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Las empresas surgen de las decisiones de personas, empresarios, que además dirigen la asignación de
recursos dentro de los límites de su competencia. En empresas complejas la dirección de recursos,
conocida genéricamente como management, debe compartirse entre múltiples especialistas, dando
lugar a un ámbito profesional de gran importancia cuantitativa y cualitativa en las sociedades
desarrolladas. Paralelamente al estudio y al conocimiento positivo sobre la realidad de la empresa,
que ha protagonizado la economía y otras ciencias sociales, se ha desarrollado también un
conocimiento normativo sobre la toma de decisiones y la forma de dirigir la empresa que se enseña
como parte de la formación profesional de empresarios y directivos. De la importancia de estas
enseñanzas da fe el auge de centros especializados en la formación de directivos profesionales en
todo el mundo. Existen, por tanto, dos grandes bases de conocimiento sobre la empresa, con una
dinámica de generación y renovación de contenidos que es, a la vez, propia y mutuamente
interdependiente: de un lado, la que se vincula al porqué de los fenómenos estudiados —análisis
positivo— que centra el interés de las ciencias sociales. Su fin último es aprender acerca de las
consecuencias de una realidad empresarial u otra sobre el bienestar social. Del otro, la base de
conocimiento que gira sobre el cómo actuar ante determinados problemas —análisis normativo— del
que se ocupan las disciplinas del management profesional. El fin del conocimiento creado es ahora
contribuir al bienestar particular de quien toma las decisiones en la empresa, en concreto aumentar
el beneficio privado.
Por otro lado, la economía es la ciencia social que estudia cómo usar los elementos disponibles de
forma responsable, con el fin de satisfacer las necesidades que se presenten. Se centra,
principalmente, en la gestión de los recursos económicos o monedas de cambio, para así poder
producir bienes y distribuirlos.
Se podría decir que la relación de la economía con la administración actual es que ambas tienen la
misma causa, es decir, intentan lograr el mismo beneficio, pero ejerciendo diferentes tareas y
actividades. Además que son parte del proceso de toma de decisiones de cualquier organización.
Por ello, es indispensable que un administrador tenga una comprensión plena de los problemas
financieros. Además, mediante la economía el administrador tiene la posibilidad de analizar aspectos
como:
La economía y la administración se reflejan ante la sociedad como un pilar imprescindible para lograr
un desarrollo económico y social extenso, comprendiendo cada una de sus realidades, especialmente
la política y, sobre todo, la cultural.
Todas las empresas del mundo deben mantener una correcta gestión de sus recursos para no
quebrar. En este sentido, tanto la administración como la economía les asisten, al llevar un control
estricto sobre las entradas y salidas de efectivo, logrando solventar cualquier deuda pendiente y
mantener una rentabilidad en la organización.
Su importancia es evidente, pues ambas trabajan a la par para complementar y establecer un ritmo
correcto en la sociedad. Así como también permiten una planificación y metodología de trabajo
correctas.
Sirviendo además, como el método predilecto para ordenar y establecer las prioridades a la hora de
tomar decisiones, ya sea de forma particular o como organización.
La estructura económica está integrada por la combinación dinámica de las fuerzas productivas y las
relaciones sociales de producción.
FUERZAS PRODUCTIVAS
Son el conjunto dinámico de los medios de producción y la fuerza de trabajo; es decir, el conjunto de
trabajadores que desarrollan un proceso productivo determinado.
MEDIOS DE PRODUCCION
Están formados por los objetos de trabajo (materia bruta y materia prima) y los medios de trabajo
(instrumentos de producción e infraestructura) interrelacionados dinámicamente.
RELACIONES SOCIALES DE PRODUUCCION O RELACIONES ECONOMICAS
Son las que surgen entre los hombres en el proceso de la producción, el cambio y la distribución de
los bienes materiales. Una característica importante de las relaciones de producción, es que no
dependen de la voluntad de los hombres. Las relaciones sociales de producción pueden ser de
explotación o de cooperación y ayuda mutua, dependiendo de la forma de propiedad de los medios
de producción.
