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UN ESTUDIO Y REFLEXIÓN SOBRE LA
VIDA DE UNA MUJER DISTINTA
LEYENDA DE TEXTOS BÍBLICOS UTILIZADOS
Las citas bíblicas señaladas como (RVR 1960) se tomaron de la Santa
Biblia Reina-Valera 1960. Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960.
Derechos renovados 1988, Sociedades Bíblicas Unidas.

Las citas bíblicas señaladas como (DHH) se tomaron de La Biblia Dios


habla hoy. Segunda Edición. Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970,
1979, 1983, 1996.

Las citas bíblicas señaladas como (NVI) se tomaron de La Santa Biblia,


Nueva Versión Internacional. Bíblica, Inc, 1999.

PRÓLOGO
~2~
Esta es una reflexión bíblica basada en la vida registrada de Agar, una esclava
que termina siendo madre soltera. Nunca pensé en escribir una reflexión sobre
ella, ya que mi propósito era otro: hacer un estudio bíblico sobre los episodios de
la Biblia donde aparece el Ángel de Jehová, y demostrar su Divinidad. Entonces,
comencé con del libro de Génesis para estudiar cómo interviene el Ángel de
Jehová en la familia de Abraham, pero me di cuenta que había una maravillosa
enseñanza en base a una de sus esclavas. Así fue cómo el estudio bíblico cambió
de dirección.

Creo que la historia de Agar es poco mencionada. Se han escrito libros sobre
mujeres de la Biblia dónde se habla de Sara, Débora, Rut, Ester, Elísabet, María y
otras, pero de Agar nada. En las Biblias Infantiles pasa lo mismo. Agar queda
afuera, quizás por ser una persona que rompe con el estilo de vida de una mujer
que es esposa y madre, sumisa y devota. Agar rompe con ese ideal en una cultura
patriarcal: ella es una mujer independiente y madre divorciada. Sin embargo, es a
ella a quién Dios se le reveló en la persona de un ángel, para confrontarla y
consolarla.

En los encuentros que Dios tuvo con Agar, descubrí que hay un mensaje para
cada cristiano y cristiana. El proceder que Dios tuvo con ella, es el mismo
proceder que Él tiene con nosotros, y quiere que sea el mismo proceder que
tengamos con nuestros semejantes. Es hermoso pensar que el Señor usó la vida
de una mujer discriminada del pasado –quizás también en el presente- para
enseñarnos su amor incondicional.

Comparto este estudio y reflexión con todo cariño.

Luis A. Inostroza Jara.


Tomé, mayo del 2018.

INDICE TEMÁTICO
~3~
 CAPÍTULO I: ¿QUIÉN FUE AGAR?

 CAPÍTULO II: EL ÁNGEL DE JEHOVÁ Y AGAR, CUANDO HUYE DE LA


CASA DE ABRAM.

 CAPÍTULO III: EL ÁNGEL DE JEHOVÁ Y AGAR, CUANDO ES


DESPEDIDA DE LA CASA DE ABRAHAM.

 CAPÍTULO IV: AGAR Y LA MUJER SAMARITANA.

 PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR.

 BIBLIOGRAFÍA Y LINKOGRAFÍA.

I
~4~
¿QUIÉN FUE AGAR?

La Biblia nos da varias descripciones de Agar, las cuales podemos ampliar si


consideramos el contexto histórico y cultural de la época en que vivió. A
continuación se describen seis características de su vida.

1) Agar como egipcia.

Se estima que Agar vivió entre los siglos 1.800 y 1.600 antes de Cristo. Varios
pasajes bíblicos (como Génesis 16,1 ó 21, 9) nos dicen que ella era egipcia. Estos
datos sobre el rango de años en que vivió y de su nacionalidad insertan a Agar en
lo que los historiadores llaman el “Imperio Medio de Egipto”, el cual es una de las
tres épocas que componen el Antiguo Egipto. Esta época se caracterizó por ser un
periodo de gran prosperidad económica y de expansión externa.

Es interesante saber que, a diferencia de otras civilizaciones, en el Antiguo Egipto


las mujeres podían ser iguales a los hombres ante la ley. Por ejemplo, podían ser
independientes después del matrimonio, administrando sus bienes, sus herencias
y dirigiendo sus propios negocios (como el actual matrimonio con “bienes
separados”). Además, ellas podían tener la iniciativa de pedir el divorcio de sus
esposos y tener la libertad de volver a casarse. También, a sus hijos les podían
poner sus nombres, seguidos del nombre paterno, a diferencia de la actualidad, en
que el apellido paterno siempre antecede al materno.

La sociedad del Antiguo Egipto estaba jerarquizada en tres clases sociales.


Primero venía el Rey o Faraón y su familia, en segundo lugar venían los altos
funcionarios del Imperio y los sacerdotes religiosos. En tercer y último lugar venía
el pueblo con su variedad de servicios y oficios (artesanos, campesinos, esclavos,
etcétera). Las mujeres podían ser parte de estas tres clases sociales. Hubo varias
mujeres que llegaron a ser “Reina-Faraón” del Imperio Egipto en la Antigüedad.
También, muchas otras desempeñaron altos cargos de funcionarias de gobierno, y
podían ejercer altos oficios –lo que hoy llamamos profesiones- como ser médicas,
sacerdotisas, consejeras y escribanas.

La religión del Antiguo Egipto distó mucho de la del Pueblo de Israel. Los egipcios
fueron politeístas, es decir, adoraron a varios dioses y diosas. Durante el Imperio
Medio de Egipto, se impuso el culto a “Amón”, quién llegó a ser la deidad principal
de la época. Amón fue el dios de los pobres y de la piedad personal. Otros dioses
~5~
destacados fueron “Ra”, dios del sol y de la vida, e “Isis” diosa de la maternidad y
el nacimiento.

2) Agar como esclava.

La esclavitud existió desde tiempos remotos hasta siglos de la Era Moderna. En la


Biblia a los esclavos o esclavas muchas veces se les denomina “siervos” o
“siervas”. Significa que una persona se adueña de otras, las cuales se convierten
en parte de sus pertenecías para que le sirvan de distintas maneras (domésticas,
administrativas, agrícolas, ganaderas…). Existieron varias formas para que los
esclavos o esclavas fueran adquiridos: como prisioneros de guerra, por medio de
la compra, como obsequio, por nacimiento de esclavos ya poseídos o como
cambio de una deuda que no se podía pagar, entre otras maneras.

