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Introducció n
Marco 10:13 al 16
Que habrá querido enseñ ar nuestro señ or Jesucristo con esta historia
Esta enseñ anza estará vigente para los niñ os, madres y padres de hoy en
día
Era costumbre en el pueblo de dios llevar a los niñ os a un rabino para que le
impusiesen las manos para bendecirlos. Sus madres habían oído todo lo que Jesú s
hacía en la vida de las personas, de có mo sanaba a los enfermos y de có mo tenía el
respaldo de Dios, por ello, como madres deseaban lo mejor para sus hijos,
esperaban que el Señ or les impusiese las manos y orase por ellos, querían que
Jesú s los bendijeran, querían poner en sus manos el futuro de ellos, querían poner
al servicio del señ or sus hijos.
Esto nos enseñ a que basta una persona que crea para que otras comiencen
también a seguir a nuestro señ or Jesucristo.
V: 13,2 Y LOS DISIPULOS LOS REPRENDIERON
Los judíos consideraban imprudente que los niñ os molestaran a los hombres
adultos, ya que eran vistos como seres sin importancia.
Cuando los discípulos vieron que las madres y personas mayores traían a los
niñ os a Jesú s los reprendieron, ellos pensaban que el trabajo del salvador era
demasiado importante para ser interrumpido, vieron esto como una distracció n
que podía dificultar la enseñ anza de Jesú s.
Al contrario, Jesú s esperaba a las madres y sus hijos, él comprendía los cuidados y
las cargas de esas madres que estaban tratando de educar a sus hijos de acuerdo
con la palabra de dios, él había oído sus oraciones, el mismo las había atraído a su
presencia.
Uno de los peores errores que podemos cometer es creer que los niñ os no
necesitan de un salvador, creer que por su edad no hay necesidad de presentarle
a Jesú s.
Aunque los niñ os son adorables y hasta cierta edad son inocentes, no debemos
olvidar que como nosotros han heredado la simiente del pecado de Adá n, por
tanto, en ellos habita también el mal el cual se ira manifestando conforme ellos
crecen.
Por ello es importante que los niñ os sean presentados, llevados a Cristo.
V: 14,1 AL VERLOS, JESUS SE ENOJO Y LES DIJO DEJAD A LOS NIÑ OS VENIR A MI,
Cuando las madres expresaron su deseo, Jesú s oyó con simpatía la petició n, y al
ver que despedían a esas madres les mostro su error diciéndoles Deja a los niñ os
venir a mí y no se lo impidá is porque de los tales es el reino del cielo,
enseñ á ndoles una verdad del reino de dios.
Cuando Jesú s les dijo a los discípulos que ni impidiesen venir a él los niñ os,
hablaba a sus seguidores de todas las épocas y a todos los cristianos.
A veces creemos basta llevar a los niñ os a la iglesia; pero lo cierto es que los
principales responsables somos nosotros sus padres, y así lo determino el Señ or
desde la misma ley: (Deuteronomio 6:6-9).
Jesú s advirtió del terrible destino que les espera a los que hacen tropezar a los
niñ os: En Mateo 18:6 “Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos
pequeñ os que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de
molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar”,
A nosotros como padres cristianos nos toca dar nuestros hijos la debida direcció n.
El hogar es la primera escuela del niñ o.
Si no se instruye correctamente a los niñ os en el hogar, Sataná s lo educará
primero.
En el libro La conducció n del Niñ o pagina 19, nos amplia esta enseñ anza. (LEER)
En Proverbios 22:6 existe una promesa donde se nos asegura que aquel que es
instruido desde niñ o en los caminos de Dios, aun de viejo no se apartará de
el: “Instruye al niñ o en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”,
Ejemplo de esto es Timoteo, el cual llego a ser uno de los discípulos del apó stol
Pablo y se convirtió en obispo de la iglesia de É feso. Timoteo desde la niñ ez
conoció las Escrituras: 2 Timoteo 3:14-15 “Pero persiste tú en lo que has
aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la
niñ ez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la
salvació n por la fe que es en Cristo Jesú s”
En la antigü edad hubo muchas madres preocupadas de preparar a sus hijos para
ser siervos del señ or
Ana, la mujer que oraba abnegadamente y movida por la inspiració n celestial dio
a luz Samuel, el niñ o instruido por el cielo. (1 samuel 1:12)
En las escrituras también se explica el cuidado con que se debe vigilar nuestros
propios há bitos,
Deuteronomio 4:9.