Para hacer frente a los problemas económicos y obtener las máximas ganancias, la empresa debe
establecer su estructura productiva de acuerdo a sus propias condiciones y a la estructura económica
de la sociedad.
Existe un factor que para mí es el más importante auxiliar en la toma de decisiones; ese factor es la
información; es decir, el qué tanto conocemos la situación a la que nos enfrentamos, o qué tan bien
conocemos las alternativas a seguir, o a no seguir (porque una decisión puede ser: “no hacer nada”).
Aunque no todos los problemas pueden resolverse mediante el proceso de toma de decisiones. Solo
se necesita tomar el periódico todos los días para leer sobre situaciones en las que quienes deciden ni
siquiera parecen conocer cuál es la tarea u objetivo deseado. Los problemas de la vida real no
necesariamente llevan a una presentación tan ordenada como la que se sugiere el proceso de toma
de decisiones. No obstante, existen otros problemas que si se pueden resolver en esta forma, y que,
es necesario que así sea, pues pueden ser problemas de los que dependa el futuro de una empresa.
La toma de decisiones en ingeniería está basada en nueve elementos, y estos elementos pueden ser
auxiliares en la toma de decisiones económicas.
Cada dólar que se gasta, que se tiene la intención de gastar o que no se tiene, se convierte en la base
de una toma de decisiones económicas. Si un ejecutivo decide no hacer nada con respecto a su
nómina de 50,000 dólares estará, no obstante tomando una decisión económica. Una decisión de no
hacer nada implica la decisión de seguir con la práctica actual y de rechazar todas las alternativas, las
que conozca y las que no conozca por no haberlas buscado.
La mayoría de los ejecutivos estarán de acuerdo en que la decisión de aprobar una erogación de
40,000 dólares para comprar una nueva maquinaria es un ejemplo típico de una decisión económica.
Pero no podrá considerarse como una decisión económica acertada a menos que:
1) se hayan examinado todas las alternativas,
2) se hayan incluido todos los elementos de costos e ingresos y
3) los principios y las técnicas de evaluación sean correctos.
A nivel de las operaciones de la planta, los ingenieros deben tomar decisiones relacionadas con los
materiales, las instalaciones de la planta y las capacidades internas del personal de la compañía.
Consideremos como ejemplo la manufactura de procesadores de alimentos. En términos de la
selección de materiales, varias de las piezas pueden fabricarse con plástico mientras que otras deben
ser de metal. Una vez que se han elegido los materiales, los ingenieros deben considerar los métodos
de producción, el peso de envío y el método de empaque necesario para proteger los diferentes tipos
de material. En lo referente a la producción en sí, las piezas pueden fabricarse internamente o
adquirirse con un proveedor externo.
Lo que se acaba de describir es una clase de problemas de decisión en ingeniería que implica elegir el
mejor curso de acción cuando hay varias formas de satisfacer los requisitos del proyecto. ¿Cuales de
los elementos propuestos del equipo se comprarán para determinado fin? Muchas veces esta
elección depende de cuál es el elemento que se espera genere los mayores ahorros o el mejor
rendimiento de la inversión.
Selección de materiales
En las determinaciones económicas, se debe tener siempre mucho cuidado para asegurarse de que
las alternativas consideradas presten en realidad servicios idénticos. La “atracción para el
comprador” de un tipo de fundición sobre el otro podría hacer fácilmente que sus valores no fueran
idénticos. Por ejemplo, la calidad de ser liviano podría tener valor de servicio para el productor
porque reduciría los costos de despacho de su producto al consumidor.
En casos en los cuales dos o más materiales pueden satisfacer igualmente bien un mismo propósito
desde un punto de vista funcional, la relación de sus costos, disponibilidad y costos de procesamiento
deben tenerse en cuenta para definir la escogencia. El bronce por ejemplo, es a menudo menos
costoso para la construcción de partes que el acero trefilado en frío porque puede maquinarse a una
tasa más elevada, a pesar de su mayor peso por unidad de volumen y su mayor costo por libra. El
aluminio, que es fácilmente maquinable y tiene además un peso específico bajo, se viene usando en
cantidades crecientes como un reemplazo del acero, del acero fundido y otros metales cuyo costo
por libra es considerablemente menor. Los plásticos, debido a la facilidad con la cual pueden
procesarse, han probado ser una economía en muchos usos como reemplazo de materiales con un
costo menor por libra.