Probablemente, Agar llegó a ser esclava por medio del obsequio. En aquellos
tiempos, hubo escasez de alimentos en varias regiones, menos en el Antiguo
Egipto. Abram junto a su familia y servidumbre, vivieron un tiempo en Egipto por
causa de la escasez que había en los demás pueblos. Fue allí que el “faraón trató
muy bien a Abram. Le regaló ovejas, vacas, esclavos, esclavas, asnos y camellos ”
(Génesis 12, 16 DHH. Nótese en este versículo que el rango de esclavos está en
el mismo nivel que el de los animales). Quizás, entre todos los regalos que el rey
de Egipto le dio a Abram, iba la esclava Agar como obsequio.

Cabe mencionar que ser parte de la “servidumbre” como esclavos o esclavas


significaba ser personas con reducidos derechos y receptores de abusos, tanto
físicas como sicológicas. No es necesario hacer una descripción de las penurias
de la esclavitud, ya que la historia de la humanidad está llena de ejemplos. Pero
Dios siempre tuvo consideración de ellos y de ellas, dictando leyes de amparo en
casos de abusos (véase Deuteronomio 23, 15-16).

Ahora, no siempre significó lo mismo ser esclava mujer que ser esclavo hombre.
Muchas veces, en el caso de las mujeres, sus servicios podían ser de tipo sexual,
como veremos en la siguiente descripción.

3) Agar como concubina.

~6~
Como Sarai, la esposa de Abram, era anciana y estéril, Agar fue tomada como
concubina para que les concibiera un hijo a sus amos (véase Génesis 16, 1-4).

Era común en los tiempos antiguos la práctica del concubinato en varias


civilizaciones o culturas. La concubina, por lo general, era una esclava tomada
como mujer por su amo (véase Éxodo 21, 7-11 y Deuteronomio 21, 10-14). El
hombre podía tener su esposa principal, pero al mismo tiempo una o varias
concubinas. No se trata de que tuviera “amantes”, ya que se llegaba a ser
concubina por medio de una unión legal, es decir, un matrimonio en las cuales las
esclavas se convertían en esposas para sus amos. Los hijos de las concubinas,
como eran hijos de esposas legales, se les consideraban hijos legítimos, pero ni
ellos ni sus madres tenían la misma autoridad y herencia que la esposa principal y
los hijos de ésta. Las concubinas cumplían de forma simultánea el rol de esclava y
esposa, al servicio de sus amos.

Por lo general, en la Biblia casi siempre la procreación y la maternidad está ligada


al concubinato. Pero hubo casos en que no fue así. Si leemos Jueces 19; 25, II
Samuel 3; 7 y 16, 22 nos daremos cuenta que algunas concubinas fueron
consideradas como objetos sexuales.

Al parecer, a Abram le gustó la idea de tener más de una esclava como


concubina, ya que si hubiera sido por concebir un hijo o heredero, solo se habría
conformado con Agar. Sin embargo, el relato bíblico nos dice que llegó a tener,
posteriormente, más concubinas (Génesis 25, 6).

4) Agar como madre.

Finalmente, Agar fue tomada por Abram como mujer, quedando embarazada de
Ismael. Llegó a ser la madre del hijo del amo (ver Génesis 16, 15). Todo esto
despertó la vanagloria en Agar y los celos de Sarai, la esposa principal, quién dio
molestias y malos tratos a la esclava egipcia.

En la Antigüedad, ser madre era una bendición otorgada por la divinidad. Para el
Pueblo de Israel, la esposa fértil y los hijos eran considerados regalos de Dios
(véase Génesis 4, 1 y 33, 5 y Salmo 127, 3-4). Para las otras culturas, ser madre
era un regalo de los dioses o diosas de la vida, la fertilidad y la maternidad, como
de “Isis” para el Antiguo Egipto, “Astarté” para los pueblos cananeos, “Heras” para
la Antigua Grecia y la diosa “Juno” para la Antigua Roma.
~7~
5) Agar como divorciada.

El término bíblico es “despedida”. Otras veces, según la versión de la Biblia al


español, a la mujer “despedida” se le llama “despreciada”, “aborrecida” o
“repudiada”. Todos estos términos son sinónimos para llamar a la mujer divorciada
por iniciativa del esposo. En Génesis 21, 14 se narra que Abram tomó a Agar,
junto con su hijo Ismael, y la “despidió”. Este acto significa la anulación del
concubinato, quedando la mujer libre del hombre que fue su esposo y amo a la
vez.

Véase Deuteronomio 24, 1-2 donde la Ley del Pueblo de Israel –una sociedad
patriarcal- dice que la divorciada debía ser “despedida de la casa” del esposo.
Cuando la mujer divorciada abandonaba la casa de su esposo, demostraba que ya
no pertenecía a ese hombre y, por lo tanto, éste ya no estaba obligado a darle
refugio y alimento. Además, significaba que ella quedaba en condición de “libre”,
en el sentido que otro hombre podía tomarla por esposa.

6) Agar como matriarca.

Una vez que Agar quedó libre de Abraham como esclava y concubina, la Biblia
dice que se fue a vivir al desierto de Parán, cerca de la Península del Sinaí, al
norte de Arabia, donde Ismael se convirtió en un gran cazador. Además, relata
que Agar casó a su hijo con una mujer egipcia (Génesis 21, 21). Al parecer, ella
no fue la mujer de ningún otro hombre, sino que pasó de ser una esclava
mantenida a ser una mujer independiente y auto sostenida.

En el Pueblo de Israel, como sociedad patriarcal, siempre fue el hombre el que


mantenía a su familia y el que arreglaba los matrimonios de sus hijos e hijas. Pero
con Agar esa regla no corrió. Fue ella la matriarca que sostuvo a su descendencia
y la que arregló el matrimonio de su hijo Ismael.

Agar fue la abuela de 12 nietos que llegaron a ser príncipes y progenitores de


muchos clanes (Génesis 25, 12-16). Las tribus descendientes de Ismael, fueron
conocidas como los “pueblos agarenos” (en honor al nombre de Agar). En la
actualidad, el término “agareno”, es un sinónimo alterno para referirse a los árabes
y/o a los pertenecientes a la comunidad islámica, quienes se autodefinen como
descendientes de Agar y de su hijo Ismael.
~8~
……………………………………………

Son sorprendentes los giros de la vida de Agar. Comenzó como esclava oriunda
de una nación donde las mujeres podían cumplir las mismas funciones que los
hombres en todos los niveles de la sociedad. Después fue la concubina de
Abraham, el principal patriarca de las religiones judía, cristiana e islámica. Y,
finalmente, se convirtió en madre soltera y en matriarca de los pueblos agarenos.