Deuteronomio 11:19
Deuteronomio 4: 40
Proverbios22:6
Colosenses 3:21
Prov. 19:18
Prov. 20:7
Efesios 6:4
Proverbios 13:24 22:6 14:23
1 Juan 3:18
Deuteronomio 5:29
V: 14, 2 NO LES IMPIDAIS PORQUE DE TALES ES EL REINO DE DIOS
Jesucristo sabía que estos niñ os lo escucharían y aceptarían como su redentor con
mayor facilidad que los adultos, muchos de los cuales eran sabios en las cosas del
mundo y duros de corazó n.
Nosotros los adultos, sabemos mucho, pero creemos poco, complicamos nuestra
fe la ponemos en duda por medio de nuestro intelecto y experiencias, la
racionalizamos diciendo… “si, confió en las promesas del señ or pero”
Hermanos, cuales son las características de los niñ os, revoltosos, ruidosos,
alegres, extrovertidos, etc.
Un niñ o se deja llevar en los brazos de su padre porque sabe que su felicidad y
sustento proviene de él.
Esta frase denota una verdad muy importante, Jesú s uso esta frase repetidas
veces al enseñ ar las verdades má s importantes del reino de dios.
Esto es una condicionante que Jesú s pone para entrar en el reino de dios, debo
recibirlo como un niñ o.
Los niñ os son má s susceptibles a las enseñ anzas del evangelio, sus corazones
está n abiertos a las influencias divinas.
Así nos confirma nuestro señ or Jesú s, en el libro Conflicto de los siglos pá g. 224
(LEER 1)
V: 16 Y EL TOMO A LOS NIÑ OS EN SUS BRAZOS, PUSO LAS MANOS SOBRE ELLOS
Y LOS BENDIJO.
Tomo a los niñ os en sus brazos, puso las manos sobre ellos y le dio la bendició n
por la que habían venido. Las madres quedaron consoladas, volvieron fortalecidas
y bendecidas por la palabra de Cristo, quedando animadas para reasumir sus
cargas con nueva alegría y para trabajar con esperanza por sus hijos.
Pero solo los que fueron hacia él, obtuvieron la bendició n de Jesú s, esto nos
enseñ a que para tener las bendiciones de Jesú s, NOSOTROS debemos ir, debemos
buscar a Dios.
Queridos hermanos Jesú s siempre tuvo tiempo para los niñ os, conoce la
preocupació n del corazó n de cada madre, en todo pesar y en toda necesidad dará
consuelo y ayuda.
Nuestro señ or Jesú s nos muestra su gran amor y compasió n, en esta enseñ anza,
ya que a pesar de los prejuicios de sus tiempos de que los rabinos no atendían
niñ os, de lo cansado y ocupado que él estaba, aun así, los atendió y oró por ellos.
Isaías 54:13
Es hora de prepararlos, es necesario que nosotros los padres sigamos llevá ndolos
a los pies de Cristo.
nos manda no solo a quedarnos con lo que aprendimos en sá bado, nos dice que
debemos escudriñ ar las escrituras, día a día, un poco aquí un poco allá , no
desaprovechemos el poco tiempo que nos queda en cada lugar podemos
mostrarles el poder y la misericordia de nuestro señ or.
Dios anhela que le conozcan y le amemos desde nuestra niñ ez, los padres somos
responsables de enseñ ar a nuestros hijos a amar a Dios con el ejemplo, si ellos
ven nuestro amor a Dios y el deseo de agradarle, esto será la base de nuestra
acciones, aprenderá n a vivir una vida que glorifique a Dios.
Deuteronomio 6:5-9
En los niñ os que eran puestos en contacto con Jesú s, el veía a los hombres y
mujeres que serían herederos de su gracia y sú bditos de su reino, algunos
llegarían a ser má rtires por su causa. Como lo menciona el conflicto de los siglos
en capítulo 20(LEER HISTORIA 2)
Estos niñ os al crecer aceptaran predicar el evangelio, nuestros niñ os será n los
que entregara el ú ltimo mensaje del fuerte pregó n.