En algunos casos la decisión de sustituir un material por otro puede conducir a una secuencia
completamente diferente en el proceso de producción. Para determinar la deseabilidad económica
comparativa de dos materiales, se requerirá hacer un estudio detallado de los costos que se generan
cuando uno de los dos está en uso. En algunos casos esto puede obligar a la economía de retirar el
equipo presente y adquirir uno nuevo.
Los resultados del esfuerzo de diseño, tal como se manifiesta en los planos y en las especificaciones,
cristalizan la forma final del producto a ser manufacturado o la estructura que se va a construirse en
su forma física, materiales y requisitos de producción o de construcción. Por esta razón, el diseño
tiene un amplio campo para hacer economías.
Diseñar es proyectar y evaluar ideas para alcanzar un objetivo, por ello es esencial un buen diseño,
para que este sirva realmente a los fines establecidos por las empresas.
Si un seleccionamos un mal diseño, nuestro sistema ya elaborado será defectuoso, pero si escogemos
un buen diseño nuestro sistema será mejor y nos producirá mayores beneficios monetarios, es por
ello que es sumamente importante saber seleccionar el mejor de los diseños o procesos para nuestro
sistema.
La meta de la selección del equipo y, por tanto, la finalidad de todas las actividades de ingeniería y
administración, es una eficiencia financiera aceptable, no la eficiencia de ingeniería.
El riesgo financiero hace referencia a las posibilidades de pérdida que tiene una empresa respecto a
una inversión, imposibilitando que el negocio alcance sus objetivos estratégicos. Sin embargo, se
puede predecir dicha situación, ya que las compañías cuentan con información suficiente para
conocer dichas probabilidades. La incertidumbre, en cambio, es la carencia de certeza. Esto quiere
decir que las organizaciones no pueden asignarles probabilidades a los resultados, ya que
desconocen cuáles serán los mismos.
Para calcular el riesgo financiero, la estadística utilizada es la desviación típica o desviación estándar.
"Se define como una medida de dispersión. Cuanta más dispersión hay, más variación existe y, por lo
tanto, existe más riesgo", complementa Villacorta. Sin embargo, el dato obtenido por medio de la
desviación típica no dice mucho, por lo que se utiliza otra herramienta importante: la distribución de
probabilidad. "Esta nos indica en qué rango de precios podemos esperar que se mueva el precio de
un activo con una probabilidad esperada. Para ello, se utiliza la distribución normal o gaussiana",
enfatiza el académico.
Analizar la dirección de los mercados ante riesgos de corto plazo. Las empresas deben estar atentas a
todo evento que puede ser calificado como riesgoso en los mercados, como conflictos políticos o
acontecimientos atípicos. En estos escenarios, los precios pueden variar según su evolución. Si el
evento es corto, la incertidumbre no será mucha, pero si el evento tiene un tiempo prologado, la
incertidumbre puede generar caos en los mercados y problemas en las compañías.
Evaluar las variables macroeconómicas. La economía mundial evoluciona constantemente. Por ello,
es necesario que las organizaciones estén atentas a los cambios de intereses que se pueden dar en
las economías internacionales más importantes y en la variación de precios en los principales
commodities (energía, minería y dólar).
Considerar las proyecciones económicas de instituciones financieras. Una manera efectiva que tienen
las empresas para analizar el contexto internacional que se avecina es tomando en cuenta las
proyecciones económicas de las entidades nacionales e internacionales. El Ministerio de Economía, la
Bolsa de Valores, el Banco Central de Reserva y el Fondo Monetario Internacional periódicamente
publican proyecciones sobre la economía local y global. Analizando estas tendencias, las compañías
pueden conocer cómo se moverá el mercado y determinar si es momento de realizar una inversión.