Ella no fue una joven virgen que se casó con su esposo, para ser sumisa y
mantenida hasta la muerte. No, Agar representa por un lado a la mujer sufrida y
despreciada. Por otro lado, representa a la mujer esforzada e independiente.
Ciertamente fue una persona distinta a las demás mujeres de la Biblia. Pero ella
igual tuvo la bendición de conocer a Dios en persona en más de una oportunidad,
como veremos en los siguientes capítulos,

~9~
“Agar se convierte en la concubina de Abraham”

1809, pintura del alemán Josef Wintergast (1783-1867)

~ 10 ~
II
EL ÁNGEL DE JEHOVÁ Y AGAR, CUANDO HUYE DE LA
CASA DE ABRAM.

Recordemos que Abram y Sarai, su esposa, eran ancianos y no tenían hijos, ya


que ella era estéril. Entonces, preocupada por dejar descendencia, Sarai le pidió a
su esposo que tuviera intimidad con Agar, una de sus esclavas, para que de ella
tuvieran un hijo. Y Abram hizo caso a su esposa, dejando embarazada a Agar. Sin
embargo, no todo salió a la perfección, como lo había planificado Sarai, porque
Agar, su sierva, dejó de ser sumisa ante ella, ya que se enalteció al verse que
había concebido del esposo de su ama. Entonces, Sarai, con el consentimiento de
su esposo, comenzó a dar malos tratos a su sierva, de tal manera que Agar
abandonó la casa de sus amos, y sin importar que estuviera embarazada, fue a
parar en medio del desierto. Y nos narra el texto bíblico:

Y la halló el ángel de Jehová junto a una fuente de agua en el desierto,


junto a la fuente que está en el camino de Shur. Y le dijo: “Agar, sierva de
Sarai, ¿De dónde vienes, y a dónde vas?” Y ella respondió: “Huyo de
delante de Sarai mi señora”. Y le dijo el ángel de Jehová: “Vuélvete a tu
señora, y ponte sumisa bajo su mano”. (Génesis 16, 7-9 RVR 1960)

Imaginémonos a Agar, quién por haber tenido como hombre a nada más ni menos
que a Abram, el varón más opulento y respetado de la localidad, se olvidó que
sólo era una esclava al servicio de la señora de la casa. Quizás pensó que su
rango no estaba al nivel de sierva, sino al rango de su ama Sarai, por el hecho de
haber sido la mujer de su esposo, y más encima estar esperando un hijo de él. De
modo que dejó de obedecer las instrucciones de su señora. Sin embargo, la
altanería y orgullo de esta sierva comenzaron a ser rasguñadas por las
humillaciones y malos tratos que empezó a recibir de Sarai.

Pero el orgullo de Agar no se derrumbó, porque en vez de servir y someterse a su


ama, o al menos tratar de enfrentar la situación de manera asertiva, prefirió irse de
la casa ¿a dónde? No tenía donde ir ni nadie que le ayudara, así que deambuló
por el desierto. Cómo sería la altivez que cautivó a Agar, que en vez de servir a su
señora, quién la había elegido de entre todas las empleadas que tenía para ser la
que “les diera descendencia” (quizás porque era hermosa, modesta, confiable...),
~ 11 ~
prefirió poner en riesgo su vida y la del niño que llevaba en su vientre en medio de
un peligroso y vacío desierto.

En condiciones de rabia y tristeza, hambre y cansancio estaba Agar, junto a un


manantial, cuando tuvo el mejor encuentro de su vida. Le salió al encuentro el
ángel de Jehová. Al parecer, Agar estaba conmocionada y asombrada ante la
“persona” que tenía en frente, porque le respondió con sinceridad cuando le
preguntó “¿De dónde vienes, y a dónde vas?”. Sin embargo, este supuesto
mensajero le trae un recado muy confrontacional, ya que le dijo cosas totalmente
adversas a lo que ella pensaba y sentía. El ángel le dijo: “Regresa al lado de tu
señora, y obedécela en todo” (Génesis 16, 9 DHH).

Es normal recibir mensajes celestiales que confronten nuestro pensar y nuestro


sentir, “porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los
míos –afirma el Señor –.” (Isaías 55, 8 NVI). Dios no pensaba como lo hacía Agar,
y muchas veces tampoco lo hace como nosotros lo hacemos. Cuando entra la
vanagloria al corazón y aflora el deseo de sobresalir ante los demás, el Señor
dice: “Nada hagáis por contienda o vanagloria; antes bien con humildad,
estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Filipenses 2, 3
RVR 1960). O cuando queremos divertirnos en los deleites que ofrece el mundo,
Dios nos declara: “Todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los
deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del
mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios
permanece para siempre” (1 Juan 2, 16-17 RVR 1960). Sin lugar a dudas, como le
sucedió a Agar, en muchas ocasiones la palabra del Señor nos confronta.

Pero no todo fue reprensión, “porque su enojo dura un momento, pero su buena
voluntad, toda la vida” (Salmos 30, 5 DHH), sino que después de aquella
confrontación Agar recibió una animosa noticia:

Le dijo también el ángel de Jehová: “Multiplicaré tanto tu descendencia, que


no podrá ser contada a causa de la multitud”. Además le dijo el ángel de
Jehová: “He aquí que has concebido, y dará a luz un hijo, y llamarás su
nombre Ismael, porque Jehová ha oído tu aflicción”. (Génesis 16, 10-11
RVR 1960)

~ 12 ~
Al recibir estas palabras el espíritu de Agar se volvió a levantar, al menos, por tres
razones. Una de ellas es que el ángel le dice que multiplicará su descendencia, se
refiere a la descendencia de ella, no a la descendencia de su señora. Recordemos
que ella fue utilizada para concebir un hijo de Abram, con el propósito de dejar
descendencia a sus amos. Es decir, el niño que llevaba en su vientre no sería de
ella, sino que de sus señores. Tristemente ella no sería la madre, sino que lo sería
Sarai, su ama. Más, para su alegría, el ángel le dice: “Agar, el niño que has
concebido es tuyo, es tú descendencia, y tú le pondrás el nombre”.

