Un reciente trabajo publicado en la revista Historical Biology y firmado por el


profesor Francisco Ortega y otros miembros del Grupo de Biología Evolutiva de la
UNED, junto con investigadores del Departamento de Geología de la Universidad de
Salamanca y de la Universidad Autónoma de Madrid, ha retomado la información
geológica y paleobiológica disponible sobre las faunas del Eoceno de la Cuenca del
Duero con el objetivo de establecer una base actualizada que permita impulsar su
estudio.
A lo largo de este proceso se ha revisado y puesto al día el conocimiento sobre la
estratigrafía y datación de yacimientos clásicos del Eoceno de las provincias de
Zamora, como los de Corrales del Vino o Casaseca de Campeán; de Salamanca, como los
de Cabrerizos o Aldealengua; y de Soria, fundamentalmente Mazaterón. Además, se
han revisado las determinaciones de miles de ejemplares depositados en la

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Universidad de Salamanca, para ajustar, en una primera aproximación, la fauna de
reptiles que habitaron el actual noroeste ibérico hace 45 millones de años.

Los resultados de este análisis muestran cómo se produjo en la Península Ibérica la


transición entre los ecosistemas dominados por dinosaurios y los que, posteriormente,
serán ocupados por faunas modernas. Durante el Eoceno, una parte de la Península
Ibérica estuvo ocupada por selvas tropicales y habitada por una amplia variedad de
cocodrilos y tortugas. Los yacimientos más antiguos representan ecosistemas
dominados por cocodrilos cercanamente emparentados con los actuales cocodrilos del
Nilo y por tortugas dulceacuícolas.

Cocodrilos del Eoceno de la Cuenca del Duero.


Con el paso del tiempo, los cambios climáticos desplazarían el dominio de los
ecosistemas hacia cocodrilos terrestres y aparecerán también los primeros
representantes europeos de tortugas terrestres de gran tamaño. Esta estructura
faunística se mantuvo hasta el final de Eoceno, hace unos 34 millones de años,
momento en el que desaparece la mayor parte de la fauna de reptiles y mamíferos
endémicos de Europa.

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Todos estos fósiles forman parte de la colección de Vertebrados Fósiles de la Cuenca
del Duero - Sala de las Tortugas de la Universidad de Salamanca, proceden de
distintos yacimientos de las provincias de Zamora, Salamanca y Soria y son objeto de
una investigación en marcha a cargo del Grupo de Biología Evolutiva de la UNED y el
Departamento de Geología de la Universidad de Salamanca.

Santiago Martín de Jesús, Comisario Científico de la "Colección de Vertebrados


Fósiles de la Cuenca del Duero - Sala de las Tortugas". Bloque con dos caparazones
de Allaeochelys.

La Sala de las Tortugas de la USAL: fósiles


únicos de los habitantes de la Cuenca del
Duero hace 50 millones de años
La colección alberga más de 23.000 ejemplares catalogados de especies
endémicas de esta zona geológica, datados en el eoceno y que pertenecen
principalmente a las provincias de Zamora, Salamanca y Soria.

Martes, 4 Enero 2022, 23:00

Tienen millones de años pero tienen mucho que contar. Son fósiles de animales ya
extinguidos, antecesores de especies actuales o animales endémicos de la Cuenca del

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Duero, una zona que hoy es muy diferente a otros tiempos y que fue el hogar de
curiosos ejemplares de los que hoy, gracias a la labor de los investigadores, podemos
conocer. 

La Sala de las Tortugas, actualmente ubicada en la Facultad de Ciencias de la


Universidad de Salamanca, se creó en el año 1988, pero se venía gestando desde las
primeras investigaciones realizadas en 1965 por el profesor Emiliano Jiménez,
recientemente fallecido, a raíz de su tesis doctoral para el Estudio charro. " Desde
ese momento se empezó a incorporar gente al equipo de investigación de Emiliano. A
finales de los 80 es cuando se gestó el grueso de la colección, a partir de unas
excavaciones que patrocinaba la Junta de Castilla y León ", cuenta Santiago Martín,
coordinador científico de la Sala.