En un mercado volátil como el actual, es probable que las organizaciones pasen por riesgos e
incertidumbres. Sin embargo, es necesario que logren predecir o calcular en lo posible todos aquellos
obstáculos o tendencias que puedan afectarlas. Detectándolos a tiempo, podrán tomar decisiones
que les permitan alcanzar sus objetivos estratégicos.
Tierra: todo aquello que brinda la naturaleza como la tierra, el agua, los minerales, el petróleo,
entre otros y que son transformados en bienes y servicios.
Trabajo: se refiere al tiempo y esfuerzo que la gente dedica en producir bienes y servicios. En
esta categoría encontramos a la gente que trabaja en el campo, en las fábricas, oficinas,
comercios, etc…
Capital: espacios y herramientas con los que cuenta la empresa para trabajar como: edificios,
plantas de producción, fábricas, vehículos de transporte, maquinaria y equipamiento.
Habilidades empresariales: se refiere a quien toma decisiones, aporta nuevas ideas y organiza
los tres factores (tierra, trabajo y capital) cómo producir organizando los tres factores: tierra,
trabajo y capital. “El empresario tendrá que buscar las formas de producir un bien que
impliquen un menor costo, es decir, que impliquen el menor uso posible de recursos para
satisfacer las necesidades de los consumidores”.
El reto de una mantener y hacer crecer una empresa no es fácil. El empresario se encontrará con el
problema de la escasez y deberá decidir cómo hacer crecer su empresa, en qué factores invertirá y
medir los riesgos de las decisiones.
De hecho, en todos los procesos productivos hay cierta complementación de los recursos o insumos
utilizados, por ejemplo: maquinaria y trabajo, tierra, semillas y fertilizantes; tela e hilo, etc. Aunque
quizá lo más importante sea analizar qué factores se pueden sustituir entre sí.
La sustitución se realiza cuando se cambia un recurso por otro, aunque de hecho no existen
sustitutos perfectos en el proceso productivo, el avance tecnológico permite modificar el uso de los
recursos; por ejemplo, una máquina puede desplazar mano de obra.
Es cierto que en algunos casos la sustitución de factores proporciona el mismo nivel de producción,
en otros, el cambio en un factor provoca un cambio en la magnitud de la producción que puede ser o
no equivalente.
Cuando la empresa sustituye factores, cambia la proporción en que los utiliza. Al grado de sustitución
de un factor por otro, se le llama tasa de sustitución técnica y si se hace referencia a la sustitución de
los últimos factores, entonces se habla de tasa marginal de sustitución técnica.
La tasa marginal de sustitución técnica mide la relación en que se puede sustituir un factor por otro,
manteniendo constante la producción. Casi siempre esta tasa se refiere al trabajo o al capital.
La tasa marginal de sustitución técnica (TMST) «del trabajo por capital, es la disminución de capital
que resulta del aumento del trabajo en una unidad cuando el producto se mantiene constante».
Si llamamos T al trabajo y C al capital, entonces la tasa marginal de sustitución técnica del trabajo por
el capital, se puede representar matemáticamente así:
La productividad empresarial engloba el conjunto de acciones que se realizan para que la empresa
sea eficiente y cumpla con sus objetivos operativos y estratégicos, y a la vez puede valorarse como un
indicador de volumen de trabajo, tareas exitosas músculo operativo.
El concepto de productividad empresarial ha cambiado a lo largo del tiempo por lo que debemos
considerar dos horizontes distintos:
Origen de la expresión
En el ámbito de la Revolución Industrial, la productividad consistía en un término muy simple por lo
que abarcaba únicamente el desempeño de los trabajadores en la planta, es decir, miraba hacia lo
práctico.
Bajo ese contexto, el concepto se fundamenta en números, por ejemplo, la capacidad productiva
diaria de un colaborador — cuántos productos entrega—, la cantidad de materiales y materia prima
necesarios para colmar las demandas de la jornada y el tiempo de duración de todo el ciclo
productivo.