Otra razón animosa es que ella escucha: “Aumentaré tanto tus descendientes, que
nadie los podrá contar” (Génesis 16, 10 DHH). Este es un gran mensaje para
Agar, una esclava que no tenía dónde ir y a nadie que le socorriera. Es un gran
mensaje para una mujer que estaba literalmente sola. Es como si el ángel le
dijera: “Agar, ya no estarás sola, tendrás un hijo, y de ese hijo tendrás tantos
descendientes que ni siquiera se podrán contar para saber cuántos son”.

Por último, y quizás la razón más potente, es que aquel ángel era nada más ni
menos que el mismo Dios que estaba frente a ella. Agar escuchó de los propios
labios de este personaje: “Multiplicaré tanto tu descendencia, que no podrá ser
contada a causa de la multitud”, y ella sabía que nadie puede hacer eso, sino que
sólo Dios. Seguramente ella ya sabía que Jehová, el Dios de sus amos, había
prometido a Abram, en una ocasión, de darle un hijo y una descendencia que no
se podría contar (véase Génesis 15, 4-5). Es grande la emoción y asombro de
Agar, después que fue desestimada y nadie se preocupó de ella, el mismo Dios se
le presenta, y es como si le dijera: “Agar, nadie te quiere ahora, pero yo estoy
aquí, y haré que seas la madre de una multitud, porque he visto tu aflicción”.
¿Cómo reaccionó esta sierva?

Entonces llamó el nombre de Jehová con que ella hablaba: “tú eres Dios
que me ve”; porque dijo: ¿No he visto también aquí al que me ve? Por lo
cual llamó al pozo: Poso del Viviente-que-me-ve. He aquí está entre Cades
y Bered. (Génesis 16, 13-14 RVR 1960)

Como se dijo anteriormente, Agar reconoció inmediatamente que era Jehová el


que le hablaba. Estaba conmocionada, porque momentos antes ella sentía que
estaba sola y triste, desapercibida de los demás. Nunca pudo haber pensado que
había alguien pendiente de su pena, y que ese alguien fuera Dios. Por eso, “como

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Agar había hablado con el Señor, le llamó ‹‹el Dios que me ve››, pues decía:
‹‹Dios me ha visto y todavía estoy viva››.” (Génesis 16, 13 DHH).

Ojala que en las buenas y en las malas nunca se nos olvide que hay alguien que
está pendiente de nosotros. Dios no se olvida de ninguno de sus hijos e hijas, por
eso el apóstol Pedro nos anima diciendo: “echando toda vuestra ansiedad sobre
él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5, 7 RVR 1960). Cabe mencionar
una alabanza que representa las expresiones de Agar, dice sí:

Me viste a mí, cuando nadie me vio.


Me amaste a mí, cuando nadie me amó.
Y me diste nombre, yo soy tu niña,
La niña de tus ojos, porque me amaste a mí.

(“La niña de tus ojos” de Daniel Calveti)

Finalmente, agradecida de haber visto a Dios y seguir viva, Agar obedeció a este
supuesto mensajero de Jehová. Volvió a la casa de Abram, y dio a luz un hijo, el
que se llamó Ismael, nombre que significa “Dios escucha”.

Existe un versículo que se relaciona bastante con el relato anterior y con nosotros.
Está en el libro del profeta Oseas, y dice así:

“Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su


corazón” (Oseas, 2,14 RVR 1960).

Estas son expresiones que Dios dijo a Oseas refiriéndose a su pueblo. Un desierto
se caracteriza por ausencia de humedad y la carencia de vida. Ningún ser humano
puede vivir por mucho tiempo en un lugar así. El desierto representa la soledad, la
aflicción y la desesperanza. De esta manera, Agar tuvo que encontrarse en el
desierto, para escuchar la voz del Señor.

En ocasiones, cuando todo va bien, la salud está bien, las relaciones están bien, el
trabajo va bien... el corazón, carente de angustias, se confía, se endurece y no se
acuerda tan seguido de Dios. Se descuida la oración, la asistencia a las reuniones
de la Iglesia, de leer la Palabra, de llorar con los que lloran y reír con los que ríen.
Otras veces, nos relajamos y descuidamos la santidad y nos hacemos amigos de
~ 14 ~
los males del mundo. Es entonces que Dios ve a sus hijos e hijas desviadas del
camino de la humildad y dice: “Yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su
corazón”.

Por consiguiente, cuando nos veamos en el desierto de la soledad, la tristeza y la


desesperanza, es muy seguro que el Señor quiere que oigamos su voz. Como le
sucedió a Agar, son en esos momentos que el corazón endurecido y orgulloso se
humilla y sensibiliza, permitiendo que Dios nos hable, para que seamos
confrontados y consolados por Él.

~ 15 ~
“Agar y el ángel en el desierto”

1900, Pintura del francés James Tissot (1836-1902)

~ 16 ~
III
EL ÁNGEL DE JEHOVÁ Y AGAR, CUANDO ES
DESPEDIDA DE LA CASA DE ABRAHAM.

Otra vez nos encontramos con una narración que nos habla de Agar, la sierva de
Sarai. Desde el incidente de Agar cuando estaba embarazada hasta aquí han
pasado varias cosas y varios cambios. Dios había cambiado los nombres de sus
amos Abram y Sarai. Ahora se llaman Abraham (que significa “padre de muchos”)
y Sara (que quiere decir “princesa”). Jehová había visitado en más de una ocasión
a Abraham para comunicarle cosas, como por ejemplo, que le iba a dar un hijo por
medio de su esposa Sara, a pesar que ella era estéril y ambos eran ancianos.

Aconteció como el Señor lo había prometido y un día Sara quedó embarazada,


cuando Abraham tenía cien años. El niño nacido se llamó Isaac, que en hebreo
significa “el se ríe”. Al parecer fue motivo de gracia este milagro, ya que Sara llegó
a decir: “Dios me ha hecho reír, y todos los que sepan que he tenido un hijo, se
reirán conmigo. ¿Quién le hubiera dicho a Abraham que yo llegaría darle hijos?
Sin embargo, le he dado un hijo a pesar que él ya está viejo” (Génesis 21, 6-7
DHH).