 Actualmente, esta sala tiene más de 23.000 ejemplares catalogados, pero


"tenemos muchos más que todavía están sin inventariar y muchísimos yacimientos que
están prácticamente inéditos y sin explotar, por lo que la colección puede ser muy
potente", asegura.

Y es que es una de las colecciones más importantes de toda Europa, no solo por su
volumen, sino por los ejemplares que guarda, algunos inéditos en todo el mundo. Se
trata de una colección de vertebrados fósiles de la Cuenca del Duero, un área
geológica que abarca prácticamente toda Castilla y León y es la zona en la que
aparecieron muchos yacimientos fósiles, principalmente en las provincias de Zamora,
Salamanca y Soria.

 "Toda la cuenca del Duero se gestó a principios de la era zenozoica, hace unos 70
millones de años y un poco antes de que se extinguieran los dinosaurios. Los fósiles de
la sala tienen una edad principalmente del eoceno y mioceno. El eoceno abarca entre
56 y 34 millones de años y el grueso de la colección de la Sala de las Tortugas
pertenece a esa edad", cuenta Santiago Martín, que añade que esta sala es
importante porque "es una de las mejores colecciones de tortugas a nivel europeo de
esa edad. Tiene gran cantidad de fósiles que son únicos y muchísimas especies que son
únicas porque en el eoceno se produjo un acontecimiento muy importante. Hace 50
millones de años a nivel global se sufrió un aumento de temperaturas muy grande. Es
lo que se denomina el máximo climático del eoceno. En tan solo 20.000 años la
temperatura global del planeta subió seis grados y eso provocó muchas
extinciones y muchos cambios, y entre ellos destaca que los casquetes polares
estaban fundidos, no había hielo en los Polos, por lo que hubo un aumento del nivel del
mar enorme. Prácticamente toda Europa había desaparecido bajo el agua y la península
Ibérica estaba totalmente desdibujada. Solo quedaba la parte noroeste y el único
enganche que teníamos con Europa eran los Pirineos, que en ese momento se
empezaban a formar. Las faunas que se desarrollaban en la Cuenca del Duero, que

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estaba emergida y era continental, era una fauna endémica y única, la que había aquí
no la había en ninguna otra parte del mundo, y eso hacía que todos los descubrimientos
que nosotros hacíamos fuesen especies nuevas, completamente diferentes a las del
resto de Europa o África, que eran los sitios más cercanos con los que podíamos tener
conexiones. Por eso tiene mucha importancia esta colección, porque lo que hay aquí
no lo hay en ninguna otra parte".

 Esta colección comprende, principalmente, dos grandes grupos de reptiles, como


son las tortugas y los cocodrilos, y un grupo de mamíferos, los perisodáctilos, que
"son caballos, rinocerontes y afines y tienen un número impar de dedos en sus patas ".

Así, dentro de las tortugas, que le dan nombre a la Sala, la colección conserva una
"variedad enorme", desde las más antiguas, "que son las que vivieron en la época de los
dinosaurios en el mesozoico y que están extinguidas actualmente", hasta otras
familias que han continuado hasta hoy en día. Además, en la colección
destacan algunos caparazones que están prácticamente enteros. "No siempre se
encuentran así, lo habitual es encontrar fragmentos y para extraerlos enteros hay
que utilizar técnicas de extracción bastantes complicadas. Algunas se han encontrado
superficialmente y otras a más profundidad, pero para ello hay que saber dónde
están", asegura el coordinador de la colección. Además, la colección también
conserva casi 60 cráneos de tortuga, lo que la convierte en una de las más
importantes de Europa.

 Sin embargo, el grueso de esa sala está formado por fósiles de tortugas


pleurodiras, las que retraen la cabeza lateralmente y es la coleeción más
importante a nivel europeo de este grupo. "Este tipo de tortugas actualmente viven
en climas tropicales del sur de América, África y Madagascar, pero vivieron aquí hace
40 millones de años y estos fósiles están muy bien conservados ", apunta Martín.
Además, la Sala de las Tortugas destaca por conservar más de 15 holotipos de
tortugas y de cocodrilos, que son el primer ejemplar que se describe de una
especie y es el que marca la pauta para describir todas las características de su
especie.