Se observa entonces que, en un primer momento, la productividad era apenas una manera formal y,
de cierto modo técnico, de referirse a la capacidad de la fuerza de trabajo en las industrias.
Por lo cual, su única preocupación radicaba en asegurar que los recursos — financieros, humanos y
tiempo— fueran empleados adecuadamente, orientando así el nivel de productividad corporativa.
Evolución y actualidad
Con el tiempo, el concepto ha evolucionado gracias al desarrollo de nuevos modelos de negocios,
ganando una connotación mucho más humana, empática y socialmente responsable.
Tanto es así que, en la actualidad, implementar estrategias de gestión de personal orientadas a las
buenas prácticas y al fomento de la productividad se han transformado en poderosos diferenciales
ante la competencia que no deben —ni pueden!— negligenciarse.
La productividad empresarial se define como capacidad de llevar a cabo las tareas laborales
maximizando la eficiencia, orientando las acciones hacia la excelencia en términos de calidad y
priorizando la innovación.
Ante esta nueva perspectiva, vemos que la productividad es un concepto muy amplio que implica una
serie de cuestiones subjetivas.
Por ejemplo, una empresa que aumenta su producción diaria de Smart TV's de quinientas para
setecientas unidades presentando un aumento en sus costos operacionales y en la cantidad de
equipos con deficiencias técnicas, no puede decir que ha optimizado su productividad, sino apenas su
producción.
En términos operacionales, elevar la capacidad productiva de los equipos significa estimular a que
emprendan sus tareas utilizando una cantidad mínima de recursos para alcanzar los mejores
resultados, o sea, “hacer más con menos”.
En efecto, la productividad es uno de los temas más recurrentes en las reuniones de gestores y
líderes corporativos principalmente por el hecho de impactar directamente en la rentabilidad, así
como en el posicionamiento de los negocios en el mercado.
Al fin y al cabo, una empresa referente en términos de productividad, atrae nuevos inversionistas a
raíz de sus resultados financieros, capta los mejores talentos por sus políticas de gestión de personal
y construye una imagen de marca comprometida con el bienestar de sus colaboradores.
Bajo esta perspectiva, podemos considerar a la productividad como uno de los principales pilares
motivacionales entre los colaboradores por lo que constituye uno de los factores que evitan la
rotación de personal en los negocios.
En líneas generales, ser productivo es alcanzar dichos retos utilizando la menor cantidad posible de
recursos, siguiendo las buenas prácticas empresariales de forma consciente y promoviendo la
transformación digital, puesto que:
Antes de enumerar los factores, es importante tener en cuenta que la productividad puede afectarse
de diferentes maneras ya sea bajo una óptica positiva o negativa.
A continuación, le brindamos una lista con nueve puntos clave en términos productivos con la
intención de ayudarlo a analizar si su empresa es efectivamente productiva y sus colaboradores
mantienen una postura motivada y orientada al alcance de los objetivos.
1. Reconocimiento.
Una empresa productiva convierte el reconocimiento de los logros laborales individuales y grupales
en una práctica regular de la rutina corporativa.
Lógicamente, reconocer el buen trabajo de los integrantes de plantel corporativo acapara el pago de
sueldos dignos y acordes con la función que ejercen, sin embargo, este no es el único aspecto que
impulsa las acciones positivas en lo que se refiere a la productividad.
La empresa debe implementar estrategias de reconocimiento que rebasen los aspectos financieros
como difundir mensualmente los nombres de los funcionarios que se destacan en los grupos de
trabajo.
Asimismo, una actitud que puede parecer simple a los ojos de la gerencia, tiene un valor inmenso
para los trabajadores: el elogio.
Alabar los méritos del equipo y principalmente los logros o cualidades individuales es importantísimo
para elevar la autoestima de los colaboradores y promover un mayor compromiso con la empresa y,
por supuesto, con sus resultados.
En este sentido, cuando los trabajadores entienden que su trabajo es reconocido, se esfuerzan para
destacarse aún más y reforzar su imagen ante su líder.