Pero no nos olvidemos de Agar, la esclava egipcia. Ella ya tenía a Ismael, el


primer hijo de Abraham, quien posiblemente ya era un niño entrando a la etapa de
la pubertad. La Biblia no dice nada a cerca de la vida de Agar y su hijo después de
lo sucedido cuando quedó embarazada. Pero no sería extraño pensar que por
tratarse de un hijo de Abraham, Ismael junto a su madre tendrían un trato
diferenciado en comparación con los demás esclavos de la casa. Quizás Ismael, a
diferencia de los demás hijos de esclavos, podía comer de la mesa de los amos.
Seguramente vestía las mejores túnicas, jugaba con los mejores arcos y dormía
junto a Agar en un dormitorio cómodo, separados de la servidumbre.
Posiblemente, desde el nacimiento de Ismael hasta aquí, ya han pasado varios
años en que Agar y su hijo han disfrutado de mejores tratos, en comparación con
los propios para los que están en el rango de la esclavitud.

Ahora, ¿Cómo reaccionarían Agar e Ismael ante el nacimiento del hijo de


Abraham por medio de su esposa Sara? La Biblia relata lo siguiente:

~ 17 ~
Y creció el niño, y fue detestado; e hizo Abraham gran banquete el día que
fue detestado Isaac. Y vio Sara que el hijo de Agar la egipcia, el cual esta le
había dado a luz a Abraham, se burlaba de su hijo Isaac. (Génesis 21, 8-9
RVR 1960)

Cuando el pequeñito Isaac dejó de amamantar, Abraham organizó una gran fiesta
con motivo de este mero acontecimiento. Este banquete representa el gran amor y
alegría que sentían Abraham y Sara por su hijo. Como la Biblia no dice nada,
quizás no se hizo algo similar con Ismael, el hijo de Agar.

El asunto es que esta fiesta no fue grata para la esclava de Sara y su hijo. Se
narra que en pleno banquete Ismael se mofaba de su hermanastro Isaac y,
posiblemente, Agar no hizo nada para impedirlo. ¿Por qué Ismael se burlaba de
Isaac? Se dice que los niños son muy perceptibles al entorno inmediato, del cual
aprenden maneras de sentir, pensar y actuar. Generalmente este entorno
inmediato es la familia del niño. Por eso, se dice que los niños son el reflejo de sus
padres, porque de ellos perciben sus primeros aprendizajes conductuales (de ahí
el dicho, “de tal palo, tal astilla”). En este caso, Ismael aprendería de su madre.
Seguramente Agar hablaba para mal acerca de su señora y del hijo de sus amos.
Ciertamente ella manifestaba en su cara actitudes negativas al saber que
Abraham haría una gran celebración solamente por el hecho que Isaac dejó de
mamar. Por consiguiente, las burlas de Ismael hacia el bebé no fueron más que
reproducir las actitudes de Agar, su madre.

Tampoco se narra que Agar hizo algo para impedir o parar las mofas de Ismael. Ni
menos la Biblia relata que Agar pidió disculpas, o al menos intentó justificar el
incidente para calmar los ánimos de su señora. La cuestión es que Sara quedó
muy enfadada con Ismael y su sierva Agar, de tal manera que...

Por lo tanto, dijo a Abraham: echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de
esta sierva no ha de heredar con Isaac mi hijo (Génesis 21, 10 RVR 1960)

El celoso amor de Sara finalmente explotó y sin rodeos le reclamó a su esposo


diciendo: “¡Que se vayan esa esclava y su hijo! Mi hijo Isaac no tiene por qué
compartir su herencia con el hijo de esa esclava” (Génesis 21, 10 DHH). Llama
mucho la atención el cambio de parecer de Sara con respecto a su servidora Agar.
Recordemos que años atrás fue ella misma quién le rogó a su esposo que tuviera
intimidad con su sierva, para que de ella tuvieran descendencia. Hace algunos
~ 18 ~
años atrás Agar era su sierva. Le había dicho a Abraham: “Te ruego, pues, que te
llegues a mi sierva; quizás tendré hijos de ella” (Génesis 16, 2 RVR 1960). Sara
tenía en gran estima a Agar, seguramente era su servidora preferida, bonita, leal,
confiable... de tal manera que no tuvo ningún recelo de ofrecérsela a su propio
esposo como concubina, de tal manera que el hijo de ella sería como su propio
hijo. Sin embargo, ahora todo ha cambiado, Agar era una esclava más, y no solo
eso, también quería que por lo pronto ya no estuviera su presencia, ni la de su
hijo, en la casa.

La reacción de Abraham fue abrumadora. “Este asunto angustió mucho a


Abraham porque se trataba de su propio hijo” (Génesis 21, 11 NVI). Ciertamente
Ismael llevaba su sangre y ya habían transcurrido varios años en que lo vio crecer
junto a su lado. Por varios años lo vio jugar, llorar, reír y sentarse en su regazo
¿Cómo es eso que Ismael tendría que irse de la casa? Seguramente en ese
momento se sintió entre la espada y la pared. Es como si Sara le hubiese dicho:
“Escoge ahora, o te quedas con el hijo de la esclava o te quedas con mi hijo
Isaac”.

Sin embargo, en ese desierto de tristeza, Abraham escuchó la voz de Dios que le
dijo: “No te preocupes por el muchacho y por tu esclava. Has todo lo que Sara te
pida, porque tu descendencia vendrá por medio de Isaac. En cuanto al hijo de la
esclava, yo haré que también de él salga una gran nación, porque es hijo tuyo ”
(Génesis 21, 12-23 DHH). Abraham no sabía qué hacer, sin embargo, Dios ya
tenía el control de todas las cosas. Fue grande el alivio de este padre al escuchar
que Dios le expresa: “Abraham, no te apenes, estoy pendiente de lo que pasa y
tengo el control de todo. No temas de hacer lo que te pidió Sara, porque yo me
preocuparé de tus dos hijos”. Así que...

Entonces Abraham se levantó muy de mañana, y tomó pan, y de un odre de


agua, y lo dio a Agar, poniéndolo sobre su hombro, y le entregó el
muchacho, y la despidió. Y ella salió y anduvo errante por el desierto de
Berseba. (Génesis 21, 14 RVR 1960)

Abraham finalmente concedió a Sara su petición: Agar e Ismael fueron echados de


la casa. Solamente los despidió con pan y agua. Llama mucho la atención lo poco
con que tuvieron que irse. Más de alguien podría criticar a Abraham por lo
miserable que fue con su propio hijo. Perfectamente podía haberle concedido un
carruaje y una escolta de esclavos, con el fin de que Agar volviera a su tierra natal,
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Egipto. Podría haberle concedido suficiente provisión alimenticia para ese viaje,
como frutos secos, harina, aceite, etcétera. Pero no, solamente los dejo en la
puerta de la casa, quizás con un par de panes y un litro de agua en un cuero. Sin
embargo, Abraham sabía y confiaba en que Dios se preocuparía de ellos.