 Finalmente, la sala también tiene una colección importante de cocodrilos. "Se da la


particularidad de que los cocodrilos en la Cuenca del Duero tienen una representación
realmente enorme. Hemos encontrado cuatro familias de cocodrilos totalmente
diferentes, cosa que prácticamente no sucede en ningún otro sitio de Europa. No hay
tantas familias de cocodrilos en esa época como pasa aquí ", cuenta Santiago Martín
mientras muestra algunos de los ejemplares más destacados de los que se conservan.

 "El más pequeño es el Duerosuchus Piscator, que cuando los investigadores lo


descubrieron pensaron que comía peces porque vieron que tenía una dentición muy

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afilada, pero ahora hemos investigado más y hemos visto que era un cocodrilo
terrestre. El que tenemos aquí es el único ejemplar que se ha descrito en el
mundo de esta especie", explica.

 Otra de las curiosidades que se conservan en esta sala es otro cocodrilo, mucho más
grande que el anterior y que fue muy abundante en la provincia de Zamora. Para
el investigador que coordina la sala la particularidad de este animal es que " todavía no
se ha descrito la especie a la que pertenece. Los investigadores todavía no se han
atrevido a decir cómo se llama, pero estamos convencidos de que será también una
nueva especie única de aquí".

 También en este espacio hay ejemplares fósiles del Iberosuchus, un cocodrilo


terrestre que medía entre cuatro y cinco metros de largo y tenía un aspecto
entre cocodrilo y dinosaurio. "Es un cocodrilo muy primitivo, que pertenece a un
linaje que ya está extinto y que vivieron en Sudamérica, pasaron a África y luego al
sur de Europa. Solo se han encontrado en yacimientos de la cuenca del Duero, en un
yacimiento del Pirineo y en el sur de Francia, en los Pirineos franceses. Tenemos los
dos cráneos más completos que existen en todo el mundo de este animal, que se
han encontrado uno en Zamora y otro en Salamanca. Estos cocodrilos se extinguieron
cuando aparecieron los grandes grupos de mamíferos ", añade.

 A pesar de la importancia de esta colección y de la riqueza y variedad de ejemplares


que conserva, actualmente la sala está cerrada al público, no puede visitarse, y
solo está disponible para equipos de investigación, que llegan hasta Salamanca
procedentes del resto de España y de todo el mundo. Una situación que lamenta
Santiago Martín, ya que "ahora no hay nadie que desde la propia Universidad de
Salamanca se dedique a gestionar esta colección. Se han hecho varios intentos para
que la universidad pueda dotar de una infraestructura humana a la sala para visitas y
conservación pero ninguna ha tenido fruto y esperemos que en breve pueda lograrse ".
Sin embargo, afirma que van a seguir intentando revertir esta situación porque " es
fundamental para el futuro de la colección".

 "Desde que se reformó en noviembre de 2019 está cerrada y es una pena que esto,
que ha tenido más de 25.000 visitas de grupos escolares en los últimos 20 años,
esté cerrado y los salmantinos se estén perdiendo esta información que está aquí
almacenada. Esperemos que el equipo rectoral tome conciencia y podamos darle
visibilidad y las necesidades que la sala requiere para que este legado tenga futuro ",
concluye.

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Los cocodrilos de Villamayor
Emiliano Jiménez  27/05/2014

Iberosuchus. Dibujo de Mauricio Antón, sobre indicaciones de Francisco Javier


Ortega.

Quién se imagina nuestro paisaje tan cambiado? Con tupidas e impenetrables selvas
tropicales, ríos caudalosos, lluvias cerradas y  extraños animales pululando de acá para
allá.
Pues así era esto hace 40 millones de años. Nos lo dicen los fósiles que en estas
tierras se han encontrado.

Trasladémonos mentalmente a ese remotísimo  pasado, no como suele hacerse,


imaginando un paisaje amplio, a vista de pájaro. Si nos ceñimos a un punto concreto,
Villamayor, y nos subimos a un alto árbol –como si fuéramos uno de aquellos monitos de
entonces—veríamos un estrecho valle alargado, flanqueado al oeste por fragosas
colinas y al este por un acantilado vertical. Desde su borde contemplaríamos un ancho
río ondulante de achocolatadas aguas y, oreándose en sus estrechas playas, numerosos
cocodrilos y racimos de tortugas.