2. Feedback.
En efecto, reconocer el trabajo de los funcionarios es una forma de proporcionar feedbacks a
respecto de su desempeño. Pero, en esencia, ¿cuál es la importancia de la retroalimentación?
Cuando echamos a un lado el feedback, ponemos en riesgo el rendimiento de toda la empresa, una
vez que los colaboradores no acceden a información relevante acerca de su eficiencia laboral.
De esta manera, abrimos espacio para los errores, fallas y, consecuentemente, para la mitigación de
la calidad productiva al paso que generamos la desmotivación de los grupos.
Para frenar este tipo de situación, vale la pena invertir en dinámicas de retroalimentación que no
dependan únicamente de la realización de reuniones semestrales o anuales como es el caso de
charlas informales y momentos que permitan intercambiar información con el colaborador de forma
honesta, leve y cordial.
Asimismo, debemos recalcar que el aporte informativo necesita acaparar tanto los puntos positivos
como negativos de la actividad profesional, permitiendo así que las personas identifiquen y refuercen
sus fortalezas de la misma manera que detecten e implementen estrategias para subsanar sus
debilidades.
3. Motivación.
El líder es el principal responsable de la motivación de los colaboradores.
Básicamente, el funcionario ingresa a la empresa con la finalidad de cumplir sus tareas, finalizar su
trabajo, regresar a su hogar y a fin de mes cobrar su sueldo. Es decir, realizar las tareas a las que fue
designado, no implicando necesariamente abrazar a la empresa como un ideal de futuro y
crecimiento.
A raíz de eso, el gestor debe desarrollar medidas que inyecten la motivación necesaria para que sus
liderados ejecuten las tareas con eficiencia y priorizando la calidad de los resultados.
Frente a esta cuestión, es esencial que los trabajadores se sientan cómodos, entiendan que tienen
voz activa y que los líderes escuchan sus ideas y acotaciones considerándolas de este modo, como
recursos válidos para la toma de decisión.
4. Comunicación interna.
Una comunicación débil e ineficiente puede echar por tierra todos los esfuerzos para incrementar la
productividad empresarial. Esto se debe a que la habilidad comunicativa interfiere en los diferentes
ámbitos corporativos: estratégico, táctico y operacional.
Por lo cual, emprender una comunicación adecuada configura una de las medidas más importantes
no solo para garantizar un óptimo potencial productivo fomentando la motivación y la proactividad,
sino también para robustecer la actividad comercial y, en consecuencia, promover mejores
resultados para el negocio.
Cuando la empresa pone a la comunicación eficiente en primer plano, logra:
5. Clima organizacional.
En efecto, un ambiente de trabajo tranquilo, caracterizado por las buenas relaciones interpersonales,
eleva la productividad de los equipos.
Para entender cómo esto funciona, basta con imaginarse cuán agradable es trabajar en una empresa
donde todos sus colaboradores entienden la relevancia de la función, así como tienen consciencia de
que el trabajo en equipo y el respeto mutuo son indispensables para el alcance de las metas
corporativas.
Así, cuando la atmósfera del local de trabajo es agradable y motivadora, influye positivamente en el
comportamiento de los profesionales a punto de estimularlos a desarrollar una postura creativa,
eficiente, ágil y potencialmente productiva.
Por el contrario, si los equipos se encuentran bajo un entorno hostil, la respuesta será opuesta, una
vez que disminuye la motivación laboral, al paso que los colaboradores se sienten incómodos para
manifestar sus opiniones e ideas desencadenando así, un comportamiento temeroso, quieto o
reactivo y muy poco productivo.
6. Trabajo en equipo.
Como señalamos supra, incentivar la conciencia de que el éxito organizacional depende de todos los
integrantes del negocio consiste en un punto a favor de la productividad, puesto que el flujo de
información y de ideas fomenta el desarrollo de soluciones innovadoras y mucho más eficientes.