Por segunda vez Agar se vio deambulando por el árido desierto. La primera vez
estaba embarazada, pero esta vez su hijo era ya un niño adentrando a la
adolescencia. ¿Qué sentiría ella en esos momentos? ¿Cuáles serían sus
pensamientos mientras caminaban sin saber dónde ir? Imaginémonos a la madre
con el hijo, ambos tomados de la mano, caminando por la arena caliente,
respirando un aire sofocador, caminando sin saber coordenada alguna, con una
provisión de alimentos que se acabaría muy pronto y el poblado más cercano
quizás esté a cientos de kilómetros. ¿Cómo están sus corazones? ¿Con temor?
¿Incertidumbre? ¿Rabia? ¿Tristeza? Finalmente la narración bíblica dice que se
les acabó el agua...

Y le faltó el agua del odre, y echó al muchacho debajo de un arbusto, y se


fue y se sentó en frente, a distancia de un tiro de arco; porque decía: No
veré cuando el muchacho muera. Y cuando ella se sentó en frente, el
muchacho alzó su voz y lloró. (Génesis 21, 15-16 RVR 1960)

Sin agua en el desierto la esperanza de seguir con vida es nula. Al parecer Ismael
era el más débil, ya que el texto bíblico dice que Agar tuvo que echarlo entre unos
arbusto, porque al parecer ya estaba en agonía y no lo quería ver morir. Si Agar
“echó” o “puso” al niño en el arbusto es porque, quizás, el muchacho ya no tenía
fuerzas para caminar y sentarse por su propia cuenta, de modo que su madre
cargaba con él. Después que lo dejó debajo de aquellas ramas, Agar se retiró y se
sentó a cierta distancia, esperando la muerte de su hijo y, probablemente, su
propia muerte.

No obstante, a Ismael le quedaba un puñado de fuerza aún para expresar sus


últimos sentimientos. Al verse tirado debajo de un arbusto, débil y mareado, y sin
tener la compañía de la persona que más lo amaba, y de igual manera, a quién
más amaba él, no tuvo más opción que gastar sus últimas energías en un llanto
desconsolador. ¿No es amarga la muerte de una persona que se encuentra sola y
triste en sus últimos momentos? ¿Y cuánto más lo será si esa persona es
solamente un niño? ¿Y cómo estará el espíritu de aquella madre al escuchar el

~ 20 ~
sufrimiento de su único hijo? Este es uno de los cuadros más lamentosos que
describe la Biblia, sin embargo, la historia aún no termina:

Y oyó Dios la voz del muchacho; y el ángel de Dios llamó a Agar desde el
cielo, y le dijo: ¿Qué tienes Agar? No temas; porque Dios ha oído la voz del
muchacho en donde está. Levántate, alza al muchacho, y sostenlo con tu
mano, porque yo haré de él una gran nación. (Génesis 21, 17-18 RVR
1960)

Vemos que Dios interviene en el clímax de esta angustia. Cuando Agar e Ismael
pensaban que estaban destinados a morir en la soledad, el Señor aparece. En
realidad no estaban solos como creían, “Alguien” estaba muy cerca de ellos. Y
nuevamente vemos que entra en acción el ángel de Jehová. Su aparición es para
consolarle y reclamarle a Agar su falta de fe.

El reclamo tiene estrecha relación con la primera partida al desierto de Agar,


cuando huyó de Sara estando embarazada. Recordemos que en esa oportunidad
Agar estaba sola, sin donde ir y sin nadie que le ayudara, sin embargo le socorrió
el mismo Dios en la forma de un mensajero enviado de sí mismo. Cuando nadie la
miraba, Dios la vio, de tal manera que ella llegó a decir: “Dios me ha visto y
todavía estoy viva” (Génesis 16, 13 DHH). En definitiva, Agar sabía que podía
contar con la ayuda del Señor cuando la soledad y la desesperanza se hacen
presentes. Por eso, ahora el ángel de Dios le dijo “¿Qué tienes Agar?”. Si ella
sabía de la misericordia del Señor, ¿por qué actuó de manera tan pesimista al
entregarse a la muerte con tanta facilidad? El reclamo del ángel es como si le
dijera: “¿Qué estás haciendo mujer? ¿Si sabías que yo estoy cerca para ayudar,
porque no oraste? ¿Si sabías que yo amo y veo cuando nadie te ama y te ve, por
qué no me clamaste por la vida tuya y la de tu hijo?”

Puede que más de un cristiano o cristiana se parezca a Agar. Cuando se vive un


problema o una angustia tan grande, puede que se nos olvide que Dios es más
grande que cualquier dificultad y que él tiene el control de la vida de los que son
sus escogidos y escogidas. Puede que la aflicción se nos parezca tan inmensa
que el corazón se turbe, los ojos se cieguen y se caiga en el pesimismo. Ojala
nunca se nos olvide que “la mano del SEÑOR no es corta para salvar, ni es sordo
su oído para oír” (Isaías 59, 1 NVI). Que cuando nos encontremos en una prueba
cargada de angustia podamos exclamar como el salmista, diciendo: “Alzaré mis

~ 21 ~
ojos a los montes; ¿de donde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que
hizo los cielos y la tierra” (Salmos 121, 1-2 RVR 1960).

Además, la primera vez que Agar huyó al desierto embarazada por motivo de su
señora, recordemos que el ángel de Jehová le prometió: “Aumentaré tanto tus
descendientes, que nadie los podrá contar. Estás en cinta y tendrás un hijo, y le
pondrás por nombre Ismael, porque el Señor escuchó tu aflicción. Será arisco
como un potro salvaje; luchará contra todos, y todos contra él; pero él afirmará su
casa aunque sus hermanos se opongan” (Génesis 16, 10-12 DHH). Si Agar había
recibido tal promesa de parte de Dios ¿por qué pensó que habrían de morir en el
desierto? ¿Acaso se olvido de la promesa recibida o simplemente pensó que el
Señor era un mentiroso?

El asunto es que el ángel de Dios le reclama “¿Qué tienes Agar?”. Es como si le


dijera: “Yo te prometí que por medio de Ismael te daré tan grande descendencia
que no los podrán contar. Te prometí que cuando fuera grande será semejante a
un potro salvaje. Entonces, ¿por qué dejas a tu hijo tirado bajo un arbusto para no
verlo morir? ¿Acaso te olvidaste de mí y de lo que te prometí cuando vagabas en
el desierto huyendo de tu señora? Si te viste en apuros ¿por qué no oraste y
reclamaste esta promesa?”