En un claro de la selva ramonean unas achaparradas bestias de diverso volumen, todas


con cuerpo rechoncho y cortas patas. Y de pronto, la bucólica paz de la escena se
rompe, al salir de la tupida floresta unos horrorosos diablos, corriendo como locos
tras los empavorecidos herbívoros.

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Si pudiésemos enfocar con poderosa vista aguileña veríamos que estos satánicos
predadores, corredores a dos patas, saltan al lomo de sus presas y muerden con
gigantesca boca su cuello.

Pronto cesa la algarabía. En el calvero sólo quedan los matadores desgarrando su


pitanza y, rodeándoles, otros diablos más pequeños, intentando apañar algo. No tardan
en llegar los gigantes carroñeros, pesados y torpes, rugiendo y reclamando aquello a lo
que creen tener derecho, no por su velocidad, sino por su fuerza y peso… Y se suceden
las luchas por la comida, horribles combates  entre estas extrañas criaturas, de
cuerpo lleno de picos, bocas espantosas, garras afiladas, rugidos horrísonos, sangre
por todas partes, muerte…

¿Lo habéis percibido, a través de mi mente y de mis ojos?  Pues no es producto de mi


imaginación, sino de mi experiencia. Las cosas debieron pasar, más o menos, así hace
40 millones de años.

Iberosuchus fue el último cocodrilo terrestre de la historia del planeta. Fue


barrido por la competencia de los Carnívoros y otros mamíferos predadores,
cuando estos llegaron con los cambios climáticos y geográficos, hace unos 30 ó
35 millones de años Los que aquí he llamado diablos fueron unos terribles cocodrilos
corredores que Miguel Telles Antunes llamó Iberosuchus macrodon, de los que
corporalmente se han dado algunas interpretaciones. La mía es algo diferente a la que
magistralmente ha plasmado el artista Mauricio Antón siguiendo instrucciones
de Francisco Javier Ortega. En mi opinión corrían sobre las dos patas traseras y su
cola era gruesa y corta.

Lo más destacado, lo que sirvió para saber que aquí había algo diferente, es su
dentadura. Sus dientes, reptilianos, poseen dos carenas de pequeñísimos dentículos, a
modo de cuchillos-sierra. Son exactamente iguales a los del gran Tiranosaurio, pero
de un tamaño diez veces menor. Sus ojos son estereoscópicos, no periscópicos, y su
nariz está delante, no sobre la tabla craneal.
Iberosuchus fue el último cocodrilo terrestre de la historia del planeta. Fue barrido
por la competencia de los Carnívoros y otros mamíferos predadores, cuando estos
llegaron con los cambios climáticos y geográficos, hace unos 30 ó 35 millones de años.
Pero… ¿de verdad vivió este superpredador en Villamayor? Pues sí. Precisamente de
aquí es el mayor diente de Iberosuchus  que se ha encontrado, de una longitud de 6

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cm. ¿Cuánto mediría, de pie, este portento? Quizá 4 metros. Fue entregado
por Enrique de Sena a la arqueóloga Socorro López Plaza y ella me lo pasó a mí.
Puede verse en las vitrinas de cocodrilos de la Sala de las Tortugas de la Universidad
de Salamanca.
Otro día hablaré más de este “risueño” reptil. Y del otro cocodrilo villamayorense,
el Diplocynodon tormis. Éste sí era de río, como Dios manda hoy, pero no ayer; y,
¡cómo no!, del ejemplar que tenía el gran tamborilero Medes y otras historias. Pero
eso… será otro día.

Duerosuchus piscator, el cocodrilo


que corría por Zamora hace 40
millones de años
Paleontólogos del Grupo de Biología Evolutiva de la UNED y la Sala de las Tortugas de
la Universidad de Salamancahan propuesto una descripción detallada y la
reinterpretación del extraño cocodrilo Duerosuchus piscator, descrito en 2009

La Crónica de Salamanca  23/11/2021

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Emiliano Jiménez, fundador de La Sala de las Tortugas, y su sucesor, Santiago Martín,
en la inauguración en la Facultad de Ciencias. ARCHIVO.