En lo que concierne a este tema, vale la pena hacer hincapié en la célebre frase “varias cabezas
piensan mejor que una”. Esto cobra aún más importancia en el ambiente corporativo de las
organizaciones que fundamentan la integración de sus planteles en la diversidad cultural e
implementan estrategias que estimulan el intercambio de experiencias y la actuación conjunta de sus
colaboradores.
Pero, ¡atención!, para que el trabajo en equipo se posicione como un factor positivo es esencial llevar
una estrategia paralela que mitigue la competencia interna al mismo tiempo que optimice el
comportamiento colaborativo.
7. Metas y objetivos.
Las metas y los objetivos deben establecerse con antelación y de la forma más clara posible no solo
para estructurar planes que viabilicen su cumplimiento, sino también para permitir que los líderes y
liderados se integren y se comprometan a alcanzarlos siguiendo las políticas, buenas prácticas y
orientaciones corporativas.
Entre los medios más eficientes de definir, nortear y controlar las acciones en pro de las metas y
objetivos empresariales, destacamos la realización de reuniones diarias o semanales. Estos
encuentros regulares permiten verificar si se cumplen las orientaciones estratégicas y si las medidas
adoptadas ofrecen el retorno esperado.
8. Indicadores de desempeño
Conocidos en inglés como Key Performance Indicators o KPIs, en la esfera de gestión de personal
consisten en métricas que permiten medir el grado de eficiencia, rendimiento y productividad de los
colaboradores.
Para que añadan valor al sector, es imprescindible establecerlos en el período que antecede a la
contratación o reestructuración del personal, así como informarlos tan pronto como se los defina.
Asimismo, la selección de los indicadores debe alinearse a los intereses del negocio, así como seguir
estándares objetivos. Recuerde que los KPIs guían la percepción de los gestores y de los profesionales
acerca de su desempeño individual, por lo tanto, necesitan ofrecer datos útiles, confiables y seguros a
punto de proporcionar el panorama de productividad empresarial.
De esta manera, podemos decir que la buena productividad de los equipos también guarda relación
con la infraestructura general del negocio convirtiéndola así, en un robusto diferencial de
performance.
Bajo este panorama, es fundamental que los colaboradores dispongan de recursos suficientes al paso
que se sientan cómodos y cuenten con soporte suficiente para llevar a cabo sus tareas de la mejor
forma posible.
Por ejemplo, asegurar un buen nivel de productividad en la oficina demanda:
Además de contar con una buena estructura física, la empresa debe estimular el uso de sus recursos
e infraestructura ofreciendo cursos, seminarios, entrenamientos, workshops u otras dinámicas de
aprendizaje que estimulen la adopción de las buenas prácticas.
Para integrar el plantel con los mejores talentos, la empresa debe estructurar un plan de
reclutamiento y selección bastante minucioso acaparando no solo aspectos técnicos, sino también
cualidades blandas —soft skills— relevantes para el ejercicio de las actividades cotidianas.
Sabemos que, muchas veces, separar las cuestiones personales del ámbito profesional es un reto
bastante complejo de cumplirse, lo que conlleva a un resultado negativo en términos de
productividad.
Para evitar estos efectos, la empresa debe desarrollar políticas objetivas y claras que incentiven el
uso consciente del tiempo evitando de este modo, su desperdicio.
Asimismo, es interesante premiar a los colaboradores que han maximizado su desempeño durante la
jornada laboral a modo de incentivar la proactividad de los otros colaboradores.
Además, contar con mecanismos automáticos que detecten las paradas menores permite reducir las
pérdidas entre el 50 y el 75% al mismo tiempo que minimizan la ocurrencia de errores y problemas
durante los flujos de trabajo.
Básicamente, este sistema agiliza los tiempos y la dinámica laboral, promueve el equilibrio financiero,
así como la sostenibilidad operativa y el crecimiento corporativo.
Esto se debe a que la herramienta genera reportes muy valiosos para la toma de decisiones, facilita
los procesos de trabajo acelerando la finalización de las tareas y mejora el intercambio informativo
con los otros sectores a través de su mecanismo de comunicación interna.