Este reclamo es una enseñanza para todos los cristianos y cristianas. El Padre
nos ha dado grandes promesas de su amor y misericordia. Son cientos las
promesas que han quedado registradas en la Biblia para todos los creyentes. Una
de ellas dice: “Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del
mundo” (Mateo 28, 20 DHH). Entonces, ¿por qué habremos de pensar que el
Señor nos ha abandonado? Otra de sus promesas es: “Clama a mí, y yo te
responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tu no conoces” (Jeremías
33, 3 RVR 1960). De modo que, ¿por qué habremos de pensar que Dios no nos
escucha? También hay un himno que nos recuerda de sus promesas, el que dice:

Todas las promesas del Señor Jesús


Son apoyo poderoso de mi fe.
Mientras viva aquí, cercado de su luz,
Siempre en sus promesas confiaré.

~ 22 ~
Todas sus promesas, para el hombre fiel
El Señor, en sus bondades cumplirá,
Y confiando espero siempre que por él
Paz eterna mi alama gozará.

Todas las promesas del Señor serán


Luz y fuerza en nuestra vida terrenal;
Ellas en la dura lid nos sostendrán
Y triunfar podernos sobre el mal.

(Autor: Rusell Kelso Carter en Himnario Metodista N° 156)

Volviendo a la historia que nos ocupa, no todo fue reclamo y reprensión para Agar.
El ángel del Jehová también le expresa palabras de consuelo, “porque su enojo
dura un momento, pero su buena voluntad, toda la vida” (Salmos 30, 5 DHH).
También le dice: “No temas”. Imaginémonos este cuadro. Agar estaba sentada a
cierta distancia de su hijo, quien lloraba y pensaba que pronto iba a morir. Aunque
gritara por ayuda, probablemente el pueblo más cercano estaba a cientos de
kilómetros. Y ahí estaba esta madre, embargada de pena, quizás con sus ojos
lagrimosos y los párpados cerrados, como tratando de pensar que nada era real,
que toda aquella angustia era solamente un sueño. Hasta que escucha la voz del
ángel del Señor que le dice desde el cielo: “¿Qué te pasa, Agar? No tengas miedo,
porque Dios ha oído el llanto del muchacho ahí donde está” (Génesis 21, 17
DHH).

Es muy hermosa la intervención de este supuesto mensajero celestial. Son


palabras muy dulces las que dirige a la amargada Agar: “No temas”. Es como si le
expresara: “Agar, no te asustes, yo ya estoy aquí. Acuérdate que te he dado una
hermosa promesa y la voy a cumplir”. Y después agrega: “Anda, ve a buscar al
niño, y no lo sueltes de la mano, pues yo haré que de él salga una gran nación”
(Génesis 21, 18 DHH). Con tan solo escuchar estas palabras, Agar recobró la vida
en su corazón.

Es interesante que Jehová se presente en forma de un ángel nuevamente.


Recordemos que sólo Dios puede hacer que de una persona salga un gran
pueblo, como se lo había anunciado a Abraham (véase génesis 21, 13). Dios fue
el que había prometido aquello anteriormente, sin embargo, este supuesto ángel le
dice: “Yo haré que de él salga una gran nación”. El ángel no dice: “Dios hará que
~ 23 ~
de Ismael salga una gran nación”, sino que “levántate y tómalo de la mano, que yo
haré de él una gran nación” (Génesis 21, 18 NVI). El habla en primera persona
singular, por lo cual entendemos una vez más que Dios se manifiesta como un
mensajero enviado de sí mismo. El ángel de Jehová es el mismo Jehová.

Finalmente la historia llegó a su fin de la siguiente manera: “Entonces Dios hizo


que Agar viera un pozo de agua. Ella fue y llenó de agua el cuero, y dio de beber a
Ismael. Dios ayudó al muchacho, el cual creció y vivió en el desierto de Param, y
llegó a ser un buen tirador de arco. Más tarde su madre lo casó con una mujer
egipcia” (Génesis 21, 19-21 DHH). La historia no terminó con dos cadáveres en el
desierto, como seguramente lo había pensado Agar. Dios les ayudó y ciertamente
cumpliría su promesa.

~ 24 ~
“Agar e Ismael en el desierto”

1851, pintura del austriaco Luigi Gillarduzzi (1822-1856)

~ 25 ~
IV
AGAR Y LA MUJER SAMARITANA.

No se quisiera terminar la historia de Agar sin antes hacer un paralelo con la


historia de la mujer samaritana, descrita en el Nuevo Testamento en el evangelio
de Juan 4, 1-42 (léase antes de continuar). Podemos encontrar una enseñanza
más al sacar una conclusión de la experiencia de ambas mujeres, las cuales
comparten características en común.

La primera de ellas es que, valga la redundancia, ambas eran mujeres. En


aquellos tiempos bíblicos el valor de una mujer era menos que la del hombre (Por
ejemplo, véase Levítico 27, 1-7). Es más, en la actualidad, aún las mujeres no
tienen los mismos derechos que los varones en el Medio Oriente.

Otra característica en común es que ambas no llevaban en la sangre la raza del


pueblo de Dios. En el caso de Agar, ella era de origen egipcio (Génesis 16, 1).
Egipto siempre fue considerado una nación pagana (Isaías 19, 1-15). Por ejemplo,
se ha criticado al rey Salomón por haberse matrimoniado con una mujer egipcia y
otras extranjeras (1 Reyes 11, 1-2; Nehemías 13, 26). En el caso de la mujer
samaritana, valga la redundancia, era originaria de una región de Palestina
conocida como Samaria. En los tiempos del Nuevo Testamento, los judíos
discriminaban a los samaritanos (Juan 4, 9), porque los consideraban una raza
mezclada con los asirios (2 Reyes 17). Por ello, los samaritanos eran
considerados una cultura pagana.

Una tercera característica que Agar y la samaritana compartieron es que,


probablemente, no profesan la religión del pueblo de Dios. Por el lado de Agar,
recordemos que los egipcios profesaban una religión diferente (Isaías 19, 1-3). Por
el lado de la mujer samaritana, sus coterráneos no consideraban que el templo de
Jerusalén era el centro de adoración, ya que tenían su propio santuario en el
monte de Gerizim (Juan 4, 20). De tal manera que los egipcios como los
samaritanos eran considerados como unos herejes.