En 2009, Luis Alonso Andrés y su hijo Luis Alonso Santiago, colaboradores de la
Sala de las Tortugas de la Universidad de Salamanca, publicaron la definición del
cocodrilo Duerosuchus piscator a partir de algunos fósiles del Eoceno medio (hace
unos 42 millones de años) encontrados en Corrales del Vino (Zamora)
Los restos estaban compuestos por parte de un cráneo y una mandíbula, algunas
vértebras y varios osteodermos. En la descripción original, los autores reconocieron
que se trataba de una especie desconocida hasta el momento, pero, quizás por sus
peculiaridades, no consiguieron relacionarlo con ninguno de los grupos de cocodrilos
modernos conocidos.

Duerosuch
us

En un reciente trabajo publicado en Journal of Vertebrate Paleontology, un grupo de


investigadores del Grupo de Biología Evolutiva de la UNED y de la Sala de las
Tortugas de la Universidad de Salamanca ha revisado los restos y la diagnosis de la
especie y han propuesto una interpretación de las relaciones de parentesco de
Duerosuchus que permiten extraer algunas conclusiones relevantes.

26
Santiago Martín, con un grupo de escolares en la Sala de las Tortugas.

Los resultados sitúan a Duerosuchus piscator como un miembro de Planocraniidae, un


grupo restringido hasta ahora al Paleoceno de China y al Eoceno de Alemania y
Estados Unidos, y que se pensaba que no estaba representado en la península ibérica”.
Los representantes de este grupo, tradicionalmente conocidos como
“pristicampsinos”, tenían una forma de vida ligeramente diferente a la del resto de los
cocodrilos modernos. Estos animales adoptaron hábitos más terrestres que los de los
cocodrilos actuales, con miembros más largos y dientes cortadores, que en ocasiones
son aserrados.

27
En las excavaciones.

El análisis filogenético presentado confirma que los planocraníidos fueron un linaje


extinguido que se desarrolló en los ecosistemas del hemisferio norte después de la
desaparición de los dinosaurios y antes de la divergencia de los dos grandes grupos de
cocodrilos actuales.

La paleodiversidad cocodriliana de la Cuenca del Duero


Los cocodrilos son uno de los grupos faunísticos más abundantemente representado en
los yacimientos eocenos de la Cuenca del Duero, en los que son conocidos desde
finales del siglo XIX.

“Los estudios sistemáticos realizados hasta la fecha, permiten reconocer una


sorprendente diversidad de cocodrilos en el Eoceno de la Cuenca del Duero
constituida, por un lado, por una forma primitiva denominada Iberosuchus y, por otro,
por tres representantes de linajes de cocodrilos modernos, como el aligatoroideo
Diplocynodon, e lplanocraníido Duerosuchus y un crocodiloideo”.

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La Sala de las Tortugas ‘Emiliano Jiménez’ ubicada en la Facultad de Ciencias de la
Universidad de Salamanca.

Todos estos fósiles depositados en la colección de la Sala de las Tortugas de la


Universidad de Salamanca procedente distintos yacimientos de las provincias de
Zamora, Salamanca y Soria y son objeto de una investigación en marcha a cargo del
Grupo de Biología Evolutiva de la UNED.

29
Francisco Javier -Patxi- Ortega, del equipo de Emiliano Jiménez en la Sala de las
Tortugas de la Usal. ARCHIVO.

“La colección de la Sala de las Tortugas es una excelente muestra de la gran riqueza
paleontológica de Castilla y León. No obstante, la mayor parte del material asignado a
cocodrilos y a otros grupos faunísticos procede de excavaciones realizadas en los
años 90 y es necesaria una revisión y puesta al día del conocimiento de las faunas de
vertebrados del Cenozoico de la Cuenca del Duero”.
_____________________

Referencia bibliográfica:

Narváez, I., De Celis, A., Escaso, F., Martín de Jesús, S., Pérez-García, A., Rodríguez,
A., Ortega, F. 2021. Redescription and phylogenetic placement of the Spanish middle
Eocene eusuchianDuerosuchus piscator (Crocodylia, Planocraniidae). Journal of
Vertebrate Paleontology e1974868

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