Por último, las dos mujeres mencionadas fueron consideradas como medios
sexuales. Agar se convirtió en concubina y tuvo relaciones sexuales con el
esposo de su dueña (Génesis 16, 1-4). La mujer samaritana había tenido varios

~ 26 ~
hombres en su vida, y tenía un amante que no era su marido (Juan 4, 17-18).
Quizás por ello, para evitar la discriminación social, iba a buscar el agua en una
hora que nadie lo hacía (Juan 4, 6).

Ciertamente, ambas eran mujeres, oriundas de naciones paganas, consideradas


unas herejes y unas inmorales. Sin embargo, a ellas el Señor les salió al
encuentro por medio de supuestos mensajeros enviados por él (el ángel de
Jehová y Cristo). ¿Que nos enseña todo esto? El Señor dijo: “No he venido a
llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (Lucas 5, 32 RVR 1960). La
respuesta es sencilla, aunque Dios aborrece el pecado, ama al pecador.

A pesar de todas sus cualidades, ambas mujeres nunca fueron discriminadas por
el Señor. Agar fue visitada por el mismo Jehová para ser enseñada y consolada
por él en momentos de grandes angustias. A la mujer samaritana Jesús le ofreció
del “agua viva” y la invitó a ser una adoradora en el espíritu y la verdad. Entonces,
¿qué nos enseñan estos relatos en cuanto a nuestras relaciones humanas? Como
cristianos, ¿estamos llamados a criticar los errores de los demás? ¿Cómo
debemos ser con las personas que están alejadas del camino del Señor? La Biblia
nos declara: “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados” (Efesios 5, 1
RVR)

Ahora, pudiera que alguien se sienta una persona discriminada por tener
características no bien aceptadas en su vida. Puede que alguien sienta que no
está siguiendo el verdadero camino del evangelio y su santidad. Si hubieran
personas así, que sientan que no valen mucho, o no valen nada, como se sintieron
Agar y la samaritana, Dios les dice: “Vengan, vamos a discutir este asunto.
Aunque sus pecados sean como el rojo más vivo, yo los dejaré blancos como la
nieve; aunque sean como tela teñida de púrpura, yo los dejaré blancos como la
lana” (Isaías 1, 18 DHH). Y el Señor agrega: “Sé fervoroso y arrepiéntete. Mira que
estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré
con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3, 19-20 NVI). El Señor hace una cariñosa
invitación ¿están dispuestos a aceptarla?

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PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

Respecto a la enseñanza que nos deja la vida de Agar con relación a nuestro
prójimo, estas son algunas preguntas que nos pueden ayudar a reflexionar.

1. Agar fue una mujer extranjera para el Pueblo de Israel, ya que era originaria de
Egipto. ¿Cómo estamos recibiendo a los inmigrantes que vienen a nuestro país
en busca de mejores condiciones de vida? ¿Qué estamos haciendo como
Iglesia para ayudarles? ¿Cuál es mi opinión sobre ellos?

2. Agar fue una esclava o sierva, es decir, una de las personas que ocupaban el
último rango de la jerarquía social. ¿Hacemos distinciones de tratos por clases
sociales? ¿Qué hacemos para ayudar a los desamparados? ¿Qué se puede
hacer ante una injusticia laboral?

3. Es probable que Agar tuviera creencias basadas en la religión egipcia, las


cuales fueron distintas a la religión del Pueblo de Israel. ¿Cómo nos
relacionamos con las personas que no son miembros de mi Iglesia? ¿Estamos
pendiente de las necesidades de personas que no son miembros o miembras
de mi denominación? ¿Podemos relacionarnos con personas de otras Iglesias
Cristianas u otras religiones?

4. Agar llegó a ser una madre soltera. ¿Hemos establecidos barreras a personas
que no viven según las tradiciones en cuanto matrimonio y familia?
¿Reconocemos que existe más de un tipo de familia? ¿Podemos ayudar a
personas que viven una forma de familia distinta al convencional?

5. Agar llegó a ser matriarca y mujer independiente. ¿Cuál es nuestra opinión


sobre la igualdad de género? ¿Cómo hemos valorado el rol de las mujeres en
la Iglesia y en la sociedad? ¿Qué estamos haciendo en contra de la
discriminación y la violencia contra las mujeres?

6. En definitiva, Agar fue una mujer distinta a las demás mujeres de la Biblia.
¿Cómo me relaciono con las personas que piensan distinto a mí? ¿Cómo me
refiero de las personas que tienen convicciones políticas o religiosas distintas a
las mías? ¿Somos capaces de relacionarnos con personas que llevan un estilo
de vida diferente al convencional?
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BIBLIOGRAFÍA

 La Biblia.Dios Habla Hoy. 1970, Sociedades Bíblicas Unidas.

 Santa Biblia. Versión Reina-Valera, revisión de 1960. Sociedades Bíblicas


Unidas.

 Santa Biblia. Nueva Versión Internacional. 1999, Bíblica, Inc.

 Diccionario Bíblico Mundo Hispano. 1997, Editorial Mundo Hispano.

 Himnario Iglesia Metodista de Chile. 2001, Comisión de Liturgia de la Iglesia


Metodista de Chile.

 Manual de Juveniles, Escuela Dominical. Manual Trimestral junio-agosto del


2014. Lección 14: “Jesús el Agua Viva”. Comisión de Educación Cristiana de la
Iglesia Metodista de Chile.

 Mundos Antiguos, Griegos y Romanos.Catherine Loizeau.2015, Combel


Editorial (edición especial para el Ministerio de Educación del Gobierno de
Chile).
LINKOGRAFÍA

 “Antiguo Egipto” en www.wikipedia.org (revisado el 20 de mayo del 2018).

 “La mujer en el Antiguo Egipto” en www.wikipedia.org (revisado el 20 de


mayo del 2018)

 “Reina-Faraón” en www.wikipedia.org (revisado el 20 de mayo del 2018)

 “TissotHagar and theangel in thedesert”en www.commons.m.wikipedia.org


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 “Luigi AloisGuillarduzziHagar y Ismael in der Weiste” en


www.commons.m.wikipedia.org (revisado el 21 de mayo del 2018)

 “1809 WintergerstZuführung der Hagaranagoria” en


www.commons.m.wikipedia.org (revisado el 21 de mayo del 2018)
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